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La toma de decisiones es uno de los procesos más difíciles a los que se enfrenta

el ser humano.
La decisión es el proceso de seleccionar la mejor alternativa para resolver una
situación específica. Es importante recordar que las decisiones ayudan a las
personas a formar su personalidad, a guiar su vida facilitando el éxito o el
fracaso; a lograr las metas trazadas y a valorar la vida y el trabajo.
Es muy significativo aprender a tomar decisiones fáciles o difíciles, individuales
o grupales, programadas o no programadas, de sorpresa o de rutina, haciéndolo
con atención, fe y alegría de actuar. Para lograr esto debe tomar en cuenta la
historia personal, las necesidades y los valores de cada persona.
Las decisiones, como toda actividad humana importante, involucran a la persona
en su totalidad; por eso es necesario evitar las formas inefectivas o incorrectas
de tomarlas. Estas son: la evitación, preocupación o cautela excesiva, elección
rápida (impulsivamente), permaneciendo pasivo, dándole tiempo, esperando que
otros decidan y al azar o por accidente.
Las decisiones están limitadas por lo que una persona es capaz de hacer, por lo
que una persona desea o tiene voluntad de hacer, por el ambiente y la falta de
conocimiento de la situación. Siempre son tomadas bajo condiciones de certeza,
riesgo, inseguridad o bajo una combinación de riesgo e inseguridad.

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