Si se parte de la etimología de la palabra motivación (motos:
movimiento; lo que mueve), se obtiene que es una acción que requiere
a activación y un objetivo que puede lograrse a través del esfuerzo y la persistencia. Con respecto a su origen, genera un debate constante entre si dicha motivación se origina dentro o fuera del ser humano, es decir, si el maestro debe motivar al estudiante o si el estudiante debe por sí mismo estar motivado. Entendiendo que la motivación no puede ser obligada a aflorar al ser totalmente interna al ser, se considerará su concepto desde las perspectivas constructivistas y asociacionistas de la educación.
Entendiendo que la motivación partirá de una experiencia sensible,
puede ser observada dentro de una perspectiva constructivista como el reflejo de la forma en que se abordara cualquier tema de enseñanza, es decir, el estudiante se verá motivado a participar activa y dinámicamente en la medida en que se le enseñe activa y dinámicamente, ya que el eje principal de ésta perspectiva se mueve en torno a la formulación y reformulación de conocimientos por parte del estudiante, considerando que éstos son perlados por factores culturales/sociales que afecten dicho proceso.