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MÚSICA FOLCLÓRICA DE COSTA RICA

La música folclórica de Costa Rica incluye diversas manifestaciones culturales


de Costa Rica que abarcan tanto la música como las danzas, las leyendas y
tradiciones, las bombas y retahílas, los instrumentos coloniales y las canciones
tradicionales, que generalmente son utilizadas durante las festividades populares y
patronales, y que varían de acuerdo a cada región y pueblo del país.
La música folclórica costarricense se produce en cuatro zonas específicas del
país: Guanacaste, el Valle Central, Limón y Puntarenas. Sin embargo, cabe
mencionar que cada provincia es autónoma por lo que cuenta con su propia
idiosincrasia, además la música amerindia está presente en las diversas zonas y
complementa la cultura nacional.
Música puntarenense
La música costeña puntarenense se distingue por la campera que es la
combinación de música campesina con algún ritmo criollo, como por ejemplo,
la cumbia colombiana y el tambito generaleño que es más alegre y que se toca
con guitarra: esto debido a que durante la colonia, Puntarenas recibió influencia
tanto del Virreinato de Nueva España como el Virreinato de Nueva Granada, por lo
que esta zona se caracteriza por la celebración de las tonadas, inspiradas en las
"fiestas de los novios", las "velas de los angelitos", el Carnaval de Puntarenas, o
las leyendas propias de la región.
Música caribeña limonense
La música caribeña limonense tiene dos influencias: la española y la afroantillana.
Esta última es la más rítmica del país y se manifiesta en forma de comparsas, con
gran cantidad de danzas de carácter bufo o descriptivas, así como el sinkit, más
carnavalesco. De la unión de las dos influencias nacen ritmos como el son,
melodioso y cadencioso. También está el calipso, ritmo antillano que tiene su
manifestación propia en esta provincia del Atlántico. Este ritmo utiliza instrumentos
como el bajo de cajón, el ukulele, el sheky-sheky, las maracas, la guitarra,
tambores, bongoes, tumbas y cencerro. Entre sus intérpretes más conocidos se
encuentran Walter Ferguson, autor de calipsos como Cabin in the
Wata, Callaloo y Carnaval Day, así como Cyril Silvan, Manuel Monestel, Herberth
Glinton, autor de Nowhere like Limón, y el grupo Cantoamérica. Finalmente, otro
aspecto que caracteriza a la música limonense es la presencia de canciones y
melodías tipo góspel, que se entonan principalmente en las iglesias protestantes
de la región.
Música amerindia
La música amerindia era ante todo de carácter utilitario, es decir, que cumplía una
función determinada, en su caso especialmente religiosa: se le utilizaba ante todo
para acompañar los ceremoniales y las danzas dedicadas a tal o cual deidad, por
ejemplo, «Sibö», máximo dios bribri, o « Cha Cónhe» para los maleku. Incluso la
música para bailar, propia de festejos y celebraciones, se incluye en esa categoría
porque dichas festividades por lo general estaban asociadas al culto religioso.
Si bien no habían, por lo que se sabe, músicos "profesionales" (en el sentido de
que su única ocupación fuera la música), sí había el oficio o gremio (en el sentido
de un grupo selecto y formado especialmente para ello) de músico, en el cual
había aprendices, maestros, y uno o dos músicos principales.
La enseñanza era individual, con un maestro a cargo de un aprendiz, al cual le
enseñaba básicamente el dominio de su instrumento y las melodías que habría de
utilizar en las ceremonias. Se tiene mejor suerte con respecto a sus instrumentos,
aunque aquí hay que decir que se conserva memoria histórica sobre todo de
aquellos que por su propia constitución y materiales han conseguido sobrevivir a la
carcoma del tiempo.
Instrumentos coloniales

Entre los instrumentos coloniales destaca la marimba, que fue declarada


instrumento nacional de Costa Rica el 3 de septiembre de 1996, mediante el
decreto Nº 25114-C publicado en el diario oficial La Gaceta Nº 167. Otros
instrumentos son el quijongo, las ocarinas, el bajo de cajón, el sabak, las flautas
de caña, el acordeón, las chirimías, los tambores, el güiro, la mandolina y
la guitarra.

En Costa Rica hay cuatro zonas, perfectamente delineadas, donde se produce


música folklórica : Guanacaste, los valles centrales, Limón, San Isidro del General.
A la música de estas zonas, las llamaré en adelante, guanacasteca, aldeana,
limonense, generaleña, respectivamente.
En otras regiones del país se compone música que es copia de este folklor.
LA MUSICA ALDEANA
Es compuesta por autores anónimos de los valles centrales .Las bellas tonadas de
cuando en cuando se escuchan en las “serenatas campesinas” son canciones
folklóricas que tienen influencia española.”No puede haber amor como el primero”
y “despierta niña” son buenos ejemplos de esta música aldeana.
En esta zona abundan las danzas, ritmos del cual se derivan los demás.
LAS BATAMBAS de los valles centrales son distintas a las de Guanacaste.
Tienen un ritmo ternario y son tocadas por los guitarristas y los marimberos
“Guataqueros”, al ejecutar cualquier pieza o al acompañar cualquier canción. Los
campesinos la llamaban Chorolonchón.
En la Vuelta de Jorco nació un género llamado “Jorqueño” cuyo ritmo melódico es
un compás de tres por cuatro que se parece a la mazurca con la característica de
que sus bajos tienen un ritmo de batamba que repiten perennemente durante toda
la obra, una gran progresión armónica que va de la tónica a la cuarta y de ésta a la
dominante (1-4-5)
La pieza “Aire de Vuelta de Jorco” es un ejemplo de ellas.
Las canciones aldeanas tienen un rasgo que las identifica: cada verso de cada
estrofa es más largo que la frase musical, o sea que la letra no calza muy bien con
la música. Por eso el campesino al cantarla tiene que “echar una carrera” en
ciertas partes, para no perder el compás, diciendo la letra en forma atropellada,
desfigurando, como consecuencia también la música.

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