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Noticias Sobre El Decreto Legislativo 1204°
Noticias Sobre El Decreto Legislativo 1204°
TIPOS DE SANCIONES
Adolescentes infractores:
5.900 fueron condenados en
el Perú
El 60% consumió drogas y alcohol antes de reclusión, dijo el director de Política
General Criminal y Penitenciaría del Minjus
Instalarán bloqueadores
Aquellos delitos que permiten al juez que ordene los 10 años de internamiento
son: homicidio calificado, feminicidio, sicariato, lesiones graves, instigación o
participación en pandillaje pernicioso, secuestro, violación sexual, violación de
menor de edad, robo agravado seguido de muerte, extorsión, promoción o
favorecimiento al tráfico ilícito de drogas, entre otros, y cuando el adolescente
infractor sea integrante de una organización criminal, actúe por encargo de ella
o se encuentre vinculado a la misma.
Por otro lado, la norma establece que los adolescentes internos en centros
juveniles por haber cometido delitos graves y que hayan cumplido la mayoría de
edad durante la ejecución de su sanción, podrán ser separados de los demás
adolescentes y trasladados a un ambiente del establecimiento penitenciario que
habilite el Instituto Nacional Penitenciario con dicha finalidad.
Este ambiente debe tratarse de una sección especial y separada de la población
penal ordinaria, donde el adolescente deberá continuar el tratamiento
individualizado, a cargo del Centro Juvenil, que estuvo recibiendo hasta
culminarlo.
La norma clasifica en tres grupos las sanciones que pueden recibir los
adolecentes que hayan cometido un hecho tipificado como delito o falta: a) las
socioeducativas (amonestación, libertad asistida, prestación de servicios a la
comunidad y reparación directa a la víctima), b) las limitativas de derechos (fijar
un lugar de residencia determinado, no frecuentar determinadas personas o
lugares, etc.), y c) las privativas de libertad (internación domiciliaria, libertad
restringida e internación).
A veces la gente se
embrutece
“A veces la gente se embrutece…”, así arrancaba Patricia Lara Salive su
columna de ayer en El Espectador hablando de una cosa muy distinta a la que
me lleva a escribir estas líneas (aunque en el fondo se trate de lo mismo: la
política conducida por ignaros, lo público tomado por aventureros).
En los Estados Unidos se celebra hoy un histórico acuerdo bipartidista para
reformar el sistema de justicia criminal y penitenciario con el objetivo de reducir
a la mitad la población en cárceles, innovando con alternativas al
encarcelamiento, asegurando la reducción de los índices de reincidencia y una
eficaz reintegración social. En un mundo paralelo, el presidente Ollanta Humala
firmó la semana pasada el Decreto Legislativo #1204 que pretende reformar
nuestro sistema de justicia penal juvenil y aquí no hay nada que celebrar:
La justicia penal juvenil en el Perú no está dando resultados (y, si acaso, estos
son negativos). Y Humala parece no contar con expertos que le demuestren, con
evidencia en mano, que su propuesta –penas más severas para adolescentes
que para adultos– no resuelve nada, lo empeora: por ejemplo, el Plan Nacional
para la Prevención y Tratamiento del Adolescente señala expresamente que “el
tiempo máximo de internamiento (para adolescentes infractores) debería ser de
tres años” y que “se ha demostrado que a partir del segundo año inicia una
involución en el tratamiento”. Por si eso fuera poco, en su diagnóstico dice lo
siguiente: “(…) el aumento de las penas no ha tenido el impacto esperado en la
prevención de infracciones cometidas por adolescentes”. Eso es: ineficiencia y
mayor peligro para el adolescente y para la sociedad. Finalmente, el estudio
“¿Quiénes son delincuentes en el Perú y por qué?” señala que “el más
importante condicionante social del delito en el Perú es la deserción escolar
(59,8% de sentenciados)”, dejando en claro dónde debe ponerse la atención.
11 MAYO, 2016
En ese sentido, el relator Kotrane mencionó que el plazo de detención para los
adolescentes es excesivo. “Los adolescentes no deberían estar detenidos más
allá de las 24 horas y durante la espera de juicio, esta detención no debería ser
mayor a 6 meses”. En el mismo sentido, el relator Nelson, preguntó al Estado
peruano cuántos centros especializados para adolescentes existen en Lima y
cuántos en el país, así como si había entrenamiento para policías sobre la justicia
juvenil y si había tribunales especializados para adolescentes.
Establecer una base de datos amplia sobre los niños en conflicto con la ley, con
el fin de facilitar el análisis de su situación y utilizar los resultados para mejorar
el sistema de justicia de menores.
Finalmente, el relator Jorge Cardona mencionó que “no sólo es grave porque
han incrementado las penas sino porque se ha perdido muchas de las garantías
jurídicas que ya se habían alcanzado”. Recordó al Estado peruano que el Comité
envió una comunicación al Presidente Ollanta Humala, antes de la publicación
del DL Nº 1204, y que hasta la fecha no tuvieron respuesta alguna.
Perú: Adolescentes de 16 y 17 años
pueden ser condenados a prisión por
asesinatos
De 6 a 10 años de internación o pena privativa de la libertad tendrán los
adolescentes de entre 16 y menos de 18 años de edad, que cometan homicidio
calificado, feminicidio, extorsión, pandillaje pernicioso, violación sexual o
integren organizaciones criminales.
La misma sanción tendrán por lesiones graves contra otra persona, cuando estén
involucrados en sicariato, asesinato de un policía o si favorecen el tráfico ilícito
de drogas.
CENTROS JUVENILES
El penalista Luis Lamas Puccio consideró que esta norma parte de reconocer la
gravedad de las infracciones de los menores para que, dependiendo de la edad,
se sancione.
La solución es la educación
Enviado el 21/10/2015
Pena de muerte
Como lo señalé en un artículo anterior, la pena de muerte es jurídicamente
imposible. Además de tener que modificar el Código Penal, tendríamos que
reformar nuestra Constitución Política e incumplir tratados internacionales de
Derechos Humanos suscritos por el Estado peruano. Y al igual que con el “chapa
tu choro”, con la pena de muerte no hay marcha atrás, no es posible resarcir
equivocación alguna si se trata de un inocente. Además, por más grave que haya
sido el delito cometido, ni siquiera el Estado peruano -y ningún otro, en mi
opinión- puede arrogarse el derecho de poner fin a una vida. Lejos de ser justicia,
la pena de muerte implica una venganza social que no impedirá que se sigan
cometiendo actos delictivos a futuro.
Militarizar la ciudad
César Bazán, coordinador del área de Seguridad Ciudadana del IDL, señala
respecto a este tema: Los militares han sido capacitados para intervenir en
situaciones de guerra con otros países y no contra la delincuencia. Los
delincuentes, a diferencia de los ejércitos extranjeros, no están uniformados ni
respetan reglas básicas de la guerra. Los militares no están entrenados para
anticiparse a la lógica de los delincuentes comunes.
Por otro lado, qué ganamos con aumentar las penas, qué ganamos con procesar
a los menores como adultos, si el sistema penitenciario es un caos.
En principio, este debe estar organizado en base al respeto a los derechos
humanos, y su fin principal debe ser la reinserción social del interno a través del
trabajo, la capacitación, la “educación”, la salud y el deporte. Sin embargo,
nuestra realidad es otra; los internos, lejos de reinsertarse socialmente, aprenden
nuevas técnicas delincuenciales. Incluso los inocentes -porque sí los hay- al
abandonar el centro penitenciario, lo hacen para delinquir. Entonces, aumentar
la población en los penales no resuelve nada; por el contrario, sirve como una
escuela de post grado con especialidad delincuencial.
Solución al problema.
Si queremos solucionar un problema, primero debemos conocer las causas. La
delincuencia nace por lo general en las zonas más pobres del país, o en los
extremos sociales: Muy alto o muy bajo; también en el seno de familias
resquebrajadas, entre padres adolescentes, en un marco de violencia familiar, a
consecuencia de alcoholismo y drogadicción, etc.; también es producto de un
gobierno corrupto e ineficaz, que solo se ha dedicado a robar y malgastar los
recursos públicos para beneficiar a su círculo más cercano, dejando en total
desamparo al sector que más necesita (Por ejemplo: Alberto Fujimori, Alejandro
Toledo, Alan García, Ollanta Humala y buena parte de los congresistas
conocidos hasta hoy); una causa final, pero no menos importante es la poca y
precaria educación que se recibe en el país.
Por último, el gobierno debería dar facilidades y no poner tantas trabas a las
personas que contamos con proyectos de educación, así como da luz verde a
todas las empresas extractivas para acabar con nuestros recursos naturales.