INTRODUCCIÓN
Existe una clara relación con el hábito tabáquico, tanto en su génesis y su evolución como
en la respuesta a los tratamientos y en su reactivación tras los mismo. Esta relación se
sugirió desde la primera descripción de la OT, y es algo mayor en mujeres. El nexo entre
tabaquismo y orbitopatía podría deberse a la hipoxia tisular, la modulación mediada por
citocinas y la acentuación en la expresión de HLA-DR por parte de los fibroblastos. Dejar
de fumar es uno de los pilares básicos del tratamiento de esta enfermedad.
La orbitopatía tiroidea es una enfermedad debilitante del sistema visual, caracterizada por
presentar cambios de los tejidos blandos orbitarios y periorbitarios debidos a un proceso
inflamatorio, o a la consecuencia del mismo, y que generalmente se relaciona con
alteraciones endocrinas sistémicas de la glándula tiroides, causando una alteración
significativa en la calidad de vida de los afectados.
EPIDEMIOLOGÍA
ETIOLOGÍA
Las formas graves de orbitopatía aparecen sólo en un 4-5% de pacientes, siendo más
común su aparición en pacientes de mayor edad, diabéticos y en hombres (en los que se
observa mayor incidencia de neuropatía óptica compresiva).
Un apartado especial debe considerarse para el hábito de fumar, ya que el cigarrillo está
fuertemente asociado a la enfermedad de Graves y a la orbitopatía, siendo un factor de
riesgo para ambas, pero con mayor influencia sobre la OT. La proporción de pacientes
fumadores se incrementa de manera significativa cuando se estudian los pacientes con
enfermedad orbitaria severa, relacionándose el cigarrillo no solo con formas más
agresivas de la enfermedad sino con menor respuesta al tratamiento y mayor tiempo de
duración. Algunos autores, pero no todos, han establecido una relación dosis-respuesta
entre el número de cigarrillos por día y la enfermedad orbitaria. La relación cigarrillo-OT
esta claramente identificada en la literatura existiendo evidencia que demuestra la
desaparición del riesgo excesivo de padecer enfermedad severa en grandes fumadores al
dejar de fumar. Como concomitante, en el caso de la enfermedad de Graves, existen
suficientes evidencias para afirmar que el cigarrillo disminuye posibilidad de remisión
del hipertiroidismo al tratamiento con drogas antitiroideas, y además, incrementa el riesgo
de recurrencia del hipertiroidismo.
FISIOPATOLOGÍA
En los últimos años se conoce mejor la patogenia, pero es una enfermedad de carácter
autoinmune con etiología desconocida y con un tratamiento poco satisfactorio, por lo que
sigue siendo un enigma fisiopatológico y un dilema terapéutico. Esta ampliamente
sostenido que se trata de una enfermedad autoinmune sin relación directa con las
alteraciones metabólicas causadas por la sobreproducción de la hormona tiroidea; esto
explicaría la no mejoría de la enfermedad orbitaria luego de un satisfactorio control
metabólico, así como la presencia de OT en pacientes eutiroideos o con tiroiditis de
Hashimoto. Aún así la evidencia del carácter inmunológico no esta totalmente
confirmada, y los niveles de anticuerpos relacionados con el agrandamiento de la glándula
tiroidea y la sobreproducción hormonal (inmunoglobulinas estimulantes del tiroides o
T.S.I) no se relacionan de manera contrastada con la presencia, severidad o actividad de
la orbitopatia tiroidea. La OT puede acompañarse de otras enfermedades de etiología
autoinmune como son la Miastenia Gravis, el Vitíligo y la Diabetes, entre otras.
PATOGENIA
Por otra parte, los Ac anti-TSH-R también actúan sobre los TSH-R existentes en los
fibroblastos orbitarios, que juntamente con las sustancias liberadas por los LTC inician
los cambios tisulares característicos de la OT con expansión de los tejidos orbitarios.
El proceso continúa con la estimulación por los Ac anti- TSH-R de unos fibroblastos
denominados preadipocitos, que se diferencian en adipocitos con una elevada expresión
de TSH-R. Entretanto, otros fibroblastos portadores del antígeno Thy1 (FPA-Thy1) son
estimulados por las citocinas TNF (factor de necrosis tumoral) e IF, e incrementan su
producción de ácido hialurónico que liberan al entorno.
Los tabiques conjuntivos que rodean los lóbulos de tejido adiposo se encuentran
engrosados, pudiéndose observar a este nivel focos de células inflamatorias (linfocitos,
células plasmáticas y ocasionales neutrófilos polinucleares), aunque esto suele ser más
evidente en los músculos extraoculares.
Fig. 4. Retracción palpebral superior en OI. Coexiste fibrosis del recto inferior con una
retracción palpebral verdadera, que se comprueba en mirada inferior, ya que el
párpado no desciende con la mirada produciendo el llama
do "lid lag".
Fig. 5. Retracción palpebral superior secundaria a fibrosis de los rectos inferiores. En
la mirada inferior los párpados tienen una excursión normal, lo que significa que la
retracción superior no es causada por el complejo elevador del párpado superior.
La retracción palpebral inferior es un signo que es notado con menor frecuencia por el
paciente. Se producen las mismas alteraciones del párpado superior, pero los cambios son
menos intensos por las características anatómicas del mismo. La retracción palpebral
inferior esta principalmente producida por un mecanismo mecánico, debido al exoftalmos
y al aumento del volumen graso, el párpado por gravedad tiende a retraerse (fig. 6), lo
que explica la disminución del mismo luego de cirugía de descompresión y lipectomia.
En casos de retracciones importantes se puede observar entropión del párpado inferior, lo
que sumado a la exposición causada por la proptosis y la retracción palpebral superior
puede empeorar la integridad de la superficie ocular.
Los cambios inflamatorios que se producen en los párpados son indicadores muy
importantes de la actividad de la enfermedad (y por ende del diagnóstico precoz). Los
pacientes suelen presentar edema palpebral periorbitario que es más acentuado en horas
de la mañana, lo que algunas veces puede ser confundido con una reacción alérgica por
el oftalmólogo inexperto, aunque el paciente tiroideo no presenta reacción folicular
conjuntival y además tiene otros signos asociados como molestias en la lectura, astenopia,
e incluso manifestaciones sistémicas de hipertiroidismo. El grado de edema puede no
corresponder con el grado de exoftalmos ni con la retracción palpebral, pudiendo aparecer
todos estos signos o solo uno de ellos, generalmente están presentes todos ellos pero con
diferente grado de afectación. Durante la fase inflamatoria activa se observa hiperemia
palpebral, la cual debe buscarse en la zona preseptal para ser representativa de
enfermedad tiroidea, ya que es común encontrar hiperemia en el borde palpebral y la zona
pretarsal (cerca del margen) en pacientes normales o con blefaritis.
El aumento del tejido graso que se produce en la órbita también se evidencia en la región
periorbitaria y palpebral, según algunos autores como Rootman no solo existe un aumento
del volumen graso sino también una redistribución de la misma. De esta manera no sólo
apreciamos un aumento de la grasa preseptal de los párpados inferiores y superiores sino
que es muy característico de los pacientes con OT una hipertrofia de la grasa suborbicular
de la región subciliar del párpado superior, en especial en el área temporal (fig. 7), lo que
debe ser tenido muy en cuenta a la hora de la rehabilitación quirúrgica de estos pacientes.
Más allá de los cambios grasos peri orbitarios, es nuestra impresión clínica, y la de otros
autores como Rootman y Goldberg, que el aumento de tejido graso también se produce
en los paquetes grasos premalares, lo que produce ese discreto cambio morfológico que
se observa en la fascie de los pacientes con OT, y que ha sido atribuido al uso prolongado
de cortisona.
Restricción de la motilidad
Una vez más el entendimiento del proceso fisiopatológico de la enfermedad nos lleva a
hacer hincapié en el diagnostico precoz de la OT. Los pacientes que presentan un estadio
inflamatorio temprano en el que no se han producido cambios cicatriciales ni fibróticos
responden adecuadamente al tratamiento médico, lo que permite mantener el normal
funcionamiento del músculo extra ocular; contrariamente a los pacientes en fases crónicas
o tardías de la enfermedad, en los cuales solo nos queda la difícil y muchas veces
frustrante labor de realizar cirugía rehabilitadora para conseguir la binocularidad en las
principales posiciones de mirada, trabajando sobre unos músculos con función anormal.
Una manera práctica de medir la motilidad ocular en el paciente es a través del reflejo de
una linterna sobre la superficie anterior del ojo, utilizando los principios del test de
Hirschberg se miden los grados de movimiento durante las ducciones oculares: 15º de
movimientos en el borde pupilar, 30º en la mitad del iris y 45º en el limbo corneal. El uso
de prismas para determinar el grado de estrabismo tiene un valor fundamental tanto
diagnostico como terapéutico. Los test de pantalla de Hess son también de utilidad para
documentar el progreso de la binocularidad del paciente, en especial, durante el
tratamiento quirúrgico.
Los músculos más afectados clínicamente son el recto inferior (60%), sobre todo en
pacientes de edad, y el recto medio (50%), por lo que en la clínica es frecuente la
desviación hacia abajo y hacia adentro del globo ocular así como la dificultad en la mirada
hacia arriba y hacia fuera. El recto superior (25%) y el recto lateral son músculos poco
afectados y aún con menor frecuencia los oblicuos. Autores como Cabanis y cols y
Nugent y cols (17,18) demuestran en estudios de imágenes, que radiológicamente el
músculo más afectado en frecuencia es el recto superior.
Fig. 11. Quemosis marcada que sobrepasa el borde palpebral en la región temporal.
Orbitopatía activa en paciente con vitíligo y neuropatía óptica asociada.
Cambios intraoculares
El que la neuropatía óptica sea más frecuente en pacientes con exoftalmias menores se
explica por ser la proptosis una forma «espontánea» de descompresión orbitaria, pacientes
con septos grasos más distensibles permiten el movimiento axial del contenido orbitario,
con lo que se libera la presión en la región orbitaria y particularmente en el ápex donde
se produce la compresión del nervio. Contrario a lo anterior, orbitas pequeñas con septos
rígidos, o con un ápex pequeño con aumento importante del tamaño muscular, desarrollan
el llamado síndrome de hacinamiento el ápex orbitario, con la consiguiente compresión y
afectación del nervio óptico. La neuropatía óptica y los cambios campimétricos que esta
produce son reversibles, siempre que se actué de manera rápida para evitar un daño
permanente del nervio. La recuperación de la función normal del nervio óptico, la
percepción cromática, los cambios en los potenciales visuales evocados (PVE), el defecto
pupilar aferente y las alteraciones campimétricas suele restablecerse en el transcurso de
varios meses.
Diagnóstico precoz
DIAGNOSTICO
Uno de los principales retos para enfocar la OT es cómo clasificar y graduar sus
distintas manifestaciones clínicas, ya que la correlación entre los síntomas y los signos de
la OT es pobre con frecuencia. Las diferentes clasificaciones se centran en los dos
aspectos más relevantes de la afectación ocular de la enfermedad de Graves: su gravedad
y su actividad. Existen numerosas clasificaciones que evalúan la gravedad de la OT. La
escala NOSPECS propuesta en 1968 por Werner y posteriormente modificada en 1977,
es la más usada. Sin embargo, presenta limitaciones ya que es subjetiva, no pondera la
actividad de la OT ni la progresión de la sintomatología y no cataloga los cambios
mínimos.
La evaluación de la actividad de la OT también está llena de dificultades. Sin embargo,
la clasificación de los pacientes en categorías de OT activa/inactiva a menudo es posible
y facilita enormemente la toma de decisiones. La escala más ampliamente aceptada para
la valoración de la actividad es aquella que se basa en las características clásicas de la
inflamación: la puntuación de la actividad clínica o PAC. A cada parámetro clínico se le
otorga un punto en caso de estar presente, de modo que una puntuación de 3 o más puntos
indica una OT activa.
TRATAMIENTO
Glucocorticoides
Radioterapia orbitaria
Las complicaciones de la radioterapia orbitaria son poco frecuentes. Entre ellas destaca
la retinopatía por radiación, que además de ser muy infrecuente, está relacionada con
errores en el cálculo de la dosis o con una técnica incorrecta; también ha aparecido esta
complicación en pacientes con diabetes mellitus, y por ello se desaconseja el uso de la
radioterapia orbitaria cuando el paciente es diabético. La incidencia aumentada de
cataratas es otro de los infrecuentes efectos secundarios de esta técnica. En cuanto al
riesgo de desarrollar tumores secundarios, inducidos por la radiación, no se ha
comunicado ningún caso hasta la fecha en seguimientos a largo plazo, a pesar de que este
riesgo se ha cifrado en el 0,7%. No obstante, debido a la larga latencia de este tipo de
tumores, se desaconseja la administración de radioterapia orbitaria a personas menores
de 35 años.
Cirugía
a) descompresión orbitaria.
b) cirugía de los músculos.
c) cirugía de los párpados.
Salvo en situaciones urgentes, siempre es deseable realizar una cirugía programada una
vez que el paciente está eutiroideo y tras unos 6 meses de estabilidad clínica de la
enfermedad ocular. Las indicaciones para una cirugía descompresiva orbitaria urgente
son la neuropatía óptica, la subluxación del globo ocular y la ulceración corneal debida
al exoftalmos. La descompresión quirúrgica se utiliza de forma programada cuando el
paciente presenta como secuelas exoftalmos desfigurante o congestión y dolor en la
órbita.
Puesto que las inmunoglobulinas a dosis altas por vía intravenosa se han mostrado útiles
en el tratamiento de enfermedades autoinmunitarias, se ha probado su uso en la OT, y los
resultados han sido superponibles a los de la prednisolona oral. Los efectos secundarios
de las inmunoglobulinas son poco frecuentes, pero su administración es laboriosa y son
caras, por lo que su uso se limitará a casos en que otras terapias han fallado.
Ciclosporina
La ciclosporina en monoterapia se ha mostrado menos eficaz que los corticoides por vía
oral, pero asociada a prednisona ha llegado a conseguir mejores resultados que la
prednisona sola81. Por ello, no está indicado su uso en monoterapia, y más teniendo en
cuenta sus efectos secundarios, pero su combinación con corticoides a dosis bajas puede
constituir una alternativa si no hay respuesta a corticoides o cuando la radioterapia esté
contraindicada.
Plasmaféresis
Su utilidad en el tratamiento de la OT no ha sido demostrada, y en todo caso debe
asociarse a corticoides para evitar un efecto rebote. Prácticamente, sólo se considera su
uso cuando ha fallado el resto de terapias. Otros Fármacos como la azatioprina, la
ciamexona o la ciclofosfamida, o no han conseguido resultados terapéuticos o éstos han
sido claramente inferiores a los de los corticoides35. Entre los fármacos que podrían
utilizarse en el futuro para el tratamiento de la OT podemos citar los antagonistas de las
citocinas, el nuevo análogo de somatostatina denominado SOM 230, los antioxidantes y
los antagonistas de los receptores activados por el proliferador de los peroxisomas.
ESTRATEGIA TERAPÉUTICA
En todos los pacientes con enfermedad de Graves- Basedow se debe tomar una serie de
medidas preventivas encaminadas a disminuir en lo posible el desarrollo de una OT, como
son abandonar el tabaquismo si el paciente es fumador, controlar lo antes posible la
función tiroidea (evitando también el hipotiroidismo yatrogénico) y no utilizar el yodo
radioactivo como tratamiento del hipertiroidismo (o asociar corticoides preventivos) en
aquellos pacientes con riesgo alto de desarrollar una OT tras ese tratamiento.
En los casos leves de OT, bastará con indicar unas medidas sencillas de apoyo, dirigidas
principalmente a la protección del globo ocular; entre ellas podemos enumerar la
utilización de gafas oscuras para evitar la exposición y la irritación de los globos oculares,
el dormir con la cabecera de la cama elevada para disminuir el edema matutino, el uso de
lágrimas artificiales ante síntomas de irritación del ojo y la utilización de lubricantes, así
como la oclusión durante la noche con antifaces o gasas si existe lagoftalmos. La decisión
de tratar y la elección de la opción terapéutica dependerán de 2 variables fundamentales:
la actividad y la intensidad de la oftalmopatía. Se estima que si un tercio de los pacientes
con OT no mejora con los tratamientos más eficaces es porque su enfermedad ocular está
ya en una fase inactiva, con fibrosis, que imposibilita la respuesta a medidas terapéuticas
no quirúrgicas. Por otro lado, la mayor gravedad clínica de la oftalmopatía justificaá que
el tratamiento sea más agresivo. Actividad de la oftalmopatía. Se han propuesto distintos
métodos para estimarla:
En aquellos casos en que existen distintas opciones válidas, las condiciones del entorno
(mayor experiencia con un tratamiento concreto, disponibilidad de un cirujano
experimentado, acceso a un servicio de radioterapia o no) serán las que inclinarán la
balanza a favor de una de ellas.
BIBLIOGRAFÍA
3. Bartley GB, Fatourechi V, Kadrmas EF, Jacobsen SJ, Ilstrup DM, Garrity JA, et al.
The incidence of Graves’ ophthalmopathy in Olmsted County, Minnesota. Am J
Ophthalmol. 1995; 120:511-7.
6. Gerding MN, Terwee CB, Dekker FW, Koornneef L, Prummel MF, Wiersinga WM.
Quality of life in patients with Graves’ ophthalmopathy is markedly decreased:
measurement by the medical outcome study instrument. Thyroid. 1997;7:885-9.
10. Salvi M, Zhang ZG, Haegert D, Woo M, Liberman A, Cadarso L, et al. Patients
with endocrine ophthalmopathy not associated with overt thyroid disease have multiple
thyroid immunological abnormalities. J Clin Endocrinol Metab. 1990;70:89-94.