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Características
La mayor parte de las personas no cometen violaciones. Esto puede hacer pensar que un
perfil típico de violador ha de ser la de alguien con enormes particularidades,
características que no tienen la mayoría de las personas y que hacen que en su día a día
sean personas solitarias y sin contacto normal con la sociedad. Si bien en algún caso
concreto esto puede llegar a ser cierto, en general esto no es verdad.
Una gran mayoría de violaciones son llevadas a cabo por sujetos con una
personalidad dentro de lo “normal” y que tienen amigos, familia y trabajo. De hecho
muchos de ellos son personas con pareja, con la cual generalmente mantienen relaciones
de forma convencional.
2. Poder, no sexo
En su mayoría, las personas que cometen una violación sabiendo qué están haciendo
buscan y se ven atraídos por la idea de ejercer dominación, de hacer que otras
personas hagan algo en contra de su voluntad y obedeciendo al interés del agresor.
Dicho de otro modo, en una violación lo que se busca no es únicamente sexo, sino que
también y especialmente lo que se busca es el ejercicio del poder.
Si bien se han dado casos en que la víctima es alguien físicamente más fuerte que el
agresor, por norma general los individuos que cometen agresiones sexuales buscan
víctimas que consideran físicamente más débiles que ellos o de las que conocen
puntos débiles a aprovechar.
Si bien no tienen por qué demostrarlo en la mayor parte de las facetas de su vida diaria e
incluso pueden llegar a actuar de forma prepotente, estos sentimientos de inferioridad
pueden provocar una reacción en forma de deseo de dominar al otro, un deseo que en
algunas personas puede desembocar en una agresión sexual.
Se produzca la agresión sexual por el motivo que sea, en general los violadores tienen
una capacidad de empatía muy limitada o inexistente. Así, el agresor sexual no puede,
no le importa o elige no pensar en qué supone la violación para la víctima, o bien
que llega a considerar que la satisfacción de su deseo de poder y sexo merece el
sufrimiento de la víctima. Esto es visible en muchos de los casos que indican que la
víctima en realidad sí quería mantener relaciones o que en fondo disfrutó de la
situación.
Al igual que ocurre con la violencia de género muchas personas que en la actualidad
cometen delitos sexuales han sido a su vez abusados o maltratados en la infancia, o bien
han sido testigos de abusos hacia otros familiares significativos.
Esto provoca que a la larga puedan llegar a identificar la coerción como un modo
normal de proceder, y que aunque sepan que socialmente está mal visto puedan sentir
el impulso de acometer el acto.
Una consecuencia del punto anterior. Dado que en su mayoría los sujetos que cometen
este tipo de actos tienen plena consciencia de que su actuación es dañina y está penada
por la sociedad, por lo general los violadores son judicialmente imputables.
Una característica común en muchos de los casos en los que no se presenta psicopatía o
psicopatología es el intento de evadir su responsabilidad en el acto. Es frecuente
justificar la conducta por el uso de sustancias o pretender sufrir una psicopatología para
evadir el castigo. A nivel informa, más allá de los procesos judiciales, es habitual que
culpen a la víctima.
Parte de los sujetos que cometen violaciones suelen indicar que la culpa de la
situación es de la propia víctima. Frases como “iba provocando”, “en el fondo quería”
y variantes de ellas son frecuentes en agresores sexuales que han sido detenidos,
evitando hacerse cargo de la situación y excusándose.