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La playa parece ser un escenario dilecto del nuevo cine argentino. Basta con
revisar rápidamente la programación del BAFICI para corroborarlo. Entre las
películas nacionales presentes en esta edición del festival, hay cuatro
largometrajes que transcurren en ciudades balnearias: El paseo de Flavia de la
Fuente, Forastero de Lucía Ferreyra, Miramar de Fernando Sarquís y Mar de
Dominga Sotomayor. Si miramos hacia delante, la programación del BAL (el
laboratorio de proyectos del festival) sugiere que la tendencia habrá de repetirse 391 802 Google + 4 18
donde Mar evidencia sus pretensiones de modernidad, al exhibir una forma Las reglas del juego. Sobre "Placer y martirio", de José
narrativa abierta, dispuesta a incorporar elementos extra argumentales. En este Celestino Campusano
punto la comparación con El rayo verde se hace inevitable: allí donde la película
Bellezas y rarezas del BAFICI 2015.
playera de Éric Rohmer nos lleva de una París insoportablemente calurosa a la
ciudad balnearia de Biarritz y, finalmente, a la novela de aventuras de Julio OTRAS NOTAS DEL AUTOR
Verne, la película de Sotomayor cede a la cultura massmediática y reproduce la
BAFICI 2015
cobertura de la caída del rayo en los noticieros televisivos. La ambición La vuelta de Amalia
modernista condesciende a una absolutización de lo actual. En este problema va
implícito un desafío que probablemente exceda la cuestión de la playa: ¿cómo
seguir siendo modernistas después de las vanguardias pero sin ser
posmodernos?
Quien parece salirse del mapa de lo actual es llamativamente una cineasta como
Flavia de la Fuente, que tras una extensa carrera como crítica y programadora
decidió incursionar en la realización. En su segundo largometraje, De la Fuente
vuelve a centrarse en la localidad de San Clemente del Tuyú, donde vive desde
hace una década y donde ya había filmado “Escenas en el mar” y 15 días en la
playa. Pero si en sus trabajos anteriores se había ceñido a ese espacio
cinematográfico por excelencia que constituye la playa (en tanto territorio
despojado, tábula rasa, pantalla en blanco sobre la cual proyectar imágenes), en
El paseo decide darle la espalda al mar y concentrarse en la ciudad balnearia. La
película consiste, sencillamente, en una sucesión de planos fijos de las fachadas
poco lucidas de las casas de San Clemente. De la Fuente explota así la
ambigüedad inherente a la ciudad balnearia, un lugar que es triste y alegre a la
vez, y por eso mismo misterioso. Pero lo hace con un mínimo de recursos, sin
apelar a piruetas formales ni manipulaciones toscas. Se vale, en mi opinión, de
apenas tres tipos de ambigüedades.
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6/7/2018 Informe Escaleno - Home
La tercera ambigüedad que atraviesa el filme emerge cuando uno de estos
trabajadores, un barrendero, le dice a la directora: “¿Está filmando una
propaganda, doña? Esta es una casa tomada. ¿Usted es la dueña?”. De la Fuente
no se reconoce ni doña ni dueña. Pese a tener una casa en San Clemente y vivir
allí hace ya varios años, en una entrevista confiesa que no tiene relación con sus
vecinos, sigue siendo una forastera, extraña a la comunidad. En esa mirada
conocedora y distante, de la dueña que no es doña, se funda su conocimiento del
pueblo.
Tal vez esa discreción la llevó a retirarle a la película su título original, que era
“Casa tomada”, como si no hubiera querido usurpar el título de ese ya clásico
relato de usurpación. Se decidió en cambio por El paseo y le añadió un epígrafe
del texto homónimo de Robert Walser, que sin embargo denota cierto
academicismo del cual esta singular home-movie bien podría prescindir. Pero en
esa mezcla de antipopulismo y modernidad, esta joven vieja directora demuestra
que supo tomar y expandir con destreza el legado renovador de la Generación del
60.
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