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Principio de Territorialidad
El principio de territorialidad (lex loci delicti) es uno de los principios más ampliamente
receptados por los ordenamientos jurídicos del mundo y establece que un estado es
competente para ejercer jurisdicción penal sobre todos los delitos que ocurran en su
territorio. Esto es así aun si la víctima o el imputado son ciudadanos extranjeros y no
disponen de ningún fuero especial. Su clara contrapartida es que, en principio, un estado
no tiene jurisdicción para declararse competente con respecto a los delitos cometidos
por fuera de su territorio.
Como bien explica el profesor Frister: “…cada Estado puede ejercer su poder punitivo,
en principio[8], sólo en su territorio- independientemente de dónde hayan sido
cometidos los hechos a punir-”[9].
Con respecto a qué se considera territorio, en el caso argentino podríamos decir que se
encuentran englobados por el mismo la superficie geográfica del suelo argentino, el mar
territorial, su lecho y subsuelo que se extiende por 12 millas marinas[10] y las 12 millas
de la zona contigua que se cuentan desde el fin del mar territorial[11]. Las embajadas y
las misiones diplomáticas argentinas situadas en el extranjero se encuentran excluidas
del principio de territorialidad pues se encuentran resguardadas bajo las Convenciones
de Viena de Relaciones Diplomáticas, sobre Relaciones Consulares y sobre Misiones
Especiales.
En lo que respecta al llamado territorio flotante, en virtud del principio de bandera,
habrá que determinar si el buque es público o privado para saber si se aplica o no la ley
penal argentina. La ley de Navegación (ley N° 20094) - en consonancia con el criterio
del fin de la actividad del buque sostenida por el derecho internacional- considera
públicos a los buques que sirven fines públicos. Por otra parte, en todos los demás casos
en los que no se encuentren afectados al servicio del poder público, serán buques
privados aunque pertenezcan a la Nación o Provincias[12]. En su artículo 6 la ley
establece que los delitos cometidos en los buques públicos argentinos serán juzgados de
acuerdo a la ley penal argentina, mientras que en los buques privados sólo se aplicará la
legislación penal argentina cuando el hecho no haya ocurrido en aguas jurisdiccionales
de otro estado.
En lo que respecta al espacio aéreo, el Código Aeronáutico (ley 17285) – adoptando una
posición similar a la de la ley de navegación- resuelve la aplicación de la ley penal
material diferenciando el carácter público y privado del buque conforme a lo establecido
por los artículos 199, 200 y 201 del mismo código.
En este sentido, el principal basamento para ejercer jurisdicción se relaciona
necesariamente con la territorialidad. Aunque no es el único, por ejemplo en casos de
nacionalidad pasiva, la mayoría de los procesos penales ocurren en el territorio donde se
ha cometido el delito.
No obstante, el principio de territorialidad es mucho más extenso de lo que parece pues
no sólo engloba delitos cometidos íntegramente en el territorio de un solo estado sino
también aquellos donde sólo parte del mismo ocurrió en su territorio. Por ejemplo si una
persona disparara un arma desde el estado A en la frontera con el estado B y ese tiro
produce la muerte de otra persona en el segundo estado, cabe preguntarse: ¿Qué ley
penal se aplicará para juzgar su conducta? ¿La del Estado A o la del B? A continuación
explicaremos las distintas variantes de acuerdo a las cuales se determina en dónde se ha
cometido el delito (locus delicti commisi).
Esta teoría propugna que el lugar de comisión del delito es aquel donde el sujeto ha
realizado su acción u omisión ilícita. Siguiendo con el ejemplo anterior, el estado A
podría aplicar su ley penal material.
Este principio se ve reflejado en la Convención de 1929 para la Supresión de la
falsificación de moneda y la Convención de 1936 para la Prevención de Tráfico Ilícito
de Drogas en donde los estados firmantes se obligaron a asumir la jurisdicción para
juzgar estos delitos sin importar en qué lugar se consumen sino sólo teniendo en cuenta
si la tentativa o la conspiración de los mismos se desarrolló en su territorio[13].
Esta es una posición que probablemente se pudiera seguir de la teoría subjetivista como
la sostenida por el Profesor Doctor Doctor Marcelo A. Sancinetti[14]. De acuerdo a la
misma, uno debería concluir que sólo será competente para juzgar dicho delito el estado
en donde se perfeccionó el quebrantamiento de la norma, es decir donde ocurrió la
tentativa acabada (la acción misma de disparar).
Como bien explica Bacigalupo hay tres fundamentos principales a favor de esta
teoría[15]. En primer lugar, considerar sólo el resultado no da lugar a una solución
uniforme para todos los delitos pues hay delitos sin resultado (delitos de pura actividad).
Luego, una teoría basada en el resultado no podría llegar a soluciones correctas cuando
el autor realizó la acción en un estado de inimputabilidad y el resultado se produce
cuando ya ha recuperado su capacidad de culpabilidad. Y por último, hay delitos que
producen resultados en variadas jurisdicciones, ergo no se puede individualizar el lugar
donde ha ocurrido el resultado. A su vez, el autor explica que la teoría de la acción fue
recomendada en 1932 por la cuarta Sección del Congreso Internacional de Derecho
Comparado que se llevó a cabo en La Haya[16].
Por el contrario, esta teoría considera que el delito se ha cometido en el lugar donde se
consuma el mismo o donde tiene sus efectos[17]. En palabras de Von Liszt, citado por
Bacigalupo[18], el lugar de comisión es donde "la serie causal en curso alcanza
el objeto amenazado".
Consiguientemente, en nuestro ejemplo anterior, el Estado B debería aplicar su ley
penal para juzgar dicho delito.
2. Principio de Nacionalidad
La relación entre el estado y las personas habitando en el territorio del primero recibe el
nombre de nacionalidad[20] que de acuerdo al fallo Nottebohn de la Corte Internacional
de Justicia, dicho lazo debe ser efectivo y no meramente formal[21].
La nacionalidad le otorga al individuo una serie de derechos y obligaciones en el estado
del cual es nacional. El estado por lo general es el encargado de decidir las reglas por las
cuales se le otorga o no su nacionalidad a un individuo. Aunque no es nuestro propósito
el de adentrarnos en la discusión de las reglas de nacionalidad, sí señalaremos que
existen dos principios fundamentales: ius sanguinis que refiere a la transmisión de la
nacionalidad por sangre (de padres a hijos) o ius solis que refiere a la adquisición de la
nacionalidad por nacer en el territorio de un determinado estado.
El principio de nacionalidad activa establece que el estado tiene jurisdicción para juzgar
los delitos cometidos por sus nacionales en el extranjero. Aunque este principio se
encuentra más ampliamente receptado por países que siguen el modelo jurídico
continental europeo[22], también es receptado por los ordenamientos jurídicos
del common law[23] sobre todo en delitos graves[24]. En Gran Bretaña este principio
sólo es aplicable con respecto a los delitos de homicidio, traición, manslaughter[25], la
bigamia, ofensas cometidas en barcos mercantes extranjeros[26] y casos de instigación a
la violencia sexual contra niños[27].
Cabe destacar en suma que el principio de nacionalidad activa se encuentra receptado
por un gran número de Tratados Internacionales[28]. Esto, conjuntamente con la gran
práctica de los Estados reafirma su vigencia como principio general del derecho penal a
nivel internacional.
4. Principio de Universalidad
Este principio establece que todos los estados tienen jurisdicción para juzgar ciertos
delitos que son contrarios a la comunidad internacional en todo su conjunto.
Por consiguiente, cualquier estado está facultado para juzgar acusados de este tipo de
delitos independientemente del lugar donde los hechos han sido cometidos, sin que
hubiera ningún tipo de relación de nacionalidad con el estado que pretendiera juzgar
dichos delitos. Según Jescheck, el principio de universalidad sólo es aplicable en
relación al daño de bienes jurídicos supranacionales sobre los cuales todos los estados
de la comunidad internacional tienen interés en proteger[45].
En principio los delitos que se encuentran asociados a este tipo de ejercicio
jurisdiccional son los de piratería o los crímenes de guerra.
Antes de analizar puntualmente el desarrollo de este principio es necesario aclarar
ciertas cuestiones preliminares. Un delito, por ejemplo, la tortura, se establece prohibido
en el derecho interno de cada estado – en este caso el artículo 144 ter del Código Penal
Argentino- por su autoridad competente, en principio por su parlamento. De esta
manera, la tortura se reputa como un delito bajo el derecho nacional. Ahora bien, este
mismo tipo penal puede ser promulgado por las fuentes del derecho internacional- a
saber la costumbre y tratados- como un crimen contra el derecho internacional. Y
aunque sus elementos objetivos y subjetivos sean idénticos, un crimen contra el derecho
internacional se encuentra sujeto a las limitaciones e interpretaciones propias del
régimen internacional[46].
Los crímenes del derecho internacional (crímenes internacionales) han desencadenado
la posibilidad de aplicar el principio de universalidad de dos maneras independientes- a
saber:
a) cuando son actos completamente repugnantes como son los casos de violaciones al
derecho humanitario o crímenes contra la humanidad[47].
b) cuando las legislaciones nacionales no pueden aplicar su derecho penal pues los
delitos ocurrieron en lugares que no se encuentran sometidos a la autoridad de ningún
estado como en aguas internacionales[48].
El principio de jurisdicción universal también ha sido aplicado con respecto a actos de
piratería (piratería iuris gentium).
Cabe aclarar que las dos clasificaciones del alcance del principio universal
anteriormente mencionadas son independientes la una de la otra.
En el caso Pinochet, Lord Millet, juez de la Cámara de Lores de Gran Bretaña,
argumentó que los crímenes internacionales permiten la aplicación del principio
universal cuando violan una norma de ius cogens. Las normas de ius cogens son
aquellas definidas por el artículo 53 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los
Tratados como aquellas que son imperativas y que constituyen un núcleo innegable del
derecho internacional. A su vez, son aceptadas y reconocidas por la comunidad
internacional de estados como normas que no pueden ser derogadas sino por otra norma
de carácter ius cogens y que no permiten pacto en contrario[49]. Dicho a modo de
ejemplo: dos estados no podrían pactar la comercialización de esclavos entre ellos pues
iría en contra de normas de carácter ius cogens y dicho tratado sería nulo. Las
normas ius cogens abarcan la prohibición de genocidio, la prohibición de la trata de
esclavos, la prohibición de la tortura, entre otras.
No obstante, no todas las normas de ius cogens permiten la aplicación del principio de
jurisdicción universal. Los crímenes indiscutibles sobre los cuales sí se puede ejercer
son aquellos como la piratería o violaciones del derecho internacional humanitario
(crímenes de guerra)[50].
Cabe destacar que por ejemplo el Juez de la Corte Internacional de Justicia, Guillame,
en su opinión separada en el caso Arrest Warrant entre Congo y Bélgica estableció que
el principio universal debe ser interpretado muy restrictivamente y no puede ser
aplicado in absentia del imputado[51].
Aunque como hemos establecido, los delitos que dan lugar a la jurisdicción universal
deben ser entendidos restrictivamente, se ha expandido gradualmente su aplicación a
nivel internacional. Esto se ve reflejado en la gran cantidad de tratados que velan por la
aplicación del principio universal[52] bajo la cláusula aut dedere, aut judicare. Esta
última limita el ejercicio jurisdiccional del principio universal a los casos donde el
estado donde se encuentra el imputado de un delito de carácter jurisdiccionalmente
universal se rehúsa o no puede juzgar al imputado y por el cual se encuentra obligado a
extraditarlo a otro estado para que lo juzgue conforme al susodicho principio.
PRINCIPIOS GENERALES EN MATERIA PENAL:
Está destinada al principio de no castigar aquellas acciones que no están estipuladas como
delito. Se complementa con el principio de legalidad. Lo determinante del principio de reserva
es que tiene que existir un ámbito de libertad de acción que no sea alcanzado por los jueces.
La pena presupone una infracción a la norma la cual debe identificar un hecho, no un autor.
No es legítimo ir en busca de un “tipo de autor” sino que es condición de la reacción penal “un
hecho típico”. El derecho igualmente no prescinde totalmente de los antecedentes del autor
sino que toma en consideración también como ha conducido su actuar al momento de
cometer el hecho.
Tanto el crimen, como la pena deben estar establecidos con carácter previo al hecho en forma
precisa y cierta. Tres acepciones: lex certa (debidamente explicada), lex praevia (que sea
anterior al hecho), lex scripta (que sea emanada por órgano competente), lex stricta (sujeción
del juez a la letra y espíritu de la ley).
.Se reafirma el derecho penal de hecho ya que no se hace hincapié sobre el autor sino acerca
de la evitabilidad del hecho.
.Determina la responsabilidad personal, solo se es responsable por los hechos cometidos por
uno mismo.
Cualquier norma solo se puede reprochar si como minimo se cumple el tipo penal por
negligencia, no puede integrar el ilícito aquello que no podría ser objeto de reproche
personal.
Lo más importante aquí es el principio pro omine o pro reo en el cual se debe hacer referencia
a la ley más benigna para el inculpado en caso de duda o contradicción entre leyes ya sea por
contenido o por tiempo en el cual ha sido sancionada y puesta en marcha.
Ultima ratio, el estado tiene como último recurso la materia penal todo lo que pueda ser
resuelto a través de otras vías debe hacerse por las mismas.
De insignificancia es el ppio según el cual el menoscabo realmente infimo al objeto del bien
jurídico no llegarían nunca a cumplir el tipo penal, seria atípico. El modo o la intensidad de la
lesión no cae todavía fuera del orden social aceptable (insignificancia del disvalor de accion).