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INTRODUCCIÓN

“La integración es un derecho, no un privilegio”

Declaración en el Día Mundial de la Discapacidad, (1997)

Las Necesidades Educativas Especiales están relacionadas con las ayudas y los
recursos especiales que hay que proporcionar a determinados alumnos y alumnas que, por
diferentes causas, enfrentan barreras para su proceso de aprendizaje y participación. Estos
alumnos y alumnas pueden ser niños de la calle, niños trabajadores, con algún tipo de
discapacidad, de poblaciones indígenas, etc.

Los trastornos del neurodesarrollo hacen referencia a un conjunto de cuadros clínicos


crónicos, de inicio temprano que se caracterizan por alteraciones en el neurodesarrollo
normal, produciéndose dificultades en la adquisición de diferentes habilidades de desarrollo,
motoras, de lenguaje, de conocimientos, etc.

Es fundamental conocer los trastornos del neurodesarrollo y hacer un diagnóstico


precoz de los mismos para poder paliar sus repercusiones negativas.

El desarrollo humano es un proceso continuo, constante y permanente, que implica


la evolución biológica, psicológica y fisiológica, a través de una acción conjunta de
aprendizaje y maduración física, que hace posible que la persona sea lo que es y sea capaz
de llevar a cabo diferentes habilidades, siendo capaz de desenvolverse. El neurodesarrollo
es una parte fundamental del desarrollo.

El neurodesarrollo, es la base del desarrollo, ya que hace referencia al desarrollo del


cerebro. El cerebro es la base desde la que se produce el desarrollo motor, afectivo,
emocional, cognitivo, del lenguaje, etc.… El neurodesarrollo implica el desarrollo de las
conexiones neuronales que van a permitir y potenciar el desarrollo global, integral y pleno
del individuo. El neurodesarrollo es un proceso dinámico, que se produce por la mutua
interacción del niño con su medio ambiente, en una evolución hacía un camino concreto y
particular.

Por lo tanto, en el neurodesarrollo están implicadas tanto la naturaleza y


características biológicas del niño como su entorno más cercano, con el que interactúa el
pequeño y del que recibe una estimulación concreta.

Los trastornos del neurodesarrollo son un conjunto de alteraciones de diversa índole,


que tienen un factor común, todas ellas son causadas por una alteración en el
neurodesarrollo normal. Pudiendo generar diferentes dificultades, en el lenguaje, motoras,
cognitivas, etc.

Algunos de los trastornos del neurodesarrollo pueden solventarse mediante una


intervención adecuada, basada en la estimulación que posibilite el desarrollo normal. Otros
son crónicos pero una intervención temprana es fundamental para mitigar el mayor o menor
grado de las consecuencias negativas.
CONTENIDO.

En las últimas décadas las tasas de natalidad en aumento en los países en desarrollo
a la par con los adelantos conseguidos para la atención del neonato han generado un
creciente interés por instrumentar un modelo de vigilancia del neurodesarrollo para infantes
de alto y bajo riesgo. El resultado de las investigaciones que se desarrollan en niños con
patologías que afectan el sistema nervioso y niños procedentes de poblaciones denominadas
“típicas” en los sistemas de atención primario, de comunidades rurales, suburbanas y
urbanas, de estrato social bajo y medio. Produjeron una vasta información sobre los
conceptos que actualmente forman el sustento básico del neurodesarrollo, en donde
circunstancias sociales, culturales, religiosas y políticas han jugado un papel determinante en
el curso de los estudios e investigaciones del desarrollo infantil.

Históricamente tres paradigmas han tratado de explicarlo:

1. El paradigma de la Neuroembriología-Maduracionista, explica los cambios que se


presentan como resultado de competencias genéticas heredadas. Uno de sus principales
representantes es Arnold Gesell, quien propone que los factores genéticos y la maduración
del sistema nervioso ejercen influencia primordial sobre el desarrollo de las conductas. De
su trabajo monumental en este campo surgen varios de los postulados hasta hora vigentes.

2. El paradigma Reflexogénico-Ambientalista, establece que el niño es como una


“tabula rasa” o una libreta en blanco en donde los estímulos externos modulan los patrones
en turno, El cambio se concibe como resultado del medio ambiente que rodea al niño.
Algunos de los principales representantes son: Ivan P. Pavlov (condicionamiento clásico) y
Frederic Skinner (condicionamiento operante).

3. El paradigma Interaccionista-Constructivista considera al desarrollo como un


proceso de adaptación. Jean Piaget, explica que el desarrollo se construye desde el
nacimiento a partir del ejercicio funcional de estructuras sensorio-motrices del infante al
interactuar con su medio ambiente. De esta forma el progreso es resultado de la interacción
entre el organismo y su medio externo o entre el sujeto y el objeto de conocimiento.

La Neurología del Desarrollo es el paradigma que comparte con las neurociencias un


interés común por explicar el funcionamiento del sistema nervioso. Como disciplina su
interés principal es estudiar en condiciones de salud o enfermedad, los procesos de
adaptación del niño durante su interacción con el ambiente. El niño en periodos únicos e
irrepetibles denominados críticos ante necesidades biológicas, psicológicas y sociales,
desarrolla conductas en secuencia que serán moduladas por el grado de su maduración
neurológica y los signos presentes en situaciones de daño. En este modelo; El desarrollo se
entiende como una construcción activa del sujeto, en donde el cambio depende de los
procesos de interacción entre el sujeto y su medio. La exploración neurológica admite el
funcionamiento del Sistema Nervioso como un sistema funcional de conjunto organizado
jerárquicamente en sub-sistemas Luria (1974). En donde la participación del medio ambiente
juega un papel fundamental como organizador externo, se entiende que el daño neurológico
no sólo desorganiza y altera el medio interno expresándose en comportamientos irregulares
en el ámbito individual (tono, postura y movimiento), sino que además altera la dinámica
interactiva del sujeto con su medio social y por consecuencia la epigénesis (del griego epi:
sobre; génesis: generación, origen, creación) es una proposición teórica antigua sobre el
método por el cual se desarrolla un individuo: un embrión se desarrolla a partir de un huevo
/ cigoto que no se ha diferenciado. que determina el desarrollo del niño. El valor pronóstico
del signo se concibe en términos de su evolución y no solo a partir de la expresión de
severidad presente durante el daño agudo.

Las últimas décadas se han caracterizado entre otros, por avances importantes en la
medicina, donde la tecnología permite a pediatras, Neonatólogo, genetistas,
neurosiquiatras, psicólogos etc., conocer, incluso a nivel antenatal, y anticiparse a un
pronóstico del desarrollo físico y mental. Debido a ello se ha requerido de contar con un
grupo inter, multi y transdiciplinario que anteponiéndose a sus intereses indivualistas
trabajen en conjunto para que puedan ofrecer una mejor calidad de vida al recién nacido.

Debido a estos avances científicos dirigidos al neonato, han permitido la


sobrevivencia de recién nacidos con edades gestacionales muy por debajo de lo que hace
unas décadas no era posible imaginar. Y no es con ello donde termina el logro sino todo lo
contrario, iniciará un sin fin de evaluaciones del desarrollo que permitan identificar de forma
oportuna alguna desviación del neurodesarrollo, en lo biológico, psicológico, social.

También a la par de estos crecientes avances se han estrechado disciplinas como la


neurología, las ciencias biológicas, la psicología y las ciencias comportamentales en el
conocimiento de la organización cerebral de los procesos cognoscitivos- comportamentales
y de sus alteraciones, a lo que hoy llamamos neuropsicología.

• DEFINICIONES

El término crecimiento hace referencia al incremento del número de células y su


tamaño, lo que trae como consecuencia el aumento del volumen del organismo en las
diferentes etapas del ser vivo. Al referirnos a desarrollo hablamos de la capacidad de
diferenciación celular de los tejidos y órganos adquiriendo funciones específicas.
Aprendizaje: proceso por el que se adquiere el conocimiento de una cosa a través de
la experiencia.

Cognición: término más amplio que el de Inteligencia. Comprende una sola función
(por ejemplo: la estrategia necesaria para facilitar el recuerdo); la totalidad del SNC está
involucrado en el procesamiento de información (estimulación sensorial, depósito en la
memoria, respuestas eventuales). Existen bases neuroquímicas o neurofisiológicas de las
funciones cognoscitivas y se deben considerar los efectos de la cultura sobre la forma de
pensar o utilizar la inteligencia.

Desarrollo: proceso progresivo caracterizado por el incremento de funciones y su


mayor coordinación; se refiere a transformaciones globales conducentes a adaptaciones
cada vez más flexibles. El conocimiento del neurodesarrollo embrionario y fetal humano
proporciona una mejor comprensión de aspectos anatómicos y funcionales del SNC tanto del
niño como del adulto.

Desarrollo Intelectual: se refiere a los cambios cualitativos, desde la concepción hasta


el final de vida, en el sistema de la inteligencia por factores internos y externos que pueden
facilitar, interferir o mantener su curso.

Experiencia: conocimiento adquirido a través de la práctica, el uso y la percepción.

Inteligencia: capacidad personal para resolver un problema o situación nueva por


medio del pensamiento; se manifiesta cuando frente a una dificultad, no se cuenta con
ningún automatismo preestablecido ni hábito y se descubre su solución Por un acto del
pensamiento. Es la forma más elevada o precisa de adaptación del organismo a su medio, a
su realidad; todas las acciones de orden senso-motor y cognoscitivo tienden hacia un
equilibrio, por lo que no es un estado estático sino el Punto de partida para alcanzar formas
superiores de desarrollo (J. Piaget). Según E. Pollitt, 7 inteligencia es el denominador común
a todas las habilidades o facultades cognoscitivas: atención, concentración, memoria,
organización perceptual, razonamiento, manejo de símbolos y signos, habilidad numérica,
etc.

• Inteligencia Sensorio-Motriz o Práctica

(IP): capacidad de resolver problemas sin evocaciones simbólicas previas al lenguaje


verbal. Se logra a partir de la percepción, la actividad y los movimientos.

Medición de Inteligencia: se realiza con pruebas psicométricas, similares a pruebas de


rendimiento, luego de los 4 años de vida; equivale a Cociente Intelectual (CI), no a Cociente
de Desarrollo (CD).
Memoria: es la conservación y evocación de información adquirida por la experiencia.
Puede ser: a. Explícita o declarativa: conocimientos transmitidos por la palabra o la
demostración. b. Implícita o procedural: abarca actividades que requieren entrenamiento
corporal: reflejos condicionados a estímulos, labores manuales, Práctica de deportes, etc.

Mente: comprende todos los procesos psíquicos, conscientes o inconscientes.

Mental: equivale a Índice o Cociente de Desarrollo (CD) de los diferentes baby-test.


Cuantifica el nivel de rendimiento en tareas representativas del repertorio infantil dentro de
ese grupo de edad.

Perfil de Desarrollo: se refiere a aspectos cualitativos del desarrollo. Permite advertir


el desempeño de un niño en cada una de las áreas evaluadas.

El crecimiento y desarrollo del humano es dividido por períodos:

Período prenatal, que se caracteriza por una acelerada velocidad de crecimiento y la


constante diferenciación celular, factores intra y extrauterinos determinarán la composición
corporal y el grado de madurez al nacimiento. Durante este período se adquieren entre otros
aspectos, 25 a 35% de la longitud total del ser humano, el 3 a 6% del peso total, 50 a 60% del
índice de masa corporal y entre el 40 y 80% de la diferenciación funcional. Esta etapa se
subdivide en período embrionario (desde la concepción a las 8 semanas de gestación) y fetal
(8 semanas hasta el nacimiento). La talla promedio al nacimiento es de aproximadamente de
52 a 54 cm con un peso entre 2,500 a 3,750grs, el perímetro cefálico se encuentra entre 34
y 36 cm.

Período posnatal, con una menor velocidad al período previo el crecimiento y


desarrollo son aún muy importantes. En este período el niño sano logrará dentro del primer
año de vida aumentar un 50% su talla y hasta un 300% su peso. Este período se subdivide
en recién nacido (hasta los 28 días posgestacional) y lactante.

Período del Lactante, después de los 28 días de vida extrauterina hasta los 2 años.
Durante los primeros tres meses de vida posnatal la velocidad de crecimiento equivale a 45
cm/año y el incremento de peso a 10kg/año; ambos valores disminuyen a 15cm/año y
3kg/año de los 9 a los 12 meses de vida. Aquí la velocidad y ritmo del crecimiento no
dependen por completo de los factores determinantes genéticos del individuo; durante esta
etapa y cada vez en menor grado a partir del nacimiento, los ajustes se realizan conforme el
estado nutricio mediante una regulación que evoca mucho a la fetal, ya que puede ser
independiente de las características genotípicas heredadas de los padres.
Este período de lactante también se subdivide en lactante menor (hasta el año) y
lactante mayor (de 1 a 2 años). Es muy importante tener en cuenta estos subperiodos debido
a que las alteraciones del neurodesarrollo pueden tener una etiología completamente
diferente si se presentan en cualquiera de estas dos etapas.

El lactante menor triplica su peso de los 0 a 12 meses de edad y la talla incrementa


un 50% y en el lactante mayor incrementa solo 2.5 kg, mientras que la talla solo incrementa
un 25%. El perímetro cefálico incrementa aproximadamente 10 a 12 cm en el primer año de
vida y solo incrementa de 2 cm de los 12 a 24 meses.

Período preescolar, de los 2 a 5 años de vida, en este período se estabiliza el gradiente


de maduración, principalmente entre los 2 y 4 años de edad, en donde aquellos niños que
poseen un determinante genotípico de maduración lenta evidencian una reducción en la
velocidad de crecimiento con detención en la maduración biológica pudiendo encontrarse
las medidas somatométricas ( es el conjunto de técnicas para obtener medidas precisas de
las dimensiones corporales de una persona ) en límites inferiores para la población general.
Posterior a los 4 años las velocidades de crecimiento y de maduración biológica coinciden de
nuevo a las informadas para la población general. De los 2 a 3 años la talla incrementa 9 cm
y de los 3 a 5 años es de 6-8cm/año. En este período el peso incrementa 2 kg/año. El
perímetro cefálico incrementa de 2 a 3 cm.

Período Escolar, de 6 a 10 años en mujeres y 12 años en hombres. En donde su peso


aumenta 2-3 kg/año y la talla 5-6 cm/año. Este período se caracteriza por cambios
psicosociales de gran importancia que marcan posteriormente en la vida del individuo.

Período puberal, se caracteriza por un rápido aumento del crecimiento que se


adelanta en el género femenino, pero será de menor intensidad y duración
comparativamente al género masculino. Existiendo cambios importantes en la composición
corporal, estableciéndose diferencias significativas entre las niñas, en quienes aumenta la
masa grasa, frente a los niños, que incrementa la masa grasa a expensas de la masa muscular.
También se observa una maduración psicointelectual, emocional, social y sexual más precoz
en el género femenino.

Es importante referir que en ausencia de factores modificadores (desnutrición) el


crecimiento en la prepuberal se debe en esencia a un control predominantemente
neuroendócrino hipofisiario y tiroideo con una base genotípica, mientras que el crecimiento
puberal es debido al efecto de las hormonas gonadales sobre la secreción de la hormona de
crecimiento.

En el siguiente segmento ahondaremos en los aspectos neurológicos y psicológicos


más importantes del neurodesarrollo.
ENFOQUE PSICOLOGICO DEL NEURODESARROLLO.
El conocimiento sobre el desarrollo psicológico del niño es imprescindible, no solo
para el pediatra, sino también para todos los involucrados en la atención de la salud del niño.
Conocer una conducta adaptativa evita tratamientos inadecuados y más aún diagnósticos
erróneos que pueden impactar de forma negativa a todo el círculo familiar.

Por ello, intentaremos ser concretos en las diferentes definiciones, leyes teorías etc.,
que pueda facilitar el entendimiento del desarrollo biopsicosocial.

Debemos conocer las leyes que rigen el desarrollo:

Sucesión El desarrollo mantiene un orden determinado, donde una etapa debe


preparar al individuo para la siguiente, es de característica inmutable y determinada
genéticamente.

Discontinuidad en el ritmo del crecimiento: Debemos reconocer que existen cambios


en la velocidad del proceso y desarrollo biológico, psicológico y social, en donde, como
previamente se pudo dar cuenta el lector el desarrollo es más acelerado en las primeras
etapas de la vida.

Crecimiento asincrónico o ley de alternancia Se refiere a la discontinuidad del ritmo


de crecimiento que existe para todos los sistemas y subsistemas dentro del mismo individuo,
por ejemplo, el lenguaje se mantiene estacionario en el período cuando el progreso de la
motricidad es más rápido.

Diferenciación Al inicio de la vida el organismo mantiene una configuración sencilla e


inarticulada cuyas partes son semejantes entre sí, y posteriormente en el estado final existe
una configuración con partes diferenciadas, siendo esto de igual manera aplicable al plano
psicológico.

Integración Posterior a una adecuada diferenciación, el organismo funcionará de


forma integral tanto corporal como psicológica.

Otros principios es la dirección que rige al neurodesarrollo: cefalocaudal y próximo distal.

El desarrollo mental del niño ha sido descrito por Piaget (1971) integrando aspectos
cognoscitivos, afectivos y sociales, quien los divide en cuatro grandes períodos que
describiremos a continuación.

1) Período de la inteligencia sensoriomotora (de 0 a 24 meses). Al nacer el proceso


cognoscitivo se reduce a mecanismos reflejos, es decir, coordenadas sensoriales y motrices
con tendencias instintivas como el deseo de alimentarse. Estos reflejos se van afinando cada
vez más con la finalidad de poder obtener un resultado satisfactorio para él bebe y
finalmente los reproduce con mayor facilidad, a lo que llama Piaget una “reacción circular”.

El niño entonces forma nuevos esquemas mediante movimientos y percepciones que


lo “conectan” con el mundo exterior. Aunque, aún no existe la diferenciación entre el propio
cuerpo y el mundo exterior. Mediante esta etapa el niño construye categorías de objeto,
espacio, tiempo y causalidad, permitiéndole objetividad el mundo exterior con su propio
cuerpo, un ejemplo sería cuando el niño a los 6 meses de edad busca un objeto que ha
desaparecido de su vista y al finalizar el año utiliza el objeto como instrumento para
conseguir sus objetivos.

2) Período preoperatorio (de los 24 meses a los 6 años) En donde el aspecto afectivo e
intelectual se ven influidos por la aparición del lenguaje. Logra reconstruir acciones pasadas
logrando incluso anticiparse a sus acciones futuras mediante la representación verbal. En
este proceso se derivan tres consecuencias esenciales para el desarrollo mental: el
intercambio entre individuos socializa. Se inicia la interiorización de la palabra, lenguaje
interior y el sistema de signos. Finalmente tenemos la interiorización de la acción que de ser
puramente perceptiva y motriz ahora se da en un plano intuitivo de las imágenes y las
experiencias mentales.

Este periodo Piaget lo refiere como de irreversibilidad, en donde el niño sigue una
sola dirección, es decir solo prestará atención a lo que ve y oye a medida que se efectúa la
acción o se suceden las percepciones sin poder dar marcha atrás.

3) Período de las operaciones concretas (de los 6 a los 12 años). En este punto, el niño es
capaz de cooperar, puesto que ya no confunde su propio punto de vista con el de los demás.
Puede discutir, busca justificaciones etc. Inicia a liberarse de su egocentrismo social e
intelectual permitiéndole crecer en lo afectivo y su intelecto. Obtiene nociones del tiempo y
espacio más allá de una simple causalidad y las nociones de conservación, como esquemas
de acción o intuición. Este período Piaget lo refiere como ser reversible ya que da paso de la
intuición a la lógica. Las operaciones matemáticas y la lógica se dan en un marco organizado
en las cuales todos los elementos son solidarios y se equilibran entre sí.

4) Período de las operaciones formales (la adolescencia), donde inicia el pensamiento formal,
ya que el adolescente es capaz de deducir conclusiones de hipótesis formuladas,
permitiéndole expresar reflexiones y teorías. El adolescente expresa un egocentrismo
intelectual, en donde la reflexión es la base para Él la solución a todos los problemas empero
el equilibrio se alcanza cuando la reflexión comprende que su función característica no es
contradecir, sino preceder e interpretar la Experiencia. Para poder entrar en la sociedad
adulta lo realiza mediante proyectos, programas de vida o sistemas que a menudo son
teóricos y finaliza cuando es capaz de llevar ese papel reformador por el de realizador.

Dentro de otras teorías además de la cognitiva de Piaget, existe la Teoría del vínculo
(o del apego), de acuerdo con esta teoría la necesidad de afecto y vinculación aparece como
una tendencia primaria del bebe, en donde la retroalimentación a este afecto es primordial
ya que de caso contrario desembocará en apatía y depresión. Estudios en humanos donde
se dio una separación prematura madre-hijo confirman la existencia de un período sensible
contrariamente a una relación positiva entre el contacto precoz, lactancia materna y
desarrollo ulterior. Diferentes países cuentan ya con un programa de apego inmediato entre
la madre y el recién nacido.

Se han descrito por Ainsworth tres etapas en la formación del Vínculo:

a) Etapa de sensibilidad social indiferenciada la interacción del bebe con la madre se da


mediante patrones polisensoriales orientándose mediante la voz y rostro materno inclusive
reconociendo el olor materno en la primera semana de vida. Comienza a utilizar señales
aferentes a su estado de satisfacción para desarrollar conductas de anticipación como la
sonrisa.

b) Búsqueda activa de proximidad, se presenta entre los 8 a 24 meses de edad, que focaliza
su atención a un objeto y a pesar de salir este de su campo visual inicia su búsqueda y
conforme avanza su edad (entre los 12 y 18 meses) el niño es capaz de buscar el objeto
considerando los desplazamientos de este. Este período también se caracteriza en la
preparación a la separación, que se puede ejercitar mediante juegos donde la madre
desaparece y aparece, obteniendo una risa del bebe quien llega a anticipar el regreso de la
madre. Por lo que la madre debe entender que influir de forma positiva ante la reacción del
niño ante la separación y sustituir por un evento placentero que logrará llevar a una
adecuada autonomía del bebé.

c) Y finalmente, la conducta de reciprocidad: se presenta desde los 24 meses en adelante,


donde el niño llega a consolidar mediante el apego y desapego exitoso una homeostasis
ambiental. Y si bien el apego tiende a disminuir conforme a la edad, éste persiste durante
toda la vida.
LOS TRASTORNOS DEL NEURODESARROLLO.

El cerebro del niño no es una réplica del cerebro del adulto en miniatura, sino que es
un cerebro en continuo desarrollo, con un crecimiento a veces vertiginoso, y sujeto a un
sinfín de modificaciones y conexiones debidas a la continua estimulación que le proporciona
el entorno en el que se desarrolla.

Es fundamental conocer el desarrollo del sistema nervioso y sus diferentes etapas


para comprender los déficits que pueden aparecer por un desarrollo anormal del cerebro o
a causa de daños en el mismo a edades tempranas. Dependiendo del momento en el que se
produzcan estas anormalidades o daños (durante el embarazo, en el periodo perinatal o en
el transcurso de la infancia), sus repercusiones variarán.

Algunos de los trastornos incluidos en esta clasificación pueden solucionarse


completamente mediante una intervención adecuada. Otros son crónicos, pero en este caso
también es fundamental una correcta intervención, ya que es posible mitigar en mayor o
menor grado y, en algunos casos, incluso eliminar, las consecuencias negativas o síntomas
producidos por el trastorno en cuestión.

* La discapacidad intelectual cumple todos los criterios para pertenecer a esta


categoría, pero hemos considerado justificado asignarle una sección propia*

Los trastornos del neurodesarrollo son un conjunto de alteraciones de diversa índole,


que tienen un factor común, todas ellas son causadas por una alteración en el
neurodesarrollo normal. Pudiendo generar diferentes dificultades, en el lenguaje, motoras,
cognitivas, etc.

Algunos de los trastornos del neurodesarrollo pueden solventarse mediante una


intervención adecuada, basada en la estimulación que posibilite el desarrollo normal. Otros
son crónicos pero una intervención temprana es fundamental para mitigar el mayor o menor
grado de las consecuencias negativas.

¿Cuáles son los trastornos del neurodesarrollo?

Trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH). Aparece una triada de síntomas:
hiperactividad, impulsividad y dificultad de atención. Repercute al aprendizaje y relaciones
sociales principalmente, así como al bienestar.

Trastornos específicos del aprendizaje. Se caracterizan por dificultades específicas de


aprendizaje. Entre ellos encontramos: dislexia, digrafía, discalculia, etc.
Trastornos de la comunicación. Trastornos que generan dificultades lingüísticas o
comunicativas como: trastorno de la expresión, trastorno de la comprensión, dislalia,
disfemia, etc.

Trastornos del espectro autista (TEA). Son un grupo de trastornos crónicos que provocan
problemas en la comunicación, socialización, conducta, etc. Entre estos encontramos:
autismo, síndrome de asperger, síndrome de rett, trastorno de desintegración infantil,
trastorno generalizado del desarrollo no especificado.

Parálisis cerebral.

Diferentes tipos de discapacidades mentales.

Trastornos emocionales.

Problemas visuales y auditivos.


DISCAPACIDAD INTELECTUAL.
DISCAPACIDAD INTELECTUAL.
¿Qué es la discapacidad intelectual? Como ya se explicó en la introducción, el
concepto discapacidad se refiere a la condición de vida de una persona, que obstaculiza su
funcionamiento intelectual, sensorial y motriz, afectando su desarrollo psicomotor,
cognoscitivo, de lenguaje y socioafectivo. Estas limitaciones se manifiestan en dificultades
para aprender, adquirir conocimientos y lograr su dominio y representación; por ejemplo: la
adquisición de la lectura y la escritura, la noción de número, los conceptos de espacio y
tiempo, las operaciones de sumar, restar, multiplicar y dividir. La inteligencia es un proceso
amplio que abarca una enorme cantidad de funciones de la mente humana, para lograr
adaptarse a diversas situaciones.

Para un mejor entendimiento del niño con discapacidad intelectual, se definirá


inteligencia como la capacidad de una persona para adaptarse con éxito a situaciones
determinadas. Sus componentes son los mismos para todos los niños: el análisis, la
generalización, la síntesis, la anticipación, la planificación, la identificación de problemas, la
manera de resolverlos y el pensamiento abstracto; sin embargo, no todos pueden reconocer
la existencia de problemas, hacer inferencias, seleccionar la nueva información, discriminar
y aplicar esa información haciendo cosas parecidas.

La inteligencia de los niños con alguna discapacidad presenta diferencias significativas


en esos componentes. Todos tienen actos inteligentes, es decir, todos piensan, pero no
siempre cuentan con las herramientas para resolver problemas y dar respuestas adecuadas,
que aseguren su adaptación exitosa a una nueva situación o a una nueva experiencia de
aprendizaje; por ello, la conducta adaptativa se manifiesta con limitaciones significativas para
funcionar en las actividades de la vida diaria. Como se mencionó, la conducta adaptativa es
el conjunto de habilidades conceptuales y sociales, y las prácticas que aprenden las personas
para funcionar en familia, escuela y comunidad, es decir, en la vida. Características del
pensamiento y sus implicaciones educativas El pensamiento es un proceso cognoscitivo que
se relaciona con la adquisición de conocimientos y la formación de conceptos en la mente.
La percepción, la memoria y la atención son parte de él. Los niños con discapacidad
intelectual manifiestan limitaciones en el proceso cognoscitivo: se distraen con facilidad y
experimentan periodos de atención breves, ya que la atención requiere concentración y
retención. La memoria tiene como funciones, primero, el registro de experiencias, y más
tarde su evocación; aquí también se observan limitaciones para recordar la información
registrada.

Tres características distinguen el pensamiento del niño con discapacidad intelectual:


• Egocentrismo. Es propio del pensamiento infantil. Hace que el niño centre las acciones en
sí mismo; sienta que los objetos y el mundo de los demás giran en torno a él, y parezca
egoísta porque se apropia de los materiales y de los juguetes y no los comparte. Pero el niño
empieza a centrarse menos en su propia actividad cuando ingresa a la educación preescolar,
ya que juega, socializa, participa, pregunta y entonces abandona poco a poco el
egocentrismo para conquistar la objetividad. El egocentrismo se prolonga en el niño con
discapacidad intelectual llegando a veces a mantenerse en la adolescencia, lo que le
representa un obstáculo para que se interese en aprender las letras, los números y otros
conceptos, ya que al centrar las acciones en sí

• Impermeabilidad. Deriva del egocentrismo y define las formas en que el niño con
discapacidad intelectual se enfrenta al aprendizaje. Asimismo, revela su dificultad de
incorporar información nueva sobre el objeto de conocimiento y tener movilidad en su
pensamiento.

• Perseverancia. Se relaciona con el egocentrismo. Resulta de la insistencia obsesiva por


repetir comportamientos y lleva al niño a una actividad mecánica y repetitiva, es decir, no
pensada; por ejemplo, pegar bolitas de papel, confeti, sopas o semillas en un dibujo o sobre
letras o figuras, trazar garabatos, pseudografías con el mismo modelo en toda la hoja. Los
trabajos mecánicos y repetitivos refuerzan las estructuras egocéntricas.

Discapacidad intelectual, también conocido como retraso mental, es un término


utilizado cuando una persona no tiene la capacidad de aprender a niveles esperados y
funcionar normalmente en la vida cotidiana. En los niños, los niveles de discapacidad
intelectual varían ampliamente, desde problemas muy leves hasta problemas muy graves.
Los niños con discapacidad intelectual puede que tengan dificultad para comunicar a otros
lo que quieren o necesitan, así como para valerse por sí mismos. La discapacidad intelectual
podría hacer que el niño aprenda y se desarrolle de una forma más lenta que otros niños de
la misma edad. Estos niños podrían necesitar más tiempo para aprender a hablar, caminar,
vestirse o comer sin ayuda y también podrían tener problemas de aprendizaje en la escuela.

La discapacidad intelectual puede ser la consecuencia de un problema que comienza


antes de que el niño nazca hasta que llegue a los 18 años. La causa puede ser una lesión,
enfermedad o un problema en el cerebro. En muchos niños no se conoce la causa de la
discapacidad intelectual. Algunas de las causas más frecuentes de la discapacidad intelectual,
como el síndrome de Down, el síndrome alcohólico fetal, el síndrome X frágil, afecciones
genéticas, defectos congénitos e infecciones, ocurren antes del nacimiento. Otras causas
ocurren durante el parto o poco después del nacimiento. En otros casos, las causas de la
discapacidad intelectual no se presentan sino hasta cuando el niño es mayor, tales como
lesiones graves de la cabeza, accidentes cerebrovasculares o ciertas infecciones.
Las características de pensamiento del niño con discapacidad intelectual representan
una desventaja para acceder a los aprendizajes escolares. Sin embargo, un trabajo
colaborativo con un enfoque integrador entre la promotora educativa, el instructor, la familia
y la comunidad podrá reducir las desventajas y evitar que se conviertan en barreras para su
inclusión. Características del niño con discapacidad intelectual La discapacidad intelectual
puede presentarse en el ser humano antes del nacimiento, durante el parto o durante los
cinco primeros años de vida, como resultado de altas temperaturas que producen meningitis
y convulsiones, es decir, contracciones violentas e involuntarias que afectan el
funcionamiento del cerebro; también por un traumatismo derivado de un golpe fuerte en el
cerebro, que ocasiona diferentes formas y características de la discapacidad intelectual.

¿Qué es lo que provoca las discapacidades intelectuales?

Las discapacidades intelectuales ocurren porque el cerebro resulta lesionado o


porque algún problema impide que el cerebro se desarrolle normalmente. Estos problemas
suelen ocurrir mientras el bebé está creciendo en el vientre de su mamá, durante el
nacimiento del bebé o después de que el niño ha nacido. No obstante, en muchos casos los
médicos no saben cuál es la causa.

Las causas de la discapacidad intelectual son múltiples: desde enfermedades


genéticas hasta las alteraciones de origen ambiental. Actualmente, la causa de la
discapacidad intelectual se considera una interacción entre cuatro categorías de factores de
riesgo: biomédico, social, conductual y educativo; que interactúan a lo largo de la vida del
sujeto y entre generaciones de padres a hijos.

A continuación, se incluyen algunos problemas que pueden provocar discapacidades


intelectuales:

• Causas antes del parto (prenatal)

Un problema durante el embarazo. A veces, la mamá se enferma o tiene una infección


que puede dañar al bebé. Tomar algunos medicamentos durante el embarazo puede
provocar problemas al bebé. Beber alcohol y tomar drogas ilegales también puede dañar el
cerebro del bebé que está desarrollándose.

A nivel biomédico: trastornos cromosómicos, trastornos asociados a un único gen,


síndromes, enfermedades maternas o la edad de los padres.

A nivel social: malnutrición materna, violencia doméstica, falta de acceso a cuidados


parentales o pobreza.
A nivel conductual: consumo de drogas, alcohol y tabaco de los padres e inmadurez
parental.

A nivel educativo: discapacidad cognitiva de los padres o falta de preparación para la


paternidad.

• Causas durante el parto (perinatal)

A nivel biomédico: prematuridad en el parto, lesiones en el nacimiento o trastornos


en el neonato.

A nivel social: falta de cuidados parentales.

A nivel conductual: rechazo por parte de los padres o abandono del hijo.

A nivel educativo: falta de derivación hacia servicios de intervención tras el alta


médica.

• Causas tras el parto (posnatal)

A nivel biomédico: traumatismo o lesiones craneoencefálicas, malnutrición,


meningoencefalitis, trastornos epilépticos o trastornos degenerativos.

A nivel social: una interacción pobre entre el niño y su cuidador/a, falta de


estimulación adecuada, pobreza familiar, enfermedad crónica en la familia o
institucionalización.

A nivel conductual: maltrato y abandono, violencia doméstica, medidas inadecuadas


de seguridad, deprivación social (aislamiento) o conductas problemáticas del niño.

A nivel educativo: déficits en la crianza, diagnóstico tardío, servicios de atención


temprana inadecuados, servicios de educación especial inadecuados o apoyo familiar
inadecuado.

A pesar del conocimiento que hay actualmente, de los avances médicos y los
esfuerzos por favorecer una detección lo más precoz posible, lo cierto es que, en muchos de
los casos, las causas concretas de la discapacidad intelectual son desconocidas.

Los médicos pueden determinar que una persona tiene una discapacidad intelectual
observando cómo piensa y resuelve problemas. Si se detecta un problema, los médicos y
otros profesionales pueden trabajar con la familia para decidir qué tipo de ayuda se necesita.
Principales síndromes asociados a la discapacidad intelectual

1- Síndrome de Down

La causa del Síndrome de Down se encuentra en una anomalía cromosómica porque


la persona posee un cromosoma extra en el par 21, es decir, la persona presenta 47
cromosomas en vez de los 46 que aparecen típicamente en el cariotipo humano.

Este síndrome es la causa más frecuente de discapacidad intelectual de origen


genético.

Se conocen actualmente tres tipos distintos: la trisomía 21 simple o pura (más del 90%
de los casos), la translocación cromosómica (cuyas características con similares al anterior
tipo) y el mosaicismo, tipo menos frecuente que afecta tan solo al 1% de los casos. Este
último es también conocido porque puede mostrar todas, algunas e incluso ninguna de las
características típicas asociadas al síndrome de Down, dependiendo del porcentaje de células
que llevan información extra. Por lo que en general, la afectación es menor que en los otros
dos tipos.

A nivel físico, las personas con síndrome de Down suelen tener el rostro plano y recto
(braquicefalia), hipotonía muscular, baja estatura; cuello, extremidades, dedos y orejas
generalmente cortos; nariz y ojos inclinados hacia arriba y una boca pequeña con una lengua
grande y desplazada hacia delante.

A nivel conductual la afectación cerebral produce lentitud para procesar, codificar,


interpretar y elaborar la información, generándose una discapacidad intelectual entre leve y
moderada. También suelen presentar dificultad para mantener la atención, retener
información en la memoria y para la orientación espacio temporal; además su producción
del lenguaje suele ser pobre. Sin embargo, a pesar de estos problemas lingüísticos, las
personas con síndrome de Down suelen tener una buena capacidad de adaptación social.

2- Síndrome de X-frágil

El Síndrome de X-frágil es un trastorno de origen hereditario que se da más en


varones que en mujeres y es fruto de una anomalía molecular en el cromosoma X. Es la
segunda causa genética de discapacidad intelectual. Las personas con este síndrome tienen
cuatro rasgos principales: cara alargada con frente amplia y mentón prominente, orejas
grandes y despegadas, una gran movilidad de las articulaciones y macroorquidismo (excesivo
desarrollo testicular). A nivel conductual suelen presentar discapacidad intelectual leve o
moderada, alteraciones del lenguaje: inicio tardío del habla o ausencia de lenguaje;
hiperactividad y déficit de atención, timidez extrema o estereotipias frecuentes como aleteos
o mordida de manos. En las mujeres, la afectación a nivel cognitivo suele ser menor.

3- Síndrome de Williams

El Síndrome de Williams es un trastorno genético caracterizado por la pérdida de


genes en uno de los cromosomas. Físicamente se asocia con una forma determinada de la
cara: alargada y fina, grandes labios, ojos claros con dibujo de estrella en el iris y nariz
achatada. En una gran cantidad de casos, el sistema cardiovascular está afectado. Las
personas con este síndrome presentan discapacidad intelectual, generalmente entre leve y
moderada y dificultades psicomotoras. Suelen tener un rico vocabulario, buenas habilidades
para la interacción social, así como para la música y una buena memoria.

4- Síndrome de Angelman

El Síndrome de Angelman es un trastorno genético debido a alteraciones producidas


en el cromosoma 15. Se asocia a retrasos a nivel neurológico y físicamente poseen una baja
pigmentación en los pies, en el pelo y en los ojos; una boca grande con los dientes alargados,
separados y la mandíbula hacia delante; un tamaño menor de la cabeza y unas manchas
características en el iris. La discapacidad intelectual en este síndrome suele ser severa o
profunda, con graves afectaciones en el habla y el lenguaje, retraso en el desarrollo
psicomotor, alteraciones del movimiento y del equilibrio y estereotipias con las manos. Otro
de los rasgos característicos es la presencia de una sonrisa que se mantiene sin causa alguna.

5- Síndrome de Prader-Willi

El Síndrome de Prader-Willi es un trastorno congénito derivado a la ausencia de


actividad normal de los genes del padre en el cromosoma 15 y otras alteraciones
cromosómicas. Durante la primera infancia pueden presentar problemas para la
alimentación y bajo tono muscular; también es característica su baja estatura, manos y pies
pequeños, hipogonadismo, ingesta compulsiva de comida y obesidad. En este síndrome, la
presencia de discapacidad intelectual no es clave para diagnosticar este síndrome ya que un
32% de las personas con este síndrome poseen un CI normal o límite. Aunque en general,
suelen presentar trastornos del habla y limitaciones cognitivas en el procesamiento de la
información y en la memoria a corto plazo.

6.- Síndrome 5p (Del Maullido de Gato)

El Síndrome 5p se debe a una alteración en el cromosoma 5. Físicamente tienen como


rasgos más característicos un tamaño pequeño de cabeza, la cara redondeada, los ojos
separados, un puente nasal ancho, malformación en las orejas y una mandíbula pequeña;
también tienen manos pequeñas y deformidades en los pies y el paladar además de
problemas oculares como estrabismo. A nivel más conductual el rasgo distintivo se
encuentra en un llanto del bebé que es similar a un maullido de un gato que no tiene utilidad
comunicativa. Aparece un retraso importante en el desarrollo motor, suelen presentar
discapacidad intelectual grave y una capacidad atencional muy limitada.

Tipos de discapacidad intelectual y características: Leve, Moderada, Grave y Profunda

Cuando se diagnostica una discapacidad intelectual se debe especificar la severidad


de esta diferenciada en cuatro niveles: leve, moderado, grave y profundo.

Tradicionalmente, esta clasificación se basaba en las puntuaciones del cociente


intelectual (CI) obtenido a través de los test o pruebas de inteligencia. De tal manera que la
persona con discapacidad intelectual leve habría obtenido puntuaciones de CI de entre 50-
55 y 70 puntos; con discapacidad intelectual moderada entre 35-40 y 50-55 puntos; con
discapacidad intelectual grave entre 20-25 y 35-40 puntos y con discapacidad intelectual
profunda puntuaciones menores a 20-25 puntos (recordemos que la puntuación media de
la población general se encuentra entre 90 y 110).

La clasificación más actualizada de la discapacidad intelectual se realiza en función de


la conducta adaptativa y podría resumirse como sigue:

1- Discapacidad intelectual de tipo leve:

La persona con discapacidad intelectual leve tiene afectado el dominio conceptual a


nivel de pensamiento abstracto, flexibilidad cognitiva, memoria a corto plazo y el uso
funcional de las habilidades académicas como leer o manejar dinero. En cuanto al dominio
social y en comparación con sus iguales, aparece inmadurez en las interacciones sociales y
aumenta el riesgo de ser manipulado. Por último, respecto al dominio práctico, necesita
algún apoyo para completar tareas complejas de la vida diaria.

2- Discapacidad intelectual moderada:

La persona con discapacidad intelectual moderada necesita, en cuanto al dominio


conceptual, asistencia continua para completar actividades conceptuales básicas del día a
día, pudiendo ser necesario que otros tomen algunas responsabilidades de dicha persona
(por ejemplo, firmar un consentimiento informado). Respecto al dominio social, el lenguaje
oral (que es la principal herramienta que tenemos para comunicarnos socialmente) es
mucho menos complejo que el de las personas sin discapacidad. Podría, por tanto, no
interpretar adecuadamente ciertas claves sociales y necesitar apoyo comunicativo para
establecer relaciones interpersonales exitosas. Finalmente, en el dominio práctico, puede
desarrollar varias habilidades y destrezas con apoyo adicional y un largo periodo de
enseñanza.

3- Discapacidad intelectual grave:

Cuando la discapacidad intelectual es de nivel grave, las habilidades conceptuales son


mucho más limitadas. La persona tiene poca comprensión del lenguaje y de los conceptos
numéricos como el tiempo o el dinero. Los cuidadores deben proporcionar un apoyo extenso
para realizar actividades cotidianas. Como el lenguaje oral es muy limitado tanto en
vocabulario como en gramática, el discurso está formado solo por palabras o por frases
simples que podrían mejorar con medios alternativos. La comunicación y el dominio social
se centra en el aquí y el ahora. Respecto al dominio práctico, la persona requiere apoyo y
supervisión constante para todas las actividades de la vida diaria (cocinar, higiene personal,
elección de vestuario…).

4- Discapacidad intelectual profunda:

En el último nivel de la clasificación, la discapacidad intelectual profunda, las


habilidades conceptuales engloban el mundo físico y los procesos no simbólicos. La persona
podría usar algún objeto para el autocuidado o el ocio, y adquirir algunas habilidades
visoespaciales como señalar. Sin embargo, los problemas motores y sensoriales que suelen
ir asociados pueden impedir el uso funcional de objetos. La habilidad social es también muy
limitada en cuanto a la compresión de la comunicación tanto verbal como gestual. La persona
puede llegar a entender instrucciones muy simples y expresar deseos o emociones básicas a
través de una comunicación simple y no verbal. En cuanto al dominio práctico, la persona es
dependiente en todos los aspectos, aunque, si no hay grandes afectaciones motoras o
sensoriales, podría participar en algunas actividades básicas.

El papel del cociente intelectual

El cociente intelectual por sí solo no es un criterio suficiente para hacer un diagnóstico


de discapacidad intelectual. Además de definir cuantitativamente la inteligencia, es
necesario hacer una evaluación más profunda del funcionamiento intelectual de la persona.

El CI es entendido como la relación que existe entre edad mental y edad cronológica
de la persona. La primera se refiere a la edad que le corresponde según su desarrollo
intelectual. Es decir, cuánto rinde intelectualmente en comparación con el nivel medio de su
grupo de referencia. La edad cronológica es la biológica.

Se considera que existe cierta discapacidad intelectual si el cociente intelectual es


menor a 70. El otro extremo, la superdotación, se diagnostica cuando este índice está por
encima de 130. Es precisamente el CI el que sirve para clasificar el grado de esta
discapacidad.

La discapacidad intelectual se caracteriza por déficits en el funcionamiento


intelectual de la persona, tales como: Dificultades en el razonamiento, la resolución de
problemas, la planificación, el juicio, el pensamiento abstracto, en la toma de decisiones, en
el aprendizaje académico y el aprendizaje a partir de la experiencia. Estas deficiencias deben
confirmarse siempre mediante una evaluación clínica y test de inteligencia estandarizados,
aplicados por un profesional.

La discapacidad intelectual se caracteriza por déficits en el comportamiento


adaptativo que conducen a dificultades en la consecución de estándares sociales y culturales,
problemas de autonomía personal y responsabilidad social. Es decir, las personas con
discapacidad intelectual necesitan apoyo o ayuda en el desempeño de muchas de las
actividades de su día a día en entornos como el hogar, la escuela, el trabajo y la comunidad,
donde suelen presentar problemas de comunicación o participación social.

TEST PARA EVALUAR LA DISCAPACIDAD INTELECTUAL.

Nota: revisar el pdf donde vienen todos los instrumentos para realizar la evaluación
de Discapacidad Intelectual. (INSTRUMENTOS DE EVALUACION DE RETRASO MENTAL O
DISCAPACIDAD INTELECUAL --- DSM-5)

Síntomas y criterios diagnósticos de la discapacidad intelectual

¿Cuáles son algunos signos de la discapacidad intelectual?

Por lo general, mientras más grave sea el grado de discapacidad intelectual, más
temprano se identificarán los síntomas. Sin embargo, podría ser difícil indicar la manera
como el discapacidad intelectual afectará a los niños más tarde en la vida. Hay muchos
síntomas de discapacidad intelectual. Por ejemplo, los niños con discapacidad intelectual
puede que:

■ se sienten, gateen o caminen más tarde que otros niños

■ aprendan a hablar más tarde o tener problemas para hablar

■ tengan dificultad para recordar cosas

■ tengan problemas para entender las reglas sociales

■ tengan dificultad para ver las consecuencias de sus acciones


■ tengan dificultad para resolver problemas

Cuando hablamos de discapacidad intelectual, debemos tener siempre muy presente


la variabilidad individual, las diferencias que presentan cada una de las personas cuyo
diagnóstico coincide con esta categoría. Tampoco debemos olvidar que la variedad
ambiental en la que se desarrolla cada persona determinará, en parte, tanto la adaptación o
el ajuste como los apoyos que necesitará a lo largo de su vida.

Dicho esto, pasamos a exponer la definición que aparece en la quinta edición del
Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) que incluye, dentro de
los trastornos del neurodesarrollo, la discapacidad intelectual. Esta se caracteriza por:

La discapacidad intelectual se caracteriza por déficits en el funcionamiento


intelectual de la persona, tales como: Dificultades en el razonamiento, la resolución de
problemas, la planificación, el juicio, el pensamiento abstracto, en la toma de decisiones, en
el aprendizaje académico y el aprendizaje a partir de la experiencia. Estas deficiencias deben
confirmarse siempre mediante una evaluación clínica y test de inteligencia estandarizados,
aplicados por un profesional.

La discapacidad intelectual se caracteriza por déficits en el comportamiento


adaptativo que conducen a dificultades en la consecución de estándares sociales y culturales,
problemas de autonomía personal y responsabilidad social. Es decir, las personas con
discapacidad intelectual necesitan apoyo o ayuda en el desempeño de muchas de las
actividades de su día a día en entornos como el hogar, la escuela, el trabajo y la comunidad,
donde suelen presentar problemas de comunicación o participación social.

+ Dificultades a nivel conceptual o académico: Es decir, les cuesta realizar tareas que
implican memoria, atención, lenguaje, lectura, escritura, razonamiento matemático,
adquisición de conocimientos prácticos, capacidad de resolución de problemas, etc.

+ Dificultades en el dominio social: Poca conciencia de sus pensamientos, sentimientos y


experiencias con los demás, la empatía, las habilidades para la comunicación interpersonal,
la habilidad para hacer amigos, etc.

+ Dificultades en el dominio práctico: Relacionado con el grado de aprendizaje y cómo la


persona incorpora la gestión autónoma en las distintas situaciones de la vida, como podría
ser, su cuidado personal, la responsabilidad del trabajo, el manejo del dinero, el ocio, la
organización de tareas para el colegio o el control adecuado del comportamiento.

El último de los criterios diagnósticos de la discapacidad intelectual es que el inicio de


las deficiencias intelectuales y adaptativas debe darse siempre durante el periodo de
desarrollo. La edad y los rasgos característicos al inicio dependerán de la causa, el tipo y la
gravedad de la discapacidad intelectual. Si bien es cierto que el desarrollo infantil es un
proceso complejo que se basa en la evolución biológica, psicológica y social de la persona, el
periodo de desarrollo más primario tiene una serie de hitos o momentos evolutivos
fundamentales que implican la consecución de avances en el dominio de habilidades
sencillas que irán progresivamente hacia el aprendizaje de habilidades más complejas.

Además de los criterios diagnósticos del DSM-5, podemos tener en cuenta otras
características o síntomas que nos pueden ayudar a reconocer la presencia de algún tipo de
discapacidad intelectual:

En los casos de discapacidad intelectual más graves, los hitos del desarrollo
motor, desarrollo del lenguaje o desarrollo social son alcanzados más tarde que en la
población general y se podrán identificar en los primeros años de vida, mientras que en
niveles más leves de discapacidad intelectual podrán no ser identificados hasta la edad de
escolarización, cuando se haga evidente la dificultad para el aprendizaje académico.

En cuanto al desarrollo cognitivo, los niños con discapacidad intelectual pasan por los
mismos estadios evolutivos que los niños sin discapacidad intelectual y en el mismo orden,
pero su ritmo de desarrollo es más lento. El razonamiento típico de las personas con
discapacidad intelectual puede identificarse con características de los periodos más
primarios de pensamiento, aunque algunas personas también lleguen a mostrar habilidades
relacionadas con niveles más avanzados de pensamiento.

Cuando la discapacidad intelectual se asocia a un síndrome genético puede haber un


aspecto físico característico.

Cuando la discapacidad intelectual es adquirida, por ejemplo, tras una enfermedad,


se puede iniciar de golpe: tras una meningitis, una encefalitis o después de un golpe
(traumatismo) en el cráneo durante el desarrollo.

Las personas con discapacidad intelectual presentan entre 3 y 4 veces más trastornos
mentales, neurológicos, médicos y físicos que la población general.

Los problemas de salud mental en las personas con discapacidad intelectual son los
mismos que en personas sin discapacidad, sin embargo, la prevalencia es mayor. Lo más
comunes son los trastornos del estado de ánimo, la esquizofrenia, los trastornos de ansiedad
y las alteraciones del sueño.

En cuanto a los problemas de salud física, las personas con discapacidad intelectual
presentan mayor riesgo y prevalencia ante enfermedades como la obesidad, la epilepsia, la
diabetes, el VIH y ETS, la demencia, y otras, que no corresponden al patrón de salud de las
personas sin discapacidad. Por ello es necesario la creación de programas de salud dirigidos
a cubrir sus necesidades.

Otra de las funciones intelectuales que suele verse más afectada en personas con
discapacidad intelectual es el lenguaje y la comunicación. En general, las personas con
discapacidad intelectual presentan un lenguaje adecuado que equivale a sus iguales de
menor edad. A mayor gravedad de la discapacidad intelectual mayor gravedad de problemas
en el lenguaje.

Cabe mencionar las alteraciones de conducta como otro de los problemas


generalmente asociados a la discapacidad intelectual y que pueden ser consecuencia de
varios factores: como el malestar producido por la dificultad para comunicarse o expresar
sus deseos y necesidades personales, los problemas emocionales relacionados a su vez con
la exclusión y la discriminación social o, simplemente, como una forma de expresar o
comunicar aquello que no pueden transmitir de otra manera (frustración, preocupación,
nerviosismo…).

Estas conductas problemáticas, por su intensidad, frecuencia o duración afectarán


negativamente al desarrollo personal y a las oportunidades de participación en la comunidad
de la persona con discapacidad intelectual. Generalmente, estas conductas tienen una
función para la persona que la realiza y exigen un sobreesfuerzo del sistema de apoyos para
atender adecuadamente las necesidades del sujeto.

Consejos para padres y maestros de niños con discapacidad intelectual

Cada persona, tenga o no discapacidad intelectual, es diferente. Cada familia también


lo es, así como la forma de afrontar diferentes situaciones. Pero, en cualquier caso, el papel
de los padres es fundamental y por ello existen algunos consejos que pueden ser de ayuda:

• Si observas en tu hijo conductas o reacciones que no son las esperadas, si


tienes dudas sobre si algo puede estar ocurriendo pide ayuda profesional
cuanto antes. Este punto es importante porque por un lado puede disipar tus
dudas y por otro, puede ofrecer un diagnóstico temprano que permita ofrecer
un plan de intervención para trabajar cuanto antes con tu hijo.
• Una vez confirmado el diagnóstico de discapacidad intelectual, es posible que
aparezcan sentimientos negativos, de culpabilidad, de enfado, tristeza… Esto
es perfectamente comprensible y natural, tendrás que darte un tiempo
necesario y después ten tendrás que dar pasos hacia la aceptación y
reconocimiento de esos sentimientos para trabajar con ellos: solo, con ayuda
de otros padres que hayan pasado por situaciones similares o con un
profesional.
• Un reto muy importante supondrá diferenciar las cosas que podemos cambiar
y las que no; para poner los medios necesarios para encontrar soluciones a
aquello que las tenga.
• Busca información sobre la discapacidad de tu hijo y todo lo que está en tu
mano hacer a lo largo de su desarrollo. Procurando que toda esa información
llegue de forma progresiva y basada en evidencias científicas y también en la
experiencia de otras familias que ya hayan estado en el punto en el que tú
estás ahora.
• Infórmate de los servicios que existen y que pueden ser útiles en el caso
concreto de tu hijo y de tu familia.
• Valora las recomendaciones profesionales.
• Piensa en tu hijo en función de sus posibilidades y no de sus limitaciones.
Piensa en sus necesidades, en qué puede hacerle feliz y avanza hacia ese
camino, ofreciendo los apoyos adecuados que requiera para alcanzar aquello
que le permita alcanzar su mayor nivel de autonomía y la mayor calidad de
vida posible.
• Quiérelo y disfruta, teniendo en cuenta que, aunque con un ritmo más lento
que otros niños con su misma edad, tu hijo pasará por diferentes etapas
evolutivas a las que tendrás que adaptarte.
• No lo trates siempre como a un niño.
• Y recuerda, aunque seamos diferentes, todos somos personas con los mismos
derechos y las mismas oportunidades que los demás.

REFERENCIAS

Alonso, M. Crecimiento y desarrollo: una visión integral. Serra, L. Aranceta, J.


Rodríguez, F. Crecimiento y Desarrollo. Barcelona: MASSON 2003. p. 1-9.

Gesell, A. Amatruda, C. Diagnóstico del desarrollo normal y anormal en el niño.


México, Buenos Aires, Barcelona: PAIDOS; 2006.

Verdugo M.Á., Guillén, V.M. y Vicente, E. (2014). Discapacidad intelectual. En L.


Expeleta y J. Toro (Eds.) Psicopatología del desarrollo (pp.169-190). Madrid, España: Pirámide

Licea Rodríguez, María Amanda; Taboada Lugo, Noel; Lardoeyt Ferrer, Roberto;
Lardoeyt Ferrer, Milaydes (2011). «Genética y Discapacidad Intelectual. Revisión». Rev
Cubana Genet Comunit (en inglés) (Cuba) 5 (2-3): 14-19. Consultado el 1 de noviembre de
2017.
TRASTORNO DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN.
TRASTORNO DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN.

Una de las etapas más importantes del desarrollo humano y donde éste se da con
una velocidad más rápida es la primera infancia. Se producen cambios constantemente, es
una época de continua y evidente evolución. La palabra infancia proviene del latín “infans”
que significa sin lenguaje. Pero además del inicio del lenguaje en la primera infancia se
adquieren otras habilidades como: sonrisa, primeros pasos, la reacción de angustia ante un
extraño... multitud de cambios que también son propios de esta etapa.

El lenguaje es un medio de comunicación a través de un sistema de símbolos. A través


del lenguaje el niño será capaz de relacionarse con sus semejantes y exponer sus deseos y
necesidades de forma más precisa.

Al igual que en otras áreas del desarrollo humano, en las teorías sobre el desarrollo
del lenguaje también ha habido debate sobre la importancia de los factores externos y los
internos en este proceso. Entre las influencias intrínsecas que se destacan encontramos: las
características físicas de cada niño, estado de desarrollo de este y otros atributos
determinados genéticamente. Las influencias extrínsecas durante la infancia están
vehiculadas principalmente por la familia: las personalidades y estilos de cuidado de los
padres y hermanos, el estatus socio-económico de la familia y la cultura donde el niño ha
nacido. Cada autor o teoría le ha dado mayor importancia a uno u otro polo.

Los inicios serios de realizar investigación sobre el lenguaje se dan a mediados del
siglo pasado. Los autores precursores en la misma se circunscriben dentro de la Neurología.
En 1861 Broca estudia los cerebros de dos pacientes que presentaban pérdida de lenguaje y
perturbación motora del habla. Tras estos estudios concluyó que los hemisferios del cerebro
eran asimétricos, y que el hemisferio izquierdo contenía el centro del lenguaje en la mayoría
de los hombres. El otro gran autor es Carl Wernicke que en 1874 identifica el centro auditivo
del habla en el lóbulo temporal. Con este hallazgo diferencia el centro, encontrado por él,
encargado de la comprensión del habla, de la zona de su homólogo que se encargaba del
habla expresiva.

A lo largo del s. XIX se continuó con el esfuerzo de realizar un modelo de los procesos
y zonas que estaban relacionados con la producción del lenguaje. El advenimiento de las dos
grandes guerras será un campo muy importante para la evaluación de los pacientes que han
sufrido pérdida del lenguaje o diferentes trastornos del habla. Con todo ello se avanzará en
la localización de las diferentes conductas humanas.

Los trastornos del lenguaje pueden hacer difícil que los niños entiendan lo que las
personas les dicen y expresar sus propios pensamientos y sentimientos a través del habla.
También pueden afectar cómo los niños aprenden y socializan.
Conceptos básicos

A menudo hay confusiones entre tres conceptos que la gente suele usar de forma
inadecuada.

Comunicación: Richards (1974) la define como algo que va más allá de la simple
interacción. Implica la idea de mutualidad, reciprocidad e intersubjetividad (Fdez. Viader,
1992). Sería el intercambio de información con éxito adaptativo. La comunicación tiene
diferentes formas de expresión, entre ellas: el lenguaje, la comunicación gestual, ... Habla:
Es la realización física y perceptiva del lenguaje. Es la ejecución del lenguaje. Lenguaje:
“Lenguaje es un sistema de códigos con la ayuda de los cuales se designan los objetos del
mundo exterior, sus acciones, cualidades y relaciones entre los mismos.” Luria, 1977.

Los elementos que componen un lenguaje basado en sonido son:

- FONEMAS: Unidades de sonido cuya concatenación en un determinado orden


produce fonemas.

- MORFEMAS: Las menores unidades significativas cuya combinación crea una


palabra.

- SINTAXIS: Las combinaciones admisibles de las palabras en las frases y las oraciones
para que estas tengan sentido.

- LÉXICO: El conjunto de todas las palabras de un lenguaje dado. Cada entrada de su


lista incluye toda la información con ramificaciones morfológicas o sintácticas, pero incluye
el conocimiento conceptual.

- SEMÁNTICA: Los significados que corresponden a todos los elementos léxicos y a


todas las oraciones posibles.

- PROSODIA: La entonación que puede modificar el significado literal de las palabras


y de las frases.

- DISCURSO: El encadenamiento de las frases para que constituyan una narración.

Desarrollo del lenguaje Hay que diferenciar dos etapas.

En la primera de ellas no podemos hablar de lenguaje propiamente, sino de


comunicación. Esta fase consiste en la puesta en marcha de aquellos mecanismos que
permitirán el nacimiento del lenguaje como tal, la llamaremos PERÍODO PRELINGÜÍSTICO. En
la ETAPA LINGÜÍSTICA eclosionan las primeras características del lenguaje adulto, aquí
veremos la evolución de los componentes de este. Tanto en la primera como en la segunda
etapa iremos mencionando toda una serie de adquisiciones (tanto motrices, como
relacionales y emocionales) que permiten una mejor comprensión en la evolución del
lenguaje.

Período prelingüístico Este período iría desde el nacimiento hasta los 18-24 meses, en
que la mayoría de los autores consideran que se da el paso hacia el lenguaje tal como lo
conocemos. En este período de dos años el crecimiento físico, que sigue cierto calendario
madurativo, es espectacular.

A nivel cognitivo y según Piaget, el recién nacido estaría en el período sensoriomotor.


Este primer período es un estadio preverbal donde el niño comienza a formar sus propios
esquemas sensoriomotores. Debe aprender operaciones básicas con las cuales relacionarse
con el mundo exterior. La primera tarea de los lactantes es comenzar a establecer sus propios
límites del ego (donde acaba él y empieza el mundo externo). Por medio de la interacción
con los objetos y personas y en relación con ellos empiezan a organizar el tiempo y el espacio.
A medida que progresan, empiezan a demostrar signos de intencionalidad, este es el paso
inicial de la aparición de la inteligencia. Con este comienzo, los niños están en camino hacia
el desarrollo sensoriomotor, lo que van a conseguir mediante la elaboración de cuatro
entendimientos: constancia de objetos, espacio coordinado, causalidad y temporalidad.

Durante los tres primeros meses de vida las rutinas ligadas a las necesidades del bebé
y el adulto comparten unos significados que permiten regular conjuntamente algunos de sus
comportamientos. En esta relación específica que hay entre el cuidador (madre u otro
miembro) y el niño, la madre empieza a enseñar inconscientemente el lenguaje. Esto ocurre
mediante el habla de estilo materno que parece seguir el desarrollo básico, comenzando en
el nivel más fundamental y haciéndose gradualmente más complejo a medida que el niño
crece. El habla de estilo materno se caracteriza por ser simple estructuralmente (usa frases
cortas, no subordinadas, no modificadores), hay un alto grado de redundancia, el tono es
alto, la prosodia exagerada, el léxico (palabras utilizadas) son aquellas que están presentes
en el entorno del niño, hay preguntas y explicaciones sobre lo que la madre va diciendo o lo
que el niño hace
EDAD EN MESES LENGUAJE RECEPTIVO LENGUAJE EXPRESIVO

1-6 MESES Alerta al sonido, se va Lloros, gritos, sonrisa social,


orientado hacia la fuente inicio balbuceo
que lo emite

7-12 MESES Comprende NO, se orienta Combinaciones de sílabas


hacia su nombre, asocia que se asemejan a las
palabras con significados, palabras, primeras palabras
comprende los gestos que
acompañan a las
vocalizaciones.

13-18 MESES Cuando se le demanda que El vocabulario se va


diga o señale algo lo realiza. incrementando de forma
gradual.

Tabla1.- Desarrollo del lenguaje en la etapa prelingüística (Johnson,1997)

El habla de estilo materno suele aparecer hacia el tercer o cuarto mes, aunque puede
aparecer con anterioridad. Hasta entonces el niño captaba los ruidos que había a su
alrededor y lloraba o gritaba para dar a conocer su estado. La madre en esta época es capaz
de diferenciar los lloros y saber si se trata de hambre, sueño, ganas de jugar, molestia, ...
Hacia los 6 meses el niño empieza a explorar los parámetros de su aparato vocal para ver
qué puede hacer. Aprenden a producir vocales abiertas y las primeras consonantes. Con el
balbuceo y el laleo, el niño va experimentando los sonidos. También aparece una ecolalia,
el niño parece un “loro” ante cualquier cosa que diga la madre, repite como si estuviera
jugando. Hacia el final de este primer período el niño será capaz de decir las primeras
palabras. En la tabla 2 podemos ver más claramente los estadios del desarrollo vocal.
ESTADIO EDAD COMPORTAMIENTO VOCAL

1 0-8 Sonidos vegetativos, reflejos, llanto y agitación.


semanas

2 8-20 Arrullos y risas. Sonidos consonantes nasales. Sonidos


producidos en la parte posterior de la boca. Disminuye la
frecuencia del llanto. Mayor control de los sonidos producidos.

3 16-30 Juego vocal y comportamiento lingüístico exploratorio. Sonidos


consonánticos realizados hacia la parte anterior de la boca.
Creciente control sobre los mecanismos del habla. Inicio de la
secuenciación y resecuenciación de sonidos.

4 25-50 Balbuceo reduplicado (producción de sílabas consonante-vocal


en las que la consonante es la misma que en cada sílaba).
Ritualizado y estereotipado. Vocalización más probable en la
interacción con un adulto que en el juego con un objeto

5 9-18 meses Balbuceo no reduplicado, variado. Mayor control sobre el


acento y la entonación. Superposición con la producción de las
primeras palabras.

tabla 2: Estadio del desarrollo vocal (a partir de Stark, 1986 en Garton y Pratt,1991).

Período lingüístico.

En esta etapa que va desde los 2 a los 5-7 años el niño adquiere en su totalidad el
lenguaje. A nivel físico el desarrollo se va desacelerando. El niño va adquiriendo cada vez
mayor número de habilidades motoras finas, hay un mayor contacto y adaptación con su
entorno más próximo. A nivel cognitivo el niño se sitúa, según Piaget en el estadio
preoperacional. Este período se caracteriza por el acceso progresivo a la inteligencia
representativa; cada objeto se representará por una imagen mental que lo substituirá en su
ausencia. En esta etapa se desarrollarán el lenguaje, el dibujo, el juego simbólico. Los niños
a partir de ahora podrán pensar de una forma ordenada, aunque en un principio ciertos
componentes puedan obstaculizar esta tarea como son:

- Egocentrismo: incapacidad de observar un punto de vista que no sea el suyo.

- Centración: incapacidad para separar lo propio del medio ambiente.

- Dificultad de transformación: una operación que cambia las reglas de algo.


- Reversibilidad: una acción que puede hacerse puede deshacerse.

El léxico crece a un ritmo notable, duplicándose el vocabulario cada año. Empieza a


usarse el pronombre de tercera persona, aunque su dominio y usos no estarán completos
del todo hasta los 7 años. Los posesivos son comprendidos. Hacia los 2 años aparecen las
primeras combinaciones de 3 o 4 elementos, no siempre respetando el orden. Las primeras
interrogativas son preguntas de sí o no marcadas únicamente por la entonación; luego
aparecen con qué o dónde. A los 4 años dominan las construcciones sintácticas simples. En
los pronombres, la distinción del género es clara y consistente a los 5 años; desde los 6 o 7,
también lo es la de número.

EDAD ETAPAS LINGUISTICAS ETAPAS FONOLOGICAS.

2 – 4 AÑOS Etapa telegráfica. El niño Fonología de morfemas


empieza a usar simples. Expansión del
combinaciones de palabras. repertorio de sonidos del
Esto va en aumento hasta habla. Procesos fonológicos
que entre los 3 y 4 años la que determinan las
mayoría de las frases se producciones incorrectas
asemejan a frases simples hasta los 4 años
bien construidas. aproximadamente,
momento en el que la
mayoría de las palabras de
estructura morfológica
simple son correctas

4-7 AÑOS Primeras frases complejas. Culminación del repertorio


Uso de complementos del fonético. Adquisición de los
verbo y algunas frases de sonidos problemáticos a
relativo. Sin embargo, estas nivel productivo a los 7 años.
estructuras complejas son el Producciones correctas de
resultado de una mera palabras simples. Empieza el
yuxtaposición uso de palabras más largas.

Tabla 3 Desarrollo en la etapa lingüística.

¿Qué son los trastornos del lenguaje?

Un trastorno del lenguaje es una insuficiencia que dificulta encontrar las palabras
adecuadas y construir oraciones claras al momento de hablar. También puede dificultar
entender lo que las personas dicen. Un niño puede tener dificultad para entender los que
otros dicen, para poner los pensamientos en palabras o ambas.

Podría notar que el vocabulario de un niño es muy básico y sus oraciones cortas,
gramaticalmente incorrectas e incompletas. Mientras que sus compañeros charlan y hacen
chistes, él podría tener problemas para seguir la conversación y entender los chistes.
También puede que hable utilizando oraciones de dos palabras y que tenga problemas para
responder incluso preguntas simples.

Es importante resaltar que un trastorno del lenguaje no es lo mismo que una


dificultad para escuchar o un trastorno del habla. Los niños con trastornos del lenguaje
comúnmente no tienen problemas escuchando o pronunciando palabras. Su reto es dominar
y aplicar las reglas del lenguaje, como la gramática. Ellos no son simplemente “hablantes
tardíos”. Sin tratamiento, sus problemas de comunicación continuarán y pueden ocasionar
dificultades emocionales y académicas.

Problemas del desarrollo del lenguaje

La adquisición del habla requiere que el niño sea expuesto al lenguaje y poseer las
características biológicas necesarias para descodificarlo y producirlo. Esto implica tener el
aparato sensorial adecuado para percibir la entrada del lenguaje, tener un cerebro que
pueda descubrir y pueda aprender la estructura subyacente del lenguaje y un aparato
articulatorio que pueda programarse para producir los sonidos del habla.

Los trastornos del lenguaje pueden aparecer si el niño tiene una inadecuada
exposición al lenguaje o si padece condiciones médicas que afecten las bases biológicas para
el aprendizaje de éste. Sin embargo, en la mayoría de los niños que presentan dificultades
del habla no aparece ninguna causa obvia. Su oído es normal, la inteligencia no-verbal es
adecuada, no hay ningún trastorno físico o emocional que afecte al habla y el ambiente
lingüístico de casa parece correcto. La adquisición del habla requiere que el niño sea
expuesto al lenguaje y poseer el equipo biológico necesario para descodificarlo y producirlo.
Esto implica tener el aparato sensorial adecuado para percibir la entrada del lenguaje, tener
un cerebro que pueda descubrir y pueda aprender la estructura subyacente del lenguaje y
un aparato articulatorio que pueda programarse para producir los sonidos del habla.

El lenguaje requiere unas funciones para su realización: de carácter emocional: o una


afectividad adaptada de carácter sensorial: o audición o visión motrices: o caja torácica o
laringe o cavidad bucal o lengua o labios
Así pues, el desarrollo normal del lenguaje implica un desarrollo correcto de: órganos
fonatorios, órganos sensoriales, estructuras nerviosas centrales, capacidades intelectuales y
una afectividad adaptada.

El niño con un desarrollo normal del lenguaje tiene una base mental para la
transmisión adecuada de sus capacidades y podrá acceder a la lectura y escritura
debidamente. En cambio, el niño con dificultades en el lenguaje acostumbra a tener
limitaciones en áreas académicas y sociales dificultad para transmitir el pensamiento de
ideas y contenidos. Un tercio de los niños con dificultades de lenguaje en la primera infancia
tienen dificultades en la adquisición de lecto-escritura.

Signos de alarma en la adquisición del lenguaje Hay diferentes signos de alarma que
deberían hacer sospechar dificultades a la hora de adquirir correctamente el lenguaje:

• 0-3 meses: no le tranquiliza la voz de la madre


• 3-6 meses: se mantiene indiferente a los ruidos
• 6-9 meses: no juega con sus vocalizaciones, no imita al adulto cuando habla
• 9-12 meses: no comprende el no ni atiende al dame si no se le hace un gesto
12-18 meses: no dice ni entiende nombre de personas u objetos familiares
• 4 años el niño no construye frases: se expresa con palabras sueltas no
entiende cuando le hablan habla mucho pero no se le entiende nada pregunta
muy a menudo ¿qué? .

Tipos de trastornos del lenguaje

Hay tres tipos de trastornos del lenguaje.

1. Dificultades del lenguaje receptivo implican incapacidad para entender lo que otros
están diciendo.
2. Dificultades del lenguaje expresivo implican incapacidad para expresar pensamientos
e ideas.
3. Trastorno mixto del lenguaje receptivo-expresivo implican incapacidad para entender
y usar el lenguaje hablado.

Los trastornos del lenguaje pueden ser adquiridos o del desarrollo. Un trastorno del
lenguaje adquirido, como la afasia, solo aparece cuando la persona ha tenido una
enfermedad o una lesión neurológica. Podría ser un derrame cerebral o una lesión
traumática en la cabeza.

Un trastorno del desarrollo del lenguaje es mucho más común en niños. Los niños con
trastornos del desarrollo del lenguaje a menudo comienzan a hablar más tarde que los niños
de su edad. Este retraso no está relacionado con su nivel de inteligencia. De hecho, los niños
con trastornos del desarrollo del lenguaje, por lo general tienen una inteligencia promedio o
por encima del promedio. Usualmente tienen problemas con las habilidades del lenguaje
expresivo y receptivo antes de los cuatro años.

La comunicación oral se vale del canal del habla para efectuarse y tiene tres niveles:

Lenguaje: Fenómeno social que nació de la necesidad que sintieron los hombres de
comunicarse sus ideas en el curso del trabajo. Está estrechamente ligado al pensamiento,
sus funciones son: comunicativa, nominativa, cognoscitiva y reguladora.

Habla: Es el instrumento, del que se sirve el lenguaje para manifestar las ideas El origen
y desarrollo de las habilidades o capacidades de expresión verbal contribuyeron a la
formación del lenguaje, el cual por estar ligado al pensamiento registra y consolida en
palabras, la labor cognoscitiva del hombre y, de esta manera hace posible el intercambio de
ideas en la sociedad.

Voz: Toda emisión de sonido producida por el órgano laríngeo. Cabanas señala que la voz
constituye “el fondo musical de las palabras”, y que su valor como elemento comunicativo
es de carácter afectivo-emocional.

La Dra. Ana Paula Nóbrega refiere en su tesis que los participantes en el acto
comunicativo tienen que interactuar sincronizando sus acciones, como la espera de turnos,
las conductas implícitas en la conversación, denominadas por la autora de la tesis “conductas
linguajeras”; que son aquellas conductas que implican el dominio del uso de la lengua en la
comunicación y toda la postura – mimo – gestualidad, como la mímica facial, las acciones y
gestos, es decir, la realización del lenguaje a través del cuerpo y tienen como objetivo adaptar
y adecuar las conductas linguajeras ( mímica facial) al diálogo comunicativo.

Es a través de la interacción con su mundo social, que el niño adquiere las habilidades
para desarrollar las capacidades para comunicar, conversar y producir monólogos, como
parte de ese lenguaje egocéntrico. La interacción con los objetos inicia la noción de juego
compartido y siguen desarrollando las capacidades de adecuar esas conductas al contexto, y
es a lo que se llama competencias pragmáticas o sociolingüísticas.

El desarrollo del lenguaje está relacionado con la maduración de los sistemas


neurosensoriales y motor, así como con el desarrollo cognitivo, afectivo y social, siendo
imprescindible que no exista lesión en ninguno de los órganos fono-articulatorios. Los
trastornos que se pueden presentar en el lenguaje son variados y pueden afectar a uno, a
varios o a todos los componentes o dimensiones de este, difieren en su surgimiento, en el
pronóstico, en las necesidades educativas que generan y en la respuesta educativa que
requieren. Estos componentes del lenguaje son:

El componente fonológico o fónico abarca el conjunto de sonidos del idioma desde un


punto de vista funcional y abstracto. Ello se realiza a través de la organización de los sonidos
en un sistema, utilizando sus caracteres articulatorios y la distribución de los contextos en
que pueden aparecer.

El componente fonético: trata de recoger la información más exhaustiva posible sobre la


materia sonora bruta y sus propiedades, tanto fisiológicas como físicas, atendiendo a tres
puntos de vista: producción (fonética articulatoria), transmisión (fonética acústica) y
percepción (articulatoria auditiva).

El componente léxico-semántico corresponde al vocabulario, a la comprensión y el uso


de las palabras en dependencia de su significado, y las posibles combinaciones en los
diferentes niveles: palabras, frases, enunciados, discursos, que conforman la organización
del sistema lingüístico.

Morfosintaxis: Componente lingüístico que se ocupa del estudio de las reglas que
intervienen en la formación de las palabras y de las posibles combinaciones que estas puedan
tener en el interior de las diferentes secuencias oracionales en las que se estructura una
lengua.

Pragmática: estudia la relación entre el significado del lenguaje (expresado por el


contexto interaccional) y su contenido semántico (manifestado por el acto comunicativo en
sí). Se refiere al uso efectivo del lenguaje en cuanto a sus propósitos funcionales de
comunicación.

Son diversos los autores que afirman, que encontrar un término específico para clasificar
los trastornos del lenguaje, habla y voz es algo complejo, debido a la diversidad de
sintomatologías que están en dependencia de los propios individuos que la padecen y la edad
de aparición del trastorno. “Puyuelo (2003) desde un ámbito más actual, destaca que la
terminología de mayor uso entre los patólogos del lenguaje sería: “alteraciones del lenguaje,
retrasos del lenguaje, déficit del lenguaje y alteración específica del lenguaje…” No obstante,
Peña (2004) prefiere aunar todas las expresiones para referirse a las alteraciones en la
comunicación oral bajo en un único término: “Patología del Lenguaje

¿Qué causa los trastornos del lenguaje?

Los expertos no están seguros qué causa los trastornos del lenguaje. La mayoría de las
investigaciones se han enfocado en la categoría más amplia de los impedimentos del habla
y el lenguaje (SLI, por sus siglas en inglés), la cual incluye los trastornos del habla y los
trastornos del lenguaje. Esas investigaciones han sido exhaustivas y sugieren algunas causas
posibles del SLI, como:

• Genes y herencia: Las investigaciones reportan que del 20 al 40 por ciento de los
niños con historia familiar de discapacidades del habla y el lenguaje tienen esa
condición, comparado con alrededor del 4 por ciento de los que no tienen una
historia familiar con SLI.
• Nutrición prenatal: Algunas investigaciones reportan que cuando una mujer toma
ácido fólico durante el embarazo, su bebé es menos propenso a tener dificultades
del lenguaje severas.
• Otras condiciones: El trastorno del espectro autista, el síndrome de Down, las
discapacidades intelectuales y el nacimiento prematuro también pueden causar
trastornos del lenguaje.

¿Cuáles son los síntomas de los trastornos del lenguaje?

Los problemas con la comunicación oral son los signos más comunes de los trastornos
del lenguaje. No está claro si hay signos en la infancia que indiquen un mayor riesgo. El
Instituto Nacional de la Sordera y otros Trastornos de la Comunicación (NIDCD, por sus siglas
en inglés) está actualmente financiando una investigación que estudiará bebés hasta los 3
años para encontrar discapacidades específicas del lenguaje y trastornos del espectro
autista, así que es posible que tengamos más información pronto.

Los niños con dificultades del lenguaje receptivo pueden tener problemas para
entender lo que otras personas dicen. También podrían tener dificultad siguiendo
instrucciones simples y organizando la información que escuchan. Las dificultades del
lenguaje receptivo pueden ser difícil de identificar a edad temprana.

Las dificultades del lenguaje expresivo pueden ser identificadas más fácilmente a
edad temprana. Esto se debe a que los niños con dificultades en el lenguaje expresivo puede
que empiecen a hablar más tarde y no hablar hasta la edad de 2 años. A la edad de 3 puede
que estén hablando, pero es difícil entender lo que dicen, y los problemas persisten hasta el
preescolar. Por ejemplo, algunos niños pueden entender historias que les son leídas, pero
no ser capaces de describirlas, incluso de manera simple.

Estas son otros signos de dificultades del lenguaje expresivo:

• Tiene un vocabulario limitado comparado con niños de la misma edad


• Frecuentemente dice “ah” y substituye palabras precisas con palabras generales
como “cosas” o “eso”
• Tiene problemas aprendiendo nuevas palabras
• Omite palabras clave y confunde los tiempos verbales
• Repite mucho ciertas frases cuando habla
• Se muestra desesperado por su incapacidad para comunicar pensamientos
• No habla mucho ni con frecuencia, pero entiende lo que las otras personas dicen
• Es capaz de pronunciar palabras y sonidos, pero a menudo las oraciones no tienen
sentido
• La variedad de estructuras de oraciones (sintaxis) que emplea cuando habla es
limitada.

¿Qué habilidades se ven afectadas o son alteradas por los trastornos del lenguaje?

Los trastornos del lenguaje pueden afectar a los niños de diferentes maneras, tanto
social como académicamente. Estos son algunos ejemplos.

Habilidades sociales: Entender lo que otros están diciendo y expresarse a sí mismo


por medio de palabras ayuda a los niños a formar relaciones. Cuando los niños no se pueden
comunicar claramente, pueden tener dificultades para hacer amigos y formar parte de un
grupo social. Puede que prefieran estar solos y volverse tímidos o distantes. También pueden
ser blanco de acoso o actuar agresivamente porque no pueden resolver sus problemas
verbalmente.

Problemas académicos: Algunas investigaciones sugieren que los niños con trastornos
del lenguaje también tienen dificultades para leer. Algunos niños también tienen dificultades
con la escritura debido a la limitación de su vocabulario y escaso entendimiento de la
gramática.

Alteraciones del lenguaje

El lenguaje es un sistema complejo, estructurado y simbólico que comprende


diferentes subsistemas. Así contiene un sistema de sonidos o fonología; reglas para la
formación de palabras, o morfología; un sistema de vocabulario y significado, léxico y
semántica, respectivamente; normas para la formación de oraciones o sintaxis; y reglas sobre
cómo utilizar el lenguaje adecuadamente en contextos sociales, o pragmática.

Cuando el desarrollo del lenguaje no sigue el patrón previsto, o se producen déficits


significativos en cualquiera de los subsistemas anteriores, podemos encontrarnos delante un
trastorno del lenguaje.
Veamos a continuación algunas de las alteraciones habituales que ocurren durante
los años de preescolar y en primaria que pueden alertarnos sobre la presencia un trastorno
del lenguaje:

EDAD ALTERACIONES QUE CONSIDERAR.

3 a 5 años Falta de habla, habla ininteligible y errores para construir oraciones.

5 a 6 años Sustituciones de palabras difíciles por otras más sencillas; no


pronunciar la parte final de ciertas palabras; palabras incompletas;
omisión o cambio de vocales. Fallos en la estructura de la oración; falta
notable de fluidez y ritmo; frecuencia e inflexiones anormales del habla

Sobre los 7 años Distorsiones, omisiones o sustituciones de sonidos

Otras Retraso de más de un año en la aparición de sonidos individuales del


dificultades no habla; uso de sonidos vocales con exclusión de casi todos los otros
relacionadas sonidos; sentir vergüenza o perturbación por hablar (ver mutismo
específicamente selectivo); voz consistentemente monótona, inaudible o de calidad
con la edad deficiente; uso de tono inapropiado para la edad del niño (ver síndrome
incluyen: de asperger).

Trastornos específicos del lenguaje

La ASHA, 1993 (American Speech, Language and Hearing Association) define que el
trastorno del lenguaje “consiste en el deterioro o el desarrollo deficiente de la comprensión
y/o la utilización de un sistema de símbolos hablados, escritos y/ u otros. Estas alteraciones
incluyen la forma del lenguaje (fonología, morfología y sintaxis), el contenido del lenguaje
(semántica), y las funciones del lenguaje en la comunicación (pragmática) en cualquier
combinación”

El desarrollo de estas habilidades psicolingüísticas repercute de manera significativa


en el lenguaje y las habilidades de aprendizaje. Es común que estas habilidades se
encuentren disminuidas en aquellos niños que presentan un trastorno del lenguaje, ya sea
asociado a otra patología o de manera específica, como es el caso del Trastorno Específico
del Lenguaje.

Algunas de las habilidades psicolingüísticas son:

Atención/concentración: La atención tiene influencia en el tipo y la cantidad de


material procesado, determina el destino de la información sensorial que propicia el
procesamiento de esta. Los déficits de atención/concentración impiden al niño darse cuenta
de sus errores lo que repercute en las actividades que realiza.

Secuenciación: La actividad de secuencia lógica es una de las habilidades


psicolingüísticas que subyacen a la estructuración sintáctica, es decir, permite al niño
organizar sus frases y oraciones.

Clasificación/categorización: Estos procesos ayudan a la formación del léxico mental


del niño, facilitando la recuperación y almacenamiento de la información.

Identificación: Permite a los niños interpretar o dar significado a lo que se percibe,


construyendo estructuras mentales internas que se almacenan a nivel cognitivo.

Discriminación: Permite establecer diferencias entre los estímulos percibidos y


participa en procesos de integración del lenguaje.

Memoria secuencial auditiva: Se expresa en la habilidad para repetir secuencias de


palabras, números, indicaciones, órdenes, oraciones y recontado de cuentos de menor a
mayor complejidad. Esta habilidad implica almacenar y recordar información auditiva y
lenguaje en el orden en que se presentan los estímulos.

Comprensión auditiva: Implica sintetizar el significado general del lenguaje que se oyó
a través de la audición, deliberada o accidentalmente, y relacionarlo con información
conocida en una variedad de situaciones; así, se decodifican mensajes verbales de diferente
longitud y complejidad. Explica la comprensión de instrucciones simples hasta situaciones
cotidianas y discurso narrativo.

Asociación auditiva: Se refiere a la aptitud para relacionar conceptos presentados


oralmente, por medio de oposiciones o analogías verbales. Esta habilidad, además de
contribuir a la agrupación de objetos, media también en el proceso de resolución de
problemas, pues, en primer lugar, se requiere realizar las asociaciones pertinentes para luego
poder resolverlos con éxito.

Asociación visual: Se refiere a la aptitud para relacionar símbolos visuales de una


forma significativa. Su desarrollo contribuye a la ordenación de dibujos, objetos, a la
búsqueda de semejanzas y al reconocimiento de absurdos visuales.

Expresión motora (codificación motora): Se refiere a la aptitud del niño para expresar
sus ideas por medio de gestos significativos. Se relaciona con la mímica y expresión gestual,
el dibujar en el aire u obedecer a quien guía por medio de la observación.
Expresión verbal: Se relaciona con la habilidad del niño para expresar conceptos
verbales (codificación vocal) y para nominar palabras pertenecientes al vocabulario activo o
de uso diario. Implica la habilidad para recordar y nominar objetos y situaciones presentes,
luego de que no están a la vista inmediata. Asimismo, se expresa en la destreza para
completar historias, imaginarse y verbalizar, el juego de roles y la enumeración de lo que se
ve.

Los trastornos del lenguaje representan un conjunto de problemas que son aún poco
comprendidos, poco diagnosticados y suelen inducir a confusión dado que no existe una
conceptualización de estos aceptada unánimemente.

Además, un mismo trastorno puede recibir diferentes nombres y suelen confundirse


los problemas del lenguaje con los del habla. También cabe destacar que, en los entornos
escolares, debido quizás a un desconocimiento en profundidad del tema se tiende a atribuir
a los niños con estos trastornos etiquetas como: “no se esfuerza en hablar”, “quiere llamar
la atención”, “puede hacer más si se esfuerza…”

En la exposición de los trastornos del lenguaje vamos a seguir la clasificación


multiaxial del CIE-10 que los contempla en su eje 2 (trastornos específicos del desarrollo),
epígrafe F.80: El Trastorno específico del desarrollo del habla y del lenguaje.

Clasificación CIE-10 Trastornos del lenguaje:

A continuación, se expondrán los primeros tres ya que son los mas comunes en
detectar y trabajar a nivel terapéutico:
A) Trastornos de la pronunciación

Características clínicas:

Este trastorno se caracteriza principalmente en que el niño omite o pronuncia los


fonemas de forma inadecuada (distorsiones, sustituciones) para su edad mental, aunque
tenga un nivel normal para el resto de las funciones del lenguaje.

Este trastorno ha recibido diferentes denominaciones a lo largo de los años: Dislalia,


Trastorno del desarrollo fonológico, Trastorno funcional de la articulación, etc.

Diagnostico:

El diagnóstico sólo debe hacerse cuando se cumplen los siguientes requisitos:

1- La gravedad del trastorno excede los límites normales teniendo en cuenta la edad
mental del niño.

2- La Inteligencia no verbal es normal. Las funciones del lenguaje expresivo y


receptivo están dentro de los límites normales.

3- Las anomalías de la pronunciación no se pueden atribuir directamente a una


anomalía sensorial, estructural o neurológica.

4 -Los fallos de la pronunciación son claramente anormales en el contexto de los usos


coloquiales del entorno sociocultural del niño.

Diagnostico diferencial:

Para este diagnóstico deberemos también asegurarnos de que las alteraciones en la


articulación son lo suficientemente graves para considerarlas anormales y diferenciarlas de
aquellas que pueden ser propias en niños pequeños.

También debemos descartar la presencia de enfermedad física o psíquica como causa


de los problemas de articulación. Es el caso de la Disartria (Trastorno articulatorio secundario
a un déficit neurológico, la Disglosia (Trastorno de la pronunciación determinada por
problemas estructurales del aparato bucofonatorio) o la Disfemia o tartamudeo (Trastorno
del habla caracterizado por tropiezos, espasmos y repeticiones debido a una imperfecta
coordinación de las funciones ideomotrices cerebrales).

También hay que descartar problemas de audición, retraso mental, la presencia de


un trastorno mixto (expresivo-receptivo, como contempla el DSM-IV) o un trastorno
generalizado del desarrollo.
Finalmente, la capacidad de expresión debe estar dentro de la normalidad.

Evolución y pronóstico:

En términos generales, suele producirse una mejora total cuando el problema se


reduce a unos pocos fonemas. Los niños con más de 5 años, en los que persiste el problema,
deben ser evaluados a fondo para descartar algún trastorno asociado. Si el problema persiste
más allá de los 8 años su solución total es más compleja.

B) Trastornos de la expresión del lenguaje

Características clínicas:

Se trata de un trastorno del desarrollo del niño en el que la capacidad para la


expresión oral es marcadamente inferior al nivel adecuado para su edad mental, pero en el
que la comprensión del lenguaje está dentro de los límites normales. Pueden existir o no
alteraciones en la pronunciación.

Aunque hay una considerable variación individual en el desarrollo normal del


lenguaje, la ausencia de palabras simples (o aproximaciones de palabras) alrededor de los
dos años y el fracaso de frases sencillas de dos palabras hacia los tres años, deben ser
entendidos como indicadores significativos de un retraso. Más tarde se presenta una
limitación del desarrollo del vocabulario, un uso excesivo de un número limitado de palabras,
dificultades en la elección de las palabras adecuadas, sustitución de unas palabras por otras,
utilización de frases cortas, estructuración inmadura, errores sintácticos (en especial
omisiones de finales de palabras o prefijos) y errores u omisiones de elementos gramaticales
concretos, como preposiciones, pronombres, artículos, etc.

Es frecuente que los déficits del lenguaje hablado se acompañen de retrasos o


anomalías en la pronunciación de los fonemas que forman las palabras.

Diagnóstico:

El diagnostico debe hacerse únicamente cuando la gravedad del retraso del


desarrollo de la expresión del lenguaje exceda los límites de la variación normal para la edad
mental del niño, siendo la comprensión del lenguaje normal (aunque frecuentemente el
lenguaje receptivo puede estar en algunos aspectos por debajo de lo normal).

El recurso de signos no verbales (como sonrisas y gestos) y del lenguaje interior


(imaginación y juegos de fantasía) está relativamente intacto, así como la capacidad para la
comunicación social de forma no verbal.
A pesar del déficit del lenguaje, el niño intenta comunicarse y tiende a compensar la
carencia lingüística mediante el uso de gestos, mímica y vocalizaciones no lingüísticas.

En este colectivo no son raras las dificultades con los compañeros, problemas
emocionales, conductas disruptivas y/o déficit de atención e hiperactividad.

En una pequeña parte de los casos puede presentarse una pérdida auditiva parcial (a
menudo selectiva) concomitante, pero ésta no es de una gravedad suficiente como para
justificar el retraso del lenguaje.

La participación inadecuada en las conversaciones o una privación ambiental más


general pueden jugar un papel importante o contribuir significativamente a la génesis del
trastorno del lenguaje expresivo.

Diagnóstico diferencial:

Debe hacerse con el retraso mental, trastornos mixtos (receptivo-expresivo),


trastornos generalizados del desarrollo, la afasia o disfasia (tipo receptivo) y también del
mutismo selectivo.

Mientras que los niños con retraso mental tienen un deterioro generalizado de todo
el funcionamiento intelectual, los niños con trastornos de la expresión tienen una
inteligencia no verbal dentro de la normalidad (por ejemplo, medido con el WISC-IV, el C.I.
no verbal se situaría por encima de 80).

La diferenciación respecto a los TGD o TEA, consiste en que éstos presentan ausencia
de lenguaje interno, juego simbólico, intención comunicativa y, por tanto, hay problemas de
relación social significativas que no presentan los niños con trastorno del lenguaje expresivo.

Hay también que diferenciar los niños con afasias o disfasias adquiridas ya que éstos
presentan un desarrollo evolutivo normal y el deterioro ha tenido lugar después de
enfermedad o traumatismo encefálico u otros trastornos de origen neurológico.

Finalmente, en el mutismo selectivo, existe la capacidad de expresión oral, pero ésta


se manifiesta selectivamente delante de sólo ciertas personas o situaciones familiares al
niño. En su base suelen haber problemas de timidez y emocionales.

Evolución y pronóstico:

En términos generales, la evolución del trastorno va asociada a la presencia de otros


trastornos. Si no se dan juntamente con el TDAH o problemas de origen emocional, el
pronóstico es mejor.
La rapidez y el grado de recuperación dependen, también, de la gravedad del
trastorno, de la motivación del niño para participar en las diferentes actividades planteadas
en la intervención.

Son también de mejor pronóstico los niños que presentan un CI no verbal de 100 o
más respecto a los que se sitúan en una franja límite con el retraso mental de tipo leve
(CI<80).

Algunos datos apuntan que alrededor del 50% de los niños con trastornos de la
expresión del lenguaje se recuperan normalmente.

C) Trastorno de la Comprensión del lenguaje

Se trata de un trastorno específico del desarrollo, en el que la comprensión del


lenguaje por parte del niño es inferior al nivel adecuado a su edad mental.

En el DSM-IV-TR, este trastorno corresponde al Trastorno mixto del lenguaje


receptivo-expresivo. En el CIE-10, todo y que diferencia entre expresión y comprensión,
asume que en la práctica totalidad de los casos de trastorno comprensivo se da también un
deterioro notable de la expresión del lenguaje, y son frecuentes las alteraciones en la
pronunciación de los fonemas de las palabras

Características clínicas:

Las manifestaciones clínicas del componente comprensivo aparecen típicamente


antes de los 4 años. Las formas más graves se manifiestan antes de los dos años, mientras
que las formas más leves pueden no ser evidentes hasta los 7 u 8 años.

La mayoría de los niños con este problema tienen dificultades en la socialización y en


la comunicación no verbal. Estas producen a su vez una serie de problemas adicionales en el
terreno emocional que cursan con baja autoestima, sentimiento de inferioridad y rechazo a
la escuela, entre otros. Paralelamente pueden aparecer conductas disruptivas.

Hay que destacar también la comorbilidad de este trastorno con los trastornos
específicos del aprendizaje (dislexia, disgrafía, discalculia), también con el TDAH y trastornos
de ansiedad y depresión.

Son más frecuentes en niños que en niñas con una prevalencia de entre el 3 y 5%
respecto a la población general.

Por último, hay que señalar que este tipo de trastornos suele tener una etiología
principalmente de origen genético. Numerosos estudios describen antecedentes familiares
en niños con el problema.
Diagnóstico:

Los criterios necesarios son:

1- La gravedad del retraso excede los límites de la variación normal para la edad del niño

2- La inteligencia no verbal esté dentro de los límites normales (CI>80).

3- No se satisface las pautas de trastorno generalizado del desarrollo, autismo o retraso


mental.

4- Se excluyen causas de tipo orgánico o neurológico (pérdida de audición, hendidura


palatina u otras anomalías estructurales u otros).

Deben tenerse en cuenta, también, los siguientes indicadores de retraso: un fracaso


para responder a nombres familiares (en ausencia de claves no verbales) hacia el primer año
de vida; incapacidad para reconocer los nombres de al menos algunos objetos corrientes a
los 18 meses, o para llevar a cabo instrucciones simples y rutinarias a la edad de dos años.
Más tarde se presentan otras dificultades, como la incapacidad de comprender ciertas
formas gramaticales (negativas, interrogantes, etc.) y los aspectos más sutiles del lenguaje
(tono de voz, gestos, etc.

Evolución y pronóstico:

Cuando se diagnostica en los niños más pequeños suele ser porque los síntomas son
muy evidentes y, por tanto, pueden indicar una mayor gravedad de estos, aunque no
siempre. Cuando los síntomas son leves no se hacen patentes hasta más tarde y suelen ser
más manejables y de mejor pronóstico. De todas formas, la evolución dependerá del
momento de inicio del tratamiento, la naturaleza y gravedad del problema, así como otras
circunstancias del entorno del niño.

¿Cómo se diagnostican los trastornos del lenguaje?

Muchos niños con retrasos del habla son “hablantes tardíos” y se ponen al día por sí
solos. Sin embargo, la mayoría de los expertos recomiendan buscar ayuda si sospecha que
hay algún retraso en el desarrollo de su hijo. Hable con el pediatra si su hijo no está
alcanzando los pilares del lenguaje.

Estos son algunos signos de que su hijo podría tener un retraso en el lenguaje
receptivo:

A los 15 meses, no mira o señala personas u objetos cuando son nombrados por un
padre o cuidador
A los 18 meses, no sigue instrucciones simples como “toma tu abrigo”

A los 24 meses, no es capaz de señalar en una foto o en el cuerpo cuando una parte
del cuerpo es nombrada

A los 30 meses, no responde en voz alta o moviendo la cabeza, y no hace preguntas

A los 36 meses, no sigue instrucciones de dos pasos y no entiende palabras referentes


a acciones

Estos son algunos signos de retraso en el lenguaje expresivo:

A los 15 meses, no usa tres palabras

A los 18 meses, no dice “mamá”, “papá” u otros nombres

A los 24 meses, no usa al menos 25 palabras

A los 30 meses, no usa frases de dos palabras, incluyendo frases con un sustantivo y
un verbo

A los 36 meses, no tiene al menos un vocabulario de 200 palabras, no pide las cosas
por su nombre, repite las mismas preguntas hechas por otros, parece haber perdido algunas
habilidades de lenguaje o no usa oraciones completas

A los 48 meses, a menudo usa palabras de manera incorrecta o usa una palabra
similar o relacionada en lugar de la correcta

El primer paso al evaluar el problema es descartar un problema auditivo. Las


dificultades auditivas son causas comunes de los problemas del lenguaje. Si no se encuentran
dificultades auditivas.

Trastornos específicos del Lenguaje (TEL) según el DSM-V

A. Dificultades persistentes en la adquisición y uso del lenguaje en todas sus


modalidades (es decir, hablado, escrito, lenguaje de signos u otro) debido a deficiencias de la
comprensión o la producción que incluye lo siguiente:

1. Vocabulario reducido (conocimiento y uso de palabras).

2. Estructura gramatical limitada (capacidad para situar las palabras y las


terminaciones de palabras juntas para formar frases basándose en reglas gramaticales y
morfológicas).
3. Deterioro del discurso (capacidad para usar vocabulario y conectar frases para
explicar o describir un tema o una serie de sucesos o tener una conversación).

B. Las capacidades de lenguaje están notablemente y desde un punto de vista


cuantificable por debajo de lo esperado para la edad, lo que produce limitaciones funcionales
en la comunicación eficaz, la participación social, los logros académicos o el desempeño
laboral, de forma individual o en cualquier combinación.

C. El inicio de los síntomas se produce en las primeras fases del período de desarrollo.

D. Las dificultades no se pueden atribuir a un deterioro auditivo o sensorial de otro


tipo, a una disfunción motora o a otra afección médica o neurológica y no se explica mejor
por discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo intelectual) o retraso global del
desarrollo.

Nuevos criterios diagnósticos (DSM-V):

En su última actualización, el DSM-V, ha modificado los criterios diagnósticos de los


Trastornos del Lenguaje, que siguen incluidos dentro de los Trastornos de la Comunicación,
pero establece nuevas categorías al tiempo que reagrupa otras con la denominación global
de Trastornos del Lenguaje. A continuación, se muestra una comparativa entre los criterios
del DSM-IV y el DSM-V.

DSM-IV.-TRASTORNO DE LA DSM-V TRASTORNO DE LA COMUNICACION


COMUNICACION

Trastorno lenguaje expresivo Trastorno del lenguaje (desaparecen como


categorías independientes el Tr. Lenguaje
expresivo y el mixto)

Trastorno mixto del lenguaje receptivo- Trastorno fonológico


expresivo

Trastorno fonológico Trastorno de la fluidez (tartamudeo) de


inicio en la infancia

Tartamudeo Trastorno de la comunicación social

Trastorno de la comunicación no
especificado
Criterios Trastornos Lenguaje (DSM-V):

• Dificultades persistentes en la adquisición y uso del lenguaje en todas sus


modalidades (hablado, escrito, lenguaje de signos u otro).
• Deficiencias en la comprensión o la producción. Incluyen: •Vocabulario reducido
(conocimiento y uso de palabras).

• Estructura gramatical limitada (capacidad para situar las palabras y las


terminaciones de palabras juntas para formar frases basándose en reglas gramaticales y
morfológicas).

• Deterioro del discurso (capacidad para usar vocabulario y conectar frases para
explicar o describir un tema o una serie de sucesos o tener una conversación).

Las capacidades de lenguaje están desde un punto de vista cuantificable por debajo
de lo esperado para la edad.

Limitaciones funcionales en la comunicación eficaz, la participación social, los logros


académicos o el desempeño laboral, de forma individual o en cualquier combinación.

El inicio de los síntomas se produce en las primeras fases del desarrollo.

Las dificultades no se pueden atribuir a un deterior auditivo o sensorial, a una


disfunción motora o a otra afección médica o neurológica y no se explica mejor por una
discapacidad intelectual o retraso global del desarrollo.

¿Qué condiciones están relacionadas con los trastornos del lenguaje?

Algunos niños con trastornos del lenguaje también tienen condiciones relacionadas.
Esto se conoce como comorbilidad o coexistencia. Las condiciones relacionadas incluyen:

Dificultades con la lectura: La dislexia es común en niños con dificultades del lenguaje
mixto receptivo-expresivo. Un número creciente de estudios han encontrado que muchos
niños en riesgo de tener dislexia también tienen dificultades con el lenguaje hablado.

TDAH y problemas de salud mental: Las investigaciones han demostrado una conexión
entre los trastornos del lenguaje y el TDAH. Un extenso estudio en niños con trastornos del
lenguaje encontró que muchos también tenían TDAH (19 por ciento), seguido por los
trastornos de ansiedad (10 por ciento) y el trastorno negativista desafiante (ODD, por sus
siglas en inglés) y el trastorno de la conducta (7 por ciento combinados). Puede que las
dificultades de atención dificulten que algunos niños desarrollen habilidades del lenguaje.
Pero los niños con dificultades de atención también pueden parecer que tienen problemas
de lenguaje porque se distraen mucho durante las evaluaciones.

Muchos factores también intervienen en los problemas de salud mental. El ODD y el


trastorno de la conducta algunas veces se asocian con la pobreza, lo cual puede estar ligado
a un escaso desarrollo del lenguaje.

Evaluación

La evaluación psicológica ante la sospecha de la presencia de trastornos del lenguaje


comprende diferentes instrumentos y estrategias. Deberemos obtener una visión global de
todos los elementos y factores que pueden estar influyendo en la génesis y mantenimiento
del problema.

La evaluación del lenguaje no es una tarea fácil dada la complejidad de la conducta


lingüística y comunicativa y la necesidad de evaluar diferentes procesos, aspectos
estructurales y funcionales del sistema lingüístico. Por otra parte, es habitual que los niños
con escaso lenguaje tengan mayores dificultades para establecer comunicación y muestren
problemas en más de un aspecto del lenguaje. Igualmente, todo ello puede determinar en el
niño la presencia de manifestaciones clínicas fuera del ámbito estricto del lenguaje como
conductas hiperactivas, de déficit atencional y, también, de tipo emocional como
desmotivación, fobia escolar, baja autoestima, etc.

En primer lugar, es necesario recoger exhaustivamente los datos evolutivos del


niño/a desde el embarazo hasta la actualidad. También la estructura de la familia mediante
un organigrama (padres, hermanos, abuelos, etc.) y las actuales circunstancias del entorno.
Todo ello puede llevarse a cabo mediante entrevista a los padres.

Necesitaremos información acerca del rendimiento escolar actual (notas, informes) y


su historia de aprendizaje.

El niño con sospecha de un trastorno del lenguaje deberá someterse a observación


estructurada tanto en su ambiente natural como a través de diferentes pruebas
psicométricas generales y específicas.

Para el diagnóstico es fundamental aplicar pruebas de capacidad intelectual general


tipo WPPSI-III o WISC-IV (según edad). El objetivo es descartar el retraso mental u otros
déficits que serían incompatibles con un diagnóstico de Trastorno del lenguaje. Un CI por
debajo de 70 comprometería el diagnóstico.

De todas formas, con frecuencia, es complicado el diagnóstico diferencial dado que


pueden darse factores añadidos que pueden alterar la medición del C.I. real del niño. Por
ejemplo, la mayor parte de las pruebas de inteligencia precisan en un u otro grado del uso
(expresivo o comprensivo) del lenguaje y, por tanto, estos niños están en desventaja. Una
solución habitual consiste en la aplicación de pruebas libres de la influencia del lenguaje
como pueden ser las subescalas del WISC-IV: matrices, conceptos, claves, etc. También el
Toni-2, las de Raven, etc., en las que el niño sólo tiene que ver imágenes y señalar la
respuesta correcta. Si en estas pruebas no se detecta una discapacidad significativa, no
estaría justificado un diagnóstico de Retraso Mental y, por tanto, podemos sospechar un
trastorno del lenguaje.

Para niños pequeños la nueva batería Merrill Palmer-R (de 0 a 6 años y medio) en su
escala desarrollo cognitivo y lenguaje y comunicación puede resultar útil para la detección
temprana.

Hay que señalar también que otro problema añadido lo podemos tener en niños que
vienen de otras culturas, con poca estimulación temprana, poco dominio de nuestra lengua
y, a veces, inmersos en dos o más lenguas simultáneamente.

Todo ello deberá valorarse.

Una vez evaluadas las capacidades generales hay que proceder a la aplicación de
pruebas más específicas según el perfil y síntomas del niño. A continuación, se muestran
algunas de ellas:

PROLEC-R y PROLEC-SE (Habilidades lectoras en español y euskera). Detección de la


Dislexia. Aplicable en toda la etapa de primaria (1º a 6º).

BOSTON. Test de vocabulario. Evaluación de la afasia y de los trastornos relacionados.


A partir de 5 años y adultos normales y afásicos.

DST-J. Test para la detección de la Dislexia en niños. Aplicable en niños entre 6 años
y medio y 11.

ECL-1 y 2. Evaluación de la Comprensión Lectora. Contiene dos formas para niños de


entre 6 y 8 años y de 9 a 10. Hay una versión en euskera.

EDAF. Evaluación de la discriminación auditiva y fonológica. Para niños de 2 a 8 años.

ITPA. Test Illinois de aptitudes psicolingüísticas. Entre 3 y 10 años.

PLON- R (Prueba de Lenguaje Oral de Navarra). Es un test que sirve de screening o


detección rápida del desarrollo del lenguaje oral. Edad de aplicación: 3 a 6 años.

PEABODY. Test de vocabulario en imágenes.


REFERENCIAS

"Speech and Language Delay and Disorder." Med.umich.edu. University of Michigan


Health System, Nov. 2012. Web. http://www.med.umich.edu/yourchild/topics/speech.htm

Learning Disabilities Association of America. "Nurturing Oral Language Skills." LD


OnLine. WETA. Web. http://www.ldonline.org/article/6314

Semrud-Clikeman, M. y Teeter, P. (2011). Neuropsicología infantil. Evaluación e


intervención en los trastornos neuroevolutivos. Madrid: Pearson Educación.

Puyuelo, M. y Rondal, J. (2003). Manual de desarrollo y alteraciones del lenguaje.


Aspectos evolutivos y patología en el niño y el adulto. Barcelona. Masson.

Ramos, F. y Manga, D. (1995). Psicopatología del lenguaje. En A. Belloch, B. Sandín y


F. Ramos (Eds.), Manual de Psicopatología (pp. 335-378). Madrid: McGraw-Hill.

Sánchez, N., Pérez, M. y Reyes, G. (2002). Evaluación e intervención neuropsicológica


en niños con problemas de lenguaje y su relación con los procesos de mielinización: Reporte
de un caso. Anales de Otorrinolaringología, 47

Monfort, M. y Monfort, I. (2012). Utilidad clínica de las clasificaciones de los


trastornos. Revista de Neurología Española, 54(1), 147-154.
TRASTORNO ESPECTRO AUTISTA.
TRASTORNO ESPECTRO AUTISTA.
¿Qué son los TEA?

El autismo es una condición que afecta el modo que una persona ve el mundo,
procesa la información y actúa recíprocamente con otras personas. A las personas con
Trastornos del Espectro Autista (TEA en adelante) les resulta difícil desarrollar relaciones
sociales, comunicarse y pensar en abstracto. Aunque un grupo de personas con TEA tiene
dificultades de aprendizaje, otros tienen capacidades intelectuales iguales o superiores a la
media.

Se define como una profunda alteración de diferentes funciones del sistema nervioso
central, que configuran este trastorno como una discapacidad diferente con entidad propia
y generando unas necesidades de tratamiento específico y especializado. Diferentes
investigaciones sostienen su origen biológico.

Estamos ante una discapacidad de expresión múltiple que se nos presenta como un
verdadero continuo en cuanto a grados y niveles, con una gran variedad de expresiones
clínicas y conductuales, dada la diversidad de niveles intelectuales que oscilan entre la
discapacidad intelectual profunda y niveles normales e incluso superiores de inteligencia. Tal
abanico de realidades ha llevado a manejar en la actualidad el concepto de Trastornos del
Espectro Autista.

Estas alteraciones afectan a varios ámbitos del desarrollo: interacción social,


lenguaje, comunicación y el pensamiento:

Interacción Social. Las dificultades en este ámbito pueden presentarse de diferentes


formas dependiendo de la persona: desde mostrar poco interés por los demás y preferir
actividades en solitario, hasta una aceptación pasiva de los otros, aunque con importantes
dificultades para iniciar y mantener las relaciones, compartir intereses y desarrollar
interacciones recíprocas. A las personas con TEA les resulta especialmente complicado
entender las normas sociales que para el resto son habituales (cómo comportarse, saludar,
o hacer preguntas, esperar turnos...). Lo mismo les ocurre con muchas de las expresiones
emocionales (tristeza, odio, alegría, enfado...). Además, presentan dificultades para
establecer relaciones de amistad o amor. En aquellos casos en los que realmente desean
entablar relaciones sociales, también encuentran dificultades: sus temas de interés son
reducidos y limitados, tienen falta de empatía con los demás, les cuesta adaptarse a su
interlocutor, no entienden bien las normas sociales y tampoco comprenden la comunicación
no verbal, por lo que las interacciones sociales se vuelven muy complejas.
Comunicación. Aunque en distintos niveles, dependiendo del grado de afectación,
estas personas suelen tener dificultades para comprender y expresar mensajes orales.
Muchas personas con TEA carecen de lenguaje y presentan problemas de "comprensión":
problemas de expresión oral, desde el mutismo absoluto o ecolalias, hasta inversión
pronominal, dificultades con el tono y el ritmo de la entonación, o dificultades
conversacionales como temas de interés repetitivos, dificultades para establecer contacto
ocular y para comprender los gestos y posturas de los demás. Tampoco entienden las frases
con doble sentido, bromas, lenguaje metafórico, por lo que, incluso aquellos que disponen
de capacidades verbales adecuadas, pueden tener problemas para seguir correctamente una
conversación.

Imaginación. Su pensamiento simbólico es muy limitado, lo que supone grandes


dificultades para imaginar y elaborar fantasías, organizar el tiempo o desarrollar actividades
de manera espontánea. Por ello, pueden aparecer ciertos comportamientos obsesivos y
rígidos (afán exagerado por el orden de los objetos, movimientos estereotipados, rutinas,
temas de interés recurrentes y peculiares y gran dificultad para adaptarse a los cambios).

Sus síntomas se manifiestan de forma diversa en las distintas edades, acompañando


a la persona durante todo su ciclo vital (Frith, 2004). Aunque alrededor un 75 % de las
personas con TEA presenta discapacidad intelectual, el resto tiene capacidades intelectuales
iguales o superiores a la media. Generalmente, a medida que estas personas se acercan a la
edad adulta, tienden a estabilizar su conducta, mejorando las relaciones con los demás y
desarrollando un mayor grado de autonomía personal. Sin embargo, es muy posible que ello
no sea suficiente para que puedan adaptarse a las demandas que plantea nuestra sociedad,
y precisarán apoyo a lo largo de toda su vida. Los programas de educación especializada, el
desarrollo de habilidades adaptativas y la coordinación entre profesionales, familias e
instituciones públicas y privadas para proporcionar los recursos adecuados para una
inserción social adecuada, son el camino hacia la implantación de niveles de calidad de vida
en igualdad de condiciones al resto de los miembros de la comunidad.

Los Trastornos del Espectro Autista (TEA en adelante) son todavía una discapacidad
relativamente desconocida, pese a ser identificada en 1.943. A esto se une que no existen
pruebas médicas específicas para su diagnóstico, sino que éste se basa en la observación y
valoración de la conducta del niño. Además, las personas con TEA no presentan ningún rasgo
físico que les distinga. Esta “naturaleza invisible” dificulta la comprensión de los esfuerzos
con los que las personas con TEA afrontan los retos del entorno.
No obstante, gracias a los numerosos avances de la ciencia en el estudio de estos
trastornos, a los nuevos recursos técnicos y, sobre todo, a la valiosa contribución de los
testimonios que las personas con autismo nos aportan día a día acerca de su propia
experiencia, el conocimiento del “autismo” es en la actualidad mucho más amplio. La imagen
difusa del trastorno parece aclararse progresivamente, permitiéndonos un conocimiento
más exacto de sus características. Sabemos que no es una enfermedad, sino un trastorno
que dura toda la vida. Empezamos a conocer algunos factores genéticos relevantes y hemos
aprendido que no hay incapacidad o ausencia de relación sino “dificultades” para
comunicarse. Y lo más importante, gracias a sus testimonios, podemos empezar a
comprender "como piensan" las personas con TEA.

Causas del TEA

¿Cuáles son las causas del autismo infantil?

Los expertos aún no están seguros de todas las causas del autismo. Lo más seguro es
que haya causas múltiples en vez de sólo una. Parece ser que un número de circunstancias
diversas, que incluyen factores ambientales, biológicos y genéticos, sientan las bases para el
autismo y hacen que un niño/a sea más propenso a padecer el trastorno.

Existen razones para creer que los genes juegan un papel fundamental en el
desarrollo del autismo. Se ha encontrado que los gemelos idénticos tienen más
probabilidades de verse ambos afectados que los gemelos fraternales (aquellos que no son
idénticos genéticamente). En una familia con un niño/a autista, la probabilidad de tener otro
hijo/a con autismo es alrededor de 5 por ciento, o 1 de cada 20, más alta que en la población
normal.

A veces, los padres u otros familiares de un niño/a autista tienen deficiencias sociales
leves (como comportamientos repetitivos y problemas sociales o de comunicación) que se
parecen mucho al autismo. La investigación también ha descubierto que algunos trastornos
emocionales (como la psicosis maníaco-depresiva) ocurren más a menudo en familias con
una persona con autismo.

Al menos un grupo de investigadores ha descubierto un vínculo entre un gen anómalo


y el autismo. Puede que el gen sólo sea uno de entre tres a cinco o más genes que interactúan
de alguna forma para causar la enfermedad. Los científicos sospechan que un gen o genes
defectuosos pueden hacer que una persona sea más propensa a desarrollar autismo cuando
también hay otros factores presentes, como un desequilibrio químico, virus, sustancias
químicas o falta de oxígeno al nacer.
El autismo es un trastorno del desarrollo que aparece en edades muy tempranas. Se
caracteriza por afectar la capacidad para interactuar y comunicarse del niño con el resto de
las personas, a la vez que reduce su abanico de intereses y estereotipa sus comportamientos.
Según apuntan las estadísticas, desde hace dos décadas hasta la fecha el número de niños
afectados por el autismo se ha incrementado dramáticamente, lo cual puede deberse a que
el diagnóstico cada vez es más preciso y ahora también se pueden identificar los casos más
leves.

No obstante, las causas del autismo infantil continúan siendo un misterio. Numerosos
especialistas refieren que el trastorno suele aparecer como consecuencia de alteraciones
genéticas pero lo cierto es que aún no hay consenso en la comunidad científica. De hecho,
todo parece indicar que se trata de un trastorno complejo que está condicionado por
diferentes factores, los cuales pueden actuar como predisponentes o desencadenantes.

Las 5 causas principales del autismo infantil

Es cierto que las causas del autismo infantil no se conocen con certeza; sin embargo,
los hallazgos más recientes apuntan a que se trata de un trastorno multifactorial en el que
inciden diversos condicionantes de origen genético, medioambiental, psicológico y
neurológico.

Factores genéticos

Un gran número de expertos están convencidos de que los genes son la principal
causa del autismo. De hecho, se estima que alrededor del 90% de los casos de autismo se
deben a una alteración en la estructura genética; es decir, a una mutación en algún gen.
Hasta el momento se han identificado varios genes candidatos, pero todavía no se ha podido
individuar la mutación específica que los afecta y cómo aumentaría el riesgo de padecer
autismo.

Factores medioambientales

Diversas investigaciones realizadas en niños con autismo han desvelado que los
factores medioambientales desempeñan un papel importante como detonante del
trastorno. Tanto es así que algunos expertos están convencidos de que cuando no hay una
mutación genética, los factores medioambientales son la principal causa del autismo. En la
mayoría de los casos estos factores inciden durante las primeras semanas de gestación,
momento en el cual el feto queda expuesto a sustancias nocivas como el alcohol, el humo
del cigarro, los herbicidas, el mercurio, los flavonoides en las comidas o a algunos
medicamentos como el paracetamol.
Afectaciones neurológicas

Los niños que presentan problemas nerviosos o cerebrales tienen mayores


probabilidades de desarrollar autismo. Sin embargo, el riesgo no aumenta con cualquier
afectación neurológica, sino que se ha relacionado con daños específicos en determinadas
áreas cerebrales como la amígdala, la corteza cerebral y el sistema límbico. De hecho, una
disfunción en estas zonas explicaría por qué los niños con autismo son extremadamente
sensibles ante los cambios o por qué tienen problemas para expresar las emociones y
relacionarse con los demás.

Factores psicológicos

Los aspectos psicológicos no suelen ser una causa directa del autismo infantil, pero
son factores que pueden desencadenar o agudizar el trastorno. Algunas investigaciones han
dejado entrever que los niños cuyas madres sufren estrés durante el embarazo tienen
mayores probabilidades de padecer autismo. Asimismo, los niños pequeños que no son
capaces de comprender el estado mental de las personas o de reconocer sus intenciones y
sentimientos, tienen más dificultades para establecer relaciones y se exponen a un riesgo
mayor de desarrollar una forma leve de autismo.

Otras condiciones de salud

A pesar de que la mayoría de los casos de autismo son de origen primario, alrededor
del 10% de los casos aparecen de forma secundaria a algunas condiciones de salud. Al
respecto, se conoce que algunas condiciones pueden ser el detonante del autismo, como el
síndrome del X frágil, la esclerosis tuberosa, la neurofibromatosis, el síndrome de Rett, la
parálisis cerebral y la distrofia muscular. También existen estudios que han vinculado el
autismo a algunos medicamentos, como el paracetamol, a condiciones víricas o incluso a
algunas vacunas.

Signos y síntomas

Las personas con un TEA a menudo tienen problemas con las destrezas sociales,
emocionales y de comunicación. Es posible que repitan determinados comportamientos o
que no quieran cambios en sus actividades diarias. Muchas personas con TEA también tienen
distintas maneras de aprender, prestar atención o reaccionar ante las cosas. Algunos de los
signos comienzan durante la niñez temprana y, por lo general, duran toda la vida.

Los niños o adultos con TEA podrían presentar las siguientes características:

• No señalar los objetos para demostrar su interés (por ejemplo, no señalar un avión
que pasa volando).
• No mirar los objetos cuando otra persona los señala.
• Tener dificultad para relacionarse con los demás o no manifestar ningún interés por
otras personas.
• Evitar el contacto visual y querer estar solos.
• Tener dificultades para comprender los sentimientos de otras personas y para hablar
de sus propios sentimientos.
• Preferir que no se los abrace, o abrazar a otras personas solo cuando ellos quieren.
• Parecer no estar conscientes cuando otras personas les hablan, pero responder a
otros sonidos.
• Estar muy interesados en las personas, pero no saber cómo hablar, jugar ni
relacionarse con ellas.
• Repetir o imitar palabras o frases que se les dicen, o bien, repetir palabras o frases
en lugar del lenguaje normal.
• Tener dificultades para expresar sus necesidades con palabras o movimientos
habituales.
• No jugar juegos de simulación (por ejemplo, no jugar a “darle de comer” a un
muñeco).
• Repetir acciones una y otra vez.
• Tener dificultades para adaptarse cuando hay un cambio en la rutina.
• Tener reacciones poco habituales al olor, el gusto, el aspecto, el tacto o el sonido de
las cosas.
• Perder las destrezas que antes tenían (por ejemplo, dejar de decir palabras que antes
usaban).

A menudo, no hay indicios en el aspecto de las personas con TEA que los diferencien de
otras personas, pero es posible que se comuniquen, interactúen, se comporten y aprendan
de maneras distintas a otras personas. Las capacidades de aprendizaje, pensamiento y
resolución de problemas de las personas con TEA pueden variar; hay desde personas con
muy altos niveles de capacidad (dotadas, o gifted en inglés) y personas que tienen muchas
dificultades. Algunas necesitan mucha ayuda en la vida diaria, mientras que otras necesitan
menos.

Actualmente, el diagnóstico de TEA incluye muchas afecciones que solían diagnosticarse


por separado e incluyen el trastorno autista, el trastorno generalizado del desarrollo no
especificado de otra manera (PDD-NOS, por sus siglas en inglés) y el síndrome de Asperger.
Hoy en día, a todas estas afecciones se las denomina trastornos del espectro autista.

Los TEA comienzan antes de los 3 años y duran toda la vida de la persona; no obstante,
los síntomas pueden mejorar con el tiempo. Algunos niños con TEA muestran indicios de
problemas futuros en los primeros meses de vida. En otros casos, es posible que los síntomas
no se manifiesten hasta los 24 meses o incluso después. Algunos niños con un TEA parecen
desarrollarse normalmente hasta los 18 a 24 meses de edad y después dejan de adquirir
destrezas nuevas o pierden las que tenían antes. Los estudios realizados han mostrado que
entre un tercio y la mitad de los padres de niños con TEA observaron un problema antes del
primer año de vida de sus hijos y entre el 80 % y 90 % de los padres detectaron problemas
antes de los 24 meses.

Es importante destacar que algunas personas que no tienen un TEA también pueden
presentar algunos de los síntomas. Pero, en el caso de las personas con TEA, los problemas
hacen que la vida sea muy difícil.

• Posibles “signos de alarma”

Las personas con un TEA pueden presentar las siguientes características:

• No responder a su nombre para cuando tienen 12 meses de edad.


• No señalar los objetos para demostrar su interés (no señalar un avión que pasa
volando) para cuando tienen 14 meses de edad.
• No jugar juegos de simulación (jugar “a darle de comer” a un muñeco) para cuando
llegan a los 18 meses de edad.
• Evitar el contacto visual y querer estar solos.
• Tener dificultades para comprender los sentimientos de otras personas y para hablar
de sus propios sentimientos.
• Presentar retrasos en las destrezas del habla y el lenguaje.
• Repetir palabras o frases una y otra vez (ecolalia).
• Dar respuestas no relacionadas con las preguntas que se les hace.
• Irritarse con los cambios pequeños.
• Tener intereses obsesivos.
• Aletear las manos, mecerse o girar en círculos.
• Tener reacciones poco habituales al sonido, el olor, el gusto, el aspecto, el tacto o el
sonido de las cosas.
• Destrezas sociales

Los problemas sociales son uno de los síntomas más comunes de todos los tipos de TEA.
Los problemas sociales de las personas con un TEA no son simplemente “dificultades”
sociales, como ser tímidos. Son dificultades sociales que pueden generar problemas graves
en la vida diaria.
Algunos ejemplos de los problemas sociales relacionados con los TEA son los siguientes:

• No responder al nombre para cuando tienen 12 meses de edad.


• Evitar el contacto visual.
• Preferir jugar solos.
• No compartir intereses con los demás.
• Interactuar únicamente para llegar a una meta deseada.
• Tener expresiones faciales apáticas o inadecuadas.
• No comprender los límites del espacio personal.
• Evitar o resistirse al contacto físico.
• No sentir el consuelo que le dan otras personas cuando están angustiados.
• Tener dificultades para comprender los sentimientos de otras personas y para hablar
de sus propios sentimientos.

Los bebés con un desarrollo típico se interesan por el mundo y las personas que los
rodean. Para cuando cumplen el primer año de vida, los niños pequeños con desarrollo típico
interactúan con los demás haciendo contacto visual, repitiendo palabras y acciones, y usando
gestos simples como aplaudir y decir “adiós” con la mano. Los niños con un desarrollo típico
también muestran interés por los juegos sociales como las escondidas y las palmaditas con
las manos. Pero los niños pequeños con un TEA pueden tener mucha dificultad para aprender
a interactuar con otras personas.

Es posible que algunas personas con TEA no se interesen en absoluto en los demás. Otras,
tal vez, quieran tener amigos, pero no comprendan cómo entablar las relaciones de amistad.
A muchos niños con un TEA les cuesta mucho aprender a turnarse y compartir, bastante más
que a los otros niños. Esto puede hacer que los otros niños no quieran jugar con ellos.

Las personas que tienen un TEA pueden tener problemas para demostrar sus
sentimientos o hablar de ellos. También es posible que tengan problemas para comprender
los sentimientos de los demás. Muchas personas con un TEA son muy sensibles al tacto y,
posiblemente, no quieran que se las abrace. Los comportamientos autoestimulantes (p. ej.,
aletear con los brazos) son habituales en las personas con TEA. La ansiedad y la depresión
también afectan a algunas personas que tienen un TEA. Todos estos síntomas pueden hacer
que los otros problemas sociales sean aún más difíciles de manejar.

• Comunicación

Cada persona con TEA tiene distintas destrezas de comunicación. Algunas personas
pueden hablar bien. Otras no pueden hablar en absoluto o hablan muy poco. Cerca del 40 %
de los niños con un TEA no hablan nada. Entre el 25 % y el 30 % de los niños con TEA dicen
algunas palabras entre los 12 y 18 meses de edad y después dejan de hacerlo.1 Otros pueden
hablar, pero no hasta entrada la niñez.

Algunos ejemplos de problemas de comunicación relacionados con los TEA incluyen los
siguientes:

• Presentar un retraso en las destrezas del habla y el lenguaje.


• Repetir palabras o frases una y otra vez (ecolalia).
• Invertir los pronombres (p. ej., decir “tú” en lugar de “yo”).
• Dar respuestas no relacionadas con las preguntas que se les hace.
• No señalar ni responder cuando se les señala algo.
• Usar pocos o ningún gesto (p. ej., no decir adiós con la mano).
• Hablar con un tono monótono, robótico o cantado.
• No jugar juegos de simulación (p. ej., no jugar “a darle de comer” al muñeco).
• No comprender los chistes, el sarcasmo ni las bromas.

Las personas con TEA que hablan pueden usar el lenguaje de maneras poco habituales.
Es posible que no puedan poner palabras en oraciones reales. Algunas personas con TEA
dicen solo una palabra por vez. Otras personas repiten las mismas palabras o frases una y
otra vez. Algunos niños repiten lo que dicen los demás, una afección que se denomina
ecolalia. Pueden repetir las palabras inmediatamente después de que las escucharon o
después. Por ejemplo, si le pregunta a alguien con un TEA: “¿Quieres jugo?”, es posible que
la persona repita “¿Quieres jugo?” en lugar de responder la pregunta. Si bien muchos niños
que no tienen TEA atraviesan una etapa en la que repiten lo que escuchan, habitualmente
se les pasa para cuando tienen tres años. Algunas personas con un TEA pueden hablar bien
pero podrían tener dificultades para escuchar lo que dicen los demás.

Las personas con TEA pueden tener dificultades para usar y comprender los gestos, el
lenguaje corporal o el tono de voz. Por ejemplo, las personas con TEA pueden no comprender
qué significa decir adiós con la mano. Es posible que las expresiones faciales, los movimientos
y los gestos no coincidan con lo que están diciendo. Por ejemplo, es posible que sonrían
cuando dicen algo triste.

Las personas con TEA podrían decir “yo” cuando quieren decir “tú” o viceversa. Es posible
que su tono de voz suene monótono, robótico o agudo. Las personas que tienen un TEA
podrían pararse demasiado cerca de las personas con quienes hablan o hablar de un tema
de conversación durante demasiado tiempo. Podrían hablar mucho sobre algo que les gusta,
en lugar de tener una conversación recíproca con la otra persona. Algunos niños con
destrezas de lenguaje bastante buenas hablan como pequeños adultos, sin poder expresarse
como se expresan comúnmente los niños.
• Intereses y comportamientos poco habituales
• Muchas personas con TEA tienen intereses o comportamientos poco habituales.
• Algunos ejemplos de intereses y comportamientos poco habituales relacionados con
los TEA incluyen los siguientes:
• Formar líneas con juguetes u otros objetos.
• Jugar con los juguetes de la misma forma todas las veces.
• Mostrar interés por partes de los objetos (p. ej., las ruedas).
• Ser muy organizados.
• Irritarse con los cambios pequeños.
• Tener intereses obsesivos.
• Tener que seguir determinadas rutinas.
• Aletear las manos, mecerse o girar en círculos.

Los movimientos repetitivos son acciones que se repiten una y otra vez. Pueden incluir
una parte del cuerpo o todo el cuerpo, o incluso un objeto o juguete. Por ejemplo, las
personas con un TEA pueden pasar mucho tiempo aleteando los brazos de manera repetitiva
o meciéndose de lado a lado. Pueden encender y apagar una luz o hacer girar las ruedas de
un automóvil de juguete de manera repetida. Estos tipos de actividades se conocen como
autoestimulación o “conductas estereotipadas”.

Las personas con TEA frecuentemente se desenvuelven si tienen rutinas. Un cambio en


la rutina habitual del día, como hacer una parada en el camino de la escuela al hogar, puede
ser algo muy angustiante para las personas con TEA. Podrían “perder el control” y tener una
“crisis” o berrinche, en especial si están en un lugar desconocido.

Algunas personas con TEA también podrían crear rutinas que parecen inusuales o
innecesarias. Por ejemplo, mirar por todas las ventanas cuando pasan por un edificio o
querer mirar siempre un video de inicio a fin, incluidos los anticipos y créditos. Si no se les
permite seguir este tipo de rutina, esto puede provocar gran frustración y berrinches.

Otros síntomas

• Algunas personas con TEA tienen otros síntomas. Estos pueden incluir los siguientes:
• Hiperactividad (exceso de actividad)
• Impulsividad (actuar sin pensar)
• Corta capacidad de concentración
• Agresión
• Autolesionarse
• Berrinches
• Hábitos de alimentación y sueño poco habituales
• Estado de ánimo o reacciones emocionales poco habituales
• Falta de miedo o más miedo de lo esperado
• Reacciones poco habituales al sonido, el olor, el gusto, el aspecto o el tacto de las
cosas

Las personas con TEA pueden tener respuestas poco habituales al tacto, el olor, los
sonidos, el aspecto y el gusto de las cosas. Por ejemplo, es posible que tengan poca reacción
o una reacción exagerada al dolor o a un ruido fuerte. Podrían tener hábitos alimentarios
anormales. Por ejemplo, algunas personas con un TEA limitan su alimentación únicamente a
algunas comidas. Otros pueden comer cosas que no son comestibles como tierra o piedras
(esto se denomina pica). Además, podrían tener problemas como estreñimiento o diarrea
crónicos.

Las personas con TEA pueden tener hábitos del sueño extraños. También pueden tener
estados de ánimo o reacciones emocionales anormales. Por ejemplo, es posible que se rían
o lloren en momentos inusuales, o bien, que no demuestren una respuesta emocional en
momentos en los que es de esperarse. Además, es posible que no le tengan miedo a cosas
peligrosas y que le tengan miedo a objetos o situaciones inofensivos.

• Desarrollo

Los niños con TEA se desarrollan a ritmos distintos en áreas diferentes. Es posible que
muestren un retraso en las destrezas del lenguaje, sociales y del aprendizaje, mientras que
sus destrezas para caminar y trasladarse sean prácticamente iguales a las de otros niños de
su edad. Es posible que sean muy buenos para armar rompecabezas o resolver problemas
de computadora pero que tengan dificultades con actividades sociales tales como hablar o
hacerse amigos. Los niños con un TEA también podrían aprender una destreza difícil antes
de aprender una más sencilla. Por ejemplo, es posible que un niño lea palabras largas pero
que no pueda decir qué sonido tiene la letra “b”.

Los niños se desarrollan a su propio ritmo, de modo que puede ser difícil predecir
exactamente cuándo aprenderán una destreza en particular. Pero existen indicadores del
desarrollo específicos para cada edad que se utilizan para medir el progreso social y
emocional de un niño durante los primeros años de vida. Para obtener más información más
sobre los indicadores del desarrollo, visite “Aprenda los signos. Reaccione pronto." una
campaña diseñada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades ( CDC)
junto con otros socios para enseñar a padres, profesionales de atención médica y
proveedores de cuidado de niños sobre el desarrollo temprano de los niños, incluidos los
posibles “signos de alarma” en torno a los trastornos del espectro autista.
• Evaluación y diagnóstico

El diagnóstico de los trastornos del espectro autista (TEA) pueden ser difíciles de hacer
debido a que no existen pruebas médicas, como un análisis de sangre, para diagnosticarlos.
Para hacer un diagnóstico, los médicos observan el comportamiento y el desarrollo del niño.

A veces, los TEA pueden detectarse a los 18 meses de edad o incluso antes. A los 2 años,
el diagnóstico realizado por un profesional con experiencia puede considerarse muy
confiable.1 Sin embargo, muchos niños no reciben un diagnóstico final hasta que son mucho
más grandes. Este retraso significa que es posible que hay niños con TEA podrían no obtener
la ayuda que necesitan.

El diagnóstico de un TEA consta de dos pasos:

• Evaluación del desarrollo


• Evaluación diagnóstica integral
• Evaluación del desarrollo

La evaluación del desarrollo es una prueba corta que indica si los niños están
aprendiendo las destrezas básicas a su debido tiempo o si es posible que tengan retrasos.
Durante la evaluación del desarrollo, es posible que el médico les haga algunas preguntas a
los padres o que hable y juegue con el niño durante el examen a fin de observar cómo
aprende, habla, se comporta y se mueve. Un retraso en cualquiera de estas áreas puede ser
señal de que hay un problema.

Se les debe hacer evaluaciones para detectar retrasos del desarrollo y discapacidades a
los niños en las visitas de rutina al médico a las siguientes edades:

• 9 meses
• 18 meses
• 24 o 30 meses

Es posible que se necesiten hacer más evaluaciones si un niño tiene riesgo alto de tener
problemas del desarrollo por haber nacido prematuro, tener bajo peso al nacer o por otros
motivos.

Además, debe evaluarse a todos los niños específicamente para detectar TEA durante las
visitas de rutina a las siguientes edades:

• 18 meses
• 24 meses
Es posible que se necesiten hacer más evaluaciones si un niño tiene riesgo alto de tener
un TEA (p. ej., si tiene una hermana, hermano u otro familiar con un TEA) o si presenta
comportamientos que, a veces, se relacionan con este tipo de trastorno.

Es importante que los médicos evalúen a todos los niños para detectar los retrasos en el
desarrollo, pero, en especial, que controlen a los que tengan un riesgo más alto de problemas
del desarrollo debido a que nacieron prematuramente, tuvieron bajo peso al nacer o tienen
un hermano o hermana con un TEA.

Evaluación diagnóstica integral

El segundo paso del diagnóstico es una evaluación integral. Esta revisión minuciosa
puede incluir observar el comportamiento y desarrollo del niño, y entrevistar a los padres.
Es posible que también incluya una evaluación de la audición y la vista, pruebas genéticas,
neurológicas y otras pruebas médicas.

En algunos casos, el médico de atención primaria podría decidir remitir al niño y su


familia a un especialista para que le haga más evaluaciones y determinar el diagnóstico. Los
especialistas que pueden hacer este tipo de evaluación incluyen los siguientes:

• Pediatras del desarrollo (médicos que tienen una capacitación especial en el


desarrollo de los niños y en los niños con necesidades especiales)
• Neurólogos pediatras (médicos que tratan el cerebro, la columna vertebral y
los nervios)
• Sicólogos o siquiatras para niños (médicos que saben sobre la mente humana)

Los 4 tipos de Autismo y sus características:

Existen distintos tipos de trastorno del espectro autista. Ahora bien, esta clasificación
ha sufrido alguna modificación con la publicación del Manual Diagnóstico Estadístico de los
Trastornos Mentales (DSM-V). A continuación, repasaremos los distintos subtipos de TEA y
los cambios reflejados en el DSM-V en sus últimas ediciones.

Cambios en el DSM-V respecto al trastorno del espectro autista (TEA)

En su quinta edición, el DSM, publicado por la American Psychiatric Association, ha


incorporado cambios respecto a al TEA, pues ha eliminado criterios diagnósticos utilizados
desde hace décadas. De hecho, a lo largo de los años, el TEA ha sido objeto de distintas
modificaciones en este manual. En su primera edición (1952), fue clasificado con el término
de “esquizofrenia infantil”, lo que dista mucho del concepto actual. Cada uno de estos
cambios ha creado cierta polémica, y la nueva edición del DSM no ha sido una excepción.
Una de las modificaciones más notables respecto al DSM-IV hace referencia a la
sintomatología del TEA. Si en la cuarta edición la definición diagnóstica del trastorno del
espectro autista se caracterizaba por tres síntomas conocidos como la triada: deficiencias en
la reciprocidad social, deficiencias en el lenguaje o en la comunicación y repertorio de
intereses y actividades restringido y repetitivo. En la quinta edición solo existen dos
categorías de síntomas: deficiencias en la comunicación social (es decir, que incluye las dos
primeras categorías anteriores, aunque presenta algunos cambios respecto a éstos) y los
comportamientos restringidos y repetitivos.

Además, si en el DSM-IV el autismo pertenecía a los “trastornos generalizados del


desarrollo” (TGD). En el DSM-V, se ha sustituido esta definición por “trastornos del espectro
autista” (TEA), que se incluye dentro de “trastornos del neurodesarrollo”.

Por otro lado, las subcategorías de este trastorno también han sufrido
modificaciones. En la cuarta edición se incluían cinco subtipos de autismo: el trastorno
autista, el Síndrome de Asperger, el trastorno desintegrativo infantil, el trastorno
generalizado del desarrollo no especificado (TGD no especificado) y el síndrome de Rett. En
la quinta edición, se ha prescindido del Síndrome de Rett, quedando solo 4 subtipos.

Tipos de trastornos de Trastorno del Espectro Autista

Pero ¿qué características presentan tipos de Autismo? En las siguientes líneas te lo


explicamos detalladamente.

1. Autismo o Síndrome de Kanner

Éste es el trastorno que la mayoría de los individuos asocia con el trastorno del
espectro autista, y recibe en nombre de Síndrome de Kanner en relación con el Dr. Kranner,
un médico que estudió y describió esta condición en los años 30.

Los sujetos con autismo poseen una limitada conexión emocional con los demás, y
parece que estén inmersos en su propio mundo. Son más propensos a mostrar
comportamientos repetitivos, por ejemplo, pueden organizar y reorganizar el mismo grupo
de objetos, hacia adelante y atrás durante períodos prolongados de tiempo. Y son individuos
altamente sensibles ante estímulos externos como sonidos.

Es decir, pueden estresarse o agitarse cuando se expone a ruidos específicos, luces


brillantes o sonidos o, por otro lado, van a insistir en el uso de determinadas prendas de
vestir o colores o van a querer ubicarse en determinadas zonas de la habitación sin ningún
motivo aparente.
Para saber más sobre la sintomatología del autismo y algunos aspectos menos
conocidos, puedes leer nuestro artículo: "Autismo: 8 cosas que no conocías sobre este
trastorno"

2. Síndrome de Asperger

El Síndrome de Asperger es un trastorno del espectro autista más complicado de


diagnosticar y, en ocasiones, este diagnóstico se suele realizar más tarde que el caso anterior.
Esto ocurre porque estos sujetos con Asperger presentan una inteligencia media (alta) que
puede ocasionar que se infravaloren las dificultades y limitaciones que presentan estos
sujetos.

El déficit se encuentra, por tanto, en el campo de las habilidades sociales y el


comportamiento, siendo lo suficientemente importante como para comprometer
seriamente su desarrollo e integración social y laboral. Además, las personas con Síndrome
de Asperger muestran carencias en la empatía, poca coordinación psicomotriz, no entienden
las ironías ni el doble sentido del lenguaje y se obsesionan con ciertos temas.

La causa del Síndrome de Asperger parece ser la disfunción de varios circuitos


cerebrales, y las zonas afectadas son la amígdala, los circuitos fronto estriados y temporales
y el cerebelo, áreas del cerebro que están implicadas en el desarrollo de la relación social.

Puedes profundizar en el conocimiento de este trastorno en nuestro artículo:


"Síndrome de Asperger: 10 señales para identificar este trastorno"

3. Trastorno desintegrador infantil o Síndrome de Heller

Este trastorno, normalmente referido como Síndrome de Heller, suele aparecer


sobre los 2 años, aunque puede no diagnosticarse hasta pasados los 10 años.

Es similar a los TEA anteriores porque afecta a las mismas áreas (lenguaje, función
social y motricidad), aunque se diferencia de éstos en su carácter regresivo y repentino, lo
que puede provocar que incluso el propio sujeto se dé cuenta del problema. Los individuos
con Síndrome de Heller pueden tener un desarrollo normal hasta los 2 años, y pasado este
tiempo sufrir la sintomatología característica de este trastorno. Distintos estudios concluyen
que este trastorno es entre 10 y 60 veces menos frecuente que el autismo. Sin embargo, su
pronóstico es peor.
4. Trastorno generalizado del desarrollo no especificado

Cuando los síntomas clínicos que presenta el sujeto con trastorno del espectro autista
son demasiado heterogéneos y no encajan en su totalidad con los tres tipos anteriores, se
emplea la etiqueta diagnóstica de “trastorno generalizado del desarrollo no especificado”.

El sujeto con este trastorno se caracteriza por tener un déficit de reciprocidad social,
problemas severos de comunicación y la existencia de intereses y actividades peculiares,
restringidas y estereotipadas.

TEST DE EVALUACION DE TEA.

DSM-V

http://www.autismosevilla.org/as_profesionales_pruebas.html

PDF Autismo y valoración.

REFERENCIAS

Johnson, C.P. Early Clinical Characteristics of Children with Autism. In: Gupta, V.B. ed: Autistic
Spectrum Disorders in Children. New York: Marcel Dekker, Inc., 2004:85-123.

Lord C, Risi S, DiLavore PS, Shulman C, Thurm A, Pickles A. Autism from 2 to 9 years of age.
Arch Gen Psychiatry. 2006 Jun;63(6):694-701.

Martos, J. y cols (Ed) (2005) Autismo: El futuro es hoy. Madrid: Imserso-APNA.


TRASTORNO DE DEFICIT DE ATENCION CON Y SIN
HIPERACTIVIDAD.
TRASTORNO DE DEFICIT DE ATENCION CON Y SIN HIPERACTIVIDAD.

El trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) es una disfunción de


origen neurobiológico que conlleva una inmadurez en los sistemas que regulan el nivel de
movimiento, la impulsividad y la atención.

“El TDAH puede presentarse con hiperactividad o sin ella”, especifica a CuidatePlus Azucena
Díez, presidenta de la Sociedad Española de Psiquiatría Infantil de la Asociación Española de
Pediatría y miembro del departamento de Psiquiatría de la Clínica Universidad de Navarra.
“Estos niños tienen menos capacidad para atender o se mueven más de lo que se esperaría
para su edad”.

Dado que es un trastorno del neurodesarrollo, para que se considere TDAH los
síntomas tienen que aparecer antes de los 12 años. Si no aparecen antes, no se puede hacer
un diagnóstico. “No hay TDAH que comience en la edad adulta”, añade.

Los trastornos por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) vienen definidos por la
presencia de tres síntomas fundamentales:

1. Disminución de la atención.

2. Impulsividad.

3. Hiperactividad.

En realidad, es mucho más que un trastorno. Es un síndrome de dimensiones


enormes, que alcanza una gran cantidad de facetas y se debería denominar “Síndrome de
Déficit de Atención e Hiperactividad (SDAHA) con mucha más propiedad que TDAH. En los
últimos años van cobrando importancia creciente una serie de trastornos comórbidos,
expuestos más adelante, cuya presencia o no va a jugar un papel mucho más decisivo sobre
el tratamiento y consecuencias pronósticas para los individuos que los tres signos
fundamentales. Aunque el cuadro se conoce desde siempre a lo largo de la historia de la
humanidad, las bases científicas del conocimiento de sus peculiaridades clínicas se
establecieron a principios del siglo XX. Antes de llegar a la denominación actual de “síndrome
de déficit de atención e hiperactividad”, casi unánimemente aceptado, recibió diversos
nombres científicos tales como “daño cerebral mínimo” y “disfunción cerebral mínima”. No
obstante, a nivel del lenguaje de la calle, las personas que padecían el cuadro eran conocidos
como “culos de mal asiento”, “veletas”, “cabezas ligeras”, “ovejas descarriadas”. ” cabezas
locas” y denominaciones similares.
PREVALENCIA

A medida que ha pasado el tiempo se han ido incrementando los porcentajes de


personas que padecen este cuadro, a la vez que ha ido disminuyendo la edad a la que puede
ser diagnosticado. Si bien hace unos años se estimaba la prevalencia del TDAH en el 4%-6%,
los últimos estudios epidemiológicos dan cifras que rondan el 20% y hasta los más prudentes
sitúan la prevalencia por encima del 10%. Es posible que las diferentes pruebas valorativas
jueguen un papel importantísimo en los porcentajes de prevalencia. Así, las europeas son
muy restrictivas y dan porcentajes mucho más bajos que las americanas, que son más
generosas en valorar positivamente hechos no reconocidos por las europeas, y por ello dan
prevalencias más altas. Es verdad que todavía no se ha establecido una frontera entre
personalidad y patología en las manifestaciones externas de los sujetos con TDAH y ello
puede elevar las cifras de prevalencia. Tal vez ello llegue a través de los trastornos
comórbidos.

El TDAH ha sido considerado como un cuadro que predominaba ampliamente en los


varones respecto a las mujeres, pero esta teoría va perdiendo fuerza a medida que pasa el
tiempo y actualmente se estima que su prevalencia es muy similar en ambos sexos, si bien
parece que en los varones puede predominar la hiperactividad y en las mujeres el déficit de
atención. Asimismo, se consideraba tradicionalmente que este trastorno era exclusivo de la
infancia y adolescencia. La realidad no es esa. El cuadro persiste en la edad adulta y sus
manifestaciones más graves para la familia y la sociedad, y las dificultades para controlarlas
suelen ocurrir a esta edad.

La importancia alcanzada por este síndrome a nivel familiar, social y sanitario está
fuera de duda. El hecho de haberlo considerado hasta ahora como una “patología menor”,
con el erróneo argumento emitido por muchos (con escasos conocimientos sobre la
repercusión de este síndrome) de que está “sobredimensionado” ha llevado acarreado, si no
un desinterés total por su estudio, al menos un interés inferior al de su auténtica
importancia. Hoy constituye, junto con la alergia, la patología más frecuente en el niño, y,
junto con otros trastornos psiquiátricos de identificación mejor definida, una de las
patologías de mayor prevalencia y un desafío para el futuro en la investigación psiquiátrica y
neurológica en los adultos.

ETIOLOGÍA

No hay duda de que el TDAH es un cuadro orgánico, con origen en deficiencias


anatómico-biológicas que afectan preferentemente a ciertas estructuras cerebrales y que no
es patrimonio exclusivo de los humanos. En seres el reino animal superior (caballos, toros,
perros, gatos, monos, etc.) pueden observarse comportamientos similares. La etiología
puede ser tanto genética como adquirida, pero en ambas circunstancias con la misma base
bioquímica como origen del trastorno. La mayoría de los casos son hereditarios por vía
autosómica dominante por parte de ambos progenitores de manera similar. Además de los
casos hereditarios, están los de origen adquirido. En estos últimos años se está observando
un importante aumento de este grupo debido fundamentalmente al gran número de niños
prematuros y de peso muy bajo, a veces provenientes de partos múltiples, que salen
adelante gracias a los sofisticados cuidados intensivos neonatales, predominando en sus
secuelas la inquietud, la falta de atención y la impulsividad. En los niños adoptados la
etiología puede ser combinada – constitucional o genética y adquirida – y, además, contar
con la probabilidad de heredar mucha patología comórbida (violencia, conflictividad
personal, tendencia al consumo de alcohol y drogas, etc.). Existe mucha probabilidad de ello
en los niños provenientes de cualquier parte, exceptuando las niñas provenientes de China,
rechazadas por sus padres por el solo hecho de ser niñas. Hay patologías de otra naturaleza
en las que hay un porcentaje alto de personas que, además de la sintomatología propia de
ellas, también presentan TDAH (ej: neurofibromatosis tipo 1, X-frágil, etc).

PATOGENIA

El trastorno funcional, es decir, las alteraciones clínicas, se llevan a cabo por


problemas bioquímicos en proyecciones de conexión entre los lóbulos frontales y los núcleos
basales, que afectan tanto al transporte como a la recaptación de la dopamina y en menor
grado, de la serotonina y de la norepinefrina. Ello ocurre tanto en los sujetos en los que el
trastorno tiene origen genético como en los de causa adquirida.

CLÍNICA

Tiene diferente expresión según la edad y el sexo de los pacientes. Aunque se tiende
a englobar las alteraciones clínicas en la falta de atención, la impulsividad y la hiperactividad,
hay que enfatizar en la diferente expresión que tiene el cuadro en cada edad. Durante el
primer año, los niños suelen dormir mal y estar con los ojos muy abiertos y algunos
comienzan a andar excesivamente pronto (entre los 6-10 meses), aunque la mayoría marcha
sin ayuda algo tarde. Posteriormente estos niños muestran hipotonía, pies planovalgos y
miedo a dormir solos por lo que no permiten que se apague la luz – a veces durante toda la
noche – y quieren acostarse con los padres. Durante los seis primeros años de vida la
característica que mejor define a estos niños es su concepto vital – el mundo se circunscribe
a ellos, y los demás son el entorno que les tiene que servir – mostrándose torpes para la
motricidad fina, inquietos, caprichosos, entrometidos, acaparadores, egoístas y con poca
capacidad de frustración. Durante la edad escolar se muestran dispersos, infantiles,
inmaduros, mienten y pueden sustraer dinero en casa, se levantan del pupitre muchas veces,
interrumpen a otros niños y a profesores, les cuesta aprender a leer y escribir, tienen
dificultades especialmente para las Matemáticas y la Lengua, presentan fracaso escolar con
mucha frecuencia, muestran su falta de habilidad motriz tanto en el manejo del lápiz y
cuchara como en los deportes de habilidad (ej: el fútbol). En épocas prepuberales siguen
presentando las mismas alteraciones descritas y, además, muestran sus tendencias al
machismo, exhibicionismo y ausencia de sentido del ridículo (ej: se dejan cabello
excesivamente largo o corto, o bien se lo tiñen, se ponen pendientes en el caso de los
varones, que pueden ser varios pares en el caso de las chicas, se dejan coleta y se esfuerzan
por mostrar apariencia de “progres”; pueden comenzar a fumar desde muy temprano no
sólo cigarrillos sino también probar los porros. Comienzan pronto a ser expulsados de los
colegios por su bajo rendimiento y por su comportamiento conflictivo. Durante la pubertad
y vida adulta joven pueden comenzar o continuar los grandes problemas, tales como fracaso
escolar y laboral, drogadicción – es probable que más del 70% de los drogadictos provengan
de personas con este síndrome – conflictos de convivencia en casa, en el trabajo y en la
sociedad, formación de colectivos de apoyo mutuo (formación de pandillas), exacerbación
del machismo y del aspecto estrafalario en los hombres y de los signos de inmadurez en las
mujeres, correspondiéndose estos signos principalmente con una excesiva preocupación por
su apariencia externa, que en muchas ocasiones las llevan a ponerse muchos aros en las
orejas así como colgantes, piercings, tatuajes y otros tipos de adornos por cualquier parte
del cuerpo, teñidos del cabello en diferentes colores, o fumar desaforadamente.
Desgraciadamente aquello de “genio y figura…” suele cumplirse en ellos, por lo que las
alteraciones tienen muchas posibilidades de perpetuarse y los problemas van a continuar en
las diferentes etapas de la edad adulta, aunque con diferencias de expresión clínica y/o
familiar y social debido a que pasan del papel de hijos al de padres.

Aunque la expresión del cuadro clínico es básicamente la misma en varones y en


mujeres, hecho que se va poniendo más en evidencia a medida que las mujeres se van
liberando de cualidades que siempre se consideraron como consustanciales con la
feminidad, sin embargo, todavía parece predominar la hiperactividad, conflictividad escolar,
familiar, laboral y social, en el varón mientras que en la mujer suele predominar el déficit de
atención, la excesiva preocupación por su apariencia externa, con gran coquetería y la
necesidad de ser admiradas – les interesa más ser envidiadas y deseadas que queridas –
mostrándose tímidas fuera de casa y muy impositivas y poco colaboradoras dentro de ella.
Es verdad que, en los últimos años, la actitud oposicional desafiante, uno de los trastornos
comórbidos que conlleva peores augurios, emerge con más fuerza en las mujeres.

Hay algunos subtipos dentro de este síndrome.

1) Uno en el que predomina la hiperactividad.

2) Otro en el que predomina el déficit de atención.


3) Otro, el más numeroso, en el que hay combinación de déficit de atención y de
hiperactividad.

¿Qué es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad?

Es un problema que se presenta comúnmente en la infancia, especialmente durante


los primeros 7 años, y que puede dificultar la concentración y aprendizaje de quien lo padece.

Involucra un comportamiento que tiende a afectar el desenvolvimiento de los niños


en los ámbitos familiar, social y educativo, el cual se hace aún más evidente al momento en
el que el niño se incorpora al sistema educativo formal, es decir, cuando comienza a formarse
dentro de la escuela.

Actualmente, el 5% de la población infantil presenta TDAH, lo que representa


alrededor de 2 niños por salón de clases.

Podemos decir que se trata de un síndrome de la conducta y la persona que lo padece


tiene la capacidad de emprender actividades por sí solo, pero con esa misma facilidad pierde
el interés rápidamente, presenta ciertas dificultades para mantenerse quieto y, además, no
piensa antes de actuar.

Quizá te has preguntado en muchas oportunidades si este déficit trae consigo algunos
efectos y, de la misma manera, te interesa saber si existen algunos ejercicios para mejorar la
calidad de vida de tu hijo(a).

Algunas de las principales características del déficit de atención en niños: el


desequilibrio emocional, la distracción recurrente, los movimientos que son generados por
la constante inquietud, entre otras conductas.

Tipos de TDAH.

Se han establecido tres tipos de TDAH según el nivel de los síntomas que experimenta
el individuo. Descripción de los tres tipos de TDAH:

1. Predominantemente inatento. Es difícil para el individuo organizar o terminar una tarea,


prestar atención a los detalles, o seguir instrucciones o una conversación. La persona
afectada se distrae fácilmente u olvida los detalles de las rutinas diarias.

2. Predominantemente hiperactivo-impulsivo. La persona se muestra inquieta y habla


mucho. Le es difícil permanecer tranquila por mucho tiempo (p. ej., para comer o para
realizar un trabajo). Los niños más pequeños tienden a correr, saltar o trepar
constantemente. El individuo se muestra impaciente y tiene problemas de impulsividad.
Cuando una persona es impulsiva, puede que interrumpa mucho a los demás, le quite cosas
a otra persona o hable en momentos inoportunos. Se le dificulta esperar su turno u oír
instrucciones. Una persona impulsiva puede tener más accidentes y lesiones que otras.

3. Combinado. La persona afectada experimenta los síntomas de los tipos anteriores por
igual.

Tanto como el 50% de los niños con el TDAH también sufren de otros trastornos
mentales. Estas comorbidades del TDAH (otros trastornos que ocurren junto con el TDAH)
dificultan el diagnóstico y el tratamiento del TDAH. Dichas comorbidades pueden exponer al
individuo con el TDAH a otros retos.

Causas del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

Si bien este trastorno neurológico es un síndrome de la conducta que tiene su origen


en los genes y en las células del sistema nervioso y que, en su momento, el pediatra inglés
George Still lo definió como un factor heredado; su denotación ha ido cambiando al pasar
los años.

Hasta la fecha no se ha determinado con exactitud cuáles son las causas del déficit
de atención, pero se cree que puede deberse a una combinación de los siguientes factores:

• La genética: se piensa que, en algunos casos, este tipo de trastorno puede


desarrollarse por herencia familiar.
• El plomo: Este compuesto está presente en pinturas viejas y en algunos
repuestos utilizados en la plomería, y se cree que puede intervenir en el
desarrollo del TDAH.
• La ingesta de alcohol y cigarrillos durante el embarazo.
• Posibles daños cerebrales.
• Ciertos aditivos presentes en los productos alimenticios. Se cree que algunos
colorantes artificiales pueden agravar la hiperactividad.
• Síntomas del TDAH

Existe una gran cantidad de síntomas asociados a este tipo de trastorno. Inicialmente,
algunos de ellos pueden considerarse conductas comunes desarrolladas por un niño, pero el
TDAH tiende a exacerbarlos y a hacer que se presenten más frecuentemente.

Quienes lo padecen tienden a presentar como mínimo seis de estos síntomas,


principalmente durante sus primeros 7 años de vida:

• Se distraen con facilidad y tienden a olvidarse de las cosas muy continuamente.


• Pasan de una actividad a otra con gran rapidez, a veces sin culminarlas.
• Tienen una enorme dificultad para seguir indicaciones.
• Se les hace difícil terminar labores específicas como las actividades escolares o las
tareas del hogar. Conoce en nuestro sitio actividades para niños de preescolar.
• Pierden sus objetos con asiduidad (libros, juguetes, útiles escolares).
• Les cuesta estarse quietos, corren y saltan de un lugar a otro sin parar, y tienden a
retorcerse mucho.
• Parecen soñar despiertos con mucha frecuencia.
• En ocasiones se expresan de un modo indebido, pues suelen ser un tanto
imprudentes.
• Les cuesta mantener sus emociones bajo control.
• Sienten la necesidad de tocar cada cosa que ven y de jugar con ellas.
• No dejan de hablar y habitúan interrumpir conversaciones.
• Son personas sumamente impacientes.

Es sumamente importante prestarle atención en los menores y estar atento a cada una
de las actividades que realiza en su vida diaria porque, allí te darás cuenta qué agente le está
ocasionando esas conductas; y si sospechas de un trastorno de déficit de atención llévalo a
un especialista, médicos o psicólogos.

Diagnóstico del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

El déficit de atención e hiperactividad puede diagnosticarse a través de pruebas


realizadas por un médico o especialista en salud mental, que cuente con experiencia en el
estudio y tratamiento de este tipo de trastorno.

Sin embargo, es importante conocer que no existe una única evaluación que permita
determinar con exactitud si un niño padece o no de TDAH, el proceso de investigación puede
llevar incluso algunos meses antes de dar con el verdadero resultado.

También, puede que el médico o especialista requiera de testimonios, tanto de


familiares como de profesores, para adquirir la información necesaria respecto al
comportamiento del niño.

Se debe entender que el proceso de diagnóstico suele ser un poco complicado,


puesto que algunos síntomas pueden estar asociados a otro tipo de problemas. Así, por
ejemplo, un niño puede tener problemas para concentrarse, pero aparenta ser calmado y
tener una conducta aceptable, o puede darse el caso de que tenga un mal comportamiento
en la escuela, pero los maestros no pueden identificar que se trata de un caso de TDAH.

En el 2015, estudios estimaron que, en México, un 5% de los niños padecen del


trastorno de déficit de atención. De este número, 30% son diagnosticados, pero sólo menos
del 15% de los niños con TDA siguen un tratamiento adecuado.
Determinar si un niño tiene el TDA/H es muy difícil para los padres porque todos los
niños en algún momento pueden estar distraídos (inatención), pueden exhibir demasiada
actividad física (hiperactividad) y/o actuar de repente sin pensar en las consecuencias
(impulsividad). En niños con el TDA/H, algunos de los síntomas deben comenzar antes de los
siete años y deben suceder con más frecuencia y severidad que en otros niños de la misma
edad. Los síntomas no se presentan durante el curso de otro trastorno ni son el resultado de
otra enfermedad mental. Además, los síntomas deben crear dificultades en por lo menos dos
aspectos de la vida social del niño, por ejemplo, en la escuela y en el hogar. Para ser
diagnosticado con TDA/H, los niños deben exhibir seis de los nueve síntomas en alguna o
ambas categorías “A” y “B” listadas abajo.

A. Inatención:

• No logra prestar atención a los detalles o comete errores por descuido en sus tareas
escolares, el trabajo u otras actividades

• Tiene dificultad para mantener la atención a las tareas o juegos

• Parece no estar escuchando cuando se le habla directamente

• No sigue instrucciones y no termina las tareas escolares o quehaceres

• Tiene dificultad para organizar las tareas y actividades

• Evita, no le gusta o no quiere participar en actividades que requieren esfuerzo


mental por tiempo largo

• Pierde los útiles necesarios para completar las tareas o actividades tales como los
juguetes, los lápices, libros, o herramientas

• Se distrae fácilmente

• Es olvidadizo durante las actividades diarias

B. Hiperactividad

• Está inquieto con las manos o los pies, o se mueve demasiado mientras está sentado

• Se va de la silla en el salón de clase o en otras situaciones donde se espera que


permanezca sentado

• Corre o trepa excesivamente en situaciones donde es inapropiado

• Tiene dificultad para incluirse calladamente en juegos o pasatiempos


• Siempre está en actividad o actúa como si estuviera impulsado por un motor

• Habla excesivamente

C. Impulsividad

• Contesta abruptamente antes de haber terminado la pregunta

• Tiene dificultad para esperar en fila o para tomar su turno

• Interrumpe o se entromete en lo que otros están haciendo

¿Existen diferentes tipos de TDA/H?

Hay tres tipos de TDA/H:

1. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad del tipo con predominio de la


inatención. - Los chicos que tienen este tipo de TDAH tienen dificultad para poner atención.
Se distraen con facilidad, pero no tienen mayor problema con la impulsividad o la
hiperactividad. A veces se denomina de manera no oficial como trastorno por déficit de
atención (o TDA).

Los chicos con este tipo de TDAH pueden “pasar inadvertidos” porque no molestan
en clase. De hecho, es posible que parezcan tímidos o que “sueñan despiertos”. Aunque
puede que no tengan problemas de conducta importantes, su inatención puede provocarles
muchas otras dificultades.

Algunas de las características que presenta son:

1. Frecuentemente no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por


descuido en las tareas escolares, en el trabajo o en otras actividades
2. A menudo muestra dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades
lúdicas
3. A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente
4. A menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos, u
obligaciones en el centro de trabajo (no se debe a comportamiento negativista o a
incapacidad para comprender instrucciones)
5. A menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades
6. A menudo evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a tareas que
requieren un esfuerzo mental sostenido (como trabajos escolares o domésticos)
7. A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades, como juguetes u
objetos escolares
8. A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes
9. A menudo es descuidado en las actividades diarias

2. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad del tipo con predominio de la


hiperactividad impulsividad. - Los chicos que tienen este tipo de TDAH presentan síntomas de
hiperactividad y sienten la necesidad de moverse constantemente. También tienen dificultad
para controlar los impulsos. Por lo general no tienen mayor problema con la falta de
atención. Esta presentación se ve más a menudo en niños muy pequeños.

Suele ser más sencillo identificar las señales de este tipo de TDAH. Los chicos que lo
tienen podrían tener dificultad para permanecer sentados en clase y para controlar su
comportamiento.

Las características que presentan son:

1. A menudo mueve en exceso manos y pies, o se remueve en su asiento, inquieto


2. A menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera
que permanezca sentado
3. A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo
(en adolescentes o adultos puede limitarse a sentimientos subjetivos de inquietud)
4. A menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de
ocio
5. A menudo "está en marcha" o suele actuar como si tuviera un motor
6. A menudo habla en exceso Impulsividad
7. A menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas
8. A menudo tiene dificultades para guardar tumo
9. A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros (por ejemplo, se
entromete en conversaciones o juegos)

3. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad del tipo combinado. Los niños
presentan los síntomas de ambos, la inatención y la hiperactividad impulsividad. Este es el tipo
de TDA/H más común. - Los chicos que tienen este tipo de TDAH muestran problemas
significativos, tanto de hiperactividad/impulsividad como de falta de atención. Sin embargo,
puede que al irse acercando a la adolescencia disminuyan gradualmente sus problemas de
hiperactividad/impulsividad.

Revise una lista completa de síntomas del TDAH. Conozca cómo se diagnostica el
TDAH y cómo puede manifestarse de manera diferente en las niñas que en los niños. Si le
preocupa que su hijo pudiera tener TDAH, averigüe qué hacer.
Diferencias existentes entre TDA y TDAH

El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDA-H) está compuesto
por tres subtipos: Predominantemente inatento, predominantemente hiperactivo-impulsivo
o combinado (presenta tanto déficit de atención como hiperactividad e impulsividad). En
este artículo nos centraremos en las diferencias entre el TDA y

TDAH.

Empezaremos definiendo que es el TDAH; Barkley en 1990, describe así el TDA-H: "Es
un trastorno del desarrollo caracterizado por niveles de falta de atención, sobreactividad,
impulsividad inapropiados desde el punto de vista evolutivo. Estos síntomas se inician a
menudo en la primera infancia, son de naturaleza relativamente crónica y no pueden
atribuirse a alteraciones neurológicas, sensoriales, del lenguaje grave, a retraso mental a
trastornos emocionales importantes. Estas dificultades se asocian normalmente a déficit en
las conductas gobernadas por las reglas y a un determinado patrón de rendimiento".

El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDA-H) está compuesto
por tres subtipos: Predominantemente inatento, predominantemente hiperactivo-impulsivo
o combinado (presenta tanto déficit de atención como hiperactividad e impulsividad). En este
artículo nos centraremos en las diferencias entre el TDA y TDAH.

Empezaremos definiendo que es el TDAH; Barkley en 1990, describe así el TDA-H: "Es
un trastorno del desarrollo caracterizado por niveles de falta de atención, sobreactividad,
impulsividad inapropiados desde el punto de vista evolutivo. Estos síntomas se inician a
menudo en la primera infancia, son de naturaleza relativamente crónica y no pueden
atribuirse a alteraciones neurológicas, sensoriales, del lenguaje grave, a retraso mental a
trastornos emocionales importantes. Estas dificultades se asocian normalmente a déficit en
las conductas gobernadas por las reglas y a un determinado patrón de rendimiento"

¿Qué diferencias existen entre Déficit de atención e Hiperactividad?

El tipo predominantemente inatento o comúnmente llamado Trastorno por Déficit de


Atención o TDA, involucra falta de atención y concentración, así como también un
comportamiento de distracción. Los niños que padecen de este subtipo no son
excesivamente activos y tampoco interrumpen las clases; más bien ellos típicamente no
completan sus tareas, se distraen con facilidad, cometen errores imprudentes y evitan
actividades que requieren de trabajo mental continuo y de mucha concentración. Y como no
interrumpen, es más probable que dichos síntomas se pasen por alto. A estos niños con
frecuencia se les malinterpreta como perezosos, desmotivados e irresponsables. Ellos
representan aproximadamente el 30% de todos los individuos que padecen del TDAH.
Los niños con déficit de atención o TDA, presentan en muchas ocasiones confusión e
inatención, lo que los lleva a una pérdida importante de la información. Generalmente,
presentan un tempo cognitivo lento. Tiene dificultades en la memoria de trabajo y en retener
información nueva. Todo ello ocasiona que en las instrucciones orales o escritas cometan
errores. No se caracterizan por ser niños agresivos, con lo cual no suelen tener demasiados
problemas en crear amistades entre iguales.

El perfil hiperactivo-impulsivo, sin embargo, se muestra muy inquieto cuando debe


permanecer sentado. En situaciones inadecuadas corre o trapa de manera excesiva. Como
expresan muchas madres de niños hiperactivos, "es como si estuviera literalmente
impulsado por un motor". Continuamente está hablando, teniendo grandes dificultades en
permanecer callado. En comparación, con la población del subtipo con déficit de atención,
puede presentar más agresividad. Del mismo modo suelen tener mayores dificultades en
establecer relaciones sociales debido a su carácter impulso. La adolescencia puede ser
problemática si no se trabajan los síntomas desde la infancia

Si comparamos las conductas de los niños inatentos con los hiperactivos-impulsivos,


encontramos en común que a ambos les cuesta mantener la atención, seguir las rutinas y las
órdenes o pautas de forma continuada y se diferencian por su impulsividad o precipitación:

SÍNTOMAS DE INATENCIÓN SÍNTOMAS DE HIPERACTIVIDAD

Las características más destacables del Las características más destacables de la


déficit de atención o TDA son: hiperactividad son:

• Tienen una gran dispersión mental • Incapacidad para estarse quieto y


y se distraen muy fácilmente. concentrarse en algo. Les suele
costar mantener todo su cuerpo
• Les cuesta entender las cosas de un relajado. Siempre están moviendo
modo claro y rápido. Parece que los pies, mordiéndose las uñas, etc.
nunca entienden las órdenes al cien
por cien. • Normalmente es incapaz de acabar
algo que le suponga un esfuerzo (a
• Cualquier tarea que implique no ser que le motive
mucha atención o concentración especialmente).
les supone un esfuerzo titánico que
no siempre son capaces de • Cuando habla se expresa con
mantener hasta el final. excesiva locuacidad. No puede
esperar su turno e interrumpe con
• Dificultad para organizarse. facilidad a los demás.

• Es muy impaciente y le cuesta estar


sentado de forma relajada.
• Son muy distraídos y se olvidan • Su impulsividad le lleva a
rápidamente de las cosas si no las precipitarse en la mayoría de sus
han entendido claramente. acciones

El DSM es el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (Diagnostic


and Statistical Manual of Mental Disorders). En 2013 la American Psychiatric Association
publicó la quinta revisión de éste, el DSM-5, en vigor en la actualidad. Anteriormente el
manual DSM-IV TR se publicó en 2001. Es el sistema de clasificación de trastornos mentales
más utilizado a nivel mundial, aportando descripciones, síntomas y otros criterios útiles para
el diagnóstico de los trastornos mentales. Es revisado de forma periódica, de acuerdo con las
investigaciones, estudios y descubrimientos realizados.

Criterios del DSM-5

A continuación, se detalla la clasificación del TDAH según el DSM-5:

A- Patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere con el


funcionamiento o desarrollo que se caracteriza por (1y/o (2):38

1. Inatención

Seis (o más) de los siguientes síntomas se han mantenido durante al menos 6 meses en un
grado que no concuerda con el nivel de desarrollo y que afecta directamente las actividades
sociales y académicas/laborales:

NOTA: Los síntomas no son sólo una manifestación del comportamiento de oposición,
desafío, hostilidad o fracaso para comprender las tareas o instrucciones. Para adolescentes
mayores y adultos (a partir de 17 años de edad), se requiere un mínimo de 5 síntomas.

a. Con frecuencia falla en prestar la debida atención a los detalles o por descuido se cometen
errores en las tareas escolares, en el trabajo o durante otras actividades (por ejemplo, se
pasan por alto o se pierden detalles, el trabajo no se lleva a cabo con precisión).

b. Con frecuencia tiene dificultades para mantener la atención en tareas o actividades


recreativas (por ejemplo, tiene dificultad para mantener la atención en clases, conversaciones
o lectura prolongada).

c. Con frecuencia parece no escuchar cuando se le habla directamente (por ejemplo, parece
tener la mente en otras cosas, incluso en ausencia de cualquier distracción aparente).
d. Con frecuencia no sigue las instrucciones y no termina las tareas escolares, los quehaceres
o los deberes laborales (por ejemplo, inicia tareas pero se distrae rápidamente y se evade con
facilidad).

e. Con frecuencia tiene dificultad para organizar tareas y actividades (por ejemplo, dificultad
para gestionar tareas secuenciales; dificultad para poner los materiales y pertenencias en
orden; descuido y desorganización en el trabajo; mala gestión del tiempo; no cumple los
plazos).

f. Con frecuencia evita, le disgusta o se muestra poco entusiasta en iniciar tareas que
requieren un esfuerzo mental sostenido (por ejemplo, tareas escolares o quehaceres
domésticos; en adolescentes mayores y adultos, preparación de informes, completar
formularios, revisar artículos largos).

g. Con frecuencia pierde cosas necesarias para tareas o actividades (por ejemplo, materiales
escolares, lápices, libros, instrumentos, billetero, llaves, papeles de trabajo, gafas, móvil).

h. Con frecuencia se distrae con facilidad por estímulos externos (para adolescentes mayores
y adultos, puede incluir pensamientos no relacionados).

i. Con frecuencia olvida las actividades cotidianas (por ejemplo, hacer las tareas, hacer las
diligencias; en adolescentes mayores y adultos, devolver las llamadas, pagar las facturas,
acudir a las citas).

2. Hiperactividad e Impulsividad

Seis (o más) de los siguientes síntomas se han mantenido durante al menos 6 meses en un
grado que no concuerda con el nivel de desarrollo y que afecta directamente las actividades
sociales y académicas/laborales:

NOTA: Los síntomas no son sólo una manifestación del comportamiento de oposición,
desafío, hostilidad o fracaso para comprender las tareas o instrucciones. Para adolescentes
mayores y adultos (a partir de 17 años), se requiere un mínimo de 5 síntomas.

a. Con frecuencia juguetea o golpea con las manos o los pies o se retuerce en el asiento.

b. Con frecuencia se levanta en situaciones en que se espera que permanezca sentado (por
ejemplo, se levanta en clase, en la oficina o en otro lugar de trabajo, en situaciones que
requieren mantenerse en su lugar.

c. Con frecuencia corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado. (Nota: En
adolescentes o adultos, puede limitarse a estar inquieto.).
d. Con frecuencia es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en actividades
recreativas.

e. Con frecuencia está “ocupado”, actuando como si “lo impulsara un motor” (por ejemplo,
es incapaz de estar o se siente incómodo estando quieto durante un tiempo prolongado, como
en restaurantes, reuniones; los otros pueden pensar que está intranquilo o que le resulta difícil
seguirlos).

f. Con frecuencia habla excesivamente.

g. Con frecuencia responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una pregunta
(por ejemplo, termina las frases de otros; no respeta el turno de conversación).

h. Con frecuencia le es difícil esperar su turno (por ejemplo, mientras espera una cola).

i. Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros (por ejemplo, se mete en las
conversaciones, juegos o actividades; puede empezar a utilizar las cosas de otras personas
sin esperar o recibir permiso; en adolescentes y adultos, puede inmiscuirse o adelantarse a lo
que hacen los otros).

B- Algunos síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos estaban presentes antes de los 12


años.

C- Varios síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos están presentes en dos o más


contextos (por ejemplo, en casa, en el colegio o el trabajo; con los amigos o familiares; en
otras actividades).

D- Existen pruebas claras de que los síntomas interfieren con el funcionamiento social,
académico o laboral, o reducen la calidad de estos.

E- Los síntomas no se producen exclusivamente durante el curso de la esquizofrenia o de otro


trastorno psicótico y no se explican mejor por otro trastorno mental (por ejemplo, trastorno
del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo, trastorno de la
personalidad, intoxicación o abstinencia de sustancias).

En función de los resultados se podrán clasificar las siguientes presentaciones:

Presentación combinada: Si se cumplen el Criterio A1 (inatención) y el Criterio A2


(hiperactividad-impulsividad) durante los últimos 6 meses.

Presentación predominante con falta de atención: Si se cumple el Criterio A1 pero no se


cumple el criterio A2 (hiperactividad-impulsividad) durante los últimos 6 meses.
Presentación predominante hiperactiva/impulsiva: Si se cumple el Criterio A2 (hiperactividad-
impulsividad) y no se cumple el Criterio A1 (inatención) durante los últimos 6 meses.

CIE (OMS,1992)

La CIE es la Clasificación Internacional de Enfermedades (en inglés, ICD: International


Statistical Classification of Diseases and Related Health Problems) realizada por la
Organización Mundial de la Salud. Actualmente se trabaja con la décima revisión, que se
publicó en 1992, pero ya se está trabajando en una nueva versión, la CIE-11. La OMS publica
actualizaciones de carácter menor cada año, y actualizaciones más importantes cada tres
años. En esta clasificación las enfermedades son agrupadas por categorías y reciben cada
una un código. Una de las peculiaridades de la CIE-10 es que se refiere al TDAH como
Trastorno Hipercinético.

Criterios del CIE-10

A continuación, se detallan los criterios diagnósticos para el trastorno hipercinético según la


CIE-10:

Déficit de atención

1. Frecuente incapacidad para prestar atención a los detalles junto a errores por descuido en
las labores escolares y en otras actividades.

2. Frecuente incapacidad para mantener la atención en las tareas o en el juego.

3. A menudo aparenta no escuchar lo que se le dice.

4. Imposibilidad persistente para cumplimentar las tareas escolares asignadas u otras


misiones.

5. Disminución de la capacidad para organizar tareas y actividades.

6. A menudo evita o se siente marcadamente incómodo ante tareas como los deberes
escolares, que requieren un esfuerzo mental mantenido.

7. A menudo pierde objetos necesarios para unas tareas o actividades, como material escolar,
libros, etc.

8. Fácilmente se distrae ante estímulos externos.

9. Con frecuencia es olvidadizo en el curso de las actividades diarias.


Hiperactividad

1. Con frecuencia muestra inquietud con movimientos de manos o pies, o removiéndose en


su asiento.

2. Abandona el asiento en el aula o en otras situaciones en las que se espera que permanezca
sentado.

3. A menudo corretea o trepa en exceso en situaciones inapropiadas.

4. Inadecuadamente ruidoso en el juego o tiene dificultades para entretenerse


tranquilamente en actividades lúdicas.

5. Persistentemente exhibe un patrón de actividad excesiva que no es modificable


sustancialmente por los requerimientos del entorno social.

Impulsividad

1. Con frecuencia hace exclamaciones o responde antes de que se le hagan las preguntas
completas.

2. A menudo es incapaz de guardar turno en las colas o en otras situaciones en grupo.

3. A menudo interrumpe o se entromete en los asuntos de otros.

4. Con frecuencia habla en exceso sin contenerse ante las situaciones sociales.

La CIE-10 establece que, para realizar el diagnóstico de TDAH, el paciente cumpla:

– 6 de los síntomas descritos en el apartado “Déficit de Atención”

– 3 de los síntomas descritos en el apartado “Hiperactividad”

– 1 de los síntomas descritos en el apartado “Impulsividad”

Estos síntomas deben además estar presentes antes de los 7 años y darse en dos o
más aspectos de la vida del niño (escolar, familiar, social), y afectar negativamente a su
calidad de vida. Tampoco se considerará el diagnóstico de Trastorno Hipercinético si cumple
los criterios de: trastorno generalizado del desarrollo, episodio depresivo o trastorno de
ansiedad.

En función de los resultados se podrán clasificar las siguientes presentaciones:


Presentación combinada: Si se cumplen el Criterio A1 (inatención) y el Criterio A2
(hiperactividad-impulsividad) durante los últimos 6 meses.

Presentación predominante con falta de atención: Si se cumple el Criterio A1 pero no


se cumple el criterio A2 (hiperactividad-impulsividad) durante los últimos 6 meses.

Presentación predominante hiperactiva/impulsiva: Si se cumple el Criterio A2


(hiperactividad-impulsividad) y no se cumple el Criterio A1 (inatención) durante los últimos
6 meses.

Nota: revisión de los pdf de TDAH

REFERENCIAS

American Psychiatric Association. DSM-5 Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos


mentales-5.

2. Guía de Práctica Clínica sobre el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad
(TDAH) en niños y adolescentes. Guías de práctica clínica en el SNS. Ministerio de Sanidad,
Política Social e Igualdad. Edición: 2010. Edita Ministerio de Ciencia e Innovación.

3. Soutullo Esperón C., Guía esencial de psicofarmacología del niño y del adolescente.
Madrid: Editorial Médica Panamericana.2011.

ADD / ADHD. (s.f.). Recuperado el 10 de mayo de 2017, de Amen Clinics:


http://www.amenclinics.com/conditions/adhd-add/

Farré, A. y Narbona, J. (2013). EDAH. Evaluación del Trastorno por Déficit de Atención con
Hiperactividad. Madrid: TEA Ediciones.

https://www.fundacioncadah.org/web/articulo/tdah-instrumentos-o-pruebas-para-
evaluar-la-atencion-hiperactividad-e-impulsividad.html.
CAPACITADOR: MARIA ELENA SALAZAR ANDRADE
E-MAIL: msalazara38@gmail.com
Celular: 2292-503601

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