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La quiero, y he de hacer que me quiera.

Tú, que conoces


todos
los secretos de la vida, dime cómo hechizar a Sybil Vane para
que
me quiera. Deseo dar celos a Romeo. Quiero que todos los
amantes muertos oigan nuestras risas y se entristezcan.
Quiero que un soplo de nuestra pasión remueva su polvo,
despierte sus cenizas y los haga sufrir. ¡Cielos, Harry, cómo
la adoro!.

El simple hecho de haber publicado un libro de sonetos de


segunda categoría hace a un hombre absolutamente
irresistible.

Sí; el adolescente era precoz. Estaba recogiendo la cosecha


todavía en primavera. Tenía dentro de sí el latido y la pasión
de la juventud, pero empezaba a reflexionar sobre todo ello.
Era delicioso contemplarlo. Con su hermoso rostro y su alma
igualmente hermosa, era un motivo de asombro. Daba lo
mismo cómo terminara todo o cómo estuviese destinadoa
terminar. Era como una de esas figuras llenas de encanto en
una cabalgatao en una obra de teatro, cuyas alegrías nos
parecen muy lejanas,pero cuyos pesares despiertan nuestro
sentido de la belleza, y cuyas heridas
son como rosas rojas.

Los viandantes miraban con asombro al joven corpulento y hosco


que, con ropa basta y nada favorecedora, iba acompañado de una
joven tan atractiva y de aspecto refinado. Era como un vulgar
jardinero paseando con una rosa.

Pero soy pobre a su lado. ¿Pobre? ¿Qué importa eso? Si la


pobreza llama humildemente a la puerta, el amor entra por la
ventana. Hay que volver a escribir nuestros refranes. Se hicieron en
invierno, y ahora estamos en verano; primavera para mí, creo yo, un
baile de botones de rosa en un cielo azul.

Una pregunta tan vulgarmente directa exigía una respuesta


igualmente directa

Si de verdad quieres que se case con la chica, dile precisamente


eso. Puedes estar seguro de que lo hará. Siempre que un hombre
hace algo perfectamente estúpido, lo hace por el más noble de los
motivos.

Quiero colocarla sobre un pedestal de oro, y ver cómo el mundo


venera a la mujer que es mía.

La moralidad moderna consiste en aceptar las normas de la propia


época. Pero yo considero que, para un hombre culto, aceptar las
normas de su época es la peor inmoralidad.

Amigo mío, el arte medieval es encantador, pero las emociones


medievales están anticuadas. Se las puede utilizar en las novelas,
por supuesto. Pero las cosas que se pueden utilizar en la narrativa
son las que han dejado de usarse en la vida real. Créeme, ningún
hombre civilizado se arrepiente nunca de un placer, y los no
civilizados nunca llegan a saber qué es un placer.

Las mujeres nos tratan como la humanidad trata a sus dioses. Nos
rinden culto y están siempre molestándonos para que hagamos algo
por ellas.

Ése es el problema. Las mujeres, como dijo en cierta ocasión un


francés con mucho ingenio, despiertan en nosotros el deseo de
producir obras maestras, pero luego nos impiden siempre llevarlas a
cabo.

Represento para ti todos los pecados que nunca has tenido el valor
de cometer.

De todos modos, comprendían que la verdadera prueba de


cualquier Julieta es la escena del balcón en el segundo acto.
Esperarían a que llegara. Si fallaba allí, todo habría acabado.

Sí –exclamó–; has matado mi amor. Eras un estímulo para mi


imaginación. Ahora ni siquiera despiertas mi curiosidad. No tienes
ningún efecto sobre mí. Te amaba porque eras maravillosa, porque
tenías genio e inteligencia, porque hacías reales los sueños de los
grandes poetas y dabasforma y contenido a las sombras del arte.
Has tirado todo eso por laventana. Eres superficial y estúpida.
¡Cielo santo! ¡Qué loco estaba alquererte! ¡Qué imbécil he sido! Ya
no significas nada para mí. Nunca volveréa verte. Nunca pensaré
en ti. Nunca mencionaré tu nombre. No tedas cuenta de lo que
representabas para mí. Pensarlo me resulta intolerable.
¡Quisiera no haberte visto nunca! Has destruido la poesía de mi
vida.¡Qué poco sabes del amor si dices que ahoga el arte! Sin el
arte no eresnada. Yo te hubiera hecho famosa, espléndida,
deslumbrante. El mundote hubiera adorado, y habrías llevado mi
nombre. Pero, ahora, ¿qué eres?Una actriz de tercera categoría
con una cara bonita.

Y sin embargo hede reconocer que lo que ha sucedido no me afecta


como debiera. Me parecesencillamente un final estupendo para una
obra maravillosa. Tienela belleza terrible de una tragedia griega,
una tragedia en la que he tenidoun papel muy destacado, pero que
no me ha dejado heridas.

un caso sumamente interesante. Creo que la verdadera explicación


es ésta: sucede con frecuencia que las tragedias reales de la vida
ocurren de una manera tan poco artística que nos hieren por lo
crudo de su violencia, por su absoluta incoherencia, su absurda
ausencia de significado, su completa faltade estilo.
Nos afectan como lo hace la vulgaridad. Sólo nos producen una
impresión de fuerza bruta, y nos rebelamos contra eso. A veces, sin
embargo, cruza nuestras vidas una tragedia que posee elementos
de belleza artística. Si esos elementos de belleza son reales, todo el
conjunto apela a nuestro sentido del efecto dramático. De repente
descubrimos que ya no somos los actores, sino los espectadores de
la obra.
O que somos más bien las dos cosas. Nos observamos, y el mero
asombro del espectáculo nos seduce. En el caso presente, ¿qué es
lo que ha sucedido enrealidad? Alguien se ha matado por amor
tuyo. Me gustaría haber tenido alguna vez una experiencia
semejante.
Me hubiera hecho enamorarme del amor para el resto de mi vida.
Las personas que me han adorado (no han sido muchas, pero sí
algunas), siempre han insistido en seguir viviendo después de que
yo dejase de quererlas y ellas dejaran de quererme a mí. Se han
vuelto corpulentas y tediosas, y cuando me encuentro con ellas se
lanzan inmediatamente a los recuerdos.
¡Ah, esa terrible memoria de las mujeres!
¡Qué cosa más espantosa!
¡Y qué total estancamiento intelectual revela!
Se deben absorberlos colores de la vida, pero nunca recordarlos
detalles.
Los detalles siempre son vulgares.
Ha interpretado su último papel. Pero debes pensaren esa muerte
solitaria en un camerino de oropel como un extraño
pasajeespeluznante de una tragedia jacobea, como una maravillosa
escena deWebster, de Ford, o de CyrilTourneur. Esa muchacha
nunca ha vividorealmente, de manera que tampoco ha muerto de
verdad. Para ti, al menos,siempre ha sido un sueño, un fantasma
que revoloteaba por lasobras de Shakespeare y las hacía más
encantadoras con su presencia, uncaramillo con el que la música de
Shakespeare sonaba mejor y más alegre.En el momento en que
tocó la vida real, desapareció el encanto, la vidala echó a perder, y
Sibyl murió. Lleva duelo por Ofelia, si quieres. Cúbretela cabeza con
cenizas porque Cordelia ha sido estrangulada. Clamacontra el cielo
porque ha muerto la hija de Brabantio. Pero no malgastes
tus lágrimas por Sibyl Vane. Era menos real que todas ellas.

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