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Author(s): Alejandro Enrique Planchart
Source: Acta Musicologica, [Vol.] 82, [Fasc.] 2 (2010), pp. 213-235
Published by: International Musicological Society
Stable URL: http://www.jstor.org/stable/23075169
Accessed: 20-01-2016 15:33 UTC
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La música sacra española en tiempos de Isabel la Católica: contexto de su
del tiempo de Isabel, enfoques que han comenzado a dar fruto en una serie de estudios
mas recientes, entre estos los mas notables son la tesis doctoral de jane Hardie,4 los mas
recientes estudios de Tess Knighton,5 Kenneth Kreitner,6y ]uan Ruiz Jiménez,7 la mayor
parte de los cuales se han publicado en los primores del presente siglo.
ι. Higini Anglès y ]osé Romeu Figueras, La música en la corte de los Reyes Católicos, 4 vols., Monumentos
de la música española, vols. I, V, X, XIV (Madrid-Barcelona, 1941-1965).
2. Robert Stevenson, Spanish Music in the Age of Columbus (La Haya, i960).
3. Qu st ave Reese, Music in the Renaissance (Nueva York, 1953), p. xiii.
4. Jane Hardie, The Motets of Francisco de Peñalosa and their Manuscript Sources, PhD tesis (Universidad
de Michigan, 1983).
5. Tess Knigton, Música y músicos el la corte de Fernando el Católico, 1474-1516, trans. Luis (jago
(Zaragoza, 2001), originalmente Music and Musicians at the Court of Fernando of Aragón, 1474-1516
2 vols. PhD tesis (Universidad de Cambridge, 1983).
6. Kenneth Kreitner, The Church Music of Fifteenth Century Spain (Woodbridge, 2004).
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el reino de Isabel.
Fuera de que las fuentes de la música del tardo medioevo y los primores del
renacimiento conocidas por los estudiosos del siglo XVIII y la primera mitad del XIX eran
muy pocas, se trataba también de la cuestión del acceso técnico a estos repertorios. Por
supuesto, el canto gregoriano era bien conocido, y aun cuando los historiadores estaban
conscientes de que lo que estaba en los libros de canto llano en uso en la época había
sufrido toda clase de modificaciones, el corpus de este repertorio sobrevivía en la vida
musical contemporánea con una presencia física comparable a la presencia que las cate
drales y los castillos medioevales, pese a las muchas renovaciones, tenían en sus ciudades;
y así el canto gregoriano podía ser estudiado y discutido como un repertorio musical si
7· ]uan Ruiz Jiménez, 'La difícil transición hacia el Renacimiento,' Historia de la música en España e
Hispanoamérica I, De los orígenes hasta ca. 1470, ed. Maricarmen Qómez Muntané (Madrid, 2009),
pp. 319-65.
8. Basel, i860. Numerosas reediciones.
9. Andrew Kirkman, 'From Humanism to Enlightenment: Reinventing Josquin,' The Journal ofMusicology
17 (1999), 441-458, idem, 'The Invention of the Cyclic Mass,' Journal of the American Musicological
Society 54 (2001), pp. 1-48.
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los eruditos deseaban hacerlo. Pero por lo que se refiere a la polifonía la situación era
muy diferente. Unas pocas fuentes de aquí o de allá eran conocidas, y existía además
la tradición de los tratados de música, que eran mucho mas accesibles después de la
publicación de los Scriptores de Martin Qerbert.10 De hecho, uno puede suponer que cual
quiera que hubiese leído con cuidado y comprendido todo lo que Qerbert publicó, habría
podido hacer una trascripción correcta de mucho de lo que ha sobrevivido de la música
de la segunda mitad del siglo XIII y el primer decenio del siglo XIV. Pero la música del ars
nova, el ars subtllior, el trecento, y gran parte de los primeros decenios del quattrocento
habría quedado fuera de la capacidad técnica de los historiadores de la música del siglo
XVIII. Por consiguiente, como lo ha notado Jessie Ann Owens, la historia de la música
más allá del canto gregoriano comienza en el siglo XVIII con el repertorio asequible en la
época de la invención de la imprenta musical, es decir, con música que no va más atrás
de los últimos veinte años del siglo XV." Qiuseppe Baini, con su conocimiento inigualado
en aquel entonces de los manuscritos de la Cappella Sistina, pudo añadir algunas obras
de mediados del siglo 15," pero, por lo general, el estudio de la música del renacimiento,
cuando comenzó con seriedad en el tercer cuarto del siglo XIX, comenzó con la música
de Josquin y sus contemporáneos.
En el intento de comprender este repertorio no solamente como un fenómeno
histórico sino también como obras de arte, los historiadores de los siglos XVIII y XIX se
guiaron no solo por su propia intuición y entendimiento de las obras que examinaron,
sino que también, siguiendo el ejemplo de Burckhardt, echaron mano de los escritos de
los teóricos musicales de la época. En el caso de la música, los tratados de teoría que ellos
tenían a mano eran aquéllos que habían sido impresos, especialmente los tratados de
los teóricos italianos y alemanes del siglo XVI y de finales del siglo XV. De esos escritores
ninguno tenía la riqueza de discusiones de obras individuales, juicios sobre compositores,
y aun más, de anécdotas sobre la vida y el carácter de muchos de los compositores como
10. Martin Çerbert, Scriptores ecclesiastici de musica sacra potissimum ex variis Itaiiae, Qalliae &
Çermaniae codlcibus manuscriptis collecti et nunc primum publica luce donati, 3 vols. (St. Blasien,
1784. Reimpreso Hildesheim, 1967).
11. Jessie Ann Owens, 'How Josquin Became Josquin: Reflections of Historiography and reception,'
Music in Renaissance Cities and Courts: Studies in Honor of Lewis Lockwood, ed. Jessie Ann Owens
and Anthony M. Cummings (Warren, 1996), pp. 271-279.
12. Çiuseppe Baini, Memorie storico-critiche della vita e delle opere di Qiovanni Pierluigi da Palestrina
(Rome, 1828. Reimpresión Hildesheim, 1966), vol. I, pp. 93-103, vol. II, pp. 400-415.
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en la fama que ]osquin tenía entre tos teóricos de siglo XVI, una amenaza a la posición
que Baini quería darle a Palestrina en la historia de la música.13 Por consiguiente, Baini
utilizó las anécdotas que encontró en Çlareano, particularmente aquellas que mencionan
el temperamento caprichoso y testarudo de Josquin, para pintar un retrato de Josquin
como un hombre tan lleno de sus propias mañas y talento y tan enamorado de su propia
habilidad que se desvió del camino a la verdadera grandeza, un camino que, de acuerdo
con Baini, llevaba al arte profundamente refinado y la técnica completamente codificada
que caracterizan a la música de Palestrina.14
Baini recibió ayuda en sus esfuerzos de una tradición que utilizaba el estilo
de Palestrina como la base para la enseñanza de del contrapunto y la composición, una
tradición que había cristalizado mas de un siglo antes de la publicación de su trabajo en
el Çradus ad Parnassum de ]ohann Joseph Fux, publicado por la primera vez en 1725,
que se convirtió rápidamente en la obra de teoría musical mas influyente en al siglo XVIII
y efectivamente 'canonizó' el estilo de Palestrina como el cimiento de todo trabajo en
composición.15 No es pues coincidencia que el alumno en el tratado se llame )osephus,
el segundo nombre de pila de Fux, que según una vieja tradición Austriaca es el nombre
que uno usa normalmente, y el nombre del maestro es Aloysius, precisamente el segundo
fecciones en la obra del compositor. Pero hacia el tercer cuarto del siglo XIX el culto de
Beethoven y los cambios en estética que se reflejan en los escritos de Jean Paul y de Robert
Schumann, por ejemplo, habían creado un clima intelectual diferente. Las anécdotas sobre
Josquin podían oírse en este caso como la contrapartida de las muchas anécdotas sobre
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ción de Beethoven como la personificación del genio. Así pues, no fue muy difícil para
Ambros convertir los cuentos sobre ]osquin en síntomas de su genio y, como Kirkman
ha señalado, alzar a Josquin a un puesto un poco más elevado que ese de Palestrina en
el canon de los grandes compositores,16 haciendo hincapié en las cualidades expresivas
y aun mas, dramáticas, de su música, en contraste con la serenidad sublime pero quizás
no enteramente humana del arte de Palestrina.
A la larga, esto no disminuyó la reputación de Palestrina, pero más bien la
aisló. Leyendo a través de la mayor parte de las historias generales de la música escritas
entre el fin del siglo XIX y mediados del siglo XX uno se da cuenta de que la corriente
de la narración historiográfica va de ]osquin y algunos de sus contemporáneos a través
de Willaert, con un tributario viniendo de la frótola y los primeros madrigalistas, y se
mueve después a través del madrigal de la segunda mitad del siglo XVI hacia la seconda
prattica, y deja mucho de la música sagrada de la segunda mitad del siglo XVI como una
isla estilística, al centro de la cual se ubica el estilo de Palestrina como manifestación de
la Contrarreforma. Por lo general esto no se dice abiertamente, pero es más bien la estra
tegia historiográfica mas frecuente cuando se trata de describir el numero de corrientes
y contracorrientes estilísticas que pululan en la segunda mitad del siglo XVI. Con todo,
este enfoque que ve a Palestrina como el maestro de una ars perfecta relativamente ais
lada queda dentro de la pauta de la canonización de la música de Palestrina producida
por Fux y Baini, y además armoniza con los cánones estéticos y políticos del movimiento
Ceciliano que tuvo tanta influencia en la segunda mitad del siglo XIX.17
De esta manera la generación de Ambros tuvo dos modelos para su interpre
tación de la música del renacimiento, el Palestrina de Baini y los Cecilianos y un ]osquin
rehabilitado y en cierto modo 'Beethovenizado' gracias a la nueva interpretación de su
música y de los pocos detalles conocidos de su vida y su carácter a la luz de los ideales
que desde ciertos puntos de vista se asemejaba a la sinfonía en que era una obra de gran
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por qué había incluido en los discos una misa y algunos motetes, ya que estas no eran
tas piezas 'verdaderamente importantes' de estos músicos.
El impulso del movimiento histórico de ta segunda mitad del siglo XIX,siguiendo
el ejemplo de la Bach Çesellschaft, llevó a la producción de las obras completas de los
grandes compositores. En el caso de ]osquin el conocimiento de las fuentes y del reper
torio era tan manifiestamente fragmentario que la tarea era imposible, pero en el caso de
Palestrina la edición fue iniciada en 1862 por Haberl, que era al mismo tiempo un miem
bro prominente del movimiento ceciliano, y no sólo un estudioso con un conocimiento
incomparable de la música del siglo XVI, sino también el estudioso que verdaderamente
abrió las puertas al estudio serio de la música del siglo XV.20Eso fue seguido en 1894 por
el comienzo de la edición de Lasso que quedaba todavía incompleta cuando el proyecto
fue abandonado en 1934. En casi todos sus aspectos Lasso y su música presentaban un
problema para la construcción de la historia musical al fin del siglo XIX. Ni Lasso ni sus
obras personificaban el ideal de la Contrarreforma a la manera de Palestrina. Hasta el fin
de sus días Lasso continuó escribiendo misas basadas en madrigales y canciones en las
cuales el modelo está tan cerca de la superficie que el primer Kyrie suena como un con
trafacto y no como una imitación, y su productividad inmensa, más de tres mil piezas, que
hizo de él algo así como el Lope de Vega de la música, derrotó al fin los esfuerzos de los
editores. También quizás no es pura coincidencia que cuando el proyecto fue abandonado,
la mayor parte de lo que quedaba pro editar, las misas y los magnificats, son precisamente
18. El número de misas de ]osquin conocido en la época incluía algunas que hoy se consideran como
falsas atribuciones.
19. ]acob Arcadelt, Missa Noe, noe, Motets, Secular Works (Lyrichord 7199), Cipriano de Rore, Missa Vivat
felix Hercules, Nulla scientia melior, Madrigals (Musical Heritage Society, MHS 4980X).
20. Véase, por ejemplo, Haberl, Wilhelm du Fay, Bausteine für Musikgeschichte 1 (Leipzig, 1885), idem,
Bibliographischer und thematischer Musikkatalog des päpstlichen Kapellarchives im Vatikan zu Rom,
Bausteine für Musikgeschichte 2 (Leipzig, 1888). Ambos reimpresos en Bausteine für Musikgeschichte
l-lll (Hildesheim: Olms, 1971).
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sagrada. Los problemas de los historiadores con Lasso se reflejan también en la escasez
de estudios sobre Lasso en la primera mitad del siglo XX, siendo las excepciones el libro
de Van den Borren y la tesis doctoral de Lowinsky.21
españoles que florecieron en el tiempo de Isabel durante gran parte del siglo XX, y por
razones que se asemejan a lo que le ha pasado a las obras tardías de Victoria, razones
que están basadas en la interpretación por parte de los historiadores del siglo XIX de
qué es lo que hacen los grandes compositores. En otras palabra, para los musicólogos
de fines del siglo XIX y principios del XX los compositores importantes, particularmente
en términos de música sagrada, eran los que escribieron misas, y desde muy temprano,
comenzando con la primeras publicaciones de este repertorio en el Denkmäler der Tonkust
21. Charles van de Borren, Orlande de Lassus (Paris, 1920), Edward E. Lowinsky, Das Antwerpener
Motettenbuch Orlando di Lasso's und seine Beziehungen zum Motettenschaffen der niederländischen
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22. Çjuido Adler y Oswald Koller, eds., Sechs Trienter Codices, geistliche und weltliche Kompositionen des
IS- Jahrhunderts, I. Auswahl (Vienna, 1900, Reimpresión Çraz, 1959).
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Números en paréntesis añaden a la cuenta misas cuya existencia es conocida pero que
no sobreviven hoy.
Aun teniendo en consideración la pérdida de fuentes, yo creo que dice bastante que el
primer manuscrito continental que parece ser una compilación sistemática y ciertamente
muy católica de música para el ordinarium missae, Trento 93, viene de 1453-55, y que
mientras que transmite un grupo notable de misas inglesas, no tiene un solo ejemplo de
una obra continental del mismo tipo, y está organizado no por ciclos, sino por colecciones
23- Alejandro Enrique Planchart, 'Fifteenth-Century Masses: Notes on Performance and Chronology,'
Studi Musicali io (1981), 3-29; Fabrice Fitch, Johannes Ockeghem, Masses and Models (Paris, 1997),
pp. 56-61, Rob Wegman, 'Petrus de Domarto's Missa Spiritus almus and the Early History of the
Four-Voice Mass in the Fifteenth Century,' Early Music History 10 (1991), pp. 235-304.
24. Craig Wright, Oufay at Cambrai: Discoveries and revisions,' Journal of the American MusicologicaI
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cultural; una campaña que nos ha dejado un tesoro inmenso de manuscritos de música
magníficamente copiados e iluminados con gran esmero y con programas de iluminación
que recuerdan a los de los libros de horas,28 manuscritos que estaban destinados como
25- Reinhard Strohm, The Rise of European Music (Cambridge, 1993), p. 423.
26. Lille, Archives Départementales du Nord, 4Ç 6665, 34η Item eodem lacobo pro missa noviter com
posita per eundem et festinanter scripta cum notulis in duobus libris de mandato dominorum lo
Lamberti et Nicolai Plonchet ac pro quibus antiphonis correctis in diversis locis per lohannem de
Namps et compositione 40 s.
27. Obrecht fue recibido como magister puerorum en Cambrai el 28 de Julio de 1483 [Cambrai,
Bibliothèque Municipale, MS 1061, i67r], pero esto era el final de lo que debe haber sido un buen
numero de días de audiciones y negociaciones con el capítulo. El 21 de Julio de ese año la cuenta del
grand métier muestra una donación de pan y vino a Ockeghem, que estaba visitando a Cambrai y es
taba en la casa den canónigo Rogier van Eeckhoute (de Lignoquercu) [Lille, Archives Départementales
du Nord, 4Ç 5110,13V].
28. Véase Brigitte Dekeyzer, 'The Decoration of the Alamire Music Manuscripts: Function and Meaning,'
The Burgundian-Habsburg Court Complex of Music Manuscripts (1500-1535) and the Workshop of
Petrus Alamire, ed. Bruno Bouckaert, Eugen Schreurs (Lovaina, 2003), pp. 117-124, Dagmar Thoss,
'Initialen und Bordüren in den Musikhandschriften des Burgundisch-Habsburgischen Hofes, The
Burgundian-Habsburg Court Complex, pp. 149-160, Bonnie Blackburn, 'Messages in Miniature:
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crecieron en la época en que 'la leyenda' de Josquin estaba tomando alas; son aproxi
Pictorial Programme and Theological Implications in the Alamire Choirbooks,' The Burgundian
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31. El cuento esta relatado por Çioseffo Zarlino, véase Lewis Lockwood, 'Adrian Willaert,' Çrove Music
ori Line.
32. Alison McFarland, 'Cristóbal de Morales and the Imitation of the Past: Music for the Mass in Sixteenth
Century Rome', PhD Tesis, Universidad de California, Santa Barbara (1999), pp. 95-96. 317.
33. Strohm, The Rise, p. 412.
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En términos de su producción musical total, tal como sobrevive hoy en día, los
compositores ibéricos del tiempo de Isabel, particularmente aquellos trabajaron o en la
corte de Castilla o en la de Aragón, siguen el patrón que nos encontramos en la capilla de
los duques de Borgoña antes de la muerte de Carlos el Temerario, es decir, la producción
de un gran repertorio de música profana, de un número suficiente de pequeñas obras
litúrgicas o devocionales que podían ser utilizadas en fundaciones piadosas, y un pequeño
número misas festivas que fueron coleccionadas ávidamente por ciertos gobernantes,
especialmente los Este en Ferrara, los papas (inclusive los dos papas catalanes, Calixto
III y Alejandro VI), y los Sforza en Milán. Y digo coleccionaron, porque con la posible
excepción de la corte Estense en Ferrara yo no veo ninguna otra institución, hasta que
llegamos a los últimos años de Maximiliano y a la capilla de Felipe el Hermoso, donde
una corte secular es un foco de composición de misas. Y en el caso de los compositores
de la capilla Habsburgo-Borgoñona tenemos una circunstancia única que la capilla de la
corte estaba la mayor parte del tiempo en un territorio punteado de ciudades prósperas
y con numerosas iglesias donde una clase mercantil en alza rivalizaba con el duque y con
la nobleza en la fundación de servicios divinos, que muchas veces iban mas allá de oficios
de Salve e incluían el canto de misas en polifonía.34
Como un aparte yo podría notar que aun la inmensa producción profana de esta
generación pasó inadvertida por los historiadores de la música por más de medio siglo. El
repertorio enorme del Cancionero Musical de Palacio fue publicado por Barbieri en 1890,
ocho años antes de que Sir John Stainer publicase su Dufay and his contemporaries,35 Pero
no nos encontramos con un estudio musical de los villancicos fuera de Rafael Mitjana,
Cincuenta y cuatro canciones españolas en 1909,36 hasta que Jesús Bal y Qay publicó en
México su trascripción del impreso descubierto por Mitjana en Suecia con las notas de
Mitjana y un extenso estudio de la música de los villancicos por Isabel Pope en 1944·37
ibéricos del tiempo de Isabel, que sigue siendo indispensable. La música en la corte de
34· Esto es, en mi opinión, uno de los rasgos mas importantes que emergen de estudios tales como
Reinhard Strohm, Music in Late Medieval Bruges (Oxford, 1985), Jennifer Bloxam, 'In Praise of
Spurious Saints,' Journal of the American MusicologicaI Society 44 (1991), pp. 163-220, y Barbara
Haggh, Music, Liturgy, and Ceremony in Brussels, 1350-1500, PhD tesis Universidad de Illinois,
Urbana-Champaign (1988).
35. Cancionero musical de los siglos 15y 16, ed. Francisco Asenjo Barbieri (Madrid, 1890), Dufay and his
Contemporaries, ed., John Stainer et al. (Londres, 1898).
36. Rafael Mitjana y Çjordon, Cincuentay cuatro canciones españolas del siglo 16: cancionero de Uppsala,
ahora de nuevo publicadas, acompañadas de notas y comentarios (Uppsala, 1909. Reimpreso Madrid,
1980). Este estudio fue inspirado pos su descubrimiento en la biblioteca de Uppsala del impreso,
Villancicos de diversos autores... (Venecia, 1556. Facsimile Peer, 1983).
37. Cancionero de Upsala, ed. Jesus Bal y Çjay, notas por Rafael Mitjana, y un estudio por Isabel Pope
(Mélico, 1944).
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los Reyes Católicos de monseñor Anglès,38 con sus inventarios detallados de las fuentes
y aproximadamente 180 páginas de música, continúa ia tradición de la 'música impor
tante' bosquejada arriba. Incluyó seis misas, dos de Peñalosa, una por cada uno de otros
tres compositores: Anchieta, Escobar y Alonso, junto con una compuesta por Anchieta y
Escobar. Esto resulta en un retrato unilateral de la obra de estos compositores y uno que
tuerce en gran parte la perspectiva estilística de Anchieta y Escobar, ya que la mayoría
de sus obras sagradas no sólo son motetes, sino que además utilizan un lenguaje contra
puntístico y formal relativamente diferente del que utilizan en las misas.39 En el caso de
Peñalosa la distorsión es menor, ya que música para el ordinario de la misa constituye
una buena parte de lo que sobrevive de su música. Pero en cierto sentido sus misas son
la parte mas retrospectiva de su obra, de manera que se tiene ante los ojos es el lado
más conservador del arte de Peñalosa.40
pocas excepciones, evitan los cánones y los juegos complicados de mensuración que uno
isabelinos. Al fin de cuentas esto significa que nuestros compositores fueron precisamente
gente de su tiempo, y que su música comparte los mismos rasgos con los compositores
franco-flamencos o italianos de su generación.
Al mismo tiempo, el repertorio de música sacra que sobrevive de los compo
sitores hispanos es, en ciertos aspectos diferente del que tenemos de los compositores
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de la tercera y cuarta generación en la Tabla a; consiste casi por completo en piezas con
conexiones claras con la liturgia y con et canto llano. Esto es, por lo general, música
severamente funcional, mucho de ella elegante y expresiva, pero que no hace alarde de
si misma.41 Los tipos de despliegues de técnica o de fuerza retórica que uno encuentra en
los motetes mas extensos de la generación de Josquin, piezas como Miserere mei, Deus
o Benedicta es caelorum regina de Josquin, Salve crux, arbor vitae de Obrecht, Clangat
plebs de Regis, o Virgo prudentissima de Isaac no son lo que le interesa a los composi
tores españoles. Vale la pena notar que de estos ejemplos Virgo prudentissima es una
pieza paralitúrgica o ceremonial, y que fuera de Ferrara Miserere mei, Deus también lo
es. Mientras que Benedicta es caelorum regina y Salve crux, arbor vitae, aun cuando son
técnicamente obras litúrgicas, probablemente eran utilizadas en la mayor parte de los
casos como obras paralitúrgicas, en el sentido de que probablemente no eran cantadas
dentro de la liturgia en el momento en que las formas en canto llano eran cantadas. Esto
simplemente no es el caso con la mayoría de lo que nos ha llegado de la música sagrada
española de fines del siglo XV y principios del XVI. En este sentido los contrapartes del
repertorio español son repertorios que todavía no están bien estudiados, de un lado el
repertorio un tanto anterior de los proprium missae de Du Fay y sus contemporáneos, y
del otro la producción de música litúrgica comisionada por León X, y ejemplificada inter
alia por la producción de Eleazar Qenet. En el caso de música española no es sino cuando
llegamos a piezas como Andreas, Christifamulus de Morales, un motete ceremonial para
la Orden del Toisón de Oro bajo Carlos V, o su Veni domine et noli tardare que nos encon
tramos con piezas comparables a los motetes ceremoniales de la generación de josquin.
Las piezas españolas que se pueden considerar como paralitúrgicas, son en la mayor parte
motetes devocionales con textos que se asemejan a las meditaciones escritas sobre los
libros de horas, por lo general severos y penitenciales, y cuya puesta en música se asemeja
41. Este es un punto sobre el cual Kreitner hace hincapié en The Church Music, pp. 42-61 y 80-103.
42. Philip Weiler, 'Rites of Passage: Nove cantum melodie, the Burgundián Court, and Binchois's Early
Career,' Binchois Studies, ed. Denis Slavin y Andrew Kirkman (Oxford, 2000), pp. 74-76·
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encuentran en la polifonía española desde los tiempos de Cornago, no forman parte del
repertorio usual de fórmulas de contrapunto usadas fuera de España. Un simple ejemplo
puede ser suficiente.
Ejemplo ι
Ρϊ^ m
bi pro - pter ma - gnam glo - ri - am tu - am. Do - mi
b
-te
j. LJ i ι* j j j 'j i ιj j 'jm
plan ctus et la-men - ta - tus fu - i
Φ
ctus
rrrτ
et la-men - ta - tus -
mi
É
plan fu sti;
m
Ρ
plan ctus et la-men - ta - tus fu - i sti;
La cadencia en el Ejemplo i tiende a ser usada en piezas con una final en Re,
con o sin una armadura de un bemol. Particularmente cuando las voces no tienen una
armadura no hay nada en la teoría del discanto que alertaría al cantante a llegar a la
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algunas de sus piezas a cuatro voces, el contratenor alto muestra aquí y allá menos flui
dez melódica que las otras voces, esto se nota particularmente en algunos de los movi
mientos de las misas, donde Peñalosa algunas veces combina mas de un cantus firmus
como ocurre en la Missa Nunca fue pena mayor. En sus motetes, en términos de su uso
de imitación así como en cuestiones de la estructura general de sus piezas, la escritura
de Peñalosa se asemeja a esa de compositores como Çenet y Festa, en otras palabras,
exactamente sus contemporáneos, y él utiliza mucho menos que Anchieta u otros com
positores españoles el tipo de sonoridades del Ejemplo i más arriba. Sus misas, como
todas las misas españolas que yo conozco de esta generación, me parecen ser sus obras
más retrospectivas. Pero mientras que Anchieta parece modelar sus misas sobre el estilo
del período medio de Josquin (que a la larga es contemporáneo con Anchieta) a mi me
parece que Peñalosa, pese al inmenso prestigio de Josquin en España mira un poco más
hacia las misas de Obrecht. Su música no tiene la abundancia de secuencias que uno
encuentra en Obrecht, pero la construcción motívica, particularmente en las secciones
en tempus perfectum se aproxima a la de Obrecht. Un número de veces también parece
que la música fue compuesta independientemente del texto, y la estructura temática no
se adapta bien a las palabras. La penúltima página del Qloria de la Missa Nunca fue pena
mayor presenta un microcosmo de este tipo de situación.
Ejemplo 2
ni - am tu so
lus
r if r r pgp m
Tu so - lus Do - mi - nus. Tu so - lus al
ctus. Tu
=0
rr τ
so - lus Do - mi - nus.
*=m rw
Tu so - lus al - tis
J > > M
ΨΨ
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Al comienzo de la página el cantus muestra el finde una frase donde las palabras
'miserere nobis/ están puestas silábicamente debajo de un pasaje que consiste de una
semibreve con puntillo, dos mínimas, una semibreve y una mínima, cercadas de silencios,
lo cual obliga a la mala acentuación que se ve al comienzo de la página. Las tres voces
bajas comienzan una serie de motivos en imitación, con las palabras 'Quoniam tu solus
sanctus,' y 'Tu solus dominus' casi completamente en forma silábica y una declamación
generalmente correcta. Pero cuando llegamos a 'Tu solus altissimus' la escritura motívica se
va por su propio camino y no hay forma ni manera de adaptar el texto de manera satisfac
toria en ninguna de las tres voces, aunque el bajo presenta quizás los peores problemas. Lo
que sigue, es un gambito retórico tradicional, la expansión del contexto musical alrededor
de la nomina sacra. Pero para este momento la polifonía se ha desencajado del texto y
la falta de coordinación persiste hasta el fin del Qloria. Esto es algo que uno encuentra
con cierta frecuencia en la música de Agricola y de Obrecht, pero por lo general no en la
música de ]osquin, o el la de los compositores de generación de Peñalosa, o aun en la de
los compositores de la siguiente generación con la excepción de Clemens non Papa.
Anchieta en cambio es mucho más cauteloso. Hace unos catorce años yo dije en
un estudio que Anchieta no era tan buen compositor como Peñalosa.44 En aquel tiempo yo
44· Alejandro Enrique Planchart, 'Music in the Christian Courts of Spain,' Musical Repercussions of 1492,
Encounters in Text and Performance, ed. Carol E. Robertson (Washington, 1992), p. 159.
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estaba pensando sobre todo en las misas y en particular la rigidez de la misa de nuestra
señora de Anchieta y Escobar.45 Pero de hecho, no sólo en sus motetes, sino en su otra
misa Anchieta demuestra una escritura melódica grata y elegante, si bien una que evita
todo despliego de virtuosidad contrapuntística, y su tratamiento del texto en estos casos
es considerablemente más moderno, por decirlo así, que el de Peñalosa. El Ejemplo 3
muestra el tratamiento por Anchieta en su Missa sine nomine de el texto tratado por
Peñalosa en el Ejemplo 2.
Ejemplo 3:
123
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y - ni am tu so - lus
Quo
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varios estudiosos, inclusive Stevenson, consideraron cada motete como un par de obras
diferentes, pero ambos son, como lo demuestra Kreitner, dos partes de un motete que
utiliza el tracto del Miércoles de Ceniza como su texto.48 Stevenson data provisionalmente
el motete de Anchieta en los años después de la muerte de Felipe el Hermoso y por conse
cuencia después de la visita de Anchieta a Flandes.49 Lo que él no menciona es la natura
leza peculiar del texto y algunos rasgos de la forma como Anchieta lo pone en música. El
texto forma parte de una adición de fines del siglo X o principios del XI al rito gregoriano
como el tracto para el miércoles de ceniza50 y después adaptado para los miércoles y los
viernes de Cuaresma.51 Después de su presencia entre los organa de Winchester,52 no existe
46. Juan Fernández de Madrid o Juan Ruiz de Madrid, la identidad exacta del compositor queda todavía
indecisa. Cf. Knighton, 'Music and Musicians,' I, pp. 276-7, pero también idem, s.v. 'Madrid, Juan
Fernández, en Qrove music on line y Kreitner, The Church Music, pp. 56 y 60.
47. Madrid, Paris, Bibliothèque nationale de France, nouv. acqu. fr.4379, fols. 78v-8ir; Anchieta, Segovia,
Archivo Capitular de la Catedral, s.s., fols. 97v-g8r y i68v.
48. Kreitner, The Church Music, 56-7, pp. 106-7. Las dos partes del motete de Anchieta están copiadas
por separado en el manuscrito de Segovia.
49. Stevenson, Spanish Music, p. 134.
50. Qraduale Triplex (Solesmes, 1979), pp. 64-65.
51. Véase James McKinnon, 'Tract,' Qrove Music on Line. Las fuentes mas tempranas que yo he encontrado
son todas del fin del siglo X o principios del XI, particularmente los dos troparios de Winchester. Pero es
interesante notar que en ambos esta copiado no en su lugar litúrgico sino al fin de la serie de tractos,
con la rúbrica 'Item tractus,' lo que indica que era una adición relativamente nueva a la liturgia.
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ninguna versión polifónica hasta los fines del siglo XV, cuando nos encontramos con una
serie de composiciones sobre este texto, que llegan hasta mediados del siglo XVI y luego
desaparecen de nuevo. Richard Sherr ha descrito el alza de este complejo de motetes y ha
demostrado que sus orígenes se pueden trazar con precisión a la capilla pontificia. Además
él ha demostrado que un número de rasgos comunes de estas versiones, tales como la
importante notar aquí que el texto del tracto no existe como tal fuera del tracto, es decir,
no se trata de varios versos de tal o cual salmo sino que es lo que Kenneth Levy llama 'un
libretto,'57una combinación ad hoc que utiliza Salmo 102:10 y 78:8-9. Por consiguiente la
composición de los dos primeros versos que viene de dos salmos diferentes, y la presencia
de las pausas y los calderones indican que los motetes fueron compuestos como tractos,
aun cuando no siguen la tradición romana dado que no comienzan con un incipit en canto
llano y que no incluyen el verso Adluva me. Es posible, por consiguiente, que representen
una tradición autóctona, si bien de corta duración, en la cual el verso final se cantaba en
canto llano. La corta duración de esta tradición se explica fácilmente dada la aversión
arraigada en todas partes de Europa al uso de polifonía durante la estación de penitencia.
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una aversión manifestada por los maestros de ceremonias de la corte pontificia en sus
comentarios sobre el canto de Non secundum peccata nostra en Roma, aversión que a la
larga acabó con esa tradición en la capilla papal a mediados del siglo XVI.58
Con todo, la vía del futuro de la música sagrada española estuvo en la síntesis de
ciertos de los rasgos que uno encuentra o en la música de Anchieta, o Peñalosa, o Escobar
y el abandono de otros. Entre los rasgos abandonados está la cadencia 'española' ilustrada
en el Ejemplo i. Un compositor como Morales cubre la tradición española con un estilo
internacional derivado en su mayor parte del estilo de los últimos años de Josquin. Aun
cuando comienza una pieza con una cita de un compositor del tiempo de Isabel, como lo
hace al principio de Clamabat autem mulier, la trama contrapuntística y la sonoridad son
las de la generación de Josquin y sus sucesores. Por eso no ha de sorprender que cuando
la fuente más temprana del motete de Morales es un impreso de Qardano dedicado a los
motetes de Cipriano de Rore y cuando manuscritos tardíos le atribuyen la pieza o a Jaquet
de Mantua o a Morales, los musicólogos modernos (al menos esos que conocían la tradición
del conflicto de atribuciones), no estaban seguros de ninguna de tas adscripciones hasta
que Todd Borgerding y yo independientemente establecimos que el texto del motete se
utilizó únicamente en la catedral de Sevilla y yo pude también establecer que todas las
versiones polifónicas del texto que sobreviven hoy en día son por compositores conectados
con la catedral de Sevilla, y que Morales, en efecto, comienza con una cita del motete de
Escobar.59 La versión de Escobar es notable, como Stevenson dice, por un plan retórico cui
dadoso que afecta directamente la distribución del texto entre las voces, de manera que el
tiple canta solamente pasajes en estilo directo. Morales utiliza en vez de ello un conjunto
reservar una voz para los pasajes en estilo directo, sino que recurre en cambio a una serie
de cambios en el número de voces y en el uso de tonos de recitación en ciertos momentos.
Además construye el punto culminante, en el momento de mayor tensión entre ]esús y la
mujer de Caná, con una deliberada emulación de los ostinatos de josquin. (Ej. 4)
Esto va mucho mas allá de cualquier cosa que Escobar tentó o fuese capaz de
hacer, pero en este proceso Morales abandona todas las sonoridades que hacen que la
música de los compositores isabelinos sea tan reconocible. Esto es también el caso de la
mayoría de los compositores españoles de los últimos tres cuartos del siglo XVI.
Ese aspecto de la música española del tiempo de Isabel no sobrevive en la
segunda mitad del siglo XVI, al menos en los repertorios que yo he examinado, pero ecos
de estas sonoridades sobreviven bajo un sol diferente, en los magnificats de Fernando
Franco para la catedral de Ciudad de México, en las lamentaciones de Semana Santa de
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Ejemplo 4
ocuparon a la Reina Isabel al final de sus días, merecen ricamente su nombre original de
Nueva España.
Los magnificats de Franco magnificats han sido publicados en Steven Barwick, ed. The Franco Codex
of the Cathedral of Mexico (Carbondale, 1965), pero la edición está llena de errores. Las lamenta
ciones de Guatemala han sido publicadas en Robert Snow, ed., A New World Collection of Polyphony
for Holy Week and the Salve Service: Çuatemala City, Cathedral Archive, Musik MS 4, Monuments of
Renaissance Music 9 (Chicago, 1996). Sobre la musica de Puebla véase Transcriptions and perform
ing editions of anonymous compositions from the choir books of the Puebla Cathedral, tesis de DMA,
Universidad de South Carolina (2005), también Çaspar Fernández, Obras Sacras, ed. Robert L. Snow,
Portugáliáé Musica Sacra 49 (Lisboa, 1990).
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