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Título de la edición original: :¡f
Nachden}~en über Christa T.

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{>-.::::,(, 111 t, =r 'f

Traducción de:
il:f arfa N olla
Was ist das:
Dieses Zu-sich-selber-Kommen des Menschen?

Johannes R. Bccher

Primer[( edición, 1972

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·~·~e-:;-

FILO S C:· o:.-r,... ,


Y_ LE;p,'\~'l ]
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© de le edición original: MITTELDEUTSCHE:R


VERLAG- Halle, 1968 / Con licencia de la autora
© de los derechos en lengua castellana y de la traducción
española:

BARRAL EDITORES, S. A. - Barcelona, 1971


Depós1to Legal: P. 4jl~i02- .l · : '
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Christa T. ·es una figura literaria. Ciertas citas de diarios,


·bos-quejos y. cartas son auténticos. · Refi.exionar, volver a pensar en ella. Intentar ser uno mis-
No me he visto obligada a ser fiel en los detalles. Los per- mo. Así está escrito en los diarios que conservamos de e1la en
sonajes secundarios y las situaciones son imaginarios. Cualquier· \' las páginr..s sueltas de los manuscritos encontrados, en las en-
1

similitud con personas y hechos reale~ es pura coincidencia. trelíneas de 1as cartas que conoZco. Las que me han enseñado
a olvidar su recuerdo; el d~ Christa T. El sabor de este re-
c. w. cuerdo provoca errores.
Entonces, ¿tenemos que darla por perdida?
¡
Pues siento que se desvanece. Yace en el cementerio de
su pueblo, debajo de los dos ramos de flores, r.ouerta junto a
1t; los muertos. ¿Qué se le ha perdido alli? Un metro cie tierra
.... sobre ella, después, el cielo de MecklellQ..wgo, el clamor de las
"
1:1
alondras en primavera, las torrríeñt'a'-.s de- verano, los temporales
de otoño, la nieve. Se desvanece. Ningún oido para escuchar
lamenlos, ningún ojo para ver lágrimas, ninguna boca para ha-
cer reproches. Inútilmente quedan atrás lamentos, lágrimas, re-
'' proches y nosotros, definitiv::!!:1ente rech~zados, buscarnc::: ~on­
1
suelo en el olvido, tarr~hién llamado memoria.
¡; No obstante, afirmamos solemnemente que no se la debe-
f ría rescatar del olvidü. Aquí C')mienzan lo> subterfugios: ten-
!::·; dríalnüs que olvidarla. Pues ella, naturalmente, se olvida a se
~.~ ha olvidado de sí misma, de nosotros, d~ la tierra, de la lluvia
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y de la nieve. Yo, sin embargo, aún la veo. Aún peor: dispon-
\'',',
go de ella. Puedo evocda con toda facilidad, casi mejor que
a un vivo. Se muevr cuando quiero. Corre ante mí sin esfuer-
zo; sí, ésos son sus largos pasos; sf, éste su bamboleante modo
de andar, y ahí está también, prueba suficiente, su gum pe-lota
t0}a y bianca, y v11 corrienclo eP pm; de :l~a pe:· :.t ~J_..,:.,.~. J"
\_1ue c1~go no es ninguna voz faittasmal: no hay ducb, es cJlal

9
Christa T. Conjurando, venciendo mi recelo, digo incluso su algún reproche sobre aquel momento que yo siempre O.."ú"<ideré
'i!, nombre, y estoy completamente segura ~e que es ella. Pero el principio de nuestra relación. Cómo n~~stro :Primer ~~'"uen­
-' lo sé: un filme de sombras se proyecta con la verdadera luz de trd. No sé si ella supo notar ese momento, ni tampc"-.~~ .:;::-:aan-
las ciudades, los paisajes, las habit~dones. Sospechoso, sospe- f do entré en su vida. Nunca hemos hablado de eso.
choso, ¿qué es lo que me produce este miedo?
~
1
__ Es un miedo nuevo. Como si ella fuera a morir otra vez,
'~7 o como si yo fuera a perder algo importante. Por primera
vez me doy cuenta de que la imagen que tengo de ella no ha ~-

variado desde hace mucho tiempo y que tai vez ya no haya r?·
que· esperar ningún cambio. Ninguna cosa en este mundo la ,,
-~

hará encanecer 2l contrario de lo que a mi me pasa. No apare- '


cerán nuevas arrugas en sus ojos. Ella, la más vieja, ahora tan
\;·
1~ jOven: trei~-~--y c~~~~-~~o_s, terr~?~e-~~PJ~. ;_qy~p..
··- Ahüralo sé:-esto es la despedida. Aún da vueltas, ronronea
servicial, pero ya no hay nada que proyectar, y de un tirón :::
salta hacia el final del filme, da algunas vueltas, otra vez, hacia
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el aparato, cuelga, se mueve ligeramente con el suave viento i
continuo. Sí, el miedo .
.Casi muere realmente. Pero debe quedarse. Éste es el mo· 11•. '_. ·
1 ,'

n¡.ento de seguir pensando en ella, de dejar!• vivir y envejecer,


como todo el mundo. Un dolor indolente y un recuerdo inexac-
to, y conocimientos aproxime.¿os han hecho que desapareciera;
e:; natural.
Abandonarse, apenas ida, ésa era su costumbre. En el úl-
tim0 instante, uno advierte que debe dirigir su trabajo ha·
cia ella.
Naturalmente, en esto hay cierta coacci6n. Obligar, ¿a
quién?, ¿a ella?,~' ¿a qué?, ¿a quedarse? Pero dijimos que
auandonar!amos los rodeos.

¡
No: que se dé· a conocer.
Y desde luego sin pretender que lo hacemos por ella. De
una vez por todas· no nos necesita. Entonces, insistamos en
que lo hacemos por nosotros, pues parece que la necesitamos.
Eu mi última carta -sabía que era la última y no había
aprendido a escribir últimas carta::- no se IJ1e ocurrió otra ¡

cCJsa que echarle en cara QUP quísierr tuviern que irse. S{.-
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gurame¡,te bu"cab.-;. un rerr~d~o cvntra st: :::ltjamíento. Le hic-.:

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Fue el día en que la vi tocar la trompeta. Sin embargo, ya


hacía meses que estaba en nuestra d2se. Conocía de memoria
sus largas piernas y su modo de andar y su cola de caballo,
corta y senci1la~ y su voz oscura y un poco áspera y su Jiger:::,
susurro.
No puedo expresar de otra forma todo lo visto y oído p·o!
primera vez la mañana en que apareció entre nosotros. Estab¡::¡
sentada en la última fila y no mostraba ningún entusias1no
por conocernos. Nunca mostró entusiasmo. Estaba en su banco
y miraba a la profesora del mismo modo, desapasionadamente,
sin calor, si es que uno puede imaginarse algo parecido. Su
• mirada no era rebelde. Aunque podía dar esa impresión en
medio de todas esas miradas DEVOTAS a las que nuestra maes-
tra nos l.1abía acostumbrado. Hoy pienso que nuestra devocién
era su razón de ser. ~~/
Al fin fue bienvenida a nuestra comunidad. ¿C6mo se llar. a
l
! la nueva? No se levantó. Con voz áspera, ligeramente susurmn-
1 te, dijo su nombre: Christa T. ¿Era posible?, ¿había fruncido
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j el ceño cuando nuestra profesora la rute6? En menos ele 1m
·l minuto la enviaría a su armado. ¿De dónde venía, pues, k
í nueva? ¡A].:, ¿ni de la zona bombardeada del Ruhr, ni del
:¡ destruido Berlín? Eichholz -¡Dios mío!-. En Friedeburgo,
Zechow, Zantoch, Zanzin, Friedeburgo, nosotras -treinta na-
1 turales de estos lugares, recorrimos mentalmente la ruta deJ
tranvía eléctrico. Indjgnadas, se entíende. Sale de una escucl8
rur~'ll. a tan sólo cincuenta ldlómetros de aquí, y encima eu
mirada. Sí se tienen detrá.~ de sí un par de docen;.ls ele chinE::-
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n.::+--: ;um, ~r:!c-. r1 ~-.'-nc· i:' ,_:;tchi,ln sik~iarw , l<ra. .)

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íürstcndamm ... Pero no, pinos y retamas y brezos, el mismo 1


olor a verano que todas nosotras conocíamos de sobra, y esa tre nosotras. No es «excesivamente)> nmableJ ¿eh? Yo rnirab<O.
~ns:lción en la nariz para toda nuestra vida, mandíbulas an- al cielo y. decía, ¿y qué?
~has y piel oscura, ¿y encima ese comportamiento? i Condeh<.,do orgullo el de la nueva. Está loca.
¿Qué podíamos pensar de todo esto? · Ésta e!'a la verdad: no nos necesitaba. lb~ y venía~ p~o
Nada, nada, yo no pensaba absolutamente nada, sino que 't. qué más godía decirse de ella.
miraba aburrida a través de la ventana, a fin de que me VIERA Enton¿es lo supe. Y si no todo, por lG menos lo su:Jden-
te, como más tarde se comprobó.
todc ~quel que quisiera saber algo de mí. Miraba cómo la pro-
fesora de gimnasia marcaba con las banderitas su eterno campo f Las alarmas aéreas eran cada vez más frecuentes, las Tiame.-
clas más lúgubres y débiles; nosotras no notábamos nada, y
de «balón prisionero». Eso me gustaba más que observar cómo
la nueva eludfa a nuestra profesora; cómo divagaba; cómo con- entre una cosa y otra entramos en noviembre. Un mes ~i.n b
vertía el interrogatorio en una conversación y cómo, además, más mínima sabiduría, t8illf)QCO nosotras RECIBÍAMOS Jada_
determinaba lo que se debía decir. No podía dar crédito a mis la alarma nos había pillado de sorpresa 1 demasiado tarde pa1a
oídas: el bosque. Allá abajo el juego se interrumpió, entonces volver -al cclegio, demasiado pronto para llegar a casa. Eada
volví la cabeza y miré tímidamente a la nueva que se negaba tiempo que Jos deberes ni se tenían en cuenta, tampocv salia
a nombrar una asignatura favorita. Lo que sin duUa prefería el sol; ¿qué se nos babia perdido entre todos los soldados y
era ir al bosque. Entonces se oyó la voz de la profesora clau· las viudas de guerra y los auxiliares de aviación? Y lueg-o el
dicando, aún flo damos esa asignatura. parque, donde la pradera de los ciervos seguía cercada, coG:lo
siempre, pero sin ciervos, y sin poder patinar alii.
Un sentimiento de traición. Pero, ¿quién traicionaba, quién
.• era traicionado?
Naturalmente, la clase como de costumbre acogería amis-
¿Quién había dicho eso? Nadíe. ¿Y qué estábamos mi-
rando? No tiene importancia. Qu1é:--:. no duerme nunca a gusto,
o ve fantasmas o los oye.
, tosamente a la nueva, a Christa T., la romántica del bosque.
La pelicu1a dt Ia tarde, <.:La ciudad dorada», no es ::~pta
Estiré el ángulo de los labios: no, nada de amistad. Nada para menores como de costumbre. Entonces hay que rogarle a
de aceptarla. No hacerle caso. !:•'
Sybille que se arregle el peío y se ponga los zapatos de tacón ,~
Me es dífícil decir por qué aún así escuchaba a la nueve. de su madre; C:.'!le se pintP aún más rojos :::us rojos labios, pru-a
Bueno, ¿y qué?. decía yo después de cada frase, pero primero que en ~aso de necesidad parezca que tiene -:lieciocho añcs y
escuchaba la frase. Que era un año mayor que nosotras, pues todas nosotras podamo; pasar detrás de ella y la acomodado-
venía de una escuela de segunda enseñanza y había tenido que ra. Lr. ll'Jeva quería c:r pabbras de elogio, se las dijimos., la
rept:'tir el curso. Que vivía en la ciudad «en pensión>t y que lisonjeamos) y Chrísta T. estaba con nosotras! per0 podría no
ú.~icamente iba a su casa a pasar el fin de semana. Bueno, ¿y haber estado y nadie se hubiera pe-1·catado.
qué? Que en su casa la llamaban Krischan. ¿Krischan? Le pega Entonces comenzó a soplar, o a gritar, no hay palabra ca-
muchísimo: Krischan.
paz de d :ccribirlo. Se lo he recordado, he querido recordárselo
Luego la he llamado así casi siempre. en mi última carta, pero no leyó ninguna otra carta, mu1Jó.
Dicho sea de paso, no pretendía ser INTRODUCIDA. Ni acep- Siempre fue alta y delgada) incluso en Jos últimos años) des-
tada. Ni tener una amistad. No aspiraba :1 naJa. No le..: interc- pués de lns nitlos. Y así pa~6 rJcl:111!1 nuestro por la calle. 1~~
s;íbamc- <<exce_,~\-l0~':' 1 1tel'; la Drtb!_~~-- ].-.l_,í:_ ':L,Jt "::li· -~';· r:d'' ·,·:1 ;¡]riv:' "rí]-..; :nvnir ,, .-fr'Jr1r,·o ~''ll,__,1;.,.!.,

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su trompeta, y -los sargentos y los subo:Gciales del disajto mi~ ·aquel entonces ya no pedía verse, quizás las ruinas, el vc:1de
Jitar que en ese. momento precisamente estaban fuera de ser- tejado de ccbre. ror supuesto yo no recuerdo otra cosa.
vicio, se volvieron para mirarla, y movieran la cabeza. Pues
~' No es que pretenda acordarme de lo que ella pudiera ha·
sí, mira aquélla, la gente está loca. Y alguien me dijo, y~ ves berme contado entonces. Sólo que los bosques en la zona de
lo que es capaz de hacer. · . Friedeburgo tenían que ser más oscEtos que en cualquier otro
Y entonces la vi. Sonreí como -::odas, aunque sabia que no sitio y que"'había más pájaros, por lo visto. O que salen r.Jás
quería sonreír. Al contrario de las :iemás, yo ya había vivido si se los llama con distintos nombres, qué sé yo. Pero este
esta escena. Traté de recordar si alguna vez ella se había com- seda todo.
portado de esa DHmera delante mío y supe que no. Simple- He olvidado lo que me permitió saber, después de haberle
mente lo sabía. No es que yo hubiera contado con la trompeta, preguntado expresamente. Pero en realided, sólo después de
mentiría si lo dijera. Pero lo que no se sabe, no se puede ver, su muerte me ha respondido. Sus papeles, contra toda prevc-
lo sabe todo el mundo, y yo lo había visto. La veo boy, hoy sión, me han ilustrado profundamente sobre las certidumbres
con más razón. Puedo apreciar el tiem,t>v que ·se necesita y lo y las dudas de su infancia. También me revelaron que no es
que cuesta desprenderse totalmente de esa tonta sonrisa, son- malo darse cuenta de las cosas una vez por todas, cuando se
do por mi impaciencia de entonces. Nunca, nu~ca más quise es niño. De modo que cuando uno se va de este país a los
estar al borde de un parque, ni ante una pradera de ciervos diecisiete años, por ejemplo, ya se ha visto mucho, y para siem·
con vallados, en un día sin sol, y otra persona soltó el grito pre. Y ~sto se debe tomar en cuenta si se han de vivir otra
que borró todo y que por una décima de segundo se alzó hasta vez todos estos años.
el cielo. Sentí cómo caía sobre mis espaldas. ¡Nada parecido me dijo entonces!
¿Cómo lograr que ella se fijose en mí? Éste es el prohlema- De todos modos me permitió saber ciertas cosas. Propor·
.. Ftiedeburgo .
Me interesé por la región de Friedeburgo. Por un pueblo
donaba informes, cualquiera hubiera podido saber quién hacfa
las preguntas y quién daba las respuestas. Despertában;os en- .
llamado Ecbholz. Por una casa de maestros rurales con un vidia, éramos consideradas tabús~ y sin embargo aún no nos
tejado muy inclinado cubierto de musgo ... Todo ello sigo co- habíamos dicho ni una sola palabra íntima, Yo había roto 1i-
nociéndolo tan mal como entonces. Cuando hacíamos excursio- pida y descuidadamente todo< las otras ataduras y sentí po:r
nes, a eatas íbamos más allá de :R~yesdorf o Altensorge y un
1 primera vez, con miedo, que no es bueno ahogar prematma-
!"'! de veces, el viaje de dos horas a Berlín, al Jardín Zooló- mente todos los gritos interiores; ya no podía perder más tiem-
. gico. Ahí seguía estando el palacio; después dejamos de ir tan po. Quería participar de una vida que producía esos gritos,
¡:
( lejos. ,:\d,g¡ás, ¿qllién_.hubj~r'\_Jenido ganas, en medio de la hooohaaahoo, y darme a conocer. La veía ir con otras, habtar
1 ~~!ra? Dicl,o.sea de paso, Chtista T., a peoar dé todo, sefi!,e, 1¡ con ellas amistosamente, del mismo modo que venía y habla&.
,!:!!_i;l's~rang_<f~,'!4,_con una amiga de la que y~ estaba celosa conmigo. Sentía correr las costosas semanas por los dedos, cre-
y que interpretó a Beethoven delante de ella a la noche en el cer mi impotencia, algo tenía que lograr y todo lo hacía mal.
enarto de música de su casa abandonada de Berlín, a la luz Le pregunté -hoy comprendo reabcnte mi falta de habili·
de la vela, hasta que sonó la alarma. Entonces apagaton la dad-: ¿Le puedes imaginar, pregunté! quién ha colocado la~
luz y se acercaron a la ventana. No, no puede aprobcusc esta Jlores sobre el pupitre de la Salchicha, la profesota de mate-
manera de llevar ~as cosas al ---xtremn; :d extremo ele un:1 des- ;nática~? No, mintio tram;ni]?n~c:lH'', ,-:::-01110 ;}y• <i ~alx. ~·lü~
gracia, de l,."!a murrt..:, de 1__:::..a ::-.mi~i:1d /lr "n-.<~'
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!?11C0 cn1_re ,10~Uit<lS c~u1ba ucci<.ildu_, ],¡ ~~dchicl1a era m;·~~.abr·.,,

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realmente ésa era la palabra. ¿No tenía ni idea de quién habla pero sentía que ella veía las cosas como en realidad eraJ;. 't ~- ._
puesto esas flores sobre el pupitre? Hoy sé que fue ella, Chris- razón. Venía de Dios sabe dónde, pues Eichholz puedl: ..";,~-~-:~
ta T., y que mintió porque no vio ningún motivo ~-a confe- cualquie~_~, paseaba por el patio de nuestro colegio, y biJ_¿~·~~--­
s~rmelo. Pues la Salchicha, escribirla años más tarde en su cija- se diferenciaba de las nuestras eri algo extrañamente ind<:f,,,~:-~~
río había sido la única que no la estorbaba ni la hacía desgfa- bajaba nuestras pocas calles, que terminaban todas en l.p . . r-: _-
ciada. ¡Qué disparatado todo esto después de tanto tiempo! se sentaba erff el borde de la fuente que llevaba el ll()Ji_l;;. ":"~...
Les di una sorpre:::a a las calumniadoras. ¿Por qué no se
daban cuenta de que llegaban demasiado tarde con ses habla-
nuestra profesora, pues procedía de una de las famiJif:;, -11 ¡
influyentes de la ciudad, metía la mano en el agua y u: .,.... -:.,., ·
durías? No me avergonzaba mirarla para ver si ella también /71'-E
con su profunda mirada. y entonces yo no podía ffit-J/,...;, s •. ""
se había dado cuenta. Había comprendido, contestó con una pensar que esta agua quizás no fuera el agL::'. de la yj¿., . . ~-----:­
oscura mirada irónica, que no veía ningún motivo para salirse Marienkirche la obra más grandiosa, ni nuestra ciudad;:,..;·;::
/'- --~:.;;.:
' de sus casillas. Se apoyó en la balaustrada de la galería, donde ciudad del mundo.
!: nos desvestíamos, y miró abajo al gimnasio, al lema de la pared Ella no era consciente, lo sé, de estos efectos. Mt..: ;,;b-;.;~
:¿e enfrente -Frisch-Fromm-Frei-Froh 1- . Se puso su blusa la he visto en otras ciudades, con el mismo modo d(: ?:,/_.,Á"'-

. /blanca, se ató el pañuelo negro y se subió el nudo de cuero


corno todas nosotras, pues se había cometido un atentado con-
con la misma mirada sorprendida. Parecía como si 5t ;J:J';/pt.;;;_,¡;."~

l tra el Führer, y como signo de nuestra fidelidad ciega hada él,


propuesto sentirse ec cualquier parte como en su pxvy;¿:; ..._.~
y en cualquier parte como una extraña; extraña y amb.t?rr-=

·~
llevábamos el uniforme. Creía conocerla ya, incluso la llamé, y a un mismo tiempo.
ella me contestó indiferente, pero no supe lo que acababa de Sin embargo, daba pruebas de que no se opotJ4 if~
pensar o de ver. Me quemaba mi incapacidad de explicarle mente a depender de algo, siempre que fuera ella h <;_.; ,;,
• por qué tenía que saberlo a cualquier precio.
Empecé a hacer méritos. Una vez la profesora· pasó de-
giera. Despreocupada y llena de ironía, me hablaba, con:,:, ,;~ .'•·J.
de su confianza, del joven profesor que, gravemellte Í#;rj; ""'l ,J
lante fllJestro, saludándonos con su voz graveJ a la vez que librado del servicio 1uilitar, ayudaba a su padre. Cómv '";,;;
nos examinaba de pies a cabez::. 1 de manera tal que una siempre órgano, decía, y yo tenía que imaginar cémo se sent-af4 ..;:e _,-;
se preguntaba qué podía haber de incorrecto en su persona, en- bado por la tarde en la nave de la iglesia y cómo él ·f'/::f?:-
tonces me atreví a preguntarla: ¿No la aguantas? Ahora ya para ella; pues no era p!obabL.:: que ella tuera por él eJ ·V/.4 _
era claro quién traicionaba aquí, a quién y por qué razón. go a misa. Me observaba y sonreía aún más prof~n;.é
Christa T. se volvió a mirar a fmestra profesora, yo también. cuando a mí no se me ocurría ninguna 1espuesta, ang-'#~__;
Su paso ya no era a saltos, sinO estirado, y las medias zurci- con puras tonterias como estaba; también «t.n esto» ~ A;~
das en las pantorrillas eran simples y horribles medias zur- tajaba y tenía que considerarme forzosamente irúantí -~J'
cidas, y no el glorioso sacrificio de una mujer alemana en el tomar las precauciones necesarias, pude hablar finalmen;r.,~~
quinto año de guerra en un país con una industria textil em- si entendiese un mínimo de los asuntos que estaban V.:;.'* ~
pobrecida. Miré asustada a Christa T., como si le tocara a ella. Nos apoyamos en la pared del colegio, y la scntifu·, 'f-'1
ella pronunciar el veredicto. Es calculadora, dijo como si cons- nuestras espaldas, las carteras a un costado, y con h_ /, -;: ,-;-:
tatara Ún hecho. Me hubiera gustado no haberla escuchado, de los pies dibujábamos circulas en el pavimento. L ;:;-;~
dije sin mirarla., me escribirás, ¿eh, Yrischan? Emps~:
Umpi;1-rlevotr.. .ole;_,:·~ lihr ~·; 1, úJ..¡ nnYi. ·:aco::::i~·r:c.::: cf,. I\J;¡v:~h 1 _

¡:--.:

········-----"-·······"~--" __
. ,. __________
,: l\1r L]Ué no? Ya \'eremos, Quizás.
entre nosotras, ahora dudo que haya f'Xistirlo. Per0 ""-r aquellos
Empu6 n cner la nicre E.na y frf:.t. PermJnecimos G:J..: tÍClti: momentos me hizo ilusión que me hablara de él.
po nllí, como si tuviéramos que decirnos algo n~~:s, y si yo
Durante todo el mes de enero, y mientras nos íbamos f..c.mi-
supiua pintar trasladaría a un lienzo aquella larga pared, en
liarizando cada vez más con loa nombrea de las localida¿2s '{~e
1

nosotras dos, muy pequeñas, apoyadas en ella, y detrás el co-


los refugiadas nos glitabon desde la calle, la esperanza fue h•-
legio Hermann-GOring, grande, nuevo y cuadrado) ligeramente
ciéndose más real en la medida ~n que siempre eran los mismos
cubicno por b nieve que iba cayendo poco a poco. :-:o tendría
rostros de las personas que pasaban, Hasta que un día u:~a
necesidad de describir la fría luz. Y la ansiedad que sentía se
voz cansacia gritó desde el tren: ..::<Friedeburgo». Y la espenma
Jesprcmlcría indefcctib~::::mente del cuadto, Pues todo el mundo se desvaneció. Yo pertenecía a ese grupo de gente, Probé :u
poJrin ver el ciclo sobre nosotras sin bri!lo, vacío_. y esto no expre~ión, aún teníamos cinco díns. Luego uno, despuéS ~jn­
poC:.~.ía quedar sin consecuencias, quisiéramos reconocerlo o no, gún día más. Entonces me convertí en uno de ellos, y en p:,cc s
Tombién podrfa adivinarse que uno puede perderse fácilr::::entc segundos olvidé que desde ur~a casa sólida puede mirnse 2. los
baJo semejante cielo, y con esa luz. Y que era inminente el que pasan con espanto y compasión.
perdernos: unos a otros y cada uno a sí mismo. De forma que Christa T. no me olvidó. Me dolía por ella, como ducce
nno, insensible, dice «yQ)> a un extraño, hasta un momento una promesa irreversible e incumplida. Por eso le di, de un
en el que este extraño <\Ym> vuelve a mí y se fusiona de solo tirón doloroso, todo lo que había quedado atrás. No ie
nuevo conmigo. Nos quedaremos sorprendidos, se puede !"re- vuelvas) no te vuelvas, que quien se vuelve y sonríe.,.
decir. Quizás hrcya obligación de repetir ese momento. Quizás Pero nosotras no sonreíamos, ni por asomo. Nos ar:o_::í-
tenga sentido que ella, C~rista T., Krischan, esté otra vez _p_·p_ bamos a ~~ primera zanja y llorábamos, lo cual ya era algo.
"" sente,
La historia de nuestra sonrisa perdida y vuelta a encontrar ~1ñc:;
Nevó aún más fuerte, se levantó viento. !~os separamos. Le: más tarde es otra historia. ,"
t:scribí, pues su 2ccimoséptimo cumpleaños caía en esas vaca-
ciones. Le brindé sin reservas mi amistad. No esperaba otrJ
' .
cnsa que no fuera su contestación: rr.:cwtras que ''."!.i ciudad, . .~#~'
\'
quL tenía que mantenerse iirrne si ._1uería permanecer como era,
era levantada por oJas de refugiados y de uniformados que
también huían, como un barco es 1._-vaf'tac!o por la mtlrca y va
a la der~va fatalrucnte. Yo contemplaba todo este movimiento
y no sabía lo que estaba viendo. Esperaba una ...:arta. LJ""¿;Ó
después del Año Nuevo, con el úlcitno correo del Este, y la
llevé mucho tiempo conmigo, mu . . ~1o:; kilómetros, hasta qt1e;
naturalmente, tambjén la perd!. Al menos poseía esta rrend~t,
aunque la L<ü·t:J, e:1 rca.1id,;d, no contenía ninguna pron:t·: <~. nrn-
gunn ns·c:'i-'Cl ~1c1 ··· :1:1 .céln un Pilr d,· p:tbbn1s íntinl·J·.
dcc::n· i ·· ·. ,,.". :.. ,,,· 1 .~, :.:\ 1
1
,r;

II

O tal vez no. Es curioso cómo todas las historias de GqL· ("-
!la época se relacionan con ella, con Christa T., ¿quién lo lw.. .¿;
biera pensado mientras vivía? ¿O es ·que hace falta insistir C":
que su vida continúa hasta el momento actmll para guard::H ';c-1

relación con todo lo que se convierte en historia, con todo },·, ;·

que permanece informe? ;:-


Ella tenía lo que tan sólo podía sospecharse,. una máRic:t.¡ '~

aversión hacia lo informe. Ésta es la prueba, si es que existe


alguna. Cuando realmente se trataba de escapar con un eqn:.
paje bien ligero, retuvo un librito que ahora yo tengo en mis
manos, hojas sueltas ya, encuadernado en seda azul con flore::.
tas, y que decía en la tapa con letra infantil: Me gustaría hac'-J
poesía y también me gustan las historias.
A los diez ai':os, con tono st::guro. Cerrar, tapon:::~r, la ler-
gua ayuda. ¿Y qué hay que cerrar y contra qué? ¿Tuvo re:1-
mente necesldad de ello en medio de sus certidumbres? ¿E
su s6hda casa en ei pueblo, donde los muchachos hacían eh
vueltas a un planeador J sobre el que habían escrito con granUe~
letras negras su nombre? En los bosques oscuros) de pino!l
además, altos como en toda nuestra región. El cie1o más deJ.-
pejado, con nubes ¿~ verano más blancas que en ningún otr~ 1
lugar: también inclujmos esto tácitamente entre las certidu:n
bres. Y naturalmente también Erwin, el hijo del herrero, cuy,.~
anillo fundido descansa en una sección secreta del diario, ::k
Jo cual él no tiene por qué enterarse. Del mismo modo q!J(
uno no puede suponer CJL~C el abuelo, que hahb t:mto de C<"H:t
rí:1s ele leones, 1w hayn estado mmca en Afric.1: ~Jero :1
, , nl ,,.( , •·t.. .,,,,., 1 , · ,J,r -i, .; n'" /1 ·. "··
, : ¡1¡ ;1 r

~~·~ •''"''"""'·"-'h.~~:::::. __ -~
J
~.A
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«Un canadiense que no conocía la civilización refinada de los otros, entonces en la puerta del parque, y los fuegos 5cn
los europeos», éste era su verso favorito, y de aquí puede ahora antorchas, y de entre su trémula luz salen del portal los
advertirse qué tipo de hombre era él. En oposici6n a su pa- habitantes de la finca elegantemente vestidas, y el recién es~
dre, el maestro rural T., qüe pinta cu'adros ai óleo y qf:(eJogró . trenado portador de la venera en medio de ellos. Y una se ale-
averiguar la verdadera historia del pueblo mediante viejos re- gra de estar en la segunda·· fila, oScura en 1a oscuridad, y d. e- :,~
gistros parroquiales, para descontento, en definitiva, del caPi- que el joven señor teniente no pueda reconocer a nadie a un- ~j
t~n, a quien pert~neda la finca y el cual no veía con tranqui- que quisiera. Pero, ¿cómo iba a querer? ¿Cómo se iba a voh:er: .·,,~

,:J
lidad que su familia quedase mal en las notas tomadas por hacia Krischan, Krischan en sus pantalones cortos y anorakJ ;¡<;1
el profesor, ese hombre enfermizo, que no sirve para el ser- :J
Krischan como única niña en la banda de chicc3, Krischan h3.-
ciendo frente, orgullos<'~~ a las otras de pelo largo: la~' chlcas
·:1
vicio militar, pero que envía a su hija menor, esa especie de
golfillo con nombre de chico, con la chiC[uillería del pueblo no juegan? 1 Kr:::chan en los saltos mortales desde el alero
1~,,
~::¡

al bosque propiedad de la finca a coger setas, ~in permiso, se del tejado ai tonel. Krischan vestido de viejo turco en la :fies:a ;~
entiende, y al jardín de la finca a los manzanos, de modo que de disfraces. Krischan, que también va a !a batida; que ruedJ
el alguacil tiene que castigar a la pandilla a «contar pied,.as»
en los campos del señor capitán.
con su «mona>> en medio del pueblo en la película <~Esa fue su
vida>> ~rueda y rueda) pues no puede frenar. Sitio en ucPna,
·,~
;-~~
Nacida con estrella - no hija de señor. ¿Quién pudo ha-
~
que el Raddatz tiene que coger para Hansi Knoteck una ma:l-
bérselo dicho? Más tarde lo escribi6, lo incluy6 sin comen- zana del árbol con un tiro certero) y al chico que está sentado
tario entre las certidumbres, ella sabía: era verdad; pero hu. en la copa del árbol con un gorro lleno de manzanas, a él no
biese resultado inoportuno hablar de ello. le ve nadie; pero era Jochan, el joven señor teniente~ el ca-
El miedo anle el alguacil es terminante, está tácitamente ballero Jochan, y se cayó de risa del árbol.
reconocido: no hija de señor. Estar en la oscuridad cuando Nacida con estrella. Lo cual no significa: tener fortuna oi
~ se prenden fuegos. Arden banderas de color rojo, negro y do- ser mimada por la fortuna. Pues no todas las estrellas hxilJar:
rado, entonces se tienen .5 años, y la hermana un poco mayor, claras y perpetuamente. Se oye hablar de estrellas difíciles, de
llega con la cara pálida de miedo y la arrastra a casa, una la
sigue y espera lo peor, pero únicamente están rotas las venta-
luz intermitente, dt.sapareciendo, regresar-:lo, no siempre vhl-
bles. Pero no se trata de esto. ¿Y de qué se trataría?
l
nas en el cuarto de estar, hay corriente, y nadie ha encendido Con los últimos vehículos, en la estrecha cabina del cor_-
la luz, esto puede llegar a ser peligroso. Entonces a uno k ductor, se fue en enero del cuar::ata y cinco hacia el Oeste. !:..o
gustarfa más que nada aclarar :: los mayores que naturalmente peor de todo era que nada, ni siquiera el ptc!='io miedo, podía
todo el mundo escapa tan rápido como le es posible cuando ya sorprender a nadie. Bajo este sol envejecido, tan sólo el fir.,
ha tenido el valor suficiente para romper las ventanas de un mientras ¿ure. Y encima, !:1 tcrteza: así tenia que ser. Esta
sitio cualquiera. Pero se oye que ha sido el ordeñador de la situación debería tener un hotel cuando la humanidad se con·
finca, un adulto, y quo habla gritado <<esclavo social», y que jura para desembocar en él, movida por un miedc ignoran1e,
no había huido, pues se sentía valiente con su nuevo uni- Mujeres pálidas} niños agotados, y soldados en su coti<liana
forme, tarea de huir. Uno no advlerte lo más esencial, ni siquiera el
Asf es como se recuerdan las llameantes banderas, no por crmsllnCÍO, que no proviene únicamente de seis noches en vela,
las llamas, pues en el pueblo se queman ]as cosas con facilidad,
sinr· por b.s caras. Y se esd, :o~ los (j~:-ince ~ülos, otra vez entre r:,. ! .lkCii> 1 .,

!.J
----~~---------,_¡

Uno se acurruca en el suelo; feliz quien tiene un trozo de Diez años de edad. Excluida de la sociedad por imperrl-
pared donde apoyarse. Christa T., para ahuyentar la desespe- nente, ahí está el librito.... encuadernado en seda con ílur¡;;:citas.
ración, se coldt:a una niña sobre d regazo. Entoncttá-comir:nza Ahí se descubre el coniuclo: cri-1ns líneas escritas. El asOOL·
a retumbar la radio sobre su cabeza: otra vez, incl,_~so en e} bro ya no se olvida, tampoco el alí~_7io.
infierno,· esr. voz fanática, en falsete, fidelidad, fidelidad aÍ Por la n0c9e- 8.-:: despie!ta, ahí siguen estando el inquilino
Fübrer basta la muerte. Pero ella, Cbrista T., aún antes de ha- y su mujer, ahOra han bebido, y suena el gramófono) Ich tanze
berlo comprendido, siente helarse su cuerpo, que como de cos~ mit di rin den Himmel hinebc ... (Bailo contigo hasta el cie-
tumbre, ha reaccionado antes que la cabeza, a la que 9l1ora in- lo ... ). Ellos tombién bailan, detrás de la puerta de cristal óe
dudablemente le queda le difícil tarea de recapacitar, de re- muevctt sus sombra::;, se parnn de golpe. Chillido. La rnujer
construir el pavor que t~~ne en los miembros: así pues, esto del inquilino ha pisado a nuestro gato, a nnestro buen gato
ha pasado, y así ha tenido que concluir. Los aquí sentados es- negrv, afable y viejo, que ahora gruñe a la señora, dla grita,
tán malditos, y yo con ellos. Sólo que y() no me levanto cuan- luego silencio. Llena de presentimientos salta a la vent:ma, Ja
do suena la música: me quedo sentada. Aprieto la niña co1•tra luna brilla, entonces sale el inquilino con el gatLJ, le ha cog;jdo:o
mi. ¿Cómo te llamas? Anneliese, un bonito nombre. über alles blasfema a la vez que lo estrella contra el muro de la cuadra.
in der Welt ... 1 Ya no levanto el brazo. Tengo a la niña, Ahora ya sabe cómo suenan los huesos al crujir, algo que
pequeña, de cálido aliento. Ya no canto como cantan las mu- hasta hací8 un momento estaba vivo, cae insensible al suelo.
chachas que antes estaban sentadas en el mostrador, como can- Y finalmente, para colmo de desgracias, }Jues el inquilii!o es
tan los soldados que estaban apoyados en las paredes, fnmando un hombre colérico, y además concienzudo: un ladrillo encima
y maldiciendo, de nuevo castigados, firmes ante la canción, ay, del gato. Entonces retrocede:, impide que su hermana se acer-
vuestras firmes espaldas, ¿cómo vamos a restablecernos? que a la ventana, no se extrafía de que la mayor obedezca
.lt' Preparados, gritó el chófer, tenía su coche otra vez a pun- por prímera vez, casi como sí se espantara. Tampoco supo
to. Chrísta T. se subió y se acurrucó junto a él, entonces la nunca qué fue del gato. Cuanto mejor si le hubiera destro-
noche comenzó verdaderamente, también la tormen~a de nieve. zado un perro rabioso y no un hombre enfurecido, cuanto
Antes del segundo pueblo se quedan hundidos, no servia de mejor hubieru sido que reventara solo que ante los ojos del
na¿1. una pala: había que buscar ayuda; usted, señorita, lo me- padre.
jor es que se quede aquí sentada. Ella 1.~.0 dijo nada, todo lo Esto pasa cuando no estarnos presentes.
que le estaba pasando se ajustaba demasiado a h pesadilla. Y entonces se adquiere una clf:sr:onfianza contra el día cla-
Seguramente habla entrado ya para siempre en el otro mundo, ro y los rostros suaves. Pero por la noche el gato le salta •
el oscuro, que nur.:a le había sido J.esconociC'J -si no, ¿de una sobre el pecho, el animal uegro y grande, de modo qt:e
dónde su afición a cerrar, a obturar el mundo bello, claro, só~ una se ve obligada a levantarse y a pasearse de un lado a otro,
licio, que debía ser parte suya? Las manos, apretar ambas ma~ y a buscar la cama de la niña Annemarie, para exigir un sitio,
nos sobre las grietas por las que fluve continuamente) frfo y a lo que ella, temblando de miedo, accede realmente. Peto
oscuro ... cuando a la mañann sig...._,icnte nos despert:'lmos en otra cam:1:o
¡Qné digna de lástima soy) pobre) pobre ser) me hallo de- olvidad:1 )'<l b noche, esto ~s, en re~1Ildad, lo m;Ís inquict8n1e
trás de sólidos úmros, :v afuera sopla el viento ... / d1~ todo.
]\í¡, (, .. ! 11 i .-1 : ~ (\ 1 ll' ' ' " ' ·r:"l' ::,·~-'."! '1l~_'l"tl'. ];l qt ,,
lllllt. ~ ... .,,, !•
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mirn absorta el espejo, a estar ausente, desesperada y extra- rande:-: duramente y saltando, le ordena que mlre afuera. Alum-
ña, de modo que vuelven a la memoria todas aquellas incerti- bra con su linterna un pequeño ovillo cubierto eJe nieve junto
dumbres que también tuvieron que ser afrontadss en la infan~ nl ca-:: he. Se agncha y le quita un poco C.e nieve con sus- gran-
cía. En realidad, desde la noche en gue a una dejan de lla- des guJnte~~ entonces aparece un rostro, uu niño. El chófer
marla como siempre: Krischan -vuelve a intentarlo 20 añÓs cubre otra vez eJ pequeño rostro y dice a Christa T.: EN FIN.
después en las notas que he encontrado: Krischan vino, Kris- Ella vive, y él quizás ha muerto mientras ella dormía. Ahora
chan fue ... también tiene que llevárselo. ¿ Quié11 iba a pregunt:1r si el
La niña por la noche ni va ni vie.t.ie ... Tiene que estar sola equipaje se tornaba demasiadn pesado con el tiempo? Es cu-
con un dolor que hay que soportar, que por prim~ra vez no rioso como de nuevo aparece él aquí después de t~nto rato; a]
se puede ahuyentar. No se sabe por qué, pero es asf. Hasta mirar una máscara de gas en un bosque tranquilo, en un ca-
ayer se hubiera ido corriendo a la cocina, donde la hermana y mino que debía ponerla otra vez en contacto con el oscuro
la madre preparan la cena; hoy, en lugar de esto, hay que ir mundo, del que ella siempre quiso escapar ...
a Ia puerta, agarrarse con las manos a las tablas, mirar cómo Sobre esto se informará en su momento. Con prudencia~
los gitanos abandonan el pueblo y cómo Antón, trabajador de dentro de lo posible, pues es evidente gne los :muertos son vul-
la finca, con su mujer y sus cuatro niños, se une a ellos. De ner2bles. Las cosns que un vivo puede d~cir, en la medida en
nuevo no puede hacerse lo que ayer se hubiese podido hacer, que vive, pueden llegar a acabar definitiv<Jmente con un muer-
«mujer>>, gritan y saludan con la mano. Mantener en alto el to. ¿Desconsideración? Por eso, desgraciadamente, uno no pue-
pedernal gue él me babia dado hacía tan sólo una semana de agarrarse a hechos gue con tanta frecuencia confunden y
como regalo de despedida. Pero el niño gitano es el único que dicen tan poco. Pero todavía resulta más dificil distinguir: Jo
ve a la niña: ¿}lace muecas a los que quedan atrás? Él es que se sabe con seguridad y desde cuándo; lo que ella misma
libre de hacer lo gue quiera. Hoy por la mañana le apeteció reveló 1 lo que otros revelaron; lo q11e añade su legado, lo que
bajarse los pantalones en plena calle del pueblo, hacer caca de- oculta: lo que hay que crear por amor a la verdad: esa ima-
lante de la casa del alcalde, y ahora quiere menospreciar todo gen que se me presenta de vez en cuando y <1 h. que me acerco
lo gue queda e.trás, también a mi. El dolor puede ser aún con cautela. : ~ 1,,.
mayor. YO, piensa la niña. YO soy distinta. Ya se ha perdi- Entunces se sur~rponc:n los caminos rea~,:uente recor::idos
do el coche verde en la oscuridad, no queda sino la carretilla con los r:) recorridos. Oigo palabras que nunca ptonunciam()s.
de mano, volcada. Nostalgia, un poco de miedo, dolor y algo Ya la veo: Christa T., cuanr1o estaba sin testigos. ¿Sería posi-
que se asemeja a un parto. Suficientemente duradero como para bje? Los años, que ahora regresan, ya no ~·0n !o::: mismus. Caen
rememorarlo y escribirlo después de treinta años. ¿De qué otra luces y sombras sobre nuestro rostro 1 y sin embargo permanece
manera yo lo hubiera sabido? sereno. ¿Cómo no asomb"arnos?
Hemos tenido suerte, señorita. Así de banal transcurría la
vida, el leal dhófer, con la nieve que le habla frotado la cara
aún en la mano. Él ya había presentido que se iría a dormir,
rx.~t(J, ;_cómo ~odí:~ esa noche enconttar tlll tractor en menos
dr~ J¡r·· horas? Ella (¡uiere reir, Cbrista T., no quiere tomarlo
1·r¡ ~:•-¡1' '· .:Dónde k1bía estado hasta bace un rnomn::.to, caliente

0!c> -:·'1" t In -.·n, T'( ¡:•<..·c·,r ~~11; T\_-¡-í. -.1 ~·),/.:,_, ;_, ,;·

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'1

III

Habíamos perdido nuestra capac;dad de asombro. Confiá-


bamos, por el contrario, en la ayuda de las casualidades. ¿Quién
se hubiera atrevido entre tanta confusión a decir «así y no de
otla manera:>>? A veces, en una zona harto conocida, pod.la-
mos levantar aún la cabeza, mirar repentinamente a nuestr:.
alrededor: aquí he llegado a parar pues ...
En la pizarra del aula había un verso escrito, ordenado
métricamente: <~Úns hJi der wínter geschádet überáh. Ningún
indicio, ni el menor signo; tampoco a mí me decía nada. Es- r
cuché al orador, pelirrojo y con pecas que llevaba puesta una J'
~
camisa azul, y que estaba entusiasmado con el parque infantil
que nuestra facultad debía construir. No, no me estremecí, no
,,
me asusté, tampoco dudé. Vi: delante de mí estaba sentada

.;... ·";,¡
Christa T. Hubiese podido ponerle la mano sobre el hombro,
pero no lo hice. No era ella, me persuadí) pero era su mano
la que yo veía escribir. Cuando salió me quedé sentada, no ]a
llamé. Me dije: si es ella, ahora la veré todos los días. Era
para asombrarse, pero no me asombré y la exciüKión que es-
peraba no se produjo.
Si era ella -¡Dios mio, era ella!-, entonces quise que
me reconociese primero. Estaba convencida de que en siete
años pueden olvidars~~ si se quiere muchos rostros y nombres,
Por aquel entonces 'éramOS' rigurosos con nuestros recuerdos.
De improviso nos encontramos cara a cara en el estrecbo
pasillo de un ;~Im;Kén. Inmediatamente, cnsi nl unísono, nos
reconocimos. Er~t ella, y tnmbién era yo. Si, t::~mhién ella ad-
mit'i;) h(lbermc n·,.·rmocido en •·1 '1Uclit'•!-!r' (>·r· !Y' nns ,-,ff'!.',l_ln-
!-;
c.Jr:l:l¡, rnul:l;l!l'•. •]'_¡~ '-'t.·. ;lt'
"
;_, .1, .,, ' ~-

~
entonces, fue el primer signo de nuestra antigua o ya nueva te de nuestra profesora, ahora se enteraba. Ay, dijo Christa T,
desconfianza. Nos miramos fugazmente. Una muerte lejana.
Salimos del almacén y camirimr.1os J~tamente hacia la esta· Asi nos fuímos interr~ndo acerca de nuestras experien-
ción por las calles de la ciudad de Leipzig, aún desconociflas cias, como si se pudieran sacar conclusiones. Notábamos sin
para mf. ···· embargo que empleábamos y evitábamos las mismas palabras.
Resurrección de los muertos. Si existían los milagros, éste Habíamos estad5 sentadas hacía poco en el mismo curso; tenía-
era uno, y sin embargo habíamos olvidado cómo acogerlo. Ape. mos que haber leído ambas los mismos libros. En aquellos
nas si intuíamos lo que se puede hacer frente a un milagro, y tiempos no existían muchos caminos para nosotras, ni siquiera
nuestra actitud fue ambigua, de miradas burlonas. En aquellos un bagaje grande de pensamientos, esperanzas o dudas.
parajes desérticos, por donde paseábamos, silbaba ese viento Tan sólo una cosa quería saber: ¿era ella aún la que en
que en las ciudades de postguerra todavía se levanta diaria- cualquier momento, ahora mismo 1 en rr..edio de la calle, entre
mente de los campos en ruinas. Una gran polvareda en las ca- las gentes presurosas y mal vestidas~ podía proferir su grito:
lles; por todos hdos corrientes; no era muy agradable, nos Hooohaahoo ... ? ¿O la había reencontrado inútilmente? Du-
subimos como de costUmbre los cuellos y hundimos las manos rante todo este tiempo he conocido personas capaces de hacer
en los bolsillos. Y nos servimos de aquellas medias palabras infinidad de cosas, pero eso únicamente podía hacerlo ella.
y de aquellas miradas expectantes que tanto cuadraban con ¿Había echado de menos la alegría? ¿La sorpresa? :Ue golpe
tales ciudades. llegó la alegría. E incluso se presentó la sorpresa, tardía como
de costumbre. ¡Un milagro! Si existían los milagros, éste era
Christa T. caminaba ligeramente inclinada hacia delante,
como si ante sus ojos hubiese un obstáculo suave pero conti·
nuo, al que uno se acostumbra. Lo atribuí a su altura. ¿No
uno. ¿Y quién dice que no estábamos preparadas para ello y
que lo acogíamos con ineptitud, con frases ambignas? Nos en-
l
..., había andado siempre así? Me miró, sonrió. contrábamos m la parada del tranvía y nos echamos a reír. ¡De ·t~
Ahora yo sabía también por qué me había prohibido abor- repente, ante nosotras, todos los días! Nos mirábamos y reía- . ).
darla inmediatamente. Incluso se me ocurrió entonces la pre· HJ.Os como se ríe después de una ttavesura, después de una ~
~ i 11
gunta justa. Pero no la empleé -ni en ese momento, ni más broma que :se ha gastado a alguien, tal vez a uno mismo. Rien- ¡1;1
tarde, y solamente en la última carta, 4.ue nunca pudo leer, la do nos separamos. Riendo quedó ella, y me hizo señas con la
aludí. mano cuando partí.
Mientras tanto rellenábamos los vacíos de nuestra conver- La risa podría quedar. Pero hemos de recorrer de nuevo el
sación real con una auténtica encuesta. Qué habia sido de ella, camino desde el almacén a la estación, decirnos otras cosas~ en-
qué de mí. Como sí nos asombráramos, meneábamos la cabeza contrar por fin el valor necesario }Jata hacer de las medias fra-
pensando en los singulares caminos de los últimos siete años, ses, frases enteras, para destruir la vaguedad de nuestra con-
caminos que e!l muchas ocasiones casi se habfan rQzado. Pero versGdón. ¡Qué lástima de tiempot Deberíamos reflexionar so~
<<Casi» no es -«realmente», esto ya lo habíamos aprendido. En bre otras cosas, y contemplar otras cosas. Tan sólo la risa debe
ciertas ocasiones toda una vida puede significar tanto como un quedar: pues ante nosotras se levantan todos los días. El tiem-
solo minuto. Y no obstante .íJ.os mostrábamos asombradas ante po hará desaparecer tanta confusión, lo queramos o no. En-
aquella distancia, ante aqLtel kilómetro que faltó prtra encon. tonces lo mejor es desearlo.
trarnos. Pretendíac.os mostrar joterés ..:n saber lo que había ¿Vaguedad? l9c palabra puede extrañar. A estos años, sobre
le:: (:•:t. 1 ,)·,;j¡:¡ '~'-~~ kb!ar, nu le:; Ld í . ,h~;(lO risor prc._i:::~LJ.J::no...:.~.
s~dv de tu.-los ü0S"t'·m. 0i d:tt :~o ;:,L:l:G m.Kia ,td::~·¡_d ~.:e i" muu-

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Nos miramos fugazmente. Una muerte lejana.
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Salin~vs del almacén y canünamos ]!entamentt hach la esta~ Así nos fuimos interrogando acerca de nnestras expc:rl...;-. __ ,
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embargo que emPleábamos y evitábamos las mismas palabr::-;_,
para mí.
Resurrección de los muertos. Si existían los milagros,. t:ste Habíamos estado sentadas hacía poco en el mismo curso; te~.;,­
era uno, y sin embargo habíamos olvidado cómo acogerlo. Ape~ mos que baber leído ambas los mismos libros. En aquelk,_
n~•s si intufamos lo que se puede hacer frente a un milagro, y tiempos no existían muchos caminos para nosotras, ni siqui,.>.: ..,_
Ducstra actitud fue ambigua, de miradas burlonas. En aqcellos un bagaje grande de pensamientos, esperanzas o dudas.
pa rJjes desérticos, por donde paseábamos, silbaba ese viento Tan sólo una cesa quería saber: ¿era ella aún la que ,-,·
qt...e en las ciudades de postguerra todavir: se levanta diaria~ cualquier momento, ahor~ mismo, en medio de la calle, en::'...\..'
mente de los campos en ruinas. Una gran polvareda en las ca~ las gentes presurosas y mal vestidas, podía proferir su grü\. . .
lies; por todos lados corrientes; no era muy agradable, nos Hooohaahoo ... ? ¿O la había reencontrado inútilmente? L'\;
s>Jbimos como de costumbre los cuellos y hundirnos las manos rante todo este tiempo he conocido personas capaces de ha'-\""
en los bolsillos. Y nos servimos de aquellas medias palabras infinidad de cosas, pero eso únicamente podía hacerlo ella.
y de aquellas miradas expectantes que tanto cuadraban con ¿Había echado de menos la alegría? ¿La sorpresa? De goh,,
tales ciudades. llegó la alegría. E incluso se presentó la sorpresa, tardía co~"''
Christa T. caminaba ligeramente inclinada hacia delante, de costumbre. ¡Un milae;ro! Si existían los milagros, éste e-1A
;;:amo si ante sus ojos hubiese un obstáculo suave pero conti- uno. ¿Y quién dice que no estábamos preparadas para ello ,.
nuo, al qne uno se acostumbra. Lo atribuí a su altura. ¿No que lo 2cogíamos con jneptitud, con frases· ambiguas? Nos ~l\
había andado siempre así? Me miró, sonrió. centrábamos en la parada del tranvía y nos echamos a reír. ¡l \.~
Ahora yo sabía también por qué me había prohibido abor- repente_. ante nosotras, todos los días! Nos mirábamos y reb
darla inmediatamente. Incluso se me ocurrió entonces la pre- mos corno se ríe después de una travesura, después de lll\ 1¡
~nnta justa. Pero no la empleé -ni en ese momento, ni m~s broma que se ha gastado a alguien, tal vez a uno mismo. Rita
tarde. y sulamente en la última carta, que nunca pudo leer 1 la do nos separamos. Riendo quedó ell.1, y me hizo señas con ¡. 1 '1
aludi. mano cuando partí.
Mientras tanto rellenábamos los vacíos de nuestra conver- La risa podría quedar. Pero hemos de recorr-er de nuevo e 1
sación real con una auténtica encue::;ta. Qué había sido dc.ella camino desde el. almacén a Ja e;:;tación, decirnos otras cosas, e11
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qué de mf. Como sí nos asombráramos, mene&bamc$ la cabeza centrar por fin el valor necesario para hacer de las medias fru-
pensando en los singulares caminos e-le los últimos siete años, ses, frases enteras, para destruir la vaguedad de nuestra con-
caminos que en muchas ocasiones casi se habían rozado. Pero versación. ¡Qué lástima de tiempo! Deberíamos reilexionar SIJ
<(casi» no es <<realmente», esto ya lo hablamos aprewiido. En bre orras cosas 1 y contemplar otras cosas. Tan sólo la risa dtll!:
ciertas ocasiones toda una vida puede significar tanto como un quedar: pues ante nosotras se levantan toJos los días. El tleJll
solo ITinuto. Y no obstante nos mostrábamns <1Sombrad:\s :1nt•· po had dcsap<:trecer tanta confusión, lo queramos o no. h,
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·:;__'-trus. ~-- clb ;w supo n~1d:1 :1cc-rc:: tt~

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La ruptura entre <mosotros:.> y «los otros>>; definitivamente: ninguno? ¿Y qué sabíamos de nosotros mismos s1 m slqt:.:.. :
ésta era la salvación. Y saber en secreto: No ha faltado mucho, sabíamos eso?
y ninguna ruptura, ningún corte hubiese podido separar <do Nunca olvidnrcmos la terrible gratitud ante flquella uc-.i::-~
otro» de nosotrof:: de haber sido distintos. Pero, ¿cómo se ,Se- de oportunidJdes. Y esa desconfianza :ontra el Jduiw en :>-
para uno de si mismo? Sobre este terna no hablamos. Pero ella Proceder con~¡a él) por fin~ con toda energía. Denigrarl-:, , ,
lo sabí&, Christa T., anJando a mi lr.do por los lugares vento- nunciade, cori\rencerle. No tolerar ninguna contradicción. ~'
sos, o bien no teniendo nada que decirnos. Aquella rápida mí- eh azar con desdén la defensa: dictar la sentencia: perp-<: v ·
rada al hablar sobre la muerte de la profesora -una muerte AceptarlJ. Cumplirla uno mismo.
difícil, lejana- me demostró que ella lo sabia. Perpetua. Ninguna palabra hueca.
Aquí, en n1Jestro repetido camino, en nuestro encuentro, Es suficiente una media frase, en un camino, siet-e ,¡ .:~._·"
ha de resurgir Horst Binder, el hijo de nuestro vechw, el hijo más tarde, para ponerse de acüetdo al respecto.
de un ferroviario. Ella, Christa T., también lo conocfa, se lo Aquel día ella desfalleció. No fue debido "l trabajo, au"< ,
había mostrado en una ocasión, me perseguía obstinadamente, pueda hnber sido duro cortar piezas de uniforme en esa f-;.~l ·.
fuera a donde fuera. Yo estaba furiosa, no se saca nada en de Niecldenburgo, en una mesa desvencijada, mientras qnc
limpio de una conquista sernejante 1 era inquíetante, una no pesar de todo el verano retornaba.
podía vanagloriarse de él. Le arranqué de su mano la cartera A veces entraba eljqy~_g. __ t,~iente __sovié.tic.o, y se apoy,.~·-­
que se empeñaba en llevarme, odiaba su pelo sucio cayéndole en el marco de la puerta, la contemplaba, la' miraba, n,1,~,
sobre la frente, y sobre todo esa mirada trascendental, ardien- sabía lo que el otro pensaba. Una vez él le dio la mano ""''.
te. Hubiera querido reír!!le de él con Christa T., pero ella no de partir: ¿triste guízás? Entonces ella corrió a casa, se tl~..,,
se reía) me pareció en cambio que sentía pena. a la cama, mordió la almohada y finalmente no pudo imp · ·
-~ Hasta que un día formamos un enorme cuadrado, blusas el grito. ¡Dios mío!, señor profesor, ¡esta sensibilidad tambk~,
blancas y camisas marrones. El jefe de la sección, mánco, gritó Y siempre sin motivo.
un nombre en la gron plaza: Horst Binder. Presentí lo que El jinete, detrás del cual inesperadgmente no babia si11"
1
iba a suceder a continuación. Era mi vecino, y hada días que un lago helado, cayó muerto del caballo cuando supo lo \_11 ~> ¡''
en nuestra calle se pronunciaba su nombre, pero yo ya no podía tenía a sus ecpalda~. Ella simplemente g!:itó, no es demasln~ 1,,
nombrarlo y no hablé más de él, ni <iquiera a Christa T. Eludí Q-.:;emó sus antiguos diarios, ento1,ces los juramentos quedtu,1, 1
su mirada inquisitoria y deseé lo qUt: no debía: no estar aquí, reducidos a cenizas, lo mismo que los entusiasmc;o de los LT¡,,
. f en esta fila, ni que el jefe de sección lo felicitara a él-a Horst les uno se avergonzaba, las opiüicrtes, las cáncirmes. El t:\:11;,
·,~- ~- Binder- por &cusar a su padtf'¡ un ferroviario, de haber escu- curso de una vina no es suficiente para habiar de ello, d 111c
,--- : chado emisoras enemigas. nos, el transcurso de su vida. Para este asunto serían nec1
Nunca supe si comprendió realmente el porqué no pudimos snrias hasta el final las medias froses ...
mirarnos a los ojos al romper filas. Ahora, mientras vamos de Ese mismo verano, y a menos de 50 kilómetros de dist.uJ
nuevo del almacén a la estación, podría decirle que al final, cia, estuvimos trabajando en r~mpos muy similares. Tuvo (:11•
antes que entrara el Ejército Rojo, Horst Binder disparó contra notar CJ l'C también nqui se podía respirar, que también ]l<iJ
su madre y contra s.í mismo, Y podrí:1mos preguntarnos por este m:c. ,,-o tlirc cstahm hechos ]os pulmones. As: pues, \11 ·.
qué hnbÍ,JD10S siclo fCSTX.'L1l1():;, rn . qu~ l(¡~; ncnntecimientos 110
r'- ;i;-~ •. LL~ull ~-ll{1it-~· ·r': ~.lodo~
J,.. ,::\· .J'' :·;.rsc <J,. stv1nr, ol"~Ct'\'·'1· ;"1._ .-:;:__ ·.-¡,_. J'
'J'l'···•i' .:(.·.._. t!!l 1 ·~1r de -,, ,:~.~t1·: e·~ lt:'

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pinms negras, _s~tos. ~ este e~traño c~lor que sal~a en el hori- de esto, después de esta razonable claridad, ha sido posible
Wntl'!, entre c1e1o y trerra, vwlento, 1gualmente 1ntenso en el la más mínima irracionalidad. Da un salto, sí, ;¡si ::ed. ~s~e
bosque. Vencer la impresión de incorrección cuando el suelo . eS el camino hacia nosotros.,..mismos. De este modo, esta nos--
se torna desnudo, pelado y liso, sin la medic:.ción de los árbo-) tf11gia no sería ridicula ni absurda sino útil y eficaz.
les alzados hacia el cielo. Elevar la mirada. Pero sin llegar Ni palabra sobre este asunto en nuestro primer paseo. Dos,
ha;ta el sol, que me abrasa. El sol derretirá el azul, lo vol- tres títulos a 1d
sumo, tímidos conceptos filosófJ.cos y econó·
~ l verá metálico y fluido; no nos permite el azul esta insoporta- micos: ¿estaria yo enterr.da? ¿Conocía el dolor de la auto·
L ble nostalgia por el verdadero azul, pero yo voy a buscarlo, expansión? ¿Y la ilusión ya inolvidable que luego compara-
;~.._
/•.·'· ahora, un segundo más ... sí. mos a todas las ilusiones futuras? Pero Christa T. se sube el
La coloczron en un coche, se la llevaron del campo. Ya lo cuello, antes de que pueda acercarme demasiado a elb. Ya se
ves, no lo soporta. Parece fuerte, pero por dentro es delica- sabe. i3icn. ¿Qué más?
da. Debe aceptar lo 'lue el alcalde le ha propuesto. Verdadera· Ya en su buhardilla, entonces, lev<lntando la vista de las
mente no le puede hacer ningún mal un cursillo de enseñanza. severas, esclarecedoras frases de los folletos, se dirigió hacia
¿Es que no ve lo que pasa aquí con los niños? Bien, dice ella, la ventana. La mirada en los 17 ábmos. Al más alto se encara-
¿por ctoJé no profesora? lvle miró de soslayo, ¿entendía yo que ma hoy el hijo del pastor, alumno de mi clase, y trae el nido
le hubiera descorazonado echar mano a lo primero bueno que de urracas entre los gritos alentadores de la pandilla al pie del
le llegaba? Y encima profesora, que como ella sabia, no se árbol. A los huevos, casi incubados, los arroja uno por uno
puede hacer a medias. ¿Profesora?, dije, ¡todavia tuviste suerte! c.:mtra el enorme pedernal, el mismo en el cual semanas antes
yo les babia explicado las capas geológicas de su tierra. Y yo
Tengo su fotografía de esa época.
~ estoy ahi, he leído mis folletos, contemplo todo esto y deseo
Sí, puede que haya buscado protecci6n en los niños. Su
llorar. -Así de fina es la capa sobre la que caminamos, tan
respiración ligera y en peligro, sus pequeñas rnnnos en las
próximo el peligro de caer en este pantano. Arrojar al gato
suyas. Y naturalmente que con ellos sólo las cosas importantes
contra la pared del corral, abandonar al muchacho en la nieve,
siguen siendo realmente importantes. El amor, por ejemplo, no
lanzar los hueves de pájaro contra la piedra. Encontrará todo
puede Jejar de opinar sohre elio. Cuando sobrevenian las du·
esto cuantas veces ocurra.
das -a~or, ¿y qué es eso, amor? ¿Puede moverse con ello
¡La fotografía! El rosi'O de la profesora, Chris:" T., da
un átomo siquiera? A '.Teces pensaba en la pequeña esCPela, en
s5Porita», vefrlthlll.al10S~)en medio de treinta y dos semblantes
los bancos altos y bamboleantes, en los treinta nifios mal ves- inf",;n!fks, ctela.mé"de·¡¡¡ pared de ladrillo de la escuela. En este
tidos, hambrientos, y 1Dios mío!, en sus zapatos. ~~ro ofrecer
momento los niños que entonces t~nían diez años pueden en-
protección con el propio desamparo ...
contrarse alli de nuevo, y fotografiarse, y la profesora tendrá
Tres años. La buhardilla con las paredes inclinadas, el veintiún años, pero su aspecto es distinto. Deseo ir con h an-
montón de blocs mal encuadernados, cor~ el papel gris y rústico, tigua fotografía por el puebío y encontrarme entre aquellos
los nuevos nombres en las tapas dr- los libros: Gorki, Maka- que ahora casi tienen treinta años. ¿La conocéis aún? ¿Sabéis
rencko; los nuevos folletos que, tzm importnntes como la diaria al menos su nombre? ¿Recordáis -quizás c:-,Lo sí- cómo os
alimentación, recibín en sus manos todo aque1 que no b~ cerr~l­ suplicó no ahogarais a los gMitos en el río, no persiguierais a
b'l CllrÍ0~" 1 nlCn1~. :¡]¡'llll<lS cn<;:1S ~~ le fi)'"lll":lll ::-onocJd~l<;, ~~) pu1r:Hbs :1 \!ls Jlr·nos cicgt;•: no :11"1\li,n:lÍ;, lns ¡w1hl·.·ll)S _nnlt:l
LJ u e :: ¡ · __!ulil'. 11\J te ;;pn l;,_k L·;~lr!JU ,!cspllt, 1:t j':t. Jj 1:- :--i f'(l · ~'~n:1. ·il',
se adivinaban en la fotografía, ¿no habéis pensado en ella, al
menos una vez, cuando teníais a vuestros hijos en brazos?
Los rostros infantiles. Risueñ0s, sr:tdsfechos 1 , un9s. r_eceJo.~
sos, otros agreSivos, ·algunos sonibríos, sin emF~t&o puedo. des-
cubrir algún secreto. Otra cosa es la profesora, arriba a la iz-
quierda, última fila. Tiene algo que ocuhar, podría pensarse
en una herida que se cura trabajosamente. Es reservada, deci- "'
dida. Cuando uno s~ dirigía a ella, encontraba amparo. Cuan-
do se le rogaba, sonreía. Con los ojos, naturalment€. IV
¿Es éste su lugar en el tiempo? Durante tres año:: antes
de las vacaciones de verano posa con sus alumnos, el fotógrafo Christa T. era asustadiza.
aprieta d botón, revela la placa, no ve diferencia alguna, envía Ante la sola idea de que puedo!. ocurrir lo q·~= es norma]
las fotografías, cobra sus honorarios. La profesora, Christa T., que ocurra: desaparecer si.11 dejar huella. Estaba oblig-ad~. 3.
entra en su buhardilla y coloca las tres fotografías, una junto dejar- hueibs, brusca }) descuídadnmente. Y qae b mano dere-
a la otra, las contempla largamente, no se percibe ningún cam- cha no sepa lo que hace la izquierda, que en cua~guÍ¡:t mo-
bio en ella. Hasta que por úhimn se sienta a la mesa, delante mento puede desmentirlo todo, incluso a uno mjsmo. Nzdje ~
de las fotografías, y rellena su solicitud de ingreso en la uni- puede ser forzado a encontrarme) salvo que me l:·...:sgue e.x_ple- ~
versidad. samente; pero, ¿a quién pueder. interesarle es:1s imágenes 1an
De este modo ha llegado al aula, delante de la misma pi- débiles, que ella iba dejando como un miedo oculto ... ? ¿ Quiérr
zarra que yo, delante del mismo joven profesar pecoso que hubiese esperado un.a narración tan precisa? ¿Por qué no es-
quiere construir con nosotros a todo trance un jafdín para
los niños, Se llama Günther, dice Chri,ta T. -casi hemos lle-
cribes, Krischan? Sf, sí, dijo . no lo negó, ni tampoco Jo admi-
tió. Esperé. Durante mucho tiempo no supe lo qwe esperah:~,
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gado a la estación-, lo conozco, no hay quien lo detenga. ahora estoy segura. Ha tenjdo que conoLet prematu:amente e¡;a
Éste es el momento en que empezamos a reír, después seguire- inc..4pacidad nuestia para decir las cosas tal y como .::on. Me
mos riendo hasta que liegue mi tranvía. ¡Tenemos toda la vida pregunto si realmente podemos apercibirnc:.; de es ro preco2-
por delante! mente, si es posible desmoralizarse para siempre, sL es posble
ver daro desde el principio, si puede perderse la ilusEór; der.::t-
siacf0 p.ronto. De modo que uno renuncia y deja que las cosa.;
si~an su curc:o. Entonces descubres que para estos asu:: tc,s no
hay salida: ni siquiera la de la inexactitud, la mentiJa .. , Y ha-
ces lo que se puede) de la mejor o la pe.:Jr manera. O de Ec-r-
ma intermedia, que es a me;:~udo la más ineficaz. Y errtonC"e:;
es cuando te sientes amenazado y no puedes silenc~ou nada.
¡Que únicamente pueda profundizar e?~ las co.rcrr esc;ibin!-
do! ¿Se la ha reprochado realmente? ¿Aclara esta sec:e1a "" to-
censP!a el estado de su legado? De los diados, no1as) ob~e~'3-
cior~.:s, histm_ias, listas de títu1;.lS, dE' los r•·,-,p~ctn:. V ...:.~tta5
'i'a1 . . ca ntg1igellCJLJ. ya no jJlu~de int..:rprewr~e cmn~__. dc~oxd~u o
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como descuido. Se castiga esa débil actitud con la que se en-


y que a fin de cuentas sólo coincide un ci>"rtO tiempo ccn su
frentó siempre a las cosas. Se reprocha, al cabo, el haber es-
objeto. Rehusaba poner~<:: un nombre, un s:o.::J.benito de con qJé
crito, el haber tenido que llegar a las cosas escribiendo. Y, efec-
reb.~,;l.o y a y_ül LStablo se ha de ir. ¡Virf,-. experimenta.r- u:ur
tivamen!e, llegó a las cosas. N;_ úqrdera ella supo tanto sobre
sf mism<:l. 1
vjda libre.' -¡Oh, ma?avilloso go"ro de vh'ir. .':O me abandone
mmcal Ser sin;plemente una persona ...
Y ahora se me ocurre que nunca pudimos pregunt~rle:
¿qué quieres ser? Tal como se pregunta a cualquier persona ¿Qué quieres ser, Krischan? ¿U:::a petson~l? Ya s<1bes.~.
sin temer por ello tocar un tabú. ~os encontramos en el piso Se iba. Admitió que había que trflb<1j~1r en uno ruismo.
de arriba de <:luestro café (Christa T. había cambiado de uni- Desaparecié por algunos días. Se decía que efectivamen1e est2b~
versidad, también de asignflt11ta, estudiaba tercero o cuarto trabajando y nosotros hicimos como si lo creyéramos. Lu::go
curso cua:do volví a verla), hojeaba apuntes. A menudo se la volvió, poco antes de Jos exámenes. Ya habbmos repasado teda
puede ver en el rincón, en esa L1esa redonda de rr:1rmot con la materi~, e intercambiado apuntes, y ::>8GJdo resúmenes:> y
diferentes personas que tienen ar. üstad, pero nunca entre sí, preparado fichas; habíamos formado grupos de estudio y ?Dt
sólo con ella. A veces se sienta sob, al parecer tiene cosas que lo tanto contraído ciertas obligaciones: ninguna nota po1 de~
hacer. Se prepara -¿p<tra qtié? Con los últimos céntimos que bajo -de «suficiente». Entonces reapareció y se informó llgera~
le qt:edan de la beca paga ese horrible pastel barato, hace lo mente sobte los temas. Disimulamos nuestm desesperación. :=:n
que todos hacen, ¿por qué entonces no se le puede hacer pre~ lugar de preguntarle durante una clase) por amor de Dios~ dó~­
guntas?, setía ridículo: ¿qué quieres ser, Kríschan? Bntonces de habfa estado, le ofrecimos ayuda. Günther, nuestro p::ccso
deja caer el borrador, con un gesto que desearíamos no haber secretario, le mostró las listas: haría bajar bs notas prooe::Lo
visto jamás; ha olvidadu lo que la preocupaba, y se queda del grupo si obtenía caliEcadones bajas. Si eso era realmen:e
mirando durante largo rato hacia la calleja de enfrente, a la lo que deseaba. A ningún precia, dijo Christa T., ¡vosotros
.!f' gente que pasea sola o en grupos, que se separan, que se sa~ sois todos tan estudiosos! Se fue con una amiga, Gertrud Eor.1..,
ludan o siguen adelante: nada en el mulldo podría ser más e hizo que la ayudara cou el poema de los Zaubersprüche cie
cotidiano. ¿Qué miraba pues? Merseburg; luego declamó obediente: Ik gihorta drJt seggen,., se
¿Y bien? - Esa mirada suya, lígeramente irónica, CúúlO hacía tarde, teníamos que acompañaria a su casa. Resultó q'..1e
de reproche. ¿Yo? Profesora, ¿no?, podía preguntar, y había había estado leyc::do a Dcstoyevsky, por lo tanto deseaba re-
que Jc.;lstir, uno :aliaba, se habL!Ja de otro B.Sunto, había que flexionar sobre la afirmación de que lo más débil puede ven:er
dejar de insistir en perseguirla. Estal::a demasiado claro: real- a lo más fuerte. Quería sacar una conclusión acerca de ~a ,-..-.
mente no lo podía saber. Hacía lo posible por encajar, pero se }idez de esta frase.
~..::;:<::ar'O!.b~, y nu por simple arrogancia. Se esforzaba, lo inten-
Al llegar a la puerta de su cosa decidié tornar con G< -.
taba denodadamente creyendo que era suya la culpa, y ·deseaba trud, y entonces comenzó a meditar en alta voz, cual si L~r::e­
contestar alegtelJiente y dispararse como una ametralladora: morara instantes de la vida, su historial completo, y si éste ere
profesora, maestra, lectora ...
realmente el objetivo ... Pero y si no lo fuese, ¿cuál lo ~erle
Pero, ay, no confiaba en estos títulos. Ni siquiera en si
entonces? Luego hicieron el camino de vuelt~L La ciudad :::~­
misma. Dudaba, entre tanta borr:1chera de denominaciones, du~
taba d....sierta y silenciosa. Cansadas se apoyaron en un mL:-J
daba de la veracidad de bs palabras que ella misma pronun-
cubierto de carteles. En algunas ven.tan:as había luz. ¿PDr qué
ciaba: intuía que la denominación :1nenas si da buen resultado
estú dcspiertJ. b ,~:;ente? tCllncle entre t·ilos 12 intranmdlica:1 ::>
,,o
'1
¿Se P 1'•)•'M por todos lados? Y, ;cómo infundir ánimos? Nos- -Que nos abandona uste:é
de sueñ;; tc;t li,¿ero ...
lalr.r,JI fdtjllffJ -Si prefiere usted llamarle· ~-:: --6:--0 Christa T.-, es la
Ajlti¡.;~ ~e hablaba de amor. No nos pareció raro que per.: verdaJ.
mancdn;f~ ~~~ln. Un día en que se quedó con nuestto niño, me ¿Por qué?, preguntaría é:, :~.i i:-:mc5 ofendido?
preoc !11; ~~~ ensimismamiento, y le pregunté con toda fran-
11
Ha debido reÍf. entonces. ~- :::·,mdo d insistió en su por
~1UCI::!. h;;, Jijo, difícil de explicar. Aunque esta vez, sabes, qué, ¿cómo conteStarle sino es :~''-"'- otm pregunta? ¿Le inte-
estoy C1.1~j e~•gura. Creo yo, añadió. resa realmente? Ella sabe que :-.:: :-uce ~1sí, y quiere también
¿Y l1l, sobes de lo que hablas? hacerlo así, hubiera querido, su =::-.hb ea L1 suya, haber cami-
Son¡j,j, Ñln embargo, ninguna de las dos estábamos pensan- nado a lo largo de Ia cerca hs:::.o :.~ p11 erta, en el pens;1miento
jo en u1_!'11-//a escena sobre la pared de la escuela, ya se había empujar d cerrojo y permancc;:_::- ;;monees a su lado, junto a~
esvnner Id,¡ ~u superioridad, ahora era yo la que hacía las pre- camino que ~..-oaduce al pueblo.
gunt~ls, Uu II:Jdo caso, si comparaba mi vida con la suya, podía ¿Y usted?, dice Chdsta T., :-.:rJ continuar la conversnd0n,
consule¡· '111 nt: con de-rech o a preguntar si· sa b'1a en resum1'd as
¿no quiere irse lejos? ¿Por lo ~cnos durnnte las vncnciones?
cuentas ¡f., ¡, • que hablaba.
¿YO? ¿Lejos de aqui? Claro que no.
~~I.q¡,l, dijo. Ya conocía esto y aquello. Ella suspira. Éste es alguien que snbe lo que quiere. Do-
t¡e 11 !1 Hombre.
01
blan hacia el atajo. Retamas ya m;nchitns, a la izquierda Y nla
~• ""• dijo Antes. Un amor de verano. Y todo lo que derecha, setos de jazm:ín sobre Jos que aún, un poco penosa-
-:
estotgn¡¡¡, ol, Pero, añadió entonces, es dificil de explicar. Hace mente, amen<:~zado o seduddo por la caída, se mantiene el so~.
mluc.
10 1
e Sl1t'llCJ¡¡,
'""'1•o de esto. Volvió a coger el libro y se sumió en Podría pintarse un bello cuadro, piensa Christa T., pero di-
simula su tono sarcástico, ya que él es tan serio. ¿Así que se
Difki/ .¡,, explicar. Empero todavía más inexplicable bajo ha arraigado usted? '.
e1 desco¡¡¡··
f }" ~-HII(\ dOt lll1petat1VO
. . de 1OS hechOS, hechOS que noso-
1
Totalmente, contesta, Para siempre. creo yo. ¿Por qué se
tros e Zil\Hite no conocemos. Así que a lo mejor ocurrió du- ríe? Existen motivos. ; (i

ran~e ~~ illi/tno verano en el pueblo. Una noche a finales de No lo dudo. .• ~t


¡uruo. •s¡,,¡,,,, para ser precisos, aliado de la cerca debajo de Ahora se está burlando de mi.
l os cerez\,~
•' \>11 e¡ patio
de 1os ¡,-11111
· .iE.t
• , co¡eg10, · JUnto
· ¡ -
a pequeno estanque Éste, querida, ha sido el único momento en el que no me
bían r"" ~, al que ella volví~ la espalda. L~s ranas no h~­ he burlado, pero tú no lo has notado. Oye ahora cómo él le
d i .-· .,, "'•Ido a croar. Él ba¡aba por el calnlno, ella lo v1o clice «para siempre», un golpe menor, ya ha pasado. De esto
le e¡os~ 1.1\iiMs pensó: Así que viene, precisamente hoy. O no nuestro no saldrá nada, no ha de salir nada.
0
penm, >ÍI\u que lo sintió. Entonces le ofreció un par de Ya sabe usted, dice él. La escuela. Susceptible de evolu-
~ere~ns '' 1h\Ves de la cerca, justo en el momento en que él ción, desde luego. Pero totalmente sobre mis espaldas, hastf
reT en SI\\\ y saltó. Esto por el viaje, dijo, y se imaginó allf su jardín, lo crea o no.
en ~ te\\\~, dtmdo cerezas a un hombre, y t11vo que refr. Lo creo) dice Christa T. miránÓJ~o fijamente. El nuevo-)'
- eJ·o ;'\·- \\\) 1.Iúi repara do en ]as cerezas.- Quena '- sa ber pn-.

mero st et·,¡ \ ''l\la d . joven director de escuela de! e~-.,.'->. . vecino.
El a%ul le sienta bien, a_gr..:::2:·z. ":~a. - Así se h~ce, muy
--seq \ \'\\a 1 d, d"lJO e 11 a, Sl· 1e en fada a tls1eo· tanto. ,J Oue' ~i,·n, Jr dice uoa voz en sn ;;,é~-::- -:..:::o 2-hora ar~::.:::. ...:~á voz.
~- ? -
·,.¿u], grf:.c latulmente desepe::.:.:-_ =--~ ·;itJ2 C<..un~a. -.. . l lO Í1:~
42
"-
,)

,__ _
~,......,.-~,
biese sabido, lli(_· hubiese vestido de un modo to taln1ente di- dido su capaddad de asombro, la recupera: así que no em más
ferente. que esto, todo previsto paso por paso, pieza po1· piez:1; con-
¿Totalm~rd'· es su palabra favorita?, pregunta Cbrista T. fieso que es tranquilizador que la primera vez no pase nada
Scmcj;trJ(:·. ,·-oS<"rS sólo tste"d las pr-cgD.üta, dice él, fríamen- imprevisible.
te irritado. Lr, lw obsen·;~do: no le guste1 que algo sea tot<Jl-· Ahora ha sucedido) le recuerda ella: una dllca te ha pre-
mente incorrn to o esté totalmente concluido. guntado. ..rr
Se equiv(J( :1, dijo ella con seriedad. No sabe cuánto 1nc Es verdad, dice, casi triste. Y por poco no la he reco-
gustaría cnc<Hdl":lt·me algo semejante en algún sitio. Pero, nocido.
¿cómo se h;l d:1do cuenta? ¿A quién~ ¿A la chica o a la pregunta?
Ay, excl:tl"''> desalentado. Frecuentemente. Cu3.ndo habla A ambas J contesta.
el inspector de c-.':ct~ela, por ejemplo. Usted nunca s e ríe. Pero Pero ella piensa: así puede ser) desconocido pero previs-
yo lo veo: drr1b. to. No se puede desear algo mejor.
No sien1pH·, dit:c elb. Por más atentamente que usted hr..ya Enséñame tus manos, le pide ~ntonces.
mirado: yo ("(lttip:;ro. Comparo las palabr2s del inspector con Él Jo hace. Vamos, dice él, ¿has debido pasarlo muy mal,
la realidad qu(' v~ el colegio. o todo lo contrario?
Ve ustctl, dicv él vehemente. Yo en cambio c~n1paro sus Muy mal, dice ella. Todo lo contrario.
palabras con t11i~ :;ueños :1cerca del colegio. '-
Eres muy extraña, dice éL Y sé: que pase lo g_ue pase, te ;>"\
Es extr-:1fio, l'Prttesta ella. Me gusta eso en usted. Ella se vas. No te puedo detener.
escucha en :-:u illln1or: ¿-ninguna voz? No! nada. No, no puedes !:lacerlo.
Ahoro.l el ~,id c:1c sobre los setos. Sólo falta que corran a ¿Tengo que pasar por tres pruebas?, pregunta -'1 aún.
través de wu pr;ldera y que el heno perfume el ambiente. Bien, tres pruebas.
Pues bien, cnrn·n, y el heno perfuma el ambiente=- todo esto El sol aún se ve a un palmo del horizonte Mucho tiempo •
lo teneruos en L1 mano. Ahora ella debe preguntar le por los por delantP..
álamos: &.i. h:1 11 vp:;do alguna vez a un áiamo. - Oh, sf, en
La primera: ¿Qué acabo de pensar?
su casa ... 1\k iw expresado mal. ¿Nunca ha robado J.os huevos
Piensas dia y noche que te irás a cualquier precio y que
de un nido de un.tcas? ¿Nunca ha arrcjado pajari -ros de~rtu~ n8die podrá _._e;tenerte.
dos contra ill p:l rvtl del establo?
La segun&<: ¿Qué será de mí t
Sinceramt'!ll(". contesta confundido, nunca he p<:>dido. En
Esto es lo que pretendes averiguar, dice él con dureza.
estas cosas ~nv :llt~o extraño) ¿sabe?
J\dem;s has preguntado mal. Qué debe ser de mí, tendrías
¿Y personlls ,J
¿Qué quin,· n:-:ted decir?, ¿supongo será consciente de lo
<jue haber preguntado. Pues de otro modo, lo 'abrías.
Tercera; dice Cluista T. ¿qué e-: lo que necesita un hom-
que tal pregu!1l:l ~ignifica? Después de tres años __de___ guerra se
Ilre?
debe saber t.·xnrLunente lo que se quiete deéT!-~an tales pre-
guntas. Usted ! 1¡¡· ~oldado, replicará ella. Una tarea) responde convencido.
Tuve sunk. ,b-::. Después de un inst<Jnte añade: Siempre La culpa es tuya) semejantes prueb<Js nunca terminan de
he pensack., tpw .1knnn vez una chica me haría esta pregunta. l...._jna forma '_mívoca, y e-sto lo has sabido tú también. El sol
Ahora est<H · ~.,·:, :_,'. ,:-; en b pradera, y Christa T., ~,., : ."": h<t per- ~e hr. pucs .. u, ~ 1 :1 nnt~d es seguro. Tenlu en cncJH:l.

+f ·15
Lo s,dJ!a, di, e el hombre a su lado. Ella le oye levantar- guntáramos sobre ~o ~:re podría yenirle bien. Si vivhs era su-
se; quédatc 1 dítt~ 1 quédate. ficiente:, L~s cL.c~s-:...::....:i.ls exteriores permaneóan, por supues-
Pero ti/VI; (JUc ser (:lb la que decidiera, aquí y siempre. to; en lli"Ja grotescJ. c.~:J.traCtcción. Christa T.~ en 1:1 nueva __ciu-
Prometer, dío~ dln, desde luego no puedo prometer nDda. dad, miró cuartos, ?Z::onas. Comprendió gue no debía buscar
A:::..L o d¡~ t¡lf;J manera. E11 este año o en el año siguiente. diecisiete álamos, Ce nodo que mej0r no acercarse a la venta-
Éste u otro, Át11or de verano, me dirá más tarde. El verano na. Adelantó ell~bio ~-úerior, cogió el c1..1arto. La calle llevaba
no h3brfa 11id11 ,,¡ corto ni largo, ni el amor pesado o hgerc.,
¡. el nombre de un :6Jós0fo alemón. A veces, por b noche, un
ni el pueblo Vt't ; 1101 ni nada, demasiado cerca o demasiado le- niño lavaba cuidadosamente las piedras que adornc1ban el jar-
jos. El camino ¡¡/¡-cdcdor del pw:dJo todavía familiar ~'ya extra-
r dín de] fl'ente, sin árboles ni plantas. Por la mañan::~, temprano,
1
rlo. Y ella •• 1,¡ w·¡-: conocida y dolorosamente,desconocida h:::tsta ejércitos de amas de c1sa sacudían sus alfombras en los patios
Lt s::cjedad. lndr1~~ 0 para sí misma. de alrededor. Y en la puerta aparecía la pe~trona, una carta
Tiene qut· h11Lcrlo hecho~ yo así io quiero. Ha tenido que entre sus aúlados dedos o, debajo del brazo, unn frase que
experimcnt~u· Jq que debh saber, e irse luego. Difícil de ex- Christa T. ac1baba de descolgar del cuarto para colocarla en
plicar. el suelo del pasillo: «Cuando se rompa el último eslabón de
~Ier6 a J¡¡ dttdnd y estÚvo sola durante mucho tiempo. la esperanza, no desespereSJ>. ¿Sería posible? - ¿Tampoco
Sorpren~L n!t'lllc!ltc veo que es preciso aclarar ambas cosos, éste le gustaba? ¿Cómo va a vivir usted sin ningún buen
pv::: muy t\-;,r,'lll~~ que en aquel entonces 11le paredera tamo l consejo ~spiritual? La señora Schmidt) contradictoria, dueña
una C•Dsu ~\n;:,, In t.Hra. Su hermana, que era un afí.o mayor de casa por un la.do, sujeta por el otro a las tentaciones de
Y que ia qn(·t i:~ 1nucho, la habría prevenido, conociéndola, !a filantropía. No se la reconoce cuando sale de la habitación.
pTeocupad,t plll'llllt' ln más joven pudiera a¿;;otarse, lo cual po- Ahora coge la cita o el proverbio, ¿cómo se ha dejado conven-
dr,W suceder f¡idltut'nte. El padre, casi sin palabras, nombró otro cer? Rápidamente va en busca de un martillo y martilla un
sucesor, ella lu¡h]l'l-lc sido la sucesora bienvenida en el :olegio.
f. clavo en uno de los pocos espacios libres de la larga pared del
La madre, l:lnltldn estaban a sc!as, convirtió en palabras lo 1¡• corredor. Lo cuelga de manera visible entre otros ré~ulos:
que el padre 11111 ·'<">lo sugería: ¿Iba a quedarse sola? ¿Y ~'oé 1
cuándo o a qué bora han de llegar los huéspedes, solos, sin
sería de la vH,•Ildn oficial que habitaban? 1 acompañante, s:e entiende; l..:uándo se ha de apagar la luz;
Ent0~::::es Chd:->t ¡ 1 T. se fue. Más tarde ha re_t)etido con fre-
f
1 cuántas veces pücde utilizar..;;e el water y cuánta agua puede
cue:J.da este 1'1\'\\'dcr.':.e -alejarse-; hay algo oculto detds emplearse y con qué finalidad. Ciudadanos, proteged vuestras
de estas hnid(l:\ dt·~de el principio: dejar atrás lo que se co- instalaciones, dice Christa T., y se ríe en las narices de la se~
r.oc·:- dema.::ln~h' h1rn, lo que ya no significa provocación algu- ñora Schmidt. En vano, naturalmente. Pues a la larga nadie
na. 'l'ener Clll'h'$.hhh..l por otras experiencias, u, en últín1 1 ins- puede vivir en el mundo, tal y como es, sin saber exar:ta-
tancia, por &Í n\iSI\\n frente .:;, nuevas circunstancias, Amar más mente lo que está prohibido y lo que no. Por lo tanto, hago 1

la búsqueda <j\\~ l;~ finalidad. Las desventajas de semejante na- un bien a mis huéspedes y les quito la duda. Christa T. ha
tun~-1~za son e'\'hl~'l\t-cs para los que la rodean. vivido en casa -de. la señora Schmidt tres años.
En aquelb~ 1\;,;'1\\pos, por otra parte, llamaba poco Jn ~lten­
ción: todo e] mnn~t, estaba obligado a mantener vivo su nLín
d b' d . ' .
e usque :1, i.'\ \;,·q•po corri::¡ muy d,.:prisa. I'~o se rdiL'xlon.:-
ba mucbo, " '·" ··,.:pr:!e:·u;-s -~.tllJ<>::i~<~L~C, l¡:_:;; ,, _1
46 47

~~~,-'?lk'&I\-j¡f-i -::'"":!Mi$_&.
t "

' V

' Poco sabemos sobre estos años, pues realmente 1w J'\ 1"'¡,.
saber~e lo que aún no se ha manifestado. Es mi propi:1 i n::.l'·
guridad la que me dicta que todavía nc ha llegado elmtl1lK' 11 h
de informar clara y fluidamente sobre todos aquellos ·,JC(llliC\·i·
mientas de los cuales fuimos testigos o pudimos lwberlo si(h~.
Entonces, ¿por qué? ¿No será mejor callar, que inhibir:.;<.:?
1

En :fin - si se tratase de una plección. Pero es eJI:l, Cln·is-


ta T., la que me arrastra. El hecho de que haya vívido rcnl-
mente y de que haya muerto realmente, hecho por otra p:1 rlc
ampliamente desconocido, es todo menos un invento. Ahor:l,
cuando .a]zo la vista, puedo verla pasar ante mf, sin darse vttcl-
ta, y soy yo quien tiene que seguirla, hacía abajo, hacin nt d:-o.
~
Incluso cuando comienzo a intuir la finalidad de todo esto Y
lo que se propone hacer conmigo. Cuando de entre todos los
ejemplos -.l2_ues qué es escribirsi~9 ()frecer ejemplo~:-- se iiJl-
ponía precisa;:;;elite-er ae--e1Ia~-Chri;ta-·T·~--~ quien no le uJ:l-
dra ninguna de las palabras elogiosas que flTJes~.:.-o tieJJlpo, iJJ-
clu.idos nosotros, hemos proferido. Aunque quizás le cuadren
algunas, si bien es cierto que en otro sentido muy ciif("rr·ntc ~¡[
usual. Ay, si yo tuviera la posibilidad de inventar el pcr•¡o-
naje. Ella no es un ejemplo ni un modelo a seguir. Crc(J qu<~
no sería diferente con cualquier persona realmente vi'.'a; Y JJH!
declaro partidaria de la libertad y del derecho a inventar.
Solamente una vez, esta única vez, deseo experimcnt~r Y
poder explicar cómo ha sucedido todo, sin necesidad de h~Jct.::r
; demostraciones.
Dur:1.ntc m1.1chos años Christa T. tuvo que engañar·.r: >J d
!
l wlsma :- hG p¡lgndo ~nr ello; corno cualrruier ¡--·tS(In;, r':% ·:r; 1
J

\ "
:\,,~)d,l' ., .-.,,,·' ¡,_, ..•

1
sufrió desilusiones de toda clase, la más amarga sobre ella te. En la escalera --con los mismos peldañc"~s j..:.~ _..,_,,~-:J de~­
misma. Yo no me di cuenta, encontré natural que quisiera gastada, con la misma corriente de sir e que :-:e ~:_-.. :·· -\,naves
sc:r- cotnó todos. Más tarde, me h:ln asustado sus diarios. Po- del- tejsdo· -8ún ·sin reparar-· me cl.irlgiría- a ··e;~,' ,.;.,:· ~··~J.':IS;· le
dría preguntarme por qué no he advertido casi nada. ¿No nos pref;untaría pm la doctora Dülllng. Él r:n tituh_· .... · ,"·'. -~~ con-
habíamos vuelto a encontrar? ¿No nos habíamos dicho al fi- testación como dpdé yo al pregun-<:-:.rle, pues :1:·.:,-" .·-.~e ~~da
no] de este encuentro las palabras adecuadas? ¿No habíamos tengo que echar a un lado lü imag'"':1 de la de',~-,·.~-: Y pahda
sabido hallar, en c1.::alquíer caso, la risa correcta? ¿Sorpresa, Gertrud Born~ a fin de poder pronunciar sin L:·;.::.~·~:.Je~s su
alegría? ¿Familiaridad? Sólo hasta cierto punto. Yo vivo y nuevo nombre y su nuevo título. 1'\aturalmemc ·\,~ ~-.,ttLma ~n
ella no, de modo CJUC puedo detetminar acerca de lo que se el mismo lugar en que hace diez u once años 1:\. :.>~:n P?dl8-
va a decir o no. bsta es la tremenda desconsideración de los mos encontrar a los profesores. Gertrud Bom :,·\.:\luna 1~
vivos con respecto a los muertos. Lo que denominamos nues- ·
vrsta , Q ¡ , f
y me reconocena. ue su a egna uem y, ~--~-~··• ··
' . 1 o artt-
tro derecho, el derecho de na.querer-saber-nada o de no tener~ ficial deddiría muchas cosas.
nada-quecdecir. Un buen derecho. Supongamos que la alegrfa fuera \'crdadera. Fnt.'1;,·~·s, trans-
Quizás, tal y como están las cosrs, no debería cargar yo curddos algunos minutos, le extrañaría que, \'~'·"·ts<:mente
sola con toda la responsabilidad. Po<lria buscar testigos, que, Christa T.) fuese quien me interesaba. La docton1 J\illmg co-
como corresponde a los compañeros de una persona prematu- medida como de costumbre no se entrometerá . .i\111\IJI 1é -¿por
ramellte muerta, aún están vivos. Podría ir a la ciudad donde qué sí no me iba a dirigir a ella? Ella, Gcrtrud lh 11 11J sabría
estudiamos juntas. Caminar por la plaza de la universidad. Si seguramente qué aspect0 se ha de tener para cst:~t· 11 ,l.n altura
no me equivoco, ahora pueden verse allí quioscos de flores, de «las circunstancias» así se expresaría sin dtHl:L ~ 1 se ¡..a·
pero ninguna de aquellas florés nuestras, toscamente plantadas diera levantar, si saliera' de.l despacho, ?.bandon:Hultl su rorta· '
e:rfel jardín, donde Günter, el pecoso Günter, sacaba obstina~ leza -un par de pasos por la habitación hast:: el grupo de
,,
sillones q_,¡c están al lado de la ventana serían :;t1li( kntes para .,<'
damente tomates y habas. Tendré que reír. El polvo ha de
llamar la atención, ese polvo que entonces volaba sobre h familhrizarse de nuevo con elln. La que va por ¡¡) ,j es la doc~ ,.;:.
.•,
pbza y nos obligaba a caminar siempre deprisa, se ha posa- tora Dülling, una mujer bien arregbda y vestjdn. í:o .que le ~í~

do. Esto era lo úlrimo que podía esperar, y sin embargo los ha rlPbido costar desernbarazar~e de la pálida, ÍtJ~¡gruficante
quioscos también lo explican. Por otra parte, en el interior Gertrud Born, disimular su timidez. apr . . nder a f!/!d?r como
del edificio tampoco encontraría muchas cosas cambiadas, me- ahora sabe ha. . .:rlo, esto sólo elln lo sabe, y nu 1 j 1JJere que
nos de las que se desearía. El patio interior igualmente inex- ningÚn OtJ.O lo sera. Y yo pensaba respetarlo mirJJlfaS estu·
plorado por la nueva ge~>eración, protegido aún por un letrt- viera sent<.1da frente a ella.
ro: ¡Atención!, ¡peligro de desprendimientos! Era poco pro- Así, pues, rbrista T .. Gertrud Dolling adopto:< una p<>s-
bable que aquel tejado dañado por la guerra se desprendiera !ura defensiva, y yo no sabré por qué 1 pero m~J,~_..-:¡ré haber
después de casi veinte años. Los estudiantes de hoy, como en- ~,cnido.
tonces nosotros, pasaban indiferentes delante del letrero y tam- Ella eraJ dirá, distinta a los demás. Pero t?.tr, y:a lo sabes
bién de mí, la desconocida, tendría que hacer un esfuerzo y tú. No v::üoraba mucho el orden. Nunca trab;;:;< ·• ;~ularmen­
explicarme a mí misma el motivo de que no pudieran reco. te -no podín. y tú, c .~r···nd, siempre disc:>: . :.·' has S-O-
nocerme como su contemporánea, a pes:ll de lo mucho :..tlH. pr:¡rt:Hk\ ··e:~ Ctrn·· '::!. q····;· t·tc Dlll1l':l,
mÜ;Jr]¡j
dur:=~.rte e.,l8':: :::e~a::..a:::; ~..:. ;;ea, u.:: ilH!.,.::r:.·, tall f'JCú irak1 w.~ll::;·,;--.. _t-<~r;.·. ral:\ 1 Uiría l.. ... rtrL•.,, , ¡;:1Uinp.. yute: ..

50 "'
~-
L<.~;.tmcil!r· lutl~· que pronunciara la palabra exacta: yo diría Quizás equ:voc0 St, G,t.zera. Literatura: ¿qué podí~ h:1~".:-~ "'' 11
•;'le <.'s.t:~lm -·q¡ J;Clígro. eso? Aunque, ¿qué- carrera le hublese convenido?
l~qq. tp¡ .. tt; desvanezca esa palabraJ no tiene cabida en ¿Contra todo lo previsible será posible habbr ~k :..:..----st:.ts
t"-Ll !1;dJJ.Ia
1 11,¡¡ y desaparece dpidamente.
cosas con Gertrud Born?
, '\ 0
do/;¡ ~ícmpre has tenido la cost"Jmbre de decir «yo Además, dirá luego sin inmutarse: excepto a mí. c-1~ ·"'-1ltt>
';"u·>, le,.., ll•tdo a Gertrud Dolling. Elia rie y junta la punta lla época no ha tenido a nadie.
\:'-' lo$ dt•d~;;¡¡ t~.t:to ya lo hacía Gertrud Born cuando estaba No, no desmcntiré 1 pero tampoco cambiaré de tcm:L h<\."'-t]a,
ccsconccrt ¡¡~ !, 1,
diré. No olvides a Kostja.
;n lh:h¡\f;l¡ (por qué? Entonces, natmalmente, moverá la cabeza. L1 n'¡;-:<:J\id:1
·da d(,l/ di! 1)i)]ling estaba acostumbrada a refle>xior~..;t con que siempre tuvo se ha convenido en tozudez.
r.tpl ez Y c~~u lilrrd y a exponer con clarid:1.d el resultado de Nadie, dirá excepto a mí. ¡Kostja! ¿Puede tomnrsc en ~(río
sus pen~;Jnll! 11 1' ,r,, Ahora p:.rece dudar. ese andar de aquí para allá?
Deb1<l" 11 ·di , ¡_uerza 1magmat1va,
. . . e¡·tra, qmzas
. , entonces, no
Yo) en posesión de los diarios de Christa T., me :;.utnhf
tota 1mcnl<'· _'' <~ 11 ~ ¡· r-e h a consigo
, mtsma.
. E ra: desb ordante. N un~
en el silencio. Realmente no ha tenido a nadie 1 por t'H~1 mi
u . recono,, · 1 ¡·ltnltacwnes
· · de ¡os ¿emas. , Se per d'ta en cua¡-
• _ '' qr¡ necesidad de justificarme -¿por qué si no hubiese _¡l~~' yü n.
qlllet
. cos11 .,
'" 1-~lll'o. A veces,mcusopo apen~arseque:1o ¡e
· ¡ di
ver a Gcrtrud Dülling?- ha fracasado. _¿Por qué ibn :\ ~eg'tlit­
tmporta. 1"'. l1' 1· lll'l'cra, y to d o aque1 f o11'on d-e lib ' ros; b usca b a la escuchando?
alo-o chstH\1 1 1 \' b . f
esto, sa es, era c:<st o enstvo..
o j\----¡r::- • Tú piensas como ella, dirá Gertrud Dolling: todo ,kptnde
•.... me l llo\i.' 1 111(lit , 1amente. Este
, sera' e] mornento en el que yo del modo cómo se enfoque un asunto; su relación con Ko::>tja)
ti~Je os \i~~~~~~~dus, supongo, pues no es concebible que pueda por ejemplo. Pero 1 precisamente, no se trata de eso en l\b~olu­
mr ttam¡111LI·1· · expresa do por e·i! a. r'
· •P 1\le mt· propw · sentir
to. Éste era también un rasgo característico suyo: no rrpnrer ;••'
Gertr".j \1••'1'11 que se ruborLa · ba con extrema fac11 ·¡·¿ ad 1 se
en los hechos objetivos. Y después esa gran modorr11 ... ~ )'
1evantn
l y ~~~ 111
'1'\'cn a .1a ventana. :::>m em argo, compren¿o aho-
, -· b
¿Modorra?, preguntaré cautelosamente. ~,·~
ra e P11 1'"\ <jlh• Christa T. ha jugado en su vida; ella puso Más de una vez. ¡Ese mar de lágrimas! Sólo porque la
en te 1a .le• ¡11 ¡\'hl • .tar v1'da mtsma.
· "1- ·¡a pa'l'd ' ·¿a Gertrud
1 ~; um1
B orn 1111 1•'111 1 \ gente no podL ser como ~"lla imaginaba que era.
. 1 durante
' ' q~:::! soportar o
-
tres anos, , dicho,
meJor ¿O no sería quizás porque ella no pt¡.cdía ser tal y rutnn no-
1o ha 1111<'11\'· ·1,, ' LlegR_do c. este punto 11e de tener const·¿era- sotros hubiéramos querido que fuera? Gertrud Dolling ho en·
., cun ldi ··· N•\tura¡mente que, en
crorc honor a ¡a verdad, taro- tendido muy bien. sin embargo no le importan esW!l objecio-
b len ten, l\' \l ¡
B 1 le ca1mar a. nes. ¿Como nosot~as queríamos?, replicará vehernentt:. ~_C0mlJ
11 11

1 1
e ~•, 'h''\ es que le han interesado ¿emasiadas cosas; le
11a 1a 1"' 1' •1'\1
' ' 1\ sab'ta d.osts · de auto¡·tmltacwn,
· " e11a mtsma · se
nosotras queríamos? ¿Acaso nos estaba permitido? ,:f'~o es_tá-
bamos obligadas a hacer siempre lo miÍs indicado, lnn hlen
1o repror 111• 1''-\ 1\ menudo.
como fuera posjble, y a exigirlo) una y otra vez? ,:No ba re-
Absm,k,
'li ,
· l..¡_'wmre, , ya se cmp1eza
. a encub tlt
. a Chtlsta
. T ., a
sacn K;\ r , 1 sultado de eÍlo algo sorprendente? ¿Opodrin irno., h"Y mejor
¿·f .· _ \- " · mn.::::ta en favrw de los vivos, que no pueden de lo que nos va?
1 ern
rad·-
.L • • 1 ,
';\1 ¡,__;1 ,.p,·o_ao. -
l h
Pcn, Le nuc.:o me e equtvo-
.
"Pero <'-st·' no l:ra la pregunt<l. A dó, ..:k v11mo.s t: ír ~~ parar,
cr- ,., ,oJ a ~:rtruu 1Jorn. pt?"ns:..ré. ',' ·' '--:~;i, <1 \_Jul:~.J '!')"l\,::g, l .. r ~::::~:¡,;
"¡)' ~J ck-
'·'~"<l. Solamente tuvo 1111 JL~crés: las personas.
biJa precw~ í~.ín: ¿qué le rcpiuch:ls;'
"\)
j 3
¿A quién?, dirá confusa. Ah, ya. A ella. Dehes hahérme rante ciertos espacios .3_~ =~":::'l.- ,,\~ cuales podía volve-~ :3
desaparecer. He eneal:::-::.:.·: ~-:~.:·> _; ,".~ '..15 que Se lo teproc:lr_,:
entendido mal. ¿Reprochar? No olvides que éramos amigas';
amigas de verdad. Siempre ha podido contar conmigo.
Y así es. Cuando Christa T. se inquietaba, cuando comen~
.
que sea la última vez. cC:'.::"--"- ~--~·:T.•rc . -por última vez. Le::·
go una lánguida carta ~:YJ ~i;;- _:_sc1l·1•.1: cuando por fin s2e'J
zaba a dispersarse, cuac.do desaparecía y volvía a apsrecer, fuerzas de flaqueza 0 .;.:-_c.·••
La verdad es que- t~.::.-:.~m(--,~ _:_-.<nt:ls ocupaciones. Nosot:r);
extraña, como si hubiese estado lejos durante algún tiempo
-siempre podía tener la certidumbre de que Gertrud Born 0
estábamos totalmente .:-.:::-~~~k~::: e~. h:Kernos inviolables, ~: C'1
• . - . ' •r ,~

estaría en su lugar esperándola, constante en su amor y fide~ que aJgmen puede co::-.::;;:ndc:· ~·.::1 1~1 que esto sJgmnc? . -· ')
lidad, sin extraños planteas o exigencias. Con la seguridad de sólo no aJmitir nada 2 ;.::-.:lo :1 :·.•·~,•trc'~ -i? cuántas cosas ...~~­
que sería comprendida sin necesidad de aclaraciones. clarábamos ajenas!- si::o t:mc:--.·'--'-"~ tc'krar nada extraño, 'I d
¿Qué podü hacer yo sino levantarme y alejarme en silen- surgía -una duda, unJ sospc.:·:-_.1, l"~i•sCtTaciones, pregunta~--,
cio? ¿Que qué le reprocho?, dice entonces Gertrud Dolling entonces evitar que se tr::1s1tK~(':-J. Jv·ícnos por miedo, aunqty·
, desde la ventana, con la voz transformada. Que haya muerto éramos muchos los· miedosos~ l~ltl' por inseguridad. Una b:,·~·
1
de verdad. Siempre hizo todo como en broma, a título de en- guridad que desaparece con m~l:> dificultad que cualquier o1r::1
sayo. Sierr.pre podía interrumpir cualquier cosa y comenzar cosa que yo conozca.
otra totalmente diferente, ¿quién es capaz de hacer algo se- Salvo la seguridad, su rcwrso. Pero, ¿cómo explicarlo?

1mejante? Y luego va y se acuesta y muere totalmente en bCrio


~Y esto sf que no hay forma de cambiarlo. -
ha muerto de esa enfermedad?
No.
¿O tü crees que
Pues el nuevo mundo, el que qnr:rí~mos torn;:~r inviolable, ad
fuera empotrándonos como un bclrillo en su fundamento -cr,r:
mundo existía verdaderamente. Fxistc, y no sólo en nues.tn•o:;
cabezas, y ya en aquelln época lo comenzábamos a ver. Y lr'
No iré a verla, no visitaré a Gertrud Düllíng. La conver- que le sucedió o le sucede en (d futuro es, y sigue sien"b,
sación no tendrá lugar, ahorraremos estas emociones. Y la asunto nuestro. Entre las ofcrtns de cnmb-io, no exis~e ni otl~'
;.~

pregunta: ¿de qué ha muerto Christa T.? la plantearé yo mis- sola que valga la pena volver };¡ ·AJeza ...
ma, a su debido tiemp_g.J_inJ:>oner en duda que fue de aquella Ella, ahora hablo de Christn e· , nunca ha deseado nw!:.
horrible enfermedad[leucemia~ t an [ '
1erv1entemente como nuestro rnun do, y tuvo prectsamcnl<· .
-----·---'
Me quedaré en ca-sa. ¿Por qué entristecer a Gertrud Dül- el tipo de fantasía que se nen::-oita parn capwrlo i,t1 cua] •·~
ling? Ella es como puede ser. Y ciertas preguntas que quería -pues, se diga lo que se diga, e':?ant~·. un nue~'o mur.do ,J,.
hacerle me las puedo hacer a mí misma, incluso aún mejor. personas sin fantasía. De homhrr~~ positivistas. De homhrr~~
El rodeo era superfluo. Además, con el tiempo todas las pre- «hop-hop», coma los Ham<:Sa. Y ~':ha sentido -en sus hor;:~t¡
guntas pierden su fuerza, y casi siempre aparece en lugar del tristes- muy inferior a ellos. 'T':::rr:'~Jlén h:1 intentado pareccrf-!-1"·
YO -el idioma permite esta salida- f'l Nosotros, nunca l.:Ull a ellos, ha aspirado a una :-?""of(:'_:r: ~. que la condujera a la o)Jl
más razón de ser que con relación a aquella época. De modo nión pública. Ella mism::. :.-:: }-_,:--.::: sorp-rendido y engafíi_¡¡j·
que no hay por qué exigirle a una personn que cargue con las con este objetivo.)-_,. se :.·-:·-:--~::: ·-~:. -·;;::t(1P por cnttilt en ra'i/•r'
LLllpas de un extraño, al menos en determin:1rb.s rirrunsl:'nrin.;:_ l--T:-thb puesto un lí:>e =·nihlc tcnd" 1Kin a so~;tr.
Natu'~'~Úm.:.nte, ·¡u creia :;;eguir ::;ieuJo Hmi~!a s"'/~L. Con :::i ob.,dvar, dejm suce.:=:e::: · 1• 1, t\,,i,_:·:·or:l :-,ar
reaparición, como hoy lo sé, ella no sintió ningun; cspcr<lnza
. ' M'as tarde empezo' a contar conmigo, al menos du-
espeCial.
entre pensamiento -:o::::::
cion1mientos. ~<.Todc: :-;o··
· l'1Í1l;\clo tndos los cor¡r.,
·r¡(!J'J('f't"ir en alzuna trzr:dif,
1
54

. ..1
para .lle.g~ar a vit•tr de una Íorma que ~zere;.ca la _pena. Hay
que estar dispuestas a asumir una cierta--r:esponsabilidad. Evi~
dentemente -esto lo añade inmediatamente- hay que pod.kr
abrazarla cou toda .franqueza y cumplirla totalmente sin negli~
gencias de ninguna e!ase ... >">
Ha tomado parte en nuestras conversaciones, en aquellas
maravillosas y desbordantes conversaciones nocturnas sobre la
naturalt:-za del pataíso, a cuyo umbral nos encontrábamos, L. VI
mayoría ele las veces h8mbrientos y con los pies desnudos. La
idea de la pc:r~ección nos había dominado, había pe1..etrado ¿Qué necf'sita el mundo para su perfección?
en nosotros a través de libros y folletos; y desde los estrados Ésta y no otra era la pregmüa que se hacía a sí mi.SJ.1l,,_,
de las aulas se repetía con impaciencia: jEn verdad os digo Y aún era más Importante la profunda esperanza que mm.u,.__
que en el día de hoy estaréis conmigo en el Paraíso! ¡Oh!, nía en ser ella, Christa T., tal y como suena, un elen1;;·a~\.\
teníamos el presentimiento de ello, era innegable e insustitui- necesario para que el mundo llegase a ser perfecto. No ha ~J.._,·,
ble. Discutiendo nos convencíamos de su existencia: ¿Tendría cesitado para vivir nada más insignificante, aunque desde lu~~...,\
calefacción de energía atómica nuestro paraíso? ¿O gas? la pretensión es osada y el peligro ue agotarse en el E0\1,'.'<),\
¿Y tendría ..-:los grados anteriores o más? ¿Y cómo lo reco~ es grande. No er: vano su hermana, que ha permaneckk' '-' -..\
noceríamos, cuando por fin se presentara? ¿Pero quién, quién el pueblo, fiel a su colef,iO, le aconsejó casarse pero con cit;;'¡,''·~
"'sería digno de habitarlo? Tan sólo los más puros, esto pare- prudencia. Christr, '!'., en las cart[',S que le escribe, fluctúa \'-\\
~ cía estar claro. Así que nos sometimos de nuevo a los ejer- tre una admiración llena de envidi:'l -.t?.~e-s la ~et.JP-~nª __ sí ~¡\~"'
cidos. es l1ábil, acepta la vida tal y como es, Iio- se pie~Q..e__en ~·-~~ ·1
H0y sonreímos cuando nos recordamos unos a otros todo -Iezas inútiles- y el reproChe ¿e·--cp~te ra lletriúiriá se da dcrn.\
ello. De nuevo, por unos minutos, nos volvemos a parecer, siado pronto por satisfecha, se resigna, no saca de sí lni~\\\,\ .1
del mismo modo que durante años nos asemejábam'J-s por me- todo lo qne tiene. ¡Pero ';,lJé hago!, termina una de esr~s qH :' 1 í
dio de esta fe. Aún l1oy podemos reconccernos por una pala- tas. Pero no todas son enviadas. !i~'
bra, en U!l lema. Nos guiñamos los ojos. El Paraíso rar<~mPnte Ella iba a las clases, ocupaba su sitio en la biblioteca~ 1'. 1\
se deja ver, es su modo de comportarse. Que se ría quien seaba ~a rniuda por los lomos de los libros y repentinllmtn 1 ~'
quiera. Una vez en la vida, en el momento oportuno, hay que pensó que aquí podría hallar la respuesta a sus pregunttls, H1 1

haber creído en algo imposible. tonces div un brinco, recorrió en tranvía el largo camino ~~~~
vuelta a la ciudad, de nuevo hanía niebla, tenía frío. Ay~,.
escribe a la hermana, volví a casa por la ciudad vie;a·, llr:
pronto me sentí muy relajada, acabé en un húmedo garfio, /,¡J
mujeres y los hombres me miraban con los ojos desorbitadr; 4
Un prop«tario de fi.:cas de Magdeburgo que estaba de /)("'•
.rJ· .>etJará 1 .• ri .·Jc".'1?,_,.,.1iiante 'V .'ie Jr'.'?.1r5 r 111.; ! ·--'0. LP hrrt,,.
l(t fJIJIIhio p:.'.1,1r tii!tl noche divertzdif en la hr,dega Je Attn
bacb COilJi,;::n_ f(,,,r.._;(:mos dr.: políli,..·a, no preá:amente fJrh,Jiir

56 "¡!
ti lo quisiera, be_bimos y fumamos en abundancia, a su costa, ra S'-~s i~ten':cs de evasión! Definitivamente se ha esca:;--...:.2-:-.
. 1ment::. vO
por supuesto, f tna 7 de;e
. ' plan!aao
• y ?rte Tut
' . VOoan
1 dO. És.ta fue --la enfermecbd,-la cnfer-ni~dad, Gertrud.
Fumo demasiado, ; menudo me siento destrozada y, por tan- Extraño o no, en aquellos año~~~menzó a escribir. ¿Y :'-'':
/01 triste ... qué extraño? Cunlguier momentu, bueno o malo, sería :;:.:~~..:
Un primer indicio, aislado, incomprensible que ha pasado si de encontrarser a si misma se tratat8. Y, a mi modc: d~ -..--~::-.
desapercibido para ella misma. ¡A partir de Trümoh, se dice esto era lo que ella intentaba. Hoy va a ser difícil disc-e:-:::::-
a si misma, tira las :zapatillas! Después volvió a estar conten- lo que pueda haber de extraño en todo eso.
ta, pues, por muy absurdo que suene, había encontrado a su Christa T., aún pareciendo indolente, ha trabajado du:·.:-. y
indio:· Klingsor -no podía llamarse de otra forma-, con su esto debe quedar claro, aunque aquí el propósito no se2. 20
ardiente r. lirada, el turbante blanco como la ni::v"' y :os calce- fenderla: no se está realizando ningún juicio, no se ha de ;-:--._"-
tines desgraciadamente rotos, ¡esto no la iba a impresionar! nunciar ninguna sentencia, ni sobre ella ni sobre nadie, e;;;::.~'"'~
Nadie va a oCLiparse de él, se dijo a sí misma, y se quedó muy aún sobre ';:'SO que denominamos da época», término ce= ;;:~]
cerca de él, en la Feria del Libro, mientras estuvo abierta, sin cual se dice tan poco. Cuando oía su nombre: «Christa T.')",
llamar la atención. Y después también, ¿por qué no? Ét na- se levantaba y hacía lo que de ella podía esperarse, pero-. U·
turalmente, ya ha reparado en ella, se ha detenido, ha tantea- quién se le puede declr que permanezca atento a uJ.a lla.c..>.,:L
do la situación. Y, no vas a creérmelo, me hi?:o una señal con durant~ tanto tiempo? ¿Se refieren verdaderamente a ::J.f?
la cabeza al separarnos. ¿O simplemente se está utilizando mi mismo nombre? ·y y0,
Después, por la noche, soñé con él. Soñé que lo veía de ¿podría estar igualmente ausente sin que nadie lo notas~"? TJnl-
nuevo en la Feria de la Técnica, donde nunca había eocado bién ella se dio cuenta que la gente empezaba a escabulli~c.
anl;,s, me ha cogido la mano y me ha llevado al lugar donde pero ella no pudo hacerlo.
reposan las máquinas y herramientas: Ven, niña mfn, también Y quizás también ha perdido la G1pacidad de vivir de un
un poeta debe interesarse por otras disciplinas ... Naturalmen- modo delirante. L:1s palabras vehementes, las bandeas ond<e~1n­
te, al día siguiente he ido a la Feria de la Técnica. Y l0 he tes, las ruidosas canciones, las manos que aplauden rítmica.
(
encontrado, junto a las máquinas. Ni é1 ni yo mostramos asom- mente sobre nue::.m1s cabezas. Ahora, ella ha descubierto q11e
bro alguno, y me ha hecho una verdadeti'l i'everencia kling- las palabras cunbian de significado según quien Ias pronuncie.
soriana. Y son totalmente distintas si vienen de gentes de buen~1 fe,
No, no !!le asombré. Sentimiento y sueño eran una sola inexpertas o exaltadas, que si vienen de personas calculador;ts,
co.,a. astutas o acomodaticias. ¿Y nuestros pnlabras? Ni siquiera ~nn
Ella no ha notado o no ha querido admitir el sentido del falsas -¡qué fácil sería en ese caso!- salvo que el qt:;: la:.
sueño. Y es únicamente con este adorno !omántico tan sutil, pronuncia es otra persona. ¿Esto lo cJmbia todo?
como podía salir a relucir la palabra: alguien la ha llamado Christa T., si hoy se recapacita, empezó a preguntarse el
poeta, y ella no le ha dado importancia. Pero lo que ha oído, significado de esto: cambio. ¿Las palabras nuevas? ¿L,-,_ nueva
oído está. casa? ¿Máqujnas, campos mayores? El bombre nt1evo. oyó
No tiene ning1ín sentido enoj<1rse con ella porque haya es- decir, y se miró n s[ misma.
tado jugando al 2scondite .:on todo:.> nosotrcs: ni siquiera con~ Realmente no I.'S fácil distinguir n ;,¡ gente ~:::s esns enor·
~igv :~isma ::..; ~J-.\ cmr.pollt..1LJ .1e louna ._iiíe:·et,: ¡C<:n'"' com- mes il<:.~rr.~r'-'·'• :· ::1s qJ¡,_ e;; :e;: :~:~~:.:¡te .;~;:; ;:'-,¡;·e·-~:- a :1L·.·:~.tJ!lJ·
prendo ahora todos sus pretextos! ¡Cómo ~ntorpcceria yo aho- brar. De ahi que entonces comcnz~1semos a ]uch:~: contm ellns.

58 59
rante la noche: con miedo. agarrada a la puerta del jardín. ,,~,
¿Quién ~odrfo hoy reconocerlas de haber sido eliminadas como servando la marcha de una familia de gitanos. Sentir deh• 1
nos propusimos? . .· nostalgia, algo así---como utrsegundo nacimiento. Y al final ,l\
Y al cabo nadie desconfiaba de nosotros, ni ellos ni los cir «YÜ»: Yo soy distint~· .
resplandeckntes héroes de lm ~eríódícos, peliculas y libros,
1

Algunas personas que la conocieron entonces, la han tnd,, 1


sino nosotros de nosotros mismos: sín q:1erer habíamos admi- do de poco práctica. La verdad es que no sabía administt.\ 1
tido el escalafón y comenzamos - -ant,!llstiados, asustados- a su dinero. Fumaba, se compraba un jabón carísimo y po,¡ t.¡
compararnos can aquéllas. Estaba previsto que el resultado de perfectamente sentarse en uno de los nuevos restaurantes l H )
la comparación terminaría a nuestro favor. De esta forma se y.. comer por diez marcos patatas fritas y fiambres con geLtt 1
fue creando a nuestro alrededor, o incluso en nosotros mis- na, mientras suspiraba satisfecha. Y, cuando enloquccú:. tut,d
mos, lo que víene a ser igual, un ~~pado hermético que elabo- mente, incluso bebfa vino. En lo que se refiere a sus com¡1, 1
raba sus propias leyes, y cuyas estrellas y soles giraban apa- ñías -cuando buscaba compañía-, no era ciertamente est·! ll
:Lentemente sin esfuerzo alrededor de un centro que no est~ba pulosa. Interrogaba a toda la gente y les cortaba la palal,¡,,
sometido a ninguna ley ni a ningún cambio, y mucho menos, cuando divagaban: Nada de comer.tarios, querido, la verd<~.J
a la duda. El mecanismo por el que se movía todo esto -pero, desnuda, la vida real. Se sentaba en los seminarios sediet 11, 1
¿se movía realmente?-, las ruedas dentadas, cuerdas y barras de verdad, y no se hartaba de ;-;er y escuchar teorías sol,¡ 1.
se hablan sumergido en la oscuridad, uno se alegraba de la los libros, veía cómo los poetas desaparecían en la fosa ptle:- '·
absoluta perfección y de la utilidad del aparato, y no parecía to que no le bastaban, a nosotros tampoco. Les abandon~í!,:, \
que ningún sacrificio fuera demasiado grande para mantenerlo mos fríamente en su imperfección. Pero Christa T., vulneraLh
J
~
en funcionamiento, ni siquiera esto: extinguirse. Ser una ~uer~ por amor y veneración, cuando se quedaba por la noche s,¡j .¡
cá. Y ahora es precisamente cuando nos asombramos: así es en el seminario, volvía a sacarlos de sus estanterías. Las vou.--~.
de arduo el camino de los sentimientos. interiores, que durante el día ya no luchaban -pues el i;,
¡Qué idea! ¡Ella, Christa T., había opuesto a este meca· tenso conflicto de los años anteriores se había convertido ~..- 11
nismo su <~niña en la noche»! No puede uno ni imaginarse al armonía- surgían de nuevo en ella a la noche. La fuerza ~:·. . ,:1
tfecto y a la reacció~ tan íntimamente unidos. En ninguno de los hechos en los que creíamos .. Pero, ¿qué es fuerza? ¿QJ ••
sus trabajos puso h fecha. Peru todo, el estilo de los manus- son hechos? ¿Y no crea la reflexió~ tamLién hechos? El pil/1
critos, la textura y vejez del papel indican que lo dedicado a toJ escribió en el margen de su cuaderno, que ha tirado la bov1
su infancia proviene realmente de esa época. Es dificil saber ha de HiroshimaJ ha ingresado en el manicomio.
si ella se tomaba esto en serio, o si fingía esa seriedad. Pero Se encaminó hacia su casa. Delante cie una flnristeria en e
lo que es absolutamente seguro es que no ha sabido el porqué ·centro de la ciudad había una docena de personas que espeJ.,.;::
tenía que: jugar precisamente en ese momento su papel de niña. ban en silencio a que a media noche una orquídea poco -<:<.,.
Y es que del mismo modo que nnte un escrito, con el que mún, de color claro, abriera por unos pocos segundos sus pt!.<:
uno se ha comprometido, pueden observarse diferentes formas los. En silencio Christa T. se unió al grupo. Luego se marco/
de autoafi!'madón y automanifestnción, y de igual manera que a casa reconfortada pero en desconcierto.
las personas no sólo nadan en sufrimientos sino que también Luego no podía recordar cómo había llegado a su cua• .
.
ruentan con los estfnmlos que le' son cMacterísticos, ella a
. . . ü sr cna.::tc. sin saht.~ .1 n.~:~ ::~c:;erse, ha senti.1o ' la
la nc:::nc
y a la cama. Cuando despertó ::11 mediodía siguiente, había }-''-
JlJ') 1.;11 :::;:J;n<::r.. Se .:ce1-crí a l.i v..::r!'<.G~:' ,, V!O t 1 uc scbJIK.
satisfacción de ver cómo se levnntnbn de nuevv l<l niñ:1 ...-~v-

60
quedaban unas pequeñas islas de nieve en el jardín. Pronto,
pensó, felizmente sin motivot llegará el tiempo de lavar esas
piedras de ado.mo. Rió y cantó, fue a la cocina y .-~onvenció
a la señora Schmidt de que tenía que tomar un baño a- nJ.edia
semana. La señora Schmidt se resignó -¡pero no deje ,~alir
el agua!-, Christa T. aún reía y dejó que el agua subiera has- .<
ta el borde. Luego se cambió de wpa y compró con su último
dinero ese libro de pájaros tan caro que deseaba desde hacía VII
mucho tiempo. Se sentó en la vieja silla de cuero y lo ojeó
con tranquilidad. Mañana pensarfa todo tipo de disculpas, pero
La gretJ cíu.dad me infunde una dicha d~sconocida
cuando desde la azotea contemplo a mis pies el inmenso puebío
no le asustaba el no disponer en· el momento oportuno de dis-
y un mar de casas ::urge en las primeras luces
culpas convincentes.
y desde Oriente saludo las torres esbeltas.

Líneas quebradas dibu;an aún las golondrinas, arcos


en el verde) cielo nocturno purísimo.
Haces de luz centellean sobre los edificios
y el pavimento se ennegrece con la multitud. ··1
' ~1
.!
En pie, como estoy) quisiera cantar quedamente.
El viento nocturno acarrea dulces aromas de tilos. .,
~
•·
,¡•
Sería hermoso permanecer aquí esta noche. -
Descenderé sin embargo hacia mi oscura tumba. ,f•
.'
•ji'
Doce, trece años tiene todavía por delante. ¿Sería desea-
ble que hubiera encontrado antes una solución? ¿Que hu'oie!e
sabido a qué acenerse? ¿Que hubiese cerudo ou tensión inte-
rior? ¿Que las oscilaciones "' hubiesen reducicéo entre las fe-
lices y fáciles elevaóones y las terribles caidas? No sé ...
Ella opinaba que deben conocerse todas las opinione!. Yo,
sin embargo, expuesta a la tentación de encontrar bello y bue-
no todo lo que a ella le sucediere. o que ella huhiera hecho,
cojo su poema cuando tengo ganas de enojarme. Una ho[a
suelta, que se ha conservado, podría pensarse, en cont:u. de
su destino. Las hojas perdidas no se conocen, no tienen tam-
poco par qué conocerse. T>~mpoco ésta la ha visto nadie mlen-
tras ella vivía. No es difícil de adiyluar el pc·qué. Su gusto era

62 63
firme. Se ha reído de las rimns, ha rechazado rotundamente
el <•rnar de casa», los «rayos de luz», ha criticadv los «dulces su perfil. Se mantenía quieto y los dos sabían: todo esto es
nrnm:1s de tilo». De todos modos, tampocp.. ella_ se habfa ma- un malentendido, del mismo modo que es un malentendido
nifestado cürítra la sirriplicidad del conjunto, caD.tra ese tonp eso de est"r hechos para la felicidad. Mantenían este tipo de
de :1bsoluta sinceridad. Nada podría ser t::m enternecedor como conversaciones impertinentes) pues lo suyo no debía llegar a
el punto al final de cada estrofa. Cuatro puntos en la última nada serio. No nos dejamos avasallar, eso es lo convenido, y
estrofa, y entre la tercera y la cuarta línea un guión: entre el mucho metÍas por nosotros mismos. Si yo te quiero, qu~ te
deseo y su derrota, entre la nostalgia y el rechazo de la nas- importa a ti. Tú estáte quieto, siéntate simplemente a mi Jado,
tn!gia. Sería hermoso pasar aquí la noche - Desciendo a la déjate mhar, no vuelvas la cabeza, si noJ gruñiré. No quiero
oscur.1 se['!dtura de mi habitación. forzarte. Caminemos juntos, simplemente.
¿Casualidad? ¿Una promesa? ¿No había sido estimulada No es que él fuera totalmente ingenuo, pero lo aceptó. Un
por esto una y otra vez, aunque torpemente? Doce líneas, tin- bello juego, un ejercicio poro pasar el tiempo, al margen de
ta descolorida, sobre una hoja suelta, destinada a perderse y no la realidad, Poner el aire en movimiento) evitar el contacto
perdida. verdadero. Reprimir el afecto. Pero, ¿y si no existiese en todo
Se ha dejado llevar. Trece años aún. Cuatro lugares de esto ningún afecto? Pero, ¡ay!, ellaJ siempre- sonriendo, ya
resiclencia. Dos profesiones. Un marido, tres hijos. Un viaje. hada mucho tiempo que estaba cautiva. Los sentidos desp·cr-
Enfermedades, paisajes. Algunas personas se quedan, otras se taron a través de los ojos, y así tuvo lugar la aventura, el más
rñaden. Para esto el tiempo fue suficiente. Lo que le faltaba extraño de sus amores, el más incorpóreo. Pero el motivo fun-
era tiempo. Pero, ¿cómo saberlo con certeza? damental es traslúcido: la entrega que siempre resulta de esto.
Fcli:.dnente la misma vida configura las acciones novelescas, Falta de precauci6n y de reserva. Si ha de ser un juego, en-
ind . .;dablemente a causa de la singular inconsecuencia de nues- tonces hay que apostar fuerte. .i
""tro espíritu. Un motivo romántico de sus días de estudiante: He adivÜJado tus intenciones, dice él un dla, ¡qué come-
Kostja, asi le llamaba elb. Kostja o la belleza. dia me estás representando! Ella sabe entonces que él teme
¿Qué añadirle al mundo para su definitiva perfección? En encontrarse a sí mismo, descubrir la comedia de su vanidad, ,.
pdmer lugar y po-r algún tiempo esto: el amor perfecto. Y aun- vanidad que ella tanto ama -ésta es la palabra: ama-, y oo ,,1

~,l,,
que únicamente fuera para nuestro recuerdo, y aunque, al me- quiere perder. Entonces ella ríe: Si yo juego, ¿qué te importa
nos en principio, solamente fuera fingido. ¿Quién habló de a ti? Y le hace recobrar su irresponsable frivolidad, la <onlir-
mnor? El amor se oculta, el amor desgraciado se lo guarda mación de .:.:u propia pureza, tan necesitada. Su moral coDo
uno mismo como una enfermedad grave, pero estos dos, hay '1 arma, su inocencia como tanque, pues el mundo le amena2a

que sonreír cuando ee!án juntos. Se puede uno alejar y de- con un estallido de innumerables colores y formas y olores
jarles hablar, no se cansan jamás. No importa. Captar la mira-
r qu<': él no soporta. Ella, sin embargo, desarmada; se mantiene
da indecisa de Kostja, vaya, es incapaz de hacer frente a la firm::::, sonriendo, jugando, herida de amor.
r.l~ Bettinas, dice él, y Anas ya no existen) ¿no ibas a sa-
situación, debe estudiar cómo salir del paso. Realmente) su
berlo?
belleza es excesiva. lf
Al principio únicamente eran los ojos los que la tenian
1 ¿Qué quieres decir?, le pregunta.
'1 Que estás pasada de moda.
ensimismada. ¡Cómo le gustaban! Cuando estab;ln sentados, ~.
dla no le permitía volver la c<1bez:1, ~":'""'1Ícl porque ~1'-lC!'Í:: ve: i: Sí, dice ella, :;;uede ser. Entonces no viviré mucho tieJ1lj•o.
P,r(' t::, ;n; quc:-:::10 l~us~j:, v:viní.s muci1o, y ~.sto no ureter.Je
(,.f )

c.)
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1
r
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~

ser un reproche. Ríete. Yo también me río. Una vez le hic.-= ella, acabará confundiendo lo uno con lo e<:-,'·: :~.\~ \,\_~.;·-::c>s, aho-
a un hombre tres preguntas. Contestó una c~-~i correctamente:-.
ra convertidos en realidad, y el hombre l~~:;..' ~,, ~':"',~;:\:c_t::-a c:m
otra no la contestó y la tercera la contestó r;·-¡oJ, no se pued;:
éL Igual que la misma vida, pensará üsc'r.~:-:-.;,~,, Y ::'.tn:decho.
pedir- más. «Totalmente», decía siempre, y yr) no salía de. rr,:
asombro. Diez Jños desPués, ·él le escribir8 un:1 l'.;.f::·r. Y.,· ·(~:~uá en-
Se van al pantano, y él se recuesta a su JaJo en el ·Suelo, ferma; ya la habrá invadido la idea de b :~·.;.:'"'r~ ..-- ·:-...~ro toda-
ella habla con él como si no existiese, habla Jc sí misma. Na- vía qued~ una esperanza, aunque de cwllqni~·h n.:.1~...·r:::, aque~
dan y reman, se tumban, cierran los ojos, no st puede aguantar día en el' pantano está muy lejos. Elb leed 1, ~-:;:-:~1 como 51
el azul del cielo, y la comedia se acaba. :Ú.stc es el día, no se tratase de una vieja. hístori;:¡ casi olvid:1lb. \' ~\' .-,-~.·Lb::.-é su
puede pensarse en un error, y él lo tiene que saber. Se calla. carta junto con sus rest.:mtes papeles. Que t:l nw 1"-:rdcne, :a
Observa cómo el silencio llega a ser inaguantable. Entonces he leído. Lo volvería a hacer, con y sÜl ¡~..-r~1~._\n, ~..·\ 10 Y s:n.
él se apoya en los codos, y dice: <<Un dí" bajo la bella luna derecho a ello. No sln cierto sentimiento <k' (nlp:lH!id:td, 00
de septiembre"""" La historia completa de una tal Marie A., a sin deseo de pagar por mi intrClmisión. Con im¡,:\t\'i.dichd, en
media voz, con uns. sonrisa intencionada, que se disculpa y la medida de jo posible.
exige al mismo tiempo comprensión, pues no puede hace-rlo Pero la joven que aparece como su rspt1S:l .:'\\ r~a c~:ta.
de otra forma. existió, una pc.::ueña hermana rubia ansios:1 de 1' rotecc:nn.
Pero tú, cuando ya no te acuerdes de mi cara, sabrá:: que Protección ante todo, ante tod; de eÚa, Chris1~1 'L J·:sto tam-
esta poesía se la he recitado a ella, aquí y allí, en nn día azul bién ella lo adivinó desde un principio. Ingc se t~·t~Íi\ que lla- ·]
de septiembre. Y el poeta que se te ocurrió, Ila dormido hace mar~ la rubia Inge, un nombre lleno de alusiones. ':l
muchos años por ti con todas tus chicas, también conmigo, i
De esta forma se la presentó~ con una sonrbn ~~tlm~,la:1te, '
ay, Kostja ... Todo, todo ya lo has vivido en tus libros, la y ella comprendió que en el futuro serían tres. Nt1 1,1ocu ~a­ ~;
~ tealidad solamente podría ensuciarte. Yo, por d contrario, no cernada. Ella le amaba, él la tenía en sus mnnos, J•,rJ me¡()t
sé nada hasta que no lo pruebo. dar el salto de una buena vez, que andar <1 muchos J ,a sos. cor- {.i
Su cara cerca de la scya, ella le dice: ¡Ay, Kostja! Ma- tos y dolorosos, «HermaLJ. pequeña;.>, dijo cHa Cll V()'i, _b 3 ] 1 ~ Y ¡1
rie A., si te la encontraras alg-,.ma otra vez, no seria más que por primera vez vio en los ojos de él algo así como :Hftnaa~:on.
Una mujer despreciable y tú la evitadas. Pero existe, sí, siem- La razón por Ja que más tarde esto llegaría n ~cJ' dt:J~~:~:J¡
pre existe en la realidad antes de aparecer en e] verso y enton- para ella puede ;;uponerse con un alto grndo de prof,¡J._,tlí a '
ces tú puedes admirada tranquilamente ... Solterón, dice ella, de manera que yo no dud0 ell reproducirlo comu V(.:n:laJero Y
pues ahora también quiere herirlo. Pero él es consciente de su real. La carta de Ko<:.tja se refiere, con cierta rtHcrv~, ~ }()s
culpa y genei'Oso y siempre le contecta: Ya lo sé.
antec.ed~ntes, o come quier~ ~amárselo_s, y su.. t.tJit,irn~~~l::
Aquella, dice ella, aquella para la única qn~ tú te reser-
vas, ya no existe. Hay que hacérsela uno mlsmo. No compren-
su d1arro. Pero los acontecumentos deJaron JJfitJnt,~: • d
en cada. uno, las secretas manipulaciones y Jos subu-·tfug~c:; e
des las cosas más sencillas ...
la memoria se manifiestan de diferente manera, d H ~baJO ~e­
Lo sé, dice arrepentido, y ella lo mira n los ojos de ma-
ligroso y rápido del olvido se realiza en caJa tJIJ{' tLe mo 0
nera ml que a él se le ocurren cíen versos, 1100 por cada una d.tverso, de f arma que depende d e1 testtgo
. fu' yuc u ¡/J S"- <on-
1-
de sus frases. De forma que no puede dejar ~.k c'scuch8rlas y . parn que las' huell as pe?~¿an negnr~"" o tx~g- . ,.,d
f ta ~. v-,_-~ É>1as
l
compararlas a sus frnses re8lcs pc-:.ro incompkus. Un día, ve ,
sennn, por 1o que pnedo v~r. 1:'" OLHCCJn:-.!c-,
.. " ' ,v / •Jm ,._
:.{U..:

66
61
ccrsc a mi procedimiento y contra las cuales no tendría senti- de todas formas, la rubia Inge no parecía ir c,lntr:l su n:ltur:t-
do defenderse. Pues sea .... Siempre hay un ~<pues sea:-:>. _ leza. Entonces llegó Kc-stja y c::e }R 1levó ~l p:lS:tr. U'-H'h) ter-
No sucedió de forma que pueda relatarse. Pues cuan'do se cera persona en una pareja ya constituida,_ .Por cx!T:l~O que
puede contar cómo suc<:.::dió, o es que no se estuvo presenfe parezca. Todo esto según los patrones cláSicos.; snb~ D:ll:" qué
o bien que la historia ocurrió hace ya mucho tiempo: y en- eiemplos se le ucurrian a Kostja a este ~esrcrto. ::::0h.' qn<..' ~:
tonces le resulta a uno fácil ser imparcial. Sólo el hecho de Günter aqueflo lo afectó profundamente, aunque no se k m~·
tener que separar y ordenar, parr~ hacer posible la narración, tase nada, salvo que se volvió llgeramente m;Ís r(~t~..lo Y <.'-:o-
todo aquello que en la realidad está mezclado hasta el límite gente.
de lo ino;e.parable ... Éste fue: según entienda, su caso, el de Al mismo tiempo debió estar perdiendo el juicio r<.~CO. :l
Christa T. Nunca pudo distinguir que no debe ir unido el poco; pero esto lo negó Kostja delante de h ptoptn Chl)~­
hombre y la causa que defiende, los sueños nocturnos ilimita- ta T., junto a la ventana en el cuarto de profc~o¡-cs Y rn P~~­
dos y las acciones limitadas a la luz del día, pensamientos y sencia de la señora Mrosow. «Ha perdido ln c1bc"" -L1IJC>
sentimientos. La calificaron de ingenua, eso es paco. La se- Christa T.- y creo que tú sabes por qué». A lo gnc .Kcsl¡:t
ñora Mrasow se lo dijo, la directora del colegio donde noso- no contestó y la señora Mrosow, que seguín atent:ltncnte c:~c_:l
tros :realizábamos nuestros ejercicios prácticos. Estaban al lado acción movimiento de Kostja, pronunció aquclh fn1sc: ~u~­
y
de la ventana, en el cuarto de profesores; Kostja también es- ted es una ingenua y eso es lo menos que se puech lkcin·>. •
taba allí, pero se mantenía en un segundo plallo. Pues ella habla unidn en el caso de Güntcr, todos los K·
Además se trataba del pecoso Günter. E~a un asunto tonto, '
gredientes hasta formar un affaire y, verdaderr~mcntc, no Sfl ;J!I.
l>
por lo menos as! lo calificó Kostja diez años después en su lo que podría impedirla revolver estos ingred.icntcs y .llevarlos
• carta a Christa T. La señora Mrosow salía a) galope en oer- a la Direcci6n del Grupo, ya aderezados, de mnncr:1 rnl qL'e
tas ocasiones, como un viejo caballo de circo que oyese tocar s6lo hubiese que tragar la masa. Y así sucedió. A Giintcr se
la trompeta; esto no lo podía remediar nadie. Pero ahora hay le destituy6 de su cargo. Delante de la Junta dijo que sí: <JUC
que oaber -y Christa T. naturalmente lo sabía- que Kostja había cometido faltas graves, que sí, que la crfticn c1:a. Jl.ISt:
y Günter eran viejos amigos de la escuela, de la infanda co- pero que al principio no la había querido aceprnr. l ra.tatJ[.
mÚil en la zona de Ch.::rúnitz. de buscar en sí mismo las razono..;:> profun::las de su .fr~c~o.
Pero desde este ángulo, no abordamos la historia. Y a qt:o Aquella tarde, por primera vez, ::e interesó Christa T. por Gen-
fue :2::Ümente una historia verclaciera y corta, según me doy ter; hasta entonces se había tratado de Kostja, únicarr.ente
cuenta ahora, con introdt:(.'ckm, j?arte prindpal, momento cul- de él.
minante, reacción y rápido descenso, con intriga y amor; sólo Todos nc.::otros habíamos estado presentes, tambjén Kos1~f.'
que nosotros, al estar involucrado;:;, no la vimos. Ahora que la rubia Inge y Christa T., ya que Günter dio el examen ante
es posible narrarla, nos parece muy lejana. el gran auditorio. Nosotros envidiamos a veces a los antiguos.
En resumf'n: d e.mor hizo caer a Günter. Cuando vimos por sus grandes oportunidades, los discursos en el }'oro _ ..,:peto
a Kostja con b rubia Inge, pensamos, naturalmente, que entre Bruto es un hombre honorable»-, todo lo que entonces per-
ella y Günter no podía haber habido nada serio, con lo cual tenecía al mundo, los duelos principalmente -<~.,dlota r.o
nos tranquilizamos rápidamente, pues el amor, estábamos con- pretendo el agrBdecimientm>- y la abnndonó antes de h horn ·
vencido,.., ib:. mntra f'-1 !1>"th.:u_·aleza. Y v 110 sé cc<mo es esto dd A no"0tros ~e nos ofrecen las graLJes oport'J!'JíJadc~~, 1;:;-: co~c;.
amor en general -él per1.1wneció solterv hasta ahora-, peru, 1 ' · •- r•--• ~ .....
mos o.._~,~ liCJ«iPJ5 p'~sar, pu,· :tLlDGt ··:;nr,,
''C ,, ·- '-' -

68 ~"
'JI

____,___ -"-. '"-··-- -~-·-·~~-- ._ ............._


ellas. Tampoco Günter se creyó capaz de ello, se comprende. nos paredan legendarias. También nos teníamos. ...:-t:, . ¡
"" '.,,1 \ 1
¿Qué sería un examen en comparación con el discurso de Mar- cuando decía: <~Usted es una ingenua, eso es lo :::x'"'-"'-'"·' ·
co Antonio _en el Foro? ¿Qué sería l{ostja, comparad,o con puede decirse». -~
• ,, fl

'
Bruto, la clase de 6.' del colegio Pestalozzi y los compañeros Pero Günter no súía enju:kiádo como tal, cc.c._-,-- ,~ "
"'<~'\ 1
de Günter comparados con los ciudadanos reunidos de :!toma? sino como ejemplo de adonde llega un hombre qc:,· ·,¡ " ' l
Günter habia planeado el transcurso de su hora de aCl.'erdo en el swbjetivismo. Y así pasó realmente: el hom'b_:.:--:;_" -,::--~. ·_,, ~;
~ '''ÍI 1
exactamente con las notas que le habfa dado la señora Niro- J
y el caso del subjetivismo se separaron uno de ocr\~, , ';.l .
sow. Y tambiél."! los alumOos parecían coiJ.acer estas anotacio- ñorR Mrosow fue la primera que, después de la rnt.:.:.~'~"'-\ .t~·-::
nes. En cualquier caso, aceptaron sin resistencias y de buena pués de haberse levantado todas las manos -tambi~:--. :.t. ,,, ,,
1
gana el juego de preguntas-respuestas que tenía que llevar, sin también la de Chrísta T., la de Kostja y la de la rnl---:., '"'-f~..- '
falta, a la culminación de esa obra. Pero la meta era: desarro- se dirigió hacia Günter, le dio la mano y hasta k ·..\"..--<.._, ,
llo, basándose en la obra de Schiller «<ntriga y amor», de la ..... ·'•H
los hombros. Günter se mantuvo rígido, pero se m:lth:.~' ~' ·
primada de los motivos sociales frente a Jos personales en Hasta ac¡uí la acción para ss.tisfacer los hechos. }\·~~' ...
el comportamiento de Fernando. Günter no lo consiguió. no es la realidad. Ahora ya se puede decir tranqulLn:.~;..'~\k,
•-·:.,
Después, nosotros ya no nos acordábamos con exactitud 1
en verdad, lo escribió Kostja en aquella carta a Chn~~.'\ 1'
del comienzo. Quizá lo amargó de inmediato aquella bella mu- que yo leí: «A veces -escribió- todo está -"'~ <."\.\~t:\·, 1 ,¡._·
chacha de ojos castaños que; sin pestañear, encontró a Luise
Millerin un poco exagerado, en una pahbra, burguesa. El
uno y no hay defensa posible; sin embargo, no st: ~·~ 1.'\ 11~~,
1
ble. Por lo menos, no de la forma en que creen tod~,~< "·, 11 ,
amor desgraciado no era en la nueva sociedad ningún motivo ello no se refería a Günter sino a sí mismo. Ahom, ~lt ,· .11lli
para suicidarse. Todos estaban de acuerdo: hasta allí habíamos de diez años, Christa T. le ha dado la razón sin htSlll' <1 ,¡
11
llegado. Sí, éste fue el punto de transición, a partir del cual das. Cuando se discutía sobre Günter, Kostja ya no era q 1¡ d
11
todo se fue rápidamente cuesta abajo. Günter tuvo su gran ble. Pues en aquella clase en que Günter armó un ][;__, u \·,, 11 :,,¡
oportunidad y la agarró. Todos nosotros le vimos caer y él
mismo, al tiempo que defendía la tragedia en el amor moder-
de su amor, com~r..zó Kostja verdaderamente ;:;. <lil1tll' 11 1 ,,
rubia Inge y! por eso, no pudo abrir la boca para Cl•t·,t·~~~,, 11
no, al tiempo que confundía a sus estudiantes hasta la illk:re· «Sí, se la he quitado sólo por bromear y él ha perdid(, L1 ·~·
dulidad y enfadaba a la señora Mrosow basta hacerla temblar, beza en consecuencia». Sino que aquí no tenía que t~~¡ 111 ,,
11
él mismo vio cómo estaba cayendo y no intenLÚ dar la vuel juego la broma, la diversión, sino el destino y Gün tet· 110 p111
ta. Sabía lo que hacia y no esperó a recibir la calificación; testó por el hecho de que Kostja se callase. Allí estaba ,',1 ,," 11 ,
cuando sonó la campanilla, juntó sus libros y se marchó. un l.Obarde y todos nosotro<> no pensábamos otra C( 11111 y,'
Entonces llegé Christa T. al cuarto de profesores donde hoy todavía pensaría de ese modo de no haber le1Jo ~u q 1 - 11~
estaban la señora Mrosow y Kostja, que había llegado antes v esta frase: «Inge, mi mujer, ha estado muchos año.>J t: llf'L..J
que ella. Y cuando Christa T. entró ambos se separaron rápi- ma, Por eso no me ha ido todo como debiera». Pero dr<! ¡¡ 1111 J
damente. La señora Mrosow estaba besando a Kostja: todos de la carta se observa que no lo siente nada.
lo sabían y los mejores chistes sobre ello los hada el p;:-8pÍo Lo que vio Christa T. en aquella hora de examen, nj 1
Kostja, hasta que ya nadie encontró divertido reírse de una sé. Yo sé cómo se despidió aquel día de Kostja, ba¡·tJ 1 : 1 1 ,,,
mujer solitaria, que había pasado lo que ninguno de noso- que había delante del colegio. Volvió a presumir de '-lhi."
tros podia jmaginarse. f!_ue habla p::>"~do pruebas qo"' ~ nc":c-::r:J~ «Despjr1ámuncs ~'"'ÍO c;,te n"-rhnl, PI. é'ullnJ· Í;.¡c :.m bcllr, ., ,,
70
Escribe esto -dijo aún-, escríbelo todo. ¿Lo harás, verdad?,
Se separaron cada uno por su lado y tampoco faltó la música
de despedida. De una ventana llegaba una canción: «Ahora
llega el verano al campo, vete allí con su errónea meptali-
dad ... » Tú no lo quisiste. A la canción que era tan repu'gnan-
temente oportuna le siguió ciertamente un nuevo amor.
,<:
Está usted muy pálida -dijo la señora Schmidt a Chris-
ta T. cuando volvió a casa por la noche después de la re-
unión-·, no se me pondrá usted mala, ¿verdad? A la señora
vru
Schmidt le gustan mucho las películas sentimentales, pero los ¿Cüándo, si no ahora?
dolores del alma en la realidad la horrorizan. ¿Qué hacer en-
tonces cuando su huésped está scn~ado en el cuarto y no come
Así comienza la carta gue gustosamente hubiese tr-,,::c,,\, ,
ni bebe? ocultar, ya gue nunca fue enviada, y a excepción '''' ,-:; ".•
de mí, nadie la conoce. Es decir, ahora solamente )'ü. ,1,; 1¡ ,1
Pero antes, esa misma noche, Christa T. escribió una carta
a su hern1ana. siguiente comencó lo gue la señora Schmidt respetuc-c<..L¡\;, 1,.,'11
denominó «su ePfermedad», esa ociosidad y ese no-n"-'Yq11·•"'
tan sólo para engullir un pedazo de pan, que duró "'" ,¡ , :,
hasta gue llegó el joven, no, no el joven y bello señor- -~o ,111 :
gante aspecto smo' el otro, el pecoso; e11 a so'1 o puuo' '~'-'il,,
chearle rápidamente en el vestíbulo un par de palnb""<~. ,, ,

·~
muy educado, incluso con una mujer modesta, y lueg•o q¡¡ 1 1

,_ en el cuarto, durante mucho tiempo se le oyó hablar- 1\ní, 111 ,


''1
mente a él Hasta que la señorita empezó a llorar, qui' <llh ; 1, ·•',,
¿no es verdad? Al día siguiente él la llevó a la estacié>.n, 11 '
La carta quedó en su diario hasia hoy. ,..
l;
"1
Yo no había notado su repentina desaparición, b<lst.'l ,. .,J
antes de las vaca:Lnes, y ta;o,poco ella dio noticia plá'lll:¡ 11
¡1
Pero en la c"rta dice que querí• morir y que no tení~ g>lil11¡
de ninguna otra cosa. ¿Cómo imaginar que una person¡¡ ~ ¡, 1
que se ve casi a d-i1r!o esté pensando en la muerte? 1
Desgraciadamente tengo que dar a conocer esta carta) [ll!~>.
nunca se piensa que cartas semejante~ puedan escribi~~:e. "N ,
invento, pero me permito acotar, sintetizar lo que en el!,l
disperso.
~::o1
Querido hermana, escribió Christa T. a principios del ~,­
rano del cincuenta y tres. ¿Cuándo - sino ahora?
Tú sabes bien de qué se trata: el tiernpo pase rápido, ,(·J,,
por delante nuestr". F. "~4 ¡~.;:flxi2, o e::::a i.':"::!t'<~~iUuLi Je .,1..,1 ..
rar _tJroi:ur.::-lamente. Como si los pulmones no nos ht.hic~L: ,
1
'

'i
funcionado jamás. ¿Y se puede vivir cuando éstos no fun~ lo único de que estoy convencida. Sigue siendo m.is ::"::-=_'--..-Y-~,
más sincero, el otro camino. Pero también más durC'.
donan? No ser una carga para los derr.á~, qt:e seguircln ~.:.:e~."L'"'..:,"",
Qué atrevimiento: pensar que uno podrfa salirse de la cié~
naga tirando de la propia trenza. Créeme, una sigue siendo que tie'nen razón porque sct más fuertes, que no pl:~-=-=.:1 ~ni­
1 rar hacia atrás porque no tienen tiempo.
lo "que fue: incapaz de subsistir. Inteligente, desde luego. Ex-
cesivamente sensible, inútilmente meditabunda, una pequ"'ña Si tuviese un-.rhijo, aún puedo escribir.
Aquí se interrumpe la carta.
burguesa llena de escrúpulos ...
Seguro que recuerdas nuestro lema cuando una de las dos
Y ahora nadie me preguntará por qué la querí~ 0-'-LULlr.
andaba cabizl:aja: ¿Cuándo - sino ahora? ¿Cuándo se ha de Me preguntaré a mí misma:
¿ÚEicamente porque-no iban a querer leerla? He-c:~o q11r:!
vivir, sino en el tiempo que no~ ha tocado? Preguntándonos
salíamos de nuevo a flote. Ahora - ay, si pudiera describír~ por otra parte, entenderla perfectamente. Indudablemente t:11ll-·
bién uno puede callarse por simple valentía. Pero exis~en dca-
telo. Me parece estar rodeada por un muro. Palpo las piedras,
trices que sólo duelen cuando uno se ve obligado a creen.
ninguna salida. Para qué engañarme por más tiempo: no ten~
go salida. La culpa es mía. Es a mí a quien le falta la conse- ¿Debe uno guardar silencio por m'edo a ese dolor?
¿Por qué no la habré echado de menos en aquel entonces?
cuencia lógica. ¿Cómo me ha podido parecer todo, cuando lo
¿En qué podíamos haber estado tan ocupados para no darnnr;
leí por primera vez en los libros, tan fácil y tan natural?
No sé para qué estoy aquf, ¿puedes entender lo que esto cuenta de su ausencia?
Sí, ella sabía muy bien b que era la tentación. Así c¡ue
significa? Reconozco todo lo que en mí hay de censurable, pero
mi yo sigue existiendo, ¡no me lo puedo arran-:ar1 Y sin em~ entonces, cayó en la tentación de irse. Puesto que no po<lí;J
dudar del mundo, tan sólo le quedaba la duda de sí mism".
bargo ... Conozco u..r1 camino para librarme de una vez por to~
-das de esta decepción. No puedo dejar de pe:osor en eiio ...
El temor de que, de una vez para siempre, este mundo podría
no ser suyo. Y entonces se dedicó a los signos, a una qut:í:J
Una indiferencia ante las cosas. Viene ya de muy lejos, y
casi sin palabras: Un hijo. Vivir más tarde. Ah, ser capaz.
lo llena todo. Hay que huir de eíia, antes de tocar fondo. Lue-
Agarrarse. Mantenerse :firme...
go ya nc se siente. ¿Entiendes a lo que me refiero?
Me hubiese gustado suprimir la carta, o al menos sua ·;!
Personas, sí. No soy ningún anacoreta. Tú me conoces.
Pero sin presiones de ning~u tipo, de~o sentir que 1~~ nece~ zarla, pero, ¿de qué me hubiese servido, si yo ya la conoc1ú
De esta fc!ma ha ocupado el luga. que le co>·responde. Mí
sito. Y luego he de poder estar sola de nuevo, de otra manera,
resistencia no ha desaparecido, pero ha quedado a un bdt;_
sufro. Q--uiero trabajar -lo sabes- con otros, para otros.
Éste es, pues, cuando menos esperaba, el momento de repY~
Pero mis pcsibilidades de ::tcción soü, a ;,ni parecer, de natu-
raleza escrita, indirecta. Necesito enfrentarme a las cosas en mirse.
Siempre se puede hablar de enfermedad. Del de seo ¿,
silencio, observando ... Todo esto no modifica en nada mi pro~
morir como enÍermedad. Neurosis como incapacidad de acorr.t':...--
funda conformidad con esta época, contradicción irresoluble.
Pero el siguiePte golpe -¡si supieras lo poco que se nece~ dación a las circunstancias dadas. Y el médico que redactó >;{
sita para que algv se presente ante mí como un siguiente certi-ficado para las autoridades de la Universidad: Lo mér·')!.
señorita, es que venga a mi terapia. Tendrá que compren:::;+::~
golpe!- puede atascarme definitivamente. Por mis propias
fuerzas no encuentro el c8mino de regreso. No co~~viviria con dónde reside el trauma. Con su inteligencia ... AprenderÉ ,
a;:¡ue!lo.::; C}_UC t'1;,tl·,1én hrc :::;irl-:; arrolac!;;,., d h ~)b~'3, esto es o::daptarse ...

74
manos, que pueda verlo: arreglar el banco que sigue estando
Christa T. envió el certificado al decanato y no volvió a
ah[, y donde mis hijos habrán de sentarse. Remover el jar-
ver al médico. Regresó al pueblo. Colocó el paquete de libros
din, sacar la mala hierba de las filas de fresas. Sentidos, queri-
en ls. part.:: ízquierd-<J. de ]a mess, comprqbó si d- panorama ,-._,,
. dos sentidos.
era el mismo, diecisiete álamos, un palmo más altos que ha¡:::e
Apenas d,; señaks de vida. Toda correspondencia me es
cu<1tro años. (:;olgó en la pared a la altura de los ojos un ord~n
tan penosa. Animal ocular, se dice a d misma. ¿Por qué tazón
del día, sus días debían tener una armadura que los sostu-
no puede ver, oler, oír, gustar, palpa!'? ¿Por qué este desmo~
vieran. ronarse en dos mitades? Si tuviese un oficio en el que poder
Por la noche sueña. Se desliza en sueño~, del mismo modo
palpar lo que se ha hecho. ¡Debe ser bonito trabajar con ma-
q'Je se baja en un ascensor hacia las profundidades, sólo que
dera! También con agua ...
el agua no se vuelve cada vez más oscura, sino más clara. :Jl
En sus bor>ts más audaces, llega incluso a dejar de conde-
final de todo, diMann C':"ffiO el día, como aire líquido. Y eE,
narse. Aii pensamiento es oscuro_ mezclado singtdarmente con
tonces salta y vuela: demasiado bello para ser un sueño. Ella
sentimientos. ¿Tiene que ser por ello incorrecto? Luego otra
decide 1 durmiendo: no duermo. No es extraño volar cuando
vez, ante el menor fracaso, la t::rrible recaída: ¡Qué fina es
se l:a deseado durante tanto tiempo. Lo que está sucediendo
aún la capa por la que ando! ¿Cuánto tiempo aún?
debe ser válido. Ko~tja, ahí está. Nos sentimos tan impulsa-
No solicita ayuda de nadie, lucba contra s[ misma, no hay
dos el uno hacia el otro, observa, que no muevo un dedo. Tal
ningún otro enemigo. Puede que no haya estado tan equivo-
y como siem;;re lo habí811JOS deseado. Ahora me tienes que .¡
cada. Ella sabe: puede haber sido hasta ahora una introduc-
mirar, seguro que sabes que esto forma parte del asunto. En
seguida lo vas a hacer. Pero, ¿:::. dónde miras?
ción, ahora va a convertirse en algo serio. Este sentimiento ;i
nos alcanza a empujones, d primer golpe pareció derribarla,
Entonce~ ella vio a la n:'..lchacha. Pequeña hermana, pensó
las apariencias nos engañaron. !'·
~· tiernamente. Qué rubia es, qué desamparada. Oh, cuán peli-
¡Aprender a adaptarse! ¿Y si no fuera ella la que tuviese
grosa en su desamparo, él siempre tiene que mirarla. Y yo he ¡1
que adaptarse? - Pero a tanto no llegaba.
df'_ apartarme, echarme a un lado. ¿Es que se puede llorar Un vt>rano corriente aunque sin desperdicio. No dispone ya
,.
en un sueño? Estoy durmiendo, no puedo, no puedo desM
de tantos veranos, no tenemos ningún derecho a quitarle éste.
pertar, aunque he olvidado lo más importante -¿qué era?
Blla misma, podemos estar seguros, no lo hubiese regalado.
Cert.tr c0!! cerrc,]o la puerta, eso era. Entonces no entraría el
Por aquel entonces no veía ninguna rc.zón p8_ra llamar la aten-
dolor. Peco llega, todo este aire líquido es en realidad dolor.
ción sobre su persona, ni tampoco ninguna posibilidad, creo
Duermo, y lo que está sucediendo debe tener valor.
suponer. Nos habrlamos acostumbrsdo a fijarnos en los gran-
Pero su naturaleza no se rendía fácilmente, si bien había
des gestos. Se tenía que grita!_ Ci morir o disparar. Hoy, sin
en ella cierta ::1dinación a la derrota. Foseia una fuerza tenaz
embargo, vemos con más facilidad una pena reflejada únlca-
pnra volver a lev:--,atarse. Ganar terreno, r:entímetro <~ centí-
mente en los ojos, o una alegría ---<::amo se siente cada uno.
meu·o. Lo primero, asegurar las fuerzr.:; w~e han quedado a pe-
CÓmo corre ella, Christa T., detrás del enorme bal6n tojo y
Sil!' de todo. Los álamos, tms los cuales todos los días se oculta
blanco, :1l que el viento etupuja a lo largo de la playa 1 cómo
rl r:ol, lo vea o no lo ven, me alegre o me moleste. Ahi <>stán
se le adelanta, ríe en voz alta, lo coge, se lo lleva a su hjJa
d~~ IJIIt:VO las cerc·z:ts, ahí el estanque. l)or la noche las rnnns.
pequeña, ante nuestrns mirndas, bs cunles elb percibe y a las
V1:q: 1 r kilómetros L'n bicicleta por la región. T>8rarsc en las
']lle C"t'h.~~t: con 1_m:1 mir;1(b de scsbyo, ;:.1stu~, su marido, se
._,1 1 ,, h,.,l--.1.1¡ ',,, i."· !'en t..::;. i:-bc::· ,1},:;0. n:11JnJ<~:· e" 1M·

?7
1'·
le acerca, le coge del pelo, empuja su cabeza h'lcia atrAs, ,eh. deambuhr de un lado a otro, hacia un objetivo que la <st.í
Kri>chan. Ella ríe y se desprende. Y ,en la playa todo el m¡m- quemando, _pero que aún puede resistir. Nosotros, sin ernb<lr-
do ouede observar cómo juega con la pequeña .A...na, y aderríás, go, observ~msf.-o, nos enfurruñamos al averjguar lo que se pro-
~10;~:1a y .:::sbelta) con todo el mar que se encrespa ligeramente pone y lo gu~ hará con toda certeza) puesto que este tipo de
utilizando el pá!ido cielo como Íondo. Eh, Ju~tus, grita ella. proyectos insensatos siempre se preparan, pero no pregunLs)
Eh, Krischan. no preguntes mediante qué subterfugios: Así pues, creemos
Sí, nos dice. Vivir junto al mar. que su plan es arriesgado. Se h<bla ya de <(plan», u1 los pul>
rU final, dice Justus, ha debido pensar a menudo en ese bias sin embargo es aún un rumor: En Niegendorf se ha est:l-
maldito sabelotOdo con el que una vez se topó. Según se cuen- blecido uno que predice. 1\.lejor no hacer ni c11so, sólo que e1
ta, le 6.jo: Usttd va a morir joven. Esto quedó grabado, no hecho de que este rumor llegue precisamente ahor<-~ a mjs
podía hacerse nada. oídos/ es fastidioso. ¿Y eso por qué? Acaso quieres._.
Pero tal vez yo pudiera encontrar a}go sobre este asunto No podía hablarse de querer. Sólo que en estas semanas
en los papeles que él me trajo. Según él, dijo, aún era dema- estaba -bueno, ¿cómo se dice?- débil, algo predispuesta ha~
siado pronto para verlos. cia lo sobrenaturaL Recaída, eSto es lo que nota. Reqtíd¡t
También para mí era demasiado pronto, tuve que admi- -bueno, ¿y qué? : ..
tirlo. Comencé a leerlos ayer cuando Justus se hubo ido, no Entonces oyó -pues se oye lo que se busca- que se
paré en todo el dia y volví a comenzar desde el principio cuan- reúne un grupito. Grupo de peregrinación, dice a la señora
do terminé. Cuaderno por cuaderr.o, hoja por hoja, manuscrito KrOgcr, pero ella no entiende: La muerte repentina de una
por manuscrito, guardando el orden en que habían sido escri- mujer, a la que el «Generool» de Niegendorf ha presagiado
"'tos. Y confrontaba cada frase con mis propios recuerdos. De~ una desgnKia, ha acrecentado su prestigio: Ha llegado et iT;O-
salentada al máximo, quise retroceder en mi intento Y~ como mento en que Christa T. se pnne en camino hacia ét camíno
¡_
era natural, llevar luto. penoso y agobiante.
1
Sólo que ya no podía, ya hemos hablado de ello. Tal vez ¿Hay s~tio?, ptegu:-:.ta seguramente como si :m le impor- r.
sea une. suerte toparse con el legado inédito de un figura hace 1 tara mucho. De haber, va también ida. Una cosa así d~"he ;1
tiempo Uesvanecida, alejada, sustraída de nuestro pensamiento. i' haber sucedido. Habría ~ncon~.::<'.do un buen pretexto.
Cargar con el legado de un vivo me pareció entonces un caso ! Un vagón cerrado muy de mad~·ugada. El _¿aCÍfe .fi'urT~s 1 que
de especial mala suerte, que no clarificaba precisamente el do- tiene un mal incurable. La Krüger, que quizás oiga olgo sobre
ble <entido de la palabra «liberarse>>: Yo me libero de ella, su marido desaparecido. La escuálida señorita Feenscn, a la
la aparto, se adentra fatalmente en eí nombre que ya le he que solamente el brujo puede ya proporcionar mediante bru-
dado: Christa T., mientras que yo tengo que arreglármelas con jerías lll1 marido. Un par de personas r;::;ás de este tipo. Un
la amargura de saber que una cosa es la vida y otra el papel poco extrañas, no demasiDdo. ¿Qué llevHba a la profesor::l al
escrito. Generool? ¿Amor fatal? ¿O la enfermedad de su padre? Díe
Quitémonos, pues, este luto, cojámosla, cologuémosla ante a dia se vucive m<Ís poq1.Út;1 cosa, y ella depende de él. L~1
nuestros ojos, a la difunta, esa :figura de tiempos lejanos. Acep~ señora Krüget suspira. -.'-~-_) tr·,)n rt·LLi··: 1o ; 1 ~,"<1 _s, uu;.-; ·:i.;,;~ :~
témosle, el viejo let;-ado: Lo que ei tiem 1Ju nn ·11a r•JdiJ,_.., 1;~1'",, LU;\lqtl~...:Ll. ~"7"~,,
p· O''_-"- '-
J-..-,r<;'r. 2'hora J,-, p:.1-:-dc:, H 11 ~~Lros nc;~.o:..,!nientos. J:-lues es en La c:rpítrl] de LJMtido. Quien ::1ún quil'm apej;J.5f::--'f;,"ésre . . ~s-:_.\,
nuestra mente donde la estamos viendo desde hJce tiempo el morfJCJlln. Esw dicbu por mí, conozco ;ll p.:tdrJ;ftkh'9.;:-Nó~·-\~
t ,_._ ' ~ •1 r

\\ -:; ,, '·'
18 79
parece desagradarle que me haga ia sorda. Parece como si to-
dos quisieran que me quedase. _
Luego v3n apareciendo pueblos--descónoddos: GOreil, Ko-
serow. Y también el bosque donde se encuentra la m~scara de
gas, podrida, ya hemos hablado de ello; en ese entonces este
instante estaba aún muy lejano, ahora se ha aproximado. Ella '"
piensa, mejor dicho, ve como si arrancase una cortina de de-
lante de un cuadro hace tiempo evitado, pero esta vez desde IX
algún lugar fuera de escefl:~_, a ~u furgón de municiones en
medio de la tormenta de 1úeve, a sí misma sentada en el in- Wat de Generool seggt hett.'
terior y dos metros más allá una pequt:ña ptüi.tÚnencia, debajo
un ovillo, un poco de nrne, huesos, algo de tela, que poco ¿Y si simplemente lo hubiese inventado? Es evidente gue
a poco se cubre de nieve. de no existir, lo hubiera inventado, pues lo necesitaba. Y a
¿No busca pretextos, señorita? La Krüger, Siempre expre- pesar de todo, no te.túa el valor suficiente para inventar, m2s
sa todo tan claramente. Pero quién va a ... Por otra parte, se adelante hablaremos de esto. Así que pues existió, apareció
dice <.iUC él siempre dice la verdad. - realmente, pero se oculta con precaución y se retira i"?as un
iróuico encabez~:miento. Wat de Generool seggf hett.
Si q11isiera acercarse un poco, señorita. '\
.1

Aquí no se trata de simple curiosidad, ni de fe en lo•
mllagros, ni de una cierta clisposición a reverenciar las dotes.
,,,.
~

sobrenaturales de otro -el hombre, un austríaco, capitán ge·


general a.D., ~sistido por una mujer joven, asustadiza, en traje
>
tirolés-, el hombre lo sospecha inmediatamente.
Le ofrece un :1siento, junto a la luz, como se debe hacer. il
Y él, contra la ventana, tan sólo una silueta. Así comió.JL.an
siem~te las prestidigitaciones: las confesiones y los in~~:trog:t·
torios.
¿Nombre? Estudiante, si no me equivoco. Ve usted. Aun-
que eso no hace al caso. Y, ¿c6mo 'lejada de los estudios en
esta época del año? ¿O es que dan ahora las vacaciones an-
te') - Bl ríe. En fin. Toda persona necesita alguna vez ce
un descanso extraordinario.
Ella aún no ha vista del todo la habitación, no ha c.leletre:t-
do las sentencias de la pared, todos referentes a la futilLCad ce
las fuerzas humanas, aún no ha pasado revista a los vasos Ce

l, L · qul ~~ ,!,~JJernJ d;;co. (l-_n :._,~;" .,J,.;.,,,:,i.;


80
81
No'lici.ls '<':'re ('j,; j,¡ .i
c,--!,:·l: en b estanterÍ3, y él sin embargo ya sabe todo lo que sa? Llegado este momento, desearía intercalar, pues me tiene
tiL·:>~ que saber. intranquila, que ella en cierta medida ba inventado a su gene-
·;'.[ b~:c"~~~o de que también tenga que darle l-a mano; lo en- .ral. Al día siguiente -a su <<séancet> con él, so1a en su babl~
ccc;Hra o.bsurdo, ¿y si se fuera? El General se ha dado cuenta, tación, la miracla en los diecisiete áhmos, el diario sobre la
1
pnrc;_u~ w · <tgnac10n
· " se hd'd ·hasta en
a eJa o sentir 1a m~no. Ve mesr.: Jo inventó con la sana intención de ser exacta, de ser
w:-:_.c, dice, no va a hacer falta nada más. Lleg~ jncluso a objetiva, de ti·anscribir la conversación del General con l::1s
dc:s~r,_._iar los elementos tradicionales de su arte: ningún poso palabras exactas, y se avergüenza: ¿podría ser aún más justa?
(!~ c-Jé, ninguna carta ... Pero él utiliza normalmente posos Eila es justa como cualquier otr,-, persona: extrae lo que im-
de c:1f~ como también cm u1s, y ella lo sabe, y él, buscando su porta. lo sustancial, pero lo otro, lo obtuso, lo erróneo, 1o
r:niL:d~l, hace un pequefio movimiento con los hombros: el tonto hasta la majadería, apenas se menciona.
1m~ndo. señorita, q1.ú"re ser engañado. Pero usted. Cuaudo Ivie p:::rmíw corregirla e invento mi propio General. Soy
se t::<::nen esas líneas de la mano tan pronunciadas ... Te puedes justa, repito, como cualquier otra persona.
Ir, dice::: friamente a su mujer. Tendrá un examen, dice el General. Y no estará especial-
Su ¡xtdre, señorita, trabaja con el intelecto, si no me enga- mente brillante en él, no le estoy diciendo nada nuevo. Dd
ño. Un buen padre. Inteligente, habilidoso. ¿Vivia aún? Sí. montón, podria decirse, si no se supiese que tanto su inte1L, ..
Almq:J•:.', como usted seguramente nunca olvidará, la vida hu- gencia como su memoria, por el momento aún Hmitade.s, Se
mo.ncl tiene un límite .. Dos hermanos, veo. ¿Sólo la her- desarrollarán. Usted debe saber que la mujer alcanza su pleni-
man::t? l\lu:r Jmada, sí, eso está muy claro. En lo que respecta tud a los veintimuchos años. En su caso) señorita) podría s€r
::ll segundo hermano -le ruegv no olvide que no sólo los her- más tarde.
manos que se mantienen con vida, los que han nacido, eXisten Tenga usted cuidado, dice el GeneraL Los próximos seis
en el munc.io al que yo me tengo que referir. meses no le van a ser muy fáciles. Sus nervios están afectados.
Entonces ella pie"sa: el aborto. Los padres han querido Se le avecinan diversas enfermedades. Lo qut: en este mo-
oculdrnoslo, siempre lo he intuido. mento está usted padecíer1Jo, yo lo denominaría u!la debilidac:
El General está satísfe·:ho. viral pasajera.
En este momento mi General la mira rápidamente a la cara,
Por cierto, señorlta, ¿sabe usted que el ritmo lunar es
para cerciorarse de que puede seguir hablando, y prosigue.
trascencientct~ para usted? ¿Que ptec~samente de él deriva su
Las dificultades aumentarán siempre que usted tengn que
atraccÍÓü por la línea sur-este? Bueno, en sP jo~.'en vida aún
enfrentar cualquier tipo de decisión.
no tiene que aparecer tan claramente. Más tarde, cuando se
Christa T.) ay, Krischan, está ahi sentada y piensa: Tklle
establezca en una ciudad como, dig¡:¡mos: Dresden, pensará
en mí, preslJffiO. razón. Y lB luz, junto a la que ha sido colocada, le hace ~
él descubrir lo que ella piensa, el General se arrellane. <:Ómod'-
De las estrellas ... Sí: Venus y Saturno están muy cerca. mente en el asiento, no aprieta ya con tanta fuerza su manQ,
Venus, el amor, también la ternura, siempre está ahí. Por lo y finalmente rellena su vacío en el horóscopo que tiene entre
demás consuélese: veo otra constelación a su alrededor· 1v1u- manos.
chas cosas diversas se esconden en ella, proyectos ambiciosos, En un tlcmpo no demasiado lejano, cUce el General, ser2
los intereses ml'is dispares.
usted llan~~~cl.t <l un entietro. Parece que "'5 una da suya de
,.·¡__ ,órno 0]y·r1.-..:· é'_:'O:: -~ \ .:_,_:,~_:; 1:: rictll~"Zc~. !."TJc'-~e le::,ulta::: ,;:~va- JlTV'' set·_'"''tct ~~'~'S Lt ..¡ue ;;~~;"'r..__.
8?
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Entonces Christa vuelve a escaparse. No hay más remedio,
General, tiene usted que esforzarse.
Ha llegado el momento de volver a coger su m~mo. (:Y ~:..:t
Usted se quiebra demasiado la cabeza, dice el General, y preveemos profesionalmente para usted?
_da a su tono incluso un cierto _ apremio.:, Si me permite Planteada esta pregunta¡- ·nuestro Gener<d, --vuelve 2 '~(.'"
darle un consejo: trate de liberarse de esa costumbre tap ago-
concienzudo su mano. ¿Algllña ac'iiVidad en llll:l gra':. ~~stbr­
tadora. Créame: dentro de tres o cuatro años -y no mé equi-
ción? Podría ser. Algo así como una editori~J!, me parece..
voco Jl pensar que tengo ante mí a una muchacha de veinti-
Al principio inhibiciones, ya sabe usted: esto no dcsapaiecer~
cuatro añcs. ¿Ve usted?, todo será distinto para usted. Su
tan pronto. Pero luego, se irá imponiendo. Si no me eq_r;_
·constelación me dice claramente: se distinguirá entre sus con-
vaco, señorita, usted será famosa. No tema b p:1labra: f:"mos2
temporáneos. Esto se verificará más tarde. ¡Si usted pudiera
Según veo, todo está encamin~clo hacia a]go crc:HÍ\70, ¿Una
-sentir confianza en sí misma: ser tenaz, pero sin abusar de
obra? ¿Música? No. Lite:atura. En fin, aquí termina ;ni co.~­
sus fuerzas, evitando los esfuerzos; saber vivir, mi querida
petencia. Pero, ¿por qué reprimir el dcse-v de :::onvcrtirse 2:gtna
seLorita, también a usted le vendría bien ...
vez en una gran dama? Económica~ente no dchcría habe1 :-_in-
Ahora es cuando ella recoge velas, yo también. Si él hu- guna pega.
biese sido un pescador de almas, si le hubiese ofrecido algo,
una palabra al menos, algo para aliviarla ... ¿Cómo se ve de pronto? ¿Un vestido largo, flores, a:!:nÍla-
dores? ¿Qué será de mí? ¿Tiene que seguir flfll,]ando?
En cuanto al amor -¿intuyo con razón que también quiere
saber algo al respecto? Hable usted, General, puesto que está en vena.
Seguramente un doctor, dice su Genera], sed eL ,~utu::-o
Ahora ella no asiente, no mueve la cabeza, enrojece sim-
marido. ¿Un profesor? De aquí a siete años scúa In edad· idea~
plemente, trata de apartar la mano, y el General, que desearía
para casarse. El amor será la base de este matrjmonJo -er: Eh,
no haber notado nada, deja que se le vaya la mano.
esto se da por sentado. Y el marido, siete, ocho años rr: ayor.
A usted le gusta amar, dice el General, su General, ¿o quién
·~
Veo dos niños, buenos. Ningún contratiempo importante.
dice realmente esto? Usted ama tierna e íntimamente, pero su Siga, General, siga.
amor se asemeja a la amistad: de ahí que tenga buer:cs amigos,
Se conocerán seruramente a través de una ~mi 6 «. ¿En ~2
agradables y simpáticos. Hasta que llega ese descontento, ya
ópera? ¿En una edit~ri&l? Compréndame: no son posibles aHr.
sabe a lo que me refiero. Entonces se vuelve usted veieidosa,
maciones más precisas. Sólo esto: una viviench fuera ce ~a
y llega a rechazar a los fntimosJ incluso a los que ama, ya sabe
ciudacl, una villa quizás 1 que puede hallarse incluso en un
usted por qué. Y estos, querida señorita, son 1Gs momentos de
parque, la vida discurre en línea recta y hermosD. Ti~nc ccd:::s
enorme frialdad que siguen a todo gran enamoramiento ...
]as posibilidades abiertas para agotM sus numcrr1<.:ns apti c:..:de~
¿Quién le ha hablado? Sabe a qué he venido. Pero, ¿cómo
ha podido averiguarlo? esa extraña mezcla rle talento románti.._o-poéticc y pcdagógl:o-
práctico ...
No, nuestro General no se pierde en divagaciones, con igual
Adelante, General, no se olvide de nada, ¡tenemos sed de
desenvoltura puede concretar o vaticinar, y así debe ser pues
lujo! ¿Tendremos coche? ¿De qué morca?
es su profesión. Parece que existe un hombre que desea lle-
Quizás no debiera haber hecho notar que él la h"hia -oue::o
varla al matrimonio. Este matrimonio, aconseja nuestro Ge-
a perder. Pues ahora él toma por última ve~ };¡ mano. Aúr:.
neral, mejor abandonarlo, traería con seguridad problemas: queda algo, referente a la muerte.
envidia, interrupción de su evolución profesional. ..
Entonces, una ve escrito todo esto, ha ccn;:rlrj d ~LiJde-rJ~
jJf' '0 .-.! '''')fll(;'n¡.o in ;J<, 'Vll•"'ltO <1 al-, i•·: ~' l-l<H"' 1:
1
~4
') ~l ~--·

:, )
nterior: fuese un pretexto para poder escribir esta frase.
'.uaJrimo'nio, escribe, según dice el General, será separado
~-- 171uerte. La de la mujer o la del hombte. Pero los niños ,.,.
'/u;uratftJn~e ya estarían fuerJ de la edad esColar.
Vúelve a releer todo. También la última frase. Luego escr~t.
entre paréntesi;;, dos palabras y dos signos de interroga-
<f
¿tan pronto?
Y cierra definitivamente el cuaderno. X
Ick glü\V doar nich an. Pero eso si que es extraño.
Fin de la escena. Una recaída, diríamos sacudiendo la cabeza, y habrÍ8mos
No ha vuelto a leer nuncn estas páginas, y cOn el tiempo el tenido razón. Puede ser que esta historia haya sido cont~d:t
recuerdo de lo que realmente pasó se fue pareciendo Lada vez a algunos, a maner:, de prueba. Y pudo ver cómo en ~odos
menos a lo que escribió en el cuaderna. No llegó nunca el los rostros, sin excepción, aparecía esa sonrisa incrédula-com-
premio ar_.unciado en la rifa, ni tampoco el desca11so del año pasiva. Puedo responder de esto, pues aúr. quedan huellas en
siguie;J.te. También se hizo esperar el entierro de la anciana mi propio rastro.
tía. Nada de esto le quedó grabado. Pero le han predicho un Así que guardó silencio.
final próximo, eso sí queda. Lo único que el General se ha No será muy importante lo que se tiene que contar.
guardado de decir, ella lo recordará siempre: moriré pronto. Lo n1lsmo da, pues, escribirlo. Suavizar esta incurable di-
Y tendrá que creer en ello. ción, cediendo simplemente, sin darle importancia. Si la tret~
Ninguna otra palabra de muerte del General. sale bien, una está a salvo, al menos por ahora. ¿Qué me viene
a la cabeza cuando cieno los ojos? Nada importante, como ]'~1
~
he dicho antes, se siente venir por sí solo, no existe en ello
coacción alguna, ninguna interpretación de las cosas, y por
supuesto ningún significado. Repentinamente arranca una pá-
gina de un cuaderno cualquiera, de nuevu dejará a un lado su
plan de trabajo~ no hará ningún progreso tn la gramática. Se
ensayan rRp~darnente un par de posibles títulos, pequeñas bio::.
torias, quizá algúil día se escriban. ¿Cuáodo, sino ahora?
«Lista de títulos>>, aparece dcrito arriba, en la parte supe-
rior de la página, entre comillas, tal y como yo lo repro~
duzco. Si al menos las comillas encerraran un irónico dist:ln-
ciamientl)_ A lo largo de los años se han ido aña'-liendo a l<1
lista más de dos docenas de thuloc, unos debajo del otro,
algunos los he ido recopilando de otras p6ginas. Compren¿o
algunos, otros no. No puedo descifrar todos los gJ.raba to5,
ella mismo tampoco hubiese podido. Pero, ¿habría querido?
La pr-::gunta se ha dejado caer, no :·~rresponde a este:

8() S7
--- _________ _ __________ ..,..._ _._

momento. ¿Prematuramente planteada? Por otra parte esta es significa todo esto? Y a puedo esforzarme todo lo que guie1"a,
la pregunta más dificil que me ha surgido desde que refle- que no descubriré lo que se esconde detrás de estos t1iuJos.
xiono sobre Christa T. Y cuando se me pregunte -y se me Califiqué mi ira, que es por ,cicerto de naturale.za _cQmplicada.)
preguntará, ¡cóm{J" no!·~; no
tendré riada que-_
ded.r': '-¿por qué como la sana ira de un lector burlado. y aunque yo fuera ~.
razón nos la pones delante? -se me ha de preguntar. PLJb es única persona que quisiera saber lo que esto significa: Teniente
eso precisamente Jo que hago, esto es indiscutible'. Taw_bi¿n Baer era d.istinto - ¿no debía haber tenido, por lo rretlos
me preguntarán por sus éxito~. conmigo, cierta consideración? ¿Quizás no compense recapa-
Así es que me veré obligada a hablar de éxitos. ¿Dónde citar sobre la ira de la que es víctima una sola persoll<J, pero
voy a ir a potrar? ¿En qué puedo apoyarme? yo pensaba: de la mía debería haberse ocupado. O romper k
Me acuerdo de Clinther, el pecoso Glin.ther, antes de su cuartilla, da igual. ¿Cómo v.; a justificarse? Ella, ahí abajo,
gr:::n salida a escena, antes que el amor causara su perdición ella. sepultada, sobre cnya cabezq reclinada -¿no es así cómo se
y el dolor -sí, el dolor- le hiciera ckriviciente. Siempre de- habla de los muertos?- crecen flores.
fendió a Chrü;ta T. y siempre se mostró colérico frente a ella. No se debe decir sobre los muertos nada que no sea fa oo-
Ha debido ser Ja única persona que ya entonces la admirara, rable.
hay ciertas pruebas, aunque no lograse entenderla. Él creía, no Dejé todo tal cual estaba y me fui. Me dije: Esto no lo
sin cierta excesiva firmeza, que todo lo existente tenía su razón hago> esto no se puede exigir. Qué feliz estaba tan llena de
de ser, su utilidad, le atormentaba el tener que investigar la ira. Me detuve ante unos anuncios, los leí una docena d~.
personalidad de Christa T. para llegar a saberla realmente útil, veces. Y me sentí presa de una idea, una idea que poco á
y desde luego intuía que era una persona magníficamente dota- poco hacía desaparecer mi ira. Pensaba: al fi" y al cabo, ella
da. Mira, dijo él, cuando había terminado la primera parte de lo había hecho.
un examen final y ella no había escrito todavía ni una sola Así que tnve que desistir. No puede uno enojarse con los
~
línea, mira, la sociedad te ha dejado estudiar. Ahora quiere muertos. Y sin embargo, yo e:;taba herida, y aún sjgo están-
saber lo que has aprovechado, es justo y resulta barato, ¿o dolo. Nc es cierto el dicho que únicamente lo; vivos puedon l
no? Sí, rlijo Chtista T., que solía conversar mucho con Gün- herir a una persona. Pero si :fuese verdad, ¿qué significaría
rher, escuchaba sus argumentaciones y reflexionaba profunda- esto?
mente: si, es justo. Pero no barato, ¿sabes? Yo incluso diría: He querido hablac del éxito. Pero éste, siempre que tiene
caro.- ¿Qué quieres decir?, pieguFtÓ Günther, bromeas. lugar, implica una historial al igual que el fracaso, pero :1:!:.)
Pero no ::!staba bromeando. Simplemente se resistía a tener hablamos de este último. El éxito puede ser auténtico o fa-
que pagar lo que se le babia dado. No creia que aquello que bricado, merecido o regalado, obligado o ganado ... Pero ante
ella tenía que dar a cambio tuviese el más mínimo valor. ¿Por todo, puede consistir en esto o en aquello: en fama: por eJ em.
qué, realmente, concederle algún valor? plo, o en la certeza tardía de que se debe hacer esto y no
¿En qué apoya;me pues? En q::e el tiempo es un valor en otra cosa.
sf mismo. Pero tiempo era precisamente lo único que no tenía. Así pues, para ver todo claro tendría que contar la historia
¿No se le habia comunicado esto con suficiente antelación? del éxito de Christa T. Y est¡,¡ idea me sorprende a mí misma.
Al llegar a este punto me he enfurecido. He vuelto a leer De mi ira guardo una cierta amargura) que también de~a­
la lista de titulas. Con el guardabosque. Noche de verano. Rick parecerá, espero. Entonces quizás la vea: tal y como ella que1í t
Broders. J-'n¡ ·v Chri::tine. Día ~n el m..T. PtJ la.r .,,..flrl"t'aJ JÜllr ser :· ;--,~· lo t:mto L~c. P:.:ro :::G¡J ,~J rtl 1nisr~cJ t!empc: Cl~s::: "l.ü'-
- . '
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~"
gar este informe, me pa.Lece que está decidido que el momento blioteca- que Kalisch era un gobierno en la parte occid e.~' t¿
de verla tendrá lugar después ddfinaL . de Polonia rusa: <(El país; ~m terreno_ llm10 que se i_nclina h~.cic.
Christa T., hizo un gran descubrilniento aquél.veianÓ, pero occide11te con escasas elevaciones. Clima uniforfne y sano. U
1
ignoró su importancia real. De pronta descubrt algo así -tomo población se compone de un 80 % de polacos (la m~yCYÍc
un puente entre esa vida que conddera mediocre y algunos católicos rómanos), un 10 o/o de alemanes (la mayoría evmr·
momentos de noble y hermos<l libertad. Ha empezado a intuir gélicos), tm 9 % de judíos) el resto en su ma-yoría rusos. Sud-:;
que uno ha de formarse a sí mismo y que ella ha tenido loco: arenoso. Es de gran importancia la cría de ovejas !' ganscs,
medios para lograrlo. Porque ha empezado a estudiar su nos- pues ambos se exportan a Alemania. El gobierno se Jividc er;
talgia, y ha visto, cuando se fijaba tranquilamente y con 8 condados: Kalisch, Y(!jelun, Kolo, Konin .. .» etcéte··;J_
suficiente atención, que ésta coincidía con las cosas reales. Todo esto s~ lo recité a mi mad1e. ¡Qué extranjero SG.r1llbc
No sé a quién pudo contarle la siguiente historia, pero todo/ Pero ella se negaba a reconocer tales cosas como e.xtr·a.•~­
desde luego fue a alguien a quien llamó: feras. Todo esto es ahora alemán) y se acabó. A lo más admitió
Malina, la frambuesa. que «Kalisch, en polaco Kalisz, estaba situado entre tres hú!z;cs
A los trece años pude hacer por primera vez un viaje largo. del Prosna e1z un bello vallo> y que tenía «seis ferias anu;?les>t
Desde hacia un año llegaban las cartas del tío 1Vilhelm, es Así que no está tan despoblac.'o, opinó satisfecha.
decir, una de las tres copias escritas a máquina, dirigidas a la A media noche llegamos a Kalisch.
familia. Tío 1Vilhelm, hasta hacia poco tiempo inspector en las Ahora habría que saber) por qué no siguió escribiend::;. L<'.
prisiones de Brandenburgo, había aprovechado la oportunidad impo1·tancia de la frambuesa poloca -Malina- para la que
que el Führer ofreció a los funcionarios: hacer una carrera ha construido todo este encanto, el Brockhaus del año 18 89, e_
~ que superara sus posibilidades paralizadas desde hacia mu- viaje al extt<lnjero, que al cabo no lo fue, la madre J' elk
chos años. El este pedía funci01tari(ls administrativos inteli- misma en conversación y réplica ... Me preguntáis qué t,_:ngo
gentes, y el inspector Krause se convirtió inmediatame 11te des- que decir de todo esto. Pue.-; bien: el tono de estas pigi=-:zs,
pués de su llegada en inspector superior con sueldo de al- por ejemplo. Ella escribe de forma tal que es coma si sE k
calde. estuviese oyendo hablar. Nada más.
Todo esto en Kalisch/W 2rthegau, Litzmanmtiidter Strasse, En ese momer:to debieron avismle. 1-iabía visita. Vis: t~t,
2, en el año 1940. ¿para mí?
Dos semanas antes estaba yo sentada en el jardín debajo Era el director del colegio del pueblo vecino, dla lo ccn.s>
del tilo, zurcía y cosía mis braguitas y calcetines. .Ñ!e ilusionaba deró un gesto muy amable. Aunqne no sflbía c&no in1<:r·
el viaje y estaba convencida que para pasar unas semanas·, ha- pretar su mirada al margen de la posible amabilidad del geoto
bía necesariamente que llevarse todo lo que se poseía. Uf'.a especie de señal que espera contestación. Fero la cor-lt<:.s·
Del viaje en sí apenas guardo impresiones. Calor en los tación no llega.
campos verdes y amarillos, tranquilidad abúlica en los compar- La madre los a.comodó en el cenador de jazmines y :~-~l!C
timentos medio vacíos. En Kreuz ¡¡;z rápido control de pasa- zumo de manzana, m6s tarde también sale la luna. Al prjnc~­
portes, lo suficiente para mantener en pie la ilusión obstinada- plo h8bía cierta violencia en la conversación, ella no se e:::::~'Jic~
mente combatida por la madre, de que viajaba al extranjero. el ,Po.tCJU~ .• Él ha oíd(~ qu:. cs:"~ba enferma 0 algo p:il<:c. .Jo
Yo saf.!c: .nor mi Brod:ha:::;) a:-:a 1SC9 -mi ..zhfl. !u ;.;~' In ~,' :tn ~.,::::UL) ~r'e ;'\'('\ WIJCtr~;}. ~" 1:::: 111ir'1~ }¡(._¡_iT.Qf'JS O¡:_~~
,)ah!ü de¡ado en herencia y íormaba parte esencial dl m; bi- nones, piensa elL.1, umbién le Jgradece esn manera de :"G

90 ~)!
desenfadada y alegre, ¿d6nde lo he visto antes? Una inteli- él llevaba la chaqueta gris y ella le llenó todos los bolsil:,•,, , 1,
gencia clara, un juicio seguro, una postura simpática ante la cerezas, aunque aún estaban verdes, pero no parcda i~~-~',1 1
vida. Con él debe dar gusto. ir a l-<.1 escod_a, I1imediatamente tarles. Entor::~s ya no era él; ·sinó-·: Kostja, a él fue a. \,::_·,,;.,::~,'
él confirma sus pensamientos y empieza a hablar de sus plum- le dio l:s cerezas a manos llenas, más tarde el crt:púsc~;-~_\, ). 1
nos, ella aún conoce a algunos, presta atención, pregunta, acla- noche, la luna er_ el cielo. Entonces el hombre Ja miró, '1>,.,
ra, responde, se asombra. Si, dice él en una ocasión, con ese ya no era Kostja, sino un ex~raño, y dijo amistos<tmenre: '.-,.
tono bajo tan significativo, todos somos ahora 4 años más siempre sucede así.
viejos.
Esta !!:ase la estuvo repitiendo durante todo cJ Jía y se \,.1,,
Ella ríe en señal de afirmaci6n. No es precisamente lo más cada vez. Siempre wcede asf, siempre E'.Jcede así -¿qu¿ h.L,
ingenioso, pero tampoco es falso. en ello tan reconfortante? '
Luego se añade el padre, después de mucho tiempo, ha Al mediodía vino la hermana co~'l ~a bici, y pensó: Las \, 1
pasado un día soportable, sin esos dolores, casi sin ahogos, se caciones de verano habían emnezado. Se fueron juntas a 1. 1,
atreve a sentarse con ellos arrebujado en una manta. Excitado prr..deras juntc al dique, se echaron en el céspcJ y hab.Lq, 111
por las historias del colegio, rememora sus años de escolar, sus sobre todo lo que se puede hablar. Lo otro, Malinn, la framlHh
años en el seminario de profesores, sus intentos de ruptura y sa -también la había empezado, en secreto. ¡Cu::íntas \'e\"--~
cómo finalmente aprendió a resigná~se. ¡Qué diferente!, piensa discutido y dudado todavía!
Christa T., y al mismo tiempo: ¡Qué paralelismo! El padre ya No lleg6 tampoco al final.
no ha de hablar asl muchas más veces, ella lo sabe, y él tam-
bién. Se entienden muy bien, el padre con su joven colega,
comienzan a hablar de asuntos profesionales, y de pronto Chris-
~ ta T. oye decir al joven: ¡En esto estoy totalmente de acuer-
do con usted!
(totalmente! Esto le hace sentir lo que desde u!l principio
debió haber sentido, también eSto aclara sus miradas y el
doble sentido de sus contestaciones. Ahora descubre que él
sigue llevando la misma chaqueta gris de cremallera. Ésta sí
que es buena, y duradera como un pequeño sentimiento.
Y sin embargo: ¡Dios mío!, (CÓmo puede olvidarse una
cosa semejante?
Le gusta y a la vez le disgusta.
Cuando por la noche quiere reflexionar sobre ello -todo
lo que sucede, todo lo que puede olvidarse, lo amado y lo
no amado- desaparecen de súbito la tristeza y desesperad6n
de los últimos tiempos. ¡Bueno! piensa sorprendida, ¡bueno!
Por primera vez duerme a gusto, se despierta tarde y total~
mente despejada, y también recuerda todo lo que h:: soñado.
Se pncoPtraba al !8dc: df' una val~.:t, co""!Jc "'ll ~q1w1 e1ütm:es,
92
-,.,.¡

1
·1
1

XI
1
Tan sólo puedo decir: se lo ha llevado cc.>r~."-,,;_-,,
Pues su carnina no estaba exento de fuerz~B .i. ·.,,;_~·ónicas _
ahi que fuera tan penoso, al igual que tant\.\~ "',,;\>S Gln::.:.:.::_.:
1
' de nuestra generación. Pero al fin y al cabo \'>: '·\\ cami~t:'- :
seguir, ya se ha anunciado lo que se avecina, ~··., l 11 so se ::_:::_
dic~o sus características; y e~e ~stado fí:~co suy\' ,i(~ ttgob:c:::
fattga, ya se ve en su prop1a mtranqmhdad, ''"'-'-ll,, se lee ::_;
tensión en el oscilar del indicador.
Por tanto, ahora debe afirmarse en sí mi='~'.~.\. el ve~.:::r:
aún no ha finalizado. Sólo que ya no puede ~\·,\1\·edexse <::_
orden ni concierto, ahora no se conforma con l,, 'lile le ci_;:.~
entre manos, de nuevo es ella la que escoge. El ·'<(/, 1 19. ¿~.'~·:
el punto de vista literario me es muy digno dt:" ·\·\.t'f'to. L~ ~
Raabe, Keller, Storm, le interesa únicamente lo ~,,!, 1 io,. lo :::-.:-=-
tero, consciente de lo que hace desciende al P~'\l\h'r¡ mun::
0
Su otr~ ~.mor,. que ll~ga a.convertirse e~ v!cio: L1 '•llnpLejid:¿
la amb1guedad, el refmam1ento, los sent1m1entos ult¡ • r:. . ~~
11105
mas Manr, Lodo esto queda ahora relegado a un ~~·~wnJD ;¿~.
mino. Lo que ella escribe personalmente: histod;b q e "'t .,_'"
1 1 ~ -~
hecho contar, vidas, hechos transmitidos y contruLii 1Jcs, cc=.-o
si desconfiara de la fantasía, la imaginación, W11111 ~; en ~~o
radicara la posibilidad del desvarío. Contornos rL11,¡q nítiCc~
que no se diluyen en sentimientos, en juego intt·!r,·¡ 11 ;ü. E:;/
bir con dureza) se exige a sí misma, humor seco, m¡,, 1rfa a'JJt:.':z
disJinguir entre sentimiento verdadero y sentim!.n/,¡fl:mo.."'f:.;-;
de ~..-ualquier tipo de fantasía, ¡Exactitud.' En CÍel'lil 1" nsión Cc-~­
cubro al margen de un manuscrito interrumpid11 ,-r ;0 u¡,.,-
Kcller/ Hav que leer historias liJU ntra 1'CZ. •

d...;D.LJ ._.,_: hubtc~t ai.l·c\;~u c~ e~'"'lblr: c~::o hi~11,1, •.;

~5

¡¡¡,
Y entonces uno se pregmHa sí na será mejor seguir eng&.d Así pues lo leo por primera vez, espcr:.il':--..< <- -:1_-,
ditado, las frases prefabricadas con las qt:c: :--;-_ ~-.,-:,~·,\. 1' ' " ·
1

,.- ñándose dura:~te algGn ti.::mJ?O. Al meno~ hasta el momento 'b- 1\1' ' '1\(.,¡'
en que el desequilibrio' eÍltré las preteÍlsiones que uno tiene nos en f renta amos a nuestrO!f·temas. 1...;1 ;:::~---~ ·.:- .-, , '
. ' . d .. ··; ' :-\\¡1¡¡
de sí mismo, y ]as fuerzas reales no sea ya tan abrum~dor. G.Va~ para nmgun tipo e comprens10n, ' para 4.:.--~,-:. _ -:-::... ,~-'\'l .\¡.¡,,·•
duar poco a poco el desengaño, para no caer al suelo derribado f uese 1a .que f uese, y menos aun para un e:::;:::.._-::-...:.-- ~--- ...
. ' <fde 1a prob' 1ematlca
• . perscc:-¿__' -.:- -- "'"'
1

por la ptimera embestida violenta de aquello que denominamos para 1 .a 1ttupc1on' . .:· v,: :--\ ,jt,j, "jJ 1·.
J

inteligencia. estu d10. · -

Este es el momento en que quiere descubrir con qué va a Es muy importante plantear las pregu_r: .:-:'.~ ..::-:- .:;:.;-,
. T ., h a tent·¿ o su~.:.::--:.:
oport-....mo, y ella, Chnsta · .-- ..._.....--··
.,_,_:--.'\\"'''· "· -
encontrarse realmente; es por esto que se retira al iniciarse el '_, 111\i¡ ·

nuevo curso escolar y vuelve a la ciudad -¡qué lejos los fra- planteada: ¿Cómo puede una pers.ona r~l,J~..-·.-...> .. -.. .::.. : ,"~'n ,. 1 ,.. 1 --
casos que la han hecho desaparecer, qué extraña y desmedida y en caso de que pueda, ¿en que med1Gc>.?' ·• -"- -
la cuidadosa y comprensiva actitud de la señora Schmidtl-, se Sucede que la oigo hablar mientms :,"--'· \ '··'
'>v.,'\1,\ 1
< •

aJelanta a los d~más, como si se le fuera a arrebatar algo, se aventuras espirituales de su poeta. ¿Por . .-:-'...~;;: ---- "·'- . .,-, ... :...1•
, l1\ 11
dirige a su profesor y concreta un tema para el trabajo final: samente a este Storm?. Ella lo dice; ~~ --~-1 .· 1
~· ro:~'..::-..."' ~----:hli)j¡,

Theodor Storm, narrador. el mundo es ~<predommantemente hnca»-~ Y ..._, '- ...,,'f..,_,_


'-. • :-l•11 j

Accediendo a mi ruego, el Instituto me envió el trabajo, naturaleza, en un tiempo que se car::-.:::ten:u. ..._, "
.. ~ -..,.,, .
::..: ,:-, 11 )ti 1
' }·'~·
dencias decadentes, precisa de esfuerzos ~~~"-'--'~;.s,:-..,.
1
h '
indicando cortésmente que no había prisa por devolverlo. Yo -.,_ ~' --- "- ,. 11 ~~ )"¡
su obra a la luz, a pesar de todo. Se trJt·J., _:.'\)...,~
• ',,~h. l'.~ll ( ..-~
1

ya lo sé: el número de registro de la vieja carpeta. -la parte "'-' '•J'

de atrás en cuero verde-- es el 954/423, y estaba en Gna fuerzas. No es que ella sobrevalore la obr,\, l''''-' ,-,,¡,>r j' '~
hilera con otros cientos de exámenes que toda una generación a pesar de las contras se haya llevado a \';Ü'-'· '\:'<' {':i ~: L "i:-·~
~ ha padecido en este lugar. Y nadie, excepto el polvo de estos fienda al hombre

idílico,
~ •
ni al lugar que é.l pl.\.'~\''' ~,· , · , /lit '.__,
' ""' l 1 U)j¡•¡~ ¡

institutos, se preocupa por ellos. Da lo mismo si el profesor en un gran remo poetlco; pero lo que po:'~'"'- \\.\;~hncnll: J
de turno escribió un «muy bien», como en el caso de Christa conquistado~ ¡y bajo qué condiciom:::.! ';
T., o si lo dejó pasar raspando; el polvo los hace rápidamente Veo_ caminar a su poet~, _s~gún la oigc'l h;\H,\t ¡¡ :.:)¡,1
iguales. Y todos -pues esta es la norma- han escrito a.l tolera oertas cosa~, la senstbtltdad de . los fh'r,·i.\\'\ Jllin:¡ 11 ./ -~
esto no va en detnmento de lo espont~neo d~ '-'l~:.'rt:\S ¡1
1
concluir sus esfuerzcs la siguieP_te frase: Prometo que el traba- r-:
. ¡· 1 1. /Jj,l".
io ha sido realizado independientemente y que no he empleado nes; c¡ertas cosas suyas con 1esa amar as: 11 I'Jd1t .Jd 11 ,.1¡ ·'·.-
nmguna ayuda, excepto las declaradas. Christa T. 22 de mayo se concibe como humanidad total Le subt'nyn ckrta:; J~,: '/''~
de 1954. Aún dispone de ocho años y nueve meses. Se le ha la salvación de la poesía ante la amenazault> dt'.l'lrt~r··ilj11 11~·-~-~
dado cuerda al reloj, no hay cuidado, sigue funcionando. De personal z·¿ad humana. Chr1sta
· T . no puet1t t'Ugl\linr · , ,, ·1?-
1 . ; ' h ·¿ 1 ' . ,¡ !!.,/';.
ahora en adelante nos acompañará su tick-tack. No nos ha en· que sepa 1eer, y qmzas esta aya s1 o a UtlltH Vt'l', qu~.: ~·--:.
señado a ninguno de nosotros su trabajo; tampoco le hemos querido oc~ltar una intranq~ilid,ad camuflold11 t I'IIS juí(·i.~{;;;,:~_.;~!>:
preguntado por él. Seguramente le ha costado un gran esfuerzo ros y prectsos. No surge rungun YO, nnLuJ'HIIHt'llk (l•.. ~~
entregarlo ei1 la secretaría del Instituto. Al final Günther le Aún no. Un <·mosotros», una forma impttr:rn111l: Fl 1·-~~- .~.~~-
~~1/lf 11
llamaba la atención diariamente. Christa T. ha recibido la de un hombre inquebrantable, con un amor r.JjNI.\)oua.J1 ''

vt"d a, ante la necest"d'd aa e mortr, · ante ja" • 'i"oi


f'.'Jdr¡ (
excelente nota con indi~crencia, luego no volvería <1 releer lo es- lJtJIJ)m•nft: l{

¡;;·ende :{e !!:.l jHie1ua~· cc¡;tinun.\ tc~mront"


1 1

cri~o. Emre. st::: 1-'Ji:~les no .-:. . : !Jt.tllé í.;,~..: ttal:.ajv. ' ' -_

96 i;
\ Nutidot> ·:c,b:'<· ('h:-i~L~ T., 7

~
Ella, la escritora -¡que únicamente pueda llegar a las cosas Y luego, cuando ya nadie lo espera, aparece ella, sin nin-
escribiendo!- se sabe tentada y amenazada por una predis- gún disfraz) su <<.yo». Uno cree no haber oído bien: ¿qué la h01
posición hacia h.s periferias:- hada la figura simple, compren- podido Uevar a comparar su propia infancia con la del poeta.~
sible. Apartarse de lo deforme -ay, Jo entiende demasiado ¿Necesidad -de autoafirmación, de tanta qutocrítica? Se trata
bien. Producir hasta en la resignación suficiente valor 1 hctivi- de la reacción del lector normal -!-.1 raía propia- 'ante una
dad, e intentar traspasarlos al lector. En este sentido «se>> le novela del poet.a Stmm del poeta para quien los lugares sil.:n-
1

sigue con seguridad; uno también se deja arrastrar al mundo ciosos, que impresionan profundamente a los muchachos, se bCJn
ilimitado de sus personajesl adorables, ricos en sentimientos! convertido en paisaje soFíado. Reviven experiencias siüJ.ilare~
pero se observa cómo sus personalidades se ven coartadas a la de la infancia. Cacería de venados con el guardabosques en ei
postre por el cerco obstinado del amor, la familia: Con seme- monte dto. Regreso al huerto del abuelo. AJ final, rodeada
{antes relaciones humanas tan estrechas, !a llama se apaga de espesos matorrales, la colmena con las zumbantes cestas et~
pronto ... la parte soleada) las herrm;:ientas en. la pared de mc:dera en el
1

Uno ~<Se>> ha de apartar de esto, se ha de repeler, uno ba banco el abuelo que 1;arra cuentus) el óello y amoroso .!rostro
de esforza:rse al máximo, aunque actúe contra sí mismo: Es de la abuela en la confusiÓ1J de hojas) revive parte de la inol-
verdad. Los conflictos alcanzan al hombre en su totalidad, lo vidable felicidad infantil en el pueblo. Verde-dorados son jos
obligan a arrodillarse y anulan su dignidad personal. Pero a la colores del recuerdo.
vez r.o se llevan bien entre siJ y sus rNedios son escasos para Ahí está de nuevo, el lenguaje de sus bosquejos, ahí e;1á
defenderse. En esto •·adica por supuesto su debilidad vital. de nuevo su voz. Alguna vez tendrá que dejar de hablar. el
Ese traidor <<por supuesto». Así se contestan las objeciones, momento en que falle su voz está cercano y nadie puede
as{ s-: habla con contemporáneos, con personas a las que uno detenerlo. Ciertas cosas, a la espera del final, pasan ante .-d.
~ puede dejar de enfrentar en un momento dado. ¡Quién pudiera Ahora, sin interrumpirse, aún escribe esta última frase:
obligarla a alzar la vista, a escuchar lo que se desearía objetarle; Algunos poemas y novelas de este poeta no morirán ;a;J~ds.
objetar al fin, pero, ¿por qué precisamente ahora? Ella, sin Pero los futuros y más felices hombres los entenderán de ,'or·
embargo, continúa narrando sus experiencias, su voz ya no ma diferente. De ellos emanar/: menos tristeza. Más bien se
se eleva, ella misma se llama al orden, se censura: El conflicto hallará en ellos una elevada disposición de ánimo, una melanco-
entre el Querer y el No· poder le arrastra ... lí": de la felicidad en las horas solitarias que en todos los tiem-
Da muestras incluso de comprender las bases de lo trágico pos necesita inc11HO d hombre más alegre. Los poemas má5
-que ella exige a su poeta en lugar de su desgraciada concien- bellos de Storm se leerán y ama:·án durante mucho tiempo
cia personal. La contradicción en que vivió tendría que haberlo como imagen soiiada de la helleza humana.
destrozado. Pero él, que elude la t'iltima consecuencia mental, Eso era lo que se buscr.Sa en el informe) encontrarla y pe::--
demanda aquello que daña su naturaleza afectiva, antes de que Jerla de nuevo. Saber ambas cosas, aceptarlas. Ir, escrib:r ~a
los conflictos alcancen su punto álgido. primera frase. Reflexionar, reflexionar s:::;l)te ella. Luego fra~e
Todo esto con el tono del aludido. ¿A quién sermonea aguí? tras hase. DurilrJ.te meses ní un solo dia sin ella, hasta que
No se para en nimiedades cuando se pone severa. La obliga- tan só1o resw volverla a alejar, eludir de nuevo su apoyJ.
ción de terminar trágicamente o de plantearse un rendimiento O bien estar definitivamente segura de él.
vital total. Es decir, de ser feliz. Todo lo que es mediastintas Ya se ha hecho la mayor pDrte.
es debilidad.

98 ;' '!
-'-~

XII

Celebramos la N addad en nuestra casa de Berlín, situada


entre la estación, la Kohlenplatz y la Central Eléctica, en donde
ella, Christa T., hacía escala como si se tramra de un puerto,
pues comparada con su vida, la Central estaba fija. Cenó con
nosotros, jugando con el niño dijo: alguna vez tendré 5 niños, y
yo preiunté: ¿pero de quién? Entonces se encogió de hom-
bros. Se puso en cuclillas y se puso a escuchar los nuevos discos->
luego le preparamos su cama en el mirador. Pero no durmió.
¿Qué te pasa?, pregunté, ¿te molestan los trenes?
Ni mucho menos. Los cuento. Hace un momento en la
Central Eléctrica han lanzado fuego al cielo. No obstante, en
vuestto )ard.ín hay un ruiseñor.
Estás tromando algo, dije. Pues yo aún creia que había
que cuidar de ella, «Cogerla de la manm>, como se dice. O al
menos protegerla.
Es curioso, dijo, cómo todos nosotros nos bemos convertido
en algo.
Bueno, hoy hay que aclarar este sentimiento. Pero po!
ahora dejo que se explique. Pues aún dice o pregunta: Reca-
pacita. ¿Vives realmente hoy, en este momento? ¿Por com-
pleto?
¡Jesús!, dije, ¿a dónde quieres ir a parar?
Hoy me gustaría poder devolverte la pregunta. Pues sb
duda, si hoy reflexiono sobre el asunto, ha tenido razón. Nada
tan Jejas de nosotros como la idea de que un día llegaríamos
,i. :'1g1i11 ~:ti-:; y S'=' ~cJ-.,6. S..:t <:.~fO y nn~:; "'l~S-. Estábamos en

c:1min'-"'; y siempre soplaba algo :!e viento, a veces llegaba ~....


:-ttrás otras, de {rente. No somos aún, pero seremos, no tene-
1

lOL

.~
mas nada aún, pero lo tendremoS, esta '=-,.a !1:.-:e.:;tra consigna .
.:El futuro? _Es lo >'<otro>?. Todo ·cU-_su ti·;:mpo. ·--:El- fu~ura, la dar junto a la ventana a vuestro amige.--. Pero pensad ·.:::::.e,
belieza y la perfección nos las reservamos para mi.s tarde, lo al ménos las frases como si l~s dijeraiS~~.;¡esotros misme:s. . . , .
recompensa de algún día, por infatigable aplicación. Entonces en esto os. diferencíals. Era unl:! opinión un tanto na:-:~. ,
seremos algo, f'Otn~c:es tendremos ajgo. Chico, escucha luego }o que dice un muchacho en el :"~·-..
Pero puesto que el fututo siempre estaba ahf, delante A veces creo morirme de risa con la Nueva. ¡Pues no C.,:,_ ~ .• _
nuestro puesto que ye1. r~otábamos que no era sino la prolonga- hoy que tomar en cerio las poesías del libro de lectura: ' '
ción del tiempo que se desvanece con nosotros, y nunca puede otro alzó simplemente los hombros. Yo ya me las s¿ C.<: ""'"'
alcanzarse -algún dia tenía que producirse la pregunta: ¿Cómo moría, dijo, no hay cuidado. Sacó un detector del bo!.s".".,'. ,,
·-
seremos? ¿Qué tendremos? he encontrado, dijo, en un maravilloso campo de ruir::...L..;.
Aunque el tiempo no pueda retenerse, llegará un momento por explotar. ¿Crees que aún puede hacerse algo con él? - ,
en el que no haya más tiempo, si ahora no se retiene. ¿Vives amigo adquirió una expresión que Christa T. en to--2.-2.=:.. ,, _
ahora, realmente? ¿En este momento, totalmente? horas de clase aún no había visto en él. Ese día se (''.... , ::..;
¿Cuándo, sino ahora? en casa, tenía que corregir redacciones. Por la noche r..'.-..· .. :'"
Christa T. va por la mañana al colegio, de esto hablaremos Hevó a casa.- Lee, dijo. La clase modelo del colegio.
más adelante. En cuanto enfrenta nuevamente a su oscuro cuar- Puedo recordar exactamente las redacciones, incluso el !1..-~-~~-·
tucho, a su desaseada patrona, d~scansa. Luego vuelve a salir. 1 Se trataba de uno de los temas obligatorios en aquellos ~1\t..,_._~'
Todas las tardes pasea por la ciudad. ¿Soy demasiado joven para participar activamente en el d,,_.,(-~
Notas fugaces en el librito marrón. Las mujeres jóvenes se rrollo de la sociedad socialista? Leí las composiciones, las Vt' ;_, 'l,
han vuelto asombrosamente bellas . .l\1iradas furtivas, se saludan 1 cuatro. Sí, elije despu~s, cada diez años comienza realm, u~ .•
dos en la estación, hoy. Oh, están en la plenitud, estas jóvenes una nueva generación.
mujf'res, que rápidamente corretean por los almacenes después ¿Qué :!ebo hacer?, preguntó Christa T. Tendría que ~-~~~
de su jornada de trabajo, cómo sacan a sus lJijos de la cuna; penderlos a todos. Pero se trata de un concurso, nuestro ,.\ \1,.
se las reconoce por las manos; incluso serúm capau:s de mame~ gio obtendría una pésima puntuación. Creerían sin lug<H \1
ner a los hombres de ser necesario. Eila, Christ: T., igual cJtte dudas que estoy loca.
iguales. Su sonrisa, s:.: forma de andar, el gesto con gue a6ende ¿Qué pasa?, pregunté, ¿por qué te excitas?
a un niño caído en la calle. !.,;. iton.ía con la que llama la Christa T. no queda que su clase mintiera. Habló con ._, 11 ,,
atención a un alumno pesado. La insistencia en un trabajo lim- alumnos, a uno, a quien llamaban Hammu.::abi, le repreJ¡~ j¡,-,
pio, honrado. Es evidente, queridos míos, que no nos podemos especialmente. Usted, dijo ella, narra con un apasionado et./ 1
,

abandonar. rido lo que podría hacer por la sociedad como miembro .¡,_
¿Y por qué no? Porque los grandes proyectos no son gran. la Asociación Juvenil. Pero, si no me equivoco, usted no J¡J. 1
des por sí solos, sino por el refuerzo que nosotros les propor- tenece a ella.
cionamos. El hombre ~s un ser noble. Ci~rra el libro, un:1 mu- Hammurabi no Jejó que sus ojos traslucieran nada.
chacha en la última fila se alisa dicimuladamcnte el célbello. No pertenezco, dijo secamente. Pero podría pertene:) ~-~
Debemos tener una alta opinión de nosotros mismos, ~ino, t0rlo ¿no? Casi sin palabras) los :1lumnos la ilustran sobre cit1- ·
es inútil. ¿Lo dice la pr-ofe::~_;_-a, -11c .le _:;~·r' ( .~ ':;·enliecJw Lie rLgl>l:, de~ ;urf--'.0 ~nc b::y :JllP LJh•:1:V'll ::n !::-. ·.·iúr.. l..:J. l:'i.uriJ,.
n"--:~vr:1, r!ict: . .l_)0r mí pGJéls peinare..-:. al mismo tiempo) ngu¡tr- ele la úl tir.::.;-, fJa se niega induJo a interrumpir su cosnJé:",
para comunicar a la profesora que nadie iba a suspenC.
102
~

por una tontería. Y además, en caso de que la profesora real- redacciones. Aprender ese poco de segun¿l intención) s:.:~
mente se atreviera, desde luego no iba a consentir una sus-
pensión. . . . . . . . . . . .. ·......· . .. . .·. ·.· . . . .
- Por otrit :pafté; la- Cb:st -y eSto era iO más teirible de todo
el asunto -dejaba bien claro que entendía la ira de la prdfe-
. .
sotros.
. . -
que la vida sea más fácil -¿iba a ser t;;n difícil par 2 :::
La con testación se la da él mismo: tan difícil como ::-,:.:_-·_
'*"-'
.

Pero entonces cesan bs cm"!'..pat<.1ciones. S.í) es algo o:;'.:.


sora, pero que la aceptaba como ira de una inexperta, un sen- tiene que serlo.~:Su suerte no puede repetirse) 2J c:enc:::.
timiento hacf~ mucho tiempo superado. estos jóvenes) se.lo hayan ganado o no. Nunca nos em~r.~..~·- _
El direCtor era un hombre mayor, ya no vive. Una vez que totalmente, es un hecho. Ln hecho que umbién alsb. ~ ~'\
hubo escuchado a Christa T. hizo que su secretaria preparara saben éstos?
café. Dispone de algún tiempo, ¿verdad? ¿Qué es lu que yo sé?, piensa Cbrista T. Natur::~::'.,
Sobre las redacciones, si no recuerdo mal, ni si(_!uiera dijo a él le parezco rara. Quizás tenga razón. Lo que él h3 ~~·,­
u11a palabra. Este hombre, de quien ella me bbló -pero yo no nunca lo haremos nosotros.
le conozco, aquí tendrá que ser inventado. No habló de sí mis- No llegaremos a ningún acuerdo, piensa el hombre 1 y ~­
mo, o únicamente de sí mismo, como se prefiera. Pues no esta- que ella est~ ya fuera de su dcance. Asi que le lleva Yec'.'.
blece ninguna diferencia entre sí y el tiempo. Se trata de un Por otra parte, observa o. la muchacha con cierto prej .:<
superviviente del pequeño grupito, y sus dias están contados, lo mismo que ella a él: cada uno tiene una imagen del on-,,
todq esto también él lo sabe. Además es un historicista, un cada uno s~-1be que el otro tiene esa imagen de sí. Puedo .ln~~..-.
materialista convencido, quizás a causa de los años de presidio, tar cambiarla o adaptarme a ella. Sólo él sabe lo difícil ']\t-· .
esto lo dice sonriendo, y asimismo un profesor apasionado. -cambiar una imagen. Y renuncia a ese cambio, cada vez con ti·,_,
La mucl::acha ante él -pues de otro modo él no podría frecuencia. Ella también aprenderá. Algo así como comp:bi.-,,,.,
verla- está excitada. Para él, la escena no significa nada nu~"vo, mezclada con envidia. En un tiempo también él oertene•:L~·;
~ cuántos deben haberse sentado así delante suyo, sabe muy los espíritus fácilmente excitables. De ello solamente hn -..-.1,,
bien cómo va a desarrollarse la entrevista, conoce a las per- servado esto: no son los peores. ~:.", hay que reducirlos. \ ·:~"
sonas. Piensa aUemás, durante una milésima de segundo, que ya lo anahzó a fondo hace ya m1.1Cho tiempo y de una vez i•···
ha presenciado demasiadas escenas como ésta, que ya sabe qué todas, con ejemplos que se le han olvidado, pero la ensefi.iL 1.
va a suceder - y siempre tiene razón~ y piensa además que ha s.ueda¿.J. A éstos no han c1~ costarles tan caras sus doct r h1.~
cada vez menos cosas le resultan realmente nuevas, tiene bien como a nosotros, es un..;, sensación pasajera. Pero la iJe<l l
claro lo que significa esta sensación. Desde luego no es hastio, no p11cde t~"::ttarse cada nuevo caso desde -::1 principio y a fm1,¡,,
es algo asf como sabiduría, sonríe. Sabiduría, sería el final de El dejo de rutina qc:o él emplea no escapa e Christil 1

la canción.
pero, ¿cómo discutir lo correcto o incorrecto de sus paloiiH.,
¿Sobre qué h"n hablado, precisamente ellos dos, en ese por muy -::argadas de rutina que estén? Así pues ella cs1 <i ,1.
momento? La conversación y la réplica se interrumpe fácil- acuerdo en que en cualgu~er momento se debe distinguir e JJJ,.
mente cuando el uno sabe muy poco 1 y el otro demasiado -si lo esencial y lo superflu:., aunque resulte diiíciL Él lec e¡¡ , ,
no lo sabia, al menos lo intuía. Muchas veces él se ha pre- frente: ¡Cuántas ver~s se me ha dicho ya esto!, pues tll) L
guntado si no sería mejor estar en la piel de estos jóvenes, olviJado su capacidad de leer en }as miradas de las per:--•;JJ ..
frente llana, gran excitación por -ay, Dios mío- cualquier esto 1c snlvó una vez la vida, y flÚn sj¡~:.;e amando esa ~,I:J;,
pequeñez. Mejor no perdernos 11¡ una soia pc1labm snhrP la." e:,'.,, q''C" c:xpC'rimr1l\'il cuanrlo vf' ., trevés ~1,. su L-ontrarír;
104
Y si tú supieras, piensa él, cuántas veces se me ha dicho su momento. Ahora, cuando vuelve a casa, la invade un nueyo
lo mismo. Entonces tiene que sonreír cuando se da cuenta sentimiento. De pronto está contenta de tener deseos trascen-
que desde hace _-algún t:i~-:n.po ~n?,flie. tiene_ necesidad .-de dedr~ dentes. Deseos que _supera.al tiempo que v·uy a v:·Jir, se dice
selo: él se lo dice a sí mismo. Con frecuencia. , a, sf ffiism'a poi- primera ve~A eS:e hombre de ahf, fv su dh:ec Lor,
Pero de esta manera no llegamos a ninguna parte. ¿Pefo le está Dgradecida, de forma diferente a cómo estaba agrade-
quiero llegar a alguna parte? El hombre se desconcierta. No cida a la ~m::.g~ c:'.le se hizo de éL
!1e pasado una buena noche, ¿y a quién le preocupa? A mí no! Así es como.,pudo haber sucedido, pero no me aferro a est:.1
sería lo último. Se domina de nuevo. posibilidad. Nos hacemo:; bs más diversas conjetutas, alg1..1nos
Vosotros queré!s tener todo de golpe 1 dice, reflexionando. persiste~1, y prevalecen sobre las demás. Quiz3s el hombre, SLl
Poder y autoridad y no sé qué más. director, no fuera así, pero pudo haberlo sido. No se le puede
En esto tiene razón, piensa ella sorprendida. No habfJ. preguntar. Está muerto. Pero, aún si estuviera vivo, ¿cómo ple-
recapacitado nunca sobre que no pudiera desearse esto. Repen- guntarle? ¿Cómo saber qué imagen tenía de sí mismo y si est:l-
tinamente comprende: Este es su caso. Se ha educado en la ría dispuesto a revelarla diez af.os más tarde? No le interes:Jt!:l
idea de querer tan sólo lo que se puede alcanzar, con toda:; sus volver al pozo. Pero tendría que seguir \'iviendo con la fuen,1
fuerzas. Sino, ya no viviría) o nc estada sentada aquí. Sobre que le quedase.
este particular no hay quien opine. Pero estas frases tan reitera- Es curioso que ella, Christa T., no fuera imprescindible en
tivas y machaconas: «Se debe actuar tal y como se piensa», ·esta escena. Se la podía sustituir por una gran cantidad de
«ningún compromiso: la verdad y nada más (]_ue Li verdad», personas de su edad. Por una gran c:::ntidad, mas no por tod8s.
todo esto lo había superado. El momento de diferenciarse se acercaba paulatinamente 1 pe:"O
Es curioso, interrumpe él sus pensamientos, que la vida nosotros no lo sospechábamos. Y al cabo nos atropelló.
.... siga adelante, ninguna frase creo que pudiera parecerle a. usted Lo que nhora sigue, sin embargo, únicamente pudo haber-
más banal. Pero el hecho de que esto pueda llegar a ser a le pasado a ella.
veces lo más import~nte. _. La historia del sapo. Yo no sabía que la hubiese excito2o
Aquí, en medio de la conversadón, se han encontrado sus tanto. Realmente había hablado poco sobre este asunto, un pllt
pensamientos, y con esto vamos a dejarlo ya. Él sabe dema~ de frases. Imagínate, hace peco iJn chico de mi clase, de u 11
siado, aunque no lo suficiente, p..:üJ tiene sus presentimiento:.;. mordisco le ha cortado en mi presencia la cabeza a m1 sapo.
Que naturalmente serán superados por la realidad. Ya no puede -Ag, qué asco, !:;abré dicho yo--) ah, ahOLJ.. recuerdo: bt·omed·
confiar en que ~l..l-s noches resulten más ligeras gracias a nuevas '" bamos imaginando una carta a nuestro viejo profesor de ped~t­
certezas. Y no sabe si espera la ~;er.:lad o tiÍ la teme_ ?
gogía, que culminaba con la siguiente pregunta: ¿Qué debe
En cualquier caso tiene que callar. Esos chicos, ay, con sus hacer una joven profeso;:a, señor profesor, cuando en su pre-
composiciones. sencia a uno de sus alumnos, casi adultos, se le antoja mo:rde:::-·
Cuando sale, Christa T., no sabe qué pensar: ¿Qué es lo que le la cabeza a un sapo?
en definitiva me ha clich0? En realidad, nada en absoluto. Pero Ahora cuento la historia completa, pues se ha conserV<-ldD
sí, algo si, una frase sin;;ular al final. Una cosa es segura, ha
en doce hojas, y no importa nada si realmente ha sucedido
dicho, no la olvide usted nunca: aquello que nosotros trae- asi o no. Empecemos, como ella, con la última noche ante:::
mos al mundo, nunca más puede sacarse de él. 1 de que se marcharan sus alumnos del pueblo. Ya las p>tatas
El!j olvid6_rá e:::ta L<Jo::e, m~s a.::1.'?l.:nre vur{~·.; ::t !"6tueir_, (:~ e::.tá:: :r~si ~embrr.Chs. FmpPcPmos por la taber11a. Christa T. ht::

J C!J
lOó
~Vete de aquí, cerdo. Se uata naturalmente de una e:xttavc:.-
permitido a sus alumnos celebrarlo un poco, sus cabezas emer~ gancia, no es sino presunción, no lo llegará a hacer, pero ]os
gen a veces entre el humo que flota sobre las mesas; Wolfgar.g, wsttos de los ·chicos~,::; muestran.inquie•cos_. I1ene se levanta: d:t
, qne juega. aL ajedrez_; Jürg) gu(: i nt_enta _u:ia-sonftta.- de Bcethbven un empujón a Brodo: ¡Llévate a ese bicho! ~Brodo vueke
en el piano desafinado; Irene, que discute con los chicos/ del
~ lle.vJr al ::;apo a las hojas oscuras y marrones.
pueblo sobre com:.-:s. Chrísta T., la profesora, está ser1tada con Hammufabi va tras éL ¿Pe! qué le llamarán asi, y d6r:de
los 1.2ampesincs a la cabecera de la mesa de honor y es obsequia~
ha estado realmente hasta este momento? -¡Trae aqul -ese
da con cervez"!. Me parece que al principio he menospreciada sapo! Bue:10: ¿qué me dais si le muerdo la cabeza? ¿Tú? ¿Tú?
algo mi profesión y la capacidad intelectual de mis alumnos ...
¿Tú? El asunto se torna excitante, las respuestas vuelan m[s
Tomemos el día siguiente. Eí fclo de ]a madrugada, las pata-
rapidas, el precio también parece haber subido: cincuenta
tas mojadas, los dedos rígidos. El último campo. Hay que aca-
pfennig3 -nada -tienes miedo ~un marco -una moneda Ce
. bario antes del mediodía, si Hammurabi quiere. Christa T.
diez pfennígs -si te atreves: un marco con cincuenta. H-ammu-
mide con la vista la longitud de] campo, Juego observa a Ham-
rabi, dice Christa T., demasiado bajo, ella misma lo nota.
murabi, mueve dt:..dosa la cabeza -pura estrategia~ Hammu~
Wilhelm, ¡no lo harás! Se acerca a él, él se aparta indolente-
r.;.bi no ha vi<:>to nada, no necesita ninguna invitación, cambia
-Cinco marcos con ochenta, dice. Es mezquino, pero d hom-
una mirada con \V"olfgang, silba, y luego empiezan, el cesto
entre ellos. Christa T. está tranquila: en la pausa del desayuno bre se alegra.
Entonces en el campo se hace un silencio. Se escucba la !"2s~
estos dos habrán llegado al otro límite de] campo. Ella misma
piración asustada del sapo, se ve cómo palpita su blanco pecho.
se queda un poco rezagada con las chicas, a veces es convenien-
No lo hará, no lo hará ... El sapo tiene las patas estiradas
te dejar vencer a ]o; hombres. Las chices piden que diga algún
hacía abajo, coge bruscamente su cabeza con la mano y muerde.
proverbio en bajo alemán: \Venn't Bart man swart is, seggt de
Christa T., la profesora, ve cerrarse una y otw vez sus dien~es
. Kéister.. dann hadd hei taun Griiwnis ne rod West antreckt.
~Otro más, por favor. -Sf, Geld up de Sparkass is schOn,
sanos, relucientes. La piel del sapo queda fija al tronco.
Entonces vuelve a estrelbrse el gato negro c.:ontra la ps:ed
seggt de Deern, aber Kaufen is doch noch'n baten schüner!
del establo. Entonces vuelven a estallar los huevos de un;;ca
-Sick de Arbeit bequem maken, ic kein Fulheit, eggt de
contLl Ja piedra. De nuevo se aparta la nieve de un dimim.:to-
Knecht taun Burn. -Los chicos sienten cierta envidia por las
rostro helado. D~ nuevo se aprietan los dientes.
risas que oyf'.n a sus espaldas y tiran terrones de tierra.
Esto no tiene fin.
Entre tanto ha sa!ido el sol. El desayuno. Christa T. ende- Christa T. siente subir un escalofrío por ]a espalda, b"'t::
reza su columna, observa satisfecha el car::J.po recolectado en
lo cabeza. Se da la vuelta, se aleja. No es asco -dolor. Máo
sus ¿os terceras partes. Acerca con Irene la cafetera. La tierra
tarde corr~rán las lagrimas por su ,_-ara, se acurruca en le ca-
de las manos empieza a secarse y se resquebraja, una señal mino del sembrado y llora. Después Jt mucho tiempo Irene ,~EJ
inequívoca de que se acerce el fin del descanso. Ent0nces Brodo
a buscarla. Trabajan en silencio hasta el mediodía.
trae el sapo. Días más tarde, cuando ya se ha divulgado su extraño co:r:-
Acurrucado en la mano, el animal mira espantado con sus portamiento, le dice el profesor de biología en el pasillo: :Me
ojos saltones. A nadie le extraña que de nuevo se hable de tiene usted asombrado. Siempre he creído que usted provenlll
una apuesta, pero tampoco nadie torna a Erado en serio,
del campo. ¿Y n___: obstante llora por un simple ::~tpo?
~¿Qué me dais sí le muerdo a este sapo la cabeza? ¿C ué me 1
J\ 1--_._ur:• ,,¡ L'j'"\T _.__, ¡,<'t~b, en~ :L:1Llv '!tl'.l r.vja '--lllt' j'""ttc'
cJ;:¡s uí? -Treinta cént:rr.:Jé: --;_Y n:? -Ur. ;il<llu' ¿Túr
f9
108
había pasado por alto. Pertenece al manuscrito del sapo. «Final Se ha dirigido a Christa T. por su nombre de soltera. -Yo
posible» pone arriba. Demuestra que no quería resignarse a la era el que siempre escribía apostar con «h», basta que usted
,_··~rdnd desnuda.
Deja que aparezca en escena la cocinera del me curó con aquella comparación de «aportar». Asi que caCa
pueblo. A.ntes del almuerzo le dice, a Christa T. ¿Qué es--lo vez que e5cribc <<aportnr)~ pienso en usted. ¿lvle p~.tmiten?....
que ha pasado? El largo, el de pelo encrespado, ese del ex1f:año Se sienta con su mujer. La mujer no podía ser más beLa
nor.:brc, está echado sobre la paja y llora. Llegó corriendo ni mBs elegante, tan:bién ella será médico. Christa T. es:á
con una cara totalmente desenca~::..da y como un loco se ha asombrada, §su antiguo alumno satisfecho. Conoce los ¡::kto:::
estado limpiando los dientes y lavando la boca en el barreño. que les sirven, emite un juicio acertado, sin llegar a pronuru:La!
Luego se arrojó a la paja, ahora llora como un niño peqaeño. nunca la última palabra, tiene sentido del humor. Reconcce :..Jue
Este final -¡cómo lo ha debido desear! Cómo coinci2imos si Christa T. hubiese permanecido más t;~mpo en su co:e;sb,
en lo más profundo con todos aquellos que tanto más anhelan se hubiera convertido en su profe~0i"a favorita. Pero añ;:,.de con
estos finales cuanto menos suceden. En realidad sucedló lo toda franqueza: el hecho de que no haya su(:edido qsÍ, tam-
que era de esperar: su director la hizo llamar. Tista vez no le bién tiene sus ventajas. Ella había exigido p8c:1s cosas prácticas
ofreció café. Los padres del alumno al que llaman Hammurabi -¿Sí?, pregunta Christa T. No recue,do.- Por ejemplo di: e
se han quejado de usted: violación de su deber durante el su aDtiguo alumno, esa frase de un poeta que nos leyó en u:1a
trabajo en el sembrado. ¿Y no tenían razón? No es que yo ocasión. Ya no recuerdo de quién. Tratnba sobre ia existencia
quiera reprenderla, dijo el director. Usted todavía es una prin- del hombre, como algo mitad real, mitad fantástica. Esto se
cipiante. ¿No dijo usted misma que el afán de trabajo de ese me quedó grabado.
Hamm ... bueno, de \Xlilhelrn Gebrach, era sin duda imponente? Gorki, dice Christa T. ¿Así que le ha intranquilizado e'ta
¿No era acnso uno de los más trabaj(ldores? ¡Entonces! En com- frase? -Hasta que empecé a estudiar~ dice el estudiante :1..;:
paración, creo yo, esa absurda historia del sapo palidece. De medicina. Hasta que vi claramente: la existencia real del 1:o:r.·
todos modos, puesto que los alumnos no comen bichos) al bre debe ser suficiente para mí como médico. Ahora, al Y)~·
menos en nuestra presencia, tendremos que cargar con la res- verla a ver, recordé su «existencia fantásdca». Es extraño, ¿n::.r
ponsabilidad, ¿no es verdad? Acaba de hacer un descr:brimientu, ha logrado inclus·J fny.
Es trabajador y poco delicado, me dijo ella. Simplemente mularlo con palabras, que es lü parte más difícil del trabajo.
tiene su:::: te de vivir aquí. En cualquier otro lugar sería ... cual- Y ahora no se cansa de escuchar su propio descubdmiento: eL
quier cosa. Su tipo, además, está de moda. ¡Si al menos no problema de ~J salud es la adaptación. Vuelve a r::petirk. El~
nos engañáramos acerca de su capacidad! Pues ... ¿a dónde cnn- no tenía por qué elevnr las cejas, ¿comprendía realmente lo
duciría esto? que esto s;gnificaba?
No podíamos contestar; sabíamos demasiado poco sobre la Bueno, Christ~ T. com;-:orc:ndía demasiado bit:n, y r:1mb:én
acción conciliadora del tiempo. creía poder prescindir de su explicación, pero no había qu:en
Cambio de escena, salto de siete añvs, la cronología estor- lo parara. Había comprendido que la supervivencia había ~icio
ba. De nuevo está sentada frente a uno de sus alumnos en los siempre el objetivo de la humnaidad y que siempre segd:ti3
montes Rila, en el restaurante del convento, ha venido hasta siéndolo. Es decir, su medicina para \.ualquicr ocasión era::
aquí con Justus, su marido; es su último viaje y el único adaptació:J., adaptación. Adaptación a cw:dquler precio.
largo. El hombre joven que se le.s acerca es estudiante de medi- ¿No se daría cuenta de que habú1 repetido esta tX"2.bl"J
cína, en el último cu:·so; se presenta: ¿no me reconoc.._? demasiadas veces?

JJ]
llü
Ya no me puede usted coloc~lt en un aprieto tan fácilmenrc
cQmo antes._ Y~1 110 me tiene usted bnio S11_2isdplin{l moral,
-~hora sOy-- libre. -Desde el puntO Je vist-a médico: ¿·qué podfÚI-
rcsultar de una programación para la juventud a partir ian
sólo de una elevada moml?, ¿qué resultaría del encuentro de ·'"'
esta moral con las realidades de la vida, que cada vez son m8s
duras?; créame: ¿qué puede snlir de semejante conflicto? Ee
el mejor de los casos, complejos. DPsde siempre los educa~ ~=nr
dores alemanes han intentado vana:.11entc sacar a la lu1 l:1s
Verdades. En lugar de tomar la realidad como norma y haber Su antiguo alumno no tuvo más remedio que voiver a reir.
medido su éxito en función de si se lograba o no encaminar a Ella, Christa T., le dice por la noche a Justus, su marido,
los jóvenes hacia una robustez Jnímica. Está claro, que esto que se siente realmente contenta de haberse encontrado con
es lo que tlt:ccsitan con más urgencia. su abmno. Se van a pasear por el patio interior del convento
Buello, dice Christa T., desde luego que no es e~ caso de y se encuentran con el viejo monje gordo gue sale por la puerta
que ella fuera a vanagloriarse de que él le debiera su robustez de la cocina, y que saca algo de debajo del hábito que devora
anímica, pero al menos sí esperaba que en sus informes a la apresuradamer..te mientras sigue caminando. ¿Fue eso un ruido?
Comisión de Ivlédicos no escribiría más «apostar» con <..:h». Y en El paño blanco se vuelve a doblar y desaparece de nuevo
algunos casos, añade amistosa, una se da por satisfecha con bajo el hábito. El monje encargado de llamar a misa entra en el
éxitOs discretos. patio, con el martillo de medera golpea la tabla: dong ding,
dong ding. En la iglesia, lujosamente tallada, brillante, y tras
el tabique que t:>epara a la nave del Santísimo, un joven monje
ahre el relicario. Los huesos de los santos detrás del cristaL
<~Uno tras otro, bajo interminables cánticos) se van acercando
para besar el cristal, se encienden velas, se hacen diferentes
ofrettáas. ¡'Qué rnstros los de los monjes! Gordas cabezas ato-
londradas, rostros fantásticos, descarnaúos y pálidos, un pícaro
rostro borgoñés, una cabeza erudita otiborrada ¿,, -¡:Pn.tamientcs,
y mi visionario, el del cabello sedoso, a quien le fue permiti<lo
abrir el cofre;,.
Acerquémonos a las arcadas, paseémos entre sus mártires,
entre el Apocalipsis que ya no nos inc11mbe. Así, de esta mism:t
manera se paseará algún dfa entre nuestros mártires. Pero el
estudiante de medicina, mi antiguo alumno, pasea ya hoy y
nada de ello le stañe) es curioso, ¿no es verdad? Además me
ha hc,--.ho ver claro, de un solo golpe, la importancia real d;;:
:~c u~1L: ;,,oo-:!::tu,t ;;. ;::....__,n;ln¡J'-;~"tir,~ rlP1 L~Jm~-!·:::>, ''011 18 c11r
1
yo, 1o admito~ he clcsv<LiJdo a ve<:cs. Se 1raw ele nu"'"ll<i exi->·

112 1 1' ',

;·,,'[JC>.l:: .,,hl• \ ,,,


tencia moral, no es otra cosa. Y ésta, por su parte 1 es suficiente- e:1t::ra, vive en el presente, seducida por no sé qué sensaciones 1
mente extraña. Fantástica incluso. Mi inteligente alumni~v nu colores y olores, y tonos; Unirse una y otra vez y poder sepa-
ha llevado su raZO.i:ütmicrito huSta -CI final, -r.o he logrüdo e.hSe:· rarse itJUI y-otra ·uéz ... La;ciudad le per-tenece -¿volv~~á a ser
ñárselo. Estaba demasiado excitado por el descubrimiento de alguna \'eZ t:J.n rica? Le pntenece el niño que está sentado al -
que él no era responsable de nada, fuera lo que fuese.. ' fondo del tranvía y pregunta a su madre por todo lo que
La alta rruz de madera sobre el tejado se alza negra y re- puede oír pero uo ver en el ex~;:rior, el hombre de pelo oscu-
cortada en el amarillo cielo nocturno. Parece ser que sólo po- ro, mucha sabiduría en sus estrecho ojos y un rasgo de dure-
demos estar totalmente seguros, dice Christa T., de que no za en su rostro, ese hombre al que ella considem enormemente
se perderá lo que todavía se necesit:_1 con tanta urgencia. tierno, se sonroja cuando lo mira, él sonríe y dice en voz bajfl:
No sé si volveremos a hablar sobre su viaje, su único viaje <<adiós:-> cuando se va. El joven jardinero al que compra esas
largo, con el que t<1nto d::;frutó, pues ahora viene el capítulo lilas tan caras y a quien desconcierta: <(Una no puede resistirse
sobre Justus. El existe desde hace tiempo, su amor por él ya ante un hombre tan joven y tan hermoso ... )-> :Más tarde le reg:t.·
ha comenzado, sólo que ella aún no lo sabe. la las lilas a un marido despistado, que ha salido corriendo de
Se han visto por primera vez en el comedor universitario una reunión al recordar su aniversario de boda, y ahora est:ht
--ella es estudiante. E:ra un invitado de otra Universidad, cerradas todas las floristedas. Y también le pertenece la señora
la Conferencia a la que asistía duraría dos días. Ella está junto que ·viene a visitar a su hijo, estudiante de teologfa~ piens:t
a una máquina -¿quién e?, ¿de dónde la conozco? Af1uÍ Christa T., inteligente, pero orgulloso: no es nuestro amigo.
empieza todo, t>J menos por una parte. A él le viene a la ·memo~ También él le pertenece.
ria una foto en el cuarto de estar de sus padres, la chica de De esta manera se ha prepar2do para el amor, y este es d
,, perfil, es ella. La foto estabc. recortada de un calendario y tema de nuestro capítulo. Las cartas que Justus le escribió, las
representaba a una reina egipcia. ha contestado amablemente, él deja entonces de escribir en el
Consigue que un amiga común les presente, y entonces momento oportuno: tenía el don de hacer lo correcto en el mo~
puede invitarla a la fiesta de despedida que se celebra al dla mento preciso. Eso le agr::..daba. No perdió su número de
siguiente. Ella accede, ni sorprendida ni of-.:ndicia, así de fáciL teléfono durante todo este tiempo, pero tampoco debió pres-
Tan sólo que él no la encuentra especialmente emocionada, ni tarle demasiad-a atención. No se la podía forzar. Ella misma
tampotv a la noche siguiente en el canal. Y entonces él tiene nc podía forzar.se. No se le ocurría nada con rapidez. Era. su-
que partir t!e nuevo y sabe: no he avanzado ni un solo milf~ ficiente que cadn vez se viera con más clarid:::d adonde conduela
metro. Aunque nunca ha deseado naUa tan apasionadamente. todo esto, y al mismo tiempo un sentimiento de desesperaciOn:
Se ha debido llegar a la decisión más tarde. De pronto la sorprendió un enormP miedo ante la posibilidtd
Durante mucl>o tiempo no lo conocimos, aunque sabíamos de no poder escribir) ante la mer.: idea de que se le llegasr:: a
por ella misma que ~:.z:istía un hombre. Me 2csea desde hace negar el derecho a escribir lo que sc:ntía. En esta ocasión ba':l2
tiempo. en tercera persona como medida de precaución, puede ser e~h
Luego miraba inocentemente a nuestros rostros curiosos por misma o cua1qníer otra persona, que a modo de eíemplo deto~
saber. Nada más. mina «ella:-~. Quizás de ésta pueda uno librarse con más facili-
Pero es mejor que retrocedamos un poco. dad1 no tiene _por qué incluirse en la desgracia de stt falsa ·vila,
¡Qué joven es ella! ¡Qué ansia de vivir! A su pnso todo ~r- b- nuedc ckj:n· de bdo, observarla a fondo, t;Ü y como h:t
es 11t:ey:8 )" fT_-:._..:-n, r':,Ja .. o:tro, c<Jda nJc:in,i;:n~v, 1 ~ ciPdad iUo ~1'--'-'·''uJúhL-,~il(:v.:o..: '' _;\x;c!V~1l ~~ CJLk";· .!"' ,~,,~

114 11_5
aquí y ahí, y de la Biblioteca :c.Jacional ha sacado estos y aque-
Toda h relación podría llegar a convertirse en amor, sólo
llos libros. Pero los libros no tienen importancia, no he pedido
(;1!.,1 la decisión. Un día, corriendo pot la calle, en un enor-
que me mostraran su tarjeta de lectora, en caso de necesjdad
me cruce. viene a -su encuentro una gran mnchedumbre, muchas
rne inveiitarí~~ simplemente un pat de títulos. Las visiones de ]a
personas, pero todas extrañas -y de pronto se asusta. r¿No
gente no se inventan, se las encuentra, a veces. He tenidO cono-
me estaré engañando? ¿Cuánto tiempo puedo esperar 'aún?
cimiento de la suya desde hace mucho tiempo: desde el ins-
¿Me queda re~dmente tiempo? ¿Y quién me pertenece exacta-
nH.:nte? tante, hace dactaños, en que la vi tocar la trompeta.
Pues ya hemos llegado at año cincuenta y cinco.
Ese mismo día llama al número que> romo se ve, ha llevado
No vemos a Justus desde hace tiempo, ya lo dije, no se
~icmpre consigo. -Eres tú, dice Justus, podía imaginarlo. Que
hacía ver. Estábamos un poco asombradcs. La mujer de un
se le ha hecho muy largo el tiempo, que empezaba a dudar, que
veterinario en fvlecklenburgo -en·,vnces, ¿esto es lo q•J.e iba
vn había caído en la tentación de llamarla -todo esto no lo
a ser? Uno sin querer poner etiquetas a la gente, la califica a
~!ice.
la ligera. A la fiesta de disfraces llegó de Sophia La Roche, aun-
¿Cuándo entonces?, dice por el contrario.
qce no se había disfraz:::do en absoluto, llevaba simplemente U[
Así debe iniciarse lo que de alguna manera debe perdurar.
vestiDo con bodoques de oro y ese extraño estnmpsdo, y sh-.
Pero prometer, se dice a sí misma cuando sale de la cabina
embargo todo el mundo sabía lo que aquello r,-:presentaba.
telefónica; no puedo prometer nada.
Justus, a su lado, tan disfraz<1clo como ella 1 representaba a.
Mientras escribo esto, con toda franqueza -pues cada frase
Lord Seymour, al menos así lo afirmaba ella. Nadie sabia si
está doblemente documeritada y resiste la revisión-, mientras
esta idea era especialmente exaltada o simplemente maliciosa,
sigo hojeando el rojizo librito de Berlfn y me encuentro con la
pero, en cualquier caso, por fin podíamos observar detenida-
línta: <~Justus, querido Justus amado»; mientras me esfuerzo
mente a Justus, y se comprobó que podíamos dejar a un ladc
~- por inventar la habitación en la que por primera vez se han po-
con toda tranquilidad, el asunto de las etiquetas.
dido encontrar: mientras todo esto ocurre, predomina nucva-
Era seguramente lo que debía llamarse un Party, uno de
mrnte en mf un viejo recelo que yo creía sometido, y que en
los primeros, carecíamos dr: este tipo de experiencia, pero al
c.1~0 de existir, :1l menas ahora quedaría atrqs. ¿No sería po-
ver a nuestto anfitrión, uno ten¡a la sensación de que así de1:.Ja
sihlo que la red, que había sido tejida y colocada para elia,
de ser. To~o debía desarrolhlrse libre de prejuicios, decían a
dcll10strara al fin ser incapaz de cazarla? Frases que ella ha
cada person;\ a modo de saludo, y Christa T. (;¡\lt:Obó con··~
c~1-ri~o, sí. También caminos que ha andado, una habitación en
cabeza razonablemente, observó las dos grandes habitacion~.
b que ha vivido, incluso un sentimiento -pero no ella. Pues
escasamente alumbradas, cogio un par de serpentinas y se i15
rlh• es difícil de cazar. Aún suponiendo qüe lograra transmitir
puso alrededor d(. los horrbros, e(hó por endm.~ e!.::: la c~.Se!.f.
fielmente todo lo que sé o he averiguado sobre ella, lo cual es
de Justus un paquetito de confetl y dijo: ¡Aquí estamos bie1~
tll\lcho suponer, podría pensar que aquel a quien cuento todo
1
Yo sin embargo no sentía lo mismo. Era como si ella ::e
( fl.IO, a quien necesito, de quien ahora solicito ayuda, al finJI

t<l~a sin saber nada sobre ella. hubiera propuesto algo determinado para esa noche, algo q·.:e
Tanto como nada. no cu:adrabJ bien con aquella sociedad disfrazada de modo pto--
vocador y a1 mismo tiempo represivo. :i?arecía seguir un pkn 1
Si no logro decir lo más importante sobre ella: ElL1, Chris-
peto un pbn que en modo alguno afectaba a los concurrent=~ ,
~·\ T., ha tenido una visión de sí rnism<.~. Est-o no puedo demos- c;.;:cepto a Jnstus. Tittl~eé Incluso sentí gant~s c1c hacerle um1
11.1rlo, como pnr{p;¡ demostrm· ~n arrue_: tiempo ;lf! vivi,Jn

1 1(,
L".'
scñ:d, de tomar su partido, él me rJ.gradaba. Luego vi que no sola palabra, con sólo su manera de brindar por ella y cómo
rH-cc:,tiab:1 ninguna advertencia. Se mantenía totalmente tran- cogió su copa de champán para llevarla a bailar. El que ella
(¡r1ilrl, pues bs épocas de b inseguridad hacía ya mucho tiempo se decidiese, dependía en gran parte de hacerle fácil el último
' J;:;r:wn
,_;rx ' '' .·.pJSclcl o para c.
'1
páSo:' rio eXistió ningún último paso, fue uno de tantos.
. ;También para ella? ¿O era ella la que suplicaba silencibsa- Ella le agradeció la seguridad que le daba, y tenía motivos
PlcntT por ayuda? -S~ñorita, dije, cuando nadie nos podía para elle. Luego) a dejó bailar, todo el tiempo c¡ue quisiera y
nL íNo parece darse usted cuenta de lo que está haciendo! con quier quisiera, él no bailó, bebió poco y esperó, h2sta que
¡J.:i Jcstíno de Sophíe La Rache! Una romántica exaltada y pudo decir: Vámonos. Entonces ella dejó a sus compañeros
r1 ]po sentimental, encadenad::t contra su voluntad a una vida de baile y se fue inmediatamente. Me hizo una ligera señal
rur:1l, de forma que proyecta su fru-::1·ració11 adornada de una de despedida y nos abandonó, y nosotros, los que nos queda-
ciccancia artificial. .. mos atrás, nos preguntamos por qué habíamos dudado que ella
~~.fucha pero, con~estó Christa T. ¡Sí aún hiera la La hache! pudiera casarse de -:.::.na Íorma sencilla y feliz.
Pero se trata de su figura, b señorfa de Sternheim: Su destino Aquella !1oche ella quiso obligarnos a nosotros y a sí misma
está referido. l1 retroceder un par de pasos, uno, dos siglos, para vernos más
Está usted bromeando, dije yo. claramente. En cien, no, en cincuenta años también nosotros
]ustus nos trajo a las dos champán y se quedó con noso- nos veremos en un escenario como figuras históricas, ¿por qué
trns. Aún así ~~ cJde seguir habbndo. esperar tanto tiempo? ¿Por qué, puesto que es inevitable, no
¿SedlKción? ¿Intrigas? ¿Fztlso matrimonio con ese canalla saltar espontáne:unente coll un par de pasos al escenario, probar
0
de Derby ¿La triste vida rural en la provincia inglesa? Y, por primero un par de papeles antes de elegir el definitivo, recha-
amor de Dios, ¿virtuosidad? za~ éste o aquél, ver con envidia disimulada que algunos pape-
Exactamente, dijo Christa T. Y como premio por todo esto les están ya dados -pero finalmente aceptar uno en el que
, Lord Seymour, el final de la canción. todo dependa de la interpretación, es decir, de uno mismo. La
Mademoiselle, dijo Justus, No deber1a llamarme asL mujer de un hombre ctue será veterinario y que sabe que no
Ya se ver{,, dijo Christs T._. cómo se le ha de llamar. sólo lo ha escogido sino que también lo ha creado a propósito,
Se bebió de un trago su champ<-1n y le observó mientras tan- que han de esforzarse mutnamente par¡:¡ no llegar al borde de
to. Su sonrisa era firme. sus !"JOsibilidades, si es que no se quieren perder de nuevo,
Esto marchal" 1 , realmente, esto podía marc!:.ar. Aquciia r:Jt::he él se la llevó a su casa. He renunciado a ima-
Ahora yo creía ver con rnnyor claridad adónde quería ir ginarme el cuarto, no importa. Tampoco ella necesitaba ya más
a parar. Se h1hía trazado un plan para poner ,"nte sus ojus ·1
1
tiempo. El juego cesó, el papel caía por sí mismo, él la amaba.
todas aquelJas cosas a !as que ::ndría que renuncwr si se iDa
con él. Y fue entonces cuando ella misma también se dio cuen-
ta realmente. Y en ese momento vio con toda clariC"b.d, se asus-
tó, fue un momento importante. Justus, sin eml~:1rgo, lo su-
piera o no, hizo lo correcto: hizo como si !o hubiese sabido
mucho tiempo antes que ella, como si éste fuera precisamente
el punto csenci31 y como si ní siguiera fuem necesario consi-
derar c:l tema. Y se lo dio ~' cr 'c:nder sin oronunci8r ni r~~:l

118 1.\9
~

XIV

Ahora se trata ele ser doblemente cmto. Uno no se Hbera


de la sensación que produce el haber encontrado la clave.
Hay que seguir manteniendo cierto recelo. ¿Fue así? Me-
c.lias palabras: <'Existencia fantdsticl»: «visión»,.. . ¿Y si exis-
tiesen muchas otras puertas? ¿Y si ésta se hubiese encontrado
por casualidad?
¿Y si se le hubiesen cerrado las demás, a Christa T.?
Aún cabe un nuevo intento. No fue esa fiesta de disfraces,
que al fin y al cabo es un invento, sino un simple reencuentro,
y además en una pequeña ciucta2 de provincias. No tiene sentí-
do decir el nombre, realmente todas son iguales, sólo que por
casualidad allí justus está haciendo sus prácticas. Y ella, Chris-
ta T., irá entonces a verle, un sábado en el tren del mediodía.
¿Qué crees? No puedo ir an~cs. Aún podría akjarmc, con faci~
lidad, se dijo a sí misma, pero ya está sentada en el _tren -¿qué
significa esto? Así hablo. Justus, desciende de campesinos pome~
rar~vs, ella no puede por menos que reír: No significa nada y
tampoco tiene pur qué significar a1go.
El tiempo no podría ser más bonito. Una familia -hombre
joven, mujer nada an1able y un cl•irn~ se han subido con
todos sus bártulos, equipados par'-' un largo viaje. El hombre
se deja caer sobre una pesada mochila y se duerme. La m'..ljer
sentada la mira absorta dunmte todo el trayecto, una mirada
que se dirige ::ombrb y cxigcnt~ hacia un rostro por el que
corren pequeñ:1s gotas de sudor. Se inclina h<1da delante para
no perderle de vist<1. Tiene un CLIL'rpo snno, peso1do, cabeza
gnnc1e. pelo n11'in :1l.t:o osctncci(~<) y 1~cirwdo ~-.::cia atds. Al
::1:'' ::,('~\:'
": 111 :t, )· t~::'r~.._:;Íl.~
parl'C(', IIU Í:

121
atornillnrse a las orejas esos dos pendientes plateados que tan-
to contrastan con su lúgubre expresión. manera que guste al marido, sonreír cuando él lo necesite_,

Si ha creído que disiparía esa .antigua costumbre- de obsá~


estar dispuesta para e1 amor.
Descubrir la ventaja de ser ;'l11._1~er ___ _
var a la gente ... Si me viene a buscar o no, cómo m,e mire,
Entonces debe haber sufrido un Glmbio.
lo que diga primero... todo esto será decisivo. Sólo' que es
segu~o que estará allí. Que en cualyuier caso sentiré su mira- Si se la pudiese describir escuetamente) habría que decir que
da, todo esto lo be imaginado tantas veces en esta semana, y él es bella y persÓnal y feliz. al menos así está en las fotos que
nv se desgasta ... han quedado de nuestras fiestas de Fin de Año. Bella y perso·
¿Pero y yo?; ¿puedo sc~uir haciendo lo que quiero?
nal gracias a su felicidad, 8hora me 2ov cuenta que 1a desgr~da
iguala a los hombres, pero no 1a felicJdad, la felicidad los bace
El hombre joven ha despertado por fin, su primera mirada únicos. En las fotos pued~ verse su risa, incluso su capacidad
choca con la mirada de la mujer, luego ella la aparta, coge al de asombro ante una simple veb lhme.-mte. Lo que no se
cl,ico en brazos, debe hacer citio al padre. Todos los movi-
de;;cnhre en las fotos es que est<1s cosas se las tomaba en serio.
mientos tienen alguna finalidad, ya no se es joven y fresca,
Volv-Ió a nacer de nuevo, desde su rníz, par~ Tustus, esto no
veintiséis años, ya se ha dicho que por ser demasiado indecisa, ~eprescntaba ningún esfuerzo. sino h mayor dicha terrenal que
por arrogancia -¿o cómo se hn de denominar?- se puede jamás hr.bía experimentado. No bsbla nada en el mundo que
dejar pasar el tiempo del amor, el tiempo de la vida, en suma
ella no pudiese exprimir de m8nera inr;eniosa, era increíble.
esas cosas para las que no existe sustitución alguna. Entonces,
¿hay que unirse? ¿No conocéis al policía del pueblo? decía, ¿a quien ,Tustus ha
dado nna reprimenda por meterse con la pecera bajo el brazo en
Justus la esperaba, su mirada era como ella .podía desear, él el estanque? ¿No le conocéis? ¿Que qué buscaba allí? iLanzar
notó todo: el tiempo que había pasado delante del espejo, que al agua jos peces dorados! ¡ Tesús! ¿No le irnaginais a11í, como
,,
se había cortado el pelo; ella sin embargo únicamente sintió un tonto en vísperas? Yo sí que me lo imagino.
que sus reservas se desvanecían mientras se acercah1 a él, y Elb podía recrear a cualquier persona en cualc;<Jier lugar,
cuando se hubo acercado lo suficiente, no quedó ni siquiera por supuesto siempre yue se dietan cita un par de extraños
un recuerdo de la duda. Asi y no de otra forma a esto l1emas
llegado. ingredientes, una pecera y el policía del pueblo, por eiemplo.
1

Para mc]orar la represent-"CÍÓn en la fiesta rlf' Año Vieío se


Naturalmente ella también ha buscado protección, quizás pegó incl,so una barba. Le resultó difícil despegársela al entrar
habría que haberlo dicho antes, ¿y quién se lo hubiese censu- al nuevo año. Mil novecientos cincuenta y seis. Ahora s: nece·
rado? Construir diques contra las pretPnsiones desmedidas, los sitamos los a_ños, se nos ha acabndo b g,.,.nerosidad, ptH~de s~r
deseos fantásticos, los sueños extrcvcgantes. Coger una cuerda que inclllSO aprendamo::; a COTittlt ror dfas. Y por ~IOtf'IS.
que en cualquier caso . bajo cw:llql!¡er circunstancia, siga corrien- Resumieñdo: ya estabJ casada, eso fue muy rápido, el niño
do, para que en tiempo de necesidad pueda uno agarrarse: la también estaba ya en camino, Pequeña-A nna. Pero antes ya
vieja cuerda hecha de sólidos cabos y acciones cotidianas. Cabos hnbí<1n empezado los dolores, neur:1lgias faciales, nervios, un
y actos que no pueden realizar.::c u omitirse a capricho, puesto mal hereditario, a veces difíciles clf' soport::lt. Estaba asom.
que son la vida misma. Traer nii'íos <1l mundo, cargar con cien brad<~, era como si hubiese esper:1do qt1e nhom, de repente, to.
trabajos, todos destinados a estos ni11os. Preparar mil comi- das L1s contrariedades desapereccrfan por sí solas, ahorr.. que
das, poner en ntden una y on·a vez L ro¡,, ?cin,rce ,;e re: comenzaba a camrrcJ.dcr y :1 ncct>t'l!" su parte de lq vicia v "
122 óevolvc~- a la vi..._L su }-'<irte, pt,c::; ~1:-.i -:-~--1. NnCÍ<1 ck todo aquello

123

i.
presagiaba lo que a los treinta y cinco años habría de venir.
está puesto c1 apellido ele Justus, ahí está b elegJnte viviencL
No existe un final, sino un mero accidente sin sentido; se debe
Je su prim:1. Est<'Ín en casa de 1111 famili<H. Gente :':11ablc, :'(·r,
pues int~ntar proiopgar .bs líneD-s-.dc. ,su vid~1. -lnterru.mpid-<', ,, , , ~e te prrrece un p~:,utq,..... ' be 'unportmte
yzt veras.
--eón -la precaución indispensable, y en su justa perspectiv~!.
J"l..Gemas no qc
Para poderla ver. 1
Es njt prir:.12. preferld::1> te recibirá bien.
No debería haberlo dicho.
Tal y como yo la veo, da igual lo que haga en ese momen-
Pues entoncés busca antes que nada el pareciJo, esto le im-
to. Quizás esté cocinando un lomo de cerdo~ le divierte verlo
pide tomar parte en h conversación, la bella pTima creerá qt~ e
salir del horno bien asado y apetitoso, o bien coge de la 111nno
a los niños, les da de comer, _l~s instruye, o prepara el té para
soy tonta, naturalmente, nosotros no tenemos esas pestañas tnn
largas. Quizás sran postizas. Querida, así se dice. Así es con-:o
Justus, de la complicada fot111a que a él le gust<.;., Yo estaba
se h::1bla realmente en las novelas, hay que tutearse, para que
presente cuando fue a escoger la tela para las r:ortinas de su
no surga ni:~g·lna ..:::.::trai1eza 1 me da igual. Evito el tratmníentc.
casa, las cortinas también cuelgan ahí, pero ella no está. Me
Justus está junto a su marido .y deja que le acbre cuál e::::
enfurezco. Me adelanto, como si su habilidad en las cosas
ret~lmente su labor en la bolsa: Ahora cun toda sinceridad, y
cotidianas pudiera demostrar o incluso flDular algo. Como si
despacio, como pJra principiantes. De todas formas nunca lleg·J
existiese una autoridad a la que poder apela1 aduciendo estos
a entenderlo 1 me rebasa toda esa maquinarin, lo mismo podím
motivos: que fue útil, que fue utilizada, y como si esta autori-
dad pudiera ser conmovida en alguna medida. hablarme en chino.
Así es Justus, d:ce la prima, muy satisfecha. No le import:.t
Pero aún vive en Berlín, medio año más. Recetas de cocina
en absoluto preguntar cien veces una rnsima cosa> se hace e;
y presupuestos llenan las últimas páginas de] Íibro de apuntes.
tonto. Pero es un pícaro, quiere demostrar que Siegfried es un
No puedo evitar una sonrisa al ver las sumas que hace en los
inútil porque realiza un trabajo improductivo. Ay, Dios, éste
~ lnárgenes de las hojas. Cierra el cuaderno, dice: Nos marcha-
no es precisamente el punto sensible de Siegfried, ambos tratan
mos, cuando oye cómo Justus silba desde Ja calle, entonces se
simplemente de a::ombrarse. Pero yo conozco a Justos. TambiC::n
marchan, a veces lejos, otras vece!': «al otro lado>>. No ":':S tan
conozco un poco esa (onna de pensar, ¿sabe? ... ¿sabes?, estucli0
corriente como para no sentir palpitaciones en el corazón. Al
en una ocasión unos C11rsos de economía política en Berlín occi-
otro lado, donde los otros, donde todo es tan distinto. Este
es el mcdvo por el ~ue a Ei.10 le resulta atroz ..:;;1empre el mis-
dentaL Dios mío, todo sistema tiene se lógica, una vez accr
taJas L"' premisns, no cree ... ,¡no crees? Entonces uno -=~I.L.'
mo polich de tráfico, tan sonriente. No sólo el país, cada m:. o
fácilmente, de verdad, sé lo que me digo. De pronto empicz-1
de nosotros existe doblementP · como posibilidad, como im-posi-
uno a disp~n.atar sobre sentido y responsabilidad, todas cs1~
bilidad. A veces uno se libera de la conh:ció"; por la tuerza.
Escupe en una lápida que alude a <dos países robados en el palabras altisonantes ...
Por suerte eUr ha desviado oportunamente la conversacton
Este». Verde dorado es el r0lor del recuerdo, no debe volverse
hacia ol tema de la debilidad de ]a caturaleza humana. No, de
negro, marchito: negro es el color del recuerdo, negro es el
color de la culpabilidad. Escupe en este lá¡nda. verdad, no me mires tan severamehte. Pero Christa T. no n.Ünt
scvcrnmcntc, simplemente piensa que la jdea apuntada por t:
Ven, dice Justus, su mano coge Su brnzo. Sube una esca-
prima sobre la dcbilldad de la naiunlleza human::. está bic:n,
lera alfombrada, Christa T. toca en cada descansiJio el pc•mo
y que clb to s:tbe y que es precisamente por eso por lo que la
de latón. Le gustaría contar los escnloncs, para no fijars" en
los letreros de las ;'lh.:rtns que ·:e 1Jc 1·n v:' ; .. ,,t :;l:'fo,L <ilÜ
ha cleg:du l"lltlT 1111:1 enormidad de ide<L Pero no tiene na-~ 1 ·•
tll ~¡l):.,,,il" (( .. ,,¡·: L1~ l"'I'SUll<l. (!liC" ¡f,'.!'.~\1 qLL,;,,,.H_Í'.; r·r c.

124
] 25
m la bondad del hombre, o como se quiera llamar, sólo que ¿Pero de dónde sabes tú que yo ... ?
p;1sados los veinticinco años ya no se puede creer en ello. Idea- Entonces la prima únicamente la puede mirar de fo~~':.~-~
lismo -¿quién:no lo ~ha dcs~:1.do ::tlg¡.;na _vez? Nosotros aquL compasiva. (ljijos!, dice. ¡Uijos! __ __
sabes, somos en realidad terriblemente materialistas, y tú hveles Justus enconirO que ·s~'había pórrado bien, -pero al-:\,>·~---~ ·
algo srmejante y arrugas la nariz cuando apenus ha~ llegado al había que casarse. Nada de espectadores¡ por favor, nad. , \,~,­
u~bral. participaciones a nadie, la empleada del regjstro civil se r'-'-~-.. . .-
¿He arrugado la nariz?, pregunta Christa T., atónita. En- P..erviosa. Lo abrevia mucho. Los dos dicen sí, después se ~"'~-­
tonces la prima ríe, tal y como antes lo habla hecho, así que míten un taxi, se hacen llevar al nuevo restaurante en b. :1\''-"
Justus mira y es entc!lces cuando Christa T. comprende por nida Stalin y comen una parrilla y dulce garrapiñado. Yo no '-'~
qué ha sido ella su prima preíerida. tuve presente, pero en a}gún momento durante aquel día Chri::-;.
Ahora admite también el arrugamiento de nariz, perc silen- ta T. ha debido recordar a su marido que toda buena llO\'~:'l.t
cia el motivo, basta beber un whisky por el nuevo acuerdo, un de amor termina en boda. Seguramente se encontraban Y•l n'
whisky escocés, on the rocks. ¡Que éste es el primero en su su enorme habitación de~nuda, en la que tan sólo había tlh
vida! ¡No puede ser verdad! ¡Dios mío! ¡Lo que aún tienes por ancho cokhón, y llegó el momento en -el que fueron conscienrc·:;.
delante! ¡Y en cuantas aguas se ha zambullido una ya ... ! de que un verdadero sentimiento sublime no se produce e] d L,
¿Agua?, dice Siegfried, di mejor marcas de licor, de esta que se espera. Por la noche en la ópera se encuentran a gusti.'~.
materia tie11es sobrados conocimientos, y dignos todos ellos pero en el descanso se tienen que ir, ella no se encuentra bie.n.
de admiración. Él no logra- sacarle nada. Veterinario, le llama, él se enfurt't'(~~
Entonces llegan un par de tías más e introducen consigo y ésta es su noche de bodas. Al día siguiente tiene que ir al

. una ola de compasión, y arrojan palabras malsonantes por sus


labios desvergonzados. Terror, dicen, mientras comen tortitas
de nuez, pobres chicos, realmente os llegan a convencer de que
hospital, una vieja dolencia ha vuelto a activarse, el doctor die~·
que eso lo produce el niño, pero que también el niño podrL~
hacerlo desaparecer totalmente. Será un niño prodigio, le llin·
ya no la necesitáis ... ¿A quién, tfa Herminia? ~Entonces su a Justus, que ha de regrt"sar a sus prácticas.
rostro es un sermón, y de su boca sale misteriosa la consigna: ¿Me escribirás?
la iihertad. Pero ella no puede escribirle, pues no resiste pensar co11
La prima se lleva a Christa T. a la cocina. Uno no pue~e tanta intensidad en él, así lo ha escrito en su librito rojho,
escoger a sus familiares, dice, y comienza a meter Lltitas de seguramente hoy él sigue sin saber pur qué nunca recibla cart11~
especias en una pequeña bo!s:1. Esto te lo llevas, vosotras no de ella. Cuando la volví a ver, ya estaba en su cama en J¡,
podéis conseguir estas cosas, y a Justus le gustan los platos Charité, medio consciente de su culpabilidad, medio de mn.
bien condimentados, no gastes cumplidos, le conozco. ¿O te humor, en cualquier caso cansada y en actitud de tener 111
regalo mejor un sujetador? Este es el té que o él rr:ás le gusta, niño. Leía la <{Montaña Mágica» y se esforzaba por sumergí r:~~
él te dirá cómo se prepara, yo le enseñé. Que te vaya bien, en su tiempo desordenado; de otra manera, no se puede agu:H1
pero ven alguna vez, ¿eh?, decid cuando necesitéis algo, si te tar, dice.
avergüenzas, me enfado. ¿Por qué razón el sudo riinero de Nc pregunté qué no podía aguantar. Durante los siete afír;~
Siegfried no va a poder embellecer un poquito vuestra vida de su matrimonio estuvieron pocas veces separados, dos, U<·l,
moral ... Se sobreentiende que recibirás pUtanos cuando llegue cartas dirigidas a él 1 que no había envjado, me las ha dad_~
el niño. J-ust-:.;s C:)r:. el r..::sta de :;-..;.s papeks. Él nt1HC::t !::s h~ leído v ~-'2'

126 i/ 1
las dio romo si me correspondiera leerlas <J.ntes. Pero quizás
ii_le._ corresponda. Las leí y enconq·_é__ qy.e x~ I~abía vuelto m<Ís
sCten:t'. Luego las volvi a" leer y me asorñbrd de ml- ceguera;
pues de pronto apareció claram~nte, como tl i:olor de viejos
cuadros bajo una luz determinada, su timidez de las viejas
cartas. Me gustaría preguntar a Justus si él sab!a que en su
presencia ella era tímida. Pero lo sabrá, no preguntará, tam~
poco pensaré más de dónde venía la timidez y ese tono conco- XV
mitante en sus cartas; tan sólo la gente que lee literatura barata
puede pensar que un sentimie.r..to tan complicado Como eso que Puesto que de repente soy consdem~ de lo que -qc12is-
denominamos «amor'> no sufre transformaciones; en caso de otros han pasado por alto, su timidez por ejempl::t, h.:=: d.e }'te-
que no sufriera esas tnmsformaciones no sería deseable. Al guntmme qué es lo que he dejJdo d':', ver en clb y s_-ce .:mnca
final -me refiero al verdadero final- ya !!o dice que para veré, pues m~:; ojos no están preparnclos para ello. Por otr:::
no sufrir, se niega a dar noticias suyas a gentes que las esperan parte, el i1echo de ver no guarda demasiada rela:::é-n ::o:J 'Jna
con ansiedad. Desde el hospital escribe cartas, también aquellas decisión valiente. Por lo tanto, voy a volver al hospital bu:::c::m-
dos a sus hijos. do lo que se ha pasado por alto, en aquel domingo Ce C;:oño
Promesas que sabe no cumplirá. en su primer año de matrimonlo. Tengo motivos :¡:ata. rEpetir
este camino, pues nunca estuve allí mientras est<:.Óe realmenie
enferma. Esto suena a autorreproche, y así es, pero ten.La buenas
razones, como cualquier otro. Nli primera razón era q·Je no
confiaba en su seriedad.
Fue un día de septiembre como el de hoy, el :r_isoo :Jina
cálido y suave, Me quité la ch:.gueta y me la eché a~ :nazo
mientras subía desde la estación por la Luísenst!a:::se, c.u:: _por
cierto me parecil. no tener fin. Una vez en el sola: de b. clínLca,
después de haber>-'le extraviado, se me ocurrió mirar ¿1 cielo.
Estaba, como hoy, ligeramente cubierto, y tamb~ér. hoy tengo
que pensar lo mismo que entonces pensé, lo ot:e ::;entí: uo
dolor agudo, pues estt: azul p{.~ido, enormement-e suaYe, ~11e
parece haber sido creado únicamente para nosotros, que parece
pertenecernos solamente a nosotros, aparece en ''l'ie:cs cuadros,
de los cuales tan sólo comprendo precisamente esE azuL In-
dignación porque al cabo de cien años, mucho tjempc después
de nuestra suerte, volved. a producirse, ajeno e ind:~a.ble 1 en
un momento determinnclo del año) gracifls :1 una e:n:ct~ :n::iden-
cin de _b luz.
E.,lcl iden ¡,¡;,__: ;¡]rll;,, :bu:·! ,jllc.: 111 · ])lrit'l t...l ;~•JJ.~JÍ1... ((',_.:-
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estábamos irútadas, nos reprochábamos mutuamente el no po-
rojo ~e lm¡ lf¡IJ/r¡~; que rodean la clínica y el desnudo sonido
der abrirle los ojos. Hoy sé que este tipo de irritación no
de mis .l 1' 1MI1l ~~~L~~~ los viejos escalones. Presentí que también
desaparece y que la seguiriamos compartiendo, Por aquel en-
n:e:he~·trf:_t~!;lJ J¡J)¡;uJrc Ahí estnha acostada ~n-h 1~ltima om:1. tOrree':; érdari{u::: q-r..Te t.:·.s:o nos distanci21ba. Nos equivocamos.
de una li'1r¡.¡;, fda 1 y al otro lado- del pa~ilfo el mismo -n~m~~­ Estáóamos junto a la ventana, ~1 -:fin-al del largo corredor
t·o de C:tlll:lo¡l IHiílt; veinte. No debía ser este el lugar apropin-
del hospital, nos habíamos dicho todo y mirábamos hacia afue-
do p<1rn 11 11 l"r~t·t1r IJrntro después de un lapso tan prolongado,
por~uc ni Vtda :1;;1 tendida sentí que bahía estado ausente lar-
go tiempn Y '/lit' f1nzosamente tendría que haber cambiado.
Despu<~u
• !:(~ 111rr.o un abriera
b encima de los hombros ';' salió
i ra en silencio. EntÓnces una enorme bandadr. ¿e c0rnejas pasó
volando por el cielo moviendo el aire, luego otra y otra, cien-
tos de cornejaS, que lanzaron al unísono un grito, al menos.
f'SO nos p2reció. Rs.ü! un instante ban pnsado hs mismas cor-
conm!gu u! pmiilltl, Estábamos junto a la ventana, 8fm Jo rt:-
tnerdo, lw[¡J;u¡vn: 1.qbre la mujer que dormía a su bdo, una
cobr9d0tit d~! tr; 111 vf:l. 1 nejas por el cielo, de nuevo he rememorado aquella tarde: el
angosto vestíbulo del hospital, la ventana alta y estrecha, nues-
tra disputa, nuestra común irritación. Y la certeza de que ei:a
Ellns 1 no
1 , •1
f' 1
Christa ' ' " 1 1
'llq,t·cnden lo que les está sucediendo dijo
, . • •
~ '' Y Y desee que s1gmese adelante hasta destrmr la
' • 1 aún conserva1ull su capacid2.d de irritación.
coci act!tl!d dt: aq•rella mujer, que resignada aceptaba los do- ~ Por esta razón baLlo de ella. Repulsa provocada por la pa-

lores que el lrondq·c le había ncasionado. Nosotras sabíamos


:. sión. ¿Ya apmeció la palabra? ¿Extréiará? ¿Causará una im-
presión cómica? ¿Pasada de moda? ¿Puede asociarse esta pa-
~ue nuestr·rr IH!'I·,¡ era intentarlo. No en valde nos sentíamos
labra con semejante vestíbulo de hospital, grupos de trabajo
bgadas ' 1 rrn:r PHIIncsa que en realidad nunca habíamos he-
~ho, Y '1 11 r" Hitr t't\lbargo aparecía tan sólida como cualquier
arqueológico, fuertes discusiones, conversaciones, charlas, li-
bros? ¿O se trata de hacernos creer que la pasión marcba
Juramenru I'('HI: ¡,¡• lm de ayudar a todos, de igual forma. Lue-
irremisiblemente unida a ese oficial ávido de honores, q_uc
)/> go una ~e 1lpr·oxlntl\ a esa mujer, a la que no se puede ayudar, yace en el suelo, o a la a~censión y caída de monarcas )'
Y una Slt'l\k nl!ll\1 si hubiese faltado a su palabra.
, Po~ S\qiHI.','I!tl, lnmpoco sor. conscientes de que no entien- Führers?
El amado instbto primario. La única duda ahora es que
aen na a, ;\l\:rdk1 \ ~hrista T., y si leen el periódico, ni siquiera
se les p·lS 11 1 uno podría no estar a la aitura de las circunstancias. Chris-
;~ por· <1 ~·nbeza que se está hablando de ellas.
Ensen,,¡,, ,¡,·¡. N
'
·, · · d
,1 · os parecw Import['.!lte intentar espertar t• ta T. tuvo suerte, se creó a sí misma, como todos nosotros,
en una edad en la que c~mtaban las pasiones. Esta puede se-
a esa cobr;hh~t·u 1lv 1nmvía, queríamos que se tomara su dere-
cho, su legtlimo . 1~·rccho. guir siendo la norma, ot!uS estímulos resultarían forzac1amento

La nb"tlir,uil, .\q., Christa T., la viola, ahora se ba hecho el


tercer a O-l'hl,
1 i;csípid0s; c"ando alguien, la prima por ejemplo, le dice que
cualquier hombre es susceptible a ser comprado, eleva la. ce-
Acúsak, dik jas, lo que es prueba de arr:::gancia.
En~ , Hubo una noche más oscura de lo normaL Por causalidad
-U<l fltt'~ü h~~l\\ ya me lo ha dicho. No me dirige la pa-
labra en \'\'-11\lll t,\•\1 el tema.
estamos juntas y oíamos por las emisoras de radio occid::::nt~·
les, junto a las informaciones sobre las luchas en Budapest, ]a
Empez-.t'_"~i~ .1 ,li:;cutir. Al finnl tuve que aceptar que si11 risa burlona sobre el fracaso de io que ellos llamaban <mtop[n..
laf coofeta,'h)n ,t_. L1 mujer no podía hacerse nada. Que- se Ahora la prima piensa que ha tenido razón, dijo Christa T.
a enana ,¡ "-t 1 \'; : 1 1
1'-~;:·:::otros misrnc . . no sahiamos a ciencia cierta qué pasó
, ·
. . · '"· ~ .¡uc tema am1gos pm·a os cua es nuestras
lmpactenr,·~ Ll\h't', •·, 1·:-; :~r::cínn rle c:ip:nif:ic:::.lo. No~nt;,1s ._;~·:
l; 1

1.30

\ -·-·· -----~-· ___.


esa noche, hemos necesitado años pena saberlo. Tm1 sólo que
del sentimentalismo, no podía olvidar que dese~1bJ el niñc ~
las luchas de los viejos se convirtieron de golpe en nuestras
luchas, esto lo vimos en seguida, con gran clar~dad. Y qu~
1
1
que por lo tanto resultaba necesario el fatigoso ritmo de =<_,-

ellos no nos p-~.:rmitirfmi. cscuda.rl'ws e:'.r¡ el papel de "lOs "eb"ga--


fuerz_o y re}:ij:Kión. Tampoco dijo g.ue ya era srUiciente, o c~··.r:
ñados. Pero tampoco estaba en alza el papel de los cre}'e11·
tes de hierro, el escenario en donde se representab;1n di-
i no se podía exigir de ella q"ue ·tuviera h1ás hijos. Lns lágri;:· ::
llegaron cuando el médico le puso b niña en el l~ccho, cue;.-~>­
la llamó por su nombre: Anna. Qué cosns haces_, _Anna, si '· -'-::.
chos papeles estaba a oscuras. Sí, se babia producido un re-
empiezas bien. Podía se!ltirse olegre, podía sentir cualq·¡,
pentino cambio de luces qüe no estaba previsto. Sólo má:;
cosa conocida, pero esta sensación le era extr:ül.:l, la dese:,·~-­
ta!'de ncs preguntamos: ¿Y por qué no? Aquella noche con
certaba. Bueno, bueno, decía a la niña, e incln~o ~l sí m1:L·,4,
nuestro té, que ~~ enfriaba, cuando todas esas voc2s malicio-
sas se encontraron en nuestra habitación, sentimos que el mun- ya está bien, estáte quietecita, las cosa tampoCIJ es para ta¡,.':,
'' ¿Se recuercb la ternura? ¿Es acaso ternur:t lo que el r.><~,

l
do se oscurecia, peru la realidacl. P.e; qu.e se habían apagado
recuerda hoy cuando oye decir «tu madre»? Y ~mnque b1J:>-.·
simplemente los focos del escenario y que nos teníamos que
se superado la ternura, qué recordaría. ¿O no se recuc:<_;,__
acostumbrar a ver en la sombría luz de los días y las noches
reales. nada, ni siquiera esto?
Se le mostrará la casita de verano en el pueblo de la ;); ';-
Surgió una palabra como recién inventada, creíamos estar
ahora más cerca de ella que de cualquier otra cosa: «La ver- J vincia de Brandenburgo. Aquí has vivido antes. Aquí a_v •;;;-
diste a andar, te metiste por el agujero de b cerca, te ft~->~J~
dad,>, decíamos, no podíamos dejar de re¡..etir una y otra vez
al bosque cercmo, te dormiste en una hondonada entre ~;;;<:::·
esa palabra: Verdad, Verdad, como si se tratara de un animal
zas y pequeños pinos, tu madre estaba medio muerta de ::::..-:-
de ojos pequu'"ios, que vive en la oscuridad y es tímido, pero
do ... Entonces el niño creerá recordar a.quello ..1ue no 1?'-,_,t~dr:
al que se puede engañar y capturar, para éntonces poseerlo
~"' de una vez po1 todas. Así habíamos poseído nuestras ante-
recordar~ y las dulces visiones que se le relatnn se convie·_- t•:n
riores verdades. Ahí nos detuvimos. Nada es tan difícil como en sombras que a veces se le R.parecen cuando cierra los :)jr 1s
con mucha más fuerza que las verdaderas imágenes. La r:)Í.;3,
enfrentarse a las cosas tal y como son, a los acontecimientos
tal y como sucedieron realmente, cuando hncía tiempo que Anna, mirará el lago creyend0 que es realu1cnte el lagr; de
uno se había desacostumbrado a ello. Christa T. comprendió sus primeY0" años. ¿Pero cómo podria s3.berlo? Entonce.-; no
que eJb, que todos HüSOt!'os, te.:1íamos que aceptar n:.::estro era taJ lago sino si:-.clplemente agua y los cien metros v;l ra
acercarse hasta su orilla eran el enorme largo camino; (,:'Jj,tn
grado de participación en Ios errores, pues en caso contrario
no tendríamos ninguna participación en las verdades. Además,
1 podría asegurar que este camino no ha sido un ejemplo j,.;ra
ella nunca había dejado de mirar a la gente a la cara y a los todos sus futuros caminos. Llega un día en el que com!';--::!J.dc
sus sombras. Olvidar. Olvidar los primeros miedos: o~cur;;.dad,
ojos, de ahí que ahora no le a;:.ombranm en absoluto ciertas
rnirada.s. Las 1:-i,;;;rimas en los ojos de los que nunca habían cuando por la noche se atraviesa el umbral del mirador, )¡ay
llorado antes, la estremecían todavía más. un perro vagabundo a quien el padre ahuyenta regañánduk, Y
al día siguiente, o al otro, uno se coloca en el mismo ;ido,
Su primer parto, que fue por entonces, resultó difídl. El
niño estaba en mala posición. Necesitó horas d~ esfuerzos
amenaza, pero esta vez yn. :10 hay perro. El CúCanto h0. per-
·inútiles. Desfalleció, naturalmente, pero no Uegó a pensar que dido efecto. Empero lo más terrible es la mosca qne todo~ los
había sido inj"ust~1mente t-orturad~. Ni siquiem nodía agar:·:J-rse
días vueb alrededor de la lámpara, cu::mdo nos despertMJlOS.
I .a ·11;-l(l··-:: :'''Pcie ..__':;f::;l~~<ll'r.1.. íll·:idar.
l.l2
'-
ciudad, no se esfuma si se la observa detenidamente, tampoco
Ella, Christa T., no habría olvidado nada. TenJ:; :a opi-
se cae cuando la tocamos ligeramente con la punta de los de~
ni6n de que todo marcha bien si se llevan a cabo c:r: . :::os los
dos. ¿Pero qué es lo que se había imaginado? ¿Que nunca
trJb:<jos para ei. cuidado del niño_ sj_n pregunt~,tse .:::_:o=2e .se
lleg-ni:ía él momento de pone:::sc. serios? ~Que la seriedad no
han aprendido o el porqué de esa tranquilidad que se sienle
cuando uno se indina sobre la cama y respira el cáli¿o aroma es acaso de cemento y piedr::~.? Una gran casa haciendo esqui-
que despide el niño dormido. Fue un buen año, un ;:_ño cic na por ejemplo, U!J-a fila de ventanas en el primer piso con
transición, la pequeña casita no era su hogar pero vívf.¿n bien vista a dos caminOS vecinales que se cruzan 1 precisamente, al
en ella, navegaba.n todos en una buena corriente, cor: 12. ca- pie de la casa, un patio con un enorme castaño) la gastada y
sita y la niña; se convirtieron en una simple familia, c;.:...:e aún fría escalera de piedra, la horrible puerta marrón en donde
hay un nombre ... Quiere pasar de lnrgo, pero ahí: est<.'i puesto
no sabía dónde y cuándo atracaría y se tomarían, por Íi."1, las
cosas F::n serio. su nombre. DE' modo que pasa.
Si por lo menos no hubiésemos vivido luego tan ajusta- Cállate, Pequeña-A1ma.
dos, me dice Justus. Pues era evidente que no quedamos que- Lleva a la niña por un largo pasillo hada una habitación
darnos CJ.llí. .. Creo que esto estaba claro para los dos desde cualquiera, hay una cama, la acuc:tn. Estáte callada.
el primer momento, si bien hablamos acerca de ello posterior- Pasa por hs otiftS habitaciones, todas grandes y desnudas,
mente. Ni siquiera nos instalamos en un dormitorio decente. se acerca a la ventana, tilos, casas con paredes entramadas.
Ya viste su lecho, esa cuna baja detrás del armario. Qué amar- Aquí, pues. Se resiste. Cuando se da vuelta, Justus está en
go Jebió ser su d::spertar algunas veces. el umbral. Hace un esfuerzo. ¿Por qué no aquí?, pregunta.
No sé por qué él se inquietaba, o si realmente se inquie- Pero no es cierto que los lugC~tes donde se vive tengan
taba, pero pienso que su despertar hubiese sido mucho menos tan poca importancia. No se reducen a ser únicamente el marco
...,.triste en un dormitorio normal, todas las mañanas su primera de nuestras vidas, se entremezclan, modifican la escena, y a
mirada dirigida al mismo lugar, a! mismo armario. Se consi- menudo, cuando hablamos de «circunstancias», nos referimos
dera a sí mjsma una persona con perspectivas, con posibilida- simplemente a un dctermln<~do lugar que sin nosotros care-
des ocultas.
cería de importancia.
Quien ahora vuelva la cara, quien levante los hombros,
Christa T. no podía alegc' que no había elegido su papeL
quien se aparte de ella, de Christa T., quien señale con el
Por el contrario, en una de st:s esc¡_.iiaS cartas se denominaba
dedo vidas más import~mtes, más útil~s, no ha entendido nada.
a si misma, con ironía naturalmente: mujer de veterinario C1J
A mí me interesa señalm·la precisamente a ella. A la riqueza una pequeña dudllcl de la provincia de Brande:burgo, y aña·
que pudo abarcar, a la grandeza a la que pudo acceder, a lo
dió, también, una duda, como pnra mitigar su turb:-1ción: ¿Le
útil que pudo ser. Es decir, a esa pequeña y provinci2na ciu-
aprenderé? Cualquier caballo que aparezca, cualquier vaca que
dad de Brandenburgo que se levanta entre campos de patatas
tenga un ternero, representa para mí una catá:;trofe.
y centeno 1 esa minúscula ciudad de libro de estampas con
su roja hilera de graneros, la calle empinada que termina en No se desprende muy claramente de esta frase lo que e:r:
el mercado, iglesia, farmacia, alm.-::::én, café. Cuando se va acer- realidad quería decir, ya que en aquel entonces se ocu~tab8.
cando y descubre que todo es realmente así, Christa T. tiene Allí escribía: El juego con variantes se ha acabado. No lHiede
que reír, aunque no de un modo triunfaL La salida no es sin hablarse ya de cambiar :1 voluntad el escenario o de pcnna-
ern6arg(' ~:"'~ segura. Peo _:-!-:::, fY~~~" ;;:;. ..:imh,J -;igne ::.ix1"Jn 'lrl'' necer sirnplr·n1r:ntc cletds de las cortinas. Evistía un resultado

U5
134

-- a :z : z ,¿ d:ssiJZ. ... : : ; J& .d. ;__:


de cinco palabras, que era prec:.::.'J aceptar coma denominación
para sí misma.
Ante la pregunta, ¿qué qu3.':"res ser?, ahora tendría que
·responder-: deseo, diría, kvu.i,t.é:~-~·:.lc:- to-dos los· dia~- ·tempran-o
para dedicarme primero a la niñ2:. y luego a nosotros dos/ Jus-
tus y yo, el desayuno; quiero, r.-:3c:-ntras me muevo de un lado
f'
para otro, oír lo que él me eí:-::arga, debo estar al tanto y
localizar al veterinario del distrito; también a Justos, en cuan-
to reciba la !Jamada referente a los cerdos del campesino Ul-
XVI
rich de Gross-Bandiko\v. Quiero estar en la puerta ::cm la jarra
Pregunto a Justus: Así que ella sentía cierta inÍerioriC~ht
de café y entender sin ningún problema palabras como «Bru-
ceilose de las vacJS>>- o «establo_:_; sin TBC», además quiero Justus dice: Sí. Y después de un instante: No.
asombrarme todas las mañanas por haberlas oí¿o del mismo No dice nnda más, y es que resulta difícil o.cb.rar en que
modo que las oiré durant~ los próximos veinte años: sin sor-
sentido Chfista T. se sentía insuficiente, y en qué otro, pN
presa. Si~ diré entonces, las inyecciones han hervido, y la mu~
el contrario suficiente, quizás incluso superior. A veces pien:=:-11
que no sólo ·nos ha desorientado a nosotros, sino también :l. ~í
jer que ayudará a poner las inyecciones a los cerdos vendrá
misma, siempre lamentándose. Por ejemplo, el desorden qt¡o._:
pasado mnñana. Desde luego, no me separaré del teléfono,
¿estás realmente preocupado por los cerdos de Ulrich? mantenía en su hogar me parecía demasiado complicado cotn·-'
para ser casual. Lograba que una debilidad compensase " .la
Entonces bajaré por él al patio. Me sentaré en el coche,
otra; los de~cuidos los convertía en sorprendente improvi:-<l-
mientras que Justus calienta el motor afuera amanece lenta~
ción, y siempre teníamos la impresión de que al tc.:ar a.J:Il-
mente, y adentro aún está oscuro, y estamos solos. Justus
~ quier cosa, toJo iba a venirse abajo, cuando esto ocurría, i a-
pone esa cara atenta que tanto amo, y le digo en voz baja:
tervenía con decisión. Todo esto en su conjunto podría p.:Jt'C-
¡Un minuto más!, y él sonríe y me concede el minuto. Des-
cer algo sutil, sí no existiera, además, esa fatiga suya tan tnrl-
pués quiero verlo partir, subu despacio la cuesta, y hacer du-
rante todo el día lo que sea necesario, una cosa tras otra, como dora. En los últimos años ... Ahf está, no voy a retirarlo con~LJ
si mi trabajo impulsase al dí:", tal es Jo que siento algunas hice en alguna ocasión, pues son precisamente los últimos t~fiO!i.
veces. la 1-..:::mos visto síet::pre lanzada durante ese tiempo. Hoy Y•~
puede- preguntarse qué revelaba este cansancio, ent::::nces h~
Pero e] día significa una carga para la cual mis dos manos
iesultan a b larga insuficien~es. pregunta se dejó de hacer por carecer de sentido. La contcs·
tación no nos hubiera servido de nada, ni a ella ni a nosotr<i~.
Esto es seguro: Uno nunca puede fatigarse tanto por aqndle
que hace, r~mo por aquello que no hace o no puede hacer~
Este era su caso. A la vez su debilidad y su secreta sup~;;;r io~
ridad.
¿Había cambiado?, pregunté a Justus.
¿Te refieres a ... ? Sí, dice él. No la hubieras reconociGc:..
Y .. ¿Ha sabiúo ... ?
~:e' l0 .:;é, t.J:u~ N111v:a vnt\·!t:::os :" J::1b!:'.:· sohrc ese :1sn11' r1
!36
i ~~;
Sin embargo, es ex::éo::') que no preguntara por -~~=- nirlos. I\1 quíer ímagJ.::.:..:::lOn. Que no ocurriera nada notable le parecía
una palabra, ¿puede:: .:.:-:. aginártelo? excesivame:-~:-e. ~.'{traño. Y su sensibilidad intuía lo peligrosa
He visir~ las -dos c::::::-:c.s, la5 tcügO -o.qUí. Sübrt-~: 2.zuks c,,,n-· que "puede'· :::.~·3:·ü- a se-r la segaridad.-. La no"pe1igrosic1ad. de b
ventanitas de celofá:-:, ::·..-:s últimas cartas a los t!--;; hijos 1r.L:- mujer del 2:::::::-;:ista, a quien ella, la taza de café en la mano,
yores, cartas qne no _;:,-_-Jieron leer. Recortó con papek~ ele debió mirar de hito en hítu durante largo tiempo. Entonces
colores peces azules :: =--~·r;rrs amariilas, y diseñó cc::t ellos u11a se levanta, se desPide, se va, con la espalda 1igt>ramente tiesa,
especie de viñeta sob:~ Jas blancas hoj~s, luego ¿;bujó lett<:ls ¿o se equiYoca uno? Mira otra vez desde la calle a la ven-
graüdes . ..Jaras, escribi:. sobre ]a primavera y el verano, pues tana, en la que Christa T. está, sonriente, como aquí w.mca
cuando enfermó 2::<:. ple-:-::0 invierno, biela y fúo ct..::ando mu- se sonríe. l:1 mujer del eler.tista y la mujer del director 2el
rió. ¡Cómo me gusta:ia ahora ir a patinar con vosotros al coler;io no sJ.':;rán explicar a sus maridos por qué la mujer del
lago! Se habla sobre s:-::-mbras de !:lll>tflitus y flores, de apren- nuevo veterinario no les agrada, y a nadie le extrañará, pues
der a nadar en el lago. Los sobres en los que vuelvo a meter no puede describirse una sonrisa. Será suficiente, en este caso,
las hojas amarillean ya en los bordes y están estropeados. De- mencionar que la mujer del dentista necesita más de un día
volveré las cartas, qu:zás sus hijos las quieran leer ahora. para reconstruir su ordenada vida contra esa sonrisa, para con-
¿No volvió a preg-untar por ellos, dices? 1 pregunto a Jus- vencerse a sí misma de que es un ama de casa respetable, y
tus. que tiene su lugar en la jerarquía moral del mundo - y no 1
Ni una palabra, dice. Durante dos, ttLs semanas ni una ~,ecisamente, el último. No dice nada malo sobre Christa T.,
sola palabra, hasta el Enal. se trata de una mujer benigna, Ü1capaz, además, de encon-
¿Crees, digo, que mantuvo silencio para no flaquear? trar una expresión exacta para describir sus s(;ntimientos. En
Ella era débil. Quería ocultar su debilidad. otro caso, seguramente hubiese tachado a Christa T. de «poco
~
Esto es, precisamente, lo que yo llamo fuerza. seria:.:-. Y, en su interior, cuando recuerda una determinada
Hablo sobre ella. Sobre su debilidad, su fortale~a; así va· mirada de Christa T., llega incluso a calificarla ele inquietante.
mos Qcostumbrándonos lentamente a su muerte. Una barrera Sucede que para muchas personas el asnmbro resulta in-
contra el tiempo, que me parece hostil, aun<}ue, en vctdJcl, quietante. Uno no debe, en especial cuando tiene invitados,
es tan sólo indiferente. El tiempo no necesita actuar, se aproxi- observar su propia ca'sa como si le fuera .extraña, como si los
ma simplemente, procecie a deterictar el límite que se k ha muebles en cualqui~r momento pudieran llegar a tener piernas
impuesto ~ ella, a Christa T.: su tiempo se ac:1bó, y únicamen- y las paredes agujeros.
te queda el nuestro.

l
Después de todo, la m>.1jer del dentista, la mujer del di·
úlvidemos lo que sabemos, para que nuestra vista no se rector de escuela, pueden quedar al margen, pueden murmu-
nuble. Envejezcamos como ella (:nvejcció, -t;:~.l como si dispu- rar, o ser magnánimas y callar. Nosotros, sin emb:•rgo, no po-
siera de un espacio de tiempo interminable. No como si se demos permanecer al margen cuando la situación se presenta
tratara de una trampa, que se cierta cada día un milímetro difícil, y tenemos que murmurar. Para elio existe, como casi
más.
1 siempre, más de una pasibilidad, aunque el m2rco sea fijo y
El asombro que Ie producía su situación, lo conocemos. poco dúctil. En primer lugar, están los testimonios, nuestra
En los últimos años aumenta hasta lo indecible. E! hecho de escasa cor~espondenda de aquellos años. En segundo h1gar,
que torlo pudier:'. ser tal y como se lo l1nbh _im~Pinndo -pu-::". hc~~r ~ueltas acerca ele sus hiim•. Pues cuando Anna tenía tres
-lesrl'? l'_:Cf.:,O. !1~ e~¡ ~:n_. ~u;¡,ILL.;_t- '--·· -.!ha 1Jo .. encím.: de cu;ll anos, nació Lena, corr:. 1J~Lu_.mu_.~c ~:~_,¡¡i•L: a su !:.-o:r~n.>.:-;~,· m~ . -

138 139
m~s que la superficie de los acontecimientos, denomínnda con
rena, delicada y sensible. Sí, siempre he lamentado el desor-
ligereza, verdad, tan sólo pd,brería.
den y negligencia de su legado, ¿qué puedo decir ·ahora sobre
De pronto, paz se convirüó en una pa-labra que debía \'3-
ese f!I1V01Lo;_io de 1J.ojus? Como :ci a lo largo de tantos ai'bs
ler-; razón, pensábamos; ciencia: la era c¡entífica. Enton~es sa-
~o hi.Ibiese tenido 1-mnca, al alcance de la mano, un cuaderno, líamos por la noche al balcón, para ver durante unos ·minutos
un block ::d menús} sino, siempre, sobres, facturas, notas/ pa-
como la estela de una nueva estrella recorría el horizonte. El
peles ya usados que encontrab::t en el escritorio de su marido.
descubrimiento cíe que el mundo, liberado de férreas deJini·
La tercera posibilid::~d de acercarse a aquellos años sería ciones, se abría para nosotros lleno de posibíiidades, pare:::ía
el simple recuerdo. Parece fácil verJa de nuevo, Chrísta T., que nos necesitaba, aun con nuestras imperfecciones ...
subiendo la escalera, al bt8ZO un bulto envuelto en mantas Pensaba que uno debe trabajar su pasado tant:J como su
-Anna-; ya desde b escalera nos dice que está terriblemente futuro, al menos esto leo en las notas que tomaha sobre di-
cam:ada, y a pes.ar cie todo nos quedamos ahí sentados hasta venas libros. Sé que tenía penscdo escribir algo sobre esto,
entrada la noche, aunque yn sólo nos queda pensar en el em- pero debido a su cansancio cntermizo y progresivo, no ha sa-
pleo del tiempo. - Esta sería la imagen que veo. lido de estas notas, y e~ realidad, no estoy segura de que se
Todo indica transición. Tal y como es, no permanece. Los hubiese impuesto las nonnr>,s que, sin pestañear, señala ahl.
signos que se bJrajan son ptovisionales, si se sabe esto, está No es que ella esperase que todo fuera perfecto, pero quería
bien. Sus cartas, esporádicas y escasas, superadas, desvanecidas, que todo fuese nuevo y frt:~co, nada debía ser vulgar y morte-
y el ligero tono de-inferiorlJ¡:¡d que se insinúa, nunca tomado cino como en la realidad, debía h1ber algo nuevo, y no siem-
realmente en setio . .Estas notas, tan sólo una promesa a sí mis~ pre lo mismo, en algún tiempo y lugar. Originalidad, anota;
ma, reflejo de una costumbre a la que ya no _1->oriía renunciar. y añade: vendida, por cobardía. Quizás en la vida, escribió,
Nuestros cortos encuentros, pretextos, tan sólo pretextos para puedan suavizarse ciertas cosas. Aquí no .
.to el momento en el que realmente habíamos de encontrarnos. El tiempo feliz de la antigua ingenuidad se había malgas-
Ya no se prescntnn imágenes firmes. Nos acercamos al bo- tado, lo sabíamos. Arrojamos el vino que quedaba al manza-
rroso marco del tiempo presente. Lo que no SE. ve con claridad, no. La nueva estrella no se había dejado ver. Sentimos frío
quizás pueda oírse. y entramos, también entró la luz de la luna. Sl~ bija dormía, se 1
La oía (~-:-..:::ir: No nos vemos. acercó a la cama y la miró rlurante un largo rato. No se puede
La o~;o tltorment<.rse. La prueba de lo que fue, aquí de- tener todo en la vida, ya se sabe, pero esto, ¿a quién le con-
bería estar. Afán por hallar sentido a las cosas, por interpre- suela?
tarlas: No nos vemos. Quizás puedan suav:zarse en la vida cie1 ~JS cosas .. _ Pero
¿Pero qué imrorta? cuancio estaba sola, cuando estaha en la !:merta de su cass., y
miraba al largo pasillo, y el silencio quería apresarla; grita-
Ella insistía. Tenemos que saber lo que nos ha :-ncedido,
decía. Hay que averiguar lo que a uno le sucede. ba: No.
Siempre que podía se iba con su marido al campo. Su cm-
¿Por qué? ¿Y si nos entorpeciera?
tigua avidez por ver rostros, por ver la verdadera expre~~ór.
Pensaba: no _podria nctuaE·~ sorda y ciegamente, a no ser
de éstos cuando reciben una buena o mala noticia, cL.;:mdo se
que se fuera sordo y ciego. Estaba a favor de la lucidez, el
irritan, tornan una decisión, dudan, titubean, comprenden, se
conocimiento, pem no creía lo que muchos pensaban: guc
controlan. Se olvida de sí misma ante J:1.s carfls excitadas de
para ello no ~e nece:it·\1 n:1rla rr_'::' c~c•c LLJ !'ven '-k. ",~Jnr, ·~::G_,
140 14 L
los campesinos. Justus tiene gue entrar en las casas. ¿;)mcera- vedada la ilusión de pensar que aún tie:1c. /;0 5·._;yo entre 1o5
rnente, gué opina el doctor sobre bs cooperativas? Justus po- brazos. Suelta :1 h niña, se deja obserY~n· ro: e:~.~. Luego salen,
set recetas: producción de leche, carne de cerdo, trigo. Chris- a los campos, el camino está reseco y qr:c'.::.~~~i:::u. es verano.
Se si_:;.tttn en un prado cubierto de h:crb~o. h' ...:c~do por un
t~f T. cümprcl1dió: hast<·: ahora mmC<-; ·se: -·]es habia exigido -ran:
,:,m ro ba1' o. Aona s~ sube a una seo-'ad0r.1 \:. . . Chá;:ü T. h
l
to, 1Jl1 pnso más que rebr~saba h frontera que hasti ahor;: o
mira, allí :urib8, sent8da, balanceando bs p~~:n.:s. ~;.r,te 1..111 fcn-
1
tenLm fijada. De vez en cuando s~ atrevía a decir ciertas co-
sns, pero sólo a las mujeres con las que se sentaba en la co-
cina, y gue drJban leche a Pequeña-Anna, lanzando al rnismc
do nzul y verde, lum:noso y somb1ío. L1..:2;) t;·_;nPr. que es-
capnr, se :Icercan unos nubarrones 1 no lo cc~sigucn. Desde u~
1
p:~ncípio la lluvia ene con fuerza, a los diez p:1sos están "totfLl-
tiempo un viejo lamento; quejas sobre sus vidas, entremezda-
d~1S con acusaciones; y algunas veces estas f'"'lJjeres hacían una mcntc emJ?S?Jc:bs. Se secan mutuamen~(; b c~:bc.zn, se sientar. 1
dpicb pregunta mirando c:e sosbyo hacia ia puerta: iQuién juntas en el sillón grande y beben ClC10 ol:'.'ntc:, 3ÚD no }_a
va a pensar en nosotros, ay: eso sí que no me lo cr~o, eso no oscurecido, tflmbién ha caído grani:w. lvbdre. dice Anna, aho-
se ba dado nunca, sería a.lgo total::ncnte Euevo ... ! ra te voy a contcu- un::t cosa. En re:Jlid.d~ mentir es boni-
Existen ciertas personas, decÍJ Christa T., que sienten cu- to1 ¿ro?
riosidad por experimentar este tipo de novedades 1 y hay que Por la noche Christa T. arranca um1 hoj·,l del libro dondt::
aproveclwrse de esto. Cunndo regresaban, el trabajo estaba se llevan las cuentas de la case.. Viento y so!) ~scribe. Atrás z~;
hecho, se detenían donde ella quería. Subían a una colina y fila de tejados gris y rojiza, monótona, -de lt1 pequefla ciuda¿
miraban a su alrededor, o bien ibcm a una vieja iglesia 1 o ella Los pequeños jardines que remueven 1: siembrrm: ahí deb~n
pedía a Justus que le explican¡ h situación económica de los ir judías ahí pepinos, aquí quiere tene-r lü tía sus -::_anahoriaL
1

pueblos y le contara historias sob·e Jos c:1mpesinos a los que Cuidadosamozte se gira la llave en el ccmdado de la puerta.
acab,Iban de visitat. Ella pensaría, seguramente, que él la es- Frente a esto el camino seco, el murn bajo, Pequeií.a-Anna en
taba complaciendo, e incluso temería cansmle. Pero él nunca la máquina segadora. Colores: rojo) azul, verde; y se lee: no~­
hubiese llegado a conocer tan rápida y profundamente su zono. talgia. Logra advertir !les colores en nostalgin. Siempre ve::-~
sin sus pregutüas. C1erta vez, ya en~~·ado mayo, se sentaron a 1a niiia cncimft de b máquina, aunque p:~.t<1 ella haya si&=·
el sol en unJ calle cualquiera -:Jo era aquel precisamente so1am~.:nte un pretexto. O precisamente por e-so: es tra11s(:a-
el rincón más bonito, "TI<.Ís bien se trataha de una de las p8r-- rcnte, y sin embargo concreta, exacta 1 sin ser nimia. Si l1al::l~
tes más pobres, sólo qm: Jquel día la luz lo embellecía -::!e una anhelado contmuic1:1d, tan·J1ién quería experimentar que la ccn-
manera especial, repentinamente sinüeron que ya no querían LÍ nDidr!d es perece_Jera.
irse nunca más de al!í. No lo dijeron, pero ambos s~bíJln que L:1 historia del tr<1po que Pequeña-Anna le cuent:l. l_;;;
lo acab::\ban de pensar. trapo amarillo con borde rojo que tenía tma madre como iod:,
e[ mundo) pero una ve:: su corazón dejó de latir, y se :?:urü;
Pienso que por aquellos años comenzó con sus 8puntes
acerc1 de la casa, un juego 1 n<ld:1 más. Un juego de esos que Jj¡zto~~ces el trt~po tu1)o qu(.' e11terrar a la madre, y &esde CR-
pueden dominarnos. /(Jnces hacerlo indo solo 1 incluso cocinar. Y, !Wturaimeule~ j(•
Madre, Ji ce Anna cuando despierta, ¡ahora nos miramos quema tm dedo y ni siquiera puede atarse el babero, ni se JJ-
tc.'r:oe tl la mesa, tampoco encuentra ningú1z caramelo en l1r ¿~~­
1

como dos cxtr<lñas! - ¿Tan pronto?, piensa Chri~ta T., aún


no quiere reconocerlo, abrna a h niñn, ven, quiéreme, como ¡;ensa -110 sabe hacer nrida de nada. Entonces salió volcu¿..
,..,,¡' ucnta/J, r"a !rmri brillaba, lll lechuza ya estaba c~J (,
tod~ts bs madres ahoga su distanr-i: Cl1 el ~~bra~o, ncro le csd f;1
l.-:
142
ciclo. Pasó un gt?!o por allí, tenía en cada mano una huevera, segmo que :lo existe nad?. que por lo menos no haya visto. Si
como los gatos de Berlín. La lechuza se fue volando a la láJH- las orumst~tncias lo exigen, dlbuja el interior de una vaca
para, r:l trapo tms ella, prro .entonce-s i!('g(; :m_ cenicero-· vo-· · i· ·prtíiú.la sobre el t:~blcro ele. una .rré§ú: para qu~ todo el mundo
lr:mdo en el que habia escrito en letras blancas: E~te es ti!! f pueda ver lo sc~cilla que \"S una operación semejante, y con
cenicero malo. Ento::ces el trapo tuvo mied~ y se fue volando l mc'is razón cap el talento de Justus. Él mjsmo, Blasing, ha
con la madre. E;ttonces su corazon comenzo a lai:r de nuevo) visto cómo traía ternerc; al mundo, a ¿l no es tan fñcil sor-
se fueron juntas a casa, y la madre ha cuidado de que ya no
vinieran más personas malas... 1
¡ prende,le.
CbtistG. T. no tiene la intención de sorprencierle, escucha
Nada añadido, escribe Christa T., escrito textualmente, ¿se- su ágil manera de hablar; los acontecimientos de los pueblos
rán todos los niüos poetas? de toda la región, que conoce como ninguna otra persona, se
Siempre existe alguna coacción para <1partar el lápiz. Olr co.r_vierten de pronto en anécdotas y chistes. ¿Que la profe-
música, muy 2ntigua o la más moderna. Alimentar en uno sora de B. ha querido suicidarse? Bien, pero lo dispuso todo
mismo el peligroso Jeseo de perfección pura, terrible. lJecirlo de tal forma que su prometido tenía por fuerza que encon-
todv o no decir nada, y oir, inequívocamente, en su interior trarla, la muy pícara. ¿Que al contable de las propiedades del
el eco: no decir ~ada. Cerrc..r el cajoncito donde se amonto- pueblo de S. le han caído dos años de cárcel? Sí, ¿pero quién
nan los papeles. Cosas inacabadas, trabajos defectuosos/ toclo pasa o:~ ser ahora contable? ¡Su hermano! ¿Y para qué bolsi-
queda en eso. Tiemoo. desperdiciado. Al atarceder está de llo va ,, trabajar, eh? El viejo Willmers ha muerto de cir:o-
nuevo cansada. En el último año esta fatiga que a veces cen- sis. Él, Blosing, ya lo sabe, peto mejor. En el hospital no
surábnmos~ debió convertirse en un terrible cansando de muer- se dieron cuenta que tenía perfora~..:il'ín de estómago, estas
te, y contra él se reveló con fuerza. La enfermedad se acer- cosas pasnn en todo el mundo. Ahora lo encubren, todos es-
caba~ "r:rl.uctora, en forma de cansancio. Christa T. debió sos- tán confabulados.
pechar que se trataba de una trampa que ella misma se ten- Cuando se escuchaba a B1asing, todo el mundo estab~ con-
día, decidió no caer en ella. Se levanta, como siempre, cuando fabuLldo con todo el mundo, y así eswba bien_. quien no lo
termina el disco; se prepara café cargado. entiende peor para él. Que si es verdad, le pregunta Chri::;-
A esa hora solía ir Blasing, y ella lo recibió amable. Se ta T., que auiere separarse, dejar plantada a su mujer <:O :l.
frotó las mann\ cogió el disco, ¿algo nuevo?, acercó el sillón los tres ni ::'íos ... Blasing levanta las m~nos. ¡Lo que habla k
a la pequeña mesa: ¿El señor marido sigue aún en la pan?.n gente ... ! Y añade pens-ativo: ¿Quién sabe lo que aV11. le puede
tÍe alguna vaca? pas<H a uno? Siempre bay trenes que parten, y, ¿quién sabe
Bt:2no, ella ya lo conoce, adivina sus intenciones, pern est[í dónde y cu3nJo vnmos a torm.rlos? ¿O cree usted que Blnsin,g
contenta de poder decir a alguien que está preocupada. Ilacc
se hunde?
tres días Justus operó, por p!_.!mera vez, a una vaca q:_:e estaba Pero ohí llega el jefe.
a punto de parir. Dos clavos y un enorme peL1azv de vidrio Bbsing ernpie7.<1 a co1oc<Jt las figuras de ajedrez. Justus trae
en 1a panza, ahora apenas si viene por casa. Todos los sínto- vino. Nmb de ajedrez. Estoy muerto de cansando. La vacs
mas son Íavorables, pero ¿qué hubiera pasado si sale mJl su ~e ba s:~lv~1do. Ven mt1ñana a verla.
primera operación?
Bueno, dice Bl::1sing. ¿Quién tenb razón?
Hace rr:::y bien en hablar con Bbsing sobre todo esto. Q,_,¡_
z:~~ "t1o e'·ish n:1da quf' hay-a ¡,~._;,., reain ...J,!e ... u ~·-: ' ;(:.1, p~¡- ·
1

lH H)
1

~
,;'"'' ·,•i•IC (,[¡¡'
XVII

Ser uno mismo, profundamente.


Difícil do lograr.
Una bomba, una conversación, un disparo; el mundo pue-
de cambiar de aspecto. ¿Y dónde se queda ese <mno mísmol>?
Un hombre como Blasing ba comprendido a fondo todo
este engaño. Sabe que no vale la pena pagar una y otra vez
con uno mismo. Y aconse.~J. a todo el mundo poner en circu-
laci6n moneda falsa, billetes falsificados, como decimos noso·
tras los ladrones. Nadie te puede demostrar nada, y tú mismo
puedes quitarlos cuando quieras de la circulación, rápidamente
y sin dolor; falso amor, falso odio, falsa participaci6n y falsa
indiferencia. Además, por si usted aún no lo ha notado, pa-
recen más auténticos que los verdaderas, y se puede aprende[
a administrarlos según L necesidad.
Él se crela en el deber de ahogar la intranquilidad que
había invadido a Christa T. El tiempo pasa, Blasing, le dice
ella, a quién si no iba a derírselo. Es,.::. es lu mejor que podía
hacer, y si no lo hiciese, tendríamos que sugerírselo.
Pero he de volver 2 aquel dí<1 en el Bá]tir:o. A la enorme
pelma roja y blanca que el viento empuja delante de: ella.
A sus ágiles movimientos, a las cálidas miradas de Justus y
a su <{echar para atrás la cabeza». A su s:Jnrisa que induda-
blemente nunca describiré, pero que wmpoco nunca olvidaré,
Estaba muy tostada por el sol, le dije: este ha sido segct2·
mente tu verano, ella rió con sus dientes blancos en pl rostro
moreno. Justus b cogió Jel pelo, tan corto, y la besó en la
boca delante de todo el mundo. Elh se lo tomaba todo en
""-uu 1--~L:: rcin aJ lUl~'!lO tic;npo. ;> ::1 :">l_lCdO net "'1] mita2:L
1

147
ciudad los bidones vados. Se limpia un trozo de playa, "'
Por la noche, en el hotel de la playa, llevaba puesto tm nuestro lugar para bañarnos. Anna y Len::t durante el veu.r.-.'
vestido blanco -¡no puedes imaginarte los años que tiene\,
andan desnudas.
dijo, pero sabía perfectaments q1.1C' aún pecHa us~trlo d1.:rante ·caSi Puedo hacer el trat~jo yo ·sOla;- la casa está -basty;: ,_.
mucho tiempo. Al rato, comenzó a escribir sobre una servilleta bien distribuida. El arquitecto me la dibuja tal y como ".
una serie de números, unos debajo de los otros, los suffió, y
cuando quisimos saber lo que hacía, nos di}o totalmente en digo. ,¡
Tienes práctica en J"=vantar casas, dijimos, realmentt:: !~-..'
serio: la casa. Involuntariamente debimos levantar las cejas¡ puede J,~cerse ya mucho, ya conoces cada clavo ...
entonces nos aclaró los números: el sueldo de Justus, el cré- Cada clavo y cada paso; y lo creas o no, a veces, inc1u~.._,,
dito estatal, el presupuesto para gastos, la forma de p$gar los
me be despertado alli dentro.
plazos, el tiempo en que se liquidan las deuda,;. Miramos a No nos hacía mucha gracia la idea de ser propietarl,,:::.
,Tustus. Confesó que se trataba de una idea de ella y que te- ¡PtopietMios de una casa!, exdarúábamos arrugando la 1~;1r:.:·.
nían cuadernos enteros llenos de croquis de casas. ¡Pero quién
Le dije en voz baja: te en~crrarás.
se ocupa hoy en día de semejantes cosas, dijimos, algo tan
Sonrió y dijn: me desenterraré.
difícil!
Esto no lo entendí del todo.
Yo, dijo Cbrista T. f'.Tinguno de nosotros era supersticioso, ninguno tocó m~1"
Sacó unos croquis de su bolso y los extendió sobre la dera, nadie la pidió que silenciara sus sueños, que ocult:l. r~~
mesita redonda de mármol. Entonces vimos por primera vez sus ilusiones. Bebimos una botella de vino brindando por "'
«la casa». Todas sus vistas, todas sus habitaciones, cada pared casa, luego una segunda. Dios mío, qué hermosa casa sohtt.•
y cada escalón, y no~ dimos cuenta de que ya existía, y nadie la colina junto al lago. Dios mío, qué bonito el tejado ,1,.,
tenía derecho a derrumbar esa ilusión. caña; y qut proporcionada, ni demasiado grande ni dcnu-
• ¿Pero d6nde está?, quisimos saber. También tenía un enor- siado pequeña, y qué práctica, perfecta en su estilo, >r qué
me mapa del distrito. Cbrista T. recorrió con su dedo índice bíen emp-lazada, en el corazón de unot vieja región ganackm.
la carretera. Llega hasta aquí. Dio la vue ha por un atajo. Es Justus ya empezaba a imaginarse una fructífera producci()n
muy mal camino. Apareció un pueblo, terrible asfalto. El úl-
timo tramo, hasta subir la colina es realmente encrespado. de leche.
De pronto tode~ nosotros la vimos allí, su casa, nos dimm:
Y cuando terminas de r~correrlo 1 de pronto aparece ante cuenta que tan sólo había que imaginarla, y ahora e~tnba nllí.
ti el lago, no puedes imaginarte la sorpresa que te llevas. El
Ella la había creado de la nada.
enorme, solitario lago. A !a izquierda y a la derecha tan sólo
Cl1rista T. bebió más que de cosutmbrc, la sacaron i1 h1it1~·
prado:: y árboles; detrás de ti can:pos de r2tatas. Con los prl.;-
de las mesas vecinas, todos habían visto cómo habíamos esl :~­
máticos puedes ver en la otra orilla los rojos tejados del pue-
do haciendo planes, y se habían entro~:netido con advertenci01>1
blo. A lo largo de la orilla hay álamos, crecen rápidamente
y consejos, se proporcionaron nombres de obreros, y Ch ri ~­
y sirven de reparo al viento, ¡no sabes el viento que hace allí
ta T. aceptaba todo agradecido. Bailaba con cualqlllera, al fi-
en invierno! En la parte orientada al lago necesitaremos cris-
nal, incluso, con el pequeño y gordo asesor de impuestos que
tales dobles, dos ventanas gignntescas, la tempestad acabaría
había visto a más de uno empezar audnz y orgulloso a col1f,·
con unos ventanales normales. Desde la cocina puedo ver el
truirse una ca:><l, para terminar en su oficina cnbizbajo y h'.1·
jardín, que yo misma cuido, y el extremo :xcidental del lago. ., 1
Tn1ov'.::.
Cori!1~rucs cot. nrD!:rtnc. h.s~us "'" -=-~rarea Jt. ,~<1mUiar ..:r L.~
¡..¡t,..;
148
1

La casa se construyó. Pero pueden contarse las noches Me acerqué a la puerta que daba al exterior.
que durmi6 bajo su techo. Aún había que poner cemento PD el lugar previsto para
Se oL:mtaran las álamos. Crecieron tanto que Justus pensó la terraza, hacia donJe uno m~i«Se había escombros, trabajos :;~."',
eil pod;r·--las iamas más cercanas a Lis venú-nas. · ·
Ahf está eJ lago, tranquilo y suave en verano, sal~aje en
- ·
1 inter!-t:rilpldos. Sa1í nfucra. De p1:omo me é!i DJenút que :-:asa
ahma no habfa comprendido por qué el1<1 queda vi\dt aquf '.' -~
'

otoño, blanco y helado en invierno. He visto ponerse allí el p:;r::: qué )1abía construido esta casa. Me sentía más matEVÍ- ~
sol, ella estaba entonces a mi lado. llada que perpleja, pues por fin estaba claro y ere, asombroso,
La orilla está limpia, y en verano los tres niños se bañan 1
i pues toda esta casa no era sino u:Ja especie de instrumenta
continuamente. Andan por aL! desnudos, pocas veces se pier- que ella quería utiiizar para unirse más íntimamente :on La
1
den por aquí gentes extrañas, vida, un lugar en el que confiaba, pues lo había cread:) ella
Desde la ventr~na de la cocina he visto su jardín y el extre- misma, y desde el cmd podia enfrentarse s ClJalquier cm a.
mo occidental del lago. La cocina ·estaba muy desordenada, al \1 Seguridad, sí, también esto.
parecer tras la muerte de su mujer, Justus no enccntró a nin- 1
Aho-::-a que ninguna opinión mís podría cambiar nada, ya i
guna mujer que lo ayude, y ya se sabe que él apenas si tenía
que todas las opiniones se han aetoeliminado y se han 'JUC~':o "

tiempo de recoger. Cuando puse en su sitio la vajilla, reco-
superfluas. Me preguntaba qué otros formas ele vida se le hu-
nocí la disposición de los armados y estanterías que ella había
biesen podido aconsejar. Tantas veces como he pensaclc lu;:go
ideado. He dormido detrás de la cortina de flores que ella ha-
sobre este asunto -no existe otra mejor que la gue el~a rr.is·
bía elegido para los dormitorios del piso superior. Por la no-
che me desperté y oí cómo las ratos hacían de las :;uyas arri- ma había elegido. Sé que junto a una de las grandes ventanes
ba, en la buhardilla. Existen medios contrc ellas, se las puede estaba previsto un pequeño lugar de trabajo p:ua ella. Qulzi.s,
ahuyentar. dijo una vez, quizás venza aquí mi maldita apatía. Así lo ele-
·- A la mañana siguiente, en la biblioteca del cuarto de estar, nominó.
mientras recogía los ~:bros que había enviado a Christa T. al Las dificultades con las que se encontrnba nubbbt=n Ja
hospital, sentí un estremecimiento, y crei ver una sombra a esencia misma del problema. El dinero resultó más escaso Ce
mis espaldas. Tuve que reprimirme para no volverme rápida- lo que habían previsto, y se desalentaban a menudo creyer,do
mente y sorprendP.tla sentada allí en su silla. separada de mí, no poder conseguir el mate1i~1l mínir11o para seguir a:lela~1e
pues en les últimos tiempos se alejaba cada vez má, y tam-
poco se dejaba fotografiar -tal y como estaba sentada allí
con su cha']ueta verd.:: 0~ puMo, r. pesar del verano. Sentía
frío con faciíidad.
:::on la obra. Siempre que ...:urante esto<: dos años hadan ...:r: OJ]to
en nuestra casa, venLm del mercado, donde esperab2n enccn-
trar lámparas o muebles o pic1portes. Siempre teni:u: ;cr:sa,
siempre estaban amenazados por una definitivfl Lnterrupción. de
t
Aguanté y no me di vut>l.ta, al menos no inmediatamente, y la obra. Una vez, ya caída la tarde, cuando les acornp::1ñamo3
cuando lo hice, ya no estaba allí, tampoco había ninguna a su coche, Christa T. me pareció más desilnimada :¡_ce ele
sombra y n~ vi en todo el cuarto ni una sola foto de los últi- costumbre. Traté de animarla. Justus, que se encont:.-aba de-
mos tiempos. trás de:: mí. me hizo una señal suplicante y significativa_, le m::.-1§
Los niños, los suyos y los míos, gritaban fuera. Un co- expectante, Chrísta T. eludió cualquier posible part.icip:aÓÓI"1
nejo se había hecho una Lúdriguera e>: la expbnada de la con un<1 alegre observación. Yo no entendía lo que sucedíJ,
casa, había que C<17.<1'-!o y rrw·~:~brlo a n_]g{m otro Iur::n· ::;nbiernn ;~l rache, quc(brnos én vernos otro din, y, .:amo s~em-
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pre, dejamos para la próxima vez la conversación que se im- Comprendí que me metía en el mismo ssco que a los de-
ponía. Se marcharon. más, de forma gratuita -¿con qué otros? ¿Justus?-, p~ro
Eran escasas las pistas pn::.1 descubrir lo que ocurría. Red- dije únicamente: sí, estás hecha par.a eso.
mente se intenta pocas veces entender de verdad lo que F= ve
o se oye, lo que otra persona. dice o silencia. Mr:' telefnoeó' unas
Guardó silencio durante baúantC tiempo, luego dijo b:lJs-
camente: Ya sé. -Como dando la impresión de compre:1&:r t
:-.Cill::tilas llÚS tarde, cosa que nunca hacía, y esto me sorpren- el motivo por el cual yo le hablaba aeí.
dió y agradó al mismo tiempo. Después de hablar durante un Las pausas se hicieron cada vez más largas. Finalmente ójo
minuto, después de habernos dicho lo más esencial sobre nues- algo ;::3Í como que ya no sabía qué he.cer, luego colgó rápida-
tro trabajo y la salud de los niños, cuando se hizo un silen- mente.
cio, entonces me preguntó: ¿Qué es lo que quiere? Lo que la asustaba no era, por supuesto, que estas cosas
Recuerdo exactamente sus palabras: Hago to'"llerias, dijo. suelan suceder 1 sino que la gente pensase: lo norm<1l.
Justus llevó a casa al joven guardabosques. La serlucc:iór: 1 .;
Pregunté instintivamente en voz baja: ¿Estás sola?, como

j
si me imaginara 'lué tipo de tonterías quería comunicarme. si es que puede hablarse de ello, partió de ella. Él no ],abla
Si, dijo. conocido hasta entonces una mujer de esta clase. Reacciona nf.-
Ahora no recuerdo las palabras exactas que ella empleó, y turalmente; y no lo hubiese podido hacer mejor de haber tra·
no creo que deba recordarlas. Me dijo que se había enamora- zado un astuto plan. Durante el baile de los cazadores, cu::11dc
do de otro hombre -enamorado, creo, ¿o cómo iba a haberlo bailaron juntos 1 la abraza, al día siguiente le manda u1 co·
dicho si no? Un amigo de caza de Justus. nejo. Aprovechando un momento libre pasa por su casa pa1~
Bueno, y esto era todo. ver los libros de pájaros. En voz bajn, pues los niños doec·
Una novedad más tan sólo. El asunto -ella dijo: el asun- men, él imita las voces de los pájaros. En otra ocasión COiOC"--
,. to- se le escapaba de las manos. una mano sobre su hombro. Después de todo esto, ella pLede
Aún recuerdo, que por un momento, creí entender lo que pasarse una hora entera junto a la ventana, esperando gu~ ~L
en los últimos tiempos, tanto me tabía intrigado, aunque no pase por allí. Y cu:.:!r:.do pasa realmente, cuando :nasa pcr de-
'}llería reconocprlo, dije rápidamente: !vi adame Bovary. bajo de su ventana, mira hacia arriba y se quita el sombrer:J.
Nada nuevo para ella, pero ¿de <J.Ué le S"'tvía? ¿Quería Y entonces ella se tiene que apoyar en b repisa de la venta-
simplemente hablar, poder hablar por fin, o quería escuchar na. Se tiene que sentar y coger su cara con las manes. s~
realmente mi opinión? Acaba con eso, dije, una cosa así nunca asusta de lo f1ías que están sus manos y lo mclient::: que est3.
termina bien. su cara.
Pero, ¿qué significa «terminar» en sewejantes affaires, y Desearía que esto se acabase) pero no puede, ¿cómo de~eat
cómo hacer lo que se debe hacer y sin embargo no puede ha- que la vida se acabe? Sabe que Justus es muy propen'o d
cerse? >1batimiento, que puede enfurecerse, tirar la mesa, irse y vo~·
¿Lo sabe Justus? ver más tarde a casa, Es capaz de no abrir 1a boca clutar:ie
Naturalmente. días. Ella sin embargo no puede hacer otra cosa que obseJYar le
Entonces me asusté. Krischan, dije, no sé lo que prcLendcs y luego, cuando se ha vuelto a ir, hundirse una y otra -vez:
de mí. Sólo te puedo decir: No puede ser. en ]as peligrosas, ilimitadas fantr~sías. No ha intentado JX'r.t~

'
¿Y por qué no?, preguntó agresivamente. ¿¡\e~ so crPf.is en claro nada; embellecer o disculp<u 118(b, A veces, cu:mCo
estov ~~:;>ch.-, fipl ~u.:J '"¡n-.-:-n~:::-) vrlí'i"(' ~r ~í :::0;~<0 de: lJn nrr.funr1'l dc:;.mrwo, elc-he pr:egu "1-
qtlé' 11 m.•i 5"'1

! ~)

l
152
s.e desenvolvía eran vanos. Notaba q·ue se le escapaba esa C.D-
tarse, ¿es que estoy enferma? Le parece r2,ro que todos Jos sis de mlsterio que le hacía posible vivir: comenzaba a -salee
que eran íntimos suyos, ahor:t le se::!n e:::::tra.fios, pero, ¿cómo quién cia en realido.d. Se dilub en c-,ntidRd de 3cciones y fra-
puede resultarle esto raro si es ella la que _ca se reconoce ;-;
ses mortalmente banales.
sí misma? Cualquier medio era \'álido psra snlír de ese estado de co·
«Madame Dovary>> era desacertado, yo misma lo sabía. No sas. Tenía qué. saber, de una vez por toG:1s~ que s'.!S senticlcs
había acciones mezquinas, ningún intento 2e cn.':',año ni tenta- no estaban muertos, que no veía y OÍ8. y gustab8 y clía en
tivas de fug?.. Se destruiría a sí misma, an::es que ... Pero esto vano. Así es como tapó con ese ::a11'.brc íoven, que la miré
era realmente el motivo de mi inquietud. corr.~ si s~ tratara de una aparición, <JUC le co~ocó la ma.r.o
<~Muchas más sensaciones por la mnñ~HW, al despertar, que sobre los hombros, la aiJcazó. Notó entonces que la vida vo:-
las que un día entero, rico en emocione~, pueda proporcio- vís, aunque fuese en fnrma de dolor, y cuando le ofteda una
narme», leo en sus escasa~ notas ele nqucl tiempo. Sus deseos t;.za de té pur endma de la mesa, ~::Jlvía a ser eila nüsma.
no llevados a cabo comenzaron a envenenarla. Se preguntó, De h:óiber seguido vivi"ndo, no h<1bría sido ést8 1~ últlm~
por primera vez, qué diablos quería hacer con esa ca:oa, qué vez en que ella hubiese necesitado clemost~·ar que no se ccn-
significado tenía su vida. H::-bía olvid3do teda, no se le ocurría formaba con las cosas ya dadas. Por aquel entonces teníamos
nada que la pudiese estimular. A Justus no podía pregun- 1a sensación de ser fi.gmas de una obra perfectamente trazada.
tarle nada; para ella no existía en aque~lr:s semanas, y ade- cuyo desenlace era, indefectiblemente, h solución de todas bs.
más él también luchaba par2 no n<1.ufmgar. En una granja po- intrigas, y de todos los conflictos, de rnodo que cada uno (.e
pnlar se habían cometido frmdcs, se comprobmon negligen- nuestros pasos, lo mismo si lo d:Jbam.Js nosotros mis::::10s c~·le
cias en el cuidado del ganado, el director, flCottalado, implicó si éramos forzctdos, finalmente tenía que e1Lcontrar su justi-
~
en esto al inexperto veterinario, tuvo que 8.parecer c.omo tes- ficadón. Christa T. se le ha ido de h., :nanos a este escritor
tigo en una sesión del tril::urd, notaba dcsconfi.nnzas y rece- de piezBs amables, pero realmente ban<Ües. Debió considerar k..
los, y pensaba que de abnrJ en adelante todo el mundo le posibilidad de un final m<Jl" o quizás t:m sólo inconveniente~
tendría por un hombre Jescuicbdo e inc~paz. Humillado, por pero desde luego algo b llevó a dcsi'.provar precisamente ¡¡_c_ue-
la noche bebió solo en h: taberrw, y luef;D condujo su coche
llos pasos que conducían a un desenlace normal.
lenta y cuidadosamente por L;s calks de h ch:dad, sin cn,Jar- Así, pue~, tu\;'-' que ser '-,:;e amor prohihírio, o como se
go, fue detenida y rr..ultado. lo quiera llamm-. Veamos el ruirlo que hace una mesa .J c2e1,
Una mala época, me diju, no conseguíct ha1"'~lar con ella so- vc:amos qué c:uas ponen nnte este tipo de ocontecimlentos. Vea·
bre mis asm1tos, no gueríc1 que ella me vicr:-: como yo mismo mos mi exp1-.:sion, cu1ndo toU.o esté de nueva en tela de
me vría. Únicamente me asombrab1 que a veces cogiera el
coche y condujera durante hor<ls como 1.W::\ loca, y cuando juicio.
No pudo elegir el momento y 1:1::: 6rcunstanci::1s que ln -;¡u-
regresaba, estaba mortaimentc agotadn. sieron en condiciones de volver <1 jugar, de e1evor ht a.puc:;::il
Christa T. deambulaba por su ctsn ii;'.l<11 gue en una jaula.
con las pocas cartas que realmente tenía en sn mano.
Sabía que no podía pensar n:Hla que no hubjl~Se pensado un Entonces, naturalmente, los cálculos dejan de tener vdcr.
millón de veces, que no pc-dí:l engendr~11 nin,i"':Ún sentimiento
y se ·p;erden los sentidos.
4.ue no estuviera corrompi,J~ dc:-;LL:' h y que cada 8cto
.,, rso\ll\ e:n s11 ]ngar.
~'.!J'Cl -;;odía li::tberlt ;~cc1~r: Cl' 'l(p.licr nf¡
. \'l'd <._"! '·í .,J:~u en q ll("
TC''l__,s :-;us i1JtCi 1'' de o:l ', \ \' L

JS5
\54
1 -~

XVIII 'l
1
Cuando la volví a ver, apenas si se habló sobre «ese 251-ln.-
to». No guardaba ya amargura alguna ni nada de ese a(:$C(,_1
l
peligroso e msensato. Se hellaba junto al fog6n y manipclacc· .¡
con las ollas, de pronto dijo que esperaba otro niño, cc,n llli

Jigero tono triunfante en la voz, al que yo no he dac3o mL


sentido equívoco. Así podréis solucionar vuestros probL:1Ll.'lS,.
dije, y nos re1mos.
i\~-
En nquella época, durante nuestra última visita a su ar1t i-
gua casa, Año Viejo del sesenta y dos, fue cuando me er~seftt1
,. la tela para las cortinas, la nueva vajilla y los botes de coJorco
para la cocina que tanto le gustaban. Su dormitorio est~b.1
lleno de cestcs y maletas, nos sentamos en el suelo y e::p:o:.;ci
mes todas las cosas nuevas a nuestro alrededor. Quería em
pezat de nuevo, a la nueva casa no debía llevarse nada vlc:ju.
Por la tarde vimos por prÍlnera vez la casa. En siJer.<!o,
po~ la expectación, nos a1ej<...i.ilOS del Chausee por el C2Dl:;Jo
vecinal, pasamos el pueblo -la peor carretera de h 1egiJn,
1
..¡
:{
dijo Justus-, y subimos finalmente el tremendo tramo de J.
colina.
Ahí estaba, desnuda y tosca, muy solitaria bB.jo un encJn·~ ·
cielo cubierto de nubes, y más pequeña de lo que la hahf.
m os 1maginado. Nos pareció como disminuida ante aglJd §il': 1
lag0 y con el cielo tan oscuro. Era como si hubiese c·<:U]JJ<l .
valerosamente su sitio frente a una naturaleza hostil, p::1o n
hablarnos ni una soJa palnbra sobre estas cosns. P.::sr:.'JJ:l~ 1
tal~::-. qlle i1acÍa ias veces de u,übral, y entramos e:: e] ¡_~ h-
riur ~:2 L ui.f~, att·,1ves ..-¡n,u:; }c:ntaHJLui.C : •.e h-·1~Ha::::;'lnr~ :;,.!!
rieres; sin entarimado, y subimos por t1n:t cscnlera de tlnt·

.... J
gencla al primer piso, a los dromitorios de los niños. Un fuer- cimiento, si los cambios que ella babía sufrido hubiese:-_ s·.:~~:-·
te viento soplaba t1 ttavés de todas las _ranuras . Tu vien~o es d~do a lo largo ele siete años, y no en siete míseros mes-:~ ~::.
exactamente como lo habías descrito, le dijimos a· Christi T., rostro abultado, la piel áspera 7 y las venas de br:;:¿os ::· ;:;..-·~·
dejJ.ndo en suspenso si todo lo rlemás lo encontrábamos i_gü;l. nas salientes.
!'ero ella no se perturbaba fácilmente. Sabía muy bien que Yo lo atribuí todo a su embarazo, perc ella me:-.:-..__-
esta casa tosca, por donde silbaba el viento continuamente, es- cabeza. Dijo el nombre del medicamento, cur_iosamen:~ .:..,_::~
taba muy lejos de ser aquellr, casa irr,aginada en el papel du- lo recuerdo¡ pero no debe mencionarse aquí. Prednison. , ::L'.
rame una noche feliz en el hotel de la playa, aquella casa blan- en grandes cantidades. Era el ünico medio. Se aguanta!:.::; l.\.~
ca y hermosa. Pero también había aprendido que el material cosas de otra forma.
real es más resistente que el papel, y que hay que impulsar Pensaba lo que decía, y sabía lo que pensaba. PodrL: ~-·;_"~~
imperturbablemente las cosas mientras aún estén en período sarse que todos nosotros estábamos separados de ella =-'-..__'r ~.1
de formacíón. Observ?.mos que hacía ya mucho tiempo que no no posesión de una determinada experiencia. N es habi. !ill'"
se aferraba a sus croquis, sino a estas piedras desnudas. Está- quedado atrás. Una experiencia que tan sólo puede ter:ci· ltttl'~
bamos sentados alrededor de la fría chimenea y deliberábamos mismo, que no se puede imitar, y en la que no se pueCc P~'.t­
sobre una decoración adecuada, discutimos sobre estilos y tipos ticipar. Nosotros sabíamos que nuestra confusión era t8Lt im-
de piedra, Y7 en silencio, dudábamos como siempre que se propia como nuestra conciencia de culpabilidad.
está ante el fmal de algo, si alguna vez comeríamos cualquier Cuando nos fuimos a bañar, intentamos detenerla imítL!-
cosa preparada en la cocina de esa casa. rnente. Dejó caer su albornoz en la orilla y vadeó rápidDmcntc.'
Pero nuestras dudas acabaron disipándose, pues hemos co- el agua verdosa por las pamplinas de agua, has ~1 lleg'lr n h
~· mido el guiso. Siete meses más tarde, a finales de julio, está- parte más proftmda, donde se puede narlat. Me gritó quo ck-
bamos todos sentados alrededor de la enorme mesa redonda. bía mantenerme detrás suyo, para no toparme con algas y ctHt'-
A través de la ventana casi penetraba en la habitación el re- dac!::::ras. Quería introducir:t:le en su lago. Nadamos un tatd
lucie:c.t~, suave sol; b puerta que daba al jardín estaba abierta, juntas, dejé q¡;c:: ella marcase el ritmo y al poco rato simut::
las copas de los finos ólamos resplandecían. y de la cocina ve- estar agotada. No me creyó, debía procurar que no notase c1 Ul'
nía Christa T., pesada y fuerte, con una gran fuento de pa- la quería cuidar.
tatas. Justus me hLzo uua seña para que le llamara la aten e· ,'ti'
Este L:e uno de ..:,;:,0;:, momentos en los que uno teme la Que el día anterior había estado quitando maleza durante ho-
envidia de los dioses, pero yo les ofrecí en cambio un secre- ras en el jardín, que trabajaba corno nnc:t loca y que hací<l caso
to: debían coEtentarse con el susto que recibimos en nuestra omiso de su estado. Una palabra con doble sentido, los Jc,s 1
primera visita; debían darse con ello por satisfechos, no ser nos dimos cuenta, pero él no añadió más. No aprovech0 la
vengativos, ;:-eprimir su ansia de destrucción. Debían conten- ocasión para preguntarle la opinión de Jos médicos. Nos m~m­ 1
tarse con lo que ya habían conseguido. tuvimos fieles al convenio implícito de no hablar de elb :-1 ::,u.;
No sé si ella notó algo en mi rostro. Cuando nos qucdw· espaldas. Estábamos en la misma situación de quien temt ::.juc 1
mas a solas durante un instante, me dijo, como adelantándose- !
me: Me be hecho más vieja.
l~o.-,_-,..:•·t:~ -:v,~E"-i_valllenLL, y ~Y'-:.sé ~l,tla mi'. <<má_, v~c;;:.>} ""
un simple soplo le hunda d pisa por donde- camina.
Después de la cnmitb b convencimos para CJliC dcscnr, -~_;_fJ;
y 1 v·.~otrns no<:.: fltttL.;_;~ .>1 \-~.~jo v c::-·~í ,lc:~'Jid" rr·stau;;,,...: ,_
¡
es la palabra:, aunque sí se hubiese podido hablar de enveje- dG.~J.de a Justus ll: ahumaron anguibs de la loopct<lÜ\o :_,.__:_

158 _, -"'--'
'
1
1
1
••- ~---O• _ _, _ _ __J.
,qu~ra. Le dierot: un gr?,n paquete envuelto en papel de pe~ versacJón en aquel taller mecánico, y d.e no h.1ber encontr.t ·. .
riódico. Luego me familiarizó con los animales .del patio, u.n una nota textual de uquel diálogo con Anna entre los pape.>.,
viejo perro medio ciego y una recelosa gata salvaje a 1~ que ·de Christa T., habrb dudado~ de pon'-.do aql.!Í, pues est:11_1.~'
había traído un medicamento contra la sarna. Durante e1 1 viaje acostumbrados a ve: un presagi.o sombrío en los neo ni~;~,
de Vúelta hablamos sobre lo que podría llegar a ser ese local mientas más . .tontos y más fortuitos, cuan3o en re<l1ídact s~'~ ,.
de caer en buenas manos, un lugar para excursiones muy fre- el final tiene ese matiz funesto.
cuentado, una fuente de riquezas, dijo Justus. Pero me alegro Aquella noche de Fin de Año estaba al margen de n ,, 1
de que no traigan aquí todo ese alboroto de coches y lanchas quier mal presentimiento.
de motor ... Recuerdo ese restaurante, los 2-nimales y nuestra 1 odas nosotros la recordamos, incluso B:as1ng, que no ~._.
conversación, pues no he podido olvidar que es día todos éra- tiene fácilmente aquello que no representa par::~. él una lú.shl\ ¡ 1
mos conscientes de que teníamos que hablar sobre otros te- factible de ser vendida. También él se acuerda, lo sé, p, ¡,
mas, aunc1ue no nos fue posible. 1 me lo ha dicho en una ocasión, hace poco. Llcvabn como si1c1 1
prc su cartera negra pegacia al cuerp::: y en ella un m81:11:.
Sin embargo, esa noche ...
Pero esa noche aún no viene al caso. Por ahora sólo inte- críto o la promesa de un manuscrito) y estaDa en «V(T<,,
resa aquella noche de Año Viejo y el regreso de la excursión como él decía, dispuesto a ofrecer su mercancía. Llevaba t tl 1,
a la nueva casa, cuando comenzó la tormenta de nieve. Jus- 1 bién un abrigo nuevo, le sentaba bien, podía permitirse e~1, 1
tns tuvo que detenerse en uno de los pueblos para reparar triste. Sí, dijo sobre nuestra fiesta de Fin de Ai'io, esa h ... c: 111,, 1
una pequeña avería del coche. Le conocían en el taller y tra- de las últimas noches felices, luego empezó la amargurit dt: ! ,,
~ taran de arreglárselo cuanto antes. Salimos del cocht" y cruza- vida, ¡si alguien lo hubiese vaticinado! Sin duda se refeL·í:
mos a una esquina protegida del viento. Christa T. me habló que un año más tarde se separaba totalmente de su r:n IJ, 1
de eus hijos. Me llamó la atención el hecho de que al contra· para irse C1 Berlfn y comenzar a ejercer su profesión. Todo l-",
río de otras madres no me contase las vittudes de sus hijos; lo vi claro. Únicamente .;.:..1e asombraba que también él tt"l, .,
en este sentido era incorruptible. Hacía unos días Anna 1 con chra nuestra fiesta de Fin de Año como üna noche <<fe']_,.,
su hermana pequeña de la mano, había seguido fascinadc.:t un Pero aún me confundía más que lo pensara sincerar.lu, ¡.
cortejo fúnebre, y sólo en el último minuto consiguieron ']ue Aunque no repitier:: "'...lna y otra vez, como en aquel entOJlc.(.
no llegara hasta la fosa. esta es mí sagrada seriedad. Había adaptado su vo:::z;bab ri
1
c: capital. A pesar de todo al final, incluso después de de:).
Estaba fuera de si, dijo Christa T., le expliqué que sólo
dirnns, me clijv: ella erá una persona extraña, y como k
los br.iliares pueden estar cerca cuando se va a proceder al
desconcertado y sabía que nunca diría nada semejante en
entierro, Entonces me dijo: Entonces muérete pronto. Quiero
escritos, incliné la cabeza en señal de aprobación.
ver cómo te entierran.
También Glinter había llegado desde lejos, y aún l10) 1.
tPero entonces ya no me verás nunca más! resulta difícil creer que Christa T. estuviera tan sot¡Her.G ·
Ya lo sé, dijo indiferente. como apa:·-:ntaba. Günter había permanecido soltero y pil;
Es tan especial, dijo Christa T., sin e\ menor atisbo de que la unión entre él y Christa T. nunca se rompió del t(~'.
entusiasm0. De bs JJl~(.hes que conozco, es la que menos ha No te pongas celoso corr"c de costumbre, le dijo e_~:;._
intf', Li:a~o c~ar <:1_¡~ Lijo~ " :,u ~1H<.~gt::r1 y sc..,J;cj~l'"''!.<t. C:u.:J~'k: _Tns:"-.t~: :.- menos "ifl rnctivo.
murió y a Anna se le ocultó su muerte, recordé nuestro. con- Ya lu vets 1 nos Gijo Jmms, 1..:i~,: e~ ,\.,¡,

160 J
1 .\'utlc i,,., ., .¡,¡,- t:iLL [,[J ¡·. 11
Podía reírse. Crista T. dominaba esta situación. Todos es- das, esas peinetitas en el pelo. ¡Y qué serias estábamos) ~,_--. .
tuvieron amables coth Giinter, y él no lograba entender bien reímos de nuestra antigua seriedad.
el porqué, quizás pensó qUe nuestro buen -liun10r no . era el ¿Recuerdas BÚn, le dijo Christn T. a Günter, cómo u:~",',
-suyo. Dicho sea de paso, era director de escuela en su ciud?d taste demostrar a la señOi:a: Mrosow que el destino de ln- i:::
natal. ' de Schiller también nos podía 2fectar de alguna man<:m " , -
Ocupémonos un poco de él, me dijo Christa T., seguro sotros? Temí qüe ella pudiera haber ido demasiado lejos, ,,,._ .
que querrá pelearse con Blasing. estaba segura que Günter desde entonces no había vut'lt-..~
La riña no llegó a producirse, pero para mí es como si hablar con ninguna persona sobre aquel examen, la rubia t·- \Y-'
se hubiese prodi.lcido. Uno, dos años más tarde hubiese sido Kostja y su amor desgraciado_ Pero él tan sólo movía n1\~'-~:.·:
inevitable; en aquel entonces aún no había madurado, pero tivamente la cabeza y sonreía. Christa T. siempre encom-.::~::"'
Christa T. la había intuido. Se bahía convertido en una mujer el momento preciso para hablar <le un asunto, un asuntl' ,~':;,.,_,
que llevaba la casa, que se ocupaba de sus invitados y que un día antes hubiese sido aún doloroso, un día más tm<..k . .--. :
procuraba evitar cualquier pelea entre ellos. Qué ha sido de simplemente aburrido. Todavía me veo en aquella tCUL'...'-~"'-'­
nosotros, nos preguntábamos. El asombro nos hacía parecer dijo Güntcr, nunca se ha visto un tonto mayor. .
más suaves, se podía ser suave sin llegar a ser sentimental. Bien. También esto lo teníamos superado. Güntc-r eky,~ ~\\
Nos gustó decorar artísticamente la mesa, colocar correcta- copa y bebió a la salud de Christa T. Ella se sonrojó, \',''''
mente los platos, encender velas. Las ventanas, contra las que no hizo ningún otro ademán. Y entonces lo entendimos t,,, 1,-.;.
la tormenta lanzaba ráfagas de nieve, estaban cubiertas con estábamos algo emocionados, tampoco tratá0amos de ot:u\1 ~1\­
mantas. Christa T. entró con el asado de jabalí trinchado. lo. Todos bebimos a la salud de Christa T. -o me g1"t'"''
_,. Pero no se debe tener la impresión de que fueron las ve- mucho que lo hubiésemos hechos-, con quien cada \11\~' .\.. •
las y el vino y el asado, fue algo distinto y dífícil de expli- nosotros mantenía -distintas relaciones.
car. De todos modos} yo asegu.:_-aría que una reunión de estas Si todo fue asi, tal y como ahora lo deseo, entoncc-:s , · 1 ~
características no podrís. volver a celebrarse, pues difícilmente contramos natural que entre todas esas relaciones tambi~n t'\.l-;,
puede lograrse una armonía semejante, una: especie de dulce tíera algo asi corno amor desatinado o veneración pasnl L\ , '~~
Jorracliera como la que t>::d.os sentíamos_ Y ese equilibrio no moda. Si durante ::.1quella noche fuimos tal y como yo l~1 .. \,·
se obtiene simpleme11i:e porque uno lo desee, sino que va fnti- seo, entonces todos estuvimos generosos, y quisimos <J' lt' 1· 11
mame~~e ligado a la naturalidad y J cterta forma inofensiva nos faltara ningún sentimiento, ningún matiz, pues todo íl1[1h.
de dominio sobre unv mismo. Fen.::amos que era mérito nues-
tro. Todos creíamos que ya habíamos pasado lo peor, estába-
1 llo, debemos haber pensado, nos incumbía. A lo largo (le <!• l' n·
lla noche, la noche de fin de año del sesenta y uno al ~t:~c·1n 11
mos s:::guros de que al final de nuestr~s vidas, se nos otorgaría y dos, su penúltimo fin de año, ella, Christa T., nos t l iH " 11
un «aprobado» en las calificaciones ... buen ejemplo de las infiniéas posibilidades que aún habí" .,, 1¡,.
Empezamos r~ reiuemorar. De pronto descubrimos -ningu- nosotros.
no de nosotros t:::nía más de treinta años- que ya existía algo Ella lo supo y no se vanaglorió.
que merecía el nombre de «pasado». Pero pensábamos que Era inevitable que comenzáramos a cont::unos lli·: 1,. 1 ;;::,.
precisamente por ser una cosa que ~-;.os afectaba a todos, no historias que surgen cuando las aguas pierden su <:uiJJi::t 1
ha'l:-!:1 que dsr:~ tnnt::1 imnortn'"!.da. Lns rnujeH~S enseñaron fo- Y a uno le sorpr:..:nde que estas historias sean todo lo< Jl.r- J1; 1
tografí~s: Dios mio, esto~ ri.=itos, b<lS 1arg::ts ~aJ.Uas acnmpwHa- qu~·dadoj y tl:-!0 sr' ve obli;;. .. Jo <1 <.tJ"If1'1rhs t::-1 ~<_1 CO, :l

162 U,·,

~·-·----- --~·n•-
a todo el mundo por su trabajo. Habría leído lo que Bks;llg
ducir en ellas una pequeña y bella moraleja, y ante todo a in- le entregaba) aunque hubiesg sido en medio cie la Frie:i:::'kh-
ventarles un final, se piense lo que se piense, satisfactorio para str2sse, y e1ÜoJ:ccs sé hubieran peleado de verdad. En aque~la
todos. No hny nada de especia} er: ello, 11~10 está tan iiríne· época) fin de ::~r.o del ~esenta y uno, estábamos aún derna.s:ado
mente convencido de que el final es realmente satisfadorjo, iu~egurus. H~1bLmws sobre Blasing cuando éste se fue, aun-
que coge todco los pequeños finales aislados y los suma tran- que no debí..t hacerse. Nos preguntamos si obtendría el é:·d::o
quilamente al gran finaL i1brev1ando, nos alabábamos. Tra- que deseaba. Günter no opinaba cc~o Cbrista T., que dijo:
bajábamos en el pasado para poderlo relatar a nuestros hijos. engaña, pero no es sólido.
La riña, como ya se ha dicho, no llegó a producirse. ¿Cómo Quiere, dijo Günter, que todo se afi::~nce, no lo puede te-
se le había ocurrido a Chtista T_ lo de la riña? Naturalmente mediar, aunque tenga que cortarles la cabeza 8 1n gente _::~ta
las historias de Günter son muy diferentes a las de Bbsing, que lo dejen tranquilo_._ Luego ya no se habló más sob:e
el cual tenía que ser corr~gido continuamente por su mujer, Blasing.
hasta que todos nosotros comprendimos que no reparaba en Después b oímos a ella, a Christa T., hablar sobre sus
los métodos, :r:-ues lo único que contaba para él era conseguir dificultades, una sola vez_ Todos estábamos cansados y r_a.
lo que se proponía. Conseguir que la gente se rieraJ lograr bíamos bebido. Era posible olvidarse a la maí\ana lo q'Je se
el éxito. babia escuchado a las tres de la madrugada. Dijo que tece-
Usted, dijo de pronto Chtista T_ -¡así que no fue Gün- laba de las determinaciones. Que todo lo que ya «está ah'»
ter, fue ella misma!-, usted, Blasing: Todo esto hace ya -¡esa palabra ya!- cuesta tanto ponerlo de nuevo en mo'Jj-
tiempo que ha pasado. Ahora cuéntenos algo sobre esta noche_ miento, que, por lo tanto, se ha de intentar antes que na.::'. a
Sobre nosotros. mantenerlo con vida, mientras que aún se está creando, en
Blasing tuvo que beber un largo trago, luego dijo: Nada uno mismo. Debe crearse continuamente, eso es.
más fácil que esa. Erase una vez ... Hay gue evitar una y otr? vez que acabe.
"' No lo hizo m2l. Conocía nuestros puntos débiles, nuestros Pero 1 ¿cómo hacerlo?
rasgos característicos, no se respetó ni a sí mismo, y sólo al
final pudimos descubrir que nos haLía metido a todos en ollas
ya preparadas desde hada tiempo, e incluso etiquetadas, acaso
antes de que existiéramos. Él, Blasing, se ]imitó a colocar las
tapas, y ahora estáDamos listos, cada uno de nosotros )o sabí¡¡
todo sobre el otro, ninguno tenía el menor motivo para mo~
ver un dedo o para dar algún paso. Ninguno tenía ya motivo
alguno para permanecer en la vida; y la señora Blasing, que
dirigía una cooperativa rle consumo, dijo a su warido sin ro-
deos que ella siempre había sospechado que él quería asesi-
narla.
¡Todo era puta btoma! ¿Por qué íbamos a pelearnos?
Tuve que pensar rápidamente en todo esto cuando encontré
a B1aslng hace poco con su cartera negra. Günter seqnrnn1f'fl!_e
le !mbiese preguntadc r:c·t> ;:¡us manus.._ritos, :,ict::~_t¡rt.: _IJIL~U'ltu

164 Hi5

...
~:,_ ..........,...._
~-

1
1

XIX

Ha pasado un año. Entra e:: vigo1· una ley que nos re::o-
mienda dejar las cosas tal y como están. Pero aún hay en le-
cuerdo, ése que tan difícilmente se va de la memoria;.
Escribir es engrandecer.
¿Lo dijo ella, me engafía la memoria? Par:! cada ir2se el
lugar en el que ha sido pronunciada, la hora que le ccrre~­
ponde.
Lo pequeño y lo nimio, dice ella, se cuida a sí mismo.
Sí; el crepúsculo. Ya lo recuerdo: La mañana. El olor a
tabaco gue sin duda me ha despertado. La libreria, sobre [a
que recae mi primera mirada, y a la que no reconozco inme-
diatamente. Ahí está sentado junto a una mesa plegable cu-
" bierta de papeles de Justus, con su descolorido albornoz rojo,
y escribe: La gran esperanza o sobre la dificultad de de..:ir <1)'0l>.
He leído la hoja con ulis propios ojos al 1evantarme 1 J:ero
ahora ha desaparecido. Escribir es engrandecer. Sí, puede ser:
ella no lo ha dicho, yo lo hp leído.
No te f"'Haré molestando, ¿verdad?, 2ice . .Puedes segllh
durmiendo.
Pero no me gustaría pensar que dormb realmeme. Aur:-
que incluso haya olvidado aquella mañana hasta este momec.-
to, de la misma forma que se olvidan los sueños. Aunque n~
haga recelar el hecho de que se me venga a la cabeza preco sa-
mente ahora con toda claridad y certeza, tal ~- como únicamente
las ficciones muy deseadas aparecen antP nosotros.
A ella le gustaría que así fuese. Conocía el poder que ejct-
ce la ficción sobre nosotros. AqueJla mañana, la mañana clel
primer día de año, cnr,~1do ella estabn tan des_f11Ptt<I :-· yo 1an

167
adormilada, podríamos haber hablada sobre.cle.rtas cosas, pero Necesito unto ticn;po par.:~ cualquier c~..'~;l. ··~ d.: ..~·. -"'-~.~-.
yo estaba demasiado tranquila. Estaba segura de qUe aúri ha.. de golpe no.s. enconf-1·0_mos en el p:::queño t<ll:;,.·_:- ~..1d _r;.~,-:.-:,: ~~
bía muchas cosas reversibles y por lo tanto alcanzables, si no / el que JustGs ha dejado su coche para que ~'-' lo <-lrr-'1._'-..:_·.,~--~ ..,.:
se perdía la pacienCia ni la cGnfianza en uno mismo. Tenía el viento entra a través de b puerta .:ntre:1l:':;.'r~:1, y t<'-"·"'-:·~.~~
la confusa esperanza de que todo se arreglaría. Tan sólo su guntamos al uníSono la relación c1ue puede b;\~'C.r LHt·.1..' , ~ • ...
rostro, inclinado sob:e una hoja, me parecía extraño. Sí, dije
entonces, ti?.l y como se dice cuando se está entre el límite de
nótono martilleo de la esquina, el ~ilbido dd v\('nto " 1.~~".:· .'~~~
conversación ql,e trata del tiempo, pues cr;_o ..:¡ti e nc; . . ~(::;.\-...., ~.·,~
.
'''--
la realidad y el sueño, aquello que en otras circunstancias se mas de tanto tiempo .:oeJn ella se toma. Per-\' d~ rq-,·n~\; ,., ... á
silencia: El mlsmo rostro. Te he visto tocar la trompeta antes, decidida como nunca lo estuvo, y nos clt :l todo:; t· ..... ,~· •
. 1
que aos tomamos, SI a menes sup1erarnos l>Ll qt:C.
'/ '"···~'\....,,
hace diez y ocho años.
Curioso, parecía saberlo. ¿Y tú lo sabes?
El misterio que yo quería descubrir desde que nos cono· Sonrfe. Duerme. dice.
cimas, ya no era tal misterio. Lo que ella deseaba más íntima· Ya no estoy cansada. C0..minamos por h ducbd, t;l,~~ ¡,.,
mente, aquello que soñaba y aquello que había comenzado a rojas chimeneas, iglesia, farmncia, almacén, l-.~fé. Es de- 1 \ 1 ..,,,1~ct.:
hace frío. Llevamos bolsns con botellas. i\~if<HHL~S por b:\ \'q ~
hacer desde hacía tiempo, todo estaba ante mí, indiscutible e
1
indudable. Ahora me parece como si lo hubiésemos sabido des- tanas de la: casas. Sabe pe~fectament~e CÓJ11l) vivc:l .Lts r,·,-~~·
de siempre. Pues ella no lo había ocultado de manera especial, nas qne estnn sentadas debaJO de las lampara~ d~ p1r \'1:''~\ll , -.
'll.iS,
pero tampoco lo había declamado. Su larga vacilación, sus di- coloreadas y mortecinas, que se han genem~izl1do en l 1 ''i \'iltl·
~~'f~rentes intentos de vida, su dilentantismo en ciertos aspectos m os años. Conoce el sabor de las patatas l ritas qne ¡ 111 , l( se
indicaban una sola dirección, si se tenían ojos para ver. El comen para cenar. Comprende lo que incomcicmenw 1¡ 1t' 1
hecho de que fuera probando todo lo que estaba a su alcance, .
mujer~s, que al1ora cterran sus puertas os dl:1s de !ln11
1 el S
11
hasta que ya no le quedó nada, debería entenderse. " h" . -
reve an. J.,.._c cuenta 1stonas que son extr!ltl;lment~ \'t'l ¡. 1 e
1 •
' 111 e-
En sus manuscritos póstumos leo sus obras en tercera per- ras, aunque no suceden en ningún lugar, pt.~ro sus ht~r~ 11 .1'11 !le-
sona: ELLA, con la que se unía, a quien se guard~ha cuy bien van los nombres de 1a familia que hace un momentn ~e l'c:•¡ ,
de llamarla con un nombre, pues ¿qué nornUre le hubiera dado ante nuestros oJos · deb aJo · u..: ' 'úl.s ve1as e]'eclncns · del ¡\rJ ( ¡1nJo d
1 1
a ELLA? ELLA, que sabe que debe ser y aparecer una y otra navidad, para comer morcilla y c!mcrut. Chl'ista T. nflt·t 1111 tJu~
vez, y que puede alcanzar lo que puede querer; ELLA, que detrá~ de los satisfechos rostros de los P<Hlrc..,, del cid,··,
1 P"-
únicamente conoce el presente y que no se deja arrebatar el queñc y de la hermana mayor, se esconden exflct'nnl~lll 41 J~s
derecho a vivlr según sus propias leyes. pensamientos y deseos que ella hace 1.m momento, en ~ 11 hjc;_
Comprendo el misterio de la tercera persona, que está ahí toria, pudo transfc~·u1ar en reales. ~
sin ser palpable, y que, cuando las circunstancias le son favo- Escríbe, Krischan. ¿Por qué no escribe~? - Buenq ,¡· ,
1 1c....
rables, puede tener más realidad que la primera: Y o. Sobre Ya sabes ...
la dificultad de decir yo. Tenia miedo de ias palabras inexactas, irnpreci~uti , •t1·,·b' .1 1a
::Dormía realmente? La vi desfilar, en todos sus aspectos, que puedc11 causar mucho daño, un daño lento que t·llu 1• ., •
:; ,J':"C'.'-~'CÍ Jl~ pr(mtc tn~::; t0das SU::; 1-ransfu~·~nfiCÍOu\'" el sen- temffi mil.; que un:· ;'X'-ll1 Gll'htroe. , f e · 1 ba c¡m~ ] ~., )¡:¡)¡.
onstlt·ra 11
.dl
tido de aquello. He debido decir algo parecido entre :::;ueíios. b"'''3 f-)0li_:.Jn CJ. ¡,,_Jj.. ' 1 ; .. ,_.;,!,: T"" s.: ¡n• 1 :.~ "-<llt.t ·Ir· , .-,.
~ ' . caso e11 a sonríe, fuma y e::;cribe.
.en cuatqU1er <1. guÍen se lo bt dc1 1 ido confc:::at Y que :1l1ot;~ L:1o· :d 11 :·,J~~·, ,
¡ 1 ~'

le::)
; 6oj
Olalá, dice B1asing, e incluso amenaza con el b:."\.-0,- ",- ,..,.
ello, puesto que ha abandonado el campo irresponsable de la tra eterc.a sci1aC':'':a1 F1Y" él quien inició el juego Lt "'-"'-."- _· ~;':
simple existencia hablada. Fin ae ' Año, entre hs dos y 1as tres_, cu:::n do ya n.h: ,- ,-- ~,__ '"'
Pero hemos subido la escalera de su casa, 'hemOs introdu- . T '., '1 1 ' ' · ..
mab a na da en seno. amolen e~ p anteo 1a pnmerH ~·-·,,:· . -,.
cido la llave en la cerradura, oírnos música de jazz en el cuarto/ e: Que' COD:;,Juero.
" uste d corr~J l;&u.lspe:csa
. )' ble para 1:1
' ~v~·-'
. ., __ ,-;.
...
de estar y desde la cocina el suave cr.:lturreo de Pequp_fíq- de la humanidad? Cada uno escrLbió su contesLh·\,'.· '_ ~~"·l
Anna. Desde luego, dice Christa T., ten:o en proyecto algu- p::ute de atrás de los formularios Ce Justus, lo dobl.t;",_-;, ~t:
nas cosas. entregamos a nuestro compañero de la izquierdr\.
Se lo pregunto a Justus.
Conozco S"J. letra, luego he buscado sus conh'·.~ :.__. .-. ··--
Sí, dice, l0 sé. Se refiere a sus apuntes. «Alredtdor del
ConcienCÍa1 estaba :-:.hí escrito con su letra. FanL:s[,¡ · .~::--.
lago>>, los ha llamado. El lago junto al que está nuestra casa.
Los pueblos que vemos alrededor. Sus historias. "Ya estuvo Entonces Blasing la ha amenazado con el dedo. \ ': 1• __ ; 1 .•

en las parroquias y ha leído los registros parroquiales. Los se lo había tom8do en serio, pero no quería defcnll,·t-,, ~:'·
.-.• 11·
campesinos se lo han contado torio, no sé por qué. Deberías poco discutió ~jue pudiera ser el empleo de todas L1·. ~·.- ~.-.,-.,~
haberla v'sto en el baile oficial, fue poco antes de tener que ~.-·~·'-·::1
de energía de la tierra. ¿Quién iba a contradecir 1'\\ '-. ~.'
marcharse. No rehusaba ninguna petición: pero en los descan- Blasing?
~.os se sentaba en la barra y sonsacaba a los campesinos sus Günter le hace frente. Günter, que está sentado , ,,q :;,'~"'·
historias. Éstos no se hacían de rogar, pues nctaban que no tras en la escalera de h universidad, es de noclw, 1\':. iilcs
estaba fingiendo, sino que d:: verdad casi se caía de risa de perfuman el alre, pero, ¿aquí dónde hay tilos? Dell1lli 1\' .\:"'-'ll·
la silla cuando escuchaba la histo,la de la boda de Küster te el orden se ha confundido. Y a me gustaría un p1 ¡, 11 1111 , m:ís
liinrichsen. Escribió una serle de notas, ya las encontrarás. de orden, digo, y un poco más de síntesis. Entonet~¡-, 111¡• luir,·
No las encontré. Tampoco encontré la página que había a la durmiente, vuelve a reír, pero luego dice tolílllti¡· 111 l. l:~~
escrito ante mis ojos aquella extraña mañana y sobre la que serio: A mí también.
lancé una mirada cuando los niños la llamaron y yo me levan- ¡Quién te pudiera creer en esto!, dice Günter p¡, ''1 1q•:l,k·
té. Naturalmente no leí todo el texto, tan sólo un par de obscr· ¡quién pudiera s~1be'· :1 qué atenerse contigo! EntüJH' ': ,·11: 1 ~~
vaciones, ..:uya relaciñn no compren~L Después de la extraña asombra, se le vr· en los ojos, ,_:¡ue se contraen, mit~ill.¡•, 1111 ~<'­
frase de la dificultad de decir yo, ponía: ¡Hec:10s! Atenerse a tros hablamos, hnbbmos. Este poquito de YO, dcr 11¡ 1,,., dn-
los hechos. Y debajv, entre paréntesis: Pero, ¿qué son hechos? peuivamenie en nuestra escalera. El viejo Adán, 1 ,,, 1 , J1 ricl1
:1:. '1S 1-¡_u':llas q--...e los acoHtecimientos dejan en nuestro in- hemos acabado para siem1_we. Ella guarda siiencio, 1• ¡¡,. 1ri{)ll<l,
terior. Esto pensaba, dice Gertrud Born, que ahora se llama ahora sé: durante años, hasta que por fin, una !, r H'' ' 1) 1
¡1

Dülling. Sé que cuar:to más reflexionaba sobre ello, más :;~gura nuestra terraza de Berlín, mientras que los trene~ ~,¡ :: J)rJ~- 1 .,

estaba. Como verás, ella era parcial, naturalmente que lo era. debajo, participa sus observaciones: No sé, Tiene '! 1-' J 1 ; 1 1,c:~~
c:Cómo natura]mente, Gertrud Born? un malentendido. Este esfuerzo por díferenciarno:) ,;_, h. de-
Entonces me observa como a una persona que no entien- más pets':'nas ...
de ni las cosas más sencillas. Las cosas que suceden no son
No plleclo aceptarlo, No quiero aceptarlo. Pur-·_
hechos para todo eí mundo. E::a ha elegido los hechos que
h cap<lCicbd tk ere unas cosas y otras no, al Jo.'
, : , -rJI::
más 1e '.""'~:.lr1··.,0<111 ~~._,¡._.o ru::1q--~ier:l, dice en V(YI, h~ia. A rL•_
,.x~. l_)t• El u!1;-" luruJ .. e;_·.;.._ ,.,. dec 1 ~
más estaba ávida de sinu:::ridad.

170 '!
tanto en la bondad de los hombres, por razones de utilidad, Si tuviera que inventarb ~no h modificaría. Lr. dejarh::
vivir entre nosotros: a quienes ella, consciente como pecas.
como hipótesic:: de trrbn.jn,
Entonces me habló de sus alumnos. íbamos por la plaza habL elegido como. contemporáneos. La dejaría sent::use en el
de Marx-Engels hacia Alex. Estábamos en el quiosco pe pe- escritorio, una mañana o en el crepúsculo, anotando h::: expe·
riódico..; y dejábamos que pasat2.!1 :re;~ dehnte nuestro Cientos riendas que los hechos de la vida real le han dejnCo. =..ra. de·
de rostros, nos compramos los últimos tulipanes en el puesto · jaría levantarse cuando las niñas la llaman. No calmr,::{o la sed
de flores. Quizás estemos un poco borrachas de prime.vera, que siempre siente. Le dnría, cuando fuera neces:1r.:io~ :bimo
dije yo. Pero ella insistía en estar sobria y en saber lo que y confianza. Sus fuerzas estab:::m creciendo, no necesiiab:l nad<l
decía. Defendió nuestro derecho a inventar, pues las inven~ más. ReÚniría a su alrededor a las personas que le impcrta-
cienes pueden ser osadas, pero nunca indolentes. b:m. La dejaría terminar las pocas hojas que quería clej an..;::;s
Porque nunca resulta real lo que :::ntes no se ha pensado. y que hubiesen sido, :Ú no nos equivocarnos, un info1111~ sob::-e
Atribula mucha importancia a la realidad, por eso amaba lo más íntimo, un informe sobre esa c~pa profur,da a la que
el tit:mpo de los cambios verdaderos. Quería enseñar a sus se llega con más dificult;:;d que al interior de ·la tien3 G a la
alumnos a considerarse valiosos para sí mismos. Sé que se estratosfera, pues está aún m:ís protegida: Por nose>::Ds mjs-
desconcertó una vez que uno la miró extrañado y le pregun~ mos.
tó inocentemente: ¿Por qué? Siempre volvía sobre este asun~ La hubiese dejado VlVlt.
to, durante mucho tiempo la atormentó el haberse callado. Para sentarme, como aquella mañana, una y otra ~ez a su
¿Estaría pensando en esto aquella mañana, mientras yo dar~ mesa. Con Justus, que entra con la tetera, con los r,~?íos. que
mía, cuando escribía en su hoja: El objetivo: Plenitud. Ale- se han quedado mudos de felicidad, pues en los pk 10s está
gría. Dificil de denominar? el pastel favorito.
Nada podría ser tan inoportuno como la compasión, el El sol salió, rojo y frío. Había nieve. Nos toma:nos tlem·
pesar. Porque ella vivió. Totalmente. Tuvo siempre miedo de po para desayunar. Quedaros aún, dijo Christa T. Pero nos
quedarse atascada, su recelo era la otra cara de su pasión por fuimo:;.
des.ear. Ahora aparece resignada también ante el incurnplimien~ Yo, de poder inventamos, nos hubiera dado tiemfo.
to, pues tenía la fuerza r::::.:::a decir: Aún no. Del mismo modo
que llevaba, conserva'ha y reservaba en su interior muchas
vidas, también llevaba consigo muchos tiempos en los que vi~
vía en parte inconscientemente, del mismo modo en que vivía
el tiempo verdadero, y lo que en un tiempo es imposible, se
logra en otro. Y a pesar de sus distintos tiempos, ella decía
::~legremente: Nuestro tiempo.
Escribir es engrandecer. Hagamos un esfuerzo, veámosla
grande. Únicamente se desea lo que se puede. Asi, su deseo
profundo y du:adero garantiza la existencia secreta de su obra:
Este largo camino en busca de uno mismo que quiere ter·
minf11'_
La ciiGculL'-".1 de rlP.._¡r ~,Y'~".

172 171
1
1

.~

XX

Y ahora, pues, la muerte. Tarda un año, y luego ocaba,


no cabe duda de que ha conseguido lo qce era posible; :10
teme las determinaciones, las necesita. No hay mucho qt.:e de-
cir sobre ella.
Así que tendremos que hablar del fallecimiento.
Se anuncia con un molesto aumento de cansancio, gue al
principio, no llamó la atención. Excesivamente cansada, decía
ella. El médico le da estimulantes. Monalmente cansada. Aho-
ra ya no puedo subir las escaleras. - Pero, ¿qué si~nifica
aquí «ya»? - Ahora precisarnente, que queremos mudarnos ...
~
Sí, ¿qué significa: precisamente ahora?
Una mañana pierde el conocimiento. Justus la encuentra
sobre el arcón, apoyada en la pared. Era en marz0, dos serJ.a"
nas antes de mudarse de casa.
Después de los primeros análisis en el hospital dicen: De-
m"siado tarde. El elemento de hemoglobina de la sangte ha
quedado por debajo del limite. Eü este campo somos im?o·
ten tes.
Desj!ué~ de h transfusión de sangre vuelve un vago conG·
cimiento, que puede desvanecerse fácilmente otra vez. IJebié-
percibir que se iba. ¿A dónde?, pregunto débilmente. -Tras-
pasada la frontera, las leyes son otros, en el país donde se
halla se pronuncia can voz suave la falsedad: No te preccu·
pes, Krischan. En G. estarás mejor atendida.
No puede sonreír, pero sí quiere demostrar interé~. aún
no está tan d~bil como p~ra no considerar a los demás.
Hrl;o cos'[ls. rlice. Entonce::; vuelve a perder el <oncci-
mien~v.

l "7 5
Cuando la verdad tiene ese rostro} mejor pasarse sin e __ :l~
En G. se tiene notici.\ de cómo 1c vn. Se la trasp::tsa <::. ~2. Entonces preEere escuchar lo que se le explica pacienteme.:-.te,
sala de moribundos. Dios mío, dice la hermana, una lLi;__;jer aunque quizás con demasiadas palabras: Cnalqnier enferrr.eclad
tan joven. -y en su estado. está llena de altihajos 1 peligrosos e inofensivos; enfermedades
Cuando murió realmente un año más tarde, no pasó al que al principio se muestran brutales, luego pueden ser at~; a-
cuarto de los moribundos. Justus pensaba que podía da/se das, se las puede sorprender, !1acer ent:::ar en razón - ::s --..J!l
cuenta si volvía otra vez en sí. Se puso un biombo de1a;;.te poco como con ias personas. Sí, redmente, hay algo de :lu-
de su cama. mano en estas enfermedades, uno casi se pone en ridículo cu3n-
Al principio no tiene miedo; le falta 1a fuerza ~J.ecesaria do les da demasiada importancia. Las sabemos manejar. Ob-
para ser consciente del peligro. «Hallarse entre la vida :-; la serve ustcci su factor HI3; lo tenemos controlado. Naturahn::n-
muerte» es una buenn expresión, realmente sólo puede imagi- te aún se rebelará) lo hará durante nlgún tiempo, pero y1 no
narse ese estado de forma fluctu~m~e. Sr::guramente ta01bién puede vencer. Nosotros hemos vencido. Usted, usted mlsn-. a.
existirán las sombra~ de la muerte, del mismo modo que «allí» Yo, piensa Christa T. tímidamente. última ingenuid?.d,
también debe dominar la mt1s extrema vBgued.:d en los colores, ahora también sabe lo que est:3 supone. Nada tan seguro co:no
formas, sonidos, olores. Uno pierde el oído y la vista, pero que quiere quedarse. Está decidida a vivir. Miedo del :finol.
también el dolor, también el miedo. Seguramente las fronte- Ész.s son las peores noches. Quiero vivir y tengo que vivir~
ras se desvanecerán. El contorno parece dilatarse, y uno 1 como Yo. No en un momento cualquiera, en años, en decenios -es
en algunos sueños 1 no se destaca nítidamente de su contorno. decir, nnnca-, sino pronto. Mañana. Ya. Ahora.
Empieza una mezcla 1 puede sentirse un intercambio de elemen- En una ocasión habló de ello, con medias palabras, la "o-
tos del que quizás puede quedar un recuerdo iffiprecisol sor~ che de aquel día de julio, cuando la vimos por última ;,;e,,
prendente 1 extrañamente móvil, pero no totalmente descorro~ cuando me asusté del cambio que había sufrido y al que e_Ja
~
ciclo: ¿cómo explicárselo? Este recuerdo no será duradero Y1 denominaba <~envejecimiento»; cuando nos bañamos juntas ~)
desde luego 1 tampoco sed. inquietante. luego comimos alrededor de la mesa redonda. Ya hacía sem~­
El miedo llega con el conocimiento, como ·un shock. ¿Es- nas que estaba en su casa, en su nueva casa, y a diario p;:n-
saba en el nocimiento del hijo. No debe haber pensado en
toy muy enferma?, se puede preguntar a la hermana al Jes-
una repetición de aquellas primeras noches en el hClspitaJ, :le
pertar. No h~y duda que ésta lo negará: ¡Pero qué ideas tiene
forma que comenzó a hablar de aquello que nnsotros habLa-
u.;ted! mos silenciado durante todo el día. No llama al miedo por su
Sin embargo, rn niegn, únicamente dice: A veces suceden
nombre, dice sho:::k, dice solt:daJ, palabras auxiliares. Co:-no
milagros yo misma 1 como que er:toy aquí, ya he visto runchos. si existiese un tabú que ella reconoce, y como si ~~miedo:: fue-
1
Más tarde, los médicos alrededor de la cama, expresiones se para siempre una pülabra más para denominar «la muerte))_
latinas de un bd'J par..1 otro, demasiado confiados en que el Debe haber experimentado que lucha;_· contra la muerte y Ju-
conocimiento de la paciente pernunece perturbado, dejan caer, char contra el miedo es 1_111a misma cos2. Aquella noche de ju-
en la pasión de la discusión. la ¡0ahbra que ella no debía oír: lio nos describió con medias palabras esa situación como ex:uél-
leucemia. ña e inaudita. Como indignn e jnsopottflble. Seguramente t:<: m-
¿Es eso, doctora?, ¡díganos por favor la verdad, quiero bién se dio cuenta de gue en scmejrmtcs casos, ih1sión y ;;=¡]-
• ' • ' •1 • -
saber la verdad! vacron son muy scmep1ntc~ entre s1 -1HJS0rt8mel~tc scmcpn-
,Pé·rn (> d~~:·k <:: • .__:; ·r1 e;:·l~- e:~":"-
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1'16 ~''!!.' •'i'n Chri-.L' e! l.'
tes. Aceptó casi conscientemente, me pareció, la ilusión como tiene ningún derecho a volverse sin más ni más contra la pa-
salvación y vivió con ella. red, a adopt?1' una determinada sonrisa sabihonda, con~o si
,No han faltado las consabidas propuestas de resignac1ón. sobmeni.c ella pudiese distinguir lo importante de lo super~
A los treinta, créame usted, ya se ha pasado todo lo realmente fluo. Esa desconfianza debe desaparecer. Ahora debe ulvidm·
importante. Asf habla el ioven doctor, a quien le gusta hace¡;Se lo que ella -o algo dentro de ella- había comenzado a sa-
el indolente, como mecl.!ador del enemi2:o. Convertirse cons~ ber. Con ese tiJ?o de sabiduría no se puede vivir entre h ger:te.
cientemente en cómplice rle «la otra parte». Aceptar esta pro" Se deja tras de sí y no se vuelve la cabeza.
puesta, un par de días y noches malas, desde luego, pero luego Me ha llevado consigo, se dice quizás mirando hacia <Jtrás.
«se ha pasado». Se tiene tranquilidad. Paz. Este es el precio Todo el mundo asiente, todos creen entender. Pero nadie sa!.Je
de la resignación. Como siempre, la indemnización está por de qué está hablando. Lo has logrado, lo ves. Ella ha tonado
debajo del valor del objeto perdido o abandonado. la costumbre de bajar los ojos. Se avergüenza de esa expcrien~
No, señor doctor. Sé lo que usted quiere. Pero mi caso es cia que la hace especia}: que na se puede «logran> cualqujer
distinto: Tengo lo más imt::Jttante ante mí. ¿Qué dice usted cosa en cualquier momento.
a eso? ¿Qué es lo que tienes?, se le puede preguntar cuando se-
Entonces el enemigo retira su parlamentario, por ahí va manas illás tarde se echa sobre la cama a llorar terriblemen::e.
con su bandera al viento. Bueno, no estaba hablando en serio, Nada. Debilidad.
parloteaba simplemente. Tiene usted razón} naturalmente que Ay, ha debido saber que se le tenía lástima. Ha senti:la
sí. Lo conseguirá. Ya lo verá, lo conseguirá. respeto de sí misma y también respeto de la fuerza que e::;-
Incluso r>o perderás al nL'ío, dice Justus. ¿No comprendes taba en contra suya. Las dos cosas eran iguales. Salida in-
lo que esto significa? cierta.
~
¿El niño?, ha dicho la doctora. Daría cuaiquier cosa por Ha hojeado libros, buscado el nuevo nombre que habían
sacar a ambos adelante. dado a su enfermedad) lo encontró) me Jo escribió) contra su
Lo consigues, dijo Justus. Qué tontería. Por supuesto, que costumbre: Panmyelophise, escribió. La mayoría de las veces
lo consigues. conduce a la muerte, ¿pero he de contártelo de nuevo? Pero. a
Entonces la suben en una camilla y la "can deí cuarto de quién si na ... Ha sido una tontería haberlo buscado ...
moribundos. Exagerados apretones de manos de la hermana Poco a poco la ilusión ocupa el lugar de la realid2 d, y
por el triunfo. El milagro, al 5n. No se le va a aguar la fiesta toUus nosotrm hacemos lo posible por alimentar su ilusión y
a :a hermana. Hacía mucho tiempo que no se había topado la nuestra. Y Jo volveríamos a hacer, si la ilusión es ur.a pala-
c'Jn ue mibgro tBn soberbio. El interesado espera en vano su bra diferente para denominar a la esperanza. Curios8mente no
esplendor. Siente la similitud entre milagro y herida,' y en debemos creer lo que sabemos, Justus me lo ha confirmado.
realidad le molesta que la gente puedo alegrarse tan desme- Ha admitido que ba oído la palabra «incurable y que de nuevo
suradamente a su costa, pt:ro tiene que comprender que de la ha olvidado. No se puede vivir con ese temor en la ca'.:Jez:t.
ahora en adelante ha de asumir la responsabilidad de que fun- Christa T. fue a su casa, a la que se habían mudado sin
cione su milagro sin contratiempos. ella. Puso cortinas, arregló armarios, com~nzó a plant8r su
Así vuelve a recuperarse, de nuevo es ulcanz11ble. Ya no huerta.
Por la noche, cuando JustllS estnba de enza, se quc(.hb~1
l. F.fl nlun~n: milagro=Wm,Jer; lwri(b=Wltmt!c. muchct~ veces solJ.

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Entonces se oían los graznidos de los gansos, muy pocas a anotar frases, líneas. En su libro de notas, hay un poemn)
veces escribía una carta, la mayoría de las veces leía o escu- al final:
chaba música, La luna asomaba por encima del lago; podía
pasar mucho tiempo junto a la ventana y observar córilo se ¿Para qué atormentarse tan diabólicamente?
reflejaba en d agua. El niño se movía. A veces reflexiorlaba Nunca más sucederá lo que allí sucedió:
tranquilamente sobre el futuro, el nacimiento del niño, su vida. El :::~cercamiento de almas extrañas entre sí.
En su fantasía deseaba ver más a este niño que a los anteriores El Jesccnoci~iento de aquellos que se sentían cercanos ...
y sabía por qué. Por qué deseaba saber todo sobre él. Vivir
le parecía maravilloso, que ella viviera. Poder elevar la mano jPor fin!, escribe al margen, y ello quiere decir tanto
para echar atrás el pelo cuando lo deseaba, le parecía maravillo- como: ahora no se muere. Comienza aquello que hnbía echado
so. Estar en esa casa, delante del lago nocturno, tal y como de menos con tanto dolor: que nos vemos a nosotros mismos;
lo había soñado, era maravilloso. ¿Lo estaba soñando ahora? sabe con claridad cómo trabaja el tiempo para ella; y tiene
¿O recordaba, mucho más tarde, esa noche? Lo que había suce- que decirse: he nacido demasiado pronto. Pues sabe: dentro
dido y lo que quizás nunca sucedería se fundía en una sola de poco ya no se morirá de esta enfermedad.
cosa y formaba aquella noche. Era tan simple, tan comprensible De nuevo el medicamento pareció dar resultado, tenía
y real. No había nada que lamentar y nada de qué arrepen- hambre. Se preocupa de que los niños estén bien atendidos.
rvle escribe: Me alegra tener noticias vuestras) si hubiese tiem-
tirse.
Estaba allí y sabía que se estaba recordando a si misma po ...
Comprende que las transfusiones de sangre son cada ve/.
como nadie podría recordarla más tarde. Así es, pensaba sor-
más frecuentes y más largas que la primera vez. Ve cómo L
prendida, así es. otra sangre, extraña y sana, gotea desde el recipiente de vidrio
~

Pero hagámoslo breve. a su brazo y pien5a qve no existe fuerza en el mundo que pueda
El hijo, una niña, nació en otoño y estaba sana. Creo que evitar que su sangre roja se inunde de destructivas célula~-;
Christa T. había dudado en secreto de la salud del niño, y blancaS'. He vivido demasiado pronto, ha pensado tal vez, per()
ahora se sentía aliviada. Y lo aceptaba como garantía, como ninguna persona puede deseJr realmente nacer y morir en otn.
garantía de vida. Como renovaciÓn de una vieja alianza en la época que no sea la suya. Nada puede uno deseaJ.· tanto corno
quo de nuevo quería confiar. -¡ cuando de nuevo desfalleci6, fue participar de las auténticas alegrías y penas de su tiempo. ()ui-
como una traición. zás ha deseado esco al final, quizñs toda su vid<1 ha estadr;
La mirada con la que miró desde el coche a los niños, penJiente de este deseo, hasta el final.
debió ser una mirada de despedida. Se repiti6 lo que no debe El cambio repe-ntino llegó, y por supuesto inespemdaldentc.
repetirse. Repetir, hacer una cosa dos veces ... Todas las pa~ El cuadro sanguíneo se desmoronó de un día pnra otro, comrJ
labras tienen un doble sentido, el uno de este mundo, el otro si de súbito se hubiese consumido esa fuerza, o esa pacienci~
del otro mundo ... Está más callada y pregunta menos que la que ya no aguantaba más tiempo. La doctora, con el diagnÓ':-
primera vez, se la alienta con más fuerza. ¡Lo lngrará, ya lo tico en 1n mano, sabía que se hnllaba junto a la cama de ur;~
sabe usted! A veces mira desde su cama la dorada aguja de muerta. Ahota puede usted venir cuando quiera, le Jij•; 1:
la iglesia durnnte mucho tlcmpo. Cuando ya es suficiente, coge Juslu5, il quien encontró en el vestíbulo. A cualquier hc_<':o
r;'ír_.i( 1 ::Jm::-:~<2 :::·~ P~':'n T ·)nhel:mtc. \Tuehw a arnstnmbr;lfSC Nl""' 1 '-,-\~ :Jlcli( v:1 no surteil cfn:ln. Lo que 8hOLl sucede:

180

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lo sé. No sé más que lo aquí está escrito: Números. -Bajó No lo conozco, pero sé: el bedel. Él dice: Dentrc> rk ,
11 .11 1
. t.,:" r- '\
se van todos a la exposkión. Entonces me doy cuL'tH.l dl' l '
las manos y se alejó. ' de l enreJa
. do esta' scnta da m1. ant1gua
.
Los cambios que aún son necesarios! sobrevienen rápida- detras c 1. ~lSL'. ¡ l\ 11 . ]1! , . ,,
mente. Tiene fiebre alta, dolores. Se le dan calmantes. Cu9ndo 11e vem'do aqtn!' D e pronto me :1 1egro c.e1 ver1(lS ;1 h 1,¡.,,s ' •'"
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despierta, Justus está a su lado. Ha dejado de preguntar'. Ya cuerdo sus nombres. He debidc de cstm· cnf~rm:1 llm, 111 tv 11 ~
.
1 t1emp9.
c1o
Voy a esperar 'nasta e1 recreo y Juego
. it·l: sin 1p¡l'
11¡.
no menciona más a los niños. En voz baja y despacio hablan
sobre cosas diferentes, luego esto también se acaba. Ella aún mente con ellos a esa exposición, como siempre. -·- 1\· 1, 1. ·
, . . l'tllu
le mira, aún le reconoce. Pero la razón se pierde. Primero desa- se: Yo ya no soy tan JOVen como ellos, en este IIC1l\I1P me l
11echo mayor. La sensac10n" úe1 • . l 1
JUVentuc ues:1p:uccc l't\ llll ¡ 1(0 ,
parece la sonrisa, luego toda expresión del rostro menos la 11
del dolor. Poco a poco ésta va disminuyendo. Al final, antes tante, se: ara ;::;1empre. Las gorr:1s s1guen 811't, pnn rn,· , ,_
' p . " .
. 1l )y:
~

de 1a rigidez, más bien, indiferencia, luego aspereza. Ningún cuenta claramente: tan sólo me acuerdo de elh:i. J\unl¡uc cntt,
11
'
ces, cuan dorea1mente eramos .'
Jovenes, nuncn 1:1:1 1Ldlt.. 1 visto -
disimulo más, ninguna concesión.
Era extraño: El dolor que sentía me alegr::tba :d Inist 110 1 iL.; ;~
Poco antes de la muerte quiere hablar. No es posible. 1
Muere una madrugada de febrero. po ...
La tierra se ha helado. El país está lleno de nieve. Hubo Nos .hemos sentado en la ~1ir:-rba junto a los Cllll!t'tll(l~; :liÍn

que abrir un camino hasta su tumba y abrir la fosa con picos. no termmados de una pequena ca~a de ver.anco, a b sornh 1·a
No estuve en el entierro. Cuando vi la tumba, era verano. La de un robusto y descompuesto pmo. El ciclo, cu;\lidu ~it~ ] •
arena estaba seca. El cementerio está al aire libre, lejos del mira lo suficiente, cae poco a poco sobre uno; únir:ll\itlll(' r.c
pueblo, sobre un~ pequeña prominencia. Sobre su tumba ere- gritos de los niños le elevan de nuevo. El cdnr tL. J.¡ 1it·;·~~~
dan las flores. El cielo era de ese azul puro, delicado, que a penetra en nosotros y se mezcla con nuestro propio cnl(;r. 1\ v~'~
~
uno le hiere como un golpe. Como cuando miras el lago, dijo ces aún hablamos, pero poco. Lo que más tmdc h:t~ ,¡· .. rno~; d.
Christa T., sólo que mezclado con un poco de verde. decirnos, podemos tan sólo presentirlo; también las p;d:dl 1., ~
tienen su tiempo, y no se dejan sacar üd futuro scgtÍll cq 11 vu ;. ~
11
1
Se quitó los Z6._patos, como una niña, cuando subimos la
coli.ru. Anda con los pies descalzos por la hierba dura y reseca, Saber que alguna vez existirán, y::: es mucho. ,.t ·

y balancea de un lado a otro sus sandalias que lleva cogidas En dos, tres horas nos separaremos. En el Cllchc Jm: r·nrrr·-
de las tiras. A veces se agacha para coger un tallo e incluirlo en g.;ná h ad01111idera roja que h~ c::::gido por r-1 Gll'llÍllrl. ,.rNr 1 .~.
su colección de plantas existentes alrededor del lago. Es feliz, importa que no aguante? -No, no me impona. Se q; 1 ccJ: 1 ;.~
ha encontrado un cardo de color plata. Luego todos nos tuvi- en el camin0, saludando. Quizás nos volvamos a ver, q 1 Jit:;í~
mos que dar vuelta, porque desde aquí había una m~cva vista no. Ahora debemos reír y d..:rir :1dirSs con !a m<:~:w. ·
del tejado indinado ~~e su casa. Realmente queda muy bien, Christa T. se quedará.
dice satisfecha, ha sido una buena elección. Alguna •.rez querrá saberse, quién era, r. CjtJir:n ~.r: 1··,¡(¡ r;]yj_
Por la noche ha tenido un sueño extraño. En un viejo edi- dando. Se la querrá ver, es comprensible. Se prq;tmLjt:í ~i
ficio, que ni siquiern conozco, subo una escalera, cada vez más realmente ha existido :Kjul:la otra figura :1 la qut: d drJ/r 1r ~e
alta, cnsi hasta el tejado. Llego entonces a un enorme desv~n aferra. Habrá qnc cn¡:,"ndr;wb por· lo umto, :d)'_lrn:> ·.'':Z. P:q·:¡
desconocído, desconocido como todn la c1sa. Allí hay 1..111 enre- t]liC J:1s ducbs dcs:lp;uczc:m y ~<e h pueda vn.
jadn con un v;mo de pucrLt sin pt!cl'i:l. lJct¡·;ís, 1..1na mc~a con ¿Cwíndo. ·~i n(l :lh,lra?
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