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FORMACIÓN POR COMPETENCIAS Y SUS IMPLICANCIAS DE EVALUACIÓN

INTRODUCCIÓN
Por Matilde Medalit Polo Burga

Los cambios que en la actualidad se vienen dando en lo social, lo político, lo


económico y lo ambiental, como sostiene Tobón (2010), han hecho impostergable dar
un giro en educación: urge la necesidad de formar personas con competencias; el
reformular los sistemas educativos y buscar los mecanismos para que las prácticas
docentes abandonen los viejos paradigmas y se oriente el trabajo hacia el desarrollo
de competencias. No es un simple cambio, el pasar de un enfoque centrado en
contenidos a uno de competencias, de “un día para otro”, sino que requiere de una
reformulación sustancial de concepciones, de pedagogía, didáctica que conlleven al
logro de una formación integral y al desarrollo de las competencias esperadas, acorde
con los retos del contexto. Pero no es el centro de interés del presente discurso el
tema en sí de las competencias o el enfoque por competencias, sino la evaluación de
éstas.

El proceso de enseñanza-aprendizaje bajo un enfoque por competencia implica


evaluar competencias. Pero qué pasa cuando, hasta cierto punto, hacemos lo primero
y seguimos evaluando sólo contenidos o la evaluación se convierte en:” un fin en sí
misma, limitada a la constatación de resultados” (Ruiz, 2008), como se viene
haciendo, preocupantemente, en la actualidad; en algunos casos porque no se tiene
claridad de cómo hacerlo, en otros, por renuencia al cambio. No en vano Tobón
(2010), bajo el enfoque socioformativo, plantea la siguiente interrogante: ¿Cómo
evaluar para formar personas competentes, éticas, autorrealizadas y comprometidas
con la sociedad? La respuesta: concibiendo a la evaluación como una experiencia
formativa y de aprendizaje; orientadora, parte del proceso de aprendizaje; que valora
como tal los progresos y retroalimenta aquello que es necesario.

Otra pregunta que surge por contexto ¿Con qué evaluar? ¿Qué instrumentos utilizar
para evaluar competencias?

Para dar sustento y respuesta a lo antes planteado es que se recurre a diferentes


fuentes de alta confiabilidad, que abordan la temática que enmarca y explica, la
urgente necesidad de cambiar la manera como venimos evaluando. El enfoque que
sustenta la presente posición: El Socioformativo.
FORMACIÓN POR COMPETENCIAS Y SUS IMPLICANCIAS DE EVALUACIÓN

1. ENFOQUE POR COMPETENCIAS

¿Cómo formar personas con habilidades críticas, reflexivas, analíticas y creativas,


que las apliquen realmente en la vida cotidiana? (Tobón 2010), esta interrogante
permite introducir el tema de la evaluación, que más adelante se tratará en detalle,
porque la respuesta a la pregunta es: llevar a cabo el proceso de enseñanza
aprendizaje bajo el Enfoque de Competencias. “Marco” que conlleva a mirar y
conceptualizar la evaluación de manera diferente a la que se viene dando. ¿Por qué
el enfoque por competencias?

El enfoque por competencias se presenta como potente al complementar una


pedagogía que, tradicionalmente, se ha centrado en las disciplinas y en los
saberes (entendidos como conocimientos). Para dar respuesta a esta pregunta
primero se define qué es competencia, cuáles son las características de un
enfoque por competencia y por último se dará respuesta a la interrogante; como
sustento a la necesidad de su consideración en el proceso de enseñanza
aprendizaje.

1.1. UNA DEFINICIÓN DE COMPETENCIAS

Las competencias no son un concepto abstracto: se trata de las actuaciones


que tienen las personas para resolver problemas integrales del contexto, con
ética, idoneidad, apropiación del conocimiento y puesta en acción de las
habilidades necesarias (Tobón 2010). Acorde con lo antes citado y el
concebir a la competencia como “la articulación de los saberes: saber ser,
saber conocer y saber hacer, que convergen en el saber vivir en un
determinado contexto” (Núñez, Vigo. Palacios, Arnao, 2014), podemos
asumir que poseer conocimientos o capacidades no significa ser
competente; sino que demanda al estudiante poner de manifiesto de
manera integral y pertinente: conocimientos, habilidades, actitudes y
valores, emociones como recursos, cuando se enfrenta a cualquier
situación (Tobón, 2013).
El mismo autor en referencia, bajo el enfoque socioformativo, define a las
competencias como actuaciones integrales para interpretar, argumentar y
resolver problemas del contexto, con creatividad, idoneidad, mejoramiento
continuo y ética, poniendo en acción, de forma articulada el saber ser, el
saber convivir, el saber hacer y el saber conocer (Tobón, 2005). Aquí la
primera “luz”, si nos referimos a evaluación, de lo que se trata es de evaluar
el accionar en prácticas situadas: desempeños. ¿Cómo hacerlo?

1.2. CARACTERÍSTICAS DEL ENFOQUE POR COMPETENCIAS


Según Tobón (2006), las competencias se focalizan en unos aspectos
específicos de la docencia, del aprendizaje y de la evaluación, como son:
 La integración de los conocimientos, los procesos cognoscitivos, las
destrezas, las habilidades, los valores y las actitudes en el desempeño
ante actividades y problemas;
 La construcción de los programas de formación acorde con los
requerimientos disciplinares, investigativos, profesionales, sociales,
ambientales y laborales del contexto; y
 La orientación de la educación por medio de estándares e indicadores
de calidad en todos sus procesos.

Aquí se suman, a los desempeños, la idea de estándares e indicadores que


dan lugar a características esenciales de la evaluación de competencias.

2. EVALUACIÓN DE COMPETENCIAS

Tobón (2010) nos planteaba la interrogante:¿Cómo evaluar para formar


personas competentes, éticas, autorrealizadas y comprometidas con la
sociedad? En otras palabras, como ya se ha podido dilucidar ¿Cómo evaluar
Competencias?¿Qué considerar?¿Qué instrumentos reúnen las condiciones
para hacerlo? Esto supera la concepción tradicional de la evaluación como un
medio para la toma de decisiones referidas a acreditar un semestre o grado, o
aprobar exámenes.

2.1. HACIA UNA DEFINICIÓN.

Resulta evidente en este punto, la necesidad de reconceptualizar la visión


que se venía asumiendo de la evaluación, si de lo que se trata es de evaluar
competencias. Para ello revisemos como se concibe o cuáles son las
características de la evaluación tradicional, en un primer momento, para
luego tratar los aspectos relacionados con lo concerniente a la evaluación de
competencias.
2.1.1. La evaluación tradicional
Tobón (2006) cita, entre otras características, de la evaluación tradicional el
hecho de que en ella los parámetros son establecidos por el docente sin tomar
en cuenta criterios académicos y profesionales; se brindan notas cuantitativas
sin criterios claros que las justifiquen; generalmente se hace con el fin de
determinar quiénes aprueban o reprueban una asignatura, sin enfocar la
evaluación en el aprendizaje y el mejoramiento continuo; tiende a centrarse más
en las debilidades y errores que en los logros, castigando los errores y no
asumiéndolos como un motor esencial del aprendizaje y la formación; es
establecida por el docente sin tener en cuenta la valoración y participación de los
estudiantes; son escasas las oportunidades para el automejoramiento pues los
resultados de las pruebas de evaluación son definitivos, sin posibilidades de
corrección o mejora.
Y así se viene evaluando en muchos ámbitos educativos de nuestro país, en la
actualidad. Por citar un ejemplo preocupante: en una escuela X de Chiclayo
(2016), un estudiante se cuestionaba el por qué su profesor, en el Área de
Comunicación, lo iba a evaluar “tomándole 40 recursos literarios”, los que no
entendía ni en la conceptualización y lo más lamentable: para qué “debía
aprenderlos”. Lo alarmante no fue el 05 que obtuvo, sino que lo volvieron evaluar
sobre el mismo contenido, y desde la primera fecha que lo evaluaron a la
segunda, lo único que hubo fue la angustia del estudiante por aprenderse, sin
entender y con una desmotivación total, las 40 figuras literarias; el resultado de
la segunda evaluación es obvia. Entonces: ¿Qué se está haciendo?

2.1.2. Evaluación de competencias.


Para Castillo y Cabrizo (2010), la evaluación educativa, bajo el enfoque de
competencias, debe ocuparse de valorar en el alumno el progreso que
manifiesta en la adquisición de conocimientos y en el logro de competencias, a la
vez el hecho que avance en autonomía y responsabilidad personal. Por ello, la
evaluación educativa, para ambos autores, constituye un elemento o proceso
fundamental en la ejecución del currículo escolar. Forma una unidad inseparable
con él, para proporcionar en cada momento información precisa que permita la
valoración de la situación educativa y fundamente las decisiones que se estimen
convenientes en relación con los procesos de aprendizaje y de enseñanza, en
general, o con los contextos circunstanciales de los alumnos.

Tobón (2010) asume la evaluación de competencias como una valoración que


posibilita además de saber qué grado de competencias, el desarrollo del
alumno, el crecimiento personal desde el proyecto ético de vida, considerando el
contexto y sus saberes previos, así como sus necesidades vitales, las fortalezas
y los aspectos por mejorar. La evaluación de las competencias se convierte así
en una experiencia significativa de aprendizaje y formación, que se basa en la
determinación de los logros y los aspectos a mejorar en una persona respecto a
cierta competencia (como se afirmó en el planteamiento que se hizo sobre este
aspecto), según criterios acordados y evidencias pertinentes, en el marco del
desempeño de esa persona en la realización de actividades y/o el análisis,
comprensión y resolución de problemas del contexto profesional, social,
disciplinar e investigativo, considerando el saber ser, el saber conocer, el saber
hacer y el saber convivir. Donde la retroalimentación es la esencia de la
evaluación y es necesario que se brinde en forma oportuna y con asertividad.

Queda atrás la idea del “poder” que se asignaba al docente como evaluador, al
tomarse en consideración el papel protagónico del estudiante al participar en la
planeación de los procesos de evaluación con sus reflexiones y sugerencias,
para lo cual se propone revisar con ellos los criterios de evaluación, las
evidencias y las matrices que se tienen en cuenta durante el proceso educativo.
Su reflexión a partir de las experiencias de: autoevaluación y coevaluación los
orienta en la búsqueda de las áreas en las cuales deben mejorar, para luego
implementen acciones efectivas de cambio.

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