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Juan Acha
El fenómeno del consumo artístico ha sido
poco estudiado, hasta ahora, en nuestra
sociedad y sufre un injusto desconocimiento,
a pesar de que gran parte de los problemas
del arte provienen de su consumo y no de la
forma en la que se produce. Juan Acha establece
en la presente obra un increíble equilibrio de rigor
científico y de sensibilidad artística, al analizar las
motivaciones que determinan el consumo de obras de
arte (en este caso, visuales) y sus efectos. Al mismo
tiempo, describe claramente las diferentes operaciones
del consumo: sensoriales, sensitivas y teoréticas. En el
Juan Acha
texto, el término consumo es utilizado como recepción,
contemplación y disfrute. Con este vocablo, el autor da
una idea de la amplitud y complejidad de la realidad de
consumo, cuya versión artística se extiende más allá
de la percepción ordinaria.

Contenido

Primera parte. La sociología de los consumos


Los orígenes de nuestras necesidades estéticas
La cultura estética • Los consumos posibles
Segunda parte. La psicología de los consumos
La percepción visual • Las operaciones sensoriales
Las operaciones sensitivas • Las operaciones teoréticas
Tercera parte. Los efectos de/consumo
Los efectos sin causas visuales• Los efectos individuales
Los efectos sistémicos • Los efectos sociales
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La apreciación
Y

artística y
. .

sus efectos
Juan Acha

EDITORIAL
IRILLAS
México, Argentina, España,
[€1
Colombia, Puerto Rico, Venezuela ®
Catalogación en la fuente
(icha, Juan
La apreciación artística y SUS efectos. -- México:
Trillas, 1988 (reimp. 2008).
304 p. : u. col. 23 cm.
Título anterior: El consumo artístico y SUS efectos
Bibliografía: p. 291-293
Incluye índices
158fI 978-968-24-2675-9
Reconocimientos
1. Arte comercial. 2. Color en la propaganda
comercial. 1. t.

741 .6'A556a LC- fl71 'i2.3 1728

El presente trabajo es fruto de la cuarta etapa de la investigación


que emprendimos, como profesores de la División de Estudios de Post-
grado de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Universidad Na-
cional Autónoma de México, con el propósito de establecer los diferen-
La presentación y División Comercial
disposición en conjunto de Calzada de la Viga 1132
tes aspectos de la correlación arte-sociedad. Las artes visuales nos sir-
LA APs9ECIACIOr/ ,RTl5TIC,q C. P 09439, México, D. E vieron como centro, y América Latina como trasfondo.
Y SUS EFECTOS Tel. 56330995, FW< 56330870 Agradecemos al Servicio Alemán de Intercambio Académico de
son propiedad del editor. Bonn (Deutscher Akademischer Austauschdierst), por habernos auspi-
tiinguna parte de www.triJlas.com .mj
ciado (1983) una investigación de tres meses en la bibliografía alemana
esta obra puede ser
reproducida o trasmitida, mediante ningún Miembro de la Cámara i1acionaI de de los últimos 15 años acerca de la teoría de arte, la cual hizo posible
sistema o método, electrónico o mecánico la Industria Editorial escribir este libro. Nuestra gratitud también a nuestro amigo Hans
(incluyendo el fotocopiado, la grabación Reg. núm. 158 Haufe, por su valiosa ayuda, y al profesor Arnold Rothe, por sus suge-
o cualquier -sistema de recuperación y
Primera edición X'
rencias; ambos de la Universidad de Heidelberg. Agradecemos a
almacenamiento de información), Mahia Biblos, nuestra compañera, su constante y alerta asistencia.
155,'1 978-968-24-2675-9
sin consentimiento por escrito del editor
(Título anterior: El consumo artístico
Derecho reservados y sus efectos) JuAN ACHA
© 1988, Editorial Trillas, 5. A de C V.
Reimpresión, 2008
México, D.F., Septiembre de 1986.
División Administrativa
Impreso en México
,v Río Churubusco 385
Printed in fie9co
Col. Pedro fiaría /naya, C. F 03340
México, D. f Se imprimió en
Tel. 56884233 Rotodiseño y Color, S. A. de C. V.
FAX 56041364 875 fliV
Índice de contenido Introducción

Reconocimientos
Introducción -
7
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE Desde que comenzaron los preparativos para escribir este volumen,
LOS CONSUMOS
Cap. 1. tuvimos la certeza de que nunca fue tan imperiosa como ahora la rede-
Los orígenes de nuestras necesidades estéticas 23 finición del consumo de las artes visuales. Las razones son varias y
La sensibilidad, 24. La ecoestética, 30. Otros factores
ecoestéticos, 39 bastante convincentes:
Cap. 2. La cultura estética
50
Los componentes, 50. Los sistemas estéticos de producción 1. Vivimos en sociedades de consumo y ellas nos imponen el consuiriis-
especializada, 63. mo o consumo masivo. Sus engañosas prácticas, actualmente difundidas
Cap. 3. Los consumos posibles
84 rápida y exitosamente entre las multitudes del mundo entero, invaden las
Sus clases, 86. Los condicionamientos del consumo estético artes y desvirtúan su consumo al hacerse pasar por genuinos modos con-
del artístico, co
98.
suntivos de arte. Estamos, pues, persuadidos a consumir masivamente las
obras de arte a consumirlas de forma seudoartística. Es así como hoy los
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS
problemas artísticos provienen del consumo más que de la producción o
Cap. 4.
La percepción visual del propio producto. A ello contribuye la eficacia de la actual distribución
Visión-realidad, 122. Representación-reaj 119 masiva de los modos de consumo artístico, en su mayoría espurios.
129. Visión-representación, 133.
Especificidad sensorial- 2. El consumo artístico ha sido poco estudiado; sufre un injusto des-
sensitivo-racional, 137. conocimiento y un infundado aminoramiento pues se le considera una
Cap. S. Las operaciones sensoriales pasiva e inevitable secuela de la producción, y se le reduce al proceso
Cap. 6. Las operaciones sensitivas 145
Cap. 7. Las operaciones teoréticas 166 óptico y al psicológico de la percepción visual. La antiquísima sobreva-
185 loración de la producción, la cuatricentenaria idolatrización del- pro-
Las interpretaciones, 190. ductor y la aún fresca fetichización consumista del producto son las
causas notorias de -este ignorante aminoramiento e interesado reduc-
TERCERA PARTE. LOS EFECTOS DEL CONSUMO
cionismo.
Cap. 5. Los efectos sin causas visuales 3. Entre las actividades básicas del fenómeno del arte las consunti-
Cap. 9. Los efectos individuales 227 vas son las que más practica la gente y las más puramente espirituales
Cap. 10. Los efectos sistómjcos 244 del arte. Claro está, nos referimos al consumo artístico propiamente
Cap. 11. Los efectos sociales 259 dicho. En comparación, la actividades productivas implican operacio-
Bibliografía 274
291 nes manuales y las realizan unos pocos; las distributivas, entretanto,
Índice onomástico comercian obras y difunden ideas, crean necesidades sensitivas e in-
295
índice analítico cumben a pequeños grupos.
297

7
INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN

8 4.
Desde hace algunos años, la teoría, la crítica y la historia litera- atención a eludir los consabidos yerros: el objetivismo, esencialista o 1 9
rias se vienen centrando en el consumo, y contrarrestan así los males no; el subjetivismo, sea o no individualista; el reduccionismo, que amputa
de la sobrevaloración de la producción. Aludimos a la estética de la re- el consumo artístico y lo detiene en la percepción visual y en los efectos
cepción, de Alemania Federal, y a la estética de los efectos de Alema- inmediatos y placenteros de lo puramente artístico, olvidando los efec-
nia Democrática. Se les suman los avances de una estética redefinida tos finales, no artísticos por naturaleza; por último el monolitismo, que
como Ciencia social por los socialistas, que nos ofrece recursos para un iguala lo estético ylo artístico, cuya separación mutua y complementa-
mejor estudio de los mecanismos, causas y efectos del consumo ridad dialéctica hoy necesitamos acentuar.
artístico, que lo diferencian de los seudoartísticos y del estético aun- Por otro lado, en nuestro enfoque debemos tener siempre presente lo
que mantenga con éste relaciones dialécticas, como las de la parte con evidente, en toda manifestación cultural, el consumo mantiene inevi-
el todo. Una estética así nos brinda la oportunidad de penetrar en la re- tablemente relaciones dialécticas con la distribución y con la produc-
alidad estética y artística de nuestro tiempo y de nuestro país, y así ción; es decir, las relaciones artísticas nunca dejan de ser tripartitas.
cuestionar y renovar las ideas fundamentales acerca del arte difundi- En el consumo, el objeto materializa la producción y hace visible las vo-
das por la cultura oficialista como las únicas válidas y que actualmen- liciones y las inconsciencias artísticas del productor, mientras que
te zozobran por doquier. En consecuencia, estaríamos participando en entre el objeto y el sujeto —en mutua dependencia— se interpone la
las búsquedas que emprenden las nuevas generaciones de estudiosos distribución, a través de la cual actúan la sociedad y el sistema
europeos, respecto a su inmediata realidad. artístico a que pertenece el objeto. Su calidad tripartita no termina
aquí; el proceso objeto-sujeto tiene lugar en una sociedad concreta; és-
No cabe duda, necesitamos conocer la realidad del consumo artístico. ta lo condiciona e incluso influyó previamente en la formación de la
Esto equivale a redefinirlo y a revalidarlo. En términos prácticos, redefi- personalidad del productor, distribuidor y receptor. Influyó en ella jun-
nir el consumo significa penetrar con realismo y actualidad en sus to con el sistema artístico de la obra y al lado del poder de indivi-
intrincados mecanismos para señalar errores y adoptar las correspon- duación de la personalidad del sujeto.
dientes rectificaciones. Esto equivale a enfocar —en lo posible— la La intervención de la sociedad, del sistema y del individuo en el mode-
completa totalidad de relaciones y de procesos del par dialéctico objeto- lado de nuestras necesidades artísticas, constituiría el precondiciona-
sujeto. miento del consumo artístico. Esto se aclara si nos situamos en la reali-
Además, la redefinición del consumo tiene por objetivo práctico es- dad y hacemos frente a la dialéctica de lo estético con lo artístico: vale
tablecer hasta qué punto es posible proveer al consumidor de recursos decir, de la cultura estética con la cultura artística de la sociedad, para
intelectuales, capaces de controlar y orientar, sin adulteraciones sus diferenciar y separar el consumo estético, el artístico y los seudoar-
mecanismos de consumo artístico. Así devolveríamos al hombre la con- tísticos. Creer que la obra de arte suscita siempre un consumo artísti-
fianza en su percepción estética y en sí mismo. En buena parte, nos to- co es una falacia. El estudio del procedimiento del consumo artístico
ca delinear las bases de una política consuntiva de tipo liberador y nos lleva a la ecoestética u objetividad estética, modeladora de la sub-
enriquecedor, la cual presupone dos clases de conocimientos: a) los de jetividad estética, sensibilidad o cultura estética, que es la responsa-
los mecanismos del consumo que, en el sujeto, ponen en movimiento las ble directa de los consumos de las obras de arte, tanto de, los correctos
denominadas obras de arte y los objetos diarios, ricos en estímulos sen- como de los incorrectos.
sitivos, y b) los de la patología del consumo masivo, con sus estragos. También se verán claras las diferentes operaciones del consumo: las
Tal política consuntiva ha de tener una aplicación directa en América sensoriales, las sensitivas y las teoréticas. Aquí aparece el goce emo-
Latina donde, a causa de condiciones adversas, el consumo es en la ac- cional en medio del nudo dialéctico del valor del objeto, la valoración del
cional
tualidad más importante que su producción. sujeto y la orientación axiológica que trae de su sociedad. Como muchos
En el texto emplearemos el término consumo en lugar de recepción, equivocadamente suponen el proceso consuntivo no finaliza en la expe-
contemplación, uso, apreciación, disfrute, etc. El vocablo nos da una riencia placentera que, como efecto inmediato, suscita lo puramente
idea de la amplitud y complejidad de la realidad del consumo, cuya ver- artístico: posee asimismo efectos finales que son casi siempre políticos y
sión artística se extiende más allá de la percepción ordinaria. Carece se manifiestan tarde o temprano en el individuo, la sociedad y/o el siste-
de importancia si durante el consumo artístico no hay desgaste mate- ma artístico al que pertenece la obra consumida (véase la figura 1.1).
rial del objeto, como ocurre cuando comemos un pan. El desgaste es La visión amplia y realista del consumo artístico que aparece en la fi-
sensitivo y epistomológico, sensorial y vivencial. gura es relativamente nueva. Aún predominan todavía aquellas visiones
Al enfocar el par dialéctico objeto-sujeto hemos de prestar especial limitadas a los mecanismos externos del binomio objeto-sujeto, el compo-
INTRODUCCIÓN
lo
nente más notorio del proceso consuntivo del arte. Algunos estudiosos
conceptúan activo al objeto y pasivo al sujeto, otros, a la inversa, atribu-
1 11

yen la acción al sujeto. Si bien discrepan entre sí, todos están de acuerdo
en que no hay alternativa que reducir el consumo al trabajo simple de la
percepción visual con sus operaciones sensoriales, sensitivas y teoréti-

A
cas, todas ellos psicológicas. Para tales estudiosos el proceso social de
este trabajo es inexistente.
Como resultado de este reduccionismo, en la actualidad abundan los
análisis puramente psicológicos que hiperbolizan las operaciones senso-
riales y omitiendo a menudo las operaciones sensitivas y las teoréticas.
Coadyuva el hecho de que las sensoriales son mayores y más importan-
Sociedad Sistema tes en el consumo de las artes visuales, si las comparamos con las opera-
ciones consuntivas de muchas otras artes, de las ciencias y de las
tecnologías. Con mayor razón cuando las operaciones sensoriales se fu-
/ Individuo
sionan con emociones que aparentan ser estéticamente sensitivas, pues
lo sensitivo o la sensibilidad estética constituye lo específico de las artes.
En suma, la percepción visual se considera factor medular del consumo
lo que propicia abusivas sobrevaluaciones sensoriales y psicológicas
Productor Distribuidor —en detrimento de las teoréticas— de lo social y hasta de lo sensitivo.
Consu midor
Para muchos psicólogos la percepción sería una pequeña parte del
consumo artítistico; en otras palabras, la psicología es insuficiente para
el estudio del arte. Sin duda, la causa de su insuficiencia reside en la evi-
dente amplitud y complejidad del consumo artístico. Sobre todo, estriba
Producción en dos hechos: a) la percepción presupone los procesos sociales de su
Recepción
formación, mecanismos y preferencias estéticas y artísticas; al fin y al
cabo, no todo es percepción en el consumo ni todo es perceptible en la
obra de arte. b) el consumo comprende los efectos posperceptuales en el
individuo, el sistema y la sociedad.
Medios materiales e Personalmente, vemos la causa principal en un hecho decisivo y bas-
intelectuales de tante ignorado: la inexistencia de una separación tajante entre la per-
producción cepción común y la artística, pues ésta es prolongación sensitiva de
OBJETO
aquella. Si se prefiere, la percepción artística constituye su mayor grado
Materiales, formas y - SUJETO sensitivo; prolonga la percepción común pues en nuestros mensajes coti-
colores cuya sintaxis,
Operaciones sensoriales, dianos y meramente comunicativos también operan las persuasiones de
semántica y pragmática
sensitivas y teoréticas la retórica y los sentidos traslaticios o dobles de la tropología, cuya re-
que adjudican sentido cepción requiere sensibilidad y cuyo uso no es profesional como en las
establece el sujeto
y significaciones al objeto
artes. De aquí derivamos el siguiente hecho decisivo: las artes visuales
prolongan de manera sensitiva las actividades meramente comunicati-
Efectos individuales, vas del cotidiano figurar (o de la representación gráficamente de la
sociales y sistémicos realidad visible) y del diario ver, así como la literatura hace lo propio
con las actividades diarias de escribir, hablar y leer. Tal prolongación, o
mayor grado sensitivo de la percepción artística, nos autoriza conse-
cuentemente a señalar la capacidad de la sensibilidad para responder a
los estímulos sensitivos de cualquier objeto cotidiano: ello no sólo res-
Fig. 1.1. El consumo como proceso de relaciones.
ponde a las denominadas obras de arte.
'][J.XX X: ZX:J XXX O

NTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN

12 Por lo dicho hasta aquí, y con las argumentaciones que más adelante bución se interpone de manera indefectible entre el objeto y el sujeto e 13
haremos en algunos capítulos, nos es dable señalar la conveniencia de insufla vida al primero, al determinar su potencial de sentidos, signifi-
dividir el consumo artístico en la psicología del trabajo simple de sus caciones y efectos en el sujeto. Si se quiere, la distribución trae consigo
operaciones sensoriales, sensitivas y teoréticas, por un lado y, por otro las preguntas y respuestas posibles del sujeto. El objeto adquiere vida
en una sociología de la percepción que cubran los procesos sociales que en la sociedad cuando unos sujetos —miembros de ella— le adjudican
modelan las necesidades, mecanismos y aspectos del consumo, incluyen- identidad artística por serle vital a todo hombre significar lo que ve, o
do los trabajos simples de la percepción misma. Lo importante reside en mejor: lo que se ha aprendido a ver y a significar. Para mayor exacti-
penetrar más allá de la percepción ordinaria y aprehender así lo tud, ciertos imperativos sociales y sistémicos obligan a una parte del
específico o decisivo del consumo artístico, porque no necesitamos sujeto a intervenir en nombre del objeto, mientras el resto de él busca
mucha información ni perspicacia para aceptar dos hechos evidentes: superar tales imperativos.
todos tenemos la misma anatomía y fisiología visual, y todos nos move- En su calidad de trabajo parcialmente lingüístico o semiótico, el con-
mos entre las mismas limitaciones de lo humanamente perceptible. Aun sumo conmina al sujeto a producir significaciones. Cuenta para ello
más: en el espacio y tiempo concretos de nuestras vidas, todos actuamos con los medios necesarios de producción; vale decir, con los medios in-
entre las mismas limitaciones de lo social o de lo históricamente percep- telectuales de consumir arte, elegidos por el sujeto entre los que se distri-
tible. Sin embargo, cualquier penetración nos mostrará que cada buyen en la sociedad a través de las clases sociales y de otros agrupa-
hombre percibe la realidad de manera distinta. mientos humanos.
Dentro de las citadas limitaciones encuéntranse las personales de la Así, la distribución determina la solvencia, la capacidad o la com-
percepción. De hecho ellas se rigen por la semántica y la pragmática que petencia estética del sujeto. A esa capacidad la acompaña la pericia
se atribuyen a las formas de la obra de arte en consumo, mediante pro- de significar las transformaciones materiales que el productor im-
cesos teoréticos personales. prime en la obra con el fin de obtener determinados efectos en unos
Así, la percepción artística difiere de persona a persona: algunos so- imaginados destinatarios, que son los aficionados. La correlación
mos activos y otros, pasivos. Todo depende de nuestros intereses y pro- significante-significado y si
objeto-sujeto se torna lingüísticamente en
babilidades personales. Como resultado, el consumo es único, indivi- nos remitimos al tiempo en pasado-presente.
dual, cambiante y encuéntrase atenazado por varios pares dialécticos: Para sintetizar, en la correlación consuntiva vemos un objeto con
lo racional y lo sensitivo; el pasado y el presente; la conciencia y el in- elementos invariables y mudos (hablamos de artes visuales tradiciona-
consciente. Por último, el consumo depende del individuo, del sistema les), y un sujeto, en cuya contextura coexisten elementos individuales,
artístico a que pertenece la obra y de la sociedad, y cambiando en cada sistémicos y sociales. Pero lo sustancial del consumo, encuéntrase
caso concreto las proporciones de la dependencia. fuera del objeto y de la voluntad del sujeto, aunque depende de ambos.
Al penetrar un poco más en la correlación objeto-sujeto —pequeño e Se trata de la correlación indisoluble entre algo visto y la visión de ese
importante motor del fenómeno del arte— percibimos un objeto como algo, cuyo proceso se desarrolla en el interior del sujeto. Esta correla-
continente de ciertos materiales, formas y colores. Luego vemos cómo ción se identifica, propiamente, con el curso social de la obra, durante
estos elementos estimulan al sujeto y conforman la subestructura ma- el cual algunos sujetos sienten la necesidad de identificarla como
terial del objeto. Tales estímulos actúan en una sociedad concreta, de artística. Sus mecanismos consuntivos hállanse condicionados por la
cuyas convenciones y lenguajes visuales participan tanto el sujeto co- solvencia del sujeto, por los factores sociales y sistérnicos del momento,
mo el objeto. Desde el punto de vista comunicativo, para lograr una y por los accidentes materiales del objeto. Téngase en cuenta que el in-
buena recepción, serán necesarias las siguientes condiciones: uso del dividuo, la sociedad y el sistema han influidó ya en el sujeto y en el ob-
mismo lenguaje por el emisor y el receptor; es decir, que ambos con- jeto, pero en el momento del consumo vuelven a operar a través de
cuerden en el para qué, para quién y el porqué de la emisión; que el nuevos factores.
mensaje sea claro, sin ruidos que lleven al receptor a sentidos y signifi- De este modo, no es cuestión de causa y efecto (objeto-sujeto, o a la
cados extraños o equivocados.i inversa), sino de condicionamientos y motivaciones, de suyo relacióna-
Bien mirado, el sujeto no atribuye arbitrariamente significados al les. Porque si en el consumo —como sostiene H.R. Jauss2 - se suscita
objeto, ni éste se los transmite como si fuese una cinta magnetofónica un diálogo entre el presente y el pasado del sujeto,. este diálogo se
en funcionamiento. Nada de esto. Ni arbitrariedad ni neutralidad pasi- concretará por un lado, en las relaciones entabladas entre lo indivi-
va en el sujeto, como tampoco actividad real alguna en el objetó. Esto dual, lo sistómico y lo social del sujeto, y lo individual, lo sistémico y lo
hace por decirlo así, de "convidado de piedra". Simplemente, la distrj- social del objeto, por el otro. Sin duda todo se lleva a cabo, en el sujeto,
1 ÑTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN

14 1 de cuyas partes representa al objeto en consumo, a instancias de impe- la literatura. La historia del arte no lograba establecer contacto con la is
rativos sociales. historia en general, y la visión estética permanecía separada de la visión.
En suma: en la correlación objeto-sujeto el primero pasa a ser una histórica.
subestructura material invariable y muda; hechura del hombre o de la Para superar tales males, los estudiosos recurren a la recepción como
naturaleza, aquí da lo mismo. Muchos elementos del objeto, de por sí el obligado contrabalance de una producción, un producto y un productor
provenientes del pasado, interesan al presente y serán vivificados por sobrevalorados. Luego apelan al formalismo ruso, al estructuralismo de
el sujeto. Mientras tanto, ésto se convierte en una contextura de ele- Praga y al posterior de París, así como a la hermenéutica de H.G. Gada-
mentos individuales, sistérrilcos y sociales. Sus comportamientos con- mer,4 previas enmiendas y acomodos. Ahora sus metas principales con-
suntivos dependen de los factores sociales y sistémicos del momento, a sisten en analizar los mecanismos de la recepción literaria, o lectura, en
los cuáles se suman los del objeto que encuentran cabida en el interior conocer sus condicionamientos y en elaborar métodos para trazar la his-
del sujeto. En último término, todo esto va a encauzar los efectos del toria de dicha recepción o lectura. Para el efecto, la realidad social es ide-
consumo en el individuo-receptor, en su sociedad y en el sistema ada como un horizonte de expectativas. Las diversas orientaciones de ese
artístico de la obra consumida. horizonte son sobrepasadas por la obra consumida, cuando ésta aporta
Desgraciadamente, para analizar con realismo y actualidad la innovaciones radicales. Se suscita entonces; una distancia estética entre
correlación consuntiva, la teoría de las artes visuales no nos ofrece na- la obra y dicho horizonte, que es menester acortar. En síntesis, se enfren-
da nuevo. Un cúmulo de intereses subalternos mantiene a las ideas y tan el potencial de la obra y la capacidad del receptor.
conceptos de estas artes en el más reaccionario de los conformismos y Basta con una ligera mirada crítica para comprobar desajustes
en la más engañosa de las fetichizaciones de la producción, el producto entre la realidad concreta y el citado horizonte, cuando éste, pese a in-
o el productor. Por consiguiente, estamos obligados a valernos de los tenciones progresistas, se identifica tan sólo con las posibilidades lite-
métodos de las actuales teoría, crítica e historia literarias. De la her- rarias, quedando el consumo reducido a mera interpretación artística.
menéutica, por ejemplo, con la interpretación como fin y cuyo instru- Es decir, se omite la visión sociológica y se cae en los psicologisrrios.
mental dista de ser, para muchos, una metodología en todo el sentido Jauss más tarde ha reconocidos la relatividad de sus métodos y la nece-
de la palabra. Está también la fenomenología como una instancia filo- sidad de mejorar las relaciones entre la tradición y la selección de una
sófica, muy pródiga en consideraciones metafísicas, así como en pe- parte de ella, y entre el horizonte de expectativas y el sistema comuni-
ligros psicologistas y formalistas, sin que falten las proclividades a cativo, producto social y contenido de dicho horizonte. En lugar de in-
fetichizar el producto. Más allá, el estructuralismo y sus derivados sistir en la interacción de la obra con el receptor, la balanza se inclina
consideran a la obra de arte como un sistema de signos, en cuyas di- hacia la subjetividad del receptor. Para ello se alega la calidad polisé-
mensiones comunicativas la semiótica busca las ideologías subyacen- mica de la obra y su carencia de sentidos preestablecidos, pues esto
tes al código, o bien construye una teoría de la lectura o del texto, para permite al receptor atribuirle significados y sentidos varios.
generar una nueva crítica (La Nouvelle Critique). En cambio, la teoría materialista de la recepci6n6 es consecuente
Sin embargo, existen dos métodos de la teoría literaria cuyas innova- con la complemenaridad postulada entre la producción y el consumo.
ciones nos despiertan interés y cuyos desarrollos se iniciaron hace un Aquí se enfrentan un objeto y un sujeto igualmente activos, en medio de
tiempo. Nos referimos a la estética de la recepción (rezeption ¿i sthetik), una diversidad de condicionamientos sociales e históricos. Del condi-
aparecida en la República Federal Alemana (RFA) a fines de los años cionamiento social brotan las motivaciones y necesidades, los intereses
sesenta y a la teoría materialista de la recepción, elaboración en la Re- y valoraciones, todos los cuales impulsan al individuo a consumir arte,
pública Democrática Alemana (RDA) desde comienzos de los setentas. y rigen sus acciones consuntivas. También influye el comercio del libro
Estas teorías nos atraen sobremanera, en tanto ponen énfasis en la (estamos hablando de literatura). Para la teoría materialista la obra,
correlación de la acción de la obra como conductora de la recepción con sus acciones y efectos potenciales tiene la capacidad de dirigir o
(rezeptionvorgabe), por un lado, y en la acción del receptor con su li- encauzar la recepción, sin que por ello el receptor deje de ser activo.
bertad relativa y sus particularidades, por otro. En la acción de éste, junto a su sentido artístico interviene un sentido
La estética de la recepción, encabezada por H.R. Jauss,3 es resultado histórico, y ambos establecen las intenciones del autor y se ocupan de
de una toma de conciencia de la crisis sufrida por la ciencia de la literatu- las relaciones del mismo con la realidad (mimesis), con su destinatario
ra. Los análisis literarios habían llegado ya a la máxima hipertrofia for- imaginado (expresión) y con el sistema literario. En este punto, pasado
malista y positivista, subjetivista y psicologista, hedonista e idealista. y presente se correlacionan en el interior del sujeto. Sea cual fuere el
Incluso se veía aún al placer y a la belleza como las únicas finalidades de modo de correlacionarse, en toda sociedad siempre seremos testigos de
11.1

INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN

16 1 una amplia variedad de consumos, en parte debido a la polisemia del corporáramos la distribución en el consumo; esto es, en la correlación
producto y en parte por la diversidad de receptores. producción-consumo o en el par dialéctico obra-receptor; Para nosotros,
Por otro lado, la teoría materialista de la recepción destaca, como no sólo el consumo es complemento de la producción; también lo es la
principio inmovible, la primacía de la producción sobre el consumo. distribución con respecto al consumo. En otras palabras, si en verdad
Por añadidura, acentúa aspectos extraños a quienes, en los países ca- queremos dar cuenta de su completa realidad, toda obra ha de analizar-
pitalistas, trabajan con el materialismo histórico y el dialéctico. Aludi- se en su producción, distribución y consumo.
mos al partidismo (la primacía de la política sobre la cultura y el arte), Lo admitimos: en las artes predomina la producción. No en vano las
la importancia de la representación de la realidad visible y los intere- producciones, distribuciones y consumos de orden espiritual siguen las
ses del proletariado. La teoría en cuestión se detiene finalmente en las mismas leyes de las producciones, distribuciones y consumos mate-
funciones, los efectos y las acciones sociales de la obrá de arte, como riales, pese a sus diferencias mutuas. Pero asimismo hemos de aceptar
influyentes en el consumo y como factores que éste pone en práctica. la igualdad entre la producción de objetos de arte —de suyo
Así llegamos a la cultura estética y a la cultura artística, existentes en materiales— y la de ideas y solvencias artísticas, como lo hace la distri-
toda sociedad como fuentes y destinatarias de la manifestaciones bución; o bien de significados y sentidos, como lo hace el consumo. Por-
artísticas, y como parte de toda cultura. que la distribución y el consumo son también actividades productivas.
Desde luego, la teoría materialista se apoya en Marx: "la producción En consecuencia, en el consumo puede primar la obra o el autor, la
produce, pues, el consumo; 1) creando el material de éste; 2) determi- distribución o el receptor. Cada caso concreto de consumo artístico es
nando el modo de consumo; 3) provocando en el consumidor la necesi- diferente.
dad de productos que ella ha creado originalmente como objetos".7... Ciertamente, la incorporación de la distribución dista mucho de poner en
"la producción es verdadero punto de partida y por ello también un peligro la primacía de la producción material en la base de toda sociedad
momento predominante".8 "De este modo, el consumo aparece como un (el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción).
momento de la producción". 9 Tampoco implica exagerar los efectos distributivos. La distribución no
La estética de la recepción también busca respaldo en Marx, pero en explica todo el consumo: en éste interviene asimismo lo imprevisible del in-
otras frases. dividuo, de la sociedad y del sistema artístico. Además, la realidad, nos de- -

"El producto alcanza su finish (realización final) sólo en el muestra cómo las prácticas consuntivas varían de individuo a individuo, de
consumo";lo "en tanto el producto se hace realmente producto sólo en el producto a producto, y a lo largo de la historia. En el consumo —ya lo
consumo " . 11 dijimos— en ocasiones predomina el objeto y en otras el autor, sin faltar en
Por nuestra parte, nos inclinamos en favor de la incorporación de la algunos casos la primacía de la distribución o del consumidor. Lo decisivo
distribución en el consumo, y la conceptuamos como decisiva. Para fun- reside en conjugar la producción, la distribución y el consumo entre sí. Por
damentar su importancia pensamos en otro pasaje de Marx: otro lado, en la actualidad encontramos que el consumo goza de mayor im-
"Entre el productor y los productos se interpone la distribución, portancia. No en vano vivimos en sociedades consumistas, en las que el con-
quien determina, mediante leyes sociales, la parte que le corresponde sumo masivo después de adulterarlo o estragarlo, lo devora todo.
del mundo de los productos, interponiéndose por lo tanto entre la pro- En la teoría materialista y en la estética de la recepción que acaba-
ducción y el consumo' .lz mos de revisar apenas hallamos consideraciones acerca de la distribu-
"El resultado a que llegamos no es que la producción, la distribu- ción. Si las encontramos, se limitan a los productos, tal como el comer-
ción, el intercambio y el consumo sean idénticos, sino que constituyen cio del libro. Por cierto, la teoría materialista se detiene a señalar la
los articulaciones de una totalidad, diferenciaciones dentro de una uni- equívoca demonización de la obra de arte convertida en mercancía, y
dad"'P13 la división del arte en elitista y masivo, como si se tratase de verdade-
"La gran conquista de Marx reside, ante todo, en haber insistido en ras causas. Pero en ningún momento incluye en la distribución los me-
la distribución como una forzosa mediación entre la producción y el dios intelectuales de producción y de consumo del arte, cuya circula-
Coflsumo".14 ción en la sociedad explica con claridad las orientaciones axiológicás,
Desde nuestra perspectiva, percibimos debilidades en la teoría mate- teleológicas y sensitivas del receptor.
rialista de la recepción. Sobre todo, percibimos peligros que es urgente Entre los estudiosos de la RDA encontramos a Rita Schober,1 5 cuyos
eludir: los sustancialismos y ahistoricismos (o absolutismos), capaces de planteamientos pueden servirnos de apoyo para la incorporación de la
ser generados con facilidad por el concepto de obra como conductora de distribución en el consumo. En su estudio llama la atención acerca de
la recepción. Tales peligros, de suyo objetivistas, serían obviados si in- la existencia de una recepción colectiva, identificada con la tradición o
NTRODUCCIÓN 1 NTRODUCCÓN

18 vida social de la obra y considerada mediación del proceso histórico de renciación entre lo artístico y lo estético, como quien separa la parte del te- 119
la literatura. Por supuesto, también alude a la percepción individual, do. También examinaremos las actividades perceptuales del consumidor,
con su tipología de lecturas y con sus problemas en los diferentes pla- tanto las sensoriales como las sensitivas y las teoréticas. Antes habrá que
nos consuntivos: del autor (conducción del objeto), del receptor (ac- establecer cuál es la interacción de la sociedad, el individuo y el sistema
tualización) y de la interacción objeto-sujeto (comunicación). Además, artístico en la creación de necesidades estéticas y artísticas de nuestra sen-
señala una posrecepción identificada con la función o papel social del sibilidad. Finalmente, los procesos posperceptuales serán identificados con
arte. Para nosotros lo importante reside en la recepción colectiva, la los efectos últimos del consumo, que examinaremos en la tercera parte de
cual constituye la distribución o el curso social de las ideas de arte, me- este libro, y que pueden ser individuales, sistémicos y/o sociales.
diante los aparatos ideológicos oficiales de la educación pública y de la
política cultural.
Como es de suponer, en nuestro estudio nos acercaremos a la teoría
materialista de la recepción, pero insistiremos en la importancia de la
NOTAS
distribución o, si se prefiere, de la conjugación tripartita producción-
1 FbI. Virden, 'The Social Determination of Aesthetic Styles" en The British Journal of
distribución-consumo. Nuestro estudio se centra, en las artes visuales,
las que sin duda son diferentes de la literatura. Sin embargo en las ar- Aesthetics.
2 H.R. Jauss, Bacines und Goethes Iphigenie" en Raiiier Warning Rezeptionaesthetik,
tes visuales resulta aún más imperativa la revalidación de la distribu- pág. 384.
ción, no sólo a causa del actual desarrollo tecnológico de las comunica- H. R. Jauss, Literatur Gerchichte als Provokotion.
ciones audiovisuales —cuyos máximos exponentes son los medios ma- H. G. Gadamer, Wohrheit. und Methode.
5 H. R. Jauss, Op. cit., págs. 386-391.
sivos con sus poderosas persuasiones— sino, también debido a la pér-
6 M. Nauman et al., Gesellschaft, Literotur-Lesen.
dida de importancia del trabajo manual, la mimesis y la expresividad K. Marx, Introducción general ala crítica de la economía política, 11856J, pág. 49.
en la actual producción artística-visual. En su lugar, ahora los artistas 8 Ibidem, pág. 50.
exaltan la pragmática; esto es, los efectos de su obra en el receptor, ca- Ibid, pág. 51.
si siempre obligándolo a cuestionar o a alterar sus ideas habituales del 10 lb., pág. 47.
11 lb., pág. 48.
arte. No en vano las obras de arte son intencionalmente polisémicas, 12 lb., pág. 51.
por enrarecimiento u ocultamiento de información, y exigen más traba- 13 lb., pág. 56.
jo al receptor. En los círculos de estudiosos del arte, la sobrevaloración 14 En el primer capítulo de nuestra obra dedicada a la distribución, hemos tratado ex-
de la producción, del productor y del producto no sólo tiende a desapa- haustivamente las relaciones que la producción, distribución y el consumo guardan entre
recer; el mismo producto entra incluso en el ocaso. Piénsese en cómo sí. Véase Juan Acha, El arte y su distribución.
15 Rita Schober, Bezeption und Reolismus, tomo I.
los diseños hacen perder importancia a la obra única, puesto que el ar-
tista pasa a segundo plano en tanto productor.
Lo primordial de nuestras búsquedas, reside en centrarnos en el re-
ceptor para conjugar sus actividades consuntivas con la producción y
con la distribución. Primero debemos indagar en la tipología del consu-
mo, diferenciando el ideal del real; el aficionado del profesional y del
espontáneo, que actúa desprovisto de conocimientos artísticos. En el
consumo profesional distinguiremos el del crítico, teórico, historiador y
productor de objetos o artistas. Empero, prestaremos especial atención
al consumo masivo, sus perversiones y problemas teoréticos respecto a
la individualidad y el colectivismo, el individualismo y el gregarismo.
En cada uno de los tipos de consumo analizaremos separadamente sus
elementos y mecanismos preperceptuales, para dar cuenta de la proceden-
cia de los ideales y orientaciones, capacidades y necesidades artísticas y
estéticas del consumidor. Aquí son fáciles de percibir los pormenores de la
distribución y .de su importancia en las condiciones preperceptuales que
exige el consumo-masivo, de manera que es menester fundamentar la dife-
;J

La sociologia de
los consumos
Comencemos por preguntarnos algo que se nos antoja fundamental:
¿de dónde nos viene la necesidad de acercarnos a una obra de arte, o
bien a la belleza de un paisaje, de una mujer o de una flor, para perci-
birla, vivenciarla y consumirla sensitivamente?
Obsérvese: la pregunta contiene el dilema arte o belleza. Son dos re-
alidades distintas: una, producto del hombre y otra, de la naturaleza. A
menudo incurrimos en el error de confundirlas, creyéndolas una mis-
ma cosa. Quizás porque en épocas pretéritas la belleza y las otras
categorías estéticas fueron insertadas en el arte, en el cual suelen apa-
recer, por otra parte, como bellezas formales. En realidad, el producto
de la naturaleza y el del hombre difieren de manera sustancial.
Sin duda, la necesidad de arte o de belleza nos viene de la sensibili-
dad, si optamos por señalar la causa inmediata. Naturalmente, sin que
por esto desechemos la existencia de causas profundas, en especial, la
amaterial tan importante para nosotros, los materialistas. Por defini-
ción, esta facultad humana rotulada sensibilidad se ocupa de las artes,
la belleza y demás categorías estéticas (fealdad, lo dramático, lo cómi-
co, la sublimidad y la tipicidad): En suma, se ocupa de todo lo estético,
entre otras cosas, por tautología o sinonimia, —más que por
antonomasia— lo estético es lo sensitivo. La sensibilidad va siempre
unida a los sentidos, a las percepciones y los sentimientos. Si aquí nos
interesa, es para definirla como la capacidad humana de sentir que ti-
pifica lo estético y también lo artístico, por extensión.
• Esta capacidad se concreta en cada sociedad, época o individuo, ad-
quiriendo rasgos particulares que pueden tener alguna de estas tres
definiciones: suma de sentimientos e ideales de belleza, tanto humana
como natural y de objeto; reunión de preferencias, aversiones e indife-
rencias sensitivas; conjunto de relaciones sensitivas o estéticas que
mantiene el hombre con su realidad cotidiana. Es así como la sensibili-
dad del individuo o de la colectividad puede también denominarse sub-
jetividad o cultura estética.

23
000

PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 1. Los ORÍGENES DE NUESTRAS NECESIDADES

24 Según tales definiciones, la sensibilidad no actúa sola. Constituye la adquirir la totalidad de los existentes o porque siempre existirá en la 1 25

médula estética y tiene sus propias necesidades que para satisfacerlas realidad lo sensitivo y no verbalizable. En cualquiera de estos casos in-
compromete al resto de las facultades humanas, es decir, las activida- terviene la sensibilidad, sea para reemplazar a la razón o para comple-
des sensitivas afectan a la totalidad del hombre, porque la sensibilidad mentarla. Pero no porque su intervención es indispensable nuestra
interviene en todo acto u obra humana y le imprime sus huellas. En la sensibilidad posee la capacidad de llegar a conocer toda la realidad.
mayoría de los casos, la obra humana que contiene elementos estéticos De lo anterior caba deducir dos conclusiones: 1. Nuestra lucha por
o artísticos es producto de otras facultades. Para ser exactos, lo estéti- la sobrevivencia nos obliga a mantener dos clases de relaciones con la
co nunca existe como sustantivo: es más bien un modo de existir de las realidad: las racionales y las sensitivas. 2. La sensibilidad interviene
cosas y fenómenos, o un modo de describirlos y de expresar ideas y en nuestras decisiones prácticas, tan luego nuestra razón agota sus ar-
sentimientos. Esto, al margen de que para existir verdaderamente lo gumentaciones. Es así como a menudo elegimos un objeto, entre varios
estético necesita de la relación con un sujeto. de la misma eficacia, porque nos gusta más o lo creemos más bello.
Si aquí aislamos la sensibilidad es por exigencias metodológicas. Por Aquí la sensibilidad reemplaza a la razón. La complementa cuando res-
lo demás, su aislamiento es frecuente en nuestra vida diaria. Surge fu- ponde a la belleza o a la sensitivo de la realidad, con fines de placer o
gazmente cuando sentimos y nos emocionamos. En rigor, toda actividad cognoscitivos. Dicho de otra manera, en nosotros se complementan dos
de la sensibilidad viene precedida, acompañada y seguida de la razón conocimientos: el racional y el sensitivo. Como sabemos, el sensitivo
y hállase íntimamente ligada a los sentidos (sensorialidad) y a las emo- pertenece al pensamiento mítico, cuyas manifestaciones suelen ser
ciones (afectividad). La sensibilidad contiene lo específicamente estéti- artísticas o religiosas.
co, y sus actividades son aislables y conscientizables de forma fugaz. La sensibilidad produce y consume arte, dijimos. En otras palabras
Cuando la sensibilidad se une a la razón para predominar sobre las durante su producción y su consumo el arte demanda relaciones sensi-
operaciones sensoriales, deviene lo específicamente artístico. Mente, tivas. Así, por definición, las artes nos exigen el predominio de las rela-
sensibilidad y sentidos van siempre juntos, prevaleciendo uno de los ciones sensitivas, mientras las ciencias nos imponen la supremacía de
componentes. las racionales. Abundan quienes suponen que el placer es la exclusiva
finalidad de nuestras relaciones sensitivas. El arte suele producir pla-
cer, nadie lo duda. Pero también lo produce la razón, cuando, por
LA SENSIBILIDAD ejemplo vemos belleza en una solución matemática cuyo placer no es ni
científico ni estético: es la satisfacción de arribar a una solución im-
Todos poseemos una sensibilidad. Por consiguiente, somos capaces pensada. El arte no termina en placer ni todo placer es estético, como
de consumir artes y/o bellezas. Todos necesitamos disfrutar de las tampoco existe la sensibilidad únicamente para solaz del hombre. El
bellezas, y según ellas nos casamos, admiramos un paisaje y preferi- arte brota de la sensibilidad y vuelve a ella en forma de obras, para
mos un objeto. Pero no las necesitamos durante todo el tiempo, y sabe- enriquecerla, renovarla o corregirla. Y este efecto adquiere luego di-
mos que muchos hombres nunca requieren las artes para nada. Por eso mensiones sociales, sistémicas o individuales. He aquí la principal fun-
nuestra pregunta fundamental del comienzo tuvo que ser disyuntiva: u ción del arte, en la cual el placer es síntoma o un efecto inmediato y pa-
obra de arte o bien belleza. Si todos poseemos sensibilidad es porque sajero. Como es de dominio general, el hedonismo tiene al placer por la
nos resulta indispensable. Algunas veces lo es —y he aquí lo principal función del arte.
importante— como complemento, y otras como sustituto de nuestra ra- El placer aparece, desde luego, con mucho más frecuencia en el arte.
zón, también imprescindible. No importa si en las actividades de la ra- Y conocemos el porqué: la sensibilidad es siempre valorativa; esto es,
zón subyacen siempre hábitos sensitivos, y si detrás de las de la sensi- tiene una orientación axiológica y tiende a buscar la satisfacción de
bilidad nunca faltan ideas o teorías. En cada acto e individuo, época y preferencias preestablecidas, mientras la razón trata de zafarse de las
cultura cambian las proporciones en que se combinan la sensibilidad influencias de la subjetividad y de los prevalores cuando enfoca
con la razón, aunque muchas veces predomina una sobre la otra. científicamente una realidad.
La causa de que la sensibilidad nos sea indispensable es muy conoci- La sensibilidad no sólo goza ni se limita a operar los domingos. Tra-
da: nos la impone ineludiblemente el desconocimiento que la razón baja constantemente y cubre toda nuestra vida diaria. De allí lo erró-
siempre tendrá de algunas partes de la realidad, sea porque todavía no neo y hasta lo disparatado de reducir a las artes las actividades de la
se han producido todos los conocimientos exigidos por ella, porque aún sensibilidad. El hombre no sólo vive de arte. Existe una infinidad de ré-
el hombre es incapaz de producirlos todos, porque el individuo no pudo laciones naturales y humanas que, sin ser productos del arte, influyen
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 1. Los ORÍGENES DE NUESTRAS NECESIDADES

261 todos los días en la sensibilidad y la nutren. Por otra parte, muchos di- artísticas. Pero entre ellas hemos de separar a las actividades espontá- 1 27
seños intervienen actualmente en la vida diaria y en el tiempo libre de neas de la sensibilidad de las artísticas propiamente dichas.
nuestra sensibilidad, así como antes lo hicieran las artesanías en la co- Las actividades espontáneas las realiza cualquier sensibilidad y puede
tidianidad. Naturalmente, las artes inciden en el modo de ver muchas darse el caso de que produzcan objetos tales como pinturas. Estas activida-
de las realidades naturales y humanas, así como muchos diseños con des son similares a las que lleva a cabo cualquier hombre cuando practica
que se relaciona nuestra sensibilidad. las matemáticas al sumar sus cuentas. Pero viéndolo bien, aquí enfrenta-
No obstante sus actividades diarias, nuestra sensibilidad suele de- rnos operaciones muy distintas de las del arte como profesión y de las mate-
jarse seducir por la sobrevaloración burguesa del arte, y prefiere las máticas como ciencias. Si es así, las pinturas de los niños y de los denomina-
experiencias excepcionales de éste. Porque el arte occidental mismo se dos "primitivos" serán productos meramente estéticos, pero nunca
ufana de no ser cuestión de todos los días. Sus obras están destinadas artísticos. Sus similitudes con las obras de artistas profesionales que
a una percepción especial y a momentos de excepción festiva. Pero por quieren pintar como niños carecen de importancia. Las actividades
desgracia, de esta percepción esperamos una purificación muy seme- artísticas propiamente dichas descansan en un cuerpo de teorías que en
jante a la de la confesión y de la comunión católica, con respecto a una cultura se trasmiten de generación en generación de profesionales,
nuestros pecados cometidos en la vida trivial.. De tal suerte que si nece- dentro de las academias o mediante la autoeducación. Como resultado, las
sitamos purificarnos sensitivamente, hemos de buscar las artes en los artes constituyen actividades especializadas que requieren de un cuerpo de
museos y en otros lugares especiales, durante momentos también espe- teorías, aprendizajes y técnicas. Entretanto, nuestras actividades estéticas
ciales. Lo importante radica en la purificación; mejor si llevamos una son espontáneas y transcurren con la "naturalidad" de una facultad huma-
vida diaria inartística. Sin embargo, somos partidarios de una vida na. No importa si traen consigo nociones de arte.
diaria estéticamente rica. A comienzos del siglo XIX encontramos ya la definición hegeliana de
Si bien la sensibilidad de muchos hombres se ocupa de la realidad y las artes como hechura del hombre, diferenciándose de las bellezas na-
del arte, en la mayoría de ellos ni siquiera siente la necesidad de acer- turales. Se introduce así un poco de orden en la fusión o confusión que
carse a las obras de arte, por ejemplo, innumerables personas viven en del arte y de la belleza venía haciendo la estética; y para nuestro ac-
el mundo sin la menor noticia del arte occidental. Su sensiblidad se li- tual modo de ver, el arte constituyo una promiscuidad, el pecado origi-
mita a las bellezas naturales y humanas que nada tienen que ver con nal de esta disciplina filosófica. De allí en adelante resulta inapropiado
las artes, en el sentido occidental del término. Por consiguiente, la sen- atribuir calidad artística a un paisaje, una mujer o una flor, por
sibilidad posee el don de realizar dos clases de actividades: las estéti- ejemplo, cuando su belleza es natural. Y esto, pese a seguir apreciando
cas yio las artísticas, de las cuales las primeras son ineludibles. En la belleza natural reflejada en muchas obras de arte.
otras palabras ninguna sensibilidad puede escapar de la obligación de Cien años más tarde muchos estudiosos europeos ven la conveniencia
ocuparse de la belleza y demás categorías estéticas de la realidad, pe- de postular la separación de lo estético y de lo artístico y contraponen a la
ro sí puede dejar a un lado a las artes. Estas son optativas. De aquí re- estética —como estudio de la belleza en general— la ciencia del arte, cu-
sulta fácil deducir y aceptar que lo estético y lo artístico constituyen yo desarrollo había devenido indispensable para el conocimiento de la re-
dos mundos que se comportan dialécticamente como el todo y la parte, alidad artística. Ejemplos son K. Fiediler, M. Dessoir, E. Utiz, J.M. Gouyan,
según las circunstancias: lo estético involucra lo artístico, pero tam- que tienen como precursor a G. Semper (1803). En aquel entonces K.
bién a la inversa, al igual que en las obras de arte, en que lo artístico Fiedier escribía; "buscar la belleza, disfrutarla y aspirar a ella, puede pa-
comprende lo estético, entre otras cosas. Uno se diluye en el otro. Al fin recer muy elevado, pero en realidad no se eleva mucho sobre el pedestre
y al cabo, no todo en arte es arte ni estético. instinto del hombre de querer una vida agradable". En un comienzo la di-
Si deseamos comprender cabalmente los problemas actuales del ar- ferenciación se centró en separar a la estética como disciplina filosófica
te, precisamos diferenciar las actividades estéticas de las artísticas. de las ciencias del arte. Para los teóricos, el arte como hechura del
Lo estético o sensitivo subyace en todo acto u obra humana, pero tam- hombre es más que belleza, y recibe el espaldarazo como una construc-
bién subyace en ésta lo artístico, en cuanto todo hombre tiene las no- ción hecha por una sensibilidad hermanada con la razón y la imaginación
ciones de arte que lo ha transmitido al aprendizaje de su idioma. Por un creadora.
lado, están las preferencias y actividades sensitivas de cualquier En la actualidad, en los países socialistas encontramos teóricos co-
hombre, analfabeto o culto, niño o adulto, en relación con las bellezas mo M. Kagan2 y E. John3 que trabajan en lo estético y lo artístico como
de la realidad natural y de la humana. Por otro, se desarrollan las acti- dos mundos separados y relacionados dialécticamente entre sí. Pero no
vidades productivas de la sensibilidad, que pueden o no denominarse necesitamos recurrir a sus argumentos para señalar qué elementos se-
0

PRIMERA PARTE. LA S0cI0L0G!A DE LOS CONSUMOS


CAP. 1. Los ORIGENES DE NUESTRAS NECESIDADES

28 ( : paran a uno del otro. Traigamos a la memoria las consideraciones que 29


artístico sino el reflejo de un elemento estético de la realidad. Recorde-
desplegara J. Mukarosky (1931-1936), acerca de la función, la norma y mos que entre la función y su valor hay mucha distancia.
el valor estéticos, separados de sus homólogos artísticos4 si nos apoya- Las obras de arte acusan igualmente una segunda función, la cual,
mos en este teórico checoslovaco, cabe señalar la existencia de lo esté- al ser ajena a lo estético y a lo artístico, puede tener fines educativos o
tico fuera de las artes. La función estética aparece, entonces, siempre informativos, religiosos o políticos. Aquí el arte sirve de medio para un
aparejada con una función práctica, religiosa, política o moral. Porque objetivo práctico y no artístico que se identifica con el contenido de las
lo estético no existe solo: la sensibilidad subyace en toda obra humana obras. Asimismo éstas comprenden una tercera función: la artística o
y su existencia es modal. Por consiguiente, estamos obligados, a sepa- sistémica, cuando las formas y modos de las obras aportan algo nuevo
rar el consumo, la educación y la cultura estéticos de los artísticos. al sistema artístico a que pertenecen (pintura, escultura, grabado, di-
Por definición, lo estético va unido, a la sensibilidad, la belleza y de-
bujo). Para apreciar cabalmente esta función interviene un consumidor
más categorías estéticas de la realidad. Por ejemplo, para M. Kagan, ignorado, pese a estar siempre presente: el profesional. Aquí también
su consumo es inmediato y directo, espontáneo y emocional, y se iden- la obra opera como un medio, pero con fines artísticos. Las tres fun-
tifica con el gusto.5 En otros términos, su consumo es axiológico; consta
ciones mencionadas son potenciales y su objetivación depende del re-
de las relaciones axiológicas que entabla el sujeto con un objeto. El ob-
conocimiento de un sujeto con su valoración subjetiva.
jeto posee un valor potencial, el cual es objetivado por la valoración Las artes constituyen sistemas sociales de producción, distribución
suscitada en un sujeto, quien valora de acuerdo con la orientación
y consumo culturales, con su morfología (géneros de objetos: pintura,
axiológica que le ha inculcado la sociedad. Lo estético va unido al pla- escultura, grabado, dibujo, arquitectural y su historia: sucesión de
cer emocional y a valores preestablecidos. Este proceso caracteriza
artesanías, artes cultas y diseños. A lo largo de su historia cambian las
también a las artes y las diferenciá de las ciencias, cuyas prácticas hu-
proporciones de la sensibilidad con respecto a la razón, y el productor
yen de lo emocional y buscan la objetividad lógica. Propiamente, el ob- aumenta su acercamiento a lo racional. No en vano los diseñadores re-
jeto estético no es enfrentado por un sujeto sino por la subjetividad de
quieren de mayores informaciones y procesos conceptuales que los ar-
un sujeto. Como veremos más tarde, lo estético es un producto cultural,
tistas cultos, y éstos más que los artesanos. En lo que concierne al con-
cuya generalización expresa su base antropológica y biológica. Para
sumo sucede al revés: los diseños retornan a lo emocional de las
consumirlo nos basta con la educación ecológica, porque también los
analfabetos lo consumen. artesanías. La mayor irracionalidad del consumo masivo corresponde
a la intensa racionalidad o tecnología que exige la producción de los
Durante mucho tiempo lo artístico estuvo unido a la belleza natural y
medios masivos. En buena parte, las artes y los diseños son dos fenóme-
operaba de acuerdo con los ideales y sentimientos de belleza predominan- nos opuestos pero también complementarios y propios de la cultura oc-
tes en la colectividad. Actualmente las artes tradicionales los abandonan
cidental o del capitalismo. En suma, lo artístico se nos presenta como
y recurren a la fealdad o a lo dramático, a lo cómico o a la trivialidad;
una variante de lo estético en la naturaleza y en los lenguajes sociales.
categorías estéticas que se desempeñan como ingredientes artísti-
cos pero que distan mucho de ser valores o disvalores. Su consumo es En términos sociológicos, cabe hablar de cultura estética y de cultu-
amplio, se inclina a lo racional y se extiende al pasado y a la verbaliza- ra artística como el todo y la parte. La primera hállase constituida
ción. En la relación objeto-sujeto del arte, la distribución interfiere con los —ya lo hemos dicho— por el conjunto de relaciones sensitivas qúe los
medios intelectuales de consumo. En síntesis, el consumo artístico es igual miembros de la sociedad mantienen predominantemente con la reali-
al consumo estético al que se suman algunos procesos racionales e infor- dad y que caracterizan a esa sociedad. Si se prefiere, podernos identifi-
maciones históricas y conceptuales. En fin, exige, una educación especial: carla con la subjetividad estética colectiva. En cambio, la segunda
la ecología no le basta. consta de procedimientos y teorías, técnicas y aprendizajes profe-
Las bellezas naturales siguen siendo necesarias en la vida diaria y sionales, aunados a sus productos, su distribución y su consumo. Am-
en los medios masivos, pero no en las artes tradicionales y cultas. Las bas culturas provienen de una misma matriz: de la ecoestética, tam-
obras de arte poseen una función estética en la belleza de su configura- bién denominada objetividad estética.
ción; esto es, en sus formas, cuyo consumo es espontáneo. La función • La ecoestética, se integra con los productos de las artes, ciencias y
estética puede estar también en el contenido, cuando éste refleja una tecnologías, junto con el elemento humano, con sus comportamientos
belleza natural o un hecho que exalta cualquier otra categoría estéti- estéticos y artísticos. No nos sorprendamos: cuando estudiamos una
ca. Dicho sea de paso, lo estético funciona aquí como la carnada en el ecología, lo hacemos dentro de ella, como parte y producto de la misma,
anzuelo. En cualesquiera de los casos, la función no será un valor • y en tanto su transformador. Aquí, como parte y producto ambientales,
el individuo hace de intermediario y en él influyen el ámbito estético y
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CAP. 1. Los ORÍGENES DE NUESTRAS NECESIDADES


PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

30 1 los comportamientos de la subjetividad estética y de la cultura zada en esta urdimbre se encuentra la siempre omnipresente red de 131
artística de los hombres que lo rodean. Hasta hace poco, la proclividad ideologías o de recursos de la falsa conciencia.
burguesa a sobrevalorar el arte nos impulsaba a creer que las artes En cambio, la ecoestética constituye la cultura estética en su acción
explican exhaustivamente la cultura estética de una sociedad, cuando modeladora de las sensibilidades personal y colectiva, que suscitan en
en verdad sucede lo contrario: sólo lo estético explica lo artístico y la la persona individuaciones y socializaciones sensitivas, como respues-
subjetividad o sensibilidad colectiva.6 tas que propiamente son identificaciones tanto con la persona del indi-
Recordemos ahora la última evidencia notoria de la sensibilidad: viduo como con los diferentes grupos de la colectividad. Dicho en otros
constituye una facultad humana que cubre lo artístico ylo estético, que términos, abarca los múltiples factores y procesos de creación o
puede compararse con la razón —otra facultad humana—, y con el sociogénesis de las necesidades estéticas del individuo, aunados al
hombre, un instinto del hombre. Las comparamos para señalar que si condicionamiento de la satisfacción de las mismas y de sus efectos. Su
bien las tres tienen una base biológica o antropológica, no existen sin naturaleza es más sociológica, y equivale a una especie de caldo de
formas ni modos concretos, las cuales distan mucho de ser innatos: son cultivo en que va generándose la sensibilidad de todo nuevo miembro
productos sociales que dejan al hombre una libertad relativa. Lo bioló- de la sociedad. Si se quiere, la ecoestética sería la sociedad vista en
gico determina la capacidad y los límites de sus reacciones, pero no es sus aspectos sensitivos.
el origen del arte, así como tampoco los procesos psicológicos del El estudio del espacio vital de la sensibilidad que es la ecoestética, se
hombre cubren todo el arte. centra en las relaciones de ésta con el medio ambiente. No es que la
Si la sensibilidad no es innata, ¿de dónde procede entonces? Pro- ecoestética determine la contextura de nuestra sensibilidad mediante
piamente, ¿cuál es el origen de las necesidades estéticas y de las las respuestas homeostáticas que en ella imponen los cambios y las
artísticas? Luego debemos preguntarnos: ¿cómo se forman la cultura presiones ambientales o ecológicas. En las respuestas interviene la
estética y la artística? Toda respuesta confluirá en nuestra tarea educación familiar y la pública, con sus normas e ideologías justifica-
central: analizar el consumo artístico en comparación con el estético y doras, aunque siempre sea posible señalar en toda sociedad un espacio
con los seudoartísticos. intelectual con normas en circulación provenientes de la educación. En
La realidad nos señala a la ecoestética como la causa inmediata, la el modelado de las necesidades de nuestra sensibilidad intervienen
cual no es otra cosa que la objetivación de la sociedad, cuyos mecanis- también la demoecología, que promueve la imitación de determinados
mos esconden la causa de última instancia: el modo de producción ma- comportamientos sensitivos, y la ecología de los objetos, que crea hábi-
terial. tos y condiciona reflejos, más los espacios habitables y laborales que
hacen lo mismo en la sensibilidad corporal. Bien mirado, en la forma-
ción de la sensibilidad actúa la sociedad entera, pues en ella participa
toda práctica social o modo de vida. La razón es simple: en todo acto u
LA ECOESTÉTICA obra humana subyace siempre una urdimbre sensitiva. En teoría, los
productos de las artesanías, las artes cultas y los diseños, componen-
Para precavernos de malentendidos, tengamos presente que la ecoesté- tes de la ecoestética poseen efectos más eficaces. Sin embargo, en
tica y la cultura estética son sustancialmente iguales pero vistas desde muchos casos, la realidad es otra.
dos ángulos distintos y complementarios: una es la objetividad y otra la Por añadidura, la ecoestética no es una flor silvestre en el cultivo so-
subjetividad estética; lo externo y lo interno del mismo fenómeno. cial: la crea el sistema político social, pero no como un escenario que
Por cultura estética entendemos el conjunto de nuestros relaciones sólo atrae por sus bellezas y únicamente sirve de solaz al hombre. La
sensitivas con la realidad del entorno, cuyas preferencias y aver- crea por su objetividad estética; esto es, por la efectividad formativa
siones, ideales y sentimientos de belleza, se objetivan en las necesida- de los componentes estéticos con respecto a la sensibilidad. Estos com-
des y satisfacciones de nuestra sensibilidad o subjetividad estética co- ponentes cumplen funciones sociales que, como efectos posibles, les
lectiva. En concreto, engloba las actividades productivas, distributivas imprime el sistema político social. Como componentes principales pode-
y consuntivas de la sensibilidad, con sus respectivos principios, medios mos señalar los objetos y los comportamientos, los valores y las normas
y productos. Su contextura es más psicológica o psicosocial, y confor- que los sistemas estéticos distribuyen o ponen en circulación en el me-
me una suerte de urdimbre sensitiva que subyace en toda práctica so- dio ambiente.
cial o modo de vida, aun en la política y en la jurisprudencia, en las La cultura estética o ecoestética es parte de la cultura general de la
ciencias y en las tecnologías y, con mayor razón, en la religión. Entrela- sociedad o país y, por tanto, esta cultura explica a aquélla en muchos
oo oooooooo

PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 1. LOS ORÍGENES DE NUESTRAS NECESIDADES

32 1 aspectos, así como la cultura estética explica muchas partes de la cul- toda persona cuando viene al mundo, crece y va formando su persona-
tura artística, la artesanal y la del diseño. Esto significa que nuestra vi- lidad. Con esta misma libertad relativa de elegir, el hombre estructura
sión o estudio de la ecoestética depende del concepto de cultura que de manera personal los elementos escogidos e imprime grados indivi-
tengamos. Como es de suponer, el nuestro es materialista y, por consi- duales a cada modo y a cada elemento conocido. En todo ello siempre
guiente, vemos en ella una parte material y otra espiritual. En la mate- registramos una orientación, sea a la permanencia o al cambio.
rial hállanse los medios de producción y1os bienes de consumo que son No discutiremos si el factor determinante es el individuo o la so-
productos del trabajo y satisfacen necesidades humanas de subsisten- ciedad. Nuestra posición es dialéctica: en la formación de la sensibili-
cia material, de tal suerte que éstas y las posibilidades de satisfacerlas dad y en su contextura intervienen tanto los elementos generales como
son partes primordiales de toda cultura. De aquí cabe deducir una ba- los particulares, los colectivos como los personales. El individuo es el
se material en toda ecoestética o cultura estética, como condición sine vehículo y a la par la finalidad de la conjugación de ambos elementos.
que non de su bondad. Toda persona porta elementos sociales e individuales, después de ha-
Sin embargo, las condiciones materiales y las condiciones de vida, ber llevado a cabo procesos de individuación de lo social y de socializa-
van junto con la formación de la conciencia del individuo, formación ción de lo individual o, mejor, de lo grupal.
que es regulada por dichas condiciones; conciencia que acostumbra- En buena parte, el individuo no está en contacto directo con la so-
mos tomar por el componente principal de la cultura espiritual.7 Esta ciedad entera, sino que lo está a través de grupos.. Entonces ha de
cultura comprende valores y normas que, por lo regular, se objetivan aprender a identificarse con los diversos grupos humanos a que perte-
en los usos y costumbres predominantes en nuestra sociedad. Final- nece o con los que simpatiza. Propiamente los individuos hállanse cons-
mente la cultura conserva y distribuye valores. En fin, toda cultura es tituidos por elementos de diferentes agrupaciones humanas o sociales,
normativa. Lo mismo cabe aseverar en la ecoestética o cultura estéti- tales como la clase social y la profesión, la cultura y la religión, el sexo
ca, y con mayor razón si consideramos la naturaleza valorativa de y la familia, la nación y la raza, el idioma, y un equipo de futbol. De este
nuestra sensibilidad. modo, la socialización consta de una dinámica de grupos poco estu-
Empero, la contextura de la cultura no es sencilla ni uniforme. Lo diada, que permite individuaciones esporádicas de acuerdo con las cir-
que en concreto existe es una formación cultural, como parte de la cunstancias. Además, lo individual tiende a socializarse.
formación económico social. En esta formación cultural coexisten múl- Por lo dicho en este vaivén dialéctico entre lo individual y lo social
tiples usos y costumbres del pasado y del presente; unos son dominan- participan modos individuales y elementos que siempre son sociales,
tes; otros, residuales; los terceros, emergentes. En esta amplia gama de vale decir, colectivos e históricos. El individuo tiene la libertad —lo
ingredientes, el individuo elige e individualiza los elementos sociales, a reiteramos— de elegir entre ellos y de imprimirles modos personales.
cada uno de ellos de un modo personal y a su totalidad con una estruc- Como es de esperarse, los grados de individuación varían de persona a
turación singular. Además, el individuo puede aprender sus indivi- persona. Su mayor expresión sería aquella personalidad con un
duaciones y socializaciones con un espíritu conservador o progresista, mínimo de neutralidad, indiferencia o rutina, y un máximo de singular¡-
reaccionario o revolucionario. Toda persona forma parte del sistema dad.8 Las individuaciones y socializaciones también varían con la cul-
ecoestético, pero funciona como una suerte de homeostato: registra los tura a que pertenece el individuo: la hegemónica ola popular. Para los
cambios ambientales o ecoestéticos, se trasmuta y los retroálimenta al efectos de nuestro estudio, podemos traducir el factor cultural en algu-
trasmutarse logra estabilizar la sensibilidad, tanto la individual como no de los tres sistemas estéticos: las artesanías, las artes cultas y los
la colectiva. El individuo es producto y a la vez parte y productor de la diseños. En síntesis, en la creación de necesidades estéticas —o, lo que
ecoestética. es igual, en la formación de la sensibilidad— intervienen la sociedad,
En concreto, aquí se trata de ver de dónde nos vienen las preferen- el individuo y la cultura; esta última a través del sistema estético en
cias, aversiones e indiferencias sensitivas que subyacen en los usos y que nace y crece la persona.
costumbres de todos los días. Son modos ynos llegan con el estilo de vi- Ya lo hemos señalado y justificado en otro estudio:9 los países latino-
da heredado o, más exactamente, se transmiten mediante la educación americanos hállanse conformados por una cultura hegemónica y otra
familiar, idiomática y escolar, así como por el medio ambiente y la vida popular subalterna. Entre sus múltiples actividades encontramos la
social en general. El individuo no inventa sus modos sensitivos, los reci- producción, distribución y consumo de objetos e ideas, propios de las
be, junto con los usos y costumbres, y luego escoge entre éstos, dentro ciencias, las tecnologías y las manifestaciones estéticas, sumadas a
de la variedad de los de su clase social. Los recibe y escoge como parte otras ideologías, tales como las religiosas y morales, legales y políticas.
de los procesos de socialización y de individuación a que está obligado En la cultura hegemónica local estas actividades son controladas y
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 1. Los OR[GENES DE NUESTRAS NECESIDADES

de la ecoestética en relación con la sensibilidad o cultura estética, pre- 35


34 J usufructuadas por la clase dominante, y dependen de las ciencias,
cisamos también tener muy en cuenta el tercer y último plano de la cul-
tecnologías y estéticas de la cultura hegemónica internacional, actual-
mente la occidental, representada por los Estados Unidos de América. tura hegemónica y la popular: sus respectivos intereses económicos y
La cultura hegemónica local es indiferente a los conocimientos su mutua oposición en el modo de producción capitalista. Los, hegemó-
empíricos y cosmológicos que desempeñan el papel de ciencias en la nicos funcionan en detrimento de los populares y con dependencia de
cultura popular, aunque tendría mucho que aprender de su herbolaria. intereses foráneos. En última instancia, los intereses económicos deter-
Pero aprovecha sus tecnologías y controla las artesanías o artes popu- minan la cantidad y calidad de objetos e ideas científicas, tecnológicas
lares. y estéticas que circulan en la sociedad y que forman parte de la ecoes-
Para evitar separaciones injustas o subestimaciones, hemos de inter- tética, impulsándola a modelar la sensibilidad en determinadas orien-
poner una visión dialéctica entre el condicionamiento de clase y la taciones. No es necesario entrar en mayores detalles. Volvamos a la
universalidad. Porque si bien los productos científicos, tecnológicos y ecoestética.
estéticos de la cultura hegemónica favorecen a la clase dominante, Reiteremos: la ecoestética hállase conformada, en parte por la so-
acusan beneficios universales y van a engrosar el patrimonio de la hu- ciofuncionalidad de los tres sistema estéticos que hasta ahora se han
manidad. Con todo, para el estudio de la cultura estética será menester sucedido en la historia y que hoy coexisten en nuestros países: las
diferenciar entre la cultura popular y la hegemónica. Sin embargo, ne- artesanías, las artes cultas y los diseños. Los enfocaremos por separa-
cesitamos tomar a la ecoestética como una sola, pese a mostrar varian- do como parte de los componentes de la ecología. Ellos ocupan parte de
tes populares y hegemónicas. Igualmente, tomamos por una sola a la ecología del objeto y del espacio intelectual, ingredientes de la eco-
nuestra colectividad, sociedad o país, no obstante estar dividida en cla- estética que también analizaremos separadamente; al igual que la
ses. Además, los diseños actualmente tienden a unificar la ecoestética demoecología, que identificaremos con la cultura estética colectiva y
de nuestros países. los espacios reales del habitat: los del hogar y los del trabajo. Concebi-
Para el estudio de la ecoestética también es importante el segundo mos a los tres sistemas mencionados como constelaciones o forma-
plano cultural. Nos referimos a los usos y costumbres con su subyacen- ciones estéticas en continuo movimiento y con modos que aparecen y
te subjetividad estética y sus estrechas interrelaciones. Las culturas desaparecen.
hegemónicas presionan a las populares, pero su curso y sus cambios Hasta ahora hemos aseverado que estos sistemas son artísticos por
dependen de los usos y costumbres de la cultura hegemónica interna- naturaleza, y debemos subsanar nuestro error porque en un sentido
cional, aunque esporádicamente recurra a los modos de vida popula- estricto no existe lo artístico como naturaleza común a los tres siste-
res y los adecue a sus intereses de clase. Con la industria cultural mas citados. La causa actualmente es clara para nosotros: el arte no
vienen los modos de vida internacionales, y éstos coaccionan a los constituye ni podrá constituir una facultad humana: lo mismo sucede
hombres de arriba y de abajo de nuestros días. Todos estos procesos con la química o con las matemáticas, por ejemplo. Lo que realmente
constituyen parte importante del desarrollo, progreso, occidentaliza- existe como facultad humana es la razón y de ella se deriva cada cien-
ción, internacionalización o como quiera denominarse a la actual yan- cia. Y ocurre lo mismo con la sensibilidad: corporiza una facultad hu-
quización de nuestra cotidianidad. Por cierto, no faltan los intentos de mana que se objetiva históricamente en las artesanías, las artes cultas
oponer la necesidad de defender nuestros modos de vida locales o de y los diseños. Por tanto la naturaleza común es estética y no artística;
nacionalizar los importados, en tanto son indispensables para nuestro las diferencias entre lo artístico y lo estético ya han sido fundamenta-
desarrollo. das páginas anteriores.
Por usos y costumbres entendemos las del cotidiano vivir y las festi- Entonces, en la cultura estética y en la ecoestética habrá, una cultu-
vidades del tiempo libre, junto a las bastante escasas de índole ra o constelación artesanal, otra artístico culta y una tercera de los di-
correctivo-renovadora, ofrecidas por las innovaciones de algún pro- seños cada urna de ellas en constante movimiento y animada por un
ducto cultural. En fin, los modos de vida son incontables, muy variados particular cuerpo de tradiciones e ideas. Por desgracia y no obstante
y cambiantes. Pero nuestra tarea consiste en ocuparnos de la ecoesté- las teorías que insisten en la naturaleza histórica del devenir estético o
tica, entre cuyas acciones cuentan los usos y costumbres. Nos aboca- de la sensibilidad, poco o nada se ha hecho por definirlo históricamen-
mos exclusivamente a la sensibilidad popular. La hegemónica es inter- te. Definirlo equivale a señalar las diferencias entre los tres sistemas,
nacional en sus sustantivos y adjetivos, y podemos encontrarlos en los para luego colegir que cada uno constituye una variante histórica de la
estudios psicosociales de cualquier país desarrollado. sensibilidad, una estética distinta o, si se prefiere, un periodo diferente
Para analizar los mecanismos y finalidades, factores y motivaciones del devenir estético. Como sabemos, la cultura occidental aprovechó la
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS
CAP. 1. LOS ORÍGENES DE NUESTRAS NECESIDADES

36 1 naturaleza estética de los tres sistemas para operar en sentido contra- consuntivas han cambiado de raíz, y en la actualidad son de tipo na- j 37
rio y exaltar las similitudes entre ellos. Como corolario, las obras más cionalista y populista. Sólo en lugares apartados subsisten algunas
importantes de todas las cultura se tomaron como productos de un mis- artesanías propiamente dichas y modelan el gusto de una reducida
mo sistema y de una misma clase de productores. Los dibujantes de Al- minoría campesina, sobre todo después de 1950 con el empobrecimien-
tamira y los constructores de pirámides, José Guadalupe Posada y to del campo, la emigración a la ciudad y la desaparición de festivida-
Picasso son iguales: artistas, siempre subversivos y creadores, espiri- des religiosas. Las otras artesanías distan de atraer a las mayorías
tuales e individualistas, bohemios y semidioses. demográficas. Sus producto están destinados al consumo mesocrático
El arte como facultad humana —y no como proceso cultural— fue la y turístico. Además, son más caros que los objetos industriales.
justificación más socorrida, aunque equivocada. Así se universaliza el No sólo esto: los objetos artesanos carecen de importancia numérica
arte y a la cultura europea le resulta fácil legitimar la superioridad del y de fuerza en la ecoestética nacional. Por un lado, la demoecología ru-
suyo, imponiéndolo al mundo como un ineludible imperativo cultural. ral y provincial, urbana popular y proletaria, con la de los cinturones
Como es de suponer, sólo se tenía ojos para el trabajo simple del pro- de miseria, son de mayor eficacia en el modelado de la sensibilidad,
ductor, que siempre fue el mismo. No se vio el proceso social de dicho con sus usos y costumbres trasmitidos de generación en generación. La
trabajo que varía con el tiempo y transforma las operaciones sensiti- gran mayoría vive en espacios paupérrimos y con un mínimo de obje-
vas y las teoréticas del productor. Por ejemplo, el hombre ha trabajado tos, casi siempre exentos de belleza. Por otro lado, en la ecoestética
siempre con sus manos, pero hay diferencias sustanciales entre el nacional gravitan más los diseños con sus entretenimientos audiovi-
esclavo, el siervo y el obrero. Con el mismo criterio hemos de diferen- suales; incluso son mayores las influencias indirectas de las artes. En
ciar entre el artesano, el artista culto y el diseñador. suma: los productos artesanales son de poca monta para las activida-
Decíamos que históricamente se suceden las artesanías, las artes des diarias, festivas y correctivo-renovadoras de la sensibilidad.
cultas y los diseños. Se suceden —claro está— por imbricación, y no En nuestros países, el público interesado en las artes es definitiva-
por relevo. Además, su sucesión indica que los diseños superan a las mente magro. La educación familiar y la pública marginan a nuestras
artes cultas, así como antes éstas superaron a las artesanías. Cada sis- mayorías demográficas del acceso a las artes.
tema negó, elevó y conservó parte o partes del sistema anterior. Así, Sólo unas cuentas personas se benefician con la distribución de los
las artes cultas toman de las artesanías, y los diseños, de las artes cul- recursos intelectuales y sensitivos necesarios para disfrutar las mani-
tas. Su naturaleza común —decíamos— no es artística. Lo artístico es festaciones contemporáneas de las artes. Estas han de contentarse con
nominal o bien una abstracción. Silo común es lo estético, entonces las una pequeña parte potencial de tan sólo el cuatro o el cinco porciento
artesanías, las artes cultas y los diseños incumben directamente a la de la población, poseedora de solvencia artística, gracias a la educa-
sensibilidad, o sea a la cultura estética del país. ción superior que recibiera. La gran mayoría de ese porcentaje se ocu-
Lo estético es la realidad común y básica, como facultad humana, y ésta pa de las ciencias y las teciologías, incluyendo a las industrias y al
sólo puede existir con formas históricas concretas. En conclusión: las comercio.
artesanías, las artes cultas y los diseños tienen como característica co- Del 25 al 30 porciento que en América Latina recibe educación se-
mún ejercer funciones estéticas, en tanto inciden en la sensibilidad, sub- cundaria, quizás surjan algunos consumidores de obras contemporáne-
jetividad o cultura estéticas. Su calidad o valor estético viene aparejado a as. Su mayor parte se orienta hacia las obras del pasado, cuyas prefe-
la eficacia de esta función en la cotidianidad del hombre común. rencias se quedan en el Renacimiento o, a lo sumo, avanzan hacia el
A simple vista los diseños se dirigen a la sensibilidad, con un mínimo impresionismo. Sus prejuicios motivan el repudio a las nuevas tenden-
de teorización artística y un máximo de información psicosocial y tec- cias, cuyas obras podrían ser consumidas estéticamente si, en lugar de
nológica. En cambio, las artes cultas buscan influir en sensibilidades prejuicios, hubiese una buena educación sensitiva.
informadas en arte. Después de todo, lo artístico equivale a un cuerpo Sea cual fuere el caso, toda obra aislada se pierde prácticamente en
de teorías o ideas. Por último, las artesanías se dirigen a la sensibili- la sociedad como una aguja en el pajar, así la pretensión de los artistas
dad y al sentimiento religioso con una máxima destreza manual y un acostumbrados a atribuir a su obra una poderosa y decisiva acción
mínimo de ideaciones y conceptos. Actualmente coexisten los tres sis- transformadora de la realidad artística, deviene vana. Su obra actúa
temas y sus productos influyen en la sensibilidad. Por lo menos, para en la sociedad, desde luego, pero de manera imperceptible. Lo decisivo
esto han sido elaborados. estriba en la acción conjunta de todas las artes y sus numerosas obras,
En realidad, los productos de las artesanías o artes precapitalis tas tanto antiguas como nuevas, sean triviales o innovadoras. Sucede
siguen siendo los mismos. Sin embargo, sus motivaciones productiva y simplemente lo usual: una obra aislada suscita emociones en el indivi-
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 1. Los ORÍGENES DE NUESTRAS NECESIDADES

38 1 duo, y éste supone que las mismas se despiertan en el resto de los res y simultáneamente imita modos internacionales de consumir los 39
hombres. medios masivos, pero dispone de mayores recursos para esquivar, los
Con todo, las artes constituyen el núcleo de la cultura artística. Des- nocivos efectos de los consumos masivos.
de ellas se gobiernan las artesanías y los diseños, en cuanto la crítica, Los objetos utilitarios también actúan sobre la sensibilidad. Según
teoría e historia de arte generan ideas y conocimientos destinados a la estética mercantil,, propia del diseño gráfico —más que del indus-
formar consumidores, distribuidores y productores de arte. Las obras trial—, estos objetos se empacan con belleza para influir en la sen-
y las ideas de arte son importantes para la cultura artística, mas no pa- sibilidad del comprador. Propiamente embellecen las apariencias -del
ra la cultura estética ni para la formación de la sensibilidad popular. valor de uso. Si se prefiere, crean un valor ges táltico y lo interponen
La razón, más contundente de la escasa importancia de las artes en entre el valor de uso y el valor de cambio, dando así la impresión de
el modelado de la sensibilidad popular reside en la educación artística superar las contradicciones entre dichos valores y obtener mayores
especial que requiere su consumo, y que es negada a las mayorías de- ganancias. 10 Sin más: ya que todas consumen lo mismo aparentan la de-
mográficas; eduación que contradice los axiomas del sentido común. A saparición de las insalvables contradicciones entre las clases sociales.
tales mayorías sólo les llegan aquellas ideologías generales del arte He aquí sus efectos ideológicos o formativos de falsa conciencia.
que les imponen temor, les suscitan un complejo de inferioridad y les Los empaques y formas de los objetos diarios dejan huellas en
despiertan admiración por las clases alias que las consumen. El hecho nuestra cultura estética popular pero no tanto como en los países de-
de pensar que únicamente las sensibilidades excepcionales son capa- sarrollados, donde la bonanza económica suscita el consuxnismo.
ces de consumir arte, reprime a la sensibilidad popular. Nuestras mayorías demográficas son demasiado pobres para ello.
Por su parte, los diseños diluyen la belleza formal en la vida diaria: El capitalismo crea los diseños y los utiliza en su beneficio. Pero co-
lo estético es al fin socializado, y socializado por medio de un apareja- mo productos culturales nuevos pertenecen al patrimonio humano y el
miento de valores sensitivos con valores de uso práctico y populares. socialismo no podrá prescindir de ellos. Al contrario: le son indispen-
En suma, lo estético entra en la vida diaria. Esto en teoría. sables para desarrollar la solidaridad colectiva. El Tercer Mundo tam-
Por definición, los diseños aspiran a intervenir en todas las prácti- bién los necesita, sea para formar conciencia revolucionaria o para
cas humanas, para lo cual desarrollan varias estéticas: la gráfica de des fetichizar los medios masivos con el próposito de disminuir sus noci-
anuncios y empaques; la mercantil de productos; la de los espacios ar- vos efectos. Recordemos además que los cinturones de miseria tienen
quitectónicos y urbanos; la de las informaciones masivas y de los entre- la capacidad de resemantizar los mensajes masivos y, luego, populari-
tenimientos audiovisuales e icónico verbales. Esta última, también de zar nuevas escalas de valores o comportamientos diarios, festivos y
los diseños, apareció desde hace tiempo con otras denominaciones co- correctivos-renovadores.
mo ciencias de la comunicación. De esta manera, los diseños invaden el En resumen, las artesanías, las artes y los diseños van poblando con
hogar, penetran en la vida diaria, ocupan el tiempo libre y se insmicu- sus productos gran parte de la ecología de los objetos. Como resultado,
yen disimuladamente en los más primarios valores de uso. coexisten en múltiples modalidades, antiguas y nuevas. Incluso el arte
En realidad, el Estado utiliza los diseños para incidir en el tiempo y los diseños se complementan, en tanto el uno se dirige a la excep-
libre y en la vida diaria del hombre común con el fin de manipular su cionalidad del hombre y los otros a su cotidianidad. El resto de la
sensibilidad mediante atractivos estéticos. Así, el Estado moderno lle- ecología de los objetos la ocupan los objetos científicos y tecnológicos,
ga a vigilar y a manipular al hombre por partida triple: en las solicita- cuyos efectos sensitivos suelen ser cubiertos también por los diseños.
ciones minoritarias de las artes puras; en las apetencias de entreteni- En síntesis, todos los componentes de la ecoestética nacional influyen
mientos masivos durante el tiempo libre; en las necesidades primarias en la formación de nuestra sensibilidad, creándole hábitos.
de subsistencia y habitación, cuya satisfacción logran las mercancías
cotidianas.
Los diseños influyen poderosamente en la sensibilidad popular. Sus OTROS FACTORES ECOESTÉTICOS
entretenimientos masivos, con sus trivialidades y cursilerías, confir-
man los ideales de belleza remanidos y distraen a la gente, al tiempo En realidad, la ecología de los objetos no actúa sola. Opera junto con
que alimentan su visión y afectividad con realismos fotográficos y sen- nuestro habitat, la demoecología y un espacio intelectual. Espacios, ob-
timentalismos, respectivamente. La industria cultural produce precisa- jetos, gente o ideas conforman la apretada unidad ecoestática. Sin em-
mente obras destinadas a mimar el gusto popular, en su tiempo libre. bargo, aquí examinaremos a cada uno de estos cuatro componentes
La cultura hegemónica comparte muchas de las preferencias popula- por separado porque también cabe ver a los objetos articulando un sis-
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 1. Los ORÍGENES DE NUESTRAS NECESIDADES

40 tema o unidad por separado, aunque su cantidad y su calidad difieran nifican si se los compara con los objetos que portan un considerable va- J 41
en cada clase social. Todo objeto educa y forma nuestra sensibilidad br de cambio.
pero la captación de sus efectos sensitivos varía. Es así como cada cla- De todas maneras, nuestras mayorías demográficas siguen fieles a
se social los divide en rutinarios y bellos. En los primeros suele haber los ornamentos _mejor si son dorados— mientras la minoría que pres-
una belleza familiar o habitual en tanto su uso generalizado implica ta atención a las bellezas de los objetos, las enfrenta con un consumo
preferencias, de suyo placenteras. Pero este mismo uso generalizado la masivo o, lo que es lo mismo, seudoestético. Detrás de la elementaridad
hace pasar inadvertida: su captación es inconsciente, mientras que de la belleza formal y de su captación bullen complejas motivaciones
nuestra conciencia sólo presta atención a las bellezas excepcionales o seudostéticas que buscan prestigio social para la persona, y otras ven-
insólitas, como si lo excepcional o lo insólito fuesen su condición sine tajas. Por último, y esto ya lo señalamos: los objetos-mercancía de
que non. bellas formas y con bellos empaques no llegan a nuestras mayorías co-
Estas consideraciones presuponen que los ideales de belleza siempre mo a las de los países desarrollados. Las nuestras son demasiado
apuntan a la excepcionalidad. No podía ser de otra manera: de acuer- pobres.
do con el concepto burgués de arte culto, toda belleza ha de ser insólita Empero, los objetos no están aislados ni desnudos en la ecoestética,
y festiva. Incluso, muchos la consideran una sustancia inherente a de- dependen del contexto y forman parte de los diferentes espacios de
terminados objetos y por eso los aíslan y les atribuyen rareza y fetichi- nuestro habitat: los habitacionales propiamente dichos, los urbanos,
zaciones. Así, los objetos bellos se independizan del receptor que los los laborales, los educativos y los naturales, con sus paisajes y climas.
percibe y del contexto en que se encuentran. Hemos elaborado la capa- En otras palabras, los objetos diarios actúan en la sensibilidad junto
cidad de aislarlos, y al hacerlos resaltar creemos que valen por sí mis- con cada espacio, el cual varía en nuestras sociedades entre abismales
mos. Su novedad nos sorprende y atrae, para que luego los instituya- y lamentables extremos, en los que es menester diferenciar el habitat
mos en ornamentos, testimonios o símbolos de algo valioso. Aquí sale a popular, el mesocrático y hegemónico. Dicho de otro modo: cada grupo
relucir el estrecho parentesco que existe entre el embellecimiento del humano dispone de un distinto habitat y mantiene, por tanto, diferentes
fetiche y la fetichización de la belleza formal. relaciones ecológicas, despliega diversos modos de usar o consumir su
En verdad, nuestras mayorías demográficas todavía son afectas, por habitat, y de ver o de anhelar el ajeno. Al fin y al, cabo, en toda so-
lo general, a las imágenes sacras y mágicas pues en ellas sienten latir ciedad coexisten numerosos y variados ideales y sentimientos de belle-
una belleza religiosa. En este contexto, la unción religiosa se torna en za de los objetos.
categoría estética, que combina una bondad protectora o milagrosa El espacio habitacional corporiza la base material y biosocial de to-
con una sublimidad capaz de infundir temor. El fetiche purifica da sensibilidad. Sin un buen ámbito en el hogar (lo cual presupone jus-
nuestra alma y la prepara a recibir los beneficios de un favor divino. ticia social) no puede existir una buena cultura estética. No hablamos
En este terreno operan los objetos artesanales, propiamente dichos; es- de confort estadounidense sino de configuraciones dignamente huma-
to es, los religiosos que hoy consideramos artísticos. En comparación, nas por su salubridad y comodidad. En este sentido, entre nosotros pre-
las pocas personas que miran la belleza profana de los objetos diarios domina una cultura estética muy pobre cuya base material se debate
la identifican con la formas, con el pasar placenteramente su tiempo en la miseria de los desperdicios tecnológicos. Después siguen el espa-
libre y como purificación de su sensibilidad. El acercamiento a la belle- cio laboral, el urbano y el institucional de esparcimiento y de admi-
za profana del arte, de suyo intelectual, hállase impedido por la falta nistración pública. Todos estos ámbitos modelan nuestras maneras de
de educación artística. percibir, sentir y pensar la belleza y la fealdad de los paisajes, de los
¿Hasta qué punto predomina en nuestras sociedades el concepto di- objetos y de la gente, así como lo dramático de los comportamientos hu-
fundido por los diseños, a saber: el objeto bello por su pura funcionali- manos. Imponen recursos sensoriales, sensitivos y teoréticos que luego
dad práctica? devienen hábitos, necesidades o ideales estéticos.
Nos hacemos la pregunta porque supuestamente esta belleza, caren- Ya lo hemos señalado: nuestras mayorías demográficas son tan
te de ornamentos, ha de satisfacer si no todas, por lo menos las princi- pobres que les resulta inevitable privarse hasta de los objetos más úti-
pales necesidades estéticas del hombre actual. Una exageración así de les; ni qué decir de los objetos bellos. Los que poseen son paupérrimos
la importancia relativa y parcial de los objetos bellos es muy propia de y sus ideales de belleza les son impuestos persuasivamente por la
las actuales sociedades de consumo. Claro: tal sobrevaloración de la ecología de los objetos de las capas medias. Con seguridad, desean po-
belleza formal de los objetos, y el objeto mismo, van en detrimento de seer los objetos mesocráticos por necesidad material o por un deseo de
las otras categorías estéticas y de los actos humanos; éstos ya nada sig- progreso personal, más que por belleza. En la práctica han de conten-
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 1. Los ORÍGENES DE NUESTRAS NECESIDADES

42 1 tarse con sucedáneos, como la loza ornamentada y las baquelitas de


encendidos colores, que van desalojando a las artesanías de la coti-
miento humano. Para los sectores populares, la sala de estar es inexis-
tente o paupérrima.
dianidad popular. Naturalmente, la gama de los ideales populares de Los campesinos viven en contacto directo con la naturaleza, es cier-
belleza de los objetos es amplia y podemos distinguir diferentes ideales to, pero sus ideales de belleza paisajista —si es que los tienen— han de
en lo que va de lo rural y de lo provincial a los cinturones de miseria, ser muy diferentes de los del turista o del citadino, con sus conocidos
como antesala de la proletarización. Esto siempre y cuando la belleza entusiasmos románticos y bucólicos. Es muy posible que en el campesi-
sea compatible con la miseria y la desnutrición. no predomine una visión práctica o a lo sumo anímica o cosmogónica
A su turno, la sensibilidad de las clases medias, de un reducido nú- del paisaje. Al menos, él no es víctima de los espacios insalubres donde
mero en nuestros países, aspira a los objetos de la clase alta y se redu- debe trabajar el obrero, ni de los lugares mezquinos en que reciben
ce a las imitaciones cursis de los mismos. Entretanto, la sensibilidad educación los hijos de éste. Por último el espacio urbano parece afec-
hegemónica importa las últimas preferencias objetuales de los países tar por igual a todas las clases sociales. Pero una cosa es ver los secto-
desarrollados. Como se advierte la dependencia es escalonada tanto en res bellos de la ciudad, y otra muy distinta sentirlos nuestros, verlos
lo interno como en lo externo del país. Desde luego todo esto obedece a artísticos, transitar por ellos en automóvil e ignorar los cinturones de
una irremediable tendencia general: la occidentalización o interna- miseria.
cionalización de nuestros modos de vida como sinónimo de progreso; en Si nos atenemos a todas las desventajas de los espacios populares
realidad, como una gradual y verdadera consolidación del sistema ca- habrá que preguntarse si en verdad los mismos principios rigen la cul-
pitalista. tura estética popular y la hegemónica. En las mayorías demográficas
La red ideológica y la urdimbre sensitiva subyacentes en los objetos comprobamos una hiperestesia, porque su sensibilidad hállase sobre-
llevan con engaños a las clases populares a colmarse de contradic- cargada de obligaciones al tener que reemplazar una racionalidad
ciones internas, en detrimento de sus propios intereses. En este, como —la suya— a la cual su sociedad le ha negado educación. Es decir, en
en todo proceso social, registramos elementos dominantes (en nuestro lo que concierne a los objetos y a los espacios la sensibilidad popular
caso favorables al capitalismo) que pugnan por invalidar a los elemen- tiene que ser más práctica que hedonista: sirve para orientarse en la
tos residuales y, sobre todo, a los emergentes. Por su parte, la sociedad vida diaria y, con seguridad, no busca la belleza formal tal como lo ha-
.de consumo contribuye a la sobrevaloración de los objetos y nos impul- ce la sensibilidad hegemónica. Al parecer, en la sensibilidad popular
sa al consumismo, es decir al consumo que se autosignifica o que pres- predomina lo dramático, lo sublime y lo sentimental. Por eso tal vez
tigia al consumidor; consumo seudoestético con que el hombre enfrenta prefiere las narraciones, y más la música, el baile y la canción, a los
actualmente hasta las bellezas naturales. objetos y espacios.
Una aclaración: nuestras consideraciones constituyen simples aproxi- Algún día habrá que analizar profundamente la sensibilidad popular
maciones a la realidad. Si se quiere, son meditaciones acerca de sus as- y preguntarle qué clase de belleza prefiere. Es muy probable que las
pectos más notorios. La investigación de campo confirmará, ampliará o respuestas demanden una ampliación de las categorías estéticas cono-
corregirá más tarde nuestras reflexiones, o bien señalará otros aspectos cidas. Como toda sensibilidad, la popular busca también bellezas, de
escondidos. Pero la meditación suele abrir caminos a la investigación: no por sí excepcionales. Nadie lo duda. Pero tendremos que diferenciar
en vano meditar implica teorizar acerca de la realidad, aproximarse a entre algunas singulares, casi siempre alejadas del objeto y del espacio
ella, identificar sus aspectos más notorios. bellos, y las que la clase dominante impone a su visión. Estas últimas
Tengamos a no comprobaciones empíricas, son evidentes las diferen- son miradas de lejos por la sensibilidad popular, y que las siente inal-
cias abismales e injustas entre los espacios populares, los mesocráti- canzables aunque acreedoras de su subordinación y del temor a lo su-
cos y los hegemónicos. Los ideales sensitivos y artísticos que circulan perior que el sistema sociopolitico le infunde al hombre común.
en nuestra sociedad rezan, por cierto, con los hegemónicos; si no fuera Es muy posible que la frecuente y popular fetichización de la imagen
así dejarían de constituir los de la clase dominante. En cambio los espa- religiosa sirva para inculcar con facilidad la fetichización de las belle-
cios populares son deplorables. A la lamentable pobreza de la base ma- zas de los objetos y las espaciales, propias de la clase dominante, que
terial de su sensibilidad, con sus insatisfechas necesidades de subsis- actualmente difunden los medios masivos. Lo importante radicaría en
tencia material se sama la miseria de los espacios de su habitat. La ar- la conservación del temor jerárquico hacia lo superior, por traslación
quitectura, sin la cual nadie puede vivir, recurre aquí a los desperdi- de lo sagrado a lo hegemónico, de suyo profano. En suma, los objetos y
cios tecnológicos o se limita a la desolada choza del campesino o a la espacios gravitan negativamente en la sensibilidad popular, que pre-
penuria del tugurio del centro de la ciudad, con su promiscuo hacina- fiere satisfacer sus necesidades festivas y las correctivo-renovadoras
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PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 1. LOS ORÍGENES DE NUESTRAS NECESIDADES

con narraciones audiovisuales e ¡cónico-verbales, o con música, baile y


canción. Su estética visual es pobre y oscila entre las imágenes sagra-
Debido a las malas imitaciones de lo internacional suelen aparecer el
mal gusto y la ostentación del rastacueros. Por lo demás los espacios de
1
das y las bellezas que privilegia la clase dominante, que ve de lejos y le trabajo y de educación de las clases altas tienden al frío confort esta-
resultan extrañas. A ratos dedica una atención superficial a la radio o dounidense.
a al televisior, a la grabadora o al tocadiscos. Hay una diferencia im- Los estudios ecoestéticos tienen por delante una tarea importante:
portante entre la sensibilidad popular y las otras: en la primera gravi- penetrar en los efectos sensitivos de cada uno de los espacios concre-
ta una vida diaria sin bellezas y colmada de preocupaciones por la sub- tos del habitat por medio de la percepción corporal o táctil de los mis-
sistencia material, que absorbe mucho tiempo y energías. mos. Hasta ahora la cultura occidental ha abundado en los espacios
Si bien las capas medias de nuestros países presentan un reducido nú- ilusorios y en lo visual de las distancias que actualmente estudia la
mero de miembros, la variedad de su habitat es amplia. Por un lado sus proxémica y la semiótica del espacio. Pero falta asir lo táctil de los es-
limites se confunden con las mayorías demográficas, y con las clases do- pacios reales para saber por qué "somos hijos del espacio que habita-
minantes, por otro. Así es como en todos nuestros países, los espacios me- mos" y hasta qué punto los organizamos en favor de la ideología domi-
socráticos tienden a la occidentalización y su grado va en aumento de los nante, forzados por ella.
más a unos pocos. En el centro nos topamos con espacios y objetos que los Veamos ahora el espacio intelectual, el complemex&to ecoestético del
tipifican y que imitan las preferencias hegemónicas. Sin duda, aquí late habitat y de la ecología de los objetos. Aquí se forma la conciencia esté-
un espíritu inestable o de transitoriedad, como si la mesocracia fuese una tica que dirige la cultura del mismo nombre. Como la primera horma
mera antesala de las clases altas o del progreso de la persona. Quizá esto fundamental aparece el idioma, cuyo aprendizaje difunde acepciones y
sp deba a la inexistencia de una cultura mesocrática propiamente dicha. símbolos, nociones e ideas. Nos da la impresión de que uniforma la con-
Después de todo, sus usos y costumbres transcurren aprisionadas por las ciencia, pero en el uso del idioma subsisten con fuerza las diferencias
dos culturas existentes: la popular y la hegemónica. entre las clases sociales y entre las profesiones. En toda sociedad hay
En la habitación mesocrática se dan cita los muebles versallescos, los un sistema comunicativo que aparenta consenso general..
bibelots de recuerdo turístico y las imágenes que van desde las estampas Sin embargo, abundan las variantes. Y no sólo eso algunos países la-
religiosas (La cena y El Sagrado Corazón de Jesús), hasta los bodegones y tinoamericanos contienen etnias cuyo idioma autóctono en ocasiones
paisajes pintados a mano y en serie, pasando por las fotografías fami- no incluye el término arte, aunque sí vocablos que designan la belleza
liares, y los grabados modernos. El diseño actual aparece en los aparatos y demás categorías estéticas. No discutiremos la dependencia idiomáti-
de cocina, los musicales y los de entretenimiento audiovisuaL A causa de ca de nuestro pensamiento y de nuestra sensibilidad. Sabemos que en
la inestabilidad típicamente mesocrática se patentiza una suerte de la relación sujeto-realidad se interpone el idioma con su capacidad de
neurosis estilística que privilegia el barroquismo, en parte como un tradi- objetivar el pensamiento y las imágenes, las razones y las vivencias es-
cionalismo y en parte como resultado de querer hacinar y mezclar lo téticas. En este punto el factor social es claro y decisivo, y el individuo
artístico y lo inartístico, el pasado y el presente, lo nacional y lo interna- queda con una libertad relativa.
cional. Es que lo artístico es escepcional y coexiste con lo inartístico de lo La segunda horma la vemos en el pensamiento religioso o mítico. Co-
úffl y cotidiano. Los espacios de las oficinas y de las escuelas mesocráti- mo sabemos este pensamiento es diferencia del racional o lógico y pre-
cas muestran cierta pulcritud. En síntesis, los espacios y los objetos ad- domina en las mayorías demográficas, determinando la existencia de
quieren mayor importancia en la vida mesocrática, aunque también affi un catolicismo popular con resabios indígenas o africanos de
tiene lugar el entronizamiento catártico del bolero acaramelado y antiquísima raigambre cosmogónica. El predominio del pensamiento
quejumbroso. mítico se da junto con la hiperestesia y el sentimentalismo, que también
Como sabemos los espacios hegemónicos se acercan más a las últi- tipifican la cultura estética popular de América Latina.
mas preferencias internacionales; lo mismo ocurre con los objetos que Las ideas y conocimientos científicos, tecnológicos y artísticos pro-
los ocupan. Predominan los muebles antiguos y de buena calidad y se piamente dichos son puestos en circulación por la educación superior.
muestra poca inclinación hacia los estilos de nuestro tiempo. Sólo en la La familia y el aprendizaje del idioma contribuyen sólo con nociones o
cocina y en la sala de estar vemos aparatos con un buen diseño actual. rudimentos de arte. Entre tales rudimentos se encuentran las consabi-
Aunque en menor grado, aquí también percibimos una suerte de neuro- das falacias que se difunden como axiomas por doquier: arte es belle-
sis estilística. Su posible causa: los titubeos del plutócrata entre el pa- za; arte es entretenimiento, arte es sentimentalismo, arte es mimesis o
sado, que le adjudica abolengo, y el presente, que objetiva los realismo fotográfico; arte es magia o religión. La educación que intente
cáprichos del jet set y el espíritu progresista y audaz del alto ejecutivo. penetrar en las manifestaciones actuales del arte, desmentirá y
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 1. Los ORÍGENES DE NUESTRAS NECESIDADES

46 1 destruirá tales axiomas con el consiguiente desconcierto del educando. llegar a cientos de miles de personas —si no a millones— y por lo tanto ha
de acomodar el vocabulario de sus noticias y comentarios al nivel intelec-
Nos referimos a la educación superior que está al alcance de unos po-
cos: son contados quienes la adquieren y utilizan. tual multitudinario. Otra cosa sucede con el ensayo cultural vacío y mani-
Por un lado tenemos, pues, las nociones de arte y las justificaciones do. De affi la imposibilidad del periodismo de solventar problemas, como
estéticas como productos ecológicos, es decir, vienen con el idioma y la se hace en las revistas especializadas.
familia, los objetivos y los espacios, la educación primaria y la secun- Para la mayoría de las personas sólo existe lo que aparece en la Fe-
daria, los usos y las costumbres. Estas nociones circulan en el espacio ria de banalidades; fuera de ella todo carece dé importancia. Se trata
intelectual y justifican las necesidades estéticas, pero no las crean en de una visión superficial y parcial de la cultura, que ignora lo valioso
el individuo. Por el otro lado, la educación superior difunde conoci- que se elabora en la soledad del escritorio o del laboratorio. La Feria
mientos y conceptos de arte. Estos sí crean necesidades artísticas, a es parte de la cultura, pero es la parte sumisa al consumo trivial y ma-
las cuales les son vitales las razones lógicas, al igual que a las necesi- sivo. Sin embargo, el periodismo cultural se transforma en la atracción
dades de producción relativas a los diseños. La mentalitad artística ac- y la perdición de muchos estudiosos quienes aspiran a colaborar en un
tual tiende a intervenir en toda manifestación o realidad estética tales diario o emprenden producciones que merezcan el reconocimiento
como el consumo y la distribución de las artesanías y de los diseños. La periodístico. Importa cosechar éxito con facilidad y para ello, qué me-
cultura occidental la elabora y la difunde a fin de universalizar su arte jor que el periodismo, con sus flores de un día.
e imponerlo al mundo. Si el estudioso colabora, tiende a convertir sus informaciones —en
El estudio de la ecoestética de un país, en relación con la formación ocasiones ricas y valiosas— y sus conceptos —a menudo radicales—
de necesidades artísticas en el individuo, está actualmente obligado a en actualidades o noticias. Así, la información se torna chisme y el con-
diferenciar entre el espacio intelectual de las producciones profe- cepto, anécdota. Todo dentro de una hermenéutica de comadre, en la
sionales serias y solitarias de la cultura espiritual, y el de la cultura que no falta el insulto. Peor cuando en lugar del estudioso colaboran
aparente y parcial que desarrollan los medios masivos en una escenifi- personas que ven en su cultura periodística la solución a todo.
cación su¡ generis y atractiva, cuyos bombos y platillos, luces y colores Si el estudioso busca el reconocimiento periodístico, la situación se
de un día, nos incitan a denominarla Feria de banalidades. La integran agrava, en tanto el diarismo se cuela en la producción cultural. Nos re-
un cúmulo de noticias y comentarios periodísticos en torno de confe- ferimos a la superficialidad con que actualmente enfocan las cues-
rencias y mesas redondas, simposios y publicaciones, homenajes y tiones culturales y producen conocimientos y obras como si fuesen de
apologías, organizados por las instituciones oficiales de cultura entre unos "periodistas de la cultura". No se teoriza ni se profundiza; tampo-
ellas los museos. En muchos países como México, esta Feria hace estra- co se arriesgan hipótesis ni se analiza con seriedad. Se alega actuali-
gos en la producción cultural y es necesario detenerla, denunciando dad y agilidad, similares a las del periodismo, y se cae en el didactismo
sus engaños y perjudiciales efectos. populista, incurriendo en la consabida contradicción: escribir para los
Seamos claros: la prensa y la televisión son importantes como prove- que no saben leer.
edoras cotidianas de informaciones, noticias y comentarios cívicos, Somos partidarios de la importancia del verdadero periodismo pero
políticos y culturales. En este sentido, los cronistas culturales desem- condenamos sus abusos de autoridad que corrompen la producción cul-
peñan un importante papel como divulgadores y críticos. El cuadro tural (además de corroer el consumo, hace tiempo deteriorado), y que
cambia por completo cuando el periodismo pretende ser un guía cultu- actualmente sostiene a la Feria de banalidades. Por definición, el pe-
ral, cuando quiere hacerse pasar por productor de cultura —a veces el riodismo difunde y comenta, entre otras cosas, las producciones cultu-
más importante— cuando es sobrestimado por el público en detrimento rales. Constituye un error, pues, tomar sus espacios como los ade-
de los verdaderos valores o cuando su espíritu se filtra en la produc- cuados para la producción cultural; peor aún cuando el espíritu
ción cultural seria y meritoria y la deteriora. periodístico invade el escritorio o el taller del productor cultural.
Muchos literatos se han formado en el periodismo pero pocos se han Intencionalmente hemos dejado a la demoecología para el final. La
- salvado de sus vicios; el didactismo, la amenidad superficial y el buen razón: se confunde con la cultura estética. Porque esta cultura opera
escribir como cobertura del vacio conceptual o de la falta de originalidad. como mensaje y horma, en tanto envuelve a todo nuevo miembro de la
¿Se celebra el buen escribir por bello, por sus lugares comunes o por su sociedad y modela su sensibilidad. Es decir, dejaremos a la demoeco-
vacío conceptual? Porque con el beneplácito del público perezoso abunda logía para la siguiente sección de este capítulo en el que analizaremos
el buen escribir que nada dice o que hilvana minucias y trivialidades. la cultura estética como emisora y receptora de las actividades de la
Triunfa la lógica del lugar común. Por naturaleza, el periodismo aspira a sensibilidad, además de servir de haz de mensajes que modela otras
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA, DE LOS CONSUMOS

48 1 sensibilidades. Veremos entonces cómo las necesidades y orienta- NOTAS 49


ciones estéticas son modeladas por los comportamientos y los objetos
que la gente lleva encima, y por la urdimbre sensitiva y la red ideológi- 1 K. Fiedier, Schrif ten Über Kunst, pág. 8.
ca subyacentes a los usos y costumbres. En la sensibilidad no faltará 2 M. Kagan, Vorlensungen der Marxistische-Leninistischen Asthetik, pág. 210-225.
más de una contradicción interna. E. John, Probleme der Marxistisch-Leninistischen Asthetik, págs. 10-16.
4 J. Mularovsky, "Función, norma y valor estético como hechos sociales" en Escritos de
Mientras tanto, nos limitaremos a señalar a los anuncios comer- estética y de semiótica de arte, págs. 44-13 1.
ciales, a los códigos cinematográficos y televisuales y a una multitud de M. Kagan, op. cit., págs. 210-212.
factores coadyuvantes de la ecoestética como los modeladores de los 6 j. Fiebach, etal.,AsthetikHeute, pág 181.
ideales y de los sentimientos de belleza humana: fisonomía y vestimen- A. Arnoldow, Gruridlagen der Marxistisch-Lenjnistjscjien Kulturtheorie, pág. 19.
8 H. Báchler, etal., Asthetil-Menscl -i-Gesta1tete Unwelt,
tas, habla y lenguaje corporal. Las modela como otra parte de la oci- 9 J. Acha, El arte y su distribución, pág.
pág. 28.
261-264.
dentalización de nuestros países. En consecuencia, será menester dife- 10 W. F. Haugh, Kritik der Worenósthetik.
renciar entre los ideales de belleza humana que suscita la vida diaria y
práctica en el hombre, y los ideales que a ésta impone la cultura hege-
mónica. Así será posible establecer las variantes populares, mesocrá-
ticas y hegemónicas de la relación cotidianidad-excepcionalidad en
la belleza humana, que oscila entre la contradicción insalvable y la
igualdad por eliminación de una de las partes.
La relación cotidianidad-excepcionalidad con respecto a la belleza
humana nos lleva a uno de los más importantes mecanismos de la cultu-
ra popular latinoamericana, capaz de explicarnos algunos aspectos de
la cultura estética popular. La sensibilidad popular —es fácil
advertirlo— tiene dos clases de ideales de belleza humana: el cotidiano
que es una idealización de lo propio (indígena, africano o mestizo), y el
"superior", que puede concernir a la belleza sobrenatural de los pro-
lagonistas religiosos, o bien a la profana de la clase dominante. Como
sabemos, estas dos bellezas "superiores" o excepcionales son las mis-
mas de la raza blanca, y difieren enormente de la belleza diaria del ele-
mento popular es típica de nuestros países en la actualidad. Pensemos
en el mundo precolombino, donde primaba la belleza irreal o imagina-
da de sus dioses. Hoy la belleza femenina y masculina, infantil y an-
ciana, junto con el habla, las vestimentas y los modales de las clases
dominantes, se insertan en lo sagrado que domina y a la vez protege
(paternalismo), dejando lo propio para lo profano y lo subordinado. Co-
mo resultado el hombre del pueblo se casa, con la belleza diaria y con
la "superiores" justifica su subordinación y su pobreza.
En cambio, la sensibilidad mesocrática siente más reales o cotidianas
las bellezas de la clase dominante, aunque unos sectores las bellezas de la
clase dominante, aunque unos sectores persisten en las cotradicciones po-
pulares y otros hacen suyas dichas bellezas, como las hace la sensibilidad
hegemónica. Porque para la sensibilidad popular lo propio de aquélla es
excepcional y superior.
CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

con la cultura popular y otros con la hegemónica. Entre estas dos culturas 51
coexistentes, interdependientes e imposibles de separar tajantemente una
de otra media una modalidad mesocrática que necesitamos enfocar en ca-
lidad de complemento de nuestra visión. Como cada cultura posee su pro-
pia sensibilidad o subjetividad colectiva, distinguiremos una cultura esté-
tica popular y otra hegemónica, además de la mesocrática que media
entre estas dos como transición, y no como otra cultura en todo el sentido
de la palabra.
Entre otras cosas, la occidentalización implica asumir la racionalidad
requerida por las ciencias, artes y tecnologías actuales y propias de Euro-
pa y de los Estados Unidos, con la consiguiente superación de un insistente
pensamiento mítico o religioso, predominante en nuestras mayorías de-
mográficas y subsistente en nuestras minorías hegemónicas y mesocráti-
cas. Así se va ampliando y complicando nuestro mestizaje cultural,
mientras nuestra sensibilidad colectiva continúa cargándose de elemen-
tos y modos espurios, y de perjudiciales contradicciones internas.
En ningún momento hemos pensado describir en este texto la cultura
Entonces, el pensamiento mítico constituye la segunda realidad noto-
estética de América Latina como una totalidad sencilla y conocida; me-
ría a estudiar y a esbozar. Después de todo, este pensamiento dirige
nos aún aspiramos a pormenorizarla. No disponemos para ello de los
nuestras culturas estéticas populares o, lo que es lo mismo, los ideales
datos empíricos necesarios ni de los estudios de campo de donde extra- y sentimientos de belleza de nuestras mayorías demográficas. Las diri-
erlos. Tampoco contamos con experiencias personales en toda la
ge, separando y oponiendo la cotidianidad de lo propio y de lo profano
amplitud y las variantes de la realidad concreta. Sin embargo, sabe-
a la excepcionalidad de lo sagrado y milagroso, cuya superioridad
mos que en nuestros países tomados uno por uno o en conjunto, la reali-
sobrenatural se atribuye, con falsas razones, a la clase hegemónica y a
dad estética es compleja pues cada uno de ellos muestra una particu-
sus preferencias culturales y sensitivas. A ello coadyuvan una endémi-
lar formación sensitiva, integrada por múltiples modalidades, viejas y
ca hiperestesia y los sentimentalismo y las manifestaciones auditivas
nuevas. en busca de salida y de predominio númerico.
Comencemos con la cultura estética popular. Advertimos de inme-
LOS COMPONENTES diato la insuficiencia de las artes cultas y de las artesanías, para expli-
carla. Las primeras son ajenas a nuestras mayorías demográficas, y
No obstante, a quienes nos preocupa conocer la realidad latinoame- las segundas se alejan de ellas a instancias del oficialismo que las
ricana siempre no es posible, y obligatorio, apoyarnos en lo más notorio controla y reideologiza. Los diseños audivisuales aclaran mucho la for-
de ella, con el propósito de trazar algunas constantes y variables en los mación de nuestras necesidades estéticas y del curso de sus satisfac-
componentes y en las, tendencias del proceso de nuestra sensibilidad ciones. Sin duda, ellos inciden en la vida diaria y en el tiempo libre del
colectiva, o con el fin de arriesgar alguna hipótesis o reflexión que nos hombre común, pero no aclaran las singularidades de la citada cultu-
ayude a esbozar como —máxima pretensión— los mecanismos y rasgos ra, tal como el ritual religioso y el cultural, que el hombre humilde del
fundamentales de dicho proceso que nos permitan entender el consumo Tercer Mundo está forzado a interpolar entre su vida diaria y su tiem-
artístico y los consumos similares, objeto central de nuestro estudio. po libre, persuadido por la cultura hegemónica y como resultado de la
En primer lugar —y muy a mano— tenemos la occidentalización, proce- separación y oposición del binomio cotidianidad-excepcionalidad antes
so notorio de la cultura latinoamericana que viene acompañado de la con- mencionado.
solidación progresiva del sistema capitalista y que trae consigo el incre- Para nosotros sería fácil identificar la cultura estética popular de
mento de nuestra dependencia. Ante todo nos revela cómo sus diferentes América Latina con sus artesanías, de acuerdo con la costumbre de los
grados son precisamente los mismos de nuestro mestizaje cultural y nos amantes del folklore y de los efectos a la sobrevaloración de la produc-
permite distinguir tres grupos de países: los de raíz indígena, los de ción sensitiva de objetos, que postula la idea burguesa de arte en gene-
sustrato africano y los de primacía ibérica. En el interior de cada país los ral. No en vano, para esta idea las artesanías son artes aplicadas. En
grados de occidentalización se separan y se oponen: unos se identifican las artesanías señalaríamos sus indiscutibles méritos, y en un gesto de

50
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

52 adulación afirmaríamos que la sensibilidad creadora es una virtud in- pensar la falta de informaciones y de formación intelectual que le negó 53
nata de nuestros pueblos. En verdad, estaríamos incurriendo, en una su sociedad, o que ésta no pudo darle. Como resultado, crece una emo-
generalización demagógica o en un reduccionismo populista y, lo peor; tividad irracional destinada a dirigir el sistema de decisiones prácti-
en una falta de conocimiento de la cultura estética aludida y de las cas y políticas del hombre común. De aquí surge la importancia política
artesanías, o bien en la ausencia de probidad intelectual, si las conoce- de toda sensibilidad hipertrofiada, sobre todo por ser fácilmente mani-
mos. Porque, como es evidente, toda artesanía demanda de la sensibili- pulada y persuadida para ir en contra, casi siempre, de sus propios in-
dad un poder creador, y no sólo las artesanías integran la cultura esté- tereses.
tica popular. Abundan las personas cuyo paternalismo es ciego a las desventajas
Estamos lejos de creer en virtudes innatas y raciales, y de suponer de las sensibilidades que cargan como un lastre al analfabetismo fun-
. .ausencia de sensibilidad similar en los pueblos de otros continentes o en cional, carentes del contrapeso de una capacidad intelectual encauza-
1os que carecen de artesanías notables. Aún en el caso de poseer las mejo- dora, tal como actualmente lo exige toda auténtica condición humana.
res artesanías, hemos de aceptar que su producción y consumo son inva- Por eso a menudo vemos decaer sensibilidades muy promisorias en ar-
riablemente cuestiones de unas pocas personas, y que materializan sólo te y dotadas de admirable destreza manual, cuando se ven forzadas,
una pequeña proporción de la cultura artística de América Latina; cultu- por las exigencias de nuestros -tiempo, a permanecer creadoras al lado
ra que, a su vez, es parte de la cultura estética. Por tanto, ésta es mucho de una rica información racional y de un intenso manejo conceptual.
más amplia y constituye un proceso colectivo muy distinto. De ese modo, el Por otra parte, la falta de una educación artística imposibilita que
conocimiento de su realidad, —sea ésta cual fuere— resultará siempre las mayorías demográficas pasen del consumo estético al artístico
necesario y benéfico para todos, y será preferible a cualquier ilusión, de- cuando enfrentan obras de arte. Así, la sensibilidad popular queda
formación y engañoso reduccionismo. atrapada para siempre en los rudimentos de alguno o de algunos de los
Como hemos dicho, la cultura estética popular de América Latina se cinco axiomas ya mencionados (arte es belleza; arte es sentimentalis-
caracteriza por la pobreza de su base material. Nuestras mayorías de- mo; etc.). Como es de suponer, estos axiomas varían de acuerdo con los
mográficas no disponen todavía de un hogar ni de lugares de trabajo y sectores populares; incluso, la clase dominante desarrolla su propia
de educación cuyas arquitecturas y mobiliarios sean capaces de mode- versión de ellos.
lar la sensibilidad popular de acuerdo con los ideales humanos de la En concreto, registramos flagrantes contradicciones entre una vida
actualidad. Hay carencia de espacios y objetos bellos en su vida diaria. diaria de miseria y huérfana de bellezas y unos ideales estéticos que la
Y lo más lamentable: las necesidades de subsistencia material de estas condición humana suele guardar con la esperanza de verlos materali-
mayorías quedan insatisfechas y les resulta imposible conciliar la zados en su país. Muchas veces estos ideales son impuestos a la sensi-
belleza con la miseria y la desnutrición. bilidad popular como sobrevaloraciones de los bienes artísticos de la
Tampoco cuentan con una educación general a la altura de las exi- cultura hegemónica, o como ocultamiento de la injusticia social que los
gencias de nuestro tiempo. Esto trae como una de sus consecuencias la sectores populares sufren en carne propia. Naturalmente, aun en las
incapacidad del hombre común para comunicar con claridad idiomáti- más adversas condiciones políticas, la sensibilidad humana es capaz
ca sus ideas y deseos. He aquí uno de los problemas, cuya solución de manifestarse con libertad, imaginación y belleza pero no cuando
apremia en la educación pública de los países de raíz indígena, e in- tiene hambre.
cumbe directamente a su cultura estética popular. Después de todo, en Basta con una ligera mirada a las actividades festivas de la sensibili-
la vida social la expresión idiomática es más importante que cualquier dad popular durante su tiempo libre para cercioramos de que los obje-
expresión artística. De cualquier manera, esta incapacidad idiomáti- tos no son importantes para ella. Definitivamente, esta sensibilidad pri-
ca, entre otras causas, obliga a las mayorías demográficas a agudizar vilegia la música, el baile y la canción, así como los entretenimientos
su sensibilidad, sea en la expresión musical, en la habilidad manual o deportivos y los audiovisuales con sus narraciones sensibleras. Estas
en las supersticiones cosmológicas y míticas. preferencias dificultan nuestro enfoque de la cultura estética-popular,
A raíz de la falta de educación en general es que la cultura estética puesto que éste se centra en lo visual y en los objetos.
popular en América Latina se singulariza, a nuestro juicio, por una La sensibilidad popular trae consigo elementos mestizos e indígenas
suerte de hiperestesia cuyo mayor grado se advierte en los países de o africanos, así como resistencias y asentimientos con respecto al pro-
profundos y variados componentes indígenas o africanos. En otras pa- ceso de occidentalización impuesto por la cultura hegemónica local.
labras, registramos una sensibilidad colectiva sobrecargada, por sí Para ello, ésta se vale de elementos del arte culto y de los diseños, im-
misma, de actividades y responsabilidades. Conocemos la razón: com- portados a instancias de la cultura hegemónica internacional. La cul-
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGrA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

54 1 tura popular también trae consigo un proceso de proletarización, cuya lo antiguo y adoptando lo nuevo, rotulado éste también como progreso. 1 55
actual fase está en los cinturones de miseria y sobreviene paralela a la En este conglomerado de sensibilidades populares vemos un sentimiento
occidentalización o mezclada con ella. De todo esto de modo particular religioso que las atraviesa de punta a punta con distintas intensidades u oc-
nos interesa señalar el mayor peligro de la cultura popular: el que sea cidentalizaciones. Nos referimos a restos de la cosmovisión precolombina o
reducida a una cultura puramente consuntiva y por ende pasiva, sin africana que todavía perviven, con distinta fuerza, en el hombre latinoame-
que la acompañe ninguna innovación sensitiva local ni la refuerce un ricano. No es ésta una afirmación antojadiza: pervive incluso en las clases
sentido crítico (lo mismo le sucede a la hegemónica). El peligro aparece dirigentes, aunque débilmente. Son, si se quiere, elementos residuales; no
con la declinación de las artesanías y con la importación de innova- importa si hoy están en camino de desaparecer o de modificarse radical-
ciones sensitivas, provenientes de las artes cultas y los diseños produ- mente. Tal sentimiento es politeísta y católico, cosmológico y ritual, e impele
cidosen los países desarrollados. a la sensiblidad a unir lo sagrado y lo profano en todo momento de la vida.
Por último, la cultura estética popular acusa una acentuada va- No se trata de una unión católica y burguesa, sino de la teocrática popular.
riedad. En primer término, encontramos las sensibilidades cargadas Aquí tenemos el otro elemento importante y notorio que nos interesa en la
de elementos indígenas o africanos. En algunos países, como México, cultura estética popular de América Latina: el pensamiento mítico o reli-
las diferentes etnias suman el 15% de su población.' Luego en cada gioso.
topología nacional nos topamos con las sensibilidades de los múltiples Hacemos hincapié en la unión de lo sagrado y lo profano porque a
grados de mestizaje; así, podemos distinguir la campesina y la provin- nuestro juicio la mayoría de los hombres del mundo actual todavía no
cial, la metropolitana y la de los cinturones de miseria. la ha superado, no obstante la ausencia de lo religioso en el mundo. En
Nuestra intención —lo repetimos— no es presentar aquí los porme- nuestras mayorías demográficas sigue predominando la religión como
nores de la mecánica que caracteriza a la cultura estética popular ni ideología y como máximo exponente de un pensamiento mítico abando-
discutir si existen o no varias de estas estéticas. Todo eso será posible nado a sus propias fuerzas, que sufre las desventajas del rezagamien-
cuando se emprende una larga e intensa investigación de la realidad to. No nos sorprendamos: la cultura estética hegemónica tampoco ha
concreta de América Latina. En estas notas apenas nos proponemos logrado zafarse de este pensamiento y, consecuentemente, no ha podi-
reflexionar acerca de los modos de estudiar y conceptuar la cultura es- do asimilar la intelectualización y el formalismo del arte culto. Con una
tética popular. Para el efecto, ha sido menester centrarnos en la vida orientación axiológica, producida por el inhumano contraste de un más
diaria del hombre común pues desde aquí no es posible señalar algunos allá mágico con respecto a un diario vivir colmado de privaciones, el
comportamientos estéticos importantes y notorios en torno de cada una hombre común privilegia la religión y pone a girar su vida miserable en
de las bellezas naturales y de los cinco axiomas artísticos ya citados. torno de la bipartición jerárquica sagrado-profano. Por múltiples y en-
Si hay variedad de culturas estéticas populares será por que cada una gañosas razones, lo sagrado sirve para justificar la miseria y adjudicar
de ellas combina en distinta proporción los modos consuntivos provenien- superioridad a la clase dominante y a sus preferencias culturales: el
tes de sensibilidades de múltiples pasados, tanto autóctonas o africanas determinismo religioso y el social se confunden.
como mestizas, y de nuestro presente. En cada momento tendremos un Recordemos que el mundo precapitalista y feudal justificaba las je-
conjunto de sensibilidades cuya coexistencia denominamos formación rarquizaciones humanas y no las igualdades, como después lo hizo la
sensitiva de la cultura popular y cuyo análisis es materia de investiga- burguesía. Justificadas o no, el pensamiento mítico del latinoamerica-
ciones de campo. Por ahora nos importa avistar la totalidad del panorama no, maniqueísta por naturaleza, mitifica y rinde culto a lo que lo apri-
en su variedad y su unidad: en un extremo las sensibilidades con la mayor siona y perjudica. De aquí cabe inferir que las mayorías demográficas
cantidad de ingredientes precolombinos o africanos y los mestizos del pa- sienten temor ante la supuesta y muy invocada superioridad del arte
sado, y en el otro las sensibilidades urbanas que son más próximas a la culto y de la cultura hegemónica. Temen a lo superior pero, al mismo
mesocracia, aspirante permanente a la cultura hegemónica. tiempo, esperan de él milagros, y protección. Del ritual religioso el
Entre ambos polos percibimos los diferentes grados de occidentaliza- hombre pasa al ritual que la cultura occidental ha levantado y exige en
ción o aculturación de la sensibilidad popular. Estos matices van desde torno de sus productos artísticos, que las mayorías demográficas fe-
los grupos mestizos provinciales hasta los cinturones de miseria. Todo tichizan, acostumbradas al arte sacro y desconcertadas por el profa-
esta amplia gama de sensibilidades testimonia que el curso histórico de no. A fin de establecer su ritual cultural recorramos las diferentes ac-
cada uno de los países de nuestra América Latina no ha sido igual para tividades de la cultura estética popular.
todos. Cada grupo y cada clase social, cada región o cada país mues- En principio, los diseños se valen de las envolturas y anuncios, for-
tran distinto ritmo y situación en aquel proceso de ir deshaciéndose de mas y materiales de los productos. industriales de primera necesidad,
LX.

PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

56 1 con el propósito de actuar sobre la cotidianidad de la sensibilidad po- nimientos se concretan, con preferencia, en la música, el baile y la can- 57
pular e imprimirle hábitos, preferencias y ciertas deformaciones de la ción, así como en los espectáculos deportivos o en las narraciones audiovi-
realidad que subrepticiamente difunde la falsa conciencia o ideología suales de aventuras (las policiales) y de hechos trágicos y sentimentales
dominante, subyacente —ella---- a la estética mercantil y entrecruzada arrancados de la vida real (las telenovelas). Así el hombre común se rela-
con la urdimbre sensitiva. Empero —en la práctica y esto a causa de la ciona con las categorías estéticas: con lo cómico o lo dramático, sublimi-
pobreza— son débiles los efectos de esta estética sobre la sensibilidad dad o trivialidad. Aquí actúan los mitos cotidianos y la sensibilidad popu-
popular de América Latina. lar suele tener la ilusión de estar realizando actividades correctivo-
En la vida diaria la sensibilidad también se relaciona con lo sensitivo de renovadora. Aquí también se sacian las apetencias de belleza antropo-
las realidades naturales y a veces, de las realidades artísticas, pero sin mórfica y de la natural (paisajes, fauna y flora). Por último, los entreteni-
tomar conciencia de ellas. En su vida cotidiana no le es posible concienti- mientos satisfacen necesidades de realismo fotográfico (mimesis), al lado
zar las bellezas de tales realidades. La sensibilidad vive agobiada por las de los sentimentalismos. En el tiempo libre, y con el control de quienes ma-
preocupaciones y quehaceres múltiples e insistentes de la subsistencia nejan los diseños audiovisuales, es cuando mejor se moldea, nutre y ex-
material, y sus actividades transcurren sin la intervención de la razón ló- pande la sensibilidad popular. Lo mágico ylo religioso no caben en el tiem-
gica. ¿Debemos acaso negarle su condición de belleza? De ningún modo po libre: requieren del tiempo extra de los ritos religiosos y culturales.
menos aún su condición estética. Porque si la cotidianidad popular no las Por lo general, el hombre tiene necesidad de interponer un ritual reli-
toma como tales es por estar habituadas a ellas y preferirlas automática- gioso entre el tiempo libre y la vida diaria para cumplir obligaciones y
mente. Pero esta predilección lleva implícito un reconocimiento de su na- urgencias míticas. Comienza con las festividades religiosas y continúa
turaleza estética y de un valor sensitivo. Al mismo tiempo, toda satisfac- con los sacramentos y demás ritos públicos establecidos. Entre éstos
ción de preferencias conlleva cierto placer que se objetiva tan luego fal- destacan la confesión y la comunión, como purificaciones. El ritual sigue
tan bellezas rutinarias e intervienen otras distintas. En suma, toda sensi- con los altares domésticos y las estampas de un santo milagroso en la ca-
bilidad es valorativa y, por consiguiente, prefiere ciertas realidades y las seta del camión o del taxi. Aquí se objetiva con mayor intensidad el pen-
embellece. Si se abstiene de señalar valores es porque no toma conciencia samiento mítico y religioso pero también subyace y actúa en la vida
de ellos ni de lo experimentado. He aquí la diferencia: las bellezas rutina- diaria y en el tiempo libre del hombre común. Toda preferencia y aver-
rias o cualesquiera otras categorías estéticas habituales distan de ser va- sión sensitivas tienen su orientación religiosa que a ratos recurre a con-
lores estéticos para la sensibilidad diaria pues, como valores, necesitan ductas, en un tiempo mágicas.
ser concientizados para poder existir, y esta concientización pertenece al Es muy posible que la religiosidad esté disminuyendo actualmente.
ritual artístico. Pero las bellezas rutinarias cumplen de hecho una función Lo cierto es que sigue activa en amplios círculos populares y aun en los
estética y, por tanto, ejercen efectos en la sensibilidad. proletarios seguramente ha pasado a sustratos más profundos de la
La sensibilidad —dijimos— no sólo se relaciona con lo artístico ni úni- conciencia. Continúa, pues, siendo importante el ritual religioso perso-
camente con lo estético de la belleza. Existen otras categorías estéticas y nal. Se diferencia de la cotidianidad, pero no la niega: la prolonga o la
la sensibilidad también tiene por tarea asir lo sensitivo, tanto de la reali- anticipa por contraste. Paradójicamente para muchas personas las
dad diaria conocida como de la desconocida; máxime para nuestra sen- actividades religiosas son complementos indispensables de las impe-
sibilidad popular, de suyo desprovista de encauzamiento racional. Aban- riosas e impostergables necesidades de su cotidianidad pues les permi-
donada a su suerte por habérsele negado una racionalidad encauzado- ten presentar agradecimientos, tributos y plegarias a las fuerzas ocul-
Fa, esta sensibilidad tiene una vida diaria muy activa, en que se sobre- tas que suponen sobrenaturales y regidoras de los destinos humanos.
carga el pensamiento mítico y el día se colma de arduo trabajo y de insis- En nuestro catolicismo popular se alternan religiosidad y restos de ma-
tentes ansiedades por la subsistencia material. De allí la hiperestesia. gia y de vez en cuando emergen algunos elementos indígenas o africa-
Además, la vida diaria no le ofrece a la sensibilidad popular bellezas de nos, entre los muchos que actúan en la profundidad.
objetos ni de espacios qué disfrutar. Su cotidianidad es paupérrima, pri- Las ideologías religiosas han tenido siempre fines políticos de domi-
vada de bellezas y sin tiempo ni energías para ellas. En pocas palabras, nación. Pero aquí nos interesa más preguntarnos cómo estas ideologías
la cultura estética popular identifica su vida diaria con lo propio, profa- se tornan artísticas, al pasar la sensibilidad del arte sacro al profano.
no y trivial de su miseria. En nuestra opinión, el ritual religioso se trasmuta en ritual artístico
Pasemos ahora al tiempo libre. Aquí la sensibilidad popular actúa en cuando la cultura occidental introduce el concepto de excepcionalidad
otras condiciones: los diseños le ofrecen entretenimientos que satisfacen en el arte culto, obedeciendo quizá a la tendencia humana de ver en lo
sus necesidades de ocupar placenteramente su tiempo libre. Los entrete-. extraordinario el atributo esencial de la belleza. Ahora los productos
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

58 artísticos de la cultura occidental son como los milagros: insólitos y dir temor o respeto al subordinado. La clase dominante también influye en 59
asombrosos. En comparación, la cotidianidad carece de bellezas. Coad- la sensibilidad popular de forma indirecta y por medio de laelitización de
yuvan la intelectualización del arte y su imaginada pureza y la supuesta superioridad humana que legítima su dominio.
autonomía. Entró en juego la superioridad que la cultura occidental Aparte de surtir efectos en las artes, el sentimiento religioso regula
quería conquistar para su arte. Al fin y al cabo, las obras de arte pro- la vida popular, en tanto el hombre común ve al mundo a través del bi-
fano debían seguir ejerciendo el poder ideológico que las del arte sacro nomio sagrado-profano. Entonces, lo sagrado y superior que controla la
tuvieron durante milenios. En síntesis, el objeto es solemnizado y, cotidianidad de los mortales de abajo se imagina arriba. Es decir, ve la
luego, sobrevienen la producción y el consumo del mismo; vale decir, realidad al revés el mundo sobrenatural crea y controla a los mortales
sus actividades son transustanciadas en ritos o ceremonias culturales cuando, en verdad, éstos inventan tal mundo por presiones de la vida
cuya excepcionalidad sólo gente excepcional puede realizar y percibir. material y terrenal. A esta jerarquización tajante y bipartita se agrega
La solernnización de la excepcionalidad artística será después con- el vaivén de lo sagrado o de los de arriba entre su poder inflexible y la
vertida, por la sensibilidad popular, en fetichización. De la idolatriza- protección magnánima que dispensan a los de abajo. La sensibilidad
ción de los objetos y actos sagrados, pasa ella fácilmente a la fetichiza- popular siempre encuentra justificaciones religiosas o míticas a los
ción de las obras y actividades del culto artístico. Las obras de arte se males y bienes que experimenta.
ven como motivo de un rito similar a la confesión y a la comunión católi- Para nosotros son dos las causas principales de que persista y se
cas, cuyos efectos momentáneos de purificación son tan celebrados amplie el binomio sagrado-profano (dominación-protección) en la sensi-
por dar la falsa impresión de alejarnos de la cotidianidad. El arte es bilidad popular: la inestabilidad producida por el empobrecimiento del
ahora cuestión festiva y dominguera; deviene religión y mito. Sus pro- campo, y la unión belleza-utilidad-práctica postulada por las artesa-
ductos adquieren aura, y el esoterismo invade sus justificaciones. Si en nías desde hace milenios, y por los diseños desde hace poco. Téngase
el trasfondo del ritual religioso late la promesa del más allá celestial, presente que no nos referimos a ritos religiosos concretos sino a senti-
en el ritual artístico hay esperanzas de prestigio social o purificación mientos religiosos dirigidos por el pensamiento mítico.
espiritual. Sería interesante penetrar en la siguiente cuestión: ¿puede Durante los últimos treinta años el empobrecimiento del campo —la
existir el sentimiento religioso como categoría estética? Planteamos la primera causa— ha obligado a millones de personas a emigrar y a for-
pregunta porque a esté sentimiento le son inherentes varias excep- mar cinturones de miseria. Se acelera así la urbanización de las con-
cionalidades muy afines a la sensibilidad. texturas rurales y se suscita un reacomodo de sus hábitos estéticos.
En la cultura occidental también somos testigos del proceso de fe- Para las actuales mayorías demográficas su vida transcurre acelera-
tichizar o elitizar a los artistas y a las minorías dominantes que entien- damente entre lo propio y lo ajeno, el campo y la ciudad, el atraso y el
den y consumen sus productos. Del mismo modo en que los personajes progreso, las artesanías y los diseños, la mendicidad y la proletariza-
religiosos son idolatrados, se procede con los miembros de la clase do- ción. En suma: se genera un sentimiento de inestabilidad que exacerba
minante. Después de todo, pertenecen a la misma raza que el pueblo el binomio religioso-profano. Como corolario, el vaivén dominación-
atribuye a los seres divinos, y su belleza fisonómica muestra la misma protección toma las vestimentas de la cotidianidad propias de binomios
excepcionalidad que la de éstos. Al igual que a los protagonistas sobre- como padre-madre, jefe-benefactor, terror-cósmico-milagros-lotería.
naturales, atribuimos a la clase dominante haber decidido la existen- La segunda causa la vemos en la sensibilidad artesanal de nuestras
cia de la miseria cotidiana, pero también se le reconoce la virtud de mayorías demográficas, que siempre fusionó belleza y utilidad prácti-
otorgar salvación (paternalismo). Sujeción y protección se hermanan: ca. Por múltiples razones, la utilidad material fue siempre un valor cul-
por eso se les solicita a unos y a otros favores o milagros. Fuerzas ex- tural importante, porque las religiones aparecen por causas y fines
cepcionales rigen los destinos populares y quienes las manejan son prácticos de domeñar la naturaleza y posibilitar así la subsistencia
también excepcionales. En realidad, tiene lugar un proceso de elitiza- material del hombre. Es por esto que a la sensibilidad popular le es in-
ción de las clases dominantes y de los artistas, muy común en el pensa- concebible el arte puro e intelectualizado que la cultura occidental ha
miento mítico: se les adjudica dones sobrenaturales, en lugar de expli- difundido por el mundo como el único válido. La sensibilidad popular
car sus actividades mediante una división técnica del trabajo cultural entiende mejor los diseños, y somete a fines prácticos el binomio
o por la educación recibida. Así llega a su máxima expresión la ideolo- sagrado-profano.
gía carismática de P. Bourdieu. A manera de resumen general, volvamos al tiempo libre de la sensi-
La sensibilidad popular no consume obras de arte culto, y éste actúa bilidad popular. Como hemos visto, su ritual artístico es más una cues-
sobre ella de lejos e indirectamente, al ser difundida su elitización e infun- tión de ideas e ideologías que de consumo directo de las obras de arte
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

60 culto. Además, su vida diaria tiene poca relación con la estética mer- tico. Pero son los diseños audiovisuales los que las realizan mediante 61
cantil, producto del diseño gráfico y del industrial. Si nos detuvimos en sucedáneos tales como la frivolidad amena, el sentimentalismo, lo gro-
el ritual religioso fue para señalar cómo el pensamiento mítico guía tesco, la vulgaridad o la cursilería. Y peor aún: estos diseños difunden
gran parte de los comportamientos de la sensibilidad popular, y cómo el consumo masivo, de suyo seudoestético. Lo dramático reside en la vi-
éste adjudica justificaciones sobrenaturales a los actos de la clase do- da diaria del hombre común, y suele suscitar en él la producción de la
minante y a las artes cultas. comicidad popular, muy rica en ironías y sátiras.
En su tiempo libre es cuando la cultura estética popular fragua las En términos generales, en nuestros países la sensibilidad popular es
orientaciones teleológicas y axiológicas de sus comportamientos. Las hoy predominantemente consuntiva y esto entraña peligros. Lo que
fragua al calor de los medios masivos, de lo individual de cada sensibi- ocurre es que se han debilitado las actividades especializadas o sisté-
lidad personal, y del sistema constituido por su cultura artesanal y pre- micas de sus artesanías y es víctima de las manipulaciones promovidas
capitalista. Estos tres fuegos fraguan las contradicciones internas y por los diseños audiovisuales que ocupan su tiempo libre. Su produc-
adversas a los intereses populares. Las elitizaciones que emprende la ción estética verdadera es musical de tal suerte que las satisfacciones
sensibilidad popular en favor de quienes manipulan y reprimen, son de sus necesidades dependen de la cultura hegemónica local que mane-
precisamente las mejores materializaciones de tales contradicciones. ja los diseños pero ésta, a su vez, depende de la industria cultural de
Los ideales y sentimientos populares de belleza humana y de los ob- los países desarrollados. He aquí otra razón de la existencia de contra-
jetos también funcionan en beneficio de las clases dominantes, cuando dicciones internas en la sensibilidad popular, de suyo adversas a los in-
ven las bellezas de éstas como superiores a las de la vida cotidiana po- tereses de aquella.
pular. En suma, las bellezas humanas y de los objetos son ajenas y Con todo —y para terminar— las necesidades y satisfacciones de la
tienen efectos represivos. Se concretan en formas favorables a las cla- cultura estética popular son productos de una ecoestética persuasiva y
ses dominantes. No por nada la cultura occidental ha venido insistien- adversa a sus intereses, pues ella actúa en beneficio del sistema socio-
do, desde hace algunos siglos, en la belleza y no en las otras categorías económico constituido. La formación de las necesidades y las satisfac-
estéticas. Ha insistido en ella con el fin de introducir y consolidar el ciones de la sensibilidad popular son eminentemente ecológicas: esto
formalismo que tanto beneficia a sus intereses y a las sociedades de es, productos del medio ambiente, sin que el individuo tome conciencia
consumo. de ello. Apenas unas nociones e ideas justifican —ideologías median-
Por otro lado, las bellezas del paisaje, su flora y fauna, son casi in- te— sus comportamientos estéticos con razones no estéticas. Nos re-
existentes para la sensibilidad popular. Existen en calidad de bellezas sulta, imposible, entonces, pensar en una educación estética favora-
habituales del terruño: esto es, de forma más sentimental que sensiti- ble a los intereses populares, sin la transformación radical de nuestra
va. La sensibilidad popular parece ser extraña a la apreciación romá- ecoestética y, por ende, del sistema socioeconómico en que vivimos.
tica y formalista de las puestas de sol o del paisaje confortable con que La educación es capaz de corregir los males estéticos, pero será ad-
sueña el burgués para sus vacaciones: si va al parque los domingos no versa a lo popular, además de ser imposible de impartir a todos, dado
es en busca de bellezas visuales sino espaciales que el nacimiento y la su alto cósto y el tiempo que insume. No obstante, en la sensibilidad
insalubridad de su hogar no le permiten disfrutar. El campesino ve en popular siempre encontraremos márgenes para mejoras o progresos
la naturaleza lo práctico, vale decir, la dualidad Padre-cosmológico- relativos, mediante la educación.
Madre-tierra. Quizá intervenga una nostalgia bucólica en los Sea como fuere, la satisfacción de las necesidades correctivo-
síndromes de desadaptación registrables en los cinturones de miseria. renovadoras de la sensibilidad popular depende de lo que le ofrece la
Pero la causa de mayor fuerza se encuentra en las desfavorables rela- cultura hegemónica: por un lado, el arte culto, cuya excepcionalidad
ciones interhumanas con que el recién venido del campo se enfrenta en va a formar parte del ritual cultural que el sector popular practica co-
la ciudad. mo una extensión elitizadora (endiosadora) de su ritual religioso; por
En el tiempo libre se satisfacen las cinco funciones artísticas que la otro lado, los medios masivos o diseños que entretienen a dicha sensibi-
sensiblidad popular —igual que otras— lleva consigo en calidad de lidad en su tiempo libre. Las artesanías, dicho sea de paso, se en-
axiomas. Nos referimos a las necesidades de entretenimiento, senti- cuentran debilitadas y manipuladas por el oficialismo. Además, la vi-
mentalismo, realismo fotográfico y —muy en especial y de forma día diaria popular no se halla constituida por necesidades materiales
separada— lo mágico o religioso, con que se identifica el arte o lo esté- satisfechas ni por un habitat de sana estética, como tampoco por una
tico. Las satisfacciones de estas necesidades se concretan en la belleza buena expresión idiomática ni por orientaciones axiológicas favo-
y demás categorías estéticas, como lo cómico, la sublimidad y lo dramá- rables al individuo, dentro de los intereses populares auténticos.
CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGIA DE LOS CONSUMOS

62 Si echamos una mirada sumaria a la cultura estética mesocrática, dencia con respecto a los países desarrollados, la sensibilidad hegemó- 163
veremos destacar la transitoriedad de su situación y de su mente. Cada nica local entra en hostilidades con la hegemónica internacional.
uno de sus extremos se confunde con otra cultura: la popular y la hege-
mónica. Por añadidura, sus versiones provinciales varían en compara-
ción con las metropolitanas. De la mesocracia procede una buena par- LOS SISTEMAS ESTÉTICOS DE PRODUCCIÓN
te de los que se adhieren a la lucha por la liberación popular. La vida ESPECIALIZADA
diaria de los sectores más típicos de la sensibilidad mesocrática, en-
cuéntranse poblada de objetos y espacios, cursis en su gran mayoría y Como el título lo indica, en esta sección nos proponemos analizar los
muchos de sus miembros dedican su cotidianidad a la produción inte- sistemas especializados generados por toda cultura estética con el fin de
lectual o artística. En buena medida, unos salen de su clase para manifestarse, retroalimentarse y desarrollarse. Se trata propiamente y
quedar en la tierra de nadie y poder luchar por los intereses popula- en concreto de diferentes conjuntos de procedimientos manuales o me-
res, mientras otros ascienden a la clase superior. cánicos, corporales o perceptuales que muestran las siguientes caraç-
El ritual religioso de las capas medias es más formalista y ajustado a teristicas comunes: producen objetos o acciones destinadas a satis-
las ceremonias públicas, sin que por eso esté libre de supersticiones. facer las apetencias de la sensibilidad humana, tanto las productivas
Su ritual cultural es imitativo y se acerca más al tiempo libre. Si se como las consuntivas; sus productos son "de hombres para hombres y
quiere, es más educativo y aspira a un ascenso social. En su tiempo han de atenerse a las necesidades de éstos" ; 2 se suceden por razones
libre, la cultura mesocrática recibe los mismos entretenimientos masi- históricas y con fines productivos, distributivos y consuntivos; en
vos que la sensibilidad popular, pero cuenta con mayores recursos de nuestros países latinoamericanos coexisten bien delineados con el
defensa y con medios para elegir lo mejor. Pese a todo, es. persuadida a nombre de artesanías, artes y diseños; requieren de un previo aprendi-
prohijar como legítimos los consumos seudoestéticos, entre los cuales zaje profesional; constituyen finalmente unidades orgánicas de tipo his-
el cursi compite en frecuencia y en fuerza con el masivo. En síntesis, tórico que precisamos examinar una por una. Como resultado: las
aquí tenemos que ver con la sensibilidad y mentalidad del pequeño bur- artesanías, las artes y los diseños hoy conviven en calidad de tres siste-
gués. mas distintos de la cultura estética.
La cultura estética hegemónica se mueve entre lo metropolitano lo- Hasta hace poco tiempo preferíamos aludir al arte en general como
cal y lo internacional. Su ritual religioso pertenece al catolicismo euro- la unidad orgánica y estable de todas las manifestaciones estéticas,
peo, en su versión mediterránea, la cual se liga íntimamente a un ritual que incluye muchas artesanías religiosas y diseños en calidad de artes
social. En su tiempo libre también desembocan en los medios masivos aplicadas. Por tanto, lo considerábamos un continente cerrado y de-
pero dispone de buenas defensas, aparte de que este tiempo es compar- marcado con claridad, en cuyo interior cohabitan las diferentes clases
tido por el ritual cultural y el social, propio de las clases altas. En su vi- de arte de todos los tiempos y culturas (visuales y auditivas, corporales
da diaria intervienen objetos y espacios bellos y de alta jerarquía so- y literarias, mecánicas o electrónicas). Luego nos imaginábamos ser
cial, incluyendo obras de arte. Sin embargo, la gran mayoría mesocrá- los felices herederos de géneros y tendencias artísticamente hechas,
tica profesa mi gusto versallesco y no presta atención al buen diseño definidas y eternas. Por añadidura, nos preocupaba el nacimiento del
de los utensilios, muebles y aparatos del hogar. El ritual cultural está arte en el hombre; muchas veces como si fuese cuestión de señalar una
también muy unido al ritual social. El hecho de poseer obras de arte o sustancia que, una vez dimanada, va a posarse, por mágica partenogé-
de poder poseerlas, debilita en sus miembros la idea de una excep- nesis, en el interior de todo arte nuevo. También nos desvelábamos por
cionalidad artística represiva. Las ideologías generales del arte culto definir el arte en general, como si quisiéramos gestar una suerte de lla-
les genera la creencia en la superioridad absoluta de sus preferencias, ve maestra para conocer sus misterios.
que conforman el buen gusto, y que luego elitizan o mitifican. Como es En realidad, el arte como totalidad fenoménica de todo lo sensitivo
de suponer, menudean también los esnobismos, las cursilerías y el con- consituye una abstracción imposible de definir de manera útil y prácti-
sumo masivo. Múltiples ideologías inducen a los miembros de la clase ca, además de veraz. Lo impide su inabarcable, compleja e inestable
alta a desempeñarse como modelos conductuales, gracias a un activo amplitud, y su borrosa demarcación. Sin embargo, definirlo fue la ta-
ritual social que las postula como superiores. rea predilecta de la estética filosófica; para nosotros una tarea equivo-
Sin duda la contraposición entre la sensibilidad popular y la hegemó- cada, además de prematura. La consideramos equivocada porque es
nica constituye una pugna ideológica que no es otra cosa que el resul- preferible tomar el arte por uno de los sistemas estéticos con su propio
tado de la lucha de clases. Por otro lado y a causa de nuestra depen- tiempo y espacio, es decir, el arte representa una parte de la cultura
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

64 estética, igual que los otros dos sistemas estéticos: la artesanía y el di- definiciones, pues ninguna lo agota. No sólo eso: en la actualidad nos 65
seño. La estimamos prematura porque el arte no puede ser motivo de interesa una realidad dentro de las otras, y no aislada y enajenada.
una generalización acertada y útil, aun silo conceptuamos como uno Convenimos en que el hombre común necesita de definiciones que lo
de los sistemas estéticos. Sin duda, son indispensables estudios previos guíen, pero no el profesional, quien ha de tender siempre a definiciones
separados y profundos de cada uno de los géneros y de las clases de ar- centrífugas y condicionadas de su quehacer. No en vano su ideal es
te. La imposibilidad se pone ai:m más en evidencia si tomamos el arte subvertir, con sus obras, las definiciones establecidas.
por un fenómeno que comprende todas las manifestaciones estéticas. Algo similar aconteció con los esfuerzos por establecer el origen del
Hasta hace poco tiempo las definiciones eran a priori y a lo sumo, arte en general. Veamos cómo y porqué. En primer lugar, si actualmen-
aproximadas, y cuando queríamos comprobar alguna aseveración deli- te han sido abandonadas las diferentes hipótesis acerca del origen del
mitadora apelábamos a las artes que más convenían, sin importarnos arte como totalidad sensitiva, que veníamos considerando desde hacía
si las otras la contradecían. Propiamente, más que constantes señalá- un siglo, fue incuestionablemente a causa de su debilidad o invalidez
bamos posibilidades. Al fin y al cabo, siempre hubo obstáculos insal- conceptual. Abundamos en explicaciones metafísicas y ante nuestros
vables, pues en todo tiempo encontramos algunas artes entrando en el ojos desfilaron, como causas, algunas divinidades —como las Musas—
ocaso, como hoy la pintura de caballete; otras en desarrollo, como el o bien un imaginado don sobrenatural supuestamente inherente a todo
arte del video, y una que otra en trance de brotar, como el arte holográ- artista, como la inspiración o el genio. Al ver cómo los animales goza-
fico que nadie atina todavía a definir. Sólo nos es evidente la existencia ban también con sus preferencias y juegos, pensábamos en el origen
de un procedimiento de producir imágenes de tridimensionalidad vir- biológico o lúdrico del arte.
tual, cuyo perfeccionamiento técnico y abaratamiento facilitará algún Otras veces postulamos la magia o la religión como matriz. Imaginá-
día el advenimiento de un nuevo arte, tal como sucedió con el procedi- bamos incluso el mero hecho de percibir un buen día las bellezas natu-
miento cinematográfico y con el televisual. En consecuencia, el arte de- rales, como el inicio de la vida artística del hombre. En verdad, esta
manda constantes redefiniciones: sólo permite una definición históri- percepción sólo fue posible después de la mificación religiosa, la cual,
ca, dentro de un tiempo y de un espacio determinados. a su vez, es producto de la capacidad estética de inventar mundos: "El
El carácter sensitivo diferencia al arte de la ciencia y de la mito no sólo es expresión de la conciencia religiosa del hombre, sino
tecnología, y lo tipifica, pudiendo instituirse con toda razón en su defi- también una forma de apropiarse del mundo de manera artística-
nición universal y absoluta. Pero resultará engañosa pues sólo obten- figural".3
dríamos una generalización tautológica que muy poco o nada nos dice Además, la naturaleza no es soporte tan sólo de bellezas, pues éstas
acerca de la realidad y lo mismo ocurre si lo definimos como un fenó- surge en la relación sensitiva que el hombre mantiene con la realidad o
meno humano o cultural. Además, siendo la sensibilidad una facultad con la naturaleza. Estas explicaciones tampoco nos ayudan a definir de
humana siempre presente en todos nuestros productos, tendremos forma centrífuga lo que entendemos por arte y por actividad estética.
muchas manifestaciones que con la misma facilidad pueden ser inclui- No obstante lo dicho, ha prevalecido la hipótesis del trabajo como la
das en el arte o excluidas de él, tales como el deporte de la gimnasia verdadera matriz del arte. Naturalmente, prevalece siempre que consi-
rítmica y el patinaje paradójicamente denominado artístico en toda deremos trabajo a toda práctica social. Porque antes de la germinación
competencia deportiva. Por último, tendríamos una amplia gama de he- de cualquier arte, todo fue práctico, cotidiano y útil para el hombre pri-
terogeneidades y contradicciones; por ejemplo, las profundas y abun- mitivo: "el hombre comienza a producir arte cuando le fue útil".4 Asi-
dantes diferencias entre la arquitectura y la poesía. mismo será menester abstenerse de tomar al arte como una totalidad
Sea como fuere, todos estos devaneos definitorios del arte carecen que todo lo abarca y aprieta. En realidad, el arte sólo existe como una
de utilidad para nosotros. Ya quedaron atrás por reduccionistas las abstracción y, en concreto, tenemos que ver únicamente con determina-
definiciones centrípetas que pretendían encajar a fortiori toda la das artes. Por consiguiente, nos ha de preocupar el nacimiento social de
compleja y extensa realidad del fenómeno estético en una definición de cada una de ellas por separado, aunque en un principio aparecieron va-
pocas palabras que muy poco dicen; como por ejemplo: el arte es ex- rias artes al mismo tiempo, de manera que el querer establecer cuál fue
presión, o el arte es belleza. Actualmente el materialismo histórico y el la primera resulta un bizantinismo.
dialéctico nos brindan la oportunidad de buscar, más bien, defini- Al amplio concepto de trabajo se suma la actual necesidad de diferen-
ciones relacionales que huyan del punto inicial (son centrífugas) y es- ciar entre lo estético y lo artístico. Como sabemos, esta necesidad trans-
tiendan lo artístico hacia lo social. Nos referimos a definiciones —así, forma radicalmente el problema del origen del arte y hace menos difíci-
en plural— porque toda realidad o fenómeno es susceptible de varias les sus soluciones; sin embargo, siempre quedarán aspectos oscuros
CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

implica que lo estético nazca independiente. De ninguna manera. Lo es-


66 1 debido a la falta de documentos, propia de aquella celosa guardiana de los tético se hace consciente, pero sigue siendo un cómo de las cosas. Dicho
67
misterios del origen de lo estético, que es la prehistoria. Como resultado de otro modo, el hombre primitivo comienza a prestar atención al valor
de la citada diferenciación, tendremos como primer problema a resolver estético, diferenciándolo de los otros valores que indefectiblemente lo
la posible formación, en el hombre, de la sensibilidad o, lo que es igual, acompañan. Es con el formalismo cuando lo estético es visto como un
de nuestra conciencia o pensamiento estético. Luego hemos de desenma- qué independiente. Naturalmente, hay mucho distancia y media mucho
rañar la probable aparición de las primeras actividades estéticas en la tiempo entre la toma de conciencia de los placeres estéticos y la existen-
historia de la humanidad y su posterior constitución en un sistema estético cia de un sistema definido de valores estéticos.
de producción especializada. Como ya lo hemos afirmado, tales activi- El hecho de que hoy vivan millones de personas capaces de apropiarse
dades son derivaciones de tecnologías y de lenguajes sociales, e impli- estéticamente de la realidad con sólo algunos rudimentos de arte, y gra-
can trabajos prácticos y cotidianos: "el sentimiento estético es por natu- cias a su sensibilidad, comprueba que no todo lo estético es artesanal o
raleza un medio de conocimiento" .5 Aún más: "el arte brota del no arte " , 6 artístico, como tampoco producto de los diseños. Es decir, no constituye
lo cual significa que los modos sensitivos del hombre (su sensibilidad) in- un sistema especializado, así como tampoco todo placer es estético. Por otra
tervienen en lo no estético (lenguajes y tecnologías), y de aquí despren- parte, el mismo hecho nos autoriza a pensar en una formación inicial
den un nuevo género del sistema productivo especializado que rige en el que termina convirtiendo en un sistema de valores las relaciones sensiti-
momento. Así, del lenguaje se desgaja la poesía, y de la cinematografía, vas que el hombre mantiene con la realidad natural y la cultura, y que
el cine artístico. son dirigidas por ideales y sentimientos de belleza y de las otras catego-
En verdad, son hoy pocos los estudiosos interesados en tomar al arte rías estéticas. Después de milenios de religiosa hermandad, el sistema
por una parte de la realidad estética, y todos ellos sin excepción siguen de valores estéticos pasa de ser un conjunto de artesanías a constituir
incluyendo a las artesanías y a los diseños en su concepto de arte. Noso- un grupo de artes y luego de diseños.
tros, en cambio, estamos forzados a elaborar la definición histórica de
Una vez formada la conciencia estética, ésta siente la necesidad de
cada uno de los tres sistemas estéticos de producción especializada que
gestar una manera particular de producir objetos y acciones que la ex-
se han sucedido hasta ahora en la cultura occidental y que hoy coexis-
presen, la retroalimenten y la ayuden a transformarse cuando el medio
ten: las artesanías, las artes y los diseños. Definirlos históricamente sig-
ambiente cambia y se lo exige. Resulta difícil establecer cómo las actitu-
nifica estudiarlos uno por uno y destacar sus mutuas diferencias como
des estéticas devienen un sistema estético de producción especializad a.
las decisivas, en lugar de señalar las similitudes que las ocultan.
Lo sabemos, pero tenemos la seguridad de que con anterioridad a este
Para M. Kagan 7 los sentimientos estéticos vienen con la formación sistema hubo actividades artesanales inadvertidas y en camino a con-
misma del hombre, y aparecen con una de las tres direcciones que toma
vertirse, con el tiempo, en una unidad orgánica. Y estas actividades pre-
la conciencia social del hombre primitivo: 1. El conocimiento empírico
suponen un propósito comunicativo en el hombre primitivo.
de la realidad, mediante su separación y su alejamiento de toda orienta-
El proceso cognoscitivo que va separando el conocimiento empírico de
ción axiológica, de suyo subjetiva; 2. La separación y definición de cada
la orientación axiológica la cual constituye una manera de apreciar la
una de las orientaciones axiológicas del hombre: la ética y la religiosa,
realidad y de relacionarse con ella no es la única matriz de la conciencia
la jurídica y la política; 3. La diferenciación de la conciencia estética.
estética y del sistema artesanal que ésta genera con el fin de comunicar
Esto último tiene lugar cuando el hombre adquiere la capacidad de apre-
conocimientos sensitivos de la realidad. El conocer y el comunicar se
ciar, en forma consciente y razonada, los valores estéticos potenciales
complementan en la sensibilidad. A su lado, y al mismo tiempo, tienen lu-
de la realidad, al enfrentarla a sus ideales o a su orientación axiológica
gar tres formaciones de naturaleza comunicativa que también operan
de tipo sensitivo, al tiempo que confronta la forma y el contenido de la
como matrices del sistema de valores estéticos y que posteriormente ori-
misma realidad a través de la función elegida. ginan un sistema estético de producción especializada: la formación del
En buena medida, en sus esfuerzos por conocer la realidad, la sensibi-
lenguaje oral, la de la capacidad de figurar realidades visibles, y la del
lidad es la que incita al hombre primitivo a tomar conciencia de lo estéti-
trabajo corporal. En el curso de estas tres formaciones el hombre empie-
co, separando para el efecto lo axiológico de lo cognoscitivo. Las orienta-
za a concientizar sentimientos, saliendo así de la animalidad de sus pre-
ciones estéticas constituyen una dirección particular de la orientación
ferencias y placeres instintivos. Es cuando unas y otros comienzan a ve-
axiológicaa es decir, constituyen relaciones axiológicas con lo sensitivo
nir acompañados de valoraciones conscientes y racionales, casi siempre
del mundo y con sus bellezas. Así, la conciencia llega a formar un siste-
centradas en una utilidad material que las justifica. No por nada la ra-
ma de valores estéticos, previa separación de los otros valores. Esto no
zón diferencia al hombre del animal, y no en vano las actividades pro-
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PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

68 1 ductivas que después devienen sistemas independientes, aparecen tan tos. Además, el cuerpo humano está dotado de movimientos que operan 69
luego se inserta en la sensibilidad el deseo de comunicar. como lenguajes, pese a carecer de intencionalidad comunicativa. Son
En suma: por un lado, lo estético constituye un fenómeno óognoscitivo, lenguajes no escritos, en cuyo trasfondo germinan valoraciones estéti-
pues nos da a conocer lo sensitivo de la realidad en forma de orientacio- cas que van separando la mimesis histriónica de la mimesis mágico-reli-
nes axiológicas de la sensibilidad. Y estas orientaciones se identifican giosá. Paralelamente y en forma sucesiva, las actividades de caza y de
con bellezas naturales y culturales, así como con las otras categorías es- guerra generan la danza, el juego y la magia como rituales prácticos,
téticas. Una vez consciente en el hombre primitivo la necesidad de comu- como sistemas de valores estéticos y como sistemas de producción esté-
nicar estos conocimientos sensitivos, empieza a sistematizarse la objeti- tica. Si vemos las actividades lingüísticas como trabajos, tendremos en-
vación de éstos junto con su comunicación sensitiva. De tal suerte que tonces que el trabajo "es la base técnica del trabajo artístico".1 2 En
cuando el hombre evoluciona del pensamiento mítico predominante a la suma: "el arte es un miembro del sistema comunicativo; y media entre
entronización del pensamiento científico, los sistemas de producción es- los valores estéticos que produce y la información específica y práctica " . 13
tética especializada irán acercándose a la racionalidad lógica: comien- Corolario: las artesanías, las artes y los diseños constituyen lenguajes
zan siendo artesanías, de suyo empíricas y religiosas, y se van cargando estéticos especializados o, lo que es lo mismo, profesionales.
de motivaciones, recursos y fines racionales para originar las artes y, Para completar el panorama de la germinación de los sistemas de pro-
hoy, generar los diseños. ducción estética especializada (artesanías, artes y diseños) hemos de
Por otro lado, la conciencia estética brota en la comunicación y se pensar en la unidad, el sincretismo y la polifuncionalidad que inicial-
desgaja de ella cuando empieza a sistematizar y a especializar los recur- mente vienen junto con dicha germinación y que la división técnica del
sos sensitivos de las informaciones que no pueden ser comunicadas por trabajo destruye al ir derivando y concretando diferentes géneros y ten-
el lenguaje común. Porque, definitivamente, lo estético es translingüísti- dencias estéticas productivas. Arte, ciencia, tecnología y religión mar-
co. Primero el idioma oral utiliza recursos tropológicos y retóricos du- chaban juntos, y una manifestación como el tatuaje tenía múltiples fun-
rante sus comunicaciones diarias y prácticas. A continuación, sistematiza ciones.
y profesionaliza el uso de estas figuras de efectos persuasivos y trasla- Pero como quiera que haya sido la germinación estética, lo concreto
ticios. La conciencia estética viene, pues, con el uso de cada lenguaje y es que actualmente nacemos y vivimos enmedio de los tres sistemas de
se transforma en sistema de valores, y más tarde en sistema de produc- producción estética especializada, y éstos forman y satisfacen nuestra
ción especializada, el cual se va dividiendo en diferentes géneros de la sensibilidad mientras siguen constituyendo fenómenos cognoscitivos y
literatura oral. comunicativos, aparte de sensitivos. Sin embargo, antes de comenzar a
Lo mismo sucede con la figuración de la realidad visible: principia co- describir por separado los tres sistemas especializados (artesanías, ar-
mo comunicación pictográfica y posteriormente deviene sistema produc- tes y diseños), veamos qué entendemos por sistema y cuáles son sus fuer-
tivo con el rótulo de pintura o de dibujo artísticos: zas internas que, junto con los condicionamientos sociales y las decisio-
"Porque la representación objetiva por medio de lineas, formas plásti- nes del individuo, determinan su evolución.
cas, colores, palabras y movimientos no tiene necesariamente un sentido El fenómeno estético de cualquier país o sociedad es de naturaleza so-
artístico. Pueden ser simplemente maneras de producir documentos de ciocultural y consta básicamente de un sistema axiológico, el cual en
fines prácticos determinados". 9 Incluso antecede a la religión: "la re- forma indirecta mueve a la cultura estética. También consta de un siste-
producción plástica y pictórica de animales es más vieja que la interpre- ma de producción especializada que, como tal, posee sus leyes internas
tación totémica".lo El pensamiento plástico fue primero comunicativo y en y es relativamente cerrado, autónomo y autorregulable; es decir, consti-
seguida estético y profesional. Junto con la figuración se produce la acti- tuye una unidad orgánica l4 que se inicia en la historia con modos par-
vación de la sensibilidad por la imaginación que inventa mundos; esto ticulares a los que damos el nombre de artesanías. Luego genera los mo-
es, que metaforiza la realidad y más tarde genera la religión, a la cual le dos de las artes, y más tarde los de los diseños. Sus respectivos modos de
es inherente la desmetaforización.11 Recordemos que la perfección mimé- producción, distribución y consumo se relacionan entre sí como subsiste-
tica de la figuración data del paleolítico temprano (hace unos 15 000 mas y autorregulan la totalidad sistémica. Al influir en la producción y
años), con su pintura parietal. en el consumo'5, la crítica es una buena autorreguladora. Pero para no-
Por último, el trabajo corporal, comprende las actividades manuales sotros, además de la distribución en general —continente de la crítica—
de producir los objetos requeridos por la subsistencia material del hom- lo son igualmente la producción y el consumo en su permanente interde
bre, en las cuales también brota una conciencia estética, y como resulta- pendencia.
do aparecen modos sensitivos muy particulares de producir dichos obje-
3- - - ) -

PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

70 Por otra parte y siendo un fenómeno o proceso, el sistema productivo 71


evoluciona y cambia por causas internas que denominaremos sistémicas. El condiciona miento social
Este hecho fue ignorado durante mucho tiempo por quienes sólo señala- Sus procesos
ban causas metafísicas, sociológicas o individualistas. En cambio, otros
estudiosos reconocen su importancia, aunque la mayoría de ellos la
1. El humano: del pensamiento míticoal científico
exagera y postula un organicismo, como el del concepto de "historia de
arte sin nombres" a lo H. Wiilfflin, o como mero organismo que nace co-
mo un estilo determinado, crece, se reproduce y muere. Otros, como no- W. El del modo de producción material: desarrollo de las fuerzas
sotros, sumamos a las causas sistémicas los condicionamientos sociales productivas y los relaciones sociales de producción
y las decisiones del individuo que interviene en el sistema y que sirve de
mediador entre los factores sociales y sistémicos, individualizándolos
parcialmente. III. El cultural: artes-tecnologías-ciencias
Desde hace años en nuestros escritos postulamos a la sociedad, el sis- Re¡ i g ¡os idodclasicismo_r9man tic ismo-tecnocrotism0 consumista
tema y el individuo como causas de la evolución de los géneros y tenden-
cias estético-sistémicas, y como subsisternas en diversos grados de mu- +
tua dependencia. En la figura 2.1 hemos intentado hacer visibles los IV. El de la cultura estética colectiva con su sistema axiológico de
bellezas y demás categorías estéticas
diferentes procesos que condicionan los cambios evolutivos de los sis-
temas estéticos de producción especializada.
En el condicionamiento social hemos consignado cuatro procesos. En El individuo social -d
el fondo ubicamos la cultura estética (iv), cuyo sistema axiológico corpo-
riza la matriz del sistema productivo especializado (u), y a la vez consti- Actitud progresista o Herencia
Individuación Educación - ---
tuye el receptor de las obras de este último sistema. Como es de suponer, conservadora. Modo perso-
Tradición ..
la cultura estética depende de la cultura en general de la sociedad (iii), nal de solucionar, de con- Elección
local
con sus artes, tecnologías y ciencias, aunadas a la tendencia ideológica cebir y gestar innovaciones

dominante en cada época, tal como la religiosidad, el clasicismo, el ba- El individuo profesional -
rroco, el romanticismo o el tenocratismo consumista. A su vez, el proce-
so de la cultura en general depende de la trayectoria del modo de pro- Cambios productivo-estéticos
ducción material (II); esto es, del desarrollo de las fuerzas productivas y
de las relaciones sociales de producción, o estructura social.
El proceso del modo de producción material (asiático, esclavista, feu- El condicionamiento sistémico
dal, capitalista o socialista) transcurre dentro del proceso humano (1) Sus procesos
que va del pensamiento mítico al pensamiento científico, pasando por di- a) El estético-productivo: artesanías-artes-diseños
ferentes grados de predominio de uno y luego de otro. Sin duda, el hom- Subsistemas reguladores: producción, distribución y consumo
bre precede al modo de producción, pero junto con éste se dan los gra- La especificidad: lo sensitivo. Funciones esenciales: cog-
dos de predominio mítico o científico. Todos estos procesos sociales (1, II, noscitivo y comunicativa.
iii y Iv) en mutua dependencia intervienen en la formación de la persona-
lidad del individuo social y son parte de ésta, previa selección o indivi-
b) El genérico: desarrollo desigual de los géneros estético-
duación de los respectivos factores. Influyen asimismo en las activida- productivos. Continuidad de problemas y soluciones
des productivas del individuo profesional que denominamos artista,
artesano o diseñador. Sin embargo, nunca intervienen solos los procesos
sociales. o) El tendencia¡: principios, medios y fines de la tendencia
En la evolución del sistema estético productivo de su sociedad el in- elegida
dividuo también decide. Primero, en tanto puede elegir entre los modos
residuales, dominantes o emergentes de la formación estética de su socie-
dad. La selección presupone adoptar una actitud conservadora, progre- Fig.2.1. El condicionamiento social.
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PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

72 1 sista o revolucionaria. La elige con libre albedrío, pero dentro o en con- vas, distributivas y consuntivas que trae consigo la trayectoria del siste- 173
tra de la tendencia ideológica de su tiempo (clasicismo, romanticismo, ma estético profesado (artesanías, artes o diseños), condicionan con su
tecnocratismo, etc.), y con la intervención del subconsciente. En segundo lógica interna la creatividad del productor. La lógica interna de la evo-
lugar, el individuo influye en el sistema cuando, con una actitud determi- lución sistémica resultará más clara si vemos al sistema como lenguaje o
nada, utiliza a su manera los factores sistémicos e imprime a su obra un conjunto de signos.18
sello personal. El hecho de que el individuo materialice el condiciona Los factores sistémicos se concretan propiamente en el proceso gené-
miento social y el sistémico, junto con su individualidad, engaña, y termi- rico o tendencial elegido por el individuo, y condicionan su produccióñ
namos creyendo que el individuo es el autor de todo. De manera especial, estética. Después de todo, él comparte ideas estéticas generales (o), ge-
lo suponemos el autor exclusivo de la innovación, ruptura, invención o néricas (b) y tendenciales (c); se apropia de procedimientos manuales,
como quiera denominarse a la creación artística. sensitivos y teoréticos, y prohija problemas y soluciones estéticas: No
El individuo es quien da el salto irracional que demanda toda produc- obstante este peso sistémico, el individuo transforma con mayor o menor
tividad estética seminal o creatividad. El concibe y gesta su creación es- fuerza lo heredado y lo hace de acuerdo con su personalidad estética,
tética, pero su concepción nunca puede ser inmaculada ni su gestación, cuyo ideal pugna por poseer un mínimo de neutralidad.
autárquica; vale decir, carente de los medios materiales e intelectuales El sistema estético productivo tiene sus leyes internas que el individuo
que circulan en su sociedad y en el sistema estético profesado. La oscu- profesional cumple total o parcialmente. El sistema goza de libertad re-
ridad propia de la heurística de toda creación cultural ha engendrado lativa y ésta varía de género a género, de tendencia a tendencia, de épo-
explicaciones metafísicas y difundido el desinterés por lo analizable de ca a época, de cultura a cultura: con ella varían también las respectivas
la productividad artística individual: sólo se tiene ojos para lo inasible posibilidades comunicativas, cognoscitivas y sensitivas. Lo decisivo resi-
de la creación. Esto ha impulsado a gestar y a propagar la idea de que el de en que cada tendencia o género deviene una unidad orgánica de auto-
subconsciente héllase integrado exclusivamente por elementos indivi- nomía relativa. Pero en comparación con las artesanías, las artes, tuvie-
duales, cuando en realidad también consta de elementos sociales y sisté- ron tanta libertad relativa que el artista creyó estar en una torre de
micos. Además, y como ya lo hemos manifestado en otros escritos, la marfil, y así se sintió obligado a postular la autonomía absoluta del arte.
intervención del individuo varía con la historia, el género estético y la per- En síntesis, los condicionamientos sociales, los sistémicos y los indivi-
sonalidad del productor, pues ésta no acusa la misma radicalidad, y mu- duales varían con la historia, así como varían los modos productivos,
chas veces gravita más que el sistema y que la sociedad. Sea como fuere, distributivos y consuntivos de la sensibilidad.
el individuo tiene la responsabilidad de sus actitudes y productos estéti- Muchos analistas del fenómeno estético optan actualmente por seguir
cos, y no hay determinismos sociales, sistémicos o metafísicos que lo li- tomando al arte como una constante humana y diferencian sus variantes
beren de ella ni oscuridades que la mengüen. en las sociedades esclavistas, feudales, capitalistas y socialistas. Noso-
El individuo social es producto, productor y parte de la cultura estéti- tros preferimos diferenciar'artesanías, artes y diseños como tres varian-
ca de su colectividad. Además, el individuo profesional tiene la posibili- tes históricas o evolutivas de la cultura estética del hombre. Por otra
dad de subvertir tal cultura mediante creaciones estéticas. Pero estas parte, la realidad de América Latina nos obliga a identificar a las arte-
creaciones presuponen, paradójicamente y de manera indefectible, que sanías con los modos no capitalistas de producción, distribución y consu-
el creador es producto del sistema estético, y también su productor y mo estéticos que todavía existen en sociedades tribales (la Amazonia) y
subvertidor. Al fin y al cabo, no hay rupturas sin continuidades ni lo nue- en las comunales (los Andes), y que se dieron en las culturas precolombi-
vo existe sin lo viejo, y el individuo materializa los factores del sistema nas y durante la Colonia. A las artes las encontramos consolidadas en
estético en que ha sido educado como profesional. Toda producción cul- nuestras repúblicas, después de haber sido importadas de Europa
tural parte de algo dado.16 Hay incluso una tradición u obligación de pro- (1782) con el propósito de superar las artesanías (17824810), tomar la
ducir rupturas»' en el individuo influye el intercambio de ideas con sus forma de artes y oficios (1810-1850) como transición, y desalojarlas. Los
colegas. diseños aparecen en 1950, con la formación de los cinturones de miseria
A través de la educación o del intercambio el profesional hereda cono- en torno de nuestras mayores ciudades.
cimientos e instrumentos del sistema estético seleccionado, y luego elige Dos obstáculos nos salen al paso y recusan nuestras diferenciaciones.
problemas y soluciones dentro de la tradición de su país. En otras pala- El primero consiste en la acentuación de las igualdades y las analogías
bras, se apropia de los principios, medios y fines cognoscitivos y comuni- estéticas que la burguesía necesitó llevar a cabo con el fin de universali-
cativos del género o tendencia, y trabaja con una selección personal de zar su arte e imponerlo al mundo como el único o el mejor; acentuación
ellos. De aquí cabe deducir que los problemas y posibilidades producti- para nosotros habitual y anhelada como el cumplimiento de un ineludi-
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGIA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

74 1 ble imperativo cultural. El segundo obstáculo es propio de nuestras men- Desde temprano aparecen el realismo visual y el conceptual en el figu- -ja.
tes colonizadas pues éstas sólo ven lo occidental de nuestras obras y rar, o capacidad humana de representar gráficamente realidades visi-
omiten por completo lo que hay de nuestro en ellas. Es así como una bles con fines comunicativos. Algunas culturas centran sus mitos y arte-
parte de nuestra descolonización consistirá en definir históricamente sanías en la idealización de los aspectos bellos del mundo, mediante el
nuestras manifestaciones estéticas. Desde luego, definirlas implica exal- naturalismo, tal como ocurrió en Grecia y en Roma, mientras las magias
tar las diferencias entre las artesanías, las artes y los diseños, así como de otras culturas buscan expresar, a través de expresionismos y realis-
también entre nuestras actividades estéticas y las de Occidente. mos conceptuales, el terror hacia los dioses y lo trágico de la subsisten-
Queda claro: la cultura estética de toda sociedad necesita, al lado de cia humana, como se aprecia entre los aztecas. Las artesanías emblemá-
su sistema axiológico, un sistema productivo especializado, el cual fue ticas del Egipto faraónico ocupan un lugar intermedio. Como vemos, lo
artesanal en un comienzo, luego artístico y actualmente de los diseños, estético no se redujo a la belleza: se fusionó también con lo dramático y
coexistiendo los tres en nuestros países latinoamericanos. Pero aquí no otras categorías estéticas.
termina el fenómeno estético: también se suceden y coexisten tres cultu- Las culturas van diferenciando las tecnologías de las artesanías, en
ras estéticas: la artesanal, la artística y la de los diseños, cada una con tanto los productos de unas satisfacen necesidades materiales, y los de
su correspondiente formación socioeconómica. Muchos sectores de las otras están destinados a ritos religiosos y al uso práctico de los ma-
nuestros países viven actualmente en una formación socioeconómica gos, divinidades, sacerdotes y nobles, sucesivamente. Por ejemplo, en la
precapitalista y favorable a la productividad artesanal. Si el curso esté- Edad Media se distinguen entre las artes mecánicas y las liberales, y en
tico de todo lenguaje social nuevo o antiguo depende de la formación so- el siglo XVIII entre las bellas artes y las otras. Las hoy denominadas artes
cioeconómica en que la sensibilidad lo practique, tendremos varias ar- o artesanías eran entonces tecnologías, artesanías religiosas, señoriales
quitecturas y fotografías coexistentes: artesanales, artísticas y de dise- o utilitarias: todo dependía de la cultura y de la época. En el pasado no
ños. Las diferencias sociales y culturales dejan profundas huellas en el hubo interés por la generalización artesanías o artes: cada actividad
producto estético no así en el consumo, que en la actualidad, con tuvo su nombre propio: pintura, escultura, arquitectura, batihojería,
frecuencia se practica de forma masiva en nuestra cotidianidad y imaginería, etcétera.
tiempo libre. Las artesanías eran sistemas al servicio de la religión y se caracteri-
Las artesanías en calidad de artes precapítalistas —recordémoslo— zaban por sus ornamentos. Durante milenios, lo bello fue lo ornamenta-
y no en su actual sentido espurio, constituyen sistemas que se inician en do y su uso se reglamentó según los estratos sociales. Así, ornamentos y
el neolítico se forman y desarrollan, se consolidan y terminan decayendo. joyas contribuyeron a la organización social.
Primero, en el Renacimiento las artes les arrebatan la primacía estética Los productos artesanales llevan a los valores estéticos, religiosos (o
y luego, en 1850 los diseños comienzan a invalidarlas. Entretanto se su- prácticos) y artesanales a la más perfecta simbiosis; estos últimos inclu-
ceden las tribus y las comunidades, las ciudades y las sociedades clasis- yen la tasación de la bondad material del producto. Las artesanías lle-
tas. Es cuando la cerámica y los textiles, la cestería y la orfebrería, y gan a la plenitud sistémica en las gremiales, con sus normas. 'Veamos al-
luego la escultura, arquitectura y pintura mural aparecen como siste- gunos rasgos individuales de estas artesanías, de las cuales surgirán las
mas tecnológicos. De cada una de estas tecnologías se van desprendien- artes.
do los sistemas estéticos de producción especializada en interdependen- La producción artesano-gremial seguía siendo empírica y obedecía a
cia con los sistemas axiológicos de la sensibilidad, y con diferentes modos un trabajo manual enaltecido, cuyas normas garantizaban la bondad del
mágicos y religiosos de distribución y de consumo. producto. Se apreció el buen trabajo, pero se desdeñó socialmente a
Las artesanías como sistemas con sus leyes internas son procesos, y quien lo realizaba. Sus operaciones manuales, sensitivas y mentales con-
como tales se desenvuelven paralelos a otros en mutua influencia: la or- tinuaban iguales, como hasta ahora, pues las manos y el cuerpo humano
ganización y crecimiento sociales; el desarrollo de la tecnología manual no han cambiado; lo que cambia son las herramientas, los materiales y
con sus sucesivas divisiones técnicas del trabajo; el cambio del pensa- las relaciones sociales de producción. La exigencia de repetir la fisono-
miento mágico al mítico y al religioso, pasando por el empírico; la expan- mía de los dioses les impuso un tradicionalismo.
sión de los sistemas de valores estéticos-naturales; la evolución de los Los productos tampoco cambiaron con los gremios, aunque se fueron
modos de producción de lo tribal y comunal al asiático, esclavista y feu- sumando nuevos a lo largo de la historia. No se tuvo en cuenta los cam-
dal. Como culminación, la cultura estética de Occidente crea las artesa- bios invisibles; esto es, los psicológicos y los sociales que rodean al pro-
nías gremiales en la Edad Media. Todas estas relaciones determinan ducto y al trabajo simple de producirlo. Los productos tenían fines reli-
que las artesanías sean también fenómenos socioculturales. giosos, de organización social y de utilidad práctica, se producían en
[1
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PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

76 1 serie y estuvieron siempre provistos de ornamentos. Predominaban la treinta de nuestro siglo, por nacionalismos y populismos. Con el empo-
escultura, la arquitectura y el mural. brecimiento del campo, a partir de 1950, desaparecen muchas artesa-
Los productores estaban agremiados y debían cumplir con las nor- nías o se convierten en meras tecnologías: sólo en lugares apartados en-
mas. Habían pasado por un aprendizaje empírico. En lugar del brujo o el contramos una que otra auténtica. Asumen condiciones capitalistas, se
mago del pasado operaba un hombre de oficiol 9 quien, libre y dueño de tornan empresas y reciben la protección del Estado. Así, se alejan de la
sus medios de producción, realizaba operaciones mentales como una cultura estética popular, siempre aferrada a la música, a la canción y al
mezcla de normas e ideas, supersticiones o, si se prefiere, mitos y expe- baile. únicamente subsisten los productos y los trabajos simples de pro-
riencias. Su tónica no era intelectual ni aun en la concepción y construc- ducirlos.
ción de catedrales. A la manera de conclusión para nuestra rápida revisión, cabe señalar
La distribución se llevaba a cabo de múltiples formas: encargo, true- en las artesanías una trayectoria de franca declinación. Su unidad orgá-
que, autoconsumo, y muy poco comercio. Por último, el consumo fue reli- nica se desintegra. Con todo, en nuestros países aún subsistirán durante
gioso o práctico en lo consciente y estético, sin que el receptor lo advir- mucho tiempo las condiciones socioeconómicas propias de las épocas
tiera. Como la religión cubría también la vida diaria, el consumo perte- precapitalistas y de la producción artesanal.
necía a la cotidianidad y a los lugares públicos, todo lo contrario de las En definitiva, existen modos artesanales de producción, distribución y
artesanías funerarias de muchas culturas anteriores, cuyas obras se consumo de manifestaciones estéticas y religiosas. En otras palabras,
ocultaban: nadie las veía. Y esto sucedió fundamentalmente en el Egipto hay una cultura artesanal, como parte de la cultura estética de nuestras
faraónico. sociedades latinoamericanas. Pero la importancia de las artesanías dis-
Durante el Renacimiento las artes empiezan a desplazar a las artesa- minuye, al igual que el empleo de los recursos estéticos con fines religio-
nías de la primacía estética. Como el proceso de las artes fue muy lento, sos o utilitarios. El feligrés u hombre religioso —eje principal de las arte-
las artesanías se conservaron. Fue largo el pasaje de artesanos a artis- sanías— está desapareciendo, y en su lugar surge el individuo, en algunos
tas. En España, por ejemplo, vemos a un Greco evadiendo a los alcabale- casos, y el hombre masa en casi todos.
ros20 porque lo consideraban artesano. Más tarde, en el Siglo de Oro, un Como término y como concepto, las artes son productos occidentales
pintor como Diego Velázquez sufrirá las desventajas de ser considerado cuya difusión mundial obedece a la expansión imperialista de Europa.
artesano más que artista. Apenas si hoy subsiste una que otra artesanía Por tanto, no constituyen una facultad humana ni manifestaciones comu-
entre los campesinos europeos. nes a todas las culturas y épocas; tampoco son las más importantes ni
En nuestra América precolombina encontramos una compleja forma- las únicas en el mundo estético, como para reducir las artesanías y los
ción artesanal: coexistencia de múltiples modos de producción, antiguos diseños a meras artes aplicadas. En realidad corporizan nuevos
y nuevos. Las obras destinadas al comercio y al trueque se codeaban sistemas o procesos de la cultura estética de Occidente, y su formación
con los productos del tributo y la servidumbre, rayana en la esclavitud. se da junto y en interdependencia con otras: la de la cultura occidental
Sus fines eran teocráticos y se diferenciaban de las tecnologías por los con sus afanes de predominio mundial; la del capitalismo ansioso de
ornamentos. promover las ciencias y las tecnologías; la del Estado en manos civiles en
Durante la Colonia aumenta la complejidad de la formación artesanal pugna con la Iglesia por el poder ideológico, político y económico; la del
con nuevos procedimientos y productos, sumada a la introducción de los individuo corno un paso revolucionario.
gremios, cuya organización era compleja. Por ejemplo, el gremio de pin- Los italianos inauguran la formación de las artes y de los artistas; ini-
tores comprende batihojeros, tiradores de oro y plata, entalladores, es- ciación que conocemos como Renacimiento, o el retomar el naturalismo
cultores, pintores doradores y pintores imagineros (los paisajistas no es- grecorromano con la belleza en su centro. El resto de los europeos con-
taban agremiados).21 A las artesanías religiosas habrá que agregar las tribuye, a medida que adopta el modelo italiano, lo adecua y desarrolla
también señoriales de la platería y ebanistería; la Corona empieza a des- por su cuenta y riesgo. Como sabemos, la contrarreforma retrasa la par-
plazar a la Iglesia en el poder ideológico. Esto sucedía a fines del periodo ticipación española. Pero pronto los Borbones buscan eliminar las arte-
colonial, cuando aparecen las artes, en todo el sentido de la palabra, sanías o los gremios porque impiden la competencia y, con ella, el des-
gracias a la fundación de academias y comienzan a desplazar a las arte- arrollo del capitalismo. Luego, a fines del siglo XVIII exportan a Nueva
sanías de la rectoría estética. España los conceptos definidos de academia, artes y artistas y allí, en
Sin embargo, en la etapa correspondiente a nuestras Repúblicas si- breve tiempo y con nitidez, se consumará el desalojo de las artesanías.
guen produciéndose artesanías en buen número y calidad. Sus motiva- Con el fin de superar milenios de hábitos artesanales y religiosos y
ciones cosmológicas y católicas se reemplazan, durante los años veinte y llegar ú las artes profanas, Europa tuvo que desenvolver, de 1300 a 1600,
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

78 la paganización o sensualización de los temas y personajes católicos. Así artes se distinguirán por descansar en un cuerpo de teorías que va cam- 79
por imbricación, las artes superan a las artesanías y las desplazan del biando con el tiempo.
predominio estético y social. A la laicización de las artes contribuyen la Ya consolidadas las artes, viene su esplendor en lo que va de 1600 a
iconoclastia de la Reforma (1530), la Inquisición —que antepone la fe a 1874, año de la Primera Exposición Impresionista. En el siglo xix apare-
la razón— y el Concilio de Trento (1563), con su control ideológico de las ce el arte por el arte, en busca de la independencia del artista con res-
imágenes, aunado al franco debilitamiento del catolicismo. pecto a la moral, la política y el gusto burgués. Luego comienza su decli-
El artista surge como un nuevo personaje de la historia y paulatina- nación social, que durará hasta 1968: los diseños ya las habían superado
mente se va diferenciando del artesano: De ser pintor u operario a quien con largueza. A partir de entonces las artes tendrán una vida artificial,
se encarga un retablo o un retrato, como se encargaría unos zapatos al en tanto no requieren de vinculaciones con las mayorías demográficas
zapatero o un traje al sastre, a ser un artista de actividad mental y no fí- para subsistir.
sica, hay un abismo. 22 Durante seis siglos (1300 a 1900) predominó el plano semántico o las
Este personaje comienza a perfilarse con Giotto, quien prefigura el relaciones de las figuras de la obra de arte con la realidad visible: rela-
naturlismo y la perspectiva, al mismo tiempo que se zafa de las ama- ciones que la fotografía, nacida en 1839 y perfeccionada en 1850, lleva-
rras gremiales. En el siguiente siglo, el xv, el artista es un trabajador in- rá a su máxima fidelidad. P. Cézaime dará principio a la acentuación del
telectual que se apoya en ciencias como la gQometría y la anatomía. Fue plano sintáctico, o sea de las relaciones entre los signos o figuras. Ahora
el siglo de las teorizaciones: las de J. B. Alberti acerca de los principios la obra de arte se basta a sí misma. Aparecen el cubismo y los abstrac-
de la pintura o de la arquitectura; las de Luca Paccioli respecto de la di- cionismos. A mediados de los años sesenta, los no objetualismos comien-
vina proporción; las de Piero della Francesca en torno de la perspectiva zan a poner énfasis en el plano pragmático; esto es, en los efectos de la
central. A ellas se sumaban la sensualización de la iconografía —tan con- obra en el receptor o sobre la sociedad. Emergen los conceptualismos
denada por Savonarola como un formalismo voluptuoso— y los esfuerzos que dan la espalda a lo estético con el fin de explorar en las ideas de
por consolidar la dignidad del individuo propugnada por. el humanismo: el arte.
hombre como centro y medida de las cosas y de los fenómenos. El Renaci- Al igual que las artesanías, las artes llevan en su interior el germen de
miento crea al individuo, repitámoslo, como un paso revolucionario en su declinación. Es por eso que los mismos artistas contribuyen a la for-
su desarrollo. mación de los diseños. Giotto, un artesano, hizo lo mismo por las artes.
En el siglo XVI se dejan sentir un aminoramiento del racionalismo y Como prueba están Kandinsky, Klee, Albers y Moholy Nagy, profesores
una franca exaltación de lo sensitivo. Ahora la mística del ojo fusionado de la Bauhaus (1919-1933), institución alemana en la cual se cruzan las
a una sensibilidad supera la medición geométrica y las razones científi- artes y los diseños. Aquí, como en su émula soviética la Vjutemas (1918),
cas. Como resultado del predominio del neoplasticism0 23 se hiperboliza transformado en 1928 en la Vjutein, se sistematiza lo enseñable y con-
la sensibilidad como la fuerza exclusiva de la creación estética, y se dei- ceptuable de la composición en las artes y en los diseños. La exaltación
fica al productor como un hacedor provisto de un don divino. El pintar artepurista y decimonónica de la belleza había preparado el camino al
deja de ser oficio: deviene vocación; es decir, actividad propia de seres formalismo de tal sistematización, el cual será teorizado por H. Wólfflin
sobrenaturales. Nace así la idea de propiedad intelectual, como la llama (1915), Roger Fry (1919) y H. Focillón (1935). El formalismo venía a dar
J. Gimpel.24 El artista supone concebir la obra por generación espontá- razón al viejo aserto de los artistas en busca de ascenso social "la pintu-
nea y como su propiedad privada. Depende de mecenazgos, pero tam- ra es escritura viva "27 y prepara, a su vez, el terreno al elementarismo
bién existe el artista de libre contratación. Esto sucede sin obstar que (el menos es más) que favorecerá a los diseños. Pese a repudiar el orna-
todavía en 1950 se registran litigios artesanales en algunas regiones mento, surge un nuevo formalismo.
italianas .25 En síntesis, los procesos sistémicos de las artes son los siguientes:
En el siglo XVII asistimos a un retorno a la intelectualización. El arte
entra en plena laicización, y ahora el artista prefiere ser un académico y 1. De la intelectualización del productor a su endiosamiento como in-
un funcionario del Estado. 26 En el siglo XVIII se emprende la teorización novador o creador.
de las artes profanas con las siguientes publicaciones: la primera crítica 2. De la producción como vocación, a la experimentación, la acción
de arte a un Salón, por Lafont de Saint-Yenne en 1946; la Estética de A. científica y las necesidades expresivas, sucesivamente.
Baumgarten en 1750; la Historia del Arte Antiguo, de J. J. Winckelmann 3. De la paganización de las imágenes religiosas a las artes profanas.
en 1755; los Salones de Diclerot, en 1759, y su ensayo acerca de la pintu- 4. De la obra única a su pureza estética y hedonista como fin en sí
ra en 1765; Lacoonte, de G. E. Lessing, en 1777. De aquí en adelante las misma.
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 2. LA CULTURA ESTÉTICA

80 5. De la exaltación de las bellezas naturales (naturalismo) a la auto- A esto se suman los adelantos tecnológicos, a partir de la primera re- 81
destrucción analítica, pasando por la expresión individualista y volución industrial (1750), con la máquina de vapor, y el perfecciona-
biográfica. miento de la producción industrial masiva que, con el taylorismo y los
6. Del predominio de la pintura de caballete al imperio de las artes vi- ensamblajes provenientes de los Estados Unidos de América influirán
suales (cine y televisión), pasando por los no objetualismos. también en el curso de las artes. Papel muy especial desempeña la Es-
7. Del predominio del plano semántico en la obra de arte, al plano sin- cuela de Artes y Oficios de Weimer (1906-1919), con H. Van de Velve, de
táctico y después al pragmático. la cual surge la Bauhaus (1919-1933), que funciona en Dessau y en Ber-
lín, además de Weimer, y que después L. Moholy Nagy continuará en
Generalmente pensamos que nuestra actualidad es la terminal de Chicago. Igualmente importante en la búsqueda de la unión del arte con
todos los pasados, y nos aferramos a ella como definitiva. Todavía nos la tecnología es el Taller Técnico Superior, Vjutemas, fundado en 1918
resistimos a ver procesos, según los cuales nuestra actualidad será tam- por los soviéticos.
bién pasado. Si bien las artes llevan en su interior el germen de su decli- El proceso artístico comienza con la arquitectura de L. Sullivan, pro-
nación —y declinan—, generan los diseños y en ellos sobreviven sus sigue con el art nouveau y sus diseñadores de la tafia de E. Gallé, L. Tiffany,
mejores partes: aquellas indispensables para enfrentar la nueva actuali- y B. Pankok, 28 y con el antiornamentalismo del arquitecto A. Loos, en su
dad. Esto, al margen de que durante mucho tiempo habrá complementa- escrito Ornamente y Crimen, de 1909. Sigue el verdadero protagonista
ridad entre la excepcionalidad de las artes y la cotidianidad de los diseños. artístico-visual: el constructivismo, cuyo elementalismo y funcionalismo,
Los nuevos sistemas y procesos de la cultura estética de Occidente se- racionalismo y antiindividualismo incidirán en los diseños. Siguiendo a
rán los diseños. Comienzan a perfilarse en 1851, no se forman sino hasta la teórica K. Hirdina, 2 9 tomamos aquí el constructivismo en su sentido
1950 y luego, contando con la televisión, intensifican su eficacia persua- amplio; comprende, por tanto, al suprematisrno de K. Malewitch y el
siva y se difunden por el mundo rápida y exitosamente. Si se prefiere, proun de Lissitsky, el realismo de Gabo y Pevsner y el productivismo de
constituyen un fenómeno sociocultural determinado —específico— que Arvatov, el constructivismo de Gan y los geometristas occidentales,
excede la actividad manual o el trabajo simple de diseñar, registrable en como el grupo De Stijl, con Mondrian. Mención aparte merece Injuk (Ins-
todo tiempo y lugar. Sus principios y fines son particulares, históricos. tituto de Cultura Artística, de 1920), empeñado en crear una "ciencia
También cabe definir a los diseños como profesiones dirigidas a intro- que examine analítica y sintéticamente los elementos fundamentales de
ducir el trabajo estético (o los recursos sensitivos) en el trabajo o en el las artes".°
producto industrial. El trabajo estético del diseñador consiste en activi- El proceso industrial y el artístico interactúan y se cruzan en el art
dades proyectivas y/o directorales. Su finalidad es crear un proyecto o nouveau, en la Bauhaus y en el Vjutemas, en cuanto intervienen artistas.
modelo que más tarde será reproducido en serie por la industria o repe- Recordemos a W. Kandinsky, quien fuera profesor del Tnjuk y de la Bauh-
tido por otras personas. Para ello los diseñadores han de insertar, en aus, sucesivamente. Al igual que hoy, los capitalistas y los socialistas de
configuraciones de sus modelos, hábiles persuasiones visuales o audiovi- los años veinte coinciden en la importancia de los diseños. No se trata de
suales, previa observancia de las prioridades asignadas por los intere- una paradoja ni de un milagro; simplemente, el proceso histórico y el so-
ses de lucro a la función práctica de los productos, a su producción me- cial tienen un nuevo personaje que atrae a diseñadores y políticos: las
cánica y al mercado para el cual están destinados. masas.31 Entonces capitalistas y socialistas las ven de distinta manera y
En la formación de los diseños confluyen dos procesos, el tecnológico- las relacionan con los diseños desde estrategias diferentes y con
industrial y el artístico, y un fenómeno: el de las masas. El primero se objetivos diversos.
inicia con la necesidad que sienten industriales e ingenieros de embelle- El fenómeno de las masas es producto de la industrialización, en tanto
cer sus productos, y que con lucidez capta el arquitecto G. Semper en la se empobrece el campo y sus trabajadores se dirigen a la ciudad a servir
exposición universal de Londres de 1851. Enseguida vienen los esfuer- a la industria, y en cuanto la población urbana crece gracias a ésta y a
zos oficiales para satisfacer dicha necesidad: los ingleses con el movi- los adelantos sanitarios. El fenómeno consiste en aglomeraciones con fi-
miento Arts & Crafts, de Willian Morris, y con la primera cátedra de di- nes consumistas e incluye un modo peculiar y nuevo de consumir: el ma-
seño (1900); los franceses con L'Union Centrale de Beaux Arts Apliqués, sivo, espurio en sí al tener por motivación el goce de ver lo importante o
de 1863; los alemanes con la Deutsche Werkbund (1907-1933), muy de adquirir lo que otros poseen. Se desarrolla de este modo un individua-
preocupada por el embellecimiento de los productos industriales; las lismo gregario —valga la contradicción— que consume no por necesida-
autoridades soviéticas afanadas en embellecer los productos de uso coti- des individuales sino por imitación o competencia con los vecinos. Es que
diano del hombre común. la industria obliga al hombre común a tomar posición ante productos
) ,

PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

82 J que desconoce y que puede usar, sin que los necesite. Si el capitalismo NOTAS 83
ve en las masas consumidores gregarios e individualistas, el socialismo
las toma como una oportunidad de adquirir conciencia social o revolu- 1
R. Stavenhagen, 'La cultura popular y la creación intelectual' en Lo cultura popular,
cionaria y de exaltar la individualidad y los sentimientos colectivos, pre- pág.
cisamente mediante diseños. 2 J. Fiebach, et al., Ásthetik Heute, pág. 475.
Los diseños son variados: gráfico e industrial, arquitectónico y M. Kagan, op. cit., pág. 246.
urbano, audiovisual e ¡cónico verbal. Sus diferencias son pronunciadas, W. F. Berestnew, Grundlogen der Marxistjsche-Lenjnjtjschen Asthetik, págs. 280.
Ibidem, pág. 232.
como por ejemplo entre el gráfico -muy próximo a las artes- y el in- 6 Ibid., pág. 286.
dustrial, cercano a la tecnología, y resulta difícil señalar todos sus M. Kagan, op. cit., pág. 85.
6 Ibidem, pág. 253.
rasgos comunes. Nos explican las diferencias que la principal aspira-
9 Ibid., pág. 241.
ción de los diseños es embellecer nuestro medio ambiente y nuestra vida 10 Ibid, pág. 252.
diaria y festiva. El gráfico y el industrial conforman la primera pareja e 11 Ibid. pág. 246.
intervienen en nuestra vida cotidiana: uno a través de superficies y el 12 Ibid, pág. 253.
otro, de volúmenes. El arquitectónico y el urbano constituyen la segunda 13 Ibid, pág. 253.
pareja, dedicada a organizar los espacios en que vivimos, trabajamos y 14 Ibid, pág. 692.
15 Ibid. pág. 696.
nos educamos. Finalmente, el audiovisual y el ¡cónico verbal, acaparan, 16 Ibid. pág. 677.
como tercera pareja, nuestro tiempo libre. 17 Ibid. pág. 695.
Desde el punto de vista sociológico, los diseños se dirigen a la vida dia- 18 Ibid, pág. 698.
ria y al tiempo libre del hombre común, persuasivamente le imponen de- 19
J Gimpel, Contra el arte y los artistas, pág. 12.
terminados comportamientos. Así, altera de modo radical el panorama 20 J Gállego, El pintor de artesono a artista.
21
estético del mundo. La cotidianidad los caracteriza y los diferencia de la J González Angula, Artesano y ciudad a fines del siglo xviii, pág. 33.
22 J. Gállego, op. cit., pág. 37.
excepcionalidad de las artes. De esta forma, unos y otras se complemen- 23 A. Blunt, La Théorie des Arts en italie (de 1450 a 1600), pág. 38.
tan mutuamente. Para nosotros los diseños son actividades en que ha de 24
J Gimpel, op. cit., pág. 48.
predominar la creación o innovación estética al igual que en las artesa- 25 A. Blunt, op. cit., pág. 86.
26
nías y en las artes. No basta verlos como una síntesis de ciencia, estética J Gimpel, op, cit., págs. 71-79.
27
y tecnología, pues todos los objetos lo son. J Gállego, op. cit., pág. 134.
28 W. Braun Feldweg, Industrial Design, pág. 28.
La particularidad de los diseños es estructural o sistémica; esto es, 29 K.Hirclina, Pothos der Sachlichkeit-Tradition Moteriolistischer Asthetik, págs. 31-71.
reside en un conjunto de aspectos y elementos. Su producción tiene fines ° Matevich, et al., Constructivismo, pág. 361.
funcionales de orden práctico y se halla sujeta a prioridades económicas 31 K. Hirdina, op. cit., pág. 72-126.
32 Para mayores detalles acerca de las artesanías, las artes y los diseños, véanse nues-
y tecnológicas. Sus proyectos, a su turno, están destinados a la produc-
tros libros Introducción o la teoría de los diseños y El arte ,y su distribución, págs. 53-90.
ción masiva de utensilios (o entretenimientos) que huyen del ornamento y
que tienen usos cotidianos. Por otro lado, el productor es un asalariado
de formación universitaria que concibe innovaciones estéticas dentro de
prioridades no estéticas. Además, la distribución pertenece al comercio,
mientras el consumo es estético y empírico. Por último, los diseños están
centrados en las masas, en tanto las artes lo estuvieron en el individuo y
las artesanías o artes precapitalistas, en el hombre religioso.
Como conclusión, nos resulta fácil afirmar que la definición de las
artes, las artesanías y los diseños por separado nunca termina; cada sis-
tema constituye un proceso de múltiples aspectos.32
.XXZZX
CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES

Si la dilapidamos fue precisamente por no haber sabido estimar la im- 1 85


portancia de. las ineludibles actividades que, inherentemente, prece-
den a la creación.
Por falta de penetración en la intimidad de la producción entendemos
Los consumos posibles aquí el desconocimiento de las operaciones susceptibles de un análisis
radical y de una descripción lógica. Afortunadamente, el desconoci-
miento preocupa a muchos y no por casualidad las operaciones pro-
ductivas son actualmente rastreadas por las diferentes investigacio-
iles que en muchos países se llevan a cabo en torno de la creatividad y
los modos de promoverla. Estas operaciones también son rastreadas
por un psicoanálisis hermanado con el concepto marxista de ideología
y con la lingüística (J.Lacan).
Para subsanar en algo el desconocimiento de las diferentes activida-
des básicas del fenómeno estético en general y de su consumo en parti-
cular es que en la actualidad trabajan la semiología y la crítica estruc-
turalista, la lingüística y la teoría de la información, la hermenéutica y
Ya hemos señalado cómo el brote y el arraigo de nuestras necesidades la fenomenología perceptual, la estética germanooccidental de la re-
estéticas son condicionados, vía ecoestética, por la sociedad, el indivi- cepción y la materialista de los efectos, en la República Democrática
duo y los tres sistemas estéticos de producción especializada: las artesa- Alemana. Todas estas disciplinas buscan superar la abusiva sobreva-
nías, las artes y los diseños. Ahora nos corresponde cubrir los loración de la producción mediante el conocimiento de las actividades
condicionamientos de las otras dos etapas de las citadas necesidades: consuntivas.
En términos generales, el consumo transcurre con relativa libertad.
los de su desarrollo y los de su satisfacción. Así, terminaríamos con la Sus actividades no operan solas; forman parte del fenómeno de la comu-
sociología de los consumos, la primera parte de nuestro estudio. Sin nicación, y aquí el consumo rotulado recepción interactúa con el mensa-
embargo, antes precisamos enfocar su satisfacción; esto es, el consumo je y con la emisión, mientras que en el fenómeno sociocultural de la
estético, con el fin de delinearlo a través de sus múltiples definiciones o sensibilidad se correlacionan producción, distribución y consumo. En
identificaciones y poder así establecer los condicionamientos en térmi- otra obra hemos detallado esta correlación tripartita, así como la impor-
nos más concretos y concisos. tancia del consumo como parcial concreción de la producción y de la
El consumo constituye el proceso de satisfacer nuestras necesidades distribución.'
estéticas y, al igual que un pequeño motor, funciona constantemente y Por otro lado y por definición, el consumo estético hállase siempre
de muy variados modos en la sensibilidad de millones de personas, man- orientado hacia las bellezas y demás categorías estéticas, tanto natura-
teniendo viva la cultura estética de la sociedad. Lo sabemos muy bien, les como culturales. En su orientación influyen la sociedad, el individuo
pero es necesario respondernos esta pregunta: ¿cómo transcurre este y el sistema cultural, del mismo modo que al lado de la sensibilidad inter-
proceso y cuáles son sus constantes y variantes, sus instrumentos y vienen la razón y las necesidades materiales.
funciones, sus efectos y productos? El consumo objetívase propiamente en la relación objeto-sujeto y
Nos hacemos estas preguntas porque el consumo ha sido muy poco es- aquí se conjugan el valor potencial del objeto y la valoración de un su-
tudiado. Lo hemos visto como una actividad parasitaria de la producción jeto portador de la orientación axiológica que ha elegido entre muchas
y suponíamos que el hombre simplemente reconoce las bellezas natura- que le impone la sociedad. Sea como fuere, en el consumo tenemos la
les y lee las obras de arte según códigos fijos y eternos. No nos extrañe- actividad más espiritual del fenómeno estético y la que predomina en
mos, pues, del actual desconocimiento acerca del consumo. Además, lo la cultura estética de los países latinoamericanos, a causa de su depen-
mismo sucede con la distribución, y para colmo hasta con la producción. dencia. Incluso en nuestra cultura artística el consumo pesa más que
Pese a los siglos a lo largo de los cuales hemos sobrevalorado la produc- la creación. Producimos obras de arte, pero siguiendo postulados bási-
ción, muy poco conocemos de su íntimo funcionamiento. No nos referi- cos o tendencias internacionalizadas por los países desarrollados, en
mos a los misterios de la creación o la invención, para cuyo estudio he- los que predomina el fenómeno consuntivo.
mos dilapidado muchos esfuerzos, ilusionados quizá por el poder que nos Internamente y al igual que en la producción, los mecanismos del con-
conferiría su piedra filosofal, una vez descubierta y en nuestra posesión.

84
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PRIMERA PARTE, LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. LOS CONSUMOS POSIBLES

86 1 sumo se caracterizan por constar, de tres clases de operaciones: las sen- tivo: termina en una percepción placentera. Damos por sobreentendida 8
soriales, las sensitivas y las teoréticas, cuyo mutuo equilibrio e interdepen- la atracción que la realidad a consumirse ejerce en el consumidor, por-
dencia están determinados por la función que el consumidor busque en que la misma realidad pudo contradecir las preferencias de otros suje-
la obra. De la función dependen también los efectos de la obra y, obvia- tos y les cerró el paso hacia el consumo. Todo se constriñe a la relación
mente, las significaciones que produce el consumidor. Los efectos inme- objeto-sujeto, y sus mecanismos se centran en lo emocional aunado a las
diatos son estéticos y forman parte del consumo. Por lo demás, en cada esporádicas experiencias suscitadas por alguna novedad de belleza for-
operación intervienen de distinta manera la sociedad, el individuo y el mal o de una función práctico-utilitaria. En definitiva, el consumidor en-
sistema cultural. frenta la realidad sólo con su sensibilidad o, lo que es lo mismo, con sus
El consumo transcurre entre los ideales estéticos que lo impulsan y la ideales y sentimientos de belleza y demás categorías estéticas. En po-
realidad que enfrenta. 2 Pero los ideales varían de individuo a individuo, cas palabras: el consumo estético es meramente subjetivo; se cierra en
y muchas veces las prácticas consuntivas son ajenas a las definiciones la subjetividad sensible. De allí que para M. Kagan3 sea cerrado y
ideales de consumo o contrarias a ellas: entre las definiciones ideales y la quieto.
realidad media una gran distancia. A la rica diversidad de consumos pro- Naturalmente, el consumo estético tiende a objetivarse con razones,
pia de la variedad humana se suman los diferentes consumos que realizan pero le faltan los recursos teoréticos necesarios. Como es de suponer, tal
los profesionales (artistas y analistas) y los aficionados, sin que en estos consumo puede tener por materia lo natural o las hechuras del hombre,
últimos falten los consumos espurios. En una palabra, los tipos de y puede dirigirse a percibir lo estético de cualquier realidad, con el fin
consumo estético y seudoestético son varios. de apropiarse sensitivamente de ella o captar con la razón los elementos
no estéticos. En sentido estricto, esta última actividad es mucho más pro-
ductiva, en cuanto supera el placer de lo conocido y ante una nueva rea-
lidad produce significaciones, sentidos e interpretaciones.
SUS CLASES
Todo hombre tiene derecho a consumir lo estético según sus ideales,
experiencias y capacidad sensitivas. Su derecho incluye valoracones,
Parecería lógico esperar la coexistencia de cuatro clases de consumos cuya naturaleza en el consumo estético es eminentemente subjetiva y
estéticos: el estético propiamente dicho, el artesanal, el artístico y el de carente de importancia para los demás hombres. Estos ejercen el mismo
los diseños. En verdad, sólo hay dos: el estético y el artístico. La razón es derecho e irremediablemente tienen diferentes valoraciones pues no
simple: por definición, las artesanías y los diseños apelan al consumo existen dos hombres iguales por completo aunque tampoco enteramente
estético. diferentes.
En la base de la sociedad actúa el estético, pues concierne a todo hom- Detengámonos en otra verdad: el consumo estético no existe en abs-
bre o sensibilidad y apunta a toda realidad, sea natural o cultural, pu- tracto ni solamente es sensitivo. Se centra casi siempre en los sentimien-
diendo involucrar o no los productos de las artesanías, las artes y los tos generados por los elementos no estéticos de alguna realidad tales
diseños. Por el contrario, el consumo artístico incumbe a pocos hombres, como los usos y costumbres, los objetos y los paisajes, los seres y los com-
quienes se han apropiado del cuerpo teorético de las artes, creado por la portamientos humanos, todos ellos componentes concretos de la reali-
cultura occidental para analizar y juzgar las formas, los contenidos y las dad. Decimos casi siempre porque también pude haber consumos estéti-
aportaciones histórico-artísticas. La producción de los diseños (¡no su cos de dramas humanos y de bellezas naturales que son conscientes,
consumo!) participa de este cuerpo teorético. Por otro lado, a los funda- verbalizables y valorativos.
mentos del mismo cuerpo pertenecen los elementos de juicio profesional El consumidor está precondicionado. Trae consigo ideales y éstos
con que los artesanos suelen mirar los productos de sus colegas. En rigen sus necesidades y orientaciones estéticas (las teleológicas y las
buena medida todo fue y es materia de consumo estético; no importa silo axiológicas). También porta una capacidad para manejar con eficiencia
que se consume pertenece a la artesanía, a la cultura o a la naturaleza. las bellezas de objetos y encauzar sus experiencias sensitivas hacia una
Sin embargo, a partir del Renacimiento y como resultado de la cultura determinada función, finalidad o motivación hedonista, subyacente a las
occidental, todo producto humano puede ser objeto de consumo artístico, orientaciones teleológicas. El consumo está igualmente condicionado:
pero nunca la naturaleza. depende de la función que el consumidor busque en el objeto, la cual co-
Si todo hombre hállase capacitado para captar la realidad con su sen- rrelaciona de modo singular las formas y el contenido, y los significa
sibilidad, entonces su consumo estético será espontáneo y quedará redu- denotativa y connotativamente.
cido a la experimentación de un placer o de un me gusto autorremunera- Como es de suponer, en el consumo estético pueden intervenir elemen-
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES

88 1 tos artesanales, artísticos y de diseño, ya sea en el objeto a consumirse o una base biológica en que le sirve de antesala lo agradable o, lo que es 1 89
en el consumidor cuando éste posee conocimientos acerca de las artesa- igual, la ausencia de esfuerzos corporales, sensoriales o sensibles.
nías, las artes o los diseños que influyen en su vivencia o en su valora- Por otro lado, la sensibilidad siempre valora; su vida es valorativa.
ción de lo estético, aunque de modo subjetivo; esto es, según su gusto. Todo lo contrario sucede con la razón, que se nutre en la objetividad yen
Otra cosa sucede cuando aplicamos el consumo artístico y con sus la lógica. Al valorar, la sensibilidad experimenta placer sensitivo que
recursos racionales de evaluación establecemos de manera objetiva el puede provenir de una belleza puramente sensitiva y unida a lo inteligi-
valor artesanal de una artesanía, el valor artístico de una obra de arte o ble o intelectual. Al valorar también produce significaciones e imágenes
el valor de diseño implícito justamente en un producto diseñado. no verbalizables; vale decir, puramente sensitivas. Al placer lo encontra-
Como todo consumo, el estético comprende tres clases de operaciones mos entre los efectos inmediatos del consumo estético: constituye uno
en íntima interdependencia y correlación: las sensoriales, las sensitivas de los elementos de este consumo. Sea por razones históricas, culturales
y las teoréticas. Su equilibrio mutuo cambia con las actividades de la o genéricas, lo cierto es que en nuestra estética visual sigue predomi-
sensibilidad, las cuales originarían tres subclases de consumo estético: nando la belleza, tanto la formal como la natural y cultural; es decir, la
el diario, el festivo y el correctivo-renovador. carga sensitiva disminuye en las otras categorías estéticas. Con todo, las
Como es obvio, las operaciones sensoriales visuales, para ser exactos operaciones sensitivas y sus valoraciones imperan en el consumo estéti-
son rutinarias en la vida diaria pues se centran en la utilidad práctica co. Las sensoriales son primordiales —pero no igualmente importantes
de la realidad a consumirse, de manera que la percepción de lo sensitivo las teoréticas gravitan muy poco.
que muestran las formas y los contenidos es automática y, por ende, casi En efecto, las operaciones teoréticas son pobres en el consumo estéti-
inadvertida. En sus actividades festivas las sensibilidad aguza los senti- co si las comparamos con las del consumo artístico. La pobreza aumenta
dos para vivenciar la excepcionalidad o la novedad sensitiva. En estas en los consumos propios de la cultura estética popular. Apenas si apare-
circunstancias puede haber un placer retiniano o sensorial. Lo mismo cen ideaciones en el hombre común cuando se enfrenta a lo religioso, a
sucede con sus actividades correctivo-renovadoras, desgraciadamente lo mítico o a lo utilitario. En cierto sentido, puede haber placer mental en
escasas en nuestras mayorías demográficas, y el placer que aquí se ori- lo práctico o religioso. Aquí la intuición reemplaza a los conocimientos
gina es más cercano a la razón. En suma: en el consumo estético nuestros faltantes. En la vida diaria vemos cómo las operaciones teoréticas son
sentidos van de la cotidianidad a la excepcionalidad, de la trivialidad a la copadas por el interés práctico utilitario que la cotidianidad impone a
innovación, de la indiferencia al placer retiniano. Los efectos conscien- todo hombre. En cambio, en la festiva habrá verbalización de las emocio-
tes o inconscientes de la percepción serían la adquisición de imágenes nes producidas por la belleza. Por último, en lás actividades correctivo-
no verbalizables y la renovación, ampliación o enriquecimiento de nues- renovadoras gravitarán las ideaciones y las lógicas de experiencias y
tros hábitos perceptuales. mitos, más que el manejo lógico de conceptos y de conocimientos.
Junto con la percepción aparecen las operaciones sensitivas, que son En el consumo estético se suelen interpolar las nociones de arte que
mayores y placenteras en la vida festiva de la sensibilidad. Ante todo, conlleva el aprendizaje del idioma materno, pero distan mucho de ser
ellas buscan, bellezas excepcionales de la naturaleza y de algunos obje- necesarias. La sensibilidad basta para percibir estéticamente los pro-
tos profanos o religiosos. La belleza sintáctica o compositiva de las for- ductos de las artesanías, artes o diseños, pero toda sensibilidad posee
mas atrae mas a la sensibilidad que las categorías estéticas del conteni- orientaciones teleológicas y axiológicas que, mediante ideaciones, en-
do. En las actividades correctivo-renovadoras las operaciones sensitivas cauzan la elección de una función y las valoraciones estéticas. La orien-
son conscientes y obedecen a un deseo de cambios radicales. Mientras tación teleológica impulsa a seleccionar la función que conviene a la
tanto, en la cotidianidad, estas operaciones son inconscientes, aunque sensibilidad y que regula la relación forma-contenido: la práctico-utilita-
afectan de algún modo los hábitos sensitivos del receptor. ria en la vida diaria, la estética en la festiva y la innovación en la actitud
La forma y el contenido se combinan en las proporciones requeridas correctivo-renovadora. La orientación axiológica valora y dirige la interpre-
por la función que elige el consumidor: por ejemplo, la utilitaria o la hedo- tación con ayuda de la fantasía. En verdad, hay una conciencia estética
nista. En la vida diaria la sinsibilidad huye del desplacer porque la que guía a la sensibilidad y cuyas ideaciones están más cerca de la ra-
ausencia de éste configura un placer, casi siempre inadvertido. Final- zón empírica que de la científica. Dicho de otra manera, en el consumo
mente, la belleza no reside en el contenido ni éste se encuentra en el estético operan más las ideaciones empíricas y las míticas que los
objeto. El objeto es apenas el portador de la belleza, la cual, como el conocimientos y los razonamientos. En síntesis: el consumo estético per-
contenido, surge en la relación objeto-sujeto. Sin duda, no contradecir cibe y siente, significa y valora, interpreta y goza, en especial la reali-
las preferencias de nuestro gusto implica belleza. Además, ésta tiene dad natural y luego la cultural.
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

90 Por último, consideremos que el consumo estético es parte del consu- 91


mo artístico y que éste lo complementa socialmente; tal realidad nos
obliga a diferenciarlos; sobre todo en lo que concierne a sus valores. Los Sujeto -4- Objeto
estudiosos ya comienzan a ver la utilidad de su diferenciación; por
ejemplo Tekulka. 4 Naturalmente, nos referimos a la idealidad del valor
estético y del artístico, el uno objetivo e intelegible y el otro subjetivo y
sensitivo. Por lo general, en el mundo predomiann falsas definiciones Operaciones Actividades sensitivas
que pasan por valores y que identifican lo artístico y lo estético de algu-
na de las siguientes maneras: con la belleza, excluyendo a las otras cate- Sensoriales Lo estético-real « Correctivo-renovadoras
gorías estéticas y abusando de lo bonito; con el sentimentalismo de falso Sensitivas Lo estético-formal - Festivas
dramatismo; con entretenimientos de ilusoria sublimidad épica; con
realismos fotográficos colmados de trivialidades, o bien con la religio-
Teoréticas
(pobres)
Lo no estético: Diarias
1
sidad supersticiosa y cursi en lo visual.
Para terminar el delineamiento del consumo estético pensemos en sus
efectos indirectos y retardados: los ideológiços, que afectan nuestra cos-
movisión; los conceptuales, con sus ideaciones; y los psicológicos, que
alteran nuestros modos de percibir y de sentir; efectos que pueden tener
alcances individuales sociales o sistémicos; esto es, de retroalimentación
a la cultura estética a que pertenecemos.
A manera de resumen, el consumo estético podría representarse como
se muestra en la figura 3.1.
Continuemos con el consumo artístico, el cual es abierto y dinámicos Mecanismos internos:
en tanto el consumidor siempre percibe e interpreta, significa y siente,
razona y objetiva lo subjetivo. En principio, se apoya en valores objeti- Elección de función: encio
vos, de suyo socialmente importantes. El consumo artístico (siempre en religiosa o utilitaria
hedonista
términos ideales) se dirige a los objetos y actos humanos, yno únicamen-
te a las denominadas obras de arte. Es comunicativo por esencia; es de-
cir, pone en movimiento ideas de arte, conocimientos históricos y refe-
rencias al productor y a la realidad aludida por el objeto, con el fin de
Lectura, significación,
enriquecer o expandir las experiencias sensitivas y luego verbalizarlas
o dotarlas de una lógica interna cuando se encierran en el mutismo. En
otras palabras, lo subjetivo es objetivado con razones y éstas traducen,
Efectos: inmediatos:
en términos del contenido, las virtudes sensitivas de las formas que lo
enriquecen. religiosos, utilitarios o estéticos
En principio, el consumo artístico implica las mismas operaciones que
Individuales
el estético y presupone ideales, necesidades y orientaciones artísticas,
además de capacidad para manejar los mecanismos sensitivos y encau- retardados: estéticos
zarlos hacia una determinada función. En el consumo artístico se decide
Sistémicos
también el manejo sensorial, el sensitivo y el teorético del contenido, de no estétios
la forma y de la función del producto artístico, pero con una diferencia:
las operaciones teoréticas y las experiencias artísticas o cultura visual Sociales
desempeñan un mayor papel. El consumo artístico es, pues, igual al con-
sumo estético, al que se suman conocimientos históricos, conceptos de
arte y experiencias visuales, vivencias formales y vibraciones artísticas.
Por definición, el consumo artístico pertenece a la excepcionalidad Fig. 3.1. El consumo estético.
L I'ZX Z*XX]rZ ZZJ[ZZZX
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS
CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES
92 1 del hombre, en cuanto tiene lugar en sitios y momentos especiales (mu- obra de arte ofrece varias funciones al consumidor y éste debe decidirse 193
seos y galerías). Por tanto, hállase alejado de la vida diaria de la sensibi- por una de ellas. De tal suerte que no será la misma en un aficionado que
lidad y más bien tiene que ver con la festiva, aunque sólo en parte y en en un analista, en un artista que en un historiador, en un receptor ideal
calidad de un placer proveniente de la satisfacción de necesidades co- que en otro incapaz de percibir lo sensitivo. Además, la obra de arte,
rrectivo-renovadoras, cuya naturaleza "masoquista" y paradójica con- opera como fin cuando se la limita al goce estético, o como medio cuando
vierte en goce toda contradicción al placer o a los halagos. Por esta ra- se la extiende a lo artístico y a lo no estético. Cada consumidor decide a
zón el consumidor de arte aguza más sus operaciones sensoriales, al su manera el camino social del producto, y muchas veces emplea la obra
querer establecer no sólo las bellezas formales y gozar de las naturales de formas nunca imaginadas por el autor. Así, resulta falaz pensar que
representadas, sino también, y de manera especial, las innovaciones for- el consumidor se limita a percibir el mensaje que el autor emite en su
males que enriquecen al contenido. Las operaciones sensitivas son muy obra, cuando ni siquiera ésta suscita indefectiblemente un consumo ar-
activas, pero no caminan solas y desbocadas como en el consumo estéti- tístico.
co. Las encauzan las operaciones teoréticas. En éstas actúan las idea- De todas maneras, el consumidor busca en la obra una función deter-
ciones y lógicas empíricas y míticas, sin faltar las fetichizaciones inte- minada, que es a la vez condición y componente, parte y resultado con-
lectualizadas. En mayor medida actúan los conocimientos históricos y suntivos. La función surte efectos y paralelamente condiciona los efec-
conceptuales del arte, además de la experiencia o cultura artístico vi- tos consuntivos. Si se quiere, constituye un efecto potencial del objeto.
sual o habilidad consuntiva.
Para ser precisos, en el consumo las funciones pasan a ser efectos inme-
El equilibrio de las tres operaciones depende de la función que el con- diatos, individuales y a veces sistémicos, sea a nivel de conciencia como
sumidor elige en la obra de arte, polifuncional por naturaleza, porque la de preconciencia y de subconciencia. Sean funciones o efectos inmedia-
función determina la relación forma-contenido y la dialéctica de lo esté- tos, éstos surgen en la relación objeto-sujeto y regulan el binomio forma-
tico con lo artístico, propia de todo consumo artístico. Comencemos por
contenido. Los efectos indirectos y a largo plazo dependen más del suje-
la dialéctica.
to pues las obras han desaparecido y sirven únicamente de testimonios.
En toda obra de arte coexisten lo estético y lo artístico, así como las Son los individuos quienes llevan en su interior los efectos, los trasmiten
continuidades y las rupturas. A lo largo de la historia el arte siempre y materializan Debajo se encuentran las ideologías, impulsadas por los
osciló entre la estetización y la artistización del producto. En suma, lo es- bien disimulados intereses económicos en hegemonía.
tético corporiza la elementalidad o primordialidad de lo artístico: es su Las funciones son efectos potenciales de la obra de arte; constituyen
precondición. Ya lo dijimos: lo estético contiene nociones de arte, y el su potencialidad teleológica y se diferencian de los efectos que son fun-
consumo estético busca objetivar sus emociones con razones; si no lo ciones ya consumadas o posteriores. Por tanto, las funciones nos indican
hace, es por falta de recursos teoréticos. para qué nos sirve el arte. La mayoría sólo ve fines hedonistas; al fin y al
Por otro lado, el consumo estético se detiene en la belleza pero pasa a cabo, son los más inmeditos e individuales. Pero existen otras funcio-
ser artístico tan luego penetra en las rupturas conceptuales y en las nes y todas generan una inadvertida digestión ideológica. No por nada
innovaciones formales, junto con lo subjetivo y lo objetivo de su mismo los productos del arte son realmente polifuncionales. Así, el soviético M.
disfrute. Dicho sea de paso, la dialéctica de las continuidades con las
Kagan6 distingue cuatro funciones: la comunicativa, la cognoscitiva, la
rupturas y de los componentes estéticos con los artísticos da pie precisa- educativa y la hedonista. En cambio, E. John7 señala tres: formación de
mente a los conservadores para que señalen sólo las continuidades o lo la personalidad, desarrollo de la solidaridad colectiva, y entreteni-
estético, con el propósito de escamotear las rupturas y lo artístico. De
miento.
esta manera, desvirtúan o mutilan la obra, manipulando al consumidor. Estos distintos pareceres y muchísimos más ponen de manifiesto la
Por fortuna, la dialéctica entre lo estético y lo artístico también ofrece existencia de múltiples marcos de referencia o ángulos de visión para
ventajas y nos explica por qué la mejor y única salida del consumo esté- agrupar las funciones. La obra de arte tiene las funciones que el consu-
tico reside en su conversión en artístico o, por lo menos, en un acerca- midor sea capaz de extraerle. El mejor marco lo vemos en la utilidad co-
miento muy estrecho al arte. Culturalmente, el mejor consumo estético lectiva; esto es, en sus vinculaciones favorables a los intereses materia-
es el artístico; por eso existe el arte como un uso racional y calculado de les de nuestras mayorías demográficas.
los recursos estéticos. De ahí que el arte sea la mejor instancia para La funcionalidad del arte debe tener por meta la personalidad de su
educar la sensibilidad y para producir una buena cultura estética. consumidor y la colectividad de éste; la colectividad sería una suerte de
Veamos ahora la importancia de la función a elegir en todo consumo océano en el cual desembocan las múltiples manifestaciones culturales.
artístico. Al igual que toda realidad que es objeto de consumo estético, la Por otra parte, los modos de vida concretan la personalidad y la colecti-
'• •. j j ;

PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

vidad. En consecuencia, el arte repercute en los modos de vida yio hace 95


por medio de funciones tales como la educación, la información, el entre-
El sujeto 0 1
tenimiento, etcétera, que unen individuo y sociedad. Podemos también El objeto
aludir a las funciones individuales de catarsis o autoexpresión: el arte al
servicio del individuo; todo lo contrario de lo que debería ser. Desde el Operaciones Estética • Seudoestéfica
punto de vista educativo se puede señalar el modelado estético, artísti- Sensoriales Formas Sensorial
co, político, etc., del individuo. Para los latinoamericanos, por- ejemplo, Sensitivas Contenido: belleza Realismo fotográfico
resulta de suma importancia la formación de la conciencia nacional, el Teoréticas representada o drama Lo bonito
autoconocimiento y el fomento de actitudes revolucionarias, y esto pue- Entretenimiento
de lograrse a través del arte. Sentimentalismo
Sin embargo, tengamos presente que la obra de arte no sólo actúa en Función
No-estética Imagen milagrosa
J ---
la conciencia. También penetra en el preconsciente y en el subcons- Hedonista
Religiosa Masiva
ciente, algunas veces con el propósito de hacernos tomar conciencia de Política Trivial
Cognoscitiva
Ético Cursi
las ideologías, elementos importantes para el pensamiento actual e Educativa
inevitables en todo el consumo artístico o estético, así como en toda fun- Artística
ción. No en vano la obra de arte es vehículo y a la vez producto de ideolo- Histórica
gías; las encarna y simultáneamente las produce. Conceptual
En la figura 3.2 intentamos sintetizar una visión general del consumo Sensitiva
artístico, incluyendo las probables funciones del arte o del objeto. Como Procedimientos
inicio del consumo artístico hemos tomado al objeto en general, así evita-
remos referirnos a la amplia variedad de objetos y de acciones consunti-
vas que éstos requieren, como la artesanía religiosa y la utilitaria, la Mecanismos internos Efectos inmediatos
obra de arte culto o puro, el objeto diseñado y poseedor de un valor con-
Conciencia: Leer (denotaciones) Significar (connotaciones verbalizables
figurativo al lado de su valor de uso de índole práctico-utilitaria, y el pro-
ducto científico o tecnológico provisto de recursos estéticos para sus y no verbalizables)
Interpretar Vive nciar
propios fines. Esto, al margen de las diferencias entre las obras nuevas y Valorar según
las antiguas. Nuestro esquema aspira únicamente a dar una visión su- Preconciencia: sentimientos Placer estético-formal
Placer estético-natural
maria del consumo artístico y de sus efectos. De la relación objeto-sujeto Falso conciencia: legitimadores
Placer contenido
surgen el placer, las funciones, los sentimientos y las ideologías, que lue- ético-políticos Placer racional: artístico y
go se tornan efectos individuales al repercutir en la personalidad del su- Subconciencia: ideologías
no artístico
jeto y que, a través de la colectividad, se convierten en efectos sociales. generales Placer hermenéutica
Como sabemos, los efectos sistémicos de producción o de teorías emer- tendencia les y
gen en el consumo artístico de tipo profesional. particulares
Cuando el consumidor es un productor del mismo sistema de la obra Efectos retardados
consumida, el consumo lo llevará a cambiar sus modos y medios de pro-
ducir arte. He aquí los efectos sistémicos de índole productiva del con-
Individuales de los aficionados Sociales
sumo. Sólo a través de este consumo es posible la sobrevivencia y la evo- Personalidad Modos devida Nacionalidad
lución de la producción artística. Sus operaciones serán más sensoriales Identificación grupa¡ Gran cantidad de Clase social
que sensitivas y teoréticas: serán empíricas. aficionados y de obras
Si el consumidor es un historiador, crítico o teórico de arte, habrá
cuestionamientos conceptuales y los efectos sistémicos serán tóoréticos: Sistémicos de los profesionales

esto es, cambiarán en algo los medios intelectuales de producción y con- Productivos Cultura artística Cultura estética
sumo de arte que se dan en la sociedad. Se produce así la evolución Teoréticos

teorética del arte. Como es de esperar, el consumo de estos profesiona-


les se caracteriza por preferir funciones teoréticas: conceptuales en el Fig. 3.2. El consumo artístico.
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES

96 1 teórico, informativas en el historiador e interpretativo-valorativas en el gráficos; el sentimentalismo de violencias lacrimógenas. En todos estos
casos, la .sensibffidad deviene conformista y prefiere las actividades ve-
crítico.
En el consumo profesional la función es sistémica, de naturaleza artís- getativas. En buena medida, aquí predominan nuevas versiones de los
tica más que estética. Habrá goce estético, pero la valoración y la fun- antiquísimos atractivos del circo y la maroma, cuyos efectos placenteros
ción principal serán prácticas o teoréticas. Si la obra no contiene denun- y enajenantes han sido trasegados en las actuales narraciones audiovi-
cias ni renovaciones, estarán ausentes los efectos sistémicos. En su lu- suales e icónico-verbales. Para legitimar y prestigiar estas narraciones
gar, tendremos efectos informativos o educativos en favor de la ideolo- entretenidas en la actualidad se sobrevalora la novela artística, y abusi-
gía dominante. vamente se la considera el máximo exponente de la literatura. El modo
Si el consumidor es un aficionado (por esta condición pasan momentá- trivial de consumir existió siempre, no nos sorprendamos. Lo testimo-
neamente el historiador, el crítico y el artista), se suscitarán cambios en nian las adocenadas madonas toscanas con su consumo vulgarmente re-
algunos aspectos de su personalidad y reforzamientos en otros. Sus há- ligioso.
bitos sensoriales y sensitivos serán ampliados, enriquecidos o corregi- Mientras tanto, el consumo cursi privilegia el remedo de las formas
dos: Los efectos individuales del arte son muchísimos. Como hemos aristocratizantes de las clases altas del pasado o del presente; los dora-
dicho, en América Latina interesa sobremanera la formación de una dos versallescos, por ejemplo, en los hogares mesocráticos de nuestra
conciencia nacional, y la renovación constante de los recursos de identi- América. Este consumo gira propiamente en torno del autogoce del con-
ficación del individuo con los diferentes grupos de la sociedad. sumidor y del aparente prestigio social. Cabe incluir aquí al esnobismo,
Los efectos individuales serán sociales en colectividades con un vivo o culto a la moda.
interés en el arte; es decir, provistos de un buen número de individuos El consumo masivo es de reciente cosecha. Su auge proviene de los
capaces de consumir las artes de manera auténticamente artística. En amplios alcances de los actuales medios de comunicación; lo caracteri-
caso contrario, los efectos dejarán de socializarse; permanecerán en el zan la exhuberancia de su producción y el gregarismo de su consumo. El
individuo. culto a todo lo consagrado y difundido como importante por los medios
El proceso del consumo artístico se lleva a cabo en determinadas con- masivos le sirve de móvil más frecuente. Dicho en otros términos: obede-
diciones sociales, sistémicas e individuales. Las sociales vienen con los ce a los imperativos culturales de un hay-que-ver o de un hay-que-poseer
modos de consumir, puestos en circulación por la distribución mediante tal o cual bien cultural, previamente fetichizado o procedente de una
agentes, instituciones o aparatos ideológicos. Pero resulta que en su marca o autor vedetizado.
gran mayoría dichos modos actualmente son espurios tales como el tri- Por este camino viene a entronizarse el hecho de haber visto algo im-
vial, el cursi y el masivo. Afirmar que el arte exige un consumo artístico portante —no importa qué—, y se produce un goce. A diferencia del ges-
es una trivialidad; en realidad el arte exige un consumo más allá de lo to pedestre del consumo trivial, del autogoce cursi y del deleite de ver el
artístico a secas. Idealmente, requiere del consumo correctivo-renovador. contenido o las formas de'un objeto bello, en este caso gozamos de un
En la práctica son pocos los consumos innovadores; abundan los conser- mero acto de presencia: el nuestro. Lo mismo sucede en la prensa masi-
vadores y reaccionarios. va: el hecho vale por la noticia que produce, no por su propia naturale-
Detenernos en los posibles consumos espurios sería una tarea intermi- za. Es decir, el consumo masivo impulsa a ver el objeto fetichizado por
nable. En toda práctica humana coexisten comportamientos dominan- primera y última vez, puesto que la visión detenida y reiterada carece de
tes, residuales o emergentes, así como actitudes conservadoras o pro- razón de ser. El consumo es veloz. Esto explica las pacientes colas de dos
gresistas, revolucionarias o reaccionarias. En nuestra opinión, son más o tres horas —bajo un sol veraniego— para entrar en el Louvre y con-
significativas las posibilidades de consumo espurio que nos ofrecen templar durante unos minutos a la Gioconda, consumando así el rito
nuestras sociedades actuales. No importa que estos consumos se den gregario: haber visto lo que otros han visto y nadie puede dejar de ver si
mezclados y sea imposible separarlos tajantemente. Tratemos de definir se precia de hombre culto.
a cada uno por separado. Por lo regular, damos por idénticos los modos de consumir un objeto y
El trivial es un consumo apegado a las maneras más difundidas y gre- los modos de producirlo. La realidad es otra: los modos de consumir un
garias de sentir lo estético: la belleza humana en su versión holywooden- bien cultural no siempre coinciden con la naturaleza de éste. Para com-
se o la natural en remedos de paisajes de almanaque; el entretenimiento probarlo tomemos un desnudo de Tiziano. Pues bien, esta obra de indis-
de aventuras maniqueas, cuyo goce no requiere esfuerzos intelectuales cutible valor artístico y de poder renovador para su tiempo puede ser
ni sensitivos, y menos aún críticos: lo religioso de las supersticiones y de actualmente consumida de cualquiera de los siguientes modos: el trivial,
la efigie milagrosa; la mimesis con profusión de detalles puramente foto- cuando miramos con erotismo el desnudo femenino; el cursi, cuando nos
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES
98 place tener su imagen en una toalla o en una camisa: el masivo, cuando mo estético opera con justicia social: sólo unos cuantos están capacita-
nos satisface el hecho de haberlo visto, sin reparar para nada en lo esté- 99
dos para conocer la variedad consuntiva y poder elegir; elección que,
tico ni en lo artístico del cuadro. Entre estos consumos seudoartísticos por otra parte, nunca está libre de coerciones ni de persuasiones trans-
sigue predominando el masivo. Como es de dominio general, tales consu- individuales.
mos tienen la finalidad de facilitar los efectos inconscientes de la mani- Por lo regular, en tanto individuos, nos resistimos a dar por verdade-
pulación ideológica. ros los condicionamientos sociales de nuestras decisiones y quehaceres.
El desnudo en cuestión puede ser también objeto de un consumo pro- Nos sentimos agredidos en nuestro más intimo amor propio; creemos a
gresista, en el caso de mirar, a través de los ideales día nuestro tiempo, pie juntifias que todo es producto de la voluntad del individuo. No por
la belleza de las realidades producidas (mujer y recinto) o las armonías nada vemos que éste realiza todo producto o transformación cultural. En
formales. Aquí el consumo todavía es estético, aunque esté muy cercano verdad, lo realiza todo, pero lo hace porque a través de él se concreta la
al artístico pero lo importante es haber soslayado el gregarismo y otros sociedad y el sistema estético, además de su personalidad.
vicios de los consumos seudoestéticos. Habrá consumo renovador del En primer término, hemos de aceptar lo innegable: el idioma —pro-
aludido desnudo si observamos sus particularidades e innovaciones al ducto social por esencia y excelencia— condiciona nuestro pensamiento,
trasluz del momento histórico original y le conferimos al tema y a la obra y éste interviene en el consumo estético sin que importe si la capaci-
un nuevo sentido y significación. En este momento interviene la imagina- dad idiomática varía con cada clase social. Indudablemente, su multipli-
ción renovadora del consumidor. cidad permite cierta libertad de uso, que nos da la ilusión de ser absolu-
Recapitulemos nuestras búsquedas en la realidad estética y sintetice- ta. En fin, la multiplicidad implica libertad y a la par imposición.
mos las consideraciones que desplegamos en torno del tema: existe una Lo mismo sucede con la sociedad: sus fuerzas son múltiples y comple-
variedad de consumos estéticos, artísticos y seudoestéticos, de manera jas; nunca uniformes o únicas. Su multiplicidad y su complejidad impo-
que constituye una falacia asumir que todo visitante de museos o gale- nen una variedad humana y brindan libertad de elección. En toda colec-
rías, o que todo receptor de cuadros o esculturas hállase animado de tividad registramos una formación económica, artística o estética con
motivaciones sensitivas o emprende consumos en verdad estéticos o ar- sus múltiples modos antiguos y nuevos en coexistencia. Es decir, lo idio-
tísticos. mático, lo social y lo estético son tan complejos y múltiples que permiten
La variedad de consumos artísticos, estéticos y seudoestéticos no es una combinatoria capaz de dar a todo hombre la oportunidad de des-
sino parte de la formación estética de la sociedad: formación en la que arrollar su individualidad, aunque no tardemos en imaginar a ésta como
coexisten múltiples modos antiguos y nuevos de consumo. Estética de la producto de nuestra exclusiva cosecha personal. Como resultado, en las
recepción, la denomina el horizonte de expectativas que en toda socie- decisiones de todo hombre intervienen la sociedad, el sistema cultural y
dad espera a las obras recién nacidas. Pero como éstas suelen tener ele- el individuo. En buena medida, todos los elementos son sociales por ori-
mentos fuera de ese horizonte, surge una distancia estética que han de gen y naturaleza. Sólo que cada sistema cultural o estético los cubre de
cubrir los agentes ideológicos como parte de la distribución de los me- modos particulares, mientras el individuo los somete a procesos de indi-
dios intelectuales de consumir. Entre paréntesis, esta distribución nos viduación.
da a conocer los elementos de dicho horizonte, cuyo estudio resulta Si el individuo pudiese decidir y actuar en completa libertad y según
indispensable en toda sociología e historia del consumo estético y del su voluntad personal, sus innovaciones tendrían poco mérito. Si, por el
artístico. contrario, careciese de toda libertad, entonces no sería responsable de
sus actos. La grandeza de muchos hombres estriba, justamente, en con-
quistar una libertad de acción en medio de múltiples e insistentes presio-
LOS CONDICIONAMIENTOS DEL CONSUMO nes por parte de la sociedad y del sistema. El individuo conquista su
ESTÉTICO Y DEL ARTÍSTICO libertad porque asume la responsabilidad de sus actitudes revoluciona-
rias o progresistas y, sobre todo, porque las asume en sociedades muy
La variedad de consumos que hemos examinado suscita en el individuo dadivosas en lo que concierne a sobornar y remunerar los conformismos.
la necesidad de elegir entre ellos. La elección materializa la relativa li- Como latinoamericanos, somos partes constitutivas de nuestra cultu-
bertad del consumidor. Decimos relativa porque los diferentes modos ra estética y de su sistema de valores idiosincrásicos. Su base material
consuntivos son productos de la sociedad, del individuo y de la cultura o es muy pobre: abundan las necesidades de subsistencia insatisfechas y
del sistema estético a que pertenece lo consumido. Además, en ninguno los espacios habitacionales insalubres. En medio de nuestra cultura es-
de nuestros países la distribución de los medios intelectuales de consu- tética, el proceso de occidentalización va mellando el pensamiento míti-
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES

100 1 co de unas mayorías demográficas en hiperestesia, con una sensibilidad muy lejos de hacerlo. Somos muy pobres y el sistema economicosocial en 1 101
sobrecargada de decisiones por falta de recursos racionales y de edu- que vivimos impide toda mejora en beneficio de las mayorías demográficas.
cación. Existen, sí, probabilidades de lograr individualmente una buena cultura
Decíamos que las artes son capaces de mejorar nuestra cultura estéti- estética, pero en grupos reducidos. En estos basta con apelar al sentido
ca. Pero su excepcionalidad resulta adversa a las mejoras en beneficio de responsabilidad de la persona, a sus esfuerzos y a la autoeducación.
de las mayorías, mientras los diseños se empeñan en producir efectos Es muy pequeño el número de quienes cuentan con los privilegios de cla-
nocivos y las artesanías van perdiendo usuarios. Sólo el Estado tiene en se necesarios para pasar del consumo estético al artístico, previa adqui-
sus manos los medios para mejorar la cultura estética pues todo progre- sición de recursos teoréticos y prácticos. Toda innovación en la urdim-
so en ella presupone justicia social, buena educación pública y óptimas bre sensitiva requiere de otra similar en nuestra red ideológica o falsa
políticas culturales. Contraria al individualismo recusador de los condi- conciencia. Esta encauza nuestra vida estética, y lo hace de acuerdo con
cionamientos sociales como verdaderos, la realidad nos dice que las me- escondidos y remotos intereses económicos.
joras no son cuestiones volitivas. Dependen de los modos materiales y Como sabemos, el estado crea y maneja subrepticiamente la red de
educativos de condicionar los comportamientos estéticos y de dar al in- ideologías o de creencias deformadoras de la visión y de la consecuente
dividuo oportunidad de desarrollar su cultura estética personal. Si en ideación de la realidad. Para ello se vale de sus agentes, instituciones y
verdad quiere contribuir en algo a las mejoras de la cultura estética, aparatos encargados de distribuir, de forma coercitiva, los medios inte-
tendrá que dedicarse a ser productor de artes o de diseños. lectuales de producción y de consumo de cultura.
Evidentemente, toda una realidad u objetividad nos condiciona y nos Ante todo, el Estado promueve y controla la unidad nacional, para ello
habla de la imposibilidad actual de una buena cultura estética colectiva soslaya toda contradicción, pugna e incoherencia intranacionales. Des-
en América Latina, educación mediante. Las causas son contundentes: pués de todo, y más que cualesquiera otros, los países latinoamericanos
1. La falta de soluciones inmediatas a los problemas de las miserias ma- necesitan mayor incoherencia: nadie ignora las abismales diferencias
teriales, habitacionales y laborales de las mayorías demográficas. Ya lo entre sus clases sociales, entre su cultura hegemónica y la popular, y en-
hemos dicho: las necesidades materiales y los espacios del habitat son tre lo foráneo y lo local. Las ideologías inculcan a los individuos ciertas
las bases materiales de toda cultura estética y, por consiguiente, presu- necesidades culturales, mientras el ámbito social les ofrece atractivos
ponen justicia social e independencia cultural. 2. La imposibilidad de modos de prestigiarlas y satisfacerlas. Como es de suponer, sólo son
una educación estética que pueda darse junto con la educación pública bienvenidas las obras, consumos y efectos culturales favorables a dicha
y capacite al hombre común a mirar con sentido crítico la belleza y de- red. Por lo mismo, no podrá alterarse ninguna de sus partes sin compro-
más categorías estéticas que intervienen en sus prácticas sociales. La meter al resto, dificultando así los cambios radicales.
educación estética es ecológica, y la verbalizada sería muy lenta y cos- íntimamente entretejida con la red ideológica hállase la subjetividad
tosa. 3. El predominio actual de la industria cultural con sus modos seu- estética, también subyacente en toda práctica social, sea política o reli-
doestéticos de consumo y con sus problemas de muy difícil solución, aun giosa, moral o comercial. Es decir, las prácticas no artísticas influyen en
para los países desarrollados. Que nuestro proceso de occidentalización las preferencias, aversiones e indiferencias de las actividades diarias,
diste de ser favorable a los intereses mayoritarios, depende en gran par- festivas y correctivo-renovadoras de nuestra sensibilidad. Todo ámbito
te de tal industria cultural. social posee una cultura, y en su interior actúa la cultura estética, inte-
No obstante, siempre será posible mejorar los aspectos estéticos de grada por una profusa y entrelazada coexistencia de diferentes modos
nuestra educación pública en general. De sobra conocemos la necesidad sensitivos de reaccionar, tanto antiguos como nuevos. Estos modos, se
de cambiarla radicalmente, o al menos de enmendarla, con el propósito de encuentran tan entrelazados que los efectos sociales del consumo estéti-
promover nuestra evolución estética de acuerdo con las necesidades co resultan meros corolarios del encauzamiento impuesto a la sensibilidad.
de nuestro tiempo y de nuestra realidad. Es harto sabida también nues- A simple vista, la composición de los modos sensitivos parece confusa,
tra urgencia de difundir respecto hacia las manifestaciones artísticas, pero en realidad no coexisten en un amorfo conglomerado ni en un caóti-
así como de enseñar a concientizar nuestras contradicciones internas, co proceso, imposible de ordenar. Con un criterio dinámico podemos dis-
tal como lo ha propuesto Paulo Freire.8 Asimismo, nos urge crear y pro- tinguir tres clases de modos-9 los dominantes, siempre en aumento y res-
pagar defensas contra los modos consuntivos de carácter nocivo, y si- paldados por los poderes constituidos, no obstante sus pugnas internas;
multáneamente distribuir los medios intelectuales necesarios para los emergentes, impugnadores precoces de lo establecido y eficaces pro-
percibir y justipreciar las bellezas locales y las foráneas. Si bien es posi- pulsores de cambios progresistas o revolucionarios: los residuales, con
ble e indispensable satisfacer todas estas urgencias, todavía estamos sus nostálgicos y perezosos anacronismos. Entonces, erróneo pensar que
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGIA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES

)2 1 los condicionamientos son siempre conservadores y únicos. Tanto los so- antes transformar las bases materiales de nuestra sociedad, el sistema 103
ciales como los sistémicos y los individuales son complejos y múltiples, y constituye un proceso y como tal cambia constantemente, al estar en
es posible agruparlos en elementos o factores dominantes, emergentes y contacto con el resto del mundo y al corporizar también su sociedad un
residuales. La pluralidad no es sino el resultado de pugnas entre los gru- proceso de cambio. Para ser exactos, estamos ante el problema o la ne-
pos de poder, y se estructura por hegemonía. cesidad de modificar el curso del proceso de occidentalización en rela-
Nuestras incoherencias y abismales diferencias intranacionales no ción con nuestro pensamiento mítico, subyacente en nuestros comporta-
son tan elocuentes en explicarnos la mecánica de las presiones que la mientos sensitivos. Como hemos dicho, la urdimbre sensitiva y la red
ecoestética ejerce en la sensibilidad, como nuestra dependencia y el hecho ideológica sostienen juntas los usos y costumbres.
de que nuestras sociedades sean también de consumo. Estos dos he- En nuestras sociedades, las fuerzas dominantes respecto de la dialéc-
chos ponen de manifiesto las presiones que la industria cultural interna- tica de occidentalización-nacionalización apoyan una desenfrenada
cional y la nacional ejercen sobre el individuo para imponerle los consu- desnacionalización lesiva a los intereses mayoritarios, mientras que las
mos masivos predominantes, con su carga de nocividad. Coadyuvan la fuerzas residuales privilegian la conservación a toda costa de lo nuestro,
sobrevaloración de los entretenimientos audiovisuales y los formalismos y las emergentes proponen vivir en contacto con las fuerzas internacio-
de los utensilios, cuya belleza suponemos ilusoriamente indispensable nales para preservar de éstas lo favorable a nuestros intereses mayori-
para saciar las más importantes —si no toda— necesidades artísticas tarios y rechazar lo adverso. Y en esta dialéctica tal vez sea más impor-
del hombre actual. El encauzamiento social de los efectos del consumo tante desenmascarar ideologías que denunciar ideales espurios de
artístico tiene lugar en la cultura estética, pero lo ejerce la ecoestética a belleza, al ser éstos consecuencias de aquéllas. Recordemos además que
través de las obras artísticas y de los medios masivos, los más preciados las bellezas naturales son importantes para la vida diaria, y casi siem-
satisfactores de las apetencias festivas y correctivo-renovadoras de pre coexisten con bellezas artísticas que las contravienen o niegan. Es
nuestra sensibilidad. Detrás de la ecoestética actúa la ideología domi- decir, los valores estéticos pertenecen a la cotidianidad y los artísticos a
nante. la excepcionalidad, y se complementan mutuamente: elegimos una mu-
Las presiones y persuasiones masivas uniforman y manipulan a las jer según los primeros, y no en busca de una belleza picassiana. Por últi-
mayorías demográficas, pero al individuo siempre le quedan posibilida- mo, la cultura estética es consuniista y concierne a las mayorías demográ-
des de oponerse a las manipulaciones ideológicas, de denunciarlas y de ficas, cuyos comportamientos estéticos son más sensitivos que teoréticos,
adoptar actitudes renovadoras, incluso de espíritu revolucionario. En aunque nutridos por mitos e ideologías.
consecuencia, el individuo es capaz de desbaratar las hábiles e inadver- La cultura estética obedece a toda una coyuntura histórica y colectiva
tidas simbiosis formadas por las ideologías con las informaciones y en- con sus características y trayectorias procesales. La nuestra es depen-
tretenimientos masivos. Aún más: el individuo opone una conciencia na- diente, en cuanto vive a expensas de la industria cultural y de otras per-
cional, difunde concientizaciones, busca conocer la realidad nacional suasiones sensitivas que disimulan las presiones económicas de los países
con sus propios ojos, cuestiona su autoimagen y la limpia de adherencias desarrollados. Pero otra cosa es el individuo, el cual por razones perso-
foráneas. Estos efectos heterodoxos o emergentes escapan al encauza- nales puede llegar a la interdependencia; es decir, a la dialéctica de lo
miento social y a sus fuerzas desvirtuadoras. En todas partes registra- foráneo con lo local, zafándose así del proceso colectivo, como veremos
mos la pugna entre los dos principales usuarios del arte: el Estado y el en el caso del artista. Esto, desde luego, no es tan importante en la cultu-
individuo impugnador. ra estética como en la artística. Hemos de distinguir entre la cultura es-
El individuo es capaz de impugnar y desfetich.izar, de protestar y pro- tética hegemónica y la popular, esta última con sus diferentes sectores:
poner enmiendas con respecto a lo establecido. Nadie lo duda. Pero re- rural y provincial, proletario y urbano.
sulta impotente para mejorar en verdad la cultura estética de su socie- Basta con mirar la contextura de nuestra cultura estética para conve-
dad. Esta dispone de mayor poder para poner en práctica cualquier idea nir en que al poder político, ideológico o económico le resulta fácil influir
emergente, aunque su poder también sea relativo en lo que toca a trans- en el curso y en la satisfacción de las necesidades de nuestra sensibili-
formar de raíz el sistema axiológico, fundamento de la cultura estética. dad. Le es suficiente actuar sobre la demoecología, los objetos, los espa-
Tal sistema no es otra cosa que el conjunto de nuestros modos idiosin- cios del habitat, los entretenimintos y el espacio intelectual, componen-
crásicos de sentir, con sus propias leyes y con sus diversos modos, anti- tes de nuestra ecoestética, mediante la educación pública, la tradición,
guos y nuevos, de reaccionar. la convivencia y los productos de las artes y de los diseños. En fin, utiliza
En sentido estricto, no se trata de cambiar de raíz y de forma directa todo lo favorable a la occidentalización sin freno.
el sistema de valores estéticos. Además de que no es posible hacerlo sin El sistema de valores estéticos, producto histórico y colectivo, es resis-
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PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES

104 1 tente a los cambios drásticos, pero en representación de la sociedad el blamos de artes visuales. Son los hombres quienes cambian y alteran
sus modos de verlas y de manejarlas, a instancias de presiones sociales,
105
Estado le impone persuasivamente la occidentalización de la vida diaria
y del tiempo libre del hombre común. En comparación, el individuo sólo sistémicas e individuales.
tiene capacidad para incidir en el espacio intelectual, que es débil en la El productor trae consigo un cúmulo de deseos precondicionados, y la
cultura estética, si exceptuamos las ideologías o falsa conciencia. El in- distribución se interpone entre sus operaciones productivas ylos medios
dividuo pesa más en la evolución y satisfacción de nuestras necesidades materiales e intelectuales de producir arte, los cuales limitan de muchas
artísticas, que en las estéticas, porque en la cultura artística dispone de maneras las posibilidades de materializar tales deseos. Así, no todos se
mayores recursos para contrarrestar a la sociedad y al sistema, y porque materializan. La obra sigue su curso particular, en tanto refleja poco o
la excepcionalidad del arte implica reducidas minorías de consumidores. mucho de la voluntad del productor, no todo lo que hay en su conciencia
La sociedad, el sistema cultural con sus fuerzas internas y el individuo y bastante de un subconsciente ignorado por él mismo. La obra escapa a
influyen con variada fuerza y en distinta proporción en el consumo —sea su voluntad y a su conocimiento. Por eso, afirmar que el artista es el úni-
éste cual fuere— y en el desarrollo de las necesidades estéticas o artísti- co que sabe de arte o de su obra sería como reclamar exclusividad para
cas. En el caso del consumo, los condicionamientos se concretan en el bi- los enfermos en el saber de su dolencia y en su curación, para terminar
nomio objeto-sujeto. Así, la sociedad, el sistema y el individuo convergen señalando la inutilidad de los médicos.
en las operaciones sensoriales, sensitivas y teoréticas del consumidor y Con todo —y para resumir—, el productor imprime a sus obras cier-
se materializan en las lecturas y significaciones, las interpretaciones y tos efectos, pero sin que éstos dejen de ser potenciales. El artista casi
valoraciones que realiza el sujeto en el objeto. En realidad, éste y aquél siempre ignora que, haga lo que haga en sus obras, nunca dejarán de te-
se encauzan mutuamente, ambos portan intereses sistémicos, en los que ner varias funciones. Además, muchos elementos de cada una de las
subyacen elementos sociales e individuales, y en cada caso concreto pri- obras escapan a la voluntad o al conocimiento del autor. El individuo ma-
ma uno en representación del consumo o el otro en nombre de la produc- terializa todo en la obra. Es cierto. Sin embargo, a través de él y junto
ción, mientras la distribución se interpone con sus medios intelectuales con sus individuaciones, intervienen también la sociedad y el sistema ar-
de consumo. tístico a que pertenece su obra.
En el caso del desarrollo de las necesidades estéticaso artísticas, éste Una vez producida, o permanece en el anonimato o comienza a circu-
será representado por los efectos consuntivos, los cuales se incluirán, lar en la sociedad. Si le conviene al poder político, éste empieza a legiti-
por tanto, en los condicionamientos. Es que dicho desarrollo sólo tiene mar la obra y a elaborar y a difundir modos adecuados de consumirla,
lugar a través de prácticas consuntivas, al contarse entre los efectos de los cuales obviamente condicionan el consumo. La obra de arte se suma
éstas. Es más: los efectos consuntivos condicionan el desarrollo: es a la ecoestética y a la cultura artística de su sociedad, donde deambulan
decir, los condicionamientos y los efectos sociales, sistémicos o indivi- los medios materiales e intelectuales de producción y de consumo de arte.
duales se confunden: los comportamientos de unos son efectos que con- La obra circula, pero inmediatamente la distribución comienza a con-
dicionan a otros. De allí que hablemos de una demoecología. trolar su curso, valiéndose de individuos, instituciones y aparatos ideoló-
Veamos ahora los encauzamientos de consumo artístico y de sus efectos. gicos. Los medios intelectuales en movimiento conforman lo que la esté-
En primer lugar nos topamos con el encauce social que se identifica con los tica de la recepción, denomina horizonte de expectativas, el cual para
medios intelectuales de consumo artístico que circulan en la sociedad. nosotros consta de orientaciones dominantes, emergentes y residuales.
Como sabemos, estos medios permiten el curso social de las obras de La buena obra de arte ha de estar por encima de tal horizonte, y exigirle
arte al legitimarlas y prestigiarlas. Con todo, son tortuosos e intermina- a la distribución que cubra la distancia con nuevos medios intelectuales
bles los caminos recorridos por las obras de arte hasta llegar al consumo de consumo. Por lo demás, las obras suelen pasar por muchas manos, no
o, lo que es igual, a la satisfacción de nuestras necesidades artísticas. Al siempre limpias, que las ensucian con intereses subalternos. Atrás de la
contrario de lo que generalmente suponemos, tales caminos pasan por distribución actúan los tres poderes que rigen las apetencias estéticas y
• los oscuros vericuetos del individuo-receptor o consumidor, sin cuyas ac- artísticas de toda colectividad: el político, el ideológico y el económico.
tividades consuntivas no brotan los efectos colectivos. De allí la dificul- En el mecanismo interno del consumo vuelven a intervenir los factores
tad de seguir sus trayectorias sociales. sociales, los sistémicos y los individuales, con el fin de encauzar las voli-
Muchas obras ni siquiera inician esos caminos, y otras van quedando ciones, la conciencia y el subconsciente del consumidor, sin que éste lo
atrás y dejan incumplidas algunas de las expectativas centradas en advierta. En las operaciones sensoriales, sensitivas y teoréticas de la re-
ellas. A lo sumo, sus efectos llegan a varios individuos y a pequeños gru- lación objeto-sujeto se acumulan las múltiples elecciones de posibilida-
pos. Las obras no se transforman materialmente por sí solas, pues ha- des y combinatorias propias del consumo artístico, no sólo porque exis-
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PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES

106 1 ten diversos consuos estéticos, artísticos, no estéticos y seudoestéticos prácticas. Los ideales habían alejado al arte de la realidad y vivíamos
atados a ilusiones y espejismos. Sobre todo, nos sorprendió ver a dos
107
de la obra de arte, sino también por los numerosos componentes de cada
uno, tales como la elección de una función reguladora de la relación for- usuarios diferentes en pugna. Por un lado, el Estado maneja la totalidad
ma-contenido; la lectura, con sus denotaciones; las significaciones, con del arte, mediante la distribución y según los intereses del poder econó-
sus connotaciones; la hermenéutica, con sus asociaciones; la vivencia o mico; por otro, el individuo enfrenta una obra aislada, atraído por los
emoción, y la valoración. Esta última, a su vez, puede ser placer senso- ideales del arte y convencido de la capacidad de la misma para alterar
rial, regodeo sensitivo de lo estético representado o formal, goce racio- la totalidad del arte y de la sociedad. En otras palabras, comprobamos
nal de la tasación artística o de lo no estético del contenido, o deleite dos visiones opuestas del arte: la ideal, que toma al arte como instru-
hermenéutico. Además, no sólo nos deleita la obra de arte que confirme o mento de liberación y de concientización, sin saber nada de la sociedad
halague nuestro gusto: También nos alegramos si sus novedades nos des- ni del todo artístico; y la realista, que utiliza el arte como persuasor y
conciertan y desafían. Todo un tropel de procesos sociales rodea y pre- manipulador de conciencias, y conoce bien la ineficacia de una obra ais-
cede a este cúmulo de posibilidades consuntivas, pero en éstas también lada. Esta ni siquiera puede ser parte de un flujo tenaz y abundante de
interviene el acervo sistémico e individual del consumidor. obras impugnadoras. La causa es conocida: las impugnaciones son inme-
Para nosotros, el buen consumo artístico requiere ante todo un acer- diatamente melladas por el poder ideológico constituido.
tado sentido artístico; esto es, saber qué hacer con el arte. Pero sucede Con todo esto hemos querido llamar la atención hacia el encauzamien-
que cuando los burgueses nos preguntamos para qué sirve el arte, casi to social del consumo. Pues bien, al escrutar un poco la realidad pronto
siempre pensamos en una finalidad exclusivamente emocional. Cuanto descubrimos el mal de nuestro tiempo: el despotismo de los políticos en
más nos conmueve una obra de arte, mayor es su valor, su calidad o su el manejo del arte, como ya hemos visto. ¿Qué hacer entonces? ¿Acaso
belleza. Lo importante es nuestra emoción, y por eso convertimos en be- debemos renunciar al arte?
lleza el hecho placentero de experimentarla. Nos arrogamos el derecho Muchos artistas, analistas y aficionados siguen desconociendo la rea-
de ser árbitros absolutos de todo, y entonces relegamos, la belleza de la lidad e ignorarla les tiene sin cuidado. Viven felices y sin sospechar si-
obra a planos secundarios, sea la de sus formas o la de la realidad re- quiera su condición de colaboradores de los poderes establecidos. Otros
presentada. Arte es belleza y belleza es arte, y éste debe emocionamos. llegan a conocerla, pero deciden olvidarla con fines egoístas y subalter-
No importa si actualmente preferimos diluir nuestra emoción en los en- nos. Continúan trabajando como si nada hubiese sucedido ylo hacen con
tretenimientos, por lo regular masivos, cuyo solaz se supone de naturale- éxito, en lo que toca al público y a la paga. (Recordemos que a raíz de las
za artística. Otras veces nos emociona la mimesis: el ver reproducida denuncias de 1968, en varias partes del mundo muchos abandonaron
fielmente una realidad visible. Con frecuencia una narración o la efigie para siempre al arte). Unos pocos prefieren denunciar los males de la
de un santo milagroso nos alteran emocionalmente. En nuestras socieda- realidad, con la esperanza o la firme voluntad de reclamar su enmienda.
des, todo esto subsiste todavía a raudales lo que significa que nuestras Lo hacen para restituir al arte algo de sus encantos, sin necesidad de re-
artes descansan en una defectuosa cultura estética. vivir mitos ni de cargar con fetichizaciones.
No obstante, muchos burgueses rebasan, estos modos triviales de con- Todos estos son síntomas de la actual crisis de las artes visuales tradi-
sumo artístico. Entonces, en la emoción provocada por el arte ven educa- cionales, cuyo decaimiento es notorio. Quizá la historia del arte, con sus
ción o instrucción, ennoblecimiento o una espiritualidad situada más positivismos a la caza de nimiedades; la crítica, con sus formalismos e
allá de la belleza y del entretenimiento. Fetichizan así la obra de arte y incapacidad de autocuestionarse; y los teóricos, con sus sempiternas
le atribuyen poderes mágicos en los cambios radicales de la realidad y aporías y tautologías metafísicas, muestran una esclerosis aún mayor.
de ellos mismos. Sobrevaloran su espiritualidad y siguen viendo en la Por doquier es alarmante la carencia de fuerzas para la autocrítica y la
obra de arte sólo sus vinculaciones con ellos como individuos Los idea- renovación. Las mismas artes visuales tradicionales se mantienen artifi-
lismos siempre se las han ingeniado para aherrojamos al concepto ideal cialmente por un comercio del arte y por un Estado cuyas fetichizacio-
de arte; vale decir, a cómo debe ser imaginado. Es así que tomamos las nes en la actualidad carecen de atractivos. Y lo peor: las nuevas artes y
ideas o ideales por capaces de destruir o construir realidades tangibles. los diseños siguen en manos ávidas de poder y nos imponen consumos
Todos los estudiosos y aficionados hemos sido atraídos, de alguna mane- seudoartísticos. Lo cierto y lamentable es que actualmente ya nadie
ra, por sus encantos ideales. sabe dónde está el arte: si en la apropiación sensitiva de bellezas desco-
Algunos de los atraídos fuimos empujados por la curiosidad intelec- nocidas o en el mero conocimiento de las conocidas; en el contenido o en
tual al análisis de la realidad, y pronto comprobamos con horror que la la forma; en el objeto o en el sujeto; en la totalidad de la obra o en sus
realidad del arte es otra. Mediaba mucho trecho entre sus ideales y sus componentes artísticos. Pocos tienen ojos para los procesos relacionales
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES

108 1 y conocen las diferentes oposiciones dialécticas que colman a todo arte, tante, el país como totalidad social seguirá subdesarrollado; es decir,
dependiente y sumiso.
109
a toda actividad creativa.
Con el fin de entender mejor los encauzamientos del consumo artístico El grado de interdependencia o intercambio de un proceso artístico es
será conveniente enfocar el amplio marco social en que se mueve la cul- amplio y tiene por tope superior el liderazgo internacional. Esto suele su-
tura artística y donde tienen lugar sus relaciones, un tanto impuestas, ceder con el arte de los países más desarrollados, cuya larga tradición
con la cultura estética. Así, de tanto mirar los árboles no perderemos de transfiguradora y cuya progresista estructuración social propician el li-
vista al bosque. derazgo mundial de algunas de sus manifestaciones artísticas. El lide-
Las sociedades de nuestros países latinoamericanos son eminente- razgo no se produce por contar, como causa, con gente más talentosa.
mente consumidoras. Lo son por doble vía: 1. Por poseer los nuevos idea- No; es el buen funcionamiento de la totalidad sociocultural el país, el
les consumistas, propios de toda sociedad de consumo, y privilegiar los que propicia el brote de talentos. El liderazgo es impulsado sobre todo
valores materiales en grave detrimento de los espirituales. 2. Por ser no- por un hecho cuya existencia es imposible en los subdesarrollados: el
ciones dependientes y, consecuentemente, obligadas —desde la Colonia— arte de los países dbsarrollados puede responder a una situación social
a sobrevalorar el consumo de los bienes culturales foráneos, sin hacer el de avanzada, la cual aparecerá después entre los subdesarrollados
menor esfuerzo por producirlos. En términos particulares, nuestras —con las diferencias del caso— o influirá en ellos.
artes visuales sufren actualmente de una hipertrofia consuntiva, El liderazgo artístico internacional —llamado igualmente imperialis-
siempre tendiente a reducir la producción a la Más estéril de las depen- mo— también, requiere como precondición indispensable, teorizaciones
dencias o sumisiones. En términos generales, también es palmaria la de- o conocimientos de su realidad social en general, y de la artística en par-
pendencia de las prácticas tecnológicas, científicas y artísticas de nues- ticular. No puede haber, al fin y al cabo, una buena autodeterminación
tra cultura hegemónica nacional. Por doquier mostramos colonialismo de cambios sin un conocimiento cabal de la realidad por cambiar ni de
cultural y, si éste no nos occidentaliza, por lo menos desnacionaliza los medios y fines con que transformarla. A los latinoamericanos ávidos
nuestros modos de vida y nuestras prácticas culturales. de abandonar los determinismos derrotistas con el fin de llegar a la au-
Para poder comprender nuestra dependencia, es menester diferen- todeterminación de nuestra producción artística, nos es indispensable,
ciar entre el proceso total del país y el devenir de una de sus partes, sea en suma, pasar antes por la teorización de la propia realidad y por la in-
una manifestación artística o un determinado individuo. Porque una terdependencia o intercambio.
cosa es el país como proceso de subdesarrollo colectivo, propio de la de- Por ejemplo, la novelística latinoamericana, actualmente se encuen-
fectuosa estructuración sociocultural del todo, y otra muy distinta el tra en interdependencia con la literatura mundial, pero aún está lejos de
buen desarrollo de uno o más individuos nuestros, cuyo nivel cultural es desempeñar un papel rector. Incluso a su interdependencia, de suyo im-
superior al de muchos ciudadanos del país más desarrollado. Y esto se portante, todavía le hace falta el desarrollo de teorías latinoamericanas
da a pesar de los obstáculos del subdesarrollo y a las facilidades del des- de la literatura y la consecuente elaboración de nuevas técnicas narrati-
arrollo. La ignorancia de esta diferencia ocasiona racismos y xenofobias vas o, lo que es lo mismo, de nuevos medios intelectuales de producción
entre los ciudadanos de los países desarrollados, o bien origina determi- novelística. Por desgracia —y esto es lo peor—, sin conocimientos de la
nismos derrotistas entre los subdesarrollados. realidad al arte ni siquiera le es posible vincularse con ésta ni con las
El mismo fenómeno se observa en el proceso artístico-visual de más de mayorías demográficas. Después de todo, la interdependencia obedece
un país latinoamericano, y en algunos de sus artistas. La dependencia o a la dialéctica de la realidad desnuda: en todo producto cultural inter-
la sumisión de tal proceso no imposibilita el surgimiento de uno o más vienen siempre elementos nacionales, así como internacionales. Dicho
pintores que desplieguen un buen uso profesional de los medios de pro- de otro modo: todo proceso nacional de cultura busca indefectiblemente
ducción, con las consiguientes obras de elevada calidad artística, en la superación dialéctica de lo foráneo, con el fin de nacionalizar los ele-
ocasiones internacional. En este caso, dichos pintores están contribu- mentos internacionales benéficos, mientras rechaza otros e internacio-
yendo al proceso mundial de la pintura, y esto equivale a entablar con naliza algunos que le son propios.
ella un intercambio o a establecer una interdependencia. Mientras tan- Por otro lado, la dependencia nos revela con claridad la mecánica de
to, la totalidad artístico-visual permanece dependiente y sumisa. Si el los cambios artístico-visuales en América Latina: nunca provienen de
número de pintores en interdependencia es considerable, entonces el nuestros cambios infraestructurales. Nos vienen de afuera, y todo es
proceso total de las artes visuales se encontrará en buen camino: no ha- cuestión de importarlos cuando nos son favorables las condiciones polí-
cia su independencia, inexistente en cultura, sino a una interdependen- ticas y artísticas, ambas superestructurales. Es decir, proceden de su-
cia en la cual resulta relativa la libertad de autodeterminación. No obs- perestructuras foráneas y como tales nos presionan. Esto en cuanto a
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. LOS CONSUMOS POSIBLES

las relaciones exteriores de nuestras artes, porque en el interior de


110 1 nuestros países es notoria también la extrañeza de las artes hegemóni-
oficial. La ideología dominante justifica y promueve tal administración.
Como es de dominio general, mediante su primaria, secundaria y supe-
111
cas con la realidad nacional, desafortunadamente aún por conocerse. rior, la educación pública en nuestros países va marginando a las mayo-
Todas estas son meras cuestiones superestructurales. rías demográficas de la política cultural.
Ciertamente, nuestras artes tradicionales y cultas operan desde una Dentro de la política cultural y de la educación pública cabe registrar
superestructura muy alejada de las posibilidades consuntivas de la cul- asimismo tendencias artísticas dominantes, emergentes y residuales, en
tura estética de las mayorías demográficas. Pero no ocurre así con los cuanto se discute qué necesidades artísticas deben ser inculcadas a la
diseños audiovisuales ni con los ¡cónicos-verbales, como tampoco los colectividad y hacia dónde orientar los efectos de su satisfacción o con-
efectos de las artes cultas dejan de llegar a tales mayorías sin necesidad sumo artísticos. Como instrumentos se utilizan obras y teorías de arte,
de que sus obras pasen por un consumo personal. Definitivamente, toda cuyos componentes pueden ser no artísticos, artesanales o de diseño. La
manifestación estética —sea artesanal, artística o de diseño— constitu- distribución se encarga de ponerlos en circulación y, de hecho, integran
ye una superestructura, y toda superestructura actúa en la conciencia la cultura artística del país, también denominada formación artística.
social con el propósito de estimular comportamientos capaces de favore- El devenir social y económico de todo país comprende una formación
cer la permanencia o el cambio de la realidad o del ser social. En este artística, cuyos integrantes son los diferentes modos antiguos y nuevos
sentido, las artes son indispensables para el. Estado. En sus manos las de producción, distribución y consumo de arte, todos ellos coexistiendo
artes actúan en favor de la permanencia, para lo cual les basta con apo- siempre y por doquier en estrecho entrelazamiento. Aquí también distin-
yar la ideología dominante. Entonces, la utilidad política del arte se con- guimos modos dominantes, emergentes y residuales. Además, volvemos
creta en búsquedas de unidad nacional, en la promoción del capitalismo a comprobar que los efectos del consumo artístico son meros corolarios
y en las justificaciones de las acciones estatales y de los modos de vida de los modos de encauzar el inevitable entrelazamiento producción-dis-
más difundidos. Como es de suponer, los individuos inconformistas, im- tribución-consumo. La coexistencia impone al individuo la elección de
pugnan todas estas prácticas oficiales. modos consuntivos.
Volvamos a los encauzamientos del consumo artístico, para analizar los El encauzamiento individual os más complejo. Al fin y al cabo, el indi-
sistémicos y los individuales. Los sistémicos —que son los de la cultura ar- viduo cumple siempre varias funciones: sirve de vehículo a los efectos y
tística— provienen del producto artístico a consumirse, y del consumidor. encauzamientos sin excepción pues todo sucede a través del hombre.
Este producto oscila, a lo largo de la historia, entre la estetización y la Por añadidura, éste actúa como producto social, gracias al condiciona-
artistización o, lo que es igual, entre el naturalismo y el conceptualismo. miento social de sus individuaciones, y finalmente se desempeña como
En comparación, las artesanías y los diseños producen siempre obras productor y dueño de individuaciones muy personales. Esta última fun-
estetizadas, en cuanto emplean recursos sensitivos para cumplir funcio- ción está íntimamente ligada al encauzamiento individual de los efectos
nes utilitarias y extraartísticas, y para incidir en la sensibilidad del hom- del consumo artístico. Lo sabemos: la mayoría asume el consumo grega-
bre común sin que éste lo advierta. En el actual arte abstracto y forma- rio y, consecuentemente, son pocos los aptos para imprimir un sello pe-
lista que privilegia la belleza elemental de la sintaxis formal y atrae con culiar al consumo y a sus efectos. Después de todo, en la cultura artística
ésta una recepción sensorial o retiniana, predomina la estetización. En se repiten los procesos de individuación y de socialización, emprendidos
cambio, en las tendencias contrarias a los medios masivos, cuestionado- obligatoriamente por toda persona en su vida diaria.
ras de las ideas fundamentales de arte y dirigidas al consumo profesio- En concreto, aquí tenemos que ver con el individuo como tal y no como
nal de los artistas, impera la artistización. producto social ni como artista o teórico. Y este individuo ha de ser un
Por cierto, los encauzamientos sistémicos dependen de lo que el po- consumidor con rica sensibilidad e intuición: con imaginación seminal e
der político quiera difundir en la colectividad acerca del sistema. Pero inconformismo. No posee facultades de las que los otros carecen. Sim-
las leyes internas del sistema artístico intervienen en lo sustancial del plemente será dueño de intensos grados de sensibilidad e imaginación, y
consumo y buscan efectos sistémicos, con los cuales se identifican los de una manera peculiar de articular estos grados con los elementos co-
condicionamientos. Por encargo del Estado, las instituciones, agentes y nocidos y de grado normal. Contará, en fin, con una capacidad para pro-
aparatos ideológicos administran la educación artística impartida en la ducir, durante el consumo artístico, resultados personales y nuevos.
instrucción pública y en la política cultural. Por definición, esta última Para el efecto, utilizará ideales y conceptos, argumentos y teorías artís-
se destina a poner a los adultos del país en contacto con los más recien- ticas.
tes adelantos artísticos; vale decir, con las obras nuevas y las recién na- Empero, la capacidad nunca se presenta desnuda. Siempre la cubren
cidas, las cuales obviamente no pueden ser cubiertas por la educación actitudes, y éstas pueden ser favorables a la permanencia o al cambio.
•ree
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES

112 1 Por tanto, el consumidor tiene opción de adoptar posturas emergentes o dencial o estilística del arte) o de una pintura dada, como La Gioconda
residuales (las gregarias quedan excluidas). Si son emergentes, el indivi- (ideología particular del arte). Los efectos van a consolidar la contextu-
duo podrá elegir entre el progreso y la radicalidad revolucionaria; si son ra masiva de la personalidad del consumidor y se traducen en modos de
residuales, sus posibilidades serán conservadoras o reaccionarias. Es- vida de igual naturaleza (trivial, cursi o masiva). Estos modos de vida se
tas cuatro actitudes son siempre posibles. Cada individuo tiene la posibi- suman a los dominantes en la colectividad, y obviamente fortalecen su
lidad de encauzar personalmente y por separado los efectos inmediatos unidad social o socialización. Aquí los efectos sociales o socializadores
del consumo artístico. Por que el individuo puede estar más interesado del consumo masivo y el trivial retroalimentan la ideología dominante,
en su colectividad y en el arte, que en su persona, y el inconforme siem- en favor de los intereses económicos que la sostienen. Este consumo bre-
pre preferirá impugnar las ideologías dominantes antes que ejercer inte- ve y seudoartístico actualmente tiene lugar en la gran mayoría de la gen-
reses personales. Así alcanzará la máxima posibilidad de libertad y te, y lo tiene ante un objeto de cualquier tipo, sea culto o trivial, antiguo o
de sentido crítico. De este modo, el individuo se instituye en el usuario nuevo.
principal y auténtico del arte, yendo de hecho contra lo establecido. En cambio, otros consumidores, sienten primero un placer auténtica-
Sea como fuere, el individuo nunca dejará de obtener provechos per- mente sensitivo o estético, y luego artístico. Es cuando tales placeres vie-
sonales. No en vano el complejísimo fenómeno sociocultural del arte de- nen acompañados de una mayor receptividad hacia los componentes ar-
semboca en el par objeto-sujeto y termina favoreciendo al individuo, tísticos, siempre que éstos amplíen, corrijan o renueven el conocimiento
como la mejor objetivación de los beneficios colectivos y culturales. o la educación estética, artística, política, histórica, moral o religiosa del
Tales beneficios conciernen a la formación y nutrición de la personali- consumidor: la sensibilidad se ha unido a la razón y ambas se apoyan re-
dad del individuo y de sus modos de vida, incluyendo los generosos mo- cíprocamente. Al arte lo encontramos convertido en un medio de enri-
dos de ver —con curiosidad y asombro— las bondades del hombre, la quecer la conciencia del consumidor, que lo obliga a producir las corres-
realidad circundante y el arte. pondientes denotaciones y connotaciones. De aquí en adelante, el curso
Los condicionamientos individuales del consumo se concretan en la del consumo depende de la obra.
elección de los medios intelectuales de consumir, y del sentido y signifi- Si la obra renueva las formas y contenidos o denuncia ideologías do-
caciones atribuibles a la obra. El individuo tiene la indiscutible libertad minantes, el consumidor sensible desenmascarará su falsa conciencia;
de echar a volar su imaginación y de impregnar sus actividades de origi- es decir, concientizará elementos preconscientes y subconscientes. Así,
nalidad, en medio de un cúmulo de elementos sociales y sistémicos, cons- habrá liberación de fobias y filias, tabúes y prejuicios. Sobre todo, con-
cientes e inconscientes. El individuo cree conocer y dominar cabalmente cientizará las falsedades ocultas y las profundas motivaciones económi-
su originalidad, cuando en verdad su conciencia flota a la deriva en las cas, todas las cuales mueven a los legitimadores ético-políticos (nacio-
corrientes del subconsciente, también condicionado social y sistémica- nalismos o internacionalismos, vanguardismos o tradicionalismos, eh-
mente pero por donde quiera que vuele su imaginación, siempre habrá tismos o populismos). Lasideologías denunciadas podrán ser estéticas,
elección. artísticas, políticas, históricas, etcétera. Por último, veamos los condicio-
La gran mayoría de los consumidores siente satisfacción ante uno o namientos de los efectos consuntivos. Del consumo parten los efectos y
varios de los fines más frecuentes de la utilización de los recursos artís- se dirigen hacia la circulación social, en la que son encauzados por la so-
ticos, a saber: la fidelidad de las figuras con respecto a la realidad visi- ciedad, el sistema y el individuo. Muchos efectos encuentran su materia-
ble reproducida; el entretenimiento de una narración policial; la belleza lización en los productores de arte quienes, por haber consumido ciertas
humana o de la naturaleza representada, o bien la bella armonía de sus obras, cambian sus modos de producir. En nuestros días, la producción
formas; el sentimentalismo que despiertan las tragedias lacrimosas; la se da con frecuencia a través del consumo profesional. Ya A. Malraux lo
unción religiosa o mágica de una efigie. En muchas personas este placer señalaba: los artistas se inspiran en las obras de arte y no en la natura-
proviene de la naturaleza trivial, cursi o masiva de los fines citados. Co- leza. Los efectos sistémicos, logrados por los artísticos y teóricos al con-
mo máximo resultado positivo, registramos efectos, por así decirlo, bio- sumir arte son encauzados por la cultura artística, al circular en ésta
lógicos pues todo consumo alimenta o genera hábitos perceptuales. los medios intelectuales de producción y de consumo de arte. La distri-
Lo decisivo radica en respaldar el placer de manera directa o incons- bución busca siempre desvirtuar la subversión de los efectos sistémicos
ciente con los sustra tos ideológicos del mismo consumidor. Mejor dicho, cuando salen del estrecho círculo de las minorías inconformistas o emer-
el placer trivial, cursi o masivo lleva en el fondo la idea de superiori- gentes. Los factores dominantes privilegian los efectos del arte tradicio-
dad ideal del arte (ideología general del arte) encarnada en una obra de nal y clásico.
actualidad estilística, como cualquier cuadro de Picasso (ideología ten- Cuando el consumo abre su abanico de efectos, destacan los que han
PRIMERA PARTE. LA SOCIOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 3. Los CONSUMOS POSIBLES
114 1 sido puestos en movimiento por los aficionados, los de mayores posibili- Ya hemos señalado los condicionamientos del desarrollo o evolución
dades para traducirse en efectos sociales. Los efectos individuales, pro- de nuestras necesidades artísticas: se dan en el curso que toman los efec-
pios de los aficionados, toman un curso educativo, cognoscitivo o comu- tos consuntivos. Tenemos entonces que considerar el encauzamiento so-
nicativo si vienen de la utilización del consumo artístico como medio o cial de los efectos individuales, sociales y sistémicos del consumo artísti-
canal de elementos no artísticos, los que por lo general encuentran un co. Por otro lado, el encauzamiento sistémico actúa en el individuo como
clima propicio. Entretanto, los efectos individuales provenientes de profesional y en el sistema mismo, mientras el condicionamiento indivi-
obras de arte que denuncian falacias e injusticias encuentran un clima dual repercute en el curso de los efectos individuales, sistémicos y socia-
adverso. Pero no por esto se pierden en el vacío o en el individuo. Los les. Los efectos pueden ser ideológicos o psicológicos, religiosos o políti-
efectos y sus valoraciones quedan en minorías. Propiamente van a for- cos, educativos o éticos, y los describiremos en la tercera parte de este
mar parte de los efectos emergentes, cuyos efectos individuales son ra- libro.
dicales y toman el mismo curso. No nos asombremos; aquí sale a relucir Los condicionamientos del consumo de las artesanías y de los diseños
otra vez la oposición Estado-individuo. Como usuario importante, el pri- son los mismos que los del sistema de valores de la cultura estética, ya
mero busca la utilidad política de sus actitudes sincréticas, y con este que están destinados al consumo estético del hombre común. Son los
fin apoya a las obras emergentes al igual que a las residuales. Apoya a mismos mecanismos, aunados a las reideologizaciones de que son mate-
las emergentes porque los postulados de sus obras nunca rebasan las ria las artesanías y los diseños. Como vimos, el consumo artístico será
reducidas minorías de individuos inconformes. posible en las artesanías y diseños e implicará un análisis formal, una
Los efectos sociales se dividen en sociales propiamente dichos; los apreciación histórica y una valoración artesanal o de diseño.
emergentes, con denuncias o renovaciones; y los residuales, provenien- Por último, como posibilidades de un buen encauzamiento de los con-
tes del pasado tales como los religiosos o los románticos. Los sociales sumos, vemos el desarrollo de políticas consuntivas basadas en orienta-
propiamente dichos proceden de los consumos triviales y masivos, reali- ciones teleológicas y axiológicas contrarias a nuestra dependencia y en
zados por una gran cantidad de gente de acuerdo con sus preferencias favor de los intereses de nuestras mayorías demográficas, mediante los
sensitivas, inculcadas y alimentadas por los medios masivos. Estos pro- diseños que se dirigen a la vida diaria y al tiempo libre del hombre co-
mueven los consumos multitudinarios, de suyo generosos y benéficos mún, previos cambios radicales en la base material de nuestra cultura
para el status quo. estética.
En síntesis: el encauzamiento social del consumo artístico está dado
por la distribución de los medios intelectuales de consumo artístico que
circulan en la colectividad y que favorecen a las orientaciones dominan- NOTAS
tes, residuales y emergentes. El individuo puede elegir entre estas orien-
taciones y esos medios. La sociedad también se vale de la cultura estética
para influir en las operaciones sensitivas y sensoriales del consumi- 1 J. Acha, El arte y su distribución, pág. 9-41.
2 M. Kagan, op. cit., pág. 112.
dor, con sus funciones y valoraciones estéticas. Asimismo, utiliza la cul- T. Kulka, "The Artistic and the Aesthelic value of Art" en The British Journai of Asthetics.
tura general para intervenir en la elección de funciones y valoraciones 5 M. Kagan, op. cit., págs. 210-211.

no estéticas que lleva a cabo el consumidor. El encauzamiento sistémico 6 Ibidem, págs. 510-535.

se logra a través de la educación artística manejada por el Estado, e in- E. John, et al., Kunst und Sozialistische Bewusstseinsbildung, pág. 38.
8 P. Freire, La educación como práctica de la libertad.
cide en las operaciones consuntivas dirigidas a buscarla función y el va- 9
R. Williams, Problems in Materialism and Cultur, pág. 40.
lor artístico de la obra consumible. Entre paréntesis, la fuerza sistémica
actúa más en las operaciones productivas que en las consuntivas.
Cuando estudiemos por separado las operaciones sensoriales, las sensi-
tivas y las teoréticas volveremos a los condicionamientos sociales, sisté-
micos e individuales, y tendremos la oportunidad de detallarlos.
También cabe afirmar que, como el valor, los elementos sistémicos
de la obra son potenciales y dependen, por consiguiente, de lo que el su-
jeto conozca del sistema a qe ella pertenece; conocimiento que viene
cargado de las individuaciones que el consumidor haga de lo colectivo y
de lo sistémico.
r1

La psicologia
de los consumoj

t,
La necesidad de enfocar la percepción visual, con el fin de revisar la
validez de nuestros modos de conceptuarla, tenía que emerger tarde o tem-
prano en nuestro estudio del consumo sensitivo. Surge como una de las
tareas más importantes e ineludibles, sobre todo en épocas como la
nuestra, colmadas de equívocos y anacronismos al respecto. Revisar la
validez de nuestros conceptos de percepción equivale a cuestionar de
modo indirecto la actualidad o vigencia de las teorías del arte y del con-
sumo en que nos apoyamos, pues ellas presuponen dichos conceptos. Por
añadidura, tan sólo mediante los conceptos de percepción podemos con-
cretar —en términos psicológicos accesibles— los mecanismos de ese
pequeño motor que, como una de las innumerables materializaciones del
binomio objeto-sujeto, mueve al amplio y complejo fenómeno sociocultu-
ral del arte. Y lo hace a través de los múltiples consumos sensitivo-visua-
les que coexisten en nuestras sociedades. Por decirlo mejor, el análisis
perceptual nos permite conocer con bastante claridad los procesos psi-
cológicos del consumo sensitiva.
A nuestro juicio, la percepción visual corporiza una de las partes del
consumo sensitivo; para muchos, la más importante. Claro está, todavía
abundan los analistas empecinados en limitar el consumo sensitivo a la
percepción estética o artística, y prefieren referirse a ella. En su opi-
nión, percepción es sinónimo de consumo, y la suponen capaz de expli-
car todo lo concerniente al consumo artístico, tal como parece pensar R.
Arnheim cuando asevera: "el sentimiento artístico como una intuitiva
respuesta a la estructura dada, no es otra cosa que percepción ordinaria".'
El consumo —ya lo hemos visto— comprende procesos sociales pre-
vios como también efectos inmediatos y de acción lenta, que después ana-
lizaremos y que rebasan las más amplias acepciones de percepción. Para
ser concisos, estos analistas no sólo toman la parte por el todo: también
quieren hacer pasar lo primordial por principal, confundiéndolos. Sin

119
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL

120 1 duda, la percepción constituye un proceso primordial, y como tal inter- Las percepciones visuales son distintas cuando actúan con diferentes 121
viene indefectiblemente en toda actividad humana, de manera que no principios y medios, fines y grados. No obstante, poseen una misma base
puede existir ningún consumo sin percepción, una de sus partes. biológica cuya anatomía y neurofisiología nos son comunes a todos los
Además, la evidencia salta a la vista: el término percepción posee hombres. No necesitamos, pues, insistir en el número ni en el mecanismo
acepciones estrechas que en nuestro caso implican ver o mirar. Por eso de las neuronas, como tampoco en el funcionamiento de los conos y bas-
resulta demasiado forzado afirmar que percibir un pan o consumirlo es toncillos que nos permiten ver los colores y los grados de luminosidad. El
lo mismo, aun cuando aludamos a una percepción alimentaria, nutricio- lector encontrará muy bien explicados los detalles en cualquier texto de-
nal o gustativa. Lo mismo sucede con la pintura. Nos urge, pues, preci- dicado al sentido de la vista. El consumo estético rebasa estos mecanis-
sar los alcances y las variantes de los procesos psíquicos o espirituales mos y funcionamientos, y su conocimiento nos ayuda muy poco a com-
de la percepción visual, dentro de los mecanismos consuntivos de nues- prender las reacciones de nuestra sensibilidad. Una pintura y una mujer
tra sensibilidad; mecanismos cuyos efectos representan lo más impor- bella demandan distintas epistemologías o percepciones. Es lo que sabe-
tante del consumo, en especial los lentos o posperceptuales. mos, y lo que nos interesa.
Todo hombre percibe realidades y por lo general se limita a recono- En sí, la percepción corporiza un instrumento mediante el cual vemos,
cerlas, aunque para muchos estudiosos la percepción es mucho más: im- sentimos y pensamos, con el fin de reconocer las cosas y orientarnos en
plica conocimiento y únicamente conocimiento. Lo cierto es que la lucha la vida diaria. Muchas personas la utilizan para producir conocimientos
diaria de nuestra subsistencia material nos exige emprender reconoci- o experimentar vivencias estéticas. En toda visión intervienen sensacio-
mientos automáticos que nos orienten en el mundo físico. Lo decisivo es- nes sensoriales, reacciones sensitivas e ideas. Si se prefiere, la percep-
triba en ir tomando conciencia de las realidades materiales que nos salen ción consta de operaciones sensoriales, sensitivas y teoréticas en estre-
al paso. Incluso en la vida cotidiana de los aficionados al arte predo- cha interdependencia. Por ejemplo, en una conversación, reconocemos
minan los reconocimientos rutinarios de sus sentidos. En otras palabras, automáticamente y de forma muy fugaz lo sensorial de las palabras, con
una cosa es ver, tocar o gustar un objeto, y otra muy distinta consumirlo. el fin de captar lo que tienen de inteligible y pretendiendo pasar por
La diferencia es obvia en un pan o en una vestimenta, pese a que en su alto lo sensitivo.
consumo interviene el gusto o el tacto. Sin embargo, la diferenciación se Al oír recitar una poesía prestamos atención a lo sensorial de los
dificulta en una pintura, cuyo consumo sensitivo comienza siendo visual versos, para hermanarlo con lo inteligible y lo sensitivo de los mismos.
y luego va más allá del mero reconocimiento y de lo puramente sensorial Como es de suponer, en las artes visuales la importancia de las opera-
(si es que en verdad éste existe), para después prolongarse en unos efec- ciones sensoriales se acrecienta al máximo.
tos de variada y complicada índole que pueden tener acciones lentas, si La combinatoria de las tres operaciones perceptuales es rica y sus po-
encuentran condiciones sociales propicias. Dicho de otro modo, hay mu- sibilidades varían sustancialmente en la práctica. Todo depende de si
cha distancia entre reconocer y conocer (conocer en tanto producción nos limitamos a los reconocimientos cotidianos, producimos conocimien-
de conocimientos); entre recrear y crear; entre percibir y vivenciar. En tos científicos o experimentamos vivencias estéticas. No sólo difieren las
consecuencia, nuestros procesos rutinarios de percepción difieren mar- combinaciones y grados de cada componente; también se transforma
cadamente de nuestros procesos cognoscitivos, estéticos y artísticos. To- cada una de las operaciones, sin cambiar de naturaleza; es decir, signen
dos vemos, pero pocos producimos conocimientos o adoptamos actitudes siendo visuales y sensoriales, sensitivas y teoréticas. Como afirma M. W.
realmente sensitivas. Wartofsky:3 "no es nuestro ojo o sistema visual el que ve, pues vemos a
Si es así, la percepción a lo sumo sería la parte primordial del consumo través de nuestro ojo o sistema visual, así como no es el pie el que cami-
sensitivo, en cuanto "la acción de los sentidos es mera recreación", al na, sino que caminamos usando nuestro pie". Por su lado, R. Arnheim
decir de R. Arnheim2, y requiere de complicadas actividades sensoriales, asevera: "tanto en la vida diaria como en el arte, la visión es parte del
sensitivas y teoréticas para devenir estética o artística, cuyos efectos espíritu total"4. En otras palabras, interviene la totalidad del hombre, y
—dijimos— representan lo más importante del consumo. Como resultado éste determina los fines y los medios de su visión.
hay varias percepciones además de la ordinaria, y entre ellas figuran Nadie discute la veracidad de esta intervención, pero hemos de asu-
las estéticas, las artísticas y las seudoestéticas, todas las cuales deman- mirla dentro de la dialéctica de la realidad. Porque el ojo y el pie son
dan de nosotros una definición. ¿Se trata acaso de distintas percepcio- partes del hombre y éste camina y ve dentro de las posibilidades de la
nes visuales o de meras prolongaciones de la cotidiana de reconocimien- realidad biológica de su ojo y de su pie; esto es, sus modos de ver y de ca-
to, denominada básica, cuyos mecanismos precisamos conocer como minar dependen también de esa realidad biológica. Después de todo, lo
parte indispensable de toda la teoría artística y estética? que uno percibe se encuentra dentro de lo social e históricamente per-
u

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL

ceptible, así como lo percibido de una época o cultura es parte de lo hu- des del mundo visible, sino a través de un proceso de crear representa-
manamente perceptible. ciones del mismo".6 "La visión humana es ella misma un artefacto pro- J 123

En teoría, y de acuerdo con la anatomía y la neurofisiología visuales, ducido por otro: la figuración",? y aclara que artefacto es todo producto
todos percibimos una imagen invertida en la retina, según el principio de de la actividad humana y una "entidad teleológica", que es la finalidad
la cámara oscura, que automáticamente enderezamos después de nues- para la cual fue hecho (is what it is made for). En otro pasaje apunta:
tro aprendizaje infantil. Es verdad. Pero recordemps que la invertimos "como corolario de la tesis tenemos la historia del arte convertida en un
para confirmar una realidad objetiva y material, y que el principio de la componente crucial de la historia de la percepción"8, y argumenta: "los
cámara oscura no opera realmente en el ojo humano. Como algunos estu- modos de representación gráfica se incorporan en las funciones cortica-
diosos arguyen siguiendo a Descartes y a Newton, no poseemos un ojo in- les de la visión como diferencias aprendidas o adquiridas ontogenética-
terno que vea la imagen retiniana de la cámara oscura y la interprete mente en la actividad perceptual".9
conforme sus intereses y experienciase. Simplemente sucede que cada Apoyándose en Nelson Goodmann, Wartofsky postula la inexistencia
uno de nosotros "construye" en la retina una imagen distinta, como re- de parecidos o similitudes entre la realidad y su representación gráfica,
sultado de la acción que ejercen nuestros pensamientos y sentimientos y también señala la ausencia de semejanzas en los estímulos, propias del
sobre la visión misma. Son imágenes mentales que difieren entre sí cuan- objeto. Apenas si existen referencias, las cuales el hombre crea.lo Es así
do vemos la misma cosa u objeto, configuraciónso Gestcilt (no vemos un li- como el hombre no pinta diferente porque ve distinto el mundo, sino que
bro donde otros perciben una casa). Vemos aspectos distintos de la ve el mundo diferente porque pinta de otro modo. Desde luego, se trata
misma realidad. En fin, sentimientos, ideas y sensaciones nos suscitan de ver en "estilo" diferente, y no de mirar a la gente como si fueran, por-
una imagen, como una de las variantes viso-perceptuales, que no es reti- ejemplo, figuras de Picasso. Al referirse a la representación, Wartofsky
niana sino mental. aclara: "no es el caso de tomar ciertas cosas por figuraciones o repre-
Con el fin de enfocar metodológicamente estos aspectos y muchos sentaciones porque exhiben propiedades visuales, sino que ellas exhi-
otros de la percepción visual, es menester agruparlos en torno a las cua- ben estas propiedades porque son tomadas por figuraciones o represen-
tro relaciones siguientes: a) visión-realidad; b) representación-realidad; taciones. 11 Como conclusión importante señalaremos sus palabras si-
c) visión-representación; d) especificidad sensorial-sensitiva-racional guientes:
(ojo-sensibilidad-mente).
• . iría aún más lejos y sugeriría que la figuración, tanto en su hechura como
en su visión, es una forma fundamental para la actividad vital de la especie
VISIÓN-REALIDAD humana y, en este sentido, estoy proponiendo que esta actividad, modeladora
de la visión humana, se desarrolla más allá de la herencia biológica del ojo
Para mejor entendimiento de nuestros mecanismos visuales ante la del mamífero.`
realidad del entorno, tengamos presente algunos detalles fiogenéticos y
ontogenéticos de la vista humana. Porque nuestro ojo tiene una contex- La tesis nos interesa porque exalta la fuerza social e histórica que in-
tura física, propia de la especie, que se debe a la evolución biológica del cide en nuestxis modos de ver, ya que resulta débil y hasta equivocada
hombre, con su milenaria adaptación al medio terrenal. Su anatomía y la creencia generalizada de que vemos al mundo tal cual y de forma
neurofisiología devienen, por selección biológica, las más convenientes pasiva, como si nuestra visión tuviese modos biológicos o innatos de
para la subsistencia material de nuestra especie. El ojo tiene sus limita- acuerdo con las leyes ópticas y el principio de la cámara oscura. En la
ciones con respecto a la amplitud de la realidad, pero también goza de visión, Wartofsky destaca la trasmisión de generación en generación de
ricas posibilidades en su capacidad de identificar; esto es, de ver iguales los patrones de representación gráfica. La tesis muestra algunos aspec-
cosas distintas. tos emparentados o conciliables con la epistemología genética de J. Pia-
Tales posibilidades, como toda facultad humana, se materializan en get y con el concepto de ilusión de E. H. Gombrich, que más que ilusión es
una sociedad y época determinadas, y adquieren particularidades histó- convención o identificación. Además, su tesis atribuye al arte y a los len-
ricas y ecológicas. Aquí se inicia el proceso ontogenético, en el cual, de guajes ¡cónicos un papel vital para el hombre en general, y para el uso
acuerdo con la tesis de Wartofsky, los recién nacidos aprenden a ver el de su visión en particular sobre todo, coloca sobre nuevos basamentos
mundo a través de los modos gráficos de representarlo. (Sin duda, al los conceptos artísticos de realismo y mimesis, naturalismo e iconicidad,
principio ellos ven sin conceptuar lo visto; es decir, como animales.) simbolicidad e indicidad, aparte del tan traído y llevado concepto leni-
Según el citado filósofo "no tenemos conceptos visuales de las propieda- nista de reflejo.
CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

124 Por nuestra parte, disentimos de que la historicidad de la visión huma- ceptual en visual, gracias a nuestra capacidad mental de identificación.
na se deba al arte. Para nosotros provendría de la figuración o modos En rigor, nos referimos a la dialéctica realidad-ojo-mente como la res-
comunicativos de representación gráfica de la realidad visible que circu- ponsable de nuestra visión, de tal manera que ningún cambio mental, ni
lan en toda sociedad como lenguajes icónicos, cuyas derivaciones sensi- aún el más radical, podrá negar o contradecir la realidad objetiva y las
tivas son precisamente las artes visuales. Si bien éstas alteran los modos posibilidades y capacidades del ojo. Por eso todas las culturas muestran
de representar la realidad visible, los lenguajes de uso diario y popu- modos comunes de representar determinadas realidades, como también
lar las adoptan y difunden. Recordemos las pinturas de Altamira, con su encontramos elementos comunes a todas las lenguas. Las representacio-
muy temprana perfección manual y humana de representación ¡cónica. nes de todas las épocas y culturas siempre nos resultan legibles en cuan-
Al parecer, el hombre, desarrolló la figuración junto con el habla. to a la realidad visible aludida. Ya lo dijimos: el niño o el primitivo repre-
No somos psicólogos ni filósofos para criticar la tesis de Wartofsky senta al hombre con cabeza, tronco, brazos y piernas. El niño oscila
con la autoridad de un especialista. Pero como interesados en las cues- entre el realismo conceptual y el visual, mientras que en los albores de la
tiones artísticas y estéticas, nos incumben sus aspectos positivos al igual humanidad encontramos el realismo visual de los bisontes de Altamira,
que sus deficiencias y la necesidad de atar algunos cabos. Aceptamos la y el conceptual de los cazadores asiluetados de la Cueva Civil en el Le-
capacidad del recién nacido para emprender un aprendizaje en el uso vante español. Además, diariamente nos vemos obligados a traducir, en
de su visión con respecto a la realidad del entorno. No nacemos sabien- su esquema prototípico, la realidad vista distorsionada desde un ángulo
do ver la realidad. Tenemos que aprehenderla pacientemente. Si el niño forzado y singular. El hombre siempre tuvo a disposición una amplia va-
es apto para apoderarse de un sistema tan complicado como el idioma, riedad de representaciones, que actualmente denominamos ¡cónicas,
¿por qué desconocer que pueda desarrollar su capacidad de identifica- simbólicas e índices o indiciarias.
ción visual? Como toda facultad, la capacidad es innata, y hay que mate- En toda cultura registramos el aprendizaje de identificar figuras con
rializarla en la fragua de la realidad. Sabemos que el niño aprende a realidades porque en ninguna faltan las representaciones o ideogramas
identificar las cuatro letras de la palabra "casa" con la realidad cosa; de la realidad visible, sean imágenes o en bulto, conceptuales o visuales.
entonces, ¿por qué negarle que pueda identificar la misma realidad con No sólo eso: junto con este aprendizaje, el niño aprende también a figu-
el croquis de una casa que más parece una choza? Por lo demás, los rar a representar gráficamente o en bulto la realidad visible. Aquí el
adultos no tenemos ningún empacho en identificar una curva ascenden- problema es otro, como más adelante veremos. Los modos de represen-
te con el incremento demográfico de nuestro país, o con las ventas de tar están siempre dentro de un mismo sistema, pero no todos los niños
nuestra empresa. tienen la misma capacidad de representar. Sin duda, intervienen la ca-
Como cabos por atar consideramos a la realidad objetiva y visible y a pacidad manual. Por añadidura, entre ésta y la identificación media fu-
la realidad biológica del ojo. Por un lado, estamos convencidos de la in- gazmente la imagen mental, casi siempre borrosa y muy elíptica. De ahí
tervención de la realidad objetiva, con las dimensiones sensomotoras y que nunca podamos estudiar los pormenores de una realidad en la ima-
espaciales de su materialidad, en la identificación de ésta con una re- gen mental que de ella tenemos, aunque sea recién adquirida; el resulta-
presentación gráfica. Aludimos a su materialidad por que al hombre le do, es que escasea la buena mimesis manual. Siempre fue difícil la per-
es vital ubicarla para no tropezar con ella. Así de simple resulta la expli- fección en el realismo visual. Todos somos capaces de representar la
cación. Sabemos que los ciegos de nacimiento son capaces de dibujar ob- realidad visible, pero no con el mismo realismo visual; ¿por qué?
jetos después de palparlos y de formarse una imagen mental. ¿Será posi- Todo nos lleva a la existencia de realidades materiales que no pode-
ble reproducir gráficamente la realidad visible que tan sólo olemos u mos soslayar. El sistema de representar varía con el tiempo, pero dentro
oímos? No lo creemos. Sea como fuere, la historia nos dice que el hombre de los límites de la relación tripartita realidad-ojo-mente. Por un lado,
principió siempre a autorrepresentarse con cabeza, tronco, brazos y actúan los límites del realismo visual y actualmente el fotográfico, como
piernas. Por tanto, hay una realidad material que se nos impone concep- derivación del naturalismo pictórico. Por otro lado, los límites del realis-
tual o visualmente. mo conceptual imponen la legibilidad hasta en las ambigüedades más
Por otro lado, en la percepción visual, interviene igualmente la reali- osadas, pero evitando siempre confusiones con las representaciones de
dad biológica de la vista con sus limitaciones y sus capacidades, en espe- otras realidades visibles.
cial la de identificar, la cual es más mental que sensorial. Cuando la Una vez adiestrada la visión de la realidad según los patrones de re-
mente interviene suscita lo decisivo: no sólo aspiramos a ver la realidad presentación vigentes en la sociedad, las referencias devienen semejan-
para ubicarla, pues lo importante es conceptuarla. Elaboramos, pues, zas y van asimilando los cambios y los nuevos elementos que proponen y
un realismo mental que es conceptual y visual a la vez, al tornarse el difunden las artes visuales, vía lenguajes ¡cónicos. . Entre los nuevos ele-
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL

16 1 mentos figuran los gráficos (sombreados y perspectiva) que se agregan a talten, para lo cual basta con percibir una o más partes de su correspon- 127
los patrones vigentes, con el fin de representar también lo táctil de la diente totalidad. Identificar implica, en nuestra opinión, ver iguales a
realidad (su volumen) y otros componentes de la misma. Porque el tacto cosas distintas (imagen y realidad, o bien dos realidades o imágenes por
ha de concordar con la vista. Como es de suponer, los patrones vigentes ejemplo). Esto es muy claro en la lengua española (consúltese el diccio-
influyen dialécticamente en los cambios y en los nuevos elementos. nario), aunque en inglés también signifique to make identicoi (hacer
Como toda nueva idea en torno de la dialéctica realidad-visión, la tesis idénticos).
en cuestión, incumbe directamente a la teoría del reflejo y aclara mejor Sea como fuere, el sujeto dista mucho de ser el creador del objeto.
las bases sobre las cuales siempre descansó, de tal suerte que si acepta- Creerlo sería tan falso como sostener lo contrario: que el sujeto recibe
mos la tesis de Wartofsky, con las reservas y los complementos ya indi- pasivamente, y a la manera de un espejo, la imagen del objeto. Todos ve-
cados, automáticamente nos alejamos de los mecanicismos que alegan mos una misma realidad, según la configuración que de ella ha impreso
un registro fiel y pasivo de la realidad visible por nuestros ojos. Natural- en nosotros el sistema de representaciones gráficas. Todos vemos una
mente, la relación realidad-individuo en su vaivén dialéctico siempre es- silla, pongamos por caso. Es decir, percibimos una Gestalt, mas no las
tuvo en la mente de los marxistas libres de dogmatismos, cuando se refe- mismas partes ni éstas con las mismas prioridades o intensidades. Esto,
rían al reflejo. Incluso actualmente buscan liberarse de todo objetivis- amén de que en un mismo espacio o campo visual vemos diferentes com-
mo, postulando el realismo como producto de la relación objeto-sujeto, y ponentes o realidades, de los cuales elegimos los que nos resultan más
no como propiedad de la obra, objeto o realidad visible. Además —y esto interesantes. En rigor, se entabla una relación dialéctica entre el objeto
es importante— para ellos el arte no tiene que ver con la realidad física, y el sujeto; vale decir, entre la realidad y nuestra visión. En nuestra per-
como la ciencia, sino con los fenómenos sociales y, a lo sumo, con las re- cepción influyen ideas, lo que da pie a que muchos estudiosos, como R. L.
laciones hombre-realidad física.13 Gregory,16 sostengan que no creemos lo que vemos sino que vemos lo que
Al final de cuentas, el realismo constituye una convención entre lo creemos, mientras L. Wittgenstein17 afirma que vemos como interpreta-
conceptual y lo visual. Percibimos realidades y las representamos con fi- mos, y no al revés. Y si tenemos la posibilidad de varias interpretacio-
guras o en bulto, pero sin que haya un realismo correcto o verdadero. nes, como sucede con las ambigüedades, hemos de elegir una de ellas,
Apenas si hay un naturalismo que, en la pintura y en la fotografía, opera obligándonos a corregir nuestra percepción para acomodarla a la reali-
en las imágenes del mayor número de informaciones visuales de la reali- dad escogida. La visión es teórica, o producto social e histórico, diría C.
dad. Indudablemente, el concepto de realismo tiende hoy a zafarse de Marx.18 Repitámoslo: no se trata de inventar realidades, sino de una de
las últimas amarras burguesas y decimonónicas. las acciones de la dialéctica objeto-sujeto que Gregory y Wittgenstein
Después de lo dicho con respecto a la filogénesis y la ontogénesis viso- comprueban en imágenes ambiguas.
perceptuales, podemos describir los mecanismos más destacados de La dialéctica realidad-visión se concreta en el binomio ojo-mente, en
nuestros actuales modos de ver la realidad que nos rodea, y nos resulta- el que el segundo término desempeña un importante papel. Al fin y al
rá fácil entender lo que ya saben los especialistas: el hombre no ve a la cabo, la visión es la más intelectual de las percepciones, como lo prueba
realidad como si la fotografiara. Propiamente la lleva ya fotografiada en la rectificación que de niños realiza nuestra mente de la imagen retinia-
su memoria y la identifica de manera espontánea cuando la ve. Porque na invertida, para que coincida con la realidad. La fuerza mental es
muchas veces no vemos los detalles que desconocemos. A través de la aquí intensa, pero actúa obligada por la acción del ojo, por la realidad
memoria y el idioma nuestra conciencia empírica nos impone configura- objetiva que el ojo percibe, y porque al hombre le es vital actuar según
ciones (Gestcilten) de identificación previamente aprendidas. tal realidad.
Nuestra visión no es, pues, un epifenómeno o una actividad pasiva. En Muchos piensan que percibir es traducir sensaciones. En verdad,
ella interviene la creación, como sostiene Wartofsky.14 Y no se trata de éstas son selecciones previas y muy pocas veces experimentamos sensa-
una invención. Ver implica seleccionar y, al seleccionar, identificamos. ciones completamente nuevas o nos detenemos en ellas para identificar-
Por eso el citado filósofo señala que el sistema perceptual encuéntrase las y traducirlas en conceptos. Si lo hacemos, habremos pasado del reco-
biológicamente condicionado para tomar algunos aspectos del mundo nocimiento al conocimiento. Por añadidura, abundan las figuras o
sensible en virtud de su parecido con otros. Es decir, por naturaleza o realidades ambiguas que nos obligan a ver una cosa u otra (un pato o un
por estructura neuromuscular de nuestra especie, el ojo hurnano.tiene la conejo; una joven o una anciana).
capacidad de identificar: obedece a cánones de representación, cuya Sin embargo, no podemos escapar a las ilusiones, apariencias o fenó-
naturaleza es histórica.15 La capacidad de identificar es explicada por menos ópticos, constantes humanas de la visión, pese al gobierno que
otra: la de ver las realidades a través de ciertas configuraciones o Ges- parece tener nuestra mente sobre la percepción visual. Estos fenómenos
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS
CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL

128 ¡ nos hacen ver como verdades, hechos cuya falsedad o ilusión hemos ya Si nuestra mente y sensibilidad condicionan nuestra visión, ésta será 1121
comprobado de manera empírica. Por ejemplo, sabemos que las líneas social e histórica. En su anatomía y fisiología, la vista sigue siendo la
de la ilusión Müller-Lyer son de igual longitud; no obstante, vemos una misma a través del tiempo, el espacio y las culturas, pues todos tenemos
más corta que la otra. Las fuerzas mentales y las operaciones teoréticas la misma capacidad óptica. Pero la percepción no sólo es biológica, como
son incapaces de corregir nuestra visión. Así, la correlación realidad-vi- tampoco es únicamente psicológica; también es social. No en vano tiene
sión muestra variantes y se torna en el binomio ojo-mente. El ojo nos im- lugar en una sociedad: la realidad y el perceptor actúan sumergidos en
pone la realidad visual y la mente la transforma según sus intereses. Sea ella. Además, nuestra mente y sensibilidad son productos sociales e his-
como fuere, la visión de la realidad varía de individuo a individuo; inclu- tóricos. Por si fuera poco, las realidades y los perceptores varían en cada
so varía de momento a momento en un mismo individuo. caso concreto, así como cambian las relaciones entre la realidad y nues-
A las ilusiones hemos de sumar las imágenes que vemos en manchas tra visión, por un lado, y entre nuestros ojos y nuestra mente y sensibili-
informes o formalmente ambiguas, como las de Rorschach, y también las dad, por otro. En síntesis, la realidad difiere de su imagen en nuestra
alucinaciones debidas a alguna droga o a la autosugestión. mente, de suyo plana y una suerte de traducción o interpretación, con-
Resulta difícil aceptar que no vemos la realidad tal como en verdad vención o patrón, idiograma o emblema.
es, o que todos no vemos la realidad de la misma manera. Sin embargo,
muchas de las dificultades se obvian si pensamos en la capacidad de
identificación de nuestra vista, ya mencionada; capacidad que nos da la REPRESENTACIÓN.REALIDAD
impresión de que todos vemos lo mismo, puesto que nos referimos a la
misma realidad, aunque de modos diferentes: usamos los mismos patro- Representar gráficamente la realidad visible fue una de las mayores
nes de representación adquiridos en la infancia. Esto de identificar o de y más tempranas preocupaciones del hombre, que se vió obligado a des-
hacernos ver iguales cosas distintas también es posible gracias a la com- arrollar la pictografía y las imágenes en paredes y objetos, todas ellas
plejidad de la realidad: tiene varios aspectos o componentes y no los per- con el fin de registrar acontecimientos, conmemorarlos y difundirlos. Ya
cibimos todos ni los mismos. La imagen mental es distinta en cada per- tuvimos ocasión de señalar las pinturas parietales de Altamira como
cepción. La realidad es la misma, mas no lo son sus partes percibidas. máximos exponentes del dominio manual y mimético a que llegó el hom-
Por otro lado, al ver comparamos automáticamente lo visto con los si- bre hace más de 15 000 años, no obstante haber tenido motivaciones no
milares que recordamos; vale decir, los confrontamos con una imagen miméticas, como el rito, la magia o el acto propiciatorio de la caza. Salvo
en nuestra memoria que, de hecho, es plana y distinta de la tridimensio- que el hombre cambie sustancialmente la anatomía de sus manos, nunca
nal difiriendo, además, de la imagen también plana que tuvimos en la vi- podrá superar tal dominio; al contrario, disminuirá a medida que siga
sión directa de la realidad en cuestión. De allí la facilidad de identificar aumentando su capacidad intelectual y los procedimientos tecnológicos
una realidad con cualquiera de sus componentes o variantes; es decir, de producir imágenes.
percibimos el mundo tridimensional a través de imágenes planas. En sín- Las actividades manuales de figurar y las figuraciones, sus productos
tesis, la percepción constituye un proceso complejo, en cuyas variantes (o representaciones gráficas de realidades visibles), tuvieron que apare-
se concreta la relación realidad-visión. Parodiando a R. Arnheim ("la cer en el hombre junto con la formación del idioma y con sus necesida-
obra de arte no es la pintura, sino la imagen percibida")19 diríamos que des de registrar, conmemorar y comunicar informaciones mediante la
lo real de la realidad no reside en ésta, sino en la imagen que de ella te- escritura alfabética o la ideográfica. Con seguridad preceden a la ma-
nemos. gia, pues ésta es producto sensitivo; es decir, proviene de un pensamiento
La relatividad de lo que vemos deviene aceptable tan luego recorda- mítico cargado de una atenta sensibilidad estética, pero muy preocupa-
mos la percepción científica, la cual es precisamente capaz de determi- do por su subsistencia material, el resultado es que sucede lo que veni-
nar lo perceptible, lo verdaderamente visible y lo esencial de la realidad, mos postulando: el desarrollo de tecnologías manuales para producir
mediante procesos intelectuales y sensoriales de cierto nivel. Aquí inte- bultos e imágenes ¡cónicas con fines eminentemente prácticos de regis-
resa lo nuevo y la percepción, como ya dijimos, deviene conocimiento en tro y comunicación, antecede a las artes visuales. Una vez que estas tec-
lugar de reconocimiento, de manera que las operaciones teoréticas im- nologías se convierten en lenguajes sociales y prácticos, el hombre deriva
peran sobre las sensoriales y las sensitivas. Las diferencias entre lo que de ellos las manifestaciones estéticas de la pintura y de la escultura ar-
vemos y lo que en verdad existe en la realidad no son sino versiones par- tesanales, en su calidad de sistemas de producción especializada, re-
ticulares de las que siempre median entre la realidad y nuestro conoci- queridos por la cultura estética de la sociedad.
miento de ella; esto es, entre el ser social y la conciencia social. Wartofsky coincide con E. H. Gombrich:20 las artes enseñan a ver la
I ) (

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL

130 1 realidad, nos imponen patrones de realidad visible y de fidelidad visual. tar la realidad visible, el hombre siempre recurrió a varios medios que 131
Así, nuestra visión deviene histórica. Después de todo, las artes cambian pueden agruparse en torno de los tres recursos que señala la semiología,
en cada época y en cada cultura. Sin embargo, y como lo hemos afirma- a saber: la simbolicidad, en la que no hay semejanzas visuales entre el
do, los lenguajes sociales existieron, a nuestro juicio, antes que las artes; símbolo y lo simbolizado; la iconicidad, en la que predominan las seme-
también son históricos, y cada época o cultura los convierte en sistemas janzas visuales; y la iridicidad o calidad indiciaria que representa una
con sus leyes internas. Queremos decir con esto que los lenguajes ¡cóni- realidad mediante aria de sus partes. En síntesis, el hombre siempre tuvo
cos actúan primero y con mayor frecuencia sobre la visión humana. Por a mano lenguajes y artes ¡cónicos y aníconos. Como prueba tenemos a la
su lado, y a través de sus innovaciones —que echamos de menos en los música y a la arquitectura, manifestaciones aníconas que siempre exis-
lenguajes ¡cónicos y que éstos difunden— las obras de arte nos enseñan tieron a lado de las ¡cónicas.
a ver realidades escondidas u omitidas. Por su parte, las artes ¡cónicas siempre oscilaron entre el realismo vi-
Los lenguajes sociales, así como las artes —sus derivaciones— no son sual, al estilo Altamira, y el realismo conceptual de muchas culturas pri-
arbitrarios ni aparecen por generación espontánea. Su formación es mitivas. En verdad, son contados los momentos artísticos de realismo
dialéctica porque si bien imponen a nuestra vista modos determinados propiamente dicho, en el sentido de representar una realidad visible de-
de percibir la realidad visible, también es cierto que la realidad y el ojo terminada, como el retrato y el paisaje —tanto natural como urbano—
humano exigen ciertas condiciones a los modps de representar gráfica- que aparecen mucho más tarde. Porque desde el neolítico la gran mayo-
mente o en bulto a la realidad. Además, estos lenguajes son productos ría de imágenes religiosas estuvo constituida por seres quiméricos, re-
sociales e históricos y, en consecuencia, lo serán también sus conceptos presentados de manera esquemática, como en Egipto. Luego abundan
de fidelidad visual o de realidad fielmente representada. Es así como cada los personajes concebidos a imagen y semejanza del hombre, que se pin-
época y cultura elabora y pone en vigencia un concepto de figuración tan o representan de forma naturalista o realista, como en Grecia y en
que identifica a ésta con lo acabado, mientras lo no acabado queda como Roma y durante el Renacimiento. Como sabemos, en Roma, hay un uso
una prefiguración. Esto postula el historiador suizo del arte J. Gartner. 2 frecuente del retrato, o realismo propiamente dicho.
En concreto, aquí tenemos que ver con un mayor o menor número de in- El paisaje natural y el retrato aparecen en la Holanda del siglo XVII, y
formaciones visuales de la figura o representaciones gráficas de la rea- más tarde el impresionismo insistirá en la escena urbana. En el siglo xx
lidad visible. las figuras han oscilado entre el realismo visual y el concçptual, ya sea
En buena medida, no se trata de una capacidad o incapacidad históri- para representar hechos autobiográficos, revelar realidades invisibles
ca de representar fielmente la realidad ni de afirmar que figuramos del hombre, presentar bellezas formales con fines hedonistas, o cuestio-
la realidad tal como la vemos. Dicho de otro modo, no hay una vinculación nar al sistema artístico. Es decir, la relación imagen-realidad se va debi-
realidad-representación a la manera de copia o espejo. Se trata de una litando hasta desaparecer. Recordemos al escritor francés A. Malraux,
dialéctica muy especial en la que no se imita a la realidad sino que se quien sostenía que el artista no se inspira en la naturaleza sino en el arte;
utilizan elementos gráficos para producir configuraciones que represen- vale decir, en las obras de sus colegas.
tan intencionalmente ciertas partes de la realidad visible. Hasta 1 600 los temas religiosos predominan en Occidente, y son re-
Para estudiar la relación representación-realidad tengamos presente presentados de manera naturalista. A partir de entonces el arte deviene
tres de los asertos de Wartofsky que concuerdan con lo que ya vimos en profano y prefiere hacer visible, dentro del naturalismo, hechos históri-
la relación realidadvisión: 22 a) las reglas de la perspectiva visual no son cos: no en vano impera el neoclasicismo. En verdad, hasta 1875 fue lícito
ni correctas ni erróneas, constituyen proposiciones de identificación; b) tomar la mimesis o el modo naturalista de representar personajes imagi-
la representación bidimensional de la realidad tridimensional no es pa- nados o recordados y se consideró un mérito artístico. Primaba el ideal
radójica, vemos la tridimensionalidad a través de la bidimensionalidad de llevar a las últimas consecuencias naturalistas la relación imagen-
de las representaciones gráficas (por nuestra parte agregaríamos que la realidad. Así, la figura va adquiriendo mayor cantidad de información
imagen mental es plana y que tales representaciones hacen visible lo visual (tanto de lo visual como de lo táctil de la realidad), hasta llegar al
táctil o corporal de la realidad). Por lo demás, ya vimos que los modos de habilidoso trampantojo. Después del perfeccionamiento de la fotografía
representar gráficamente (de figurar o depiction) la realidad visible, son y de las búsquedas impresionistas, las artes exaltan la sintaxis, en vez
históricos y determinan nuestra manera de percibir dicha realidad. Ta- de destacar la semántica. Entonces la superficie pictórica se basta a sí
les son las afirmaciones de Wartofsky que nos hablan de la relatividad o misma y se desliga por completo de la realidad visible, allanando así el
convencionalismo de la relación representación-realidad. camino al abstraccionismo o a la supresión de la figura. En la segunda
Con el propósito de satisfacer sus necesidades históricas de represen- mitad de nuestro siglo se destaca el plano pragmático de las obras y es
•eoc OOOOcOC) C000c:

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL

cuando importan los efectos de la obra en el receptor. De este modo se presentadas con las invisibles expresadas; las igualamos sabiéndolas di- 133
132 J incide en su mente, sostén natural de su sensibilidad, y aparecen los no ferentes. La realidad, la imagen mental y la imagen real o gráfica difie-
objetualismos y el conceptualismo. Lo pragmático se impone hasta en el ren entre sí pero se complementan. Desde luego, menos diferencias hay,
"realismo" pop y el superrealismo. Emerge asimismo la necesidad de cuando esculpimos lo que palpamos en la realidad.
cuestionar al arte como fin, y de utilizar a menudo las figuras como sím- Si condenamos la ingenuidad de ver al artista como buscador de simi-
bolos o índices. La relación representación-realidad desaparece como litudes visuales de la realidad física, lo hacemos con el propósito de
un fin importante, y la reemplaza otra: imagen-receptor. señalar que ésta no es la única actitud posible ni la más importante.
Con la iconicidad de la fotografía —la máxima lograda hasta ahora Ante todo, el artista persigue lo estético, o sea la belleza de las formas y
por el hombre de manera tecnológica— y de sus derivados, el cine y la de la realidad, la expresividad de su vida interior —como acabamos de
televisión, más las manifestaciones ¡cónico-verbales (tiras cómicas y ver— o bien lo artístico: lograr innovaciones que retroalimenten al siste-
fotonovelas), cambia el panorama mundial del arte y aparece la contrapo- ma artístico en que trabaja. En todos estos casos no interesa la mimesis
sición gráfico-fotográfico. Las líneas de poca información visual se con- o fidelidad ¡cónica, sino el empleo del dibujo y del color en otras funcio-
traponen a los volúmenes virtuales y a las minucias de la imagen foto- nes: expresivas u ornamentales, constructivas o inventivas. Porque la
gráfica. Nuestra visión y representación de la realidad visible oscilan, mimética no es su única función.
pues, entre lo gráfico y lo fotográfico: dos modos de representación ¡có- Al lado de las imágenes artísticas de producción manual están las de
nica de la realidad visible que desalojan al naturalismo pictórico. No por producción tecnológica y de fines comunicativos que actualmente inva-
nada la obra Guernica, de Picasso, una de las pinturas más importantes den nuestra vida diaria y nuestro tiempo libre, y que en número e impor-
de este siglo, es gráfica y no pictórica. tancia predominan, en el conglomerado social de la relación representa-
Con el tiempo, el realismo comienza a separarse del naturalismo, has- ción-realidad.
ta convertirse en un estilo artístico, una cosmovisión o una actitud políti-
ca que exalta la cotidianidad y su dramatismo, en lugar de buscar la
excepcionalidad y la belleza, actualmente en manos de los medios masi-
VISIÓN.REPRESENTACIÓN
vos. Por su parte, el mundo socialista difunde los conceptos correctos de
realismo, desterrando así los objetivismos y abistoricismos de algunos
dogmáticos. Ahora el realismo no está en la obra para siempre: todo de- Este binomio comprende la percepción artística, tema central de esta
pende de la relación obra-receptor, con sus efectos. De este modo, hasta segunda parte de nuestro libro. Si nos proponemos definirlo en sus prin-
la obra abstraccionista sería realista si es capaz de suscitar en el recep- cipales mecanismos no es para identificarlo con la citada percepción.
tor un acercamiento a la realidad. Es decir, importa que la obra "actúe Simplemente lo tomamos como base de ésta y, ante todo, por lo que el bi-
realistamente", como postulaba B. Brecht. 23 nomio la excede; esto es, por las representaciones de la realidad visible
Queda por aclarar la relación imagen-realidad en términos de fideli- que cubre, que abundan en nuestra vida diaria o en la comunicación vi-
dad, concepto éste apoyado en la idea de que el artista pinta lo que ve. sual colectiva y que, por tanto, no son artísticas, a saber: las ¡cónicas o
Sobre todo, nos toca internarnos en los mecanismos de la relación artis- imágenes (figurativa) y las simbólicas o emblemáticas (abstractas). En
ta-imagen para saber cuáles son las posibilidades ideales de represen- nuestra cotidianidad unos y otras, los signos y las imágenes, nos remiten
tar fielmente la realidad visible. En verdad, el artista no pinta lo que ve casi siempre a una determinada realidad visible, cuya visión constituye
ni ve la realidad fiel o correctamente; más bien inventa configuraciones una suerte de antesala o de base de la percepción artística.
que la representen como una referencia cualquiera. Si bien él aguza con Ante símbolos o emblemas, signos o textos, imaginamos la realidad vi-
facilidad su visión, descubre elementos ignorados de la realidad y se de- sible significada, mientras nuestra capacidad de identificación visual
tiene en ellos, la imagen mental que obtiene es plana y selectiva. Después entra en actividad frente a las imágenes de realidades visibles. Esta ca-
de todo, hay marcadas diferencias entre la tridimensionalidad de la rea- pacidad de igualar dos cosas diferentes, la figura y la realidad figurada,
lidad y la bidimensionalidad de la visión. interviene con mayor intensidad en nuestra visión de las representacio-
En rigor, el artista se interesa por las relaciones de los hombres con la nes ¡cónicas que en la directa de la realidad. En la visión directa identifi-
realidad física, y no en ésta como fenómeno visual. Mediante la visible, camos nuestra imagen mental con la realidad, y si a ésta la vemos distor-
sionada o sólo en parte, la imaginamos correcta o en su totalidid. Así
expresa realidades invisibles, y de acuerdo con su habilidad manual y
expresiva las representa o hace visibles gráfica o pictóricamente. Logra corregimos y completamos con la mente y la imaginación reproduc la. Sin
lugar a dudas, las imágenes nos exigen mayor fuerza de identific ;ión y,
así una configuración que nos permite identificar realidades visibles re-
-

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL

134 1 por ende, más imaginación: imaginación productora o creadora, para demos acaso señalar estas posibilidades en la comunicación visual del 13
ser exactos. mundo actual?
La intensidad de identificación de nuestra vista depende de la canti- Como ya manifestamos, nuestra visión cotidiana transcurre entre dos
dad de información visual de la imagen además, claro está, de la actitud extremos: lo gráfico y lo fotográfico. Por un lado, unos cuantos rasgos en
del perceptor. Porque no es lo mismo una figura gráfica de unas cuantas elocuente síntesis y, por otro, imágenes cargadas de información visual.
líneas que una fotografía. En virtud de que esta última posee abundante Ante la fotografía, nuestra identificación llega a la máxima fluidez y
información visual la tenemos por la visualidad real misma; no la consi- automatismo. La comunicación es eficaz, pero reduce al mínimo la inter-
deramos la realidad misma, pero sí imagen fiel de una realidad pasada o vención de la imaginación reproductora del receptor. La fotografía se
lejana. En cambio, en el dibujo y en la pintura, vemos siempre una repre- acerca al espejo y, al igual que éste, paraliza la imaginación. Entretanto,
sentación más o menos fiel. Solemos encontrar trampantojos, pero éstos ante la imagen gráfica, intensificamos nuestra capacidad de identifica-
nunca nos llevan a engaño y los tomamos por realidades. Con la fotogra- ción y de imaginación; no importa si la intensificamos por hábito y sin
fía el hombre excede a la pintura naturalista, llegando tecnológicamente que lo advirtamos.
a la máxima iconicidad, hoy superable tan sólo por la holografía, una Quizá exageremos, pero sería bueno comparar las imágenes con los
vez consolidada su industrialización. (El hombre de Altamira llegó a la bultos ¡cónicos, para recordar que en un extremo se halla la escultura, y
máxima iconicidad manual y naturalista hace miles de años.) en el opuesto el bulto del museo de cera. Y este bulto y el espejo parali-
La cantidad de información ¡cónica favorece la comunicación visual zan la imaginación; la paraliza la idea de que los espejos y los bultos de
de la figura, pero también manipula y difund@ falsa conciencia. La figu- cera reproducen fielmente la realidad, y para muchos las imágenes son
ra no sólo difiere de la realidad visible figurada: también ésta es distinta incluso la visualidad real misma. Algunos las confunden con la propia
de las realidades no visibles a que toda información alude o lleva implí- realidad, pero fugazmente. La imagen y la realidad son en verdad dife-
citas. Después de todo, las informaciones visuales no tienen por única fi- rentes; sin embargo, pocos lo saben y pueden diferenciarlas con el pro-
nalidad referirse a una realidad física visible; ésta constituye un medio pósito de localizar los fines solapados de sus informaciones icónicas y
para.aludir a otras realidades. Por eso la cantidad de informaciones se defenderse de sus manipulaciones ideológicas. Mucho depende, pues,
torna sobrecargada en la fotografía para quienes buscan más allá de la del perceptor. Además, no olvidemos que los diseños dotan a las imáge-
mera realidad que representan las imágenes. nes de atractivos y persuasiones, que debemos enfrentar con un sentido
Sin embargo, no todo es cuestión de cantidad. También la eficacia co- crítico.
municativa o de identificación depende de la calidad de la información Cuándo siente imprescindible la activación de su imaginación produc-
visual; esto es, de la presencia o ausencia de pormenores característicos tora y de su capacidad de identificar con sentido crítico, es que el hom-
o tipifica dores de la realidad figurada. Depende asimismo de los tropos y bre se pone en guardia contra las imágenes sobrecargadas de informa-
de los sentidos traslaticios empleados, porque en toda figura cuenta ción, como la del bulto de cera y la del espejo; sobrecarga que disimula
igualmente lo que ella no dice y lo que quiere decir. En otras palabras, la hábilmente las manipulaciones y persuasiones. Entre las imágenes, nos
metáfora visual actúa y requiere identificación mental y sensitiva. Esto preocupan las fotográficas, pues las sabemos portadoras de persuasio-
no es exclusivo del arte: tiene igual importancia en la comunicación co- nes subrepticias, y lamentamos que la mayoría de la gente no pueda de-
mún. No por nada esta comunicación es hoy manejada por los diseños, fenderse de ellas, penetrando más allá de la información ¡cónica y de la
previa inserción de recursos estéticos de persuasión subliminal o incons- realidad fotografiada. Aludimos a la percepción diaria; no a la artística.
ciente. Las imágenes cotidianas no terminan en sus denotaciones: siempre sus-
Nuestra actual capacidad humana de identificar visualmente imagen citan connotaciones, portan recursos estéticos y tienen posibilidades
y realidad ha ganado en destreza gracias a la profusión de imágenes tec- artísticas. No hay diferencias tajantes entre los lenguajes visuales coti-
nológicas de lectura sumaria y rápida, que actualmente colman y singu- dianos y sus derivaciones artísticas, como la pintura y el grabado.
larizan la ecología visual de nuestra vida diaria y de nuestro tiempo libre. Concretemos: aquí nos interesa señalar que en nuestra percepción de
Podemos leer y conocer, interpretar y valorar con facilidad una am- imágenes diarias intervienen activamente la imaginación y la capacidad
plia variedad de imágenes y de signos, desde los más abstractos hasta de identificación. Claro está, siempre que las activen la imagen y el per-
los más figurativos. Todo depende de la imagen y de nuestra actitud, o ceptor a la vez. Así como las artes son extensiones sensitivo-racionales
de las funciones que busquemos en ella. En la actualidad, a la amplia de los sistemas comunicativos, así también la percepción artística es
gama de imágenes y de mensajes visuales corresponde un rico cúmulo una extensión sensitivo-racional muy especial de la diaria. En ésta inter-
de posibilidades de identificar imágenes y de imaginar realidades. ¿Po- viene siempre la sensibilidad con su caudal estético de ideales de belle-
CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

136 j za Como resultado y al igual que las imágenes las percepciones son denominados artistas fotógrafos resida en producir reportajes y exhibir- 13
siempre comunicativas y estéticas y, algunas veces, artísticas. los directamente en museos.
Con las imágenes gráficas todo es claro y conocido. El mundo implícito, Concretemos: en la fotografía fija y sola vemos debilidad artística, en
los sentidos translaticios y las bellezas formales y representadas que ellas el sentido de reconocerle una fuerza renovadora del tipo del diseño, y no
entrañan son capaces de mover activamente nuestra imaginación crea- artístico; además, encontramos mayor fuerza estética en la fotografía
dora, nuestra identificación crítica y nuestras ideas y sentimientos de gráfica. En buena medida, la pequeñez artística de la fotografía —como
belleza. La economía de medios de sus figuras constituye el mejor acica- superficie aislada y fija, y en comparación con las artes tradicionales—
te. Actualmente vemos florecer la gráfica en las tiras cómicas y en los es un resultado lógico del proceso de tecnificación y de racionalización
dibujos animados pues ella se presta a la narración de aventuras, pro- de las actividades humanas, que ha ido en detrimento de la capacidad
pias de personajes fantásticos y de ciencia-ficción. Sus derivaciones sensorial y sensitiva. Y es al racionalismo y a la tecnología actuales que
artísticas son conocidas: el dibujo, el grabado y la pintura; manifestacio- corresponden los diseños, de suyo apoyados en la riqueza estética pero
nes cuyo ideal es producir obras abiertas, esto es, de información enra- no en la artística, si diferenciamos lo estético de lo artístico y tomamos
recida o sustraída. Como sabemos, en tanto actividad manual, el dibujo al arte como un fenómeno sociohistórico que comienza en 1300 en Occi-
puede también acercarse al realismo fotográfico y al naturalismo pictó- dente y que, como tal, no puede englobar a la fotografía.
rico, mediante el sombreado y la minucia visual. Pero esto pertenece al Como resultado, el binomio visión-representación se centra en la per-
arte del pasado: en nuestros días la gráfica está desplazando a lo pictó- cepción cotidiana, en la cual intervienen procesos sensoriales, sensiti-
rico, hasta en la pintura. vos y teoréticos que mueven conjuntamente la imaginación y la capaci-
Muy distinta es la situación de la fotografía. No nos referimos a la su- dad de identificación visual. Esto significa que una parte de la percep-
cesión de fotos fijas de la fotonovela ni a la secuencia audiovisual del ción diaria es estética (o sensitiva) y que sus operaciones constituyen la
cine y de la televisión, cuya contemporaneidad y alcances artísticos (o antesala de la percepción artística, en tanto ésta requiere intensificar
más bien del diseño) están fuera de toda discusión. Tampoco pensamos las operaciones teoréticas hasta lograr su predominio sobre lo estético.
en las fotos fijas de las superficies gráficas y masivas de la prensa, que
hacen visible categorías estéticas tales como lo dramático o lo sublime, y
que poseen eficacia comunicativa, aunque sus bellezas formales sean di- ESPECIFICIDAD sENSORIAL-SENSITIVO-RACIONAL
fíciles de percibir a causa de sutilezas. Aludirnos a la fotografía sola y
fija que pretende ser obra de arte y se destina directamente a museos Si "la percepción de un objeto es un fenómeno con una infinidad de fa-
y galerías, sin que antes haya desempeñado una función informativa ses" —como afirma J.P. Sartre 24 — y si aquí nos proponemos estudiarla,
y social. estamos obligados a ordenar tal infinidad, para facilitar así nuestra tarea.
Todo lenguaje o tecnología tiene posibilidades artísticas; aun el bulto Son, pues, metodológicasias razones para conceptuarla como una com-
de cera, si recordamos el superrealismo de Hanson y el de Andrea; con binación su¡ generis y muy cambiante, en cada caso, del ojo, la mente y
mayor razón lo tendrá la fotografía. Pero cuando es fija y se presenta sola la sensibilidad, ya que nos referimos a la percepción visual; para ser
sus posibilidades artísticas son limitadas y conservadoras. En primer lu- exactos: a la común y corriente, como antesala de la artística. En reali-
gar, va contra la sensibilidad del hombre actual, habituado a la sucesión dad, las operaciones sensoriales, las sensitivas y las teoréticas son inter-
de imágenes audiovisuales. Luego, su sobrecarga informativa contravie- dependientes y conforman una apretada unidad. Ninguna puede existir
ne uno de los ideales del arte actual: ofrecer obras de información enra- sin las otras dos, pero su separación facilita el conocimiento de los me-
recida, como una manera de subsanar la pasividad fomentada por unos canismos de sus correlaciones.
medios masivos que se valen del realismo fotográfico y de los ideales de En buena medida, nos apoyamos en la definición constitutiva de la
belleza habituales, como atractivos visuales. En tercer lugar, la fotogra- percepción visual como una versión del triángulo de dependencia a que
fía fija y sola con ideales artísticos aspira a situaciones del pasado que están sujetas las actividades humanas tales como las tres básicas de los
la fotografía misma invalidó con su aparición, como ya lo señalara Walter sistemas culturales o estéticos: la producción, la distribución y el consu-
Benjamín. mo. Dicho triángulo hállase integrado por la razón, la sensibilidad y las
Desde luego, la fotografía sola y fija porta una innovación importante, necesidades de subsistencia material; estas últimas representadas por
en tanto no se limita a bellezas y busca otras categorías estéticas, como las operac:Mie. sensoriales, de suyo vitales para todo ser viviente. Las
lo dramático. Pero esta eficacia estética es mayor y socialmente más útil actividades, trabajos o prácticas humanas son siempre sensoriales y a
en las fotografías gráficas de la prensa. Tal vez la solución de los auto- la vez sensitivas y mentales, variando en cada caso concreto los grados
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL

1
138 1 de dependencia mutua y de predominio de uno de los componentes sobre en qué dirección. Por la misma razón ecológica es que muchos carece- 139
los otros dos. En fin, ningún producto humano deja de mostrar huellas de mos de la habilidad de ver diversos blancos o verdes, como tampoco po-
las diferentes facultades humanas. demos diferenciar, por ejemplo, entre los sonidos de algunas vocales del
En la percepción visual sucede lo mismo. El hombre maneja sus opera- idioma francés. La vista o el oído demanda todo un aprendizaje, y de
ciones perceptuales con una finalidad y valoración determinadas. En la nada nos sirve recurrir exclusivamente a nuestra voluntad.
vida diaria nuestra percepción visual privilegia las operaciones teoréti- Presenciamos asimismo limitaciones históricas y sociales, en tanto la
cas dirigidas a establecer los aspectos empíricos de la realidad, sin to- época en que vivimos y el grupo o clase social del que procedemos deter-
mar conciencia de lo sensitivo ni de lo sensorial, a pesar de que nuestra minan en nosotros cierto interés por algunas realidades y objetos, for-
vista y sensibilidad han intervenido activamente. Todo esto lo justifica la mas y colores, ya sea por hábito o por propia decisión. Por último, cada
necesidad de orientarnos en la realidad física. Si nuestros propósitos persona tiene limitaciones como individuo, y percibe según sus intereses
son científicos, en nuestra visión se impondrán las operaciones mentales y experiencias personales o profesionales. Nadie puede censurar al mar-
de tipo matemático o lógico, mientras en el quehacer tecnológico predo- quero que preste atención a los marcos durante una exposición de pintu-
minarán las racionales de naturaleza utilitaria, así como en la percep- ras. Esto, al margen de las limitaciones de cada percepción concreta: si
ción artística imperará lo sensitivo-racional, diferenciándose de la per- percibimos la realidad simplemente para orientarnos en el espacio, o si
cepción estética en tanto ésta no requiere la intervención de la razón. nos detenemos a descubrir pormenores y a captar accidentes desconoci-
No cabe objeción alguna con respecto a la mediación del ojo y de la dos de la materia. En estas circunstancias aguzamos la vista, pero todo
mente en la percepción visual. Las dudas y las discusiones comienzan dependerá de nuestra capacidad perceptual. Nuestra conciencia imagi-
cuando queremos definir las operaciones sensoriales y las mentales, y nativa registra sensaciones y muchas de ellas van al inconsciente. No
se agravan con la injerencia y la definición de la sensibilidad y de sus sólo las registra, también las trabaja o las transforma en la mente y en
operaciones, aquí rotuladas sensitivas. Más problemático y difícil aún la sensibilidad.
resulta conceptuar las relaciones de las tres operaciones entre sí. Re- Enumerar las propiedades sensibles de la materia, las formas y colo-
cordemos las pocas apoyaturas ofrecidas por la psicología en lo que con- res sería largo y tedioso. Cuando estudiemos en capítulo aparte y en de-
cierne a diferenciar la sensorialidad de la sensualidad y de la sensibili- talle las operaciones sensoriales daremos algunos ejemplos de las dife-
dad, así como lo sensible de lo sensitivo o estético. rentes percepciones. Por ahora nos interesa señalar la capacidad del
Nuestro ojo se encuentra capacitado para percibir y explorar minu- hombre común para detenerse a percibir los pormenores de cada reali-
ciosamente los pormenores "topológicos" de las superficies y volúmenes dad, como lo hacen algunos científicos o técnicos preocupados por los
de la realidad. Todo lo recibimos a través de los sentidos, aunque no aiributos visibles de alguna realidad. Las diferencias residen en los fines
siempre sean éstos el origen de los conocimientos. ¿Existe la sensorial¡- de cada uno: prácticos, racionales o utilitarios. Y a fines distintos co-
dad? ¿Poseemos una conciencia sensorial ocupada en lo sensible de los rresponden diversos medios y tercian diferentes capacidades percep-
objetos o de cualquier realidad? tuales. Lo mismo sucede con los aficionados al arte, cuya sensibilidad
En nuestro entorno existen materiales y éstos muestran accidentes o elabora las sensaciones percibidas por la vista.
propiedades sensibles múltiples. Aún más: toda materia posee formas y También nos interesa destacar otra evidencia: no existe lo puramen-
colores con una organización determinada y perceptible por la vista hu- te sensorial. Cabe hablar de una sensorialidad como parte de la percep-
mana. Como es de dominio general, no todo en la realidad es perceptible ción de lo sensible de los objetos, así como es posible aludir a una sen-
por el hombre, pues su ojo funciona dentro de las limitaciones biológicas sualidad cuando nos detenemos en la fruición de ciertas propiedades de
de su anatomía y neurofisiología. Después de todo, la evolución humana la materia. Pero en ningún caso caminan solos los sentidos: van unidos
del ojo es una adaptación milenaria a las condiciones de subsistencia te- indefectiblemente a la sensibilidad de tal suerte que lo sensorial sería la
rrenal. Las limitaciones son también ecológicas, y no sólo en la formación manifestación de la sensibilidad a nivel primordial o elemental de lo sen-
del hombre en general; también en cada hombre en particular, pues éste tido y percibido. No es el ojo el que siente placer al ver, como tampoco el
desarrolla su capacidad visual de acuerdo con su medio ambiente, entre paladar al saborear ni el olfato al oler. Lo sensorial es precedido y segui-
cuyos componentes ha de orientarse y vivir. do por la sensibilidad y por la mente: no es el órgano de la vista el que
En efecto, por eso el esquimal es capaz de percibir múltiples blancos, siente, sino el hombre. Ya sea percepción especializada o cotidiana, la
al igual que el hombre del trópico distingue diversos verdes.. Muchos capacidad sensorial del perceptor depende también de su competencia
campesinos todavía pueden ver huellas en el camino y en la vegetación, sensitiva y de la mental.
y decirnos cuántos caballos o peatones pasaron, hace cuánto tiempo y Tocar un objeto es sentirlo; lo mismo ocurre al olerlo, gustarlo y oírlo.
ococ
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL

140 1 Dudamos cuando se trata de la vista. Pero en verdad, ver un objeto es tor, la cual es valorativa por naturaleza. Todo hombre tiene, al fin y al 1141
también sentirlo (P. Ricoeur).25 Por eso podemos manifestar que somos cabo, sus preferencias, aversiones e indiferencias sensitivas, y siente
insensibles a tal o cual realidad cuando no la vemos o la pasamos por placer o displacer, aunque muchos son insensibles o indiferentes a lo
alto. Ver es sentir y pensar. La conciencia transforma automáticamente que está ante sus ojos. La capacidad estética varía de individuo a indivi-
las propiedades sensoriales en sentimientos y en conceptos. Sentimien- duo. En resumidas cuentas, somos partidarios de un pansensitivismo, si
tos e ideas subyacen en las sensaciones. Pese a todo, nos es posible aislar aceptamos que la sensibilidad subyace en todo acto o producto humano,
momentáneamente cada uno de nuestros sentimientos o reacciones viso- sin necesidad de ser estético. Si se prefiere, la sensibilidad constituye
sensitivas, porque: una urdimbre, en la cual se tejen las prácticas humanas.
Postular un panesteticismo implicaría tomar por estético a todo senti-
las relaciones del hombre que siente y de lo sensible, son comparables a las miento.
del hombre que duerme y su sueño; el sueño viene cuando determinada acti- En toda conciencia o cultura estética se dan cita elementalidades y
tud voluntaria recibe súbitamente desde afuera la confirmación esperada. 26 complejidades, al igual que en las realidades visibles. En un extremo,
nuestra sensibilidad reacciona ante lo agradable tanto en términos bio-
Para nosotros esto significa que sentimos y soñamos sin la presencia lógicos como sociales o históricos. Todo producto humano ha de adap-
de la razón, pero sólo fugazmente; tan luego pensamos, dejamos de sen- tarse a la realidad somática y perceptual del hombre a quien está dirigi-
tir y de soñar. Esto sucede inmediatamente y en todos los casos. No en do para que su uso sea agradable viable y no implique impedimentos y
vano nuestra vida transcurre pensando más que sintiendo y que soñando. esfuerzos. El producto no puede ser ni tan pequeño ni tan grande que re-
Entre la complejidad de los sentimientos cabe distinguir los elementa- sulte imposible ver sus formas, colores y accidentes materiales (tersura
les y las emociones, de suyo complicadas. Entre los elementales figuran o brillantez, por ejemplo). Su uso ha de ser incluso placentero; placer
los que responden a las propiedades de la materia, colores y formas ais- biológico muy próximo al estético elemental. Por su parte, la elementali-
ladas, a configuraciones y a organizaciones simples (Gestaiten). El pla- dad estética se identifica con la belleza formal, de suyo limitada a la sin-
cer aquí suscitado va de la satisfacción de nuestras preferencias y hábi- taxis y exenta, por ende, de complejidades teoréticas y sensitivas, imagi-
tos sensoriales, hasta el sensualismo o hedonismo, un tanto rebuscado y nativas y hermenéuticas. Aquí basta con una capacidad sensorial fuerte
formalista. Sin duda, este placer es de naturaleza estética, y lo es y otra sensitiva elemental de tipo hedonista o festivo. Basta con la visua-
porque el término estético es sinónimo de percibir y de sentir. De aquí lidad pura de K. Fiediler: los atributos de la materia y de las formas vis-
cabe derivar la sensibilidad, con sus ideales y sentimientos de belleza y tos por un ojo aguzado.
demás categorías estéticas. Para algunos es importante la existencia de Lo propiamente estético en virtud de su complejidad hállase relacio-
sentimientos en la percepción artística para otros constituye lo específi- nado con las categorías estéticas: belleza o fealdad; dramático o cómico;
co del arte; para otros más lo originan. Sin embargo, los racionalistas re- sublimidad o tipicidad. Si aquí interviene la sintaxis de las formas con
cusan su existencia; así, R. Arnheim, afirmá que "el arte tiene que ver sus proporciones y ritmos, simetrías y direcciones —todas armónicas,
con una suerte de estado mental que hasta ahora la psicología no ha in- según el formalismo— será como parte de un todo que comprende tam-
vestigado" 27 bién la semántica y la pragmática. Por este camino, la forma se fusiona
Sea como fuere, a quien haya sentido emoción ante un color bello o con el contenido de acuerdo con la función que se busca en lo percibido:
ante situaciones dramáticas, le resulta imposible insinuar siquiera que es cuando las operaciones sensitivas se entrelazan con las teoréticas.
la sensibilidad sea un estado mental complejo. Desde el siglo XVIII existe En la complejidad estética interviene con mayor plenitud y fuerza el
una estética de la sensibilidad, que muchos filósofos han defendido como gusto o cultura estética del perceptor. No aludimos a la percepción coti-
lo específico del arte. Sin embargo, ni la filosofía ni la psicología la han diana y de orientación física. La cotidiana se dirige directamente a la
analizado lo suficiente en su vastedad y profundidad, y actualmente sólo identificación de la realidad, y le basta con reconocerla y tomar concien-
atinamos a postular el estrecho parentesco perceptual que guardan las cia de su presencia en un aquí y ahora determinados. Pensamos en la
operaciones sensoriales y las sensitivas. percepción festiva, donde las operaciones sensitivas exceden la capaci-
En nuestra opinión, la sensibilidad interviene en toda percepción vi- dad de identificación, que es suficiente para los reconocimientos de vida
sual y, consecuentemente, ésta contiene elementos sensitivos o estéticos. diaria y se unen a la capacidad de imaginación, de interpretación y de
No importa que lo estético vaya casi siempre a la inconciencia. Incues- valoración del perceptor. En toda percepción festiva y en aquella en la
tionablemente, toda percepción visual es selectiva, y en buena parte lo que buscamos conocer lo desconocido, intervienen estas actividades co-
es porque en ella intervienen la conciencia o cultura estética del recep- mo respuestas emotivas y sin raciocinios complicados. Las diferencias
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 4. LA PERCEPCIÓN VISUAL

142 1 entre la percepción estética festiva y la artística residen en las opera- parte de -su consumo, y producen cambios o conocimientos sistémicos. 14
ciones teoréticas. En la percepción profesional se aguza aún más la imaginación, la inter-
Como es de suponer, cada individuo tiene una determinada capacidad pretación y la valoración, lo cual depende de la agudeza sensorial y del
sensorial, sensitiva y teorética. De igual modo varían los componentes gusto inherentes a la cultura visual y a la capacidad sensitiva del per-
de la realidad percibida, y el perceptor moviliza de distinta manera su ceptor. Aquí la teorización es tan importante como en las percepciones
sensorialidad, su sensibilidad y su mente. Al fin de cuentas, la mente opera, con fines científicos y tecnológicos.
siempre como guardiana, guía o transformadora de lo sensorial y de lo Decíamos que la percepción es parte del consumo artístico, no sólo
sensitivo. Encauza tanto las operaciones sensoriales y sensitivas como por los procesos sociales que presupone el consumo sino también por sus
sus efectos. No hay percepto sin concepto; nada sucede al margen de la efectos, que exceden la percepción. Asimismo hemos manifestado que la
mente. En otras palabras, las sensaciones y sentimientos caen en mar- percepción artística es una prolongación de la cotidianidad u orienta-
cos teóricos: por algo el hombre es racional. ción física. Propiamente, la percepción es un instrumento o medio de
En las operaciones teoréticas de la percepción encontramos experien- amplias posibilidades, cuya materialización depende de sus fines, de las
cias e ideaciones empíricas, conocimientos varios y mitos, mixtificacio- capacidades del individuo que lo utiliza y de la contextura de la realidad
nes y teorías, todas las cuales dependen de la capacidad de razonar lo percibida. Al fin y al cabo, no es el ojo el que ve, sino el hombre que lo
sensorial y lo sensitivo que tiene el perceptor; razonamientos que operan usa. Y no en vano todo hombre trae a la percepción, y a instancias de la
a través del análisis, la interpretación y la valoración de la sintaxis, la sociedad, una orientación axiológica y otra teleológica, ya sea cuando
semántica y la pragmática de las formas. En la percepción cotidiana de diariamente se orienta en la realidad, presta atención a lo desconocido,
orientación física todo transcurre automáticamente y de forma inadver- busca el halago de su sensibilidad, produce conocimientos lógicos o se
tida; incluso la lectura pasiva de la realidad. Los procesos son aquí súbi- enfrenta a manifestaciones artísticas.
tos y rutinarios: el perceptor sólo toma conciencia de la existencia física Ya hemos señalado que en la percepción artística intervienen opera-
de la realidad percibida. ciones sensoriales, sensitivas y teoréticas, y estas últimas se ocupan de
En la percepción festiva es cuando nuestra conciencia entrelaza lo leer, analizar, interpretar y valorar lo percibido, así como las reaccio-
sensorial, lo sensitivo y lo teorético, con el fin de razonarlos, interpretar- nes de las otras dos. Estas operaciones u ocupaciones internas tienen
los y valorarlos. Lo estético interviene con más fuerza y su lectura es efectos inmediatos: el placer sensorial, las emociones estéticas y las re-
obviamente consciente. Desde luego, estamos refiriéndonos a la percep- novaciones, correcciones o ampliaciones de los hábitos sensoriales, sen-
ción festiva como búsqueda, en las imágenes o en la realidad, de confir- sitivos o teoréticos del perceptor. En la percepción visual terminan estos
maciones y halagos de nuestro gusto, preferencias o hábitos sensitivos. efectos inmediatos, pero el consumo artístico continúa en tanto la vista,
En estas circunstancias la razón interviene más como guía que como la sensibilidad y la mente siguen asimilando lo vivenciado. Sobre todo, es
transformadora. La búsqueda de confirmaciones y halagos la encontra- la mente la que dirige la asimilación, cuyos resultados repercuten inde-
mos también en la percepción artística, la cual nada tiene que ver con fectiblemente en la vista y en la sensibilidad.
las realidades naturales, y cuyos efectos dependen de la capacidad ar- Hasta aquí nuestras consideraciones generales acerca de la percep-
tística del perceptor. ción visual que son una introducción al estudio detallado de sus opera-
En las confirmaciones y halagos la percepción artística se detiene en ciones sensoriales, sensitivas y teoréticas, como parte del consumo artís-
lo estético que indefectiblemente entraña todo producto del arte: es de- tico y de sus efectos.
cir, la percepción no llega al ideal del arte: buscar en los productos hu-
manos efectos correctivo-renovadores de nuestros hábitos sensoriales,
sensitivos o teoréticos. Porque es en esta percepción ideal del arte cuan- NOTAS
do la teorización deviene un instrumento de exploración transestético;
vale decir, explora más allá de las bellezas conocidas y de las confirma-
ciones o halagos, al ir en busca de otras nuevas (incluyendo las correctivo- 1 R. Arnheim, Towards a Psychalogy of Art (Caliected Essays), pág. 314.
2 R. Arnheim, 'A Plea for Visual Thinkiri" en W. J. Mitchell (ed.), The Language of Images,
renovadoras que nos contrarían) y cubrir lo no artístico y lo artístico.
pág. 171.
La percepción artística exige mayor carga racional que la estética M. Wartofsky, 'Picturing and Representing" C. F. Nodine y D. E. Fisher (eds.), en Per-
festiva y que la cotidiana. Pero esta carga es aún mayor en la percep- ception and Pictorical Representatian, pág. 275.
ción artística de los profesionales que en la de los aficionados. Los artis- R. Arnheim, "Gestal Psychologie und Künstlerische Form" en Theorien der Kunst,
tas, críticos, teóricos e historiadores de arte perciben lo artístico como págs. 140-141.
L:

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

144 5 M. Wartofsky, Art History and Perception" en


J. Fisher (ed.), Perceiving Art works
pág. 37.

5
6 M. Wartofsky, 'Picturing and Representing", pág. 279.
Ibidem, pág. 279.
8 Ibid., pág. 23.
8 Ibid., pág. 35.
Las operaciones ....
10
11
Ibid., pág. 277.
Ibid., pág. 277.
sensoriales
12 Ibid., pág. 281.
13H. Koch, Morxismus und Áesthetik, pág. 285; M. Nauman, el al., Gessellschoft. Litero-
tur, Leseo Aufbauverlag, pág. 45.
14 M. Wartofsky, 'Picturing and Representa tion", págs. 273-274.
15 Ibidem.
16 R. L. Gregory, 'Eye and Brain: The Psychological Explanation in Aesthetics" en J.
Fisher, Perceiving Artworks, págs. 55.
17 Godfred, Vesey, Of the Visible Appearences of Objects" en
J. Fisher, (ed.), Perceiving
Artworks, pág. 35.
18 K., Marx, Manuscritos económicos-filosóficos de 1844,
pág. 119.
19 Beardsley Monroe C., "The Role of Psychological Explanation in Aesthetics" en
J.
Fischer (ed.), Perceiving Artworks, pág. 200. Los hombres no vemos de igual manera la realidad porque cada uno
20 E. H. Gombrich, Art and Ilusion.
de nosotros repara en sus distintos aspectos, componentes o pormeno-
21 J. Acha, Arte y sociedad, págs. 79-82.
22 Wartofsky, "Picturing and Representation". res. Realizamos las mismas operaciones perceptuales pero sin invertir el
23 R. Weimann, Literoturgeschichte und Mythologie,
pág. 364. mismo interés y la misma habilidad en el uso de los sentidos, la sensibili-
24J, P. Sartre, Lo imaginario, pág. 18. dad y la mente. Por otra parte, las realidades nunca surten los mismos
25 Paul Ricoeur, "The Metaphorical Process as Cognition, Imagination and Feeling" en
efectos sensoriales, sensitivos o mentales. En nuestra percepción todo
Sacks Sheldon (ed.), Qn Metophor, pág. 154.
26 M. Mearleau-Ponty, Fenomenología de la percepción, pág. 233. depende —además del objeto— de la sociedad y la cultura de que somos
27 R. Arheim, Towords Psychology of Art,
pág. 312. parte, así como de nosotros mismos en tanto individuos. Aún más: por ra-
zones homeostáticas o ecológicas el esquimal o el campesino tropical se
encuentra obligado a desarrollar la capacidad de ver una sutil variedad
de blancos o de verdes, bien diferenciados entre sí.
En todo tiempo y lugar es posible percatamos de cómo la experiencia
y la atención, propias de la división técnica del trabajo, generan en casi
todas las personas una aptitud visual de tipo profesional o aficionado.
Así, por ejemplo, el marquero y el aficionado a la pintura ven pormeno-
res que otros omiten en el marco y en la superficie del cuadro, respecti-
vamente. La división técnica del trabajo en tanto parte de la cultura
—material o espiritual, da aquí lo mismo— deviene con frecuencia divi-
sión social, como en el caso del campesino citado, ducho en ver huellas
en el camino y en la vegetación, inexistentes para los citadinos.
Total: a las razones culturales, sociales e individuales se suman, en
muchos casos, las edológicas y todas juntas actúan dentro de las posibi-
lidades biológicas e históricas de la visión humana. Lo humano o bioló-
gicamente perceptible se concreta siempre en lo histórica y socialmente
perceptible, así como éste lo hace en lo personal y profesionalmente per-
ceptible.
La mayoría de la gente ve el marco y el cuadro como un objeto total o
una realidad material indivisible, y sigue su camino sin averiguar dispa-
ridades. Otros posiblemente vayan más allá y reconozcan lo particular

145
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 5. LAS OPERACIONES SENSORIALES

de la configuración o Gestalt del marco y del cuadro desvinculándolos, lo auditivo en la música; lo visual en la pintura; lo viso-táctil y lo corporal 147
pero tampoco se detienen en singularidades. Unos y otros ven y fusionan en la arquitectura, pongamos por casos.
fugazmente lo sensorial, lo sensitivo y lo mental para dar prioridad a lo Entre las tendencias del mismo género artístico también varía la exal-
intelegible con el fin de identificar el objeto y de orientarse con rapidez tación sensorial: por ejemplo, una pintura clásica, nos llama a leer las
según su realidad física y la del entorno. Sin embargo, no siempre nos formas y los colores en detalle, mientras una obra texturalista nos invita
basta con orientarnos, y de acuerdo con las circunstancias y nuestras a detenernos en los accidentes de su materia, así como una luminista nos
necesidades del momento prestamos atención a lo sensitivo o a lo senso- ofrece la elementalidad de la luz. Y si un Rembrandt pide que se tengan
rial de los pormenores del objeto. en cuenta las vibraciones de su empaste, la obra conceptualista nos
Todos tenemos la capacidad biológica de ver pormenores, pero debe fuerza a omitir los atributos de su materia, por ser ésta un mero soporte
haber un interés que nos impulse hacia ellos y que nos exija pasar por físico, según sus postulados tendenciales.
un aprendizaje previo, ya sea áómo productores o como consumidores Como resultado ante cada una de estas variantes el sujeto ha de cam-
habituales de tales objetos. Aludimos al consumo porque no sólo hay una biar su enfoque sensorial. De antemano sabe si debe acentuar o no sus
división técnica en la producción cultural: la óncontramos igual en el operaciones sensoriales y, en caso afirmativo, no ignora sobre cuál com-
consumo, pues éste es también un trabajo o actividad productiva (de sig- ponente insistir.
nificados). En pocas palabras, cabe señalar una división técnica y social Tengamos presente que las operaciones sensoriales abastecen de
de la percepción visual, tanto entre los productores como entre los con- informaciones visuales a la sensibilidad y a la mente, en forma de sen-
sumidores. saciones sensibles; sensaciones en que los sentidos traducen los porme-
Del conjunto de las personas que se detienen a mirar los detalles del nores materiales al fijarlos, aislarlos y tomar conciencia de ellos. Sin
marco, del cuadro o de cualquier otro objeto, nos interesan quienes lo operaciones sensoriales no hay percepción: con mayor razón en la percep-
hacen con ojos avizores y experimentados: los profesionales, pues su ción estética y en la artística pues exigen las operaciones sensoriales
percepción es especializada. Cuentan con una suficiencia sensorial o propiamente dichas: aquellas realizadas por un receptor que toma con-
una cultura visual particular para percibir sutilezas, las cuales para ciencia de ellas, las aísla y trasmite a la sensibilidad, para ser traduci-
muchos son minucias y no merecen atención. Perciben lo visible que das en sentimientos, y a la mente, que las convierte en ideas. En conse-
otros pasan por alto. En estos casos, la relación objeto-sujeto deviene cuencia, aquí debemos entender por operaciones sensoriales las que
compleja. realiza el receptor y las que dirige hacia los pormenores materiales y
Al sujeto no le basta con percibir o querer hacerlo. El objeto ha de formales, cromáticos y volumétricos del objeto o realidad, con el propó-
estar dotado de atributos materiales atractivos, y el sujeto deberá tener sito de tomar conciencia de ellos, aislarlos, y detenerse a escrutarlos y a
interés y la aptitud de verlos en detalle, tomando conciencia de ellos y tasarlos según sus intereses, o a disfrutarlos de acuerdo con sus prefe-
aislándolos con un buen poder de abstracción, de suyo mental. No cual- rencias sensitivas. Sin la sensibilidad, las operaciones sensoriales per-
quiera percibe lo particular de un objeto o realidad, ni cualquier objeto manecerían en el oscuro pozo de las sensaciones indiferenciadas: del
posee atributos materiales capaces de suscitar intensas operaciones mismo modo, sólo la mente podrá sacar a la sensibilidad del pozo de los
sensoriales en el sujeto. De esta forma, ambos son partes activas, inter- sentimientos indiferenciados.
dependientes e indispensables, cuyas relaciones tienen lugar en un ám- Reiteramos: todos tenemos la facultad de percibir detalles de lo que
bito cultural dado, con determinadas orientaciones teleológicas o funcio- nos interesa, cuando los hay en el objeto. Empero, estamos habituados a
nales. Incluso, al exaltar a ratos los pormenores visuales y a ratos omitirlos, percibir únicamente la totalidad esquemática de la Gestult de cada obje-
en el consumo del arte conceptual, la función artística cambia. to, de tal suerte que para percibir lo intragestáltico y tomar conciencia
Todo objeto suscita respuestas intelegibles, sensitivas y sensoriales, de sus pormenores y evaluarlos, hemos de disponer de una experiencia o
pero varía su capacidad de hacernos tomar conciencia de las ideas, sen- cultura visual, que es la aptitud de recorrer con la vista la topología de
timientos o sensaciones, ignorando lo demás. Los utensilios u objetos tec- los accidentes o atributos de la materia. Para ser exactos, hemos de re-
nológicos exigen a nuestra percepción ir directamente hacia su valor de correr las propiedades sensibles y primarias del objeto o de la realidad.
uso, sin reparar en sus pormenores materiales, salvo que los miremos El sujeto presta atención a cada uno de los atributos de la materia,
como diseños o, lo que es lo mismo, por su contenido estético. Igual suce- pero no sólo para recorrerlos: también para descubrir nuevos si los hu-
de con un texto científico y comunicativo: demanda una lectura de los biera. Propiamente, tenemos que ver aquí con lo primario de la percep-
significados establecidos o denotaciones. En comparación, los objetos ción visual, que son las sensaciones sensibles suscitadas por los elemen-
denominados obras de arte requieren mayor atención para lo sensorial: tos más simples y primarios de la materialidad del objeto. Más adelante
OO : OO•OO
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. S. LAS OPERACIONES SENSORIALES

148 1 analizaremos las diversas clases de sensorialidad y sus respectivas ba- La primera pregunta es obligatoria y supuestamente su respuesta re-
ses biológicas. En última instancia, el receptor realiza operaciones ele- sulta indispensable para conceptuar la percepción artística. Para ser
mentales en que se confunden, en virtud de su proximidad, el percibir y francos, es irrelevante, aparte de imprecisa: no existe la pureza en el
el sentir, sensaciones y sentimientos, el agrado biológico del animal y el sentido de autarquía, autonomía o subsistencia independiente. Lo senso-
placer estético del hombre. rial —reiteramos— está íntimamente ligado a la sensibilidad y a la mente.
Las operaciones sensoriales concretan la unidad tripartita biología- Más bien debemos preguntarnos si al hombre le es posible aislar las
psicologíasociedacL1 Es decir, actúan cerca de la base biológica que reacciones sensoriales que le suscitan los atributos materiales y forma-
subyace en toda actividad social del hombre y que identificamos con les. Nos encontraremos con una sorpresa: el aislamiento de lo sensorial
nuestra realidad somática (izquierda y derecha, adelante y atrás, arriba obedece paradójicamente a necesidades racionales y sensitivas y, por
y abajo), más sus limitaciones perceptuales, y con algunos principios or- otro lado, desemboca en la sensibilidad y en la mente en forma de sensa-
denadores de la naturaleza (ritmos, proporciones y simetrías). Todas las ciones sensibles para convertirse en ideas o emociones estéticas. Pese a
sensorialidades se apoyan en lo biológico y en la capacidad de generar esto, es posible aislar tales sensaciones e imponérselas a la sensibilidad
percepciones y acciones sociales. Además, todo producto humano se de tal manera que se transforman en sentimientos sensoriales. A la sen-
adapta inevitablemente a nuestra realidad somática, para no causar di- sorialidad no le resta sino apoyarse en las sensaciones o en los senti-
ficultades a la vista ni exigirle esfuerzos. Se acomoda a nuestro cuerpo y mientos.
su uso no sólo transcurre exento de inconvenientes y agotamientos: sue- En verdad, las posibilidades de aislar lo sensorial varían de realidad,
le ser agradable, y por lo mismo se coloca a un paso de lo estético que, al de objeto a objeto, de elemento a elemento, de modo que permiten al su-
ser valorativo, implica placer o desplacer. Pensemos en un color fuerte jeto entablar distintas relaciones con el objeto o la realidad. Las senso-
y desagradable a la fisiología de la vista, y en otro que nos genera des- rialidades varían, por ejemplo, en una pintura que representa La Cruci-
placer por considerarlo feo con nuestra razón, pese a que no nos hiera la fixión, nos es posible extrapolar, aislar y concientizar la elementalidad
vista. de un trazo o de un color, de una rugosidad o una grafía, la unidad visual
El placer de lo considerado bello o satisfactorio es producto no sólo de la figura de Magdalena, la Virgen o el soldado lacerando a Cristo, o
del sentir sino también de la interpretación o significación de las propie- bien la composición formal y cromática de la totalidad. Esto, además de
dades materiales del objeto, dentro de los mecanismos biológicos de la la lectura religiosa del tema.
vista, los psicológicos de la percepción y los sociales de sus condiciona- Mediante un poder de abstracción, la mente dirige las operaciones
mientos. La belleza puramente formal o sensorial no existe. En los meca- sensoriales hacia algunos de los elementos, la figura o la composición,
nismos psicológicos tienen injerencia las ideas y los sentimientos. Como que no existen solas ni actúan per se: no hay percepción directa o ele-
productos sociales en su gran mayoría, estas ideas y sentimientos son mental como la de una cámara fotográfica. La razón la conocemos: no es
capaces de limitarse a las operaciones. sensoriales más elementales y el ojo el que ve, sino el hombre que lo usa, y lo usa con fines determina-
placenteras e, igualmente, son aptas para extenderse a las más comple- dos. Si bien existe una sensorialidad pura, hay con seguridad un placer
jas para descubrirles, a las formas, efectos intensamente intelectuales sensorial o un sensualismo aislado. Una vez aislada la elementalidad, uni-
en favor del contenido o semántica de las mismas formas. Además, exis- dad o composición, se torna agrado biológico o placer estético.
te el placer de sentir halagados nuestros hábitos o preferencias sensiti- Percibir y sentir son lo mismo: el oído siente sonidos; el gusto, sabores;
vas. En resumen, las operaciones sensoriales van desde lo biológico ele- el olfato, olores; pero dudamos cuando se trata de la vista. En realidad,
mental hasta lo estético y lo intelectual del arte. ver un color es lo mismo que sentirlo, cuando aludimos a la elementali-
No es la sensorialidad —recordémoslo— la que ve y siente pormeno- dad física de la longitud de sus ondas. Para aclararnos las oscilaciones
res materiales y formales: es el hombre quien la utiliza para percibir de la sensorialidad entre lo biológico y lo estético tomemos como ejem-
—con tal o cual finalidad sensitiva— los atributos materiales y formales plos el calor, la rugosidad, el color, la línea y el cuadrado, sucesivamente,
del objeto artístico o estético. En presencia de tales atributos, el sujeto y veamos cómo varían sus respectivas elementalidades biológicas y be-
decide detenerse en las sensaciones sensoriales, que son biológicas llezas simples.
en su más elemental manifestación, y estéticas en sus dimensiones Sentimos calor al tener sensaciones corporales de agrado o desagra-
emocionales. do. Para sentir calor no necesitamos conceptos ni experiencias previas,
Concretemos: ¿existe acaso lo puramente sensorial? ¿En qué consiste aunque siempre lo asociaremos con algunas experiencias similares y
la capacidad sensorial del sujeto en la percepción artística y en la esté- con algunas ideaciones. Los sentimientos de agrado o desagrado produ-
tica? cidos por el calor son biológicos y susceptibles de ser aislados en forma
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 5. LAS OPERACIONES SENSORIALES

de sentimientos corporales o sensoriales, cuando necesitamos detener- ordenamiento o composición determinada. Además, muchos objetos Po- 151
nos en sus pormenores obedeciendo a algún interés intelectual en sus seen una materia pasiva o caparazón, y todos sin excepción constan de
causas y consecuencias. La mayoría de las veces nos limitamos a los sen- una materia activa. Esta materia genera tres subestructuras:
timientos de agrado o desagrado. Con todo, el calor nunca podrá alcanzar
dimensiones estéticas de belleza o dramáticas, aunque solamos referir- 1. La elemental con sus trazos, colores y texturas como individualida-
nos a colores cálidos. des.
Algo similar acontece cuando sentimos una rugosidad con los dedos y 2. La gestáltica o morfológica, con sus figuras y alguna categoría es-
tenemos una experiencia táctil como conocimiento de un atributo de la tética.
materia. Podemos aislar la experiencia, pero sus efectos serán siempre 3. La compositiva o sintáctica de la organización total de la materia o
biológicos, nunca estéticos. Ver la misma rugosidad (percepción viso- de las formas. La materia pasiva sería la subestructura cero.
táctil), en lugar de palparla, implica mayor intervención intelectual,
pues recordamos experiencias pasadas. En una. escultura y en una pin- Pues bien, a estas diferentes subestructuras las encontramos bien de-
tura puede constituir un atributo de la materia, en cuyos pormenores so- lineadas en los productos de las artes visuales, y nos dan cuenta de los
mos capaces de ver ciertas expresividades de naturaleza estética. Sobre sensorialjsmos desarrollados durante los años sesenta como tendencias
todo cuando la rugosidad unida al color vibra y emana luz virtual. La encaminadas a exaltar alguna elementalidad material, una figura o el
rugosidad dista mucho de ser artística: tiene la capacidad de devenir un formalismo compositivo (véase la figura 5.1). Tales sensorialismos nos
medio sensitivo o estético casi siempre de tipo expresivo. La vista es in- concretan, el campo de las operaciones sensoriales y nos ayudan a defi-
telectual, si se la compara con el tacto. nirlas. Como sabemos, las citadas subestructuras conforman la estruc-
En cambio, la visión de un color suscita otras reacciones. Es capaz de tura formal del objeto, la cual requiere la estructura significativa del
ser biológicamente desagradable si hiere a Ta vista en su fisiología, pero sujeto, rotulada también contenido, para integrar ambas la real estruc-
también posee el don de aportar conocimientos si percibimos su "rojo" tura artística, relacional en esencia.
su "amarillo", e incluso deviene estética cuando satisface ideas o idea- Quienes hayan seguido la evolución de las artes visuales conocen las
les de belleza cromática, fraguados en muchas experiencias de nuestra diferentes tendencias pictóricas encaminadas a exaltar la importancia
vida social. El color se presta asimismo para sentirse y usarse con inte- artística o estética de los atributos materiales. En la subestructura ele-
rés científico, tecnológico y artístico, además de estético. Si nos sale al mental, el texturalismo o informalismo en la textura se limita a enfatizar
encuentro alguna innovación visual, no habrá placer estético sino una los accidentes de la materia, así como el monocromismo redujo la obra de
racionalidad o, quizá, un placer intelectual. arte a la superficie de un color único. Y si el informalismo gestual en-
Por su parte, la linea constituye una abstracción, y como tal exige una cumbra el temblor de los trazos en su curso con el propósito de mirar en
percepción con injerencia de la mente. En comparación, el cuadrado sus trasfondos psicológicos, el informalismo orientalista enaltece la be-
corporiza un concepto, y su percepción es más intelectual que sensorial. lleza gráfica de esos trazos y se deleita en ella.
En el calor y en el cuadrado no caben pormenores sensoriales, salvo si En sus esfuerzos por trasmutarse y subsistir, la pintura intenta fun-
miramos las relaciones del cuadrado con la superficie que lo contiene. dar una estética de la materialidad, como en el arte povera, aunando
Por el contrario, en la línea y en el color percibiremos una o varias di- procesos del reino vegetal, mineral o animal. Con el mismo tesón busca
mensiones: la biológica, la hedonista (belleza), la expresiva, la inventiva ampliar la sensorialidad de las artes visuales hacia lo táctil o corporal
(innovación), la constructiva o la mimética. En todos estos casos la senso- del espacio real, como en las ambientaciones, espacialismos y la escultura
rialidad despliega toda su capacidad de establecer y de descubrir sutile- transitable. Incursiona igualmente en nuevos modos de ver, mediante adi-
zas cromáticas o las del temblor o dirección de la línea. La capacidad tamentos especiales, como los propuestos por el grupo (GRAV) de J.
sensorial del sujeto depende de sus experiencias y de su voluntad; ade- LeParc a mediados de los años sesenta. Se quisieron revisar los funda-
más de social y cultural su cultura visual es de origen profesional o de mentos de la percepción visual, y se exploraron las posibilidades sensiti-
afición. Pero ante todo depende de la existencia de pormenores en la lí- vas de nuevos modos de ver y de tocar. Pensemos en el cinetismo y en el
nea y en el color: la vista detecta y analiza rupturas y continuidades, luminismo, con sus movimientos y luces reales y elementales.
redundancias e innovaciones. En la subestructura morfológica los abstraccionismos geometristas
Volvamos ahora al objeto para acercarnos más a sus posibilidades acaparan la superficie pictórica con la figura geométrica elemental,
sensoriales. Todo objeto o realidad visible posee una materialidad y, por como el triángulo, el cuadrado o el círculo. Los formalismos buscan tam-
consiguiente, contiene elementos que integran formas .y figuras con un bién aquí las figuras que representan bellezas naturales, así como en la
CAP. S. LAS OPERACIONES SENSORIALES

subestructura sintáctica irán tras la importancia de la belleza compo-


152
sitiva.
En términos generales se destacan las dimensiones sensoriales de las
La sociedad: horizonte de expectativas o formación estética elementalidades materiales y formales. Las elementalidades dejan de
El sistema: orientaciones teleológicas ser medios y se tornan fines en sí mismas. En buena medida, se empren-
El individuo: orientaciones axiológicas den las mismas lecturas que el hombre siempre buscó en el manuscrito:
Operaciones perceptuales
no sólo la dimensión idiomática o semántica del mensaje sino también la
caligráfica (belleza) y la grafológica (expresividad de los trazos), que re-
c) Teoréticas quieren del perceptor una hermenéutica especial.
b) Sensitivas
En el extremo opuesto de las artes visuales aparecen los no objetualis-
a) Sensoriales
mos, como el arte conceptual, los ready mude y las imágenes lumínicas,
que niegan importancia artística a los atributos materiales: son simples
soportes físicos de algo importante e invisible. Ante la sobrevaloración
Estructura significativa del objeto —típica de la sociedad de consumo— importaba exaltar la ac-
o contenido ción como lo más humano del hombre. La sensorialidad pasa a planos
muy secundarios. A su turno, los figurativismos, siguen tomando a las
formas como medios de configurar contenidos. En ellos encontramos la
Sensoria lidad
Función Sujeto sensorialidad al servicio de una hermenéutica del contenido.
Significaciones
Análisis
Placer elemental
Los elementos simples y aislables —o aislados— considerados bellos
Interpretación
Hedonismo
existieron siempre en la naturaleza y fueron motivo de consumos estéti-
Valoración Objeto cos. Ejemplos, serían un rojo atractivo, una piedra 'preciosa, una forma

H
geométrica o la tersura de un material. Sus bellezas eran de consenso
Estructura formal general y satisfacían los diferentes gustos y hábitos de la colectividad.
Para ser exactos, son bellezas primarias muy afines a los ideales y senti-
mientos colectivos que más nos deleitan cuanto mayor es el detenimiento
sensorial con que las miramos. En un comienzo fueron espontáneas y
Formalismo
3. Subestructura sintáctica frescas; con el tiempo se cubren de intereses subalternos y su uso o pro-
Belleza formal piedad deviene privilegio de unos cuantos. Ante las bellezas naturales
2. Subestructura morfológica. Figuras
Belleza natural simples que alegran la vida no necesitamos una hermenéutica como
Bellezas naturales y otras categorías
Geo metri smo frente a la majestuosidad de algunos fenómenos naturales imponentes,
estéticas
que nos impelen a invocar a un ser sobrenatural como su autor. Nos
basta con evitar tomarlas por fines, para orillar así la frivolidad.
¿Por qué la afanosa búsqueda de elementarismos en las artes visua-
Movimiento Cinetismo les? La respuesta nos puede dar los fundamentos de la importancia de
Luces Luminismo las operaciones sensoriales. En nuestra opinión, se trata de un fenómeno
Espacios Espacialismo complejo debido a sus causas y a sus múltiples relaciones. En primer lu-
Realismo matérico
1. Subestructura elemental
Collages
Belleza gráfica
gar, obedece a dos procesos: al paulatino incremento de racionalidad en
Trazos '- Informa lismo gesfual
el hombre, con la consecuente disminución del pensamiento mítico, y a
Color Monocromismo
la tecnologización de la producción de imágenes y de objetos. Ambos
Textura Texturalismo procesos contribuyen a crear un menosprecio de los pormenores visua-
les y de la sensibilidad. En segundo término, y como decía L. Althusser,
O. Materia pasiva (soporte)
nuestra época se caracteriza por revisar las actividades más elementa-
les del hombre tales como el habla, el medio ambiente, la visión, la lectu-
ra, etcétera.
Fig. 5.1. Las tendencias sensorialistas o elementaristas de las artes visuales. Para ser más concretos, el fenómeno hállase íntimamente ligado a los
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 5. LAS OPERACIONES SENSORIALES

4 1 diseños; vale decir, al concepto que éstos instituyen por primera vez en y minoritarias, no obstante seguir confiriendo importancia a los detalles 155
la humanidad: el objeto bello por su pura funcionalidad práctica y for- de las imágenes. Se tenía que dar la batalla en el mismo terreno de la
mal, el cual es capaz de satisfacer, por lo menos, las principales necesi- elementaridad, de suyo afín a la sensibilidad del hombre actual. Las ten-
dades sensitivas del hombre. Se desarrolla así un hedonismo primario, dencias emergentes también renuncian a las bellezas, ahora en manos
rayando en el simplismo. Incluso, se llega al extremo, de suponer que de los medios masivos. Renuncian con la idea de que ella no es la única
para completa felicidad del hombre basta con la belleza, de suyo formal, categoría estética ni la visión el único canal de nuestra sensibilidad. En
de los objetos en general. No por nada vivimos en sociedades de consumo suma, las artes sirven tanto para impugnar como para apoyar o conser-
con sus productos industriales, de cuyo embellecimiento se encargan los var los diseños y la exaltación de la sensorialidad.
diseños. Con la supresión de la ornamentación que siempre fue belleza Lejos de nosotros está condenar las formas, ya que nos son imprescin-
para el hombre, los diseños llegaron a la máxima elementalidad estética, dibles en las artes. Conservar la capacidad de asombrarse ante la belle-
que han de justificar las artes. Los animaba el propósito de satisfacer el za de ciertos elementos y de ciertas sutilezas seguirá siendo una virtud
gusto y los hábitos imperantes en las sensibilidades vegetativas y grega- admirable en el hombre. Por eso las artes requieren de una "erótica",
rias (masivas) que buscan lo festivo en el entretenimiento audiovisual o como hace años reclamaba Susan Sontag.2 El placer sensorial o sensua-
deportivo. lismo nos es indispensable, hoy más que nunca, como parte de nuestra
Los fenómenos de la elementalidad artísticay de los diseños, propios vida sensitiva o estética, pero sin perder conciencia de sus limitaciones,
de la sociedad de consumo, se dan junto con la visión y sensibilidad del como medio que es. La intensidad de la emoción varía, así como varían
hombre actual. A todas luces, éste ha perdido en profundidad y en deta- sus causas. Sin embargo, resulta imposible establecer diferencias en su
lles visuales lo que ha ganado en cantidad de información y en lecturas naturaleza. Sea como fuere, el aficionado al arte y los estudiosos (críti-
sumarias y rápidas. El imperio de las narraciones audiovisuales impone cos, teóricos e historiadores} tendrán que desarrollar una destreza sen-
el realismo fotográfico, cuya sobrecarga informático-visual aminora la sorial a fuerza de práctica y de curiosidad intelectual, si es que quieren
sensorialidad; aminoramiento que se agrava con la popularidad de la su- seguir penetrando en lo valioso y específico de las artes visuales.
cesión de imágenes cinematográficas y televisuales, en las que no caben Cuando es placentera y se impone a la sensibilidad y a la razón la sen-
pormenores como en una imagen sola y fija. Al urbanizamos, nos hemos sorialidad elemental deviene sensualidad. Empero como dijimos, resulta
alejado de las bellezas naturales y nos cautivan los entretenimientos que todo placer descansa sobre la base biológica. En primer lugar, esta
audiovisuales. Nuestra capacitación visual es ahora sumaría: la senso- base nos impone privilegiar los productos hechos a escala humana. Sus
rialidad disminuye y, con ella, la sensualidad. formas y volúmenes, colores y texturas han de ser agradables, nunca
Como reacción en contra de tal disminución, en algunas tendencias irritantes ni hirientes a la vista. Sentir la belleza de un rojo o de un azul,
nuevas de las artes visuales aparece el elementarismo, como un intento de mi triángulo o de un cuadrado, de un cubo o de una esfera, de una for-
de activar la facultad de significar lo visible con sentido crítico, que los ma o de una figura, puede tener varios orígenes: ser un reflejo condicio-
medios masivos estaban reduciendo a placentera pasividad, a fuerza de nado o un hábito, corresponder a una Gestalt que el hombre prefiere
halagos audiovisuales y formalistas. Por otro lado, el elementarismo de porque se aviene a su realidad somática, o bien obedecer a una necesi-
las artes visuales también se explica como un obligado apoyo a la indus- dad surgida en el individuo por razones sensitivas, intelectuales o prác-
tria y a la estética geometrista y simple de los diseños. ¿Se trata acaso ticas.
de una contradicción? La actual importancia de tales elementaridades o bellezas primarias
La respuesta correcta es posible únicamente dentro de la dialéctica es también consecuencia lógica de la elementaridad difundida por la
de la cruda realidad, en que el elementarismo tiene un lado positivo y educación visual y el análisis formal, vigentes en la educación artística
otro negativo. El de las artes visuales será, pues, contrario y a la par fa- desde la Bauhaus, que dan a conocer los efectos sensitivos de las formas
vorable a los medios masivos y a la disminución de la sensualidad en el simples y aisladas tales como el punto, la línea y el plano, como si se tra-
hombre actual. El formalismo artístico y el estético de los diseños coinci- tara de un alfabeto artístico visual. Abogan por una estética muy ele-
den y se auspician mutuamente; es decir, coinciden en una sensualidad mental que busca belleza, expresividad o simbolismo, y en ella interviene
visual simplista. Lo cierto es que hemos ganado en fruición visual suma- ideas conformistas. Desafortunadamente, sus enseñanzas tienen poco
ria y hemos perdido en sensorialidad corporal, así como en pormenores que ver con la complejidad de la obra de arte.
visuales, olfativos y gustativos. De allí los esfuerzos de las artes visuales Pasemos ahora a la otra mitad de la estructura artística: la estructura
por extender sus efectos a lo táctil y a lo espacial. Aludimos a las ten- significativa, y establezcamos qué trae y qué hace el perceptor cuando
dencias emergentes porque las tradicionales permanecen arrinconadas enfrenta la subestructura elemental, la morfológica y la sintáctica y des-
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. S. LAS OPERACIONES SENSORIALES

156 1 arrolla sus operaciones sensoriales. ¿Cuándo y cómo intervienen en ta- valoraciones. "No hay percepto sin concepto", éste impele al sujeto a
les operaciones la sensibilidad y la mente? desarrollar toda su capacidad sensorial, sensitiva y teorética. La per-
Cuando el producto artístico o estético comienza a circular en la co- cepción tórnase en un dinámico paralelogramo de fuerzas.
lectividad, de inmediato es atraído por un horizonte de expectativas, Una vez que el objeto ha atraído al sujeto, éste emprenderá una pri-
como asevera la teoría germano-occidental de la recepción estética. Pa- mera lectura: la sumaria y rápida de la totalidad estética o artística, re-
ra nosotros este horizonte designa metafóricamente la formación artísti- gistrando las reacciones sensoriales, sensitivas y teoréticas iniciales,
ca o estética de toda sociedad, con sus múltiples modos viejos y nuevos suscitadas por las formas y el contenido. El sujeto da sentido al objeto, lo
de consumo sensitivo en estrecha coexistencia competitiva. Como es de interpreta y valora fugazmente. Después entrará en un vaivén entre lo
suponer, los modos no actúan por sí solos, pues vienen encarnados en los sensorial de cada parte y lo sintáctico-sensorial de la totalidad, siempre
comportamientos de las personas. En consecuencia, el objeto cae dentro con la intervención de la sensibilidad y de la mente. No vamos a detallar
de un conglomerado de múltiples grupos o sujetos, cada uno con diferen- las posibilidades sensoriales. Nos basta con señalar la importancia de la
te acervo de medios intelectuales de consumo, a causa de sus distintos sensorialidad y sus pasos fundamentales, y agrupar sus posibilidades
'intereses artísticos o estéticos. según las tres subestructuras señaladas en la obra de arte:
Si la estructura formal del objeto exige significaciones consuntivas
que rebasan tal horizonte, o genérase la denominada distancia estética o
artística que los agentes ideológicos han de cubrir, legitimando para ello la 1. Las operaciones sensorioelementaristas.
novedad del objeto que la origina y le crean a éste modos apropiados de 2. Las sensoriogestaltistas.
consumo. Después de todo, al aficionado le es muy difícil cubrir de motu 3. Las sensoriocompositivas.
proprio tal distancia. Son minoritarios los grupos o individuos adeptos a Cada grupo será visto en sus efectos estéticos, de manera que sus
los modos emergentes, generadores de la citada distancia estética; gru- valores artísticos se tratarán al final y en conjunto.
pos poseedores de recursos consuntivos actualizados. La mayoría de los
aficionados al arte vive apegada a los modos consuntivos dominantes, 1. En las artes visuales, la sensorialidad casi siempre estuvo ocupada
apoyados casi siempre por el oficialismo. en las formas y figuras: esto es, en las unidades visuales y no en los ele-
El perceptor no es un ingenuo ni una página en blanco. Enfrenta al mentos de éstas. Los atributos materiales fueron nulos en la pintura y ju-
objeto con una determinada orientación teleológica y axiológica: sabe garon un papel menor en la escultura y en la arquitectura. Nos referimos
qué funciones y fines buscar, y cómo valorar sensitivamente la obra de a los accidentes de la superficie de una materia, no a su naturaleza o
arte. Trae, pues, apetencias artísticas o estéticas, cuya intensidad y sa- aspecto de madera, piedra o mármol. El temblor de la aplicación del pig-
tisfacción dependen de tres capacidades interdependientes: la senso- mento data del siglo pasado; como prueba está A. Monticelle, tan admi-
rial, la sensitiva y la teorética. Como sabemos, las apetencias están con- rado por Van Gogh. No importa si hay antecedentes en las vibraciones de
dicionadas por la sociedad, el individuo y el sistema cultural; es decir, un Rembrandt, de un Fraz Hals o de un Tiziano ya anciano, si nos remon-
dependen de la clase social y del momento histórico del consumidor, tamos en el tiempo.
como también de su talento y de su cultura estética o artística. En senti- Es a mediados de este siglo cuando en la superficie pictórica aparece
do estricto, el perceptor corporiza una unidad particular de elementos un elemento único que la monopoliza, tal como un color o una textura, un
sociales, personales y "profesionales", sea productor, aficionado o ana- movimiento o una luz, un material (collage) o un espacio vacío y real. En
lista. La capacidad consuntiva de cada uno no es igual para todas las la arquitectura surgen las rugosidades parietales. En síntesis: la obra de
artes ni para todos los géneros artísticos visuales. Siempre habrá una arte se limita a la subestructura elemental, desistiendo de la sintáctica y
mejor preparación personal para una de las tendencias artísticas o es- de todo contenido.
téticas. Estamos aludiendo a elementos aislados y no a su reunión. Es decir, te-
Todos podemos percibir la obra de arte como objeto. Basta con regis- nemos que ver con las tendencias artísticas denominadas sensorialis-
trar rápidamente sus propiedades primarias, como tamaño, formato y mos, como el texturalismo y el monocromismo, el luminismo o cinetismo,
material. Muy pocos se interesarán por acercarse a ella con el propósito gestualismo o grafismo, ya antes citados. Si en la obra de arte o en la na-
de consumirla o, lo que es igual, de verla detenidamente. En tal caso, el turaleza hay un conjunto de elementos, el sujeto puede aislar fugazmen-
objeto artístico o estético demanda objetivar al máximo la potencialidad te uno por uno con distintos fines. Penetra así en su sensorialidad. Sin
de todas las operaciones perceptuales pues, como afirma R. Arnheim,3 duda, al separar una parte del todo, hay amputación, pero es artística y
no hay vacíos en el objeto. Entonces, intervienen ideas, preferencias y no estética. En cualquier caso, inicialmente tendremos un agrado bioló-
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. S. LAS OPERACIONES SENSORIALES

58 1 gico que muchas veces puede ser confundido con el placer estético ele- el placer mimético, que es intelectual en tanto aprecia como valor la fi- 1 159
mental. delidad de la reproducción de la realidad visible. En la confirmación de
La experiencia biológica llega al conocimiento empírico y a lo agrada- ideales de belleza establecidos resulta imposible hablar de base biológi-
ble sensorial o corporal que es autorremunerativo, mas no estético. Sin ca pues el fenómeno es meramente social en cuanto confirma los
embargo, muchas sensibilidades atentas presienten, en el elemento ais- hábitos, preferencias e ideales colectivos de belleza, inculcados por la
lado, satisfacción de sus apetencias sensitivas y toman la sensorialidad sociedad. Aquí terminan propiamente las dimensiones estéticas.
por un medio. Penetran así en la sensorialidad para detectar lo que ésta Como es de esperar, también habrá que considerar la reproducción
parece querer significar. Ante el elemento aislado en la subestructura de bellezas naturales nuevas y de las geométricas, gracias a un descu-
elemental, la sensibilidad tiene dos caminos: limitarse al placer hedonis- brimiento y a la atenta sensibilidad del artista. Tendremos así una belle-
ta de la belleza del elemento o extender las significaciones de cada ele- za de efectos correctivo-renovadores, en cuanto amplía los recursos ar-
mento a la totalidad de los mismos y a las figuras de la subestructura tísticos y nos enseña a justipreciar aspectos ignorados de la naturaleza.
morfológica del objeto. El goce estético también puede provenir de otras categorías estéticas tal
En el primer caso, la sensibilidad atraída por la belleza convierte la como lo dramático de alguna escena humana, en la que el contenido
sensorialidad en sensualidad; esto es, en placer o sentimiento emocional actúa más que la belleza formal. En cualquier caso, el goce viene prece-
de carácter formal. Desde luego, aquí intervienen la lectura y el análisis. dido de acuciosas operaciones sensorio-gestaltistas.
La interpretación y la valoración toman part pero con la fugacidad de Los pormenores de cada figura e intrafigura repercutirán sobre la
la percepción cotidiana, siempre centrada en la Gesto.lt de lectura suma- subestructura sintáctica de la obra de arte, al enriquecerla o ampliarla
ria y rápida. En síntesis: habrá continuidad entre lo agradable biológico y singularizarla, de modo que es menester que el receptor tome concien-
y lo estético. cia de tales pormenores y repercusión, mediante su capacidad sensorio-
En el segundo caso, estas intervenciones se dilatan y la mente obliga a gestaltista.
la sensibilidad a centrarse en lo dramático elemental, pongamos por 3. Como es de dominio general, en el consumo estético y en el artístico
caso. Porque un color o una textura, una luz o un movimiento suelen la percepción tuvo siempre que ver con totalidades; vale decir, con es-
suscitar también sensaciones de tipo emocional de tristeza o alegría, tructuras o Gestalten, las cuales constituyen algo más que la suma de
delirismo o dramáticas. En concreto, la intuición y la imaginación inter- sus partes. La captación de este algo más requiere el concurso de la con-
vienen para dar sentidos translaticios al elemento, lo que equivale a to- templación intuitiva, que de hecho rebasa la razón, así como sobrepasa
marlo como alegoría, símbolo o metáfora. Luego el receptor registra los la sensorialidad biológica y la estética elemental. Porque en la totalidad
efectos de cada elemento sobre cada figura de la subestructura morfoló- estética o artística encontramos lo biológico de los ritmos y las propor-
gica, y establece continuidad entre ésta y la elemental. ciones, de las simetrías y las direcciones, principios según los cuales se
Por lo demás, ya nos hemos referido ampliamente a la importancia de combinan líneas y planos, formas y colores en superficies o volúmenes.
la elementaridad en las artes, y la hemos fundamentado. Esta base biológica permite que el sujeto sea sensible a los principios
2. Con frecuencia una figura en la subestructura morfológica de la sintácticos de composición u ordenamiento de las totalidades estéticas o
obra de arte hállase constituida por la reproducción de una realidad na- artísticas. En buena medida, enfrentamos superficies y volúmenes que
tural considerada bella o dramática. Lo estético-natural se identifica son campos de fuerzas, que constituyen tensiones y antagonismos, cuya
con el denominado contenido, diferenciándose de lo estético-formal que armonía relacional configura una belleza dinámica que actualmente de-
le sirve de base y de complemento. Porque los elementos de la composi- nominamos formalista y que continua el decorativismo de la antigüedad.
ción y del contorno e interior de cada figura determinan la reproducción Ante la subestructura sintáctica de cualquier obra de arte o fenóme-
de la belleza natural. No sólo interviene la sintaxis de los elementos sino no natural, el sujeto lleva a cabo un vaivén entre las partes y la totali-
también su semántica, con sus denotaciones. La belleza natural conoci- dad. Lee y analiza, interpreta y valora la sensorialidad de cada elemen-
da termina en una simple satisfacción o halago de ideales y sentimientos to aislado, y sus relaciones con los otros elementos y con su totalidad. La
de belleza predominantes en la colectividad. Su goce es estético, al igual belleza de ésta, de suyo formal y relacional, requiere la injerencia cíe la
que en la naturaleza, pero sin ser producto del artista aunque haya in- mente y de la sensibilidad a fin de ser no sólo reconocida sino construi-
tervenido su acertada elección de la belleza natural. Tal goce requiere da, si fuera necesario. Después de todo, el sujeto, puede combinar los
que el perceptor desarrolle sus operaciones sensorio-gestálticas en el elementos de acuerdo con su criterio hasta llegar a una totalidad pla-
establecimiento de los pormenores de la figura y la intra figura. centera y singular, que satisfaga de manera nueva, si es posible, sus
Al goce estético de una belleza natural se puede adherir o anteponer apetencias sensitivas¡ de armonía y equilibrio. No importa si quedan ele-
o0o0 00 0000 VI

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. S. LAS OPERACIONES SENSORIALES

160 mentos inarticulados que pasan al preconsciente. En la eurritmia sintác- cia de los principios sintácticos, cuyo estudio se encuentra todavía en la
tica la sensorialidad llega a su mayor intensidad emocional, a su mayor Estética, de G. Lukács, obra concluida en 1962. Importaba comprobar
ligazón con la sensibilidad. Reconocer armonías en la naturaleza o en los cómo en la naturaleza, en el cuerpo humano y en los trabajos prácticos
productos humanos es cuestión de sensibilidad y de confirmación de interviene cada uno de los principios ordenadores. El ritmo se percibe en
nuestro gusto. No obstante, para descubrir euritmias escondidas se ne- la sucesión del día y la noche, de las estaciones y en la respiración y
cesita cierta experiencia visual y sensitiva, además de razonamientos en los latidos del corazón, así como lo señalaba en el trabajo (Bücher5), en
formalistas de los principios de ordenamiento. En ambos casos se trata la poesía (Ch. Caudwell6) y en la música, sin faltar en la pintura ni en la
de consumos estéticos de tipo hedonista, antesala indispensable de las escultura. Estudiosos como Raymond Bayer7 y Otto Baensch,8 ven en el
artes, pero artísticamente insuficiente. ritmo lo sustancial y "la lógica" del arte.
Los usos y costumbres de las bellezas elementales los encontramos A su vez, la simetría abunda también en el cuerpo humano y en la fau-
asimismo en las sintácticas, de suyo complejas y abundantes en la natu- na, en la flora y en los minerales, mientras las direcciones resultan in-
raleza y en las artes, y que exigen mayor participación de la mente y de dispensables para la orientación del hombre en el espacio. Por último,
la sensibilidad. En las artes registramos la presencia de bellezas forma- las proporciones obedecen al imperativo de respetar la escala humana;
les, productos de los artistas, las que suelen venir acompañadas de la re- es decir, las dimensiones que hacen manuables y perceptibles a los obje-
presentación de bellezas naturales. Desde el siglo pasado, el artepuris- tos. Desde luego, estos principios ordenadores intervienen en toda he-
mo trató siempre de amputar la estructura artística, al limitar su rramienta y utensilio, así como en las obras de arte. Al formar parte
consumo a los efectos inmediatos; vale decir, a los formalistas, de suyo de las artes, éstos adquieren dimensiones sensitivas o estéticas. La ar-
placenteros. Al limitarlo a la sintaxis, se lo cercenaba pues se le separa- monía tórnase goce estético, igual que la mimesis. Por supuesto, aludi-
ba por completo de los componentes principales del contenido: la semán- mos a épocas prefotográficas.
tica y la pragmática de las formas. Como resultado, surge el formalismo Los principios de ordenamiento en cuestión actúan no sólo en las arte-
o decorativismo artístico. De este modo las obras de arte devienen meros sanías, actualmente denominadas artes. También desempeñan un im-
ejercicios sensoriales, o de significación semántica y pragmática en el portante papel en la ornamentación a que se refiere G. Lakécs O SUU al
mejor de los casos. uso del adorno que desde tiempos inmemoriales vemos desfilar a lo largo
Decíamos que la subestructura sintáctica con su belleza formal y rela- de toda la historia del hombre. Fueron épocas en que no pudo haber be-
cional también descansa sobre una base biológica. En la sintaxis de va- lleza en un objeto o edificio sin ornamentos, sean éstos geométricos o fi-
rias elementalidades entran en juego los principios ordenadores de la tográficos. Seguramente el ornamento se originó en alegorías cosmológi-
realidad que el hombre siempre utilizó por razones somáticas cuando cas, simbolismos teogónicos; emblemas de jerarquización social o ritos
quiso orientarse en el espacio y en el tiempo, ambos isotrópicos, infinitos mágicos. Si se quiere, constituye un simbolismo olvidado que se ha
y carentes de datos sensoriales. Tales principios son las simetrías y pro- tornado en combinación hedonista de formas, pero lo cierto es que lo de-
porciones, los ritmos y direcciones que incumben directamente al ergui- corativo abunda en los adornos del cuerpo humano, desde los tatuajes a
miento somático del hombre, y confieren un sentido de organización a las joyas y vestimentas, así como en los utensilios cotidianos de las cla-
todo espacio, superficie u objeto al atribuirle un arriba y un abajo, una ses altas.
izquierda y una derecha, un adelante y un atrás. Al ornamento lo denominaremos después arte aplicado, pero sin que
En todas las culturas y épocas, la organización o estructura de los ele- podamos desmentir la perenne necesidad humana de belleza ornamen-
mentos del trabajo, como la de los componentes del arte, descansaron tal, a la que se prefiere, como actualmente todavía lo hacen los sectores
sobre los mismos principios sintácticos. Por eso podemos apreciar las populares. El comportamiento hedonista fue siempre inherente a la na-
bellezas formales de la prehistoria, pese a que sus motivaciones y efec- turaleza de muchos hombres. Así, los principios de ordenamiento produ-
tos nos sean extraños. Siempre hubo una tendencia a preferir la armo- cen sentimientos objetivos placenteros al provocar emociones. No en
nía de tales principios. Si se la trasgredió para imponer la desarmonía vano existen músicas alegres o tristes, lo mismo que algunos cuadros o
fue por causas sociales y culturales. En favor de la armonía o en su edificios. Tales principios constituyen el sustrato estético de todo pro-
contra, el hombre nunca pudo ignorar estos principios; lo que sí tuvo que ducto humano; sustrato básico de las artes, pero insuficiente.
cambiar radicalmente a lo largo de la historia fue la semántica y la La ornamentación subsiste hasta nuestros días y sus principios de or-
pragmática de su empleo. denamiento también son adoptados por las artes, aparentemente como
A fines del siglo pasado se prestó suma atención a la base biológica de sustituto de las artesanías. La composición o sintaxis persistió y vino es-
las artes quizá a instancias del auge darwinista. Se analizó la importan- condida entre la profusión de figuras. Importaba entonces la semántica;
z j •.•:•__

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. S. LAS OPERACIONES SENSORIALES

esto es, la relación de los signos y figuras con lo significado y figurado sitúan en la excepcionalidad de las artes, menospreciando la cotidiani- 163
por los mitos hechos realidades (los dioses) o por realidades visibles. Sin dad de lo estético que en nuestros días precisamente buscan los diseños
embargo, desde hace un siglo el espíritu de la ornamentación comienza a y descuidaron las artes. El formalismo satisface las necesidades festivas
predominar en las artes tradicionales, y su primacía despunta en el preci- de la sensibilidad: no las correctivo-renovadores que tipifican a toda
so momento en que se ahoga por la supresión de los ornamentos en las creación cultural, inclusive la artística. Las artes son manifestaciones
artes y aparecen los diseños. transestéticas: calan más allá de los principios ordenadores y de sus
Como sabemos, P. Cézanne inicia el imperio de la sintaxis en la super- armonías y bellezas. Además, no creemos que con el socialismo o con el
ficie artística. Al deleite de la mimesis se contrapone así el de la sintaxis comunismo desaparezcan el adorno, la ornamentación y el hedonismo.
o, lo que es lo mismo, las relaciones entre los signos o figuras. Después Formalismo y hedonismo son primordiales y medios, mas no primacías y
aparecen el cubismo y los abstraccionismos que desnudan los principios fines. No es ninguna novedad que, aparte del formalismo, los geometris-
ordenadores y que traen consigo al formalismo, como una prolongación mos artísticos tuvieran también como fines neutralizar las formas para
culta de la ornamentación. Claro está, actualmente son otros los móviles liberar al color, activar la facultad de significar del perceptor, y subver-
y fines, muchos de ellos justificados. tir conceptos establecidos de arte.
Luego el deleite sintáctico, a partir de los años sesenta signe el pre- Si el adorno, la ornamentación y el hedonismo son primordiales, dis-
dominio de la pragmática, postulado por algunas tendencias artísticas tan mucho de ser elementales. En la subestructura elemental, una textu-
denominadas no objetualismos, en cuyas obras la semántica y la sintáxis ra o un rojo lo es y deviene sensorial; es decir, produce sentimientos sen-
carecen de importancia. Importan únicamente los efectos de la obra en soriales o sensibles. Mientras tanto, la subestructura sintáctica hállase
el receptor. Así, la ausencia de arte suele tornarse en manifestación ar- constituida por un conjunto de relaciones, al igual que cada uno de los
tística cuando incide en los conceptos de arte que sostienen y alimentan principios de ordenamiento, y produce sentimientos emocionales cuando
a la sensibilidad del receptor. vemos belleza con ayuda de la mente. Después de todo, las relaciones re-
Sea como fuere, actualmente coexisten los figurativismos y los abs- basan lo sensorial, demandando la intervención de la inteligencia. El
traccionismos. Los primeros llevan ocultos los principios de ordenamiento placer estético es aquí objetivo; en otras palabras, lo suscita el objeto o
y requieren de un análisis informado y ducho para descubrirlos y se- los principios ordenadores con el concurso de la razón del sujeto. En
ñalar su funcionamiento visual. En cambio, en los abstraccionismos geo- comparación, el placer mimético es más subjetivo: goza el hecho de ver
métricos encontramos a flor de piel tales principios, y es fácil deleitarse una reproducción fiel de la realidad visible y no los pormenores visuales
con su formalismo. Estos abstraccionismos son propiamente reencarna- de su reproducción gráfica.
ciones de la ornamentación milenaria. ¿Cabe justificar al formalismo Hasta aquí nos hemos ocupado de las bellezas formales de la subes-
como continuación de la ornamentación milenaria?; ¿debemos condenar tructura sintáctica y de lo concerniente a las operaciones sensorio-com-
el hedonismo que lo sostiene? positivas. Todo lo hemos limitado a lo estético. Veamos entonces las rela-
Por lo general el formalismo se tilda de vacuo y de frívolo decorativis- ciones de la sensorialidad con lo artístico.
mo. Lo tachan de este modo sobre todo los "contenidistas", y en especial En la percepción de los aspectos artísticos, la sensorialidad pierde
quienes consideran a lo estético y a lo artístico como sinónimos, viendo fuerza e influencia. Es indispensable, pero se pone al servicio de la men-
en las artes solemnidad sacra o traumatúrgica. En verdad, se trata de te más que de la sensibilidad. En la significación de la estructura formal
un proceso de estetización de las artes visuales, en tanto éstas recurren por parte del sujeto, cabe distinguir dos procesos: el no artístico de natu-
a poner al desnudo los principios ordenadores con el propósito de produ- raleza semántica, que relaciona forma y contenido; y el artístico, que
cir placer estético o, por decirlo mejor, para halagar los ideales y senti- evalúa la estructura artística en lo que toca a sus aportaciones sistémi-
mientos de belleza que, si bien son fundamentales para las artes, se dife- cas o de retroalimentación.
rencian de ellas y son artísticamente insuficientes. Si la estetización de El primer proceso consiste en el vaivén entre la forma y el contenido;
los abstraccionismos coincide con el de los productos industriales es más exactamente, entre el objeto y el sujeto que lo significa. En otras pa-
porque las artes se acercan a los diseños. El actual formalismo, como labras, el sujeto significa lo estético formal, y obtiene así el contenido.
antes la ornamentación, es un producto necesario para la vida estética, He aquí lo más activo del sujeto y lo más sensitivo y racional del consu-
no para la artística. Lo malo está en hacer pasar lo estético por artístico, mo artístico. Importa superar las denotaciones. Como primera medida,
en elitizar el formalismo, sobrevalorar el placer sensitivo, solemnizar el el sujeto se libera de toda emoción, y acto seguido analiza la totalidad en
arte y aprovecharlo con fines de dominación y manipulación humanas. busca de un resultado: la función o sentido que regulará la relación forma-
Quienes toman las razones estéticas del formalismo por artísticas las contenido. Al fin y al cabo, el arte es transestético, y por eso interesan
[.

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

164 1 las connotaciones de la expresividad o la belleza, de la construcción o la NOTAS 165


invención. Todos los elementos sensoriales hacen ahora de alegorías,
símbolos o metáforas. Así, la sensorialidad elemental enriquece y trans- 1 J. Eberhard,Persónlichkeit-Kunst-Ledenweise, págs. 157-185.
forma el contenido o las denotaciones, de suyo no artísticas ni estéticas. 2 S. Sontag, Agaiiist Interpretotion, págs. 3-14.
3 R. Arnheim, 'liinamic and Invariants" en J. Fisher (ed.), Percaiving Artworks.
Con el concurso de la razón, la sensibilidad lleva la sensorialidad a "G. Lúckacs, Estético, tomo 1, págs. 265-311.
sus máximas implicaciones no sensoriales, si se quiere, intelectuales o K. Bücher, Arbeit und Rhytmus.
ideológicas. Cuanto más significamos la sensorialidad, menos sensorial 6 Ch. Caudwell, flusiori und Wirklichkeit.

será. Lo mismo sucede con la sensibilidad. En otras palabras, las impre- R. Bayer, The essence of Rythm" en Susan Langer (ed.), Refletions on Art.
8 Q Baensh, "Art and Feeling" en Susan Langer (ed.), Refletion on Art.
siones sensoriales del sujeto constituyen en parte percepciones mediatas,
G. Lúkacs, op. cit., págs. 311-351.
en cuanto se topan con elementos nuevos y han de conferirles signifi-
caciones con ayuda de la intuición e imaginación, enriqueciendo el con-
tenido. Es de suponer que la sensibilidad guía las sensaciones sensoria-
les hacia las inferencias estéticas, mientras la razón lo hace hacia las
artísticas. Por añadidura, toda inferencia es mental.
Dicho sea de paso, las obras de los no objetualismos carecen de se-
mántica y de sintaxis, y la razón ha de centrarse en establecer sus efec-
tos conceptuales, propios de la pragmática, que subvierten las ideas
fundamentales y establecidas en torno del arte.
A las búsquedas de los efectos conceptuales se suman las de los efec-
tos retroalimentadores, que son los artísticos propiamente dichos, o sis-
témicos. Estas búsquedas son también materia de la mente y tienen una
orientación axiológica y de tipo correctivo-renovador. En la conciencia
del receptor no se da aquí intervención de lo biológico ni de la sensibili-
dad. Si en lo estético la sensorialidad se somete a la sensibilidad, en lo
artístico la subyuga la razón. Los efectos de retroalimentación a inter-
pretar y a tasar pueden ser nuevos modos y medios de producción, valo-
res históricos y sociales, o bien renovaciones conceptuales.
Tasar la retroalimentación significa conocer los postulados de la ten-
dencia artística a que pertenece la obra percibida; tendencia que no es
otra cosa que un proyecto cultural de uso de los recursos estéticos. El
arte es una sucesión de proyectos culturales que cambian con el tiempo
y que las obras retroalimentan con sus innovaciones.
En conclusión: la sensorialidad de orientación artística es reflexiva.
En realidad es biológica y protoestética, y fue sobrevalorada por los he-
donistas y subestimada por los "puritanos" del arte. La visualidad, la
tactilidad y lo viso-táctil son medios indispensables en el conocimiento
de la realidad, pero no bastan. Pueden irradiar placer, pero de forma
elemental y casi biológica. La mente encauza lo sensorial hacia lo artís-
tico y lo no artístico de las artes, como lo político, religioso o moral. Con
todo, si desea consumar una percepción cabalmente estética y artística,
ej consumidor de arte ha de tener una capacidad sensorial desarrollada
en 11s sutilezas formales y materiales.
•. .,... . .
. ¡ .. .. ' '.,' .
.. f .

CAP. 6. LAS OPERACIONES SENSITIVAS

man a la sensibilidad como una capacidad o facultad humana, lo cual es


correcto. Luego, muy convencidos afirman que constituye la capacidad
de sentir y que, por tanto, ella siente.
6 Las operaciones
sensitivas
Así, de buenas a primeras, la última afirmación se nos presenta lógica
y correcta, pero en un sentido estricto, la sensibilidad humana no siente
de motu proprio ni ella sola genera sentimientos. Es el hombre quien la
utiliza para sentir y originar sentimientos. La utiliza propiamente para
traducir en sentimientos las sensaciones sensoriales. No se trata de un
juego de palabras. Aceptar que la sensibilidad siente implicaría incurrir
en un sustancialismo, como si existiese de veras en nosotros algo autóno-
mo y perceptible que denominamos sensibilidad. Realmente y en concre-
to, para poder responder con sentimientos a las realidades la sensibili-
dad humana necesita el respaldo de la razón, de los sentidos y de las
experiencias sensitivas. Sin la razón el hombre se perdería en un pozo
de sentimientos indiferenciados, promiscuos. En sentido estricto, los sen-
He aquí las operaciones, cuyos componentes conforman el más intrin- timientos son subproductos de los estados de espíritu o mentales que se
cado nudo de la percepción visual sobre todo de aquella percepción re- suscitan en los hombres por tal o cual situación o realidad. Esto no impli-
querida por el consumo de algunas artes y por la recepción de las cate- ca estar de acuerdo con R. Arnheim,1 cuando llama subproductos no
gorías estéticas de la realidad natural, incluida la humana, Desde el siglo específicos a los sentimientos. En nuestra opinión son subproductos de
XVIII muchos teóricos han considerado la sensibilidad como la matriz de la relación objeto-sujeto, que depende obviamente de la realidad objeto y
tales operaciones y como lo peculiar de las artes y de todo lo estético, de la realidad hombre, y que incluye lo específico de la belleza y demás
concepciones éstas de consenso general entre los aficionados de nues- categorías estéticas.
tros días. Sin embargo, el nudo sigue embrollado y continuamos refirién- Como es sabido, y al igual que cualesquiera otros seres animados, po-
donos a una propiedad humana sin saber a ciencia cierta qué es, y sin seemos una sensibilidad corporal o, si se prefiere, tenemos un cuerpo
que la psicología esté capacitada para respondernos sin ambages. provisto de la capacidad neurológica de sentir directamente y sin pre-
En buena medida, tenemos en las manos una hipótesis bastante infor- vias interpretaciones ni valoraciones los estímulos fuertes de toda reali-
me y frágil, pues todavía aludimos a la sensibilidad sin atinar siquiera a dad circundante. Es decir, sentimos frío o calor, un corte de navaja o el
diferenciar entre sí las múltiples y variadas reacciones denominadas pisotón de un prójimo, el impacto de un automóvil o el ruido de una má-
sentimientos, en que ella se diluye. A lo sumo, experimentamos senti- quina, la luz o los perfumes, sin que previamente intervenga nuestra ra-
mientos y en mi gesto de alegre egocentrismo terminamos conceptuando zón ni experiencia alguna. Sentimos biológicamente como un animal,
el placer sensitivo como lo sustancial de toda vida estética, y como la esto es, registramos sensaciones de forma pasiva. Muy distinta es la sen-
finalidad principal de cada una de las artes. Para nada nos preocupan sibilidad visual, nuestra capacidad de responder con sentimientos u
las causas, la naturaleza y los efectos del placer sensitivo. Resulta impe- operaciones sensitivas a una realidad visible: aquí tiene lugar un proce-
rativo, pues, preguntarnos si en verdad existe la sensibilidad, qué ele- so de ver la realidad y de sentir lo visto en ella, que pone en movimiento
mentos la integran, cómo opera y si toda ella es estética o no, para luego toda una constelación de ideas y experiencias, de ideales e ideologías,
cuestionarnos si hay o no un placer exclusivamente estético, y si éste de motivaciones y fines, de medios y valores. En fin, desarrollamos una
constituye el hcippy end del arte y de lo estético o sólo corporiza un síntoma. recepción activa y racional en la que gravita todo el hombre, mientras la
Más que preguntarnos por la existencia de la sensibilidad, nos corres- corporal es pasiva o animal.
ponde establecer qué es. Mejor todavía: debemos analizar las posibles Finalmente, la sensibilidad humana existe gracias al desarrollo y a las
maneras de conceptuar nuestras actividades sensitivas o estéticas. La actividades de dos realidades: la animal del cuerpo, con sus órganos
sensibilidad existe en tanto a diario experimentamos sentimientos, en sensoriales: y la humana de la mente o la razón, con sus múltiples com-
cuanto sabemos que todos los hombres los viven, y sobre todo porque es ponentes. De ahí nuestra capacidad de responder con sentimientos de
posible aislarlos como vivencias y diferenciarlos de las actividades de la agrado o desagrado a realidades que inciden en nuestro cuerpo y en
razón. Después de todo, en sus fugaces momentos de vida nuestras emo- nuestra habilidad de generar emociones placenteras y complejas, deno-
ciones son ciegas e irracionales. Siguiendo a Kant, muchos estudiosos to- minadas estéticas, ante bellezas y valores culturales. Por eso, algunas

166
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 6. LAS OPERACIONES SENSITIVAS

realidades nos suscitan confusiones entre los sentimientos biológicos y Dicho sea de paso, por desgracia todavía cunde el desconocimiento de 169
los estéticos elementales. lo más elemental de la sociología y de la psicología de los sentidos y de la
No creemos que nuestra capacidad de sentir sea un mero estado men- sensibilidad. Críticos y teóricos, historiadores y aficionados de viejo
tal, como parece aseverar R. Arnheim.2 Empero, aceptamos que los sen- cuño se sienten, animados a suponer candorosamente que todo hombre
timientos son productos de estados de espíritu o mentales, más —eso con ojos y sensibilidad normales es capaz de percibir artísticamente y de
sí— la capacidad de sentir que, en lo que toca a aspectos culturales, es forma correcta la pintura, por ejemplo. Para ellos la solución reside en
adquirida o enseñada. Nos resulta fácil diferenciar nuestros sentimien- difundir, en los sectores populares, las pinturas. Ignoran por completo la
tos de nuestros pensamientos. Sin embargo, la existencia de unos sin los complejidad de la percepción y del consumo artísticos; nada saben de
otros sería imposible. Siempre caminan correlacionados, aunque la rela- los condicionamientos ontogenéticos y socioculturales de la sensibilidad
ción pensamientos-sentimientos varíe de hombre a hombre, de acto a de cada individuo. Incluso desconocen la sencillez del consumo estético
acto. En la mayoría de los hombres o de nuestros actos opera casi siem- o del gusto, con el cual confunden el artístico; sencillez evidente, pese a
pre una razón empírica y súbita muy ligada a los hábitos sensitivos los complicados condicionamientos del gusto y de los sentidos.
—como veremos más adelante— desde el punto de vista filogenético y El problema tiene raíces profundas y va más allá de cualquier cambio
ontógenético. La razón lógica y evolucionada actúa más bien en la gente radical en la soQiedad y en la cultura, previa alteración del modo de pro-
o en los actos que se hallan animados por intereses artísticos. ducción material. Afirmamos esto porque incluso en sociedades sin clases
Si en ocasiones tendemos a pensar en una sensibilidad autónoma es será imposible popularizar a cada una de las artes por igual (proble-
por la existencia de un cúmulo de ideales y sentimientos de belleza y de- ma cuantitativo), y difundir el buen consumo artístico de todas ellas (pro-
más categorías estéticas que el hombre adquiere como hábitos, y que blema cualitativo). Por fortuna —y como resultado y solución de la diver-
también designamos subjetividad estética. En la gran mayoría de los sidad humana— lo maravilloso del arte estriba en estar integrado por
hombres los sentimientos estéticos son espontáneos y transcurren sin te- muchas clases, géneros y tendencias diferentes y en producir obras,
ner nada que ver con los conceptos occidentales de arte. Como sabemos, cada una de las cuales contiene múltiples aspectos y valores sensitivos y
éstos, exigen el uso de la razón como el obligado encauce de los senti- da lugar a infinidad de consumos incluyendo los seudoestéticos.
mientos; sentimientos que predominan en las artes, pero con los estéti- Pero volvamos a las operaciones sensitivas o sentimientos. Como es
cos y los artísticos a la cabeza. Si hasta ahora resultó difícil distinguir evidente, existen múltiples y diversos sentimientos, que nos obligan a
entre el predominio de los sentimientos y la intervención rectora de los imaginar la sensibilidad como una suerte de urdimbre implícita en toda
pensamientos, se debió a la falta de diferenciación entre lo estético y lo práctica social del hombre. Dicho de otro modo, hállase entretejida con
artístico. Actualmente esta diferenciación nos permite observar cómo la mente y con los sentidos. Si bien solemos aislarla como vivencia o sen-
predominan los sentimientos en el consumo estético y cómo éstos se so- timientos, y en ocasiones predomina sobre las demás facultades hu-
meten a los pensamientos en la auténtica percepción artística. manas, se apoya en pensamientos y visiones, y no existe sin la mente y
Todos podemos sentir, aunque no las mismas cosas y fenómenos ni en los sentidos. Por eso los sentimientos van del sentir sensorial (como sen-
el mismo grado, en el caso de coincidir; hechos así nos permiten corrobo- tir calor, por ejemplo) a la emoción intelectual de la tasación artística de
rar que unas personas devienen insensibles a tales o cuales artes. Las una obra de arte, pasando por lo biológicamente agradable y por el pla-
causas son socioculturales o meramente humanas, en tanto al hombre le cer que suscita una belleza natural o formal. Cabe postular, entonces,
es imposible desarrollar por igual todos sus sentidos y dedicarse con la un pansensitivismo. Al fin y al cabo, los sentimientos, intervienen en
misma intensidad a todas las artes. Su vida es muy corta para ello, y sus todo acto ti obra humanos, sin que esto signifique que nuestra sensibili-
sentidos no cuentan con la misma predisposicion y capacidad. dad intervenga en toda realidad. Expliquémonos.
La capacidad de sentir que todos poseemos se concreta en un espacio Sabemos que el hombre como individuo no siente todo lo visible; siente
histórico y en un tiempo social determinados, los cuales moldean nues- lo que la sociedad le enseñó a sentir, y en principio busca confirmar sus
tra sensibilidad y condicionan sus actividades y potencialidades. No por hábitos o, lo que es igual, satisfacer sus necesidades. Nadie lo cuestiona.
igual, sino según las diferencias intrasociales e intrahistóricas, y tam- Con la diferencia que la mayoría insiste en hábitos particulares y aspira
bién de acuerdo con las posibilidades y deseos de cada individuo. Por a consumir siempre las mismas obras o aquellas muy parecidas entre sí.
consiguiente, la sensibilidad presupone experiencias e ideas que le im- Para muy pocos los hábitos son genéricos; esto es, privilegian el género
primen una determinada orientación teleológica y otra axiológica, am- artístico que, por una u otra razón, eligieron en sus inicios, cuando en
bas muy ligadas a las operaciones sensoriales y teoréticas de nuestra tanto individuos participaron en la división sensorial del consumo estéti-
percepción. co que impone toda sociedad. Es decir, algunos eligen las artes visuales,
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 6. LAS OPERACIONES SENSITIVAS

por ejemplo, y otros la literatura o la música. Y si se inclinan por las pri- de todo aquel predominio emotivo registrable en muchos actos de nues-
of meras, algunos privilegian como género a la pintura, y otros la arquitec- tra vida cotidiana.
tura, adquiriendo los correspondientes hábitos. Tan luego queremos distinguir entre sí los sentimientos de ira, por
Naturalmente, todo hábito entraña una potencialidad de cambio o re- ejemplo, o el placer estético del religioso, intelectual o artístico, surgen
novación, dependiendo de la actitud ligada a la sensibilidad: conserva- los problemas. Para nosotros no hay diferencias de naturaleza entre los
dora o progresista, reaccionaria o revolucionaria. Así como no somos sentimientos de ira o de placer pues los particularizan las ideas y las
sensibles a tantos tonos de blanco como los esquimales, tampoco lo ideologías que los causan y encauzan. La sensibilidad nunca actúa sin
somos a muchas artes o categorías estéticas. Siempre hermanamos ideas, aunque sí sin sentidos, puesto que muchas veces recordamos si-
nuestros sentidos, mente y sensibilidad, de tal suerte que las ideas son tuaciones y nos embargan sentimientos de placer o desplacer. A tales
capaces de alterar los intereses de la sensibilidad, así como el poco con- sentimientos los rotulamos subjetivos, en tanto son productos exclusivos
tacto con un arte debilita o atrofia la receptividad o la apropiación sen- del sujeto ante realidades o percepciones imaginadas. El consumo, artís-
sitiva y sensorial del mismo. Por su parte, los sentimientos actúan unas tico y el estético no están libres de ellos. En cambio, los sentimientos ob-
veces como catalizadores y otras como retardadores de las actividades jetivos son resultado de la confrontación de un objeto real por un sujeto
sensoriales y mentales. Recordemos que la facultad de sentir se desarro- igualmente real.
lla dentro de la relación objeto-sujeto, siempre inmersa en la sociedad Al separar los sentimientos entre sí con el fin de definir a cada uno de
que la condiciona. No se trata, pues, de registrar la realidad con nuestra ellos hemos de prestar atención a los preestéticos, también denominados
sensibilidad y en forma pasiva. Al hacer gravitar sobre la percepción de sensoriales, biológicos o sensaciones, que ya hemos visto en el capítulo
la realidad lo que ella sabe sentir nuestra sensibilidad pone mucho de su anterior y que son los mismos que los sentimientos somáticamente ele-
parte. Por añadidura, las categorías estéticas no se encuentran desnu- mentales de agrado o desagrado. También debemos especificar los esté-
das, y a menudo son difíciles de localizar. ticos, los artísticos y los no estéticos que solemos registrar en el consumo
Al contrario del pansensitivismo, sería inaceptable cualquier postula- artístico tales como los religiosos o políticos. Todos los sentimientos
ción de un panesteticismo. Si bien sentimos siempre, no necesariamente hasta aquí enumerados intervienen, por separado o por grupos, en el
todos nuestros actos y nuestras obras hállanse vinculados con lo estéti- consumo artístico y en el estético. Como es de suponer, no habrá un
co, de suyo inherente a la belleza o fealdad, a lo dramático o a lo cómico, auténtico consumo estético ni artístico sin sentimientos estéticos y artís-
a la sublimidad o tipicidad. En el auténtico consumo estético predominan ticos, respectivamente.
los sentimientos ligados a las citadas categorías estéticas, mientras que Por definición, los sentimientos estéticos tienen que ver, con las catego-
en las actividades científicas la razón desplaza a los sentimientos, tanto rías estéticas. La tautología es palmaria pero inevitable, salvo que la
a los estéticos como a los afectivos o a los de cualquier otra laya, que- disimulemos nombrando dichas categorías: bellezas, dramatismos, etcé-
dando sólo aquellos unidos al interés, soluciones y sorpresas científicas tera. Los sentimientos estéticos ciertamente intervienen en la percep-
que cabe denominar intelectuales. Haciendo una síntesis, podríamos ción de las bellezas de la realidad y de las artes, y lo hacen como la cate-
decir que la sensibilidad denota receptividad o capacidad de sentir, y goría estética más frecuente. En este caso, será menester distinguir en-
los sentimientos son múltiples y diversos. tre lo estético-natural ylo estético-formal, o estético-artístico. El primero
• En rigor, el hombre ocupa su sensibilidad —ante todo y sobre todo— cubre las bellezas naturales, ya sea las percibidas directamente o las
en las afectividades: esto es, en generar sentimientos de amor u odio, de representadas por figuras, mientras que el segundo es propio de las
paz o agresividad, de compasión o ira, de tristeza o envidia, de soberbia obras de arte. ¿Existen acaso las bellezas objetivas y puras?
o de cualquier otra pasión. Estas emociones afloran constantemente en Ya lo hemos dicho: no son objetivas y dependen de la relación objeto-
la vida diaria y en ocasiones intervienen en el consumo artístico, compli- sujeto. Tampoco son puras: llevan adherencias intelectuales o de otra
cando su estudio y el del sentimiento estético. Intervienen en el consumo índole. Por ejemplo, la belleza femenina puede reducirse a un mero reco-
de obras de arte, cuyos contenidos reflejan pasiones humanas; partici- nocimiento súbito y formal en lo que todo queda en lo puramente senso-
pación ésta inconcebible en las ciencias y en las tecnologías. Los senti- rial o preestético. También cabe identificarla con un proceso cognosciti-
mientos suelen ser también producto de las asociaciones que nos suscita vo y detenido en el que intervienen —provenientes de la razón— móviles
el contenido de las obras de arte. De ahí la razón para postular el prima- o asociaciones sexuales u orgullo de elevada posición social, de elegan-
do de los sentimientos como lo específico de las artes y de lo estético, cia o vanidad, 'de riqueza o parecido cinematográfico, etcétera. Recorde-
pero siempre que sean encabezados por los artísticos, con su racionali- mos a K. Fiedler, quien situaba los ideales de belleza y su satisfacción
dad, o por los estéticos. El encabezamiento diferenciaría este primado placentera en los niveles más rudimentarios del hombre, como diciendo
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS
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CAP. 6. LAS OPERACIONES SENSITIVAS

172 1 que el arte está más allá de la belleza y del placer. Por cierto, la sensi- Para diferencir los sentimientos entre sí únicamente nos queda enf o- 173
bilidad estética no se limita a la belleza; gira igualmente en torno de lo car las ideas singularizadoras de cada placer, como ya hemos manifes-
dramático de una situación humana, cuya percepción nunca puede ser tado. Es decir, debemos recurrir a una razón lógica, bien informada y
placentera ni bella. Hablamos de sentimientos estéticos y no de artísticos. ducha en el manejo conceptual; no importa si los problemas aumentan
De acuerdo con la diferenciación entre lo estético y lo artístico que en lugar de disminuir, pues son intelectuales.
sostenemos, el primero se identifica con el gusto: es espontáneo y neta- A muchos hombres se les ha privado de los recursos intelectuales ne-
mente subjetivo, y para preferir o valorar no necesita la intervención de cesarios para someter sus sentimientos a una introspección y poder se-
la razón lógica. Se atiene a su sistema de valores o predilecciones y bus- ñalar lo estético en la relación que ellos entablan con la realidad. Para
ca realidades y experiencias que lo confirmen y halaguen, generando estos hombres, su placer es sinónimo de valor estético o artístico.. Así, lo
casi siempre asociaciones de índole trivial o extraestético. Los senti- que es resultado se transforma en causa de modo hipostático. Tal sería
mientos estéticos aparecen también en el consumo artístico y enfrentan la solución práctica que nos da la razón empírica, regidora de los com-
las bellezas naturales representadas en obras, y las formales, propias de portamientos del hombre común y corriente. De esta manera, el hombre
éstas. Pero van acompañados de sentimientos artísticos, de por sí sub- se libera de la obligación de diferenciar los sentimientos entre sí y de es-
productos intelectuales o racionales. tablecer el estético. A decir verdad, a la mayoría de la gente ni siquiera
Estéticos o artísticos, los sentimientos tienden a desembocar en el pla- le interesa establecerlo; su individualismo a ultranza se conforma con
cer, cuya conceptualización presenta problemas de la más urgente solu- sentir placer, y las causas y los efectos le tienen sin cuidado.
ción. Como sabemos, lo estético no siempre es placentero ni todo placer Como luego veremos, a lo largo de su filogénesis y de su historia el
es estético, menos aún artístico. Pero esto no basta para dar por solucio- hombre pasa del sincretismo original —en el que todavía no puede dife-
nado el problema. Tampoco basta comprobar que el placer estético no renciar los sentimientos entre sí ni los valores— a la paulatina aparición
es el único ni el fin principal del gusto o del arte. Sólo nos resta encarar y desarrollo de la capacidad de individualizar algunos sentimientos y va-
la realidad del consumo sensitivo tal cual es: un apretado manojo de sen- lores. Por lo regular, el hombre, siempre se las ingenió para ir detrás de
timientos placenteros, difíciles de diferenciar entre sí. todo aquello en su vida que confirme y halague las preferencias o valo-
La intervención de los placeres se inicia tan pronto nos sentimos atraí- res estéticos de su sistema sensitivo, cada uno de los cuales se encuen-
dos por una obra o por una realidad natural. Luego, en el proceso per- tra inmerso en un conglomerado de ideas e ideologías, ideales y valores,
ceptual surgen variados placeres, muchos de ellos contraproducentes experiencias y fines. La confirmación y el halago caracterizan la vida
pues impiden u obstaculizan la auténtica vivencia estética. Estaremos festiva del hombre común. En su vida diaria se limita a la percepción fu-
más cerca de la solución si admitimos la necesidad de una razón lógica gaz y orientadora de bellezas habituales mientras en las actividades co-
para ir diferenciando los sentimientos y dejándolos a un lado, hasta lle- rrectivo-renovadoras —que muy pocos apetecen— hay mayor interven-
gar al placer final o posconsuntivo, y considerarlo un síntoma de los bue- ción de la razón práctica.o empírica. Si antes lo estético llegaba a través
nos efectos logrados, o bien, como satisfacción de la buena marcha del de lo religioso de las artesanías, actualmente en los diseños el valor de
consumo estético. Pero como a la mayoría de la gente se le ha negado el uso práctico le sirve de vehículo.
desarrollo de una razón lógica, se aferra a la empírica y al placer como la El hecho de igualar al valor estético con el placer experimentado
mejor orientación vital e individualista. como la acción más primaria del hombre, y el hecho de dar por sentado
En suma, cuando enfrentamos obras de arte o bellezas naturales el que toda belleza o valor estético suscita indefectiblemente un consumo
problema reside en la imposibilidad de diferenciar el sentimiento estéti- en verdad estético o artístico, han servido de coartadas para difundir
co de los demás sentimientos placenteros. En otros tiempos algunos estu- como auténticos algunos modos espurios de consumir bellezas y obras de
diosos opinaban que arte. En otro capítulo nos hemos referido al consumo trivial, al cursi y al
masivo como los consumos seudoestéticos actualmente en boga. Si el tri-
el placer estético no se distingue en nada, cualitativa mente, de otras moda- vial centra su placer en lo vulgar, el cursi se solaza en el consumo o en la
lidades de placer(. .)
y no es posible, por tanto, a la vista de una sensación propiedad de productos supuestamente característicos de clases altas.
de placer, descubrir sin más si es o no estético.3 Por su parte, al masivo le place el hecho de haber visto algo importante,
y no el proceso consuntivo. Estos sentimientos suplantan a los auténtica-
No hay sentimientos estéticos, en el sentido de ser estéticos, como ro- mente estéticos y artísticos y se hacen pasar por valores. Nos dan, en fin
jos los de sentir un rojo. Los estéticos sienten la belleza, pero sin ser be- gato por liebre.
lbs ellos mismos. Sea como fuere, la búsqueda de placeres, incluyendo los estéticos,
U)'':

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 6. LAS OPERACIONES SENSITIVAS

174 1 constituye la preocupacion más rudimentaria del hombre. En rigor, el minará su conciencia estética y será en el Neolítico cuando aparecerá la 175
sentimiento estético sería un producto de las relaciones que entablamos conciencia artesanal, de suyo encaminada a la producción de objetos o
con tal o cual realidad. Ya hemos señalado las categorías o formas esté- acciones, así como brotará la artística en el Renacimiento y la de dise-
ticas fundamentales como lo específico de tales relaciones, pero sin que ños en los últimos treinta años de este siglo.
esto signifique que dejan en los sentimientos la impronta particular de lo El hecho de que el antropoide previo a Neandertal 7 confeccione he-
estético. Además, las categorías —específicas o no— nunca vienen so- rramientas rudimentarias indica que ya estaban formadas sus manos y
las ni únicamente suscitan placer estético: las acompañan otros senti- la sensibilidad biológica para sentirlas durante el trabajo y poder ver lo
mientos y valores. De aquí, por su propio peso se desprende una pre- trabajado. Después, el hombre de Neandertal termina su ciclo produ-
gunta: ¿debemos limitarnos a lo específico, o bien cubrirlo junto con los ciendo bultos icónicos, tal como la Venus de Willendorf (31840 a.C.),
otros componentes? predominando el trabajo con fines utilitarios de subsistencia o de lucha
En nuestra opinión, limitarse a lo específico implica caer en un rednc- contra el medio ambiente. Es cuando las acciones o efigies intentan in-
cionismo distorsionado de la realidad, porque el arte no solamente fluir en los fenómenos naturales para que sean favorables a las activida-
es arte, ni lo estético tan solo estético. Sobre lo estético y lo artístico des utilitarias de caza o pesca.
sobre los sentidos y la sensibilidad gravita todo el hombre. Lo concreto La magia se encuentra más desarrollada en el hombre de Cro-Magnon
está —recordémoslo— en el haz de sentimientos que se va formando en como, por ejemplo, en los bisontes de Altamira. La actividad manual de
el consumidor, y que lleva como centro los sentimientos de procedencia figurar llega aquí a su máxima intensidad mimética y sensitiva y el hom-
estética o artística. En consecuencia, los realistas hemos de conceptuar bre adquiere patrones visuales y un pensamiento plástico, 8 que poco a
el placer o el valor estético como un sistema de varios placeres y de va- poco se perfila en una conciencia estética, cuyos valores y preferencias
rios valores, el específico entre ellos. Lo específico es una parte singular son sincréticas; esto es, carentes de diferenciación. Hoy consideramos
y homogénea que, cuando se trata del sentimiento estético es común a como obras de arte a las pinturas parietales de los bisontes, cuando es
todo lo estético o artístico. Pero lo específico del arte reside también en mucho más probable que tuviesen fines prácticos y que en sus mecanis-
el hecho de que cada una de sus obras es única, y esta unicidad sólo pue- mos gravitaran una baja carga intelectual (hipológica) y emocional dife-
de darse en una totalidad orgánica de heterogeneidades con sus leyes in- renciada (bipoestética). La razón empírica se desarrolla, pero tanto los
ternas. sentimientos como los valores permanecen indiferenciados. Seguramente
Algo similar parece aseverar F. Kainz cuando escribe: en el hombre de entonces hallábase ya consolidada una conciencia esté-
tica, la cual se centraba exclusivamente en fines utilitarios y comunica-
El placer estético es la actitud emocional positiva que brota en la intuición tivos e involucraba un conglomerado de sentimientos sin diferenciarlos
henchida de sentimientos, debiendo tener en cuenta la resultante de placer entre sí. El hombre distinguía tan sólo lo favorable de lo desfavorable a
derivada de la actividad psíquica, en cuanto tal, como la que brota de los con- su subsistencia material.
tenidos en que esta contemplación saturada de sentimientos se manifiesta.4 Esta indiferenciación no debe sorprender al lector. Piense en la gran
cantidad de gente que actualmente no atina a individualizar los valores ni
En lo estético, como totalidad, intervienen los goces funcionales:5 los los sentimientos estéticos, y menos aún posee la capacidad de aislar los
que van generando las distintas actividades del consumo estético; goces artísticos. El sincretismo original fusionaba todo. Incluso en nuestros
que incluyen el de uno mismo en tanto consumidor, al lado de los del ob- días los estudiosos solemos toparnos con obras de arte cuyos elementos
jeto.6 En suma, como resultante tendremos un placer posconsuntivo y estéticos o artísticos son difíciles de establecer en su singularidad. Tam-
heterogéneo que compendia el proceso del consumo y los efectos inme- poco debe sorprenderle nuestra definición de magia como un proceso
diatos y también heterogéneos del mismo. En otras palabras, lo específi- utilitario de subsistencia. Estamos acostumbrados a verla como una
camente estético o artístico es orgánico, sistémico, estructural, o como etapa temprana de la religión, a la que definimos por el más allá de que
quiera denominarse la totalidad con sus leyes internas, que es más que se ocupa, cuando la ciencia hace lo mismo. En realidad, la magia consti-
la suma de las partes. tuye una tecnología manual propia de la razón empírica y utilitaria, por-
Con el propósito de completar el panorama de las operaciones sensitivas, que primero tuvo que desarrollarse al máximo y en forma exclusiva el
corno parte del consumo estético y antes de comenzar a describir el artísti- trabajo con fines utilitarios de subsistencia humana. Luego aparecerán
co, veamos someramente la filogénesis de la sensibilidad estética del hombre las preocupaciones por las bellezas y por las explicaciones teístas. Bien
pues ella no nace ya definida, constituye una conquista humana, inicia- mirado, en última instancia, toda religión obedece a necesidades de sub-
da por aquel ser de Cro-Magnon ya hecho hombre. Mucho después ger- sistencia material.
CAP. 6. LAS OPERACIONES SENSITIVAS
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

116
La razón humana ha devenido lógica y científica después de este periodo. 1 17:
Del hombre de Neandertal al de Cro-Magnon se pasa, justamente, de Nos situamos en el inicio del incremento de la racionalidad, indispen-
lo biológico a lo estético, de lo animal a lo humano, del agrado o desagrado sable para superar el pensamiento mítico y la razón empírica, y seguir
corporal a la emoción estética. Por ejemplo, un color o una textura, pue- adelante con la evolución humana. Occidente desarrolla las ciencias y,
de ser preestética cuando implica agrado o desagrado sensorial. Si se con ellas, su cultura estética comienza a cargarse de racionalidad, tras-
prefiere, cuando no exige esfuerzos ni fatigas. Todo producto humano mutando las artesanías gremiales en unas artes cuyas ideaciones
—sobre todo el manual— viene de la realidad y potencialidad somáticas apuntan a la universalidad y al dominio occidental del mundo. Por decir-
Y posee dimensiones a escala humana, o sea adecuadas a las manos y lo de otra manera, Occidente separa a las ciencias y las artes del conglo-
demás sentidos del hombre. Cuando las ideas rodean lo agradable senso- merado mágico-religioso y se dedica a racionalizarlas al máximo.
rial de un color, textura o luz, ésta adquiere belleza elemental o, lo que Antes los valores estéticos venían insertos en la religión y en los orna-
es igual, tórnase categoría estética. Recordemos al texturalismo, mono- mentos de funciones sociojerarquizantes. Después, el Renacimiento em-
cromismo, cinetismo y otras tendencias elementaristas de las artes vi- pieza a exaltar lo estético y a elaborar los conceptos occidentales de
suales que estudiamos junto con las operaciones sensoriales. Por otro arte, que abusivamente hará retroactivos a 30 000 años de manifesta-
lado, consideremos los ritmos y proporciones, simetrías y direcciones, ciones utilitarias, mágicas y estéticas, y que hará extensivos a todas las
elementos de base biológica que responden a la orientación del hombre culturas, al difundirlos por el mundo como los únicos válidos. Antes de
en el espacio, según su realidad somática, y que sirven de andamiaje a ser profana, una conciencia artística tiende a regir lo estético y lo no es-
la belleza formal cuando los rodean ideas y contenidos con sus compo- tético o religioso pero sin poder liberarse de los intereses políticos que,
nentes extraestéticos. en última instancia, encauzan dicha conciencia mediante los cánones
En el Neolítico retoñan las artesanías propiamente dichas, junto con que dictan los intereses económicos.
la conciencia artesanal, preocupada por la producción de objetos, imá- Desde entonces a nuestros días las obras de arte contienen los impon-
genes y acciones al servicio de una magia que comienza a recubrirse de derables estéticos y suscitan, por tanto, sentimientos estéticos. Pero
mitos, cuyos símbolos devienen ornamentos con el transcurso del asimismo engloban elementos no estéticos tales como los políticos o cog-
tiempo. Nacen la cerámica, la cestería y los textiles. Los valores estéti- noscitivos, educativos o éticos, afectivos o hedonistas. Por último, involu-
cos, los míticos y los prácticos, con sus respectivos sentimientos, se com- cran los artísticos, generadores de satisfacciones o de placeres intelec-
binan y aparecen los politeísmos, con sus personajes quiméricos que tuales. Consecuentemente, el consumo artístico acusa mayor compleji-
hacen visible el horror cosmológico del hombre en lucha por su sobreviven- dad que el estético: es que la especificidad artística se viene a sumar a
cia. Esto sucede hasta en las sociedades esclavistas como las del Egipto la estética asumiendo el mando de todos los demás elementos.
faraónico con sus manifestaciones funerarias, esquemáticas y monu- Para ser precisos, el haz artístico hállase constituido por sentimientos
mentales que presuponen una tecnología manual bastante avanzada. afectivos, estéticos, no etéticos y artísticos. En la percepción artística
Será en la Grecia clásica donde las artesanías escultóricas, arquitec- también intervienen las operaciones sensoriales, con predominio de las
turales y pictóricas se pongan al servicio del mundo mitológico mediante
teoréticas, en tanto la razón lee y combina los componentes de la obra,
figuras antropomórficas de idealizada belleza corporal. Se equipara así
los interpreta y valora desde el punto de vista histórico y sistémico, esté-
IQ estético de la belleza con lo mítico, aunque en verdad la conciencia
tico y artístico, lo que produce como resultado sentimientos intelectua-
artesanal sigue sujeta a la conciencia mítica. Los filósofos hablan de be-
les. Definitivamente y en principio, el consumo artístico es más racional,
lleza estética pero no los ciudadanos comunes y corrientes, quienes sólo
informado y conceptual que el estético, y hasta más que el correctivo-
ven las mitologías hechas bellezas. La religión es aristocrática y, conse-
cuentemente, ajena a los esclavos. renovador de la sensibilidad estética.
A las operaciones sensitivas del consumo artístico hemos de estudiar-
Después de las sociedades esclavistas, en Occidente sobreviene el las en la complejidad de las relaciones que entabla el sujeto con la obra
feudalismo. La religión es entonces popularizada por primera vez en la de arte. Ya en otros lugares hemos definido la citada obra como la porta-
historia y las artesanías se trasmutan en gremios sujetos a férreas nor- dora de la estructura formal, la cual junto con la significativa del sujeto,
mas. Estamos en la Edad Media y es notoria la primacía de la religión integran la estructura artística propiamente dicha. Por este proceso re-
sobre la conciencia estética y la artesanal. El Renacimiento da por finiqui- lacional la obra deviene artística; antes fue únicamente objeto y seguirá
tado el feudalismo y, junto con el capitalismo y el Estado burgués en cier- siéndolo cuando esté sola, esto es, sin receptor. La estructura formal
nes, van abriéndose paso hacia las manifestaciones estéticas profanas, descansa a veces sobre una materia pasiva, como la tela o el pedestal, y
después de transcurridos —a modo de transición— los 300 años de ine- su materia activa siempre constituye una subestructura morfológica,
vitable paganización del tema y de los personajes católicos (1300-1600 d.c.)
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 6. LAS OPERACIONES SENSITIVAS

por un lado, y una subestructura sintáctica, por el otro. La morfológica nías y de los diseños, así como también de las ciencias y de las tecnologías.
entraña el contenido integrado por bellezas o dramatismos naturales re- Como totalidad heterogénea que es, la especificidad general engloba
1 179

presentadas en las figuras, mientras la sintáctica materializa la belleza los elementos estéticos —en caso de haberlos—, los no estéticos y los
formal. Tanto las bellezas naturales como la formal son materia de con- artísticos. Se apoya ante todo en el plano pragmático: en los efectos de la
sumo estético y generan en el receptor sentimientos placenteros. obra sobre los conceptos y conocimientos, sentimientos y valoraciones
Hasta fines del siglo pasado todo producto artístico contenía elemen- del receptor. Además de individuales y sociales, tales efectos son sisté-
tos estéticos, entre los que predominaban las bellezas naturales. Enton- micos o sea que inciden en el sistema a que pertenece la obra (pintura
ces lo importante estaba en el plano semántico: en las relaciones de las escultura, arquitectura, grabado), y amplían, innovan y corrigen sus
figuras o signos con la realidad visible, y belleza figurada o significada. modos y medios de producción, así como los conceptos e ideales consun-
Luego comienza a perfilarse la importancia de la sintaxis o composición; tivos. En pocas palabras, retroalimentan al sistema y las innovaciones
es decir, de la relación de las figuras o signos entre sí, denominada tam- pueden ser históricas o técnicas, estéticas o no estéticas, artísticas o
bién belleza formal. En principio, en todos los casos los sentimientos sus- conceptuales, axiológicas o teleológicas. En suma: la obra de arte es
citados eran similares a los estéticos de naturaleza correctivo-renovado- compleja y rica en valores. He aquí su maravillosa generosidad, que
ra que suele guardar el hombre común con la diferencia que cuando los causa discrepancias entre los consumidores acerca de tal o cual valor o
sentimientos estéticos son parte del consumo artístico van unidos a ope- función.
raciones teoréticas más complejas. Con los posmodernismos, las obras Ante la complejidad del objeto, al sujeto no le queda sino ir estable-
de arte renuncian a los elementos estéticos. Lo decisivo reside, entonces, ciendo diferentes funciones y valores —a veces contradictorios entre
en el plano pragmático: en los efectos de la obra sobre los sustratos con- sí— durante su lectura y combinación de elementos, su interpretación y
ceptuales y cognoscitivos que sostienen y nutren los comportamientos valoración de la totalidad, en cuyo transcurso a menudo encuentra sor-
sensitivos del receptor. presas serendipitianas. Aquí buscamos las operaciones sensitivas que
La obra de arte entraña también los elementos no estéticos del conte- desarrolla el consumidor de arte, pero sin olvidar la apretada unidad
nido, si lo hubiera: los religiosos o políticos, los educativos o éticos, los consuntiva de estas operaciones con las sensoriales y las teoréticas.
cognoscitivos o expresivos, que generan sus respectivos sentimientos, Sólo razones meramente metodológicas justifican estudiarlas por sepa-
funciones y valores, los afectivos y los racionales entre ellos. Por consi- rado. Conocemos su mutua dependencia y siempre tenemos presente
guiente, la obra de arte es pluridimensional y obviamente posee varias que sin los sentidos, la sensibilidad y la mente serían ciegas, así como sin
funciones: según la que se elija cambian las relaciones entre la forma y sensibilidad resultarían apáticas la mente y los sentidos, aparte de que
el contenido, así como las prioridades axiológicas. Las funciones pueden sin mente tendríamos una sensibilidad y unos sentidos animales. Las
devenir valores no estéticos y sumarse a los estéticos antes vistos. pretensiones autárquicas terminan en el esteticismo hiperestésico, en e
Bien, pero ¿dónde reside y en qué consiste lo artístico de las obras intelectualismo enajenado o en el sibaritismo más insustancial y agreste.
denominadas de arte? Al igual que lo estético, lo artístico tiene una espe- La razón humaniza, inclusive, a la irracionalidad, sobre todo en las
cificidad particular y otra general. La general radica en lo sensitivo, con actividades estéticas y artísticas, sin que la sensibilidad sea insuficiente
sus sentimientos y preferencias, pero sin constituir el elemento caracte- aunque indispensable. En consecuencia, el consumidor no sólo experi-
rístico definitivo, aunque sirva para diferenciar las artes de las ciencias menta emociones: también debe manejar pensamientos y percepciones.
y de las tecnologías. Precisamos otra especificidad que diferencie a las Los sentimientos son resultados de unos y de otros, pero asimismo los
artes de las artesanías y de los diseños, a saber: la utilización racional animan y retroalimentan. Es decir, son productos y a la vez activadores
de los recursos estéticos y artísticos dirigidos a un consumo sensitivo- o retardadores de las operaciones sensoriales y mentales. En fin, para el
racional con distintos fines. Si las artes renuncian a los medios sensiti- hombre su sensibilidad artística es transestética.
vos, conservarán sus fines artísticos, tal como en el arte conceptual. En Las actividades inherentes al consumo artístico suelen producir senti-
comparación, las artesanías consisten en la utilización empírica de los mientos; todo depende de la sensibilidad o receptividad del consumidor.
recursos estéticos, encaminada a consumos estéticos espontáneos con Los sentimientos comienzan con los atractivos que la obra y la idea de
fines religiosos u ornamentales. Por lo demás, el consumo estético de lo consumir arte ejercen en el consumidor. Luego, la lectura y el análisis (o
natural es sensitivo y de placer autorremunerativo. Después de todo, el combinación), la interpretación y la valoración, van produciendo sus
arte constituye un proceso sociocultural que se extiende del año 1300 a respectivos placeres en mutua corrección, a los cuales se suman los sub-
la fecha y que ha pasado por múltiples cambios radicales. Lo importante jetivos o imaginados por el consumidor, más aquellos propios del "no sé
está en su naturaleza sensitivo-racional la cual lo diferencia de las artesa- qué"; esto es, los inefables o no verbalizables.
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS
CAP. 6. LAS OPERACIONES SENSITIVAS

180 Como decíamos, los sentimientos suelen actuar también como impul-
sos favorables o desfavorables a cada una de las actividades consunti- que sensitivo. Estos sentimientos no son producidos por el individuo sino lE
vas. Por ejemplo, muchas veces, el placer estético ha de enmendarse o compartidos o prohijados por él, y son de tipo afectivo y no estético o ar-
relegarse ante valores artísticos establecidos por la mente, y otras veces tístico.
el desplacer estético se compensa con el placer intelectual del arte. La Como es de suponer, el consumidor rebasa los condicionamientos so-
capacidad sensitiva del consumidor viene condicionada por su sociedad, ciales y sistémicos a fin de determinar, en tanto individuo, la adopción y
por el sistema artístico a que pertenece la obra a consumir y por el indi- el curso de sus sentimientos. Depende de si su actitud es revolucionaria
viduo consumidor, en cuanto pesa la individuación de sus conocimientos o reaccionaria, progresista o conservadora. Siempre tendrá la posibili-
y experiencias artísticas, así como la de su orientación sensorial y emo- dad de la elección personal. Si es progresista, el consumidor sabrá que
cional. En suma, el individuo ha de contar con teorías y prácticas artísti- el placer no es el happy end del arte: más bien, impulsa sus pensamien-
cas. Incluso cabe aludir a sensibilidades o gustos colectivos: los de las tos y es resultado del buen curso y de los efectos de las actividades con-
clases sociales, países u otros grupos humanos. Desde luego, éstos, cons- suntivas. Por desgracia, abunda la valoración parcial de la obra de arte
tituyen variantes de la sensibilidad socia] e histórica: variantes que a su y apreciamos más lo afectivo y lo estético-natural que lo artístico. Muy
vez limitan las variantes individuales. En toda sociedad coexisten dife- pocos buscan la totalidad artística.
rentes modos antiguos y nuevos de consumir arte, entre los cuales el in- Pues bien, ¿cómo adquirimos los sentimientos afectivos? ¿De qué for-
dividuo elige; coexistencia denominada formación artística de la sociedad ma la obra de arte nos suscita tales sentimientos? En nuestra opinión, la
o país. respuesta correcta es relacional: depende del binomio objeto-sujeto. La
El consumo artístico varía de aficionado a profesional. El primero se psicología discute si los sentimientos son vivencias directas o meras re-
atiene a los sentimientos placenteros que siente e identifica como valo- presentaciones. En realidad nunca son directos: siempre median ideas y
res artísticos. Mientras tanto, el productor y el analista de arte convier- experiencias, intuiciones y fantasías, voluntad e ideales. Los mecanis-
ten el consumo artístico en un trabajo profesional. Desafortunadamente, mos psicológicos han sido estudiados y han recibido diferentes nombres.
tendemos a cifrar en el placer todo lo referente a la cultura artística, so- Pero antes necesitamos precisar los distintos sentimientos que inter-
bre todo en la actualidad, cuando predomina un concepto de cultura y vienen en el consumo artístico:
de arte como entretenimientos o halagos del gusto masivo. Los productos
culturales no deberán exigir esfuerzos al consumirlos: les bastará con la a) Los estéticos producidos por el objeto, en cuanto responden a la be-
percepción. A instancias de los medios masivos impera la ley del mínimo lleza formal de la obra de arte y a las bellezas naturales o demás
esfuerzo y la idea de que todo producto cultural ha de ser entretenido. categorías estéticas representadas en dicha obra.
Así, el hombre se constriñe a la comodidad de una vida vegetativa, esté- b) Los sentimientos producidos por las actividades realizadas por el
ril. A muy pocos les son vitales las actividades correctivo-renovadoras consumidor tales como la lectura y el análisis, la interpretación y
de la sensibilidad. Para realizar el trabajo de producir las significacio- la valoración, con sus diferentes elementos no estéticos y la satis-
nes que ha de adjudicar al objeto, el aficionado por lo regular recurre a facción de sus resultados.
los códigos más próximos y trillados. Indudablemente, los exasperados c) Los sentimientos subjetivos o imaginados por el consumidor.
individualismos y populismos actuales contribuyen a esta situación. d) Los sentimientos reconocidos y compartidos en los personajes y si-
La semiótica y la hermenéutica, la fenomenología y las estéticas de la tuaciones del contenido o vistos en las formas que nos hacen sentir
tristeza cuando el protagonista está triste, o cuando la vemos en
recepción, así como las de los efectos, últimamente han estado señalan-
una estructuración o acorde cromático. Estos últimos son los senti-
do muchas realidades consuntivas hasta ahora ignoradas, pero sin ma-
yores preocupaciones por enfocar la intervención de los sentimientos en mientos afectivos que muchos toman por estéticos o artísticos,
el consumo artístico. Para remate, abundan los sentimientos seudoesté- como en el caso del público de las telenovelas.
tiços. Recordemos las falacias que tantas veces mencionamos y que ac-
tualmente se difunden como axiomas por el mundo: el arte es belleza; el Sea como fuere, el hombre ha contado siempre con algunos mecanis-
arte es entretenimiento; el arte es magia ¡cónica; el arte es sentimiento; mos psicológicos para vivenciar sentimientos. Son mucho más antiguos
elarte es realismo fotográfico. Si las miramos bien y analizamos en deta- que los racionales y han devenido decisivos para la mayoría de la gente,
que carece de recursos lógicos y cognoscitivos. Nos referimos al antro-
lle, veremos que descansan en sentimientos mitad individualistas y mi-
tad gregarios: lo bonito, la distracción, el sentimentalismo y la imagen pomorfismo que nos hace percibir analogías entre los procesos físicos y
milagrosa de un santo; tal vez el realismo fotográfico sea más sensorial los humanos, registrando sentimientos en los primeros; al animismo, que
percibe vida en lo inanimado; a la empatía o proyección sentimental que,
(

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE 1 Ó CONSUMOS CAP. 6. LAS OPERACIONES SENSITIVAS

182 1 próxima a la catarsis, consiste en reflejar sobre el objeto los sentimien- sensitiva y sentimental, espontánea y placentera; se centra en lo estético 1 183
tos del receptor. En realidad, se trata de una decodlificación que denota, de la obra de arte sin llegar a lo artístico de la misma. Sin embargo, algu-
connota y asocia lo que vemos y lo traduce en sentimientos, tal como ac- nos aficionados adquieren conciencia histórica y manejan ideas artísti-
tualmente lo postularía la teoría de la comunicación. Lo cierto es que en cas pero nunca como el profesional.
todos estos casos resultan indispensables la intuición, la imaginación y En el consumo profesional del arte se anteponen y priman las opera-
la fantasía, facultades para nosotros distintas entre sí que también in- ciones teoréticas, de manera que las sensoriales y las sensitivas pasan a
tervienen en la percepción común pero que se intensifican en el consumo segundo plano. En realidad sucede lo mismo con el aficionado, pero con
estético de carácter correctivo-renovador y en el artístico. He aquí una diferencias de grado y de cantidad. Naturalmente, hay diferencias de
prueba más de que muchos de los sentimientos son producto de la razón grado entre los aficionados y entre los mismos profesionales. No obstan-
y no de la sensibilidad o de lbs sentidos. te, ambos han de enfrentar los aspectos conceptuales de las obras de
Como es de dominio general, la gran mayoría de los aficionados recu- arte, exaltados por Duchamp en 1917, con su Fuente. A partir de enton-
rre a los sentimientos afectivos para identificarse con las obras de arte, ces no podemos prescindir de los aspectos conceptuales de la obra,
sea cuando percibe emociones en los personajes representados en di- siempre subyacentes en las formas y en el contenido, en los sentimientos
chas obras o cuando describe sus sentimientos sensitivos o sensoriales y en las sensaciones.
producidos por lo decorativo de las mismas que confirma su gusto; en la Bien mirado, el arte de exigencias racionalistas viene a satisfacer ne-
simetría y proporciones, en los ritmos y acordes cromáticos, la mayoría cesidades de nuestra época, si la comparamos con el pasado lejano,
ve propiedades emocionales tales como la tristeza o la alegría, la gracia cuando las ciencias estaban fusionadas con las artesanías, la magia y él
o la delicadeza, la vivacidad o la serenidad. Todo se reduce a términos mito. Nos referimos a que actualmente la razón se encuentra desboca-
emocionales. A decir verdad, hasta los profesionales acostumbran recu- da; precisa un anclaje sensitivo, además del ético. Nos es menester,
rrir a la traducción afectiva. Por ejemplo, traigamos a nuestra memoria pues, combinarla con los sentimientos y las sensaciones. Al crear el arte
la diagonal trágica de (de la derecha de abajo a la izquierda de arriba) y profano, la cultura occidental no hace sino postular un arte puro, autó-
la lírica (de la izquierda de abajo a la derecha de arriba), de Kandinsky. nomo y racionalista, en tanto lo sustentan conceptos hoy cuestionados
La causa de este emocionalismo es clara: la gran mayoría de la gente por doquier en el mundo. En fin, Occidente ha creado un cuerpo de teo-
no dispone de los recursos racionales necesarios como para limitarse a rías y métodos que difícilmente desaparecerán pues son de indiscutible
reconocer simplemente los sentimientos expresados o sugeridos en la utilidad para estudiar lo estético de la naturaleza y de los hombres, así
obra, y luego ir hacia el razonamiento de cada uno de los elementos ar- como de las artesanías, las artes y los diseños.
tísticos. Aún más: las artes, en sí, no cuentan con muchos recursos No somos partidarios de un arte por completo racionalista. Creemos
racionales para describir con propiedad los componentes y las reacciones en la necesidad de conjugar sentimientos, sensaciones y pensamientos.
artísticas. Sin duda, establecer lo artístico de los componentes es tarea En última instancia, el problema no es eliminar, en nombre de una razón
de la razón y no de la sensibilidad, como en el caso de lo estético. Esto lo científica triunfante, aquella sensibilidad todavía predominante en la
veremos más de cerca cuando analicemos las operaciones teoréticas. mayoría de la gente. La cuestión estriba en hermanar la razón con lo
Por lo regular, pues, el público responde con afectividad y no con razo- estético, también denominado sensibilidad o irracionalidad sensitiva.
nes a la obra de arte. Hemos desembocado en uno de los problemas del Tal es el problema crucial del hombre actual. No aceptamos como algo
arte actual: el concerniente a las diferencias entre los aficionados y los meritorio que el hombre de nuestros días, llamado artista, repita lo que
analistas (críticos, teoréticos e historiadores de arte). el hombre primitivo ha hecho hace 15 000 años en Altamira, sin agregar
En principio el arte no se dirige a los eruditos sino al público aficiona- nada a la plenitud sensitiva de entonces. Insistimos: no se trata de elegir
do y éste ha de responder sensitivamente, ya sea que se deje llevar por entre la sensibilidad y la razón, sino de conjugar sus versiones actuales
sus hábitos o se tome el trabajo de rebasarlos o contradecirlos cuando y no sus ideaciones ahistóricas. En este sentido, las artes devienen posi-
se encuentra con el desafío semántico y axiológico de alguna novedad. bilidades para el hombre actual, y éste puede optar por ellas como excep-
Desde luego, sus respuestas presuponen una educación artística normal ciones, ya que los diseños alimentan la cotidianidad de nuestra sensibili-
y unas ideas y conocimientos, unos ideales y experiencias, tanto senso- dad. En otras palabras, las satisfacciones cotidianas que la sensibilidad
riales y sensitivos como teoréticos. Mientras los recursos estéticos fue- encuentra en los diseños pueden complementarse con la excepcionali-
ron medios, como en las artesanías y actualmente en los diseños, no hay dad correctivo-renovadora de las artes, previo encauce racional de la
problemas en el consumo: los sentimientos estéticos vienen junto con los sensibilidad o, si se prefiere, previo encauce sensible de la razón.
religiosos, los hedonistas o los práctico-utilitarios. La vivencia es Recapitulando: los sentimientos estéticos son específicos pero no sufi
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

cientes ni los más importantes en las artes, aunque sí en el consumo es-


tético festivo del hombre coman. Por otra parte, tales sentimientos, im-
portan en la estructura total de la obra de arte, así como en la totalidad
del hombre actual. Buscan confirmación y se aferran al plano semántico
y al sintáctico. Les basta con la razón empírica. Los sentimientos artísti-
Las operaciones
cos son más intelectuales y exigen el concurso de la razónlógica, bien
informada y ducha en el manejo conceptual. En puridad, la importancia
teoréticas
de ks sentimientos artísticos reside en operar como columna vertebral
de la obra, y hállase también en su singularidad intelectual. Los senti-
mientos afectivos, sensoriales y estéticos los acompañan, mientras los
sentimientos reconocidos en el contenido carecen de importancia. Inte-
resan los que se producen inconscientemente y que muchas veces se uti-
lizan en forma consciente a fin de asir la totalidad artística. En suma, lo
artístico exige una apreciación que es mitad evaluación racional y mitad
amor e interpretación. ..
La mente interviene indefectiblemente en iiestra percepción, al igualal
que en cualquier otra actividad humana, sedi ésta biológica o de mera
NOTAS orientación espacial, estética o artística. ClaFo está, interviene de mo-
dos diferentes y no siempre por costumbre o presencia. La mente dife-
1
rencia entre sí las sensaciones y luego los sentimientos, traduciendo
R. Arnheim, Towards a Psychology of Art..., pág. 306.
2 Ibidem, pág. 306. unas y otros en ideas, después de. interpretarlos y valorarlos con ayuda
F. Kainz, Estética, pág. 189. de un trasfondo teorético. Determina así los alcances de la percepción
Ibidem, pág. 194. visual. La mente saca al hombre de la condición animal, al rebasar el
Ibid., págs. 197-202. agrado biológico: aquel agrado de nuestra percepción corporal, al que
Ibid., pág. 197.
H. Kühn, Vorgeschichte der Menschheit, tomo I.
equivocadamente solemos atribuir autosuficiencia estética o artística,
6 M. Kagan, op. cit. por lo que constituye el permanente candidato a sucedáneo del placer
estético, su vecino más cercano. Todo animal dispone de sentidos y de
sensibilidad y todo hombre existe gracias a su:base biológica. El hombre
percibe y siente como un animal, pero es capz de superar las sensacio-
nes yios sentimientos biológicos con la mente, la respectiva toma de con-
ciencia y el establecimiento de diferenciaciones.
En la percepción estética la mente se reduce casi siempre a razones
empíricas. Transcurre espontáneamente. E 4 la gran mayoría de las
personas tales razones buscan exclusivamente el halago o la confirmación
de sus preferencias sensitivas, inherentes al gusto, producto social sos-
tenido por ideas e ideales. Es cuando el hombre reacciona como un ani-
mal social; esto es, por reflejos condicionados Muy pocas personas bus-
can satisfacer aquellas necesidades correctivo-renovadoras que volun-
tariamente echamos sobre la espalda de nuestra sensibilidad y que exi-
gen razones lógicas y teoréticas individuadas. Si las satisfacemos, será
como primer peldaño del uso consciente de la mente, tal como le corres-
ponde a la percepción artística.
Ante las obras de arte la mente lleva las sensaciones y los sentimien-
tos más allá de lo que éstos dicen, de los alcaríbes establecidos de los lén-
guajes colectivos y de los hábitos sensitivos o del gusto. Su capacidadde

185
7\
í
A
1

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 7. LAS OPERACIONES TEORITICAS

86 diferenciar y traducir, de interpretar y valorar, ha de estar respaldada cuerpo de teorías e ideales; cuerpo y a la par sostén de las artes, que al 18

por conocimientos especializados de arte y por mayores razones lógicas individuo le ha tocado asimilar en la distribución de los medios intelec-
que las requeridas por la percepción estética cotidiana y la festiva. tuales de consumo o percepción artística, regulada por la sociedad. Por
Siempre llegamos a lo mismo: la mente no existe sin sensibilidad y sin eso denominamos teorético a este trasfondo y a las actividades en su en-
sentidos, ni la razón piensa por sí sola: es el hombre quien la utiliza para torno. Desde luego, en el trasfondo vienen entrecruzados los procesos
pensar con la ayuda de un trasfondo teorético y de otras facultades hu- psíquicos de las emociones y de los intereses, de la voluntad y de la aten-
manas. "La percepción no percibe per se, como tampoco el pensamiento ción. Lo artístico de la percepción dependerá —eso sí— de que las feti-
piensa de motu proprio; estas actividades las realiza el hombre con su chizaciones o falsa conciencia no ahoguen las experiencias y los conoci-
personalidad perceptual y mental", nos dice desde los años cuarenta el mientos artísticos. -
psicólogo soviético S. L. Rubinstein.1 En fin, en la percepción interviene Resumamos: ante la obra de arte primero vemos y recordamos, senti-
la totalidad del hombre. Pero además no existe una tajante separación mos y comparamos, pensamos e idetificamos. Todo sucede rápidamente,
entre la razón y las actividades sensoriales o las sensitivas. en cuanto emprendemos de manera fugaz algunas lecturas y análisis,
Mayores dificultades encontramos cuando nos proponemos separar síntesis y combinaciones de los componentes de la obra. Si bien identifi-
la mente de las otras facultades o componentes de nuestra vida psíquica camos de modo automático y a través de nuestro trasfondo teorético, he-
tales como la memoria y la fantasía, la atención y la voluntad, los intere- mos de admitir que el curso ulterior de la percepción, con sus pormeno-
ses y necesidades, etc., que han de intervenir en toda percepción artísti- res, profundidades y diferencias vistas con detenimiento, dependerá de
ca auténtica. Resulta imposible señalar dónde comienzan y dónde termi- la contextura de dicho trasfondo; esto es, del predominio de los compo-
nan los pensamientos. Ante todo, tenemos una memoria que actúa como nentes artísticos. Cada individuo cuenta con un trasfondo diferente, y en
propiedad de toda materia orgánica y que se confunde con nuestro pen- algunos de los receptores es propicio a la percepción artística, mientras
samiento, en tanto el recuerdo y la comparación se juntan. Además, con que en otros es adverso o indiferente. A medida que vayamos penetran-
la memoria funciona la fantasía, y mientras la primera reproduce la rea- do en las operaciones teoréticas de la percepción artística iremos seña-
lidad, la segunda la modifica: "el hombre como ser activo no sólo lando los problemas y posibilidades de cada uno de los componentes del
reconoce el mundo: también lo cambia o modifica".2 He aquí la caracte- trasfondo.
rística humana que explica las creaciones culturales, y con ellas las ar- Con la lectura e identificación rápida de la obra aparece una primera
tísticas. resultante que servirá de timonel a la percepción durante todo su curso.
Lo primero que hacemos ante la obra de arte es reconocerla o identifi- Aludimos al sentido que damos a la obra de arte y a nuestra percepción.
carla como tal, lo que implica saber lo que ella es y utilizar nuestra me- No en vano todo objeto y todo sujeto tienen varios sentidos pues cada
moria, sumergiéndola en la comparación, una de las actividades de cosa o fenómeno es susceptible de varias definiciones o identificaciones,
nuestro pensamiento. La memoria contiene informaciones e imágenes de aunque no siempre estéticas o artísticas. No se trata, pues, de ver sim-
obras similares con las cuales hemos de comparar la que tenemos a la plemente la obra para consumirla artísticamente, como muchos erró-
vista. Precisamente, en este trasfondo teorético es donde desemboca neamente suponen. Primero debemos darle un sentido artístico, en caso
toda percepción. Aquí se dan cita las imágenes borrosas que el receptor de que la obra lo tenga; sentido que será la matriz de las significaciones
conserva de sus experiencias sensoriales, sensitivas y mentales, ulteriores. En fin, dar sentido implica regular nuestras actividades sen-
aunadas a todos los conocimientos artísticos a su disposición, sin que soriales, sensitivas y teoréticas.
nunca falten fetichizaciones o ideologías (falsa conciencia). Establecer con exactitud la aceptación particular del término sentido
Al igual que una criba, el trasfondo separa lo sustancial de lo nimio. resulta difícil, pues se confunde con dirección y función, empleo o finali-
Aún más: representa la personalidad o cosmovisión del receptor en dad, importancia o significación. Con todo, y al contrario de los significa-
quien actúan las orientaciones que la sociedad le ha impreso y las conse- dos, el sentido es intrasmisible. Cuando escogemos un sentido, sin duda,
cuentes expectativas que él guarda con respecto a las obras de arte. De opera, nuestra orientación teleológica y determina qué hacer con la
ahí la necesidad de tener siempre presente a la percepción como un pro- obra y con nuestra percepción. Así habremos regulado nuestras relacio-
ducto histórico, social y de la división técnica del trabajo. En cada perso- nes con el objeto, las de las formas con el contenido y las de los elemen-
na, la visión muestra las particularidades impuestas por su ecología y tos sustanciales con los secundarios.
época, su sociedad y profesión, su afición e individualidad. En la práctica, que el receptor dé a la obra un sentido estético o artís-
En este trasfondo se concreta también la cultura estética y la artística tico, no estético o seudoestético depende de su trasfondo teorético. Esto,
del receptor. En el interior de la última hállase materializada parte del siempre que el receptor vea algún sentido en la obra y en su percepción.
CAP. 7. LAS OPERACIONES TEORIJICAS
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

La gran mayoría de la gente no ve ningún sentido, en cuyo caso la per-


actualmente sabemos cuán preferible es que nos refiramos a un consu-
mo, uso o empleo de la obra de arte, en el cual la percepción es una de
1 189
cepción termina en mero reconocimiento de un objeto, sin un sentido sus partes y el individuo entra en relación dialéctica con la obra de arte.
particular de interés. Muy pocos saben qué hacer con una obra de arte. Ya es tiempo de zafamos de esa promesa, muy burguesa y demagógi-
Las razones de este "no saber" son históricas: el hombre actual adole- ca, de popularizar el arte, que como cumplimiento se limita a llevar las
ce de un déficit de sentidos, como señala Christian Enzensberger, quien obras al pueblo o las multitudes a los museos. Incuestionablemente, el
lo estudia como teórico de la literatura3 concepto que aplicamos aquí a problema no es de transporte ni de distribución justa de objetos. En
las artes visuales tradicionales. A causa de los constantes cuestiona- nuestra opinión, es menester insistir en las causas económicas y sociales
mientos a las ideas fundamentales de arte que Occidente ha difundido de la injusticia de privar a las mayorías demográficas de la educación
por el mundo como las únicas válidas y que hoy zozobran por doquier, y artística necesaria. Insistir en esto es tan realista y fructífero como des-
en virtud de los vuelcos radicales a que se han sometido últimamente sus tacar que aun con una educación popularizadora efectiva de los recur-
manifestaciones, las artes visuales tradicionales muestran en la actuali- sos intelectuales del arte, los individuos eIegitán siempre el arte que les
dad una crisis de sentidos, y muy pocos saben qué hacer con sus obras. convenga, porque les es imposible ocuparse d1 todos. Incluso en el socia-
Antes tuvieron un sentido religioso muy arraigado en las multitudes, y lismo habrá una inevitable división voluntaria y "tecnicosensorial" (vi-
hoy a éstas sólo les interesan el entretenimiento y el consumo masivo. sual, auditiva o táctil) de consumo artístico. Por si fuera poco, ningún
El hecho de que sean pocos quienes saben qué sentido darle a las arte es tan importante, como lo vocea la burguesía, menos aún una obra
obras provenientes de las artes visuales tradicionales, obedece también de arte aislada; lo importante es la totalidad de las artes y de las mino-
a razones sociales. Es que las sociedades actuales les niegan a sus ma- rías que las consumen, cada una de las cuales se interesa en un arte di-
yorías demográficas la preparación y los recursos artísticos necesarios, ferente.
marginándolas, de hecho, de la percepción genuinamente artística. Las Luego de darle un sentido artístico y estétiço a la obra, la percepción
mayorías carecen incluso de acceso físico a las obras de arte, y cuando reclamará el concurso de nuestra atención para penetrar en lo artístico
les llegan no saben qué sentido darles y les vuelven la espalda, casi de la misma. He aquí otra variante fundamental en la percepción artísti-
siempre extrañadas o autoaminoradas. ca: no todos tenemos la misma capacidad de prestar atención a los deta-
Por último, en el hecho de no saber qué sentido darle a una obra de lles estéticos y artísticos. Si la tenemos no necesariamente repararemos
arte pueden mediar razones personales. Esto sucede cuando el receptor en lo importante y, si lo hacemos, no siempre tendremos a disposición un
no tiene interés en ella porque ha volcado todas sus aficiones en el con- acervo cultural favorable a lo artístico. En muchos casos nos quedamos
sumo de otras artes. Por tanto, carece de un trasfondo favorable. Mu- en puras intenciones y muy pocas veces realizamos una percepción ar-
chas veces el receptor no se interesa en el arte (visual, auditivo o litera- tística legítima y completa. Además, recordemos, que la atención trae
rio), en el género (pintura, escultura o dibujo) o en la tendencia de la consigo intereses, necesidades y voluntad, que varían y no siempre acier-
obra, pero sí en otras artes, géneros o tendencias. Para llegar a la per- tan. Desde luego, estamos asumiendo que la obra posee atractivos y
cepción artística propiamente dicha —recordémoslo siempre— no suscita en el receptor la necesidad de darle un sentido artístico y de
basta con identificarla como obra de arte, tal como lo hacen quienes prestar atención a todo lo que ve, siente y piensa al respecto.
muchas veces no le encuentran sentido y le dan la espalda. Es menester Después de identificar la obra de arte, de conferirle un sentido artísti-
saber identificar la obra en su género y tendencia, estilo y cultura, épo- co y de activar nuestra imaginación, comenzará la percepción artística
ca o autor. Silo sabemos, resultará fácil conferir un sentido artístico a propiamente dicha, y con ella ese complejo y cambiante vaivén entre las
nuestra percepción y entrar en los pormenores de la obra. En las artes, partes y el todo de la obra, entre la sensibilidad, los sentidos y la mente
identificar y dar sentido son dos acciones diferentes. del receptor, y entre éste y la obra. La razón guiará todas estas activida-
Por una u otra razón, muy pocos saben dar un sentido artístico a la des que analizaremos con el nombre de interpretaciones y de valoracio-
obra de arte. Aquí tenemos la mejor prueba de la imposibilidad de popu- nes, sucesivamente. Aquí comienzan a operar los conceptos y juicios, las
larizar cada una de las artes. Por desgracia, en el público y hasta en la abstracciones y generalizaciones, todos loscuales irán retroalimen-
gran mayoría de los estudiosos del arte todavía predominan el objetivis- tando el trasfondo teorético que las generó.
mo ingenuo. Estos creen a pie juntillas en la percepción pasiva del arte o En pocas palabras, las operaciones teoréticas de la percepción artísti-
de su contemplación, en que el objeto impone, mediante irradiaciones ca encauzan la vista y la sensibilidad, mientras van diferenciando entre
mágicas, determinados comportamientos al receptor. Se ignora lo más sí las sensaciones y luego los sentimientos, para después interpretarlos,
elemental de los procesos perceptuales y todavía se cree que el ojo ve. valorarlos y traducirlos en ideas y conceptos.
Gracias a la teoría de la comunicación, a la informática y a la semiótica,
j: :.'

CAP. 7. LAS OPERACIONES TEORItICAS

10 1 LAS INTERPRETACIONES nes. Esto le sucede a los contenidistos quienes, con su rabioso antiforma- ' 19
lismo, repudian toda forma y se reducen exclusivamente al contenido
En punidad, la percepción de la realidad visible dista mucho de consti- amputando de este modo la obra y la percepción. Por cierto, lo, malo no
reside en prestar atención al contenido, sino en limitarse a 'él y leer lo
tuir una lectura pasiva. Ella recrea e identifica (ve como iguales cosas
manido. No se signe adelante con el fin de entrar en las interpretaciones
distintas) vale decir, interpreta. Lo mismo sucede en la lectura de un tex-
y valoraciones exigidas por las formas, las cuales a la postre redundan
to o de unas imágenes de fines comunicativos puros. La interpretación
en beneficio del contenido, ampliándolo o enriqueciéndolo, corrigiéndolo
será mucho mayor en las obras de arte, siempre de naturaleza polisé-
o transformándolo. La obra pasa a ser un mero soporte de lo trillado.
mica. Cabe, pues, diferenciar entre la lectura como una actividad que
Quienes se detienen en la fidelidad o mimesis de las figuras con res-
establece las denotaciones o significados establecidos de unos signos y pecto a las realidades visibles que representan, tendrán un consumo
la interpretación de una obra de arte, cuya amplia gama de connotacio-
anacrómico e igualmente trivial. Si en épocas prefotográficas se justifi-
nes requiere de imaginación. caba ver méritos artísticos en la habilidad manual de la mimesis, en la
Al dar un auténtico sentido artístico a la obra de arte, el receptor sabe
actualidad implica un realismo fotográfico redundante y trivial. Aquí
muy bien que lo sustancial de ésta hállase más allá de lo explícito o deno-
también hay amputación y la recepción termina en un anacronismo, de
tativo de sus componentes, y allende lo expresable por nuestro lenguaje suyo seudoestético.
cotidiano. En sentido estricto, el arte es translingüístico, transemiótico
Otros espectadores irán más allá de la admiración a la habilidad ma-
e incluso transestético en sus alcances. Es que sus obras se caracte- nual de tipo mimético, e igual que los con teniclistas se interesarán en la
rizan por dos cosas: por utilizar tropos, figuras y demás recursos sensiti-
realidad representada, o sea en el plano semántico de la obra, de mane-
vos que cambian los significados de los signos, y por sustraer o enrare-
ra que ésta pasa a ser un simple soporte material. Lo mismo que en el
cer información de modo voluntario y estratégico. De tal suerte que el
lenguaje común, ellos van hacia lo intelegible sin reparar en lo sensorial
receptor siente la necesidad de interpretar lo que el autor quiere decir y
o en lo sensitivo. Es decir, desisten de lo estético y de lo artístico, cerce-
lo que dice. En otras palabras, interpreta el sentido o sentidos de la obra
nando la obra y la percepción. Sin embargo, cabe la meritoria posibili-
pues no se trata, de simples lecturas, sino de traducir los elementos vi-
dad de que los receptores acentúen los fines educativos y cognoscitivos
suales de la obra en términos de sensaciones, de sentimientos y de pen-
de la realidad representada en la obra de arte. Naturalmente, una acen-
samientos solos o de forma combinada. Algunos receptores prestan
tuación así es importante como parte de la vivencia o percepción artíti-
atención a sentimientos placenteros y otros a ideas nuevas. ca, pero nunca como el todo artístico y suficiente de la obra.
En definitiva, la obra de arte nos obliga a intentar varias interpreta-
Quienes siguen penetrando en la obra de arte se encontrarán con la
ciones, lo cual equivale a razonar, pero razonar con imaginación, aparte
necesidad de interpretar. La interpretación constituiría la médula del
de tener conocimientos a mano. Después de todo, no estamos frente a in-
complejo y amplio fenómeno sociocultural que es el arte, al corporizar el
terpretaciones lógicas ni a búsquedas de verdades, sino ante la elabora-
centro mismo del motor objeto-sujeto del consumo que mueve a tal fenó-
ción de verosimilitudes a través de la individualidad del receptor y según
meno. En la interpretación se centra la percepción visual de tipo artísti-
la estructura de la obra. Por decirlo de otra manera, el receptor avi- co; vale decir, el consumo de las artes visuales. No enfrentamos una
sado espera encontrar sorpresas en la obra de arte; esto es, innovacio-
actividad arbitraria y de mera imaginación del receptor ni de simple pa-
nes que rebasan toda expectativa consuntiva. Entre la obra y el receptor
sividad de éste, sino que constituye un proceso dialéctico entre el objeto
se genera así lo que la estética alemana-occidental de la recepción deno-
u obra de arte y el sujeto o receptor, proceso en el cual ambas partes son
mina distancia estética; distancia que los receptores debemos acortar a
activas: una acción objetual y una acción perceptual chocan en oposi-
fuerza de interpretaciones varias. Dicho sea de paso, la mayor atención
ción complementaria, pudiéndose decir que el receptor siempre recrea
prestada a la obra incrementará, de por sí, la receptibilidad sensorial,
la obra. Naturalmente, no se trata de un equilibrio distinto, éste depende
sensitiva y mental, del mismo modo que aumentará la capacidad inter-
del mayor peso que en la relación ejerza el objeto o el sujeto. No todas
pretativa y valorativa. las obras de arte tienen el mismo impacto o grado de novedad, ni todos
Como diariamente comprobamos, muchos receptores se quedan en lo
los receptores disponen de la misma capacidad interpretativa. Además,
explícito de la obra, vale decir, en los significados o las denotaciones
cada interpretación posee varios planos, sentidos o funciones; cada una
establecidas de los elementos, de suyo no estéticos. Como es sabido, ta- de ellas con su propia lógica.
les denotaciones pueden ser religiosas o políticas, educativas o informa-
Para conocer el mecanismo de la interpretación actualmente conta-
tivas, nacionalistas o éticas. En este caso, ellas dan, un sentido trivial a
mos con varias disciplinas: la hermenéutica; la semiótica; la fenomenolo-
la obra de arte, y la percepción termina en la lectura de lugares comu-
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SEGUNDA PARlE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 7. LAS OPERACIONES TEORÉTICAS

192 1 gía filosófica; la estética de la recepción, de Alemania Federal; y la esté- Como la interpretación artística identifica y requiere de la fantasía, 1193
tica de los efectos, de Alemania Democrática.4 Estas disciplinas o teorías es susceptible de fáciles confusiones, autosugestiones y autoengaños.
coinciden en considerar que la relación objeto-sujeto hállase inmersa Así, la interpretación estética y la no artística (política o religiosa) sue-
en una sociedad y está condicionada por ella, de tal manera que el re- len suplantar a la artística. La combinatoria de posibilidades múltiples
ceptor decodifica lo codificado del objeto, o bien establece las redundan- se presta a equívocos. Como ya dijimos, existe una interpretación racio-
cias y sorpresas del mismo. Es decir, el sujeto y el objeto se unen a través nal, que es la artística, y que traduce en ideas lo artístico de la obra, ya
del idioma, producto social, en cuanto el receptor responde a la obra de sea en sus aspectos técnicos como en los formales, en los temáticos como
arte con significados establecidos en la colectividad: todo lo cual de- en los conceptuales. Pero lo artístico es también traducible en metáforas,
muestra que la obra tiene un lugar en nuestro idioma materno. Cabe alu- sensaciones, sentimientos o imágenes no discursivas. Además, la inter-
dir también a una conciencia colectiva (inconsciente cultural, diría Pierre pretación artística puede traducir en ideas lo estético y lo no artístico de
Bourdieu) que enlaza al receptor con el productor y, por ende, con su obra. la obra. Por último, al lado de la interpretación artística actúan la inter-
La interpretación no es la búsqueda de la verdad ni de las intenciones pretación biológica, la estética y la no artística, que traducen la obra en
del productor, sino que constituye una cuestión de imaginación que bus- sensaciones, sentimientos e ideas no artísticas, respectivamente; tradu-
ca: conferir un sentido a las partes de la obra de arte que sea aceptable y cen no sólo lo estético y lo no artístico, sino también lo artístico. Como es
cahipatible. El receptor tratará de establecer en ella los postulados esté- de suponer, el mayor peligro reside en las interpretaciones sensitivas
ticos y artísticos del autor, pero no todas sus intenciones. Para H. G. Ga- que producen halago. Para nosotros lo decisivo estriba en abarcar el
damer5 resulta imposible dar con las intenciones del autor. Sabemos mayor número de interpretaciones, pero diferenciando su respectiva
también que para el historiador de arte es una tarea ardua establecer naturaleza y valor, al mismo tiempo que se da, prioridad a las ideas artís-
tales intenciones. Diríamos que lo importante estriba en la utilidad de ticas.
las interpretaciones para el receptor, o bien en el ejercicio de imagina- Quienes piensan en el público en general como el destinatario real de
ción que demanda por parte de la sensibilidad y de la mente interpreta- las artes, verán seguramente muy difícil y utópico que el hombre común
tiva. En fin, la obra se independiza de su autor y muchas veces sus inten- pueda llevar a cabo interpretaciones tan complejas y variadas como las
ciones quedan incumplidas. que estamos describiendo. Por desgracia, hasta las teorías seriamente
La actividad de interpretar, más bien, concreta la percepción, en ocupadas en el consumo artístico todavía se apoyan en una idea muy ge-
cuanto —al igual que ésta— identifica; esto es, ve iguales cosas distin- neral y difusa de público y sitúan el consumo de la obra de arte en un
tas: la realidad de la obra y la imagen de ésta en el receptor. No recono- complejo horizonte de expectativas o en la complicada formación artísti-
ce solamente: también recrea. Realidades y verosimilitudes se conjugan; ca (o coexistencia de múltiples modos antiguos y nuevos de consumo de
lo mismo sucede con los conocimientos y las fantasías. El mecanismo de arte), haciendo de la recepción artística algo inasible desde el punto de
la interpretación se materializa en las relaciones que el receptor enta- vista sociológico.
bla con la obra, actuando como representante del sistema artístico de La literatura tiene la ventaja de reducir los posibles consumidores o
ella o bien como producto social que se limita a lo estético; tanto en lo lectores al número de alfabetos, y luego a la cantidad en estadísticas de
sistémico como en lo social habrá una individuación por parte del receptor. quienes leen libros. En comparación, las artes plásticas deben limitarse
En términos psicológicos, esto implica la relación memoria-fantasía. a trabajar con una idea muy vaga de consumidor, al pensar que todos los
La memoria representa los conocimientos almacenados, la fantasía, los miembros de la sociedad son capaces de ver. Sin embargo, el penetrar
deseos yvisiones de lo inexistente. A mayor cantidad de conocimientos, en la realidad y compararlas con otras actividades verdaderamente po-
mayor salto de la fantasía creadora, sería el principio fundamental del pulares, saltan a la vista dos cosas: el error de esta idea un tanto ilusoria
mecanismo interpretativo del receptor. De este modo, el reconocimiento y demagógica. Y la consecuente necesidad de adoptar el concepto de afi-
de la importancia de lo racional tiene fines favorables a la fantasía. Al cionado como lo más realista y concreto del consumo o percepción artís-
fin y al cabo, la fantasía sola es capaz de innovar pero de una manera tica.
tan radical que se desliga de la realidad y resulta en innovaciones esté- La realidad nos dice que el espectáculo del futbol y su crítica periodís-
riles. Para poder subvertir conocimientos, la fantasía ha de apoyarse en tica, por ejemplo, se dirigen a los aficionados; esto es, a quienes saben
ellos. Finalmente, la memoria constituye el trasfondo teorético de que de futbol nunca a los neófitos que como excepción asisten. Así, la litera-
hemos hablado. Por añadidura, las obras de arte son actualmente elabo- tura se destina propiamente a los aficionados a la poesía, a la novela, al
radas con el expreso propósito de despertar la fantasía del receptor y ensayo, etc., a quienes tienen obligación de, dirigirse los artistas y los
sobrepasar sus expectativas o conocimientos. críticos. Lo mismo sucede con las artes visuales, con base en que los afi-
i. ç .,

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 7. LAS OPERACIONES TEORÉTICAS

nes del tema (¡no lecturas!), de suyo no artísticas. El tema o contenido re-
194 1 cionados lo son realmente a la pintura o a la escultura, al grabado o a la
arquitectura, a tal o cual tendencia genérica. Pensar que el conocimien- quiere de interpretaciones iconográficas e iconológicas, sobre todo en
to pictórico basta para el consumo escultórico constituye una confusiori las obras surrealistas, gracias a cuya antilógica se tornan en enigmas a
frecuente de funciones y valores distintos del arte. descifrar, tan caros como pasatiempos o como pretextos literarios a los
Por lo tanto, el aficionado encuéntrase entre el neófito y el profesional escritores metidos a críticos de arte. Por lo general, las obras de arte
(críticos, historiadores, teóricos o productores de arte); dicho en otras surgidas durante las últimas tres décadas se distinguen por insistir en el
palabras, consume a través de su personalidad sistémica más que me- enrarecimiento de la información visual, impulsando al receptor a agu-
diante la social. No actúa como un ciudadano cualquiera sino como un zar la imaginación interpretativa, al igual que las pinturas clásicas con
conocedor de las reglas de juego y del sentido de la obra que busca con- su sobrecargada información icón.ica.
sumir. Si se prefiere, actúa con una conciencia sistémica o artística más Las interpretaciones de los literatos-críticos abundan, no sólo de las
que con la social. Si el neófito decide devenir aficionado, sabe sobrada- obras surrealistas —las más preciadas por sus charadas ¡cónicas—
mente que debe pasar por un aprendizaje previo. En fin, el aficionado sino también de las conceptuales, como el Gran Vidrio de M. Duchamp.
posee conocimientos del sistema artístico o cultural a que pertenece la Quienes descifraron los significados o representaciones de cada uno de
obra, entiende el lenguaje del autor y de la obra y, en consecuencia, posee sus elementos visuales lo hicieron convencidos de que las interpretacio-
un trasfondo teorético favorable. Sus planos de lectura y de interpreta- nes iconográficas no sólo son suficientes sino lo único importantedel
ción son más numerosos que los del neófito y menores que los del profe- consumo artístico. La realidad es otra: son secundarias y persona -les,
sional. subjetivas y parciales; apenas si resultan útiles como antesalas dé lo
El aficionado constituye, exactamente, un conocedor especializado. más importante y objetivo, la interpretación conceptual, ya que ésta es
No sólo se agrupa alrededor de tal o cual arte o género artístico elegido, lo sustancial y lo más artístico de M. Duchamp. Los contados escritores
sino en torno de un modo residual, dominante o emergente, propio de tal que tomaron una actitud conceptualista no fueron consecuentes y se
o cual tendencia de un género artístico dado; modos de coexistencia de quedaron en lo superficial de las generalizaciones conceptuales. Pese a
la formación artística de la sociedad que también comparten los produc- su importancia, las interpretaciones conceptuales no cubren todo lo ar-
tores y sus obras. En la práctica, las tendencias artísticas dividen los tístico.
aficionados en conservadores, progresistas, reaccionarios o revoluciona- La interpretación artística es amplia y variada. Se inicia ubicando a
rios. Si bien el Estado es culpable de marginar a las mayorías demográfi- la obra en el espacio y en el tiempo, para determinar lo estético y lo ar-
cas del consumo artístico al negarles la educación necesaria, su popula- tístico que conlleva. Es decir, resulta forzoso interpretar los propósitos
rización nunca evitará que los aficionados se agrupen en minorías. Cada estéticos y los artísticos del autor o de la obra. Si se quiere, al reconocer-
arte o tendencia cuenta con un número reducido de aficionados, pues la como artística el receptor necesita pormenorizar el sentido artístico
todas las artes y tendencias no pueden tener a todos como aficionados. de la obra. Ubicar a la obra en el tiempo implica ver qué toma del siste-
Por consiguiente, la obra y la crítica no deben hacer concesiones en ma artístico a que pertenece (pintura, escultura, dibujo, grabado, etcé-
nombre del didactismo o renunciar a actitudes nuevas en espera de pro- tera) y qué le devuelve. En otras palabras, qué toma de la tendencia de
ducir obras legibles para todos: iniciar a todo miembro de la sociedad en que ella parte y qué le retroalimenta. De la tendencia el receptor dedu-
el consumo de todas y cada una de las artes y tendencias es imposible. cirá los postulados artísticos y los ideales estéticos de la obra, así como
Al ver la obra de arte y conocer sus postulados y fines, el aficionado sus posibles efectos sociales, individuales y sistémicos. La tendencia nos
sabe de inmediato qué interpretaciones intentará, ya que sabe de ante- da cuenta del proyecto cultural y social que anima a la obra, en cuanto a
mano que no está obligado a emprender todas las interpretaciones y lo que ella pretende con respecto a la colectividad, más el proyecto ten-
actividades que aquí describimos como posibilidades perceptuales. dencial que comprende sus aspiraciones estéticas y artísticas.
Toda obra de arte es susceptible de múltiples estudios o interpretacio- Señalar la tendencia de la obra significa abreviar o sintetizar su ubi-
nes no artísticas tales como las químicas y matemáticas en su condición cación artística. Cuando lbs críticos lo hacen, los artistas protestan y
de objeto, o las sociológicas e ideológicas, psicoanalíticas y biográficas condenan un injusto encasifiamiento de su obra. En realidad, ellos son
(anécdotas), como producto humano que ella es. A menudo tales inter- quienes se encasillan cuando eligen participar en tal o cual tendencia
pretaciones aportan conocimientos pero resultan fragmentarias y dema- artística, aunque abundan los críticos que se quedan en el encasilla-
siado alejadas del arte, aun cuando pretendan dar a conocer los miste- miento, al no enfocar las rupturas que hubiera, por lo regular muy esca-
rios de la creación artística. sas. Si la obra no pertenece a ninguna tendencia es casi siempre por
Más cerca de lo artístico de la obra de arte actúan las interpretacio- falta de proyecto y de sentido.
CAP. 7. LAS OPERACIONES TEORiTICAS
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

96 1 Ubicar a la obra en una determinada tendencia implica establecer En términos generales, los efectos sistémicos de las innovaciones no
sólo necesitan ubicarse en el tiempo, sino también en la geografía o es-
1 19

hasta qué punto cumple con las constantes formales y conceptuales de


aquélla y cómo al mismo tiempo la subvierte, cambia o amplía. Por eso, pacio. Nos referimos a interpretar los efectos de las innovaciones, de la
el receptor ha de adoptar una actitud dialéctica, alternando las genera- obra en el ámbito artístico local, nacional, latinoamericano e internacio-
lidades tendenciales y las históricas con las particularidades propias de nal; además de los efectos en la evolución del artista, autor de la obra
la obra y de su autor. Claro está, abundan las obras de arte que toman percibida. Después de todo, las creaciones culturales primero surten
de varias tendencias conocidas, en cuyo caso se aumentan los esfuerzos efecto en su realidad inmediata y luego conquistan aceptación e impor-
hermenéuticos del receptor. Tal incremento será mayor si la obra trae tancia internacionales. De las universales nadie puede dar cuenta.
consigo una nueva tendencia. Los efectos sociales a interpretar en una obra de arte conciernen a los
Después de establecer e interpretar los postulados de la respectiva contenidos o elementos no artísticos tales como los religiosos o políticos,
tendencia, el receptor hará lo mismo con las innovaciones: lo que la obra educativos o éticos, fácilmente difundibles en las colectividades. Dichos
devuelve o retroalimenta a su tendencia, para corregirla, ampliarla o efectos encuentran su mejor realización en la ideología o falsa concien-
enriquecerla. Entre las innovaciones será menester considerar la inter- cia que reafirma y propaga la obra de arte. Como es de suponer, los
pretación de lo colectivo que el artista deja impresa en su obra en forma efectos sociales aparecen después de que en la colectividad circule du-
inadvertida. Para los aficionados latinoamericanos resulta importante rante algún tiempo una buena cantidad de obras con efectos similares.
establecer lo nuestro de nuestro arte, al lado de lo internacional del Los efectos individuales son propiamente los estéticos, en cuanto la
mismo. Hasta ahora nos hemos ocupado exclusivamente de los parentes- percepción de la obra altera o reafirma los hábitos sensitivos del recep-
cos internacionales de nuestro arte, y hemos omitido por completo lo tor. Aquí los efectos pueden ser de naturaleza artística, en tanto la obra
nuestro colectivo, que los críticos tienen la obligación de traducir en percibida incide en las ideas o nociones de arte que posee el receptor:
conceptos. En toda buena percepción artística las interpretaciones se inician en
La interpretación cumple con su principal finalidad cuando enfrenta los pormenores de las subestructuras de la obra de arte que hemos visto:
las innovaciones y las rupturas sistémicas de la obra. Estas son de va- la elementalista, la morfológica y la sintáctica. En las elementalidades,
rias clases y algunas requieren interpretarse según sus efectos y no por el receptor comienza a traducir las sensaciones y los sentimientos en
su contextura. Esto sucede obviamente cuando su contextura es clara y ideas y conceptos, lo cual sucede luego de diferenciar entre sí unas y
reconocible. Por ejemplo: las innovaciones de los modos y medios de pro- después los otros.
ducción artística tales como los materiales (temple, óleo, acrílico o metales En las bellezas naturales de la subestructura morfológica dará más pa-
en la escultura), las herramientas (pincel de aire) o los procedimientos sos hacia lo estético y lo artístico. Si se detiene en el hedonismo de las
(litografía o xilografía). De inmediato salta la vista la consistencia mate- bellezas, prestará atención a las innovaciones. Pocos receptores pien-
rial de tales innovaciones, y el receptor necesita reducir su interpretación san en las otras categorías estéticas porque son muy difíciles de inter-
únicamente a los efectos sistémicos. pretar. Llevamos muchos siglos de sólo manejar bellezas, y nos resulta
En comparación, las innovaciones formales, semánticas y conceptua- muy arduo interpretar lo dramático, por ejemplo. Se le confunde fácil-
les no son tan claras y demandan una aguzada interpretación de su na- mente con el sentimentalismo, al igual que a la tipicidad con el singula-
turaleza y de sus efectos sistémicos. Interpretar las formas significaría rismo, a lo sublime con lo espectacular, y a la belleza con lo bonito o con
traducir las innovaciones formales de las figuras o de su composición, algún ornamento.
en sentimientos e ideas que enriquecen el tema y la vivencia misma del Abundan los aficionados que buscan de la belleza formal, sintáctica o
receptor. También cabe interpretar los efectos sistémicos de las innova- compositiva, como el máximo exponente de las artes visuales. No en
ciones formales, propias de las obras carentes de referencias a la reali- vano en nuestra época consumista impera el formalismo. Sin duda, la
dad visible. Por lo demás, ya hemos hablado de la mimesis y del tema. composición es importante para la percepción artística y la mente ha de
Por último, las interpretaciones de las innovaciones conceptuales ne- interpretarla al trasluz del contenido para ver cómo la enriquecen las
cesitan —de por sí— conocimientos teoréticos e históricos capaces de formas. No es gratuito que en las artes lo sensitivo esté destinado a mo-
situarlas en el espacio y en el tiempo sociales o culturales, mientras si- dificar lo intelegible, llevándolo a terrenos inesperados.
multáneamente el receptor va traduciendo lo visual en conceptos e En lo visto hasta aquí, la percepción requiere de la intervención de la
ideas. En buena medida, aquí se trata de las relaciones de la obra perci- mente para no truncarla, detenerla y poder llegar a lo artístico de la
bida con las ideas fundamentales de arte, a fin de determinar cuáles son obra de arte. Las operaciones teoréticas resaltarán con más claridad:en
las que ella subvierte y cómo las cambia. las valoraciones.
CAP. 7. LAS OPERACIONES TEORíTICAS

198 1 LAS VALORACIONES ternacional, pasado y presente, continuidad y ruptura, hegemónico y po- 19
pujar, sociedad e individuo. La naturaleza de cada par es archiconocida
Todos valoramos mientras interpretarnos o percibimos, así como tam- y no necesitamos insistir en ella.
bién lo hacemos antes y después. Las valoraciones nos son indispensa- Las confusiones que el receptor de la obra de arte ha de evitar, al ele-
bles e inevitables; de allí su imposibilidad de existir sin las interpretacio- gir el término verdadero, son las cinco siguientes:
nes, y viceversa. Aún más: solemos confundir unas con otras. Sobre todo,
entre las valoraciones, nos resulta muy difícil distinguir entre aquellas 1. Hacer de toda obra de arte un valor per se, igualando naturaleza
de índole artística y teorética, siempre muy escasas. Las artísticas se artística y valor.
dan junto con las sensoriales, las sensitivas y las no artísticas, todas 2. Instituir las categorías estéticas en valores.
ellas de mayor frecuencia en la práctica. La confusión aumenta cuando 3. Medir el valor artístico por el placer que siente el receptor, toman-
nos percatamos de que las artísticas se ocupan igualmente de los ele- do la subjetividad por objetividad.
mentos sensoriales, los sensitivos y los no artísticos de la obra de arte, 4. Identificar el arte con la belleza.
más las valoraciones que de éstos y según el caso, hacen los sentidos a 5. Tomar por valoraciones artísticas las no artísticas, al transformar
través de sensaciones, la sensibilidad mediante sentimientos y los crite- la utilidad religiosa o la política en un valor artístico.
rios políticos o religiosos valiéndose de ideas.
En nuestra opinión, las valoraciones artísticas son las sistémicas. Las 1. La naturaleza o función artística suele confundirse con su valor.
rotulamos así porque se ocupan de los aportes de la obra de arte, en La confunden sobre todo, quienes definen al arte en forma antológica,
cuanto a retroalimentar su propio sistema o género. Cubren asimismo igualando sus ideales con sus prácticas humanas y tomando por buena
los efectos sociales y los individuales del consumo artístico. Nos constre- toda obra de arte. Si es mala, deja de ser arte. La realidad es otra y
ñimos a las valoraciones artísticas porque son las típicas de las opera- como en cualquier actividad humana abundan las obras malas. Además,
ciones teoréticas y porque consideramos como receptores a los aficiona- no existe otra ubicación para éstas que las actividades artísticas pues
dos ideales, quienes suponemos traen con su orientación axiológica co- no son científicas ni tecnológicas. tampoco religiosas o filosóficas. Por
nocimientos y experiencias idóneas para valorar las obras de arte en consiguiente, hemos de convenir en que toda obra de arte posee una
forma objetiva, razonada y artística. No importa si en la práctica muy naturaleza artística, aunque no necesariamente entrañe valor artístico
pocos aficionados llegan a la valoración artística; la gran mayoría se de- o, lo que es lo mismo, sin que nos suscite una valoración artística.
tiene en la estética, de suyo subjetiva y empírica, inconsciente y propia El valor y la valoración giran en torno a las innovaciones aportadas
del gusto. En suma, postulamos la valoración artística como ideal o para- por la obra, al retroalimentar al sistema a que ella pertenece. Por tanto,
digma de todas las valoraciones que intervienen en el consumo artístico. será necesario saber valorar los efectos artísticos de la obra, lo cual im-
Con el propósito de abrirnos paso hacia las valoraciones propias de plica conocer las obras similares a ella, a fin de que a su trasluz sea po-
las operaciones teoréticas de la percepción artística y aclarar lo que en- sible obtener conclusiones autorizadas y objetivas. Por lo regular, el neó-
tendemos por su perfil característico, será menester prestar atención fito supone que todo arte es únicamente arte y, en consecuencia, toma
muy especial a ciertas degeneraciones, dualidades y confusiones, para por artísticas todas las experiencias, valoraciones y complacencias que
reconocerlas y luego eludirlas, conservarlas y diferenciarlas, respecti- suele tener como receptor.
vamente. 2. Las categorías estéticas también son consideradas valores esté-
Por degeneraciones entendemos la vedetizcxción del artista, la fetichi- ticos por muchos aficionados. Sin lugar a dudas, en las obras de arte
.ación de la obra de arte .y las mixtificaciones de las ideas fundamenta- pueden existir bellezas y fealdades, dramatismos y comicidades, subli-
, 3s de arte, así como a los pares que se hacen pasar por justificantes midades y tipicidades, en su calidad de elementos estéticos, pero no ne-
ico-políticos: nacionalismo e internacionalismo, populismo y elitismo, cesariamente constituyen valores. Tales categorías o elementos varían
radicionalismo y vanguardismo, purismo y funcionalismo, socialismo e en cada individuo, clase social y momento histórico. Ya hemos señalado la
individualismo. Son falsos dilemas y cada término constituye la degene- frecuencia con que tomamos lo bonito por bello, lo sentimental por dra-
ración de una realidad, cuyos pormenores ya hemos descrito en otra mático, la burla cruel por comicidad, lo espectacular por sublime y la
parte.6 vulgaridad por tipicidad.
Como dualidades aludimos a los siguientes pares que operan como bi- Sea como fuere, la belleza se instituyó en valor estético en la Grecia y
sagras en todo producto cultural o humano, y que el receptor no podrá en la Roma esclavistas, así como en Occidente desde el Renacimiento, en
separar para hacer de uno un valor y de otro un desvalor: nacional e in- que deviene incluso valor artístico. Recordemos la presencia de la belle-
[XX X XiXTX XXX
CAP. 7. LAS OPERACIONES TEORÉTICAS
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS

200 1 za y demás categorías estéticas en la naturaleza y en la vida real, las estético descansa en el gusto, mientras lo artístico se apoya en un cuer- 120
po de ideas, conceptos y teorías. El arte es un concepto que cambia con
cuales deben diferenciarse de las reproducidas en las obras de arte y de
lo artístico propiamente dicho. Por otra parte, a menudo se incurre en el el transcurso del tiempo. Durante siglos las bellezas naturales se repro-
abuso de reducir lo estético exclusivamente a la belleza, cuando actual- dujeron en las obras de arte hasta que Cézanne, a fines del xix, inicia el
mente abundan las obras de arte que lo desmienten al renunciar a los abandono de la acentuación del plano semántico —tan caro al naturalis-
elementos de todas las categorías estéticas para quedarse tan sólo con mo— con el fin de poner énfasis en el sintáctico; así, la belleza formal
lortístico. Después del predominio de la pintura durante muchos siglos, aparece como un producto puramente artístico.
cabe esperar que el hombre tenga dificultades para reparar hoy en las De este modo, las artes visuales abandonan las bellezas naturales,
categorías estéticas que no son la belleza. para renunciar, durante los años sesenta de nuestro siglo, a la exalta-
3. Al estudiar las operaciones sensitivas hicimos hincapié en el error ción del plano semántico (de la belleza formal), en favor del plano prag-
de identificar el valor con el placer, y separamos el agrado biológico del mático; es decir, de los efectos de la obra de arte en el receptor. En suma,
placer estético —vieja distinción kantiana. A éste luego lo diferencia- las artes abdican de toda belleza (la formal inclusive) y demás catego-
mos del intelectual, del puramente afectivo y de los seudoestéticos. Fi- rías estéticas, y se limitan a lo artístico. Como resultado, la valoración
nalmente, toda obra o acto produce placer, desplacer o indiferencia, la artística se desliga de lo estético y lo hace sin dificultad puesto que lo ar-
cual también es un valor en tanto implica ausencia de desplacer. Ya sea tístico siempre estuvo más allá de lo estético y de la belleza.
estética, biológica o afectiva, la sensibilidad es siempre valorativa, y con El placer constituye una valoración, al igual que el desplacer. Pero
toda razón el hombre toma lo placentero por valor. Pero constituye un —insistimos— se trata de valoraciones subjetivas. Para nosotros valo-
valor subjetivo y propio del gusto. También señalábamos el derecho de rar significa justipreciar mediante razonamientos lógicos los aportes ar-
todo individuo de hacer del placer que siente un valor personal y a ren- tísticos de la obra de arte. Valorar no significa reconocer un valor o una
glón seguido destacamos la imposibilidad de imponer a los demás nues- belleza, como lo hacen quienes por pereza intelectual y crítica obedecen
tros valores o gustos, en tanto ellos tienen el mismo derecho que nosotros. ciegamente a normas e imperativos, actualmente masivos. Adoptando el
A nuestro juicio, son dos las causas del error de identificar el placer criterio de M. Kagan, 7 diremos que independientes del hombre existen la
con el valor estético: una, el individualismo en que hoy ha degenerado la materia y las formas de la obra de arte, y que ésta tiene la capacidad de
exaltación renacentista del valor del individuo al centrar todo en el hom- ser portadora de valores artísticos. De tal suerte que la valoración del
bre y hacerlo la medida de todas las cosas, ignorando las diferencias hu- receptor permite que las formas desarrollen su capacidad de ser porta-
manas y los intereses egoístas de unos pocos en detrimento de muchos. doras de un valor artístico. La obra no es calidad ni belleza. Valoración
La otra causa consiste en la muy difundida creencia de que el arte tiene y valor se presuponen mutuamente. Calidad y belleza son conjuntos de
al placer como única finalidad. Así de ser trabajo y esfuerzo, la cultura relaciones que origina el binomio objeto-sujeto. Es así como puede haber
se transforma en entretenimiento y goce: la función hedonista deviene la una valoración estética. La artística rebasa lo individual del gusto y se
única o la más importante de las artes. vincula con el sistema artístico de la obra.
En nuestra opinión, el placer constituye un síntoma y nunca una finali- 5. La mescolanza de la utilidad y el valor, por último, es hoy fácil de
dad. Por otro lado, la valoración artística ha de ser objetiva y racional, establecer y de impugnar. No en vano vivimos en épocas de predominio
capaz —desde luego— de producir placer, pero placer intelectual o, si de las artes profanas. En el siglo VII, éstas se vieron obligadas a renun-
se quiere, artístico. Ante una obra de arte todo hombre es capaz de ex- ciar a sus milenarios fines religiosos y devinieron profanas, para recha-
perimentar placer estético, y de manera subjetiva lleva a cabo una valo- zar durante el xix todo compromiso ético y político, social y burgués. Co-
ración también estética. Incluso la mayoría de los aficionados se deja mo resultado aparece el artepurismo, que en la actualidad a menudo
presionar por lo estético y omite lo artístico. Por eso se sienten recusamos totalmente. No diferenciamos el derecho inalienable del artista
desvalidos ante lo artístico de las obras de arte de nuestro tiempo, ca- —como el de cualquier otro productor— de operar con libertad., repu-
rentes de elementos estéticos. En cambio, la valoración artística impone diando toda imposición de políticos y moralistas, de burgueses y buró-
superar lo subjetivo y el placer mediante razonamientos. La valoración cratas. Toda obra o acto humano posee indefectiblemente vinculaciones
ha de ser razonada. Sólo así cabe hablar de operaciones teoréticas, pues políticas, pero nos ha dado por ignorar lo más importante de la relaión
éstas actúan más allá de las operaciones sensoriales y de las sensitivas arte-política: la utilización que actualmente el Estado hace del arte en
en que se apoyan. favor de sus intereses políticos. Al, controlar la distribución de los me-
4. No insistiremos en diferenciar lo estético de lo artístico como con- dios materiales e intelectuales de producción y de consuma de arte, el
dición indispensable para entender los problemas actuales del arte. Lo Estado rige todas las actividades artísticas.
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SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 7. LAS OPERACIONES TEORÉTICAS

)2 1 Tampoco reparamos en las profundas diferencias entre la suprema- estéticas y se conforma con ellas sin razonarlas. Veamos ahora cuál es 2'
cía de lo artístico sobre lo político en la obra de arte, hasta anular la in- la importancia de las valoraciones artísticas en las operaciones teoréti-
tervención de éste y conciliar los intereses políticos con los artísticos. cas de la percepción artística.
Además, hay mucho trecho entre el diseño gráfico al servicio de la polí- En el caso de los aficionados las valoraciones artísticas son importan-
tica —como sucede en toda propaganda— donde las persuasiones esté- tes. Pero más lo son las interpretaciones, en tanto involucran activida-
ticas son secundarias o de igual valor, por un lado en virtud de la defini- des de la memoria y de la fantasía. No interesa si están dirigidas por va-
ción misma de los diseños y, por el otro, el arte de la pintura, en que el loraciones rutinarias y subjetivas. En buena medida, el consumo artístico
contenido —por definición— debe ser enriquecido por las formas artís- tiene por médula la interpretación, pasando las valoraciones artísti-
ticas. El arte busca autonomía y los diseños, funciones prácticas. Es de- cas a condición de subproductos y de meros apoyos. Estas son importan-
cir, no puede haber arte al servicio de fines no artísticos y visibles en la tes, puesto que promueven en el receptor su capacidad de interpretar o
obra, sin que se convierta en diseño (para ser artesanía es ya demasiado son secuelas de tal capacidad. Sin lugar a dudas, el aficionado valora
tarde). Debe haber, pues, una conciliación entre los intereses políticos y racionalmente, pero sus valoraciones no circulan en la colectividad. Al
los artísticos. menos, la importancia de las valoraciones artísticas provenientes de los
Cuando nos ocupamos de la relación arte-política, casi siempre nos li- aficionados no tienen la trascendencia de las que realizan y dan a cono-
mitamos a mirar la politización del tema de la obra de arte, como lo úni- cer los profesionales: los artistas como productores de obras y los ana-
co importante. A esta politización la vemos como artística cuando es de listas como generadores de ideas, conceptos y teorías. Estos traducen
diseño. Además, nos convertimos en contenidistas, cuyo reduccionismo sus valoraciones en algo tangible y social, como veremos más adelante.
es tan condenable como el del formalismo. Aspiramos a convertir el va- Mientras, veamos cuáles son las posibilidades de las valoraciones ar-
lor político en artístico o de diseño para lo cual utilizamos lo dramático tísticas que tiene el aficionádo al enfrentar las obras de arte; obras cuya
de los hechos sociales como denuncia de injusticia y explotaciones. El variedad de componentes es ampliamente conocida, y que pueden enu-
dramatismo es una de las categorías estéticas pero para convertirse en merarse como sigue:
valor estético ha de representarse en la obra con riqueza formal e inno-
vaciones. La revolución social que propaga la denuncia pólítica deberá I. En primer lugar, el aficionado, deberá someter a valoración artísti-
contener elementos de la revolución cultural o artística: el izquierdismo ca los componentes sensoriales con su base biológica y las sensaciones
político no podrá servir de cobertura al conservadurismo artístico. suscitadas. La tarea principal sería razonar la presencia de tales ele-
En principio, estamos a favor del partidismo de Lenin: la cultura ha de mentos, su importancia en la obra en relación con los demás elementos y
estar al servicio de la política pero siempre y que las personas en el po- su validez histórica, artística o sistémica. Recordemos las tendencias
der político en verdad representen los intereses de las mayorías demo- artísticas que acentúan los accidentes de la materia, la soledad de un co-
gráficas de la sociedad y no ejerzan un despotismo en su nombre y deci- lor único o la sencillez de una forma geométrica simple, con el fin de ac-
dan acerca de cuestiones artísticas sin oír a los estudiosos de la relación tivar la sensorialidad del receptor e invitarlo a justipreciar las elemen-
arte-sociedad ni a los productores de arte. En nuestros países latinoame- talidades materiales y visuales de los componentes de la obra. En suma,
ricanos cabe ver con buenos ojos al arte politizado que acepte la prima- la valoración artística establece las diferencias entre lo sensorial bioló-
cía de lo artístico en la obra de arte. Después de todo, alguien tiene que gico y lo sensorial de ciertos elementos que, mediante ideas o razones, el
ocuparse de los cambios artísticos. Mejor si son los artistas politizados hombre convierte en bellezas, sean cromáticas, texturales o formales,
que luchan contra los comportamientos seudoartísticos difundidos por todas ellas primarias, simples.
los medios masivos y contra los modos residuales y los dominantes de H. En la obra de arte, a los aspectos sensoriales siguen los estéticos o
producción y de consumo artístico. sensitivos, cuya tasación artística —a diferencia de la estética— no se
Por lo dicho, queda claro el perfil de las valoraciones artísticas en ge- limita a lo sensitivo de las bellezas o dramatismos, sublimidades o tipici-
neral, comparadas con las sensoriales, que son netamente biológicas; dades representadas en el contenido. Dicha tasación apunta a los
con las sensitivas o estéticas, que constituyen productos espontáneos y efectos de los recursos formales, cromáticos y compositivos en tales ca-
empíricos del gusto o sensibilidad; y con las no artísticos, que pertene- tegorías estéticas y establece hasta qué punto las enriquecen o amplían,
cen al mundo de las ideas políticas que en la antigüedad eran las de las o les imprimen un nuevo curso semántico. Las categorías estéticas sim-
creencias religiosas. Las artísticas son razonadas y sistémicas y han de plemente representadas determinan la naturaleza estética del contenido
intervenir en toda percepción artística. Sin embargo, la realidad es otra, de la obra de arte, y a lo sumo su autor tiene el mérito de haber hecho
pues la gran mayoría de los aficionados se detiene en las valoraciones una buena elección. Pero el autor no la interpreta artísticamente. No
•øCCOO
SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS
CAP. 7. LAS OPERACIONES TEORÉTICAS

04 1 cumple con la primera condición del arte: que los elementos formales ca- artístico, para luego señalar sus influencias mutuas y sus consiguientes 1 2C
len más allá de lo explícito o denotativo y de lo que dice el contenido. En valores en el campo de las artes.
pocas palabras: el valor artístico de la belleza residirá en las innovacio- iv. Hemos dejado los componentes artísticos de la obra de arte para el
nes que muestre en el campo de las artes. final de la valoración artística; componentes susceptibles también —co-
Por otro lado, la belleza formal se sopesa de acuerdo con el grado de mo es obvio— a las tasaciones, tanto estéticas como ajenas a lo estético
armonía de sus combinaciones formales, cromáticas y compositivas (si- y a lo artístico. En realidad distan de poseer una naturaleza artística;
metrías y ritmos, proporciones y direcciones) en comparación con las provienen de la tecnología o de la naturaleza si son materiales y su natu-
obras similares y en relación con el contenido. No hay belleza formal sin raleza es comunicativa, o lingüística si constituyen modos y recursos.
contenido, y su relación mutua (forma-contenido) depende de la función Simplemente, las artes utilizan elementos de diversa procedencia con fi-
que busquemos en la obra. Por eso el aficionado ideal deberá evaluar los nes artísticos. Después de todo, la condición artística establece relacio-
efectos artísticos de la belleza formal según cada una de las funciones nes. Quizá el lector vea una contradicción en esto de denominar artísti-
posibles que su capacidad interpretativa vea en la obra percibida. Sabe- cos a componentes que no lo son. Propiamente rotulamos artísticos a los
mos que la mayoría de los aficionados tiene especial predilección por el ingredientes que en la obra de arte cumplen funciones artísticas, ha-
goce de los elementos estéticos y se queda en el formalismo hedonista; biendo necesidad de diferenciar entre función y valor, y entre éstos y
esto es, reduce la obra a una de sus funciones: la placentera. Se abstie- naturaleza.
ne 1e la valoración artística que demanda esfuerzos intelectuales. No en En sentido estricto, la valoración artística consiste en enfocar todos y
vano vivimos en sociedades de consumo, en las que por pereza intelec- cada uno de los elementos de la obra de arte para establecer las funcio-
tual y crítica, reina el entretenimiento, que es la medida de todos los bie- nes artísticas que cumplen, y situarlos después en el espacio y en el
nes culturales. tiempo, tanto sociales como sistémicos e individuales de las artes, con el
iii. Lo denotativo o literal del tema en la obra de arte tiene una lectura
fin de aquilatar su importancia. Ya hemos visto los temas y contenidos
convencional, meramente semiótica y al alcance de quienes sepan signi- de la obra, como también sus formas, colores y composición en sus posi-
ficar las figuras de acuerdo con los códigos establecidos en la sociedad. bilidades y méritos artísticos. En las obras cabe registrar asimismo efec-
En cambio, la lectura artística es transemiótica y aquilata los alcances tos visuales del uso de nuevos materiales, herramientas y procedimien-
artísticos o sistémicos de los ingredientes políticos o religiosos 2 morales tos, elementos técnicos cuyo valor artístico consiste en su novedad; esto
o educativos, informativos o hedonistas del tema o contenido. Este algu- es, en su contribución al enriquecimiento de los modos y medios de pro-
nas veces trae consigo aspectos nuevos de realidades antiguas o bien ducción artística.
nuevas realidades con respecto al género o sistema de la obra. El valor Situar la obra de arte en el tiempo significa señalar de dónde provie-
artístico de lo no artístico de la obra de arte residirá entonces en sus nen sus componentes y qué aporta ella a la trayectoria del sistema artís-
innovaciones iconológicas e iconográficas. El aficionado tasará de for- tico a lo largo de la historia. Sin duda, esta valoración histórico-artística
ma artística las innovaciones, tanto en las funciones no estéticas como es objetiva. Por otro lado, como el arte es un concepto que cambia con el
las no artísticas de la obra, tanto en sus efectos políticos o morales, edu- tiempo, habrá una valoración conceptual de la obra que aprecia las re-
cativos o hedonistas, como en sus alcances sociales e individuales. Dicho laciones de ésta con los conceptos fundamentales de arte, difundidos
sea de paso, sería un despropósito reclamar al aficionado una evalua- por el mundo como los únicos válidos y actualmente cuestionados por do-
ción ideológica (o de falsa conciencia) y sociológica de la obra de arte; quier. Tales relaciones dirán al aficionado cómo la obra subvierte o
aspectos importantísimos que se encuentran en pañales hasta entre los cambia, corrige o enriquece dichos conceptos o, si se prefiere, le dirán
analistas del arte. cuál es la actitud de su autor en las cuestiones de su profesión o voca-
El aficionado no podrá ignorar lo no artístico del tema, pues tiene su ción: progresista o conservadora, revolucionaria o reaccionaria. Junto a
importancia, sobre todo social. Pero como ya vimos, tomar su utilidad los conceptos y a las actitudes artísticas vienen las estéticas.
o importancia por valor artístico sería un error. La valoración artística se También existe la valoración artística de tipo geográfico que consiste
reducirá a establecer los beneficios artísticos de lo no artístico, pensan- en situar la obra en el espacio social: primero valorará la importancia
do en la función cognoscitiva de la obra de arte, en cuanto ésta hace visi- de la obra en el ámbito artístico total en que actúa; después seguirá su
ble aspectos nuevos de la realidad política o moral. Cada época se inte- tasación dentro del arte nacional, latinoamericano y mundial (la univer-
rea en ciertos aspectos del mundo y del hombre, y darlos a conocer, sal no existe, puesto que no podemos ver el futuro). Muy pocas obras lle-
enriquecerlos o abrir nuevos constituye un mérito artístico. En buena me- gan a méritos mundiales o latinoamericanos. Además de todas estas va-
dida, el aficionado ha de buscar las relaciones de lo no artístico con lo loraciones, el aficionado establecerá el valor de la obra en la evolución
ZJ

SEGUNDA PARTE. LA PSICOLOGÍA DE LOS CONSUMOS CAP. 7. LAS OPERACIONES TEORÉTICAS

artística de su autor. No sólo esto, también deberá situar la obra en el encontramos con la obligación de enfocar el uso que el Estado haga del 207
espacio cultural de su sociedad para observar las relaciones que guarda arte en favor de sus intereses políticos y económicos. Este uso lo realiza
con la cultura hegemónica y con la popular. precisamente a través de las exposiciones de obras de arte con lo que
Mención aparte merece la valoración local, por considerar que para pone en actividad las ideologías generales del arte —con sus mitifica-
los receptores latinoamericanos es más importante que la internacional. ciones y deformaciones de la realidad artística— que más inciden en
Nuestra dependencia económica y cultural nos lleva a buscar siempre, todos los públicos en vez de las ideologías específicas del género o ten-
en nombre de una universalidad que no existe, el valor internacional en dencia artística de la obra percibida.
toda producción artística. Los artistas de los países desarrollados crean La sucesión neófito-aficionado-crítico nos da cuenta de las posibles va-
sus obras según el valor que ellas revisten para su país. Buscan el valor riantes de las valoraciones artísticas y de las operaciones teoréticas de
local que luego deviene internacional debido a la importancia del país de la percepción artística. El aficionado, a quien el artista se dirige con su
origen. La dependencia obliga a los nuestros a buscar el valor de dicho obra, oscila entre unas nociones muy próximas a las del neófito y unos
país, por ser el mismo que el internacional. Los valores internacionales arrestos muy cercanos a los del crítico. No obstante, el término aficiona-
son los de los países más fuertes. Para corregir tal situación, a los países do implica un núcleo de personas conocedoras y distintas de los neófitos
subdesarrollados sólo les queda buscar el valor local como el principal y de los críticos. En este sentido, debemos insistir en la necesidad de pro-
de toda creación cultural. El ámbito local debe ser el primer beneficia- mover, dentro de este núcleo, el enriquecimiento constante de recursos
do; si después adquiere reconocimiento internacional, es una cuestión intelectuales. El nivel medio de los aficionados depende de los medios in-
secundaria. telectuales de consumo artístico en circulación en su país.
Como máxima expresión de la valoración artística en particular y de A manera de conclusión en torno del enfoque de las distintas opera-
las operaciones teoréticas en general, hemos de considerar la profesio- ciones de la percepción artística, cabe destacar su complejidad, en com-
nal del crítico de arte. Entre las valoraciones profesionales está la del paración con la percepción estética y la común. Todas las operaciones
artista, quien las traduce en elementos de su producción, mientras el son propiamente efectos de la obra o, lo que es lo mismo, de la relación
teórico las reduce a ideas generales, y los historiadores a dimensiones obra-aficionado; así, nos situamos en el complejo problema de las cau-
pretéritas. El crítico enfrenta obras recién nacidas y posee, en compara- sas y los efectos que analizaremos a su debido tiempo. De cualquier ma-
ción con el aficionado, mayores y mejores arrestos cognoscitivos y con- nera, las operaciones estudiadas son efectos internos o psicológicos del
ceptuales para evaluar las dimensiones artísticas de una obra. Además, consumo artístico. Cabe también hacer hincapié en la complejidad de la
produce un texto que ha de ser transparente —dejar ver al lector la percepción visual como una razón más para aceptar la imposibilidad de
obra criticada— y debe estar bien argumentado en sus diferentes inter- popularizar cualquier arte (las otras razones conciernen al número de
pretaciones y valoraciones: toda buena argumentación es certera y fruc- aficionados, de artes y de divisiones técnicas de la percepción humana).
tífera. Dicha complejidad nos hace ver de otra manera las cuestiones artísti-
Las valoraciones del crítico son formalmente las mismas que las del cas, y nos abre un rico campo de investigación para distinguir los dife-
aficionado, salvo las ideológicas y sociológicas, a las que se suma el ra- rentes grados de consumo artístico, al lado de los consumos seudoestéti-
zonamiento crítico. Todas sus afirmaciones y negaciones están argu- cos y estéticos.
mentadas; vale decir, se basan en razones y no en adjetivos ni consisten Como conclusión final, señalaremos la característica más importante,
en meras opiniones. Incluso, el crítico ha de traducir en ideas sus valo- a nuestro inicio, de la complejidad inherente a la percepción artística: la
raciones subjetivas de lo estético de la obra; con mayor razón ha de ha- mente no sólo diferencia entre sí las sensaciones y luego los sentimientos,
cerlo con sus valoraciones históricas y conceptuales sobre todo con es- para valorarlos e interpretarlos; también determina las sensaciones me-
tas últimas. Desde la Fuente de M. Duchamp, en 1917, a todo crítico le es diante conceptos pues de éstos depende lo que vemos o debemos ver en
forzoso remitirse a las ideas básicas de arte para ver cómo la obra de los objetos. A su vez, las experiencias sensoriales determinan los senti-
arte juzgada las sigue o las subvierte. mientos. El círculo con que la razón rodea la percepción se rompe cuando
Mención aparte merecen las causas y los efectos, tanto ideológicos nos atenemos al concepto de obra de arte y buscamos en ella innovacio-
como sociales, de la obra. Son los críticos quienes, en principio, deben nes, las cuales nos producen nuevas ideas, sensaciones y sentimientos:
desarrollar elementos para que con el transcurso del tiempo el aficiona- He aquí la generosidad de la percepción artística ideal.
do aprenda a juzgar la obra de arte desde sus causas y efectos ideológi-
cos y sociales. Llegamos así al poder ideológico, actualmente controlado
por los Estados y por los propietarios de la industria cultural. Aquí nos
09000000 17)

208 NOTAS 1'I

1 S. L. Rubinstein, Grundlogen der Allgemeinen Psychologie, pág. 554.


2 Ibidem, pág. 410.
Ch. Enzensberger, Literatur und Interesse.
4 J. Wolff, The Social Production of Art, págs., 95-1.16.
H. G. Gadamer, Wahrheit und Methode.
6 J. Acha, El arte y su distribución, págs. 267-337.
M. Kagan, op. cit., pág. 104.

A Caider,
Rojo, timón ene/aire, sS., Peris Galleries, Nueva York.
210

Lippold,
Variación dentro de una esfera núm. 10, E/Sol, 1953-1956,
The Metropolitan Museum of Art, Nueva York.

Fontana,
Concepto espacial-Espera, 1959,
Colección deTeresita Fontana, Milán. -
000

UZ

A Burri,
Bolsa, 1953, Marlborough Galiery, Milán.

Vantongerloo, A
Variantes núm. 156, Buenos Aires.
215
214

A Kline,
Negro, blanco yazu/, 1959,
Museo Nacional de Bellas Artes, Buenos Aires.

Olitski, A
El príncipe Patusky ordena, 1966,
André Emmeric Galiery, Nueva York.
L

216 ¡ 2

Á Tapies,
Ocre con trazos rojos, 1960,
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Duchamp,
E/gran vidrio, Museum of Art, Filadelfia.
y

8 219

L Braque, Tamayo, Ak

Paisaje, 1908, Oeffentliche Kunstsammlung, Basilea. Animales, 1941.


•ccDc

220

Lam,
Jungla, 1943, Museum of
Modem Art, Nueva York.

Torres García,
Pintura, 1937, Museo
Nacional de Artes A Matta,
Plásticas, Montevideo. El Estanque No, 1958, Musée National «Art Moderne, París.
1 -223

A Orozco,
La victoria, detalle, 1944,
Colección Carrillo Gil, México, D.F.

Rivera, >
La conquista, Palacio de Cortés, Cuernavaca, México.
O OOOO 3

224

rrj

Los efectos
del consumo

iN

Á Siqueiros,
Nuestra imagen actual, 1947, Museo de Arte Moderno, México, D.F.
Los efectos sin
causas visuales

Si bien en esta tercera parte nos corresponde abordar los efectos del
consumo artístico propiamente dicho, como nuestra finalidad principal,
esto no significa que sea la única ni que estemos impedidos de salir de tal
consumo. Nos sentimos obligados asimismo a tomar posición frente a las
consecuencias del consumo estético, tanto en las artesanías como en los
diseños y en las artes, puesto que entre sus fines, éstas casi siempre
traen al estético, que deviene componente forzoso del consumo artístico.
Además, debemos estudiar las secuelas de los consumos espurios —el
masivo, el trivial y el cursi— sin olvidar detenernos, ante todo y desde
un principio, en los corolarios de un consumo importante y siempre omi-
tido: aquel de causas auditivas o ecológicas, cuyos efectos son colectivos
y productos de la red ideológica con que en la sociedad mañosamente se
envuelve la presencia del arte, para fetichizar y deformar con disimulo
su realidad.
Aunque suene peregrino, se trata de un consumo sin causas visuales,
en cuanto la gran mayoría de la gente no consume las obras de arte mis-
mas y ni siquiere tiene oportunidad de verlas: escucha simplemente lo
que se dice del arte en su sociedad, en general, y en su clase social, en
particular. Es decir, consume ideas de arte. En buena medida, nos salen
aquí al encuentro las ideologías generales del arte; arte en el concepto
occidental de término, cuyos efectos lo benefician a fuerza de aminorar
los diseños y las artesanías. Propiamente, encaramos la sobrevaloración
del arte que fragua el oficialismo europeo, para imponerla —mediante
un imperialismo cultural— en favor de su prestigio y en calidad de ele-
mento esencial de la cosmovisión burguesa. Tal sobrevaloración es ajena
al socialismo, en tanto da prioridad a las bases materiales de la cultura
estética colectiva y prefiere la mayor eficacia comunicativa de los dise-
ños para dirigirse a sus amplios públicos.
Las ideologías generales de arte circulan en el espacio intelectual de
la ecoestética y pertenecen a la formación estético de la sociedad; forma-

227
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO
CAP. 8. Los EFECTOS SIN CAUSAS VISUALES

228 1 ción definida como el conjunto de modos antiguos y nuevos (o residuales, masivos y las publicaciones especializadas. Este compacto conjunto de
dominantes y emergentes) de consumo que cada clase social pone a dis- elementos mantiene con vida a las artes tradicionales y nos da la im-
posición de la sensibilidad de sus miembros, para que elijan los que más presión de vigor y de incremento numérico; vida que nos resulta artifi-
le convengan. Como su nombre lo indica, estas ideologías son las genera- cial si consideramos la ausencia de consumo y de vinculaciones popula-
lizaciones o nociones generales corporizadas por las definiciones idea- res. Aumenta —claro está— el número de aficionados, pero en términos
les de arte, que la cultura occidental oficial desarrolla en calidad de uni- absolutos más que en los relativos al incremento de la población; si hay
versales de imperativa observancia para sus satélites. Así les impone incremento, se debe a consumos espurios como los masivos.
una visión deformadora de su realidad concreta y de la artística. Dentro del aparato institucional circulan múltiples modos antiguos o
He aquí algunas de las notorias ideologías generales: el arte es indis- nuevos (o emergentes, dominantes y residuales) de producción, distribu-
pensable para el hombre: el arte es belleza; el arte innova y transforma ción y consumo de arte, todos los cuales integran la formación artística
la realidad; el artista es un revolucionario o un creador; la obra de arte de la sociedad y nos dan cuenta de la mecánica interna y externa del
nos enriquece espiritualmente. Sin duda, estas son aspiraciones o idea- aparato citado. En el interior de éste, los diferentes grupos de agentes
les que no todas las artes, los productos ni los artistas cumplen: muy po- ideológicos mantienen pugnas entre sí: algunos blanden tendencias emer-
cas obras innovan, transforman la realidad o nos enriquecen; contados gentes que mellan las ideologías generales dominantes, defendidas por
artistas son creadores e inconformes; además de que no todo arte es be- otros. En los países ricos, el aparato artístico regula la cultura estética
lleza ni le resulta indispensable al hombre. Por ejemplo, muchísima gen- de sus mayorías demográficas, utilizando para ello las ideologías gene-
te vive sin poesía ni pintura, lo que equivale a decir que ningún arte en rales de arte. Con éstas despierta el orgullo nacional, que oculta mise-
concreto nos es imprescindible. Aún más: la gran mayoría de la pobla- rias e injusticias, y que da la impresión de bienestar material colectivo.
ción mundial desconoce el arte en el concepto occidental del término, Entran en intercambio ideológico con los otros países ricos mientras
pese a tener una sensibilidad estética muy activa y a producir bellos comandan —por imposición, persuasión o remedo— la cultura o forma-
objetos religiosos. La promiscuidad conceptual e histórica rindió ción estética y artística de los países dependientes o pobres. En el inte-
siempre buenos dividendos ideológicos a la cultura occidental, cuando rior de estos últimos actúa a su manera un aparato artístico casi siem-
promovió la confusión entre el arte y lo estético o los bellos objetos reli- pre incompleto y al servicio de la clase hegemónica local, que regula las
giosos de las artesanías gremiales. apetencias estéticas de sus mayorías demográficas y las de sus públicos
En las mayorías demográficas de las sociedades clasistas circulan no- aficionados al arte.
ciones generales que tan sólo permiten ver como arte las ocupaciones Estos mecanismos internos y externos, internacionales y nacionales,
profesionales de la gente de circo o de cabaret, de teatro o de cine, a los estéticos y artísticos, posibilitan que las ideologías generales del arte va-
cantantes y a los músicos. Como verdad indiscutible, casi todos aprende- yan de los centros metropolitanos de la cultura occidental a la periferia;
mos también que el arte es belleza, sentimiento, entretenimiento o realis- esto es, al Tercer Mundó. Así la cultura occidental difunde el endiosa-
mo. Empero, cada clase social tiene su propia versión y suplanta la belle- miento de los artistas; la fetichización de los productos de arte como
za por lo bonito, lo dramático o el sentimiento por sentimentalismo, el objetos raros y de alto valor cultural y económico; la mixtificación de las
entretenimiento por lo superficial y manido, el realismo por lo fotográfico, ideas fundamentales de arte; la elitizcición de los consumidores, que les
lo cómico por la vulgaridad, lo sublime por lo descomunal. Surgen así las atribuye virtudes sobrenaturales; la sacralización de los lugares de dis-
preferencias por tales o cuales objetos y paisajes, razas y flores; prefe- tribución (museos, bienales y academias); la hiperbolización de la belleza
rencias favorables, por lo general, al sistema de dominación o de hege- en detrimento de las demás categorías estéticas; la exaltación de la cali-
monía de unos pocos sobre la colectividad. dad artística que aleja de lo concreto de los méritos pictóricos, escultóri-
La sobrevaloración burguesa del arte proviene del poder ideológico cos, gráficos o arquitectónicos.
de la cultura occidental, ejercido por los centros mundiales del arte, los Las ideologías generales del arte terminan modelando con más fuerza
cuales son dirigidos por uno o más países desarrollados y se mueven a los públicos sin contacto artístico ni formación intelectual, cuyo siste-
mediante aquellos motores denominados aparatos institucionales del ma de decisiones depende de su cultura estética; también forman a los
arte, también existentes a su manera en muchos países pobres que se aficionados al arte, a los productores y a los agentes ideológicos, miem-
identifican con las culturas hegemónicas e integran a cada aparato, los bros del aparato institucional del arte, el cual muestra defectos en los
museos y galerías, las academias y bienales, la educación artística en países dependientes. Los críticos y artistas, los historiadores y teóricos
general y las políticas culturales, los públicos aficionados y los coleccio- suelen caer igualmente presas de las definiciones ideales del arte y, por
nistas, los agentes ideológicos y los productores, sumados a los medios ejemplo, atribuyen a la pintura transformaciones espirituales sólo posi-
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 8. Los EFECTOS SIN CAUSAS VISUALES

230 1 bies con los recursos y duración, relato y sonidos propios del cine. Las tico y tenemos el convencimiento de que toda obra de arte es consumible j 2:
estéticamente por cualquier hombre interesado en reaccionar manifes-
rupturas de la pintura confirman apenas subjetividades, en tanto sus
efectos son más racionales y emocionales al transformar con sus obras tando me gusta o no me gusta. Es que existen diversos valores en las
las ideas de arte y al ofrecer bellezas naturales o formales que complacen. obras de arte, y múltiples valoraciones con sus prioridades en las colec-
Trátese de profesionales, de aficionados o de neófitos, siempre salta a tividades y en los individuos.
la vista la tendencia a convertir en mito el fenómeno del arte. Sin duda, Cuando hablamos de valor internacional casi siempre pensamos en el
su producción y consumo contienen elementos míticos, en cuanto inter- reconocimiento internacional, el cual nunca es mundial, como equivoca-
viene el pensamiento mítico y sus irracionalidades. Pero muy distinto es damente muchos suponen. Constituye el atributo de los centros interna-
querer hacer mito de los conceptos y demás racionalidades del arte. Su cionales de arte que existen en las mayores ciudades de los países más
mitificación puede producir alegrías, pero falsea la realidad del arte ricos y que imponen las valoraciones de éstos, de suyo localistas. No
mismo y, paradójicamente, va en detrimento de las posibilidades míticas existen valores internacionales propiamente dichos, que por algúna
de las obras de arte. razón injustificada nos negamos a respetar. Existen valoraciones o prio-
En esta mecánica ideológica del arte vemos tres resultantes que, fre- ridades internacionales, las cuales son parte de la mecánica del impe-
cuentes y decisivas en nuestro Tercer Mundo, necesitamos eludir en rialismo cultural que impone sumisión a los artistas, aficionados y agen-
tanto niegan la complementaridad de los dos términos opuestos e tes ideológicos de los países dependientes.
interdependientes de algunos pares de la realidad concreta Nos referi- Imponen sumisión al obligar a tomar los elementos internacionales
mos a nuestros siguientes errores: por valores artísticos; elementos inevitables en todo producto cultural.
Entre los obligados, algunos oponen entonces una actitud contraria y to-
1. Preferir las valoraciones y los beneficios internacionales a los lo- man por valores los elementos locales, tambien presentes en toda obra
cales. de arte. Surgen así los nacionalismos y los internacionalismos artísticos,
2. Anteponer el proceso individual al comunal-artístico. como deformaciones. Pocas, muy pocas personas reparan en su dialéc-
3. Centrarse en la producción pretérita, en vez de hacerlo en la actual. tica. Dicho sea de paso, por falta de estudios ambas degeneraciones
ignoran cómo son los elementos nacionales. Se conocen las estereotipa-
1. Los artistas aspiran .a producir obras de valor internacional y los das singularidades nacionales, pero no lo nuestro que va apareciendo en
aficionados lo reclaman, mientras los agentes ideológicos argumentan nuestro arte, junto con lo internacional. Consciente o inconscientemente
su necesidad y el gran público endiosa y venera tal valor, máxime en los muchos artistas tiñen de particularidades sus innovaciones, muchas de
países pobres. Desde luego, lo malo no reside en buscar dicho valor, sino las cuales son susceptibles de nacionalizarse, gracias a la capacidad de
en omitir con menosprecio el local o nacional, negando su primordiali- nuestros agentes ideológicos de convertir en conceptos nacionales los
dad; vale decir, su carácter de indispensable. El valor internacional no términos artísticos nuevos. Sólo tenemos ojos para los elementos inter-
puede existir sin el nacional, aunque sí a la inversa. Quienes privilegian nacionales. No es cuestión únicamente de valoración, sino también de
el valor internacional recurren a la universalidad para autojustificarse, conocimientos. Sea como fuere, hay un paso en lo que va de ignorar lo
al suponer que toda obra de arte de calidad enriquece el patrimonio cul- nuestro, por falta de producción de autoconocimientos, a venerar las va-
tural de todos los hombres. En realidad, lo enriquece en ocasiones y su loraciones de los países ricos.
valor requiere siempre la valoración de una sociedad o individuo, con Por desgracia, comenzamos a aceptar nuestros propios valores cuan-
sus prioridades y necesidades varias, y no siempre dispuestos a recono- do son reconocidos afuera, porque desconfiamos de nuestro criterio,
cer tal o cual valor. nunca antes. En otras palabras, nos falta soberanía conceptual y eva-
No faltan quienes aluden a la valía artística absoluta, esto es, en todo luativa. Nacionalizamos ciegamente las valoraciones internacionales.
tiempo y en todo espacio. En rigor, se refieren a imposibilidades: la uni- por eso nuestros Estados y artistas muchas veces optan por simular va-
versalidad constituye apenas una potencialidad y concierne a las obras loraciones foráneas. Es cuando exponen en París, no para dar a conocer
de arte, cuya calidad es susceptible de ser percibida y vivenciada por obras en esa ciudad, sino para que la noticia de la exposición se tra-
hombres de diferentes razas y sexos, nacionalidades y culturas, profe- duzca automáticamente en valor o prestigio nacional, sin que importe
siones y religiones. Pero nuestra mortalidad nos impide comprobar valo- dónde se expone.
res eternos, y la potencialidad "universal" sólo pueden materializarla Ante estas actitudes sumisas y colonizadas del elemento humano de
quienes tienen conocimientos occidentales de arte; es decir, depende del los aparatos artísticos de nuestros países, estamos forzados a privile-
espacio cultural. Naturalmente, nos referimos a la calidad o valor artís- giar las valoraciones y los beneficios locales, mientras los internaciona-
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 8. Los EFECTOS SIN CAUSAS VISUALES

:2 1 les pasan a ser subproductos; no importa si apetecibles. Preferir nues- I. Los artísticos siguen siendo múltiples y complejos, pese a separarlos
1 233
tras ,valoraciones a las importadas presupone que antes produzcamos de los estéticos y de los otros. Bástenos señalar las evidencias que de
conocimientos acerca de nuestras realidades estéticas y artísticas loca- hecho, circunscriben las posibilidades dialécticas del par nacional-inter-
les. Sin esto nos será imposible definir lo que en verdad nos beneficia. nacional:
Por añadidura, producir tales conocimientos implica asumir nuestra
soberanía conceptual. a) El arte constituye un sistema cultural que, en tanto hechura de la
Por otro lado, hemos de buscar y defender todo lo que favorezca a cultura occidental, ha sido difundido por ella como el único válido
nuestros aparatos institucionales del arte y a nuestras mayorías demo- en el mundo. De facto son internacionales en consecuencia, los si-
gráficas, instituyéndolo en valor muy nuestro. Es decir, nuestra produc- guientes aspectos: lo fundamental de sus herramientas y materia-
ción, distribución y consumo artístico deben propiciar los cambios radi- les, así como de sus procedimientos sensoriales (manuales y/o
cales (revolucionarios) o por lo menos progresistas, que requerimos en visuales), sensitivos o teoréticos (conceptuales); lo básico de sus
nuestros aparatos artísticos y en las condiciones materiales, sociales y actividades productivas, distributivas y consuntivas; más lo esen-
culturales de nuestras mayorías. cial de sus problemas y soluciones. Son también internacionales
A nuestras consideraciones las respalda —y les da valor indiscutible— las dimensiones que, propias de nuestro momento histórico mun-
la primordialidad de lo nacional, pues sin ella no existe lo internacional. dial, toman los aspectos anteriores; dimensiones que los países
Incluso nos respalda la principalidad de lo nacional, si como ejemplo to- más ricos suelen concretar en tendencias artísticas, salvo excep-
mamos la vitalidad (no su oficialismo) de los países desarrollados, cuyas ciones como la del muralismo mexicano.
valoraciones son localistas y cuyas producciones culturales no buscan b) En los países latinoamericanos el arte se materializa en nuestra
beneficios internacionales sino nacionales. Sus artistas obedecen a ne- cultura, formación o aparato artístico, y hállase controlado y usu-
cesidades locales y las satisfacen. Simplemente, las satisfacciones, valo- fructuado por nuestras clases hegemónicas. De ahí que el proceso
raciones y beneficios nacionales de los países fuertes se tornan con faci- de nacionalización de lo internacional por importaciones sea mu-
lidad internacionales, sea por imposición, persuasión o remedo: son cho más fuÁrte que el de la internacionalización de lo nacional o de
aceptados e imitados por todos, en especial por los países dependientes. lo popular. Total: abundan los internacionalismos. Sin embargo, en
Si reclamamos valoraciones locales no lo hacemos por ser éstas irre- el arte pueden insertarse los elementos nacionales y populares.
mediablemente localistas, sino porque estamos forzados a que sean pro- c) La relación dialéctica nacional-internacional por momentos se in-
ductos nuestros y porque tales valoraciones pueden ser internacionalistas, dina hacia un lado o hacia otro, según el caso concreto de cada
o mejor: dialécticas. Siempre cabe una de las tres actitudes. Lo mis- tendencia artística. Pr ejemplo, los figurativismos exigirán temas
mo sucede con los beneficios locales: su espacio hállase limitado a noso- e iconografía nacionales. En cambio, en los abstraccionismos el
tros,pero no su espíritu, el cual debe ser dialéctico si queremos ejercer geometrismo será internacional, y nacional el color.
nuestro derecho a la autodeterminación. De la situación concreta depen- ch)Nuestra cultura, formación o aparato artístico necesita ser retro-
den nuestras preferencias por los elementos nacionales o por los inter- alimentado para pasar de una dependencia sumisa y elitista al in-
nacionales, los procesos de internacionalización de lo nacional o los de tercambio de innovaciones con los demás países mediante actuali-
nacionalización de lo internacional, el desplazarnos de adentro hacia zaciones o recortes de atrasos, evitando el desarrollismo, sobre
afuera o de afuera hacia adentro. Lo decisivo está en orillar los naciona- todo a partir de autodeterminaciones. También requiere pasar a
lismos y los internacionalismos. las vinculaciones populares, sin incurrir en exotismos nacionalistas.
En el caso de las artes, que es el de nuestro estudio, nos encontramos d) Nuestras innovaciones artísticas demandan la presencia de agen-
con complicados y hasta laberínticos aspectos, si deseamos penetrar en tes ideológicos capaces de traducirlas en conceptos artísticos, des-
las posibilidades dialécticas del par nacional-internacional, con el fin de pués de descubrirles lo nuestro o lo susceptible de ser nacionaliza-
establecer los beneficios locales y evitar las generalizaciones que nos do. La producción exige que al lado de lo internacional vayamos
alejan de la realidad concreta. Para sortear las complicaciones están los estableciendo lo nuestro de nuestro arte.
criterios ordenadores de la realidad, previo esclarecimiento de la diver-
sidad de valores y de beneficios, en nuestro caso, y de sus confusiones y En suma: en todo aspecto y elemento, actividad y concepto artístico,
de sus jerarquías. En primer lugar, en el arte, hemos de diferenciar en- nunca dejará de existir lo nacional junto con lo internacional.
tre los valores o beneficios artísticos, los estéticos y los no-artísticos-ni- Ii. Los valores y beneficios estéticos del arte, al igual que nuestra for-
estéticos. mación o cultura estética reflejada en ellos, comprenden elementos loca-
u 1

TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 8. Los EFECTOS SIN CAUSAS VISUALES

?34 les, junto con los occidentales y los históricos. Tales valores y beneficios cional que acabamos de estudiar y que concreta la de país-mundo. Sim-
conciernen a nuestros ideales y sentimientos estéticos de lo bello y lo plemente, todas son versiones del mismo par dialéctico: lo particular-lo 1 23

feo, lo dramático y lo cómico, lo típico ylo sublime. Las bellezas formales general.
son más internacionales que nacionales, no así las naturales representa- Sin embargo, son parejas dialécticas distintas, en tanto el primer tér-
das, en las que predomina lo nacional. Incluso en las bellezas formales mino del duplo país-mundo contiene la pareja individuo-comunidad artís-
tienen cabida los rasgos nacionales. Nuestras clases hegemónicas adop- tica, así como ésta es parte de la otra: individuo-sociedad. En concreto,
tan el gusto internacional, el cual comienza a relacionarse con el gusto aquí hemos de enfocar la relación del artista con su comunidad profesio-
popular, que a su vez se inserta en las manifestaciones artísticas loca- nal; comunidad encarnada en el aparato institucional del arte o la cul-
les. Conscientemente o de forma inadvertida, el artista vierte su con- tura artística de nuestros países a que hemos venido refiriendo. Estamos
ciencia estética en las obras y busca incidir en la cultura estética colec- obligados, pues, a partir de la evidencia dialéctica: no hay artista sin
tiva. En síntesis, los aspectos estéticos del arte pueden contener más comunidad profesional ni a la inversa; siempre se dan dentro de una mu-
modos nacionales que internacionales, y muchos más que los aspectos tua dependencia.
artísticos. No obstante, como resultado de la formación renacentista del indivi-
W. Los elementos no-artísticos-ni-estéticos corresponden a nuestra duo —base ideal de las democracias— y como corolario del individualis-
cultura en general. Por ejemplo, los problemas políticos y culturales, mo burgués, el oficialismo de los países occidentales centra toda la pro-
cognoscitivos o religiosos pueden ser occidentales o propios del momento ducción cultural en el individuo, en especial en los Estados Unidos de
histórico actual, regido por los países líderes, pero los artistas de los paí- hoy. Se entra así en ese proceso ideológico de nacionalizar las valías
ses pobres suelen imprimir rasgos nacionales en tales problemas pues individuales para obtener un prestigio nacional, ocultador de miserias e
siempre existirán un punto de vista y una realidad tercermundistas. Por injusticia, que permita el desarrollo de nacionalismos sentimentales
lo general, en América Latina predominan las ideologías residuales que (irracionales) y castradores de todo sentido crítico, incluso de la indis-
en los países desarrollados tienden a ser reemplazadas por las dominan- pensable autocrítica.
tes. Las tan deseadas ideologías emergentes son todavía incipientes en- Luego el oficialismo promueve el proceso contrario: el orgullo colec-
tre nosotros pero, hagamos lo que hagamos, nunca dejaremos de encon- tivo individualiza al prestigio nacional al convertirlo en mérito personal
trar lo nacional al lado de lo internacional. de sus miembros. Entonces, los ciudadanos de los países ricos se supo-
nen superiores y menosprecian a los de los países pobres. Como es de
1. Como conclusión de lo manifestado hasta aquí acerca de la relación prever, la individuación del prestigio nacional viene hermanada con la
nacional-internacional, cabe destacar su constante presencia en las individuación de los beneficios materiales que entraña la propiedad pri-
cuestiones artísticas. Los aspectos nacionales son múltiples dentro de su vada.
dialéctica y muestran diferentes grados de relación con los internacio- En suma, los procesos individuales se confunden mañosamente con los
nales. Por ejemplo, la obra de R. Tamayo y la de W. Lam lucen valores y comunales, para privilegiar al individuo sobre la comunidad y favorecer
beneficios más nacionales que occidentales. Los internacionales pesan así los intereses de unos pocos, todo ello como una estrategia de utilidad
más que los nacionales en R. Matta y en J. Soto, mientras J. Torres García política. Es decir, las promociones culturales o artísticas emprendidas
manifiesta la síntesis dialéctica. En cambio, el muralismo mexicano (D. por el Estado tienen fines políticos antes que artísticos.
Rivera, J. C. Orozco y D. A. Siqueiros) busca lo nacional del socialismo, Las confusiones y los privilegios son más hondos en países dependien-
del indigenismo y de lo popular, sin que pueda evitar apelar a elemen- tes como los nuestros. Entre nosotros predomina el culto a la personali-
tos europeos. Su importancia radica en que sus valores y beneficios son dad; sólo vemos individuos. Si tenemos en cuenta los procesos comunales
mexicanos y latinoamericanos. Si otros países le reconocieron un valor de la cultura es como mero andamiaje numérico de las individualidades.
fue en este sentido localista. Ninguno de sus artistas lo siguió o imitó, Nos resultan indispensables los ídolos, sea en forma de personas o de
salvo el actual oficialismo socialista que le reconoce valor mundial. ideologías falseadoras de la conciencia. Sin lugar a dudas, hay diferen-
2. La relación del proceso individual con el comunal-artístico, que cias entre lo individual y lo comunal del arte. Por ejemplo, el movimiento
examinaremos en esta sección, se refiere al artista y a su comunidad pictórico de un país puede mostrar un bajo nivel medio y adolecer de
profesional; por tanto, se diferencia de la relación individuo-sociedad ya atrasos y sin embargo, contar con individuos que producen obras muy
que ésta es más general: el artista es uno de los individuos y las artes actuales y de un nivel elevado; elevado aún en los países desarrollados.
constituyen parte de la cultura y de la sociedad. Con todo, hay muchas La finalidad de toda comunidad cultural es producir obras valiosas o
similitudes entre las dos relaciones mencionadas y la nacional-interna- individualidades, pero individualidades como productos comunales y no
o OOO co O O CTr O O O

TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 8. Los EFECTOS SIN CAUSAS VISUALES

36
J como méritos exclusivos del individuo. A lo sumo, los individuos devie- nosotros ya todos los interesados en arte exige fomentar el estudio de 1237
nen las mejores expresiones o exponentes de lo comunal. nuestra realidad local, a fin de conocerla y emprender con autoridad los
El muralismo mexicano, pongamos otra vez por caso, dista mucho de cambios radicales que necesitamos. Propiamente, se trata de ir reno-
ser producto exclusivo de los tres grandes (Rivera, Orozco y Siqueiros). vando los medios intelectualeá y materiales de producción, distribución
Los principios, medios y fines fundamentales fueron fraguados por un y consumo que circulan dentro de nuestro aparato artístico. En otras pa-
nutrido grupo de artistas; en consecuencia, los tres grandes pasan a ser labras, debemos acortar atrasos y zafamos de los modos artísticos resi-
sus consolidadores o sus mejores exponentes, gracias al talento per- duales, asimilando los dominantes de los países desarrollados y promo-
sonal de cada uno de ellos. El grupo que gira en torno de una tenden- viendo entre nosotros la aparición de los emergentes de acuerdo con los
cia, media entre el individuo y el aparato artístico local. Algunos apara- intereses de nuestras mayorías demográficas, sin caer en desarrollis-
tos nacionales muestran un buen nivel medio y un considerable número mos, populismos ni localismos.
de buenos artistas, mientras que otros son de bajo nivel medio y produ- Para tal efecto nos es menester comenzar a responder a las necesida-
cenuna que otra personalidad de valía artística, que luego es inflada y des locales y a vigorizar nuestro aparato artístico, revolucionando sus
endiosada. Los grupos de artistas giran en torno de ideas en algunos diferentes aspectos y aspirando a la aparición de nuevas tendencias de
aparatos nacionales, y en derredor de vedettes en otros. cepa nacional. En fin, este aparato debe evolucionar con realismo, ac-
El culto al individuo se nutre del ocultamiento de dos realidades: la de tualidad y beneficios mayoritarios, tanto en calidad y cantidad como en
los méritos del grupo y la humana de su producción. Por naturaleza, el aspectos estéticos y artísticos. El valor individual ha de beneficiar al
individualismo carece de ojos para el grupo profesional y para sus aparato artístico local.
virtudes, apreciables tan sólo para las visiones genético-estructuralistas 3. Siempre nos preocupó saber por qué en todas partes se prefiere el
a lo L. Goldmann y para las sociológicas en general, que todavía se re- arte del pasado al del presente, pues nunca dejaremos de pensar que el
chazan o se miran con desconfianza. Por otra parte, al ver únicamente hombre seguirá sin entender el arte mientras mantenga esa preferencia
al individuo, "generalizamos" en él sus obras como una unidad cerrada, por el pasado. Por desgracia, la cultura occidental comenzó a hacer la
negando su consustancial diversidad cualitativa, como en toda produc- historia de su arte con los ojos puestos en el pasado grecorromano. No
ción humana. en vano el iniciador fue J. J. Winckelmann, un arqueólogo. De ahí en ade-
Hoy en día hablamos de buenos o malos artistas con justificada razón, lante, el predominio de la historia del arte fue en aumento, lo que redun-
pero en la mayoría de los casos con razón aparente, pues lo hacemos pa- dó en perjuicio de la crítica y de la teoría, disciplinas ocupadas en las
ra tomar la totalidad de sus obras y considerarlas todas buenas o malas, obras recién nacidas y en los problemas sociales y culturales de su pro-
como si se tratase de una marca de fábrica y de una producción mecani- ducción, distribución y consumo. Su crisis interna no se dejó esperar y
zada. En realidad, nos debe importar la calidad de cada obra, ya que cayó la máscara de los vicios que la maniataban, que aún nos extravían
todo buen artista las tiene malas. Hemos perdido el sentido de la obra a los del Tercer Mundo y que describimos someramente a continuación.
individual y única, y sólo apreciamos estilos y modalidades personales,
sucesiones y conjuntos en favor de un individuo o de un país. A ello con- La historia del arte nunca fue historia propiamente dicha. Se constriñó
tribuye la generalización de la calidad artística que "desdefine" la rea- a la sucesión de obras maestras o de genios sin considerar para nada la
lidad y que nos aleja de la calidad que en verdad existe: la pictórica o historia del espacio social y del tiempo cultural de unas o de otros. Pecó
escultórica, gráfica o arquitectónica en la modalidad concreta de una de de organicismo y promovió los ahistoricismos y los formalismos. Es de-
sus tendencias: abstraccionista o geometrista, expresionista o informa- cir, nos alejó de tanto nuestro aquí y ahora artísticos como de lo político
lista, etcétera. Por lo regular, identificamos la supuesta calidad artística y de lo ideológico del arte. La idea de un valor absoluto y eterno, sumada
con la pictórica impuesta en nosotros por tantos siglos de predominio de a la necesidad de universalizar su arte, llevaron a Occidente a convertir
la pintura. la historia del arte en un curso de apreciación artística que impone sus
La visión dialéctica es la única capaz de darnos cuenta de la realidad propias normas como las únicas válidas. Las impone dentro del proceso
sin amputarla ni deformarla. El artista es un individuo cuyos méritos re- de occidentalización que emprenden nuestros países en nombre del pro-
siden en su fuerza de individuación de lo comunal de su tendencia, de lo greso. El predominio de una historia del arte encaminada a prestigiar el
agrupativo de sus colegas nacionales, del conjunto humano del aparato pasado occidental y a imponer los concepto básicos de arte fraguados en
artístico de su sociedad o país. Si se quiere, el individuo vale por sus re- ese pasado, tuvo como consecuencia la falta o el atraso de la crítica y de
troalimentaciones al aparato artístico nacional, para robustecerlo y ac- la teoría, que nos hicieron ver el hoy con ojos de ayer y, sobre todo, de un
tualizarlo. Pero el proceso comunal de este aparato es lo esencial para ayer occidental. Carentes del auxilio de los medios intelectuales de con-
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 8. Los EFECTOS SIN CAUSAS VISUALES

sumo, las obras nacen sin encontrar apoyos críticos ni teoréticos en su Como lo hemos manifestado, para nosotros la obra de arte posee comn- 239
competencia con los diseños. ponentes de varias naturalezas y produce, por tanto, diferentes efec-
Sin embargo, la creación y proliferación de los museos de arte con- tos: los artísticos, los estéticos y los no-artísticos-ni-estéticos (políticos,
temporáneo, después de 1945, despertaron el interés por el arte del mo- éticos, religiosos o culturales en general). Por lo regular, y esto a ins-
mento. Continuaba el atraso de la crítica y la teoría en relación con la tancia de las ideologías generales de arte, consideramos artísticos to-
producción y si aumentó el número de aficionados al arte que surgía, fue dos sus efectos o bien, actuamos a la inversa y tomamos por artísticos
a causa de la aparición de los consumos masivos y de la promoción, en el los estéticos, dejando a un lado todo lo demás. Sea como fuere, no exis-
mejor de los casos, del consumo estético del arte; no del artístico, el único ten efectos sin causa ni viceversa. Pero estaríamos descaminados si pen-
capaz de percibir lo contemporáneo del arte y de superar las ideologías sáramos que la obra de arte es la causa única y directa. Ya hemos seña-
generales de arte, siempre que disponga de los medios intelectuales ade- lado la presencia de las ideologías generales de arte como efectos sin
cuados de consumo. En los países pobres escasean la producción artís- causas visuales ni directas. Por lo demás, esta tercera parte de nuestro
tica y los agentes ideológicos; casi toda la afición artística se reduce estudio tiene como centro los efectos del consumo artístico, el cual con-
al pasado y como única salida nos queda remediar la escasez de agentes siste en el conjunto de relaciones suscitado entre un sujeto receptor y
productores de conceptos actualizadores del consumo artístico. una obra de arte; es decir, la causa es aquí una acción humana condicio-
Empero, reclamar una mayor atención para las obras recién nacidas nada por un objeto.
tiene expectativas limitadas ya que no basta con activar la crítica y la En esta acción humana intervienen las formas del objeto y las ideolo-
teoría de arte ni que éstas produzcan nuevos medios intelectuales de gías generales de arte en el sujeto, a las que algunas veces se suman las
consumo. La imposibilidad de educar a todos los miembros de la socie- ideologías de la tendencia en que también se movió el productor del objeto.
dad en el consumo de cada una de las tendencias artísticas que van apa- El artista imprime a su obra unos efectos y éstos obviamente pasan a ser
reciendo, así como la diversidad humana de elegir -_.entre las múltiples formas cuyos efectos tienen muchas probabilidades de repetirse en suje-
artes— una o dos como afición, imposibilitan la extensión del consumo tos del mismo espacio cultural y tiempo social del productor del objeto,
del arte contemporáneo a todos los ciudadanos. Cada arte o aparato ar- pero no en otros. El sujeto no reconoce pasivamente dichos efectos ni los
tístico local estará siempre reducido a una minoría, por decisión libre de inventa: los atribuye —en forma de fines y de funciones— al objeto se-
ésta y de los demás. Todo esto reza también con las enmiendas que he- gún sus formas, ya que éstas guían las reacciones del receptor. En sínte-
mos estado demandando para privilegiar los beneficios locales y lo co- sis, el sujeto es tan activo como el objeto, en tanto materializa una acción
munal del arte. productiva y otra lingüística que, como producto e instrumento colecti-
Como resultado, nunca lograremos suprimir a los neófitos, a quienes vo, obligan al receptor a determinadas reacciones. Naturalmente, cada
están dirigidas, precisamente, las ideologías generales de arte. Las caso concreto del objeto determina una mayor o menor acción del sujeto.
ideologías de las tendencias que mellan a las generales sólo se darán en Bien mirado, en la relación objeto-sujeto interviene un haz de causas y
el reducido campo del aparato artístico local; pero aun dentro de este surge otro de efectos. Ya señalamos la existencia de tres causas y efec-
reducido campo abundan los aficionados que se limitan al consumo esté- tos de diferente naturaleza: los artísticos, los estéticos y los no-artísticos-
tico del arte, siguiendo así presas de las ideologías generales. Al fin y al ni-estéticos. Como es de suponer, fuera de nuestras consideraciones de-
cabo, éstas tienen por destino principal regular la cultura estética colec- ben quedar los efectos que van apareciendo durante el consumo yios in-
tiva. La sobrevaloración burguesa del arte continúa teniendo, pues, mediatos al mismo, que son pasajeros y que la cultura occidental redujo
gran cantidad de adeptos o víctimas. Como más adelante veremos, los al placer producido por la belleza. Unos son intraconsuntivos y los otros,
consumos espurios tienen justamente por finalidad afianzar las ideolo- consuntivos, interesándonos los posconsuntivos y permanentes. Como
gías generales de arte; si se prefiere, reproducen as condiciones ideoló- sabemos, el finalismo hedonista devino ateleológico y el placer se convir-
gicas de la sobrevaloración burguesa del arte. En conclusión, sólo nos tió en fin en sí mismo, al igual que el arte. En cambio, para nosotros éste
resta buscar la evolución del aparato artístico local, teniendo como im- hállase animado por toda una teleología y, consecuentemente, el consu-
perativo estético el beneficio de nuestras mayorías demográficas. mo no concluye en el placer. Se prolonga de por vida en la conciencia y
Antes de abordar los efectos de los consumos espurios, veamos qué en la inconsciencia del individuo, como una asimilación del rumiante
entendemos por efectos en general y por los artísticos en particular. que es el espíritu humano. Existen, pues, efectos posconsuntivos cuya.
Como primer problema se nos presenta ver si son las causas las que de- permanencia los diferencia de los demás y por eso aquí nos interesan de
terminan la naturaleza de sus efectos o si ésta puede ser diferente de la manera especial.
de sus causas. Tales efectos permanentes corporizan todo un proceso posconsuntivo
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 8. Los EFECTOS SIN CAUSAS VISUALES

240 1 o digestivo cuyos resultados dependen de las condiciones sociales, las últimas con sus lecturas, interpretaciones y valoraciones generadas por
individuales y las artísticas. Dijimos que los efectos se dan en la concien- decantados conocimientos históricos y conceptos artísticos. Es decir, el
cia y en la inconsciencia del individuo receptor porque, además de causas consumo artístico es racional, en tanto el estético senos presenta sensi-
y efectos humanos y culturales, las artes los tienen también espiritua- tivo y tiene por blanco los productos naturales como también los artís-
les, en tanto son componentes de la cultura espiritual (no de la mate- ticos, hechuras humanas. En comparación, los consumos espurios que
rial) y, como tales, están dirigidas a la formación y al desarrollo de la suplantan a los auténticos provienen de algunas falacias de las ideolo-
conciencia, tanto de la estética y la artística, como de la política o la reli- gías generales de arte, dominantes en la colectividad, y las retroalimen-
giosa. Y la conciencia trae siempre aparejada la inconsciencia, el alma- tan, reproducen y enraízan. Nos referimos al consumo masivo, al trivial
cén siempre a disposición del individuo. Una y otra se interrelacionan de y al cursi que toman el rábano por las hojas, y a los amputadores de la
acuerdo con las ideologías generales de arte que tenga el individuo y de- obra de arte, que reducen sus componentes a uno, olvidando a los otros.
penden de sus experiencias estéticas, artísticas y políticas o religiosas; Como amputadores entendemos principalmente a los consumos que se
experiencias condicionadas por los factores sociales, individuales y detienen en lo estético de la obra de arte, omitiendo lo artístico y lo no-
artísticos (o sistémicos). Así, los efectos van consolidando o imbricando, artístico-ni-estético. Se incurre en esteticismos y hacemos pasar la re-
transformando o enriqueciendo, reemplazando o ampliando las orienta- cepción estética por artística, del mismo modo en que a veces tomamos
ciones axiológicas y teleológicas de tipo estético, artístico o político. Este por estético el agrado biológico de la obra de arte. Otros consumos se
proceso consuntivo transcurre, pues, como una asimilación de expe- limitan a lo artístico y prescinden de lo estético, cayendo en intelectualis-
riencias. mos o erudiciones históricas. Otros más miran tan sólo lo político o reli-
Resulta fácil encauzar esta asimilación mediante las enmiendas que gioso y dan la espalda a lo estético y a lo artístico; caen así en la triviali-
hemos propuesto para liberar al individuo de las múltiples falacias de la dad del tema. Por último, existen los consumos que no tienen en cuenta
sobrevaloración burguesa del arte. Durante el proceso se va desarro- las rupturas y únicamente miran las continuidades de la obra de arte,
llando la conciencia estética, artística y política en el individuo, o bien, desvirtuando sus innovaciones artísticas y favoreciendo la permanencia
la cultura estética, artística y política en la sociedad. La primera actual- o conservadurismo. Las ideologías de las tendencias artísticas emergen-
mente es presa de los diseños o medios masivos cuyas influencias son tes se soslayan en favor de las generales dominantes.
más efectivas que las de las artes tradicionales, aunque tales diseños Los consumos mutiladores y los espurios, que luego veremos, traen
actúen también protegidos por las ideologías generales de arte, al mismo consigo orientaciones axiológicas y teleológicas equivocadas, donde pre-
tiempo que contribuyen al afianzamiento colectivo de éstas. dominan como motivaciones algunas falacias y confusiones de valores.
Muchas veces los efectos rebasan al individuo y devienen sistémicos. Constituyen consumos seudoartísticos que no dan curso libre a los efec-
Esto sucede cuando retroalimentan al sistema artístico, ampliando, co- tos completos de la obra de arte, los cuales entrelazan de hecho los artís-
rrigiendo o enriqueciendo sus principios y fines, modos y medios de pro- ticos con los estéticos y con los no-artísticos-ni-estéticos. Con estos con-
ducción, distribución y consumo a través de nuesvas tendencias. Otras sumos se cierra el ciclo ideológico que los genera y que los impele a
veces, los efectos tórnanse colectivos o sociales; entonces, un buen nú- retroalimentar, reproducir y enraizar las falacias de las ideologías
mero de ciudadanos experimenta los mismos efectos posconsuntivos e generales de arte, dominantes en la sociedad.
influye así en la cultura estética colectiva o bien en la política o religio- En primer lugar, el consumo masivo nos hace tomar por artístico el
sa. Recordemos que en la antigüedad el consumo fue religioso y luego es- placer que siente el receptor en el hecho de ver una obra de arte por su
tético, así como actualmente el consumo de los diseños es estético, una importancia mundial. No entabla un diálogo con ella: mira lo que han mi-
vez cubierto el valor de uso práctico del producto diseñado. La mayoría rado y mirarán como un imperativo cultural todos aquellos que son pre-
de los aficionados permanece en el consumo estético de las obras de arte sa del individualismo gregario, al no detenerse ante un bien cultural por
pues carece de los recursos para pasar al artístico. Las ideologías gene- necesidad personal sino por el placer individualista de haber visto lo
rales de arte regulan tal cultura colectiva y en realidad no existen los mismo que los vecinos. Aquí tiene lugar un proceso que, confundiendo
efectos artísticos colectivos: se dan tan sólo en el reducido campo del valores, aleja al receptor de todo lo estético y artístico de la obra de
aparato artístico local. arte, con el propósito de retroalimentar la sobrevaloración burguesa
Los efectos posconsuntivos de tipo artístico se caracterizan por origi- del arte, reproduciéndola y arraigándola.
narse en el consumo artístico propiamente dicho, ya especificado a lo A su turno, el consumo trivial se atiene a falacias estéticas y artísti-
largo de nuestro análisis de cada una de sus tres clases de actividades cas para exaltar lo no-artístico-ni-estético de la obra de arte: el receptor
básicas: las sensoriales, las sensitivas y las teoréticas o mentales; estas se aferra al tema y se reduce a reconocerle significados manidos y a
TERCERA PARTE. LOS EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 8. Los EFECTOS SIN CAUSAS VISUALES'

maravillarse de la habilidad mimética de todo lo próximo al realismo fo- del número de visitantes quizá se explique por ser más "popular" la pm- 243
tográfico, que le permite ver las imágenes como si fuesen realidad; es tura que la escultura. Lo cierto es que la mayoría (unos 320 000) tuvo
decir, no miran lo translingüístico del arte. Recordemos que ya denomi- consumos espurios, predominando el masivo.
namos trivial al consumo amputador que sólo se remite a lo político o a lo Si reflexionamos, no se justifica una propaganda tan intensa para que
religioso del tema, sin preocuparse en absoluto de las categorías estéti- tan sólo asistan a la exposición de Picasso 460 000 de los 15 millones de
cas naturales representadas ni de las bellezas formales que enriquecen habitantes de la ciudad de México: el 3% y el 6% de la población de to-
y modifican el tema. Este consumo también entrelaza valores y retroali- do el país (70 millones). Las cifras nos indican que no cabe hablar de
menta la sobrevaloración burguesa del arte, enraizando y reproduciendo popularidad, y luego nos dicen que lo importante de la propaganda resi-
esa falacia que postula al arte exclusivamente como un realismo foto- dió en llegar a los millones de mexicanos que sólo oían de las fetichiza-
gráfico. ciones del arte y del endiosamiento de Picasso, más algunas imágenes de
Por último, el consumo cursi toma por artístico el placer de considerar sus obras en rápida sucesión. Entre estos millones de personas se repro-
el consumo de las obras de arte como propio de las clases altas. En con- dujo y enraizó la sobrevaloración burguesa del arte: esto es, las ideolo-
secuencia, el receptor se siente elevado socialmente, aunque no experi- gías generales del arte con sus múltiples falacias. Se mantenía así en su
mente ningún enriquecimiento espiritual. Salta aquí a la vista la ideolo- curso habitual la cultura estética popular, después de refrescarla. Sin
gía carismático de P. Bourdieu, la cual atribuye talento innato y virtudes duda, la ganancia estaba en la plusvalía ideológica en favor del sistema
extraordinarias a todo consumidor de obras de arte, casi siempre perte- político constituido. Por lo demás, se vio a las claras que el aparato insti-
neciente a las clases altas. Esta elitización del receptor oculta que el in- tucional del arte contaba con un número de aficionados al arte mucho
terés y la capacidad consuntiva se deben a una educación artística que menor que el 3% de la población, si descontamos los visitantes ocasiona-
se pudo pagar y que obedece a una división social del consumo artístico. les a las dos exposiciones. En suma, una reducida minoría de aficiona-
Total: el placer esnobista o cursi de simular un consumo artístico tam- dos sostiene al citado aparato.
bién contribuye a reproducir la ideología general de arte, parte ésta de
la ideología dominante en favor de los intereses de la clase hegemónica.
Aquí sucede lo mismo que en los demás consumos espurios y en los muti- NOTAS
ladores.
Si bien en relación con el número de aficionados al arte parece elevado 1
Véase nuestro artículo 'Sociología visual-Picasso y Moore en cifras" publicado en uno
el porcentaje de los consumos que confunden valores y que mutilan a las más uno el 9 de febrero de 1983.
obras de arte, resulta muy bajo dentro del número de los miembros de la
sociedad que sólo oyen del arte y ni siquiera tienen oportunidad de con-
sumir sus obras de forma espuria. Estos siguen aferrados al endiosa-
miento de los artistas y a las fetichizaciones de sus productos. Después
de todo, la ideología, general de arte regula su cultura estética, que es la
colectiva popular. Las ideologías emergentes de las nuevas tendencias
que van apareciendo y mellando las generales, intervienen en los consu-
mos artísticos propiamente dichos y dentro del aparato institucional del
arte de cada país.
Para tener una idea clara y completa de las ideologías generales de
arte en nuestras sociedades actuales, recordemos lo sucedido en la ciu-
dad de México con, una exposición de Pablo Picasso en el Museo Rufino
Tamayo y con otra simultánea, a unos cien metros de distancia, de' Henry
Moore en el Museo de Arte Moderno.'
Gracias a una intensa propaganda por televisión, visitaron la de Picasso
aproximadamente 60 000 personas y unas 140 000 la de Moore, exposi-
ción sin propaganda. Con seguridad, los verdaderos aficionados al arte
visitaron ambas y estuvieron entre los 140 000, muchos de los cuales
asumieron consumos mutiladores o meramente estéticos. La diferencia
CAP. 9. Los EFECTOS INDIVIDUALES
ciones internas y sin contacto directo con las obras de arte, productos de
la cultura hegemónica. Si algo sabe él del arte, es de oídas.
Existe también una cultura artística, usufructo de la cultura hegemó-
nica, que ofrece recursos a los individuos de las clases sociales privile-
Los efectos individuales giadas, para que a partir de una costosa educación especializada se
conviertan en aficionados al arte. Estos aficionados van transformando
sus ideologías generales de arte, a medida que se apropian de las ideolo-
gías emergentes postuladas por las nuevas tendencias artísticas que
surgen a lo largo del tiempo. La cultura estética y la artística son forma-
ciones, en el sentido de que en cada una de ellas coexisten múltiples mo-
dos emergentes, dominantes y residuales.
La cultura artística de una sociedad o país se concreta en su aparato
institucional de arte, controlado por la cultura hegemónica. Entre sus in-
dividuos e instituciones este aparato comprende por un lado a los aficio-
nados y a los agentes ideológicos, a los que se suman los productores,
por el otro. De acuerdo con su naturaleza, las obras de arte emiten efec-
En este capítulo nos corresponde analizar los efectos del legítimo con- tos estéticos, artísticos y no-artísticos-ni-estéticos, los cuales van direc-
sumo artístico que, además de lo artístico, cubre lo estético y lo no-artís- tamente a la conciencia de todos ellos, para ampliarla, enriquecerla o
tico-ni-estético de las obras de arte. Pero como éstas no son del mismo corregirla, con respecto a la realidad objetiva (al ser social) en general y
valor ni surten los mismos efectos, nos resulta imposible detenernos en al arte y al sistema de valores estéticos, en particular.
todas sus clases. Por tanto, nos limitaremos a las ideales; esto es, a las La realidad concreta nos muestra la separación abismal que media
provistas de innovaciones o, lo que es igual, a aquellas que aportan algo entre los individuos del aparato institucional de arte y el hombre común.
nuevo y valioso. Las ideales traen consigo maneras inusuales de concep- La conciencia estética de este último es producto de la ecoestética de su
tuar y de consumir el arte, así como de idear y de ver la realidad consue- clase social, las ideologías generales de arte y los diseños audiovisuales,
tudinaria e inmediata, la visual en nuestro caso; maneras que cada mo- más los icónico verbales. Si el hombre común ve obras de arte, lo hace
mento histórico o cultural concreta en un concepto determinado de calidad de vez en cuando y con la intención de emprender un consumo estético o
o valor artístico. del gusto. No consume de modo artístico las obras de arte; es decir, no
Comencemos por los efectos individuales del consumo artístico, por participa de los efectos artísticos de éstas. En conclusión, los efectos ar-
aquellos que permanecen en el interior del consumidor y que se diferen- tísticos son de poco alcance demográfico pues quedan en la reducida mi-
cian de los sistémicos y de los sociales en sus alcances, naturaleza y rea- noría de los individuos del aparato institucional de arte. Dejaremos,
lizadores. En la práctica, los efectos individuales son materializados por pues, a un lado del consumo artístico al hombre común. Nos limitaremos
los aficionados al arte; mientras los sistémicos por los artistas del mismo a los aficionados.
sistema de la obra y por los agentes ideológicos. Por su parte, a los socia- A pesar de todo, todavía cabe pensar en la utilización de las obras de
les los formaliza el hombre común. La naturaleza de los efectos es cono- arte para influir en la conciencia estética y en la política o religiosa del
cida a saber: variada (puramente estética, artística y no-artística-ni- hombre común. Sí, pero esto sólo fue recomendable en el pasado y en
estética). Los distintos efectos, así como sus materializadores y naturale- nuestros días únicamente es posible con desventajas. Con el tiempo, ta-
zas, coexisten obviamente en un mismo ámbito cultural o país. les obras han devenido débiles y escasas: los diseños audiovisuales y los
En este ámbito, una cultura estética hegemónica impone a todos los icónico verbales las superan con largueza, no sólo en alcances demo-
miembros de su colectividad una conciencia estética, cuyo sistema de gráficos sino también en estéticos y políticos o religiosos; lo mismo suce-
valores actúa en perfecta simbiosis con las ideologías generales de arte, de con los actuales aficionados al arte, como luego veremos.
parte de la ideología dominante. Se las impone de acuerdo con cada cla- Por lo dicho, conviértese en mera ilusión aquella frecuente y engañosa
se social y mediante una ecoestética, en la cual los diseños audiovisuales generalización que nos dice que "la obra de arte transforma indefec-
actualmente destacan como los modeladores más eficaces de la sensibi- tiblemente la realidad". En verdad, sus efectos apenas llegan a la
lidad estética de todos. La víctima principal de tal imposición es el hom- conciencia del hombre, y si lo hacen es en condiciones muy especiales: Ii-
bre común cuya vida estética transcurre en medio de muchas contradic- mitados a una minoría, se pierden si no los confirman o amplían conti-

244
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO

461 nuamente otras obras de arte, que han de estar en concordancia con los 24
efectos de los diseños audiovisuales. Es posible que existan aficionados
a las artes visuales tan especializados que guíen su vida únicamente con
ellas, pero serán excepciones que dejan a un lado toda música y novela,
todo cine y televisión. La cultura estética hegemónica La conciencia del aficionado
Nos limitaremos a los aficionados —dijimos— ya que nos bastan sus Ideologías generales de arte Estética Artística General
múltiples posibilidades y problemas. En principio, en lo que respecta al
arte, a la sensibilidad estética y a la visión de la realidad circundante, la
conciencia del aficionado cambia con el consumo artístico. En otras pa-
1
Artesanías
labras, la obra de arte de calidad le enseña a consumir arte y a ver y a Cultura estética popular
sentir el mundo de manera distinta. Para ser exactos, transforma los co- Ideologías religiosas
nocimientos generales del aficionado, tanto los empíricos como los Objetos
teoréticos, los sensitivos como los intelectuales, los estéticos como los ar- Arquitectura
tísticos, los políticos como los religiosos, los éticos como los educativos.
Empero, la realidad nos manifiesta complejidad y relatividad en los
efectos del consumo artístico realizado por 11 aficionado. Sobre todo Artes visuales
Ideologías tendencioles Cateoorías Conceptos Tema-figuras
cuando su especificación nos obliga a enfocarlos en comparación (o en
estéticas: Conocimientos Política
competencia) con los diseños y con las artesanías; unos y otras actual- Pintura
naturales Religión
mente controladas por la cultura estética hegemónica. La figura 9.1 nos Grabado
ayudará a comprender los alcances y la naturaleza del consumo artísti- Dibujo
Obras formales k Ética
Educación
co visual en el mundo de nuestros días.
En concreto, ¿cuáles son los efectos posibles de las artes visuales en el
aficionado? Las superficies cubiertas de imágenes, que son los objetos
denominados pinturas, grabados o dibujos, tienen efectos limitados si Escultura
comparamos sus figuras aisladas y fijas con las de sucesión cinemato- Arquitecft
gráfica y televisual. Operan como una suerte de iconos o de logotipos, de
instantáneas o de ventanas que aíslan y fijan un trozo del mundo visible,
de campos de fuerza o de espejos narcisistas de la subjetividad del artis-
ta. Las categorías estéticas naturales representadas en los prouctos de Diseños
Fines estél
las artes visuales, así como también las categorías formales, inciden en
la conciencia estética del aficionado y corrigen, enriquecen o amplían
sus hábitos o, lo que es lo mismo, sus modos de ver la belleza o lo dramá- Industrial
tico, lo feo o lo cómico, la trivialidad o la tipicidad en la realidad natural Gráfico
o en las formas. Hogar
En el individuo tendrán efectos similares los objetos artesanales y el Arquitectura Educación Espacio real
diseño gráfico y el industrial, pero los primeros no actuarán con la mis- Trabajo /
ma fuerza para los aficionados al arte, por decisión de ellos mismos. Lo
mismo sucede con los diseños antes nombrados: se toman por artes apli- Urbano
cadas y sus efectos estéticos resultan inconscientes (subliminales) pues Modos de vida
se les antepone el valor de uso práctico del objeto gráfico o industrial. Audiovisuales -- Narración
- Personalidad
Icónico verbales
Con todo, estos dos diseños han transformado la sensibilidad humana, al Concepción del mundo
acostumbrar al hombre actual a mensajes de lectura sumaria y rápida y
al less is more de los objetos industriales, carentes por completo de orna-
mentos. Por lo regular, el aficionado al arte acepta consumir obras arte-
sanales y de diseño que no contradigan sus ideas e ideales artísticos. Su Fig. 9.1. Los efectos individuales.
TERCERA PARTE, Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 9. Los EFECTOS INDIVIDUALES

248 1 conciencia artística es mayor que la artesanal y que la de los diseños. La cia estética, política o religiosa de los individuos, mientras influyen indi-
cultura artística y la de los diseños de nuestros países —recordémoslo-- rectamente sobre la artística. Las imágenes artesanales y las artísticas
son débiles en comparación con las de los países desarrollados. van a la zaga de las audiovisuales, sea por las limitaciones de la obra o
En los efectos estéticos del consumo de una obra de arte aislada ha- por decisión de los consumidores.
bría que resaltar primero lo ya dicho: que son inmediatos y que si no los Si nos acercamos más a la obra de arte, nos saltará a la vista la com-
confirman o modifican posteriores consumos artísticos de otras obras, plejidad y la debilidad de sus efectos, propias de su polifuncionalidad. El
se perderán en el subconsciente en espera de una oportunidad para que hecho de que al mismo tiempo la obra produzca efectos estéticos, artísti-
la conciencia los rescate. Una obra de arte aislada no tendrá, pues, efec- cos y no-artísticos-ni-estéticos, permite emplear unos para confirmar la
tos duraderos. Los efectos necesitan ser remozados y mantenidos laten- conciencia estética o el gusto de la gente y, simultáneamente, otros para
tes, por lo menos, en los aficionados. En definitiva, el consumo estético subvertir los artísticos, o al revés; enaltecer los políticos o religiosos es-
es acumulativo. Luego hemos de destacar que las correcciones, enrique- tablecidos y a la par contravenir las formas artísticas, o a la inversa.
cimientos o ampliaciones producidos en la conciencia estética por una Por lo general, la obra de arte confirma más que subvierte; no por ella,
obra de arte, son de mayor calado y dependen en gran parte de las res- sino por el receptor que, a instancias de los audiovisuales, prefiere los
puestas y de la imaginación del receptor. conformismos e ignora las subversiones. Aun en el caso de que el recep-
Los problemas surgen con los diseños audiovisuales y los icónico ver- tor privilegie las subversiones artísticas, no evitará con facilidad los
bales, cuyas narraciones copan el interés de todas las clases sociales y efectos subliminales de la obra de arte en favor de lo estético o de lo polí-
se encuentran muy ligadas a los modos de vida, personalidad y concep- tico imperante. Los audiovisuales terminan siempre influyendo en el re-
ción del mundo. Por consiguiente, tienen mayor influencia en la concien- ceptor para que su conciencia favorezca lo establecido.
cia estética. Estos diseños ocupan el tiempo libre del hombre actual y Otra desventaja de las obras de arte tradicionales estriba en las po-
cada uno de sus productos u obras constituye una sucesión de imágenes cas oportunidades que los aficionados tienen de consumirlas, en cuanto
durante un tiempo considerable. A las claras, sus posibilidades estéticas no entran en contacto continuo con ellas sino en los tiempos y en los lu-
son mayores que las de las imágenes fijas y aisladas. Para comprobarlo, gares especiales que son los museos y las galerías. La cultura occidental
compárese una fotografía fija y aislada o una pintura con la sucesión ci- nos ha educado para tomar al arte por una actitud excepcional de poca
nematográfica o televisual de imágenes (la novelística, la teatral o, in- duración y con un placer extático como su hcippy end. Muy pocas veces
cluso, la musical). lo tomamos por un regulador estético. De ahí la contradicción entre la
Es evidente que la poca información emitida por las imágenes fijas y vida diaria de los aficionados y hasta de los artistas: una vida pobre de
aisladas mueven más la imaginación del receptor. Pero hasta cierto pun- bellezas, pero rica de formalidades que encuentra en museos y galerías
to la escasez implica valor. En toda buena comunicación —con mayor o en sus obras. El consumo artístico deviene así un acto de purificación,
razón en la estética o artística— hay un mínimo y un máximo de redun- un rito espiritual ajeno a la vida diaria. Para el efecto, se fraguó la so-
dancias y de sorpresas, entre los cuales se logra un equilibrio singular. brevaloración burguesa del arte.
No podemos, pues, llevar la lógica de la disminución informática hasta Toda sociedad capitalista genera en su interior una lucha ideológica
aseverar que una línea o una tela vacía tendrá mayor valor estético por- que, como versión de la lucha de clases, se da en el campo estético y en
que estimula más la imaginación estética del receptor. Además, lo valio- el artístico. Tal lucha se suscita dentro del marco del antagonismo entre
so de la obra de arte hállase en el encauzamiento que hace de la imagi- la cultura hegemónica y la popular; antagonismo que se traduce en la
nación del receptor. contraposición de los procesos de occidentalización y los de nacionaliza-
Más bien, queremos decir que cada sucesión cinematográfica o televi- ción, por los cuales pasan nuestros países. La lucha ideológica se con-
sual de imágenes emite mayor cantidad de redundancias y de sorpresas, creta por la cultura estética hegemónica en su aparato institucional de
en otras palabras, mayor número de comunicaciones, informaciones o arte, en el cual encontramos su formación correspondiente: los múltiples
Tlensajes. Como es de dominio general, las imágenes audiovisuales son modos residuales, dominantes y emergentes de las ideologías tendencia-
•s más atractivas como entretenimiento. Si bien desisten de exigir al re- les de arte, en colisión entre sí y contra las ideologías generales de arte,
esfuerzos intelectuales, como todo "buen" periodismo (léase así como en pugna, a la vez, con la cultura artesanal y la de los diseños,
médio masivo) sus efectos penetran más en el receptor y su acción dura una declinante y la otra incipiente en nuestros países latinoamericanos.
más que la do una pintura. En síntesis, dejan mayores huellas en la con- Ante estas contiendas encontramos a los aficionados, artistas, coleccio-
Fía y en e] subconsciente del consumidor. Por eso cabe aseverar que nistas y agentes ideológicos, quienes están obligados a adoptar, en cada
1; imígOnOs audiovisuales son las que regulan la concien- parcela de su conciencia —social por naturaleza— una de las siguientes
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 9. Los EFECTOS INDIVIDUALES

50 1 actitudes: progresistas o conservadoras, revolucionarias o reaccionarias.


En el panorama social, la cultura artística y la estética hegemónicas
de preferencias de su gusto; gusto que por naturaleza es valorativo. En
cambio, el aficionado al arte necesita de una formación teorética para
251

pugnan por dirigir el curso de la cultura estética de la colectividad. No tener cabal conciencia de las diferencias entre los valores y entre los
en vano el arte es metaestético. Se suscita entonces, una lucha entre las sentiiriientos que desarrolla y luego justificarlos y poner en tela de juicio
ideologías estéticas hegemónicas o burguesas y las populares, unas in- las ideologías generales de arte.
ternacionalistas y las otras nacionalistas. En el interior de la cultura ar- Cuando se tiene en cuenta la lucha ideológica en términos artísticos o
tística o aparato institucional de arte se origina asimismo una contienda estéticos se puede comprender cuán indispensable les resulta a los paí-
entre los diferentes grupos de artistas, aficionados, coleccionistas y ses latinoamericanos gestar una teoría de arte y otra estética, basadas
agentes ideológicos: unos en favor de las tendencias artísticas residua- en su propia realidad y en forma científica, en las cuales se apoyen sus
les, otros de las dominantes y los terceros de las emergentes. Estos últi- ideologías progresistas y sus ideologías populares de emancipación po-
mos se pronuncian contra el imperialismo artístico ejercido por los paí- lítica.
ses ricos, sea en defensa de los intereses de las clases altas o bien de las Para finalizar con los efectos estéticos en el individuo, como los prime-
populares. Por eso, encontramos individuos de avanzada y de permanen- ros del consumo artístico, insistiremos —a manera de conclusión— en
cia, de derecha y de izquierda. que tales efectos alteran los hábitos sensitivos de los aficionados en su
Estas pugnas internas entre los individuos del aparato institucional de relación con la realidad natural y con la formal de la vida diaria. Dicho
arte muestran la misma mecánica social, política y profesional que las de otro modo, transforman la sensibilidad y con ella sus modos de apre-
ciencias sociales, como la física o la química, por ejemplo: sus profesio- ciar las categorías estéticas de objetos y hombres, fauna y flora, geolo-
nales están siempre, y sin quererlo, en favor de las ideologías dominan- gía y formas del entorno. Las transforman en términos de belleza o feal-
tes, de las residuales o de las emergentes, estas últimas benéficas para dad, lo dramático o cómico, la tipicidad o trivialidad, a las que se agrega
las mayorías demográficas. Científicas o artísticas, las prácticas siem- lo sublime. Por otra parte, la obra de arte pictórica o gráfica, de dibujo o
pre resultarán privilegiando una u otra clase social; pertenecen a la cul- escultórica, tienen efectos estéticos limitados en comparación con los di-
tura hegemónica, pero también constituyen bienes del patrimonio hu- seños audiovisuales. Estos actualmente dirigen la conciencia estética de
mano, de cuyas ventajas ni los socialistas pueden desistir. los hombres, la cual deviene importante en muchas decisiones prácticas
Eso sí, la lucha es general entre las ideologías de la cultura estética y hasta en las políticas del individuo.
hegemónica y las de la popular, con activa intervención de las ideologías Volvamos a la figura 9.1. Ahí aparecen el diseño arquitectonico y el
generales de arte. A un lado tenemos las ideologías que apoyan al siste- urbano ocupados en el espacio real con el fin de estructurarlo estética-
ma de valores estéticos hegemónicos y que son enajenantes al querer mente. Con este fin coinciden la arquitectura artesanal y la artística,
imponer el sistema de valores de los países más ricos. Al otro lado há- como también la escultura transitable, tendencia artística de nuestros
llánse las ideologías en favor del sistema popular de valores estéticos. Si días. En realidad, estamos frente a manifestaciones estéticas que parti-
bien las mayorías demográficas no participan directamente en la lucha cipan en las preocupaciones actuales del pensamiento humano con res-
ideológica de las artes por ser éstas especializadas como la química o la pecto a la relación del hombre con su medio ambiente. Las cuestiones
física, sí intervienen de forma activa en la lucha de las ideologías estéti- espaciales o ecológicas de efectos corporales, más que visuales y viso-
cas. Después de todo, existe una cultura estética popular, en cuyo inte- táctiles, se enfrentan con el propósito de establecer sus alcances actua-
rior también registramos pugnas entre el sector rural, el proletario, el les y sus posibilidades estéticas. De los efectos corporales del espacio
de los cinturones de miseria que sirven de puente a los dos anteriores, real sabemos muy poco pues llevamos sobre la espalda más de 600 años
los pequeños burgueses y los sumisos a la ideología dominante en busca de ilusiones espaciales y de preocupaciones por la perspectiva central.
de particiáción en los privilegios de ésta. En consecuencia, nos urge zafamos de este lastre y rastrear las dimen-
Retornemos a los efectos individuales del consumo artístico auténtico. siones estéticas del espacio real y cotidiano.
Nos referíamos a los efectos en la conciencia estética de los aficionados He aquí otra desventaja de la pintura, el grabado y el dibujo: a estas
í no en su sensibilidad, la cual concierne también al hombre común. artes tradicionales les resulta imposible participar en las búsquedas del
Como sabemos, éste muestra una vida estética muy activa, pero pocas espacio real. Incluso a la pintura —la más rica— sólo le queda el color
veces cuenta con una reflexiva conciencia estética o de clase, en el sen- como elemento especifico, en cuya exploración actualmente la aventaja
tido de disponer de ideas y conocimientos acertados que lo capaciten el tapiz escultórico y el ambiental, en tanto este último también se ocupa
para diferenciar valores de forma lógica y crítica. Si el hombre común del espacio real y son más amplias sus posibilidades visuales y textura-
prefiere tal o cual ideología, lo hace sensitivamente; vale decir, a fuerza les del color. Los efectos humanos del espacio real han devenido una de
TECERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 9. Los EFECTOS INDIVIDUALES

252 1 las mayores preocupaciones de nuestro tiempo y los resultados de su in- tos; en cambio, otras son originadas por los postulados de alguna nueva
vestigación irán proyectándose en la cultura estética y reclamando me- tendencia genérica. A su vez, las nuevas tendencias suelen tener origen
joras en la base material de ésta: aquel mínimo estético y sanitario de en la necesidad de emitir mensajes con nuevas estrategias comunicati-
los espacios donde el hombre habita, estudia y trabaja, sin el cual no po- vas o semióticas. -
drá haber una buena cultura estética colectiva; menos aún con necesi- Tomemos ahora como ejemplo a las figuras. Estas son capaces de se-
dades de subsistencia material insatisfechas. En los espacios confluyen guir acentuando —como en el pasado— sus relaciones con la realidad
las condiciones preestéticas del agrado biológico y las estéticas de pla- visible figurada y ostentan así fidelidad visual o habilidad manual, es
cer más elementales y próximas a las otras. decir, insisten en exaltar el plano semántico de su mensaje. Mientras
En última instancia, son preestéticas y elementalmente estéticas las tanto, otras figuras prefieren realzar sus relaciones mutuas; esto es, el
motivaciones de la arquitectura, tanto la artesanal y la artística, como plano sintáctico. En este plano, las figuras devienen elementos plásticos
la de los diseños. Si se quiere, estas ocupaciones distintas de estructurar y enaltecen la belleza formal. Algunos artistas optan por suprimir las
los espacios reales no son sino variantes histórico sociales de profesio- bellezas naturales en sus figuras y a veces llegan hasta a eliminar las
nes encaminadas a satisfacer necesidades estéticas y biológicas. Nin- mismas figuras (los abstraccionismos). No faltan quienes deciden desta-
gún arte se halla tan cerca de estas necesidades como la arquitectura, car en sus obras el plano pragmático; esto es, las relaciones de las for-
ya que nadie puede prescindir de un techo. Tales necesidades se con- mas con el receptor o con su sociedad. Entonces el plano semántico y el
cretan en términos socioculturales del momento, que imponen singulari- sintáctico pasan a segundo lugar o desaparecen.
dades a la arquitectura. Así como la de los diseños se dirige hoy a las Para poder ubicar las obras del pasado —así como las recién naci-
masas, antes la artesanal servía a la feligresía y en la actualidad al cam- das— en el mundo de las innovaciones y consumirlas con propiedad, el
pesino y al proletario provinciano, la artística sigue destinada al indivi- aficionado debe conocer los pormenores de la historia del arte. No sólo
duo que —como producto renacentista remanente— aún existe en el para reconocer paternidades y estilos, épocas y obras, sino de manera
hombre actual. En nuestros días coexisten criterios artesanales, artísti- especial para ubicar las rupturas artísticas según la lógica semiótica de
cos y de los diseños en lo que toca a estructurar los espacios reales del las que se han venido sucediendo a lo largo de la cultura occidental. Des-
hombre. Claro está, a nosotros nos interesan los artísticos, en los cuales pués de todo, al igual que los diseños y que las artesanías gremiales, las
lamentablemente no podemos detenernos: todavía se encuentran en for- artes son productos de la cultura estética de Occidente que ésta ha di-
maincipiente. fundido por el mundo de acuerdo con sus intereses de predominio.
Sigamos, pues, con los efectos individuales de la obra de arte, para Entonces, tenemos que ver con las artes en su calidad de fenómeno es-
enfocar los artísticos que vienen después de los estéticos que acabamos tético iniciado en el año 1300 por el italiano Giotto, en cuyo transcurso
de examinar. La pregunta capital por responder seria: ¿Cómo actúa la registramos grosso modo una concatenación de varias supresiones, debi-
obra de arte de calidad en la conciencia artística del aficionado al arte? litamientos y exaltaciónes: el predominio del tema religioso comienza a
Al lado de experiencias y de ideales, el aficionado ha de disponer desaparecer en 1600, dando paso al profano; en el siglo XIX se rechazan
de conocimientos de historia y de teoría de arte, tanto generales como de las imposiciones moralistas, mientras el naturalismo (o realismo ¡cónico)
las tendencias del género de su preferencia. Estos componentes de su y la perspectiva central empiezan a fenecer con P. Cézaime, para exal-
conciencia artística se modifican por las rupturas o singularidades de tar el plano sintáctico. En el siglo xx los artistas renuncian al realismo
las obras pertenecientes a las diferentes tendencias artísticas que van fotográfico y a las bellezas naturales con el propósito de postular el rea-
apareciendo. Para ser breves, estas últimas la transforman. Así, el afi- lismo temático; desde 1965 se abdica la belleza formal (no objetualismos)
cionado va evolucionando y con él cambia la cultura artística de su co- y se acentúa el plano pragmático, en tanto el realismo temático va ce-
lectividad o aparato institucional de arte. Al evolucionar, va participan- diendo ante el embate de los realismos materiales (luces, espacios y mo-
do —quiéralo o no— en la lucha ideológica que entablan, de hecho, las vimientos reales en la obra de arte) que luego decinan y hacen visibles
singularidades artísticas de cada obra con las nuevas tendencias —la realidades ocultas o aspiraciones político-sociales, contraculturales o
suya incluida— y con las ideologías generales de arte. conceptuales.
Las singularidades de la obra de arte en ocasiones obedecen al uso de Aludimos al auténtico aficionado al arte y quedan a un lado quienes
nuevos materiales, herramientas o procedimientos. Esto sucede cuando consumen la obra de arte de manera únicamente estética (me gusta o me
se renuevan los medios de producción artística y con ellos se modifican disgusta) o sólo por el contenido político o religioso, moral o heroico del
las formas o modos. Algunas modificaciones formales provienen de mo- tema. El aficionado auténtico sabe qué exigir a la obra según su partida
dos personales de usar viejos materiales, herramientas o procedimien- de nacimiento, para lo cual le es indispensable conocer las innovaciones
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 9. Los EFECTOS INDIVIDUALES
pretéritas. Solamente así le es posible señalar repeticiones o regresio- que la consume con propiedad consisten en transformar sus maneras de 255
nes. Con el tiempo cambian muchos componentes visibles de la obra de ver, de sentir y de conceptuar las cuestiones artísticas, previa diferen-
arte, pero lo sustancial estriba en las mutaciones conceptuales de tipo ciación de las estéticas y de las no-artísticas-ni-estéticas. Los efectos se
artístico. El arte es producto histórico, o sea conceptual. acumulan, imbrican y desalojan mutuamente en el individuo, lo cual
Los efectos artísticos suscitados por la obra de arte en el aficionado equivale a decir que la sucesión de consumos de obras de arte genera en
se concretan en los conceptos artísticos de éste. No sólo son acumulati- el aficionado todo un proceso de concientizaciones artísticas. Y proceso
vos estos efectos, en tanto se van sucediendo las obras de una misma significa movimiento continuo. ¿Es posible todavía aludir a efectos indi-
tendencia en la conciencia artística del aficionado, sino también las múl- viduales, como lo estamos haciendo aquí? Creemos que sí, pero en el sen-
tiples y diversas rupturas tendenciales, las cuales van comprometiendo tido de verlos materializados en un proceso de toda la vida del aficionado,
los conceptos de arte vigentes. Bien mirado, el aficionado requiere ape- con sus altas y bajas, pausas y aceleramientos, supresiones y perma-
lar a las ciencias del arte en busca de elementos de juicio artístico. Re- nencias. El proceso incumbe tanto a la conciencia artística con sus con-
sulta muy claro que el consumo artístico constituye la relación entre un ceptos, como a la estética con sus sentimientos placenteros, y a la social
objeto y un sujeto, con la intervención de los medios intelectuales de con- en general con sus comportamientos no-artísticos-ni-estéticos.
sumo que producen los agentes ideológicos. Con conocimientos del pasa- En el aficionado como individuo aislado, los efectos del auténtico con-
do y del presente resulta fácil prever los cambios posibles en el inmediato sumo artístico de las obras de arte terminan con los no-artísticos-ni-esté-
futuro o, por lo menos, el sentido o la dirección de los cambios imagi- ticos, los últimos que estudiaremos. Dichos efectos nos sitúan en la face-
nables. Así como es posible esperar nuevas categorías estéticas, tam- ta más débil de la conciencia social, aun de aquella del consumidor real
bién cabe imaginar transformaciones conceptuales radicales. que es el aficionado; sobre todo en los países capitalistas, donde los afi-
Como es de suponer, junto con los conceptos de arte van variando las cionados al arte tienden a centrarse en lo estético y/o en lo artístico, en
ideologías de arte, de suyo basadas en justificaciones ético-políticas en nombre de una idea reduccionista y equivocada de lo específico del arte.
favor de alguna clase social. Es cuando el aficionado debe saber detec- Si bien disponen de suficientes arrestos para defenderse de las falacias
tar los intereses de clase de cada innovación artística. Ya lo hemos ma- y enredos de la ideología burguesa y general de arte, resultan candoro-
nifestado: toda nueva tendencia artística trae consigo rupturas que van sas víctimas de las manipuladoras trampas políticas o moralistas, reli-
contra las ideologías generales de arte, al desenmascarar algunos de giosas o educativas, racistas o machistas de la ideología dominante.
sus vicios o falacias; desenmascaramientos favorales a la clase hegemó- Sabemos que gran cantidad de aficionados al arte cae enredada por
nica o a la popular. En concreto, toda nueva tendencia arremete contra los formalismos y hace caso omiso del tema y de su contenido. Ojalá exa-
algunas de las sobrevaloraciones o falacias burguesas del arte tales geremos, pero los aficionados al arte son presas fáciles de las manipula-
como la vedetizaciones del artista, las fetichizaciones de la obra de arte ciones políticas y culturales de la obra de arte cuando ignoran que lo es-
y las mistificaciones de las ideas fundamentales de arte. Siempre hay pecífico de ésta es su polifuncionalidad. Así, lo estético y lo artístico se
desenrnascararnientos de algún vicio, pero sin que éstos salgan del redu- convierten en la carnada que los entretiene, mientras muerden el anzue-
cido círculo de la cultura artística local o lo que es igual, del aparato ins- lo de las manipulaciones políticas y caen atrapados. De este modo, el ofi-
titucional-burgués del arte del país. cialismo obtiene los dividendos políticos que cifra en los consumos inge-
Los diseños audiovisuales influyen en los conceptos o nociones de nuos de las obras de arte.
arte, éstas siempre favorables a la sobrevaloración burguesa del arte Dicho sea de paso, el hombre común se manipula políticamente me-
pero sin comprometer los conceptos artísticos del verdadero aficionado diante persuasores estéticos de atractivos modos populares. Por otro
al arte. La razón se nos antoja muy simple: el aficionado, como tal, sabe lado, el hombre politizado o el religioso fanático sólo ve lo político o lo re-
muy bien que las artes buscan impugnar las manipulaciones audiovisua- ligioso de las imágenes artísticas y como no tiene ojos para lo estético ni
les o de los medios masivos. Estos emplean los recursos estéticos y los lo artístico, cae en la trampa de las ideologías generales de arte. Sea
artísticos más persuasivos tales como el realismo fotográfico y las belle- cual fuere el caso, el Estado nunca deja de obtener plusvalía ideológica.
zas naturales y formales que justamente repudian los artistas de espíri- Es muy consciente de la polifuncionalidad de la obra de arte y hace de
tu progresista. Pensarnos en el aficionado al arte que sabe diferenciar lo ella un terreno fértil para las confusiones entre valores, entre catego-
estético de lo artístico y que conoce la sucesión de renuncias, debilita- rías y entre éstas y aquéllos.
mientos y exaltaciones a lo largo y a lo ancho de la historia de la cultura Comencemos por los efectos políticos, para nosotros identificados con
occidental. el tema o contenido de la obra de arte y con el modo artístico de pintar,
En resumen, los efectos artísticos de la obra de arte en el individuo grabar, dibujar y esculpir figuras de un tema determinado. Dejaremos a
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 9. Los EFECTOS INDIVIDUALES
256 1 un lado los efectos políticos de la obra de arte de cualquier tendencia, convertirlos en valores ni para negar los puramente artísticos o estéti-
cuando el Estado utiliza el renombre internacional de alguno o algunos cos, sino para tomar conciencia de sus alcances políticos y culturales.
de los artistas nacionales para inflar el orgullo nacional, enraizar los fu- El adoctrinamiento político de la obra de arte es más implícito que ex-
nestos nacionalismos acríticos y difundir la idea de bienestar colectivo plícito y consiste en confirmar la ideología dominante. Como es de supo-
que en apariencia justifica el sistema político establecido. ner, los efectos en el individuo dependen de la frecuencia de esta confir-
Todo termina en política, ora de derecha ora de izquierda. Es inevita- mación y de la cantidad de obras, cuyas connotaciones políticas van
ble el uso político de las obras de arte por parte del Estado. Teóricamen- enraizando cada vez más lo establecido. Los racismos, machismos o bea-
te con razón, si en verdad representa los intereses de las mayorías de- terías moralistas escondidas casi siempre están en contra de los intere-
mográficas y si de veras se deja asesorar por los especialistas de cada ses populares.
terreno cultural, condiciones imposibles de cumplir sin dudas ni discu- Sustancialmente, sucede lo mismo con los temas religiosos y educati-
siones. El curso social de la obra escapa al artista: es político y depende vos; por estos últimos entendemos dar a conocer alguna nueva realidad
de la distribución, en la colectividad, de los medios intelectuales de pro- visual. La obra de arte también emite conocimientos y suele operar como
ducción y de consumo de arte —no sólo de los productos ni de los medios medio de adoctrinamiento o de educación. El aficionado acostumbra pa-
materiales–.-; esta distribución es controlada por el Estado y son los polí- sar por alto todo esto en su consumo. Lo comprendemos: crear recursos
ticos quienes deciden el curso que toma el arte. para reconocer tales adoctrinamientos no es tarea del aficionado sino
Los efectos políticos provienen obviamente de elementos políticos, sea de los agentes ideológicos. Sin embargo, el aficionado debe emprender
los explícitos del tema o los implícitos de sus formas o de temas no políti- la lectura total de la obra, previa apropiación de los recursos creados
cos. En el primer caso tenemos figuras de obreros y campesinos explota- por los agentes ideológicos, así evitará deformar su conciencia religiosa,
dos, así como de hacendados y oligarcas explotadores, todos reunidos en ética o educativa.
la denuncia de alguna injusticia social. En el segundo caso encontramos A nuestro juicio, todo aficionado progresista está obligado a sortear el
racismos, machismos y beaterías moralistas favorables al sistema esta- individualismo burgués a que incita toda idea burguesa de arte puro y
blecido, cuya denuncia obedece a intereses contraculturales, siempre excelso. Ha de establecer los alcances políticos, éticos o educativos de la
de trasfondos políticos. Aquí también encontramos los modos de conver- obra de arte; Todavía muchos aficionados piensan en la educación por
tir en obras artísticas las figuras; modos que muchas veces cambian el el arte formulada por Herbert Read y la toman al pie de la letra. El uso
signo del tema político. de la obra de arte para inculcar de modo placentero ideas no-artísticas-
Un ejemplo del cambio de signo político lo tenemos en el modo idealis- ni-estéticas constituye una tarea plausible y necesaria. Nadie lo duda.
ta con que Diego Rivera pintó la imagen de Emiliano Zapata en el mural Pero por desgracia encubre una verdad importante: de hecho, la obra de
de Cuernavaca. Sus connotaciones son izquierdistas, pero son derechis- arte educa en lo .político, ético y religioso, en tanto difunde inadvertida-
tas o conservadoras las de la idealización de Zapata en un peón que nun- mente racismo y falacia', machismos y nacionalismos acríticos, ahistóri-
ca fue y que reviste de blanco impoluto. Hay naturalismo, idealizante cos y aclasistas de la ideología general de arte. Manipula implícitamente;
por definición, que se diferencia del realismo, siempre identificado con esto es, a través de figuras banales y de temas engañosos, de formas y
la trivialidad. He aquí un ejemplo que obliga al aficionado al arte a bus- colores persuasivos; manipula en lo político, así como en lo artístico y en
car más allá del tema y determinar los alcances políticos de los modos lo estético.
de transformar en obras artísticas las imágenes. Además, para que la No está de más señalar de paso la difusión de las imágenes de santos
forma y el contenido logren unidad artística han de alcanzar primero la milagrosos del mundo católico, como un ejemplo del uso de la religión
unidad política. con fines políticos y estéticos conservadores. La efigie bendita y milagro-
Todo producto humano refleja intereses políticos, pero compete a los sa es instituida en la esperanza de la pobreza y de las injusticias socia-
aficionados al arte establecer su dirección en la obra de arte: derecha o les y se le adora en la intimidad del hogar. Por otra parte, la "belleza"
izquierda, en favor de los intereses hegemónicos o de los populares. En antropomórfica del santo se identifica con lo bonito y con cierto racismo,
las pinturas de Rufino Tamayo, por ejemplo, ¿importa acaso señalar el muy frecuentes en los medios masivos.
machismo cuando en la imagen de una pareja la figura del hombre con- En verdad, las entretenidas narraciones de los diseños audiovisuales
nota reciedumbre y superioridad, mientras la de la mujer indica manse- son más efectivas en el enraizamiento de las ideologías burguesas de
dumbre? Indudablemente que sí. El aficionado debe establecer tales tipo político, ético o educativo. Con la ventaja para és:Is que muchos afi-
connotaciones como una obligación de su capacidad de interpretar los cionados no ven contradicciones entre los ideales a icos emergentes
alcances no-artísticos-ni-estéticos de las imágenes; debe hacerlo no para y los políticos dominantes y residuales. Prima el c :.ocepto burgués de
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO

58 1 arte como pureza y excepcionalidad. Entonces, el individualismo reza * '10


muy bien con lo estético y con lo artístico, y como corolario se aferra a
todo lo político o ético que lo favorece. En lugar de beneficios colectivos,
busca los del individuo.
En síntesis, los efectos no-artísticos-ni-estéticos del auténtico consumo Los efectos sistémcos
artístico de la obra de arte, van afectando la conciencia política y moral,
nacional y cultural del aficionado. Porque los efectos individuales son de
tres clases: estéticos, artísticos y no-artísticos-ni-estéticos.

Hasta ahora hemos agrupado los efectos del consumo artístico autén-
tico de acuerdo con su natura1ez: la estética, la artística y la no-artísti-
ca-ni-estética en algunas de sus variantes; naturaleza igual a la de la
parcela de la conciencia del aficionado o de la cultura colectiva afectada
justamente por dichos efectos. Nos hemos abstenido, pues, de rotularlos
conforme a la naturaleza de su causa, como lo hace la gente cuando de-
nomina artísticas —así, en bulto— a las reacciones suscitadas, en cual-
quier individuo, por la obra de arte al suponer a ésta de naturaleza ex-
clusivamente artística y tomarla por la causa única de los efectos.
También hemos agrupado los efectos con arreglo a sus destinatarios o
receptores con el fin de separar a los individuales de los sistémicos y de
los sociales, según si desembocan en el individuo o aficionado, si vuelven
al sistema genérico de la obra que suscita los efectos o si terminan en
amplios sectores de la sociedad. Los individuales se concretan en los
aficionados, mientras los sistémicos van a materializarse en los consu-
midores profesionales, y los sociales en el hombre común. Los efectos
sistémicos son profesionales, en tanto constituyen retroalimentaciones
de la obra de arte a la producción de su sistema genérico (pintura, escul-
tura, grabado, dibujo) o tendencial, y en cuanto los consumidores profe-
sionales —al igual que los aficionados, aunque en mayor grado que és-
tos son coautores de los efectos, junto con la obra de arte.
Las retroalimentaciones vienen materializadas en las singularidades
de la obra por consumir, las que —y esto es lo importante— son traduci-
das en otras por los consumidores profesionales y luego concretadas:
unas en obras de arte y otras en conocimientos, teorías o medios intelec-
tuales de producción y de consumo de arte. Los efectos sistémicos
—queremos decir— hienden más allá de la transitoriedad de los com-
portamientos de los aficionados y se instituyen en testimonios o produc-
tos duraderos. Por consumidores profesionales entendemos a los artistas,

259
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 10. Los EFECTOS SISTEMICOS

?6O 1 por un lado, y a los agentes ideológicos por el. otro, (críticos, museógra- aficionados no bastan, aunque sean los principales destinatarios. Ade-
más, la producción va siempre unida al consumo y a la distribución. El
fos, teóricos e historiadores). En unos y en otros actúa una conciencia
profesional que, estimulada por obras de sus colegas, realiza cambios en artista toma conciencia del peso de la historia o del pasado sobre su pro-
su producción y en sus productos. ducción, y se preocupa por conocer la realidad donde van a circular sus
En sentido amplio, los efectos individuales también desembocan en el obras y a competir con las de otros artistas para llegar a los diferentes
sistema artístico. Cabe denominarlos sistémicos, por cuanto transfor- consumidores: el hombre común, el aficionado y el profesional.
man los comportamientos consuntivos de los aficionados, quienes son En la antigüedad, los artesanos confeccionaban obras ajustándolas a
parte del aparato institucional de arte en todo país. Además, los aficio- normas gremiales y a finalidades religiosas. El consumo era religioso y
nados son asimismo coautores de los efectos individuales de la obra de sus elementos estéticos eran captados de modo inconsciente por la sensi-
arte. Como dijimos, en ellos los efectos se tornan procesos que son con- bilidad del consumidor o feligrés. En otras palabras, el "me gusta" o "no
juntos de relaciones y que están en constante movimiento. Pero estos me gusta" nunca fue razonado por la gente o la feligresía. Después, las
efectos de doble causa (objeto y sujeto) quedan en el interior del aficio- artes profanas razonan lo artístico de sus productos y éstos inciden en el
nado y son efímeros cuando se les deja sin confirmaciones y desapare- inconsciente político del público, cuya conciencia se ocupa de lo estético
cen en el subconsciente. de la obra de arte, mientras los aficionados enfocan lo artístico de la
Entretanto, los efectos sistémicos son materializados por el consumi- misma. Por último, los diseños se dirigen al consumo estético de la gente,
dor, en otras singularidades de sus obras, si él es artista, o bien en otras de suyo espontánea, en tanto toma conciencia del valor del uso práctico
inrovaciones de sus textos que dan a conocer nuevos medios intelectua- del producto diseñado o bien se regocija con las narraciones de los en-
les'.'de producción y de consumo de arte, si es crítico o teórico, historia- tretenimientos audiovisuales.
dor o museógrafo. Unos consumidores son productores de objetos artísti- Cada uno de estos tres sistemas estéticos, que son las artesanías, las
cosy los otros, de conocimientos científico-sociales por ser profesionales artes y los diseños, busca satisfacer al mismo tiempo necesidades de di-
de alguna de las ciencias del arte. ferentes índole: las estéticas de la gente, las cognoscitivas y especializa-
Muchos artistas, y con ellos gran cantidad de aficionados y de profe- das (artesanales, artísticas y de los diseños) de los aficionados, y las pro-
sionales del arte, creen que para producir obras de arte les basta con ductivas de los consumidores profesionales, que son los artesanos, los
dos acciones: apropiarse de unas técnicas manuales y de unos métodos artistas y los diseñadores. Estos profesionales traducen las singularida-
sensitivos, todos conjeturados inmutables, y relacionarse con la natura- des de sus colegas en otras que materializan en sus propios productos.
leza de su entorno, con su subjetividad autobiográfica o con su realidad En toda profesión o campo cultural registramos la presencia de prof esio-
cultural inmediata, y elegir qué expresar o hacer visible. Suponen su- nales, quienes consumen las obras de sus colegas, impelidos por impera-
perfluo el conocimiento del pasado de su arte y le dan la espalda. En rea- tivos creativos.
lidad, las técnicas y los métodos de producción artística cambian con el La pluralidad de consumos en la obra, objeto o producto artístico, nos
tiempo y el lugar; son productos históricos, sobre todo si consideramos evidencia las dos causas de los efectos: la obra y el consumidor, y por
sus significaciones y fines. Otra realidad igualmente cierta: el artista eso son múltiples y diversos los consumos o efectos. Esto significa que el
nunca dejó de inspirarse en las obras de sus colegas, tanto del pasado consumidor lleva a cabo toda una asimilación, digestión o superación.
como del presente. Principiemos por los artistas y veamos cuáles opciones digestivas tienen
El artista actual —diría A. Malraux— se inspira en las obras de arte en las obras de sus colegas para satisfacer sus propias necesidades de
de los museos, tanto de los museos reales como del imaginario de cada creación artística.
artista. Antes de existir los museos, conocía su pasado artístico a través El consumidor profesional emprende un proceso de tres fases: captar
del maestro. En fin, el artista siempre partió de obras, las problematizó y y comprender las rupturas de las obras de otros artistas, traducirlas en
transformó de acuerdo con determinadas búsquedas y finalidades. En otras rupturas y hacerlas visibles en sus obras. Cuanto más cercanas
las artes no existe la inmaculada concepción ni la creación por genera- estén las obras consumidas al género y a la tendencia del artista consu-
ción espontánea: la tradición se vale del aprendizaje para transferir co- midor, mayores serán sus intereses profesionales en el consumo. Si las
nocimientos de generación en generación e ir cargando así sobre la es- obras están fuera del género el artista se comportará posiblemente como
palda de todo productor cultural, el pasado o la historia de su quehacer. un aficionado cualquiera. La diferencia es honda. Mientras el aficio-
Al margen de lo anterior, todo productor cultural trabaja munido de nado actúa con amor —muchas veces ciego— más que con conocimien-
conocimientos de las obras de sus colegas y las consume profesional- tos, el artista consume por interés profesional; vale decir, más por cono-
mente. Sin este consumo profesional no habría evolución artística. Los cimiento de causa y por necesidad profesional que por amor.
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 10. Los EFECTOS SI5TEMICOS

En última instancia, todo profesional actúa con el amor de sus conti- P. Picasso presenta, años antes, una ruptura genérica y radical en su 263
nuidades y, a la par, con el odio de sus inconformismos y deseos de rom- cubismo y una ruptura personal y contemporánea en Guernica durante
per lo establecido y abrir nuevas brechas. Además, por egocentrismo o a los anos treinta; el cubismo muestra valor artístico radical, y Guernica
causa de vivir embebidos en su obra, muchos artistas —recordémoslo— muestra valor estético y personal.
no tienen ojo para las obras de otros artistas, tendencias o géneros. En el Como vemos, hay singularidades que abren caminos o que ofrecen
caso de que el profesional sea crítico o teórico, suele intervenir un amor nuevo instrumental (también denominada ruptura epistemológica) en
ciego; entonces, la hipertrofia le impide ejercer un sentido crítico. Con tanto otras se limitan a crear singularidades que satisfacen necesidades
entusiasmo desmedido celebra todo lo que es pintura o escultura, ponga- del gusto de la época. En suma, el artista busca singularidades estéticas,
mos por caso, y sólo ve bellezas y sus placeres. artísticas o no-artísticos-ni-estéticas en diferentes grados y con distin-
Sea como fuere, los artistas y los agentes ideológicos poseen una con- tos medios.
ciencia profesional que percibe los efectos de las singularidades de la Veamos ahora qué opciones tienen los artistas para crear nuevas sin-
obra de arte y los encauza hacia la gestación de otras rupturas. En tal gularidades, como derivaciones de las obras de sus colegas, mediante un
conciencia se entrecruzan las condicionantes individuales, sociales y consumo profesional. Las obras de arte —como sabemos— son susceptibles
sistémicas; estas últimas de mayor peso en los profesionales que en los de emitir efectos estéticos, artísticos y no-artísticos-ni-estéticos. Entonces,
aficionados, y en éstos mayores que en el hombre común. El proceso de el artista como consumidor profesional, los puede concretar, por deriva-
consumir singularidades y producir otras por deivación constituye todo ción, en los mismos términos o traducirlos en otros: los no-artísticos-ni-
un proceso, cuyos resultados varían en naturaleza y en grado. No es nues- estéticos en artísticos, como los psicoanalíticos de Freud en postulados
tra intención cubrir toda la gama de creaciones artístico visuales. Sin surrealistas, y los artísticos en estéticos, como la belleza formal o la in-
embargo, cabe señalar, las más importantes y notorias, a nuestro juicio, vención poética de colores o de figuras quiméricas. La traducción puede
con el fin de destacar la existencia de varios criterios evaluativos de las ser también en sentido contrario. Si las continuidades de la obra consu-
innovaciones en las obras de arte. mida sirven al consumidor para confirmar sus modos productivos, las
Las nuevas singularidades en que terminan los efectos del consumo rupturas le son provechosas como fuente de otras singularidades (véase
artístico emprendido por los profesionales del arte, pueden ser limitadas la figura 10.1).
a la unicidad de una obra de arte ajustada a cualquier tendencia conoci- Las rupturas de las obras de arte entran en la conciencia profesional
da, o constreñidas al estilo personal del artista. Si van más allá, será del artista que la consume. Esta suele entablar relaciones con la natura-
para producir una nueva tendencia artística. Los grados y dimensiones leza y las realidades sociales con el fin de extraerles alguna categoría
sistémicas de las singularidades varían, al igual que su naturaleza: esté- estética y representarla en su obra, mediante figuras que acentúan su
tica, artística y no-artística-ni-estética. También varían los medios sisté- plano semántico. Si el artista adopta las rupturas favorables a estas re-
micos (sensoriales, sensitivos y mentales) para lograrlos: representación laciones será para encauzarlas hacia otras rupturas o singularidades,
de alguna nueva realidad visible, expresión de la subjetividad autobio- cuya naturaleza o efectos serán irremisiblemente estéticos, sea dentro
gráfica, cambios conceptuales o invención de una poética y sugerente de una categoría estética conocida o bien dentro de alguna nueva. Por lo
estructuración cromática y/o de figuras quiméricas. Hay mucha distan- general, el artista actual le da la espalda a la belleza, tantos siglos en-
cia entre una obra de calidad tendencial y otra que genera una nueva tronizada como la máxima aspiración —si no la única— de las artes.
tendencia; entre la que abre brecha y la que transita por trechos no Cabe también traducir las singularidades consumidas en algún nuevo
hollados de una senda recién abierta. tema, el cual será, junto con sus efectos, no-artísticos-ni-estéticas; vale
El hecho de representar a la Virgen con facciones de campesina y el decir, político, educacional o ético. Los mecanismos semióticos de tipo
representar una iluminación artificial en la superficie pictórica consti- semántico son aquí utilizados por artistas que toman sus obras por ven-
tuyen las dos singularidades genéricas y radicales logradas por Carava- tanas hacia la realidad visible. Por lo regular, ellos incursionan en algu-
ggio, después de ver las obras de los manieristas y las de Cambiasso, su- na tendencia de los figurativismos o de los realismos y suelen hacer visi-
puestamente el primer pintor "luminista". Mientras tanto, las pinturas bles denuncias contraculturales, de izquierda política o de injusticias
de Rembrandt son variaciones de los dos caminos abiertos por Carava- sociales. En algunos casos buscan fines educativos o adoctrinamiento de
ggio: el realismo y el luminismo. Y si P. Cézanne inicia la acentuación de variada índole. Con espíritu contemporáneo, de hecho conocedor de los
la sintaxis al romper con la perspectiva central, única y monocular, así renunciamientos y exaltaciones exigidas por su aquí y ahora, estos ar-
como después M. ljuchamp da principio a las rupturas conceptuales tistas descartan de sus obras las bellezas naturales y los naturalismos
—con su Fuente— para acentuar el plano pragmático, veremos cómo ¡cónicos. En ellos la sensibilidad predomina sobre la razón lógica y críti-
o
CAP. 10. Los EFECTOS SISTEMICOS

264J ea. Las singularidades estéticas que imprimen en sus obras hállanse
Obra de arte dentro de las variantes o posibilidades de alguna tendencia conocida.
Rupturas
En el plano semántico hemos incluido las relaciones que la conciencia
No-artísticos- profesional mantiene con la subjetividad autobiográfica del artista, pa-
ni-estéticos ra hacer visible lo más importante de ella. La sensibilidad se enardece
en el logro de singularidades gestuales y las propias del espejo narcisis-
ta en que se convierte su obra. La expresividad del individuo es aquí so-
brevalorada con la finalidad de que el arte difunda el individualismo. En
consecuencia, el arte pasa a estar al servicio del individuo, en lugar de
Plano semántico Conocimientos sistémicos lo contrario, como debería ser. Muchas veces el individualismo impele al
Naturaleza Pasado-Conceptos artista a expresar la angustia de nuestro tiempo, o simplemente lanza
Categorías estéticas Renuncias y exaltaciones sus frustraciones consumistas a buscar catarsis en su obra.
Realidades sociales de tiempo y lugar
Subjetividad autobiográfica
En la conciencia profesional del artista gravita un acervo sistémico
con sus conocimientos históricos y con sus experiencias en el manejo
conceptual y en el dominio tecnicomanual. Por tanto, el artista hállase
inclinado a prohijar alguna nueva técnica que encuentre en las obras de
sus colegas, para modificarla y generar singularidades ¡cónicas en las
suyas propias. Recordemos los afanes de D. A. Siqueiros por renovar las
Conciencia profesional del artista técnicas pictóricas y su introducción del "pincel de aire" o pigmenta-
ción con aire comprimido. Por desgracia, estas innovaciones son muy
No-artística
ni-estética Estética
poco apreciadas, tanto en quienes las introducen como en quienes las si-
Artística
guen desde el primer momento.
Si el acervo artístico es rico en conocimientos y en capacidad de razo-
nar, entonces la conciencia profesional del artista aspirará a lograr
innovaciones visuales que subviertan algún concepto fundamental de
arte y que constituyan rupturas, tanto tendenciales como genéricas o ar-
Sensibilidad
tísticas. Por decirlo mejor, las pretendidas rupturas son propiamente
Inteligencia
Figuras
Plano sintáctico nuevos modos tendenciales, pictóricos (escultóricos) o artísticos de ver,
Conceptos Invención o construcción
Representar Técnicas
sentir y conceptuar la obra de arte. Estamos frente a cambios radicales
Clima poético o que rebasan las supresiones y exaltaciones vigentes y tipificadoras del
Expresar
lírico. Colores y
tiempo y el lugar artísticos de la conciencia profesional. Las rebasan
figuras quiméricas
con la viva intención de proponer nuevas.
Ejemplos de tales cambios los tenemos en la creación de nuevas ten-
Obra de arte dencias, como los abstraccionismos; en la introducción de nuevos modos
Singularidades derivadas pictóricos, como el realismo por Caravaggio en el siglo xvii o por G.
Courbet en el XX; y en la renovación de fines y medios artísticos, como la
No-artísticas- Estéticas Artísticas del surrealismo en su calidad de derivado del psicoanálisis freudiano.
ni-estéticas Todo depende del grado de inconformismo de cada artista y de los
recursos intelectuales a su disposición. Aquí las singularidades son de
Género Tendencia
índole conceptual y demandan inteligencia, esto es, un pensamiento ló-
gico y crítico bastante avezado.
Plano pragmático Con el plano sintáctico, queremos señalar la opción del artista de in-
Aficionados ventar configuraciones que pueden ir del clima lírico al síncope expre-
sionista, pasando por dinamismos virtuales que despiertan sugerentes
Fig. 10.1. Los efectos sistémicos. emociones o un agradable estado de espíritu en el receptor. Por invención
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 10. Los EFECTOS SISTMICOS
16 1 entendernos el desligamiento de toda intención de reproducir alguna diferentes tendencias artísticas varía según el lugar donde esté ubicada.
realidad objetiva o subjetiva, visual o escondida, como punto de partida, Ante estas realidades, se nos impone la urgencia de formular una
con el propósito de abocarse a la ejecución de la obra sin una idea pre- angustiosa pregunta: ¿por qué América Latina no produce tendencias o,
concebida. Entonces, el artista improvisa por tanteo, mediante un proce- lo que es lo mismo, artistas preocupados por lograr rupturas radicales?
so de ensayo y error o por un riguroso raciocinio de la configuración a En Europa nos salen al encuentro un Giotto y un S. Botticelli; un Cara-
medida que sus aspectos sensitivos van tomando cuerpo en la obra. vaggio y un P. Cézanne; un R. lJelaunay y un C. Malewitch; un P. Mon-
En la invención, el artista aguza su imaginación y por lo general recurre drian y un V. Kandinsky; un P. Picasso y un M. Duchamp, como puntales
a colores poéticos y/o figuras quiméricas. Papel importante desempeña de rupturas radicales. Constituyen, claro está, hitos de un proceso colec-
la serendipity o capacidad humana de prestar atención a lo imprevisto tivo de más de 600 años. En cambio, los artistas latinoamericanos ape-
que aparezca durante la ejecución manual de la obra para aprovechar- nas si cuentan con 64 años de prácticas (1922-1986), después de otros
lo y cambiar el curso de dicha ejecución. La invención también puede 72 de aprendizaje y remedos (1850-1922), con el agravante de que a par-
oscilar entre el efectismo comercial y la consecución de una profunda tir de 1950 nos invaden los diseños y se entronizan a instancias de la in-
poesía visual. En cualquier caso, las singularidades confirman hábitos dustria cultural de los países fuertes. Sin duda, es poco tiempo para pre-
estéticos, casi nunca los enmiendan o enriquecen pues se mueven dentro sentar más valores y de mayor calado que los siguientes: un J. Torres
de alguna de las tendencias conocidas. Como sabemos, el efectismo des- García, un R. Matta y un J. Soto, entre los protagonistas de la formación
cansa en el decorativismo que astutamente mecla lo nuevo con lo anti- y postulación de sendas tendencias europeas nuevas; un J. C. Orozco,
guo, el tradicionalismo con un engañoso vanguardismo. un D. Rivera y un D. A. Siqueiros que dan, en toda América, el primer
Por último, en la figura 10.1 aparece el plano pragmático, en el cual el paso hacia la liberación artística y hacia la búsqueda de nuevas tenden-
artista reflexiona acerca de los efectos que desea imprimir a sus obras, cias, por desgracia truncas a partir de 1940; un R. Tamayo y un W. Lam.
con el objeto de suscitar en los aficionados determinadas reacciones. Al quienes incursionan en sustratos míticos y decisivos de nuestra persona-
producir efectos, toda obra de arte posee dicho plano. Pero aquí nos re- lidad colectiva, la indígena y la africana, como valores artísticos de im-
ferimos a los procedimientos de producción que obedecen a la voluntad portancia latinoamericana y de alcances estéticos de valía internacional.
del artista en busca de lograr efectos determinados en sus obras. Sobre Lo que acabamos de señalar corresponde a individuos aislados, cuyos
todo, aludimos a los artistas que, desde la mitad de los años sesenta, pre- procesos en verdad constituyen excepciones del proceso colectivo de las
fieren confeccionar obras sin plano semántico (sin figuras) ni plano sin- artes visuales: el nacional, en particular, y el latinoamericano, en gene-
táctico o composición de importancia estética o artística; todo se reduce ral. Abundan los méritos en las obras de cada uno de los artistas men-
a producir efectos (tal como lo hacen los conceptualistas, cuando exhi- cionados pero ninguno logra plasmar un cambio artístico básico; esto es,
ben objetos, imágenes o acciones no-artísticas-ni-estéticas en lugares ar- que altere el curso de las artes visuales en la cultura occidental. Lo peor
tísticos con el fin de producir efectos estéticos y/o artísticos en el recep- es que ninguno puede pretenderlo, por razones sociales adversas.
tor). Otro ejemplo: los no objetualistas de las acciones corporales cuyas Al penetrar en los procesos colectivos de nuestras artes visuales sere-
obras acentúan los efectos o, lo que es igual, el plano pragmático pues su mos testigos de una gran cantidad de artistas que trabajan en la expre-
semántica y sintaxis desaparecen con las obras, por ser éstas efímeras. sividad personal o el individualismo narcisista, como queriendo apro-
En buena medida, la preocupación por los efectos interviene en forma piarse de la calidad artística a fuerza de catarsis. En número siguen
explícita y reflexionada —calculada— cuando el artista persigue fines quienes prefieren representar realidades sociales escondidas. Atrás
comerciales, educativos de adoctrinamiento o bien estéticos, ajustándo- vienen los artistas empeñados en la invención improvisada, como quien
los siempre a tal o cual tendencia artística conocida. Las artes lindan desea capturar la calidad artística en un golpe de suerte. Muy pocos
aquí con los diseños, en cuanto el empleo de los recursos estéticos ante- persiguen las rupturas conceptuales.
pone la búsqueda de efectos determinados. En todo caso, tengamos pre- Nos referimos a los artistas novicios que están en busca de su imagen
sente las marcadas diferencias entre las intenciones del artista (los personal. Porque una vez alcanzada, se reducen a variarla; se autopla-
efectos por imprimir), las obras logradas (los efectos impresos) y las gian. Sea como fuere, nuestros artistas a lo sumo, devienen buenos
reacciones que éstas generan en los aficionados (los efectos reales). alumnos de tendencias recién nacidas en los centros mundiales del arte.
Como es fácil suponer, de artista a artista varían los intereses y la utili- Reiteremos como conclusión: sólo como excepción algunos artistas lati-
zación de los medios manuales, sensitivos y mentales, los fines y ruptu- noamericanos aspiran a rupturas sustanciales y quienes lo hacen no las
ras, los principios e inconformismos. Varían según los países: desarro- concretan en obras. Si las concretan, no son secundados por sus colegas
llados, subdesarrollados o socialistas. La lucha ideológica entre las nacionales ni favorecidos por el aparato institucional del arte.
268 1
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO

Aparte de la cortedad de tiempo, nuestras prácticas artístico visuales


obedecen a muchos factores adversos. En primer lugar, nuestras socie-
dades les son hostiles. Pruebas al canto: haber truncado la evolución
1 CAP. 10. Los EFECTOS SISTEMICOS

quiere, conocimientos científico-sociales. El consumidor profesional


trasmuta ahora los efectos estéticos, artísticos y no-artísticos-ni-estéti-
cos de la obra consumida, en conocimientos o conceptos que en la vida
transfiguradora del muralismo mexicano, como proceso colectivo, y ha- práctica constituyen nuevos medios intelectuales de producción y de
ber obligado a individuos como R. Matta y J. Soto a buscar en Europa consumo estéticos, artísticos y temáticos (políticos, religiosos, educati-
ambientes y grupos profesionales propicios al desarrollo de sus impulsos vos o éticos); medios que luego entran a circular en la sociedad: en la es-
personales. En última instancia, nuestra dependencia económica conspi- trechez del aparato institucional de arte que cada país alberga, si quere-
ra contra el sano desenvolvimiento de nuestro pensamiento lógico y críti- mos ser exactos.
co. Si entre nosotros brotan modos artísticos radicales, pronto zozobran. Muchos agentes ideológicos son propiamente analistas del fenómeno
En toda sociedad dependiente, en la lucha ideológica siempre resultan sociocultural que es el arte. Cada profesional con su objetivo específico:
perdedores los modos emergentes de producción, distribución y consu- obras recién nacidas para el crítico; actualidad del fenómeno entero
mo artísticos. para el teórico; el pasado para el historiador; exhibición de obras y difu-
En segundo lugar, es palmaria la ausencia de una sólida infraestruc- sión de modos de consumirlas para el museógrafo. Ideal de los analistas
tura, tanto en cantidad como en calidad, en los aparatos institucionales debe ser la construcción de las bases científico-sociales sobre las cuales
de arte de nuestros países. Es exiguo el número de aficionados y colec- afianzar las ideologías artísticas: las populares o las hegemónicas; las
cionistas, de agentes ideológicos y artistas. Como resultado, los aparatos revolucionarias o las reaccionarias; las progresistas o las conservado-
institucionales de arte son más de consumo que de producción; otro co- ras. Quienes cumplen con este ideal son analistas, mientras los otros
rolario irremediable de nuesra dependencia económica y, por ende, de siguen desempeñándose como agentes ideológicos. Unos y otros materia-
la artística. En suma, el proceso artístico colectivo es muy débil. lizan los efectos sistémicos y sus actividades en textos críticos o teoréti-
En lo cualitativo comprobamos una falta de preparación teorética y cos, historiográficos o museográficos.
tenemos la impresión de que hasta la más anémica curiosidad intelec- De sobra conocemos la endémica aversión del latinoamericano por
tual deviene una extravagancia. En nuestros productores de arte son todo lo que huela a teorización. La menospreciamos y, si le hacemos
magras sus informaciones artísticas e insólitas las operaciones concep- frente, le presentamos la más enconada resistencia. Y lo hacemos con
tuales. En ellos predomina el talento empírico y emocional, como si toda- mayor fuerza en las cuestiones artísticas y en las estéticas, en las que
vía tuviesen por delante consumar el viraje histórico de artesanos a ar- cualquier conceptualización deviene crimen de lesa majestad. Como re-
tistas, cuya formación profesional suponemos académica. Cada uno de sultado de tener colonizada nuestra mente, sensibilidad y sentidos, sin
nuestros artistas lleva en su interior al artesano que le impone su socie- darnos cuenta nos aferramos a la supuesta inmutabilidad de las ideas
dad o clase social, a fuerza de privaciones y obstáculos. Sin pensamiento fundamentales de arte. Con la mayor ingenuidad ignoramos la importan-
lógico y crítico avanzado, nos será imposible tener teóricos y sin éstos no cia de las teorizaciones en la evolución del aparato institucional de arte
habrá conocimientos de nuestra realidad estética ni de la artística; rea- de nuestro país. Nos atrae la prioridad de las prácticas y la tomamos
lidades que precisamente nos urge transformar de raíz. abusivamente por autarquía: como si todo lo artístico comenzase y ter-
En suma, los efectos sistémicos del auténtico consumo artístico —ob- minase en las prácticas; esto es, en el artista o productor. La imagen
jeto de este capítulo— son muy débiles en América Latina. Nuestros precede siempre a la idea. Si algunos estudiosos traducen las prácticas
aparatos institucionales de arte son más consuntivos que productivos. en conceptos o teorías, pensamos automáticamente en que lo hacen por
Por consiguiente, no contamos, con prácticas radicales ni con unpensa- mero parasitismo literario o cientificista. En síntesis, no nos preocupa
miento artístico desarrollado, en cantidad y calidad, capaz de convertir para nada la realidad colectiva de nuestros países: ni su mecánica so-
en conceptos las innovaciones de nuestras prácticas artísticas. La prác- cial interna ni la imperialista que nos ata a los países más fuertes. Y esto
tica no genera teoría, ni a la inversa. Una de las mayores causas sería, sí es grave.
consecuentemente, la ausencia de agentes ideológicos capaces de mate- Hoy resulta patente la relación dialéctica de la teoría con la práctica.
rializar en conceptos los efectos sistémicos del consumo artístico. Su nú- Las prácticas requieren ser conceptuadas en sus innovaciones, mien-
mero es mínimo y cortas sus aspiraciones científico-sociales, como vere- tras las teorías retroalimentan dialécticamente las prácticas: las pro-
mos a continuación con el fin de terminar nuestras consideraciones ductivas y las consuntivas de las artes, en nuestro caso. No sólo esto: en
acerca de los efectos sistémicos. toda colectividad registramos influencias recíprocas entre las ciencias
Cuando el consumidor profesional es un crítico o un teórico, un histo- del arte y las ideologías artísticas.
riador o un museógrafo, los efectos sistémicos generan conceptos o, si se Sabemos también que las ideologías hegemónicas entran en colisión
- . L .

TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 10. Los EFECTOS 5I5TIMICOS

o1 con las populares, como corolario de la lucha de clases, y con las ideolo- En el trasfondo del texto crítico actúan las cinco tareas de la crítica J 211
gías internacionales que benefician a los países desarrollados. De tal de arte ideal: analizar los aspectos productivos y estructurales, distribu-
suerte que si no tomamos conciencia de la importancia de todo esto, re- tivos y consuntivos de obras recién nacidas; difundir los conocimientos
nunciamos, de hecho y sin advertirlo, a nuestra soberanía conceptual. científico-artísticos producidos fuera del país; detectar las fuerzas so-
Como tal entendemos el participar en la formación y en el desarrollo de ciales y culturales precoces para cambiar, de acuerdo con ellas, las es-
la conciencia social, estética y artística de los miembros de nuestra so- trategias de la crítica; promover la pluralidad de tendencias artísticas
ciedad, como una manifestación de nuestro derecho a la autodetermina- en el ámbito local; por último, hacer de la crítica de arte una productora
ción y como resultado de la lucha de clases que mueve a nuestros países. de teorías o de conocimientos acerca de la realidad artística y estética
Más todavía: las teorizaciones científico-artísticas obedecen a nues- de nuestros países.
tra necesidad vital de conocer la realidad estética y artística de nues- Si en lugar de los cometidos ideales de la crítica de arte miramos sus
tros países, como parte de nuestra resistencia a las presiones imperialis- prácticas latinoamericanas, advertiremos el predominio, en número y
tas del exterior. Recordemos que en nuestro aparato institucional de en deficiencia cualitativa, de la periodística de tipo masivo, con sus mo-
arte las prácticas consuntivas priman sobre las productivas; es decir, tivaciones y fines espurios. Le sigue la crítica de corte académico —tam-
nuestra cultura estética y artística viven de importaciones; nuestras bién periodística— con sus anacronismos. En el instrumental de ambas
producciones son escasas o prefieren ser sumisasal sistema internacional. imperan los idealismos y las sobrevaloraciones burguesas, propias de
Las ideologías y los conocimientos vienen de afuera y nuestra sensi- las ideologías generales de arte que van de oído en oído de la gente co-
bilidad hállase a merced de la industria cultural con sus intereses trans- mún. Consecuentemente, escasea la crítica conceptual y creadora,
nacionales. Por tanto, nos urge producir teorías consuntivas que pro- aquella capaz de traducir las innovaciones de las obras de arte en con-
vean recursos críticos capaces de encauzar nuestra sensibilidad hacia ceptos, y siempre dispuesta a argumentar sus afirmaciones y negaciones.
los intereses de nuestras mayorías demográficas. Lo mismo con respecto Por desgracia, en nuestra América, cada día gana más terreno el mal
a nuestra obligación de elaborar teorías de producción artística. En po- periodismo. Lo gana para difundir, como resultado de su falta de inde-
cas palabras, necesitamos conocer la realidad para poder transformar- pendencia crítica —incluso la política— sus abundantes nacionalismos
la. Aquí el par dialéctico teoría-práctica se torna en conocimientos- • acríticos y sus inveteradas aversiones al pensamiento lógico y crítico. Y
transformación. donde no opera una buena crítica política ni nacionalismos autocríticos,
Comencemos por el crítico, cuyo texto debe ser profesional y público. mal puede haber una crítica de arte de valía, salvo las excepciones indi-
Es profesional en tanto concreta los resultados del análisis y la vivencia viduales de siempre, que escapan a nuestras consideraciones. Estamos
de obras recién nacidas, al relacionarlas con su producción y es- juzgando la crítica de arte como proceso colectivo, nacional o latino-
tructura, su distribución (modos de exhibirlas) y consumo. Todo esto americano.
con el fin de enseñar al lector qué ver, sentir y conceptuar en ellas y En comparación, el texto teorético aparece en revistas, simposios y li-
cómo hacerlo para poder leerlas, interpretarlas y valorarlas con propie- bros especializados. Se ocupa de los diferentes aspectos actuales y gene-
dad; valoraciones en sus dimensiones locales, nacionales, latinoameri- rales de las artes visuales como el fenómeno sociocultural que integran.
canas y mundiales. El análisis se fusiona con la vivencia y las enseñan- El teórico ideal abastece conocimientos de nuestras realidades inme-
zas con los conocimientos. El texto crítico es público por cuanto aparece diatas, la artística y la estética, para luego crear teorías con respecto a
en periódicos para ser leídos por el público aficionado. En el curso social la anhelada transformación radical de tales realidades. Consciente de
de la crítica de arte intervienen directores de diarios y jefes de páginas la lucha ideológica que lo rodea, y con el fin de conocer su realidad artís-
culturales, quienes suelen desvirtuar el sentido crítico del texto. tica, el teórico recurre a los últimos adelantos de las ciencias sociales:
En primer lugar, el texto ideal informa dónde, cuándo, qué y quién la sociología y la psicología, la historia y la filosofía del arte, el materia-
exhibe las obras que se critican. Luego describe sus componentes dife- lismo histórico y el dialéctico, la semiótica y la hermenéutica, etcétera.
renciando los principales de los secundarios. Asimismo, cualifica las Entre nosotros, los textos teoréticos comienzan a publicarse a fines de
singularidades de las obras, de su autor y de su tendencia, así como los los años sesenta. No nos referimos a las divagaciones de la filosofía del
planos semióticos en que aquéllas operan (el semántico, el sintáctico y el arte ni las de la estética filosófica, sino a los textos que ofrecen conoci-
pragmático) y sus efectos: estéticos, artísticos y no-artísticos-ni-estéti- mientos relativos a las tres actividades básicas de nuestras artes en re-
cos. Por último, lo más importante es argumentar pues sin argumenta- cíproca dependencia: la producción, la distribución y el consumo. Así,
ciones no habrá crítica propiamente dicha sino meras opiniones de un responden a la necesidad de las nuevas generaciones de conocer sus
periodista cualquiera. realidades inmediatas con criterios actualizados y realistas. Los citadps
00000000
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO
CAP. 10. Los EFECTOS SISTEMICOS

con la colectividad y perfilar técnicas museográficas acordes con las


272 1 textos proveen recursos teoréticos o nuevos modos de conceptuar el arte características de nuestros públicos nacionales. El museo se nos presen-
como fenómeno sociocultural, que en primer lugar benefician a las otras
ta imprescindible para el desarrollo de una política artística y estética
ciencias del arte.
que encauce la sensibilidad de nuestras colectividades hacia el consumo
Las publicaciones teoréticas son todavía muy reducidas como para
crítico de los productos de la industria cultural que nos invaden, y en-
despertar la curiosidad intelectual de los aficionados y convencer a los
cauce hacia un consumo favorable a los intereses de las mayorías demo-
historiadores, museógrafos y encargados de la educación artística supe-
gráficas. Todo esto como ideal, pues otra cosa muy distinta son las prác-
rior y elemental, que deben renovar los ideales fundamentales que mue-
ven a sus respectivos procesos colectivos. Como resultado, estas discipli- ticas a la vista.
La falta de teorizaciones de nuestra realidad repercute también en la
nas ni siquiera son capaces de abastecer de recursos renovadores a la producción artística. Como consecuencia, nuestros artistas se ven con-
ideología dominante. Ni qué decir de cumplir con la tarea principal de
denados al empirismo y a expresar puras emociones. Por ejemplo, los
las ciencias del arte: desenmascarar las falacias de las ideologías hege-
cursos de análisis de la forma que obedecen al sistemático razonamiento
mónicas y fortalecer con veracidades las populares; socavar la perma- de lo enseñable del arte y de los diseños —iniciado por la Bauhaus y el
nencia y promover los cambios radicales.
Vijutemas— no logran adiestrar a nuestros artistas en el razonamiento
Nuestros historiadores de arte siguen trabajando en el colonialismo de lo razonable de la obra de arte. Tales cursos, al igual a toda pedago-
conceptual. Aplican acríticamente las normas de la historia occidental
gía artística, caen entre nosotros en el teoricismo o alejamiento del aná-
del arte al conocimiento de nuestro pasado precolombino y el colonial, y lisis práctico de las obras de arte concretas y se constriñen al plano se-
no se percatan de la cortedad e impropiedad de tales normas. Dicho de mántico, omitiendo el sintáctico y el pragmático de la obra. Se limitan
otro modo, se abstienen de participar en las preocupaciones que actual- asimismo a la acentuación de lo estético, olvidando lo artístico y lo no-
mente impulsan a las jóvenes generaciones de Europa a cuestionar y a
artístico-ni-estético de la obra. He aquí un campo en América Latina
transformar las ideas fundamentales de arte, hechuras de la cultura
todavía por desbrozar, sembrar y cultivar.
occidental, y de paso alterar de raíz sus disciplinas.
Concluyamos el capítulo. Es palmaria la necesidad de desarrollar en
En el siglo pasado, el historiador de arte producía teorías y al mismo
nuestros países las ciencias del arte con el fin de crear recursos consun-
tiempo ejercía la museografía. Pero los Conocimientos artísticos han tivos, distribütivos y productivos que contrarresten el imperialismo
aumentado tanto que se impone una división técnica del trabajo científi-
artístico de los centros mundiales del arte con su industria cultural, que
co-artístico: los teóricos, por un lado, los historiadores, por otro, y los
denuncien la dominación interna de una clase social. Nos urge producir
museógrafos, más allá. Pese a su bien ganado prestigio por los valiosos
conocimientos de nuestra realidad artística y estética para poder trans-
conocimientos producidos, los historiadores actuales carecen de los
formar éstas y a la producción artística. Entre nosotros, el par dialéctico
arrestos necesarios para trasmutar su disciplina. Para poder forjar una
conocimientos-transformaciones, está aún por desenvolverse en todos
historia latinoamericana de nuestro arte deben, pues, recurrir a los co-
los sentidos, no sólo artístico o estéticos.
nocimientos de la teoría de arte.
Sin duda, el conocimiento del pasado artístico es indispensable para
las prácticas productivas y consuntivas del arte actual. Pero también es
imprescindible que el historiador participe de las manifestaciones artís-
ticas de su aquí y ahora; participación que le hará comprender mejor los
aquí y los ahora del pasado, sin descuidar sus implicaciones sociales.
A diferencia de los otros analistas del arte, los museógrafos convier-
ten los efectos de la obra de arte en prácticas de exhibición, más que en
textos. Cuando disponen de suficientes conocimientos históricos y teoré-
ticos, tienen en el museo uno de los instrumentos más eficaces para la di-
fusión de los medios intelectuales de consumo y para la formación de la
conciencia nacional y latinoamericana, estética y artística de la colecti-
vidad. Lamentablemente, carecemos de los medios económicos para sos-
tener investigaciones, al lado de la conservación y de la exhibición de
obras. No sólo investigaciones para conocer y dar a conocer nuevos
aspectos del arte, sino también para estudiar las relaciones del museo
CAP. 11. Los EFECTOS SOCIALES
para producir resultados tampoco buscados ni queridos. Resulta así que los
individuos en cuanto seres sociales, dotados de conciencia y voluntad, produ-
cen resultados que no responden a los fines que guiaban sus actos individua-
les ni tampoco a un propósito o proyecto común.'
Como vimos, los efectos sistémicos son traducidos por los profesio-
nales en las singularidades que imprimen a sus obras de arte o en los
nuevos conocimientos que aportan sus textos acerca del fenómeno socio-
cultural del arte. Aquí termina su concreción profesional, pero sus dife-
rentes concreciones suelen ser traducidas por la colectividad en otros
efectos. Sí, por la colectividad del sistema artístico, en cuanto son resul-
tantes inintencionales o colectivas que circulan en un sistema genérico
del arte y lo dominan. Operan fuera de la voluntad de los artistas y de
los analistas. Sin embargo, no podemos considerar los efectos sociales
porque no se dirigen directamente al hombre común; permanecen en el
En un sentido muy amplio, las dos clases dó efectos hasta ahora exa- estrecho círculo del sistema o aparato institucional de arte. Los efectos
minados en sendos capítulos, también serían sociales si nos atuviésemos sociales que buscamos deben ser resultados inintencionados que la co-
exclusivamente a la sociedad como el lugar donde los individuos consu- lectividad extrae de los efectos que el hombre común concreta en forma
men la obra de arte y concretan sus efectos en nuevos comportamientos individual. Los efectos colectivos generados por los sistémicos pertene-
sociales de su persona, en el caso de ser aficionados al arte, o bien en cen al sistema y, en el mejor de los casos van indirectamente a tal hombre.
obras o en conceptos artísticos recién cosechados, si de profesionales se Lo mismo sucede con los efectos individuales o las concreciones de los
trata. Cabría, pues, rotularlas como sociales según el lugar. Esto, aparte aficionados: también suelen generar efectos colectivos inesperados,
de que todo producto humano es social, en tanto fue y es condicionado pero no por esto cabe considerarlos sociales. Quedan dentro del estre-
por su sociedad. cho terreno del aparato institucional del arte, no llegan a los amplios
Sin embargo, en este capítulo, nos ocuparemos de otras clases de círculos del hombre común. Si bien tampoco buscamos efectos que in-
efectos de la obra de arte, aunque sigan teniendo su naturaleza de siem- cumban a mayorías absolutas, menos aún que sean materia de unanimi-
pre: la estética, la artística y la no-artística-ni-estética. Para nosotros dad, éstos exceden las profesiones, aficiones u otras agrupaciones so-
son efectos sociales los concretados por una colectividad y que luego ciales, aunque sí se ajustan a la división social en clases —como más
convergen en las formas estéticas, artísticas y/o no-artísticas-ni-estéti- adelante veremos— y adquieren carácter clasista. Si miramos bien su
cas de la vida social del hombre común, destinatario muy distinto obvia- contextura y el ámbito cultural de nuestros países tales efectos repre-
mente de los aficionados y profesionales de arte ya vistos. sentan oportunidades remotas, más que obligatoriedades y que bienes
Ni los individuos aislados ni una buena cantidad de ellos en comunión de fácil acceso, para las formas estéticas, artísticas y/o no-artísticas-ni-
de intereses o unidos por múltiples coincidencias concretan los efectos estéticas de la conciencia colectiva, afín al hombre común.
de la obra de arte en efectos sociales. Los concreta propiamente la co- Por lo visto, existen tres tipos de efectos: los que el autor imprime a la
lectividad y por eso constituyen resultantes inesperadas; inesperadas obra de arte, vigentes en su tiempo y lugar; los concretados en diferen-
aun para los mismos individuos que intervienen de manera directa en el tes experiencias personales o productos por los consumidores según su
consumo artístico. Es que la conciencia colectiva obedece a una mecá- psicología y, finalmente, los concretados por la colectividad en formas
nica social muy compleja de mediaciones y de factores pretéritos y ac- ideológicas.
tuales de diferente índole. La mecánica social de los efectos colectivos es muy compleja, decía-
En su libro Filosofía de la praxis —obligada lectura de todo productor mos. Por consiguiente, intentemos describirla con un criterio materialis-
de bienes culturales— Adolfo Sánchez Vázquez nos da una idea clara de ta: con aquel acostumbrado a dividir la cultura de un país, sociedad o
tal mecánica —no importa si referida a la praxis— cuando escribe: colectividad en la material y en la espiritual. Para el efecto, nos apoya-
remos en algunos estudiosos socialistas. 2 La cultura espiritual, con sus
De este modo, la praxis intencional del individuo se funde con las de otros pasados y presentes, herencias e importaciones, comprende la vida
en una praxis inintencional —que unos y otros no han buscado ni querido— social (o actividades sociales) del hombre común como una de sus

274
O:O 7Z
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO
CAP. 11. Los EFECTOS SOCIALES

76 1 partes. Esta vida social hállase dirigida por un ser social que, en parte, diferencia de los auténticos— no son cuestiones de tal o cual persona ni
se refleja en la conciencia social y, en parte, obliga al inconsciente y al de determinados grupos humanos, sino de comportamientos posibles en
sube' onsciente humanos. Por su lado, la conciencia consta de una psico- todo ser humano: posibilidad que aumenta con la inercia o pereza inte-
logía, con sus tipicidades y potencialidades colectivas, y de una ideolo- lectual de mucha gente.
gía en sus variadas formas: estéticas, artísticas y temáticas (políticas o Pocos hombres disponen de la educación necesaria para emprender
religiosas, éticas o educativas). La psicología preexiste y condiciona a la consumos artísticos auténticos. Además, quienes disponen de ella están
ideología, mientras ésta a su vez la condiciona. forzados a centrarse en intereses limitados a una clase, género o tenden-
Empero, resulta que los países capitalistas y con mayor razón los sub- cia artística. Es imposible cubrir con idoneidad los consumos artísticos
desarrollados, se encuentran integrados por dos culturas: la dominante de todas las artes. Es decir, ningún hombre escapa a los consumos par-
y la dominada; la hegemónica y la popular. De tal manera que las psico- ciales y a los espurios. únicamente ante los bienes culturales que cono-
logías e ideologías, las actividades o conciencias sociales, las culturales cemos bien, dejamos de ser hombres comunes. Y estos bienes son siem-
estéticas y las políticas de una sociedad o país, se nos presentan en la pre pocos en comparación con los existentes. He aquí la importancia de
versión hegemónica y en la popular. Como reflejo de la lucha de clases los efectos sociales que, como productos colectivos, circulan en toda so-
se desarrollan, entonces, pugnas ideológicas. Naturalmente, no todos los ciedad y que provienen de los diferentes consumos parciales y espurios;
bienes culturales son de exclusividad de una u otra clase social. Muchos consumos que todo hombre suele poner en práctica sin diferencias de
constituyen patrimonio del hombre, cuyas manifestaciones favorecen clase, aunque con connotaciones clasistas. Entre las distintas maneras
las ideologías: ora las hegemónicas, ora las populares. consuntivas, el hombre común elige, por comodidad, las dominantes,
En nuestros países, a la lucha de clases se suma la diversidad de etnias propias de la ideología dominante. Muy pocas veces apela a los modos
que imprimen particularidades a la conciencia popular y a la hegemó- residuales o reaccionarios y casi nunca a los emergentes o de avanzada.
nica; particularidades que nos permiten aludir a una conciencia colecti- Las clases de consumo adquieren su verdadero perfil en su caldo de
va de tipo nacional en un sentido de posibilidades y no de constantes ni cultivo que es la lucha ideológica. Recordemos: los modos consuntivos, al
de sustancias comunes a todos los miembros de un país. Es decir, cabe igual que los efectos sociales, se dividen en dominantes; esto es, en bené-
señalar la existencia de una psicología social. ficos a la ideología dominante, en emergentes y en residuales. Cada
Buscamos —decíamos— los efectos sociales de la obra de arte. No modo se concreta en lo estético, lo artístico y lo temático de la obra de
importa si en los capítulos anteriores nos constreñimos a los efectos del arte, si aceptamos su polifuncionalidad. Y la lucha de unos modos con
auténtico consumo artístico, pues nos sirvió para precisar los efectos in- otros es ideológica y se realiza en una sociedad determinada y en unas
dividuales y los sistémicos y ahora hemos de dejarlo a un lado ya que re- conciencias con su psicología característica. Sociedad y conciencia
sulta inoperante para los efectos sociales. En primer lugar, el hombre constituyen campos de múltiples fuerzas encontradas. La sociedad es lo
común no emprende consumos auténticos; auténticos en el sentido de mismo que el ámbito, la ecoestética ya estudiada en otro capítulo, y el
cubrir la totalidad de la obra de arte, esto es, lo artístico al lado de lo es- ser social.
tético y de lo no-artístico-ni-estético. Esto nos obliga a tener en cuenta los El ser social se refleja en parte —ya lo dijimos— enla conciencia so-
consumos parciales, muy frecuentes entre los aficionados y aun entre cial del hombre común y el resto va a su inconsciencia y subconsciencia
los profesionales, en tanto éstos omiten, por alguna razón, una de las o se torna fuerza inintencionada que lo conmina a ciertos comporta-
tres partes de la obra de arte. mientos. Si en el ámbito se entrecruzan todos los bienes culturales y en-
Si bien el hombre común de nuestros países tiene pocas probabilida- tran en competencia con la obra de arte, en la conciencia sucede lo mis
des de llegar a las obras de arte, debido a pertenecer a las clases popu- mo con las diferentes formas ideológicas. En el ámbito, además, los efec-
lares, cabe la posibilidad de que enfrente obras de arte, en cuyo caso tos individuales de los aficionados y los sistémicos de los profesionales
sólo las consumirá en forma parcial: de modo estético o bien temático. salen de su aislamiento —del aparato institucional de arte— y por va-
Repetimos: nunca de manera artística. Antiguamente el hombre común rias vías fluyen indirectamente en la conciencia del hombre común, asu-
emprendía consumos religiosos y luego estéticos. Aficionado o profesio- miendo la forma de ideologías.
nal de las artes visuales; de clase alta, media o baja, todo hombre —en La naturaleza de los efectos sociales de la obra de arte es ahora ideo-
buena medida— se comporta como un hombre común cuando enfrenta lógica en cada una de sus formas, la estética, la artística y la temática, y
géneros artísticos o culturales sin la correspondiente educación espe- en cada uno de sus alcances: dominantes, residuales o emergentes. Di-
cial. Esta evidencia nos obliga a ampliar el concepto de hombre común
cho en otras palabras, en la sociedad se cumple la función ideológica del
sosteniendo que los consumos parciales y espurios de la obra de arte —a
arte y éste regula la circulación de las ideologías y los medios de consu-
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO

mo del individuo. Pero como individuos, el aficionado, el profesional y el


Los efectos de la obra artística
hombre común concretan sus respectivos efectos en experiencias senso-
(artesanal o de diseños)
riales, sensitivas o mentales. Las ideologías subyacen en ellas.
Con el fin de estudiar mejor los efectos sociales de la obra de arte he- Estéticos Artísticos NO-artísticos-ni-estéticos
mos desarrollado la figura 11.1 en un intento por hacer visibles los fac- (artesanales
tores principales de la mecánica social de nuestros países y de la con- ¡ odediseño)
ciencia del hombre común de América Latina. En la figura partimos de
las tres clases de efectos de la obra artística. Entre paréntesis señala-
mos la posibilidad de que la obra sea artesanal o de los diseños con el
objeto de destacar que todas las obras artesanales, artísticas y los dise-
ños producen efectos estéticos y no-artísticos-ni-estéticos. Estos últimos
se identifican con el tema en las obras artísticas, con lo religioso o de uti-
1
Consumidores
lidad práctica en las artesanales y con el valor de uso utilitario en los di-
seños. Las obras se diferencian en sus efectos específicos: los artísticos, Aficionados
los artesanales y los de los diseños respectivamente. individuales
Retroalimentación
Los efectos estéticos y los no-artísticos-ni-estéticos de la obra de arte
visual pueden ser recibidos directamente y reelaborados de inmediato
por todos los consumidores sin excepción. No importa si para el hombre Profesionales
común —a diferencia del aficionado y del profesional— las obras de sistémicos
arte constituyen oportunidades lejanas y escasas. Lo cierto es que si las Obras Aparato institucional
de arte Conocimientos
enfrenta, lo hace con su sensibilidad o con la lectura del tema. Nunca las Ciencias del arte
Cultura artística
consume de auténtica manera artística; no tiene acceso a las obras y, lo
peor: se le ha negado la educación que dota al individuo de los conoci-
mientos y de los recursos conceptuales para el consumo de las artes vi- Hombre común
suales, después de haberle despertado el interés por ellas. En conse- Vida social
cuencia, los efectos artísticos propiamente dichos no llegan de manera Conciencia social
directa al hombre común; lo contrario —reiteramos— de lo que ocurre Psicología e ideología
con los aficionados y los profesionales. personales
Sea como fuere, los efectos estéticos, artísticos y no-artísticos-ni-est éticos li
litigan por el predominio en la conciencia del individuo: primero entre sí; sr + Retroa limen toción
después con los efectos de la misma naturaleza de otras obras, géneros Colectividad ________
y artes; luego con los efectos no-artísticos-ni-estéticos de procedencia Mayorías demográficas
científico-natural, científico-social y tecnológica; por último con las ideo- Cultura estética popular
logías políticas, éticas y religiosas al servicio de los intereses hegemóni- Psicología social
Ideologías colectivas
cos o de los populares. Todo depende de la actitud del individuo y de sus
experiencias ulteriores al consumo de la obra de arte además de sus
preferencias. Industria cultural
+ 1
Los efectos de la obra de arte entran en el conglomerado ideológico de J Efectos sociales
j generales
la conciencia social del consumidor y han de ser justificados o tolerados Audiovisuales
por los intereses imperantes en ella. En la conciencia del hombre común Desarrollo de fuerzas Lo. de arte
generalmente predominan los intereses religiosos con los políticos sub- productivas y relaciones Ideología dominante
- Fusiones falaces
yacentes en favor del sistema económico constituido. Los efectos nuevos sociales de producción
de la obra de arte se pierden en la conciencia, bajo el peso de otras pre-
dilecciones y conservadurismos. Y quien dice conciencia, piensa tam-
bién en el inconsciente y en el subconsciente, como sus indefectibles Fig. 11.1. Los efectos de la obra artística.
e
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO
CAP. 11. Los EFECTOS SOCIALES

280 1 compañeros, y alude a la psicología social, determinante de los modos las mayorías demográficas con el fin de modelar la cultura estética po-
con que el individuo lleva a cabo sus actividades sociales, y singulariza- pular Es en esta cultura donde la sensibilidad del hombre común ad-
dora de las ideologías después de tamizarlas en la conciencia del individuo. quiere los sistemas de valores estéticos que la regirán.
En interrelación con los aficionados y dentro de las limitadas posibili- Si la relación tripartita de obras, ideologías y conocimientos científi-
dades del aparato institucional de arte o cultura artística del país, los cos se ignora, se debe a la creencia o ideología naturalista de tipo rousso-
consumidores profesionales retroalimentan su sistema artístico cuando niano: que las buenas obras de arte se bastan a sí mismas. No requieren
concretan los efectos de la obra consumida en nuevas obras o en conoci- mediaciones: van directamente al hombre, que las consume sin nece-
mientos artísticos inéditos. Sus obras son también consumibles por el sidad de ninguna educación especial; le basta con su sensibilidad. Por
hombre común, pero tan sólo en forma estética o temática; así, influye otra parte, a nadie le interesan los efectos sociales del arte, cuyo estudio
en él de modo directo. Por otro lado, las ciencias del arte convierten los demanda el conocimiento de la citada relación tripartita. Con espíritu
efectos probables de la obra de arte —sus singularidades, para ser muy burgués, los analistas del arte sólo ven los efectos en el individuo,
exctos— en nuevos conocimientos del arte como fenómeno sociocultu- mas no en la colectividad: cuando hablan de efectos sociales se refieren
ral, que casi siempre subvierten las ideas fundamentales del mismo. En a una cantidad apreciable de individuos. Mientras tanto, aquí buscamos
teoría y como ideal, los conocimientos científico-artísticos son productos un fenómeno transindividual. Por lo demás, son contados los países
y, a la par, rupturas de las ideologías generales de arte dominantes en la preocupados por penetrar en los verdaderos efectos sociales del arte,
colectividad. como lo hace la República Democrática Alemana, con el analista Erhard
Pocos estudiosos prestan atención a la concatenada e importante re- John a la cabeza.3
lación tripartita que se muestra en la figura 11.2. Definitivamente, nuestros países distan mucho de preocuparse por el
desarrollo de las ciencias sociales del arte, tan decisivas en la produc-
ción de conocimientos de nuestras realidades inmediatas: la estética y la
artística. De por sí, estos conocimientos de naturaleza científico-social
están encaminados a desenmascarar las falacias de las ideologías domi-
nantes, y a construir simultáneamente las bases científicas de las activi-
Obras logias dades humanas, en especial las revolucionarias, tanto en política como
arte 3ticas en lo estético y en lo artístico.
Los conocimientos científico-artísticos son vitales para el florecimien-
to de nuestros aparatos institucionales de arte y para el desarrollo de
las culturas estéticas y populares de nuestros países. Como es de domi-
Conocimientos nio general, su producción y difusión hállanse subordinadas al Estado;
científico-artísticos propiamente, dependen de la distribución de los medios intelectuales de
producción y consumo artísticos y estéticos que controlan las institucio-
Fig. 11.2. Relación tripartita de obras, ideologías y conocimientos científico ar- nes estatales. Mediánte la educación pública y las políticas culturales,
tísticos. el Estado propicia las ideologías que mantienen en la sumisión al hombre
común, sin que éste lo advierta. Al mismo tiempo, utiliza los museos, aca-
Las buenas obras de arte originan nuevos conocimientos científicos de demias y publicaciones para regular el flujo de las nuevas ideologías ha-
nuestra realidad artística; conocimientos de suyo objetivos que, de cia los aficionados y los profesionales del arte, con el propósito de per-
hecho, amplían, enriquecen o corrigen las ideologías generales de arte. suadirlos a trabajar en favor de los intereses burgueses.
De éstas parten los artistas para producir sus obras, previa amalgama Cuando miramos alguna realidad artística concreta, tal como la del
de tales ideologías con las tendenciales de aspiraciones renovadoras. muralismo mexicano, salta a la vista la importancia vital de la relación
Las ideologías generales obedecen a intereses hegemónicos o a los popu- tripartita que estamos analizando. En los años veinte y treinta de su pro-
lares; a los de permanencia o de cambios revolucionarios del aparato ceso, vemos cómo Rivera, Siqueiros y en menor cuantía Orozco utilizan,
institucional; todo depende de si la actitud del artista productor es con- en sus praxis artísticas, las ideologías política y artísticamente revolu-
servadora o revolucionaria. Desde luego, en toda sociedad predominan cionarias y las propalan por escrito o de palabra en su beligerancia pú-
las ideologías que se avienen a la dominante y que, junto con la industria blica. No son teóricos, si como tales entendemos a los productores de
cultural y sus intereses trasnacionales, inciden en la colectividad o en nuevos conocimientos científico-artísticos (salvo quizás Siqueiros en lo
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 11. Los EFECTOS SOCIALES

concerniente a los materiales, procedimientos y herramientas de la pro- rístico de ella es el desfase, en las artes, entre la praxis y la teoría; esta
ducción pictórica). última siempre atrasada con respecto a las prácticas de los artistas,
Son ideólogos, en tanto prohijaron las ideologías políticas y artísticas como ya hemos señalado en otro capítulo de este libro. La idiosincrasia
del marxismo, con el demérito de haber hecho poco por ahondarlas y ac- latinoamericana o nuestra psicología social contribuye a empeorar en-
tualizarlas con el tiempo y con las aguas de los cambios históricos: el tre nosotros tal desfase o anacronismo.
giro conservador que toma el Estado mexicano a partir de los años cua- Como es de suponer, y volviendo a nuestro tema principal, la psicolo-
renta y la invasión de los entretenimientos audiovisuales de la industria gía social, propia de las mayorías demográficas de nuestros países, sir-
cultural que desde 1950 copa los intereses de nuestras mayorías demo- ve de tamiz a las ideologías generales de arte y éstas adquieren singula-
gráficas. ridades en la conciencia de nuestro hombre común. Como parte de la
Los críticos e historiadores de arte, activos en el México de entonces, ideología dominante, burguesa por definición, estas ideologías generales
responden al muralismo con plausibles esfuerzos por plegarse a las obedecen al modo de producción (al desarrollo de las fuerzas producti-
ideologías revolucionarias de los Tres Grandes. Así, elaboraron modos vas y a las relaciones sociales de producción) y enraízan en el hombre
de leer lo políticamente revolucionario del tema de las obras producidas, común las consabidas falacias que encontramos en todas las sociedades
en sus aspectos socialistas de justicia social y en los nacionalistas de re- del mundo actual, con las variantes nacionales del caso: el arte es belle-
validación del pasado precolombino y de las manifestaciones populares za, realismo fotográfico, sentimiento, entretenimiento o magia religiosa.
contemporáneas. También enseñaron a leer'la carga estética de lo Tan sólo a los aficionados y a los profesionales llegan las rupturas ten-
trivial y lo dramático expresionista de la rica iconografía muralista, y denciales que subvierten las ideologías generales de arte.
legitimaron su alejamiento programático de toda belleza natural y for- El hombre común es por doquier el destinatario más importante de las
malista al uso. Sus modos y enseñanzas fueron populares y apoyados por ideologías. En él se aprecia su vulnerabilidad ideológica debido a que
el Estado. son muy pocos los aspectos de la realidad que conoce científicamente.
En realidad, los críticos e historiadores de arte —era palmaria la Desconoce los pormenores del resto y lo mira y comprende a través de
ausencia de teóricos— operaron como buenos agentes dé la ideología ideologías; esto es, de creencias rutinarias y predilecciones emociona-
dominante y no como auténticos analistas del arte. Por ejemplo, dejaron les. Para nosotros, la conciencia de este hombre representa la psicología
sin lectura las dimensiones estéticas del dinamismo y de la monumentali- social o colectiva de América Latina, con sus singularidades y constan-
dad de muchos murales; tampoco produjeron conocimientos de los al- tes humanas, fobias y filias, tabúes y maniqueísmos, machismos y nacio-
cances nacionales, latinoamericanos y mundiales de las singularidades nalismos, prejuicios y conceptos científicos, creencias y generalizacio-
estéticas y artísticas del muralismo. Les faltó conceptuar sus innovacio- nes irracionales, sentimientos e ideas, etcétera.
nes y encarar los planos semánticos, sintácticos y pragmáticos de las Como ya hemos señalado en otro capítulo, entre nosotros la sensibili-
obras, en el correr de los años setenta. Por último, el pensamiento crítico dad popular hállase sobrecargada y sufre de hiperestesia. La intuición
y el histórico no se preocuparon por adoptar los avances mundiales de la debe solucionar todos nuestros problemas; se nos ha negado una educa-
visión marxista del arte, ni se inmutaron ante los cambios políticos del ción racional y predominan los sentimientos. Como resultado, en nuestra
Estado en 1940 y los ambientales a partir de 1950, cuando invade la in- sensibilidad popular imperan la música, la canción y el baile. De allí la
dustria cultural; cambios que exigían reformulaciones teoréticas. dificultad de ser atraída por obras de las artes visuales. Por otra parte,
En síntesis, no se han producido hasta ahora los conocimientos cientí- sus actividades diarias se rigen por las festivas del tiempo libre, hoy co-
ficos que sirvan de puente entre las obras recién nacidas y los modos padas por los entretenimientos audiovisuales de la industria cultural.
consuntivos del hombre común. En verdad, el Estado mexicano nunca es- Escasean las actividades correctivo-renovadoras. En pocas palabras, su
tuvo interesado en estas mediaciones. No las tuvo en cuenta en las pri- pensamiento es débil en arrestos para encauzar con lógica y sentido crí-
meras décadas, y después de 1940 oficializa las ideologías para ocultar tico sus comportamientos estéticos, políticos y religiosos.
su espíritu regresivo. En el mejor de los casos, fomentó el consumo par- Como también hemos visto, el mal periodismo contribuye a esta situa-
cial de la obra de arte y vio con buenos ojos el masivo, espurio por natu- ción al sobrevalorar lo sensible, por ser manipulable, y obstaculizar
raleza. Seamos justos: no cabe culpar a los críticos e historiadores de cualquier manifestación del pensamiento lógico y crítico. Para ello se
arte. Como el resto de países de América Latina, México no pudo (ni pue- vale de la idea de cultura como entretenimiento y, por consiguiente, re-
de hasta ahora) ofrecer un activo pensamiento lógico y crítico. Sufrimos chaza todo esfuerzo intelectual por anticultural o antiperiodístico. Es así
de endémico menosprecio a este pensamiento. Además, la cultura occi- como en nuestros países impera el perjudicial desequilibrio entre la sensi-
dental siempre mostró en las artes un anacronismo conceptual. Caracte- bilidad y el pensamiento lógico y crítico, entre la emocionalidad y la ra-
•ececeooe.,,ø. OO'
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO
CAP. 11. Los EFECTOS SOCIALES

284 1 cionalidad. En consecuencia, entre nosotros la razón hállese, ocupada tas, mientras las socialistas fraguan una personalidad que se supone
por las ideologías del "sentido común"; es nula nuestra producción de debe desarrollar la individualidad personal y los sentimientos de solida-
conocimientos científico-artísticos. ridad colectiva. Intentemos, pues, acercarnos a los efectos sociales de la
Sin duda, el Estado determina el curso de las actividades sociales del obra de arte, en su condición de ideologías colectivas.
hombre común mediante persuasiones ideológicas, difundidas con éxito En primer lugar, la obra de arte es de naturaleza ideológica. Pertene-
por los medios masivos. A este evidente hecho coadyuvan las artes vi- ce a la superestructura o estructura ideológica de la sociedad, condicio-
suales, a través de sus efectos sociales. Todo lo que sucede en la con- nada por la base o infraestructura material, y a la par condicionante de
ciencia del hombre común se concreta en comportamientos personales ésta a través de la conciencia de los individuos. Dicho de otro modo,
que la colectividad traduce, a su vez, en efectos sociales, de suyo mm- constituye parte de la cultura espiritual del país y por tanto corporiza un
tencionales y mancomunados. Tales efectos vienen a ser, para nuestro es- bien cultural destinado a la formación y desarrollo de la conciencia.
tudio, las ideologías generales del arte que, con ayuda de la industria Además, e igual a cualquier otro producto humano, detrás de la pro-
cultural, circulan en la colectividad de oído en oído y van modelando y ducción, distribución y consumo de la obra de arte opera un sistema de
encauzando la conciencia del individuo. En realidad, las ideologías gene- puntos de vista, ideas sociales y opiniones, denominado ideología. En
rales del arte tienen poca importancia en comparación con las políticas, toda colectividad encontramos gran cantidad de obras producidas de
religiosas y musicales. Apenas si nociones falaces de arte fluyen hacia acuerdo con las ideologías artísticas dominantes. Al lado actúan unas
la cultura estética popular y refuerzan el sistema establecido de sus va- cuantas que se atienen a las ideologías residuales o anacrónicas, y unas
lores sensitivos; sistema que en América Latina se debate entre una pocas comprometidas con ideologías emergentes. A cada praxis artísti-
insistente internacionalización y una débil resistencia nacionalista. ca corresponde una ideología: conservadora o reaccionaria, revolucio-
En principio, la psicología, las ideologías y los efectos personales son naria o progresista, relacionada con los intereses hegemónicos o con los
partes de lo social de las mismas. Pero el conjunto de todos estos compo- populares.
nentes de la conciencia personal muestra una resultante inesperada: los Sin embargo, no olvidemos a las ciencias sociales, como la crítica, teo-
efectos sociales, generados por la colectividad y muy distintos de la ría e historia del arte, ocupadas en estudiar las realidades de la obra de
suma de los efectos personales. El individuo nos conduce a la sociedad. arte y en producir las teorías consiguientes. Encontramos, entonces, el
Tanto en la conciencia individual como en la sociedad encontramos un empleo revolucionario o reaccionario, progresista o conservador de las
conglomerado de sentimientos (psicología) y de ideologías, las del arte teorías artísticas. Es decir, son susceptibles de estar al servicio de los in-
entre ellas. Desembocamos así en la función ideológica del arte; vale de- tereses hegemónicos o de los populares de tipo político y económico. En
cir, en los efectos ideológicos del arte que aquí denominamos efectos so- síntesis, la obra de arte es producto de un trabajo ideológico y a la vez
ciales. materia de lecturas ideológicas o científico-sociales capaces de cubrir
Como el lector se habrá percatado, empleamos el término ideología en toda su realidad o parte de ella, así como de promover modos espurios
su acepción amplia4 o, lo que es lo mismo, en la marxista-leninista, que de consumo.
la considera un conjunto de creencias y valoraciones, conocimientos Asimismo cabe considerar la obra de arte un vehículo de ideologías,
científicos y falacias, sentimientos e ideales, medias verdades y engaño- no únicamente de las estéticas ni de las artísticas, que le son connatura-
sas apariencias, conciencia y falsa conciencia, cuyo funcionamiento fa- les: también de las no-artísticas-ni-estéticas, propias del tema. Por ejemplo,
vorece a intereses hegemónicos o a los populares, a la permanencia o a durante milenios la obra artesanal y luego la artística fueron instru-
la revolución. En nuestros países, así como en los capitalistas desarrolla- mentos de las ideologías religiosas, mientras que en épocas neoclasicis-
dos, nos topamos con las ideologías hegemónicas y con las populares en tas las obras de arte difundieron el culto a los héroes. A su turno, los
pugna entre sí. Al lado transcurren la lucha política y la económica que tiempos monárquicos las obligaron a idealizar a los nobles y a las clases
las clases dominantes entablan con las dominadas. dominantes. Actualmente sirven para denunciar males culturales, so-
Las ideologías artísticas dominantes en un país funcionan de acuerdo ciales y políticos. Con sus deformaciones, la obra de arte educa: se torna
con los intereses políticos y económicos de la clase dirigente y tienen por medio de difusión ideológica y propala machismos y racismos, naciona-
finalidad formar, en el hombre común, una personalidad animada por lismos o elitismos, tecnocratismos o belicismos, etcétera.
Como es de suponer, la obra de arte hállese asimismo capacitada
ideales burgueses. En los países más ricos, esta personalidad descansa
sobre sentimientos de superioridad, y se carga de sentimientos de de- apara
rtísic-n producir nuevas ideologías estéticas, artísticas o no-
pendencia en los subdesarrollados. El individualismo y el gregarismo estéticas. Por ejemplo, las pinturas de Caravaggio comienzan a generar
son las metas de las ideologías dominantes en las sociedades consumis- ideologías burguesas en contra de las feudales y de las idealizaciones de
r . . ... .•. . . . : - - -,.-

TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO CAP. 11. Los EFECTOS SOCIALES

los personajes católicos, cuyas bellezas antropomórficas enaltecen la Esta falsa conciencia atañe al consumidor y consiste en reducir el 281
raza de los señores. En nuestro siglo, los abstraccionismos geometristas consumo de la obra de arte a las emociones que siempre es posible regis-
propagan por primera vez las ideologías tecnocráticas. No olvidemos las trar en el hombre común; emociones que, en el mejor de los casos, son
obras futuristas ni las dadaístas, iniciadoras de las subversiones radica- estéticas. El placer es instituido en valor y en esencia de la percepción
les de las convenciones estéticas y artísticas con sus ideologías, de suyo artística. Como mejor prueba se aduce que todo hombre es capaz de
dominantes. Además, recordemos a M. Duchamp cuya obra Fuente, de reaccionar ante el arte, en tanto puede manifestar "me gusta" o "no me
1917, da principio a las ideologías conceptualistas de arte. gusta". Se confunde lo estético con lo artístico; para ocultar la realidad
La obra de arte es igualmente susceptible de empleos ideológicos. So- y, sobre todo, se niega el carácter social o clasista de la sensibilidad;. En
bre todo por parte del Estado, cuando exalta sus continuidades artísti- realidad, ésta no siente: es el hombre quien la utiliza para sentir.
cas para escamotear sus rupturas. De este modo desvirtúa, los efectos Algunos marxistas dogmáticos todavía insisten en este naturalismo y
innovadores de la obra de arte, lo que también sucede cuando las institu- se parapetan detrás de la conocida aseveración de Marx: "la produc-
ciones oficiales se valen del prestigio internacional de algunos artistas ción produce el consumo ( ... ) determina el modo .de consumo". Olvidan
nacionales para difundir el culto a la personalidad e hinchar el orgullo que el consumo artístico o el estético —como todo trabajo— requieren
nacional en el hombre común de manera que olvide las injusticias socia- medios intelectuales de producción; vale decir, teorías o ideologías. La
les y las miserias políticas. Las obras de arte sirven con facilidad para finalidad de este libro es, precisamente, demostrar que en el consumo
dar la impresión de bienestar nacional: donde 'un Estado apoya a las intervienen ideologías y, a veces también, conocimientos científico-artís-
artes debe haber bonanza económica y justicia. Los aspectos políticos de ticos.
la obra de arte no se reducen, pues, al tema; incluyen también las utili- 2. En importancia y fuerza sigue la ideología individualista. Todo
zaciones políticas que subrepticiamente hace el Estado de los productos principia y termina —se supone— en el artista como individuo produc-
artísticos. tor. En consecuencia, sobran los factores históricos y sociales de su que-
Por último, la obra de arte reproduce las ideologías dominantes. Sus hacer. Este vasarismo o autobiografismo llega a sostener que las ruptu-
productores, distribuidores y consumidores las reproducen junto con las ras artísticas aparecen por generación espontánea y son productos
relaciones de producción material, durante sus respectivas actividades. exclusivos del individuo. No importa si con frecuencia se acepta la inter-
Empero, aquí nos referimos a la obra de arte cuando se la deja a merced vención de alguna realidad. Por ejemplo: Picasso decide producir el
de la sensibilidad y de los sentidos del hombre común y cae indefectible- cubismo cuando ve esculturas africanas; Moore ahueca sus masas es-
mente en las ideologías dominantes que lo alimentan y que constituyen el cultóricas después de descubrir la escultura precolombina de México (el
sentido común. Recuerde el lector que no identificamos a este hombre Chacmool); Rivera revalida el mundo precolombino a fuerza de amor por
con las clases populares. Para nosotros todo ser humano es a ratos un su país.
hombre común y se comporta como tal, ateniéndose a las ideologías do- Sin embargo, la realidad nos dice lo contrario: la acentuación del pla-
minantes de su colectividad. En otras palabras, la obra de arte cae en no sintáctico en lugar del semántico, que introduce el cubismo en la pin-
consumidores, cuyos sentidos, sensibilidad y mente funcionan de acuer- tura, habría llegado indefectiblemente; tarde o temprano el espacio real
do con las ideologías generales de arte. Sin advertirlo, ellos sólo ven en hubiese devenido problema escultórico: por razones políticas e históri-
la obra lo que ésta les dicta. cas muchos países y estados latinoamericanos buscaron siempre la re-
En un esfuerzo por dar una imagen de las trampas de las ideologías validación del pasado precolombino, búsqueda que recrudece en los
generales del arte, dominantes en nuestros países, a continuación enu- años treinta.
meramos sus aspectos de falsa conciencia más notorios, importantes y El artista es vedetizudo o endiosado. Propiamente se le elitiza, para
difíciles de eludir para la gran mayoría de la gente. que luego él mismo se autoelitice e incurra en el más pueril racismo ar-
1. En nuestro modo de ver las cuestiones del arte, el naturalismo rou- tístico. Se comienza con el hecho de que el número de productores es pe-
ssoniano o la ideología carismática, como la denomina P. Bourdieu, sería queño en toda cultura y tiempo, lo cual se explica atribuyendo al artista
la ideología burguesa más fuerte y enraizada. Se trata de la creencia en dotes sobrenaturales. Se ocultan así las verdaderas causas: la división
la capacidad innata del ser humano para apreciar la obra de arte. De técnica del trabajo estético y la reducida demanda en la colectividad. Por
aquí colegimos obviamente que ella es autosuficiente y que sobran, por este camino, el artista llega al convencimiento de que es el único autori-
ende, las teorías o ideologías. Así, pensamos que puede haber prácticas zado para pronunciarse acerca del arte y su propia obra, sintiéndose su-
sin teorías y transformaciones de la realidad sin conocimientos de ésta perior a los demás. El objetivo de todo esto consiste en inculcar al hom-
ni de sus posibilidades de cambio. bre común el individualismo burgués y convencerlo, al mismo tiempo, de
TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO
CAP. 11. Los EFECTOS SC.CILS

288 1 la inutilidad de las ciencias sociales o del pensamiento lógico y crítico. vanguardismo; purismo o funcionalismo; colectividad o individuo; tecno-
Lo importante es gozar. cratismo o naturalismo. Son degeneraciones y falsos dilemas en tanto
El artista se comporta igual que el capitalista quien, al saberse pro-
deforman los verdaderos pares dialécticos, cuyos dos términos en oposi-
ductor de capital, reclama saber más del capitalismo que el mismo ción complementaria son interdependientes y el uno no existe sin el otro:
Marx o bien, se comporta igual al enfermo convencido de conocer su en-
pasado y presente; continuidad y ruptura; lo general y lo particular (lo
fermedad más que el médico, porque él la sufre. Además, el artista no se nacional y lo internacional); lo hegemónico y lo popular, en nuestros paí-
da cuenta de que los conocimientos artísticos han aumentado tanto en ses. No puede haber obra de arte sin contener todos estos pares dialécti-
número y en profundidad que actualmente le es imposible adquirirlos
cos. El respeto por la integridad dual de los pares requiere el apoyo de
todos, emplearlos y seguir pintando y esculpiendo. Una de dos: se dedica algunas diferenciaciones indispensables tales como las que median en-
a producir objetos o a construir teorías. El aumento ha impuesto la divi- tre la categoría (o función) y el valor, entre lo importante y lo secundario
sión técnica del trabajo estético. En este libro justamente hemos procu-
y entre lo estético, lo artístico y lo no-artístico-ni-estético de la obra de
rado demostrar que en la producción, distribución y consumo de todo arte. La ideología burguesa de arte confunde precisamente un término
bien cultural intervienen el individuo, el sistema y la sociedad simultá- con otro; parece hacer esto con el propósito velado de fomentar la pro-
neamente. miscuidad conceptual.
3. A estas dos ideologías particulares se adhieren en perfecta simbio- Nos referimos al conglomerado ideológico. Con razón, pues en todo
sis las sobrevaloraciones burguesas del arte. La poca monta de los efec- cuerpo ideológico se entrelazan trampas de diferente índole y una que
tos de las obras de arte, en comparación con los de las manifestaciones otra verdad aceptada. Para la burguesía lo importante es promover la
políticas y las religiosas (hoy los efectos de los audiovisuales masivos), promiscuidad conceptual porque a río revuelto ganancia de pescadores.
obligaron a la cultura occidental a suplantar las realidades concretas Entonces, a las instituciones oficiales les resulta muy fácil persuadir al
por ideales y generalizaciones. En otro capítulo vimos su falacia: el arte hombre común y orientarlo hacia comportamientos favorables a los inte-
es indispensable al hombre; el arte innova y subvierte: el arte es crea- reses burgueses. Este hombre común que todos llevamos en nuestro in-
ción, si no deja de ser arte; el arte es belleza y placer. Agréguese la exal- terior y que a ratos sale, es actualmente el hombre masa. Para bien o para
tación de la calidad artística, para escamotear la calidad genérica y la mal, todos somos parte de las masas, protagonistas históricos y sociales
tendencial, que son las concretas. Todas estas generalizaciones o abs- de nuestros días. La obra de arte apela al individuo que todavía lleva-
tracciones se apuntalan, en forma también simbiótica, en las conocidas mos dentro, pero le respondemos con un consumo masivo porque somos
fusiones falaces: arte es belleza, realismo fotográfico, sentimiento, en- prisioneros del conglomerado ideológico del arte que favorece a la bur-
tretenimiento o magia religiosa. Cada clase social se educa en una par- guesía. ¿Cómo librarse de él?
ticular versión de tales falacias con el fin de que éstas sean concrecio- Para ir debilitando las ideologías generales del arte, los artistas y los
nes del sistema de valores de la cultura estética, sea la popular o la aficionados tienen coma salida producir o profesar rupturas tendencia-
hegemónica. les, mientras los analistas van generando conocimientos de la realidad
Con los ideales, generalizaciones y falacias como armas —más los re- artística. Así promoverán la formación de ideologías y teorías revolucio-
cursos generales que luego veremos— la cultura occidental emprende, narias del arte. Sin embargo, sucede que todas estas rupturas y conoci-
entonces, las acciones de sobrevalorar las artes en beneficio de la bur- mientos permanecen en la estrechez demográfica del aparato institucio-
guesía: vedetiza al artista; fetichiza la obra de arte; mistifica los concep-
nal del arte y carecen de relevancia afuera, en la vida colectiva y pública.
tos fundamentales de arte; elitiza al consumidor; sacraliza los museos y Ya lo dijimos: los efectos individuales de los aficionados son de rela-
bienales; hiperboliza la belleza para hacer de ella un valor que monopo- tiva importancia en su vida social; los sistémicos de los profesionales
lice las artes; da prioridad al arte del pasado en perjuicio del actual; por quedan reducidos a la cultura artística del país; por último, los sociales
último, prefiere el florecimiento del individuo al colectivo, lo ajeno a lo son de poca monta en comparación con los de otras ideologías. ¿Cómo
nacional. Resulta muy difícil eludir todas estas trampas. entonces sacar del aislamiento las rupturas y conocimientos revolucio-
4. Para difundir con éxito las sobrevaloraciones burguesas del arte narios para llevarlos a la vida pública y poder minar las ideologías gene-
se emplean los recursos ético-políticos al uso en toda cultura o país como rales del arte e influir en la cultura estética popular, en la cultura de
justificadores. Nos referimos al empleo de falsas bisagras dialécticas las grandes masas?
que se nos presentan como dilemas y que en verdad son degeneraciones, Como único camino nos resta unir las ideologías revolucionarias de
ya analizadas en nuestro libro dedicado al arte y a su distribución: na- arte con otras ideologías (las políticas, por ejemplo), con el fin de
cionalismo o internacionalismo: elitismo o populismo; tradicionalismo o elaborar una política consuntiva capaz de proveer recursos intelectua-

TERCERA PARTE. Los EFECTOS DEL CONSUMO

les de resistencia con respecto a los mensajes persuasivos de la industria


cultural. Almismo tiempo, se intentará despertar la conciencia de clase
y concientizar las contradicciones internas del sistema de valores estéti-
cos del hombre común o, lo que es igual, los componentes enajenantes de
la cultura estética popular de nuestros países.
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NOTAS
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Índice onomástico

Acha, J., 85, 130, 198 Francesca, P., 78


Alberti, J., 78 Freire, P., 100
Althusser, L., 153 Freud, S., 263
Arnheim, R., 40, 119-121, 128, 156, Fry, R., 79
167-168
Gadamer, H., 192
Baensch,O., 161 Calló, E., 81
Baumgarten, A., 78 Gallego, J., 75, 78-79
Benjamín, W., 136 Gartner, J., 130
Berestnew, W., 65-66 Gimpel, J., 75, 78
Blunt., A., 78 Giotto, B., 78-79, 253, 267
Botticelli, S., 267 Goidmaun, L., 236
Bourdie, P., 58, 192, 242, 286 Gombrich,E., 123, 129-130
Braun, W., 81 Gómez, G., 284
Brecht,B., 132 González, J., 76
Bücher, K., 161 Goodman,N., 123
Buyer, R., 161 Gouyan,J., 27
Greco, T., 76
Cararaggio, M., 262, 267, 285-286 Gregory,R., 127
Caudwell, Ch., 161
Cézanne, P., 79, 162, 201, 253, 262, Hirdina, K., 81
267

Delaunay, R., 267 John, E., 27, 93, 281


Descartes, R., 122
Dessoir, M., 27 Kagan, M., 27-28, 65-66, 68-69, 73,
Duchamp, M., 195, 262, 267, 286 86-87, 90, 93, 175, 201
Kainz, F., 172, 174
Eberhard,J., 148 Kandinsky, W., 79, 80, 267
Enzensberger, Ch., 188 Kant, 1., 166-167
Klee, P., 79
Fiebach, J., 63 Koch,H., 126
Fiedier, K., 27, 141, 171 Kiilm,H., 175
Focillán, H., 79 Kulka,T.,90

295
• ••• OC O O O O 0000w O O O 00000000000000 0 O O 00000

ÍNDICE ONOMÁS] ICO

Lacan,J., 85 Rivera, D., 234, 236, 256, 267, 281,


Lam, W., 234, 267 287
Lenin, V., 202 Rozhiri, V., 275
Lessing, G., 78 Rubinstein, S., 186
Lúkacs,G., 161
Malewitch, K., 81, 267
Saint-Yeniie, L., 78
Sánchez, A., 274-275 indice analítico
Malraux,A., 131, 260 Sartre,J., 137
Marx,C., 127,287 Semper,G., 27,80
Matta, R., 234, 267-268 Siqueiros, D., 234, 236, 267, 281
Mearleau, M., 140 Sontag,S., 155
Mondrian, P., 267 Soto, J., 234, 267-268
Monroe,B., 144 Stavenhagen, R., 54
Monticelle, A., 157 Sullivan, L., 81
Moore, H., 242, 287
Mukarosky, J., 29 Tamayo, R., 234, 256, 267
Tiffany,L., 81
Tiziano,V., 97,157 Actividades colectiva, 100, 103
Nagy, A., 79 básicas del arte. 271 causas, 100
Nagy, M., 79,81 Torres, J., 234, 267
de la cultura estética popular, 55-5 7 y Estado, 101
Newton, 1., 122 de la sensibilidad popular
Utiz,E., 27
artísticas, 26-27 características, 52
Orozco, J., 234. 236, 267, 281
estéticas, 26-27 pensamiento religioso en la, 55
Van de Velve, FI., 81
Van Cogh, y., 157 Actividades del consumo Amputadores, 241
Paccioli, L., 78 artístico Aparatos institucionales del arte,
Pankok, B., 31 Velázquez, D., 76
correctivo-renovadoras, 92 2 28-229
Piaget., J., 123 diarias, 92 mecanismos de los, efectos, 229
Picasso, P., 36, 112, 123, 132, 242-243, WaMofsky, M., 121-123, 126, 129-130
Weinmann, R., 132 festivas, 92 Apetencias del perceptor, 156
263, 267, 287 estético
VVilliams, R., 101 Arte(s), 23, 25, 27, 29, 36, 45, 58, 63-
Posada,J., 36 correctivo-renovadoras, 88 65, 92, 190
Winckelmanri, J., 78, 237
Wiugenstein, L., :127 diarias, 88 actividades básicas del, 271
Read, H., 257 festivas, 88 aparatos institucionales del,
Rembrandt, H., 157, 262 W,dff, J., 208
Wdlfflin, H., 70, 79 Aficionado(s), 194, 207 2 28-229
Ricoeur,P., 140 efectos del consumo estético en el, mecanismos de los, efectos, 229
246 crítico de, 206, 282
valoraciones del crítico de arte y papel del, 270
del, 206 valoraciones del aficionado y del,
América Latina 206
crítica del arte en, 271 cultas, 35-38
ideología del arte en, efectos. importancia, 38
230-238 desarrollo, 77-80
proceso artístico-visual en América Latina, crítica del, 271
individual de. 108 historiador de, 272, 282
social da, 108 ideología(s) del, 228
psicología social de. 283 efectos, 229-230
sensibilidad colectiva snhrecargaci: en América Latina, 230-238
de, 52 ndividualiste, 287-288
causas, 52-53 naturalista de tipo roussonia
sociedades de consumo de, 108 2 286
América Latina, cultura estiica de origon, 6,

ME
ÍNDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍTICO

ornamentación en las, 161-162 función estética, 56 correctivo-renovadoras, 92 teoréticas del, 89, 186-187
procesos sistémicos de las, 79-80 y sensibilidad diaria, 56 diarias del, 92 y consumo artístico, diferencias, 90
sobrevaloraciones burguesas del, y arte, diferencias, 23 festivas del, 92 y sociedad, 99
288 y clases dominantes, 60 auténticos, 276 Contenidistas, 191
visión Belleza-utilidad-práctica Y sagrado características, 90 Crisis de las artes visuales, 107
ideal del, 107 profundo, 59 condiciones sociales del, 96 Crítica de arte en América Latina, 271
realista del, 107 medios intelectuales del, 104 Crítico de arte, 206, 282
y belleza, diferencias, 23 Campo Y sagrado-profano, operaciones papel del, 270
y ciencia, diferencias, 64 empobrecimiento del, 59 sensitivas del, 92 valoraciones del aficionado Y del,
y Estado Capacidad(es) sensoriales del, 92 206
consumo de, 201 de sentir, 168 requisitos, 106 Cultura, 32
producción de, 201 del perceptor, 156 sentimientos del, 181 artística, 29, 245
y tecnología, diferencias, 64 sensorial, 150 afectivós, 181 elementos, 245
Arte, función de la obra de, 93 Categorías estéticas de la obra de clasificación, 181 y cultura estética hegemónica,
artística, 29, 199 arte, 199 estéticos, 181 250
clasificación, 93 Causas visuales, consumo sin, 227 subjetivos, 181 hegemónica, 34-35, 38-39, 51, 53-54
estética, 28-29 Ciencia(s), 25 y consumo estético, diferencias, 181 e ideología, 249
objetivo, 93 Y arte, diferencias, 64 Consumo artístico, efectos del, 94, 96 local, occidentalización de la, 53
práctica, 29 Clase(s) dominante(s) 244 mesocrática, 51
Arte, obra(s) de, 179 elitización de las, 58 colectivos. Véase Efectos sociales occidental, fetichización en la, 58
características, 190 Y belleza, 60 del consumo artístico popular, 35, 51
categorías estéticas de la, 199 Y sensibilidad popular, 59 estéticos, 248 proletarización de la, 54
denotaciones de la, 190 Color, 150 individuales, 114, 244, 247f, Cultura estética, 29-30, 32, 35, 70-71f
clasificación, 190 Conciencia 250-252, 275 103. Véase también Ecoesté-
distribución de la, 105 estética, 67-68 artísticos, 252-254 tica
e ideologías artísticas dominantes, desarrollo, 175 estéticos, 250-252 colectiva dé América Latina, 100,
286 profesional del artista, 265 no-artísticos-ni-estéticos, 255-258 103
efectos, 278-279f Condiciones sociales del consumo políticos, 255-256 causas, 100
elementos, 178, 239 artístico, 96 sistémicos, 244, 259, 264f, 268, 275 Y Estado, 101
tendencia de la, 195-196 Conglomerado ideológico, 288-289 estéticos, 263 hegemónica, 244
tradicionales, desventajas, 249, 251 Consumidor(es), 87, 93,111-113 no-artísticos-ni-estéticos, 263 pensamiento religioso en la, 55
y poder político, 105 profesionales, 259-261 sociales, 114, 244, 274, 284 y cultura, 101
Arte-política, relación, 202 fases, 261 clasificación, 277 artística, 250
Artefacto, 123 Consumo(s) emergentes, 114 mesocrática, 62
Artes visuales cursi, 97, 242 residuales, 114 Y ritual religioso, 62
crísis de las, 107 de arte Y Estado, 201 Consumo estético, 28, 84-87, 89, 91f, y tiempo libre, 62
desarrollo, 201 espuarios, 238, 241 241. Véase también Consu- procedimientos de la, característi-
elementarismo de las, 154 clasificación, 227 mo artístico cas, 63
tendencias sensoriales de las, 152f masivo, 97, 241 actividades Y Estado, 100
y sensorialidad, 157 mutiladores, 241 correctivo-renovadoras del, 88 y sistema productivo especializado,
Artesanías, 35-37, 51 sin causas visuales, 227 diarias del, 88 74
desarrollo, 74-77 sociedad de festivas del, 88 Cultura estética popular, 51-52
Artista, 105 de América Latina, 108 clasificación, 86, 88 actividades, 55-57
conciencia profesional del, 265 Y objeto, 41-42 e idioma, 99 características, 51
trivial, 96, 241-242 efectos, 90 de América Latina
Banalidades, feria de, 46-47 Consumo(s) artístico(s), 28-29, 85-86, en el aficionado, 246 características, 52
95f, 239, 241, 254. Véase operaciones pensamiento religioso en la, 55
Belleza(s)
también Consumo estético sensitivas del, 88 sectores de la, 103
ideales de la, 40
rutinarias actividades sensoriales del, 88 y diseños, 55-56
OC J) CCC C Hi C u u u uuuuuuuuu

INDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍTICO

oo Denotaciones de la obra de arte, 190 Empobrecimiento del campo y sagra- Haz artístico, 177 sociales, 130
Literatura, 193
clasificación, 190 do profano, 59 Historiador de arte, 272, 282
Diseñador, trabajo estético del, 80 Espacio Hombre actual, sensibilidad del, 154
Diseños, 35-36, 38-39 habitacional, 41 Materia activa del objeto, superes-
clasificación, 82 intelectual, 45 Iconicidad, 131 tructura(s) de la, 151
definición, 80 elementos, 45-46 Ideales de la belleza, 40
desarrollo, 80-81 elemental, 151
Especificidad sensorial-sensitiva-ra- Identificar, 127
morfológica, 151, 153, 177-1 78
proceso cional en la percepción vi- Ideología(s), 284-235'
sintáctica, 160, 163, 178
artístico de los, 81 sual relaciones de, 137-142 artísticas. Véase también Ideologías
Mecanismos de los aparatos institu-
tecnológico-industrial de los, 80 Estado del arte
cionales del arte, efectos,
y cultura estética popular, 5 5-56 y arte dominantes, 284
229
y Estado, 38 consumo de, 201 y obra de arte, 286
Medios intelectuales del consumo ar-
Distancia estética, 190 producción de, 201 socialistas, 285
tístico, 104
Distribución de la obra de arte, 105 y cultura estética, 100 del arte, 228. Véase también Ideolo-
Medios y modos de la producción ar-
colectiva en América Latina, 101 gías artísticas
tística innovacicmn(es) de los,
y diseños, 38 efectos, 229-230
Ecoestética, 29- , 35. Véase también en América Latina, 230-238 196
y sistema de valores estéticos, 104 efectos
Cultura 'tic'i
Estética, 27 individualista, 287-288
e individuo, 32 naturalista de tipo roussoniano, individuales de la, 197
Excepcionalidad artística
elementos, 35 sistémicos de la, 197
fetichización de la, 58 281,286
y objeto, 41 sociales de la, 197
solemnización de la, 58 e individuo, 102
y sensibilidad, 32 formales, 196
Expresión idiomática, efectos, 52 y cultura hegemónica, 249
Efectos de la inrtovacióri de los medios requisitos, 196
Idioma, 99
y medios de la producción Memoria, 186,192
Fenómeno artístico, 69 y consumo estético, 99
ariística, 197 Memoria-fantasía, 192
Feria de banalidades, 46-47 Imágenes audiovisuales, 248-249
ndividuales, 197 Modos sensitivos, 101
Fetichización Indicidad, 131
sistémicos, 196-197 dominantes, 101
de la excepcionalidad artística, 58 Individuo, 33, 71f-73
sociales. 197 emergentes, 101
en la cultura occidental, 58 e ideología, 102
Efectos del consumo artístico, 94, 96, residuales, 101
Figuración, 123 y ecoestética, 32
244 Modos y medios de la producción ar-
y sensibilidad, 33
colectivos. Véase Efectos sociales Formación, 228 tística, innovación de los,
artística, 180 Innovación(es) de los modos y medios
del consumo artístico 196
elementos, 229 de la producción artística, 197
estéticos, 248 efectos,
individuales, 114, 244, 247f, 250- Formalismo, 162-163 efectos
individuales de la, 197
Fotografía, 136-137 individuales, 197
252, 275 sistémicos de la, 196-197
Función de la obra de arte sistémicos, 196197
artísticos, 252-254 sociales de la, 197
estéticos, 250-252 artística, 29, 199 sociales, 197
formales, 196
clasificación, 93 formales, 196
no-artísticos-ni-estéticos, 255-258 requisitos, 196
políticos, 255-256 estética, 28-29 requisitos, 196
Museógrafos, 272
objetivo, 93 Interdependencia del proceso artísti-
sistémicos, 244, 259, 264f, 268, 275
estéticos, 263 práctica, 29 co, 109
no-artísticos-ni-estéticos, 263 Función estética de las bellezas Interpretación, 192 Necesidades
sociales, 114, 244, 274, 284 rutinarias, 56 artística, 193 estéticas, desarrollo, 104
clasificación, 277 no artística, 193 y satisfactores, en la sensibilidad
emergentes, 114 Goce estético, 159 racional. Véase Interpretación ar- popular, 61
residuales, 114 tística
Elementarismo de las artes visuales, Habit Invención, 265-266
154 hegemónico. 44 Objeto(s)
Elitización de las clases dominantes, mesocrático, 44 Lenguajes bellos, 40-4 1
58 popular, 42-43 icónicos, 130 estético, 28
ÍNDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍTIC

superestructura de la materia acti- sensitivas, 88 social, 108 Ritual religioso, 57


va del, 151 sensoriales, 88 de los diseños y cultura estética mesocrática, 62
elemental, 151 teoréticas, 89, 186-187 artístico, 81
morfológica, 151, 153, 177-178 Ornamentación en las artes, 161-162 tecnológico-industrial, 80 Sagrado-profano
sintáctica, 160, 163, 178 no artístico, 163-164 en la sensibilidad popular, causa:
utilitario, 39 sistémicos de las artes, 79-80 59
y ecoestética, 41 Paises, clasificación, 50 sujeto-objeto, 28 y belleza-utilidad-práctica, 59
y perceptor, 156 Papel del crítico de arte, 270 Producción y empobrecimiento del campo, 59
y sociedad de consumo, 41-42 Pensamiento de arte y Estado, 201 Satisfactores y necesidades en la sei
Obra(s) de arte, 179 plástico, 68 material, 70-71f sibilidad popular, 61
características, 190 religioso en la cultura estética Producción artística innovación(es) Sectores de la cultura estética popi
categorías estéticas de la, 199 hegemónica, 55 de los modos y medios de la, lar, 103
denotaciones de la, 190 popular de América Latina, 55 196 Sensiblidad, 23-24, 26, 30, 56, 89, 161
clasificación, 190 Pensamientos-sentimientos, relación, efectos 167
distribución de la, 105 168 individuales, 197 actividades
e ideologías artísticas dominantes, Percepción sistémicos, 196-197 artísticas de la, 26-27
286 artística, «189 sociales, 197 estéticas de la, 26-27
efectos, 278-279f característica, 207 formales, 196 colectiva
elementos, 178, 239 requisitos, 188 requisitos, 196 occidentalización de la, 50-51
tendencia de la, 195-196 visual, 120,128,185-186 Proletarización de la cultura popular, sobrecargada en América Latín;
tradicionales, desventajas, 249, 251 artística, 142-143 54 52
y poder político, 105 operaciones de la, clasificación, Psicología social, 276 causas, 52-53
Obra de arte, función de la, 93 121 de América Latina, 283 definición, 23
artística, 29, 199 profesional, 143 del hombre actual, 154
clasificación, 93 Percepción visual, relación(es) en la diaria y bellezas rutinarias, 56
estética, 28-29 clasificación, 122 e individuo, 33
objetivo, 93 de especificidad sensorial-sensiti- Razón, 25, 89 y ecoestética, 32
práctica, 29 va racional, 137-142 efectos, 179 y población popular, 43-44
Occidentalización de respresentación-realidad, 130, Realismo, 126,132 Sensibilidad popular, 53
de la cultura 132-133 Relación necesidades y satisfactores de la, 6
estética Latinoamericana, 50 de visión-realidad, 125-126, 128 arte-política, 202 occidentalización de la, 54-55
hegemónica local, 53 de visión-representación, 133-137 pensamientos-sentimientos, 168 sagrado-profundo en la, causas, 59
de la sensibilidad Perceptor, 156 Relación sujeto-objeto, 28, 239 sentimiento religioso en la, 55
colectiva, 50-51 apetencias del, 156 causas, 239 tiempo libre en la, 159-160
popular, 54-55 capacidad del, 156 efectos, 239 funciones artísticas del, 60
Ojo, 122 y objeto, 156 posconsuntivos, 239-240 y clase dominante, 59
Operaciones Placer, 25, 200 artísticos, 240-241 Senorialidad, 148-149
de la percepción visual, clasifica- estético, 174, 200 Relaciones en la percepción visual y artes visuales, 157
ción, 121 y valor estético, diferencias, 200 clasificación, 122 Sentimiento(s). 169-170
sensoriales, 147-148 Población popular y sensibilidad, 43- de especificidad sensorial-sensi- clasificación, 171
clasificación, 157 44 tiva-racional, 137-142 estéticos, 171-172
sensoriocompositivas, 159-160 Poder político y obra de arte, 105 de representación-realidad, 130, origen, 66-69
sensorioelementarista, 157-158 Procedimientos de la cultura estética, 132-133 objetivos, 171
sensoriogestálticas, 158 características, 63 de visión-realidad, 125-126, 128 religioso
Operaciones del consumo Proceso(s) de visión-representación, 133-137 en la sensibilidad popular, 55
artístico artístico, 163-164 Religiosidad y tiempo libre, 57 y vida popular, 59
sensitivas, 92 interdependencia del, 109 Representación-realidad en la percep- subjetivos, 171
sensoriales, 92 artístico-visual en América Latina ción visual, relaciones de, Sentimientos del consumo
estético individual, 108 130, 132-133 artístico
ÍNDICE AN'QÍTICO En esta obra se percibirán claramente las diferen-
tes operaciones del consumo: sensoriales, sensiti-
304 afectivos, 181 ideal, 270 vas y teoréticas; se analiza el goce emocional en
clasificación, 181 teorético, 271-272 medio del mundo dialéctico del valor del obje-
estéticos, 181 ideal, 271 to, la valoración del sujeto y la orientación axio-
subjetivos, 181 Tiempo libre
estético lógica que ha heredado de su sociedad. Aunque
en la sensibilidad popular, 59-60
afectivos, 181 funciones artísticas del. 60 equivocadamente se piensa lo contrario, el pro-
clasificación, 181 y cultura estética mesocrática, 62 ceso de consumo no finaliza con la experiencia
estéticos, 181 y religiosidad, 57 placentera que, como efecto inmediato, susci-
subjetivos, 181 Trabajo ta lo puramente artístico: también posee efec-
Sentir, capacidad de, 168 corporal, 68-69
Simbolicidad, 131 estético del diseñador, 80 tos finales que son casi siempre políticos y se
Sistema manifiestan tarde o temprano en el individuo, la
axiológico, 102403 sociedad y el sistema artístico al que pertenece
de valores estéticos, 103-104 Valor estético y placer, diferencias, la obra consumida.
y Estado, 104 200
perceptual, 126 Valoración(es)
productivo especializado, 66. clasificación, 198
69-73, 261 estética(s), 201-203
clasificación, 74 histórico-artística, 205
y cultura estética, 74 local, 206
Sobrevalo raciones burguesas del sensoriales y valoraciones artísti-
arte, 288 cas, diferencias, 202
Sociedad(es), 104 Valoraciones artísticas, 198, 205
de consumo, de tipo geográfico, 205-206 DEL MISMO AUTOR
de América Latina, 108 posibilidades, 203-206
y objeto 4 1-42 y valoraciones sensoriales, diferen-
y consumo estético, 99 cias, 202
Solemnización de la excepcionalidad Valorar, 201 Introducción a la teoría
artística, 58 Valores estéticos, sistema de, 103-104 de los diseños
Superestructura(s) de la materia acti- y Estado, 104
va del objeto, 151 Vida popular y sentimiento religioso, La realidad de los diseños es compleja y
elemental, 151 59 vasta; constituye un fenómeno sociocul-
morfológica, 151, 153, 177-178 Visión-realidad en la percepción vi- tural del mismo valor que las artes y las
sintáctica, 160, 163, 178 sual, relaciones de, 125-126,
128
artesanías en su tiempo. En esta obra,
Tecnología y arte, diferencias, 64 Visión-representación en la percep- el autor analiza las distintas definiciones
Tendencia(s) ción visual, relaciones de, y conceptos de los diseños desde la pers-
de la obra de arte, 195-196 133-137 pectiva evolutiva de la sociedad, así como
de las artes visuales, 1 52f Visión del arte las influencias socioculturales, históricas,
Texto ideal, 107
crítico, 270-271 realista, 107 económicas y políticas que inciden en su
producción y consumo, lo cual le sirve de
base para proponer definiciones funda-
mentales que den origen a una teoría lati-
noamericana de los diseños. El libro está
destinado a estudiantes y maestros del ni-
vel superior y posgrado de arquitectura y
diseño.
Í: :. .

ÍNDICE ANALÍTICO ÍNDICE ANALÍTIC

superestructura de la materia acti- sensitivas, 88 social, 108 Ritual religioso, 57


va del, 151 sensoriales, 88 de los diseños y cultura estética mesocrática, 62
elemental, 151 teoréticas, 89, 186-187 artístico, 81
morfológica, 151, 153, 177-178 Ornamentación en las artes, 161-162 tecnológico-industrial, 80 Sagrado-profano
sintáctica, 160, 163, 178 no artístico, 163-164 en la sensibilidad popular, causa:
utilitario, 39 sistémicos de las artes, 79-80 59
y ecoestética, 41 Países, clasificación, 50 sujeto-objeto, 28 y belleza-utilidad-práctica, 59
y perceptor, 156 Papel del crítico de arte, 270 Producción y empobrecimiento del campo, 59
y sociedad de consumo, 41-42 Pensamiento de arte y Estado, 201 Satisfactores y necesidades en la se¡
Obra(s) de arte, 179 plástico, 68 material, 70-71f sibilidad popular, 61
características, 190 religioso en la cultura estética Producción artística, innovación(es) Sectores de la cultura estética popi
categorías estéticas de la, 199 hegemónica, 55 de los modos y medios de la, lar, 103
denotaciones de la, 190 popular de América Latina, 55 196 Sensiblidad, 23-24, 26, 30, 56, 89, 161
clasificación, 190 Pensamientos-sentimientos, relación, efectos 167
distribución de la, 105 168 individuales, 197 actividades
e ideologías artísticas dominantes, Percepción sistémicos, 196-197 artísticas de la, 26-27
286 artística, '189 sociales, 197 estéticas de la, 26-27
efectos, 278-279f característica, 207 formales, 196 colectiva
elementos, 178, 239 requisitos, 188 requisitos, 196 occidentalización de la, 50-51
tendencia de la, 195-196 visual, 120, 128, 185-186 Proletarización de la cultura popular, sobrecargada en América Latín;
tradicionales, desventajas, 249, 251 artística, 142-143 54 52
y poder político, 105 operaciones de la, clasificación, Psicología social, 276 causas, 52-53
Obra de arte, función de la, 93 121 de América Latina, 283 definición, 23
artística, 29, 199 profesional, 143 del hombre actual, 154
clasificación, 93 Percepción visual, relación(es) en la diaria y bellezas rutinarias, 56
estética, 28-29 clasificación, 122 e individuo, 33
objetivo, 93 de especificidad sensorial-sensiti- Razón, 25, 89 y ecoestética, 32
práctica, 29 va racional, 137-142 efectos, 179 y población popular, 43-44
Occidentalización de respresentación-realidad, 130, Realismo, 126,132 Sensibilidad popular, 53
de la cultura 132-133 Relación necesidades y satisfactores de la, 6
estética Latinoamericana, 50 de visión-realidad, 125-126, 128 arte-política, 202 occidentalización de la, 54-55
hegemónica local, 53 de visión-representación, 133-137 pensamientos-sentimientos, 168 sagrado-profundo en la, causas, 59
de la sensibilidad Perceptor, 156 Relación sujeto-objeto, 28, 239 sentimiento religioso en la, 55
colectiva, 50-51 apetencias del, 156 causas, 239 tiempo libre en la, 159-160
popular, 54-55 capacidad del, 156 efectos, 239 funciones artísticas del, 60
Ojo, 122 y objeto, 156 posconsuntivos, 239-240 y clase dominante, 59
Operaciones Placer, 25, 200 artísticos, 240-241 Sensorialidad, 148-149
de la percepción visual, clasifica- estético, 174, 200 Relaciones en la percepción visual y artes visuales, 157
ción, 121 y valor estético, diferencias, 200 clasificación, 122 Sentimiento(s), 169-170
sensoriales, 147-148 Población popular y sensibilidad, 43- de especificidad sensorial-sensi- clasificación, 171
clasificación, 157 44 tiva-racional, 137-142 estéticos, 171-172
sensoriocompositivas, 159-160 Poder político y obra de arte, 105 de representación-realidad, 130, origen, 66-69
sensorioelementarista, 157-158 Procedimientos de la cultura estética, 13 2-13 3 objetivos, 171
sensoriogestálticas, 158 características, 63 de visión-realidad, 125-126, 128 religioso
Operaciones del consumo Proceso(s) de visión-representación, 133-137 en la sensibilidad popular, 55
artístico artístico, 163-164 Religiosidad y tiempo libre, 57 y vida popular, 59
sensitivas, 92 interdependencia del, 109 Representación-realidad en la percep- subjetivos, 171
sensoriales, 92 artístico-visual en América Latina ción visual, relaciones de, Sentimientos del consumo
estético individual, 108 130, 132-133 artístico
ÍNDICE: ANLÍTICO En esta obra se percibirán claramente las diferen-
tes operaciones del consumo: sensoriales, sensiti-
304 afectivos, 181 ideal, 270 vas y teoréticas; se analiza el goce emocional en
clasificación, 181 teorético, 271-272 medio del mundo dialéctico del valor del obje-
estéticos, 181 ideal, 271 to, la valoración del sujeto y la orientación axio-
subjetivos, 181 Tiempo libre
estético en la sensibilidad popular, 59-60 lógica que ha heredado de su sociedad. Aunque
afectivos, 181 funciones artísticas del. 60 equivocadamente se piensa lo contrario, el pro-
clasificación, 181 y cultura estética mesocrática, 62 ceso de consumo no finaliza con la experiencia
estéticos, 181 y religiosidad, 57 placentera que, como efecto inmediato, susci-
subjetivos, 181 Trabajo ta lo puramente artístico: también posee efec-
Sentir, capacidad de, 168 corporal, 68-69
Simbolicidad, 131 estético del diseñador, 80 tos finales que son casi siempre políticos y se
Sistema manifiestan tarde o temprano en el individuo, la
axiológico, 102-103 sociedad y el sistema artístico al que pertenece
de valores estéticos, 103-104 Valor estético y placer, diferencias, la obra consumida.
y Estado, 104 200
perceptual, 126 Valoración(es)
productivo especializado, 66, clasificación, 198
69-73, 261 estética(s), 201-203
clasificación, 74 histórico-artística, 205
y cultura estética, 74 local, 206
Sobrevalora ciones burguesas del sensoriales y valoraciones artísti-
arte, 288 cas, diferencias, 202
Sociedad(es), 104 Valoraciones artísticas, 198, 205
de consumo, de tipo geográfico, 205-206 DEL MISMO AUTOR
de América Latina, 108 posibilidades, 203-206
y objeto. 41-42 y valoraciones sensoriales, diferen-
y consumo estético, 99 cias, 202
Solemnización de la excepcionalidad Valorar, 201 Introducción a la teoría
artística, 58 Valores estéticos, sistema de, 103-104 de los diseños
Superestructura(s) de la materia acti- y Estado, 104
va del objeto, 151 Vida popular y sentimiento religioso, La realidad de los diseños es compleja y
elemental, 151 59 vasta; constituye un fenómeno sociocul-
morfológica, 151, 153, 177-178 Visión-realidad en la percepción vi- rural del mismo valor que las artes y las
sintáctica, 160, 163, 178 sual, relaciones de, 125-126,
128 artesanías en su tiempo. En esta obra,
Tecnología y arte, diferencias, 64 Visión-representación en la percep- el autor analiza las distintas definiciones
Tendencia(s) ción visual, relaciones de, y conceptos de los diseños desde la pers-
de la obra de arte, 195-196 133-137 pectiva evolutiva de la sociedad, así como
de las artes visuales, 152f Visión del arte las influencias socioculturales, históricas,
Texto ideal, 107
crítico, 270-271 realista, 107 económicas y políticas que inciden en su
producción y consumo, lo cual le sirve de
base para proponer definiciones funda-
mentales que den origen a una teoría lati-
noamericana de los diseños. El libro está
destinado a estudiantes y maestros del ni-
vel superior y posgrado de arquitectura y
diseño.

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