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ENTREGADO POR: ANGELA

CARRACO LOPEZ

DOCENTE: ELIO

MENDOZA HUAYTA

CURSO: INTRODUCCION AL

DERECHO

TARAPOTO-PERÚ
¿QUE ES BILATERALIDAD?

La bilateralidad resume uno de los efectos fundamentales de la norma jurídica y,


en general, del propio ordenamiento jurídico. La ordenación de la vida de los
hombres en su fase exterior, en sus interferencias intersubjetivas, se realiza a
través de la legitimación en algunos sujetos a exigir de otros determinados
comportamientos, y en otras personas la creación del deber de cumplir con
comportamientos que pueden ser exigidos por otros. Es decir, la norma jurídica
crea deberes y derechos. La norma jurídica no es sólo un imperativo de la
conducta, no sólo impone en una persona el deber de actuar en una cierta forma,
sino que, al propio tiempo, autoriza a otra persona para que pueda exigir del
obligado el incumplimiento del deber. No se observa en ninguna otra clase de
normas esta particularidad, porque tanto la norma moral como la de los
convencionalismos imponen, efectivamente, deberes, y si no los impusieran no
serían normas; pero no facultan a ninguna otra persona a exigir del obligado el
cumplimiento de la conducta impuesta.

Este efecto, propio de la norma jurídica, de producir un deber jurídico en una


persona y un derecho en otra, se realiza de manera automática al producirse la
coincidencia de una forma de conducta con la previsión legislativa. Cuando una
norma dice que quien adquiera un objeto está en obligación de pagar el precio,
en el propio instante en que la persona adquiere el objeto, y sin que medie para
ello su actividad sucesiva, nace el deber de pagar el precio, y correlativamente
el derecho por parte del vendedor de exigir del comprador el pago de ese precio.
Es importante insistir que esta característica de la bilateralidad, no se consigue
en las normas que integran los otros sistemas que regulan la conducta de los
hombres.

concepto de bilateralidad en el derecho se refiere a las normas jurídicas cuyas


características dan derechos y establecen obligaciones a la vez, para dos partes
que intervienen en el acto jurídico. Dentro del ámbito del derecho podemos
hablar de contratos bilaterales, modificaciones bilaterales, derechos bilaterales y
obligaciones bilaterales.
Para comprender cabalmente la bilateralidad en el derecho, primero es
importante comprender el concepto “bilateral”. Una elemento bilateral es aquel
que afecta a dos partes. Además, es una de las 6 características de la norma
jurídica, que son bilateralidad, generalidad, imperatividad, coercibilidad,
exterioridad y heterónoma.

DEFENICIÓN

Como se mencionó antes, la bilateralidad en el derecho está referida a toda


norma que otorga derechos e implica obligaciones a las partes que participan en
el acto legal.

En el marco del derecho existen normas jurídicas que en general son bilaterales,
puesto que por un lado otorgan un derecho y por otro lado establecen una
obligación. Lógicamente, tanto la facultad como la obligación pertenecen a
sujetos diferentes.

Esta característica de la norma jurídica, que es la bilateralidad, supone el


elemento diferenciador entre norma moral y norma jurídica. La razón es que la
norma moral otorga deberes a un sujeto para él mismo; sin embargo, la norma
jurídica establece deberes de un sujeto hacia otro diferente. Es esta bilateralidad
la que determina la diferencia.

El objeto de la obligación es idéntico al de la facultad. Es decir, si una persona


alquila un piso a otra, el contenido es el mismo bien sea el arrendador o el
arrendatario.

BILATERALIDAD COMO CARASTÍCA DE LA NORMA JURIDÍCA


la característica de la bilateralidad se manifiesta en la norma jurídica debido a
que esta no solo concede derechos a las personas, sino que también impone
obligaciones. De esta manera ciertas personas poseen el derecho de exigir el

cumplimiento de las obligaciones por parte de otros individuos.

La bilateralidad es una de las características esenciales del ordenamiento


jurídico en general y, en particular, de la norma jurídica, que es reflejo del
anterior. La norma jurídica es el origen de derechos y obligaciones, y no solo
actúa sobre una persona que está obligada a una conducta concreta, sino que
también actúa sobre un segundo que tiene la autorización para reclamar el
cumplimiento de lo establecido por la norma.

Lo cierto es que la bilateralidad como característica no aparece en las normas


que regulan la conducta de los hombres en otros ambientes; por ejemplo, las
normas morales que comentabamos anteriormente.

Puesto que la bilateralidad es una característica presente en todas las normas


jurídicas, se puede emplear para examinar cualquier materia que sea planteada
como un derecho.

Puede existir bilateralidad en los sujetos del derecho contemplado en la norma


o en los sujetos de la obligación establecida por la norma. Incluso puede existir
bilateralidad en los derechos amparados por la norma jurídica.

PRINCIPIO DE LA BILATERALIDAD DE LA UDENCIA

En el entorno legal el principio de bilateralidad de la audiencia supone que, salvo


en ocasiones excepcionales determinadas por la ley aplicable, toda demanda o
reclamación realizada por una de las partes en el proceso debe ser trasladada a
la parte contraria para que pueda dar su consentimiento o exponer su oposición.
Esto significa que las decisiones judiciales no son el resultado de una actividad
unilateral por parte del tribunal, sino que se producen como consecuencia de un
proceso entre partes contrarias. De ahí que también se le denomina principio de
contradicción.

Es curioso que la existencia de este principio de bilateralidad no exige la


efectividad de su ejercicio. Es decir, para que sea válido no hace falta que las
dos partes actúen, pero sí es necesario que hayan sido informadas y hayan
tenido la posibilidad de intervenir

BILATERALIDAD EN LOS CONTRATOS

Un contrato bilateral es aquel contrato en el que las partes tienen obligaciones


mutuas o recíprocas, o dicho de otro modo, un parte debe a la otra, como por
ejemplo en contrato en que una parte se obliga a dar o hacer algo y la otra parte
se obliga a pagar por ello.

Casos o ejemplos comunes de contrato bilateral son el contrato de compraventa


donde una parte entrega una bien y la otra pagar por ese bien, o el contrato de
trabajo donde una parte se compromete a prestar un servicio personal y la otra
se compromete a pagar un sueldo en contraprestación por ese trabajo. La
mayoría de los contratos que todos firmamos en el diario vivir son bilaterales, y
de este tipo de contratos es preciso conocer que si una de las partes no cumple
con lo que se ha obligado en el contrato, puede demandar ante un juez a la otra
parte para que cumpla, pero antes de ello debe cumplir con su parte.

Los contratos son una parte fundamental del derecho y de los negocios, tanto en
los ámbitos personal como profesional. Los contratos unilaterales y bilaterales
forman parte del día a día, a pesar de que no siempre se es consciente de ello.
COERCIBILIDAD

El concepto procede de la noción de coerción, que es la presión ejercida sobre


una persona para forzar un cambio en su conducta o en su voluntad. Se entiende
por coercibilidad, por lo tanto, la cualidad de coerción. Una norma jurídica es una
regla que debe ser respetada y que posibilita la regulación de actividades o
conductas. Estas normas pueden clasificarse como normas imperativas (las
personas no pueden prescindir de su contenido, por lo que estas normas son
independientes de la voluntad del individuo) o normas dispositivas, La
coercibilidad de las normas jurídicas está dada en la facultad que se le concede
al Estado de aplicar la fuerza física sobre las personas que se niegan a acatarlas.
La violación de la norma, por lo tanto, puede acarrear una respuesta que implique
el uso de la fuerza por parte de las autoridades estatales.

La coercibilidad, en definitiva, está vinculada a la posibilidad del uso legal y


legítimo de la fuerza para que se cumpla la ley y se hagan eficaces los preceptos
de las normas. Esta característica de la legislación se opone al concepto de
incoercibilidad, el cual implica la ausencia de una acción física para que se
cumpla una norma, y espera que los ciudadanos procedan a actuar de la forma
esperada de manera espontánea, aunque esto no significa que no existan
consecuencias negativas en caso de falta.

Coercibilidades importante recordar que todas las normas contemplan una


sanción para aquellos que no las cumplan, y que la distinción hecha en el párrafo
anterior responde a que solamente las jurídicas se apoyan en la coercibilidad.

Un término a menudo relacionado con el concepto de coercibilidad es el apremio,


que puede definirse como toda providencia que pueda tomar el juez para actuar
contra alguien que se resiste a obedecer sus órdenes; en otras palabras, es una
intimación para conseguir que una persona que se niega a cumplir con lo que se
le ha ordenado, se decida a hacerlo. También es posible definir apremio como la
vía sumaria o el procedimiento de ejecución más riguroso y breve que el de un
juicio ejecutivo, y también se denomina vía ejecutoria.
Por ejemplo, si un padre que recibe la orden de un juez de pagar una pensión
alimenticia a sus hijos todos los meses se niega a obedecer, el juez puede optar
por enviarlo a la cárcel, o bien por embargar todos sus bienes para usarlos a
modo de depósito para cubrir las pensiones de los menores.

El derecho está íntimamente ligado a la coercibilidad, dado que por lo general se


apoya en ella para poder aplicar las leyes, y el apremio es una de las medidas
que puede usar el Estado para asegurarse de que todos cumplan con las
normas, incluso cuando se resisten a hacerlo. Del mismo modo, el término pena
también se relaciona con la coercibilidad, aunque tenga significado y usos
diferentes, ya que se trata de un castigo que puede imponer una autoridad
legítima a alguien que haya cometido una falta o un delito. Cuando una persona
roba o maltrata a otra, física o psicológicamente, la gravedad de su accionar
condiciona la pena a la cual será sentenciado.

La Coercibilidad es la otra característica fundamental de la norma del Derecho.


Si bien a través de la bilateralidad se observa que la norma postula un deber
jurídico que debe ser cumplido por parte del obligado, el sólo hecho de que ese
deber jurídico sea impuesto no es suficiente para su cumplimiento. Con respecto
a la norma moral no sucede lo mismo, porque cuando una persona está obligada
al deber moral, lo está en vista de que el contenido del deber es valioso. La
norma jurídica postula un deber que no necesita ser valioso para ser obligatorio.

Sin embargo, a la sociedad interesa que ese deber se realice, porque el


cumplimiento en general de los deberes jurídicos es el postulado fundamental
para la vida colectiva del hombre. Por ello no se limita el ordenamiento jurídico a
imperar, es decir, a crear deberes y derechos correlativos, sino, además, para el
caso de que el deber no sea cumplido predispone la posibilidad de la imposición
de una sanción por parte del órgano competente del Estado.

Coercibilidad no significa que, en caso de incumplimiento de la norma jurídica, o


en otras palabras, en caso de que el deber jurídico impuesto por la norma no sea
cumplido, sobrevenga necesariamente un acto coactivo. No puede significar eso,
porque en muchísimas oportunidades se da el caso de que es violado el deber
impuesto por la norma y no sobreviene la sanción, y, en consecuencia, si la
coercibilidad como característica fundamental de la norma fuese sanción en
acto, sanción necesaria, al no producirse ésta dejaría de existir la norma como
norma jurídica. La coercibilidad significa algo diferente: quiere decir sanción en
potencia. A través de este carácter se expresa que, en caso de violación del
deber impuesto por la norma jurídica debe sobrevenir una sanción por parte del
Órgano competente del Estado.

IMPERATIVIDAD

Aunque todas las normas jurídicas gozan del carácter de la imperatividad, en el


sentido de que su obligatoriedad está garantizada por la voluntad soberana del
Estado, no todas las reglas son imperativas. Lo son aquéllas que se imponen de
forma absoluta a la voluntad de los particulares, sin que éstos puedan
modificarlas. Se trata, pues, de normas jurídicas de inescapable cumplimiento,
reglas que deben ser observadas sin margen para eludirlas; de ahí que se las
llame de derecho necesario. Las normas imperativas son también denominadas
normas inderogables o ius cogens o de derecho coagente o derecho imperativo.
Pueden ser normas preceptivas, en el sentido de que imponen una determinada
conducta (como la de prestar alimentos), o pueden ser normas prohibitivas, en
el sentido de vetar determinada conducta (como comprar un objeto excluido del
comercio). Frecuentemente, las normas imperativas son normas rígidas o de
derecho estricto, en el sentido de que no dejan margen para una aplicación que
valore las circunstancias del caso concreto.
En virtud que la norma jurídica, otorga, por un lado, facultades, e impone, por
otro lado, obligaciones, esta imposición no se puede concebir sin el carácter
imperativo de la misma norma. Una simple afirmación o enunciación, dice Del
Vecchio, no tiene carácter jurídico. Los consejos, las simples exhortaciones,
tampoco tienen carácter jurídico. Entonces, la norma jurídica es un mandato que
se debe imponer inexorablemente; por lo que la norma jurídica establece
exigencias y no simples recomendaciones.

La formulación del concepto del Derecho ha sido una de las preocupaciones

fundamentales de la mayoría de las corrientes del pensamiento

jurídico. Con mayor o menor éxito todas ellas han tratado de

descubrir los elementos típicos y característicos del fenómeno jurídico.

Entre esos elementos la imperatividad ha desempeñado un papel de

singular relevancia tanto en sentido positivo como negativo. Quiero

decir con ello que con independencia de que se defienda la imperatividad

como nota característica del Derecho o, por el contrario, se niegue

su existencia, en ambos casos aparece como una noción central para la

explicación de la realidad jurídica. En cualquier caso, lo primero que

habría que decir es que el concepto de imperatividad no tiene unos perfiles

precisos y por eso el esclarecimiento de esta noción se presenta

como una tarea preliminar. No pretendo ser original entre otras razones

porque el asunto ha sido ya ampliamente debatido. Mi intención es

mucho más modesta, pero en todo caso sí me parece importante clarificar

algunos aspectos en los que todavía reina una gran confusión.

Antes de proseguirquisiera hacer algunas advertencias en relación con lo

que se dirámás adelante. No es mi intención analizar las diferentes teorías


imperativistas
y antümperativistasque se han formulado algo largo de historia.

No niego que esta investigación carezca de interés pues sirve para situar el
problema. Pero lo verdaderamente importante es determinar en qué consiste la
imperatividad y cómo se manifiesta en el Derecho. Adelanto desde ahora que
voy a mantener una posición imperativista lo cual no supone aceptar alguna de
las teorías que se han defendido hasta el momento. En este sentido creo que
todavía no se ha demostrado convincentemente que «el imperativismo es
intrínsecamente absurdo y estéril como explicación» 2. Es cierto que algunas
teorías imperativistas han sido criticadas en parte -y, probablemente, con mucha
razón- pero el imperativismo como tal conserva todo su valor 3. Una prueba de
ello es que la mayoría de las doctrinas defienden esta característica como típica
del Derecho. En este asunto el criterio de la mayoría no puede utilizarse como
argumento suficiente para la defensa de la tesis pero parece que ese acuerdo
mayoritario tiene, cuando menos, carácter indicativo. Desde finales del XIX hasta
nuestros días existe un consenso bastante generalizado a la hora de afirmar que
el Derecho se expresa en forma imperativa . Utilizando las palabras de Thon -
considerado el padre del imperativismo jurídico moderno- podría decirse que
«todo el Derecho de una sociedad no es más que un conjunto de imperativos,
que están tan estrechamente ligados entre sí que la desobediencia a unos
constituye el presupuesto de lo que es ordenado por los otros» 4. En esta
definición se insiste en un aspecto que me parece fundamental para la correcta
comprensión de la imperatividad: se trata de la distinción entre el todo y las
partes . La consideración aislada de las normas jurídicas -aun siendo necesaria-
impide en ocasiones apreciar ciertas características . Podría decirse incluso que
la existencia de determinadas clases de normas jurídicas ha sido utilizada para
demostrar que la imperatividad no está presente en el Derecho, es decir, la
existencia de excepciones demostraría que la imperatividad sólo puede
predicarse respecto de algunas normas jurídicas pero junto a ellas encontramos
otras en la que no está presente . Esto es lo que ha sucedido con las llamadas
normas permisivas e interpretativas. El argumento es bien conocido : en el caso
de las normas permisivas nos encontraríamos ante reglas que no imponen
ningún tipo de obligación sino que simplemente facultan al interesado para elegir
en tre distintas opciones. Parece que el carácter prescriptivo de la regla
desaparece --o sencillamente no existe- en la medida en que no se impone una
determinada conducta pues el sujeto cuenta con diferentes posibilidades de
actuación. Sin embargo, las denominadas normas permisivas tienen como
función limitar o atenuar las prescripciones contenidas en otras normas. Su
misión sería la de modificar los efectos de otra norma cuando concurren
determinadas circunstancias. Por consiguiente, representan tan sólo una
excepción que restringe las consecuencias previstas en otras normas . Decía del
Vecchio que ala afirmación del permiso no es algo independiente de por sí, sino
que tiene un significadojurídico sólo en cuanto limita odefine una excepción
determinada, una obligación, un mandato o una prohibición preexistente» 5. En
una palabra: las normas permisivas no tienen ningún sentido por sí mismas y,
por tanto, no cuestionan la imperatividad del Derecho. Lo mismo sucede con las
normas interpretativas . Tampoco estas normas tienen sentido de un modo
aislado. Sólo si se ponen en conexión con otras normas adquieren pleno
significado de modo que la im peratividad de la norma que aclaran también está
presente en la norma interpretativa. Las propiedades o características del
Derecho no pueden descubrirse a través del examen de las múltiples normas
que lo componen. Es necesario tener una visión más amplia porque un
ordenamiento jurí dico no es una mera agregación de normas . Las reglas que lo
componen se relacionan de tal modo que su sentido sólo puede ser comprendido
a través de sus mutuas y recíprocas vinculaciones. Tales vinculaciones ponen
de manifiesto que el Derecho pretende -aunque no siempre lo consiga-
determinar la conducta de los individuos a los que va dirigido; es decir, establece
mandatos que generan obligaciones consistentes en actuar del modo
precisamente previsto en las normas . Lo que exige el Derecho es que se realice
el contenido de sus prescripciones ya sea en sentido positivo o negativo. Me
parece que la única objeción seria que puede hacerse a esta visión se
encontraría en lo que Bobbio ha llamado la «función promocional del Derecho»
6. En efecto, parece indiscutible que en los ordenamientos jurídicos actuales la
finalidad de las normas no es exclusivamente protectora y represora. Junto a
estas funciones que, indudablemente siguen subsistiendo, el Derecho cumple
también una función promocional, es decir, alienta la realización de
determinadas conductas a través de sanciones positivas (premios). Parece que
en este caso nos encontramos ante meras recomendaciones; hay ciertas
conductas que no son obligatorias y cuya realización depende de la voluntad del
sujeto . Si el sujeto cumple lo previsto en la norma obtendrá ciertos beneficios
pero si no lo hace su situación no sufrirá ningún tipo de alteración . Parece, por
tanto, que nos hallamos ante una ausencia de mandato pues en sentido propio
la norma no obliga a nada. Sin embargo, nuevamente nos encontramos ante una
mera apariencia. También las normas que cumplen una función promocional en
el sentido indicado tienen carácter imperativo pues sólo pueden ser
comprendidas en relación con las otras normas que forman parte del
ordenamiento jurídico . Si las llamadas normas permisivas limitaban las
prescripciones de otra norma más general, las normas «promocionales» (el
nombre no me gusta demasiado pero no encuentro otro mejor) tienen
exactamente el efecto contrario, es decir, establecen consecuencias -en este
caso, positivas- que no estaban previstas. Las normas «promocionales»
modifican el sentido y los efectos de otras normas cuando concurren
determinadas circunstancias pero en lugar de tener carácter restrictivo -como
sucede con las normas permisivas- tienen carácter extensivo puesto que añaden
un plus a una regulación preexistente. En conclusión podemos decir que existen
normas en las que la característica de la imperatividad no es visible pero esta
circunstancia no impide que el Derecho en su conjunto pueda ser calificado como
impe rativo . Todos los ordenamientos jurídicos están compuestos por una
multiplicidad de normas que cumplen funciones muy diferentes . Por ejemplo,
establecen mandatos (positivos o negativos), atribuyen poderes o facultades,
distribuyen competencias, promueven la realización de ciertas actividades, etc.
Pero la finalidad de todas ellas es establecer los cauces por los que deben
discurrir todas y cada una de las conductas a que se refieren . De ahí que pueda
decirse que el Derecho tiene la pretensión de ordenar la convivencia de los
ciudadanos y esta función es esencialmente prescriptiva. No creo que esta
concepción sea «animista» o que represente -comoalgún autor ha dicho- «una
concepción primitiva de la norma jurídica» 7. Por el contrario, es la explicación
más plausible acerca de la naturaleza del Derecho o, por lo menos, de uno de
los elementos típicos de la realidad jurídica . Naturalmente esto no significa que
la imperatividad sea algo que afecte exclusivamente al Derecho; hay otros
sistemas normativos en los que también está presente esta característica y, por
eso, no puede utilizarse como criterio de distinción del Derecho respecto de otros
órdenes normativos. Pero, en cualquier caso, aunque se trate de una
característica compartida no por ello deja de ser relevante. Antes de analizar el
significado de la imperatividad parece procedente evitar algunos de los
equívocos y confusiones que se han producido con cierta frecuencia respecto de
la doctrina imperativista. Al principio de mi exposición decía que la mayoría de
las teorías imperativistas han sido criticadas por distintos motivos pero me
parece que la mayoría de las críticas han seguido un camino equivocado porque
no han dirigido su atención a lo que podríamos llamar el postulado básico del
imperativismo que consiste en la afirmación de que el Derecho se compone de
mandatos y que tales mandatos son obligatorios . En primer lugar, habría que
advertir que muchas de las doctrinas que habitualmente se califican como
antiimperativistas en realidad no lo son. Esto sucede de una manera especial
con las doctrinas que consideran a la norma como un juicio hipotético, como
regla técnica o cornojuicio de valor. En todas ellas se criticaba acertadamente un
modelo determinado de imperativismo pero, como ha señalado Bobbio, «aunque
criticaban la identificación de las normas jurídicas con el mandato, nunca
lograron superar el escollo que constituía la pertenencia del lenguaje de un
sistemajurídico al lenguaje prescriptivo» y por eso lo verdaderamente importante
tanto de las doctrinas imperativistas como no imperativistas es «lo que tienen en
común (aunque de ello no fueran conscientes) ; esto es, la pertenencia de las
normas jurídicas, sean éstas verdaderos y propios mandatos o imperativos
personales o imperativos hipotéticos o normas técnicas, a la categoría de las
proposiciones prescriptivas» S. En definitiva, las disputas han afectado
fundamentalmente a las distintas terminologías utilizadas pero no al fondo de la
cuestión. Por otra parte resulta llamativo que algunas de estas doctrinas
aparezcan bajo el rótulo de no imperativistas cuando hablan de imperativos o de
la naturaleza imperativa de las normas . Poco importa aestos efectos que se
hable de imperativos personales, hipotéticos, independientes, etc. En todo caso
parece que se está defendiendo la imperativisad del Derecho aunque ésta sea
concebida de un modo diferente. Aveces el lenguaje, lejos de ser un medio de
comunicación, se convierte en un instrumento de confusión y me temo que en el
asunto,que nos ocupa esto ha sucedido con relativa frecuencia. En segundo
lugar, es incorrecto identificar el imperativismo con otras doctrinas. En este
sentido podemos constatar que la defensa del imperativismo se ha asociado a
menudo con la teoría estatalista res pecto a la creación del Derecho y con la
teoría de la coercibilidad. Pues bien, habría que decir que se trata de doctrinas
independientes cuya defensa no tiene que producirse de un modo simultáneo .
Esto significa que las críticas que puedan dirigirse a la idea de la estatalidad del
Derecho como característica definitoria dei fenómenojurídico oa la coercibilidad
no afectan al imperativismo. De hecho dentro de las tesis imperativistas es
posible encontrar doctrinas que niegan expresamente la coercibilidad y la
estatalidad. Por último, el imperativismo ha sido considerado siempre como una
doctrina voluntarista. Creo que esta calificación es correcta pero lo
verdaderamente importante es determinar a qué tipo de voluntad nos referimos
cuando se dice que el Derecho es imperativo. Reale ha dicho acertadamente
que «la imperatividad ha de dejar de ser interpretada como expresión de la
"voluntad" o del "querer" de un Jefe»; es decir, parece conveniente eliminar «su
sentido antropomórfico» 9. Cuando se habla de voluntad del soberano en el
sentido de Austin se está produciendo una personificación . La voluntad ya sea
del monarca o del parlamento es entendida como una voluntad psicológica
efectiva. Con estas limitaciones no se puede explicar satisfactoriamente el
carácter prescriptivo del Derecho. Es obvio que existen muchas normas jurídicas
e incluso sectores enteros del Derecho -el Derecho consuetudinario- en los que
no es posible hallar una voluntad efectiva que pueda ser referida a sujetos
determinados . Pero esta circunstancia no impide reconocer la presencia de una
voluntad aunque ésta no pueda ser atribuida a sujetos individuales. Si se quiere
yno hay ningún inconveniente en admitirloestamos en presencia de una voluntad
hasta cierto punto ficticia. Cuando se habla de «voluntad del legislador» resulta
difícil proceder a su localización exacta pero en todo caso la expresión denota la
presencia de un querer colectivo que se manifiesta a través dei ejercicio del
poder político . En este sentido creo que el Derecho representa la expresión de
un poder de mando y por eso se puede decir que es imperativo . Sin embargo,
convendría hacer una distinción entre los diferentes sentidos que tiene el término
imperativo . Como ha dicho Legaz «no es exactamente lo mismo lo que
menciona la palabra imperativo si se la toma como sustantivo que como adjetivo
. En el primer sentido, el imivo es un acto que patentiza, en forma de orden o
mandato, la existencia de una voluntad dirigida a otra voluntad, compeliendo a
ésta a realizar el acto querido por la primera. En cambio, bajo el segundo
aspecto, el imperativo es el sentido de ciertos actos cuya consistencia está
independizada de la voluntad o conjunto de voluntades que lo han producido, los
cuales son incluso irrelevantes para la subsistencia del acto» 10, Si ahora nos
preguntamos en qué sentido se utiliza aquí el término imperativo habría que
responder que preferentemente en el segundo. Efectivamente, las normas
jurídicas que forman parte de un sistema existen con independencia de la
voluntad de su autor; una vez que han sido creadas tiene lugar un proceso de
objetivación . La norma se desvincula de su creador y pasa a integrarse en el
conjunto de disposiciones que forman un determinado ordenamiento . En este
sentido no hay que olvidar que todos los ordenamientos están compuestos por
infinidad de normas que han sido creadas en períodos históricos diferentes . El
sentido de la mayoría de ellas es la permanencia y la estabilidad de modo que
su carácter imperativo se proyecta indefinidamente. De cualquier modo, también
en el primer sentido puede decirse que el Derecho es imperativo . Pensemos,
por ejemplo, en todos los actos de aplicación del Derecho (incluyendo los actos
de ejecución). En estos casos sí se puede decir que hay una voluntad dirigida a
sujetos determinados para que realicen el contenido del mandato. Se trata de
una relación directa en la que el imperativo resulta fácilmente reconocible. No
obstante, sin excluir la existencia de este tipo de mandatos, cuando se dice que
el Derecho posee imperatividad se está pensando en el segundo sentido. Una
vez realizadas todas estas aclaraciones estamos en condiciones de abordar el
problema de la imperatividad. Hasta ahora se ha dicho que el Derecho es la
expresión o el resultado de un conjunto de mandatos, es decir, que en el ámbito
jurídico no tienen ningún sentido los ruegos, los consejos o cualquier otra forma
de expresión que no ini plique la imposición de un deber 11 . Precisamente, la
ausencia de deber implica necesariamente ausencia de imperatividad. Los
mandatos en que consiste el Derecho son imperativos lo que significa que son
obligatorios . La mayoría de los autores que defienden la imperatividad como
característica del Derecho sostienen acertadamente que cuando se habla de
imperativo se está presuponiendo la existencia de una obligación : «en la medida
en que los imperativos jurídicos están vigentes tienen fuerza obligatoria. Las
obligaciones son, pues, el correlato de los imperativos» 12 ; «imperativo y
obligación son dos términos correlativos : donde existe el uno, existe el otro» 13
. Por el contrario, otros autores independizan la obligatoriedad de la
imperatividad y lo hacen en un doble sentido: defendiendo la obligatoriedad del
Derecho y negando la imperatividad 14 o defendiendo la im peratividad pero
negando la obligatoriedad . En este último caso se encuentra Olivecrona. Según
este autor las normas jurídicas no crean deberes pero tienen por efecto
«establecer conexiones psicológicas entre ideas de acciones y expresiones
imperativas (órdenes y prohibiciones). La fuerza obligatoria del Derecho tiene
que ser descartada» 15 . Sin embargo, parece que nos encontramos ante meras
disputas terminológicas. Creo que cuando se habla de ciertos efectos
psicológicos se está aludiendo a la obligatoriedad . Aunque la obligación no
tenga una naturaleza fáctica ello no implica, en mi opinión negar su existencia .
Como ha dicho Hart «donde hay normas jurídicas la conducta humana se hace
en algún sentido no optativa, u obligatoria» 16. Este es precisamente el sentido
de los imperativos. En el caso del Derecho el mandato en que consiste el
imperativo se ve reforzado a través del mecanismo de las sanciones. La finalidad
de la sanción es la realización efectiva del mandato. En este sentido la exigencia
del Derecho es absoluta: se trata de conseguir a todo trance el cumplimiento de
lo prescrito en la norma y para ello se utiliza la fuerza si es necesario.

Dejemos a un lado el elemento de la fuerza para volver a la imperatividad. A


partir de aquí el problema que se plantea es determinar qué tipos de imperativos
establece el Derecho. En este aspecto también hay variedad de opiniones. Se
ha sostenido que los imperativos del Derecho son hipotéticos, categóricos,
independientes, etc. Con cierta frecuencia se ha pretendido caracterizar al
Derecho a través de un tipo determinado de imperativos con exclusión de los
otros. Esta forma de proceder es reduccionista puesto que no tiene en cuenta la
amplia variedad de normas jurídicas. Si examinamos cualquier sistema jurídico
podremos llegar a la conclusión de que los imperativos se formulan de muy
diferentes maneras. Quiero decir que en el Derecho hay imperativos hipotéticos,
categóricos, independientes y también personales . Todas estas especies
pueden descubrirse con relativa facilidad y, desde luego, no son contradictorias
entre sí. Pensemos, por ejemplo, en el caso de los imperativos independientes y
personales . En los imperativos independientes 17 no se produce una relación
personal entre sujetos, de manera que las prescripciones van dirigidas de un
modo indeterminado a todos. Muchas normas jurídicas están estructuradas
conforme a este esquema. Pero junto a ellas también podemos encontrar
imperativos que implican una relación personal . Son órdenes o mandatos que
se formulan de un modo directo. Pensemos en la orden de un agente de tráfico
o en los actos de ejecución realizados por ciertas autoridades. Indudablemente
se trata de actos de aplicación del Derecho que colocan a los sujetos frente a
frente . En definitiva, lo que menos importa es el modo de formulación del
imperativo. Ha llegado el momento de concluir. A lo largo de estas páginas he
tratado de demostrar la naturaleza imperativa del Derecho poniendo de
manifiesto que la discusión que ha originado este asunto ha sido, en la mayoría
de las ocasiones, el fruto de un mal entendimiento que no implica un desacuerdo
respecto del fondo de la cuestión.

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