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En este momento existen cerca de 90 mil militares y policías desplegados en misiones de paz
de la ONU alrededor del mundo. Países como Haití, India, Pakistán, República Centroafricana,
entre otros, son lugares de conflicto en donde las Fuerzas de Paz o Cascos Azules se
encuentran trabajando para crear las condiciones para una paz duradera.
Para poder ir a una misión, cada Casco Azul debe prepararse. En el caso peruano, esta
preparación se da en el Centro de Entrenamiento y Capacitación para Operaciones de Paz
(CECOPAZ), ubicado en Ancón, Lima. El Centro prepara a militares, policías y personal civil
peruano para su despliegue en misiones de la ONU y también capacita a oficiales superiores
para que se conviertan en militares observadores.
Los Cascos Azules se alejan de su país en misiones que pueden durar más de un año, dejando
atrás sus costumbres, idioma, comida, amigos y sus seres queridos. Esto no solo trae cambios
para quienes se van, sino también para aquellos quienes se quedan esperando el regreso de
su familiar.
Gladys Rojas es ingeniera química y militar. Partió hacia su primera misión el 2004, hacia el
Congo, en donde estuvo durante 18 meses. Un país del cual no había oído hasta ese
momento. Ella es una pionera: se encuentra entre las dos primeras mujeres peruanas que
fueron desplegadas para misiones de paz de la ONU. Según cuenta, tuvo que tomar la decisión
al instante, sin consultar con nadie, ni siquiera con su familia.
Cuando su hermana menor Gloria se enteró sobre el viaje, confiesa que lo primero que sintió
fue tristeza porque sabía que Gladys se iba por mucho tiempo. Pero ese sentimiento terminó
convirtiéndose en orgullo y felicidad, pues sabía que su hermana se dedicaría a brindar
protección a quienes más lo necesitan.
En un ambiente usualmente tomado por hombres, el que una mujer haya logrado ser pionera y
que esa persona haya sido su propia hermana, hizo que Gloria se diera cuenta de que „„no solo
los hombres podían realizar esas funciones‟‟, las mujeres tenían también las mismas
capacidades. El viaje de Gladys fue un aprendizaje tanto para ella como para Gloria.
El 2018 se cumplen 70 años desde que comenzaron las operaciones de mantenimiento de paz
de los Cascos Azules. Más de un millón de mujeres y hombres han participado en estas
misiones, en donde a cada uno se les pide grandes sacrificios; no solo a ellos, sino a sus
familias también. El personal suele operar en ambientes hostiles a los que otras personas no
pueden o no desean ir, debido a los riesgos que existen. El objetivo de cada misión es el de
dejar un legado de estabilidad.
Noor y Sarah caminan en el oeste de Mosul, donde muchos edificios han sido
totalmente destruidos. Iraq, enero de 2018.
“No se ha excluido ningún método de guerra, sin importar cuán mortífero pueda
ser para los niños: los ataques indiscriminados contra escuelas, hospitales y
otra infraestructura civil, los secuestros, el reclutamiento de niños, los asedios,
los malos tratos durante la detención y la denegación de asistencia
humanitaria, son todas ellas prácticas generalizadas.
“En Yemen, por ejemplo, más de 220 niños fueron presuntamente asesinados y
más de 330 resultaron heridos desde el comienzo del año como resultado del
conflicto. Casi 4,3 millones de niños corren ahora el riesgo de morir de hambre,
un 24% más que en 2017. La diarrea acuosa aguda y el brote de cólera que
mataron a más de 400 niños menores de cinco años el año pasado amenazan
con matar a un número mayor aún de niños, justo cuando comienza la
temporada de lluvias y las condiciones de higiene se deterioran todavía más.
“En Siria, las esperanzas de paz siguen siendo escasas. Durante los tres
primeros meses del año se verificaron más de 70 ataques contra hospitales y
centros de salud, lo que impidió el acceso de los niños y las familias a servicios
vitales de salud. Más de 300 instalaciones educativas han sufrido ataques
desde el comienzo del conflicto. Alrededor de 5,3 millones de niños han
quedado desplazados internamente o se han convertido en refugiados, y casi
850.000 niños continúan viviendo en zonas sitiadas o de difícil acceso.
“En Sudán del Sur, el primer país que visité como Directora Ejecutiva de
UNICEF, al menos 2,6 millones de niños se han visto obligados a huir de sus
hogares. Más de un millón de niños padecen desnutrición aguda, entre ellos
más de 250.000 que sufren desnutrición grave y corren un mayor riesgo de
morir. Aunque cerca de 600 niños han sido liberados por los grupos armados
en lo que va del año, alrededor de 19.000 continúan sirviendo como
combatientes, mensajeros, portadores, cocineros e incluso esclavos sexuales
para las partes en conflicto.
“En Afganistán, más de 150 niños murieron y más de 400 resultaron heridos
durante los primeros tres meses del año debido al conflicto.
“En todos estos países, y en muchos más, los equipos de UNICEF y sus
aliados se comprometen a hacer todo lo posible para aliviar el sufrimiento de
los niños más vulnerables, los niños separados de sus familias, los niños que
están aterrorizados y solos, los que se enferman en los campamentos de
refugiados densamente poblados, los que se encuentran en tránsito huyendo
de las temporadas de sequía o de monzones implacables, los que se están
muriendo de hambre.
“La ayuda humanitaria por sí sola no es suficiente. Los niños necesitan paz y
protección en todo momento. Las reglas de la guerra prohíben la captura ilegal
de civiles, los ataques a escuelas u hospitales, el uso, el reclutamiento y la
detención ilegal de niños y la denegación de asistencia humanitaria. Cuando
surgen conflictos, estas reglas deben ser respetadas y quienes las incumplen deben
rendir cuentas. Ya basta. Hay que poner fin a los ataques contra los niños”.
Para contribuir a que esto sea realidad, y de acuerdo con mis mensajes
anteriores, he puesto en marcha un grupo de tareas independiente para que
examine nuestras prácticas actuales y ofrezca recomendaciones a fin de
prevenir y abordar de manera efectiva y sistemática la discriminación, el acoso
y el abuso de poder relacionados con el género en el lugar de trabajo. Esto
representa un avance importante en nuestro objetivo más general de eliminar la
discriminación y el abuso de poder de cualquier tipo.
Estoy muy contenta de realizar esta travesía con todos ustedes, mientras
seguimos impulsando a nuestra organización hacia el futuro. .
Henrietta H. Fore
Directora Ejecutiva
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UNICEF Media Team
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