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Ficha de lectura

¿Extensión o comunicación?

Imagen de Claudius Ceccon sobre la vida en la escuela.

Paulo Freire nos muestra cómo el concepto de “extensión” engloba acciones que transforman al campesino
en una “cosa”, objeto de planes de desarrollo, que lo niegan como ser de transformación del mundo. El
mismo concepto sustituyó su educación por la propaganda, que viene de un mundo cultural ajeno, no
permitiéndole ser más que eso, y pretendiendo hacer de él un depósito, que recibe mecánicamente aquello
que el hombre “superior” (el técnico), piensa que los campesinos deben aceptar, para ser “moderno”, de la
misma forma que, el hombre “superior” es moderno.

Paulo Freire nos dice, con toda razón, que “conocer no es el acto, a través del cual un sujeto transformado
en objeto, recibe, dócil y pasivamente, los contenidos que otro le da o le impone. El conocimiento, por el
contrario, exige una presencia curiosa del sujeto frente al mundo. Requiere su acción transformadora sobre
la realidad. Demanda una búsqueda constante. Implica invención y reinvención”.

“...en el proceso de aprendizaje, sólo aprende verdaderamente, aquel que se apropia de lo aprendido,
transformándolo en aprehendido, con lo que puede, por eso mismo, reinventarlo; aquel que es capaz de aplicar
lo aprendido-aprehendido, a las situaciones existenciales concretas. Por el contrario, aquel que es «llenado», por
otro, de contenidos cuya inteligencia no percibe, de contenidos que contradicen su propia forma de estar en su
mundo, sin que sea desafiado, no aprende.”

[Es de vital] importancia la crítica que Paulo Freire hace al concepto de extensión como “invasión cultural”,
actitud contraria al diálogo, que es la base de una auténtica educación; concepto de dominación, que se
encuentra, tan frecuentemente, en la educación tradicional; y que en vez de liberar al hombre, lo esclaviza,
lo reduce a una cosa, lo manipula, no permitiendo que se afirme como persona, que actúe como sujeto, que
sea actor de la historia, y se realice en esta acción, haciéndose, verdaderamente, hombre.

[Jacques Chonchol. Prefacio a Freire, Paulo. 1973. ¿Extensión o comunicación? La


concientización en el medio rural. México: Siglo XXI Editores. Pp. 9-12]

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[…] al someter el término extensión a un análisis semántico, al estudiar su “campo asociativo” de
significación, verificamos la incompatibilidad entre él y una acción educativa, de carácter liberador. Por esto
mismo, la expresión “extensión educativa” sólo tiene sentido si se toma la educación como práctica de la
“domesticación”. Educar y educarse, en la práctica de la libertad, no es extender algo desde la “sede del
saber” hasta la “sede de la ignorancia”, para “salvar”, con este saber, a los que habitan en aquélla. Al
contrario, educar y educarse, en la práctica de la libertad, es tarea de aquellos que saben que poco saben --
por esto saben que saben algo, y pueden así, llegar a saber más--, en diálogo con aquellos que, casi siempre,
piensan que nada saben, para que éstos, transformando su pensar que nada saben en saber que poco saben,
puedan igualmente saber más.

En la medida en que, en el término extensión, está implícita la acción de llevar, de transferir, de entregar,
de depositar algo en alguien, resalta en él, una connotación indiscutiblemente mecanicista. Pero, como este
algo que está siendo llevado, trasmitido, transferido (para ser, en última instancia, depositado en alguien –
que son los campesinos [o los estudiantes]–), es un conjunto de procedimientos técnicos, que implican un
conocimiento y que son conocimiento, se imponen las siguientes preguntas: ¿será acto de conocer aquél a
través del cual un sujeto, transformado en objeto, recibe pacientemente un contenido de otro?

No. El conocimiento exige una presencia curiosa del sujeto frente al mundo. Requiere su acción
transformadora sobre la realidad. Demanda una búsqueda constante. Implica invención y reinvención.
Reclama la reflexión crítica de cada uno sobre el acto mismo de conocer, por el cual se reconoce conociendo
y, al reconocerse así, percibe el “cómo” de su conocer y los condicionamientos a que está sometido su acto.

Conocer es tarea de sujetos, no de objetos. Y es como sujeto, y solamente en cuanto sujeto, que el hombre
puede realmente conocer. Por esto mismo es que, en el proceso de aprendizaje, sólo aprende
verdaderamente aquel que se apropia de lo aprendido, transformándolo en aprehendido, con lo que puede,
por eso mismo, reinventarlo; aquel que es capaz de aplicar lo aprendido-aprehendido a situaciones
existenciales concretas.

Por el contrario, aquel que es “llenado” por otro de contenidos, cuya inteligencia no percibe, de contenidos
que contradicen su propia forma de estar en su mundo, sin que sea desafiado, no aprende. Para esto, es
necesario que, en la situación educativa, educador y educando asuman el papel de sujetos cognoscentes,
mediatizados por el objeto cognoscible que buscan conocer. El concepto de extensión no nos lleva a pensar
esto.

[Freire, Paulo. 1973. ¿Extensión o comunicación? La concientización en el medio rural.


México: Siglo XXI Editores.]

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