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M4 - L4 - Responsabilidad Del Derecho Público Administración y Contro
M4 - L4 - Responsabilidad Del Derecho Público Administración y Contro
Responsabilidad
del derecho
Público
Administración y
control
12. La responsabilidad en el
Derecho Público
Introducción. Aspectos generales.
Sabido es que, el Estado, con el objeto de cumplir sus fines de carácter
público y procurar sus cometidos estatales, realiza un sinnúmero de
actividades.
TIPOS DE RESPONSABILIDAD
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La responsabilidad contractual del Estado, deriva del incumplimiento de un
acuerdo de voluntades entre el Estado y un particular, y no ha generado
dificultadas en su aplicación y reconocimiento por parte de la doctrina y la
jurisprudencia. Para su estudio nos remitimos al capítulo dedicado al
análisis de los contratos admistrativos.
EVOLUCIÓN
Antecedentes históricos
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individuos carecían de medios procesales concretos para hacer valer tales
derechos.
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El proceso hacia el reconocimiento de la responsabilidad estatal, se inicia y
consolida en la jurisprudencia del Consejo de Estado francés, quien
comenzó reconociendo la responsabilidad por faltas objetivas en la
prestación de servicios público y culminando con la aceptación de la
responsabilidad del Estado por actos judiciales y legislativos. (Cassagne
Juan Carlos, Derecho Administrativo T. I, 6° Edición, p. 265 y ss., Ed.
Abeledo Perrot, Buenos Aires).
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radica en la idea de falta de servicio, extraña al derecho civil, donde la
noción de responsabilidad extracontractual exige la presencia de la culpa
del agente. En cambio la falta de servicio, supone la ejecución irregular o
defectuosa de un servicio público, que abarca toda la actividad jurídica o
material emanada de los poderes públicos que constituye la función
administrativa del Estado, cuando ocasiona perjuicios a los administrados.
En el ámbito del common law, a mediados del siglo XX, se dictan normas
que reconocen la responsabilidad del estado.
Tal fue el caso del del ordenamiento jurídico británico a través del dictado
de la “Crown Proceedings Act” de 1947 se sometió a la Corona a mismo
régimen de responsabilidad que le cabe a una persona privada. Por su
parte, en los Estados Unidos, a partir de la “Federal Trot Claims Act” de
1946, se reconoció expresamente la responsabilidad del Estado, aunque
sólo se pudiera comprobar una actuación culposa del agente público
(Agüero Piñero, Juan Pablo, Responsabilidad del Estado: una reseña de su
evolución y situación actual, Suplemento de Derecho Administrativo y
Constitucional, Foro de Córdoba, Año 1 N° 3 Año 2000).
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Esta primera etapa se destaca por el rechazo de la Corte al reconocimiento
de la responsabilidad del E.stado.
A lo largo de este período que abarca desde 1860 hasta 1933, el Alto
Tribunal mantuvo su tesitura de consagrar la irresponsabilidad del Estado
Nacional, alegando por una parte que el Estado Nacional para ser
demandado debía dar su expreso consentimiento. Además se sostenía que,
el mismo no era responsable por el pago de daños y perjuicios por actos o
hechos de sus dependientes por imperio del entonces artículo 43 del
Código Civil (reformado por la ley 17.711 en 1968), que consagraba la
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irresponsabilidad de las personas jurídicas. En virtud de ello la
irresponsabilidad estatal ocurría, tanto cuando el Estado producía actos de
“gestión” (como persona jurídica), como cuando actuaba con actos de
“imperio” (como poder público) (Coronel German A., Responsabilidad del
Estado por acto ilícito de sus dependientes, en Revista d Derecho de Daños
N° 9 sobre Responsabilidad del Estado, Ed. Rubinzal Culzoni, Sante Fe,
2000, p. 381).
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los dependientes, a causa de chispas desprendidas de un brasero que se
utilizaba en un terreno cubierto de pasto seco y sin las suficientes
precauciones.
La causa había sido iniciada por Ferrocarril Oeste, con el objeto de obtener
el pago de una suma de dinero que había tenido que abonar al
reivindicante de un terreno para recuperar su propiedad.
Por tal motivo Ferrocarril Oeste plantea ante los tribunales su reclamo en
contra de la Provincia de Buenos Aires, tendiente a obtener la reparación
por el daño sufrido por el defectuoso obrar del Registro de la propiedad
provincial.
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La Corte reconoce la responsabilidad extracontractual del Estado de la
Provincia de Buenos Aires por la prestación defectuosa del servicio de
expedición de certificados registrales. Para ello recurre nuevamente al art.
1113 del C.C., es decir continúa invocando la responsabilidad indirecta,
pero por primera vez hace referencia, en forma conjunta, a la norma
contenida en el art. art. 1112 como fundamento de la responsabilidad del
Estado.
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concurrentemente, sentencias anteriores de la Corte Suprema en doctrina
que sus actuales integrantes no comparten”.
Algunos autores, entre los que éste autor ubica a Duguit, considera que la
responsabilidad del Estado por los daños que ocasione encuentra su
fundamento en los “riesgos sociales”, lo cual implica excluir la “culpa”
estatal como fundamento de sudeber de resarcir los daños que produzca
por los hechos o actos que le sean imputables (Marienhoff Miguel S.,
Tratado de Derecho Administrativo, T. IV, Ed. Abeleldo Perrot, p. 695). Esta
teoría, según Bianchi, preconiza la responsabilidad objetiva y excluye la
noción de culpa se opone naturalmente a la de quienes ven en esta última
el fundamento del deber de indemnizar a cargo del Estado.
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el derecho público no había desarrollado todavía sus potencias
autonómicas” (Bianchi Alberto. B, Panorama actual de la responsabilidad
del Estado en el Derecho comparado, L.L. 1996-A, p. 922 y ss.).
Otro criterio sostiene la necesidad del dictado de una ley formal que
expresamente reconozca el deber de reparar el daño causado. Es la
posición adoptada en nuestro país por Bielsa. (Marienhoff Miguel S., op.
cit, p. 696).
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RESPONSABILIDAD EXTRACONTRACTUAL DEL ESTADO POR SU ACTIVIDAD
ILEGITIMA.
Evolución. Remisión.
A continuación analizaremos cuales son los requisitos exigidos para que sea
procedente la responsabilidad extracontractual del estado por su obrar
ilegítimo.
Presupuestos
Para que pueda atribuirse responsabilidad al Estado por sus hechos o actos
ilegítimos, se han señalado los siguientes presupuestos:
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responsabilidad recaerá en cabeza del agente (falta personal) y no en la
organización (falta de servicio).
Para que tenga lugar la responsabilidad estatal, debe existir un daño cierto,
real y efectivo en el afectado, que puede comprender el daño patrimonial
como el daño moral actual o futuro. Lo que como es lógico, excluye los
daños puramente eventuales o hipotéticos.
c) Falta de servicio.
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autor del daño (Cassagne Juan Carlos, La Responsabilidad extracontractual
del Estado en la Jurisprudencia de la Corte, ED, 114-215).
La evolución en la jurisprudencia
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puntualizó que “el ejercicio de un poder legal, como lo es el de crear
impuestos, o modificar los existentes…puede ciertamente producir
perjuicios en el patrimonio de los particulares sin que tal circunstancia sea
obstáculo contra su legitimidad, so pena de detener la actividad
gubernativa, en consideración de una garantía – la de propiedad privada-
que no puede interpretarse con semejante extensión” (Fallos180:107).
Sostuvo la Corte que en ese caso la indemnización tenía por objeto tutelar
la incolumidad del patrimonio lesionado al dejarse sin efecto una
autorización anterior. Señalando que el sacrificio impuesto en forma
particular a Los Pinos S.A., en beneficio de toda la comunidad, no era
propio que fuese soportado únicamente por aquélla, puesto que de ese
modo lo sería en desmedro del principio de igualdad ante las cargas
públicas, consagrado en el art. 16 de la Constitución Nacional (CSJN,
22/12/1975) L.L. 1976-B-300).
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Desde entonces la Corte ha sentado el principio de que cuando la actividad
lícita estatal, aunque inspirada en propósitos de interés colectivo, se
constituye en causa eficiente de un perjuicio para los particulares – cuyo
derecho se sacrifica por aquel interés general- los daños deben ser
atendidos en el campo de la responsabilidad por su obrar lícito (Lopez
Mesa, Marcelo J., op.cit. p. 107).
d) Ausencia del deber de soportar, por parte del damnificado, del perjuicio
sufrido, en la medida en que existen ciertos perjuicios o daños universales
que deben obligatoriamente, ser soportados por todo los ciudadanos.
e) El sacrificio especial. El daño para ser indemnizado debe ser, por una
parte, sufrido por una persona en particular o un número determinado de
ellas y además constituir una afectación irrazonable de la propiedad por
imponer un sacrificio superior o una carga desproporcionada al exigible
igualitariamente a raíz de la vida en comunidad.
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a) Expropiación de un bien privado por causa de utilidad pública;
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La Corte Suprema de la Provincia de Mendoza, en la causa “Torres” analizó
con claridad los presupuestos para que se configure la responsabilidad del
Estado por omisión.
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Ley que reconoce la reparación del daño
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En la causa “Cantón”, en la que se cuestionaba un decreto del Poder
Ejecutivo que había prohibido la importación de determinados productos
con el objeto de nivelar la balanza pagos y defender la industria nacional,
afectando un contrato, que había tenido comienzo de ejecución. En este
caso, al Corte Suprema reconoció la facultad del Poder Ejecutivo para
dictar medidas como la cuestionada, no obstante, señaló que tal actividad
lícita pude ser causa eficiente de daños a los particulares y generar la
responsabilidad consiguiente cuando afecte derechos amparados por
garantías constitucionales, pues las potestades normativas reconocidas
encuentran su límite ante relaciones jurídicas concertadas bajo regímenes
anteriores, especialmente si los nuevos no contemplan sistemas
reparatorios. (Fallos 301:493).
A modo de síntesis
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responsabilidad estatal por la actividad jurisdiccional, constituye un
supuesto de tardío reconocimiento.
Sin embargo, como señala Agüero Piñero, esa carga de contribuir al bien
común, representado por la realización de la justicia en el seno de la
comunidad, genera en algunos supuestos excepcionales injustificados y
excesivos daños que deben ser reparados, (Agüero Piñero, op. cit. p. 24),
tanto en perjuicios derivados de procesos penales como civiles o
comerciales, derivados de errores judiciales o por un anormal
funcionamiento del servicio de justicia.
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Es un verdadero acto ilícito” (Trigo Represas, Félix – Lopez Mesa Marcelo,
op. cit. p. 170).
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A diferencia del supuesto anterior, el irregular funcionamiento del servicio
de justicia, no requiere un pronunciamiento previo sobre el error y no
surge necesariamente de la actividad de los jueces o magistrados, sino que
puede incluir la labor realizada por funcionarios, empleados y otros
auxiliares de la justicia, que individualmente o en conjunto concurren a la
defectuosa prestación del servicio de justicia. (Trigo Represas – Lopez
Mesa, op. cit. p. 173). Como señala Tawil, se trata de una responsabilidad
“que se origina como consecuencia de los daños producidos por el
funcionamiento de la máquina burocrática”. (Tawil Guido Santiago, La
responsabilidad del Estado y de los magistrados y funcionarios judiciales
por el mal funcionamiento de la administración pública, Depalma, Buenos
Aires, 1989, p. 68).
JURISPRUDENCIA
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Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación
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4. Que, demostrada la existencia de perjuicios reales de daño emergente y
posible lucro cesante, por la prueba pericial, de testigos e instrumental que
ha invocado la cámara "a quo", pero no habiendo sido aquéllos
demostrados en su extensión precisa, es procedente la vía del juramento
estimatorio para su fijación (art. 220 del Código de Procedimientos).
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Ahora bien: en vez de dirigir el Ferrocarril su acción de reintegro contra
Gómez Pardal --a quien ni siquiera citó de evicción-- entabla demanda
contra la Provincia de Buenos Aires, sosteniendo que todo lo ocurrido tuvo
por origen una certificación errónea del Registro de la Propiedad provincial,
acerca de estar inscripto el dominio del bien a nombre de Gómez Pardal,
en 1914, cuando ya lo estaba a nombre de los sucesores de Casir. Ese es el
pleito, que tiene por objeto conseguir se condene a la expresada provincia
al pago de los $ 3.163,49, pagados por el Ferrocarril en su segunda compra,
más las costas del juicio de reivindicación.
Respecto del primer punto, aunque el actor ofreció desde el primer escrito
la prueba de haberse expedido el informe inexacto atribuido al Registro de
la Propiedad y base de la acción, tal elemento de criterio no aparece en
autos, ni fue presentado en el juicio de reivindicación, ni resulta haber
influido en el fallo de este último, ya que las partes se limitaron allí a
discutir cuál de los dos compradores había sido primero puesto en
posesión. No resulta, entonces, que el pleito se perdiera como
consecuencia de dicho informe, respecto del cual ni aún se sabe qué firma
y fecha llevaba al pie. La única noticia que aparece acerca de su existencia
es la mención de que el escribano otorgante de la segunda venta dijo
haberlo tenido a la vista; pero la escritura que se dice contener tal aserto,
fue retirada del expediente anexo antes de iniciarse la actual demanda, y el
Ferrocarril Oeste no ha vuelto a presentarla. Por otra parte, en la sentencia
de segunda instancia que dio fin al referido juicio de reivindicación, la
Cámara hace notar que la secunda venta no se hizo con un duplicado del
título original sino con éste mismo, de cuyas anotaciones marginales se
desprendía no ser ya Gómez Pardal propietario del bien. Cabe preguntarse,
entonces, si realmente hubo un certificado inexacto del Registro de la
Propiedad, o si se trata más bien de una inexactitud cometida, por el
escribano que dijo haberlo tenido a la vista. En cualquier caso, falta la
prueba del hecho, presunto generador de los perjuicios.
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puede exigirse perjuicios derivados de un acto ilícito, antes de que exista
sentencia alguna que declare la responsabilidad del empleado público cuya
conducta se conceptúa incorrecta, o criminal.
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Que todo lo sucedido tiene su origen en un certificado falso expedido por
el Registro de la Propiedad, el 23 de abril de 1914, núm. 24.827, según el
cual la propiedad era de Pardal en esa fecha, cuando en realidad, en 1910,
había pasado ya al dominio de Casir. Que aquel certificado está inscripto en
la escritura de adquisición del inmueble, la cual fue agregada al juicio de
reivindicación a que se ha hecho referencia.
Que, bajo otro punto de vista, la jurisdicción del tribunal para entender en
esta causa surge de los arts. 100 y 101 de la Constitución y del art. 1°, inc.
1° de la ley núm. 48, por tratarse de una causa civil entre un vecino de la
Capital Federal, cual debe reputarse la Empresa, y un estado provincial.
Cita en su apoyo los fallos de esta Corte, de los ts. 124, p. 16, causa 146; 78,
p. 371, causa 57; 96, p. 278, causa 108; t. 105, p. 254, causa 37; 99, p. 139.
Que, igualmente, resulta cierto que el mismo lote de terreno había sido
enajenado por Gómez Pardal a don Alejandro Casir, en 1910 y registrada la
operación el 17 de agosto del mismo, lo que dio lugar al juicio de
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reivindicación que después se siguiera con éxito contra la Empresa del
Oeste.
Que estas disposiciones no son sino el corolario lógico del principio general
según el cual todos los que emplean a otras personas para el manejo de un
negocio o para determinada función, llevan la responsabilidad de su
elección y son pasibles de los perjuicios que éstas ocasionaren a terceros
en el desempeño de su función, dado que nadie puede por sí o por
intermedio de otro ejercer sus derechos en forma tal que lesione el
derecho de un tercero.
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según sean sus titulares hombres o instituciones. No hay dos derechos
distintos para regular las actividades. Todos deben cuidar de usar de las
facultades legales de modo de no causar daño indebido a terceros. Si,
voluntaria o necesariamente, se obra por medio de representantes, éstos
deben observar las mismas precauciones". Y después agrega: "La ley no
establece excepción. Basta que haya encargado o comisión. ¿Por qué se
establecería la irresponsabilidad de las personas jurídicas? ¿Y de qué
manera es más grave la situación de un particular por los actos de sus
empleados que la de aquélla? Nadie, ciertamente, verá razón para
exonerar a unas personas de las consecuencias que la ley impondrá a otras.
Hasta se podría decir que, justamente, para que las jurídicas no puedan
usar de sus derechos, sino por el medio necesario de su representante, los
actos de éste, deben ajustarse a las mayores condiciones de vigilancia, y
que al ejercer sus funciones en actos de éste, deben ajustarse a las
mayores condiciones de vigilancia, y que al ejercer sus funciones en actos
del resorte de los institutos, son éstos mismos los que obran ante los ojos
de los terceros". Agrega, después, que la misma regla prescripta por el
Código de Napoleón, art. 1384, ha sido aplicada con igual amplitud en
Francia y Bélgica. Que idéntica doctrina prevalece en Italia, Alemania,
Inglaterra, Estados Unidos, y ha sido incorporada a los códigos más
modernos, por lo general. (Anteproyecto de Reformas al Código Civil, ps.
67 y sigts.).
Que la disposición del art. 1112 del Código Civil correlacionada con la que
le sigue del art. 1113, significa la aceptación del principio de la
responsabilidad del Estado, cuando concurren las condiciones
anteriormente indicadas, tanto por lo que se desprende de su texto mismo
cuando porque, interpretada así, concuerda con la doctrina expuesta por
Aubry y Rau, citado por el Codificador en su nota al art. 1112 (Aubry y Rau,
t. 4, p. 799, párrafo 447; Laurent, t. 20, párrafos 593, 594 y 595). Y así se ha
aplicado por esta Corte Suprema en un caso de incendio producido por
culpa de obreros del Estado, al hacerse la limpieza de una línea telegráfica,
en el cual, por haber ellos obrado en desempeño de sus tareas y bajo la
dependencia del Gobierno, fue éste declarado responsable del daño
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causado a un tercero (t. 169, p. 120. Concuerda con los de los ts. 124, p. 22;
145, p. 89, y 171, p. 142).
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Fallecido Emiliano Abásolo se enajenó por sus sucesores y en subasta, lo
que se denomina la mitad N.O. de la manzana "F" produciéndose nuevas
irregularidades. En efecto, aquél no era propietario de esa fracción,
totalmente vendida por su antecesor Gervasio, pese a lo cual el Registro de
la Propiedad informó adjudicándole la plena titularidad del dominio.
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la chacra 164, compuesta entre otras de las manzanas "E" y "F" sobre las
que se suscitarán las sucesivas controversias, y años después, entre 1910 y
1911, vendió las fracciones S. O. y N. E. en que se dividía la "F" a Méndez y
Cía. y Ayrolo, y la S.E. -de las dos que conformaban la "E"- a José Koblitz.
Sólo quedó en su patrimonio, entonces, la individualizada como N.O. de la
manzana "E".
4° - Que esa respuesta evidencia que el registro, pese a contar con medios
para informar sobre anteriores transferencias -así lo prueban la mención
antedicha del estado de la chacra 136 y las constancias que reconoce en la
absolución de posiciones-, ponían en cabeza de Emiliano Abásolo la
titularidad de un bien que nunca le había pertenecido totalmente. Este se
reitera, según el perito, en otras piezas provenientes de esa repartición que
obran en el protocolo respectivo (certificado 39.676, del 31 de julio de
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1924, y su ampliación bajo N° 48.632 del 22 de septiembre de ese año). Allí
se comunica, por el primero, que la chacra 164 consta en su integridad a
nombre de Emiliano y por el segundo, emitido meses después, que ese
dominio no se había modificado en sus condiciones. De lo expuesto, surge
la evidencia de que el registro ignoró la primitiva venta de Gervasio
Abásolo a Méndez que involucró el terreno que suscita el litigio y las
posteriores de Emiliano atribuyéndole a éste la plenitud de un dominio del
que no fue titular. Cabe señalar también que la venta de Bilbao y Jaca se
anotó sin reservas pese a las incongruencias ya expuestas.
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eficiente de los daños por las fallas en que incurrieron en la confección de
las respectivas escrituras al denominar equivocadamente las fracciones
vendidas. Así parece respecto de Exertier quien, conocedor de las ventas
anteriores -ignoradas, como se dijo en los informes del registro- y del plano
de subdivisión tal como se desprende de fs. 686/90 de los autos sucesorios
de Emiliano Abásolo, debió excluir del denominado "remanente" la
fracción S.O. de la manzana "F" que a raíz de su intervención fue vendida
dos veces originándose la superposición del dominio, pero no en lo que
atañe a Landó. En efecto, éste, que se guió por los antecedentes del
registro y en particular por la situación registral respecto de aquella
fracción, cometió el error de autorizar el acto referente a la paste S.O.
(inexistente) de la manzana "F", error que, en la práctica y en lo que
interesa, significó reducir la superposición ya existente aunque afectando
la propiedad de un tercero, lo que, aunque eventualmente podría
comprometer su responsabilidad, no tiene repercusión para la suerte de
este litigio.
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existe dependencia orgánica respecto de los poderes estatales cuyas
plantas funcionales no integra, no está sometido al régimen de jerarquía
que le es propio ni se dan a su respecto otras características de un vínculo
permanente con la administración como puede serlo, en su medida, la
remuneración.
12 - Que la referencia contenida en la nota al art. 1112 del Cód. Civil que
incorpora entre los agentes públicos a "los escribanos, procuradores y
todos los empleados en la administración del Estado" no altera lo expuesto
toda vez que no cabe afirmar que contenga una inequívoca mención de los
escribanos de registro. Contribuye a esta convicción la circunstancia de que
al sancionarse el Código Civil, no existía la separación entre la fe pública
notarial y la judicial, que sólo se opera con la vigencia de las leyes 1144 y
1893, que siguen la orientación innovadora de la ley orgánica del notariado
español de 1862. De tal manera, la expresión -ubicada en su preciso
contexto temporal- no es suficientemente indicativa si se toma en cuenta
que, aun en aquellas normas, los escribanos de registro tenían su
regulación junto a los escribanos secretarios -éstos sí incuestionablemente
funcionarios estatales- en el marco de las leyes destinadas a ordenar la
organización de los tribunales bajo la genérica definición de escribanos
públicos (ley 1893, título XII, caps. I, II y III).
13 - Que por otra parte y aún de admitir que la función fedataria sea la más
trascendente de las que realiza el notario, no puede ignorarse que
concurre con otras que no ostentan ese carácter y que son propias de su
condición de profesional independiente. Parece absurdo, entonces, que
semejante dualidad se presente en quien se pretende definir como
funcionario público, como igualmente inaceptable que, necesariamente
sometido como tal a una típica subordinación disciplinaria, esta facultad
del Estado pueda coexistir con el ejercicio de una superintendencia a cargo
de organismos corporativos como los que contempla la ley 12.990 (arts. 43
y siguientes).
14 - Que, por último, cabe recordar que la Corte definió el particular status
del escribano de registro señalando que "la reglamentación a que puede
someterse el ejercicio de las profesiones liberales, ofrece aspecto esencial
tratándose de los escribanos, porque la facultad que se les atribuye de dar
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fe a los actos y contratos que celebren conforme a las leyes constituye una
concesión del Estado acordada por la calidad de 'funcionario' o de 'oficial
público' que corresponde a los escribanos de Registro" (Fallos, t. 235, p.
445, Rev. La Ley, t. 85, p. 605). De estas conclusiones surge, reafirmada, la
naturaleza atribuida a la actividad notarial sin que obste a ello la
caracterización de su vínculo con el Estado dentro de un régimen de
concesión toda vez que éste no importa adjudicar a sus beneficiarios el
rango de funcionarios públicos que tampoco aparece nítidamente perfilado
en el párrafo transcripto a través, tan sólo, de las expresiones encomilladas
que contiene.
Por ello, y lo dispuesto en los arts. 1112 y concs. del Código Civil, se decide:
Hacer lugar parcialmente a la demanda seguida por Jorge F. Vadell contra
la Provincia de Buenos Aires. Estése a lo establecido en el consid. 15 sobre
la fijación del resarcimiento. Las costas se imponen en un 70% a cargo del
estado provincial y un 30% a la parte actora en atención al resultado del
pleito (art. 71, Cód. Procesal). - Genaro R. Carrió. - José S. Caballero. -
Carlos S. Fayt. - Augusto C. Belluscio. - Enrique S. Petracchi.
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Contra lo así decidido, la actora dedujo recurso ordinario de apelación que
fue concedido a fs; 1397/1397 bis. El memorial de agravios obra a fs.
1452/1475 y fue respondido a fs, 1481/1489 vta. por el Estado Nacional -
Ministerio de Economía- y a fs. 1490/1509 por el Banco Central.
3. Que la actora sostuvo a lo largo del pleito que las sucesivas reformas al
sistema financiero, que tuvieron lugar entre 1982 y 1986, la condujeron a
un proceso de descapitalización continuo y creciente que desembocó en
una situación gravemente deficitaria.
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Puntualizo también que este tribunal ha admitido la validez de leyes que -
en determinadas circunstancias- limitan el derecho de propiedad y aun los
efectos de sentencias firmes, en tanto las medidas adoptadas no sean
irrazonables en relación a las causas que las han hecho necesarias.
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su presentación referente "al reclamo interpuesto ante esa entidad por la
diferencia de compensación resultante de la aplicación de la ley 23.370".
10. Que el art. 13 de la ley 23.370 reconoció una compensación a cargo del
Estado nacional, que sería efectivizada por el Banco Central de la República
Argentina por cuenta de la Secretaría de Hacienda, respecto de las
entidades financieras que acreditasen haber sufrido pérdida o quebranto a
raíz de la refinanciación establecida por dicha ley. Sin perjuicio de que tal
compensación quedó supeditada a la prueba del concreto perjuicio, cabe
poner de relieve que -como resulta claramente del mismo texto de la
norma- aquélla se refiere al quebranto o pérdida ocasionado por el sistema
de refinanciación establecido por esa ley, de manera que mal podría
importar un reconocimiento de deuda alguna por daños que podrían haber
causado otras normas dictadas con anterioridad.
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condiciones que resultan exigibles para que se genere la responsabilidad
del Estado tanto en el supuesto de una conducta irregular como, en la
hipótesis en que se la juzgue lícita.
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rentabilidad esperada con sustento en el mantenimiento de tasas libres, el
a quo puso de relieve que la mora, e incluso la imposibilidad de pago, en
que se encontraban los deudores de aquélla impedía apreciar -con
sustento real- la cuantía de la disminución de la rentabilidad.
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