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GENESIS y EL BIG BANG

La presente es la transcripción de la conferencia “Génesis y el


Big Bang” dictada por el Rabino Iosef Bittón el día 4 de Agosto
en el auditorio del instituto ORT, en ocasión de celebrarse en
Montevideo las Segundas Jornadas Latinoaméricanas de Ciencia
y Judaísmo

Hemos mantenido deliberadamente el carácter oral de la


exposición y solamente hemos agregado , para organizar las
ideas, títulos a los temas abordados.

El tema
Buenas noches. Hoy vamos a hablar de una cuestión que tiene
que ver con la parte teórica, filosófica y teológica del tema
Ciencia y Judaísmo: vamos a hablar de Génesis y el Big Bang.
La Torá anuncia en sus primeras palabras “Bereshit Bara Elo-
him” “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”. ¿El Big
Bang dice algo parecido o expresa algo totalmente diferente? ¿El
Big Bang es una teoría que contradice la afirmación bíblica o
reafirma la declaración bíblica? Ésto es lo que vamos a analizar
hoy.

Dentro de este mismo tema trataremos de ver si la ciencia


moderna, la ciencia de los 90´s, nos aleja o nos acerca más a la
noción de un Creador. Y una última pregunta para la cual -les
confieso de antemano- no tengo una respuesta válida, y es ¿por
qué todo esta reflexión no se lleva a cabo abre en los marcos
educativos y formacionales? En las escuelas y liceos. Y no me
refiero únicamente a las escuelas judías.
Esto lo dejo como una pregunta abierta para todos ustedes.

Historia de los Principios


Vamos a comenzar. Como dije, la Torá afirma que en el
principio Dios creó los cielos y la tierra. No vamos a hablar
desde la fe. En realidad, en el judaismo no existe el
conocimiento “por la fe”. Vamos a enfocar este tema de la forma
más científica posible: con evidencias, datos, hipótesis.
En primer lugar, tenemos que ubicarnos en lo que fue la antigua
concepción humana del Universo, del cosmos. La afirmación de
la Torá, Bereshit, en el principio existió una creación divina, no
fue nunca muy bien vista por la ciencia. De hecho fue rechazada
por los científicos de la antigüedad.
Uno de los más grandes sabios que conoció la humanidad, cuyo
pensamiento y ciencia rigieron el conocimiento científico del
hombre durante siglos, fue Aristóteles. Y Aristóteles describió un
Mundo estable, finito, y eterno. Porque él, como nosotros, salía
afuera y miraba el cielo y las estrellas y veía que los astros se
desplazaban en órbitas aburridas, mecánicas y
matemáticamente previsibles. Entonces este Mundo, decía
Aristóteles, siempre existió así como lo vemos ahora. No tuvo
ningún “principio” y siempre seguirá siendo el mismo y por lo
tanto “no hubo nadie que lo creara”. Incluso desde el punto de
vista filosófico el dios -con minúsculas- de Aristóteles era un
dios privado de voluntad. Para Aristóteles el hecho de que
existiera una creación reflejaría una modificación en Dios, y su
dios era estable y por la misma proyección del universo, eterno,
e inmutable. A Dios, según el pensamiento aristotélico, no se le
podría ocurrir de pronto querer un universo. Por lo tanto, ya sea
desde el punto de vista físico y astronómico, como desde lo
filosófico, Aristóteles y toda la ciencia desde él hasta nuestros
días, sostuvieron que “Bereshit” no existió. El mundo era eterno.

La Edad Media registra innumerables discusiones de sabios


judíos frente a sabios aristotélicos. Los sabios aristotélicos
demostraban “científicamente” que el mundo era eterno, y los
sabios judíos, siempre a la defensiva, declaraban un tímido
Bereshit, que entonces, era casi una proclamación de fe.

Quizás el paradigma de esta defensa lo representó el famoso


Rabí Moshé Ben Maimón, que tanto hemos citado acá, a quien
se le conoce como Rambam o Maimónides. Ese ilustre sabio,
médico, filósofo y astrónomo, que tuvo el pueblo judío, es sin
duda el modelo de inspiración de estas jornadas. El fue quien
discutió con los sabios aristotélicos manteniendo que el mundo
había tenido un principio. Y lo notable es que hasta bien entrado
el siglo XX todavía la ciencia seguía afirmando que el mundo era
finito y eterno, que no existió un “Bereshit”.
El descubrimiento de Andrómeda
¿Cuándo es que se descubre que el mundo tuvo un principio,
que hubo un Bereshit, que el mundo no era eterno? Hubo varios
sabios y astrónomos, que con telescopios cada vez más
potentes empezaron a ver diferentes puntos de nuestra galaxia.
Desde Galileo y Copérnico. Y por supuesto a partir de nuestro
siglo XX, comenzaron a observar otras galaxias y vieron que
éstas no se desplazaban en órbitas, como hubiéramos esperado.
Es decir, mientras que todos los astros y los cuerpos celestes de
nuestra galaxia aparentemente sí se desplazaban de forma
orbital, las galaxias no hacían lo mismo. Vesto Slipher fue el
primero que lo percibió, pero el científico que lo pudo verificar
fue Edwin Hubble. (Hoy tenemos grandes y poderosos
telescopios en su nombre). Año 1925 más o menos, Hubble
descubre una galaxia llamada Andrómeda. A través de una
sofisticada medición de la luz denominada “efecto doppler”, (es
una forma de medir la luz que va llegando de las galaxias más
lejanas) él calculó que esa galaxia se estaba “alejando” de un
punto de referencia establecido, a una velocidad astronómica. E
incluso descubre otra galaxia que está más lejos que
Andrómeda, y que se aleja más rápido que Andrómeda, lo cual
empieza a demostrar una imagen del universo hasta ahora
desconocida. Si pasamos la película para atrás, lo podremos
entender… La galaxia Andrómeda, a una velocidad 10 digamos,
está en el punto A. La otra galaxia a una velocidad 12, está en
un punto B, más alejado, o sea que cuanto más rápida es la
velocidad de la galaxia, más alejada está. Por lo tanto si
volvemos hacia atrás la película de todas las galaxias que se van
alejando, llegaríamos a un punto en el cual todas las galaxias
vuelven a un centro original, un punto. Y de aquí, un poco
después, en el año 1946, el famoso científico George Gamow,
elabora la teoría del Big Bang. Es decir, de que en realidad en
un principio todo era una impresionantemente poderosa super-
bola de fuego, decía Gamow, de energía, que al explotar dio
origen a todas las galaxias, las mismas que hasta hoy se siguen
dsplazando por efecto de esa primigenia explosión.

Demasiado parecido a la Biblia…


A esta teoría, en sus principios, se opuso nada más y nada
menos que el Prof. Albert Einstein. Y fíjense cuáles fueron los
argumentos de él para oponerse. El decía que esa teoría era
muy sospechosa y que el “no quería caer en manos de
sacerdotes”. ¿Porqué? Porque Einstein entendió que demostrar
que el universo tuvo un principio, era acercarse demasiado a
una teología.
Si hubo un inicio, entonces alguien tuvo que iniciarlo. Ya que
hay leyes físicas de conservación de masa y energía que no
“permiten” que algo de pronto aparezca así, espontaneamente y
de la nada.

Previendo ésto, Einstein y todo un grupo de científicos con una


orientación secular se negaron a aceptar esta teoría. Incluso el
mismo Einstein inventó la hipótesis de “la constante
cosmológica” para explicar el fenomeno descubierto por Hubble
-que después consideró como uno de los mas grandes errores
de su carrera profesional.
Pero la teoría del Big Bang (a propósito, el nombre Big Bang lo
puso un científico que no apoyaba esta teoría, llamado Fred
Hoyle. Este científico americano se burlaba de esta hipotesis y la
bautizó “Big Bang” con un tono despectivo y burlón…) tenía que
ser demostrada científicamente, no sólo por esa película hacia
atrás, que podemos deducir, sino que se esperaba que esa
explosión hubiera dejado como un “residuo” de su “onda
expansiva”, como cuando tiramos una piedrita en el agua… que
teórica y matemáticamente, esas ondas se expanden ad
eternum, nunca se acaban. Entonces, esta teoría prevía que
debería existir un tipo de ondas llamadas Kelvin, en una
frecuencia de más o menos 3,5 grados.
En 1964, dos investigadores que trabajaban para la compañía
Bell Telephone de Estados Unidos, Wilson y Penzias, haciendo
experimentos con antenas para las instalaciones telefónicas
descubren esta radiación. Descubren la radiación de Kelvin 3,5…
¡Una radiación constante y permanente en todo el Universo! Si
ustedes la quieren ver, si quieren percibir ese eco del Big Bang,
lo pueden ver en sus Televisores. Cuando no sintonizan ningún
canal, ese ruido y esa lluvia en la pantalla, es nada más y nada
menos, queridos amigos, que el eco original del Big Bang. Años
después, hace relativamente poco, el satélite “Kobe” también
registra la misma onda expansiva universal. Otro dato que
también tenía que ser confirmado era la cantidad de nitrógeno y
helio existente en el Universo, y también coincidió con lo que se
calculaba desde la teoría del Big Bang. La cuestión es que a
partir de estas dos confirmaciones ya ningún científico serio se
atrevió a cuestionar el Big Bang. La teoría fue absolutamente
aceptada. Esto lo sabe todo el mundo…

El fin de la gran conspiración


Mi gran pregunta es si ustedes sabían que la teoría del Big Bang
era toda una confirmación del Bereshit, y la rotunda negación de
aquello que la ciencia estuvo sosteniendo durante siglos. ¿Eran
Ustedes concientes que el Big Bang representaba la ratificación,
por parte de la ciencia de que existió un principio, un Bereshit?
De qué recién en este siglo se afirma lo que la Torá ya había
afirmado hace tanto tiempo…
El mundo no es eterno, el mundo tuvo un principio. La ciencia lo
llama Big Bang, nosotros lo llamamos Bereshit…
De la misma manera, lo que la ciencia denomina “radiación
Kelvin 3,5” nosotros lo llamamos el eco de la creación divina…

En las últimas décadas, varios científicos honestos de


vanguardia, que no encuentran otra posible explicación de cómo
de pronto surge algo de la nada y habiendo abandonado el
modelo del universo estático, empiezan a hablar con un término
que no tiene casi nada que ver con lo científico. Comienzan a
mencionar el concepto
“Creación”.

Les voy a leer un pequeño párrafo de un libro que recomiendo


mucho. Es del Prof. Natan Aviezer, de la Universidad de Bar
Ilan. El libro se llama “Bereshit Bará” (En el principio creó…) El
autor escribe acerca de las coincidencias entre el relato bíblico
de la creación y la descripción científica de la Cosmogonía, (el
nacimiento del Cosmos). Está en castellano. Ha sido traducido
hace muy poco tiempo. Les voy a leer las citas que trae
respecto a los científicos modernos que hablan de Creación.
Aviezer dice así, citando a prestigiosos científicos: “La creación
del universo ha llegado a ser un hecho científicamente aceptado.
El desarrollo de la radioastronomía en los últimos años ha
aumentado considerablemente nuestro conocimiento de partes
distantes del universo. Como resultado el origen violento y
espontáneo del universo ha sido aceptado en forma general.
Parece ser acertado que hubo un tiempo definitivo de la
creación” .
[Ver Bibliografía al final]. Quiero que entiendan, queridos
amigos, qué significa la palabra Creación en el vocabulario de un
científico. Es instructivo repasar algunas frases dichas por
cosmólogos que son considerados líderes en su profesión.
¿Quién conoce alguno de ellos? Quizas el más famoso y popular
de todos sea el inglés Stephen Hawking, que no es para nada un
científico religioso. El escribió lo siguiente : “El actual punto de
vista de la Creación ocurre fuera del campo de las leyes
conocidas de la física”. Lo dice en el libro de Stephen Hawking,
“The Large scale Structure of Space Time”, Cambridge, 1973. El
Prof. Allan Guth, del Instituto Tecnológico de Massachussets, el
Prof. Paul Steinhart, de la Universidad de Pennsilvania, escriben:
“El momento de la creación sigue aún sin ser explicado”, en una
publicación que edita la prestigiosa revista “Scientific American”
en 1984 hablando de creación. Los títulos de dos recientes libros
de Cosmología -no de Teología- son: “La creación” y “El
momento de la creación”. Y finalmente, un reciente título
publicado por las más prestigiosas revistas de investigación de
física, lleva el siguiente título: “La creación del Universo a partir
de la nada”. Todo esto nos hace replantearnos, yo creo que
positivamente, cómo la ciencia o los científicos van
descubriendo, en cierta forma, lo que la Torá afirmó hace mucho
tiempo…

Carta de lector
En la revista Newseek apareció el año pasado una editorial
acerca del Big Bang. Las últimas descripciones del Big Bang a
partir de las nuevas fotografías de los más modernos satélites.
En el otro número del NewsWeek, hay una carta de un lector.
Resulta que en el artículo mencionado se habla de cómo la
teoría del Big Bang explica o describe el surgimiento del mundo.
Entonces un señor llamado Walter Edgard, de Louisiana escribe
lo siguiente: “Estuve sorprendido de las fotografías que vi del
periscopio Hubble. ( En ese artículo se mostraban fotografías
impresionantes de las galaxias, y se deducia cómo habría sido
su comienzo y evolución…) Pero cuando leí la declaración de que
en un momento dado, según la teoría del Big Bang, las luces del
universo se encendieron le dije instintivamente a mi esposa:
suena como Génesis, cuando Dios dijo: “Que sea la luz” y surgió
una explosión de luz. Entonces pregunto: ¿Están los astrónomos
gastando millones de dólares por algún tipo de descubrimiento
que ya conocemos desde hace tantos siglos atrás?” Esa es la
interesante reflexión que hace este lector de la Newsweek.

Hace muy poco tiempo atrás, en 1988, la NewsWeek presenta


otra editorial con un título muy provocativo “Science finds God”
= “La ciencia descubre a Dios”. También en este artículo se
afirma lo que recién acabamos de decir, que el Big Bang es en
realidad una corroboración del Bereshit. Claro, insisto
nuevamente en esa pregunta a la que no tengo respuesta. ¡Así
no nos lo enseñan en la escuela! Al contrario, pareciera ser que
al Big Bang se lo presenta en oposición a Bereshit, como la
alternativa laica para explicar el surgimiento del mundo.
¡Cuando en realidad es exactamente al revés! El Big Bang es la
primera (y por ahora mayor) confirmación científica de Bereshit.
Un científico moderno citado en este artículo dice: “Ha sido la
ciencia, mi ciencia, la Cosmología, quien me ha acercado más a
la conclusión de que el mundo es mucho más complicado que lo
que la ciencia lo puede explicar. Es únicamente a través de lo
Sobrenatural que puedo llegar a entender el misterio de la
existencia”. Es como si algo sorprendente estuviera pasando
entre aquellos dos contrincantes, viejos contrincantes -la ciencia
y la religión- parece que están encontrando un camino en
común. Uno está ayudando a descubrir al otro. Pero como
dijimos, aquí esa información no nos llega…
En el artículo del Newsweek que les mencione se explica:
“George Gamow, a partir del Big Bang, describió la teoría de que
el universo comenzó a partir de una primera explosión, una
creación o un surgimiento instantáneo… la teoría del Big Bang,
abre las puertas para la idea de un Creador”. Lejos, muy lejos
de que el Big Bang sea una teoría de exclusión de Dios, es una
teoría que confirma Bereshit.
Teología subjuntiva
Quisiera analizar ahora, no las similitudes, sino lo que
aparentemente son las grandes diferencias entre el Big bang y
el relato bíblico de la Creación: el primer tema es el tiempo
“cuándo, cuánto hace que surgió/fue creado el Mundo”
Veamos si son insalvables las diferencias entre la Torá y la
teoría del Big Bang.
La ciencia dice que el Big Bang ocurrió hace 15.000 millones de
años. La Torá dice: 5760 años… Bueno, la diferencia no es tan
pequeña como para atribuirla a un mero error de cálculo… Es
decir, aquí tenemos una distancia abismal entre una y otra
postura, un punto de desencuentro muy grande. Veamos si es
posible encontrar una forma de consonacia entre ambos
puntos…
Para ello quiero describir, compartir con ustedes, dos
pensamientos que creo nos ayudarán a entender qué significa
esto de los tiempos distintos. Antes quisera contarles lo que una
investigadora americana, Nancy Murphy, propone para el
estudio de las ciencias y de la Teología, genralmente excluída,
en los niveles de educación media y académica: ella propone
una Teología Subjuntiva. ¿Qué significa “La Teología
Subjuntiva”? Una manera de plantear las verdades teológicas de
manera teórica y confrontarlas de ese modo con el conocimiento
científico moderno. Una presentación de la teología que no sea
indicativa y mucho menos imperativa. Subjuntiva significa “si
fuera qué… si hubiera existido, por ejemplo, una creación.”
Yo voy a hacer uso de la misma estrategia para explicarles a
ustedes cómo puede funcionar esto de las diferencias de cálculo
de edades entre el Big Bang y la Torá. Si por ejemplo
“suponemos” la creación y partimos de que Dios acaba de crear
hace un minuto al primer hombre. Y ahora tratamos de
visualizar este escenario ¿Cómo imaginamos al primer hombre
creado por Dios? ¿Lo creó como un bebé recién nacido o como
un adulto? Ustedes, aunque sea intuitivamente ¿qué dirían?
Seguramente pensaran que no lo creo como un bebe porque de
esa manera no hubiera podido sobrevivir. El Midrash, es decir la
parte no Halájica del Talmud afirma, que Dios creó al hombre ya
desarrollado, con un cuerpo de unos 20 años. Ahora
imaginemos que a través del túnel del tiempo viajamos hasta
ese primer minuto de la creación del hombre. Estamos allí,
frente a frente, con Adam, con el primer hombre de la creación.
Y asumiendo lo que dice el Midrash, este hombre (¿sin
ombligo?) tiene el cuerpo de un joven. Supongamos que somos
científicos y nuestra misión desde el futuro es investigar la edad
de este hombre. Llegamos un minuto después que fue creado.
Ya no está Dios “explicitamente” presente. (¡Como ahora!).
Ustedes como científicos ¿qué edad le atribuiríana este
individuo? Creo que ninguno de nosotros se atrevería a pensar
que este joven tiene sólo un día de vida, ya que como científicos
tenemos que basarnos exclusivamente en los datos que
tenemos frente a nosotros.
Entonces más o menos estimaremos que este hombre tiene…
digamos entre 18 y 22 años. La pregunta es si estaremos
equivocados al atribuírle al primer hombre esa edad. ¿Sí o no?
En realidad “Sí y no”. Desde el punto de vista científico NO
estamos equivocados, porque el individuo en cuestión posee un
cuerpo de 20 años. Pero desde el punto de vista de la realidad
que asumimos, o sea nuestra Teología Subjuntiva estaremos
muy equivocados, porque este hombre tiene un minuto de vida.
Es decir que en general, si suponemos la creación, si partimos
del supuesto de la creación, se presentan ante nosotros dos
formas de medir el tiempo totalmente distintas, y en cierta
forma las dos correctas. Tomando en cuenta las reglas de juego
de la ciencia, no puedo esperar que los científicos digan otra
cosa, porque lo que la ciencia no ve, no detecta y no mide (en
este caso el fenómeno de la Creación) no puede considerar. La
ciencia sólo puede trabajar con los elementos que tiene frente a
sí, nada más. ¿De que podríamos culpar a un científico si nos
dice que ese hombre, que Adam, tiene 20 años?
Pensemos ahora, por ejemplo, en la edad de una cadena
montañosa. Imaginemos que Dios dijo: “Que sea la cadena
montañosa”. Y en un minuto se crea la cadena montañosa. Un
científico que se presente en ese momento nos va a decir:
Bueno, esta cadena montañosa tiene, digamos, un millón de
años. Ya que es el tiempo que le llevaría a los movimientos
sismícos y geológicos hacer surgir una cadena de montañas.
Nuevamente, por un lado -internamente- tiene un millón de
años, pero fue creada ayer. Alguien puede decir: la luz de esa
estrella tardaría cinco millones de años en llegar a la tierra. Es
verdad. Entonces ¿cuántos años tiene esa estrella? ¡Por lo
menos cinco millones de años! Pero si suponemos que Dios la
creó “ayer” con la luz ya sobre la tierra, estaríamos midiendo
simplemente cuánto tiempo le hubiera llevado a la luz llegar si
no hubiera sido creada así por Dios. Un último ejemplo. Si
suponemos la creación, volvemos a los primeros días, cortamos
un árbol y encontramos que tiene 50 anillos, como científicos
vamos a afirmar que tiene 50 años, aunque en realidad puede
ser que tenga un solo un día.

¿Quién da más?
En conclusión, la cuestión es si consideramos la creación o
excluimos la creación. Si suponemos la creación, las edades casi
“necesariamente” se van a medir de dos formas muy distintas.
Entonces, a mí como judío, no me preocupa que la ciencia
afirme que el mundo tiene seis mil millones de años o más. En
realidad para mí, los científicos estarían describiendo cuánto
tiempo le hubiera llevado al mundo llegar a lo que fue si no
hubiera sido creado por Dios. Nada más que eso.
Dios dijo: “Que sea la luz y fue la luz”. El Todopoderoso pudo
haber creado todo el inmenso Universo que existe en un breve
instante . Si la ciencia calcula que para que eso sucediera, para
que surja este Universo “si no hubiera mediado la creación”
habrían tenido que pasar quince mil millones de años, es un
tema de la ciencia y es una conclusión correcta desde el punto
de vista de la ciencia, dadas sus reglas del juego. Pero esa
medición de tiempo científica es teológicamente irrelevante y no
representa ninguna contradicción al relato bíblico de “la
creacíon”.

Relatividad
Para profundizar un poquito más, no mucho, porque no tengo
los conocimientos para hacerlo, veamos lo que Einstein nos ha
enseñado acerca del tema “tiempo”. Creo que es una idea muy
valiosa para entender el fenómeno Bereshit y los seis primeros
días de la creación. Einstein descubrió lo que Newton no sabía.
Newton afirmó que el tiempo en todos lados, en todas las
circunstancias, transcurría de la misma manera. La gran y
célebre teoría de la relatividad de Einstein define que el tiempo
es relativo. No pasa de igual forma en todos lados. Les voy a
dar un ejemplo muy famoso: el de dos gemelos que nacen
juntos. Uno de los gemelos sale hacia el espacio en una cápsula
a una velocidad que se aproxima a la de la luz y vuelve después
de 90 años, tiempo-tierra. El gemelo que está acá ya lleva su
bastón, y el que regresa está todavía con chupete y sus
pañales. Esto es ciencia, no es ficción. (Nada más que es muy
teórico hablar de alcanzar la velocidad de la luz…) Y en teoría es
absolutamente cierto. Einstein nos asegura que el transcurso del
tiempo depende del marco de referencia, el tiempo no pasa en
todos lados de la misma forma. En ninguna estrella pasa el
tiempo igual que en la otra estrella, porque el tiempo depende
de dos variables. Una es la velocidad, como en el caso de los
gemelos y la otra es la gravedad, o sea la masa (en realidad
una está relacionada con la otra, pero eso es más complicado…).
Estas son las dos variables que afectan el transcurrir del tiempo.
Por lo tanto -dice Gerald Schroeder, un científico que escribió un
libro fabuloso llamado “Génesis y el Big Bang”- : en esos seis
días de la creación, ¿quién estableció el marco para la medición
del tiempo? El hombre todavía no había sido creado. El marco
de tiempo no tiene porque haber sido el humano, nuestro actual
reloj.
El día lo fijamos en función del sol, y según la Torá el sol no fue
creado hasta el cuarto día. Y sin embargo la Torá me habla del
día Uno y del día Dos. Es posible entonces, que cuando la Torá
habla de un día, se esté refiriendo a un día de acuerdo al ” reloj
del Todopoderoso” lo que no tiene que equivaler a una jornada
de veinticuatro horas. Es más: al no haber sol, ese día tendría
que haber sido “necesariamente” distinto a un día “normal”.
En un marco de tiempo “divino” los acontecimientos pueden
ocurrir a otra velocidad… Aunque resulte un poco vertiginoso,
imaginense el surgimiento de una montaña, por la voluntad de
Dios, en unos cuantos segundos.
Por supuesto que en nuestro reloj estarían transcurriendo
millones de años “simultaneamente”… La relatividad del tiempo,
la comprensión de que el tiempo puede transcurrir y/o ser
medido de formas distintas, contribuye notablemente a nuestra
comprensión del fenómeno Bereshit… nos ayuda a entender un
poco más el hecho de que esta disparidad de edades no se
excluyen…
Hay una canción en ladino que los judíos sefaradíes conocen
bien, que se llama “A la una yo nací”. Y dice más o menos así:
“A la una yo nací, a las dos me engrandecí, a las tres tomé
amante (es decir, mujer, esposa), a las cuatro me casí (me
casé…) Es una canción basada en un Midrash, que habla de
Adam, el primer hombre. Según nuestro Midrash, en el mismo
sexto día de la creación, el hombre fue creado en la primera
hora, en la segunda hora creció, en la tercera hora el hombre
tomó a su mujer, en la cuarta hora la desposó y en la quinta
hora tuvo un hijo etc etc. Y hasta el mismo episodio de la fruta
de árbol prohibido, todo ocurrió ese mismo sexto día. Estoy
hablando de una fuente que tiene al menos 1800 de años de
antigüedad. Un texto en el cual los Sabios mencionan un
fenómeno sumamente parecido a de los “tiempos relativos” de
Einstein y justamente durante uno de los seis días de la
creación, algo que seguramente habrá sonado absolutamente
escandaloso o fantasioso durante siglos. Y que hoy -gracias a la
ciencia- podemos apreciar con otros ojos.

El tema bíblico
Para finalizar la pregunta del “Cómo”. Primero, una aclaración
importantísima. En verdad la Torá no es un libro de ciencia. ¿Por
qué? Porque hubiera sido un tremendo desperdicio que Dios
revelara algo que el hombre puede llegar a conocer por sus
propios medios. A la verdad científica el hombre puede llegar
por su propios medios, por su propio conocimiento. Lo
verdadero y lo falso es demostrable. La Torá es un libro del bien
y del mal, para lo cual el hombre es éticamente impotente,
como ya lo ha demostrado la filosofía moderna. Al bien y al mal
no se llega por consenso o por demostración. La Torá es un libro
de ética. Una ley para la vida del pueblo judío. Por lo tanto, los
comentaristas dicen que cuando en la Torá se nos relata la
creación, no es para describirnos “cómo” fueron los mecanismos
científicos o cosmológicos que Dios puso en marcha y ejecutó,
porque eso es en cierta manera irrelevante para la existencia
del hombre y es esencialmente tarea de la ciencia descubrirlo…
¿Cuál es entonces el principal mensaje del relato bíblico de la
creación, se preguntan los comentaristas hebreos? Tomemos el
primer versículo de la Torá: “En el principio creó Dios los cielos
y la tierra”. ¿Qué nos quiere enseñar este versículo? El mensaje
principal no es: “En el principio”, lo trascendente no es cuándo
fue creado el Mundo. Ni tampoco es “Cómo”, si a partir de algo
preexistente o ex nihilo. Creo que lo trascendente tal como nos
transmite el Midrash y lo registra el gran comentarista clásico
Rashi, es que el mundo fue creado por Dios. El tema es “Quién
lo creó”. Y creo que esto sí es relevante: si somos seres creados
por una inteligencia superior y con un destino, o si somos los
bisnietos de los chimpancés, simples mutaciones genéticas con
una gran dosis de suerte. Este es el gran mensaje. Yo podría
irme esta noche a dormir sin ningún problema, sin saber
exactamente si el mundo tiene 14.500 millones o 15.500
millones de años, pero no creo que podamos ir muy fácilmente a
dormir si no tenemos resuelta la gran pregunta: si somos seres
creados por Dios o si descendemos de los orangutanes. Es una
gran diferencia ¿Verdad? No da lo mismo una respuesta que la
otra. Hay una cuestión absolutamente existencial de por medio.
Bueno, ese es el mensaje fundamental de la Torá.

Fisiología o embriología
Otro punto: Maimónides dice que nos sería imposible saber
“cómo” Dios creó el mundo. Y que todo esfuerzo humano para
llegar a conocer de forma definitiva el cómo de la Creación es
estéril. Stephen Hawking tiene esas pretensiones. Llegar a saber
exactamente todos los misterios de la Creación. En verdad él y
otros científicos de esas escuelas neopositivistas -como dicen
algunos filósofos- se refiere a Dios como a un hermano mayor,
como alguien fácilmente aprehensible. Para nosotros, los judíos,
se considera todo un antropomorfismo intelectual pensar que
podemos acceder a la mente de Dios. Eso está más allá de
nuestra limitadísima posibilidad humana. Maimónides estableció
una teoría del conocimiento de Dios vía negativa. Saber lo que
Dios no es, sin afirmar nada de Él, como cuando negamos la
corporalidad de Dios, pero dejémoslo allí. Volviendo a lo
nuestro, cuando Maimónides discutía con los sabios aristotélicos
respecto a si el mundo era eterno o había sido creado, decía que
tenemos un insuperable problema epistemológico: nuestro
desconocimiento total de las condiciones iniciales de la creación.
Por ejemplo, en el segundo versículo de Bereshit dice VehaArets
Haieta Tohu vaBohu, ” Y la tierra era caos y desorden…” Porque
aún no estaban establecidas las mínimas leyes físicas. Fíjense
qué interesante. ¿Qué es lo primero que crea Dios? Coincidiendo
con el Big Bang: La luz, que en hebreo se dice OR. Ustedes
saben que luz y energía son lo mismo -radiación
electromagnética- en diferentes variaciones. ¿Y qué es lo
próximo que hace Dios luego de crear la luz? Distingue la luz de
la oscuridad. ¿Qué gran cosa hizo el Todopoderoso al “separar”
la luz de la oscuridad? Porque en verdad cuando no hay luz,
automáticamente hay oscuridad…
Dios estableció justamente esa ley, que hoy nos parece
automática. Según nuestros Sabios, antes de esta separación
“Or vaJoshej Haiu Meshameshim beIrbubia” “la luz y la
oscuridad eran simultaneas”. Algo que hoy nos resulta imposible
concebir… ya que nuestra mente se ha estructurado
“definitivamente” de acuerdo a esta realidad.
Vale decir que hasta esa ley física primordial, cuya ausencia no
podemos concebir, fue establecida según nuestra Torá en ese
momento. Durante los primeros días, las leyes físicas que
conocemos hoy no existían. Como ya lo explicamos, al parecer
hasta el transcurrir del tiempo era totalmente distinto al
nuestro. Y así fue hasta el Shabat. El Shabat establece el final
de Maase Bereshit, del “fenómeno de la creación”.
Dice Maimónides que querer entender cómo fue la creación es
imposible. Y nos da un ejemplo: imaginemos un niño
abandonado en una isla desierta. Que vive allí sin haber
conocido a una mujer. Al cabo de unos años es rescatado y le
preguntan ¿Cómo crees haber nacido? Y el dice: Bueno, yo creo
que habré sido chiquitito, muy chiquito y habré ido creciendo
lentamente. Si le dijeran a él que en verdad estuvo en un
vientre, viviendo dentro de una panza humana, él se resistiría a
creerlo. Diría que no es posible, porque dentro de un vientre no
se puede comer ni beber, no se puede respirar… Y sin respirar y
sin comer no se puede vivir. Él no podría aceptar -y mucho
menos concebir por si mismo- la idea del embarazo. ¿Porqué?
Porque desde la fisiología no se puede deducir la embriología.
Son dos sistemas distintos, en gran medida “excluyentes”. En la
fisiología se respira de una forma y en la embriología de una
forma distinta. Si no conociéramos la embriología, jamás la
podríamos adivinar. Y si nos basaramos en nuestra conocida
fisiología para hacerlo, nos equivocaríamos más todavía. Dice
entonces Maimónides: “No conocemos la embriología del
universo -aquello que aconteció en los seis primeros días- y
jamás la podríamos deducir. Pues al querer hacerlo, sólo
estaríamos proyectando los elementos que conocemos sobre un
sistema que desconocemos.
Ahí tal vez tenemos el límite. Nuestro absoluto desconocimiento
de las condiciones iniciales de la Creación, nuestra ignorancia
definitiva dela gestación del Cosmos.
En conclusión, en este segundo aspecto no podemos discutir con
lo que afirme el Big Bang respecto a cómo fue surgiendo el
Universo. Primero porque la Torá no le dedica una descripción
ya que no lo considera relevantede y segundo porque
conocemos nuestra limitacíon cognitiva para acceder a la
embriología del Universo y a sus condiciones iniciales.
Estas condiciones iniciales concluyen en Shabat.

Shabat Shalom!
Queridos amigos, me conformaría si ustedes salen hoy sabiendo
que el Shabat no es un día de descanso. Es una de las
confusiones más grandes que la gente tiene en su mente.
Shabat no es el día de descanso. Dios no descansó, porque no
necesita descansar. Shabat es el día en que Dios “Cesó de
crear”. Esa es justamente la traducción correcta de la palabra
“Shabat”: cesó, terminó, en este caso: dejó de crear. El Shabat
establece el final de la embriología del universo. Con el Shabat
llega el final de toda esa “evolución”, dirigida por Dios, desde los
orígenes de la vida hasta la creación del hombre. En Shabat
comienza a regir nuestro reloj humano, el tiempo que
conocemos ahora y las leyes físicas que hoy nos gobiernan. Ese
es el sentido del Shabat como “Zejer leMaase Bereshit” “en
homenaje al fenómeno de la Creación”. Otros pueblos celebran
la creación recordando el primer dia, el domingo, o el día en el
cual fue creado el hombre, el viernes. Pero los judíos, para
celebrar e indicar que la creación ha sido un fenómeno, un
milagro único, lo hacemos a través del Shabat. El Shabat,
cuando el Creador concluye su actividad gestadora, es lo que
afirma que la creación fue algo “único” que no se va a repetir
otra vez. Celebramos la creación el día que Dios cesó de crear y
de esa forma estableció lo excluyente de este milagro y lo
exclusivo de esos seis días divinos.

De esta forma, nos vamos aproximando un poquito más a la


comprensión de Bereshit, de la mano de la ciencia.

Muchas gracias.

Bibliografia:

Lawrence Kelemen “Permission to believe” Targum/Feldheim,


Jerusalem 1990

Stanley L Jaki “From scientific cosmology to a Created universe”


en Intellectualls speak about God. Chicago 1984

“EL PRIMER DÍA DE LA CREACIÓN- EL ORIGEN DEL UNIVERSO”,


Profesor Nathan Aviezer publicado en BBD, Journal of Torah and
scholarship, de la Universidad de Bar Ilan, Israel1995

Dr Gerald Schroeder “Génesis y el Big Bang” Ediciones B,


Barcelona, España, 1992.

S. W. Hawking y G. F. R. Ellis, The Large Scale Structure of


Space-Time (Cambridge University Press, Cambridge: 1973),
p.364.

A. H. Guth y P. J. Steinhardt, “The Inflatory Universe”, Scientific


American, Vol.250 (Mayo de 1984), p.102.

A. Vilenkin, Physics Letters, Vol. 117B (1982),pp.25-28.

Lee M Spetner: “Not by chance, the fall of neodarwinian theory”


Jewish Heritage and Roots Library, Jerusalem (1996)

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