Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El tema
Buenas noches. Hoy vamos a hablar de una cuestión que tiene
que ver con la parte teórica, filosófica y teológica del tema
Ciencia y Judaísmo: vamos a hablar de Génesis y el Big Bang.
La Torá anuncia en sus primeras palabras “Bereshit Bara Elo-
him” “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”. ¿El Big
Bang dice algo parecido o expresa algo totalmente diferente? ¿El
Big Bang es una teoría que contradice la afirmación bíblica o
reafirma la declaración bíblica? Ésto es lo que vamos a analizar
hoy.
Carta de lector
En la revista Newseek apareció el año pasado una editorial
acerca del Big Bang. Las últimas descripciones del Big Bang a
partir de las nuevas fotografías de los más modernos satélites.
En el otro número del NewsWeek, hay una carta de un lector.
Resulta que en el artículo mencionado se habla de cómo la
teoría del Big Bang explica o describe el surgimiento del mundo.
Entonces un señor llamado Walter Edgard, de Louisiana escribe
lo siguiente: “Estuve sorprendido de las fotografías que vi del
periscopio Hubble. ( En ese artículo se mostraban fotografías
impresionantes de las galaxias, y se deducia cómo habría sido
su comienzo y evolución…) Pero cuando leí la declaración de que
en un momento dado, según la teoría del Big Bang, las luces del
universo se encendieron le dije instintivamente a mi esposa:
suena como Génesis, cuando Dios dijo: “Que sea la luz” y surgió
una explosión de luz. Entonces pregunto: ¿Están los astrónomos
gastando millones de dólares por algún tipo de descubrimiento
que ya conocemos desde hace tantos siglos atrás?” Esa es la
interesante reflexión que hace este lector de la Newsweek.
¿Quién da más?
En conclusión, la cuestión es si consideramos la creación o
excluimos la creación. Si suponemos la creación, las edades casi
“necesariamente” se van a medir de dos formas muy distintas.
Entonces, a mí como judío, no me preocupa que la ciencia
afirme que el mundo tiene seis mil millones de años o más. En
realidad para mí, los científicos estarían describiendo cuánto
tiempo le hubiera llevado al mundo llegar a lo que fue si no
hubiera sido creado por Dios. Nada más que eso.
Dios dijo: “Que sea la luz y fue la luz”. El Todopoderoso pudo
haber creado todo el inmenso Universo que existe en un breve
instante . Si la ciencia calcula que para que eso sucediera, para
que surja este Universo “si no hubiera mediado la creación”
habrían tenido que pasar quince mil millones de años, es un
tema de la ciencia y es una conclusión correcta desde el punto
de vista de la ciencia, dadas sus reglas del juego. Pero esa
medición de tiempo científica es teológicamente irrelevante y no
representa ninguna contradicción al relato bíblico de “la
creacíon”.
Relatividad
Para profundizar un poquito más, no mucho, porque no tengo
los conocimientos para hacerlo, veamos lo que Einstein nos ha
enseñado acerca del tema “tiempo”. Creo que es una idea muy
valiosa para entender el fenómeno Bereshit y los seis primeros
días de la creación. Einstein descubrió lo que Newton no sabía.
Newton afirmó que el tiempo en todos lados, en todas las
circunstancias, transcurría de la misma manera. La gran y
célebre teoría de la relatividad de Einstein define que el tiempo
es relativo. No pasa de igual forma en todos lados. Les voy a
dar un ejemplo muy famoso: el de dos gemelos que nacen
juntos. Uno de los gemelos sale hacia el espacio en una cápsula
a una velocidad que se aproxima a la de la luz y vuelve después
de 90 años, tiempo-tierra. El gemelo que está acá ya lleva su
bastón, y el que regresa está todavía con chupete y sus
pañales. Esto es ciencia, no es ficción. (Nada más que es muy
teórico hablar de alcanzar la velocidad de la luz…) Y en teoría es
absolutamente cierto. Einstein nos asegura que el transcurso del
tiempo depende del marco de referencia, el tiempo no pasa en
todos lados de la misma forma. En ninguna estrella pasa el
tiempo igual que en la otra estrella, porque el tiempo depende
de dos variables. Una es la velocidad, como en el caso de los
gemelos y la otra es la gravedad, o sea la masa (en realidad
una está relacionada con la otra, pero eso es más complicado…).
Estas son las dos variables que afectan el transcurrir del tiempo.
Por lo tanto -dice Gerald Schroeder, un científico que escribió un
libro fabuloso llamado “Génesis y el Big Bang”- : en esos seis
días de la creación, ¿quién estableció el marco para la medición
del tiempo? El hombre todavía no había sido creado. El marco
de tiempo no tiene porque haber sido el humano, nuestro actual
reloj.
El día lo fijamos en función del sol, y según la Torá el sol no fue
creado hasta el cuarto día. Y sin embargo la Torá me habla del
día Uno y del día Dos. Es posible entonces, que cuando la Torá
habla de un día, se esté refiriendo a un día de acuerdo al ” reloj
del Todopoderoso” lo que no tiene que equivaler a una jornada
de veinticuatro horas. Es más: al no haber sol, ese día tendría
que haber sido “necesariamente” distinto a un día “normal”.
En un marco de tiempo “divino” los acontecimientos pueden
ocurrir a otra velocidad… Aunque resulte un poco vertiginoso,
imaginense el surgimiento de una montaña, por la voluntad de
Dios, en unos cuantos segundos.
Por supuesto que en nuestro reloj estarían transcurriendo
millones de años “simultaneamente”… La relatividad del tiempo,
la comprensión de que el tiempo puede transcurrir y/o ser
medido de formas distintas, contribuye notablemente a nuestra
comprensión del fenómeno Bereshit… nos ayuda a entender un
poco más el hecho de que esta disparidad de edades no se
excluyen…
Hay una canción en ladino que los judíos sefaradíes conocen
bien, que se llama “A la una yo nací”. Y dice más o menos así:
“A la una yo nací, a las dos me engrandecí, a las tres tomé
amante (es decir, mujer, esposa), a las cuatro me casí (me
casé…) Es una canción basada en un Midrash, que habla de
Adam, el primer hombre. Según nuestro Midrash, en el mismo
sexto día de la creación, el hombre fue creado en la primera
hora, en la segunda hora creció, en la tercera hora el hombre
tomó a su mujer, en la cuarta hora la desposó y en la quinta
hora tuvo un hijo etc etc. Y hasta el mismo episodio de la fruta
de árbol prohibido, todo ocurrió ese mismo sexto día. Estoy
hablando de una fuente que tiene al menos 1800 de años de
antigüedad. Un texto en el cual los Sabios mencionan un
fenómeno sumamente parecido a de los “tiempos relativos” de
Einstein y justamente durante uno de los seis días de la
creación, algo que seguramente habrá sonado absolutamente
escandaloso o fantasioso durante siglos. Y que hoy -gracias a la
ciencia- podemos apreciar con otros ojos.
El tema bíblico
Para finalizar la pregunta del “Cómo”. Primero, una aclaración
importantísima. En verdad la Torá no es un libro de ciencia. ¿Por
qué? Porque hubiera sido un tremendo desperdicio que Dios
revelara algo que el hombre puede llegar a conocer por sus
propios medios. A la verdad científica el hombre puede llegar
por su propios medios, por su propio conocimiento. Lo
verdadero y lo falso es demostrable. La Torá es un libro del bien
y del mal, para lo cual el hombre es éticamente impotente,
como ya lo ha demostrado la filosofía moderna. Al bien y al mal
no se llega por consenso o por demostración. La Torá es un libro
de ética. Una ley para la vida del pueblo judío. Por lo tanto, los
comentaristas dicen que cuando en la Torá se nos relata la
creación, no es para describirnos “cómo” fueron los mecanismos
científicos o cosmológicos que Dios puso en marcha y ejecutó,
porque eso es en cierta manera irrelevante para la existencia
del hombre y es esencialmente tarea de la ciencia descubrirlo…
¿Cuál es entonces el principal mensaje del relato bíblico de la
creación, se preguntan los comentaristas hebreos? Tomemos el
primer versículo de la Torá: “En el principio creó Dios los cielos
y la tierra”. ¿Qué nos quiere enseñar este versículo? El mensaje
principal no es: “En el principio”, lo trascendente no es cuándo
fue creado el Mundo. Ni tampoco es “Cómo”, si a partir de algo
preexistente o ex nihilo. Creo que lo trascendente tal como nos
transmite el Midrash y lo registra el gran comentarista clásico
Rashi, es que el mundo fue creado por Dios. El tema es “Quién
lo creó”. Y creo que esto sí es relevante: si somos seres creados
por una inteligencia superior y con un destino, o si somos los
bisnietos de los chimpancés, simples mutaciones genéticas con
una gran dosis de suerte. Este es el gran mensaje. Yo podría
irme esta noche a dormir sin ningún problema, sin saber
exactamente si el mundo tiene 14.500 millones o 15.500
millones de años, pero no creo que podamos ir muy fácilmente a
dormir si no tenemos resuelta la gran pregunta: si somos seres
creados por Dios o si descendemos de los orangutanes. Es una
gran diferencia ¿Verdad? No da lo mismo una respuesta que la
otra. Hay una cuestión absolutamente existencial de por medio.
Bueno, ese es el mensaje fundamental de la Torá.
Fisiología o embriología
Otro punto: Maimónides dice que nos sería imposible saber
“cómo” Dios creó el mundo. Y que todo esfuerzo humano para
llegar a conocer de forma definitiva el cómo de la Creación es
estéril. Stephen Hawking tiene esas pretensiones. Llegar a saber
exactamente todos los misterios de la Creación. En verdad él y
otros científicos de esas escuelas neopositivistas -como dicen
algunos filósofos- se refiere a Dios como a un hermano mayor,
como alguien fácilmente aprehensible. Para nosotros, los judíos,
se considera todo un antropomorfismo intelectual pensar que
podemos acceder a la mente de Dios. Eso está más allá de
nuestra limitadísima posibilidad humana. Maimónides estableció
una teoría del conocimiento de Dios vía negativa. Saber lo que
Dios no es, sin afirmar nada de Él, como cuando negamos la
corporalidad de Dios, pero dejémoslo allí. Volviendo a lo
nuestro, cuando Maimónides discutía con los sabios aristotélicos
respecto a si el mundo era eterno o había sido creado, decía que
tenemos un insuperable problema epistemológico: nuestro
desconocimiento total de las condiciones iniciales de la creación.
Por ejemplo, en el segundo versículo de Bereshit dice VehaArets
Haieta Tohu vaBohu, ” Y la tierra era caos y desorden…” Porque
aún no estaban establecidas las mínimas leyes físicas. Fíjense
qué interesante. ¿Qué es lo primero que crea Dios? Coincidiendo
con el Big Bang: La luz, que en hebreo se dice OR. Ustedes
saben que luz y energía son lo mismo -radiación
electromagnética- en diferentes variaciones. ¿Y qué es lo
próximo que hace Dios luego de crear la luz? Distingue la luz de
la oscuridad. ¿Qué gran cosa hizo el Todopoderoso al “separar”
la luz de la oscuridad? Porque en verdad cuando no hay luz,
automáticamente hay oscuridad…
Dios estableció justamente esa ley, que hoy nos parece
automática. Según nuestros Sabios, antes de esta separación
“Or vaJoshej Haiu Meshameshim beIrbubia” “la luz y la
oscuridad eran simultaneas”. Algo que hoy nos resulta imposible
concebir… ya que nuestra mente se ha estructurado
“definitivamente” de acuerdo a esta realidad.
Vale decir que hasta esa ley física primordial, cuya ausencia no
podemos concebir, fue establecida según nuestra Torá en ese
momento. Durante los primeros días, las leyes físicas que
conocemos hoy no existían. Como ya lo explicamos, al parecer
hasta el transcurrir del tiempo era totalmente distinto al
nuestro. Y así fue hasta el Shabat. El Shabat establece el final
de Maase Bereshit, del “fenómeno de la creación”.
Dice Maimónides que querer entender cómo fue la creación es
imposible. Y nos da un ejemplo: imaginemos un niño
abandonado en una isla desierta. Que vive allí sin haber
conocido a una mujer. Al cabo de unos años es rescatado y le
preguntan ¿Cómo crees haber nacido? Y el dice: Bueno, yo creo
que habré sido chiquitito, muy chiquito y habré ido creciendo
lentamente. Si le dijeran a él que en verdad estuvo en un
vientre, viviendo dentro de una panza humana, él se resistiría a
creerlo. Diría que no es posible, porque dentro de un vientre no
se puede comer ni beber, no se puede respirar… Y sin respirar y
sin comer no se puede vivir. Él no podría aceptar -y mucho
menos concebir por si mismo- la idea del embarazo. ¿Porqué?
Porque desde la fisiología no se puede deducir la embriología.
Son dos sistemas distintos, en gran medida “excluyentes”. En la
fisiología se respira de una forma y en la embriología de una
forma distinta. Si no conociéramos la embriología, jamás la
podríamos adivinar. Y si nos basaramos en nuestra conocida
fisiología para hacerlo, nos equivocaríamos más todavía. Dice
entonces Maimónides: “No conocemos la embriología del
universo -aquello que aconteció en los seis primeros días- y
jamás la podríamos deducir. Pues al querer hacerlo, sólo
estaríamos proyectando los elementos que conocemos sobre un
sistema que desconocemos.
Ahí tal vez tenemos el límite. Nuestro absoluto desconocimiento
de las condiciones iniciales de la Creación, nuestra ignorancia
definitiva dela gestación del Cosmos.
En conclusión, en este segundo aspecto no podemos discutir con
lo que afirme el Big Bang respecto a cómo fue surgiendo el
Universo. Primero porque la Torá no le dedica una descripción
ya que no lo considera relevantede y segundo porque
conocemos nuestra limitacíon cognitiva para acceder a la
embriología del Universo y a sus condiciones iniciales.
Estas condiciones iniciales concluyen en Shabat.
Shabat Shalom!
Queridos amigos, me conformaría si ustedes salen hoy sabiendo
que el Shabat no es un día de descanso. Es una de las
confusiones más grandes que la gente tiene en su mente.
Shabat no es el día de descanso. Dios no descansó, porque no
necesita descansar. Shabat es el día en que Dios “Cesó de
crear”. Esa es justamente la traducción correcta de la palabra
“Shabat”: cesó, terminó, en este caso: dejó de crear. El Shabat
establece el final de la embriología del universo. Con el Shabat
llega el final de toda esa “evolución”, dirigida por Dios, desde los
orígenes de la vida hasta la creación del hombre. En Shabat
comienza a regir nuestro reloj humano, el tiempo que
conocemos ahora y las leyes físicas que hoy nos gobiernan. Ese
es el sentido del Shabat como “Zejer leMaase Bereshit” “en
homenaje al fenómeno de la Creación”. Otros pueblos celebran
la creación recordando el primer dia, el domingo, o el día en el
cual fue creado el hombre, el viernes. Pero los judíos, para
celebrar e indicar que la creación ha sido un fenómeno, un
milagro único, lo hacemos a través del Shabat. El Shabat,
cuando el Creador concluye su actividad gestadora, es lo que
afirma que la creación fue algo “único” que no se va a repetir
otra vez. Celebramos la creación el día que Dios cesó de crear y
de esa forma estableció lo excluyente de este milagro y lo
exclusivo de esos seis días divinos.
Muchas gracias.
Bibliografia: