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DE
EN D0KDE
NO SO LO SE M A N IF IE S T A LA N E C E S ID A D , Q U E TODOS
TESEMOS DE PRACTICAR LA. ORACION MENTAL i Y EL MODO PARA HACER LOS
EJERCICIOS ESPIRITUALES ; SINO TAMBIEN COMO SE HAN DE PRACTICAR
TODAS LAS VIRTUDES.
BARCELONA: IM P R E N T A D E S IE R R A Y M A R T Í,
M U Y PO D E R O SO SEÑ O R.
M. P. S.
F r. Jorge R íos.
Imprima tur.
§ I*
§ ii.
§ III.
De las consideraciones.
Para la meditación.
r No se toma otro asunto, para meditar, que el señalado por el di
rector.
2 Se leen antes los puntos muy de espacio y con atención; y para
mayor facilidad, los principiantes pueden tener el libro abierto, leyendo
juntamente y meditando.
3 El libro, que se lee para las meditaciones, por lo regular no con
tiene otra cosa que las consideraciones: cada cual, empercí, ha de sacar
de ellas varios afectos; como por ejemplo: de dolor de sus pecados, de
amor de Dios, de agradecimiento, de humildad, etc. y buenas resolucio
nes de mudar la vid a: v. g. de hacer tal, tí tal cosa. Se empieza con la
preparación, y se termina con la conclusión, como está notado en el mé
todo y hoja estampada.
4 El tiempo de la meditación de ordinario es de una hora, si el di
rector no lo ordena de otra manera; y el que no la puede hacer toda ar
rodillado, haga por lo menos la preparación y la conclusión.
5 Hallándose seco y combatido de distracciones, no debe desani
marse, y mucho menos dejar la oracion; mas se ayudará, ahora con le
vantar el corazon á Dios, ahora con actos interiores; como de humildad,
de adoracion, de confianza en Dios, etc. ahora con actos exteriores de
devoción, si está solo; como darse golpes á los pechos, besar un crucifijo, etc.
6 Al fin de la meditación se escriben las resoluciones, que se han
hecho, notando aun brevemente el modo y tiempo de practicarlas, y el
motivo que se ha tenido de hacerlas.
EMPLEO DEL DI A
EN LOS EJER C IC IO S ESPIRITUALES.
A M ORA S.
5 y media. . . . L evantarse.
6 y inedia. . . . Escribir las resoluciones y buenos pensamientos de
la oracion; y esto se observa despues de otras oraciones
mentales del día.
Re20 de las horas canónicas, por quien está obligado;
y por los otros, rezo de las de la Virgen lí otra ora
cion vocal.
Lección espiritual en el libro señalado por el director,
hasta la misa.
8 y media. . . . Oir, ó celebrar misa; y despues examen para la con
fesión general» 6 rezo del rosario y otras oraciones vo
cales.
9 y media. . . . Oracion mental por una hora, y escribir las resolu
ciones, como arriba.
i i ...................... Exámen particular, comida, visita del director d con
ferencia con él.
Despues media hora de descanso.
2........................ Vísperas y Completas.
2 y media. , . . Oracion mental por media hora, y escribir las reso
luciones.
Lección espiritual, examen para la confesion general,
rezo de oraciones vocales.
4- • . .............. Maitines y laudes para el dia siguiente.
5 ........................ Oracion mental por una hora, y escribir las resolu
ciones.
7 . .................... Exámen particular, cena, visita del director ó sea con
ferencia con él.
8 y tres cuartos. Exámen general de todo el d ia , con las acostumbra
das oraciones vocales, todos juntos en la iglesia 6 capilla;
y vuelto á su aposento, leer los puntos de la oracion se
ñalada para ia inanana 5 y acostarse.
Nota primero 5 que las horas destinadas para el eximen
de la confesion general > despues de hecha, los últimos
dias se pueden emplear en considerar y reconocer sus
malas pasiones é inclinaciones 9 buscando medios para
vencerlas en adelante, y también en hacer y ajustarse
un reglamento de vida para adelante 9 según su estado.
Nota segundo, que en orden á las oraciones mentales,
pertenece á la prudencia del director señalarlas todas 9 ó
quitar alguna, según la disposición de quien hace los
ejercicios.
Nota tercero 9 que en los dias de ayuno se retardan
media hora todos los ejercicios de la tarde.
N o t a . Porque en los ejercicios espirituales se hace ordinariamente
confesion general ó de toda su vida 5 si nunca se hubiese hecho, ó alo-
menos desde la ultima bien hecha, y de que se quedrf con satisfacción,
siendo este e! único fin , que algunos tienen en retirarse ó hacer los
ejercicios, se pone aquí el siguiente interrogatorio, que servirá al exámen
de la conciencia: y para facilitarle mas, se dispone en forma de diálogo,
preguntando el confesor y respondiendo el penitente, como trae en sus
doctrinas el insigne y celebrado misionero el padre Pedro de Calatayud
de la compañía de Jesús5 asegurando, que es este el modo mas expedito*
breve y solido 3 para confesores y penitentes.
Gonf. Has tenido costumbre de jurar con mentira, tí sin bastante re-
flexa de lo que jurabas, tí afirmando con juramento lo que dudabas? P ,
Si Padre. C. Con qué palabras jurabas? P . Padre, deria: en buena fe :
como soy cristiano, etc. Eso no es juramento; dirá otro: Padre decía:
por esta cruz de Dios: los diablos me lleven: por D ios: juro á D ios, etc.
Esto s i, que es juramento ( para averiguar pues el confesor, cuanta sea la
costumbre de caer así en este vicio, como á proporcion en otros, que se
irán declarando, puede preguntar de esta suerte:) C. Cuántos años tuvis
te esta costumbre? P . Padre, diez años. C. Y ese jurar con mentira, ó
en duda, ó sin examinar bien la verdad, cuántas veces seria cada sema
na, ó una semana cor otra? P * Padre, una semana con otra, computan
do las semanas que no juraba, d era rara v e z, con las que juraba mas i
menudo , seria á cinco juramentos cada semana, poco mas ó menos. La
misma cuenta se puede hacer á proporcion un mes con otro, especialmen
te cuando la costumbre no es tan fuerte. P - Padre, dice otro: yo no
puedo averiguar, cuanto tocara'n á cada semana, C. Pues dimes ese ju
rar con mentira era todos los dias? Todos, todos? P - No Padre. C Se
rán los mas de ellos tí los menos? P . Me inclino á que serian los mas.
Padre, dice otro: aun eso no puedo decir. C. Pues dime, pasábanse al
gunos dias juntos en blanco y sin jurar? P . Si Padre, ya se pasaban
los dos dias, ya los cuatro, ya Jos ocho en que no juraba, y luego vol
vía á jurar. C. Hubo alguna enmienda por alguna temporada, v. g* por
un mes tí dos? P . No Padre. Otro dirá: Si Padre, en el término de
diez años en diferentes temporadas, estuve unos tres meses sin pecar, y
luego volví á caer. Esto ba¿ta9 sin haber mas que preguntar, ni decir,
ni es menester explicar la diversidad de la materia, ó forma de los jura-
mentas; porque todos son de una especie, ni ir contando uno tras otro;
porque seria nunca acabar: si solo hacer el computo prudencial como que
da explicado.
C- Dime, juraste en falso con daíio de otro en su honra, vida ó
hacienda? P. Si Padre. C Juraste sin ánimo de cumplir lo que prome
tiste, v. g, casarte con N. castigar al hijo, no dar la mercadería menos
de tal precio, etc. P . Si Padre, por seis veces. C. Quebraste el juramen
to que hiciste de cumplir fielmente con el oficio de corregidor, magistra
do, juez, escribano, etc. ó de ciertas leyes del arte, que profesas y
están en vigor? P. Por tantos anos no cumplí con mi oficio en cosa gra
ve seis veces cada mes, unos meses con otros.
C. Has sido causa, que otro jurase en falso, tí ocultase la verdad?
.P. Si Padre , en un pleito una vez, y otra en un matrimonio.
C. Prometiste con juramento, tí hiciste voto de no cometer tal peca
do feo? tí de ir á tal santuario? tí de entrar en religión? P . Tres años
ha que hice el primero, y le quebré, recayendo tantas veces al año en
el mismo pecado feo. Ocho anos h a , que por pereza dejo de visitar tal
santuario, teniendo bastante escrúpulo de esta omision.
C. Tuviste el vicio de maldecir á los domésticos , tí á otros, que te
hayan injuriado ? P . Padre , desde los doce años de mi edad hasta los
treinta maldije con impaciencia á los de casa, tí al ganado, tí al vien
to , etc. muchas veces al d ia ; por el espacio de tres años, en diferentes
tiempos eché plegarias de corazon á dos personas, con quienes estaba
reñido, cuatro veces unas semanas con otras entre las dos personas; y
á mas de lo dicho en estos diez y ocho anos, habré tenido pendencias,
y prorrumpido en maldiciones, que no puedo averiguar, si siempre
iban de corazon, aunque discurro, que si irían en aquel ímpetu de ctí-
le t a , ya con uno* ya con otro, veinte veces cada año.
Tercer mandamiento*
Sexto mandamiento.
En este mandamiento se pueden ir examinando: lo primero los pe
cados de obra consumada; lo segundo los tocamientos: luego las pala
bras, y por fin los pensamientos; con la advertencia de valerse siempre
de los términos mas modestos, y del todo precisos para darse á enten
der, sin individuar ciertas menudencias, y modo, que suelen acompañar
los actos torpes, que ni es necesario para confesarse bien, ni pueden
decirse sin gran confusion y vergüenza del que se confiesa, ¿irreveren
cia al sacramento que se recibe. Y porque en los pecados contra este
mandamiento se ha de hacer distinción de los que se cometieron por
persona ó con persona libre, á los otros, que fueron cometidos por per
sona> o con persona casada, ó consagrada* tí parienta, dele un mismo
sexo; por esto, para proceder con mayor claridad, iré preguntando así.
Conf’ D iine5 cuándo eras niño hiciste alguna picardía con otro niño
ó niña? Penit. Si Padre-dormía con una hermanita, ú hicimos el pe
cado tantas veces; y con otras tres muchachas vecinas, hice lo mismo,
cinco veces entre las tres; y en la niñez no hubo otra cosa* C. Despues
mas crecido, has tenido que ver con alguna, ó algunas mugeres, vi
viendo en mala amistad con ellas? P . Padre, desde los quince años
hasta Jos veinte y cinco que me casé, he vivido enredado con cinco,
v. g. C. Eran casadas o solteras? P . Tres eran casadas y dos solteras.
C. Con Jas casadas entre unas y otra3, cuanto tiempo tuviste la mala
amistad? P . Padre, con una cinco meses, un ano con otra, y con la
otra nueve mesís y medio: será entre las tres, dos años y dos meses y
medio, poco mas tí menos, C. Cortaste por alguna temporada esa comu
nicación con alguna de ellas? P . Si Padre, estuve fuera un verano, y
dos meses enfermo, que no las vi: bien que me quemaba de pensamien
tos. C. Y qué veces te veías con esas en su casa. 6 en otra pnrte, ca
yendo en la obra, en ese año y nueve meses que quedan, quitados los
dos meses de enfermedad y los tres de verano ? P . Una semana con
otra, (o' un mes con otro) serian v. g. cuatro veces. C. Con las dos sol
teras cuánto tiempo durtí la comunicación ? P . Dos años entre las dos,
no contando cuatro meses, que hubo de suspensión, por una ausencia
que hice. C. Cuántas veces caías con ellas en esos dos años* cada sema
na? P . Padre, llegará ¡í una vez cada dia, unos dias con otros. C Con
otras mugeres has tenido costumbre de pecar aquí dos, allí cuatro peca
dos, ocho, diez, etc. hasta que te casaste? P . Si Padre, desde Jos quin
ce hasta los veinte y cinco* que me casé, he tenido de ese modo con
muchas. C. Entre unas y otras - á cuántas veces llegaría al m e$?P. Á
tantas, v. g. ocho, poco mas o menos; porque, aunque alguno ií otro
mes. c> por no haber ocasion, ó porque Ja conciencia me remordía, me
contuve, pero otros caía con mas frecuencia. C. Y de ese mímero de ve
ces,, cuantas seria cotí casadas y cuantas con solteras? P . Padre, la
mitad con unas y la mitad con otras. Otro dirá: la tercera o cuarta
parte de veces con casada ? y las demas con libre.
C. Y despues de casado? P . Desde Jos veinte y cinco años que me
case, hasta ahora que tengo cuarenta, ha sido con menos frecuencia:
seria la mitad, tí la cuarta parte de las veces dichas, y las mas de ellas
con casadas. C. Y ha habido algun amancebamiento con algunas de ellas,
de quince tí treinta dias, ó de mas tiempo? P . Si Padre, con una ca
sada dos semanas, con otra tres, y con una soltera cuatro años. C. Con
esas dos casadas en las ciaco semanas cuantas veces caíste? Y cuántas
con Ja soltera de los cuatro años? P . Padre, con las primeras una vez
cada dia, y con la soltera la tercera parte de cada un ano, poco irías
o menos.
C. Has ido solicitando á tinas y á otras al m al. ya con palabras,
ya con acciones? P~ Si Padre, discurro que entre aquellas que logré, y
las que no pude lograr de los quince á los veinte y cinco años, entre
casadas y solteras, seria diez veces al mes; sin contar una paríenta ca
sada, que la solicité veinte y cuatro veces; y despues de los veinte y
cinco años que me casé, hasta los cuarenta que tengo (quitados seis me
ses que he sido viudo, y no me cuidaba de estas cosas) habrá sido dar
ese escándalo y ocasion de ruina cuatro veces al m es, poco mas o me
nos.
Conf. Has tenido tocamientos con otras personas, con quienes no
caías de obra* y con las que has caído también , pero en tiempos en que
no llegabas á la obra , sino que por algún accidente te quedabas en so
los tocamientos? N ota, que los tocamientos que preceden á la obra, y
los que se siguen, como apéndices y complemento de ella, no es menester
confesarlos, porque ya se entienden en la misma obra que se confiesa; y
por esto solamente se habla en esta pregunta de los tactos, en que no se
pasa mas adelante. P . Si Padre, ese ha sido muy frecuente: entre casa
das y solteras, que no puedo sacarlas en limpio: seria cuando mancebo,
tres ó cuatro veces cada semana, y lo mismo despues de casado á poca
diferencia. Otro dirá conforme halle en su conciencia.
C, Con tu consorte antes de casarte, tuviste comunicación torpe?
P . Si Padre, por un año que la galanteé, la estuve tocando los mas
de los dias, y caí con ella veinte veces, bien que en estasi paraque no
quedase preñada , derramé fuera , (nota , que esta circunstancia si ha sum
cedido con otras, se debe explicar) y siempre me quedaba con el deleite
ó pensamiento, á mas de lo quedaba á decir al pueblo 6 vecinos.
C- Has llevado á otros á pecar, dándoles ese escándalo? P . No Pa
d re, siempre he ido solo. Otro dirá: cinco veces he sido causa, que
otro viniera 4 y una vez de estas fué un casado al que descaminé. C. Has
servido al amo, ama ó amigo, llevando, trayendo recados, villetes, 6
regalos, ó admitiendo en tu casa, como en depósito, la manceba <5 galan?
P* Si Padre, por tanto tiempo, y con tal frecuencia y estado de perso
nas* C. Pecaste con tu consorte por carta de mas; esto es, con excesos,’
ó modos abominables, ó por caria de menos, no pagando la deuda á
que te obliga el matrimonio? P . Si Padre, lo primero, será una vez la
semana , por el término de diez años; y lo segundo, tantas veces al mes,
por tiempo de dos aííos.
C. Has tenido costumbre de hablar deshonestamente, ó referir cuen
tos deshonestos? P . Si Padre, desde los quince años hasta los veinte y
cinco que me casé, era muy ordinario, y dias de muchas veces* ya con
hombres, ya con mugeres; mas desde que soy casado, es poco, serán
dos 6 tres veces al mes, y sin intención de provocar. C Has leído li
bros deshonestos? Has escrito billetes amatorios? P . No Padre, ó si
Padre, tantas veces. C* Te has alabado de haber tenido cosas feas con
alguna persona ? P» Si Padre, tantas veces: ó no Padre.
C. Tuviste con otros muchachos, <5 á tus solas, y contigo mismo to
camientos feos y deleites, sirviéndote de tus propias manos, como de
instrumento para la maldad? P . A h í Padre mió, este es mi atolladero.
C. Pues vaya, que ha habido ? P . Padre , en la edad de siete lí ocho
años, un hermanito mas grande que yo me empezó á tocar, luego lo hi*
ze yo con otros de la escuela; y de aquí me quedó á mí la mala cos
tumbre de ese maldito vicio. C. Con el hermano fue muchas veces? P .
Si Padre, en dos años que dormimos juntos, seria tres ó cuatro veces
cada semana. C. Y con los otros muchachos > qué veces seria ? P . Padre
con uno cuatro, con otro seis, diez con otro; entre todos discurro 5 seria
cincuenta y cinco veces, poco mas ó menos. Dirá otro: serian dos veces
cada semana, entre unos y otros, en dos anos que anduve á la escuela.
C. Y abriste los ojos á alguno, ó algunos de ellos, para ese vicio. P . Si
Padre5 á uno yo se lo enseñé. Otro dirá: no Padre, ya lo sabían hacer;
ellos me lo enseñaron. C. Hicisteis otra cosa mas fea alguna vez ? P . Si
Padre, cometimos sodomia tantas veces. C. Contigo mismo íí tus solas
has estado mucho tiempo en este pecado? P . Si Padre, desde los diez
años que comenzé, hasta los veinte y cinco , que me casé, llegaría a' tres
<5 cuatro veces por semana; porque aunque pasase los ocho ó diez dias
que no me cuidaba de eso, otros lo hacia tres veces al dia, C, Despues
de casado has continuado en ese pecado? P . Padre > tanto como costum
bre, no; pero algunas veces que he estado ausente de mi muger, he
vuelto á cometerlo; pienso , que un ano con otro, hasta los cuarenta que
tengo, serán tres veces cada año.
C. Al ver mugeres, andando por las calles, caminos, iglesias, mi
rando á ventanas y puertas, ó tratando con ellas en tu tienda, tí otra
parte solias mirarlas con curiosidad? Se te venían á menudo pensamien
tos malos? P . Padre, de los doce años hasta los veinte y cinco, fue sin
frenoj y siempre con el pensamiento abierto; despues de casado, que
me tomaron otros cuidados, no ha sido tanto , seria una vez en la sema
na* C* Solias, cuando se te ofrecían esas imaginaciones feas, apartarlas
recurriendo a Dios, á la Virgen Santísima , ó á los santos? P . Padre, ra
ra vez. Es tú de pensamientos, como es moralmente imposible al que ha
vivido desenfrenadamente * y con apego á este vicio, decir el número, la
cualidad; ni si los consentía ó no; basta que se explique en el modo d i*
cha, puraque entienda el prudente confesor el estado del alma del peni-
tente.
Séptimo mandamiento-
Conf‘ Has quitado alguna cosa á otra persona contra su voluntad y
derecho en materia grave ? P . Si Padre, a mi padre o á mi t io , en re
petidas veces Je habré hurtado tanta cantidad, v. g. trescientos doblones.
C En cuantas veces Je quitaste todo eso? P . En sesenta, poco mas o
menos. C. Y cada vez tomabas materia grave? P . Siempre Padre, menos
en diez tí doce* que solo tomé un real de pJata ó poco mas. C- A otras
personas has hurtado alguna cosa,d sisando poco i poco á los amos* o
quitando con medidas y pesos infieles, ó echando mezcla en las cosas
usuales y comestibles, tí vendiéndolas con alguna tacha oculta? P . Si
Padre, por seis anos he tenido ese vicio. C. Cuánto dario hahra'a.hecho en
ese tiempo? P . Padre* cosa de trescientos ducados. Aquí se hade ave•
riguar * como arriba 9 las veces que damnificaría en materia grave, ó si
aunque quitase cosa leve, era con ánimo de continuar; porque cada vez
seria pecado mortal. Asimismo si hay dueños ciertos damnificados, y otros
inciertos, ó que no se pueden hablar* para dirigirse en el modo de la res-
thucion. C. Has dejado culpablemente de pagar criados, oficiales* acree
dores* de cumplir las misas, ultimas voluntades u obras pias que están
á tu cargo? P . Si Padre, por tres años. C Pues todo ese tiempo has
vivido en pecado mortal. C\ Has diferido sin justa causa pagar lo que
podías á !o menos poco a poco y por partes? P . Si Padre, tanto tiem
po. C. Has recibido o comprado cosa, que sabías o debías p res u m ir era
hurtada? P . Si Padre, esto o lo otro. C. Has aconsejado el hurto o
cooperado á él ? P . Si Padre, tantas veces. C. Has causado daño en las
heredades? P . Si Padre, tanto y tantas veces; o no Padre.
Octavo mandamiento.
Conf. Has levantado algun testimonio falso? v. g. que F. cayó ó tu
caíste con F. * que el otro hurtó? etc. P* Si Padre, etc. C. Has juzgado
mal del prójimo, sin tener para ello fundamento, y creyendo fijamente,
que era asi como tu pensabas? P - Padre, tanto como creer de fijo, que
era como yo pensaba, no; porque me quedaba siempre con el recelo de
si es, ó no es. C. Pues eso no es juicio* sino sospecha temeraria, que
es ordinariamente pecado venial. C. Has descubierto algun defecto grave
y oculto de otro, tocante á su fama y honor? P - Si Padre, dije esto ó
lo otro * etc. que no se sabia, y por mi dicho quedó deshonrada la per
sona. C. Has murmurado de sacerdotes, de comunidades eclesiásticas ó
religiosas, ó de algun individuo de ellas? P . Si Padre. C. Has murmu
rado con especialidad de parientes ó vecinos, que te hicieron algun da
ñ o. negaron ó chuparon la hacienda? C. Has metido confusión entre
amos? criados, amigos o parientes? C. Has murmurado de genios, v. g.
Fulano es un tonto es un ta l, ó cual: es menester tratarle con reserva-
Fulano tiene muy larga la lengua, es de genio insufrible? P> Si Padre.
Si ha habido costumbre >se dice el tiempo y la frecuencia de hablar; y
si se siguió deshonra para con algunos, se verá el modo mas lítil de re
pararla, menos que la cosa estuviere ya dormida y sepultada; que en
tal caso no hay mas que callar.
Los pecados contra el nono y décimo mandamiento, no desear la mu-
ger de otro, ni los bienes de otro , están señalados en el sexto y séptimo
mandamiento.
AD VERTEN CIAS NOTABLES.
Quien quiera hacer la confesión general > debe enteramente hacer reflexión,
PROTESTACION V ER D A D ER A.
Cada mes.
1 Leer esta regla de vida.
2 Conferir con el propio director del estado del alma.
Cada año.
1 Hacer los ejercicios espirituales con la confesion anual.
2 Leer las rubricas del misal y breviario, etc.
En todo tiempo.
1 Huir las malas compañías, el juego . la caza, y los negocios secu
lares.
2 Practicar actos de fé en las funciones, que ejercita; de esperanza
en los trabajos, que acontecen ; y de caridad para con Dios, y el próji
mo.
3 Hacerse familiar el ejercicio de la presencia de Dios.
4 Acordarse del buen ejemplo, que está obligado á dar i los segla
res, y tener siempre á la memoria lo que se dice en el evangelio de
Jesucristo, primero y eterno sacerdote: benh omniafecit, para imitarle
en hacer bien, y perfectamente todas sus acciones.
Nota de algunos libros espirituales muy provechosos á los eclesiásticos.
Para la meditación,
El Manual de piadosas meditaciones. Las meditaciones del Padre Luis
de Granada, y del Padre maestro Ávila.
El P. Luis de la Puente.
DE PIADOSAS MEDITACIONES. 53
B R E V E E JE R CIC IO P A R A L A M A Ñ A N A.
E X Á M E N G E N E R A L P A R A L A N O CH E .
O REM O S,
Visita* qiiaesumus D om ine, habitationem istam , et omnes insidias
inimici ab ea longé repelle 9 Angeli tui Sancti habitent in ea , qui nos in
pace custodiant, et benedictío tua sit super nos semper.
Respice, quresumus D om ine, super hanc familiam tuam , pro quft
Dominus noster Jesus-Christus non dubitavit manibus tradi noeentium,
et Crucis subiré tormentum. Qui tecum v iv it, et regnat in ssecula saecii'
lorum. Amen.
K yrie eleyson, Christe eleyson, F ili Redemptor miindi D eus, M i-
K yrie eleyson , Christe audí nos, serere nobis,
Christe exaudi nos. Spiritus Sánete Deus, Miserere nobis.
Pater de Coelis D e u s, Miserere no- Sancta Trinitas unus D eus, Mise-
bis.
56 M ANUAL
Sancta M aria, Ora pro nobis. Rosa M ystica, ora.
Sancta D ei Genitrix, ora. Turris Davidica, ora.
Sancta Virgo Virginum , ora. Turris Ebúrnea, ora.
M ater Christi, ora. Domus Aurea, ora.
M ater Divinae Gratiae, ora* Foederis Arca, ora*
M ater Purissima, ora. Janua Coeli, ora.
Mater Castissima, ora. Stella Matutina, ora.
M ater Inviolata, ora. Salus Infírmorum, ora.
Mater Intemerata, ora. Refugium. Peccatorum, ora.
M ater Immaculata, ora. Consolatrix Afflictorum, ora.
M ater Amabilis, ora. Auxilium Cbristianorum, ora.
M ater Admirabilis, ora. Regina Angelorum, ora.
M ater Creatoris, ora. Regina Patriarcharum, ora.
M ater Salvatoris, ora. Regina Prophetarum, ora.
Virgo Prudentissima, ora. Regina Apostolorum, ora.
Virgo Veneranda, ora. Regina M artyrum 9 ora.
Virgo Prsedicanda, ora- Regina Confe$sorum} ora.
Virgo Potens, ora* Regina Virginum, ora.
Virgo Clemens, orar Regina Sanctorum omnium, ora.
Virgo Fidelis, ora. Agnus D e i, qui tollis peccata
Speculum Justitiae, ora. mundi, Parce nobis Domine*
Sedes Sapientiae, ora. Agnus D e i , qui tollis peccata
Causa nostrx Isetitiae, ora. mundi, Exaudi nos Domine.
Vas Spirituale, ora. Agnus D e i, qui tollis peccata
Vas Honor ahilé, ora. mundi, Miserere nobis.
Vas insigne devotionis, ora.
5^. Ora pro nobis Sancta D ei Genitrix.
Ut digni efficiumur promissionibus Christi.
O REM Ü S.
O REM U S.
Deus veniae largito r, et humante salutis am ator, quaesumus clemen-
tiam tuam, ut nostrae congregationis fratres, propinquos, et benefactores,
qui ex hoc saeculo transierunt, Beata Maria semper Virgine intercedente
cum ómnibus Sancti tuis, ad perpetuae beatitudinis consortium pervenire
concedas. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
■¡¡r. Requiem aternam dona eis, Domine. 1*. E t lux perpetua luceat eis.
9e. Requiescant in pace. Jje. Amen.
O R E M U S.
D eu s, qui corda fidelium Sancti Spiritus illustratione docuisti: da
nobis in eodem Spiritu recta «apere, et de ejus semper consolatione gan
de re. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
MEDITACION
DE LOS
PARTE I.
L A PREPARACION .
Quién soy yo, Dios m ió, delante de Vos? A h , miserable de mí! que
bien veo soy un puro n ad a; y con todo me atrevo á ponerme en vues
tra divina presencia? Perdonadme Señor el arrojo; que bien veis la suma
necesidad que tengo de Vos. Aquí vengo como enfermo al médico, para
que me sanéis: como pecador al santo, para que rae santifiquéis; y como
pobre y mendigo al rico; paraque me lleneis de vuestros divinos dones.
DE PIADOSAS MEDITACIONES. jg
2 Pidámosle graciat para hacer bien esta oracion, puramente por su glo
ria > y por nuestra salud, suplicando para este fin la intercesión de la
Virgen Santísima, de nuestro santo Angel de Guarda y de los
santos7 á quienes tenemos particular devocion.
PARTE II.
CUERPO D E L A O R A CIO N Ó L á S C O N S ID E R A C IO N E S.
Abridme > Señor, los ojos y consideraré las maravillas de vuestra ley.
Psalm. i i 8.
PUNTO I.
Considera los motivos que te pueden inducirá hacer bien estos ejer
cicios espirituales, i Dijo san Vicente de Paiíl, (hien experimentado en
esta materia) que entre todos los medios que Dios ha puesto en manos
délos hombres, para remediar los desórdenes de su vid a, no hay olro
de mas eficacia, y de quien se vean efectos mas sensibles, mas frecuen
tes y mas admirables que el de los ejercicios espirituales: y que si los
pecadores no se corrigen con este rem edio, milagros son menester para
convertirles. 2 Piensa la honra grande que recibes en hacerlos, pues en
ellos has de tratar á solas con el sumo Dios, orando tií y respondiéndote
Dios con santas inspiraciones; y esta grande honra te hace Dios por so
la su bondad; él es, el que te llama y convida á hacerlos, para llenarte
de bienes: pues si has venido á hacerlos de tu voluntad, Dios te ha mo
vido con sus santas inspiraciones; y si vienes enviado de tus padres, 6 de
quien tiene cuidado de tí, ó de tu prelado, Dios se ha valido de ese ro
deo, y con su oculta mano te ha guiado á los ejercicios. 3 Piensa que
nna de las mayores misericordias que Dios puede hacer á una alm a, es
darle ocasión de hacer los ejercicios, por los grandes bienes espirituales
que de ellos se sacan. 4 Si los condenados del infierno hubiesen hecho
bien unos ejercicios espirituales, es creíble que á lo menos gran parte de
ellos se habrían salvado, por el desengaño y nueva vida que habrían sa
cado de ellos. 5 Debes temer que si malogras estos ejercicios, por no
hacerlos bien, sea esta la ultima gracia que Dios te conceda, y por tu
ingratitud te desampare. Considera pues que Dios y los cortesanos del
cielo están esperando á ver, como te aprovechas de estos ejercicios; y de
otra parte los demonios procuran que los malogres. Anímate á una cui
dadosa aplicación en estos dias. Dios mió, no permitáis que yo malogre
esta oportunidad! En el fin de cada punto que habrás considerado, te pue
des decir á t í mismo: crees tú estol Estoy yo bien convencido de estas ver
dades? y lo mismo harás en todas las otras meditaciones.
Punto II. Considera, qué cosa sea hacer los ejercicios espirituales.
No es otra cosa, ( dejcí escrito de su mano el referido san Vicente) que
desembarazarse por algunos dias de todos los negocios y ocupaciones
temporales, para seriamente aplicarse á conocer bien su interior, y exa
minar el estado de su conciencia: á m editar, contem plar, orar, y con
esto preparar su alma, para purificarse de todos sus pecados, malos hábi
tos y afectos desordenados, á fin de llenarse del deseo de las virtudes,
buscar y conocer la voluntad de Dios; y habiéndola conocido, rendirse á
ella, conformarse con ella, unirse á ella; y de esta manera caminar, ade
lantarse, y finalmente llegar á la perfección propia de su estado; lo que
todo se hace con la asistencia de un director, que en todo guia el ejer
citante, proponiéndole las meditaciones y lecciones de los beneficios re
cibidos de Dios; de los novísimos, de los pecados y vicios, de las virtudes
que mas le importan, y disponiéndole para una buena confesion general.
2 Y revolviendo el ejercitante estas verdades, Je penetran el íntimo de
su alma, y ve lo que antes no veía, y luego entra en deseos de una en
tera conversión. A vista de esto, no debes estraííar que estos ejercicios
sean de todos tan alabados y juzgados por U t ilís im o s : que ellos para
tantos hayan sido principio de una grande santidad; pues por ellos unos
pasan de la mala vida á la buena» y aun se ponen en la práctica de la
oracion mental y devocion: otros que ya vivían bien, van conociendo sus
malas inclinaciones, y mortificándolas se adelantan en el camino espiri
tual : otros aciertan elegir con prudencia el estado de v id a , á que Dios
les llam a: y todos por fin con ellos se preparan para una buena muerte.
Pero qué infelicidad seria para t í , que ahora empiezas estos ejercicios*
si de donde tantos han sacado tanto bien, tií no lo sacases por no coo
perar de tu p a rte! Esta consideración te haga diligente y aplicado en
estos dias. Aquí puedes considerar como y en los demas puntos: Tienes
tu estos sentimientos? Hago yo de estas verdades el concepto que se me
recen ?
Punto IIL Considera Jos medios, de que te puedes valer, para ha
cer bien y con fruto estos ejercicios. Entra en fervorosos deseos de apro
vechar á tu alma con ellos. 2 En estos dias de ejercicios procura apartar
de tu imaginación todos aquellos cuidados del mundo que te puedan dis
traer de la atención á tu alma. 3 En las meditaciones y lecciones que
h arás, está atento y vigilan te, rumiando de espacio las verdades para
asentarlas en tu corazon. 4 Serás exacto en guardar el tírden del dia
que tu director te prescribe, en las meditaciones, lecciones, exa'menes,
etc. haciéndolo todo en el tiempo y forma que te fuere señalado; porque
Dios bendice esta obediencia. 5 Haz mucho aprecio de los avisos y doc
trinas que te diere tu director, como si te los diese Dios, en cuyo lugar
está, y ponlos en ejecución. 6 En estos dias procura entrar en tí á co
nocer tus pasiones, para ver donde está la mayor n e c e s id a d de tu alma,
7 Con toda verdad y lisura manifiesta tu corazon á tu director, manifes
tándole tus mas ordinarias faltas y aun el bien que haces; y en las me
ditaciones, díle ctímo te has habido, y que fruto has sacado de ellas; y
cree que con esta manifestación huirá el diablo, y tu hallarás el remedio
en tu director. 8 A l fin de los ejercicios formarás una regla de vida,
conforme á tu estado, para vivir según ella en adelante^ y esto sea el fru
to de los ejercicios. Ejecuta pues con gran confianza en D io s, estos me
dios, y verás buen logro de tus ejercicios. Dios mió, que por sola vuestra
bondad me habéis llamado á estos ejercicios, ella os mueva á asistirme
para aplicar estos medios! A quí pregúntate á tí mismo: tengo yo deseo
verdadero de hacer esto? Estoy bien resuelto á ejecutarlo? ¥ párate un
poco á escuchar lo que te dirá Dios en el corazon, disponiéndote primero
como Samuel3 diciéndolei Hablad Señor; pues está oyendo vuestro indig
nísimo siervo. Recibe con humildad las inspiraciones santas que te diere. y
procura practicarlas con puntualidad y perseverancia.
PARTE III,
LA CONCLUSION\
Otra.
Los ejercicios se han instituido para convertirm e, y no para discur
rir; para reformarme y no para estudiar: propongo pues por fin particu
lar en ellos, aspirar á una mas perfecta observancia de las reglas de mi
estado: a' mas sincera caridad con el prtíjimo, humanándome con N. que
es contra mi genio: á mas profunda humildad, recibiendo con paciencia
el aviso: á mayor mortificación, absteniéndome de aquella p alabra, de
aquella diversión, de aquel sainete, etc.
Aspiración jaculatoria
Dios mío, quiero aplicarme todo á Vos, y al bien de mi alma en estos
dias y lograr esta ocasion.
Otra.
Dadme fuerzas Señor, para humillarme tanto por amor vuestro, cuan
to he conocido en esta oracion me importa.
Otra.
Infeliz de mí, estoy en este retiro con un espíritu distraido y un co
razon i nmortificado.
Resolución práctica.
E n la meditación sobre el beneficio de la creación y su fin , he vis
to , que el línico principio de aquello que s o y , es la voluntad divin a,
que liberalmente se complació, dejadas otras tantas criaturas, que nunca
serán , escogerme: de que he sacado, que soy de solo D io s , y en rigor
de justicia todo enteramente de D ios: por lo que he resuelto sacrificarme
todo en obsequio de D io s , cumpliendo sus divinos preceptos en particu
lar el de no entrar en tal casa, de dejar tales compañeros, de retirar
me en casa á tal hora , y no salir mas de noche por gusto, etc.
Otra.
Dios me ha hecho á su imágen y semejanza : faciamus kominem ad
imaginan, et similiíudinem nostramo luego debo corresponder á mi ori
ginal: luego debo evitar con sumo cuidado todo pecado: eso, pues, le
ofrezco al Señor muy de veras; y para lograrlo, comulgar de ocho í ocho
dias, levantando ú menudo el corazon á Dios y diciendo con eficacia y
espíritu: Señor? primero morir que pecar.
Otra.
Examinaré con atención mis pensamientos, mis palabras y obras,
para ver si van ordenados á mi último fin. y si son según las obligacio
nes de mi profesión; y á todas las tentaciones que me querrán diver
tir de mi fio* resuelvo hacerlas esta respuesta dentro de m í: andad allá
lejos de mi corazon, que no ha sido criado para servir á vosotros; mas
sí á mi Dios y Señor, á quien nunca jamás abandonare.
Otra .
0 mundo engañador! Yo renuncio de corazon á tus sensuales máximas,
y falsa libertad. S i, Dios m ió , quiero ser únicamente vuestro: recibid
las llaves de mi corazon* paraque nada entre en el sin vuestro consen
timiento.
M E D IT A C IO N D E L B E N E F IC IO D E L A C O N SE R V A C IO N .
Resolución práctica.
En esta meditación sobre el beneficio de la conservación he conoci
do mi suma ingratitud para con Dios , á quien despues de tantas finezas
suyas para conmigo, le he vuelto tantas veces las espaldas con tan repe
tidos pecados, provocando su justa indignación contra mí. Ya , Dios mió,
estoy convencido de sumamente ingrato á vuestros divinos favores; y si
remedio tienen mis execrables descuidos, como me lo asegura vuestra
infinita clem encia, ofrézcoos mi Dios, entero mi corazon, para que dis
pongáis de él á medida de vuestro gusto, y en obsequio de vuestra d ivi
na M agestad, no salir nunca de casa sin pedir primero vuestra bendi
ción y gracia para no ofenderos.
Otra.
He conocido la suma continua dependencia que tengo de D io s , en
el ser, el cual perdería en un instante que dejase de conservarle Dios;
y con todo esto atreverme á ofenderle? Es la temeridad inas loca , que
puede caber en criatura racional. Señor, ya resuelvo entrar en cuentas
conmigo para 110 tenerlas con V o s : y supuesto el subir tal escalera, el
pasar por tal calle, el tratar con tal persona, ha sido todo el principio
de mi desvarío, propongo con vuestra gracia evitar del todo estos pasos,
renovando cada dia esta seria voluntad.
Aspiración jaculatoria.
Dios m ío , ya que por vuestra bondad me conserváis la vida del
cuerpo, conservadme también la del alm a , y 110 permitáis que os ofen
da jamás.
M E D IT A C IO N D E L B E N E F IC IO D E L A R E D E N C IO N .
Resolución práctica.
En esta meditación sobre el beneficio de la redención he considera
do los medios que me ha dejado el Redentor, para aprovecharme de su
preciosísima sangre, con tanto amor y tan á su costa por mí derramada,
instituyendo los santos sacramentos, que son los conductos por donde se
comunica á las almas; por lo que he resuelto recibir indispensablemen
te cada quince dias los de la penitencia y comunión, disponiéndome d
ellos con la mayor diligencia posible-
Aspiración jaculatoria.
Im prim id, Señor, en mi alma los dolores, con que os habéis dig
nado de redimirla, para meditados continuamente, y esforzarme á pa
decer por vuestro amor.
M EDITACION^ D E L B E N E F IC IO D E L A VO CA CIO N
A LA F£ CATÓLICA.
M E D IT A C IO N D E LO S B E N E F IC IO S P A R T IC U L A R E S .
M E D IT A C IO N E S D E L PECA D O .
1 Considera por una parte, que Dios con ser una substancia sitnpli-
císima, es tal su eminencia, que encierra en sí infinitas perfecciones que
le hacen infinitamente amable. Basta que en el cielo le vea el alma al
descubierto para quedar tan absorta de aquella hermosura que no puede
dejar de amarle: y con ser Dios capáz de amar infinitam ente, todo su
amor ha menester para amar su infinita hermosura. De esto resulta que
por su hermosura y bondad, le deben todos sumo respeto, amor y obe
diencia en lo que manda; y que por ningún trabajo, daño, ni por la muer
te misma, deje ninguno de obedecerle, respetarle y amarle. D e otra par
te considera, qué cosa eres delante de este sumo Dios entre la multitud
de sus criaturas? Apenas eres un granito de arena : eres un gusanillo fla
co, pobre y necesitado. Pues cuando tú cometiste culpa m ortal, esto es,
pensaste, hablaste, obraste u omitiste algo contra la ley de esta infinita
Magestad, perdiéndole el amor, respeto tí obediencia, ó por mejor decirlo,
despreciando su infinita grandeza y autoridad; qué tal fue la gravedad de
esta culpa? Si en este mundo el agravio hecho al caballero, al titulado, al
R ey, va creciendo al paso de la autoridad del ofendido y vileza del ofen
sor; siendo Dios infinitamente mayor, y tu un gusanillo, adúnde llegará
tu ofensa! Pensabas tu esto cuando pecabas? Dirás que no. Pues piénsalo
bien ahora para llorarlo con grande sentimiento,
2 Considera algunas circunstancias de tus pecados, para mas conocer
su gravedad. Cuando tií pecabas, bien que fuese en medio de la noche y
elen tro de una honda cueva, allí estaba Dios presente, allí veía tu pecado
en tu alma y en tu cuerpo. Visto de otro hombre no habrías osado pecar;
y 110 hiciste caso de la vista de Dios. O suma desvergüenza! En tu peca
do hubiste de hacer alguna acción, y para ella fue preciso el concurso de
Dios^ como causa universal: y allí obligaste á Dios á servirte en tu cul
pa. O desacato horrendo! Cuando pecabas estaba allí Dios contigo con todo
su infinito poder: para quitarte la vida, no necesitaba de mas que de un
solo querer, y con gran facilidad te pudo pasar del actual pecado al in
fierno, donde tiempo h i que estarías ardiendo; y con todo eso pasaste
adelante a cometer el pecado. Dime, de dónde sacabas tanta osadía? T an
to ánimo? Mira alma ingrata, descomedida 5 qué modos tan injuriosos y
ofensivos de aquella dignísima Magestad acompañaban tu pecado! No le
vantes los ojos á ese tu Dios en cuya presencia estás, mas cúbrete de
vergüenza, confusion y contrición, como el publicano, (Luc. 1 8, 13.) y
di le con el: Señor, sed propicio d este grande pecador.
3 Considera otra circunstancia de tu pecado, que muy mucho te ha
rá ver el s u m o desprecio que hiciste de la divina Magestad. Cuando Dios
te preguntará: por qué cometiste un tan gran mal corno es el pecado mor
tal; acoso podrás responder que por hacer un gran servicio á otro Dios,
tan bueno como él; ó por ser tú Señor del mundo, á por otra cosa de gran
dísima importancia? No por cierto; mas serás convencido de haber ofen
dido su infinita bondad por un gustillo leve y momentáneo, por un poco
de interés, por un airecillo de honra, y á las veces sin tanto motivo. Y
Cristo te podrá replicar: ea menos me estimaste que Judas: en mas tu
viste un nada que se te antojrf que toda mi infinita hermosura; y esto
no fue una ú otra vez, mas por ese nada 6 casi nada, cometías los peca
dos á montones. Mira alma ciega, á qué desprecio tan profundo abatiste
á tu Dios! Confúndete y tente por aborrecido de Dios, de los ángeles y
de los santos: asómbrate que la tierra te sustente, y halles piedad en las
criaturas para continuar á vivir: y ya que en esto no hay otro remedio
que dolerte y hacer penitencia, embravécete contra tí mismo, como reo
de lesa Magestad divina, Hora con gran sentimiento esas traiciones para
llegar á tener un corazon verdaderamente contrito y humillado, el cual
Dios no despreciará.
Resolución.
En esta meditación sobre la gravedad del pecado por parte de Dios,
he conocido que pecando, hice á Dios todo el mal que le puede hacer
una criatura, que es no obedecerle y despreciarle: de que he sacado afec
tos de compunción y dolor, detestando millares de veces mis culpas y
proponiendo morir primero que volver á pecar. Esto os pido Dios mío
con todo fervor, y resuelvo solicitar cada dia de vuestra divina ciernen-
cía esta gracia, haciendo con la mayor eficacia el acto de contrición, y
correr luego al bailo de la penitencia si por algún accidente me viese en
tan miserable estado,
Otra.
Quiero reparar en estos ejercicios, y por medio de una exacta confe
sión general de todas mis culpas pasadas, con el nías vivo dolor que me
sea posible, la falta de contrición que he tenido en mis antecedentes
confesiones.
Ramillete.
Ó mi dulce Jesús, qué tal debia de ser vuestro sentim iento, cuando
veíais que mi corazon acariciaba al verdugo que os puso en la cruz!
Otra.
Ó si pudiese, Dios m ió, deshacer con acerbísima muerte los arrojos
infames de mi vida pasada! Querría Señar antes morir > que vivir como
he hecho hasta aquí.
M ED ITA CIO N D E L A G R A V E D A D D E L PE C A D O
POR PARTE DE CRISTO, MUERTO POR EL.
M E D IT A C IO N D E L A F E A L D A D D E L P E C A D O
POR PAUTE DEL DJEM0NI0.
i Considera cuan grande sea Ja fealdad del pecado por parte del de
monio; es tan grande que no hay cosa en este mundo, de que mas guste
este espíritu m aligno: lo que se conoce por tres diferentes razones. La
primera, porque él no se cuida ni de o ro , ni de p lata, ni de otra eos»
que haya en el mundo; pero solo busca la perdición de las almas: y así
como dijo aquel R ey de Sodoma: (Gen. 14, 2 1.) Dáme alm as, y lo de*
mas quédese para tí\ asimismo aquel infernal enemigo por una sola alma,
y para hacerla caer en Ja culpa, todo lo ofrece; y si por desgracia puede
coger algunas en este infeliz estado, dice san Anselmo que hace juego y
entretenimiento de elJas, como lo hace un niño con una avecilla, que
habiéndola atado con un hilo, toma gusto en darle alguna libertad para
volver á tenerla mas estrechamente en el puno. A y cuántas veces con sus
gustos y pasatiempos, por falta de conocim iento, son los pobres pecado
res entretenimiento de un enemigo tan cruel!
2 Considera otra razón que te hará conocer cuanto gusta el demo
nio del pecado* y es porque nunca se cansa de solicitar é instigar á Jos
hombres, por medio de sus continuas sugestiones para que le cometan. Ya
son mas de seis mil años que á esto solo atiende con todo cuidado, in
ventando cada dia nuevas maneras de tentar: cuantos mas hace caer en
la red del pecado con sus sugestiones* tanto mas atrevido se muestra pa
ra tentarnos, estando en esto tan ocupado* qtie nunca reposa, nunca duer
me ni para según lo de Isaías. (29, ío .) Por el contrario, tu > viviendo tal
vez enredado en culpas, duermes descuidado como si no tuvieras enemi
gos, ni hubiese para tí lazos. (Psalm. 75 , 6.) Alumbrad,, Señor, mi alma
con vuestra gracia, y despertadme con tiempo, para que reconocido y de
sasido de tantos lazos, no me coja la muerte desprevenido.
3 Considera que la tercera razón ó señal con que se conoce, cuanto
gusta el demonio del pecado, es porque nunca se halla harto de é l ; por
que si bien estos malignos espíritus han precipitado hasta ahora á infini
tos millares de hombres, y aun precipitan con el pecado al abismo de la
impiedad; con todo no está aun contenta ni satisfecha su rabiosa ham
bre, antes, según dice san Pedro: (1 Petr. 5, 8 .) Anda siempre al rede-
dor, buscando a' quien tragar, como lo experimentó aquel infeliz monge,
de quien se refiere en las vidas de los padres, que no cesó por cuarenta
años continuos de tentarle hasta haberle hecho miserablemente caer; y
como dice Job: (40, 18.) Absorverd el rio; y tiene confianza, que entre el
Jordán en su boca. Su boca es el infierno: el rio que entra en él, son los
pecadores, los cuales como arrebatados torrentes, corren con grande ím
petu a engolfarse en el abismo infernal. Finalmente piensa que cuanto se
alegran los ángeles rebeldes de la caida de los hombres en el pecado; por
el contrario Dios y los ángeles buenos sumamente se alegran de Ja con
versión de los pecadores, y hacen gran fiesta cuando un pecador se con
vierte i penitencia, (L u c. 15, 7.) Da por tanto este gozo á Dios y a los
ángeles, y arrepentido de tus culpas pide perdón al Señor* diciendo con
David; Ten misericordia, Dios mió, de mí, conforme tu gran misericordia.
Psalm. 50.
M E D IT A C IO N D E L A F E A L D A D D E L P E C A D O
POR SUS EFECTOS.
Ramillete.
Señor, pues el mal que he hecho, no tiene otro remedio que detes
tarle : dignaos hacer dos fuentes de lágrimas en mis ojos, para que dig
namente Jo llore.
M E D IT A CIO N D E LO S S IE T E P E C A D O S C A P IT A L E S
EN GENERAL.
M E D IT A C IO N D E L A A V A R IC IA .
M E D IT A C IO N D E L A LU JURIA.
M E D IT A CIO N D E L A GULA.
M E D IT A C IO N D E L A IRA*
M E D IT A C IO N D E L A E N V ID IA ,
M E D IT A C IO N D E L A P E R E Z A .
Resolución.
Atendido que es de fe, que por mas venial que sea mi pecado, no po
dré jamas entrar con él en el reino de los cielos; porque como dice san
Ju an: (Apoc. 2 1.) Ninguna cosa manchada entrará en el celestial reinos
y que ni el estar lleno de merecimientos me puede servir para eso, por
que con todos mis merecimientos y santidad adquirida, si al salir de esta
vida, lleva mi alma la mancha de un solo pecado venial que no haya bor
rado por la penitencia, este solo será embarazo para mi bienaventuranza
y posesion de Dios, siendo necesario que mi alma, aunque justa, aunque
santa, aunque predestinada y digna de Dios, quede separada de su M a
gestad, hasta que se purgue ese pecado: he resuelto evitarlos con sumo
cuidado, particularmente aquellos que se cometen por malicia, con refle
xión y designio formado, contra los remordimientos de la misma concien
cia; y para esto, cortar ciertas conversaciones, á que mi inclinación me
lleva, prohibirme ciertos desahogos que parecen inocentes, rendir mi ju i
cio, ahogar los sentimientos de mi corazon, pesar mis palabras * cautivar
mis ojos, mortificar mis sentidos, etc.
Ramillete.
Dadme, Dios mió, una conciencia tierna y delicada que se espante de
la sombra misma del pecado, y formad en mí otra estrecha y severa que
nada se permita, ni nada se perdone-
M E D IT A C IO N D E L A B R E V E D A D D E L A V ID A H U M AN A.
1 Considera cuan breve sea la vida del hom bre: raras veces sucede
que llegue i la edad de setenta ií ochenta años. E l profeta David dice
que nuestros años son setenta, y los mas robustos llegan ¿ ochenta; y lo
que se vive mas, es dolor y trabajo. 1 Si haces cuenta exacta de tu vida,
quitado el tiempo de la infancia y del sueíio, hallarás que es brevísima;
porque el tiempo de la infancia y puericia, es mas presto vida de bestias
que de hombres; porque en ella no se obra, ni se hace cosa digna de un
hom bre: el tiempo de dormir debe ser mas presto en cuenta de la muer
te que de la vida; porque entonces no hay e! uso de los sentidos, ni de
la razón: de donde dijo bien un poeta, que el sueño es imagen perfecta
de la m uerte: luego si el hombre da al sueño siete ií ocho horas, se va
con eso la tercera parte de la vida; de manera que aunque viviese ochen
ta anos, su vida será siempre muy breve. En qué juicio pues cabe no
aprovecharlo, siendo tan poco el tiempo que es propio de racionales?
2 Considera cuan breve es la vida, si se coteja con la eternidad. E l
sabio dice, que el mas largo término de la vida del hombre es cien anos:
cien años comparados con la eternidad, son menos que una gota de agua
comparada con todo el mar; porque si toda la tierra, comparada con el
cielo, no es mas que un punto; así todo el tiempo de nuestra vida es un
momento, comparado con la eternidad; por esto los condenados en el in
fiern o, atendiendo á la eternidad de sus penas, conocen esta verdad y
dicen como asegura é l : D e qué nos sirvió nuestra soberbia, ó la vanidad
de nuestras riquezas ? Todo ha pasado exactamente9 como el correo que cor
re la po$ta9 6 como el navio que ú velas llenas corla las aguas sin dejar
vestigio de su camino; y como la ave¿ que con las alas trepa el aire, de la
cual, cuando ha pasado, no queda señal; a sí nosotros, apenas nacidos,
dejamos de ser¡ sin poder mostrar señal alguna de virtud.
3 Considera, por que causa la sabiduría increada ordenó que la vida
del hombre fuese tan breve, i Porque no siendo otra cosa la vida pre
sente que una continua guerra, un destierro y un agregado de todas las
miserias, no nos sea tan sensible, si nos libra presto para llevarnos al cie
lo, que es patria nuestra, 2 Para mostrarte el amor grande que te tiene;
pues no te puede sufrir mucho tiempo lejos de su divina Majestad. 3 Por
que mas gustoso desprecies la vida presente y aspires contiuuamente ú la
eternidad. Cuán desatinados son aquellos que para entregarse á gustos
que tan poco duran* aventuran la eternidad!
i Considera que aquel poco tiempo que vives, seria mas tolerable,
si de el tuvieses certitud, si supieses que tu vida ha de durar cincuenta,
sesenta ó setenta años; pero esto es incierto. E l hombre (d ice el Sabio)
no sabe su f in ; pues así como el pez es prendido con el anzuelo, el ave con
la red\ asi el hombre es asaltado de la muerte, cuando menos piensa, no
habiendo cosa mas cierta que el morir, ni menos cierta que su h o ra ; de
donde nace que la muerte del hombre se compara á un ladrón, que de
noche cuando menos se piensa, todo lo hurta: y su vida al heno que
aunque verde y recien nacido* luego se seca: á una flor que aunque her
mosa por la mañana* se marchita por la tarde; y en el segundo libro de
los Reyes, á la agua de un rio que siempre corre y nunca para; y como
bien lo exprimid un docto contemplativo á las campanillas que aparecen
en el agua cuando llueve, de las cuales algunas apenas formadas desapa
recen, otras duran algo mas, pero á poco rato se deshacen; así sucede á
los hombres. Algunos son ahogados en el vientre de sum adle, otros mue
ren en la infancia, otros en la flor de la juventud* otros en la edad varo
n il, otros en la vejez: quien muere de muerte repentina, quien de calen
tura, quien de apoplejía, quien por accidente se anega, quien á violencia
de un hierro ó de otro instrumento; quien de larga, quien de breve en
fermedad viene á consumirse: y sin saber, ni el cómo, ni el cuando, vas
apresurado i tu fin : tan poco fundada como esto , va la vida humana,
sobre que levantas tantas torres de viento.
2 Considera la razones, por las cuales Dios quiso que el fin de la
vida te fuese oculto, i Porque muchos estando ciertos de vivir larga vida,
quizá dilatarían el hacer penitencia para la vejez, y se desmandarían con
gran libertad en graves pecados; donde por el contrario su incertidumbre
estimula d muchos al arrepentimiento. 2 Y si por el contrario supiesen
que han de vivir p oco, dejarian de hacer muchas obras buenas para la
salud del prójimo, por atender solamente á la propia y vivirían muy
contristados. 3 Si el enfermo supiese que su enfermedad no es la ultima,
no recibiría los sacramentos, no recurriría á los Santos, y poco cuidaría
de hacer otras obras buenas; mas porque está dudoso , se confiesa con
gran diligencia, y tal veis generalmente ofrece votos á la Magestad divi
na, se encomienda á los Santos, y hace distribuir á los pobres largas li
mosnas. O suma bondad de Dios! Qué de gracias os debo por las dulces
trazas de vuestra sabiduría, asegurando mi salvación con esta incertitud!
3 Siendo el fin de nuestra vida tan incierto, piensa, cuan grande sea
la temeridad del hombre que vive con tanta seguridad y negligencia, y
acuérdate de las palabras que tantas veces repitió Cristo : Velad y estad
aparejados, que no sabéis cuando ha de venir el Hijo del hombre. Y para
mejor entenderlas, considera, por que razón en las fortalezas se hacen
guardas y centinelas continuas; sin duda por no saberse la hora del asal
to, pues á saberse tomarían los soldade/s algún alivio y reposo. Estando
pues tü en la misma incertidumbre del tiempo de la m uerte; por que
■no estarás asi velando? Cierto que tu alma es mas preciosa que todas las
ciudades y fortalezas del mundo; y si se considera el precio con que fue
redim ida, ni menos cede á los ángeles. Ademas de esto, los enemigos
d e l alma son muchos muy poderosos y astutos, y de continuo te están
acechando; todo va, en que te halles bien prevenido en el punto que lle
gará la muerte, por 110 ser semejante á las Vírgenes necias, que viniendo
de improviso el esposo y hallándolas desprevenidas de buenas obras, las
cerní las puertas del cielo. No sea a si, Seííor; mas dadme gracia, que
previniéndome en tiem po, no haya de oir de vuestra boca: E n verdad
os digo, no os conozco.
M E D IT A C IO N D E L A F R A G IL ID A D D E L A V ID A
h u m a n a.
M E D IT A C IO N D E L A IN CO N STAN CIA D E L A V ID A
HUMANA.
1 Considera, que la vida humana entre las otras miserias tiene esta,
que es estar muy sujeta á la inconstancia y m utación: que por eso dice
Job : E l hombre que nació de muger¡ vive poco tiempo, y lo poco que vive*
está lleno de muchas miserias: m ee como la flor; y luego se marchita y
desvanece como la sombra>y nunca en un mismo estado permanece: por
que hoy está sano* mañana enfermo, ahora alegre, y de ai un poco me
lancólico, ya quieto, ya turbado, ya resuelto y determinado, ya en otro
momento tímido y dudoso: hoy le gusta una cosa, mañana le desplace, se
vé llorar, y casi en un mismo tiempo reír; en sum a, cuantas son las
mudanzas y accidentes de su vida, otras tantas son sus variedades: ni la
luna muda tantas veces su aspecto como el hombre su ánim o, ahora le
sucedan las cosas prósperas, ahora adversas: por esto san Felipe Neri so
lía decir al Señor: Mi Dios, no os fiéis de m i, porque os seré traidor si
me dejáis; y por esto la santa iglesia nuestra madre está siempre rogando
por sus hijos: Que entre las mundanas variedades a llí estén fijos nuestros
corazones, donde están los verdaderos gozos.
2 Considera, que cuanto mayores y mas estimadas son las cosas del
mundo, tanto mas claramente se nos descubre la inconstancia y mutabi
lidad de ellas. Comenzó su monarquía en los asirios, y bien presto pasó
á los persas* y de estos á los lacedemonios y despues á los romanos, y
finalmente á los alemanes: que si los imperios, reinos y monarquías, en
que consisten las primeras soberanas dignidades del mundo, tantas veces
han sido trasladadas á diversas manos; qué cosa podrá haber estable acá
bajo? O como lo dijo bien san Juan, que todo lo que hay en el mundo,
es concupiscencia de la carn e, concupiscencia de los ojos y soberhia de
la vida y del mundo que pasa con todas sus concupiscencias! Quién, pues*
no querrá salir de él? Y quién querrá fundar en él sus esperanzas?
3 Considera, que esta inconstancia principalmente se vé en el trata
miento que hicieron los judíos á Cristo Salvador nuestro en ía solemne
entrada en Jerusalén; porque en el mismo dia, en que por la mañana fue
con universal aplauso recibido del pueblo triunfante, fue por la tarde de
todos dejado y abandonado, y de ai á cinco dias fue á su instancia
crucificado: mudanza verdaderamente estraña é im provisa, á quien son
sem ejantes, las que cada dia se experimentan en las ctírtes del mundo.
Aprende de aquí, cuan poca firmeza tienen las honras y dignidades que
te ofrece; y no fiando de sus alhagos, pon toda tu confianza en solo Dios
que no se muda, y cuya amistad es f ie l, así en las adversidades como
en las prosperidades.
M E D IT A C IO N D E L A M U L T IT U D D E L A S M ISE R IA S
DE LA VIDA HUMANA.
1 Considera, que por breve que sea el curso de nuestra vida, breves
y momentáneos los placeres de acá bajo; con todo parece muy larga por
las innumerables miserias de que está lle n a : y quien puede explicar el
combate interior á que está sujeto el miserable hombre? Cuántas veces es
asaltado ó de temor, ó de dolor* ó de melancolía, sin saber muy á me
nudo la causa; de manera que puede decir con Jo b : Por qué, ó Dios mió
me habéis hecho contrario á Vi>s? Y he llegado á ser insoportable á m í
mismo\ 2 Considera cuantos trabajos, cuantas fatigas es necesario sufrir
para sustentarnos: las aves y los otros animales se buscan el sustento sia
sudor: el hombre solamente debe padecer para socorrer á su propia ne
cesidad, viniéndole bien lo del Salmista, que sus años son semejantes á los
de la araña: porque así como la araña continuamente se desentraña en.
tejer sus telas para v iv ir; así el hombre se fatiga dia y noche para su
sustento: y si alguno se halla exento de tal cuidado, no es empero libre
de otras tantas miserias, á que todos están sujetos; como son las enfer
medades, las guerras, los terremotos, la peste y semejantes, en las cua
les cuánto aprovecharía para tu humildad, conocerte de verdad mise
rable !
2 Considera las miserias a que está sujeta toda edad: qué cosa es el
hombre en su infancia, sino una pequeña bestia, privada de razón, bajo la
apariencia y figura humana? Qué cosa es en la juventud, sino un caballo
indómito y desenfrenado? Qué en la vejez, sino una sentina de toda suer
te de enfermedad y miseria? Con razón dijo el Eclesiástico* no ser pe
queña ocupacion , la que naciendo fue dada al hombre, sino un yugo bien
pesado que ha de llevar desde el primer dia que nació, hasta que la
tie r ra , madre común lo reciba en la sepultura: de donde nace q,ue no
hay hombre por rico y poderoso que sea, el cual viva contento en su es
tado, aconteciéndole lo que al enfermo, que volviéndose de un lado á
otro, no halla el descanso que busca, por nacer su congoja de dentro de
s í : asimismo en cualquiera estado que viva el hombre, lleva con su mis
ma vida la pesadumbre: Qué muerte habrá que se iguale, decia santa T e
resa, á mi vida lastimera, que muero, porque no muero?
3 Considera el f in , por el cual Dios ha sembrado esta vida de tan
tas am arguras, y fue para desasirte de todo lo de acá bajo, y despertar
en tí amor de lo eterno. Por esto considerándote como sumido en las
amargas aguas del rio de esta babilonia del m undo, debes llorar con los
israelitas tu destierro; y acordándote de las dulces aguas de aquel cau
daloso rio que embriaga los bienaventurados, anhelar como sediento
ciervo á ellas, como lo hacia el santo David. Sin propósito, pues, seria,
dicesan A gustín, buscar bienes terrenos, envueltos en tantas miserias,
cuando tenemos un Dios que solo basta para satisfacer cumplidamente
nuestros deseos. Que no hay hombre por rico que se a , que viva con
tento en su estado. Cuántos emperadores han dejado los imperios? Cuán
tos príncipes han renunciado sus principados? Cuántos prelados las pre
lacias? Cree cada uno á modo de los enfermos, que de un lado á otro
se vu elven, de hallar mas en este puesto que en el otro la quietud;
pero no la h a lla , ni se puede hallar en las cosas de acá b ajo; porque
nuestro c o r a z o n es criado para cosas mas altas, como dijo san Agustín:
hicístenos, Señor, para t l 9 y está inquieto nuestro corazon, hasta que
descanse en tí,
M E D IT A C IO N D E L A M U E R T E .
Resolución.
En esta meditación de la muerte me ha dado Dios á conocer que
el vivir me importa poco; pero me importa infinito el vivir b ien , el
vivir santamente, para morir de la misma manera; por lo que he resuel
to arreglar bien mi vida en estos ejercicios, haciendo mi reglamento de
las acciones diarias en sus tiempos, como se prescribe en el principio
de este M anual, procurando que fjdas estas sean una continua disposi-
cion , para bien m orir; y asimismo no meterme jamás en la cam a, sin
considerarme en el trance siempre formidable de la muerte, ensayándo
me muchas veces á m orir, para aprender á morir bien una vez.
Ramillete.
Haced , Dios mió , que de hoy en adelante la consideración de la
muerte sea la ordinaria ocupacion de mi espíritu.
M E D IT A C IO N D E L A M U E R T E D E LO S JUSTOS.
M E D IT A C IO N D E L JUICIO P A R T IC U L A R .
M E D IT A C IO N D E L IN F IE R N O .
Resolución.
He conocido que Dios infinitamente bueno en sus misericordias, im
penetrable en sus juicios y formidable en sus castigos, podia años há ha
berme precipitado á este abismo de males irrem isibles. como ha hecho
con tantos, que de mucho no le han dado tanta ocasión: de que he co
nocido por una p a rte, que tantas veces me ha sacado misericordiosa
mente del infierno, cuantos son los instantes en que he vivido en peca
do m ortal; y por o tra , que debo huir con toda solicitud del primer pe
cado m ortal, como del mismo infierno. Resuelvo, pues, aplicarme con
sumo estudio á la práctica de esta determ inación, y porque el mayor y
mas ordinario peligro de ofender á D ios, es dar tales pasos, frecuentar
aquella casa, entender en tales trato s, etc. desde ahora quiero cortar
por lo vivo de mis desordenados afectos, que me llevan á tanto mal.
Ramillete.
Dadme gracia, Señor, de llorar aqui con los penitentes, para no llo
rar despues siempre con los condenados.
M E D IT A C IO N D E L A G L O R IA D E L P A R A ÍSO .
1 Considera, que por el último artículo del Credo creemos que á los
que mueren en gracia, da Dios la gloria eterna: esta es tan soberana que
si bien la creemos, mas no podemos e n t e n d e r l a ; porque escrito está, que:
ni el ojo vio, ni el oido oyó t ni el corazon del hombre comprehendiá lo
que Dios tiene preparado para los que le tem en; y no es de estrañar,
siendo un premio magnifico, que quiere dar á sus hijos aquel Señor que
es infinitamente sábio, bueno y poderoso. Consiste la gloria esencial, en
que entrando el alma santa en el c ie lo , y perdiendo su entendimiento la
virtud de la f e , recibe otra virtu d , que llaman lumbre de gloria, coa
la cual ve dentro de sí y claramente la infinita hermosura de D io s , y
luego la voluntad se abrasa en un intensísimo amor de aquel sumo Bien,
de que resulta a! alma aquel gozo, deleite y contentamiento, que no se
puede explicar, sin tener necesidad, ni facultad para desear otra cosa,
por tener allí todo el bien. M as, qué gozo será el del alma á la pri
mera entrada, siendo el bien que consigue tan grande, y siendo para ello
tan nuevo! Pues sab e, que ese mismo grande gozo es el que tiene el
alma despues, y el que tendrá para siem pre, sin variarse jamás ni aque
lla vista de su entendimiento, ni aquel afecto de su voluntad, ni el de
leite que resulta; porque esto quiere decir gloria eterna; esto es , que se
goza toda junta sin variarse. Ahora tú ten tus deseos y operaciones por
malogradas, si no van i parar á conseguir tanto bien*
2 Considera, qué admiración ocupará al alma ¿ la primera entrada
en la gloria, y cuan de corazon se deshará en dar gracias á su amado
D io s, por haberla criado para tanto b ien , como es esta gloria esencial,
la cual corresponde á la caridad ó amor que tiene el alma á D io s , no
dejando aun de darle gracias por la gloria accidental, que consiste en
otros particulares gozos que llaman laureolas, y corresponden á las otras
virtudes fuera de la caridad, de que está adornada el a lm a ! Considera
aun , que á mas de esta gloria del a liñ a , ha de tener el bienaventurado
la gloria del cuerpo, despues de la universal resurrección. Ese cuerpo
seri cual conviene al alma gloriosa resplandeciente, ágil para ir en un
punto de una parte á o tr a : s u til, que penetrará por medio de cualquier
cuerpo: sin necesidad de abertura, é impasible que jamás padecerá da
ñ o , cansancio ni incomodidad. Los ojos, aunque 110 pueden ver el sér
de D ios, verán las hermosuras de la humanidad de C risto , de la V ir
gen y demas santos: asimismo los demas sentidos tendrán toda satisfac
ción. Ó vida verdaderamente bienaventurada! Alaba á Dios que por su
bondad ha comunicado tan soberanos bienes á los que le han servido*
Dale gracias porque te tiene aparejado tan grande prem io: entra en efi
caces deseos de conseguirlo.
3 Considera, el lugar donde se comunica esta inmensa g lo ria ; este
es el cielo em píreo, superior á los demas cielos, tan hermoso y dilata
do , que no hay acá cosa con que poderle comparar. Considera la hon
ra de vivir entre aquellos gloriosos cortesanos: considera la seguridad
que tienen a llá , de que nunca tendrá fin su alto estado. E s posib le?
que prometiendo Dios tantos y tales bienes por toda la eternidad , vayan
los hombres perdidos por los bienes caducos, y breves de este mundo!
Y por lo que tan poco es y du ra, renuncien pecando su bienaventuran
za ! Entra ahora en tí, y mira cuanto has faltado en esto , por no con
siderar este prem io: procura en adelante considerarlo con frecuencia, y
animado de tan feliz vida , cuida solo de conseguirla. Desprecia todos los
gustos, bienes y honras de a c á : sufre todos los trabajos que se te ofrez
can : suspira siempre por aquella patria. Fija en tu corazon esta verdad;
como yo llegue al c ie lo , sea lo que sea de lo dem as, yo tendré eter
namente todo contento. Persevera hasta la muerte en esto, y así llega
rás á la gloria y corona eterna.
Resolución.
En la meditación de la gloria me he convencido de la magnitud del
premio que tiene Dios aparejado á los que le aman y sirven; y siendo
necesario para alcanzarle, este amor y servicio, he resuelto dedicarme
enteramente al servicio de D ios, en la exacta observancia de sus divinos
preceptos, aspirar cada dia á tan feliz término, suspirar por tan desea
ble patria, despegar mi corazon de las cosas terrenas, del gusto, de la
vanidad, del deleite, animarme al sufrim iento, llevando con paciencia
por amor de Dios tal trabajo, tal pérdida , tal in ju ria, tal palabra, tal
contragenio, tal desatención, etc. como que son escalones por donde su
biré á mi eterno descanso.
Ramillete.
Señ or, una sola cosa en adelante os he de pedir con el P rofeta, que
e s, habitar para siempre en vuestra casa.
M E D IT A C IO N D E L A E T E R N ID A D .
Resolución.
He conocido que la mas terrible condicion de las penas del infierno
es su eternidad, como la mas apreciable de los bienes del cielo es su
eterna duración: de aquí he resuelto emprender un tal tenor de vida,
que siendo digno desempeño de las obligaciones de mi estado, me libre
de la u n a, y me disponga para la otra eternidad: por esto distribuiré
por su drden las acciones del d ia , el levantarm e, el orar, rezar, enten
der en los negocios de mi profesion, como que este orden contribuirá
mucho al logro de una eternidad feliz.
Ramillete.
No pierda y o , Dios m ió , jamás de vista estos dos extremos contra
rios de eternidad, para animarme i serviros con fervor.
M E D IT A C IO N D E L A N E C E S ID A D D E L S A C R A M E N T O
DE LA PENITENCIA , Y CUANTO IMPORTA RECIBIRLE Á MENUDO.
M E D IT A C IO N D E L E X Á M E N D E L A C O N C IE N C IA
PARA CONFESARSE BIEN-,
MEDITACION DE LA CONTRICION.
Resolución.
En esta meditación de la contrición he visto como cosa indubitable
que Dios ni quiere ni debe perdonar los pecados, ni dentro ni fuera de la
confesion si no hay dolor y arrepentimiento de ellos: aquí no hay mas
remedio, el Señor que es dueño de su gracia, lo ha dispuesto así: de que
he sacado por resolución que no me llegaré jamas al sacramento de la
penitencia, sin haberme excitado antes con sumo cuidado al dolor de mis
culpas i haciéndome asimismo frecuente el uso de actos de contrición
que practicaré alomenos, tres veces al dia.
Ramillete.
Seiíor9 sed propicio á este grande pecador.
Ramillete-
Prevenidme Señor, con vuestra soberana luz> para conocer los peli
gros de ofenderos y dadme fuerzas en mi alma para evitarlos.
Resolución.
He conocido la suma importancia de hacer mi confesion general, por
las muchas imperfecciones de mis ordinarias confesiones y defectos quizá
harto substanciales en explicarme, humillarme y arrepentirme: tantas
escusas que alegaba para no desprenderme de mis afectos peligrosos,
tanto quererme justificar, tanto acusar de severas y rígidas las justas
correcciones de mi confesor,^ tantas disputas con él para inclinarle á
condescender con mi gusto. O cuán poca satisfacción me dan en esta oca-
sion estos infelices partos de mi amor propio! Resuelvo* pues, abrir en
teramente mi pecho al director, rogarle, que corte, que disponga, que
mande; que aparejado estoy á recibir la medicina que me convenga, por
amarga que sea. Esto mismo le suplicaré en mis particulares confesiones
de aquí adelante, y me esforzaré á cumplirlo, con la gracia de Dios, y
aun hacer cada ano mi confesion anual.
Ramillete.
Dame gracia, Señor, para decir sola y simplemente en mis confesio
nes, lo que es menester para hacer conocer mis pecados con la mayor
sinceridad y dolor que sea posible.
Resolución.
He conocido y lo experimento bien, que no hay miseria mas seme
jante á la del hijo Prodigo, que la mia, despues que me aparté de Dios,
y perdí mi primer fervor; pero hallo con ventajas dispuesta la misericor
dia Divina, para abrazarme como á otro Pródigo , que he sido, de sus
gracias, habiéndome concedido con tanto amor y clemencia, el perdón
de diez mil talentos malogrados, solo con recurrirá él con humildad y
dolor. Resuelvo quedarme aquí en su casa, en su amistad y gracia, sin
dejarme jamás engañar de la libertad falsa , de las sugestiones del diablo,
ni de los alhagos de la sensualidad.
Ramillete.
Señor, si alguna vez abusando de mi libertad intentare salirme de
Vos, cerradme el camino con las espinas de tantas tribulaciones, que me
obliguen á volver luego atrás.
ME D IT AC I ON E S DEL SANTISIMO
SA CR A M EN TO .
Resolución.
Considerada la grandeza del don, que se encierra en la Eucaristía, y
el amoroso afecto con que se me comunica el Seuor tan repetidas veces,
he quedado pasmado de tan excesiva liberalidad y fineza, y confuso por
mi ingratitud é insensibilidad, en hacer de él el debido aprecio. Por
tanto, he resuelto ofrecerme todo á Cristo en recompensa de su inesti
mable amor para conmigo, y vaciar mi corazon de todo afecto terreno,
particularmente la ambición, etc. paraque esté gustoso en mi alma.
Ramillete.
Añadid, Señor, i tan grandes favores este de darme un nuevo espí
ritu y un nuevo corazon para estimarlos, y corresponder como debo á
tanta dignación.
1 Considera, que muchas fueron las causas, que tuvo Cristo Señor
nuestro para instituir en su iglesia este altísimo y soberano Sacramento*
La primera y principal fue, para ostentar el excesivo amor que tuvo, y
tiene á los hombres. Antes que tuviésemos sér, ya nos amaba Dios:
antes de nuestras buenas obras, ya Dio3 desde la eternidad nos amaba.
Para manifestarnos, pues, este excesivo amor, did Dios á su Hijo al
mundo, unió su divinidad á la humanidad de Cristo Señor nuestro, pa
deció su Magestad divina por espacio de treinta y tres años infinitos tra
bajos y penas por los hombres; y no dándose aun por satisfecho su
amor, viendo que se llegaba ya el fin de su vida, entonces soltó los di
ques de su amor, instituyendo este altísimo Sacramento, en que nos dio
no solo su humanidad santísima, sino su divinidad con todos los tesoros
de su gracia* Ó beneficio de beneficios E Ó amor de amores! Sea por
eternidades de siglos engrandecida, Señor, vuestra infinita bondad-
2 Considera el tiempo de su institución; y fue cuando los hombres
trataban de prenderle para quitarle la vida : cuando un Judas trataba de
venderle : cuando sabia que Pedro le habia de negar, y que los demás
discípulos con vergonzosa fuga le habían de desamparar: entonces fue,
cuando Jesucristo manifestó á todos las mayores fuerzas de su ^amor,
dando su sacratísimo cuerpo en comida y su sangre en bebida. O fine
zas de un Dios amante! Considera también como otra causa de su ins
titución fue el querer dejar á su esposa la iglesia un recuerdo patente
de su muerte y pasión; porque este altísimo Sacramento es un memo
rial de la vida, pasión y muerte de Jesucristo: por eso dejó Jesucristo
encargado á sus sacerdotes, que siempre que consagrasen, hiciesen con
memoración de su vida y muerte sacrosanta: haced esto en memoria mía.
También le instituyó para consuelo de su esposa la iglesia santa, y de
todos sus hijos, paraque participando todos de este pan celestial y di
vino, quedásemos con estrechísima Union unidos, como miembros mís
ticos del cuerpo místico, á su cabeza que es Cristo, y con esta unión
comunicarnos sus dones y favores y gracias celestiales, y atraernos con
mas eficacia al conocimiento y al amor de su divinidad- Ó ingratitud,
y vileza nuestra, pagar tantas finezas con tantos agravios]
3 Ademas de lo dicho, muchas otras fueron las causas de su insti
tución. i Para conservar en nosotros la vida espiritual del alma por me
dio de este pan celestial, el cual da vigor y fuerzas al espíritu, con un
soberano modo mas excelente, que el que obra en el cuerpo la comida
materia]; porque esta muchas veces enflaquece y debilita eí cuerpo, en
gendra en él pésimos humores, y tal vez ocasiona la muerte; pero aquel
pan celestial y divino, (á quien dignamente le recibe) aumenta el espí
ritu, fortalece las virtudes, da vigor contra todos los demonios, alum
bra el entendimiento para el conocimiento de las cosas celestiales y di
vinas, é inflamala voluntad para amar aquel sumo Bien, que es sobre
todo bien, y siempre, en cuanto es de su parte, comunica la mejor vi
da de la gracia. 2 Paraque en la iglesia santa hubiese un eficacísimo Sa
cramento, para aplacar los enojos de Dios y quitarle el azote de las
manos, que tan justamente por nuestros pecados merecemos. 3 En fin,
instituyo este Sacramento, paraque los fieles á vista de él ejercitásemos
las tres virtudes teologales de fe, esperanza y caridad: la fe , porque
siendo este Sacramento misterio de fé, debemos creer en él otro de lo
que ven nuestros ojos, y otro de lo que gusta el paladar, sin meternos
en querer escudriñar tan altos secretos , sino cautivar nuestro entendi
miento en obsequio de la fé : la esperanza; porque debemos esperar,
que recibiendo dignamente este altísimo Sacramento, se nos da con él
una prenda cierta y segura de la eterna bienaventuranza: la caridad;
porque siendo este soberano Señor todo caridad y amor, debemos todos
convertirnos en amor y caridad en su Magestad divina. O bien infinito
de mi alma! Ó dulzura de mi corazon I Dadme gracia , paraque sea
agradecido, y viva y muera abrasado en el fuego de vuestro divino amor.
Resolución.
Me he confundido de mi miseria , y avergonzado de haber .sacado tan
poco fruto hasta ahora de esta divina Mesa, quedando siempre el mismo,
siempre colérico, siempre vano, siempre flojo en los ejercicios de piedad,
y ñaco en las ordinarias tentaciones: he propuesto disponerme en ade
lante con mayor estudio de virtud y ejercicio de mortificación para co
mulgar, 110 contentándome de confesar solamente mis culpas, y aborre
cerlas, sino considerando alomenos por un cuarto de hora la magestad y
bondad del Señor, antes de recibirle, y despues entretenerme por un
competente espacio de tiempo á darle gracias, y á pedirle mercedes
particularmente esta, que fomente en mi alma su divino amor.
Ramillete*
Haced, Señor, que arda mi alma en vuestro divino amor.
i Siendo Jesús de edad de doce años, subió con sus Padres desde Na -
zareth d Jerusalén. Considera, como esta subida de Nazareth á Jerusalén
á visitar el templo santo de Dios, fue con especia! mocion del Espíritu
Santo, paraque aquel Dios humanado comenzase i esparcir su divina doc
trina, y manifestarse verdadero Mesías prometido en la ley. A este fin
subió el Verbo encarnado con sus Padres: conoce de aquí el zelo que es
te Señor tiene de la salud de las almas, y que á su tiempo no falta en
darles luz, inspirarlas y llamarlas. Dale gracias por esta fineza, y pídele
te envíe un rayo de su divina luz, para ilustrar tu entendimiento, y que
te comunique un zelo grande de la salvación de las almas. 3 Considera,
como para darse i conocer, se juntó con los sabios y doctores de la ley,
para oirlos, preguntóles y responderles i sus preguntas; pero con gran
de serenidad de rostro, con profundísima humildad, y sin jactancia al
guna de su sabiduría, aunque con suma admiración de aquellos sabios.
O qué ejemplo te da Jesús de manifestar respectivamente tus talentos!
(esto es, en tiempo debirlo, con humildad, sin arrogancia, ni desprecio
de los demas) Vea cada uno como se porta* y conocerá, si imita ó no a
Jesús.
s Quedóse el Niño Jesús en Jerusalén, y sus Padres no lo conocie
ron. Considera, que volviendo de Jerusalén María y José con otros mu
chos parientes y conocidos, se quedó Jesús en la ciudad, sin advertirlo
sus Padres; y andando estos todo aquel día, pensando que atrás ó ade
lante iba su santísimo Hijo con los parientes ó conocidos, no viéndolo á
la noche, lo buscaron entre toda la comitiva, y no hallándole, se volvie
ron á Jerusalén} buscándolo. O qué cuchillo fue este para aquellos dos
enamorados corazones! Verse privados de guatos, de honras y riquezas,
pasábanlo gustosos; mas de 1j compañía de Jesús, apenas lo podian llevar.
No comerían ni dormirían: todo sería llorar, buscar y enviar clamores
á Dios. Confúndete tu de lo poco que aprecias á Dios: cuan poco te
conmueve el recibir á Jesús sacramentado, ni antes di despues: cuan po
co se te va el pensamiento y afecto i Jesús, pues pasas horas sin acor
darte, y tal vez dentro de las iglesias, donde personalmente asiste. O Vir
gen santísima! O Santo Patriarca! Alcanzadme un poquito de estos vues
tros deseos y ansias para buscar a Jesús, y vivir unido con Jesús.
3 Despues de tres dias le hallaron en el templo en medio de los doc
tores. Considera, lo que en aquellos tres dias pasaría por el corazón de la
afligida Madre, cuán solícita iría por aquellas calles de Jerusalén„ pre
guntando á unos y otros, si habian visto al que amaba su alma? Y dán
dole alguno algunas señas de haberle visto, tí pasar por la calle ó pedir
alguna limosna, significándole la modestia del Niño y la belleza de sus
facciones; cuan enardecido quedaría el corazon de aquella divina Palo
ma? Quién duda, que san José iría á Belén a' ver si acáso hubiese ido
i visitar la cueva, que fue el palacio de su nacimiento? Y viendo la Ma
dre que volvía sin el Niño; quien podrá ponderar los suspiros y las la
grimas de entrambos? No se desconsuelen las almas, á quienes Dios po
ne en estas desolaciones interiores, dén una y otra vuelta por las calles
de sus sentidos y potencias, y discurran, 8¡ por alguna culpa suya sucede
aquel desamparo de Dios : procuren la enmienda, y confíen el hallarle
con presteza. 2 Considera, como á los tres dias le hallaron en el templo
disputando cou los doctores de la ley; y quejándose amorosamente la
Madre, de que así lo hubiese hecho con ellos, Ies respondió el Niño:
Pues no sabéis que me conviene cumplir con la voluntad de mi Eterno P a -
drel Paraque entiendas que los llamamientos de Dios se deben antepo
ner á la voluntad, al querer y á las conveniencias de los Padres.
j Estando san Juan con sus discípulos, vió al Salvador del mundo,
y les dijo : veis a i al cordero de Dios , que quita los pecados del mundo,
Considera el cuidado de san Juan en cumplir con la obligación de su ofi
cio, que era dar á conocer al mundo al Mesías, paraque todos le reci
ban por ta l, y así dijo: veis aqui al cordero de Dios. 0 si asi como qui
s ie r a s , que todas las criaturas se hiciesen lenguas para publicar tus ala
banzas, tú te convirtieses en lenguas para dar á conocer á Jesús, para
que de todos fuese amado y servido ! 2 Considera corno viendo el Se
ñor á dos discípulos de Juan, que le seguían, les dijo: Qué buscáis?
Y respondieron ellos: que dónde tenia su morada? Venid, y la vereis,
dijo el divino Maestro: y con esto los llevd consigo , y estuvieron con
él aquel dia, y despues le siguieron como discípulos suyos. O cuánto im
porta oir y poner por obra las divinas inspiraciones! No Ies importó
menos á san Andrés y su compañero, que el ser los primeros discípulos
del apostolado.
2 Andrés, uno de los dos discípulos, fu é á buscar á su hermano Si
món , y le dijo : hemos hallado al Mesías, y lo llevó á Cristo. Conside
ra, como san Andrés, movido de apostólico zelo, fué á dar noticia á su
hermano de haber hallado el Tesoro escondido; esto es, el Mesías pro
metido en la ley. El fuego produce fuego i y quien tiene á Jesús en el
corazon, como verdadero amante, desea que todo el mundo le conoz-
za y ame: mira cuales son los deseos de tu corazon, y conocerás, si
es, ó no, posesion de Jesús. 2 Considera, que luego que el Salvador
vid á Simón, le dijo: de hoy en adelante te llamarás Cephas, que quie
re decir Pedro. O con cuánto fervor siguid Pedro á Jesús! Resuelve tú
de acreditarte verdadero discípulo de Jesús, de buscar con fervor de es
píritu á su Magestad soberana; esto es, de hacer fervorosamente las
obras buenas, dejando á un lado las ocupaciones terrenas, y con íntimo
afecto de tu corazon unirte con Jesús.
3 Despues halló el divino Maestro & Felipe , y le dijo : sígueme; y
Felipe , hallando á Nathanael, dijo: hallamos á Jesús hijo de José de
Nazareth. Considera, como entrando el divino Maestro en Galilea lla
mo i Felipe, y con sola una palabra, que dijo, sígueme, al instante,
sin mas réplica, siguid al divino llamamiento. O qué dificultades hallas
tú en obedecer a' los llamamientos de Dios! Reparas en dejar la vani
dad, por el qué dirán \ y este vil respeto te ensordece á las voces de
Dios: te parece cosa fuerte el trocar los deleites mundanos por una vida,
que te parece triste y melancólica, y asi desprecias las \roces, que te da
Dios sin merecerlo. 2 Nota, como luego san Felipe fué a' buscará Na
thanael; y refiriéndole loque le habia pasado con el divino Maestro, le
respondió: acáso de Nazareth puede salir alguna cosa buena? Y cuando
el divino Maestro le vid venir, dijo á los demás: mirad á este que vie
ne, que es verdadero israelita , en quien no se hulla dolo, ni engaño:
11*
paraque entiendas, que has de minorar las faltas de tus prójimos • y
echar á la mejor parte lo que oirás, que dicen contra tí, sin acrimi
narles jamas.
1 Luego que el moza rico se fue, dijo el divino Maestro á sus dis
cípulos: O cuán difícil es, que un rico entre en el cielol Mas fácil es que
pase un camello por et ahujero de una aflujo, que el que entre un rico en
el cielo. Considera, cuanta sea la ceguedad de los mortales: pues si es-
ta sentencia la hubiese proferido alguno de tos siete sabios de la Grecia
o algún Salomón, podríamos decir que era sentencia de un hombre, su
jeto al engaño ó á la temeridad: pero habiéndola proferido el mismo
Jesucristo, verdad divina, en quien no cabe temeridad* ni engaíío, gran
desgracia es que hayan por la mayor parte de ir tan ciegos los hombres
por las riquezas mundanas, que no reparen el exponer su honra á tan
tos peligros, y aun su vida, y lo que mas es, su alma* 2 Considera, cuan
universal es este daño: pues por una parte nos dice el sagrado Texto:
Que todos buscan su propio interés; por otra : Que los que pretenden ha-
cerse ricos¡ caen en el lazo del diablo. A vista de esto, llora la perdición
de tantas almas, y pídele á Dios, te dé luz para desasir tu corazon de
todo lo terreno, y que solo atiendas á lo celestial.
2 Dijéronle los discípulos: quién, pues, podrá ser salvo? Y el divino
Maestro les dijo: Esto es imposible á los hombres, mas no á Dios. Consi
dera, como esta respuesta fue ratificación de lo que antecedentemente
tenia dicho; porque como los mundanos tienen tan ocupado su corazon
en los haberes de la tierra, y sus pensamientos son tan continuos en dis
currir trazas para adquirirlos, 110 dejan en su corazon lugar, paraque
Dios more en ellos, ni en sus pensamientos dejan resquicio alguno, por
donde pueda entrarles la luz del desengaño; y asi como connaturaliza
dos con estos afanes, imposibilitan su remedio; y asi dijo Jesucristo,
que esto es imposible á los hombres. 2 Nota, que el Señor dijo: & Dios
110 le es imposible: y quiso decir, que si los ricos cooperasen á la luz que
Dios les da, se salvarían sin duda; porque cada pobre que llega á su
puerta, es un mensagero que Dios le envía, paraque le haga participan
te de lo mucho que le sobra; y así usando bien de las riquezas 9 puede
con ellas comprar el reino de los cielos y salvarse. O Señor, dad á estos
tales un rayo de vuestra divina luz, paraque 110 pierdan sus almas que
tanto os costaron!
3 Pedro dijo al Señor: mirad, que todo lo hemos dejado; qué será de
nosotros? Y el Señor les dijo: en verdad os digo, que os asentaréis sobre
doce sillas en et cielo,, y juzgaréis las doce tribus de Israel; y cualquiera
que todo lo dejare por mi amor, recibirá en este mundo ciento por uno, y
en el otro la vida eterna. Considera, que aunque lo que san Pedro y los
demás discípulos dejaron, fue poco; pero con esto poco dejaron todas las
aficiones á todo lo terreno: paraque entiendas que la perfección no con
siste en dejar mucho, sino en aquel desnudarte de todos los afectos ter
renos. 2 Nota, que los Apóstoles, junto con los afectos, dejaron su pro
pio querer* que es lo mas que se puede dejar, y le sujetaron á la volun
tad del divino Maestuo; de suerte, que cada uno podia decir; Yo ya no
soy yo, ni soy mió: y esta desnudez la pagrf Dios en esta vida, de tal
suerte, que de pobres pescadores los sublimó á príncipes de su igle
sia; y en la gloria* despues de Cristo, y María Santísima, son los jueces
superiores. O qué grande consuelo para los que totalmente se dedicaron
á D ios, negándose á sí mismos con todos los afectos de la tierra ! O
qué pobres tan ricos!
MEDITACIONES DE LA PASION DE
JESUCRISTO SEÑOR NUESTRO.
Ramillete.
No* Dios mió, yo no sé nada, ni quiero saber nada en adelante, sino
á Jesús crucificado.
i Habiendo Pilatos por tres veces dicho á ios judíos que no halla-
ha causa alguna en Jesús para sentenciarle ú muerte, y voceando ellos,
que fuese crucificado; lo entr&gó á manos de los soldados, paraque á su
voluntad lo azotasen. Considera con tierno afecto de tu alma este tan
doloroso y sanguinolento paso de los azotes; pero cual será el alma, que
lo considerare, que no quede deshecha de amor y dolor? De amor, vien
do á un Dios hombre, que con inmenso amor ofrece todos los miem
bros, y arterias de su sagrado cuerpo para derramar toda la sangre por
los hombres: de dolor, considerando que nuestras culpas obligaron á
Dios á la ejecución de una justicia en su santísimo Hijo, nunca jamas vís
ta, ni oida en el mundo. Qué admiración causaría a los ángeles que co
nocían bien la alteza de su Persona; el yerle desnudo á la vergüenza j, y
amarrado áuna columna, expuesto á la fatiga de Lucifer y sus ministros!
No estrañes, diga el Profeta que los ángeles de paz lloraban amargamen
te; lo que debes estrañar, es la dureza de tu coraron, pues aun no lloras,
ni te enterneces á vista de tal espectáculo.
2 Considera con san Buenaventura, como intimado el órden para
azotar al Señor de la Magestad, los judíos le desnudaron con grande fu
ria de sus vestiduras, dejándole así á la vergüenza en solos paños menores
de la honestidad: tomando luego sus santísimas manos, se las ataron
fuertemente á una columna, estribando con los pies en la misma colum
na : luego comenzó la mas horrenda tragedia que jamas se oyó en los
siglos. Entraron dos sayones con unos ramales de cordeles retorcidos, y
descargaron tantos azotes sobre aquel santísimo cuerpo, cuanto sus fuer
zas pudieron bastar. Dejáronse de cansados, dejando sumamente entu
mecido aquel santísimo cuerpo: entraron otros dos de refresco con unas
correas ó riendas durísimas, con que rebentándole todos aquellos tumores,
corrió la sangre, hasta rebalsarse en la tierra. Entraron los terceros con
unos nervios de animales, y descargaron tales azotes, que por partes se
descubrian muchos huesos y costillas de las espaldas, y costados del Sal
vador. O bien infinito de nuestras almas, quién creyera tan poca huma
nidad en los hombres! O caridad incomprensible y sin medida, de
nuestro Dios y Señor! O paciencia nunca vista, ni imaginada entre Jos
hijos de A dán! O miserables de nosotros, que con nuestras impurezas
habernos sido la causa de tantos y tan crueles azotes!
3 Considera, cuán lastimado quedaría el cuerpo de Jesús despues de
ejecutada tan cruel sentencia! Qué dolor le causarían tantas y tan gran
des llagas, que serían mas sensibles con el frió que hacia! Considera aun
la confusion que estaba padeciendo en medio de tan crueles enemigos,
quienes no solo no se compadecían de su tormento; mas es de creer que
le estaban mofando y burlando. Penetra bien este dolor y confusion de
tu Redentor, y al mismo tiempo su gran paciencia, humildad y caridad,
paraque te resuelvas á ejercitar estas virtudes en las ocasiones que se te
pueden ofrecer, de dolores en tu cuerpo, afrentas en tu estimación, co
nociendo que serán mucho menores que los de Cristo, cuando tú por tus
pecados, tantas veces has merecido los del infierno.
1 Viendo Pilatos que nada aprovechaba con el pueblo, sino que an
tes se tumultuaba mas, se lavó las manos, diciendo: inocente me hallo en
la sangre de este Justos vosotros os lo vereis. Considera la malicia de este
amotinado pueblo contra el Redentor del mundo, habiéndole Pilatos
tantas veces manifestado su inocencia* A estos perseguidores de Jesús
imitan aquellos, que ni se sujetan á la razón, ni se rinden á los conse
jos buenos que les dan. 2 Considera la infelicidad de P ilato s: qué dili
gencias no hizo para librar de la muerte al dulce Jestis: cuántas veces
manifestó en publico su inocencia; y no obstante le sentenció á muerte,
juzgando que con lavarse las manos, se eximia de un tan gravísimo sa
crilegio. O cuántos imitadores tiene Pilatos en esta vida! Cuántos ante
ponen los respetos humanos á la honra y gloria de D ios, como Pilatos l
Cuántos se persuaden que para satisfacer á Dios, y quitar los malos de-
jos de sus cuJpas pasadas, basta lavarse las manos! Procura tu darte á
penitencia y abnegación, si no quieres quedar burlado.
2 Oyendo el pueblo amotinado, que Pilatos nombró sangre del Justo,
á una voz clamaron todos: su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros
hijos* Considera el abismo de maldad, á que se arroja una alma desam
parada de la divina gracia. No niegan los judíos que Jesús sea Hombre
justo; mas era tanta su malicia, que á trueque de salir con su intento,
110 reparan en obligarse á sí mismos y ¿ sus descendientes, á una ter
rible maldición. Su sangre venga sobre nosotros, y sobre nuestros hijos.*^
bien experimentan los infelices los efectos de esta maldición, que se echa
ron. O si los hombres considerasen los dejos tan amargos que lleva con-
sigo el pecado; es cierto, no se atreverían con tanta facilidad á cometer
le! O si considerasen los fines tan horribles de la culpa , que es el fue
go eterno del infierno; y cómo huirían de ella 9 sujetándose ¿i morir pri
mero, antes que cometerla!
3 Queriendo Pilatos satisfacer al pueblo* condescendió con su petición,
sentenciado á muerte al Redentor de la vida. Considera Ja inconstancia de
este inicuo ju ez; conocía que en Jesús Nazareno no había culpa alguna:
no ignoraba la envidia, rabia y furor de los judíos: determinóse á de
fenderle, y á no sentenciarle; despues le condenó, y sentenció. O cómo
representa aquí Pilatos la inconstancia de muchos en el bien obrar!
Cuántos empiezan con fervor el camino de la virtud, y con muchos pro
pósitos de perseverar en él; y á breves días ya se resfriaron en Jos pro
pósitos, y se desvaneció la virtud! Sé firme en el camino del Señor5 dice
el Espirito Santo. 2 Considera, con cuanta mansedumbre, humildad y
paciencia, oyó el Autor de la vida la sentencia del juez, como si se
hallase reo de aquellos delitos que falsamente le imponían. O confusión
tuya, cuantas veces rehúsas el padecer la pena (aunque sea leve) que
por culpas graves que has cometido, mereces! O amor propio, y cómo
llevas arrastrando al precipicio!
Ramillete.
Señor* quitadme desde ahora la vida, si no he de vivir todo para
V os, que habéis muerto por m í, según lo manda el Apóstol: Las que
viven, ya no vivan para sí9 sino para aquel Señor que por ellos murió*
2 Cor. 5.
i Con esforzada y fuerte voz dijo Jesús; Padre en tus manos enco
miendo mi espíritu. Considera, como puesta la obra de la redención hu
mana en su última perfección, era consiguiente, qne como el Verbo
humanado por la vida mortal salió del Padre, y vino al mundo por la
muerte de esta vida, volviese al Padre con la inmortalidad. Por esto di
jo Cristo nuestro Salvador las últimas palabras: Padre, en tus manos en-
comiendo mi espíritu: para esto levantó sus ojos al cielo y en voz alta
y sonora, que la oyeron los presentes, las dijo como quien hablaba con
su Eterno Padre. Levantó la vo z: Jo i Para denotar que era Señor de
la vida y de la muerte; pues como dice san Gregorio Nazianzeno: no se
hubiera atrevido á llegar la muerte, si Jesucristo no la hubiese llamado
primero. s Para mover á su Eterno Padre d misericordia por los peca
dos del mundo; porque en la cruz representaba á todos los pecadores,
por quienes satisfacía. 3 Paraque su voz penetrase hasta los infiernos,
para alegrar con ella á los santos Padres en el limbo, y estremecer á
los demonios del infierno. 4 Para mover á penitencia los corazones de
todos. Y si esto se verificó alli mismo, pues muchos de los presentes
volvían á sus casas, dándose muchos golpes en sus pechos; qué debes
hacer tú con tanta luz, como el Señor te ha dejado en su iglesia?
2 Considera, como el divino Señor en esta oracion se sirvió de la
Escritura Sagrada para enseñarnos á orar; esto es, que en la oración
que hacemos, no debemos gobernarnos segun nuestro propio dicta'mcn,
sino segun lo que nos dicen las Escrituras Sagradas, dictadas por la re
gla infalible del Espíritu Santo, y segun Jo que nuestra santa madre la
iglesia nos enseña, que es regla de verdad y con ella no podemos erran
O cuántas almas se pierden por quererse gobernar por sus propios ca
prichos! Piensan estar muy aprovechadas; y al fin se manifiesta su en
gaño, y tal vez con un horroroso escándalo: porque el demonio que Jas
gobierna lo dispone así, y Dios lo permite para escarmiento de las de
mas. 2 N ota, que el Señor oró, encomendando á su Eterno Padre to
das las almas piadosas y devotas, á las cuales su Magestad divina llama
con nombre de espíritu: el que ha nacido de espíritu, espíritu es. Y si
el divino Maestro con tanto cuidado te encomendó al Eterno Padre en
los últimos alientos de su vida, qué debes hacer tú por tí mismo? En
qué empleas tu vida? En que se te pasan los dias? Piensa de espacio en
esto, y confúndase tu descuido, tu flojedad y tibieza.
3 Inclinando Jesús la cabeza, entregó su espíritu. Considera atenta
mente lo mucho, que nos quiso significar el Redentor de la vida, con
inclinar su cabeza, 1 Cuan intolerable era la carga de nuestros pecados,
que sobre sí habia tomado. Considerémoslo bien: y viendo su gravedad
y malicia, pártasenos el corazon de dolor; que con eso aliviaremos á
Jesús, y nos irá bien á nosotros: 2 Para enseñarnos el amor grande,
que tuvo i la pobreza; pues en la hora de su muerte no tuvo sobre que
14*
reclinar la cabeza. Ó pobreza, y cuán aborrecible eres á los mortales]
Cuán pocos te aprecian! Aun muchos que la profesan, huyen de tí: ra
ros son, los que no buscan sus conveniencias propias: raros, los que
imitamos á nuestro maestro Jesucristo. 3 Paraque conozcamos los bienes
grandes que hallarémos en la cruz. Buscamos la virtud de Ja pureza,
de que tanto necesitamos para salvarnos? E11 la cruz Ja hallaremos mi
rando á Jesús en ella crucificado, y tan llagado en su sacratísimo cuer
po. Buscamos la oracion? La caridad? La paciencia? La resignación y
todas Jas virtudes en heróico grado? En la cruz las hallaremos. O cruz
preciosa! O cruz admirable! No permitáis misericordioso Dios, que
nuestras almas se glorieu en otro, sino en la cruz de nuestro Señor
Jesucristo.
M E D IT A C IO N DE L A A D M IR A B L E C O N V E R S IO N
D E L CENí TURl ON.
t Viendo el Centurión que Jesús con una grande voz había espirado,
y percibiendo el terremoto, fue con sus soldados asaltado de un grande
temor. Considera la eficacia de la preciosa sangre de nuestro Redentor.
Hizo oracion á su Eterno Padre, rogando por los mismos que le cruci
ficaban; y apenas espiróse vió el efecto en el Centurión. 2 Considera el
motivo que tuvo el Centurión para su conversión, que fue, observar en
Cristo Señor nuestro todas sus palabras y acciones; y viendo que todas
publicaban santidad, se condolió de sus culpas y confesó á Jesús por hi
jo verdadero de Dios. En Jesús están significados los sacerdotes; en el
Centurión los seculares. O cómo miran estos las acciones y palabras de
los sacerdotes! Y quien duda, que si las acciones y palabras de los sa
cerdotes fuesen semejantes 3 las de Cristo, serian sin numero los centu
riones que se convertirían de su mala vida: dadme doce varones apos
tólicos , (solía decir san Felipe Neri) que yo os daré todo el mundo
convertido. Cuántas quejas oirím los Cristos del Seííor de tantos centu
riones perdidos, que clamaran contra ellos!
2 Y alabaron á D ios, diciendo: verdaderamente este hambre era jus
to : verdaderamente este hombre era Hijo de Dios. Considera, como el
primer efecto que se siguió de la crucifixión de Cristo, fue que aquellos
mismos que le habian crucificado, dieron á Dios la gloria, que se le
debia. O bondad incomprensible del Seííor, que supo mudar la crueldad
de los verdugos en mansedumbre, y convertir las contumelias en otras
tantas alabanzas! 2 Considera que el ser reconocido de los paganos por
verdadero Dios, aquel, que por tantos tormentos padecidos apenas te
nia semejanza de hombre, fue efecto sin duda este prodigio de la pre
ciosa sangre del Redentor, que hace creer aquellas cosas que exceden
toda humana fé. Pero que confusion es para los cristianos , que tenien-r
do fé y conocimiento de nuestro redentor Jesús, ni temen, ni agrade
cen , mas pasan su vida en continua tibieza!
3 Aquellos también que se hallaron presentes, viendo lo que iba suce
diendo , volvían á la ciudad hiriéndose sus pechos. Considera la turba
ción y confusion grande de aquel pueblo de Jerusalen: muchos viendo
el terremoto, y todos los demas prodigios sucedidos, pe hallaron de un
grande temor comprendidos; y con este temor comenzaron á reconocer
y i confesar á Jestis, á quien antes con tantas ignominias y afrentas
habían despreciado. O cuán eficaces son los castigos de Dios para redu
cir á los pecadores! Mas cuánta es la malicia de los pecadores, que
con castigos no se reducen! Así sucedió en Jerusalen; pues con tanto
temor y aterramiento por lo que veian, la mayor parte de ellos se que
daron tan obstinados despues de los prodigios, como lo estaban antes.
Á cuántos cristianos sucede lo mismo en el dia de hoy] Mientras Dios
les castiga, todo se Ies va en t e m e r y en buenos propósitos; pero en
cesar el castigo, vuelven a p ro s e g u ir en sus vicios hasta morir en su
pecado.
M E D IT A C IO N DE LA V O C A C IO N A L E S T A D O
ECLESIÁSTICO-
Resolución.
Me ha parecido inefable la dignidad sacerdotal, y que debia vene
rarla con silencio, gastando muchas horas y dias en su atenta medita
ción, pudiendo con v e r d a d decir de ella aquello de Jeremías. 2 Qbstupes-
cite Cosli super hoc: pásmense los cielos de la bondad incomparable de
Dios* que se digna levantar á tanta grandeza tan humildes gusanillos. He
entrado en temor de la sentencia de san Gerónimo: granáis dignitas sa-
cerdotalis; sed granáis ruina, si peccet; ( in Ezech. 44 . ) de la otra de
san Cipriano mártir: qiiantb ampliar fuerit forma dignitatum, tantb ma-
jor exigitur pmnarum usura. Por lo que he resuelto traer un tenor de
vida que sea digno de un sacerdote, y prohibirme severamente ciertos
paseos indiferentes, ciertas visitas, ciertos desahogos lícitos, y con par
ticularidad el jugar con seglares, maximi de diverso sexo, que es tan
frecuentemente motivo de envilecer á la dignidad sacerdotal.
Ramillete.
Haced Señor, que no se verifique en mí aquello del salino 48. Ho
mo , cum in honore esset, non intellexit, etc.
M E D IT A C IO N D E L A SA N TID A D Q U E P ID E E L E STA D O
DEL SACERDOTE.
Resolución.
Habiendo de ser la santidad* como es razón, á proporcion de la dig
nidad : si esta es la m ayor, la mas grande y sublime que hay en la
tierra; qué tal habrá de ser la santidad y pureza de conciencia que de
bo de procurar? Resuelvo pues, escogerme un buen Padre espiritual,
con quien confesarme á menudo y comunicar enteramente mi interior,
obedeciendo á ciegas sus consejos , para merecer por este medio los pro
gresos que debo hacer en la santidad de tan eminente estador
Ram illete .
Dadme Dios m ió , tal pureza que me haga digno ministro vuestro»
M E D IT A C IO N D E L E SP ÍR IT U E CLESIASTICO .
M E D IT A C IO N D E L A S V IR T U D E S Q U E D E B E N R E S P L A N D E C E R
EN UN SACERDOTE, SEGUN LA DOCTRINA DE S. PABLO.
M E D IT A C IO N D E L A F E Y E S P E R A N Z A Q U E D E B E
RESPLANDECER EN LOS SACERDOTES.
M E D IT A C IO N D E L A V IR T U D D E L A H U M ILD A D
QUE HA DE T E N E R E L SA C E R D O TE .
M E D IT A C IO N D E L A M O R Q U E LOS SA C E R D O T E S
DEBEN TENER A I/A SANTA POBREZA.
1 Considera los motivos que pueden inducirte al zelo que debes te
ner de la salvación de los prójimos. 1 No hay sacrificio mas acepto k
Dios que este, como lo afirma san Juan Crisóstomo y san Gregorio. 2
Como cristiano, estás obligado á procurar tu salvación; y como eclesiás
tico, estás obligado á ayudar á los prójimos paraque se salven. 3 Dios
zelará la salvación del eclesiástico , que fuere zeloso de la salvación de
los otros, y 110 permitirá le sean cerradas las puertas del cielo, al que se
afanó para abrirlas á los demas. 4 E l que con su zelo coopera á la sal
vación de una sola alm a, grangea en el cielo un tesoro de mayor estima,,
que todas las riquezas dei mundo; porque una alma es de valor infini
to , pues fue comprada con la sangre de Jesucristo, g Cuantas almas hu
bieres con tu zelo grangeado para tu D ios, otros tantos abogados has lo
grado en la gloria, que incesantemente interceden por tu salvación. 6
La caridad de Jesucristo solicita en todos el amor del prójimo; y partí-
cularmente en los eclesiásticos, que como coadjutores suyos, del>en apli
carse á este ministerio. Admira é imita el ardiente zelo de Jesús, que
bajando del cielo, vino á buscar la oveja perdida; esto es, la naturaleza
humana y hallada, la puso sobre sus hombros cuaudo se hizo hombre,
y despues de haber padecido por ella treinta y tres aiios de penas y do
lores * vino ú morir muerte ignominiosa de cruz para redimirla y salvar
la. O incendio del divino amor! Arrojad en mi corazon una centella de
vuestro z e lo , paraque quede mi alma abrasada con el deseo de mi sal
vación y de mis prójimos,
2 Considera, que el zelo es un ardiente y eficáz deseo del bien es
piritual y salud de los otros, como fue aquel de Moiséá, el cual mo
vido del amor del pueblo, le dijo á D ios: Señor, ó perdonad á este pue
blo, ó horradme del libro de la v id a : ó aquel de san Pablo* que deseaba
ser anatema , y separado en cierta manera de Dios por el bien de sus
hermanos* 2 Considera* que por las obras se conoce, quien tiene zelo
verdadero de la salvación de las afinas; porque, como dice san Juan:
no debemos amar al prójimo solamente con palabras y con la lengua,
sino con ¡as obras y con la verdad . Por otra parte, el zelo va siempre
acompañado de suavidad, de mansedumbre y de compasion9 cuando es
verdadero; pero al contrario cuando es fingido , le acompaña la aspere
za , el rig o r, el menosprecio y la envidia. Y así mira sin pasión tu mo
do de obrar, y conocerás de que zelo estás revestido: y si vieres que no
te acompañan las señales del verdadero zelo * procura implorar humilde
mente la divina gracia para conseguirlas; y conseguidas, aplícate a ayu
dar á las almas para conseguir su salvación eterna.
3 Considera los medios para adquirir, conservar y aumentar el ver
dadero zelo de la salvación de las almas, i Sé zeloso de tu propia sal
vación ; porque quien no es bueno para s í , menos lo será para los de
mas. 2 Piensa muchas veces en aquel ardentísimo zelo de nuestro maes
tro Jesús, é imagina que le ves catequizar á los niños: instruir en la fe
á una Samaritana: yaq u e predica á Jas turbas; ya á la gente del cam
p o : ya que le ves llorar, o rar, ayunar y afligirse por el remedio espiri
tual de los hombres; y haz Jírmes resoluciones de im itarle, orando, ayu
nando, mortificándote y rogando muchas veces á Dios por el remedio de
los pecadores. 3 Considera el solícito cuidado que tiene el demonio y los
hereges con é l, para gtiiar las almas por el camino de la perdición; y
llora .d e q u e estos sean mas solícitos en perderlas, que tú en ganarlas.
Pide incesantemente á Dios, te comunique su divino espíritu, y ofrécele
á su Magestad divina para servirle en este ministerio á la medida de tu
obligación.
Resolución .
He visto - que si los seglares han de ser, Lucerna ardens\ los ecle-
244 MANUAL
sia'sticos deben ser, Lucerna arden f, et lu ce n s : porque todos los órdenes,
desde el primero al ultim o, (quien m as, y quien menos) se ordenan y
miran á santificar al pueblo , principalmente con la predicación. Resuel
vo pues, vencer animosamente la pusilanimidad y temor vano, nacido
de secreta soberbia de quedar m al, y de otros respetos impertinentes,
la flojedad y pereza en que hasta ahora he vivid o; y aplicarme al bien
de mis prójimos, con proponerles la divina palabra, instruyendo á lo
menos en los rudimentos de la fé á unos y otros, ya sea en casa , ya en
la campaña, y una vez cada semana en el hospital.
Ram illete.
Encended Señor, en mi corazon, el fuego de un ardiente zelo de la
salud de los prójimos.
1 Considera, i Que cada uno esta por la ley natural obligado á dar
de sí buen ejemplo á su prójimo y hermanor 2 Que esta obligación es
tanto m ayor, cuanto esta' uno en mayor dignidad <5 estado. 3 Que sien
do sublimado el sacerdote á la suprema dignidad del sacerdocio sagrado,
y puesto en estado tan elevado, es por eso tanto mas grande su obliga
ción de dar buen ejem plo, cuanto es mas sublime su dignidad y estado.
4 Que Dios ha hecho á los sacerdotes luz del mundo, y k s ha puesto
sobre el candelero de la iglesia, paraque con el esplendor de su vida y
luz de su buen ejem plo, alumbren y enfervoricen a' todo el resto del
pueblo: sic luceat lu x vestra coram hom inibus , ut videant opera vestra
bona , et glorificent Patrem vestrum , qui in calis e$t. g Que ser sacer
dotes ó presbíteros, como declaran los santos y expositores sagrados, es
ser unos sagrados adalides y guias, que yendo delante con su ejemplo,
conduzcan y guien á los demas por el camino del cielo, y con su vida
ejemplar les hagan fácil y suave la consecución del eterno reino. 6 Que
por eso manda el Apóstol á cada sacerdote en particular, que sea, no so
lo ejem plar, sino ejemplo mismo de perfección para todos los fieles:
exemplum esto fidelium . O cuán grande es en los sacerdotes la obligación
de dar buen ejemplo !
2 Considera en que ha de dar buen ejemplo el sacerdote. 1 En to
das las cosas, dice el Apóstol: in ómnibus te ipsum prabe exemplum
bonorum operum . (Ad Tit, 2.) E n todas las virtudes, en todas las accio
nes, en las palabras y obras, hasta en el cam inar, en el vestir, en el
reir y en el m irar, en todo debe ser ejemplar. 2 Debe em pero, con
especialidad ser ejemplar el sacerdote, dice el mismo Apóstol, en cinco
cosas: en las palabras, en la conversación, en la fé, en la caridad y en
la castidad: exemplum esto fidelium in verbo , in conversatione, in fide , iw
charitate , i/j castitate. (Ad Timoth. 4.) Prim ero, en las p a lab ras ; esto
es, que sean circunspectas, atentas, graves, ponderadas y ordenadas, de
clara el angélico doctor; no ociosas, vanas, ni chocarreras. 2 En la con
versación 1 esto e s , que sea del bien d élas alm as, de virtud* de edifi
cación, y de cosas espirituales y celestiales: conversatio nostra in calis
est. 3 En l a f é viva ; esto e s , que se muestre en las obras, haciendo las
sagradas funciones de la santa m isa, oficios divinos, administración de
sacramentos, rezo privado y demás ministerios sagrados con toda aten
ción y devocion, y con santa gravedad y religiosa modestia, teniendo
sumo respeto á la divina M agestad, que en su templo ven era, y tratan
do las cosas sagradas con gran decoro y reverenda. 4 En la caridad:
para con D io s, obrándolo todo por su am or, y entregándose a la oracion
mental y lección espiritual: para con el prójimo, enfervorizándole y con
solándole en lo espiritual y temporal, según llegare su posibilidad. 5 Y
sobre todo ha de ser ejemplo vivo en la castidad \ porque esta es la di
visa, ornamento y decoro del drden sacerdotal, y la vestidura cándida
con que siempre ha de ir hermoseado el sacerdote; de manera que con
solo verle quede e nfervor iza do el bueno, y confundido y avergonzado el
sensual y deshonesto. H a z, sacerdote reflexión, y mira como cumples
con tan grande dignidad.
3 Considera los grandes bienes, que consigo trac el buen ejemplo. 1
Es común sentir de los santos padres, que es mucho mas poderoso y
eficaz el buen ejemplo para persuadir y m overá obrar lo bueno, que to
dos los sermones y pláticas: multo fidelior , et certior , est doctrina ope-
ru m , quhtn sermonumt dice por todos san Juan Crisóstomo. ( ílom 22.
ad Popul.) 2 Hacetotra grande ventaja á los sermones: porque estos so
lo m ueven, cuando se predica , y á los presentes; pero el buen ejemplo
siempre, en todo tiempo y de dia y de noch e, ensena, y mueve á los
ausentes y á los presentes, dice el mismo santo. 3 Ni puede hallarse co
sa alguna que mas ensene y mueva continuamente ¿i la virtud y servi
cio divino, que la vida y buen ejemplo de los sacerdotes, dice el santo
Concilio Tridentino: nihil est 9 quod alios magis ad pietatcm , et De? cul-
tuin assiduk instruat, qu im eorum vita9 et exemplum , (¡id se divino minis
terio dedicarunt. (Sess, 22. de Reform. cap. 24.) De aquí es, que tales
son los pueblos f cuales son los sacerdotes, como dice el Espíritu Santo:
Sicut populas , sic sacerdos: y por experiencia lo vem os, que con solo
un sacerdote ejemplar y bueno, está santificado todo el pueblo. O qué
glorias y felicidades gozarán los sacerdotes ejemplares í Pero ay de aque
llos s que 110 cumplieren con esta obligación! Vce vobis , duces c a c il
Resolución .
He conocido que el sacerdote ha de ser, como dice el A p óstol, la
pauta , norma y ejemplo, por donde todo eJ pueblo ha de gobernar sus
acciones: por lo que conviene, que sean estas en mí sumamente ajusta
das : pues si la pauta es torcida, edmo podrán los otros tirar derechas
las líneas de la virtud? M e he llenado de confusion de ver mi poco re
paro en este particular: las muchas veces que he vendido m áxim as, he
dado consejos, he inspirado sentimientos y aprobado procederes contra
rios á las obligaciones de mi estado: las muchas veces que he mostrado
indocilidad y menosprecio, he murmurado y dicho chanzas malignas,
causa todo de mucha ruina en m í, y en mis prójimos. Resuelvo, pues,
el ser en adelante el mas severo censor de mis acciones, rectificar con
todo cuidado mis pasos, vivir con la circunspección mas atenta, y rogar
á menudo al Seííor con esta jaculatoria.
Ramillete .
Lavadme Dios m ió , purificadme de mis pecados secretos y ocultos.
Perdonadme no solo los que he cometido y o , sino también los que he
hecho cometer á otros.
Resolución .
Me ha dado Dios á conocer, que esta sola oracion del rezo del ofi
cio divino, si lo hago, como conviene, bastará para hacerme perfecto
para con D ios, y para mantenerme habitualmente en la presencia de su
divina magestad; porque comprueba la experiencia, que del alabar á
Dios en espíritu y en verdad, se enciende el alma en amor divino, y
queda ella siempre mas ilum inada, y movida á abrazar los medios para
unirse con D io s : resuelvo pues, sujetarme indispensablemente á la ley
de cumplir esta obligación diaria con suma atención interior y exterior,
retirándome de lugares expuestos á distracción, cuando reze privadamen
te ; y si rezo en el c o ro , practicar los medios prescritos en la siguiente
M editación, particularmente el del silencio y modestia, que tanto obli
ga , tan poco cuesta y tanto conduce.
Ram illete .
Señor y Dios m ío , haced por vuestra misericordia , que no se veri
fique en mí aquella queja tan para sentida: populus hic labiis me hono-
rat\ cor aulem eorum longh est h me.
M E D IT A C IO N D E L A ASISTE N CIA A L CO RO Y D EM A S
OFICIOS PÚBLICOS.
Resolución>
En la consideración de este sacrosanto sacrificio del Hijo de Dios,
el mas excelso y el mas agradable al Eterno Padre, he resuelto no ofre
cerle sin hacer memoria de su pasión, y sacrificarme con el mismo Hijo
í la divina voluntad: practicar con todo cuidado las ceremonias prescri
tas y emplear una inedia hora, 6 átamenos un cuarto, en acción de
gracias por tan señalada merced de ministro del altar.
Ramillete.
Dadme, Señor, que prácticamente entienda lo de S. Lorenzo Justi-
niano; Accedat sacerdos ad altaris tribunal, ut Christus : assistat, ut án
gelus: minístrete ut sanctu$.
M E D IT A C IO N D E COM O D E B E N LO S SACERDOTES
FRECUENTEMENTE CELEBRAR LA SANTA MISA.
Resolución.
Siendo los eclesiásticos como un espejo, en que ponen los seglares
sus ojos para tomar de ellos lo que han de im itar, he quedado eficaz
mente convencido de la suma importancia de tener en particularísimo
respeto y reverencia á los templos y cosas sagradas, como que esta ha
de ser la mas eficaz exortacion para su enseñanza. Resuelvo, pues por
tarme siempre con modestia y reverencia en todas mis acciones hechas
en las iglesias, negándome particularmente á la libertad de preguntar,
ni responder cosa alguna en ellas, sin conocida necesidad.
Ram illete .
Haced. Dios mió que nunca se borre de mi m em oria. que vuestra
casa es casa de oracion. y que en ella estáis Vos en realidad presente.
M E D IT A C IO N D E L B U EN USO D E LA S R E N TA S
ECLESIÁSTICAS.
M E D IT A C IO N D E L A CIEN C IA Q U E D E B E N T E N E R
LOS SACERDOTES.
M E D IT A C IO N D E L A G R A V E D A D D E LOS PECA D O S
DE LOS SACERDOTES.
Resolución .
He entendido aquella grande verdad enseñada de todos los sagrados
doctores, que tanto mayor y mas grave es el pecado, cuanto es el que
peca* constituido en mayor dignidad: iantb majus esse peccatum cognos-
c itu r , quanto major9 qui p e c ca t , h a betu r , dice san Isidoro; y de aquí
concluyo la imponderable malicia del pecado del sacerdote ? y el sumo
cuidado con que debo procurar la pureza de conciencia; y reconociendo
que el mas ordinario peligro de mancharla é incurrir en tanta infeli
cidad, es dar tales pasos * entender en tales negocios, tomar tal diver
sión, estar ocioso, etc. resuelvo prohibirme severamente tales desaho*
g o s , y aun penitenciarme los descuidos mas ligeros en el cumplimiento
de esta resolución.
Ramillete.
Concededme Diosm io, que responda con puntualidad á toda y á cual
quiera tentación, aquello del fidelísimo Jo sé: (Gen- 39.) Quomodb pvs-
sum hcc malura fa cere?
1 Considera, que aquel exceso de bondad infinita, que movió al Eter
no Verbo á vestirse de nuestra frágil naturaleza, le estimulo también
á tomar títulos y nombres expresivos de oficios, por sí mismos viles y
abatidos; aunque con la excelencia infinita de su persona la ennobleció
sobre manera. Uno de estos fu e, llamarse pastor: ego sam pastor:
Pastor: no de brutos anim ales, sino de hombres para apacentarles con
su divina palabra, con los santos sacramentos, y aun (ó exceso de amor!)
con su preciosísimo cuerpo y sangre en el Sacramento del a lta r, de
donde podia justamente gloriarse del título de buen pastor: ego surn
pastor bonus. 2 Nota > que este nom bre, del cual tanto se gloriaba el
Hijo de Dios j lo ha participado á aquellos á quienes ha encomendado
la cura de las almas: de lo que se infiere, cuan excelente sea su nombre
y oficio. No se contentó el Señor con esto, sino que quiso también ha
cerles participantes de su eterno sacerdocio,}' del poder que recibió de
su Eterno P ad re, dándoles facultad de perdonar pecados, y de ser me
dianeros entre Dios y los hombres, de suerte que cada uno de ellos
puede^ decir con Moisés: ego sequester , et medius f u i ínter Dominum , et
vos, O dignidad, ó excelencia del oficio pastoral! O sagrados pastores de
las alm as! Cuán repetidas gracias deben dar al Altísimo por la suprema
dignidad á que sin merecerlo les ha elevado!
2 Considera, que del fin, porque Dios puso pastores en su Iglesia, se
colige bien la excelencia de este oficio. El fin último de este empleo es
la sola gloria de D ios, blanco de todas las obras de su divina omnipo
tencia, á quien debes encaminar todas tus operaciones: pero el fin pró
ximo es la salud espiritual de las almas: fin santísimo y divino : fin que
tuvo el Hijo de Dios en hacerse hombre; pues, como dijo él mismo, v i
no al mundo á buscar los pecadores4 á ganar las almas prisioneras del
demonio por el pecado. Para esto fue enviado del Padre, y para esto
mismo envia ahora á los pastores: sicut misit me P a t e r , et ego mitto
vos. Es cierto, que no se puede hallar en la tierra empleo mas santo* ni
ocupación mas divina: diuinorum diviníssimum est cooperar i Dco in salu-
tem anim arum , dijo el Areopagita: pues así como 110 h a y obra mas ex
celente que esta ; asi 110 hay alguna que sea mas acepta á Dios que
esta. Vean ahora los pastores de las alm as, que fines tuvieron cuando
entraron á la dignidad pastoral, y vean sus empleos; que ellos les dirán
si gozan ó no dignamente tan alta y soberana dignidad. O lo mucho
qné tienen que mirar I Gloria de Dios y utilidad de las alm as; y no mas.
3 Considera y puedes inferir de lo dicho, cuan engañados viven, y
cuan mal hacen aquellos eclesiásticos, que aspiran á la cura de almas,
no para promover la gloria de Dios y la salud de las almas ? sino para
alcanzar riquezas, para vivir mas cómodamente, ó por otros fines sinies
tros , de los cuales se verifica lo que dijo san Bernardo: nunc trahit sua
quemque voluptas\ et odorem turpis lucri sed a n tes , quastum astim ant
pietatem , quorum certa est damnatio . Y en este sentido debió hablar el
Crisóstomo, cuando dijo: mirar f si aliquis rectorum possit salvari. Con
estos se pueden contar aquellos, que no entraron por la puerta del m é
rito 9 ó de la legítima vocación, sino que furtivamente se introdujeron
por las ventanas de la recomendación, regalos, dádivas y otros medios
ilícitos; y también aquellos que toman la cura de alm as, no con ánimo
de retenerla, sino de renunciarla para enriquecerse con las pensiones.
De estos ta le s, y otros semejantes se puede con razón temer, no se ve
rifique el quorum certa est dam m tio. Guárdense pues, todos de seme
jantes desordenes, y los que ya se hallan en el oficio pastoral, dejen
toda siniestra intención; hagan penitencia de haber entrado por empe
ños y fines menos rectos á la dignidad: procuren en adelante el exac
to cumplimiento de su obligación, diciendo con el Apóstol: (2. ad Cor.
c. 12 .) Non qu a ro9 qua vestra su n t , sed v q s \ y ejecútenlo como lo d i
cen t y procuren asegurar su salvación.
M E D IT A C IO N D E CU AN D IF ÍC IL Y PELIG R O SO SEA
EL OFICIO PASTORAL.
M E D IT A C IO N D E L B E N E F IC IO D E L A VO C A C IO N A L
ESTADO DE LA R ELIG IO N .
M E D IT A C IO N D E L A E X C E L E N C IA D E LO S VO TO S
DE L A R E L IG IO N .
M E D IT A C IO N D E L A U T IL ID A D D E LOS VOTOS
D E LA R E LIG IO N .
M E D IT A CIO N D E L A E X C E L E N C IA D E L A P O B R E Z A
R ELIG IO SA .
M E D IT A C IO N D E L A U T IL ID A D D E L A P O B R E Z A
R ELIG IO SA.
i Considera, cuan grandes sean los bienes que trae consigo Ja po
breza religiosa. 1 Corta la raíz á la soberbia, capital de todos los vicios,
á quien se entregan Jos hombres por ocasion de las riquezas, 2 Es me
dio eficacísimo para satisfacer por los pecados pasados. 3 Libra al hom
bre de muchos cuidados imítiles y molestias de las cosas de la tierra.
4 Anda siempre esta virtud acompañada de otras muchas virtudes, es
pecialmente de la templanza y de la hum ildad, y con especialidad de
la castidad; porque no teniendo con que comprar el deleite, tiene mu
cho andado para ser casto, siendo pobre- 5 Aparta del alma el afecto
desordenado de las demás delicias y placeres del mundo, y la estimula
á amar las cosas del cielo, pudiendo decir con el A p ó sto l: Nosotros no
tenetnos aquí ciudad permanente ; pero buscamos otra que es el cielo . 6
Hace al hombre perfecto en esta vida, segun lo que dijo el Salvador:
Si quieres ser perfecto , vé9 vende cuanto tienes; y tendrás un tesoro en el
cielo . Considera la infalibilidad de la palabra divina, y pon los ojos en la
inmensa grandeza de este tesoro celestial; y hallarás, que todo lo que
dejas por C risto , es nada en comparación de aquel celestial tesoro. Ben
dito seáis , Señor , que así premiáis á los que tan poco hicimos por vues
tro amor.
2 Considera, que cuando un religioso por el voto de pobreza se da
todo á Dios y cuanto puede pretender en el mundo; se da Dios también
todo á él , y se obliga á proveerlo de todo lo necesario, coino se vití
en Aaron * á quien prometió ser su parte y su herencia: lo cual fue
figura de lo que su Magestad divina hace con los buenos religiosos. Es
Dios verdadero padre de religiosos; y si tií no lo desmereces, no creas,
que un tan buen Padre se olvide de su verdadero hijo. No es creible,
que deje desnudo al que por su amor se despojó de quanto tenia y po
dia tener. Lo cierto es, que no te faltará Dios si tu no faltas á su di
vina Magostad. Lee las historias de casi todas las religiones, y hallarás
estupendos prodigios, que ha obrado la providencia divina con los reli
giosos pobres. Pues de qué temes? Por qué te espanta la pobreza? Sé
tu lo que debes s e r , que Dios hará contigo lo que hizo por los demas.
3 Considera, que por mas que el religioso nada tenga de propio, no-
obstante halla por el cuidado que otro se tom a, todo cuanto necesita
para su comida y vestido, verificándose lo que dice el Apóstol; no te
niendo cosa y poseyéndolo todo. Si va á algun viage por la obediencia;
como va en Jos brazos de la providencia D ivin a, halla (aunque nadie le
conozca) así en las casas d élos seglares, como en los demás conventos,
aunque 110 sean de su drden, cuanto necesita para su alivio; porque el
Señor, que mandó á sus apóstoles que no llevasen provision alguna por
los caminos, y en otra parte les dijo, que no pensasen en que comere
m os, beberemos y vestirémos, es el que mueve los corazones de los
fieles y aun de los infieles, paraque así como á los apóstoles * provean
también á los religiosos apostólicos amantes de la pobreza. Ademas de lo
dicho, los religiosos verdaderamente pobres hallan en una enfermedad
mucha mas caridad entre sus hermanos, y aun entre los estraños que
aquellos, que no lo son y tienen su confianza mas en el dinero que re
servan, que en la providencia de Dios. Cuantas y cuantas veces ha ma
nifestado esto la experiencia ? Dios es fidelísimo, y primero faltarán los
cielos y la tierra, que falte al cumplimieuto de su palabra.
M E D IT A C IO N D E L A E X C E L E N C IA D E L A C ASTID AD
R ELIG IO SA.
M E D IT A C IO N D E L A U T IL ID A D D E L A C A ST ID A D
R ELIG IO SA.
M E D IT A C IO N D E LA E X C E L E N C IA D E L A O B E D IE N C IA
R ELIG IO SA .
M E D IT A C IO N D E LA U T IL ID A D D E L A O B E D IE N C IA
R E LIG IO S A .
M E D IT A C IO N D E L A O B S E R V A N C IA D E L A S R E G L A S
DE LA R E L IG IO N .
M EDITACION DE LA FE.
Resolución.
Si amor con amor se paga, siendo el amor de Dios para conmigo
con tantos excesos de fineza; qué tal debería de ser mi amor para con
él? Conozco que es tiempo perdido todo aquel, en que no amo á mi Dios:
y sí la contrasella mas segura del amor verdadero son las obras, por
ellas debo conocer, si puedo lisonjearme de alguna suerte de haber amado
á Dios hasta ahora* Ya, Dios mió, estoy convencido de mi error en este
particular y en reparación de este yerro fatal, ofrezco en adelante, ade
mas de la observancia entera de vuestra divina ley que es el cumpli
miento del amor que os debo, practicar diariamente alguno de vuestros
consejos; como hacer alguna limosna, ó corporal d e s p ir i t u a l, instruir al
ignorante, visitar al enfermo, consolar al afligido, mortificar mi apetito
en aquel bocado sabroso ó bebida extraordinaria, á que se inclina; su
frir la palabra picante, Ja descortesía afrentosa, el descomedimiento que
se me tenga y cosas á este tenor.
Ramillete.
Ah, Dios mió! Sea hoy alomenos, para siempre el encenderse en
mi corazon este santo amor.
Otra.
La caridad es una virtud mas necesaria , que otra alguna para con
versar con los hombres, tanto, que sin ella no hay sociedad, que pue
da subsistir. Debo pues, y resuelvo ¿ imitación de Cristo practicarla
con todos, y con aquellas tres excelencias de dulce y bienhechora, y
universal, que le son tan propias; y esto rae obligaría sufrirlas flaque
zas de los otros, á no darles que sentir mis desordenes y altiveces, á
jjo decirles palabras agrias, rusticas y de menosprecio, ¿i compadecer
me de ellos en sus trabajos, y buscar medios para endulzárselos, servir
les, ayudarles, en lo que pueda, y esto no solo con uno u otro, que
es deudo de mi genio, etc. sino con todos; pues en todos se halla el
mismo motivo de amarles, que es el mismo D ios, en quien Ies debo
a ma r.
Ramillete.
Resolución.
Resohtcion.
Los frutos de la lección espiritual son imponderables: basta decir
que ella es hermana de la oracion, y aun viene i ser una especie de
meditación si se hace como conviene; por esto resuelvo señalarme un
cierto y determinado tiempo para leer todos