La industria de pulpa y papel presenta altos requerimientos de madera, agua
energía, infraestructura e insumos químicos, y genera importantes cantidades de residuos gaseosos, líquidos y sólidos.
Dichas intervenciones sobre el suelo implican impactos ambientales, debido
al uso masivo de biocidas y alteraciones de las características físicas y químicas del suelo durante la preparación del terreno y las operaciones de cosecha.
El uso de maquinaria pesada provoca una compactación del suelo afectado,
con lo que se reduce la capacidad de infiltración, aumenta el riesgo de erosión y disminuye la productividad futura. La quema de residuos después de la cosecha, altera la composición química del suelo, dejándolo expuesto a la acción de la lluvia y el viento.
Las plantas de pulpa y papel descargan anualmente más de 80 millones de
m3 de efluentes, con un efecto negativo sobre la calidad de los recursos hídricos locales. Asimismo, afectan el medio ambiente las emisiones de gases de combustión y de procesos con importantes contenidos de material particulado, dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno y compuestos odoríferos. Estos impactos ambientales han generado una significativa resistencia por parte de la comunidad y grupos ambientalistas, a la expansión de la industria celulósica, particularmente, en áreas geográficas donde los recursos naturales son compartidos por otras actividades productivas
En este sentido, en años recientes se han desarrollado nuevas prácticas para
el manejo forestal y la cosecha, que permiten incrementar el rendimiento y reducir los daños sobre la calidad del suelo y los recursos hídricos. Por su parte la industria de la celulosa se ha beneficiado con tecnologías que permiten un mejor aprovechamiento de los recursos madereros y su potencial energético, con resultados positivos en la productividad.
(“El tratamiento blanco”. En: Revista Induambiente. Año 9, n°53, noviembre-