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Cómo pueden los que no podían

Una premisa institucional: todos los niños tienen igualdad de oportunidades, las
mismas posibilidades de desarrollar sus dotes intelectuales y de enfrentarse en las
mismas condiciones a las propuestas de la escuela.

Los chicos de clase humilde son incorporados al trabajo y a la mendicidad mucho


antes de cumplir los catorce años de edad.
La matrícula de la institución forma una estructura piramidal donde el alumnado
del tercer ciclo forma el área más pequeña en su extremo superior.

No todos los docentes tenían el mismo concepto, centraban sus argumentos en


que el alumno “fracasaba” por su situación económica y social.

Pretendíamos un docente que se permitiera cuestionar y cuestionarse,


argumentar, sentirse parte de la escuela y darse cuenta de que el problema de los
alumnos es no sólo que deben aprender cosas en cuyos aprendizajes fracasaron,
sino que tienen que aprender de otra forma. Se registraban resistencias por parte
de algunos docentes para realizar una verdadera autocrítica de sus propias
prácticas.

Se observaban dificultades en su alfabetización. Los docentes manifestaban su


preocupación en cuanto a la comprensión lectora.
La alfabetización no es un proceso natural, sino social que se inicia desde el
momento en que el niño entra en contacto con distintos bienes simbólicos a través
de diversos soportes.

Alfabetizar es mucho más que adquirir competencias para leer y escribir, es


profundizar la inclusión como sujetos en cultura escrita de una comunidad con
mayor justicia. Es lograr ciudadanos cada vez más comprometidos con un saber
que es patrimonio de la humanidad.

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