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LA TEORIA DE LOS VALORES

Como hemos visto, la doctrina de Max Scheler, encierra


la exposición más nítida y brillante acerca de los valores, su
fundamento emocional y a priori y su clasificación. Empero,
ya antes de la aparición de su obra fundamental, el problema
acerca de la naturaleza del valor fue debatido ardorosamente
por dos posiciones antagónicas- a una de las cuales, la
objetivista, él se adhirió- polémica que, por supuesto, él no
pudo poner fin y, antes bien, parece que arreció después de
su muerte, acaecida en 1928.

En efecto, a la muerte de Max Scheler acaecida en


Frankfurt en 1828, nuevos visos de tormenta parecieron
avizorarse en torno a la teoría de los valores. La intuición
emocional del a priori axiológico, no parecía darnos una
fundamentación rotunda del valor; ¿qué hacer frente a las
intuiciones contradictorias de dos o más personas e, incluso,
de una misma persona? ¿Cómo explicarnos la divergencia de
gustos y de valoraciones de una misma a través del tiempo y
de la vida? ¿Es cierto aquello de que “De gustibus non
disputandum” o, como dice el popular refrán: “en gustos y en
colores no han escrito los autores”?...

Finalmente los valores- la justicia, la injusticia, la


fealdad y la belleza, la buena fe y la mala fe, lo agradable y lo
desagradable, etc.- son el producto de un juicio subjetivo, de
una valoración personal supeditada a determinados factores
y circunstancias, o tienen su propia realidad; ¿existen más
allá del tiempo y del espacio? Y, si admitiéramos que existen,
¿cuál será la modalidad de su existencia? ¿Cuáles serán las
peculiaridades de su ser? ¿O es que no “son”, acaso…?

Estamos, pues, frente a un gran dilema, los valores son


o bien el producto de nuestros íntimos deseos, sencillamente
valen o no para nosotros sin poseer existencia y consistencia
propia, o bien, tienen existencia propia, la misma que se
manifiesta en mayor o en menor grado a través de nuestras
emociones y aprehensiones. Dicho en otras palabras:
¿Tiene valor las cosas porque las deseamos o las
deseamos por que tienen valor?

La pregunta, así expuesta, la formula Risieri Fronoizi en


su famoso manual de axiología. Y agrega “

¿Es el deseo, el agrado o el interés lo que confiere valor a


una cosa o, por el contrario, sentimos tales preferencias
debido a que dichos objetos poseen un valor que es previo y
ajeno a nuestras reacciones psicológicas u orgánicas? O si se
prefiere términos más técnicos y tradicionales ¿son objetivos
o subjetivos?”

De acuerdo a estas interrogantes vamos a examinar,


seguidamente, las diversas tesis, posiciones o actitudes que
se han adoptado para solucionar el problema del fundamento
del valor.

POSICIÓN SUBJETIVISTA-ARGUMENTO Y
REPRESENTANTES
Para los subjetivistas, cuya argumentación empieza
a desenvolverse a partir de Hermann Lotze, los valores valen
por que los deseamos. Los valores no tienen existencia en sí y
por sí sino que están en función a nuestros deseos, de
nuestras inquietudes, de nuestras vivencias y emociones. Los
valores, pues, según esta posición no tienen autonomía e
independencia ontológicas: son sólo expresiones o actitudes
psíquicas de nuestra subjetividad; en suma los valores
dependen del sujeto valorante. Los argumentos en que se
basan los axiólogos subjetivistas parten de la afirmación de
Lotze de que “los valores no son, simplemente valen”. Su
forma de ser es justamente eso: valer, después de las
investigaciones de Lotze (1817-1881), las expresiones “Tablas
de valores”, “Transmutación e inversión de los valores”, son
expresiones que se popularizan, sobre todo por obra de
Federico Neitzsche (1844-1900) quien, se propone llevar a
cabo una crítica de la moral europea sobre la base del súper-
hombre y de una nueva moral situada más allá del bien del
mal. Mediante una total transmutación de los valores en que
se dejará atrás ideas, profundamente subjetivas de Nietzsche,
sirven de inspiración a J.M. Guyau (1854-1888) q2uien en su
obra “Equisse d, una moral sansobligatión ne sanction”
(1885) propuso una superación de la moral común teniendo
en cuenta el comportamiento de la vida inconsciente sobre la
actividad moral.

Pero es especialmente con Bretano y, sobre todo, con


Meinong y con Ehrenfels, cuando la posición subjetivista
expone y fundamenta sus puntos de vista de acuerdos a los
siguientes argumentos:

1.- El valor no puede ser ajeno a la valoración ni tener


existencia posible aislada e independientemente del sujeto
que los capta. En efecto ¿qué sentido tendría la existencia de
valores que escapan a toda posibilidad de ser valorados,
apreciado y estimados por el hombre? ¿Cómo sabríamos que
existen tales valores si estuvieran condenados a mantenerse
fuera de la esfera de las valoraciones humanas? ¿Qué sentido
puede tener los valores estéticos para un ciego o para un
sordo que no los puede captar?
2.- Los valores, en consecuencia, no pueden ser
considerados como entidades a priori,- como sostiene Max
Scheler- los valores al deber su existencia a los juicios de
valor de un sujeto valorante depende de su mayor a menor
sensibilidad emocional o experiencia sensible y, por lo tanto
son “a posteriori”.

3.- No solo los valores no son “a priori”, como sostenía


Max Scheler, sino que tampoco la famosa “intuición
emocional” nos proporciona una fuente segura de percepción
para captar la naturaleza del valor. Por el contrario, la
intuición emocional, lejos de llevarnos a buen puerto, nos
conduce a una tremenda relatividad, dependiendo del mayor
o menor grado de espiritualidad, cultura o emocionalidad del
sujeto valorante. Este es en verdad el punto neurálgico de la
tesis axiológica del Filósofo alemán que nos lleva a una serie
de contradicciones de los cuales ni el mismo Scheler se ha
librado.

4.- Ejemplifican este argumento con el famoso caso de


las estampillas de correo que Risieri Frondizi describe en su
obra antes citada de la siguiente manera:”Hay cosas
concretas que demuestran claramente la subjetividad de los
valores. Los sellos de coreos constituyen uno de esos casos.
¿Dónde está el valor de los sellos de correo? ¿Hay algo en la
calidad del papel o en la belleza del dibujo o en la impresión,
que explique el valor que tiene? Sin los filatélicos, no tendría
ningún valor. Sí se pierde ese interés, el valor que se les ha
conferido desaparece ipso-facto”.

Con este ejemplo concreto, como hay muchos, los


subjetivistas concluyen afirmando que si no fuera por la
existencia de un determinado grupo de individuos llamados
filatélicos que se dedican a la colección de estampillas, éstas
no gozarían de ningún valor, pues ni la calidad de su papel,
ni los impresos que tiene, ni ninguna otra cualidad intrínseca
de ella, le garantizará el valor ininteligible por los partidarios
del objetivismo- demuestra pues, que el valor de dichos sellos
es extrínseco, o está dado fuera de su circuito propio en
relación directa con el interés o deseos del hombre.
4.- El subjetivismo asevera que los valores del espíritu,
está regulados por determinadas condiciones subjetivistas de
hombres, pueblos o civilizaciones. Así por ejemplo, el valor
justicia es captado en forma adversa según los hombres,
según los pueblos o según el mayor o menor grado de
evolución espiritual del individuo o de la comunidad. Así,
tenemos en la antigüedad era legítimo el reducir un hombre a
la esclavitud e incluso dar muerte a un esclavo, así porque sí.
En el Derecho romano todavía subsistían estas formas de
injusticia vbgr. La “venta transtiberii” por la cual se reducía a
la esclavitud a los deudores que no cumplían con pagar sus
deudas. Todavía imperaba la concepción según la cual las
obligaciones entre acreedor y deudor eran personajes y no
“reales”, es decir, entre las cosas, y entre los patrimonios de
las partes. Pero, aún sin remontarnos a aquella época fatídica
en que imperaba la Ley de las XII Tablas, todavía es posible
rastrear en nuestros tiempos decisiones atávicas y fallos
injustos y anacrónicos que no guardan relación con el
adelanto científico y cultural de nuestra época. Está
demostraría, pues, “que la captación de los valores reside en
los subjetivo y, por tanto, que los valores de naturaleza
subjetiva y que están en función del tiempo, del espacio y la
cultura.

REPRESENTANTES DEL SUBJETIVISMO AXIOLÓGICO

1.- Hermann Lotze (1817-1881).- Para Lotze, los valores


carecen de sustrato ontológico. A él pertenece la célebre
afirmación según la cual, “los valores no son, simplemente
valen”. Su forma de ser es justamente eso, valer”

2.- Franz Bretano (1836-1917).- Para Bretano, el valor


se funda en un acto de “referencia intencional” y,
específicamente, en un juicio de valoración existencial basada
en el sentimiento de nuestra propia existencia.

3.-Alexius Von Meinong (1853-1921).- En su obra


“Investigaciones psicológicas-éticas para una teoría del valor”,
demuestre que lo que interesa fundamentalmente en la teoría
del valor es posición que se adopte ante este objeto. Y esta
posición es de naturaleza psíquica. Pero es necesario,
previamente, antes de valorar, estar convencidos de la
existencia del valor, en tanto objetivo.

Para gozar de la belleza estética, ésta debe existir


realizada en alguna forma dentro de una obra artística.

No obstante la enunciación inicial que Alexius Von


Meinong hizo de la tesis subjetivista, según la cual,” una cosa
tiene valor cuando nos agrada y en la medida en que nos
agrada”, esta tesis abandonada posteriormente por su autor;
quien, convertido al campo del objetivismo, como se pudo ver,
hubo de sostener con Christian Ehrenfels una ardorosa
polémica, que ha pasado a la historia como un ejemplo de
debate filosófico bien fundada y sostenida alturadamente.

4.- Chistian Ehrenfels (1850-1932).- Discípulo de


Meinong con quien entabló una célebre polémica en cuanto a
la naturaleza del fundamento psicológico del valor. Según
Ehrenfels la captación del valor radica en el deseo del valor y
no en su sentimiento. Su tesis es la de que “la magnitud del
valor es proporcional a la intensidad del deseo, así como la
distancia que separa a los dos sentimientos”.

5.- Otros representantes del subjetivismo en la Teoría


del Valor han sido O. Kruger. H Siebeck, O Westphal, R.
Muller- Freienfels y en los últimos tiempos los autores neo
positivas, entre los cuales debemos mencionar especialmente
al profesor Alfred J. Ayer.

6.- Alfred Julius Ayer.- Nació en Londres en 1918, fue


un brillante profesor en la Universidad de Londres entre 1946
a 1959 y en la Universidad de Oxford hasta 1978, murió en
1989. Para Ayer, quien enuncia un juicio de valor, está
meramente expresando, sin afirmar ni negar nada, un
determinado sentimiento. Y la expresión de un sentimiento,
no es ni verdadera ni falsa, como no es falsa ni verdadera una
carcajada o un grito de terror.
Por ejemplo quien dice “¿qué bello es este cuadro”, no
está afirmando nada sobre el cuadro- como pretenden los
objetivistas, ni sobre su estado de ánimo como quieren los
subjetivistas- sencillamente está expresando un estado de
ánimo. Podría igualmente haber un grito de alegría o haber
pronunciado una interjección.

POSICIÓN OBJETIVISTA

Los objetivistas desenvuelven sus puntos de vista


afirmando que:

1.- Argumento.-No se puede identificar ni confundir el


valor con el deseo del valor, como no podemos tampoco
identificar a una cosa con el deseo que de ella tengamos. Así,
entonces, no podría decirse que el deseo del valor confiere
validez a esa entidad deseada si antes esta misma entidad no
preexistiera al deseo. El valor es anterior a la valoración,
porque fácil es deducir que si no hubiera valores pre
existente, que cosa habríamos de valorar. No podemos
confundir a la valoración con el valor porque mientras la
primera es acto, el segundo es una entidad, susceptible
también, de ser confundida con este mismo acto.

Confundir la valoración con el valor es como confundir


el objeto percibido con la percepción misma. Y si tenemos en
cuenta, que la percepción no crea al objeto sino que lo copia y
lo aprende, podemos, afirmar, entonces, que lo mismo sucede
con la valoración, captada del valor, pero no creadora. Según
esto, lo subjetivo se reduciría, entonces, a un mero proceso
de captación del valor. El subjetivismo sólo tiene razón
cuando arguye sus planteamientos sólo en lo que a la
captación valorativa respecto, pero nunca en lo que se refiere
a la naturaleza íntima del valor.

2.- Argumento.- El segundo argumento subjetivista en


realidad no es más que un colorarío del punto anterior.
Afirma él que no podemos confundir el hecho psíquico de la
intencionalidad de la conciencia con las esencias, que son el
resultado final de ese proceso de captación. Husserl dice que
los subjetivistas yerran cuando afirman o, mejor dicho
cuando identifican a la noesis con las esencias a las cuales
esa noesis se refiere.

Lo mismo que acontece con la noesis el deseo de valor y


el valor mismo, porque mientras el primero (el deseo que
podríamos igualar) no es que la vía psíquica a través de la
cual viajamos, el segundo (el valor, que asimismo podríamos
igualar a la esencia constituyen la realidad última o la meta
hacía la cual llegamos, después de haber recorrido por el
camino que el deseo y la noesis nos señalan).

3.- Nuestra apreciaciones de agrado y desagrado; de


gusto o de disgusto, se hallan subordinados a determinados
imperativos o a ciertos valores fundamentales; que regulan
los vaivenes de nuestra caprichosa subjetividad. Así, se
explica, como hacemos cosas que inclusive nos disgusten,
como por ejemplo, el no dormir o el no comer por el
cumplimiento de un deber o la realización de su valor
superior. A nadie le agrada pasarse una mala noche, pero si
se hace eso por adquirir sabiduría se explica esta conducta,
así mismo se explica por qué preferimos el dolor en un diente.
Esto demuestra, pues, que hay determinadas valoraciones de
carácter objetivo, que supedita a nuestras tendencias y
apreciaciones subjetivas.

4.- En cuanto a la relatividad de los valores en el tiempo


y en el espacio, puede decirse que, la objetividad de los
valores queda confirmada en cuanto a una época
determinada, o un pueblo determinado o para un individuo
esos valores que él realiza tienen plena objetividad y conforme
a ello supedita su conducta y la de los demás.

REPRESENTANTES

1.- Alexius Von Meinong.- Nació en 1853 en Lemberg


(Galizia) y murió en 1920. Fue profesor en la Universidad de
Graz y allí fundo un laboratorio de Psicología, ampliado luego
a un Instituto que, integrado con su cátedra, se conoce con el
nombre de “Escuela de Graz”. Es uno de los primeros
representantes del objetivismo sistemático. Recordemos que
en un principio, anduvo por los caminos del subjetivismo,
pero que, posteriormente, se convirtió al objetivismo, Meinong
decía que no hay que confundir al objeto del conocimiento
con el conocimiento mismo; que una cosa es que podamos
valorar los valores y otra, qué es lo que los valores son en sí.

2.- Max Scheler.- Es uno de los filósofos más


carismáticos del mundo contemporáneo, Nació en Munich en
1874 y murió en Frankfurt en 1928. La intuición emocional
de los valores lo caracteriza y define como uno de los dos
mayores representantes de la Fenomenología. Es quizá el
objetivista por excelencia: él nos da la más cabal explicación
de la tesis objetivista. Habiendo expuesto con anterioridad su
pensamiento nos remitimos a lo ya dicho en elecciones
anteriores.

3.-Nicolai Hartmann.- Nació en Riga en 1882, después


de estudiar Medicina se dedicó a la Filosofía, empezando su
carrera docente en la Universidad de Marburgo en 1909,
continuándola, luego, en Colonia, Berlin y Gotinga, en donde
falleció en el mes de octubre de 1950. Las influencias más
importantes que ha recibido Hartmann son las de Aristóteles,
Kant, Husserl y Max Scheler, por eso es que su producción y
todas sus doctrinas tienen gran parentesco con estos geniales
pensadores.

Procedente de la Escuela de Manburgo, Nicolai


Hartmann ha concitado la atención mundial por sus
brillantes investigaciones ontológicas, a tal punto que pueden
ser considerados como un innovador en la materia.

Como lo señala en el prólogo a la primera edición de su


“Ontología”, nos hallamos hoy, en medio de una vuelta a la
problemática del ser.”¿Por qué debemos, en suma, retornar a
la ontología?”, es la cuestión inicial con la que nos aborda en
la primera página de su “Introducción”, y, en “La Nueva
Ontología” nos dice, finalizando su exposición, que “sólo
mediante la actitud ontológica que entiende el sujeto como un
ente entre otros se puede… llegar a la verdad trascendente.
A partir de esta fundamentación ontológica, Nicolai
Hartman desarrolla su teoría de los valores ubicando su
naturaleza entre las modalidades del ser, en efecto: Nicolai
Harmann considera que hay dos formas del ser; el ser real y
el ser ideal. El ser real se caracteriza.

1.- Por su individualidad en oposición a las esencias que


son siempre universales y, por lo tanto no reales.

2.- Por su existencia.

3.- Por su temporalidad.

4.- Por su procesualidad; esto quiere decir que la


realidad siempre es cambio, proceso, devenir.

5.- Por su identidad, es decir que siempre hay aspectos


permanentes en esta procesualidad. Es tarea de la Ontología
investigar a fondo cada una de las características de este ser
real y las leyes categoriales que las rigen.

Los valores son puros, seres ideales y, como tales,


tienen su propio sustrato ontológico en la esfera de lo ideal.
Por tener sus propias características, que son todo lo
contrario de las del ser real, se dice que estos entes, los entes
ideales pertenecen a la esfera de la “irrealidad”.

Los valores tienen, pues, según Hartmann, un ser de


naturaleza ideal, independientemente de su reconocimiento y
de su “realización” en el mundo real.

Pero tienen, también, un “deber ser” ideal, una


“tendencia a la realidad”, a “realizarse”. El sujeto valorante es
el encargado de encarnarlo, y de ahí la dignidad del hombre,
mediador entre “el mundo ideal de los valores” y “el mundo de
lo real”. Sin su cooperación los valores permanecerían como
irreales, la tarea del hombrees, pues, realizarlos, y en tanto
es portador de valores, el hombre se define como persona.
El requerimiento específico de los valores, que manda al
hombre obrar en forma distinta a sus inclinaciones e
impulsos naturales, hace que choquen en él, dos
determinaciones diferentes: La natural y la valorativa. El
hombre es el escenario de esta contienda, que no es la única.
También luchan las leyes psicológicas en contra de las
lógicas, porque aún en el pensar no se está forzado a seguir
estas leyes. El hombre realiza los valores de cierta manera,
pero también podría no realizarlos en absoluto; por eso es
libre, sin libertad no sería posible la vida moral.

Pero si bien la voluntad es libre para realizar o no


realizar a los valores, no sucede lo mismo con el sentimiento
del valor. “El sentimiento del valor no es libre en este
respecto, una vez que ha captado el sentido de un valor no
puede sentirlo de modo diferente. No puede considerar la
buena fe como mala, o el engaño y el fraude como
honorables, puede ser ciego para los valores, pero esto
constituye un asunto por entero diferente, en tal caso no
responde a los valores, y no los entiende en modo alguno”.

4.- Fritz Joachim Von Rintelen.- El profesor Von


Rintelen, nació en Stettin en 1898 y murió en 1979. Fue
profesor de Filosofía en Bonn en la Universidad de Maguncia.
Contratado por algunos años en la Universidad de Córdoba
(Argentina) participó, en el XIII Congreso Internacional de
Filosofía realizado del 7 al 14 de setiembre de 1963 en la
Universidad Nacional Autónoma de México. Dicho Congreso
tuvo cinco “symposia”, estando destinado el tercero
exclusivamente a la problemática de los valores generales y
valores específicos.

Las producciones filosóficas del profesor Von Rintelen


pueden dividirse en tres grupos:

El primero comprende el análisis del pensamiento


filosófico.

El segundo grupo de obras de Von Rintelen contienen


trabajos dedicados al problema axiológico.
El tercer grupo, finalmente, se ocupa de nuestra
situación espiritual contemporáneo y abarca una serie de
meditaciones entre las que acaba de publicarse, felizmente
traducida ya al castellano su obra “la finitud en el
pensamiento actual y la infinitud agustiniana”, Librería
Editorial Agustinos.

Para el profesor de Maguncia, la filosofía debe estar


vinculada con la época y, a la vez debe estar por encima de
toda época. Las filosofías que se abandonan a la época, a
aquella que se ha venido a denominar, alguna vez, al “mal du
siécle”, son filosofías secundarias, aquejadas de una falta de
plenitud espiritual que no las deja trascender y las limita a
analizar lo efímero, y lo temporal, lo finito.

Contra esta manera de pensar, contra estas limitaciones


del espíritu, con la filosofía de Von Rintelen se plantea un
vigoroso contraataque.

Según Von Rintelen, el re-descubrimiento de los valores


del espíritu ilumina la existencia humana, despejando las
tenebrosas filosofías de la angustia y del “ser para la muerte”,
como sucede con las doctrinas de Martin Heidegger, cuyo
pensamiento gira alrededor de ciertos di-valores que toman
su hombría a la existencia.

Von Rintelen señala junto a la angustia, el peligro, la


muerte o la noche; la posibilidad de una vida gozosa, de una
plenitud diurna, y de la alegría sustancial de vivir motivada
por la vivencia de los valores y la conciencia de la infinitud
divina. Lo alegre tiene la profundidad de claro, de lo
liberador.

Toda dicha nos remite a algo “valiosos” y lo valioso en el


mundo parece desempeñar el papel de ángel que nos eleva y
nos arranca de las tinieblas

Pero, el descubrimiento de los valores a su vez nos


remite a la plenitud ideal del valor de todo valor, del valor de
los valores que es Dios y que se expresa en el amor. “el amor
–cubre de todos los valores personales- nos lanza hacía la
patria eterna del espíritu”. Los valores tienen pues,
consistencia objetiva y determinan, en el hombre que los
capta y es su portador, su manera de ser su mayor o su
menor confianza en el futuro.

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