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magen y cultura: perspectivas del cine etno-
gréfico presenta la primera recopilacién en
castellano de articulos sobre tendencias teéricas y
metodolégicas en la produccién de cine etnogré-
fico, Esta publicacién oftece a los lectores un
amplio panorama del desarrollo de la antropolo:
gia visual de la mano de antropélogos y cineastas
curopeos y americanos: la vision histrica de
Emilie de Brigard; el movimiento del “cinema
verité” de Jean Rouch; la definicién del cine
etnografico de Karl Heider; la semistica de la
comunicaci6n visual de Sol Worth; la nocién de
Ja reflexividad de Jay Ruby; el cine etnogréfico
de Jorge Prelorén; el filme y la investigacién
etnogrifica de Claudine de France; la colabora-
cién en un producto global de Timothy Asch; la
reeepcién del texto visual de Wilton Martinez; el
cine y la teorfa antropolégica de Jack Rollwagen:
81 didlogo: politico de David MacDougall; el ana-
lisis del reportaje televisivo de Alexander Moore.
Imagen y cultura es un texto itil para el estudio
devla. relacién entre las ciencias sociales y los
medios audiovisuales en nuestra sociedad con-
tempordnea y es de interés tanto para antropélo-
£08, sodidlogos y comunicélogos como para
realizadores, productores y profesionales del
mundo del cine, video y television,
Elisenda Ardevol y Luis Pérez Tolon IMAGEN y CULTURA. _,
OL 450 A726i
IMAGEN y CULTURA
PERSPECTIVAS DEL CINE ETNOGRAHCO,
ELISENDA ARDEVOL y LUIS PEREZ TOLON
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Biblioteca de Etnologia
Dipoeneién Provinetes ee erencef
IMAGEN y CULTURA
PERSPECTIVAS DEL CINE ETNOGRAFICOBIGHIOTECA OFL TNSTTUTO NACIONAL DE i
CIME Y ARTES AUDICWISUHES ani
EL HOMBRE Y LA CAMARA
EAN ROUCH
Cuando André Leroi-Gourhan (1948) estaba organizando la se
primera conferencia de cine etnogréfico en el Musée de
T'Homme se pregunts a s{ mismo: "ZExisten realmente los
filmes etnogréficas?". Sélo pudo responder: “Existen por-
que nosotros los proyectamo:
Luc de Heusch escribié con bastante acierto:
Seguramente, esgrimir el concepto de “filme socio-
16gico”, y aistario dentro de la inmensa produccién
internacional de peliculas se trata de una empresa
quimérica y erudita. El auténtico concepto de socio-
logia es fluido y varia en relacién con los paises que
se tengan en cuenta y con las tradiciones cientificas
locales. Precisamente por ello no se requiere la
misma clase de investigacién en la Unin Soviética
que en los Estados Unidos de América o en Europa w
Occidental. Ademés no se tata de una Jocura de
nuestro tiempo el catalogar y desmenuzar en cate- “
gorias arbitrarias la confusa mezcla de ideas, valo- MS
res éticos y biisquedas estéticas de las que esos
complicados artistas que hacen cine se alimentan
con tan extraordinaria avidez? (de Heusch, 1962:9). au
En 1974 estas dos cuestiones tomaron especial relevan-
cia pues, por un lado, emergieron del sentimiento de culpa w
de muchos emégrafos y, més recientemente, de algunos
soci6logos por su propia disciplina y, por otro lado, de la96 Jesa Rouch
negativa de los cineastas a aceptar su parte de responsabili-
dad creativa, Nunca la etnografia ha sido un campo tan dis
putedo, y nunca la pelicula “de autor-, ha sido tan extensa~
mente cuestionada como hoy, y esto aunque el mimero y Ta
calidad de los filmes etnogréficos se incrementan cada afio.
Sin embargo, no estoy interesado en continuar esta clase
de polémica aqui, solamente pretendo hacer notar la exis-
tencia de la siguiente paradoja: cuanto mds’ a menudo se
ataca este tipo de filmes desde fuera o desde dentro (ya sea
por los propios actores, el piiblico o por los productores &
investigadores), tanto mds se desarrolla y encuentra su pro-
pia identidad el cine etnografico.
Por ejemplo, desde 1969 en Montreal (Congreso de
Africanistas) 0 en Argel (Festival Panafricano), cuando los
cetnégrafos fueron comparados con “vendedores.de cultura
negra” (debemos notar que con mucha destreza), y los
sociélogos fueron asemejados a los “indirectos explotadores
de la clase obrera”, ha habido més estudiantes que nunca
matriculados en los departamentos universitarios de socio-
logia y antropologfa. Otro ejemplo, desde que los jovenes
antropélogos que hacen cine, deciararon que las peliculas
sobre rituales o sobre la vida tradicional estaban desfasadas,
no ha habido nunca tantas peliculas realizadas con el siste-
ma tradicional y tan pocas sobre problemas de desarrollo,
Y¥ otra vez, desde la creaci6n de cooperativas de produc-
toras, nunca se han realizado tantos filmes de autor en el
campo del cine y de las ciencias humanas (ni nunca ha habi-
do tal decadencia de cineastas, como la de los que trabajan en
‘esas cooperatives). En una palabra, si el cine etnogréfico esta
siendo atacado, es s6lo porque goza de buena salud y porque
Ja cdmara esté encontrando su lugar entre los hombres.
CIEN ANOS DE CINE
Los pioneros
No obstante, desde 1872, el camino torado por cine’as-
tas etnogréficoe ha eido duro. Fue en ese afio, cerca de San
El hombre y la cfmara 97
Francisco, cuando Eadweard Muybridge rod6 la primera
secuencia de “fotografia secuencial” para resolver una dis-
puta sobre el modo de trotar de los caballos. Dividiendo el
movimiento en cuestién, se las arreglé para reconstruirio
como una secuencia, o lo que es lo mismo, la transformé en
secuencia cinematogréfica.
En un principio, tras los animales —tras los caballos- fue
el hombre. Primero vinieron los jinetes o las amazonas,
(@esnudos por razones de observaciGn muscular), después el
caminante, la mujer que gatea, el atleta o el mismo Muy-
bridge, todos desnudos, girando alrededor y en frente de 30
cémaras fijas. En estas imagenes furtivas, la sociedad ame-
ricana de la costa Oeste se revel6 a s{ misma hace cien afios,
como ningtin Western lo hard nunca, Era por supuesto una
sociedad de jinetes, pero también una sociedad: esencial-
mente blanca, robusta, violenta, inmodesta, lista para trans-
mitirle al mundo el virus del deseo, y lo més importante, el
modo de vida americano. Fe
Quince aflos més tarde, en 1887, cuando Btienne-Jules
Marey acompasé 30 méquinas individuales de Muybridze
con su cronofotogratia, el hombre volvié a ser de nuevo el
sujeto, En 1895, el Dr. Félix Regnault, un joven antropélo-
go, decidi6 usar Fotografias por secuencias de tiempo en st
estudio comparativo sobre el comportamiento corporal (unos
40 afios antes de que Marcel Mauss escribiera su inconipa-
rable ensayo “Techniques du corps”). Fotografié las “formas
de caminar, trepar y gatear” de un peul, de un wolof, de un
diola y de un malgache (Regnault 1896, 1897).
En 1900, Regnault y su colaborador, el antropéiogo L.
Azoulay (que fue el primero en utilizar los cilindros de soni-
doy grabaciGn de Edison para registrar sonido; Azoulay 1900
, 1900 b) concibié el First Audiovisual Museum of Man:
Los museos de etnologia deberfan aftadir a sus
colecciones fotograffas por secuencias de tiempo.
No es suficiente con tener un telar, un torno 0 una
Jabalina, uno debe saber cémo utilizarlas, y esto no
Puede saberse sin el uso de secuencias fotograticas
(Regnault 1900: 422).98, Jean Roveh
iDesafortunadamente este museo etnogrifico de docu-
mentos visuales y sonoros serfa un suefio hasta tres cuartos
de siglo mas tarde!
Mientras tanto Louis Lumiere era conocido por introdu-
cir la imagen animada en cinematografia, y siguié utilizan-
do al hombre como su tema principal:
Los archivos de cine de este siglo, comienzan con
sus primeras producciones de tipo ingenuo. ,Acaso
el cine-deberfa ser un instrumento objetivo con el
que capturar el comportamiento mano en Ia vida
real? La maravillosa ingenuidad de “Sortie des usi-
nes”, “Dajeuner de Bebé” y “La Péche a la Crevet=
te”, lo hacfan parecer asf (de Heusch 1962: 13),
No ‘obstante , desde el principio, la camara se ha com-
portado como una “ladrona de reflexiones”. Los trabajado-
res que salfan de la factoria de Lumiére casi no prestaban
atencién a la pequefia camara manual de cine pero pocos
dias mas tarde cuando asistieron a la proyeccion de estos
cortos, se dieron cuenta de un desconocido ritual magico.
Sintieron el antiguo miedo de enfrentarse con su propio
doble.
Después legaron los “ilusionistas que les quitaron este
tipo de microscopio a los cientificos transformédndolo en un
juguete...” El piblico de cine preferfa la reproduccién arti-
ficial de los Mélits de la erupcién del volodn Monte Pelé de
las Antillas y los temerosos documentales hechos por los
fotdgrafos de Lumiére en las guerras chinas,
Los precursores inspirados
Los grandes tormentos de 1914-1918 que significaron el
cuestionamiento de todos los valores humanos, ia Revolu-
cidn Rusa y el movimiento intelectual europeo fueron los
que unieron una vez més al hombre con la cémara.
En aquel tiempo dos precursores de nuestra disciplina
estaban trabajando sobre el terreno. Uno de ellos era un
poeta futurista, y el otro un gedgrafo explorador, pero
[Bi hombre y s eémara 99
ambos eran cinematégrafos que estaban interesados en la
expresién de Ie realidad. El soviético (originariamente pola-
0) Dziga Vertov estaba haciendo sociologia sin saberlo, y
el americano Robert Flaherty estaba haciendo etnograffa,
también sin conocerla. Ellos nunca se encontraron, ni tavie~
ron contacto alguno, con los etndlogos o socidlogos que
estaban desarrollando sus nuevas ciencias, al parecer sin
conocer la existencia de estos infatigables observadores. Y
sin embargo es a estos dos cineastas a quienes les debemos
todo lo que estamos tratando de realizar hoy en dfa.
Hacia 1920, para Robert Flaherty, filmar la vida de los
esquimales de Canada significé filmar un esquimal en par-
ticular, no un objeto, sino una persona. Su honestidad bési-
ca requerfa mostrarle al sujeto lo que estaba haciendo.
Cuando Flaherty monté un cuarto oscuro en una cabafia de
la bahia de Hudson y proyect6 sus.nuevas imagenes en una
pantalla para su primer espectador, Nanook el esquimal, no
sabfa que con unos medios que eran absurdamente inade-
cuados acababa de inventar la “observacién participante”
que seria usada por sociélogos y antropélogos 30 afios mas
tarde, y el feedback con el cual estamos todavia torpemente
experimentando.
Si Flaherty y Nanook tuvieron éxito en recontar la lticha
de un hombre contra la naturaleza, rica tanto en beneficios
como en dolor, es sélo porque habia un tercer elemento con
ellos. Esta caprichosa pero fiel maquinita que tiene una
memoria visual infatigable dejé que Nanook viera sus pro-
pias imagenes desde ¢l mismo momento de su concepcién.
La cémara leg6 a ser lo que Luc de Heusch llamé apropia-
damente “cémara participante”.
‘Sin duda cuando Flaherty estaba revelando las primeras
tomas dentro del ight, debié de darse cuenta de que estaba
sonando el toque de muerte para mas del 90% de los docu
mentales que se producirfan més tarde. Tuvimos que espe~
rar mAs de 40 afios antes de que los realizadores retomaran
el ejemplo del viejo maestro del afio 1921
Para Dziga Vertov, quien estaba trabajando en el mismo
periodo, su trabajo era filmar la revolucién. La cuestin no100 Jean Roueh
residfa en filmar en un paraje hostil, sino en, registrar 1os
pequefios elementos de la realidad. Asi que el poeta que se
hizo militante, dandose cuenta del arcafsmo de la estructura
cinematografica de los diarios filmados, invents el “Kinok”,
el “ojo-cine”:
‘Yo soy el “ojo-cine”, yo soy el ojo-mecénico, yo
soy la méquina que enseflaré el mundo como sélo la
maquina puede ver. De ahora en adelante yo estaré
liberado de la inmovilidad humana, Yo estoy en
movimiento perpetuo. Yo puedo acercarme a las
cosas, alejarme de cllas, deslizarme bajo ellas y
entrar dentro de ellas, yo puedo llegar hasta el hoci-
co de un caballo de carreras, pasar a través de las,
multitudes a gran velocidad, liderar soldados en la
batalla, despegar con aeroplanos, puedo ponerme
boca arriba, caerme y Ievantarme al tiempo que los
cuerpos caen y se levantan otra vez...(Vertov 1963
[1923}:34).
Este pionero visionario anticips la era del cinema vérité.
Cinema vérité es un nuevo tipo de arte, el arte dela
VIDA MISMA.
El “ojo-cine” incluye:
“todas las técnicas de filmaci6n;
todas las imagenes de movimiento;
todos los métodos, sin excepcién, que le permiten
uno alcanzar y grabar la REALIDAD: una RBA-
LIDAD: una realidad en movimiento (Vertov 1963
[1923]: 34),
La “cdmara en su estado mas puro” no en su egofs-
mo sino en su deseo de revelar a la gente sin ningin
tipo de pretensiones, captarlas en cualquier momen-
to, parar en cuanto que dejen de quejarse, encarce-
lar sus pensamientos
Pero no es suficiente presentar fragmentos de la rea-
lidad en la pantalla para representar sus vidas a tra~
vés de retazos. Estos fragmentos se deben elaborar
para ser un todo integrado que es la realidad temé
tica... (Vertov1968 [1940]: 443-444),
Bt hombre y 1a ctmara 101
Fn estas afirmaciones apasionadas reside todo el cine de
hoy en dia, todos los problemas del cine etnografico, del
filme de investigacién, realizado para televisién y la crea-
cién de “cémaras vivientes” que usamos hoy en dia tantos
afios después.
Y sin embargo, ningsin cineasta en el mundo ha sido tan
poco aceptado, ningiin explorador inspirado habré estado
tan solo € incomprendido. No fue hasta los afios sesenta
cuando los productores y teGricos volvieron sobre la nocién
del “Kino-oki” de estos dos personajes que realizaron “fil-
‘mes que produjeron nuevos filmes”.
Cuando en los afios 1920 Flaherty y Vertov tuvieron
gue resolver estos problemas, que siempre s¢ le presentan
al cineasta cuando se enfrenta con la gente que ha de fil-
mar, las técnicas de rodaje eran todavia muy elementales.
La produccién de una pelicula requerfa mis habilidad —
verdaderamente més. arte — que trabajo duro. La cémara
de Nanook, ancestro del Eyemo, no tenfa motor pero ya
tenfa visor reflex mecénicamente emparejado con el lente
de la cdmara, La cémara del “ojo-cine”, como se ve en
The Man with the Movie Camera, también tenf arranque
manual y se mantenfa permanentemente sobre un tripode.
EI “ojo en movimiento” expuesto por Vertov, sélo se
podia mover en un veh{culo abierto. Flahertystrabajé solo.
(como camara, productor, técnico de laboratorio y pro-
yeccionista). Vertov solo trabajaba a través de otro céma-
Fa y tenfa un pequefio equipo (un grupo curiosamente
familiar: su hermano Mikhail, y su esposa en la mesa de
montaje; més tarde Flaherty también tendrfa un equipo
familiar: su hermano David en Ia segunda cémara y su
mujer Frances de asistente).
Es probablemente a causa de esta simplicidad e ingenui-
dad (incluso en el cine mas sofisticado) por lo que estos pio-
neros descubrieron las cucstiones esenciales que todavia
nos preguntamos: debemos poner la realidad en los filmes,
(en el “marco de Ia vida real”) como hizo Flaherty, 0 debe
mos filmar como lo hizo Vertoy, sin planificar un marco
particular (a “vida cogida por sorpresa")?102 Jean Rouch
El eclipse de la industria del cine
Pero.en 1930 el progreso técnico (el reciente paso de
“peliculas mudas @ sonoras”), habfa transformado ¢l arte
cinematogréfico en una industria, y nadie en realidad tenfa
tiempo para pensar en lo que estaba haciendo. Nadie cues-
Honaba ni siquiera lo que otros estaban haciendo. El cine
blanco Ileg6 a ser cantbal. Era una época para el exotismo y
Tarzén como un héroe blanco entre salvajes negros no esta-
ba muy lejos.
Realizar una pelicula entonces era dirigir a una docena
de tecnicos, utilizar varias toneladas de equipo de material
filmico y sonoro que podfa ser valorado en cientos de miles
de délates. En lugar de enviar la cémara en busca de la
gente parecfa més sencillo hacer que la gente viniera a la
camara, el indémito Johnny Weismuller, el més famoso rey
de la jungla, nunca salié de la sagrada selva de Hollywood.
En su lugar, los fieros salvajes de Africa y los emplumados
tuby fueron al estudio para ser filmados.
Uno tenfa que estar loco para intentar utilizar (como lo
hicieron algunos emégrafos) una herramienta tan prohibiti-
va como la cémara, Actualmente, cuando vemos los prime-
108 y torpes intentos de manejarla correctamente en Au pays
des Dogons (1935) y Sous le masque noir (1938) 0 en Bou-
ganville (1934) de Patric O'Reilly que mas tarde se cambié
a Popocoiile sauvage, podemos comprender el desaliento al
ver los resultados de sus esfuerzos. Su admirable docurnen-
tacién se pasé por el tamiz de la maquina de filmacién. Se
realiz6 un montaje insensible y salvaje con muisica oriental
y narracién al estilo de un comentarista deportivo... Este es
el tipo de parodia que Margaret Mead y Gregory Bateson
pudieron evitar cuando produjeron su serie sobre 1a misma
Spoca 1936-1938, Character Formation in Different Cultu-
res: 1. Bathing Babies; 2. Childhood Rivalry in Bali and
New Guinea; 3. First Days in the Life of a New Guinea
Baby. Tuvieron éxito pues gozaron de la subvencién de uni-
versidades americanas que comprendieron antes que otros
que era absurdo intentar mezclar investigacién y negocio.
EL hombre y la camara 103
La revolucidn técnica de la postguerra: la cdémara portétil
El nuevo desarrollo técnico acelerado por la guerra trajo
consigo el “revival” del cine emografico. La incorporacién del
formato reducido de 16 mm fue una punta de lanza. Las e&ma-
ras de peso ligero, usadas por las fuerzas americanas en los
campos de batalla no eran ya los monstruos de 35 mm, sino
herramientas duras y precisas que venfan directamente de la
cinematografia amateur. A fines de los afios cuarenta los
antrop6logos jovenes siguieron al pie de la letra el manual de
Marcel Mauss (“filmar todas las téonices...")_y pusicron Ia
‘camara més cerca del hombre una vez mas. Aunque algunas
expediciones continuaron con los suefios de una superproduc-
cidn en 35 mm (asf por ejemplo la admirable Pays des Pig-
‘mées que en 1947 recuperé los primeros y auténticos sonidos
gtabados en Ia selva del Africa ecuatorial en discos de cera) la
camara de 16 mm fue ganando terreno répidamente.
De.abf en adelante, el desarrollo fue muy rapido. En 1951
aparecieton las primeras grabadoras portétiles. Aunque eran
pesadas (30 Kg.) y tenfan motores de arranque manual, reem-
plazaron a un camién de material de muchas toneladas. Al
principio nadie tenfa confianza en el nuevo material sonoro
excepto algunos antropélogos que aprendieron solos a mane-
Jar estos extrafios aparatos que ningxin profesional de la indus-
tia del cine queria ni siquiera mirar. Varios de estos antrop6-
logos se hicieron productores, cémaras, técnicos de sonido,
editores y directores. Curiosamente Luc de Heusch, Ivan
Polunin, Henry Brandt, John Marshall y yo nos dimos cuenta
de que adicionalmente estébamos inventando un nuevo len-
guaje. En el verano de 1955, en el Festival de Cine de Vene-
cia, en una revista Hamada Positif, Revue du Cinéma, presen~
46 el cine etnogréfico de la siguiente manera:
Qué son estos filmes? {Qué nombre barbaro Ios
puede diferenciar de los otros? ;Bxisten verdadera-
‘mente de forma separada? Yo todavia no lo sé, pero
si sé que hay pocos momentos en los que el que va
al cine de pronto comprende un lenguaje descono-
cido sin la ayuda de subtitulos, participa en ceremo-