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1. Cuestión previa
2. Tipo penal del delito de asesinato por sueldo
3. Hermenéutica jurídica
3.1. Finalidad del D. Leg. N.° 1181
3.2. Crítica a la finalidad invocada por los proyectos de ley
3.3. El homicidio por lucro
3.4. El homicidio por sueldo (sicariato)
3.5. Hermenéutica del tipo penal 108-C
3.6. Bien jurídico protegido
3.7. Sicariato agravado
3.8. Penalidad
3.9. Tipo penal de conspiración y ofrecimiento del delito de sicariato
3.10. Hermenéutica jurídica
3.11. Penalidad
3.12. Referencias bibliográficas
1. Cuestión previa
“El que mata a otro por orden, encargo o acuerdo, con el propósito de obtener
para sí o para otro un beneficio económico o de cualquier otra índole, será reprimido
con pena privativa de libertad no menor de veinticinco años y con inhabilitación
establecida en el numeral 6 del artículo 36, según corresponda.
3. Hermenéutica jurídica
Para entender las razones que ha tenido el legislador para promulgar y publicar
el D. Leg. N° 1181 que prevé el delito de asesinato por sueldo o contraprestación,
resulta conveniente efectuar un resumen de la exposición de motivos de todos los
proyectos legislativos propuestos por los congresistas para legislar sobre el sicariato6.
Como se advierte, son tres las ideas centrales que han manejado los
congresistas de la República para presentar sus respectivos proyectos de ley para
legislar sobre el asesinato a cambio de una contraprestación o el asesinato por
salario13. Primero, la creencia errónea que tal delito no está previsto en nuestro
sistema jurídico penal; segundo, que al no estar previsto en nuestro catálogo penal se
genera impunidad para los sicarios y los autores intelectuales y por ello el aumento de
los asesinatos en nuestro país; y, tercero, se considera que las penas para el
asesinato por lucro son muy bajas y en consecuencia, deben incrementarse en la
creencia también errónea que las penas ejemplares o altas tienen efectos disuasivos.
Expuesta así la situación jurídica actual, el afirmar sin mayor fundamento que
recién con el D. Leg. N° 1181, se viene a regular el delito de sicariato en nuestra
patria, es una falacia que solo puede invocarlo y repetirlo aquel que no tiene los
conocimientos mínimos del contenido y parámetros de nuestro sistema jurídico penal
vigente, y menos de nuestra abundante doctrina jurisprudencial.
Consideramos que una de las causas del aumento de los homicidios a sueldo
en nuestra patria, es la ineficacia del sistema policial de ubicar a los sicarios y a los
que contrataron o encargaron cometer el homicidio, una vez que han cometido su
grave delito. Existen muchos homicidios cometidos mediante sicarios, hasta la fecha
no esclarecidos y, por tanto, no han sido plenamente identificados los sicarios o sus
contratantes, y otros casos, estando identificados los sicarios no son ubicados y
puestos a disposición de la justicia para someterlos al debido proceso penal. En
conclusión, como hay aparente impunidad por deficiencia en la investigación
preliminar o policial de estos graves casos, algunos peruanos o peruanas se
convierten en sicarios. El potencial sicario evalúa las consecuencias de su conducta y
como concluye que es difícil que las agencias policiales le descubran, ofrece sus
servicios haciendo uso, incluso, del sistema informático. Como el sicario, luego de su
evaluación, concluye que no será descubierto y es rentable su actividad, sigue
trabajando y ofreciendo sus servicios17.
Bien, señala Hurtado Pozo20, que la culpabilidad y el carácter ilícito del acto se
acentúa por la disposición del agente para matar a una persona por un móvil bajo e
innoble, el cual es obtener una ganancia o provecho económico. El autor —continúa
Hurtado— manifiesta así un deseo desmesurado de enriquecerse, el mismo que le
conduce a tener, en mayor estima, sus intereses económicos que la vida del prójimo.
También Castillo Alva21 se adhiere a esta posición y afirma que, con esta agravante,
más que prohibir la producción de una muerte en virtud de un pacto, precio o promesa
remunerativa, se prohíbe matar, en general, por un móvil vil y bajo como es el que
busca una utilidad económica. La ley pretende resaltar no tanto la muerte fijada en un
convenio oneroso, sino el hecho de matar por un móvil bajo, como sería el obtener
dinero u otra ventaja patrimonial.
Así interpretado el inciso 1 del artículo 108 del CP, tenemos que para nuestro
sistema jurídico aparecen perfectamente hasta dos formas de verificarse el asesinato
por lucro:
Matar para heredar, matar para cobrar un seguro de vida, matar al acreedor
para que no le siga cobrando la deuda, etc. A nuestro entender, es posible que al
momento de individualizar la pena, el juzgador se decida por una pena más alta a la
que correspondería de evidenciarse la primera modalidad. Ello debido a que la
mayoría de las veces, la víctima tiene vínculos sentimentales de parentesco natural,
jurídico o amical con su verdugo, presentándose más reprochable la conducta
delictiva.
Entre los nombres que se usan para conocer también al sicario están matón a
sueldo, asesino por encargo, homicida por lucro, asesino remunerado, profesional de
limpieza humana, los mismos que cobran diversas tarifas dinerarias para eliminar a
los adversarios de quien tenga dinero para pagar por ello.
Es un delito común toda vez que cualquier persona puede ser autor. Según la
fórmula legislativa, el agente no necesita reunir alguna cualidad o requisito o
condición personal especial. De igual modo el mandante o contratante puede ser
cualquier persona, el mismo que dependiendo del verbo rector materializado será
calificado como instigador o como coautor del asesinato. En efecto, si el sicario ha
actuado por disposición, orden o encargo del mandante o contratante, este último
será sancionado como instigador del delito toda vez que dolosamente habría
determinado al sicario a cometer el asesinato de la víctima. Igual sucede en el
supuesto en el cual participa un intermediario. Este también será un instigador.
Siendo instigador, en aplicación estricta del artículo 24 de nuestro Código Penal, la
pena a imponerse será la misma que se le impondrá al sicario o autor directo del
crimen.
Por otro lado, si el asesinato por sueldo es una consecuencia de un acuerdo o
pacto entre el sicario y el mandante o contratante, este último tendrá la condición de
coautor, es decir, existirá coautoría entre el sicario y el mandante. De modo que si
existe coautoría de acuerdo al artículo 23 del Código Penal, tanto sicario como
mandante serán sancionados con la misma pena privativa de libertad. Teniendo
claros tales aspectos, se concluye que no tiene algún fundamento jurídico razonable
lo previsto en el segundo párrafo del artículo 108-C del Código Penal pues establece
que “las mismas penas se imponen a quien ordena, encarga, acuerda el sicariato o
actúa como intermediario”.
Ahora bien, el tipo penal establece también que el propósito que puede buscar
el sicario es también un beneficio de cualquier otra índole. Hemos buscado en todos
los proyectos de ley que han servido de sustento al D. Leg. N° 1181 y solo en la
exposición de motivos del Proyecto de Ley N° 3454/2013-CR31, encontramos alguna
referencia al respecto. En efecto, allí se expresa que “las organizaciones criminales
suelen utilizar asesinos a sueldo para matar a sus adversarios, así como recurrir a sus
miembros para que maten a otro y así facilitar un delito u ocultarlo; o simplemente
puede ordenar el homicidio de una persona por venganza o represalia (ejemplo un
testigo, un colaborador eficaz o un alto mando de la organización criminal rival). De
ahí la importancia de prever dentro de este nuevo delito de sicariato no solo los
homicidios cometidos a partir de un beneficio económico sino también al homicidio
cometido a fin de obtener cualquier ventaja”.
El tipo penal que prevé el delito de homicidio por encargo o sueldo pretende
proteger y cautelar el bien jurídico vida independiente. Sin duda, también con el acto
homicida se lesiona a otros bienes jurídicos como la dignidad humana, al ponerse un
precio a la vida de las personas demostrando con ello desprecio absoluto a este bien
jurídico protegido. No obstante, al ser una figura de asesinato, según nuestro sistema
jurídico penal, el bien jurídico central que se cautela es la vida de la persona.
El último párrafo del artículo 108-C prevé una serie de circunstancias que de
concurrir alguna de ellas en el asesinato de la víctima, la conducta se agrava y por
tanto, el sicario así como el mandante e intermediario serán sancionados con la pena
de cadena perpetua. En efecto, aparece la primera agravante cuando el mandante o
intermediario hace uso de un menor de edad o de otro inimputable para ejecutar la
conducta homicida. Aquí el agente contrata los servicios de un inimputable para
realizar el homicidio de la víctima. El inimputable puede ser un menor de 18 años o
una persona que sufre de cualquier anomalía psíquica que le convierte en inimputable
para nuestro sistema jurídico. Otra agravante se configura cuando el sicario da muerte
a la víctima en cumplimiento a la orden o disposición del jefe, líder o algún miembro
importante de una organización criminal. Para saber a qué tipo de organización se
refiere el tipo penal, el operador jurídico no tiene otra alternativa que recurrir al
contenido de la Ley N° 30077.
Luego del debido proceso penal, el juez una vez que el titular de la acción
penal haya demostrado la comisión del delito de sicariato así como la responsabilidad
penal del acusado o acusados, les condenará a pena privativa de libertad no menor
de 25 años y con inhabilitación establecida en el numeral 6 del artículo 36, según
corresponda. Las mismas penas se impondrán a quien ordena, encarga, acuerda el
asesinato por sueldo o actúa como intermediario.
3.11. Penalidad
Luego del debido proceso penal, el autor del delito de conspiración así como el
o los autores del delito de solicitar u ofrecer los servicios de sicariato, serán
reprimidos con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de ocho años.
De concurrir la agravante, esto es, si las conductas antes señaladas se realizan con la
intervención de un menor de edad u otro inimputable, el o los autores serán
sancionados con una pena privativa de libertad no menor de seis ni mayor de diez
años.
García Cavero, Percy, Lecciones de derecho penal. Parte general, Grijley, Lima,
2008, p. 606.
Hurtado Pozo, José, Manual de derecho penal. Parte general I, 3.a ed., Grijley, Lima,
2005.
Hurtado Pozo, José, Manual de derecho penal. Parte especial, t. I, Juris, Lima, 1995.
Mérida Escobedo, Hodenilson, Investigación del sicariato y de los factores que
influyen en la persona para convertirse en sicarios, Facultad de Ciencias Jurídicas y
Sociales de la Universidad Rafael Landívar, Huehuetenango Guatemala, 2015.
Reátegui Sánchez, James, Manual de derecho penal. Parte general, t. II, Pacífico
editores, Lima, 2014.
Salinas Siccha, Ramiro, Derecho penal. Parte especial, 5.a ed., Grijley, Lima, 2013.
Villavicencio Terreros, Felipe, Derecho penal. Parte general, Grijley, Lima, 2006.