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EL INNECESARIO DELITO DE ASESINATO POR SUELDO: SICARIATO

Ramiro Salinas Siccha*


Universidad Nacional Mayor de San Marcos

1. Cuestión previa
2. Tipo penal del delito de asesinato por sueldo
3. Hermenéutica jurídica
3.1. Finalidad del D. Leg. N.° 1181
3.2. Crítica a la finalidad invocada por los proyectos de ley
3.3. El homicidio por lucro
3.4. El homicidio por sueldo (sicariato)
3.5. Hermenéutica del tipo penal 108-C
3.6. Bien jurídico protegido
3.7. Sicariato agravado
3.8. Penalidad
3.9. Tipo penal de conspiración y ofrecimiento del delito de sicariato
3.10. Hermenéutica jurídica
3.11. Penalidad
3.12. Referencias bibliográficas

1. Cuestión previa

Antes de fiestas patrias de 2015, el Gobierno, a consecuencia de las facultades


otorgadas por el Congreso de la República para dictar alguna legislación, entre otros,
sobre el serio problema de la inseguridad ciudadana que afronta nuestro país, nos
volvió a sorprender con la publicación en el diario oficial El Peruano del D. Leg.
N° 1181. El citado decreto incorpora en nuestro ya maltratado Código Penal en
forma burda, inesperada e incoherente el mal denominado delito de sicariato.
Como luego explicaremos ampliamente, es burda debido a que la fórmula legislativa
en lugar de establecer en forma clara cuál es el contenido del delito que se pretende
establecer, genera confusión con el delito de asesinato por lucro. Es inesperada, pues
a los especialistas en materia penal nos ha sorprendido la publicación de este decreto
legislativo. Los especialistas no hemos tenido oportunidad de debatir seriamente el
tema y, por tanto, no se ha dado la oportunidad de sugerir o plantear una mejor
fórmula legislativa. Siempre hemos repetido, que para legislar en materia penal como
en cualquier otra materia jurídica, debe pedirse la opinión, el análisis o sugerencia de
los expertos en estas materias. Ellos deben ser designados o contratados para
plantear las modificaciones o incorporaciones de nuevas figuras delictivas. Sin duda,
los especialistas para concluir si es necesario o no la modificación o incorporación de
una nueva conducta delictiva, previamente efectuarán un serio análisis de la cuestión.
Si no se actúa de esa forma, aparecen fórmulas legislativas como la establecida en el
D. Leg. N° 1181, burdas, inesperadas y lo que es peor, incoherentes. Por tanto,
criticables desde todo punto de vista.

Es incoherente, debido a que el contenido del denominado delito de sicariato,


como luego se expondrá ampliamente, ya está regulado en el inciso 1 del artículo
1081 del Código Penal de 1991, modificado por el numeral 1 de la Ley N° 30253 del
24 de octubre de 2014. A los sicarios o asesinos a sueldo y a aquellos que contratan
sus servicios, la Policía Nacional los ha individualizado y puesto a disposición de la
Fiscalía y esta a su vez al Poder Judicial. Siempre han sido procesados y
sancionados con drásticas penas privativas de libertad luego del debido proceso
penal. De modo que con la dación del citado D. Leg. N° 1181, actualmente en
nuestro sistema jurídico, tenemos dos artículos del Código Penal que regulan y
sancionan con penas diferentes una misma conducta delictiva. Circunstancia
lamentable que va a ocasionar que el buen operador jurídico, aplicando el
principio de favorabilidad, sin mayor explicación seguirá invocando la fórmula
del artículo 108, esto es, el asesinato por lucro por cuanto la pena es menor. En
consecuencia el D. Leg. N° 1181, respecto del delito de sicariato, no conseguirá
los fines por los cuales ha sido dado.

Esto sucede cuando la construcción de las fórmulas legislativas en materia


penal se deja en el ámbito de personas que bien pueden ser abogados, mas no son
expertos en la materia. Pues un experto, como primera acción, hubiese propuesto y
convencido con argumentos sólidos para que se modifique el contenido del artículo
108 y se excluya de su catálogo de agravantes al homicidio por lucro; y luego hubiese
propuesto una mejor fórmula legislativa del delito de asesinato por sueldo o
contraprestación2. O en su caso, si la intención fue incrementar las penas, solo
hubiese propuesto la incorporación de un último párrafo al artículo 108 del Código
Penal para establecer que si el homicidio es por lucro, el sicario como aquel que dio la
orden, encargo o acuerdo, será reprimido con una pena privativa de libertad de menor
de 25 años y si concurren determinadas agravantes, como por ejemplo, valiéndose de
un menor de edad o de otro inimputable para ejecutar la conducta, o para dar
cumplimiento a la orden de una organización criminal, etc., la pena será de cadena
perpetua3. Con cualquiera de estas alternativas, para aquellos insensatos que
consideran que las penas altas o amplias son disuasivas, se hubiese conseguido
calmar las expectativas del pueblo que pide a gritos la pena de muerte para los
sicarios.

El derecho penal en un Estado social democrático de derecho no existiría si se


legislara siguiendo siempre el sentimiento popular. En el pueblo siempre hay sed de
venganza, por ejemplo, ante una violación de un menor, ante un secuestro, ante un
asesinato por lucro, ante un parricidio, el pueblo siempre protesta y solicita a gritos
pena de muerte para el culpable. Pero ello no solo ocurre en el Perú, sino en todos los
países. Para frenar el sentimiento popular, están los legisladores y los expertos para
aplicando o invocando los principios que sustentan un derecho penal garantista en un
Estado social democrático de derecho, proyecten y den las leyes penales necesarias
y pertinentes; y luego, en forma didáctica, expliquen a los ciudadanos de a pie del
porqué no es posible imponer, por ejemplo, la pena de muerte en nuestro sistema
jurídico penal.

Actuar en sentido contrario como se viene haciendo en nuestra patria, es


recurrir al derecho penal en su función netamente simbólica o retórica que se
caracteriza por dar lugar, más que a la resolución o solución directa de los problemas
jurídico-penales (a la protección de bienes jurídicos), a la producción en la opinión
pública de la impresión tranquilizadora de un legislador atento y decidido4. Por
ejemplo, es un proceder básicamente simbólico, y que en principio no garantiza una
mayor protección de los bienes jurídicos fundamentales afectados, incorporar al
Código Penal una norma, como nueva, ya existente, solo por el mayor efecto retórico
que ello tiene. O la creación de nuevos tipos penales o el incremento de las
penalidades existentes, cuando los anteriores son ya suficientes, en todo caso, los
nuevos no ofrecen perspectivas sustanciales de mejora5.

2. Tipo penal del delito de asesinato por sueldo

El artículo 1 del D. Leg. N° 1181 dispuso la incorporación del artículo 108-C al


Código Penal de 1991. En efecto, allí se regula el delito de sicariato con el siguiente
contenido:

“El que mata a otro por orden, encargo o acuerdo, con el propósito de obtener
para sí o para otro un beneficio económico o de cualquier otra índole, será reprimido
con pena privativa de libertad no menor de veinticinco años y con inhabilitación
establecida en el numeral 6 del artículo 36, según corresponda.

Las mismas penas se imponen a quien ordena, encarga, acuerda el sicariato o


actúa como intermediario.

 Será reprimido con pena privativa de libertad de cadena perpetua, si la


conducta descrita en el primer párrafo se realiza:

1. Valiéndose de un menor de edad o de otro inimputable para ejecutar la conducta


2. Para dar cumplimiento a la orden de una organización criminal
3. Cuando en la ejecución intervienen dos o más personas
4. Cuando las víctimas sean dos o más personas
5. Cuando las víctimas estén comprendidas en los artículos 107 primer párrafo, 108-A
y 108-B primer párrafo.
6. Cuando se utilice armas de guerra.”

3. Hermenéutica jurídica

Por la forma inesperada cómo se ha producido la incorporación al Código


Penal de esta fórmula legislativa, y además por las circunstancias antes anotadas,
aquí, voy a hacer una excepción a la metodología empleada para hacer una
hermenéutica jurídica de los tipos penales. En efecto, como es de observar, hemos
venido estableciendo todos los elementos objetivos y subjetivos de cada delito,
sin embargo, tratándose del delito de homicidio por sueldo, solo nos limitaremos a
realizar comentarios respecto de algunos aspectos que llaman la atención, y de esa
forma advertir o poner en evidencia los problemas teóricos y prácticos que plantea el
contenido del antes citado decreto legislativo. Se procede de esta forma debido a que
el legislador actuando dentro de su rol constitucional de dar buenas leyes, vaticina
que en un futuro cercano efectuará las correcciones y precisiones necesarias para
hacer que el mal denominado delito de sicariato se aplique en los estrados judiciales
sin mayores inconvenientes. Caso contrario, el operador jurídico en forma razonable
solo aplicará, por ser más benigna en cuanto a la pena, el homicidio por lucro
regulado en el artículo 108.1 del Código Penal; ello simplemente materializando el
principio de favorabilidad previsto en el inciso 11 del artículo 139 de la Constitución
Política que establece como principio de la función jurisdiccional la aplicación de la
ley más favorable al procesado en caso de duda o de conflicto entre leyes
penales.
3.1. Finalidad del D. Leg. N.° 1181

Para entender las razones que ha tenido el legislador para promulgar y publicar
el D. Leg. N° 1181 que prevé el delito de asesinato por sueldo o contraprestación,
resulta conveniente efectuar un resumen de la exposición de motivos de todos los
proyectos legislativos propuestos por los congresistas para legislar sobre el sicariato6.

En efecto, en el proyecto de Ley N° 1912/2012-CR7, se señala que el sicariato


ha generado toda una vorágine de violencia y muerte, empezando por el norte en la
ciudad de Trujillo para ahora ser padecida en Lima y diversas ciudades del Perú. En
ese sentido, se requiere que el Estado, en el ejercicio de su IUS PUNIENDI, pueda
frenar esta situación de violencia y muerte. Luego, en el mismo proyecto se sigue
afirmando que es necesario definir el tipo legal del sicariato, como delito
individualizado del homicidio calificado, pues posee características distintas que le
hacen necesario para poder combatirlo y reconocerle la gravedad que tiene.

En otro proyecto de ley8 —ingresado al Congreso de la República el 01 de abril


de 2013—, se señala que uno de los factores que ha influido en el crecimiento de esta
modalidad es la facilidad con la que se encuentran el ofrecimiento de estos servicios a
través de internet, donde se puede apreciar, como en la mayoría de los casos, que
son jóvenes los que ofertan sus servicios para ejecutar a una persona a cambio de
dinero, variando el importe de este, dependiendo de las características de la víctima,
de la complejidad de la ejecución, de la experiencia del sicario, etc. Asimismo, debe
reconocerse que tampoco se ha trabajado para darle un tratamiento legal adecuado
que regule esta modalidad delictiva, ya que no se puede considerar solo como una
agravante más, por las implicancias e impacto que genera en la sociedad y que se ha
convertido también en uno de los principales problemas de inseguridad ciudadana
que afecta a nuestro país. Todo esto sin menoscabar la importancia y la urgencia de
una política de Estado de carácter preventivo así como planes estratégicos de la
autoridad competente para enfrentar este problema. Es por ello, sigue expresando el
citado proyecto, que se considera necesaria la incorporación en el Código Penal de
un artículo que tipifique en forma autónoma esta figura delictiva, a fin de sancionar a
los autores intelectuales y/o materiales de estos crímenes, quienes han encontrado en
estos asesinatos, una forma y estilo de vida que la sostienen en el tiempo en forma
sistemática.
Por su parte, en el proyecto de ley N° 3179/2013-CR9, se considera que la
prensa de La Libertad ha venido dando cuenta desde hace años de diversos casos de
asesinatos a manos de sicarios, especialmente en la ciudad de Trujillo, casos que
parecen volverse cada vez más descarados y espeluznantes, como sabiendo que no
hay aún una fórmula para hacerle frente a este problema desde el Estado. Por ello,
se propone incorporar al ordenamiento jurídico el delito de sicariato dentro del
artículo 108 del Código Penal, referido al homicidio calificado, porque
consideramos que la normatividad actual no resulta acorde con la realidad, ya que
esta nos demuestra que los sicarios de Trujillo, Callao y Lima son en su mayoría
menores de edad, los mismos que desatan el pánico en la población peruana, y que
incluso han llegado a brindar entrevistas sobre sus conductas dolosas a los medios de
comunicación nacional, pero que por su minoría de edad resultan inimputables.

En tanto que en el proyecto de ley presentado al Congreso de la República el


06 de mayo de 201410 se esgrime que, en los últimos años, el fenómeno del sicariato
ha adquirido dimensiones realmente preocupantes, ocupando un lamentable
protagonismo en la criminalidad nacional. Se aprecian de las noticias propaladas por
los diversos medios de comunicación a nivel nacional, que el impacto de dicho actuar
delictuoso, cometido no solo por mayores de edad, sino también por adolescentes.
Frente a este preocupante panorama —se sigue señalando que en el citado
proyecto— se pretende contribuir a contrarrestar esta modalidad delictiva violenta a
través de medidas concretas tanto en el ámbito del derecho penal material
(herramientas normativas que están dirigidas inicialmente al infractor adulto pero que
también, dado el diseño del ordenamiento de menores, les es aplicable a estos
últimos) como en el marco del sistema de justicia penal juvenil, sin perjuicio de otras
medidas de orden administrativo que se ha considerado necesario abordar,
particularmente en lo referido al empleo de motocicletas, en tanto modalidad comisiva
o modus operandi en la ejecución de violentos asesinatos.

En proyecto más reciente11, algunos congresistas en la exposición de motivos


señalan que nuestra legislación peruana a la fecha no contempla la figura del
sicariato, por lo que se genera impunidad al respecto. En este entender deviene en
urgente que en el ámbito jurídico, se adecúe el tipo y las bases de la punibilidad del
sicariato; pues, nos vemos en la necesidad que dicho acto sea reconocido y
sancionado como tal y con penas ejemplares a quienes cometen el delito por recibir
dinero a cambio, así también al actor intelectual o los que dieron la orden, y a todos
quienes ayudan a que dicho acto se realice. Hoy en día —se sigue afirmando en el
citado proyecto— el sicariato viene generando toda una vorágine de violencia y
muerte, en la sociedad peruana, por lo que es un argumento más y necesario para su
aplicación, como delito autónomo, individualizándolo del homicidio calificado, debido a
que posee características distintas que lo hacen necesario para poder proteger a la
sociedad de la violencia que viene desatando este fenómeno del sicariato;
individualización para una lucha frontal, ya que por ejemplo, en muchos casos los
menores de edad son usados por delincuentes ranqueados que les aseguran que la
pena máxima que tendrán (por matar) no será mayor de seis años.

Finalmente, en la exposición de motivos del Proyecto de Ley N°


3876/2012CR12, se sostiene que la iniciativa legislativa busca tipificar la figura del
delito de sicariato en nuestro Código Penal, toda vez que se escucha comentarios de
autoridades, funcionarios y líderes sociales, políticos, religiosos y medios de
comunicación donde se anuncia que se debe aumentar las penas a los autores del
sicariato sin percatarse que dicha figura aún no ha sido incorporada en el Código
Penal vigente. Adicionalmente, la propuesta legislativa busca generar un efecto
disuasivo ante un problema que se está volviendo incontrolable en nuestro país;
servirá como una herramienta para que los operadores de justicia puedan cumplir con
su rol en la sociedad que es generar la paz y tranquilidad. Además —continúa la
exposición de motivos del proyecto— la iniciativa legislativa que se propone recoge
una realidad que vive nuestro país, cual es, la inseguridad ciudadana, agravada con el
sicariato que ha cobrado un sin número de vidas y puesto en zozobra a la población.
A partir de esta realidad, el tema ha concitado el interés de la sociedad civil
organizada y de varios congresistas. El sicariato es un problema que se tiene que
controlar, adoptando medidas apropiadas, tanto en el aspecto punitivo como en el
necesario afianzamiento del control policial y la seguridad ciudadana a cargo de la
Policía Nacional y los órganos vinculados a la seguridad interna del país.

3.2. Crítica a la finalidad invocada por los proyectos de ley

Como se advierte, son tres las ideas centrales que han manejado los
congresistas de la República para presentar sus respectivos proyectos de ley para
legislar sobre el asesinato a cambio de una contraprestación o el asesinato por
salario13. Primero, la creencia errónea que tal delito no está previsto en nuestro
sistema jurídico penal; segundo, que al no estar previsto en nuestro catálogo penal se
genera impunidad para los sicarios y los autores intelectuales y por ello el aumento de
los asesinatos en nuestro país; y, tercero, se considera que las penas para el
asesinato por lucro son muy bajas y en consecuencia, deben incrementarse en la
creencia también errónea que las penas ejemplares o altas tienen efectos disuasivos.

Razones o finalidades expresadas por nuestros Congresistas de la República


totalmente erradas y fuera de todo contexto 14, y esas quizá se constituyan en las
principales causas por las cuales el contenido del Decreto Legislativo N° 1181,
respecto del delito de asesinato por sueldo, no tenga real aplicación en los casos que
la cruda realidad presenta y, por tanto, como se tiene ya expresado no cumpla su
finalidad.

En efecto, el aumento de homicidios cometidos o realizados por sicarios en


nuestro país, no es por falta de regulación en el Código Penal, toda vez que todos los
supuestos delictivos de homicidios por medio de sicarios ya estaba regulado en el
inciso 1 del artículo 108 del Código Penal de 1991, modificado por el numeral 1 de la
Ley N° 30253 de 2014. Igual estuvo regulado en el Código Penal de 1924, de modo
que los sicarios o asesinos a sueldo y los que le contratan o contrataban, en nuestro
sistema jurídico penal siempre han sido procesados y sancionados con drásticas
penas privativas de libertad. No debemos obviar que el artículo 108 prevé una pena
privativa de la libertad no menor de 15 y no mayor de 35 años. Prueba de ello son los
innumerables precedentes jurisprudenciales al respecto 15. En consecuencia, con la
promulgación del citado decreto legislativo, actualmente en nuestro sistema jurídico
tenemos dos artículos del Código Penal que regulan y sancionan con penas
diferentes un mismo hecho punible. Circunstancia jurídica que va a ocasionar que el
buen operador jurídico (fiscal al acusar y juez al condenar), aplicando el principio de
favorabilidad, seguirá invocando y aplicando a los casos reales la fórmula legislativa
del artículo 108 del Código Penal, esto es, el asesinato por lucro debido a que la pena
es menor.

Expuesta así la situación jurídica actual, el afirmar sin mayor fundamento que
recién con el D. Leg. N° 1181, se viene a regular el delito de sicariato en nuestra
patria, es una falacia que solo puede invocarlo y repetirlo aquel que no tiene los
conocimientos mínimos del contenido y parámetros de nuestro sistema jurídico penal
vigente, y menos de nuestra abundante doctrina jurisprudencial.

Como consecuencia inmediata de lo señalado, se concluye también que no


tiene amparo jurídico racional y razonable la aseveración de que en nuestra patria
existe o existía impunidad para los sicarios y las personas que hacen uso de ellos
para dar muerte a otras. Los jueces siempre han sabido procesar y sancionar a los
sicarios así como a las personas que les contrataban o encargaban cometer el
homicidio. Este tipo de acusados que han sido puestos a disposición de los jueces, en
la mayoría de casos, han sido condenados. Y en las eventuales absoluciones que se
han producido a favor de supuestos sicarios, la mayoría de las veces han ocurrido por
deficiencias probatorias, esto es, en el juicio oral, eventualmente no se actuaba
pruebas suficientes para crear convicción en los jueces sobre la responsabilidad de
los acusados más allá de toda duda razonable. Consideramos, en forma tajante, que
en nuestra patria no se ha producido impunidad para los sicarios y las personas que
hacen uso de ellos, por falta de ley o por inoperancia del sistema judicial.

En otro extremo, tampoco es un problema la aplicación de penas privativas de


libertad cortas o bajas, pues los jueces en la mayoría de casos de sicariato, han
impuesto a los responsables entre 15 y 35 años de pena privativa de libertad. Siempre
los jueces han impuesto penas privativas de la libertad ejemplares en este tipo de
homicidios16.

Consideramos que una de las causas del aumento de los homicidios a sueldo
en nuestra patria, es la ineficacia del sistema policial de ubicar a los sicarios y a los
que contrataron o encargaron cometer el homicidio, una vez que han cometido su
grave delito. Existen muchos homicidios cometidos mediante sicarios, hasta la fecha
no esclarecidos y, por tanto, no han sido plenamente identificados los sicarios o sus
contratantes, y otros casos, estando identificados los sicarios no son ubicados y
puestos a disposición de la justicia para someterlos al debido proceso penal. En
conclusión, como hay aparente impunidad por deficiencia en la investigación
preliminar o policial de estos graves casos, algunos peruanos o peruanas se
convierten en sicarios. El potencial sicario evalúa las consecuencias de su conducta y
como concluye que es difícil que las agencias policiales le descubran, ofrece sus
servicios haciendo uso, incluso, del sistema informático. Como el sicario, luego de su
evaluación, concluye que no será descubierto y es rentable su actividad, sigue
trabajando y ofreciendo sus servicios17.

En suma, para controlar y minimizar los actos de sicariato, debe potenciarse a


nuestra Policía Nacional y capacitar a determinados efectivos para hacer eficaz el
esclarecimiento de todos los homicidios incluido, claro está, los cometidos a cambio
de una remuneración o sueldo e identificar a sus autores y partícipes. Cuando ello
suceda y la Policía Nacional comience a poner ante la justicia a los sicarios y a
aquellos que los contratan o encargan, el potencial sicario difícilmente va a aceptar el
encargo. Cuando el potencial sicario o el sicario habitual, luego de su evaluación de
sus resultados, concluya que su actividad no es rentable, la rechazará y se dedicará a
otra cosa.

En suma, el problema no es de leyes ni penas altas, eso ya lo tenemos, el


problema es el sistema policial que a la fecha es ineficaz en cuanto al
esclarecimiento de los hechos de homicidios cometidos por sicarios. Cuando el
sistema policial se convierta en eficaz en este rubro, se disminuirán los actos de
sicariato. Caso contrario, no hay forma. Insistimos, todo aquel que conoce los
parámetros mínimos del derecho punitivo sabe que la ley penal por sí misma y las
penas altas no son disuasivas18.

3.3. El homicidio por lucro

Como ya se expresó, actualmente, en nuestro sistema jurídico penal tenemos


dos normas penales que regulan el mismo hecho homicida: el asesinato por lucro y el
asesinato por sueldo. En consecuencia, corresponde analizar por separado tales
normas jurídicas para saber al detalle cuál es su contenido de una y otra, y encontrar,
de ser posible, alguna diferencia en cuanto a sus elementos objetivos y subjetivos,
pues la diferencia en cuanto al quantum de la pena es evidente y ello se soluciona
simplemente aplicando el principio constitucional penal de favorabilidad.

En tal sentido, el homicidio por lucro se configura cuando el agente produce la


muerte de su víctima con el firme propósito y objetivo de obtener un provecho o
ganancia patrimonial. Esto es, el sujeto activo actúa porque recibió o recibirá en
un futuro dinero de un tercero para poner fin a la vida de su víctima, o porque
espera obtener una ganancia o provecho económico con su actuar ilícito al
heredar los bienes del sujeto pasivo o cobrar un seguro de vida por ejemplo 19.

Bien, señala Hurtado Pozo20, que la culpabilidad y el carácter ilícito del acto se
acentúa por la disposición del agente para matar a una persona por un móvil bajo e
innoble, el cual es obtener una ganancia o provecho económico. El autor —continúa
Hurtado— manifiesta así un deseo desmesurado de enriquecerse, el mismo que le
conduce a tener, en mayor estima, sus intereses económicos que la vida del prójimo.
También Castillo Alva21 se adhiere a esta posición y afirma que, con esta agravante,
más que prohibir la producción de una muerte en virtud de un pacto, precio o promesa
remunerativa, se prohíbe matar, en general, por un móvil vil y bajo como es el que
busca una utilidad económica. La ley pretende resaltar no tanto la muerte fijada en un
convenio oneroso, sino el hecho de matar por un móvil bajo, como sería el obtener
dinero u otra ventaja patrimonial.
Así interpretado el inciso 1 del artículo 108 del CP, tenemos que para nuestro
sistema jurídico aparecen perfectamente hasta dos formas de verificarse el asesinato
por lucro:

• Cuando una persona, actuando por una compensación


económica y a pedido de un mandante, da muerte a su víctima.

Aquí aparece el mandante y el ejecutor, quien actúa guiado por la codicia de la


recompensa. El pacto o acuerdo criminal debe ser expreso, pudiendo ser verbal o
escrito, pero nunca tácito o presumido. El precio o la promesa remunerativa deben ser
efectivos, no presuntos o esperados por el sicario. Sin duda, al mandante o
inductor, al tener desde el inicio del acto homicida el dominio del hecho, se le
aplicará la misma pena que al sicario, pues ambos son autores del asesinato.

En este supuesto calza los supuestos fácticos de sicariato. Aquí, el ejecutor es


el que da muerte a la víctima en forma directa por orden, encargo o acuerdo con otro
quien viene a constituirse en el mandante. El propósito que guía o mueve al ejecutor
es el obtener para sí o para otro un beneficio económico que le otorga el mandante.
Según la realidad judicial puede haber mandantes en cadena. Un típico caso de
sicariato en cadena que se ha ventilado en los estrados judiciales y puede citarse
para graficar lo expuesto, es el caso del asesinato del periodista de Pucallpa Alberto
Rivera Fernández. En este caso, los mandantes principales que dicho sea de paso,
nunca fueron sancionados, por medio de promesas económicas, decidieron o
convencieron a los ya sentenciados Flores Vásquez y Culqui Saurino, a que busquen
personas para dar muerte al agraviado. Siguiendo con la cadena, Flores Vásquez y
Culqui Saurino se contactan con el también ya sentenciado Gonzalez Pinedo, y le
convencieron, a cambio de dinero, ubique a personas para dar muerte al agraviado.
Este último aceptó la propuesta y ubica a los que finalmente fueron los autores
materiales del asesinato (sicarios), los también sentenciados Edwin Pérez Pinedo,
Alex Panduro Ventura, Angel Mendoza Casanova y Lito Fasabi Pizango 22.

• Cuando el sujetoactivo guiado por la obtención de un


beneficio patrimonial, unilateralmente, toma la decisión de segar la vida
de su víctima.

Matar para heredar, matar para cobrar un seguro de vida, matar al acreedor
para que no le siga cobrando la deuda, etc. A nuestro entender, es posible que al
momento de individualizar la pena, el juzgador se decida por una pena más alta a la
que correspondería de evidenciarse la primera modalidad. Ello debido a que la
mayoría de las veces, la víctima tiene vínculos sentimentales de parentesco natural,
jurídico o amical con su verdugo, presentándose más reprochable la conducta
delictiva.

3.4. El homicidio por sueldo (sicariato)

Antes de analizar la figura delictiva de sicariato, consideramos necesario


precisar que el origen de la palabra sicario se remonta a la ocupación romana de
Palestina. La secta judía de los sicarios también conocidos como celotas fueron
los primeros en utilizarlo durante la ocupación romana a Palestina, el sicarii era la
persona que escondía un puñal llamado sica entre sus ropas y apuñalaba a romanos
o simpatizantes de los mismos durante las asambleas públicas. Tiempo después, el
término sicariato es usado en el imperio romano. Aquí se desarrolla una afilada daga
llamada en latín sica, provista de un tamaño ideal, que fácilmente pasaba
desapercibida al interior de la manga del vestido de quien debía dar muerte a una
persona por encargo. Esta daga dio por llamar sicarius al oficio y sicarium a la
persona encargada de ejecutar a un ciudadano romano por orden o contrato. El
sicarium solía dirigir estos encargos, en contra de los enemigos políticos de su amo;
más, el término sicario fue acuñado inicialmente en la lengua italiana del siglo XIV,
mientras que el vocablo castellano fue incorporado en el habla latinoamericana
apenas en la segunda mitad del siglo XX, a través del uso inicial de crónicas
periodísticas, caracterizadas por la marcada intención de separar al asesino común y
corriente del asesino por sueldo o sicario23.

De modo que como se sabe y se sabía muy bien el sicariato es un homicidio


que tiene particularidades propias, tanto por el nivel de violencia y profesionalismo
con que se ejecuta, como por la sofisticación de las actividades y relaciones sociales
previas al hecho delictivo. Pero también, por los efectos posteriores que encierra, ya
que para él toda vida adquiere un precio y todo ser humano está sujeto al escrutinio
de una persona que puede definir el valor que tiene su muerte 24. De ahí que sicario
es una persona que da muerte a otra por encargo u orden de otra persona, por
lo que recibe un pago, generalmente en dinero u otros bienes. También se le
denomina asesino asalariado, homicida por precio u homicidio por sueldo.

En otro extremo, el sicariato puede conceptualizarse como todo delito de


homicidio cometido por una persona en contra de otra por orden, disposición o
acuerdo de un tercero, todo a cambio de un dinero o bienes de carácter
patrimonial.
En términos de la víctima el sicariato se trata de acciones, de posibles ajustes
de cuentas, tanto sociales, políticas, económicas o judiciales ejecutadas por el crimen
organizado. La ejecución del hecho requiere un nivel de organización bastante
sofisticada, así como la premeditación del hecho y los recursos necesarios, por
ejemplo armas de fuego, vehículos, espacios de la vida cotidiana de la víctima y
posiblemente el costo del contrato, es decir, un pago para dar muerte a la persona o
personas. Entre los principales motivos por los que se recurre al sicariato están
los llamados ajustes de cuentas por pasiones, problemas de tierras, repartos
económicos o intimidaciones legales, problemas de deudas o posible venganza
por problemas políticos entre otros25. Sistematizando un poco más se tiene que
entre los móviles principales del sicariato destaca el político como el asesinato en
medio de competencias entre partidos políticos, el económico por el narcotráfico,
asesinato de prestamistas de dinero, disputas por empresas, herencias, propiedades
y deudas; limpieza pagada por comerciantes, paramilitares y narcos, y finalmente, las
pasionales por celos e infidelidades26. Es decir, los móviles son diversos, pero lo que
resulta más preocupante es que no solo la delincuencia organizada ha adoptado esta
modalidad delictiva, sino también se ha extendido a la sociedad 27, ya que podemos
apreciar ahora que, cualquier personas, encuentra en este procedimiento la forma
más efectiva de solucionar cualquier conflicto o problema que le afecte, tales como
deudas pendientes, infidelidades, litigios, etc., recurriendo a este método ya sea de
manera transitoria (amedrentamiento) o definitiva (asesinato).

En la actualidad los sicarios cada vez operan con mayor seguridad y


profesionalismo, su capacidad técnica en el desarrollo de sus prácticas hace más
complejo el trabajo policial en la investigación de este grave delito, mucho más si las
agencias policiales no cuentan con el apoyo logístico, capacitación y especialización
adecuada de su personal.

Sin duda el sicariato se ha convertido en un fenómeno social tanto por su


origen y los dilemas que implica para las políticas públicas, las legislaciones y las
campañas para su control, como por el hecho de que este no es un fenómeno aislado,
sino un fenómeno que se realiza en forma sistemática, siendo muchas las personas
que pierden la vida a manos de sicarios en diferentes lugares de Latinoamérica 28.

De ahí que por medio del D. Leg. N° 1181, se ha incorporado en el Código


Penal el delito mal denominado de sicariato como un delito autónomo, que contempla
una pena específica dirigida a un sujeto o sujetos activos indeterminados que realicen
las conductas típicas y antijurídicas allí descritas, que consiste en dar muerte a
alguna persona, en circunstancias claramente diferenciadas, que son por
encargo o cumpliendo órdenes de un miembro de una organización criminal o
de personas particulares.

El sicario es la persona que asesina por encargo, orden o acuerdo, a


cambio de una compensación económica y se constituye por lo general sobre la
base de un conjunto organizado de al menos cuatro actores explícitos: el
contratante, el intermediario, el ejecutor y la víctima29. La ejecución en estos
casos puede estar a cargo de una o varias personas, que en muchos casos ni se
conocen. Se precisa que cuando hay intermediario, el ejecutor en la mayoría de
casos, no conoce al contratante quien puede ser el jefe de una organización criminal o
un particular que le interesa deshacerse de la víctima o víctimas.

Entre los nombres que se usan para conocer también al sicario están matón a
sueldo, asesino por encargo, homicida por lucro, asesino remunerado, profesional de
limpieza humana, los mismos que cobran diversas tarifas dinerarias para eliminar a
los adversarios de quien tenga dinero para pagar por ello.

3.5. Hermenéutica del tipo penal 108-C

Efectuando hermenéutica de la fórmula legislativa introducida en el Código


Penal por el D. Leg. N° 1181, tenemos que se configura el delito de sicariato cuando
el agente o sujeto activo, con el propósito de obtener para sí o para otro un
beneficio económico o de cualquier otra índole, dolosamente da muerte o mata
a otra persona por orden, encargo o acuerdo con otra persona.

Es un delito común toda vez que cualquier persona puede ser autor. Según la
fórmula legislativa, el agente no necesita reunir alguna cualidad o requisito o
condición personal especial. De igual modo el mandante o contratante puede ser
cualquier persona, el mismo que dependiendo del verbo rector materializado será
calificado como instigador o como coautor del asesinato. En efecto, si el sicario ha
actuado por disposición, orden o encargo del mandante o contratante, este último
será sancionado como instigador del delito toda vez que dolosamente habría
determinado al sicario a cometer el asesinato de la víctima. Igual sucede en el
supuesto en el cual participa un intermediario. Este también será un instigador.
Siendo instigador, en aplicación estricta del artículo 24 de nuestro Código Penal, la
pena a imponerse será la misma que se le impondrá al sicario o autor directo del
crimen.
Por otro lado, si el asesinato por sueldo es una consecuencia de un acuerdo o
pacto entre el sicario y el mandante o contratante, este último tendrá la condición de
coautor, es decir, existirá coautoría entre el sicario y el mandante. De modo que si
existe coautoría de acuerdo al artículo 23 del Código Penal, tanto sicario como
mandante serán sancionados con la misma pena privativa de libertad. Teniendo
claros tales aspectos, se concluye que no tiene algún fundamento jurídico razonable
lo previsto en el segundo párrafo del artículo 108-C del Código Penal pues establece
que “las mismas penas se imponen a quien ordena, encarga, acuerda el sicariato o
actúa como intermediario”.

El elemento objetivo que lo diferencia de los otros tipos de asesinato es la


contraprestación que logra o espera lograr el sicario a consecuencia de quitar la vida
de la víctima. El agente actúa en todo momento con el propósito de obtener para sí o
para otro un beneficio económico o de cualquier otra índole. La fórmula legislativa
permite abarcar un amplio espectro de medios típicos que precisamente no se
circunscriben a móviles económicos sino que abarca también cualquier otra forma de
ventaja indebida30.

Ya hemos mencionado que cuando la contraprestación del asesinato es un


beneficio económico, se trata de un asesinato por lucro ya previsto en nuestro
catálogo penal.

Ahora bien, el tipo penal establece también que el propósito que puede buscar
el sicario es también un beneficio de cualquier otra índole. Hemos buscado en todos
los proyectos de ley que han servido de sustento al D. Leg. N° 1181 y solo en la
exposición de motivos del Proyecto de Ley N° 3454/2013-CR31, encontramos alguna
referencia al respecto. En efecto, allí se expresa que “las organizaciones criminales
suelen utilizar asesinos a sueldo para matar a sus adversarios, así como recurrir a sus
miembros para que maten a otro y así facilitar un delito u ocultarlo; o simplemente
puede ordenar el homicidio de una persona por venganza o represalia (ejemplo un
testigo, un colaborador eficaz o un alto mando de la organización criminal rival). De
ahí la importancia de prever dentro de este nuevo delito de sicariato no solo los
homicidios cometidos a partir de un beneficio económico sino también al homicidio
cometido a fin de obtener cualquier ventaja”.

De ahí que debemos concluir que según la casuística existente en nuestra


patria, el legislador ha pensado en los supuestos en los cuales el sicario da muerte a
la víctima con el propósito de seguir perteneciendo a la organización criminal, o el
sicario da muerte a su víctima para vengar a su padre o hermano que fue ofendido o
atacado por la víctima, o para vengar la muerte de un miembro de la organización, o
vengar a la hermana violentada sexualmente por la víctima, o dar muerte a un
colaborador eficaz para que no delate a la organización, o dar muerte a un miembro
de una organización criminal rival, etc. Como se verifica en estos supuestos y otros
parecidos, el sicario no actúa guiado necesariamente por un sueldo o recompensa
económica, sino por un beneficio de estabilidad laboral, emocional, cuidar la honra de
la familia o simplemente quedar bien con sus familiares o con los demás miembros de
la organización criminal a la que pertenece. En unos casos, el sicario da muerte a una
persona como una forma de ingresar a la organización; en otros, mata a determinadas
personas como una forma de escalar posiciones dentro de la organización criminal o
mata a un miembro de la organización criminal a la que pertenece para ascender en
la organización, incluso puede llegar a constituirse en el jefe o líder de la
organización. En este tipo de supuestos, al asesino le guía el apetito o propósito de
poder, esto es, la ambición de quedarse como líder de la organización criminal a la
cual pertenece.

Estos últimos supuestos pareciera que no estaban previstos como graves


delitos en nuestro sistema jurídico, sin embargo, ello no es así, toda vez que tales
supuestos están previstos y sancionados como delitos de asesinato en el artículo 108
del Código Penal.

3.6. Bien jurídico protegido

El tipo penal que prevé el delito de homicidio por encargo o sueldo pretende
proteger y cautelar el bien jurídico vida independiente. Sin duda, también con el acto
homicida se lesiona a otros bienes jurídicos como la dignidad humana, al ponerse un
precio a la vida de las personas demostrando con ello desprecio absoluto a este bien
jurídico protegido. No obstante, al ser una figura de asesinato, según nuestro sistema
jurídico penal, el bien jurídico central que se cautela es la vida de la persona.

No le falta razón al profesor Ortiz Nishihara32, para decir que el sicariato


constituye un crimen nefando, ignominioso, radicalmente ofensivo de la dignidad
humana, puesto que proviene de un negocio que pretende comprar y vender la
existencia de una determinada persona, como si se tratase de una mercadería; es por
ello que le añade al terrible desvalor del homicidio, un factor más: el ponerle precio a
una vida humana, como si se tratase de la venta de un animal para sacrificar, al que
se puede comprar y vender en el mercado; no obstante, de modo alguno puede llegar
a constituirse en un delito de lesa humanidad tipo tortura, desaparición forzada o
genocidio como algunos proponen. Estos delitos tienen otra naturaleza y otros
elementos objetivos y subjetivos que le dan una particularidad totalmente diferente a
la figura de asesinato.

3.7. Sicariato agravado

El último párrafo del artículo 108-C prevé una serie de circunstancias que de
concurrir alguna de ellas en el asesinato de la víctima, la conducta se agrava y por
tanto, el sicario así como el mandante e intermediario serán sancionados con la pena
de cadena perpetua. En efecto, aparece la primera agravante cuando el mandante o
intermediario hace uso de un menor de edad o de otro inimputable para ejecutar la
conducta homicida. Aquí el agente contrata los servicios de un inimputable para
realizar el homicidio de la víctima. El inimputable puede ser un menor de 18 años o
una persona que sufre de cualquier anomalía psíquica que le convierte en inimputable
para nuestro sistema jurídico. Otra agravante se configura cuando el sicario da muerte
a la víctima en cumplimiento a la orden o disposición del jefe, líder o algún miembro
importante de una organización criminal. Para saber a qué tipo de organización se
refiere el tipo penal, el operador jurídico no tiene otra alternativa que recurrir al
contenido de la Ley N° 30077.

La tercera circunstancia agravante del sicariato se verifica cuando en la


ejecución del asesinato intervienen dos o más personas, esto es, dos o más sicarios.
Se entiende que los intervinientes deben ser coautores. No alcanza a los cómplices,
ya que estos no planifican ni intervienen directamente en el homicidio por sueldo o
lucro, solo ayudan o colaboran ocasionalmente en el evento delictivo, por lo tanto no
les alcanza la agravante. Esta se justifica plenamente toda vez que la concurrencia
de dos o más sicarios reviste un mayor nivel de peligrosidad objetiva y por tanto, se
incrementa de sobremanera las posibilidades de éxito del plan criminal 33.

También cuando las víctimas son dos o más personas, el sicario, el


intermediario o mandante serán sancionados con cadena perpetua. Otra agravante se
constituye cuando las víctimas estén comprendidas en los artículos 107 primer párrafo
(víctimas de parricidio), 108-A (condición especial de la víctima de homicidio) y 108-B
primer párrafo (víctima de feminicidio simple). Finalmente, aparece otra agravante
cuando el sicario hace uso de armas de guerra. Esto significa que si el sicario da
muerte a su víctima con un revolver o un cuchillo por ejemplo, la circunstancia
agravante no se verifica.
3.8. Penalidad

Luego del debido proceso penal, el juez una vez que el titular de la acción
penal haya demostrado la comisión del delito de sicariato así como la responsabilidad
penal del acusado o acusados, les condenará a pena privativa de libertad no menor
de 25 años y con inhabilitación establecida en el numeral 6 del artículo 36, según
corresponda. Las mismas penas se impondrán a quien ordena, encarga, acuerda el
asesinato por sueldo o actúa como intermediario.

En caso de concurrir alguna de las agravantes del sicariato, el agente será


reprimido con pena privativa de libertad de cadena perpetua.

3.9. Tipo penal de conspiración y ofrecimiento del delito de sicariato

En otro extremo, el D. Leg. N° 1181 viene a incorporar, en nuestro texto


punitivo, el artículo 108-D que regula el supuesto delictivo de conspiración así como el
supuesto de ofrecimiento de los servicios de sicariato en los términos siguientes:

“Será reprimido con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de


ocho años:

1. Quien participa en una conspiración para promover, favorecer o facilitar el


delito de sicariato.

2. Quien solicita u ofrece a otros, cometer el delito de sicariato o actúa como


intermediario.

La pena privativa de libertad será no menor de seis ni mayor de diez años, si


las conductas antes descritas se realizan con la intervención de un menor de edad u
otro inimputable”.

3.10. Hermenéutica jurídica

Consideramos que la fórmula legislativa del artículo 108-D incorporada al


Código Penal por el D. Leg. N.o 1181, es una novedad necesaria en nuestro sistema
jurídico penal para efectos de sancionar hechos previos al homicidio por lucro o
sueldo. En efecto, el sicariato es un delito que se realiza como consecuencia de un
hecho anterior, esto es, el acuerdo entre sicario y contratante para dar muerte a
determinadas personas, o también el ofrecimiento privado o público que se realiza
para cometer homicidio a cambio de dinero u otra ventaja indebida. Muchos de estos
acuerdos u ofrecimientos no llegan a materializarse por diferentes circunstancias, sea
por no llegar a ponerse de acuerdo en el precio, por desistimiento del sicario, por
desistimiento del contratante, por ponerse a buen recaudo la posible víctima, por
captura del sicario cuando iba al encuentro de su víctima, entre otras.

Estos actos siguiendo el iter criminis de los supuestos delictivos de


sicariato son conocidos por la doctrina, como actos preparatorios del delito y
por tanto, no serían objeto de sanción penal. Posición doctrinaria que se
aceptaba sin mayor discusión aun cuando son conductas donde se pone precio
a la vida de una persona, o se oferta los servicios de matar a las personas como
si fueran simples animales irracionales. Estas conductas inexplicablemente
eran toleradas. Hecho que por supuesto no podía continuar por el serio riesgo
que se pone a un bien jurídico penal de primer orden. De ahí que con la
incorporación del tipo penal 108-D al Código Penal, se viene a llenar un vacío
legal importante34, toda vez que ahora tales hechos constituyen delito de
conspiración de sicariato, o según sea el caso, ofrecimiento de los servicios
para cometer homicidios a cambio de un sueldo.

El cuestionamiento que puede hacerse a esta norma penal es el hecho de


que viene a sancionar penalmente típicos casos de actos preparatorios. Sin
embargo, en la doctrina se tiene claro que por regla general los actos
preparatorios son impunes, salvo que tales actos revistan una peligrosidad
objetiva particular como sucede con la conspiración, proposición o provocación
de determinados delitos35. Si esto último sucede se presenta la excepción a la
impunidad de los actos preparatorios. El fundamento de las excepciones es la
peligrosidad objetiva de determinados actos dirigidos a consumar un delito posterior,
en la medida en que dicha peligrosidad se mantiene ya exante36. En nuestro Código
Penal tenemos varios tipos penales37 construidos sobre la base de actos
preparatorios. La sanción de determinados actos preparatorios radica en estimaciones
político-criminales38 centradas fundamentalmente en la existencia de un peligro
potencial implícito en estos actos para la seguridad de determinados bienes jurídicos,
los que en razón de su lata significancia penal y características propias los hacen
merecedores de tutela previa a la ejecución de los delitos, produciéndose entonces
una extensión de la tipicidad legalmente establecida, que en la mayoría de códigos
penales se dirige principalmente a los delitos políticos sociales y que, en otros, va
más allá abarcando una protección generalizada de los bienes jurídicos y de la
vigencia de la norma39.

La fórmula legislativa prevista se construye a partir del adelantamiento de las


barreras de protección jurídico-penal al bien jurídico fundamental como es la vida
humana independiente. El objetivo de esta forma de legislar es sin duda, el de
adelantar la intervención punitiva antes de que el agente comience a ejecutar el hecho
punible y, de esta manera, evitar que se cree una situación que implique ya un daño
irreparable al bien jurídico40. En el derecho penal moderno no es indispensable
esperar que los homicidas —dispuestos a pasar a la acción— inicien su
comportamiento delictivo para recién tratar de sancionar, es perfectamente razonable
construir fórmulas legislativas que generen el adelantamiento del ius puniendi.

De este modo, siguiendo la técnica de los delitos de peligro, se tipifica el


acuerdo de voluntades entre dos o más personas destinado a acabar con la vida de
otro ser humano en el cual una de las partes (sicario) espera recibir una
contraprestación económica u otra ventaja. O en su caso, se tipifica el simple hecho
de solicitar u ofrecer los servicios de asesinato a cambio de una ventaja patrimonial o
de cualquier otra índole o el agente actúa como intermediario de la solicitud u
ofrecimiento.

Concluyendo, el delito de conspiración para matar por sueldo se caracteriza por


adelantar la intervención del ius puniendi pero con la particularidad que no solo
pretende proteger (por lo menos no de modo inmediato) a un bien jurídico
supraindividual, sino que también se pretende proteger el bien jurídico de mayor valor
en el ordenamiento jurídico que no es otro que la vida humana independiente.
Naturalmente, este proceder normativo supone el alejamiento del paradigma de lesión
de un bien jurídico supraindividual para introducir, de modo proporcional a ese
alejamiento, una perspectiva ya no únicamente social o general, sino también
individual41.

Se trata de un delito de peligro, en tanto no exige para su consumación la


producción de un resultado lesivo (muerte de la víctima) sino su solo puesta en peligro
mediante el acuerdo entre dos o más personas para dar muerte a una persona
previamente escogida e individualizada. Es precisamente esta diferencia estructural,
la que justifica la distinta pena conminada con relación al delito de sicariato
consumado. Esto es razonable, debido que la real lesión al bien jurídico protegido
tiene mayor desvalor jurídico que la sola puesta en peligro.

En tal contexto haciendo hermenéutica jurídica del contenido del artículo108-D


del Código Penal, se tiene que el delito de conspiración al sicariato se perfecciona o
verifica cuando el agente que persigue alguna ventaja se reúne con otra u otras
personas para conversar, pactar, acordar, planificar o ver la forma de aniquilar o quitar
la vida a otra u otras personas. La conducta de conspirar del sujeto activo puede
limitarse a promover, favorecer o facilitar el homicidio a cambio de un sueldo o
beneficio de cualquier naturaleza. La participación en la conspiración para promover
el delito de sicariato se configura cuando el sujeto activo estimula, instiga, anima o
induce a que se materialice la muerte de determinada persona a cambio de sueldo u
otra ventaja. En cambio, aparecen los actos de conspiración para favorecer el delito
de sicariato, cuando el agente se limita a auxiliar, servir, apoyar o amparar la muerte
de una persona a cambio de dinero u otra ventaja. Por su parte, se perfecciona la
conspiración para facilitar el delito de sicariato cuando el sujeto activo se compromete
a cooperar, ayudar, facilitar, secundar o contribuir de cualquier forma a la comisión del
asesinato por sueldo.

Por la estructura misma de la fórmula legislativa se concluye que el delito de


conspiración, se consumará antes de que se dé inicio a los actos propios del delito de
sicariato. Esto es, si los actos de conspiración se materializan, esto es, se da inicio el
asesinato por lucro en perjuicio de la víctima a manos del o los sicarios, el hecho ya
no será calificado como delito de conspiración sino será calificado como delito de
sicariato o asesinato por lucro o sueldo.

La conducta delictiva de conspiración se agrava y por tanto, el autor o autores


merecerán mayor sanción punitiva cuando en la conspiración para promover,
favorecer o facilitar el sicariato se hace participar o intervenir a un menor de edad u
otro inimputable. Esto es, se hace participar o intervenir a un menor de 18 años de
edad o en su caso, se hace participar o intervenir a una persona que tiene la
condición de inimputable para nuestro sistema jurídico.

En cambio la fórmula legislativa prevista en el inciso 2 del artículo 108D del


Código Penal, sanciona los actos de solicitar u ofrecer a otras personas el cometer el
delito asesinato por sueldo. La misma sanción merecerá aquel que es intermediario
de las conductas de solicitar u ofrecer los servicios del o los sicarios.

El delito se perfecciona en dos modalidades. Primero, cuando el agente cita,


concurre o se encuentra con el sicario o un intermediario de este último y le solicita
sus servicios de dar muerte a una persona, se entiende, debidamente individualizado.
El agente que requiere los servicios de un sicario, puede realizar personalmente la
solicitud o también por medio de un intermediario. La segunda modalidad se
perfecciona cuando el agente ofrece u oferta los servicios de dar muerte a personas a
cambio de un sueldo u otra ventaja. El ofrecimiento puede materializarse o viabilizarse
por cualquier medio. En el Perú, por ejemplo, se utiliza las redes sociales para ofrecer
los servicios de sicariato. Se entiende que el que ofrece puede ser el o los mismos
sicarios o un intermediario de él o ellos.

Ambas modalidades constituyen conductas de mera actividad, esto es, se


consuman en el mismo momento que el agente solicita los servicios del sicario o este
último, se limita a ofrecer sus servicios de dar muerte a las personas a cambio de un
sueldo. Incluso no es necesario que la otra parte acepte la solicitud o acepte el
ofrecimiento de los servicios. Estas modalidades se perfeccionan antes que se dé
inicio a los actos mismos de sicariato. Si en un caso concreto, el sicario da inicio al
asesinato por sueldo, el hecho será calificado por este delito.

La conducta delictiva de solicitar u ofrecer los servicios de sicariato se agrava


y, por tanto, el autor o autores merecerán mayor sanción punitiva cuando se hace
participar o intervenir a un menor de edad (menor de 18 años de edad) u otro
inimputable.

3.11. Penalidad

Luego del debido proceso penal, el autor del delito de conspiración así como el
o los autores del delito de solicitar u ofrecer los servicios de sicariato, serán
reprimidos con pena privativa de libertad no menor de cinco ni mayor de ocho años.
De concurrir la agravante, esto es, si las conductas antes señaladas se realizan con la
intervención de un menor de edad u otro inimputable, el o los autores serán
sancionados con una pena privativa de libertad no menor de seis ni mayor de diez
años.

3.12. Referencias bibliográficas

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