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El trasplante de heces es el probiótico más poderoso que podemos imaginar, porque introduce

flora microbiana sana en un entorno patológico", defiende Keller, que no descarta que esta
terapia pueda emplearse en el futuro para tratar desórdenes metabólicos como la obesidad o
el síndrome del colon irritable.

Un tratamiento poco usual ha demostrado ser más eficaz que los antibióticos a la hora de curar
infecciones intestinales graves.

Clostridium difficile es el nombre de una bacteria que forma parte de nuestra microbiota
intestinal y que, en ocasiones, es responsable de algunas enfermedades
gastrointestinales graves como la infección del colon.

El uso de antibióticos representa el tratamiento más común para curar ese tipo de
afecciones. Sin embargo, su empleo afecta también a los microorganismos beneficiosos,
por lo que C. difficile puede sobrevivir más fácilmente en un organismo humano carente
de bacterias benignas. Por otro lado, el trasplante fecal, que consiste en implantar heces
de una persona en el intestino de otro individuo, se ha revelado como una terapia
alternativa para estas enfermedades.

Ahora, un grupo de investigadores ha demostrado la mayor eficacia del transplante fecal


en comparación con el uso del antibiótico vancomicina en un ensayo clínico que ha
involucrado a pacientes tratados de forma aleatoria con ambas terapias. Para ello,
reclutaron a 43 enfermos voluntarios que fueron divididos en dos grupos. El primero
recibió un transplante de heces fecales, procedentes de donantes sanos, en el intestino
delgado; el segundo, una terapia en régimen antibiótico estándar durante dos semanas.
En realidad, inicialmente los investigadores planearon llevar a cabo las pruebas en un
total de 120 pacientes. Sin embargo, la diferencia de resultados entre los dos
tratamientos en la primera prueba fue tan asombrosa que decidieron interrumpir el
ensayo y publicar sus resultados en la revista New England Journal of Medicine.

Estos muestran que si por un lado los transplantes curaron a 15 de los 16 enfermos (con
una tasa de éxito del 94 por ciento), por el otro la vancomicina fue efectiva solo en 7 de
los 26 pacientes (27 por ciento de éxito). Además, el resto de probandos tratados con el
segundo método sufrió recaídas, pero se recuperó de la infección intestinal por C.
difficile tras recibir uno o dos trasplantes fecales posteriores. Finalmente, la
investigación puso de manifiesto que el transplante de heces fecales modificó la
microbiota de estos pacientes, aunque no se detectó ningún efecto secundario relevante.

Els Van Nood, coautora del estudio, confía que el éxito de la prueba mejore la
aceptación de esta técnica en los hospitales. «Recibimos correos electrónicos de
pacientes de todas partes del mundo desesperados por recibir este tratamiento. Aún así,
encuentran mucha resistencia por parte de los médicos, por lo que esperamos que estos
resultados cambien su percepción», afirmó la investigadora de la Universidad de
Ámsterdam.

Más información en New England Journal of Medicine.

Original Article
Duodenal Infusion of Donor Feces for
Recurrent Clostridium difficile
Els van Nood, M.D., Anne Vrieze, M.D., Max Nieuwdorp, M.D., Ph.D., Susana
Fuentes, Ph.D., Erwin G. Zoetendal, Ph.D., Willem M. de Vos, Ph.D., Caroline E.
Visser, M.D., Ph.D., Ed J. Kuijper, M.D., Ph.D., Joep F.W.M. Bartelsman, M.D., Jan
G.P. Tijssen, Ph.D., Peter Speelman, M.D., Ph.D., Marcel G.W. Dijkgraaf, Ph.D., and
Josbert J. Keller, M.D., Ph.D.

N Engl J Med 2013; 368:407-415January 31, 2013DOI: 10.1056/NEJMoa1205037

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Background

Recurrent Clostridium difficile infection is difficult to treat, and failure rates for
antibiotic therapy are high. We studied the effect of duodenal infusion of donor feces in
patients with recurrent C. difficile infection.

Methods

We randomly assigned patients to receive one of three therapies: an initial vancomycin


regimen (500 mg orally four times per day for 4 days), followed by bowel lavage and
subsequent infusion of a solution of donor feces through a nasoduodenal tube; a
standard vancomycin regimen (500 mg orally four times per day for 14 days); or a
standard vancomycin regimen with bowel lavage. The primary end point was the
resolution of diarrhea associated with C. difficile infection without relapse after 10
weeks.

Results

The study was stopped after an interim analysis. Of 16 patients in the infusion group, 13
(81%) had resolution of C. difficile–associated diarrhea after the first infusion. The 3
remaining patients received a second infusion with feces from a different donor, with
resolution in 2 patients. Resolution of C. difficile infection occurred in 4 of 13 patients
(31%) receiving vancomycin alone and in 3 of 13 patients (23%) receiving vancomycin
with bowel lavage (P<0.001 for both comparisons with the infusion group). No
significant differences in adverse events among the three study groups were observed
except for mild diarrhea and abdominal cramping in the infusion group on the infusion
day. After donor-feces infusion, patients showed increased fecal bacterial diversity,
similar to that in healthy donors, with an increase in Bacteroidetes species and
clostridium clusters IV and XIVa and a decrease in Proteobacteria species.

Conclusions

The infusion of donor feces was significantly more effective for the treatment of
recurrent C. difficile infection than the use of vancomycin. (Funded by the Netherlands
Organization for Health Research and Development and the Netherlands Organization
for Scientific Research; Netherlands Trial Register number, NTR1177.)

Salvados gracias a una donación de heces

Cepas de C. difficile en un plato de cultivo. | 'Journal of Clinical Microbiology'

 Un 20%-30% de los afectados por 'C. difficile' tiene recaídas tras la terapia
 Los síntomas de esta infección son diarrea, vómitos, fiebre y dolor tipo cólico

 Administrar heces por sonda evita las recaídas en un 94% de los casos

Ángeles López | Madrid

Actualizado jueves 17/01/2013 05:06 horas

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A veces la medicina avanza gracias a ideas curiosas y, en ocasiones, poco atractivas para
el público en general. El estudio que hoy publica una de las revistas médicas más
prestigiosas del planeta, 'The New England Journal of Medicine', es un ejemplo de
cómo una hipótesis, que podríamos denominar, rara e incluso desagradable, llega a buen
puerto y supone una gran mejora para los pacientes. De la misma manera que en su
momento las sanguijuelas fueron utilizadas para múltiples trastornos o las larvas se han
venido usando para curar heridas complejas, ahora un estudio demuestra que las heces
tienen el poder curativo para una infección frecuente en pacientes hospitalizados.

La bacteria denominada 'Clostridium difficile' se encuentra presente en el


medioambiente y, en muchas personas, forma parte de las bacterias que construyen su
flora intestinal sin generarles ningún daño. Sin embargo, cuando estas personas sufren
algún problema que deteriora su sistema inmunológico o que destruye su flora
intestinal, como puede ser la ingesta de antibióticos, la bacteria aprovecha la situación
conoliza el intestino y empieza a destruirlo.

La consecuencia visible de esa destrucción intestinal es la diarrea, que puede ir


acompaña de dolor tipo cólico, fiebre, vómitos, deshidratación e incluso puede
ocasionar la muerte. Las personas más afectadas por este problema son aquellas de
edad avanzada, que se encuentran ingresadas en un hospital y con varios problemas de
salud, aunque una persona joven también puede enfermar por esta infección.

Cambiar la flora intestinal

En la actualidad, existen dos antibióticos (vancomicina y metronidazol) que suelen


administrarse para eliminar esta bacteria en los pacientes afectados, algo que se
consigue en el 70-80% de los afectados. El resto, un 20-30%, de las personas
infectadas vuelve a recaer tras el tratamiento y la mitad de ellos lo hace de nuevo
tras una segunda dosis.

En estos casos, "si reemplazamos la flora intestinal por la de un sujeto normal, el


'Clostridium difficile' va a tener que competir con las demás bacterias y terminará
desapareciendo", explica Ángel Asensio, jefe del servicio de Medicina Preventiva del
Hospital Universitario Puerta de Hierro-Majadahonda, en Madrid.

Eso es precisamente lo que han hecho investigadores de varias universidades europeas


en un ensayo clínico realizado con 42 pacientes. Se establecieron tres grupos de
tratamiento: uno, formado por 13 enfermos, fue tratado con vancomicina (500mg vía
oral cuatro veces al día durante 14 días); otros 13 recibieron ese mismo fármaco más un
lavado intestinal; y los 16 restantes tomaron vancomicina (500mg cuatro veces al día
durante cuatro días), seguida de un lavado intestinal y la administración de heces
diluidas en suero fisiológico a través de una sonda nasogástrica que iba de la nariz al
duodeno.

La diferencia entre los tres grupos fue importante. Así, mientras que en el primero se
evitó una nueva recaída en el 31% de los casos, en el segundo sólo se consiguió en el
23%, mientras que en el tercero, es decir, el de la terapia fecal, la tasa de éxito fue del
81% (13 de 16). Cuando los tres pacientes que no respondieron a esta terapia, volvieron
a recibir una segunda infusión de contenido fecal, dos de ellos lograron evitar una
recaída. Teniendo en cuenta esto, la tasa de curación fue del 94%.

Costes sanitarios elevados

"Este estudio demuestra que la terapia con heces es muy eficaz y genera la hipótesis de
que aumentar las bacterias sanas y reemplazarlas por las que tiene el paciente en su
intestino evitará también las recaídas", señala Asensio.

Aunque esta infección no es excesivamente frecuente, cada vez son más los casos
detectados. "Actualmente vemos unos 10-15 episodios por cada 1.000 ingresos. En un
hospital con unos 50.000 ingresos al año, como puede ser el [hospital] Gregorio
Marañón, supone unos 3.000 episodios anuales", explica Emilio Bouza, jefe de
Microbiología de dicho centro.
Este especialista incide en que la infección alarga la estancia hospitalaria del paciente
que la sufre y aumenta considerablemente los gastos sanitarios. "En España, el gasto
extra por episodio y paciente es de unos 4.000 euros. Teniendo en cuenta todos los
casos al año, el coste medio es muy importante", afirma Bouza.

De ahí que sean varias las medidas que se quieren mejorar en relación a esta infección.
Según este especialista que ha llevado a cabo varios estudios sobre su incidencia en
España, aproximadamente la mitad de los casos no son diagnosticados. Otra mejora
que se puede implementar para frenar este tipo de infección es disminuir el consumo
de antibióticos, muy elevado en nuestro país, y aumentar la higiene hospitalaria.

¿Uso generalizado?

En cuanto a si la terapia fecal terminará generalizándose como tratamiento en pacientes


con recaídas, Benito Almirante, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital
Vall d’Hebron de Barcelona, tiene la sospecha de que no será así. "Quizás la sociedad y
los profesionales estemos preparados para un trasplante de un órgano, pero no para el
contenido fecal. A priori repugnaría un poco y además habría que establecer toda una
estructura y logística compleja para tratar las heces y realizar una serie de pruebas al
donante para asegurar que está sano. Todo esto tiene un coste elevado y condicionantes
éticos".

Este especialista, que forma parte de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas


y Microbiología Clínica (SEIMC), recuerda además que acaba de aparecer en el
mercado un nuevo antibiótico -la fidaxomicina- para evitar las recurrencias. No
obstante, como aclara Almirante "su posición en terapéutica está todavía por definir
porque su coste es muy elevado. Si el precio de metronidazol está en torno a los 40
euros y el de la vancomicina en los 150 euros, el de este nuevo fármaco asciende a los
1.500 euros. Estaría bien que se hiciera un ensayo clínico donde se comparase este
último con la terapia fecal".

A pesar de estas reticencias, Els van Nood, especialista de la Universidad de Amsterdam


(Holanda) y principal responsable del estudio, señala que «aunque la terapia parece
desagradable, cuando los médicos la realizan, por lo general, quedan entusiasmados y
están más dispuestos a probarla en otros enfermos. Además, los pacientes que han
tenido diarrea durante meses tienen sólo un deseo: que la diarrea pare, por lo que
son menos reacios a probarla».

No obstante, los especialistas señalan que este trabajo es un primer paso para investigar
cuál es la mezcla adecuada de bacterias intestinales que se podrían obtener mediante
cultivo y que se administraría por vía digestiva a los pacientes. Esto es precisamente lo
que subraya Ciarán Kelly, experto de la Universidad de Harvard, en un editorial que
acompaña al estudio de 'NEJM'.

Según este especialista, este estudio animará y facilitará el diseño de ensayos similares
de la terapia de microbiota intestinal -las bacterias que pueblan el intestino- para
otras indicaciones como colon irritable, prevención del carcinoma colorectal y
diferentes trastornos metabólicos. "Es el anuncio de la adolescencia tardía de una
amplia y excitante rama de terapéuticas humanas", concluye Kelly.

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