Está en la página 1de 28

1.

Escoge tu género; crimen, horror, romance, lo que tú decidas y si no sabes pues solo
comienza a escribir.
2. Crea el reparto principal; piensa de uno a tres personajes principales que sean
interesantes; escribe una descripción de cada personaje (describiendo sus características
físicas, personalidad e historia del personaje); deberán ser muy familiares para ti como tú
mejor amigo, hermano, hermana, mamá o papá; una vez que hagas esto, tus personajes
hablarán por sí mismos y hasta te pueden sorprender por lo que dicen; cuando esto
sucede, sabrás que tus personajes son interesantes.
3. Planea tu novela corta en un cuaderno o en tú computadora; un resumen de los puntos de
la trama (lugares de eventos importantes) pueden ser tan detallados como quieras;
puedes hacer algunas variaciones que pueden mantener la sensación del libro más
orgánico, pero ten cuidado de salirte mucho de la idea principal; no puedes tener a un
personaje tratando de resolver un asesinato que luego decide ir de paseo a Comicon con
sus amigos de Star Wars; luego de la variación, regresa y continúa en donde te quedaste.
4. Escoge una época y un lugar para el escenario (por ejemplo Nueve York 1929); Hazlo tan
interesante y llamativo como puedas.
5. Desarrolla la trama; piensa en una buena y original historia para involucrar a los
personajes; esto se puede realizar con una “pesca” de historia donde uno de los
personajes se encuentra en una situación sorpresiva (por ejemplo: Naufrago); o quizás
algo repentino les suceda a los personajes o a un miembro de su familia y tienen que lidiar
con eso; ten cuidado con las historias obvias; si tu lector sabe lo que va a suceder antes de
leerlo, tal vez estés dibujando ecuaciones cuadráticas en el papel de baño de un bar de
chicas guapas.
Recuerda, no exageres la historia; las más simples son usualmente las mejores.
Existen cuatro partes de la historia: Comienzo, conflicto, clímax y la resolución.

Tú comienzo no debe ser muy largo; solo lo suficiente para presentar a los personajes y la
situación.
El conflicto es con lo que los personajes tienen que lidiar y resolver.
Todo esto conduce al clímax de la historia donde las situaciones alcanzan un punto clave
de la historia.
La resolución ata los cabos sueltos y termina la historia.

6. Escribe; recuerda que un libro debe tener mínimo cien páginas, aunque puedes escribir
más; recuerda que no tienes un tiempo límite, así que tómate tu tiempo; si escribes más
de 250 páginas ya se puede considerar una novela completa.
7. Continúa escribiendo, luego, una vez que la terminas, guárdala por unas semanas o un
mes y luego regresa a reescribir y reescribir algo más; son muy raros los primeros
borradores que se publican ya que mucha de la magia viene de reescribir y perfeccionar la
historia
8. Una vez que la hayas editado y finalizado, encuentra a un publicista para mostrarle tu
trabajo.
Considera un publicista electrónico para tú novela corta; muchos de estos publicistas
tienen compendios o antologías que le van bien a los trabajos cortos.

Otra forma:
Define a los personajes
Prepara unas buenas fichas de los personajes principales (sus biografías, sus vidas,
personajes con los que se relacionan, trabajo, etc.). Construye el universo y el entorno en
el que se mueven. Cuanto más complejo sea, más sencillo será encontrar otras cosas
interesantes que contar de ellos, aportando, además, mayor profundidad a la trama.

Desarrolla subtramas
En el cuento corto suele haber una sola trama, un solo acontecimiento principal. En la
novela, sin embargo, hay una trama principal y otras secundarias que pueden servir para
reforzar o complicar la primera; pero también para incidir en la idea general de la novela o
para ayudar a caracterizar personajes.

Busca tramas secundarias que te ayuden a construir un universo de ficción más completo.
¿Dónde encontrarlas? Por ejemplo, rebuscando en las fichas de personaje y pensando en
qué subtramas te ayudarían a complementar la principal.

Planifica el trabajo
Es lo que suelo aconsejar siempre a todos los que se inician en la escritura de la novela.
Los cuentos cortos permiten una mayor flexibilidad, pero la novela es un trabajo que suele
llevar meses y no está de más tener una hoja de ruta que te ayude a no perderte en el
camino.

No se trata de que todo esté preparadísimo antes de escribirlo. Si quieres, puedes dejar
cierto margen para la improvisación, como crear varios finales alternativos para seguir
sorprendiéndote mientras la desarrollas. Pero, por norma general, cuanto más planifiques
la novela de antemano, más sencillo será concluirla.

Por si os interesa, los pasos que yo uso para la planificación, son los siguientes:

1. Idea principal. Intento definir en una o dos frases lo que me gustaría contar con esa
historia. Esto puede cambiar más adelante, pero me ayuda como punto de partida.

2. Resumen breve de la idea.

3. Resumen de las características. Por ejemplo, la época en la que ocurre, el tono, el lugar
donde se desarrolla, etc. En este momento empiezo a darme cuenta de cuánto necesitaré
investigar para la obra.
4. Resumen más largo de la trama principal. Esto puede llevarme al menos un par de
semanas, pero me dedico a ir desarrollando la trama principal en lo que acaban siendo
una o dos hojas. Elaboro una lista con todos los pasos que tendrán que ir sucediendo para
llegar desde el principio hasta los posibles finales (tener varios finales alternativos, además
de mantenernos intrigados mientras la escribimos, nos ayuda a que el final no resulte
previsible para el lector) y luego voy creando el resumen.

5. Personajes y subtramas. A partir del punto cuatro, creo las fichas de personaje, me
documento si es necesario, creo las subtramas y sus resúmenes, etc.

6. Documentación. Una vez que está construida la historia grosso modo, empieza la fase
fuerte de la documentación o investigación (aunque puede que ya haya tenido que
recurrir a ella en alguno de los puntos anteriores).

Obviamente, esta fase de la preescritura puede hacer que descubramos cosas nuevas que
afecten a la trama y a los personajes, así que es posible que haya que rehacer alguno de
los elementos ya creados. Pero esa es la parte interesante de construir una obra de
ficción. Sabes cómo empiezas, pero nunca cómo acabas.

7. Estructura. Cuando ya tengo la historia definitiva, paso a la siguiente fase y escribo paso
a paso una lista de los capítulos o escenas que tendrá la historia, resumiendo lo que pasa
en cada uno de ellos con unas dos o tres frases. Nada muy extenso, pero es el momento
de decidir qué partes dejas dentro y qué partes se quedan fuera.

Aunque suena a algo muy cerrado, no lo es en absoluto. Sé que durante la escritura tendré
que alterar algunas de estas escenas porque no funcionan como pensaba o porque hay
una forma mejor de pensarlo. Esta estructura es solo un borrador, un punto de partida
para orientarme.

8. Primer borrador. Con todo el material en la mano, cuando ya me siento convencida y


creo que funciona, me lanzo a la aventura del primer borrador. Lo que pasa a partir de ahí,
depende de cada escritor y de cada historia.

9 errores clásicos al escribir una novela y cómo evitarlos.

28 septiembre, 2014 By Alejandro Quintana 146 comentarios

Todos los novelistas, sin excepción, tienen algo en común.


Conocidos, desconocidos, profesionales, aficionados, genios de la literatura o juntaletras del
montón.

Todos.

No se trata de una visión parecida de la vida, ni de una sensibilidad especial para las palabras, ni
de su pasión por contar historias.

Tampoco es el afán inexplicable de dejar un legado que trascienda su muerte.

No.

Lo que tienen en común todos los escritores de la Historia es que todos ellos escribieron una
novela por primera vez.

Y todos ellos, que se sepa y hasta que alguien demuestre lo contrario, han sido humanos y
cometido errores.

La mayoría contaron con la ayuda de editores o amigos avispados que les ayudaron a corregir o
disimular sus meteduras de pata.

Hoy en día, esta función la realizan asesores independientes diversos porque los editores están
por otra labor.

Me gustaría ayudarte a minimizar los errores más comunes que cometen los escritores noveles —
aparte de estos otros.
Espero que puedas detectar a tiempo estos…

9 errores típicos al escribir una novela

y así puedas escribir un contenido que realmente merezca la pena ser publicado.

Antes de comenzar ¿qué tal si tuiteas esto?

Estoy aprendiendo sobre los 9 errores clásicos al escribir una novela y cómo evitarlos.

CLICK TO TWEET

Ahora sí, vamos con el…

ERROR #1: la historia no arranca

… o bien lo hace como un motor Diésel.

El autor se recrea al inicio de la historia, contando cómo el personaje despierta, se levanta, hace el
desayuno, piensa en sus cosas, se viste, sale de casa, llega al trabajo…

Así hasta que pasa algo relevante que le arranca de su mundo ordinario y le hace vivir
extraordinarias peripecias.

Peripecias que el lector nunca conocerá, ya que abandonó la lectura en la página diez o doce,
cuando la irrelevancia se le hizo insoportable.

No me cansaré de decirlo nunca:


El inicio de una historia es lo más importante:

no solo va a enganchar al lector…

¡es lo que puede interesar a un editor!

Dedícale más tiempo al inicio de tus historias que a cualquier otra parte.

El primer párrafo debe interesar, pero en el segundo el lector necesita tener cierta expectativa.

Luego puedes bajar la tensión, entretenerte más con algunos detalles… pero ya le habrás
enganchado.

Variantes del inicio que no termina de arrancar

El idílico paisaje en el cual se desarrolla la acción no es relevante. El marco espacial puede tener su
relevancia, pero cómo se mecen las briznas de hierba con la cálida brisa del sur NO LA TIENE EN
ABSOLUTO. Deja esos detalles para otro momento más oportuno.

El pasado de un personaje tiene importancia, qué duda cabe. Pero asegúrate que su niñez va a ser
relevante para la historia que cuentas. Volveré a esta variante en el ERROR #3

El conflicto inicial no tiene consistencia como para crear la suficiente expectativa en el lector.
Ejemplo: las tribulaciones de un administrativo que ha perdido una caja de clips no interesan a
nadie. Repito: A NADIE.

Lo cual tiene mucho que ver con el…

ERROR #2: confundir realidad con verosimilitud

El mundo real está plagado de coincidencias asombrosas.

Estas coincidencias se aceptan sin demasiadas reservas, ya que todo el mundo ha vivido
casualidades extrañas alguna vez.
De esta natural aceptación nacen las leyendas urbanas y las conspiranoias más rocambolescas.

Pero un escritor no puede permitirse el lujo de dar por sentada la credulidad de sus lectores. Está
obligado a crearla.

Un autor literario debe crear un mundo en el cual sucedan las cosas más extraordinarias de
manera que el lector las crea.

Los acontecimientos «extraños», las coincidencias, casualidades, las obras del azar y los caprichos
del destino deben estar justificados o no serán aceptados de forma natural.

Pero esto que parece jugar en contra de los intereses de un escritor, es justo lo contrario. Porque,
por la misma regla de tres

es posible crear mundos fantásticos tan creíbles y reales como el universo ordinario.

A poco que sepas dotar de credibilidad tanto a universos oníricos como a cadenas de
acontecimientos estrambóticas, serás capaz de hacer creer al lector cualquier cosa.

Así es la magia de la escritura.

Es frecuente cometer el error de confiar que el lector creerá lo que le cuentas porque es la
narración fidedigna de un hecho real.

¿No has escuchado nunca eso de que la realidad siempre supera a la ficción?

Pues es cierto y el lector lo sabe. Así que…


al escribir una novela, procura que suene verosímil, no que sea realista.

CLICK TO TWEET

Ahora que ya lo sabes, no puedes cometer este error, como tampoco podrás cometer el…

ERROR #3: demasiados detalles impiden el avance

Este error tiene relación directa con el ERROR #1 pero no es exactamente el mismo.

La diferencia es que con el #1 el lector dejará de leer si el principio no le engancha.

Pero una vez te has relajado porque ya tienes los puntos de tensión establecidos y te sientes
cómodo llevando al lector por tu montaña rusa particular… corres el riesgo de andarte por las
ramas y no concretar.

Te entretienes a cada paso, perdiéndote en descripciones largas, conversaciones banales, detalles


sin importancia y acontecimientos irrelevantes para la cadena principal de acción.

En pocas palabras,

obligas al lector a entrar en modo de alerta por ABURRIMIENTO MORTAL.

Lo cual es muchísimo peor que no haberle enganchado al principio.

Porque, en este caso, sí conseguiste captar su atención, pero en un momento determinado de tu


novela le DEFRAUDASTE.

No cumplir las expectativas del lector (y encima aburriéndole) es el peor error que puedes
cometer.
¿Cómo detectar que incurres en este fallo garrafal?

Síntoma 1: caes con demasiada frecuencia en recordar el pasado de los personajes. A no ser, claro
está, que se trate de una estructura en forma de analepsis, es una señal de alerta.

Síntoma 2: explicas los sueños. Los sueños tienen que estar muy bien encuadrados en la historia y
tener una utilidad lógica, práctica, coherente y decisiva en los acontecimientos. Si no cumplen
como mínimo dos de estas premisas, elimínalos sin contemplaciones.

Síntoma 3: te metes demasiado a fondo y demasiadas veces en los pensamientos de los


personajes. Incluso en las novelas que profundizan en las interioridades y miserias humanas, hay
que marcar unos límites. Intensidad y frecuencia de diálogo interno deben estar equilibradas con
la acción.

Síntoma 4: profusión de detalles y datos irrelevantes. Lo que escribas debe ayudar al avance de la
acción, describir personajes y sus relaciones o lograr la inmersión del lector en la atmósfera de la
novela. Si no es así, salvo en muy raras ocasiones, sobra.

Otro síntoma tiene unas connotaciones tan extensas y tantas variantes que es, por derecho
propio, el…

ERROR #4: sermonear al lector

Este es un buen momento para que reflexiones sobre por qué escribes. De verdad, párate a
pensarlo un momento.

Te espero.

¿Ya?

Está bien, dos minutos más.


Ahora sí…

Aparte de que tal vez escribir es algo que no puedes evitar, está en tu naturaleza y algo te impulsa
a hacerlo, posiblemente hayas llegado a la conclusión de que escribes porque tienes algo que
contar, o quieres transmitir algo al mundo: tu forma de sentir, pensar, actuar, de ver la vida.

Pues tengo una mala noticia: al lector no le importa en absoluto tu punto de vista sobre la vida, el
universo y todo lo demás.

El lector no busca una lección magistral sobre nada, ni que le adoctrinen

o le vendan ideas revolucionarias.

Muchos son los motivos por los que se lee. Incluso algunas personas buscan el sentido de la vida
en las novelas, profundidad existencial.

Pero adoctrinar es un derecho que el escritor debe ganarse, una vez se ha conseguido el respeto
del lector por ser un narrador eficiente.

Por eso

la primera obligación de todo escritor es no aburrir.

CLICK TO TWEET

Una vez hayas conseguido enganchar a la lectura, hayas enamorado con tus personajes y tengas la
plena atención de tus lectores, puedes transmitirles lo que deseas comunicar…

Siempre y cuando esté perfectamente integrado en la dinámica de la historia.

Porque en cuanto sueltes un sermón de cualquier tipo, es casi seguro que el lector se cerrará en
banda.
Es como cuando en una película uno de los actores mira directamente a la cámara: se descubre el
artificio y el espectador deja de creer en la magia del cine.

Variantes del discursito

El prólogo como Tratado de la Verdad Universal: esta parte del libro sirve para introducir algunos
apuntes al lector. Si lo utilizas para explicar al lector de qué va el libro, el sentido profundo y las
intenciones que te impulsaron a escribirlo, puedes darlo por perdido. Para explicar todo eso es
para lo que escribes tu historia y creas a todos los personajes.

El final o el epílogo como el Tratado de la Verdad Universal: ver la variante anterior. Es


exactamente el mismo caso, pero al final del libro en lugar de al principio.

El personaje «altavoz»: cuando un personaje actúa como alter ego del escritor, soltando un
discurso que resume en un párrafo o dos la intención del libro. Por si no ha quedado claro.

Y una variante del personaje «altavoz», se da cuando el villano lo explica todo justo antes de matar
al héroe: su plan al detalle, los motivos de su odio por el protagonista, la justificación de su maldad
por una infancia atormentada…

Lo cual me recuerda el siguiente error:

ERROR #5: el mal absoluto y el bien puro

Los personajes sirven de canal entre el emisor —autor de la historia— y el receptor —lector de la
misma—. Son, por tanto, médiums.

La manera más efectiva para hacer esta comunicación fluida y efectiva es que estos personajes
sean representaciones creíbles de personas, de forma que tanto emisor como receptor puedan
identificarse.
Por tanto, es necesario encontrar el equilibrio que permita al autor utilizar a sus personajes de
manera que representen de forma simbólica cualidades que desea expresar.

Pero sin caer en la caricatura. Insisto: los personajes deben ser creíbles.

Y para ser creíble, un personaje necesita tener virtudes y defectos.

Esto se ha dicho hasta la saciedad en todos los manuales habidos y por haber sobre creación de
personajes. No insistiré demasiado en ello.

Pero a menudo se olvida que siempre, o casi siempre, hay una razón de peso para el hacer el mal,
como suele haber algún motivo egoísta para hacer el bien.

Con lo cual te interesa plantear bien cuáles son los motivos del villano para hacer el mal y qué
impulsa al héroe a emprender la aventura y plantar cara al malvado.

Muchas veces no se trata de una lucha entre el bien y el mal,

sino de un conflicto de intereses entre personajes antagonistas.

Si miramos desde el punto de vista del villano, es perfectamente posible que él vea al héroe y sus
aliados como a las fuerzas del mal.

No resultará convincente hacer malísimo al malvado y un dechado de virtudes al bueno.

Las aspiraciones del villano y las motivaciones del héroe deben tener cierta coherencia, no ser el
mal puro o el bien absoluto.

Por ejemplo:
Un conde siniestro machaca a impuestos a sus súbditos, matándoles de hambre. Está presionado
por el Rey, el cual necesita armar un ejército para su cruzada. Cada vez le exige más y más
tributos. Si se niega, perderá unas tierras que pertenecen a su familia desde hace muchas
generaciones.

Su mayor enemigo es un campesino que lidera una horda de proscritos. En verdad no es un


revolucionario oprimido por la tiranía: se vio obligado a esconderse en el bosque porque robó en
la iglesia, impulsado por el hambre. Su carisma y la suerte hicieron el resto, llevándole a dirigir la
rebelión. Él solo quería comer y que no le ahorcaran por ladrón.

Cuidado con la siguiente trampa:

vigila que, por hacer más humanos a tus personajes,

el malo tenga una sola cualidad bondadosa y el héroe un solo defecto.

Que el villano ame a sus hijos no lo hace bueno, igual que no hace más cercano al héroe que sea
un poco engreído.

Esto sería como pintar colmillos al cordero y disfrazar al lobo de oveja, pero es algo más profundo
que eso.

Y hablando de disfraces…

ERROR #6: ponerse el disfraz de escritor

Ya sea porque te has creído todos los tópicos de lo que debería ser un escritor, bien porque tienes
miedo de mostrarte tal como eres, de no gustar a todo el mundo o del temido «qué pensaran de
mí si digo esto», resulta que…

has escrito como se supone que se debe escribir

y no como tú querrías escribir.


Te has colocado una máscara, te has puesto el disfraz de lo que crees que es un escritor y, por
tanto, no has sido auténtico.

Escribir bien no significa escribir bonito.

CLICK TO TWEET

Tal vez en el género de la poesía esto tenga más sentido, pero en el género de la narrativa pisamos
otro terreno.

Escribir bien significa transmitir con exactitud

aquello que deseas transmitir, CONTANDO UNA HISTORIA QUE FUNCIONA.

Y si además eres capaz de que la forma tenga una coherencia a todos los niveles con el contenido,
escribirás una obra maestra.

Cuida a tus personajes y elige bien las situaciones que les harás vivir, antes de intentar que tu
historia «suene» bien.

Síntomas de haberte puesto el disfraz de escritor

1) Utilizas palabras cuyo significado no conoces del todo porque no las empleas en tu día a día.

Es cierto que no siempre tenemos la oportunidad de soltar palabras como inconmensurable,


ontología o entelequia en un bar, rodeados de amigos.

Pero si las utilizas en tu novela, mejor que sepas con toda exactitud qué significan.

2) Utilizas palabras ampulosas en lugar de las usadas en conversaciones corrientes.


¿Por qué decir excelente cuando se puede decir superlativo?

Pues por la sencilla razón de que excelente se comprende mejor y es más preciso que decir
superlativo.

El uso de ciertas palabras puede distraer al lector del significado mismo de tales palabras, por su
sonoridad o rareza.

3) Un lirismo excesivo puede dificultar la fluidez del texto. De hecho, puede impedir su
comprensión.

Esto es muy típico al colocarse el disfraz del escritor, porque a veces se asocia literatura profunda
con densidad… y se confunde densidad con florituras verbales.

Lo que construye la literatura es la profundidad del tema y el tratamiento coherente de su forma.


Todo lo demás son casi siempre adornos innecesarios.

4) Los diálogos son confusos y poco creíbles.

A veces, la mejor manera para que el lector sepa quién dijo algo es utilizar el verbo decir en las
acotaciones: un dijo siempre es más efectivo que mencionó, apuntó, apostilló, afirmó y un largo
etcétera.

No temas evitar la repetición de dijo. En realidad el lector apenas repara en esta palabra, se lee de
forma casi automática.

Introduce acotaciones en los diálogos para que el lector no se pierda.


Es importante no perder el hilo de quién dice qué en las conversaciones, igual que lo es saber en
todo momento en la cabeza de qué personaje estamos metidos.

Lo cual es el tema del…

ERROR #7: un mareante punto de vista

Este error no solo lo cometen los escritores principiantes. A veces incluso cuesta detectarlo
cuando el libro ya está publicado y en circulación.

Se le ha pasado a escritor, lectores, corrector y editor.

Si esto pasa en las mejores casas, puedes imaginar entonces la de veces que se da en libros
autopublicados que se saltan el proceso lógico editorial.

¿En qué consiste? Pues te lo explico con un ejemplo:

«Marisa dudaba entre descolgar el teléfono y llamar a Esther o ponerse algo encima, coger un taxi
y plantarse en su casa. Pero la fina llovizna de aquel domingo por la tarde no invitaba a salir.
Tampoco le resultaría fácil encontrar un taxi libre. Aun así no se decidía a descolgar el teléfono y
llamar a su amiga.

En esta indecisión, de repente, sonó el teléfono. Sonrió al ver el nombre en la pantalla: Esther.

— Qué bruja eres —dijo Marisa al descolgar—, estaba pensando en llamarte ahora mismo.

— Eso se lo dirás a todas —respondió Esther, riendo—. Pero voy a creerte porque imagino que
sabes por qué te llamo…
Esther buscó el paquete de cigarrillos entre el desorden de su mesilla de noche. Sintió un
cosquilleo en el estómago y pensó en cuánto le gustaban esas tardes lluviosas de domingo en
casa…»

¡Alarma! ¡Cuidado, amigo escritor, amiga escritora!

Aunque no te lo parezca, estás cayendo en el Error #7: esta escena comienza desde el punto de
vista de Marisa. Estamos dentro de su cabeza, no en un punto cercano desde el cual observamos
sus movimientos.

Sabemos qué siente y qué piensa. Entonces… ¿qué artificio nos ha permitido salir de la cabeza de
Marisa y meternos en la de Esther sin previo aviso?

De acuerdo, el narrador puede ser omnisciente y saber lo que sucede en cualquier lugar, momento
y lo que pasa por la cabeza de cualquier personaje.

Pero el lector se va a sentir mareado y descolocado si se salta de un pensamiento a otro: llegará


un momento en el cual quien saltará de la historia será el lector.

¿Por qué?

El lector necesita identificarse con un punto de vista y tener la referencia de un personaje para
poder vivir las situaciones de la ficción.

Este personaje puede cambiar las veces que se desee… siempre y cuando al lector le pongamos
sobre aviso.

No basta una llamada de teléfono para pasar de un punto de vista a otro y salir de una cabeza para
meterse en otra. Hay que finalizar una secuencia o indicar que una escena ha terminado.
Igual que hacemos punto y aparte para cambiar de tema, es necesario decirle al lector

que hemos terminado de contar algo desde un punto de vista antes de pasar a otro.

En las novelas corales, cuando los papeles principales están repartidos entre muchos personajes y
hay numerosos secundarios, esto es más necesario si cabe.

Imagina una novela de estas características e ir pasando de los pensamientos y puntos de vista de
cinco o seis personajes en una sola escena.

Lo más recomendable es que en cada capítulo —o al menos en cada escena— se cuente la historia
desde el punto de vista de cada uno de estos personajes.

Toma siempre la referencia del personaje conductor de cada escena y presta especial atención
cuando se relacione y dialogue con otros.

¿Cómo podemos saber lo que piensan y sienten otros personajes si no estamos metidos dentro de
sus mentes?

Como norma general lo sabremos por sus acciones o por el diálogo. Si nos lo dice el narrador…
¡error al canto!

ERROR #8: represión y mojigatería

Este tipo de error a veces lo he descrito como un bloqueo.

¿Dónde termina la vida privada y comienza el escritor? ¿Qué contar de la experiencia propia y qué
no?
¿Pensarán los lectores que esto me ha sucedido en realidad a mí y no al personaje? ¿Hasta dónde
tengo que desnudar mis pensamientos y sentimientos?

El resultado es un bloqueo que dificulta el acto de traspasar el Primer Umbral o detiene el avance
al llegar a un punto determinado.

Pero otras veces sucede algo peor:

La falta de naturalidad impide a un autor encontrar su propio estilo literario.

El miedo al «qué dirán o pensarán de mí si escribo esto» ha destruido más carreras de escritor que
la misma maquinaria de la industria editorial.

Donde más se puede notar esta falta de autenticidad es en las escenas de sexo.

No son pocas las veces que, en las asesorías privadas, llamo la atención sobre esto a los autores
cuya novela superviso.

¿Por qué escatimar al lector detalles de las escenas más apasionadas?

El acto de leer es también un acto de voyeurismo, de hecho uno de los más invasivos.

CLICK TO TWEET

Como lectores nos metemos en lo más íntimo de las vidas de los personajes. Sus pensamientos y
emociones, su pasado más oscuro, sus anhelos más secretos…

Pero resulta que al llegar a la intimidad de la alcoba, se le niega al lector la posibilidad de conocer
también esa parte de su vida —la sexual— de unos personajes que conoce al detalle.

Y antes esto, oh, sagaz lector, puedes argumentar que es más sugerente insinuar que mostrar.
Es cierto, pero entonces tampoco puedes mostrar otros detalles de su psicología, también
necesitas sugerirlos. Es cuestión, una vez más, de coherencia.

Ojo, que puede suceder todo lo contrario y entonces caemos en la pornografía.

Es ahí donde reside el error: en mostrarlo todo de un aspecto y poco o nada de otro; si insinúas,
insinúas siempre y si muestras, lo muestras todo.

Una variante de esto es el uso de eufemismos…

Está bien buscar sinónimos para depurar el estilo de escritura y no repetir palabras
innecesariamente.

Pero otra cosa es evitar a toda costa decir cierta palabra porque resulta malsonante o demasiado
gráfica.

Di pene o vagina cuando sea necesario decir pene o vagina…

¡y polla o coño cuando toque decir polla o coño!

Necesitas que tus personajes digan lo que tengan que decir, ni más ni menos. Valga esto para
todo, lógicamente, no solo para la parte sexual de tus historias.

Ejemplos de eufemismos

Persona de color: por negro/a

Persona de la tercera edad: por viejo/a

Dar a luz: por el verbo parir y el momento del parto

Persona invidente: por ciego/a


Etc.

Estas expresiones se justifican a menudo diciendo que se pretende ser más elegante.

Enmascarar la realidad se convierte en eufemismo cuando la supuesta elegancia está inspirada por
la mojigatería o la represión del «qué dirán o pensarán».

Y el no querer ofender a un colectivo está muy bien… no utilices entonces expresiones del tipo «es
un trabajo de negros» o «les hicieron una judiada» o «le engañaron como a un chino».

Pero utiliza las palabras negro, judío, viejo… e incluso maricón.

Lo que es ofensivo no es usar ciertas palabras, es el cómo y el para qué se utilizan.

CLICK TO TWEET

De hecho, según lo que digas sobre negros, homosexuales o judíos puede ser un delito
perfectamente tipificado y traerte problemas legales.

Problemas serios… y muy seguramente bien merecidos.

ERROR #9: condensar toda una obra literaria en una sola novela o relato

Es probable que comiences escribiendo relatos cortos, fruto de tus anotaciones constantes de
ideas sueltas, pensamientos varios, ensoñaciones o divagaciones.

O todo ello a la vez.


Pero intuyes que esos relatos no expresan todo lo que necesitas expresar y vas acoplando ideas,
amontonando pensamientos y ensoñaciones.

Un día lees un libro apasionante que te inspira y motiva a escribir una novela.

Comienzas tirando del hilo, te inventas unos personajes y los utilizas para soltar todo lo que llevas
tiempo queriendo expresar.

Tienes tantas cosas que decir, tantas ideas que hierven en tu cabeza, tanta pasión que transmitir e
historias que contar… que vas y las dices todas de golpe.

Con suerte, tú lo entenderás sin perderte en el laberinto de tu propia creación. Porque es justo
eso: tu propia creación.

Pero ya puedes parar de contar, porque no lo entiende nadie más.

Has volcado todo lo que tienes que decir en una sola historia. En pocas palabras

has confundido una idea para contar algo con un argumento para explicarlo todo.

Aunque aquí tienes un post muy completo, deja que te explique en un momento la diferencia
entre un relato y una novela.

A) En un relato explicas algo concreto, que puede expresarse en algunas páginas:

Antes que intentar definir el amor universal, un relato procura expresar el amor que se siente
hacia una madre o un abuelo.
Y ojo, porque al decir ideas sencillas no me refiero a ideas poco profundas. Hay mucha
profundidad en el amor a una madre o a un abuelo.

B) Para expresar el amor universal tienes la novela.

Desarrollas una historia más compleja para expresar ideas más complejas.

Temas que necesitan muchas más páginas para que puedan calar en el lector a un nivel más
profundo.

Con la novela puedes involucrar al lector en los hechos de una forma muy vívida, gracias a los
personajes. Por eso decía al principio que los personajes hacen de médium, ¿recuerdas?

Puedes transportarles a otros estados de conciencia y hacerles sentir emociones determinadas,


influirles a un nivel inconsciente para que integren de manera profunda aquello que quieres
transmitir.

Se podría decir que

la extensión y complejidad de una historia está determinada

por la extensión y complejidad del tema que desarrollas en ella.

… o el nivel de profundidad al que quieras llegar.

Es cierto que autores como J.D. Sallinger, Ernest Hemingway, Julio Cortázar, Borges y otros llegan a
mucha profundidad con relatos o novelas cortas.

Para eso es necesario ser un economista de recursos narrativos a nivel maestro.


Y sobre todo, tener claro qué quieres contarle al mundo al escribir una novela.

¿Tienes claro lo que quieres decirle al mundo con tu escritura? ¿De verdad... de la buena?

Porque si lo tienes claro, podrás expresarlo de forma más clara, concisa y repartida en toda una
obra literaria, evitando decir todo lo que quieres expresar en una sola novela.

Pero en realidad, necesitas contarlo todo en esa primera novela: forma parte del proceso de
convertirse en escritor.

Solo cuando te das cuenta de que has embutido toda una obra literaria en una sola historia, es
cuando puedes comenzar de verdad a definir los temas que te interesa tratar.

¿Por qué escribe un escritor?

¿Qué impulsa a alguien a contar historias?

¿Por qué recorrer este incierto camino, existiendo otros mucho más fáciles y, desde luego,
rentables?

Esas preguntas no tienen en verdad una respuesta. Al menos, no una sencilla. Recorrer el camino
de la literatura tal vez te pueda dar algunas.

Ojalá te haya gustado esta entrada y mejor todavía si te ha ayudado

a detectar esos errores tan típicos al escribir una novela.

Crear personajes literarios con sencillas preguntas


Hay muchísimas técnicas para crear personajes literarios, pero te aseguro que ninguna tan efectiva
como plantear preguntas.

Estas preguntas te las haces tú a la hora de crear, pero también puedes hacérselas al mismo
personaje.

Tienen que ver con:

El papel que juegan en la historia que estás contando.

Qué función arquetípica cumplen o qué simbolizan.

Cómo son, por dentro y también por fuera.

También quiero mostrarte algunos sencillos trucos, como por ejemplo buscar imágenes en
Internet que te ayuden a hacerte una representación visual de tus personajes.

Pero ten muy en cuenta lo siguiente:

No describas al personaje diciendo algo como

«Era clavadito a Marlon Brando» o «Se parecía a Rihanna».

Este es un error muy común en escritores principiantes, a la hora de crear personajes literarios y
describirlos.

Está perfectamente explicado, y de una manera muy divertida, en el libro Cómo NO escribir una
novela, que te recomiendo leer.

Mucho cuidado con usar estas imágenes de personalidades: te sirven a ti para crear, si haces un
uso privado. Pero no puedes utilizar estas imágenes para tus portadas o la promoción de tu obra.

¡Puedes meterte en lío muy serio!


También puedes situarte frente al espejo y actuar como tus personajes, como si fuera un juego
divertido

Imita sus gestos, cómo hablan, el tono de su voz, sus miradas y expresiones, cómo caminan…

No es que necesites hacer esto con todos los personajes, solo con los principales, ok?

Un truco bien conocido

Esto de hacer preguntas para crear personajes literarios no es nuevo. Ni, por supuesto, me lo he
inventado yo.

Proviene de Marcel Proust, tal como puedes leer en este post, y ha sido utilizado como guion para
entrevistas a personalidades reales en innumerables ocasiones.

El que te presento en este vídeo es un método propio, basado en el de Proust, pero que
profundiza en las funciones de personaje además de indagar sobre su personalidad.

Enseguida te mostraré un recurso que te será muy útile a la hora de crear personajes literarios,
pero primero déjame pedirte un favor:

Si te ha gustado el vídeo y te está gustando esto que lees, ayúdame a compartir con un simple
click.

Puedes Tuitear este artículo:

Cómo crear personajes literarios con el sencillo truco de las preguntas (vídeo de 6 min.)
CLICK TO TWEET

O elige tu red social favorita haciendo click en los botones de la barra lateral, a tu izquierda…

¡Muchas gracias! ¿Proseguimos?

Otros recursos útiles

A la hora de crear personajes literarios, te recomiendo siempre ordenar todo sobre ellos en
FICHAS DE PERSONAJES

En mis cursos, siempre recomiendo hacer fichas de personajes a fondo, con todo lujo de detalles,
pero depende de cómo quieras trabajar tú y lo que desees profundizar.

Algunos consejos para emplear estas fichas, si no quieres hacerlas muy extensas o exhaustivas:

Escribe una pequeña biografía con los más destacado.

Escribe un breve relato cotidiano sobre un día en su vida.

Haz una simple lista basada en las preguntas del vídeo (o el cuestionario de Proust)

Lo que es importante es que conozcas bien a fondo a tus personajes, que tengas claro por qué son
como son y por qué hacen lo que hacen.

Y si todavía no tienes claro por qué deberías invertir tantos recursos a la hora de crear personajes
literarios, desde luego leer mi eBook te lo aclarará de una vez por todas.

Y si lo tienes ya claro del todo, puedes tuitear esto para que otros también lo sepan

¿Por qué invertir recursos en nuestros personajes literarios?

CLICK TO TWEET

¿Quieres saber más?

Está claro que todo esto es solo una pequeña parte de todo lo que puedes aprender sobre crear
personajes literarios o escribir narrativa en general.

Por eso, te invito a suscribirte al Canal de YouTube y conocerás enseguida las novedades,
conferencias gratuitas que organizo regularmente, vídeos como este y otras sorpresas.
Puedes hacerlo aquí:

Suscribirse al Canal Oficio de Escritor en YouTube.

También podría gustarte