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RAFAEL GUTIÉRREZ GIRARDOT

El intelectual y la historia \

FONDO EDITORIAL LA NAVE VA


Caracas, 2001
1

1
© Fondo Editorial La Nave Va, 2001
© Rafael Gutiérrez Girardot
ISBN 980-6481-01-1
Queda hecho el depósito de ley
Depósito legal: lf748200090002509
Diseño de cubierta: Idanis Pozo
Producción editoriff1=~9stela Aganchul
Impresión: Editori 1 btiho
Impreso en Ven Zl,l,e a.J
Pni1ted in J(¡~e:túeltz

Fondo Edit~rial La Nave Va


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Dtstribución: www.co:r;nala.com
Índice general

Gutiérrez Girardot: polémica y utopía 1 Javier Lasarte V...................... 9

l. El intelectual: historia y política


El intelectual y la historia........................................................ .......... ... 21
Alfonso Reyes y el futuro de América .. ...... ........ .. ...... .. ............. ........ 35
Literatura y política en Hispanoamérica .... .. ..................................... 45
La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX .... 57

11. Historia social de la literatura e historiografía


Temas y problemas de una historia social de la literatura
hispanoamericana ...... ........... .. ..... ..... ... ........ ........... .. .............. .............. 109
Ensayo e historia en Mariano Picón Salas ........................ ................. 151
Alfonso Reyes y la historiografía .............. ................... .......... .......... ... 159
La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX*
A Angel Rama y Marta Traba
in memoriam

El vago azar o las precisas leyes


que rigen este sueño, el universo,
me permitieron compartir un terso
trecho del curso con...

Los astros y los hombres vuelven cíclicamente


(Borges)

El punto de partida

En el capítulo V de Las corrientes literarias en la América Hispánica apun-


tó Pedro Hemíquez Ureña: "Nacida de la paz y de la aplicación de los princi-
pios del liberalismo económico, la prosperidad tuvo un efecto bien percepti-
ble en la vida intelectual. Comenzó una división del trabajo. Los hombres de
profesiones intelectuales trataron ahora de ceñirse a la tarea que habían ele-
gido y abandonaron la política ... Y como la literatura no era en realidad una
profesión, sino una vocación, los hombres de letras se convirtieron en perio-
distas o maestros, cuando no en ambas cosas" (p. 165). Hemíquez Ureña
interpreta un fenómeno de la vida literaria perceptible entre 1890 y 1920, la
incipiente "profesionalización" del hombre de letras como consecuencia del
progreso, debido a la paz y al liberalismo económico. Y esa "profesionaliza-
ción" surge de la "división del trabajo". Por encima de lo que un marxista-
leninista condenaría indudablemente en esta afirmación, esto es, la relación
entre liberalismo económico y escritor, o más precisamente, el hecho de que
el escritor no fue revolucionario comunizante avant la lettre, la concisa y den-
sa observación de Hemíquez Ureña induce a establecer una relación entre
"profesionalización" y "racionalización" (esta caracteriza al "liberalismo" o
si se quiere, al "capitalismo" y se manifiesta concretamente en la llamada
"división de trabajo"). Pero esta relación plantea la pregunta de si la "profe-
sionalización" del hombre de letras es sólo un producto inmediato y hasta
súbito de esa "racionalización" o de si ésta es el momento de un proceso. Si
esta relación constituye el momento de un proceso, entonces cabe preguntar
si antes de manifestarse esa relación en la forma de la "profesionalización"

*Publicado originalmente bajo este título por el Latin American Studies Center (University
of Maryland at College Park) en el marco de la Rockefeller Humanities Resident Fellow 1989-90.
58 E L INTELEcrUAL Y LA H ISTORIA • Rofoe! Gutiérrez Girardot Lo formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX 59

del hombre de letras hubo momentos anteriores de esa relación y cómo se Suárez que fue Presidente de Colombia). La inversión es radical, pero ella
desarrollaron hasta llegar a esa transformación del "hombre de letras" en recuerda una tradición francesa que el preciso observador Alexis de Tocque-
"profesional". ville hace, en parte, culpable de la Revolución Francesa. En su obra L 'Anden
Estas preguntas apuntan al centro del problema teórico de las "mediacio- Régime et la Révolution (1856) escribe, refiriéndose al papel que jugaron los
nes". Pues la configuración (o formación) del "escritor" es el presupuesto de "enciclopedistas" en la Revolución Francesa:
que haya "literatura". El "escritor" es consecuentemente el objeto primario
de cualquier interpretación social de la literatura. En él, no como individua- Los escritores no sólo proporcionaron sus ideas al pueblo que la hizo [la
lidad, en lo que él pretende y en lo que lo condiciona y él condiciona social- Revolución Francesa, R.G.G.); les dieron su temperamento y su talante. Bajo
mente, puede desencubrirse la compleja red de la "mediación", esto es, los su larga disciplina, ante la ausencia de cualesquiera conductores, en medio
modos por los que estructuras y posiciones ideológicas sociales se imponen de la ignorancia profunda en que se vivía de lo práctico, toda la nación, al
en la literatura. Si la sociología empírica ha renunciado hasta ahora a exami- leerlos, concluyó por adquirir los instintos, el ademán intelectual, los gus-
1
nar la formación ~el ~~scritor", ello se debe a su interés científico, que exclu- tos ... de los escritores ... (Oeuvres completes, edición definitiva de J.P. Mayer,
ye todo proceso histonco. Por otra parte, un historiador como Bruford, que París, Gallimard, 1952, t. II, p. 200).
,1 se ha ocupado del tema en Culture nnd Society in Clnssicnl Weimnr (Cambrid-
ge, MA, University Press, 1962), cuenta con una larga prehistoria de la for- Es la tradición de respeto social ante el escritor. Pero esa inversión no fue
mación de la institución o "vida literaria", de modo que su interés se satisfa- general y no tuvo causa semejante a la comprobac~ón de Tocqu~ville. Esa
ce con el análisis de ciertos momentos culminantes de esa tradición, es decir, inversión se debe más bien a un estadio de tránsito tle la sociedad que
de algo que para Europa es un a priori o una forma evidente y regular de la cabría designar como el tránsito de una socied~d teocrática~ una socie~~d
cultura. civil. Así, el "funcionario-escritor" de la Colorua (en gran numero eclesias-
Hispanoamérica no cuenta con esa tradición. Los rudimentos de "vida tico ), el "clérigo" fue sustituido por el "laico" y el prestigio social del pri-
literaria" o de la institución literatura que se asentaron en la Colonia no mero, esto es, el del "pastor de almas" pasó al segundo.
penniten hablar de una tradición constitutiva, semejante siquiera lejanamente
a la europea y hasta a la peninsular. Faltó para ello la discusión crítica, faltó
la asimilación de la tradición griega y latina, faltaron las heterodoxias faltó
Con todo, esta hipótesis sólo se odrá co · d e re . nte con 1
más detalle or a re acwn entre la " rofesionalizaciór: del escr
"división del traba"o", es ecir, orlos momentos antenores al ue
" y. la l
el humanismo. Los rudimentos de "vida literaria" correspondieron n; sola- e I uez reña. ¿ ue significó esta re ación, supuesto el caso de que la
mente a la "sociedad nueva" sino tuvieron su causa en el doble fervor de la hubo? De la numerosa, contradictoria y no pocas veces casuística literatura
C?rona, es d~cir,_ m~ntener la pu~eza de la fe e impedir el ascenso de los sobre las causas de la Independencia se puede deducir que un moto~ ideo~~­
cnollos. Las mshtucwnes educativas y las fundaciones de Universidades gico esencial fue la sustitución o, si quiere, la influe~cia d~l comple!o pohh-
encontraron su límite en el n:an~enit_niento de la pureza de la fe, garantizada co-filosófico de la Revolución Francesa. Pero esta evidencia carecena de va-
ya por el hecho de que esas mshtucwnes estaban en manos de órdenes reli- lor de conocimiento si se limitara a fijar las fuentes y si se redujera a encon-
giosas. trar en esas fuentes (que no son solamente las inmediatas francesas, sino
Los rudimentos de "vida literaria" obligan a centrar el análisis de la histo- anteriores inglesas) los modelos de organizaci~n políti~a de las nuevas Re-
ria de la literatura hispanoamericana después de la Independencia en la públicas. Pues detrás de esas fuentes~ de esas mflu_enClas, se encuentr~ un
figura del "escritor", pues éste es el motor de la constitución de una "vida pensamiento filosófico secular, es deCir, un pensa~ruento que preter:de libe-
literaria" que supera esos rudimentos. Como en todo proceso en el de la rar a la filosofía de la tarea que le impuso la Iglesia en la Edad Me~ha y ~t;e
const~tución de la "vida li~eraria" hispanoamericana, aquélla ~onserva ne- se conoce bajo la fórmula "philosphia ancilla theolo~iae es~" ·.~sta hberacwn
cesanamente rasgos esenCiales del momento anterior colonial, como el del condujo a la autonomía de la razón, que Kant postulo y defiruo en su famoso
"fl;ncionario-escrit~r" (el capellán humanista como Carlos de Sigüenza y escrito de 1784 "Respuesta a la pregunta: ¿qué es la Il~str~ción? Con estas
9ongora) no e dusivo de Hispanoamérica, pero que allí creó la figura del palabras: "Ilustración es 1~ salida del hon:bre de ~u mmona ~e edad, de 1~
hombre de 1 tras-político", cuya desaparición causada por la "división del que él es culpable. Minona de edad es la mcapaCldad de servirse de su en.
trabajo" la1penta el platónico Pedro Henríquez Ureña. Pero estos rasgos se tendimiento sin la dirección de otro" (reproducido en G. Funke, comp., Dte
van transfo;rmando en el curso del proceso, más aún, se invierten de modo Aufkkirung, Stuttgart, K.F. Koehler, 1963, pp. 103 ss.; esta ~tol~gía fa_cilita ~f.
que el "fun~ionario-escritor" (el funcionario que por serlo puede ser escri- comprensión de la mejor obra sobre ese p~ríodo ~e la hi_stona ocCiden~a~
tor) se c<;mvie~te en el "escritor-funcionario" (el escritor que por serlo llega a Peter Gay; The Enlightenment: An Interpretafzon, t. l: The Rise ~f Mod~r~
ser funcwna~w, saltando todas las convenciones, como lo ejemplifica el hijo ganism" (Nueva York Alfred A. Knopf, 1966); t. 11: "The SCience 0 ree-
natural de ongen humilde pero reconocido gramático casticista Marco Fidel dom" (Nueva York, AÍfred A. Knopf, 1969). Con la mención de esta obra se
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pretende simplemente invitar al lector a que profundice lo que se dice de ladones con la sociedad, porque ese motivo forma parte del texto, ha sido
modo excesivamente sumario en las líneas anteriores). Detrás de esas fuen- entretejido en el texto. . . . . . .
tes se encontraba la autonomía de la razón, el postulado de ella. Y no cabe El punto de partida de una h1stona social ~e 1~ ht.eratura hispanoameri-
duda de que ese fue el signo que presidió la Independencia hispanoameri- cana es el escritor porque su tarea se concentro prmCipalmente en crear una
cana. Como se sabe, el empleo no solamente despertó resistencias conside- "vida literaria", en complementar, modificar y superar los rudimentos de
rables sino trajo consigo evidentes ambigüedades. No son las ambigüeda- "vida literaria" que heredó del pasado colo~al espa~~l y porq~e es~ tarea
des socia~~s y políticas, sino también las ambigüedades que caracterizan la consistió además en introducir en la vida soCial y pohtica la racwnahdad.
form~lacwn del proyecto de "racionalización" que se entendió de manera
negativa, es decir como una contraposición al pasado colonial español. Esa
concepción negativa de la "racionalización" tuvo como necesaria consecuen-
cia la ~nc~l?acidad de consi?erar el pasado colonial español como una reali- El tipo y consideraciones terminológicas
dad h1stonca de la que hab1a que partir para superarla, en vez de enfrentar-
se ~ ella. Sólo ~ndrés Bello la tuvo en cuenta, pero su obra constructiva Para trazar un primer esbozo ~el escritor hispanoa~;~ica;;o d~spués de
r~~10nal tropezo con las res.e,rvas de quienes pretendían continuar la revolu- la Independencia es preciso trabaJar con el concepto de t~po . BaJO e.l non;-
CIOn despues de la revolucwn, es decir, romper el continuum de la historia, bre de "tipo ideal" o "tipo puro", Max ~e?er lo intro~UJO e!lla ~ocwlog1a
en vez de asegurar y fortalecer lo que había logrado la Independencia. Por con la intención de superar la contraposiciOn ent~~ teona e his~o~Ia. Son co-
eso se le reprochó ~u. ".conserva~urismo" y su "hispanismo" en polémicas nocidos popularmente los "tip.os de ~om~o,legitu~o:' : el tradiC!onal, el ~a­
contemporaneas y JUICIOS postenores que sólo demuestran las dificultades cional, el carismático (de esta t1polog1a denvo el pohtologo espanol FranCis-
que deparaban a la introducción de la autonomía de la razón quienes se co Javier Conde la legitimación del"cau~illo" carismático Fr~nco), que son
consideraban a sí mismos como sus representantes y portadores. "tipos puros" y los "tipos del ~ctuar soCial: uso y c~stumbre (Max Weber,
Con todo, las ambigüedades y vicisitudes del proyecto de "racionaliza- Wirtschaft und Gesellschajt, J, Wmckelmann, ed., Tubmga, S. C.~ ..M o~, 19,?6,
~ió~" _n~ i~plican ~na con~ideración del proyecto desde un punto de vista pp. 157 ss. y pp. 20 ss. respectivamente). Este concepto de ~po Ideal o
epi~Odic~ , es ~ecrr, eruditamente anecdótico que se detenga más en las "tipo puro" ha provocado una larga y contrad~ctoria controversia, entre otras
ocasiones mmed1~tas de la resistencia y la ambigüedad que en el proceso causas porque Max Weber no lo presenta uruvocamente y porq~e hay des-
del.proye.cto o:, mas exactamente, :n los resultados del empeño. La "crítica plazamientos de acento en el decurso del ~;sa,rrollo.del pe~~a~ento webe-
al Sicolog¡smo con la que Husserl mauguró sus Investigaciones lógicas (1913· riano. Pese a ello, y tras largo rechazo del metodo Ideal-tipico , la renova-
la _l:ctura del primer tomo de esa obra, al menos, en el que se encuentra es~ ción de la historiografía social y de la sociología lo ha rescatado. Wolfgang
cnhca, es re~o~endable a los "filól~gos" por la estricta manera de argumen- Mommsen, uno de sus representantes, asegura:
tar, que se distingue por su ausencia ejemplarmente en la "Escuela de Ber-
lín") sepa~a el pensamiento de su motiva~ión sicológica, lo que significa que El Método 'ideal-típico' generó la construcción de modelos de acción social
un e!lunc1ado o una suma coherente (o mcoherente) de enunciados no se y de estructuras sociales bajo el punto d~ vista d~ s~ .signifi~ación para el
exphc~ ~or el recurso a la motivación sicológica. En su crítica a la teoría del hombre del mundo moderno ante un honzonte h1stonco-uruversal de am-
cono.cu:n~~nto de Kant, apuntó el joven Hegel aforísticamente: "Se cita con plitud hasta ahora no lograda, en una forma que para la investigación ~tu­
ad~racwn a K.ant porque enseña a filosofar, no filosofía; como si alguien ra seguirá siendo directivamente orientadora tanto en el campo de la histo~
e!lsena:,a a carpm.tear, pero no a hacer una mesa, una silla, puertas, un arma- riografía como en el de las ciencias sociales ... (Mnx Weber. Gesellschnft, Pob-
no, etc. (Hoffme1ster, Documente z':' Hege!es Entwick!ung, Stuttgart, Fr. From- trk, Geschichte, Francfort/M., Sutirkamp, 1974, p. 232; trad. castellana en la
mans Verlag, 1936, p. 371). Lo que Importa es, pues, el resultado, es decir, lo serie "Estudios Alemanes", Barcelona, Alfa Ibérica, 1978).
que revelan los textos. Pero esto no implica una lectura inmanmente de ellos.
El t:~to ~~smo impide toda lectura inmanente. Lo que se pretende con esta "Construcción de modelos" dice esta justa reinvindicación del"méto~o ideal-
clanficacw~ es poner de presente que las ocasiones a que da lugar un texto típico": ¿en qué consiste esta "construcción"? "Tipo ideal" no es u_n tipo nor-
s?r: menos Import~tes para lo que el texto expresa que los elementos sico- mativo, no es un modelo que ha de seguirse. Tampoco ;s. un gen~ro en ~1
l~gicos de esas oc~swnes. Un ~exto autobiográfico como Recuerdos de provin- sentido tradicional de la definición, esto es, "género proXImo Y diferenCia
Cia pss~).de Sarmiento, por eJemplo, sobrepasa la intención anecdótica au-
específica".
tobwgrafica y revela la con~iencia social, es decir, la comprensión de la per-
sona Yde.s~ papel en la sociedad. Conocer el motivo que movió a Sarmiento Dentro del actuar social se pueden observar regularidades de hecho, es
para escnbu esa obra no modifica esencialmente la comprensión de sus re- decir, decursos de actuar difundidos en numerosos actores que en un sentr-

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62 EL INTELECTUAL Y LA HISTORIA • Rafael Gutiérrez Girardot La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX 63

do intencionado típicamente igual se repiten en el mismo actor (o eventual- en el sentido de político, sino pública y política como escritor: es el "intelec-
mente de modo simultáneo). Con estos tipos del decurso del actuar se ocupa tual".
la sociología, a diferencia de la historia como la subordinación causal de con- Por "intelectual" entiende Edward Shils
textos individuales más importantes, más destinacionales (op. cit. 4, p. 23).
...algunas personas [que "hay en toda sociedad", R.G.G.) con una sensibili-
Estas repetic~~nes o regularidades constituyen el fundamento empírico para dad insólita para lo sagrado, con una capacidad de reflexión desacostum-
la construcc10n del modelo o del tipo, que no elabora la totalidad de las brada sobre la naturaleza de su universo y sobre las reglas que gobiernan
características sino asume sólo aquellas que desde el punto de vista de un su sociedad. En toda sociedad hay una minoría de personas que, más que
determinado planteamiento son propias en modo específico de un determi- la mayoría corriente de sus miembros, indaga y desea estar en comunica-
~ado fenómeno. Esta determinación del "tipo" es sumaria y excluye necesa- ción frecuente con los símbolos que son más generales que las situaciones
namente la consideración de problemas lógicos así como el desarrollo deta- concretas inmediatas de la vida cotidiana y se aleja en su referencia tanto en
llado .Y ~omplejo del concepto en Max Weber. Pero para el propósito de este el tiempo como en el espacio. En esta minoría se da una necesidad de exte-
trab~J? 1mp~rta destaca~ dos aspectos: el "tipo" se construye sobre base riorizar esta indagación en discurso oral y escrito, en expresión poética o
empmca, re~stra determmadas regularidades o repeticiones y pone el acento plástica, en escritura o reminiscencia histórica, en realización ritual y en
en la~ :propiedade~ que desde el punto de vista de un planeamiento son actos de culto. Esta necesidad interior de penetrar más allá de la pantalla de
específicas del feno1_11~no. A esta selección de las características del tipo se la experiencia concreta inmediata, caracteriza la existencia de los intelec-
agrega que las repeticiOnes no se registran horizontalmente, es decir en for- tuales en toda sociedad. (The Jntellectuals and the Powers and Other Essays,
ma atemporal, sino que se las busca en el decurso histórico. Esta modifica- Chicago Press, 1972, p. 3).
ción o, si se quiere, abreviatura del tipo ideal de Max Weber está condiciona-
da por el hecho de que se pretende examinar un proceso de formación o Aunque esta determinación del "intelectual" sucumbe al peligro -hoy
responder a la pregunta que suscita la afirmación de Henríquez Ureña, esto sublime hábito del supremo esfuerzo de "teorizar" -de "oscurecer", es de-
es, a la pregunta por un decurso histórico. cir de convertir la suma (2+2=4) en un párrafo involuntariamente barroco,
"Los hombres de letras se convirtieron en periodistas o maestros ... ": esta
frase incita a clari~c~c~ones termin~lógicas. "Hombres de letras" no equiva-
aunque con intención antibarroca (¿será eso la contribución i~alme.nte n;-
voluntaria del "realismo mágico" hispanoamericano a la sobna soCiolog¡a
le en el contexto histonco-cultural hispanoamericano al término francés hom- europeo-norteamericana?), puede deducirse de ella lo si~ente: los "inte-
me_ de lettres, cuya especificidad gala parece ser intraducible, pues dicho tér- lectuales" son una minoría que reflexiona sobre lo que no qmere o no puede
mmo se emplea en otras lenguas para caracterizar al autor social y literaria- reflexionar la mayoría. Escrita en 1972, esta comprobación elemental era para
mente soberano como Montaigne o Voltaire, a quien se mueve con soltura y la prole de la burocracia fascio-leninista, para los demócratas populistas,
elegancia ~n los más ~ive.rsos campos del saber. Este homme de Iettres supone para los caritativos sentimentales, una profesión de reacció~. Por otra parte,
mundaneidad, es decir, hbe.r tad de pensamiento, serenidad, gozo de las le- ciertas palabras como "símbolo" o "lo sagrado", comprensibles en,su mne-
tras por lo que ellas transrm~en de saber y de duda. Jorge Luis Borges sería cesario y poco feliz intento de abstraer, pueden favorecer el eqmvoco de
en el mund~ de lengua esp~ola el_representante hispanoamericano supre- agregar al pecado antipopulista de ser minoría el t~rrible samb.enito de ase-
mo de este tip? ~ada vez mas extrano en la era de la inflación terminológica, mejarse a un clérigo. Cierto es que el ex-famoso libro La trahzson des clercs
del anacoluto InJertado con la tautología ampulosa. Ese homme de Iettrres no (París, Gallimard, 1927) del olvidado Julien Benda podría corrobor~lo. Pero
lo.c?noció ni la Colonia ni la Península. Hombre de letras podría designar al una lectura del libro liberará al "intelectual" de semejante samberuto. Pues
aficiOnado a las letras. El aficionado a las letras sería principalmente el autor lo que Benda reprocha al "intelectual" es que no sea clerc, es decir, que ~e
de l.a ~:poca colonial. En el siglo pasado el hombre de letras aprovecha las haya politizado (en vez de clerc hubiera debido escribir ermite). Y la ~as
P.~sib~hdad.es de l~ nue":~ situa~i?n y si no se J?rofesi~:maliza ejerce su voca- noble politización del homme de lettres, del escritor y del profesor fue precisa-
Cion hterana con mtenc~on pohtica en el sentido mas amplio del término. mente la que extendió y selló la partida de bautizo del "in~electual": el lla-
No en todos los casos, Ciertamente, pero sí en los significativos. No lo hace mado "Manifiesto de los intelectuales", que redactaron y firm~ron. en 1898
pues gracias al ocio y la libertad como el homme de Jet tres sino al servicio de los novelistas Ernile Zola, Ana tole France y Marcel Proust, el histonador de
la~ n~evas Repúblic~s, y eso le da ~~a función pública. Tal función y acción la literatura francesa Lanson, el gramático Brunot, el historiador Ch. Seigno-
publica~ y la. reg~la;,Idad de la actividad constituye un paso previo para la bos, el historiador de la filosofía y autor, más tarde, de una clásica monogr_a-
~rofe.s!onahzac10n del hombre de letras: es el "escritor". Y la primera cul- fía sobre Nietzsche, Ch. Andler, el helenista V Bernard entre muchos mas.
mmaCion de ese proceso es el del escritor cuya acción no es pública-política Protestaron del antisemitismo chauvinista con el que se condenó por espio-
naje al oficial judío Esterhazy por el simple hecho de ser judío. Protestó la
64 EL INTELECTUA L Y LA H ISTORIA 0 Rofoe/ Cutítfrrez Cirardot La jrmnacíón del íntelectuaf hispanoamericano en el siglo XIX 65

"élite" no solamente contra su más radical antifigura, el cuartel, la razón con "ilustrar" y" criticar" sino que pretendía enseñar. La razón y la ciencia al
contra el grito de chimpancé que emiten los Anacrónicos y contra eso que servicio de la ilustración condicionada por los intereses de la Iglesia y el
llaman el "pueblo", en cuyo nombre y para su beneficio dijo el eclesial Le- Estado, significaba una limitación que practicó el absolutismo ilustrado pe-
nin: "Los intelectuales siempre deben ser tratados con puño férreo" y que en ninsular: "todo para el pueblo pero sin el pueblo", como reza la fórmula de
la revolucionaria Francia ya ejercía el fascismo antisemita (ese contexto lo este procedimiento involuntariamente prerrevolucionario. Para Fernández
exploró y recordó Zeev Sternhell, de la Universidad de Jerusalén, en La droi- de Lizardi ya no valía esta "ilustración" condicionada. La razón y la ciencia
te révolutionnaire, 1885-1914, Les origines franraises du foscisme, París, Ed. du estaban para él al servicio de la "ilustración" del "pueblo". Pero sería falso
Seuil, 1978 y en Ni droite nigauche, L 'tdéologiefosciste en France, París, Editio- deducir de ahí que Fernández de Lizardi concibió el "pueblo" en sentido
nes Complexe, 1987). político revolucionario, es decir, como masa militar y políticamente moviliza-
El estudio sociológico del "intelectual" ha incluido más tarde a las profe- ble, como "proletariado" avant la lettre. En su ensayo sólidamente francés,
siones liberales, y entre ellas al escritor. Pero la primera acepción de "inte- "La crítica del sistema colonial de la Nueva España en El Periquillo Sarnien-
lectual" es la del escritor politizado. Esa acepción y esa figura son el objeto td' (recogido en sus ttudes américaines, Burdeos, Editions. Biere, 1980, pp.
de este trabajo. 161-172) aseguró Noel Salomon:

Sin embargo, aunque acudió tardíamente a la 'crítica de las armas', no fue


lo mismo por lo que atañe a las 'armas de la crítica'. Estas sí que las esgri-
l. Razón, ética y público: José Joaquín Femández de Lizardi
mió desde el principio del esfuerzo acometido por el pueblo mexicano por
liberarse de la tutela colonial de España. Lo hizo en cuanto intelectual 'ilus-
Aunque una erudición polvorienta haya querido relativizar, cuando no trado' y de una manera lo bastante atrevida para acarrear su encarcela-
refutar, la afirmación de que El Periquillo Sarniento (1816) es la primera nove- miento varias veces. Por sus escritos satíricos nuestro autor no dejó de po-
la hispanoamericana desenterrando novelas inéditas, lo cierto es que sigue ner en duda algunos aspectos de la sociedad colonial. Por lo tanto, El Peri-
siendo la primera novela hispanoamericana impresa y divulgada que ade- qurlfo Sarniento merece ser estudiado desde este punto de vista (p. 161).
más dio un salto en la forma de presentación de la obra: la de la "novela por
entregas". Apareció dos veces por semana, los martes y los viernes. Cierto ¿Desde qué punto de vista? Las frases "crítica de las armas" y "las armas de
es que en España el Coronel José Cadalso había dado a luz por entregas sus la crítica" lo delatan: el marxismo. Pero en realidad es un marxismo verbal
Cartas marruecas (1789), pero este antecedente se diferencia del procedimiento porque la frase de Marx, de la que se toman estas palab~a.s (Sobre la crítica ~e
que empleó su lector mexicano en que el moderado crítico español supues- la filosofía del derecho de Hegel-1844--: "El arma de la cntica no pue~e susti-
tamente prerromántico no tuvo que ocuparse con el problema de la "finan- tuir ciertamente la crítica de las armas ... "), no es en modo alguno aphcable a
ciación" de su tímida criatura (se publicó en el periódico Correo de Madrid, Fernández de Lizardi. Este no fue revolucionario y su crítica a la sociedad
que no por la publicación del ilustrado Coronel dejó de llamarse, como hu- colonial fue una crítica no específicamente política, sino una crítica didácti-
biera correspondido a las luces mortecinas del desdichado, "Correo de los co-moral, de la que se deducía no una revolución política sino una reforma
Ciegos de Madrid") en tanto que el "meramente" mexicano tuvo que ocu- moral y cultural. Este propósito modifica esencialmente el concepto de "pue-
parse de ella: el procedimiento de la "suscripción" es indudablemente una blo" del absolutismo ilustrado, pues para Fernández de Lizardi no puede
creación entonces insólita de Fernández de Lizardi. tratarse de "todo para el pueblo pero sin el pueblo", sino simplemente de
Esta diferencia de la forma de publicación entre el ilustrado Coronel o el "todo para el pueblo y por el pueblo". El "pueblo" sin embargo se definía de
ilustrado Fray Benito Jerónimo Feijoo y Fernández de Lizardi es reflejo in- modo negativo y a la vez más diferenciado: era la mayoría analfabeta de la
dudable de una diferencia más profunda en el pensamiento y la actitud de sociedad; analfabeta no sólo en sentido educativo sino en sentido moral,
estos tres hijos hispánicos de la Ilustración europea. Feijoo combatía princi- que por lo tanto incluía a todos los estratos. Una reforma moral d_e toda la
palmente la superstición y los sistemas caducos de enseñanza y pretendía sociedad debería comenzar lógicamente por la educación. En los numeros 7,
"i~ustrar" con la comunicación de los progresos de las ciencias a sus compa- 8 y 9 de su periódico El Pensador Mexicano (1814) esbozó Fern~dez .de L.i-
~notas. El propósito de Cadalso era ambiguo, pues al mismo tiempo que zardi un programa concreto para la organización de la ed~caciOn pnman.a
mtentaba replicar a la famosa carta anti-España de las Lettres persanes de -válida para todos los demás grados- que, dicho sumanamente, garanti-
Montesquieu, criticaba ciertos vicios sociales como el ocio, pero su crítica y zaría la "ilustración" (o "instrucción", como se dijo también) de la "inmensa
su "ilustración" tropezaron, como la de Feijoo, con la Iglesia y el Estado y, mayoría". El programa postulaba la "profesionalizac;:ión" de los .d_ocentes
como lo confiesa Cadalso en la introducción de sus Cartas se abstuvo cons- (sueldo que les permita vivir con ~ecoro: correspondiente for.maciOn espe-
cientemente de provocarlos. Fernández de Lizardi en cambio no se satisfacía cializada), la enseñanza gratis y obhgatona y la ayuda econom1ca del Estado
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E L INTELECTUAL Y LA H ISTORIA • Rofoel Guh"érre;z Girardot La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX 67

para los más pobres; proponía un reforma de los , -


en el contexto presente que no es ed , . m_etodos de ensenanza que, político que surgió en Inglaterra y en Francia en el siglo XVIII como manifes-
(se encuentra un resu~en de él e ~ L ~g~gico, _no tiene relevancia inmediata tación de la emancipación de la burguesía. El fuerte acento político excluyó
Ferntfndez de Liznrdi (El Pensndo~.M~~cn~~zaleZ; <?bregón, Don foséJoaquín en la larga y variada historia ~el concepto (general opinion, public spirit,
42; 1888). El programa de alfabetiz . , ' Mex1co, Botas, 1938, pp. 40- publtC opinion, opinion publti¡ue, Ojfentltchkeit) la relación con la "expresión",
. d aaon era más que .· . b .
Cla e que el Estado que iniciaba . . eso, rmp1Ica a la exigen- y tan sólo con la "sociología de los medios de comunicación" (Lazarsfeld) se
Independencia, fuera coherente· qu~~:;sh~alón, esto es, el nacido de la encuentra una posibilidad de recuperar el planteamiento general de Mada-
una "opinión pública". . ara e as condiciones para formar me de Stael, Tocqueville y Adam Müller. Pero esta recuperación tropieza
con la dificultad de que la "sociología de los medios de comunicación" se
ocupa en primera línea con la radio, la prensa, la televisión, el cine, etc. y no
Excurso sobre el concepto de "opinión públtCn " con la relación concreta entre "opinión pública" y "expresión", sino con la
difusión de un determinado tipo de literatura, la "literatura rosa" o "tri-
, Aunque una lectura del libro de Madam d .. . , vial", que puede escribirse independientemente de la "opinión pública",
ree dnns ses rnpports nvec les instit t . . ; e Stael, De In ltternture constdé- que puede ser un instrumento eficaz de la "manipulación" y, consiguiente-
Améni¡ue (1864) de Alexi·s de ..,., u tOn~llsoctntes (1800) o de De In démocrntie en mente, falsificación de ella. A eso se agrega el hecho de que el concepto y la
· 10cquev1 e o de D. d. ·
ctn_y su decadencia en Alemania (1812) del e oce -~~cursos sobre In e/ocuen- praxis de la "opinión pública" surgieron en sociedades cuyos presupuestos
Muller pone de presente la significacióK dnsa~?r ~o~!íco :on.se~;ador Adam culturales y políticos eran radicalmente diferentes de los hispánicos. De ahí
ratura en particular y aunque J .. H be la opmwn publica para la lite- que la recuperación del planteamiento de Tocqueville, Madame de Stael y
. ' urgen a ermas dil ·d '
pnmer libro, La estructura de In o . . , , . UCl o ese concepto en su Adam Müller debe tener en cuenta esta situación especial y especificar lo
he0o de que esa problemática c:'::~n:eutltcn (!962), llama la atención el que se entendió en esos siglos por "opinión pública": es el derecho de cada
te~,da en cuenta ni por la "Escuela de Ber~~?ci.edad m~derna no ha sido individuo, como ciudadano, no como súbdito, de formarse una opinión pro-
cas . Tanto Madame de Stael com 11 ·u ru por la Escuela de Cara-
1
pia sobre las cuestiones del gobierno y, mediante la expresión de esa opi-
r.on una relació~ entre los "países ~br~~9u~~ " e Y Ada~ ,~üller ~stablecie­ nión, de participar en el proceso social-político de la formación del juicio
libertad de asociación y la "retóric "· 1 Y., elocuencia , es decu~ entre la sobre aquéllas.
la ve~, como producto y presupue~t~ r~e~~~~¿ue Adam ~?ller f~rmuló, a
comun, una cierta fe una conf go, esto es, ...un Cierto aire
justicia". Sin esta com'unidad nolhanza, ub~ terre~o común de la verdad y la *
.
miento del gobernante " A la ca ay go . d1erno' s1no " un fr'10, solitario pensa-
- . ···
1a retonca atribuyó Adam Müll · renCia
d
e est d 1·ál
e ogo, del presupuesto de
1 El breve período de vigencia de la "libertad de imprenta" consagrada por
alemana de su tiempo ("un .ere d~sarrollo característico de la literatura la Constitución de Cádiz de 1812 (4 meses en México) fomentó diversas
t d") a Cierta Iscrepancia t l
a . A esa carencia alemana contra one .. ,en re e querer y la facul- publicaciones, entre ellas, la más influyente, esto es, El Pensador Mextcano de
t~ _forma fundamental de la vida ú~ . Muller ~1 a~~er~o sobre una cier- Femández de Lizardi. Pero esta circunstancia no significa que con la liber-
cwn del "diálogo británico" (fwó(fm;a ~la Conshtucwn) que es la condi- tad de imprenta se constituyó ya la "opinión pública". Para que haya opi-
Sa~mhung Insel, 1967, pp. 51, 50 53 ~:~· · Francfor~(M., W. Jens, ed., nión pública es preciso que haya quien sepa formarse y pueda expresar un
utilizan el concepto de "opinión '-b/ " l ame de Stael y Tocqueville no juicio, y esto lo podía sólo una minoría. Por eso, Femández de Lizardi esbo-
Iler usa el concepto de "vida úb~ca~~a ~ a desc~iben s~mariamente. Mü- zó su programa de educación gratis, obligatoria y popular. El programa no
contexto equivale a "opinión p~bl" " pq e es mas amplio, pero que en el era un proyecto aislado, sino que, concomitante con sus polémicas y sus
ca" ejerce una influencia deci.si·va leca 1. "ero par~ los tres, la "opinión públi- periódicos y folletos, era un programa de ilustración social, esto es, de crear
n a expresión" S ·
~eros 'l~e establecieron esta relación u . . · on, sm duda, los pri- los presupuestos (la educación) de la "opinión pública" y al mismo tiempo
hva pohhca. Recientemente se h :Y q e lo hicieron desde una perspec- ponerla en marcha. A este propósito no lo invalida el hecho de que la fecun-
tura el concepto de "opinión p 'bali?cunl.ado !;'ara la historia social de la litera- didad literaria de Femández de Lizardi no era exclusivamente filantrópica .
rntu E. · u ca 1terana" (Glaser n
R r. me Sozinlgesch1chte, artículo d G L ' ~omp ., u eutsche Lite- En su solicitud de licencia "para hacer representar unas comedias de niños"
owohlt, 1980, t. 4 p 72 ) e : eppert, Rembek bei Hamburg confiesa: "Que acosado de mis escaseces y pensando en algún arbitrio ho-
problemático" y "l~ q~e éÍ ~~~~mo dice el au!or, "el término mismo e~ nesto que me socorriera ... persuadido que este arbitrio podía no sólo ayu-
depende de la época de la ~o puede .decrrse de modo general sino darme a mantener mi familia, sino proporcionar al público algunas venta-
cepto es problem 'ti y s respectivas relaciones sociales" (p 72) El jas ..." (reproducida en González Obregón, ya citado, p. 149). Las "escase-
a coporque"o · ., ' bl' · . con-
prmon pu Ica" es un concepto sociológico y ces" personales del Pensador mexicano no sólo no invalidan su propósito de
EL INTELECTUAL v LA HISTORIA • Rafael Cutiérrez Cirardot La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX 69
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ilustración social sino destacan un aspecto fundamental de la "opinión pú- irritantemente falso el terco hábito miope de q~erer ver en E~ Periqu(llo Sar-
blica" del escritor: ya no depende, ni puede depender del mecenazgo sino de nt'ento un espécimen mex_icano ~t; la novela p1~aresca espanol~ . C1erto es
su propio trabajo. Por lo cual el "hombre de letras" colonial que ejerce la que Fernández de Lizard1 .conoc1? la obra de D1ego de Torr:s Vlllarroel (el
literatura gracias al ocio, es sustituido ejemplarmente por Fernández de Li- lema del Periquzllo es una Clta d~l ~lustrad? quevedesco espanol), cu~a au~o­
zardi para quien las letras fueron producto del trabajo, en el sentido econó- biografía Vzda, ascendencia, naczmzento, cna~za y aven~uras (17,~3) e~ta escnt~
mico de la palabra, esto es, como fuente del sustento familiar. , un esquema muy próximo al de la novela p1caresca . El remordl-
Sería alucinantemente leninista suponer que con esta concepción y praxis se gun ·
· to" de sus "malas costumbres y distraccwnes · " d e es tud'1ant e, su b ur1a
m1en h d · t 1 · .,
de la literatura como producto del trabajo, Fernández de Lizardi formaría de los estudios, la cronología biográfica de la ora esp1er ~ .a rmpre.swn
parte, como antecedente, del capítulo sobre el ingreso de "los poetas moder- r;;·_;" de Torres Villarroel suscitó, en parte, El Penqutllo Sarnrento.
d e que 1a v 1tuu . , .d , "
nistas" en" el mercado económico". Cierto es que esta praxis de la literatura Hasta bien entrado este siglo, esta autobwgrafía se cons1 ero c~m~ n<;>ve1a
de Fernández de Lizardi permitiría a cualquier marxista de a céntimo ase- picaresca". Ni esa Vz'dani El Periqutllo Sarnient'! lo son: ¿~onlolem1ca disfra-
gurar que Fernández de Lizardi concibió la literatura como "mercancía", zada de autobiografía y de novela? ¿Pero que es polem1ca.
con lo cual se desbarataría leninistamente la tesis leninista de Noel Salo-
man. Pues aparte de que el concepto de "mercancía" con que operan los
marxistas lectores de las traducciones de El capital no corresponde en modo Excurso sobre el concepto de polémica
alguno a la plurivocidad del concepto original (cap. 1), lo que es evidente en
esta praxis de la literatura de Fernández de Lizardi es el hecho simple de No cabe duda de que el concepto de polémica carece de su~cient~ ,digni-
que desde su perspectiva didáctico-moral ilustrada él rehabilita la" ética del dad como para que la ciencia de la literatur~ lo tenga ~n cons1~e~ac10~. No
trabajo" y la contrapone a la "ética del honor". Esta contraposición preside se halla registrado en la gran mayoría de mtroducClc:n~s, d1~~10nanos Y
la discusión sobre el destino profesional de Periquillo, ya en el capítulo III manuales de ciencia literaria, y tampoco en los de retonca cl?~1ca (F~nta­
de la novela. La "ética del honor" está representada por la madre, quien nier) 0 moderna (Brooks and Warren). La alte:catio de la ~et?nca antigua
invoca su linaje como mandamiento de que no se le dé" algún oficio mecáni- forense menciona algunos procedimientos propws de .1~ polem1ca, pero ellos
co", de que con ello no se esté "atropellando con su nacimiento". El padre, (" ·d' lum" "iocus") no son generalizables. Esta ormswn se debe muy pro-
en cambio, postula la "ética del trabajo" y asegura que " ... al sastre y al zapa- b:~l~~ente ~ que la ciencia literaria se man~e~e ceñida a la .tríada. ~e los
tero, lo estimarán más en todas partes, que no al hidalgo tuno, ocioso, ra- éneros, en ninguno de los cuales cabe la polem1ca com? configur~c~on au-
piento y petardista ... A más de esto, quién te ha dicho que los oficios envile- fónoma. La poética de Emil Staiger, que funda.l,os tres ~;neros tra.d~c~onale~
cen a nadie?" (edición de J.R. Spell, México, Porrúa, col. "Sepan cuantos ... ", en tres actitudes (interiorización, representae1on, tenswn), p~~tína com
pp. 28 y 30). lementarla con otras actitudes propias del ensayo o _la polermca: Pero el
Esta rehabilitación del trabajo manual tuvo en España causas no sola- ~omplemento tropezaría con la dificultad de que habna qu,e .combma~ esas
mente ideológicas o racionales sino urgentemente económicas, que confluían y otras actitudes para que correspondan a la v.arieda~ genenca ~e la hter~­
con el lento fin del régimen señorial, fundado en la "ética del honor". Y en tura moderna. En sus fragmentos "Sobre las d1ferene1as ~e los gener?~ ~oe­
este contexto general, la rehabilitación de los oficios "mecánicos" o manua- ticos" "Cambio de los tonos" esbozó Holderlin las diVersas posl~llida­
les contribuía en México -donde se mantenía el régimen señorial- a di- des d/esas combinaciones de los talantes fundamentales, como llamo a las
fundir la necesidad de una "opinión pública", es decir, de una sociedad no actitudes. Pero el problema que se planteó y que, al parec~r, no h.aylant.ea-
jerárquica, cuyos miembros tengan por eso igual derecho y dignidad pro- do de modo suficiente la ciencia literaria es el de la reconflguracwn ,Y .dife-
pios y adquiridos, sin lo cual no hay "opinión pública". renciación de los géneros literarios. Holderlin operaba con l?s tradlCl~~a­
Spell asegura en el prólogo a la edición popular de El Periquillo Sarniento les pero el hecho de que ya no los entendía como ~ormas sm~ como ta-
("Sepan cuantos ... ") que Fernández de Lizardi escribió centenares de folle- la~tes fundamentales" (lo ingenuo, lo ideal, lo heroiCo), es decu, a~tropo­
tos, de los cuales quedan unos doscientos cincuenta. Los títulos que registra lógicamente, indica que él tenía conciencia de ese probl~ma de estu~; r~­
González Obregón (a juzgar por la fecha del comienzo de esa actividad que mántica. El concepto de polémica está estrechamente hgado al de opl-
da Spell, esto es, 1811, la lista de González Obregón es incompleta, pues ., 'bl' ca" en el sentido que adquirieron estos dos conceptos de Kan~.
cmruenza con 1820) son polémicos en su generalidad y la temática es "to- ~~~l~~ól~go a la primera edició~ ~e la Cr~'tica de la razón pura (1781~ escn-
tal", es decir, se refiere a casi todas las cuestiones de la vida social. ¿Significa b', K ten una nota a pie de pagma (acCidentalmente, con un ~shlo ele-
esto que Fernández de Lizardi fue un "protoperiodista" "generalista", como g~~lte~ro en él y en los filósofos "sistemáticos" de todos los hempos, y
s~ llama al periodista que trata todas las cuestiones de la vida social y polí- que ejemplificó Borges):
tica actual? Una respuesta positiva a esta pregunta sería tan falsa como es
70
E L INTELECTUAL y LA HISTORIA • Ra'áel Gutiérrt> r . LPformación del intelectual lrispanoamericalto en el siglo XIX
~ .. ~:z vrrardot 71

Nuestra época es la época propiamente tal de 1 , .


terse todo. La religión y la legisla ció t d a cnhca a la que debe sorne- ción y enriquecimiento de la prosa literaria de lengua española (los tres están
su invocación a su sacralidad n ~re en en sustraerse a ella mediante diversamente relacionados con la liberación del "Modernismo"), correspon-
despiertan la justa sospecha cZn~~ ~~=stad respectiva~~nte. Pero pronto de a lo que, en este siglo, determinó como "polémica" el "polemista" y "satí-
gro que concede la razón solame t 1 y no pueden exigtr el respeto ínte- rico" monumental Karl Kraus, semejante a Fernández de Lizardi en la cons-
libre y público (R. Schmidt d ~e abo que ha.p~dido soportar su examen tancia de su actividad publiástica o, más exactamente, en la pasión ética y
p. 7). , e ., am urgo, Biblioteca Fe!ix Meiner, 1952, racional con la que convirtió su vida en "polémica".
Para diferenciarla de la sátira, Kraus deáa que la polémica se dirige con-
"Examen libre y público" que en no b , tra objetos de cierta significación actual en tanto que la sátira quiere atacar el
sacralidad y la majestad de la Igl . m ~e f~ la razon no se detiene ante la tipo general que se muestra en la individualidad en sí insignificante.
"opinión pública" de d . esia y e stado: estos son "polémica" y
. mo o conJunto como pre t ,
d eCirlo con un vocablo de Xavier Z b' . " .
supues os reaprocos o, para
*
El Diccionario de la len ua - u m, reciprocan tes".
del Idioma 'Real Acade~a ::;:~~f' ~la~o~ado P 0 ,r el ~uerpo de Guardia
las siguientes líneas: a e a engua defme "polémica" con La lectura y la "opinión pública" están estrechamente ligadas. Así, es lógi-
co que Fernández de Lizardi fomente la lectura, es decir, la formación de un
Arte que enseña los ardides con que se debe f público lector. Con ese propósito no sólo vendía en una "alacena" todos los
plaza. Puede ser ofensiva y difensivn L f o. ender y defender cualquier periódicos y hojas impresas sino fundó en julio de 1820 una "Sociedad públi-
trincheras, disponer baterías d. . . . .a o ensiva es la que enseña a abrir ca de lectura", en la que se pagaba por la lectura y también por servicio a
sitio de una plaza. La defenstv:~f~ mmas y todo lo d~~ás que conduce al domicilio. Es hoy extremadamente difícil, si no imposible, medir empírica-
derse a sí y a la plaza -2 "' .1 , -'arte C:~n que los SI hados deben defen- mente los resultados de sus esfuerzos. Aunque Carlos María de Bustamante
. · 1eOtogra uogmlihCtl 3 C tr .
sobre materias teoló icas 1' . . . . -. on oversia por escrito refiere que "los escritos del pensador mexicano no sólo se leían, sino que se
1970). g , po Iticas, hteranas o cualesquiera otras (ed. de imprimían en Guadalajara" (citado en González Obregón, p . 48), es decir,
aunque se sabe que Fernández de Lizardi tuvo éxito de público y un público
~sta definición de "polémica" encon , , . lector que no se reducía al de la capital, ello no basta para saber si entusias-
retraso cultural de España" co E trana el benepl~cito de partidarios del mados por sus escritos, sus lectores asimilaron sus suscitaciones y no leyeron
~ficionados a la tautología pom;~sa ~st :~?e~t,c;urtius Y. de los "filólogos" solamente a Fernández de Lizardi sino convirtieron la lectura en hábito. Ob-
hzos peninsulares. La última edició~ ~ 1e Irucwn ~e "cmcelada" por cas- servaciones de Madame Calderón de la Barca sobre lecturas, libros y periódi-
como vocabulario no varió la def . . , e vocabulano castellano admitido cos en la ciudad de México a finales de los años 30 del siglo pasado permi-
Ac;ademia admitió por primera ~~c~~n~¿es~ a q.~e en su composición la ten conjeturar que las empresas de Fernández de Lizardi tres decenios antes
Miembros correspondientes Los Co ndt~Ibucwn de sus ex-coloniales no tuvieron el resultado que correspondía a sus esfuerzos polémicos y di-
.
bIeran · agregar a esta· def' . rrespon
podido Ientes his · dácticos. En la carta XII de su Lije in México (1843) apunta la ejemplar
. ,. IniCian e " ol ' · "panoamencanos
. , d , hu-
aunque resignada y desafortunada esposa del embajador español Angel
Hisp.: Cntica racional al pasado p 1 . p emica esta lmea sumaria:
. · ues en e siglo pasad hi .
que fu e el s1glo de la constitución del ensa 0 d ?. sp~oamencano, Calderón de la Barca que "solamente hay un diario en México, 'La Gazeta
d?, estos dos tuvieron representantes
nandez de Lizardi Domin o F
r 1
y e a C~Ibca raCional al pasa-
ti y, a a vez, configuradores como Fer-
del Gobierno' (el periódico del Gobierno) y está lleno de órdenes y decre-
tos". Menciona el periódico de la oposición, "el'Cosmopolita', publicado
Montalvo y Manu:l Gonzál~z Pr~~~ n~rSa;mi~nto, Francisco Bilbao, Juan dos veces por semana ... ", un periódico español'Hesperia',los periódicos de
que cabría llamarse "actitud palé .' P, slolo Citar a los más destacados. Lo los "individuos ilustrados como Don Lucas Alamán y el Conde Cortina",
mico" (Rohner, Der Deutsche E. mica o. o que se ha llamado "tono polé- miembro de la academia de la Lengua y, por lo tanto, gramaticalmente co-
~22) adquirió en ellos autono:~~ N~u~Ied y ~erl~ Luchterhand, 1966, p . rrecto y tolerante con el"español incorrecto de sus coeditores", los mera-
planfeto" o "disputa" ata ue Ia { digrudad hterana, es decir, dejó de ser mente mexicanos. Pero el ejemplo de un periódico del Real-académico Cor-
la persona o a las insti~cion~s (~ a~fnte¡ers<:mal o invectiva. El ataque a tina, titulado correspondientemente el Zurriago, esto es, su estilo "very witty
González Prada respectivame t on a vo, armiento, Femández de Lizardi and brilliant" no cundió. Pues "la única revista mensual en México, el'Mo-
las visiones del mundo a 1 ~;:} e~a un ata.que, una crítica "ilustrada" ~ saico Megicano' ... uno de los grandes medios para difundir el saber y el
zaron en ellas. La "polé~ica~,s~Is aCiones s?ciales y políticas que se cristali- conocimiento, por lo menos entre las mejores clases" no produjo a su editor,
en Sarmiento como en Montalvo yp~noan;ri~ana del s.iglo pasado, que tanto "Don Ygnacio Cumplido, hombre muy cumplido e inteligente" lo indispen-
onza ez rada traJO consigo una renova- sable para seguir con el negocio. "Afortunadamente -dice la inversión del
72 EL lNTELEC!lJAL Y LA HISTORIA • Ra.foel Gutitfrrez Girnrdot Ln formación del intelectual ltisponoamericano m el siglo XIX 73

título de un~ nov~la ejemplar de Cervantes, 'La inglesa española'- hay cas (contra los monopolios, los impuestos a los artesanos, contra el despilfarro,
aquí una sociedad mglesa, una especie de club del libro ... " (Londres-Nueva contra el abandono de la policía, etc.) y después de subrayar una vez más las
~ork, Everym~n's ~i,brary, 1970, pp. 212 ss.). N~ había cambiado muy esen- pérdidas económicas de la mayoría de sus empresas profesa:
Cialmente la situacwn desde la epoca de Fernandez de Lizardi, excepto la
existencia de un británico "club del libro", institución impensable en la Finalmente, yo he sido peste, y seré incansable en procurar instruir a nues-
época colonial.
tro pueblo ignorante, y en arbitrar proyectos en benefici~ a su~ ~emejantes
Como Don Ygnacio Cumplido, Fernández de Lizardi tuvo que comprobar no debe esperar otra recompensa que la interior dulce satis~accwn de hacer
q~e ':gasté y perdí mi dinero en la empresa, que no tuvo efecto, porque el bien, la que privativamente pertenece a los corazones sensibles (p. 207).
p~bhco no se rmpuso de la~ ventajas que debían resultarle más que a mí"
(citado en González Obregon, pp. 48 ss.). Pero el público no respondió no "Satisfacción de hacer bien" y" corazones sensibles": est~ no e~ S? lamente
solamente porque no tenía hábitos de lectura ni sed de conocimiento, sino filantropía ilustrada. A diferencia de Karl Kraus y del enCiclopedic~?'ente
porque carecía de sentido económico. Y a esta carencia contribuyó además benévolo Fray Benito Jerónimo Feijoo; de escritores que, co~~ taJ?bie~.Fer­
de la "ética del honor", la situación económica de México desp~és de la nández de Lizardi, identificaron su vida con la empresa publ1Cltana d.e ilus.-
Inderendenc~a. "E-? los años, que siguieron a la consumación de la Indepen- trar" (la biografía de Kraus es su obra escrita, principal.r:'ente la rev!.sta Dte
denci~ -:-escnbe Dieg? G. Lopez ~osado con agradable concisión-, la úni- Fnckel -La Antorcha- redactada casi por él solo en 40 anos; la de FeiJOO son
ca actividad que ofrecia perspectivas de progreso era el comercio. Es obvio su Teatro crítico universal y sus Cartas eruditas; la de Fernández de Lizard~ son
q~e un país cuya minería estaba casi paralizada, con unos cuantos estableci- sus periódicos, sus folletos y sus novelas periodís~cas ), Fern~nde~ de L.Izar-
mien_tos fabriles con bajísima producción y con una agricultura que yacía en di pretendió con su tarea de ilustrar, la correspondiente de difundir un Ideal
el mas c?mpleto ~?~do_no, tuviera que recurrir, como único camino posi- ético individual y social: el del"hombre de bien". Este ideal subyace a todas
ble,.a la Imp?rtacwn . Lop~z Rosado cita una información de J.M. Mora, de sus publicaciones, pero lo concreta gráficamente en la ~igura de Don Anto-
su libro Me_;;co y sus :evolucr?nes, según la cual"los principales directores de nio de El Periquillo Snrniento (caps. XIX, XX, XXI d~ la pnme~a parte). Ya e~ el
las compamas de mmas residentes en Londres, abrumaban con órdenes re- primer encuentro de Periquillo con Don Antoruo en la c.arcel, caracten~a
petidas y urg;-?tes a sus co.n:isionados de México, para que en cada paquete Fernández de Lizardi al "hombre de bien": el hombre, dice Don Antoruo,
o correo ma~timo les remities~n el. mayo~ n~ero d: ~ontratas que pudie- delinque "más por miseria humana que por malicia" ... "en el hom?re se
sen efectuar (En~nyos sobre hrstorrn economrcn de Mexrco, México, UNAM, debe aborrecer el vicio, pero nunca la persona ... Po~ a.h ora no ~ay n:as que
1965, pp. 58 ss; Mas ~~tallada~ent~ describe esta situación Manuel López conocer esta verdad, arrepentirse y confiar en la divma P.ro~~denc~~' que,
Gallo, ~conon;,rn y politr~~ en In hrst~rrn de México, México, Grijalbo, 1967, cap. aun cuando castiga, siempre dirige sus decretos a nuestro bien (col. Sep.an
III). Llamese penetrac10n del capital extranjero" (López Gallo) o "neocolo- cuantos", pp. 159 ss.). El"hombre de bien" no condena al hombre o al delm-
nialismo" o "dependencia", esta situación fomenta la pasividad económica cuente, sino comprende su "miseria humana"; odia al vicio, pero no. al que
de los "empresarios" (~~el caso hispánico los comerciantes) y sofoca conse- lo ejerce. Busca la verdad, es decir, es sincero y ho~ado, se arrepiente y
c~e~temente la formacwn de una mentalidad de "empresario", cuyo "espí- confía en la divina providencia que lo hace todo en bien del hombre.~>:- I:'~I­
ntu no se nutre solamente de la realidad inmediata sino sobre todo de una mera vista, el"hombre de bien" sería un "buen cristiano" pero en la op~?n
~oluntad 7aci~~al, e~ decir, terrenal~ de 1~ que carecía el mundo hispánico de que éste odia al vicio, no al hombre vicioso hay una reserva a ~a noc10n
calderomano. , confiado en la Providencia del Gran Autor y sus múltiples católica y conservadora de la maldad natural del hombre. Pues. mie~t;as la
delegados, quienes doblegaban a la realidad no con voluntad y razón sino noción católica de la maldad natural del hombre conduce a resignacwn y a
co~ el"milagro". Y el"milagro", "único camino posible", tuvo que consistir autonegación y autodesprecio (recomendados en los 1!fercicios espir~lunles de
en Importar los product?s de una. activida? que ideológicamente no podía Ignacio de Loyola), .en la noción d~l."hombre de bien" de F~rnandez de
desarrollarse en una sociedad pasiva que cifraba la coronación de la vida en Lizardi hay la segundad de que el VICIO se puede superar mediant~ 1~ hon-
un más allá, cuyo camino estaba lleno de piedras y espinas, de autonegacio- radez moral e intelectual, mediante su reconocimiento y el arr~pen~mien~o.
nes y autodegradaciones.
No por oportunismo, sino por convicción fu~ ~ernánd;~ de Lizardi un cns-
. Carencia de sed de conocimiento y de sentido terrenal, racional e indus- tiano convencido que, en algunas de sus optruones cnhcas. contra to~o he-
tna.l confluyeron en el fracaso económico y de público de esas y otras publi- donismo (contra los bailes, los juegos, los toros), .d~!ata un mvoluntar~o pa-
caci~nes. Con todo, El Pensador Mexicano y el esfuerzo de Fernández de Li- rentesco con el calvinismo. Las fuentes de esa VISion moral de la sociedad
z:'l_rd~ sentaron una pauta y dieron el ejemplo de lo que puede lograr una pa- (Rousseau, la Ilustración europea) tienen interés histórico-cultural. Per?, esa
Sion m!electua~y ética. En un documento que reproduce, sin fecha, González filiación es menos --o casi nada- importante que el hecho de que el lec-
Obregon, Fernandez de Lizardi enumera los logros de sus campañas polérni- tm;" Fernández de Lizardi asimiló esa corriente del pensamiento europeo
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E L INTELECTUAL Y LA HISTORIA • Rafoel Gutiérrez Girardot La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX
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para proponer a su sociedad una reforma racional, no una revolución, que no social en el desarrollo de la sociedad europea, es decir, una "razón europea",
quebrantara los fundamentos religiosos o las creencias atávicas de ella. El , más concretamente, una manera de concebir y analizar el mundo, que se
0
"hombre de bien" de Fernández de Lizardi es un "cristiano ilustrado", es encuentra de modo ya metódicamente configurad.a en ~as Summas de ~anto
decir, una mezcla de fe y razón. Sin esa mezcla no hubiera podido tratar de Tomás de Aquino. El propósito de Fernández de Lizardi ~e, y no po~na ~~r
formar un público, de crear hábitos de lectura, de difundir su ideal racional, otro, el de asimilar esa razón europea en la figura de su pnm~ra culmmacwn
de proponer una reforma racional-moral de su sociedad, es decir, de entre- moderna, esto es, la Ilustración, para "mexicanizarla", ~~ de~II, par~, corrob~­
lazar razón, ética y público, y de conducir por ese camino a la formación de rar la pretensión univers~l de e~a. En :~;a en;Rresa de r~Ciprocar lo parti-
una "opinión pública", de un foro de demócratas racionales, de una socie- cular y lo universal co~siste 1~ esenCia. del I~telectual .
dad en la que la democracia se funde en un consenso de "hombres de bien", Fernández de Lizardi constituye el pnmer y ejemplar m?mento de _1~ trans-
que de por sí hace superfluo el "problema de la justicia social". Esta demo- formación del "ho:nbre de let~as" ,~n "intelectua~" ~n HI~p~~~mer~ca: S~
cracia, cuyos miembros son en su gran mayoría racionales y morales, aman- intento de racionalizar, "moralizar , de formar publico y opiruon publica
tes de la transparencia personal, es una Utopía. Pero esa Utopía no era otra simultáneamente sentó pauta, es decir, trazó el primer raso fundamental del
cosa que la reacción y el desafío de la razón al fundamento teológico-irracio- "tipo" de "intelectual" hispano,ameri~ano. Fue e~ pri~er mo~ento fun~~­
nal de la sociedad colonial. Esta reacción racional caracteriza la formación y cional de un proceso que tendra su pnmera culmmaci?n ~n Hispanoamen-
el desarrollo del ensayo hispanoamericano del siglo XIX, que aunque por su ca a finales de siglo, casi paralelamente con el aconteCimiento que ~~ Fran-
propósito "ilustrado" emerge inevitablemente más tarde que el ensayo eu- cia extendió la "fe de bautizo" del hombre y del deber moral y poli~co ~-el
rope~, constituy~ no solo e~ género más sustancial de la literatura hispano- "intelectual": el"Manifiesto de los intelectuales". Esa primera culmmaCion
amencana en el siglo XIX, smo sobre todo el más renovador y esencial en las del proceso de formación del tipo "intelectual" la consti~ye~Juan M,?nta~­
letras de lengua española. Documentar esta afirmación sobre el vulgar ries- vo y Manuel González Prada. Pero para llegar a la pot~nCiacwn de la pole-
go de practicar ese hábito de inferiores con el que hizo su carrera "filosófi- mica" de Fernández de Lizardi en Montalvo y Gonzalez Prada, el proceso
ca" Jo~é Orteg~ y Gasset - lo precedieron en ello Quevedo con su España de formación del tipo "intelectual" pasa necesariamente por otros momen-
defe11;dzd~ y los !tempos de ahora (1609) y Marcelino Menéndez y Pela yo con su tos. Común a todos ellos es lo que cabría llamar "patriotismo", si la palabra
La czencta espanola (1880) -esto es, el de afirmar que los españoles se habían no la hubieran desacreditado tantos políticos "~ipay~s': enmascarados ~~le­
adelanta?o a todo el progr~s~ ~ntelec~al europeo. Con todo, cualquier lec- ras Camargo y su correlato "cron_ístic~" Germ~ ~rcu~}egas ~~1 bando de,~
tor podra comparar la Soczabzlzdad chzlena (1844) de Francisco Bilbao con el mocrático-liberal" 0 los "internaciOnalistas estal¡rustas. ) o los hace;'dados
Idearium español (1897) de Angel Ganivet, entre otros muchos, para verificar que confunden su posesión con la "patria". Más limpiamente :abr~~ ll,~mar
est~, afirmaci.ón. ~a sustanc~alidad y la reno~ ación corresponden al proyecto esta comunidad "voluntad constructiva, de progreso y emanCipacwn qu.e
de mo~e~I~ar a las S?Cle.~ades ~xcoloruales, es _decir, de erigir la razón implica una pasión por todo lo que significa.Y. c.onstituye "Nuestra Am~n­
como pnnCip10 de orgaruzacwn soCial. Pero en Fernandez de Lizardi se plan- ca" una conciencia histórica de nuestras posibilidades y de nue~tro destino
tea ya el proble~a de. una racionalización radical de sociedades con arraiga- en ~1 mundo, de la realización de lo que significó la esperanza cifrada e~ el
das estructuras Irracionales. Es el problema que a comienzos del siglo XX nombre Nuevo Mundo: "patria de la justic~a" . Esta "v?lunt.ad constructiva
plantearán las corrientes irracionalistas que, en nombre de lo "autóctono" de progreso y emancipación" e_s ~n Fernandez de Lizardi un postulado.
de lo "telúrico", de lo históricamente "originario" se enfrentarán a los resul~ ¿Cómo se intentó ponerlo en practica?
tados de la "modernidad", de la "racionalización". El"cristiano ilustrado"
Fernández de Lizardi delata que el precio de su Utopía, de su democracia
de u.na .~a:yorí~ de cultos y racionales se pagaría con ascetismo, con lapo- 11. Derecho, lengua y legitimación histórica: Andrés Bello
te~Ciacwn mevlta~~e de los rasgos de calvinismo o puritanismo que deter-
mman su concepcwn del "hombre de bien" y sus críticas a la ociosa socie-
dad colonial. El otro Andrés Bello es el título de una monografía de Emir Rod~~~z
Sin embargo, esta "dialéctica de la ilustración", para decirlo con el título Monegal, publicada en 1979,. cuyo mérito .consiste 7~ poner en tela ~e Jt?~Io,
de la obra famosa de Adorno y Horkheimer, es la dialéctica no tanto de la principalmente, el neoclasiCismo y el anhrromantiCismo qu~ ~e adJUdico la
razón misma como la de la relación entre razón e irracionalidad, entre vo- modorra historiográfica literaria hispanoamericana. El proRos1~': era l~~ble,
luntad de modernidad y peso del pasado. pero el resultado fue tan magro como pomposa fue la reah~acwn. El otr?
, B 11 " de Rodríguez Monegal era "un" Bello , . exclusivamente , escn-
L_a razón q~e pretendió difundir y erigir Fernández de Lizardi no fue una And res e o , , t. ti" "
ra~?n ~onstrmda o deducida especulativamente, ni la llamada "razón natu-
tor, al que se liberaba de las e~iCJ.uet.as de "ne?clasico . y . ~ .Irroman co ..
Con esta revisión de dos simplificaciOnes hubiera debido lillCiarse una revi-
ral , smo una razón surgida de la experiencia histórica, política, cultural y
76 La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX 77
E L INTELECruAL Y LA HISTORIA • Rafoel Gutiérrez Girardot

sión de la im~gen de Andrés Bello en la historia de la cultura hispanoameri- René L. F. Durand (La poésie d'Andrés Bello, Dakar-París, Publications de la
cana q~e p~siera en tela de juicio la otra etiqueta de "ecléctico" y reconsidera- section de langues et littératures de la Faculté de Lettres Dakar, 1961) o Juan
ra consigUientemente desde la distancia histórica la significación de Andrés Carlos Ghiano (A nálisis de las Silvas americanas de Bello, Buenos Aires, Eude-
Be!}o e~ la ~ultura y ~n la so~!edad hispanoamericanas. El"otro Andrés Be- ba, 1967) y el renovador Rodríguez Monegal pasaron por alto las tres pala-
llo. es vanos Andres Bellos , pero la variedad no excluye la coherencia y la bras "algún Marón americano". El Marón es sencillamente Publio Virgilio
urudad de su obra y pensamiento. Marón, es decir Virgilio. La "Alocución a la poesía" ha sido subtitulada 'Frag-
Recordarla en este contexto es indispensable, porque ella constituye el mento' de un poema "América". Quien lea todo ese fragmento, en el que
segundo gran momento de la formación del intelectual hispanoamericano Bello registra con detalle el decurso de las guerras de la Independencia y
e~to es, ~1 mo~ento en que los postulados ilustrados de Fernández de Lizar~ sepa que Virgilio cantó en su Enetdala épica marcha que llevó a la fundación
di adq.ll1eren figura concreta y eficaz para la nueva sociedad. Bello no es de Roma, encontrará el significado histórico-político de la mención de Virgi-
pole~rusta.Y tampoco p~blicista, como Fernández de Lizardi. y a diferencia lio: el "Marón americano" era Andrés Bello y su proyecto equivaldría a la
de Lizardi, su obra va.nada Y. voluminosa no está consagrada a proponer Enetda. El sentido de las guerras de Independencia debería ser el de fundar
una reforma ~e la soc!edad s~o a asegurar las primeras conquistas de la América. El que esa nueva América tuviera por meta el retorno al ideal del
In.dependen?~, es deCI~, a c~nfigurar en la vida cultural, política y social de "labriego" puede deducirse desde el punto de vista histórico-literario de la
Hispano~~enca la racionalidad que. ~avió a los Libertadores para evitar influencia virgiliana. Pero este tópico virgiliano y la crítica a la vida corrup-
qu~, el be~lClsmo que c.o~~ s~c~ela deJo la Guerra emancipadora degenerara ta de la ciudad -que volvió a florecer en el siglo XVIII- no era sólo un
en her01sm? anarqUic? mi.htar. Bello convirtió el postulado de racionali- homenaje a su inspirador: el campo idílico y la vida sencilla del "labriego"
dad de Fernandez de LI~ardi -lo que no quiere decir que Bello conoció la constituían la garantía de paz, el fundamento moral de ella, que había sido
ob.ra, del Pe~sador :r_nexicano y partió de ella- en praxis constructiva. Lo destruida por la codicia reinante en las ciudades. Pero la invocación de Vir-
exig¡a la ~eahdad ~usma revo!ucio~~ria. Lo exigían, pues, las victorias, que gilio tenía otra intención más: la de dar a la nueva América, a las hazañas
no de?en~ reducirse a hazanas rmhtares y a la separación de la Metrópoli épicas que le abrieron sus puertas, una legitimación histórico-cultural, la de
colorual, smo. a, crear, por segunda vez pero autónomamente un Nuevo colocarlas en la tradición de la gran fundación de Roma. Bello no concluyó
Mu~do. Lo exigian los q~e pusieron en marcha las ideas ilustradas que sub- su proyecto, muy posiblemente por razones literarias: la exposición de las
yaCian a .los postulados Ilu~trado.s de Fernández de Lizardi, de quienes las hazañas de la Independencia, que él no presenció, se convirtió por fuerza en
compar~eron, pero no las difundieron como él. ¿Para qué la reforma moral una "crónica verificada de las batallas y de sus héroes", en una "crónica de
para que~~ ~uerra de l.a Independencia? ¿Qué sentido tienen ellas? Con la~ guerra". Pese a ello, tras esa crónica se transluce la intención "enéidica" del
llamadas .sllvasAmencanas", esto es, "Alocución a la poesía" (1823) y "Sil- proyecto.
va a la agncultura d~ la zona tórrida" (1826) dio Bello una respuesta a esta El ideal de la vida idílica del labriego -equivalente moralmente al del
pregun~a po.r el sentido: el de fundar un Nuevo Mundo. En la "Alocución a "hombre de bien" de Fernández de Lizardi- era también una Utopía mo-
la poesia" dice: ral. Esa Utopía constituye el sentido de las guerras de Independencia, seme-
jantes por su propósito, esto es, el de fundar América según la historia de la
Tiempo vendrá cuando de ti inspirado, fundación de Roma. Para relativizar esa interpretación, cabría argüir que la
algún Marón americano, ¡oh diosa! equiparación del presente con el pasado antiguo, griego y especialmente
también las mieses, los rebaños cante romano, fue un topos evidente para los lectores de las Constderaciones sobre
el rico suelo al hombre avasallado ' las causas de la grandeza de Roma y de su decadencia (1748) de Montesquieu y de
y las dádivas mil con que la zona ' obras clásicas como Plutarco, y demás testigos del culto a Roma en la Revo-
de Febo amado al labrador corona. lución Francesa. Bolívar mismo puso en tela de juicio ese tópico y sus conse-
cuencias retóricas. En su carta del12 de julio de 1825 a José Joaquín de Ol-
(nos~ cita ni edición ni demás, porque se supone que el lector culto hispano- medo sobre su "Canto a Junín" apuntó la debilidad e innaturalidad de esa
~renc~o debe conocer estas "Silvas" como un protestante conoce la Bi- comparación. Pero este cuestionamiento y este uso de un topos para inter-
cai~[,~ tal ~o ~se!, caso -el más probable- ya es tiempo de que las conoz- pretar la épica de la Independencia no afecta a Bello. Su canto a la futura
l ·. speciahsta anglo-europeo en Hispanoamérica no necesita conocer- nueva fundación no es himno, sino dotación de sentido y supone una con-
has. p~ra ellos, Hispanoamérica existe, pese al Descubrimiento de América cepción clásica de la historia, que Bello habría de desarrollar diversamente,
E a~et'cm~o siglos, sólo desde los años sesenta, desde el "boom" del siglo XX)
e s Imagmable
, d .
-par
, a d eJar
. d e 1ad o esta pomposa Ignorancia
. . y volver a una.
en teoría y praxis, al ocuparse con la relación entre la nueva América y la
cultura europea: es el topos ciceroniano historia... magistra vitae.
ues IOn e mteres- que los intérpretes tradicionales de Andrés Bello como Si Grecia fue la cuna de la filosofía, Roma lo fue la del derecho. El derecho
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LPJormación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX
78 EL INTELECTUA L v LA HISTORIA • Rafael Gutiérrez Girnrdot

r" las aspiraciones que condujeron a la Independencia. ¿Pero qué int~~ta­


r~mano fue fundacio~~ y c~ns.tituyó hasta bien entrado el siglo presente la
vertebra del dereci;o a vil, ~rmop~lmente. Bello tradujo, amplió y adaptó uno
~~ "racionalizar" Bello con su Código civil?.Es muy probable qu~ los socwlo-
os de cuño leninista o empírico se hayan m teresa do tan exclustvamente en
de lo~ t~atados mas conoctdos e influyentes, esto es, A ntiquititafes Romano-
rum runsprudentiae (1719) de Heineccio. Pero no fue ese Manual de Derecho fa "superestructura" pecaminosa o_enla inmedi~tez de la vi~a social, q~e no
eguntan por las normas que acunan y determman a la sociedad que mter-
Rom~n~ (1833) la obra jurídica fundacional de Bello, sino el Código civrl de fa pr · · hi spanoamencana
· d es-
Republrca de Chile (1855). De la "exposición de motivos" con la que el Presi- pretan. Sorprende que ':ill estudioso. de la hteratura
de el punto de vista sooal como Ale¡andro Losada, h?mbre q~e, por su pre-
dente Manuel Montt presentó el proyecto al Congreso, y que redactó Bello
historia eclesiástica fue formado para adentrar~e sutil y abus1Vament.e en la
se deduce claramente su propósito: '
vida privada, no haya percibido la importancia fundame~tal que hene la
legislación civil, concretamente el Código civzl, par~ .la sooedad: regula la
Muchos de los pueblos modernos más civilizados han sentido la necesidad
vida cotidiana, privada, desde las relaciones de familia, pasando por la con-
de co~ific~- sus leyes ... Por completo y perfecto que se suponga un cuerpo
dición de "persona", los actos diarios de compraventa, hasta lo que -~curre a
los supervivientes después de muerta la persona qu~ los.engendro,.~egula
de legislaclOn, la mudanza de costumbres, el progreso mismo de la civiliza-
tanto el amor como el antojo de la esposa o la obedtenoa de los hi¡o~. La
ción, las vicisitudes políticas, la inmigración de ideas nuevas, precursora
sequedad de sus normas no impide que se formule su alc~ce c.o~ el titulo
de nuevas instituciones, los descubrimientos científicos, y sus aplicaciones
de una pieza de Quevedo: "La cuna y la sepultura". El Códrgo crvtl de Be~o
a las artes y a la vida práctica, los abusos que introduce la mala fe, fecunda
fue adoptado por la mayoría de las nuevas ~epúbli~as, P?r lo cual cabe afir-
en ár.bitros para eludir las precauciones legales, provocan sin cesar provi-
mar que ese modelo jurídico-~acio~al ~7 vtda s.ooal pnv~~a fue la forma
denCias que se acumulan a las anteriores, interpretándolas, adicionándolas
modificándolas, derogándolas, hasta que por fin se hace necesario refundir
es,ta masa co~sa ~e elementos diversos, incoherentes y contradictorios, concreta y normativa de la racwnahzacwn en Hispanoamenca.
Al Código de Bello se le ha criticado algunos ~spectos .conse~vadores Y su
dandoles consistenCia y armonía y poniéndoles en relación con las formas
carácter burgués. La primera crítica es tan neoa como infantil la segunda.
vivientes del orden social". (Obras completas, Caracas, Ministerio de Educa-
Conservador lo es desde la perspectiva presente. Pero en el momento de ~u
ción, Comisión Editora de las Obras Completas de Andrés Bello Biblioteca
Nacional, t. XII, 1954, p. 3). ' p romulgación fue, como sus modelos europeos y ~spe~i~lrn~nt~ el france~,
"derecho revolucionario" en el sentido de que sustituyo mstituoones tradi-
cionales en el derecho de familia por instituciones "bur~e~as", .d~ funda-
,~o~ la primera ~ase ~,ello se refiere a lo que se llamó "racionalismo jurídi-
mento racional. Por lo demás, "burgueses" son todos l~s cod1go c¡ylles,,sur-
co o derecho :a~10n~l .'cuyos monumentos son el Derecho generalprusia-
gidos del modelo que abolió el orden feud.a~ 7instaur? ~1 orden hurgues, el
~o (1794), el Códrgo crvil general austríaco (1811) y principalmente el más
Code Napoleón. El autor del prólogo a la edlClon del Códrgo de Bello, observa
influyente C:~~e Napoleó:z (1804) que leía Stendhal para ejercitarse en sobrie-
que la tendencia "europeísta" de Bello se muestra en el hecho ~7 que en esa
da~ Y p~eos10n. Se refiere, pues, a una corriente jurídica necesariamente
obra no menciona los derechos de los indios, pese a la poblac~on ar.aucana
rac1~~a~sta. Pues en las motiva.ciones de estas tres obras, que Bello conoció
de Chile. Pero aunque estaban tan próximos en todos l~s paises his~ano­
americanos, ¿cómo mencionarlos y tenerlos en ~enta SI para la sociedad
Y utilizo, se subrayaba la necestdad de unificar la vida jurídica, de armoni-
zar sus elementos hasta entonces dispersos y de dar a las normas un carác-
alfabeta hispanoamericana sólo existían, en el me¡or de los casos, como or~
namento literario suscitado por el epos en prosa Les Inca~ (177?) ~e Mar
ter s_upratemporal y "abstracto", es decir, para usar el vocablo de Kant en
senhdo opuesto, "majestuoso" o en el sentido romano dura !ex sed !ex. Armo-
nizació~ y sistemati~ación no son otra cosa que racionalización. (Sobre los
montel, principalmente? Eran, pues, ~xótic~s, d~ un ~xoti~mo tdíhc~ qu~
comple¡os contextos ¡urídico-políticos y filosóficos de esta "racionalización" puede considerarse como la fase previa del exo~smo sooal-re~?luc10n~ _
río del"desgarrón" burgués indigenista de este stglo¡ er~, pues, m,tr~exo
de la v~da jurí~ica es recomendable el trabajo -único en lengua española-
ticos". Por lo demás, esta supuesta omisión hubiera pnvado al Codrgo de
de E~tque Go~ez Arboleya, "El racionalismo jurídico y los Códigos euro- Bello de su carácter "general" y "abstracto" -racional, que. regulaba las rela-
peos ~ en Esf~dros de leona de la sociedad y del Estado, Madrid, Instituto de
ciones de las "personas jurídicas", no de los grupos etrucos. El que no se
haya aplicado esta "generalidad" a los indios es cosa que debe rep~ocharse
Estudws Pohticos, 1962). Pero esta necesidad de racionalizar la vida jurídica
no era para Bello imitación de los "pueblos modernos más civilizados" Las
a la sociedad "colonial-burguesa", no al Código de Bello. Per~ la cnhca, ~un-
~uevas Repúblicas no tenían una legislación correspondiente a sus cons.titu- ue infundada, es ilustrativa. Pues ella muestra que.todavta en el ~nm~r
CI.on~s .modem~s . Las leyes vigentes eran en su gran mayoría coloniales e
decenio de la segunda mitad de este siglo no se había tmpuesto la rao?nah-
hisp~ruco-medievales (entre otras el Fuero juzgo y Las Partzdas -obra que
dad que determinó la empresa constructora de Bello. Como en Femandez
adrmrab~ ~ello). Era una necesidad de poner a la ley en "relación con las
de Lizardi, en Bello primó la intención de superar razonablemente ese nudo
formas VIVIentes del orden social" . O dicho de otra manera: de "racionali-
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La jónnación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX 8I

"colonial-burgués" que se formó como inevitable consecuencia de la pertina-


cia del pasado colonial y de su choque con el proyecto político racional mo- sión y vaguedad, Octavio Paz), pese a todo, no se s~strajo al a_r~e labo_rioso;
derno. estérilmente pomposo de las clasificaciones. En_su mtroducc10n a Filosofia
Fernández de Lizardi encontró las raíces del estatismo de la sociedad co- del entendimiento registra las fuentes del pens,ami~nto _d e Bello. Aunque ~sa
!onial ;~la "ética del h~no~", en ~ábitos de conducta a los que le opuso otro introducción es la más documentada y lo mas minuciOso qUE;, se ha es~nto
1d~al etic~. Bello penso mas radicalmente. No sólo porque reguló la vida sobre el pensamiento filosófico de B:llo, cuan?-o as,egura que _. ..~n la histo-
pnvada smo porque pretendió dar claridad, precisión a lo que determina . del pensamiento de lengua espanola, la Fzlosofia del entendzmzento repre-
na . fí hi .
lo~ ~ctos_ ~umaz;os, es decir, a la racion~lización de la vida cotidiana por el senta la manifestación más importante de la filoso a spano-am; ncana
Códzgo ctvz~ deb1a corresponder concomitantemen te una racionalización del influida por la europea anterior al idealismo alemán cont~mporaneo ..."
pe~samiento. A ello dedicó su obra póstuma: Fzlosofía del entendimiento (apa- (México, F.C.E., 1948, p. LXX~IV), no espe~ifica la importancia que con_ra-
reCida en 1881). La obra apenas tuvo eco. En una época en la que la filosofía zón le atribuye. La importancia puede radicar para G~os en alg~nos aCier-
se. entendía como un especie de teología secular, es decir, de dogmas y co- tos de exposición y argumentación, _pero en ta~ ca_so, ~~ Imp?~tanCia s~ red~­
rnentes o "sistemas", no como reflexión en la que las corrientes o sistemas ciría a la elaboración, a la coherencia y a la aslffillaciOn, cnhca Y ennqueCI-
ocup~ una p~si~ión secundaria y tienen su sentido por lo que contribuyen, miento de las corrientes que suscitaron su pensamiento. , . .
positiva o polem1camente, al problema, la Fzlosofía del entendimiento sucum- La importancia primaria, si así cabe decir, para la filosofía ~spanoamen­
b~ó. a ese h~bito clasificatorio. Esta inversión de los términos del trabajo filo- cana radica más bien en su planteamiento o punto de partida, qu_e Bel~o
s?fico -dicho sea de paso- contribuyó muy esencialmente a que la filoso- formula ya en las primera líneas de la Introducción: "E~ obj~t? de la F1losofí~
fla no echara raíces en Hispanoamérica y a que, más tarde se buscara su es el conocimiento del espíritu humano y la acertada d1reccwn de sus actos
"originalidad" en preferencias temáticas o en condicionarnie~tos "telúricos" (ed. cit., p. 3). Más adelante complementa: "El esp~itu humano es~ ser
y, ~o en donde ella descansaría, esto es, en el planteamiento y desarrollo que tiene conciencia de su actos, y que l?uede_hasta Cierto punto determ~ar­
sohdamente fundados de problemas filosóficos. · los a su arbitrio" (p. 4). El objeto de la filo~ofía ~s, pues, el ser humano hbre,
Ello no implica, en modo alguno, la exclusión del condicionamiento na- no el ser humano dependiente de la providencia. . , , .
cio~al-c_ultural. La filosofía de Hegel no es "alemana" solamente por su len- !a
Con esto, Bello varía radicalmente los acento,s de filosofía :s.colatico-
gua¡e,, smo sobre. todo por su referencia a problemas políticos y sociales de tomista vigente en la Colonia, a la que suby~c1a la 1mage~ cat~hca de _la
su pa1s y de_su tiempo, como, concretamente, el de las densas y complejas pirámide jerárquica, en cuya cumbre estaba DIOs. El que la filos~fía ~scolas­
transformaciones que implicaron la irrupción de la modernidad, de la liber- tico-tomista se planteó el problema de la libertad hu~ana, no Impl_Ica que
tad y de la sociedad burguesa. En vano se busca en Hegel una "filosofía de las discusiones que tal pregunta desató variaran esencialmente esa Imagen
la cerveza alemana" o del" carnaval de la Selva negra" o del culto romántico jerárquica. Los lectores de los comentar_ios y ex~gesis de El gran teafro del
a!e.mán por la Naturaleza. Anterior a estos "accidentes" y, además, más de- mundo de Calderón -para acudir a un e¡emplo Simple- comprobaran que
CISI_vo, ~s el fin del viejo Estado ("Alemania ya no es un Estado" es la frase las disputas sobre la libertad no son en realidad otra co~a _que asegura~ 1~
lap1dana con la que Hegel inicia su escrito La constitución de Alemania de visión jerárquica y providencial del mundo. Sobre las pagmas 9-~e dedico
1~00) y la forma~ión d_e la nueva sociedad "civil" o burguesa. Ala crítica que Bello al "Ser Supremo" asegura Gaos con razón, en un~ frase ~p1ca de su
hizo el pr~lo~~1st~ Llr~, f.!rqu_i~ta a la :dición de~ ~ódigo civzl y a los que estilo, es decir, casi clara: "La Metafísica de ~7llo hace [szc.: es, sm du~a, un
buscan la ongmahdad filosoflca de Hispanoamenca en el pasado indíge- 'germanismo' gramatical, R.G.G.] la n:npresi?n_de un esfuerzo l?or af~rm~r
na o en el gaucho o en "el Ande" cabe aplicar lo que satiriza un artículo de los artículos de su fe religiosa, cuyo ob¡eto comCide con el de la Filosofla, sm
Hegel titulado "¿Quién piensa en abstracto?" y que cabe resumir en esta una preocupación "temática" por su objeto mismo ... " (p. LX~XII) . ~~que
frase: la "vendedora de huevos", cuyas "abstracciones" son una variación quiere decir Gaos es simplemente q~~ ese capítulo_desp~erta la Im~resiOn d~
inofensiva de la "abstracción" de los militares (el artículo es hoy accesible que Bello quiere armonizar su catollClsmo con la ~Ilosof1~ que s?~hene, a~
en Hege/-Studien, Bonn, Bouvier, 1969, t.S, pp. 161-164; sobre la "vendedora que no lo hace expresamente, es decir, sólo d:sfner~a _la 1mpres1o~; La reah-
de hu~vo_s", pp. 16~ ss.; sobre los militares, p . 164, párrafo final. El artículo dad es menos enigmática. Así como en su C~dzgo czvz!Bello mediO en algu-
es polemico y prefigura el excepcional estilo polémico del joven Marx. Ya nos casos entre instituciones coloniales de ongen feudal, ~om? el _mayoraz-
por ~so se supone_que es conocido por los "habermasianos" hispánicos, que go (la propiedad "vinculada" e inaccesible al m~~cado), ~-msti~cior~es bur-
hub_Ier_a n agradecido a su maestro que escribiera como el satírico Hegel y el guesas (1a propi·edad "desvinculada" )' así tamb1en mediO en f1losof1a "k · entre,
polem1co Marx). Ellos pensaron en "abstracto" y el mismo José Gaos, "filó- fe tradicional y razón moderna. No otra cosa hizo el famoso , rau_sism~
so~o celeste" y, ~~mo discípulo de Ortega y Gasset, "padre y maestro mági- español, cuyo patriarca y fundador, Julián Sa~ ?el Rí?, a~apto la fllosof1a
co de la metafísica mexicana (que culmina en la enciclopedia de la confu- de cuño protestante y masónico de Karl Chnshan Fnednch Krau~e para
difundirla en la España ultramontana con el criterio de que los "resurnenes
83
· 1 . l XIX
lP formación del intelectual hispanoamencrmo e/t e stg o
EL INTELECTUAL Y LA HJSTORJA • Rafael Gutiérrez Gimrdot
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. , t. t la revista
. . rimera empresa publlClS 1ca, es o es,
y consid~raciones" de la ob:a del epígon.o del idealismo alemán "concerta- conocnnlento subyace a su p eró constituye indudablemente la
ban a nu parecer con el caracter y neces1dades morales de mi pueblo" (en Biblioteca Americana que aun9-ue no pdrosp en' lengua española. Sobre su ori-
. · 1 r gran rev1sta mo erna . ,
Jextos escogidos, Barcelona, Ediciones de Cultura Popular, 1968, p . 231). Be- Pnmera y e1emp , 't
a . b' ,
cordó el prnner 1ogra
fo de Bello Miguel Lms Amunate-
' f'
llo no llegó al extremo ambiguamente conciliatorio (entre fe tradicional y ra- gen y proposl os ~e ., te lison· era ue en 1823 empezaba a per 1-
zón moderna) del krausista Monseñor Fernando de Castro, Capellán de Ho- gui, que ante la s1tuacwn bastan b J , co; su amigo neogranadino Juan
nor de Palacio, quien en un sermón de 1861-cuatro años antes de la muerte lar se en la América española, Bello es oz~ t eventual que contribuyera a la
Garoa , d e1 Río " e1 proyecto ..., de. una rev1s a ales la instrucclün . , era en extre-
de Bello- anunció a la Corte y a la Reina a propósito del"krausismo": "Seño- 1
ra: estamos en vísperas de una gran revolución religiosa. En ella, vivid segu- ilustración de l~s nuevas repu~hca;i e~ a~i'; 0 de Chile, Impreso por Pedro
ra, no perecerá el catolicismo, porque no depende de la voluntad del hom- roo escasa" ( Vtda de Don An~res Be o, .~ ~úmero las causas de su sus-
bre, ni de sus esfuerzos, sino de la voluntad de Dios. De ella [la revolución A. Ramírez, 1882, P· 188). Solo apareclü unF ' ndei de Lizardi, esto es, las
., · mas que acosaron a erna ,
religiosa alias krausismo, R.G.G.] no saldrá ningún nuevo dogma católico; penslün fueron as rms 1 . d h 'b. t de lectura. Entre los artícu1os que
pero, Señora, tenedlo presente: de ella saldrá una nueva aplicación de las de las finanzas y la carenoa e a 1? precl·so destacar el de Bello
. , . luminoso numero es .
doctrinas católicas" (citado en V. Cacho Vi u, La Institución libre de enseñanza, apareoeron en uruco Y vo . . d · lificar y umformar 1a
titulado "Indicaciones sobre la con~emen;ta e Sl~~munátegui, "facilitar
Madrid, Rialp, 1963, p. 123). Bello se limitó tácitamente a tener en cuenta la
realidad tradicional en beneficio de la racionalidad que, en último término, ortografía en América" que pretendia, s e r r:~~:ui poco difundido en la
conduciría inevitablemente a la "desmiraculización" de la vida social o, si el arte de la lectura, desgraciadamente a a s\licística de Bello y García del
se quiere decir con términos ya empleados, a la sustitución de la ética del América española" (p. ~90). O~ra em(t:~~f:realizada en Londres entre oc-
honor" por la "ética del trabajo", de la fe que se había convertido en supers- Río, esto es El Repertono Amencano . a 1 .smo ropósito de difundir el
tición social por el "conocimiento", del feligrés por el ciudadano. tubre de 1826 y agosto d~ 1~2 7 ) abnga~a e '~epen~iera a la ilustración de
La publicación del título preliminar del Código civil en la revista El Arau- conocimiento, d~ "contnbmr e~ e~~ ~~~nces mucho que desear" (Amu-
cano (1841) iba precedida por una irritada y desafiante advertencia. los hispanoamencanos, .la cual ~)~ ~Bello de modo directivo en El Arauca-
nátegui, P· 234). En Sanhag?/~rhci~~ialmente de esta última revista y una
Casi no hay proyecto útil que como demande alguna contracción y trabajo no. Un "an~lisis de co~tem o. ,e~pde ella odría confirmar lo que, ~ ojo de
no se impugne al instante con la antigua cantinela de país naciente, teorías investigacion sobre la rec.epoon. ~róAmunátegui sobre la influen-
impracticables, no tenemos hombre, etc.; objeción que si en algunas materias buen cubero aunque tambien testigo, as~g los esfuerzos de Bello i de otros
. , desde que graciaS a d
vale algo, en las más es un bostezo de pereza, que injuria a Chile y daña sus cia de Bello en Chile. .. . , ~ oradores i escritores, como en to as
varios, se estudió i se leyo, apareoeron
intereses vitales.
las naciones CiVi'1'iZad as (p . 234)" . . , " d El Araucano y sobre los e fect os
11
o

La investigación sobre la recepodon .de tum de la Historia social de la


Y a la refutación de esa vieja -y al parecer eterna- cantinela agregaba la . d 1 b d Bello es un esl era , ,.
pregunta: "¿estaremos destinados a marchar eternamente tres o cuatro si- educatiVOS e a o ra e . , . 'zación Ella complementana empmca-
literatura, de paciente y dihol reah , sito~ de ilustración cultural, social y
~lo~ d~t;ás de l~,s pueblos que nos ~~~n precedido?". Respondió con una
mv1tac10n a que aceleremos el paso Sl no queremos quedarnos cada año a mente lo que esbozar?n con. sus propo tulaban la construcción de una
mayor distancia del progreso veloz, "porque conocimiento es poder'. Y entre política quienes al mismo tu:_rnpo Íu~. po:a del intelectual y le dieron una
los modos de acelerar el paso, recomendaba no olvidar que "en ningún tiem- sociedad racional nueva acu~aron. a i~~ acom añada de un "análisis de
po es temprano para mejorar la educación popular: porque lo mismo cuesta función social y política. Esa m~~shf~.c~o~, y met~dológica de los procedí-
poner en manos del niño un libro que otro, y la diferencia es grande por lo contenido", exige una ad~ptacwn ,eonc .ón" Elaborados especialmente
mientos del content analyszs y de ~a, ~ecepCll , . ca de la , c~municación de
que toca a sus efectos, entre el libro que acostumbra el entendimiento a ideas . 1 r la pubhClstlca en a epo . f -
claras, y el q~e le habitúa a pagarse de palabras; entre el libro que ejercita el pnmero, para exp ora . d d 1 público lector es deClr, para enome-
des_d~ los. l?nmer~s años la inteligencia, y el que la entorpece y ofusca ... "
masas" y, el segundo, las actítu es e t con mat~riales estadísticos y de
(Códzgo czvz'f., ed. o t., pp. 25 ss. ). A la educación en el sentido más amplio de nos específicos del s~glo pres~~te, cu~n an el siglo pasado hispanoamerica-
la palabra dedicó Bello muy tempranamente sus esfuerzos. En el campo de encuestas que no existen pos~, :~ende e;e el punto de vista empírico -el
la publiscística, no se asemejan a los de Fernández de Lizardi. A Bello le no. Si la "teoría de la recepcwn ehs eds . do a una teoría de la lectura y
. adecuado- problem ática y .a enva lo tanto enigmáticamente so' lo
úruco
interesaba menos la crítica que la ilustración, la difusión del conocimiento del lector, laboriosamer:te espe.c~latíva y po[o ue toca a Hispanoamérica,
c~mo presupuesto de la emancipación política plena que consistía en deci-
terminológica, es preClSO rectthcarla, ~or q f . o de ella. y ellos son,
dirse a superar el atávico "bostezo de pereza" para progresar al ritmo de mediante el recurso a los lectores que dejaron tes tmoru
"los pueblos que nos han precedido", esto es, los europeos. Esta difusión del
84 R¡¡foel Guh'érrez Girnrdot lP formación del intelectual !tispnnonmericnno en el siglo XIX
E L INTELECTUA L Y LA HISTORIA • 85

en primer ~ugar, l?s. e_scritor~~ mismos. Un análisis de sus obras desde este que José María Blanco White lo había destacado en sus Letters Jrom Spain
pu~to de _v~sta, ex1gma modificar sustancialmente ese deporte filológico es (1822, 1825):
decu, est;nl qu: se llama "filia~ión de .fuentes" o "registro de influenci¡s",
pal~~ra esta ult~~ qu~~ adern~s, .h~ s1do desacreditada por la corrupción ...los idiomas que durante el progreso intelectual de Europa se han conver-
P?h.hca. ~sa mod1ficac10n cons1shna no en fijar los libros que ha leído la tido en vehículos e instrumentos del pensamiento lo [el español] han deja-
v1ch~a smo en desentrañar cómo los ha leído. Pero eso no interesaría para do muy atrás en cuanto a capacidad de precisión y abstracción, y el rico
ex~,hcar el pensamiento del autor, sino para esbozar la figura del "protolec- tesoro que durante tanto tiempo ha permanecido enterrado deberá ser re-
to~ que es el autor mismo. Sin embargo, con eso solo se habría dado un acuñado y bruñido antes de que pueda ser admitido como genuina mone-
pnrn~r pa~o para est~blecer de modo concreto la relación entre autor y lector. da. Ni rechazando como extraña toda expresión que no se encuentre en los
. _El mteres en en~enar a pens~r y escribir con claridad subyace a la elabora- escritores de la época de los Austrias ni desfigurando nuestro idioma con
cwn de su obra ma~ ~onoCida, Influyente y difundida, además de renovado- galicismos podremos adaptarlo a nuestras actuales necesidades y gustos.
r~, esto es la Gramatlca de la lengua castellana destinada al uso de los hispanoame- Lo razonable sería pensar por nuestra cuenta, en nuestro propio lenguaje;
ncano~p8~3~. C?,mo en_ el caso del Código civil., su propósito es de racionali- pensar, digo, y expresar las ideas con claridad, precisión y fuerza -no imi-
zar Y. codificar las dispersas y contradictorias reglas de las gramáticas tar el simple sonido de los períodos huecos que generalmente hinchan las
antenores. Para el caso no es n_ece.sa_rio ~oner de relieve los aspectos renova- páginas de los antiguos escritores hispanos (Obra inglesa, selección, traduc-
dores, que Amado Alonso adJudico sutilmente a Willhelm von Humboldt ción y prólogo de Juan Goytisolo, Buenos Aires, Ediciones Formentor, 1972,
En el prólogo a la edición de la obra dentro de las Obras completas (1954 ss ) p. 309).
supuso Alo1_1so que Bello debió haber conocido la teoría gramatical de Hu~­
boldt de labws de su ~erm~o, Alejandm de Humboldt en su paso por Cara- Bello coincidía con Blanco White, y lo dijo de manera concisa a propósito de
cas en 17?9. Bello tema 18 an~s de edad y -de seguir la suposición de Alon- la educación popular cuando contrapuso el "libro que acostumbra el enten-
so- deb1a tener una rnernona tan prodigiosa y visionaria que mantuvo en dimiento a ideas claras, y el que le habitúa a pagarse de palabras".
el recuerdo una teoría que por esas fechas todavía no había formulado Wil- Cuando Bello publicó su Gramática no tuvo en cuenta, ni posiblemente
helz:r: von Hurnb.oldt. Pero no menos importante que las innovaciones es el pudo tener en cuenta, que durante el período de su elaboración, Juan Ma-
destmo que. le dw: para el "uso de los hispanoamericanos". Pues con ello nuel de Rosas había "derogado", por así decir, lo que el "civilista" y "rada-
po_n~ de rehev~ ~a vez ~~s con una obra de alcance científico, corno el progresista" Bello había querido asegurar de manera ejemplar en Chile para
c;ódtgo:,su proposlto de que aceleremos" el paso, de demostrar que las "can- las nuevas Repúblicas, esto es, el progreso al que habían abierto las puertas
tmel~s son en r.e~lidad un disfraz del "bostezo perezoso". Bello, claro las guerras de la Independencia. Ala frase de Confucio la complementó una
preCiso, no era af1c10nado al budismo ni a la "sabiduría oriental" en generaf de Salustio en su De Caülinae coniuratio: "iarn pridarn equidern nos vera vo-
Pero de lo 9ue expresa la frase, del título: destinada al uso de los hispanoamen~ cabula rerurn arnisirnus: qui bona alieni largiri liberalitas, rnalarurn rerurn
canos, cab:1a ~eCl~ lo que lego Confucio. Cuando se le preguntó con qué audacia fortitudo vocatio, eo res publica in extremo sita est" (edición bilin-
~~rn~nza:1a Sl tuviera que gobernar un país, respondió el sabio aforístico· güe, Munich, Tusculurn, 1960, p. 94: algún ejemplar de esta obra adornó la
eJoran~ el uso del lenguaje". Los oyentes, sorprendidos, replicaron qu~ biblioteca familiar humanista del humanista Octavio Paz, pues esta frase da
eso nada hene que ver con la pregunta:" ¿de qué ha de servir el mejoramien- un sentido profundo a su profundo rnacártico anticomunismo). Mientras el
to del uso del lenguaje?" A lo que Confucio dijo: humanista se abstenga de interpretar ese texto revelador, es necesario inten-
tar su traducción: "Ya hace mucho tiempo que hemos desaprendido a lla-
e!
Si ~e~guaje no co~cuerda, entonces lo que se dice no es lo que se quiere mar las cosas por su nombre verdadero: regalar bienes ajenos se llama libe-
dec1r, s1 lo que ~e dice no es lo que se quiere decir, entonces no se realizan ralidad; la audacia para el mal, fortaleza; por eso la república se encuentra
obras; no se realiZan obras, entonces no crecen el arte y la moral; no crecen el ante el abismo". El no llamar las cosas por su nombre verdadero es la causa
arte Y.1~ moral, ento~ces no acierta la justicia; no acierta la justicia, entonces del abismo de la república. Cuando apareció la Gramática ya se había inicia-
1~ nacwn no. sab~ donde poner las manos y los pies. Así pues, no se tolere do el proceso de falsificación del lenguaje y consiguientemente de desmoro-
nmguna arb1tranedad en las palabras. Esto es lo que ante todo importa. namiento de las nuevas repúblicas. Un año antes, Juan Manuel Rosas fue
No era "pu · " ·, · · , vencido en Caseros, pero los años de su gobierno y las fuerzas que lo sostu-
. d nsrno ru castiCismo lo que pretendía Bello con su Gramdti vieron habían mostrado que, no sólo en Argentina, el pasado colonial sabía
ca, Sl~o, entro del contexto de su obra, asegurar la Independencia en u~ imponerse y que sus secuelas tenían en la sociedad raíces más profundas
aspec o, que pasaron por alto quienes le reprocharon "hispanofilia", pese a que la promesa convincente de la racionalidad.
86 E L INTELECTUA L Y LA HISTORIA • Rnfoe! Gutiérrez Girnrdot La formación del inte/ectunlllispnnonmericnno en el siglo XIX 87

111. E! origen d~ la renovación en la renovación de la polé · .


DoDUIISO Faustino Sarmiento nuca. a los niños, proyecto de reforma de la ortografía, informes y orientación de la
Escuela Normal, etc.), a la cultural (traducciones de obras para niños, colabo-
No sobra decir que ante la figura de D · F . . ración periodística, difusión de temas científicos, polémicas literarias, libros
recordar la , conferencia" que pronunci , ~mmgo austino ~ar~Iento, cabe de viajes, etc.) y, naturalmente, a la política.
americana y que im resionó tan o orges en u~a ':lmversidad norte- No deja de ser lamentablemente curioso, si bien significativo, que sobre la
Jan Kott. No habló s~bre Shakesp~;~~~da~~nte al publico y~ su cronista, obra cumbre de la polémica política en lengua española del siglo pasado y del
elogios que le han dedicado no d ' ~~no IJO su nombr~ vanas veces. Los presente, esto es, Facundo (1845), se haya desatado, por así decir, una discu-
Resumirlos en la palabra , 1 , , escn en su persona, smo la trivializan. sión puramente "filológica", en la que la coherencia brilla por su ausencia:
1a naturaleza y decir que esvouncan , es tanto como reducirla a un fu
"mit , l . .. a erza e
d sobre si Facundo es literatura o no, sobre las "incorrecciones" y los "desali-
. o , en e sentido positivo de la pal b ños" del lenguaje y del estilo y sobre el género literario. Se lo clasifica entre los
eqmva1e a entregarlo a la irracionalidad El bl 1 a ra,
gios no es el problema que acosa a la lit~rat!r:odee~ que p an_tean los elo- "románticos", pero, suponiendo que la clasificación sea exacta, no se piensa
el de la verbosidad vacía o el de la , f d 'd d" fl ~a espanola, esto es, que esas incorrecciones y desaliños son propios de la amplia y variada co-
del chamá t - pro un I a onda, como es el caso rriente romántica, lo mismo que la indeterminación de los géneros y la paula-
la lira El ~ az eco-espanol que celebra misa en piedra del sol con el arco tina disolución de sus límites. Pero fue "romántico" en el sentido abstracto y
fía" IÚerJia ~~eeh: {:::g~~a;;t:~n los. ~log~s es el ~e la llamada "historiogrf-
0
vago o esquemático de la historiografía literaria de lengua española, que si
a Sarmiento con categorías ina:: ma ¡ er. um o mas exactamente clasificado fuera escrita por lectores hubiera debido preguntarse si después del verso del
dosdeprovincia(1850) . cua as, pese a que una lectura de Recuer- modernista Rubén Darío "¿Quién que es, no es romántico?" el romanticismo
a ese "bostezo de la , por eJ~mplo, Y de la prosa de Borges hubiera obligado es un rótulo o un movimiento plural y multívocamente moderno. En su re-
análisis minucioso, n~e:,~i~~l;g~ev~sa~ ~us burocráticas clas.~icaciones. Un ciente libro Real Presences (Londres, Faber & Faber, 1989), George Steiner
tual hispanoamericano tendría Ico , e ~roceso de formacwn del intelec- critica el "parasitismo" de las últimas y pomposas "teorías literarias", esto
nentalla importancia fundame;;~ exa~~r desde una ~erspectiva conti- es, el estructuralismo, el posestructuralismo, el de-constructivismo, etc. Por
llamados "proscriptos" esto es los que ':Ieron los escritores argentinos parasitismo" entiende Steiner lo que más explícitamente puede designarse
I/

ción de la literatura pe~uliarm'ente ph~rsegmdos P.or Rosas, en la configura- como el "egoísmo" de la "teoría literaria" que convierte al texto en pretexto
de José Mármol, puede leerse de dos ~:~:n~ncana: Ama!t~ (1851-1855) de sus cabriolas terminológicas. Estas teorías no significan una superación
Cortázar propone que se lea Rayuela. Como n~v:/:_?do _s~m,;Jante a como del hábito clasificatorio de la praxis" crítica" anterior, sino un refinamiento
tructura parecida pero naturalmente d pohtíca ' con una es- y una "mecanización" de la actitud tradicional. Y tal actitud clasificatoria
los de Hermana Broch y como una , ~en~ :s,arrollada que Los sonámbu- ha confundido la vista para enfrentarse a una obra como Facundo, que
intención comercial!; Editorial Sop:ro ¡- ar~d ' lectura que descubrió con nada tiene que ver con la llamada "aculturación" sino con el empleo de
Mundial Sopena de los años 40 Est n~. ~~entí~a ~n su colección Biblioteca elementos de la cultura europea -¿había otros?; ¿qué autor araucano, por
Eduardo y Amalia, entre el ar ~nt~oe E~~~~n re UJO la n?vela al }dilio entre ejemplo, legó o pudo legar una obra semejante a De la démocratie en Améri-
queza de la obra de los "proscrfptos" ar en: y lada~~;ntma ~~na. ?e la ri- que (1835-1845) de Alexis de Tocqueville?; ¿o hubiera debido Sarmiento ser
que sembraron puede decirse cosa sem~·a no~, e . romanticismo y de la un "indigenista" avant la lettre y servirse del esquema renancetista que
acentos. Pero toda la fuerza cread 1 nteÚ sm deJ~r de lado los diversos sirvió al Inca Garcilaso para historiar su pasado?- para interpretar una
configuración moderna de su , ora 9ue e os pusieron al servicio de la situación nueva. Sarmiento, hijo de esa situación nueva y actor en ella, tuvo
cristaliza en Sarmiento. pais, esta representada simbólicamente y se que transformar el lenguaje conceptual europeo de que disponía. Para com-
En la historia del proceso de 1 f ·, d . batir a Rosas, hubiera podido acudir a los tratados escolásticos sobre el
no significa Sarmiento una rim~r~n~ac~on el mtelec~a! hi~~anoamerica­ regicidio (como De rege et regis institutionae -1599- de Juan de Mariana)
social. Una primera plenitu~ P em,~d Y u~a amphficacwn de ese tipo o a la argumentación lógicamente implacable con la que el pre-dandy revo-
v?s y constructivos de Fern¿J~~~ee~i~a s~ .rep~ten los propósitos educa ti- lucionario Saint-Just fundamentó la necesidad de ejecutar al rey. No es im-
diferente del de los dos: el de la lucha /· I y e Bello, p~r.o e~ _un marco probable que el ávido lector Sarmiento tuviera noticia de ellos, pero es segu-
Sarmiento da a la inteligenc· l 1 po Itíca. Y. una amphficaciOn porque
ción política, esto es, la del c~;:b
bate político como ex res ·,
at et{a~ en sen~Ido.amplio, una doble fun-
. a e y a e conCiencia de polis o la del com-
ro que de nada le hubieran servido. El ataque a Rosas que engendró el
Facundo fue "existencial", si así cabe decir, fue un ataque en el sentido más
prístino de la retórica forense, esto es, como las Catzlinarias de Cicerón,
conciencia de polis fsto IO; e ~strumento de formación a la vez que de la
miento, sea a la edu~ativas ( os e elmentos subyacen a toda la obra de Sar-
defensa y ataque. A estos famosos discursos se ha reprochado que en su
pasión, Cicerón no comprendió la personalidad de Catilina y que argumen-
manua es escolares para enseñanza de la lengua tó con contraposiciones simples: Cicerón, el bueno y Catilina, el malo. Tam-
88 E L INTELECJ1JAL Y LA HlsroRIA • Rafael Gu fiérrez Girordot Lo formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX 89

bién se le reprochó a Cicerón el que en su extrema vanidad, se había presenta- Para mí, empero, la polémica es mucho más que un mal necesario; cuando
do como el redentor de la res publica y comparado con Rómulo. Reproches es como debe ser, es para mí el sello de la más viva efectividad de lo divino
semejantes le han hecho a Sarmiento y al Facundo. Ricardo Rojas, por ejem- en el hombre, la piedra de toque de un entendimiento maduro. ¿No debería
plo, asegura que "la dialéctica (sic) de 'civilización y barbarie', cuya fuerza ser el comienzo del conocimiento que diferencia lo bueno de lo malo?
resultó decisiva en su hora, contenía sin embargo varios errores ... No fue una
verdad filosófica de validez permanente. Fue tan sólo una ingeniosa máqui- Y al explicar su tarea crítica dijo:
na que nosotros, cien años después, debemos examinar" (El profeta de la
pampa, Buenos Aires, Kraft, 1962, p. 205). Rojas rectifica "la ingeniosa fórmu- Mi esfuerzo no pretendió aniquilar a la gran multitud de débiles sujetos
la":" ¿Unitarios y federales? No era eso cierto. ¿Alzamiento de las campañas que ejercen innecesariamente en toda esfera del arte su nula actividad, sino
contra las ciudades? Tampoco era cierto eso" (p. 206). Pero suponer que una más bien a proseguir la separación del principio del mal y del bien hasta en
polémica diferencia minuciosamente sus tesis es tanto como esperar que el las más altas gradas de la fuerza de la cultura; pues para eso me sentí lla-
polemista es mesurado y a cada afirmación agrega una duda de si en realidad mado especialmente (en Kntische Schriften, selección de W. Rasch, Munich,
todas las campañas o al menos un 51% de ellas se sublevó contra las ciuda- Hauser, 1956, p. 257).
des. La polémica deja de ser polémica y puede convertirse en el formulario
simple de una encuesta estadística. Piedra de toque del entendimiento maduro, necesidad de llevar hasta l~s
No es del caso entrar en las discusiones sobre si es o no verdad histórica la más altas esferas del espíritu el discernimiento como comienzo del conoCI-
contraposición "civilización y barbarie", sobre si ella es una simplificación miento: con ello, Schlegel da a la polémica un sentido filosófico y ético, dife-
indebida, sobre el género literario, para tropezar con las aversiones de José rente del que se le adjudicaba como "mal menor". Y ese es el sentido de la
María Zuviría (Sarmiento. 1868-1874, Buenos Aires, Casa Editora de Jacobo polémica de Facundo. Ciertamente que no es filosófico e~ la acep_ción habi-
Peuser, 1889) y del tendencioso Manuel Gálvez (Vida de Sarmiento. El hombre tual del término, es decir, que busca una verdad de vahdez uruversal. Es
de auton dad, Buenos Aires, Editorial Tor, 1952), y concluir al cabo con la sim- filosófico en cuanto discierne radicalmente lo malo de lo bueno cualitativo y
ple comprobación de que el Facundo es la obra "clásica" del"civilizador" moral, es decir, en cuanto enjuicia. Y es comienzo del conocimiento precisa-
Sarmiento. Si no lo fuera, ¿para qué movilizaron sus antipatías los Zuvirías mente porque discierne y enjuicia. Schlegel pensaba en la polémica estética,
y los Gálvez que indudablemente sin querer inducen a comprobar esta opi- pero esos rasgos son aplicables en parte a la polémica de Sarmiento, porque
nión de José Luis Romero: "Quien crea que ha apurado su contenido la pri- a ellos se agrega lo que se ha llamado "mezcla" (Jitrik, en la introducción a la
mera vez que se enfrenta con él [Facundo], debe volver a sus páginas para edición de la Biblioteca Aya cucho) o indeterminación genérica. Cierto es que
~omprobar todo lo que no ha descubierto y experimentar el extraño goce Sarmiento aludió varias veces al carácter apresurado de su redacción. Pero
mtelectual de encontrarse con otros libros subsumidos en el que creyó ago- esa "informidad" (como también la llama Jitrik) no proviene solamente del
tar" (La experiencia argentina, recopilación de Luis Alberto Romero, Buenos apresuramiento. Con igual apresuramiento escribió Hegel su Fenomenología
A~es, E~itori~l de Belgrano, 1980, pp. 220 ss.)? Todas estas disputas sobre el del espíritu, uno de cuyos propósitos era" enseñar a 1~ filosofía ~~q~e ha~l~ e~
genero hterano y sobre la verdad o falsedad de la contraposición "civiliza- alemán" . Y también fue "informe" esta obra conoCida como ststemahca
~i~~ y ba~~arie" sól~ COJ?prueban 9ue ~us contrincantes son simplemente por la desigualdad en la extensión de,algunos capí~los y los acento~ que
fllologos en el sentido ¡usto que dio Nietzsche al criticar la "filología clási- pone en ellos. Pero informe fue tambien, y ya no debi~O a apresuramiento
ca": :'Pues.n~ vamos a negar q~e la mayoría de los filólogos carecen de aquella sino a laboriosidad, El espíritu de las leyes de Montesqmeu. No al apresura-
subhi?e VIS~on total de la Antigüedad, porque se colocan muy cerca del cua- miento se debe la "mezcla" o la "informidad" sino al hecho de que lo que se
dro e mvestigan una mancha de aceite en vez de admirar y -lo que es más- propuso Sarmiento era radicalmente nuevo y múl~iple; tan nuevo y m~l~­
gozar los grandes y osados rasgos del cuadro" (en la edición de Karl Schle- ple como lo que se propusieron Hegel y Montesqureu. Y tan nuevo y mulh-
chta, Munich, H auser, 1956, t. III, p . 977). Por lo cual es apenas lógico que ple en los tres que para configurarlo no bastaban las hormas y las normas
cuando se ocupan con el"romanticismo" de Sarmiento desconocen enciclo- legadas y vigentes.
pédicamente al más complejo padre del romanticismo, a Friedrich Schlegel. Lo radicalmente nuevo y múltiple que analizó Sarmiento en Facundo era
En una d e sus ejemplares "Características" (esto es, "retratos característi- un tumultoso proceso de gestación y dest;ucción simultáneas, de gestac~~n
cos" en el que el autor caracterizado es el espejo del caracterizador, sin que que llevaba en sí la fuerza de la destruccion y de la fuerza. de la destru7c10n
el caracterizado pierda su propio perfil), esto es, en Sobre Lessing(l797) apuntó que era a la vez materia de impulso de la gestación. La actitud de Sarmiento
sobre la polémica: ante el gaucho no es contradictoria ni siquiera se explica suficientemente
mediante el recurso a la biografía o a la citada frase "soy doctor mont<?ne_-
ro" . Esa actitud se explica recordando una frase de Recuerdos de provmcza
E L IN TELECTUAL Y LA HISTORIA • Rafael Guftifrrez Girnrdot La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX 91
90

(1850) sobre Domingo de Oro: "Oro ha dado el modelo y el tipo del futuro En el fondo, este proyecto de futuro (Sarmiento piensa expresamente en la
argentino, europeo hasta los últimos refinamientos de las bellas artes, ameri- emigración europea a Norteamérica, corno punto de comparación) es una
cano hasta cabalgar el potro indómito: parisiense por el espíritu, pampa por expresión de lo que Bello esperó en su "Alocución a la poesía":
la energía y los poderes físicos" (edición dirigida por María Hortensia Laga u,
con prólogo de Guillermo Ara, Buenos Aires, Kapelusz, 1966, p. 128). Ese
"modelo y tipo del futuro argentino" y, por evidente extensión histórica, his- tiempo es que dejes ya la culta Europa
panoamericano, ese futuro se veía amenazado por la preponderancia y per- que tu nativa rustiquez desama,
versión del " gaucho". y dirijas el vuelo a donde te abre
Su polémica contra Rosas es retórica corno las Caftlinarias de Cicerón, es el mundo de Colón tu grande escena.
ética y filosófica en el sentido de Schlegel, es decir, se funda en una contra-
posición, pero es a la vez radicalmente diferente: porque no ataca a Rosas, La esperanza de que el Nuevo Mundo fuera "patria de la justicia" y la
corno Cicerón a Catilina, por razones de poder, ni porque por "malo" debe realización de la paz, la esperanza de la emancipación y de un nuevo co-
ser claramente diferenciado de lo "bueno", sino porque destruye la armonía mienzo, se había disipado: Rosas la había sofocado. Después de su desapa-
del futuro argentino que para él ya se daba en Domingo de Oro y en Sar- rición, ella volvería pero ya no corno florecimiento de las Musas que cantaba
miento mismo. No su "Don Yo", corno se ha llamado a su supuesto egocen- Bello, sino corno impulso del progreso. Pasado, presente y futuro entrelaza-
trismo, es lo que lo mueve a enjuiciar, no es pues su pura subjetividad lo que dos en una "visión" simultánea: ¿no es el Facundo de Sarmiento una prefigu-
determina su polémica, sino el hecho simple de que él encarnó el"rnodelo y ra de "El Aleph" de Borges: "El diámetro del Aleph sería de dos o tres centí-
tipo del futuro argentino", del futuro hispanoamericano. El"futuro argenti- metros, pero el espacio cósmico estaba ahí, sin disminución de tamaño" (en
no": Sarmiento se refería a su patria, pero no era nacionalista. Corno el gau- Obras completas/ Buenos Aires, Ernecé, 1974, p. 625)? Prefigura: "el diámetro
cho baqueano ("es el topógrafo más completo"), sabe en qué cumbre del sería de dos o tres centímetros" (el conflicto Rosas, por así decir), pero "el
Nuevo Mundo se encuentra "el inmortal Bolívar", de quien dice que "Bolí- espacio cósmico estaba ahí" (la hist?ria de Hispanoamérica,, la de la _Europa
var, el verdadero Bolívar, no lo conoce aún el mundo, y es muy probable fascista, la del estalinismo y las d1versas formas del rnamsrno ep1gonal).
que, cuando lo traduzcan a su idioma natal, aparezca más sorprendente y "Civilización y barbarie": la contraposición no retórica, corno en la figura
más grande aún" (Facundo, Caracas, Biblioteca Ayacucho, p. 18). Bolívar, forense de las Catilinarias, de Cicerón, sino que describía con otras palabras
pues, exige por su peculiaridad americana, a diferencia de San Martín, una lo que Carl Schrnitt determinó muy diferenciadarnente _corno car~cter espe-
manera radicalmente diferente de tratar su historia. "Razones de este géne- cífico de "lo político": la relación y diferencia entre amzgo!! enemzgo.
ro me han movido a dividir este precipitado trabajo en dos partes ... " (op. cit./
loc.cit.). Es decir, la novedad a la que se enfrenta Sarmiento, la novedad ame- Los conceptos amigo y enemigo han de tomarse en su sentido concreto
ricana, determina la estructura del "precipitado trabajo" . Y esa estructura existencial, no como metáforas o símbolos, no mezclado y debilitado por
de la disposición (dos partes: escenario y personaje), es "teatral": " .. .la una, nociones económicas, morales y de otra especie, y mucho menos en un sen-
en que trazo el terreno, el paisaje, el teatro sobre el que va a representarse la tido privado-individualista, sicológicamente, como expresión de tenden-
escena [subrayado mío], sus ideas, su sistema de obrar.. ." (p. 18). No es una cias y sentimientos privados. No son contraposiciones normativas y 'pura-
metáfora, ni sólo eco de su afición al teatro. Sobre cómo debería estudiar a mente espirituales' (Der Begriffder Politischen, Berlín, Duncker & Humblot,
Bolívar dice: "es preciso poner antes, las decoraciones y los trajes america- 1963, p. 28).
nos, para mostrar en seguida el personaje".
El "teatro" que va a presentar Sarmiento no pretende sólo una enseñanza La determinación de "lo político" adquirió en la época del nacionalsocia-
moral con el ejemplo de un personaje, sino pretende ante todo convencer, lisrno la fama de justificar la guerra y las persecuciones. Sin _embargo, esa
polemizar, esclarecer y tener un efecto político inmediato y una proyección determinación caracterizó las relaciones entre los Estados nacwnales Y den-
futura: tro de ellos. En Sarmiento la contraposición es realmente "existencial" Y "con-
creta"/ es decir, va más allá de la polémica, con la que a la vez que cornb~te
El día, pues, que un gobierno nuevo dirija a objetos de utilidad nacional, a Rosas y se defiende, postula la contraposición "civilización Y barbane"
los millones que hoy se gastan en hacer guerras desastrosas e inútiles y en corno una decisión política.
pagar criminales; el día que por toda Europa se sepa que el horrible mons- José Luis Romero advierte que el libro es político y literario ("Facundo o la
truo que hoy desola la República y está gritando, diariamente, 'muerte a los historia profunda", en La experiencia argentina/ Buenos Aires, Editorial de
extranjeros' ha desaparecido, ese día, la inmigración industriosa de la Eu- Belgrano, 1980, p. 222). Pero menos que la c~asificac~ó~ importa Roner ~e
ropa se dirigirá en masa, al Río de la Plata ... " (ed.cit., p . 243). relieve que, con este libro, Sarmiento renovo la polern1ca, es decu, le dio
93
92 E L INTELECTUAL Y LA HJSJ'ORJA • Rafoel Gutiérrez Girardot /.11 formación del intelectual lrispnnonmericano en el siglo XIX

carácter estético-político y, por encima de la huellas de la época, propuso un rsonalidad "apostólica", sino la del programa polític<:>, ~dado en los dos,
diagnóstico de la política y de la historia hispanoamericanas que aún tiene romo también en Fernández de Lizardi y Bello, en la racronalid~d. De manera
validez. Pues aunque hayan pasado las dictaduras recientes -extrema ex- sencilla la definió M~r~ ,en La Eda~ _de Oro (1889). En el artículo sobre la
presión de la barbarie extrema- no se han superado las raíces de la barba- J/iada de Homero escnb10 para los runos:
rie, no se ha instaurado la racionalidad. El difusor de ella, Fernández de
Lizardi, el que la concretó en normas y reflexión, Bello, no percibieron que la En la !liada, aunque no lo parece, hay mucha filo~ofía Y mucha cien~ia, Y
racionalidad es también esencialmente política y que a ella corresponde orien- mucha política, y se enseña a los hombres, como sm querer, que los ,d10ses
tar a la sociedad y al Estado: "y si algún día los poderes intelectuales han de no son en realidad más que poesías de la imaginación, Yque los patses no
tener parte en la dirección de los negocios de la República Argentina, mu- se pueden gobernar por e1 capn·eho de un tirano, sino por el acuerdo. y
chos y muy completos instrumentos hallará en esta escogida pléyade larga- respeto de los hombres principales que el pueblo escoge para ~xplicar el
mente preparada por el talento, el estudio, los viajes, la desgracia y el espec- modo con que quiere que lo gobiernen (Habana, Patronato del Llbro Popu-
táculo de los errores y desaciertos que han presenciado o cometido ellos lar, 1961, t. I, p. 57).
mismos" (citado por Jitrik en la introducción de la edición de Biblioteca Aya-
cucho, p. XXIX). La posibilidad era en realidad un deseo y una recomenda- Esta "definición" para niños rechaza tácitamente la fe c?m? ver~~d Ypone
ción cortés. lieve la libertad el" acuerdo" entre los "hombres prmcrpal:s Yel ,P';le-
de re ' · , w ' · " de cuno teo1ogtco
¿Significó la realización de este deseo -en Sarmiento mismo o en otros blo que los escoge es decir, una relacron no ¡erarqmca , . ,
miembros de la República de las letras como Miguel Antonio Caro, más tar- sino "racional". EÍ cuño teológico de la relación jerárqui_ca lo exphca Martí
de- que en el proceso de formación del intelectual hispanoamericano se en el mismo artículo para los niños con esta glosa a la !bada:
había llegado a ese estado ideal platónico -el del"rey filósofo", como se
llama inexactamente la figura del filósofo como rey-, cuya pérdida a fines A Aquiles no lo pinta el poema corno hijo de hombres, sino de ,la diosa_del
de siglo lamentó Pedro Henríquez Ureña? Independientemente de este he- mar, de la diosa Thetis. y eso no es muy extraño, porqu~ todavia ~o y dicen
cho, la figura de Sarmiento significa una excepción ejemplar y muy rara en los reyes que el derecho de mandar en los pueblos les Viene, de Dws, q~e es
la historia del"filósofo como rey". Al gaucho "baqueano" lo pinta con estas lo que llaman 'el derecho divino de los reyes', y no es mas que una idea
frases, entre otras: vieja de aquellos tiempos de pelea, en los que los pueblos ~ran nuevos y n~
sabían vivir en paz, como viven las estrellas, que todas viVen aunque ten
El baqueano anuncia también la proximidad del enemigo, esto es, diez le- gan al lado otras (ed. cit., p. 54).
guas, y el rumbo por donde se acerca, por medio del movimiento de los
avestruces, de los gamos y guanacos que huyen en cierta dirección. Cuan- La última frase poética podría inducir a pen_sad?res !Uspá~cos co~ ~u­
do se aproxima, observa los polvos y por su espesor cuenta la fuerza: 'son multoso talante del género próximo 'verborrosmm y dtf~rencta_especrf~c~
dos mil hombres' -dice- ... y el jefe obra bajo este dato, que casi siempre León Felipe 0 José Ortega y Gasset (por género próximo y dtfer~ncta espeoft-
es infalible. ca se definen en la botánica y la zoología las plan,~as Y l~s ammal~s) agre-
ar como "interpretación", la fuente "gongorina de la tm~g~n ( en cam-
(Todo hispanoamericano hispanoamericano -no es una tautología- re- g o~ de zafiro pace estrellas") o a elevarse al cos~os an_al?gtco en e~ que
cuerda seguramente las frases y el capítulo). Sarmiento fue un "baqueano" ~ace uno de los "filósofos" más poderosos de la Htspama 1 ~ecunda;, O.P.
que, por eso, supo evitar el destino de quien intentó que el filósofo fuera el El peligro de semejante "fárrago" es apenas normal en u~ cul:~~a co~
cerebro del rey: Sarmiento no tuvo, como Platón, su episodio de Siracusa. tercas raíces peninsulares, en la que se pasa del"fárra,go'~ flon~o al arra~o
terminológico y se cree que con ello se "produc~" (mas bten: solo se repro :U~
ce) pensamiento. La frase poética final de estas líneas y el contexto sonhmagts
1
trales porque resumen una larga evolución histórica: desde Homero ~sta e
Iv. Los astros y los hombres vuelven cíclicamente: José Martí siglo XVII y postulan el Estado laico moderno, tal co~o _lo fundamento}'ho-
mas Hobbes en su obra Leviathan (1651 ). El" derecho dtvmo de los reyes 'fue
En un ensayo sobre "Sarmiento y Martí" de sus Meditaciones sarmienti- la causa teológica de las guerras de religión (reyes católicos Yre~e~ pro~;stan­
nas aseveró Ezequiel Martínez Estrada: "Difícilmente encontraríamos en His- tes) y, en la política interna, la "imposibilitación" de que se v1v1~ra co~~
panoamérica dos hombres más semejantes que Sarmiento y Martí" (colec- viven las estrellas, que todas viven aunque tengan al lado otr~s , es deCl ,
ción Letras de América dirigida por Pedro Lastra, Santiago de Chile, Edito- como individuos. El Estado que fundamentó Hobbes en su Levza:ha~ e_ra un
rial Universitaria, 1968, p. 143). Pero la semejanza no es solamente la de la Estado religiosamente neutral que protegía al individuo. Y esos mdtvtduos
94 EL JNTELEcruAL v LA HISTORIA • Rafael Cuh'érrez Cirardot La formación deltilfelectual hispanoamericano en el siglo XIX 95

eran para Hobbes, por otra parte, los que por su maldad exigían igualmente "inteligencia libremente oscilante" . ¿Entre qué oscilaban? Entre el pasado
el Estado máquina. Martí se limita, en interés de los destinatarios, a poner raigal y el futuro, entre el mundo y la provincia, o, si se quiere, entre lo general
de relieve el valor del individuo, y al hacerlo lo sugiere con la imagen de las y lo particular. Pero esa oscilación no era búsqueda de la identidad ni de la
estrellas, la armonía. En ella insiste al final de su artículo "La historia del N ación sino, como observa Karl Mannheim, característica de los primeros
hombre, contada por sus casas": " ... pero lo que parece nuevo en las ciuda- intelectuales en una época socialmente cada vez más compleja.
des no es su manera de hacer casas, sino que en cada ciudad hay casas
moras, griegas, góticas, bizantinas y japonesas, como si empezara el tiempo No son ni exaltados abstractos ni prácticos limitados. El"signo de la épo-
feliz en que los hombres se tratan como amigos y se van juntando" (ed. cit., ca" es el signo de sus planeamientos de los problemas, son los filósofos
p. 105). natos de la historia ... Y parece que en el proceso social cada vez más com-
La solidaridad humana es el límite que pone Martí a los peligros y vicios de plejo, es cada vez más necesario su examen intelectual. Al comienzo de esta
la forma burguesa de racionalidad, que critica con certeza. Con ello, con su linea, o al menos en un punto importante de aquel despliegue, en el que la
postulado de una racionalidad que fundamenta consecuentemente la solida- historia se crea en cierto modo un órgano de la autoobservación, se encuen-
ridad, y que es mucho más que la tolerancia del primer liberalismo, Martí tran aquellas especulaciones filosófico-históricas que había expuesto la fi-
traza una sociedad y un Estado ideales, reflejo y a la vez cuño de los hombres losofía de la Ilustración" ("Das konservative Denken", en Wissensoziologie,
que los componen, esto es, producto de la armonía entre razón y corazón. Este Berlín y Newied, Luchterhand, 1964, pp. 456 ss.).
rasgo "utópico" del pensamiento de Martí potencia los propósitos educati-
vos y racional-constructivos de Femández de Lizardi, Bello y Sarmiento, pues "Especulación filosófico-histórica" y "filósofo nato de la historia": con
para él, la racionalidad no debe reducirse a la ilustración, a la formación y al esto no quiere decir Mannheim que se trata de "sistemas" o proyectos teóri-
progreso, sino a la fundamentación de una sociedad mundial solidaria. Pero cos elaborados sistemáticamente. Son producto de su sensibilidad y de su
ese ideal ilustrado y a la vez utópico (o utópico porque es ilustrado) alimenta "buena mirada" para los acontecimientos. "Sus construcciones son siempre
su lucha por la Independencia de su patria, por la liquidación del ordena- falsas o también falsificadas; pero en ellas hay algo que ha sido 'visto bien'.
miento que se fundaba en "el derecho divino de los reyes" y su correlato, la En eso radicó lo fructificante del romanticismo para las ciencias del espíritu:
legitimación teológica de ese derecho, es decir, por la liquidación de la socie- puso a discusión problemas, descubrió campos enteros" (op. cit., pp. 45! ~s.).
dad colonial. Su lucha no es solo como la de Sarmiento contra lo que represen- Mannheim se refiere a los románticos alemanes y destaca las notas positivas
tó Rosas. "Los astros y los hombres vuelven cíclicamente" (Borges ): su lucha de estos "intelectuales libremente oscilantes". Las notas negativas: el pres-
es como la de Bolívar, es, pues, guerra, en la que muere como murieron heroi- tarse a ser "ideólogos" de la autoridad, el de vender su pluma a cualquier
camente los nobles soldados y oficiales de Bolívar y San Martín, que cantó gobierno no es aplicable a las figuras constitutivas del intelectual hispano-
Bello en su fragmento, en su Eneida americana, ilustrando como los que le americano. Los intelectuales románticos alemanes no surgieron en una épo-
precedieron en "Nuestra América" la virtus que encarecía Horacio a la juven- ca "post-revolucionaria" y no se sustrajeron a la tendencia general de la so-
tud en la Oda de la que se hizo famosa esta línea: "Dulce et decorum est pro ciedad alemana, proveniente de Lutero según Hugo Ball, esto es, ~o que ca:
patria morí" (Carminum, lib. III, 2). bría llamar latencia del "derecho divino de los reyes" o como dice el casi
A~que Cuba sólo pudo iniciar más tarde que los otros pueblos hispano- trabalenguas que en alemán la designa: "Obrigkeitshorigkeit" (servidum-
amen canos su guerra de Independencia, aseguró Martí en su Manifiesto de bre a la autoridad). Los intelectuales hispanoamericanos son producto y con-
Montecristi (1895): tinuación de una revolución y, consecuentemente, racionalmente reacios a
la "servidumbre de la autoridad". Pero la diferencia radical de situaciones
Cuba vuelve a la guerra con un pueblo democrático y culto, conocedor ce- no excluye ciertas comunidades, y ellas descienden del impulso común: la
loso de su derecho y del ajeno; o de cultura mucho mayor, en lo más humil- Ilustración. Ya ese impulso engendró contradicciones en los románticos ale-
de de él, que las masas llaneras o indias con que, a la voz de los héroes manes de primera hora, pero aparte de que no es del caso dilucidarlas, ellas
primados de la emancipación, se mudaron de hatos en naciones las silen- sólo son testimonio de los efectos de la racionalidad: en el pensamiento dog-
ciosas colonias de América; ... (Obras completas, ed.cit., t. XXI, p. 248). mático no podía haber contradicciones sino divergencias: las contradiccio-
nes son propias y necesarias de la razón.
La frase y su fundamentación puede interpretarse como medio retórico. Esta sumaria comparación de los intelectuales románticos alemanes con
Per? no ~s eso principalmente. Tras el amor a Cuba asomaba un germen de los autores hispanoamericanos que formaron el tipo social del intelect~al
naciOnalismo, que más tarde habría de socavar el ideal bolivariano y que debería suscitar una comparación con los intelectuales franceses, especial-
c?nstituyó desde Sarmiento el"scila et carybdis" del intelectual hispanoame- mente, y con los ingleses (material relativamente útil se encuentra en la com-
ncano o una forma particular del"intelectual" que Kaerl Mannheim llamo pilación hecha por Georg B. de Huszar -¿noble esclavo diletante en busca
96
E L INTELECTUAL Y LA HISJ'ORIA • R afoe/ Gutiérrez Girardot LPJimnación del intelectual hispmwamen'cano en el siglo XIX 97

de "alimentos terrestres" en los Estados U .d ?


troversial Portrnit Glencoe Illinoi·s Th F rupos.- The lntellectuals. A Con- rencias políticas o doctrinarias, el conocimiento del pasado inmediato inte-
. , ' ' , e ree ress of Glen 1960 'I . . resaba para divisar el punto de partida de la construcción de las nuevas
noiso temp?r~ se estaba en guerra fría, y el libro lo dela coe~ . n Ilh-
d~c~nte e Irnsorio artículo sobre los intelectu 1 hita especial~ente en el Repúblicas. Era, pues, una ideología nacional. De ideología nacional no
':V"Illia~ S. Stokes -"stoke: ... echar combustible~~ spanoamencanos de estaban exentos los grandes historiadores europeos como von Treitschke o
hamencanismo de los que élllam PP· 422-30, contra el an- el mismo Theodor Mommsen, cuya explicación de la historia de Roma en su
"pensadores") pondría de present:' l~ore~:~:~s seguramente ~rvánicas, famosa obra de igual título (1854-1856) delata muy claramente su concepción
palabra fatal: "originalidad", del inteleftu 1hindad o, pa~a decrrlo con la política de la unidad de Alemania y de un poder central fuerte. Pero en Momm-
de su formación. a spanoamencano en la etapa sen, la ideología nacional se servía de analogías. El proceso de unión de
"Al comienzo de esta línea" (el del examen . . Roma era un ejemplo o un modelo o una posibilidad. La ideología nacional
ceso social cada vez más compleJ·o) " l mtelectual necesano del pro- de los historiadores hispanoamericanos del siglo XIX no podía acudir a
. , a menos en un punto · t
ague1despliegue, en el que la historia se crea e . t d rmpor ante de semejantes analogías, no sólo porque ninguno de ellos tuvo el propósito de
autoobservación ... " surgen en His ano , . n c~er o .mo o un organo de la escribir una historia semejante a la de Mommsen, es decir, porque ninguno
ten~en ser ni son "filósofos natos de la ~er~c~ histon~dores qu~ ya no pre- de ellos aprovechó la ciencia para suscitar adhesiones políticas, sino por-
polemicamente la "constitución hi t, . or.Ia ,; es decu, que no mterpretan que el esclarecimiento del pasado inmediato engendraba de por sí la ideolo-
~ten~an ~esvelarla documentalm::t~~~~s~~~al ~e ndue strhi~s p~s:~' sin~ que
1 gía, es decir, porque después de la Independencia, el esclarecimiento de ese
ciencia histórica. oso a e a stona suscitó la pasado era el esclarecimiento de la Colonia y de los substratos coloniales, es
decir, de lo que había sofocado la expresión de lo "nacional" ._1a ideología
nacional ue sustitu ó la reflexión teórica historiográfica era una necesi-
V. La vida histórica: Gabriel René Moreno
a no so o olítica sino "cienti 1ca : a cons I cwn y un amen acwn e .Y
a ·storio rafía inde endiente, ya no colonial sólo odía ser nutrida por
una ideolo ía nac10 ear. 1 e.ra.J.¿,J,J~~
El siglo XIX fue el siglo de la "conciencia hi t , . " 1 .!:!.!!ª- 1 iogra ía de ara las nuevas Re úblicas. ¿Cómo comenzar?
en obras como las de Theodor Mo Ed s onca ' o que se manifiesta ¿Cómo pasar de la espec acióñfilosófico-histórica a la presentación de la
Droysen, Taine, Guizot, von Treit::nFu ward Gibbon, Johann Gustav vida histórica?
etc. F~eron obras de historia nacional y de hi~~~r!e Coulanges, .Re-?an, etc., En las Generaciones y semblanzas (1460) de Fernán Pérez de Guzmán se
te antigua. y sus representantes más fa europea y prmcrpalmen- lee esta frase, que según América Castro "habla ya del odio a toda personali-
crearon la moderna me todo lo ,a hi t .mo~o.s, como J?roysen y Mommsen, dad destacada":" " ... que Castilla, mejor es para ganar de nuevo que para
toriografía no tenía en su pasa~o es s o_r~fgráfi~a: ?n ~spanoamérica, la bis- conservar lo ganado: que muchas veces los que ella fizo, ella misma los desfa-
porque no había instituciones ue th: . esa VISI~n uru.versal. No solamente
construir el fundamento de todq . a ti~Ier~ pohisible, smo porque había que
ze" (citado en América Castro, La realidad histórica de España, México, Edito-
a mves gacron 'st ' · N . rial Porrúa, 1962, p . 97). Esto ocurrió precisamente a quien comenzó a pasar
tanto, esperar que se pusiera en marcha fl .~nca: o .e ra posible, por de la especulación filosófico-histórica a la presentación de la vida histórica:
nos que se elaborara una teoría un~ re exwn histonográfica ni me- al boliviano Gabriel René Moreno. A esa furiosa "peste del olvido" que re-
!o
de Johan Gustav Droysen ue m~~od~log¡a de 1~ ~storia como la Histórica cuerda precisamente a los más "desgarrados" indigenistas que tienen en su
sición y ejemplificación de1os "~trma a con;,epc~on ~losófica con la expo- raíz anímica a un castellano del tipo que critica Pérez de Guzmán pero que
toriador como la "crítica de fu t "~ento~ y ~I.encias auxiliares del his- abarca a toda la sociedad hispánica, sucumbió Gabriel René Moreno. Ha
fue posible porque la vida cul~~a~s ' a.nulll_Is~atica, etc. Y tal reflexión no sido rescatado y rehabilitado en su patria, pero esa rehabilitación y rescate
c?noció y aplicó las corrientes filos~f~ruversitana de las nuevas Repúblicas adquieren sólo la institución de una "gloria local" que no hace justicia en
Cir la filosofía como actividad ¡ Icas modernas, pero no logró introdu-
principalmente erudi'to y a vecrea torda. E_stas carencias explican el carácter
modo alguno a la significación continental de su figura . El tema principal de
. ces o avia " · l" d . su obra fue Bolivia, pero la reducción temática le permitió novedad exposi-
h Ispanoamericana del si lo ero ruca e la historiografía tiva y metodológica en un momento en el que se configuraba la historiogra-
rica que las soporte obra~ copas~do. Pero aunque carentes de reflexión teó- fía hispanoamericana, ~mpresa en la que él mismo colaboró.
sólo citar un e'em 'lo ~o a monumental de José Toribio Medina or Su obra capital es Ultimos días coloniales en el A lto Perú (1896). Su obra
que todavía nd se Ifan' recopilaron y rescatar~n materiales indispens¡!Jes ejemplar fueron los trabajos que, posiblemente, le granjearon el olvido con-
objeto de la historia s:6:eol:es~~do. ;a ca~~ncdia de reflexión teórica sobre el tinental: sus trabajos de bibliografía y de archivística, es decir, de asegura-
una ideología más¿ me ma zacwn el material fue sustituida por miento del material histórico. A diferencia de obras de amplitud como la
nos expresa, pero en la que, por encima de las dife- Historia de la Revolución de la República de Colombia (1848) de José Manuel
98
E L INTELECTUAL Y LA HISTORIA • Rafoel Gutiérrez Girnrtlot "' u"•/
/.,11 jórmOCIOTI · ¡ 'l XIX
o . intelectual hispanoamerrcano en e srg o
99

Res trepo, por sólo citar un ejemplo de la historiografía de la Independencia, a .. s de los


la que en parte pertenece, los U/timos días de Moreno se caracterizan por su . ibió· "Los mexicanos somos 1os h IJO ,
pueblo mex¡cano (1900-02) escr ·. de la conquista· nuestra raíces estan
parquedad, es decir, porque no pretenden describir todo lo ocurrido. Funda- dos pueblos y de la~ dos razas; n;~:o:borí enes y en ~1 suelo español. Este
do documentalmente, Moreno presenta una totalidad con hechos esenciales. en la tierra que habitaron losJ?~ . . '1 d:bemos nuestra alma" (Caracas,
En eso y en la presentación de los personajes tiene semejanza con las ya hecho domina toda nuestra ~~z~n~: ~ tal re roche, hecho sin duda des~e
citadas Generaciones y semblanzas de Pérez de Guzmán, y también en la Biblioteca Ayacucho, P· ~7). ,'?du 1 q Pt ' logos\ndigenistas, en la antolog1a
manera de entrelazar personalidades y acontecimientos. Pero por encima t. sticiahsta e os mi o
11" F , p, d
la perspec IVa JU . f iba citada de ernan erez e
de estas semejanzas, la obra de Moreno pretende narrar la vida de una so- d "reproches" que ocasiOnaron 1a rase arr 11
ciedad en vísperas de su transformación, es decir, pretende revivir un pasa- e he puramente caste ano.
Guzmán. Es, pues, un rep.roc , . . a de Gabriel René More-
do "al filo del agua". Se elogia merecidamente su prosa y la mano literaria El esbozo de una histonograha hb~~panol~bmerx;¡~~anzas de Yáñez. 1861-1862
que la escribió, pero al hacerlo no se tiene en cuenta que con ello se plantea , 1 1 .d así como tam Ien su 1 ro . . , hi t , .
un problema.d o au Drmrcon n~- Á " , · " no cayo ene o VI o,
ti::.on dP C'hil~. Tmnr~nta Cervantes.
1886) · ParaJa exQOSlCion
- s onca
---~-~-·
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E L INTELECTUAL Y LA HISTORIA • Rafael Gutiérrez Girardot La formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX 101

VI. Propaganda y ataque: Manuel González Prada


En esta obra de reconstrucción y venganza no contemos con los hombres
del pasado: los troncos añosos y carcomidos produjeron ya sus flores de
T1Jx uclamanlis in, u•Áe."''"'er,r;
fechó ·• poco ~n tes de t ermmar
· e1stglo,
· en agosto de 1900 aroma deletéreo y sus frutas de sabor amargo. ¡Qué vengan árboles nuevos
d 1 J an Agustm Careta el prologo a una obra singular en la historiografí ' a dar flores nuevas y frutas nuevas! ¡Los viejos a la tumba, los jóvenes a ]a
;ól~ngua es:pañola de entonces, a su obra La ciudad indiana. El lema de~ obra! (Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1976, p. 46).
P g.o Y el htulo de la obra delatan que fue suscitado por una obra 1' ·
de la histo · f' f d . .. e astca
nogra 1a rancesa e 1a anhguedad: La citéantinue (1864) d F t 1 Todavía habrá, posiblemente, "enciclopedistas de manual" que, encegue-
de Coulan A d 'f · d e us e
ge~.
7
, 1 erenCia e su suscitación puramente descri tiva, Juan cidos por la llamada "Generación del98", comparen la actitud que encierra
Agustín Careta valoraba y esa valoración fue pesimista. En el rófo decí esta frase y la ocasión que la provocó con la reacción de José Martínez Ruiz
;,ecord~ndo la bufon.esca commedia de/l'arte (Colombina y Pllicin!ua) u~
0
(famoso, sobre todo, por su seudónimo "Azorín"), Rubén Dario, Silverio
los ffilsmos pers~na7es aparecen siempre con las mismas pasiones la'~· _ Lanza (inmortalizado por un pasodoble que lo celebra como torero), Baraja,
r
ma s~erte; los motivo~ los acontecimientos difieren, es verdad, en lis dis~­
tas ptezas, pero el espmtu de los sucesos es e/ mls·mo " (Bu A' E ,
Unamuno, etc., ante el último "desastre" colonial-español. En el epílogo a la
1954. , p. 3) . En el epílogo explica por qué esto es así.... enos ues' mece' colección de artículos que bautizaron esa Generación, explica "Azorín" -
sesenta años después del susodicho desastre-: "No fue el 98 un movimien-
to político, sino un intento de reforma de la sensibilidad, que no es posible
:nora como antes las iniciativas privadas, el deseo de cooperar en la felici- reformar súbitamente; pero que sí es hacedero el intentarlo. No sabían los
ad Y el pro.gres? de la República, se traduce en donaciones cuantiosas del 98 lo que hacían; lo han sabido después" (La generación del 98, Madrid,
para fundar Iglesias Ymonasterios. Ahora como antes la tierra está en _
de~ de unos ~oc~s: due~os de la casi totalidad del área disponible, lo
meJor ~ 1de mas faCil cultivo, un serio obstáculo para la expansión y futuro
0
d: Anaya, 1969, p .135. -El nombre del compilador de este volumen no lo in-
ventó un conocedor de la mítica historia de este famoso y peculiar Club, con
espíritu quevedesco y hasta gracianesco: Angel Cruz Rueda. Existe realmen-
! el pais. A_ho~a. como antes se deprimen los estudios superiores, especial- te). González Prada sí sabía lo que hacía, era político y no quería reformar la
ente los JUndicos! ... La Medicina encuentra alguna m ' d 1 · sensibilidad, sino zaherir, desenmascarar, derrumbar con argumentos la in-
1d 1 · u genCia, porque
e1mo or ~e Im~one. Pero la ciencia pura y desinteresada, noble y fecunda el sensibilidad de los "hombres del pasado". El mundo hispánico era tan pesa-
a. a mate.r (stc) .de los pueblos históricos, no tiene un solo instituto e; la do y pertinaz que lo percibieron ya Gracián en el siglo XVII y hasta Ortega y
cmda~ ... St e~to sigue, y parece que seguirá, no sería extraño que alcanzára- Gasset en los comienzos de este siglo. En El Criticón (1651-1657) escribió el
mos e parecido en las formas, y entonces habríamos carnm · ad . 1 ingenioso modelo estilístico de Lezama Lima con rara claridad: "Porque es
para 1'den ti'f'Icarnos con el viejo régimen (pp. 299 ss. ). o un stg o
de notar que España se está del mismo modo que Dios la crió, sin habe~la
mejorado en cosa sus moradores ... de suerte que !lo ~a obrado ~~da la m-
"d~~~~!:~~~~ dvanFa y :stdéril dla ta~ea ~oral, racional, política, educativa, dustria" (III, 9). Y en su obra de estreno, las Medztacwnes del Quijote (1914)
e ernan ez e Lizardt Bello Sarmie t M , G . descubrió el original pensativo Ortega y Gasset bajo la obligada invocación
René Moreno entre tantos más? ¿No habí~ sido ~ceptado~o~e arh, , ab:~el de Kant que España es "tierra de los antepasados ... Los que antes pasaron
~orla slociedad el tipo del intelectual, cuyas características se h:;a~~~a~ siguen gobernándonos y forman una obligarquía de la muerte, que nos opri-
o en e proceso del cual fueron momentos culmin
constructores del futuro? El esimis d J
.
ant:s Y eJei?plares estos
me" (primera edición reproducida por Madrid, Ediciones de Universidad!a
fruto de la lectura de Scho ~ mo ~ uan Agustín Careta no era sólo de Puerto Rico y Revista de Occidente, 1957, p. 49). Lo que dtcen estas com-
dia de//'arte sino tenía su ·Js~.f au~~ de qmen toma la referencia a la comme- probaciones de modo general, cobra figura concreta en las frases de Juan
tud "beatíÚca" h. , . J lltcacwn._Pero nadie reaccionó contra esa quie- Agustín García. Pues ¿qué era la inoperancia de la industria que lamentaba
tspantca con a energta la acerada t . . Gracián sino, en el lenguaje de siglos después, a ausencia de la "ciencia pura
Yprecjsa argumentación, con elle~guaj~ renovador ~~~p~:el~chl~~a~~~~ y desinteresada" de que se quejó Juan Agustín García? ¿Y dónde reside y
Gonzalez Prada. Lo que para Sarffilento era" civilización qb b · , · desde dónde gobierna la "oligarquía de los muertos" si no en la "f~ligre­
dos formas de comprender el mundo se conv· f , YG ar ~fte , es deCir, sía"? Y ¿dónde reside el peso de esa "oligarquía" sino en la de los vtvos y
una alternativa vital y al mismo tie~po histo' ~~ 10 parda .onza ez Prada en
futu E f , . nca, es ecn, entre pasado y feligreses? . , . .,
ro. n su amoso Dtscurso en el Politeama" (1888) . d La frase del discurso en el Pohteama se refena a una sttuacwn concreta,
cam - , ocaswna o por una
el p p~na piara recuperar las provincias de Tacna y Arica que había perdido pero esa situación era una ~,e las muchas más .generale~ que corroboraban la
eru en a guerra con Chile, dijo González Prada: "oligarquía de los muertos , en el pleno sentido que tiene esta palabra. Los
"hombres del pasado" eran también del presente y no contra ellos sino con-
tra lo que representaban arremete González Prada en nombre de la Ciencia
102
EL INTELECTUAL Y LA HISTORIA • R'!foe! Gutiérrez Girnrdot
·
Lll formación del intelectual hispanoamencano en e¡ stg
· lxiX
o 103

(que él escribe con mayúscula). El carácter de injuria que tiene es sólo un


magistral ropaje literario con el que González Prada viste a la Ciencia para . . , "sustancia medular" del pensamiento no
"Transparencta de lengua} e Y . . alrnente políticas pues lo que se
que sus argumentos sean más comprensibles y más acerados. Su crítica a la S · · s estilísticas smo tgu ' . .,
educación religiosa en el ensayo "Instrucción católica" no es anticlerical, y
on solamente, extgencta .
· d 0 1 s "¡uegos olímpt·cos" , esto es' al foro ' a la" opm10n
sólo pudo ser considerada como tal por quienes conceden el áurea de lo sa- escribe
'br1 esta
" Condestina a áloez p ra d a ft·¡·ó la tarea del tipo social del intelectua'1
ello Gonz
grado y lo intocable a toda "empresa" religiosa. González Prada no ataca pu tiene
que .ca · en e' l su configuración final en el siglo pasado.
ciegamente, desmenuza con argumentos de elemental sentido común lo que
hoy consideran como problema católicos y pedagogos católicos a propósito . t eresf~s_Y fácilmente
Inténtese hablar al pueb;o de sus mb comprenderá
de unos cuantos, llega laque si
hora
antes se hizo todo cor: el, pero e~ .ene ICl~ Al escritor le cumple abrir los
de la formación del sacerdote, esto es, que éste se forma en un seminario,
alejado en todo sentido de la realidad social que va a orientar. González que él haga todo por SI y en beneficio p;opw. e no las coja despreveni-
Prada lo plantea desde un punto de vista social y más decisivo que el mera- ojos de las muchedumbres ~ al~cci~~ar as ?~ra qu inicia hoy en las nado-
mente eclesial: el que ha sido formado alejado y hasta contra el mundo, ¿cómo das el gran movimiento d~ liqU1dacwn SOCia que se
puede formar adolescentes de los dos sexos para el mundo? No es anticleri- nes más civilizadas (ed. at., P· 103).
cal, así como tampoco es antiespañola su crítica a las dos figuras más influ-
, , . " 1 chedurnbres significa "propag~n-
yentes en Hispanoamérica en el siglo pasado: Juan Valera y Emilio Castelar. Pero "abrir los ojos , ale~~wnar a .asn~l~dad ello implica el "ataque a
Con citas muestra la fragilidad, por decir lo menos, del escritor y traductor d a" propagar la ilustracwn, la raclO . , d yl eblo y esos pocos son la
quienes se han bene l~ta ~ e a
pacato Val era y la vacuidad de su elocuencia y de su "erudición". González ' f. · d d 1 explotacwn e pu · .
Prada no pretendió ser "profeta" (tediosa y estéril profesión), pero cuando isrno modo corno en su crítica a la ms-
se leen las frases que caracterizan de modo magistralmente suscinto la obra llarnada clase alta o duechva. Del m t b Valer a y Castelar, González Pra-
de Castelar: ., l. . lo que represen a an , . 1 hi o
truceton re 1g10sa Y a ' tira y un lenguaje plashco, o z
da vistió sus argumentos con sa~as;n?, sale título de los ensayos "Nuestros
cuando pasó revista a esa clase . a edsrmlp ·sladores inmigrantes, venales,
Cuando recorre las épocas geológicas desde la solidificación del globo has- l
(conservadores, 1.b eral es, rnagtstra
. . dos, egt.o con la' excepcion , del farnoso
aficionados, etc., etc.)" ir~ad~a t.;,a Yue ~~~~c~odo lo suyo, no apela a la coro-
ta el nacimiento del hombre, y la Historia desde la edad de piedra hasta
nuestros días, suceden dos cosas muy naturales. El público se duerme como
artículo sobre "Nuestros m.diO.s , qd 1 . d . sino recurre a la Ciencia para
el individuo que bebe la dosis máxima de cloral; Castelar se duerme tam- , · 1 tu aleza tdíhca e m w, . h ·1
bién sobre la palabra y habla dormido, como esos viejos soldados que se pasion ru a a na r . , " blerna": "Al indio no se le predtque urnt -
duermen en la marcha y andan dormidos (ed. cit., p. 152), fundamentar la solucwn del pro b ld'
. . , . o orgullo y re e ta ... e
1indio se redimirá merced
bl
a su
s
dad y restgnaciOn sm . . , de sus opresores. Todo anco e '
esfuerzo propio, noyor la hurn~z;~~o~ un Areche" (ed.cit., p. 343). En el
¿cómo no pensar que en el siglo presente, la relación entre autor y lector que
más o menos, un Ptzarro, un ";,a ve .b. , . " el escritor debe inferirse en la
ensayo "Propaganda y aiaq~~ ~~;:a ;de~truirla" (ed.cit., p. 110). La frase
describe González Prada a propósito del "tambor mayor del siglo XIX", se
había "solidificado" y que el "duerme", convertido en "embriaguez", deter-
minaría la veneración que el público hispano en su mayoría tributa a los política para desacre~ltar a~r~s~sulta transparente cuando se tiene en cue:'-ta
se presta a malentendidos, r la " o lítica" en general, sino en la vtda
que González Prada no pten~~ en. a~oarnericana. Es cierto que esta frase
Castelares
vio Paz? de este siglo, esto es a José Ortega y Gasset y a su parodia, Octa-
política peruana, y por extenslO~ hi~p .ón al "anarquismo". y el desarrollo

l~gendarios
odría interpretarse corno una mvt aet, ublicada ósturnarnente en 1936
Las coqueterías y amaneramientos de lenguaje seducen a imaginaciones
ktelectual de González Prada (Anarqbuta, P de los anarquistas
frívolas que se alucinan con victorias académicas i aplausos de corrillo; pero , d. fu libro de ca ecera , . b
y que, segun se tce, e. . aría esa interpretacion. Sm ern argo,
españoles en la Guerra Ctvtl) corrob~\ disolver y destruir la política con-
'no cuadran con los espíritus serios que se arrojan valerosamente a las lu-
ella sería muy estrecha. Pu~s delsacre ~ aanr,a la española la francesa, etc.) no
chas morales de su siglo'. Para ejercer acción eficaz en el ánimo de sus con-
temporáneos, el escritor debe amalgamar la inmaculada transparencia del 1 g
creta (la peruana, a ar entma . ' a rnextc br ,1 a que sea 'realmente pol't· 1 tea, a
es otra cosa que ponerl~ ~n vtlo~ ~u~~ti ~~:~í:". No es sólo una tarea política
lenguaje i la sustancia medular del pensamiento. Sin naturalidad i clari-
dad, todas las perfecciones se amenguan, desaparecen. Si Heródoto hubie-
ra _escr~to como Gracián, si Píndaro hubiera cantado como Góngora, ¿ha- que no degenere en esta tic~ y fp .al q te y hasta económicamente pro-
y moral, sino sobre todo vlta y ~oct me~ er recisó la actitud anárquica
bnan Sido escuchados i aplaudidos en los juegos olímpicos? (ed.cit., p. 173). d h. a El "anarco-conservador Emst J g p 1 b s· "Cuidémonos
ue v . G 'lez Prada con estas pa a ra . .
que subyace a la frase de onza li de ue la vida se nos convterta en
del máximo peligro que hay, _del pe gro 19i9) recogido en la antología de
algo convencional" (El corazon aventurero, ,
104 E L lNTELECfUAL Y LA HISTORIA • Rafoel Gutiérrez Girardot LP formación del intelectual hispanoamericano en el siglo XIX 105

A. Mohler, Die Schleife, Zurich, Arche, 1955, p. 14). No era "anárquica" en el trial". Esas resistencias tienen su origen en la familia como transmisora de la
sentido político-burgués sino simplemente racional en el sentido que dio "tradición" o en la escuela como apoyo a esa transmisión en la época más
Kant a la Ilustración, esto es, que nada puede exigir respeto -la religión y la decisiva del individuo, esto es, en la búsqueda de su identidad social. Pero
ley, en este caso- que no haya sido sometido al libre y público examen de la para despejar esas resistencias y descubrir cómo se transforman o se mantie-
razón. Por esto lo llamaron el"triturador de todo". En su narración "Pierre nen en la literatura se carece de trabajos suficientes sobre sociología de la
Menard, autor del Quijote" atribuyó Borges a su personaje estas líneas ya familia o sobre historia social de la familia y de las escuelas. Ligada a la
citadas: "Pensar, analizar, inventar (me escribió también) no son actos anó- familia está la vida literaria, especialmente en la época de la "gran familia"
malos, son la normal respiración de la inteligencia" (en Obras completas, Bue- y de relaciones sociales "familísticas", como llamó José Medina Echavarría
nos Aires, Emecé, 1974, p. 450). "Triturar" la política, analizar la vida social, a las relaciones espontáneas y estrechas que fueron sustituidas poco a poco
evitar que la vida se vuelva convencional no es anarquía sino la normal por relaciones anónimas. Estos son elementos determinantes de la red de la
respiración de la inteligencia y en realidad la condición de que la vida y la "mediación", sin cuyo conocimiento resulta abstracto hablar de sociología o
política sean sociales, no pétreas injusticias. de historia social de la literatura.
González Prada resume, más que Juan Montalvo, su correligionario en el Pero además del análisis de estas resistencias, centradas en lo que se lla-
arte de la justa injuria, los rasgos que en el proceso de formación del intelec- ma la "vida privada", el tipo social del intelectual exige un análisis de la
tual se fueron destacando desde Femández de Lizardi hasta Gabriel René "vida pública", es decir, de la difusión de sus productos: imprentas, edito-
Moreno, y todos esos rasgos, dinamizados por él, se condensan en el progra- riales, revistas, grupos literarios, salones literarios, bibliotecas, etc. Son ta-
ma de su ensayo "Propaganda y ataque". reas para las cuales no se ha esbozado siquiera un programa metodológica-
mente adecuado de investigación. Metodológicamente adecuado, es decir,
orientado por un planteamiento determinado, no por un simple interés de
***** erudición "histórica". Es, por otra parte, evidente que estos análisis deben ir
acompañados de una reconsideración de la historia política y de las ideas,
Aunque ejemplares, los momentos de mayor relieve en el proceso de for- que se entrelace con los elementos de la "vida privada" y de la "vida públi-
mación del intelectual hispanoamericano en el siglo pasado no agotan en ca" del tipo social del intelectual.
modo alguno las posibilidades de diferenciar ese proceso. Pero escritores Pero estas desiderata no pretenden primeramente y ni siquiera trazar de
como Eugenio María de Hostos, Juan María Gutiérrez, Francisco Bilbao, José modo sumario un programa de investigación, para el cual sería indispensa-
V Lastarria, Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Miguel Antonio Caro ble fundamentar detalladamente por qué estas desiderata merecen ser teni-
o Cecilia Acosta tienen rasgos comunes con estos momentos ejemplares y no das en cuenta. Estas desiderata tienen el propósito de justificar el comienzo
modificarían esencialmente el tipo social. de una historia social de la literatura con la consideración del proceso de
Tipo social no solamente en el sentido de que constituye una nueva figura formación del intelectual en Hispanoamérica.
en la sociedad, con conciencia de su significación para ella, sino tipo social El"leninismo", es decir, la interpretación simplificadora de una frase de
además en el sentido de que con esa conciencia es más que un simple miem- Marx, arrancada de su contexto programático por Lenin, produjo en Hispa-
bro de la sociedad: no únicamente su expresión ideológica, sino sobre todo noamérica principalmente patetismos dogmáticos, aplicaciones catequísti-
su motor. El que al terminar el siglo pasado Juan Agustín García haya com- cas, especulaciones envueltas en terminología, es decir, aventuras de la irra-
probado -lo hicieron antes Bolívar y Gabriel René Moreno- que la Inde- cionalidad. En su radical ceguera pasó por alto cualquier renovación histó-
pendencia y la racionalidad no habían logrado sus propósitos, obliga a com- rica o no la quiso percibir como, por sólo citar un ejemplo, Las mentaltdades
plementar el proceso de la formación del intelectual con el análisis de las argentinas (1860-1930), (Buenos Aires, Eu deba, 1965) de A .J. Pérez Amuchás-
resistencias que interceptaron al proyecto de racionalidad. Pero con ese aná- tegui, que es un ensayo de asimilar una de las direcciones de la historiogra-
lisis, se da un primer paso en el camino del descubrimiento de lo que Ador- fía francesa de los Annales, esto es, de la historiografía más renovadora en
no llamó "mediación". Pues no se conoce la red de la medición si se pasa por algo más de la mitad de este siglo, o los trabajos fundamental s1de José Luis
alto o -como lo hicieron los leninistas -se condena a la "resistencia" o a la Romero. Las omisiones son más numerosas que los resultados con v alor de
"reacción" en el doble sentido de la palabra. Precisamente la "resistencia" o conocimiento. No menos estéril es la "teoría de las generaciones" que susti-
"reacción" pone de presente la primera respuesta social al proyecto, la más tuyó a la bibliografía tradicional por la ahistórica enumeración mecánico-
inmediata, es decir, dicho dialécticamente, su negación. Esa negación no es cronológica y la consiguiente reducción de una complejidad temporal so-
puramente anti-racionalidad. Tiene otras fuentes y otros motivos que no se cial a una especie de directorio de profesionales.
explican suficientemente con la ideología de la clase dominante ni con con- En uno de sus no frecuentes momentos de felicidad verbal, José Ortega y
ceptos de la historia económica, como por ejemplo, el de "burguesía indus- Gasset acuñó esta frase: "Un libro de ciencia tiene que ser de ciencia; pero
106 E L JNTELECfUAL Y LA HJSTORIA • Rafael Gutiérrez Girardot

también tiene que ser un libro". Quería decir, posiblemente (pensando en los
libros alemanes de ciencia) que un libro de ciencia tiene que ser legible. A esta
recomendación válida hoy para los "terminológicos" cabe agregar, variando
la frase, que una 'historia de la literatura hispanoamericana' tiene que ser de
historia de la literatura hispanoamericana; pero también tiene que ser histo-
ria.

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