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Hanni Ossott Cémo leer la poesia Ensayos sobre literatura y arte bid “. co. editor Coleccién Intramuros IFedicién en bid & co. editor: septiembre 2005 Tirulo: Cémo leer be poesia Aucora: Hanai Ossore © bid & co, editor ca, emails: bidandco@cantv.net * bidandco@yahoo.com website: hatp:/I9vew.bidandeo.vze.com ISBN: 980-6741-01-3 Depésito legal: IF 25220041501356 Divetio grifice: bid & wo. Coordinacién editorial: Bernardo Infante Dabotn. Correccién: Raquel Darin Castro Antoedicién elecirénica: IMPMMATUR, artes gréficas Tirgje: 1.600 cjemplares Impreso en Venezuela por Edicrial Lavina Printed in Vencenela by Editorial Lavina Prélogo — Maria Fernanda Palacios Siac: Heri Oot rnd pa eas Papa nips td prolongaciin desu existencia: «la poesia vive en ella, la habitav, es evi dente que no podemos esperar que nos ensefe a apreciarla apelando a métodos de valoracién uniformes, aptos para cualquier autor, disponi- bles para todo lector; ciertamente, no podemos pedirle la objetividad propia de-un eritice, tampoco una teorta estésiea que ampare sus jui- cios, Ella séla puede leer poesia como quien lee en si misma, a partir de unanecesidady un ansia de absolute, buscando en la poesta elsecreto de suna presencia extrafa que la exalta y a rebasa. Desde un principio la poesia se le aparecié como parte de exe territario antmico que sirve de ipuente con el misterio de la existencia. Puente al fin, la poesta supone centonces una tensién que obliga a quien la acoge a sostenerse en vilo, como sielvivirmismo estuviera suxpendida sobre tn desfiladero. Quad ‘por es0 los poetas que, coma Hanni, se sienten habitados por la poesta, hhablan de la precariedad, delequilibrio ydelriewgo queimplica aceptar el. llamado que les hace la poesia. Quizd por eso el poema hace las veces, «aun tiempo, de tabla de saluaciény de espléndido regalo. Quizd por eso Lo reciben como una oftenda,y lo viven como un sacrifci Yael primer intento «largo» de Hanni por indagar sobre esta pre- sencia inguietante, molesta y magnifica, leva un ritulo revelador: Me moria en ausencia de imagen, memoria del cuerpo (1979). Para 5 «quieres nos acercamos a lu poesta desde la otra orilla, con un pie fucrte- ‘mente apoyado en el estribo de la imagen, exe ttelo amuncia wana des- mesura ¢ invita a soltar amarrat. Un cuerpo sin la mediacién de la imagen queda desamparado ante «la luz de la revelacién», ante una gerarquia més elevada de la realidad» —como ha dicho Esdras Parra. Excriva desde una racha de extrafia licides, esa memoria del cuerpo sin imagen carece de esos arideros que ella llama «realistasy: aL.a gente pre- tendesérrealista, insiste en que tenemos queser realstas, pero qué es eso de que tenemos que ser realistas, un mamentico, nosotros estamos vi- viendo en el misteri, vivir es wn misterio ask que déjense de fantastas, de que tenemos que ser realittas». Fiel a esta urgencia, condenada quizd a este peligroso llamado, toda la vida de Hanni ha estado mortificada por la poesta. No es pues sélo enestién de oficio, de dedicacién, de gusto, tampoco un dono una gracia momenténea, se trata deuna pasién, en elsentida mds exigentey fatal deesta palabra, Sua trabajo docente, sus lecturas, susestudiosy aun sus rates de ovio, vacacién y amistad estardn atravesados por esa fuerza excesiva signada por tanto entusiasmo y tanto sufrimiente. Eliltimo poema de su libro Casa de aguayy de sombras se lama «dgnorancia» y comienza diciendo. Estuve muchas veces alli asombrada constatando, 0 gute exos versas resumen bien, no tanto una pottica como ena cactitud, a medias humilde, a medias orgullosa. Es su manera de estar ante el mundo que Rilke llamaba vel mundo interpretado» pare dife- renciasle deese otrailimitada quese abreensuinterior. Para leer poesta con Hanni, comn Hanni, hay gute empezar por estat alli, como ella, atsombradoss, Después, mejor dicho, al mismo tiempo, ese asombro ‘para ser capaz de «constatar» debe ser coma una esponja. Puesto que en este caso no se trata de experimentar para, luego, recordar, evocar 0 in- terpretar lovivido: esotra cosa. Elasunto consisteen dejar queeve asom- brosea también elmedio de absorcién, y para eso es necesario no perder- lo. Lo cual exige abandonar, como decia Rilke, la relativa seguridad de ceste mundo interpretado» Siqueremos situar a Hanni dentro de alguna constelacion—nece- sariamente poética-tendria que ser aquella que gira alrededor de Rai- ner Maria Rilke. No en vano le dedicé tantos anos de estudio y devo- cdén, no en-vanosintié laurgencia de intentarsu propia traduccién, no envano nunca ha dejado de renerlo presente, Con razin, este libro reco- -gesu prélogo a esa iraduccién. Pero, ademds, hallaremes la huella de este poeta en muchos otros textas; no solo por su mencion expresa, sino porelgivo rilkeano al abordar los temas fundamencales de la muertey el ‘amor; de la infancia y la enfermedad, de la casa y la obra. Por supuesto que también resuenan agut otras voces tutelares, mds o menos constan- tes.) apremiantes: Nievesche, Herdclito y sobre todo Heidegger; Her- ‘man Broch y Virginia Woolf, Maurice Blanchor y Georges Bataille; y cuando queremes sisuarla entre nosotros, veremos que Hanni ha estado siempre cerca de la sensibilidad inspirada de Elizabeth Schim. No es entonces mero azar o capricho el que, justamente, uno de los textos prin- cipales desta recopilacién, «Memoria dela Tierra y memoria delSer», sea una entusiasta leceura desu obra. 2A quien va dirigido este libro? Mads alld, por supuesto, de los gue yarhan sido iniciades en (por) la obra de Hanni Ossor, el tiealo sugiere un pitblico mds ampli. Sugiere sambién un propssito, digamos, peda- ‘eizico 0, cuando menos, de gute u oriensacién. Tratdndose de alguien que ha dedicado buena parte desu vida a la ensenanza de la poesta, es natural que los lectores acudan en busca de lecciones. Pero a Hanni nunca te ba gustdo dar demasiades argumentos: ni explica ni anabizas como dije antes: ella se asombra y constata, Es decir, ariende, excucha to queledice una obra, un verso, una palabra ysiesto la reviene, la pertur- ba, laexalta, quiere decir que la wsaluas y que, por lo tanto, es0 evale la pena». Para Elanni, el hecho de ler un poema equivalea «tener a al- _guiencon quien orar denoche desde la magnificiencia»—esella quien to dijo. Y esto ya nos da la medida de lo que significa; 0 mejor dicho, nos habla de la desmaesura que acompatta esa atencién. Por exo habla del tiempo que necesita un poema para que «nos lleguer y de chm el poema debe «cnajar» en el lector antes de pretender wentenderlo». De alli que diga: suna de las cosas mds arduas es ensentar a leer poesta y yo lo reali- 20.» ¥lohacecome quienenseniaun areicula de f, algo que no se discu- te, se abraza.0 nos abrasa. La poesta es un templo —dice— al que uno debe dirigirse con una vestidura adecuada, con un velo. No hity pues que aspirara entender demasiado. También dird que «noson demasia- dos los libros que uno necesita para volverse sabjon, ¥ si todo esto nos ‘parece pretencioso, basta con tener en cuenta gute esa sabidurta tan shlo la chan», seabreanteelle, pero no le pertenece. Dealld que diga, aren elon seguido, que wel lecror de poesia debe ser ante todo-un lector bnanil de». Yadvierte, ademds, como una condicin necesaria a toda lecturt, el que antes de querer «saber» cémo leer poesia hay gue «querer leenlas casi, «uno puede quedarse veintitrés aftoscon una fiaseincomprensibley alegrarse por ela... porqueen el fondo casi lacomprende». En ese scasin enira ese impredecible lapso que tarda wn poema en hacerse en uno, en «llegarnos», ¥ ereo que en esa alegrta esid el fuandlamenta de lo que ru chos confiunden con una spoética: no tanto la manera como un poeta comprende la poesia, sino la manera como wna poesta permite com- prender el mundo. La mayoria de los rexsos de este libro, con pocas excepciones, son textos breves, que tratan aparentemente de muchos temas: del amon de La naerse, dela enfermedad, de lacasa, de las exculeuras de Gego... Pero no esasi:los temas estén alll para despistar, no al lector sinoast misma, Son tan sblo espacios para la reflexién, espacios para decir lo mismo, para decirlo con el tiealo de uno de sus libros. En todos el impulses eb ‘mismo y hay una iinica ambicién: remontarse a la fuente de la poesta. En su mayoria se trata de breves, brevisimes apuntes sin mayores desa- rrollos, casiesbozos de poemas, vislumbres que no llegaron a condensar- seen versos, 0 versosque empecaron a dirigirse ro arriba, tratando de atisbar su origen, de hurgar en su enigma. No debe extnatarnosenton- ces que, de pronio, se interrumpa el hilo de las ideas y salten frases que un lector avisado reconace como pedaczos desprendtidos de sus poemas: el bello vestido guardadoen naftalina, esas rara: lentejuelas apegadasa la ——~ piel que, cansadas ya_de tanto discurrir, nsisten en cantar su melan- colia, En una carta a Boris Pasternak, Marina Tivietdieva le decie Sabes qué quiero yo, cudndo quiero? Quicro oscurecimiento, aclaramiento, transfiguracién, Quiero el méximo relieve del alma ajena y dela mfa. Quicro palabras que nunca escucharé, que nunca és dirds. Quiero lo inaudizo. Quiero lo monstruoso, Lo milagroso». Cuando let esta carta, pensé en Hanni, sentt que traducta lo que Hannisiempre hu querido, 0, mds bien, su forma de querer de quererlo todo. Y eso es lo que ella quiere de le poestay la forma en que quiere que leamos poesia. De eso habla este libro. Como leer la poesia ee Como leer la poesia ¥ la estrella viaja con sus piernas de fuente pura Henny Corsi ere arches ates vica une orga pee a ager de Henri Corbin, En ese momento quedé maravilladay su nombre fue guardado por mi en mi cerebro. Unas semanas atrés mi amigo Al- berto Conte me ensefié una traduceién de Corbin realizada por Juan Calzadilla y Eugéne Modestine. Sc la compré, secretamente emocionada, porque sabia cusn dificil es entrar en contacto con un libro bueno hoy. Desde hace siete dias ando con el libro Lejos como un viaje, Si acaso he podido leet siete pocmas. Uno por noche. Leo Tos poemas en alta vez, los transcribo en mi cuaderno como cual- quier Pierre Menard, se los leo a mis amigas por tcléfono. Corbin me tiene emocionada. No sé cémo es ¢l. Sé que ¢s martiniquefio, No meimagino qué puedaserla isla de Martinica, ni lo que se come alld. Me basta la palabra del poeta. Ahora tengo con quien orar de noche desde la magnificencia. Me gusta descubrir un poeta. Es tan dificil penetrar en un mundo poético particylé ue cuando esto sucede resulta un acon- tecimiento, Una de las cosas mds arduas es ensefiara leer poesfa y yo lo realizo. La poesia le llegaa uno como llega el amor o la ficbre. Por 0 se sabe qué razones, A yeces podemos leer rcitcradamente a un Poetay todavia no noslega. Yes que no estamos preparados para dl. 18 Lapoesfa tiene una dura que nada tienen que ver con nuestras de 1, un tiempo, un cuajaren nuestra alma siones Elector de poesia debe ser ante todo un lector humilde, pasi- vo, receptor de riqueza. Por una rara conjuncién, el lector tiene que tener laedad de! poeta; no la edad cronolégica, sino la edad mencal, animica, psiquica. Hace veintitrés afios conocta Rilke, Fascinada por él quise ha- cet mi trabajo de grado sobre su obra, pero no pude. Habia en ese entonces ciertas imagenes que no comprend{a. Pero no lo abando- né, seguleyéndolo, con fervor, pasivamente, escuchando.... Veinte aftos después pude escribir diez cuartillas sobre las Blegtas de Duino queconstituyen ahora el prélogo a mi traduccin. Esto no me des- anima. Durante veirtte afios me ha acompafiado un poeta, no cinco poetas, sino uno. También me acompasian dos o tres novelistas. No mis, Virginia Woolf, Thomas Mann, Hermann Broch... No son demasiados los libros que uno necesita para volverse sabio. ‘Ahora tengo un poeta nuevo que me durard probablemente veintitrés afios para comprenderlo, Estoy feliz. Esto quiere decir ‘quea los sesentay cinco afios podré escribir algo sobre él, sies posible, ‘Ante mi hay dos versos de Corbin y me fascinan, pero no pue- do decir exactamente qué significan, asf como no puedo explicat lo que sea un beso: Y¥ los pajaros al desprenderse como hojascortan (a cabeza del cazador en la noche. Leet poesta no eslo mismo que leer novelas o leer el periddico. Cuando leo poesia me encierro en mi cuarto para que no me ean, porqueall{ hago muecas, danzo, ondulo, leoen alta voz, mecontor- siono como Ulises ante las sirenas, me acuesto en el piso, lloro, es decir, me conecto con lo mds profundo deliinconsciente. ¥ eso no se le puede mostrar a nadie, para ello como dice Virginia Woolf es preciso un cuarto propio. No le aconsejo a mis alumnos, por cjem- plo, que lean poesfa en un carrito por puesto, Porque la poesia es un temploy aella se va con una vestidura especial y adecuada. Un velo. ami se me pidiese tun buen consejo sobre cémo leer poesta dirfa que ante todo hay que querer leerla, Querer como querencia. Sin mala e, sin desesperaci6n. Averiguando qué diablos quiso decir elpoeta. Porque los poetas son dificiles de leer. Uno puede quedarse veintitrés afios con tina frase incomprensible y alegrarse por ella. porqueene! fondo casilacomprende. Yasf uno mandala razén yla conciencia a paseo. Cada quien sostiene a un poeta. Penélope. Cosidos los ojos La luna, el asrio Tienen por chorre de agna Als espora Hews Coxnny Alma mater — 19 A Ingrid Ossott, mi hermana Tambien es bueno amas, porque el amor es dificil RM. Rixe PRatiecaatia Rilke en las Contes uneven portadice queal amor es una carga. Tambien sostiene que es dificil. Una pruebay un examen, Esta afirmacién sobrecoge e intimida porque nos resta li- bertad. A nosotros nos gusta amar a nuestras anchas, preferimos sentirnos seguros en nuestro Ambito, Esto quiere decir que quere- ‘mos estar en confianza—como dirfa Heidegger. Existe la delicia de encrar y saliren nuestras casas sin perturbz ciones. Con caricias al loro, con palabras amables @ la casera. Todo dentro de una felicidad nimia y durable. Sin embargo, «cl amor es una carga». El arco por debajo estd tenso. La llama se encrespa. La felicidad se vuclve una tontetfa. Qué amamos? La playa, la literatura, el propio amor, la casa, Ta universidytfyRovamigos. Esto es suficiente para una vida, para un suftir y un milagto. Hay tanto didlogo silencioso entre todo ello, tanta efervescencia, Hay también tanta gente para amar y tanta para ofrecerle la distancia, aunque sea provisional. Si, escribimos, fervorosamente amantes y en combate, Si, amamos, fervorosamente y en combate. Lo o1ro se apresta para ser nuestro cnemige. Como un fantasma, Una otredad, Por amor. Y venos las cejas, sus manos, fa furia. Y decimos: es el Cid, no puede serotro, Despuds de todo y al final el Tao existe la pasidn se asilen- 20 cia. Los caballos dejan de trotar. Ximena se hard la loca. Sembrara calas, ortigas y cayenas Y después, cuando se sabe que el amores unalarga carga, viene el beso, la magnifica conjuncién, allf la literatura canta y el alma se vuelve Alma Mater. Sabidurta, Pero antes de todo ello nos espera una large temporada de asentimiencos, olores, miradas, mares, silencios, aprobaciones y rechazos. El alma debe macerar el amor, coverlo en una suerte de caldero a fuego lento, fjarlo en un punto entrela duda, lo irracional ylo irreconocible. Entre la muerte, la viday el amor... Se trata de tuna epopcya cn donde el desencuentio esté a la orden del dia y en donde lo luminoso es casi un hallazgo. A veces surge un guifio de ojos y aparece en nosotros lo que Pavese lamd westrado de gracian; es entonces la «segunda veo», esi segunda ver por la que reconocemos que dl objeto del amor se co- rresponde con aquello que idealizamos. Pucsto que al fondo del almay del amorse teje un suefio, el mito forjado en nuestra infan- nas manos, una afinidad, un olor de tabaco, un cuerpo, una genealogfa scereta, una casa, Ellos luchan contra nosotros y a favor de nosotros, Desde esa gencalogfa nos hacemos mattizy generamos simbolos para nuestra construccién, destruccién o dolor. Morimos deamon, de alegrfa, de desazdn. Mas entre tanto bullicio, entre tanto combate y tanta «carga ke dice: cia: vale la pena veces el salto, Ri [...] gNoes tiempo ya de que quienes amamos 1 liberemos del amado yresitames vibranda: como la fecha resiste a acuerda, pare ser enel impulso desu salto mds que ella misma? Porque no hay permanecer en ninguna parte. - Quizis entre todo ello, sélo falte una palabra: la larga pacien- cia, Pues, no siempre se puede saltar. Yel corazén sc acongoja. Pre- cario. Lleno de estrfas. En pena. Sactificado. Tenso. En llanto, Por amor. Desde la espera. Tejiendo una rara y secreta fidelidad. No por otracosase llora tanto en La Odisea. Poesia y muerte Aud nuestro corazbn, a lo fiugaz y a lo que mana, a la vida esti leal y fraternalmente entregado, no a lo sblido, a lo que es capaz. de duracién. Hermann Hirsse: Escrito en la arena Una de tas cocas sobre las queseasientala poesfa esc sentido de la muerte. La conciencia de fa muerte fundamenta a la poesta. ‘No sélo la muerte fisca, sino la psiquica. Ese aprendera perder sua yeo bruscamente con el vivir, Por elo en la poesia rara vex se habla de éxitosysi de precariedad, de pobreza. La dicha no parcce ser el Ambito propicio del poeta, El tinico poeta feliz. que he conocido cs Whitman y percibo en sus profundi- dades una suerte de esfucrzo por conquistarla alegrta. Me celebroy me canto ami mismo ylo que yo dia abora de mi, la digo de t, porgite lo que yo tengo lo tienes ti ycada dtomo de mi cuerpo es tuyo tambidn. Es bello lo que dice Whitman. Pero no creo que ningtin ser humano pueda celebrarse ni pensar que lo que él tenga lo tienen los. demés. Los poetas no celebran en modo alguno. La disolucién, lo effmero les concicie. Si pudiesc caracterizar al poeta dirfa que esel hombre que anda en muletas, mulecas del alma. Elsabe que no pue- de hacer gracias, sus bromas son malas, porque desde el fondo as- ciende le distancia y la mirada, Ese saber insralarse frente alo raro delexistir, Porque lacxistencia, vista tanto de cercacomo delejos, es absolutamente incomprensible y la vivimos porque no podemos 24 hacer outa cosa. Bla es un fenémeno. Una rareza, Desde la palabray el lenguaje hasta el beso. Y encima de todo la muerte, Lo que nos separa, Pero ella también es irreal. Hermann Hesse en su pocma «Bscrito en la arena», dice: No, parece que lo iatimamente bella, lo amable, parece inclinado ala destruccién, cerca siempre dela mucrte Hesse dice que no hay permanencia. Schopenhauer lo dice a gritos porque es un enfitico, Habla de une fuerza violenta en el construir y en el destruir. Rilke pide una palabra pura, angélica, exenta del ripido confluir de la existencia. En Nietesche la carne se pudreentre la exaltacidn. Si, hay temor. El poeta esté cerca dela muerte. Ha aprendido de ella y le ororga su voz. Eso lo expera de los otros. Pareciera que fuese un histérico, un temeroso. Y no importa quelo sea. Con fili- granas teje su propio sudario y el sudario de los hombres: La pasién porlavida, lo incomprensible. «Estirpe de un solo dia» —dijo el grie- go. Yel hombre se resiste aser menos queun cerdo. Por eso la edifi- cacidn y la mentita. La desmesurada arquitectura de edificios ver- bales. Frente allo el poeta es el atento, Lo hermoso y lo hechicero son s6lo hdlito y tormenta ~dice Hesse. El bello vestido guardado . Yparalamemoriasiemprehabré una en nafialina, una memo palabra. Nocreo en laseparacidn. El olor del tabaco de mi abuelo reco- rre mi estudio. Veo las manos de mi padre. Se dibuja en mi mente un traje de gasas. Con ellos construyo mis poemas y edifico. Llevo raras lentejuclas apegadas a mi piel. Ellas cantan de la melancolia Otros hombres me hablan también de ellas y los comprendo. So- mos solidarios. Lejos, lejos un horizonte y nuestro silencio. Hemos * andado en’el mar, Las muletas estén all, y nuestra melancolfa. He- 5" mos aprendido para la espera desde el asombro. La pregunta inicial ya no tiene respuesta. La muerte es quizés un himno. Cancién de la muerte Canta ta cancién de la msscrte, oh edntalal Porque sin lacancién de la muerte, la cancidn de la vidase auelve sin sentido y necia ...]- D. H. Lawrence De Ia cura en el arte Observa el limite, Sé reverente al hablar. Apo10, templo de Delfos Eqn cas olas de Virginia. Woolf, Rhoda salta, obsedida, un chatco. ¥ a veces se detiene ante él y lo piensa, Piensa en el charco. | En oda a novelael charco eaparecey con ello el temblorde Rhoda ante él. Pero no llegamos a saber qué es su charco. Ella se desdibuja ante el secreto de su irremediable y aparente inmensidad, Virginia Woolf secuids de descifrarlo, Blla supo queen las fronteras dela li- teracura y el arte siempre habfa un charco. Una suerte de pozo me- dianero que puede albergar cualquier cosa. Sabandija, lagartos, v6- mitos, zapatos abandonadosy horquillas para el pelo. Todo escritor alberga en sf un pantano. Ast también todo hombre, El basurero del alma est4a la orden del dia. Lo deforme, lo cruel, lo podrido, el desequilibrio se tejen y se mezclan entre nues- tras mds finas bondades, Pareciera que no estamos hechos de una sola pieza: hotrory belleza estén inscritos en nuestro corazén. Pero nuestro empetio, como occidentales, ha sido el destruir laserpiente Pitén fija en nuestra alma, o al menosluchar contra ella. Enel char- co esté la serpiente Pitdn, esa que vencid el curador Apolo, Apolo, por supuesto, como imagen es demasiado para nosotros y apenas podemos imitarlo. Sdlo quiero decir que vivimos hoy en la cura o ‘quedebemos vivirla.,. Elartista debe vivir en la cura, Esto suena escandaloso, pero es asi, La cura quiere decir aqui mantener una tensién lirica con la alta presién de los contenidos desbordados del alma. Creo ferviente- mente que sobre el papel y desde la escricura, el vémito es delezna- bley servil. La libertad consiste en conocer nuestros excesos ‘Siempre meha maravillado la tensién moral y educativa de un ‘Thomas Mann que pudo plantear un problema sobrela belleza y la sensualidad en términos de la distancia y dela forma. Eso fue en La ‘muerte en Venecia. El drama del cuerpo y del espiritu, su profundoe irresoluble combate, la valentia de Von Aschenbach ante la contra diccién, y la ensenanza de Platén al fondo, me han impresionado durante afios. Laseveridad, la mesura, la contencidn y la delicadeza con que ‘Thomas Mann trabajé en esa novela el arduo aspecto dela sensuali- dad, me hallevado ano separarmedeella. Y durante catorce afios he hablado de esto en la Escuela de Letras, ‘Thomas Mann otorg6alosescritores y artistas unaensenanza: sabia que en los abismos del arte habitaba laamoralidad e incluso Ja inmoralidad. Lo perverso, lo perdido estén a la mano, Las rotu- ras, la herida.... Eso es inevitable. No se trata de hacer un arte «curado». El arte no es necesatia- mente sano, La bellezadela Venus de Milo noes sana. Detrisde ella hay una larga tradicién de convulsiones. Esa belleza surgié de la conciencia del horror. Hay pues un equilibrio entre belleza y horror que sélo dos ejemplos podrian explicarlo por ahora. Rilke dice: «Todo Angel es terrible». Rodin esculpié dos manos en tension acercéndose y nunca se acercan. El las llamé La Catedral. También Venecia que es muy bella alberga la podredumbre con equilibrio. La vulgaridad munca ha pertenecido al arte. Veo al fondo de mf, el azul de Florencia y los rosados Perugia. Pero también veo lo que se hace sin fuerte conciencia de alma y sin guia, Aschenbach habia escrito expresamente, nun pasaje poco conoc'- do de a obra, que casi todas las cosas grandes que existen son gan- - des porque se han creado contra algo, a pesar de algo: a pesar de dolores y ribulaciones, de pobrezay abandono; a pesar de la debi- lidad corporal, del vicio, de la pasién. THomas Mann, La pasi6n paciente ~~ Fl arte es un sacramento findado en lo carnal. | ‘Tuomas Mann Hy un poema hermosisimo de Kayafis, llamado ftaca, que puede explicarnos la relacién dela literatura con el erotismo. En ese } ‘poema, Kavafis nos habla de un largo viaje que debemos empren- dera {tacay nos dice que lo retardemos en lo posible, pues en la tra- ‘Yes{a encontraremos las mds finas mercancias, el esplendor del co- ral, ébano y perfumes. fracaes el cese, el fin. La muerte. La literatura yelerotismo son la travesia, el espacio dela riqueza. Eltiempo oor- H gado a laseduccién, Jagran aventura del cuerpo y del alma, ftaca no esel goce. Porello, erosy muerte se hermanan. Lo importanteen la literatura no ¢s terminar un libro, sino vivirlo, hacerlo, pulsarlo. El tiempo empleado en su elaboracida, las caricias, la lenticud en sus cortecciones, le vibracién en su relectura, constituyen la maxima expresién de su eros. El final es fraca, la muerte del amante y el comienzo del lector. Toda obra de arte verdadera surge al amparo de muchos dioses, Peto sin eros no hay obra, Esto nos loensefié Platén en Elbanquere, Existe también un cuento de Borges que nos habla de ello, Se Mama Las ruinas circulares. Se wata de la historia de un hombre que quiso softar a otro hombre y después de numerosos fracasos, sond ‘con un «coraz6n que latfay, Ese hombre sof (creo) desde el centro de la pasidn, pero es preciso saber retardar la legada a un centro de 32 concentracién y consumacién. Se trata de una paciencia en la pa- sign y en la seduccién porla palabra. La literatura és cuerpo, carna- Tidad vuelta alma y espiritu, Elevos de la literatura es un viaje y un canto hacia un centro improbable, un cenwo intuible que va ha- cléndose en travesta, en los encuentios y en la escucha de otro. Eros yamor. = Viaje al interior del hombre: alma y poesia La ewestién de lo que pueda ser el arte en si mismo ‘no puede ser respondida por el psicélogo |...) €.G. JUNG De eesitnaclema seinaugura emia yea bora: sla. l poeta dejade ser un poeta decantosépicosy descriptivos para adentrarse en el alma. «Yo soy otro» —dijo Rimbaud. Lo otro co- mienza a hablar. La gran vasija del alma seabre, desde sus nocturni dades, desde sus imprecisiones y balbuceos, desde su falta de sigi Ficado. El poeta Carl Sandburgal ser preguntado por el significado de uno de sus versos dijo: «Sdlo Dios lo sabe». El proceso ereador es una experiencia limite, Se ocan alli fron- teras. Entre la frontera habita la mAscara, esa necesaria para devol- may poe- verse ala luz de la conciencia y atraer la imagen que se ha robado al abismo. En este sentido ocurre igual que con Eidelveis, esa lozecilla que los alpinistas roban a laaltisima montafia como testimonio de su siesgo. En a experiencia limite el estado es deescucha. El poeta recibe las yoces del alma, a veces completamente enajenado, como Rim- baud, Rillce no compuso las Elegtas de Duino, le fueron dictadas. (Oyé su visién interior, sus paisajes. Pareciera que el cuenco del alma ene poera ascendiera para er expresado y el misterio, lo impreciso, To oculto adquirieran fisonomic, Nosotros no podemos precisar cuindo eso llega, esto permanece en el misterio hasta para los més grandes psicélogos. Sabemos que el proceso creador surge de una 33 34 suerte de maceracién de los contenidos psiquicos en el alma. Un madurar. Un tiempo propicio, aventurado, a veces azaroso. Y sobre todo una escucha. Porque la palabra es riuuno, miisica, canto, Y las imagenes nos llegan con su propio ritmo. Con el movimiento apro- piado de su cuerpo, desu configuracién, Descender all, desde las alturas diurnas dela conciencia a esa zona mediana y crepusculas, ovoiga alegr‘a al pocta. Habré enton- ces para dl un festin, Los dioses ~porque no puede ser de otro modo~le otorgan el beneficio de probar riquezas, No importa cuin fuerte pueda ser el plato. Horror, dicha, hascfo, pasién. Frenteaello debe conservar el pic en la frontera para no sucumbir. Amatradoal méstil deberezarla letanfa que lo mantiene al barco. ¥ ¢s quela poe- sfa es también la préctica de ua ritual. El mismo sitio, el mismo es- ctitorio, la misma pluma. El mismo miedo que nos invita a separar- ros del papel, lo que no queremos hablar con los otros ese dfa para que no nos disturbe. Lo que no queremos escuchar de la poesfa misma... porque hiere. La poesfa es riesgo puesto que es alma. Desde el alma vivimos endl riesgo, Todo en clla es aparentemente inconcluso, provisional, equivoco, sombric. La moralidad no entra en ella. Por eso la poesta es amoral, carnal, sangrante, doliente. Nil alma nila poesfa estén hechas para los acomodados. Pocos politicos acuden a ella, apenas recitan versosen recepciones y espectéculos. Quienes sc entregan al alma ya la poesfa trabajan desde la imagen del marinero que lucha en el mar. Adivinando, profiriendo invocaciones, escuchando la caracola. Yel mar esté all, para hundimnos, revolcarnos, golpeando cos- tay puerto, playa... Porque él es también la Gran Madre, el anima, lavoz que rige y dicta la ltima palabra. Eles cl ritmo, el ritmo dela ‘voz femenina, el alma de la pocsia. Lo andrégino en perfecto casa- micnto. = El estuche carmesi U. dfa de octubre del afio 1922, Catherine Mansfield, una narradora nacida en Nueva Zelandia, esctibid en su diario: Octubre-Importante. Cuando somos eapaces de no tomar en serio ruestres fracasos, significa que ya no les tememos. Es muy impor- ante aprender a retrnos de nosotros mismos. Lo que Chestov lla- ma cina pizca desencilla familiaridad y de irontas tiene su valor. Catherine Mansfield murié ese mismo afioen que le declaré a tan diario cal afirmacién. Murié de tuberculosis. Una enfermedad largay penosa que también haatacadoa otrosartistas. Y que segura atacando a cualquier persona, porque las enfermedades se comba- ten pero nose vencen. El fragmenco de Catherine Mansfield es para m{ de un especial valor. Lo he escuchado en oxros mbitos. Llevo su ritornello en mi cabeza. Casi su fastidio. Supongo que trata de un asunto de la vida. El fragmento es curioso, Me pone a reflexionar. El fracaso. ‘Qué cs el fiacaso? He aprendido de mi vida, de la vida de Heracli- to, de Wagner, Schopenhauer y de Thomas Mann que del sufti- miento procede la grandeza. Entonves, a qué rerse del suftimiento ydel fracaso? ~« 3 26 Tengo la extrafia sensacién de que nuestra época deberia dedi- carse un poco mésal sufrimiento. A la compasién, a la tristeza. No todo esti de fiesta siempre. Sé que no podemos despojarnos de un ingrediente: la ironia, Pero también sé que una buena concentra- cién mental en la pena nos hace mis humanos ‘Pero qué es ser lo humano? Leo raro, ‘Ahora acoto al margen de los diarios de Catherine Mansfield: Somos lo taro. No hemos despejado la riqueza de nuestro ser. So- mos lo inexplorado y esto nos da una infinita esperanza y un tra- bajo. Eso se llama futuridad. Plenitud. Cancha. Movimiento psi- quico. Pero ance la muerte, ante la eterna muerte quizds haya que reir- se, (Cémo abandonar lo que secretamente fue lo mas amado? {Cémo dejar los libros, los retratos, las cunas, el rosario, el amor entero? ¢E incluso cémo abandonar la misma pena? Tan acostum- brados que estamos 2 ella. Sé que no sé donde estoy, Me han dicho que en la tierra. La ‘Tierra de Nadie. La tierra vegetal. Todavia puedo llorary no meri. No me burlo sino ante lo necio. ne otro sonido, el sonido de aquel desfalle- ciente que sobre los abismos dijo sf. El se llamaba Zarastustra y pi- did a lo vasto la ilrima méscara. Era un desesperado. Habitabaen- tre altas cumbres. Entre el vértigo. Su pasién fue casi una mujer: la muerte. Y solt6 la iiltima carcajada. Ante su propia enfermedad, enfermedad de vivir. Asi también rié la dama Mansfield. £1 se car- cajed, ella se rid. Acaso mi risa jFracasé él? ;Fracasé ella? La vida humanaes tan secretaque no podemos saber. {Quién dictamina la muerte? Ni los diarios ni las biografias revelan lo que somos, Mucho menos la Historia. Poco menos los médicos. Por fortuna el secreto permanece guardado en un estuche car- mest, Nadie sabré nada. Ni una palabra S., «La vida —dice la escritora y dama Mansfield— tend td que sep ble». como una luz firme y Pero no lo sé. Y no es por que mintamos, Es por otra razén. ¥ nolo voy adecir, ameritarfa un libro. He hablado dela vida, de lamuerte, de lapenay dela méscara. Con todo ello se hace literatura y se scribe un diario. El diarioes el estuche carmes{ que guardacl secreto de muchas transformaciones: €ldoloren dulzura, la rebia en distancia, la soledad en amor. Ylaliteretura es atin més que diario. Eldiario de Catherine Mansfield no es un basureto, no ¢s un chismorreo. Asi lo prologa la dama Virginia Woolf. En él hay re- flexién, Sobre qué? Sobre todas las cosas, Las nimias, las brllances yas attavesadas por el hastio. ‘Ayeces una vozse cucla entre sus fragmentos: la voz del erftico sir John Middleton Mucry, su marido, Un seholar que no pudo co- rregirla. Sdlo sugerir que en octubre no comian galleticas sino cod (fis. Mas clla no se daba cuenta. Quiads estuvo distrafda. Y dl la amaba. Vque gAcaso quiso éLescribir su diario, el de ella? ;De qué manera? Creo que los dos fueron un éxito, unas estrellas. Ahora pocos Jos conacen. Sdlo unos cuantos interesados en la literatura. Mafana algunos leerin sus obras. Y dos calles Hevarin sus nombres. Hay risas que matan. Creo que Catherine Mansfield fue una gran escritora y una paclente mujer que describis el vacfoyy la soledad desde su diario: 31 de marzo—Hermosa makana, pero como st que tengo guesalir a cambiar el cheque y a pagar las cuentas, no me siento feliz. No hay que darle vuelta, la vida es una cosa detestable. Cuando Gy Jen el parqueestaban hablando del bienewar fico yde la ilusién que atin sienten por las fiestas, yo casi grufla, 37 Estoy segura de que f. puede disfrutar mucho entre gente agrada- Meditaciones — ble. Yo no puedo. Heacabado con todo eto, y ahora, no puedo ven- E cer. da pepuignancle que nc inspint. Prefero apeyirmne pevecosa i (Lectura meditativa de los textos de mente en elpuente; mivar ls barcos, la gente libre y desconocida Intemperie y Memorial de Rafael Cadenas) _ysentir golpear el viento, No, yo detesto la sociedad la idea de la comedia, hoy me parece una perficta tonteria. X quien es J? Y quign es G? Jota sera John? zY G. quién es? El gato? Los inglescs siempre tienen gatos. Tambicn los ncozclandeses. Al final habré que asentir con Catherine Mansfield: Dioses mds interesante Primera meditacién/Intemperie Uhh que ect ala intemperie, al descampado, expuesto alo . que desticmpla o afloja. Uno que ya no dice yo. Uno que no se ad- hiere. Se adyierte: jno te expongasala intemperie! . Mayor que esa advertencia, la intemperie es un poder. Ante ella, laadvertencia castiga, desde ella ya nada do, Aparece, hiende, cala, transgtede... impiidica. Entonces, quien esti a laintemperiese halla en franca rauestra, is puede ser castiga- adisposidién, como si ya no pudiese decidis, como si ya no lo qui- siera, Disponerseaese desamparo significa abandonarla posibilidad de deciry, o al menos, no poder decirlo ya con el rigor, lainocencia, Ta mascara o la defensa requeridos 2Esla intemperie lo abierto? Decir yo es cubrirse, ampararse bajo el recho: Ia casa, las cosas, los hombres, los murmullos, el caer de los objetos, la pasién que desgasta y reconforca, Sefiales, formas, vias para el resguardo. Una ausencia te funda Una ansencia te recoge (Memoria). ~~ A la intemperie esté el viento, quizas la Noche, lo soloy las ra- ras y abismales sensaciones; esas que nos estén permitidas s6lo si sa- bemos escuchar su tentacién, sélo si no rehuimos su peligro. La intemperic es el afuera que irtiga desde adentro y que por ello no podemes cludir. No soy lo que llevo sino el recipiente lugar de la presencia Luger del vacto recibo, entrego :Yo oalguien que conozco? (Memoriad. . Laadvertencia contra la intemperie es intiil. El crénsito hacia la intemperic se opone justo cn el umbral. El trdnsito es un yo que pugna por contenet el contorno de una ima- gen:su forma de imaginario. Intemperado esl que se deja arrasar. Porquesabe, Todo lo que sabeconciernc ala ruina. Se deja tumbar. Es la voz gramaticel pasiva. No dice: me enfer- mé. Dice: se me enferma, Semeempuja. No dice: mecaigo. No uti- liza ya verbos transitivos. Su cercania al yerbo intransitive, por ejemplo: «Llueve», lo dispone hacia la conecmplacién de lo que lo excede y es inamovible. No puede no oponerse, pero se mira allt Laintemperie esindiferente alos objetos quc acoge. Carece de cuerpo, de espacio preciso. Exponerse a la intemperie ¢s abrirsc al micdo. Allf la patria es ausencia. Allie habla no es resguardo. ZEsla intemperie el afient, 0 apenas una condicién, un trinsito? ¢Lacondicién de un estar afuera? En la intemperie, zacaso po- demos decidir todavia el resguardo? ;Quién lo decide? Alguien, a pesar de uno mismo, galguien a pesar de ka disposicidn? Y si uno quisiera permanecerall, podria? ;Quién desde el cuerpo obliga al sesguardo y al techo?, ;Quién prohibe por inoportuno el acaba- miento? Yo, :a pesar de mé Y sin embargo, ella vence, acoge, desalo- jaal vehemente. El proyecto de estar a laintemperiey de anularel proyecto re- gresaal proyecto. El proyecto de anular el proyecto. sdlo proyecto (Bataille). El devorar(se) regresa af mismo, Obliga 2 permanecer en el yo. No puedo despedazarme enteramence, No puedo ser el ‘enemigo que aniquila, Para mantenerme en la enemistad necesito alotro. El enemigo es de afivera que dentro de m{ sobrepasa. ¥ no poderlo conocer enteramente mantiene la lucha, La vida desea la vida, incansable: sangre, zanjaduras, agresiones, Se com- place en lo autodevorador. Segunda meditacién Por wn instante, vimos yacente entre noxoerosel cuerpo deaguel ser humano completa que no conseguimos legar.a ser, pero que, al mismo tiempo, no podamos olvidar. Vincinta Woo, Las olas Alli donde se es s6lo cuerpo zhay todavia salicitacion? ;Quién essdlo cuerpo? Allfdonde todaviase es mas alla del cuerpo se clama, aun de manera negativa, Alli donde se niega, aparece el s/, Cuando se dice; che dejado de preguntar», aparece el decir de la pregunta mnés profunda, zquella informulable, la secreta, laambigua, la clusi- ‘va, lainscrita tambien en la carne, como un pesar de... Yael detirio no mesolicita, Vivo-obre a sal, evantandomey cayendo, dia tras dia. Como, ando, me acuesto sobre lo que me sostiene sin pedir una aclaracion, sin esperar nada. Soy un cuerpo. Me llamo tensién, debilidad, silencio, piel, ner- vio, olor, yrro. Me arrastro, toco hierba, me hago suelo. Lo ~~. 44 inefable no me quiere. Hace afios dejé de proguntar, Devisth enn file. Las ventanas dicen vivir |...) Untemperie, 10) Desistir en un «filo» no es abandonar la cuerda (Nietzche), esa que pende sobre el barranco. El filo es retencién, antesala. Todavia esté el filo como posibilidad, la ventana como umbral que retrae la entrega. [...] Vibrante querer, vibrante delito, vibrante desamor. Ducho en disensi6n, en rotura, en desvivir, persisto.(...] (ntemperie, 10). Boca es el espacio de la carne y del saber. Hacia ella penetra la conservacién ylacontinuidad, también el desalojo. Elle alimentael fervor del habla, mantienea su vez el desperdicio, ella irtigalo des- hecho y por hacer, ella le dicta al pensar su disentir y susguprures. Mantiene, Quebranta. Tercera meditacién El condenado, el enjuiciado, el extranjero de si mismo no es aquel que disfruta de una condena precisa, de una entera y total se- paracién. El condenado es uno que suffe el acoso, aquel que se ace- cha, se vigila, se alimenta del error, no para resolverlo, sino para atenderlo, sentarlo ante «i. Su expediente es aplazado, nada hay en Ade porvenin Una vee mds digo: si él no encontrara apoyo dentro de mi, todo se habria resuelto, pero no, me desplaza, me corta en trozes, me riega porel campo. En mi propio plate, con mi tbsigo, me come. Le he pedido gue me deje donde me encontré, enla medianoche de todas Jasnaches, pero éLes incansable. Unta con mis trozos su pan. Em- adierna conmigo sus dias. :¥ yo? Yo también lo devoro|... (Intemperie, 19). La pena de la condena es la ventana abierta, esa rendija por donde todavia se promete al afuera. La mejor condena es aquella quese dicta desde lo libre. Lo més libre: saberse condenado desde lo libre, Poder ejercer la huida y no querer. Querer ejercer la huida y no poder es demasiado simple. | gPero quitn persigue el perseguidor? Si donde yo estoy no hay nadie, un proyecto que no tiene proyectos. Me estrujo, me leno de salinade siempoy no encuentro historia. Ninguna marca, ningiin hizo, ninguna celebracidn. Entonces es iniil que se afane, Sin embuargo, se convierte en ldtigo, Mi enemigo, o mi amiga ala lar- ga, me arrastra por corredores, calles, autobuses, salons, rampas (Jatemperie, 19). Un jucz puede ser la felicidad del condenado, posce un rostro, un dictamen, ua fallo. El sobjetivor, proporciona una miscara, ¢x- plica clcrimen. Gada quien lleva un fantasma incémode, A espaldas seyas bace- ‘mos nuestra alegria, Somos los bombres de la tarea equivocada. Trabajamos para privarlo de comida, pero él nos ara por dentro. Los legados del error. Formamos meinada. Labramos sin passa difaces. (dmemperie, 22). El cuerpo es la bestia, la pantera enjaulada, la boca; y exige su alimento: pensamicnto y carne (gpensamicnto hecho came?). Quiere, debe y anhela ser. La distancia se encuentra entre el debo- querer, eminencia del yo, ylo que ese soy desea. ~~, Haste atu nada hay encallamientes = plena. peores que la ilusion. Déjala florecer Acestiimbrate Seahogauno Abejune que eres Beit mare dete Que tu cuerpo se li aprenda. _yalguien lo levanta, (Intemperie, 26). ‘exhausto, confundido, disperso sin haber aprendido. |...) Poder tener un rostro de condenado! Sie conociese al menos Untemperie, 25). su exacta arquitecrura, justo para sostene: un argumento. BU tirtermpecie es loreal, Elaujeto se ands contra lo reali Pen- Hombre ‘sar Ja intemperie es una pretensién del dominio. Quien se piensa que seacusa. lela intemperie elige: Ia casa, el resgua:do, el juicio; olo otre: el Encl fondo “no-lugar. Pero, ;es posible elegirel no-lugar? En todo caso, sees ele- una llega ido y siempre como al destiempo. En el gesto, en lo concluso, al del Cristo sesgo, ella nos aguarda. que nos vendieron, elfraude. | Tune que diventir, Impostura - cultarme, que clama por exactitud, desaparecer (luemperie, 7), Tuve (Memorial, «La palabra no es). Nosotros nunca estamos enteramence en el tiempo del estar del cuerpo. Esa disposicién primera, siempre es asaltada de nuevo por el inquiris. Se debe, no sc est. Brechas de nada curan, alli nos ensi- mismamos, y de nuevo nos sacude el combate, la vehemencia, la gestidn, el comprometerse, La quesabea tierra nce asu bebida ta boca de tu hijo, pero lo deja en la intemperie consu alma cle deudor. (Memorial, «La que sabe a tierra»). Ser més que un cuerpo: la prisién Se queda uno, amitad de camino, reprando bajo el resplandor. CUntemperie, 25) Porque este cuerpo se sabe mis alli de sus limites, enferma de ; porque en lo vasto no puede contenerlo. Desemboco donde no estoy , Sey mi ing, el eo arrancado ala demencia la rovura mehiple. “ Vamito salmos, cuevas, miedos. (memperie, 17). ‘No esun cuerpo y un yo, se es un cuerpo, un yo y otro. Elotro iquel queno sabe donde colocarse, sia rasdel cuerpo o en ladeci- fa actuacién del yo; el otro es el oscilante, el que mirala pugna, el del péndulo... Céme pudo Volverse tribunal desu vida (noessino lasala donde se reine a rumiar falos) ad gute menos juzga, a que existe desde su cuerpo, a ‘menos concluyente de los nacidos? Cntemperie, 9). — Contra el espanto de no-ser, suficiente es entonces el otto, e enemigo. Losolo no admite otro: sabe que todo enemigo es un pre- cario contra el sinsentido, El odio de los luchadores se erige por lo posible. Lalucha se opone a nada. aliftuna mano. Sefiala con un cfrculo la raz6n de la victoria o del fra- 7 “caso. Hay quizés una condena de combatiente? Eres ajena al juego de las imdgenes Que las ojos resuman, disiratdos Para enganar la nada (Memorial, «Exes ajena al juego de las imagenes) [...] Reconozco quie estoy condenado a hacerte el jucgo. Si ambos _fuesemos reales no nos desgastaramos en esta persecucién, pero nuestra servidumibre es la misma: somos personajes. Nos acomipa- ‘a el miedo, (Memorial, l enemigo»). Derepente comprendt (que matamos porguue estamos muerts, (Memorial, «Atisbo»). Lalucha es el retardo de una victoria ms extensa: la que ano- nada toda lucha. a El pat: adonde no llegaremos se extiende amano. Nada se interpone ‘pero como viajeros ricos Demos alargado el rayecto. (Memorial, «El pais donde no llegaremos»). Mirarse en la lucha desde la intempetie. Verse alli en el empe- fo, en la angustia, en el pulsar. Mirarse como cuerpo que anhela lugar, establecimiento, contorno. Quien combatese empefia en trazarlaimagen desu agobio, de su enemigo, de la tarima, Inventa un término alla pelea, sostiene el golpe, retiene el dolor, precisa la mano que golpea. Como si hubiese Memoria de Ia tierra y memoria del ser Lo que dicen los poctas es instauracién, no sélo en sentido de denacién libre, sino a la vez en sentido de firme fundamentacién de la existencia framana en su razin de ser © Cando Heidegger sefialaba que wo que dicen los poctas es acién», nosestd mostrando ala poesia como un medio capaz gar cl hombre ala tierra y de otorgarle un sentido a la cxis- cia, Es esto justamente lo que se da en la poesia de Elizabeth "Para Elizabeth Schén lacxistencia merecea celebracién porla encia en cla del Ser que otorga unidad y armonfa a todas las a5; la poesia viene a ser entonces cl vinculo entre el hombre, la ierray el sex. -As( la naturaleza, en su poesfa, no esti separada del resto del sino quesc halla incegrada a éste en una unidad. En su obra ta venidera sc nos dice: Pero el rio no se queda en la desercidn. Sus ondas no permanecen «tris. Porque sélo viveen la necesidad de marchar Icjas. Si cauce ‘persigue la unidn de los océanosen el roce constante del universo. Cada ser es una ofrenda miltiple en cuya desintegracién se re- _ Gfeayse renucva la naturalcza. Elizabeth Schén pareciera decimnos "ue no hay una mucrtcdefinitiva de los seres sino una entregaen la cidn hacia otras formas o hacia la conquista de su libertad, “bq Pitesto quecada individualidad esed determinada por la pluralidad No-esté sola la materia dl las flores. No hay un solo germen y nada es una sola semilla. En cada vértice, como en cuda individuo, la vida es multiple, compuesia por miles de elementos unidos a une realidad. En las flares no estén tinicamente el calor o el perfione, sino que también milesde eres, invisibles, caminan por sus bordes esperan que, un dia, a flor se desintegre para recordar su libertad Laexistencia no es pues puro proyecto y fucuridad sino tam- bien pasado, un pasado quealberga en sinumerosas mucrtesy naci- mientos: Las flores nacen coronadasde pasado, palpitanesde tiempos culos. Lavida, en La grata venidene, se nos muestra inagotable. Cada seralberga uma pluralidad de seresyen la muerte estos sedonai y se abren hacia una nueva transformacién, El hombre, las plantas, los animales albergan en sf la potencia de la generacidn. La vida est inundada de vida: Tna rosa se torna alga, palmatoria, drbol elevadaal cielo donde ppascun mbes que fieron cenizas,y donde un solse desgaseay revi- veen bottn En cada cuerpo el sucho de concebir otras formas se cumple y se hace carne, Nada queda sin vida porque se realizan todas las po- tencias de los objetos, La imposibilidad se descarta del mundo, La ‘materia se somete al devo, No somos, pues, una unidad, Albergamos seresinvisibles que yacen bajo la forma deun pasado. tis en lo originario donde encon- traremos nuestra pluralidad, allt somos germen, semilla, cauces, tios, la flox, la montana. Nunca un yo, sino el soy que se abre y se instaura como multitud: Ellalma pregunta: ;Quién soy? ;Quién es la multitud que bierve en mt como la esprrna den poo intransitable? Yelsilencio la cubre, como la hnmedad a las hojas catdas. En Encendido esparcimiento Blizabeth Schén aborda el Ser yel “Paego como una unidad que otorga sentido al vivir. El ser no es “aqui como una categoria filosdfica que puedeaprehenderse desdela rier che dj queel Sec nn pols sex pensida sino desde la tierra, devolvié al Ser al cuerpo despojandolo ast de los ri- oresy endurecimientos a que habfa sido sometido por las catego- as filos6ficas. El Ser se acercaba asi ala vida, era deseo, devenir, erpo. Exe endurecimiento del Ser no se encuentra en Encendido 0, El Serse daaquicomo vida vivida a través dela llama, cchispa, el ascua, tres manifestaciones naturales quealientan en el maya naturaleza entera, Ta llama, la chispay el ascua son imagenes del motor que im- sa la existencia y ese movimiento es eterno: Como aquello que sostiene e impide que concluya la vida, att el ascuaen el principio para la extensién imprescindible de cada co- mienzo, ¥surge un drbot Seaclara lo ansiguo. Aflora un rio ; Fuze lo de siempre. Nace un hombre y descubre la senal que antes no se habia avizo- ado, La influencia del pensamiento de Heréclito es también evi- dente en este poemario de Elizabeth Schon, Sia embargo, debe se- fe que ella comparte el sentir césmico del fuego con un sentir mAs cercano a la tierra, ala naturaleza y a los hombres, El Fuego no 35 ¢s sélo un elemento de la naturaleza sino que es la esencia del vivir ‘que nos llega como revelacisn del Ser: Site lega Déjala estar V permite que crezca, emsibie ru sangre, tus labios, 6 voz, Elle tampoco es distinta ast porque nunca le pone obsticalosa su ato fuego de primario esplendo, El Ser, el Fuego se abren a nosotros no por la via del conoci- miento racional. El Ser llega, se presenta all donde no pensamos: Esinesperada la legada del Ser, nunca utiliza aguellode logue se wale eLbombre para llamar la atencién. El Ser estd instalado en nosotros. Sin embargo el conocimien- t0 lo oculta, por la via del conocimiento no llegamos a él. Sélo en el reposo dela mente, y en la entrega pasiva y amorosa, el Ser se nos presenta como lo més originario: Labrasa : lachispa nnosescudaan, por eso es cllida la presencia dl Ser cuando se devela ‘ycamina hacia nosotros. Podrfamos decir que en Encendido Esparcimiento Elizabeth Schén despliega una devocién hacia el Ser y el Fuego como fuentes eternas de la existencia. Esas fuentes originarias estén lejos de ser 10 pues para Elizabeth Schin el Ser rebasa cualquier concepto humano. Asimismo clla nos muestra que el Ser no tiene lugar nos pertenece, estd en nosottos y no excede. Lachis- pa, lallama en nosotros nos dicen del Ser, pero el hombresuele apa- garlas con su codicia: encarnaciones de lo di No debe extratiarnos que el hombre a apague con sus propia manos. lo le gusta agquello que ingernsamente lo eternica, ofvidando ye la brasa Quien esta vinculado al Fuego lo esta también al Ser, esta vin- ion estd en todos los hombres, sin embargo no todos partici- siamas al fuego, te amasati yamards al hombre, a sudesampare, | asudolor tan ajeno a ta piedad, tan solicariamente con el Ser. La llama, la chispa, el ascua despejan el Ser y simbolizan su presencia y energia: Porque lallama no es sdlo la del incendio en el bosque, la Nanurao la ciudad, puede despejar oxcuridadesyy ser fertilidad primaria de lavena, la fibra, aun del metal y la cdscava. Quien estd en contacto con el Ser descubre la invisible armo- “tia qucune la naturaleza al hombue. Por la presencia del Ser no hay _ ©pusstos entre naturalezay hombre. La distancia, la separacién en- “te el hombre y la naturaleza se disuelve en cuanto 2 que todo esta “cruzado por el Ser en cuyo seno se borran los limites entre la vida y ‘Muerte. Pucsio que el Ser es «aquello que nunca cac, aquello que mis se desmorona». “—

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