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Algunas nociones básicas de morfología

Leonardo Peluso y Carmen Torres


Vers. 2009-2012

En el capítulo anterior vimos algunas nociones básicas de fonética y fonología. Ahora


presentaremos nociones básicas de morfología y haremos algunas referencias a
cuestiones de semántica y sintaxis.

Para esto nos ocuparemos de presentar algunas clases de palabras con sus
correspondientes morfemas, clasificaremos los morfemas y veremos, de modo muy
elemental, cómo se componen las palabras.

Definición de morfema

Para entender qué es un morfema y diferenciarlo de los fonemas resulta útil el


concepto de doble articulación. Como hemos visto, para autores como Martinet
(1969), una propiedad básica de las lenguas es que están doblemente articuladas.

Cada nivel de articulación está compuesto por unidades de diferente naturaleza: las
del primer nivel serían los monemas o morfemas (unidades mínimas con significado) y
las del segundo nivel serían los fonemas (unidades mínimas sin significado, pero que
pueden operar cambios en el significado). Los morfemas o monemas, en la
terminología de Martinet, corresponden a la primera articulación.

A partir del nivel morfológico a todas las unidades puede atribuírseles significado,
por lo que pueden ser objeto de estudio de la semántica lingüística.

Tenemos entonces que las mínimas unidades lingüísticas que poseen significados son
los morfemas.

Ciertas palabras de nuestra lengua están habitualmente compuestas por más de un


morfema. Pero existen, también, varias que no permiten la subdivisión en más de un
morfema. Veamos, por ejemplo, algunas de las siguientes palabras con su
clasificación habitual:

a. leona  sustantivo

b. amoroso  adjetivo

c. y, que, aunque ...  conjunciones

d. ante, de, por, detrás ...  preposiciones


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Mostraremos que las palabras consignadas en a. y b. permiten un análisis


plurimorfémico, mientras que, por oposición, en c. y d. no se identifica más que un
único morfema. Esto es independiente de que se compongan de uno o más fonemas.

Vamos a partir de la siguiente oración:

El gatito tomó la leche.

Esta oración se reconoce y se comprende, muy fácilmente, como parte de las


secuencias formulables en nuestra lengua. Está compuesta por distintas clases de
palabras y de distintas relaciones entre las palabras que pueden analizarse desde el
punto de vista morfológico y sintáctico.

Comenzaremos viendo los nombres sustantivos.

Los sustantivos

Vamos a comenzar por una categoría de palabras que es básica en el sistema de


cualquier lengua, como son los sustantivos. En la oración previa seleccionada para el
análisis hay dos sustantivos: “gatito” y “leche”. Seleccionemos uno de éstos para
analizar y ver cómo puede entenderse la distinción entre fonemas y morfemas y
luego entre morfemas entre sí. El sustantivo que seleccionamos es “gatito”.

Sabemos que a esta palabra le podemos hacer un análisis fonológico e identificar


cuántos fonemas corresponden a los fonemas de nuestro sistema lingüístico y
también le podemos hacer un análisis morfológico. Comencemos por el análisis
fonológico que, para nuestro caso, respondería a la pregunta simple de cuántos
fonemas podemos identificar. De acuerdo con lo trabajado en el material sobre
fonología, “gatito” estaría compuesto por seis unidades fonológicas o fonemas:

/g/ /a/ /t/ /i/ /t/ /o/

Para el análisis morfológico necesitamos algunas nociones más. No nos alcanza la


segmentación en fonemas, puesto que los fonemas representan unidades sin
significado: ni la /g/, ni la /a/ o /t/ etc., poseen significado en este contexto. Si
solo conociéramos este tipo de unidades de la lengua, no tendríamos ninguna
posibilidad de entender lo que se dice, porque para entender los enunciados de
cualquier lengua necesitamos segmentos a los que pueda corresponder algún tipo de
significado diferenciable. Necesitamos, pues, poder identificar mínimas unidades
con significado, que son los morfemas.

Para identificar estos morfemas en la palabra “gatito”, podemos partir de nuestra


intuición. La intuición nos ayuda a distinguir significados que conocemos por ser
hablantes del español. Por ejemplo, sabemos inmediatamente que “gatito” refiere a
un animal, felino y doméstico. No confundiríamos nunca “gatito” con “perrito”,
tampoco con “niñito”.

¿Dónde estaría alojado en la palabra el significado diferencial en estos términos que


nos hace señalar seres vivos o especies distintas de animales si escuchamos o decimos
la palabra?

Este significado parece que se concentra en la primera parte de la palabra.


Podríamos realizar entonces, una primera segmentación de estas palabras.
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gat/ito

perr /ito

niñ/ita

La barra que agregamos separa una parte de la palabra de otra parte. Si no estuviera
la secuencia “gat-”, “perr-” o “niñ-” no seríamos capaces de comprender diferentes
significados cuando usamos estas distintas palabras. La información que otorga este
primer segmento de la palabra es definida y semánticamente cargada. Llamaremos
morfema léxico o lexema a este primer tipo de morfema.

Nos ha quedado la segunda parte de las palabras sin analizar. La inspección de las
palabras nos hace saber que “gatito” no solo informa sobre un contenido semántico
definido como ser el de ”felino doméstico”, sino que nos trasmite la idea de que se
trata de un gato pequeño. De modo tal que, “gatito” no es “gato”, ni “gatazo” o
“gatote”. Sin embargo, “gatito” es semejante a “perrito” e incluso a “niñito” en
cuanto a esta información.

Este significado de “pequeño” parece depender más de lo que viene después de


“gat”, aunque no podamos intuitivamente determinar cuánto abarca, efectivamente,
de la palabra completa. Agreguemos pues, una segunda división en la palabra que
pueda contener en los sustantivos esta información específica.

gat/ito

perr /i to

niñ/ita

Notamos que, claramente, el segmento “it”, se repite en todas los sustantivos


anteriores agregando el mismo significado: “pequeño gato”, “pequeño perro”,
“pequeña niña”. Ubicaremos, pues, en este segmento común que aparece en estas
palabras el morfema diminutivo.

Nos quedan aun otros datos que obtenemos a partir de la forma de la palabra y que
sugieren otras divisiones. Sabemos que es un solo “gatito” y no varios, en cuyo caso
sería “gatitos”, y sabemos que no se trata de una hembra, sino de un macho.
“Gatito” se diferencia de “gatitos”, pues, por ser singular y plural, y de “gatita” y
“gatito”, por referir al género. Reconocemos aquí categorías aprendidas desde la
enseñanza primaria.

Tenemos, entonces, diferentes tipos de informaciones que nos dio la palabra por su
forma, y que están representadas de algún modo en la palabra que seleccionamos
para analizar. Nuestra intuición como hablantes de Español, nos ayuda mucho a
obtener estas informaciones automáticamente cuando escuchamos o leemos, o
cuando buscamos expresar esos significados en alguna forma audible o leíble. Sin
embargo, al igual que como sucedía con la identificación y el análisis de las unidades
fonológicas, si no tenemos algunas nociones gramaticales se nos dificulta saber,
fundamentalmente, dos cosas:
- cuáles son todas las unidades de la lengua que llamamos morfemas,
precisamente, por tener algún tipo de significado;
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- cómo se segmentan o analizan dentro de una unidad más compleja como


puede ser una palabra o un sintagma.

Ordenemos ahora lo que fuimos encontrando en la palabra “gatito” y las palabras


similares “perrito” y “niñita”. Podemos extraer aquí las siguientes conclusiones. La
palabra nos daba una información sobre dos tipos de morfemas y de significados a
ellos asociados:

a. el significado léxico, por el cual teníamos una idea de “felino doméstico”.

El morfema que se relaciona con este tipo de información semántica es denominado


lexema, o morfema lexical (o base para el caso de sustantivos y adjetivos y raíz
para el caso de verbos).

El significado léxico es la base de cualquier diccionario y sirve para caracterizar lo que


se denomina “léxico” o “vocabulario” de una lengua.

Los morfemas bases o raíces, pues, son aquellos que recogen el contenido semántico
de la palabra. Por ejemplo, en la palabra “gatos” o “niños”, el morfema base es
“gat-” /niñ-“, ya que es la parte de la palabra que introduce el significado de animal
felino o ser humano no adulto.

b. el significado o información gramatical. La idea de “gato pequeño”, la de


género y de número, nos dan información gramatical. La información que dan estos
morfemas no está determinada por el contenido semántico léxico. De modo tal que
“gatito”, puede compararse con “gatote”, a los efectos de ver esta diferencia, sin
alterar la relación significativa con “felino doméstico”. A la vez, “gatito” puede
compararse con “gatitos” con marca de plural, o sin ella y, por último, “gatitos”
podría ser “gatitas” y obtenemos la determinación de género, en este caso, por
tratarse de un animal, el género nos remitirá a la diferenciación sexual, mientras que
en los casos de objetos, el género permanece en la sola identificación gramatical, sin
correspondencia, ni oposición con otra variante. Así, “casa”, no tiene “caso” como su
contraparte masculina, sino que simplemente refleja un género gramatical requerido
para las relaciones de concordancia.

Los morfemas que trasmiten estos significados gramaticales se denominan


gramemas, o morfemas gramaticales o morfemas flexivos. Estos morfemas
componen una palabra junto con otros y nunca pueden funcionar separadamente. Se
trata, pues, de morfemas dependientes o ligados que van unidos o fusionados a otro
morfema para completar la palabra y su significado.

La siguiente tabla ubica las categorías de morfemas que identificamos a partir de


algunos ejemplos contrastantes. Las palabras que seleccionamos para el análisis son
sustantivos. En Español, a la mayoría de los sustantivos y adjetivos puede atribuirse
género y número, mientras que todos los otros son optativos.
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Morfemas gramaticales o flexivos


Palabra Lexema
Diminutivo -
Género Número
Aumentativo
Gatito /Gat-/ /-It/ /-o/ /-o/ sing

Casitas /Cas-/ /-It/ /-a/ /-o/ sing

perrazo /Perr-/ /-az/ (aum) /-o/ /s/ plur

Aclaraciones sobre los morfemas flexivos de género

Encontramos los morfemas de género (/o/ para masculino y /a/ para femenino), los
morfemas de número (/0/ para el singular y /s/ o /es/ para el plural). Así, por
ejemplo, en la palabra /niños/ tenemos el morfema /o/ que introduce el género
masculino y el morfema /s/ que introduce el plural. Así, esta palabra se puede
oponer a “niña”, donde aparece el morfema flexivo /a/ señalando género femenino y
el morfema flexivo /0/ o casilla vacía señalando singular.

Cabe señalar que si bien “niños” y “carros” contienen similar morfema de género, en
realidad éste se diferencia en el hecho que en el caso de “niños” el morfema indica
el sexo del referente y tiene la posibilidad de aparecer en femenino. Se habla de
esta caracterización morfológica en términos más generales como moción. En cambio
en el caso de “carro”, el morfema de género indica exclusivamente el género
gramatical, que no tiene nada que ver con el sexo del referente (porque, entre otros
aspectos este no tiene sexo) por lo que, obviamente, no existe la posibilidad de decir
“*carra”.

No hay que confundir los casos de distinción a/o de género de los casos en los que
esta distinción morfológica ofrece otro valor semántico, como sería el caso de los
que indican la diferencia entre árbol y fruto como es el caso de
“manzano/manzana”, “naranjo/naranja”; o bien cuando indica distinciones de
tamaño o categoría: leño/leña.

Nótese que, históricamente, se empleó la diferenciación entre palabras antes que la


variación entre a/o para indicar diferencia entre género femenino y masculino, como
es el caso de la diferencia entre “padre/madre” en Español, o en otras lenguas como
el inglés, “brother/sister” (hermano/hermana), “son/daugther” (hijo/hija), o en
alemán “Bruder/Schwester (hermano/hermana), etc.

Antes de pasar a hablar de los adjetivos que son parientes cercanos de los
sustantivos, mostremos algunas diferencias en la forma de los sustantivos que
escapan a las regularidades expuestas antes.

No todas las palabras que pueden ser portadoras de género y número lo expresan en
los morfemas que la componen. ¿Cómo sabemos en qué género o en qué número está
“crisis” o está “caos”? “Crisis” o “caos” terminan en una “s”, expresión que
reconocemos habitualmente como morfema de número plural, pero no podríamos
decir que siempre que hablamos o escuchamos hablar de “crisis” y “caos” se trata de
varias “crisis” y de varios “caos”.

De acuerdo con Lyons (1981) las palabras pueden clasificarse en palabras que son
segmentables (o analizables) en sus morfemas, y palabras que no son segmentables
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(o inanalizables) en sus morfemas. Los sustantivos “crisis” y “caos” son palabras que
son no segmentables o analizables como lo era el caso de “niño”, por lo que no se
pueden encontrar los morfemas flexivos de género y número, sin embargo, el género
y el número de estos sustantivos se refleja a través de la concordancia que se realiza
con artículos y adjetivos:

En el caso de los sustantivos, serán los adjetivos y los artículos (en los que sí
aparecen evidentes los morfemas de género y número) los encargados de
mostrar el género y número de los sustantivos inanalizables, como por
ejemplo “crisis” o “caos”.

Así, no es posible decir “*el crisis”, sino que se debe usar el artículo en femenino (“la
crisis” “la aguda crisis” “una crisis espantosa”), dado que la palabra tiene género
gramatical femenino. Del mismo modo pasa con la relación entre singular y plural.
Diremos “las crisis”, en oposición a “la crisis”, “las crisis positivas”. Asimismo, el
número no varía, por lo que se sabrá si contiene información de plural o de singular
por las palabras con que se relaciona. Como la palabra no se puede segmentar no se
puede saber dónde está un morfema y dónde está el otro, como puedo fácilmente
hacer en “niños” o en “carros”.

Analicemos qué cantidad de morfemas tienen los sustantivos: “crisis”, “caos”,


“relojes”, y “menor”.

crisis reloj - es
} indivisibles } divisible en número
caos menor -es

No todas las palabras admiten subdivisión de género como vemos en algunos de los
casos anteriores. Si no fuera por nuestro conocimiento de la lengua o por el
aprendizaje de las reglas y excepciones que suponen algunas palabras en la
definición de su género, no podríamos estar seguros del género al cual pertenecen.
Pero veamos como nos auxilian las relaciones de concordancia con otras categorías
de la lengua.

Algunos ejemplos:

reloj

Sabemos que es de género masculino porque se dice “el reloj” y no “la reloj”.

sartén y mar

Pueden ser masculinos o femeninos según la variedad de español.

pentagrama

Sabemos que es masculino a pesar de su terminación en /a/ porque se dice “el


pentagrama”, esto ocurre porque es una palabra introducida de otra lengua.

muerte

Sabemos que es femenino porque se dice “la muerte”.


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agua

Si bien se dice “el agua”, igual sabemos que es de género femenino porque en el
adjetivo se mantiene el femenino: “el agua blanca”. En este caso se usa el artículo
masculino porque es una palabra que comienza con la vocal /a/ acentuada y si se
usara el artículo femenino quedaría difícil de pronunciar.

Los adjetivos

Otra categoría de palabras que reciben morfemas gramaticales semejantes a los


sustantivos son los adjetivos. En nuestra lengua los adjetivos hacen concordancia con
los sustantivos, esto significa que acompañarán el mismo género y número, aun
cuando esto no sea siempre visible.

Así, por ejemplo, la oposición del morfema /o/ y el morfema /a/ funciona de forma
bastante regular en los adjetivos (rojo/roja, lindo/linda, pequeño/pequeña).

el monstruo rojo la mancha roja


la nube pequeña el cometa pequeño

Sin embargo cuando los adjetivos terminan en /e/ no tienen esta variación
morfológica. Por ejemplo: verde, grande, potente. De modo que tenemos:

el monstruo verde la mancha verde


la nube grande el cometa grande
el potente viento la potente granada

En todos estos casos el sustantivo y el artículo especifican el adjetivo pero este no


modifica su morfología en cuanto a la caracterización de género o moción sino que se
mantiene inmodificado.

El verbo

El verbo constituye una clase de palabra que puede conjugarse adoptando morfemas
de tiempo, aspecto, modo, persona y número. Estos morfemas se clasifican también
entre los morfemas flexivos. El verbo conjugado es de fundamental importancia en la
oración, al punto, que algunos criterios de definición de una oración exigen que
cuente con un verbo conjugado.

“La casa en el borde del camino” (sin verbo conjugado, no es una oración)

“La casa estaba en el borde del camino” (con verbo conjugado)

Los morfemas flexivos del verbo en las formas conjugadas del verbo se diferencian
claramente de sustantivos y adjetivos. Los infinitivos, gerundios y participios, sin
embargo se definen como formas no personales del verbo, puesto que no adoptan
morfemas gramaticales de persona, número y modo. Analizar la morfología del verbo
es muy complejo, hay de hecho, distintas versiones gramaticales sobre cómo
especificarla. Por eso nosotros nos limitamos a una referencia muy general, que en
nada alcanza a mostrar estas dificultades.
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Gerundio
Infinitivo Participio
saliendo,
salir, cantar salido, cantado
cantando,
beber bebido
bebiendo
Formas no personales del verbo

Se da una posible dualidad en la pertenencia en las formas no conjugadas del verbo


que pertenecen a la forma “infinitiva”.

Por ejemplo, en el infinitivo “salir”. “Salir” es el nombre del verbo, así como
“venir”, “cantar”. Esta palabra está compuesta por dos morfemas: el morfema
lexical o raíz /sal/ y el morfema derivativo /ir/ que señala que el verbo está en
infinitivo. Estas palabras pertenecen también a la categoría de sustantivo ya que
puede adoptar funciones de sustantivo e ir acompañados de los mismos
complementos, artículos y otras partículas.

“Cantar hace bien a los niños y a los adultos”.

“La verdadera razón para cantar es el bienestar que se logra”.

La conjugación del verbo supone agregar a la raíz del verbo los morfemas flexivos
que implican su conjugación, por ejemplo, en “cantaba”, el morfema flexivo agrega
las informaciones de persona, número, tiempo, modo y aspecto que mencionamos
anteriormente. En el ejemplo que dábamos, “cant/aba” o “salió”, podemos
analizarlos en:

- persona: tercera (él/ella)


- número: singular
- modo: indicativo
- tiempo: pasado simple
- aspecto – perfectivo (muestra la acción como concluida)
- voz – activa

Relaciones entre morfemas: morfemas gramaticales y léxicos

Hemos visto hasta ahora algunas distinciones básicas, que son parte de un análisis
morfológico elemental. Veamos algunas consideraciones generales que sirvan para
comprender en mayor profundidad algo de nuestra lengua y de las complejidades que
implican nuestros procesos de comprensión, producción y adquisición del lenguaje.

No todas las palabras poseen un significado léxico.

No todas las palabras están compuestas por más de un morfema.

Los morfemas pueden estar ligados a otros o pueden constituir palabras


independientes.
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Esta es una característica de lo más relevante para estudiar los procesos de


adquisición y las patologías o alteraciones del lenguaje. Una distinción que
clásicamente se ha solido hacer para distinguir clases de palabras es la que separa
palabras llenas o de contenido y palabras vacías o gramaticales. Aunque esta
distinción actualmente pueda resultar muy esquemática, sirve para diferenciar el
contenido semántico que puede atribuirse a las palabras y su distinta morfología.

En este capítulo comenzamos por señalar que había palabras, como ser conjunciones
y preposiciones, que no podían analizarse más que considerando su unidad, sin
posibilidad de división morfológica.

En cambio, algunas de las distintas clases de palabras que poseen significado léxico
se componen de distintos morfemas gramaticales, algunos pueden ser comunes entre
ellas y otros diferentes.

A grandes rasgos podemos dividir los morfemas en las grandes clases que se
visualizan en el recuadro. Hasta el momento explicamos los morfemas léxicos o
lexemas y los morfemas flexivos, en el punto siguiente explicamos los morfemas
derivativos que completan el cuadro y las clases de morfemas que podemos
encontrar.

Morfema base, raíz o lexema

morfemas flexivos } nominales  número, género

verbales  persona, número, tiempo,


modo, aspecto, voz

morfemas derivativos  sufijos, prefijos, infijos

Poseen No poseen
Clase de palabra contenido contenido Permiten un análisis de los siguientes morfemas
léxico léxico
Flexivos Flexivos
Lexema
Nominales verbales
Número Género Derivativos
modo tiempo
sufijos,
número
Ejemplos prefijos
persona
infijos
aspecto
Sustantivos x X
X
Adjetivos X x X
Verbos X x
No variables en género
Adverbios X
y número

Artículos x x x
Conjunciones x
Preposiciones
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Tendremos pues las siguientes relaciones que representamos en el siguiente cuadro y


que muestran morfemas asociados a algunas clases de palabras.

Por último, cabe señalar que, como en el caso de los fonemas teníamos alófonos, en
el caso de los morfemas contamos con alomorfos que son las diferentes realizaciones
de un determinado morfema.

El plural en español, por ejemplo, se puede realizar con el agregado de “s” o “es”.

“-s”  casa-s, perro-s

“-es”  pec-es, revés-es

Composición de palabras: los morfemas derivativos

La productividad de nuestra lengua es tal que, a través de la combinación de


distintos morfemas, podemos formar palabras que van agregando variaciones de
significado al mismo tipo de palabra o permiten cambiar de categoria o clase de
palabra.

Hemos analizado hasta el momento la composición de tres categorías de palabras:


sustantivos, adjetivos y verbos. Básicamente, las mismas cuentan con un segmento
que llamamos lexema, base o raíz, porque tiene toda la información léxica de la
palabra y cuentan con un segmento o varios segmentos que son los morfemas
gramaticales, que brindan la información de género y número (para el caso de
sustantivos y adjetivos) o la información de modo, tiempo, aspecto, número y
persona (para el caso de los verbos).

Sin embargo, como ya mostramos para el caso de “niñez”, podemos componer


palabras con otros morfemas.

Los prefijos, sufijos e infijos (o interfijos) se catalogan dentro del grupo de los
afijos. Los afijos son morfemas que se unen al lexema y le otorgan nuevos
significados manteniendo la misma categoría de palabra o cambiándola.

Ejemplos

De verbo a sustantivo

Proponer  proposición

En este caso se sustituyó el morfema “er” que señala infinitivo por un sufijo que
cambia la palabra de categoría.

Los afijos que introducen otros significados a la palabra en español pueden


presentarse de dos maneras: como prefijos que se colocan antes de la base (prefijo +
lexema o base)

Por ejemplo “a” en “agramatical”  a / gramatical

Los sufijos se colocan después del lexema o base (por ejemplo “-ez” en “niñez”).
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Los afijos producen un cambio en el significado del lexema primitivo, ya sea porque:

a. agregan una idea al lexema originario. Algunos ejemplos pueden ser la


idea de:

- negatividad o carencia. En el ejemplo de “gramatical” en contraposición a


“agramatical”. El prefijo “a-” introduce la idea de “ausencia de” al lexema
primitivo.

- realización simultánea o colectiva, en el caso del prefijo co-  cooperación

- de lugar, en el caso de el sufijo “-ar”  pinar, palmar,

b. porque transforman el lexema primitivo en una noción más general, abstracta. Por
ejemplo, en el caso de “niñez” se observa como el sufijo “ez” transforma a la base
primitiva “niñ-” en una unidad de significado más abstracta y general que refiere a
una etapa de la vida.

Los cuadros siguientes muestran algunas composiciones de palabras con sus


respectivos significados. La lista de posibilidades es mínima, comparada con todas las
que nos ofrece la lengua.

Comenzamos por algunas series de prefijos.

Por o hacia afuera


A favor de, o Realización Carencia u
Con prefijo con respecto a un
tendencia simultânea oposición
momento anterior
ex + lexema
pro + lexema co + lexema a + lexema
Sin cambio en la ex-senador
Pro-demócrata cooperación a-gramatical
categoria de la palabra ex-pareja
pro-candidato co-instalación a-moral
ex-invitado
pro-ministro co-variable a-lógico

Cambia la in+lexema
categoría
de la palabra in-viable
in-visible

La siguiente tabla es de palabras con sufijos


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Cualidad
Con sufijo Posibilidad Despectivos Doctrina Inclinacíón
abstracta

Lexema+ able Lexema+ Lexema+ ucho Lexema+ ismo Lexema+ izo


idad
Sin cambio en la Ej : soci-able Perr-ucho Femin-ismo verd-oso
categoría de la amig-able suav-idad Gent-uza Chav-ismo roj-izo
palabra cordial-idad pajarr-aco social-ismo
libr-aco psicolog-ismo

Lexema+ ible Lexema+ izo


Cambia la categoría
de la palabra
entend-ible Resbala-d-izo
aprend-ible Hui-d-izo

Producción o creatividad léxica

Otra función que pueden tener los afijos es la de transformar la categoría de la


palabra a la que pertenecía inicialmente el lexema. Esto ocurre, por ejemplo, con el
morfema de infinitivo “ar” el que, agregado a una base sustantivo, la transforma en
verbo. Por ejemplo: “jabón” pasa a “jabonar”, “baraja” pasa a “barajar” y
últimamente los cocineros comenzaron a usar “emplatar” a partir del sustantivo
“plato”. Algunos de estos casos sufren además el agregado del prefijo “en”, que
típicamente se usa en español junto a la terminación verbal como otra forma de
producir verbos: “enfilar”, “endiablar”. También puede ocurrir al revés, y obtenerse,
a partir de un verbo, un adjetivo o un sustantivo. Tales son los casos de “cansador”
(en “este fue un día cansador”) a partir del verbo “cansar” o de “abertura” a partir
del verbo “abrir”, para mencionar algunos.

La posibilidad de creación de nuevas palabras, tiene ciertas restricciones, pero


resulta uno de los espacios más fermentales para apreciar la productividad
lingüística. Así, los campos semánticos que se van abriendo, por ejemplo, a raíz de
los cambios tecnológicos o de nuevas tendencias en la ciencia, se acompañan de una
abundante creación léxica en la que colaboran mecanismos de afijación. En muchos
casos, aún, tomando palabras extranjeras y agregándole los afijios españoles. Por
ejemplo “bacapear”, “googlear”, etc.

También existe la posibilidad de crear nuevas palabras a partir de la unión de dos


lexemas. Por ejemplo, “camposanto”, “hombre-rana”, “medialunas” son una clara
muestra de palabras, ya indiscutiblemente lexicalizadas en nuestra lengua, que
originariamente se formaron por la unión de dos lexemas distintos. Esta unión hace
que cada lexema pierda gran parte de su significado originario para producir un
nuevo significado en conjunto. En nuestra variedad de español se observan uniones
que están en vías de lexicalización, tal es el caso, por ejemplo, de “torta frita”. Para
algunos persiste la idea de dos lexemas separados y usarían “dos tortas fritas”, para
otros ya existiría la idea de un único lexema y usarían “dos tortafritas”. Lo mismo
ocurre, pero en menor medida, con “papas fritas” donde en general, en nuestra
variedad, aún se mantiene la independencia de los lexemas. Podemos oponer
fácilmente “papas fritas” a “papas al horno”, lo que no ocurre en el caso de “tortas
fritas” en oposición a “torta de manzana”, ya que para el caso de “torta frita” hay
un mayor corrimiento de los significados de los lexemas de origen.
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Algunas perplejidades y curiosidades sobre nuestras categorias de sentido común

Aunque la categoria de palabra es muy útil y cuenta con una lagra tradición en los
estudios lingüísticos, ha representado serias dificulades para ser definida. Así, en el
seno de distintos paradigmas lingüísticos y cognitivos, hay poco acuerdo sobre qué se
puede entender por palabra. El punto crítico es que, a juicio de algunos autores, la
palabra no puede ser explicada por ningún criterio de tipo fonológico, morfológico o
semántico indiscutible, y de hecho, habría unidades lexicales que reunirían más de
una palabra.

Así por ejemplo, en la lengua se observan frases lexicalizadas, esto es, frases que no
se pueden modificar y que funcionan como unidad o palabra (verbos, sustantivos,
etc.). Por ejemplo, “morder el polvo” es una frase lexicalizada, con la idea de
“morir”. Se puede decir que es una unidad lexicalizada porque no tiene posibilidad
de ser analizada, es decir, descompuesta en sus constituyentes. No sería muy
habitual decir “mordió brutalmente el polvo” para decir “murió brutalmente”, ya
que la frase lexicalizada tiende a restringir la posibilidad de modificación. Un
ejemplo de frase lexicalizada con valor sustantivo es “mesa de luz”.

Sintaxis

Si salimos del nivel de la palabra, que es el nivel que está conformado por los
morfemas y las reglas morfológicas, llegamos al nivel de segmentos independientes
que pueden combinarse para formar oraciones. Esto es la sintaxis. En este material
haremos una muy breve referencia a su caracterización, dada la complejidad del
punto.

La sintaxis opera sobre las palabras de dos maneras simultáneas: por un lado otorga
valor de categoría a cada palabra. Esto supone que a cada palabra le va a asignar un
valor como verbo, como adjetivo, pronombre, sustantivo, artículo, conjunción o
adverbio) y por otro lado, aplica reglas de combinación sobre las categorías. Sería un
lenguaje muy poco económico si la sintaxis tuviera que tener una regla para cada
palabra, en cambio al tener reglas sobre categorías o clases de palabras se disminuye
enormemente la cantidad de reglas necesarias para producir o comprender una
oración. De esta manera no existe una regla para utilizar la palabra sustantivo
“mesa” dentro de una oración, sino que existe una regla sintáctica que se aplica a los
sustantivos.

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