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Carmen María García Miranda

Universidad de A Coruña

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El principio de unidad en la a    


  de Bobbio es predicado tanto
en relación a la derivación de todas las normas de uno o varios ordenamientos de la
misma norma fundamental, como haciendo referencia a la unidad de todas las normas
entre sí, a través de la labor del intérprete del Derecho, que ha de eliminar, a la hora de
resolver un supuesto concreto, las posibles antinomias, así como ha de integrar las
lagunas existentes con normas procedentes del mismo ordenamiento o de otros
superiores o parciales. Sin embargo, este último factor de unidad no se consigue de
forma plena o absoluta, pese a que la hermenéuitca jurídica muestra el esfuerzo
constante de la jurispudencia para considerar al Derecho como un sistema coherente y
pleno.



The principle of the unit on "The Geneal Theory of Law" from Bobbio is a statement in
relation to the derivation of all the norms from one or several legislation from the same
fundamental rule, as if this rule refered to the unity of all the rules between them. This is
made by the labour of the interpret of law. He must eliminate, when resolving a concret
case, the possible antononyms and he must also integrate the actual vacuums with
norms that proceed from the same systems or from other partial ones.

Nevertheless, this last factor of unity is not obtained in full form or absolute
form,althought the law interpretation shows the constant effort of jurisprudence to
consider law as a coherent and full system.

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I. TRASCENDENCIA DE LA OBRA DE BOBBIO EN EL PENSAMIENTO


JURÍDICO CONTEMPORÁNEO
Norberto Bobbio nace en Turín en 1909. Licenciado en Derecho y en Filosofía, se ha
dedicado a la carrera universitaria, con docencia en el ámbito de la Filosofía del
Derecho y de la Filosofía Política. Estas materias han ocupado gran parte de su extensa
bibliografía, que siempre compagínó con la atención a los problemas de la vida cultural
e ideológica de su tiempo. Realizó también una breve incursión en la política práctica,
pero sin llegar a ocupar cargos políticos, destacando en esta ámbito su valiosa
aportación ideológica de orientación socialista-liberal1

La temática en la que ha centrado sus estudios es, pues, muy amplia. Con predilección
por el género ensayístico, siendo la mayor parte de sus obras compendios de ensayos o
de apuntes universitarios, abarca ámbitos tan distintos como la Filosofía Política, la
Sociología Jurídica, la Teoría General del Derecho, la Filosofía Analítica, el Derecho
Internacional, la Teoría de la Justicia, los Derechos Humanos y la Historia de la
Filosofía2

Dentro de esta variada gama de estudios jurídicos, destaca Bobbio su predilección por
los problemas de la Teoría General del Derecho, afición procedente de la lectura de
Carmelutti. Asimismo, es decisiva su influencia kelseniana, de acuerdo con el cual
desarrolla una teoría normativista y formalista. A esta materia ha dedicado gran
cantidad de ensayos, destacando los apuntes universitarios correspondientes a dos
cursos académicos, publicados inicialmente con la denominación de a  
  , en 1958 y laa      , de 1960. Estas dos
publicaciones, por su conexión y continuidad, serían recogidas en un sólo volumen, con
la denominación de a    
 

II. LA TEORÍA GENERAL DEL DERECHO

a    


  de Bobbio se inicia con el análisis de la norma jurídica,
pero no se detiene ahí, pues considera que la norma jurídica ha de estudiarse teniendo en
cuenta un "todo más vasto que la comprende"4, entendiendo por el "todo" el conjunto
de normas en cuanto exclusivos elementos integrantes de su concepto de ordenamiento
jurídico5 Bobbio destaca el mérito de la teoría de la institución de Santi. Romano6 en el
sentido de haber desplazado los problemas que plantea la Teoría General del Derecho
desde el punto de vista de la norma jurídica7 al del ordenamiento jurídico considerado
en su conjunto, pues con esta teoría se evidencie el hecho de que sólo puede hablarse de
Derecho cuando haya un sistema de normas que forman un ordenamiento8 , siendo por
tanto la norma el presupuesto previo para llegar al ordenamiento9

.Siguiendo esta argumentación romanista, Bobbio considera también que, pese a que la
idea de norma jurídica es clave para definir su concepto de Derecho como sistema en el
que esas normas se integran en su totalidad, el concepto de Derecho no puede definirse
desde el punto de vista exclusivo de la norma jurídica aisladamente considerada, sino
que se hace imprescindible ampliar la perspectiva hasta tomar en consideración el modo
en que una norma es eficaz10 gracias a una compleja organización que determine la
naturaleza y entidad de las sanciones, las personas que deben aplicarlas y su ejecución.
Tal organización integrada por un complejo sistema de normas, recibe la denominación
de ordenamiento jurídico11. Así pues, el problema de la definición del Derecho ha de
ubicarse en el ámbito de la teoría del ordenamiento y no en el de la teoría de la norma.
Además, explicar el criterio que diferencia a las normas jurídicas de las demás normas
es complejo, resultando más sencillo desplazar el interrogante a la expresión
"ordenamiento jurídico", y demostrar que toda norma que pertenece a un ordenamiento
jurídico es jurídica12. Sólo desde la teoría del ordenamiento todo fenómeno jurídico
encuentra su explicación adecuada. Si para Bobbio el criterio que caracteriza una norma
jurídica es que su ejecución esté garantizada por una sanción externa e
institucionalizada, el que existan normas jurídicas sin que lleven aparejadas de manera
directa una sanción, se explica por el hecho de que al estar integradas en un sistema de
normas, el requisito de la acción organizada hace referencia no a la sanción
aisladamente considerada, sino al elemento normativo en su conjunto. Por tanto, la
juridicidad de un ordenamiento viene determinada porque la mayor parte de las normas
del sistema, y no todas, impongan sanciones13. También el problema de la eficacia de
la norma se desplaza al ámbito del ordenamiento jurídico. Así, una norma puede ser
válida14 sin ser de aplicación real y efectiva. Sin embargo, la eficacia es un requisito
imprescindible para que un ordenamiento jurídico tenga validez15 . Por tanto, no
estamos ante un ordenamiento jurídico porque contenga normas jurídicas, sino que
existen normas jurídicas porque existen ordenamientos jurídicos distintos de los no
jurídicos. Deviene así inválida la clasificación entre normas jurídicas y normas no
jurídicas. La juridicidad de una norma viene dada por su pertenencia a un ordenamiento
jurídico16. Partiendo de todas estas consideraciones Bobbio llega a la conclusión de que
la expresión Derecho se refiere a un determinado tipo de ordenamiento. Pasa a
continuación a definir el ordenamiento como un conjunto de normas, lo que presupone
negar la existencia de un ordenamiento integrado por una sola norma17

III. EL PRINCIPIO DE UNIDAD

La pluralidad de normas que integran un ordenamiento jurídico complejo hace nacer


una serie de problemas derivados de la relación y cohesión de todas las normas entre sí.
Bobbio destaca cuatro problemas en la interrelación normativa: la unidad, las
antinomias, las lagunas y las relaciones entre ordenamientos jurídicos. A lo largo de este
trabajo veremos que tales problemas se encuentran conectados por el principio de
unidad.

Así, Bobbio contempla el problema de la unidad desde una doble perspectiva.

A) En relación al modo en que se articulan las diferentes fuentes del Derecho en una
estructura jerarquizada, derivando todas las normas de la norma fundamental. A esta
cuestión la denominada "el problema de la unidad" en sentido estricto.

B) A continuación, Bobbio se plantea si tal unidad se identifica con una "totalidad


ordenada", o sea que sus normas, además de derivar todas de la misma norma
fundamental, han de estar ordenadas y armonizadas entre sí de tal modo que no existan
incompatibilidades ni lagunas. Bobbio se refiere a este tema utilizando la denominación
de "problema de las antinomias", "problema de la falta de integridad del ordenamiento
jurídico" y "problema de las relaciones de los distintos ordenamientos jurídicos entre
sí".

A) El principio de unidad de todas las normas en la norma superior


Bobbio concibe las fuentes del Derecho como los actos de los cuales el ordenamiento
jurídico hace depender la producción de normas jurídicas18. Tales fuentes las clasifica
en originarias o directas, y fuentes derivadas o indirectas19. Dentro de las segundas
distingue a su vez dos tipos de fuentes: fuentes reconocidas, que suponen la acogida por
un ordenamiento jurídico de normas ya formuladas, producto de ordenamientos diversos
y precedentes; y fuentes delegadas, cuando se delega una producción normativa
futura20. Además, de una misma fuente del Derecho puede emanar tanto normas de
comportamiento, destinadas a regular el comportamiento de las personas, como normas
de estructura, que no regulan el comportamiento en sí, sino el modo en que ese
comportamiento ha de regularse, es decir, regulan los procedimientos de reglamentación
jurídica21. La complejidad de un ordenamiento deriva de la existencia de diferentes
fuentes, pero tal complejidad no excluye la unidad22.La unidad dentro del sistema de
fuentes de un ordenamiento jurídico complejo es explicado por Bobbio tomando como
referencia la teoría de la elaboración gradual del ordenamiento jurídico de Kelsen23,
pues en la construcción kelseniana de lanorma fundamental , que no depende de
ninguna otra, radica la unidad del ordenamiento24. Así, un ordenamiento jurídico está
jerarquizado en normas procedentes de fuentes sucesivas. Si partimos de las normas
inferiores vemos que derivan de sus superioras, éstas a su vez derivarán de las normas
que se encuentran en el siguiente plano más elevado, y así sucesivamente hasta llegar a
la norma fundamental, que es la que dota de unidad al conjunto de normas en que se
esparce y que consideradas globalmente constituyen un ordenamiento jurídico25. La
estructura jerárquica de un ordenamiento se representa, siguiendo el formalismo
kelseniano, en forma de una pirámide de planos sucesivos. En el vértice de la pirámide
se encuentra la norma fundamental, los planos intermedios estarían formados por
normas ejecutivas respecto a la norma superior, que encarnan el cumplimiento del
deber26 que éstas imponen; y productivas respecto a la norma inferior, que suponen la
expresión de un poder27 originario o derivado a cumplir por la norma inferior. Y, en la
base de la pirámide se encontrarían exclusivamente actos ejecutivos28.Poder y deber
son dos conceptos correlativos en una relación jurídica, que se puede definir como la
relación entre el poder de un sujeto y el deber de otro sujeto29. Bobbio identifica la
norma fundamental con aquélla que establece la necesidad de obedecer al poder
originario o poder constituyente. Pues si la Constitución es la norma superior de un
ordenamiento jurídico, y el término norma significa imposición de deberes, todo deber,
como se acaba de exponer, presupone un poder correlativo. Por tanto, toda norma
constitucional ha de derivar necesariamente de un poder normativo, y ese poder
normativo es el poder constituyente. Bobbio identifica al poder originario o
constituyente, con "las fuerzas políticas que han instaurado un determinado
ordenamiento jurídico30. El poder constituyente como poder último deriva de una
norma superior que le atribuye el deber de producir normas jurídicas31. Esta norma
superior es la norma fundamental que no depende de ninguna otra, sino que ha de ser
entendida como un presupuesto del ordenamiento, que si bien no es expresa, cumple en
el sistema normativo "la misma función que los postulados en un sistema científico".
Los postulados se imponen por convicción o por presunción de validez, y de ellos se
deducen todas las demás proposiciones. Lo mismo ocurre con la norma fundamental
que también es una convención o una proposición evidente, que se expande en una serie
de fuentes de las que emanan diversas normas, y que en su consideración globalizadora
encuentra su unidad precisamente en derivar todas de la norma fundamental, que al
imponer el deber de obedecer al poder originario del que se deriva la Constitución, está
imponiendo también el deber de cumplir las normas que suponen el cumplimiento
sucesivo de la misma, o sea, leyes, reglamentos, decisiones judiciales, etc.32La norma
fundamental es, por tanto, el criterio unificador de todas las normas del sistema, dentro
del sistema. Si bien Bobbio coincide con Kelsen en la consideración de que la norma
fundamental es un presupuesto del sistema, y, según el autor vienés, al ser ella misma el
fundamento del sistema carecería a su vez de fundamento dentro del mismo33. No
obstante, Bobbio afirma que "todo sistema tiene un origen"34, tal origen sería el
fundamento de la norma fundamental, y por tanto del principio de unidad que en ella
radica, fuera del sistema, y supondría la justificación última del poder que se infiere a la
norma fundamental y que ésta a su vez transfiere al poder originario o constituyente
para que de él emanen todas las normas del sistema.

Si bien, Bobbio no encuentra una respuesta unívoca ante el planteamiento de cúal es el


fundamento último del poder, pues señala que mientras para las doctrinas teológicas el
fundamento último de atribución del poder es Dios35; para las teorías iusnaturalistas
éste habría que ubicarlo en la razón misma común a todos los hombres36; y otras teorías
argumentan que el fundamento del poder se encuentra en un "contrato social" entre los
miembros de la sociedad y aquéllos a quienes se les confía el poder37

.Además de considerar a la norma fundamental como el criterio unificador de todas las


normas del sistema, Bobbio dota a la norma fundamental con el criterio determinante de
la validez de las otras normas, pues señala como primer requisito de validez el que la
norma haya sido dictada por el poder legítimo para expedirla38. Si el poder del que
emana la norma se puede relacionar, aun remontando en su caso los distintos planos en
que se estructura el ordenamiento, con la norma fundamental, la norma pertenecería al
ordenamiento, al conjunto de normas en que se despliega la norma fundamental y
estaría en ese caso dotada de validez39 También la unidad de las normas de un
ordenamiento jurídico en la norma fundamental , además de determinar su validez, es
exigencia de eficacia, de efectivo cumplimiento. La norma fundamental, al imponer el
deber de obedecer a los detentadores del poder originario o poder constituyente,
legitima al mismo tiempo al poder originario para ejercer la fuerza, a través de la
organización de la sanción, mediante la estructura que determina la naturaleza y entidad
de las mismas, las personas que deben aplicarla y su ejecución.40

No obstante, la aplicación de la fuerza a través de la previsión de los mecanismos


sancionadores de un determinado ordenamiento jurídico, legitimada por la norma
fundamental, aunque es exigencia de validez del ordenamiento41 no supone que su uso
sea justo, sino sólo legítimo en cuanto medio para organizar la sociedad mediante la
fuerza, pero no supone el deber de orientar toda la legislación hacia la organización de
la fuerza.

Por tanto, la eficacia del ordenamiento, en cuanto encuentra su origen en la habilitación


de la norma fundamental al poder constituyente para organizar la fuerza, se encuentra
localizado, al igual que la unidad de las distintas fuerzas que la integran, en la norma
fundamental. Así, Bobbio entiende el concepto de unidad desde el punto de vista de la
estructuración kelseniana del ordenamiento en un orden jerarquizado, en un orden
piramidal en cuyo vértice radica la norma fundamental de la que derivan las normas que
integran las diferentes fuentes situadas en planos sucesivos, y que pueden ser todas ellas
reconducibles a la unidad de la norma superior de la que emanan. Tal norma
fundamental es la unidad a la que se reducen todas las normas que componen el
ordenamiento, y al mismo tiempo es la responsable de que éste sea eficaz, en cuanto
establece el deber de obedecer al poder constituyente, al conjunto de fuerzas políticas
que han instaurado un determinado ordenamiento jurídico. La eficacia es un requisito
imprescindible para que el ordenamiento jurídico sea válido, para que tenga existencia
en cuanto a tal42. Bobbio sitúa en la norma fundamental tanto la idea de unidad, como
la de eficacia y validez del ordenamiento jurídico .

De todo lo expuesto extraemos como conclusión lo siguiente :

- Si un ordenamiento jurídico tiene unidad es que todas las normas de sus diferentes
fuentes estructuradas jerárquicamente se derivan de una única norma superior.

- Para que un ordenamiento jurídico tenga existencia en cuanto a tal, tenga validez, ha
de ser eficaz.

- La eficacia del ordenamiento jurídico requiere una norma fundamental que establezca
la necesidad de obedecer al poder originario o constituyente, dotándolo del ejercicio de
la fuerza como instrumento necesario para ejercer el poder, y que a su vez legitima su
ejercicio por las normas sucesivamente inferiores, que necesitarán del uso de la fuerza
para cumplir las prescripciones impuestas por la norma de inmediato rango jerárquico, y
así sucesivamente hasta alcanzar la norma fundamental, en la que radica la unidad,
configurándose por tanto en la norma de cierre del sistema .

B) El principio de unidad en la relación de las normas entre sí

a) El problema de las antinomias

Bobbio parte de la consideración kelseniana del ordenamiento jurídico como unidad, en


cuanto que todas las normas que lo integran se reducen a una norma fundamental,
situada en la cúspide de la estructura jerarquizada y a la cual se pueden remontar directa
o indirectamente todas las demás.

Una vez expuesta la idea de unidad del ordenamiento jurídico siguiendo la línea
argumental de la norma fundamental de Kelsen, Bobbio pasa a plantearse si tal unidad
se identifica con una "totalidad ordenada", o sea , si está integrado por "un conjunto de
entes entre los cuales existe un cierto orden"43. Pero, aquí el concepto de orden ha de
entenderse referido no exclusivamente a la unidad de todas las normas en la norma
superior, sino que además todas las normas han de estar en relación de coherencia, no
ser incompatibles entre sí44. No obstante, Bobbio considera que en el ordenamiento
jurídico existen normas incompatibles, a las que denomina antinomias, que
perteneciendo al mismo ordenamiento jurídico y coincidentes en los cuatro ámbitos de
validez45: temporal, espacial , personal , y material, ofrecen soluciones contradictorias.

Así, en un ordenamiento jurídico existen siempre normas incompatibles, antinómicas.


No obstante, la tendencia de todo ordenamiento se dirige a eliminar tales
contradicciones, o sea, tiende a convertirse en un todo unitario y coherente, en un
"sistema"46. Para ello, la jurisprudencia ha ido elaborando reglas que permiten eliminar
la incompatibilidad existente entre las normas, unas veces utilizando la "interpretación
correctiva" que supone introducir una modificación leve o parcial en el texto de la
norma ; y otras veces la solución jurisprudencial se ha basado en la no aplicación de una
de las normas en conflicto. En otros supuestos la antinomia se resuelve inaplicando las
dos normas en conflicto buscando una solución intermedia. Así, a través de la
hermenéutica, las antinomias presentes en un ordenamiento jurídico son subsanables.

Según Bobbio el intérprete del Derecho está vinculado por tres reglas a la hora de
resolver las antinomias 47

- Criterio cronológico : la norma posterior deroga a la anterior.

- Criterio jerárquico: la norma superior prevalece sobre la inferior.

- Criterio de la especialidad: la norma especial prevalece sobre la norma general.

El criterio cronológico resuelve el problema de la antinomia cuando dos normas


incompatibles son sucesivas, el jerárquico cuando se trata de dos normas incompatibles
que están en diferente plano; y el criterio de la especialidad cuando entran en conflicto
una norma general con una norma especial48

.Pero, el problema se plantea cuando a dos normas incompatibles entre sí se les puede
aplicar al mismo tiempo más de un criterio de los señalados, y de tal aplicación resultan
soluciones distintas. En este caso nos encontramos ante un conflicto entre criterios, al
que Bobbio denomina como "antinomia de segundo grado"49

Los conflictos entre criterios pueden ser:

- Conflicto entre el criterio jerárquico y cronológico . Cuando una norma superior y


anterior es incompatible con una inferior y posterior . Aquí prevalece siempre el criterio
jerárquico sobre el cronológico50

.- Conflicto entre el criterio cronológico y el de especialidad . Una norma anterior y


especial es incompatible con otra posterior y general. Aquí prevalece siempre la norma
anterior y especial. Tiene prioridad, pues, el criterio de la especialidad51

.- Conflicto entre el criterio jerárquico y el de la especialidad. Es el supuesto de una


norma superior pero general, incompatible con un norma inferior especial. En este caso
no existe una regla consolidada, sino que habrá de estarse a la interpretación teniendo en
cuenta las circunstancias52, aunque al menos desde un punto de vista teórico, habrá de
prevalecer el criterio de la jerarquía, pues en otro caso incluso los preceptos
constitucionales podrían ser modificados a la hora de su aplicación efectiva por una
norma que aunque inferior, regulase la materia de una manera más específica53

También hay supuestos en los que la aplicación de algunos de estos criterios resulta
inoperante a la hora de resolver la antinomia, pues se trata de normas contemporáneas,
de un mismo nivel y ambas generales. Es el caso relativamente frecuente de dos normas
generales e incompatibles que se encuentran recogidas en un mismo Código54

. Aquí es aplicable un criterio recurrente aunque no vinculante para el intérprete, que es


el de distinguir las normas según su forma: imperativas, prohibitivas y permisivas.
Entonces se suele establecer el criterio de hacer prevalecer, en el caso de conflicto entre
una norma imperativa o prohibitiva y otra permisiva, ésta última, por ser la más
favorable.
Otro supuesto es el de que entren en conflicto una norma imperativa y otra prohibitiva,
alcanzándose generalmente la conclusión de que se trata de dos normas contrarias, por
lo cual no pueden ser ambas verdaderas, pero sí pueden ser las dos falsas, por lo que
ambas pueden eliminarse mutuamente, y el comportamiento deja de considerarse
ordenado o prohibido para pasar a ser permisivo o lícito.

Pero, en caso de no ser aplicables las reglas derivadas de los tres criterios: jerárquico,
cronológico y de especialidad, la solución queda exclusivamente en manos del
intérprete del Derecho, que habrá de valorar a la hora de tomar su decisión la
oportunidad de la misma, para lo cual utilizará todas las técnicas de la hermenéutica55

No obstante, la incompatibilidad entre algunas de las normas que componen el


ordenamiento jurídico, éstas son válidas, pertenecen realmente al mismo aun cuando su
ámbito de validez, de aplicación (temporal, espacial, personal y material) sea
coincidente. Si las normas coinciden en los criterios de validez son verdaderamente
antinómicas, pero a la hora de su aplicación efectiva habrá de resolverse la antinomia
para alcanzar la unidad de todas las normas entre sí y con la fundamental, optando por
algunos de los criterios interpretativos expuestos56

.Pero, para que en un ordenamiento jurídico haya unidad no pueden existir


contradicciones, antinomias, entre las normas que lo integran. Tales antinomias tienen
existencia real, validez, aunque a la hora de hacerse eficaces la contradicción ha de
eliminarse a través de la interpretación, permitiendo alcanzar así la unidad de todas las
normas del ordenamiento57

. Tales normas se remontan directa o indirectamente a través de los sucesivos planos


superiores jerárquicos hasta alcanzar la cúspide del ordenamiento jurídico, la norma
fundamental, en cuyo seno todas las normas del ordenamiento se reducen a unidad58.
Así, del concepto de unidad se deriva en la obra de Bobbio dos exigencias
fundamentales:

- que la norma fundamental dote de unidad al ordenamiento, pues es el núcleo común


del que derivan todas las demás normas .

- la unidad de cada una de las normas del ordenamiento jurídico con las demás normas,
lo que exige si no la ausencia de antinomias, sí que estas se subsanen con la
interpretación .

b) El problema de las lagunas.

El problema de las lagunas o de la falta de integridad de un ordenamiento jurídico


supone la inexistencia, a la hora de regular un determinado comportamiento, de normas
que lo prohíban o que lo permitan.

El problema de las lagunas guarda una estrecha relación con el de las antinomias, y
ambos pueden reconducirse al concepto de unidad. Así, en el caso de las normas
incompatibles es preciso eliminar la antinomia por medio de la interpretación para
alcanzar la unidad. Si por el contrario hay una laguna, no existe ninguna norma que
regule un supuesto concreto, por lo que para alcanzar la unidad de todas las normas
entre sí hay que buscar una norma aplicable, no pueden existir zonas de anomia,
ámbitos de actuación no regulados.

Mientras que un ordenamiento jurídico puede estar integrado por normas incompatibles,
la ausencia de lagunas es un requisito imprescindible de todo ordenamiento en el que el
Juez esté obligado a juzgar todas las controversias que se le presenten59, fundándose
para llevar a cabo tal labor en normas que pertenezcan al mismo60

.Se ha argumentado que en un ordenamiento jurídico no tiene porqué existir lagunas,


pues en el caso de un supuesto no expresamente regulado, éste se resolvería a través de
una de las siguientes posibilidades:

- Aplicando la norma general exclusiva: el caso no regulado se resuelve de modo


opuesto al regulado61

- Aplicando la norma general inclusiva: el caso no regulado se resuelve del mismo


modo que el regulado62

Pero, con la aplicación de uno de estos procedimientos no se subsana el problema de las


lagunas, ya que el ordenamiento jurídico no prevé cúal es la solución adecuada para un
caso concreto, dejando a la libre decisión del juez el optar por aplicar la norma general
exclusiva o la norma general inclusiva63. El hecho de que el ordenamiento jurídico no
refleje la norma a aplicar en cada caso, es decir, contenga lagunas denominadas como
reales o propias, revela la falta de integridad del ordenamiento jurídico.

Otro tipo de lagunas presentes siempre en los ordenamientos jurídicos positivos son las
ideológicas o impropias, que suponen no ya la ausencia de una norma destinada a
regular un determinado comportamiento, sino que tal norma sea justa, que se trate de
una norma satisfactoria desde un punto de vista moral64

.Además, Bobbio, de acuerdo con Brunetti amplía el concepto de laguna ideológica, al


considerar también como tales las relativas a la diferencia existente entre el contenido
de una ley con lo que debería decir para adecuarse perfectamente al espíritu completo
del sistema, para alcanzar así la unidad del ordenamiento configurado como un todo que
matiza el significado de cada norma particular65 .No obstante, Bobbio centra el
verdadero problema de la integridad del ordenamiento en ver si hay lagunas propias y
en la posibilidad de su eliminación66. La integración de tales lagunas con la finalidad
de adaptar la regulación de una conducta no expresamente prevista al espíritu completo
del sistema puede hacerse por dos vías.

A) La autointegración, en cuanto método que permite completar las lagunas del


ordenamiento a través de dos procedimientos:

- La analogía, o norma general inclusiva, que atribuye a un caso no regulado el mismo


trato que establece para un caso similar una norma del mismo ordenamiento y que por
tanto se remonta a la misma norma fundamental67

. Este procedimiento ha sido adoptado par el legislador italiano expresamente en el


artículo 12.º del Código Penal, exceptuando su aplicación en el ámbito de las leyes
penales o de las excepcionales68. Tal interpretación analógica puede realizarse bien
acudiendo a normas del mismo ordenamiento, y que por lo tanto se remontan a la
misma norma originaria; o recurriendo mínimamente a fuentes distintas de la
dominante, entendiendo por tal a la ley69

- Los principios generales del Derecho, que Bobbio identifica con las normas
fundamentales y más generales del ordenamiento jurídico70

B) La heterointegración, que supone un método de integración del ordenamiento


jurídico realizable a través de dos vías:

-Recurriendo a ordenamientos diversos. A la hora de completar una laguna en el


ordenamiento interno no subsanable con métodos de autointegración, el intérprete del
Derecho ha de acudir tanto a principios de Derecho natural como a otros ordenamientos
positivos71

-Recurriendo a otras fuentes distintas de la ley, que es considerada como la fuente


dominante72, es decir, el recurso a la costumbre73 y al Derecho judicial, al poder
creativo del juez74

.c) Las relaciones entre ordenamientos jurídicos

La idea según la cual existe exclusivamente un único ordenamiento jurídico universal se


denomina "monismo jurídico"75. La idea opuesta es la del "pluralismo jurídico".
Bobbio defiende la concepción pluralista76 surgida con el institucionalismo, de acuerdo
con la cual cada grupo social organizado posee su propio ordenamiento jurídico77. Así,
considera que además de ordenamientos estatales existen ordenamientos supra-estatales,
como el ordenamiento internacional; ordenamientos infra-estateles, propios de los
grupos sociales que el Estado reconoce; colaterales al Estado, como el de la Iglesia
católica; u ordenamientos antiestatales, como las asociaciones para delinquir78

Por tanto, según esta concepción, al analizar la estructura de un ordenamiento, hay que
tener en cuenta su probable relación con otros ordenamientos jurídicos que operan en su
entorno, pues la estructura jerárquica de un ordenamiento puede prolongarse fuera del
mismo, si tal ordenamiento está subordinado a otro superior, o éste reenvía a otros
ordenamientos menores o parciales la regulación de determinados comportamientos, o
el ordenamiento superior absorbe las normas de un ordenamiento inferior.

Así, los ordenamientos estatales además de ser complejos, integrados por varias fuentes,
son compuestos, al configurarse como un producto de la estratificación secular de
ordenamientos diversos, que se amalgaman en un único ordenamiento estatal vigente.
Tal estratificación se puede llevar a cabo a través de dos procedimientos.

- Absorción por parte del ordenamiento estatal de las normas de otros ordenamientos
parciales que tenían especial importancia en la vida de la comunidad, como el Derecho
comercial o el Derecho de la navegación. A este Derecho se denomina de recepción79

- El ordenamiento estatal reconoce la validez en su propio ámbito de normas de


ordenamientos menores, pero sin apropiarse de ellas. Es el procedimiento de reenvío80
Por tanto, no sólo las normas que integran un ordenamiento interno han de estar
relacionadas entre sí de acuerdo con el principio de unidad, sino que éste ha de
extenderse a las relaciones de tales normas con las que proceden de otros ordenamientos
superiores y menores, integrándose todas ellas en una estructura piramidal que supone
una ampliación de la pirámide normativa que representa a los ordenamientos jurídicos
estatales.

Que el principio de unidad haya de predicarse no sólo en relación a las normas internas
de un Estado, sino que también abarque a las relaciones entre tales normas con las de
los ordenamientos superiores, como por ejemplo el Derecho internacional, y con las que
pertenecen a los ordenamientos menores o parciales, como en el supuesto de un código
deontológico de una profesión determinada, supone que la exigencia para alcanzar tal
unidad de la eliminación de antinomias y lagunas haya de extenderse a las relaciones
entre todas las fuentes de esta estructura piramidal más amplia. Por tanto, el intérprete
del Derecho a la hora de aplicar una norma ha de optar, siguiendo algunos de los
criterios expuestos (jerárquico, cronológico o de especialidad), o de acuerdo con su libre
apreciación si éstos no resultan aplicables para resolver la antinomia, por alguna de las
normas existentes tanto en el ámbito del ordenamiento interno estatal, como en el
ordenamiento supranacional o en el de alguno de los ordenamientos menores. También
en el caso de la existencia de lagunas el intérprete del Derecho podrá integrar el
ordenamiento interno no sólo recurriendo a normas o principios del Derecho interno
(autointegración), sino también teniendo en cuenta las normas del Derecho Natural y de
otros ordenamientos positivos contemporáneos con los que tenga relación, como pueden
ser los de cualquier otro ordenamiento estatal o los del ordenamiento canónico
(heterointegración).

En este sentido, la idea de unidad de todas las normas entre sí, se refuerza teniendo en
cuenta que éstas además de derivar de una norma fundamental, han de tender a
configurarse como un conjunto de entes entre los cuales exista un cierto orden,
eliminando las posibles antinomias y tratando de integrar las lagunas, teniendo en
cuenta también las normas de ordenamientos superiores, así como menores o parciales.
Si bien, Bobbio entiende que las antinomias son subsanables a través de la
interpretación, no ocurre lo mismo con las lagunas, pues aunque éstas se integren a
través de los procedimientos de autointegración o heterointegración, no se subsana el
problema de las lagunas, puesto que el Juez al aplicar a un caso no regulado una norma
del mismo o de otro ordenamiento superior o menor, integra la laguna, pero no significa
que ésta desaparezca, pues sigue sin existir regulación específica para ese supuesto. De
esta argumentación deriva el rechazo de Bobbio, de la absoluta coherencia y sobre todo
plenitud del ordenamiento jurídico, a diferencia de Kelsen, para el que estos supuestos
resultan superados siempre y en todo a caso a través de la interpretación jurídica del
ordenamiento como un todo dotado de sentido81

.Por tanto, el principio de unidad dentro de la Teoría General del Derecho de Bobbio es
predicado tanto en relación a la plena unidad de todas las normas del sistema en la
norma fundamental, como haciendo referencia a la unidad de todas las normas entre sí,
a través de la labor del intérprete del Derecho que ha de eliminar a la hora de resolver
un supuesto concreto las posibles antinomias, así como ha de integrar las lagunas
existentes con normas procedentes del mismo ordenamiento o de otros superiores o
parciales. Sin embargo, este último factor de unidad no se consigue de forma plena o
absoluta, pues existen siempre supuestos de antinomias o lagunas, pese a los esfuerzos
del intérprete del Derecho a la hora de cumplir el mandato legal de resolver el caso
controvertido, optando entre las frecuentes normas antagónicas o acudiendo, en caso de
lagunas, a los criterios de autointegración o heterointegración. Pero, pese a tales
esfuerzos, en todo ordenamiento jurídico seguirán existiendo supuestos de falta de
coherencia y de ausencia de plenitud entre sus normas, por lo que no podremos utilizar
la expresión de ordenamiento jurídico en este sentido con carácter absoluto o pleno, y
menos aún la expresión sistema jurídico, ya que entiende por sistema una totalidad
ordenada de tal modo que haría imposible la existencia de normas incompatibles o de
vacíos legales. Sin embargo, Bobbio estima que existe una tendencia constante por parte
de la jurisprudencia a considerar el Derecho como sistema, precisamente por el afán de
eliminar antinomias y lagunas, concebidas como defectos que el intérprete ha de
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