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TEMA: 5- LA CRISIS DEL ANTIGUO RÉGIMEN (1788-1833).

LIBERALISMO FRENTE A 
ABSOLUTTISMO.  

1. La crisis del antiguo régimen


A finales del siglo XVIII el Antiguo Régimen entró en crisis como rechazo a los
planteamientos políticos y sociales en los que se sustentaba, llegando críticas
del sector más radical del movimiento ilustrado. Para este grupo de
pensadores, entre los que estaban Voltaire, Rousseau, Diderot o Montesquieu,
las reformas emprendidas por los monarcas eran simples retoques.

1.1- Los planteamientos ideológicos

Los pensamientos ideológicos que condujeron a la crisis del Antiguo Régimen


se sintetizan en el rechazo al poder absoluto del rey ya su origen divino, y
disconformidad con una sociedad donde los individuos eran diferentes ante la
ley en función de su pertenencia a un estamento.

Sus impulsores, los ilustrados, defendían que el poder residía en la Nación,


entendida como la suma de individuos de un estado. Además, consideraban
que todos los individuos eran iguales ante la ley y rechazaban los privilegios de
nobleza y clero. La ley tenía su máxima representación en la Constitución, una
carta magna elaborada por los representantes de la nación, a la que todos
estaban sometidos, incluido el monarca.

Defendían la separación de los poderes legislativo, ejecutivo y judicial. El poder


legislativo debía representar el conjunto de la sociedad, el judicial
independiente y el ejecutivo recaía en el monarca, que ejercería a través de
sus ministros, los cuales serían responsables ante los representantes del poder
legislativo, reunidos en una asamblea.

Los ilustrados planteaban la demolición de las estructuras del poder en las que
se asentaban el Antiguo Régimen, y defendían un orden en el que los súbditos
se transformaran en ciudadanos. Las diferencias entre ciudadanos se
establecerían por sus propias capacidades, y no consecuencia de pertenecer a
diferentes estamentos.
La confluencia en Francia a finales de la década de los ochenta de una serie de
factores tales como la grave situación de la hacienda real, el rechazo de los
privilegiados a pagar impuestos para remontar esta situación, una serie de
malas cosechas que extendieron el hambre, y la difusión de las ideas que
defendían un cambio radical de la situación, provocaron en 1789 un estallido
que se conocerá con el nombre de Revolución Francesa, y cuyas últimas
consecuencias fueron el desmantelamiento de bases políticas, sociales y
económicas en las que se habían sustentado el Antiguo Régimen.

1.2- El reinado de Carlos IV: revolución y reacción.

Los acontecimientos desarrollados en Francia a partir de 1789 llevaron a los


ministros de Carlos IV (1788-1808), que subió al trono el año anterior,
plantearse un cierre de fronteras para que las ideas no llegasen a España. Fue
llamado el cordón sanitario establecido por Floridablanca.

A la vez los programas de reformas impulsados por el reinado anterior


quedarían en suspenso, por temor a que fuese el primer paso hacia el proceso
vivido al otro lado de los Pirineos. De esta forma, los elementos más
conservadores ganaron posiciones en las cortes, donde el monarca se veía
desbordado por los acontecimientos.

La España de Carlos IV, al igual que otras potencias europeas, se mantuvo


expectante ante los acontecimientos en Francia, pero cuando en enero de 1793
Luis XVI fue guillotinado, Madrid le declaró la guerra al gobierno de la
Convención. Fue la llamada guerra del Rosellón (1793-1795). Comenzó con la
invasión de dicho territorio por las tropas dirigidas por el general Ricardos, que
obtuvieron algunos éxitos iniciales.

Las victorias se volvieron derrotas, y con los franceses amenazando Cataluña y


el País Vasco, se firmó la paz de Basilea (1795), que convirtió a España aliada
de la Francia revolucionaria.

A estas alturas del reinado, Manuel Godoy, con el apoyo de la reina María
Luisa de Parma, se convertía en el valido de la monarquía. Su polémica figura
marcará el rumbo de la política española, hasta las vísperas de la guerra de la
Independencia.

La agitación política de Francia no modificó la alianza establecida en Basilea,


que convirtió a España en un satélite de Francia, sobre todo a partir de la
llegada al poder de Napoleón Bonaparte. Esta situación condujo a la guerra
con Gran Bretaña, cuyo episodio más importante fue la batalla naval de
Trafalgar (1805), donde se perdió el potencial naval español, restaurado por los
ministros de Fernando VI y Carlos III.
2. La guerra de la independencia
2.1- Los prolegómenos del conflicto. El 2 de mayo de 1808

La ambición de Godoy permitió a Napoleón la realización de sus planes


respecto a la Península ibérica. En el otoño de 1807 se firmó el tratado de
Fontainebleau, en virtud del cual un ejercito hispanofrancés invadiría Portugal
como respuesta al rechazo de los lusitanos a secundar el bloqueo continental
decretado por Napoleón para deteriorar la economía británica. Según el
tratado, el tercio sur del país pasaría a manos de Godoy, que sería rey del
Algarbe.

Antes de legalizar el acuerdo, grandes contingentes de tropas francesas


cruzaron los Pirineos. En pocas semanas, el número de soldados franceses en
la Península superaba en mucho lo establecido en el acuerdo. Esas tropas
tenían como misión, además de la conquista de Portugal, apoderarse de
España. Los franceses se hicieron con los puntos clave de la Península, ante la
pasividad de las autoridades españolas que los consideraban aliados.

Mientras tanto, las tensiones se incrementan en las corte española, donde los
partidarios del príncipe de Asturias se enfrentan a Godoy, que contaba con el
apoyo de los monarcas. El enfrentamiento culminó el 18 de marzo de 1808 con
el motín de Aranjuez, que provocó la caída del valido y la abdicación de Carlos
IV. El príncipe de Asturias se convertía en Fernando VII y entraba en Madrid en
medio de la apoteosis popular.

Napoleón llevó hasta suelo francés a Carlos IV y Fernando VII, quién dejó
frente al gobierno una Junta de Regencia. Al primero le insinuó la restitución de
sus derechos al trono y al segundo le prometió la mano de una princesa
imperial. Una vez en Bayona, el emperador consiguió que ambos abdicasen a
favor de su hermano José Bonaparte, llamado José I.

Las noticias procedentes de Bayona, la tensión entre españoles y franceses, y


el deseo de Napoleón de sacar a toda la familia real de España, condujeron el
2 de mayo de 1808 al levantamiento de Madrid contra los franceses, ante la
pasividad del ejército. Solo los capitanes de artillería Daóiz y Velarde y el
teniente Ruiz se sumaron.

2.2- Los españoles ante el conflicto

La presencia de franceses en España y el conflicto que desencadenó, obligó a


los españoles a posicionarse ante unos acontecimientos que por su magnitud
son considerados el inicio de la Edad Contemporánea.
Muchos reformistas de la etapa anterior, atraídos por los cambios de la
Revolución francesa, optaron por apoyar a José I (afrancesados), eran una
minoría ilustrada, los funcionarios del Estado, miembros de la nobleza y del
clero y una parte de clases medias urbanas.

Frente a ellos los patriotas, no reconocían a José I y consideraban a Fernando


VII su soberano. No era un grupo homogéneo:

● Liberales: Se oponían a los franceses, pero asumían sus ideologías:


rechazaban el poder absoluto del monarca, defendían la igualdad ante la
ley y eran partidarios de regirse por una Constitución. Eran minoría, y
procedían de la burguesía, las clases medias, y algunos cléricos.
● Absolutistas o tradicionales: Eran la inmensa mayoría de la población,
que permanecía anclada en el Antiguo Régimen y rechazaban toda
novedad.

2.3- El desarrollo de la guerra y sus consecuencias.

El levantamiento del 2 de mayo de 1808 tuvo importante repercusión. En las


semanas siguientes la guerra se extendió por todas partes. Los franceses
pasaron de aliados a invasores. Se constituyeron Juntas de Defensa,
articuladas en torno a una Junta Suprema establecida en Sevilla, una de las
primeras medidas tomadas fue la de cerrar un acuerdo con Gran Bretaña, el
gran enemigo de Napoleón.

Ante la falta de ejército nacional eficiente que en la jornada del 2 de mayo


había actuado con pasividad, surgieron partidas de voluntarios a los que se les
conoció como guerrilleros. Estos marcarían uno de los perfiles más
característicos del conflicto. Su movimiento, vinculado fundamentalmente al
mundo rural, surgió por todas partes, dando a la guerra carácter popular, ya
que su procedencia social era muy variada. En estos destacan el Cura Merino
del Empecinado y Francisco de Espoz y Mina.

Muchas ciudades ofrecieron resistencia a los franceses. Zaragoza defendida


por Palafox, Gerona defendida por Álvarez de Castro, fueron los casos más
relevantes. Cádiz fue la única contra las que se estrellaron el ejército
napoleónico.

La guerra fue larga (1808-1813) y sangrienta, se distinguen tres fases:

1808-1809​:​ El avance francés por Andalucía acabó en una severa derrota


sufrida en Bailén por las tropas francesas de Dupont frente a la de Castaños.
La derrota hizo que los franceses abandonasen Madrid y se replegasen al norte
del Ebro. La posición francesa en España se vio comprometida ante la
presencia de un ejército británico al mando del duque de Wellington.
1809-1812:​ Bonaparte se vio obligado a venir a la Península y logró, tras forzar
el paso de Somosierra, que sus tropas entrasen de nuevo en Madrid. La
victoria de Ocaña (19 noviembre 1809) permitió a los franceses avanzar por
Andalucía, que fue ocupada, excepto Cádiz. Pero la situación no estaba
controlada por los invasores, hostigados permanentemente por los guerrilleros.

1812-1813​:​ A partir de 1812 la guerra entró en una nueva fase, como


consecuencia del grave descalabro sufrido por Napoleón en la campaña de
Rusia. La situación de los franceses se hizo cada vez más difícil, viéndose
obligados a replegarse al norte, sufriendo en 1813 una serie escalonada de
derrotas: Los Arapiles, Vitoria y San Marcial. La firma del tratado de Valençay
(1813) pone fin a la guerra. A la par, Napoleón reconoce a Fernando VII como
rey de España.

Las consecuencias de la guerra fueron muy graves para el país. El conflicto se


saldó con más de 250.000 muertos por parte española, además hay que
sumarle los afrancesados que cruzaron los Pirineos, temiendo las represalias.
Los daños en la agricultura y más en la ganadería fueron muy graves. Algunas
industrias del país desaparecieron, como los telares de Béjar, destruidos por
orden del Duque de Wellington. Ciudades como Zaragoza, Gerona o San
Sebastián quedaran reducidas a escombros.

Se abrió una falla ideológica entre defensores del Antiguo Régimen y


partidarios de una nueva situación política alumbrada por las Cortes de Cádiz y
sustentada en la Constitución de 1812. Todos deseaban la llegada de
Fernando VII, con ilusión de que se posicionara a favor de sus planteamientos.

3. Los inicios del liberalismo. La constitución de 1812


Se vivió un proceso ideológico donde se concretaron por primera vez los
planteamientos teóricos del liberalismo.

3.1- Las Cortes de Cádiz.

En plena guerra de la Independencia la Regencia del Reino, sustituyendo a la


inicial Junta Suprema Central, convocó las Cortes, cuya inactividad había sido
total durante casi un siglo. Con grandes dificultades los diputados se reunieron
en la ciudad de Cádiz, asediada por los franceses, pero abastecida por la flota
británica. Las sesiones comenzaron en la Isla de León, la actual San Fernando,
el 24 de septiembre de 1810.

Los diputados llegaron desde los distintos territorios que formaban la


monarquía, incluidos los dominios coloniales al otro lado del Atlántico.
Representaban los tres estamentos del Antiguo Régimen.

El diputado Muñoz Torrero planteó en el discurso inaugural la necesidad de


cambios en la organización del Estado, según los planteamientos de los
liberales: soberanía nacional, división de poderes, desaparición de la sociedad
estamental, igualdad ante la ley y necesidad de elaborar una Constitución, que
sería el principal objetivo de trabajo de los diputados.

Los diputados pertenecían a tres corrientes ideológicas principales:

● Los absolutistas: Partidarios del retorno de Fernando VII, para que fuese
un monarca absolutista; eran contrarios a cualquier reforma.
● Reformistas: Herederos del pensamiento ilustrado de Calos III y tenían a
Jovellanos como referente; eran de introducir cambios en la forma de
gobierno, pero rechazaban los planteamientos radicales.
● Liberales: Partidarios de un cambio en profundidad, en la línea marcada
por la revolución francesa. Destacaron Muñoz Torrero, el Conde de
Toreno o Agustín Argüelles.

Fueron estos últimos quienes impusieron sus planteamientos con importantes


concesiones a los otros dos grupos, logrando que se redactase una
constitución como base legislativa del nuevo régimen.

La función de las Cortes de Cádiz fue mucho más que elaborar la Constitución.
Realizaron una importante labor legislativa en terreno político, social y
económico. Esta labor supuso el desmantelamiento del Antiguo Régimen,
quedando abolidos los privilegios señoriales y la Inquisición. Se dictaron
normas para liberalizar el comercio y la industria, y se dieron los primeros
pasos para la desamortización de los bienes eclesiásticos, que era un volumen
muy importante de las propiedades agrícolas del país.

3.2- La Constitución de 1812

En el Cádiz del siglo XIX las ideas que empezaron a llamarse liberalismo,
habían calado con intensidad. Había una burguesía vinculada al comercio de
su puerto, al negocio del vino, muy desarrollado por estas fechas. Como
prueba del ambiente de Cádiz está que se publicaban 5 periódicos, y había
cafés donde se celebraban tertulias donde se manifestaban las opiniones
políticas y fueron como cajas de resonancia de los debates que alumbraron la
Constitución.
Los debates fueron muy intensos hasta que se logró un pacto entre liberales
moderados y los reformistas, al que acabó por sumarse la mayor parte de los
diputados. Como resultado se aprobó la Constitución española el 19 de marzo
de 1812, bautizada popularmente como la Pepa, por aprobarse el día de San
José. La Constitución constaba de 384 artículos donde quedaban establecidos
los cimientos del liberalismo español decimonónico.

En la Constitución quedaba definida la soberanía nacional y establecía la


monarquía constitucional como forma del Estado. En ella se establecía la
separación de poderes, aunque los monarcas seguían teniendo poder era
mucho menor del que gozaban en el Antiguo Régimen. Esa fue una de las
cuestiones que suscitó mayores debates. El poder ejecutivo quedaba en manos
del monarca, quien podía expedir decretos y se asesoraba del Consejo de
Estado como órgano consultivo, cuyos miembros eran nombrados por el rey a
propuesta de las Cortes.

El poder legislativo sería compartido. El rey conservaba el poder ejecutivo, pero


no podía impedir las reuniones de las Cortes, ni disolverlas. Tampoco podía
imponer tributos, ni conceder privilegios o contraer matrimonio, si no tenía
aprobación de las Cortes.

Quedaban recogidas en su texto, entre otras cuestiones, las relativas a la


igualdad ante la ley, poniendo punto final a los privilegios de los estamentos
nobiliario y eclesiástico. También se recogían los derechos individuales, tales
como la libertad de imprenta para libros no religiosos, el derecho a sufragio
para varones mayores de 25 años, el derecho de reunión, la inviolabilidad del
domicilio y la eliminación del tormento como fórmula para obtener
declaraciones en los procedimientos judiciales. Se decretó la inviolabilidad de
los diputados y los requisitos que había que reunir para serlo: mayor de 25
años, residente con una antigüedad de 7 años en la provincia que te
presentabas y poseer bienes que asegurasen una mínima renta, esta última
cuestión establecía un criterio censitario para llegar a ser diputado.

La Constitución de 1812 era confesional, al señalar el catolicismo como la


religión de los españoles, negándose a la práctica de otros credos religiosos;
los absolutistas se mostraron inflexibles en este punto.

La Constitución tuvo repercusión en otros países de Europa. En algunos de


ellos se prefirió a la francesa de 1791, entre otras razones porque simbolizaba
la resistencia de una nación que había salido vencedora de Napoleón.
Algunos de sus planteamientos inspiraron las revueltas del Piamonte y Nápoles
contra los austriacos.

4. El reinado de Fernando VII.

Tras finalizar la guerra de la Independencia, las cortes y la regencia del reino


se transladaron a Madrid, esperando la vuelta del monarca, en medio de la
rivalidad ideológica entre liberales y absolutistas.

Las Cortes trazaron el itinerario que el monarca debía seguir hasta Madrid.
Esto fue una prueba que aportaría indicios sobre las intenciones que Fernando
tenía y que quedaron desveladas por el propio monarca cuando alteró ese
itinerario a su voluntad.

Marchó a Valencia donde recibió un homenaje de 65 diputados absolutistas


que le presentaron el llamado Manifiesto de los Persas pidiendo que asumiera
poderes absolutos.

Fernando VII disolvió las cortes y derogó toda la labor legislativa que habían
realizado, viajó a Madrid donde fue aclamado por el pueblo como monarca
absoluto y finalmente , las ilusiones liberales fueron destruidas.

4.1 El Sexenio Absolutista.

Con la vuelta de Fernando VII, volvió el absolutismo lo que trajo el llamado


Sexenio Absolutista ( 1814-1820), caracterizado por la vuelta de la Inquisición,
de los estamentos privilegiados de nobleza y clero, la desaparición de las
libertades individuales y los derechos de los ciudadanos ( que volverían a ser
súbditos).

Su vuelta supuso una feroz persecución de los liberales, muchos de los cuales
pagaron con su vida la defensa de sus ideales mientras que otros se exiliaron,
utilizando la vía de Gibraltar para llegar a Gran Bretaña.

A lo largo de estos años se produjeron numerosos intentos de restaurar la


Constitución, muchos de ellos en manos de militares los cuales habían
alcanzado una alto mando militar durante la guerra de la Independencia. Entre
estos militares encontramos a Porlier que se sublevó en La Coruña, o a Lacy
que lo hizo en Barcelona. También una importante parte de la burguesía
urbana que se había sentido identificada con el régimen constitucional, se alejó
cada vez más del absolutismo de Fernando, que con el paso del tiempo dejó de
ser El Deseado.
4.2 El Trienio Liberal.

A comienzos de 1820 el coronel Riego proclamó la Constitución de 1812 en el


pueblo de Las Cabezas de San Juan al frente de un regimiento acuartelado en
Cádiz, cuyo destino era América, donde el levantamiento de las colonias cada
vez era más fuerte.

Finalmente tras semanas de indecisiones, la sublevación encontró apoyo en el


norte y en Madrid, Fernando VII atemorizado, aceptó entonces la Constitución
en marzo y es así como se inicia la segunda etapa de su reinado, el llamado
Trienio Liberal (1820-1823).

Con la vuelta de la Inquisición se volvió a abolir la Inquisición y los privilegios


señoriales, volvieron los derechos ciudadanos y se pusieron en marcha
medidas de desamortización sobre los bienes de la Iglesia.

Pronto aparecieron diferencias dentro del grupo liberal, dando lugar a dos
grupos claramente diferenciados, los progresistas y los moderados.
Los moderados, también llamados doceañistas, eran partidarios de restablecer
sin modificaciones la constitución que dejaba importante manejo al rey.
Los progresistas, llamados veinteañistas, vista la actuación del rey, eran
partidarios de un nuevo texto donde se recortasen aún más los poderes del
monarca.
Estas diferencias debilitaron a unos gobiernos que contaban con escaso apoyo
de las clases populares. Los absolutistas y Fernando no dejaron de conspirar
para acabar con el régimen liberal y constituyeron la llamada regencia de
Urgell.
En 1823 las potencias absolutistas europeas , organizadas en la Santa Alianza,
decidieron intervenir militarmente en España. En ejército francés al mando del
duque de Angulema, los llamados Cien Mil Hijos de San Luis, cruzó los
Pirineos, sin encontrar oposición. Finalmente el gobierno liberal se retiró a
Cádiz, llevando consigo a Fernando secuestrado. La ciudad apenas ofreció
resistencia.

4.3 La Década Absolutista (1823-1833)

La Santa Alianza instauró de nuevo a Fernando VII como monarca absoluto. El


rey consideró ilegales y derogó todos los actos del gobierno liberal, abolió la
constitución y desencadenó una dura persecución contra liberales y se cerraron
universidades y centros de enseñanzas. Entre las víctimas encontramos a
Riego o a Mariana Pineda, acusada de bordar una bandera para los liberales y
negarse a delatar a sus compañeros.
A partir de 1826, se produjo un cierta moderación en la política represiva,
aunque esto no evitó el fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en 1831
cuando llevaron a cabo un intento liberal.

Mientras, ante la falta de descendencia del rey, los absolutistas más radicales
( llamados apostólicos ) se unieron entorno a la figura de don Carlos, el
hermano del rey. Sin embargo, el nacimiento en 1830 de Isabel modificó la
situación, a pesar de que en virtud de la Ley Sálica introducida por los
Borbones las mujeres no podían reinar.
Fue entonces cuando Fernando VII promulgó la Pragmática Sanción
derogando la ley Sálica en 1830.
Los partidarios de Carlos la rechazaron, mientras que Fernando cerraba un
acuerdo con los sectores moderados que acordaron apoyar al trono de Isabel
sobre la base de una monarquía constitucional.

A la muerte del rey en 1833, quedaba abierto un conflicto sucesorio e


ideológico, a la par que se daban los primeros pasos para el nacimiento de un
Estado Liberal.

5. La independencia del Imperio Colonial.

5.1 Las causas del proceso de emancipación.

La independencia del imperio colonial español se debió a un conjunto de


causas muy variadas que influyeron en el desarrollo del proceso de
emancipación.

Causas políticas

El origen se encuentra en las ideas reformistas de la segunda mitad del siglo


XVIII las cuales comenzaron la idea de independencia y que cobraron fuerza
con el ejemplo de independencia de las colonias británicas de América del
Norte ( 1775-1783) y de la revolución francesa, aunque el impulso definitivo se
produjo con la presencia de militares procedentes de ultramar en la guerra de
Independencia y de los diputados que presidieron las Cortes de Cádiz.

La vuelta del absolutismo con Fernando VII aún aumentó más el rechazo a la
dominación española.

Causas sociales

Estaban íntimamente ligadas al papel de los criollos, nombre que se le daba a


los descendientes de los españoles y que constituían la élite de la sociedad
colonial.
Entre ellos existía un amplio malestar al verse excluidos de las tareas de
gobierno y de la participación en los cargos de administración colonial ( cargos
que estaban reservados a españoles procedentes de la Península, nombrados
por la corona)

Esa situación política, la cual contrastaba con la situación económica, y el


deseo de conseguir el poder político los impulsó a la rebelión.

Causas económicas

Eran derivadas del monopolio comercial ejercido por España en sus colonias
ya que el libre comercio con otros países estaba prohibido, y esto influía directa
y negativamente en los intereses económicos de la burguesía colonial.

A esto hay que sumarle la creciente fiscalía impuesta por los Borbones.

5.2 La evolución del proceso.

Las dificultades provocadas por la guerra de la Independencia en España


fueron aprovechadas por las colonias para iniciar la lucha por la independencia.

Primera fase (1810-1814)

El conflicto se centró en Argentina, Méjico y Venezuela. Unas denominadas


Juntas Revolucionarias se enfrentaron a las autoridades españolas.

En Méjico fue donde el conflicto revestió mayor dureza: en Guanajuato se


produjo una matanza de españoles a manos de un ejército insurreccional
dirigido por Miguel Hidalgo, el conocido cura de Dolores.

Sin embargo, al término de la guerra de Independencia, las autoridades


españolas habían logrado controlar la situación, salvo en Argentina, que había
proclamado su independencia

Segunda fase ( 1815-1824)

Bajo el reinado de Fernando VII fue cuando se desarrolló la segunda fase de la


guerra y se complete la independencia, salvo en las islas de Cuba y Puerto
rico, que permanecieron en manos de España.

En esta fase aparecieron los grandes héroes de la independencia americana:


Bolívar, San Martín y Sucre, que contaron con el apoyo de Gran Bretaña y de
los Estados Unidos, cuyo propósito era sustituir en el terreno económico el
papel desempeñado por España hasta entonces en las colonias ( el
monopolio).
Las derrotas españolas de Chacabuco, Carabobo, Pichincha y Ayacucho
pusieron fin a 300 años de dominación española en américa.

5.3 Consecuencias.

La pérdida del imperio colonial en un momento en que otras potencias


europeas estaban creando en Asia y en África sus imperios coloniales apartó a
la España del siglo XIX a un papel de potencia secundaria.

Desde el punto de vista económico fueron necesarios importantes ajustes


aunque su repercusión fue menor a la que se esperó.

Las relaciones de España con las nuevas repúblicas ( las cuales no lograron
formar un gran estado como Bolívar quiso ) fueron muy tensas hasta bien
entrados en el siglo XIX.

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