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La lectura del texto me ha resultado bastante interesante, pues el autor es consciente de

nuestras preocupaciones. Estoy de acuerdo con la mayoría de lo que se expone en él, pero hay
varias cosas en las que me gustaría dar mi opinión.

Para empezar, “trabajar de forma voluntaria para darte a conocer” no es más que reconocer la
cruda realidad de la carrera de criminología, quiero decir, ¿por qué el criminólogo tiene que
trabajar más que cualquier otro profesional para alcanzar el mismo nivel de reputación? Es
cierto que nosotros mismos podemos “vendernos” para que la sociedad nos tenga más en
cuenta, pero si el Estado abandona a su suerte la figura del criminólogo, poco vamos a
conseguir. Como bien dice en el artículo, no hubo nada de esto:

“¿Hubo reuniones con instituciones públicas para abordar la integración del criminólogo en
aquellas esferas en las que supuestamente debía participar activamente antes de que se
implantaran los grados de criminología? ¿Se garantizó en algún momento esa inserción en las
áreas profesionales que las universidades exponían? ¿Hubo algún tipo de contacto con
empresas privadas para sondear qué posibilidades podría tener un criminólogo dentro de las
mismas? ¿Se hizo, como se diría empresarialmente hablando, un estudio de mercado sobre la
demanda que iba a haber del producto?”

Por ello, sin quitarle toda la razón al autor, sin resolver esto, sin luchar para que esto se haga
realidad, veo inútil los esfuerzos voluntarios y personales/egoístas que pueden salir de
nuestras manos, eso sería” jugar en desventaja”. Ahora, creo, es el momento de luchar por la
figura profesional del criminólogo en general, no por nuestra carrera profesional en particular.

No sabemos más que un médico forense, más que un sociólogo, más que un abogado, más que
un psicólogo o psiquiatra, es cierto. Pero con todos estos conocimientos, es al Estado al que
más le debería preocupar nuestra figura, pues no solo estudiamos la criminalidad, también la
prevenimos, además de que la criminología está muy presente en una herramienta que todo
Estado debe poseer para asegurar su orden; el control social, que como bien es sabido, el
equilibrio del mismo es un factor determinante para la paz social.

Para mí, este es el “dónde y para qué nos necesitan”, y no necesitamos arrodillarnos para que
lo descubran, ya lo saben, hacen falta más interés y más confianza.

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