Está en la página 1de 12
Critica literaria y discurso soci feminidad y escritura de mujeres Literary Criticism and Social Discourse: Femininity and Women’s Writing Gilda Luongo y Alicia Salomone Doctoras en Literatura Chilena ¢ Hispanoamericana (Universidad de Chile) Email: gildaluongo@gmail.com aliciasalomone@yahoo.com Fecha de recepcién: febrero 2007 Fecha de aceptacién y versi6n final: abril 2007 Resumen Este trabajo desarrolla un anilisis metacritico de la recepcidn literaria de escritoras latinoame- ricanas (1900-1950), estableciendo un didlogo entre el discurso critico, el discurso social y nuestra resignificacién de los textos de las autoras, En este marco, definimos tres figuras que constituyen representaciones intelectuales “posibles”, “probleméticas” ¢ “imposibles” para la cri tica, las que abarcan desde la representacién legitimada de la mujer-madre, ala més conflictiva, de la feminista ylo la mujer trabajadora, hasta legar ala figura censurada de la mujer lesbiana. Palabras claves critica literavia, discurso social, literatura latinoamericana, escritura de mujeres, enero, Abstract In this article we propose an analysis of the reception of Latin American women's writers (1900-1950). First, we establish a dialogue between critical and social discourses, and then we relate these discourses with our interpretations of female texts. In this context, we study three female images in the critical discourse: the acceptable representation of the woman-mother, the more critical of the feminist and the woman-worker, and, finally, che censured image of the les- bian-woman, Keywords, Literary criticism, social discourse, Latin American literature, women's writing, gender, leonos. Revista de Ciencias Socal: Num. 28, Quito, mayo 2007, pp. 59-70 (© Facultad Lainoameriana de Ciencias SocnlerSede Acémica de Ecuadet. ISSN= 1390-1249) Gilda Luongo y Alcs Sslomone Escritura, recepcién y produccién del sentido Lees: de la primera mitad del siglo XX es una labor que nos parece ne- cesaria, Si bien en algunos casos la critica ac- tual, particularmente la que se orienta desde perspectivas tedricas feministas, ha descons- truido las imagenes monumentalizadas con las que por décadas se asocié a nucstras eseri- toras, nos parece, sin embargo, que esa tarea cesté Icjos de haber sido terminada, En primer fica sobre la re- indagacién. meta cepeidin de la obra de las escritoras la término, porque esa reevaluacidn atin no al- canzé sino a unos pocos casos. En segundo lugar, porque todavia no disponemos de estu- dios que permitan transitar desde las figuras individuales hacia las escritoras como sujeto colectivo, es decir, como participantes de una comunidad intelectual sobre la que ellas mis- ‘mas reflexionaron tanto en textos como en alocuciones puiblicas. Un primer interés que nos mucve es deve- lar ciertas regularidades presentes en el dis curso eritico, las que evidencian modos de lectura preferencial sobre los textos y dejan cntrever las relaciones de poder que ligaron a las escritoras con los criticos: unos suijetos, general varones, que desde distintos emplaza- mientos leyeron, interpretaron, juzgaron y le- gitimaron ( no) el discurso de aquéllas. Por otra parte, nos interesa observar cémo la lec- tur critica offece otras tonalidades cuando es cjercida por las autoras para referitse a sts co- legas oa la produccién propia, desde una prictica que, aunque generalmente no alean- za carta de ciudadanta en la frateia de varones criticos, sucle llevar inscrita una marea dife- renciadora en términos sex-genéricos. Finalmente, buscamos evidenciar cémo la critica literaria esta inmersa en un entramado simbélico heterogénco que codifica identida- des y mandatos para la palabra y el actuar fe- ‘menino, Esto lo afirmamos desde la hipstesis 6 de que la critica no sélo recoge imaginarios ajenos sino que, como otras discursividades sociales, también contribuye a gestarlos. Ast, cen nuestra opinién, durante las primeras dé- cadas del siglo XX, junto al discurso médico, cl politico, el psicoldgico-filossfico o el reli gioso, el discurso de la critica literaria tam- bign contribuys a convalidar a la maternidad como el eje y norte dela identidad ferenina, Acorde con esta perspectiva, el discurso critica sucle aplaudir en los textos de mujeres |i rep resentacign de la mujer-madre o de la que aspira a setlo, como ocurre con los de ciena Gabriela Mistral y Maria Luisa Bombal. Del mismo modo, valora positivamente otras imagenes femeninas que no contradicen lo hhogeménico, como la de la mujer-nifia (en elmira Agustini o Norah Lange), la casade- ra apasionada pero casta (en Juana de Ibarbourou y Lange) y lade la madre frustra- dda devenida en madre simbélica a través del ‘magisterio (Mistral). Frente a estas figuras le- gitimadas, sin embargo, aparecen otras quc se sittin més problemiticamente ante la ct y cl imaginario epocal, extendicndo y a la vez tocando los limites de lo representable. Ellas son la imagen de mujer estéril, que muestra Dulce Maria Loyna, la que evita la materni- dad (Victoria Ocampo), la madre soltera {(Alfonsina Storm), la que expone abietamen- te el deseo erético (Agustini, Storni y Bombal), 12 mujer-sabia (Ocampo, otra Mistral), la mujer trabajadora (Storni, Mamta Brunet), la ferinista (Storni, Ocampo), o la que apela a un lenguaje y visién de mundo asociada con lo masculine (Brunet, Sorni, 1 Desde Mare Angeor (1998-69 yas) defines“ cro vocal comma Te ttlidad dela produce tistics de una sociedad, lo que abuts tant los di nos que emanan de ln stnson expos del po ‘ds socl coma la rsltantssntten que define bx raneras de conocer ysigpfcar lo conocido. El dis uno itezaio es parte deca dhcurividad may y povende, pode aalze dead es relacones ded ‘rola intertestalided que extablece con lon oto decanos TCONOS 8.2007, pp 3970 Celia ra y cur socal Femina y riers de mujeres Mistral). Sin embargo, atin podriamos ir atin iis allé y descubrir esas otras figuras fereni- nas quc, rozando la frontera de lo abyecto en su configuracién identitaria, quedan invisibi- lizadas, Esto es lo que sucede, por ejemplo, ccon la sexualidad homoerstica que se filtra en la escritura de Teresa de la Parra e incluso en cicm Mistral; una alternativa que se ubiea ppor fuera de lo tolerable y decible en la trama simbélica de una modernidad que nace signa- dda por el patriarcalismo y el conservadurismo, Atendiendo a lo dicho, lo que propone- ‘mos aqui es releer desde una perspectiva fe- iminista el discurso de la critica literaria y, al ‘mismo tiempo, hacer este ejercicio desde el dislogo con nucstra resignificacién de los tex- tos de las eseritoras, Asi, buscamos desnaturs- lizat las asociaciones producidas entre discur- so social y critico literario, evidenciando los supuestos idcoldgicos que estan en la base de las valoraciones estéticas. Por otra parte, tam- bicn queremos acercarnos a las operatorias conscientes 0 inconscientes que las autoras puisieron en juego para articular un discurso. que, por lo general, tendié a tensionar ylo confrontar el horizonte de expectativas litera Flo, resignificando lo que el discurso social instalaba como admisible respecto de la _mujer y sus producciones simbélicas Discurso social y discurso critico Los discursos sociales de inicios del siglo XX condensaron los lincamientos valéricosy éti cos que determinaron cl lugar de la materni dad como ¢je de la vida de las mujeres en nuestra cultura, articulando la identidad fe- ‘menina en y dese la construccién de la ma- temnidad. Donna Guy (1998) observa al res- pecto cémo los discursos médicos entroniza- ron esa funcisn disehando politicas piblicas de perfil eugenista, que promovieron una mi temidad educada y tecnificada con la que se 6 buscé fortalecer “la raza” en pos de objetivos cstatales erecientemente interesados en mejo- rar la performance laboral de las masas otra parte, la funcién materna fue mitica- ‘mente consagrada mediante «l modelo maria no de la madre-virgen, el que, en su traduc- cidn laica, reificé la imagen de la madre dese- rotizada, cuyos intereses se subsumian en la dedicacién al marido, cl hogar los hijos. De Por forma paralela, se satanizaron las contracaras de esa feminidad idealizada: entre ellas, a la ‘mujer-mala (publica 0 erotizada) y ala mala- madre, definidas como sujetos egoistas que, cludiendo el deber de la maternidad, concen- ‘raban sus energias en el mundo extra-hoga- refio, aspirando a disponer de sus cuerpos con tuna liberalidad que slo era concebible para un sujeto masculino. La convergencia de estas, figuras en su desasimiento comiin frente al ‘maternalismo como al contrato socio-sextal del matrimonio es lo que explica que, en el discurso epocal, las imagenes de la marima- cho, la feminista y la garpona o lesbiana apa- recieran vinculadas, muchas veces desde una relativa transitividad. El discurso de la critica liter ia, por st parte, instal6 modos de lectura de los textos dde mujeres que no discordaron con las direc- trices del discurso genérico hegeménico. Siendo esto lo general, no es posible obviar que esa homogencidad tendié a qucbrarse 7 ya través de dos polos. Por un lado, desde las textualidades de las escritoras que, mediante cstrategias y juegos enmascaradores, activaron Jo que Julia Kristeva (1987) sefiala como una particularidad del lenguaje attistico: la posibi- lidad de hacer manifiestos los deseos reprimi: dos respecto de una experiencia que no tiene especie Donna Guy (1998259) sea que ama teri moder coosenaa» eval yx 0 ely ‘ments por el nmera dehijos que nn eter pd tnttepr sina tambidn por la buena crams, eloca de i devocién por lor hijo por encima del dev til epos. También ef Lavin (1995) ICONOS 2, 2007, pp 3970 Gilda Luongo y Alcs Sslomone lenguaje.' Por otro lado, desde una producti- vidad critica de mujeres que instalé nuevos cenfoques sobre los textos de sus contempars reas. El sogmento dominante dela critica, sin embargo, siguié privilegiando el hallazgo de la hebra maternal y asf contribuyé a destacar la pertinencia de ese rasgo en los textos de mujeres. En muchos casos, incluso la esterili- dad biolégica (un sintoma que podia enmas- carar una falta de deseo que no podia ser evi- denciada) aparecié como el justificative © compensacién de la dedicacién a la literatura Al respecto, el critico Julio Saavedra Molina advierte, a propésito de Mistral, el drama de dolor y locura de las mujeres esteries: :Quién no las ha visto, inconsolabls,ilu- sas, teribles de empecinamiento, hacer an- tesila en las oficinas de todos los ginccélo- ‘gos? Esperar, con fe redoblada, de manos, de éste la concepcidn que no les dio el mé- dico anterior? Entrogar su cuerpo a las is inconccbibles prucbas como en el &x- tasis de un sagrado rite? Y cuando ya no hay més esperanzas, cuando las arrugas asoman a las sienes llegar a la estica sere- idad en que se decara, huimedos los ojos, sya no seré madre!’ ;Quién no las vio de ojos ante una Mater Dolorosa, con la vista perdida en la eternidad, el rostro li dda, las manos crispadas, marttizarse en la cespiacién de imaginaria culpa, para aplacar cl cielo? ;Quién, si las busease, no las wera poblando los manicomios?” (Saavedra Molina 1958: LXXtI) Locas, culpables, extiticas, escenificando el masoquismo, las poetas no-madres, como juzgaba a Mistral, aparecen como las mis do- tadas para la ereacién lirica, pues precisamen- seers (1987) elabors ol lager de la wateridad como ol ie conaaga ls eminidd,y considers as ‘ritmo qu daa pose er ual como na Fant Sia dl ada, bombo mljr, sexpecte de un cont ‘ente pedi, er deci come a Healizacin de ae Inc lcalisble que evoca un extado anterior 3 la Seemacin del yo en avd irterina TCONDS te esa vivenca era la que las habilitaba para trasponer asus textos el dolor yl tragedia de su no-maternidad cs la que ofrece el ertico E. Gonzile Lanuza sobre torn, quien, habiendo asumid publi amente una maternidad en soltera, no hizo de ally un ee de discursoliteraro, Y de hecho, puso en juego, com mis énfsis que otras autoras, una potica escitural que cues tionaba el androcentismo, al punto de hacer ineludible la asociacin entre una pare signi Featva de su obra ye programa del ferinis smo) En este caso, pata el ertco, el cuerpo femenino no puede funcionar como aval de la cecrtura pues result el lacus de una confron- taciGn ideolégica que debe excluirse del Campo poetco,entendd ere como el gene ro donde mejor se plasma la vocacién de un artista pure El euerpoftexto de torn conta. tminad por referents inadecuados aun tet torie donde debe primar laimpiezay armo- nia de ls expres, ve le aparece como un Cuerpo desajustado que no puede ingresar le gitimamente en el mbito de la produccién de arce verbal “su sexo consicufa tna tra’, concluye el ero. “[Alfonsina Stor] Sactificé la poesia en aras de st personalidad [...] Y la Poesia se vvengé con crueldad [..] Mujer inteligente y fuerte, no logré realizarse como poeta por no haber sabide superatse a si misma, En sus mejores pocmas aparece con regula ridad fatal un elemento de impurcea est tica, un residuo inorginico no asimilado, un prosaismo que se enquista y resta vital dad a sus verso. [...] Quizis pueda exp care teniendo en cuenta que Alfonsina cemperé a escribie en un medio adverso, Ver Tuongo y Salomone (2007), Sanvedes Molina firma que Mistral fe la die cape, etre ls posts, de cea" pomlapropinmente renin’ Hing tah hecho oi a vor de inti matern, del ine tito de a expeie™Ssavedra Melina 1958: LXXI. 5. Alrepecto, ser el eudio de Alcs Sslomone (2006) a 2007. pp 570 Celia ra y cur socal Femina y riers de mujeres crizado de obstéculos pars toda mujer que prctendiera ser intelectual. Su sex0 con: tuia una traba. Aun teniendo genio, las di- ficultades de Alfonsina hubieran sido in- mensas. Textindose de una esttora int gente y batalladora como ella, el peligro dq reto, y ese Fue su mayor mérito y su irepa- rable error. Su mérito como mujer que supo tomarse los derechos que se le nega ban. Su error como poeta, porque la poe- sia no puede servir para nada ajeno a sus aspectos mis solapados, Acepts el propios fines. Menos aun puede servir de vilvula de escape para resentimicntos per- sonales: y en cada pocma de la primera paca de Alfonsina alien, apenas reprimi- do, el resentimiento contra el hombre y la ‘obscsiin del eterno masculina” (Gonzilee Lanuza 1938:56-56) Este tipo de discursos son los predominantes cen el caso de Storni, pero no fiteron los dini- 0s y, en este sentido, es posible rescatar voces aque recuperan desde un lugar otro su cuerpo. y st subjetividad, Al respecto, es clocuente la imagen con que la dibuja Mistral en un reca do de 1926, mostrindola en pocos trazos ‘como una sujeto moderna y con gran expe- riencia de la vida: una tipica habitante de esa gran ciudad que ya era Buenos Aires, la que probablemente habia influido en el ritmo dgil de su habla y en la ironia que era propio de su decir poctico "Mi Alfonsina de las cartas era egoista, buslona y alguna vez wluntariamente banal. En mi temor del encuentro habia no poco de miedo inconfesade [...] El puro duré poco [...] Muy atenta a quien «sti a su lado, con una atencién hecha de pura inteligenci de afecto. Informada como pocascriaturas de la via [...] mujer de gran ciudad que ha pasado tocindolo todo e incorporindo- slo, Alfonsina es de los que se conocen tanto por la mente como por la sensibili- dad” (Mistral 1978: 37-38) pero que es una forma 63 Figuras femeninas: de lo aceptable a lo imposible Queremos instalar ahora un debate triangular entte las proposiciones del discurso critico, los textos de las autoras y nuesteas propias re- significaciones sobre ellos, claborando una setie de lugares posibles ¢ imposibles de la de- cibilidad femenina. Ello, sin perder de vista que estas subjetividades se configuraban en lun contexto social que vedaba en las mujeres cl lugar paritario por excelencia de la moder- nidad, el de la ciudadania, lo que a su ver in- fluys en el modo en que la criti literara ins- talé su empefio normative y ordenador. Las representaciones que tomamos para nuestro anilisis son tres. La primera es la figura do- mesticable de la mujer-madre, 0 la mujer- mujer, que se construye hipertrofiadamente femenina, y décil alos mandatos normativos, como suave, de ternura afable, temple asusta dizo, tono menor y profunda eransparencia cn Ia expresidn poética: una caracterizacién que la critica observé en Gabriela Mistral, Juana de Ibarbourou y Dulce M. En este exqucma, Juana es la que mejor se acomoda con esa imagen sin fisuras de la mujer que, pasados los ardores juveniles, su- blima su sexualidad en el culto de la materni ‘a Loyna dad y la domesticidad, para concluir su reco- rrido vital/textual en cl recogimiento hogare- fio y la piedad religiosa.‘ Gabriela Mistral, esa mujer no-madre que es més madre que cual- quiera, al decir de Saavedra Molina (1958: LXXI1), sin embargo, nunca puede ser asimi lada del todo en esa feminidad normativa pics, incluso la critica més tradicional, logra advertir que hay “algo” que se escapa y no en- caja en lo esperado, Ello es lo que trasluce Raul Silva Castro, en un comentario de 1935, cuando viriliza el discurso de la poeta afir- mando que “eseribe con rudeza masculina y, 5 Vere exadio de Maria Tres Acdo sobre Juana de Ibarbourou (Aedo 1996: 47-64), ICONOS 2, 2007, pp 3970 Gilda Luongo y Alcs Sslomone sis atin, se muestra en Ia descripeidn de sus amores animada de un caricter de hombre”? Veamos ahora el caso de Dulee Maria Loynaz, a quien la critica solia recomendar como evidencia de un tipo de expresisn emo- cional tipicamente femenina por su simplici- dad y laneza, en especial cuando se citaban los llamados Poemas sin nombre (1931). Ul: Muchas cosas me dieron en el mundo: slo cs mia la pura soledad” (Loynar 1993: 106) “XIV: En Ia casa vacia han florecido rojos os r0- sales y hecho st nido las golondrinas de alas agudas... zpor qué dicen que ests vacia?™(Loynar 1993: 108), “XXL Apasionado y febril como el amor de una mujer fea" (Loynaz 1993: 109) “LX: Yeo luz? ~ Es tu sombra..." (Loynaz 1993: 125) Desde nuestro punto de vista, lejos de resul- tar simples, estos textos se nos revelan com- plejos y depurados estéticamente en un traba- jo poético que aspira a crear una representa: desde la forma de la expresidn como del con- tenido: una modalidad escritural que encon- ‘ramos cercana al poctizar breve y condensi- do del haiku japonés.' De hecho, es la propia ‘Comentario de Siva Cato om Ends sbre Gabi ‘Mirra, Sasting, Zig-Zag p16. Cita en G. Rojo, ‘Summa isralian”, bil V one gabriela. chile elletudion/nomadiasgmjohinl#7 (conta 10902071 is Comal define al hit como un poems breve, sin talon ima, que puede prescindir de mayne ba signor de puntuscisn, lo que lo acerca los ge sere decurive orale. Su contenido sige ‘mologia dea palibrs haa, queen japon spin 64 autora quien nos orienta en esta direccién al aludir a st poesia como una expresién en trinsito, fugaz, en la que nada puede quedar Bjo: “Por la poesia damos el salto de la realidad visible ala invisible, el viaje alado y breve, capaz de salvar en su misma brevedad la distancia existente entre el mundo que nos rodea y el mundo que esté mis alld de (Loynaz nuestros sentidos” 1991:80) A lo que agrega cicrtos comentarios sobre el conceptualismo y ascetismo que caracteriza- “Les dré sobre mi afin de concision, voy podando cl verso de lo que yo juzgo super- fluo hasta dejarlo mis pelado que el gajo seco del pocma que acabo de lecrles: a veces llego hasta a desaparccerlototalmen- te del papel” (Loynaz 1991: 95) Una segunda figura femenina que nos intere- sa relevar es la quc surge en ciertos textos de Agustini, Storni y Mistral, desplegando zonas cexpresivas en un lenguaje que no elude el cuerpo femenino en su potencial de una deci- bilidad atrevida, Textualidad que se acerca a Jo que Luisa Muraro (1995) ha llamado la de cibilidad del cuerpo salvaje y que es posible asimilar a la emergencia del continente ma- terno, pero ahora desde la diferencia. En tér- minos de J. Kristeva (Collin 1991), de lo que se trata es de la recuperacién de un lugar ar- caico que remite a lo semidtico: un espacio donde reside la posibilidad del encuentro con tuna simbélica de lo femenino que puede ar- marse como totalidad. Kristeva llama a esta “lo que ett saredindo en ete momen”. Ad ‘ici clisica remite xl aprelacinde un acme mien que seal atenclén del poet, quien lo ex ‘timc y ele por enia deo trncrdenels er pollen, bitpilererincondeltalonecl php Teonslts dl 09.02.07] TCONOS IB, 2007, pp 5970 cai ica terra y dca sci Femina y ritura de mujeres ‘operacién la arqueologia de la propia imagen, pics desde ella se pueden reunir los pedazos de un cuerpo dislocado, paralizando la frac- ‘ura que impone el no 50x, no puedo hablar, no (puedo relacionarme com otros, Frente ala fem nidad décil a que nos referimos en primer término, la creacién podtica que deriva de cesta segunda figura intelectual es aleeradora para la critica, pues no es simple ni suave, ni sencilla, en tanto lucha con el lenguaje bus- cando establecer una conexién con el cont niente prelingtistica. Asi, esta segunda im: gen sucle obliterarse en un discurso critico ‘masculinista que la obstruye, borra y tacha, Para observar estas tensiones, es dtl volver sobre la poesia tardia de Storni, donde emer gen configuraciones de subjetividades feme- ninas alternativas, y confrontar sus textos con la visién impugnadora que asume la critica Cbservemos, por ejemplo, el poema “Beuacién’, del libro Mundo de siete pozos (1934): el * Mis brazos: saltan de mis hombros; mis brazos alas No de plumas: acuosos planean sobre las szoteas, iis arriba... entoldan, se vierten en luvias Mi lengus madurs rios loridos bujan de sus pétalos Mi corazén: me abandona, Circula por invisibles ctculos clipticos. Masa redonda, pesada, fgnca ICONS, ora los valles, «quem los picos, seca los pantanos. sol sumado a otros soles. (vierras nuevas dlanzan a su alrededor) Mis picrnas: crccen tierra adente se hunden, se jan; ccurvan tenticulos de prensadas fbr robles al viento, shor balancean mi cuerpo hrido. (Mi cabeza relampaguea ls ojos, no me olvides se beben el ciel, ‘ragan cometas perdidos cstrellasrotas, almicigos. ‘Mi cuerpo: estalla, cadenas de corszones le cinen la cinturs La serpienteinmortal se le enrosea al cucllo. 349-350) ” (Stomni, 1999: Este texto, que construye una hablante viajera y observadors que (re)ena el mundo desde la imagineria postica, muestra una figura que ya hha roto con una imagen anterior de mujer que, aunque por momentos es rebelde, suele doblegarse ante la mirada y el deseo del Otro. En este poema tardio, en cambio, la hablante vuclvesobre sf misma desde el propio cuerpo fragmentado para resignificarlo simbélica mente desde a productividad poctica. Asi cemerge tun yo que se nombra anaféricamente desde un cuerpo reapmpiado (mis brazy mi lengua, mi corazén, mis piernas, mi cabe) y pone ch acto a una sujeto incardinada en pleno dominio de sus poderes y goces huma- nos. Una mujer que planea con alas como el 6 2007, pp 59-70 Gilda Luongo y Alcs Sslomone Altazor huidobsiano, que se transfigura en agua o en ligrimas, que tiene un corazén solar y unas picenas que la enraizan a la tictrs, ojos {que atrapan imagenes que refllgen en st ca beza, una lengua madura que echa a correr pa- labras como rios floridos. En definitiva, una sijeto Femenina cuya vitalidad arraiga en un cuerpo que estalla en la epifania de la creacién. La critica epocal, sin embargo, no juzga favorablemente en Storni esta evolucidn poe tica, Aferrada al deseo de encontrar en la es critura de mujeres esa naturalidad y transpa- rencia que habia prescrito tanto como ala do, deplora en Alfonsina el abandono de st. pocsia sentimental, a la vez que impugna la transgresién de crear una sujeto descentrada aque reinscribe el cuerpo y el mundo, Por otra parte, frente al replanteo estético de la eseri- tura, la mirada de la eritica tampoco es aco- gedora. Una parte de ella, representada por Roberto Giusti, cuestiona su experimentalis- ‘mo formal, sosteniendo que carece de susten- to propio y sélo obedece a un impulso imita tivo de modas literarias vanguardistas, lo que deriva en un proyecto extraviado y estérl “Debo decirlo como lo siento: esto ya no pertenece al dominio de la poesia [..] Bien vis que estamos en l cftculo de las adi nanzas, fio cjetccio del ingenio que pide sin duda la colaboracién imaginativa ecla- mada por Alfonsina en la explcacién pre- liminar, si bien ajeno a la poesia [.-] p bablemente gusten tambicn hoy a quienes practican o alaban cierta poesia tortuosa {que nos obliga a ser zahories de las imagi- naciones del posta c iniciados en su nueva magia: pero de mi diré que rechazo como verdadera poesia este cansado juego de alu siones (advierto que alusién deriva de ldo, juego) y lamento que la querida po- ctisa de Orr, haciendo del ingenio gala del centendimiento y de la sutilezaalimento del pirity, se extraviara por esos caminos es tériles” (Giusti 1938: 388-390), 66 Por su parte, desde una éptica afin al van- guardismo, E. Gonzilez Lanuza no desealifi- ct abiertamente las buisquedas excriturales de Storni. Sin embargo, si por un lado parece va- lorar positivamente la orientacién de su re- conversién estética, por otra lado la impugna como un intento malogrado y tardfo: como tun gesto bien encaminado aunque imposible, destinado a caer en el vacio, “Rodeada por la admiracién fervorosa de tun vasto sector del public [..] tuve el o- raje de despreciar esa gloria fil, y a sa- bicndas de que se alejaba de sus admirado- 1s, alronté la certidumbre de su soledad, y recomené s4 poesia en una torturada biis- queda de expresionesinédita, erebrales la smayoria de ls veces, durisimas de ritmo cas siempre, ingratas, en todo caso para el inocente gusto de su anteriores amigos. En cllas comenzaba laboriosamente a despun- tar, ya demasiado tard, a auténtica expre- sién de la gran poetisa que Alfonsina Storni pudo haber sido, Este gesto, mis aque su obra, merece mi admiracién y mi respeto” (Gonziler Lanuza 1938: 56). Concluiremos este anslisis con una tltima f- gura femenina, a la que denominamos “im- posible” (inasimilable) para el discurso litera- rio y social epocal, en funcién de que se la co- difica como una orientacién sexual anémala que debe negarseo silenciarse. Por cierto, nos referimos a la sexualidad homocrética 0 les- biana, a la que la heteronormatividad impe- ante ubica en el extremo més radical de la sn ontogenética, en un lugar de cerrancia sexo-genérica que es radicalmente proscripta en términos médico-cientificos y culturales, pues supone una forma abyecta 0 desvia monstruosa de constitucién del sujeto (Ben 2000 y Butler 2001). Ahora bien, dado que, cn el contexto latinoamericano de la primera modernidad, la configuracién de sujetos acordes a lo que demandaban las politicas modernizadoras y nacionalistas de nuestros TCONOS 8.2007, pp 3970 Celia ra y cur socal Femina y riers de mujeres cestados fue una tarea de primer orden, el des- cubrimiento de ciertas escenificaciones de pricticas sextales no normativas en la pro- duccidn escritural, inevitablemente nos con- duce a la pregunta acerca del efecto que de- bicron tener estas representaciones literarias cen tanto ereacién de mundos posibles, En el mismo sentido, también nos motiva indagar sobre eémo opers cl sistema literario frente a cesas texttalidades que idearon desde esos imirgenes anémalos, interpelando las defini- ciones establecidas acerca del ser mujer 0 ser La reflexidn en tomo a esta figura imposi- ble pata el horizonte cultural y literario es atin incipiente y no exenta de polémica. Al res- pecto, es significative el revuelo académico y social que se viene generando en los iltimos fos en Chile frente al supucsto lesbianismo cde Gabriela Mistral’ La critica epocal ha de- jado pocas sefiales de estas presencias pero, cuando cllas son expuestas tras miiltiples iiscaras ret6ricas, ese crotismo que devela lun cucrpo que se descentra del ideal femeni- no y del poetizar esencialista esperado en las sujetos, aparece como un tipo de pasién que no puede ni debe evidenciarse, Para tomar las palabras del Henriquer. Urefa respecto del poema “Una confesisn’, de la escritora cubana Nieves ceritico dominicano Max Xenes, de lo que se trata es de una pasién que “no es dable revelar al mundo” (Henriquez Urefia 1991:114). Ms alld de las censuras explicitas, sin em- bargo, ciertas sexualidades ambiguas logran colarse (mis o menos) veladamente en algu- nas escrituras, como sicede con la de Teresa de la Parra, Su escritura fatima, una serie de diatios y su espistolatio con Lydia Cabrera 9) Nox efevmos sls desvaconespoldmicas dl iba Lina Fol Mata (Gabriele Mitral quer mebe for 1 nation) y ala negativa de a Fardacion G. Mia (qe certo ener dels poets incuyeran en ls ur fologia de iterate gy yVhica, A cord bier publica en Chile por an Pablo Sutherland o (Hiriart 1988), como demostré Ana Teresa Torres (2006), evidencia huellas inequivocas de una sensibilidad lesbiana, que se transpa- renta a pesar de los recortes y fragmentacio- res a que fueron sometidos los textos all mo- mento de su publicacién, Por otea parte, sus ensayos de 1930 (De la Parra 1982), dedica dos a relevar la influencia de las mujeres en la formacidn del alma americana, también tra- suntan esas huellas a través de la construccidn de diversas figuras femeninas rebeldes que la autora sitia en escenatios estrictamente fem: nocéntricos. Asi aparccen, entre otras, Sor Juana, inserta en tna productiva cultura con- ventual, y Manuela Séenz, que lucha viril- mente junto a un séquito de gucrreras revolu- Estas marcas homoeréticas en la escritura de De la Parra, sin embargo, no son exclusi- vas de st escritura intima o de esa zona més 0 ‘menos perifériea en su produccién, como son sus ensayos, Por el contrario, ellas vuelven a surgir en su prosa ficcional, donde se eviden- cian tensiones sexo-genéricas que no pueden ser reducidas sin més dentro de los calces de Ja heteronormatividad. En su itima novela, Las memorias de Mamé Blanca (1929), pot cjemplo, De la Parra vuelve a dar forma a un mundo feminocéntrico, situado al margen de la ciudad, en una hacienda llamada “Piedra Azul”; un espacio que es hegemonizado por luna madre sensible y creativa alrededor de la cual giran scis nfias pequefias. En este esce- nario, el padre es dibujado como un hombre distante, en conflicto permanente con sus hijas debido al deseo insatisfecho de tener un hijo vardn, y ademés es parodiado una y otra ver por la narradora debido a sus vanos cjer- cicios patriarcales. Esta figura, no obstante, contrasta con la de otros personajes masculi- ros que son presentados con rasgos positives y que presentan caracteristicas ustalmente li- gadas al campo semintico de lo femenino. Entre estos tiltimos hay que mencionar al va: quero Daniel, que con su canto hace produ- ICONOS 2, 2007, pp 3970 Gilda Luongo y Alcs Sslomone cir leche a las vacas, al peén Vicente Cocho- cho, que es conocedor de los secretos de la rnaturaleza, y al Primo Juancho, un sabio de- sordenado que posce una concepcién del co- ocimiento que es mis gozosa que prictica Pero, si bien las ironias y juegos de inver- siones entre lo considerado femenino y mas- cculino ya bastarfan para poner en entredicho las jerarquias sexo-genéricas dentro del texto, hay un personaje donde estos conflictos se ex- roman hasta dejar en evidencia la transgre- sign, ¥ esto es lo que tiene lugar con la figu- ra de Violeta, la admirada hermana mayor de la narradora, quien, a diferencia de sus otras hhermanas, no se define identitariamente como una nifia sino como un vardn (Juan Manuel) que habita el cuerpo de una nina (Violeta): “Si alguien llewé en sa vida un nombre ina- decuado ese alguien fue Violeta. Ella y la hhumilde florecilla del inviceno eran dos polos opucstos. Siempre alerta, siempre dlispucsta a reivindicar sus derechos y a gurar en primer término, desconocfa la modestia. [...] Yo creo que dentro del cuerpo de Violeta se alojaba el espritu de Juan Manuel el Deseado, y era ala azén poderasisima por la cual él no podia nacer: hacia seis afios que andaba por la tiertadis- frazado de Violeta. El dsfraz inadecusdo lo encubria tan mal que todo el mundo lo reconocis..” (De la Patra 1997:38-39) Sylvia Molloy (1997) ha llamado la atencién sobre el modo en que la eritiea epocal dio la bienvenida a estas memorias de infancia que parcefan revertir la orientacién critica que la autora habia offecido en st primera novela Figenia (1924), un texto que cuestionaba la bienavamranza del matrimonio heterose: xual y que habia provocado polémica en los circulos conservadores de Venezuela y Colombia. Sin embargo, como advierte ‘Molloy, ras su inocencia aparente, en Las me ~ 6s morias de Mamd Blanca se descubren ambi- glicdades y mensajes codificados que invitan al lector(a) a completar el texto. Por nuestra parte, siguiendo esta incitacién de Molloy, descubrimos cl juego transgresor de (de)vela- miento que De la Parra lleva a cabo creando personaje de Violeta/Juan Manuel. Pero, al mismo tiempo, profuundizando en las significaciones posibles el travesti de la nifa/nino que nos sugiere esta figura, proponemos leer- la como una metifora que pucde dar cuenta de toda la escritura de Teresa de la Parra ‘Como una suerte de puesta en abismo de una textualidad que expresa una subjetividad transgresora, la que por eso mismo debié en- capsularse, infantilizarse, hipesfeminizarse, para poder circular con cierta certeza en el ircuita literario de su época, Las relecturas feministas de las escritoras lati- noamericanas de la primera mitad del siglo XX posibilitan hoy cjercicios criticos de auevotipo, pues, como scfala RosiBraidotti (2000), trabajando desde “la estructura si- tuada del conocimiento”, la reticula concep- tual del género y la to abren a otmas experiencias posibles frente a los textos. La critica literaria contemporinea feminista nos a las autoras que estudiamos sélo concibié aludir a sus producciones como aquéllas que poraban una marca esencializada onlenada por el andocentrismo, Nuestro ejercicio in- dagatorio, en cambio, procura resignificarlas desde un didlogo entre esas escrituras prime- ras, las escrituras segundas 0 eriticas que se fuern adosando a ellas, y tambi perspective criticas contemporineas, Entre éstas, la nuestra intenta ahondar en esa sin- gularidad polisémica que esti presente en estas escrituras, pues pensamos que es preci. samente esa polisemia, que la historia litera- ria silencié por largo tiempo, la que hoy me- rece ser reuperada, TCONOS 8.2007, pp 3970 Celia ra y cur socal Femina y riers de mujeres Bibliografia Aedo, Marfa ‘Teresa, 1996, “Hablar y oir — saber y poder. La pocsla de Juana de Ibarbourou desde Las lenguas de diamante hasta Mensajes del esriba’, om Revista Chilena de Literatura No. 49 Universidad de Chile, Facultad de Humanidades; Departamentos de litera- Filosofia y tua y lingbistica, Chile Angenot, Mare, 1998, Interdiscursividades. De hegemonias y disidencias, Universidad Nacional de Cérdoba, Cérdoba. Ben, Pablo, 2000, “Cuerpos femeninos y ‘cuerpos abyectos, La construccién anaté- mica de la feminidad en la medicina ar- sgentina’, en Fernanda Gil Lozano, Valeria Silvina Pita y Maria Gabriela Ini editoras, Historia de las mujeres en la Argentina, Tomo I, Taurus, Buenos Aires. Braidotti, Rosi, 2000, “Las teorfas de género fl lenguaje es un virus”, en Sujetas nd ~ ‘mades, Paid, Barcelona, Butler, Judith, 2001, El género en dicputa. EL ‘fiminicmo y la subversion de la identidad, PUEG-UNAM, México, Collin, Francoise, 1991, “Sobre el amor: con- versacin con Julia Kristeva”, en Debate Feminista No. 4, Epiqueya, México. (Corrales Vasco, Luis, “Historia del haiku” en htp:l/www.elrincondelhaiks.org/secl.ph p [consulta del 09.02.07] De la Parra, Teresa, 1997, Las memorias de la Mamé Blanca, Edicién critica coordinada por Velia Bosch, Universitaria, Santiago de Chile, 2* edicibn, 1982, Obra (narrativa, ensayos, cartas), Biblioteca Ayacucho, Caracas Fiol Matta, Licia, 2002, A queer mother for nation. The State and Gabriela Micra University of Minnesota Press, Minnea- polis (MN), oo Gonzilez Lanuza, Eduardo, 1938, “Ubica- ign de Alfonsina’, Sur50 Nro 50 (1938), Buenos Aires, pp. 55-56. Giusti, Roberto F, 1918, “El dulce dari, por Alfonsina Stor Tomo XXIX. Guy, Donna, 1998, "Madees vivas y muertas. en Noworres, Ao XII, Los miiltiples conceptos de la maternidad cen Buenos Aires”, en Daniel Balderston y Donna J. Guy, editores, Sexo y sexualidades en América Latina, Paidés, Buenos Aires- Barcelona-México. Henrfquez Urefia, Max, 1991, “Dulce Maria Loynaz y la poesfa femenina en Cubs’, en Pedro. Simén, compilador, Valoracién Miltiple Dulce Maria Loynaz, Casa de las Américas, La Habana. Hriart, Rosario, 1988, Camas a Lylia Cabrera (Correspondencia inédita de Gabriela Mistral y Teresa de la Parra), Torremozas, Madrid, Kristeva, Julia, 1987, Stabar Mater. Historias de amor, Siglo XI, México. Lavrin, Asuncién, 1995, Women, Feminism, and Social Change in Argentina, Chile, and Uruguay, 1890-1940, Univesity of Nebraska Press, Lincoln and London, Loynaz, Dulce Maria, 1993, Poesia completa, Letras Cubanas, La Habana, , 1991, "Mi poes cen Pedro Simén, compilador, Valoracién Miltiple Dulce Maria Loynaz, Casa de las Américas, La Habana. Luongo, Gilda y Salomone, Alici 2007, “Discurso y maternidad: entre mandato y (desjobediencia. Poetas latinoamericanas a comicnzos del siglo XX”, en Sara Beatriz Guardia, edito mujeres en América Latina. Actas del IIT Simposio Internacional, CEMHAL, Lima, Mistral, Gabriela, 1978, “Algunos semblan- tex: Alfonsina Stomi”, en Roque Esteban Literatura ¢ historia de ICONOS 2, 2007, pp 3970 Gilda Luongo y Alcs Sslomone Scarpa, compilador, Gabriela piensa en... Andrés Bello, Santiago de Chile Molloy, Sylvia, 1997, “Foreword”, en Teresa De la Parra, Las memorias de la Mamd Blanca, Edicién critica coordinada por Velia Bosch, Universitaria, Santiago de Chile, 2" edicién. ‘Muraro, Luisa, 1995, “El orden simbélico de la madre", en Debate Feminista No. 12, Editorial Riuniti, Madrid. Rojo, Grinor, 1997, Din que extd en la glo via: (Mistral), FCE, Santiago de Chile “Summa mistraliana’, en bupil/www.gabriclamistealuchile.cVestie dios/nomadias/grojohtml#7 [consulta 09.02.07] Saavalra Molina, Julio, 1958, “Gabriela Mis 70 tral: su vida y su obra’, en Gabriela Mistral, Poesias Completas, Aguilar, Madeid. Salomone, Alicia, 2006, Alfonsina Storni: mu ~ _jeres, modernidad y literatura, Corregidor, Buenos Aires Storni, Alfonsina, 1999, Obras completas, Poesia, Toma I, Paidés, Buenos Aires. Sutherland, Pablo, 2002, A conazim abierto Geografta litenaria de la homosesualidad en hile, Sudamericana, Santiago de Chile. Torres, Ana Teresa, 2006, “La mutilacién de a memoria: los papeles privados de "Teresa dela Parra’, en Margara Russotto, editora, La ansiedad autorial. Formacién de la ato - via femenina en América Latina: los textos autobiogréficos, Equinoccio Universidad ‘Simén Bolivar, Caracas, TCONOS 8, 2007, pp 3970

También podría gustarte