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DE LOS FENÓMENOS HISTÉRICOS
dujo. Ahora bien: esta reacción puede adoptar diversas formas. Para
aumentos muy leves de la excitación quizá basten, como respuesta las
alteraciones en la esfera del propio cuerpo: llanto, insultos acceso's de
furia, etc. Cuando más intenso sea el trauma, tanto mayor ~erá la reac-
ción adecuada. La reacción más adecuada, sin embargo, es siempre la
acción. Pero como un escritor inglés lo señaló jocosamente, el hombre
que por primera vez lanzó a su enemigo un insulto, en lugar de un
arma, fué el fundador de la civilización. Así, las palabras son sustitutos
de los actos, y en ciertas circunstancias (por ejemplo, en la confesión)
son sus únicos sustitutos. Por consiguiente, junto a la reacción adecuada
hay una que es algo menos adecuada. En cambio, si un trauma psíquico
no da lugar a ninguna reacción de rvinguna especie, el recuerdo del mis-
mo conservará el afecto 7 que originalmente poseía, de modo que si alguien
que ha sido injuriado no puede desquitarse ni con un golpe, ni con otro
insulto, se da la posibilidad de que el recuerdo del suceso vuelva a des-
pertar en él el afecto que originalmente lo acompañó. Un insulto que
haya sido devuelto, aunque sólo sea en palabras, se recordará de muy dis-
tinta manera a otro que uno se haya visto obligado a tolerar pasiva-
mente. El idioma describe muy característicamente un insulto sufrido
<ensilencio como una "mortificación" ["]{ rankung", que en alemán sigo
nifica, literalmente, "hacer enfermar"]. Así, si por algún motivo no se
ha producido reacción alguna ante un trauma psíquico, éste conservará
'Su afecto original, y si alguien no consigue aliviarse del aumento de
estimulaeión por medio de su "abrreacción", nos-hallamos ante la posi-
bilidad de que el suceso en cuestión persista como trauma psíquico. Por
otra parte, un mecanismo psíquico sano tiene a su disposición otros mé-
todos para elaborar el afecto de un trauma psíquico, aun cuando la reac-
ción motriz y la reacción verbal le queden vedadas: podrá elaborarlo aso-
ciativamente o mediante la producción de ideas antitéticas. Aun cuando la
persona injuriada no replique con un golpe ni con un insulto, podrá todavía
reducir el afecto vinculado a la injuria mediante la evocación de ideas ano
titéticas tales como las de su propio valor personal, de la indignidad de su
enemigo, y así sucesivamente. Ya responda una persona sana de una o
de otra manera ante una injuria, siempre conseguirá alcanzar el resultado
de que el afecto, originalmente poderoso en el recuerdo, llegue a perder
su intensidad y que, por fin, el recuerdo mismo, habiendo perdido su
afecto, caiga víctima del olvido y del-proceso de extinción.
- Ahora bien: hemos comprobado que en los casos de histeria persiste
toda una serie de impresiones que no han perdido sus respectivos afectos
y cuyo recuerdo permanece vívido. De ello se desprende que estos recuer-
dos de los histéricos, que se han tornado patógenos, ocupan una posición
excepcional en lo que se refiere al proceso de extinción, y la observación
nos demuestra, en efecto, que todos los sucesos que han llegado a conver-
tirse en factores determinantes de fenómenos histéricos, constituyen trau-
mas psíquicos que no han podido ser totalmente abrreaccionados a elabo-
. 7 En este pasaje y veinticinco líneas más adelante esta palabra aparece como
Effect ("efecto") en la versión original alemana, pero probablemente se trate de un
error de imprenta que debe leerse Affect.
275 SOBRE EL MECANISMO PSíQUICO DE LOS FENÓMENOS HISTÉRICOS
radas. 'Así, cabe afirmar que los enfermos de histeria. padecen de traumas
psíquicos incompletamente abrreaccionados. .
Existen dos grupos de condiciones en las cuales .los recuerdos pueden
tornarse patógenos. En el primer grupo, los recuerdos a los cuales pue-
den ser reducidos los fenómenos histéricos tienen por contenido ideas que
entrañaban un trauma tan poderoso, que el sistema nervioso no tuvo po-
der suficiente para elaborarlo de ninguna manera, o bien ideas frente.a las
cuales toda reacción quedó impedida por razones sociales (cosa que se
aplica con frecuencia a la vida matrimonial) ; o bien, por fin, el paciente
puede negarse simplemente a reaccionar, puede no querer .reaeeionar
frente al trauma psíquico. En este último caso, el contenido de los deli-
rios psíquicos se revela a menudo como constituí do precisamente por
aquel círculo de ideas que el paciente ha rechazado, inhibido o suprimido
con toda energía cuando se encontraba en su estado normal. (Así, por
ejemplo, en los delirios histéricos de las monjas aparecen blasfemias e
ideas eróticas.) Pero en un segundo grupo de casos el motivo de la falta
de reacción radica, no en el contenido mismo del trauma psíquico, sino
en otras. circunstancias. Con gran frecuencia comprobamos, en efecto,
que el contenido y los factores determinantes de los fenómenos histéricos
son sucesos absolutamente triviales de por sí, pero que han adquirido su
particular importancia merced al hecho de sobrevenir en momentos de
especial trascendencia, cuando la predisposición del paciente se hallaba
patológicamente intensificada. Así, por ejemplo, el afecto del susto puede
haberse producido en el curso de algún otro afecto grave y puede haber'
adquirido por tal razón una capacidad de repercusión tan contundente.
Los estados de esta especie son de breve duración y se hallan, en ciertc
modo, incomunicados con respecto al resto de la vida psíquica del sujeto.
Mientras éste se encuentra en semejante estado de autohipnosis, no puede
elaborar ni resolver asociativamente una idea que se le ocurre, mientras
que en el estado normal de vigilia será perfectamente capaz de hacerlo.
A través de nuestra considerable experiencia con esta clase de fenómenos
hemos llegado a admitir como verosímil el hecho de que en toda histeria
nos encontramos con un rudimento de lo que [en francés] se denomina.
double conseience, o sea con un desdoblamiento de la consciencia, y que
la tendencia a semejante disociación y, con ella, al surgimiento de estados
anormales de consciencia -que proponemos denominar "estados hipnoi-
deos"- constituye el fenómeno básico de la histeria.
Consideremos ahora la manera en que actúa nuestra terapia. Ella coin-
cide con uno de los más caros deseos humanos : el deseo de poder repetir
una acción. Una persona ha experimentado un trauma psíquico sin reac-
cionar suficientemente frente al mismo. Nosotros conseguimos hacérselo
experimentar por segunda vez, pero esta vez en la hipnosis, y ahora lo
compelimos a completar su reacción frente a dicho trauma. De tal modo
podrá librarse del afecto correspondiente a la idea, afecto que se encon-
traba, por así decirlo, "estrangulado", y una vez conseguido esto, se
. lleva hasta su término último el acto correspondiente a la idea. De ta~
modo logramos curar -aunque no la histeria misma, al menos algunos de
JOSEF BREUER y SIGMUND FREUD 276
8 En esa época Freud solía emple.ar el términ~ "neurosis". para deno~ar ~x·
elusivamente la neurastenia y la neurosis de angustía, con exclusión de la histeria,