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Revolución de 1917 y el fin de la era zarista[editar]

Artículos principales: Revolución rusa, Historia de la Unión Soviética y RSFS de Rusia.

Asamblea del Sóviet de Petrogradoen 1917.

Aleksandr Kérenski, dirigente del gobierno republicano liberal y de inspiración occidental resultante de
la Revolución de febrero de 1917

A pesar de que Rusia se industrializaba rápidamente, apenas una pequeña parte de la


población, principalmente nobles y algunos industriales, tenía buenas condiciones de vida. Los
campesinos eran pobres y, pese a la reforma agraria de Alejandro II, les era muy difícil
acceder a la propiedad de la tierra. Las derrotas sucesivas en la Primera Guerra Mundial y el
descontento generalizado de la población causaron un deterioro de la economía interna, lo
que condujo al caos social, a varias revueltas y a intentos revolucionarios en 1905 y en 1917.
Comenzó el fin de la era zarista con la revolución de 1905. Rusia fue derrotada
inesperadamente por Japón, que era un país pequeño y débil técnicamente, y eso aterrorizó al
zar Nicolás II, e hizo menguar su aceptación popular. Asimismo, en 1905 un grupo de
trabajadores hizo una instancia al propio zar (en vez de hacerla al Palacio Imperial de San
Petersburgo) exigiendo reformas económicas y sociales. El movimiento fue violentamente
reprimido por las tropas imperiales: hubo 200 manifestantes muertos y 800 heridos. Ese
episodio fue conocido como el «Domingo Sangriento», y a partir de entonces se formaron los
primeros sóviets.
El poder de los soviéticos y la influencia de la revolución de 1905 se fue diluyendo en los años
siguientes. Sin embargo, con la entrada de Rusia en la Primera Guerra Mundial, las
condiciones de vida de gran parte de la población empeoraron drásticamente, lo que generó
las condiciones para nuevas revueltas, que darían origen a la Revolución de febrero de 1917,
durante la que los social-revolucionarios, los mencheviques, los cadetes y
los bolcheviques intentaron encontrar - por separado - nuevas fórmulas de gobierno para
Rusia, y dieron lugar a una breve república de inspiración occidental, cuyo máximo dirigente
fue Aleksandr Kérenski. Este nuevo orden no prosperó debido, principalmente, a la oposición
de los dirigentes rusos de la nueva república a que Rusia abandonase la guerra, lo que
favoreció a los bolcheviques, quienes, pese a ser una minoría política entre los partidos de la
época, eran los únicos partidarios firmes de ese abandono. Así se gestó la Revolución de
Octubre, de inspiración bolchevique, y la posterior toma del poder por parte de
los sóviets encabezados por Lenin y Trotski, que fundaron el Partido Comunista de la Unión
Soviética, con el que se dieron los primeros pasos para la formación de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas.
Después de la victoria de los bolcheviques, hubo en Rusia una guerra civil (1917-1922) entre
los partidarios de la revolución bolchevique (Ejército Rojo de Obreros y Campesinos) y sus
opositores (Ejército Blanco), apoyados estos últimos en algunos momentos por diversas
potencias extranjeras. Para ganar, Lenin adoptó el comunismo de guerra, y confiscó la
producción agraria para abastecer a los soldados. Con la victoria del Ejército Rojo, grandes
compañías privadas fueron cerradas como, por ejemplo, la empresa Smirnoff.

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