Un primer plano de un sujeto gordo que entra en cuadro desde
la derecha, en un callejón oscuro. Enseguida comprendemos que
es una cámara subjetiva cuando por fin, el gordo comienza a pegar puñetazos a cámara diciendo “así que nosotros somos los traidores”. Aparecen otros sujetos, con ropa y rasgos que nos ayudan a situarnos en época que comienzan a golpear al personaje tras la subjetiva con cadenas y elementos. Es pues una patota que agrede a un sujeto conocido que se ha manifestado anteriormente en contra de los agresores constituidos en patota. Con lo cual tenemos un primer indicio del porvenir de la película: Los traidores, con lo cual también advertimos, en conjunto con el perfil de Raymundo, que los agresores representan a cierta burocracia sindical y las víctimas la izquierda revolucionaria de fines de los ’60. No obstante, la “ranchera de glorieta”, como de retreta del ‘900, nos dice que “no es tan grave”, que es parte de la lucha y que el enemigo es otro. En las siguientes escenas queda en evidencia el conflicto, fundamentalmente a través de los diálogos. En la fábrica y en el bar: en las calles se escuchan por las bocinas móviles, a través de muchos volantes el clima eleccionario en el que sólo se muestra una posibilidad de voto: Barrera, quien ya está en la conducción. En el bar: las mesas junto al mostrador y en el centro del salón son ocupadas por trabajadores que ponen de manifiesto las injusticias sufridas a mano de los empleadores, aunque también por la comisión interna (se particulariza un conflicto en FIPESA) y la conducción del respectivo sindicato. Aquí se ubica claramente a los miembros de la patota de la escena inicial sentados a la mesa del dirigente gremial. Estas jerarquías se ven en el vestuario usado por los personajes tanto como por el lenguaje, p. ej.: “troscos” a los militantes de izquierda no peronistas en boca del dirigente, “comunistas”, “negros”, por parte de la patota. También un signo importante es la posición que ocupan el dirigente con la patota: junto a una ventana, posición de privilegio para el común de los ciudadanos, así como para el cineasta que producirá imágenes desde un punto de vista desde la calle, y desde “el sector” de los trabajadores. En la fábrica, en pleno conflicto, en cambio, los trabajadores se encuentran en una posición elevada respecto de los delegados que tratan de “conciliar”, sin éxito. Nuevamente en el bar, la situación promete tomar otro giro, según expresa el dirigente. La importancia dada a los diálogos y las expresiones pueden justificar la ausencia de música. El espacio de la intimidad del dirigente es mostrado en constante duplicidad: enmarcado en la simbología de las 62 organizaciones peronistas, evade y minimiza la situación del conflicto en relación a las próximas elecciones y hace llamar a su casa para que preparen su viaje a Rosario “para no descuidar las otras seccionales. En el teléfono público del bar llama a la amante. Un flashback a partir de la aparición del viejo padre nos pone en contraste los nobles ideales sindicales claramaente abandonados por el burócrata. El contraste del montaje de las esecenas de la familia, las escenas con la amante, los recuerdos del padre (que unen las luchas del anarquismo con la resistencia peronista) e imágenes de archivo de las luchas de los trabajadores por sus derechos, alcanzan para mostrar la degradación del personaje por el abandono de los ideales históricas por las ambiciones personales. El poder burocrático frente al poder de la organización. Los trabajadores preparan bombas molotov, se ve orgullosamente que están en el 4° día de toma. El burócrata se mueve entre el ruido del tecleo de máquinas de escribir, indicaciones a sus ayudantes en el espacio sindical y complicidad para la trampa en el espacio personal. El lugar de los represores: el aparato represor de la dictadura, que incluye torturas, un médico que cumple el papel de “bueno”. La visión indiscriminada de peronistas, militantes de izquierda y activistas en general. Sin embargo, el burócrata ya ha disfrutado de su mujer y se muestra tan violento como los represores. La ciudad dada vuelta, el tango como música de fondo y el dirigente en su juventud comienza a escalar en la vida sindical, según la conversación con su novia (que es su actual amante). En la fábrica y en el sindicato: la historia en el flashback se traslada progresivamente desde la organización de los sindicatos y la resistencia hasta la confabulación armada desde los cuadros intermedios de conducción de las empresas (portavoces de la situación política) para complicar a las comisiones internas. Diálogos con la conducción de la empresa de los dueños y del dirigente, muestran los extremos de los principios y su traición por la intermediación. La mujer, en el plano íntimo sostiene un breve diálogo que transparenta la realidad de la traición y la duplicidad de la relación (“comé pronto que van a venir mis padres”). Una vez conseguido el poder gremial los intereses del sindicato se confunden con los de los trabajadores. Y en una gran mesa (que contrasta con la mesa del dirigente actual con el cartel de las 62 atrás) que tiene un gran En este tipo de organización, la familia viene a reemplazar los intereses que se deben defender y el poder del dirigente es un privilegio personal. Así lo muestra la escena entre el dirigente y su “ladero”: “los trabajitos”, Paloma –la amante-. El espacio del confort: la mezcla de bebidas populares con otras más sofisticadas, los representantes de la empresa con su “scotch” (el whisky escocés) y una casa lujosa conforman el marco de la traición más nefasta que pueda cometer un dirigente gremial: consentir el despido de los trabajadores. Con absoluta normalidad y El plan se ejecuta: con primeros ejecutor y del despedido, en la empresa. En el sindicato un plano medio muestra al dirigente argumentando a favor del despido y al despedido de espalda: el último recurso, el del sindicato, queda descartado y el despedido es uno más. El espacio idílico del pueblo: el conventillo. Un conjunto de viviendas de alquiler es el escenario para la Nconstrucción de un espacio de resistencia. Tal vez por eso se note discordancia entre un exterior muy despojado y devaluado y un interior convenientemente amoblado. La presencia de Perón y el peronismo en los diálogos de todos. El Movimiento Nacional también presenta una cierta amargura y resignación en función de la historia, .que, aún así, en esta escena conducen a la decisión de luchar. No todos se manifiestan peronistas, sobre todo los que lideran. Se nota la ausencia de fotos o figuras de Perón y de Evita en las paredes. La representación de la mujer: hasta aquí, en diferentes momentos, apareció una mujer, en diferentes instancias como evidencia de la realidad vivida, en el ámbito doméstico más que nada. Pero a partir de la mujer del trabajador que se presenta bajo la humillación del sistema empresarial de dominación, bajo la figura del doctor en la revisación médica. Aparece una nueva instancia de la historia. Ahora en un acto de inauguración de un nuevo edificio gremial, aparecen unificadas como clase: las mujeres de los sindicalistas y de los empresarios como una sola mirada de la dominación. No es casual que la siguiente escena muestre a la amante del sindicalista durante su “autosecuestro” descubriendo otro cariz del dirigente en la imagen del arma, que la recibió de sus guardaespaldas, “por las dudas. Refuerza este sentido la escena del dirigente con su esposa que le hace comentarios sobre decoración y banalidades, que él contesta con un anunciado retiro. El sometimiento, el aborto y la indiferencia: la brutal aparición de la partera que hará el aborto tras una cortina de mimbre. La casona vieja y descascarada a la salida y la indiferencia marcan el fin de la escena junto con la siguiente del dirigente eligiendo un caballo de carrera para comprar. El espacio sindical de la asamblea: oportunidad para mostrar: el restablecimiento de la actividad sindical abierta. La multiplicidad de posiciones. Y la complicidad de la dirigencia con la patronal. Nuevamente la patota y las agresiones como manifestaciones de la burocracia en nombre del peronismo. Acá sí se muestra la imagen de Perón tras el dirigente cuando dice “Hay peronistas y peronistas” (situándose así del lado del peronismo “correcto”). Aquí se retoma la actualidad de la historia, volviendo al inicio del film, identicándose ahora al activista (el zurdo “de mierda”) que es golpeado hasta que cae. Paralelamente a la patota, el devenir del tiempo muestra una progresión de la violencia y hacia la actualidad del film, los patoteros son custodios y prácticamente se han constituido en fuerza parapolicial (luego de la “Marcha de la Bronca” quieren palpar de armas a Peralta). Los clips: “Marcha de la bronca”, Pedro y Pablo. Imágenes del “Cordobazo”, la represión. El “tango de Barrera”: un entierro tras un supuesto asesinato del dirigente. El dirigente de antaño presenciando sin comprender. Los aplaudidores y el empresario corruptor riéndose en todo momento. El coro repite “Víctima, víctima, víctima”. El dirigente gremial máximo, el Secretario general de la CGT es un bufonesco albañil que tiene ayuda del empresario para hacer su discurso. Los enterradores juegan al truco durante el discurso del presidente. El diálogo con la dictadura: recreación de un diálogo entre la dictadura, la burocracia sindical (como referentes del peronismo) y representantes políticos. Es un ámbito monumental (el edificio que se ve atrás) aunque austero (los sillones). “No voy a andar con medias tintas” dice el general, aunque buscando el acolchonamiento entre la represión y la presión popular medrando con la intermediación de los burócratas. El espacio idílico del pueblo II: se constituye una reunión de compañeros con el fin de construir una alternativa revolucionaria clasista. Discursos elaborados. Como garante de la historia, está el padre de Barrera que no emite opinión, más que para denostar al hijo.