Está en la página 1de 72

EL ORIGEN DE LA MODERNIDAD.

RENACIMIENTO Y REVOLUCIÓN CIENTÍFICA

1. Componentes principales del humanismo


A. Crisis de la escolástica
B. El Humanismo renacentista
C. La Ciencia Moderna
D. La Reforma Protestante
2. Direcciones de interés

En el periodo que se sitúa entre el final de la Edad Media y el comienzo de la Edad Moderna
(XIV-XVII) se van a suceder una serie de cambios culturales, científicos y tecnológicos que
constituirán lo que se conoce como Renacimiento.

Desde el punto de vista social este periodo se caracterizará por el hundimiento del
feudalismo y el triunfo del espíritu burgués y, como consecuencia, la ciudad se constituye como
centro de la vida económica y social.

Tres serán los elementos esenciales de la Edad Media que sufrirán transformaciones
radicales:

El Papado. Se produce el destierro del Papa en Avignon y el Cisma de Occidente


El Imperio. Descomposición del imperio en multitud de Estados nacionales
Las Universidades. Se transforman en centros independientes de la Iglesia

Culturalmente se producirá una nueva concepción de la realidad -Dios, hombre y mundo- en


la que se rechaza totalmente la anterior concepción medieval y teocéntrica, destacando las
ideas de naturalismo, con el redescubrimiento del mundo y del hombre. Nace la idea de
individuo, lo que permitirá posteriormente el desarrollo de una Filosofía de la Subjetividad.
Esta filosofía de la subjetividad tendrá como consecuencia el desplazamiento del problema de
Dios como centro de las preocupaciones filosóficas.

1. COMPONENTES PRINCIPALES DEL HUMANISMO


A] Crisis de la Escolática.

En el siglo XIV se rompe la forzada unión entre fe y razón elaborada por Tomás de Aquino.
La obra de Guillermo de Ockam significaría la ruptura de ese equilibrio. Ockam situará como
cuestión central del pensamiento filosófico el problema del conocimiento, antes que las
cuestiones metafísicas. Desarrollará la lógica inductiva, potenciando así el desarrollo de la
ciencia moderna basada en la experiencia.

B] El humanismo renacentista.

Frente a la visión teocéntrica de la Edad Media y contra el sometimiento al criterio de la


autoridad, el humanismo se presentará como una corriente de pensamiento que, volviendo
sobre las cuestiones del pensamiento grecorromano, centrada en el conocimiento del ser
humano y en la valoración de la creación humana.
En la literatura destacarán las figuras de Dante, Petrarca y Boccacio
Como pensadores humanistas habría que destacar la obra de Marcilio Ficino y Pico de la
Mirandola -de inspiración platónica- y Pompanazzi y Viannini, más ligados a la tradición
aristotélica.
En el campo de la filosofía se intentará fundamentar una nueva concepción de la naturaleza
y del ser humano volviendo a los principios teóricos de los sistemas filosóficos griegos.

La división actual entre pensamiento filosófico y actividad científica no se presentaba de una


forma radical. Prueba de ello es la obra de Giordano Bruno (1548-1600) o de Copérnico en la
que las cuestiones metafísicas, epistemológicas, tecnológicas y científicas aparecen enlazadas
en un mismo cuerpo teórico.

Junto a las cuestiones relativas a la naturaleza del conocimiento y a la constitución del


universo, surge la preocupación por temas sociales y políticos. Problemas relativos al origen y
legitimación del poder, que serán retomados posteriormente por los pensadores ilustrados, así
como la práctica de la actividad política y el diseño de sociedades ideales, conformarán el
pensamiento social y político que se desarrolla durante el Renacimiento. Especialmente
influyentes serán las obras de Tomás Moro Utopía y de Nicolás de Maquiavelo El Príncipe.

C] La ciencia Moderna

La aportaciones fundamentales para el desarrollo de la ciencia que se producen en esta


época serán las de:

Copérnico (1473-1543). Aunque mantendría postulados similares a los de Ptolomeo sobre


el movimiento circular y uniforme o sobre la existencia de las esferas celestes, la aportación
fundamental de Copérnico seria el inicio de una nueva ciencia sobre el cosmos cuyas
innovaciones principales fueron:

Heliocentrismo frente a geocentrismo


Geodinamismo frente a geoestatismo
Inconmensurabilidad del universo

Al conjunto de innovaciones que suponen la ciencia copernicana se las conoce como giro
copernicano o revolución copernicana.
El Mundo 13 de febrero de 2000

Kepler (1571-1630). La obra de Kepler supone la consolidación de la aplicación de las


matemáticas al estudio de la astronomía. Fruto de esta aplicación serán sus leyes sobre el
sistema solar u el movimiento de los planetas

1. Las órbitas de los planetas no son circulares sino elípticas con el Sol en uno de sus
focos
2. La velocidad de los planetas no es uniforme, sino uniformemente acelerada en
proporción a su distancia del Sol, barriendo áreas iguales en tiempos iguales
3. El tiempo que necesita un planeta para completar su órbita es proporcional al cubo de
sus distancias al Sol
Bacon (1561-1626). Es considerado como el primer filósofo de la ciencia. En su Novum
Organum, una parte de su obra Instauratio Magna, afirmará que el control y el dominio de la
naturaleza pasa necesariamente por un conocimiento matemático y científico de la misma. El
nuevo método de investigación que diseñará Bacon requiere la superación de los prejuicios y
defectos (Idola) que se habían heredado de la filosofía tradicional:
Errores procedentes de la propia naturaleza humana, debidos a las propias
limitaciones intelectuales del ser humano
Errores que provienen de la propia educación que se ha recibido y del
temperamento
Fallos provocados por un mal uso del lenguaje
Aquellas apariencias a que induce la filosofía cuando nos presenta un mundo
imaginario en lugar del mundo real
Galileo (1564-1642). La aportación fundamental de Galileo será la de consolidar
definitivamente la ciencia moderna a partir de:
Matematización de los descubrimientos científicos
Rechazo de las ideas centrales del sistema cosmológico aristotélico: los cuerpos
celestes no son perfectos ni inalterables; la no finitud del universo...
Desarrollo de las nociones físicas de movimiento uniforme, movimiento en caida
libre o uniformemente acelerado, movimientos balísticos...
División del método científico en dos partes: Resolutivo-Compositivo y Hipotético-
Deductivo
Rechazo del criterio de autoridad. Todo conocimiento proviene de la observación
de los fenómenos naturales, y sólo a partir de la observación se podrán formular
hipótesis, que posteriormente deberán ser confirmadas por los hechos antes de
pasar a engrosar el listado de leyes científicas. El ideal del método implicará una
formulación matemática de las leyes científicas
La consecuencia inmediata que se produce con este nuevo modo de hacer ciencia será las
transformación de nuestra concepción del mundo. La introducción de las matemáticas en el
ámbito de las ciencias empíricas dará lugar a una matematización de la realidad y como
consecuencia, el mundo será visto como un complejo mecanismo regido por leyes inmutables y
extrínsecas de los cuerpos.
D] La Reforma Protestante.
El movimiento religioso puesto en marcha por Calvino, Lutero, Zwinglio, etc. supuso la
ruptura del monopolio religioso ejercido por el catolicismo. Las consecuencias de la pérdida del
poder religioso en amplias zonas de Europa vendrá unida a las reformas de las estructuras
políticas, sociales y morales de la sociedad occidental.
Como reacción a esta nueva situación se convocaría el Concilio de Trento (1545-1563)
dando lugar a la conocida Contrarreforma que consigue aislar a los países de Europa del sur
de los países donde se estaban produciendo las reformas políticas, religiosas y sociales. En el
siglo XVII culminaría este proceso dando lugar a:
Triunfo del Absolutismo
Contrarreforma católica
Afianzamiento definitivo de la nueva ciencia
Polarización del pensamiento filosófico entre Racionalismo y Empirismo

ORIENTACIONES GENERALES DEL


RACIONALISMO Y DEL EMPIRISMO
[A] ORIENTACIONES GENERALES DEL RACIOALISMO

Tradicionalmente, vocablo "Racionalismo", movimiento filosófico que se desarrolla entre los siglos
XVII y XVIII, puede entenderse de tres modos distintos:
I. Racionalismo Psicológico. Cómo designación de la teoría según la cual, la Razón,
equiparada con el pensar o la facultad pensante, es superior a la emoción y a la voluntad.
II. Racionalismo epistemológico. Como nombre de la doctrina según la cual el único órgano
adecuado o completo de conocimiento es la Razón, de modo que todo conocimiento verdadero
tiene origen racional.
III. Racionalismo metafísico. Cómo expresión de la teoría que afirma que la realidad es en
último término de carácter racional, de ahí que la razón pueda dar cuenta de ella.

Aunque el núcleo de problemas que definen la filosofía racionalista sean de carácter


epistemológico (características y condiciones de la verdad, la las bases del método de
investigación, etc.), también encontraremos filósofos como Leibniz o Spinoza preocupados por
cuestiones metafísicas o políticas. De todos modos, habría que resaltar que el racionalismo, en
su intento de dejar a un lado los procedimientos de la filosofía medieval, por un lado, y su
oposición a las doctrinas empiristas, por otro, se centrará fundamentalmente, y esto es lo que lo
define, en cuestiones relativas al uso y posibilidades de la razón humana.
En términos generales, los filósofos racionalistas aceptarán, con una clara influencia
platónica, la existencia de ideas innatas, que como tales serán incuestionables. A partir de
estas ideas innatas, se podrá construir un sistema de conocimiento basado en la deducción, y
es que el modelo seguido en matemáticas será el prototipo sobre el que se construirá en
método filosófico racionalista. La elaboración de un método que permita a todo ser humano el
descubrimiento de un sistema ordenado de proposiciones verdaderas que amplíe sus
conocimientos sobre del mundo, será la preocupación central de la filosofía cartesiana. La
importancia del método estriba en el hecho de que dotar a la filosofía de un método preciso,
permitiría considerar a la metafísica y a la ética en ciencias de pleno derecho.

[B] ORIENTACIONES GENERALES DEL EMPIRISMO


El empirismo es una corriente filosófica que se desarrolla a lo largo de los siglos XVII y XVIII
que retomando algunas cuestiones tratadas por los filósofos medievales anglosajones, los
pensadores de Oxford y especialmente por Guillermo de Ockham, acabará influyendo
notablemente en la filosofía de la ilustración del siglo XVIII.
La tesis básica que defienden los filósofos empiristas es que el conocimiento humano está
confinado dentro de los límites de la experiencia, y cuando rebasa estos límites la razón
humana cae en el sinsentido.. Es por esto que, frente a las posiciones racionalistas, el modelo
de conocimiento no será ahora las matemáticas si no más bien las ciencias empíricas. La tesis
fundamentales del empirismo serán, de forma resumida, las siguientes:
El origen del conocimiento es la experiencia
El límite de la conocimiento es la experiencia
Frente al racionalismo se propone un nuevo modelo de razón originada y limitada por la
experiencia
El conocimiento humano es un conocimiento de ideas, de ahí el énfasis puesto en el estudio
de los mecanismos psicológicos que rigen la formación y las relaciones entre deas para
formar pensamientos complejos
La oposición entre racionalismo y empirismo entorno al problema del conocimiento puede
sintetizarse de la manera siguiente:
RACIONALISMO EMPIRISMO
Origen del conocimiento Ideas Innatas Experiencia
Obtención del conocimiento Intuición intelectual Intuición sensible
Método de conocimiento Deductivo Inductivo
Modelo de conocimiento Matemáticas Física
Límite del conocimiento No existe Si existe
R. DESCARTES
1. CONTEXTO HISTÓRICO-CULTURAL
2. RAZÓN Y MÉTODO
2.1. El papel de las matemáticas
2.2. El sistema cartesiano
2.3. El método cartesiano
2.4. La Teoría de las Ideas Innatas
2.5. La duda metódica
3. TEORÍA DE LAS SUSTANCIAS
3.1. El cogito
3.2. La existencia de Dios
3.3. Las tres sustancias
3.4. El mecanicismo

Ser incapaz de entusiasmo es señal de mediocridad. (Descartes)

1. CONTEXTO HISTÓRICO-FILOSÓFICO
Contexto histórico

La formación de los estados nacionales


La reafirmación de la monarquía es un lento proceso que se inicia en los momentos finales
de la Edad Media. Progresivamente esta institución intenta hacerse con el control de los
mecanismos de poder político, que se encuentran dispersos en manos de la nobleza territorial
(ostenta el poder militar y la primacía política).

Durante el S. XIV, las crisis de valores, las hambrunas, la peste y las constantes guerras,
serán factores que van generalizando la sensación de crisis en la sociedad feudal de tipo
clásico. La monarquía desarrolla una intensa actividad contra los privilegios económicos de la
nobleza feudal. Su mayor aliado será la burguesía, en tanto que clase activa y emergente con
una base económica moderna y en crecimiento ( comercio internacional, finanzas, producción
de manufacturas..). Esta clase social reclamará un poder político en consonancia con el poder
económico que ostentan, de forma que la alianza con el rey y sus partidarios permite a grupos
de burgueses acceder a posiciones ocupadas anteriormente por la nobleza. El vínculo entre la
burguesía y la monarquía es fundamental para comprender la formación de los estados
nacionales tal y como los conocemos hoy día. Los tres primeros Estados modernos serán
Francia, España e Inglaterra. Los elementos definitorios de un Estado moderno son:

Formación de una ideología nacionalista. que se expresa en una serie de símbolos


tales como el himno, la bandera, la capitalidad de Estado... etc.
Definición clara de territorio propio, así como de las aspiraciones territoriales. Las
fronteras no siempre estaban claramente definidas, pues el sentido medieval de
organización del territorio no lo hacía necesario. Se busca la homogeneidad en la
cultura con la idea de formar una base demográfica sin fisuras que apoye el ideal
nacionalista. Se actúa sobre las minorías con la intención de asimilarlas o eliminarlas.
religión, lengua y raza son los aspectos a los que se recurre para lograr la
uniformidad.
Desarrollo de la estructura administrativa centralizada bajo el control directo del rey o
de sus funcionarios.
Justificación de su soberanía. Para ello se actúa en dos frentes. de un lado, mediante
el control de las estructuras religiosas del país (formación de las llamadas Iglesias
nacionales) que permiten la justificación divina del poder. Y de otro, mediante los
legisladores, grupos de juristas que justifican y mitifican la figura del rey como única
fuente del derecho.

Estos Estados absolutistas tienen dos límites. Por un lado, el Derecho divino, las acciones del
monarca no pueden contradecir la ley de Dios, y por otro, El Derecho natural.

El Absolutismo.
Si el S. XVI se caracterizará por el gran avance económico y demográfico, pero con la
ruptura de la unidad religiosa se inicia su decadencia, el S. XVII se caracterizará por la crisis
que se extiende a los más diversos ámbitos de la vida ( económicos, políticos, religiosos,
militares etc.). Es en este periodo de confusión donde el absolutismo encuentra las condiciones
necesarias para su afianzamiento, de forma que ante la falta de alternativa se presentará a la
monarquía como la única institución capaz de ejercer el poder correctamente.

Los elementos que favorecen la implantación del absolutismo son:

Aspectos económicos. Su expresión en este campo será el mercantilismo. El fomento


de la industria nacional, la protección de los mercados interiores y una concepción
nacionalista de la economía son los rasgos más importantes. El Estado asume una
importante actividad como agente económico.
Aspectos sociales. Surge el concepto de oposición de clases. La burguesía pugnará
por el poder sociopolítico de la nobleza de origen feudal.
Aspectos religiosos. Frente a los conflictos entre católicos y luteranos la monarquía
se presenta como el verdadero garante de paz y estabilidad.
Aspectos políticos. La reacción contra los movimientos revolucionarios y la
imposición de un orden entre los ciudadanos son algunos de los aspectos reclamados
por los pensadores de la época de la monarquía (el concepto de paz civil de Hobbes)
Aspectos ideológicos. Será en el campo de los pensadores políticos donde antes se
planteen alternativas al absolutismo. Así, el progreso del racionalismo y del pensamiento
científico sentarán las bases de la Ilustración.

Contexto filosófico
El racionalismo que inaugura Descartes no sólo debe entenderse como una epistemología
sino como una metafísica de la libertad de un sujeto constituyente que da lugar a un nuevo
Ethos o talante. Este Ethos radica en la autonomía de un individuo que se sabe más libre
porque tiene un conocimiento claro y distinto de si mismo.

El racionalismo supone una nueva idea de Razón que se puede concretar en tres aspectos:

1º.- Dimensión práctica. La Razón es entendida como el buen sentido, la capacidad de


discernir lo conveniente en cada caso, la Razón tiene un carácter eminentemente práctico-
ético, esto es, un conocimiento para orientar la vida y también un carácter práctico-técnico, el
saber permite un dominio de la naturaleza. Sin embargo, la Razón además de práctica es una y
la misma para todos los hombres. La diversidad de la Razón se debe más a la mala aplicación
y a la mala educación que a su carácter innato. El carácter unitario de la razón es el principio
democrático radical de la modernidad

2º.- Dimensión constructiva. La Razón no es un ente pasivo, sino que informa al sujeto y
hace visible al objeto confrontándolo con los principios propios de la Razón. La Razón no ve ,
pues, sino aquello que ella misma produce o construye.
3º.- Dimensión progresiva. La Razón es una capacidad en continuo desarrollo ya sea de
carácter cuantitativo (extensión del ámbito de la Razón ) o cualitativo ( haciéndose cada vez
más dueña de sí misma, más reflexiva )

Podemos concluir pues que el siglo XVII se muestra como el momento en el que se produce
una ruptura con el pasado medieval -la escolástica- para iniciar un nuevo periodo histórico.
Estos cambios van a evidenciar la búsqueda de un orden nuevo en todos los niveles.

En lo Jurídico-Social se intenta el establecimiento de unas normas absolutas de


carácter internacional a las que se someten las distintas naciones -Derecho
internacional- a partir de un contrato entre naciones iguales.
En lo Individual-social Podemos observar el establecimiento de una estructura, de
una organización social, de un Estado absolutista que impone una misma ley a todos
los individuos que se presentan como iguales ante la misma.

En el plano del conocimiento. Se establece un nuevo tipo de Naturaleza en la cual


todos los objetos tienen las mismas características y están sometidos a las mismas
leyes.

En cualquier caso, lo que se busca es un orden nuevo en el que todo funciona de manera
ordenada, metódica, mecánica, para la cual la realidad debe estar sometida en su totalidad a
las mismas leyes. Será la razón, entendida como un conjunto de principios que regulan la
naturaleza, la encargada de buscar ese nuevo orden. Una Razón sometida, no a la tradición
sino a ella misma. En todas aquellas materias que son competencia de la Razón, la autoridad
se manifiesta inútil. Toda la clave se va a centrar por tanto en la búsqueda de un método
racional con el cual se puedan alcanzar la formulación de leyes que den explicaciones de todos
los procesos naturales

2. RAZÓN Y MÉTODO

2.1. EL PAPEL DE LAS MATEMÁTICAS.


En el caos que imperaba tanto en la sociedad como en el pensamiento, sólo un tipo de saber
mantiene un orden inmutable, independiente en el tiempo y a los distintos lugares y pareceres
individuales. Este saber es la matemática, cuya característica fundamental es que sus
proposiciones se muestran con una evidencia y una claridad absoluta actividad caracterizada
porque sus proposiciones muestran una evidencia con grado absoluto.

a las matemáticas es algo constante en la filosofía desde el platonismo, sin embargo, la gran revolución se produce
ata de aplicar las matemáticas al razonamiento, de forma que el procedimiento matemático sea el procedimiento
ija al razonamiento. Desde Galileo se observó que la matemática es la creadora de un marco conceptual especial.
so del geómetra, la matemática será la creadora del espacio, un espacio antiperceptivo y homogéneo. De esta
emática crea una naturaleza nueva en la cual sólo las cualidades primarias (extensión, figura y movimiento ) se
enta. En la actualidad, los intentos de matematizar o de formalizar el razonamiento están en la base de los
n Inteligencia Artificial.

En la idea de las matemáticas como paradigma de la racionalidad podemos entrever varios


niveles:

1.- El esfuerzo por matematizar lo empírico. Al construir el nuevo marco de la realidad


constituyente, la racionalidad científica busca una matematización de áreas como la física
(mecánica de Galileo, la dinámica de Newton ). La matematización de la realidad identificará lo
racional con lo científico.

2.- El proceso matemático aportará un método racional creativo. donde se superan los
problemas particulares y se pasa un nivel superior de abstracción y generalización. De ahí que
el método matemático permita resolver una infinidad de casos semejantes. La matemática
permitirá el paso de lo particular a lo general.

3.- La matemática se convierte en el prototipo de la racionalidad conceptual. Esta


matematización de las estructuras del pensamiento implicarán una matematización de la
realidad. La conclusión más inmediata es que el conocimiento de la realidad, a partir de la
modernidad, va a ser un conocimiento centrado en lo cuantificable, en lo que puede ser
matematizado.

2.2. EL SISTEMA CARTESIANO


El objetivo que se propone Descartes es el logro de la verdad filosófica mediante el uso de la
Razón. No se trata, dirá Descartes, de descubrir una multiplicidad de verdades aisladas, sino
de desarrollar una serie de proposiciones verdaderas que fueran evidentes por sí mismas. Una
vez que se han alcanzado estas verdades evidentes por sí mismas no se admitirá en el sistema
del conocimiento nada que no sea derivable de ellas. Con este programa Descartes pretenderá
evitar las posiciones escépticas acerca de la posibilidad del conocimiento.

El sistema cartesiano supone por un lado, una ruptura con el pasado, desarrollando un
sistema de conocimiento desconfiando de cualquier autoridad intelectual. Y por otro, el sistema
busca alcanzar ideas claras y distintas y a trabajar solamente con aquellas, eliminando del
sistema todo término que no tenga un sentido claro

uración del lenguaje filosófico unida a la necesidad de dotar a la filosofía de un método de análisis de tipo formal la
ontrar en los supuestos teóricos del Positivismo Lógico del Círculo de Viena

Esto no supone afirmar que todo el conocimiento anterior fuese falso, sino que la tarea
filosófca consistiría básicamente un un repensar la filosofía, con el fin de buscar y probar la
verdad de un modo riguroso. Este nuevo proceder implica, tan y como se opera en las
matemáticas, comenzar con una serie de proposiciones básicas -el equivalente a los axiomas
matemáticos-, hasta alcanzar proposiciones más complejas derivadas de aquellas - a modo de
la deducción de teoremas- y más complejas. No se trataba por tanto de producir una nueva
Filosofía, como de producir una filosofía cierta y bien ordenada. Descartes entenderá entonces
la Filosofía como un sistema orgánicamente conectado de verdades científicamente
establecidas, es decir, de verdades ordenadas de tal modo que la mente pase de verdades
fundamentales, evidentes por si mismas a otras verdades evidentes fundadas en las primeras.

Esta matematización del saber supondrá que todas las ciencias deberán de ser iguales, al
menos en sus fundamentos, en el sentido de que se les pueda aplicar el método. Hay una
única clase de conocimiento, el conocimiento cierto y evidente. Por lo tanto, no habrá más que
una ciencia, aunque ésta tenga ramas diferentes pero interconectadas, en definitiva, el método
de conocimiento es el mismo para todas las disciplinas. La finalidad ideal de Descartes era
construir una filosofía científica comprehensiva, que él mismo ejemplificó mediante la analogía
de la Filosofía con un árbol, donde las raíces del árbol serían el equivalente a la metafísica, el
tronco tendría su equivalente en la Física y las ramas serían las ciencias prácticas que serían
verdaderas ciencias cuando se hubiese puesto en claro su dependencia orgánica con la física o
filosofía natural. El método no solamente permitirá una reconstrucción racional del saber, sino
que también dará lugar al descubrimiento de nuevas verdades

2.3. EL MÉTODO CARTESIANO


En las Reglas para la dirección del espíritu nos dice Descartes:
rie) de reglas ciertas y fáciles, tales que todo aquel que las observe exactamente no tome nunca algo falso por
o de esfuerzo mental, sino por incrementar su conocimiento paso a paso, llegue a una verdadera comprensión de
sobrepasen su capacidad

Es importante destacar que Descartes no pretende desarrollar un método que suplante la


capacidad de la mente humana, estas reglas se deben permitir el uso correcto de las
capacidades naturales de la mente humana. Estas reglas para la dirección de la mente
pretenden evitar que la mente se ciegue por prejuicios, las pasiones, la influencia de la
educación, por la impaciencia y, en general, por todo aquello que dificulte el correcto uso de la
razón.

Es clara la influencia del trabajo de Bacon en los objetivos de Descartes

Las operaciones fundamentales de la mente serán dos: la intuición y la deducción

La intuición la describe Descartes "No la seguridad fluctuante de los sentidos, ni el juicio


falaz que resulta de la composición arbitraria de la imaginación, sino la concepción que
aparece tan sin esfuerzo y tan distintamente en una mente atenta y no nublada, que quedamos
completamente libres de duda en cuanto al objeto de nuestra comprensión".
La deducción debe entenderse como "toda inferencia necesaria a partir de otros hechos
que son conocidos con certeza". La deducción se distingue por tanto de la intuición en el hecho
de que la primera lleva consigo un cierto movimiento de sucesión y la segunda no. Es
importante tener en cuenta que aunque la intuición y la deducción sean los caminos apropiados
para obtener un conocimiento claro y distinto, no son el método propiamente hablando, porque
la intuición y la deducción no son reglas, y el método consistirá en reglas para emplear
correctamente esas dos operaciones mentales. Estas reglas se ofrecen en dos obras: Reglas
para la dirección del espíritu y Discurso del método.

El primer precepto del método nos dice lo siguiente: "No aceptar nunca como verdadera
ninguna cosa que no conociese con evidencia que lo era". Este precepto supone ya el uso de
la duda metódica, esto es, someter constantemente a duda todas las opiniones que ya
poseemos, para descubrir aquello que es indudable y que en consecuencia puede servir de
cimientos al edificio de la ciencia.

En la quinta de las Reglas para la dirección del espíritu descartes presenta un resumen de
su método:

e en la ordenación y disposición de aquellos objetos a los que ha de dirigirse la atención de lamente para descubrir
mos exactamente ese método si reducimos, paso a paso, las proposiciones implicadas u obscuras a aquellas que
zamos entonces por la aprehensión intuitiva de las más simples de las proposiciones, y tratamos, volviendo a
de las mismas etapas, de remontarnos de nuevo al conocimiento de las demás

El método así descrito tiene dos momentos:

1º.- La primera parte del método consiste en reducir paso a paso las proposiciones implicadas
que resulten obscuras a aquellas que sean más simples. Se trata del momento, que Descartes
denomina, de análisis o de resolución. Consiste en descomponer los múltiples datos de un
problema en sus elementos más simples.

2º.- La segunda parte del método es lo que Descartes llama síntesis o método de
composición. En la síntesis comenzamos por los primeros principios o proposiciones más
simples, aquellas que son percibidas intuitivamente, y procedemos a deducir de una manera
ordenada, asegurándonos de no omitir ningún paso y de que cada nueva proposición se siga
de la anterior.

El análisis nos permite alcanzar las naturalezas simples. No esta claro qué debemos
entender por una naturaleza simple. Descartes recurre a los ejemplos proporcionados por la
geometría. Así, todo cuerpo tiene una extensión y una figura, de forma que aunque podemos
analizar la composición de cualquier cuerpo en los elementos que lo componen, cuando
llegamos a su extensión y figura no podemos continuar el análisis. Las naturalezas simples son
pues, los elementos últimos a los que llega el procesos de análisis y que son conocidos en
ideas claras y distintas.

Existen tres clases de naturaleza simples

Tipos de naturaleza simples Elementos que las componen


______________________ _______________________
Materiales Extensión, figura y movimiento
Intelectuales Querer, dudar, pensar ...
Comunes Existencia, unidad y duración

2.4. LA TEORÍA DE LAS IDEAS INNATAS


Mediante el método Descartes habla de descubrir los primeros principios o las primeras
causas que puedan existir en el mundo, "sin derivarlas de ninguna otra fuente que de ciertos
gérmenes de verdad que existen naturalmente en nuestras almas". También afirma que se
pondrán aparte todos los prejuicios de los sentidos para confiar sólo en nuestro entendimiento.
Esto implica que podremos construir la metafísica y la física a partir de un cierto número de
ideas innatas implantadas en la mente por "la naturaleza", o como dirá mas tarde por Dios.

e sean claras y distintas serán ideas innatas sobre las que se fundamentará el conocimiento. Por lo tanto, las ideas
consideradas como formas de conocimiento a priori. La teoría de Descartes constituiría así, en cierta medida, una
eoría kantiana del a priori.

Estas ideas innatas implantadas por Dios o por la naturaleza son también producidas por la
mente a partir de potencialidades propias, con ocasión de alguna experiencia. No debe
considerarse a Descartes como un empirista, pero la experiencia puede dar lugar a que se
formen este tipo de ideas. En general, Descartes, frente a las ideas innatas distingue los
siguientes tipos de ideas:

Ideas adventicias: ideas confusas causadas por la percepción sensible


Ideas facticias: las construcciones de la imaginación

Descartes necesita determinar cuál es el origen del error, de los juicios equivocados. El error
no puede provenir de las ideas innatas, puesto que estas provienen de Dios; y Dios, como
pretenderá demostrar más tarde, es bueno y no engañador, así que sólo cabe atribuir el error a
nuestra propia imaginación o a la experiencia.

ismo ha estado presente en la Filosofía al menos desde Platón. En Platón, el ser humano poseía de forma innata
que su alma ya las había conocido. En Descartes, el alma vuelve a tener un conocimiento, a través de Dios, de
sicos o ideas. En la actualidad algunos autores también mantienen posturas innatistas o cercanas al innatismo,
te sin el recurso divino ni a almas viajeras. Noam Chosmky sostiene, aunque últimamente a matizado mucho sus
el lenguaje es una propiedad innata en el ser humano, y Jerry Fodor también afirma que el lenguaje del
uaje con el que estructuramos nuestros estados mentales también es propio del ser humano. La diferencia entre
istas y Descartes es que no se postula la existencia de forma innata de contenidos o de conceptos concretos, sino
uaje, o nuestros estados mentales-. Estas facultades son innatas porque son propias, del ser humano y se
e, no hay que recurrir a instancias metafísicamente sospechosas.

2.5. LA DUDA METÓDICA


Toda búsqueda de una certeza absoluta debe comenzar por un proceso de duda, es
necesario dudar de todo aquello de lo que se pueda dudar y tratar provisionalmente como falso
todo aquello de lo que se dudara

La duda propuesta por Descartes es:

Universal. En el sentido de que se aplica universalmente a todo aquello que pueda ser
dudado.
Metódica. Es practicada dentro de un método, como una etapa preliminar en la
búsqueda de la certeza.
Teorética. Es una duda que no debe extenderse a la conducta. Con ello Descartes evita que
se argumente la necesidad al margen de cualquier código moral hasta que no se haya
descubierto un código de ética que pueda satisfacer las exigencias del propio método.

¿Hasta donde puede extenderse la duda?

Se puede dudar de todo aquello que proviene de los sentidos (las ideas adventicias). Había
algo que en principio podría quedar al margen de la duda, esto sería las proposiciones
matemáticas, puesto que estas son de alguna manera autoevidentes, y una vez que se han
entendido son indudables. Sin embargo, hay, dada una determinada hipótesis metafísica, un
momento en el que se puede llegar a dudar incluso de las proposiciones matemáticas. Porque
puedo suponer que "algún genio maligno, tan poderoso como engañoso, haya empleado todas
sus energías en engañarme". De ahí que Descartes esté dispuesto a dudar, a tratar
provisionalmente como falsas, no solamente a las proposiciones concernientes a la existencia y
naturaleza de las cosas materiales, sino también a los principios y demostraciones de las
ciencias matemáticas

El método cartesiano comienza pues con el momento de la duda, a partir de entonces la


razón está dispuesta para el uso del método. La correcta aplicación del método debe garantizar
en toda mente atenta, nos dice Descartes, el hallazgo de unas primeras verdades, que se
presentarán como ciertas e indudables, a partir de las cuales podamos ampliar el edificio de
nuestro conocimiento, descubriendo verdades más complejas. La puesta en práctica del
método cartesiano la veremos cuando Descartes se enfrente a las cuestiones metafísicas de su
filosofía.

ar que Descartes es el inventor de este recurso a la duda. Descartes no hace sino recoger lo que es parte del
En la Obra de Shakespeare Hamlet y el "La vida es sueño" de Calderón, encontramos algunos de esos
rta que Hamlet escribe a Ofelia vemos de forma explícita la referencia a la duda y también a esa concepción del
na máquina. También encontramos en el acto segundo dos elementos propios del cartesianismo: la necesidad
duda y la posibilidad del engaño (hipótesis metafísica del genio maligno). En el famoso nomólogo del acto
rimera, se expresa la duda en su forma más radical, y en La vida es sueño de Calderón de la Barca también
ia realidad es cuestionada.
l cine ha vuelto a traernos de nuevo esos elementos barrocos en dos películas de tod@s conocidas: "Abre los

3. TEORÍA DE LAS SUSTANCIAS


3.1. EL "COGITO" CARTESIANO
En Las Meditaciones Descartes propone como temas a tratar en Filosofía el problema de la
existencia de Dios y la inmortalidad del alma. Por la propia aplicación del método propuesto,
Descartes pone a duda todo aquello de lo que podamos dudar. Llega entonces a la conclusión
simple e indudable de que aquello de lo que no puede dudar es de su propia existencia, de ahí
la afirmación: Cogito, ergo sum
Procede a
continuación a
analizar la
naturaleza del
'yo' cuya
existencia es
afirmada,
después de lo
cual pasará a
establecer la
existencia de
Dios. Descartes
comienza
ocupándose del
ordo
cognoscendi, del
orden del
conocimiento,
pues lo primero
en conocer es la
propia El Roto. (El País)
existencia, y no
del ordo essendi, orden del ser, de modo que aunque lo primero que uno conoce sea su propia
existencia, en el plano ontológica la primera realidad es Dios.

Según Descartes, esta proposición -cogito ergo sum- se caracteriza por no poderse concebir,
sin ser, al mismo tiempo y por ella misma verdadera. No es sin embargo, una verdad necesaria,
Descartes es consciente de que las verdades necesarias son tautologías, verdades por
definición, y que estas, por ser el conjunto de axiomas que definen el sistema, no tienen porqué
tener ninguna vinculación con el mundo de los hechos. La proposición no tienen porqué ser
necesariamente verdadera puesto que podía ser falsa, no obstante, podemos tener la
seguridad de que es verdadera. Y esto lo sabemos, porque, aunque dudase que pienso, la
propia duda confirmaría que estoy pensando. En otros términos, la proposición "yo pienso" es
autodemostrable, esto quiere decir, que la sola posibilidad de pensarla determina su verdad.

Es en esta proposición Descartes ha encontrado lo que quería, la base indudable sobre la


que erigir su sistema de creencias y enfrentarse a las posiciones escépticas. Hay que tener en
cuenta un factor determinante para entender el alcance de la Razón. La verdad del cogito es
conocida por "la luz natural de la Razón" mediante un proceso que puede percibir como válido
cualquiera que se sirva de la Razón. La existencia de esta "luz natural" no es tanto un supuesto
arbitrario como una condición previa de toda investigación filosófica. Debe haber algún punto
mediante el que la Razón encuentra la validez de una idea o de un argumento. De no ser así, el
proceso mismo de razonamiento se vería afectado por la duda y sobrevendría un escepticismo
absoluto.

Leer el artículo de Eugenio Trías "El teatro del mundo"

3.2. LA EXISTENCIA DE DIOS


La aplicación sistemática de la duda metódica nos había llevado ante la posibilidad de que
existiera un genio maligno que nos pudiese engañar. Ahora bien, ¿la idea de un genio maligno
es compatible con la idea de un Dios bueno y justo? ¿Tan grande puede ser nuestro error que
incluso las proposiciones de las matemáticas, o el sistema entero de nuestro conocimiento, sea
todo un sistema con orden pero totalmente falso? Descartes, como buen heredero de la
tradición platónica no puede admitir esto. El modelo de conocimiento que persigue debe ser
indudable, compuesto de verdades eternas, y para ello necesita un punto de anclaje. Este
fundamento será Dios, que se presenta así como el garante último de la verdad.
la epistemología tomista, Dios aparece aquí de nuevo como el garante último de la verdad y del conocimiento. La
miento falsable y en continua revisión es inaceptable para unos presupuestos tan platónicos como los que
omás de Aquino y en Descartes. De ahí la importancia de la frase de Nietzsche Dios ha muerto. Tal y como dijimos
n la muerte de Dios desaparece el último asidero de una verdad platónica, esto es, de un conocimiento último e
gen de las situaciones históricas, sociales, económicas, científicas y tecnológicas.

Este recurso a la existencia de un Dios bueno y no engañador coloca a Descartes ante la


obligación de tener que demostrar la existencia de Dios. En el proceso de la prueba, para ser
coherente con la exigencia de su propio método, Descartes tiene que probar la existencia de
Dios sin referencia al mundo exterior, puesto que éste aún no ha sido demostrado, e incluso su
propia existencia puede ser puesta en duda. Dicho de otro modo, Descartes necesita, para ser
coherente con su propio método, probar la existencia de Dios desde dentro, esto es sin recurrir
a nada más que la noción de Dios mismo.

El modelo de prueba propuesto por Tomás de Aquino no es válido ahora, la cuestión se


centra entonces en estudiar
de dónde procede la noción
de Dios. Lo primero que hay
que hacer es definir el
concepto, y el propio
Descartes no dice que Por
la palabra Dios entiendo
una substancia que es
infinita, independiente,
omniscente, todopoderosa,
y por la cual yo mismo, y
todo lo demás, si es que
algo existe, hemos sido
creados. Cabría entonces la
posibilidad de que la idea
de Dios fuese producida por
mí mismo, sin embargo, al
analizar las propiedades
que definen la noción,
vemos que estas ideas no
pueden haber sido
producidas por uno mismo.
Esto lo deduce Descartes
afirmando que en tanto que soy sustancia, puedo causar la idea de sustancia; pero al mismo
tiempo, no podría, en tanto que sustancia finita, generar la idea de sustancia infinita, a menos,
que ésta procediese de una sustancia infinita existente. El caso es que dado que la
propiedades que definen a Dios no están en mí , deben haber sido generadas por algún ser
que sí las tuviese, y el único candidato posible parece ser que es Dios mismo. Así que la idea
de Dios debe de haber sido generada por Él mismo y colocada en mi alma (en mi intelecto). Se
trataría pues de una idea innata, y por lo tanto no expuesta al error.

En otra línea argumentativa, afirma Descartes, que uno no puede ser la causa de uno
mismo, pues de ser esto así, habríamos puesto en nosotros todas aquellas perfecciones que
atribuimos a Dios, en definitiva, seríamos dioses. Por otro lado, la realidad de la causa tiene
que ser al menos igual que la realidad de efecto, luego si somos seres reales nuestra causa
debe ser también real. Siempre podríamos preguntarnos si nuestra causa no fuese Dios, y
fuese alguna especie de demiurgo por ejemplo, pero eso sólo traslada al problema hacia una
inevitable cadena al infinito. La noción de causalidad que está entrando en juego aquí es la
noción heredada de Aristóteles. Habrá que esperar al siglo XVII y al empirismo para cuestionar
si esta noción de causa es la apropiada para el conocimiento.

lógico en el que se mete Descartes por haber introducido en su sistema la noción de Dios (siempre cabe pensar
ubiese dicho que las ideas innatas proceden de la naturaleza, con lo cual no hubiera tenido que meterse en estos
esto la incoherencia entre lo que su método propugna y lo que él hace. Una exigencia de método era la no
ctrinas que se habían heredado en la tradición filosófica medieval, sin embargo, en la primera prueba, Descartes
del argumento ontológico de San Anselmo; y la segunda, se acepta, sin ningún tipo de crítica, la noción de causa
s.

3.3. LAS TRES SUSTANCIAS


Hasta ahora solamente se han probado la certeza de dos proposiciones existenciales: "yo
existo" y "Dios existe". Con respecto a la primera de estas proposiciones, podemos ver que lo
que le corresponde a la esencia del cogito es que es una cosa pensante y que es inextensa,
por otra parte, tenemos la idea clara y distinta del cuerpo como una cosa extensa y no
pensante. De ahí podríamos concluir que "yo" implícito en el cogito es absolutamente distinto al
cuerpo y que podría existir sin este. Todo esto implicaría que la prueba de la existencia de un
ser pensante no implica la prueba de la existencia del cuerpo, por no hablar del resto de los
cuerpos. Sin embargo, encontramos en nosotros mismos ciertas facultades y actividades, como
el poder cambiar de posición y de movimiento, que claramente implican la existencia de una
sustancia corpórea o extensa, esto es, el cuerpo. Y esto es así, porque en la percepción de
tales actividades, la idea de cuerpo, que es el que se mueve, está implícita, no sucede lo
mismo con la idea de intelección o razonamiento que no lo está, así que podrían haber
substancias extensas sin racionalidad. Por otra parte en la medida en que recibimos
impresiones, incluso en contra de nuestra voluntad, tenemos que pensar que provienen de
otros cuerpos distintos del nuestro. Y por supuesto, Dios, que no es engañador, nos da "la
grandísima inclinación" a pensar que existen esos otros cuerpos.

demostrar la existencia de los cuerpos materiales, para explicar la existencia del cuerpo humano y de los demás
que componen la "realidad externa del individuo". De nuevo nos encontramos con incoherencias en el
siano. Descartes pretende demostrar la existencia del cuerpo recurriendo a la percepción del movimiento o la
siones que provienen del exterior. En este caso, contraviniendo las propias exigencias del método se recurre a la
datos proporcionados por los sentidos
entra aquí ante un conocido problema filosófico: el problema del solipsismo, esto es, la imposibilidad de demostrar
realidad externa al propio individuo. Posiciones solipsistas se le atribuyeron a Wittgenstein en el Tractatus, en
afirmado en las proposiciones 5.6 a 6 (5.6 Los límites de mi lenguaje significan los límites de mi mundo) Una
el problema del solipsismo la podemos encontrar en la obra de H. Putnam Razón, verdad e Historia. En el capítulo
n una cubeta" Putnam sostiene que las posiciones solipsistas se autorrefutarían

Descartes define la sustancia como "una cosa existente que no requiere más que de sí
misma para existir". Pero esta definición, en su sentido literal sólo es aplicable a Dios, lo que le
llevó a afirmar que el término "sustancia" no puede entenderse de forma unívoca en Dios y en
otros seres, así el término se aplica primariamente a Dios, y luego, secundaria y
analógicamente a las demás criaturas.

Hay por lo tanto tres clases de sustancias que podemos distinguir analizando sus atributos
(aquello por lo cual una sustancia se distingue de otras) y modos (modificaciones de los
atributos que afectan a las sustancias). La forma de conocer cual es el atributo principal de una
sustancia es preguntar qué es lo que percibimos clara y distintamente como un atributo
imprescindible. Así, el atributo principal de la sustancia espiritual es el pensar, y el atributo
principal de la sustancia corpórea es la extensión.

En definitiva, podemos distinguir tres sustancias con sus correspondientes atributos y modos

SUSTANCIA (res) ATRIBUTO MODO

Infinito, eterno, inmutable,


Res infinita (Dios) Perfección
independiente, omniscente, omnipotente

Entendimiento, memoria, imaginación,


Res cogitans (cogito) Pensamiento
sentido, voluntad
Res extensa (cuerpo) Extensión Figura y movimiento

La conclusión más evidente del razonamiento cartesiano es que el ser humano consta de
dos substancias distintas y separadas, pero que sin embargo debe de existir algún tipo de
relación entre ambas, de forma que, pese a tratarse de cosas distintas, el alma esté influida por
el cuerpo, y el cuerpo esté influido por el alma; y que ambos tienen que constituir, de algún
modo, una unidad. Para entender esta interacción, Descartes se propone localizar la posición
del alma en el cuerpo. El alma estará unida enteramente al cuerpo y no podemos decir, con
propiedad, que exista en una de sus partes con exclusión de las otras por que es una e
indivisible. Sin embargo existe un lugar donde ejerce sus funciones de forma particular, y
generalmente se cree que esa parte es el cerebro, o posiblemente el corazón . Sin embargo,
Descartes llegaría a afirmar que no es el corazón ni en el cerebro exactamente donde se
localiza o ejerce sus funciones el alma, sino en una parte interna del cerebro, una cierta
glándula muy pequeña que está situada en el centro de la sustancia cerebral .

dicional de dualismo, lo que se conoce como la "concepción cartesiana de la mente". Descartes parece ver uno de
graves a los que se enfrenta la posición dualista, este es el problema de la interacción de sustancias. ¿Cómo es
ias que pertenecen a órdenes ontológicos distintos puedan interaccionar? ¿Cómo explicar la relación causal

3.4. EL MECANICISMO
El mecanicismo cartesiano afirma que el cuerpo es una máquina y que todas sus
operaciones deben ser explicadas por los mismos principios y leyes físicos que se aplican al
mundo inanimado. Aunque Descartes todavía utilizaba términos como espíritus, estos son
entendidos como algo material que obedecen a las leyes mecánicas. Estos espíritus de
animales se mueven en la sangre empujados por el calor corporal, y a través del sistema que
permite poner en contacto la sangre con los músculos (una especie de tubos que inyectan
sangre al músculo), los espíritus puede transmitir las órdenes desde la res cogitans al cuerpo.

urso a los espíritus animales no sirve para solucionar el problema de la interacción de sustancias, ya que lo único
ducir un intermediario, la verdad es que el problema ha aumentado, pues ahora hay que explicar cómo interacciona
os espíritus que navegan por la sangre, y cómo estos interaccionan con la res extensa. El problema para los
do abierto.

-cuerpo es una de las cuestiones que más interesantes en la filosofía contemporánea. Las posiciones dualistas
ompromisos metafísicos, de hecho es difícil encontrar hoy día algún defensor del dualismo clásico o dualismo de
en sin embargo otras formas de dualismo que pretenden ser compatibles con los postulados de las ciencias físicas
ias. Estas nuevas formas de dualismo se conocen como dualismo de propiedades. Lo que se sostiene en este
e no existe más sustancia que la material, y la actividad mental se realiza en el cerebro, si existen propiedades
os distinguir entre las propiedades físicas de cerebro (capacidad para establecer enlaces neuronales, la química
ividad cerebral ...) y las propiedades mentales propiamente dichas. Defensores de esta posición serían Jerry
al menos en una de sus etapas), J. Searle, y en general todos aquellos filósofos que se encuentran cómodos
nes funcionalistas y la Teoría Computacional de la Mente.

Hay que tener en cuenta que una explicación mecanicista encajaría bien en el modelo de
ciencia en el que Descartes pensaba. Si recordamos su imagen de la ciencia, esta era un árbol
cuyas raíces serían la metafísica, el tronco sería el equivalente a la física, y las ramas
representarían las distintas ciencias. El sistema, nos dice Descartes, estará completo cuando
todas las ramas queden conectadas con el tronco. Este modelo de ciencia, en jerga filosófica
actual podría reconocerse como una posición reduccionista.
Su Home machine constituye un
cuerpo teórico basado en los
conocimientos que la física
mecanicista proporcionaba.
Considerar al universo, incluso
al ser humano como un
complejo mecanismo era algo
hacia lo que apuntaba la física
mecanicista. Incluso en su
Primae Cogitationes circa
Generationem Animalium
abordó la cuestión, hoy día
común en el género de ciencia
ficción, de si podría haber
máquinas que construyeran
máquinas. Sería en su obra Le
Monde ou Traité de la lumiere
donde expusiera de una forma
más detallada este cuerpo
teórico.

s nada más que una estatua o máquina de arcilla; vemos relojes, fuentes artificiales, molinos y otras máquinas
adas por el hombre, tienen sin embargo, el poder de moverse a sí mismas de diferentes modos; y me parece que
es de movimientos en él, que supongo hecho por la mano de Dios, ni atribuirle tanto artificio que no tuvierais
odavía puede tener más [...]
pués de esto, que todas las funciones que he atribuido a esta máquina, como la digestión de alimentos, el latir del
mentación y el crecimiento de los miembros, la respiración [...] deseo, digo, que consideréis que estas funciones se
esta máquina de la sola disposición de sus órganos ni más ni menos como se siguen los movimientos de un reloj,
ontrapesos y sus ruedas; de forma que no es necesario en su caso concebir en ella ninguna otra alma vegetativa
cipio del movimiento de la vida, más que su sangre y sus espíritus agitados por el calor del fuego que arde
y que no tiene una naturaleza distinta de todos los fuegos que existen en los cuerpos inanimados

ciones dualistas antes mencionadas, existen posiciones fisicalistas, que se oponen a esa distinción entre
ntales y físicas. Estas posiciones se definen como reduccionistas, pues pretenden dar una explicación de los
ales en términos exclusivamente neurofisiológicos. La Teoría Neurocomputacional de la Mente, vinculada a los
nistas desarrollados en el campo de la I.A., y la doctrina filosófica que se suele asociar a ella, el Materialismo
arrolladas entre otros por Paul y Patricia Churchland, conforman la posición reduccionista en Filosofía de la

Descartes
ené Descartes nació el 31 de marzo de 1596 en la Turena (Francia).
Su familia pertenecía a la baja nobleza, siendo su padre y su hermano
mayor magistrados del Tribunal superior de Bretaña, en Rennes. Su madre
murió al año de nacer Descartes. En 1604 y hasta 1614 estudió en el
colegio de la Flèche en Anjou, escuela regida por los jesuitas y de una
apertura intelectual poco usual para la época.

En 1616 se graduó en derecho por la universidad de Poitiers. Sin embargo,


no se encontraba realmente satisfecho de la enseñanza que había recibido.
Descartes se interesó pronto por las matemáticas, única disciplina que
puede considerarse un "auténtico saber" porque es la que nos aporta
"certeza" o imposibilidad de dudar.
Este motivo impulsa a Descartes a abandonar sus estudios y dedicarse al esparcimiento y los viajes. En
1618 se alista en el ejército del príncipe Mauricio de Nassau, hijo de Guillermo el Mudo, en Holanda. Por
aquella época conoció al que despertaría en él la inquietud por las cuestiones científicas: el médico Isaac
Beeckman. En 1619 se traslada a Alemania, donde se incorpora al ejército del duque de Baviera. Ese mismo
año, el 10 de noviembre, descubre su verdadera vocación: la filosofía. Pero ésta surge como
filosofía del conocimiento o gnoseología y sólo derivadamente se desenvuelve como una ontología o una
filosofía del ser. Es por este motivo por lo que Descartes se apasiona por la cuestión del método, único
camino que permitirá recomponer y unificar no sólo la pluralidad de ciencias sino la propia sabiduría
humana.

Descartes abandona el ejército y entre 1620 y 1629 se dedica a viajar, iniciándose en una nueva experiencia
que "el estudio de las letras" no le podía ofrecer: aprender del "gran libro del mundo".

Va a vivir a París y finalmente se retira a Holanda, lugar que se convirtió en el refugio de numerosos
vivió con algunas interrupciones hasta
filósofos y científicos debido a su tolerancia y donde Descartes
1649.

Comienza su época creadora; en 1628 termina su obra fundamental "Regulae ad directionem ingenii"
(Reglas para la dirección del espíritu) que, escritas en latín, se publicarán después de su muerte. Esta obra
plasma su intención de crear una ciencia universal de carácter matemático. Pero también se subrayan los
aspectos metodológicos de su pensamiento.

En 1633-4 escribe Descartes su "Tratado del Mundo", obra que no se atrevió publicar cuando recibió la
noticia de la condena que sufrió Galileo en Roma. Su tratado contenía también tesis heliocentristas, así
como afirmaciones sobre el movimiento de la tierra. Parte de esta obra será incorporada más tarde en
trabajos posteriores.

Descartes mantuvo siempre una postura conciliadora y precavida que evitó el enfrentamiento con la Iglesia.
Quizás debido a que pretendía no quedar fuera de los círculos "oficiales".

En 1937 publicó el "Discurso del método" acompañada de tres pequeños tratados: "Dióptrica", "Meteoros" y
"Geometría", escritos en francés, lo cual suponía una novedad y un intento de que su obra se extendiera
entre los círculos menos dogmáticos y academicistas.

En 1641 se publican en París sus "Meditationes de prima philosophia", considerada, junto con las Regulae,
la obra fundamental de Descartes, también escrita en latín. Esta obra se denomina comunmente
Meditaciones metafísicas. Las Meditaciones se publicaron pronto al francés junto con un grupo de
Objeciones de varios autores y Respuestas del propio Descartes.

Descartes no se librará de los ataques eclesiásticos. En 1644 publica su obra Principia philosophiae
(Principios de la filosofía), que dedica a la princesa Isabel de Bohemia y que se presenta en
forma de libro de texto. Descartes deseaba que pudiera ser utilizado en la enseñanza "oficial" aunque se
apartara de muchos de los preceptos aristotélicos aceptados.

En 1649 Descartes es invitado por la reina de Suecia a Estocolmo con el fin de instruirla en su
filosofía. Al partir deja su obra "Las pasiones del alma" en la imprenta. En este escrito desarrolla uno de los
temas que más interesaban a la princesa Isabel: el tema de las pasiones y la relación entre el alma y el
cuerpo.

En Suecia Descartes se encontraba solo y atareado en algunas cuestiones enojosas, como la elaboración de
unos poemas para un ballet conmemorativo de la Paz de Westfalia . El 11 de febrero de 1650 muere
Descartes de una neumonía. El duro invierno sueco así como el hábito de la reina de reunirse con él en la
biblioteca a las cinco de la mañana, mellaron la salud de nuestro filósofo, que estaba acostumbrado a una
vida más reposada: Descartes pasaba muchas horas reflexionando y escribiendo en la cama hasta las once
de la mañana.
Enterrado en Estocolmo, su cuerpo fue trasladado a París en 1666.

introducción primera regla análisis Síntesis comprobación


introducción

l siglo XVII francés es una época de crisis que coincide con el Barroco: hay cierta
conciencia general de ruptura con una época anterior, el Renacimiento. Se estrena un nuevo
saber: la revolución está ahora enfocada al futuro y no al pasado como en los siglos XV y XVI.
El saber deja de ser meramente teórico y se desprende de sus raices teológicas no sin trágicas
consecuencias: el proceso de Galileo en 1633 es el mayor ejemplo de la inadecuación que
existía entre la nueva realidad y las arcaicas e inadecuadas ideologías.

Pese a ello, el optimismo en la razón humana y sus futuras conquistas necesitaba no sólo de un
apoyo económico que pudiera llevarlas a cabo, sino de una investigación seria sobre el alcance
y los límites del conocimiento, así como sobre los métodos más adecuados para intervenir
exitosamente en la naturaleza. La ciencia no es únicamente un conocimiento de las causas,
sino que es un instrumento para mejorar la vida del hombre. Este saber que persigue el hombre
como algo útil para la vida ha de poder construirse sólidamente y con certeza. Se ha de
encontrar un modo de conocer que impida el error y la subjetividad, a semejanza del que ya
poseen la aritmética y la geometría. El privilegio de certeza de las matemáticas deriva de su
alejamiento de los engaños de los sentidos. La matemática no recibe nada de la experiencia ni
depende de ella, y por ello puede aportar verdades universales. Lo que sucumbe a la duda es lo
empírico y sensible.
Dicho sea de paso, semejante concepción del mundo traerá consigo innumerables desgracias,
muy bien expuestas en el libro de Morris Berman, "Cuerpo y espíritu" (Edit. Cuatro Vientos).
Una crítica al paradigma cartesiano puede verse en la sección textos.

La necesidad del método reside en remitir, a través de ciertas reglas, todo conocimiento a la certeza.El método no
es más que un camino seguro para llegar a la verdad y evitar el error.

Este camino ha de ser único. No hay distintos métodos para distintas ciencias, como postulaba Aristóteles. Si
todas las ciencias que posee el hombre forman un único saber, que expresa la sabiduría humana en su totalidad y
como algo unitario, ha de haber también un único método que se corresponda con esa unidad de saber y que se
pueda aplicar después a cualquier campo o región del conocimiento.

Esta es la idea de una "mathesis universalis", es decir, de un saber que contiene los rudimentos necesarios para
hacer salir de sí todas las verdades respecto a cualquier asunto. Este método basado en las matemáticas va a decidir
de antemano sobre lo que encontramos de verdadero en las cosas y va a ser la instancia fundamental a partir de la
cual se determina lo que puede llegar a ser objeto de conocimiento o de saber, y por lo tanto, de verdad. Eso que
decide de antemano el método ha de ser simple y "descualificado", y por lo tanto, susceptible de ser conocido con
certeza. Lo simple, o se conoce o no se conoce y no puede ser de otra manera porque no tiene partes. Veámoslo:

EL MÉTODO CARTESIANO

Hemos visto que el método que propone Descartes ha de ser matemático y universal, sea cual
sea su aplicación o campo del saber a que se refiera. La definición de lo que él entiende por método
la podemos encontrar en la Regla IV de su obra Regulae ad directionem ingenii:

Así pues, entiendo por método reglas ciertas y fáciles, mediante las cuales el que las
observe exactamente no tomará nunca nada falso por verdadero, y, no empleando
inútilmente ningún esfuerzo de la mente, sino aumentando siempre gradualmente su
ciencia, llegará al conocimiento verdadero de todo aquello de que es capaz.»
("Reglas para la dirección del espíritu". Alianza editorial, Madrid 1989, pg. 79 )

La primera ventaja que nos proporciona el método es escabullirnos del error. Pero, además de proporcionarnos un
conjunto de reglas o procedimientos para deducir lo que ya conocemos, puede aplicarse a cualquier nuevo campo del
saber. El método permitirá que aumentemos nuestros conocimientos y descubramos verdades nuevas.
Estas reglas del método pueden resumirse en cuatro fundamentales, enunciadas por Descartes en su Discurso del
método:

1. Regla de evidencia

«No admitir jamás como verdadero cosa alguna sin conocer con evidencia que lo era: es
decir, evitar con todo cuidado la precipitación y la prevención, y no comprender en mis
juicios nada más que lo que se presentara tan clara y distintamente a mi espíritu que no
tuviese ocasión alguna para ponerlo en duda»

Descartes no acepta como verdadero sino lo que es evidente. Pero ¿Qué es lo evidente? La evidencia se produce sólo
en la intuición, es decir, en un acto puramente racional por el que nuestra mente capta o "ve" de modo inmediato
y simple una idea. La intuición es la captación intelectual inmediata de una idea. Inmediato implica que no hay una
cadena deductiva de por medio y, por otra parte, que no hay mezcla con nada sensible (no median los sentidos o la
experiencia para captar esa idea). Si lo que es evidente es lo que es intuido, ¿Qué es lo que la mente intuye?: ideas
claras y distintas.

Una idea es clara cuando podemos advertir todos sus elementos sin la menor duda (se opone a oscura).
La idea será distinta cuando aparezca claramente diferenciada, separada y recortada de las demás, de tal manera
que no podamos confundirla con ninguna otra idea. (se opone a idea confusa).

La intuición intelectual se caracteriza por su indubitabilidad y exclusión total del error. Entre lo absolutamente falso
y lo absolutamente verdadero no hay término medio. Algo es verdadero o falso. Descartes excluye los conocimientos
que son únicamente probables. La certeza, como propiedad fundamental del saber, exige la desestimación absoluta de
lo probable. Lo que no es claro y distinto (evidente) es confuso y oscuro debiendo ser rechazado como posible fuente
de conocimiento.

La evidencia, como criterio de verdad, exige también que el conocimiento se retraiga a sus propios dominios y leyes,
independientemente de lo que exista externamente a nuestra mente y su proceder. No hay posibilidad de
experimentar una intuición sensible. Esto no existe. Las ideas que provienen de la sensación son siempre oscuras y
confusas.

Descartes llamó también "naturae simplices" o naturalezas simples a las ideas que poseen las características de
claridad y distinción. Estas naturalezas simples son conocidas intuitivamente y constituyen los pilares sobre los que se
asientan las verdades o ideas complejas. Por supuesto, Descartes sólo admite un reducido número de ideas simples
(extensión, substancia, pensamiento, etc.). La mayoría de nuestras ideas son complejas, por lo que hay que encontrar
la manera de reducirlas a ideas simples, por lo tanto, evidentes.

Descartes va cerrando el círculo: las naturalezas simples son, además, ideas innatas, es decir, ideas que están
potencialmente en la mente y surgen con ocasión de determinadas experiencias.

Las ideas innatas son poseidas por todos los hombres por el hecho de ser racionales. No son ideas que se adquieran
a través de la experiencia o el aprendizaje y tampoco dependen de la cultura o las condiciones históricas. Son
verdades evidentes que se hallan en nuestras mentes, independientemente del tiempo, el lugar y la persona que las
piense. Este postulado era necesario para poder garantizar un conocimiento evidente o cierto. Las ideas innatas
garantizan la veracidad de nuestros conocimientos al convertirse en su verdadero y único sostén. Ellas mismas no
necesitan (ni pueden) ser demostradas ya que caen fuera de la cadena de deducciones. El primer motor inmóvil que
mueve sin ser movido queda transformado en las unidades simples de conocimiento que son la base de toda
demostración, sin ser ellas mismas demostradas por nada.
2. Análisis
La segunda regla del método se enuncia así:

«Dividir cada una de las dificultades que examinase en tantas partes como fuera posible
y como requiriese para resolverlas mejor»

Cualquier problema que tengamos que estudiar no es más que un conjunto vertebrado de ideas complejas. Analizar
consiste en descomponer lo complejo en sus elementos simples, elementos que podrán ser intuidos como ideas
claras y distintas, esto es: evidentes.

Reducimos lo complejo a lo simple y, en el mismo movimiento, accedemos desde lo desconocido a lo conocido: las
ideas innatas.

3.Síntesis

«El tercero, en conducir por orden mis pensamientos, comenzando por los objetos más
simples y más fáciles de conocer para ascender poco a poco, como por grados, hasta el
conocimiento de los más compuestos, suponiendo incluso un orden entre los que se
preceden naturalmente unos a otros".

Una vez que hemos llegado a los elementos simples de un problema hay que reconstruirlo en toda su complejidad,
deduciendo todas las ideas y consecuencias que se derivan de aquellos principios primeros absolutamente ciertos. La
síntesis es un proceso ordenado de deducción, en el que unas ideas se encadenan a otras necesariamente. En el
proceso deductivo no sólo reconstruimos lo complejo a partir de sus elementos simples y verdaderos, sino que
ampliamos nuestros conocimientos con nuevas verdades: de lo conocido (los elementos simples) accedemos a lo
desconocido mediante un proceso ordenado y riguroso de concatenación de ideas.

La síntesis complementa al análisis y nos permite avanzar en la búsqueda de nuevas verdades.

4. Comprobación

«Y el último, en realizar en todo unos recuentos tan completos y unas revisiones tan
generales que pudiese estar seguro de no omitir nada»

Se trata de comprobar y revisar que no haya habido error alguno en todo el proceso analítico-sintético. La
comprobación intenta abarcar de un sólo golpe y de manera intuitiva la globalidad del proceso que se está estudiando.
Se parte de la intuición y a ella se vuelve.
Una vez comprobado todo el proceso, podremos estar seguros de su certeza.
Conclusión

La verdad no depende de ninguna experiencia externa a nosotros mismos. El verdadero entendimiento es un concebir
en la mente y un percaterse ("ver") de este sometimiento a la ley de la propia mente. Esto es el método: una serie de
reglas de sometimiento de la mente a sus propias leyes.

Descartes intenta escapar al error regresando a lo más absoluto, que es aquello que el espíritu, en tanto que res
cogitans (cosa pensante), posee por sí mismo y no depende de ningún factor externo. Todos los hombres podremos
llegar a la verdad sigiendo las reglas de nuestro propio pensar.

El método tiene una función propedeútica respecto a todo conocimiento y es el punto de partida de la nueva filosofía
que inaugura Descartes.

introducción substancia atributos modos


a filosofía antigua, fundamentalmente el aristotelismo, creó una metafísica del
ser que se conservó practicamente sin cambios sustanciales durante toda la Edad
Media, pero que en la modernidad entró en una enorme crisis: el concepto de ser, como
núcleo central de la metafísica, fue desplazado por el concepto de substancia.

El esquema categorial en la modernidad quedó reducido a tres categorías


fundamentales (véase la metafísica aristotélica):

1. substancia
2. atributos
3. modos

La substancia

Es el núcleo vertebral de la metafísica moderna y surgió por vez primera con G. de Ockham. Descartes la
describe así en sus Principia:

«Por substancia no podemos entender ninguna otra cosa sino la que existe de
tal menera que no necesita de ninguna otra cosa para existir. Y, en verdad,
substancia que no necesite en absoluto de ninguna otra sólo puede concebirse
una: Dios.»
[R. Descartes: "Principia", edit. Sudamericana, pg. 333]

La substancia es, propiamente, el ser autosubsistente, es decir, el que tiene existencia independiente. Por
ello, propiamente substancia es sólo Dios, puesto que los demás seres necesitan de él para existir.
El término substancia no es unívoco para Dios y para los demás seres, pero Descartes no tomará con rigor
esta definición (como sí lo hizo Spinoza) y admitirá dos clases más de substancias: la substancia pensante y
la substancia extensa:

«Pero percibimos que todas las otras no pueden existir sin el concurso de Dios.
Y por eso, el término substancia no vonviene a Dios y a ellas univocamente ».....
...«Ahora bien, la substancia corpórea y la mente, o seo, la substancia pensante
creada, pueden entenderse bajo este concepto común de substancia: porque
son cosas que solo necesitan del concurso de Dios para existir.»

Así tenemos en Descartes tres substancias distintas que pueden dividirse en dos grupos:

- una substancia infinita y plenamente autosubsistente: Dios o res infinita


- dos substancias finitas que no son absolutamente autosubsistentes: res cogitans o substancia pensante y
la res extensa o sustancia corpórea.

Los atributos

Son las puertas de acceso para conocer a las substancias, porque son aquellas propiedades esenciales que
las diferencian entre sí. En este sentido los atributos constituyen la esencia de las substancias, y no son
separables de las mismas sino por el pensamiento.

Cada substancia posee un solo atributo que la caracteriza y por el cual la conocemos y diferenciamos de las
demás.

El atributo de Dios es la infinitud; el de la res cogitans es el pensamiento; el de la res extensa es la


extensión.

Los modos
Son las afecciones, variaciones y modificaciones de las substancias que tienen como
atributos el pensamiento y la extensión.

«modos son lo que en otra parte entiendo por atributos o cualidades»

«Cuando una substancia es afectada o variada por ellos, los llamamos modos;
cuando consideramos que por esa variación se puede llamar así, los llamamos
cualidades. Cuando sólo existen en la substancia los llamamos atributos».

«En Dios no hay propiamente modos o cualidades, sino tan solo atributos,
porque no se puede concebir en él ninguna variación»

¿En qué se distingue el "modo" del "accidente" aristotélico-escolástico?

El accidente está totalmente separado de la substancia, sin embargo, el modo no existe


separado de la substancia. (ej.: la figura de una mesa no existe sin la substancia mesa y
ésta no existe sin figura).

Los modos no se relacionan inmediatamente con la substancia, sino mediatamente por el


atributo (extensión o pensamiento). La figura de una mesa se da mediante la extensión de la
mesa. Respecto al pensamiento, los universales son modos de pensar.

SUBSTANCIA ATRIBUTOS MODOS


Res infinita infinitud no tiene
todo acto y contenido
Res cogitans pensamiento
de la mente
Res extensa extensión figura y movimiento

La pluralidad de seres (substancias) surge en las substancias mediante la "distinción".


Según Descartes hay tres clases de distinción:
1. Real
2. Modal
3. de razón

1. La distinción real es la que se da entre dos o más substancias.

«la (distinción) real se encuentra propiamente sólo entre dos o más


substancias; y percibimos que éstas son en realidad distintas entre sí, sólo
porque podemos concebir clara y distintamente una sin la otra».

Ni el atributo ni el modo son separados de la substancia, con una pequeña distinción, pero no real.

2. La distinción modal es la distinción que se da entre el modo y la substancia o entre dos modos de la
misma substancia.

«Hay dos tipos de distinción modal, a saber: una, entre el modo propiamente
dicho y la substancia de la cual es modo; otra, entre dos modos de la misma
substancia.»
«La primera se conoce porque porque podemos por cierto percibir claramente la
substancia sin el modo que decimos difiere de ella. Pero no podemos entender
aquel modo sin la substancia reciprocamente»

Por ejemplo: la figura y el movimiento se distinguen modalmente de la substancia corpórea en que se


hallan.

«La otra, en cambio, se conoce porque podemos ciertamente reconocer un


modo sin otro y viceversa, pero ninguno de los dos, en cambio, sin la misma
substancia en que se hallan»

Así, por ejemplo, si veo una piedra cuadrada y que se mueve, puedo entender su figura sin su movimiento y
viceversa, pero ninguna de las dos sin la substancia.

3. La distinción de razón

«Tiene lugar entre la substancia y algún atributo suyo, sin el cual no puede ser
entendida, o entre dos atributos tales de una misma substancia»

Por ejemplo: las substancias sólo se distinguen de su duración por la razón. Igual sucede con los modos de
pensar.

DESCARTES

1.O. Ciencia y filosofía en el siglo XVII. Los orígenes de la filosofía


moderna. Las fuentes del conocimiento: experiencia y razón.
1.1. La filosofía cartesiana.
1.1.1. El problema del conocimiento y las reglas del método.
1.1.2. El "cogito" y los fundamentos de la certeza.
1.1.3. La teoría de la sustancia.
1.1.4. La idea de Dios en la filosofía cartesiana
1.2 Matemáticas e ideal deductivo en la filosofía racionalista.

1.O. Ciencia y filosofía en el siglo XVII. Los orígenes de la filosofía


moderna. Las fuentes del conocimiento: experiencia y razón.

-- La transformación de la imagen del mundo en el


Renacimiento.--
La nueva época social, política, cultural del Renacimiento (en la que
tiene su origen buena parte de los caracteres de la modernidad) se distingue
en filosofía por los siguientes aspectos:

a) Efervescencia de distintas escuelas filosóficas (platonismo, pitagorismo,


aristotelismo, etc. . .)
b) Superación del teocentrismo. Desdén creciente por la escolástica (que
empieza a cobrar un sentido despectivo).
c) Humanismo (antropocentrismo). Nueva confianza en el hombre, basada
en las posibilidades de su realización técnica y política
d) Interés por la filosofía política, que dará lugar al nacimiento de la ciencia
política moderna.
e) Naturalismo. Curiosidad por la investigación de la naturaleza, mezclada
a menudo con la magia, la astrología y la alquimia.

Ahora bien, la contribución más importante del Renacimiento en el orden


de las ideas no va a provenir propiamente de la filosofía, sino de las
ciencias, especialmente de la física. En esta época se echan los cimientos
de la revolución científica que dará origen a la ciencia moderna y que
tendrá enormes consecuencias, transformando la imagen del mundo
(Imago Mundi).
Hasta entonces la cosmología vigente se había apoyado en el sistema
aristotélico-ptolemaico. A la física y cosmología aristotélicas se habían
añadido retoques en la época alejandrina, debidos los más importantes a
Claudio Ptolomeo (siglo I d.c.), cuyo “Sistema de Astronomía” (llamado en
la Edad Media el Almagesto) constituía la imagen del mundo hasta el
Renacimiento. Esta última tenía las siguientes características:
1ª Geocentrismo. La tierra ocupa el centro del universo, lo cual
significa que hay determinaciones absolutas o fijas en el espacio: un centro,
un arriba y un abajo absolutos.
2ª Esfericidad del universo. Es un universo finito (para los griegos el
infinito equivale a imperfección), limitado por la última esfera (y no hay
nada exterior a esta esfera). Existe gran número de esferas cristalinas
etéreas, en las que se engarzan los astros, conjugadas de manera que se
puedan explicar los movimientos retrógrados de los planetas.
3ª Heterogeneidad del universo. Hay dos regiones en el cosmos:
supralunar e infralunar. La primera está formada de una materia especial,
más perfecta, el éter, animada de un movimiento circular uniforme, que se
considera perfecto. La segunda posee movimientos lineales de dos tipos:
los naturales y los violentos.
Pues bien, a partir del Renacimiento se derrumba esta imagen del mundo.
El cambio de paradigma se produce principalmente por la obra de tres
científicos:
Nicolás Copérnico (1473-1543)
Juan Kepler (1571-1630)
Galileo Galilei (1564-1642)
Copérnico aportará el heliocentrismo: el centro del mundo es el sol. El
heliocentrismo salvaba mejor el principio de economía, pues se eliminaba
el movimiento de la esfera de las estrellas fijas y un buen número de
epiciclos (no todos) que explicaban el movimiento retrógrado de los
planetas. Suponía a la tierra dotada de tres movimientos: traslación,
rotación y axial. (La hipótesis heliocéntrica había sido defendida en la
antigüedad por Aristarco de Samos (siglo III a.c.). Sus contemporáneos le
objetaron que debía observarse paralaje si la tierra se desplazaba. El
mismo Aristarco respondió acertadamente que las distancias son
demasiado grandes para que la paralaje pudiera ser observada).
Kepler perfecciona y simplifica el sistema de Copérnico de modo
admirable. Las tres leyes con las que establece el mecanismo del sistema
planetario son:
1ª ley, ley de órbitas: las órbitas de los planetas son elípticas, estando
el sol en uno de los focos de la elipse.
2ª ley, ley de áreas: las áreas barridas por los planetas en tiempos
iguales son también iguales.
3ª ley, ley de períodos: los cuadrados de los períodos de revolución
de los planetas son proporcionales a los cubos de sus distancias medias al
sol.

Estas leyes modificaban notablemente el sistema de Copérnico y derruían


dos de los principales fundamentos del Almagesto: la circularidad y la
uniformidad de los movimientos del cielo. Se eliminaban también los
epiciclos, deferentes, ecuantes y esferas, y todos los movimientos
quedaban simplificados en la elipse.
Lo importante es que por primera vez se obtenía con este modelo un
perfecto acuerdo entre los cálculos matemáticos y las observaciones. El
hecho de que la velocidad de los planetas no fuera constante no vulneraba
la armonía del cosmos: la armonía ya no reside en la regularidad de las
figuras geométricas y de las velocidades, sino en la ley matemática que
rige la mecánica celeste. De esta manera triunfaba el pitagorismo y el
platonismo (que en el Renacimiento se contraponía a Aristóteles sobre
todo en este punto del papel de las matemáticas en el mundo físico) frente
al aristotelismo.
La tercera ley de Kepler es una maravillosa expresión del ideal
pitagórico, pues relaciona los movimientos de todos los planetas entre sí y
respecto al sol: es la ley del sistema solar y expresa la perfección y
armonía del mismo.
Las contribuciones de Copérnico y Kepler daban al traste con la
distinción aristotélica de mundo sublunar y mundo supralunar. Pero fue
Galileo quien terminó definitivamente con la hipótesis de la heterogeneidad
del universo al descubrir mediante el telescopio los satélites de Júpiter, las
fases de Venus, las cambiantes manchas solares... descubrimientos que
contradecían la inmutabilidad de los astros. (No todos se rindieron ante la
evidencia: Galileo ironiza en una carta a Kepler contra algunos filósofos
que se negaban a mirar por el telescopio por miedo de desmentir a
Aristóteles)

.La nueva concepción del movimiento.—

En el sistema aristotélico-ptolemaico el movimiento se explicaba de


acuerdo con el principio de la imposibilidad de una acción a distancia (el
motor debía, por tanto, estar en contacto con el móvil), y por la acción de
causas formales y finales (la propia naturaleza de los cuerpos los dirige
hacia su lugar natural).
Las dificultades de esta concepción del movimiento se revelaban en la
explicación del movimiento de los proyectiles y en algunos hechos
pertinaces contra la dinámica aristotélica (como por ejemplo la rotación
persistente de la rueda). Los movimientos de los proyectiles chocaban con
el principio de la imposibilidad de la acción a distancia (que exigía que el
motor estuviera en contacto permanente con el móvil), pues la piedra
continúa moviéndose una vez proyectada. Aristóteles supuso que la causa
motriz en estos casos es el aire movido por la causa proyectora, que va
empujando a la piedra a lo largo de su trayectoria. Esta explicación del
movimiento de los proyectiles era poco convincente y fue ya criticada por
algunos filósofos de la antigüedad y por algunos nominalistas del siglo
XIV. Estos últimos propusieron lo que se conoce como teoría del ímpetu, a
laque se considera como una anticipación del principio de inercia que será
formulado después en la física moderna. Según la teoría del ímpetu, el
movimiento del proyectil continúa porque la causa motriz imprime al móvil
un impulso o ímpetu. Este ímpetu era concebido como una suerte de
cualidad, análoga, por ejemplo, al calor. (Si bien es un antecedente, no es el
principio de inercia. Para que el principio de inercia pueda ser formulado es
necesario negar el principio de que todo lo que se mueve es movido por
otro, y esto no se hace antes de Galileo).
A Galileo se debe una nueva concepción del movimiento, en la que va
supuesto el principio de inercia. Para la nueva concepción, el movimiento
no se puede explicar de acuerdo con causas formales o finales. Estar en
movimiento o en reposo no le aporta ningún cambio al cuerpo en su
naturaleza. El cuerpo en cuanto tal es indiferente a uno u otro estado. Y esto
porque un cuerpo no está en movimiento más que en relación con otro
cuerpo al que consideramos en reposo. Todo movimiento es relativo
(principio de la relatividad del movimiento). Ahora bien, es al mismo
tiempo un estado, igual que es otro estado el de reposo, y ambos
persistentes (principio de inercia). Por el principio de inercia (que implica
la infinitud del universo) se deduce que no es el movimiento en cuanto tal
lo que requiere una explicación, sino la variación de ese estado de
movimiento, es decir, la aceleración o deceleración. Pues bien, se llama
fuerza a lo que es capaz de modificar la velocidad (el estado de movimiento
o reposo)de un cuerpo. No hay más causas de los fenómenos que las
fuerzas, una fuerza que se reduce a una proporción entre magnitudes (f=ma,
en la fórmula de Newton), sin referencia alguna a esencias o cualidades
ocultas. Espacio, tiempo, materia y fuerza, estos serán los ingredientes del
mundo de la física moderna.

La nueva concepción de la ciencia.—

La nueva "imago mundi" obedece en el fondo a una transformación de la


ciencia que supone un nuevo modelo de la naturaleza y un nuevo método
científico, basado en gran parte en el ideal de la expresión y control
matemáticos de los fenómenos. Las características de la nueva ciencia son
las siguientes:

a) El mecanicismo. Frente al modelo organicista (tomado del


funcionamiento de los seres vivos) del aristotelismo, se toma ahora como
modelo la máquina (lo cual pudiera ser en parte consecuencia del desarrollo
de la ingeniería en el Renacimiento). (Esta sustitución del organicismo por
el mecanicismo se ve claramente en Descartes, que llegará a explicar los
seres vivos como máquinas). El mecanicismo significa el renacimiento del
atomismo de Demócrito: extensión (piezas extensas), movimiento y una
causa de ese movimiento bastan para explicarlo todo. Se eliminan los
fundamentos de la ciencia aristotélica: las esencias y os fines (ya no hay
causas finales del movimiento). Sólo se conservan las llamadas cualidades
primarias, es decir, aquellas que pueden ser reducidas a cantidad
mensurable. (Los términos cualidades primarias y cualidades secundarias
fueron introducidos por Boyle. Las cualidades secundarias, producidas en
el sujeto al percibir la extensión (como el color, el sonido, etc.) son
irrelevantes, por lo mismo que no son cuantificables).

b) La matematización. Contra lo que suele pensarse, la ciencia moderna


no se constituye en primer lugar por el hecho de que se atenga a la
experiencia. Lo fundamental para su constitución no está en que se atenga a
los hechos, sino en que se atenga a una ley que no está en la experiencia
sino en la mente misma: la matemática. Se consagra en este momento el
ideal matematizante de la ciencia: la reducción a esquemas matemáticos de
la ley que rige los fenómenos. Se concibe el mundo natural como un libro
escrito en caracteres matemáticos (Galileo). En virtud del ideal matemático
de la ciencia, lo ente (lo real) será para ella por principio aquello que se
deja reducir a esquemas matemáticos, lo cual quiere decir, a esquemas
cuantitativos, o sea, a fórmulas que no contengan otra cosa que cantidades
o magnitudes... En principio, hay dos tipos de realidad que cumplen esa
condición: la extensión y la duración, es decir, el espacio y el tiempo, que
son magnitudes puras, y por tanto carecen de toda determinación
cualitativa, son absolutamente homogéneos y uniformes. Espacio y tiempo,
como cantidades puras, son infinitos. Si hubiera un límite para ellos, ese
límite sería un absoluto y todos los puntos y todos los instantes estarían
determinados en relación con ese límite, por lo que espacio y tiempo no
serían magnitudes puras. De la misma noción de una física matemática
derivan las leyes fundamentales de la nueva física: - El principio de
conservación de la materia: no tendría validez que dos y dos son cuatro si
no tuviésemos la seguridad de que nada puede esfumarse ni aparecer sin
más ni más. (No puede cambiarse la suma sin cambiar ninguno de los
sumandos). - El principio de inercia: para que el movimiento pueda ser
tratado matemáticamente es preciso también aquí un postulado de
conservación. Si la velocidad pudiera aumentar o disminuir sin actuación
externa alguna, la variación de velocidad no sería tratable
matemáticamente. Por ello, se exige el principio de que la velocidad de un
móvil permanezca constante mientras nada exterior actúe sobre él. Por otro
lado, el movimiento es definido matemáticamente como S/T.

Los orígenes de la filosofía moderna. Las fuentes del conocimiento:


experiencia y razón.-

Dentro de lo que suele considerarse “filosofía moderna” llegan a su


madurez dos doctrinas filosóficas, centradas ambas en el problema del
conocimiento y contrapuestas en la solución del mismo: RACIONALISMO
Y EMPIRISMO. Una y otra doctrina comparten la centralidad del
problema del conocimiento. Su esfuerzo se dirige a la elaboración del
estatuto del conocer humano (se analiza el papel de las distintas facultades
(sensación y razón), se busca el método capaz de asegurar la validez de los
conocimientos, se determina los límites del conocer, etc.). Puede decirse
que mientras que el tema central de la filosofía anterior(desde la
antigüedad griega) ha sido el ser, a partir de Descartes el tema
principal es el conocimiento. En esta misma línea, hay que constatar un
cambio de enfoque, del objeto al sujeto. Lo que interesa es el estudio de
la estructura de la subjetividad (de ahí que la filosofía moderna haya
sido calificada como “filosofía del sujeto”).
Por otra parte, hay que subrayar la creciente atención prestada a los
logros de la ciencia moderna, en especial a los de la física matemática. La
filosofía empieza a estar dominada (lo estará durante toda la Edad
Moderna)por lo que Kant llamará el "Factum de la ciencia", lo que la lleva
a proceder imitando los procedimientos de la ciencia.

En cuanto a las diferencias entre racionalismo y empirismo, podemos


subrayar las siguientes:

RACIONALISMO
EMPIRISMO
El conocimiento procede principalmente El conocimiento procede
principalmente
de la razón. Se marca de la experiencia. Se
subraya
el papel de lo a priori. el papel de lo a posteriori.

La facultad humana principal es la La facultad principal es


la sensación.
intuición intelectual.

Se valora la espontaneidad del Se valora la receptividad de la


mente.
funcionamiento de la mente.

La filosofía se concibe como La filosofía se concibe


como una
una demostración deductiva, según el indagación del origen del
conocimiento
modelo de la matemática. en la experiencia.
Como puede verse, la diferencia entre uno y otro atañe a la fuente del
conocimiento. El racionalismo la sitúa en la razón y pone de relieve la
importancia de las matemáticas en la nueva ciencia (porque las
matemáticas son un conocimiento puramente a priori), mientras que el
empirismo la sitúa en la experiencia y subraya la importancia de la
observación y del experimento en la nueva ciencia.

1.1. LA FILOSOFÍA CARTESIANA

Renato Descartes (1596-165O).

Nace en La Haye (Turena, Francia). Estudia (escolástica) desde los l0 a


los 19 años en el famoso colegio de “La Flèche”, regido por los jesuitas, de
los que no tendrá un mal recuerdo (y seguirá en contacto con alguno de sus
profesores), pero preferirá olvidar todo lo que allí aprendió (con excepción
de las matemáticas). Se licencia en Derecho en Poitiers (1616). Se instruye
en danza, equitación y esgrima, para dedicarse luego a 1a milicia. Combate
en la guerra de los Treinta Años entre protestantes y católicos, primero en
el bando protestante y después en el católico. En las treguas estudia
matemáticas y física. El l0 de noviembre de 1619 tiene varios sueños que le
convencen de que su misión es “la búsqueda de la verdad mediante el
empleo de la razón”. Desde 162O viaja por Europa, buscando “aprender en
el libro del mundo”. Luego lleva unos años de vida de gentilhombre en
París. En 1628 parte para Holanda (el país más tolerante de Europa) para
llevar una vida más aplicada al estudio. Allí permanece hasta 1649. En ese
período aparecen el "Discurso del Método" (1637) y las "Meditaciones
Metafísicas"(1641). Al producirse la condena de Galileo, suspende la
publicación de su "Tratado del Mundo" (donde sostiene doctrinas por las
que podía correr peligro). En 1649 la reina Cristina de Suecia (que tenía
interés por la ciencia y la filosofía), que ya mantenía una correspondencia
interesante con Descartes, lo llama a Estocolmo. El frío clima de Suecia y
el abusivo horario (tenía que levantarse a las cinco de la mañana debido a
la aplicación de la reina en su aprendizaje) acaban con Descartes, que
muere de una pulmonía el 11 de febrero del año 1650.
1.1.1. El problema del conocimiento y las reglas del método.

El propósito de la filosofía de Descartes es lograr -sobre el supuesto de


que la razón humana es una sola cosa (es decir, es igual para todos y a
todos debe llevar a las mismas conclusiones)- la unificación del saber.
Dos circunstancias de la época de Descartes iban contra este propósito: la
dispersión del saber en la ciencia escolástica y el renacimiento del
escepticismo (el escepticismo había cobrado fuerzas en la obra de Miguel
de Montaigne, un ensayista francés del siglo XVI).
En cuanto a la ciencia escolástica - si bien había entrado en crisis en el
siglo XIV con Guillermo de Occam- lo cierto es que tres siglos después
sigue siendo todavía el telón de fondo de la cultura europea (prueba de ello
es la propia educación de Descartes en el colegio de La Fleche, donde se
impartía una enseñanza escolástica, renovada por jesuitas españoles como
Pedro Fonseca y Francisco Suárez). Descartes toma posición contra la
educación recibida, a la que considera un pseudosaber basado en un
método (el silogístico) estéril e ineficaz. Descartes rechaza el razonamiento
silogístico escolástico porque éste parte de primeros principios basados en
la fe o en la autoridad, no en la razón; porque la conclusión a la que se llega
en el silogismo no es una verdad nueva, sino que está incluida
implícitamente en los principios, de modo que en vez de ser un método
para descubrir nuevas verdades (un "ars inveniendi"), resulta ser un método
de exposición de tesis -presuntas verdades- ya aceptadas de antemano por
el argumentador (no es más que un método didáctico). Además de estas
razones, el silogístico es un método ineficaz por la gran cantidad de reglas
que utiliza, lo que va contra las condiciones de una buena demostración:
simplicidad y claridad.
En cuanto al escepticismo, Descartes reacciona ante él con una actitud a
la vez comprensiva y crítica. Por un lado, toma del escepticismo la duda
universal como punto de partida (como una precaución para no aceptar más
que lo que se imponga con total evidencia). Ahora bien, por otro lado,
Descartes busca esta verdad evidente y no puede tomar, como el escéptico,
la duda como un estadio definitivo.

Ante este panorama, Descartes está convencido de que la necesaria


unidad del saber no se ha producido por la falta de un método
adecuado. La tarea para Descartes va a ser buscar este método (aun en
sueños).
De entre las ciencias que Descartes conocía, sólo una podía figurar como
modelo de conocimiento riguroso: la matemática. Sólo en ella encuentra
Descartes un proceder absolutamente indudable. Ahora bien, lejos de sacar
de ahí la consecuencia de que la matemática sea la única ciencia posible, lo
que hace Descartes es preguntarse a qué se debe el hecho de que las otras
ciencias no se encuentren a la misma altura que ella.
Descartes pretende obtener de la certeza matemática una lección sobre
cómo ha de ser la ciencia en general. Para ello hay que ver por qué razón la
matemática es absolutamente cierta... Pues bien, lo que se admite como
conocimiento en las ciencias se suele hacer proceder de dos fuentes y de la
colaboración entre ambas: experiencia y deducción (razón). Por deducción
hay que entender el ir de una verdad a otra en la mente por el puro proceder
de la mente. La deducción realizada conforme a este proceder necesario de
la razón es absolutamente cierta; no cabe la posibilidad de dudar de esa
deducción. De la otra fuente del conocimiento -la experiencia- no cabe
decir lo mismo... La experiencia siempre puede ser engañosa, puede darnos
ahora un resultado, luego otro; siempre podemos haber visto mal... Es
decir, la experiencia es, por principio, incierta: cabe siempre dudar de ella.
Pues bien, la matemática no recibe nada de la experiencia. La matemática
es toda ella del entendimiento: proceder puro del entendimiento según su
propia ley. Las verdades que no admiten duda son verdades que no
dependen en absoluto de la experiencia sino que construye el
entendimiento en sí mismo. Este es el ideal de certeza, tomado de las
matemáticas: un proceder de la mente que signifique la imposibilidad
absoluta de dudar. (Es una construcción de la mente que no tiene que ver
en absoluto con lo arbitrario: las demostraciones matemáticas son
construcción mental y sin embargo son el modelo de lo obligatorio). Este es
el método que Descartes pretende aplicar a la filosofía para conseguir la
absoluta certeza y, sobre ésta, la unidad del saber.

El proyecto cartesiano de unificación del saber sigue el siguiente plan:


1º La formulación de un método.
2º La formulación de unas reglas de moral provisional (puesto que la
moral definitiva sólo puede ser establecida al final, junto con el cuerpo de
los saberes, y mientras tanto hay que seguir viviendo (para lo que se
necesita unas reglas de conducta provisionales)).
3º El desarrollo de las ciencias, comenzando con la metafísica,
siguiendo con la física y concluyendo con las demás.

Las reglas del método.

Sentado que lo fundamental para la constitución del saber estriba en el


método, Descartes se pone manos a la obra, y formula unas reglas o pasos
que definen el nuevo método (un método que ha de ser un verdadero "ars
inveniendi", es decir, que ha de servir para descubrir la verdad).

Las reglas del método se resumen en estas cuatro:


1ª Regla o regla de EVIDENCIA. Se debe partir de principios
racionalmente evidentes, o sea, no ha de aceptarse nada como verdadero si
no se lo conoce evidentemente como tal, con claridad y distinción. (Esta
regla establece la duda metódica)

2ª: Regla de ANÁLISIS: Dividir los problemas en sus elementos primarios,


los cuales se revelarán de inmediato como verdaderos o falsos. (Va de lo
complejo a lo simple).

3ª: Regla de SÍNTESIS: Reunir los conocimientos elementales evidentes


obtenidos por las dos primeras reglas en organismos
(deducciones)complejos. (Va de lo simple a lo complejo).

4ª: Regla de las COMPROBACIONES: Hacer en todo enumeraciones


completas y revisiones generales, como garantía de validez.

-Consideraciones a las reglas:

—En la primera regla (“sólo ha de tenerse por verdadero lo que se presenta


con absoluta evidencia intelectual”) se establece un nuevo concepto de
verdad, el concepto idealista-racionalista de la verdad como certeza... La
verdad ya no es (como era en el concepto tradicional) la adecuación del
pensamiento con la realidad, sino la adecuación del pensamiento
consigo mismo. La verdad es inmanente al espíritu, a la subjetividad
.- En la segunda regla -que es cronológicamente anterior a la primera- se
establece la resolución de los problemas en sus elementos simples, lo que
supone que un problema cualquiera está compuesto de ideas simples
(Descartes las llama ”naturalezas simples”) cuya verdad o falsedad se
revelaría inmediatamente a la intuición intelectual.
- En la tercera regla se reordenan las naturalezas simples en cadenas
deductivas de modo que todo enlace entre aquéllas se imponga con
evidencia. Si en la segunda regla la intención es asegurarse la verdad de las
ideas simples, en la tercera se trata de asegurarse la corrección de un
conjunto ordenado de ideas, es decir, del razonamiento.- La cuarta regla no
es más que una regla de precaución y limpieza, para evitar errores en la
aplicación del método. Intenta poner bajo la evidencia intuitiva todo el
conjunto de razones de un solo golpe de vista.

El éxito del método obtenido por Descartes en la geometría analítica(de


la que hablaremos en el último punto de este tema) le anima a aplicarlo a la
construcción de todo el edificio del saber. Advierte que debería empezar
por la metafísica (que es la raíz del saber), pero no comienza
inmediatamente, ya que comprende "que no debía acometer esta empresa
hasta llegar a una edad bastante más madura que la de 23 años". Se dedica,
en cambio, a prepararse para la futura tarea “desarraigando del espíritu
todas las malas opiniones que había recibido antes de esta época, reuniendo
muchas experiencias que fuesen luego materia de los razonamientos y
ejercicios del método”.

Ahora bien, mientras está a la búsqueda de su filosofía, no renuncia a "vivir


lo más feliz que fuera posible", para lo cual es necesario mantener una
moral provisional (la definitiva vendrá como el último fruto del método). A
Descartes le bastarán estas reglas:

Reglas de moral provisional:


1ª. La primera máxima expresa una actitud de prudencia y cautela... Puesto
que "no veía en el mundo ninguna cosa que permaneciera siempre en el
mismo estado" decide obedecer las leyes y costumbres del país donde a uno
le toca vivir, ser fiel a su religión y seguir las opiniones más aceptadas.
2ª. La segunda es una regla de resolución y firmeza: una vez que se ha
tomado una decisión, mantenerse firme en ella.
3ª La tercera (de clara inspiración estoica): "Procurar vencerme a mí mismo
antes que a la fortuna".
4ª Pasar revista a todas las ocupaciones posibles para elegir la mejor.
Descartes encuentra que la mejor es la filosofía, el cultivo de la razón.

1.1.2. El “COGITO” y los fundamentos de la certeza.

La aplicación del método a la metafísica (que es por donde debe empezarse


el edificio del saber) exige partir, según la primera regla, de una primera
verdad absolutamente evidente. Para poder asegurarse de que no da un paso
que no sea absolutamente cierto, Descartes comienza por someter todo a la
prueba de la duda, prueba que consiste en dejar fuera todo aquello de lo que
no sea imposible dudar. Esta duda es la "duda metódica universal", la cual
tiene las siguientes características:
a) Es Universal: Hay que dudar de todo si se quiere estar seguro de un
punto de partida absolutamente indudable.
b) Es Metódica: no es una duda escéptica, pues su finalidad no es
demoledora o escéptica, sino constructiva: pretende alcanzar la verdad.
Mientras que la duda escéptica es estacionaria, la metódica es un
instrumento provisional espoleado por el afán de verdad. No es un fin ni
una doctrina, sino un método, es decir, un camino. . . para llegar a la
verdad.
c) Es Teorética: en el sentido de que la duda no debe aplicarse al terreno de
los comportamientos éticos, sino sólo al plano de la teoría (la universalidad
se refiere a este plano). La razón de esto está en que no es posible
suspender el juicio en el terreno práctico, pues la vida nos exige actuar y
tomar decisiones en todo momento.

Descartes encuentra los siguientes motivos para dudar:


1. El primero se refiere a la información dada por los sentidos: si los
sentidos nos engañan a veces, podemos desconfiar de ellos siempre. (Es
prudente no fiarse nunca por completo de quienes nos han engañado ya una
vez). Con esto se duda que las cosas sean tal como nos las muestran los
sentidos.
2. El segundo es la imposibilidad de distinguir la vigilia del sueño, con lo
que se duda de la existencia misma del mundo extramental. Puedo dudar de
la realidad del mundo que percibo.
3. El tercer motivo afecta a las verdades de la lógica y de la matemática, y
es la hipótesis del genio maligno. Puede que exista un geniecillo maligno
que se ocupe de equivocarnos continuamente y allí donde creeríamos estar
más seguros. (Nuestro entendimiento pudiera estar constituido de tal
manera que se equivoque necesariamente y siempre que cree captar la
verdad).

Con estos motivos, Descartes puede pensar que todo es falso. Ahora bien,
hay algo que resiste toda duda, y es el hecho mismo de que dudo. Esto
es lo indudable: que estoy dudando... aunque me engañe en todo lo
demás, en esto no puedo engañarme: en que estoy pensando. He aquí la
primera verdad evidente: COGITO ERGO SUM... "cogito" (pienso) y
si pienso, soy. Este es el punto arquimédico que puede con todas las dudas,
la proposición apodíctica, la idea clara y distinta por antonomasia. Y no
sólo es la primera certeza, es también el prototipo de toda verdad y de toda
certeza; de modo que todo lo que se perciba con igual claridad y distinción
será verdadero. Estos serán los criterios de la certeza: claridad y
distinción. Un conocimiento es claro cuando se halla “presente y
manifiesto a un espíritu atento”. Un conocimiento es distinto cuando se
distingue de todo otro. Algo puede ser claro sin ser distinto (como un
dolor de muelas), pero no puede ser distinto sin ser claro. (De modo
que el criterio de la distinción es más propio). El criterio de distinción
está claramente tomado de las matemáticas, pues en ellas todo es
distinto, en el sentido de que está claramente delimitado frente a todo
lo demás.-
Comentario al "Cogito ergo sum".
—"Cogitare" significa "pensar", pero Descartes entiende por "pensar" algo
más general: todo acto de la conciencia: dudar, querer, concebir, imaginar,
afirmar, negar, soñar, etcétera.
El "Cogito ergo sum" no es una deducción o un silogismo (hay que partir
según el método de las naturalezas simples o intuiciones). El silogismo
sería:"Todo lo que piensa existe. Yo pienso. Luego yo existo". Es una
intuición intelectual o mental: la aprehensión inmediata de la conexión
necesaria entre pensar y existir. Intuyo, sin ninguna deducción, la
imposibilidad de mi pensar sin mi existir.
Algunos críticos (Hume, Nietzsche) consideran excesiva la introducción
del "yo". Descartes debería haberse limitado a decir "Pienso, luego hay
pensamiento" (sin sujeto, que no es evidente); o más bien: "Piensa (como
quien dice "llueve"), luego hay pensamiento". Según estos críticos no sería
legítimo pasar de un acto a una sustancia.

En busca de un fundamento de la certeza.—


A partir del punto en que se halla en posesión de la primera verdad (el
"cogito"), Descartes va en busca de recuperar todas las verdades. El sujeto
trata de recuperar el objeto (hasta ahora no hemos salido del ámbito del
cogito, pero hay quedar el salto a la realidad. Pero la hipótesis del genio
maligno no le deja avanzar. Se hace por ello preciso remover este
obstáculo. Descartes tiene que encontrar ahora una realidad que le ponga a
salvo del hipotético genio maligno y le asegure de la verdad de la
existencia de lo que es percibido con claridad y distinción. Pues bien, ello
tiene lugar por medio de la demostración de la existencia y de la veracidad
de Dios. Demostrado esto, se seguirá que todo lo que percibo con las notas
de claridad y distinción existe o es tal como yo lo percibo, pues si Dios me
ha creado, no hubiera querido que yo me engañase cuando creo estar
en lo cierto. Consiguientemente, Descartes se mete a probar la existencia
de Dios.- y ello a partir sólo, naturalmente, del cogito y de las ideas (pues
es lo único que tiene). Este será el modo de demostrar que la mente no
puede estar engañosamente constituida, teniendo a Dios veraz por autor.
(Obsérvese el círculo vicioso en que incurre aquí Descartes, pues intenta
demostrar a Dios como garantía de la veracidad de las ideas claras y
distintas... mediante el único instrumento que tiene a su alcance: las
pruebas racionales a priori, es decir, las ideas claras y distintas).

Dicho esto, subrayemos que Descartes hace descansar la certeza, por un


lado, en la intuición intelectual inmediata, y, por otro lado, en la veracidad
de Dios. (Volveremos al tema de Dios en el apartado correspondiente).

1.1.3. La teoría de la sustancia.


La definición cartesiana de sustancia es: aquello que no necesita de
nada más que ello mismo para existir. Esta definición, tomada
literalmente, sólo podría aplicarse propiamente a Dios, puesto que las
criaturas necesitan de Él para existir (sólo Él es autosuficiente)... Por esta
razón, Descartes distingue entre sustancia infinita, Dios, y sustancia finita
(de la cual se dice sustancia no en el mismo sentido que de Dios).
¿Qué sustancias finitas hay? Además de Dios, sabemos -puesto que se
nos presentan con las notas de claridad y distinción en el cogito- que hay
dos realidades conocidas que no se pueden reducir la una a la otra (y por
eso son sustancias, por su independencia entre ellas), y a las cuales se
pueden reducir todas las demás, a saber: la extensión y el pensamiento.
Por una parte, veo -dice Descartes- que nada pertenece a mi esencia (según
ésta es afirmada en el ”cogito ergo sum”) excepto que soy una cosa
pensante e inextensa. Y por otra parte, la extensión se afirma en el hecho de
que tengo una idea clara y distinta de los cuerpos como cosas extensas y no
pensantes.
Habrá, pues, dos sustancias finitas: aquella cuyo atributo es el
pensamiento y aquella cuyo atributo es la extensión. Como se ve, la
sustancia tiene un atributo fundamental que la define y que está supuesto en
todo lo que podemos decir de ella. Todos los demás caracteres o
disposiciones de la sustancia, que suponen el atributo fundamental, son las
diversas maneras o modos en que tiene lugar la sustancia. Descartes los
llama “modos”. Toda configuración espacial determinada es un modo de la
sustancia extensa; todo pensamiento determinado (en el sentido general de
"cogitare") es un modo de la res (sustancia) cogitans. Así pues, el cuadro de
las sustancias es el siguiente:

ATRIBUTO
MODOS
NO TIENE
INFINITA- DIOS PERFECCIÓN+INFINITUD (no sufre
modificaciones)
SUSTANCIA RES PENSAMIENTO IDEAS,
FINITAS COGITANS DESEOS, etc.
RES EXTENSIÓN FIGURA,
EXTENSA MOVIMIENTO.
La res cogitans abarca exclusivamente el pensamiento. Y todo lo
que no es el pensamiento, entre las sustancias finitas, es res extensa
(es decir, que no hay más que estas dos sustancias). La extensión es
el único ser de lo que percibimos como res extensa, porque es todo
lo que percibimos clara y distintamente de ello. Se eliminan así en
Descartes, como en Galileo y en Demócrito, las cualidades
secundarias y todo lo que no puede ser matematizado. Esto significa
una consideración geométrica de la sustancia corpórea. Al decir que
el atributo fundamental de los cuerpos es la extensión, Descartes
está diciendo que las únicas cualidades objetivas de los cuerpos son
las mensurables: la figura y el movimiento; mientras que las otras
cualidades no son reales, sino subjetivas (dependen del sujeto). La
sustancia extensa puede ser concebida falta de todas las cualidades
secundarias, que son confusas y oscuras, pero no privada de la
figura y el movimiento. Esta reducción es el fundamento del
mecanicismo: el movimiento de partes extensas será el único
principio de explicación de los fenómenos de la naturaleza.

El problema de la comunicación de las sustancias.

—Al distinguir tajantemente entre res cogitans y res extensa, Descartes cae
en el llamado dualismo sustancial (o trialismo, si tenemos en cuenta la
sustancia infinita), uno de los puntos flacos del cartesianismo, y en el
problema consiguiente de la comunicación de las sustancias (que es la
versión moderna del problema de las relaciones entre alma y cuerpo,
entre mundo material y mundo suprasensible). El problema es: si res
cogitans y res extensa son totalmente heterogéneas, ¿cómo pueden obrar
una en la otra? (Pues es evidente que lo hacen). La solución, un tanto
ridícula, que da Descartes a este problema consiste en suponer que el alma
y el cuerpo se encuentran en la glándula pineal (la única parte del cerebro
que no es doble, y que por tanto, arguye Descartes, puede unificar las
sensaciones que proceden de sentidos dobles). Pero, ¿cómo es esto posible?
¿Son entonces sustancias completas o incompletas, dependientes o
independientes? El problema de la comunicación de las sustancias no
ocupó sólo a Descartes. Las soluciones dadas a este problema por los
filósofos racionalistas, incluido el propio Descartes, son las siguientes:

1ª Considerar que debe haber alguna sustancia que sea a la vez pensante y
extensa. Es la idea que tiene Descartes al modificar o hasta contradecir su
tesis de que la sustancia pensante se define por no ser extensa y viceversa,
mediante la hipótesis de que el alma tiene su sede en la glándula pineal.

2ª Considerar que la sustancia pensante y la extensa no son más que


dos atributos de la única sustancia real: Dios. Es la solución de
Baruth Spinoza (1632-1677).

3ª Admitir que las sustancias pensante y extensa han sido previamente


ajustadas de tal modo por Dios, que pueden compararse a dos relojes que
marchan sincrónicamente, no por azar, ni por ser dos aspectos de un mismo
reloj, sino por una armonía preestablecida. Es la solución de Leibniz (1646-
1716).

4ª Considerar que cada vez que se produce un movimiento en el alma, Dios


interviene para producir el correspondiente movimiento en el cuerpo y
viceversa. Es la solución llamada "ocasionalista" de Malebranche (1638-
1715). Con "ocasión" de mi deseo de mover el brazo, Dios levanta mi
brazo.

1.1.4. El tema de Dios en la filosofía cartesiana.

Dios es sustancia infinita: existencia completa y suficiente. Es


perfecto y veraz (la veracidad se deriva de la bondad divina,
incluida en la perfección).
Al tratar de los fundamentos de la certeza vimos que la demostración de la
existencia de Dios era el primer paso que daba Descartes después de
descubrir el "Cogito"·. Veamos ahora las dos pruebas de la existencia de
Dios más importantes de las que formula Descartes: la ontológica y la
gnoseológica.-

--Prueba ontológica.- Es verdad aquello que percibimos clara y


distintamente. De un triángulo percibimos clara y distintamente que sus
ángulos suman dos rectos (por tanto, esto es verdad). Pero en la idea de
triángulo no percibimos clara y distintamente que exista en la realidad. Su
existencia no se puede intuir a partir de la pura noción de triángulo. En
cambio, de Dios sí, porque la noción misma de Dios incluye la existencia.
En efecto, la noción de Dios es la de un ser necesario e infinito, cuando el
hecho de no existir sería una limitación.-

--Prueba gnoseológica.- (Procedente de San Agustín). Tengo la idea de


Dios, es decir, del ser infinitamente perfecto. Tal idea ha de tener una
causa, pues todo cuanto existe tiene una causa. Pues bien, existen tres tipos
de procedencia de nuestras ideas:
a) Ideas facticias (producidas por mí), como la idea de centauro
b) Ideas adventicias (venidas de la experiencia), como la idea de
China.
c) Ideas innatas, ideas que encuentro en mi mente y que no son
facticias o arbitrarias, como la idea de triángulo.
La idea de Dios no es una idea adventicia, pues nada hay en la
experiencia infinitamente perfecto. Y tampoco puede ser una idea facticia,
construida a partir de la idea de lo finito por vía negativa (como había
sostenido Tomás de Aquino). Según Descartes, es al revés: mi idea de lo
finito supone la de lo infinito (no podríamos ser conocedores de nuestra
finitud y de nuestras limitaciones a no ser que pudiéramos compararnos con
la idea de un ser infinito y perfecto).
Por lo tanto, la idea de Dios ha de ser una idea innata (una idea que se
encuentra en mi mente. Ahora bien, ¿puedo ser yo la causa de tal idea,
como lo soy de la idea de triángulo? No, porque en la causa ha de hallarse
al menos tanta perfección como en el efecto. Siendo yo imperfecto, no
puedo ser la causa de una idea perfecta. Luego su causa ha de ser Dios
mismo. (Queda así demostrada, por la presencia en mí de la idea de Dios, la
existencia del Mismo).

Al margen de las demostraciones de su existencia, las funciones de Dios


en la filosofía de Descartes son de tres tipos: gnoseológica, física y
teológica.
a) La función gnoseológica de Dios en el sistema de Descartes.-Como
vimos en su momento, la demostración de la existencia de Dios
proporciona el fundamento de la certeza, de la realidad de nuestras
evidencias, y permite así el salto del pensamiento -del cogito- a la
realidad... Dios existe; Dios es un ser perfecto; un ser perfecto no puede no
ser veraz; por tanto, Dios, que me ha creado, no puede engañarme.
Ya en su época se le acusó de círculo vicioso, porque no se puede
demostrar la existencia de Dios más que confiando en la evidencia de las
ideas claras y distintas, y no es posible confiar en esta evidencia más que
cuando ha sido demostrada la existencia de Dios... Descartes contestó que
la evidencia inmediata (intuitiva) es suficiente por sí misma, pero la
veracidad divina es necesaria para garantizar la fidelidad de los
razonamientos (intuiciones sucesivas en que interviene la memoria)(con lo
que Descartes o se contradice acerca de la certeza de la evidencia- o
traslada el círculo vicioso de las intuiciones a las deducciones).
En todo caso, en la medida en que Dios es el fundamento último de la
certeza, representa la clave de bóveda del sistema de Descartes. Hay que
subrayar aquí este papel central de Dios en la filosofía racionalista de la
Edad Moderna: la razón y la verdad dependerían en última instancia del
poder de Dios. En esto ha solido verse una herencia escolástica, de la que
sólo se liberará el pensamiento en la Ilustración.
b) La función de Dios en la física. En la física, Dios sirve para explicar el
origen del movimiento. Dios es la primera causa del movimiento y
conserva constante (por razón de su inmutabilidad) la cantidad de
movimiento del mundo.
c) La función teológica de Dios. En el aspecto teológico, Dios es causa
creadora y conservadora de las sustancias finitas.

1.2. Matemáticas e ideal deductivo en la filosofía racionalista.

Ya desde el Renacimiento (como hemos visto en Kepler y Galileo) se


había abierto paso la idea de raíz pitagórica de que las matemáticas son la
clave y el lenguaje para describir la naturaleza. La nueva física que surge
entonces -caracterizada a menudo por los estudiosos como físico-
matemática-, se distingue de la antigua precisamente en el uso de las
matemáticas, con la consiguiente matematización de la realidad natural que
analizamos al hablar de las características de la nueva ciencia.
Los racionalistas del siglo XVII pretenderán extender el dominio de las
matemáticas, que tan buenos frutos daba en la física, a la filosofía entera, es
decir, a todo el orden del saber. (Recordemos que un ideal deductivo
semejante lo llevamos viendo desde Platón -en su ciencia de la dialéctica o
de las ideas- y Aristóteles -con su ideal silogístico del saber científico).
Quien expresó del modo más característico este ideal deductivo-
matemático fue Leibniz, con su pretensión de establecer una "mathesis
universalis" (una matemática universal), esto es, un procedimiento de
cálculo que emplee en lugar de símbolos matemáticos, los conceptos del
lenguaje filosófico. Con el procedimiento matemático de ese cálculo, todo
el saber filosófico podría ser establecido para siempre, de manera que no
habría más controversias sobre tales cuestiones: bastaría con sacar la
libreta, por así decir, y ponerse a calcular, para zanjar toda disputa y
establecer lo indudable. A este ideal le subyace la idea, expresada por el
propio Leibniz, de que toda verdad es una verdad de razón, por lo mismo
que todo lo que ocurre tiene una razón suficiente (la conexión entre el
orden de razones suficientes en la realidad - es decir, de las relaciones de
causalidad- y el orden de verdades en el conocimiento, es la tesis en que
descansa todo racionalismo).
En cuanto a Descartes, ya hemos visto que la esencia del método consiste
en el procedimiento matemático, entendiendo por tal el proceder puro de
lamente que se atiene a su propia ley. Las cuatro reglas del método
pretenden extraer lo mejor del método axiomático empleado en la
matemática: partir de axiomas o verdades absolutamente evidentes, e ir
deduciendo con reglas bien definidas. Los axiomas o principios primeros
son establecidos por la facultad de la intuición (que aprehende las
naturalezas simples), y el resto de las verdades se establecen por
deducción. Intuición y deducción son las dos facultades sobre las que se
edifica todo el saber clara y distintamente.
Fue precisamente la matemática lo que puso a Descartes en el camino del
método, en lo que tuvo especial importancia sus propios descubrimientos
en geometría analítica. Descartes había conseguido la matematización de la
geometría tradicional, que empleaba todavía intuiciones sensibles
(representaciones en la imaginación sensible). Descartes elimina estas
representaciones mediante la expresión algebraica de las figuras
geométricas por las coordenadas cartesianas. Sobre estas coordenadas,
Descartes crea una nueva geometría -la geometría analítica-, síntesis de
geometría y álgebra, cuyo principio es el siguiente: cada punto del plano
(del espacio) está definido por dos cantidades (matematización): el punto P
es (X1 , y1 ), el punto Q es (x2, y2 ), etc.; una curva está definida por
aquella ecuación que establece la relación entre las cantidades x e y válida
para cualquier punto de la curva. Una vez determinada la expresión en el
nuevo sistema de ciertos hechos geométricos fundamentales, se opera
“algebraicamente” con las ecuaciones de las líneas en vez de hacerlo
espacialmente sobre las líneas mismas, con lo que se simplifica y se hace
más "claro y distinto" el cálculo.

El Racionalismo (Descartes, Spinoza, Leibniz)

Descartes
1. La Modernidad 4. Principales aspectos de 5. Clases de ideas
2. Vida y obras de su Fª 6. Objetividad de las ideas
Desc. - Unidad del saber 7. Estructura de la
3. Objetivos de - Dos modos de conocimiento realidad
Descartes
8. Recapitulación
- Necesidad del método
- La duda como método

Spinoza
1. Biografía y obras
2. La noción de sustancia
3. El monismo panteísta
4. El orden de lo real

Leibniz
1. Biografía y obras
2. El concepto leibniziano de sustancia
3. El principio de razón suficiente
4. Verdades de hecho y verdades de
razón
5. El problema de la libertad
6. Dios y el principio de razón suficiente

Resumen sobre el Racionalismo


a) Ideal de ciencia deductiva
b) El influjo del modelo matemático
c) Raíces antropológicas de la Fª
racionalista
d) Noción racionalista de libertad

RACIONALISMO Y AUTONOMÍA DE LA RAZÓN


1. Introducción: El comienzo de la Modernidad

Con Descartes, en el s. XVII, comienza la filosofía moderna. En palabras de Hegel:

«Con Descartes entramos [...] en una filosofía propia e independiente. [...] Esta
filosofía erigida sobre bases propias y peculiares abandona totalmente el
terreno de la teología filosofante [...] para situarse al otro lado. [...] Este
pensamiento [...] se afirma y se hace fuerte como tal, relegando a segundo
plano y rechazando como ilegítima la exterioridad muerta de la autoridad.»
[Lecciones sobre la historia de la filosofía, III].
La nueva etapa del pensamiento que Descartes inaugura se caracteriza por la autonomía
absoluta de la filosofía y de la razón frente a las autoridades religiosas o civiles tradicionales. A
partir de ahora, la razón no se sentirá sometida a otra autoridad distinta de ella misma. La
razón se considera el juez supremo a quien corresponde determinar lo verdadero y conveniente
en el conocimiento, en la vida política y en la moral. Matemáticas y Geometría ejemplifican
ahora el ideal del nuevo saber a fomentar.
Por Racionalismo se entiende la primera corriente filosófica de la Modernidad (s. XVII® ),
inaugurada por Descartes y a la que pertenecen también Leibniz, Espinosa y Malebranche.
Sostiene que nuestros conocimientos válidos y verdaderos sobre la realidad no proceden de los
sentidos, sino de la razón, de nuestro entendimiento. Dos afirmaciones fundamentales respecto
al conocimiento:

[1ª] Nuestro conocimiento acerca de la realidad puede ser construido


deductivamente a partir de ciertas ideas y principios evidentes,
independientes de la experiencia -ésta sólo proporciona materiales
necesarios, pero confusos-.

[2ª] Las ideas y principios son innatos al entendimiento: éste los posee en
sí al margen de toda experiencia sensible. A esto se llama innatismo: hay
ideas innatas, connaturales al entendimiento, que no son generalizaciones a
partir de la experiencia sensible.

El racionalismo se opone al «Empirismo» -la respuesta surgida en el s. XVIII al racionalismo


del XVII. Principales representantes: Locke, Berkeley y Hume. Mantiene que todos nuestros
conocimientos proceden, en último término, de los sentidos, de la experiencia sensible-.

2. Vida y obras de Descartes

Nace el 31-3-1596. Tercer hijo de un consejero del Parlamento de la Bretaña. Entre 1604-1612
estudia en La Flèche, con los jesuitas, sobre todo lógica, filosofía y matemáticas. Desde el
inicio, estudiante bien dotado y deseoso de adquirir conocimientos:

«Aunque sometió a fuertes críticas la educación tradicional que había recibido (tanto
que, al dejar el colegio, renunció durante algún tiempo al estudio) no sintió
resentimiento hacia sus maestros ni desprecio por su sistema de educación. (...)
Siempre habló de los jesuitas de La Flèche con afecto y respeto, y consideraba su
sistema de educación como muy superior al que proporcionaban la mayoría de las
demás instituciones pedagógicas. Por sus escritos queda claro que había recibido la
mejor educación posible dentro de la estructura tradicional» [Coplestone].
Repasando lo aprendido, descubrió que no estaba basado en fundamentos sólidos.
Irónicamente dice:
«La filosofía nos enseña a hablar con una apariencia de verdad sobre todas las cosas,
y hace así que seamos admirados por los menos sabios». «Aunque ha sido cultivada
durante siglos por los mejores espíritus, no encontramos todavía en ella ninguna cosa
sobre la cual no se dispute, y que no sea, por tanto, dudosa».
El 10-11-1619, tres sueños consecutivos le convencieron de que su misión era la búsqueda de
la verdad mediante el empleo de la razón (cuando tuvo la oportunidad, siendo soldado del
ejército de Maximiliano de Baviera, en Neuberg, junto al Danubio, de reflexionar mucho en
solitario). Desde 1628 vivió en Holanda, donde permaneció hasta 1649.

Escribió:

* El tratado sobre el mundo, no publicada hasta 1677 por la condena de Galileo.

* Discurso sobre el Método y la recta conducción de la Razón y la búsqueda de la Verdad en


las Ciencias, 1637, junto con ensayos sobre los meteoros, la dióptrica y la geometría.

* Reglas para la dirección del espíritu. Parecen escritas en 1628, aunque publicadas
póstumamente.
* Meditaciones Filosofía Primera, en latín, junto con una serie de críticas y objeciones por parte
de los teólogos y las respuestas de Descartes a ellas.

* Otra edición de las Meditaciones, junto con la séptima serie de objeciones y respuestas de
Descartes.

* Principios de Filosofía, en 1644, en latín. Traducidos en 1647 al francés por el abad Claude
Picot.

* Las pasiones del alma, 1649.

* La búsqueda de la verdad por la luz natural, diálogo inacabado. En 1701 apareció una
traducción latina.

En septiembre de 1649 se trasladó a Suecia, a invitación de la Reina Cristina. Los rigores del
invierno, junto con la práctica de la reina de hacerle acudir a las cinco de la mañana a la
biblioteca (él, que estaba acostumbrado a pasar mucho tiempo en la cama), fueron demasiado
para él y no pudo resistir un ataque de fiebre a finales de enero de 1650. El 11-2 murió.

Siempre fue hombre moderado y de disposición agradable. Nunca se casó, porque entendió
que una vida retirada y tranquila era esencial para su obra. Siempre profesó la fe católica y tuvo
una actitud respetuosa al hacerlo. No parece que su objetivo deliberado fuera construir un
nuevo sistema filosófico enfrentado a los dogmas católicos tradicionales. En general, evitó
siempre las discusiones puramente teológicas. Opinaba que el camino del cielo está tan abierto
tanto a las ignorantes como a los doctos, y que los misterios revelados exceden a la
comprensión humana. Como filósofo y matemático, no teólogo, se ocupó de problemas que, en
su opinión, pudieran ser resueltos con la luz de la sola razón.

3. El objetivo de Descartes

• El logro de la verdad filosófica mediante el uso de la razón. («Quería dedicarme por entero a
la búsqueda de la verdad». D.M., 4.) Intentaba desarrollar un sistema de proposiciones
verdaderas en el que no se diese por supuesto nada que no fuera evidente por sí mismo e
indudable. Todo el edificio debía reposar sobre un fundamento seguro, de forma que el sistema
fuera impermeable a los ataques corrosivos del escepticismo.

• Su concepción de la filosofía: «Filosofía significa el estudio de la sabiduría, y por sabiduría


entiendo no solamente la prudencia en la acción, sino también un conocimiento perfecto de
todas las cosas que el hombre puede conocer, tanto para orientar su vida y conservar su salud
como para la invención de todas las artes» (P.F., Carta Prelim.).

• Filosofía incluía en Descartes no sólo la metafísica, sino también la física o filosofía natural, (=
el tronco del árbol de las ciencias), de la que se derivan la medicina, la mecánica y la moral.
Por moral, «entiendo la más alta y más perfecta ciencia moral que, presuponiendo un
conocimiento completo de las demás ciencias, es el último grado de la sabiduría» (Ibid.).
Reconoce un gran valor práctico a la filosofía. Cree que debe «abrir a cada uno el camino por
el que pueda encontrar en sí mismo, y sin tomarlo de otro, todo el conocimiento que le es
esencial para la dirección de su vida» (B.V.;A.T., IX B,3. Pero nunca elaboró una ciencia moral
sistemática, de acuerdo con su propio plan.

Es indudable que, al menos en cierto sentido, rompió deliberadamente con el pasado.

[1º] Decidió comenzar desde el principio, sin confiar en la autoridad de


ningún filósofo anterior (el exceso de confianza en Aristóteles hasta ese
momento había provocado muchos retrasos en filosofía y en la ciencia en
general, sobre todo en Astronomía y en Física). Prefería confiar en su propia
razón que en la autoridad.

[2º] Había resuelto evitar aquella confusión de lo claro y lo evidente con lo


que es solamente una conjetura más o menos probable, de lo que acusaba
a los escolásticos. Sólo admitiría el conocimiento cierto.

[3º] Pretendía alcanzar ideas claras y distintas, para trabajar sólo con
aquellas y rechazar las que no tenían un sentido claro (p.ej., los escolásticos
no decían nada claro al distinguir sustancia de extensión o cantidad de
sustancia incorpórea.

• Descartes concedió poco valor al saber histórico o libresco en general. Romper con el
pasado no significaba rechazar todo cuanto otros filósofos habían tenido por verdadero. No
pretendió nunca ser el primer hombre que descubriese proposiciones filosóficas verdaderas.
Sólo quería encontrar y aplicar el método adecuado para la búsqueda de la verdad, un
método que le capacitaría para demostrar verdades en un orden racional y sistemático,
independientemente de que antes hubieran sido conocidas o no. Así podría construir una
filosofía cierta y bien ordenada, con la que oponerse al escepticismo, más que al
escolasticismo.

• Su ideal: un sistema orgánicamente conectado de verdades científicamente bien


establecidas, ordenadas de tal modo que la mente pase de verdades fundamentales evidentes
por sí mismas a otras verdades evidentes implicadas por las primeras. Se trataba de hacer que
las verdades se ajusten a un esquema racional, del mismo modo que lo hacían las
matemáticas.

4. Aspectos importantes de la filosofía cartesiana:

[1º] Unidad del saber y necesidad de método

- Las distintas ciencias son manifestaciones de una única sabiduría humana.

- La sabiduría es única porque la razón humana es una sola, aunque aplicada a diversos
objetos.

- Si la razón es única, interesa conocer su estructura y funcionamiento, para conocer sin error.

[2º] Dos modos de conocimiento:

- Intuición: Especie de «luz o instinto natural» por el que captamos sin posibilidad de error, y
de forma inmediata, los conceptos simples que surgen de la razón misma. La intuición de las
naturalezas simples es el punto de partida para la

- Deducción: Es una intuición sucesiva de las naturalezas simples y de las conexiones entre
ellas. Se ejerce de dos modos: 1º) Análisis, hasta descomponer el objeto en sus elementos
más simples; 2º) Síntesis, reconstruyendo deductivamente lo complejo a partir de lo simple.

Este es el único método que responde a la dinámica de la razón única. Pero sólo se ha
empleado así en matemáticas, donde ha posibilitado un progreso extraordinario. Es necesario,
por tanto, extenderlo a todos los ámbitos del saber. Por tanto,

[3º] Necesidad del método (cfr. texto 1º)

- La deducción ha de realizarse según un orden para no perdernos en oscuras meditaciones.


- La construcción del sistema debe fundamentarse sobre una verdad absolutamente cierta.
¿Cómo? Eliminando todo aquello que admita la menor posibilidad de duda. De ahí

[4º] La duda como método. Distintos niveles:

1º. Desconfianza ante la información procedente de los sentidos (cfr. 2a).

• Pero no afecta a la existencia del mundo que nos rodea, de las cosas que percibimos. Si los
sentidos nos inducen a veces a error, ¿qué garantías tenemos de que no lo hacen siempre?

* Objeción: No serán tan malos informadores cuando nos han permitido sobrevivir.
Pero la física moderna, la astronomía, la óptica, etc., no se fía de ellos, del sentido
común: Teoría de la relatividad, geometrías de Riemann (ej. de Copérnico: la tierra gira
en torno al sol y no al revés).
2º. Imposibilidad de distinguir cuándo soñamos/cuándo estamos despiertos (= solipsismo!).

• No afecta a las verdades matemáticas, de la geometría o la aritmética (cfr. 3b).

• La viveza de algunas impresiones recibidas en sueños es extraordinaria, y ciertamente nos


confundimos algunas veces. Aunque todos tenemos criterios para distinguir la vigilia del sueño,
estos no sirven para fundamentar una certeza absoluta.

* Objeción: Descartes exagera, ha perdido el sentido común. Pero su objetivo es no


dar ningún paso en falso. Se ve que soñaba con las matemáticas, triángulos, etc., y
nunca los veía deformados.
3º. Hipótesis de un genio maligno empeñado en confundirme/equivocarme.

• No afecta, a pesar de su radicalidad, a una primera certeza absoluta: Yo soy. Si no existiera,


no podría ser engañado. Por tanto, aunque al pensar me equivoque, es innegable que «Pienso,
luego existo». Esta hipótesis equivale a suponer que tal vez mi entendimiento es de tal
naturaleza que se equivoca necesariamente y siempre cuando cree haber captado la verdad.
Es algo parecido a lo que hará Nietzsche: suponer que el hombre está mal hecho, que es
incapaz de captar la verdad y que vive de ilusiones y voluntad de poder. Pero Descartes, como
racionalista, opina que el hombre, utilizando adecuadamente su razón, puede llegar a la verdad
en todos los campos del saber.

* La objeción de Kant: Pienso, luego existo no tiene por qué ser verdad: existe mucha
gente que no piensa.
4º. Análisis de la primera certeza, prototipo de las demás:

• Me descubre como cosa que piensa, distinta a la realidad exterior. Puedo dudar de todo,
menos de que existe un ser que duda. Por tanto, mi existencia está exenta de toda duda o error
posible.

• Sustancia pensante: = que tiene su razón de ser en sí misma, no en nada exterior a ella;
semejanza con la aristotélica en propiedades esenciales y accidentales; = mente, inteligencia,
alma, razón, etc. Su actividad consiste en pensar, dudar, entender, afirmar, negar, querer o no
querer, imaginar, sentir, etc.

• Se diferencia de la realidad exterior en que su naturaleza es sólo pensar.

* Objeción: ¿no necesita para existir de ningún lugar, cosa material, cuerpo, etc.?
¿Cómo podría ser lo que es si no existiera el cuerpo? Idealismo inaceptable: se sitúa al
margen de la historia, de la naturaleza, como las matemáticas. Descartes se creía una
raíz cuadrada! Supongo que después de los madrugones no pensaría igual.
• La primera certeza es modelo de toda verdad porque la capto con total claridad y distinción
-Intuitivamente-. Aquí tenemos una referencia al primer modo de conocimiento: Por intuición
captamos las ideas simples, las más fáciles de captar y sin posibilidad de error, sin necesidad
de demostración, inmediatamente. Es el que nos muestra las verdades de la matemática,
aritmética y geometría.
Pero, ¿no hay deducción en matemáticas o en geometría? ¿No está condicionado
nuestro conocimiento intuitivo por nuestro inconsciente, nuestros deseos, intereses,
etc.? ¿Acaso las cosas más simples como las leyes de Kepler, las de Newton, las de la
termodinámica, etc., no han exigido largos años de investigación y sofisticadas técnicas
matemáticas? ® Hay que matizar las afirmaciones de Descartes.
• Las ideas complejas, sin embargo, las conocemos por demostración, lo que supone
posibilidad de dar pasos en falso si no utilizamos el método adecuado. Por tanto, tenemos ya el
criterio de certeza: será verdadero todo lo que perciba con igual claridad y distinción. Esto
valdrá como regla general.

5º. El «salto» de las ideas a la realidad objetiva

• Problema: ¿cómo demostrar, a partir de la primera certeza, la existencia de una realidad


exterior al pensamiento? Contamos con dos elementos: el pensamiento (= actividad) y las
ideas (= objetos del pensamiento). Ej: «Yo pienso que el mundo existe»: →el yo que piensa
(existencia indudable); →el mundo exterior al pensamiento (= realidad dudosa); →las ideas de
mundo y existencia que indudablemente poseo (si no, no podría pensar que el mundo existe).
Conclusión: el pensamiento piensa siempre ideas (en Descartes, las ideas son una
representación o fotografía que contemplamos, no una lente a través de la cual percibimos las
cosas). Por tanto, ¿cómo garantizar que a la idea de mundo corresponde una realidad efectiva,
el mundo tal como es, más allá de las descripciones que hacemos de él?

• La actividad del pensamiento consiste en pensar (manejar, relacionar, procesar) ideas.

• Las ideas pueden ser consideradas bajo dos aspectos: En cuanto actos mentales (= modos
de pensamiento), todas tienen la misma realidad (10a); en cuanto poseen un contenido
objetivo, son muy distintas entre sí: más importantes las que representan sustancias que las
que representan accidentes o modos.

5. Clases de ideas

[1] Adventicias: Parecen provenir de nuestra experiencia externa (hombre, árbol, colores).

[2] Facticias: Las que construye la mente a partir de otras (p.ej.: un Pegaso). Ambas son
cuestionables. Ninguna puede servirnos para demostrar la existencia de la realidad extramental
porque no tenemos certeza de que exista el mundo exterior, realmente (contra las adventicias)
y porque no tenemos garantía de la verdad de las segundas al ser construidas por el
pensamiento.

[3] Innatas: pocas, pero las más importantes: las posee el pensamiento en sí mismo
(pensamiento, existencia, Dios).

[→Por tanto, el punto de partida del edificio racionalista serán las ideas innatas.]

6. La realidad objetiva de las ideas: Toda idea se origina en una causa real, extramental.

• Dios como idea innata, necesariamente existente, que fundamenta la existencia del
mundo exterior. La idea de infinito, innata, = idea de Dios (no puede ser adventicia porque no
tenemos experiencia directa de Dios, y tampoco facticia [¿cómo demostrar que no es facticia?];
sabemos que algo es finito porque tenemos la idea de infinitud). →Si la idea como realidad
objetiva exige una causa real adecuada, la idea de un ser Infinito debe tener una causa infinita,
→luego el ser Infinito existe (12a-12b).

• Existencia del mundo: Puesto que Dios existe y es infinitamente bueno y veraz, no puede
engañarme dejándome creer que el mundo existe; →luego el mundo existe. Por tanto, Dios
garantiza la existencia del mundo exterior y de la adecuada correspondencia de mis ideas con
ese mundo exterior. Pero Descartes no indica que a todas mis ideas les corresponda una
realidad extramental: Dios sólo garantiza la existencia de extensión y movimiento (como
Galileo), nada más. A partir de aquí podrán deducirse las demás cualidades de la física.

7. La estructura de la realidad

[Sustancia infinita (= Dios); sustancia pensante (= yo); sustancia extensa (= los objetos físicos).]
Sustancia es una cosa que existe de tal modo que no necesita de ninguna otra cosa para
existir. Pero tal definición sólo puede ser aplicada de modo absoluto a Dios.

Nota: El objetivo último de Descartes al afirmar que alma y cuerpo, pensamiento y extensión
constituyen sustancias distintas es salvar la autonomía del alma respecto de la materia.
Descartes comparte la concepción mecanicista y determinista del mundo material existente en
la ciencia clásica, donde no quedaba lugar alguno para la subjetividad. En este universo, la
libertad del ser humano sólo podía salvaguardarse sustrayendo el alma del mundo de la
necesidad mecanicista, y esto exigía situarla como una esfera independiente y autónoma de la
materia. Esa independencia de alma y cuerpo es la aportación central del concepto cartesiano
de sustancia.

8. Recapitulación

* La problemática de la autonomía y la libertad como origen y objetivo último de la filosofía de


Descartes.

* Giro radical en la evolución del pensamiento occidental

* Objetivo de Descartes: salvaguardar la autonomía del alma respecto de la materia, frente a la


concepción mecanicista y determinista del mundo medieval, donde no quedaba lugar alguno
para la libertad. La libertad sólo podía conservarse sustrayendo el alma del mundo de la
necesidad mecanicista; para ello había que situarla como una esfera independiente y autónoma
de la materia. Esta idea de independencia entre alma y cuerpo es la que aporta el concepto de
cartesiano de sustancia. Pero, ¿es evidente que yo soy distinto de mi cuerpo y que puedo
existir sin él?

* Solipsismo idealista exacerbado.

* ¿Existe un yo al margen de la historia, de la economía, de la sociedad, de los demás?

BARUCH SPINOZA
Biografía: Amsterdam, 1632. Descendiente de judíos españoles. Formado intelectualmente en
la religión y filosofía judías tradicionales, y en la filosofía de Descartes. Excomulgado y
expulsado de la Sinagoga en 1656, se trasladó a La Haya, donde vivió modestamente como
pulidor de vidrios para lentes. Murió en 1677 (44 años).
Obras:

• Reforma del entendimiento (tratado acerca del método)


• Tratado teológico-político
• Ética more geometrico demonstrata.

1. La noción de sustancia
En Descartes, la noción de sustancia incluía:
a) la autonomía e independencia de la sustancia expresada en su
definición -no necesita de otra cosa para existir-.

b) la percepción clara y distinta de la autonomía de la sustancia y de su


independencia respecto de cualquier otra sustancia.
La definición de Spinoza:
«Por sustancia entiendo aquello que es en sí y se concibe por sí: esto es,
aquello cuyo concepto, para formarse, no precisa del concepto de otra cosa».
Es decir: sustancia es aquello que existe por sí mismo y es conocido por sí mismo. Esta
definición implica que entre el orden del conocimiento y el orden de la realidad existe una
correspondencia perfecta: lo que existe por sí mismo es conocido por sí mismo, y lo que es
conocido por sí mismo existe por sí mismo.

2. El monismo panteísta
• Spinoza entiende la realidad como un todo único, en el que cada parte remite a la totalidad y
en ella encuentran su justificación y fundamento. A esta sustancia única y total le llama Deus
sive Natura (Dios o Naturaleza). A esta doctrina de Spinoza se le conoce como monismo
panteísta.
• Spinoza opina que la sustancia creada debe entenderse necesariamente como una sustancia
producida por Dios. No hay pluralidad de sustancias ni diversas sustancias creadas. Las partes
no son autosuficientes; lo es el todo. La sustancia infinita posee infinitos atributos, de los cuales
conocemos el pensamiento y la extensión. Existe una sustancia infinita, única, que se identifica
con la totalidad de lo real. Cada atributo se realiza en distintos modos: almas y cuerpos
particulares.

3. El orden de lo real
• «El orden y conexión de las ideas es el mismo que el orden y conexión de las cosas».
Este es el fundamento de todo su sistema filosófico. Implica:
a. Que todo lo real y cada una de sus partes están relacionadas entre sí.
La realidad tiene la misma estructura que un sistema geométrico -cada
proposición y teorema se vinculan estrechamente con los demás-. A partir de
ciertos axiomas y definiciones se deduce en forma de teoremas la estructura
de la realidad.
b. La conexión entre las ideas y proposiciones de un sistema geométrico-
matemático es necesaria, continua e intemporal.
Por tanto, todas las conexiones entre el orden del pensamiento y el de la realidad serán
también necesarias, continuas e intemporales. Spinoza, pues, contempla la realidad desde el
modelo geométrico -more geometrico- y desde una perspectiva intemporal, como desde la
eternidad -sub specie aeternitatis-.

LEIBNIZ
• Biografía: Nace en Leipzig (1646) y muere en 1716. Formación en el pensamiento
aristotélico, platónico, escolástico y cartesiano. Doctor en Derecho -19 años- y dedicación a la
política/carrera diplomática. Conoció los trabajos matemáticos de Pascal e inventó el cálculo
infinitesimal en 1676. Conoció a Spinoza y a otros filósofos importantes de la época.
• Obras:

• Discurso de Metafísica. El sistema nuevo de la naturaleza y de la comunicación de las


sustancias.
• Monadología
• Nuevos ensayos acerca del entendimiento humano (análisis de la obra de Locke)
• Ensayo de Teodicea

[1] El concepto leibniziano de sustancia (mónada)


Leibniz comparte la noción cartesiana de sustancia como realidad autónoma e independiente
de cualquier otra. De Descartes rechaza:
- la idea de que la extensión es la esencia de la sustancia material;
- sus explicaciones mecanicistas del movimiento.
• Según Leibniz, existen infinidad de sustancias simples, a las que llama mónadas. Las causas
por las que las mónadas intervienen en los procesos naturales o actúan son internas a ellas
mismas; no actúan por influjo exterior. Ninguna sustancia interviene, modifica o determina la
acción de las demás. (Malebranche: Las sustancias no se afectan unas a otras. Es Dios quien
interviene con ocasión -ocasionalismo- de ciertos fenómenos naturales).
• El orden que observamos en el universo se debe a la existencia de una armonía
preestablecida: Dios creó las mónadas y las ordenó de tal modo que el resultado de sus
acciones en conjunto fuese armónico y racional.

[2] El principio de razón suficiente


a. Verdades de hecho y verdades de razón
En el análisis de nuestro conocimiento, distingue Leibniz dos tipos de verdades:
i) Verdades de razón: Se captan por mero análisis de los términos de una
proposición: «La recta es la línea más corta entre dos puntos». Respetan
siempre el principio de no-contradicción: «El conjunto ocupa más espacio que
las partes».
ii) Verdades de hecho: Se captan por experiencia o estudio e investigación:
«Los visigodos invadieron la Península» no se conoce por mero análisis del
término visigodo o de Península. El fundamento de estas verdades es el
principio de razón suficiente: todo lo que existe o sucede debe tener una razón
para existir o acaecer. Bastaría conocer las razones del expansionismo
visigodo para deducir que invadirían la Península.
b. El problema de la libertad
Leibniz defendió siempre la libertad del ser humano para actuar conforme a su voluntad, y eso
explica su recurso a la distinción entre verdades de hecho y de razón. Pero las verdades de
hecho se reducen prácticamente a las de razón o analíticas: la razón suficiente de los visigodos
para invadir Iberia estaba presente en cada uno de los dirigentes godos; luego analizando bien
el carácter y personalidad de los godos descubriríamos que «invadirían Iberia antes o
después».
Leibniz intentó defenderse de estas objeciones argumentando que:
i) El entendimiento humano tendría que realizar un análisis casi infinito del
término «visigodo», y esto es imposible. Sólo por experiencia terminaremos
sabiendo lo que harán los godos, no deductivamente.
ii) Pero existe otra diferencia: las verdades de razón se refieren a esencias
-son V independientemente de que existan o no los objetos a los que refieren:
los tres ángulos de un triángulo suman dos rectos, existan o no triángulos-,
mientras que las verdades de hecho se refieren a existencias -sólo son V si
existen los objetos referidos por ellas-.
c. Dios y el principio de razón suficiente
Según Leibniz, las verdades de razón se fundamentan en el entendimiento divino, y las
verdades de razón en la voluntad divina, que ha decidido crear un mundo con objetos tales
como los visigodos y la Península. La razón para que Dios creara este mundo y no otro
diferente es que este es el mejor de todos los mundos posibles, y eso explica su creación.
Luego ni el mismo Dios sería libre para crear un mundo distinto de éste.
Resumen sobre el Racionalismo
a. Ideal de ciencia deductiva, siguiendo el modelo matemático: Podemos
deducir todo el sistema de conocimiento a partir de ciertas ideas y principios
evidentes o axiomas.
b. El influjo del modelo matemático introdujo, además:
• La convicción de que el ámbito de la razón y del
pensamiento obedece a reglas estrictamente
necesarias: unas cosas se deducen de otras, como en
matemáticas o en lógica.
• Se vuelve problemática la idea de libertad en un
sistema tan rígido y riguroso: Por eso Spinoza negó
que existan hombres libres, y afirmaba que «la libertad
no es más que ignorancia de lo que nos determina».
• Convicción de que nuestro pensamiento refleja
perfectamente el orden de la realidad y se corresponde
con lo que en ella sucede.
• La correspondencia pensamiento-realidad provocó
un notable menosprecio de la experiencia: el
pensamiento es capaz de descubrir la estructura de la
realidad sin recurrir a la experiencia. Esto explica la
creencia en ideas y principios innatos, no extraídos de
la experiencia, a partir de los cuales se puede construir
nuestro edificio cognoscitivo.
• Recurso último a Dios para garantizar la
correspondencia entre el orden del pensamiento y el
orden de la realidad: un Dios perfecto y veraz que no
puede engañarnos (Descartes); un Dios que crea un
universo armonioso/ordenado (Leibniz); y un Dios
totalmente identificado con la naturaleza (Spinoza).

c. Raíces antropológicas de la filosofía racionalista:


• La motivación última de la filosofía racionalista no
es tanto el interés por el conocimiento científico-teórico
de la realidad cuanto una profunda defensa de la
libertad y dignidad racional del hombre.
• Todo el propósito de Descartes se resume en
«aprender a distinguir lo verdadero de lo falso, con
el fin de ver claro en mis acciones y caminar con
seguridad por esta vida» (Discurso). Se pretende
fundamentar en la razón el uso de la libertad, para
que el uso racional de ésta haga posible alcanzar
la felicidad y perfección humanas.
• Para Spinoza, el conocimiento de la realidad es
una condición previa para conocer la naturaleza
humana y saber cómo alcanzar la felicidad que nos
corresponde.

d. Noción racionalista de libertad


• Descartes separa el alma del cuerpo de manera
mucho más radical que Platón: los considera
sustancias autónomas e independientes. De ahí que
en Descartes se agudice el problema del conflicto
entre pasiones/tendencias naturales y las partes
inferior o superior del alma. Las pasiones, según
Descartes, son involuntarias (el alma no controla su
origen e influencia), inmediatas y con frecuencia
irracionales (esclavizan al alma). La tarea del alma
respecto a las pasiones es intentar someterlas a los
criterios de la razón, con la fuerza de voluntad
necesaria.
• El yo, la sustancia pensante, se reduce a dos
facultades: entendimiento y voluntad. Uno u otra
explican todas nuestras acciones. La existencia de
libertad es innegable -una de las primeras nociones
innatas-; el hombre alcanza su perfección sólo
mediante el ejercicio de su libertad. Y gracias a ella
dominamos nuestras acciones y conducta.
•. Para el hombre, la libertad consiste en elegir lo
que es propuesto como verdadero y bueno por el
entendimiento, no en la mera indiferencia ni en la
posibilidad absoluta de negarlo todo (eso sería
ignorancia).
• Para que el alma sea libre y feliz, debe liberarse de la
esclavitud a que la someten las pasiones (Descartes).
En Spinoza, sólo se es libre y alcanzamos la felicidad
cuando el alma (nuestro entendimiento) consigue un
conocimiento claro y distinto de las cosas. Dejaremos
de odiar y sentir temor cuando conozcamos las causas
que determinan los fenómenos en la naturaleza.
• Para Spinoza, la libertad consiste en el
conocimiento cada vez más profundo del orden
natural y en la aceptación racional de sus
procesos. De este modo conoceremos al mismo Dios
(conocer la naturaleza y conocer a Dios se identifican).
• Muchos han visto la profunda influencia de los
estoicos en Spinoza: determinismo total, necesidad de
aceptar el determinismo como destino y orden
racional; necesidad de liberarse de las pasiones,
intelectualismo -salvación/felicidad por el
conocimiento- y reducción de la libertad a la razón.

© Miguel Moreno Muñoz, 1998

HISTORIA DE LA CIENCIA

Prof.: Fco. Fernández Buey

TEMA 3
Ciencia, concepción del mundo y ética en los orígenes de la ciencia europea moderna.
Galileo Galilei y el Dialogo sobre los dos máximos sistemas

1. La revolución científica

El conjunto de fenómenos socioculturales que se conoce con el nombre de “revolución


científica” tiene una dimensión cronológica muy amplia (desde mediados del XVI hasta finales
del XVII) y se basa en: el desarrollo de las poblaciones urbanas, la extensión del comercio y de
la industria, la existencia de medios más eficaces de transporte, la ampliación de los mercados,
el aumento constante de la producción de mercancías en función de la ampliación de los
mercados, la sustitución de los servicios forzosos por el pago al contado, la rápida difusión de
la imprenta por toda Europa y el establecimiento de relaciones intensas y permanentes entre
intelectuales y científicos del sur, norte y centroeuropa [Problema interesante: simultaneidad de
la lengua franca (el latín) y de la implantación de las lenguas nacionales].
Desde el punto de vista económico puede hablarse de la configuración de una economía-
mundo (Wallerstein); desde el punto de vista de la historia de las ideas esa época empieza
presentándose, en Italia, como un “renacimiento” y se concibe luego como una “gran
restauración” (Bacon, Instauratio magna, 1620).

La mutación socioeconómica, que está en la base de la “revolución científica”, afectó primero a


unas pocas ciudades de Italia, Holanda, Alemania del norte y España, luego también a Francia,
y Gran Bretaña; y finalmente a Dinamarca y Polonia. Se puede decir que en esta época hubo
una interrelación entre la resolución de problemas prácticos que da lugar a las invenciones
técnicas, las transformaciones técnicas que alientan el espíritu científico y los descubrimientos
científicos que producen nuevos cambios técnicos.

Francis Bacon ha considerado como arquetipos del mundo moderno tres inventos: la imprenta,
la pólvora y la brújula. [Aunque, en realidad, reinvenciones: la imprenta surge en China en el
siglo XI, la pólvora en el IX y la brújula en el X. Cf. Needham, Historia de la ciencia y de
civilización en China; y la discusión sobre la explicación comparada de la evolución de China y
Europa desde el siglo XVI].

El espíritu científico-técnico que caracteriza esta época (sobre todo, como se verá, en sus fases
segunda y tercera) se puede sintetizar en tres palabras: método, experimento y cálculo.
Resume bien esto la frase de Galileo Galilei en Il Saggiatore:“La naturaleza está escrita en
lenguaje matemático”.

2.Fases de la revolución científica.

Es habitual dividir la época de las revoluciones científicas en tres fases o momentos.


[Panorámica general: R.Lenoble/Y.Belaval, “La revolución científica del siglo XVII”, en Historia
general de las ciencias, al cuidado de R. Taton, vol. II (La ciencia moderna) segunda parte (El
siglo XVII), págs. 213-236. Siguen siendo interesantes las consideraciones histórico-filosóficas
de L.W.H. Hull en Historia y filosofía de la ciencia capítulo 5, “La geometría celeste”, pág. 157 y
ss.].

- La primera fase, preliminar o preparatoria, de la revolución científica corresponde


cronológicamente a la época del Renacimiento. Es la época de Leonardo da Vinci (Manuscritos
de 1491 y 1493), de Nicolás Copérnico (De revolutionibus Orbium celestium, 1543), de Vesalio
(primera descripción anatómica completa del cuerpo humano: De Humani Corporis Fabrica,
1543), de Vannuccio Biringuccio (Pirotechnia: industria metalúrgica, vidriera y química, 1550),
de Georg Bauer, llamado Agrícola (De re metallica, descripción de minerales y metales), de
Jean Fernel (sobre fisiología y patología, 1497-1558), del médico-filósofo Paracelso (1493-
1541) y los iatroquímicos, en Basilea.

- La segunda fase (1550-1650) se desarrolla durante la Contrarreforma y las guerras de


religión, en Francia (1560-1598), Países Bajos (1572-1609) y Alemania (1618-1648), el
establecimiento de los Estados Generales en Holanda (1576) y la creación de la
Commonwealth (1649). Es la época de Giordano Bruno (1548-1600), de Tycho Brahe (1546-
1601), de J. Kepler (1571-1630), de Galileo Galilei, de Gilbert (1600, magnetismo, imantación
de la tierra), de Harvey (1628, circulación de la sangre). Es también la época en que se plantea
la cuestión del método científico moderno: Novum Organum, 1620; Discurso del método, 1637.
Fue aquélla una época sin igual en el plano de la astronomía y de la cosmología. A finales del
siglo XVI Giordano Bruno propone una justificación muy especulativa del sistema copernicano
que tuvo la virtud de llamar la atención de sus contemporáneos. La teoría copernicana se
convirtió en tema de conversación y debate. Pero Bruno murió en la hoguera en 1600. A Tycho
Brahe se debe el proyecto de creación del primer instituto científico que ha existido en el
mundo: Uranienburgo, en la isla de Hveen, Dinamarca. Propuso también un sistema
copernicano con respecto a la Tierra inmóvil. Johannes Kepler, que fue inicialmente ayudante
de Brahe se estableció en Praga en la corte de Rodolfo II. A él se debe la idea de las órbitas
elípticas. Una fecha de este período conviene recordar: la década de 1620. En esos años se
sustituyó la física de las cualidades por la Física cuantitativa; el Cosmos jerarquizado por un
universo “indefinido” y el mundo sentido de la percepción inmediata por el mundo pensado del
matemático (HGC cit. pág.214).

- La tercera fase corresponde ya a la época de la Restauración (1650-1690). Es la época de


Boyle, de Hooke, de Huygens. Algunos historiadores de la ciencia amplían la extensión de esta
fase hasta mediados del siglo XVIII [A. Rupert Hall, La revolución científica. Cf. bibiografía].

3. De Leonardo a Galileo

Se ha discutido mucho entre historiadores sobre la continuidad o discontinuidad entre


Renacimiento y “revolución científica”. Herbert Butterfield, al comparar la revolución científica
del XVII con fenómenos socioculturales de tanta importancia como el Renacimiento o la
Reforma ha podido decir, polémicamente, que, por comparación con la “revolución científica”
estos otros han sido sólo “meros episodios”, “simples desplazamientos internos dentro del
sistema medieval cristiano”. Es cierto que, como fenómeno histórico, la revolución científica de
esta época tiene un carácter que puede considerarse único: se trata de una revolución que se
produjo con laceraciones en el marco de la cultura europea pero sin rompimiento, en la
continuidad, y sin influencias culturales externas de nota. En general lo que llamamos
“revolución” no se vivió como tal (salvo, tal vez, en unas cuantas cabezas) sino como un
fenómeno ambivalente de discontinuidad y continuidad: de ruptura con el pasado y de retorno a
las ideas de una cultura más antigua, de mayor envergadura y más filosófica: el humanista que
no rechaza toda autoridad anterior sino que elige ventajosamente entre autoridades (los
trabajos matemáticos de Apolonio y de Arquímedes citados por Kepler) para romper el
monopolio de Aristóteles y de la doctrina aristotélica.

Si se compara la época de florecimiento de Leonardo da Vinci (la transición del XV al XVI) con
la época de florecimiento de Galileo Galilei (el primer tercio del siglo XVII) es posible resaltar
algunos cambios significativos:

1. Se ha pasado de la omnisciencia del “hombre del Renacimiento” a la progresiva separación


de los saberes (separación, por ejemplo, de la astronomía y la mecánica respecto de la
teología y de la filosofía].

2. De la mezcla de géneros (diario personal/tratado asistemático/dibujos/diagramas/proyectos)


a la delimitación cada vez más precisa de los géneros (tratado para unos/diálogo para otros).

[Referencia a la línea: Brunelleschi, Leon Battista Alberti [Tratado de la pintura y De re


aedificatoria], Piero della Francesca [De prospectiva pingendi], Luca Pacioli [Divina proporción],
Leonardo da Vinci [Cuadernos de notas/Codice Atlantico]: Matemática /estudio de las
proporciones/ aplicaciones arquitectónicas/ estudio de la perspectiva/ aplicaciones a la pintura y
a la escultura/ estudio del hombre como microcosmos/ importancia de los estudios anatómicos/
hombre medida de todas las cosas/ ciudad pintada/ ciudad imaginada en función de la teoría de
las proporciones/ ciudad ideal/ paso del estudio de los problemas técnicos al estudio de
problemas artísticos y a la filosofía moral y política].

3. Se ha pasado de un punto de vista holístico, globalizador, totalizador, organicista, a un punto


de vista analítico. Por ejemplo, en la discusión sobre el movimiento anual de la Tierra alrededor
del Sol:”Concedamos por ahora que el mundo es finito, esférico y tiene su centro y no infinito e
ilimitado, cosa aún no probada, y concentrémonos en los argumentos acerca de cuál es ese
centro. Procedamos a la investigación particular de la situación propia de tal centro”].

4. De la matemática como correspondencia con la armonía de las esferas (movimientos


concordantes, música inaudible) a la matemática como instrumento formal para la explicación
de un universo (tal vez) infinito (Bruno, como afirmación deducida del heliocentrismo
copernicano; Galileo como hipótesis todavía por probar) en el que el lugar de los humanos ha
perdido su papel central.

5. De la concepción cualitativa del movimiento (movimiento como génesis, generación) a la


concepción cuantitativa del movimiento (movimiento local): critica del organicismo finalista
(teleológico) aristotélico y afirmación de la mecánica.

6. De la idea de movimiento absoluto a la idea de la relatividad del movimiento local.

7. De la tendencia a la humanización de todo lo existente a la “desmoralización”


(desantropomorfización) de la ciencia.

8. En la organización institucional de los conocimientos, de la “bottega” (taller) al Instituto, al


Laboratorio, a la Academia.

4. De Copérnico a Galileo Galilei

Para contextualizar el pensamiento de Galileo es de justicia hacer una referencia a Nicolás


Copérnico un nombre que aparecerá constantemente en sus principales obras y que simboliza
(al menos desde Kant) el más importante giro en la historia del pensamiento humano.
Copérnico fue el primero que propuso la sustitución del cosmos cerrado y jerárquico de la
Antigüedad y de la Edad Media por el universo homogeneo e infinito de los modernos. De
origen polaco, había nacido en la Pomerania (Prusia polaca) hijo de un burgués de Cracovia.
Copernico estudió en Bolonia, Padua y Ferrara.

El punto de partida de su nueva teoría de los movimientos planetarios fue el desacuerdo


reinante entre los matemáticos y astrónomos para representar con exactitud los movimientos
aparentes (“salvar las apariencias”,“dar cuenta de las apariencias”, dirían luego Andreas
Osiander, supervisor de la obra de Copérnico, y el propio Galileo) y permanecer fieles al
principio del movimiento circular uniforme de los cuerpos celestes (HGC cit.75). A partir de la
constatación de esta insatisfacción Copérnico se volvió hacia aquellos autores que, como el
griego Aristarco (en el siglo III a. de C.), habían defendido la idea heliocéntrica (una idea que
siempre había sido minoritaria). Halló entonces que esta idea permitía una buena explicación
de los fenómenos celestes (buena = más racional = más simple). A partir de ahí postuló en
1543, en De revolutionibus orbium coelestium, un sistema de esferas que giraban alrededor del
sol, en vez de alrededor de la Tierra, introduciendo la hipótesis de la rotación de nuestro
planeta y demostrando detalladamente cómo éste sistema podía explicar todas las
observaciones astronómicas.

Al parecer, Copérnico mantuvo en secreto su obra durante años (él dice que lo que
recomendaba el poeta Horacio, 9 años, multiplicado por 4). Parece, por otra parte, que sus
observaciones astronómicas fueron escasas y poco precisas; en la práctica su sistema entero
no resultó mejor que el de Ptolomeo. Las razones que tuvo para establecer su sistema fueron
más bien filosófico-místicas y estéticas, más que científicas:

Pienso que es mucho más fácil creer esto que confundir el asunto suponiendo
un enorme número de esferas, como tienen que hacer quienes consideran a la
Tierra en el centro. Nosotros seguimos más bien a la naturaleza que no
produce nada que sea vano o superfluo y frecuentemente dota a una causa
con múltiples efectos [...].

En medio de todo se encuentra entronizado el Sol. Dentro de este bellísimo


templo, ¿acaso podríamos colocar a esta luminaria en alguna posición mejor
para que iluminara a la vez todo el conjunto? Con toda justicia se le han dado
/al Sol/ los nombres de la Litrerna, la Mente y el Gobernante del universo.
Hermes Trismegisto lo llamó el Dios visible y Electra, la de Sófocles, lo
nombraba como el Omnividente. Adsí el Sol se encuentra asentado en un
trono real, gobernando a sus hijos los planetas que circulan a su alrededor. La
Tierra tiene a su servicio a la luna. Como dice Aristóteles, en su De animalibus,
la Luna tiene la relación más estrecha con la Tierra. Por otra parte, la Tierra
concibe gracias al Sol y queda preñada con una periodicidad anual.

En principio, cuando apareció la primera comunicación de la idea de Copérnico, hacia 1533, en


la época del Papa Clemente VII, Roma no objetó nada ni contra la teoría ni contra el autor. Pero
cuando se publicó el De revolutionibus, en 1543, la cosa se complicó por un prólogo (no
firmado) de Andreas Osiander (Al lector, sobre las hipótesis de esta obra) en el que,
precisamente para evitar conflictos con la Iglesia, se mantenía una concepción fenomenista de
la ciencia: el único fin de la Astronomía es “salvare apparentias”, no encontrar las causas
ocultas ni los movimientos reales de los cuerpos celestes, sino sólo relacionar y ordenar las
observaciones por medio de hipótesis que permitan calcular, prever y predecir las posiciones
visibles y aparentes de los planetas. Las hipótesis, según esto, no tienen por qué ser
verdaderas ni verosímiles sino simplemente sencillas y adecuadas al cálculo. El cardenal
Roberto Bellarmino atribuyó el prólogo al propio Copérnico (quien, sin embargo, tenía una
concepción realista de la ciencia).

La difusión de la obra de Copérnico en las décadas siguientes del siglo XVI en Alemania,
Países Bajos, Italia e Inglaterra, fue lenta, pero no encontró grandes obstáculos ni produjo
grandes conmociones hasta finales de siglo, a pesar de que contradecía implícitamente la
visión de la Biblia y de Aristóteles. La Iglesia católica parece haber advertido ese peligro, ya en
la última década del siglo XVI, a partir de las intuiciones de Giordano Bruno sobre la idea de
infinitud del universo (“Un Universo infinito, inmenso y no enumerables poblado por infinitud de
mundos semejantes al nuestro”, 1584, 1591); los protestantes vieron antes el peligro: Lutero y
Melanchton condenaron la nueva doctrina mucho antes que la Iglesia católica y también fueron
científicos protestantes los primeros en oponer objeciones a la teoría de C. En esos años el
argumento que más contó fue este” la teoría contradecía el sentido común y hacía todo más
difícil. [Para todo esto: HGC, cit. págs.71-90].

La propuesta de Copérnico se concretó en 1551 con unas tablas astronómicas que mejoraban
los cálculos anteriores. Pero sólo unos pocos astrónomos apreciaron el nuevo sistema como
método para mejorar sus cálculos. Las objeciones principales que se hicieron a la propuesta de
Copérnico se pueden seguir bien leyendo el Diálogo sobre los dos máximos sistemas del
mundo de Galileo Galilei(1632).

Las objeciones contra el sistema copernicano se dividían básicamente en dos: ideológicas y


científicas. Las objeciones ideológicas se basaban en la autoridad de Aristóteles y en ciertos
pasos de las Sagradas Escrituras inequívocamente contrarias. Las objeciones científicas
aducían:

1º que el sistema copernicano repugnaba al sentido común, iba contra la evidencia que
proporcionan los sentidos del hombres;

2º que este sistema no explicaba cómo la Tierra, al girar alrededor del Sol, no producía fuertes
corrientes de viento;

3º que el sistema copernicano tampoco explicaba por qué la Tierra, al moverse, no desviaba a
los cuerpos en su caída.

5. El Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo

Nacido en 1564, Galileo Galilei puede ser considerado como un científico-filósofo entre dos
siglos. Estuvo científicamente activo desde la última década del siglo XVI hasta su muerte, en
1642. A finales del siglo XVI, cuando tenía alrededor de treinta años trabajaba ya en cuestiones
de mecánica y de dinámica relacionadas con la caída de los graves, o en la resolución de
problemas técnicos (en 1593 inventó una máquina para elevar el agua), pero se interesaba
igualmente por la teoría astronómica de Copérnico, se ocupaba de la cuestión de las mareas y
se carteaba con Kepler. Sus principales descubrimientos los hizo, sin embargo, en el primer
tercio del siglo XVII y en él publicó también las obras por las que ha pasado a la historia de la
ciencia moderna: 1610, El Sidereus Nuncius (Mensajero sidéreo); 1613: Cartas sobre las
manchas solares; 1616: Discorso del flusso e reflusso del mare; 1622: Il Saggiatore; 1630-
1632: Diálogo sobre los dos máximos sistemas del mundo; 1633-1638: Discorsi e
dimostrazioni matematiche intorno a due nuove scienze. [Buena cronología con suficiente
detalle en Antología al cuidado de Víctor Navarro: Península, Barcelona,1991]

G.G trabajó en la redacción del Diálogo desde 1625. Volvió a él, tras un período de
enfermedad, en 1629 y lo acabó en 1630. Ese mismo año la obra se leyó en Pisa y G. viajó a
Roma para solicitar el permiso de impresión. Esta se concluyó en Florencia en 1632. Pero
inmediatamente después se prohibió su venta y G. recibió la orden de comparecer ante la
Inquisición en Roma, donde fue interrogado en 1633 y se le amenazó con la tortura. El 22 de
junio de 1633, en el gran salón de Santa María sopra Minerva, G. abjuró. A partir de entonces
se le concedió abandonar Roma e instalarse en Siena.

• 5.1. Una hipótesis, una fantasía

En el Prólogo al “discreto lector” [Galileo, Antología, ed. de Víctor Navarro, Península,


Barcelona, 1991, pág. 121 y ss.] G.G. declara que “ha tomado en el discurso la parte
copernicana, procediendo en pura hipótesis matemática e intentando por todos los medios
representarla superior, no a la [hipótesis] del reposo de la Tierra absolutamente considerado,
sino [a esta hipótesis] tal y como la defienden algunos que, de profesión peripatéticos, sólo
conservan el nombre, contentos como están, sin pasear, de adorar las sombras, y no
filosofando según su propio criterio, sino trayendo a colación cuatro principios mal entendidos”.

El prólogo trata de evitar en todo momento el enfrentamiento con la autoridad eclesiástica por
el procedimiento de declarar:

1º que “todas las experiencias realizadas en la Tierra son medios insuficientes para concluir su
movilidad y pueden adaptarse indiferentemente tanto a la tierra móvil como en reposo”,

2º que si se refuerza la hipótesis copernicana es sólo “como si hubiera de quedar ésta


absolutamente victoriosa por razones de simplificación de la astronomía, no como necesidad
de la naturaleza”,

3) que su discurso es como “una fantasía ingeniosa” en la que, por ejemplo, se resuelve el
problema de las mareas como si la Tierra se moviese.

En ese punto G. se permite la siguiente broma:

Espero que con estas consideraciones el mundo sabrá que si otras naciones
han navegado más, nosotros no hemos reflexionado menos, y que afirmar el
reposo de la Tierra y adoptar lo contrario sólo como capricho matemático no
nace de no tener en cuenta cuanto otros han pensado sobre ello, sino de esas
razones que la piedad, la religión, el conocimiento de la divina omnipotencia y
la conciencia de la debilidad del ingenio humano nos imponen (ibid. 122).

El Diálogo mantiene siempre el mismo talante. Así, por ejemplo, cuando Salviati argumenta en
favor del movimiento diurno de la tierra su conclusión contraria a la tesis tradicional la expone
diciendo que “estas cosas no os las presento como leyes intocables, sino como motivos que
tienen alguna verosimilitud”, a lo que añade una consideración repetidas muchas veces, ya en
este siglo, por K Popper: que “entiende perfectamente que una sola experiencia o concluyente
demostración que se tuviera en contra bastaría para derribar estos y otros cien mil argumentos
probables” (ibib. 149). De lo que se trata, en opinión de Galileo, es de dar cuenta de las
apariencias. Ya en conclusiones, después de haber puesto en evidencia las opiniones
tradicionales en la persona de Simplicio y de haber defendido con múltiples argumentos la tesis
heliocéntrica y el movimiento de la Tierra, G. repite todavía que “no pretende ni ha pretendido
de otros el asentimiento que yo mismo no concedo a esta fantasía, que muy fácilmente podéis
aceptar como una vanísima quimera y una solemnísima paradoja” (Diálogo, en Antología cit.
pág. 217). Seguramente todo eso tiene que entenderse como una forma de “captación de la
benevolencia” (del lector y de la autoridad).

• 5.2. La forma

G.G. justifica la adopción de la forma diálogo “por no estar restringido a la rigurosa observancia
de las leyes matemáticas”. [En este sentido, y para preguntarse qué es realmente pensamiento
científico, puede ser interesante la comparación formal entre el Dialogo y los Discorsi e
demostrazione matematiche intorno a due nuove scienze]. A continuación Galileo presenta a
sus personajes: Giovanni Francesco Sagredo, de muy ilustre familia veneciana y de agudísimo
ingenio; Filippo Salviati, el verdadero protagonista del diálogo, portavoz de las ideas del autor,
presentado como sublime ingenio que se complacía con las más exquisitas especulaciones; y
un filósofo peripatético, “a quien nada impedía tanto el conocimiento de la verdad como la fama
que había alcanzado por sus comentarios a Aristóteles”, al que da el sintomático nombre de
Simplicio.

El diálogo se desarrolla en la más pura tradición platónica (en el texto se advierte eso, de
pasada, en un par de ocasiones), haciendo valer el instrumento socrático de la mayéutica,
utilizando en los pasos decisivos el truco formal según el cual el científico renovador hace
recordar al simple ignorante, de tal manera que el paso del sentido común (equivocado,
erróneo) al pensamiento verdadero (aunque presentado en este caso en forma de conjetura,
hipótesis o fantasía) aparece como un desvelamiento que al mismo tiempo es una
reminiscencia, un recuerdo provocado de lo en realidad sabido-pero-olvidado por la fuerza
histórica de la opinión vulgar o cotidiana o por la fuerza del dogma aristotélico.

Es importante tener en cuenta, sin embargo, que aunque el Diálogo es una refutación en toda
regla de la cosmología y de la dinámica aristotélica Galileo expresa varias veces en él su
admiración por el saber de Aristóteles y su habilidad como lógico y filósofo. Es más: afirma
taxativamente que el propio Aristóteles habría llegado a conclusiones semejantes a las
expuestas en su hipótesis o conjetura si hubiera dispuesto de los datos de que se dispone en
1630. De manera que lo que impide a los aristotélicos contemporáneos aceptar la tesis
heliocéntrica y la nueva teoría del movimiento local es más bien la conversión en dogma de la
doctrina aristotélica, la cristalización en sistema de un punto de vista que su origen pudo estar
equivocado (por falta de datos y de conocimiento) pero que no era dogmático.

• 5.3.Del movimiento cualitativo al movimiento cuantitativo

La Jornada primera empieza con una crítica del concepto aristotélico de movimiento. De ahí se
pasa a la crítica de la distinción de naturaleza entre cielo y tierra, donde niega G.G. que el
movimiento circular corresponda sólo a los cuerpos celestes y afirma que conviene a todos los
cuerpos naturales móviles. En su opinión, Aristóteles ha deducido mal y con error del
movimiento circular lo que ha asignado a los cuerpos celestes (ibid. 133-134). Pero, por otra
parte, también en este paso G. afirma la superioridad de Aristóteles sobre los aristotélicos al
distinguir entre método de exposición (en el que parece que las cosas se presenten como a
priori) y método de investigación (que tampoco pudo ser, en el caso de A. muy distinto del de
Galileo, pues, como dice éste, el mismo A.” antepone las experiencias sensibles a todos los
razonamientos” [ibid. 137-138].
Esto conduce finalmente, en el Diálogo, a la generalización de la crítica del organicismo
finalista aristotélico.

• 5.4. El problema del método

Todavía en la Jornada primera hay dos pasos interesantes para precisar el distanciamiento
galileano del punto de vista aristotélico:

1º] Al criticar la distinción aristotélica (y tradicional), de naturaleza, entre cielo y tierra, que ha
conducido a postular un movimiento circular para los cuerpos (impenetrables, incorruptibles,
etc.) en los cielos y un movimiento rectilíneo para los cuerpos que se mueven en el planeta
Tierra, G.G afirma que una cosa es hablar o escribir de lógica y otra actuar o comportarse
lógicamente. Ese paso (que suena de forma muy parecida a otros escritos
contemporáneamente por Descartes) termina con un alejamiento radical de la lógica silogística
característica de la escolástica, frente a la cual G. defiende el papel de las matemáticas a la
hora de aprender a probar, a demostrar:

“La lógica es el órgano con el cual se filosofa; pero de la misma manera que
puede darse que un artífice sea excelente en la fabricación de órganos, pero
indocto en hacerlos sonar, así se puede ser un gran lógico, pero poco experto
en servirse de la lógica [...] Tenemos a muchos que se saben de memoria toda
la poética y después no aciertan ni siquiera a componer cuatro versos; y otros
dominan todos los preceptos de Da Vinci y no sabrían pintar ni un taburete. No
se aprende a tocar el órgano con los que saben hacer órganos, sino con los
que lo saben tocar. La poesía se aprende con la lectura continua de los poetas;
a pintar se aprende dibujando y pintando continuamente; a demostrar, con la
lectura de libros llenos de demostraciones, que son los matemáticos y no los
lógicos” (ibid. 133).

El nuevo método nace, pues, postulando la matematización del discurso. Esto es cosa sabida.
No lo es tanto, en cambio, o no se suele tener suficientemente en cuenta, contra qué se postula
la matematización del pensamiento sobre la naturaleza. El objeto de la crítica de Galileo en el
Diálogo no es principalmente la verbalización, la retórica, el discurso sólo humanístico, y menos
aún el uso de metáforas, la metaforización, la aproximación metafórica a los temas científicos,
cuanto la lógica como mero juego formal, la silogística de los peripatéticos tardíos porque
esteriliza el pensamiento, por el dogmatismo que conlleva. Tratándose de un filósofo realista
como era Galileo, este punto de vista expresado en el Diálogo se compadece bien con la
afirmación hecha en Il Saggiatore, a saber: que la naturaleza está escrita en lenguaje
matemático. Si la naturaleza está escrita en lenguaje matemático es natural que el lenguaje
usado por el filósofo realista sea también el matemático. O más precisamente todavía: el del
geómetra (al hablar de aquellos libros en los que se puede aprender a demostrar, de los libros
llenos de demostraciones, G. aludía inequívocamente a los libros de los geómetras contra los
libros de los “lógicos”, contra la silogística escolástica).

2º/ Confirma esta interpretación de la cosa el segundo paso aludido. En él G. argumenta su


alejamiento del proceder aristotélico en base a una combinación de motivos que, con lenguaje
de ahora, podríamos llamar “retóricos” y “cosmovisionarios”:

“No os preocupéis --le dice Salviati a Simplicio después de haber puesto de


manifiesto un paralogismo del discurso aristotélico-- ni del cielo ni de la Tierra,
ni temáis por su subversión, ni tampoco por la de la filosofía. En cuanto al
cielo, vano es que vos temáis acerca de lo que vos mismo reputáis inalterable
e impasible; en cuanto a la Tierra, nosotros tratamos de ennoblecerla y
perfeccionarla, por cuanto que procuramos hacerla semejante a los cuerpos
celestes, y en cierto modo ponerla casi en el cielo, de donde vuestros filósofos
la han arrojado. La misma filosofía no puede sino salir beneficiada de nuestras
disputas, porque si nuestros pensamientos son verdaderos, se habrán
conseguido nuevas realizaciones; si falsos, al rebatirlos, las doctrinas
anteriores recibirán más confirmación. Preocuparos más bien de algunos
filósofos y ved de ayudarlos y de sostenerlos, que en cuanto a la misma
ciencia, ésta no puede sino avanzar” (ibid. 135).

Galileo quiere dar cuenta de las apariencias, salvar las apariencias. En ese plano hay que
probar o demostrar. Para ello argumenta matemáticamente (geométricamente). Pero Galileo
quiere también persuadir, convencer a los otros, hacer plausible su punto de vista incluso a
aquellos que tienen otra visión del mundo. Para lo cual no duda en elaborar argumentos
retóricos, metacientíficos o “cosmovisionarios” que tienen que ver con la discusión científica
propiamente dicha pero que la rebasan, como éste de “ennoblecer la Tierra”, cuyo objeto es,
precisamente, contrarrestar el prejuicio antropomórfico todavía dominante en la época. La tesis
heliocéntrica era filosóficamente interpretada de ordinario por los filósofos tradicionales, a
finales del XVII y durante el primer tercio del siglo XVII, como el final de la centralidad
existencial del hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. También los historiadores de la
ciencia han visto en la revolución copernicana y en el proceder galileano la afirmación del
naturalismo y si no el final, sí, al menos, una importante corrección del antropocentrismo. Las
acusaciones inquisitoriales presentadas contra Giordano Bruno (que fue el primero en declarar
abiertamente la infinitud de un universo heliocéntrico, esto es, la idea de “un universo infinito,
inmenso y no enumerable, poblado por infinitud de mundos semejantes al nuestro”) se explican
en parte como una reacción de los representantes de la cosmovisión tradicional contra este
desplazamiento del hombre terrícola del centro del universo.

Pues bien, Galileo presenta aquí las cosas como si la consecuencia filosófica del
heliocentrismo tuviera que ser precisamente la contraria: un “ennoblecimiento” de la Tierra y
una elevación de los terrícolas, por así decirlo, “a los cielos,” contra el punto de vista de la
filosofía tradicional, aristotélica, que es interpretada ahora, con ironía y, en cierto modo, con
verdad, como una propuesta de “arrojamiento” de la tierra fuera del sistema de los cuerpos
celestes.

Es evidente que todo eso son juegos, más o menos analógicos y metafóricos, del lenguaje.
Pero juegos que tienen una gran importancia en el surgimiento de la moderna ciencia de la
naturaleza como pieza de cultura; juegos verbales que, en la obra de Galileo, acompañan a las
demostraciones matemáticas y se superponen a ellas.

Vale la pena tener esto en cuenta porque cuando se afirma --con verdad-- que uno de los
rasgos característicos de la ciencia moderna en su origen fue el progresivo abandono de la
forma de explicación verbal y su sustitución por la matemática, esta verdad sólo lo es
plenamente si se predica del tuétano mismo del discurso científico de los siglos XVI y XVII, el
cual tuétano vivió siempre (en Copérnico, en Kepler, en el propio Galileo, como se ve)
recubierto de huesos, tejidos y músculos sin los que es dudoso que hubiera logrado
componerse una figura astronómica o cosmológica aceptable por quienes tenían que aceptarla,
al fin y al cabo hombres (matemáticos y astrónomos también) con prejuicios y recursos
retóricos no muy distintos de los de G. y los copernicanos en general.

El tratamiento retórico y metafórico reaparece de nuevo en la crítica metodológica del principio


de autoridad y la afirmación de la razón, de la libertad de pensamiento. Así, en la Jornada
segunda G. argumenta a favor del movimiento diurno de la tierra. Arranca con una conocida
crítica del principio de autoridad: Pero si se abandona a Aristóteles --dice Simplicio--¿quién
servirá de escolta en la filosofía? Nombrad a algún autor.- A lo que Salviati contesta:

Hay necesidad de escolta en los países desconocidos y salvajes, pero en los


lugares abiertos y llanos sólo los ciegos necesitan guías; y quien es tal, mejor
que se quede en casa. Pero quien tenga ojos en la frente y en la mente, de
ésos se ha de servir como escolta /.../ Nuestros razonamientos han de versar
sobre un mundo sensible y no sobre un mundo de papel (ibid. 143-144).

Lo cual no por estar bien visto y bien dicho dejará de contradecirse:


1º con la manifiesta preferencia de Galileo por los geómetras y matemáticos (y si se profundiza,
habría que decir: no por cualesquiera de ellos) frente a los lógicos escolásticos, lo que implica
siempre eligir otra tradición por la que guiarse (incluso en lugares abiertos y llanos); y

2º con la evidencia de que la temática tratada no era precisamente “lugar abierto y llano”, sino
más bien “lugar desconocido”, terreno por desbrozar, como lo prueba el generalizado acuerdo
en que, con el Diálogo y los Discorsi, estaba naciendo una ciencia nueva, venía a la luz un
nuevo mundo teórico, al que no le cuadran nada, por cierto, estos adjetivos aplicados por
Galileo a los lugares que está investigando: “abiertos” y “llanos”.

Es curioso, por otra parte, que en este texto inaugural de la moderna ciencia de la naturaleza y
en el mismo contexto en el que se rompe inequívocamente con Aristóteles y con el principio de
autoridad para lanzar el ilustrado “atreverse” a pensar con la propia cabeza, atreverse a usar
las razones (no las opiniones heredadas), aparezca una distinción que hará acto de presencia
también en el surgimiento de la moderna ciencia social:

• 5.5.Método de investigación, método de exposición

Salviati mantiene que si Aristóteles hubiera vivido en el siglo XVII, al conocer los datos y
observaciones astronómicas, habría cambiado de opinión. Y lo argumenta considerando que el
modo de filosofar del estagirita consistía en tener en cuenta tanto los sentidos como la razón
natural. Es más: la errónea conclusión de Aristóteles acerca de los cielos inalterables se habría
debido a una deducción basada primordialmente en (falsas, equivocadas) experiencias
sensibles, de manera que ,con otros datos, esta deducción aristotélica no habría sido hecha.
Pero el aristotélico dogmático del siglo XVII (Simplicio) disiente de esta interpretación y quiere
que quede claro que el método de Aristóteles no fue (el tendencialmente empirista y
observacional) que le atribuye su contradictor:

“Aristóteles estableció el fundamento principal de su razonamiento a priori,


mostrando la necesidad de la inalterabilidad del cielo a partir de sus principios
naturales, manifiestos y claros; lo mismo estableció después a posteriori, por el
sentido y por las tradicional de los antiguos”.

Es aquí donde Salviati=Galileo introduce una distinción tan básica como esencial en estas
cosas (recogida también en el Tratado de Lógica de Port Royal, 1662): la distinción entre
método de investigación o descubrimiento y método de exposición. Dice, en efecto, Salviati:

“Este que vos decís es el método con el que escribió su doctrina, pero no creo
que coincida con el método con que la investigó, porque tengo por seguro que
procuraría primero, a través de los sentidos, las experiencias y las
observaciones, de asegurarse cuanto fuera posible de la conclusión, y que
después buscó los medios de poderla demostrar, porque así se procede la
mayor parte de las veces en las ciencias demostrativas; esto es así porque, si
la conclusión es cierta, sirviéndose del método resolutivo, fácilmente se
encuentra alguna proposición ya demostrada, o se llega a algún principio
conocido por sí mismo; pero si la conclusión es falsa, se puede proceder hasta
el infinito sin encontrar nunca ninguna verdad conocida, si es que no se
encuentra algún imposible o absurdo manifiesto [...]Pero cualquier que fuese el
proceso seguido por A.[...] baste decir que el mismo A. antepone las
experiencias sensibles a todos los razonamientos a priori” (ibid. pág.s 137-
138).

• 5.6. Observación y teoría (razonamiento)


Al preguntarse por “el verdadero método para investigar si se puede atribuir a la tierra algún
movimiento” Galileo Galilei responde: observar si en los cuerpos separados de ella se advierte
alguna apariencia de movimiento que afecte por igual a todos (Diálogo, en edición citada pág.
145). Pero en seguida se ve que no basta cualquier observación. Salviati argumenta que si
consideramos sólo la inmensa mole de la esfera estrellada en comparación con la pequeñez
del globo terrestre, y pensamos después en la velocidad del movimiento con que en un día y
una noche debe efectuarse un giro completo, parece razonable y creíble que la esfera celeste
sea la que da vueltas y el globo terrestre el que permanece firme.

No basta, pues, cualquier observación porque los sentidos nos engañan. Y nos engañan no
sólo porque individual o personalmente no prestemos la suficiente atención en la observación
correspondiente, sino también porque hay impresiones o sensaciones muy compartidas entre
las gentes por muy repetidas. Cuando viajamos en un avión y miramos por la ventanilla hacia la
tierra o hacia el mar que se ve abajo, al fondo, todos los humanos tenemos la impresión de que
el avión se desplaza muy lentamente; si no hay ningún otro móvil visible en las proximidades
podríamos concluir incluso, a partir de esta sensación compartida, que la velocidad del avión es
menor que la de un automóvil que se desplaza a 150 Kms/h por una autopista. Pero esta
conclusión cambia en el momento en que nuestro avión se cruza en el espacio con otro que se
desplaza en dirección contraria a una velocidad semejante a la del nuestro. Sólo entonces
tomamos realmente conciencia de algo que sabemos porque hemos sido informados de ello, a
saber: que la velocidad media de un avión comercial suele ser de 850-900 Km/hora.

Es esta otra observación (desde otro ángulo, con otro término de comparación o con algún
instrumento que altera la percepción corriente, habitual) lo que permite también pensar las
cosas de otra manera, obtener otra concepción del asunto de que se trata. En este caso la idea
de relatividad del movimiento. El movimiento es movimiento --argumenta G.-- y opera como
movimiento “en tanto en cuanto tiene relación a cosas que carecen de él; pero entre las cosas
que participan igualmente de él, nada opera y es como si no existiese” (ibid. 146).

Que esta consideración metodológica de orden general no es una novedad explícita, sino
simplemente la alteración del ángulo de la mirada queda de manifiesto en el texto galileano
cuando Simplicio considera tal doctrina (la de la relatividad del movimiento) “buena, sólida y
completamente peripatética”. Es el protagonista del diálogo quien tiene que precisar un
importante matiz teórico-metodológico. Efectivamente, Galileo matiza que cuando Aristóteles
escribió que todo lo que se mueve lo hace sobre alguna cosa inmóvil debió haber escrito que
todo lo que se mueve se mueve respecto de alguna cosa inmóvil, “proposición que no ofrece
ninguna dificultad, mientras que la otra presenta muchas”.

Todavía hay en el Diálogo otro paso que conviene tomar en consideración para estudiar la
cuestión del método en el surgimiento de la moderna ciencia de la naturaleza. Se puede
considerar este paso como otra forma de ver la distinción entre la investigación por vía
observacional (con análisis reductivo) y “exposición de la teoría en su conjunto” o, si se
prefiere, exposición global, totalizadora de los resultados obtenidos en la investigación. Esa
distinción acaba concretándose en otra, la que se da entre calculismo formal para cuadrar las
apariencias y reflexión filosófica sobre las partes y el todo de un sistema científico.

En efecto, al tratar de los motivos por los cuales hubo tantas resistencias al sistema
astronómico copernicano, Galileo = Salviati distingue entre el astrónomo como calculador puro
y el astrónomo filósofo; establece a continuación que los “astrónomos puros” se proponen “dar
razón de las apariencias de los cuerpos celestes y adaptar a éstas y a los movimientos de las
esferas unas estructuras y combinaciones de círculos tales que los movimientos calculados,
según ellas correspondan a esas mismas apariencias, importándoles poco admitir cualquier
hipótesis extravagante que de hecho sea difícil de aceptar por otros aspectos”.

También Copérnico intentó algo así al pretender cuadrar apariencias y cálculos en el marco del
sistema ptolemaico. Pero el mismo Copérnico se dio cuenta de que “al querer componer
conjuntamente todas las partes individuales de la estructura resultó un monstruo y una quimera
compuesta de miembros desproporcionadísimos entre sí y totalmente incompatibles”, de modo
que “si bien ello podía satisfacer al astrónomo calculador puro no daba satisfacción ni
tranquilidad al astrónomo filósofo” (ibid.209-210).

Finalmente Galileo = Salviati manifiesta en ese contexto su preferencia metodológica a favor


del “astrónomo filósofo” personalizado en un Copérnico que habría llegado a la conclusión de
que “si con supuestos esencialmente falsos se podían salvar las apariencias celestes, mejor
podría hacerse todavía con supuestos verdaderos”.

Sintomáticamente también en el caso de la astronomía la búsqueda de “supuestos verdaderos”


no es una operación formalmente calculística sino una investigación histórica, una búsqueda
histórica: la recuperación de un “cabo suelto” en la historia de la astronomía, el de los
pitagóricos griegos que atribuyeron a la Tierra la rotación diurna. Galileo = Salviati concluye
así: ”Viendo que el todo se correspondía con las partes con admirable simplicidad, adoptó esta
nueva disposición, quedándose /el astrónomo filósofo/ ahora enteramente satisfecho y
tranquilo” (ibid. 210).

• 5.7.Las objeciones contra el movimiento de la Tierra y los experimentos


galileanos (mentales y reales)

La idea de la relatividad del movimiento juega un papel central en la refutación galileana de las
objeciones aristotélicas contra el movimiento diurno de la Tierra, como se verá a continuación.

En la Segunda jornada G. repasa de la mano de Simplicio las principales objeciones al


movimiento de la Tierra elaborados por Aristóteles, los aristotélicos y más general las personas
contrarias al punto de vista copernicano:

1º Los cuerpos graves que cayendo de arriba abajo van por una línea recta y perpendicular al
centro de la Tierra, lo que se considera como prueba irrefutable de que la Tierra está inmóvil. Si
la Tierra se moviera, la piedra al ser arrastrada por la rotación de la misma, recorrería muchos
centenares de codos hacia oriente y chocaría con el suelo otros tantos codos lejos de la base
de la torre.<Cf La experiencia de la torre>.

2º Esto lo confirma otra experiencia hecha con una bola de plomo dejada caer desde el mástil
de una nave parada y comparando dónde cae cuando se la deja caer desde el mismo mástil de
la nave en marcha: su choque estará alejado del mástil tanto espacio cuanto la nave haya
recorrido en el tiempo de la caída del plomo (ibid. 152).

He aquí la argumentación resumida: “Como cuando la nave está quieta la piedra cae al pie del
mástil y cuando está en movimiento cae lejos del pie, por consiguiente, a la inversa, de que la
piedra caiga al pie se infiere que la nave está quieta y de que caiga lejos se argumenta que la
nave se mueve; y como lo que ocurra en la nave debe análogamente suceder en la Tierra, del
caer la piedra al pie de la torre se infiere por necesidad la inmovilidad del globo terrestre” (ibid.
pag. 164)

3º Si la tierra se moviera velozmente con movimiento circular saldrían despedidas piedras,


fábricas y ciudades enteras hacia el cielo como ocurre con las partes de una rueda cuando se
hace girar velozmente una de ellas y no se hayan sólidamente cogidas. En cambio, no vemos
esto sino que la arenas, las hojas y piedrecillas reposan muy quietas en la tierra (ibid. 154).

Lo que Simplicio considera un silogismo perfecto es para G. un paralogismo, una petición de


principio. No podemos tener noticia de que la caída de la piedra desde la torre sea recta y
perpendicular si primeramente no sabemos que la tierra está firme. Pero, lo que es más
importante, la experiencia, según Galileo, muestra todo lo contrario de lo que se acaba de
escribir: la piedra cae siempre en el mismo lugar que la nave, tanto si está en reposo como si
se mueve a gran velocidad. Y al ser la misma causa para la Tierra que para la nave, del caer la
piedra siempre perpendicularmente al pie de la torre no se puede inferir nada del movimiento o
reposo de la tierra.

Es ahí donde interviene el argumento acerca de la relatividad del movimiento:

“Respecto a la Tierra, a la torre y a nosotros, que nos movemos todos a la vez con el
movimiento diurno, junto con la piedra /que cae de la torre/, este movimiento es como si no
existiese; resulta insensible, imperceptible y sin acción alguna. Sólo es observable aquel
movimiento del que nosotros carecemos, cual es el de bajar rozando la torre. Vos no sois el
primero en resistirse con fuerza a reconocer que el movimiento común a varias cosas es
inoperante entre ellas” (ibid. 176).[Comentar texto “Un experimento crucial” en pág. 177-178].

En lo que respecta al argumento de que el movimiento de la Tierra daría lugar a la demolición


de los edificios y al lanzamiento de los animales y de los hombres hacia el cielo, G. lo refuta
advirtiendo que los ptolemaicos sólo pueden dirigir este argumento contra los que habiéndole
concedido reposo a la Tierra por algún tiempo, de modo que los animales, las piedras y los
moradores pudieran habitarla y construirse los palacios y las ciudades, la hacen después
súbitamente móvil con la consiguiente ruina y destrucción etc. Pero si la disputa hubiera sido
contra los que hubiesen atribuido a la tierra un tal vertiginoso giro desde su creación, lo habría
refutado diciendo que si la Tierra se hubiese movido siempre nunca se habrían podido
establecer sobre ella ni animales, ni hombres ni piedras y mucho menos fabricarse edificios y
fundarse ciudades (180)

La Tercera Jornada está dedicada al movimiento anual de la tierra alrededor del sol.

En ella Salviati argumenta a favor del sistema copernicano: que no es la Tierra sino el Sol el
que está en el centro de las rotaciones de los planetas. Galileo procede con orden. Da primero
una razón para excluir a la Tierra del centro: el hecho (comprobado por el propio G. a través de
las observaciones telescópicas) de que todos los planetas se hallan unas veces más próximos
y otras más alejados de la Tierra; se han observado diferencias tan grandes que, por ejemplo,
Venus, cuando está muy alejado se encuentra seis veces más distante que cuando está muy
cerca y Marte se aleja casi ocho veces más en un caso que en otro” (ibid. 202).

A continuación da razones de que los movimientos de los planetas de mueven en torno al Sol.
Primero, una deducción: Marte, Júpiter y Saturno se encuentra siempre muy próximos a la
Tierra cuando están en oposición al Sol y muy lejanos cuando están cerca de la conjunción.
Luego añade una comprobación segura: Venus y Mercurio giran en torno al sol por el hecho de
que nunca se alejan mucho de él y de que se las ve unas veces debajo y otra encima, como se
deduce de la mutación de la forma de Venus.

De todas formas, una vez ubicados los planetas en el sistema copernicano G.G sigue
presentando la conclusión de que la tierra se mueve y el sol está en reposo como “la conjetura
más razonable”, “porque en las esferas móviles es más razonable que sea el centro el que esté
quieto que no algún otro lugar alejado de ese centro” (ibid. 206 y ss.).

Un poco más adelante se ocupa GG. de la objeción según la cual mientras los otros planetas
giran en torno al Sol únicamente la tierra realiza este movimiento anual, no solitaria sino
acompañada de la Luna girando al mismo tiempo la Luna en torno a la Tierra una vez al mes.
Para rebatir esta objeción G. consideró decisivo el haber podido ver por el telescopio…

“Júpiter como otra Tierra, dar una vuelta alrededor del Sol cada doce años, no acompañado de
una Luna sino de cuatro” [...] Concluye en este punto: ”Puesto que La Tierra está situada entre
los cuerpos del mundo que indudablemente e mueven en torno al Sol (sobre Mercurio y Venus
y bajo Saturno, Júpiter y Marte), será probabilísimo y acaso necesario conceder que también
ella gira alrededor del Sol” (ibid. 209).
INDICACIONES BIBLIOGRAFIAS

I] Textos de Galileo Galilei - [disponibles Biblioteca UPF]

Galileo Galilei, Antología, edición de Víctor Navarro, Península, Barcelona, 1991. Introducción
y cronología.

Galileo Galilei, La nueva ciencia del movimiento (antología), al cuidado de C. Azcárate, M.


García Doncel, J. Romo. Publicaciones de UAB y de UPC,Bellaterra, 1988.

Galileo Galilei, Discorsi e demostrazioni, edición facsimilar de la edición Leiden conservada en


la Biblioteca Nacional Central de Florencia, UAB/UPC, Bellaterra 1988.

Galileo Galilei, Carta a Cristina de Lorena y otros textos sobre ciencia y religión. Alianza,
Madrid, 1987.

II] Sobre el concepto de “revolución científica”

A. Rupert Hall, La revolución científica:1500-1750. Crítica, Barcelona, 1985 (la primera edición
inglesa es de 1954; revisada en 1962), Introducción págs. 9-37.

III] Para la contextualización de la obra de Galileo Galilei en el marco de las ideas científicas

R. Taton, Ed. Historia general de las ciencias ed. cit. vol. II, La ciencia moderna, cap. II, “La
revolución copernicana” págs. 65-97.

A.C. Crombie, Historia de la ciencia. De san Agustín a Galileo, volumen 2. Madrid, Alianza,
1987, págs. [ver particularmente págs.154-155 para la comparación de los sistemas ptolemaico
y copernicano].

Herbert Butterfield, Los orígenes de la ciencia moderna. Madrid, Taurus (última ed.) 1982.

A.Rupert Hall, From Galileo to Newton. Dover Publications. New York, 1981

IV] Para la ubicación de la obra de Galileo en la historia de las ideas en general

Eugenio Garin, “Galileo e la cultura del suo tempo” y “Galileo ¨filosofo¨”, en Scienza e vita
civile nel Rinascimento italiano.Laterza, Bari, 1980.

Rodolfo Mondolfo, “El pensamiento de Galileo y sus relaciones con la Antigüedad y el


Renacimiento”, en Figuras e ideas de la filosofía del Renacimiento. Icaria, Barcelona, 1980.

Luigi Bulferetti, Galileo Galilei nella societá del suo tempo. Lacaita Editore. Manduria,1973.

V] Para la interpretación
Johannes Hemleben, Galileo. Salvat, Barcelona, 1995 [biografía].

Alexandre Koyré, Estudios galileanos. Siglo XXI. Madrid (última edición) 1990, sobre todo
capítulo 3.

Stillman Drake, Galileo. Alianza, Madrid, 1992

Stillman Drake, Galileo studies: personality, tradition and revolution. University of Michigan
Press, Ann Arbor, 1970.

William R. Shea, Galileo´s intellectual revolution: middle periode, 1610-1632. Science History
Publication, New York, 1977 (traducción castellana en Ariel)

T.H. Lever and W.R. Shea Eds. Nature, experiment and the sciences. Essays on Galileo
Kluwer Academic, Dordrech, 1990.

Pierre Thuillier, “Experimentó Galileo?”, en De Arquímedes a Einstein. Las caras ocultas de la


invención científica.Alianza, Madrid, 1990, volumen 2, cap.VIII.

VI] Sobre el proceso

Bertolt Brecht, “Galileo Galilei”, en Teatro de B.B. Editorial Arte y Literatura. Ciudad de La
Habana, 1981[dramatización de la vida de GG].

Hans-Werner Schütt, :”El proceso contra Galileo (1633). Tragedia de los errores”, en
Alexander Demandt, Los grandes procesos. Ed. Crítica, Barcelona, 1990 [estudio panorámico]

Pietro Redondi, Galileo herético. Alianza, Madrid, 1990. [Polémica revisión de los motivos del
proceso a G. a partir del descubrimiento de un documento de 1624 sobre la intervención del
Colegio Romano de los jesuitas en el origen de las acusaciones contra Il Saggiatore; según
esta versión de los hecho el origen secreto del proceso contra Galileo habría sído su defensa
de las teorías atomistas que socavaban el dogma tridentino de la Eucaristía].

I. Stengers, “Los episodios galileanos”, en M. Serres, Historia de las ciencias, traducción


castellana: Madrid, 1991.

TEMA 2 INDICE TEMA 4

Descartes (Discurso del método, 1.637)

Contexto histórico, cultural y filosófico.


Si la filosofía antigua había tomado la realidad objetiva como punto de partida de su
reflexión filosófica, y la medieval había tomado a Dios como referencia, la filosofía
moderna se asentará en el terreno de la subjetividad. Las dudas planteadas sobre la
posibilidad de un conocimiento objetivo de la realidad, material o divina, harán del
problema del conocimiento el punto de partida de la reflexión filosófica. Son muchos
los acontecimientos que tienen lugar al final de la Edad Media, tanto de tipo social y
político, como culturales y filosóficos, que abrirán las puertas a la modernidad, y que
han sido profusamente estudiados. En lo filosófico, el desarrollo del humanismo y de la
filosofía renacentista, junto con la revolución copernicana, asociada al desarrollo de la
Nueva Ciencia, provocarán el derrumbe de una Escolástica ya en crisis e impondrán
nuevos esquemas conceptuales, alejados de las viejas e infructuosas disputas
terminológicas que solían dirimirse a la luz de algún argumento de autoridad, fuera
platónica o aristotélica. De las abadías y monasterios la filosofía volverá a la ciudad;
de la glosa y el comentario, a la investigación; de la tutela de la fe, a la independencia
de la razón.

Por supuesto que todas las épocas históricas se generan a partir de otras anteriores
en las que podemos encontrar en germen algunos de sus caracteres principales; pero
ni el grado de desarrollo de dichos elementos, ni su significación, es reducible al que
tenían en la época anterior. Y eso ocurre también con el Renacimiento. Los europeos
del siglo XVI tenían una clara conciencia de ruptura con respecto a la edad media,
conciencia mantenida por la sucesión de una serie de transformaciones sociales,
políticas, religiosas, económicas, culturales, que nacían con una clara voluntad de
oposición a lo "medieval". Entre ellas podemos destacar la desintegración de la iglesia
y el desarrollo de la reforma luterana, y el de la iglesia anglicana con Enrique VIII, que
se producen en el marco de la consolidación de los Estados nacionales y de las
monarquías absolutas que van a configurar un nuevo mapa político en Europa, al que
hay que asociar el desarrollo de la burguesía y su papel predominante, con la
expansión del comercio, lo que supondrá el principio del fin del feudalismo. El
desarrollo de la cartografía, el descubrimiento de la brújula, la utilización de la pólvora,
son elementos que va a conducir al descubrimiento y colonización de América, lo que
provocará un aumento de la desconfianza respecto al saber medieval. El
descubrimiento de la imprenta facilitará la circulación de las nuevas ideas.

Según la opinión más extendida entre la mayoría de filósofos e historiadores de la


filosofía, se tiende a considerar a Descartes como el iniciador de la filosofía moderna.
Pese a que su actividad se desarrolla en un contexto de innovación y descubrimientos
en el que intervienen muchos otros filósofos, con importantes aportaciones, su
afirmación del valor de la razón, anclada en el descubrimiento de la subjetividad, abrirá
el camino a la filosofía moderna.

La idea de que es necesario un método para dirigir bien la razón y alcanzar el


conocimiento no es estrictamente hablando una elaboración propia y exclusiva de
Descartes. Al menos debe compartir el mérito de tal creación con Bacon y Galileo. No
obstante, es tan particular el uso que Descartes hace del método, y tal la influencia
que ejercerá en la constitución de su pensamiento filosófico, que la asociación del
problema del método con la filosofía cartesiana está plenamente justificada. A
continuación se exponen algunas características de la época, necesarias para
comprender la constitución de la filosofía cartesiana.

¿Cuál es la situación con la que se encuentra Descartes al comenzar a desarrollar su


pensamiento filosófico? Fueron numerosos los cambios sociales y políticos que se
produjeron en Europa hacia el final de la edad media y que han sido profusamente
estudiados hasta la actualidad. Entre ellos debemos señalar la emergencia de una
nueva clase social, la burguesía; el progresivo abandono del modo de producción
feudal; la constitución de los Estados nacionales; la renovación de las relaciones entre
dichos estados y la iglesia. Todos ellos contribuyeron a modificar sustancialmente el
panorama social y político de la Europa del siglo XVI, a finales del cual nace
Descartes. Estos cambios sociales y políticos hay que añadir los cambios culturales
que se produjeron correlativamente: el desarrollo del humanismo, el neoplatonismo, la
aparición de una nueva ciencia que se ocupa del estudio de la naturaleza, y la
extensión del pirronismo que, de una u otra manera, influirán en el desarrollo de la
filosofía cartesiana.
El humanismo había conseguido imponer una nueva percepción del hombre asociada
a la necesidad de recuperar el saber clásico. Sin entrar en una confrontación frontal
con la iglesia, y sin desmarcarse de los principales elementos del dogma, había
resaltado el papel del hombre y la necesidad de considerarlo el objeto fundamental de
la creación. Erasmo y Tomás Moro, entre otros, como el español Luis Vives,
difundieron estos ideales por toda Europa. El renacimiento de saber clásico va
acompañado de una gran efervescencia filosófica y científica en Italia sobre todo, pero
también en el resto de Europa; el neoplatonismo de Marsilio Ficino y Pico de la
Mirandola provocarían en Italia la renovación de la filosofía a la que se sumaría
posteriormente, pero desde una perspectiva no ya platónica, Giordano Bruno; más
importante, por lo que a Descartes respecta, será el desarrollo de la nueva ciencia
representada por los filósofos especulativos o experimentales que, partiendo de una
nueva concepción de la naturaleza, van a modificar sustancialmente el panorama
intelectual de la Europa del XVII. Especialmente los científicos experimentalistas,
quienes concebían la naturaleza como una realidad dinámica de cuerpos en
movimiento organizados según una estructura matemática. El desarrollo del
escepticismo representado fundamentalmente por Montaige, suscitará un debate
crítico en torno a la capacidad de investigación y de conocimiento de la Escolástica
que culminará en una crítica generalizada a todo saber, de la que también será un
buen exponente el español Francisco Sánchez en su obra "Que nada se sabe". Es
conocida la reacción de Descartes contra este escepticismo generalizado, y que estará
en la base de la elaboración de su método.

A todo ello hay que sumar el hecho de que la filosofía comienza a hacerse de un modo
distinto. Frente a la a preeminencia de los teólogos nos encontraremos con filósofos
que no son teólogos en el sentido en que lo podían ser santo Tomás o San
Buenaventura; no porque desconozcan las cuestiones que plantea la teología natural o
revelada, o porque prescindan de la discusión del tema, sino por no ser especialistas
en teología. Si la filosofía medieval había sido ejercida fundamentalmente por teólogos
y profesores, tampoco los filósofos modernos serán fundamentalmente profesores: ni
Descartes, ni Galileo, ni Espinosa, ni Leibniz, ni Hume (aunque intentará conseguir
una cátedra hacia el final de su vida) serán profesores ni pertenecerán a las
estructuras académicas oficiales. Tampoco el modo de hacer filosofía es el mismo:
frente al comentario como forma de trabajo fundamental de la escolástica, nos
encontramos ahora con filósofos que realizan obras personales, mediante la actividad
individual (aunque sea compartida pública y colectivamente con otros filósofos o con el
público interesado en las cuestiones filosóficas), y no mediante una actividad o una
reflexión colectiva, como era el método propio de trabajo de la escolástica. A todo ello
hay que añadir la progresiva utilización de las lenguas vernáculas, frente a la
preeminencia del latín a lo largo de toda la edad media como vehículo de expresión
cultural y filosófica.
Todos estos cambios son conocidos y asumidos por los filósofos de finales del XVI y
principios del XVII, de tal modo que hay una clara conciencia de ruptura con respecto
a la tradición medieval. Hablar de ruptura no significa necesariamente que el
pensamiento filosófico pretenda surgir de la nada; aunque no demasiado abundantes
sí habrá elementos propios del pensamiento medieval que serán asumidos y
aceptados por los filósofos modernos.
Por lo demás, ya desde Santo Tomás se había considerado necesario distinguir la fe
de la razón y atribuir a cada una de ellas un campo específico y limitado. Esta
distinción inicial que realiza santo Tomás será convertida en separación por Guillermo
de Occam y, dada la influencia que ejercerán los nominalistas en Europa,
progresivamente aceptada como un presupuesto indiscutible. Esta idea, asociada a los
cambios anteriormente citados, prepara el camino para la exigencia de una total
autonomía de la razón, que será reclamada por todos los filósofos modernos.

La idea de que el método que utilizaba la escolástica había fracasado se había


extendido poco a poco por toda Europa. El modelo silogístico de conocimiento se
consideraba una forma inadecuada para la investigación, y quizá un procedimiento
sólo apto para establecer vanas disputas o para poner a disposición de los demás algo
que ya se conocía. Esta opinión la compartían también aquellos que se ocupaban de
investigar la naturaleza. El fracaso de la física aristotélica se hacía cada vez más
patente: recurrir a fuerzas ocultas o desconocidas, apelar a esencias imposibles de
formular empíricamente se consideraba ya inaceptable en el estudio de la naturaleza.
La naturaleza era interpretada como una realidad dinámica compuesta por cuerpos en
movimiento y sometida a una estructura matemática. Quizá comience con Copérnico
esta interpretación: recordemos que en el prólogo al "De Revolutionibus" presentaba
su hipótesis heliocéntrica como una hipótesis matemática. Posteriormente los
copernicanos acentuaron la importancia de las mediciones astronómicas para
defender sus hipótesis, de modo que, en relación con el cambio de paradigma del
universo, el carácter estructuralmente matemático de la realidad se iba poniendo de
manifiesto.
La idea de que es necesario un nuevo método para abordar el estudio de la naturaleza
aparece ya de una manera clara y decidida en Bacon. En el "Novum Organum", luego
de la "pars destruens", en la que Bacon analiza los ídolos (idola), es decir, los
elementos o aspectos del conocimiento que interfieren en el conocimiento de la verdad
y que recogen el conjunto de errores más comunes en la investigación de la
naturaleza, se dedica en la "pars construens" a presentarnos un método de carácter
inductivo que tiene por objeto la investigación de la realidad natural. El método
escolástico ha fracasado y se necesita un nuevo método que sea capaz de ofrecernos
un conocimiento real de la naturaleza. A pesar de la oscuridad y de la retórica todavía
existente en la obra de Bacon la formulación del método inductivo está
inequívocamente formulada.

Lo mismo ocurre en el caso de Galileo. Su búsqueda de la objetividad en el


conocimiento de la naturaleza le llevará a rechazar los procedimientos escolásticos
inspirados fundamentalmente en Aristóteles. Galileo está convencido de que el
conocimiento de la naturaleza es posible pero, que al estar escrito en un lenguaje
matemático, requiere del conocimiento de dicha ciencia para ser interpretado así como
de su aplicación correcta al ámbito del conocimiento. Sin embargo, es necesario
recurrir a la experiencia para contrastar las hipótesis matemáticas que se formulan
sobre la realidad, por lo que el carácter de su método es hipotético-deductivo. Además,
la interpretación matemática de Galileo se orienta hacia la cuantificación, dirección que
seguirá la física moderna con Newton y que se continuará hasta nuestros días.
Descartes optará por una interpretación distinta del método. Comparte la idea de que
la naturaleza es una realidad dinámica con estructura matemática. Comparte también
la necesidad de la existencia del método dado el fracaso de los métodos anteriores en
el conocimiento de la verdad. Pero tiene una interpretación distinta del significado de
las matemáticas. Para Descartes el éxito de las matemáticas radica no en su
estructura que hoy denominaríamos axiomática, sino en el método que utiliza. Y ese
método es un método deductivo. Si el conocimiento de la naturaleza es posible gracias
a las matemáticas es pensable que utilizando el método que utiliza las matemáticas se
pueda alcanzar la verdad y la certeza en el conocimiento de los otros aspectos de la
realidad.
Descartes, por lo tanto, comparte con Bacon y con Galileo la necesidad del método
para conocer la realidad. Las críticas que Bacon y Galileo realizan a la escolástica son
similares a las que realiza Descartes. El fracaso de los métodos silogísticos, el fracaso
de la física aristotélica, hacen necesario un nuevo método para interpretar la realidad.
Ello supone la confianza en la razón que ha ido ganando su autonomía en el paso del
siglo XVI al XVII. El nuevo método además ha de tener capacidad para descubrir, no
basta un método que tengan carácter meramente explicativo, que sirva para exponer o
para comunicar un conocimiento. No se trata de transmitir un saber acumulado a
través de la historia, sino de descubrir, de inventar. Dado que para Descartes el éxito
de las matemáticas radica en la utilización de un método, parece quedar claro que el
conocimiento de la verdad debe ir asociado a la utilización de un método.

Frente a otras soluciones al problema del conocimiento y de la constitución de la


"ciencia" que surgirán en la época, como el empirismo, Descartes optará por la
solución racionalista. El racionalismo se caracterizará por la afirmación de que la
certeza del conocimiento procede de la razón, lo que va asociado a la afirmación de la
existencia de ideas innatas. Ello supondrá la desvalorización del conocimiento
sensible, en el que no se podrá fundamentar el saber, quedando la razón como única
fuente de conocimiento. Paralelamente, los modelos matemáticos del conocimiento
(en la medida en que las matemáticas no dependen de la experiencia) se ven
revalorizados. Las explicaciones del conocimiento basadas en la abstracción serán
igualmente rechazadas, ya que la abstracción se produce a partir de la captación de
las sustancias por medio de la sensibilidad (la explicación del conocimiento de
Aristóteles y santo Tomás) que ya ha sido rechazada como fuente de conocimiento.
Por el contrario, el racionalismo afirmará la intuición intelectual de ideas y principios
evidentes, a partir de las cuales comenzará la deducción del saber, del mismo modo
que todo el cuerpo de las matemáticas se deduce a partir de unos primeros principios
evidentes e indemostrables. La relación de estas ideas con la realidad extramental
será afirmada dogmáticamente, lo que planteará no pocos problemas a los
racionalistas. Todo ello conduce al racionalismo al ideal de una ciencia universal,
aspiración de la que la filosofía cartesiana es un buen exponente.

(Material seleccionado de la página webdianoia.com. Se recomienda hacer un resumen de no más de un folio)

También podría gustarte