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Exhibición de Libros

Por Nuri E. R O D R Í G UE Z O LI VE R A y Carlos E. L ÓPE Z R ODR Í GUE Z


Caso
Se denomina exhibición al procedimiento por el cual un tercero
podría tomar conocimiento del contenido de los libros.
I. Derecho a la reserva de la documentación mercantil
La defensa de la privacidad y el derecho de mantener parte de la
experiencia de la propia vida al margen del conocimiento de los
terceros configuran un atributo de la personalidad humana [ 1 ] . Este
derecho cobra especial intensidad en materia mercantil, bajo la
configuración de un principio de reserva y confidencialidad de los
documentos y operaciones comerciales. El Derecho no ignora que el
éxito del comercio depende en gran parte del secreto de sus
operaciones y que la divulgación de los negocios puede aparejar
graves inconvenientes al comerciante [ 2 ] .
A. Disposiciones de rango constitucional
El art. 10 de la Constitución establece que las acciones privadas de
las personas que de ningún modo atacan el orden público ni
perjudican a un tercero están exentas de la autoridad de los
magistrados.
En especial, en cuanto a la documentación el art. 28 de la
Constitución establece:
“Los papeles de los particulares y su correspondencia epistolar,
telegráfica o de cualquier otra especie, son inviolables y nunca
podrá hacerse su registro, examen o interceptación sino conforme
a las leyes que se establecieren por razones de interés general. ”
B. Disposiciones de rango legal
La reserva comercial es, también, un principio fundamental del
mundo de los negocios. Es terminantemente claro que el derecho a
la reserva de la documentación particular y, en especial de la
comercial, es un principio de nuestro Derecho , que sólo y
únicamente cede en los casos en que así se disponga por Ley,
establecida por razones de interés general. Las excepciones legales,
en virtud de su naturaleza, son de interpretación estricta , por lo
que no cabe su extensión por analogía.
El Derecho no ignora que el éxito del comercio depende en gran
parte del secreto de sus operaciones y que la divulgación de los
negocios puede aparejar graves inconvenientes al comerciante [ 1 ] .
El comerciante tiene derecho a la reserva sobre las operaciones que
realiza y tiene el deber de guardarla, pues cualquier revelación
puede comprometer a quien con él ha contratado.
Sin perjuicio de que el derecho a la reserva se encuentra consagrado
en forma general en las normas constitucionales referidas, el art. 70
del Código de Comercio (CCom) establece:
“Ninguna autoridad, Juez o Tribunal, bajo pretexto alguno, puede
hacer pesquisa de oficio, para inquirir si los comerciantes llevan, o
no, libros arreglados.”
Esta disposición se encuentra complementada con el criterio
claramente restrictivo que surge del resto de la regulación que a este
tema dedica el CCom, en especial sus arts. 71 y 76 .
En el art. 71 se establece que la exhibición general de los libros de
los comerciantes, sólo puede decretarse a instancia de parte y en
determinados juicios, que enumera.
El art. 76 , a su vez, limita la exhibición parcial de los libros de
comercio, como medio de prueba, entre comerciantes, y por hechos
de su comercio.
Como excepción, el Código Tributario (CT) faculta a la
Administración a exigir la exhibición de libros, documentos y
correspondencia comerciales, y aun a incautarlos ( art. 68 ) [ 2 ] .
II. Clases de exhibición
A. Exhibición general de libros
1. Caracteres de la exhibición general
La exhibición general, dijimos, tiene por objeto la totalidad
de alguno, varios o todos los libros de un comerciante , incluso los
auxiliares, si se llevan (art. 74 CCom).
Se caracteriza, además, porque quien solicita la exhibición general
puede examinar toda la contabilidad y tenerla a su disposición a
los efectos de ese examen .
La exhibición no procede de oficio ni en cualquier circunstancia.
Según se acaba de señalar, en el art. 71 se establece que
la exhibición general de los libros de los comerciantes, sólo puede
decretarse a instancia de parte y en determinados juicios , que
enumera.
Es un procedimiento excepcional; sólo procede cuando la Ley así lo
establece, porque considera que existe la necesidad de analizar todo
el estado patrimonial de un comerciante o de una sociedad
comercial. Quien pide la exhibición general, necesita ser informado
de la marcha total de una explotación comercial; a diferencia de la
exhibición parcial, en que se trata de aclarar un punto singular
controvertido [ 5 ] .
Entendemos que los casos en que procede la exhibición general de
libros deben encontrarse establecidos a texto expreso en la Ley. De
manera que fuera de los casos en que se dispone la exhibición
general, no se puede disponerla por analogía . La aplicación de un
criterio restrictivo se justifica por la excepcionalidad del
régimen [ 6 ] .
2. Casos en que procede la exhibición general de libros
Analizaremos, rápidamente, cada caso para ver el interés
especialmente tutelado en la exhibición total.
a. Exhibición general intraprocesal
Los casos en que corresponde la exhibición general dentro de un
proceso están, en principio, enumerados en el art. 71 del CCom:
juicios de sucesión, comunión, sociedad y de administración o
gestión mercantil por cuenta ajena, y quiebra (hoy concursos).
a. Procesos sucesorios
El art. 71 del CCom admite que, en ocasión de la tramitación de un
juicio sucesorio, una parte interesada solicite la exhibición de los
libros de un comerciante. Analizaremos, a continuación, quiénes
podrían ser parte interesada respecto de la exhibición.
Los herederos del comerciante continúan a éste y son copropietarios
de lo que él poseía. En este caso, la exhibición se justifica por la
copropiedad sobre los libros. Supongamos que un heredero posea los
libros. Los demás herederos pueden requerirle la exhibición para
establecer cuál es la entidad de los bienes heredados, a cuánto
asciende su cuota. No existe peligro de intromisión abusiva de un
tercero, puesto que quien pide la exhibición tiene igual interés que
quien los tiene. No hay dudas en cuanto a que pueden pedir la
exhibición general de libros los herederos, tanto los legítimos como
los testamentarios. Hay otras situaciones que podrían ser
discutibles.
En cuanto a la situación del legatario, A L BANE LL M AC
C OL L sostiene que, en principio, carece de derecho de pedir la
exhibición. En efecto, el legatario no sería propietario de bienes del
fallecido, tendría derecho sólo al bien legado. A L BANE LL M AC
C OL L agrega que podría hacerlo cuando los herederos se nieguen a
pagar el legado en todo o en parte, alegando que el caudal
hereditario no es suficiente. En ese caso, si los herederos temen un
perjuicio del examen de los libros pueden evitarlo desinteresando al
legatario. Si no lo hacen, resulta indudable el derecho del legatario,
comprendido en la genérica expresión “juicios de sucesión”.
Nosotros agregamos que, también, podría pedirse la exhibición, si el
legado consistiera precisamente en un establecimiento comercial [ 7 ] .
Respecto de los acreedores del comerciante fallecido se admite por
algunos autores si la herencia ha sido aceptada bajo beneficio de
inventario ya que, en tal caso, los acreedores tienen derecho a
verificar exactamente el haber sucesorio del comerciante fallecido,
ya que de ello dependerá la recuperación del máximo posible de sus
créditos.
Así mismo, entendemos que procede la exhibición si los herederos
omiten incorporar al inventario sucesorio, acciones que eran del
causante. Resulta que, tratándose de acciones al portador, mediante
la exhibición del libro de actas de asambleas y de asistencia de
accionistas a la asamblea es posible acreditar que el causante era
accionista.
En caso de repudio de herencia, el art. 1066 del Código Civil (CC)
admite que los acreedores del heredero que vean perjudicados sus
derechos, pueden pedir autorización al juez para aceptar por el
deudor a beneficio de inventario. La repudiación no se rescinde sino
en favor de los acreedores y hasta la concurrencia de sus créditos.
En esta hipótesis sería lícito a los acreedores pedir la exhibición
general de los libros en el juicio sucesorio, puesto que tales
acreedores se han colocado en la posición del heredero. Por
principio general, los acreedores pueden ejercitar todos los derechos
y acciones de su deudor, siempre que no sean inherentes a su
persona y este derecho de solicitar la exhibición general no es
personalísimo [ 8 ] . A L BANEL L M AC C OL L admite este derecho de los
acreedores del heredero pero sostiene que debe acordarse de modo
restrictivo.
Para el caso de que el cónyuge supérstite litigue por los gananciales
con los herederos del fallecido, esta situación entraría en otro caso
de exhibición: el de la comunidad. Si litigara por la porción
conyugal, sería hipótesis de juicio de sucesión.
b, Procesos societarios
El art. 71 del CCom prevé que los libros puedan exhibirse en juicios
de sociedad . Juicios de sociedad serán aquéllos que tengan que ver
con un contrato societario y que se plantean entre uno o más socios
y la sociedad y, también, lo serán los juicios de la sociedad o de los
socios contra los administradores de la sociedad.
La exhibición general de los libros de la sociedad se justifica por el
interés común de los socios en los negocios sociales y, por ende, en
los libros. La Ley de Sociedades Comerciales n° 16.060/1989 , de 5
de setiembre (LSC), regula la exhibición general en el art. 75 que
contiene una norma general y en el art. 339 en una norma especial
para las sociedades anónimas.
* Régimen general
El art. 75 de la LSC establece, para todos los tipos sociales (menos
sociedades anónimas), la posibilidad de que los socios exijan a los
administradores la exhibición general de los libros y documentos
sociales, salvo en los casos en que la sociedad disponga de un
órgano de control [ 1 0 ] . Según este artículo, entonces, los socios
pueden, en principio, examinar los libros y documentos sociales. Lo
que constituye título legitimante para pedir la exhibición es la
relación social, cualquiera sea la intensidad del vínculo que liga al
socio con la entidad de que forma parte.
En función de lo dispuesto por el art. 75 de la LSC, el derecho a
pedir la exhibición corresponde exclusivamente a los socios. No
podría ejercerlo el socio del socio ni tampoco el acreedor del socio,
a pesar de que puedan demostrar su interés en la exhibición [ 11 ] .
Asimismo, cuando una persona ha perdido la calidad de socio, se
extingue su derecho a pedir la exhibición de los libros de la
sociedad. En doctrina se sostiene que al socio excluido sólo le
compete un derecho a la rendición de cuentas conceptuándose como
un mero acreedor (B OL AFFIO ) [ 1 2 ] . Nosotros entendemos que el socio
conserva su calidad de tal mientras no se liquide su participación y
ha de subsistir ese derecho para poder ejercer un efectivo control
sobre el valor que se atribuya a su parte.
Producida una causal de disolución, la sociedad subsiste con su
personería a los efectos de la liquidación. Entendemos que se debe
mantener el régimen de exhibición de libros antes señalado, durante
el proceso de liquidación.
Por lo demás, debe tenerse presente que el mismo art. 75 establece
dos excepciones: las limitaciones que la LSC establezca para
determinados tipos sociales y los casos en que exista un órgano de
control interno (art. 75, inc. 2) [ 1 3 ] . Se considera que si existe un
órgano de control, cuyos miembros han sido designados por los
socios, se hace innecesario el control individual.
En cuanto a las limitaciones que la LSC establece respecto de
determinados tipos, precisamente, debemos advertir las
particularidades que al respecto presenta el régimen aplicable a las
sociedades anónimas. Se trata de un derecho cuyo ejercicio está
estrictamente condicionado en las sociedades anónimas.
* Régimen aplicable a las sociedades anónimas
En cuanto al régimen de exhibición de libros aplicable en particular
a las sociedades anónimas, el art. 339 de la LSC establece:
"(Exhibición de los libros de la sociedad). La exhibición total de los
libros de la sociedad, tanto de los exigidos por el Código de
comercio como de los previstos por esta ley, podrá ser ordenada por
el juez cuando lo soliciten accionistas que representen por lo menos
el 10 % (diez por ciento) del capital integrado y se indiquen actos
violatorios de la Ley o del contrato social o existan fundadas
sospechas de graves irregularidades cometidas por cualquiera de
los órganos de la sociedad, acreditándose el agotamiento de los
recursos previstos en el contrato social y en la Ley. "
De acuerdo con este art. 339 de la LSC , pueden pedir la exhibición
judicial los accionistas que representen, por lo menos, el 10 % del
capital integrado, pero se agrega que deben indicar actos violatorios
de la Ley o del contrato social o deben existir sospechas fundadas
de graves irregularidades cometidas por cualquiera de los órganos de
la sociedad. Los accionistas deben acreditar el agotamiento de los
recursos previstos por la Ley o el contrato. Este derecho se tiene
aun cuanto exista un órgano externo de control [ 1 4 ] .
Dentro del régimen vigente, ciertas regulaciones especiales se
contraponen a este derecho del accionista, como por ejemplo,
el Decreto Ley de Intermediación Financiera n° 15.322/1983, de 17
de setiembre (LIF). Los accionistas de un banco, aunque reunieran
el 10 % del capital, no podrían pedir exhibición general de libros
pues ello podría implicar, por parte del banco, una violación del
secreto profesional que se le impone por ley (art. 25 LIF).
Planteamos la interrogante de si un accionista o un tercero que
ejerce una acción de responsabilidad contra los directores de una
sociedad anónima, pueden pedir una exhibición general de libros.
Podría sostenerse que es admisible la exhibición general, en base a
la generalidad de la expresión “juicios de sociedad” que abarcaría
tal accionamiento.
Sin perjuicio de ello, entendemos que el accionista podría requerir
la exhibición de libros siempre que reúna las condiciones
establecidas en el art. 339 de la LSC . Si no tienen el porcentaje
requerido por el art. 339 , podría solicitar una exhibición parcial para
examinar los asientos que se relacionen con hechos y actos
generadores de la responsabilidad que se reclama.
Planteamos otra interrogante: si es admisible que un tercero
promueva una acción de responsabilidad contra directores o ex
directores y ofrezca como prueba la exhibición general de libros.
Entendemos que, en este caso, no sería admisible una exhibición
general sino que se podrá solicitar una exhibición parcial de
aquellos asientos relacionados con los hechos o actos que le
causaron daño.
* Informes escritos y copia de documentos
Sin perjuicio del régimen aplicable a la exhibición general de los
libros sociales, cualquier accionista tiene derecho a pedir al órgano
de administración, informes escritos o copias de documentos, pero
este derecho se encuentra limitado a los documentos referidos en
el art. 321 de la LSC. El órgano de administración, entonces, sólo
tiene la obligación de proporcionar informes o copias respecto de
los documentos siguientes:
 nómina de los integrantes del directorio y del órgano de
control;
 resoluciones propuestas por el administrador a la asamblea de
accionistas;
 lista de accionistas inscriptos para asistir a las asambleas y
lista de quienes asistieron a ellas;
 acta de asambleas;
 balance general,
 memoria del órgano administrador e
 informe del fiscalizador, si lo hubiera.
En el caso de las sociedades anónimas abiertas, son informes que
deben estar en el legajo que, cuando se trata de sociedades anónimas
abiertas lleva la Auditoría Interna de la Nación. Este legajo puede
ser consultado por cualquier accionista. El derecho se ejercerá,
entonces, en la hipótesis en que tales documentos no se hubieren
llevado al legajo.
El derecho establecido en el art. 321 corresponde de cualquier
accionista. Si el administrador no los proporciona, el accionista
puede pedirlos judicialmente. Existiendo intervención del juez,
siempre existe posibilidad de impedir abusos, en el pedido de
informes. El juez impondrá la obligación, de proporcionar informes,
previa audiencia de la sociedad. Los directores responderán
solidariamente de los gastos y honorarios devengados por la
actuación judicial. El inciso final del art. 321 establece:
“Si el órgano administrador rehusara proporcionar total o
parcialmente la información o copia solicitada, el accionista podrá
pedir al Juez que la ordene. En este caso, todos los gastos y
honorarios que se devenguen serán de cuenta del administrador o
de los directores omisos, los que responderán personal y
solidariamente entre ellos.”
En general, se trata de documentos que se debieron poner a
disposición de los accionistas, antes de la asamblea que debe
aprobarlos. En ninguno de los casos aquí previstos existe peligro de
vulnerar secretos de negocios, puesto que se trata de informes sobre
temas planteados en la asamblea.
Obsérvese que entre los informes y copias que el accionista tiene
derecho a requerir, por ejemplo, no están incluidos ni los contratos
que haya suscrito la sociedad, ni tampoco están incluidas las actas
de directorio[16] . En el caso de las actas de directorio, si existen
accionistas que desean ver dichas actas, deben requerir la exhibición
general del libro de actas de directorio, cumpliendo con las
condiciones establecidas en el art. 339 de la Ley 16.060 y por la vía
judicial allí establecida. En cuanto a los contratos celebrados por la
sociedad, la limitación del derecho a la información del accionista
tiene una clara justificación en el principio de reserva de los
negocios mercantiles y el compromiso de confidencialidad – expreso
o implícito – que la sociedad debe a sus co-contratantes. El
administrador o directorio, es el órgano social a quien la Ley 16.060
le atribuye la responsabilidad del mantenimiento de la reserva de los
negocios y de la confidencialidad.
c. Otros procesos
* Procesos sobre comunidad
En segundo lugar, el art. 71 CCom prevé que puede decretarse la
exhibición general en ocasión de un juicio de comunión. Existe
comunión o comunidad, cuando la propiedad sobre un bien pertenece
a varias personas en forma indivisa [ 9 ] .
Si un establecimiento comercial es heredado por dos o más personas
éstos serán sus condóminos, en tanto no resuelvan explotarlo pues,
en cuanto comiencen su explotación, se convertirán en socios. En
esa hipótesis se justificaría la exhibición general, por tratarse de una
comunidad en el primer caso o de una sociedad en el segundo.
La hipótesis legal de comunidad, prevista en la norma que
comentamos, podría ajustarse al caso de la comunidad que se crea
entre los cónyuges, cuando se ha decretado la disolución de la
sociedad conyugal y no se ha hecho la partición de los gananciales.
Si entre los bienes gananciales existe un establecimiento comercial
y si después de la disolución se sigue por ambos cónyuges la
explotación, nacerá entre ellos una sociedad comercial. Los libros
serán de un condominio sólo si con la disolución de la sociedad
conyugal se produjo, simultáneamente, el cierre del establecimiento;
en cuyo caso, el establecimiento y los libros de comercio pasarán a
ser objeto de un condominio entre los cónyuges.
La hipótesis de comunidad, también, se daría después de liquidada
la sociedad comercial disuelta. En este caso, los libros deben ser
conservados por uno de los socios pero como los libros pertenecen a
todos ellos, habrá nacido una comunidad que justificaría un pedido
de exhibición general.
* Procesos sobre administración o gestión mercantil por cuenta
ajena
En cuarto lugar, el art. 71 del CCom prevé la exhibición general de
libros en ocasión de los juicios sobre administración o gestión
mercantil por cuenta ajena. En esta hipótesis, quien pide la
exhibición es el dueño del negocio frente al tercero que tiene sus
libros por ser o haber sido su administrador.
En este caso, no se da el interés para proteger la reserva de los
negocios, pues no puede haberla en relación con su dueño. El interés
de quien pide la exhibición es, por otra parte, superior al interés de
quien los tiene.
El ejemplo que da la doctrina es del principal que pide al factor le
exhiba los libros que lleva en el desempeño de su gerencia. Nosotros
entendemos que en el ejemplo dado, más que una exhibición, el
principal puede exigir la entrega de los libros ( art. 322 CCom ).
La hipótesis legal se puede aplicar, también, al caso del tutor o del
curador, autorizados para administrar el establecimiento de su
pupilo o del incapaz y que están obligados a rendir cuentas y a
exhibir los libros a su administrado, cuando éste adquiera o
readquiera su capacidad. En estos casos, los libros pertenecen al
incapaz. Como en el caso anterior se podría requerir, más que la
exhibición, la entrega de los libros. En el CC en los arts. 415 y
siguientes hay, además, normas que obligan al tutor y al curador a
rendir cuentas al juez.
* Procesos concursales
Cuando se produce el concurso del comerciante, el interés de la
reserva de sus negocios se mantiene, en la medida que, en principio
y de ser posible se ha de continuar con la actividad empresaria. Por
otra parte, si el comerciante logra revertir su insolvencia mediante
un convenio, el derecho a la reserva conserva indudablemente plena
vigencia, a pesar de que se encuentre suspendida o limitada su
legitimación para administrar o disponer de sus bienes.
No obstante, existe un caso en que puede proceder la exhibición
general a los acreedores. En la Ley de Declaración Judicial del
Concurso y Reorganización Empresarial n° 18.387 de 2008 , de 23 de
octubre (LC) hay una referencia expresa a la exhibición de libros, en
el art. 16 . Si el deudor se opone a la solicitud de concurso
necesario, debe presentar con la oposición sus libros y demás
documentos contables.
En cambio, parece claro que el síndico o el interventor puede exigir
la exhibición general de los libros del comerciante. Esto se justifica
en la medida en que en el caso de suspensión de su legitimación, la
administración de sus bienes quedará a cargo de un síndico y en el
caso de limitación de la limitación, quedará sometido a la co-
administración de un interventor, en los términos que establece
el art. 45 de la LC .
La exhibición de libros en el concurso presta gran utilidad. Por los
asientos de los libros se verifica el estado del activo y del pasivo; se
comprueba la exactitud de las pretensiones de los acreedores del
deudor e incluso se puede apreciar la conducta del deudor. Existe,
entonces, un interés del síndico y el interventor en la exhibición,
pues el concurso es un proceso sobre el que pesa especialmente la
consideración de intereses generales, vinculados a la tutela del
crédito y de la actividad empresarial.
Debemos señalar que, en el concurso, respecto al síndico o el
interventor hay algo más que una exhibición general, hay un
desapoderamiento de los libros. El concursado es desapoderado de
bienes y libros; se le incautan y pasan a manos del síndico o
del interventor .
* Exhibición por venta de establecimiento comercial
También, aunque indirectamente, se impone la exhibición general de
libros en el caso de enajenación de un establecimiento comercial.
Por disposición de la Ley 2904 de 1904 , el comprador de un
establecimiento responde solidariamente con el enajenante de los
créditos que se denuncien en el plazo del emplazamiento que se hace
por publicaciones dispuestas por esa ley y de los créditos que
figuren en los libros de comercio del enajenante. Por aplicación de
ese precepto, el enajenante deberá exhibir sus libros al comprador
para que éste pueda constatar su pasivo.
* Empleado con habilitación
Se plantea en doctrina la interrogante de si un empleado que tiene
derecho a participar en utilidades, puede pedir exhibición general de
los libros, como medio de determinar la cuantía que le corresponde.
Se sostienen dos posiciones.
Hay autores que admiten la exhibición general a pedido del
empleado, para verificar los beneficios obtenidos. Argumentan que
habría una comunidad de intereses que justifica esa exhibición y que
sólo por medio de esa exhibición se pueden probar las utilidades del
principal.
Quienes sostienen la posición negativa, argumentan sobre la base
del texto legal, que sólo admite la exhibición general en casos
determinados taxativamente. Entre principal y empleado habilitado
existe una relación de arrendamiento de servicios, no contemplada
por la Ley entre los casos de exhibición.
2. Exhibición general extra procesal
La exhibición general puede darse, también, fuera del proceso, ante
ciertos organismos públicos como la Auditoría Interna de la Nación
y la Dirección General Impositiva.
a. Exhibición ante la Auditoría Interna de la Nación
El art. 413 de la LSC impone a las sociedades anónimas la
obligación de exhibir libros y documentos sociales a la Auditoría
Interna de la Nación:
“Las sociedades anónimas estarán obligadas a exhibir al órgano
estatal de control sus libros y documentos sociales, en los límites de
la fiscalización correspondiente.”
c. Exhibición por disposición de la legislación tributaria
El CT, en su art. 68, dispone que la Administración tiene facultad
para exigir a los contribuyentes la exhibición de los libros,
documentos y correspondencia comerciales y aun puede incautarse
de dichos libros y documentos, en condiciones previstas por el
texto:
“(Facultades de la Administración). La Administración dispondrá
de las más amplias facultades de investigación y fiscalización y
especialmente podrá:
A) Exigir a los contribuyentes y responsables la exhibición de los
libros, documentos y correspondencia comerciales, propios y
ajenos, y requerir su comparecencia ante la autoridad
administrativa para proporcionar informaciones.
B) Intervenir los documentos inspeccionados y tomar medidas de
seguridad para su conservación.
C) Incautarse de dichos libros y documentos cuando la gravedad
del caso lo requiera y hasta por un lapso de seis días hábiles; la
medida será debidamente documentada y sólo podrá prorrogarse
por los órganos jurisdiccionales competentes, cuando sea
imprescindible para salvaguardar los intereses de la
Administración....”

C. Fundamento de la exhibición general


En la mayor parte de las hipótesis de exhibición general analizadas,
existe una propiedad o copropiedad o una comunidad de intereses
que justifican plenamente la exhibición. Cuando una persona tiene
libros de comercio, está obligado a exhibírselos a su dueño o a
quienes comparten con ella su propiedad. La Ley consagra
expresamente ese derecho, que, por otra parte, es connatural con la
existencia de una copropiedad o de una comunidad de interés.
En el caso de quiebra o de liquidación judicial de una sociedad
anónima, el juez decreta la ocupación de los bienes en función de
los intereses generales de todos los acreedores y de los intereses
sociales comprometidos en el proceso concursal.
En los casos de concordatos preventivos y moratorias, la exhibición
general de libros se hace voluntariamente por su dueño, que desea
obtener la tutela de tales procedimientos preventivos de una quiebra
o de una liquidación judicial respectivamente.
D. Trámite procesal para pedir la exhibición general
La exhibición general debe ser pedida por la parte a quien le
interesa. No procede de oficio. Este rasgo marca una diferencia con
la exhibición parcial, que puede ser pedida por la parte interesada o
decretada de oficio, por el juez, en una contienda planteada.
Tratándose de la quiebra, las cosas son un tanto distintas. La
declaración judicial de quiebra se decreta a pedido del propio
deudor, a pedido de un acreedor o de oficio, en ciertos casos
establecidos por la Ley. La resolución judicial en que se declara la
quiebra, sea promovida por quien fuere, contiene la orden de
ocupación de los libros. De modo que la ocupación se decreta por el
juez de la quiebra, por mandato legal, tanto cuando la quiebra es
decretada de oficio, como cuando la pide un acreedor o cuando la
solicita el propio fallido.
1. Vías procesales
El interesado en obtener la exhibición general dispone de diversas
vías para encauzar su solicitud, cuya elección depende de la norma
legal que le sirve de sustento. Según los casos, la exhibición podrá
pedirse dentro de un juicio ya pendiente, como medio probatorio; o
se podrá pedir como diligencia preparatoria de un juicio a iniciar; o
como medida cautelar; o como actio ad exhibendum, esto es como
una demanda cuyo único objeto y fin es la exhibición general de los
libros.
En todos los casos, el peticionante debe justificar ante el juez
competente, la calidad que le autoriza a pedir la exhibición, esto es,
su condición de socio, comunero, heredero, etcétera.
a. Promoción de la exhibición en juicios pendientes
Estrictamente, si nos atenemos al tenor literal del art. 71 CCom, la
condición principal para que proceda la exhibición es, justamente, la
existencia de un proceso en las materias que refiere. En las hipótesis
referidas por el art. 71 CCom, el interesado deberá acreditar su
condición de socio, comunero, heredero, etcétera, ante el juez
competente, dentro de un juicio que esté ya pendiente.
b. La exhibición como diligencia preparatoria o medida cautelar
A pesar del tenor literal de la norma, que prevé la exhibición en
juicio, A L BANE LL M AC C OLL entiende que puede solicitarse como
diligencia preparatoria o como medida precautoria o cautelar, al
amparo de las normas procesales [18] .
El Código General del Proceso prevé la solicitud de la exhibición de
libros como diligencia preparatoria “ cuando corresponda” (art. 309,
n. 2). Entendemos que esa condición implica una remisión a las
normas comerciales. En consecuencia y por ejemplo, un accionista
por vía de una diligencia preparatoria no podrá pedir exhibición de
libros, sin cumplir con las exigencias del art. 339 de la Ley 16.060
de Sociedades Comerciales (LSC), antes analizado.
c. Actio ad exhibendum
En doctrina se plantea si la exhibición general puede ser objeto
principal de una demanda (actio ad exhibendum). De la lectura del
art. 71 del CCom, que hace referencia a juicios de sucesión,
sociedad, etcétera, podría inferirse que el legislador está
presuponiendo juicios ya iniciados. El CCom no prevé expresamente
un actio ad exhibendum.
La doctrina está dividida. A L BANEL L M AC C OL L entiende que sólo
puede solicitarse como diligencia preparatoria o como medida
precautoria o cautelar al amparo de las normas procesales [ 1 9 ] . P É REZ
F ONTANA expresa que la exhibición general de los libros de
comercio solamente puede ser solicitada después de iniciado el
juicio, en el estado correspondiente del mismo o sea cuando éste se
abre a prueba [ 2 0 ] . Para B OL AFFIO la exhibición puede ser el objeto de
la controversia, determinada por la negativa de quien lleva los
libros a exhibirlos a quien se los requiere y puede ser también
utilizada como medio de prueba en una controversia pendiente [ 2 1 ] .
En nuestro concepto, si bien la Ley no ha previsto que la exhibición
sea objeto del proceso, esto es, la posibilidad de una actio
exhibendum, entendemos que ésta puede ser admitida. El art. 71 no
está presuponiendo, necesariamente, juicios ya iniciados y se puede
entender que se refiere al objeto de juicios existentes o que se
inicien. Quien solicita la exhibición puede hacerlo con el único
propósito de hacer efectivo el derecho de examen e información de
que dispone. En este supuesto, la exhibición constituye el objeto
principal del proceso[22] .
En la hipótesis referida en el art. 75 de la LSC, quienes acrediten su
calidad de socios, podrán promover una actio ad exhibendum, para
el caso de que el administrador no les permita examinar los libros y
documentos sociales, así como para el caso en que el administrador
se niegue a suministrarles los informes que entiendan pertinentes.
Cuando existe un órgano de control – un síndico o una comisión
fiscal – le corresponde a éste el examen de los libros y documentos,
así como la solicitud de balances de comprobación toda vez que lo
estime conveniente (art. 402, n. 2, LSC). El art. 339 habilita a los
accionistas a pedir exhibición de libros; pero establece un triple
condicionamiento: la comparecencia de socios que, por lo menos,
representen el 10% del capital integrado; la indicación de actos
violatorios de la Ley o el contrato social o la existencia de
sospechas fundadas sobre graves irregularidades cometidas por los
órganos sociales y el agotamiento de los recursos previstos en el
contrato social y en la Ley. El texto del artículo demuestra que no se
requiere, para poder exhibir libros, que exista un juicio pendiente.
2. Actividad del juez
El juez, ante el pedido, debe calificarlo para determinar si
corresponde o no la exhibición general. El juez examina si se trata
de un caso previsto por la Ley, esto es, examina la legitimidad de la
pretensión.
Si se trata de una controversia pendiente el juez examinará si se
trata de algunos de los juicios mencionados en el art. 71 del CCom y
si quien lo pide acredita su condición de heredero, socio, comunero
o dueño del negocio, según el caso. Si se trata de una actio ad
exhibendum, el juez apreciará si se trata de una hipótesis legal de
exhibición general, si quien la solicita tiene derecho y si la negativa
del demandado es o no justificada [23] ,
El juez resuelve discrecionalmente sobre el pedido de exhibición,
esto es, de acuerdo a su apreciación de los hechos que se le
expongan y se prueben en la incidencia. La resolución que se dicte
es apelable pues en nuestro Derecho Procesal, el principio es la
apelabilidad. La sentencia definitiva denegatoria configurará una
cosa juzgada formal pero no material. Se podrá reiterar el pedido de
exhibición general por la misma parte en otro procedimiento, si
varían las circunstancias o si las justifica debidamente.
3. ¿Cómo se hace la exhibición general?
La exhibición general tiene por objeto que la contabilidad pueda
ser examinada por quien la solicita . La exhibición supone que los
libros puedan ser vistos por la parte peticionante.
El CCom no prevé que se pueda exigir la entrega de copia
autenticada o testimonio de los libros de comercio. Por lo tanto,
siendo esta materia de interpretación estricta, no puede obligarse al
comerciante a entregar tales copias o testimonios.
En cuanto al lugar donde los libros debe exhibirse, el art. 73 del
CCom establece:
“Si los libros se hallasen fuera de la residencia del tribunal que
decretó la exhibición, se verificará ésta en el lugar donde existen
dichos libros sin exigirse en ningún caso, su traslación al lugar del
juicio.”
Como se ve, el art. 73 plantea una hipótesis y supone otra. La
hipótesis que plantea es que los libros se hallen “ fuera de la
residencia del tribunal que decretó la exhibición ”. La hipótesis
supuesta – no expresada - consiste en que los libros pudieran
hallarse dentro de la residencia del tribunal.
El art. 73 sólo da expresamente una solución para la primera
hipótesis. Establece que, en dicho caso, no podría exigirse “ su
traslación al lugar del juicio ”.
Las dificultades interpretativas las suscita la expresión “ residencia
del tribunal”.
a. Se ha entendido que el tribunal tiene su residencia en la
localidad o departamento donde se encuentra ubicada su sede.
Esta interpretación parecería confirmada al final del artículo,
con la referencia a “lugar del juicio”. Entonces, los libros se
encontrarían en la “residencia del tribunal”o en el “lugar del
juicio”, cuando estuvieren en la localidad o departamento
donde se encuentra ubicada la sede del tribunal. Por lo tanto,
según esta interpretación, cuando los libros se encontrasen en
la localidad o departamento donde se encuentra ubicada la
sede del tribunal - a contrario sensu de lo dispuesto para
cuando se hallasen fuera de la residencia - sí podría exigirse
su traslado.
b. En cambio, si se entiende la expresión “ residencia del
tribunal”, de acuerdo a la definición que proporciona el
Diccionario, la interpretación podría ser otra. De acuerdo con
una de las definiciones provistas por el Diccionario, residencia
es el edificio donde una autoridad o corporación tiene su
domicilio o donde ejerce sus funciones. Razonando en base a
esta definición, la hipótesis que da por supuesta el art. 73, es
la de que los libros se encuentren en la propia sede del
tribunal. Siendo así, es obvio que la exhibición se realizará en
el propio tribunal, por eso el CCom no provee una solución
expresa.
Lo que al codificador parece haberle interesado es brindar una
solución para la hipótesis en que los libros no estén en el tribunal,
para cuyo caso establece terminantemente que no podrá exigirse su
traslado “en ningún caso”. Esta interpretación de nuestro CCom es
concordante con la opinión de los autores que sostienen que la
diligencia debe efectuarse de tal manera que provoque la menor
perturbación. El traslado al Juzgado implicaría que, en tanto se
cumple con el examen, no pudieran contabilizarse las operaciones
diarias, tal como dispone el Código de Comercio. La solución es
lógica pues el transporte de libros crea riesgos que se suman a las
molestias que provoca normalmente una exhibición, especialmente
la interrupción de la escrituración.
De manera, que esta última interpretación parece la más conveniente
y lógica: que el comerciante ponga a disposición del peticionante
los libros en su propio establecimiento. Si los libros ya se
encontrasen en la sede del tribunal, obviamente podrán ser exhibidos
allí.

III. Exhibición parcial de libros


En el Derecho positivo actual los libros sirven como medio de
prueba de las obligaciones y los contratos celebrados por el
comerciante que los lleva [ 2 8 ] . La exhibición parcial consiste en la
exhibición que se hace al juez, a pedido de parte o de oficio, de
determinados asientos de de terminados libros (art. 72). Tiene por
finalidad servir de prueba en un juicio.
Los asientos en libros o registros contables no tienen por sí solos
sustancia jurídica. Los asientos acreditan modificaciones de carácter
patrimonial, pero no prueban actos jurídicos. Prueban prestaciones
patrimoniales que son consecuencia de la celebración o de la
ejecución de un acto o contrato. El objeto del asiento de
contabilidad no es el contrato sino su ejecución, en cuanto afecte al
patrimonio.
El contrato no se perfecciona y no se documenta con su
contabilización. El libro no es un documento privado que sea eficaz
para instrumentar un contrato. Los negocios jurídicos para cuya
válida existencia se requiere un documento no nacen a la vida del
Derecho por obra de un asiento en un libro de comercio [ 2 9 ] .
Se registran las consecuencias patrimoniales de los negocios
jurídicos y del asiento contable se puede inferir su existencia,
sirviendo entonces como medio de prueba, según se verá. Por lo
tanto, podemos hacer la siguiente precisión: un contrato que no
tenga repercusiones en el patrimonio, no se registra en la
contabilidad. Por ejemplo: el mandato al factor o gerente. No se
asienta el contrato de mandato en el libro diario, pero sí se va a
asentar lo que se paga al factor a fin de mes, por su sueldo mensual
o el dinero que se le da como restitución de gastos efectuados por
él. De manera que, el mandato no se registra en el libro pero las
consecuencias patrimoniales que puede tener ese mandato se irán
anotando a medida que se generen.
En otras palabras, los libros de los comerciantes acreditan
modificaciones de carácter patrimonial y no hechos o actos
jurídicos. Son objeto de asientos contables no los contratos, sino
las prestaciones patrimoniales derivadas de los contratos. Sólo por
vía de deducción podemos remontarnos al contrato causante de la
prestación asentada en el libro [ 3 0 ] .
Podemos, además, hacer la siguiente precisión: un contrato que no
tenga repercusiones en el patrimonio, no se registra en la
contabilidad.
Marcamos una excepción, en lo que acabamos de exponer. El libro
de correspondencia, en que se conservan copias de las cartas
enviadas y se guardan las cartas recibidas, puede probar la
celebración de contratos, puesto que muchos negocios jurídicos se
celebran por un intercambio de propuestas y aceptaciones de
propuestas formuladas por cartas cursadas entre comerciantes.
1. Naturaleza de la prueba de libros
Para algunos autores, en un sentido amplio, los libros constituyen
una prueba documental [ 3 1 ] .
En materia civil, la prueba con documentos se encuentra regulada en
los arts. 165 y ss. del Código General del Proceso (CGP). En
particular, respecto de la prueba con documentos en poder de
terceros, el inc. 2 del art. 167 establece que “el requerido podrá
oponerse a esa entrega si el documento fuera de su exclusiva
propiedad y la exhibición pudiere ocasionarle perjuicio lo que
apreciará el tribunal”.
Sin embargo, para el caso en que se tratare de documentos en poder
del adversario, el art. 168 establece que la parte que quiera servirse
de ese documento podrá pedir al tribunal que intime a aquél su
presentación en el plazo que se determine. Luego, cuando por otros
elementos del juicio, la existencia y contenido del documento
resultare manifiestamente verosímil, la negativa a presentarlo
podrá ser estimada como reconocimiento de ese contenido .
Lo dispuesto en el art. 168 no rige si se pretende hacer prueba
con libros de comercio y demás documentación mercantil, puesto
que el art. 169 del CGP establece que se regirá por las disposiciones
de las leyes mercantiles.
Para A SCARE LL I las anotaciones en los libros de comercio no son
declaraciones, puesto que no están dirigidas a nadie sino que el
comerciante las efectúa para su propio uso. Ni siquiera tienen, para
este autor, el valor de una confesión. Para C ARNE L UT T I , el asiento es
una declaración no recepticia, pues no se dirige a nadie.
Para B IONDI , el asiento es una declaración recepticia, pues su
anotación no es exclusivamente para sí, sino que se hace para la
eventualidad de exhibirla al juez. Agrega que constituye una
verdadera confesión judicial anticipada. C OVIE LL O tiene similar
posición a la de B IONDI ; pero varía en cuanto, para él, se trata de
una confesión escrita pero extrajudicial.
B OL AFFIO señalaba la similitud de este medio de prueba con la
confesión:
“El comerciante, que anota la operación realizada, no hace ninguna
declaración contractual: registra un hecho, se asegura su memoria.
Surge la litis y debe presentar el libro; y es la presentación la que
produce consecuencias jurídicas. Ahora bien, ¿qué diferencia tiene
lugar entre el caso en que, provocado por el interrogatorio, el
comerciante declara cuándo y cómo ha realizado una operación, y
el caso en que apoya su declaración presentando el documento que
la comprueba? La formación de la prueba tiene lugar en el
proceso: allí, con el acta de interrogatorio; aquí, con el acta de
presentación.
Una diferencia existe, y es la siguiente: que la declaración coetánea
al negocio registrado, ofrece mayor confianza de verdad” [ 3 2 ] .
La asimilación con la confesión es, también, sostenida
por G ARRIGUE S quien sostiene que es una confesión extrajudicial y
señala como confirmación de ello, la aplicación del principio de la
indivisibilidad de la confesión [ 3 3 ] .
2. Fundamento de la exhibición parcial
Los autores exponen distintos fundamentos para justificar el
instituto de la exhibición parcial de libros. Para V IVANTE , el
fundamento de la exhibición parcial es similar al de la exhibición
general. En la exhibición general hay copropiedad de los libros y en
la parcial hay copropiedad de los asientos.
Algunos autores fundan el derecho de un comerciante de pedir la
exhibición de los libros de la parte contraria, en la existencia de un
recíproco mandato que las partes contratantes se dan, cuando
realizan un negocio, de comprobar cada uno las respectivas
operaciones [ 3 4 ] . Los asientos deben considerarse comunes a los
contendientes: serían comunes porque se efectuarían por el anotador
en interés propio y de la contraparte, por una especie de
colaboración jurídica y de cómputo.
B OL AFFIO critica las tesis precedentes:
"Se ha observado que, siendo los libros de comercio impuestos en
interés general del comercio, deben, en algún modo, contemplarse
como títulos pertenecientes a todas las partes litigantes, cuando se
trata de juicio comercial. El concepto de la comunidad es, sin
embargo, inexacto. Es cierto que los libros de comercio son
impuestos como medida de interés general: pero esto no induce a
afirmar que existe una comunidad de derechos de los comerciantes
sobre los libros respectivos.
Si fuese así, no sería ya lícito al juez denegar su exhibición cuando
sea pedida por una de las partes en causa. Si soy comunero, tengo
también el derecho de pedir que el documento común se me ponga
de manifiesto.
Y, sin embargo, como hemos observado, el tenor de la Ley no
permite dudar que se trate, por el contrario, del poder discrecional
del magistrado” [ 3 5 ] .
Para N AVA RRINI , la obligación de exhibir deriva de la obligación de
llevar libros y es una consecuencia de la misma. Sostienen tesis
similar M AL AGARRIGA y, entre nosotros, M EZ ZE RA . La exhibición
parcial para estos autores es una obligación legal de todo
comerciante que deriva de la obligación que tienen los comerciantes
de llevar libros y de actuar con veracidad frente a terceros. Se trata
de otra exigencia de publicidad en la actividad comercial.
Por nuestra parte, entendemos que la exhibición parcial es
obligación legal que se impone al comerciante, con carácter
excepcional, en determinadas circunstancias y sancionada
especialmente (art. 68). El principio es la reserva de la contabilidad
y no su exhibición.
3. Fundamento de la fuerza probatoria de los libros de comercio
En cuanto al fundamento de su fuerza probatoria se esgrimen varios
argumentos. Decía B OL AFFIO :
"Las formalidades, públicas y privadas, exigidas para que se lleven
regularmente, tienden a asegurar, hasta donde es posible la
simultaneidad de la registración con la verificación del hecho
registrado y la inalterabilidad de la constatación." [ 3 6 ]
El comerciante - cuando los escritura - no está pensando en que
podrán servirle de prueba sino que se llevan para conservar memoria
de los hechos a medida que se desarrollan [ 3 7 ] .
Otro fundamento de su fuerza probatoria se encuentra en la
posibilidad de contralor recíproco de los libros de un comerciante
con los de su contrario. Además, la rapidez con que se realizan los
negocios, la simplicidad de las formas, exigen como contrapartida
una mutua confianza de los comerciantes, quienes se delegan
recíprocamente la exacta atestación del acuerdo [ 3 8 ] .
Resumen
De lo hasta aquí expresado se extrae que las diferencias más
importantes entre exhibición parcial y general son las siguientes:
1. En la exhibición general tiene como objeto la totalidad de alguno
o varios de los libros del comerciante. La exhibición parcial se
concreta a uno o algunos asientos determinados, relacionados con un
determinado negocio (art. 72).
2. La exhibición general procede en casos determinados
taxativamente. La exhibición parcial en cualquier juicio entre
comerciantes en que se plantee una contienda relacionada a un
hecho del comercio.
3. La exhibición general sólo se decreta a pedido de parte. La
exhibición parcial puede ser decretada a pedido de parte o de
oficio.
4. En la exhibición general los libros se exhiben, en principio, a la
parte que la pide. En la exhibición parcial los libros se muestran
siempre al juez, porque éste debe resolver la contienda con la
prueba que ellos producen. Los libros constituyen un medio de
prueba y la exhibición parcial es el mecanismo para su producción.

[1]
B ERGSTEIN , El delito de violación del secreto
bancario (1987), p. 12.
[2]
M ALAGARRIGA , Código Comercial Comentado , t. 2, p. 96.
[1]
M ALAGARRIGA , Código Comercial Comentado , t. 2, p. 96.
[2]
Art. 68 del CT:
“(Facultades de la Administración). La Administración dispondrá
de las más amplias facultades de investigación y fiscalización y
especialmente podrá:
A) Exigir a los contribuyentes y responsables la exhibición de los
libros, documentos y correspondencia comerciales, propios y
ajenos, y requerir su comparecencia ante la autoridad
administrativa para proporcionar informaciones.
B) Intervenir los documentos inspeccionados y tomar medidas de
seguridad para su conservación.
C) Incautarse de dichos libros y documentos cuando la gravedad
del caso lo requiera y hasta por un lapso de seis días hábiles; la
medida será debidamente documentada y sólo podrá prorrogarse
por los órganos jurisdiccionales competentes, cuando sea
imprescindible para salvaguardar los intereses de la
Administración”.
[5]
A LBANELL M AC C OLL , La Justicia Uruguaya, año 56, p.
36. B OLAFFIO , p. 255.
[6]
A LBANELL M AC C OLL , íd. ibíd..
[7]
A LBANELL M AC C OLL , íd. ibíd., B OLAFFIO , Parte General, t. 2,
in: Colección Bolaffio, Rocco & Vivante, pp. 264/265.
[8]
B OLAFFIO , íd., p. 264.
[9]
Al respecto, debemos aclarar que la comunidad es incompatible
con la existencia de una actividad comercial. Si un
establecimiento comercial es adquirido por dos o más personas
para dedicarse a su explotación habrá entre ellas una sociedad y
no una comunidad.
[10]
Dispone el art. 75:
“Los socios podrán examinar los libros y documentos sociales así
como recabar del administrador los informes que estimen
pertinentes, sin perjuicio de las limitaciones que se establecen
para determinados tipos sociales.
Este derecho no corresponderá a los socios de las sociedades en
que la Ley o el contrato social imponga la existencia de un
órgano de control sin perjuicio de lo establecido en el artículo
339.”
Como contrapartida, el órgano de control tiene el deber de
suministrar a los accionistas que representen no menos del 5 %
(cinco por ciento) del capital integrado, en cualquier momento que
éstos se lo requieran, información sobre las materias que sean de
su competencia, entre las cuales se encuentra la exhibición de
libros (art. 402, n. 7, Ley 16.060).
[ 11 ]
B OLAFFIO , íd., p. 266. Obsérvese que el art. 71 CCom no
contenía esta limitación en cuanto a la legitimación activa.
[12]
B OLAFFIO , íd., pp. 276 y 267.
[13]
Fuente: Proyecto P ÉREZ F ONTANA .
[14]
En el régimen del CCom, no se restringía el derecho de los
accionistas a pedir la exhibición de libros. No obstante, existían
discrepancias en la doctrina. Algunos autores sostenían que los
accionistas no podían pedir la exhibición general de los libros de
la sociedad anónima a la cual pertenecían por las siguientes
razones: la necesidad de la rapidez y celeridad en la celebración
de negocios mercantiles. Ambas necesidades se verían perturbadas
si cada accionista pretendía ver la contabilidad, pues se
perturbaría la administración social, ya que mientras los libros
son examinados, se dificulta la posibilidad de asentar operaciones.
También, se argumentaba con el interés mínimo que puede tener el
accionista frente a la importancia de la empresa social y a la
necesidad que tiene ésta de unidad de dirección y de vigilancia.
Podemos poner un ejemplo: en una sociedad formada por miles de
accionistas, ocasionaría graves trastornos el deseo de cada uno de
ellos, de examinar la contabilidad y se manifiesta el absurdo de la
situación cuando el accionista tiene, por ejemplo, una sola acción
de $ 100 en una sociedad varias veces
millonaria. B OLAFFIO sostiene que los accionistas tienen derecho a
pedir la exhibición general de libros; pero que no pueden ejercerlo
directamente, sino por medio de los síndicos. El régimen
excesivamente liberal del CCom en materia de sociedades
anónimas se ha visto limitado con la norma establecida en el
artículo 339 de la Ley de Sociedades, que hemos analizado.
[16]
R ODRÍGUEZ O LIVERA , íd., pp. 47 y 48.
[18]
A LBANELL M AC C OLL , op. cit., p. 38.
[19]
A LBANELL M AC C OLL , íd. ibíd.
[20]
P ÉREZ F ONTANA , Manual de Derecho Comercial , t. 1, p. 106.
[21]
B OLAFFIO , op. cit., p. 258.
[22]
R IPPE K AISER , Los libros de comercio..., pp. 85 y 86.
[23]
B OLAFFIO , op. cit, p. 259.
[28]
El art. 169 del CGP prevé la prueba de libros y demás
documentación comercial pero no la regula. Dicho artículo
contiene una remisión a las disposiciones de las leyes mercantiles.
No obstante la remisión procesal a la legislación comercial, se ha
entendido que son también aplicables las demás disposiciones
procesales en lo pertinente y en cuanto sea compatible con la
normativa sustantiva (R IPPE K ÁISER , Los libros de comercio..., p.
86).
[29]
GARRIGUES, op. cit., p. 1.366.
[30]
Marcamos una excepción, en lo que acabamos de exponer. El
libro de correspondencia, en que se conservan copias de las cartas
enviadas y se guardan las cartas recibidas, pueden probar la
celebración de contratos, puesto que muchos negocios jurídicos se
celebran por un intercambio de propuestas y aceptaciones de
propuestas formuladas por cartas cursadas entre comerciantes.
[31]
A LBANELL M AC C OLL , op. cit., pp. 36 y 33, en que se hace
síntesis de la doctrina al respecto.
[32]
B OLAFFIO , op. cit., p. 433.
[33]
GARRIGUES, op. cit., p. 1.365.
[34]
B OLAFFIO , op. cit., p. 218.
[35]
B OLAFFIO , íd., p. 217.
[36]
B OLAFFIO , íd., p. 271.
[37]
B OLAFFIO , íd. ibíd., p. 271.
[38]
B OLAFFIO , íd., p. 399.

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