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LA ESTRATEGIA PARA LA DERROTA SHIMON TZABAR SIGLO Kl Siglo XXI de Espajia Editores, S.A. Siglo XXI de Argentina Editores Todos los derechos reservados. Prohibida la reproduccisn to- tal o parcial de esta obra por cualquier procedimiento (ya sea grafico, clectrénico, éptico, quimico, mecénico, fotocopia, etc.) y el almacenamiento o transmisién de sus contenidos en soportes magnéticos, sonoros, visuales 0 de cualquier otro tipo sin permiso expreso del editor, Primera edicién en castellano, mayo de 2005 © SIGLO XX DE ESPANA EDITORES, s. A Principe de Vergara, 78. 28006 Madrid © Shimon Tzabar, 1972, 2002 Titulo original: The White Flag Principle. How to Lose a War (and Why) Traduccién: Paula Borrell Soldevila Revisién: Maria Corniero y Rebecca Ivatts Disefio de la cubierta: Simon Pates DERECHOS RESERVADOS CONFORME A LA LEY Impreso y hecho en Espaiia Printed and made in Spain ISBN: 84-323-1201-0 Depésito legal: M. 21.743-2005 Fotocomposicién e impresién: Ferndndez Ciudad, S. L. Catalina Suarez, 19. 28007 Madrid {NDICE Nota del autor a la edicién espajiola .... IX iG {Por qué la derrota? sas 1 3: Derrota y victoria .... 21 3: Cémo realizar una mala politica exterior .......0.00+ 35 4. Cémo arruinar una econom{a préspera 49 5._Cémo desunir una sociedad wnida esennnnnenne 55 6 i ie ie 4 ii a 6. Cémo preparar a un ejército para la derrota ....... 63 91 E Tacticas y estrategia ... 9. Cémo recuperarse de una victoria accidental ...... 123 Bibliografia .... Vl Copyrighted material Nota del autor a la edicién espafola Asi empezé todo L. idea del verdadero poder que encierran la derrota y la rendici6n me vino a la cabeza hace casi cuarenta afios, en las siguientes circunstancias. En el verano de 1966, me llamaron, como era habitual, para cumplir el servicio militar (como soldado en reserva) en el Ejército israeli. Israel es una sociedad espartana y militar. Se basa en la movilizacién de hombres y mujeres desde una edad muy temprana. Durante el periodo escolar se pertenece al Gadna, un servicio militar de juventudes para nifios en edad escolar. A los 18 afios te Ilaman para el Servicio Militar Nacional. Una vez cumplido, pasas a la unidad de reserva lo que implica que el ejército puede Iamarte a filas ante cual- quier situacién de emergencia. Entre tanto, uno esta obligado a prestar servicio militar un mes al afio. Cuando se supera esta etapa, pasas a formar parte de la Home Guard (Protec- cién Civil). El dicho hebreo: Kol Ha‘am Tzava (La Nacién entera es un ejército) esta mas que justificado. En esa situacién me encontraba. Fui enviado a un cam- po de aviacién militar en algtin lugar al sur del pais. Dio la casualidad de que me pusieron a cargo de la centralita del 1X COMO PERDER UNA GUERRA (Y POR QUE) aeropuerto, Pasaba el rato frente a la cabina, con muy poco que hacer; con el periddico abierto y escuchando la radio. Era la hora de las noticias. El tema principal, tanto en la ra- dio como en la primera plana de la prensa, era el combate aéreo entre aviones sirios e israelfes (jvaya paz!). Los Mira- ge israelies (fabricacién francesa) habian derribado a tres Migs sirios (fabricaci6n rusa). Habia lefdo recientemente un artfculo publicado en la prensa en el que se mencionaba que el coste de cada avidn de combate ascendia a muchos millones de délares, y empecé a imaginarme un montén de dinero. Treinta millones de délares en billetes verdes derri- bando a treinta millones de rublos rojos, y un mont6n de bi- lletes de ambos colores revoloteando en el aire y descen- diendo a tierra como confeti. Mientras imaginaba toda aquella cantidad de dinero, me vino a la memoria otro edi- torial recientemente publicado sobre la cantidad de dinero que invertia el pais en la formacién de los médicos y los in- genieros israelfes. Segtin dicho editorial, nos gastébamos 200.000 libras en la formacién de cada ingeniero y 400.000 en la formacion de cada médico, y ahora resultaba que, des- pués de tamafia inversion, muchos abandonaban Israel para afincarse en Europa o Estados Unidos, donde los pastos eran mas verdes. El editorial exigia que se prohibiera aban- donar el pafs a aquellos cuya formaci6n se habfa financiado con fondos ptiblicos, hasta que hubieran devuelto el dinero que el pais habfa invertido en ellos. Esta asociacién de ideas me condujo a pensar en todas aquellas personas en las que se invertfan fondos piiblicos a los que no se deberfa dejar abandonar el pais antes de que hubieran devuelto el dinero. Por supuesto, entre estas per- sonas en las que se invertia dinero ptblico se inclufan los pi- lotos del ejército, cuya formaci6n costaba una buena canti- dad de dinero. Ahora que andaban derribandose a tiros xX NOTA DEL AUTOR A LA EDICION ESPANOLA unos a otros, algunos resultaban muertos y dejaban viudas tras de sf. ,Deberfamos dejar que las viudas abandonen el pais antes de devolver el dinero que hemos invertido en la educacion de sus maridos? Los pensamientos siguieron encadendndose. Todo tenia sentido en la medida en que continudéramos siendo ricos y victoriosos y pudiéramos permitirnos invertir en la forma- cin del personal del ejército. Pero, jy si fuéramos pobres y, peor atin, tuviéramos que asumir la derrota en esta guerra, cémo fbamos a pagar nada a nadie? La gente afirma, ¢ incluso puede llegar a creérselo, espe- cialmente en Israel, que perder una guerra es un tremendo desastre. { Pero, lo es realmente? Comencé a analizar los ca- sos de aquellas naciones que habjan perdido guerras para valorar hasta qué punto constitufa en efecto un desastre. No estoy seguro de que exista una conexi6n ldgica entre estas dos series de asociaciones, pero asi fue como se sucedieron. En mi biisqueda de ejemplos de derrota, la primera que me vino a la mente fue la de Alemania y Japon que acaba- ban de perder la Ultima gran guerra. Por mas que pensara, no era capaz de ver el desastre por ningtn lado. En el mo- mento en el que transcurre esta historia (1966), Japén y Alemania eran los paises mas présperos y de mayor éxito. No era capaz de hallar el dafo que la derrota y la rendicion pudieran haberles causado. Decidi investigar un poco. Cuando terminé el servicio militar y recuperé mi vida civil, visité a un amigo, Amos Keinan, que era escritor, y le hablé sobre mi idea de los méritos de la derrota. Entonces no disponia de tiempo para realizar un estudio completo sobre el tema, pero si para escribir un articulo. Para saciar mi ne- cesidad, publiqué una revista literaria (un tinico nimero) que se llamo Yellow Pages, en la que expuse la idea de Como perder una guerra (y por qué) por primera vez, impresa. XI COMO PERDER UNA GUERRA (¥ POR QUE) La revista obtuvo un gran éxito. Fueron numerosos los colaboradores que presentaron ensayos, poemas, historias y resefias. La vendfamos en el café en el que soliamos reunir- nos, y se hablaba de ella en los circulos literarios de Tel- Aviv durante los meses previos al inicio de la Guerra de los Seis Dias. Una vez finalizada la guerra, fui desmovilizado y viajé por barco hasta Londres con la idea de que por fin habia lle- gado el momento de dedicar al tema de la derrota la inves- tigacién que merece. Me encontraba trabajando en la bi- blioteca del British Museum, cuando conoe/ por casualidad a Hillary Rubinstein, un agente literario. Le entusiasm6 la idea de que la derrota pudiera ser mds positiva que la victo- ria, y me comenté que si consegufa escribir el libro, quiz4 pudiera encontrarme un editor. Fiel a su palabra, no sélo me consigui6 uno sino dos editores (Hamish Hamilton del Rei- no Unido y Simon & Schuster de EEUU). Tras dedicar un afio entero a la investigacién en la bi- blioteca, me sentf preparado para escribir el libro. Sin em- bargo, mi inglés no alcanzaba el nivel necesario. A fin de cuentas, mi lengua materna es el hebreo. Afortunadamente, me topé con Christopher Walker, licenciado en Oxford, que en aquel momento estaba trabajando en Sotheby’s en el departamento de manuscritos. Enseguida se mostré deseoso de colaborar. Asi es como establecimos un método de tra- bajo: yo escribia un capitulo, se lo pasaba a Christopher, que después de leerlo, solfa comentar: sé lo que quieres de- cir, pero esto no es inglés. Se llevaba el texto y nos volvia- mos a ver una semana més tarde. Yo volvia a leer el capitu- lo corregido y advertia: de acuerdo, puede que sea inglés, pero no es lo que yo quiero decir. Asi, los textos iban y ve- nian hasta que yo quedaba convencido de que expresaban mis opiniones y Christopher satisfecho con el inglés. XI NOTA DEL AUTOR A LA EDICION ESPANOLA. A menudo, se me plantea la pregunta: {se trata tan solo de una sdtira, o realmente piensa (con la boca pequefia) que la derrota es mejor que la victoria? Me resulta muy di- ficil contestar a esta pregunta porque no estoy seguro de co- nocer la respuesta. Cuando me vino la idea a la cabeza, no era mas que una idea aislada, e inicié mi investigacién en la British Library con la intenci6n de escribir un libro en tono de satira. A medida que avanzaba mi investigacién, encon- tré mds de lo que esperaba. Encontré hechos. Las referen- cias a los hechos estan en las notas y el lector podra com- probarlas. Es cierto que, en la mayor parte de los casos, los hechos salen a luz afios después de que acontecieran. No fui yo quien los desenterrara en este caso, sino importantes his- toriadores. Bien pudiera ser que nos haya vuelto a decep- cionar el sentido comtin, como nos sucediera con la mecé- nica cuantica, la teoria de la relatividad o el concepto del tiempo; o en la actualidad, a menudo, al enfrentarnos a los nuevos descubrimientos de la ciencia y la medicina. Aun asi, el libro puede que tan s6lo sea una satira, para entrete- nernos cuando no tengamos otra cosa mejor que hacer. Cada lector o lectora decidird, en su caso. SHIMON TZABAR, abril 2005 XUL aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. COMO PERDER UNA GUERRA (Y POR QUE) guerra se ha estudiado no sélo en aras del conocimiento, sino en aras de la victoria. El estudio de la guerra ha sido, casi siempre, una brisqueda de la llave de la victoria. Nada mas se ha considerado importante, ni siquiera significativo. La sangre, el fuego, el dolor y la miseria no sdlo se han ig- norado; se han justificado y glorificado, porque, si se mani- pulan convenientemente, conducen a Ia victoria. «Victoria a cualquier precio —dijo Churchill— victoria pese a todo el terror, victoria sin importar cudn largo y duro sea el camino; sin victoria no hay supervivencia»‘. Lo que Churchill dijo a un pueblo refiriéndose a una guerra concreta es valido para todas las guerras y para todos los combatientes. La victoria ha sido el maximo objetivo, compartido histérica y psicol6gicamente, por todos los miembros de la especie humana, «jLa gloria militar! Ha sido un sueno que, siglo tras siglo, ha ocupado la imagina- cién de los hombres y ha encendido su sangre. Trompetas, penachos, cargas, la pompa de la guerra, la excitacién del combate, la exultacién de la victoria; es una mezcla que, ciertamente, embriaga. Dirigir grandes ejércitos, protago- nizar hazajias de valor, pasear victoriosos por las calles en- galanadas de flores, ser heroicos, magnificos, famosos: tales eran las visiones que bailaban ante los ojos de los hombres mientras se precipitaban impacientes hacia la guerra»°. E] deseo de ser vencedor era tan elemental y obvio, que cuando Clausewitz escribié un clasico acerca de este asunto, lo titulé De /a guerra, Habria sido mas apropiado titularlo De la victoria. Asumi6 automaticamente que ambos térmi- nos eran coincidentes, o de hecho idénticos. {Son realmente idénticos? La guerra se puede describir como un proceso unidi- mensional en el tiempo *. Esta precedida por una situacién de preguerra y seguida por una situacion de posguerra. So- {POR QUE LA DERROTA? bre el papel, esto se puede representar con tres lfneas, una precedida por la otra: Preguerra Guerra Posguerra ee ff ——_—__ 6 —_.__ Dado que el resultado de la guerra —victoria 0 derro- ta— provoca distintas situaciones de posguerra, es mejor dibujar dos dimensiones en lugar de una: Posguerra 1 Preguerra B Guerra Posguerra 2 2 2 Tenemos dos posibles resultados de la guerra (C,, C,) y dos posibles situaciones de posguerra (C,- D,, C,- D,). Los resultados son: derrota y victoria; las situaciones de pos- guerra: buena y mala. Se da por sentado que una buena si- tuacién de posguerra es el resultado de la victoria, y una mala, el resultado de la derrota. Esto seria verdad si los fac- tores que llevan a un ejército a la victoria fuesen los mismos que los que crean una situaci6n mejor de posguerra. En la practica, los factores no son los mismos, y no se deduce, ne- cesariamente, que la victoria conlleve una buena situacién de posguerra y la derrota, una mala. Alemania y Japon, los bandos mas duramente derrota- dos en la ultima guerra mundial, salieron mejor parados y COMO PERDER UNA GUERRA (Y POR QUE) tuvieron una posguerra mucho mejor que Gran Bretafia y Francia, los bandos vencedores. Lo mismo cabe decir de la China moderna, que ha sido derrotada incesantemente du- rante los tiltimos siglos, y de Rusia, que ha sufrido derrotas continuas desde el principio del siglo xx hasta 1942, cuando el ejército aleman invasor empezé a desplomarse bajo el peso de sus propias victorias. Las ventajas de la derrota son muchas. Pueden ser cul- turales, sociales, econémicas, e incluso militares. Cuando es- tallé la Segunda Guerra Mundial, Japén era un monstruo socioeconémico: un hibrido de sociedad feudal y economia moderna. Si Jap6n hubiese ganado la guerra, ese monstruo habria crecido. Al final, habria destruido a su pueblo. Ya que el monstruo era el resultado de un milenio de continuas victorias, s6lo podia ser destruido por una derrota. Dos bombas atémicas, una en Hiroshima y otra en Nagasaki, lo consiguieron. La derrota libré a Japén de su anormalidad. Tuvo un efecto beneficioso en la economia, en la vida social, en la cultura, en todo. La situaci6n de Alemania puede explicarse de una ma- nera similar. Su triunfo durante la crisis financiera francesa de noviembre de 1968, cuando la economia y el sistema mo- netario del mundo occidental dependian del marco aleman, no fue sino la cispide de una cadena ininterrumpida de mi- lagros econémicos. Esta fue s6lo una de las muchas ventajas que tuvieron los alemanes, derivadas de su derrota. Si Ale- mania hubiese vencido, los alemanes habrian tenido que continuar bajo el yugo nazi de Hitler y sus secuaces, lo que habria sido tan funesto para Alemania como para el resto del mundo. Si Alemania hubiese ganado, el milagro econé- mico habria sido imposible. Si los alemanes hubiesen gana- do, habrian tenido que conservar la presencia militar en le- janos paises extranjeros y mantener a ese ejército a costa de {POR QUE LA DERROTA? su progreso econémico. En resumen, habrian tenido que sufrir lo que Francia y Gran Bretafia, los vencedores, tu- vieron que sufrir en los préximos veinticinco afios. ZY quién tiene mas experiencia en la derrota que el pue- blo judfo? Ellos han sido los perdedores profesionales del mundo durante casi dos mil afios. Es casi imposible mencio- nar una derrota, una rendicién o una debacle que no hayan sufrido. Aun asf han sobrevivido a todos sus vencedores. ¢D6nde estan los antiguos reinos que destruyeron a Israel? {D6nde estan los egipcios, los babilonios y los griegos, y los romanos que incendiaron su templo? Ahora todos estén muertos, borrados del mapa politico. Los que siguen aqui, con fuerza suficiente en sus viejos huesos como para empe- zar desde cero, son los judios derrotados. La opinién de que el mejor resultado de una guerra s6lo puede ser la victoria ha estado muy extendida. Sin em- bargo, hay quien ha sospechado que esa opinién quiza fue- se errénea. El mejor ejemplo conocido es el del rey Pirro, quien les dijo a sus amigos, cuando le felicitaron por su victoria sobre los romanos: «jSi, pero si tenemos otra victoria, estamos perdidos!» Belisario expresé una idea parecida mientras defendia y expandia el imperio de Justiniano. Cuando los soldados le apremiaron a atacar al rey de los sarracenos, que estaba avanzando por el Eufrates con la intencién de abalanzarse sobre Antioquia, respondié: «La verdadera vic- toria reside en obligar al adversario a abandonar su propé- sito con la menor pérdida posible para uno mismo. Si esto se consiguiera, ganar una batalla no reportaria ningtin benefi- cio real» 7. Samuel Rogers cita las palabras del duque de Wellington tras la batalla de Waterloo: «Obtener una victo- ria como esta es una desgracia tan solo superada por la de perder una batalla» *.

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