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Oscar. S. Delgadillo. vs Andrés M. Rivera*
Este ensayo de texto ha sido confeccionado a dos manos, una en contra y de acuerdo a la
voluntad de la otra, ejecutando su decir. Los corchetes marcan el inicio y el final del decir de
uno, indistintos y distantes.
[Bodhisattva]es Yihad. No lo es. Yihad es Bodhisattva. [No lo es].
del parásito maquinal uno y no uno habitante de lo no
habitable
Est[a manera de percibir (al insecto) o incluso performarlo (siendo no sólo el cómo del
insecto sino el in-secto mismo)] discrepa con la construcción y el performar de un cuerpo-
uno (en el tráfago que constituye lo imaginario y lo real en términos generales) cuyas
regiones y funciones florecen como tales en una relación existencial de casi absoluta
codependencia (en cuyo co-accionar se constituye concepto, acto y masa). Acontece en
aparente simbiosis y co-incidencia.
Las partes inconexas del esqueleto que se enmascaran bajo la aparente homogeneidad de
la piel [en el caso del humano, contrastan con la apariencia o evidencia de la
deshomogeneidad en el caso del monstruo o del in-secto. En este último caso] surge la
noción de “herida”, “separación” o “fractura”, [desde el hecho y la imagen de la
articulación o, incluso, desarticulación de sus miembros], como confesión [de una
corporalidad otra, de una corporalidad que ostenta extrañas propiedades y se erige como
diferencia de sí misma]. [Desde esta extrañeza, esta corporalidad, que atenta contra sí
misma, no deja de inyectarse como ámbito propio y ajeno a quien la atestigua en sí y/o
fuera de sí.]
***
[En una sociedad monoteísta, incluso en sus regiones ateas, el terror y lo obsceno, como
contra-historia, no estarían adscritos al cuerpo muerto, sino al cuerpo que es evidencia de
su ensamble. Nuestro escenario y proceder es mesa de disección]. Ustedes ostentan la
cobardía de la unidad cobarde. [Es por eso que, en las sobrevivientes comunidades
cristianas, la región de densidad, en cuanto a acumulación o carencia de tensiones y
significaciones se refiere, es localizada en el cuerpo de Cristo y en el nombre de Jesús, y no
en la incoherencia del Espíritu Santo, que es más presente cuando más ausente está, o en el
aún más deplorable misterio de la Trinidad], que es santísima [en su ser in-sectum.]
(también me refiero al paisaje)
[Si para estas sobrevivientes y tímidas comunidades que se depositan en la unidad] dios es
uno, entonces, en su sistema de significaciones, el diablo es múltiple. Aquesto no es visible
[en su invisibilidad o resistencia a lo que se hace o se deja hacer visible o se deja hacer en-
lo-visible] sino hasta nuestra época, [que es la interrupción de sí misma y del estado de
propiedad], que incluso es una resistencia a sí misma, a su contradicción y a toda
asimilación.
Sin embargo, valga recordar que el sacrificio multiplica el-su cuerpo (tanto de Cristo como
de nuestra época). Multiplicación (que además de movimiento infinito) nos adviene y
habita [(como endemia de máquina contra máquina a través de nosotros que somos yo y
nadie)] como el milagro de la incrustación, de la pústula de uno en sí mismo (sí mismo y
uno que es ajenidad y carencia).
[“Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se los dio y dijo: Tomad.
Este es mi cuerpo”. [La-su palabra (tanto de nuestra época como de Cristo) hace aparecer
su cuerpo fuera de su cuerpo para ser bendito y desensamblado y acoplado a la ajenidad].
“Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se las dio, y bebieron todos de ella”. [La-su
palabra (tanto de Cristo como de nuestra época, nuestra suspensión) no activa la capacidad
de actuar sobre el objeto, mediante una bendición, sino de dar cuenta de su estado de
gracia. Además, la liquidez no puede ser desensamblada; ella siempre es partición y
unidad de y en sí misma]. “Y les dijo: Esta es mi sangre, sangre de la Alianza, que es
derramada por muchos”]. [La-su palabra (tanto de Cristo como de nuestra época, nuestra
suspensión, no nuestra, nunca realizada ni incompleta) posibilita que este elemento (tan
propio y extraño como lo es la sangre) sea propagado en otros elementos y en lo que no es
elemento].
El engendro del dios (que además se consumió, licuó, simbolizó y solidificó a sí mismo) se
performó, a sí mismo, diablo, en el estado santo y ritual de la pascua, la transición, el
tiempo que no es tiempo, que espera ser tiempo. Y los velos del lugar santísimo fueron
rasgados, posibilitando la incrustación de lo santo a lo santo. [Todo se hizo y es exclusión.]
(¿Acaso habremos de creer?) ¿Acaso habremos de creer en la segunda pascua, que no sólo
com-parte el cuerpo, o en la cruz, ésta última que perfora, des-troza y recupera una
integridad? ¿O, no son ni más ni menos que dos eventos y uno solo de diferente carácter en
lo dimensional?
***
(He allí la maravilla de la maquinaria, que es también ausencia de maquinaria. [No sólo
somos mercenarios]).
***
El in-secto puede ser pensado como ganglio del vacío de sí mismo. El in-secto puede ser
pensado como lo que está fuera del insecto.
***
En esta consideración que atinge a lo contingente, ¿no son los productos de esas luchas y
contrariedades, del soma en sí mismo y contra sí mismo, (lágrimas, heces, sangre, bilis,
vómito, pensamientos, lenguaje, voluntad, lo voluntario, la consciencia, etc.) los que,
históricamente, se han reducido a la vergüenza y la obscenidad? ¿No es, esa condena,
testimonio y evidencia de la herida y extracción que el cuerpo ejecuta, en su condición,
contra sí mismo, en su casi-ser y sobre-ser sí mismo? ¿Y, por lo tanto, no es esa herida, esa
separación (vacío in-corporado), en sí, lo cognoscible que se resiste a esta categoría? ¿No es
esta (a)corporalidad anexada, lo que es también incognoscible, de alguna manera sacro?,
¿sacro porque [“algo”] interfiere y ramifica en el orden y desorden de las transferencias y
reproducciones del individuo?
***