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CATEQUESIS FAMILIAR
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INTRODUCCIÓN Y ANOTACIONES METODOLÓGICAS
1. ADONDE NOS LLEVA LA CATEQUESIS FAMILIAR
OBJETIVOS PARTICULARES:
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3) Ayudar a que descubra cada familia su compromiso en y con la Iglesia y
también con la sociedad.
4) Ayudar a que los padres se redescubran como la imagen paterna y
materna de Dios en el hogar, recuerden sus derechos en la educación
cristiana de sus hijos y asuman su responsabilidad frente a Dios, la
Iglesia y el mundo.
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A LOS GUÍAS Y ANIMADORES
Los coordinadores
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ORACIÓN AL ESPIRITU SANTO
AMEN.-
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ISRAEL: UN PUEBLO MARCADO POR SU GEOGRAFÍA
6
MIL AÑOS DE HISTORIA
Los grandes momentos de Israel
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1º Año de Confirmación
Citas Bíblicas:
TENER PRESENTE
MOTIVACIÓN
Motivación “A”: Leer el cuento ¡Qué Lindo Sermón! que figura en la cartilla
de los niños. Explicar con las propias palabras el mensaje del Cuento.
-¿Nos pasó alguna vez que participamos de la Misa y no sacamos ninguna
conclusión para nuestra vida? ¿A qué se deberá eso?
- A nivel personal: ¿Cuál fue la mejor noticia que hemos recibido en este
tiempo? ¿Cómo reaccionamos frente a ella? ¿Qué sentimientos produjo en
nosotros?
- ¿Qué conclusión sacamos de las noticias que nos dan diariamente los medios
de comunicación?
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Motivación “B”: Leer el relato: Los que van a la Iglesia, que figura al final del
encuentro, y realizar la dinámica que allí se detalla.
El mensaje de Belén
El misterio del amor de Dios que asume la condición humana para salvarla
y divinizarla, comenzó en el momento mismo de su encarnación, pero se
manifiesta en su nacimiento. En ese momento se reveló también la opción
deliberada de Jesús por asumir la condición de los más desamparados.
Pues el modo y circunstancias que rodean el nacimiento de Cristo no son
fortuitos ni arbitrarios; son una elección libre. A diferencia de nosotros (que sólo
podemos optar después de cierta edad), el hijo de Dios eligió las circunstancias
de su venida al mundo, así como las del itinerario de su vida. Por eso, en sus
elecciones y opciones, Cristo nos dice algo sobre Dios, sobre el hombre, sobre
los caminos de la salvación de la venida del Reino.
Sucede que los seres humanos no podemos optar por las condiciones
permanentes o contingentes de nuestro propio nacimiento. Los hombres no
pueden elegir su raza, su nación, su clase social, sus padres o familia, su
cultura, la época que les tocará vivir. Tampoco pueden elegir las contingencias
de su venida al mundo (cómodas o precarias, alumbramiento fácil o difícil, etc.)
Lo original de la venida al mundo del hijo de Dios es que cada circunstancia de
su nacimiento es libremente elegida, encierra un significado para su futura
misión y estilo de vida, así como para la nuestra propia.
Este significado se nos revela en tres signos inseparables. El primero es
que Jesús nace como pobre; la pobreza como forma de vida lo acompañará
hasta su muerte. Nacer en un pesebre porque no había posada en Belén, con
todo lo que ello implica (Lc 2, 6-7), no es un percance; es una opción de Jesús,
la primera que hizo en su vida.
El segundo significado del nacimiento de Jesús está en la predilección ahí
manifestada por los más pobres de los pobres, y en el mensaje de esperanza
contenido en esta predilección. El hecho de ser unos pastores – pobres entre
los pobres en esa época y gente de mala reputación- los primeros en recibir la
buena noticia del pesebre, es una elección deliberada de Dios (Lc 2, 8-14). La
salvación y liberación que esta ofrece va preferentemente dirigida a las formas
más marginales de la miseria humana. La misericordia especial que Jesús
mostró siempre por los más pobres y oprimidos, se reveló inicialmente en la
opción del pesebre.
El tercer significado de esta opción está dado por la venida de los Magos
de Oriente a contemplar y honrar al recién nacido (Mt 2, 1-12). Ello significa que
la inserción misionera de Jesús apunta desde el comienzo a los no
evangelizados y alejados. Así como esos sabios orientales, que eran paganos,
fueron iluminados por la gracia del pesebre y conducidos al encuentro con
Cristo, así también la inserción misionera deberá tener una preocupación
especial por los más abandonados y alejados de la verdadera fe.
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“después de Cristo”. En la persona de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios –Dios
mismo-vino al mundo para ser nuestro hermano. De ahí que no podamos hablar
del nacimiento de Jesús sin hablar de Dios. Tampoco San Mateo y San Lucas
pueden narrar el nacimiento de Jesús como contarían el de un niño cualquiera.
En sus evangelios no sólo relatan lo que sucedió; indican también-para dar
testimonio de toda la verdad- lo que esos acontecimientos significan en el plan
de Dios.
“Y llegó “la plenitud de los tiempos” (Gál.4). Dios Padre envió al mundo a
su Hijo Jesucristo, nuestro Señor, verdadero Dios, nacido del Padre antes de
todos los siglos y verdadero Hombre, nacido de María la Virgen por obra del
Espíritu Santo. En Cristo y por Cristo, Dios Padre se une a los hombres. El Hijo
de Dios asume lo humano y lo creado y restablece la comunión entre su Padre y
los hombres. El hombre adquiere una altísima dignidad y Dios irrumpe en la
historia humana, vale decir, en el peregrinar de los hombres hacia la libertad y la
fraternidad, que aparecen ahora como un camino hacia la plenitud del encuentro
con El.
La Iglesia de América Latina quiere anunciar, por tanto, el verdadero rostro
de Cristo, porque en el resplandece la gloria y la bondad del Padre providente y
la fuerza del Espíritu Santo que anuncia la verdadera e integral liberación de
todos y cada uno de los hombres de nuestro pueblo. (Doc. Puebla 188-189).
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Jesucristo, ejercen la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el
mundo, según la parte que les corresponde”. (CVII-L.G. 31).
El Papa Pablo VI hizo explícita la tarea que compete a todos los fieles
bautizados, indicando que “el campo propio de su acción evangelizadora, es el
mundo vasto y complejo de la política, de lo social, de la economía y también de
la cultura, de las ciencia y de las artes, de la vida internacional, de los medios
de comunicación de masas, así como otras realidades abiertas a la
evangelización: como el amor, la familia, la educación de los niños y jóvenes, el
trabajo profesional, el sufrimiento, etc.” (Evangelli Nuntiandi, 70).
Por todo esto, vemos que los laicos son invitados a construir un mundo
más acorde con el espíritu del Evangelio, una sociedad más fraterna y solidaria,
una cultura impregnada de valores éticos. “Aquí actúan bajo su propia
responsabilidad, aunque en diálogo sincero con los pastores. Son llamados y
enviados por Jesús mismo, como fermento en la masa de la sociedad, para
hacer presente el reino de justicia, de amor y de paz”. (Senderos Pastorales,
29).
Cada uno de nosotros, los laicos somos llamados por Dios para contribuir,
desde dentro a modo de fermento, “a la santificación del mundo mediante el
ejercicio de nuestras propias tareas, guiados por el espíritu evangélico y así
manifestar a Cristo ante los demás, principalmente con el testimonio de vida y
con el fulgor de nuestra fe, esperanza y caridad”.
Como laicos participamos plenamente de la misión evangelizadora de la
Iglesia, en el anuncio de la Buena Nueva y la salvación integral de todos los
hombres, con pleno derecho, de acuerdo a las exigencias y gracias del
bautismo que nos hace miembros del pueblo sacerdotal y profético.
Por estar insertos en una forma más directa en los distintos ambientes y
realidades temporales, nos encontramos en privilegiada situación para
comprender los valores y necesidades de las mujeres y hombres de hoy,
viviendo lo profundo de la cultura en la que nos encontramos inmersos en
nuestra vida cotidiana, podemos discernir la luz del Evangelio que esperan y
necesitan nuestros hermanos, y cuál es la acción evangelizadora de la, que
constituye una respuesta eficaz.
Hoy las grandes tareas del Reino de Dios son la solidaridad con los pobres
y la lucha por la instauración de un orden justo en el mundo, así como la
evangelización de una sociedad consumista y secularizada, que
progresivamente pierde su referencia a Dios. (Cfr. LPNE. 11-14).
El mundo tiene derecho y necesidad de nuestra presencia evangelizadora.
Lo propio del laico, que es Iglesia inmersa en el corazón del mundo, es darle
como respuesta la buena noticia de Jesús con todas sus exigencias de amor,
paz y justicia.
Frente a esta grave situación de secularismo que vivimos y a la
esperanzadora hambre de Dios que se manifiesta en las generaciones jóvenes,
el Papa Juan Pablo II comprometió a toda la Iglesia en el llamado a una Nueva
Evangelización que implica, por un lado, una conversión personal y por el otro
un renovado anuncio de Cristo al mundo. A los laicos les compete responder, en
medio del mundo en que viven, a este llamado.
En virtud del bautismo y la confirmación, los fieles laicos están llamados a
participar, a su manera, en la triple función de Cristo, sacerdote, rey y profeta.
Lo hacen viviendo cada instante de su vida en la fidelidad al Espíritu Santo y
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haciendo de todas sus actividades un sacrificio de alabanza y de acción de
gracias; colaborando activamente en toda la vida pastoral, pero sobre todo,
procurando impregnar al mundo del espíritu de Cristo y construir una sociedad
más justa y fraterna; dando testimonio, con su vida y con su palabra, de su fe en
Cristo, en el corazón mismo del mundo y en sus tareas profesionales, sociales y
políticas.
Los cristianos realizan su santidad en medio de las realidades temporales:
familia, trabajo, cultura, sociedad, política. Es allí donde particularmente “el laico
tienen que dar testimonio de la resurrección del Señor: en lo cotidiano de su
vida tiene que anunciar a los hombres la buena nueva de Jesús”. Pero ésta
debe ser verdaderamente buena y cotidianamente nueva para construir de una
manera realista y desde dentro la nueva sociedad.
El desafío para los laicos de hoy, en este mundo desacralizado, -donde
prescindir de Dios es lo más frecuente-, es ser capaces de tomar cada día la
Cruz y seguir al Señor, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a
sí mismos, vivir en el mundo las bienaventuranzas evangélicas.
INC. 526: “Hacerse niño” con relación a Dios es la condición par entrar en el
Reino (Cf. Mt 23,12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario “nacer de lo
alto” (Jn 3,7), “nacer de Dios” (jn 1,13) para “hacerse hijos de Dios” (Jn 1,12). El
misterio de la Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo “toma forma” en
nosotros (Gál 4,19). Navidad es el Misterio de este “admirable intercambio”.
ORACIÓN
Al darme la vida, Señor, me has elegido para formar parte de tu proyecto creador; con
el don del Bautismo.
Me has insertado en tu redención; con el don de la confirmación me has enviado a ser
tu testigo.
Tú me amas sin fiarte de criterios de edad ni de eficacia externa; me amas a pesar de
mi debilidad y de mi frágil condición.
Tú, que llamaste dichosos a los afligidos, quieres reivindicar a través de nuestra
externa debilidad, el valor de cada persona por sí misma; no por su mayor o menor
rendimiento quieres manifestar el valor del heroísmo cotidiano de quién, día a día, y a
pesar de sus sufrimientos, sabe aún sonreír a los demás, sabe aún interesarse por los
demás, sabe aún infundir valor y fe.
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Transforma, Señor, mi debilidad en bendición aún para quienes están demasiado
seguros para aprender, demasiados clarividentes para ver.
En tu nombre y con tu gracia, hazme instrumento de tu luz, de verdades más
profundas, de humildad y de amor.
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LAS CARTAS DE LA HORMIGA VERÓNICA
Introducción:
Verónica es una hormiga chiquita que vivía en Gerli, una localidad ubicada al
sur de la gran ciudad de Buenos Aires.
Por razones que no vienen a consideración, los padres de Verónica la
abandonaron en la Plaza de Mayo, que es el lugar más céntrico de la ciudad de
Buenos Aires.
Como muchas personas que se desarraigan de su tierra. Verónica experimentó,
de un modo muy fuerte, el cambio que significa pasar de un lugar tranquilo,
donde la gente tiene nombre y apellido, a una gran ciudad en la que se corre el
riesgo del anonimato.
De todas maneras, ella supo sacar buen provecho de esta aventura que le tocó
vivir. Esto se manifiesta en las cartas que ella envió a su amiga Silvia, que
quedó en Gerli, el barrio de su infancia.
Querida Silvia:
¿Qué tal? ¿Cómo estás? Supongo que esta carta llegará con retraso, ya
que hay problemas de correo. Gracias por la carta que me mandaste. Me alegro
porque salió bien la operación de tu madre. Mándale mi pésame a Romualda;
decile que en la vida siempre hay cosas difíciles de explicar, pero no por eso
debemos quedarnos atrás.
Voy a contarte lo que estoy viviendo aquí por Plaza de Mayo. Ayer hubo
una gran manifestación de gente que pedía aumento de sueldo; había una
cantidad inmensa de seres humanos. Hoy cambió totalmente el ambiente.
Mucha gente desfila, cosa rara para un feriado.
Como es Viernes Santo, se dirigen todos hacia la Catedral. Nunca vi tanta
gente caminar hacia la Iglesia. Me hace acordar a los Viernes Santo del barrio.
Por acá pasa gente de todo tipo. Grandes, chicos, jóvenes y ancianos. Yo
los miro con mucha atención. Me gustaría penetrar en el corazón de cada uno
de ellos. Por la cara les noto el sentimiento; hace mucho ya que observo a los
humanos. Algunos van escrupulosamente llevando la cuenta de las Iglesias que
les falta cumplir con las siete que deben recorrer.
Otros, más sencillos, llevan un dolor para contárselo al Crucificado. Otros
caminan como quien va de paseo. Otros van a pedir por la paz. Pero la mayoría
acude religiosamente para pedir por sus problemas y por su familia.
¡Cómo me gustaría que Dios escuchase a todos ellos!
A algunos de ellos los veo salir renovados. Otros salen con ganas de
cambiar el mundo y se los ve caminar con decisión; pero no siempre les dura
ese sentimiento. Lo que más me preocupa es que no siempre salen
transformados. Digo yo, ¿se encontrarán auténticamente con aquel a quien
buscan allí dentro? Espero que logren esa renovación que anhelan. Lo que más
quiero ahora es que sean felices, pues cada vez voy apreciando más a los
seres humanos.
Mirando con detenimiento, me di cuenta de cuanto necesitan las personas
conectarse con aquel que los puso en este mundo. De esa manera, pueden
ordenar más su corazón y tienen más valor para encarar lo que la vida les
depara.
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Me gusta cuando sucede un encuentro hondo, personal. Porque Dios no
es una idea ni un conjunto de normas; es una persona. Las teorías o los
mandamientos que tienen que ver con la religión tienen sentido en la medida en
que brotan de un encuentro auténtico con Él.
Silvia, gracias por prestar atención a estas líneas. Me hace bien
comunicarte estas experiencias.
Te mando un beso.
Utilización Pastoral
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1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
TENER PRESENTE
MOTIVACIÓN
“A”: Explicar cada elemento del dibujo de la cartilla de los niños. Ampliarlo para
ello en fotocopia o dibujarlo en afiche.
“B”: Leer a los padres el relato El mensaje de la espada”, que figura al final del
encuentro.
- ¿Qué les sugiere el título de este relato? ¿Cuál sería para ustedes el mensaje al
que hace referencia? Escuchar.
- ¿Sucede lo mismo con el mensaje que Dios desea enviarnos a través de su
Palabra? ¿Le prestamos atención cuando nos habla? Escuchar.
Vamos a recordar lo que conocemos del libro de la Palabra de Dios, “La Sagrada
Biblia” que utilizamos el año pasado; quiénes lo escribieron y cuántos libros contiene.
¿Qué lugar ocupa en la vida de nuestra familia?
Recordemos:
Ningún libro de la Biblia nos llegó en su original, sino sólo en copias, más o menos
distintas del original, y defectuosas a juzgar por las discrepancias que hay entre ellas.
El material en que se escribieron los textos fue el papiro, normalmente por una
cara. Luego, la hoja se enrollaba, y se convertía en un rollo, o se doblaba y cosía,
formando un códice. El papiro se conserva únicamente en lugares muy secos (caso de
los encontrados en las cuevas de Qumrán, junto al mar Muerto, donde se han
descubierto textos de la Biblia que datan de los siglos II a.C. al 1 d. C.).
Aunque se trata de literatura sagrada, eso no evita de raíz los errores de
transmisión.
La Biblia, aunque inspirada por Dios, fue escrita por hombres, condicionados por la
influencia de sus países, de sus costumbres, culturas, temperamento, etc.
Las sagradas escrituras fueron elaborándose durante siglos por muchos autores,
cada uno de los cuales, al igual que todo escritor, han impreso en sus páginas no sólo
la Palabra de Dios, sino su estilo y su temperamento, su cultura, su personalidad y
hasta el sello de la clase social a la que pertenecían.
Lo mismo ocurre con los autores del N.T.: S. Pablo manifiesta en sus escritos su
temperamento impetuoso; San Juan, su espíritu místico y sereno; S. Marcos, sus dotes
de observador detallista, etc.
La mayor parte de los autores del A.T. son desconocidos para nosotros, cosa por
otra parte comprensible, puesto que la literatura antigua solía ser anónima.
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¿Cuándo se escribieron los libros de la Biblia?
800 Amós
750 Oseas
570 Jeremías. Ezequiel
560 Deuteronomio
530 Job
400 Jonás
50 Tesalonicenses
55 Gálatas
58 Romanos
60 Santiago
63 Pedro
66 Evang.de Marcos
81 Evang.de Lucas. Hechos de los
Apóstoles
85 Evang. De Mateos
90 Evang. De Juan
95 Apocalipsis
Interesa que nos detengamos un poco para responder a la legítima pregunta que
muchos se hacen: ¿Cómo se escribió la Biblia?
La Biblia no es un libro que ha caído ya hecho del cielo. Nada más lejos de esto.
Su redacción se debe, en muchos casos, a tradiciones y hechos históricos que
pasaban oralmente de generación en generación desde tiempos remotos.
La Biblia, pues, en su mayor parte, antes de ser escrita, fue una enseñanza oral.
Para nosotros, hombres modernos, acostumbrados a la escritura y al libro, nos es
difícil comprender ese mundo antiguo oriental que prescindía de la escritura
sustituyéndola por una memoria prodigiosa. Primitivamente se escribía poco; eran
tiempos de escuchar más que de leer. Aun en tiempos de S. Jerónimo, nos lo dice él
mismo, los jóvenes judíos sabían de memoria todas las generaciones desde Adán
hasta Zorobabel. Y no creemos exagerar si afirmamos que en nuestros mismos días
hay muchos musulmanes que se saben de memoria el Corán.
Esta transmisión oral era facilitada frecuentemente por una técnica muy usada en
Oriente, aun en tiempos de Jesús, que consistía en formular las tradiciones en versos o
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estribillos de composición rítmica, con cadencia musical. Así se grababan mejor en la
memoria.
Estas tradiciones, enraizadas en el alma popular, que corrían de padres a hijos,
envueltas en un ropaje hebreo, guardado en el seno de las distintas tribus de Israel y
diferente a las de otros pueblos, fueron escribiéndose poco a poco.
La Biblia, por consiguiente, no ha sido escrita como puede escribirse un libro por un
escritor que se sienta en la mesa de su despacho. Las repeticiones de hechos, la falta
de orden, los datos aparentemente contradictorios, etc., que se encuentran en la Biblia
nos hablan de algo distinto. Nos hacen suponer que en la redacción definitiva del A.T.
intervinieron varios autores o grupos de autores que se sirvieron, a su vez, de las
tradiciones orales y escritas, las cuales supieron respetar, completando estas
tradiciones con otras nuevas, hasta que finalmente les dieron a todas un cierto orden.
Todo esto nos muestra la intervención humana dentro de la Biblia. El hombre,
conservando su personalidad, escribe la Palabra de Dios sin falsearla. Los moldes
humanos son el vestido necesario en que se presenta a los hombres la Palabra divina.
Pero el ropaje humano es algo accidental, lo importante es la Palabra de Dios.
Como hemos visto, por la inspiración, Dios es el autor principal de la Biblia. Pero no
el único autor. También el hombre es su autor, aunque secundario.
La Biblia, entre otras cosas, nos recoge dos acontecimientos trascendentales. Son
como dos faros que atraen e iluminan a todos los demás escritos sagrados.
2) Pero esta alianza no fue definitiva. Era preparación de otra que iba a venir y
que constituyó el segundo acontecimiento de la Biblia. Esta definitiva y Nueva Alianza
tuvo una historia semejante a la primera, pero con distintos personajes.
Moisés queda suplantado por Jesucristo (Hebr. 3, 2 ss.), Mediador de la nueva
alianza. El antiguo pueblo de Israel continúa en un Nuevo Pueblo, la Iglesia. El desierto
desemboca en la Cruz, que fue fruto de la lucha de Jesús. La tierra prometida es ahora
el cielo, la resurrección gloriosa. La Ley de la nueva alianza, el amor. La sangre de los
corderos, la sangre de Jesucristo que sella la nueva alianza. En fin, la alianza que Dios
estableció con su pueblo Israel en el monte Sinaí queda perfeccionada en la que
establece en el Calvario con su Nuevo Pueblo, la Iglesia.
La primera alianza es prefiguración de la segunda. Por eso Cristo es el centro,
la clave, el eje de toda la Biblia.
Estas dos Alianzas o Testamentos no son independientes el uno del otro, antes
por el contrario el Antiguo T. es preparación del Nuevo T., y éste, realización de aquél.
Están, pues, íntimamente unidos.
“Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas tan
sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo y el Antiguo está
patente en el Nuevo. Porque, aunque Cristo fundó el Nuevo T. en su sangre, no
obstante los libros del Antiguo Testamento, recibidos íntegramente en la proclamación
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evangélica, adquieren y manifiestan su plena significación en el Nuevo T., ilustrándolo y
explicándolo al mismo tiempo” (Concilio Vaticano II).
Según la Iglesia Católica, los libros del A.T. son 45 (si las lamentaciones o los
escritos de Baruc se incluyen en el libro de Jeremías. Si no se incluyen, son 46). Según
algunas ediciones protestantes son 38, ya que siguen el criterio más común entre los
judíos de Palestina que sólo admitían firmemente los libros escritos en hebreo y que
sumaban ese número. Por el contrario, los judíos de la “Diáspora”, o sea, los que vivían
“dispersos” por el mundo grecorromano, sobre todo en Alejandría, añadían otros 7
libros (Tobías, Judit, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc y los dos libros de los Macabeos).
Estos 45 libros, coleccionados en los “Setenta” fueron utilizados por los Apóstoles y por
las comunidades cristianas de lengua griega.
A la lista oficial que contiene estos 45 libros del A.T. y los 27 del N.T. (72 en
total) se la llama canon bíblico, pues únicamente estos libros han sido recomendados
por la Iglesia como norma de fe y costumbres.
La Biblia y la Iglesia
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oración, de suerte que prelados y fieles colaboran estrechamente en conservar, ejercer
y profesar la fe recibida.
“Pero el oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios escrita o
transmitida ha sido confiado únicamente al magisterio vivo de la Iglesia, cuya autoridad
reejerce en el nombre de Jesucristo. Este magisterio, evidentemente, no está sobre lal
Palabra de Dios, sino que le sirve enseñando solamente lo que le ha sido confiado;
según el mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo la oye con piedad, la
guarda con exactitud y la expone con fidelidad, y de este único depósito de la fe saca lo
que propone como verdad revelada por Dios, están entrelazados y unidos de tal forma
que no tiene consistencia el uno sin el otro, y que juntos, cada uno a su modo, bajo la
acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas”
(Concilio Vaticano II).
ORACIÓN
Padre bueno
Que la palabra que escuchamos
Eche raíces firmes en nuestra vida.
Ayúdanos a construir cimientos fuertes
Para nuestra fe.
Que edifiquemos toda nuestra vida
Sobre la roca firme de Tu Palabra.
Que ella penetre nuestro corazón
Y nos empape de tus sentimientos
Y tus propuestas.
Que ilumine nuestras acciones
Y oriente las decisiones que tomamos.
Amén
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El Mensaje de la Espada
La vida está llena de mensajes. Dios nos habla por medio de la creación, por los
acontecimientos que tienen sentido, si los vemos con la confianza puesta en Él. Pero
tenemos prisa y no nos paramos a escuchar, a leer, a descifrar, su mensaje.
Oímos que se trata de una espada y creemos que una espada vale sólo para dar
mandobles, y allá vamos a luchar locamente, contra lo que nos enseñaba la propia
espada en su hoja repujada.
Nos precipitamos. La urgencia, la acción, la lucha. Hemos oído la leyenda y se
nos desata la imaginación. Todos hablan de ello, hay que seguir la corriente, hay que
apoderarse de la espada antes de que lo haga el contrario. Y hay que blandirla antes
de que el adversario pueda blandir la suya sobre nosotros.
Espera un momento. Reflexiona, escucha, lee el mensaje grabado en la hoja
brillante, el mensaje que Dios en su infinita sabiduría trata de darte. Entérate por ti
mismo, no te dejes llevar por las apariencias. Es posible que la espada no sea para
lanzarte a la guerra, sino para evitarla. Aprende a leer. Acostúmbrate a interpretar el
mensaje que te llega a través de la Palabra de Dios, de las personas que él puso para
que te la interpreten, de sus pastores. Ábrete a los signos de los tiempos. Escucha.
Reflexiona. Deja que Dios te haga confidencias. Ojos para ver, oídos para oír y
sensibilidad para sentir. La vida entera en un hermoso mensaje del Señor, que hay
que descifrar paso a paso, rasgo a rasgo, momento a momento. El mensaje entendido
a tiempo salva un reino.
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1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
(Gén. 1, 1 – 31)
(Gén. 2, 18 – 23) (Jn. 3, 16)
“Dios amó tanto al mundo que le
“Y creó Dios al hombre a su
entregó su Único Hijo”
imagen”
TENER PRESENTE
MOTIVACIÓN
Leer a los padres el relato “El bordado de Dios” que figura al final del
encuentro,
El Principio
Al igual que un preciado relato de familia, que se cuenta una y otra vez, el
primer libro de la Biblia, el Génesis, se enriquece cada vez que lo leemos. Ya
su nombre, derivado de la palabra griega que significa “origen”, implica una
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perpetua fascinación sobre nuestro principio, porque habla con sencillez acerca
de las más profundas y eternas dudas humanas; ¿quiénes somos? ¿De dónde
venimos?, ¿cómo empezó todo?
Todos los pueblos se han planteado tales preguntas y han propuesto
respuestas. Por ejemplo, los babilonios explicaron el origen de la humanidad
con la victoria de los dioses sobre las fuerzas del caos, y una tribu
mesoamericana creía que el universo se formó al lanzarse al fuego dos de sus
deidades. La ciencia moderna opina que el Génesis es un mito tan impactante
como todos los mitos primitivos.
Según los científicos, todo lo conocido, desde el átomo más pequeño
hasta la estrella más distante, empezó hace 15 mil millones de años como un
infinitesimal punto de energía que estalló de pronto y sigue creciendo desde
entonces. En cambio, la ciencia no ha respondido a la pregunta ¿Qué puso en
marcha este proceso?
La respuesta nos la da la Biblia. Está escrito en el Génesis que el universo
comenzó con Dios.
Dios realiza la Creación mediante un supremo acto de voluntad divina.
Todo emerge en una rápida sucesión: el día y la noche, los continentes y los
océanos, un panorama desbordante de vida. El acto final de la Creación es el
hombre, una criatura hecha a imagen y semejanza de Dios, y, por lo tanto,
dotada de una chispa de espíritu divino.
El sueño de un mundo perfecto, como el del Génesis, invade a toda
cultura, aunque la realidad siempre se queda corta porque el hombre mismo
corrompe ese sueño.
Todos los grandes temas bíblicos arrancan como los capítulos iniciales del
Génesis. El conflicto entre el bien y el mal, la fe y la apostasía, el valor y la
cobardía, todo ello aparece en ellos en su forma más pura. Se establece
también en ellos el lugar del hombre y sus consecuentes responsabilidades en
el plan de Dios. Todos los versículos del Génesis están impregnados de la
presencia de Dios. Aunque nunca se describe en detalles, la deidad del
Génesis está presente como una persona real, paternal, accesible y
preocupada por el bienestar espiritual de la humanidad. Como Padre severo
pero amoroso, “castiga los pecados del hombre”; como amoroso y abnegado
progenitor, “perdona”.
Gran parte del encanto del Génesis radica en la forma suelta y directa del
relato. Su lenguaje es solemne pero vívido, y cada episodio cambia con rapidez
al siguiente, como las escenas de una obra teatral. Los hombres y las mujeres
de los relatos representan los diversos aspectos de la naturaleza humana-
heroicos o malvados, sabios o tontos, según el caso-y los papeles que
desempeñan están claramente definidos. Los elementos sobrenaturales se
introducen en forma de serpientes que hablan o querubines de espadas
flamígeras; son los ingredientes de la leyenda tradicional, fábulas que revelan
profundas verdades morales.
EL GÉNESIS
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algún momento, una información errónea y que no responde a
nuestras verdades de fe.
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“La fe en la creación “de la nada” está atestiguada en la Escritura como
una verdad llena de promesa y de esperanza”. (CATIC 297).
El segundo versículo dice: “La tierra era un caos informe; sobre la faz del
abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernía sobre la faz de las aguas”.
Una expresión que parece un tanto misteriosa, pero que en hebreo es un juego
de palabras. Muchos padres de la Iglesia han visto en este “aliento de Dios” al
Espíritu Santo, la tercera persona de la Santísima Trinidad. Al poner juntas
imágenes como caos, abismo, tinieblas y viento, el texto nos dice que Dios ha
creado todas las cosas de la nada. Vemos que menciona los días uno por uno
y así se va descorriendo como una cortina que deja ver la belleza de la
creación y la sabiduría de Dios. Se percibe un conjunto armonioso y ordenado,
con unas leyes que los hombres de ciencia van descubriendo y usando y que
siempre nos dejan atónitos. (CATIC 299).
¿Notaron la repetición tan insistente de “Dijo Dios”? Seguro que habrán
visto que parece como si Dios crease hablando. No se equivocan. Es una
verdad como un templo. Ese estribillo, “Dijo Dios”, se repite con ritmo de
letanía, de lo que se deduce la influencia que tuvieron en la redacción del texto
las ceremonias del templo de Jerusalén. Ya veremos cómo esa Palabra de
Dios resulta ser nada menos que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad.
Pues, sí. Dios crea por medio de su Palabra. Dios dice y las cosas existen.
Después de crearlas, da la impresión de que Dios observa lo que ha hecho y
se recrea en su vista. Le gustan las cosas que ha hecho y las quiere. Todo lo
creado parece bueno. No olvidemos el detalle: “Y vio Dios que todo era bueno”.
Ahora veremos las palabras “pasó una tarde, pasó una mañana” que se
van repitiendo una y otra vez en este capítulo, no pensemos en una tarde o en
una mañana a nuestro estilo, aunque la traducción está bien hecha. La idea es
otra. La tarde y la mañana evocan algo que es completo en sí, pero incompleto
en un conjunto entero si lo tomamos individualmente, lo que esto quiere
expresar es que a la creación se le van sumando cosas en el tiempo.
Lo mismo ocurre con la palabra “día”. Sería injusto decir al escritor que un
día tiene 24 horas y que eso de la creación en 6 días es un cuento. La
intención del escritor ha sido otra. La enseñanza es que el trabajo dignifica al
hombre, pero no debe esclavizarlo. El hombre necesita un tiempo de descanso
que le permita la reflexión y la recuperación. Descanso se dice “Rabat” en
hebreo que más exactamente quiere decir “cesar” de todo trabajo. En otras
palabras el redactor nos dice que, por favor, a ver si trabajamos 6 días a la
semana y descansamos el séptimo día y lo ha hecho muy bien. Ha dividido la
creación en siete días para poner delante de nuestros ojos un modelo a seguir.
Por eso ha descrito así la creación. (CATIC 345-349).
Veamos ahora los versículos 26 y 27, si los leemos atentamente
notaremos que parece como si el texto cambiase de ritmo. Se habla nada
menos que de la creación del hombre. El mensaje que recibimos es que Dios
creó al hombre de una manera completamente diferente de las demás criaturas
y único en su especie. Le hace a su “imagen y semejanza” y le pone al mando
de todo lo creado. La palabra “semejanza” parece atenuar la de “imagen”, para
que no nos creamos que somos dioses (CATIC 355-361).
Al decir “Y creó Dios al hombre” (Gén 1,27), el redactor usa la palabra
“adán”, que no es el nombre de una persona como pueden serlo José o
Beatriz, sino que indica a toda la especie humana, a todos los hombres en
general. De hecho adán, “adam” en hebreo, no quiere decir más que un ser
humano, el hombre, y más exactamente significa “rojo”, el color de barro del
27
que todos estamos hechos. Incluye a la mujer. Sólo más tarde la palabra Adán
empezará a usarse como nombre propio y se refiere a una persona concreta.
Nuestra diferencia de las demás criaturas es haber sido creados a la imagen y
semejanza de Dios.
Por haber sido hechos a “imagen y semejanza” de Dios, tenemos la
dignidad de persona; no somos algo sino alguien. No ocurre así con las demás
criaturas. Podemos conocer, conocernos a nosotros mismos, darnos libremente
y relacionarnos. Dios creó todo para el hombre y el hombre fue creado para
relacionarse con Dios y con otras personas. Él ha querido que los hombres
constituyan una sola familia y se traten entre sí como hermanos.
Todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, quien hizo de
un primer hombre todo el linaje humano que poblará toda la tierra (CATIC 360).
Mucho se ha escrito sobre la poca base científica de este primer capítulo
del Génesis cuando habla de la creación del mundo. Pero, todos entendemos
muy bien la intención del escritor y el mensaje que, a través de él, Dios nos da.
Aquí no hay ningún tratado de física sino una enseñanza religiosa. Lo que Dios
nos transmite en estos relatos inspirados sirve para nuestra salvación, no para
enseñarnos verdades científicas sobre el origen del universo. Nuestros
antecesores, y no pocos de nuestros contemporáneos, no hubiesen entendido
nada si Dios se hubiese revelado con fórmulas matemáticas.
Al ver ahora el Cap. 2 del Génesis debemos hacer un alto para decir que
en su redacción hay dos tradiciones: una llamada sacerdotal o elohista, y otra
la yahvista; las dos se mezclan y entrelazan en todo el libro.
La tradición Yahvista:
La tradición Eloísta:
En el capítulo 2 del Génesis podemos ver que nos habla de la creación del
hombre, varón y mujer.
Se vuelve a insistir que somos diferentes de las demás criaturas porque
estamos hechos a imagen y semejanza de Dios (Gén 1, 26 – 27); (CATIC 355-
368).
Sería ridículo pensar que cuando Dios crea al hombre, se hizo de un poco de
arcilla y, después de unos toques por aquí y por allá, hizo un muñeco a quien
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llamó hombre. Nada más lejos de la intención del autor. Al contrario, se nos
está tratando de decir que el hombre es tan material como la arcilla y, en este
sentido, bien poca cosa. Pero, al mismo tiempo, se nos dice que hay algo más
que arcilla en el hombre, ya que Dios “sopló en su nariz aliento de vida” (Gén
2,7), que es lo que llamamos el alma (CATIC 362-368).
Conviene que entendamos bien las palabras “sopló en su nariz aliento de
vida”. La lengua hebrea es relativamente pobre en vocabulario. No podemos
compararla con el castellano o el inglés. Pero, a diferencia de éstas, tiene la
peculiaridad de que, por asociación de imágenes, de una palabra de tres
consonantes con un significado básico brotan otras palabras con, a nuestra
manera de pensar, otros significados. Esto es algo que nuestras lenguas
europeas no tienen y que nos cuesta imaginar.
Tomemos, por ejemplo, la palabra “nefesh” que quiere decir “aliento”.
Pues bien, esta palabra nos lleva a “perfume” que es el aliento de las plantas y,
claro, también nos lleva a “nariz”, el órgano de la respiración y a “garganta”, de
donde sale el aliento; y, faltaría más, también evoca el “cuello”, y las “joyas”
que nos ponemos alrededor del cuello, y el “alma”, y la “vida”, y hasta quiere
decir “Yo”, yo mismo. Esto es algo impensable en el castellano.
Resumiendo: “sopló en su nariz aliento de vida” quiere decir que Dios hizo
al hombre, una persona.
“El Señor Dios plantó un parque en Edén” (Gén. 2, 8). Más literalmente
podríamos traducir que el Señor Dios plantó un paraíso en la estepa, que es lo
que significa la palabra sumeria Eden. No se sabe dónde podría estar ese pais,
pero los judíos quisieron ver en el un lugar de delicias ya que la palabra Edén
se parece mucho a una palabra hebrea que quiere decir exactamente eso,
“delicias”. Ahí fue donde Dios colocó al hombre haciendo crecer árboles que le
sirviesen de alimento y de deleite a la vista. (CATIC 378-379).
Hemos de poner mucha atención a lo que sigue para poder comprender
bien lo que el redactor quiere decir en un relato lleno de imágenes. En Gén 2, 9
dice así: “…además, el árbol de la vida en la mitad del parque y el árbol de
conocer el bien y el mal”. O sea que entre los árboles que hay en el jardín, hay
dos muy especiales: un árbol que da vida y otro árbol cuyo fruto lleva al
conocimiento del bien y del mal. El árbol de la vida evoca a la inmortalidad para
la que Dios crea al hombre como especie única en la que infunde su “aliento de
vida” y que lo diferencia de las demás criaturas. El árbol del conocimiento del
bien y del mal evoca la posesión del juicio sobre lo que está bien y lo que está
mal.
Para resaltar la belleza y fertilidad del jardín de Edén el redactor hace
brotar de él los cuatro ríos de los que ha oído hablar (Gén 2, 10,14).
No tenemos aquí una clase de geografía. Lo que el redactor quiere decir
es que el jardín del Edén era el lugar más hermoso del mundo donde nacen los
ríos más caudalosos que cruzan las tierras más ricas imaginables. Por cierto
que solo conocemos a dos de estos ríos, el Éufrates y el Tigres. De los demás,
ni idea.
Y en este jardín fue donde Dios puso al hombre para que “lo guardara y
cultivara” (Gén. 2,15). Observemos que Dios no dio la disposición de guardar el
jardín y cultivarlo a ninguna otra criatura, sólo al hombre. Guardar y cultivar
implican hacer el jardín más hermoso aún. Significan también usar y dominar la
tierra para su provecho, utilizar la naturaleza para su beneficio y eso, es lo que
hemos venido haciendo, desde la primera azada de piedra que inventamos
hasta el último aparato electrónico que algún sabio entendido saca al mercado.
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Leemos: “El Señor Dios mandó al hombre: “puedes comer de todos los
árboles del jardín; pero del árbol de conocer el bien y el mal no comas; porque
el día que comas de él, tendrás que morir” (Gén 2, 16-17).
Estas son palabras mayores que hay que entender bien. El hombre puede
comer de todos los árboles del jardín también del árbol de la vida, pero no del
conocer el bien y el mal. El árbol de la vida significa la inmortalidad para la que
Dios crea al hombre y el árbol del conocimiento del bien y el mal quiere decir
que es Dios quien dice lo que está bien y lo que está mal. Esto no es facultad
del hombre según le convenga o no. Nada de autonomía moral. Sería querer
ser como Dios mismo. Tal desobediencia e insolencia traerían un castigo, la
muerte.
En Gén 2 18-20) Que el hombre sea capaz de dar nombre a los demás
seres del mundo es una manera de decirnos que llega a captar la esencia
misma de las cosas, es decir, que el hombre sabe qué son; por eso puede
nombrarlas. Aquí se afirma que el hombre es racional. La capacidad de
reflexionar hace que Adán se conozca a si mismo, conozca el resto de los
seres de la creación y se de cuenta que es distinto de ellos. Y, es al dar
nombre a las cosas cuando descubre su soledad. Es una manera muy hermosa
de hablar de la gran diferencia del hombre con respecto al resto de la creación
y un preámbulo magnífico para la entrada de la mujer.
El relato de la creación de la mujer de una costilla del hombre es una
manera de decirnos que el hombre y la mujer son, los dos, seres humanos con
la misma naturaleza y diferentes de los animales.
En hebreo Eva, “hawwa” quiere decir “vida”. “Vida” y “costilla” se escriben
de la misma manera (CATIC 369-373).
El recibimiento que el hombre da a la mujer es curioso porque dice que la
mujer es “hueso de mis huesos y carne de mi carne”. El hebreo no tiene
palabra para decir “cuerpo”. Usa una, “basar”, que quiere decir la carne que se
come y, además, los músculos, todo el cuerpo, la familia y la parte no espiritual
del hombre. Así es la lengua hebrea. Por eso “hueso de mis huesos y carne de
mi carne” (Gén 2,23) es una manera de decir que los dos, el hombre y la mujer,
tienen la misma naturaleza.
ORACION
Al ver el cielo, obra de tus manos, Las aves del cielo y los peces del
La luna y las estrellas que mar, Cuanto surca los senderos de las
formaste: aguas.
¿Qué es el hombre para que así
lo cuides Y tanto te acuerdes de él? Gloria a Dios, Padre omnipotente,
A su Hijo Jesucristo, el Señor,
A imagen de Dios lo creaste, Y al Espíritu que habita en
Lo coronaste de gloria y dignidad; nosotros,
Lo hiciste señor de lo creado, Por los siglos de los siglos. Amén.
Y todo lo pusiste a sus pies:
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El bordado de Dios
Utilización Pastoral
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1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
(Gén. 3, 1 – 24)
(Gén. 4, 1 – 12) (Lc. 19. 1 – 10)
“Hoy ha llegado la salvación a
“¿Has comido acaso del árbol
esta casa…”
que te prohibí?...”
TENER PRESENTE
MOTIVACIÓN
Leer a los padres el relato “El hilo primordial” que figura al final del
encuentro,
Preparar junto a los animadores, una celebración de padres y niños con estos
temas: “Dios por amor crea todas las cosas “y El Pecado enemistad de los
hombres con Dios”.
También al final. se halla un escrito titulado ¡Yo no tengo Pecado!, que puede
ser utilizado durante la celebración de los niños y los padres.
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PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO
¿Qué es el Pecado?
Dios tiene un grandioso plan con el mundo. Quiere que sea un mundo cada vez
mejor. Pecado es oponerse a este plan de Dios, es no colaborar en la construcción de
un mundo nuevo, donde haya más comprensión, amor. PECADO ES NO HACER EL
BIEN. Pecamos cada vez que nos quedamos con los brazos cruzados y no damos una
mano en pequeñas y grandes cosas. En realidad hay un solo pecado que es: NO
AMAR.
“Dios, infinitamente Perfecto y Bienaventurado en sí mismo, en un designio de
pura bondad ha creado libremente al hombre para que tenga parte en su vida
bienaventurada. Por eso, el todo tiempo y en todo lugar, está cerca del hombre. “Le
llama y le ayuda a buscarlo, a conocerle y a amarle con todas sus fuerzas. Convoca a
todos los hombres, que el pecado dispersó, a la unidad de su familia, la Iglesia. Lo
hace mediante su Hijo que envió como Redentor y Salvador al llegar la plenitud de los
tiempos. En Él y por Él, llama a loa hombres a ser, en el Espíritu Santo, sus hijos de
adopción, y por lo tanto los herederos de su vida bienaventurada. (CATIC 1).
Ahora bien: el don insigne que Dios había dispensado al hombre haciéndolo hijo
y amigo suyo, estaba sujeto a una condición: que el hombre se comportara realmente
como hijo y le correspondiera con amor y fidelidad.
Allí sobrevino la falla: el hombre, en vea de colaborar con el proyecto generoso
de Dios, se rebeló contra él.
“El hombre, tentado por el diablo, dejó morir en su corazón la confianza hacia el
creador (Cf. Gén 3, 1 – 11) y, abusando de su libertad, “d al mandamiento de Dios. En
esto consistió el primer pecado del hombre (Rom. 5, 19). En adelante, todo pecado
será una desobediencia a Dios y una falta de confianza en su bondad”. (CATIC 397).
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Las consecuencias del pecado
Los primeros capítulos del Génesis describen, a partir del pecado de Adán, los
efectos destructores provocados por el orgullo y la ambición egoísta del hombre,
alejado de Dios. Como antes, la descripción es no sólo retrospectiva sino también
proyectiva, es decir: se refiere no sólo a lo que ocurrió al principio de la historia sino
además a lo que viene ocurriendo desde entonces en el mundo.
En sustancia, la Biblia nos enseña que la comunión con Dios está en la raíz de
todas las otras comuniones: del hombre consigo mismo, del hombre con el hombre,
del hombre con la sociedad, de las sociedades entre sí. El pecado siembra el conflicto
y el desconcierto en este cuadro de armonía: al provocar la ruptura con Dios, origina
todas las otras rupturas que afectan negativamente a la humanidad.
Sigamos paso a paso la descripción genial que traza, a ese respecto, el Libro de
Dios:
Si hemos leído con atención el cap. 3 del Génesis. Nos habremos dado cuenta
del estilo que usa el redactor: colorista, lleno de metáforas, en un escenario que
recuerda a un oasis y sus habitantes. Pero recordemos que este es el escenario que
Dios usa para revelarnos una verdad de extraordinaria importancia para nuestra fe.
Tratemos de no perdernos en el escenario, sino de fijarnos en el mensaje.
“El relato de la caída (Gn 3) utiliza un lenguaje hecho de imágenes, pero afirma
un acontecimiento primordial, un hecho que tuvo lugar al comienzo de la historia del
hombre (Cf. GS 13,1). La Revelación nos da la certeza de fe que toda la historia humana
está marcada por el pecado original libremente cometido por nuestros primeros
padres”. (CATIC 390).
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que el hombre es hombre y no son pocos los que caen. No hablemos del subjetivismo
moral que nos invade:
“Entonces la mujer cayó en la cuenta de que el árbol tentaba el apetito, era una
delicia de ver y deseable para tener acierto. Cogió fruta del árbol, comió y se la alargó
a su marido, que comió con ella”. (Gn 3, 6). La transgresión no fue que comieron una
manzana, fruto del que, por cierto, ni se hace mención. La transgresión fue que
quisieron ser quienes dictan el bien y el mal. Enseguida se les abrieron los ojos y
“descubrieron que estaban desnudos” (Gn 3, 7). Desprovistos de la amistad de Dios
empezaron a mirarse de otra manera. Ya no estaban seguros el uno del otro. La
espontaneidad se había convertido en recelo, el uno del otro, y los dos de Dios. No
tuvieron mas remedio que ocultarse.
Hay una estampa de singular belleza que nos presenta a Dios paseándose “por
el jardín tomando el fresco” (Gn 3,9). Quiere ver a sus amigos y conversar con ellos.
Esa era la intimidad que Dios quería con el hombre y para eso lo había creado
diferente de las demás criaturas. El hombre también estaba a gusto con Dios. En
cuanto deja a un lado a Dios y quiere atribuirse privilegios que no le corresponden, se
siente desnudo y se oculta. Dios le llama: “¿Dónde estás?” (Gn. 3, 9) “Y ¿quién te ha
dicho que estás desnudo? ¿A que has comido del árbol prohibido?” (Gn 3, 11).
Adán echa la culpa a la mujer; la mujer a la serpiente. Ahora los dos van a
conocer las consecuencias de haber hecho caso a aquellas palabras del tentador:
¡”Nada de pena de muerte!” lo que pasa es que sabe Dios que, en cuanto comáis de
el, se os abrirán los ojos y seréis como Dios, versados en el bien y en el mal” (Gn 3,
5). Los ojos se les abren, pero no como ellos esperaban y, de ser como Dios, se
quedarán a bastante distancia, con todas las consecuencias para ellos y su
descendencia.
Lo que Dios dice a la serpiente encaja muy bien con lo que sabemos de este
reptil, pero la hostilidad que pone entre Satanás y la mujer, entre el linaje del demonio
y la descendencia de la mujer, nos hace pensar en una guerra sin cuartel entre el
infierno y los hombres. Dice Dios a la serpiente: “Pongo hostilidad entre ti y la mujer,
entre tu linaje y el suyo” (Gn 3, 15). Y, conociendo la victoria final del hombre, añade:
“El herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón” (Gn 3, 15). La situación de los
contendientes hace inclinar la balanza a favor nuestro. Si vislumbra un primer destello
de la salvación. Por eso la Iglesia llama a este versículo el proto – Evangelio, o
primer Evangelio. (CATIC 410). Con él empieza la historia de la salvación. (Lumen
Gentium, 55).
Las palabras que Dios dirige a la mujer, (Gn 3, 16), hablan de las dificultades que
tendrá como tal, como madre y como esposa. Al hombre le presenta una vida dura con
un final desastroso: “Con sudor de tu frente comerás el pan, hasta que vuelvas a la
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tierra porque de ella te sacaron” (Gn 3, 19). La muerte será la culminación de una vida
de dolores, “pues eres polvo y al polvo volverás” (Gn 3, 19). Ya se lo había dicho:
“Puedes comer de todos los árboles del jardín; pero el día en que comas de él, tendrás
que morir” (Gn 3, 17); (Gaudium et Spes, 18)
En el versículo 20 vemos cómo el hombre, Adán, da a la mujer el nombre de
Eva, Hawwa en hebreo, que quiere decir vida o vitalidad. De los dos procedemos
todos, con el peso de una herencia que nos ha privado de que Dios pase con nosotros
“tomando el fresco” juntos (Gn 3, 8). El hombre ha perdido la intimidad con Dios quien
le deja a su libre albedrío. Cargado de no poca ironía el comentario que Dios hace
llega al alma: “…el hombre es ya como uno de nosotros, versado en el bien y en el
mal” (Gn 3, 21).
Dios siente misericordia e “hizo pellizas para el hombre y su mujer y se las
vistió”, (Gn 3, 21). Pellizas es lo que queda de todo el proyecto de Dios para el
hombre, pero les oculta “el árbol de la vida” (Gn 3, 22), la inmortalidad para la que los
había creado a la que no se llegará por mucho que se arrojen la prerrogativa de decir
qué está bien y qué está mal. Los expulsa del parque de Edén y coloca “a lo
querubines y la espada llameante que oscilaba, para cerrar el camino del árbol de la
vida” (Gn 3, 24), excelente metáfora para recalcar el estado del hombre después de la
caída.
La inmortalidad del hombre y la vida eterna en la amistad con Dios, significadas
en el árbol de la vida, se mantienen, aunque no a su alcance. Tendrá que venir quien
“herirá tu cabeza cuando tú hieras su talón” (GN 3, 15). Y así empieza el peregrinar del
hombre por este valle de lágrimas, dejado a sus fuerzas y abocado a una libertad que
le traería innumerables problemas. La gran lección de este tercer capítulo del libro de
Génesis es la caída del hombre. No hace falta mirar dentro de nosotros mismos y a
nuestro alrededor para cerciorarnos de esa dura realidad. Si nos examinamos a
nosotros mismos, veremos que ansiamos el árbol de la vida, la vida eterna y también
no pocas veces nos arrogamos la prerrogativa divina de decir lo que está bien y lo que
está mal /CATIC 289 – 388). “Este pecado, conocido como el pecado original, no tiene
en ningún descendiente de Adán un carácter de falta personal. Es la privación de la
santidad y de la justicia originales, pero la naturaleza humana no está totalmente
corrompida: está herida en sus propias fuerzas naturales, sometida a la ignorancia, al
sufrimiento y al imperio de la muerte e inclinada al pecado” (CATIC 405).
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que le degrada. El que se irrita es un juguete de sus nervios. No hay libertad de
ninguna especie en la cólera, hay esclavitud.
Demos un segundo ejemplo, el de quien se emborracha. También él lo hace para
liberarse. Y, en efecto, libera sus reacciones instintivas, libera su lengua. Se libera de
su propio control. Pero todos comprendemos que se trata de una liberación falsa, la
del coche al que se le ha roto la dirección.
La verdad es que el que peca, no delibera, sino que se atasca, queda
aprisionado por su propio pecado. El que miente –sigamos con ejemplos- pone una
taba en la fidelidad que deber a los demás, y queda prendido en su propia trampa
porque pierde crédito ante su prójimo quien en el futuro no podrá fiarse de él. Y el que
mata y se apropia de lo ajeno, introduce un desequilibrio en el orden social y queda
atado a una situación de ocultamiento, de temor, de fuga. El pecado, el desorden
moral, así se trate de robo, de la mentira, de la gula, de la injuria, del orgullo, es
siempre una atadura, una esclavitud, una parálisis que inhibe la marcha del espíritu e
impide al ser humano llegar al disfrute auténtico de la libertad y de la vida.
Aún más: el pecado produce no sólo un atascamiento personal sino también un
desperfecto en la gran máquina de la sociedad y del universo. O sea que el que peca
se obstruye y obstruye a los demás.
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Sería un grave perjuicio si desconociéramos la presencia a menudo escondida
del Adversario en nuestro camino. Decía Charles Baudelaire que “La más linda astucia
del Diablo es convencernos de que no existe”. Al Diablo le interesa tirar una cortina de
huma detrás de sí. Mejor para sus intereses que se lo desconozca y niegue, que no se
advierta su influjo, que se gasten bromas a su cuenta. Desde el anonimato puede
actuar con más eficacia.
Pero, sería, como decimos, un daño muy serio no percatarnos de su presencia.
Está bien: despojémosle de todo atributo ingenuo y de toda representación mitológica.
Quitémosle los cuernos, el vello negro, las patas de cabra, desnudémosle de su
mameluco rojo, saquémosle el tridente de las manos, que todo ello contribuye también
a su ocultamiento y astucia. Dejémosle reducido a su pura y poderosa cuantía de
espíritu, hecha de malignidad y daño. Pero hagámonos conciencia de que está.
La burla más taimada del enemigo es hacernos creer que no existe. O mejor: que
él está donde está y que no está donde efectivamente está.
Porque hay quienes se sobrecogen de temor ante la sola idea de que él se les
aparezca, que vagabundee sobre los techos, que sople ráfagas heladas dentro de la
habitación a oscuras y otras fantasmagorías semejantes.
Pero no se atemorizan de reñir, calumniar, estafar, vivir disolutamente, en fin, no
le dan importancia al pecado que es la propia salsa del Diablo.
Creer que él está donde no está y que no está donde realmente está es el
engaño mejor urdido del gran mentiroso.
38
El Hilo Primordial
Y aquella tarde, pasaje entre agosto y septiembre, el cielo azul se vio poblado
por las finas telitas voladoras que los niños llaman Babas del Diablo. ¿De
dónde venían? ¿Para adónde iban? Pienso que venían del territorio de los
cuentos, y avanzaban hacia la tierra de los hombres.
Pero poco a poco la nave del animalito fue descendiendo hacia la tierra de los
hombres. Se fueron haciendo más claras las cosas y más chico el horizonte.
Las casas eran ya casi casas, y los árboles frutales podían distinguirse por lo
floridos, de los otros que eran frondosos.
Su primera emoción fue grande al sentir que un insecto más pequeño que ella
había quedado prendido en su tela-trampa. Lo envolvió y lo succionó. Luego,
como ya era tarde, volvió a trepar por el hilito primordial, a fin de pasar la noche
reencontrándo-se consigo misma allá en su punto de desembarco.
Y esto se repitió cada mañana y cada noche. Aunque cada día la tela era más
grande, más sólida y más capaz de atrapar bichos mayores. Y siempre que
39
añadía un nuevo círculo a su tela, se veía obligada a utilizar aquel fino hilo
primordial a fin de mantenerla tensa, agarrando de él los hilos cuyas otras
puntas eran fijados en ramas, troncos o yuyos que tironeaban para abajo. El
hilo ese era el único que tironeaba para arriba. Y por ello lograba mantener
tensa toda la estructura de la tela.
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Y le dio tanta rabia el no verle sentido al hilo primordial, que tomándolo entre
las pinzas de sus mandíbulas, lo seccionó de un solo golpe.
¡Nunca lo hubiera hecho! Al perder su punto de tensión hacia arriba, la tela se
cerró como una trampa fatal sobre la araña. Cada cosa recuperó su fuerza
disgregadora, y el golpe que azotó a la araña contra el duro suelo, fue terrible.
Tan tremendo que la pobre perdió el conocimiento y quedó desmayada sobre
la tierra, que esta vez la recibiera mortíferamente.
Pronto entró en las tinieblas, sin comprender siquiera que se había suicidado al
cortar aquel hilo primordial por el que había tenido su primer contacto con la
tierra madre, que ahora sería su tumba.
Utilización Pastoral
Este cuento pude trabajarse junto con el tema del Pecado Original y, a partir de
allí preguntarse;
41
¡YO NO TENGO PECADO!
(Algunos piensan “ingenuamente” que no tienen pecados, pero quizás descuidan las
exigencias del amor cristiano).
Para los que, gracias a Dios, no suelen incurrir en actos gravemente pecaminosos, y que,
por otra parte, experimentan cierta dificultad a la hora de encontrar materia de la que acusarse
en la Confesión, quizá pueda servirles de orientación la siguiente lista que bien podría titularse
algo así como “elenco muy incompleto de defectos y actitudes defectuosas en que suelen
incurrir las buenas personas”.
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1º de Confirmación
LA CREACIÓN
(Celebración Padres y Niños)
Introducción.
Cantos de alabanza a Dios, mientras esperamos que lleguen y se acomoden todos los
niños y sus padres.
Guía:
Al igual que un preciado relato de familia que se cuenta una y otra vez, el primer
libro de la Biblia, el Génesis, se enriquece cada vez que lo leemos. Ya su nombre,
derivado de la palabra griega que significa origen, nos transporta hacia nuestro
principio, a maravillarnos en cada instante por la imaginación de Dios: emocionarnos al
ver la paciencia, la belleza, la perfección con que hizo cada río, cada planta, cada
animal, cada árbol y cada monte. Cómo hizo también al hombre a su imagen y
semejanza.
Dispongámonos a participar de este encuentro maravilloso con Dios y su
Creación.
El relato.
Relator 1:
En el mundo de hoy, han surgido miles de teorías sobre el origen de la tierra,
unos afirman que el Génesis es una simple leyenda antigua, otros afirman que todo lo
que existe, desde la partícula más pequeña, hasta la estrella más distante, empezó
hace millones de años con una explosión espontánea. Pero lo que no responden es:
¿Quién puso en marcha ese proceso)
Y la respuesta acertada nos la da la Biblia, está escrito en el Génesis que el
universo “Comenzó con Dios”.
Relator 2: “Al principio Dios creó el cielo y la tierra. Las tierra era algo informe y
vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios se cernía sobre las aguas.
Entonces Dios dijo: “Que exista la luz”. Y la luz existió.
(Se acerca un niño con una vela encendida y se la deja en el altar)
Guía: Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas; y llamó Día a
la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer
día.
Relator 1: Dios dijo: “Que halla un firmamento en medio de las aguas, para que
establezca una relación entre ellas”
43
(Se acerca otro niño con un dibujo en cartulina que simboliza el firmamento)
Guía: Dios hizo el firmamento, y este separó las aguas que están debajo de él,
de las que están encima de él; Y Dios llamó Cielo al firmamento. Así hubo una tarde y
una mañana: este fue el segundo día.
Relator 2: Dios dijo: “Que se reúnan en un solo lugar las aguas que están bajo el
cielo, y que aparezca el suelo firme”
(Se acercan dos papás, uno con una palangana con agua y otro con un poco de
tierra en una maceta).
Guía: Y así sucedió. Dios llamó Tierra al suelo firme y Mar al conjunto de las
aguas. Y Dios vio que esto era bueno. Entonces dijo:
Relator 1: “Que la tierra produzca vegetales, hierbas que den semilla y árboles
frutales, que den sobre la tierra frutos de su misma especie con su semilla dentro”.
(Se acercan niños portando: una planta, vegetales y frutas).
Guía: Y así sucedió. La tierra hizo brotar vegetales, hierba que da semilla según
su especie y árboles que dan fruto de su misma especie con su semilla adentro.
Y Dios vio que esto era bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el
tercer día.
Relator 2: Dios dijo: “Que haya astros en el firmamento del cielo para distinguir
el día de la noche; que ellos señalen las fiestas, los días y los años, y que estén como
lámparas en el firmamento del cielo para iluminar la tierra”.
(Se acercan niños con dibujos o modelados que hayan realizado en sus casas
con sus padres que representen los astros)
Guía: Y así sucedió. Dios hizo los dos grandes astros (el astro mayor para
presidir el día y el menor para presidir la noche) y también hizo las estrellas. Y los
puso en el firmamento del cielo para iluminar la tierra, para presidir el día y la noche, y
para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno. Así hubo una tarde
y una mañana: este fue el cuarto día.
Relator 1: Dios dijo: “Que las aguas se llenen de una multitud de seres vivientes
y que vuelen los pájaros sobre la tierra, por el firmamento del cielo”.
(Se acercan dos mamás portando una lámina con diferentes tipos de animales).
Guía: Dios creó los grandes monstruos marinos, las diversas clases de seres
vivientes que llenan las aguas deslizándose en ellas y todas las especies de animales
con alas. Y Dios vio que esto era bueno.
Guía: Así hubo una tarde y una mañana: este fue el quinto día.
Relator 2: Dios dijo: “Que la tierra produzca toda clase de seres vivientes:
ganado, reptiles y animales salvajes de toda especie”.
(Se acercan dos niños portando carteles de animales en peligro de extinción con
leyendas como: Salven a las ballenas y el dibujo del animal).
Guía: Y así sucedió. Dios hizo las diversas clases de animales del campo, las
diversas clases de ganado y todos los reptiles de la tierra, cualquiera sea su especie.
Y Dios vio que esto era bueno.
44
Relator 1: Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra
semejanza; que le estén sometidos los peces del mar y las aves del cielo, el ganado,
las fieras de la tierra, y todos los animales que se arrastran por el suelo”.
(Aparece un niño y una niña que representarán a Adán y Eva respectivamente,
se los ubica en un lugar central mientras se le colocan a sus pies, todos los dibujos y
las cosas que se han ido acercando hasta ahora).
Guía: Y Dios creó al hombre a su imagen; lo creó a imagen de Dios, los creó
varón y mujer.
Relator 1: “Yo les doy todas las plantas que producen semilla sobre la tierra, y
todos los árboles que dan frutos con semilla; ellos les servirán de alimento. Y a todas
las fieras de la tierra, a todos los pájaros del cielo y a todos los vivientes que se
arrastran por el suelo, les doy como alimento el pasto verde”.
Guía: Y así sucedió. Dios miró todo lo que había hecho, y vio que era muy
bueno. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el sexto día.
Así fueron terminados el cielo y la tierra, y todos los seres que hay en ellos.
El séptimo día, Dios concluyó la obra que había hecho, y cesó de hacer la obra
que había emprendido.
45
Danos hoy el verdor de cada día,
En el prado y en el monte,
En el jardín y en la tierra que agoniza.
Perdónanos nuestra irresponsabilidad,
Al no cuidar lo que nos has dado.
Como nosotros por tu amor
Perdónanos a los contaminadores,
Y les instamos con vehemencia
Que abandonen su trabajo de destrucción.
Estribillo
46
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
Mostrar a través del relato del diluvio y la Alianza del arco iris, que el amor
misericordioso de Dios nunca se aleja del hombre.
TENER PRESENTE
MOTIVACIÓN
47
PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO
El Arca
48
El Diluvio en la historia
Dios pacta con Noé y pactará con la humanidad más de una vez. Es sencillo: el
hombre, en este caso Noé, obedece y Dios actúa y salva. “Hago un pacto contigo:
entra en el arca con tu mujer, tus hijos y sus mujeres, toma una pareja de cada
viviente, es decir, macho y hembra, y métela en el arca, para que conserve la vida
contigo” (Gn 6, 19). Más adelante leemos: “Entra en el arca con tu familia, pues tú eres
el único hombre honrado que he encontrado en tu generación. De cada animal puro
toma siete parejas, macho y hembra…” (Gn 7, 1 – 2). Esta historia que se repite dos
veces, es por que hay dos redacciones que el redactor va entrelazando. No olvidemos
que la historia del Diluvio se remonta a miles de años antes de su redacción final y que
ha pasado de padres a hijos oralmente. Cambian los detalles, pero, a diferencia de
otros redactores, el redactor bíblico cree en un único Dios y en su providencia.
Una tradición dice que “el diluvio cayó, durante cuarenta días sobre la tierra. El
agua al crecer levantó el arca, de modo que iba más alta que el suelo” (Gn 7, 17). Otra
tradición cuenta que “el agua se hinchaba y crecía sin medida, y el arca flotaba sobre
el agua; el agua crecía más y más sobre la tierra, hasta cubrir las montañas más altas
bajo el cielo; el agua alcanzó una altura de siete metros y medio por encima de las
montañas” (Gn 7, 18 – 21). Esta tradición nos dice que el “agua dominó sobre la tierra
ciento cincuenta días” (Gn 7, 24). En ambos relatos la desolación es tal que nos
recuerda al caos existente al principio del mundo (Gn 1, 7).
49
asegura la victoria final. Ésta es la visión de fe con la que el redactor observa los
hechos así es como los debemos observar nosotros (Dei Verbum 12).
La catástrofe del Diluvio Universal ciertamente tuvo lugar en su día. Ahora bien,
si cubrió toda la tierra o fue sólo un desastre gigantesco pero limitado al Oriente
Medio, es algo que la ciencia tendría que aclarar. Aunque se tiene constancia de
diluvios que inundaron las tierras en América, en Egipto y en la India, no se puede
afirmar que fuese el mismo. Hoy día más bien se cree que el diluvio universal de Noé
cubrió una buena parte de lo que llamamos Irak. Para los que lo sufrieron era ya lo
bastante “universal” como para recordarlo por generaciones.
El diluvio llega a su fin con un detalle muy curioso. Dice el redactor: “Entonces
Dios se acordó de Noé y de todas las fieras y ganado que estaban con él en el arca;
hizo soplar el viento sobre la tierra, y el agua comenzó a bajar; se cerraron las fuentes
del océano y las compuertas del cielo, y cesó la lluvia del cielo” (Gn 8 1 – 3). Al decir
“Dios se acordó” el redactor mira los acontecimientos bajo el punto de vista del hombre
que se impacienta ante la tardanza del Señor en resolverle sus problemas. Dios, en
cambio, no le abandona (CATIC 301 – 305). Este pasaje, además, ilustra muy bien la
concepción del mundo de los antiguos. Creían que la bóveda celeste ocultaba aguas
que desprendía en forma de lluvia o, como en este caso con un diluvio.
Que el arca encallara en el monte Ararat es un detalle que ha dado mucho que
hablar. Ararat era el nombre hebreo del reino de Urartu, que se hallaba al norte de
Asiria, hoy conocido como Armenia. El nombre se le da ahora a una montaña de dos
picos gemelos en el norte de Turquía, cerca de la frontera de Irán.
Es lógico que nos preguntemos como pudo Noé embarcar en el arca, por grande
que fuese, a una pareja de cada especie, o a siete según la segunda tradición, de
todos los animales existentes y alimentarlos durante los días que duró todo el diluvio
sin pensar que el león se comiera al conejo y al cocodrilo se le haría la boca agua al
ver a la oveja. No van por ahí las cosas. Debemos tomarlo de otra manera. El arca y la
historia del diluvio pertenecen a una tradición muy antigua. Hay que pasar por alto la
manera de expresarse de esos pueblos y centrarse en el mensaje: Dios salva. Es
inútil buscar aquí datos sobre la historia de la humanidad, como sería injusto negar a
los que relataron la historia del diluvio su derecho a expresarse según sus usos y
costumbres. (CATIC 109 – 119).
El redactor nos habla también de cómo Noé abrió el tragaluz que había hecho en
el arca y de cómo soltó un cuervo que no volvió y, más tarde, una paloma que, al no
encontrar un lugar donde posarse, volvió al arca. Cuando Noé la soltó por segunda
vea, de nuevo volvió la paloma pero lo hizo “con una hoja de olivo arrancada en el
pico” (Gn 8, 5 – 12), señal de que las aguas se habían retirado. De aquí viene la Paloma
de la Paz que muchos pintores han inmortalizado en sus lienzos.
Cuando Noé salió del arca “construyó un altar al Señor, tomó animales y aves de
toda especie pura y los ofreció en holocausto sobre el altar”. (Gn 8, 20). Veamos ahora
con qué sencillez y de qué manera tan humana el redactor habla de la reacción de
Dios: “El Señor olió el aroma que aplaca” (Gn 8, 21). Es una estampa de gran belleza,
un detalle precioso. Noé dio gracias a Dios protección ofreciéndole un sacrificio. Y a
Dios le agradó ver la buena voluntad y el agradecimiento de Noé y su familia y los
bendijo diciéndoles: “Creced, multiplicaos y llenad la tierra” (Gn 9, 1). Un hermoso arco
iris se dibujó en el cielo y Dios añadió: “Ésta es la señal del pacto que hago con
vosotros y con todo el que vive con vosotros” (Gn 9, 12).
La intervención de Dios para salvar a Noé y a su familia nos enseña que Dios en
un Dios que salva y que salva porque ama: “Tanto amó Dios al mundo que dio a su
Hijo único para que tenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en él”
50
(Juan 3, 16). No interfiere en la voluntad de quienes no quieren seguirle y les deja a su
libre albedrío, responsables de sus acciones y de las consecuencias de las mismas.
En cambio, establece una alianza con los que le son fieles. En este caso tenemos el
pacto que selló con Noé (CATIC 56 – 58).
Una vez rota la unidad del género humano por el pecado, Dios decide desde el
comienzo salvar a la humanidad a través de una serie de etapas. La alianza con Noé
después del diluvio, expresa el principio de la Economía divina con las “naciones”, es
decir, con los hombres agrupados “según sus países, cada uno según su lengua,
según sus clanes”. (CATIC 56).
Más tarde vendría Jesucristo, Dios hecho hombre, y sellaría con nosotros el
pacto de una nueva alianza por la que el hombre volvería a la plena amistad con Dios
y a poder llegar a la vida eterna para la que fue creado.
Muchos escritores sagrados han remarcado la semejanza que existe entre el
arca de Noé y la Iglesia como arca de salvación. Zarandeada por las tempestades, son
ya más de dos mil años que la Iglesia mantiene su rumbo fiada por el Señor. Los
derroteros de la Iglesia por la historia nos recuerdan aquel episodio del Evangelio
cuando los discípulos cruzaban el algo de Genesaret con el Señor: “Se produjo un
fuerte torbellino de viento y las olas se abalanzaban contra la barca hasta casi llenarla
de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un cabezal. Lo despertaron gritándole:
Maestro, ¿no te importa que nos hundamos? Se despertó, increpó al viento y dijo al
lago: ¡silencio, cállate! El viento amainó y sobrevino una gran calma” (Mc 4, 37 – 39). Y
la razón de esta seguridad de la Iglesia está en aquellas palabras de Jesús a San
Pedro: “Tú eres piedra, y sobre esta roca voy a edificar mi Iglesia, y el poder de la
muerte no la derrotará” (Mt. 16, 18).
Reflexionemos
El señor nos ha creado para que vivamos siempre en amistad con él. El hombre
olvida con frecuencia y hace su propia voluntad en lugar de hacer la voluntad de Dios.
En lugar de sembrar el bien, sembramos el mal, la destrucción, y optamos por las
criaturas en lugar de optar por el Creador.
El proyecto de Dios sobre el hombre es de diálogo, de encuentro, de comunión,
de alianza. Pero los hombres rechazamos el bien y nos abocamos al mal, sin medir las
consecuencias de nuestras acciones. Cada vez que pecamos, además de ofender a
Dios, rompemos la paz del mundo y el equilibrio de la gracia y de la santidad.
Dios siempre brinda esperanza a los hombres y su compromiso es vivir siempre
en alianza con ellos. Por eso, con Noé y sus hijos comienza una nueva creación que
tenemos que renovar todos los días.
Oración:
Te damos gracias Señor, por tu alianza permanente con los hombres, y por tu amor
misericordioso. Te pedimos que nos enseñes a comprometernos para responder a tu
alianza de amor, mostrando con obras y palabras que Tú estás presente en nuestras
vidas. Así sea.
51
¿DIOS ES ECOLOGISTA?
Puede parecer una pregunta un poco fuera de foco, ya que en los tiempos
en que las Sagradas Escrituras fueron redactadas. El movimiento ecologista no
estaba dado como se ha dado en lo que va de este último siglo y muy
particularmente en las últimas décadas, de lo que podemos concluir que por la
cabeza de los hagiógrafos no pasaba la preocupación por conservar especies
en extinción, la disminución de la capa de ozono, la contaminación ambiental o
la tala indiscriminada de bosques.
Así que sería muy aventurado enrolar a Dios en las filas de Greenpace o
del Partido Verde alemán o de cualquier otro grupo de lucha por la
conservación del planeta. Pero ¿sería posible que al Creador no le preocupara
lo que el hombre, a quien le confió su obra creadora, está realizando con su
potestad de dominio?
Partamos de un texto conocido. Al crear Dios al hombre puso a su
disposición todo lo que había creado, lo designó como señor del universo: “Y
los bendijo, diciéndoles: “Sean fecundos, multiplíquense, llenen la tierra y
sométanla”” (Gn. 1, 28); desde entonces el hombre, con la capacidad
coceadora que Dios le confiara, ha hecho pleno ejercicio de su habilidad e
inteligencia y con sus propias manos ha obrado las innumerables maravillas sin
las cuales hoy, con frecuencia, no sabríamos vivir.
No podemos dejar de reconocer que Dios no puso en el Edén ni las
viviendas, ni los medios de transporte, ni las máquinas de las que se sirve la
industria, y si bien estaban allí la electricidad y la radiactividad de los
elementos, ha sido el hombre el que las aprovechó para su servicio. Ha sido
también el hombre quien fertilizó desiertos, construyó caminos y exploró no
sólo cada rincón del planeta sino que ya lo vemos recorriendo el resto del
universo. Y no olvidemos que fue capaz de prolongar su propia vida
sirviéndose de minerales, vegetales y hasta productos animales diseminados a
lo largo de la obra creadora de Dios.
Los avances tecnológicos de este siglo que terminó son, a veces, difíciles
de asumir para muchos, pero a los más jóvenes resulta inconcebible la vida sin
el teléfono, la computadora personal y el televisor.
¿Podemos culpar al hombre de haber asumido en plenitud el mandato
divino de dominar la creación mandando sobre los otros seres creados? De
ninguna manera. Pero lo que hoy vamos constatando al recorrer el mundo
donde Dios nos puso a vivir es que hay abuso, es decir un empleo exagerado y
sin límites de ese poder que Dios nos ha dado. Pero ¿acaso Dios puso algún
límite al hombre? Seguro que sí, al ubicarlo en el Edén le pidió no comer del
árbol del bien y del mal (Cf. Gn. 2, 15 – 17); con ello le daba a entender que
quien ponía los límites era Dios mismo y no el hombre. Es Dios quien indica lo
que está bien o está mal y el hombre debía haber aceptado éste límite. Por otro
lado, Dios pone al hombre en el Edén para que lo cultive y lo cuide (Cf. Gn. 2,
15); por lo tanto no lo hace dueño absoluto de la creación sino que lo hace
administrador de la misma, ha de servirse de ella para vivir, pero no Ha de
olvidar que el lugar dónde vive es prestado.
He aquí una realidad planteada por el mismo Dios: el hombre ha de
servirse de la creación, para su subsistencia, pero también ha de reconocer
que Dios le pide que no agote las posibilidades de esa tierra que le ha sido
dada para vivir a riesgo de que ya no tenga de qué vivir, ni de dónde vivir.
No podemos como dije al principio, inscribir a Dios en las filas del
movimiento ecologista, pero tampoco podemos ignorar que dicho movimiento
52
tiene inspiración divina, ya que es Dios quien le recuerda al hombre como
alguna vez le recordó con Noé y el diluvio universal, que su capacidad de
dominio no es ilimitada. Que no ha de destruir libremente la obra de sus manos
sin sufrir las consecuencias. Dios no es ecologista pero espera que cuidemos
el planeta. El Edén donde nos instaló para vivir.
Utilización Pastoral
Cecilia E. Pereyra.
Movimiento Ecológico
Raíces de Vida
(Diócesis de Morón)
53
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
(Gén. 12, 1 – 6)
“…Partió pues, Abraham, (Lc. 1, 5 - 25)
como se lo había dicho “¿Cómo puedo creer esto? Yo ya
Yahvé”. soy viejo, y mi esposa también”.
TENER PRESENTE
MOTIVACIÓN
Compartir con los padres el relato: “La Hormiguita negra”, que se encuentra
al final del encuentro, realizando la dinámica que allí se detalla.
54
Este título, tomado de una expresión que aparece en la liturgia (cF. Plegaria
Eucarística I), indica la importancia de la figura de Abraham no solo para el pueblo de
Israel, sino también para nosotros los cristianos.
Los valles de Mesopotamia, regados por el Tigres y el Eufrates, eran codiciados,
por su fertilidad, por las tribus nómadas del desierto y por los pueblos circunvecinos.
Uno de estos pueblos estaba formado por grupos emparentados con los semitas.
Hacia el tercer milenio vivían en estado nómada o seminómada por las riberas del
Eufrates. La familia de Teraj, padre de Abraham, pertenecía a una de esas tribus.
Alrededor del año 1800 a. de C., en la entonces importante ciudad de Ur, en
Caldea, cerca del Golfo Pérsico, vivió el Patriarca Abraham.
Dios eligió a este hombre para realizar su plan de salvación. Por mandato divino
salió de su país hacia Canaán:
EL MUNDO BÍBLICO
ORIENTE MEDIO Y PALESTINA
55
Dios dijo a Abraham:
Abraham rompe con la religión politeísta de sus padres (Josué k24, 2) y rinde
culto al Dios verdadero que se le revela.
El inmediato acatamiento del patriarca a la voluntad del Señor fue tal vez la razón
por la que Dios lo elige como dirigente del pueblo de la alianza. Abraham nunca
discutió las órdenes de Dios. Aunque él y su esposa eran ya ancianos y no tenían
hijos, aceptó la promesa de Dios de que tendrían hijos, aceptó la promesa de Dios de
que tendría muchos descendientes. Después, cuando Yavé le ordenó que sacrificara a
su único hijo, Isaac. Abraham obedeció otra vez sin discusión, pero Dios intervino para
salvar a Isaac. Con una fe inquebrantable en el Señor, no es de sorprender que la
Biblia describa a Abraham como “amigo de Dios”, la más hermosa denominación que
un hombre pueda recibir.
Por haber recibido la promesa de Dios de formar una gran nación y de darle la
tierra de Canaán a ese pueblo. Abraham fue reverenciado en el Antiguo Testamento
como el antecesor de los israelitas, que fueron llamados “raza de Abraham" (Is. 41.8).
Al principio de su Evangelio, Mateo declara que Jesús fue descendiente de
Abraham, y por doquier en el Nuevo Testamento se pone como ejemplo para todos la
extraordinaria fe del patriarca. A Abraham se le considera no sólo como el progenitor
de los israelitas, sino como el padre espiritual de todos los fieles, gentiles y judíos.
Por eso San Pablo escribe en la Epístola a los Gálatas: “Entended, pues, que los
que viven de la fe, ésos son los hijos de Abraham” (Gál. 3.7). En la parábola del rico
Epulión y Lázaro, Jesús describe la envidia que el rico sintió en el infierno, cuando
Lázaro, el mendigo, fue “llevado por los ángeles al seno de Abraham”. (Lc. 16.22).
Es innegable que el encanto de la inquebrantable fe de Abraham destaca por su
prominencia en el Nuevo Testamento.
San Pablo cita el Génesis y escribe en la Epístola a los Romanos: “¿Qué dice en
efecto las Escritura?: “Abraham creyó a Dios y le fue contado como justicia”
La promesa hecha a Abraham y a su descendencia de que “recibirían el mundo
en herencia no actúa a través de la Ley, sino de la justicia de la fe” (Rom. 4, 3).
En la Biblia (y también en el Corán, porque los musulmanes lo consideran un
gran profeta), Abraham aparece como un hombre cuya vida fue un brillante ejemplo de
la fe en acción, un modelo para los creyentes.
En tiempos de Abraham, la religión patriarcal es aún primitiva; no tiene leyes, ni
sacerdotes, ni templos, ni solemnidades religiosas. No obstante, con Abraham
comienza a realizarse la historia de la gran familia del pueblo de Israel del cual nacerá
el Cristo; esta historia se prolongará a través de Cristo en la Iglesia por El fundada.
Jesucristo, pues, dará todo su sentido a la historia de Abraham y de su Pueblo.
“Abraham se regocijó pensando en ver mi día” diría el Señor a los judíos (Juan 8, 56).
Así se comprende que se hable de Abraham 62 veces en el N.T.
Aunque la religión de Abraham es todavía primitiva, su Dios no es un Dios lejano,
indiferente a la vida de los hombres. Es, por contrario, un Dios presente, familiar, hasta
el punto que pacta una alianza con su siervo y le hace una triple promesa:
56
I. Tendrá una descendencia numerosa “como las estrellas del cielo y las arenas
del mar”.
II. Poseerá un territorio (Canaán).
III. Será una fuente de bendición para todas las naciones de la tierra
(universalismo cristiano en germen).
El Génesis nos da las líneas de descendencia desde Adán hasta los hijos de
Jacob, siendo éstos los fundadores de las 12 tribus de Israel. La línea de Adán a Noé
la forman nueve hombres, a los que se les llama patriarcas antediluvianos porque
vivieron antes del diluvio. Ellos son: Set, hijo de Adán; Matusalén, la persona más
longeva de la Biblia, y Lamec, padre de Noé. A los patriarcas que vivieron después del
diluvio, descendientes de Noé, se les llama noáquidas o posdiluvianos. La Biblia
enlista a estos últimos, pero habla poco de ellos hasta que llega a Abraham, quien
vivió antes del segundo milenio a.C. después, el Génesis hace detallados relatos de la
vida de Abraham y sus descendientes: su hijo Isaac; su nieto Jacob; sus bisnietos
José, Judá y sus diez hermanos.
ORACIÓN
Señor:
Echando una mirada al inmenso mundo de la de las noches que atravieso, a pesar del
tierra de los hombres, tengo la impresión de que cansancio de mis días, mi futuro está en tus
muchos ya no esperan en Ti Yo mismo hago manos y que la tierra que me muestras en el
mis planes, trazo mis metas y pongo las piedras horizonte de mi mañana será más bella y mejor.
de un edificio del cual el único arquitecto Deposito en tu Misterio mis pasos y mis días
parezco ser yo mismo. porque sé que tu Hijo y mi Hermano venció la
Dame, Señor la convicción más profunda de que desesperanza y garantizó un futuro nuevo
estaré destruyendo mi futuro siempre que la porque pasó de la muerte a la vida.
esperanza en Ti no estuviere presente. Amén
Haz que comprenda profundamente que, a
pesar del caos de cosas que me rodea, a pesar
57
LA HORMIGUITA NEGRA
(Un diminuto personaje nos muestra lo bello y gratificante que es hacer la voluntad de
Dios)
Había una vez una hormiguita negra, en una noche negra, sobre una piedra
negra.
Y Dios la veía. Y Dios la llamó:
-¡Hormiguita!
-Aquí estoy, Señor- respondió ella.
-Hormiguita –Dijo Dios-, quiero que me construyas un edificio igual al museo
nacional.
-Está bien, Señor, asintió la hormiguita.
Y se puso a pensar: “Si el Señor quiere un edificio como el museo nacional, lo
primero será saber cómo es el museo…
MANOS A LA OBRA
Una hormiguita, ustedes ya saben, es demasiado pequeña para abarcar de un
ojeada el gran edificio. ¿Cómo hacer? Sus patitas y sus antenas, una
hormiguita no tiene otra cosa había que utilizarlas en cumplimiento del
mandato de Dios.
Allá se fue a recorrer palmo a palmo, moldura por moldura, la fachada del
enorme caserón, hasta tener perfectamente clara en la memoria una
“fotografía” infinitamente reducida del aspecto exterior del museo. Tardó en
ello ocho meses.
“Ahora planos”, se dijo ilusionada la hormiguita. Y a movilizar otra vez antenas
y patitas para recorrer por dentro y por fuera toda la planta del edificio y
quedarse con un planito, a escala infinitesimal, dentro de su negra cabecita.
Esta vez tardó casi tres años en la empresa.
El problema siguiente era encontrar el terreno apropiado: un terreno que
midiera exactamente los millones de pasitos de hormiguita al cuadrado que
eran necesarios para realizar sus planos. Fue difícil.
Un año entero recorrió terrenos hasta dar con uno que le sirviera.
58
Hormiguita, estoy contento de ti
Yo haré lo demás.
UTILIZACIÓN PASTORAL
59
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
(Gén. 15, 1 – 6)
(Gén. 22, 1 – 14) (Lc. 1, 26 - 38)
“…Tu heredero será un hijo tuyo “Darás a luz un hijo, al que le pondrás
nacido de tu sangre…” por nombre Jesús”.
“…no me negaste a tu hijo, el único “…Hágase en mi lo que has dicho”.
que tienes”.
TENER PRESENTE
MOTIVACIÓN
Dividir a los padres en grupos tres grupos y repartir las siguientes citas Bíblicas
buscando en ellas, ejemplos de fe. Que nos ayuden a ver “La Confirmación”
como un paso importante en el crecimiento de la fe:
60
o Lc. 2, 52; 1 Cor 13, 11 – 12
o Sant 2, 14 – 20; Lc 1, 26 – 38.
o Gn. 15 1 – 6; Gn.22 1 – 14
o Gn 4, 3 – 4 (Abel); Gn 6, 13 – 22 (Noé)
o Gn 17, 16 – 19 (Sara); Gn 5, 24 (Enoc)
o Gn 12, 1 – 4 (Abraham); Éx 2, 2; Éx 2, 11 – 15 (Moisés).
Lo más importante que Abrahán nos ofrece es que se fía de Dios y cree en su
Palabra. Se siente llamado y vive en la seguridad de que, pase lo que pase, Dios
cumplirá su promesa. Llamamos a Abrahán Padre de los creyentes porque respondió
y, de alguna manera, dio paso a que Dios interviniera en la historia
61
Abraham debió sentir miedo ante tantos y tan graves acontecimientos y Dios le
anima con otra visión: “No temas, Abrán; yo soy tu escudo y tu paga será abundante”
(GN 15, 1). Son palabras que alientan a Abrahán, y que también deben alentarnos a
nosotros. Abrahán pone sus dudas delante de Dios insistiendo: “Señor, ¿de qué me
sirven tus dones si soy estéril y Elizer de Damasco será el amo de mi casa?” (GN
15,2). Según la legislación babilónica, basada en el código de Hamurabi, a falta de
hijos era el siervo más respetado quien heredaba las propiedades del difunto. Dios
responde a Abrahán: “No te heredará ése; un salido de tus entrañas te heredará”. (Gn
15, 3). Y le invita a alzar la vista a las estrellas y contarlas: “Así será tu descendencia”
(Gn 15, 5).
Todo lo que hemos visto nos descubre que está plenamente justificado el
calificativo que la liturgia d a Abraham como “nuestro padre en la fe”. El es
fundamental no solo en la tradición judía, sino también en la cristiana (e igualmente
como decíamos en el encuentro anterior para los musulmanes).
62
(Lc. 1, 45); y un nuevo acto de obediencia “he aquí la esclava del Señor, hágase en
mí según tu palabra” (Lc. 1, 38). Los de María, darán inicio a la etapa decisiva de la
salvación de Dios en Cristo; y nuevos actos de fe y de obediencia (los nuestros) harán
posible que la obra de la salvación se extienda en el tiempo y en el espacio.
La virtud de la fe
La fe es la virtud por la cual aceptamos a Dios ante todo con la mente asintiendo
a cuanto Él nos ha revelado sobre sí mismo o con miras a nuestra salvación, y que se
halla contenido en la sagrada Biblia o en la Tradición de la Iglesia.
La fe no se estaciona en un plano puramente conceptual y especulativo, lleva,
por su propia dinámica, a una entrega total e incondicional de la persona y de la vida
de Dios.
En ambos aspectos conocimiento iluminativo y adhesión vital la fe encuentra su
último fundamento en la Palabra infalible y en el poder y amor infinitos de Dios. En ella
está la raíz de toda gracia y salvación.
Actitudes y pecados contrarios a la fe.
¿Qué es la fe?
Una vez los apóstoles dijeron a Jesús: Auméntanos la fe. Él respondió: “si
tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí
arráncate de raíz y plántate en el mar, ella lo obedecería” (Lc. 17, 5-6).
“Sin oración, según los planes ordinarios de la Providencia, serán inútiles las
meditaciones, propósitos y promesas. Si no rezamos, seremos infieles a las luces
recibidas de Dios y a las promesas que hayamos hecho en el corazón.
Y la razón de todo esto es que para hacer actualmente el bien, para vencer las
tentaciones, para ejercitarnos en la virtud. En una palabra: para observar totalmente
63
los mandamientos de Dios, no bastan las luces recibidas, ni las consideraciones y
propósitos que hayamos hecho. Se necesita sobre todo la ayuda actual de Dios, y esa
ayuda no la concede Dios sino al que reza y, en la oración persevera hasta el fin”.
(San Alfonso María de Liborio “El gran medio de la Oración”).
Por lo visto, la fe es como un ser vivo. Crece o decrece. Por lo mismo, se la debe
cultivar. Para ello hay que extirpar toda planta extraña que invada su suelo, las peores
son: el orgullo de los malos teólogos, la rebeldía de los falsos profetas, y la
murmuración contra los pastores de la Iglesia. Pero, sobre todo, a la fe hay que
regarla. Y, especialmente por la oración. Como los apóstoles le dijeron a Jesús,
también hoy nosotros necesitamos decirle con fuerte clamor. “Aumenta nuestra fe”.
ORACIÓN
Señor:
64
1º Año de Confirmación
Objetivo: - Descubrir que Dios siempre nos llama para que nos
encontremos con Él
CITAS BÍBLICAS
TENER PRESENTE
MOTIVACIÓN
Cuestionario:
65
• ¿Alguien tiene experiencia de algún retiro espiritual? En los retiros
silenciosos se tiene experiencia de Dios, porque Dios habla a la conciencia del
hombre, que es como su gran sagrario, y éste es invitado a responder.
La descendencia de Abraham
ESAÚ
Al morir Abraham en Canaán (Gén. 25, 7 – 10), Dios renovó su promesa con
Isaac y Jacob. Las familias seguían bajo las negras tiendas beduinas de piel de cabra.
Un día, acuciados por el hambre y aceptando la invitación de José, que
gobernaba en Egipto en calidad de gran visir, el pequeño pueblo de Israel
(sobrenombre dado por Dios a Jacob) emigró a Egipto, probablemente entre los años
1700 y 1600. Las fértiles tierras de Gossen, situadas al nordeste del delta del Nilo, les
permitían criar buenos ganados y recoger abundantes cosechas.
Pero al cabo de largo tiempo “alzóse en Egipto un nuevo rey que no conocía a
José" (Éx., 1, 8), (seguramente Ramsés II), es decir que no tuvo en cuenta sus
servicios. Este rey, ante la preponderancia que en número y poder iban adquiriendo
los hijos de Israel, cambió de política y el pueblo hebreo fue reducido a la esclavitud.
El Génesis termina con la muerte de José y la lamentable situación de sus
hermanos de raza.
66
MOISÉS: Caudillo, legislador y profeta
En este encuentro veremos el libro del Éxodo, palabra que significa “partida” o
“salida”. Son cuarenta capítulos que relata la liberación de los hijos de Jacob, ahora
llamado el pueblo de “Israel”, de la cautividad de Egipto, su alianza con Dios en el
monte Sinaí y el comienzo de su marcha por el desierto hasta llegar a la tierra
prometida. Los judíos llaman a este libro “shemot”, que quiere decir “nombres”, la
primera palabra de la obra.
Los estudiosos estiman que Israel, permaneció en Egipto unos 430 años, los
suficientes para que esa familia de 70 personas se convirtiese en todo un pueblo,
unido por su fidelidad al Dios de Abrahán, Isaac y Jacob. Durante esos 430 años que
permanecieron en Egipto crecieron y se multiplicaron en un país que, al principio, les
había dado la bienvenida, pero que ahora los ignora y muy pronto acabará por
someterlos a una esclavitud inhumana.
Por aquel entonces los monarcas egipcios estaban más que preocupados por la
numerosa población no egipcia que vivía en el país. La situación en la frontera de
Canaán era delicada ya que los pueblos nómadas del norte, allende las fronteras
naturales de Egipto, se habían sublevado contra el poder del faraón cuyos dominios
nominalmente se extendían hasta Siria.
Ramsés II fue el que se lanzó a la construcción de ciudades de almacenaje,
inmensas fortalezas con las que quería contrarrestar los ataques enemigos.
El redactor pone en boca del faraón estas palabras: “Mirad, los israelitas se están
volviendo mas numerosos y fuertes que nosotros; vamos a vencerlos con astucia pues
si no crecerán; y si se declara la guerra, se aliarán con el enemigo” (Éx. 1, 9 – 10). Y
“Nombraron capataces que los explotaban como cargadores en la construcción de las
ciudades granero Pitón y Ramsés” (Éx 1, 11); Pitón, “la casa del dios sol” y “Pi
Ramsés”, la “ciudad de Ramsés”, dos magníficas ciudades, verdadero orgullo de
Egipto, situadas en los ramales orientales del delta del Nilo y punto de arranque de la
ruta hacia Canaán.
La opresión era dura, pero “cuanto más los oprimían, ellos crecían y se
propagaban más” (Éx 1, 12) y, sigue diciendo el redactor, “les impusieron trabajos
penosos, y les amargaron la vida con dura esclavitud, imponiéndoles los duros
trabajos del barro, de los ladrillos y toda clase de trabajos del campo” (Éx. 1, 13 – 14).
En aquel entonces se acostumbraba a dar semejantes trabajos solo a prisioneros,
humillación que los israelitas jamás aceptaron. Acostumbrados a la vida libre del
pastoreo, mal podían avenirse a los trabajos forzados, propios de esclavos, que exigía
el faraón.
Una segunda medida adoptada por el faraón fue controlar los nacimientos. La
orden a las comadronas era clara: “cuando asistáis a las hebreas y les llegue el
momento, si es niño lo matais, si es niña la dejais con vida” (Éx 1, 16). Ésta es una
maniobra a la que siempre se ha acudido, y se sigue acudiendo, por motivos
económicos o políticos. Pero la respuesta de las comadronas también fue clara:
“Respetaban a Dios, y en vez de hacer lo que les mandaba el rey de Egipto, dejaban
con vida a los recién nacidos” (Éx. 1, 17). De poco les valió la excusa de que las
mujeres hebreas eran más fuertes que las egipcias, porque el faraón ordenó a sus
hombres: “Cuando les nazca el niño, echadlo al Nilo; si es niña, dejadla con vida” (Éx,
1, 22).
Fue en este tiempo cuando un hombre de la tribu de Levi tuvo un hijo a quien la
madre ocultó por tres meses. “No pudiendo tenerlo escondido por más tiempo, tomó
una cesta de mimbre, la embadurnó con barro y pez, colocó en ella a la criatura y la
depositó entre los juncos, a la orilla del Nilo” (Éx 2, 3). Una hermana del niño
observaba la cesta desde la distancia a ver qué pasaba. Fue la hija del faraón quien, al
bajar a bañarse al río, vio la cesta, una criada la recogió del agua y se la llevó.
67
El niño luego fue llevado a la corte donde la princesa lo adoptó siendo ya mayor,
dándole el nombre de Moisés.
Pasaron los años y Moisés creció en la corte del faraón, recibiendo la educación
de un príncipe egipcio. No se sabe cuándo se enteró de sus orígenes hebreos, pero un
día, vio a un egipcio maltratar a un hebreo al que el redactor llama “uno de sus
hermanos” (Éx 2, 11). Moisés “miró a un lado y a otro, y viendo que no había nadie,
mató al egipcio y lo enterró en la arena” (Éx. 2, 12).
El faraón da órdenes de prender a Moisés y darle muerte. Tuvo entonces que
huir de Egipto a través del desierto y buscar refugio en Madián (Sinaí), al otro lado de
la frontera. Se casa en esta región con una tal Séfora, de la que tuvo su primer hijo.
Vivía como pastor en la familia de su suegro, el jeque- sacerdote Jetró. Durante
esta época medita profundamente la Revelación que Dios hizo a Abraham, padre de
los patriarcas.
Un día oyó la voz de Dios que le llamaba desde una zarza en llamas. Moisés,
descalzo y con el rostro cubierto, escucha la orden Divina: “Yo te envío a Faraón para
que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel, de Egipto” (Éx, 3, 10), y dirás de Mi a los
hijos de Israel: “Yo soy el que soy”.
“Al revelar su nombre misterioso de YHWH, “Yo soy el que es” o “Yo soy el que
soy” o también “Yo soy el que yo soy”, Dios dice quién es y con qué nombre se lo debe
llamar. Este Nombre Divino es misterioso como Dios es Misterio. Es a la vez un
Nombre revelado y como la resistencia a tomar un nombre propio, y por esto mismo
expresa mejor a Dios como lo que El es, infinitamente por encima de todo lo que
podemos comprender o decir; es el “Dios escondido” (Is 45, 15), su nombre es
inefable, y es el Dios que se acerca a los hombres”. (CATIC 206).
El caso es que la lengua hebrea se escribe sin vocales. Las pronuncian pero
nunca las escriben. Algo parecido a nuestra manera de escribir los nombres de las
ciudades en los billetes de avión. Se escribe Bs.As, pero decimos Buenos Aires: BCN,
pero decimos Barcelona; se escribe SLT, pero decimos Salta.
Lo más curioso es que, por respeto al nombre de Dios y a que algunos rabinos
empezaron a enseñar que pronunciar el nombre de Dios acarreaba un castigo eterno,
la pronunciación de YHVH cayó en desuso. Al llegar a esa palabra, se inclinaba la
cabeza, se hacía una pausa y proseguía la lectura.
Es de verdad un ejemplo muy hermoso de reverencia al nombre de Dios, pero,
con el correr de los siglos y de tanto no pronunciar YHVH, se olvidaron de cómo eran
las vocales y, cuando quisieron recuperarlas, los que leían la escritura ya no sabían
cuáles eran.
Fueron unos sabios judíos, entre los siglos VI y X después de Jesucristo, quienes
empezaron a escribir la lengua hebrea con vocales. Fue toda una novedad, pero una
ayuda muy grande para quienes no sabían leerla bien.
Idearon una suerte de puntos y rayitas que ponían por encima, dentro o por
debajo de las consonantes. La palabra YHVH los frenó. Ni ellos sabían qué vocales
poner. Entonces se les ocurrió tomar las vocales de la palabra “Adonai”, que quiere
decir “Señor”, y las intercalaron entre las consonantes de YHVH. Y así fue como se
creó la palabra ficticia Yehovah, en castellano Yahvé o Yavé. Los cristianos proclaman
la divinidad de Jesucristo dándole el título de “Señor”, “Adonai”.
68
divino “Señor” (“Adonai”, en griego “Kyrios”). Con este título será aclamada la divinidad
de Jesús: “Jesús es Señor”. (CATIC 209).
Hoy día los judíos de origen español, cuando llegan a YHVH, por lo genera lo
sustituyen por “Hashem” que en hebreo quiere decir “El Nombre”, mientras que los
judíos originarios del Este europeo dicen sin más “Adonai”, el Señor. Siempre hay
modos de salvar el escollo.
El significado de YHVH es “Yo Soy”. Dios reveló este nombre a Moisés
diciéndole: “Yo soy el que Soy”. Esto dirás a los israelitas: “Yo Soy me envía a
vosotros” (Éx. 3, 14).
Los expertos dicen que la raíz de esta palabra es un verbo, HYH, que significa
“ser”, con el matiz de que dura, algo así como “el que será porque es”. En nuestro
idioma escribimos Yahvé o Yavé, la forma admitida hoy día, pero que resultaría
pretencioso considerar como exacta.
Cuando los Testigos de Jehová comenzaron sus actividades a finales del siglo
pasado, no se llamaban Testigos de Jehová, sino Miembros de la Sociedad. Usaban
las traducciones inglesas de la Biblia de aquel tiempo que decían que el nombre de
Dios era Jehová. Es por eso que Joseph F. Rutherford, el sucesor de Charles T.
Russell, fundador de los testigos, cambió el nombre de la Sociedad a Testigos de
Jehová, pero no se dio cuenta de que así estaba proponiendo como revelado por Dios
un error filológico, la palabra Jehová. (Filología: ciencia que estudia un idioma y las
manifestaciones espirituales a que sirve como medio de expresión. Particularmente:
estudio científico de la gramática y lexicografía de un idioma).
Los Testigos de Jehová hoy día reconocen la equivocación.
Como complemento leer: incisos 62, 203, 205, 206, y 209 del CATIC.
Oración
Cuando tú mismo
Pongas a prueba mi fe,
Y me hagas marchar
Por entre la niebla más cerrada,
Borrada toda vereda ante mí:
Por mucho que mi paso vacile,
Haz que mi mirada
Tranquila e iluminada,
Sea un testimonio viviente
De que te llevo conmigo,
De que estoy en paz.
AMEN
69
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
(Éx. 8, 14 – 16)
(Éx. 12, 21 – 27)
(Éx. 14, 5 – 8)
“Deja salir al pueblo, para que vayan a
(Mc. 14, 22 – 25)
adorar a Yavé en el desierto” “Ésta es mi sangre, que será
“Éste es el sacrificio de la Pascua para derramada por una muchedumbre”
Yavé…”
“Aquel día, Yavé liberó a Israel del poder de
los Egipcios…”
TENER PRESENTE
Dios siempre quiere ayudar al hombre porque nos ha creado para que seamos
felices con él, pero no en todo momento, entendemos claramente su modo de
actuar. En todos los momentos de la historia, Dios estuvo cerca del hombre,
como está hoy., el pueblo Hebreo tenía conciencia de la presencia de Dios y
vivía oprimido injustamente en Egipto. Invocó a Dios y éste lo escuchó.
Muchas veces, en nuestro orgullo, nos negamos a invocar a Dios, porque
creemos que todas las soluciones las tenemos nosotros. Ponemos como “Dios”
el poder, el tener, el placer, la técnica o la ciencia y queremos encontrar en
ellos todas las seguridades para nuestra vida. De este modo, negamos a Dios.
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El hombre, cuanto más “endiosa”, más se aleja de Dios y de los hombres.
Desea convertirse en “señor” de todo y de todos, queriendo imponer su
voluntad. El fruto de este modo de actuar es la desunión, la injusticia, la
opresión, la dictadura.
MOTIVACIÓN
“A”: Leer y comentar con los padres el recorte periodístico que está en la
cartilla de los niños titulado: “La primera escuela para esclavos funciona en
Inglaterra”.
“B”: Dividir a los padres en tres grupos, entregándole a un grupo el recorte que
mencionáramos arriba y a los otros dos los siguientes escritos y que se
encuentran al final del encuentro titulados: ¿Y el derecho a ser niños? Y
Decadencia moral.
El precio de la libertad.
“Los “salvos”, aquellos por quienes Dios había obrado “prodigios”, tendrán mucho
tiempo para meditar en esta libertad. Lo tendrían a través de aquellos caminos que no
terminaban de conducir al lugar de la alianza y que menos aún les condujeron a la
hermosa tierra prometida. Estas personas no nos dejaron su pensamiento. Pero el
libro de las experiencias se ha escrito para que nosotros las conozcamos y vivamos
como ellos, en compañerismo fraternal, como un pueblo, en medio del ornato
terriblemente desnudo, pero sin mentiras ni engaños, por los caminos que conducen a
Dios” (G. Auzou).
“Una parte de las doce tribus y una multitud abigarrada. Y decimos “una parte de
las doce tribus”, pues se admite actualmente que algunos grupos de Israelitas ya
habían vuelto a Canaán, tal vez con ocasión de la expulsión de los hicsos del año
1560 a.C. incluso se admite como probable que algunas tribus del norte de Palestina
nunca habían bajado a Egipto. Y cuando decimos “una multitud abigarrada” (Éx
12,38), es decir un amasijo de egipcios y extranjeros, gente oprimida que
aprovecharon la ocasión para escoger la libertad (Lev. 24,10). Estos extranjeros
adheridos a Israel son el primer germen de la universalidad del pueblo de Dios, el cual
71
quedó plenamente constituido cuando en Siquén todos juntos aceptaron a Yavé como
su Dios y renovaron solemnemente la alianza del Sinaí” (A. Vidal).
72
fueron las cosas bonitas? No lo creas. Su caminar fue duro y penoso. Hubo claroscuros donde
se mezclaron confianza e incredulidad, abrazos e infidelidades, victorias y derrotas, optimismo
y cobardías. El desierto fue una larga y dura lucha por la supervivencia, hecha de encuentros y
abandonos con su Dios, idealizado cuando pasó al recuerdo”. (E. Gallego).
Pero Dios no concederá a Moisés pisar su suelo, como castigo por haber dudado de El
(Núm. 20, 12). Antes de morir, distribuirá de antemano el territorio a las doce tribus;
contemplará nostálgicamente, desde la cumbre del Nebo, en la región de Moab, la Tierra
Prometida, regada por el Jordán y defendida por la ciudad amurallada de Jericó; bendecirá a
cada una de las doce tribus y se entregará en manos de Yahvé entonando un cántico a su
gloria (Deut. 32 a 34).
Así como los Patriarcas tomaron de Mesopotamia y de Canaán algunas ideas y ritos, del
mismo modo la religión mosaica recibe influencias de Egipto: el clero o clase sacerdotal, el
Arca de la Alianza (símbolo del trono o lugar de Dios), legislaciones civiles normas para el
culto, ornamentos religiosos, etc.
El pueblo nómada, camino de la Tierra Prometida, es figura de la Iglesia, Pueblo de
Dios, que peregrina trabajosamente, pero con segura esperanza, hacia el cielo. El
cristiano debe vivir esta mística del nomadismo.
• El pan sin levadura de la Liturgia Eucarística nos recuerda la noche del Éxodo.
• Los Mandamientos del Decálogo y los principios de justicia y caridad que se
contienen en este libro tienen una actualidad perenne. En suma, el libro del
Éxodo supera a cualquier otro del A. T.
73
las doce tribus bajo las normas de la alianza. En este cuarto libro se hallan también
algunas prescripciones rituales y morales, así como la consagración de los levitas y
sus deberes y derechos sacerdotales. (Cap. 3, 8 y 18).
“La marcha de Israel a través del desierto es una imagen de fe. Las experiencias
vividas allí por los israelitas son ejemplo y amonestación para los bautizados. También
es modelo para la fe la marcha de Abrahán a través del desierto “sin saber adónde
iba”. El desierto es el lugar de máximo riesgo para el hombre. Y en tal riesgo, ha de
acreditarse la fe. Allí no hay garantías ni seguridades. Se cuenta sólo con la promesa
de Dios. La fe no tiene lugar fijo y permanente. Deja tras sí el pasado y se prepara
para lo que está por venir. El creyente está, pues, en camino. Debe avanzar a través
de la oscuridad y el distanciamiento divino, a través de los desiertos y seguridades de
la vida”. (A. Grabner-Haider).
Los acontecimientos del éxodo son como un espejo en el que todos nos
podemos contemplar.
Al hacerlo, vemos claro cómo aquel pueblo en marcha tuvo que tomar el pulso al
desierto antes de penetrar en la tierra de promisión. Y su recorrido a través de la
aridez se antoja digno, no tanto de penuria y frustración. De hecho, sólo quien curte su
espíritu en la soledad del yermo podrá instalarse en el oasis de la libertad.
Hoy todo ser humano suspira por alcanzar su tierra de promisión. Y tal anhelo
suele traducirse en planes y proyectos. Pero, al tratar de ponerlos en práctica, topa
con el muro de su cautiverio existencial (angustia, pobreza, marginación). Ello le hace
suspirar aún más por las delicias de la libertad. Pero para llegar a la meta, antes se ha
de andar el desierto.
Por ello nos cuesta tanto soltar las amarras que nos atan a nuestro cautiverio.
También nosotros nos sabemos esclavizados por nuevos faraones de Egipto y
queremos ser libres. Pues bien, el pueblo elegido nos garantiza que la libertad será
quimera mientras no atravesemos nuestro propio mar (caos, zozobra y angustia).
¿Cómo hacerlo? ¡Dejándonos guiar por Dios!
¿Qué hacer? El creyente ha de tener claro que sólo rompiendo los hechizos de
la esclavitud (indolencia, conformismo, resignación…), será libre. Y ello exige, por
supuesto, un duro combate forjado en la aridez. Por eso la tradición convirtió el éxodo
en símbolo de acrisolamiento (purificación). Sólo quien en él se acrisola, consigue su
libertad.
74
75
¿Y EL DERECHO A SER NIÑO?
“La OIT (organización internacional del trabajo) estima que existen alrededor de 250
millones de niños y niñas entre los cinco y los catorce años de edad trabajando en todo el
mundo, y de ellos, 120 millones trabajan una jornada completa. Se calcula que 80 millones
trabajan en las peores formas de trabajo infantil. La gran mayoría de estos niños y niñas
trabaja en actividades agrícolas, y el mayor empleador individual de niñas es el trabajo
doméstico. Alrededor del 70% de los niños y niñas que trabajan desempeñan trabajos no
remunerados para sus familias, bien sea para el hogar o en pequeñas empresas, en áreas
rurales o urbanas.”
Cuando leemos estos datos se nos estremece el corazón al pensar en el destino que
merece todo niño, tan lejano a esta crueldad. E inmediatamente se nos presentan los
rostros de tantos chicos que vemos a diario en la calle, en los subtes, trenes o micros
repartiendo lo que sea para obtener unas monedas. Y entonces pensamos también en los
rostros de la sociedad que permite tan sucio manejo de la vida de estas criaturas, y en
aquellos que los explotan, producto también ellos de la misma sociedad injusta. La
Convención de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre los Derechos del
Niño (CDN), de 1989, llamó la atención internacional y nacional acerca de que los temas
relacionados con la infancia son temas de derechos humanos. A esta consideración le
siguió la Convención Nº 182 de 1999, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT),
proclamando el derecho de niños y niñas a ser protegidos de las prácticas perjudiciales y
explotadoras.
La OIT, cuya sede se encuentra en Ginebra, Suiza, enfatizó que se requiere acción
inmediata de las autoridades competentes con medidas que deben tener carácter de
urgencia.
Reconocen que las causas del trabajo infantil no pueden solucionarse de la noche a
la mañana, y que hay una gran variedad de factores implicados, incluyendo la pobreza, la
discriminación, y el acceso insuficiente a la educación.
Las principales disposiciones de estas organizaciones consisten en aclarar cuáles
situaciones deben clasificarse como las peores formas de trabajo infantil, así como
especificar qué deben hacer los gobiernos para prohibirlas y eliminarlas. Entre las
primeras, destacamos:
Ante todo lo expuesto, vuelven a rondar por nuestra mente los chiquillos de ojos
tristes que caminan como autómatas por las calles o los medios de transporte, o
acompañan a sus padres mendigando no sólo por dinero sino una mirada de atención de
tantos transeúntes indiferentes, ya acostumbrados a esa dolorosa presencia cotidiana.
Y aún para los que queremos reparar ese daño, sentimos la impotencia y las
limitadas posibilidades. En el diario La Nación del 11 de Setiembre pasado, una nota muy
realista reflejó el panorama de los 2000 chicos que viven en la calle, unos explotados por
adultos anónimos o su propia familia indigente, otros también víctimas de la drogadicción y
de la prostitución, o adiestrados para robar.
Es urgente tener en cuenta que una sociedad se sanea en la medida en que sus
habitantes, desde pequeños, viven con la dignidad que su condición humana
merece... Y es la sociedad misma la que debe devolverles el derecho a ser niños.
76
DECADENCIA MORAL
Frente a una situación como la que nos toca vivir en estos tiempos que corren,
donde la corrupción es moneda corriente y, en el lenguaje cotidiano, a fuerza de repetir el
término, va perdiendo, poco a poco, su verdadero significado, al dejar de considerarlo un
mal que destruye la armonía en las relaciones humanas. Porque corrupto no es
solamente el funcionario que, buscando su beneficio personal, procede en forma
deshonesta. Lo es también quien engaña, quien pervierte o escandaliza, quien no
cumple sus deberes para con su familia; o como empleado, como empresario, como
trabajador, como autoridad, etc.
Es que determinadas conductas englobadas en un solo término, van perdiendo su
verdadera gravedad. Quien engaña: miente o roba cuando le sirve para beneficiarse;
quien pervierte o escandaliza mediante expresiones, actitudes, publicaciones o a través
de los medios de comunicación, es un depravado que puede llegar a influir de manera
nefasta en la niñez, en la juventud y aún en nosotros los adultos transformándonos en una
nueva raza de esclavos. Esclavos de este tercer milenio que ya hemos comenzado.
Por eso quien no cumple adecuadamente sus deberes familiares puede llegar a
destruirla, con todo lo negativo que ello trae consigo. Pero también provocan desajustes en
el desarrollo armónico de las relaciones sociales, quienes no cumplen sus actividades con
rectitud.
De la mano de gente obsesionada por lo sexual, programas, charlas,
expresiones y actitudes impúdicas penetran en los hogares a través de la TV, la
radio y la prensa.
El argumento del respeto a la libertad de expresión, permite que artistas, conductores
de televisión y comunicadores sociales, obsesionados por las cuestiones relativas al sexo,
expongan sus programas y sus ideas, tanto en la TV, como en la radio y numerosas
publicaciones, con el evidente fin de ganar dinero, sin tener en cuenta el daño que pueden
provocar, especialmente en los niños y a los jóvenes. Telenovelas, juegos, charlas,
programas de confidencias que desnudan el impudor de conductores y participantes,
promueven, con intención o no, la promiscuidad sexual y la destrucción del matrimonio del
que hacen abierta mofa, como es dable apreciar en algunos programas de esa índole.
Un cada vez más generalizado relativismo ético, conduce inexorablemente, a
proceder sin freno ni medida.
Este es, a grandes trazos, el panorama que se nos presenta, en relación con este
tema de la decadencia moral, que pone en evidencia, un cada vez más generalizado
relativismo ético, que conduce, inexorablemente, a proceder sin freno ni medida. Un
liberalismo a ultranza, donde todo vale mientras me sirva, minimiza verdaderos delitos
como los son los robos llamados “de guante blanco”, la avaricia de algunos, que sume a
otros en la miseria, y la mentira que es moneda corriente en las relaciones humanas, para
lograr beneficios sin medir las consecuencias que, para una de las partes pueda tener.
Será menester ponernos a trabajar, sin tregua, a fin de ayudar a quienes transitan por
el camino equivocado, para que retomen la senda de la verdad que los hará libres, porque
habrán de romper las cadenas que los atan a la esclavitud del pecado.
77
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
TENER PRESENTE
El recorrido por el desierto no fue fácil para el pueblo de Dios, pero fue la ocasión
providencial para que tuvieran experiencia del Encuentro con él y recibieran su
Alianza.
El tema de la Alianza es fundamental para comprender el amor de Dios por los
hombres, la Alianza definitiva se hará en la cruz de Jesús, sellándola con se
sangre.
Los mandamientos, aunque se expresen la mayoría en “negativo”, no harás esto
o lo otro, son el gesto positivo del amor de Dios que nos quiere viviendo siempre
en amistad con él y con los hombres. Convendrá recordarlos porque algunos los
tendrán olvidados.
MOTIVACIÓN
Leer y comentar con los padres el relato: “Un puente flexible” (se encuentra al
final del encuentro).
78
¿Qué es la Ley?
La ley puede definirse como una disposición o norma orientada al bien personal y
social y promulgada por la autoridad que tiene a su cargo una comunidad determinada.
Se dan naturalmente diversos tipos de ley, cada uno de los cuales responde a la
necesidad de ordenar adecuadamente las múltiples dimensiones y actividades de la vida
humana. Por ejemplo: la ley civil, eclesiástica, militar, laboral, comercial, penal, etc.
La voz de la conciencia
Dios que es amor, es “a la vez la sabiduría y la ley eterna, fuente del orden moral en
el hombre y en el mundo” (Dominum et Vivificantem Nº 36).
Conocer la singular grandeza del amor de Dios por el hombre, revelada en su culmen
con el misterio de la Trinidad, conduce a entender que la ley moral no es un límite a la
libertad sino un don, una guía amorosa que Dios le otorga: “precisamente porque revela y
propone el proyecto de Dios Creador, el orden moral no puede ser algo mortificante para el
hombre, impersonal; por el contrario, respondiendo a las exigencias más profundas del
hombre creado por Dios, se pone al servicio de su plena humanidad, con el amor delicado
y vinculante con que Dios mismo inspira, sostiene y guía cada criatura hacia su felicidad”
(Familiaries Consortio Nº 34).
Esto lleva al cumplimiento gustoso de la ley: “quien ha recibido mis mandamientos y
los observa, ese me ama; y el que me ama será amado de mi Padre” (Jn. 14, 21).
En definitiva, la ley divina nos desvela la verdad sobre el bien del hombre, que es
condición de su libertad: “Jesucristo sale al encuentro del hombre, también en nuestra
época, con las mismas palabras: “conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Jn 8,
32). Estas palabras encierran una exigencia: la exigencia de una relación honesta con la
verdad, como condición de auténtica libertad; y la advertencia de que se evite cualquier
libertad aparente, cualquier libertad superficial, cualquier libertad que no profundice en la
entera verdad sobre el hombre y el mundo.
“Después de dos mil años, Cristo se presenta hoy también como Aquel que trae al
hombre la libertad basada en la verdad” (Redemptor hominis Nº 12).
Capacidad limitada
Dentro del armonioso plan de la Creación, fruto de la voluntad amorosa del Creador,
la conciencia no genera conflictos con el orden objetivo de la ley divina, sino que es la
capacidad que permite al hombre desplegar en sí mismo el proyecto divino. Toda la
Trinidad se vuelca en dar este dinamismo a la criatura humana: “Dios Creador es la única y
definitiva fuente del orden moral en el mundo, por El creado. El hombre no puede decidir
por sí mismo lo que es el bien y el mal (no puede conocer el bien y el mal, como Dios)
Dios, en el mundo creado, permanece como la primera y suprema fuente para decidir del
bien y del mal, mediante la íntima verdad del ser, que es el reflejo del Verbo, el Hijo eterno,
consustancial al Padre. Al hombre, creado a imagen de Dios, el Espíritu Santo da como
don la conciencia, para que en ella la imagen pueda reflejar fielmente su modelo, que es
juntamente la sabiduría y la ley eterna… El Espíritu, que “escruta la profundidad de Dios”
es al mismo tiempo (para el hombre) la luz de la conciencia y la fuente del orden moral”
(Dominum et vivificantem Nº 36). Verdad, libertad, conciencia no son piezas de un extraño
rompecabezas, sino elementos sabiamente coordenados del mismo diseño divino.
La verdad de Dios no degrada al hombre, sino que lo dignifica con su amistad; la
sospecha, la rebelión contra la ley de Dios, son la otra cara de haber olvidado hasta qué
punto Dios ha manifestado, primero en la creación y más aún con la Redención, el
insondable misterio de su Amor por la criatura humana.
La conciencia se liga inmediatamente a la dignidad personal, como lo ha enseñado el
Concilio Vaticano II, precisamente porque la sostiene o la oscurece, según se abra o no a
la ley divina, a la acción del Espíritu Santo: “La conciencia no es una fuente autónoma y
exclusiva para decidir lo que es bueno y lo que es malo; por el contrario, tiene inscrito
profundamente un principio de obediencia a la norma objetiva, que funda y condiciona la
79
correspondencia de sus decisiones con los mandatos y prohibiciones que están en la base
del comportamiento, como se transparenta desde las primeras páginas del libro del
Génesis” (Gn. 2, 9 – 17).
Proclama la Verdad
La Ley Mosaica.
La Ley Evangélica
La Ley Mosaica, que había sido una pedagogía provisoria destinada a conducir a los
hombres a Cristo es reemplazada por el propio Cristo, “La Ley Viva”, que viene a inaugurar
un nuevo régimen de gracia en espíritu y libertad. (Jn 1, 17) (Gál. 1, 3, 23 – 25).
Cristo como nuevo Moisés, llega investido de poderes reales, por los que es
conductor, legislador y juez del nuevo pueblo de Dios.
La Ley Mosaica se hallaba sintetizada en el Decálogo, la Ley Evangélica se halla
cifrada en las “Bienaventuranzas”.
JESUS llamó a sus discípulos a conocerlo, amarlo y seguirlo. A trabajar junto con él
en el servicio de los demás y de su Reino, a “vivir con él”; es decir, a imitarlo en su estrilo
de vida.
Imitar el estilo de vida de Jesús no significa copiarlo, su vida y misión son únicas;
además vivió circunstancias diferentes a las nuestras, los desafíos concretos que enfrentó
fueron diversos, y el tipo de sociedad y cultura en que vivó no eran las nuestras.
Imitar el estilo de vida de Jesús significa inspirarnos en sus valores, actitudes y
criterios. Estos los encontramos a través de los evangelios. Y de manera privilegiada, el
espíritu que animó su vida y que dejó en herencia a sus discípulos, los encontramos en las
bienaventuranzas.
Las bienaventuranzas condensan los valores del Reino, y la imagen del Dios de ese
Reino. Por eso penetrarlas y asumirlas es un don del Espíritu, y supone ser un creyente
del evangelio.
80
Las bienaventuranzas no se comprenden sin las promesas de Dios y sin una gran
esperanza en el porvenir; las bienaventuranzas implican que sus destinatarios vivan ciertas
condiciones; en ellas Jesús, no felicita a todos o a cada uno. Suponen que se vivan ciertas
condiciones objetivas de aflicción (bienaventuranzas de San Lucas. (Lc. 6, 24 – 26)) O
ciertas disposiciones de espíritu (bienaventuranzas de San Mateo (Mt. 5, 3 – 12)).
Suponen un estilo de vida evangélico, ellas nos ofrecen un programa de vida cristiana,
según el evangelio.
Nos muestran al Dios en el cual creemos y al cual adoramos y seguimos, es el Dios
de las bienaventuranzas. Un Dios que ama con predilección y que se pone al lado de los
pobres, los afligidos, los perseguidos injustamente, los que el “mundo” rechaza y
desprecia. Un Dios tolerante, de larga paciencia, manso y humilde en su actuar. Un Dios
misericordioso, que sabe perdonar indefinidamente y que es solidario con sus hijos más
débiles y necesitados.
Un Dios que desea ardientemente el advenimiento de la santidad y los valores de su
Reino en la tierra, y que nos llamó a colaborar en esta tarea compartiendo esta su hambre
y su sed. Un Dios, en fin, al que podremos ver tal cual es, y cuya experiencia en la tierra
nos es adelantada, a causa de Cristo, en la noche luminosa de la contemplación.
La ley de la Iglesia
Los evangelios y el Nuevo Testamento nos enseñan, sin ningún género de duda, que
el prójimo, sin exclusión, es una categoría religiosa; es decir, que tiene que ver
directamente con Dios y con el camino de su Reino.
Jesús nos da “el mandamiento (no el consejo) evangélico”, afirmado y reiterado por el
mismo Cristo, del amor al prójimo. Para Jesús ésta es su exigencia principal, la marca de
fábrica de la identidad cristiana. “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a
otros. Que como yo os he amado, así también os améis unos a otros. En esto reconocerán
todos que sois mis discípulos: en que os amáis unos a otros” (Jn. 13, 34 – 35). Estas
palabras en la última cena no hacen sino explicitar de manera solemne una exigencia en
que Jesús ha insistido desde el inicio de su predicación. Especialmente fuerte es la
primera carta de San Juan al abordar el tema (1Jn. 2, 7 – 11; 3, 10 – 20): “Os lo doy como
mandamiento nuevo porque ciertamente fue novedad en Jesucristo t tiene que serlo
también en vosotros. Si alguien pretende estar en la luz y aborrece a su hermano, está
todavía en tinieblas. El que ama a su hermano permanece en la luz. Al amar nosotros a
nuestros hermanos hemos comprobado que hemos pasado de la muerte a la vida. El que
no ama permanece en la muerte”.
Así debemos amarnos los unos a los otros, porque Dios nos ama y nos amó primero
y nos muestra ese amor enviando a Jesucristo a sacrificarse por nosotros. (1Jn 4, 11 –
12)”Si Dios nos ha amado de este modo, también nosotros debemos amarnos los unos a
los otros, Dios está en nosotros, y su amor en nosotros es perfecto”.
“Quien ama al prójimo ya cumplió toda la Ley.Porque los mandamientos: No
cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no darás falso testimonio, no codiciarás, y
81
cualquier otro, se resumen en éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace
mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley”. (Rom 13, 8 – 10)
82
Para finalizar este encuentro diremos, que como hemos visto en los encuentros
anteriores, en los cinco primeros libros de la Biblia (Pentateuco) está comprendida la Ley,
la cual no es sólo el Decálogo, sino las numerosas leyes complementarias relativas a la
vida religiosa, moral e incluso higiénica.
Por las diferencias de estilo, las repeticiones y la falta de orden en los relatos del
Pentateuco, pueden distinguirse en su texto actual varios estratos literarios que son el
resultado de varios ciclos de antiguas tradiciones:
a) La tradición Yahvista (J), llamada así porque designa a Dios con el nombre de
Yahvé. Su forma literaria es viva, imaginativa y de un profundo contenido doctrinal
sobre Dios y el hombre. (p.ej, Gén. 2, 4 – 25; Éx. 11, 4 – 8). Quizá se escribió, por
lo menos lo esencial, a partir del reinado de Salomón, en Judá.
b) La tradición Elohísta €, que llama a Dios con la palabra Elohim, es de una moral
superior, más sobria en su forma literaria y probablemente posterior a la Yahvista
(p. ej., Gén. 21, 6 – 32); Ex. 1, 15 – 22). Al parecer tiene su origen en las tribus del
reino del norte.
c) La tradición sacerdotal (P), Priesterkodex o Código Sacerdotal, nace durante el
exilio de los israelitas y se caracteriza por sus leyes y su espíritu litúrgico (Génesis
1; Núm. 1 al 10) Abarca una quinta parte del Génesis, las dos terceras partes de los
Números, la mitad del Éxodo y el Levítico íntegro.
d) La tradición Deuteronómica (D), de estilo amplio y oratorio, fija su atención
principalmente en varias ideas: Dios elige, entre todos los pueblos, a Israel; el pacto
o Alianza está condicionado a la fidelidad del pueblo a la Ley y al culto en su único
santuario.
ORACIÓN
I. Creerás que Dios es el Dios de la Vida, que desea la vida en abundancia para
todos y no la muerte.
II. No utilizarás el nombre del Dios de la Vida, para atentar contra la vida de nadie.
III. Agradecerás a Dios la vida y la celebrarás como un gran don y una tarea.
IV. Defenderás la vida amenazada y honrarás a los que te han dado vida.
V. No matarás, de ningún modo, la vida, pues la vida es de Dios.
VI. Amarás y gozarás la vida sin egoísmos.
VII. No te apropiarás de los bienes que han sido creados para que todos vivan.
VIII. Compartirás la vida con tu pueblo con toda verdad.
IX. Trabajarás para que todos tengan lo suficiente para vivir.
X. Pondrás tu vida al servicio de los demás, hasta arriesgar tu vida por la vida de los
otros.
Estos diez mandamientos se resumen en dos: Amarás tu vida y la vida de tu pueblo como
vida de Dios.
83
UN PUENTE FLEXIBLE
¿Por qué ha de llover cuando salgo con un traje nuevo? ¿Por qué me acatarro
cuando más necesito trabajar? ¿Por qué hay huracanes y terremotos? ¿Por qué nos visita
la muerte en los que más queremos y cuando menos lo esperamos? ¿No podría la
naturaleza ser un poco más comprensiva, pensar en los que sufrimos los efectos de sus
vientos y de sus microbios, acomodarse un poco a nuestra situación y evitarnos crisis
innecesarias? Aceptamos las leyes generales para que funcione el universo, pero ¿no
podría tenerse en cuenta nuestra situación concreta en cada caso y ahorrarnos
sufrimientos personales que a nada conducen? ¿No podría retrasarse un poco la lluvia,
moderarse los microbios, esperar la muerte? ¿O podría ser más madre la madre
naturaleza?
“Un día en que yo navegaba bajo un puente, el mástil de mi embarcación tropezó con
uno de los arcos. Mejor hubiera sido para mí que el mástil se hubiera inclinado unos
cuantos centímetros, o que el puente hubiera enarcado su lomo como un gato, o que el
caudal del río hubiera decrecido un poco.
Pero ni uno ni otros hicieron nada para evitar el encontronazo. Y es precisamente por
ello, por la firmeza que cada cosa mantenía, por lo que yo podía servirme del río y navegar
sobre él con ayuda del palo de mi barco, y por lo que podía contar con el puente cuando la
corriente no era favorable”.
“Ese rigor inquebrantable de la realidad suele obstaculizar nuestros deseos y
conducirnos al desastre, lo mismo que la dureza del suelo resulta inevitablemente dolorosa
para el niño que se cae cuando está aprendiendo a caminar.
Y, sin embargo, esa misma dureza que le lastima es lo que hace que el niño pueda
caminar sobre el suelo”
Las leyes son las leyes, y el capricho crea el caos. La Ley nos duele cuando es
contraria a nuestros intereses inmediatos, pero nos ampara en el ámbito universal de
nuestra existencia. Nos encantaría que el mástil se inclinara o el puente se arqueara y
evitásemos ese choque que nos va a doler. Pero, si los mástiles se doblaran y los puentes
se arquearan a voluntad de cualquiera, no podríamos navegar los mares ni cruzar los ríos.
Más vale el encontronazo que nos recuerda, por dolorosamente que sea, que la creación
tiene sus normas, que Dios en su infinito amor y sabiduría nos dejó leyes y, en respetarlas
y aceptarlas está nuestra salvación. Todos nos hemos lastimado las rodillas al tropezar y
caer de pequeños, y gracias a esos rasguños podemos hoy caminar y correr por los
caminos de la vida, que sabemos aguantarán nuestro paso. Aceptar el todo, aunque a
veces nos mortifiquen los detalles. Así funciona el universo.
Utilización pastoral
84
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
En este encuentro nos proponemos: “Constatar que nuestra vida terrena es una
peregrinación permanente hacia la casa del Padre, el cielo, y que necesitamos
siempre de su ayuda.
TENER PRESENTE
85
MOTIVACIÓN
Leer y comentar con los padres el relato: “La vida merece la pena vivirla” (se
encuentra al final del encuentro).
Tras los comentarios que hemos hecho en los encuentros anteriores sobre los cinco
primeros libros de la Biblia, continuemos la historia de Israel.
Después de pasar casi un año en el Sinaí, los israelitas estaban intranquilos y
resentidos. Mientras avanzaban hacia la Tierra Prometida, se quejaban de las penalidades
del viaje. Doce exploradores fueron a Canaán y regresaron con informes negativos: dijeron
que la tierra era generosa y bella, pero “devora a sus habitantes; los hombres que hemos
visto son de gran estatura, ante ellos nosotros parecíamos langostas, y esa impresión
tenían también ellos”. Los cananeos no sólo eran de gran talla, sino que también parecían
ser mejores soldados que los israelitas.
Dios, enojado por la falta de fe del pueblo, decidió que toda la generación era indigna
de conquistar la Tierra Prometida: “Todos los que han visto mi gloria y los prodigios
realizados por mí en Egipto y en el desierto, no verán la tierra que yo prometí”. Dios
decretó que los israelitas vagaran durante 40 años; después Él guiaría a la nueva
generación, todo ello para que el mundo supiera de la falta de fe del pueblo. Sólo Caleb y
Josué, que creyeron en la promesa divina, se les permitirá entrar en Canaán.
Hemos dejado al Pueblo de Dios a las puertas de la Tierra Prometida, Josué,
sucesor de Moisés, se convierte por designación de éste en el nuevo caudillo y
“lugarteniente de Dios”. Reúne a sus hombres y se lanza, ¡por fin!, a la conquista de
Canaán. Atraviesa el Jordán, cerca de la desembocadura en el mar Muerto, y toma por
sorpresa a Jericó, “la ciudad de las palmeras” y su fértil oasis, así como otras ciudadelas.
Esta estratégica ciudad será en adelante como una cabeza de puente o sede de
operaciones para sucesivas batallas. Estamos aproximadamente en el año 1200. Combate
tras combate son derrotados los distintos reyezuelos cananeos del sur y del norte.
El cruce del río Jordán señaló la entrada oficial de los israelitas en la Tierra
Prometida, y los primeros capítulos del libro de Josué realzan la enorme importancia del
acontecimiento.
Lo escribió Josué, como él mismo nos lo dice en (24; 26) “Josué escribió estas
palabras en el libro de la Ley”.
86
Josué nació un esclavo en Egipto, y fue un conquistador en Canaán, estableciendo
una comparación con Moisés podríamos decir que Moisés fue la “expectativa”: Pasó el Mar
Rojo, liberó a Israel de la esclavitud, le dio una visión de fe, y les habló de la herencia de la
tierra prometida, en tanto Josué fue la “realización”: Pasó el Jordán, conquistó la tierra
prometida, y la repartió entre las doce tribus, con una nueva visión de fe vivida.
Yavé habló a Josué, y para su preparación personal, le dio la “Fórmula del éxito y
prosperidad de la Biblia, para él, y para la vida de todos los cristianos; está en (Cap.1, 8–
9) y consta de tres partes:
1) “Que el libro de la Ley no se aparte nunca de tu boca, tenlo presente día y noche,
para procurar hacer cuanto en él está escrito, y así prosperarás en todos tus
caminos y tendrás buen éxito” (1,8).
Es lo primero que tiene que hacer Josué y también cada uno de nosotros: Leer la
Biblia, tenerla presente cada minuto del día y la noche… y procurar hacer los que Dios
manda.
2) “Yavé, tu Dios, irá contigo adondequiera que tu vayas” (1,9): Dios está siempre al
lado de Josué, y al lado de cada uno de nosotros, si hacemos lo que Dios manda,
siempre estará a nuestro lado en las batallas de la vida, en los éxitos y fracasos,
en la salud y la enfermedad… y el cristiano ha de estar siempre seguro, sin miedo
a nadie ni a nada.
3) “Esfuérzate, pues, y ten valor: nada te asuste, nada temas” (1,9): Cuatro veces le
repite en este capitulo esto de “esfuérzate, ten gran valor”, ten ánimo… la vida de
un cristiano, con Jesús en su corazón, no se convierte en la vida de un robot…
¡hay que luchar!, hay que esforzarse, y tener valor…¡es la aventura gloriosa del
cristiano en la tierra!, sin miedo a nada ni a nadie. Pase lo que pase, porque
Jesús es mi capitán, y mi médico, y mi banco y mi todo. ¡y la batalla está ya
ganada de antemano!
El pueblo también tuvo que “prepararse y proveerse”, porque en tres días iban a
pasar el Jordán… y la preparación especial del pueblo lo resume en una palabra:
¡obediencia!”, obedecer a la autoridad, ahora a Josué, como antes obedecieron a
Moisés.
Era un tiempo difícil del año para cruzarlo porque el río Jordán estaba hasta
desbordarse por las aguas que bajaban en aquel entonces de las nieves derretidas del
Monte Hermón, pero Dios aseguró a Josué que: “estaré contigo como estuve con Moisés”,
y el pueblo siguió al caudillo.
Al cruzar el Jordán, los sacerdotes llevaban el Arca de la Alianza, que representaba
el poder de Dios; y “cuando los sacerdotes que la llevaban pisaron el borde del agua”, el
río se detuvo. “Las aguas que venían de arriba se pararon y se amontonaron a mucha
distancia, y las aguas que bajaban hacia el mar quedaron separadas de las otras”.
Los sacerdotes que llevaban el Arca estuvieron en medio del río mientras todo Israel,
entre ellos “cuarenta mil en son de guerra”, atravesaban hacia las llanuras de Jericó.
Cuando los sacerdotes que llevaban el Arca salieron del Jordán “las aguas volvieron a su
lecho, extendiéndose como antes, por todas las orillas”.
La separación de las aguas del Jordán recuerda el cruce del mar Rojo en tiempos del
Éxodo. Una demostración anterior de la presencia de Dios en un momento decisivo.
Considerado como el nuevo Moisés, Josué, con la ayuda de Dios, llevó a su pueblo a la
conquista de Canaán.
Conquista milagrosa de Jericó
87
Josué se le apareció un mensajero celestial, con una espada en la mano, y le dijo:
“Descalza tus pies, porque el lugar en que estás es santo”, palabras parecidas a las dichas
a Moisés en el libro del Éxodo.
Jericó estaba preparada para el sitio, pero los israelitas tenían otros planes para
tomar la ciudad. Durante seis días, los soldados dieron una vuelta diaria alrededor de la
ciudad, acompañados por siente sacerdotes con siete trompetas. “Los armados precedían
a los sacerdotes que tocaban las trompetas y a la retaguardia seguía el Arca; durante la
marcha se tocaban las trompetas”. El séptimo día los israelitas dieron siete vueltas
alrededor de la ciudad y, a una orden de Josué, “el pueblo gritó clamorosamente y las
murallas se derrumbaron”. El ejército entró en la ciudad y la demolió como señal de
devoción a su Señor.
Nº 769: la Iglesia “sólo llegará a la perfección en la gloria del cielo” cuando Cristo vuelva
glorioso. Hasta ese día. “la Iglesia avanza en su peregrinación a través de las
persecuciones del mundo y de los consuelos de Dios”. Aquí abajo, ella se sabe en exilio,
lejos del Señor, y aspira a reunirse con su Rey en la gloria”. La consumación de la Iglesia
en la gloria y, a través de ella, la del mundo, no sucederá sin grandes pruebas. Solamente
entonces, “todos los justos descendientes de Adán, desde Abel, el justo, hasta el último de
los elegidos, se reunirán con el Padre en la Iglesia Universal”.
ORACIÓN
Padre:
88
LA VIDA MERECE LA PENA VIVIRLA
Hace un par de semanas, cuando en la tertulia de la COPE “La tarde con Cristina”,
se hablaba del caso de la británica Dianne Pretty, a quien el Tribunal de Estrasburgo había
denegado la solicitud de acabar con su vida, una señora, por nombre Anunciación, llamó
por teléfono y dijo lo que sigue:
“He sido operada 45 veces. Tengo 52 años. Nací con una malformación congénita y
mi vida ha sido un sufrimiento continuo; además desde hace ocho años, debido a un error
médico, me he quedado ciega, con los ojos totalmente abiertos y sin lágrimas.
Padezco unos dolores terribles, me he convertido en un caso único en la ONCE y en
el Ramón Cajal, donde me atienden. También he perdido el oído. Llevo una prótesis que
me permite oír.
Padezco bastantes más enfermedades y la depresión lógica por todas estas
cosas. Y, a pesar de todo, creo que la vida merece la pena vivirla, ante todo. Creo que
Dios nos quiere así, y por medio de la enfermedad nos marca una pauta.
Excepto una hermana que es maravillosa conmigo, toda mi familia se ha alejado; y
las entidades, todas, incluida la ONCE, se alejan también. Llame a 1112, porque dicen que
es para todo; hablé hasta con el provincial, porque a mi marido le tenían que intervenir y
me tenía que quedar sola. Nadie quería vivir conmigo, porque tengo que vivir a oscuras, ya
que la luz me hace daño y no puedo salir a la calle; no me puede dar nada de luz.
Quien vive conmigo tiene que estar con una linterna en casa. No puedo tomar ni la
sopa caliente, no puedo tomar nada. Es una vida mediatizada por completo; hasta el
hablar me hace daño.
Entonces, a la señorita que me estaba atendiendo, le tuve que decir: “Oiga, ¿a qué
me está induciendo? ¿A que me suicide? Pues, mire, me voy a quedar sola en mi casa,
porque nadie se quiere quedar conmigo mientras operan a mi marido. Me podré caer,
como muchas veces me ha pasado; me podré dar un golpe, pero voy a vivir, voy a vivir
porque así Dios lo quiere.
Yo tengo mucha fe, y, desde luego, hablo con Dios, como Marcelino Pan y Vino. Así
de sencillo, y Dios me ayuda, y la Virgen Santísima, y, desde luego, pienso que por algo lo
habrá hecho Dios, porque a lo largo de todas estas enfermedades como he tenido de
tantas cosas, Dios se me ha manifestado, de muchas formas.
En mi casa hay mucha paz. No puedo más que darle gracias a Dios.
¡Que todo el mundo pueda seguir viviendo a pesar del dolor del sufrimiento! Dios nos
ayuda. ¡La vida merece vivirla!
Hasta aquí Anunciación.
El testimonio de esta mujer es hermoso. Nos muestra hasta qué punto el ser humano
encaja el sufrimiento y lo transforma, aceptándolo como Cristo aceptó la muerte en la Cruz
por nosotros.
Anunciación quiere vivir la vida tal y como se le presenta. No entiende el porqué del
sufrimiento porque, después de todo, no hay quien lo entienda ni sepa explicar. No pide
explicaciones a Dios porque sabe que el también sufrió como nadie jamás ha sufrido y
quiso morir por nosotros. No pregunta a Dios: ¿Por qué precisamente a mí, Señor? No se
queja diciendo: ¿Por qué has permitido esto?
Lo que sabe hacer es hablar con Dios, como Marcelino Pan y Vino, y vivir en Paz,
algo que muchos no tienen y darían cualquier cosa, hasta la vida, por conseguir.
Solo sabemos que un día Anunciación estará en casa de Dios y todo habrá pasado.
Utilización Pastoral
89
1º Año de Confirmación
Objetivo: -Reconocer que Dios siempre tiene algo para decirnos, y que
debemos estar atentos para responder a su llamado.
CITAS BÍBLICAS
En este encuentro nos proponemos: Constatar que Dios tiene siempre algo que
decirnos y que, por lo tanto, debemos estar atentos para responder generosamente a su
llamado.
MOTIVACIÓN
Leer atentamente las dos citas Bíblicas a continuación comentar en forma grupal:
- ¿De qué habla?; ¿con qué imágenes? ¿Qué les dice el texto?
- Indicar lo que les agrada, lo que les choca, lo que les plantea cuestiones…
- ¿Quiénes son los actores?
- ¿Qué es lo que hacen?
- ¿Qué rostro de Dios se nos muestra aquí?
- ¿Qué es lo que se espera del hombre?
TENER PRESENTE
De los clanes más fieles a la Ley surgieron los jueces, que no eran precisamente
magistrados, sino más bien jeques valerosos, dotados de autoridad, a veces militar, que de
modo esporádico reavivan la fe y administran la justicia en tiempos de paz, y que, en
tiempos de guerra, se erigen en salvadores de sus tribus en sus luchas con los indígenas.
Sólo dos jueces, Samuel y Débora (c. 49, debido a sus carismas proféticos, ejercieron su
autoridad fuera de sus respectivas tribus.
Entre 1200 y 1000 a.C., las tribus que reconocen a Yahvé como su Dios están
divididas en tres grupos: en Galilea, en las colinas del centro y al sur de Jerusalén.
Mantienen entre sí un vínculo bastante elástico, sobre todo de tipo religioso. Pero a veces,
cuando el peligro acecha a alguna de las tribus, surge un salvador (o juez), reúne al pueblo
para la lucha, y cada uno se vuelve luego a casa tras la victoria.
En el plano religioso, los habitantes del país, de Canaán adoran al dios El, pero
sobre todo a Baal, el dios de la tempestad y de la lluvia, y a Astarté, diosa de la guerra y de
la fecundidad. Los israelitas, que adoran a Yahvé, sentirán frecuentemente la tentación
reseguir los cultos de fecundidad practicados por los cananeos.
En un primer momento (del 1350 al 1050 a. C.), los israelitas no tuvieron reyes ni
formaban un estado centralizado: se organizaron como federación de tribus libres,
independientes entre sí, pero solidarias en el plano social y religioso, sobre el territorio
cananeo. Se uniían para celebrar sus tradiciones tribales y culturales en los santuarios
centrales de la federación (Guilgal, Siquén, quizá Siló). Se defendían mutuamente en caso
de peligro y no necesitaban tener una autoridad central, un tipo de Estado organizado.
Así pudieron mantenerse muchos años. Pero hacia el 1050 surgió un gran peligro, la
dispersión de las doce tribus en sus correspondientes distritos y la falta de una autoridad
central, debilitó el poder nacional y la vida religiosa. Esta situación dio origen a un
acentuado individualismo y a frecuentes rivalidades.
En estas circunstancias surge el ataque de los filisteos (buenos guerreros y grandes
bebedores de cerveza) instalados en la zona del sur, costera del Mediterráneo. Esta raza
prehelénica se adueñó, con sus armas de hierro y sus carros de combate, de la parte sur
de la llanura mediterránea de Canaán, intentando la ocupación del interior del país. En ese
momento los antiguos hebreos comenzaron a descubrir que la vieja estructura federal no
resultaba suficiente para la defensa de las tribus. Por eso tuvieron que elegir un rey como
caudillo militar, a pesar de las protestas de los más tradicionalistas que no querían admitir
más rey que Dios (cF. Jue 9 y 1 Sam 8). El primero de esos reyes se llamó Saúl.
Con ocasión de estas escaramuzas aparecieron algunos jueces célebres, tales como
Gedeón (cc. 6 al 8) y Sansón (cc. 13 al 16), en cuyas figuras históricas se mezcla la
idealización popular.
La presencia de estos enemigos poderosos creó una situación grave para todo Israel.
El peligro común reavivó el sentimiento de unidad nacional y el espíritu religioso,
dando origen al “profetismo”. Era evidente que la derrota de Israel se debía a la dispersión
de sus tribus, a la falta de organización y, principalmente, a la ausencia de una autoridad
central y estable.
Se imponía, pues, (como ya mencionáramos anteriormente) a ejemplo de las
naciones vecinas, el nombramiento de un jefe único, de un rey.
En los DOS LIBROS DE SAMUEL, se narran la institución de la realeza y la historia
de los dos primeros reyes. La asamblea del pueblo aprueba esta proposición, y el profeta
Samuel – el mayor de los últimos jueces- escoge a Saúl, de la tribu de Benjamín, que es
consagrado rey local (1Sam. 10). Sus brillantes cualidades como militar le procuraron
señaladas victorias sobre sus enemigos, pero algunos de sus pecados y su temperamento
orgulloso y desequilibrado le hicieron caer en desgracia.
91
JUECES
Ahora son doce tribus independientes, así es que cada Tribu peca por su cuenta, y
es castigada y liberada por su cuenta, así es que varios jueces se superponen.
El libro de los jueces es el primer libro de la Biblia donde se menciona
específicamente al Espíritu Santo, y varias veces:
• Otoniel: “El Espíritu de Yavé vino sobre él (3, 10).
• Gedeón: “El Espíritu de Yavé vino y revistió a Gedeón (6, 34).
• Jefté: “El Espíritu de Yavé vino sobre Jefté (11, 29).
• Sansón (4 veces): “Apoderose de Sansón el Espíritu de yavè (13, 25; 14, 6; 15, 14;
16, 20).
• A Adonisec le cortaron los pulgares de las manos y de los pies. (1, 6).
• Sangar derrotó a 600 filisteos con una aguijada de bueyes (3, 31).
• La señora Jael le atravesó a Sisara el cráneo con un clavo hasta el suelo (4, 21).
• Jefté mató a su “única hija” por haber hecho un “voto” (11, 30 – 34).
• Sansón mató a 1000 filisteos con la quijada de un asno (15, 15).
• Un levita cortó el cadáver de una prostituta en 12 pedazos con un cuchillo, y mandó
cada pedazo a una tribu (19, 29).
92
¿Qué significa ser cristiano?
1. Opción de vida.
Se equivoca quien dice que ama a Dios y no cumple sus mandamientos. Cristiano no
es el que habla bien de Dios sino el que con la vida lo demuestra al mundo. Que falsedad
en aquellos que se dicen cristiano no practicantes. Futbolista es quien practica el fútbol y
no quien sabe mucho de ese deporte, cristiano es el que practica la doctrina cristiana.
Así razonan: “no voy a misa el domingo ya que no siento la necesidad”. ¿Desde
cuándo los sentimientos están por encima de la norma cristiana? O también: “no he
pecado, porque no siento haber ofendido a Dios”. Esto es algo así como decir que en el
Polo Norte no hace frío porque yo estoy aquí muy caliente en mi casa, y no siento los 40
grados bajo cero que allí reinan. Las cosas son como son, al margen de lo que uno sienta,
y la ofensa a Dios es un hecho objetivo.
93
Nº 27: El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido
creado por Dios y para Dio9s; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí y sólo en Dios
encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar. La razón más alta de la
dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión con Dios…
ORACIÓN
Amén
94
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
MOTIVACIÓN
Dividir a los padres en tres o cuatro grupos y entregarles para que lean el escrito
“El Arca de la Alianza”.
Repartir dicho escrito que ya se encuentra separado y numerado al final del
encuentro junto con afiche o cartulina, (uno por cada grupo) y fibrones a fin de que
puedan plasmar allí lo que se les pide al pie de los textos repartidos. Luego de 35
minutos: Plenario.
TENER PRESENTE
95
Esta unción con aceite era un rito, un acto religioso, una señal externa que indicaba
que Dios otorgaba un don o una misión concreta a un hombre determinado.
Nosotros fuimos ungidos en el Bautismo y los chicos lo serán en la Confirmación,
como lo fuimos nosotros, si ya estamos confirmados. Seamos fieles a la misión que
el Señor nos pide.
En David, se reitera la promesa hecha a Abraham que de su casa –de su
descendencia-nacería el Salvador de todos los hombres.
Muerto Saúl, David es proclamado rey de la tribu de Judá, y más tarde primer rey de
todas las tribus de Israel. David es, por lo tanto, el “iniciador de la monarquía”.
Desde los tiempos de Moisés, el pueblo no había estado unificado. Los libros de los
Reyes describen acontecimientos que sucedieron desde el año 972 hasta el 561 a.C. y
continúan la narración de la historia de la monarquía empezada por Saúl y David.
Aprovechando que los tres “grandes” del próximo Oriente (los hititas prácticamente
desaparecidos, los egipcios y los asirios) se encuentran entonces impotentes, y
apoyándose en su valor personal, David logra que lo elijan rey sucesivamente las tribus del
Sur y luego las del Norte. Conquista la ciudad de los jebuseos, situada entre los dos
grupos de tribus, y la convierte en la capital del nuevo reino: Jerusalén. Esto crea en Israel
una nueva situación.
1) Pastor de ovejas, que mató a leones y osos para defenderlas (1 Sam 16).
2) El joven vencedor del gigante Goliat (1 Sam .16).
3) Perseguido de Saúl (1 Sam 18-31).
4) Buen amigo, de Jonatán (1 Sam. 18).
5) Buen padre (2 Sam. 18-8).
6) Músico de la Corte (1 Sam. 16).
7) Poeta, escritor de 85 Salmos.
8) Rey de todo Israel (2 Sam 5-3).
9) Pastor del Pueblo (2 Sam 5. 2, 7,8).
10) Innovador del “culto”: El Arca a Jerusalén, proyecto del Templo, 24 sacerdotes,
jefes de levitas, 24 clases de cantores, porteros del Templo (1 Cro. 16-17, 24 – 26,
28).
11) Rey desterrado (2 Sam 16-18).
12) Gran general (2Sam; 1 Cro.).
13) Pecador (2 Sam. 11, 24, 1Cro. 21).
14) Arrepentido. Llorando (Salmo 51).
15) Castigado siete veces por su pecado (2Sam. 11-20 y 24).
16) Anciano apesadumbrado (2Sam 1).
17) El padre de Jerusalén, “La ciudad de David” (2Sam 5-7).
Lo más importante que nos legó David, fue el “Pacto Davídico”, que es uno de los
puntos culminantes del libro y de toda la Biblia.
David quería construir una casa a Yahvé, un Templo, para que habitara en ella…
pero Yahvé le dijo a través del profeta Natán, “Yahvé te edificará una casa a ti, y cuando
hallas llegado al término de tus días y vayas a descansar con tus padres, yo elevaré
después de ti a uno de tus descendientes, a uno que saldrá de tus entrañas, y afianzaré su
realeza. El edificará una casa para mi Nombre, y yo afianzaré para siempre su trono real.
Seré un padre para él, y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino durarán eternamente
delante de mí, y su torno será estable para siempre”.
Un reino eterno, permanente, estable y para siempre, fue la promesa de Dios, en
clara referencia al verdadero Rey eterno, del Mesías, Jesucristo, del hijo de David. (Mt. 1,
20 – 30, 21, 9, 22. 41-45).
96
Ese reino permanente y estable existe ahora, es la Iglesia de Cristo, del Hijo de
David, pastor del Pueblo.
En el plano religioso, David realiza un acto que tiene valor político: decide instalar el
arca de la alianza en su capital. Esta arca era desde el Éxodo el lugar de la presencia de
Dios para su pueblo. Al instalarla en Jerusalén, David vincula la presencia de Dios a la
realeza. No es extraño que algunos creyentes discutan este gesto, ya que aparecen aquí
dos formas de representar a Dios: o bien se trata de un dios estático, instalado en un lugar
concreto, en manos del hombre, donde el rey y el pueblo pueden “ponerle la mano
encima”, o se trata de que Dios siga siendo libre, ese Dios que guió a su pueblo, que va
adonde quiere, cuya presencia y acción son siempre irreversibles (es lo que indica en un
lenguaje imaginario el itinerario del arca que narra 1 Sam 5-6). Y Dios, una vez más por
medio de Natán, se niega a que David le construya una casa como hemos visto en 82 Sam
7).A través de toda la Biblia, nos encontraremos con estas dos formas de concebir a Dios
(Hech 7, 48), que siguen siendo posibles también hoy…
En el plano administrativo, David empieza a organizar su reino. Aparecen diversas
funciones: jefes militares, sacerdotes, ministro de información… (2Sam 8, 16-18). Y el
propio David ordena hacer un censo (2Sam 24).
La política exterior de David tiene también consecuencias religiosas. Mediante
guerras victoriosas, David hace entrar en su reino a algunas tribus y somete a otros reinos.
Al hacerse vasallos del rey, esos pueblos pueden entonces gozar también de la alianza
con Dios. Los escribas que narren la historia del pueblo intentarán mostrar cómo este
universalismo estaba ya anunciado en la persona de Abrahán.
David, no solo fue el Rey, sino también el pastor del Pueblo, “Yahvé te ha dicho,
apacienta mi Pueblo” (cap. 5, 2) y lo repite en (7, 8) y en (Cro. 11, 2). De manera que quien
era fiel a David, o sus sucesores, pertenecía al Pueblo de Dios; y quien era infiel a David
era un rebelde, que estaba contra el pueblo, un hereje, o sea que no pertenecía al Pueblo
de Dios. Más tarde, haría lo mismo Jesús, cuando en Juan 10, repite varias veces, “Yo soy
el buen pastor”… pero después le dirá a Pedro tres veces, “apacienta mis ovejas”,
“apacienta mis corderos”. De tal forma, que quien es fiel a Pedro, o sus sucesores,
pertenece a la Iglesia de Cristo; quien no es fiel a Pedro, no pertenece al Pueblo de Dios,
“aunque sepa la Biblia de memoria”.
Nº 436: Cristo viene de la traducción griega del término hebreo “Mesías” que quiere decir “ungido”.
Pasa a ser el nombre propio de Jesús porque él cumple perfectamente la misión divina que esa
palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos, en el nombre de Dios, los que le eran
consagrados para una misión que habían recibido de él. Este era el caso de los reyes, de los
sacerdotes y, excepcionalmente, de los profetas. Este debía ser por excelencia el caso del Mesías
que Dios enviaría para instaurar definitivamente su Reino…
Nº 786: El Pueblo de Dios participa en la función “regia” de cristo, Cristo ejerce su realeza
atrayendo a sí a todos los hombres por su muerte y resurrección. Cristo, Rey y Señor del universo,
se hizo el servidor de todos, no habiendo “venido a ser servido, sino a servir y dar su vida en
rescate por muchos”. Para el cristiano, “servir es reinar”, particularmente “en los pobres y en los que
sufren”, donde descubre “la imagen de su Fundador pobre y sufriente”. El pueblo de Dios realiza su
“dignidad regia” viviendo conforme a esta vocación de servir con Cristo…
ORACIÓN:
hijos serán ungidos con el santo crisma
SEÑOR: queremos dar gracias, hoy, de la Confirmación, el año próximo. Te
como familias cristianas, porque hemos pedimos Señor que el don de Dios dentro
sido ungidos con el santo crisma del de nosotros, nos impregne de tu amor
Bautismo y en la Confirmación. También para llevar con alegría la Buena Noticia a
queremos darte gracias, porque nuestros todos los que nos rodean. Amén.
97
Según la Biblia, ¿dónde está y qué era “EL ARCA DE LA ALIANZA”? GRUPO 1
Desde que en 1981 Steven Spielberg filmó su película “En busca del Arca perdida”
con el arqueólogo-aventurero Indiana Jones, el tema del Arca de la Alianza ha suscitado
una enorme curiosidad en la gente. Ésta se ve acrecentada de vez en cuando por autores
que aparecen diciendo saber dónde estaría escondida.
Pero, ¿qué era el Arca de la Alianza? ¿Qué extraños poderes encerraba, para que
hasta el día de hoy se la siga buscando?
El Arca de la Alianza era una caja de madera de acacia, que medía 1,25 de largo por
0,75 de ancho y 0,75 de alto. La Biblia la describe con tanto detalle (leer: Ex 25, 10-22)
que algunos estudiosos han podido reconstruirla exactamente como era. Estaba recubierta
con láminas de oro puro por dentro y por fuera, y una cornisa de oro rodeaba su parte
superior. Por fuera llevaba fijos cuatro anillos de oro de ambos lados, a través de los
cuales se insertaban dos largas varas para poder transportarla. Finalmente la tapa del
Arca, llamada “propiciatorio”, era de oro macizo y llevaba encima la imagen de dos
querubines de oro, con las alas desplegadas y mirando hacia el centro de la caja. Los
querubines no eran unos ángeles, como a veces creemos, sino unos seres con alas, que
tenían el cuerpo de león y cara de hombre.
El pequeño espacio vació que quedaba entre los dos querubines era la parte más
sagrada del Arca, porque se suponía que allí era donde se aparecía Yahvé, y desde allí
hablaba con Moisés, su constructor.
El Arca de la Alianza era para los israelitas el objeto más sagrado del mundo. Se la
llamaba “de la Alianza” porque allí Moisés había guardado las tablas con los Diez
Mandamientos, símbolo de la Alianza entre Dios y el pueblo de Israel (Deuteronomio10,
8). Una leyenda posterior, que aparece contada en la carta a los Hebreos (Hebreos 9, 4),
dice que también se había guardado en el Arca una vasija con maná, y el bastón de
mando de Aarón.
Pero la Biblia no sólo describe el Arca de la Alianza, sino que nos cuenta muchos
episodios maravillosos sobre ella.
Por ejemplo, durante el viaje que los israelitas hicieron desde el monte Sinaí (donde
la construyeron) hasta la Tierra Prometida, el Arca iba siempre adelante del pueblo, porque
ella mostraba qué camino seguir y dónde hacer alto cada noche (Números 10, 33,34 -35).
Si alguna tribu enemiga atacaba, los israelitas sacaban el Arca al frente de batalla y los
enemigos huían espantados. Y cuando el pueblo de Israel llegó a la Tierra Prometida, el
Arca de la Alianza fue la que hizo detener las aguas del río Jordán para que los hebreos
pudieran cruzarlo y entrar al país (Josué 3, 14 – 17).
Era tan sagrada el Arca que nadie podía acercarse a ella, ni mucho menos tocarla.
Viajaba siempre cubierta por un velo de protección, más una capa de cuero fino, más un
paño de púrpura. Y sólo los levitas podían llevarla en sus hombros (Números 4, 5-6).
Pero quizás su proeza más impresionante fue la destrucción de las murallas de
Jericó. Dice la Biblia que, para lograrlo, los israelitas estuvieron dando vuelta durante siete
días alrededor de la ciudad con el Arca a cuestas y tocando trompetas. El séptimo día
dieron siete vueltas, lanzaron un grito de guerra y las murallas se derrumbaron (Josué 6,
1-20).
Utilización pastoral
Leer atentamente el texto, respetando la lectura de las citas bíblicas que allí se
marcan en negrita.
Buscar dentro del texto qué apartado menciona el Nuevo Testamento y decir cual es
su relación. Según lo visto en el encuentro Nº 9 ¿quiénes eran los levitas?
Señalar las partes que consideramos fundamentales, o ideas principales para
exponer en el plenario y que sintetice el relato que acabamos de leer.
Seleccionar una de las citas Bíblicas de las que allí se remarcan y que a criterio del
grupo sea importante compartir durante el plenario.
98
Según la Biblia, ¿dónde está y qué era “EL ARCA DE LA ALIANZA”? GRUPO 2
Curiosidad fatal
Allí no terminaron las peripecias. Los israelitas de Bet Shemesh al ver llegar la
carreta con el Arca se alegraron y salieron a su encuentro, pero cometieron un error:
imprudentemente abrieron el Arca y miraron dentro. Entonces Dios castigó a todos los que
curiosearon: ¡murieron 50.000 personas! (¿cómo hicieron 50.000 personas para mirar
dentro de una caja? La Biblia no lo dice). Espantados, los habitantes de Bet Shemesh
(¿quedaba alguno?) decidieron deshacerse del Arca, y la mandaron a la vecina ciudad de
Kiryat Yearim, donde permaneció 20 años olvidada.
El último incidente del Arca ocurrió justamente cuando el rey David se acordó del
Arca, y decidió trasladarla a Jerusalén. David la puso en una carreta tirada por bueyes y
organizó una procesión. Pero en cierto momento. Por un brusco movimiento de los
animales, la carreta se tambaleó, y un hombre llamado Uzzá, para evitar que el Arca
cayera al suelo, intentó sujetarla. Y apenas la tocó cayó muerto (2 Sam 6, 6-7).
De las tres explicaciones, sin duda la primera refleja la realidad histórica: el Arca
debió de haber sido destruida en la invasión de los babilonios. Esto viene confirmado en un
pasaje del profeta Jeremías, testigo ocular de aquellos hechos, cuando dice: “(en los
tiempos futuros) no se hablará más del Arca de la Alianza, ni se acordarán, más de ella, ni
será reconstruida jamás” (Jer. 3,16). Y el profeta Ezequiel, también contemporáneo de la
destrucción del Templo de Jerusalén, cuando imagina su futura reconstrucción y la de su
mobiliario (Ez 40-48) no menciona para nada el Arca de la Alianza en el. Evidentemente
sabía que había sido destruida y que no podía volverse a fabricar.
La Biblia, pues, afirma claramente que el Arca ya no existe, y por lo tanto no deja
lugar para fantasías arqueológicas. A pesar de eso hoy son muchos los que con
mentalidad ingenua siguen buscando el Arca, quizás con la esperanza de conseguir sus
poderes y obtener sus beneficios. En vez de buscar a Dios, que era quien realmente
actuaba a través del cofre de acacia, buscan su simbolismo y su representación. Es como
si hoy alguien se angustiase buscando una medallita, una estampa o una imagen religiosa
creyendo que éstas pueden hacer prodigios, cuando es Dios el que obra y éstas sólo lo
simbolizan.
El Arca de la Alianza era un símbolo de la presencia de Dios en medio del pueblo.
Con la venida de Jesucristo al mundo la caja perdió su sentido. Porque Jesús es ahora la
verdadera presencia divina en el mundo. Y él además aseguró: “Yo estaré con ustedes
todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28,20). Con él a nuestro lado tenemos
asegurados el poder y la fuerza de Dios, antes transmitidos por el sagrado cofre.
No hay que encontrar el Arca de la Alianza, la verdadera Arca de la Alianza ya nos ha
encontrado.
(Revista Didascalia. Julio de 2006 Nº 593 Año IX)
Utilización pastoral:
Leer atentamente el relato y seleccionar una de las citas bíblicas que se encuentran en él, resaltadas
con negrita, y que al parecer del grupo sea la más importante.
Extraer y plasmar en el afiche los puntos más importantes del mismo.
Teniendo presente que han leído la finalización de este artículo, y que en el presente texto se hacen
varias aclaraciones sobre el mensaje que hemos de buscar al leer la Biblia, elaborar una frase que
sintetice lo que el autor del mismo nos quiere transmitir para cerrar el encuentro.
100
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
En este encuentro nos proponemos: Ayudar a comprender que todo pecado lleva
en sí la penitencia pero que el amor y la misericordia de Dios son más grandes que
el pecado de los hombres.
MOTIVACIÓN
“A” Leer y comentar entre todos la historieta que está en la cartilla de los niños.
“B” Leer el relato “El Sueño del Pongo”, que se encuentra al final del encuentro y
desarrollar la dinámica que allí se detalla.
TENER PRESENTE:
101
La historia de Israel se repite en los creyentes de hoy que no acaban de convertirse
al Señor: 1) Pecado. 2) Conciencia de que seremos castigados. 3) Arrepentimiento
nuestro. 4) Perdón de Dios. ¿Cuándo seremos totalmente felices?
SALOMÓN
Salomón hereda el reino de su padre. Dotado de la sabiduría que Dios le dio (1Re 3),
es decir, del arte de gobernar bien, se aprovecha de la paz para organizar el reino. Se
desarrolla la administración (1Re 4 – 5): el país queda dividido en doce distritos
encargados de proporcionar cada mes la mano de obra necesaria para los grandes
trabajos… En Seguido y otros lugares se construyen grandes caballerizas. Una flota surca
los mares. Las riquezas procedentes del comercio con Egipto y con Siria afluyen a
Jerusalén, en donde Salomón construye un templo magnífico para su Dios y un palacio
todavía mayor par él mismo… ¡Un gran rey! Pero…
Pero también hay sombras. Salomón ha jugado demasiado a poderíos. Se ha
portado como un rey de la época y no como el lugarteniente de Dios. La Biblia habla de
que tuvo 700 mujeres y 300 concubinas… ¡Quizá sean demasiadas! Pero lo cierto es que
atuvo varias mujeres (entre ellas, una hija del Faraón), venidas de otras naciones; ellas se
traían a sus dioses con el consiguiente riesgo de idolatría. Salomón explotó a su pueblo y,
sí logró contener la rebeldía que empezaba a incubarse, ésta estalló con su muerte. Su
hijo, un político incapaz y muy poco inteligente, provocó la división del reino en dos: se
separaron las tribus del Norte. El reino unido sólo había durado 70 años. La historia de
Salomón y la historia de los dos reinos, así como la de los profetas Elías y Eliseo, están
escritos en los DOS LIBROS DE LOS REYES.
Las diez tribus del norte, dirigidas por la de Efraín, disconformes con la política de
Salomón y de su hijo Roboam, se separan y forman el reino de Israel, teniendo por rey a
Jeroboam. La división política se convirtió en cisma religioso al erigir en los santuarios de
Betel y Dan imágenes de becerros de oro, prohibidos por la Ley de Yahvé, que incitaban a
la idolatría y a los cultos paganos.
Las dos tribus del Sur, la de Judá y Benjamín, fieles a Roboam, hijo de Salomón,
formaron el reino de Judá, cuya capital fue Jerusalén. Su territorio era menor y más pobre
que el otro reino. Permaneció más fiel a Yahvé, aunque en muchas ocasiones se alejó
también de Él. (1 Rey. 12).
“Los dos reinos, por sus pecados, serán entregados en manos de sus enemigos”. En
efecto, en los siglos VIII y VII Asiria y Babilonia disputan a Egipto el comercio del
Mediterráneo. Palestina, encrucijada de imperios, se ve envuelta por la ambición de estas
grandes potencias, como diríamos hoy.
102
El reino del Norte, después de conocer nuevas dinastías, guerras y revoluciones
sangrientas y algunas épocas de prosperidad, es sometido por Sargón II, rey de asiria.
Samaría, capital del reino desde el siglo IX, es conquistada (año 721), gran parte del
pueblo se dispersa, y lo más selecto del país es deportado a Nínive, en Asiria. (2 Rey. 17).
Al territorio ocupado son importados colonos asirios y gentes extrañas que mezclados con
grupos israelitas dan origen al bastardo pueblo samaritano, tan aborrecido por los judíos
después del destierro (Jn. 4, 9). El reino del Norte duró unos doscientos años ( 931 al 721).
El reino del Sur, durante esta época se mantiene en pie, merced a su alejada
situación. Hasta el final conservará una única dinastía: la de “David”. El rey asirio
Senaquerib fracasó ante el ejército israelita en su intento de conquistar Jerusalén (2Rey.
18 y 19). A esta victoria hebrea se la llamó el “milagro del año 701”. Aquí podemos
apreciar la bendición de Dios sobre el entonces piadoso rey Exequias, que se dejó
aconsejar por el profeta Isaías. A este rey le suceden dos reyes idólatras: Manasés y
Amón.
Después reino Josías, durante cuyo reinado fue hallado en el templo de Jerusalén el
rollo de la Ley de Moisés, que parece ser la misma Ley que hoy se lee en el Deuteronomio.
El rey, impresionado por las terribles amenazas contra la infidelidad escritas en este libro,
suprime los ídolos, purifica el culto al verdadero Dios y renueva solemnemente la Alianza.
Se abre una nueva era de esplendor político y religioso. Pero Josías, muere en la guerra a
los treinta y nueve años. (2Reyu. 22 y 23).
Por los años 609 – 605, Egipto ocupa Palestina. El reino de Judá tratará de conseguir
la paz por medio de alianzas con los otros reinos, a pesar de las fuertes protestas de los
profetas, que decían: “¿Cómo pactar con naciones paganas si tenemos nuestra Alianza
con Yahvé?”. El pueblo pierde la fidelidad a su Dios y cae en la idolatría.
Este vaticinio se había cumplido ya contra el reino de Israel, y pronto se cumplirá con
el de Judá. El castigo de Yahvé caerá sobre la raza infiel , y la “viña” de Jerusalén será
arrancada como la de Samaría (Is. 5). Nabucodonosor, rey de Babilonia, ocupa Jerusalén
(año 587), su templo es destruido, la ciudad desmantelada y el país saqueado (2Crón. 36).
Los dominios de este monarca extranjero se extienden desde el Golfo Pérsico hasta el
Mediterráneo. El pueblo de Judá es deportado al sur de Mesopotamia, mientras que
algunos se refugian (entre ellos el profeta Jeremías) en Egipto. Así desaparece el reino de
Judá. Duró unos trescientos cincuenta años (931 – 587).
Toda la esperanza del Pueblo Elegido se derrumbó: el rey y el pueblo, deportados; el
templo, destruido; la patria abandonada. ¿Dónde están las promesas hechas a Abraham,
Isaac y Jacob? ¿Dónde la obra de Moisés y de David? ¡Pobre Israel! Sumida en la mayor
de las humillaciones, está atravesando la “noche oscura” de su historia.
El libro de las LAMENTACIONES guarda el recuerdo de esta época trágica. Es verdad
que Jeremías (cap. 32) entrevé en medio de las negras tinieblas una luz que brilla a lo lejos
y que anuncia la esperanza. Pero ahora es la hora de la prueba.
Los DOS LIBROS DE LAS CRÓNICAS, llamados también Paralipómenos, nos
cuentan la historia del pueblo hebreo desde la muerte de Saúl hasta la cautividad de
Babilonia. Los dos primeros capítulos (1 al 9) constituyen una relación de tablas
genealógicas, a modo de introducción de la obra, dada la importancia que los semitas
concedían a su descendencia, sobre todo los hebreos que vivían distribuidos por tribus, y
familias. Estas crónicas intentan poner de relieve cómo la observancia de la Alianza
103
transforma y fortalece los reinados y cómo la infidelidad, por el contrario, los destruye
(Reinado de David I, 10 al 20; de Salomón II, 1 al 9; de los reyes de Judá II, 10 al 36. son
bellas las oraciones de David 1, 17 y 24, y las de Salomón 2, 1 y 6).
Nº 211: El nombre divino “Yo Soy” o “él es” expresa la fidelidad de Dios que, a pesar de la
infidelidad del pecado de los hombres y del castigo que merece, “mantiene su amor por mil
generaciones”. Dios revela que es “rico en misericordia” llegando hasta dar su propio Hijo,
Jesús, dando su vida para librarnos del pecado, revelará que él mismo lleva el Nombre
divino: “Cuando hayan levantado al Hijo del Hombre, entonces sabrán que Yo Soy” (Jn. 8,
28).
Nº 982: No hay ninguna falta por grave que sea que la Iglesia no pueda perdonar. “No hay
nadie, tan perverso y tan culpable, que no deba esperar con confianza su perdón, siempre
que su arrepentimiento sea sincero”. Cristo que ha muerto por todos los hombres, quiere
que, en su Iglesia, estén siempre abiertas las puertas del perdón a cualquiera que vuelva
del pecado.
ORACIÓN:
Señor aumenta mi fe
Aumenta mi fe para aumentar mi confianza.
Aumenta mi confianza y aumentará mi abandono.
Aumenta mi abandono y aumentará mi amor.
Aumenta mi amor para perder el temor.
Quitándome el temor, mi abandono será total.
Señor, aumenta mi fe.
104
“EL Sueño del Pongo”
(Cuento popular-Provincia del Cuzco- Perú. Traducción del quechua por J: M. Arguedas)
¿Eres gente u otra cosa?- le preguntó delante de todos los hombres y mujeres que
estaban de servicio.
Humillándose, el pongo no contestó. Atemorizado, con los ojos helados, se quedó de
pie.
¡A ver!- dijo el patrón-, por lo menos sabrá lavar ollas, siquiera podrá manejar la
escoba, con esas sus manos que no son nada. ¡Llévate esta inmundicia!- ordenó al
mandón de la hacienda.
El hombrecito tenía el cuerpo pequeño, sus fuerzas eran, sin embargo, como las de
un hombre común. Todo cuanto le ordenaban hacer lo hacía bien. Pero había un poco
como de espanto en su rostro; algunos siervos se reían de verlo así, otros lo compadecían.
“Huérfano de huérfanos; hijo del viento de la luna debe ser el frío de sus ojos; el corazón,
pura tristeza”, había dicho la mestiza cocinera, viéndolo.
105
¡Vete, pancita!- solía ordenar, después, el patrón al pongo.
Y así, todos los días el patrón hacía revolcarse a su nuevo pongo, delante de la
servidumbre. Lo obligaba a reírse, a fingir llanto. Lo entregó a la mofa de sus iguales, los
colonos (indios que pertenecen a la hacienda).
Pero… una tarde, a la hora del Ave María, cuando el corredor estaba colmado de
toda la gente de la hacienda, cuando el patrón empezó a mirar al pongo con sus densos
ojos, ese, ese hombrecito, habló muy claramente. Su rostro, seguía un poco espantado.
Gran señor, dame tu licencia; padrecito mío quiero hablarte- dijo.
El patrón no oyó lo que oía.
¿Qué? ¿Tú eres quien ha hablado u otro?- preguntó.
Tú licencia padrecito, para habarte. Es a ti a quien quiero hablarte- repitió el pongo.
Habla… si puedes- contestó el hacendado.
Padre mío. Señor mío, corazón mío –empezó a hablar el hombrecito. Soné anoche
que habíamos muerto los dos, juntos habíamos muerto.
¿Conmigo? ¿Tú? Cuenta todo, indio- le dijo el gran patrón.
Como éramos hombres muertos, Señor mío, aparecimos los dos, juntos; desnudos
ante nuestro gran Padre San Francisco.
¿Y después? ¡Habla!- ordenó el patrón, entre enojado e inquieto por la curiosidad.
Viéndonos muertos, desnudos, juntos, nuestro gran Padre San Francisco nos
examinó con sus ojos que alcanzan y miden no sabemos hasta qué distancia. A ti y a mí
nos examinaba, pensando, reo, el corazón de cada uno y lo que éramos y lo que somos.
Como hombre rico y grande, tú enfrentabas esos ojos, padre mío.
¿Y tú?
-No puedo saber cómo estuve, gran señor, yo no puedo saber lo que valgo.
Bueno, sigue contando.
Entonces, después, muestro gran Padre dijo con su boca: “De todos los ángeles, el
más hermoso que venga. A ese incomparable que lo acompañe otro ángel pequeño, que
sea también el más hermoso. Que el ángel pequeño traiga una copa de oro, y la copa de
oro llena de miel de chancaca, más transparente”.
¿Y entonces?- preguntaba el patrón.
Los indios siervos, oían, oían al pongo, con atención sin cuenta, pero temerosos.
Dueño mío: apenas nuestro gran Padre San Francisco dio la orden, apareció un
ángel brillando, alto como el sol; vino hasta llegar delante de nuestro Padre, caminando
despacito. Detrás del ángel mayor marchaba otro pequeño, bello, de suave luz, como el
resplandor de las flores. Traía en las manos una copa de oro.
¿Y entonces?- repitió el patrón.
“Ángel mayor; cubre a este caballero con la miel que está en la copa de oro;
que tus manos sean como plumas cuando pasen sobre el cuerpo del hombre”,
ordenó nuestro gran Padre. Y así, el ángel excelso, levantando la miel con sus manos
enlució tu cuerpecito, todo, desde la cabeza hasta las uñas de los pies. Y te erguiste, solo;
en el resplandor del cielo la luz de tu cuerpo sobresalía, como si estuviera hecho de oro,
transparente.
Así tenía que ser- dijo el patrón, y luego preguntó:
¿Y a ti?
Cuando tu brillabas en el cielo, nuestro gran Padre San Francisco volvió a ordenar:
“Que de todos los ángeles del cielo venga el de menos valer, el más ordinario. Que
ese ángel traiga en un tarro de gasolina excremento humano”.
¿Y entonces?
106
Entonces con sus manos nudosas, el ángel viejo, sacando el excremento de la lata,
me cubrió desigual el cuerpo, así como se echa barro en la pared de una casa ordinaria,
sin cuidado. Y aparecí avergonzado, en la luz del cielo, apestando…
Así tenía que ser- afirmó el patrón- ¡Continúa! ¿O todo concluye allí?
No, padrecito mío, señor mío. Cuando nuevamente, aunque ya de otro modo, nos
vimos juntos, los dos, ante nuestro gran Padre San Francisco, él volvió a mirarnos,
también nuevamente, ya a ti ya a mí, largo rato. Con sus ojos que colmaban el cielo, no sé
hasta qué honduras nos alcanzó, juntando la noche con el día, el olvido con la memoria. Y
luego dijo: “Todo cuanto los ángeles debían hacer con ustedes ya está hecho. Ahora
¡lámanse el uno al otro! Despacio, por mucho tiempo”. El viejo ángel rejuveneció a esa
misma hora; sus alas recuperaron su color negro, su gran fuerza. Nuestro Padre le
recomendó vigilar que su voluntad se cumpliera.
UTILIZACIÓN PASTORAL
107
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
En este encuentro nos proponemos: Destacar la importancia del profeta que habla
en nombre de Dios anunciando el bien y denunciando el mal y cómo hoy nosotros
tenemos que ser profetas en nuestra familia, ambiente de trabajo y estudio.
MOTIVACIÓN
“A”: Este encuentro es extenso para darlo en un solo día, ya que además
es muy rico en su contenido. Por lo que es aconsejable desdoblar el mismo
para ser dado en dos partes, o bien, dividir a los padres en tres grupos y
entregarles a cada grupo una parte del mismo, seleccionada de acuerdo al
criterio del matrimonio guía. Para que ellos lo desarrollen y lo expongan en
un plenario.
“B”: En caso de no haber elegido la motivación anterior leer y comentar con
los padres el texto “Reconstruyendo el paraíso perdido” que figura al final
del encuentro.
TENER PRESENTE:
108
El profeta que habla y actúa en nombre del Señor, es un hombre comprometido con
Dios y su pueblo, al que quiere orientar y salvar, anunciando el bien que hacía y
denunciando el mal camino por el que iba corriendo su infidelidad y su pecado.
Aunque Israel tuvo profetas prácticamente en todas las épocas, el prototipo de los
mismos es Elías, seguido de Eliseo, su discípulo. Ninguno de los dos dejó escritos,
pero tuvieron una influencia decisiva en todos los que vinieron después, la mayoría
de los restantes vive en la época del destierro de los reinos de Israel, primero, y Judá
después, señalando cómo todo ha ocurrido por los continuos pecados de los
israelitas.
Profeta: No se trata “de alguien que anuncia el futuro”, sino más bien de alguien que
habla en nombre de Dios, alguien que ha sido introducido en el proyecto de Dios y en
adelante ve todo con sus ojos.
¿Hay que pensar en revelaciones extraordinarias? No se excluye esta posibilidad,
pero parece más bien que descubren la palabra de Dios en dos momentos o lugares: su
vocación y la vida.
Su vocación es determinante: es el momento en que experimentan a Dios, en una
visita al templo como Isaías, en la oración continua como Jeremías, en un amor
desdichado como Oseas… Bajo esta luz, es como luego la vida, tanto en los grandes
acontecimientos políticos como en la existencia cotidiana, les descubrirá esta palabra, y
leerán los signos de los tiempos.
A partir de ese momento, todo les habla de Dios: una rama de almendro en flor o una
olla mal asentada (Jr 1, 11s), la vida conyugal (Os 1-3; Ez 24, 15s) o la invasión enemiga.
Y de esta forma nos enseñan a leer en nuestra vida esta misma palabra que sigue
interpelándonos.
Los profetas se expresan mediante la palabra: oráculo (o declaraciones hechas en
nombre de Dios), exhortaciones, relatos, oraciones…; pero también lo hacen mediante
actos. Los gestos proféticos dicen la palabra e incluso realizan la historia.
Vimos cómo durante la grave amenaza de los filisteos, el pueblo hebreo experimentó
la necesidad de la unidad nacional y de la renovación de su fe religiosa. Por una parte, se
necesitaba un rey que diese cohesión al país; por otra, había que reconocer la primacía
religiosa, pues el pueblo pertenecía a Yahvé. Es entonces cuando cobra una importancia
extraordinaria el profetismo. En adelante, la realeza y el pueblo serán juzgados y estarán
de alguna manera subordinados a la autoridad divina del profeta.
Un profeta, más que el adivino del futuro, es un enviado del cielo, un “portavoz de
Dios” que habla o escribe en su nombre. Dios enviará a los dos reinos estos intermediarios
suyos con la difícil y comprometedora misión de condenar públicamente los pecados de los
reyes y del pueblo y transmitirles el mensaje divino.
Siempre fieles a su Dios, mostrarán un valor y un celo extraordinarios (2Sam. 12;
1Rey. 21). Lucharán tenazmente contra la idolatría (Jer. 28), contra las alianzas con
las naciones extranjeras (Is. 7), contra las injusticias sociales (Amós 8). Estos videntes
juzgan el presente, amenazan con el castigo divino y anuncian una restauración. A veces
mesiánica (Is. 2 al 4). Reclaman del pueblo la moralidad, la justicia y el derecho (Jer.
9, 1-8). Y exigen de los sacerdotes piedad interior y renuncia al culto pagano (Mal. 1,
6-11).
Una gran parte de la predicación de estos profetas está escrita en los libros
proféticos. Tienen suma importancia, pues además de narrarnos la historia de Israel,
purifican las ideas religiosas y morales y nos enseñan cómo Dios juzga la Historia.
Los profetas primeros: Los libros que llamamos “históricos: Josué, Jueces, Samuel,
Reyes, los judíos los llaman profetas primeros, poniéndolos así en el mismo plano que
los profetas posteriores: Isaías, Jeremías y los demás.
109
Se trata de algo más que de un cambio de etiqueta. Cuando un autor moderno elige
publicar su libro en una colección de historia o de filosofía, nos indica con ello cuál es su
intención y cómo quiere que lo leamos.
Estos libros no son por tanto libros de historia, no intentan reconstruir los hechos
con exactitud. El autor no es un reportero que fotografía una batalla, sino un profeta que
busca el sentido del acontecimiento. Los autores intentan, más que narrar los
acontecimientos, descubrir lo que estos acontecimientos quieren decir para nosotros.
Por la riqueza de su lenguaje alegórico y simbólico, los libros proféticos no son fáciles
de entender.
Los profetas del reino del Norte o de Israel son cuatro principalmente:
En el libro de los Reyes se lee la obra religiosa de Elías y Eliseo, que proclaman:
Dios es único y poderoso, las divinidades paganas son falsas (2Rey 1 a 8).
El impetuoso AMOS (mediados del sigo VIII) es “el profeta de la justicia”: denuncia
con un lenguaje enérgico y duro los abusos religiosos, condena severamente las injusticias
sociales ((2, 4-16; 4, 1-3; 5, 10-24; 6, 1-9; 8, 4-14), y anuncia que Dios castigará a las
naciones, especialmente a su pueblo.
OSEAS, que gusta de profundizar en el pasado y por eso se le ha llamado el profeta
filósofo de a Historia, es “el profeta del amor”. Su desgraciado matrimonio es un signo del
que se sirve para que el pueblo comprenda su lenguaje: vaticina el castigo de Dios sobre
su pueblo “adúltero”.
Estos dos profetas contemporáneos anuncian una futura restauración bajo un
príncipe de la tribu de David; pero antes llegará el castigo con la desaparición del reino y el
destierro.
Otros profetas surgirán en el reino del Sur o de Judá (de esta tribu nacerá el
Mesías).
ISAIAS, el genio más grande de todos los videntes o voceros de Dios, profetiza del
año 738 al 690, haciendo progresar las nociones de santidad, de justicia y del Mesías
(Emmanuel: Dios-con-nosotros). Su profecía es la más extensa. No obstante, se ha de
tener presente que en el libro de este profeta, junto con escritos suyos, hay otros que
pertenecen a algunos discípulos de su escuela, desde el capítulo 40 en adelante. Los
treinta y nueve primeros capítulos se refieren a los acontecimientos narrados en 2 Rey. 15
al 20. Los otros veintiséis capítulos pertenecen a sucesos de otra época posterior. La obra
se divide en dos partes: amenazas (2 al 35) y consolaciones (40 al 66). El valor literario de
esta obra le coloca a la altura de los mejores poetas de la literatura universal. Con Isaías,
la lengua hebrea llega a su perfección clásica. Por sus numerosas profecías mesiánicas ha
sido llamado “el profeta evangélico” o “quinto evangelista” (Cap. 7 al 12). Dios restaurará el
reino de Israel bajo la soberanía de un nuevo David más espiritual: rey y sacerdote, sabio y
pacífico, príncipe universal y eterno. Las naciones se unirán a Israel y todas participarán de
sus favores.
MIQUEAS: Contemporáneo de Isaías, de origen campesino, lamenta la ruina de
Israel, fustiga a los malos sacerdotes, a los falsos profetas y a los malos ricos (2 y 3).
Después del castigo vendrá la salvación, que será obra del Mesías, el cual nacerá en
Belén (5, 2), la ciudad de David.
JEREMÍAS: (año 628-585) es otro de los grandes profetas. Vive en su vida la
tragedia de su pueblo. Vaticina la deportación a Babilonia y la destrucción del templo de
Jerusalén, llorando sobre sus ruinas con acentos de honda melancolía. Abandonado de
todos, menos de su secretario BARUC, redactor de sus discursos, sufre la persecución y
la cárcel y su alma atribulada lanza gemidos más amargos aún que los de Job. Terminó
sus días en Egipto. Sus profecías están llenas de amenazas y de promesas mesiánicas (2
al 33). Es el primero que anuncia una “Nueva Alianza” de Dios con su pueblo en términos
totalmente definitivos (31, 31-36).
En esta última época del reinado de Judá, Yahvé redobla sus advertencias con
SOFONÍAS, NAHUM y HABACUC anunciando el castigo de Israel, su purificación y su
liberación.
110
EL DESTIERRO EN BABILONIA (587 – 538)
Julio del 587: tras un año de asedio, el ejército de Nabucodonosor, rey de Babilonia,
se apodera de Jerusalén. Es el fin del reino de Judá.
“Sentados a las orillas de los ríos de Babilonia, llorábamos, acordándonos de ti, Sión.
Colgábamos nuestras arpas de las ramas de sus sauces. Nuestros raptores nos
pedían que cantásemos. Pero ¡cómo vamos a cantar un cántico del Señor en tierra
extranjera!... ¡Séquese mi mano derecha y mi lengua péguese al paladar si me
olvidare de ti, Jerusalén!...” (Salmo 137).
El gran milagro del destierro es que esta catástrofe, en lugar de ser la ruina de la fe de
Israel, provoca una exaltación de esa misma fe y la purifica. Esto se debe a algunos
PROFETAS, como Ezequiel y un discípulo de Isaías designado como segundo Isaías, y a
unos SACERDOTES. Estos hacen que el pueblo repase sus tradiciones para descubrir en
ellas un fundamento a su esperanza. Juntos, inventarán así una nueva forma, más
espiritual, de vivir su fe. ¿No hay ya templo ni sacrificios? Pues se reunirán el sábado para
celebrar a Dios y meditar su palabra. ¿No hay ya rey? Pues Dios será el único y verdadero
rey de Israel. ¿No hay ya tierra? Pues la circuncisión en la carne dibujará un reino de
dimensiones espirituales… Así, en el destierro, se inaugurará lo que se llama JUDAISMO,
es decir, una forma de vivir la religión judía que será la del tiempo de Jesús y la del nuestro.
¿Pero cuál era la situación de los judíos deportados? El pueblo sufrió un choc
psicológico y moral terrible, y padeció también en su carne, puede leerse en el Salmo 137
un eco de estos sufrimientos. Pero, por otra parte, no debemos imaginarnos la vida en
111
Babilonia como la de un campo de concentración. Los judíos gozan de una libertad relativa,
tal es así que al final del destierro, algunos prefieren quedarse en Babilonia, donde
formaron un grupo importante y próspero.
EZEQUIEL es uno de los profetas mayores a quien los cautivos consideran como su
jefe espiritual. Les inculca la piedad interior y la responsabilidad personal, así como el
carácter moral de la santidad (14 y 18). Después de hablar sobre el castigo de Israel (4 al
9), expresa con acentos emocionantes la esperanza en una nación renovada: Dios será el
pastor de su pueblo (34) (puede compararse este capítulo con el relato evangélico de Juan
10, 1-16); Israel será poblado por un pueblo santo (36) que, a pesar de estar desterrado y
como muerto, resucitará un día a una nueva vida (Cap. 37).
Es en esta época cuando aparece por primera vez la clase de los escribas o doctores,
seglares, dedicados al estudio y enseñanza de la ley.
Los capítulos 40 al 45 del libro de Isaías, que forman el “Libro de la consolación”, y
que fueron escritos por un autor de la escuela del profeta a quien se le llama segundo
Isaías, ven en el victorioso y libertador Ciro la imagen del Mesías y anuncian a los
deportados la liberación: “Dios salvará a su pueblo, todas las naciones se someterán y un
día llegará la salvación para todos. En esto consistirá el triunfo victorioso del Mesías,
Redentor Universal”. En los últimos capítulos (51-53) se encuentran cuatro cantos sobre los
dolores y triunfos del Siervo de Yahvé, que son considerados como una de las más bellas y
emocionantes profecías mesiánicas, sobre todo el cap. 53, verdaderamente conmovedor.
Durante el medio siglo de la cautividad, los escritos de los tres grandes profetas:
Isaías, Jeremías y Ezequiel, espiritualizaron al Pueblo de Dios e interiorizaron su religión.
Sus escritos pueden, todavía en la actualidad, servirnos de gran provecho para
nuestra vida espiritual. Estos profetas son los cantores del amor de Dios, de su santidad, de
la responsabilidad personal del hombre, de la fealdad del pecado. Hablaron bajo la
luminosa perspectiva de la salvación mesiánica.
El destierro en Babilonia, como siglos atrás la estancia en el Sinaí, ha servido para
que la religión se purifique: desaparecerá la nación terrenal, el reino temporal, pero nacerá
la religiosa comunidad Judía.
La Liberación y el Judaísmo
A partir del retorno, los israelitas serán llamados judíos, a causa de la preponderancia
de Judá después del destierro.
El período que sigue al exilio, vivirán sucesivamente:
112
“¡El desierto y la tierra árida se alegran! por la Vía santa marcharán los libertadores y
volverán Los rescatados de Yahvé. Vendrán a Sión cantando cantos triunfales, alegría
eterna coronará sus Frentes… Consolad, Consolad a mi pueblo, dice Vuestro Dios.
Animad a Jerusalén y gritadle que Se acabó su servidumbre… Abrid una calzada a
Yahvé en el desierto, que viene con fortaleza”…
((Isaías 35 y 40).
TOBÍAS, que a través de la historia de una familia judía nos enseña la retribución
divina de los méritos, el sentido religioso de la familia, el elogio de la limosna, el carácter
purificador del sufrimiento.
JUDIT, la mujer valerosa que encarna la resistencia judía y vence con su fe y su valor
a los enemigos de Dios.
Los SALMOS, después del destierro, son rezados y cantados en el templo por el
pueblo enfervorizado. Constituyen “la plegaria de Israel”. En ellos se canta su historia y su
vida, sus dolores y alegrías, su fe, su amor y su esperanza. La Iglesia Católica incorporará
a su Liturgia esta joya de la literatura religiosa y sus sacerdotes los rezarán en el Breviario.
Los Sabios
113
Es lo que ocurrió con Israel. Desde que existió el pueblo, buscó el sentido de su vida,
pensó en los grandes problemas. A lo largo de toda su vida, expresó su reflexión en
proverbios, una especie de refranes populares, y en plegarias, que fueron un esbozo de
obras posteriores.
Pero únicamente después del destierro es cuando los escritores reemprenden esta
reflexión y, al término de esta larga gestación, componen las grandes obras que vamos a
detallar:
EL LIBRO DE LA SABIDURÍA fue escrito en griego por un israelita helenista entre los
años 80-50. Va dirigido a sus hermanos de raza establecidos en Egipto. En él se encuentra,
mejor que en ningún otro del A.T., el verdadero sentido de la vida: cumplir la voluntad divina
en la tierra y, después del juicio, gozar eternamente de Dios.
Generación tras generación, las ideas religiosas y morales se van perfeccionando
progresivamente con el fin de preparar los espíritus a la venida del Mesías, esperado tan
ansiosamente.
114
midrás haggadá (de una raíz que significa narrar): se intenta sobre todo edificar) sobre la historia
de Daniel y sus compañeros (1 al 6) y las visiones proféticas de tipo apocalíptico. (7 al 12).
Daniel es el profeta más misterioso de todos. A semejanza del Apocalipsis de San
Juan, lleva a los fieles perseguidos un mensaje de esperanza en la victoria.
El pueblo judío era despiadadamente perseguido. Muchos prefirieron morir antes que
profanar la santa alianza. Una vez más, Israel se encuentra humillada. Pero en la aldea de
Modín, cerca de Jerusalén, se alza un caudillo llamado Matatías, a cuya muerte le sucede
su valeroso hijo Judas Macabeo, que al frente de algunas bandas de aguerridos conquista
la Ciudad Santa, purifica el templo y consigue la independencia política que durará hasta el
año 63 a. C, es decir, ochenta años. Después de su muerte (año 160) le suceden sus
hermanos Jonatán y Simón. Este último toma el título hereditario de Príncipe y Sumo
Sacerdote.
Los DOS LIBROS DE LOS MACABEOS narran la historia de esta revolución judía.
El contenido religioso de esta obra no es tan rico como los demás libros históricos. Son
interesantes los capítulos 3, 6, 8, 14 y 16 del 1º, y 2, 3, 6 y 7 del 2º.
Después de algún tiempo, por una de esas paradojas que se repiten muchas veces
en la historia, la dinastía asmonea tiende a helenizarse, traicionando así las ideas
nacionalistas de los Macabeos. Esto dio origen a dos tendencias opuestas que, más tarde,
formaron dos importantes sectas: la de los saduceos (llamados así porque se
consideraban descendientes de Sadoq, el sumo sacerdote que ungió rey a David) y la de
los fariseos (o “separados” se consideraba como el auténtico defensor del judaísmo contra
las corrientes paganas). El conflicto entre los saduceos y fariseos desembocó en odiosas
rivalidades.
Entretanto, Roma, poderosa e imperial, en su marcha incontenible hacia el Oriente,
decide ocupar el avispero palestinense con ocasión de sus luchas dinásticas. Los
legionarios, al mando de Pompeyo, tras violentas luchas, ocupan Jerusalén en el año 63 a.
de C. Otra vez, el pueblo judío yace bajo el yugo de un nuevo opresor. Palestina es
gobernada directamente por Roma.
Nº 201: A Israel, su elegido. Dios se reveló como único: “Escucha, Israel: el Señor, nuestro
Dios, es el único Señor…”. Por los profetas, Dios llama a Israel y a todas las naciones a
volverse a él, el único: Vuélvanse a mí y serán salvados, confines todos de la tierra, porque
yo soy Dios, no existe ningún otro… ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua jurará
diciendo: ¡Sólo en Dios hay victoria y fuerza!
Nº 785: “El pueblo santo de Dios participa también del carácter PROFÉTICO de Cristo”. Lo
es sobre todo por el sentido sobrenatural de la fe que es todo el pueblo, laicos y jerarquía,
cuando se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida a los santos de una vez para
siempre y profundiza en su comprensión y se hace testigo de Cristo, en medio de este
mundo.
115
RECONSTRUYENDO EL PARAÍSO PERDIDO
El 26de diciembre de 2004 todos nos conmovíamos ante las noticias que nos
llegaban desde el sudeste asiático: un oleaje gigantesco provocado por un terremoto
submarino que los japoneses denomina “tsunami” irrumpió sorpresivamente y destruyó
todo a su paso: 280.000 muertos (un tercio de los muertos eran niños), 130.000
desaparecidos, 5 millones de personas sin techo, miles de millones de dólares en pérdidas
materiales… Se decidió que se trató de la peor de las catástrofes de la historia.
Las imágenes que nos llegaron nos hicieron caer en la cuenta de los destrozos y la
tragedia. Nada quedó como estaba antes después del paso de las olas y que el mar
volviera a la calma. Todo perdió el orden en que estaba antes y la idea de desolación y
ruina nos invadió a todos.
No nos es difícil comprender ya que, si no hemos pasado por una experiencia de
destrucción en nuestra propia vida, al menos conocemos algún caso, alguna persona en
que un incendio, una inundación, un terremoto, una explosión le destruyó en un instante
todo lo que había construido durante toda una vida.
Ante tamaño desorden siempre aparecen varias actitudes: muchos
contemplando la destrucción se preguntan por qué ocurren estas cosas; otros salen
a la búsqueda de culpables y responsables aunque sepan que chocarán frente a la
simple realidad del fenómeno natural; numerosos son los que se movilizan para
ayudar en el gesto solidario de responder a la emergencia; y no pocos, pasados los
efectos de la conmoción, se dedican a reconstruir lentamente tratando de
restablecer el orden perdido.
Dirijamos ahora nuestra mirada a otra catástrofe que con frecuencia a quedado en
nuestra memoria mezclada entre los cuentos y los mitos y que sin embargo tenemos que
considerarla como la más calamitosa y grande catástrofes de la historia humana: la
destrucción del orden que Dios ha dado a su Creación registrada en el cap 3 del Génesis;
donde la rebelión del hombre frente a Dios tiró por tierra el orden que Él había establecido
para su obra creadora y que había reconocido como que “era muy bueno” (Gn. 1, 31).
La catástrofe producida por la pérdida de aquel paraíso, es mucho mayor que la
provocada por el “tsunami” porque alteró la naturaleza del mimo hombre y puso patas para
arriba en un instante el orden que Dios había establecido. Por aquel desorden la muerte
entró al mundo.
Sólo cuatro días después del “tsunami” los argentinos estábamos en los diarios de
todo el mundo horrorizados y avergonzados por otro tipo de tragedia, la ocurrida en el
boliche “Cromagnón”. Cuando nos ponemos a analizar las causas de esta tragedia aquí
ya no podemos pararnos impotentes ante un fenómeno natural. Empezamos a ver que hay
modos y modos de divertirse y de ofrecer un espectáculo, que hay intereses creados
carentes de todo principio, que hay funcionarios que no cumplen sus tareas y se dejan
sobornar, que hay empresarios inescrupulosos a los que no les importa cómo ganar
dinero, que hay políticos insensibles que aprovechan todas las circunstancias para su
propio beneficio, que hay padres negligentes que no prestan demasiada atención a su
hijos, que hay madres imprudentes que por ir a un recital dejan a sus hijos en cualquier
lado…; y podemos seguir haciendo una larga lista de intrincadas responsabilidades que
sólo tienen una explicación posible: el pecado del hombre.
Cuando Jesús hace el envío de sus discípulos les dice: “Vayan por todo el mundo,
anuncien la Buena Noticia a toda la creación” (Mc. 16,15). Así nos pone frente a la realidad
de que la redención no es solamente del hombre sino de todo aquello creado por Dios.
Sería una mutilación gravísima pensar que la salvación pasa sólo por el “alma”, que el
cristianismo es una doctrina privada, que se es cristiano para sí y no para los demás. Ser
cristianos nos compromete con el otro, con el mundo y con la historia.
Con mucha frecuencia nuestra vida de fe no pasa de la actitud de ser espectadores
de la historia y de los acontecimientos que nos van rodeando. Nos horrorizamos al ver lo
que ocurre en la cancha, en la política, en la televisión, en el cine, en el barrio, en la
escuela, en el trabajo…, pero nuestra actitud no pasa de ese horror, cuando lo que se
espera de nosotros como apóstoles es “anunciar la Buena Nueva” a todo lo que nos rodea
para que alcance la redención de Jesús y recupere la dignidad original con la que había
116
sido creada por Dios en un principio, y, al mismo tiempo, denunciar todo aquello que atenta
contra el orden temporal de las cosas, en especial, la vida humana.
Los cristianos somos testigos cotidianos de las consecuencias dramáticas del relato
bíblico del Génesis; y está bien que nos sintamos conmovidos al sentirlas tan cercanas a
nosotros. Como frente a las consecuencias del “tsunami” podemos sentarnos a contemplar
y llorar la catástrofe producida por el hombre egoísta y codicioso. Podemos también
dedicarnos a buscar culpables y condenarlos públicamente. Tal vez creamos que no
podemos hacer más que poner algunos parches y luego de colocarlos volver a nuestras
devociones. O quizá, asumiendo la plenitud de nuestro compromiso bautismal, nos
arremanguemos y nos pongamos a trabajar en la reconstrucción del paraíso perdido.
El hoy Beato Pier Giorgio Frassati, escribió: “Cada día comprendo mejor la gracia de
ser católico. Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin mantener una lucha por la
verdad no es vivir, sino ir tirando… Incluso a través de cada desilusión tenemos que
recordar que somos los únicos que poseemos la verdad”. La situación política de Italia en
esos años (1922) le preocupó hondamente; se opuso claramente a la guerra y al fascismo
desde sus convicciones cristianas, participando en manifestaciones públicas y siendo
detenido varias veces.
Este es el gran desafío del vivir cotidiano del cristiano: ser indiferente a las realidades
temporales es solamente “ir tirando”. A cada uno le toca ir mirando a su alrededor y
constatando la realidad: “Llevar la Buena Noticia a todos los ambientes de la humanidad y,
con su influjo transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad” (E.N.18)
Se trata de “alcanzar y transformar con la fuerza del Evangelio los criterios de juicio,
los valores determinantes, los puntos de interés, las líneas de pensamiento, las fuentes
inspiradoras y los modelos de vida de la humanidad que están en contraste con la Palabra
de Dios y con el designio de salvación”. (E.N. 19). Porque en esto se juega nuestra
vocación apostólica y nuestra vocación a la santidad.
P. Luis Casella.
UTILIZACIÓN PASTORAL
117
PROFETAS DE NUESTRO TIEMPO (Celebración de Padres y Niños)
2) Segundo momento:
Presentadora: Esta es nuestra realidad, con sus luces y sus sombras, y es allí,
donde la vida no dignificada, las situaciones deshumanizadas, las estructuras de
injusticia… nos golpean, nos sacuden, nos conmueven…
El Dios de la Vida se manifiesta en este tiempo y en esta historia, y de allí nos
interpela…
Pero muchos permanecen ciegos, sordos y mudos… (En este momento van entrando
tres personas con los ojos, los oídos y la boca tapada, respectivamente)… Instalados en
su cómoda mediocridad NO quieren ver… NO quieren oír… NO quieren denunciar… y le
dan la espalda a esta realidad que molesta…
La historia que vamos a escuchar puede ser la de cualquiera de nosotros, por eso
será fácil “ponerse en situación”
3) Tercer Momento:
Representación con texto leído, sobre una adaptación de un original del P. Sesión de “El
Profeta”.
- Monitor: Si, en verdad, éste era un hombre tranquilo, era el más calmo del mundo.
Era la personificación de la tranquilidad. Si alguien se le acercaba llorando, lo consolaba
con bonitas palabras y alguna que otra frase bíblica, sin olvidarse, claro, de las palmaditas
en la espalda. Era una buena persona, no la mejor de todas, pero buena al fin.
- Hombre: Iba a misa todos los domingos, y rezaba no sólo para pedir, sino también
para alabar y dar gracias. Todo eso era yo, una persona feliz. Vivía mi vida…
- Monitor: Todo eso era él, calmo, tranquilo, muy ubicado, incapaz de entrometerse
en la vida de nadie, compasivo, eso sí, y buen vecino, buen padre, buen hijo y esposo,
responsable y eficaz en su trabajo, amante de la música clásica.
- … Fue entonces que algo sucedió.
118
- Hombre: ¡Señor, tú sabes lo que a mí me cuesta vivir! Hago todo lo que puedo, sé
que tú me crees, no puedo dar más de lo que estoy dando, no puedo exigirme más, porque
no puedo entregar más de mí. ¡No puedo!!
- Monitor: Entonces Dios calló y no dijo nada más. Al Dios de Jesús no le gustan los
monólogos.
- Presentadora: Hace preguntas retóricas al grupo: “¿Qué actitud tengo yo frente a
la vida, a la realidad, a los problemas del mundo?
- ¿He sentido alguna vez el paso de Dios por mi vida? ¿He oído la voz de su
llamado? ¿Tengo el corazón dispuesto a escuchar o sólo escucho mi propia voz?...
- Dios: ¡Yo quiero un profeta! ¡Lo estoy necesitando, mi pueblo necesita un profeta!
- Hombre: Pero qué quieres de mí, ni siquiera sé hablar. Basta que me oigan para
que los otros se den cuenta de que no tengo madera para profeta. Tú necesitas un líder y
no una buena persona.
- Hombre: ¡Pero Señor!, unos quieren un profeta que derribe barreras y murallas,
otros que mantenga y glorifique el nuevo orden, algunos un profeta claro y directo, que
ataque el problema de raíz y… todos quieren un profeta que les diga lo que quieren oír. No
sé, ¡yo no querría ser profeta!
- Hombre: No tengo que dejarme impresionar. Dios es bueno, por eso El no tomará
ninguna represalia contra mí, seguro. Si no me convence no hay problema porque ya se
buscará otro mejor y más preparado que yo. Honestamente no quiero porque no me
considero a la altura. ¡No, Dios, por favor, no me mires! ¡Tengo vergüenza, no me mires!!!
119
- Monitor: A la mañana siguiente el hombre decidió probar su capacidad profética.
Se fue a una plaza pública donde el pueblo se reunía. El nuevo profeta subió a lo alto de
una tarima y con voz profunda exclamó:
- Monitor: Y el pueblo escuchaba y decía que éste sí era un profeta original y que
decía las cosas en la cara. El pueblo estaba conforme con este hombre.
- Dios: Hasta ahora no has hecho otra cosa que hablar de ti mismo, desde tu
propia bronca. ¿Qué te parece si hablases un poco de mí, de mi Buena Noticia?
- Hombre: ¡Ya te dije que no tenía madera de profeta! ¿Para qué me llamaste justo a
mí, Señor?
- Dios: ¿Y quién te dijo que hacía falta madera para ser profeta¿ ¿No se trata de una
vivencia, de una urgencia? ¿Es que tú has visto que haga falta tener madera para amar?
- Monitor: Y se estableció un gran silencio entre los dos… Fue entonces cuando el
hombre profeta comprendió lo que Dios le pedía: salir de sí mismo, ir al encuentro del
“otro” como Él salió a su encuentro. Esa experiencia era la que debía anunciar, como
profeta, la Buena Noticia que le cambió la vida. Y así, con el corazón de discípulo que
escucha con atención al Maestro y a su prójimo, el hombre comenzó a ser un Profeta de
verdad.
Final de la representación, se deja un minuto de silencio con una música de fondo, muy
suave…
4) Cuarto Momento
Entrada del Libro de la Palabra con una luz desde el fondo hacia el frente, mientras
se canta: “Tu Palabra, Señor, es la Verdad y la luz de mis ojos”…
120
Presentadora: “Éste es el Libro de los Libros, el Libro que contiene la Palabra de
Dios”.
Se responde: “Habla Señor que tu pueblo escucha”.
Les anuncio la Buena Noticia de Jesús según San Mateo (Mt 9, 35-38). (Lectura del
Evangelio…)
Al finalizar cantamos “Él vive, vive, vive, vive… Vive Jesús el señor”.
121
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
En este encuentro nos proponemos: Reconocer la Nueva Alianza, hecha por Cristo
en su muerte y resurrección, y que actualizamos cuando celebramos y
compartimos su Cuerpo y su Sangre.
MOTIVACIÓN
“A”: Leer y comentar en forma grupal el relato “El Silencio de Jesús”, que
figura al final del encuentro.
TENER PRESENTE:
La Antigua Alianza hecha por Dios con su pueblo en el monte Sinaí quedó plasmada
en tablas de piedra. La Nueva Alianza, que ya se anuncia en Jeremías, estará en el
corazón de cada hombre y se hará realidad en la muerte y resurrección de Jesús.
En el Antiguo Testamento, se fueron dando diversas alianzas que Dios hizo con su
pueblo: Noé, Abraham, Moisés. Todas fueron signo de la que se hará definitivamente
con Cristo y que se actualiza en cada Eucaristía.
Cuando los cristianos celebramos y compartimos la Eucaristía estamos renovando,
para nuestro tiempo, la Nueva Alianza que se actualiza y se hace presente en la
celebración de cada
122
PUNTOS PARA DESARROLLAR EL ENCUENTRO
La Alianza
123
“Yo y mi Padre somos una misma cosa” (Jn. 10, 30).
“El Padre está en mí y yo estoy en el Padre”. (Jn 10, 38; 14, 9b).
“El que me ha visto a mi ha visto a mi Padre”. (Jn. 14, 9).
“El Padre que está en mi obra por mi” (Jn. 14, 10). Etc…
Jesús reclama que en su persona, Dios mismo presente y obrando. Para las
autoridades religiosas esto fue lisa y llanamente una blasfemia y el motivo para el
reproche: “¿Qué haces de ti mismo?” (Jn. 8, 53). Esta fue la razón más profunda de su
rechazo, condenación y muerte. Como sentencia de muerte se podía leer entonces
también, sobre su cabeza en la cruz: “Jesús de Nazareth, rey de los judíos”, quiere decir:
¡el que se autoproclamaba “Mesías”.
Un Camino Eucarístico
La última Cena que Jesús comió con sus apóstoles no era otra cosa que la
celebración de la Pascua Judía.
Toda celebración pascual judía se sitúa entre la cena sacrificial del cordero que
precedió al paso del Mar Rojo (con el mandato de celebrarla anualmente) y el futuro
banquete escatológico. En el rito, en la época de Cristo, se sacrificaba el cordero pascual y
se comía junto con sus panes ácimos e hierbas amargas. Se leían y recordaban los
hechos del Éxodo junto con el rezo del salmo.
No era un rito vació de contenido. De algún modo cada celebración actualizaba la
salvación obrada por Dios a favor de su pueblo.
Jesús actualiza la pascua judía y, tomando el hecho de la liberación de la esclavitud,
le da un nuevo significado: El Será el cordero que se entregará por su pueblo esclavo del
pecado y de la muerte.
Nos deberíamos estremecer cada vez que escuchamos las palabras de la
consagración: “esto es mi cuerpo que se entrega por vosotros…” “Esta copa es la Nueva
Alianza sellada con mi sangre, que es derramada por vosotros” (Lc 22, 19-20).
Cristo se entrega por mí y por todos los hombres de todos los tiempos. El anticipa
esta entrega en la Cena tomando el pan que será su Cuerpo ofrecido por nosotros.
Un capellán militar relataba este episodio que decía ser el más conmovedor y
ejemplar de cuantos había tenido ocasión de protagonizar en su larga experiencia
sacerdotal.
“Visitando un día a los enfermos de un pequeño hospital de campaña, me encontré
con un artillero herido que presentaba un síndrome avanzado de afección tetánica.
Lo preparé para recibir el sacramento de la Penitencia. Era la primera vez que lo
hacía. Pronuncié a su oído palabras de paz, consuelo y confianza en el Señor, y me
dispuse a ir en busca de los santos óleos a fin de administrarle la Unción de los enfermos.
En eso escucho la voz apagada del moribundo que me dice:
-Padre, ¿no me trae la Sagrada Comunión?
Su estado no se lo permitía. Tenía la boca horriblemente contraída y obturada por la
enfermedad. Traté de consolarlo:
-Te administraré la Sagrada Comunión cuando hayas mejorado. Pero el enfermo me
replicó con voz suplicante:
-¿No ve, padre, que me estoy muriendo? Yo quiero recibir al Señor…
-Basta por ahora que tengas el deseo ardiente de recibirlo. No puedes abrir la boca
para comulgar.
124
El enfermo miró alrededor y encontró de inmediato la solución: extendió la mano y
tomando una cuchara que había sobre la mesa de luz, me suplicó heroicamente:
-Con esta cuchara me abrirá la boca. Quiero recibir a Jesús antes de morir…”
“Por eso, el Señor Jesús, “el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6). Se dirige al
corazón anhelante del hombre, que se siente peregrino y sediento, al corazón que suspira
por la fuente de la vida, el corazón que mendiga la Verdad”. (Sacramentum Caritatis 2.
Benedicto XVI).
El destino del hombre es luchar por amor hasta el último instante de su vida.
El que quiere llevar una vida espiritual seria deber luchar para que ésta crezca, se
desarrolle, evolucione, avance, tienda a la santidad.
Debemos luchar contra nuestra comodidad, pues son miles los pretextos que
ponemos para no crecer en la vida interior. De qué vale que se diga que aquella persona
es muy rezadora pero su vida deja mucho que desear: es vaga, informal, frívola,
desordenada, perezosa, inútil… Frente a esta realidad deberíamos meditar las palabras de
Jesús: “Quien es fiel en lo poco también lo es en lo mucho, y quien es injusto en lo poco,
también lo es en lo mucho” (Lc 16, 10).
Cuántas veces descuidamos la vida eucarística con el pretexto de que tenemos
muchas actividades, que, al final, llenan los días de un vació existencial.
No ver las cosas con los ojos de Dios, nos lleva al desaliento, al cansancio, y por qué
no decir, al hastío. El hombre que lucha por corresponder a su vocación de ser un alma
eucarística, después de contemplar a Jesús en el sagrario, se acostumbra a ver a Dios
detrás de todo, a saber que El lo espera siempre y que le reclama que lo siga con fidelidad.
Hemos de caminar por la vida con una preocupación sincera de luchar; para no perder su
divina compañía.
Cuando entramos en intimidad con Jesús, en el sacramento de la Eucaristía,
descubrimos su bondad para con nosotros y para con todos los hombres; siempre
dispuesto a oírnos, El jamás se cansa de escuchar y, sin embargo, nosotros nos cansamos
de ir a su encuentro.
“El hombre para caminar en su justa dirección, necesita ser orientado hacia la meta
final. Esta meta última, en realidad, es el mismo Cristo Señor, vencedor del pecado y la
muerte, que se nos hace presente de modo especial en la Celebración eucarística. De este
modo, aún siendo todavía como “extranjeros y forasteros” (1Pe. 2, 11) en este mundo,
participemos ya por la fe de la plenitud de la vida resucitada”. (Sacramentum Caritatis 30.
Benedicto XVI).
En un cambio de época en que el domingo ha dejado de ser el día del Señor, urge
una nueva evangelización. Para todos los hombres de buena voluntad debe ser el día de la
adoración y de la glorificación de Dios, del Santo Sacrificio, de la oración, del descanso,
del recogimiento, del alegre encuentro de la intimidad familiar.
Profundizar lo que es el sacrificio del altar lleva a mejorar nuestra vida espiritual y a
encontrar el centro y razón de nuestra existencia. En cada celebración Dios renueva su
pacto de amor por nosotros. “Presten atención y vengan a mi, escuchen bien y vivirán. Yo
haré con ustedes una alianza eterna, obra de mí inquebrantable amor…” (Is 55,3).
El vino a la Tierra para que los cansados y agobiados encuentren alivio; los enfermos
salud; los tristes, hallen alegría. “Vengan a mi…” (Mt 11, 28). Estas son palabras divinas
que encierran una realidad que, por la prisa y el activismo, a veces olvidamos.
La Alianza Nueva y Eterna se renueva en cada misa. Ahí se nos da la Buena Nueva,
recibimos la promesa de la vida eterna y de la verdadera redención, la promesa de llegar a
la Patria Eterna.
“Vengan a mi los que deseen, y sáciense de mis frutos, porque mi espíritu es más
dulce que la miel, y más suave que un panal…”. Los que de mí coman tendrán siempre
125
hambre de mí…. El que me obedezca no se avergonzará, y los que me sirvan no pecarán”.
(Ecl. 24. 26 – 30).
Reflexionemos: Cuando tocan las campanas para ir a misa, ¿con qué disposición
voy a ella? ¿El activismo en el que vivimos me hace entrar a la celebración muy llena de
mí y muy vacía de Dios?
Nº 1325: “La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios y la unidad del
Pueblo de Dios por las que la Iglesia es ella misma. En ella se encuentra, a la vez, la
cumbre de la acción por la que, en cristo, Dios santifica al mundo, y del culto que, en el
Espíritu Santo, los hombres dan a Cristo y por él al Padre”.
ORACIÓN
126
EL SILENCIO DE JESÚS
Sólo recuerdo que ya era tarde y estaba en mi sofá preferido con un buen libro en la
mano. En algún lugar entre la semiinconsciencia y los sueños, me encontré en aquel
inmenso salón; no tenía nada en especial salvo una pared llena de tarjeteros, como los
que tienen las grandes bibliotecas. Los ficheros iban del suelo al techo y parecían
interminables en ambas direcciones. Tenían diferentes rótulos. Al acercarme, me llamó la
atención un cajón titulado: “Muchachas que me han gustado”. Lo abrí descuidadamente y
empecé a pasar las fichas. Tuve que detenerme por la impresión, había reconocido el
nombre de cada una de ellas: ¡se trataba de las chicas que a mí me habían gustado! Sin
que nadie me lo dijera, empecé a sospechar dónde me encontraba. Este inmenso salón,
son sus interminables ficheros, era un crudo catálogo de toda mi existencia.
Un sentimiento de expectación y curiosidad, acompañado de intriga, empezó a
recorrerme mientras abría los ficheros al azar para explorar su contenido.
Algunos me trajeron alegría y momentos dulces; otros, por el contrario, un
sentimiento de vergüenza y culpa intensos que tuve que volverme para ver si alguien me
observaba.
El archivo “Amigos” estaba al lado de “Amigos que racioné” y “Amigos que abandoné
cuando más me “. Los títulos iban de lo mundano a lo ridículo. “Libros que he leído”,
“Mentiras que he dicho”, “consuelo que he dado”, “Chistes que conté”, otros títulos eran:
“Asuntos por los que he peleado con mis hermanos”, “Cosas hechas cuando estaba
molesto”, “Murmuraciones cuando mamá me reprendía de niño”, “Videos que he visto”…
No dejaba de sorprenderme de los títulos.
Estaba atónito del volumen de información de mi vida que había acumulado. Cada
una de las tarjetas estaba escrita con mi letra, cada una llevaba mi firma. cuando vi el
archivo “Canciones que he escuchado” quedé atónito al descubrir que tenía más de tres
cuadras de profundidad y, ni aun así, vi su fin. Me sentí avergonzado, no por la calidad de
la música, sino por la gran cantidad de tiempo que demostraba haber perdido. Cuando
llegué al archivo: “Pensamientos lujuriosos” un escalofrío recorrió mi cuerpo. Solo abrí el
cajón unos centímetros. Me avergonzaría reconocer su tamaño. Saqué una ficha al azar y
me conmoví por su contenido… No necesitaba ver más… Un instinto animal afloró en mi.
Un pensamiento dominaba mi mente: Nadie debe entrar jamás a este salón… ¡Tengo que
destruirlo! En un frenesí insano arranqué un cajón, tenía que vaciar y quemar su contenido.
Pero descubrí que no podía siquiera desglosar una sola hoja del cajón. Vencido y
completamente indefenso, devolví el cajón a su lugar. Apoyando mi cabeza en el
interminable archivo, testigo invencible de mis miserias, empecé a llorar.
En seso, el título de un cajón pareció aliviar en algo mi situación: “Personas a las que
les he compartido el Evangelio”. La manija brillaba, al abrirlo encontré menos de diez
tarjetas. Las lágrimas volvieron a brotar de mis ojos.
Caí de rodillas al suelo llorando amargamente de vergüenza. Y mientras me limpiaba
las lágrimas, lo vi. ¡Oh No!, ¡por favor no! ¡El no!, ¡cualquiera menos Jesús! Impotente vi
cómo Jesús abría los cajones y leía cada una de mis fichas. No soportaría ver su
reacción. En ese momento no deseaba encontrarme con su mirada. Intuitivamente Jesús
se acercó a los peores archivos. ¿Por qué tiene que leerlos a todos? Con tristeza en sus
ojos, buscó mi mirada y yo bajé la cabeza de vergüenza, me llevé las manos al rostro y
empecé a llorar de nuevo. El se acercó, puso sus manos en mis hombros. Pudo haber
dicho muchas cosas. Pero El no dijo ni una sola palabra. Allí estaba junto a mí, en silencio.
Era el día en que Jesús guardó silencio… y lloró conmigo. Volvió a los archivadores y,
desde un lado del salón, empezó a abrirlos, uno por uno, y en cada tarjeta firmaba su
nombre sobre el mío. ¡No!, le grité corriendo hacia El. Lo único que atiné a decir fue sólo
¡no!, ¡no!, ¡no! Cuando le arrebaté la fecha de su mano. Su nombre no tenía por qué estar
en esas fichas. No eran sus culpas, ¡eran las mías! Pero allí estaban, escritas en un rojo
vivo. Su nombre cubrió el mío, escrito con su propia sangre. Tomó la ficha de mi mano, me
miró con una sonrisa triste y siguió firmando las tarjetas. No entiendo cómo lo hizo tan
rápido. Al siguiente instante lo vi cerrar el último archivo y venir a mi lado. Me miró con
127
ternura a los ojos y me dijo: “Todo esta consumado, está terminado, yo he cargado con tu
vergüenza y culpa”. En eso salimos juntos del salón…
Utilización Pastoral
En nuestra vida, muchas veces nos alejamos del camino señalado por Dios
¿cuáles son los motivos que nos llevaron a distanciarnos de su amor?
(Escuchar).
¿Cómo estamos respondiendo a la invitación que nos hace Jesús cada
domingo? (Escuchar).
¿Seremos capaces de renovar con Jesús esa Alianza que él hizo con
nosotros en la cruz, respondiendo como verdaderos discípulos suyos?
(Escuchar).
128
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
MOTIVACIÓN:
TENER PRESENTE:
• Jesús mismo nos dice cuál es su misión, cuando lee al profeta Isaías en la sinagoga.
(Is, 61, 1 – 3), como lo refiere el evangelista Lucas (Lc. 4, 14, 21).
• También lo hace en el diálogo con Nicodemo, Cristo ratifica par qué vino (Jn, 3, 17 –
18).
• Jesús nace para salvar y no para condenar, porque vino para que todos los hombres
seamos felices, viviendo siempre en su amistad, en la tierra y en el cielo.
• Cuando Cristo envía a los Apóstoles por el mundo, después de su Ascensión al cielo
les da la misión de anunciar la salvación a todos los hombres, asegurando, con su
129
presencia permanente, el fruto de l predicación apostólica (Mt. 28, 18 – 20 y Mc. 16,
15 – 20).
• Sólo quien rechace voluntariamente y con plena conciencia la salvación, se
condenará.
Vida Nueva
Todos los hombres buscamos y queremos la salvación, la felicidad, porque Dios nos
ha creado para ser felices, en esta vida y en la eterna.
La vida es el mejor regalo de Dios al hombre. Y Dios es un Dios de vida. En Jesús
resucitado Dios se ha hecho vida para siempre. En el cristiano la vida es Dios mismo
derramada en el corazón por su Espíritu, Señor y dador de vida. La vida está situada en el
“corazón de nuestro corazón” que es Dios. Y éste es el reto. Y ésta es la búsqueda; no
hacia fuera, sino hacia dentro. Buscar en lo escondido es encontrarse con lo profundo, con
aquello que da sentido real y auténtico a la vida. Y encontrarla es vivir una experiencia de
gratuidad, de don, de regalo, de fiesta.
La constitución Pastoral “Gaudium es Spes”, del Concilio Vaticano II, sobre la Iglesia
en el Mundo Actual, analiza la condición del hombre en el mundo moderno, e interpretando
a la luz del Evangelio los signos de los tiempos, esboza las características del mundo de
hoy.
“El género humano se encuentra en una nueva era de su historia, caracterizada por
la gradual expansión, a nivel mundial, de cambios rápidos y profundos. Estos cambios
recaen sobre e mismo hombre, sobre sus juicios y sus deseos, sobre su modo de pensar y
reaccionar ante las cosas y los hombres. Podemos hoy hablar de una auténtica
transformación social y cultural, que influye también en su vida religiosa” (Gs4).
La vida es bella y maravillosa. Y hay que hacer “algo grande y hermoso para Dios”.
La vida hay que devolvérsela a Dios derramada en otras muchas vidas, sembrada en otros
muchos campos. La vida se nos ha dado para darla; la vida tiene vida cuando la gastamos
con los otros, la vida es vida cuando amamos. Porque vivir es amar. Porque vivir es
olvidarse uno de sí mismo y hacerse don al necesitado. Porque vivir es subir a lo alto de la
Cruz, de donde viene toda vida, y hacer lluvia de paz y bien sobre los hombres. Vivir es
gastarse en servicio al Reino, la causa de Jesús, la razón profunda de su vida.
Un sacerdote, el padre Luis Horacio Casella en un artículo escribía lo siguiente:
A veces los cristianos nos hacemos esclavos de las circunstancias, por ejemplo
cuando vamos a un velatorio, disponemos nuestro corazón para acompañar el dolor de los
deudos y buscamos la estola morada para rezar el debido responso, y, sin embargo no voy
a olvidar nunca el clima de alegría y fiesta que presencié, siendo seminarista, en el
velatorio y sepelio de un dirigente de Cursillos de Cristiandad. No pocos han de pensar que
se debe tratar de una locura con rasgos de psicosis colectiva, pero lo cierto es que el
cristiano no tiene puesta su mirada en la muerte sino en la Vida Eterna, y si esto ha llegado
a lo profundo de su corazón, la partida de los seres queridos se vive como Pascua y no
como Viernes Santo.
Casi en una misma predisposición fui en una ocasión a visitar a una abuela de
ochenta años que se había roto la cadera. Mientras estaba en el ascensor de la clínica iba
tratando de acomodar mi corazón al dolor que la mujer estaba padeciendo, y pensando
qué palabras podía emplear al enfrentarme con la pobre sufriente. Sin embargo fue ella la
que lo expresó todo, se alegraba de mi visita, y por sobre todo se alegraba de que Jesús la
hubiera escogido para cargar esa cruz con la que esperaba poder redimir almas del
purgatorio. ¿Acaso esa mujer deliraba de dolor? No, más bien tendríamos que
preguntarnos sobre la magnitud de su fe que la llevaba a vivir su fractura como gracia y no
como desgracia.
Y es que el Espíritu de Dios infunde vida nueva, eso es lo que nos permite ver la
vida desde esta nueva perspectiva, la que nos trae Jesús resucitado. “En realidad, el que
está en Cristo, es un criatura nueva, lo viejo a pasado, existe algo nuevo” (2Cor 5, 17).
130
Como cristianos confesamos teóricamente que el Espíritu debe “renovar la faz de la
tierra”. Pero en la práctica no es así, sino que confiamos más en el mundo viejo, en
realidad nos negamos a ser renovados y fortalecidos por el espíritu de Dios; estamos muy
cómodos en nuestro mundo viejo, quedándonos estancados, empantanados, y
hundiéndonos cada vez más en nuestras propias huellas. Es necesario dejarse encontrar
por Jesús.
Sin experiencia fuerte de encuentro con Jesús es imposible seguirle. Porque este
encuentro revoluciona la vida, la pone en otro clima, la hace entrar en otro proyecto, la
introduce en otro mundo de valores. El encuentro con Jesús es posible desde la fe.
La fe es adhesión a Alguien y no a algo. Así lo entendieron los primeros discípulos
en el encuentro con el Maestro. Les impresionó su vida. Los entusiasmó su persona. Y le
siguieron a El. Y poco a poco fueron asumiendo su doctrina, su programa de vida, su
camino. Su Evangelio.
La Misión
“Señor, dame lo que pides, y pídeme lo que quieras” (San Agustín, Obispo).
A todos los bautizados Dios nos regaló la gracia de ser instrumentos de su reino. A
cada uno según sus capacidades o limitaciones; a todos en nuestro tiempo, ambiente, etc.,
nos llama a evangelizar.
Somos, por vocación divina: evangelizadores, testigos de Jesucristo, constructores
de una nación – Patria Nueva- por la novedad del evangelio; somos semilla de la Cultura
de La Vida, herramientas libres en sus divinas manos para la edificación de su Santa
Iglesia (comunión – Misionera – solidaria – Casa y escuela de Oración, Casa y Escuela de
servicio).
Al igual que la Filiación Divina, la liberación del pecado original, las Virtudes
Teologales y las Cardinales y tantos otros dones: en el Bautismo Dios y la Iglesia nos
regalaron todo lo necesario para ser misioneros de nuestra cultura y de nuestro tiempo,
donde todo ya está dado a cada uno. Dios ya lo realizó para nuestra felicidad y el bien de
quienes nos rodean, de quienes son nuestros contemporáneos.
Este don de ser misioneros y evangelizadores, nos llama a asumir un mayor
compromiso de ejercer ese servicio y ministerio: trabajar por la paz de Cristo en el reino de
Cristo.
Este Don de Dios es cada día tarea a desarrollar, a trabajar, a fortalecer, a practicar
y a ejercer a favor de nuestro tiempo, de nuestra Patria, de nuestra sociedad.
La realidad que nos rodea necesita que cada uno de los fieles laicos; emprendan
cada uno, la tarea evangelizadora con auténtica pasión por Jesucristo y absoluta actitud de
servicio, capacitando su corazón y su inteligencia, fortaleciendo la voluntad, y, madurando
en la recta razón, se forjen en la escuela de las virtudes humanas y cristianas. Y así
regalen, donen físicamente todo lo necesario de sí mismos, para que brille el esplendor de
la Verdad que los hará a todos auténticamente libres.
El don de ser Hijos de Dios y la vocación evangelizadora, nos pide asumir el don y
la tarea, pidiendo como gracia de Dios, ser perseverantes, ser fieles. La perseverancia en
el bien, la fidelidad en el Amor y en la caridad social, hay que pedirlos siempre en la
oración, en la contemplación de Cristo, en la devoción mariana, en la vida sacramental.
131
Los Pobres
132
Porque la única salida posible es el amor, como el que Jesús vivió y nos enseñó
que llega a dar hasta la vida por los hermanos.
ORACIÓN
Lo material, al pasar por las manos del hombre, se transforma en artículo de amor.
Hazme comprender, Señor, cuánto amor entregan los que confeccionan abrigos,
siembran trigo, barren las calles, construyen las casas, arreglan las averías, escuchan los
problemas, o simplemente estudian para el trabajo y el servicio del mañana.
Dadme, Señor, la Gracia de ofrecerte el trabajo cotidiano como un gesto litúrgico, como
una misa viviente para tu gloria y el servicio a los demás.
AMÉN
133
HISTORIA DE UN PUENTE
Cuando llegó el hombre aquél –pequeño, de ojos brillantes en un rostro que tenía
algo de payaso- yo tenía 17 años y vivía al otro lado del torrente. En primavera y
comienzos del verano, desbordaba o el agua helada y sucia de la montaña, corriendo en
mil remolinos y arrastrado troncos que chocaban entre sí.
El hombre aquél construyó su casa cerca del torrente. Durante la semana
desaparecía; luego me enteré que trabajaba en un aserradero. Los sábados llegaba
apurado a su choza y comenzaba a voltear grandes troncos.
Muchos de nosotros nos preguntábamos ¿para qué tanto esfuerzo luego de trabajar
toda la semana? ¿Qué juego traía entre manos con aquel trajinar de troncos? Pero todos,
con mayor o menor indiferencia lo dejábamos hacer. No molestaba a nadie... y algún día
se cansaría de tanto movimiento inútil.
Un fin de semana se acercó a mi choza y me pidió que le prestara una yunta de
bueyes.
-Quiero arrastrar troncos-, dijo.
Mi tía se la cedió por curiosidad. Al rato vimos que empujaba los troncos hacia el río.
Va a hacer una balsa, supusimos. Pero no. Mi asombro fue grande cuando le vi cavar un
pozo y enterrar un enorme tronco. Luego arrastró piedras para asegurarlo. Mi tío lo
observó durante todo el día hasta que descubrió el misterio de su emprendimiento: -quiere
hacer un puente-, afirmó.
Desde entonces hubo risas y comentarios sobre la inutilidad de aquel puente.
“Es una empresa económica, entretenida y sencilla”- dijo alguien, bromeando.
“Está loco, piensa que va a poder hacerlo”.
“Ya se va a desanimar cuando caigan las primeras lluvias”.
Otros dijeron enojados: “No tenemos que dejarlo, la gente de la ora orilla no nos
interesa... hemos vivido separados hasta ahora y así estamos bien. ¡Dicen que son gente
medio rara! ¿No nos harán daño? Mejor cuidarnos de ellos”.
Y así cada uno iba dando su opinión al respecto. Pero el hombre seguía inmutable en
su tarea. Avanzaba despacio pero seguro...
Nunca me pidió que lo ayudara, pero sin darme cuenta me puse a ayudarlo...
después de un rato, comentó: -va a ser lindo cuando podamos pasar el río.
El otro fin de semana me arrimé acompañado de dos amigos. Se nos unieron a su
vez dos hombres y una mujer de la ribera de enfrente.
Durante la jornada hubo bromas y cuentos. Entonces me di cuenta que “los de
enfrente” no eran tan malos como decían mis vecinos. Empezamos a saludarnos sin
amistad y sin prejuicios.
Al tercer mes éramos cerca de cuarenta trabajando en el puente. Lo habríamos
terminado pronto, de no ser por un violento altercado. Unas copas de más y una clara
rencilla por la jefatura entre Manuel, el carpintero, y Juan, el que trabajaba el hierro.
Los que antes se reían, ahora se jactaban de haberlo advertido a tiempo. No faltó
quien comentara: “Ya lo decía yo al comienzo, el puente no servía nada más que para
problemas. Más vale dejar todo como está y olvidarlo todo. Cada cual a su orilla y se
acabó”.
Cayeron las lluvias del verano, que paralizaron aún más la tarea, como si el clima
también estuviera contrariado. Una noche el río desbordó y en su creciente arrastró
consigo nuestros troncos y empujó las piedras enormes como si fuesen piedritas. Sólo
quedaba del proyecto un andamiaje vencido y semi- hundido que de nada serviría ya.
Ante el desastre, siguieron los comentarios:
“Uno no puede ponerse a construir así como así. ¡Un puente es una obra de
ingeniería!”
“Ese hombre es un soñador que la lluvia se encargó de despertar... tenía que ser
así”.
“Me da pena por la ilusión de tantos vecinos, pero tarde o temprano tenían que darse
cuenta”.
Pero una mañana, tempranito, el hombre empezó de nuevo. De nuevo, sin nada. De
nuevo, sin cómplices. De nuevo, en silencio. Y de nuevo se le empezó a arrimar la gente.
134
Muchos eran los jóvenes que lo hacían porque les resultaba divertido. Otros eran
adultos como él.
Tardamos tres semanas en terminar de limpiar la costa y en cinco meses la
construcción de la estructura de troncos. Al sexto mes poníamos barandas: - unas
barandas, para que los niños puedan correr por el puente sin peligro – dijo el hombre.
Fuimos ochenta en trabajar en las barandas. Por la tarde, ochenta y uno, cuando
llegó mi tío, que no había participado hasta ahora, fue el último en incorporarse. Esa
noche, muertos de fatiga, no nos separábamos de al lado de nuestro puente, todos
alrededor de un gran fuego.
Entonces nos dimos cuenta de que amábamos el puente, el río y que nos gustaba
estar juntos. Era verdad. Pero nos habíamos peleado y no todos trabajamos parejo.
También era verdad. Y llevaríamos esa verdad en la memoria para las mil empresas que
luego emprenderíamos.
UTILIZACIÓN PASTORAL
1. Leer el relato con atención en forma grupal. Luego compartir los sentimientos,
ideas, realidades que evoca la narración.
2. Identificar los diferentes personajes que aparecen el él (quien construye,
quien ayuda, quien desconfía, quien mira de lejos, etc.), reconocerlos tratando
de inferir las motivaciones por las que dichos personajes responden como
responden.
3. Debatir dentro del grupo: ubicándonos como constructores de puentes ¿cómo
ponderamos a quienes nos critican? ¿buscamos comprenderlos, o
inicialmente descalificamos su opinión?
4. ¿Conocemos en nuestras comunidad, familia, etc. Alguna persona que
podamos identificar como incansable constructor de puentes?
135
1º Año de Confirmación
CITAS BÍBLICAS
(Mt, 5, 1 – 12)
(Sal, 16, 1 – 11) “Felices los que tienen
“Me mostrarás la senda de la espíritu de pobre, porque de
vida…” ellos es el Reino de los
Cielos
MOTIVACIÓN
TENER PRESENTE
136
padres para que, durante las vacaciones, hagan todos los días una oración al
Espíritu Santo, recordando su acción de renovación en la Iglesia y en cada hombre.
El Espíritu Santo es como el motor invisible de la Iglesia. Cuando Cristo
desaparece visiblemente deja a la Iglesia su Espíritu para que la anime, la
fortalezca, la ilumine, la llene de su amor y le ayude a vivir cada vez más en la
unidad.
Las Bienaventuranzas
137
Las Bienaventuranzas de San Mateo
Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de Dios. Dichosos los
afables, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los afligidos, porque ellos serán
consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán
saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por ser justos, porque
de ellos es el reino de Dios. Dichosos seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra
vosotros toda suerte de calumnias por causa mía. Alegraos y regocijaos, porque vuestra
recompensa será grande en el cielo. (Mt 5, 3 – 12).
138
Trabajar por la paz es ayudar a acercar y reconciliar a personas, familias, grupos,
entre sí.
La primacía del amor fraterno y de la construcción de la fraternidad cristiana en el
mensaje de Jesús, viene a ser el hilo conductor no sólo de estas bienaventuranzas activas
de San Mateo, sino de todo el sermón del monte, que es el desarrollo de sus ocho
bienaventuranzas. De ahí que al concluir su discurso en la montaña, Jesús lo resume en
una conclusión que para sus oyentes es la reiteración del mandamiento supremo del amor:
“Por tanto, todo lo que queráis que hagan con vosotros los hombres, hacedlo también
vosotros a ellos, porque en eso consiste la Ley y los profetas” (Mt 7, 12).
“Dichosos los limpios de corazón…” ¿Quiénes son los puros de corazón?
Aquellos que han arrancado de su espíritu las malas tendencias. Se trata de la pureza
según la ética del evangelio, para aproximarse al Dios santo. Rectitud moral, ausencia de
falsedad, es la forma como también los salmos identifican a los de corazón puro. No
bastan las buenas intenciones para vivir el ideal del evangelio, sino que es necesario poner
actos buenos y consecuentes.
Los de corazón puro “verán a Dios”. Ver a Dios es la promesa novedosa de Jesús.
Recordemos que como vimos en los encuentros anteriores, en la antigua tradición bíblica
no se podía “ver a Dios” (p. Ej. Moisés en la zarza ardiendo), y aquel que veía a Dios tenía
que morir. Jesús en cambio ofrece en esta bienaventuranza la visión real del Dios
auténtico, y lo reiterará a través de su enseñanza. “La vida eterna es que te conozcan a ti,
el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo” (Jn 17, 3).
El Dios en el cual creemos y adoramos, al cual seguimos, es el Dios de las
bienaventuranzas. Un Dios que ama sin predilección y que se pone al lado de los pobres,
los afligidos, los perseguidos injustamente, los que el “mundo” rechaza y desprecia. Un
Dios tolerante, de larga paciencia, manso y humilde en su actuar. Un Dios misericordioso,
que sabe perdonar indefinidamente y que es solidario con sus hijos más débiles y
necesitados.
Un Dios que desea ardientemente el advenimiento de la santidad y los valores del
Reino en la tierra, y que nos llamó a colaborar en esta tarea compartiendo esta su hambre
y su sed, un Dios, en fin, al que podremos ver tal cual es, y cuya experiencia en la tierra
nos es adelantada, a causa de cristo, en la noche luminosa de la contemplación.
Caminar por la vida es un desafío, una aventura y también una oportunidad. La ruta
no siempre es llana; hay curvas y senderos, y no siempre está bien señalizada. No
obstante, tenemos que avanzar por ella y descubrir que, a pesar de todo y tal vez, gracias
a todo, la vida es una aventura hermosa, un desafío apasionante y una oportunidad para
serlo que Dios nos propone que seamos.
Cuando por ella caminamos cotidianamente, suele ocurrirnos que vamos apurados,
con la cabeza llena de las ideas que nos preocupan, sin mirar a los costados, sin percibir
tanta grandiosidad escondida en la pequeñez de los seres y cosas que a diario pasan a
nuestro lado.
El hombre de fe, como el poeta, tienen esa mirada que llega al interior del otro y les
permite comprender la importancia de lo que parece pequeño o insignificante.
Sabemos que hasta el que hace el trabajo más humilde construye el Reino de Dios,
cuando hace de su trabajo una oración. Y justamente por esto, la alegría en él es sinónimo
de paz interior.
Hemos de proponernos entonces, con un abrazo abierto, con sonrisa franca, estar
dispuestos a realimentar el entusiasmo, la alegría, amar la vida, canta a la vida, porque el
hombre de fe es un optimista a pesar de…
Como aquella catequista que realmente y con urgencia tenía que pedir “el pan de
cada día” al rezar para que comiera ella y cada uno de sus cinco hijos, ella sin un trabajo
estable y con el marido alcohólico y sin ninguna ocupación seria. Sufría los desbordes del
arroyo que le inundaban su casa varias veces al año, con las consabidas secuelas de
problemas desalad y falta de medicamentos para sus hijos. Sin embargo nunca en sus
139
labios una queja; jamás un reproche, sino más bien la gratitud a Dios por lo que no le
faltaba, la alegría cotidiana de poder compartir lo poco que tenía con los enfermos que
visitaba en el barrio, la felicidad de recibir a cada hijo que fue irrumpiendo en el hogar, la
generosidad de hacer espacio a los familiares sin techo, y la capacidad de cargar nuevos
problemas con una sonrisa y la confianza en Dios.
No ignoramos la tristeza porque es parte de la vida, pero no debemos quedarnos en
ella sino avanzar. Aprender a abrazar la vida perdonando hasta los golpes que nos dé.
Mirar la vida de frente será entonces aprender a saludar cada nuevo día como regalo
de Dios. Al abrir la puerta descubriremos que lo cotidiano se ha transformado, porque
estará teñido con nuestro nuevo estado de ánimo, porque miraremos lo habitual con
mirada nueva y aprenderemos a amar la sencillez…
En este milagro de existir, seamos fieles a las cosas simples que nos hacen sentir
verdaderamente humanos, para que así el alma crezca de otro modo y en proporción
inversa a los años que pasan, cuando se ha perdido la capacidad de asombrarse, de
agradecer y amar.
Creamos firmemente en la infinita PROVIDENCIA de Dios.
ORACIÓN:
140
PROPUESTA DE TALLER SOBRE LA ALEGRÍA
“La alegría que nos ofrece Jesús en su Palabra es un fruto del Espíritu Santo “(Gál. 5, 22).
“Una nota característica del Reino de Dios” (Rom. 14, 17) “y de la vida del cristiano” (Hech.
2, 46).
No se trata del entusiasmo pasajero, sino del gozo que, más allá de las circunstancias, nos
acompaña en nuestro camino. Alegría que brota de la comunión con el Señor, de estar
confiados en sus manos, de la seguridad de su compañía y protección en todo tiempo.
PRIMER MOMENTO
Les proponemos trabajar con algunas frases sobre la alegría. Cada uno debe elegir una y,
en cuatro grupos, se les da 15 minutos para compartir.
Frases:
1: “Enseña a los hombres que no tienen otro deber en este mundo que la alegría”
(Paul Claudel).
2: “La sociedad tecnológica ha logrado multiplicar las ocasiones de placer, pero
encuentra muy difícil engendrar la alegría. Porque la alegría tiene otro origen. Es
espiritual”. (Pablo VI).
3: “Si decae tu alegría, se extinguirá la de los demás. Si conservas tu alegría, seguro
que los demás acabarán siendo mejores”. (Cabodevilla).
4: “La alegría es la piedra filosofal, que todo lo convierte en oro”. (Franklin).
5: “La persona está creada para la alegría; el hombre no puede vivir largo tiempo sin
alegría”. (San Pablo de la Cruz).
6: “La alegría es como el sol: ilumina a quien la posee y reanima a cuantos reciben
sus rayos”. (J. C. Labaké).
7: “Podemos gozar de la alegría cuando descubrimos realmente que somos
necesarios”. (J.C. Labaké).
8: “Podemos gozar de la alegría, cuando descubrimos que lo importante, en cada
momento, es lo que, en cada momento, estamos haciendo”. (J.C. Labaké).
9: “La diversión viene de las cosas. La alegría, del interior de uno mismo”. (J.C.
Labaké).
10: “La alegría sale al encuentro de los que creen en ella”. (J.C Labaké).
Después se hace la puesta en común de la frase más elegida y la lista del punto 3.
SEGUNDO MOMENTO
Se propone hacer un trabajo con el Evangelio. En los mismos grupos, leen uno de los
cuatro textos y comparten sobre la base de las preguntas sugeridas.
Textos:
Lucas 1, 46-56. Magnificat.
Celebra todo mi ser la grandeza del Señor y mi espíritu se alegra en el Dios que me
salva. En verdad, el Todopoderoso hizo grandes cosas para mí, reconozcan qué santo es
su Nombre.
-¿Alguna vez experimenté la alegría de la acción de Dios en mi vida? ¿Cuándo? ¿En
qué circunstancias?
Lucas 6, 20-23. Bienaventuranzas
141
Felices ustedes si los hombres los odian, los expulsan, los insultan y los consideran
unos delincuentes a causa del Hijo del hombre. En ese momento, alégrense y llénense de
gozo, porque les espera una recompensa grande en el cielo.
-¿Alguna vez experimenté la alegría de sufrir dificultades a causa de mi fe?
¿Cuándo? ¿En qué circunstancias?
Lucas 10, 17 – 24. Regreso de los setenta y dos discípulos y revelación del
evangelio a los humildes.
Sin embargo, no se alegren porque someten a los demonios; alégrense más bien
porque sus nombres están escritos en los cielos.
-¿Alguna vez experimenté la alegría de conocer a Jesús y realizar su voluntad?
¿Cuándo? ¿En qué circunstancias?
Lucas. 15, 11 – 32. El hijo arrepentido y perdonado
Había que hacer fiesta y alegrarse, puesto que tu hermano estaba muerto y ha vuelto
a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado.
-¿Alguna vez experimenté la alegría de la reconciliación con Dios y con los demás?
¿Cuándo? ¿En qué circunstancias?
A modo de síntesis, cada grupo elaborará una frase sobre la alegría, que luego
pondrán en común.
TERCER MOMENTO
Se propone trabajar sobre algunos programas televisivos que tengan como propuesta
“entretener y alegrar” al televidente. Tratarán de discernir cuál es el concepto de alegría
que transmiten a través de este medio. Sugerimos mostrar algunas partes, previamente
seleccionadas de los programas, en caso de no ser posible, se recordarán episodios y
pasajes determinados. Para poder analizar críticamente este material, presentamos la
siguiente guía:
-¿Cuáles son los recursos que utilizan para generar “alegría” en el público? ¿Son
válidos? ¿Por qué?
-¿Cuál es el concepto de alegría que expresa el programa? ¿A qué cosas está
asociado este concepto de alegría?
CUARTO MOMENTO
Después del tiempo que haya requerido este trabajo, se propone realizar un debate
guiado por el matrimonio guía, donde se intentará establecer en qué consiste la alegría
que nos presenta la sociedad, a través de los medios de comunicación. Inmediatamente,
se retoman las frases que cada grupo elaboró a partir del trabajo con la Palabra de Dios y
se invita a pensar qué actividades pueden realizar que proporcionen “verdadera alegría”.
QUINTO MOMENTO
Finalizamos el encuentro con una oración espontánea, después de leer el siguiente
testimonio de la Madre teresa de Calcuta:
142
BIBLIOGRAFÍA
Verbo Divino.
Iglesia.
143
NAVEGA MAR ADENTRO. “Conferencia Episcopal Argentina”.
DEUS CARITAS EST. “Carta Encíclica” del Sumo Pontífice Benedicto XVI
a los Obispos, a los Presbíteros y Diáconos, a las personas Consagradas y
a Todos los fieles Laicos sobre “EL AMOR CRISTIANO”.
144
CUENTOS PARA VIVIR EN POSITIVO. “Cuentos y Reflexiones”. Mateo
Bautista / Roberto F. Ré. Editorial San Pablo.
145