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El Docente Venezolano en una

Sociedad de Incertidumbre.
El Siglo XXI se caracteriza por lo impredecible, la complejidad y la conflictividad
en la mayoría de los escenarios sociales, políticos y económicos del mundo,
características que se han generado como efecto del acelerado cambio en todos
los órdenes de la sociedad, dinamizado por la globalización de la tecnología, el
conocimiento y la información. En este contexto, la educación debe cumplir con la
función formadora de ciudadanos preparados para enfrentarse a los cambios,
fortalecidos en sus dimensiones personal, emocional y mental para empoderarse
de los avances científicos y tecnológicos con la visión de lograr mejores
condiciones para el desarrollo tanto individual como colectivo, asumiendo lo
colectivo desde la perspectiva global de la Humanidad . Para este propósito se
necesitan Docentes que posean conocimientos científicos y técnicos actualizados,
aunados a una sólida formación ética que sustentada en la sabiduría le permita
modelar e impulsar el cambio en la conducta de de sus estudiantes. Cambio para
el bien individual en el marco del bien colectivo, en lo social.

En atención a lo anteriormente expuesto, en esta línea de pensamiento


apuntamos que Docente no es quien hace una brillante disertación e impresiona a
sus estudiantes con lo que sabe. Docente es aquel que siembra en sus
estudiantes la inquietud por aprender, reflexionar y transmitir su aprendizaje para
construir una situación mejor. Ser docente es un acto de amor, de vocación, de
sentimientos buenos y bonitos, de preocupación y acción por lo comunitario, lo
colectivo, lo humano.

Al hablar sobre la función o rol del docente se involucran aspectos diferentes en


atención a la condición en los países llamados desarrollados y en aquellos que
sueñan con serlo algún día. En países donde el hambre, la violencia y la
discriminación, no representan un problema, el docente tiene roles, expectativas y
propósitos diferentes de los que debe cumplir en otros países que se encuentran
sumidos en graves conflictos sociales, políticos y económicos. Ser docente no
genera igual comportamiento en unos que en otros. Níger, Ucrania, Sierra Leona,
Afganistán, Haití, Nicaragua, Cuba, entre muchos otros, son escenarios
absolutamente diferentes, de Venezuela, Argentina, Chile, y la diferencia se
agranda cuando se observan otros países como por ejemplo, Alemania, Noruega,
Japón. Puede haber algunos puntos focales que sean de carácter universal en
cuanto a características y competencias, pero, los escenarios donde se
desenvuelven generan roles completamente diferentes.
En ese sentido, es necesario hablar del docente como un ser humano que ha
escogido la apasionante aventura de formar personas para que vivan y sean
felices, pero que también, es un ser humano que vive y sufre, los problemas, las
crisis, las contingencias propias de sus entornos en este mundo de hoy. Eso
significa que el docente es un sujeto de necesidades, motivaciones, expectativas,
en un marco determinado de principios y valores. El docente no puede ni debe
actuar aislado de su contexto social y cultural. No puede porque está allí enraizado
y experimenta los efectos de las variables del contexto: sociales, políticas,
económicas. No debe porque está formando personas, ciudadanos que proceden
y van a actuar en ese contexto por lo cual deben conocerlo, caracterizarlo y
transformarlo.

Al respecto, Savater Fernando, filósofo español, señala: “La educación es un


acto de coraje y no es aconsejable para cobardes. No hay que olvidar, de
todos modos, que todos los docentes somos seres humanos y muchas
veces estamos abrumados por las burocracias, por los bajos presupuestos y
por la falta de comprensión de la sociedad hacia nosotros. Pero aun así
actuamos, en la mayoría de las veces, con una escondida fe en lo que
hacemos”.

En esa línea, Antonio Pérez Esclarín, venezolano y educador, plantea con


relación a Venezuela: “Por estar muy convencido de que tanto la humanidad
como la educación atraviesan una profunda crisis de orientación y de
sentido, quiero comenzar mis reflexiones, con un ferviente llamado al coraje
y la esperanza. Sobre todo en estos tiempos en que parecemos hundidos en
una crisis interminable y sentimos que tanto el país como el mundo andan
derrumbados, a la deriva. Vivimos en la total incertidumbre y desencanto,
con una sensación de destierro, de orfandad, que nos ahoga.

Agrega, en Venezuela, nos sentimos rotos, divididos, terriblemente polarizados.


Donde las palabras, en vez de ser puentes que nos unen, son muros que nos
separan y alejan. Palabras convertidas en rumor que sobresalta, en grito que
intenta ofender y destruir. Palabras, montones de palabras muertes, sin carne, sin
verdad. Dichas sin responsabilidad, para salir del paso, para acusar al otro, para
sacudirse de la propia responsabilidad…. Por eso, en Venezuela necesitamos con
urgencia Aprender a Escucharnos… ¿Qué semillas sembramos en nuestros
hogares, centros educativos y aulas?
Con lo indicado por estos dos relevantes académicos, se confirma el presupuesto
que se ha abordado inicialmente sobre la influencia del contexto en la actuación
del docente de aula.

En consecuencia, para considerar el rol del docente en Venezuela se hace


necesario partir de la revisión de las condiciones actuales del contexto global y
local. Atendiendo a una perspectiva global se puede señalar que en la sociedad
actual se encuentran las siguientes características determinantes:

 Desarrollo acelerado de la Tecnología especialmente las TICS,


 Cambio Permanente en el Conocimiento,
 Jóvenes que manejan acertadamente los Medios Tecnológicos y gran
cantidad de información
 Descrédito del Poder en los diferentes ámbitos donde es ejercido,
 Descrédito de la Política,
 Cuestionamiento de valores, tabúes y creencias,
 Crisis social, económica y política: guerras, exclusión, fanatismos hambre,
miseria, drogas, violencia en todos los ámbitos, utilitarismo y pragmatismo.

En Venezuela observamos:

 Una sociedad dividida, terriblemente polarizada


 Ciudadanos presos de los rumores y la incertidumbre, amenazados por la
crisis social y económica
 El lenguaje , el habla, que nos diferencia de los otros animales en vez de
unirnos, nos separa porque son gritos emitidos para ofender y destruir , sin
respeto por sí mismo ni por los demás, palabras vacías, sin verdad, dichas
para salir del paso , acusar sin fundamento, excusar y evadir
responsabilidades, monólogos paralelos cada uno con su particular agenda.
 Ciudadanos expectantes, desesperanzados y espasmódicos.
 Una Sociedad fracturada en lo económico por la superposición de dos
modelos de desarrollo económico y social, ninguno de los cuales ha logrado
superar la pobreza, la dependencia económica, la corrupción, los bajos
niveles educativos, la delincuencia.
 Una sociedad que sufre esencialmente una crisis axiológica, crisis que
genera inevitablemente “productos sociales” como: La droga, la corrupción,
la proliferación del juego, el culto al dinero, el desborde a la propaganda del
sexo y la violencia, el facilismo, el hedonismo y la irresponsabilidad , el
deterioro de la institución familiar y de la institución educativa. Nuevas
plagas que corroen el tejido social impidiendo el sano desarrollo que el
cuerpo colectivo del país tiene derecho a realizar

En estos escenarios, la pregunta de los docentes es: Cuál es la Educación


que queremos para Venezuela?

En un mundo y un país donde sus habitantes se encuentran divididos y


agobiados por problemas que afectan la calidad de vida y en muchos casos la
sobrevivencia, urge que la educación sea la brújula que oriente. La finalidad de la
Educación debe ser el fortalecimiento del CIUDADANO , lo que conlleva a la
defensa de la libertad personal y el desarrollo de la convivencia y la comunidad.

La educación, no la instrucción, debe enseñar a vivir en Libertad, con principios y


valores de Ética, Justicia Social, Conciencia Ecológica, Solidaridad, Reflexivos y
Críticos. Debe enseñar al hombre a ser cada día más humano, conocerse, saber
lo que quiere y desea, que promueva y garantice la sana convivencia y la
ciudadanía responsable.

Enseñar que la Paz es el requisito esencial para la convivencia social, que pasa
por no agredir, ni permitir, la agresión física, verbal y psicológica. La agresión es
signo de debilidad moral e intelectual. Hay que aprender a resolver los conflictos
mediante los acuerdos y el diálogo, de modo que la estrategia sea ganar – ganar,
todos deben salir beneficiados, unir los esfuerzos para la creación, no para la
destrucción y el odio. Hay que luchar mediante la educación, por derribar las
barreras impuestas por el odio. Sólo así se logrará un mejor país.

Enseñar a dialogar, a escuchar la verdad que tiene el otro. No considerarse


portador de la única verdad para imponerla a los demás. Hablar de libertad de
expresión y democracia, son conceptos vacios de contenido cuando no se
escucha, ni se permite la libertad de otro para pensar y actuar conforme a sus
convicciones. Defender las propias convicciones pasa por el respeto a sí mismo y
el respeto por los demás.

Enseñar a cuidarse y a cuidar. Cuidar el ambiente, lo colectivo, los bienes


públicos. El desinterés por lo público lleva a la perversión de la corrupción. Hoy se
hace una plaza que mañana es abandonada porque la hizo fulano o zutano que
son de otra tendencia, el bien que es de todos se pierde y nadie lo defiende o
trata de preservarlo. El dinero público se despilfarra, se pierde, en vez de
utilizarse para garantizar alimentación, vivienda, salud y educación a los
ciudadanos. No hay quien defienda. Hay que enseñar esa defensa, liberarse del
miedo y el oscurantismo.

Enseñar a valorar la propia familia, la cultura, la religión, e igualmente, respetar las


familias, las culturas y religiones diferentes, combatiendo el dogmatismo,
fundamentalismo e intolerancia de quienes quieran imponer una única forma de
pensar, de creer y de vivir. La diversidad y el respeto a las minorías es tan
importante como el gobierno de las mayorías. El fanatismo es odio y desprecio a
la inteligencia, miedo a la razón.

Rescatar la conciencia de ser libres. Dios hizo a los hombres libres.


Desamarrarse de los miedos, miedo a perder el trabajo, miedo a perder la belleza,
miedo a quedarse sin dinero, miedo a perder el status social, miedo a ser
marginado por el pensamiento o condición. Hay que enseñar a ser libres, no
permitir la opresión ni la represión. Ello implica mucho valor y coraje, constancia y
sacrificio. Un docente no puede hablar de libertad si él no permite que sus
estudiantes expresen libremente sus opiniones en el aula. El docente impositivo y
autocrático, que cree ser el dueño de la verdad e imponerla en sus alumnos, no
está preparado para enseñar paz, convivencia ciudadana, democracia y libertad.
Un docente sin ética ni principios no puede enseñar honestidad, tolerancia,
diálogo, convivencia.

Es necesario decir que Ser Docente en Venezuela hoy, es cada día más difícil,
sobremanera para quienes trabajan en instituciones públicas, con jóvenes de los
estratos más pobres de la población. Por una parte debe actualizarse
permanentemente para adquirir nuevos conocimientos y desarrollar las
competencias que se derivan del adelanto científico y tecnológico y por otro lado,
está diezmado en su poder adquisitivo lo que le impide incorporarse a programas
de actualización y mejoramiento profesional, ya que se ve obligado a tener que
“rebuscarse”, tener diferentes trabajos, aquí y allá, para alcanzar un salario que le
permita vivir y cuidar de su familia en forma digna. Desde otra mirada también
debe enfrentarse a la indiferencia y desconocimiento del valor de la educación
entre sus estudiantes y sus familiares para quienes la escuela es un elemento
que solamente puede servirle en ocasiones para obtener una comida gratis.

En otra dirección, una gran mayoría de docentes venezolanos del sector público
percibe la amenaza de la burocracia gubernamental, que ha concebido el hecho
educativo como medio para la alienación política, enfatizando el control de
contenidos curriculares orientados a la tergiversación de la historia y el
sometimiento ideológico a una determinada doctrina.
Se pretende que el docente eduque en valores y aquí, también los docentes
venezolanos se enfrentan a la grave distorsión de ver como se habla y se
pregonan valores: paz, justicia, libertad, equidad. Sin embargo, los líderes del
país, la clase dirigente, a la hora de actuar, contradicen sus prédicas. Para tomar
un ejemplo. Aparece un líder , que debe ser imagen y modelo para la sociedad,
especialmente para quien lo sigue, a través de los medios de comunicación ,
amenazando con violencia verbal y hasta física a quienes le adversan , muchas
veces con armas de guerra en la mano. Cómo puede el docente que aspira formar
ciudadanos para la paz y la convivencia social, luchar contra esa imagen,
multiplicada infinitas veces por los medios, imagen que se asienta en el cerebro
de un joven estudiante?

En consecuencia, puede el docente venezolano hablar de libertad, autonomía,


respeto, diálogo, no violencia, si está sometido a estas incertidumbres? Si sus
palabras caen en el vacío porque la televisión, la realidad social y la élite política
demuestran todo lo contrario. Allí está la magnitud de la incertidumbre. Sin
embargo, quien haya escogido esta profesión debe saber que hoy más que
nunca, frente a situaciones críticas, frente a esta realidad absurda, el maestro
sigue siendo un referente, un ancla para sus alumnos. Nunca antes el rol docente
había sido de tanta complejidad y necesidad. Para superar los odios y la
intolerancia, para tener un país de ciudadanos, se requiere la acuciosa y
paciente labor del docente venezolano. Hoy más que nunca ser docente es un
acto de coraje y valentía. No es aconsejable para cobardes.

Profesora Enilda Lugo Ortega.

Magister en Gerencia de la Educación.

enilda.lugo@ gmail.com

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