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TEORÍA Y CR~TICALITERARIA
Director: D A R ~ O
VILLANUEVA Paul ~umthor

Introducción
a la poesía oral
Versión castellana
de M.' Concepción Garcia-Lomas

I Taurus Humanidades
Titulo original: A Marie-Louise
Inlroduction ri la poisie orale
o 1983, Éditions du Seuil

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e 1991, de la traducción, M.Toncepción Garcia-Lomas


0 1991, Altea, Taurus, Alfaguara, S. A.
Juan Bravo, 38. 28006 Madrid
ISBN: 84-306-0182-1
Depósito Legal: M. 101-1991
Printed in Spain

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sin el permiso previo por escrita de la editorial.
l . Presencia de la voz
>

Puede parecer irrisorio escribir un libro sobre la voz. Más aún


cuando fue una lectura la que lo inspiró, cristalizando las interro-
gaciones e intenciones dispersas que desde 1975 aproximadamen-
', te me incitaban a esta empresa. Me estoy refiriendo a la hermosa
obra de Ruth Finnegan Oral Poetry, que apareció en 1977 y que
se completó un año después con una rica antología.
La seiíora Finnegan ponia punto final a medio siglo de inves-
1 tigacioues sobre las tradiciones poéticas orales que Se observaron
Í aqui y allá por todo el mundo. Situaba este ensayo de síntesis
1 desde una perspectiva propia, desde los años cuarenta hasta la
i escuela anglo-americana de los Chadwick, Bowra, Lord y, bajo
su influencia, a alemanes como Bausinger: aquella incluso (ajena
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a la mayor parte de los franceses, más preocupados del formalis-
mo o de la historia) en la que parecían converger hacia el mismo
centro de perspectiva la antropología y los estudios literarios.
? La autora de Oral Poetry describe hechos y situaciones, re-
agrupándolos según diversas clasificaciones externas; se niega a
teorizar. Por otra parte, pone de relieve las formas poéticas vincu-
ladas de forma directa o indirecta a las tradiciones antiguas y a
las culturas preindustriales. De este modo se ha fijado un marco
que, de entrada, me ha hecho sentir la necesidad de flexibilizar,
quizá de romper. En efecto, las preguntas que me había formula-
do (inicialmente, a propósito de la civilización medieval) exigian

1 una serie de respuestas teóricas, así como una superación de las


divergencias culturales. Nos falta una poktica general de la orali-
dad*, que serviria para acoger a las investigaciones particulares y

I * La palabra -oralidad.> traducida de la palabra francesa *oralit6., se


refiere en este libro al ,'carácter oral» de la poesia. [N. de la T.]
unas nociones operacionales aplicables al fenómeno cuya grabación produce cientos de discos ... A pesar de la elo-
de las transmisiones de la poesía por medio de la voz y la memo- cuencia de tales cifras, la mayoría de los poetas las ignoran. En
ria, con exclusión de cualquier otra. efecto, hace ya mucho tiempo que, en nuestras sociedades, se ha
Lo que enseñaría esa poética se encontraría subsumido por extinguido la pasión por la palabra viva, expulsada progresiva-
una pregunta fundamental: ¿existe una poética oral específica? Mi mente de <'la personalidad básica. de aquéllas, molde de nuestros
única ambición es esbozar aquí una posible respuesta. Lo de me- rasgos individuales de carácter; esta historia se ha contado varias
nos son los textos individuales y concretos que presento para su veces. En virtud de un prejuicio ya muy antiguo de nuestras men-
análisis; lo que importa son los caracteres mismos que los definen tes y que determina nuestros gustos, todo producto de las artes
como recibidos sin intervención de la escritura. En cambio, me he del lenguaje se identifica con una escritura; de ahí procede la difi-
esforzado porque no me abandonara en ninguno de estos capítu- cultad que experimentamos para reconocer la validez de lo que
los el sentimiento de lo que es la voz humana y de lo que ella no está escrito. Hemos refinado tanto las técnicas de dichas artes,
implica: esa incongruencia entre el universo de los signos y las que a nuestra sensibilidad estética le repele la aparente inmediatez
fuertes determinaciones de la materia; esa emanación de un fondo del aparato vocal. Las especulaciones críticas de los años sesenta
mal discernible de nuestras memorias, esa ruptura de las lógicas, y setenta sobre la naturaleza y el funcionamiento del «texto. no
esa dehiscencia del centro del ser y de la vida ... cuya historia hay sólo no contribuyeron a aclarar el horizonte por ese lado, sino
que racionalizar, al margen de toda exaltación inmntrolada. que lo oscurecieron más aún, al recuperar, disfrazada de nuestro
El simbolismo primordial integrado al ejercicio fónico se ma- modo mental, la antigua tendencia a sacralizar la letra.
nifiesta, eminentemente, en el empleo del lenguaje, y es ahí donde
arraiga toda poesia. Sin duda, voz y lenguaje constituyen para el Es extraño que entre todas nuestras disciplinas instituidas no
analista unos factores distintos de la situación antropológica. tengamos aún una ciencia de la voz. Deseemos que se instituya
Pero una voz sin lenguaje (el grito. la vocalización) no está sufi- próximamente'; proporcionaría al estudio de la poesia oral una
cientemente diferenciada como para explicar la complejidad de base teórica que le falta. En efecto, abarcaría, más allá de una fi-
las fuerzas reivindicativas que la animan; y la misma impotencia sica y de una fisiología, una lingüística, una antropología y una
afecta, de otra forma, al lenguaje sin voz que es la escritura. Por historia. El sonido, al ser el elemento más sutil y más maleable de
eso nuestras voces exigen a la vez el lenguaje y gozan con respec- lo concreto, jno ha constituido, no constituye aún; en el devenir
to a él de una libertad de uso casi perfecta, puesto que culmina en de la humanidad, igual que en el del individuo, el punto de en-
el canto. cuentro inicial rntre el universo y lo inteligible? Ahora bien, la
voz es un querer-decir y una voluntad de existencia. Lugar de una
A nadie se le ocurriría negar la importancia del papel que re- ausencia que, en ella, se transforma en presencia, modula los in-
presentaron las tradiciones orales en la historia de la humanidad; flujos cósmicos que nos atraviesan y capta las señales que hay en
las civilizaciones arcaicas, e incluso hoy en día muchas culturas ellos; resonancia infinita que hace cantar toda materia ..., como lo
marginales, sobrevivieron únicamente, o principalmente, gracias testimonian tantas leyendas sobre las plantas, las piedras hechiza-
a ellas. Nos es más dificrl imaginárnoslas en términos no históri- das que un día fueron dóciles.
cos y especialmente convencernos de que nuestra propia cultura Anterior a toda diferenciación, de carácter indecible y apta
está impregnada de dichas tradiciones y le sería muy dificil sub- para revestirse de lenguaje, la voz es una cosa: s e describen sus
sistir sin ellas. Y, sucede lo mismo con la oralidad de la poesia: se cualidades materiales. el tono, el timbre, la amplitud, la fuerza, el
admite la realidad como una evidencia mientras se trate de etnias registro ..., y a cada una de ellas la costumbre le atribuye un valor
africanas o de la América india, pero necesitamos hacer un es- simbólico en el melodrama eqropeo; al tenor le corresponde el
fuerzo con la imaginación para reconocer ia presencia entre ' Bologna. 1981. hace un excelente esbozo: el autor ha tenido !a amabi-
nosotros,de una poesia oral bien viva. Un ejemplo entre varios: lidad de enviarme una copia de su manuscrito. mucho más desarrollado (al-
según Le Marin del 16 de abril de 1981, cada año se componen en rededor de cien páginas) que el texto publicado. A ese manuscrito me refiero
Francia diez mil canciones para tres mil cantantes profesionales y luego en las notas.
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papel de justo perseguidor; a la soprano, la feminidad idealizada;
3
con unas implicaciones de una complejidad tal que sobrepasa t o
a la bajo cantante, la prudencia o la locura. La civilización japo-
.¡ das sus manifestaciones particulares y cuya evocación, según la
nesa ha manejado, más sutilmente que las otras, esos matices. palabra de Jung, *hace vibrar en nosotros algo que nos dice que
Pero los pueblos son numerosos. Desde los antiguos romanos realmente ya no estamos solosn.
hasta los personajes de la ópera china, los indios de América, los Este segundo plano, plagado de potenciales significaciones en-
pigmeos, todos valorizaron esas cualidades materiales y trataron
1 trelazadas, distingue la voz de la mirada, otra emanación corpo-
de codificarlas en sistema. De las sociedades animales y humanas, ral a la que se asocian, no menos que a la estructura de la repre-
únicamente las segundas oyen cómo emerge, entre la multiplici- sentación, muchos mitos. En efecto, cualquiera que sea la fuerza
dad de los midos, su propia voz, como un objeto: alrededor de expresiva y simbólica de la mirada, el registro de lo visible está
éste se cierra y se solidifica el vínculo social, mientras una poesía desprovisto de esa densidad concreta de la voz, de ese carácter
toma forma. táctil del suspiro, de la inmediatez de la respiración. Le falta esa
La voz se aloja en el silencio del cuerpo como lo hizo el cuer- capacidad de la palabra de reactivar sin cesar el juego del deseo
po en su matriz. Pero, al contrario que el cuerpo, la voz vuelve a por un objeto ausente y sin embargo presente en el sonido de las
él en todo momento, aboliéndose como palabra y como sonido. palabras.
Cuando habla, resuena en su cavidad el eco de ese desierto que
existia antes de la ruptura, de donde surgen la vida y la paz, la Por esa razón, el lenguaje es impensable sin la voz. A los
muerte y la locura. El soplo de la voz es creador. Su nombre es sistemas de comunicaciónno vocales (como en los Pirineos, el
espíritu: el hebreo ruah: el griegopneuma. pero tambiénpsyche: el Cáucaso y en otros sitios los silbidos codificados) se les llama
latín,animus y, del mismo modo, algunos términos de las lenguas lenguaje, a veces, sólo figuradamente. Yo llamaré aquí palabra
del Africa negra. En la Biblia, el soplo de Yavé engendra al uni- al lenguaje vocalizado, fónicamente realizado por la emisión de
verso como engendra a Cristo. Se identifica con el humo del sa- la voz.
crificio. Estas analogias se mantienen en la imaginería esotérica Ahora bien, la voz sobrepasa a la palabra. Es, según D. Vasse,
de la Edad Media. L. Tristani descubría la existencia, en la histo- lo que designa el sujeto a partir del lenguaje. La voz ..clama en el
ria individual, de una fase erógena respiratoria, independiente de desierto., en el no ser*. No produce el lenguaje: éste está en trán-
la fase oral del psicoanálisis clásico, de donde procede el arraigo sito en ella, sin dejar ninguna huella. Quizá, en lo profundo de
libidinal específico en el que se articula, en un segundo tiempo, el nuestras mentalidades, la voz ejerza una función protectora: pre-
carácter erógeno oral fónico de la palabra. serva a un sujeto que amenaza a su lenguaje, frena la pérdida de
Podríamos remitirnos aquí a Freud en diversos pasajes de la sustancia que constituiria una comunicación perfecta. La voz
Cinco psicoanálisis, lo mismo que a Las raíces de la conciencia de <.se dice. aun cuando ella dice; es, en si, pura exigencia. Su uso
Jung (págs. 89-95 y passim) y a los estudios más o menos recien- procura un goce, una alegría de emanación que la voz aspira, sin
tes de G. Rosolato; A. Tomatis, D. Vasse..'. Ninguno duda de que cesar, a actualizar de nuevo en el flujo lingüistico que ella mani-
la voz constituye en el inconsciente humano una forma arquetípi- fiesta, pero que la llena de parásitos.
ca: imagen primordial y creadora, energía y a la vez configura- Las emociones más intensas provocan el sonido de la voz,
ción de rasgos que predeterminan, activan y estructuran en cada pero rara vez el del lenguaje. Más alfa, pero sin llegar a éste, el
uno de nosotros sus primeras experiencias, sus sentimientos, sus murmullo y el grito están inmediatamente conectados con los di-
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pensamientos. No es un contenido mitico, sinofaculras, posibili- namismo~elementales. Grito natal, grito de los niños en sus jue-
dad simbólica ofrecida a la representación y que constituye enel gos o aquel que arranca una pérdida irreparable, una dicha inde-
transcurso de los siglos una herencia cultural transmitida (y ~ t r a i - cible; grito de guerra, que con toda su fuerza aspira a convertirse
i cionada.) con, en y por el lenguaje y los otros códigos que el en canto; plena voz, negación de toda redundancia, explosión del
gmpo humano elabora. ¿a imagen de la voz hunde sus raíces en
una zona de lo vivido, escapando de las fórmulas conceptuales y * El autor usa la palabra des-Sfre (no ser) próxima fonéticamente a .,dé-
que solamente pueden presentirse: existencia secreta, sexuada, sert. (desierto). [N. de la T.]

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ser en dirección al origen perdido del tiempo de la voz sin pa- a conrrurio, atribuyen un papel fascinante o terrorífico a la ma-
labra. ravilla que supone una voz sin cuerpo: el Eco helénico, o las
En efecto, en la voz la palabra se enuncia como recuerdo, voces de los fantasmas, de las fuentes, de la tierra, de las nubes,
memoria-en-acción de un contacto inicial en el origen de toda que antaño mencionó Sébillot en docenas de ejemplos en su im-
vida y cuya huella permanece en nosotros, medio borrada, como portante investigación sobre el folclore francés. Voz de la mendi-
símbolo de una promesa. Alzada desde esa grieta -entre la trans- ga en la película Indian Song de Marguerite Duras. Otras culturas
parencia del abismo y la matidez de las palabras., como escribe codifican, como para protegerlo y esclavizarlo, el vinculo de la
D. Vasse, la voz deja oír una .resonancia ilimitada más arriba de voz con el cuerpo. Imponen a quien habla cierta condición o cier-
ella misma.. Lo que nos revela, anteriormente e interiormente a ta postura, o bien clasifican de manera auditiva el papel social del
la palabra que transmite, es una pregunta sobre los orígenes, so- locutor. Uno de mis estudiantes del Alto Volta me aseguraba,
bre el instante sin duración cuando los sexos, las generaciones, el en 1980, que en su etnia la confidencia se enuncia en posición
amor y el odio fueron una sola cosa. horizontal y un conversación seria, sentados; lo que se dice de pie
Cada sílaba es soplo, con el ritmo del latido de la sangre; y la no tiene importancia.
energía de ese soplo, con el optimismo de la materia, convierte Paradoja de la voz, que constituye un acontecimiento en el
la pregunta en información, la memoria en profecía, y disimula mundo sonoro, lo mismo que cualquier movimiento corporal lo
las marcas de lo que se ha perdido y que afecta irremediablemente es del mundo visual y táctil. Sin embargo, la voz escapa, de algu-
al lenguaje y al tiempo. Por eso, la voz es palabra sin palabras, na manera, a la plena captación sensorial; en el mundo de la
purificada, fino hilo vocal que nos une frágilmente con lo Unico, materia, presenta una especie de misteriosa incongruencia', por-
aquello que los primeros teólogos del lenguaje, en el siglo XVI, que informa sobre la persona por medio del cuerpo que la produ-
llamaron el verbo.... la ..voz fenomenológicar de Husserl, sin ce; mejor que por su mirada o por la expresión de su rostro, cual-
llegar al «cuerpo de la voz.; la voz que es consciencia; la voz quiera puede .traicionarse. por su voz. Mejor que la mirada, que
a donde van a habitar las palabras, pero que no habla ni piensa el rostro, la voz toma iln carácter sexual y constituye (más que
verdaderamente, que simplemente trabaja .para no decir nada*, transmite) un mensaje erótico.
formando unos fonemas, y a la que sirve de razón de ser. La enunciación de la palabra adquiere de este modo, en sí
Así es como el idioma puramente oral, que fue el de las socie- misma, el valor de un acto simbólico: gracias a la voz, la palabra
dades arcaicas y el de nuestra infancia, marcó definitivamente es exhibición y don, agresión, conquista y esperanza de consuma-
nuestro comportamiento lingüístico, no solamente manteniendo ción del otro; interioridad manifestada, liberada de la necesidad
hasta en nuestro universo tecnológico y en el adulto esa *glosola- de invadir fisicamente el objeto de su deseo; el sonido vocalizado
lia diseminada en gritos. de los que habla M. de Certeau, sino en va desde el interior al interior, une, sin otra mediación, dos exis-
virtud de una reminiscencia corporal profunda. subyacente en tencias.
todo propósito relativo al lenguaje. Al producir el deseo y al mis-
mo tiempo que lo produce, el sonido vocal fabrica el discurso sin De este modo, los valores vinculados a la existencia biológica
que una intención previa ni un contenido determinado lo hayan ,
de la voz se realizan simultáneamente en la conciencia lingüística
programado de forma segura. Siempre divaga ..., a menos que, y en la conciencia mitica y religiosa, hasta el punto de que resulta
como falsa oralidad, no haga sino formular de viva voz una es- dificil distinguir en ello dos categorías. Pero permanecen inasi-
critura. bles, movedizos, ricos en connotaciones ambiguas, a veces con-
Un cuerpo que habla está ahí, representado por la voz que de tradictorias, localizados en un reducido número de esquemas que
él emana y que es su parte más flexible y la menos limitada, pues- se sustraen a la interpretación. Resultaría fácil hacer inventario
to que lo supera en su dimensión acústica, muy variable y que en las mitologias, así como en la iconologia artística en el trans-
permite todos los juegos. La imagen arquetipo de un cuerpo v e Cf. Ong. 1967, págs. 111-136: Gaspar, pág. 23; Husson. págs. 60-75:
cal pertenece a los uorigenes antropológicos de lo imaginario,, Schilder, págs 205-211; Bernard. 1976, cap. Y,y 1980. págs. 55-58: Ronde-
localizados por G . Durand. Por eso, las mitologías occidentales, leux, págs. 48-52.

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curso de los siglos de los elementos recurrentes que constituyen mas teratológicos delarte medieval y barroco es el emblema del
dichos esquemas: imágenes fragmentarias, relativas a la expan- horror de un cuerpo mal vivido.
sión de una fuerza primitiva y a los órganos que la producen; la Entre el órgano que forma el sonido, el que lo emana y la
voz y sus voces, garganta profunda, abierta en el vientre y en el palabra así pronunciada se establece (en el seno de esas configu-
ser interior; boca emblemática; pasaje hacia el más allá del cuer- raciones míticas) una circulación de sentidos que hace, en todo
po; palabra, expresión de la idea y a la vez descarga, en y por la momento, de cada uno de esos tres elementos el posible sustituto
cual toda articulación se hace metafórica. de los otros dos1. La tradición cristiana, para la que Cristo es el
Aunque una lengua como el latín atribuye etimológicamente a Verbo, revaloriza la palabra. Las tradiciones africanas o asiáticas
la boca (os, oris) la idea de *origen>,, ese <<orificio,>
significa tanto consideran más bien la forma de la voz, atribuyendo a su timbre,
entrada como salida: todo origen es del orden de la voz, proce- a su fuerza y a su elocución el mismo poder transformador o
dente de la boca, ya sea concebida como lo contrario al exilio o curativo. El rey africano habla poco y jamás eleva el tono; el
w m o el lugar del regreso. Sin embargo, la boca no wncieme hechicero de las tribus del África negra aclara, si necesario, en
únicamente a la vocalidad: por ella penetra en el cuerpo el ali- voz alta, las palabras que dirige a su pueblo: el grito es hembra.
mento. Imagen inicial eróticamente reiterada de los labios ma- En el Japón de hoy día sigue existiendo la misma moderación en
mando del seno; boca, lugar de alimentación y de amor, órgano las voces de mando.
sexual, en la ambivalencia de la palabra. De donde resulta la im- La salida de la voz se identifica, según un hombre sabio del
portancia del campo simbólico donde se refleja el acto de mandu- África negra, con el flujo del agua, de la sangre y del esperma, o
cación. Doble campo a su vez, valorizado.por el bien y por el bien se asocia al ritmo de la risa, otra fuerza. La leyenda de
mal: se come, pero también se vomita, como se defeca; y por la Merlín perpetúa, en Occidente, hasta mediados del siglo xiii, el
«boca del infierno. del teatro medieval el mundo demoníaco se motivo arcaico de la risa profética:. la voz reveladora se alza en
vierte sobre el nuestro. Al acto de devorar se opone una glotone- una carcajada, inseparable de ella. En último término, el signifi-
ría alegre y tranquilizadora: desde el ogro a Gargantúa; desde las cado de las palabras ya no importa; la voz sola, por el dominio
fauces trituradoras del dragón, abiertas a un estómago-abismo, a de sí misma que manifiesta, basta para seducir (como la de Circe,
las bienaventuradas bocas abiertas de Jauja; mugen con la vagina de la que Homero ataba los tonos y el cálido acento, y como la de
dentada de los cuentos de la América india del Labrador; contra- las Sirenas); la voz sola basta para calmar a un animal inquieto o
dicciones que llegan a su culminación en la figura esotérica del a un uifio que aún esté excluido del lenguaje.
ouroboros, la serpiente que circularmente se traga a sí misma.
Ahora bien, en la tradición bíblica, la palabra de la serpiente fue Indefinible de otra manera que no sea en términos de rela-
la principal causa del pecado <~originals~. La palabra se apoya en ción, de digresión, de articulación entre sujeto y objeto, entre lo
el instinto de conservación: conservarse es alimentarse; una pul- Uno y lo Otro, la voz permanece imposible de objetivar, enigmá-
sión relacionada con el lenguaje repite en la articulación de la voz tica, opaca. Interpela al sujeto, lo constituye e imprime en él la
lo que en otra parte se anuda entre conservación y erotismo. marca de una alteridad. Para el que produce el sonido, la voz
La voz viva de la comunicación involucra así dos campos del rompe una barrera, lo libera de un límite por donde ella se revela
cuerpo. Se dice .beber las palabras. de alguien; un locutor puede como instauradora de un orden propio; desde el momento en que
,,tragarse sus palabras..; señales del léxico mínimas, pero indele- se vocaliza, todo objeto toma, para un sujeto, al menos parcial-
bles. Comerse a aquel a quien se habla, incorporárselo, comida mente, estatuto de símbolo. El oyente escucha en el silencio de sí
totémica, eucaristica, canibalismo. El jeroglífico egipcio que re- mismo esa voz que viene de otra parte; deja que resuenen sus on-
presenta una boca significa el poder cread+ para los Upanishad, das, recoge sus modificaciones, con todo <<razonamiento.en sus-
la boca refleja la conciencia integral; la Biblia la asocia con el penso. Esta atención se convierte, durante el tiempo en que escu-
fuego purificador o destructor. Los labios se separan para dar cha, en su lugar, fuera de la lengua y fuera del cuerpo.
paso a la palabra, igual que se abrió el huevo primitivo, en el .' Thompson, index. rnourh. voice: Chevalier-Gheerbrant, 1. págs. 225-226;
comienzo de la gran ruptura. La monstruosa boca de los fantas' Lascaun. págs. 39C-394.
1'
Juego, ritnio vocálico, anterior a la instauración de un espacio 1. La oralidad poética
y de un tiempo mensurables y que no tiene -sentido. sino en la
11 medida en que esa palabra significa dirección y proceso; la voz se
N #

encuentra simbólicamente -colocada» en el individuo desde su


nacimiento, del cual significa (por oposición, según D. Vasse, a la
clausura del ombligo) la abertura y la salida. Mas tarde. al entrar
en su conjunción histórica, el niño asimilará la percepción auditi-
m va al calor y a la libertad reveladas por la voz maternal o a la
austeridad protectora de la ley manifestada por la del padre. Ex-
periencia equívoca; a la imagen donde pesa la presencia del signi-
ficado maternal se opone la iconoclasia del orden y de la razón.
11 Pero la equivocidad se remonta aún más lejos: in urero, el niiio se
I
'1 bañaba ya en la Palabra viva, percibía las voces, y se dice que
1,
i'
mejor las graves que las agudas: ventaja acústica en favor del
padre. Pero la voz maternal se oía en el íntimo contacto de los
cuerpos, calor común, sensaciones musculares tranquilizadoras.
De este modo se esbozaban los ritmos de la futura.palabra, en
una comunicación hecha de afectividad modulada, de una ~ m ú s i -
ca uterina* que, reproducida artificialmente cerca de un recién
nacido, provoca inmediatamente el sueño en él, y cerca de un
niño autista (en la terapéutica de A. Tomatis) desencadena una

~
regresión salvadora4.
A medida que se aleje el dulce -ningún sitio. prenatal y que
,.
I tome consistencia la sensación de un cuerpo-instrumento, la voz
'
a su vezse esclavizará al lenguaje, con miras a otra libertad. Lo
simbólico invadirá a lo imaginario. Al menos subsistirá el recuer-
' do de una añagaza fundamental, la huella de una anterioridad,
puro efecto de carencia sensorial, que cada grito, cada palabra
pronunciada, parece, de manera ilusoria, poder colmar. Pienso
que estamos llegando aquí a los orígenes de toda poesía oral.

Kristeva, '1974, págs. 23-24; Rosolalo, 1969, págs. 294-299. y


matis. 1975. págs. 37-48. 56-76, 117-120. y 1978, págs. 65-80.

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2. Aclaración

Los nociones ombiguos: folclore, poesía popular. el prejuicio


literario. Lo voz y lo escrifuro:poesía oral y poesía escrita.-
Volores Iingüísficos de la voz.-Carócter especí/ico del hecho
literario y estructuración.-Los medios.-Lo ilusión etno-
céntrica.

Abandonado desde hace un siglo y medio a unos especialistas


(etnólogos, sociólogos, folcloristas o, desde otra óptica diferente,
lingüistas), el estudio de los actos de cultura oral ha permitido
acumular una cantidad considerable de observaciones -en si
mismas poco discutibles- y de interpretaciones a menudo in-
compatibles, si no contradictorias. Se llevaron a cabo investiga-
ciones y se suscitaron polémicas ignoradas por el gran público, al
margen de lo que la enseñanza general transmite, y, salvo excep
ciones, con el desconocimiento o el desprecio de los patricios de
la literatura. Este carácter confidencial procede tanto del tecnicis-
mo y de la diversidad de las doctrinas como de la imprecisión del
vocabulario empleado, aumentado con las estratificaciones que
en él depositaron el romanticismo, el positivismo y lo que siguió
a éstos1.
Asi es como hasta ahora el estudio de que se trata se separó
mal de los presupuestos implicados en los términos de folclore o
de cultura popular; términos bastante ambiguos y que no pueden
aplicarse, parcialmente, a mi objeto, si no es subordinados a una
definición de la oralidad que les supera al mismo tiempo que los
engloba. Folclore, palabra creada en 1846 por W. J. Thoms, de
folk, pueblo, y lore, palabra antigua que designa un .<conocimien-
to,., se refería a un conjunto de costumbres; pero permitía el paso
al inglés (y más tarde al francés, que la adoptó) de las ideas de
Volksgeist, de donde proceden Volkspoesie, Volkslied (espíritu,
poesía, canción del pueblo), lanzadas entre 1775 y 1815 por
Herder y Grimm, y que se mantuvieron en uso en el alemán hasta
1870 aproximadamente ..., verdad es que atenuadas o deformadas

' Finnegan, 1977, págs. 30-46; Baushger, págs. 9-64: Zumthor, 1979.
por la palabra Naturpoesie (Grimm), -poesía natural,,, anónima, dad, muestra un punto de vista, especialmente confuso en el mun-
tradicional, ~simplen,-auténticam, de esta forma en oposición a do en que vivimos. Al emplearlo, jestoy haciendo alusión a un
los productos de una cultura docta; aquélla exaltada por algunos, modo de transmisión del discurso cultural? jA cierta permanencia
pero en posición de dominada. de rasgos arcaicos que reflejan más o menos bien una personali-
Para nosotros, en este final del siglo xx, la palabra folclore se dad étnica? LA la clase de depositarios de esas tradiciones?
ha desdoblado, al remitirnos. por una parte, a un concepto bas- jA unas formas supuestamente específicas, de razonamiento, de
tante vago, al que varios etnólogos niegan todo valor científico, palabra y de c o n d u ~ t a ? ~ .
y, por otra, a diversas prácticas de recuperación de regionalismos Ninguna de estas interpretaciones es totalmente satisfactoria;
y de actividad turística. Además, entre los eruditos que utilizan el sin embargo, todas juntas reflejan una realidad indudable, pero
término, la comprensión de éste varía según limiten su empleo confusa. En efecto, se puede comprobar, en la mayoría de las
(como lo hacían Jakobson y Bogatyrev en un ensayo que sigue sociedades (desde el momento en que llegan a una fase de su
siendo célebre) a unos actos lingüisticos o le hagan abarcar toda evolución en la que se constituye un Estado), la existencia de una
clase de comportamientos y actividades. Por eso, el diccionario bipolaridad que engendra tensiones entre cultura hegemónica y
de Leach, en 1949, daba nada menos que treinta y tres definicio- culturas subalternas. Estas últimas ejercen una importante fun-
nes diferentes de folclore '. ción histórica, la de un sueño de no alienación, de reconciliación
Hoy día, la tendencia dominante es aplicar a la palabra la más del hombre con el hombre y con el mundo; dan sentido y valor a
amplia acepción, en la perspectiva sociológica de un .<folclore-en- la vida cotidiana, lo que no implica que se identifiquen con esas
situación~~, el cual, en su esencia, es un proceso de comunicación3 <<tradicionespopulares,,, a las que, en nuestro tiempo, hemos
que, sea o no objeto de tradición, es accidental, aunque el hecho convertido en objeto de museo. Dichas tensiones, reconocibles en
folclórico aparezca, lo más frecuentemente, como repetitivo y sus la historia occidental desde la antigüedad, se agudizaron de tal
componentes puedan mantenerse estables durante periodos muy modo a partir del siglo xvrii, que provocaron una separación
largos. total, en el plano de los conocimientos, de las mentalidades, del
En general, esos rasgos definitorios se aplican a toda poesía gusto, del arte de vivir y de la retórica entre la clase dirigente y
oral, y la perspectiva metodológica de los folcloristas contemporá- las otras. P. Burke ha dedicado recientemente a estas cuestiones
neos podría servir para su estudio, en la medida en que se esfor- un hermoso libro que describe la deriva y el lento naufragio de
zaran por superar la oposición .entre lo que emerge y lo que se las .,culturas populares. europeas entre los siglos x v i y XIX: la
reproduce, entre lo actual, lo realizable y lo posible. 4. Nos queda edad del Libro6.
liberarnos de un postulado vinculado a la idea misma de folclore: La historia de la poesía oral no podría ignorar ese aspecto de
postulado de una diferencia, en el tiempo, el espacio o las confi- la realidad. Sin embargo, nada nos autoriza a identificar popular
guraciones culturales, tan arraigado en nuestros juicios, que se con oral. Ya Montaigne, al hablar de .poesía popular-, se con-
califica de <<folclorización. el movimiento histórico por el cual tentaba con glosarla como .puramente natural,~,opuesta a la que
una estructura social o una forma de discurso pierde progresiva- es .perfecta según el arte.; en 1854, el Boletín del .Comité de la
mente su función. Lengua, de la Historia y de las Artes de Francia» mencionaba
La misma ambigüedad existe en el adjetivo popular combina- una poesía surgida espontáneamente en el seno de las masas y
do con unos términos como cultura, literatura o, más especial- anónima, -con exclusión de las obras que tienen un autor conoci-
mente, poesía y canción. Al remitir a un criterio aproximado de do y que el pueblo ha hecho suyas adoptándolas»'. Pasemos por
pertenencia, la palabra no conceptúa nada: más que una cuali- alto la marcada connotación social: nos remite al prejuicio folclo-
Leach; Du Berger, 1973, págs. 18-65; Edmonson, págs. 109-155; Jakob
son, 1973, págs. 59-72. Alatorre. pág. XXI; Biglioni, págs. 13-15.
' Paredes-Baumann, págs. 3-15; Paredes, 1971, pigs. 21-52. 165-173; ' Burke; Poujol-Labaurié; Bouvier.
Dorson, págs. 7-45; Ben-Amos, 1974, págs. 295-297. ' Essair. 1, pág. 54, ed. A. Thibaudet, Plhiade, pág. 350; Laforte, 1976,
Hymes, 1973, pág. l . pág. 2; Roy. 1981. págs. 286-287.

23
t2
.. .

rizante. R. Menéndez Pidal, para clarificar la terminología, pro- esta petición de principio!) la denominación de <<primitiva. a /
ponía unp distinción, fundada en el modo de difusión: definía toda poesía «puramente. orallo.
como *poesía popular>, a las composiciones de fecha reciente, El elemento perturbador en esas discusiones procede del re-
difundidas entre un público bastante amplio durante un periodo curso, implícito o declarado, que en ellas se hace a una oposición
más o menos breve, en el transcurso del cual su forma permanece que en este caso no es pertinente: la que decide entre lo .litera-
igual; y, por oposición. como .poesía tradicional* aquellas obras rio. y lo -no literario., o cualquier otro término, sociológico o
no solamente recibidas, sino colectivamente asimiladas por un estético, con que se les designe; y entiendo aquí por <'literario.
gran público en una acción continua y prolongada de recreación donde resuenan las connotaciones de las que se ha cargado desde
y de variación8. hace dos siglos: referencia a una institución, a un sistema de valo-
Por lo demás, el sabio español sólo tenia en cuenta una poesia res especializados, etnocéntricos y culturalmente imperialistas.
cantada, de la que, de este modo, hacia implícitamente una clase Hasta el año 1900 aproximadamente, en el lenguaje de los erudi-
aparte, clase que desde el siglo xv las Artes de segunda retórica tos, cualquier literatura que no fuese europea era relegada al
francesas habían identificado bajo el nombre de <*rimamral». En folclore. Inversamente, en el transcurso del siglo xrx, el descubri-
efecto, la canción constituye sin duda el subgrupo más reconoci- miento del folclore y de lo que se llamó, con un término revela-
ble de la -poesía popular*. Sin embargo, cuando se trata de deli- dor, las *literaturas orales. se hizo más o menos, contra la insti-
mitarlo, los criterios vacilan. Aquel que se invoca con más fre- tución, en el mismo momento en que la literatura be/ proponía \\ 8,
cuencia es el del anonimato; algunos lo enfocan de forma dinámica: dedicarse a la búsqueda de su propia identidad, captaba para ese
una canción se convierte en <,popular. cuando se ha perdido el fin a la filosofía, la historia y la lingüística y establecía, irrecusa-
recuerdo de su origen. En este caso convendria distinguir varios blemente, un <<absolutoliterario>.
grados de as popularidad^^. A propósito de los festivales modernos No se puede no tener en cuenta tales antecedentes, aunque
se ha escrito que una canción es p popular» cuando el público la nada, en las múltiples formas de poesia oral que pueden obser-
repite a coro, o (si se trata de canciones de cuando varse en nuestros días en todo el mundo, permita ni siquiera es-
la intensidad de la participación revela una profunda adhesión al bozar una definición a partir de la noción de literatura. En Euro-
mensaje comunicado. Davenson, en su hermoso libro sobre la pa y en América del Norte abundan los ejemplos de textos, hoy
canción francesa tradicional, adopta la postura del observador: -folclóricos>~,cuyo origen literario está atestiguado y cuya trans-
la canción .'popularn sólo existe porque hay eruditos que, aunque misión se opera tanto por lo escrito como por la voz. En 1909,
la sientan como extranjera, se ocupan o se interesan por ella; por Hoffmann de Fallersleben calculaba que, de las diez mil cancio-
eso su noción no solamente no refleja ninguna realidad que se nes populares alemanas reseñadas, había mil setecientas cuyos
pueda delimitar, sino que la extensión no cesa de modificarse en orígenes literarios podían probarse. La situación es comparable
el transcurso del tiempo9. en Rusia y en Francia". ¿<<Literatura. o no?
Más cerca de nosotros, en el Paris de los años cincuenta,
Muchos investigadores se muestran hoy insatisfechos con esas ja cu~tps.poemasescrite~y~~~literariamente~~~ed~tado~~ se lesp-uso .
distinciones. En el continente americano, el disgusto se manifiesta músic_aydespués-se-convirtieron-en- canciones en el uso y la.~ con- G
en la opinión que parece prevalecer desde hace algunos años: en ~ c i a ~ c o l e c t i v ade
? .otra
~ manera, jacaso no hizo la ensefianza-
el seno de una misma clase de textos (por lo demás, no definida primaria para los niños franceses de mi generación, de algunas
como tal) será '~folclórico~~lo que es objeto de tradición oral, y fábulas de La Fontaine, la poesía oral por excelencia? Le Vieux
popular^^, de difusión mecánica. En otra parte se hará de la 4- Chalet, tipo del estribillo popular bien vivo, fue escrito en los
teratura oral,, una subclase de la su popular^^, mientras que otros años treinta por Joseph Bovet ..., lo que no impidió que un perio-
se niegan a unir esas categorías o reservan (idespreocupados de
' O Dorson, págs. 2-5; Dundes, pág. 13; Mouralis. págs. 37-39: Finnegan.
1977, pág. 233, y 1976, págs. 41-47: Coifin-Cohen, págs. XIII-XV.
Menéndez Pidal. 1968, 1, págs. 45-47: Finnegan, 1976. pág. 82. " Laforte, 1976, págs. 114-115, 165-174; Warner, pág. 101; Davenson,
' Wurm,pág. 65; Clouzet, 1975. pág. 24; Davenson, págs. 22-27 págs. 45, 66, 265-266.

li WII
dista hablara de él uh día, con toda su buena fe, a H. Davenson, Pero no se podria fundamentar una poética solamente sobre
como de una .antigua canción del siglo xv,,. El hecho no es nue- consideraciones de ese género. En efecto, mejor que comenzar
vo: desde el siglo xiv, el pueblo humilde florentino cantaba los por aquello que sería dificil para el erudito no sentir como
venos de La Divina Comedia, y todavía en el siglo xviil, los gon- .otro)), comencemos por las formas de oralidad que sean nues-
doleros venecianos, las octavas de Tasso. tras indiscutiblemente (por ejemplo, la que nos transmiten el dis-
Inversamente > L.cuántos poemas y cuentos~litmm~ossesac~~n co o la radio), con el fin de deducir de ellas algunos principios de
6
análisis utilizables (por medio de diversas transformaciones) en el
/....de algunáE¿IiGón--popaar? -.-.-Davenson estudió el camino que
..
siguieron varias canciones francesas, de lo literario a lo popular y estudio de todos los hechos de poesía oral, incluso los más aleja-
luego de nuevo a lo literario. La tradición de los villancicos, tan dos de nuestra práctica.
rica en toda Europa desde el siglo x v a l xlx, revela un entrecru- Resulta inútil pensar en la oralidad de forma negativa seña-
zamiento inextricable de lo -literario. y de lo '<noliterario., mez- lando sus rasgos en contraste con la escritura. Oralidad no signi-
clado con lo oral y lo e ~ c r i t o ' ~Las
. primeras colecciones de can- fica analfabetismo, el cual se percibe como una carencia, despoja-
ciones populares, constituidas en los siglos xv y xvr, lo fueron do de los valores propios de la voz y de toda función social
por aficionados eruditos que, nos es permitido suponer, impusie- positiva. Porque nos resulta imposible concebir verdaderamente,
ron a ese material alguna señal literaria, recuperada después por en nuestro fuero interno, lo que puede ser una sociedad de orali-
la tradición campesina. De ahí proceden las teorías extremas que, dad pura (jsuponiendo que exista jamás!); toda oralidad nos pa-
después del alemán J. Meier, prevalecieron en la enseñanza uni- rece más o menos una supervivencia, un resurgir de algo anterior,
de un comienzo, de .un origen. De ahí procede, con frecuencia, en
- versitaria durante el primer tercio de nuestro siglo: todo arte spo-
pularn no es más que .<cultura naufragada.. los autores que estudian las formas orales de la poesía, la idea
. . subyacente pero gratuita de que dichas formas transmiten unos
Esas escuetas definiciones, esas tentativas de clasificación des- estereotipos '.primitivosn ".
provistas de valor interpretativo presuponen en el etnólogo, el No se puede evitar, a las puertas de tal estudio, un plantea-
folclorista o el historiador de la literatura la convicción de que la miento de ordenepistemológico. 'Ahora existen ya, dispersos, los
poesía oral es para él otra cosa, mientras que la escrita le es pro- fundamentos de una metodología adaptada a lo que tiene de in-
pia; para el etnólogo, otra en el tiempo o en el espacio; cualitati- comparable la transmisión oral de la poesia. Únicamente una in-
vamente otra para el sociólogo del folclore urbano. El rasgo co- tención explícita, intransigente y fervorosa que los uniera podría
mún, que en cierta medida y en ciertos casos justifica la unión de consolidarlos. al recusar el alejamiento universitario, efecto de la
los calificativos oral y popular, queda, en cambio, curiosamente escritura y que a su vez lo engendra. Es cierto que, desde hace un
oculto. En efecto. el conjunto de los discursos más o menos ficti- cuarto de siglo, el uso que hace cierta fenomenologia del término
cios destinados al consumo público (es decir, <,literarios», en el *escritura,> es equívoco. La escritura no es algo gratuito. Pero ¿lo
sentido amplio y sociológico) puede distinguirse en zonas gradua- es la voz? No se trata de reanudar el debate que comenzó hace
les, según la distancia que separa al productor del texto de su quince años J. Derrida ni de dar vuelta a los términos en prove-
consumidor. Esta distancia (cuya importancia en la tipologia de cho de la voz original 14. Nadie duda de que nuestras voces llevan
las culturas subraya Zolkiewsky) varía con arreglo a varios pará- la huella de alguna '<archi-escritura>);pero se puede suponer
metros: dimensión espacio-temporal de la separaciórrentre los in- que la huella .se inscriben de otra manera en este discurso, tanto
teresados, complejidad de medios de transmisión, inversión eco- menos temporal cuanto mejor esté arraigado en el cuerpo y se
nómica exigida. Está claro que las baladas que divulgan, aún en , ofrezca más, únicamente a la memoria. Como lugar y medio de
nuestros días, los cantantes aldeanos en' los Balcanes se sitúan, articulación de los fonemas, la voz portadora de lenguaje - e n
en esa escala, mucho más cerca de la novela tipo folletín que una tradición de pensamiento que la considera y la valora para
ésta de la literatura de élite de vanguardia.
i " Ong, 1967, pAgs. 19-20: Finnegan, 1977, págs. 23-24.
" Davenson. págs. 52-54; Poueigh, págs. 248-252. " Derrida, 1967b. págs. 102-103, y 1967a. págs. 296-297, 302-304.
esa única función- no es, en efecto, otra cosa que .el disfraz de con todo su peso sobre la intención del otro, sobre su situación
una primera escritura..: así fue cómo durante tres milenios Occi- misma, para poner en marcha en él los resortes de una acción.
dente <,seoyó hablar. en la sustancia fónica. Sin embargo, lo que El término de medios designa varias maquinarias con distintos
,, me parece más digno de atención aquí es la amplia función de la efectos, según actúen, por una parte, únicamente sobre el espacio
!
', vocalidad humana, cuya manifestación principal es, desde luego, de la voz o sobre su doble dimensión espacio-temporal o, por
ii
l,l,
la palabra, pero no la única, ni quizá la más vital: me refiero al
ejercicio de su potencia fisiológica, su facultad de producir la
otra, se dirijan solamente al oído o a la sensorialidad audio-
visual. Dejo fuera de consideración las primeras (como el micro):

'l~i11,, , fonación, la acción de organizar esa sustancia. El fono no está examinaré sus efectos sonoros en el capitulo XIII. En cuanto a
,
; l, unido de forma inmediata al sentido, le prepara el medio en el las que permiten la manipulación del tiempo, se parecen en eso al
que aquél se enunciará; por eso, y contrariamente a la opinión de libro -aunque la grabación del disco o la impresión de la cinta
Aristóteles en De inferpretafione, no produce símbolos. En esa no tenga nada de lo que define (perceptivamente y semióticamen-

'(1 l
perspectiva, en la que oralidad significa vocalidad, se acaba todo
logocentrismo.
Queda por decir que en este fin del siglo xx nuestra oralidad
no tiene la misma forma que la de nuestros antepasados. Ellos
te) a una escritura-. Al fijar el sonido vocal, permiten la reitera-
ción indefinida, excluyendo toda variación. De donde resulta un
importante efecto secundario: la voz se libera de las limitaciones
espaciales. Las condiciones naturales de su ejercicio se encuen-

ij vivían en el gran silencio milenario donde su voz resonaba como


sobre una materia; el mundo visible alrededor de ellos repetía su
eco. Nosotros estamos sumergidos en ruidos inasequibles donde a
nuestra voz le cuesta conquistar su espacio acústico; pero nos
basta con un mecanismo al alcance de todos los bolsillos para
tran, de este modo, completamente cambiadas. En cambio, la si-
tuación de comunicación se modifica desigualmente en sus re-
sultados.
El rasgo común de esas voces mediatizadas es que no se les

l~,
puede responder. Su reiteración las despersonaliza al mismo tiem-
recuperarla y transportarla en una maleta. po que las confiere una vocación comunitaria. De este modo, la

~
No por eso deja de ser una voz. Pero en qué y hasta dónde oralidad mediatizada pertenece, por derecho, a la cultura de ma-
cambiaba por el medio (afranceso así el término mass media con sas. Sin embargo, solamente una tradición escrita, culta y elitista
el fin de limitarlo a la designación de aquellos que recurren a lo ha hecho científicamente posible su concepción; únicamente la

1;
~llll,
audiovisual, con exclusión de toda forma de prensa). La nueva
oralidad mediarizada sólo difiere de la antigua por algunas de sus
modalidades. Dejando atrás los siglos del libro, la invención (con
industria asegura su realización material, y el comercio, su difu-
sión. Tantas servidumbres limitan (si no la eliminan) la esponta-
neidad de la voz. El instinto social que en lo cotidiano de la exis-

' 11
la que el hombre soñó durante siglos y que realizó hacia 1850) de tencia nutre a la voz viva se convierte en un instinto hipersocial
las máquinas-de grabación y reproducción de la voz devuelve a que circula por las redes de telecomunicación constitutivas de un
, ésa-una-autoridadque habia perdido casi totalmente y'unos de- nuevo lazo colectivo; instinto social de síntesis que actúa sobre
rechos caídos en d e w ~ o Es~ ~evidente
. que ese rodeo por la quin- los elementos desunidos y fragmentados de los grupos estructura-
1, calla industrial ha modificado sus condiciones de ejercicio y la
esfera de aplicación de sus derechos. Su autoridad gana por ello
dos tradicionales.
La movilidad espacio-temporal del mensaje aumenta la dis-
otro tanto. Comprometida con el aparato tecnológico, la voz tancia entre su producción y su consumo. La presencia fisica del
goza del beneficio de su estatuto de poder. Sobre ese punto, y locutor se borra; queda el eco fijo de su voz, y en la televisión y
desde hace quince años, nada ha conseguido todavía atacar la en el cine, una fotografía. El oyente a la escucha está bien presen-
tesis optimista de W. Ong. Los medios han devuelto a la len- te; pero en el momento de la grabación sólo estaba considerado
gua de los mensajes que ellos transmiten'su plena función conati- como algo abstracto y como estadística. La sofisticación de los
va, por medio de la cual el discurso ataca, ordena o prohibe pesa instrumentos y el peso de la inversión financiera que éstos exigen
1,:

1 1) I li,
Chopin. págs. 13-31: Ong. 1967. págs. 87-1 10; Burgelin, págs. 265-270;
CNrIes. p i e . 63-75,
favorecen ese alejamiento16. En cuanto al mensaje como objeto,

Cazeneuve, págs. 142-151.

29
r.
se fabrica, se envía, se vende, se compra de idéntica forma en b la cimenta. En nuestros campos y en los arrabales de nuestras
;?
todas partes. Sin embargo, no es un objeto que se pueda tocar: ciudades, ayer aún, se veía la televisión juntos, ritualmente, en la
los dedos del comprador sólo cogen el instrumento transmisor. taberna. Hoy todos la tienen en sus casas y se ha perdido esa
disco o cinta. Únicamente están implicados los sentidos que sir- comunidad.
ven para la percepción alejada, el oído, y en cuanto al cine o a la Sin embargo, contrariamente a una opinión generalizada, el
televisión, la vista. De este modo se produce un desfase, un des- público de los medios no constituye una masa sin diferenciación
plazamiento del acto comunicativo oral. ninguna, sino que ejerce, más de lo que en general se admite,
En un mundo de oralidad primaria, el poder de la palabra su libertad de elección. Acepta fácilmente lo que se le ofrece y
sólo tiene como limite su no permanencia y su inexactitud. En contrae la costumbre sin gran resistencia. Pero todo puede fallar
régimen de oralidad secundaria, la escritura palia, imperfecta- de golpe. Globalmente, los medios incitan a lo convencional, re-
mente, esos puntos flacos. La oralidad mediatizada asegura exac- generando de este modo, paradójicamente. un tradicionalismo
titud y permanencia al precio d e una servidumbre a la cantidad y que se suponía propio de las sociedades arcaicas. El hombre
a los cálculos de los ingenieros. Provisionalmente, nos encontra- al que se dirigen no es fundamentalmente distinto a sus remotos
mos en este punto, pero ya la aparición de instrumentos telemáti- antepasados, incluso si está determinado por todo lo que forma
cos que vencen la distancia juegan con el espacio sin aplanarlo, la triste monotonía, la mediocridad y la estrechez de espíritu de
concretan el objeto, como el magnetoscopio, el video, procura al las sociedades contemporáneas, al mismo tiempo que el gigantes-
optimista las razones para entrever en el horizonte de su presen- co desafio que se dirigen a si mismas.
te nuevos procesos de percepción, de selección, de inscripción, Por esta razón, se puede pensar que sólo se producirá una
de integración, a cuyo término se encontrarían a la vez el peso de verdadera integración de los medios al término de un esfuerzo
una presencia no diferida y la plenitud inmediata de una voz. critico ampliamente fundado en la cultura tradicional, transmiti-
¿No es cierto que esa esperanza misma (por confusa y engaño- da por la escritura y mantenido de forma privilegiada en el medio
sa que sea) es la que en nuestros días, y en todo el mundo, incita urbano. Si hay una crisis o un malestar, la solución de aquélla y
a los semianalfabetos, expulsados de su oralidad primaria, vacía la mitigación de éste no residen en un retorno a algún estado
de contenido, maltratados por los poderes escritos, a comprarse anterior y cándido, sino en el reconocimiento y la superación de
un transistor en vez de abonarse a un periódico? Y en nuestras lo que hasta ahora nos ha formado. Las voces más presentes
ensordecedoras ciudades, ¿no incita a esos infelices con sus auricu- que resonarán mañana habrán atravesado todo el espesor de la
lares puestos a caminar solitarios entre sus voces? ¿No incita a los escritura.
inuit del norte canadiense a intoxicarse con audiciones radiofóni-
cas que, desde ahora, asumen en la comunidad el papel que tradi- Concretamente, no hay oralidad en sí misma, sino múltiples
cionalmente se otorgaba a los relatos miticos?". estructuras de manifestaciones simultáneas, que cada una en su
En una gran parte del tercer mundo, la escasez de aparatos de propio orden ha llegado a unos grados de desarrollo muy desigua-
radio y de televisión les confiere una aparente veracidad que les. Sin embargo, su sustrato común sigue permaneciendo percep
nunca tuvieron para nosotros. Coloca al oyente-espectador en un tible (como Vico intuyó el primero). Está unido al carácter espe-
estado de receptividad más activa. solicita en mayor medida su cíficamente lingüístico de toda comunicación vocal. En efecto,
imaginación y la fuerza de su deseo, fascina o conmueve. En el ésta implica, como vocal, y por lo menos por parte de dos suje-
pueblo, en el barrio, se reúne un grupo alrededor del aparato tos, locutor y oyente(s). la misma. aunque no idéntica, inversión
propiedad de algún privilegiado -como antes se hacia con el de energía psiquica, de valores miticos, de instinto social y de len-
emdito local para escucharle leer un libro. guaje. Radicalmente social, tanto como individual, la voz señala la
De este modo, en vez de desperdigar (como a veces se le acu- manera en la que el hombre se sitúa en el mundo y con respecto a
sa) la colectividad, el medio, en un primer tiempo por lo menos, los demás. En efecto, hablar significa una escucha (aunque algu-
5- na circunstancia le impida), una doble actuación en la que los
'' Témaignage de C.-Y. Charron. noviembre 1978. interlocutores ratifican en común unos presupuestos fundados en

31
un entendimiento, en general tácito, pero siempre (en el seno de este modo proferida por quien posee o se atribuye el derecho a
un mismo medio cultural) activol8. hacerlo, establece un acto de autoridad; acto único, imposible de
Lo que ofrece materia para hablar, aquello en lo que la pala- repetir de forma idéntica. Confiere un Nombre, en la medida en
bra se articula, es un doble deseo: el de decir y aquel en quien que lo dicho denomina el acto hecho diciéndolo. La emergencia
repercute el contenido de las palabras dichas. En efecto, la inten- de un sentido se acompaña de un juego de fuerzas que actúan
ción del locutor que se dirige a mí no es únicamente comunicar- sobre las disposiciones del interlocutorz1.Sobre esos puntos se ha
me una información, sino conseguirlo provocándome a reconocer concentrado una larga serie de investigaciones en América desde
esa intención y someterme a la fuerza ilocutiva de su voz. Mi 1945 y en Europa veinte años más tarde: análisis de los .actos de
presencia y la suya en un mismo espacio nos ponen en posición palabra., o de unos elementos no lingüísticos de la expresión
de diálogo, real o virtual: intercambio verbal en el que los juegos <~quinésico~~, ~ ~ p r o x é m i c la
o ~<<lingüística
~; del discursos francesa;
del lenguaje se liberan fácilmente de las regulaciones instituciona- con relación a los textos literarios, .la estética de la recepción,,
les, en el que los deslizamientos de registro, los saltos del discurso alemana.
(del aserto a la súplica, del relato a la interrogación) aseguran al Por eso, a lo largo de este libro, articularé mi reflexión sobre
enunciado una flexibilidad particular. Si se produce una ruptura la idea de performance*, usando este término en su acepción an-
en la argumentación, o una laguna en la serie de hechos represen- glosajona: término clave al que volveré constantemente como a la
tados, una desconexión en las relaciones entre vuestra declaración piedra de toque. Laperformance es la acción compleja por la que
y la sittiación ambiente, surge una pregunta, os provoca, tuerce un mensaje poético es simultáneamente transmitido y percibido,
:. aquí y ahora. Locutor, destinatario(s), circunstancias (que el tex-
(aunque sea por ironía) el hilo de esa frase". Movimientos latera-
les del lenguaje, ambigüedades que participan en la construcción to, por otro lado, con la ayuda de medios lingüísticos, los repre-
progresiva del discurso, imposibilidad en-el nivel de lo literal, sente o no) se encuentran concretamente confrontados, indiscuti-
apertura constante en las resonancias analógicas. Sólo el lenguaje blesZ2.En laperformance coinciden los dos ejes de lacomunicación
oral, menos influenciado por la escritura, engendra los maravillo- social: el q u e une el locutor al autor y aquel por el que se unen
sos monstruos descabellados, como los retruécanos y las ~~etimolo- siiuación y tradición. A ese nivel actúa plenamente la función del
gías populares,,: la .hierba santa. por ajenjo*, y esa salvaje lenguaje que Maloniwski llamó ufática.: juego de aproximación
poesía ... y de llamada, de provocación del Otro, de petición, indiferente en
D e donde procede un efecto moral: la impresión, en el oyente, sí, a la producción de un sentido.
de una lealtad menos discutible que en la comunicación escrita o La perjormance constituye el momento crucial en una serie de
diferida, de una veracidad más probable y más persuasiva. Por operaciones lógicamente (aunque, de hecho, no siempre) distintas.
eso, sin duda, el testimonio judicial, la absoluci'ón y la condena se Yo cuento cinco, que son las fases, por así decirlo, de la existen-
pronuncian de viva voz. Más que cualquier otra forma de contac- cia del poema:
to, la palabra vuelve evidente, en los individuos que confronta, su 1. producción;
realidad de sujetos; su *sitio*, en el sentido en que lo entiende 2. transmisión;
F. Flahault, que resulta a la vez de las determinaciones del siste- 3. recepción;
ma del que ella depende y de un compromiso desiderablezO. " Hall: Searle; Austin, págs. 99-131; Certeau, págs. 62-63; Lindenveld;
Toda comunicación oral, por ser obra de la voz, palabra de Warning, 1975; Berthet, págs. 142-146; Guiraut, págs. 92-108; Kerbrat-Orec-
chioni, págs. 185-189; números especiales 42 y 44 de Langue Fronqolse y 39 de
Heidegger, págs. 36, 164: Lyatard, pág. 34: Grice, págs. 59-64. 71-72; Poériqiie (los tres de 1979).
Bernard, 1980, pág. 62; Vasse, 1980. pág. 63. * Al haber el autor acogido el término inglés aperformance~~ refiritndose
Flahault, 1979 Récanati. 1979b. págs. 95-96: Kerbrat-Orecchioni, a la <<representación*.tal como él nos explica y como veremos más adelante,
págs. 18-33. hemos preferido no traducirlo al español para evitar cualquier confusión con
* Juego de palabras intraducible. El ajenjo es wabsinthen en francés. de las palabras representación, interpretación o espectáculo, que el autor utiliza
parecida pronunciación a ccherbe sainte.8 (hierba santa). [N. de lo T.] también a lo largo del libro. [N. de lo T . ]
'O Ong, 1967. págs. 217-218; Flahault. 1978. págs. 138-151. '' Saraiva, pigs. 3-1: Fédry, 1977b. pág. 587.
-u/quy 01 'IeaoA e a ! ~ y l de[ ua 'anau!is!p opuena 'sauinoa .f apiei
.saiuau!iiad aiuaui[en%!sap ue!ias solla aiiua ueieiawnua as anb syui ñ assnor 'm eh eqeleeas anb oiua!urelqopsap [a !qe a a
se!auaiaj!p se1 anb ñ soaolpuoq uos ou eini!iasa ap h ZOA ap sou 'e!iez!l
-!uii?i sol anb uoieiisourap : q e i o einieiai!l,, ap 'e!aeA ua!q syui -eied sou opa!ui la ten3 el u!s eiouos u?!ae[nui!isa eniadiad eun
saauoiua eiseq 'u?!saidxa el e op!iuas un iep ap oi!i?ui auiioua 'opuoj ap op!ni un ouroa 'seuebl o seui!x?id selo ouioa ueuans
la uoia!Ani p i o l L Lued ap se1 ñ sauo!aeá'!isa~u! snS 'u?!aa!ioai -al saaoA seiisanu '[e!aos odian:, 0 ~ 1 0 3añn)!isuoa sou o11oiiesap
ns uoiezoqsa 'sauo!aeAiasqo sesa iaaanb!iua [e 'iueuiah ñ ya01 oñna sapep!A!iae se1 ap ope1 IV ,,,<~ielndodosinas!p-eiju!~~un
-amH eiseq 'seis!ualaq sol ap so.qeii s o l .-odian3 lap le eap! owoa eu!uiouap epueiew .d anb 01 oisag!ueui ap auod anb en!i
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o!uoui!isai [ap anb euiioju! anb 01 ap souaui eA!sensiad ezianj -!lelo eisa uelnpow sauo!aeiado seiio se1 ap sauo!aa!ieA se7 .op!o
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'olua!ui!aouoa un ua 'eiio el !oun epea ap eie!pauiu! e!aua!iadxa 'E ñ z '1 'U9!3
el ua eiiasu! 'se(1a ap eun :sapep![eio sop ez!jeai ZOA el 'aiuauile!:, -es!~oidui!ap osea ua :E h z sasej se[ eaieqe a ~ u o w d o ~ ae dl
-os 'olaaja u 3 ',,ea~!aadsa eiaueui ap epsz!leuiloj u?!ae!aunua .u?!a!iadai (leiauaa ua) .S
ouioa ludo 01 h 'eaoq e[ iod ep!iajoid u?pepunua epoi ouioa op :u?!aeAiasuoa 'p
La oralidad no se define por sustracción de ciertos caracteres de Ciertamente, las características qué les oponen algunos son in-
lo escrito, de igual modo que éste no se reduce a una transposi- compatibles, si no contrarias (por ejemplo, el recurso de la vista
ción de aquélla. en un caso y del oído en otro); pero la mayoría sólo lo son de
No voy a entablar aquí (al haberlo hecho recientemente en grado, ya que la diferencia consiste de forma muy variable en
otra parte)16 una discusión sobre las teorías elaboradas sobre esas más o en menos (por ejemplo, en lo que concierne a los límites
bases, como consecuencia del libro resonante y precipitadamente espacio-temporales del mensaje).
escrito, publicado en 1962 por Mc Luhan. Por su parte, W. Ong, Además, esas oposiciones, por atenuadas que sean en la prác-
al recoger en una serie de obras las grandes líneas de la tesis del tica, permanecen de naturaleza menos histórica que categorial.
maestro canadiense, le ha conferido, matizándola, su profundi- En cada época coexisten y colaboran hombres de la oralidad y
dad; remito al lector especialmente a su libro del aíio 1967. hombres de la escritura. Algunas sociedades ignoraban, se nos
Se conoce el principio inicial: un mensaje no se reduce a su" dice, toda forma de escritura. Pero ¿qué es la <.escritura.? Megali-
contenido manifiesto, sino que lleva consigo otro latente, cons- tos, marcas de propiedad, máscaras africanas, tatuajes y todo lo
tituido por el medium que lo transmite. Por tanto, la introducción que reuniría un inventario de los simbolos y de los emblemas
de la escritura en una sociedad corresponde a una mutación prc- sociales ipodna incluirse.en esa definición?
funda, de orden mental, económico e institucional. La segunda,. ,
Por tanto, en el Único plano de una tipología abstracta -pro-
ruptura, menos acusada, se produce con el paso de la escritura pia, creo yo, para aclarar ciertos hechos confusos y equívocos-
manuscrita a la imprenta; tercera, con la difusión de los medios. es donde propongo reducir a cuatro especies ideales la extremada
De la oralidad a la escritura se oponen, de este modo, global- diversidad de las situaciones posibles:
mente, en la perspectiva mac-luhaniana, dos tipos de civilización. - una oralidad primaria e inmediata, o pura. sin contacto
En un universo de oralidad, el hombre, directamente conectado con la < ~ e s c n t u r aentiendo
~~: por esta última palabra todo sistema
con los ciclos naturales, interioriza, sin conceptualizarla, su expe- visual de simbolización exactamente codificado y capaz de ser
riencia de la historia, concibe el tiempo según unos esquemas expresado en una lengua;
circulares, y el espacio (a pesar de su arraigo) como la dimensión - una oralidad que coexiste con la escritura y que, según el
de un nomadismo; las normas colectivas gobiernan imperiosa- modo de esa coexistencia, puede funcionar de dos maneras: ya
, mentqf sus comportamientos. Por el contrario, el uso de la escri- sea como oralidad mixta, cuando la influencia de lo escito per-
tura implica una disyunción entre el pensamiento y la acción, un manece externa a ella, parcial y retardada (por ejemplo, en nues-
nominalismo fundamental, unido a un debilitamiento del lengua- tros días, en las masas analfabetas del tercer mundo), ya sea
je como tal, el predominio de una concepción lineal del tiempo y : . como oralidad segunda que se (re)-compone a partir de la escritu-
acumulativa del espacio, el individualismo, el racionalismo, la bu- ra y en el seno de un medio donde ésta predomina sobre los
i
rocracia ... valores de la voz en el uso y en la imaginación; invirtiendo el
En esta perspectiva sitúo mi libro, no sin la aplicación, a lo punto de vista, se plantearía que la oralidad mixta procede de la
largo de sus páginas, de numerosos correctivos a las proposicio- existencia de una cultura -escrita. (en el sentido de <.que posee
! una escritura,,) y la oralidad segunda que procede de una cultura
! nes enunciadas por los autores que la han definido. En efecto, a
pesar de la aparente exactitud de las premisas y de la verosimili- :.: <qcultan (donde toda expresión está marcada por la presencia de
tud de la doctrina, muchas preguntas siguen sin contestarse. Las &
lo escrito); .
respuestas que re dan desde hace algunos años tienden a no man- - y, en fin, una oralidad mecánicamente mediatizada, por
i tanto, diferida en el tiempo y/o en el espacio.
tener la dicotomia OralidadIEscritura más que en un alto nivel de
8 ,
1
~ generalidad. Al nivel de los hechos y al hilo de la historia, esos En la continuación de este libro consideraré, de capítulo en
ténninos aparecen como los extremos de una serie continua". capitulo, unos hechos tomados de estos diversos contextos: poe-
sía que se realiza en oralidad primaria, en oralidad mixta o se-
" ~ u m r h o r . 1982b. gunda y en oralidad mediatizada. Las particularidades de la últi-
" Cazeneuve. págs. 50. 57-62. 89. 138; Finnegan, 1977. págs. 254-259.
272: Lohisse. págs. 89-90: Coody. 1979, págs. 85-88. ma presentan, con relación a las otras, una evidencia a veces
engañosa, pero su definición no plantea problemas. Por el contra- testimonio, desde hace más de un siglo, de la gravedad de las
rio, las tres primeras tienen tendencia a confundirse a los ojos del elecciones que se imponen a los letrados implicados en ese proce-
observador, no en teoría, ciertamente, sino históricamente y en la so entre los valores de la voz viva y los de la escritura. Hoy día, y
práctica. En efecto, las clases de este modo distinguidas no son de forma más dramática, esta situación es general en las vastas
del todo homogéneas. La oralidad pura sólo se ha desarrollado regiones del tercer mundo2'.
en las comunidades arcaicas, desaparecidas desde hace tiempo;
los restos fosilizados que los etnólogos descubren aquí y allá sólo
---__
_
~ a t i i a c i ó npo-scrikd$. relatos o de poemas, hasta entonces
de pura t r a d i c i a ~ ~ l , n o q o n _ e e f i n - a - ~O : ~
/
tienen valor como testimonios parciales y problemáticos. La ora- duce un desdoblamiento: desde ese momento se posee un texto de
lidad mixta y segunda se divide en tantos matices como grados referencia, apto para engendrar una literatura y, a veces sin con-
puede haber en la difusión y el uso de la escritura: una infinitud. tacto con él, la serie de las versiones orales que se suceden en el
En cuanto a la oralidad mediatizada, en el estado actual y tal vez tiempo continúa. Cuando en 1835 Elias Lünnrot publicó, bajo la
provisional de las cosas, coexiste con la tercera, la segunda e in- forma cíclica del Kalevala, un conjunto de cantos épicos finlande-
cluso, en algunas alejadas regiones, con la primera especie... ses, la tradición oral lo prosiguió de tal manera que, quince años
Idealmente, la oralidad pura define una civilización de la voz después, un nuevo Kalevala doblaba el volumen del primero.
viva, en la que ésta constituye un dinamismo fundador y a la vez También se pueden citar las bylines rusas, las baladas del norte de
preservador de los valores de palabra y creador de las formas de Inglaterra en el siglo xix y el Romancero español desde el siglo xvi.
discurso apropiadas para mantener la cohesión social y la morali- El África contemporánea nos da un ejemplo notable del ciclo
dad del grupo. Función transhistórica en cuanto se manifiesta de Shaka. Este guerrero de principios del siglo xix, fundador del
independientemente de los cambios que sobrevienen en las estruc- imperio zulú, se convirtió, en vida, en el héroe de canciones liri-
turas sociopolíticas, en las costumbres y las formas de sensibili- cas o épicas cuya tradición oral continúa hasta nuestros días.
dad: comprometida en un incesante, aunque a veces muy lento, En 1925, Thomas Mofolo, un basuto alfabetizado, sacó de algu-
proceso de culturización, adaptación y re-culturización. Las for- nos de estos cantos el material para una novela, primer texto
mas poéticas producidas en las sucesivas fases de esa historia se literario escrito en su lengua. De ahí surgió una tradición, en
distinguen globalmente de toda poesía escrita en que no ofrecen sotho, en zulú y en inglés, reanimada incesantemente por el con-
ni siquiera a su público, ni a los críticos ulteriores, ni a los histo- tacto con la poesia oral, mientras que, después de las independen-
riadores, unos elementos manipulables, inscribibles en una crono- cias, la figura de Shaka, mito literario cargado de todo el patetis-
logía, en el sentido en el que lo entendamos; en que repelen toda mo del destino africano, llegaba a los territorios más alejados:
fijación en nomenclaturas y cuadros sinópticos, los cuales, como desde Zambia al Congo, a Guinea, al Senegal, a Mali ...,y la ma-
se sabe, han constituido el primer uso de la escritura. yoría de las obras, en inglés o en francés, que desde 1956 se le han
Aunque ésta se cree y luego se extienda, la oralidad pura sub- dedicado revisten la forma dramática ..., es decir, ila más cercana
siste y puede continuar evolucionando, en el seno de un universo de la pura ~ r a l i d a , d ! ~ ~ .
transformado, entre los elementos de lo que se ha llamado una De p a s o L s u ~ , q u leo s p o e t a s o ~ l e sexperimentan la in-
..arqueocivilización>>,llenando los vacíos de la otra. Los proble- ..-... . -
flueníaTeciertos procedimientos lingu~ticos,.de.ci~.os,,tem?s
mas lingüísticos interfieren a veces para complicar más esas rela- __ de. las obras escritas: ¡. a---~-t.<--@ e Í ~ ~ x ~ a -l i d a ~ c t ú ~ a a a e n t o n c e
-jopios ~~

ciones. En una comunidad en la que conviven la lengua nacional


/,.cte
,.. registro
.
en registro:'De todas maneras, y salvo alguna excep
escrita y lenguas locales que han permanecido o que se han vuelto cion, lá-p&&a oralse manifiesta, en nuestros días, en contacto
de nuevo orales se perfilan múltiples tensiones entre una literatu- con el universo de la escritura. Esto no implica, necesariamente,
ra nacional escrita, una poesía oral dialectal y los esfuerzos vincu- el contacto con la poesia escrita; a más o menos largo plazo este
lados a algún movimiento regionalista; para crear una variedad contacto no puede dejar de producirse. En esa situación de co-
literaria del idioma local. En Francia, el ejemplo del occitano* da
* Conjunto de los dialectos de la lengua de Oc y más especialmente el " Zumthor, 1982a.
antiguo provenzal o lengua de los trovadores. [N. de la T.] " Burness.

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'ug ua 'ñ 'ei!a!ldui! eiaueui ap o aiuauieip![dxa ale,+ as yz!nb len3 epand as anb aaaied ON .aieqap ap soialqo las ua soa!un sol uos
el ap 'u?!3!peii g[ ap :leal pep!unuioa el ua aiaguoa a[ eis? anb ou oixai lap le!aos uvpiasu! ap ñ up!adaaai ap opoui la oiad
lean1 [ap ñ ~e!aosug!aunj ns ap a!aos!p 01 anb s!s![yue opoi oipasa 'up!auea el ap oi
oixai la anb qui a e q a a i 'odian3 un aiauioiduioa 'e)sag!ueui 01 -xai le uqaelai uoa oiuea la 'olduia[a iod :ein%!j ap ezaleinieu ns
anb -LOA el iod 'anb euis!ui epkpaui el ua '\vio oa!i?od o v a l 13 opuelahai ' u e ~ e d m e01 o ueuolej 01 soul!s solla!:, 'e!auansaij
'olduia. un eaunu opeiiuoaua iaqeq ap opnp 'olieqwa u!g u03 'le!aos o d n i l lap ouas la ua sop!uaiuew soueu!pio sosinas!p
'opoz!/onrxar opom u@u!u ap oiad 'opoqupow aiuauieialduioa sol ap odoii un aiuauileqol8 aLnl!]suoa anb osinas!p o!lduie un
a[q!qaauos epas lelo oiuauinuoui un 'osm oui!il!¡ u g ' z o ~e[ ap ap 'sopep i s l n l un ua ñ oduia!, un ua 'u?!aeisaj!ueui ielns!iled
saiie se1 '[epoui 01 !oi!issa 01 eu!uiop lenixai o? 'lelo al ñ ei!iasa el ouioa aiua!s as (o!ieiai!l oixai [a 'leiaual ewioj eun ap 'o)
elsaod el ua aiuauialq!suas aJag!p oiuauinuoui lap ug!ani!isuoa euiaod la 'opaja ua !ea!lyuileid aiuauie~!snpxa ou uo!auaiu! eun
el ua lopour ñ~onrxaiseinianiisa se1 ap eA!iaadsai aiied e l olla ua opua!q!aiad '[ei ouioa aq!aai 'saiuabo ñ salopa1 'oa!lqqd
'oJu.aIunuouI la anb 01 einieiai!l sa 'e!saod s a .pepqeJ ap o!iai!ra la 'leniae
:-ea!i?od>, ea!sinas!p ug!ae~saj!ueui el !qe ap e!auapuai eiia!a ap iesad e h u?!s!aaidui! eA!saxa ns iod 'opel
:pep!leio ap EIEJI as !S (oiae le .apua!i anb) ap otaa .eie!pauiu! euiioj ap ñ lei owoa alq!souoaai aiuauile!a
~
1 ~ 3 0:(sini!iasa ap aieii as , opuena olnq!p -os 'ope[eEas osinas!p un ais!xa anb ap eap! e[ opua!iua :ou!uii?i
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. (aiuauie!iesaaau) -ou el :leiuauiepunj elunlaid el elnuiioj as oa!ioui aisa iod
. ~ . . . ~ . ..~
~~
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soiuauiala ap -01eqeii un ap eilnsai anb ñ leuo!auaiu!- z o eun~ anb 'sopeiaunuoid las ualixa anb a)uauirisuaiu! aiua!s
DpunBas up!.mmjsnlrsa eun iod op!ugap 'oqgaod l a , t r ~ .z as so@ sol u03 soIiaa1 [e anb soixai sosa 'olduia. iod :epez!leai
'oruawn3op op!s eq ou anb oiuena esoll!Aeieui s ~ u oiueii ezanbli eun owoa
:aseq ap en!sinas!p u?!aeisaj!ueui 'oiuei iod :(le) oixai [a ua ep!puoasa ' l e n i i ~aaaueuiiad
~ uppeinui el anb apaang
~
O W O enlual) <csalwnilnanse!iew!id seiniaruisa (q .,,euiioj esa o k q op!punj!p ñ oi!iasa ~ o dop!loaai lelo euiaod
!(eini!iasa e[ ap sauodos 'soueui'salea un o~!ioui ouis!ui asa ioci e!quiva aiuawesiaAu! ouioa 'u?!aunj
-DA soueli?) «sa[einieu~rsa!ieui!id sernian~isa (o asug .[ ap ñ ezaleinieu ap o ~ ! i o uasa
~ iod mquiea 'aiuauileio opeiuasaidai
:saiuauoduioa oiad 'oi!iasa lod oisanduioa euiaod u n .os!is!nlu!l laA!u e alq!idas
so[ opoui aisa ap e!ieiuasard 'aiuauiea!ieuianbsg 'soi3aja souis!ui -1ad aiuauiaseasa oiad '[expei u?!aeinui eun olla ua aanpoid as
sol sella ua aanpoid ñ sinipasa el ñ pep!leio el zar\ el e esa!r\eqe olio [e oii.lai un ap esed ea!)?od u?!aea!unuioa e[ saiied sns ap
'lei ouio3 ',,<<soindui!* solduiap ap euiel e!lduie eun apua!] eun ua anb zaA epea 'oiaaja u g .oa!i!ia le ielua!iosap ap saaedea
-xa as anb sol ailua souralixa sou!uii?% sol P[IJ ella 'aluauiell!auas se!auaiajiaiu! sesa uaaspai anb sald!iltyu soiaadse sol !qe a a
:u?!a!ugap ap so!quiea saiuesasu! ali!l!uiiad ñ oinlosqe ialayes ns .euiaod
ap u?!a!sodo esa rekdsap aua!~uoa'olani apsaa .(oixai 'opmieui jap u?p!iadai el o u?!aeAiasuoa e[ 'u?!aanpoid e[ ua ay!s as lelo
osinas!p) <<oiuauinuoui>, ñ (opeaieui ou ounas!p) woiuauiuaop.. ea!l?od up!osa!unuioa el aiqos einqiasa e( ap oiaedui! ap oiund
aiiua 'saio!ialue seiqo s!ui ap sa!ie~ua !rinaai anb sol e sou!uii?~ la anb unlas 'soqaaq sol aiuauialuaiajaid uyeag!sela as e!ouais!xa
La emisión de la voz se sitúa fuera del tiempo, quiero decir Aunque de esta comparación no conviene sacar unas conclu-
que el tiempo no constituye (salvo en algunos casos particulares siones claramente contrastantes. Una dicotomía no constituye ja-
codificados como oratorios) un factor pertinente de la comunica- más una explicación; no existe -la gran división», como se expre-
ción. En la medida en la que el mensaje poético, para integrarse a sa J. Goody, y la práctica de las oposiciones binarias desemboca,
la conciencia cultural del grupo, debe remitirse a la memoria co- lo más frecuentemente, en irrisorias e idealistas reducciones. La
lectiva, lo hace en virtud misma de su oralidad, de forma inme- idea de discontinuidad sólo tiene valor integrada en un movi-
diata; ésta es la razón por la que las sociedades desprovistas de miento dialéctico. Todo es histórico, por tanto, moviente, proyec-
escritura son estrictamente etradicionales~~. tado en gamas, en espectros, cuyos extremos, que sirven para de-
En principio, si no de hecho siempre, el mensaje oral se ofrece finirlos, nunca son otra cosa que seres racionales3'. La distancia
a una audición pública; por el contrario, la escritura lo hace a la que necesariamente separa y distingue al observador del objeto
percepción solitaria. Sin embargo, la oralidad no funciona más observado basta para falsear la mirada, en el momento en que
que en el seno de un grupo sociocultural limitado: la necesidad de esta distancia se plantea como diferencia esencial: yo - aquello.
comunicación que la sobreentiende no se dirige espontáneamente La etnología que confronta nosotros con ellos en una relación
a la universalidad ..., mientras que la escritura, atomizada entre , de sentido único padece, quizá más que otras disciplinas, esa tara
tantos lectores individuales, acorralada en la abstracción, sólo se original. ~Etnologian,<<etnohistoria., -etnosociologia,., <<etnolin-
mueve sin dificultad a nivel de lo general, si no de lo universal. güistica. son igual que etnocentrismo, miopía intelectual, instru-
De este modo, la oralidad interioriza la memoria, por aquello mento de una ciencia que tiende a la negación del otro y que
mismo que la espacializa; la voz se despliega en un espacio cuyas falsea más o menos nuestras .ciencias humanas» mientras que
dimensiones se miden por su alcance acústico, acrecentado o no éstas no hayan asumido y superado las limitaciones impuestas
por medios mecánicos, pero que no puede sobrepasar. Cierta- por nuestra civilización -occidental*. Eso no deja de ser para
mente, la escritura también es espacial, pero de otra manera. Su nosotros un problema, en la medida misma en que un estudio
espacio es la superficie de un texto; geometría sin densidad, di- general de la poesía oral recorta muchos campos de investigación
mensión pura (si no es en los juegos tipográficos de ciertos poe- asi señalados3" Las culturas africanas, culturas por excelencia de
tas), mientras que la repetición indefinida del mensaje, en su iden- la voz, con su complejidad y su riqueza, están a cargo, hoy día,
tidad intangible, le asegura vencer al tiempo. De ello se deduce casi exclusivamente del discurso etnológico; discurso secundario,
una manejabilidad perfecta del texto: lo leo, lo releo, lo desgloso, cuyo objeto es más un discurso sobre la tradición, sobre la obra
lo vuelvo a componer y a voluntad desciendo o remonto a lo de la voz, que la tradición misma y la voz que la lleva.
largo de él. Sobre la piedra o sobre la hoja de papel, el texto se Desde hace algunos años, muchos etnólogos han comprendi-
presenta como un todo, perceptible como tal. Cualesquiera que do lo que tiene de ilusorio la coherencia de sus declaraciones y de
sean los fallos, los subterfugios (literalmente, estilo eufemistico) ficticio una alteridad no confe~ada'~. Ningún discurso es neutro,
que lleve consigo el mensaje, es posible una comprensión global y éste menos que otros, ya que tiende (con frecuencia disfrazado
de él: tendenciosamente sintético; por tanto, abstracto. de ese tono de castidad incolora que da la apariencia de profundi-
Por el contrario, el mensaje transmitido por la bocaI2 se com- dad a la menor simpleza) a formular las .leyes,, de un comporta-
prende a medida que se va desarrollando, de manera progresiva y miento, denominadas hoy dia estrategias, y tal vez en eso juega el
concreta. únicamente una extremada brevedad permitiría una juego de una nostalgia avergonzada de remontarse miticamente
comprensión global. El oyente atraviesa el discurso que se le diri- i en el tiempo, no menos que de una sed de poder.
ge y sólo lo descubre como un todo por lo que de él se graba en ' De este modo, la escucha etnológica de los .textos., orales
su memoria, siempre más o menos aleatoria ..., si no engañosa ? - -
" Goody, 1979, págs. 15-56, 246-250.
cuando el locutor descuida salpicar de indicaciones las palabras
que emite.
e
4 " Geertz, págs. 3-30; Derive, pág. 15; Maranda, 1980, págs. 183-184.
Jason, 1969. Smith, 1974, págs. 294-295; Fédry. 1977b, págs. 593-596;
" Gossman, págs. 765-767; Kerbrat-Orecchioni, págs. 171-172; Chasca.
págs. 59-63.

42 1 Tedlack, 1977. págs. 508-510; Goody, 1979. págs. 14-15; Ricard, 1980, pá-
ginas 18-23; Bourdieu.
2
conduce a ~folclorizarlos~~ si no se une con una participación Entre la realidad de lo vivido y el concepto se extiende un
(desinteresada hasta lo irracional) en los presupuestos mismos del territorio incierto plagado de negaciones, de impotencias, de
discurso que mantienen a nivel profundo de aprehensión pre o ni-verdaderohi-falso, una confusión intelectual propuesta única-
translógica donde se establece la comunicación del arte. mente a los chapuceros y que escapa a toda tentativa de totaliza-
De donde resulta la necesidad de subordinación del análisis a ción. Inversamente, el concepto, para constituirse, exige la aboli-
una previa percepción global; de la argumentación a la experien- ción de las presencias devoradoras, esos monstruos que le
cia de su objeto. Este último, como tal, aparece claramente en el : . causaron la muerte. En medio de estas aporias está nuestra oca-
orden de lo descriptible; lo teorizable se sitúa en algún nivel me- ., sión de jugar y de gozar; el juego y el gozo valen la pena.
dio de abstracción inducida. Un procedimiento deductivo impli- El estatuto de los conceptos transmitidos por el análisis tex-
caría el reconocimiento a priori de un universal, referencia última, tual desde hace veinte años no tiene nada de <<científicov.Entre el
forma vacía, absurda. concepto, la inventiva del que lo maneja y la interpretación que
Un procedimiento frecuente entre los folcloristas consiste en se supone debe permitir se instaura una relación triangular com-
reducir a un esquema común las múltiples versiones de una can- pleja e inestable. El concepto programa la acción del investigador
ción o un cuento: arquetipo del que después-!e podrá definir en a un nivel demasiado general para aplicarse eficazmente a una
frío la estructura y el sentido. Esta hipótesis implícita de un lector realidad concreta, si no intervienen unos factores difícilmente
'4
universal que trasciende los limites espacio-temporales es cierta- ponderables, como la habilidad, la perspectiva y el compromiso
mente fecunda en un momento dado del estudio, pero no podría afectivo. Y, aun así, a lo más que se llega es a unas semi-
iniciarlo; sirve de resonancia a la escucha individual, la única fun- generalizaciones regionales; éstas pueden (pero ¿quién lo afirma-
dadora y fuera de la cual ninguna voz tiene existencia16. ría?) tener algún valor ejemplar y contribuir al enriquecimiento
En efecto, son menos importantes las -estructuras. que los de las próximas experiencias. No más. De ello resulta, al nivel del
procesos subyacentes que las soportan. Una vez que los hechos se investigador, una inevitable -¡una deseable!- personalización
han probado, descrito y clasificado, se extrae de ellos alguna tipo- del equipo intelectual: una idiolectalización (jsi me atrevo a de-
logia, o bien se procede a la construcción de un esquema supues- cir!) del lenguaje crítico.
tamente inicial y generador. Pero la idea de función -que está en Al tratarse de un hecho cultural de vasta extensión, como la
la base de tal procedimiento-, si no se extiende al estado latente poesía oral, ese lenguaje constituye menos un elemento de análisis
y a la virtualidad de los procesos de los que se trate, degenera que de traducción. Tiende a transferir el hecho a un contexto
fácilmente en equívoco o en perogruiiada. y todo <<modelo.cons- distinto (este mismo de mi escritura), a integrarlo en el plano de
truido es de alguna manera inadecuado; su utilización exige, por intelección de un universitario occidental del final del siglo XX...
tanto, una indisciplina que vuelve a introducir la fantasía crea- Lo general, lo generalizable, surgirá de un singular percibido
dora y el error vivificante y elimina del razonamiento el principio
como tal, es decir, en su carácter de subversivo. La escucha del
simplista de la no contradicción". Lo que la ciencia clásica desig-
singular no hace más que responder a una necesidad de placer, y
naba con el nombre de verdad no es más que una cualidad dis-
continua, fragmentaria, nueva a cada instante para la mirada, en éste se agota. La interpretación, que es del orden del deseo,
una invitada aleatoria a las bodas de Filologia y Mercurio, según persigue, interroga, amenaza, tortura a esa singularidad para
la pertinente alegoría del viejo Martianus Capella. Las racionali- arrancarle un secreto de una importancia quizá universal ... que
dades sucesivas a las que nuestros métodos se remiten y de las sus fantasmas impedirán siempre comprender de forma defini-
que antaño se enorgullecían no son más que las variantes históri- tiva18.
cas de una unidad inimaginable y que hoy día nos hemos resigna- i Sin embargo, el número de los posibles es limitado. Toda la
do a deiar de lado, en ese necesario empirismo. obra de un Gilbert Durand o de un Edgar Morin, después
de Jung, Eliade y Lévi-Strauss, da testimonio de la existencia de
" Geertz. pAgs. 38-43.
" Cazeneuve. págs. 9-10, 66-70: Zumthor, 1980a. págs. 73-95; Strauss.
págs. 23-24; Coquet. págs. 92-93. '"edlock, 1977, pág. 515.

44 ..
configuraciones míticas y psíquicas fundamentales, definitorias ? 3. El lugar del debate
del hecho de cultura. La lingüistica y la semiótica contribuyen a
la misma restricción del horizonte especulativo. Ello constituye,
quizá, nuestra posibilidad: sustituir las antiguas ficciones de la diteratura orah y poesla oral. Cuál es el objero de esre
unidad por la idea de probables concordancias". libro.-Los géneros orales no poéticos. El cuenro.-Un caso
ejemplac el teatro.-El lexto-fragmento.

¿NO es restringir abusivamente el horizonte de este libro el


hecho de limitarse a un estudio de la poesía oral, cuando la no-
ción aparentemente más amplia de literatura oral empieza, hoy
día, a extenderse entre los literatos?
Varias razones militan a favor de esta limitación. El estado de
las investigaciones y la elaboración teórica de los materiales reco-
gidos difieren mucho en cantidad, calidad y método, según los
sectores de esa literatura.. Dos o tres <.géneros. han sido los
privilegiados desde hace medio siglo: el cuento, el proverbio, la
epopeya, sin que, por otra parte, exista otra justificación a estas
elecciones que los supuestos de los diversos investigadores. Cual-
quiera que sea la opinión que de ellos se tenga, sus trabajos sirven
de punto de partida (de hecho, si no siempre, en principio) de
todo lo que se habla hoy día sobre la literatura oral en general.
De ello resultan las inevitables distorsiones y, con frecuencia, las
conclusiones abusivas. Por eso, en lo que a mí concierne, los nu-
merosos estudios consagrados durante los años cincuenta, sesenta
y setenta a la mepopeya viva,, no pueden dejar de integrarse a mi
propósito (les dedico el capítulo VI); por el contrario, la inmensa
bibliografia relativa a los cuentos me será de poca utilidad ...,
aunque las fronteras entre el cuento y la canción se difuminen en
ciertas zonas, como en África negra, donde la segunda es, con
frecuencia, parte del primero.
Desde que en 1881 P. Sébillot creó la expresión +&?tata
raln sirvió, por turno, a los etnólogos para designar, en un senti-
-%
do imitado, una clase de discurso con finalidades sapienciales o
F éticas y, en un sentido más amplio, a los escasos historiadores de
Varios puntos de capítulo se completan o explican en Zumthor, i! la literatura interesados por esos problemas, toda clase de enun-
l9
1982a y b.
este
1 ciados metafóricos o de ficción que sobrepasaran el alcance de un

46 47
diálogo entre individuos: cuentos, canciones infantiles, chistes y cero hispanico y las baladas inglesas, cuya cronología se desborda
otros discursos tradicionales, pero también los relatos de antiguos ampliamente sobre la época moderna.
combatientes, las jactancias eróticas y tantas narraciones muy ca- Los numerosos ejemplos a los que me remito a lo largo del
racterísticas entrelazadas con nuestra habla cotidiana'. camino no implican ninguna pretensión por mi parte de ser
En el seno de un conjunto tan amplio y poco consistente, la exhaustivos. Los concibo como simples ilustraciones o como no-
.poesía oral. (según la definición que pondré de manifiesto pro- tas marginales.
gresivamente) se distingue por la intensidad de sus caracteres; En fin; como Última restricción, en la medida (¡bastante in-
está más rigurosamente formalizada y provista de indicios de es- cierta!) de lo posible, circunscribo dentro de la <<poesíaoral. un
tructuración más evidentes. Se sabe que toda cultura posee su subgmpo, la poesía cantada, sobre el que concentro la atención y
propio sistema pasional, cuyas configuraciones de base en cada el oído. Al hacerlo no dudo d e que me estoy concediendo una
uno de los textos que produce se perciben por unas señales se- facilidad. Por lo menos estoy persuadido (y espero probarlo) de
mántica~más o menos dispersas pero específicas. El texto poético que este artificio permite alcanzar de golpe algo que es central, a
oral parece ser aquel en el que más densas son esas señales. De partir de lo cual el panorama se aclara ..., hasta los confines de la
ello surge la impresión que produce a veces la poesia oral, de <<literaturaoral. en el sentido más amplio, si no de toda lite-
estar más estrechamente unida que el cuento a lo que la existencia ratura.
colectiva implica; a un nivel profundo y más repetitivo, de lo que Nos limitaríamos, y sin embargo erróneamente, a la idea de
resulta una variedad en los temas2. conjuntos de extensión decreciente y jerárquicamente encajados:
Incluso limitado de este modo, el campo continúa siendo in- literatura oral, poesia oral, poesia cantada. Ninguno de estos tér-
menso. Pretendo menos cultivarlo (si puedo arriesgarme a este minos refleja una realidad lo bastante clara como para asegurar
juego de palabras) que proceder a un primer desbroce; mejor totalmente su definición. Se trata, en este caso, menos de formas
reunir que descubrir, reagrupar en una perspectiva unificada que estáticas que de dinamismos. Tan pronto convergentes como di-
lanzarme a una ambiciosa síntesis, Mucho mayor incluso que los vergentes en el seno de un mismo y complejo movimiento.
tesoros acumulados por los etnógrafos en sus investigaciones en No por ello deja de ser Útil, en un primer tiempo del análisis y
medio de la civilización tradicional, el material que hay que abar- de forma provisional, plantear en hipótesis la existencia de clases
car es virtualmente infinito. Es forzoso hacer sondeos, sacando y de grupos de clases independientes. De este modo, sin perjuicio
muestras a la manera de los prospectores, en campos previamente de revisar más tarde la noción, situaremos la poesia oral con rela-
elegidos bajo unos criterios de probable rendimiento. Por eso ción a los diversos géneros que engloba o a los que se opone;
existen ciertas lagunas, generalmente voluntarias, en mi docu- gbneros de los cuales se puede suponer que la mayoría de ellos
mentación. Ésta, terminada (a falta de algunos detalles) en enero existe en germen en los actos ordinarios de lenguaje.
de 1981, engloba con una bibliografia bastante considerable y al- Ciertamente, el téimino género no deja de ser arriesgado. Hoy
gunas decenas de cintas grabadas, un pequeño número de obser- día y en todas partes se pone en tela de juicio su contenido; car-
vaciones y de experiencias personales que anoté desde 1975 y de gado de valores convencionales propios de la cultura occidental
forma no sistemática, en América del Norte y del Sur, en Europa clásica., se presta mal a la universalización. Sin embargo, difi-
Occidental y en los Balcanes, en Asia Central, en el Japón y en cilmente podríamos prescindir de una noción que permita englo-
Africa negra. Por el contrario, he evitado referirme a la poesía bar -cualquiera que sea el entorno cultural- ciertas variedades
oral de la Edad Media europea, a la que tengo el proyecto de i ' de discurso:
dedicar mi próximo libro; de este conjunto, muy rico y bien di- 7. 1) espontáneamente identificados como tales;
versificado, sólo he citado aquí y allá, y por referencia, el Roman- 8. 2) que se refieren a un conocimiento social relativo a unas
? acciones consideradas como significativas;
' Eliade: Du Berger. 1971. 5 O111 a 0118 y 10: Mouralis, pág. 7. F 3) que responden, en aquel que los pronuncia y en aquellos
Lomax-Halifax. pág. 236: Scheub, 1977. pág. 337: Finnegan, 1976, pá- a quienes están dirigidos, a una esperanza específica comparable
ginas 77-78. a lo que es la inminencia de un paso a la acción.

49
En este sentido muy amplio (a falta de cosa mejor ..., iy lo i, que no procedan, como D. Ben Amos, a partir de la noción de
menos posible!) emplearé la palabra género en la continuación de i «modelización cultural>t4.
este libro. Por tanto, me servirá para designar unas series entre De este modo, en algunos círculos científicos se ha conseguido
las unidades de las que se comprueben unas semejanzas, ya sea definir, fuera de los a priori de origen literario, unas clases de
funcionales, ya sea el resultado de configuraciones de rasgos lexi- palabras que los usuarios sienten, en ciertas circunstancias, como
cales, gramaticales y a veces semánticos. Y aún será necesario que específicas. Esta clasificación puede abarcar hasta las fórmulas de
esas semejanzas sean lo bastante numerosas y organizadas como saludo o de injuria, los tradicionales juegos de palabras o de soni-
para aparecer como una figura programática, o al menos un es- dos y las peroratas o sermones populares, ya que los únicos crite-
bozo de modelo común, del tal modo que cada obra^^ tenga en rios mantenidos son de una relativa fijeza morfológica y un modo
ellos su Lugar al mismo tiempo que, parcialmente, se evade'. de funcionamiento concreto. Ésta es la perspectiva en la que sitúo
En la literatura oral, los géneros, cualesquiera que sean, pre- los elementos de definición de las diversas formas de poesía oral,
sentan un carácter convencional particular, necesario para el fun- que más adelante propondrés.
cionamieuto de la comunicación: las señales residen en la situa- Por otro lado, es conveniente hacer que intervenga el vocabu-
ción tanto o más que en el texto. Volveré, especialmente en el lario de la lengua utilizada en los ~~génerosn que hay que definir;
capitulo VIII, sobre ese aspecto. Ahora bien, las sitiiaciones im- en efecto, sin razones necesarias no se podría distinguir entre
plican con frecuencia cierta fluidez..., como lo manifiestan, entre unos hechos que la lengua viva no acusa separadamente6. La ex-
nosotros, unos «géneros. tan reconocibles y tan movibles como presión en francés cuento de hadas constituye un indicio, quizá la
la adivinanza, el chiste, el proverbio o la canción atrevida, no prueba, de la existencia, en la tradición francófona, de un &ne-
menos que en los practicantes diversas oraciones. En la mayoría ro. sentido como particular. Lo mismo que la palabra roman-
de las etnias del Alto Volta, el cuento, el proverbio y la adivinan- za... *, mientras que la palabra española romance (masculino) nos
za constituyen un conjunto funcional cuyos elementos se clasifi- remite a un género completamente distinto. Finalmente, los géne-
can en subclases según la edad, el sexo y la función social de ros sólo tienen identidad en su contexto cultural; los rasgos que el
aquel que los pronuncia, y a veces el momento del día en que los análisis distingue en ellos sólo se vuelven pertinentes por él: rela-
dice. ción dialéctica que manifiesta, lo más frecuentemente, el vocabu-
Dedicaré una parte del capítulo V al examen de los g'eneros» lario que se usa en el medio considerado, ya sea éste una etnia
constitutivos de la poesía oral. Pero hay otros --géneros orales tomada globalmente, una clase social o un cenáculo de iniciados ...
no poéticosm, si se quieren llamar así- respecto a los cuales estoy En fin, tomar en consideración unos parámetros históricos
obligado a delimitar mi objetivo. complica a veces los esquemas de análisis hasta el punto de vol-
La mayoria de los etnólogos adoptan, sin plantearse a este verlos inutilizables. Toda jerarquía es movible; y bajo la cobertu-
respecto ningún problema teórico, una clasificación con unos cri- ra de una superficie aparentemente inmutable, las relaciones siste-
terios bastante imprecisos: mitos, cuentos y leyendas, por una máticas se intercambian o se vuelven del revés, aparecen nuevos
parte; proverbios, adivinanzas y fórmulas rituales, por otra; e p e invariantes, los co,ntenidos se transmutan. De este modo, entre
peya; canciones. En África, habitualmente se añade a esto las los hunde del Congo, numerosas canciones tradicionales han ter-
genealogías, los lemas y los discursos acostumbrados. Un batibu-
rrillo terminológico desprovisto de valor crítico y raramente em- --
pleado sin aproximación. Sin embargo, desde hace quince años se ' Agblemagnan. págs. 175-189; Vansina, 1971, pág. 445; Eno Belinga,
han efectuado diversos intentos de sistematización: operando por 1978, págs. 68-101; Maranda-Küngas: Sherzer, págs. 193-195; Voigt, 1973;
una reagrupación temática o basados sobre el análisis estructural, Scheub, 1977, págs. 338-340.
la interpretación arquetipica o la función sociológica ..., a menos * Abrahams, 1969; Ben-Amos, 1974 y 1976; Houis, págs. 4-7 y 13-23;
Burke, págs. 69-71.
Ben-Amos, 1974, págs. 283-286; Bouquiaux-Thomas, l. pág. 108; Dour-
' Todorov, 1978, págs. 4445. y 1981. págs. 125-129; Genette. 1979, pá- nes, 1976, págs. 186-189.
ginas 58-59. * En francés, romanza se escribe csromancen. [N. de la T.]
raremos como narraciones los nombres metafóricos o metoními-
minado por quedar reducidas a cortos proverbios que funcionan cos que se dan tradicionalmente en Africa, en la América india,
como tales7. e incluso en otras partes, a los individuos humanos, y también con
En cuanto a las «formas simples* de Jolles, sin querer diluci- frecuencia, entre nuestros campesinos, a los animales domésticos7
dar sobre el fondo, pienso que no tienen nada que ver con este Llegamos aquí a un límite: una forma mlnima y alusiva al máxi-
libro. Esta teoría mentalista, discutida a veces con dureza durante mo. De ahí vienen las <'divisas,, que los especialistas no han du-
los aiíos sesenta, manipulada (con el pretexto de reverenciarla) dado nunca en clasificar como un género poético y que consisten
por Bausinger en 1968, parte de unos presupuestos cuyo idealis- en explicitar el nombrelo.
mo se atenúa apenas por las justificaciones de H. R. Jauss, así Y aún más: ¿la palabra y la escritura están regidas en esto por
como no bastan para ampliar su frágil base filológicas. Formula- las mismas tendencias? ¿No se podría sospechar un asesinato de
ción lingüística primaria de las actitudes arquetipicas de la mente la narración en ciertos pasajes de la una a la otra? El acompaiía-
humana, las .formas simples,>,no más de una decena, serían los miento del gesto, fundamental en toda forma de literatura oral (y
modelos de toda <<expresión.: modelos que a medida que se ac- al que dedico el capitulo XI), ¿no podría ser interpretado como
tualizaran se irían "literalizando* cada vez más. Nada de este texto narrativo sobre el que, y con arreglo al cual. alcanza su
discurso tiene una relación especial con la poesía oral, que como pleno desarrollo la polifonía discursiva?
tal permanece ajena a su horizonte.
No me interrogaré más sobre este punto. Por el contrario, Estas mismas razones me inclinan a separar la narración
quiero seilalar una pregunta, formulada implícitamente por Jolles como criterio genérico, salvo en algunos casos extremos sobre los
y que concierne con inmediatez a mi objetivo: todo discurso Les O que me explicaré. Unos términos tales como cuento, miro, fábula
no es narración? En efecto, las '<formas simples-, por la descrip y otros pefilan artificialmente, en el conjunto ilimitado de los
ción que se da de ellas y directamente o de forma apenas desvia- discursos narrativos, unas fronteras a la vez impuestas y en conti-
da, son narrativas. nuo movimiento. Aunque se haga intervenir a las distinciones
Si se diera una interpretación amplia a las posturas de Grei- modales (ellas mismas frágiles, y lo demostraré en el capítulo X)
mas se admitiría que toda forma de discurso organizado está in- entre la prosa y el verso, lo dicho y lo contado, no se avanza más
!
i
vestida de un carácter narrativo generalizado y como virtual. Las
manifestaciones Ihgüístic~sla limitan y la especifican, uniéndola
a las formas figurativas9. Pierre Janet decía ya que lo que la hu-
por la vía de las especificaciones: en varias regiones del mundo
existen los cuentos cantados y por todas partes canciones narrati-
I vas de toda clase y duración. ¿En qué principios nos basaríamos
manidad creó fue la narración. No existe ninguna duda de que la para decidirnos entre -olivo y aceituno~,,que, como dice el pro-
j capacidad de narrar sea definitoria del estado antropológico; que, verbio, ,<todoes uno.? Aqui, una vez más, la historia contribuye a
i inversamente, recuerdo, sueiío, mito, leyenda, historia y lo demás emborronar más el cuadro, ya que no faltan los ejemplos de can-
¡ constituyen juntos la manera por la que individuos y grupos in-
tentan situarse en el mundo. No sería absurdo plantear la hipóte-
ciones que caen en desuso como tales y sobreviven más o menos
tiempo bajo la forma de cuentos".
¡ sis de que toda producción de arte, en poesía como en pintura y
en las técnicas plásticas, incluida la arquitectura, es, por lo menos Sin embargo, al amparo de esos términos convencionales de
1I de forma latente, una narración. ¿Y la música? Quizá seguramen- cuento y mito. antropólogos, folcloristas y narratólogos han estu-
te de forma secundaria y por reflejo. diado a fondo la literatura oral en el medio preindustrial, y por
I
La narración propiamente dicha surge en cualquier parte, en sectorial que sea esta avanzada y por desviada que esté por unas
! una serie continua de hechos de cultura, pero ¿dónde? ¿Conside- costumbres heredadas de la lingiiística, no podríamos ignorarlo.
-
1
' Okpewho, pág. 247. Desde hace casi un siglo, «el cuento* (del que se han enume-
I
Bausinger, págs. 212-213: Utley. pigs. 91-93: Pop, 1970, págs. 120-121:
Ben-Amos. 1974. .váns.
- 272-2733 Jauss, 1977. pigs. 34-47; Segre. 1979, pA- 'O Awouma-Noah. págs. 8-10; Poueigh, págs. 93, 190-201.
gina 577. Davenson, págs. 169, 199.
i Ricaur: Greimas. 1970, pág. 159: Greimas-Courtes. págs. 248-249
"
rado no menos de sesenta definiciones) ha fascinado a literatos y unas coordenadas tipológicas. pone en marcha una energía des-
críticos". Esta atracción fue provocada en primer lugar por el tructora de las coordinaciones.
espectáculo que en el espacio y en el tiempo ofrece en la superfi- Por tendencia original, los análisis de inspiración estructura-
cie (y quizá ilusoriamente) ese género por donde transitan unas lista reducen a la idea de función a aquello que es interno al
formas de lo imaginario con apariencias a la vez constantes, mó- texto; se basan en una oposición entre acción y composición (o de
viles y evolutivas. Fase temática de la investigación que acompa- cualquier nombre con que las designen) análoga a la que planteó
ñó a un amplio movimiento de recopilación y publicación de antaño Saussure entre lengua y palabra. A esta concepción inma-
cuentos en todo el mundo -movimiento que prosigue intensa- nentista, el poeta -al que los estudios sobre el cuento proporcio-
mente en nuestros días; en Francia, por ejemplo, con el impulso nan un indispensable término de comparación- preferirá un
de J. Cuisenier-. Desde los años treinta, la antropología se apo- pragmatismo como el de Fabre-Lacroix y Alvarez-~ere~re, conec-
deró de este rico material; hacia 1960 convergió con el estructura- tado con el funcionamiento social y la incesante reinterpretación
lismo triunfante, gracias al descubrimiento de los trabajos de individual de los discursos.
Propp, y de esta unión nació una semiología narrativa, ejemplar Hacia 1930, escribe en sus memorias un esquimal (o mejor
en sus pretensiones científicas, hasta el punto de sugerir, un poco inuit) canadiense, contar formaba parte de la vida: se organiza-
más tarde, los principios de una renovación de la pedagogía del ban concursos entre los niños, el abuelo cogía su tambor y se
lenguaje. ponía a cantar al Ártico, a las cacerías, a los bailes, a sus mujeres,
En efecto, en una época en que todos se interrogan sobre el a los curanderos de antaño lS... Todo esto, tan trivial, cuenta lo
alcance, incluso la legitimidad de los estudios literarios, el cuento primero: porque cada uno de esos relatos, gracias al calor de una
presenta un. aspecto reconfortante; en los confines de los campos presencia más que por su pretexto, llenaba un vacio del mundo,
de la escritura y de la voz parece atestiguar la continuidad y la , nunca el mismo, puesto que los días cambian; y la naturaleza de
homogeneidad de ambas. Sin embargo, los métodos que surgie- ese vacio, en la sensibilidad del narrador y de sus oyentes, consti-
ron del formalismo, constituidos con miras al estudio de monu- t u í a l a determinación más fuerte, a la que las otras (temáticas,
mentos escritos, imprimen artificialmente a todo lo que tocan la estructurales, lingüisticas, todo lo que se quiera) servían de mate-
marca de la escritura: verdadera mutación impuesta al objeto, ria y de instrumento. Incluso se hacían confusas las distinciones,
cuando éste, en la práctica, no tiene nada en coinún con aquélla. que en frío actuaban en la tribu, entre lo que concernía al hombre
No sin razón, desde hace cinco o seis años, la semiótica, para y lo que concernía a los dioses.
salir del mundo proliferante y cerrado en donde estaba a punto ¿Qué tipo de conocimientos transmite el cuento y qué papel
de asfixiarse, se separa de los textos como tales para orientarse sociológico desempeñan esos conocimientos? ¿Qué finalidad se le
hacia el análisis de los tipos de discurso ..." atribuye? ¿Se trata de pura diversión, de,relato iniciático o de qué
Se podrían formular unas reservas análogas con respecto a las otra cosa?I6. Estas interrogaciones conciernen a la poesía oral; ya
diversas clasificaciones propuestas de los cuentos, ya sean temáti- insistiré más adelante sobre sus implicaciones. Pero, además, no
cas o funcionales. Ciertamente, la inmensidad de la materia exige se pueden ignorar las variaciones individuales que operan sobre
el empleo de criterios distintivos y aquellos que se eligieron de ese esas reglas, en virtud de las necesidades particulares y de la cali-
modo no pueden desecharse pura y simplemente. Pero dejan sin dad de las relaciones mutuas del narrador y de sus oyentes/Él+
solucionar el problema principal, relativo al uso de la voz. En cuento, para aquel que lo relata (como la canción para el que la
una situación real, los compartimentos de toda clasificación se canta), constituye la realización simbólica de un deseo; la identi-
vuelven permeables, y las manifestaciones del sentido, siempre dad virtual que, en la experiencia de la palabra, se establece un
más o menos híbridas". Un discurso concreto, en vez de remitir a ! instante entre el narrador, el protagonista y el oyente, y engendra,
según la lógica del sueño, una fantasmagoria liberadora". De ahí
''Calame-Griaulc, 1980a; Segre, 1980, págs. 693-694; n.Q43 (1978) de Le
Fron~aisd'aujourdhui, y 45 (1982) de Litt6rott1re. Thrasher, pág. 26
" Pop, 1970; Maranda-Küngñs, págs. 21-36; Voigt, 1977, págs. 226-227. l6 ~ ~ b l e r n a ~ págs.
~ o n .140-141, 189: Copans-Couty, págs. 12, 1617
" Paulme; Savard. 1976, págs. 58-59. " Wilsan (A.).
procede el placer de contar, placer de dominación asociado al nes de una dramática popular, hasta hace poco muy vivas; pro-
sentimiento de coger en la trampa al que escucha, captado de longación folclorizada del misterio medieval o supervivencia de
forma narcisista en el espacio de una palabra aparentemente ob- ritos mucho más antiguos, desde los maggi italianos y ciertos vi-
jetivada. Aunque la seducción del canto opera, ya lo veremos, a llancico~de Rumania hasta las procesiones y los cánticos, y hacia
otro nivel, el efecto no es de diferente orden. 1940 las 'misiones., aún frecuentes en nuestras parroquias cam-
En las sociedades arcaicas, el cuento ofrece a la comunidad un pesinasI8.
terreno de experimentación donde, por la voz del narrador, se La poetizacibn teatral vuelve superflua la descripción de las
prueba a si misma en todos los enfrentamientos imaginables. De circunstancias; un decorado, si lo hay, las simboliza; pero, con
ahí procede su función de estabilización social, que sobrevive du- relación a lo que percibe inmediatamente el oyente-espectador, lo
rante largo tiempo a las formas de vida primitiva^^ y explica la hace de forma redundante. Esta redundancia influye mucho en el
persistencia de las tradiciones narrativas orales, más allá de las mensaje dramático y periódicamente se ven resurgir unas formas
revoluciones culturales. La sociedad necesita la voz de sus na- de teatro «de acción,, que tratan de reducir la separación entre las
rradores, independientemente de las situaciones concretas que dos situaciones de comunicación y con ello economizar el decora-
viva. Más aún, en el incesante discurso que mantiene sobre sí do. Los -coros hablados* que antes de la Segunda Guerra Mun-
misma, de lo que la sociedad siente necesidad es de todas las dial jalonaron la historia de los movimientos de juventud europeos
voces portadoras de mensajes arrancados a la erosión de lo utili- no requerían otra simbolización que la presencia misma de la
tario, del canto no menos que de los relatos. Necesidad profunda masa humana a la que daban la palabra.
cuya manifestación más reveladora es, sin duda, la universalidad Lo que está aquí en juego es una cualidad propia de la voz.
y la perennidad de lo que designamos con el término ambiguo de En su función primera, anterior a las influencias de la escritura,
teatro. la voz no describe, actúa, abandonando al gesto el cometido de
representar las circunstancias.~onfrecuencia se ha comprobado '-
En efecto, varios rasgos permiten delimitar, bajo la extremada que los cuentos de tradición oral sólo tienen descripciones... si
diversidad de sus manifestaciones, la unidad fundamental de una son maravillosas, es decir, si sirven para rechazar las circunstan-
forma eminente y muy elaborada de arte oral. El artificio que cias presentes. En el teatro, el gesto tiene más amplitud; la escena
estructura el discurso es de orden mimético, abarca toda una si- entera se organiza a su alrededor. En la cammedia dell'arte -uno
tuación ..., hasta el punto de que el efecto de lenguaje, elemento de los últimos términos alcanzados por la tradición teatral en
entre otros de esa situación, se reduce, en casos extremos, a casi Occidente-, el gesto se subordinaba al lenguaje; las fórmulas que
nada, y a veces se anula al abandonar el actor a los espectadores al final del siglo x v i r daba el ilustre napolitano Andrea Renucci
la misión de verbalizar lo que ven; por ejemplo, en la pantomima en su Arte tiene11 por objeto regularizar, haciéndola irreversible,
antigua, en nuestros desfiles militares o en el teatro experimental esa subordina~ión'~. Pero de este modo el gesto, en vez de ahogar
de los años setenta, con Roberto Wilson, Richard Foreman o al lenguaje, lo valoriza. Éste hace expllcita la significación del
Meredith Monk. gesto. Se crea entre ellos una tensión de la que procede la fuerza
Una situación de comunicación oral primaria (el actor no ha- teatral que, según los tiempos y las culturas, se pone al servicio de
bla) engendra una situación secundaria (habla a otro actor) plan- la conmemoración, la invención Iúdica o la conjuración del
teada ficticiamente como primaria; y el poder de la interpretación destino.
sobre mi consciencia llega hasta borrar la sensación de esa fic- En Bali, en el siglo x i v , el teatro celebrado ritualmente por
ción; me identifico con el receptor de esas palabras, c o ~ e porta-
l f todo el pueblo en el interior del palacio real de Gelgel significaba
dor de la voz que responde. Parece queuna comunidad humana , . el Estado mismo, ponía de manifiesto su sustancia, hasta el punto
necesita, para subsistir, experimentar de vez en cuando ese desdo- de que la finalidad última de ésta parecía s e r el producir ese
blamiento. Al margen de las formas canónicas de nuestro teatro, la Stcwart; Bausinger, págs. 224-247; Abrahams, 1972, págs. 352-359:
embebido de literatura desde el siglo xrv, en la cultura europea se Bronzini, phgs. 8-38: Alexandrescu: Finnegan, 1976, págs. 502-509.
han mantenido con la tenacidad de un instinto social las tradicio- " Bragaglia, págs. 159-271; Couty-Rey, phgs. 10-15.
Acto, y la Palabra que a su vez este último engendraba. La rela- No volveré a mencionar el teatro a lo largo de este libro más
ción de las Iglesias cristianas medievales con su liturgia (otra for- que en breves alusiones; los problemas que plantea son ya el obje-
ma de teatro) no difería apenas de aquéllaz0. to de una literatura crítica superabundante. Sin embargo, admito
En la tradición teatral japonesa, el ritual retro:ede en prove- como un postulado que todos los hechos poéticos de los que ten-
cho de la interpretación. Un arte se constituye y se diversifica en, dré que tratar participan de alguna manera de lo que constituye
por y para una acción pura, estilizando y codificando el gesto y el la esencia del teatro; que todo lo que se dice de éste puede, de
lenguaje con tanta exactitud que exalta la cualidad más personal alguna forma, decirse de aquéllos.
del actor; su voz misma, el despliegue de sus tonalidades, su ri- Por eso, el texto transmitido por la voz es necesariamente
queza fónica, no solamente en el no o en el kabuki, génerosmuy fragmentario. Verdad es que por su parte los analistas del hecho
complejos, sino hasta en las formas más simples del kodan o del literario aplican a veces al escrito ese mismo calificativo, en vir-
rakugo ". tud del estado inconcluso de una Escritura que atraviesa el texto
En China, en tiempos remotos, parece que el conjunto de las sin detenerse en él; en virtud de la tensión que se instaura entre
actividades colectivas habría convergido hacia lo que se converti- ese movimiento infinito y los limites del discurso ... Estos rasgos
ría en un teatro y esto habría suscitado las formas múltiples, bai- se encuentran también en el texto oral, que no puede, como texto,
le, juglaría, fiestas campesinas, deportes, ritos chamanisticos o secuencia lingüística organizada, diferir fundamentalmente del es-
reales, reunidos alrededor de una voz que se elevaba. O bien, crito. Pero la lingüística es sólo uno de los planes de realización
invenamente, una voz se institucionalizaba uniéndose al gesto de la -obran; el estado de fragmentación proviene, en este caso, de
simbolizante; la predicación budista tuvo un gran papel en la for- la combinación de esos diversos planes. En efecto, la tensión a
mación de varios modelos dramáticos de Asia. partir de la cual esa *obra» se constituye se concreta entre la
La voz humana, vinculada de este modo, por obra de arte, a palabra y la voz, y procede de una contradicción nunca resuelta
la totalidad de la acción representada, unifica sus elementos. En en el seno de su inevitable colaboración; entre la finitud de las
ellos, ficticiamente, se apoyan su causa y su fin, y de este modo normas de discurso y lo infinito de la memoria, entre la abstrac-
los justifica; carácter circular en el que los moralistas olfatearon, ción del lenguaje y el carácter especial del cuerpo. Por eso, el
en ciertas épocas y en varias culturas, alguna bmjeria. El teatro texto oral no se satura jamás, no llena nunca por completo su
de marionetas (extendido universalmente, él también) constituye espacio semántica.
la contrapartida, como el exorcismo, puesto que la actuación de Ademq, en el seno de la tradición a la que no puede dejar de
los muñecos encuentra su sentido gracias a una voz que no les remitirseila performance poética oral se destaca como una dis-
pertenece. continuihad en lo continuo; fragmentación uhistórica. de un con-
junto coherente en la conciencia colectiva. Volveré sobre este
1 Sin embargo, los lazos del teatro con el rito y el baile, su
parecido con el juego, no lo identifican verdaderamente con esas
punto en el capítulo XIV. El efecto de fragmentación aparece
tanto más evidente cuanto más larga y más explícita sea la tradi-
actividades; más bien lo vinculan a ellas por medio de los canales
de alguna raíz común: lo que existe de conflictivo, subyacente en ción y más diversificados sean los elementos que abarque. De este
toda cultura. Volveré sobre este tema en los capítulos V y XV. modo, cada uno de los cuentos de la América india estudiados
<<Polifoníade información.,, como decía Roland Barthes, el teatro por R. Savard entre los Montagnais está desglosado de un vasto
se presenta de forma compleja, pero siempre preponderante, como material narrativo, de partes inseparables, que asume la totalidad
una escritura del cuerpo, integrando la voz portadora de lenguaje de un Conocimiento: tesoro de donde se nutre el narrador en
a un grafismo trazado por la presencia de un ser humano, en la cada performance según su deseo. De igual modo y más general-
plenitud de aquello que le hace serlo. En esto, el teatro constituye mente, todas las culturas poseen unos <<ciclos.,de leyendas, de
el modelo absoluto de toda poesía oral. epopeyas, de canciones, superunidades virtuales cuya cualidad es
no actualizarse nunca más que en parte.
'O Geertz, págs. 334-335. Las formas de oralidad menos estrechamente ligadas a la tra-
" Sieffert, 1978b; Zumthor, 1981a dición, como la canción contemporánea, difuminan el efecto de

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fragmentación <<histórica>>.Sin embargo, de hecho, una determi-
nada canción jno es con frecuencia sentida y recibida como un 4. Inventario
fragmento del conjunto constituido por una determinada moda,
por la producción de un determinado cantante o de una determi-
nada casa de discos o sala de fiestas? Lo que provoca la demanda Universalidad de l a poesia oral. Oralidad atestiguada en el
pasado: problemas de interpretación.-La oralidad en el pre-
del público es el conjunto, lo que le responde es sólo un frag- sente: sus puntos de anclaje culturales.-Tipos funcionales.
mento. supervivencias, reliquias.-Tradiciones y rUpIUr0S.
Esta economía del texto oral ha marcado tan profundamente
nuestras costumbres, que parece haber influido aqui y allá, inclu-
so en las modalidades de la escritura. Cuando en la Europa del
siglo xrx se lanzaron los primeros periódicos de gran tirada, jno
fue (por una parte) una costumbre heredada de la oralidad popu-
lar la que incitó a tantos novelistas a publicar en ellos sus obras
divididas en partes de un folletín? Y el cansancio que manifesta- Es dudoso que haya existido alguna vez en la historia una
mos hoy hacia el discurso seguido y organizado, el placer, de cultura desprovista de poesia oral; la definición que de ella he
Última moda, que alababa Roland Barthes de sólo escribir peque- propuesto en el capítulo I es lo bastante amplia como para abar-
ñas cosas discontinuas, todo esto, jno es el síntoma de una nos- car un número casi ilimitado de realizaciones. El problema será
talgia? clasificarlas de ahora en adelante, con el fin de poder someterlas
al análisis de los géneros y de las especies. a igual distancia de
particularidades no teorizables y de un universal tautológico.
La performance es presente; tú no puedes hablarme más que
en este mismo instante y yo no puedo oír nada del pasado (deje-
mos aparte el caso de la palabra grabada). Sin embargo, yo sé
que otros hablaron y oyeron o lo hacen en este momento en un
espacio diferente al nuestro. Del mismo modo, hay poesia oral
que se dirige a mí aqui y ahora: la que, pronunciada en el pasado,
no es más que objeto de investigación histórica, y la que, en mi
presente, se oye más allá de mi lugar; verdad es que poseo, en
principio, la libertad de cambiar ese lugar, de manera que hoy,
8 de junio de 1981, mientras escribo estas líneas en París, Francia,
soy otencialmente el oyente de un hechicero de Bobo-Dioulasso,
1
en frica negra, poeta y músico, al que conozco. Por tanto, apre-
taremos la tenaza, para no conservar más que el parámetro tem-
poral y. en una primera aproximación, considerar separadamente
una poesia oral que pertenece al pasado -no perceptible y sola-
mente comprobable en archivo, pero por esa razón indefinida-
mente extendida en el tiempo- y una poesia en el presente, perci-
bido por el oído en un espacio concreto, pero (salvo excepciones)
sin dimensión temporal pertinente.

Saco de mi biblioteca, al alcance de mi mano, una edición de


la Yo sé (o presumo) que en el siglo xii este
Cancidn d e R o l d i n .
poema se cantaba, con una melodía que, por lo demás, ignoro. cipio era lo Oral. Probabilidad cronológica dificil de recusar si
Lo leo. Lo que tengo ante mis ojos, impreso o manuscrito, no es nos remontamos a un pasado remoto, pero que no se podria ja-
más que un trozo de pasado, fijado en un espacio reducido a la más considerar como probada; por tanto, no la tendré en cuenta
página o al libro. Esta contradicción plantea un problema episte- como tal.
mológico que sólo la práctica permite, si no resolver, al menos Puede establecerse la oralidad de un texto conservado por es-
aclarar empíricamente. Por un cúmulo de informaciones sobre las crito con una probabilidad más o menos grande, basándose en
mentalidades y las costumbres de aquella época lejana, se intenta cuatro clases de indicios.
sugerir lo que entonces sucedía, se suscita una representación Por una parte, los indicios anecdóticos: un texto compuesto
imaginaria de la Canción en acto... y nos esforzamos en integrarla para la lectura contiene, bajo la forma de citas, otro texto presen-
al placer que se experimenta (eso deseo) con esa lectura, y en tado como un préstamo de la tradición oral. Por ejemplo, los
tenerlo en cuenta, llegado el caso, en el estudio histórico que se poemas incluidos en las crónicas japonesas del siglo viii, o la
hace del texto. Chanson du roi Chlotaire del siglo i x francés1. Con frecuencia, la
La ambigüedad de la situación es apenas menor si el texto interpretación es dificultosa: jcómo medir, con relación a la per-
poético antiguo se nos ha transmitido con una notación musical. formance, la desviación de la cita por el solo hecho de que es una
Verdad es que ésta constituye una prueba, y la menos recusable, de ellas? Sin embargo, el carácter convincente del indicio perma-
de oralidad. Autoriza una reconstitución parcial de laperforman- nece fuerte.
re; por eso los discos, a veces excelentes, grabados por diversos En segundo lugar, los indicios formales que resultan de proce-
medievalistas musicólogos hasta G. Le Vot nos permiten oír las dimientos estilisticos que se supone unidos al uso de la voz. Ba-
canciones de varios trovadores casi contemporáneos del Rolando. sándose en esta consideración, la mayoría de los exegetas admiten
El efecto de distancia temporal y de ahogo sensorial se atenúa en la existencia de una tradición oral de los salmos biblicos antes de
gran manera. Sin embargo, no desaparece del todo. Prueba de su fijación por escrito; los sinólogos descubren en los poemas del
ello son las disputas de escuela relativas a la interpretación de me- She-KNig (siglo 11 antes de nuestra era) varias canciones populares
lodias antiguas. arcaicas vinculadas con fiestas campesinas; y en el haikai japonés
Generalizando, yo propondría clasificar los hechos de poesía- se revelan las huellas de una antigua costumbre de unas justas
oral-en-el-pasado según la naturaleza de los indicios de oralidad poéticas improvisadas, reconstruida en el siglo xvir por Bash6,
que permiten su identificación. Además, hay que distinguir dos que la literarizó integrándola a la práctica de otros géneros2. La
situaciones: expresión por la que se designa el texto puede proporcionar un
- o bien poseemos un texto escrito: reproducción o resumen, indicio léxico mínimo: por ejemplo, la expresión canción de gesta
imitación o explotación literaria del texto pronunciado en el mo- que figura en varios de aquellos poemas.
mento de la performance. Otros indicios más problemáticos se buscan a veces en las alu-
- o bien sólo tenemos un sitio vacío o, mejor, algunos vesti- siones que se considera que contiene el texto a los diversos acon-
gios reconocibles, pero no un texto: una ausencia probada. tecimientos y que nos remitirian a unas circunstancias que impli-
El primer caso plantea problemas complejos de interpreta- can una transmisión oral; este género de argumentación ha sido
ción; el segundo, de reconstitución. Pero esos problemas se enun- empleado con respecto a los poemas mozárabes de los siglos xI
cian en unas perspectivas diferentes: la interpretación opera sobre y x i i que se descubrieron en los afios cincuenta.
lo particular; la reconstitución, sobre unas tendencias globales y En fin, con razón o sin ella, se puede deducir de ciertas prácti-
unos esquemas genéricos. cas contemporáneas la oralidad antigua de un género poético,
Sin embargo, haya o no un texto, basta, muy frecuentemente, incluso de un texto particular. Por ejemplo, hoy día aún, en el
con que en el horizonte del investigador se perfile una probabili- sudeste de Asia, la existencia de lecturas públicas del R¿múnríyana
dad, incluso remota y puramente analógica, de oralidad para que ' Brower-Milner, pág. 42; Zumthor, 1963, págs. 51-53.
en él, historiador o etnólogo, influya un presupuesto surgido del Lapointe, pág. 131; Dieny. págs. 6-9. 64-65; Dicrionnaire hisrorique dli
romanticismo (reforzado por el positivismo ulterior): en el prin- Japon (Tokyo, Maison franco-japonaise). 11, págs. 24-25 (1970).
parece probar la enorme antigiledad de una tradición oral de esa pendientes del carácter -directo o mediatizado- de la perfor-
epopeya, cuyas versiones escritas tenían ya dos siglos de existen- mance. Los fundamento, por referencia a mi propio presente (en
cia al principio de nuestra era. Y otro ejemplo más es el canto de el que únicamente puedo oír), en el modo de integración cultural
himnos védicos que se oye en nuestros días en la India. de los mensajes poéticos transmitidos. Algunos de éstos, emitidos
En ausencia de texto, las ambigoedades aumentan y ninguna por unas culturas ajenas a la que pertenezco como ciudadano
occidental del siglo xx, me llegan de alguna otra parte que identi-

-
pregunta tiene respuesta si no es a un nivel de prudente gene-
ralidad. fico como tal, ya se trate de una canción de caza oída en la selva
m d i c i ó n escrita puede atribuirse e n t e n a una tradición del Volta o de un disco folclórico francés. Por el contrario, otros
oral simultánea o ~.?.
anterior, mensajes surgidos de mi mismo medio cultural en el calor de su
. , -. en virtud de unas verosimilitudes e x - actualidad los percibo directamente en su función y su necesi-
traidas de la historia literaria y, como tales, hipotéticas. Así pro-
cedieron los especialistas con respecto a los himnos sumerios del dad ..., aunque alguna razón personal motive su rechazo por mi
segundo milenio. la poesía japonesa de la alta Edad Media o la parte.
literatura china de la época Song (siglos X-xrir)'. Nuestra civilización tecnológica. de mitos aún dominados por
O bien nos fiamos de documentos que muestren, sin cita de el modelo de lo escrito (al menos en Europa), tiende a ocultar los
textos ni referencia explícita, la existencia de una poesía oral en valores de la voz. En otras partes del mundo, difundido más re-
un tiempo y un lugar dados. De este modo, de las condenas mo- cientemente y en una tierra menos propicia para su arraigo, esta
nacales dirigidas, tanto en la China budista como en el Occidente misma civilización deja percibir mejor una realidad que, a largo
cristiano durante toda la Edad Media, contra las canciones cam- plazo, condena, pero con la que provisionalmente contemporiza.
pesinas. de amor o satiricas, las lamentaciones y las canciones Las sociedades africanas ofrecen un ejemplo perfecto.
para bailar, se deduce la existencia de tradiciones correspon- Aunque, contrariamente a un prejuicio muy difundido, estas
dientes. sociedades conocen desde hace siglos el uso de la escritura, las
Al escapar a la observación la oralidad del pasado, ninguno culturas que elaboraron a lo largo de su historia hacían de la voz
de sus indicios, cualquiera que sea su pertinencia, puede apreciar- humana uno de los motores del dinamismo universal y el lugar
se y explotarse más que de forma aproximativa y por referencia a generador de los simbolismos cosmogónicos, pero también de
los caracteres de la oralidad en el presente. El conocimiento en el todo placer. (Entiendo por cultura, según una opinión bastante
que se introducen es un conocimiento secundario, inevitablemen- general, un conjunto -complejo y más o menos heterogéneo,
te problemático. vinculado a una civilización material- de representaciones, com-
portamientos y discursos comunes de un grupo humano, en un
Los hechos de oralidad en el presente se distinguen de manera tiempo y en un espacio dados. Desde el punto de vista de su
radical según lleven consigo transmisión directa o mediatizada; utilización, una cultura se presenta como la facultad de todos los
he insistido sobre este punto en el capitulo anterior. La mediati- miembros del grupo de producir signos, identificarlos e interpre-
zación implica, en general, inscripción en los -archivos. sonoros. tarlos de lamisma manera; de este modo constituye el factor de
El texto se encuentra liberado, de este modo, de las coacciones unificación de las actividades sociales e individuales, el lugar po-
inmediatas del tiempo; en el instante de la peiformance, la can- sible, para los interesados, para dirigir su destino colectivo.) Las
ción. el poema, existen en el presente, a la vez que, virtualmente, culturas africanas, culturas del verbo, de tradiciones orales de
en un futuro que limita únicamente la resistencia material del una incomparable riqueza, rechazan todo lo que rompe el ritmo
disco o de la cinta grabada. Desde el final de la performance, se de la voz viva; en las vastas regiones del este y del centro del
añade a esta dimensión, y con los mismos límites, el pasado. continente no se practica más arte que el de la poesía y el canto.
Quisiera sugerir aquí algunos criterios.de clasificación inde- El Verbo, fuerza vital, vapor del cuerpo, liquidez carnal y espiri-
tual, se difunde en el mu do al que da vida, en el que toda activi-
Brower-Milner. págs. 39-41: Alleton. pág. 220: Finnegan. 1978. psgi- dad se fundamenta en élfin la palabra se origina el poder del jefe
nas 493-494. y de la politica, del campesino y de la simiente. El artesano que
da forma a un objeto pronuncia (y a veces canta) las palabras que quier juicio racional, el texto responde a una pregunta que me
fecundan su acto. Verticalidad luminosa que surge de las tinieblas formulo. A veces la hace explícita niitificándola, o bien la deja de
interiores, pero aún marcada por esas profundas huellas, la pala- lado, o ironiza a propdsito de ella; ese lazo permanece siempre;
---
bra p r o f ~ - r - I ~ ~ v ~ c l e a l o . . , q ~ ! e . &se:- Es eso mismo que
nosotros llamamos poesía'. Pero también es memoria viva para
ese punto de anclaje en nuestra afectividad profunda, en nuestros
fantasmas, en nuestras ideologías o en nuestros pequeños recuer-
el individuo (a quien dio forma la imposición de su nombre) y a dos cotidianos, incluso en nuestro amor al juego o en nuestro gus-
la vez para el grupo cuyo lenguaje constituye la energía ordena- to por las tendencias de una moda. De ahí proviene la fuerza par-
dora. En las sociedades precoloniales, la alabanza del jefe contri- ticular de persuasión. para los franceses de mi generación, de las
buía a mantener la identidad de su pueblo; su práctica se confia- canciones de un Brassens. igual que las de Jacques Brel, de un
ba a especialistas y sus formas definían unos géneros poéticos estilo de ataque tan diferente. ¿Pero por qué nombrar sólo a esos
reconocidos. dos? Ciertas canciones tuvieron, durante varios años, tal poder
Sin embargo, toda palabra no es Palabra. Hay un tiempo para evocador en nuestra existencia común, que las oíamos diariamen-
la palabra-juego. ordinaria, trivial o superficialmente demostrati- te canturreadas por cada hijo de vecino; escasos eran aquellos
va, y un tiempo para la palabra-fuerza. Pero esta última puede que hubieran podido nombrar a sus autores e incluso poco nume-
ser destructora y equívoca a la manera del fuego, una de sus imá- rosos los que se sabían bien el texto, por ejemplo, Sombrío domin-
genes. De ahí proceden, en la práctica, una serie de ambigüeda- go en los años treinta o Los hojas muertas un cuarto de siglo más
des, si no de contradicciones. A la palabra popular, inconsistente tarde ...
y versátil, se opondrá la palabra regulada, enriquecida por su Las grandes pasiones colectivas aceleran ese movimiento de
propio caudal, archivo sonoro cuyo manejo, en ciertas etnias, es identificación hasta el punto de provocar, cuando las circunstan-
propiedad de las "personas de la palabra. socialmente definidas cias se dramatizan, la participación a coro de los oyentes. Por
como tales: por ejemplo, los hechiceros (a la vez poetas y músicos eso, en nuestras guerras, se cantaron a coro tantas canciones de
ambulantes) de África occidental. Pero, al mismo tiempo, la pala- soldados, que calmaban el miedo y excitaban las quejas compen-
bra es hembra; una misma naturaleza la vincula a la mujer; un satorias, como, por ejemplo, la Canción del adiós o la Madelon de
anillo incmstado en su labio asegurará su inocuidad ... Es en el antaño. Tantos sentimientos se colocan en el poema convertido
corazón de este mundo fantasmagórico donde se eleva la voz de de este modo en colectivo, que el tema explícito se vuelve indife-
la poesia africana: menos obra que energía, «trabajo del ser en su rente y el sentido se reabsorbe en el contexto. Por ejemplo, el
eterna repetición. Tiempo de cerezas, donde únicamente la personalidad de su autor
La oposición, marcada de este modo, es a veces clara, pero hace que pase por ser una canción de los partidarios de la Comu-
con frecuencia aparece moviente e imprecisa. Históricamente, el na6; y también la casi mítica Lily Marlene, canción de amor que
mbluesn pertenece a un folclore negro del sur de los Estados Uni- cayó en manos de los ejércitos y que en 1943-1944 cantaban, de
dos y aparece a mediados del siglo xix. Sin embargo, el papel una parte a otra del frente occidental, los dos beligerantes, cada
mismo que desempeñó en la rápida secuencia de acontecimientos uno en su lengua; y las canciones revolucionarias, los himnos na-
e innovaciones que revolucionaron las técnicas musicales y el arte cionales, toda esa poesía de calidad a veces mediocre, pero tan
del canto en el siglo xx le asegura hoy día unas raíces vivas bien arraigada en nuestra tradición oral viva que, a pesar de los
en nuestra conciencia cultural. La distinción propuesta no es por textos impresos, se canta de memoria, con frecuencia solamente
ello menos operatoria, ya que presenta la ventaja de tomar en una estrofa entre diez, con unos tararara para tapar los agujeros.
consideración los juegos de fuerza históricos. i
Por el contrario, cuando la poesia oral viene de otra cultura el
En efecto, la función de una poesia' oral se manifiesta con oyente la percibe (en diversos grados según las circunstancias y
relación al .horizonte de esperan de los oyentes. Sin llegar a cual- los individuos) como exótica, minoritaria, marginal, diferente, en
' Calame-Griaule, 1965, págs. 22-26, 174-180: Camara, págs. 237-249; lo que le falta de respondiente inmediato. El placer que procura
Jahn, 1961, págs. 135-176.
Heidegger, págs. 233-234. ' Brécy, págs. 77-78.
no se pone en duda aquí y puede proceder de esa diferencia equivoca; la mayoría de las antiguas tradiciones originales fueron
misma. marginadas de forma tanto más irreversible cuanto mejor se im-
Lo que parece exótico y marginal en un medio puede ser fun- plantaron en esos países unos regímenes económicos importados
cional en otro, y lo que se siente hoy como diferente quizá sea de Occidente, marginación independiente de la relación numérica
asimilado o reasimilado maiiana: por ejemplo, el jazz en nuestras entre los grupos afectados. En la mente de los poseedores del
ciudades, en los primeros tiempos de su difusión fuera de los poder, la cultura tecnológica internacional es la que sirve de refe-
ghettos negros. Pero, en orden cronológico y en todo instante de rencia. Aunque las tradiciones nacionales son objeto de medidas
la duración, esos contrastes perfilan el paisaje del hecho poético. para su conservación, desde entonces se las considera como frag-
De ahí procede la necesidad de captar este último con relación al mentos culturales minoritarios entre los factores del dinamismo
ecosistema cultural donde se manifiesta, percibirlo como objeto histórico.
conflictivo o intersección de las líneas de fuerza que, en la mayo- En el doble continente americano, los efectos de las dos colo-
ría de nuestras sociedades, engendran esas vacilaciones. nizaciones, interna y externa, se combinan, según las modalidades
En efecto, hoy día cualquier forma de poesía oral se destaca derivadas del ritmo de los acontecimientos y de las particularida-
sobre un fondo dramatizado en gran manera. Una cultura de des geopolíticas. Las tradiciones propias y costumbres mentales
origen europeo -vinculada a la civilización tecnológica y en vías de los autóctonos, de los negros importados, pero también de la
de universalización rápida y bmtal- domina, en la mayoría de mayoría de los inmigrantes sin fortuna, europeos y asiáticos, fue-
los pueblos, el campo de lo imaginario, tiende a imponer en él sus ron aplastadas O desnaturalizadas, en un mismo impulso, bajo
estereotipos y de manera creciente determina los futuros posibles. el rodillo compresor de la cultura tecnológica,,
' .
En el seno del espacio europeo, han sido suficientes dos o tres Por suerte, esta cultura, como cualquier otra, no forma un
siglos para corroer, folclorizar y en parte aniquilar las viejas cul- todo. Verdad es que toda cultura tiende a replegarse en sí misma
turas locales, gracias a los irresistibles instrumentos de coloniza- y a la redundancia, pero nunca está verdaderamente cerrada. He-
ción interior que constituyen la alfabetización masiva y la difu- terogeneidad fundamental. mas o menos camuflada, y relativa
sión de la prensa. apertura: por la rendija y a merced de las ocasiones, incluso más
De ahí proceden las oposiciones, reacciones salvajes de defen- que de las necesidades, se inician intercambios relativos a tal mo-
sa que, más cerca de nosotros, englobamos bajo el nombre de delo económico, tal cos'tumbre política, un rasgo de la lengua, un
"contra-cultura,,, conjunto de movimientos de protesta y margi- arte, la poesía oral ... De este modo pueden resurgir y volver a
nación en el límite de la acción política, y lo más frecuentemente enraizarse unas formas en un principio reprimidas. Aquello que
indiferentes a ésta ..., estrechamente asociados con ciertas formas ya se internaba en el camino de la folclorización se alza, asumido
de poesía oral. Volveré sobre este punto en los capítulos XIIl y XV. por una intención viva, utilizado como punto de partida de una
Mientras tanto. efecto de esas mismas causas profundas, el nueva expresión, enriquecida por una tradición, portadora de
desplazamiento de los colonialismos proyectaba las más imperio- nuevos valores y marcada por una sensibilidad que yo siento his-
sas formas de la civilización, en lo sucesivo triunfante, sobre las tóricamente mía, confiriéndola una experiencia creadora. Enton-
tierras africanas y los archipiélagos de Oceania, destrozando anti- ces un sentido se transforma y se supera.
guas y venerables culturas, sensibles y frágiles, desarmadas ante Si la separación entre la cultura dominante y la dominada es
esa agresión. A pesar del elevado número de fragmentos que suh- demasiado grande, ese esfuerzo abortará, con los honores del mu-
sisten de ellas, el traumatismo que siguió a su rápida degradación
no constituye la condición más favorable para la aparición de
nuevas formas originales de vida, de sensibilidad y de arte en los
. seo. En pocos años, a partir de 1925, la alfabetización y la indus-
trialización han reducido a las tradiciones propias de las pobla-
ciones mongoles de Siberia al estado de recuerdos turísticos, a
pueblos así despojados de su intimidad. pesar de una política cultural en principio generosa'.
En la mayor parte de Asia, y especialmente en Extremo O bien, por el contrario, solicitado por la otra, acuso la dis-
Oriente, donde la expansión europea tropezó con unas civilizacio-
nes muy diferentes y muy estructuradas, se instauró una situación ' Taksami.
tancia que nos separa, descubro la inmutabilidad de mis valores sión de ciertas fiestas; propios también de campesinos aficionados
tradicionales, con el miedo a que enriquecimientos signifique con- o de los profesionales herederos de los lautari épicos, cuya exis-
taminación. Una emoción a flor de piel se une desde ese momen- tencia se comprobó en el siglo xvi, en todas las regiones que
to a unas formas exteriorizadas. Uri sentido ha sido abolido y la forman hoy Rumania. Del más famoso de esos cantos, la bella
folclorización se vuelve irreversible. El participante se convierte Mioritsa, publicado por primera vez en el medio literario en 1848,
en espectador; la necesidad social, referencia mitica. Con el pre- aunque siguió siendo popular, no se cuentan menos de novecien-
texto de ecología, la literatura puede fingir que bebe en esa fuente tas versiones. Muy viva hasta el final del siglo xrx, esta poesía ha
agotada: la moda se remonta a Rousseau y al Devin du Village. resistido mal la urbanización del país y sólo se mantiene gracias a
La ideología reinante puede apoderarse de esas superviven- la solicitud gubernamental9.
cias, como en Quebec en el tiempo de la madre Bolduc, hacia Ejemplo de <<reliquias,,:las canciones piamontesas anotadas
1935-1940, lo hizo la Iglesia, de las canciones campesinas tradi- en 1908 en Usseglio por B. Terracini y publicadas por él en 1959.
cionales, hasta tal punto que la canción de Quebec de hoy ha Una mujer de setenta y ocho años, última depositaria del tesoro
tenido que formarse, en gran parte, contra ese folclore. De ahí pottico de ese pueblo, le cantó, en aquel entonces, nueve cortas
proceden los equlvocos, cuando un solitario intenta la otra aven- baladas lírico-épicas, de una treintena de versos cada una, for-
tura: el gran poeta Gilles Vigneault está considerado, casi inevita- mando dos grupos lingüísticamente distintos (uno en dialecto y el
blemente, por un público que no sea de Quebec, como un cantan- otro en italiano) y que, sin duda, representaban dos tradiciones
te regionalistas. de origen diferente. Por otra parte, al testigo le interesaban me-
nos los textos por sí mismos que por el recuerdo de aquel de
Separando provisionalmente la perspectiva histórica, me re- quien los recibió, ya desaparecido, o de su propia juventud ...
duzco a examinar dos tipos de culturas diferentes a la nuestra que
aún sobreviven en el mundo de hoy. Algunas de entre ellas están Fluidez de esas distinciones: entre poesia funcional y supervi-
amenazadas de extinción, ya sea por asimilación, ya sea por asfi- vencia, la diferencia, en los casos limites, depende del punto de
xia, pero poseen aún cierta cohesión interna, insuficiente, sin em- vista que adopte el observador. De este modo, los cantos de due-
bargo, para asegurar a sus tradiciones el pleno valor funcional lo de los limba de Sierra Leona, elemento esencial de los ritos
que antaño poseyeron, como, por ejemplo, la mayoría de las et- funerarios, permanecen, probablemente funcionales, en la exis-
nias africanas o los inuit de Canadá. Otras culturas, desintegra- tencia de los habitantes de los poblados que pertenezcan a esa
das, agonizan, a veces refugiadas en el recuerdo de una sola tribu, etnia, pero a escala nacional están considerados como supervi-
de una familia o de un individuo; por ejemplo, un viejo campesi- vencia. Inversamente, la utilización para su propaganda por parte
no en quien el dialectólogo o el folclorista a la búsqueda de una de los partidos políticos nigerianos de los cantos alternados con
tradición alpina perdida encuentra su último testigo ... En el pri- invectivas propios de la tradición yoruba refuncionaliza una poe-
mer caso hablaré de .supervivencias. culturales; en el segundo, sía que, sin ello, no habría podido <'sobrevivir,,. El haka, canto
de <<reliquias>>.Aplico esta distinción a los hechos de la poesia tradicional de los maoríes de Nueva Zelanda, ha sido utilizado de
oral. nuevo, desde la Segunda Guerra Mundial, en ceremonias proto-
¿Ejemplos de poesía oral «supewivientem? Al tener tanto don- colarias y adaptado a esas situaciones. En 1944, J. y A. Lomax
de escoger, citaré las baladas rumanas, recopiladas por el Institu- descubrieron, entre los delincuentes negros de las prisiones de
to del folclore de Bucarest y de las que A. Amzulescu publicó, Texas, la existencia de work-songs, que se remontaban a antiguos
en 1964, el primer libro de trescientos cincuenta títulos -o sea, cantos de esclavos, adaptados al trabajo impuesto a los prisione-
con las variantes registradas, cerca de siete mil textos-. Historias ros. B. Jackson los publicó en 19721°.
breves, de estructura lineal, de algunos cientos de versos, propios Entre supervivencia y reliquia existen los mismos cruces de
de pequeñas comunidades rurales donde las cantaban con oca-
Renzi, 1969; Knorringa, 1978 y 1980, pág. 15.
lo Fhnnegan, 1977, págs. 154-155, 220.224. y 1978, pág. 292: Vassal. 1977,
Milli6res. cáps. 1 y 111. págs. 33-34.
perspectiva. X. Ravier presenta las canciones que recopiló en 1959 mentaron, las endechas, las canciones infantiles, las de cuna y las
en los Altos Pirineos, en unos términos que corresponden a mi de caza de la Acadia canadiense y los co&ns de Luisiana. Se co-
definición de la supervivencia.; pero su descripción del contexto noce mejor la aventura de las canciones para beber o amar, de los
sociológico me inclinaría a hablar de ..reliquias». Una docena de shanries y de las baladas británicas e irlandesas en los Estados
pueblos y caseríos de Lavedan guardaban entonces el recuerdo de Unidos. El tronco de esa antigua tradición alimenta a una serie
una tradición de poemas cantados en dialecto gascón, en tono de vigorosos injertos en plena floración a principios del siglo XX,
dramático, satírico o pastoral, inspirado en algún acontecimiento los hillbilly y bluegrass, canciones del OesteI2.
local pasado, desdichas de un desertor, partida de caza memora- El mismo fenómeno se produce en América Latina, hasta en
ble, historia de un amor o una disputa entre pastores -a veces sus regiones más apartadas. El Chile central se constituyó su pro-
con una fecha precisa-. El más antiguo se remonta a 1830-1840 pia poesía popular de géneros típicos. como la tonada, de origen
y el más reciente a 1943". El tema estaba elaborado narrativa- puramente castellano y andaluz, completamente aparte de las in-
mente según un modo de composición ternario y obedecía a unas fluencias indias, muy fuertes en el norte y en el sur del país. La
reglas no explícitas, lo bastante flexibles como para permitir un misma persistencia existe en México, donde la edición del Cancio-
incesante -cambio. del texto, de performance en performance. nero folclórico proporciona, en sus dos volúmenes aparecidos,
Compuestos con ocasión de un fiesta, de una emoción colectiva, cerca de diez mil canciones de amor nacidas d e tradiciones es-
de una conmemoración, repetidos en el café, en la plaza a la sali- pañolas ".
da de la misa dominical, pronto eran adoptados por la comuni- Entre 1850 y 1900, la supervivencia del Romancero ibérico se
dad y caían en una especie de anonimato. En el momento de la manifiesta por turno en Nicaragua, Venezuela, Umguay, Argenti-
investigación de 1959, cierto número de testigos eran capaces de na y los Andes; en la época de la Primera Guerra Mundial, en las
cantarlos y de evocar su historia, pero toda práctica de la compo- Grandes Antillas; hacia 1940, en el sur de los Estados Unidos y
sición había cesado desde hacía años. en B ~ a s i l ' ~
Casi
. en todas partes se produjo una adaptación temá-
Otro principio de clasificación debe intervenir y coincidir con tica y musical. En Brasil, la vena del Romancero alimentaba, ayer
el primero: el ritmo de las tradiciones en la cultura de la que se aún, la literatura de -cordel>.; en México dio origen a un géne-
trate. De este modo se distinguen unos efectos de ritmo largo ro aún productivo hace pocos años, el corrido...
propios de lo que designa ordinariamente el calificativo de nadi- A veces, el efecto de acleración se produce bajo el impacto de
cional, unos efectos de aceleración, regional o universal, en el un acontecimiento que revoluciona las imaginaciones o las con-
seno de un red de tradiciones y, finalmente, unos efectos de ciencias. En Francia, la epopeya napoleónica suscita, por adapta-
ruptura. ción de antiguos cantos, toda una poesía de canciones ~popula-
La mayoría de nuestras poesías ~<folclóricas~~ europeas perte- res,~cuya fantasía Béranger supo explotar15. Entre 1936 y 1939,
nece a la primera clase. En la segunda clase clasificaré aquellas la guerra civil provocó entre los republicanos españoles una flora-
poesías que, importadas en los siglos XVI-xvrr al continente ame- ción de bellísimas canciones de combate, la mayoría de las cuales
ricano, no tardaron en adaptarse a una situación nueva: y se se basaban en cantos folclóricos vascos, catalanes o andaluces,
desarrollaron de forma original, hasta el punto de constituir des- o en cantos patrióticos que entraron en la tradición más de un
de el siglo Xviil unos grandes conjuntos de rasgos muy acusados siglo antest6.
que, sin embargo, permanecían en la continuidad cultural europea Por el contrario, otras especies de poesía sacan su energía de
y se sentían como una simple prolongación de ésta. Se pueden una ruptura (más o menos concertada) con una tradición sentida
nombrar (según la relación de M. Barbeau, de L. Lacourciire y
de sus equipos) miles de canciones campesinas de Quebec cuyos 12 Dupont; Rens-Leblanc; Vassal, 1977, págs. 52-72, 78-83.
modelos vinieron de París, o incluso de Escocia, o aún más sor- l3 Clouzet, 1975, phg. 18; Alatome. 1975.
prendentes, en virtud de la impregnación anglosajona que experi- Menéndez Pida], 1968, 11, págs. 343-353; Mendoza; Zumthor, 1980b,
phgs. 231. 236-237.
l 5 Nisard, págs. 495-496.
l6 Disco Le chonr du monde. LDX-5-4279.

73
como coacción. Un recliazo al tiempo largo, a las reglas que esta- hacer perder su función a las poesias tradicionales, rebajadas al
blecen un modelo, rompe el ritmo de las repeticiones habituales; rango de objetos de ciencia o de curiosidad. La historia de los
un grito se eleva y clama: no. Poco importa en qué términos lo ciento cincuenta Últimos años se presenta, a este respecto, como
hace, quizá procedente del fondo de las memorias colectivas. Lo una irreversible decadencia; aún no ha alcanzado del todo su tér-
que cuenia es una intencibn de liberar el instantc y el tormen- mino hoy dia, y ¿quién sabe si quizá maiíana el fervor de un
to que éste lleva consigo, pena o alegria. Si el grito se reitera, se ecologista devolverá su función a las supervivencias?
entra de nuevo en el tiempo, pero que será el de una moda, tiem- Los pueblos que habitan el centro-sur de Asia soviética, tur-
po destructor de si mismo, ya sea que dure una década o una comanos, ouigours y kazajstanos, poseian aún, hacia 1850, una
temporada. gran epopeya donde cristalizar su concieiicia nacional frente al
En nuestra situación, toda poesia oral mediatizada entra (sal- pensamiento ruso. A final de siglo. la colonización de las islas de
vo raras excepciones) en esa clase, naturalmente ofrecida a las Oceania dejaba por poco tiempo más que subsistieran unas fuer-
recuperaciones comerciales. Pero la historia es muy anterior a la tes tradiciones poéticas en el archipiélago hawaiano. A lo largo
invención de los medios; se perfila por todo Occidente desde el de los años treinta fueron recopilados, en el último instante de SU
siglo XVIli. existencia funcional, los bellos cantos místicos de los gond de la
La ruptura sobreviene en el momento en que el cambio de las India, que en aquel entonces eran considerados como el pueblo
condiciones de existencia alcanza un punto critico y toca a unos más pobre de la tierra; los yukar épicos de los aynos del Japón
valores considerados como esenciales: así sucedió para las genera- septentrional; hacia 1940, entre los zuiúes y los sotbos de Africa
ciones que vivieron la industrialización. la urbanización y, cn Es- del Sur y entre los akanes de Ghana, los últimos cantos de ala-
tados Unidos, la conquista del Oeste. Canciones de pioneros, de banza de los jefes, género antiguo muy extendido antaño en gran
buscadores de oro, de vagabundos (hoboes). en las que subsisten parte del continente. Los etnólogos, alrededor de 1950-1960, des-
muchos elementos cuyo origen está en tradiciones europeas, pero cubrieron, por medio del tercer mundo, en el momento mismo en
fundidos en ese potente crisol de naciones y de poesia. en una que la urbanización y cl transistor estaban a punto de herirlas de
afirmación de si, original. Después de 1960, en el medio urbano y muerte, las últimas tradiciones poéticas, bastante integradas a la
en la estela del folk revival, ocurrió la misma explosión entre los vida social como para desempeñar en ella una importante fun-
militantes del movimiento de los derechos civiles. ción: las canciones de amor de las islas Gilbert, los poemas de
La acción personal de un hombre puede ser aquí determinan- circunstancia de los tongas, los cantos de combate de los guerre-
te. El gran poeta alsaciano, de habla regional, Nathan Katz, ali- ros somalíes y el vasto conjunto de los poemas mitológicos que se
mentado con las tradiciones de su patria chica germánica, las asu- cantaban entre los aborígenes de la Tierra de Arnhem en Aus-
me y a la vez las rechaza, universaliza su discurso en los labios de tralia ".
aquellos que recitan o cantan sus versos. Sin duda, seria necesario ~ó¡o se puede alinear ejemplos, casi al azar, de esta liquida-
citar en ese contexto al cantante y autor de sus canciones, el so- ción de una herencia a bombo y platillos. Ayer aún, el ciclo épico
viético Vladimir Vissotsky. al público de obreros y de jóvenes: de Soundiata mantenía eficazmente para el pueblo mandingo y
o al georgiano Ikoudjava, el Brassens moscovita; o las canciones las etnias vecinas el recuerdo de un pasado, garantía de un futu-
del polaco Chyla, de formas aparentemente próximas al folclore, ro. En 1975-1976, en los barrios de chabolas de Lagos, recitado-
pero corroídas por la ironía paródica, y musicalmente nuevas". res o cantores continuaban evocando a unos dioses y héroes que
no estaban aún totalmente muertos. ¿Qué existe de todo aquello
La poesía oral de tradición de ritmo largo será funcional en hoy día? En 1980, las mujeres del Alto Volta, al fabricar su cerve-
cierta sociedad, supervivencia en otra y reliquia en otra parte. Es za de mijo, cantaban las palabras antiguas que integraban ese rito
verdad que desde que viajeros, etnógrafos y folcloristas sistemati- a los misterios cósmicos. ¿Lo hicieron en 1981?
zaron las observaciones in situ iin movimiento univenal tiende a
Finnegan, 1917, págs. 12-13, 29, 82, 100. 113-114. 120. 172. 204. Y
" ~ell:-discosLe chanr du monde, LDX-7-4358 y 4581 1978. pags. 13-36. 98-109, 319-355; Chadwick-Zhirmunsky. págs. 7-19.
La precipitación de los periodos históricos, propia de la cultu- nes de cuna o infantiles desempeñen. aqui y allá, en el seno de
ra tecnológica, actúa en detrimento de esas fonnas de poesia cuya familias conservadoras, una sombra de función. Pero el conjunto
fuerza y sentido proceden de su continuidad y su larga vida. sólo constituye una suma de virtualidades que jamás un mismo
Africa, todavia tardíamente culturizada, permanece más próxima individuo, ni un grupo, sería capaz de realizar todas. De las
a las ruinas de su pasado. Por el contrario, el conjunto, material- 252 canciones infantiles recopiladas por S. Charpentreau, conoz-
mente considerable, formado por las poesias tradicionales de la co la tercera parte, 82 títulos. Me inclino a considerar mi propio
América india de Los Estados Unidos y Canadá constituye, en el testimonio como representativo porque se cantaban mucho a mi
mejor de los casos, una red de supervivencias por lo demás muy alrededor, en mi infancia, y siempre me ha gustado cantar. Ahora
divenificadas y fundamentadas sobre aproximadamente cien len- bien, de dichas 82 canciones no hay más de 38 que sepa comple-
guas o dialectos diferentes. Las *canciones personales,,, en las que tas, texto y melodía, y zdemás con diversas variantes textuales y
un individuo proyecta sus sueños en un discurso liberador de sus melódicas con respecto a la versión publicada. Conozco en parte
fantasmas, conservan, sin duda, entre los pueblos donde aún las otras 44, en general la primera estrofa y el estribillo; de entre
componen algunos, algo de su función original. Pero las cancio- ellas, hay tres de las que sólo sé el estribillo. Incluyo en estos nú-
nes de encuentro intertribales, si subsistian, fueron recuperadas meros 15 canciones que aprendí ya adulto, entre veinticinco y
por el show-business: reliquias adulterada^'^. Los cantos ceremo- treinta y cinco años, y que pertenecían al repertorio familiar de mi
niales, antaño sagrados, propiedad tribal colectiva. han sobrevivi- mujer; de una de ellas, publicada en francés por Charpentreau,
do mejor: las grabaciones efectuadas con medio siglo de intervalo sólo sé una versión en dialecto saboyano. Hoy día, jcuántos de
dan testimonio de una notable estabilidad, a pesar (jo a causa?) esos textos desean cantar (y serían capaces de hacerlo) mis hijos a
de su folclorización. los SUYOS? SC lo pregunté a dos de mis hijas. Una de ellas. vein-
Cantos mágicos de los algonquinos del norte de Quebec, a tiocho años, universitaria y madre de familia, me proporcionó las
pesar de la desaparición de las prolongadas expediciones de caza cifras siguientes: sabe completas 48 canciones y en parte 8. La otra,
que los motivaban; himnos navajos de alabanza a la tierra y al veinticinco años, soltera, artista: sabe enteras 23 y en parte 26. Mi
caballo; cantos de fiesta del pueblo, invocaciones cósmicas, anti- yerno, que me dice que buena parte de sus conocimientos en este
guamente vinculadas a los ritos de la recolección de las mieses; campo los ha adquirido por medio de su mujer, sabe enteras 29
cantos medicinales de los apaches ... Sólo se puede entrever, por canciones y 20 incompletas. Por intermedio de mi hija inicié un
medio de los relatos d e los viajeros, la riqueza de esta oralidad en sondeo fuera del medio familiar; una madre de familia parisiense
la época del primer choque con la civilización de los blancos20. de cincuenta años sabe 43 canciones completas, 12 parcialmente;
Quizá desde entonces los pueblos autóctonos de América del dos solteros de veinticinco años: el hombre sabe 56 completas
Norte han realizado en el campo poético el mismo gigantesco y LO en parte, y la mujer, 70 completas y 12 en parte. Intervienen
reajuste cultural que por otro lado realizaron al adoptar el uso aquí dos factores jerarquizados: lo que llamariamos la cultura
del caballo, el de las armas de fuego, del arte militar y de las familiar y el periodo medido en clases de edad.
l
! prácticas agricolas; al rehacer el sistema de su existencia social, al
reorientar el tesoro de sus tradiciones vivas ..., de manera que lo

i
Sin embargo, nada se pierde fatalmente. Quizá un día, impre-
que sobrevivió después del genocidio representa en parte los res- visiblemente, se le pueda devolver una función a alguno dc esos
tos de una obra cultural heroica relativamente reciente. textos sobrevivientes Puede recogerlo un artista y otorgarle una '
1 Lo mismo se puede decir, en lo esencial, aunque menos dra- nueva existencia, integrada en la cultura viva de su tiempo, como
máticamente, de en lo que se ha convertido para nosotros el lo hizo una Catarina Bueno con unas canciones folclóricas italia-
folclore francés; de cientos de canciones como las que hace tiem- nas. O bien, en el seno de un movimiento regionalista más o me-
po editaron Davenson o S. Charpentreau, quizá algunas cancio- nos politizado, unas canciones tradicionales, por los recuerdos ',
l9 Vassal, 1977. págs. 18-19. que despiertan, se convierten en portadoras de una esperanza y se ;
'' Savard, 1974. pág. 8; Finnegan. 1977, págs. 83. 100-104, 204. y 1978, encuentran promovidas al rango de cantos de acción, Ilamamien-
p8gs. 206233. to o reagrupamiento y al descubrimiento de su identidad, como
en la Bretaña de las hermanas Goadec, el festou-noz de los años 11. Las formas
sesenta 2'.
Una tradici6n poética en la que, a favor de los acontecimien-
tos, se produce el efecto de aceleración se vuelve, por un tiempo,
funcional. Sin embargo, ese mecanismo tiene a veces fallos. Las
formas recientes del Romancero. cuyas huellas recopilaron A. Gal-
mes de Fuentes y D. Catalán entre 1920 y 1950, permanecen
como supervivencias; y como reliquias los dos poemas italianos,
balada y recitativo dramático, compuestos a lo largo de los aílos
veinte en el valle del Po, sobre el bandolero calabrés Musolinol' ...
Por el contrario, el África contemporánea ha conseguido en va-
rios lugares la adaptación funcional de formas poéticas habitua-
les. Ya he hablado de los cantos políticos nigerianos; tienen su
equivalente en Zambia. En Africa central, en tiempos de Bokassa,
diversos grupos de músicos difundieron canciones de alabanza al
Maestro, quien se ocupó de que fueran grabadas. ¡La coronación
imperial inspiró particularmente a esos poetas!23. En Kenia, de
forma más sutil, durante la guerra del Mau-Mau, los partidarios
de estos últimos cantaban impunemente en kikuyu sus Ilama-
mientos a la rebeldía, con la música del God save ttre king ...
La misma diversidad de destinos tienen las creaciones nuevas,
originadas por una ruptura del tejido tradicional; inicialmente
funcionales, caen fácilmente al estado de supervivencias, si no de
reliquias; por ejemplo, la mayoría de las obras de los cantautores
obreros o campesinos de finales del siglo xrx, como aquellas, bas-
tante desgarradoras, del originario de la Beauce, Gaston Couté, a
pesar de la devoción y del talento con los que B. Meulien y
G. Pierron trabajan para devolverles la vida. Couté, contemporá-
neo de Bruant, del Liberraire y de La Guerre Sociale, donde publi-
c6 .la canción de la semana. usando su dialecto como Rictus el
argot, murió a los treinta y un años, en 191 1, en vísperas del día
en que iba a desaparecer el mundo al que su voz se dirigía2'.

" Vassal, 1980; cf. serie de emisiones de France-Culture, "El renacimien-


to de las músicas tradicionalesn, enero 1981.
" Drnrnálica, págs. 445-464.
" Finnegan, 1977, pág. 230: dossier comunicado por J.-D. Penel a Ban-
gui, diciembre 1980.
" Ringeas-Coutant; disco Alvaris, 819.

78
5. Formas y géneros

Niveles de formalización.-Las formas en oralidad: lingiilsti-


ras y sociocorporales.-Macro y microformas.-Principios de
c1as~icacidn.-Valores sociales de la voz.-La fuerza,^ y la
.ordenociónn.

Una forma es estable y fija sólo excepcionalmente; implica


una movilidad, que proviene de una energía que le es propia; en
el límite, y paradójicamente, la forma es igual a la fuerza. En
febrero de 1980, el gran poeta y místico ismaelí Nasir Udin Hun-
zay me hizo el honor de venir a mi seminario a cantar varias de
sus composiciones. Interrogado, desde diversos puntos de vista,
sobre la *forman de éstas, nos dio unas respuestas diferentes,
pero en todas se manifestaba que en su conciencia poética la ~ f o r -
ma,, es sólo un esquema, que no obedece a ninguna regla porque
ella es la regla, recreada sin cesar, ritmo -puro. (en el doble sen-
tido de esta palabra), y que sólo existe por y en la pasión particu-
lar de cada momento, de cada encuentro y de cada calidad de luz.
La producción de una obra de arte es la delimitación de una
materia, modalizada, provista de un principio y de un fin, anima-
da por una intención, por lo menos latente. De este modo, en una
perspectiva sociohistórica, la forma es, según una expresión de
J. Roubaud, <memoria de los cambios de sentido,,.
Si se trata de obra poética, es cómodo mantener la distinción
corriente entre elementos msemánticos. (relativos a la emergencia
de un sentido), .sintácticos. (a las relaciones de las partes),
-pragmáticos* (al uso hecho de esa obra) y cwerbalesx (referente
a la materialidad de los signos). Sin embargo, esta distinción será
despojada de toda rigidez. En efecto, en el momento en que el
análisis abarca dos o varias obras se instituye una comparación,
fundada en el examen de los invariantes y de los variables que se
descubren en ellas. La tarea del poeta es ordenar los invariantes.
Ahora bien, éstos dependen de varios niveles de manifestación en
los que las reglas de variabilidad (cantidad, calidad, duración,
combinación de los variables) pueden diferir mucho: nivel antro-
'3.

pológico de los arquetipos, mitos, simbolos; nivel ideológico de por medio de una draniatizacidn del discurso. La norma es aqui
los esquemas representativos, fórmulas, ideas recibidas; nivel lite- menos definible en términos de lingüistica que de sociología. Pero
ral de los rasgos textuales. (por esa inisma razón) la poesia oral implica, generalmente, más
Por el contrario, no hay .nivel estético. definible: es aqui, en reglas y más complejas que la escritura. En las sociedades de fuer-
poética histórica o comparada, donde se plantea el problema de te predominancia oral constituye, con frecuencia, un arte mucho
la alteridad mutua de la obra y de su analistai. No hay ninguna más elaborado que la mayoría de los productos de nuestra escri-
duda de que el valor estético de una obra procede (de manera tura. Con la iiitcnción de subrayar estos matices, voy a distinguir,
indirecta) de su ~funciónn,en el sentido que di a este término en de una maiizi-a tan constante como posible, entre la co obra^., el
el capitulo anterior. Pero juzgar esa relación depende, en el seno .<poema. y el ~ ~ t e x r oLa~ .obra es aquello que se comunica poéti-
de un medio cultural dado (lo he señalado en el capitulo II), de camente aqui y ahora: texto, sonoridades, ritmos y elementos vi-
una competencia social, de un consensus que dirige a la vez la suales; el término abarca la totalidad de los factores de laperfor-
producción y la recepción de lo que es calificado como poesia: mance. El poema es el texto y, si llega el caso, la melodía de la
todos ellos factores inestables en el espacio y en el tiempo. obra, sin consideración de los otros factores. Y, en fin, el texto
será la secuencia lingüistica auditivamente percibida, secuencia
La diferencia de los registros sensoriales que acusa la poesía cuyo sentido global no es reducible a la suma de los efectos par-
oral, por una parte, y la poesia escrita, por otra, implica, eviden- ticulares producidos por sus componentes sucesivamente per-
temente, que sus formas respectivas no pueden ser idénticas. Ni cibido~.
los niveles en donde se constituyen ni los procedimientos que las De la coexistencia de estas tres entidades resulta la dificultad
producen serán ni siquiera comparables a priori. que se experimenta para captar lo que tienen (en hipótesis) de
En las culturas de ritmo lento, el funcionamiento de la memo- especifico las formas textuales de la poesia oral. En los años se-
ria colectiva determina el modo de estmcturación poética. El poe- senta y setenta, etnólogos y folcloristas lo han intentado repetidas
ma se presenta como <.re- lectura^^ más que como <a'eación).;su veces'. Pero sus estudios sólo toman en consideración los hechos
era ontológica es la tradición misma que lo sostiene. La perfor- percibidos en sociedades de tradición larga y casi siempre en si-
malice, única manifestación de la obra, equivale a lo que seria tuación de oralidad primaria; esto mismo impide generalizar las
para nosotros una lectura solitaria y única, necesariamente flo- conclusiones. En esas tentativas influyeron con fuerza las tesis de
tante e incompleta. La palabra es <monumentarizada. por las Parry-Lord y la teoría ~ ~ f o r m u l a r i(que
a ~ ~ discutiré en el capitu-
señales (con frecuencia de una extremada sutileza) de su integra- lo VI), en la perspectiva de las investigaciones antropológicas so-
ción a la tradición. En las culturas de ritmo más rápido, la era de bre las civilizaciones anteriores a la escritura. De este modo, los
la obra se desplaza o se acorta a merced de los esfuerzos de adap- autores son inducidos a dar prioridad a los rasgos de estilo que
tación o de las rupturas: a veces se mantiene en los estrechos impliquen alguna (supuesta) analogía con tal o cual carácter men-
limites cronológicos de una moda2. Sin embargo, todo poema tal o social tipico: estandarización de la expresión y de los temas,
oral, en toda situación, hace referencia, para el oyente, a un cam- uso de epítetos, lemas u otros procedimientos de calificación para
po poético concreto, extrínseco, distinto al que percibe aquí y distinguir géneros, clases e individuos; lo recargado del aparato
ahora. Desde luego, la poesia escrita también remite a unos mo- ceremonial, la integración de la historia al presente y la destruc-
delos externos, pero lo hace con menos urgencia y precisión. ción de las señales de la duración, la abundancia verbal ...
Por eso la estmcturación poética, un régimen de oralidad, Sin embargo, a veces una monografia, coaccionada por las
opera menos con la ayuda de procedimientos de gramaticaliza- exigencias de su objeto, cambia un poco el enfoque y se libera de
ción (como lo hace, de forma casi exclusiva, la poesía escrita) que ideas preconcebidas: por ejemplo, el libro de J. Dournes sobre los
jorays de lndochina o la breve obra de T. P. Coffin sobre las
' Jauss, 1977; págs. 11-26, 411-420: Zumthor, 1980a. págs. 35-41; Finne- baladas tradicionales en América del Norte. Las formas lingüísti-
gan, 1977, págs. 25-26.
Kellogg, págs. 532-533; Zumthor, 1972, págs. 71-82. ' Pop, 1968; Lomax, 1968; Buchan, págs. 51-55.
cas como tales, incluidas las estructuras narrativas, profundas o orales que determinan: pero dichas modalidades son difíciles de
superficiales, constituyen para Coffin, como para Dournes, un separar de los elementos expresivos no lingüisticos, los cuales de-
elemento inerte y, desde el punto de vista de los oyentes, estética- penden de circunstancias asimismo vinculadas a la función social
mente neutro4. Ese texto se convierte en arte, en el seno de un que desempeña la peformance: cadena de implicaciones que en
lugar emocional, manifestado en performance y de donde procede principio se podría analizar a partir de cualquiera de sus es-
y a donde tiende la totalidad de las energías que constituyen la labones.
obra viva. Eso sucede con la performance que, de una comunica- En cuanto a las formas no lingüísticas, las reagrupo bajo el
ción oral, hace un objeto poético, confiriéndole la identidad so- nombre de socioc corporal es^^: entiendo por ello el conjunto de
cial en virtud de la cual se le percibe y declara como tal. caracteres formales o de tendencias formalizantes que resultan, en
Por tanto, la peiy"ormonce es a la vez un elemento importante su origen o en su finalidad, de la existencia del grupo social, por
de la forma y constitutiva de ésta. Con relación al texto solo (tal una parte, y, por otra, de la presencia y del carácter social del
como, después de la fijación por escrito, se <,lee>> una canción), la cuerpo; cuerpo físicamente individualizado de cada una de las
performance actúa a la manera de los efectos sonoros; por lo de- personas comprometidas en la performance y a la vez aquel más
más y con frecuencia, las personas demasiado exclusivamente difícil de precisar, pero muy real, de la colectividad, tal como se
apegadas a los valores de la escritura la perciben, no sin irrita- manifiesta en reacciones afectivas y movimientos comunes'.
ción, como tal. El texto reacciona y se adapta a esos efectos sono- Hablo aquí de formas en plural, por simplificación terminoló-
ros y se modifica con vistas a superar la inhibición que produce. gica. Se trata de los componentes diversos de una Forma única en
Por eso, en la necesidad de adoptar un comportamiento analí- cada poema (del cual ella es la única .forma.), y única porque no
tico, consideraré separadamente, primero. las formas lingüísticas se reproduce jamás, escapando como tal a la duración, aun cuan-
y, luego, las otras..., insistiendo de entrada en lo que tiene de do, por el contrario, sus componentes tienen tendencia a reprodu-
artificial esta separación y de abierto cada una de esas dos series, cirse indefinidamente.
por el hecho mismo de que una existe por la otra. Por naturaleza o según las circunstancias, los diferentes com-
En cuanto a las formas lingüísticas, adoptaré dos enfoques ponentes formales del poema son desigualmente codificados: al-
distintos y las examinaré: gunos, rigurosamente; otros, de manera incompleta o muy flexi-
1) en este capítulo, a escala de textos enteros y de grupos de ble; algunos, en fin, escapan a toda codificación. Estos últimos
textos: perspectiva de las macroformas, del orden de los modelos sólo pueden describirse con relación a una solaperformance. Muy
y de los ~cgéneros.; someramente, clasifico los otros en dos grupos, según se trate de
2) en el capitulo Vil, en la contextura del poema: perspecti- códigos <~estrictos~~ o <diexibles.b; la distinción entre éstos, fluc-
va de las microformas, definibles, a la vez, en el orden de las tuante y adaptable, se basa en la proporción de signos (arbitra-
disposiciones léxico-sintácticas (..estilo*) y en el orden de los efec- rios), señoles (metonimicas) y símbolos (metafónicos) que los cons-
tos de sentido (temas), especialmente aquellos en cuya produc- tituyen en la práctica.
ción interviene una convención social.
No hablaré de .temas. más que incidentalmente, ya que, La discusión, en el capitulo 111, de los -géneros,, de la litera-
poco específicos de la oralidad, atraviesan horizontalmente todas tura oral ha permitido delimitar el concepto al que aplico el tér-
las clases de discurso, y su estudio, más que de la poética, es mino de macroforma. A la vez, conjunto de virtualidades forma-
competencia de la historia, de la sociología o de la antropología les, zona de aplicación de competencias individuales, esbozo de
de lo imaginario. modelo abstracto, conjunto de energías y modalidad de una tra-
Las macroformas sobrepasan más o menos el plano iingüísti- dición, la macroforma constituye, por oposición a la materia pri-
co. En efecto, abarcan las modalidades de lenguaje de los textos mera y lejana del discurso poético, su materia cercana y ya par-
cialmente informada, que la letra formalizará de manera definitiva
Coffin. págs. 164-173: Sherrer. págs. 193-195; Dournes, 1976. págs. 125-
257: Zumthor, 1981~;Kerbrat-Orecchioni, pág. 170. Scheub, 1977, pág. 363.
actualizándola. Programa y deseo de ser implica dos elementos, lamente su estilo musical sirve, a veces, para designarla de mane-
respectivamente, raíz de ese deseo y aspecto de una programa- ra específica, y con más frecuencia el nombre de un cantante es-
ción: lo que llamaré la fuerza y la ordenación. trella; no hay nada que concurra para la definición de una clase
La presencia de este doble factor es, sin duda, la única carac- sentida como regular.
terística totalmente universal de las macroformas poéticas. La ma- Toda la evolución de la canción europea, desde los principios
nera por la cual se organizan y funcionan (es decir, la naturaleza de la era tecnológica e industrial, ha tendido a la disolución de las
y las reglas que engendran) difiere mucho según los contextos diferencias y a borrar el vocabulario mismo que contribuía a
culturales. Por ejemplo, todas las culturas han producido una mantenerlas. Balada o rondó no tienen en francés más que una
poesia de amor, de conjuración o de combate, pero por el hecho utilización arqueológica; vaudeville* (quienquiera que haya sido
de comprobarlo no progresamos nada, y cuanto más se intenta el misterioso Oliver Basselin, de los Vaux de Vire), desde el si-
precisar esta información, más peligro se corre de perderse en la glo x v l al x v i l i , se convirtió, por sucesivos deslizamientos, en
abundancia de las realizaciones regionales o particulares. una palabra que designaba un tipo de canción con estrofas, las
El número y la fijeza de las macroformas parecen invenamen- estrofadas cantadas al final de una comedia, o bien una parodia,
te proporcionales al grado de complejidad tecnológica de la cul- incluso un popurrí, antes de convertirse, en 1792, en el nombre de
tura de que se trata; cuanto más aumentan (contrariamente a la un teatro parisino. Los últimos términos particulares que en fran-
opinión extendida entre nosotros) más crece la fuerza inventiva cés sobrevivieron, poco a poco desprovistos de su sentido, ende-
de los poetas, así como la capacidad del lenguaje para crear un cha y romanza, no aparecen ya, desde hace cincuenta años, si no
universo imaginario e imponer socialmente su pertinencia. Una es en un lenguaje aproximativo y empobrecido, en el que en esca-
de las poesías más sabias del mundo era, hace sólo medio siglo, la sos títulos introducen un toque pintoresco, como La Romance de
de los inuit, en una lengua en la que una sola palabra significaba Paris, de Charles Trenet, o La Complainte des Infideles**, que
a la vez «respirar» y <<componerun canto,,6... Por el contrario, en cantó Mouloudji. Hoy ya sólo se dice '<canción,,8.
la Europa de hoy, la total desfuncionalización de lo que se ha Por eso me evito aquí pasar revista a las numerosas y bastante
convertido en nuestra .canción folclórica~~ da a esta poesía (con- incoherentes sugestiones que desde la mitad del siglo x i x se han
siderada en su conjunto) un aspecto heteróclito que no permite emitido con el objeto de catalogar y clasificar los poemas orales
las generalizaciones; antiguos éxitos de .café-teatros, cantos pa- progresivamente descubiertos y recopilados. Desde la relación de
trióticos del siglo Xix, parodias picarescas, sátiras políticas des- Ampere en 1852 hasta los trabajos de Coirault en nuestros años
pojadas de su contexto, restos de poesías de amor pastoriles de la cincuenta y el voluminoso Manuel de Brednich en 1973 se han
edad clásica, reliquias medievales, estribillos que acompañaban invocado, mezcladas o por turno, con más o menos sutileza, unas
bailes olvidados, todo esto mezclado llena nuestras recopilaciones consideraciones históricas, sociales, estilísticas, espacio-tempora-
de «viejas canciones francesas- en las que, de vez en cuando, uno les, ntmicas o musicales9; ello dio como resultado unas listas de
de nuestros poetas o cantautores encuentra una incitación, una géneros o especies cuyo número oscila entre doce a treinta, según
imagen, un ritmo, un tema emocionante, sin que por eso se pueda el principio seleccionado y la amplitud de la información. '
invocar a una tradición. Algunas de entre ellas presentan un gran interés etnológico: la
Los medios nos devuelven, aparentemente, a la situación ar- general de Bausinger y las particulares de los recopiladores del
caica: exigen géneros de reglas fijas, película policíaca, del Oeste, Cancionerofolclórico mexicano, de C. Laforte, para las canciones
spot publicitario. Esto es una inclinación de todo arte popular de Quebec, y aquellas, en su propio campo, de varios africanistas.
destinado a un consumo cuantitativamente ilimitado7. La ausen-
cia de toda diferenciación es todavía más notable en el único arte * Palabra francesa que se traduciria, hoy en día, por .comedia ligera..
exclusivamente oral transmitido por esos medios: la canción. So- [N. de la T . ]
** En español La Romanza de París y Lo Endecha de los Infieles. [N. de
la T . ]
Finnegan, 1977, págs. 178-183, y 1978, págs. 225-227. Vernillat-Charpentreau, p á g . 68-69, 218-221, 248.
' Burgelin,págs. 102-107. Laforte, 1976, págs. 4-8; Brednich.
Sin embargo, ninguna es totalmente satisfactoria. En efecto, grupo, tendero o tabernero; historias ridiculas con sentido politi-
cuanto más tiende a la universalidad el objeto de una investiga- co bajo los regímenes opresores, donde dichas historias ocupan el
ción, más problemático se vuelve establecer una jerarquia entre último margen de libertad; la conversación, en todos los lugares
los elementos que distingue en él el análisis. Por otra parte, la del mundo, objeto de reglas y de censuras, y que varias culturas
dispersión y la usura de las terminologias tradicionales hacen que ritualizaron"; el ejercicio lúdico y agonistico como es el regateo ...
sea delicado tomar en cuenta las designaciones genéricas propias La poesia oral es una de estas situciones: eminente, desde lue-
de cada lengua. Sin embargo, no podemos desecharla totalmente, go, pero donde se oye más o menos confusamente el eco de las
porque con frecuencia son ellas las únicas que permiten romper demás, sobre todo de aquellas que prolongan, entre nosotros,
las ataduras de las clasificaciones etnocéntricas. Por eso no es unas costumbres sin duda tan antiguas como la voz humana,
indiferente que los yombas posean once expresiones especiaiiza- readaptadas a las circunstancias en cada mutación cultural. La
das para designar las especies de poesia cantada; ni que los mano- consulta médica, por lo que implica de diálogo (y por los cometi-
bos de las Islas Filipinas posean, según E. Maquiso, un término dos que asi instaura), asume una situación y un discurso cuyo
universal para toda especie de canto o de recitativo, otro especial primer modelo responde a brujerías ancestrales; modelo que, en
para el canto propiamente dicho y otros cuatro particulares que nuestros días, reaviva el tratamiento psicoanalitico. La enuncia-
designan: uno, el canto de amor; otro, el canto de guerra, el de la ción se vuelve de nuevo terapéutica, por la vocalización de los
siembra y el de la recolección conjunta, y otros dos, en fin, los afectos, las puras asociaciones sonoras, el ritmo del lenguaje y la
cantos de duelo lo... posición misma del locutor. En el mismo lugar, pero ya no frente
De estas especulaciones resultan, por lo menos globalmente, a frente, el analista practica una escucha que hace de su propio
dos indicaciones seguras: lo que he nombrado como la frrerza cuerpo el eco de la voz del otro, menos aún de su sentido que de
constitutiva de una macroforma se define en términos de funcio- su sonoridad, sobredeterminada de valores simbólicos en la esce-
nes; la ordenación. según la naturaleza de aquello cuya programa- na que se representa entre ellos.
De grado o por fuerza, la enseñanza, hasta nuestros días, si-
¡ ción implica dicho orden.
gue imitando. en gran parte, a ese mismo modelo: menos en vir-
Las funciones definitorias de la fuerza se organizan alrededor
de uno o de otro de tres ejes. El primero no es otra cosa que la tud de lo que la voz comunica que de la transferencia que insti-
causalidad instrumental: de hecho, la calidad del intermediario tuye la relación de enseñanza. Poco importan las diferencias que,
humano ejecutante de laperformance. En este eje se reagrupan las de un tipo de cultura a otra, modifican el contenido de la ense-
1, formas reservadas al uso de una clase de edad. de uno de los ñanza: aquí, una ciencia; allá, una sabiduria; entre nosotros, unas
sexos, de los miembros de un cuerpo profesional, o vinculadas al disciplinas; en otras sociedades, una manera de vivir; ya sea con
1 ejercicio de un trabajo determinado. miras a la promoción individual o a la maduración colectiva, el
1 rasgo fundamental permanece inmutable.
1 El principio que rige estas reparticiones parece inscrito en la
lengua misma, como estructura social. Los hechos que se obser- La difusión de los medios pronto eliminó las prácticas escola-
van hoy no revelan, ciertamente, más que similitudes aproximati- res tradicionales: fórmulas nemotécnicas mágicas, ritmicas, a ve-
vas, pero, sin embargo, son lo bastante constantes como para ces versificadas, poesia mediocre y bien viva que una clase entera
permitir suponer una profunda homologia. Incluso en las socie- canturreaba con el maestro, el Barbara celarent de los escolásticos
dades en las que una prolongada tradición de escritura ha despo- o la lista de las provincias de mi infancia; y tantos textos leídos en
jado a la voz de su autoridad primera, la oralidad de la comuni- voz alta, regurgitados de memoria, los cientos de versos deVirgi-
cación permanece (con exclusión de la escritura) vinculada a lio o de Homero que aún viven en mi, pero que únicamente el
ciertas situaciones de discurso: el relato anecdótico, el <~cotilleo~~, sonido de mi propia voz me permite hoy volver a encontrar' l...
las confidencias que se hacen al depositario de los secretos del " Certeau. pág. 66. 15C-155: Giard-Mayol. págs. 95.105; núm. 30 (1979)
'"ausinger, págs. 66-90, 247-265; Alatarre, 1975, pág. XLV;Laforte, de Com>nu~~icarions.
" Barihes: Fédry. 1977b. págs. 584.585; Greirnas, 1979, págs. 3-4; Fab-
1976, pags. 8, 26, 46-50, 117-120; Du Berger, 1971, 5 11/3 a 1118: Finne-
gan, 1976. pág. 79; Agblemagnon. phgs. 119.133; Maquiso. pág. 24. bri. págs. 10-11.

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Sin embargo, apenas desechadas esas antiguallas, multiplicamos poesia ejerce una doble función: facilita, regularizándolo, el gesto
hasta el vértigo seminarios, mesas redondas, coloquios y congre- de la mano, pero también contribuye a liberar al obrero que,
sos, estrategias indispensables en nuestro mundo para el progreso cantando, se reconcilia con la materia trabajada y se apropia de
de los conocimientos; pero también, por encima del lenguaje es- lo que hace. Ficticiamente se invierten las relaciones aparentes; el
crito que allí se produce, existe una extensa búsqueda universal trabajo parece no ser más que el auxiliar del canto en las tareas
de una restauración de la voz. colectivas de los campesinos negros: dopkive de Benin, egbe yoru-
Por el contrario, la voz no ha perdido casi nada de su función ba, la cumbita haitiana, la [roca dia de Brasil, y en los coros de los
primitiva en las tradiciones religiosas, en cuyo seno, por otra par- remeros congoleños que en 1926 describió Gide con admiración,
te, se constituyeron y se mantienen varias formas de poesia oral. pero pueden encontrarse ejemplos en todo el África".
En efecto, en la relación dramática que confronta lo sagrado con Entre nosotros, desde que la industria impuso al trabajo ma-
el Ironio religiosus, la voz interviene de manera radical como po- nual unos ritmos artificiales redujo a nada la parte creadora de
der a la vez que como verdad. Como poder: voz a cuyo soplo se dicho trabajo, y esas formas de poesía desaparecieron rápidamen-
realizan las fórmulas mágicas y que, en el trance, expulsa fuera de te. A. Lloyd y D. Mc Cormick publicaron en 1967 y 1969 los úl-
él al iniciado, presa de su dios: vudú antillano, macumba brasile- timos ejemplos de ella, recogidos entre los mineros galeses y los
ña, pero también ritos de los shakers en los Estados Unidos del tejedores de la Escocia septentrional. Quizá permanezca aún en la
siglo xrx, de los chlustos en la Rusia zarista y de manera menos gente de mi generación el recuerdo de los gritos de los vendedo-
vehemente en nuestros movimientos carismáticos". Esta voz se res, poesia de tradición secular, algunos de los cuales resonaban
exalta en glosolalia, colocando, más allá de un lenguaje en el que todavía en 1925 en el París o la Ginebra de mi infancia. J. L. Collier
se ha dicho todo, la palabra de un otro absoluto: ficción vocal, los oyó aún, hacia 1950, en un barrio negro de Nueva York".
vacía de narratividad y que se remonta a las fuentes infantiles de Unas veces el poema.constituye uno de los aspectos del traba-
toda voz. jo mismo, como, por ejemplo, las canciones de siembra, de reco-
Como verdad: no solamente medio de transmisión de una lección, de vendimia, y otras veces su uso representa el privilegio
doctrina, sino en su vivencia, fundadora de una fe. La predica- de un grupo profesional cerrado. Si el contexto cultural da un
ción de las Iglesias instituidas ofrece de esto un débil ejemplo. El gran valor a ese grupo, su poesia profesional puede convertirse,
efecto más fuerte estalla en la marginación: entre los iluminados en la sociedad en cuestión, en un arte mayor; esto sucede entre
que van convirtiendo a la gente, los heresiarcas errantes, como, los tutsis de Ruanda con relación a los elogios del ganado o entre
hoy día aún, los predicadores salvajes que frecuentan las costas los fulbé de Mali, pueblos pastores y guerreros para quienes la
del país yoruba, en Nigeria, o los folk preachers negros america- posesión de rebaños indica la nobleza del hombreL6.Más frecuen-
nos, cuyo arte oratorio estudió B. A. Rosenberg comparándolo temente es todo lo contrario, las canciones de trabajo parecen
con el de los cantores épicos. sacar su fuerza de la relativa marginación del grupo que las canta,
La poesia oral es apta para asumir unas funciones análogas. por ejemplo, en Europa entre los siglos xvr y el xrx, los cantos de
La mayoría de las culturas posee o ha poseído una poesia oral soldados, de marinos, de pastores; en América del Norte, los
(generalmente canciones) destinada a sostener, acompañándolo, de cow-boys.
la ejecución de un trabajo, sobre todo si se hace en grupo. En Del mismo modo, una tendencia general en la utilización de
África, toda tarea manual se acompaña normalmente de canto. las lenguas naturales parece incitar a la especificación de ciertas
En las sociedades tradicionales esa poesia se convierteen baile y formas, en virtud de distinciones de edad o de sexo. Desigual-
juego y engendra una pasión; el canto hace entrar en acción, con
" Finnegan. 1976, págs. 230-240, Jahn, 1961, pág. 260; Roy, 1954, pá-
la energía del verbo, el poder propio de la voz. A veces muy ginas 239-248; Gide, págs. 21, 289-292; Collier, págs. 19-20.
elaborada y otras reducida a unas formas breves y repetitivas, esa Finnegan, 1977, págs. 218-219; Neuburg, págs. 247. 296; Collier, pá-
gina 23.
" Rouget, págs. 85-86, 127-128. 205-21 1 , 231-232. 398: Collier. pág. 21; Finnegan, 1976, pág. 206; Srnith, 1974, págs. 300-302; Seydou; Burke,
Cornpagnon. pigs. 35-46, 50; Poueigh, págs. 153-156; Vassal, 1977. págs. 67-69.
mente acusada, según las culturas y los grupos, esta tendencia Juegos de entonación, elipsis, caídas libres, rebotes, vagabun-
influye en el estatuto de varias formas poéticas cantadas: volveré deos erotizados que armonizan el ~ ~ c h a r l o t epalabra
o ~ ~ , sin memo-
sobre este tema en los capítulos V y XII. Hoy día, entre nosotros, ria ni tema, lugar de recreo impune, es menos una expresión de
la tendencia se ha atenuado, pero ha permanecido llena de vigor alguna realidad autónoma que una búsqueda, un deseo libre que
durante mucho tiempo. Delimita aún bastante bien una oralidad accede de este modo a la comunicación, sin propósito definidoi9.
infantil enraizada en las primeras experiencias vocales del recién O bien la <4etanían, hechicera de hablar-hablar-hablar, reitera-
nacido, semantizada por ellas, y que constituye, en el seno de ción ritualizada, eterno recurso inconfesable a la omnipotencia
nuestro universo tecnológico, el dialecto de la última tribu de la del otro, al mismo tiempo que extenuación del lenguaje y de sus
pura palabra. El adolescente se aleja de ella lentamente, con pe- mentiras. En profundidad, la inmersión, la expansión, y luego el
sar, con frecuencia por rebeldía. Y el umbral que cruza entonces desgarramiento que supone para la mujer el paso del silencio a la
lo introduce en esa mcultura de los jóvenes* de la que tanto se ha palabra. Este impulso de cuerpo, *suelta todo., y vemos que se
hablado desde que se generalizó en los años cincuenta; fundada abandona y se presenta toda ella en su voz. El eco de un canto
en el rechazo de los tópicos de los adultos y del mundo de la muy antiguo resuena en ella, anterior a las prohibiciones de la
escritura, es la reivindicación furiosa de la voz salvaje, reforzada ley, anterior quizá al lenguaje mismo: por eso canta tan espon-
por la adhesión común a algunos símbolos, temas imaginarios y táneamente.
prácticos, de los que la más universal (ampliamente recuperada Del lado masculino se alegaría, inversamente, la aharlata-
por la industria) no es otra que la audición de los .éxitos. produ- nería. de la aproximación amorosa, utilizando con astucia los
cidos por los ídolos1'. Alrededor de la canción, y por su media- matices verbales y las ambigüedades del vocabulario. Lenguaje de i:
ción, se instauran unos ritos de participación proveedores de hombres, lenguaje de mujeres: estas especificaciones son de orden
héroes. virtual, pero muy general, y muchas culturas las han explotado
Sin embargo, en los primeros tiempos de la vida del niño, para sus propios fines.
antes incluso de entablar con él un diálogo hablado, la madre Es verdad que la especialización de ciertos géneros poéticos
entra en su juego readaptando espontáneamente su habla: timbre, según los sexos resulta, lo más frecuentemente, de la costumbre d
!I
tono de voz y ritmo. modulados para canturrear una canción de profesional; en África o entre los indios pueblo, las canciones que
cuna o enunciar alguna palabra en babyfalk... ¿Será esto el funda-
mento (o el indicio) de una oralidad específicamente femenina,
dan ritmo a la trituración del mijo son, de hecho y de derecho,
canciones de mujeres. Esta coincidencia no lo explica todo. En
1
L
i
1
factor principal (según los etnólogos y dialectólogos) del manteni- los poblados africanos, la población femenina forma una comuni-
miento de las tradiciones en el seno del grupo? En ciertos pue- dad de vida y de trabajo muy estable y posee su propio tesoro de
blos, la lengua de las mujeres no es idéntica a la de los hombres canciones: cantos de trabajo, pero también cantos para la mal
(en el Japón medieval incluso la escritura diferla); a veces se dis- casada, canciones destinadas a acompañar el baile de los hom-
tingue por la afectación de la voz. Nosotros mismos, en nuestras bres, cantos de los rituales femeninos, canciones guasonas, im-
lenguas, fingimos divertidos que nos damos cuenta al pasar, se- provisadas y de uso interno del grupo, como las burlas que se
gún uno de nuestros estereotipos, de tal <,palabra de mujer,, o de dirigen entre sí las co-esposas.
tal .tono de mujer.. Los dos registros que posee fisiológicamente Diversas prohibiciones, desigualmente respetadas en la prácti-
toda voz humana engendran en cada uno de nosotros individual- ca, intervienen, en varias sociedades, para mantener esta reparti-
mente y en cada una de nuestras culturas colectivamente una ten- ción de tareas poéticas. En virtud de creencias religiosas vincula-
sión análoga a la que procede de la distinción. de los sexos y no das quizá a los ritos de fecundidad, el antiguo harawi inca era
ajena a éstai8. confiado iinicamente a mujeres a las que con frecuencia les estaba
reservada la función de cantar ¡el lamerzro a los muertos! En cier-
tas etnias de África occidental y en Ruanda, y por conveniencias
" Burgelin, págs. 158-170.
Rondeleux, págs. 49-50, 53; Husson, pág. 80; Calame-Griaule, 1965,
pág. 54. IP Pesrel. págs 18-20: Cixous-Clement. pág. 170; Lamy, págs. 63-70
políticas imperiosas, a las mujeres se les niega el derecho a ejecu- pasos, para inducirle a dormir o (como se ha demostrado por 10s
tar los cantos relativos a los poseedores del poder: genealógicos, ejemplos en todas las lenguas romances Y germánicas) para ense-
panegíricos o guerreros. En otra parte es una costumbre social ñar y contar los dedos de la mano.
que se ha vuelto aleatoria, como, por ejemplo, la poesia oral de A pesar de las grandes diferencias que de cultura a cultura
los gauchos es exclusivamente masculina en Brasil, Uruguay y afectan al modo de inserción de los niños en el grupo humano, no
Argentina, pero no así en Chile. Cuando a finales del siglo x i x la existe sociedad en todo el mundo sin canciones funcionalmente
romanza ibérica entró en Brasil con la práctica de la canroria se la apropiadas para esa edad ..., a veces de forma históricamente se-
condideró como un creación original, obra de hombres, y las mu- cundaria, ya que el origen remoto del texto puede ser literario:
jeres permanecieron dueñas de la cantiga tradicional. Pero sin esto sucede en setenta de las doscientas cincuenta <<cancionesin-
duda se trata de tendencias psico-sociológicas más que de organi- fantiles,) publicadas por S. 'Charpentreau. Entre nosotros,, esta
zación poética. Por el contrario, los .cantos de amor., incluso si poesia no deja de representar una de las principales manifestacio
el discurso está sexualmente marcado, escapan a esas servidum- nes de oralidad especificamente infantil: modulación del lenguaje
bres. Sin embargo, los ejemplos alejandrinos y más tarde los me- al ritmo de la respiración del cuerpo, de 10s movimientos del sue-
dievales han planteado la interrogación de la existencia en todo ño y del despertar, de los flujos fantasmagóricos de los sueños y
Occidente de una antiquísima tradición de -canciones de muje- de las palabras mismas.
resn de temas eróticos. Por ejemplo, los antiguos winileodos ger- Más conservadora que otras, la tradición poética infantil pa-
mánicos o las cantigas de amigo portuguesas. En la Kalisz polaca rece implicar varios universales: tendencia a evadirse del lenguaje
y en Serbia, en el siglo x i x , se designaba con la expresión -can- adulto, por lo menos a hablar en sus bandas extremas, con indife-
ción de mujeres,, al conjunto de la poesia oral amorosa, mientras rencia hacia el sentido denotativo; predominancia del ritmo sobre
que la apelación -canciones de hombre. remitia a las baladas la evocación y el matiz; juegos de palabras, de silabas, bufonadas
heroicasz0. sonoras, chanzas; uso Iúdico o hiperbólico de los números; reite-
La canción de cuna, tipo poético d e extensión universal, raciones; permeabilidad a las influencias lingüísticas extranjeras:
desempeña una función más diferenciada: cantada por la madre o en la Acadia canadiense, las canciones de niños están más <<ingle-
por alguien que desempeña ese cometido, está destinada a ser sadasx que las otras; en el Africa llamada francófona están atibo-
escuchada por el niño. Todo otro uso que se haga de ella es una rradas de palabras francesas y presumo que fue de este modo
imitación de aquel ..., salvo, aparentemente, entre los zulús, donde como numerosas antiguas fórmulas de conjuración se integraron
cada niño tiene su propia canción de cuna compuesta para él y a ese tesoro2'. Por otra parte, a propósito de la canción infantil se
que le acompaña toda la vida como un nombre o una divisa. plantea más claramente un problema sobre el que volveré en el
Pero, de una manera general, las colecciones de canciones infan- capitulo X: iqué debemos entender por canto? Quizá un elemento
tiles. reemplazan, abusivamente, a la canción de cuna. Por el psicológico intervenga aquí (la inmadurez de las cuerdas vocales)
modo de su pevormance es una canción de mujer. Sin embargo, para, con frecuencia, reducir la melodía a una simple escansión.
su. forma, determinada por la imagen que nos hacemos del oyen- Generalmente, la canción constituye, para el niño, un aspecto
te, comparte cierto número de rasgos formales (lingüisticos y mu- de su juego: a titulo de rito de introducción, como las canciones
sicales) con las canciones de niños propiamente dichas". La que sirven para designar al o a los jugadores encargados de tal o
misma equivocidad caracteriza el conjunto de cancioncillas usua- cual papel; a titulo de componente dramático en los juegos tea-
les en las relaciones entre padres y niños pequeños: para hacer tralizados, frecuentes en Africa, como aquellos de los muchachi-
saltar al niño sobre las rodillas, para animarlea dar sus primeros tos de Ruanda que imitaban los combates de bovino, o los bailes
de las chiquillas, al claro de luna, en los poblados malinkés; a
lo Finnegan, 1978, pág. 206; Valderama, pág. 308: Camara, págs. 120,
título, a veces, de ilustración o de glosa, como en las canciones en
231, 252; Smith, 1974, pág. 299; Anido, pág. IM, Fonscca, 1981, 1, pági-
nas 4546: Lord. 1971, pág. 14; Bee, págs. 57-62; Elitegui; Burke. pág. 51.
" Charpentreau, págs. 9-30; Finnegan, 1976, págs. 299-302: Knorringa, Parisot, Introducción; Jaquetti; Dupont, phgs. 65-66, 173-183, 306;
1980, pag. 19; Roy, 1954, págs. 27-71. Finnegan, 1976, págs. 305-310.

94 95
las que el niño se acompaña, imitando los gestos de un adulto en prácticas adolescentes de la sociedad tecnológica, unos antiguos
el trabajo; en fin, de apoyo rítmico en las rondas -como el gbagba arquetipos sociopoéticos.
de las colegialas centroafricanas de Bangui, del cual J. D . Penel
recopiló en 1970-1980 no menos de ciento siete canciones diferen- Segundo eje según el cual puede ordenarse la fuerza constituti- , , ~

, .''
tes, aparentemente improvisadas2'. va de un género oral: su finalidad inmediata y explícita cuando se ;-~
'
El lazo con el juego se distiende en las cancioncillas dirigidas identifica con la voluntad de conservación del grupo social. Evi-
a un animal capturado (entre nosotros, el caracol); en las fórmu- dentemente, ésa es, para la sociedad de nuestros jóvenes, la finali-
las que designan una serie, tal como los días de la semana o las dad principal de sus ,.superéxitos.. Pero muchas formas poéticas
letras del alfabeto; en las canciones de fin de año escolar, en uso están así dinamizadas; el hecho es evidente en el seno de las socie-
en algunos países de Europa. En las canciones de cuestación in- dades tradicionales, a veces camuflado entre nosotros bajo pre-
fantil constitutivas del folclore de ciertas fiestasz4 reviste otro va- textos estéticos. Igualmente, la mayoría de las etnias africanas
lor social y de oposición. practica las edivisasn, poemas cortos añadidos al nombre o al
En nuestros días, ¿qué figura de la infancia proyecta quizá titulo de un humano, de un animal, de una divinidad, incluso de
+n el movimiento de rechazo de los valores adultos donde se un objeto, que al hacer explícito el sentido lo integra a la histo-
enraíza la .cultura juvenil,, de masas- la fama de la que goza la ria ... con tal eficacia que la divisa de ciertos genios provoca el
canción entre nuestros jóvenes? Desde luego, no cualquier can- trance en aquellos que la oyen". De la divisa al canto de alaban-
ción. Parecen necesarios dos elementos que se mueven al capricho za es fácil el paso. Entre los malinkés, en el momento de la impo-
de las modas a un ritmo muy rápido, para hacer un <<superéxito. sición del nombre al recién nacido, el padre improvisa (mientras
de un texto y una melodíaz5:cierta armonía temática y lexical con las mujeres bailan) una perorata épica sobre el antepasado de
el discurso ordinario del adolescente (amigos, amores, vagabun- quien viene el nombre.
deo, marginación) y la mediación de una estrella, héroe, figura Si la alabanza se dirige al jefe, exalta el Poder. El panegírico
paternal que se impone al mundo, un haber padecido (se supone) es uno de los géneros poéticos más extendido en las sociedades
los sombríos condicionamientos sociales, un Elvis Presley, un que eran Estado en África y en Oceanía, y lo era en la América
Bob Dylan, un John Lennon. precolombina, donde la propaganda del Inca imponía los temas.
Rica en estereotipos y generalmente trabada de forma estricta por
La estrella, profesional de la canción, sólo es concebible y
admirable como tal. Otro criterio de calidad: en efecto, muchas unas reglas casi rituales, este tipo de poema reviste, en las socie-
culturas (volveré sobre este punto en el capítulo XII) distinguen dades tradicionales, unas formas que remiten al pasado del grupo
entre el canto profesional y el canto de aficionado, funcionaliza- y más o menos emparentadas con la epopeya: cantos de auto-
dos de otra manera. En otras partes existe una oposición igual de alabanza (como los que conocieron muchas sociedades arcai-
fuerte entre canto individual y canto comunitario. Ciertos cantos cas) de un guerrero glorificando sus propias hazañas reales, pre-
sólo adquieren sentido y función cantados por un gmpo: bailari- suntas o ficticias; genealogías africanasz8,amplificadas en Ruanda,
nes, bebedores, soldados; según C. Laforte, en la tradición fran- mediante poemas dinásticos tan exactamente transmitidos que
cesa de Quebec, la forma que él nombra <<canciónen verso>, esta- A. Kagamé pudo, al oírlos hacia 1950, remontar la historia de ese
ba destinada especialmente al canto coral, como el de los dram- pueblo hasta el siglo XVI; izibongo bantús, complejos y muy espe-
peros,>26.Sin duda, de este modo vemos cómo resurgen, en las cializados, acumulación de metáforas hiperbólicas y de alusiones
heroicas, a veces yuxtapuestas sin sintaxis narrativa ...
Esta
- vena no se ha aeotado. Hace aleunos años. el hechicero
u
" Penel, págs. 27-63. Kaba, en Guinea, cantaba la genealogía del presidente Sekú
Charpentreau, págs. 31-48; Du Berger, 5 Il/lO;Georges. págs. 178-
181; Boucharlat, págs. 34-35; Camara, pág. 125. " Finnegan. 1976, págs. 111-112. 128: Rouget. .págs. 118. 144-152: Ca-
l * Burgelin, págs. 169-174. mara. pág. 198.
l 6 Clastres, págs. 123-124. 129: Laya. pág. 179: Laforfe. 1981, pág. 264: ' O Finnegan, 1976, págs. 206-220; Vansina, 1965, pág. 148; Smith, 1974,
Sargent-Kittredge, págs. XIX-XX. pág. 302; Bowra. 1978. págs. 9-22.
conocimientos comunes; en nuestros campos existen aún muchos
Tomé. recuperación política? No más que los cantos sindicalis-
refranes rimados y rítmicos sobre el tiempo que va a hacer.
tas swahili recopilados por W. Whiteley hacia 1960. Más bien
Los dinamismos que están en la base de estas estrategias de
convergencia con la tradición que, en la sociedad tecnológica,
defensa y de afirmació? colectiva se matizan o se modifican en la
asume esa función cohesiva por medio de cantos patrióticos, can-
poesía religiosa oral. Esta abarca las variedades de cauto ritual:
ciones de guerrilleros y de protesta y que en el Japón del milagro
en Occidente, las liturgias cristianas y judias, cuya ejecución oral
económico engendró los himnos de empresa, como el de la Mat-
se mantiene por una transmisión escrita, con frecuencia muy anti-
sushita Electricf9.
gua; lo mismo sucede en el canto coránico; en otras partes, los
La misma función se ejerce con agresividad en los poemas himnos hindúes y budistas; en los cultos africanos, los cantos y
guerreros, entre los cuales se pueden distinguir tres especies, de bailes que glorifican a las grandes divinidades o que acompañan
extensión universal: la incitación al combate, el elogio a los com- las iniciaciones, circuncisiones, e x c i ~ i o n e s ~los
~ ; encantamientos
batientes pasados y el canto destinado a sostener la acción en la melanesios y, antaño, los de los chamanes mongoles o de la Amé-
batalla. Las dos primeras especies desempeñaron un papel cultural rica india; los cantos -a veces muy breves, reducidos a una frase
considerable en ciertas sociedades tradicionales; por ejemplo, entre repetida- que provocan el trance o provocados por éste y a los
los pueblos bantús, en Ruanda, el aprendizaje de los cantos mili- que G. Rouget dedicó recientemente un hermoso libro. La intro-
tares formaba parte de la educación de los jóvenes; en el reino ducción reciente de liturgias católicas en lengua vulgar ha favore-
zulú esos cantos constituían un elemento donde se cristalizaba la cido la creación de un género nuevo, en plena expansión en el
voluntad nacional desde el reino de Shaka, cultivado, organizado tercer mundo: la <<misa.en lengua vernácula y con ritmos popu-
y sistemáticamente explotado por el poder; hoy aún, conservadas lares locales. He oído o me han hablado de las del Congo, Zaire,
de memoria, varias canciones antiguas de guerra han sido adapta- Chile, Argentina y Brasil, algunas de una gran belleza3'. En
das a las luchas políticas o sociales10, Del mismo modo, en nues- Ghana, la Iglesia metodista ha creado unas formas nuevas muy
tras sociedades industriales, la poesia guerrera subsiste frag- vivas de canto eclesial improvisado.
mentada, asumida en motivos oratorios por nuestras canciones Segunda especie: las oraciones cantadas, cánticos, poesia de
patrióticas o revolucionarias. confortación o de adoración, de uso privado o público y no espe-
Los cantos de caza de los pueblos africanos, asiáticos y de la cíficamente ceremonial. Por ejemplo, en los países del Islam, los
América india" estaban estrechamente emparentados al exaltar largos poemas-homilías, algunos de los cuales penetraron hasta el
el valor moral, la seducción del peligro y el poder imprevisible del corazón de África, como el célebre Canto de Bagauda hausa, y en
adversario y de la naturaleza, subrayando con ritmos la prepara- Etiopía, los gene coptos, breves y alusivos, fruto de un arte sofisti-
ción o la conclusión de las grandes expediciones colectivas, acom- cado, que exige una larga y sabia iniciación. Todas la Iglesias
pañados de bailes, incluso de mimos, y transformando en espec- cristianas poseen una amplia gama de cánticos de origen literario
táculos las reuniones de las sociedades cinegéticas o los funerales o folclórico, generalmente difundidos por la escritura, pero de
de un cazador ilustre. uso exclusivamente oral. En África, desde las independencias, un
El instinto de conservación social no deja de actuar, aunque loable esfuerzo de adaptación de las prácticas indígenas ha permi-
1 sea implícitamente, en las formas, más escasas, de poesía oral na- tido a las Misiones crear un poesía de buena calidad musical e
rrativa, relatando algún acontecimiento del pasado que en su mo- incluso coreográfica. Se sabe el papel del canto en los movimien-
1 mento tuvo importancia para la comunidad ..., aunque hoy le sea tos carismáticos, asi como en las agrupaciones religiosas portado-
1/ ya indiferente12; o en las formas gnómicas, frecuentes en las so-
ciedades tradicionales, donde contribuyen a la transmisión de los '' Dieterlen; Recueil, págs. 54-65; Camara, págs. 184-186; Finnegan, 1978,
. pág. 146; Roy, 1954, págs. 311-351.
I4 Discos: Philips 625.141 QL (Missa Luba), 6349.191 Plionogram (Missa
m Camara. pág. 299: Finnegan, 1976, pág. 90, y 1977. pág. 217. '
<. do vaqueiro) y 14806 (Caltlos de Luz) (Missa criolla); Pathé E M I , PAM
'O Finnegan, 1976, págs. 140, 208-220.
5. 68026 (Missa o la chileno); Barclay 40055 (colección Viaies) (Missa oor un
N Finneean. 1976. &s. 101, 207, 221-230; Renreil. pág. 74.
ras de reivindicaciones sociales, como antaño la del profeta congo- existencia personal: canciones para beber; canciones que exaltan
leño Matswa y lo que fue durante el siglo x i x para las comunida- la emoción que inspira un paisaje, que llaman al amor o conju-
des cristianas negras de América, bajo unas formas que continua- ran la muerte, temas gemelos, con frecuencia vinculados a las reali-
ban animando profundamente las tradiciones del viejo continente zaciones profundamente uniformes en su extremada diversidad. En
perdido 1 5 . efecto, la sexualidad, como la muerte y tantas vivencias, son he-
En las situaciones de conflicto religioso, en varias ocasiones chos culturales; fundamentados fisiológicamente, el sexo y la
en la historia europea el cántico asumió la apuesta. En Francia, muerte no dejan de ser productos de la historia. La lamentación
según H. Davenson, esta forma de poesia, que tuvo su origen en por el muerto, cantada o versificada, dramatizada con sollozos o
las guerras de religión, fue creada por los hugouotes, al margen de gritos, se integra al ritual de los funerales en la mayoria de las
la liturgia, y después por los católicos para responder a ello. En sociedades preindustriales; a veces los precede o los sigue. Se su-
Irlanda, la resistencia al invasor inglés suscitó, a lo largo de los pone, no sin verosimilitud, que ésta es una de las formas primor-
siglos x v i l l y x i x , una serie de cantos populares de alabanza a la diales del discurso poético. Como motivo dramático, está integra-
Virgen o a la Eucari~tía'~. Cánticos bajo su vestido laico, las can- da al arte épico universal, pero en la mayoría de las culturas pre-
ciones pastorales estaban destinadas a un público de tibios y de modernas ha engendrado unas tradiciones autónomas a veces
incrédulos. A partir de 1956, el padre Duval hizo de ellas un muy complejas. La amplitud que aún tenían hace poco los lamen-
género de éxito; los seiscientos mil discos vendidos en algunos tos en las regiones mediterráneas rurales dan prueba, sin embar-
afios difundieron varias de las canciones más originales que se go, de una gran moderación con relación a los cantos africanos,
hayan oído, a principios de los años sesenta, evocando los blues y como los imbey del Camerún, que incluyen un elogio épico del
las formas antiguas del jazz. difunto y de sus antepasado^^^. Los cantos de funerales, sustitui-
Última especie: canciones que celebran una fiesta religiosa pe- dos entre nosotros desde hace varios siglos por el canto litúrgico
riódica. Por ejemplo, en toda Europa, los villancicos, cuya tradi- o por una música profana no especializada, constituyen aUn, en
ción, comprobada desde el siglo x v , pero quizá más antigua, la mayoría de las etnias africanas, un elemento de teatralización,
transmite mezclados recuerdos literarios, litúrgicos, populares y concebido como tal, hasta el punto de que, entre los dagoas de
muchas melodias sacadas de canciones profanas e incluso, más Ghana, una misma palabra designa el texto cantado y el baile que
tarde, de aires de ópera". En diversas regiones de la cristiandad, ¡o acompañai9. Entre los iroqueses de los Estados Unidos y de
basta en Quebec y en Acadia, se cantaban ayer aún cánticos de Canadá, todavía en 1955, esta forma de canto revestía un valor
Epifanía y de Candelaria durante las colectas que esos días se político y la reunión periódica del Consejo de la .'Confederación
hacían en el pueblo, de casa en casa; costumbres que, sin duda, de las Cinco Naciones,, comenzaba con el lantento a los jefes
cristianizaban antiguas tradiciones paganas, a la manera de los muertos durante el año.
cantos de Carnaval y de las mascaradas, negativamente vincu- En cuanto a la poesia amorosa, al discurso personalizado por
lados a la Cuaresma. un yo. un tú, o bajo un pretexto narrativo impersonal, un reduci-
do número de motivos típicos lo formalizan, en cantos general-
Tercer eje de organización dinámica: una finalidad más wnfu- mente bastante breves; motivos primarios, fundados en la ex-
sa, modelada por las circunstancias, ya se trate de magnificarlas, periencia del deseo, universales de lo imaginario erotizado: de
deplorarlas o temerlas. En nuestra sociedad, éste es el único crite- la vista a la esperanza, al placer y a la amargura. Sin embargo, la
rio relativamente claro de distinción entre la masa de la poesia institución matrimonial, valorizada por la colectividad y compro-
oral. metida en la complejidad de las relaciones económicas, es consi-
Evocación, más o menos estilizada, de circunstancias de la derada como un elemento natural -tanto como los ciclos del
" Finnegan, 1976, págs. 91. 167-186, 282; Collier, pág. 68. cuerpo y de la afectividad, a los que, por el contrario, está some-
Davenson, págs. 54-57; Finnegan, 1978, págs. 169.170. 358-359: Ver- " Finnegan, 1976, págs. 242-243. 247-252; Haas, pág. 23; Dugast. pági-
nillat-Charpenireau. págs. 187-188. nas 36-37.
" Davenson. págs. 52-53; Poueigh, págs. 249-255: Dupont. pág. 283. " Finnegan, 1976. págs. 147-155: Gide. pág. 155: Wilron, pág. 72.
tida-. Por eso, sin duda, todos los folclores del mundo son ricos ejemplo, las lamentaciones, muy torpes, recopiladas por J. C. Du-
en cantos nupciales. Desde la Edad Media, la cultura occidental pont en Acadia y compuestas, en la época de la Primera Guerra
los integró en la tradición de las canciones de amor: el matrimo- Mundial, por un enamorado a quien su novia, o el padre de ésta,
nio se convierte, en ese tema, en el final deseable... o en el obs- había dado calabazas4'.
táculo, como en losmaumariées, que utilizan en un mismo discur- La Europa del siglo x v i i i y de principios del x l x conoció una
so la llamada erótica y el pesar del e n c i e r r ~ ' ~En
. algunas regiones, variedad de canciones definidas por las circunstancias topográfi-
como en la Francia medieval, u hoy aún en Acadia, la canción cas de superformance; especialmente destinadas a un público ur-
aprovecha la ocasión para manifestarse no en el matrimonio, sino bano y a los lugares públicos de la ciudad, eran distinguidas
en lo que fue semejante a él moral y socialmente: la entrada de como tales en el seno de la literatura de divulgación: las street
una joven en el convento. ballads inglesas, las chansons de rue francesas4'. No parece que
Circunstancias colectivas que abarcan todo lo que la .cactuali- hoy día se note ya esa diferencia, pues los medios la han anulado.
dad. de un grupo social realiza en cierto modo, bajo el impac-
to de <.sucesos,,, las virtualidades que sabe que son las suyas: eso Todos los tipos asi enumerados, bastante fluctuantes, se pres-
mismo que alimenta el topical song americano. Acontecimientos 1 tan, con o sin modificación formal, a la ironía y a laporodia. Los
que afectan al conjunto de una comunidad, catástrofe natural, I
términos trasnochados de sátira y satírico designan uno de sus
guerra y, con mayor frecuencia, un incidente menos aparatoso efectos.
pero lleno de una significación que la poesía vuelve inmediata- Tomaré un ejemplo, por tener de sobra donde escoger, de las
mente perceptible. O bien alguno de esos regresos periódicos de canciones infantiles. En Francia, muchas de ellas conservan hue-
un destino fabricado por los poderosos, como el reclutamiento de llas, hoy dia difíciles de distinguir, de lo que fue hace mucho
los ejércitos en la Rusia zarista, fuente de un ciclo de canciones. tiempo una alusión cáustica a tal o cual personaje público queri-
En nuestros dias, este género hace referencia a la vida política do u odiado: Enrique IV, Guillermo 11, Bismarck ... o jel rey Da-
en todas partes, especialmente en los Estados de régimen centrali- gobert, testaferro de Napoleón! El efecto de ironía ya no se nota
zado del tercer mundo. R. Finnegan cita los cantos mongoles después de muchas generaciones. Sólo puede presumirse lo que
relativos al dominio chino sobre el país en 1919, o a tal o cual fue su fuerza original. En diciembre de 1980, cuando residía en
compañia cultural; la poesia oral desempeña en ese caso, además 1 Bangui, D. Jouve me enseñó los textos de una serie de canciones
de la suya propia, la función de un periodjsmo comprometido, si de ronda recopiladas algunos meses antes de los labios de las
no dirigista. El hecho es frecuente hoy en Africa. Inmediatamente !
niñas de una escuela primaria de la ciudad". En una forma y con
después de la Segunda Guerra Mundial y cada vez más a medida una trama temática tradicionales, dichas canciones estaban sem-
I
que maduraban las independencias, una poesia oral de actualidad bradas de alusiones acerbas, y muchas veces obscenas, hacia el
política (fundada en unas tradiciones locales de panegíricos o de ex emperador Bokassa y su circulo femenino. A partir de elemen-
invectivas) acompañó el progreso de los movimientos de emanci- tos sacados de las conversaciones familiares, esas niñas habían
pación y después las campañas electorales, en Tanzania, Zambia, recreado espontáneamente un ciclo épico-legendario, fijado inme-
Guinea, Senegal y Nigeria; en Kenia, durante la insurrección del diatamente en esa forma poética acogedora y muy funcional: el
Mau-Mau; en la República de Sudáfrica unas canciones en lengua ogro, la hembra del ogro y su tribu odiada; antropología y magia
vernácula ironizaban sobre las preocupaciones de la Policía4'. sexual, con el héroe liberador, para terminar ...
A veces, el acontecimiento sólo concierne a un grupo muy limita- l
do, a un individuo, pero suscita de su parte un discurso poético
que tiende, oscuramente, a dignificar10 universalizándolo: por
l El modo de programación que lleva consigo una macroforma
interfiere, en la delimitación de un género, con la naturaleza de su
i
'O Finnegan, 1976, pág. 253-258: Dupont, págs. 245-246: Roy, 1954, pá-
ginas 74-139. Dupant, págs. 210-211, 222-223.
4 L Finnegan, 1976. págs. 235, 272-298, y 1978. págs. 56-58. 67-68; Cama- " Neuburg, págs. 123-124, 142.143.
ra, págs. 270-272. " Jouve-Tamenti.
103
fuerza constitutiva, y varia, según el carácter de la organización imprecisión, la palabra canción implica, en la mente de todos, una
textual prevista, en cuanto al tipo, al volumen y al contexto del brevedad que habitualmente las distribuidoras de discos miden en
discurso. minutos y segundos.
l
Expreso en términos de oposición la amplitud de las diversas 1 Las formas plurilógicas (diálogo y polilogo) se clasifican en
variaciones del programa discursivo. Entiendo, empíricamente, dos clases, que se oponen por igual al monólogo: según las voces
por oposición unos contrastes graduales más que absolutos. Aque- l se alternen regularmente en virtud o no de una periodicidad fija
llos que afectan al tipo de discurso son, en lo esencial, de dos ~ ( c a n t o alternado,,) o lo hagan conforme a unas exigencias te-
máticas externas (-canto dramático..).
órdenes:
1. ,<Sagrado,, vs -profanon: de una parte, portador o crea- El canto dramático, acompañado de baile y de un minimo de
dor de mitos; de otras, Iúdico o educativo en el plano del simple figuración, no se distingue del teatro más que en la medida o en
trato social. La diferencia entre estos discursos fluctúa a veces el seno de una misma cultura, el sentimiento general que lo d i s o
cuando se la considera en abstracto y se hace real en la perfor- cia de él. Tal como la cantata chilena creada en tiempos de la
mance a nivel de la recepción. En un mismo festival, parte de los Unión Popular o la bellisima cantata de Santa Maria de Iquique
oyentes recibirán la producción de cualquiera de los cantautores de Luis Advis, inspirada en el recuerdo de una matanza de mine-
contemporáneos como un mensaje mitico o ideológico y otra par- ros, que es una alternancia de cantos corales y solistas, con inter-
te, como un juego. medios instrumentales y recitativos. Por el contrario, la kaniaia
2. aLiricon vs *narrativo.,, términos utilizables en la práctica l
togoleña de temas bíblicos, surgida de la práctica de las corales
(a pesar de las incertidumbres de las que se ha tratado en el capi- cristianas a final de los años cuarenta, está considerada como una
tulo III), a condición de limitar su definición a los elementos ma- forma de teatro popular propiamente dicho46.
nifiestos, como lo hace P. Bec a propósito de la Edad Media El canto alternado se realiza entre dos cantores o dos coros Y
francesa y tácitamente R. Finnegan cuando presenta como un con mayor frecuencia entre un solista y un coro. En este último
rasgo pertinente general la debilidad y la relativa escasez de los caso, el texto se divide, de ordinario, en estrofas y estribillo, pero
elementos narrativos en la poesia africana (opinión, por otra parte, éste (como sucede en la práctica occidental moderna) no es siem-
muy di~cutida)~'. Mientras que el unarrativo., implica una conca- I pre el mismo durante toda la duración del canto. Históricamente
tenación lineal de unidades interdependientes, el ~liricoximplica se puede dar por seguro que el uso del estribillo constituye un
una adición circular y no ordenada de unidades más o menos rasgo especifico de oralidad; las formas poéticas escritas que lo
autónomas. Por otra parte, estos criterios exigen que se coloque adoptaron lo tomaron de algún género oral. Está comprobado en
al lado del xnarrativon el *dramático., y al lado del ~lirico>, el t lo que se refiere a la Edad Media europea. El estribillo coral ma-
< ~ g n ó m i c oD~ e~ .estas particularidades resulta que el poema ccliri- nifiesta, de la manera más explícita, la necesidad de participación
con o -gnómico~~ es en general más bien breve y que los poemas colectiva que fundamenta socialmente la poesía oral. Volveré so-
muy largos son, casi necesariamente, <.narrativos,, o «dramáticos~~. bre este tema en los capitulas XI y XIII.
Abordamos asi otro orden de variaciones: las que conciernen La era de difusión del canto alternado, bajo sus diversas for-
al evolumen~~ del discurso. Doy a este término dos acepciones, mas, abarca todo el horizonte de la historia y de las culturas
según se refiera a la duración de la performance (largo v s breve) o conocidas. En Occidente es una constante del discurso poético,
a la distribución de los locutores (monólogo vs diálogo o polilc- desde la antigüedad griega y la época romana hasta nuestros
go). En vanas culturas, longitud o brevedad pertenecen a las ca- I
folclores, como la balada de Woody Guthrie, D t r s i y old dust. Y
racteristicas de un género, sentidas como tales: en Rumania un otros después de él. Ciertos pueblos, al hacer muy estricta, por
villancico no sobrepasa jamás los cien versos, una balada épica convención, la forma, han hecho de él un género muy elaborado,
tiene alrededor de ochocientos. En nuestros días, a pesar de su \ aunque con frecuencia improvisado y de una extremada habilidad
" Bec. págs. 21-23; Finnegan. 1976, págs. 211-212. Y 1977, pág. 13; Ala
torre, págs. Xvi-XViI; Genette, 1979. págs. 15-17, 33-41. Clouzet. 1975, págs. 90-96. 135-149; Agblernagnon. pág. 132.

104
en la ejecución, hasta el punto de que ésta parece a veces repre- damentar una poética de la oralidad. Por eso hablaré de ello de-
sentar alegóricamente la lucha del individuo víctima de las com- talladamente más adelante, en los capitulas X y XI.
plejidades del juego social. Por ejemplo, los ajty kazajstanos que Y, en fin, el ultimo tipo de variación se define con relación a
en el siglo XIX celebraban las victorias deportivas; los pantuns un contexto implícito suscitado por el discurso mismo, según sea
malayos, en vigor aún recientemente, cuartetas análogas por su o no improvisado. Sobre esta cuestión volveré en el capítulo XII.
estilo a los haikai japoneses e improvisadas alternativamente por
los participantes de un concurso de poesía, o por un bailarín y su
pareja, o por las dos familias en una ceremonia nupcial. Hacia
1930, en la isla de Buru, en Indonesia, hombres y mujeres de la
aldea, en grupos enfrentados, improvisaban alternativamente unos
cortos cantos de burla reciproca: género tan bien enraizado en las
costumbres que el idioma local distingu-ía cinco variedades. He-
chos semejantes se han observado en Africa y en España hace
pocos años4'.
Cuando el canto se alterna entre dos Únicos cantores toma
con frecuencia la forma llamada, según las épocas y las lenguas,
desafio, altefcatio, tenzone y otros términos de sentido semejante:
disputa estilizada, en principio improvisada, pero estrictamente
regulada y destinada a poner de relieve la virtuosidad de los poe-
tas. Fuera de uso en Europa al final de la Edad Media, el desafio
se ha conservado en algunos pueblos aragoneses y sobre todo en
América Latina: desafíos brasileños -de los que el Diccionario de
los improvisadares, publicado en 1978, distingue doce variedades
formales- o la paya chilena, de los que los Parra intentaron
hacer un arma política hace unos veinte años4'.

! Bajo la apelación de <<contextualeswreagrupo tres tipos de va-


riaciones. La dos primeras se definen como relativas a un contex-
l to explícitamente abastecido por una tradición o por la escritura:
- contexto lingüístico, al que nos referimos cuando habla-
mos de <'prosa. o de -verso., o melódico, cuando evocamos lo
i
1
-hablado* o lo '<cantado»;
- contexto gestual, que designa especialmente a la danza.
Ninguno de estos términos posee la precisión que, a primera
I1 vista, parece caracterizarle. No por eso dejan de pertenecer a la
I zona central del campo conceptual donde creo. que conviene fun-

'' Winner, págs. 29-34; Finnegan, 1976, págs. 103, 232-234, y 1978,
il pág. 73; Huizinga, págs. 122-123; Gide, pág. 67; Laya, pág. 178; Fernández.
pág. 466.
Burke, pág. 111; Fernández, págs. 464-465; Diccionario, págs. 14-M:
Clouzet, págs. 89-90.
l
6. La epopeya hre las baladas europeas; en 1932, el primer volumen de la sínte-
sis intentada por H. y N. Chadwick, The Growth of Literature,
reunía las informaciones entonces disponibles sobre las <'poesías
primitivas*. Fue entonces cuando M. Parry tuvo el mérito de
Esludios sobre la epopeya: definición del género.-Historia y plantear, en términos técnicos, el tema del funcionamiento de
mito. Duración y finalidad.-El discurso épico: el esrilo for-
mulario.-La epopeya en el mundo. esos textos. En los años 1934 y 1935, y después de una campaña
en Yugoslavia, llevó a Harvard tres mil quinientas grabaciones de
cantares épicos y miles de fichas, pero murió prematuramente,
cuando apenas había comenzado a consignar esa experiencia en
un libro titulado desde ese momento The Singer of Tales. Su discí-
pulo, A. B. Lord, recuperó el titulo en una obra d e síntesis apare-
cida en 1960 y que tuvo un gran eco. La influencia se extendió,
no sin provocar violentas polémicas, a los estudios sobre la Edad
El género poético oral mejor estudiado hasta ahora como tal, Media; en este campo particular, los trabajos de Parry y de Lord
más allá de las observaciones etnográficas o de aventuradas com- coincidían y confirmaban los de R. Menéndez Pidal sobre el Ro-
paraciones históricas, es la epopeya. D e este modo, nuestras poé- mancero y la Canción de Rolando'.
ticas dan testimonio entre nosotros de la permanencia del modelo Sin embargo,por otra parte, Parry había inspiradoac. M. Bow-
homérico en una mitología cultural impregnada de clasicismo. ra, quien, siguiendo las huellas de Chadwick, publicó en 1952 su
En efecto, referencia última de toda Poesía, imagen arquetípi- Heroic Poetry, que es hoy día aún la única obra de conjunto que
ca del Poeta, Homero se convierte, hacia 1780, en Alemania, en el poseemos sobre la epopeya. Bowra abarcó el hecho épico en toda
objeto de aplicación de una nueva idea, dialéctica, del tiempo, de su envergadura histórica, desde Gilgamesh hasta nuestros días.
la historia y de la filología. Wolf fue el primero que planteó el Por desgracia, dominado por presupuestos heredados del Roman-
tema de la oralidad inicial de la Ilíada y la Odisea. Pero lo hizo de ticismo, se enredó en teorías genéticas que limitaron su perspecti-
una manera estrecha, en la única perspectiva de la unidad de su va, condicionado por una concepción rígida de <'lo heroico»; al
composición y de la autenticidad de sus partes. Durante el si- eliminar los poemas no expresamente guerreros o demasiado bre-
glo XiX, las discusiones que provocó <'el tema homérico~~ nunca ves, los panegíricos, las lamentaciones, su libro, aunque se ha
rompieron esos limites: sin embargo, en el seno del movimiento hecho indispensable como fuente de información, está sembrado
general que empujaba al Romanticismo europeo al descubrimien- de contradicciones que limitan su alcance.
to de las <<poesiaspopulares,,, esas discusiones orientaron a algu- Desde entonces, en parte por incitación de Lord y alrededor
nos investigadores hacia el estudio de <.poemas heroicos*; en el de las colecciones constituidas en Harvard, se han dedicado a la
afio 1820, Karadzic recopiló un número impresionante de ellos en epopeya ,.vivan tal cantidad de monografias y estudios sectoriales
Serbia; en 1860, Rybnikov comprobó, en las alejadas regiones del que E. R. Haymes publicó en 1973 una bibliografía (hoy ya reba-
noroeste de Rusia, la vitalidad de las baladas épicas, los bylines, sada) completada en 1975 por una introducción a las doctrinas
que por aquel entonces ya todos admitían su desaparición desde de Lord2.
hacía mucho tiempo. Más adelante volveré a hablar de estas Últimas, ya que ningu-
Hacia 1900, pocas regiones de Euroasia habian escapado a na poética d e la oralidad, aun teniendo que pasarlas por el tamiz
esta prospección. El material se acumulaba: vasta poesia oral na- crítico, podría desperdiciar su aportación. En efecto, Lord, poco
rrativa, polimorfa y desigualmente comparable a las diversas for- preocupado de teorizar, nos ha proporcionado al menos, y por
mas de folclore. Sin embargo, esta poesía no había suscitado aún primera vez. un marco adecuado de descripción del hecho épico.
ninguna interrogación de orden propiamente poético. A lo largo
de los años treinta, el horizonte se aclaró por el lado de los inves- ' Lord. 1971. págs. 8-12: Mrricndez Pidal. pdgs. 413-463.
tigadores anglosajones: en 1930 apareció el libro de Entwistle so- Haymes, 1973 y 1975: Lord. 1975.

109
Pionero de dichas investigaciones, ha impedido definitivamente el fuera de lo común que, aunque no salga siempre vencedor de la
retorno a las confusiones de la historia literaria tradicional, al prueba, no por ello suscita menos admiración. Esta prudente de-
insistir en la especificación de lo oral y de sus mecanismos pro- finición provoca, sin embargo, numerosas preguntas. LA qué ar-
ductores'. La concepción clásica del poema épico, tal como la quetipos se remontan nuestras formas más antiguas de epopeya,
./ impusieron entre nosotros los comentadores de Aristóteles, inspi- aquellas que engendraron las tradiciones aún vivas ayer? En
1 rada por una ideología de la escritura, debe ser, de ahora en ade- el campo indoeuropeo, jacaso no han proyectado en discurso el
lante, si no recusada, al menos disociada de la noción de epopeya. mito de las tres órdenes, distinguidas por Dumézil, reguladoras
! La definición de la epopeya no ofrece menor dificultad. El del movimiento cósmico? ¿El combate épico implica una dimen-
! término ¿se refiere a una estética, a un modo de percepción o a sión erótica? ¿Es necesariamente guerrero? ¿Integra un compo-

i
j$i;
unas estructuras de relato? Algunos hacen que abarque toda espe-
cie de poesía oral narrativa, especialmente de argumento históri-
co, sin prejuicio de solemnidad ni de longitiid. Para D. Tedlock,
un género épico propiamente dicho, caracterizado por unas reglas
nente filosófico o religioso? Cada área cultural aporta a estas in-
terrogaciones sus propias respuestas. La larga lista de temas
épicos elaborada por Bowra se parece a una leonera. Los investi-
gadores del Instituto del Folclore de Bucarest establecieron, para
de versificación, sólo existe en el seno de las culturas semi- las siete mil baladas rumanas recopiladas, unos catálogos temáti-
! letradas; en las sociedades primariamente orales, el equivalente cos que tienen hasta doscientos números6.
j funcional seria el cuento: tesis que parecen confirmar los hechos Sucede, además, que lo épico rebasa a la epopeya y que los
1 señalados en América del Norte, entre los indios y los inuit (por casos inciertos no son escasos. De este modo, se han señalado en
ejemplo, el ciclo de Kivioq, en Canadá), pero que otras investiga- Ruanda, región donde ni la trata de esclavos, ni las misiones, ni
ciones invalidan. En Último caso se podría decir que epopeya y la colonización han hecho demasiados estragos, cerca de ciento
épico no son más que designaciones metafóricas de la poesía oral ochenta poemas dinásticos que relatan la historia del país desde
basadas en la palabra griega epos.... que en Homero remite sim- una época bastante lejana: ¿Son <'epopeyas,>?¿Lo es el izibongo
l! plemente a la palabra llevada por la voz'.
Sin duda, convendría distinguir, después de Staiger, la epo-
bantú, un poema mixto, con panegíricos y evocaciones guerreras?
Ese canto de batalla baluche de veinte versos ¿es ~épicovdel mis-
peya como forma poética culturalmente condicionada, por tanto, mo modo que lo son las largas canciones de gesta ozbzeks? LOlas
variable, y lo épico. clase de discurso narrativo, relativamente es- breves baladas heroicas de los pueblos de raza iraní y las largas
I composiciones de los pueblos de raza turca? ¿La qasida árabe o
table, definible por su estructura temporal, la posición del sujeto
y una aptitud general para asumir una carga mitica que le inde- las antiguas hamasa de Turquía? Inversamente, ¿los kazajstanos
pendiza con relación al acontecimiento. Desde este punto de vis- no disponen acaso de un término propio para designar lo que
ta, seria del lado de la novela, más que del cuento, donde encon- nosotros consideramos como sus poemas épicos...?'.
traríamos pasarelas que nos invitaran a las acrobacias compara-
tistass. Sin embargo, es en esos términos o parecidos en los que se Recurriendo a la terminología sugerida en el capítulo anterior,
puede captar lo que forma la frágil pero real unidad inter y super- se puede, por lo menos, intentar separar el lugar y el momento de
cultural de la epopeya, por medio de sus numerosas manifesta- donde surgió la fuerza constitutiva de la epopeya y los términos
ciones. con los que se programa su ordenación.
Relato de acción que concentra en ésta sus efectos de sentido, Me parece que no se podría poner en duda seriamente la exis-
parca en adornos anejos, la epopeya pone en escena la agresivi- tencia subyacente de un modelo común a todas las formas de
dad viril al servicio de alguna gran empresa. Fundamentalmente, canto épico. Pero si se juzga por sus manifestaciones en el espacio
narra un combate y separa, entre sus protagonistas, una figura
Bowra, 1978. caps. 11 y 111; Elliot, págs. 235-239; Duby, págs. 16-17;
Faersfer; Marin, págs. 25-43. Knorringa, 1978, págs. 8-9.
Lord. 1971, pág. 6; Tedlock, 1977, pág. 507; Charron, 1977, 11, pigi- ' Finnegan, 1976, pág. 109, y 1978, págs. 121-122; Burness, págs. 129-158;
nas 273-505; Bynum, págs. 245, 248; Bowra. 1978, cap. l . Chadwick-Zhirmunsky, págs. 106-107, 190-193; Bynum, págs. 242-243; Ma-
Marin, págs. 45-47; Oinas, 1968. rin, págs. 14-15. 59-62; Zwettler, págs. 29-30; Winner, pág. 68.
y en el tiempo, uno de los rasgos de su ordenación determina los
tario; este héroe puede ser femenino, pero adornado con todas las
otros, así como ciertos aspectos de su fuerza: el volumen del dis-
virtudes viriles; el ambiente en el que se mueve acusa estos con-
curso. En efecto, según el canto sea breve o largo, está marcado
trastes 9.
diferentemente a varios niveles.
En oposición a la epopeya de tipo homérico -más diversa,
Brevedad y longitud, para ser unas nociones relativas, son, de
menos lineal, menos exclusivamente centrada en el tema guerre-
hecho, muy claramente reconocibles en el seno de las culturas y
ro-, los rasgos propios de la balada aparecen tanto más claros
las regiones donde coexisten estos dos tipos: como en Asia Cen-
cuanto más recurrencias regulares contengan su estructura rítmi-
tral, los cantos heroicos de los pueblos del Altai y de los montes
ca y melódica: estrofas o coplas de los modelos anglosajones, ger-
Sayan, por una parte, y los del alto valle del Ienissei, por la otra;
mánicos y escandinavos. Cuando los versos se enlazan sin niptu-
o en nuestra Edad Media, la canción de gesta francesa y el roman-
ras periódicas, como en el Romancero español o los cantos épicos
ce español. Por un lado, miles de versos y, por otro, algunas dece-
de los Balcanes, las diferencias de tono con la epopeya larga tien-
nas o centenas; epopeya de tipo homérico, por una parte, y, por
den a atenuarse. Ahora bien, las culturas donde se comprueba
la otra, lo que aquí llamo -balada,,, en un sentido más restringi- esta ambigüedad parecen, con frecuencia, haber neutralizado las
do que la ballad anglosajona, que designa toda especie de canción
oposiciones de longitud: los poemas serbios y bosnios se extien-
narrativa. Se trata, pues, de dos realizaciones difeientes de lama- den en una gama que va desde trescientos a tres mil y, excepcio-
croforma épica, sin relación probada de subordinación mutua;
los únicos ejemplos seguros de epopeyas largas originidas por una
nalmente, trece mil versos; las baladas griegas y albanesas, desde
algunos cientos hasta varios miles de versosi0.
, .
combinación de baladas son compilaciones literarias, como el Ka-
Nuestras más antiguas epopeyas medievales tenían, por lo que ,,
levala finlandés y el Kalevipoeg estoniano de Kreutzwald en 1857;
en nuestro siglo, en Yugoslavia y la Armenia soviética se intenta-
se ha podido averiguar, una media de dos a cuatro mil versos. I1 I3
Esta magnitud parece bastante común en la epopeya larga. Los
ron empresas semejantes, pero fracasaron. La hipótesis inversa de l!
cantos épicos de Asia central, recopilados en el siglo xix, tenían 1:
Bowra, que hace de la balada una forma cronológicamente poste- poco más o menos esta duración entre los ouzbecks, los kazajsta-
rior al tipo homérico, no parece mejor fundamentada8. nos y los kahunks. Por el contrario, entre los karakirguises, Rad- m <
Las baladas recopiladas por Lvnnrot en el Kalevala tenian de lov descubrió versiones de un mismo poema que variaban desde
cincuenta a cuatrocientos versos. Los bylines rusos, de cien a mil, seis a cuarenta mil versos. En efecto, el limite superior de las
aunque en nuestros días Marga Kryukova haya compuesto más dimensiones del género es muy elevado; únicamente las condicio-
de dos mil. Las baladas anglosajonas y las de Rumanía, que son nes sociales de la performance (lugar, época, periodicidad) lo de-
los tipos de epopeyas breves mejor estudiados, rara vez sobrepa- terminan más o menos. J. Dournes me contaba que, en las plani-
san los quinientos versos. Éstos son los números comparables, cies indochinas, la declaración de ciertas epopeyas dura cinco o
comunes a unas culturas bastante diferentes, y corresponden, seis horas, y las epopeyas betis, en Camerún, hasta doce horasi'.
puede suponerse, a una estructura profunda idéntica. Edson El Ulahingan estudiado en Filipinas por E. Maquiso contiene
Richmond esbozó una definición, a la vez temática y narratológi- un número elevado de episodios y cada uno de ellos puede ser
ca, fundada en un conjunto de poemas europeos. Los estudios de objeto de una única performance: hasta ahora el más breve de los
Buchan y las observaciones de Bowra y de otros la confirman: registrados dura tres horas y media; el más largo, dieciocho horas
construcción de un relato de un único episodio, con graduación en tres sesiones. La señora Maquiso calcula en un centenar el
dramática o cúmulo hiperbólico de breves episodios yuxtapues- número de episodios existentes; pero desde hace siglos se están
tos; personaje único, a veces colectivo (tres hermanos que repre- creando sin cesar otros nuevos, por variación, adición o reduc-
sentan a una familia o a un clan). que lucha contra alguien más ción; en 1965, un cantante pretendía saber mil trescientos cin-
fuerte que él, con frecuencia contra un grupo social, como bandi-
d o fuera de la ley, o como profeta desconocido, o vengador soli- Bowra, 1978, págs. 330-336: Oinas, 1972. pág. 106; Chadwick, 1936,
págs. 27-76; Conray: Edson Richrnond, págs. 86-89; Buclian. págs. 76-80.
Bowra. 1978, págs. 356-357, 550.553, 561: Cliadwick-Zhirmunsky. pá- ' O Bowra. 1978. págs. 39. 330. 354-355.
gina 26. u Ngal. pág. 336: Alexandre. 1976. pág. 73.
8. Un discurso circunstancial

Texro y circ~onsraticia:/a performance.-Tiempo y duración.


Lirgor y espoci0.-Connoraciones espacio-temporales.

Únicamente el empleo del texto hace real la retórica que lo


fundamenta; únicamente su actualización vocal la justifica. De
ahí la necesidad que experimentamos de definir unas -situaciones
de comunicación~~:a propósito de los proverbios africanos,
M. Houis distingue los rasgos pertinentes según la performance,
de parte del oyente, conste simplemente de una escucha, o que
implique un intercambio con el que dice, pudiendo ser ese inter-
cambio necesario o útil1.
Pero a la comunicación poética oral le corresponde gerieral-
mente una situación de <<escuchas,;conviene analizar más atenta-
mente ésta.
Al interrogarme, en el capitulo V, sobre la naturaleza de la
forma poética oral, sugerí que la performance puede considerarse
como uii elemento y a la vez como el principal factor constitutivo
de esa poesia oral. Instancia de realización plenaria, laperforman-
ce determina todos los otros elementos formales, que con relación
a ella, apenas son más que virtualidades. Las cantantes de lamen-
tos africanas son incapaces de repetir sus poemas fuera de los
funerales reales2. Al implicar un tipo de conocimiento, perfor-
mance poética no es comprensible y analizable más que desde el
p u s o de vista de una fenomenologia de recepción. -~
Las convenciones, reglas y normas que rigen la poesía oral
abarcan, de uno a otro lado del texto, su ocasión, sus públicos, la
persona que lo transmite y el objetivo que pretende a corto plazo.
Verdad es que eso mismo puede decirse, de alguna forma, de la
poesia escrita; pero, tratándose de oralidad, el conjunto de esos
' Hauis, págs. 6-10. l
Finnegan, 1976, pág. 164, y 1977, págs. 28-29, 89, 241-242: Gossman,
pág. 778; Jason, 1977.
itérminos remite a una función global, que no se podría descom-
poner en diferentes finalidades concurrentes o sucesivas. En el
--- -~- .~

uso popular del nordeste brasileño, la mismapalabra cantoria de-


~ ~

signa la actividad poética en general, las reglas que impone y la


superficie es comparable a la de un lago azotado por el viento.
El texto de la performance fija tiende a inmovilizar esos reflejos
superficiales, a formar un caparazón alrededor de un depósito
antiguo, muy valioso, que es importante conservar; nos ponemos
performance.
firmes para escuchar la Marsellesa; vamos a la Iglesia la noche del
Este último término, adoptado al principio por los folcloristas
24 de diciembre para escuchar, si nos gusta, la Nochebuena cris-
americanos, como Abrahams, Dundes y Lomax, designa para
tiana. Al final, el poema es incomprensible fuera de la situación.
ellos un acontecimiento social creador irreductible por sus sim-
Cambiad las circunstancias y el sentido y la función social del
ples componentes y durante el cual se produce la emergencia de
texto recibido se modificarán; un canto revolucionario se convier-
propiedades particulares. El alcance de este acontecimiento y
te en canción de marcha y una canción de amor en canto de
de las propiedades que manifiesta se mide, según D. Hymes, por
protesta política ...
la distribución de tres caracteristicas de las que una o dos están,
Performance implica competencia. Más allá de un saber-hacer
necesariamente, en la performance. pero nunca las tres juntas: in-
y de un saber-decir, la performance manifiesta un saber-estar en la
'.
terpretación, descripción e iteración Este criterio amplio permi-
duración y en el espacio. Sea lo que evoque por medios lingüisti-
te, en principio, clasificar toda forma de oralidad, poética o no.
cos el texto dicho o cantado, la performance le impone un referen-
Hymes lo confirma con otra: ausencia o presencia de reglas y, en
te global que es del orden del cuerpo. Es por el cuerpo por lo que
el segundo caso, ausencia o presencia de responsabilidad; de ahí
estamos en el tiempo y en el espacio: la voz, esa emanación nues-
la distinción entre comportamiento^, (behavior), ~~conducta. tra, lo proclama./És verdad que la escritura implica, ella también,
(conduct) y ~cperformancen.
una medida de tiempo y una medida de espacio, pero su objetivo
Varias culturas, conscientes del poder de los efectos así provo-
último es liberarse de ello. La voz, alegremente, acepta su servi-
cados, codifican con cuidado la elección de los componentes,
tiempo, lugar y participantes de la performance. Esto sucede en
( .
dumbre y a partir de ese s primordial, en la lengua todo se llena
de color, nada es ya neutro, las palabras brillan cargadas de in-
muchos casos en África: la explotación y el control de lo imagina-
tención, de olores, huelen a hombre y a tierra (o a aquello por lo
rio social por el medio privilegiado de la poesia tiene para las
que el hombre lo sustituye). La poesía no depende ya de las cate-
sociedades tradicionales tanta o más importancia que para nos-
gorías del hacer, sino de las del proceso: el objeto que hay que
otros los de la plusvalía económica. De ahí proceden las prescrip-
fabricar ya no basta, se trata de suscitar otro sujeto externo que
ciones imperativas o tabúes. La manifestación de la poesia por la
observa y juzga al que actúa aquí y ahora. Por eso la performance
voz postula un acuerdo colectivo (y en contrapartida, una censu-
es también instancia de simbolización: de integración de nuestra
ra) sin el cual laperformance no podria concretizarse totalmente'.
relatividad corporal en la armonía cósmica significada por la VOZ;
En otras partes se distinguirá entre el canto lingüísticamente in-
de integración de la multiplicidad de los cambios semánticos en la
mutable, ligado a circunstancias precisas, con frecuencia pronun-
unicidad de una presencia.
ciado por especialistas, y el canto más o menos improvisado rela-
tivo a un acontecimiento personal o local; esto sucede, según el
Como acción (y doble: emisión-recepción), la performance
testimonio de J. D. Penel, entre los azandé, en África Central. La
pone en presencia unos actores emisor, receptor, singular o plu-
lengua del antiguo Japón tenía unos términos diferentes para de-
rales) y en juego unos medios (voz, gesto, medio). En cuanto a las
nominar esos dos tipos de oralidad.
circunstancias que forman el contexto, las sitúo en los parámetros
El texto de la performance libre, sin tener la abertura de la
de tiempo y de lugar; a ello dedico este breve capítulo y habla-
poesía escrita, interpretable hasta el infinito, varia constantemen-
ré de los medios en los capítulos 9 y 11 y de los actores en los
te a nivel connotativo, hasta el punto de que nunca se repite: su
capítulos 12 y 13.
' Hymes, 1973. La performance está doblemente temporalizada: por su dura-
Calame-Griaule, 1965, págs. 470-473: Bouquiaux-Thomas. l . pági- ción propia y en virtud del momento de la duración social en la
nas 106-107: Brower-Milner, pág. 57.
que se inserta.
He mencionado ya, de paso, algunos términos extremos: tiem- En el tiempo ritual se articulan, en la práctica de la mayoría
pos de ejecución de una época larga, o de una canción radiada. de las religiones, lasperformances de poesía litúrgica. En países de
Desde algunos minutos hasta varios dias; esto importa menos en tradición cristiana, se incluyen los innumerables cánticos cuyo
si que por las causas. Algunas proceden del texto mismo; su lon- uso constituye entre nosotros una de las últimas tradiciones poé-
gitud y el modo de recitación o de canto impuesto por la costum- ticas orales casi puras. En la tierra del Islam, uno de los discípu-
bre. Estos dos factores tienden, a veces, a neutralizarse recíproca- los de Nasir Udin me decia que los poemas compuestos y canta-
mente; los largos panegiricos zulús se recitan con una voz rápida, dos por su maestro, destinados a colocarse inmediatamente antes
como un chorro ininterrumpido. Por el contrario, lospantun ma- o después de la oración comunitaria, forman la glosa de ésta.
layos y los balwo somalíes se recitan a un ritmo lento y con una El lazo ritual se distiende a veces, denota, a la manera de una
melodía repetitiva que alargan considerablemente la performance marca de origen, unas performances trivializadas. Hace mucho
con sus dos o cuatro versos. Otras causas reguladoras de dura- tiempo, uno de mis vecinos campesinos, incrédulo convencido,
ción provienen de las particularidades de una determinada situa- berreaba los cánticos mientras aserraba la madera: escándalo
ción de comunicación. Al evaluar la duración real de la Ozidi ni- para las mujeres del barrio. El Kutw~eShirka. poema sagrado de
geriana, 1. Okpewho observa que se mide menos en términos de los aynos, que hacia 1930 se cantaba todavía, resonaba tanto en
tiempo (siete veladas) que de espaciamiento adecuado de los epi- las ceremonias chamánicas como en los ratos de ocio de las vela-
sodios, es decir, en virtud de una economía narrativa impuesta das invernales6.
,\
por las condiciones físicas y sociales de la performance. La performance puede ir unida a la celebración de una fiesta 1 ii
La relación emocional que se establece entre el ejecutante y el particular y periódica que caracteriza: por ejemplo, en toda Euro-
público puede no ser menos determinante, provocando toda clase pa, los villancicos, dialogados o no, hoy en día en vías de desapari- j%
de dramatización o de expansión del canto: intervenciones del
poeta en su propia interpretación que exigen una gran flexibilidad,
ción; y lo mismo en España, las jotas improvisadas y bailadas en
las fiestas de Nuestra Señora del Pilar; o entre los dogons de
,

;i
d
pero que engendran una gran libertad. Ninguna performance no Mali, los cantos iniciáticos reservados para la fiesta del Sigui, que
mediatizada es del todo previsible cronométricamente, ni para su
autor ni para sus oyentes. Su duración sólo obedece, con una
se celebra cada sesenta años'.
Diversas circunstancias de la vida privada o pública, impor-
; i'
,. .
amplia aproximación, a una regla de probabilidad culturalmente tantes de alguna manera para el destino común, miden un tiempo
motivada5. recurrente de frecuencias poco previsibles, nacimiento, boda,
El momento en el que se realiza la performance, escogido en el muerte, combate, victoria ... Para muchas sociedades, todo acon-
tiempo socio-histórico, no es jamás indiferente, aunque se libere tecimiento que entre en esas series suscita una performance, en
de él y más o menos lo trascienda. De este modo todaperfarman- virtud de normas acostumbradas. He señalado en el capitulo V
ce implica -como tal, como fragmento ficticiamente aislado del los géneros poéticos definidos por ese tipo de periodicidad.
tiempo real- unos valores propios que quizá cambien o se in- Llanio tiempo social normalizado al conjunto de las etapas de
viertan la siguiente vez que se cante esa misma canción; poco la cronología colectiva que da lugar, bajo una forma u otra, a
importa, siempre habrá unos valores, aunque sean de rechazo. una convocatoria pública: anuncio, cartel, invitaciones, todo
Desde este punto de vista, distingo cuatro situaciones de la per- aquello de lo que los penny readings del siglo xrx inglés propor-
formance, según se inserte el momento del canto en un tiempo cionaron uno de los primeros ejemplos masivos. En la sociedad
convencional^^. natural.^. r(históricos, o <<libre>,. industrial, es en ese tiempo, salvo algunas excepciones, en el que
1. Reagrupo bajo la primera de esas denominaciones toda se articulan las performances de nuestros cantautores: tiempo co-
clase de tiempo cíclico, al ritmo fijado por la costumbre; tiempo mercializado por los showbizz: una costumbre análoga, en otras
de los ritos; tiempo de los acontecimientos humanos ritualizados; condiciones culturales. reinaba hacia 1930 entre los cantores mu-
~~ ~

tiempo social normalizado. Finnegan, 1978, pág. 463.


Burke. pág. 139; Finnegan, 1977, págs. 122-124; Okpewho, pág. 267. ' Roy, 1951. pigs. 171-225; Fribourg, 1980a. págs. 114-122; En0 Belinga,
núm. 8: Lord. 1971. págs. 128. 132: CalarneGriaule, 1965. pág. 485. 1978, págs. 78-81.

158
sulmanes de Bosnia, que recitaban sus epopeyas durante las vela- saje. a medida que se alarga el intervalo. Pero a veces, de esos
das del Ramadán en los cafés de los pueblos, donde se reunía la deslizamientos resultan unos poderosos efectos poéticos: de ello
población masculina después del ayuno8. da testimonio la Laura de Osvaldo Rodríguez, en plena desgracia
2. El tiempo natural, el de las estaciones. de los días, de las de Chile'?
horas, proporciona su punto de anclaje en la duración vivida, a 4. En efecto, el vinculo que une el hecho vivido a laperfor-
una abundante poesia, que para nosotros se ha convertido en mance. se distiende fácilmente. La maravilla del canto permanece.
folclórica: en virtud de un vinculo directo con los ciclos cósmicos, La alegría o la tristeza que provoca el acontecimiento, o quizá el
como las serenatas o nuestras antiguas canciones del alba, o las humor a su vez, suscitan un puro deseo de cantar, más que la
de las <<fiestasde mayo,, medievales, las que suscitaban el día de inclinación por una canción en particular: poco importa el texto;
San Juan, o las de la mitad de agosto; o de manera indirecta, el apenas importa la melodía; la relación ~históricanestá .rota,,, el
canto que acompaña un trabajo obligado a seguir ese ciclo, como tiempo se ha liberado.
en Asia el trasplante del arroz y entre nosotros, antaño, la siem-
bra y a veces todavía la vendimia. La noche, llena de misterios, es No por ello el tiempo deja de marcar a rodaperformance. Esta
un tiempo importante que la mayoría de las civilizaciones han regla procede de la naturaleza de la comunicación oral y no pue-
considerado sensible a la voz humana: ya sea porque prohiban su de haber excepciones. En la performance ritual, la connotación es
uso en ese momento o más bien porque hagan de la noche el tan fuerte que puede constituir, ella sola, la significación del poe-
tiempo privilegiado, incluso exclusivo, de ciertasperformances: en ma. En la performance de tiempo <,libren, aleatoriamente situada
África, del cuento; entre los joray, del mito, y entre los tártaros en la cadena cronológica, el efecto tiende a diluirse; no se borra
siberianos que visitó Radlov, de la epopeya. A veces la noche del todo jamás; si de pronto siento deseos, sin razón aparente, de
entera se ritualiza, como la del Sábado Santo de las antiguas li- cantar o de recitar versos a las nueve de la mañana, al mediodía o
t u r g i a ~cristianas; entre los malinkés, en el tiempo que precede a al atardecer, un día de vacaciones o yendo al trabajo, no puede
las ceremonias de circuncisión, la noche se llena de cantos y de ser indiferente, y modula, de alguna manera, el sentido de la pala-
gritos discordantes, del resonar de los tambores, orgía verbal bra poética que pasa por mis labios.
purificadora 9 . Ahora bien, las modalidades espaciales de la performance in-
3. El tiempo h histórico* es aquel que señala y mide un acon- terfieren con las del tiempo. El lugar, como el momento, puede
tecimiento imprevisible y no cíclicamente recurrente, que afecta a ser aleatorio, impuesto por unas circunstancias ajenas a la inten-
un individuo o a un grupo. Entre los maories del siglo xrx, la ción poética: tal recital del cantor vasco Lertxundi previsto en la
víctima de una amonestación o de un insulto componia una can- plaza de un pueblo, se desarrolla en la iglesia a causa de una
ción para atenuar su alcance maléfico. Entre los gonds de la In- tormenta que de pronto se desencadena". Puede manifestarse en-
dia, los jóvenes se cortejan mediante canciones improvisadas. En tonces una tensión entre las connotaciones espaciales y tempora-
varias regiones del mundo, al regreso de una cacería fructífera, un les: por ejemplo, mi amigo el aserrador que cantaba cánticos en el
canto de circunstancia une las voces de los cazadores como se patio de su granja. Tensiones recuperables, explotables mimética-
unen las de los bebedores al final de un banquete campesino... mente y aptas para producir, ellas también, dominadas, funciona-
Ese tipo de performance es el de casi todos los cantos ..compro- lizadas, unos efectos poéticos ... Pero sin duda el azar no reina
metidos. y de protesta, que forman una parte considerable de la verdaderamente. Una atracción, a veces sutil, surgida de los fan-
poesía oral viva en el mundo actual. Sin embargo, se produce tasmas del ejecutante, parece provocar en un determinado lugar,
bastante rápidamente un efecto de distancia entre el texto y el en una determinada clase de lugar, mejor que en cualquier otro,
acontecimiento que ilustra o conmemora. De este modo puede una determinada performance. Ese condicionamiento espacial pa-
surgir una ambigüedad, al transformarse, poco o mucho, el men- rece más fuerte y constante que los condicionamientos tempora-
SNeuburg, págs. 243-247; Lord, 1971. pág. 15.
Gaborieau, phg. 326; Finnegan, 1978, págs. 445-446; Dournes, 1980; lo Finnegan, 1978, págs. 15, 292-293; Clauzet. 1975. págs. 72, 207.
Rey-Hulman, 1977; Camara, págs. 185-186. " Wurm, pág. 84.
les: no dudo de que esa diferencia proceda de la ontología de sión han engendrado, quizá a largo plazo, nuestro jazz. Cuando
la voz. éste tomó forma, hacia 1900, sus primeras orquestas tocaban en
Las sociedades humanas han explotado, en una medida más o la calle y en las áreas donde se celebraban meriendas campestres.
menos rigurosa, esas virtualidades, dando privilegio institucional- Varias ciudades europeas, favorecidas por su clima benigno, te-
mente a ciertos lugares. Cuando interviene una norma ritual, ésta nían aún al comienzo de nuestro siglo algún espacio donde se
anuda un lazo de identificación entre el espacio y el tiempo sacra- concentraban permanentemente los poetas de la voz, mezclados
lizados, remedando de este modo a alguna eternidad utópica: con los charlatanes y los trovadores, y donde todos podían oírles:
canto litúrgico en el templo, poema cosmogónico en el seno de la en Madrid, la Plaza Mayor; en Roma, la Piazza Navona; en Flo-
asamblea de los orantes nepaleses; o la epopeya mandinga que se rencia, San Martino... Paris había tenido hasta la era napoleónica
recita en la cabaña de Kamabolont2.Todas las culturas poseen o su Pont-Neuf; el Plateau Beaubourg ¿reconstruye hoy en día esa
han poseído sus lugares sagrados, umbilicales, que hacen que el tradición?". Aquellos eran lugares al aire libre. En una época
hombre arraigue en la tierra y dan testimonio de que ha nacido más reciente, trastornada por la invasión de automóviles (antes
de ella; y no creo haber leído jamás que ni uno de esos lugares no de la intervención paliativa de las zonas peatonales) y la progresi-
lleve incorporada alguna práctica hechicera o poética. En las so- va desaparición de la vida callejera, la concentración se reformó
ciedades diferenciadas subsiste algo más que unos rastros de ese en una red de refugios (cafés, sótanos, estudios de pintores) abar-
estado antiguo. Las prácticas religiosas contribuyen a mantener- cando a veces todo un barrio como Saint-Germain-des-Prés o
lo. Pero al término mismo de las laicizaciones de todo orden, la Greenwich Village. Las salas de fiesta donde se cantaba, opera-
sacralidad se interioriza y se camufla como simple especializa- ban, guardando las distancias, a la manera de las tabernas de
ción; por eso existen por todo el mundo unos lugares dispuestos aldea donde en el canto común se neutralizaban los conflictos
para el baile y la ejecución vocal que generalmente lo acompaña. externos.
Las motivaciones arcaicas, más allá de esa transformación, La evolución de las costumbres urbanas confluye así con una
desembocan en la instauración de prácticas habituales. Es así tradición que se remonta, en Europa Occidental, al final de la
como, en nuestras ciudades, y progresivamente desde el siglo xvi, Edad Media: en efecto, fue entonces cuando la mayoría de las
se ha ido aislando a nuestros teatros. Para los habitantes de la ciudades de alguna importancia promovieron al rango de institu-
América india del bajo Saint-Laurent, menos alejados que nos- ción unos lugares cerrados destinados a la práctica de la poesía
otros de las fuentes mágicas, existen, en el territorio de la tribu, oral: declamación, improvisación, diálogos versificados y can-
unos lugares más propicios que otros, para el recogimiento, que ción. Por ejemplo, los puys y <<cámarasde retórica. de los si-
permiten unir, en un conjunto imposible de doblegar, la totalidad , cabarets
glos xv, xvi y xvir; pero sobre todo a partir del x v ~ ilos
de las facultades del espíritu y del cuerpo. A esos lugares se les y sociedades cantantes, y después de 1850, los <<cafés- concierto^^ a
conoce, se les nombra. Es allí donde se ejecuta el canto, se recita la francesa, el music-hall londinense, cadena ininterrumpida que
el mito y se desgranan los recuerdos de los viejos cazadores". lleva a nuestros cafés-teatro. En Paris, la larga y tumultuosa his-
Durante siglos, en nuestras ciudades, la calle fue el lugar favo- toria de los Caveaux* sucesivos entre 1729 y 1806, abrió la era
rito de los recitadores de poesía, de los cantautores, de los satíri- moderna de la canción, convertida en ese medio en género litera-
c o ~ Vuelve
. a serlo, en nuestros días, fugitivamente, aquí o allá, al rio, mientras que las goguettes (varios cientos en 1845) reunían
azar de los renacimientos, como en el Londres de 1976, en los una clientela popular atraída por el solo placer del canto. Ha-
comienzos del grupo Jam. La calle: no fortuitamente ni siempre cia 1880, Emile Goudeau en <.Los Hidropathesn y luego en el
por falta de un techo, sino en virtud de un propósito integrado en K h a t Noirn creaba la fórmula de diversión alternada (recitación
una forma de arte. Los recitales de esclavos de Con-Square en la y canto) que fue la gloria del Montmartre de la Belle Epoquel'.
Nueva Orleans francesa del siglo xvili y hasta la guerra de Sece- --~--~ ---~
* Teatros de cantautores. [N. de la T.]
l1 Gaborieau, pág. 320: Niane. 1975b, pág. 164. " Davenson, págs. 42-109; Collier, págs. 68, 77; Vernillat-Charpentreau,
" Bouchard, págs. 9-10. págs. 8-9, 49-50, 54-58, 98, 117-118, 174-175; Brécy, págs. 1 1 , 46.
La existencia de esos lugares y la función social que asumian, trucajes), en el continuum de la existencia social: el lugar de la
no podían dejar de marcar el arte de los cantautores o de los performance se extrae del ~derritoriondel grupo, está unido a él
hombres de letras seducidos por ese modo de difusión. La imagen de todas maneras y es así como es aceptado.
del espacio real donde se desarrollaba la performance se integraba Inevitablemente, aunque sea en grado reducido, laperforman-
al proyecto poético. Por eso, inversamente, se vio durante la Re- ce está plagada de ruidos,,: ruidos acústicos o fragmentos de
volución, cómo varios clubs patrióticos se transformaban en s o discursos inútiles, que provienen de la naturaleza de toda comu-
ciedades de cantores, y luego a lo largo del siglo xix, círculos nicación oral y que interfieren eri la perspestiva seiiiántica; pero
libertarios y socializantes daban un amplio espacio a la canción también hay otros ruidos específicos: mala distribución de los lu-
en sus reuniones. Durante la Comuna, la Bordas hacía aclamar a gares, presencia demasiado agobiante del decorado, efectos de
-la chusma» en los conciertos ofrecidos al pueblo en el palacio de censura, autoritaria o espontánea; en fin, para el observador ex-
las Tullerias o en el Ayuntamiento ... Las .peñas,, sudamericanas, terno, ajeno al grupo activo de los participantes -etnólogo que
clubes literarios que se convirtieron primero en Argentina y en el graba una fiesta <<primitiva>> o medievalista que estudia la epo-
medio estudiantil, en sociedades de cantores, aparecen bajo esta peya del siglo xiii-, la distancia intercultural. Sea cual fuere el
forma nueva en Santiago de Chile hacia los años sesenta. La que <<ruidontiende a desorganizar la performance, trastornando el sis-
lanzan en 1965 los Parra se coiivierte durante ocho años en el tema de informaciones que ésta tiene como función transmitir.
punto de encuentro y de intercambio de los cantautores y de El arte del ejecutante trata de recuperar tanto como se pueda ese
los poetas comprometidos de toda la América latina y uno de los elemento heterogéneo, transformado a su vez en información,
lugares donde se prepara la breve y gran primavera de la canción puestas en correlación con el mensaje internacional ... con riesgo
que acompañará el triunfo de la Unidad Popular'6. de torcerlo hasta desnaturalizarlo. Unicamente los efectos sono-
La naturaleza del lugar, adecuado para reunir un público va- ros puramente temporales, el alejamiento cronológico, excluyen
riopinto durante una duración determinada, a unas horas de ocio de tales actuaciones. Los historiadores de la poesía lo saben de-
profesional; su comercialización, aunque sea parcial (uno se paga masiado bien ''.
su consumición); las necesidades técnicas de la programación: ¿Recuperación del ruido? La interpelación de un importuno,
otros tantos factores que dramatizan la palabra poética y llevan a integrada por el ritmo y la mímica. se funde al poema, al que
la declamación, a la canción, hacia alguna forma de teatro. Re- enriquece con ese ep,isodio; he observado unos ejemplos tanto en
cuerdo el ejemplo extremo del grupo africano Okro de Lomé, que Rumania como en Africa, ya sean las improvisaciones sugeridas
desde hace algunos años está en vías de crear, bajo la denomina- por una reacción agitada del auditorio, ya sean los disimulas, la
ción de concierra. un género oral nuevo, políglota (francés, inglés, ambigüedad buscada de una poesía sobre la que pesa una censura
lenguas locales), que es una mezcla de la contmedio dell'arfe, del moral o política, pero que la utiliza, mal que bien, para sus pro-
recital de canciones y del concierto instrumental". pios fines. O bien, buscado, integrado, dominado por la voz, el
Situada en un lugar particular al que la unen así una relación ruido la dramatiza, la intensifica, la prolonga hasta más allá de
de orden a la vez gonética y mimética, la performance proyectala los sentidos convencionales, como en las canciones grabadas por
obra poética en un decorodo. Nada de lo que hace el carácter Joan Baez en Hanoi en 1970, con un fondo de bombardeos ame-
especifico de la poesía oral, es concebible más que como parte ricanos. La causa del ruido cuenta desde ese momento entre las
sonora de un conjunto significante donde intervienen los colores, presuposiciones del discurso poético; es ella misma discurso,
los olores, las formas móviles o inmóviles, animadas o inertes; y ¡ ausente pero real: el poema la refleja, por lo tanto, al final todos
de forma complcmentaria, como parte auditiva de un conjunto los términos funcionan con relación a ella como los elementos de'
sensorial donde la vista, el olfato y el tacto tienen.parte igualmen- una anáfora global. Pero esos términos reflejan simultáneamente
te. Este conjunto se desglosa sin disociarse (a pesar de algunos l a la instancia de enunciación -la performance. drama y psico
Vernillat-Charpeiitreau, pág. 8; Brécy, págs. 67, 290; Duveau, pági- drama- tanto como a un referente exterior, cada vez más difu-
nas 480-486; Clouzei, 1975. págs. 35-58.
" Ricard. 1977. ¡
l la Lotman, 1973, págs. 124.127.
minado a medida que se intensifica lo patético o la ironía de la 9. La obra vocal 1
voz. La función comunicadora vence a la significación, textos,
ritmos, tiempo y lugar concentrado en una implosión de sentidos
más que disculpas en una cadena discursiva de los significantes. Voces y poesía. Prosodia y modalidad.-Función y normas
La interacción del espacio y del tiempo abre así, por todas del ritmo. Tambores africanos.-El verso, laprosa: la versifi-
partes, las perspectivas sensoriales e intelectuales, ofrece a cada cación como sit~roma.Rima y figuras de sonido.
uno su oportunidad. El mensaje se .publica» en el sentido más
fuerte que se puede conferir a ese término ..., cuyo uso corriente,
relativo a la escritura impresa, forma una pobre metáfora. La
performance es publicidad^*. Es un rechazo a esa privatización
del lenguaje en que consiste la neurosis.

Toda palabra poética (pase o no por la escritura) se eleva de un


lugar interior e incierto que unas metáforas nombran mal que
bien: fuente, fondo, yo, vida ... N o designa nada propiamente di-
cho. Se produce un acontecimiento, de forma casi aleatoria (el
ritmo mismo no es más que una captación del azar), en un espíri-
tu de hombre, en unos labios, bajo una mano y he aquí que se
diluye un orden, se desvela otro, se abre un sistema y se interrum-
pe la universal entropía'. Lugar y tiempo donde en un exceso de
existencia, un individuo encuentra la historia y de forma disimu-
lada, parcial, progresiva, modifica las reglas de su propia lengua.
Es una voz que habla -no esa lengua que no es más que la
epifanía: energía sin figura, resonancia intermediaria, lugar fugaz
donde la palabra inestable se afirma en la estabilidad del cuerpo.
Alrededor del poema que se forma, se arremolina una nebulosa
apenas extraída del caos. De pronto, surge un ritmo, revestido de
jirones de verbo, vertiginoso, vertical, chorro de luz: en é l todo se
revela y se forma. Todo: lo que habla, de lo que se habla y a
quien se dirige, a la vez. Jakobson señalaba antaño (como por
juego) ese carácter circular invocando la '<función hechicera,, del
'.
lenguaje... Los caracteres propios de toda comunicación oral se
interiorizan en ese estado segiindo del lenguaje. Los signos decían
antes, se convierten en cosas; lo transparente, opaco. Pero tam-
bién lo opaco, translúcido. El poema interroga a los signos (la
pregunta es también tortura), trata de darles la vuelta a fin de que
¡ las cosas mismas tomen sentido. En el destello de esa palabra, un

' Gaspar, págs. 9-13, 86-92.


Valéry, págs. 1322-1323; Bastet, págs. 42-45; Chopin. pág. 77; Drago-
netti, págs. 157-168; Genette. 1976, págs. 119-133; Jakobson, 1963. pág. 21.
pequeño sector de lo real se ilumina de pronto y vive solo en el ción del mensaje con la situación que lo engendra, de manera que
centro de la muerte omnipresente. represente allí un papel estimulador, como un llamamiento a la
Por eso el discurso del poema no puede ser por si mismo su acción.
propio fin. La cerca del texto (su barrera. su muro) se desmante- Por eso, varias culturas del mundo trabajan como una mate-
la: por la brecha se introduce el germen de un anti-discurso, ria la voz del poeta, a la que imponen una 'manera. convencio-
transgrediendo (de una manera especifica, marcada, diferente en nal (con frecuencia gangosa o muy aguda) muy valorizada: tanto
cada lugar) los esquemas discursivos comunes'. En la vibración entre los imbongi zulús, como entre los músicos ambulantes de
de la voz se tensa, hasta el límite de su resistencia, el hilo que Mali (cuyo código tiene ocho modos vocales), o entre los cantores
anuda al texto tantas señales o indicios sacados de la experiencia. apalaches de hillbilly, o los cantadores del serriio brasileño. Según
Lo que le queda al poema de fuerza referencia1 es el resultado de J . Dournes, el modo de vocalización sirve a los J¿irai para distin-
su focalización sobre el contacto entre los sujetos corporalmente guir entre los géneros poéticos. En el Tibet, el Ge-Sar se canta en
presentes en la performance: el que lanza la voz y el que la recibe. el registro ordinario de una voz de hombre por oposición al fal-
La estrechez de ese contacto bastaría para darle sentido, como en setto ritual monástico6. Son las manifestaciones de una tendencia
el amor. universal de las que nuestra propia cultura contemporánea, a mer-
Triunfo de lo fálico. La escucha, tanto como la voz, desborda ced de las modas y de los estilos y en la de nuestros
a la palabra. Funciones primarias del cuerpo libidinal (del que el cantautores, no está exenta. Desde su surgimiento inicial, la poe-
lenguaje es la función segunda) por el que transitan, una hacia sía aspira como a un término ideal, a eliminar las coacciones se-
otra, metonimia y metáfora. La escritura, si por casualidad inter- mántica~,a salir del lenguaje, al encuentro de una plenitud donde
viene, neutraliza esas ambigüedades. En la poesia oral se define, todo lo que no fuera simple presencia seria abolido. La escritura
en esos agudos términos, un estado de cosas irrecusable -el Sitz- oculta o reprime esta aspiración. La poesia oral, por el contrario,
im-leben de los críticos alemanes inspirados por Bultmann: en la acoge a los fantasmas y trata de darles forma; de ahi proceden los
dimensión órfica del sentido, según la palabra de C.L. Bruns, de universales procedimientos de ruptura del discurso: frases absur-
la impulsión dionisíaca donde Nietzsche situaba el origen de la das, repeticiones acumuladas hasta el agotamiento del sentido,
música^^ secuencias fónicas no Iéxicas, puras vocalizaciones. La motiva-
El deseo de la voz viva habita toda poesia, en exilio en la ción cultural varía; el efecto permanece. En el Tíbet, el canto
escritura. El poeta es voz, kléos andr*, según una fórmula griega épico pierde su fuerza, dice un cantor, si no se le entona con la
cuya tradición se remonta hasta los primitivos indo-europeos; el fórmula .ala-tha-la desprovista de sentido, repetida tres veces;
lenguaje viene de otra parte: de las Musas, en Hornero. De ahí jefecto del poder mágico de la voz? Los fueguinos saludaban con
procede la idea de epos, palabra inaugural del ser y del mundo: vocalizaciones alegres la llegada de un huésped, abandonándose
no el lagos racional, sino lo que manifiesta fono, voz activa, pre- a ese placer puro ... a la manera de aquellos adolescentes franceses a
sencia plena, revelación de los dioses. El primero de los poemas los que oí cantar una canción americana de moda, sin compren-
consistió en hacer el epos como un objeto y en colocarlo en medio der ni una palabra de inglés.
de nosotros: epo-peia. <<Desplieguede la palabra (Heidegger), an- Esfuerzo de desalienación de la voz, cuyo resultado podría ser
tes de las palabras divulgadas, encerradas en la perspectiva del el fíeld hollar de los campesinos negros de Luisiana, o el jodel.
poema, en el lugar propio del hombre, .relación de todas las rela- que se le parece, canto de pastores totalmente liberado del len-
ciones~~'. Toda poesia aspira a hacerse voz; a hacerse oír, un día: guaje, reducido a tres notas y que obtiene sus efectos por el solo
a captar lo individual imposible de comunicar, en una identifica- contraste entre los registros vocales: el folclore suizo y tirolés 10
' Stierlé, i>ins. 430-435. ha dado a conocer en Europa a la vez que los pantalones de
cuero y los sombreros adornados con plumas de gallo. Pero el

Finnegan, 1976. pág. 137: Calame-Griaule. 1965. págs. 485-487; De-


vereux: Rycrolt: Dournes, 1980 Vassal. 1977. pág. 61.
jodel no se reduce a ser algo pintoresco. Fisiológicamente condi- recitador o del cantor, tanto o más que en el contenido del men-
cionado por el medio natural (soledad, pureza del aire) ha sido ob- saje, confirmación de lo que ya se sabe.
servado desde las montañas Rocosas hasta el Himalaya, en todos Y aún más por eso la voz, más corrientemente que la escritu-
los altos macizos montañosos. ¿No es esto como la realización ra, asume en poesia el discurso erótico explicito. La única forma
emblemática de un poema total, fuera del lenguaje? Lo mismo, poética que en todos los contextos culturales se presta a ello de
quizá. que la interpretación musical inuit karadjak (que significa forma masiva, inmediatamente accesible a la colectividad, es la
<wnbraln,<<pasaje*)extendido en todo el Gran Norte canadiense: <<canciónde amor,, en la diversidad de sus retóricas, fijas y siem-
un fragmento de frases de un cuento, de un mito, grupo de pala- pre re-inventadas: palabra fuera del tiempo y del espacio, acom-
bras formulado como u11 enigma y repetido simultáneamente has- pasada con fórmulas tranquilizadoras cuyo paradigma es la Ila-
ta el agotamiento respiratorio, por dos mujeres o dos niños frente mada indecible del deseo; pero también, en todo momento,
a frente, cara a cara, que se va degradando progresivamente hasta ruptura y nuevo impulso, voluntad de decir algo nuevo -de
llegar a percibirse sólo como una sílaba indefinidamente iterativa, n ~ e v o - ~ .Alzada hacia un sujeto desconocido, imprevisible, una
un fonema, reducido finalmente al jadeo de un suspiro que termi- escucha vacía. la canción, por esto mismo, alcanza al receptor
na estallando en una carcajada'. real, deseado, porvenir virtual del cantor, su Otro.
Palabra global, sin significación clara, pero que en la recep
ción auditiva, el cuerpo del otro colma de sentido alusivo. El Sin embargo, en el transcurso de su historia, las culturas que el
sonido purificado se identifica con el .punto d e cesen, con el lu- hombre se inventó han integrado desigualmente los calores poé-
gar y el instante de carencia,'donde (antes de todas las realizacio- ticos de la voz. África sigue siendo, ¿por cuánto tiempo?, la patria
nes de superficie) la lengua no puede <.faltar», como lo haria un triunfal. Pero a escala mundial parece que cuentanotros factores:
testigo citado. Dante tuvo antaño alguna intuición y la idea de la las sociedades desprovistas de artes visuales y las que viven en un
poesía expuesta en su Convivio y su De vulgar; eloquentia se funda medio natural pobre y austero (que son, en general, las mismas)
en el recuerdo de un espacio vacío donde surge, el primer dia, la ofrecen un ,terreno privilegiado a toda especie de poesía oral: en
pura sonoridad de un decir, anterior a la articulación y que más la misma Africa, los somalies del desierto y los pueblos de la
tarde se materializa en una primera frase, bajo la forma del con- selva; en el cercano Oriente, los beduinos; en Asia Central, los
cierto vocálico a-u-i-e-o... lo que en latín constituye la aparien- kazajstanos; en India, los gond; en Indochina, los joray; en el
cia de la primera persona de un verbo8. Fluidez entre dos no- Ártico, los inuit, y los aborígenes australianos..., como si la mise-
dichos (la ausencia de palabra y la palabra interior), el lugar de la ria ecológica, al ahogar las otras actividades artísticas, concentra-
voz es la cavidad de la matriz, en los confines del silencio absolu- ra en la obra de la voz, la energía de una civilización"'.
to y de los ruidos del mundo, donde se articula en la contingencia De ahí procede, quizá, la función vital que asume la canción
de nuestras vidas. para nuestros jóvenes desde hace veinte o treinta años, en la indi-
Por eso la voz poética se hace cargo y pone en escena un gencia intelectual, estética y moral del mundo que les hemos he-
conocimiento continuo, sin ruptura, homogéneo al deseo que le cho. Pero al mismo tiempo, por unas razones intrínsecas a su
subtiende. Más que el cuento (al que Lévi-Strauss y Gehlen diri- arte, y entre un número creciente de poetas llegados, parece ser, a
gían sus estudios), la poesia oral constituye para el grupo cultural las últimas riberas de la escritura, empieza a manifestarse una
un campo de experimentación de si mismo, que hace posible la búsqueda, un poco anárquica, de los valores perdidos de la voz
dominación del mundo..Los juicios de valor que suscita esa pala- viva. La costumbre, antigua ya, de las lecturas públicas y de los
bra se fundaii en las cualidades de la voz, la técnica vocal del recitales, consistía en proferir la escritura. La invención del gra-
- mófono, que desprendía la materialidad de la voz, indujo a Apo-
' Helffer. pág. 431; Bowra, 1962. págs. 64-66: Collier, pág. 23; Beaudiy;
-
llinaire v a alaunos otros de los vrimeros cubistas a usar ese iris-
Charra". 1978b.
S Rasolato. 1968. pág. 292: Milner. 1978, págs. 38-39; Pézard, pági- Gans, pág. 131; Berihet, pág. 130: Bellemin-NoCI, pt4g. 132: Durand.
nas 449-450. 591; Dragonetti. págs. 53-54: Vasse, 1979, pág. 134; Tomatis. págs. 387-388.
1978. pág. 17: Meschonnic. 1975. págs. 60-68, y 1978, pigs. 160-179. 'O Finnegan, 1978. págs. 13, 98-100, 224, 319: Winner. pág. 29.
trumento de manera creativa, grabando unos escandalosos <<textos cuenta, la antigua necesidad de hacer estallar el lenguaje estudia a
vocales-,. Para Ungaretti, sólo la voz fijaba el texto, cuya autori- la vez la grafia y los sonidos de la poesia llamada espacial. En los
dad resulta de la grabación más que de la escritura. Se publicaron Estados Unidos, los Talking de Rothenberg, los poemas de la re-
en discos unas lecturas de poetas leidas por ellos mismos: Unga- copilación Open Poerry, en los años setenta, re-oralizaban el dis-
retti, por supuesto. Claudel y antes Celine, Joyce y Audiberti. curso de la escritura situando el texto en el lugar de concreción de
Un movimiento -cuya magnitud e implicaciones a largo pla- la palabra vocal y reivindicaban con ello un dialogismo (en el
zo se evalúan mal todavía- se iba perfilando y no tardaría en sentido bakhtiniano del término) radical: el de un lenguaje-en-
llegar a todas las naciones del mundo industrializado: H. Chopin emergencia, en la energía del acontecimiento y del proceso que lo
le dedicó un libro recientemente, al que remito. Ya en los años de produce 12.
revolución de nuestro siglo y en los dos extremos de Europa, Sumersión con fondo de voz: las doce horas de grabación
futuristas italianos y rusos afrontaban las multitudes en giras de para la radio belga de un Philippe Sollers cuya escritura, desde
poesia. Hacia 1960-1970, unas inmensas salas escuchaban a Ev- hace años, no tiene otro tema que la voz, y del que el Paradis ha
tuchenko decir sus versos, mientras que las lecturas del Café Le realizado sin duda, tan perfectamente como es posible hoy en día,
Metro, en Nueva York, reunían dos veces por semana un cen- la reconciliación polifónica del espacio y del tiempo: de la pala-
tenar de personas alrededor de Jérome Rothenberg. Jackson bra viva y de la palabra escrita. Más o menos influenciados por la
McLow y algunos amigos. Después se abrieron otros lugares de estética
~-~~~ de Max Bense. otros interroean más bien su relación con
reunión, como Saint Mark's Church, renacimiento hoy en dia co- el lenguaje, el alcance y la polivalencia sensoriales de éste. La
mercializado... Las mismas búsquedas se produjeron en Hungría, escritura-happening plantea el enunciado como un equivalente vi-
en Rumania, en Nueva Zelanda, en Canadá y en América latina. sual del mensaje oral.
Cada año se celebra en Amsterdam un concurso internacional; La obra lingüística de la voz se define y se aprecia en virtud
las <.Noches de la poesia,, reunieron a unas tumultuosas multitu- de dos parámetros: modal y prosódico. Volveré en el capitulo X
des en Montreal. Desde entonces muchos poetas escriben con vis- sobre el modo. En cuanto a la prosodia, empleo este término en el
tas a unaperformance y esa intención informa su lenguaje. Algu- sentido más general, abarcando todo lo que concierne al ritmo de
nos de entre ellos rechazan la mediación de la escritura e im- la palabra poética.
provisan, ajustando su discurso a los recursos propios de la boca, La prosodia de un poema oral remite a la prehistoria del texto
palabras y silencio, y de la glotis, respiración, del cuerpo mismo, dicho o cantado, a su génesis pre-articulatoria de la que interiori-
apretando el micrófono contra su corazón para que se oigan sus za el eco.'Por eso, la mayoría de las performances. sea chal fuere
latidos ... el contexto cultural, comienzan por un preludio no vocal: golpeteo
Sin embargo, desde Pierre Albert-Birot, Kurt Scbwitters, Mi- de un objeto, paso de baile o medida musical preliminar. El mar-
chel Seuphor O Paul de Viee -los precursores- hasta Henri co donde va a desplegarse la voz se encuentra asi preparado.
Chopin, Novak o Burroughs, la .<poesía sonora. tomaba forma Fundamentalmente, la poesia oral sólo tiene reglas prosódicas.
propia y colocaba su voz, integrando a los medios a su produt- A propósito de los géneros africanos, Okpewho llega hasta soste-
ción. Hacia 1950, se lanzaba, sin orden ni concierto, a una refle- ner que esa poesia no tiene por función transmitir unos conteni-
xión critica sobre si misma. En Francia, pronto se publicaria la dos inteligibles, sino solamente sonidos y ritmos". Paradoja, pero
revista-disco OU: en Alemania, Niclaus Einhorn fundaba la S- no contra-verdad. El ritmo es sentido, intraducible en lengua por
Press Tonband. que editaba en discos o cassettes a unos poetas otros medios.
tales como Cage, Heidsieck o Mc Lowl'. En Sao Paulo, el cantor A un nivel muy elevado de generalización, la noción de ritmo
afro-brasileño Caetano Veloso hizo de un texto.~~concretos~ de se aplica igualmente a la neurofisiologia, a la música, a la poesía
Augusto de Campos, un drama vocal, en lo más extremo del len-
l 2 Bologna. 1981, 5 2.6; Henry-Malleret. págs. 69-70: Garnier. pági-
guaje articulado. En Francia y en Alemania, desde los ailos cin- nas 15, 22. 41-80; Quasha. págs. 486-489.
" Lord, 1971. págs. 21-22: Kellogg. pág. 531; Finnegan, 1976. pág. 239:
" Chapin. págs. 11, 43-52, 135-139, 259. Okpewho. pág. 60; Meschonnic, 1970. págs. 65-97. y 1981, págs. 31-39.

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o a la historia: todo en uno. Se invocaría, con P. Lusson, una La impresión rítmica muy compleja que crea la performance
actividad rítmica global del hombre, diferenciada en ritual, prag- proviene del concurso de dos series de factores: corporales, por lo
mática, técnica, estética: tratándose de poesía, la medida ya no se tanto, visuales y táctiles (trataré de ello en el capitulo XI), y voca-
comprende como cantidad única, sino como un conjunto de cua- les, por lo tanto, auditivos. Sin embargo, estos últimos operan en
lidades. En esa perspectiva, las matemáticas y la música propor- dos planos:
cionarian el único lenguaje de análisis aparentemente eficaz. Re- - el de las recurrencias y paralelismos (de los que traté en el
mito al lector a las investigaciones del grupo parisiense de los capítulo VII), productor de efectos rítmicos al nivel de las frases
Cahiers de poélique coniparée: me situó aquí más abajo en la je- construidas, de los motivos, de las palabras o del sentido, exigien-
rarquía de los concepto^'^. do para ser percibidos la mediación de conocimientos y de una
En efecto, por muy fundados que estén en la naturaleza física memoria auditiva ejercitada;
y como tales universalmente reconocibles, los ritmos no son per- - el de las manipulaciones sonoras, inmediatamente percep
cibido~por ello menos divenamente, explotados y connotados, tibles, incluso ignorando la lengua utilizada: de este modo, infor-
de cultura a cultura. El condicionamiento cultural puede atrofiar mado únicamente por mi experiencia de medievalista, al oír un
ciertas percepciones y exasperar otras. En eso, el ritmo deja de ser día en Lahore a un poeta paquistani, pude identificar, sin mucha
primario: su predominio absoluto en las actividades humanas no dificultad, un zéjel recitado en urdú, lengua de la que no sé ni una
se establecería más que al término de un largo camino histórico, a palabra.
lo largo del cual habría que evitar muchos atolladeros. Quizá las
civilizaciones africanas, en su milenaria duración los han evitado. El juego de esos diversos factores se proyecta en el espacio
Queda por decir que en todas partes del mundo, según la célebre propio de laperformance. engendrando en ella la poesia, nunca la
frase de Maiakovski, el ritmo constituye la fuerza magnética del misma. Sin embargo, ese juego no deja de tener reglas, impuestas
poema. Por sus ritmos la voz sistematiza una obsesión; por la con más o menos rigor por una tradición, un estilo, un modelo, la
síncopa. hace explotar los signos en una simbolización virtual- fidelidad del artista a sí mismo o su inercia. Así, el a r t e d e los
mente histérica: se transmite asi un conocimiento liberado de recitadores zunis, grabados en 1966 en Nuevo México por D. Ted-
temporalidad, identificada con la vida misma, latido inmemorial lock, consiste en modulaciones vocales, utilizando de forma refi-
como ella IJ. nada, silencios, énfasis, tempo. volumen de los sonidos, tonos al-
De ahí proviene la extraordinaria resistencia que, en el seno tos y duración. Tedlock, para publicar esos textos, tuvo que
de una tradición cultural, ofrecen las fórmulas rítmicas al desgas- recurrir (a la manera de nuestros poetas de escritura desde Ma-
te del tiempo: mejor que cualquier otro elemento del arte poético Ilarmé) a unos contrastes tipográficos en el tamaño, la disposi-
(retórica, temas, la función social misma) son aptas para mante- ción y el espaciamiento de los caracteres, únicos aptos para ex-
nerse sin cambios o casi, por encima incluso del debilitamiento de presar, más o menos, esa gestual vocal. Cadaperformance crea así
una lengua, la conmoción del contexto ideológico, el deterioro su propio sistema rítmico, aunque las unidades utilizadas para
de una estética y los desplazamientos geoculturales. El sistema de constituirlo sean de la misma naturaleza en todos los casos. Ocu-
versificación que utilizaron las lenguas romances de la Alta Edad rre que tales juegos se imponen a un sistema de versificación re-
Media hasta el siglo xix, prolongó sin ruptura apreciable durante gular: de ahí provienen quizá las e finales no lingüisticas ( d e
ese milenio, el sistenia latino del Bajo-Imperio, él mismo (habida cheval- e -du roi,,), las s o t abusivas que armonizan los enlaces y
cuenta de los cambios acaecidos en la naturaleza del acento) poco que la per/ormance introduce a modo de variación en muchas
diferente del sistema clásico. Hacia el año 1100, 10s primeros tio- canciones folclóricas francesas, no menos que en el Romancero o
vadores occitanos trajeron de sus viajes a los pueblos musulmanes en la poesía popular italiana. Los pastores fulbé profieren sus
de España la forma del zp/el. que adaptaron a su lengua. aunque elogios al ganado en un tono que exige la total utilización de las
probablemente ignoraran el árabe. capacidades respiratorias individuales del poeta: el discurso, al
" Lusson. 1973 y 1975. aire libre, entre el movimiento d e los rebaños, devana, en voz alta
" Nettl, pags. 62-76; Lyotard. pág. 41. y potente, cuatrocientas sílabas por minuto (setenta entre dos ins-
piraciones) durante un cuarto de hora, a la misma velocidad y sin diferencias tonales, hasta el punto de que un intelectual nigeriano
tropiezos, con una claridad fónica perfecta16. definía la poesia como el arte de los tonos.
Por el contrario, la mayoria de las culturas recurren a siste- En el origen común del ritmo vital, del lenguaje y de la poesía,
mas rítmicos convencionales, cuyas normas se fundan en costum- lo imaginario africano ha situado lo que el somero lenguaje de los
bres, ya sean musicales, ya sean lingüisticas: en nuestra canción occidentales confunde bajo las denominaciones de tamtam o de
contemporánea los dos criterios coexisten e interfieren. tombor. La importancia de la percusión en su funcionamiento so-
Las convenciones fundadas en los rasgos de la lengua, gene- cial y su comportamiento lingüístico es una de las características
ralmente no consideran pertinentes más que a las unidades senti- originales de las civilizaciones situadas al sur del Sahara. Cierta-
das como las más simples: periodicidad de acentos, de palabras, mente, otros pueblos, como los inuit, han atribuido al .<tambor,.
de formas gramaticales, de figuras o de sonidos. De hecho, la un valor casi mágico; el gong entre los budistas y la campana
complejidad física de estos Últimos ofrece varias posibilidades, para los cristianos pertenecen al mismo campo simbólico. Pero
según la convención o el uso den mayor privilegio a las oposicio- los dundun, cyondo, mudimba, lunkum~i'u,nsambi y otros tambores
nes de altura, duración o intensidad; valoricen lo agudo o lo gra- con membrana o sin ella, de todas las formas y tamaños enuncian
ve, lo claro o lo oscuro, lo difuso o lo compactoi7. la palabra verdadera, exhalan el soplo de los antepasados. Una
La estructura de la lengua natural orienta las convenciones. tribu privada de sus tambores pierde confianza en si misma y se
Entre los siglos rir y v, aquellas que en el Imperio Romano reina- hunde19.
ban sobre la elocuencia y la poesia sufrieron una revolución por Fuente y modelo mítico de los discursos humanos, el re-
la evolución que hizo prevalecer en la fonología latina las oposi- tumbar del tambor acompaña en contrapunto la voz que pronun-
ciones de intensidad sobre las de duración. Los pueblos que ha- cia las frases en las que se apoya la existencia. Marca el ritmo de
blan lenguas tonales (como la mayoria de los africanos y muchos base, sostiene el movimiento que anima con sus síncopas, con sus
de Extremo Oriente) han elaborado, a lo largo de su historia, contratiempos, provocaiido y regulando las palmadas, los pasos
unos sistemas que se fundamental parcial o enteramente sobre la de danza, el juego gestual, suscitando las figuras recurrentes de
regularidad de los tonos -por lo tanto, sobre unas oposiciones de lenguaje: por eso mismo es parte constitutiva del <monumento,,
altura de las cuales es imposible proporcionar una imagen escrita poético oral. Auditivamente, la percusión, apta para marcar sutil-
legible por unos no-fonéticos. J. D. Penel ha esbozado reciente- mente las diferencias tonales, actúa sobre el acontecimiento clave
mente el análisis de ese sistema en un centenar de canciones cen- de la lengua. Los mensajes que transmite no están traducidos a
troafricanas. Culturas como las de los lubas del Congo, de los un código parecido a nuestro alfabeto morse. Inmediatamente in-
bumanes y de los tais hacen entrar esas oposiciones en un con- teligible~,porque el tambor los ccdice* en un registro que es un
junto de reglas complejas, donde se combinan con otros rasgos lenguaje de articulación única, seleccionando, de los diversos ni-
lingüísticos en dispositivos inestables y altamente significantes18. veles lingüisticos, únicamente el nivel tonal. Para compensar las
Aquí interviene un elemento de tal importancia práctica en tierra ambigüedades generadas por la desaparición de los otros rasgos
africana que ha permitido a algunos etnólogos proponer una cla- sonoros (timbres vocálicos, oposiciones consonánticas), un siste-
sificación en dos grupos de los ritmos poéticos, según el movi- ma de fórmulas perifrásticas permite sustituir la <<palabra,,por
miento de la VOZ esté O no coordinado con el del cuerpo. La una figura lo bastante larga para facilitar el desciframiento,
poesia oral de los yorubas, una de las más vivas de Africa, recu- aumentando el número de las combinaciones tonalesZ0.
rre, según unos esquemas aún mal estudiados, solamente a las Practicada de ese modo, la percusión constituye, estructural-
mente, un lenguaje poético. anejad do, como es 1; regla, de ma-
l 6 Meschonnic, 1970, págs. 65-69; Tedlock, 1972; Menéndez Pidal, 1968,
nera expresiva, el sonido del tambor se enriquece con efectos de
1, págs. 108-121; Seydou. intensidad, de connotaciones melódicas que a veces le permiten,
" Kibedi-Varga. págs. 48, 110. 149: Coquet, págs. 99-109: Lomax, 1964.
l 8 Fédry, 1977b. pág. 595: Penel, págs. 66-70; Finnegan, 1976, pág. 265, y
''
Charron, 1978: Faik-Nzuji, págs. 19-22: Zadi, 1977. págs. 451-452:
Mutwa, pág. 54: Jahn. 1961, págs. 187, 214-215.
1977. págs. 9&98. "Yondo, págs. 112-115: Ong, 1977b; Alexandre. 1969.
como entre los yorubas y los akanes, sustituir al canto, a lo largo Media?), en el espacio cultural (en China) o en el registro (de lo
de la performance. Es asi como asegura la conservación memorial escrito a lo oral), el paisaje se oscurece por completo. Si se hace
de los discursos. Constituye una tradición oral específica y privi- intervenir al canto, la pregunta pierde casi todo su sentido: si se
legiada en el seno de la Tradición: vence la distancia porque llega canta un texto compuesto sin estructuración ritmica propia, asu-
a 5 o a 20 kilómetros; sobre todo, anula el tiempo, preserva de me, en la performance. el ritmo de la melodía; esto sucede en un
sus daños. Los propietarios de esclavos en el Nuevo Mundo lo pasaje del iComment perrt-on itre breton?, de Morvan Lebesque,
comprendieron asi y prohibieron el uso del tambor en sus planta- cantado (y grabado en disco) por el grupo Tri Yann en 197623.
ciones. El uso se transmite, sin embargo, y en nuestros dias resue- La existencia en la tradición occidental de los conceptos dis-
na aún en el vudú haitiano, la santeria cubana y la macumba del tintos de verso y de prosa surgió de la herencia greco-latina y
Brasil. Varias etnias poseen verdaderos géneros poéticos ejecuta- procede más de la idea antigua de merrum que de un hecho natu-
dos con el tambor, como los tumpani de Togo; fue un tumpani ral. Ese conjunto de nociones, en el momento en que se sale de su
quien el 27 de abril de 1960 anunció a toda la selva la proclama- esfera limitada de aplicación amenaza con conducir a absurdos:
ción de la independencia. Anuncios protocolarios, muy formali- jno hemos oído decir que la '~literatura. oral está en verso para
zados, de acontecimientos públicos o privados; divisas y a o m - facilitar la memorización? Una evidencia inversa se desprende de
bres de tambor,,; poemas formados por proverbios encadenados; los hechos: la oposición verso/prosa no es universalizable2'. El
invocaciones de divinidades, panegiricos. R. S. Rattray publicó poeta hunga Nasir Udin, que cantaba para mi en su lengua ma-
en 1923 la transcripción en lengua local y en inglés de un larguisi- terna, el burushaski, apenas comprendía (aunque era un experto
mo poema transmitido por el tambor, que describía la historia de en la poesía árabe y persa) mis preguntas relativas al metro em-
un grupo ashanti que habia grabado anteriormente en el sur pleado: sus respuestas significaban que interpretaba de forma
de Ghana. C. Faik-Nzuji ha transmito recientemente una doce- muy personal unos ritmos naturales de su lengua, adaptándolos a
na de hermosos poemas lubas, de un empleo muy ritualizado, de la melodía.
los cuales uno, tocando durante los funerales, cuenta con más Desde 1925, Marcel Jousse rechazaba toda distinción entre
de cien unidades rítmicas de una longitud de cuatro a veinticuatro prosa y verso: según él, sólo tenía sentido en la escritura. Por lo
silabasz'. tanto, Jousse se limitaba a definir un -estilo oral rítmico,,. Esta
idea, poco amplia, no se aplica, en realidad, más que a los hechos
Las anteriores consideraciones permiten plantear la única de oralidad pura, en unas sociedades de tradición larga: por ejem-
perspectiva donde formular la pregunta: jprosa o verso? Todas plo, en Polinesia, según los análisis de N. Chadwick, y de una
las culturas han creado, manipulando los elementos sonoros de la manera general en Africa negra. Diversas modalidades del len-
lengua natural, un nivel auditivo segundo del lenguaje, en el que guaje poético se distinguen por la intensidad de los efectos de
algún artificio ordena las marcas ritmicaszz. Quizá sea éste el ritmo que implican: efectos realizados en laperformance y, por lo
principal aspecto, y que determina los otros, de la <fmonumentari- tanto, ligados a las circunstancias más que a una estructura prede-
zación,, por la que se constituye el discurso poético: domestica- terminadaz5.Si por medio de un artificio se aísla al texto de ese
dos, los ritmos de la palabra inscriben alli la marca de un orden contexto, resulta casi informe: la voz del ejecutante lo formalizará
humano del universo. según las exigencias concretas e inmediatas de una determinada
Ese nivel segundo del ritmo, jse puede identificar con el ver- música, danza, exclamaciones o movimientos del auditorio.
so? El ejemplo de las lenguas europeas modernas inclina a res- Por lo tanto, jqué hace falta para que en el seno de un -estilo
ponder negativamente: la riqueza ritmica de sus estilos literarios es oral rítmico. se constituya una versificación propiamente dicha
indiferente a la versificación convencional. Perojdónde está la tal como la conocemos en las lenguas europeas? La relativa cons-
frontera? Si nos internamos en el tiempo (jcómo fue en la Edad " Ben-Amos, 1974, pág. 281: Vassal, 1980, pág. 132.
" Rouget, pág. 120: Agblemagnon, págs. 128-131: Callier, pág. 18; Ok- " Marin. págs. 19-20: Finnegan, 1977, págs. 26-27.
pewho, pág. 62; Finnegan. 1976, págs. 481-499; Faik-Nzuji, págs. 23-28. " Jakobson, 1973, pág. 69; Meschannic, 1981. pág. 35; Chadwick, 1942,
" Havelock, págs. 93-95: Milner, 1982, págs. 285, 300. pág. 28; Jahn, 1961, pAg. 189; Okpewho, págs. 154-155.
-![q!q souiles sol ua ouioa oa!iayiu!s o oa!x?l ouis![ale~edla -
:up!anq!Jis!p ap es!aard elBa1 eun unaas sop!nqpis!p '011 -ua!m ,e~ni!lasae1 ap se1 anb epci!ur!l syw euiea eun uaaaijo up!a
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-uaui[elaua%epeu!quios 'sapep!leuoi se[ ap up!anq!lis!p el - -aui 01 10d 'so!d!au!id sol ap lan!u le ou !S) auodo as 'apoje7 '3
:sejalduios souaui o syui 'elre[-analq u ~ 8 a s'esaaue~jup!a!peli el ua 'olduiap ~ o d,opeugal sn le!n
e!aueuJai[e ap seuianbsa ap pniJ!n ua 'ea!qyl!s pep!iuea el - -!II 'ouiapoui sn on%!iue '011na sn lelndod :~e!goso es!l?isa up!aei
:ua 'aiuaui -ouuoa eun e!auaiaduioa ua seuiais!s sol e uañnq!iie up!u!do el ñ
-en!iaadsal 'sopepunj uysa 'oiaaja u g .pep!isla ei\!ielal eun ea!iayld e 1 w l a d lap o aqsir: [ap aiuapaaord ea!iei!iuena eaui?ui
u03 uqaeag!sia~ ap sodq so!Jen uan%u!is!p as 'o21eqwa u ! ~ e[ ap opel [e ' p o up!a!peli ap 'ea!qyl!s up!aeag!slan en%!iue E[
',,sen%ua[ ap se!l!uiej se1 ap el e a~duia!s apuodsai~oa une ealduia oa1ni 13.oa!uq sa ou o!raduil-o<a lap pep!u!iel el ap
ou Up!3E3g!SIaA ap seuiais!s saled!au!ld sol ap eag?~%oa% up!anq oldwara 13 ' ~ o ! i o i ~ ! p e 1 i ~ouo ~!S 'sa)ualaj!p so!d!au!~d ua ueiuaui
-!riqp el '[e!punui eleasa y .!l!qems o esneq 'saleaoa sensual se[ -epunj as anb up!aea!j!s.'ar\ ap seuais!s sop arquinisoa el ua i!is!xa
ap se!do~dsa~quinisoase1 ap sepeh op!ui!ldai eq a q e q lap olap -03 uapand 'oa!rpis!q aiuap!sae unale ap e!auanaasuoa o w o 3
-0ui la 'aueuilnsnw ea!Jjy lap aiwd eun u 3 .se!auapuai sal Jaaioi
e saaan e uañnq!liuoa salo!iaixa se!auanuu! se1 anb sa pepraA ',,seper!i ua sesaauelj sau
'sopauoleh las uapand [einieu e!poso~d el ap soiaadse so[ sopoi -o!auea s.el e ailojel '3 'oa!~pis!q uaplo la ua :sawdy.t d ~ a s r n usol
opoui aisa a a .up!aeinp ns 'on%!iue u!ie[ la e ~ e d:seqel!s ap oJaui e uolang .[ ñ 'onl!iue s?l%u! le ñ oa!syla aqely le 'seis!a!ie~aua%
-nu la 'feuo!a!peli s?ausij euiais!s [a ered :en%ualel ap soiuauiala sou!uu?i ua 'opea!pap ueq l a s ñ a ~.S ñ a[[eH anb se[lanbe
sol aliua arelaue ap lean1 [ed!au!~d ns J!ulaas!p alq!sod aidwa!s ap olau?%lap sen!iein&aiu! segelSououi ap aiua!agns olauinu un
!sea sa 'ealduia anb e!uowis ap saloisej sol ñ ss!iayd ns ap pep 'euiai aisa ua o l e p Jan e ~ e d'eilej SON 'u9!3eu110j ns u e p e [ n l a ~ei
-!I!q!xaU el 'up!aeay!siah eun ap ezanb!~el ualanj salen3 ueas -n%aseas u@as anb 'sales~an!un aiuauieisandns sowi!~o%[esol ap
',,saleuo!a!pe~i se(% iesad e '(uol?ng .[ unlas) <<es!q?uie!aueploauoa ap o!dpu!rd~
-al se1 ~eaydwoae o 'sejo~isaap o soslan ap sohanu sodi] sosol le 'sea!uii!l se!auale~!nba se[ e aiuawlen%!sap ueisa~das en%
-auinu -e!paN pepa el ap epepalaq uo!aeag!s~an eun ap 'op!a!r -ual ap salan!u sosian!p sol anb ap aua!no~d alquinp!)raau! e l
oaequia u!s 'oaieui la ua- leala e aanpuoa sal 'uaaeq as anb .se~qeledap upiisana eun
e!auaiaduios el ~ o epeaiiae
d 'sogal!seiq sa~opes!hordui! sol ap ea olps sa osa ' e ñ o l e ~ua ?ilnsuoa anb loiusa ap z!puarde un eied
- ! i ~ p de 1 .oa!d? osrah opoi 'op!puaiald ey as o u o 3 ou !S 'on%!iue 01ad :solio sol e ~ e dou 'solla ap e!roñeui el EJE^ e s o ~ dsa ?y!aH
logedsa lap oa!d? osrah :qpolaui el ap paalaui e sa!d oqao 6 oau!a [a :uapnp sasauoder soi!pnia so7 . , , s ~ u I ~ H esed sa 01 ou 'qaol
aiiua saaah e eiou oqeljseidaq oñna seueurnr sepeleq :seue!peJe -paJ eled oslaA ua '!un2 oixai ows!w 13 .salq!inas!p 6 sos!aard
seqaapua :so~iawgd!qo l a d y soslaa e!auanaaij uoa uenall salero -u! aiuauie!resaaau so!lai!l3 Lsesnsd se1 ap epelnzar u?!anq!Jis!p
seuiaodsol 'esoln%!r ea!qel!s up!aeag!slan ap senOua1 se1 ua ouioa o o!pauiiaiu! a1103 osnlau! 'u!j ap 'o~ua!uioa ap so!a!pu!? :(oiua!ui
!se S 3 'lelna!iled oiund un%[e ua el&l el opuezloj oliez![!q!xau -e%lsqeaua[a elou%! eadolna ~ e l n d o dlelo e!saod el 'oldurap lod)
apand 019s zoh el 'o[opuez!1o!raiu! ewaisls lap aiuawl!ayj apma sep!paw se1 ap o i e p aiueiseq aso[%sap un :sea!srnas!p se!auans
as 'e!doid sa al anb peiJaq!l el uoa 'lenp!n!pu! eln1!~3sael anb se11 -as sahalq eu!uilaiap anb os!aald aiueiseq olapoui un ap e!auei
mas con cortes serian originarios del norte y del oeste de Euro-
cos, o en el izibonga zulú, que lo asocia, en laperformance, a una
modulación vocal que hace del verso la unidad respiratoria a la pa. Nada de esto es muy convincente. Por el contrario, se ha
comprobado que el corte, salvo excepciones, corresponde a una
vez que la unidad de sentido y la parte de un diptico. Este parale-
lismo se combina con el silabismo en el Ulahingan manobo: una repetición melódica: en el tipo más simple, el de nuestras cancio-
secuencia sintáctica de base, formada por siete silabas. o por un nes europeas tradicionales, la misma melodia se repite a cada es-
múltiplo de siete hasta treinta y cinco, formula un enunciado que trofa. En esto la coincidencia tampoco es general ni perfecta.
se repetirá con variante o sin ella de una a cuatro veces; Por todas partes en donde la poesia oral practica la versifica-
- el número de silabas, definitorio de la mayoria de los siste- ción de corte, no utiliza más que un número limitado d e formas
mas de Extremo Oriente, desde China a Indonesia. Con frecuen- estróficas de base, a veces combinadas (más bien que fundidas) en
cia asociado a una regla distributiva que afecta a los acentos o a unidades más amplias. El estudio de las literaturas medievales
los tonos, el cómputo silábico a veces flota un poco, como en el más antiguas y de los folclores modernos, permite remontar, en
verso épico tibetano, en principio de siete silabas, en tres o cuatro casi todos los casos, al distico, al terceto o al cuarteto originales:
segmentos sintácticos; pero en las versiones publicadas del Ge- el cuarteto mismo aparece aqui y allá, menos como una fórmula
Sar. un verso de cada cinco tiene ocho, por adición de un elemen- ritmica autónoma que como el efecto de la aglutinación de dos
to inicial: accidente que parece motivado temáticamente. En las disticos; esto sucede en muchas coplas populares mejicanas, don-
lenguas de silabismo riguroso puede haber, en ausencia de una de a dos versos de exposición cliché les siguen dos versos de glo-
marca final unívoca, una incertidumbre con respecto a los limites sa. Por el contrario, las baladas inglesas están casi todas en cuar-
del verso: el octosilabo del Romancero jes realmente uno, o la tetos, muy pocas en disticos. La sextilla proviene de la unión de
mitad de un verso de dieciséis?". dos tercetos o de un cuarteto y un terceto: con frecuencia, el ras-
En fin, determinados pueblos (sin duda numerosos) poseen tro de la sutura es perceptible, tanto en la poesia de los canfado
unas costumbres rítmicas codificadas con demasiada vaguedad res brasileños como en el folclore de Europa occidental. Daven-
como para que se pueda hablar de sistema. Esto sucede, por son veia en las estrofas de más de seis versos una imitación de la
ejemplo, con los cantos de funerales de los akanes de Ghana, poesia escrita. A la vez que conservan su simplicidad de estructu-
gran género poético de esta etnia, que tienen unas recurrencias ra, las combinaciones pueden multiplicarse a lo largo del tiempo.
irregulares y difusas de grupos fonéticos o tonales, con un ritmo C. I.aforte ha catalogado (en un conjunto considerable de textos:
de base marcado por los sollozos, los gritos, las pausas y los mo- jsetenta mil!) veintinueve variedades de estrofas en las canciones
vimientos del cuerpo. folclóricas francesas3'.
Otro factor de diferenciación de los sistemas: el empleo (o la
ausencia) de cortes del discurso a intervalos regulares, por estro- En muchas lenguas, la estructuración poética del ritmo abar-
fas o estribillos. La distribución de esas técnicas no coincide con ca, más allá de los elementos del acento, cuantitativos o tonales,
la división de los géneros: la epopeya larga, generalmente sin cor- de la prosodia natural, el timbre de los sonidos: fenómeno com-
tes, está dividida en .tiradas.. en la tradición medieval francesa, plejo del que se pueden distinguir, por lo menos, dos aspectos, las
constituyendo unas unidades narrativas de relato; la epopeya bre- series fonemáticas y su potencial armónico". La poesia escrita
ve es estrófica generalmente, pero no en Rumania, donde, en la occidental ha valorizado hasta tal punto los efectos de este orden
peflor~nance. el relato, como por compensación, se escande por (jcomo para borrar la tara de la escritura!) que a veces parecía
intermedios instrumentales. Con respecto a este punto, se ha consumirse en ellos. La poesia oral los utiliza con menos sutileza
creido discernir una repartición geográfica que tiene relación con pero con más brillantez.
las áreas de influencia cultural3'. Según esta hipótesis, los siste- A veces los usa como marcas de la unidad vocal del discurso:
por ejemplo, en los géneros dialogados, para confirmar el vinculo
'' Finnegan, 1976, págs. 69-71, 129-130. 163, y 1977. págs. 93-94; Opland.
" Alatorre. 1975. pág. XXIV; Fonseca, 1981, págs. 121-140: Davenson,
1975. pág. 196: Maquiso, pág. 40; Guillermaz, págs. 20-25; Helfler, pagi-
nas 427-430: Menéndez Pidal. 1968. 1. págs. 92-99. pág. 17; Laforte, 1976, págs. 26-29, 43-52.
Fochi. cap. IV; Edson Richmond. págs. 82-83. ''Nyéki, pág. 127; Coquet, pág. 100.
orgánico entre las partes que unirán diversas recurrencias sono- siente constitutivo del verso; los otros no son más que <.figuras>,.
ras. En la textura del mensaje, toda repetición de un fonema ini- Esto sucede en las baladas rumanas, cuya rima manejan hábil-
cia una cadena ritmica: romperla o prolongarla es una decisión mente algunos cantores y que, según R. Knorringa, importa me-
que depende del arte individual del poeta, instruido, orientado nos al sistema que la aliteración y la asonancia3'. En las tradicio-
por la tradición. Los poetas ambulantes africanos muestran en nes (como la de la poesia homérica) que n o han regularizado
esto un deslumbrante virtuosismo, al que iguala el de algunos como tales los ecos sonoros, éstos pueden constituir, sin embar-
cantadores brasileños. Los cantores tibetanos, nepaleses y mongo- go, en la performance, unas figuras esenciales, de la misma mane-
les obtienen efectos análogos gracias a la particular morfologia de ra que la duración de los fonemas en los venos franceses.
sus lenguas, doblando o triplicando radicales o particulas de tér- La localización de la rima o de la asonancia en el verso tam-
minos muy semantizados j'. Entre la multiplicidad de los ecos so- bién varia: al comienzo, bajo la forma aliterativa en la tradición
noros posibles, la mayoria de los sistemas de versificación han popular finesa; al final, como en las lenguas romances y germáni-
valorizado y regularizado uno o dos: la aliteración y la rima. La cas; en la censura, como en algunos estilos medievales latinos o
primera concierne a las consonantes iniciales de palabras y se vulgares. Los sistemas fundados en el paralelismo sintáctico tie-
realiza más bien en series largas; la segunda concierne a las sila- nen, en las lenguas aglutinantes, un efecto ritmico.de origen gra-
bas finales y se realiza más bien a pares o en series breves. matical: un sufijo idéntico se repite necesariamente en el verso a
La aliteración constituye un elemento rítmico obligatorio en intervalos fijos. Por ejemplo. en las lenguas turcas de Asia, entre
la práctica poética de algunas sociedades tradicionales. Por ejem- las cuales algunas han hecho una regla de esa p a ~ t i c u l a r i d a d ~ ~ .
plo, entre los somalies o entre los mongoles, donde marca la síla- En cuanto a la distribución de los <<lugaresrimicose, en el conjun-
ba inicial de varios versos consecutivos. Las anglosajones de la to del poema, depende de las tradiciones locales y, sin duda, de la
alta Edad Media aliteraban todas las palabras acentuadas del ver- habilidad de los ejecutantes. En efecto, la introducción d e la rima
so. En cuanto a la rima, se ha sostenido que, bajo su forma pura o de la asonancia en un sistema de versificación oral no implica
de silabas identicas, que se repiten a intervalos regulares en posi- que afecte a todos los versos. Ni mucho menos: una gran parte, si
ciones sintácticas correspondientes. aparece en la poesia oral úni- no la mayoria, de los textos, no riman más que un verso de cada
camente en las sociedades que tienen una práctica bastante gene- dos, tres o más, a intervalos imprevisibles. Esto sucede en las
ral de la e~critura'~.De este modo se explicaría, por el contexto endechas acadianas, en un gran número de canciones francesas y
cultural y la coexistencia con una literatura, la perfección ritmica en las baladas inglesas. Por el contrario, los intervalos parecen
del pantun malayo o de las baladas inglesas. regular& en el Romancero hispánico y en las tradiciones por las
Esto resulta dudoso. Queda por decir que, en las versificacio- que se continúa en América latina.
nes de rima, la identidad de las sílabas que riman es escasa en La calidad del sonido se abandona, en general, a la inventiva
poesia oral: la rima se reduce a la vocal, o incluso une dos vocales y al talento del poeta. Sin embargo, algunas sociedades parecen
de articulación parecida (oi rima con a en las canciones populares haber introducido, en ese punto, una norma, si no una regla.
francesas)'; si las consonantes siguientes difieren, la rima es sólo Hace tiempo crei discernir los rastros y descubrir los efectos recu-
asonancia, la forma más frecuente en la poesia popular europea y rrentes en la práctica de los trovadores del siglo x i i . Buchan pudo
que se encuentra hasta en las Fidji, asociada al paralelismo. Más demostrar por ello las tendencias dominantes que, aparentemen-
escasa, la consonancia asegura la recurrencia de consonantes, pero te, regían la elección de las rimas y las asonancias en las baladas
no de vocales, y se parece a la aliteración. inglesas. Los cantores mongoles distribuyen artísticamente, verso
Todos estos procedimientos se reúnen en la mayoria de las por verso, las dos clases de vocales que posee su Iengual9.
poéticas orales: en general, uno de ellos influye más en la mente
de los oracticantes v de su oúblico. sin eliminar a los otros. Se le
" Finnegan, 1978. pág. 473; Knorringa, 1978, pág. 15.
" Helller, págs. 381-387; Diccionario. pág. 17; Finnegan, 1978, pág. 39. Chadwick-Zhirmunsky. págs. 337-338.
j6 Finnegan, 1977. pág. 96. " Zumthor, 1972, pigs. 220-223; Buchan, págs. 151-155: Finnegan, 1978,
* En francés, -oin se pronuncia .cuan. [N. de lo T.] pág 39.
10. La obra vocal 11 práctica significante privilegiada, sin duda la más capacitada para
conmover en nosotros el lugar umbilical del sujeto, donde se ar-
ticula, sobre los poderes naturales, la simbólica de una cultura2.
El modo de la performance: dicho o cantado: situaciones in- En lo dicho la presencia fisica del locutor se atenúa más o menos,
termediarias. El canto: música o poesía?-La revolución ofro- tiende a fundirse entre las circunstancias. En el canto, dicha pre-
americana. sencia se afirma, reivindica la totalidad de su espacio. Por eso, la
mayoría de las performances poéticas, en todas las civilizaciones,
han sido siempre cantadas; y por eso también, en el mundo de
hoy, la canción constituye la única verdadera poesia de masa, a
pesar de estar envilecida por el comercio.
Por lo tanto, es con relación a la oposición entre dicho y can-
tado como defino el modo de la performance.

En el uso ordinario de la lengua, lo hablado (que aquí llamaré Pero, aquí también ¿dónde está la frontera? El medio cultural
lo dicho para evitar toda ambigüedad) no utiliza más que una condiciona el sentimiento que cada uno tiene de esas diferencias.
pequeña parte de los recursos de la voz; ni la amplitud ni la ri- Lo que profiere la voz del poeta ambulante africano no es, para
queza de su timbre son lingüísticamente pertinentes. La función su grupo étnico, ni palabra ni canto, enunciación grata a la vez
del órgano vocal consiste en emitir sonidos audibles de conformi- que misteriosa, por donde transitan unas fuerzas quizá temibles.
dad con las reglas de un sistema fonemático que no procede, Y esos blues que en la práctica popular del sur de los Estados
como tal, de exigencias fisiológicas, sino que constituye una pura Unidos son designados como talking, por oposición a los otros, y
negatividad, una no-sustancia. La voz permanece atrás, de reser- constituyen un discurso de ritmo acentuado fuerte, pasando in-
va, en la negación de su propia libertad. Pero a veces irrumpe, sensiblemente a unos episodios cantados y desde luego distintos
sacude sus coacciones (con riesgo de aceptar otras, positivas): en- del habla ordinaria, más o menos según las costumbres locales.
tonces se eleva el canto, desarrollando las capacidades de la voz, y Lo que en un lugar se toma por canto, en otra parte será palabra
por la prioridad que da a éstas, desalienando la palabra. con efectos sonoros3. Empíricamente se admitirá la existencia no
El lenguaje, dicho, sojuzga a la voz; cantado, exalta su poten- de dos, sino de tres modalidades: la voz hablada(dich0). el recita-
cia, pero por ello mismo la palabra se encuenrra magnificada ..., tivo acompasado o la salmodia (lo que en inglés se expresa !o
aunque sea al precio de cierto oscurecimiento del sentido, de cier- chont) y el canto melódico (en inglés, !o sing). Los liturgistas me-
ta opacidad del discurso: magnificada menos como lenguaje que dievales utilizaban una escala parecida, limitando, sin embargo,
como afirmación de poder. En efecto, los valores míticos de la la extensión del primer término, recifatio, al dicho poetizado por
voz viva se exaltan en ella. La voz de Thot, dios egipcio de un ritmo artificial.
la palabra, de las fórmulas mágicas y de la escritura, se oye como Lo dicho de la poesía oral, así marcado, se encuentra en conti-
un canto. Poder equivoco que suscita las defensas: la fisiologia de nuidad con lo recitativo y éste difiere del canto únicamente por la
las cuerdas vocales no ha sido la única en motivar la tradición amplitud. De uno a otro se producen deslizamientos. Cada socie-
italiana de los cantores castrados: vocal y sexualmente inofen- dad, cada tradición, cada estilo fija sus propias divisiones. La
sivos. Cuando hacia 1800 murió Giovan Batista Veluti, el 01- etnografía me inclinaría a suponer que en toda poesia oral hay
timo de ellos, algo había cambiado en la relación profunda del presunción de canto; que todo género poético oral es también
hombre occidental con su voz'. género
. musical, aunque los usuarios no lo reconozcan como tal.
El canto es competencia del arte musical, más que de las gra-
máticas: se incluye por derecho entre las manifestaciones de una Ruwet, 1972, pags. 4169.
' Oster, pág. 259; Finnegan, 1977, págs. 118-119; Bouquiaux-Thomas.
' Balogna. 1981. 5 1.8 y 2.1: Schneider. pág. 173.
-
111.. váes.
.
nas 70-75; Werner, págs. 102-127.
. . 490: Lotman. 1970. vil¡-
902-914: Calame-Griaule. 1965.. vae.
Quedaría por modular esta afirmación en los casos particulares, del fuego mágico muy antiguo, el eco de los rituales con los que
con la prueba de los hechos. A lo largo del tiempo, las culturas el chamán evoca sus «viajes,, (en el sentido en que lo entienden
han valorizado la voz desigualmente y de manera diferente: lo he los drogados), el recuerdo interiorizado de las melopeas secretas
señalado en el capítulo IX. De ahí la diversidad de criterios. Los salmodiadas sobre el hornillo de atanor por los alquimistas del
manobos, según E. Maquiso, asocian el canto a todo discurso Renacimiento ...
sacro, hasta el punto de que uno de ellos, convertido al cristianis- Una cultura actúa sobre los individuos que forman un gmpo
mo, cantaba sus oraciones al modo de la Uiahingan en lugar de social, como una programación continua; les proporciona gestos,
recitarlas. Un determinado pueblo de Asia canta todas sus activi- palabras, ideas, según los reclame cada situación. Pero al mismo
dades, privadas o sociales; otro las recita. En África, canto y poe- tiempo, les propone unas técnicas de desalienación, les ofrece
sía no se piensan de forma distinta; y aquellos que desde el si- unas zonas-refugios donde desterrar, al menos ficticiamente, las
glo xvIi1 los viajeros europeos llamaron <<griotsn * y presentaron, pulsiones indeseables. El arte es la principal de esas técnicas; pero
con toda razón, como músicos de profesión, fueron designados de todas las artes, el único que es absolutamente universal es
por los árabes con una palabra que significa .poetasnd. el canto.
Lo que se discute aquí concierne a un elemento fundador de La idea y el término de cultura implican de este modo, en
toda cultura: la naturaleza de la mutación que se opera, en el todo instante de la duración, el ejercicio de una función de canto
vínculo físico, entre sonido y lenguaje, en el instante que emerge vital para la sociedad de que se trate. Esa necesidad profunda da
el <monumento,>poético. Hace un siglo y en una perspectiva cuenta, en parte, de un episodio importante de la historia euro-
abierta por Schopenhauer, Nietzsche hacia de la melodía el prin- pea: la creación de la ópera ..., a la que no podemos olvidar, que
cipio original de toda poesía: la matriz musical nutría la voluntad presidió el mito órfico. En 1600 Eurídice de Peri, y siete años des-
del poema futuro. La música es vitalidad pura. No puede existir pués Orfeo de Monteverdi, fijaron un género donde unos huma-
por si misma5. Necesariamente es instrumental o es canto, es de- nistas, preocupados por restaurar el poder de la música uniéndola
cir, modalidad del lenguaje; y esa modalidad constituye, por repe- indisolublemente a la poesía, creían encontrar de nuevo el mode-
tir una expresión de G. Calame-Griaule, el .máximo de la pala- lo griego de esa concordancia. De hecho, restablecieron, sin sa-
bra,,: manifestación eminente de las magias de la voz, Orfeo berlo, el equivalente moderno de arcaicos rituales de trance y de
arquetípico, asumido por todas nuestras mitologías, incluidas posesión6. Ahora bien, ese nuevo arte, concebido como la forma
aquellas de lo más cotidiano. Para los habitantes de las montañas suprema del canto, apareció y se difundió, en la época en que en
de la América india, el canto es un sueño sonoro: abre un paso todo OCcidente la escritura y lo visual triunfaban en la cultura
hacia el mundo del que viene. Para nosotros da forma a un poder ilustrada e iban a difuminar los valores de la voz durante varios
del que sólo se sabe una cosa: que va a conciliar a los contrarios y siglos.
dominar al tiempo.
Y una vez mas, de ahí procede la universalidad de las <'cancio- Alban Berg, en el prefacio que escribió para Lulú, hacia 1930,
nes de amor,,: I canto erotiza el discurso, más allá de las signifi- enumeraba seis <<gradosde musicalidad~,que constituían un es-
f
caciones y de os deseos. La música se desliza en los fallos del
lenguaje, trabaja su masa, la siembra de sus propios proyectos
pectro continuo: el simple hablado; el hablado sobre orquesta, sin
coacción rítmica; el hablado sobre orquesta respetando una medi-
míticos; en la menor de nuestras canciones arde aún una chispa da; la palabra apenas enionada, semientonada o cantada'. Las
canciones ejecutadas espontáneamente por niños pequeños ofre-
* En el Africa negra, especie de poeta y músico ambulante al que con cen una gama de modalidades comparable a aquélla. Una especie
frecuencia se le atribuyen poderes sobrenaturales. [N. de /a T . ] de hablado-rítmico predomina en la infancia, pero más o menos
Bausinger, pág. 247; Maquiso, pág. 42; Chadwick-Zhirmunsky, pági-
nas 214, 218: Collier. pág. 8: Camara, pág. 5. Bowra, 1962, pág. 241: Rouget, págs. 317-337.
Nietzsche. riáas. 43-46. Calame-Griaule. 1965. oáa. 528: Vincent. D~E¡- ' Términos empleados por F. Orlando, quien. en respuesta a una pregun-
na 25; ~ u r a n d ;págs. 386, 400-403; Rosolato, 1968, pág. 297; Rouget, pás- ta, comentaba en francés, para mi, ese pasaje. N o lo he podido vcriticar en el
nas 185-188, 433-434. original alemán.

189
rápidamente, según las capacidades del individuo, se transforma relato llamado inrsoni se construye con frecuencia a partir de una
en un canto recibido como tal por los adultos. <. canción, cuyo tema aclara: de ahí la movilidad del elemento
I

l Pero ninguna de las distinciones que se efectúan así son abso-


lutamente pertinentes. Sólo tienen verdadero sentido aplicadas a
la descripción de una performance concreta y con relación a ella.
narrativo 'O.
De ciertas performances colectivas que se realizan en medio de
circunstancias dramáticas, se desprende con una fuerte emoción
El poeta ambulante Amadou Jeebaate, famoso hoy en día en la unanimidad de un proyecto. La afirmación de si mismo, por la
Gambia, utiliza dos modalidades de palabra cuando ejecuta un voz del grupo, triunfa en el canto coral. Marsellesa o Internacio-
! episodio del Sundiata mandingo: rítmica (con acompañamiento nal... o bien requiere Únicamente la escansión rítmica muy acusa-
instrumental) y cantada; las partes cantadas están en un dialecto da por el número de voces al unísono, como se oía en los -coros
diferente (B); sin embargo, ciertas partes rítmicas, también en hablados. de los años treinta, o hacia 1970 en los meerings del
dialecto B. resaltan en el relato (en dialecto A) porque elogian, Jura suizo donde el pueblo repetía como estribillo unos versos de
como entre paréntesis, a los sucesivos personajes; todos los pasa- un poema de Voisard ...
jes en dialecto B son recurrentes a intervalos casi iguales. La ex-
tremada complejidad de las relaciones textuales y vocales engen- De los dos elementos que funcionan juntos en laperformance.
dradas por semejante sistema impide toda reducción simplifica- ~,músicany <,texto poético. (en el sentido más amplio de estas
dora. En la ejecución de las baladas rumanas, el canto alterna con palabras), ¿no será uno de ellos necesariamente más importante en
el recirativa en virtud de costumbres locales. Algunos ejecutantes la atención del oyente? La relación que los une no es ni simple ni
1 cantan el texto entero. Otros realizan en recitativo basta el constante. Una gradación ideal parece perfilarse: uno de los tér-
minos extremos seria una dicción discretamente rítmica y escasa-
60 por 100 del poema. Las mismas fluctuaciones existen en las
perjormances de la Ulahingan manobo, y entre los joray de Indo- mente melódica, dejando al texto imponer su fuerza y su peso,
!. china. De uno a otro de los modos, la medida se vuelve impreci- como lo hace la epopeya; el otro, como, por ejemplo, un aria de
sa, deja de percibirse; el ritmo subsiste. Los cantores africanos de ópera, emocionante por la pura musicalidad de la voz, sin que las

1! epopeya se valen de esta diferencia, según la situación, con miras


a crear efectos expresivos. Los cantores tibetanos del Ge-Sar utili-
palabras pronunciadas tengan casi nada que ver con esa emoción.
LA partir de qué punto, si nos desplazamos por el largo espacio
zan dos modos, uno de ellos más claramente melódico, pero no que separa esos extremos. tendremos la sensación de que abando-
! namos la poesía y entramos en la música? ¿De cruzar la zona
existe ninguna regla que obligue a su distribución y cada ejecu-
tante juega con su alternancia a su antojo8. fronteriza que separa los respectivos campos donde se ejerce la
iI Los cantautores contemporáneos, como Brassens, Montand y plena soberanía de cada una de estas artes? ¿Dónde situar la ro-
otros, han explotado unos contrastes modales de esa especie: con- manza romántica. aquellas, por ejemplo, que escribió Scbubert en
trastes independientes de una posible división del texto en -ver- 1813-1814 sobre una serie de textos de Scbiller y de Goethe?".
so. y ,<prosa.. En una composición rigurosamente versificada del No se trata, en realidad, de gradación. Los valores vinculados
irlandés Percy Frencb, lo dicho interviene regularmente en lo can- a la voz humana impiden aquí concebir un grado cero. Aun cuan-
tado, como un estribillo moda19. Numerosas etnias africanas han do aquélla intervenga como simple soporte expresivo a fin de po-
sistematizado esas alternancias. El autor de la performance com- ner de relieve las palabras, escansión y melodía proyectan una
bina cuento y canción, según diversos procedimientos y costum- dimensión nueva en el espacio del poema: he hablado en el capí-
bres: una parte del relato se canta, el resto se habla; o bien un tulo 1 de vestructuración vocal*, creadora de una forma específi-
estribillo cantado por el auditorio marca las articulaciones del ca. Desde la epopeya, pasando por la iomanza, hasta el aria de
cuento; o también un poema de elogio o de efusión lírica se sal- ópera, se produce menos un lento pasaje de la poesía sola a la
modia en un momento patético ... Entre los xhosas, el género del
Recueil, págs. 108.125: Fochi, págs. 109-115: Maquiso. págs. 4. 38; 'OEno Belinga, 1970; Agblemagnon, pág. 142; Finnegan, 1976, pági-
Dournes, 1980: Okpewho, págs. 214-215. nas 244-247; Vansina, 1971, pág. 453.
'Finnegan. 1978, págs. 196-197. " Massin, págs. 550-559.
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-ouos euiioj 'e!%iaua 'oixai- epolaui 'ZOA ' e q ? o d eiqeled ua resuad ei.vd h oiues la ua seplun salie sop se1 aiiua u?!:,
-'eiaueui ello -eledas eun i!q!arad eied 'saiuaño sns ap e[ ouioo !se 'saiueinaa@
ap e l r ! ~ !ap
~ zedew! 'olnayiaadsa ap 'ea!spui ap eui!rd e!iaieui so[ ap peppedsa el 'e!aueisu! eui!ilp ua 'ueuo!a!puoa se!8oloap!
ouioa e!saod eisa opueuioi 'epniaN ap ñ au!uassg ap soixai uoa se[ ñ so~!i:,aloa so!o!nraid sol 'salquinisoa se1 'opoui aisa a a
sauo!auea seraui!rd sns osnduioa !pienpuera ola8uy sa anb ou!s ,,, eslej eiou eun iesed erap as orad 'eqel!s eun eilej !S eisai
-aduiea cgrayaoin iopellorie la 'aiuauiaiua!aai s y '!qeisnopq ~ iod -oid as :oiuea le syuier 'sosia/\ sol ap ouii!r [e uaiagai as JJUDU
'au!e[iaA ap ~ a s n u ~ p d o [a e~
d so ~a ~8 e ~ n aufiaqiea iod sopeiuea -do>ad el e ueyduioae anb so!a!nr so[ 'sauo!ouaAiaiu! sesiar\!p se(
u ~ l e i vap seuiaod :iareqea ap u?!aues el ap [e!sos ñ oa!i?isa olap ua :oiau?l lap 'o&equia u!s 'e!iol!ugap lea!snui aiied e[ ieioleA
-oiu [a u p a s ?i\ouai as arquinisoa eisa 'eiuasas ñ eiuanaup s o y uaaared oaqqnd la !u saloiuea sol !u 'sega[!seiq so!doruuJ se[ u 3
so[ ua oiad .saio)!r3sa seiaod ap soixai e e<ea!spui oisand,) ueq .u?!auaie el e aellsns el ñssnqaa ap e3!spui e1 'o!ie~)uo:, [a iod 'o
saroi!sodwoa soqanui 'oiua!ui!aeuaa la apsaa .aua!i 'oqaaq 'apuus!(?~ ra su?([ad e eiselde qu!paiaepq ap epeosnqar zall!auas
ap :e!a!iou el e e!aueiiodui! ioñeui i e p ered u o l l ! ~ap e!ro8aiea e[ 'ropeiaadsa lap u?!a!sods!p el unaas :o:,od eiiodui! al ouewgl
el ua ep1!s al as :eiaod uer8 un ap el ouios aiuauiaui!uyun epeiold -aui le 'o!ieiiu03 la iod :ie[s!e apand al as ou 'euiaod ouioa 'lena
-ap sa (olni!dea aisa opua!q!iasa ñoisa opuena auapaiqos a1 anb) lap 'e!uoju!S euaaoN e[ ap e!iSaly e[ e o u u i ! ~[a ell!oueui apnad~
suassela ap ernieuiaid aiianui e 7 'o!ierai!l o!paui lap eiapios el a!p up.la[[!qa~ap euiaod aiao!paui [a 'aiuaño opeu!uiiaiap un ered
ñ e!auaiaj!pu! el ienuaie rod opeu!wrai usq iuoui!i?a 3117ouioa ap oiauo!s!id iepanb ou 1!3g!p eiinsai oi!s?dord asa opew
seiaod ap sozianjsa so[ 'e!aueid u 3 'o1raruoJ ou!s 'XI o[ni!dea la -ioj zaA eun :oa!l?od [ei!aai o o[nayaadsa 'oiia!auoa un ua ouioa
ua opaleFas aq o[ out03 'e!saod el dDz!1udo aiuauiejos easnq as ON 'a~uuwdoJjadepeu!wraiap eun ua ied!a!]ied e ueilau! aui oasap
'psp!un eisa e so)ua!uieuiel[ sol 'Se!p sorisanu ua 'ueAa[a as 'elni o!doid !ui 'pepp!lqnd E[ 'u?!u!do e1 'se!ouasunoi!a se] :eu!uirai
-!rasa el ap osnqe la iod op!p!~!p opunui un ap opuoj [a apsaa -ap e[ celadsa ap aluoz!ioq >> oira!a 'u?!~daaa~el e oiuena u 3
,,, jezuep ñ ea!snui 'eiqeled .oiund asa arqos ?iaAloA .sa[qeieduioa uos uaanpoid anb
a m a u??su!)s!p epo] rwioq eied (ouis!ui oun ered i!roui eiseq) soiaaja sol :sepe!aos!p reisa uapand sapep!lena sop sesa .(o)usi
ozranjsa alqep!uiioj syui [a eaildui! ou? -seue!is!ia o se:,!uiyls! [a uein:,a. anb smon ap oiauinu 'soiuauini)su!) u?!oeisanbio e[
seiaas seq:,nru ua u?!quiei orad 'souea!ije soilna sol iod opeaoA ap e!auaiod e[ e 6 (osonir!A un sa aiueinoa. la 'ai!w!l la ua) ea!p
-oid 6 opeasnq- ialnoa aq!iasap anb up!unuioa ap ñ os!js!ui - q a u aanb!i el e zaA el e uauia!ouoa 'so!paui sol e oiuena u 3
aoueii 13 ' ~ [ i e i u e au!s solxai sns ap oun leia!p ap saleio seiaod .sa[eini[na saiquinisoa ap ñ u?!adaaai el e esyndui! anb oi!s
Soqanui ap pep![!q!sod~u! el opeqoiduio:, ueq so801guia sol 'op -?doid [ap 'uo!anaa@ ap solpaui sol ap e!aueiiodui! el ap apuadap
-unw lap sauo!8a1 sesraA!p syui se1 u 3 'esoa euis!ui eun ueia ea!s 'oiaaja ua :len8!sap eraueui ap aiuapsuoa sa aiuaño la anb sol ap
-nui 6 aEn8ual anb [a ua oa!i!ui oduia!i lap sopianaai 'salssia~!un soiiauiyied ap pn$i!A ua aaeq as ug!aenleAa esa oiad .solla aiiua
'<souis!uea!ije. sosa ap o!ieiuaAu! la iaaeq e!ipod a s xpeiisnij aaalqeisa as anb u?!aelai el L osan[ ua so~!saidxasalapod so[ ienl
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eiqeled out03 o p s oiad '(sa[q!suaiduioau! osnlau! 'sornaso oilann. o le)ua!io ea!ijy ap s!sniem sol 'e!sno ap sass!ui?l?qaI sol 0 ~ 0 3
ueñeq as soixai soluei anb !qe ap) ea!s~urap pep!lea ns ua oduia!i solqand ailua :y301 ap salueiue3 sol ua o sesoqx sopieq so[ ap
lap osinasueii la ua aua!iueui as arqeled e l .oiuea lap u?!sep so!qel ua ouioa 'alq!pneu! aaeq as oixa] [a 'leug [v 'pEp!qea!snUI
-ei8ap eun anb syui sella eied sa ou opelqeq oslnasip 13 .,,<<es el iod oo!i?od arenlual [ap or\!sai%ordoxaa un anb 'eind ea!spui
nalmente contrastado. La autonomía y la movilidad del estribillo
precisos de esta semiosis. Los trabajos de A. Amzulescu y de favorecen los juegos intertextuales: texto o melodía pueden repro-
A. Vicol sobre las baladas rumanas no hacen más que abrir un ducir o parodiar una canción anterior, un poema escrito u oral
camino. La tipología, cuyas bases dichos trabajos establecen, cualquiera. Pueden establecerse tradiciones, como la que impulsó
pone de relieve la intensidad de los intercambios semánticos entre a los poetas de corte del siglo xiri francés a sacar muchos de sus
texto y melodía, hasta el punto de que su disociación produciría estribillos de los cantos de danza campesinos ... Los ejemplos de
la absurdidad del poemai6. Las observaciones dispersas que nos semejantes procedimientos son innumerables en todas las cul-
vemos reducidos a rebuscar entre los etnólogos o en el testimonio turas.
de los prácticos confirman este punto de vista. Es en el plano del
Me parece similar la práctica de una intertextualidad musical
sentido donde se consolida la unión, el sentido constituye su ga-
frecuente en la poesía europea, asi como en China, y no descono-
rantía. El resto se deriva de ello. En las sociedades que poseen
cida en otras partes: el empleo del <<timbre,,,aire tomado de una
grandes conjuntos épicos cuyo relato no puede agotar ninguna
canción que ya existía y al que un autor adapta un texto nuevo ...,
performance, sucede con frecuencia que los personajes o los episo-
sin perjuicio de que con el transcurso del tiempo, si la tradición
dios están afectados con una marca musical que sirve para identi-
perdura, el timbre se altere poco o mucho. Un número considera-
ficarlos. Por ejemplo, en el Ge-Sar tibetano: el testigo principal
ble de canciones ~popularesneuropeas hace que perduren así me-
de Madame Helffer que empleaba, por su parte, trece -timbres*
lodías gregorianss, músicas de corte o aires de opereta. Inversa-
caracteristicos, aseguraba que cada héroe del poema poseía el
mente, en un cambio de lo profano a lo sagrado, villancicos y
suyo, pero que ningún cantor puede conocerlos todos ... Los can-
cánticos recuperan melodías de moda, pastorales o endechas de
tores del Heiké japonés distinguen nueve modos de recitativo, se-
amor19. En Francia, en los siglos XvIrI y xix, la mayoría de las
gún el tema del pasaje. El canto de la Ulahingan manobo consta
canciones políticas, satíricas y contestatarias de gran difusión es-
de cuatro tonos: dos de ellos (uno más melódico, el otro muy
taban compuestas con timbre: algunos las llamaban vaudevilles;
acompasado) alternan en el relato; los otros dos se emplean, en
en 1717, Bailard publicó La clove de los cancioneros, repertorio de
virtud de reglas exactas, en algunos momentos de laperformance".
melodías propuestas para ese uso.
La utilización de estribillos interfiere en la producción de sen-
Lo opuesto al timbre es la improvisación, sobre la que volveré
tido. Técnicamente, el estribillo es una frase musical (a veces ins-
en el capítulo XII, término ambiguo que se refiere indistintamen-
trumental) repetitiva, que recorta el canto en subunidades y la
te a la melodía y a las palabras: una puede ser improvisada y no
peiformonce en determinados momentos; en general, a ella va
las otras, o inversamente. Por otra parte, jcuáles son los límites
unida una frase verbal. Existen tres tipos de frase-estribillo y pue-
de lo improvisado? En el capítulo XIV trataré de las variantes en
den, excepcionalmente, acumularse según los casos siguientes:
la poesía oral: ahora bien, llevándolo al extremo, podria conside-
- que en un sistema de versificación regular, el estribillo se rarse con todo derecho que cualquier variante, por ínfima que
encuentre integrado, por el ritmo, el número o la rima, en la
sea, es improvisación ... El poeta oral, más aun que el escritor que
unidad que él concluye;
dispone del aplazamiento de la escritura, trabaja en un marco
- que constituya una unidad autónoma entre la que sigue y artesanal, un taller donde se ofrecen a su alcance, no solamente
la que precede;
unas herramientas, sino unos fragmentos pre-elaborados de mate-
- que aunque sea autónomo, esté ligado a la unidad prece-
ria (musical y verbal) que ya no es totalmente prima. En las socie-
dente por una señal melódica o verballa.
dades tradicionales, el uso de esos fragmentos se impone sin re-
En cuanto al efecto semántica así producido, o bien contribu-
servas; en otras partes, productos de un estilo transitorio, lanzados
ye a reforzar el significado de las partes precedentes o siguientes,
por una moda, no hacen más que proponerse a la conveniencia
o bien introduce en el argumento ambiente un elemento nuevo,
del poeta.
independiente, con frecuencia alusivo, ambiguo, incluso intencio-
También en esto, ¿dónde está el limite? El poeta Nasir Udin
lb Amzulcscu. 1970 Vical: Knarringa, 1978. págs. 15-18.
Alatorre. 1975. pág. XIX: Helffer. págs. 463-503: Maquiso. pág. 41.
Lafortc. 1976. págs. 117-120. Roy. 1981.
'' Laforte, 1976, págs. 108-1 12; Guillermaz. pig. 20; Brécy, pág. 1 1
me afirmaba que en cada performance recreaba su melodía, en blar* y -tocar el tambor,,. Las prescripciones y tabúes referentes
virtud de la necesidad interior. De hecho, disponía de un tesoro al empleo de los diversos instrumentos abarcan a todo el gmpo
de ritmos y de esquemas melódicos de base que seguían vivos en social en todos los aspectos de su vida. Senghor decia, hacia 1960,
la música popular de Hunza, y entre los cuales escogía para for- que él escribía sus poemas con el deseo de oírlos cantar acompa-
mar su canto en el momento de entonarlo. jImprovisaba? No ñados con instrumentos africanos: es decir, en la plenitud de su
pude hacerle comprender el sentido de esta palabra. El texto de sentido2'.
su canto había sido preparado, y de forma muy <*literaria,,.La Se ha observado que la complejidad de los efectos de polifo-
melodia lo volvía a interpretar en circunstancias sucesivas, cam- nia así concertados se acrecienta de etnia en etnia, de Este a Oeste
biantes, de forma que colmara todas las esperas. Algunas culturas a través del continente negro y alcanza su mayor riqueza a lo
han creado, con un propósito análogo, unos géneros poéticos largo de las costas occidentales, desde Senegal a Nigeria2? las
orales improvisados, definidos por esa misma característica .... al mismas regiones de donde fueron arrancados millones de aque-
menos en su origen, ya que el desgaste de esa vena primera pro- llos que, esclavos en el Nuevo Mundo, crearon, en las Antillas, en
voca inevitablemente una intervención de la escritura: asi sucedió Brasil, en el sur de los Estados Unidos, la música .<afro-america-
con los blues, improvisados sobre una base tradicional muy for- nav. Ésta, universalmente difundida desde hace medio siglo, ha
malizada, o con el flamenco originalz0. introducido de nuevo en nuestras mentalidades un sentimiento
casi mágico del objeto sonoro. Cabe la duda de que, sin esa in-
Cuando un acompañamiento instrumental resuena con el can- fluencia, la guitarra (que, por otra parte, llegó de Espafia) hubiera
to, las dos músicas se unen en la operación de la voz. Sin embar- adquirido el valor de símbolo cultural que hoy posee en tres con-
go, siempre se crea una tensión: por la diferencia acústica pasa tinentes, y que la espectacular utilización que hizo Bob Dylan de
una diferenciación funcional. De ahi las artimañas instauradas la guitarra eléctrica en Newport en 1965 hubiera producido seme-
por algunas costumbres: los cantadores brasileños alternan la voz jante furor.
y el instrumento a lo largo de la performance. Además, sólo utili- Sacralización del instmmento (jpero acaso el biwa de los can-
zan, como la mayoría de los cantores épicos en todo el mundo, tores japoneses del Heiké no estaba del mismo modo impregnado
un solo instrumento, viola o guitarra. Ahora bien, cuanto más del poder divino?); fetichismo tan profundamente arraigado hoy
aumenta el número o la diversidad de los instrumentos acompa- en la cultura de masas que funciona igualmente en sentido inver-
ñantes, más tendencia tiene a debilitarse la exigencia formal in- so: la salsa cubana, es la <<salsa. de trompeta, de flauta, de saxo-
trínseca al poema. Al término de estos movimientos inversos, se fón paia amplificar y dramatizar la interpretación de las congas y
llegaría a la audición de una orquesta sinfónica que incluyera de las maracas locales, con las canciones de Rubén Blades y la
palabras banales, apenas audibles..., a menos que el canto, con- magnífica voz de Celia Cruz. Pero en la vieja Europa no existe
vertido en coral, hubiera tomado una amplitud y una compleji- movimiento regionalista que, folclórico o no, no intente revalori-
dad suficientes como para imponerse de nuevo; pero jno se ha- zar los instrumentos tradicionales, xalaparta vasca o biniau-braz
brían traspasado entonces los límites de la «poesían? armoricano. Del mismo modo, el Chile de los años sesenta volvia
Sin duda, en esta competencia hay un instante de equilibrio en a descubrir la tumbadora, el bongo y el rabel andinos. Conocí en
el que el instrumento confirma a la voz: en francés, como en Bongui a unos músicos de cabaret que renunciaban a las guitarras
italiano, en la etimología de la palabra accord, coexisten el cora- y a los saxofones, instrumentos importados y muy caros, para
zón, la concordancia y la cuerda de la lira. Sin embargo, la con- volver a descubrir las arpas, flautas y tamboriles tradicionales
cordancia no puede ser idéntica en todas las culiuras. En Africa, que uno mismo construye y repara; jnecesidad financiera que ace-
el valor mítico atribuido a los instrumentos musicales los une lera el regreso a las raices!
de manera indisoluble a la voz humana con miras a una obra de
significado común. En malinké, la misma palabra significa -ha-
" Camara, págs. 51, 106, 115-119; Guibert, págs. 144-150
'' Oster, págs. 267-268: Wurm, págs. 71-74. " Okpewho, pág. 62.
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soplanaal ueqen!neai as EIrni!iasa e[ u 3 'oa!~ueliy lap sopel sop el ap 'u?!aelai!le e[ ap so!a!iuanpe souii!r so[ pep!un ns ua auinse
sol ap saleuo!auaauoa souaui saloi!rasa sol aiiua [eqsnui up!an[ 'ezianj el ñ uapio [a einaass sep!paui se1 sepol uauodiadns as anb
-onai e[ lod epaaoaord siua[o!a e!3ua!auoa ap euioi el !qe a a ,iep la ua aiueisu! un ap oa!p?!iad o s a i l a ~la :ea!ii?ui!lod euiioj ap añ
-ei8e ap anb s?ui ies!unuioa ap leiaua2 uopualu! :aiuaño la uoa -nJisuoa as osinas!p la 'ea!ia?iu!s pep!ieln8al e[ erpua8ua anb e!u
oie!pautu! oiaeiuoa un ia~alqelsaap aiueu!uiopaid peiun[oa :eis!i -01ououi el apia!d eiqe~ede l .zon e[ ap o~undeiiuoa[e apua!i as
-uaurniisu! un ap elqo e!auanaaij u03 syuiap o[ iod 'up!a!soduioa X 'oxes la ñ u?quioii [a 'aiau!iels la ueaeisap as 'zzel la ua 'anb la
el ua 01!1asa 01 ap eposaaae up!aunj 'up!aes!aoidur! el ap e!auana aiqos up!snaiad ap oiuauinllsu! la rod ep!anpoid sa aseq eLna oui
-aij :euea!iawe-oije e!suapaaold ap sea!spui se[ e [eu!l!io z!)eui -i!i alqop ap soiaaja 'sedoau!~'sopen~uaaesouoi sol ap aaleax
ns -eini!iasa ap opunui oiisanu ap ouas la ua aiueaono~deuiioj .opunui [a iez!uea!rje e eq! zzel 13 ,ep
ap- uaiaguo3 anb pep![eio eind ap sauo!a!peii se1 ap se!doid -e[!w!se aiuauieiaajiad es!syls up!a!peii eun ap ue!paaoid apas ap
sea!iayid seun ñ saleiuaw sepuapuai seun uos 'ua!q eioqy 1 euiaiqs [ap u?!seiue[dui! e[ ñ !ysu!aei~sap sea!ui~!i sauo!aeaou
'sepesejsap -u! se[ 'eaod? euis!ut e[ u 3 .,,ea!i?isa eun ap sauo!a!sodnsard se1
uyisa 'eis? e up!aelai u 3 .zoa el ap so[ uos ou anb so!paui opeuo!anloaai ñ saiuau!iuoa sal1 ua seseui se1 ap lea!snui oiua!ui
soun uoa ñ up!asai!p eun ua opslloliesap ueq as anb ou!s 'olnlos -e~ioduioala ñ oisnl la 'sauo!aeraua8 sop ap souaui ua 'opeag
-qe [elquin ?nb as ou ap so<l ope!seuiap ueazaueuiiad anb sa ou -!poui iaqeq eied alianj aiuelseq o[ '[epuasa 01 ua ou oiad 'aluei
!salqez!l!ln se!8aierlsa seun ap oknbsoq la 'ieu!ut![aid ozoiqsap -seq opeiaile ueq as sa{eu!l!lo so4sei sns anb olloiiesap [ei ?!a
un 'srap!uaa 1ei0 e!saod eun eied 'sosea so( ap 1o.w la ua 'uañ -0~03 ñ e3!q3 e!iied ns ap so<[ uci ypuaixa as suea110 enanN ap
-n,!isuoa ea!i?uiei8 e[ o swqeled se1 aiqos o18!s o!paui aaeq apsap seilau seisanbro seun5le.lod ~ 1 6 1e!3eq epeuapeauasap [es!snui
opexpap ueq as einl!iasa e[ ap se~aodsol anb se1 e se!aua!iadxa ug!an[oaai e 7 .ows!ui oi!ui asa e sspeilesuoa aiuauie!iospi!
se[ :sesoil![ad seuoz sesa une opeloldxa ueq seiaod soma ,up!aez e!p un 'sa!auapuadapu! se1 ap saiue- [einllna o!p!aoua8 [a ñ pni!n
-!leq.~anap asep eiio sa salea!sntu sea!ia?id sesa ual!xa anb o? -epsa el ap sandsap 'eq3ueAai esa ea!ijy e epaijo e!iois!~a l
,,,sasasueq sanlq ap o zze; ap up!auea eun leara eied sen!iei 'epuaiajai ap oi!u ouiqa
-uai sesa ua ropehles !luaH uoa seisandutos 1101 U . ~ J O J ap se!poi anb syui e!i!n!aaiqos ou oiuauioui asa apsap anb ñ 'eqezaduia
-ed 'sosraa!p syw «soulapouin souiip so[ u03 sau0!3uea sesouilaq up!avi%aiu!sap eñna '<<euiapoui» epeute[[ pepapos el ap oseaeij la
oqaaq eq u e ! ~s!roa un 'e!aueid u 3 .en!sensiad pep!aedes ns ielaaai ap eqeqeaa eiian8 e u n .'<ezaleinieu>,e1 u02 sopeag!iuap!
'oqaaiap ns 'ezlanj ns sqeaiasuoa 'en!iae 'ep!iauioiduioa 'eiqeled 'salqeinuiu! saauoiua eiseq pep![!q!suas ap sopoui ieuo!3nloaai e
e[ apuop zzel un ap pep!l!q!sod el oisag!ueui ap osnd s a q 8 n ~ sqezuauio3 d epez!uoloa es!ijt, [a apsap e!qns ~ o i s a ualie. [a anb
uois8uel ap eiqo e[ 'soge aiu!an ap seui aiueinp A sop!un sopei oduia!i ouis~uile edoing e eqelall apiei syui sove za!p :sop!un
"3 sol u 3 ,saroIne soqanui ap e!aua!agnsu! e[ anb euia;s!s un ap sopeis3 sol p!psnu! 'leiuauiniisu! a leaoa 'ei8au es!spui e[ 'ol8!s
olaaja la souaui sa oiad m u e p el ñ ea!spui el uepanb olps :o]sed lap epeaap epunaas e[ aiueinp !o061 e!3eq epez!(eug uppeinp
-u! ns uelnue 'pep!J2o!paui ns 'zap!Je ns e!auanaaij uoa :pep!ie[a -eui e%ie[eisz .edoina ap sepe8all up!aeiuauiniisu! sun ap ñ se!p
epoi apia!d oixa) lap upounj e 7 .e!aua!auoa eun ap rosadsa la ua -olaui se1 ap e!auanl)u! iod 'ouea!ije oiuea [ap sauo!a!peii se la!^
ehoj as eqsaui pep!un e u n .op!niisap eq as ouioupine aiie ouioa se[ ap 'xix o[%!s lap eue!s!nT el ua 'aiuauieiua[ opwedas ue!qeq
I as '.soues!iauie soi8au sol ap leindod es!spui. el u?!aaadsunai!a
oiuea [a ieag!iuap! e!i!i!wiad anb ea!i?isa e!aueis!p e l 'leioi
uo!sae eun ap saiuauoduroa owoa OU!S '.ce!saod» ouioa sop!q!aiad uoa eu!uiouap ia!1103 .1'f anb 01 ap sea!l!ui!id seuiioj se?
i
más que de una tradición literaria y comparaba la frase de Proust tropical no podía dejar de afectar al África mater. Lo hizo y con
a la de Miles Davis con la trompetazs. En Francia, donde Coc- violencia, pero provocó -choque de rechazo- en los medios ur-
teau había descubierto ya el blues, se preparaba una alquimia en banos y occidentalizados una curiosidad y luego una pasión nue-
la obra de Boris Vian, trompetista y cronista de jazz; L'Ecume des va por el canto tradicional cuya práctica se mantenía aún en la
Jours no es menos vocal que las canciones ... selva. Desde la independencia, en varias de las grandes ciudades
Este arte completo permanece fundamentalmente unido a la de la zona ecuatorial, Lagos, Douala, Brazzaville y, sobre todo,
palabra (a pesar de los diversos contratiempos), al lenguaje explí- Kinshasa, grupos de cantautores se dedican a recrear, a partir de
cito formado en la garganta y en los labios. C o n s e ~ ael recuerdo géneros practicados en las aldeas, una música integrada a las mo-
intermitente de una de sus raíces: esos revivals de las iglesias ne- das contemporáneas. El compromiso político que en general im-
gras del Sur de los Estados Unidos, saturados de presencia musi- plican esas tentativas y la necesidad de difundir un mensaje explí-
cal africana hasta el punto de evocar el vudú; éxtasis colectivos en cito, confieren tal importancia a las palabras, que éstas vuelven a
los que por respeto al lugar santo sólo las manos atendían a la encontrar su autonomía con relación a la instrumentación. En
percusión; primeros spirituals que se elevaban al día siguiente de Camerún, estrellas locales, Jean Bikoko o Anne-Marie Nzié. es-
la guerra de Secesión, y el Cospel; luego, su equivalente profano, bozan una síntesis entre los estilos afro-americanos y las formas
el blues, en mi opinión, el género más completo de la poesía oral populares, como el assiko béti o el mokassa: ruptura necesaria en
contemporánea. Forma concisa y rigurosa como lo era el soneto la invención, incansablemente reiterada por adhesión al único
de antaño con el perfecto equilibrio de sus doce medidas, de modelo musical universal de hoy, que une los cinco continentes
tres en tres, con un ritmo en cuatro tiempos, una frase verbal por con un fondo de jazz y de danzas brasileñas, argentinas o
frase musical, pero siempre más corta que ésta, y las recurrencias cubanas.
obligadas, subrayadas por una rauda de guitarra ... En el blues La función de esos compositores en la sociedad neo-africana
clásico^^ la curva de la parte vocal permite oír aún la antigua difiere poco de la que desempeñan en otras partes los cantantes a
estructura del canto antifonario del Africa tradicional: la frase la búsqueda de las raíces aún vivas de una cierta humanidad,
continua de una Única voz ha reemplazado la alternancia de los entre el fárrago de un folclore: un Alan Stivell en Bretaña, una
solos y del coro; los instrumentos han sustituido a esta última, María del Mar en Cataluña. Dicha función se parece más aún a
pero desde entonces se subordinan a la función dominante, el aquella que asumieron en los años sesenta las grandes voces del
canto. Contrariamente a una opinión muy extendida, no se po- folk-rock americano. Bob Dylan o Phil Ochs, entre un folk-song
dría decir que el blues es un canto individual, frente al spiritual rural s o c i a l m e n t e implicado por sus temas y la sobriedad de su
colectivo. Por sus motivaciones profundas, el blues surge del des- lenguaje, pero técnicamente rudimentario- y un rock'n rol1 urba-
tino común de un pueblo desgraciado; por su finalidad implícita no surgido de los blues y ya completamente comercializado. Se
vuelve a ese pueblo. Esa es la causa de su <<tristeza., técnicamente trataba de salvar la palabra por el canto, gracias a una regenera-
producida por las ablues notes>,*, entre mayor y menor, equívo- ción musical 17.
cas, imposibles de interpretar al piano y quizá surgidas del etotío
intermedio. de las lenguas de Africa o ~ c i d e n t a l ~ ~ .

La difusión de esos tipos de poesía musical que irradian súbi-


tamente con tal energía de la región del Caribe y de la América

" Collier, pág. 86.


* ~ B l u e snotes..: Notas utilizadas en los blues csoecialmente
la 3.' v,la 7.'
~~~ ~

de la escala, que deliberadamente se tocan desafinadas, entre el intervalo


mayor y menor. [N. de lo T.]
l6 Jahn, 1961, págs. 252-262; Oster, págs. 260-261; Vassal, 1977, pbgi-
nas 42-44; Collier, págs. 40-48. " Vassal. 1977, págs. 260-261.

20 1
11. Presencia del cuerpo virtualidad muy cercana, muy erotizada; una nadería, una mano
tendida sería suficiente; impresión tanto más fuerte y contenida
cuanto que el oyente pertenezca a una cultura que prohiba el uso
La oralidad y el cuerpo.-El gesto y la cultura. Gesto y del tacto en las relaciones sociales. Sin embargo, otra vtactili-
poer1a.-De la mimica a la danza.-Eldecorado. Teatralidad. dad,,, interna, se despierta; siento que mi cuerpo se mueve, voy a
bailar ...
Algunas culturas han desarrollado más espectacularmente que
otras la práctica gestual y explotado mejor sus potencialidades
expresivas. De ahí el interés que despertó desde sus comienzos la
etnología. En 1881, G . M. Mallery publicó sus observaciones so-
bre el .lenguaje por gestos. de los habitantes de las grandes Ila-
nuras de la América india, obra que se seguía reeditando ¡noven-
ta años después! Los estudios de M. Mauss, <<Lastécnicas del
La oralidad no se reduce a la acción de la voz. Como expan- cuerpo,,, y de M. Jousse, Anthropologie du geste, aunque anticua-
sión del cuerpo, éste no la agota. La oralidad implica todo lo que, dos, están considerados como clásicos, y la bibliografia sobre el
en nosotros, se dirige al otro, ya sea un gesto mudo o una mira- tema cuenta ya con quinientos títulos aproximadamente. En 1909,
da. Al hablar en los capítulos 1 y X de ~~estructuración vocal*, un medievalista se internó a su vez por ese camino: K. von Amira
deseaba hacer hincapié en lo que la poesía oral tiene como más analizó en las miniaturas del Sachsenspiegel, recopilación de cos-
especifico. Pero quizá habría que preferir a esa expresión la de tumbres alemanas redactadas hacia 1400. los elementos de una
~estructuracióncorporal.. En efecto, gesto y mirada están aquí gestualidad jurídica. Sin embargo, después de ello no hubo ningún
igualmente implicados. En las páginas siguientes los subsumo estudio importante hasta los trabajos de J. Le Goff y de
juntos bajo los términos de gesto y gestualidad J. C. Schmitt, hacia el final de los años sesenta2.
Los movimientos del cuerpo están integrados así a una poéti- Por el contrario, diez años antes el problema se había plantea-
ca. Empíricamente se comprueba (tanto en la perspectiva de una do con urgencia a los africanistas. África, una vez más universo
tradición larga como en la de las modas sucesivas) la asombrosa del gesto tanto como de la voz, ofrecía un campo de observación
permanencia de la asociación que existe entre el gesto y el enun- privilegiado. La amplia y hermosa tesis de E. Gasarabwe, escrita
ciado: un modelo gestual forma parte de la -competencia,, del en 1973 y publicada cinco años después, presenta el gesto como
intérprete y se proyecta en la performance. La actio de la retórica un rito, situando y confirmando, en un espacio productor de sen-
romana no tenia otro objeto. Por eso existe en el oyente-espec- tido, un mundo vivido, pero que sin ello permanecería poco real.
tador una espera complementaria y, durante la acción, una trans- Sobre el terreno, J. Derive propone un sistema de traducción es-
ferencia progresiva del deseo que anima el gesto del ejecutante... crita de la performance que permitiera integrar los movimientos
hasta el trance colectivo, imponiendo, como el ofl-boat de los tonales y gestuales3.
cantantes de jazz, sus discontinuidades en el seno de un equili- La ejecución y la repartición de los gestos, en un medio cultu-
brio, sus sobresaltos en el transcurso del tiempo. Sin duda, esto no ral dado, no pueden ser totalmente aleatorios. ¿Están codifica-
es sino una manifestación extrema del dinamismo vital que, en das? ¿De qué manera? ¿Hasta qué punto? La gestualidad, ~impli-
toda ocasión, une la palabra que formamos a la mirada que lan- ca alguna homología con la lengua? Ciertamente, en el mejor de
zamos y a la imagen que ésta nos procura del cuerpo del otro y los casos un gesto puede analizarse en rasgos pertinentes, pero
de lo que le recubre'. En laperformance. el intérprete, al exhibir estos últimos se combinan directamente en unidades significantes
su cuerpo y su decorado. no incita únicamente a la visualidad. Se sin las articulaciones intermedias propias de los signos lingüísti-
ofrece a un contacto. Lo oigo, lo veo y virtualmente lo toco; Le Goff, pigs. 352-401; Schmltt, 1978a y b; Fédry, 1978a; Guiraud,
pbgs. 49-59, 72-91; n.Q 10 (1968) de Langage.
' Calame-Griaule, 1980 y 1982. ' Gasarabwe, págs. 69-166: Derive, págs. 62-63, 95-102, 188-241.
cos y que les aseguran una posibilidad de variaciones en número mente con el lenguaje. Por otra parte, recordaba la densidad se-
ilimitado. Asumiendo y superando la información etnográfica, la mántica de ciertos gestos cargados de símbolos culturales varia-
semiología americana de los años sesenta se apoderó de estos te- bles con el transcurso del tiempo y aptos, en cada performance,
mas. El extremado tecnicismo de la mayoría de sus trabajos y su para ser investidos otra vez de nuevos valoress.
investigación con frecuencia exclusiva de elementos numerales y Adopto aquí un punto de vista pragmático y distingo única-
sistemáticos reducen mucho su utilidad para el poeta. El análisis mente entre los gestos según la amplitud del espacio a partir del
del gesto en su relación con las modulaciones de la voz exigiría cual se despliegan:
unos métodos aún inexistentes. El material acumulado ha permi- - gestos del rostro (mirada y mimica);
tido, al menos, una primera síntesis de interés antropológico ge- - gestos de los miembros superiores, de la cabeza, del busto;
neral, publicada por B. y F. Bauml en 19754. - gestos del cuerpo entero.
Sin embargo, la relación entre el gesto y los otros elementos Juntos tienen sentido, a la manera de una escritura jeroglífica.
de la performance no deja de plantear problemas al nivel del sen- El gesto no transcribe nada, pero produce figurativamente los
tido. Aun cuando el ejecutante no abandone al azar ninguno de mensajes del cuerpo. La gestualidad se define así (como la enun-
sus gestos, alguno de entre ellos significan, otros simplemente ba- ciación) en terminos de distancia, de tensión, de establecimiento
cen un llamamiento a mi atención, a mi emoción, a mi benevolen- de modelos más que como sistema de signos. Está menos gober-
cia. Algunos constituyen la escenificación corporal; otros doblan nada por un código (si no de forma siempre incompleta y loca)
a la palabra. Y además: ningún gesto es puntual; el gesto siempre que,sometida a una norma.
posee un trazado que también es duración. ¿Hay un punto en el Esta procede a su vez de una estructuración del comporta-
trazado, un instante en la duración donde el sentido emerge, don- miento, unida a la existencia social: la <,conveniencian gestual
de alcanza su plenitud, donde se sustrae? Pasando desde lo con- constituye un arte del que ninguna cultura (jni anticultura!) está
vencional al mimo <(realistan,¿puede el gesto llamarse arbitrario desprovista. Ahora bien, cuanto más elaborado está un arte del
o motivado? cuerpo y más distante se desea de la práctica trivial, más se estre-
En 1976, en uno de los primeros ensayos que plantearia expre- cha la red de reglas que hace explícita una pedagogía adecuada:
samente el problema, G. Calame-Griaule distinguía dos tipos de P. Bouissac lo ha demostrado a propósito del circo6. Se mantiene
gestos opuestos: <.descriptivos~~(miméticos) y <<sociales*(conven- una continuidad de las coacciones de la urbanidad, hasta en la
cionales), que reagrupan cada uno de ellos varias especies. Prose- danza de ballet, a pesar de que existen varios niveles intermedios.
guia de este modo, reorientándolo según los datos de la etnolin- Todas las formas imaginables de performance poética se dispersan
güística, la somera clasificación de L. V. Thomas en gestos en los grados de esa escala. En las performances más estrecha-
-formularios» e ,<indicativos o expletivose (a los que se añadían mente formalizadas (como las del rakugo japonés)', la codifica-
los '<gestos de entonación,,). En 1977, Jason, en los Estados ción del gesto parece predominar sobre la del texto; por el contra-
Unidos, abría una perspectiva semejante. En cuanto a la compleja rio, en la performance menos sujeta a las circunstancias y más
relación de la gestualidad con el lenguaje, parece hoy que exige aproximativa con relación a la norma, ino implica todo canto, al
tres series de definiciones, según que, redundante, el gesto com- menos bucalmente, su propia danza articulatoria?
plete la palabra; que, precisándola, disipe una ambigüedad, o, en De cualquier forma que el grupo social la oriente o la limite,
fin, que, sustituyéndola, proporcione al espectador una informa- la función del gesto en la perfarfnance manifiesta el vínculo pri-
ción que revele lo no-dicho. H. Scheub, en un excelente estudio mario que une la poesía al cuerpo humano: lo que expresaba
de 1977 sobre los recitadores xhosas, adoptabaeste esquema, Jousse hablando del arte verbo-motor ... o el chino antiguo al de-
pero lo completaba con dos puntos esenciales. En efecto, demos- nominar la lírica de un término asociado a la idea de golpear el
traba la existencia de gestos con una función puramente ritmica, Calame-Griaule, 1976, págs. 919-926: Thomas. pág. 415; Jasan, 1977,
en correlación con la musicalidad de la performance y no directa- pág. 105; Cosnier: Scheub. 1977, págs. 355-359.
Bouissac.

l ' Sebeok, págs. 1-6; Mounin; Cosnier; aauml; Berthet, págs. 141-142. ' Zumthor. 1981a.
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sol aiiua ouis!w 01 A 'ezaqen e[ ap ñ ozeiqaiue lap 'ouew e[ ap ap se108 se1 anb uoia<p am .euebl epei!w el ñ sal!Aowu! ezaqe3
peiiaq!l e[ ~ o i a ele erap 019s sopez!ioine soisa8 sol ap e!wouo3a e[ ñ oisnq la 'sop!puaixa sozeiq sol uoa 'eu!aoa ap esaw eun aiue
epewaiixa e[ apuop 's?uoder 08nyD.I [a ua apaans oisa .odian> lap opeiuas ioiue3 un e ueiisanui uu8u!q~lflel aiqos eqehqeri anb
oiun.03 lap oiua!w!Aow opoi alq!sodw! iaaeq eied opeiuas ap saiue!pnisa .s ap eun ?uo!aiodoid aui anb seger8oioj se7 '[!A
u?p!sod el aiueinaa. le iauodw! u03 elsea .e~!ui!ui el e ou o sop -?wu! aiuawleioi i o p e ~ i e uap souea!ije so[dwab soun8le eqeip
-e!aose ezaqea el ap ñ saio!iadns soiqwa!w sol ap soisa8 sol e O A aui s!noH .m ,olsa8 un !u uaaeq ou 'sauinoa .r ap o!uoui!isai
-!snlaxa ioleA un 'a~uuwdoj~ad e[ ua 'uañnq!iie [enp!A!pu! ea!, la uq8as 'sñeior soi!ui ap saioiuea so7 '<.ola3 soisa8~~ soun e~!iea
-apd ns ua seis!iie soun 'sauo!a!peii seun4le 'seinilna se!JeA -!j!u8!s erauew ap iei8aiu! apand pep![enisa8 el 'opow ows!w lap
',,[!~?wu! a oa!iyualquia oiqsoi un ap eAala as aldwa!s osinas!p :opual!s le u?!aunJ eun aiaguoa 'opelegas aq eL ouioa 'ea!i?od
[a :sosiaA!p soldwara ap ewe8 ea!i eun aaaijo 'at~o,l]ap o!pawwo~ pepge3oA e[ 'saaah v 'e~!saidxau! ezuep eun8le o 'ozeiq lap o
el ñ saleAa!paw saleAemea sol aiseq e8a!i8 e!paá'ei] el apsap 'le] olisoi lap oisa8 [a anb syw a$uau!iiad o w o ~ i!i!wpe ou ñ oiua!w
-uap!aao u?p!pei~ e 7 'iopepod ns ap z o el ~ ein8ysap anb ewioj -euapeaua aisa aiuawapeuo!auaiu! iapuadsns apand ea!iaod a ~ u o w
ap epellei yisa ouealiawe aisaoiou lap qin!qemy sol ap el :epnw ;robad e? .ielna!iied epei!w eun ap L eyw!w eun ap owoa !se
ere3st.w el opeiuaAu! ueq suo8op so7 'eag!ldwe el o en8!iiowe 'ezaqea e[ ap ñ sozsrq sol ap u?!ae[n~!isa8 eun ap (eiaua8 ua eved
el aiuawe!iesaaau eie3syu el ñ ZOA el eioiq oi$soi lap 'ua!q -wo3e as oraiua odiana lap oiua!ui!~ow u n 'asela epoi ap soisa8
eioqv ,ampoid as o!iais!w la opuena oiisoi un ap laA!u e sa oiad senu!iuoa sa!ras ua euape3ua aiua!ilo3 leiod~oau?!saidxa e l
'soueiaqq soi!i soun8le ua uai!dai as anb seieasyw u03 sezuep se1
ua 'oldwa. iod :uei!dse anb [e oa!i!w osraA!un [a ua sarope~aadsa .asai8oid oielai [a anb ered ezuep el i!%rns aqap 'olehiaiu! ua
sol e ñ iopeiiod [e epeiiua ap aanporiu! eie3syw el ap U?!3eln8g oleAiaiu! ap 'aiuelnqwe eiaod lap o8ol?uow la u 3 .se!auaiJnaar
el saleuo!3!peii .sauo!aez![!A!a se1 ua 'aiuaweiia!3 ,[enisa8 pep!l sns u03 e~op~yseduioae 'leiodwa~pep!un el l? ua apund ,euiaod
-!q!sod epoi ap ylle syw oá'sei la elg anb 'eieasyw el iod o - lap euiawa ewioj el o!aedsa la ua eipuai7ua oisa8 13 .,oi!s?doid
!oseñed [ap se[ aiuaweA!iea la oi!g[dxa iaaeq 'osinas!p la iez![epow apuodsairoa al od~an3le
-g!u8!s syw ñ 'sryS!]unssol o@q o eduiel e[ ap san1 se[ ap syijap :so!a!pu! sale1 u03 iaaeq anb epeu aua!i ou oixai la lelo qsaod el
ioiuea lap o ioiae [ap el 'so~iosouaiiua 'oldwara iod :ois28 lap u 3 m u e p ñ z o aslaaeqai
~ ap ñ seA!seAa sesa lezeq3ai ap up!aei!d
pep!l!q!s!~ a[ ñ pni![dwe el eiua!aai3e anb 'eaanw el iod - -se ns !qe a a .[euo!a!puoa 'on8!qwe '[e!aied aidwa!s :oisa8 uq81e
:sesauew ap o~!iew!xoide aiuale~!nbala olxa) ns e JeiBaiu! uai!uiiad al anb
sop ap zase3sa visa ope!led ueq seinilna se[ ap e!~oñew e 7 .eA se!8aieiisa seun opear3 eq as eipasa e!saod el anb pepiaA s a
-311 ais? anb souek? so[ ap oa!lgqw!s ro[eA aiuau!wa [ap iesad e ,o[dos la 'erqeled
'oiisoi lap salq!sod soiua!w!i\ow so[ ap zaseasa e[ :op!iuas le ñ e3 el ap :ou8!s [e eiedas ezianj ns uoa anb 01 ñ yio8ale el eu!w
-!isyld el e jnba auodo u?!a3!perluo3 e u n .<qoJa3,~ oi3aja un 'leiod -!la 'e~!ieiaidiaiu! e!aue,s!p el ezeqaai 'opoi un aialnbai (oiieai
-103 0!3edsa [ap o i s a ~[a ua 'ieao~oidaia!nb aiueinaara [a opuena lap e!puaiua 01 pneiiv owoa eiauew el e) anb 'le10 el e ea![de
'aiuauileuopdaaxa 'a~uow.~o/lad el ua eiiuanaua as (oisa8 olio as ehpeied eisa 'ei!lJsa eisaod el e anb sym .Ienp!A!pu! 01 -les
ia!nblena ap ug!snlaxa uoa) epei!w el 019s o m!w!ui el olgs -aidxan eied (sepe[[ni8oiad seslej se1 sepoi ap ñ se!aua!iede se1
.,,ol8ans ns ap epuasaid ua aiie ns aaia. opuena ap iesad e) saiie sesa ap pep!aedeau! epunjoid e[ !qe a a .,e!saod
soisa8 iaaeq iopeireu [e aqlqoid s8aieni sol aiiua anb le o a o l ~ u e 'ea!squi 'ezuep :ope!3os!p eq o!piei oa!lgis!q olloiiesap un a)
'le!aos o Ienxas 'qqei un era!u!aaiu! anb souaw e '-.pep![!Aowu! -uauielos anb ñ odian3 la sa oiuawnilsu! oñna salle se1 ap oa!%yy
ns ueqeA!ioui eD!i?!a!u! ezuevasua ap u?!s!peii eun ap soisai sol ua8!io la eqea!pu!h!ai ea107 'ea!iayid e!doid ns ie3!j!isn[ e op
yz!nb 'osJnas!p la ua sopesedaiue sol ap e!suasaid el 'pep!lei~es -eu!isap 'eznlepue e!saod el aiqos oñesua un u 3 .a!d la uoa olans
lame-Griaule llama .el cuadrado del narrador.,, espacio cuyas di- i trasplantan el arroz..., y no es una casualidad que la primera difu-
mensiones extremas van desde la cintura hasta el occipucio y des- sión del jazz en los Estados Unidos haya coincidido con el .<boom
de una mano a la otra de los brazos semiabiertosi2. Y del mismo de la danza*, que hacia 1910 hizo que los ritmos de ragtime y de
modo también, más allá del lenguaje, las danzas en posición sen- los movimientos de balanceo y de marcha deslizante sustituyeran
tada de Bali. Si el ejecutante sostiene un instrumento de música, a las figuras más jadeantes de las polcas y de los valsesi5. Es de
como lo hacen los cantores de mvet en Camerún, esta coacción entonces cuando data la institución de los dancings, característica
suplementaria le impide el movimiento de las manos. I de nuestra cultura.
l Cuando la performance requiere la figuración del cuerpo ente-
ro, ésta puede realizarse de dos maneras, no necesariamente uni-
Bien es verdad que muchas danzas mudas no conciernen
como tales a la poesia. Sin embargo, la ausencia de palabra toma,
!
das: estáticamente, como postura, o dinámicamente, como -dan- a veces, valor de indicio y suscita un sentido complementario del
za,,; modulando un discurso (esto sería el mimo) o danza pro- que engendra el movimiento corporal. Por ejemplo, las danzas
piamente dicha. africanas con máscaras, cuyo silencio se interpreta ritualmente
Normalmente, en todas las culturas, es la forma del mimo la como algo más allá del lenguaje. Y quizá también las danzas cu-
que reviste la performance poética. Totalmente presente, el cuerpo yos movimientos se encadenan en narración fácilmente <4egible.
interpreta el discurso. La amplitud de los movimientos practica- para los espectadores, como nuestra pantomima, el cham tibetano
!
dos y el ,grado de dramatización pueden diferir mucho: no impor- estrechamente unido al ritual del lamaísmo o las procesiones bai-
ta. En Africa, donde los cuentos se miman, algunos (entre los ladas del cristianismo medievali6. La pura arabesca corporal mo-
! ewés o los yonibas) apenas se distinguen de lo que para nosotros viente de lo que se llamó con desdén d a danza del vientre. espa-
seria teatro. En los funerales del pueblo bobo, en el Alto Volta, cializa el sonido de la flauta, del tambor, de toda la orquesta: el
bailes, cantos y discursos imitan unas secuencias de acontecimien- cuerpo entero, de la bailarina, musicalizado, se convierte en canto
! tos de la vida del difunto, sus gestos, su timbre de voz, su forma
de andar. Los Últimos recitadores de epopeya que se encuentran
en su materialidad misma.
La línea divisoria que, en esos espectáculos, separa el ballet
aún en Japón miman como actores su relato. Jelly Rol1 Morton, occidental o el ma japonés de Hideyuki Yano, es muy incierta. To-
ilustre jazzman de los años veinte, se jactaba de haber inventado das las culturas humanas parecen colaborar en algún amplio teatro
los stromps, fragmentos de provocación rítmica destinados a des- del cuerpo, demanifestaciones infinitamente variadas y de técnicas
encadenar la gesticulación de los oyentes". tan diversificadas como nuestros gestos cotidianos y sobre la esce-
Del mima a la danza la oposición es del mismo orden, gradual na del cual la poesia oral aparece súbitamente como una de las ac-
e incierto, que de la prosa al verso, o de lo dicho a lo cantado. ciones que allí se interpretan ... Por eso, en la performance, y a me-
Únicamente los términos extremos de la serie caen bajo una defi- nos que una regla estricta lo coaccione, el ejecutante pasa de la
nición algo segura. Calificaré de mimos las semidanzas que cons- mímica inmóvil a la danza, de ésta a los efectos de la mirada, y
tituyen -al ser rítmicas por el gesto del artista o los impulsos de extrae de esos contrastes una armonía tanto más intensa cuanto
un dolor estilizado- la mayoría de los cantos de trabajo o de los que se la percibe en el seno de una perfecta unidad. A veces, mien-
lamentos como aquellos que presencié en África central. Por el tras todo el cuerpo se mueve y participa, uno de sus gestos está
contrario, serán danza los movimientos colectivos que acompa- más cargado de significado que los otros: esto sucede~enunas
ñan simbólicamente a los cantos guerreros de África ~ r i e n t a l ' ~ . danzas indias cuyo mensaje esencial procede del movimiento de
En efecto, la danza invierte la relación de ,la poesia con el las manos y el resto del cuerpo sólo forma el contexto".
cuerpo. Cuando se acompaña de canto, éste prolonga, subraya un
movimiento, lo aclara; el discurso glosa el gesto, como el canto La danza, placer puro, moción corporal sin otro pretexto que
que ejecuta, bailando, un bardo de Nepal entre los obreros que sí misma y también, por ello mismo, conciencia. Desde la danza
" Zumthor, 1981a. págs. 28-29: Calame-Griaule, 1980. Gaborieau, pág. 236; Collier, págs. 86-87.
" Collier, pág. 106. CalameCriaule, 1965, págs. 523-526; Stein. 1978, págs. 245-246.
'qinnegan, 1976, págs. 153, 208-211, 238. " Ikegami, págs. 389-390.
solitaria a la danza en parejas y a la danza colectiva, crece la un poder. Por ejemplo, en la tradición de los poetas ambulantes
cálida percepción de una posible unanimidad. Se renueva un con- de Mali, únicos poseedores de la palabra pública y especialistas
trato firmado por el cuerpo, sellado con la efigie de su forma de ciertas danzas, la práctica de estas últimas de forma no profe-
liberada por un instante. sional está permitida a las mujeres (excepción significativa), pero
La danza desarrolla en su plenitud unas cualidades comunes a no a los hombres del poblado, y aun así el estilo se modifica:
todos los gestos humanos. Hace aparecer lo que se oculta en otra donde el cantautor de un espectáculo, la mujer lleva a cabo una
parte; revela lo reprimido; hace que, el erotismo latente se mani- acción embleniática, porque su poder es distinto, como lo es su
fieste. Las danzas tradicionales de Africa, impudentes, dan testi- cuerpo. En el Ozidi nigeriano, la palabra épica misma vuelve al
monio de ello, aun incrustadas en el movimiento de la palabra silencio por momentos y deja a la danza sola la figuración estili-
primera, recuerdo de una libido cosmogónica, anterior a los de- zada de las acciones colectivas, combates, navegación, evocación
seos de la que está preñada. Fue en la época en que en Occidente de los espíritus; el recitador de la epopeya Mwindo se interrumpe
triunfaba el modelo de la escritura, cuando Europa, por interme- para bailar las canciones que incluye en su relatoz0.
dio de sus esclavos, conoció con espanto ese arte. Colinda de Este es el segundo plano antropológico de las .canciones bai-
Guinea; yucca; más tarde la rumba. que procede de ella (y cuyo ladasn o -canciones de danza* que poseen todas las culturas co-
nombre podría haber significado ombligo^^ en lengua kongo): un nocidas, fenómeno sin duda primero de toda poesia. El prigen
bailarín improvisa una canción cuyo estribillo repiten los especta- ritual de muchas de esas canciones es aún sensible en Africa,
dores, llevando el ritmo con palmadas, hombres y mujeres juntos, como lo era antaño en el hula de Hawai, donde poesia, música y
orgía potencial que justifica las condenas de los que bautizan y la coreografia constituían una liturgia bajo el patrocinio de la diosa
represión de los amos. Las danzas incas que evocaban los mismos Laka2'; como l o era entre los campesinos europeos hasta hace
misterios genesíacos habían sufrido ya esa suerte, aunque han so- dos o tres siglos, alrededor de los -árboles de mago. o de las
brevivido clandestinamente hasta nuestros díasls. hogueras de San Juan.
Tiempo de pura diferencia entre las sucesivas tensiones, irre- En las canciones de grupos -ya sea formando figuras, como
versible, más allá de las representaciones figuradas, goce más que los square dances que siguen estando vivas en América del Norte,
placer; la danza precedió al canto mismo. Según C. M. Bowra, ya sea en corro o en cadena, como la farándula provenzal- gesto
surgió del riio por el que el cuerpo del hombre impone su orden y voz, regulados uno por la otra, cimentan la unidad de la inter-
al universo. La antigua sabidurla china le confiaba la función de pretación, reveladora de un propósito común; pero si las circuns-
conservar el mundo en su curso exacto y de forzar a la naturaleza tancias la dramatizan es la comunidad de un destino lo que se
a la benevolencia. Dominando el espacio, la danza, el gesto, no sella. El efecto cohesivo del ritmo puede aumentarse por la utili-
dejan por ello de venir del interiorI9. Progresar en la duración de zación de castañuelas, palmas u otros procedimientos de escan-
la performaiice, como la voz: son símbolo de la vida como ella, sión fuerte. Generalmente, un solista o un coro ejecuta la parte
pero al contrario que ella, se les puede detener bajo la mirada, cantada, con acompañamiento o sin él, y los bailarines la repiten
fijarlos, pintarlos, esculpirlos. Por eso son afirmación más que como un eco o responden con una cantinela. Probablemente esto
conocimiento y menos muestra que prueba. sucedía en la mayoría de los bailes medievales, de los que parece
En varias culturas arcaicas, una poesia bailada acompaña la provenir la técnica moderna de las canciones con estribillo; más
producción y la manipulación del fuego: el frotamiento, el impul- cerca de nosotros. el branle del siglo xviil, que en 1792 prestó,
so de la llama, la forja, espejo simbólico donde parece reflejarse quizá, su ritmo a la Carmagnola..., a menos que ésta fuera forma-
la primordial toma de conciencia de afinidades irreductibles. El da basándose en un aire de danza marsellesa muy extendida por
canto, bajo esa luz, no es más que el aspecto verbalizado de la los federados; o el kan ha diskon bretón, que triunfó de nuevo
danza y ésta exige una aptitud particular, unida a la posesión de gracias a las hermanas Goadec a lo largo de los años cincuenta.

Jahn. 1961. pigs. 83-84. 90; Collier. pág. 68; Valderama, pág. 310. 'O Durand, págs. 385-388; Carnara, págs. 108-115; Okpewho, págs. 53-s4.
Bowra. 1962. pág. 241; Huizinga. pág. 14; Ong, 1967, págs. 157-158. " Finnegan, 1978, pág. 256.

210 21 1
Inversamente, en África hoy en día aún, tiempo atrás en la Amé- ciones de danza y las otras formas de poesía oral. Desde el si-
rica india, y aquí y allí en los folclores europeos, un bailarín solis- glo xv, en la tradición francesa se compusieron coplas para bailar
ta baila en el centro del corro formado por los espectadores- sobre la trama melódica de canciones de moda o inversamente: el
cantores, a los que le une, de este modo, la unanimidad de su .ballet de corte. del siglo xvii regulariza esta práctica. En el si-
doble función2'. La .danza de los cestos., a la que asistí entre los glo xvrri. canciones parodiadas, arietas del teatro de la Feria,
indios pinas de Arizona, celebra la primavera y evoca la fecundi- canciones del Caveau* emplean timbres sacados deóperas-ballets.
dad de la tierra con movimientos de un coro mudo de mujeres, En el siglo xrx la mayoría de las danzas se acompañan con can-
mientras que unos cantores inmóviles comentan ese misterio. ciones o sirven de -timbres. a otras composiciones. El disco y la
Las danzas por parejas, tal como las practicamos aún, pare- radio han reforzado este doble movimiento y desde los años vein-
cen propias de la sociedad moderna. Más evidentemente (pero te sería imposible hacer una historia de la canción independiente-
superficialmente) llenas de connotaciones eróticas que lo están mente de la de la danza. Ha ocurrido que una canción de éxito se
nuestras danzas en grupo, emblematizan, de uno de los miembros bailaba aunque no había sido escrita con esa intención (por ejem-
de la pareja a otro, el juego de su deseo sin integrarlo de forma plo, El desertor, de Boris Vian): entonces el texto, sin experimen-
explícita a los ciclos colectivos. Su edad de oro coincidió, a lo tar ninguna modificación formal, cambia de función pero no de
largo de los siglos xvir, xvrrr y xix, con la de la burguesía triun- naturaleza. Se podría sostener, sin paradoja, que en ese caso la
fante. ¡Por eso, sin duda, la profesión de maestro de danza des- canción para bailar no existe ya entre nosotros como género".
apareció de nuestras costumbres! Desde los años ya lejanos del i En efecto, lo que el mundo contemporáneo, en el hundimien-
charlestón y mucho más desde la segunda guerra mundial, la dan- to de los valores de tradición, parece volver a encontrar de mane-
za para nosotros, ya siempre al ritmo del canto de un solista, se ra salvaje y apasionada, es la función totalizante de la danza: y
ha vuelto una fiesta colectiva, disociando las parejas en indivi- i esto excluye las distinciones genéricas. Entre los indios chiripas,
duos desalienados, pero al mismo tiempo sumergiéndolos en un al que dirigía el baile se le llamaba con un nombre que significaba
desencadenamiento unánime; regreso a lo que fue el tango antes <.maestro del canto. y simbólicamente eso se entendía como el
de que Europa lo imitara: un psicodrama de los proletarios de
Buenos Aires.
El texto de las canciones para bailar, determinado por su fun-
ción, se parece al gesto que verbaliza. Breve, entrecortado, redu-
l portador del mensaje sagrado2'. Ahora bien, esta circularidad
-lingüística, estética, mental- común a la mayoría de las cultu-
ras de oralidad pura, jno es lo que busca patéticamente recompo-
ner, volver a cerrar, en sus festivales o sus discotecas, en la me-
cido a un llamamiento, a la exclamación alusiva, a la sentencia; o diocridid trepidante de muchos de sus discos, más allá de la
más largo, con amplias repeticiones de las estrofas, prestándose a dispersión de los cuerpos y del lenguaje, un pueblo joven exiliado
las modulaciones emotivas y a las evocaciones míticas. Por el de nuestros siglos de escritura?
contrario, la necesaria recurrencia regular de unidades rítmicas i
-gestuales, vocales, instrumentales y, por consecuencia, texiua- El cuerpo lleva el vestido, el adorno: indisociable de ellos aun-
les- hace casi imposible la composición de canciones de danza que pueda diferir la relación que les une. En efecto, el aparato
explícitamente narrativas. Se pueden citar algunos ejemplos aisla- parece estar o no codificado; amplificado o no por unos acceso-
dos: en las islas Feroe se bailaba al canto de baladas heroicas; en rios, calificados con rigor, el kimono. el pañuelo, el abanico del
la España de los siglos xvi y xvir, con relatos del Romancero: narrador del rakrrgo; el cinturón, el puñal, el pañuelo y sus nudos
Menéndez Pidal describe un baile de ese género al que asistió en del narrador gaucho. Subsiste un margen de variación: color del
agosto de 1930': kimono, forma de los nudos ... en cuanto al accesorio no es otra
Desde el momento en que empiezan a desarticularse los ritua- cosa a veces que uno de losinstrumentos musicales o vocales de
les antiguos se establece una circulación incesante entre las can- la performunce al que de este modo se le confiere un valor emi-
* Cabaré literario. [N. de lo T.]
Burke, pags. 114-1 15: Brécy, pbg. 16: Vassal, 1980, págs. 59-60 " Vernillat-Charpentreau, págs. 75-77.
" Menéndez Pidal, 1968. 11, págs. 374-378. " Clastres. pág. 62; Herkovits, pág. 276.
212
nente, tanto deictico como simbólico: la guitarra o el micro, ca- en provecho de una función ficticia, paradójica o negadora: el
racterísticos en la utilización que hacen de ellos muchos de nues- vestido se convierte en disfraz, completado ocasionalmente por la
tros cantantesz6. máscara. Sin embargo -teniendo en cuenta algunos rituales ar-
La indumentaria del ejecutante asume diversos valores. Neu- caicos o de costumbres, que sobreviven aqui y allá, y las cancion-
tra, desprovista de señal excéntrica, confunde al narrador o al cillas satiricas durante los desfiles de Carnaval-, el hecho es ex-
cantante con la multitud de sus oyentes, de la que solamente le cepcional en la práctica de la poesia oral. Laperformance parece
distingue su papel de portavoz, quizá puesto en relieve por esa rechazar ese escamoteo de la personalidad de la que emana
aparente trivialidad: como ese cantante rumano de baladas, en un la voz.
pueblo de los Cárpatos, que entre los bebedores con gorra y cha-
leco de lana parecia uno de ellos; o aquel viejo narrador de la Más allá del cuerpo, el vdecorado~~; todo lo que cae bajo la
América india del norte de Quebec, en vaqueros y jersey, sentado mirada, a veces regulado por la misma razón y con tanto rigor
a la entrada de su pequeña casa prefabricada, o esa o aquella de como el atuendo. Alcanzamos aqui, en el encadenamiento de las
nuestras cantantes de cabaré. formas, los confines donde la poesia oral se convierte en teatro,
En otras circunstancias, la indumentaria contribuye, por su totalización del espacio de un acto. Resultado de un propósito
disposición general o por algún detalle notable, al ornato del integrado en la poesia oral desde su canción primaria, el teatro
hombre mismo, presentado así como fuera de lo común, asociado permanece presente en cada performance, virtualidad totalmente
a los estereotipos de belleza o de fuerza que se estilan en el grupo dispuesta a realizarse.
social donde se exhibe. Cimera de pelo de fiera o de caurí, traje Gesto, atuendo, decorado junto con la voz se proyectan en un
de pieles cosidas en dibujos geométricos, túnicas multicolores de lugar de la performance. Pero los elementos que los constituyen
los poetas ambulantes guineanos, abigarrada bisutería de sus mu- uno a uno, movimientos corporales, formas, colores, tonalidades
jeres acompañantes, que llevan los párpados pintados de gris con y las palabras del lenguaje componen juntos un código simbólico
antimonio y los labios enrojecidos por la cola ... o nuestros ata- del <.espacio.. Lugar, espacio: según las palabras de M. de Cer-
víos plateados de los cantantes de rock, los chaquetones de mari- teau, como la lengua por oposición a la palabra; el sistema, a la
no de los Dexys Midnight Runners. Seydou Camara, el cantor movilidad; el orden, a la velocidad; la apropiación de lo que se
épico grabado por Bird, llevaba el mismo traje, cubierto de amu- yuxtapone y coexiste al desarrollo de programasz8. En la Europa
letos, del héroe de su poema; Rureke. cantor del Mwindo, sostiene de los siglos xvrr y xviii, cantores y actores de feria, bajo la
en la mano derecha el cetro del suyo; el cantor de la Ozidi, su denominación internacional de salrimbanchi, mounrebanks, biil-
espada ...z7. Las tradiciones rituales interfieren o quizá el ornato kensiinger, engendraban asi, por sus acrobacias, el espacio donde
se ritualiza: el umbral se atraviesa fácilmente. Más allá no es ya el desplegar su voz ..., como Peter Townsend, el rocker de My Gene-
hombre, sino la función que provisionalmente encarna; simbolos ration. himno de los años sesenta, cuando entraba en escena con
I traje de gasolinero, con un vaso en la mano, una toalla de boxea-
sagrados o profanos, emblemas por los que se perpetúan las expe-
riencias vividas o soñadas de una colectividad, oropeles multico dor al cuello y rompiendo micros y amplificadores al ruido de los
lores y tocados del teatro pekinés tradicional, túnicas de cuero de petardos. La recurrencia o la síncopa de las unidades gestuales
Vince Tayíor o canotier de Maurice Chevalier. Las experiencias concurren con las de los acentos vocales y de las formas lingüisti-
de J. Cosnier prueban la importancia de la función desempeñada cas; en la armonia o la disonancia intencional, confirman su
por los elementos visuales en la impresión que hace, en el oyente, !
cohesión, encierran en ese espacio la duración fuera del tiempo del
la palabra que se le dirige, si no en la interpretación misma que él discurso. La forma <apuran de la obra poética oral es lo que, de la
hace de ellos. La performance explota ese rasgo natural. dimensión dada a su espacio por el gesto, subsiste en la memoria
O bien, el rito se invierte, borrando la presencia del hombre después de que las palabras se han callado. Tal es la experiencia
estética que constituye la performance.
" Zurnthor, 1981a. págs. 29-30: Anida, pbgs. 163-167.
'' Camara. pág. 112: Ma. págs. 93-94: Okpewho. pág. 43
1
" Certeau, pág. 208: Scheub. 1977, pág. 345.

215
En efecto, ese espacio no se identifica solamente con la exten- IV. Cometidos y funciones
sión de la percepción. Espacio, en parte cualitativo, es soporte de
símbolos, zona operatoria de la ,,función fantástica* designada
por Gilbert Durand. En el espacio de los geórnetras se inscriben
las acciones que componen nuestros destinos; en el espacio de la
performance se engendra por ella misma una acción que embruja
al destinozg.De ahí el eufemismo del gesto, cualquiera que sea su
aspecto visual. Por eso la idea -aunque sea velada- de que el
gesto podría ser solamente un adorno de la poesía oral, bastaría
para torcer y esterilizar toda interpretación. Lo que recrea el ges-
to de manera desiderable es un espacio-tiempo sagrado. La voz
personalizada vuelve a sacralizar el itinerario profanado de la
existencia.

Sartre, pág. 165; Durand, phgs. 472-480; Ong. 1967, págs. 163-167:
Durand. 1981.
12. El intérprete

Poero e inrérprere. El aouior... El ononimo10.-Siruoció so-


cio/.-Los con lores ciegos -Modnlidodes de la inferpreración.

En los capítulos anteriores he usado la palabra poeta para


designar a aquel o aquella que, al ejecutar laperformance. está en
el origen del poema oral, percibido como tal. Eso era una simpli-
ficación provisional. Poeta subsume varios cometidos, según SE
trate de componer el texto o de decirlo; y en los casos más com-
plejos (y los más numerosos) de componerlo, de componer su
música, de contarlo o de acompañarlo instrumentalmente.
ESOScometidos pueden ser desempeñados por la misma per-
sona o por varias, individualmente o en grupo. La diversidad de
las combinaciones posibles es una de las causas principales de la
extrema y aparente variedad de la poesía oral, que engendró mu-
chos errores entre los historiadores de la literatura: nuestra men-
talidad, formada por la práctica de la escritura, nos incita a unir
las ideas de texto y de autor; simultáneamente, nuestra sensibili-
dad, torcida por las experiencias de los cien últimos años, nos
lleva a identificar (ya lo he señalado en el capítulo 1) poesía oral y
folcore, es decir, anonimato y tradición impersonal.
Ninguno de estos prejuicios da cuenta de los hechos, ni entre
nosotros ni en otra parte. La repartición de los cometidos en la
producción de la obra oral no depende más que en menor grado
de las condiciones culturales. Africa ofrece tantos ejemplos de
ejecutantes no compositores como a la inversa y la composición
del texto no lleva siempre aparejada la de una melodía. Pero in-
cluso las variantes que se aportan a la performance ¿hacen del
ejecutante un autor? Volveré sobre esta cuestión en el capitu-
lo XIV. Entre nosotros, un Boris Vian ejecuta unas obras cuyo
texto y música ha compuesto él mismo, o únicamente el texto. o
sólo la música, o ni lo uno ni lo otro. Un Brassens, un Brel, can-
taban. en general, sus propios poemas. pero también escribieron
textos y músicas que otros cantaron. La mayoría de los rockers menos que en las de las antiguas civilizaciones orales, se asocia
son a la vez autores del texto, compositores y músicos-cantantes; espontáneamente una canción al nombre del que la ejecuta en
pero esta unidad se disocia cuando la música cruza el océano y un tales circunstancias; un himno tradicional, a la calidad social o
autor de letras de canciones transpone el canto original america- vocal de tal cantante. Remitirse al autor es erudición de letrado.
no'. De cien canciones escogidas de forma aleatoria de la produc- De ahí, sin duda, surge la idea de que la poesía oral, salvo
ción de finales de los años sesenta y cantadas por artistas no excepciones, es anónima. El término induce a error si no se preci-
compositores, he contado cuarenta y cuatro cuyo texto y música sa a cuál de los cometidos poéticos remite. L. Lacourciere asegu-
son del mismo autor; cincuenta y seis, de autores diferentes. raba, a propósito de los cuentos y canciones de Quebec, que el
Y aun así no se podría juzgar con el mismo rasero una cola- *autor* no es un cometido de la literatura oral: la .cobran nos
boración más o menos episódica y la que une, para una parte llega gracias a una cadena de intermediarios de los que, en el
importante de su obra común, a un escritor y a un músico, como mejor de los casos, conocemos sólo a los últimos'. Este rígido
antaño Prévert y J. Kosma. ¿Convendría tener en cuenta la des- juicio refleja una opinión muy extendida entre los etnólogos y
proporción cualitativa que a veces existe entre los cometidos: me- proviene de que su modelo de referencia sigue siendo (consciente-
diocre autor de las letras de un músico de talento, o ambos sim- mente o no) la literatura escrita.
ntor de moda? De ahí una jerarquización Invocar el anonimato de un texto o de una melodía no es
1 modo de recepción de la obra. En fin, comprobar la simple ausencia de uh nombre, sino una ignorancia
¿seria justo clasificar aparte las canciones que resultan al poner insuperable al respecto. Por eso la performance como tal no es
música a poemas escritos con otra intención, a veces desde hace nunca anónima. En efecto, la ignorancia tiene dos causas: o bien
mucho tiempo y por escritores unánimemente reconocidos como la densidad y la opacidad de una duración, o bien la dispersión
tales. por ejemplo, los versos de Aragón con música de Léo Ferré? numeral cuando sucede que varias personas han elaborado suce-
Dudas tanto más fuertes cuanto que en nuestra práctica, rara vez sivamente los elementos de la obra. Pero no hay anonimato abso-
una canción pertenece al repertorio exclusivo de un cantante; por luto. Ciertamente, en general, al auditorio le importa poco el
lo tanto, uno de los cometidos es, de hecho, móvil. Pero esta <<autor. de lo que oye3. Esta indiferencia no implica que niegue
observación se aplicaria igualmente, guardando las proporciones, su existencia, aunque fuera mitica. En las sociedades, incluso las
a la poesía oral de las sociedades tradicionales. más tradicionales, el ejecutante sabe bien que la pregunta llegará
En lo esencial, la performance <<libre..no difiere de aquéllas: tarde o temprano. ¿Dónde has aprendido eso? La pregunta siem-
un individuo sin calificación especial, canta o recita -para sí pre tendrá sentido. La exactitud de la respuesta importa poco.
mismo o para otros- un poema preexistente o bien que él mismo X. Ravier, en su investigación en el año 1959 sobre las baladas
ha compuesto, ya sea adornando otro texto, otra melodía, ya sea gasconas, obtuvo unas informaciones a veces contradictorias so-
produciendo una obra original. E1 puro placer de contar o de bre la identidad de autores, sin embargo recientes, y que revela-
decir le motiva; o bien se ha producido en el grupo un aconteci- ban quizá tanto como un olvido. un carnuflaje. El cantor Velemh,
miento que provoca alegría, ironía o cólera. nativo de las Fidji, grabado por B. Quain en los años treinta,
En toda práctica de la poesía oral el cometido del ejecutante anunciaba cuál de sus antepasados se expresaba por su boca, y
cuenta más que el de o de los compositores. Eso no quiere decir cómo le había comunicado en sueños su poema. Un cantor afri-
que lo eclipse totalmente; pero, manifiesto en la performance, cano recita la genealogía de aquellos de los que aprendió su can-
contribuye más a determinar las reacciones auditivas, corporales to, o bien se nombra de entrada y da el nombre del maestro que
y afectivas del auditorio, la naturaleza y la intensidad de su pla- lo instniyó en su arte y a veces el precio que pagó por ello. Nasir
cer. La acción del compositor, preliminar a la performance, con- Udin, que reivindica su dignidad de autor, se nombra, al final de
cierne a una obra aún virtual. En nuestra práctica ordinaria, no su canto, en calidad de portavoz de la comunidad. Al menos,

' Finnegan, 1976, págs. 105-106.266; Hoffmann-Leduc, págs. 41-42: Vas- Lacourciere, pág. 224.
sal, 1975, pág. 172. ' Finnegan, 1977, págs. 187-188, 201-202: Bowra, 1978, págs. 404-407.

220
cuando el autor enuncia así su nombre, la frase por la que lo hace ductos poéticos; tal canto pertenece a un pueblo, una cofradía,
está integrada con frecuencia al poema y por lo tanto interioriza- ... una familia o un individuo; y el beneficiario de ese derecho, según
da, referida al propósito propio de la performance. Análogamen- las etnias, será el compositor del poema, e! recitador o aquel al
te, los folhetisras brasileños, muy próximos aún a su oralidad ori- que se dedica. Es así en varias regiones de Africa y de Polinesia y
ginal, firman por acróstico sus libretos, lo que de ninguna manera lo mismo entre los inuit. El poema es un bien: se le conserva, se le
impide el plagio, puesto que basta con modificarel acró~tico!~. preserva, se lega y en ciertos casos se cambia7. Lo que nos distin-
El contexto cultural general no desempeña en esto más que gue es la comercialización de ese bien, la consagración financiera
una función accesoria. El anonimato no es en sí más <<primiti- de su explotación: el derecho de autor. Pero éste está unido al
vo>>,como la propiedad literaria no es una señal de civilización empleo de la escritura, de manera que el libretista y el composi-
"avanzada*. En los años veinte, el inuit Orpingalik reivindicaba tor, que al oyente le importan muy poco, perciben un tercio de lo
con orgullo ante Rasmussen la propiedad de sus cantos. Lo que recaudado en la performance: procedimiento que excluye, al mis-
se discute son las ideas que circulan entre nosotros sobre la indi- mo tiempo, al público, que de este modo ve cómo le arrebatan
vidualidad y la autonomía de la producción poética, así como la toda sensación de participar en la producción de la obra.
noción misma del autor. A este respecto, oponer la oralidad a
la escritura no explica nada. Es a partir de una reflexión sobre lo En la continuación de este capítulo consideraré los únicos co-
escrito cuando la critica contemporánea ha terminado por diluir al metidos que se comprometen realmente en la peflormonce y que
autor en su texto y a negarle el derecho a erigirse en instancia designo juntos con el término de intérprete. El intérprete es el
exterior y creadora, poseedora exclusiva del sentido. Desde el si- individuo al que se percibe en la performance, por el oído y la
glo x l i y a medida que se iba haciendo laica, la cultura occidental vista, la voz y el gesto. También puede ser el compositor de todo
transfería a los poseedores de la escritura la antigua concepción o de parte de lo que dice o canta. Si no lo es, preguntaremos la
teológica del Locutor divino5. De este modo y poco a poco iba relación que le une al o a los compositores anteriores. Sucede que
tomando consistencia lo que un día se llamaría '<literatura.. Des- el público adopta hacia el intérprete el mismo comportamiento
de ese momento, el lenguaje no servía ya para la simple exposi- que hacia un autor: el recuerdo y el título de una determinada
ción de un misterio del mundo, no era ya el instrumento de un canción se une al nombre de uno de los cantantes que la han
discurso, en sí mismo fuera de duda: de ahí en adelante, el len- propagado hasta el punto de parecer como su cosa. Por ejemplo,
guaje s e hace; los discursos, dispersos, no reciben su autoridad Lily Marlene para Marlene Dietrich, en detrimento de Lale
más que del individuo que los pronuncia ... Andersen.
Hoy en día esta ideología se disgrega, y mañana quizá única- Ninguna regla universal rige el modo de inserción del intér-
mente la industria de la edición mantendrá su recuerdo y la fic- prete en la sociedad a la que pertenece. El inventario que hace
ción. Muchas otras culturas no dieron jamás ese rodeo: que estén R. Finnegan muestra que, de hecho, se realizan todas las posibili-
condenadas a muerte no cambia en nada ese hecho. Por eso Eno dades concebibles. Existen sociedades en las que todos sus miem-
Belinga propone sustituir, tratándose de las culturas africanas bros dominan de igual modo el tesoro tradicional y otras donde
tradicionales, la idea de autor por la de <<segundainten~ión.,~. su uso está reservado a un pequeño número de profesionales8.
Sin embargo, para nosotros, autoridad implica posesión, jurí- En ciertos pueblos africanos, las mujeres componen y cantan
dicamente consagrada. Ahora bien, la propiedad poética no es en las canciones de cuna, los himnos nupciales y laslamentaciones
sí una idea nueva ni particular de nuestras costumbres. La mayo- fúnebres; todos los hombres conocen los cantos de trabajo o de
ría de las sociedades, incluso las más arcaicas;reconocen y san- iniciación; los niños, las canciones infantiles en las que se señala a
cionan un derecho exclusivo de uso o de posesión de ciertos pro- quien le toca hacer algo; pero esta división de las tareas poéticas
no implica ni exclusiva ni verdadera especialización. Los soma-
Ravier-Séguy. pág. 72; Finnegan. 1977. págs. 178-183, y 1978. pág. 7:
Lireroluro, págs. 20-21.
Gossman, págs. 770. 773; Cerfeau, págs. 240-241. ' Finnegan. 1977, págs. 203-205: Copans-Couty. pág. 183.
Eno Belinga, 1978. pág. 67. Vinnegati. 1977, págs. 170-200.
líes, cuya afición al canto es apasionada, ignoran todo profesio- las chefferies * de África del Sur, portavoces del pueblo, modera-
nalismo, a pesar de la extremada complejidad de sus técnicas poé- dores del poder, historiadores, bufones; la comunidad los había
ticas y del rigor con el que es capaz de juzgarlas cualquier escogido por su elocuencia, su juicio, su aptitud para conmover.
auditorio; situación que se repite entre pueblos tan diferentes La institución sobrevivió a la cristianización, incluso a la forma-
como los indios pueblo de Nuevo,México y los inuit de Canadá. ción de la República de Sudáfrica. Hoy en día los últimos imbon-
Por el contrario, los xhosas de Africa del Sur distinguen entre gi, separados de su tribu, alfabetizados, urbanizados, convertidos
ellos tres clases de intérpretes: todo hombre que tiene el don de en maestros, agentes de policía, taxistas, se ven reducidos a bus-
improvisar dentro de las reglas, los individuos que saben recitar y car contratos en la radio, a actuar en los funerales o en las re-
desarrollar los poemas memorizados de su clan y los especialistas uniones políticas, A menos que tengan la suerte de trabajar en la
encargados de componer los panegíricos. En el Asia Central del secretaría de un jefe local, su único contacto con la vida de su
siglo x i v , únicamente los recitadores masculinos especializados pueblo es el periódico. Sin embargo, aunque tengan que recurrir
decían los poemas heroicos de los turcomanes y de los kirguises, a la escritura, su poesía oral subsiste y aún en nuestros días exis-
pero entre los yakutas y los turgús, el mismo oficio estaba desem- ten vocaciones de imbongi ". ,
peñado por mujeres sin una formación particular. Los mongoles, Los poetas ambulantes de Africa occidental (a los que en 1976
hoy en día en gran parte alfabetizados, no solamente conservan S. Cámara dedicó un hermoso libro) desempeiiaban en los Esta-
sus tradiciones poéticas orales, sino que parece ser que un núme- dos pre-coloniales una función política eminente en el lugar jerár-
ro creciente de aficionados cultiva este arte antaño reservado a quico donde se cruzan las relaciones de solidaridad y se instauran
los poetas errantes o a los trovadores de una corte principesca los discursos; consejeros de los reyes, preceptores de los príncipes,
o de una lamasería'. miembros de una casta hereditaria poseedora de la palabra que
actúa. La inmunidad de la que gozaban -y siguen gozando-
El intérprete puede ser un profesional que pertenece a un gru- neutraliza la amenaza oculta de las palabras. Burlones, bufones,
po estable, institucionalizado, unido al poder y poseedor de privi- siempre dispuestos a ridiculizar hasta al mismo jefe del que son
legios. El arquetipo sería el poeta-chaman de las sociedades sin los portavoces exclusivos, depositarios de las técnicas oratorias,
Estado. Desde que éste emerge, los valores religiosos de laperfor- de las epopeyas, de los cantos genealógicos, de la música instru-
mance adquieren connotaciones políticas y la connotación domi- mental. Se les teme al mismo tiempo que se les desprecia. Hoy en
na a la larga al significado original; al término de esta desviación día los partidos políticos (en Guinea, por ejemplo) se sirven de
el poeta desempeña la función de adivino oficial, panegirista o ellos para su propaganda, y las sociedades privadas y las familias
poeta asalariado. Por ejemplo, los poetas árabes pre-islámicos, para celebrar sus fiestas. Los empresarios de espectáculos ta,m-
personajes indispensables para la vida de la tribu tanto como el bién se benefician con ellos. De ese modo pude oír en Los An-
jefe, gobernantes de la palabra. depositarios de la memoria colec- geles, en el año 1978, un recital de Bakoure Sekou Kouyaté, de
tiva, poetas-cantores de los antepasado^'^, lo mismo que los can- Mali. Las confidencias que entonces hizo sobre la práctica d e m
tores del Ge-Sor tibetano que, imitando a su epopeya, utilizan los arte estaban impregnadas de un pesimismo que contrastaba sor-
procedimientos del chamán que invoca a una divinidad, para en- prendentemente con la conversación que sostwvo en 1973 con
carnar a sus personajes. B. Zadi el poeta ambulante Madou Diboré, convencido de la ne-
Esta laicización del intérprete puede desembocar en hacer de cesidad de su función social".
él un funcionario, como antaño lo eran los imbongi agregados a Algunas sociedades distinguen entre sus tradiciones poéticas
orales, un campo reservado, confiado a especialistas, mientras
'> Finnegan. 1976. pág. 104, y 1978, págs. 39, 41, 99, 123-124. 207; que el resto es de uso libre y común. Por ejemplo, en el Carnefin,
Beaudry. pág. 39: Bouquiaux-Thomas, 1, pág. 108; Kesteloot. 1971a. pág. 3;
Opland, 1971, y 1975, pág. 186; Chadwick-Zhirmunsky, pág. 213; Bowra, * ~ h ~ i f i r i Oreanismo
J , ~ ~~
e-~: FN.de /o T.I
~oliticodel Africa neera.
1978, pág. 41. G a n d , 197: i92-194, 199-200.
' O Rouget. págs. 185-196; Finnegan, 1976, pág. 88, y 1977, págs. 188-189: " Finnegan, 1976. págs. 96-97; Camara, págs. 7-9, 104-105, 156, 180;
Abd El-Fattah. pág. 163; Stein, 1959, págs. 304-307. Zadi, 1 9 7 8 , - ~ á ~154-164.
s.
del mvef, cuyos maestros constituyen una asociación profesional del gesto, a los que no siempre detenían las fronteras lingüísticas;
iniciática de gran prestigio. A veces la especialización no basta personajes sociológicamente idénticos de pueblo en pueblo, hasta
para alimentar a su hombre, de manera que el cantor, para variar el extremo de Eurasia; akin kirguise o cantores del Heiké con su
su clientela, se ve obligado a ampliar mucho su repertorio. En túnica amarilla de monje y el biwa en bandolera a lo largo de los
una velada el auditorio puede requerir del cantor la ejecución de verdes campos del Japón ".
canciones chistosas, cantos de baile y cantos rituales, para termi- La sociedad industrial no ha eliminado totalmente ese noma-
nar con un fragmento de epopeya. En 1970 Seydou Camara cantó dismo, cuyas reliquias conserva aún rastros de un pasado en vías
para C. Bird, además del Kambili, más de cincuenta poemas de extinción, sino de una libertad que dicha sociedad rechaza:
diferentes ...". rambling men americanos, como un Woody Guthrie que en 1926,
cuando contaba catorce años, partió a través de Texas sólo con
Otro tipo de intérpretes son los profesionales *libres. inde- su armónica, de baile en feria, de café en peluquería; drop-outs.
pendientes de cualquier institución, aunque a veces reagrupados como un Tom Rush, treinta y cinco años más tarde, desde Har-
en cofradías más o menos marginales, como los skomorokhi de la vard hasta Saint-Tropez y el barrio Latino; en Inglaterra, Dono-
antigua Rusia o los *juglares» medievales. Vivenzde su arte jo van y su guitarra. Pero, generalmente, el nomadismo, recuperado
aspiran a hacerlo! Pero las sociedades se muestran desigualmente por el sistema, toma entre nosotros la forma (más aún que de
favorables a esa autonomía financiera. Los gustar serbios interro- unas .giras» sin las que un artista vocal no podría *penetrar.)
gados por Lord y Parry ejercían muy profesionalmente el arte de un abandono al azar de la concurrencia y a eso que se llama,
épico en determinadas .ocasiones, pero practicaban un oficio utili- sin duda por antifrase, las leyes del mercado".
tario, cultivador, pastor, maestro de escuela, tabernero; única- Toda práctica profesional de la poesía supone que se ha hecho
mente un mendigo podía permitirse ser sólo cantor. Hoy en día un aprendizaje de ella, consagrado por la opinión pública. La
sucede lo mismo en varias regiones de Africa y de Asia". En existencia de escuelas especializadas no está limitada a las socie-
cuanto a nuestros cantantes titulares que aspiran al estrellato, dades de escritura. Los maoríes de Nueva Zelanda y varios pue-
¿cuántos no han estado esclavizados, al menos temporalmente, blos de Polinesia educaron a sus cantores, hasta el fin del si-
por los trabajos alimentarios? glo xlx, en locales diferentes, bajo la dirección de maestros
En las sociedades tradicionales, la independencia con respecto responsables y según unos programas fijados por la costumbre.
a las instituciones implica, casi necesariamente, el nomadismo,
únicamente frenado por el ejercicio de una profesión sedentaria y l Del mismo modo, la antigua Ruanda y Etiopía formaban a sus
poetas de corte; podríamos nombrar también las escuelas de tro-
acaparadora. Pero incluso entonces, en el tiempo del ejercicio
poético y en un área limitada, resurge un mini-nomadismo inse- l vadores de la Irlanda medieval. Sin embargo, estos ejemplos son
excepcionales; nuestro mundo hiperescolarizado no posee, al lado
parable de la libertad de un arte -reducido. aunaue sea emble- de sus escuelas de música v de danza o sus cursos de declama-
máticamente, a un circuito de distrito-, libertad que a veces pro- !
ción, ninguna enseñanza organizada de arte poético oral. Por eso,
viene menos de una elección que del deterioro de un organismo el único tipo universal de aprendizaje es aquel que al efectuarse
que antaño fue garantía de la poesía oral; poetas ambulantes sin
i
~
junto a uno o varios artistas con experiencia, combina, con la
patrón recorren hoy en día los caminos de Africa. Los estudiantes imitación de esos modelos, una práctica progresiva y critica. Este
que hacia 1960 repetían por los pueblos de Chile las canciones de es el caso de la mayoría de nuestros cantores, como lo era el de
protesta seguían el curso de una tradiciónts. los guslar yugoslavos y co,mo lo es aún en el seno de la casta de los
Hasta 1850 aproximadamente, Europa entera fue recorrida así poetas ambulantes del Africa negra. A veces, el alumno y el
por poetas, cantores, recitadores nómadas, bufones de la voz v maestro pertenecen a la misma familia y de este modo se consti-
" Alexandre. 1976, pág. 73; Okpewho, págs. 35, 40. tuyen dinastías de cantores, como la de los Ryabinine, en la re-
Bowra. 1978, pág. 431; Finnegan, 1976, págs. 92. 97-98; Lord, 1971, Burke. págs. 91-96. 103: Chadwick-Zhirrnunsky, pág. 218; Sieffert,
págs. 17, 20; Okpewho, pág. 37; Burke, pág. 104.
" Niane. 1979. págs. 5-6: Clouzet. 1975, pág. 44.
i 197th. pág. 21.
" Vassal. 1977. págs. 97. 263. 308.
gión del lago Onega, y cuya historia han podido reconstruir los más tarde, en Inglaterra, el trío de Young generarion descubría a
etnólogos rusos e identificar sus obras en el transcurso de un siglo la familia Cooper; en Chile, Violeta Parra recopilaba en la mon-
y medio ...la. taña los canros a lo divino o a lo humano de los puetas localesz0.
Lo que tienen de vago los procedimientos de aprendizaje bo-
Ninguno de los tipos de intérprete escogidos como lo hago
rra toda distinción clara entre el profesional «libre,, al principio
de su carrera y el aficionado experto, como lo son en los pueblos aquí está rodeado de un rasgo opaco. Las figuras medianas o
calabreses o griegos las q<plañideras~requeridas para cantar el mixtas no faltan y su número crece en las sociedades de tradi-
lamento. Los folcloristas que trabajan en los medios rurales de ciones tambaleantes". En nuestro mundo industrializado, las eta-
Europa o de América son los que sienten en mayor medida esta pas ordinarias de una carrera de cantante trazan y ponen en pers-
ambigüedad en el transcurso de sus investigaciones. Siempre a la pectiva la serie completa de esos posibles: desde la afición
búsqueda de testigos autorizados, generalmente se ven obligados espontánea al profesionalismo y al alistamiento en una institu-
a escogerlos entre personas de edad avanzada, y éstas, supervi- ción. Lo que fue originalmente un abanico de formas sociales no
vientes de una cultura pre-moderna separada desde hace siglos de es más que un repertorio de situaciones individuales sucesivas,
sus fuentes colectivas, proporcionan, con desigual talento, unos dirigidas hacia el estrellato final cuya esperanza las dinamiza. Los
textos y unas melodías que identifican con su propio pasado. Una fundamentos antropológicos no han cambiado tanto.
campesina de Quebec, de noventa y cuatro años, grabada por Por el contrario, nada autorizaría a ver, en la existencia de
F. Brassard, cantaba aún con voz temblorosa unas canciones varias categorias de intérpretes, una proyección de la división del
aprendidas ochenta y siete años antes y se mostraba feliz por ello. gmpo humano en clases sociales antagonistas, ricoslpobres, do-
No hacía más que relatar su vida". Hablar de aficionados no minantesldominados, nobleslplebeyos o esclavos2'. Una situación
tendría ni menos ni más sentido que si calificáramos así a todos de hecho desprovista de toda sanción habitual, resulta a veces
aquellos de entre nosotros que cantan xpara su propio placer*. (como en la Europa de los siglos x v i y x v l l , o ayer aún en Amé-
Solamente difiere, de unos a otros, el lugar de arraigo de ese rica latina) del modo de alfabetización: si la clase dominante aca-
placer. para las técnicas de la escritura, todo lo que se refiere a la orali-
Pero a veces el *arte,,, o el comercio que lleva su nombre, dad se convierte virtualmente en objeto de represión y los poetas
interviene: <<Se,,descubre un cantante popular de talento, una orales son considerados, con razón o sin ella, los portavoces de
tradición aún vigorosa y llena de significado. La explotación de los oprimidos.
ese descubrimiento, por el disco o cualquier otra tecnología, ins- La historia de la poesía oral a través del mundo revela una
taura (en el ámbito del medio) un profesionalismo segundo; y constante de otro orden que en un régimen arcaico de lo imagina-
éste, más allá del mercantilismo de los intermediarios, engendra, rio colectivo ba podido revestir un fuerte valor ritual y social: la
a veces, una nueva forma de poesía, fuente de placer colectivo. ceguera de muchos cantores. Los griegos de las primeras genera-
Ciertamente, puede suceder que el cantante ..salvaje,), grabado ciones de la escritura, en los siglos V. iv y 111, interpretaban el
sin más florituras, sea entregado al gran público discáfilo, como nombre de Hornero con el significado de -ciegos,. La tradición
lo fue, en 1970, por R. Abrahams, la cantante de baladas Granny china atribuye, en parte, a músicos ciegos la difusión de los poe-
Riddle en Arkansas, testigo de lo que se presentó como un len- mas recopilados en la antología antigua del Che-King; la tradi-
guaje poético fascinante pero definitivamente perdido. Por el con- ción japonesa atribuye a unos cantores ciegos la difusión de la
trario, cuando R. Rinzler hacia 1960 descubrió a Carolina Doc gesta de los Tiira, desde el siglo x i i i , y se puede dudar de que se
Watson y en compañía de su familia le bacía grabar sus dos pri-
trate solamente de una vista mítica; en el Japón nunca han falta-
meros álbumes, abrió la era clásica del folk americano. Un poco

, --.-,
¡
1
Finnegan, 1977, págs. 183-187; Vassal, 1977, págs. 66, 297; ClouZet,
1975, págs. 23-24.
" Finnegan, 1977. pág. 200.
''
7.

Brassard: Harcoun, pág. I 1. Finnegan. 1977, pág. 195.


1
229
do narradores de epopeya ciegos y aún en 1979 el profesor nos fiamos de esos tópicos literarios o pict6ricos) está llena de
T. Shimmura presentó en un congreso de medievalistasZ3. ciegos, errantes o sedentarios, cantores, actores y poetas de todo
El Africa tradicional rodeaba a los poetas ambulantes de un tipo. Milton mismo, después de perder la vista dictó a su hija
prestigio misterioso; según lo que me contó P. Alexandre en 1971, Paradise lost: su manera de componer, sin ayuda de la escritura,
se considera que los aedos ciegos, numerosos en Camerún, no hacía de él el más general de toda aquella gente. Las tradiciones
menos que los poetas leprosos u otros lisiados, pagan de esta populares unían a la ceguera la idea de una vocación especial, de
manera en su carne el privilegio casi sagrado de dominar el arte una aptitud maravillosa para difundir las obras de la voz, ya fue-
épico. En noviembre de 1980, en Bamako, me hablaron de un ra oralmente o mediante la venta de humildes impresos, hojas
poeta ambulante llamado Ba Ousmana, célebre hasta más allá de sueltas, libretos de canciones o novelas de gran tirada, como en la
Mali por la potencia de su voz y por su memoria; ciego de naci- mayor parte de los países celtas, germánicos o eslavos. En el si-
miento, poseía dones sobrenaturales y se consideraba como un glo x v i r , una corporación titular reagrupaba a los ciegos de Sici-
inestimable privilegio poder asistir a una de sus performances. lia cantores de romanzas. Cuando en 1820, en Inglaterra, P. Bu-
Uno de mis estudiantes, perteneciente a la etnia Dagaa de Ghana, chan partió a la búsqueda de antiguas baladas escocesas, fue un
me proporcionó un testimonio detallado sobre un ciego ilustre de mendigo ciego, James Rankin, quien le proporcionó el material
su región natal, Zacharía, músico y cantor, poseedor de un am- de la recopilación publicada en 182825.
plio repertorio de canciones de danza e improvisador de talento, La península ibérica y a continuación América latina han va-
poeta animador de las reuniones de bebedores de cerveza de mijo. lorizado, más que cualquier otra parte del mundo occidental, esa
donde aún resuenan las magias ancestrales... Conocí en 1981, en misteriosa función del ciego; desde el siglo x i v , el término ciego
Brazzaville, a un joven cantor-compositor analfabeto, Emile vino a designar en español a todo cantor popular, y la expresión
Ndembi, originario de un poblado de la jungla, ciego desde la romances de ciegos hasta el fin del siglo x v i i i fue un género poéti-
edad de dos años, que trata con energía y talento de «penetrar* co cuyos difusores, si no siempre los autores, fueron en su mayc-
en la ciudad y vive su ceguera como un reto -¿qué antiguos ría ciegos. Madrid poseyó durante largo tiempo una congregación
mitos interioriza de este modo?-, quizá a la manera de un René de los narradores ciegos consagrados a la Virgen y hacia 1750 era
Bruxeuil, en París, durante la época que medió entre las dos tan apreciada por los poderes públicos que varios tribunales la
guerras ... informaban de las causas criminales con las que confeccionar ro-
Hechos semejantes se han observado en las sociedades tradi- mances de éxito. Hasta 1900, aproximadamente, los ciegos se ha-
cionales'de Extremo Oriente: javaneses o yakutas del siglo XIX, blan asegurado un monopolio de hecho en la venta de pliegas
aynos del X x ... En las sociedades que ignoran nuestra noción de sireltos. librillos sin encuadernar, vehículo de una abundante lite-
minusválido. el individuo privado de la vista se conserva integra- ratura popular con destino oral. Hacia 1925, la circulación auto-
do en el grupo y se gana la vida con la palabra. Pero bajo la móvil había expulsado de las ciudades a la mayoría de los narra-
necesidad socio-económica viven otros valores, más o menos con- dores ambulantes. E. Caro Baroja señala el Último de entre ellos
fusamente percibidos, incluso en Occidente. La leyenda que en el en Madrid en 193316.
sur de los Estados Unidos durante los años veinte rodeó a Blind La misma evolución se produjo en Portugal. En el sertáo bra-
Lemon Jefferson, uno de los primeros cantantes de blues, y luego sileño, por el contrario, el tiempo de los cantores ciegos apenas
hacia 1940-1950 al gran Doc Watson, Ray Charles, Stevie Won- está caduco. Durante dos o tres siglos, los cegos da feira recorrie-
der, provenía por una parte, de su ceguera..., como en la Francia ron aquellas extensiones, cantores y luego narradores ambulantes
de Luis XIV la del ilustre saboyano ,qOrphée ¿iu P o n t - N e ~ f . . ~ ~ . I -.fnlhetos
de desoreciados nor los -verdadeross> poetas y más o me-
2 --
Europa entera hasta el umbral de la época contemporánea (si nos asimilados a los mendigos y sin embargo, a veces, poetas
'' Bowra, 1978. págs. 420-421: Guillermaz, pág. 8; Siefferl, 1978a. pá-
gina 21. Burke. págs. 97-98: Bowra. 1978, pág. 440: Sargent-~ittredge.pá-
" Chadwick-Zhirmuniky. pág. 228: Finnegan, 1978. pág. 463; Vassal. gina XXX.
1977, pág. 65; Collier, pág. 46: Veinillal-Charpenireau. págs. 223-224. "
Caro Barója. págs. 19, 41-70. 180. 310-31 1 .

230
ellos mismos, como el ciego Aderaldo Ferreira, muerto en 1967 mente, la acción del solista predomina sobre la del coro, en dura-
después de haber publicado, cuatro años antes, sus memorias*'. ción, en potencia, en expresividad o como consecuencia de una
Las sociedades todavía próximas a formas arcaicas de lo ima- convención, como en las .repeticiones del estribillo. o en la reci-
ginario, unen principalmente la imagen del ciego con la declama- tación de los qasida entre los beduinos del Sinaí, donde el audito-
ción de la epopeya, al confiar miticamente la posesión de la Pala- rio repite conjuntamente la última palabra de cada verso30. Pero
bra Primera a aquel que es sólo Voz. Ciego y adivino, Tiresias, este predominio es frágil. Basta con que el coro se comprometa
Edipo, aquel sobre el que pesan las divinidades con todo su temi- más intensamente con la performance para que su parte tienda a
ble poder. Una segunda vista arquetípica sustituye a la visión co- eclipsar el solo.
mún2=.Amputado de los valores simbólicos y morales atribuidos Al final, el coro se reabsorbe y aparece el canto coral puro
a la mirada, el ciego es el anciano rey Lear de la leyenda céltica, con fuerte función social, y éste es el:
loco y cruel -o bien sombría translucidez- el vidente de lo que Cuarto caso: c n etecto, ninguna parte se distingue del conjun-
está más allá del cuerpo, el hombre liberado de la escritura para to. El intérprete es un grupo unánime. Poco importa el número
siempre. de sus miembros (un dúo como mínimo) y el eventual reparto de
las tareas entre ellos. Es a este modo de ejecución al que el arte
El modo de actividad del intérprete durante la performance europeo de la canción debe, en parte, su renacimiento, desde el
difiere según el número de aquellos que le asisten o comparten su comienzo de los años treinta. Dúos como los Pills y Tabet, Gilles
cometido y la presencia o la ausencia de instrumentos musicales. y Julien de mi adolescencia o los j m m e n Charles y Johnny; gru-
Primer caso: el intérprete recita o canta solo en presencia de pos más consistentes, como los Comediens Routiers de Chancerel,
un auditorio; este es el caso de la mayoría de los cantantes profe- y antes los hermanos Jeff, los hermanos Jacques, los Trois Me-
sionales en todas las sociedades. nestrels, los Quatre Barbus o los Compagnons de la Cbanson ...,
Segundo caso: dos intérpretes recitan o cantan altemativa- estos son los ejemplos franceses, pero Francia no es la única en
mente, en una especie de concurso o debate. Todas las épocas y proporcionarlos. En una ciudad,tan separada de los grandes cir-
culturas proporcionan ejemplos d e ello, a veces rigurosamente re- cuitos como lo es Bangui, en Africa central, durante los años
gulados, como entre los pueblos nórdicos, Finlandia o el Ártico setenta se contaron unos veinte grupos más o menos efimeros. En
canadiense. En el siglo pasado, el Kalevala lo cantaban en los pue- América, como en Europa occidental y en la URSS fue a la ac-
blos finlandeses dos intérpretes sentados frente a frente, con las ción de los grupos a la que se debió, entre 1930 y 1960, el re-
manos cogidas y rivalizando en excelencia.La misma dramatiza- descubrimiento del canto folclórico y su asimilación por una mú-
ción codificada existe en los desafíos del noreste brasileño, o entre sica vocal nueva, que aspiraba confusamente a devolver su
los gauchos del Sur. Entre los kirguises del siglo XIX,en la Gali- i plenitud colectiva a la poesía de la voz3'.
cia española hace sólo una década, igual que.hoy entre los inuit Las cuatro modalidades de ejecución así diferenciadas se mul-
de Groenlandia, los duelos cantados, a veces en episodios, desem- tiplican en la práctica por unas veinte combinaciones, según el
peñan una fuerte función de preservación social sirviendo de exu- uso de instrumentos musicales que cada una dc ellas implique.
torio a las hostilidades de personas o de En la tradición occidental moderna, la ausencia de todo acom-
Tercer caso: el canto o la declamación de un solista están sos- pañamiento musical caracteriza las perfarmances habladas, perci-
tenidos por un coro o alternan con él. Este tipo de performance, bidas como claramente diferentes al canto. No sucede lo mismo
muy frecuente en Africa, se encontraba en varios de los géneros en otras partes donde las oposiciones se atenúan. En cuanto a las
afro-americanos en el momento de su primera difusión. General- !
performances cantadas, aceptadas como tales, en todas las culturas
>' Liferafura. pág. 148: Diccionário, pig. 11; Zumthor, 1980b. pági- están o no acompañadas, en virtud de elecciones rituales O esté-
nas 230-21
-. ..
1
Finnegan, 1976, págs. 228-229, 259-262; Collier, págs. 40-42.
'' 'O
~

Durand, págs. 101-303; Zumthor. 1980b. pág. 239. I " Lohisse, pág. 95; Vernillat-Charpentreau, págs. 123-124: Vassal, 1977.
'' Huizinga, pág. 124; Anido, págs. 152, 167-169; Finnegan, 1977, pági- págs. 66, 152, y 1980, págs. 61. 110, 123-125; Bahat, págs. 300-301: Rytkheou.
na 233; Fernández, pigs. 466465. pág. 14.

23 3
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e!iowaw el ap oiosai lap opeaes 'o!ioiiadai o!doid ns aasod (sal
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iai3yie3 ns ñ eipuaaua anb sauo!suai se1 'pep!n!13a~as ns :saiueu -sandnsaid souelal ea![dw! oiad 'le!aiawo3 ñ ea!ua?i pep!saaau eun
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-!rasa 01 ap osn la apuagxa as anb ep!paw y .e!aualaqoa ap oa!un eisanbio :e!Siaua el ñ eiqeled el aiuawea!i!ui opueiuasaidai 'el
ioiaej la -o!aedsa la ua aiuauilepied ñ odwa!] la ua- aLni!isuoa -niani~saeqa!p ap soiuawala sosian!p sol ueqmg!u8!s anb seisanb
pep!leio eind ap seinllna se1 eied 'e!rowaw el 'oiaaja u 3 -10 ap eralduioa u?!ani!isu! el ua ( 0 8 0 ~ ap ama sol aiiua owoa)
'oyeiue ap so3!iqiai sol eqeiaañoid as saiqwnisoa ap sapepapos sen8!1ue se[ ap eioianilsa
ou!wig aisa e ueqep anb o!lduie op!luas la ua <<e!romaw. el ap e 7 'euea!ije lelo e!saod el euo!aunj owoa !se sa saleraual s e l b i
u q ~ e i a d oel aiqos 'o!d!au!id ns ua 'ueiuawepunJ as a~uuuAoJlad u 3 .es!p?s!da o enu!iuoa euiioj ap ueaoi as anb .'sasela saiuai
ap sec~!u~?i seilo se1 sepol 'o!ieiiuoa la iod .sapnii!a se!do~dsns ap -aJ!p ap soiuawniisu! a soa!snui souen o sop sopa iod opuaiiua-
okuai un iejaañoid anb sqw aaeq ou d eini!iasa eun E!aunu ioiuea le o ropeileu [e egedwoae eisanbio eun :osn oiren3
-oid zon e? .ouosaaae aidwa!s a3auewiad e!iowaui e[ ap laded la .,,a@n8ual lap s o i u a ~ w ~ u o ~ a ~ p u o ~
'osea aisa ua oiad .odian3 lap souaw u e k ~ e01 seinilna saiio .0!3 so1 aiuawepein8g ieiadns e apua!i anb saiqw!~ap A sauopeuoiua
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ap oSo[y!p un 'eliei!n8 ñ zon aiiua 'aaalqeisa as apuop oauawsu
un aiue 'opeiisa un asqos sowe3!)3eid el 'lelaua8 u 3 'leluawala [a ua eu!wopaid une e!p ua ñ o .(s~a!iola!d
~ Sauo!ae~ua~aidai
euiioj ns sa ea!lqgd einpal e? 'lenisa8 ñ leson u?!aez!ieweip Se1 iod 1e8znl e) u?!snj!p ap o!ieu!pio o!paw ns e!ni!isuoa lenaip
ap opoui la undas 'aiuaiaj!p eiaueui ap eisag!uew as ai!wsueii -aw edoina el u 2 '1e.10 e!saod e[ eiuam!iadxa anb un11103 syw el
anb ewaod la u03 aua!$uew aiaidi?)u! [a anb uqaelai e? y!nb 'lesJan!un ea!iaeid .uq!snaiad ap o oiua!n ap soiuawnrisui
.(e10 eisaod el ua o>!uJarouauu o ap u?!aei8am!ai e[ alq!sod aaeq as anb 01 rod 'ioiuea le eyed
o~!u?uauusa anb 01 ailua aslaaeq apand anb up!a!sodo el !qe ap -woae oa!snw un 'elqopsap as o+lduioa laded asa :osn iaaiaA
:~euo!auaiu! 'ielna!]ied osea un ua o 'ewals!s le epei8aiu! a epez!] ',,eu!wop ella anb sa[eslan!un sowi!i so[ aiiua eu
-ewoine y!nb 'u?!aez!lewioJ ap s a l a y so!ien e o oun e alq!ida3 -ewnq pep!leaon el ap uqpiasu!ai ap o!paw :ea!lpqw!s e8ie3 eun
d
-iad 'els? 6 'e!iowaw el ap u p 3 e u!s a o u u u ~ o ~ aais!xa ON
ap u?!aeiiuaauoa ap lean[ :ope!8al!a!id !se an as 'sopo~ap oiaeil
-sqe seui la 'seplana ap oiuawnrisu! 13 .uq!snaiad el eksuoaesap
-ausaijna aue!a eun 'odwa!~oiisanu ap sellaiisa ea!isnae el ñ oiua!A ap soiuauinrisu! sol e i!iinaar a[q!sodw! aaeq
se!ien aiiua 'une ieln3elaadsa syui e w l o ~ap K soiiosou e ow e!Bo[o!s'~ e 7 .eiiei!n8 eun uoa saioineiuea soiisanu ap o edie
~ sueqed
-!xpd syw o !e]foA 0 1 1 ~la ua Qalap ezuep el ñ [ e d a ua un u03 sauepns eiaod lap 'pqel un u03 s?le8auas aiuelnqwe eiaod
soa!d? saioiue3 sol 'oldwa. iod .zoneiiod [ed!3u!id [ap ieldwa. lap eiauew el e ows!w egedwoae as ioiuea la :osn opun&s
leiiuaa ein8g el ap iopapaile ea!u?%owsoa u p 3 e ua eag!slan!p 'zon el ap se!doid e!u
as spez!leiieai a~uawleioia~uuu.doJlade? -~aiuaweauyi[nw!s o -ouue e[ ñ epuaiod el iepuap!na ara!nb as anb owoa ieiaidiaiu!
oulni iod 'sow!ui 'salolue3 'sels!iuawnr)su! 'aluelue~o iope)!aai aua!nuoa anb 01- oiuawniisu! o p o ~ap s!auasne :osn iawud
[e uais!se saie![!xne soun :solio sol ap sofien ap uq!3eu!quioa e[ 'soiuawniisu! ap oiia!3uoa lap se[opuy~edas
ap eilnsal 'o+ldwoa syw d aiuansaij souaw '.om» o y n b 1% ~
owoa ' 1 ~ 3 0e!haua el aiuawequq opuez!iolen oiuoid u e ~'sea!]
de la comunidad y con frecuencia un poco confuso a lo largo de i con zonas inciertas, vibraciones, una esfera de influencia; no una
los años. Los trabajos de L. Lacourciere sobre las canciones !, totalidad. sino una intención totalizante, de ahí en adelante pro-
de Quebec revelan que no hay dos repertorios idénticos y que si, 1! vista de los medios para manifestarse.
por término medio, un testigo conoce unas cincuenta canciones, Ni la letra del texto ni la melodia importan absolutamente
otros facilitan hasta quinientas'? Por el contrario, ninguno de como tales. El <'fallo de la memoria*, la ..mente en blanco., en
ellos sabe seleccionarlos como auténticos o falsos, antiguos o mo- performance es menos accidente que episodio creador; las culturas
dernos; todo lo que sabe se presenta en el mismo plano. Pero la i! tradicionales, al inventar el -estilo formulario., habían integiado
selectividad interviene también en el seno de la perj%rmance: tex- i a su arte poético esas incertidumbres de la memoria viva. Pero
to, melodía y gesto se adaptan a ella; de ahí las <<variantes»sobre del mismo modo, jno han encontrado nuestros cantantes su pro-
las que volveré en el capítulo XIV. pio estilo formulario en la huella del jazz? Esas formas de decir
La acción de la memoria implica incesantes tensiones, corrien- que de suyo, en el intérprete. es hacer predominar sobre la memo-
te energética entre un polo individual y el polo colectivo del deseo rización lo que llamaré remembranza: por oposición al recuerdo
de poesía; el apetito de un goce personal, el gusto por la belleza puro y simple de lo ya-sabido, la re-creación d e un conocimiento
interfieren en las motivaciones de la performance con la conven- constante y detalladamente puesto en tela de juicio, y del que
ción social, el rito, la moda, el contrato, la petición del otro. De cada performance instaura una nueva integridad.
ello surge una situación de conflicto virtual, enriquecedora para En términos de inspiración derridiana y a propósito de Cheikh
la comunidad; los etnólogos han observado con frecuencia que en Hamidou Kane, P. Yaoundé evocaba la operación simultánea de
las culturas pre-industriales basta un cantor más dotado o em- una doble palabra: la interior, <~neumatológica., y la manifiesta,
prendedor que los otros para modificar, de pronto, una tradición ~ ~ g r a m a t o l ó g i cque , realiza. En 1960, H. Oster, en su investi-
a ~ ~la
hasta entonces inmutable. Con mayor razón en nuestra cultura, gación sobre los blues de Luisiana, comprobó que al final de la
en la que se difumina la dimensión temporal. performance la mayoría de los cantantes sólo conservaban una
En efecto, en un medio tecnológico, la fugacidad de las tradi- vaga idea de lo que acababan de decir; lo que guardaba su memo-
ciones reduce la tensión de la memoria; pero al reducirla a las ria se refería a las normas de un género más que a un textofs.
proporciones de nuestras modas, la convierte en oposición dra- Se dirá que esos cantantes improvisaban. Pero ¿qué es la im-
mática entre los valores de masa y aquellos a los que el intérprete provisación? En principio, coincidencia entre la producción y la
se adhiere íntimamente, Este último, simple engranaje en la ma-
quinaria destinada a la producción y a la difusión de los mensajes li transmisión de un texto; éste compuesto en la performance se
opone a aquellos que lo han sido para ella. De hecho, la improvi-
poéticos, está sometido a fuertes presiones, debidas a los altísi- 1 sación no es nunca total: el texto producido en el acto lo es en
mos índices de renovacibn de esa industria. De ahí la necesidad I virtud de normas culturales, incluso de reglas preeestablecidas.
de una auto-disciplina más rigurosa que, en las sociedades arcai- I ¿Cuánto pesan esas normas en el improvisador? ¿Qué coacción
cas, la que se impone a sus portavoces. El sistema practica una quizá se derive de ellas?
selección despiadada cuyo único criterio constante, denominado Las canciones populares aragonesas estudiadas por J. W. Fer-
''talento., consiste en la dificil adecuación simultánea de la oferta nández, o las -canciones expresss de moda en las salas de fiesta
y la demanda pública y privada, a las contingencias de la progra- pansienses a principios de siglo, tienen la apariencia de creacio-
mación y al impulso personal". nes instantáneas, pero esa .poesía en movimiento* que nos hacen
En fin, la .globalidad. del funcionamiento de la memoria i captar, esa operación en la que implican al oyente, ¿no se reducen
constituye una de las características más geneiosas de la poesía a la manipulación de voces oídas, de un lenguaje común, de una
oral. Lo que transmite la voz, a medida que las palabras se enca- tradición? El improvisador posee el talento de juntar y de organi-
denan, existe como un todo en la memoria del ejecutante; perfil zar rápidamente unos materiales en bruto, temáticos, estílísticos,
musicales, a los que se mezclan los recuerdos de otrasperforman-
" Lacourci6re. pág. 227; Bowra, 1978, pág. 439.
" Burgelin, págs. 57-65. " Ngal, phgs. 335-336; Oster, pág. 268
ces y con frecuencia fragmentos de escritura memorizados. O bien, por ellos mismos la misión de hacer explícito un conocimiento,
si participa de una tradición mejor formalizada, construye, a la ciertamente común, pero oculto e ineficaz Vocalizado por la
manera de los cantantes de bbes, en el momento, unos textos boca elegida, según las normas de la costumbre, ese conocimiento
siempre nuevos con unos elementos estándar". opera en tres niveles: biológico y mental, al despertar y azuzar
Pero el talento del ejecutante no basta, aunque sea en esos una energía; cultural, al imponer un ritmo para someterlo y ha-
límites, para asegurar el éxito de la impro'visación. Una concor- cerle servir al mundo en general; discursivo, al constituirse en
dancia cultural, una espera y una predisposición del público, una relato. Se podna sostener que la poesía oral resulta de una opera-
actitud colectiva hacia la memoria no son menos indispensables. ción acumulada en el primero de esos niveles y en uno, al menos,
Estas condiciones no se consiguen reunir ni siempre ni en todas de los otros dos.
partes. De ahí la impresión de los etnólogos de que un determina-
d o pueblo está ,<másdotado., es 'más hábil., para la improvisa-
ción que otro: los kirguises del siglo xrx o los xhosas en África
del Sur, quienes hacia 1970 habían proporcionado ya numerosos
improvisadores a los servicios de la radio. La concordancia cultu-
ral, la espera, toman forma específicamente cuando en una comu-
nidad un género poético se define por el hecho de que se le im-
provisa; por ejemplo, el flamenco andaluz en su forma original o
los múltiples modelos populares de versos do momento brasileilos,
exactamente codificados y con un virtuosismo a veces deslum-
brante, los desafíos de temas impuestos por el pueblo que vigila
para impedir cualquier trampa'O.

En un pueblo africano, el que toca el tambor transmite las


noticias cuyo intercambio constituye el vínculo entre los indivi-
duos y entre los grupos. Pero esta función manifiesta oculta otra
más profunda y menos diferenciada que es la de proclamar la
historia, reivindicar una conciencia y suscitar la voz. Por eso, du-
rante el tiempo que toca el tambor le protege un tabú, como a un
personaje sagrado; en cuanto a los misioneros, lo persiguieron
como a un bmjo. Si creemos a Soares de Souza. los tupis de
Brasil, al final del siglo xvi, renunciaban a comerse a un prisione-
ro buen cantor, es decir, portador de un discurso cuyas motiva-
ciones y formas participan de una realidad distinta donde pueden
abolirse las diferencias entre los hombres4'. Los mitos relativos a
la presencia del poeta oral entre nosotros, los modelos de com-
portamiento que esta presencia engendra. actualizan una situa-
ción arquetipica; en el grupo social, algunos seres han recibido
'q Fernández; Vernillat-Charpentreau. pág. 99: Oster. pág. 267.
'O Chadwick-Zhirmunsky. págs. 218, 228: Opland. 1975. págs. 187-188;
Wurm. págs. 72-74: i i ~ o r u r o pág.
. 16: Fonseca. 1981. pág. 23: Diccionario.
págs. 15-17.
" Jahn, 1961. págs. 216-217; Clastres. págs. 49-50.
13. El oyente radical. En parte es así como se enriquecen y se transforman las
tradiciones. El sufismo árabe designaba sin duda esta inestabili-
dad creadora cuando empleaba la palabra ambigua s a m a que
Los cometidos de participación. Adaptación del texto al audi- nos traducían por '<audición de cantos místicos. y otros por
torio e inversamente.-lo recepcidn del poema. acción crea- -danza extática>*'.
dora.-Medios y performance mediatizada: efectos en el Sin caer en la paradoja, se podría distinguir así en la persona
audtorio.-Continuidades y cambios.
del oyente dos cometidos: el de receptor y el de co-autor. Este
desdoblamiento procede de la naturaleza de la comunicación in-
terpersonal y cualesquiera que sean sus modalidades en el trans-
curso del tiempo y a través del espacio, sus efectos varían poco.
Sin embargo, dos situaciones bastante frecuentes constituyen unas
excepciones más aparentes que reales.
La primera es el canto o la recitación solitarios. El intérprete
El oyente *forma parte. de la performance. El cometido que no tiene más oyente, al menos en apariencia, que él mismo. No
desempeña no contribuye menos que el del intérprete a constituir-
importa qué género de la poesía oral pase ocasionalmente por ese
la. La poesía es entonces lo que se recibe; pero su recepcidn es un
tipo de performance: cantar mientras se trabaja, al andar, al vo-
acto único, fugitivo, irreversible... e individual, ya que se puede lante del coche, cantar para el propio placer es algo que se hace
dudar de que la misma performance se viva de manera idéntica naturalmente. Sin embargo, jestá el oyente verdaderamente anu-
por dos oyentes (salvo quizá en una ritualización rigurosa o tran- lado o totalmente interiorizado? El rebaño del pastor que canta
ce colectivo) y el recurso ulterior al texto (si lo hay) no la recrea. recibe la voz de su amo y quizá la reacción de los animales haga
El oyente, como el lector enfrentado al libro, desde que acepta el de ellos los oscuros coautores de esa performance. El jodel del
riesgo, se implica en una interpretación cuya perfección nadie le montañero, en el fondo de Valais o de Wyoming, interpela a los
asegura. Pero más que el del lector, su sitio es inestable: joyente?,
bosques, a las cimas, a una Naturaleza presente en ese soplo y
¿narrador? En el seno de las costumbres orales, las funciones tien- que, en él, canta a su vez...
den sin cesar a intercambiarse'.
Gesto y voz del intérprete estimulan en el oyente una respues- La otra situación, menos clara, no tiene en común con ésta
ta de la voz y del gesto, mimétita y, como consecuencia de las más que la ausencia de un auditorio diferenciado. Pero al contar
coacciones convencionales, retardada si no reprimida. Sin embar- con una pluralidad de intérpretes, disemina entre éstos los come-
go, ciertos géneros orales la han regulado al programarla: formas tidos de la recepción. En la recitación o el canto integralmente
con responsorios, con estribillos y todas las danzas, incluso mu- corales, donde todos los individuos co-presentes en el lugar de la
das, a las que da ritmo el canto de un solista o de un coro. performance toman parte en la ejecución (tal como lo practican
De este modo, el componente fundamental de la <<recepción. normalmente muchas sociedades), intérpretes y oyentes se con-
es la acción del oyente, recreando para su propio uso y según sus funden; sin embargo, en el seno de la acción común, las diversas
propias configuraciones interiores, el universo significante que se instancias funcionan de forma distinta: cantando con ellos les
le transmite. Las huellas que imprime en él esta re-creación perte- oigo cantar, y el sentimiento de esa comunidad confirma mi VO-
necen a su vida intima y no aparecen necesaria e inmediatamente luntad de cantar, lo que aumenta para todos nosotros la alegría
al exterior. Pero puede ocurrir que se exterioiicen en una nueva del canto. ..
performance: eloyente se convierte a su vez en intérprete y en sus
labios, en su gesto, el poema se modifica de forma, ¿quién sabe?, El oyente no es necesariamente el destinatario; los cantos afri-
canos que elogian al jefe le están destinados, pero el pueblo ente-
' Charles, 1977, phgs. 15-16, 33; Lyotard, págs. 39-40; Jauss, 1978, pá-
ginas 243-262; Paulme. Rouget, págs. 350-353,
ro es el receptor de ellos y, virtualmente, coautor. La distinción Nuestras sociedades de moda no funcionan de manera radical-
se hace evidente cuando el héroe se canta a sí mismo3. mente diferente: el auditorio espera del intérprete un determinado
Esto es, además, una situación extrema. Desde un punto de discurso, un lenguaje cuyas reglas wnoce, liberado de toda priva-
vista más general, Houis esbozó anteriormente, a propósito de los tización exclusiva. Lo que se le dice o se le canta no puede ser
narradores africanos, una tipologia de los «comportamientos de autobiográfico, le falta la firma que lo autentificaría. No se fuma
recepción», articulada sobre aquella, más compleja, de las nsitua- nada de viva voz.
ciones de comunicación». Al identificar c'recepcióna y «situación Esta ~impersonalizaciónnde la palabra permite al que la escu-
de escucha,^, distinguía la «escucha con repetición. y la *escucha cha asumirla más fácilmente; identificar lo que siente con lo que
muda.. R. Finnegan, por su parte, adoptaba una perspectiva fun- se le dice. Sin embargo, nada es más engañoso (tratándose inclu-
cionalista y oponía las performances donde el auditorio se en- so de sociedades arcaicas) que la idea preconcebida según la cual,
cuentra ,<totalmente. implicado a aquellas donde es más bien es- por la boca de un narrador, de un cantor, habla la voz de la
pectador'. Yo combinaré los principios disimétricos de estos comunidad, se expresa la conciencia de un pueblo. Tanto como
análisis y añadiré una consideración numérica: el auditorio jcons- nuestros eruditos escritores, el poeta oral se compromete en el
ta de uno O de vatios individuos? Obtendríamos así menos una juego de los poderes, que asume o rechaza; jamás es neutral, del
clasificación de géneros de performance que una simple lista de mismo modo que no lo es jamás la tradición o la moda de la que
las posibilidades de realizaciones. Todo lo más se observaría que depende. Si habla por otros, es solamente por ello por lo que su
ciertas formas poéticas se realizan más bien de tal manera que de discurso, nunca del todo adaptable (al contrario que la escritura)
tal otra: por ejemplo, un canto revolucionario requiere, en gene- permanece constantemente disponible a otras voces que resuenan
ral, una implicación «total* de oyentes numerosos, en una <<escu- en la suya.
cha de repetición. ...
Estas descripciones eluden el único problema: el de la recipro- En el transcurso de unaperformance, diversos indicios del len-
cidad de las relaciones que se establecen entre el intérprete, el guaje, del ritmo o del gesto, señalan estas interacciones y a veces,
texto y el oyente en el momento de la performance, y provocan, al manifestarlas, las amplifican.
en una actuación común, la interacción de cada uno de esos tres Algunos de entre ellos, en la disposición dramática de laper-
elementos con los otros dos. formance, tienen por función aparente mantener el contacto y la
Diga lo que diga el ejecutante, aunque sea el autor del texto,
no habla de sí mismo. El empleo del yo importa poco; la función
espectacular de la performance hace lo bastante ambiguo ese pro-
i1 atención de los oyentes. Por eso, en Africa, el intérprete puede
introducir en su texto o su gesticulación un detalle familiar apto
para crear una connivencia; o bien maneja algún objeto emble-
nombre para que, en la conciencia del oyente, se diluya su valor mático que le acerca al público espectador: procedimientos co-
referencial. Por esa misma razón, para aquel que habla o canta se rrientes en las sociedades tradicionales, de los que se podrían se-
deshace una soledad y se instaura una comunicación. Para el !
ñalar equivalentes entre nosotros. O también el intérprete puede
oyente, la voz de ese personaje que se dirige a él no pertenece del interpelar a su auditorio, integrando a veces al ritmo del poema
todo a la boca de la que emana; proviene, por una parte, de este las palabras de aliento o de reproche que le dirige6.
lado. En sus armónicos resuena, aunque sea muy débilmente, el ! Inversamente, el auditorio interviene, a riesgo de trastornar el
eco de otra parte. Las sociedades tradicionales distinguen clara-
mente la operación del intérprete y la de un lenguaje autorizado,
i1 desarrollo del discurso o del canto. Los manobos animan con sus
gritos y sus patadas al recitador de la Ulahingan. Entre los mossis
impersonalmente transmitido, al que dicho 'intérprete no hace del Alto Volta se suscita un diálogo que puntúa el relato. .<¿Me
más que prestar su talento; el auditorio lo juzga en consecuencia comprendéis?>>,pregunta el recitador. <<Sí>>, contesta el auditorio,
y acepta o rechaza en definitiva las innovaciones individuales'. o menos lacónicamente, <#Si,maestro.. Los oyentes de unaepope-
' Finnegan, 1976. págs. 116, 139. ya africana, conscientes de poseer la tradición y asumiendo el
' Houis. pigs. 9-15; Finnegan. 1977, págs. 217-230.
Burkc. pág. 112; Charles. 1977. pág. 38; Finnegan, 1977, págs. 205-206. Okpewho. pags. 231-232, 236.

242 243
papel de responsables del bien cultural común, controlan al can- que un tono o un estilo nuevo de poesia oral se implante al prin-
tor, lo llaman al orden si se pierde o deja que su fantasía divague cipio en el medio universitario y permanezca durante largo tiem-
demasiado y exigen que retroceda en el relato si ha pasado dema- po admitido exclusivamcnie en ese inedios.
siado deprisa por un episodio tenido por importante7. La adaptación del texto al oyente se produce, más flexible-
En el seno del universo teatralizado al que pertenecen por un mente, en el transcurso de la performance. El intérprete varia es-
rato uno y otro, el oyente reacciona a la acción del intérprete pontáneamente el tono o el gesto, modula la enunciación según la
como un .aficionado instruido*, consumidor y a la vez juez, con espera que percibe, o de forma deliberada modifica más o menos
frecuencia exigente. Las sociedades modernas donde se mantie- el enunciado mismo ... teniendo en cuenta que las costumbres do-
nen vivas, aunque sea aisladamente, unas tradiciones de oralidad, minantes favorecen desigualmente las alteraciones'.
han conservado intacta la práctica de esas interferencias, desde Los cantores épicos observados hacia 1860 en Asia ccntral por
las populares canforias brasileñas hasta el sutil rakugo japonis. V. Radlov, adaptaban sus relatos a los estados de ánimo sucesi-
En otras partes, bajo el dominio de la escritura y de nuestras vos del auditorio; las circunstancias les llevaban a recomponer el
tecnologías, un desuso de la voz y la coacción misma de un senti- conjunto de un poema, añadiendo, suprimiendo y transformando
do del decoro hereditario no han reprimido totalmente sus mani- con una soberana maestría. Los recitadores africanos se compor-
festaciones; y entre los jóvenes, en presencia de sus estrellas, esta- tan de la misma manera; los gustar serbios o bosnios de Pany y
llan abiertamente pasión, voz y gesto. Lord, cuando cantaban en los pueblos de la montaña en medio
Las peripecias del drama entre tres, que se desarrolla entre el de un incesante ir y venir de curiosos, adaptaban su texto a ese
intérprete, el oyente y el texto, pueden influir de vanas maneras ruido de fondo, cortaban, desdoblaban, cambiaban según las ne-
en las relaciones mutuas de los dos últimos, al adaptarse el texto, cesidades de la hora y el lugar.
en cierto grado, a la calidad del oyente. Las reglas que rigen ciertos géneros, programan esa movilidad
En las sociedades tradicionales lo hace a veces en virtud de una del texto; en efecto, prevén unas partes que exigen una interven-
programación previa: un determindo canto africano se dice, ni se ción activa de los oyentes. Las tradiciones africanas ofrecen nu-
acompaña ni se baila de la misma manera entre hombres quc nierosos cjeniplos entre los que se distinguen grados de integra-
entre mujeres, entre iniciados o entre profanos. Los mitos de ción del público. La recitación del Mwindo congoleño se acom-
los aborígenes australianos son objeto de cantos diferentes, se- paña con un canturreo de los jóvenes sentados alrededor del
gún 10s clanes. De forma menos exclusiva, los gustar yugoslavos intérprete, cuyo ritmo regula el tambor. En las performances al-
cantaban sus epopeyas preferentemente en las tabernas, donde el ternadas de los ijos nigerianos, el auditorio entero canta en coro
auditorio sólo estaba compuesto por hombres, por lo tanto, por un estribillo fijo que responde a las variaciones del s ~ l i s t a ' ~ .
conocedores ... La mayoría de estas técnicas se encuentra en otras partes o en
Entre nosotros subsisten huellas de esas prácticas antiguas: se otros tiempos; jacaso no es una variante de ellas el misterioso
viven como rcspuestas a una petición; se integran en el proyecto estribillo anotado en los manuscritos de algunas de nuestras más
estttico (o si se trata de medios, comercial) que determina su for- antiguas canciones de gesta medievales? Yo mismo oí en 1969, en
mación. Tal estilo se dirige a una edad o a un grupo social más el bazar de Rawalpindi, a un grupo de hombres acompañar con
que a otros. Cuando a principios de los años sesenta las señoras breves gritos el canto de un ciego qiie rodeaban formando un
Francoise Hardy y Sheila se pusieron a empapar en almíbar el corro y escuchaban con avidez. ; A 0 1 de nuestra Chanson de Ro-
brutal rock original en honor de los jóvenes bien educados, aquél Iand! Entre los mayas del Yucatán, laperformance de un narrador
se encontró reservado a los adolescentes de los arrabales pobres,
hasta el reviva! de 1973-1974. En las naciones que luchan contra Agblernagnon, pág. 118; Eno Belinga. 1978, pág. 87; Derive, pág. 7%
un régimen autoritario como la España del franquismo, sucede Finncgan, 1977, págs. 233-234, y 1978, pág. 320: Lord. 1971. pk. 14; H0ff-
rnann-Leduc, págs. 42-43; Wurm. págs. 56-57.
Finnegan, 1977, págs. 54-55, 192: Okpewho, pig. 71; Lord, 1971, pági-
' Maquiso, pig. 42: Okpewho, págs. 194-201: Bar=Torlken, pági- nas 16-17.
nas 224-225. 10 okpewho. pág. 63; Laya, pág. 178.
consta de un papel de intermediario entre el ejecutante y el recep tencia de esta última, bajo la forma que sea, constituye a largo
tor: el [<queresponde., en general, la misma persona que ha pedi- plazo un elemento indispensable del carácter social humano, un
do oír el cuento y que por lo tanto constituye un vinculo vivo, factor esencial de la cohesión de los grupos. Se sabe cómo, por el
privilegiado, por donde circula la vida entre lo que se dice y lo canto, los negros de América consiguieron mantener entre ellos
que se. oye1? una conciencia colectiva, a pesar de la horrible agresión cultural
de la que fueron victimas, a pesar de la destmcción sistemática de
El oyente contribuye así a la producción de la obra en laper- los antiguos ambientes tribales.
formance. Es auditor-autor, apenas menos que es autor el ejecu- En el frío desmenuzamiento de nuestra sociedad, la misma
tante. De ahi el carácter específico del fenómeno de recepción en reacción vital asocia el canto a todos los esfuerzos intentados a
la poesia oral. favor de comunidades amenazadas o que se buscan: en las calles
La performance representa una experiencia pero al mismo o en las tabernas de los barrios desheredados de nuestrac,megá-
tiempo lo es. Mientras dura, suspende la acción del juicio. El polis, en Larzac o con los huelguistas de Markolsheim. De ahí la
texto que se propone, en el punto de convergencia d e los elemen- creación, siempre repetida, de gmpos (a veces muy humildes) mú-
tos de ese espectáculo vivido, no pide la interpretación. La voz sicos y cantantes que parten al encuentro de esos anónimos que
que lo pronuncia no se proyecta en él (como lo haria la palabra en les esperan sin saberlo: el Folk de b rue des dentelles de Jean
la escritura): es dada, en él y con él, omnipresente; y, sin embar- Dentinger en la Alta Saboya y tantos otros. De ahi la continua
go, no más que ella, no está cerrado. Rechaza la exégesis, que composición de canciones de las que solamente algunas termina-
sólo intervendrá después de que se le ponga por escrito, es decir, rán por emerger en el horizonte de la poesía universal -pero por
de que se le mate. Su sentido no es como el que una hermenéutica las que los hombres habrán aprendido los rudimentos del lengua-
**literaria**pueda servir para hacerlo explicito, ya que, fundamen- je de sus reencuentros-, como el Chanr des Partisans de la segun-
talmente y en la acepción más amplia del término, es político. da guerra mundial o la balada de Farabundo Marti para los mili-
Proclama la existencia del grupo social, reivindica (sin pedirle su cianos FMLN de El Salvador.
opinión) su derecho a la palabra, su derecho a vivir. Lo que allí Implicada por sus ritmos en las pulsaciones del cuerpo y el lati-
se pone en juego, más que unos pretextos temáticos, es una volun- do de la vida, la poesía oral los domina y los pliega a su orden.
tad indiscreta, un grito hacia el otro, un deseo de colmar su espe- De esa tensión interna, de esa casi contradicción inicial, resulta
ra, complaciente desde ese momento, pero que quiere ser necesa- una energía de la que proviene su formidable poder unificador.
ria; quizá d e este modo se estrechen los lazos, se apacigue la No difiere por naturaleza de cualquier otra comunicación oral,
amenaza, surjan las fuerzas ocultas. pero en términos de capacidad es incomparable. En las socieda-
Por eso, el texto poético oral incita necesariamente al oyente a des arcaicas, por medio de los oyentes que la reciben y sobre los
identificarse con el portador de las palabras, así sentidas en co- que actúa, pretende que los muertos sean sus últimos destinata-
mún, si no a esas palabras mismas. Más allá de los negativismos rios: fundadores y fiadores, al margen de las vicisitudes. Hemos
propios de todo cmpleo estetico del lenguaje, más allá de la indi- laicizado todo esto, es decir, hemos perdido el sentimiento de las
ferencia radical de la poesía como tal, la performance unifica y analogías. Sin embargo, los resortes elementales de la obra podti-
une. Esta es su función permanente. Un narrador maya pregunta- ca oral funcionan siempre en la raiz de ese arte, a pesar de las
ba con impaciencia a D. Tedlock que le parecía demasiado poco distorsiones históricas, de las falsificaciones culturales y de la es-
implicada: «Lo que yo cuento ¿lo "ves", o no haces más que clerosis parcial de las superficies. Lo que pasa entre nosotros des-
escribirlo?^ No se sabría explicar mejori2. . de hace unos veinte años prueba que, en el fondo, nada se ha
Es así, en el plano del oyente y de la recepción, como se mani- roto realmente; una continuidad, inscrita en la red de nuestras
fiesta la verdadera dimensión histórica de la poesia oral. La exis- lenguas y la economía de nuestros poderes corporales, nos ha
permitido, quizá, por encima del reinado de los chupatintas y de
" Tedlock. 1977. pág. 516. los boticarios, iniciar desde este momento el gran regreso en espi-
" Tedlock. 1977, psg. 515. ral al equilibrio de lo que fuimos.
246 247
El empleo de los medio oculta esa continuidad desde el punto 1
1 El folk-sonr de un Guthrie y de un Seeger triunfó allí, antes de la
de vista de los oycntes -sin embargo, menos de lo que parece a l enorme ola de los festivales de rock de Johnny Halliday en febre-
una mirada crítica. Para las masas, poco preocupadas de modelos
históricos, los medios han devuelto a la voz su omnipresencia;
han llevado de nuevo a la sensibilidad poética común a un estado
11 ro de 1961; festival de protest-song en Cuba en 1967, de la nueva
canción chilena en Santiago en 1969; veinte mil, cincuenta mil,
hasta ciento cincuenta mil oyentesL3.
parecido ¡al de nuestros antepasados pre-gutenbergianos! i
I
Desde agosto de 1961 en Juan-les-Pins, el empleo del micrófo-
Queda por decir que, hasta ahora, que yo sepa, nadie ha pen- ¡ no se convirtió, con Vince Taylor, en un arte, el instrumento mis-
sado en utilizar el teléfono para la transmisión de la poesía. Me 1 mo se reviste de una función casi sagrada, en el seno de un ritual
sorprende. En efecto, al imponer al individuo, encerrado en su ; que exuda las violencias reprimidas, coronado por el saqueo de
propia existencia, la voz de otro (a la vez cuerpo y palabra), el los lugares, universal y simbólica destrucción. Pero esas pasiones
teléfono transporta una carga erótica, latente o manifiesta, fuente 1
sólo tuvieron una época, bastante breve, mientras que la moda de
de una energía del lenguaje comparable de lejos a la que en otras los festivales perdura, festivales promovidos a institución. El New-
partes consiguen el encantamiento del chamán, el canto del hechi- port folk festival, que fue en sus comienzos un éxito financiero
cero o el del amante. De ahí provienen las defensas de algunos pero que también dio a conocer a Joan Baez y a Bob Dylan,
(.no me gusta hablar por teléfono>) o el rechazo que inspira a mantuvo tumultuosamente su estrellato desde 1959 hasta 1970.
otros el contestador automático ... Pero quizá el destino primero En Francia, durantc los años quc siguieron a 1968, los festivales
del teléfono baste para hacerlo poéticamente inexplotable: creado de rock, que se convirtieron en espectáculos periódicos a pesar de
para la conversación y el intercambio más que para la afirmación la desconfianza de las autoridades, tomaron la apariencia de una
común, no implica un .oyente. en el sentido en que entiendo ese liturgia cuyos practicantes perdían poco a poco la fe. Sin embar-
término, sino un ~~interlocutor~~, lo que confunde la distribución go, el potencial técnico y humano de esas concentraciones de
de los papeles. oyentes sigue sin desgastarse. De vez en cuando, se manifiesta en
Como el teléfono, pero en menor medida, el micrófono grandes fiestas en las que el fervor colectivo triunfa en una explo-
aumenta el espacio vocal y reduce las distancias auditivas. Al sión de alegría, como en torno a Alan Stivell y su grupo bretón
mantener la vista y la presencia física del cuerpo, mejora técnica- en el Olympia en 1972 y como en 1974 en Larzac".
mente la performance sin modificar ninguno de sus elementos Disco, magnetófono, casette o radio, los medios auditivos
esenciales. De ahí el éxito universal de ese instrumento, converti- tienden a eliminar, con la visión, la dimensión colectiva de la
do (desde que en 1937 Jean Sablon, cantante de poca voz, lo recepción. En cambio, afectan individualmente a un número ili-
tomó de los oradores políticos) en el medio casi obligado de toda mitado de oyentes. A su empleo se debe, principalmente, la difu-
transmisión poética vocal. Gracias al micrófono, completado por f sión de las músicas afro-americanas -por lo tanto, en parte, la
el amplificador (si no por Los micrófonos de contacto colocados revolución culturalr que lo acompañó. Según Collier, solamente
en el instrumento), palabra y música se vuelven verdaderamente en el año 1914 (incluso antes de que fuera grabado el primer
públicas. De esa ,<publicidad* sacan provecho tanto el comercio disco de jazz) se vendieron en Estados Unidos veintisiete millones
como los artistas. El auditorio y su lugar se agrandan hasta unos de discos de setenta y ocho revoluciones; en 1921, cien mi-
limites acústicos muy lejanos, aunque sea en detrimento (en algu-
nas circunstancias) de la visión directa.
*'
llones...
Un aparato ciego y sordo hace de intérprete. Ciertamente, el
De ahí la posibilidad de reunir a las multitudes: extender el oyente lo relaciona con un ser humano que existe en alguna par-
poder y la autoridad del intérprete y a la vez permitir su audición te. Sin embargo, abandonado a su sola voz, no recibe ninguna
a tal cantidad de individuos que toda relación personal entre ellos otra invitación a participar. Sin duda, recrea con su imaginación
se suspende; la sustituye una pasión colectiva que culmina en la
admiración del protagonista. De este modo, en los años cuarenta Vassal, 1977, págs. LOS-106, 138. 148; Clouzet, 1975. pág. 39.
l3

se improvisaron los hootenannies americanos, que encontraron su Hoffmann-Leduc, págs. 39-41, 174; Rouget, pág. 408; Vassal, 1977,
l4
pA@. 148-150, 175-176, y 1980, pág. 110.
sitio en París, en el Centro del Bulevar Raspail, entre 1964 y 1967. Collier, págs. 82. 88-89.

248 249
(esfuerzo para dominar ese universo puramente sonoro) los ele- se deriva, inevitablemente, una explotación folclorista; la radio de
mentos ausentes de laperformance. Pero la imagen que se suscita las islas Salomón dedica a los cantos y relatos indígenas un cuar-
sólo puede ser íntimamente personal. La performance se ha inte- to de hora ipor semana! I.as estaciones del nordeste de Brasil
riorizado. A pesar de que se emplean corrientemente en grupo acogen a los cantores de caniorias. Radio Yaundé difunde los
(especialmente con miras al baile) esos medios son más apropia- mvets; Radio Dakar, el sundiaia; Radio Mogadiscio, a los poetas
dos para la audición solitaria y, llegado el caso, crítica. somalíes. La importancia relativa del movimiento, por lo menos
1 en África, ¿presagia la emergencia de formas nuevas de poesía
Además, hay que hacer distinciones entre ellos. El disco, el donde la presencia, reducida a sus elementos sonoros, suspendida
magnetófono y la cascttc dejan al oyente una gran libertad selec- por la mediación mecánica, se restablecería en algún otro ni-
tiva; el fabricante de un microsurco me impone su elección de las el?'^, Los partidos politicos africanos han descubierto ya la efi-
diez o doce canciones que grabó en la misma matriz, pero global- cacia, en unos paíscs sin prensa, de una propaganda ajustada a
mente soy el único que decide oír ese determinado disco, luego 1 las formas del canto hereditario y transmitida por transistor.
ese otro, e incluso modificar mi programa a lo largo de la ejecu- ! Al restituir la imagen de una presencia, los medios audiovi-
ción. El magnetófono o la casette, al alcance de todos y de fácil ! suales ponen menos en peligro a su usuario de ese encierro sim-
manejo, me liberan d e esa última esclavitud: grabo cuando quiero.
bólico. El universo que le proponen posee la 'apariencia de la
Por el contrario, la radio desarrolla un discurso continuo, to-
talmente programado por otros: se me deja la misma libertad integridad y dc lo real y provoca un cambio dc ambicntc potcn-
negativa que en los escaparates de un supermercado: aceptar, cialmente desalienante.
cambiar de emisora o apagar la radio. La relativa pasividad que En el cine, la oscuridad de la sala influye doblemente en los
de este modo de mí se requiere, me dispone a creer que lo que espectadores-oyentes de una película. En apariencia los devuelve
recibo es exactamente lo que espero. Ilusoria interioridad que fue a su soledad, pero sin embargo saben confusamente que están
sin duda la que consiguió el éxito hace veintr años en Francia juntos -lo suficiente para quc a vcccs apunte una reacción
para la emisión Solut les copains, seguida durante algunas tempo- común-. La imagen proyectada, al concentrar su luz y sus colo-
radas por una generación unánime de adolescentes, que el orden res entre nuestras sombras, se proclama diferente, llegada de otra
reinante pronto recuperó, gracias a ella. Escuchada en un transis- parte, aparecida por alguna grieta abierta en el muro de nuestro
tor, la radio acusa sus efectos atomizantes: ligero, portátil y de mundo. Eso se dirige a mí. Veo y oigo. Pero las sonoridades reco-
bajo precio, el aparato de radio individualiza más aún laperfor- rren en mi un campo imaginario más amplio que la vista. El jue-
monce sin profundizarla necesariamente, y se presta a largas sole- go de los sonidos in y offengendra una diégesis auditiva de la que
dades sin penetrarlas verdaderamente; hoy en día hasta en el más I
la visión no es más que el soporte. Por la ventana de la pantalla,
remoto de los campos del tercer mundo es un espectáculo fami- mirón de objetos y acciones -de tamaño natural., mi ojo sólo
liar el campesino inclinado sobre su tierra con el transistor al al- percibe un recorte de lo real, enmarcado de sombra. Pero el mar-
cance de su mano, ahogando con su voz el ruido de la herramien- co no encierra lo que oye el oído. Parece que está reconstruida la
ta. Con los auriculares, ya está hecho: todos los sociales se cortan situación de perforwlance directa.
y el Oyente, intoxicado, zigzaguea entre nosotros con la mirada Sabemos que esta apariencia es engañosa. Sin embargo, desde
perdida. Interiorización total ¿en qué locura? el origen, un estrecho vinculo unió al cine sonoro las diversas
A pesar de las distorsiones que de este modo impone al fun- formas del arte vocal, en particular la canción. Desde la época del
cionamiento de la oralidad. la radio está ahora bien implantada mudo, muchas películas se adornaron con popurríes de cancion~s
en los paíscs -en dsarrollo. que. con frecuencia, no tienen aún de moda acompañadas al piano; desdeJazz Singer, con Al Johnson,
pleno acceso a la televisión. Adaptada a la demanda de unos pue- en 1927, primer <<hablado. comercializado, hasta Honeysuckie
blos poco alfabetizados, está sustituyendo a los cantores tradicio- Rose dc Jcrry ~ c h a t z b e rpresentado
~, cn Cannes en 1981, la cade-
nales, casi todos ancianos. Sin embargo, altera poco la forma ex-
terna de la poesía oral que aquéllos nos han transmitido. De ahí i Finnegan, 1977, paga. 155-158.
I
250
na no se interrumpe. Una circulación vital pasa de uno a otr? de ce tiende a diluirse en una ficción narrativa; mucho más que el
los registros. La voz ronca de Marlene Dietrich, Lola de El Angel disco, que deja fuera a la vistaI8.
Azul en 1929, fijó una tradición todavía viva. Entre nosotros hay
muy pocos cantautores que no hayan compuesto para el cine o 1! Lo que se discute es la relación entre realidad y conciencia. El
aspirado a hacerlo". El disco, la radio, la televisión incluso, son empleo de los medios ila ha modificado?, ¿o es ella la que, modi-
instrumentos de difusión; la pelicula es una forma. Pero con fre- ! ricada, ha hecho posible los medios? Dentro de límites tkcnica-
cuencia la canción se emancipa del guión para el que fue destina- i mente (parece) inamovibles, las modalidades de recepción pueden
da y, lanzada por él, comienza una carrera autónoma. Inversa- l diferir mucho según la naturaleza del medio cultural. El oyente al
mente, canciones de éxito repetido suscitaron, bajo el mismo I que los medios llegan es un ser singular e histórico. Por muchas
título, una obra cinematográfica: por ejemplo, Ramona, en 1936; 1 técnicas de lavado de cerebro que se le apliquen, es a través de su
Río Bravo, de Howard Hawks, en 1959, o como ejemplo extremo, historia cómo percibe, y en virtud de ella cómo reaccionat9.
Lily Marl2ne. fuente y motivo de por lo menos cuatro películas. Es verdad que entre él y lo que escucha se interpone el progra-
Fue después de haber visto en Nueva York, en 1940, la película l mador: nuevo personaje del guión de la performance, organizador
basada en la novela Las uvas de la ira, que le entusiasmó, cuando ! comercial que no conoce a su clientela más que mediante perfiles
Woody Guthrie compuso una de sus más bellas baladas, Tom ! sociológicos y estudios de mercado. Con frecuencia se ha denun-
Joad. ciado las consecuencias de semejante sistema, que funciona única-
La televisión abre un diálogo sin respuestas; privada, intima, I mente para el provecho de las estrellaszo.Sin embargo, la pasivi-
pero aboliendo la aparente distancia en la que se mantiene el ; dad que se le reprocha al público telespectador proviene menos
libro; ilusoria conversación. Pero ¿para qué reaccionar? Esa voz del medio que de causas sociales: falta de educación apropiada;
lleva una palabra diferida. ¿Sigue siendo una voz? La zona de criterios de rentabilidad (comercial o ideológica) introducidos en
silencio que la rodea y la hace tal como es, se reduce hasta des- la programación. Al oyente se le quita toda posibilidad, reaccio-
aparecer. Sobre e! fondo de un discurso continuo se perfilan efi- I nando con respecto a la obra que se le transmite, de contribuir a
meros efectos comnnicativos, apenas reales. Incluso si por ventu- su <<creaciónn.Sin embargo, varias tentativas hasta ahora margi-
ra la emisión se realiza en directo y no está archivada, la voz se nales pnieban la existencia de esa posibilidadz1.
asegura su espacio planetario pero pierde toda dimensión tempo- I La poesía oral directa, teatralizada, compromete al oyente, en
ral: falaz regreso a la situación de oralidad primera. su ser entero, en laperformance. La poesía oral mediatizada deja
El aparato de radio-intérprete, ya esté disimulado en un bar-
gueño de Bresse o se encuentre instalado en el centro de la sala
1 insensible algo de él. El paso de un modo a otro de recepción
representa una mutación cultural considerable. Se me aseguraba
común, se impone, intmso, con servilismo o mala conciencia. In- I en 1980. en el Alto Volta, que las emisiones radiadas de los poe-
cluso apagado permanece presente, significando simbólicamente tas ambulantes tuvieron una escucha mínima en la selva. Faltaba
la técnica de la que es fmto y la especie de socialidad que lo ha la sensualidad de una presencia. W. Ong hizo en Senegal una
hecho posible; jamás se ve reducido a su única función instru- experiencia parecidaz2. Una sociedad relativamente homogénea
mental. Usarlo implica la aceptación del lenguaje que sostiene (si interioriza ese efectq de mutación, sin perder la conciencia de
no del contenido de ese lenguaje) y de la tipologia de las clases de ello. Al regreso de Africa pregunté a Jean y Brigitte Massin su
discurso que propone. Ahora bien, entre las que están mejor opinión de musicólogos: ¿En qué difieren para ellos el disco y el
constituidas de todas esas clases figura la canción, integrada o no concierto en sala? Al primero se le reconoce una perfección técni-
a un espectáculo de variedades. De ahí la función esencial que
desempeña la televisión en el mantenimiento de una poesia oral ¡ ca, hoy en día casi total, asi como la ventaja de una escucha

en nuestro fin de siglo; más que una pelicula, donde laperforman- '8 Berger, págs. 107-115.
l9 Corbeau, pág. 335.
2" Bertin; R. Cannavo en Le Matin del 64.1981.
" Cazeneuve, phg. 110; Vernillat-Charpentreau, págs. 63-64; Vassal, fi Cazeneuve. . - 60-63, 218-219: Berger, pág. 18.
oáes.
1977, pág. 107. " Ong. 1979, pág. 6.
252
solitaria, más íntima. Pero el segundo, al imponer y particularizar miento, tan traumatizante como el primero, que supone para la
su dimensión espacial, moviliza de manera más completa la aten- cría del hombre su súbita inmersión en lo televisadoz4.
ción y como consecuencia de la unicidad de laperformance. pone Sentado en una butaca de cine o ante su televisión, el oyente-
i
de relieve en la audición los elementos de invención personal. espectador consume imágenes y sonidos. Necesariamente crea
Los medios audio-visuales restituyen a la vista su función. ¡ algo. Si el mundo donde existe le ofreciera huecos donde colocar-
1
Pero lo que he nombrado en el capítulo XI,la "tactibilidad>>,se 1 los, sin duda haría unos objetos a la manera de los antiguos .pa-
pierde ..., a pesar de los sistemas inventados hace tiempo por tenteuxn de Quebec. Pero hoy en día ya no hay sitio para objetos.
Griffith y Abel Gance, grandes planos y las miradas a los ojos. Imágenes y sonidos caen, aparentemente inútiles, en el contexto
La mirada que dirijo a la pantalla no puede ser la misma que micro-sociológico de cada uno, se derraman en los moldes de lo
aquella con la que acaricio las cosas. Más abstracta, desprovista imaginario sirviendo para el bricolage de una mitología al díaZ5.
de erotismo ... De ahí proviene quizá la tentación de los progra- Todo se ha convertido en espectáculo <,endirecto.. La actua-
madores de exhibir en la pantalla los signos totalmente externos lidad reemplaza al Tiempo Primordial; lo Actual, a lo ohginai.
de una exaltación del cuerpo, incitación a un narcisismo de cuar- 1 Para sobrevivir no tenemos menos necesidad de mitos que nuek
to de baño. tros antepasados, postrados como los hombres de Platón en su
Es así como, en la performance mediatizada, la participación caverna. Unas formas llegadas de otra parte se proyectan sobre la
propiamente dicha -identificación colectiva con el mensaje reci- pared. Ciertamente, no confundimos completamente lo real exte-
bido, si no con su emisor- tiende a dejar sitio a una identifica- ¡1 rior con esas sombras; simplemente, preferimos las sombras. Sin
ción solitaria con el modelo propuesto ...,sin perjuicio de que, más embargo, sucede que la imagen llama tan fuerte que hay que le-
tarde (como se comprueba entre nuestros jóvenes) esas soledades vantarse a ir a mirar. Un mensaje se perfila allí afuera. La Voz de
se unan masivamente. El Modelo es el tino, el comportamiento de un poeta resuenaz6.
un Héroe. En nuestro mundo, el estrellato constituye un factor
indispensable para el funcionamiento de los medios ..., como
el heroísmo* para el de la antigua epopeya. Pero es sabido que el
héroe tipo de nuestra cultura de masas es el cantante: no existe
nada aún que haya abolido la magia de la vozz3.
Película y televisión se exponen a una mirada omnipresente y
despiadada. Su tecnología tiende a acentuar unas imperfecciones
que la performance directa difumina. En ellas se llega a disociar la
grabación de lo vocal y lo gestual: en play-back, el cantor o el
actor abre la boca ante la cámara, pero lo que se oye es un dis-
co... Ciertamente, no siempre se alcanza la perfección del produc-
tor, cosa que por otra parte ya se sabe. Pero integrada en el pro-
yecto mismo del medio, orienta las investigaciones técnicas y las
inversiones financieras que aquél exige. No hay ninguna duda de
que esto no sea percibido (oscura pero eficazmente) por los usua-
rios. Me parece que esa es una de las causas de la fascinación que
la televisión ejerce en los niños, y de su intrusión en su universo
de fantasía. Sobre las rodillas de su madre, el bebé deja de mirar-
la para mirar al aparato de televisión, incluso apagado. Remito al
lector a las bellas páginas de R. Berger que evoca el nuevo naci- '' Berger, págs. 44-50.
" Certcau. pág. I I ; Corbeau, págs. 333-334.
" Burgelin, págs. 134-147, 152-153: Cazeneuve, págs. 91-96. " Berger, págs. 52-55, 64; Cazeneuve. págs. 100-103.
14. Duración y memoria riar a mi antojo una canción leída en una partitura u oída en un
1, disco. El juego de la competencia me llevará quizá a rehacer una
1 edición de esa obra, o a grabar una nueva interpretación de ella;
1 La falsa reirerncián. Los dos tiempos de la poesía oral.-La encadenamiento que plantea al etnólogo (cuyas prácticas se ins-
dinrensidn geográJca.-Migraciones y tradiciones. <+Devenir. criben necesariamente en ese esquema) delicados problemas de
y uesrados larenres.. Variantes. Regresos e idenridad. método l.
La memorización, medio natural de conservación de la poesía
oral, fue el único que permaneció en vigor en las sociedades, in-
cluso de escritura, durante tanto tiempo como el empleo de esta
última no fue generalizado; en Europa hasta el final del siglo XiX
o a mediados del nuestro, según las regiones, y en gran parte del
tercer mundo hasta nuestros días. Más allá del umbral tecnológi-
co a partir del cual su importancia relativa disminuye rápidamen-
1 La obra transmitida en performance. desplegada en el espacio, te, la memorización continúa desempeñando su oficio, al margen
escapa en cierta manera al tiempo. En efecto, por su calidad de del archivo.
1, oral, nunca es exactamente repetible; la función de nuestros me- J. Goody observaba emblemáticamente que las sociedades de
¡ dios es paliar esa incapacidad. Una repetición es siempre posible; oralidad poseen narradores y orquestas, pero no novela ni sinfc-

1' de hecho, es excepcional que una obra no sea objeto de vanas


performances; por la fuerza de las cosas, jamás es la misma. De la
primera a la segunda o a la tercera audición de un disco, las
alteraciones son mínimas; unas (disposiciones psíquicas del oyen-
te, circuristancias) afectarían del mismo modo a las sucesivas lec-
nía. El texto oral, por el hecho de su modo de conservación, es
menos apropiable que el escrito; constituye un bien común en el
gmpo social en cuyo seno se produce. De este modo es más con-
creto que el escrito; los fragmentos discursivos prefabricados que
transporta son a la vez más numerosos y semánticamente más
! turas de un libro; otras son específicas, como las condiciones estables. En el interior de un mismo texto a lo largo de su trans-
l8 acústicas. Por el contrario, en la serie de declamaciones de una misión y de texto en texto, se observan interferencias, reiteracic-
epopeya, las declamaciones llegan, a veces, hasta a difuminar la nes, repeticiones probablemente alusivas: todas hechas de inter-
identidad de la obra. cambio que dan la impresión de una circulación de elementos
De todas maneras, lafalsa reiteración constituye el rasgo prin- textuales viajeros, que se combinan en todo momento con otros,
cipal de la poesía oral. Funde en ella el modo de existencia fuera en composiciones provisionales. Lo que hace la .unidad. del tex-
de la performance. Determina su conservación. Esta última puede to (suponiendo que se acepte esa idea) pertenece al orden de los
resultar de dos prácticas diferentes, contradictorias, aunque en movimientos más que al de las proporciones y las medidas: en la
nuestros días, en general, acumuladas: performance, percibir esa unidad es menos comprobar una orga-
- o bien el archivo, por el escrito o la grabación electrónica, nicidad necesaria del texto que identificar éste entre sus posibles
lo que tiene por efecto la fijación de la totalidad o una parte de variantes 2.
los elementos de la obra: verbales, sonoros, incluso visuales si se
trata de una película o de un vídeo: La complejidad de su modo de existencia impide estudiar la
- o bien la memorización directa o por diversos medios indi- poesia oral de otro modo que en la perspectiva de duraciones
recta, como la que pasando por lo escrito exige una interioriza- bastante largas. Conviene, además, alejar el prejuicio historicista
ción del texto. que incite a la búsqueda de un origen donde estarían contenidos
El archivo detiene la,corriente de la oralidad, lo para a nivel en germen los desarrollos ulteriores. Insistiré más bien en la equk
de ,<unan performance. Esta, estabilizada, pierde lo que hace el
movimiento de la vida, pero conserva al menos su aptitud para ' Derive, págs. 58-61.
suscitar otras performances. Yo puedo cantar, hacer cantar y va- Goody, 1979, pAg. 72; Zumthor, 1981b, págs. 15-16.
652
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-uei8 ua osiads!p 'odni8 asa '0981 e!3eq se8laq saiue&?!uiu! soun aiuauieap?is!q a a$uauieagePoa8 sopehle Knui solqand ap saúop
ein$lna!i8e el e uoia!rqe anb u@ar eun ua 'u!suoas!y, ap salesni -!peii se[ ua ueiluanaua as soa!iu?p! !sea seuiai soun e sepe!aose
se![!uiej seun8le ap souqaue sol aiiua osn ua epepoi u?lm oiaal sep!aaied Knui seui~ojseun anb apaans .epeqoiduioa aiuauiei
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X1l!qjj!q la u03 ypa3ns olsa :selu!a!p se!auapuai seun K ouil!i un o seuiaod soun8le ap pepana!iue el i!uinsard ap!dur! ou seqanid
unaas uel1oiiesap as 'sale!a!u! so8ser sns ap sounale opueAiasuoa ap e!auasne el 'e!pu! ea!i?uiv el ua 'e!ueaao ua 'ea!ijv u 2
'anb sehanu sauo!a!pei] seun uai(n~!~suoaai as se!nb!lai sesa ap ',¿Solio
iopapaila !euiiojsueii sol leuy [e K io!iaiu! [a apsap opueu!w EA -sou oliaqes u!s se[l?nbe owo3 sen8!1ue u e ~uos sello sejuyna?
sol sa)uei8!uiu! ap sapep!unuioa seganbad ua s!ii!Aaiqos ai!wiad oiad :IAX ñ AX ' i r i x sol8!s sol ap eiep eua3ap eun 'a8paiii!>1 .D
sal anb zaqaaiisa e1 oiad .epeiaile oaod ewioj eun ua oduia!i K i u a a r e ~'H 10d pl!q3 ap u?pel!do3ar al ap sepeaes sasa3
oqanw aiuernp asiauaiueui uapand seuiaod sosa 'sopeiioduil +asa K sesalsu! sepeleq seiuapsail se[ a a .-AX lap amo ' ~ i xlap
',e!leiisnv ua op!iiaApe ueq as sella eun ' i r i x ola!s lap sop aiqnasap auoje? '3 'wsepei!i ua sauop
aiiua ap seun8lv .seu!loie3 sal ap K e!u!h!~-ap 'Kyaniua>I ap -uva* eiuanau!a seiuapsali ap oiun@oa un ua :aaqanb e uoiesed
sauo!%ai sepeble syui se1 ua 'saqaeledv sol ap sasaFeiuow soun sella aiiua ap seueA 'e!paN pepa el ap ueiep .sesaaue1j sale1
ap solqel sol ua ' 0 ~ 6 1e!aeq 'dreqs 'r.3rod oAanu ap sepeiiuoaua -ndod sauo!auea,, ap oiawqu oirap anb opeqoiduioa eq as 'aiuaui
op!s ueq x i x K i i i ~ xsol8!s sol ua e!aoasa ua o a1iaiel8u1 ua sepel -eisapow s g q 'oa!uq ñ ouiaiixa osea un sa oisa oiad joiauioH
-!doaai sepeleq seun 'AX o18is lap leuy le soaaniieH ua sope!l!xa ap oauy~oduiaiuon!'se~!i!ui!id sauo!sraA sns ua 'las ap pqap (01
sai!prejas sol aiiua ouioa ' ( p ! lap ~ ep!aouoasap u?!siaA eun ola!s -!Jasa iod oisand asiaqeq ap iesad e) se!p soiisanu eiseq lelo o p ~ a
oiisanu ua ?!iqnasap as apuop) eiapem e u?Fquiei K '(AI 01ni -aueuiiad eq oa!uptqeiq o!paw la ua uq!s!uisueii eKna 'opa4 ?IX
-!de3 la ua opepioaai aq 01) .-ouea!iauie aiuau!iuoa le ?i8!uia 12 'seiqo seq3nui ap ugp!peii el ieqaaj ered soinaas ñ sosoiauinu
eadoma ielndod e!saod el ' i i i ~ x[e IAX op!s la apsap sesa[8u! aiueiseq soiuauinaop ap souiauods!p e!sv ua K edoina u 3
a sesameij 'sesan8n)iod 'selogedsa s e i o ~ se1 ap elaisa el opua!n8 ',e[e3sa uei8 ua oa!piaoa% oiua!uieze[dsap un
-!S 'anb la iod olua!w!Aoui [a anb oso!iais!ui souaui sa epeN aanpold as opuena alqeiap!suoa ias apand u?pa!io!iaixa esa ap
.,alq!inas!p aiduials 'sa~ouauriodso[ ua 'K alq!sne[d uq!aea![dxa oiaaja la 'ie8nl ouis!ui un ua uelloliesap as seis? opuena alq!suas
eun euo!aiodoid 'odni8 un ap 'onp!A!pu! un ap euois!q el 'saa o m d 'seAisa3ns sa~uoturojradse[ ap pep!a!ld!qlnw el e op!q
-a& v .sauopeu!iXalad ap 'o!aiawoa ap 'u?!x?r8!ui ap semi :sop -ap 'oaasu!sxa o!sedsa olio nlpuasua as 'leal uo!suaw!p ns aKni!i
-!aouoa Knui aiied ello iod 'so!ieiau!&! ap o8re1 01 e opehiasqo -su03 anb i( a3uouidoJadepea ap o!doid opedsa lap 'oiaaJa u a .oa
ueq as ea!i?od up!siads!p ap sopeqoiduioa soqaaq sol ap e!ioK -o~!nba souaui sa ou le!aedsa oinieisa ns 'e!wanaasuoa 011103
-eui e 7 'sope[s!e sosea ap oiauiqu oganbad un e uauIa!auoa oi?s ' o p ! ~ ! aiuauilo!iaiu!
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-eui anb saiua!puadapu! sauo!aeai3? jo!iei!los a ~ u e 8 a ~ eun81e
u ap ua ieni!s ap alq!sodw! 'eiqo el ap lerodruai o~nleisalap p e p p o ~
social. La mayoría de sus canciones habían sido éxitos de cabarés quía, pero existen unas versiones catalana, francesa y piamontesa,
en Lieja hacia los años 1830-1850. Los cantantes de hoy, aunque donde no se ha alterado, en ninguna de ellas, la estructura métri-
w n frecuencia ignoran el francés (pero hablan aún un valón alte- ca del original".
rado), conservan casi pura la forma original9. La traslación de una lengua a otra puede ocasionar fallos
De vez en cuando, un descubrimiento fortuito revela el cami- que contribuyen a la fluctuación temática; un romance español
no seguido por una obra aislada, transmitida por algún desarrai- compuesto al final del siglo Xix (y quizá inspirado en el Berna1
gado y que en otras circunstancias hubiera podido engendrar en Francés) cuenta la trágica muerte de la esposa de Alfonso XII
tierra de exilio una tradición original. De este modo, M. Da Cos- en 1878. Ahora bien, en una versión portuguesa encontrada en
ta Fontes, al investigar entre los trabajadores portugueses emigra- Brasil, el nombre de Alfonso Doce fue comprendido como el dulce
dos en Toronto, recogió de labios de una mujer de setenta y siete Alfonso. lo que modifica notablemente el equilibrio y el sentido
años, originaria de las Azores, un romance relativo a la guerra del de esta triste historia. ¿Cuántas adaptaciones europeas de textos
Paraguay (1864-1870), llevado, evidentemente, a las Azores por americanos cantados con música de rock han conservado la vio-
otro emigrante que regresó del Brasil meridional lo. lencia primera de éstos y su poder alusivo?".
A falta de un desplazamiento de población, puede producirse ¿De qué manera y hasta dónde, en esa doble desviación, la
una ósmosis entre sectores vecinos, en un área geográfica y cultu- obra al cambiar sigue siendo ella misma? A esta pregunta trata de
ral bastante homogénea; unas versiones del Ge-Sur tibetano se responder la controvertida noción de wtradición,,. Para los etnó-
cantan en Mongolia y en algunos cantones de China; en los años logos de la escuela contextualista actual, el término remite a una
sesenta de nuestro siglo, la mueva canción. chilena estaba en constmcción científica más que a un producto cultural y el dis-
vías de conquistar toda la América latina...". Las fronteras lin- curso que se mantiene sobre ella procede de una ideología con
güística~no bastan para parar ese movimiento; pero el parentesco
funciones asignadas en nuestro propio campo social1'. De hecho,
léxico, sintáctico y sobre todo rítmico de las lenguas en contacto
resulta bastante sencillo (observando los mecanismos de imitación
lo facilita. Fue así cómo durante siglos la circulación de poesía por los que se reafirma y se perpetúa una sociedad) circunscribir
oral fue intensa entre las diversas zonas lingüísticas escandina- unas tradiciones, pero mucho menos definir la tradición. Aquí
vas, y a veces llegó hasta Escocian. !
Un movimiento semejante, de menor envergadura (¿como ¡ considero más bien, desde bastante lejos y desde bastante altura,
esa densidad del tiempo social que, más o menos, en todo mo-
consecuencia de la fuerza de las tradiciones escritas en esos terri-
torios?) unió, en el medio popular hasta el comienzo del siglo x i x ,
las lenguas romances occidentales. La canción Donna Lombarda,
probablemente compuesta (según un tema legendario muy anti-
il mento de la duración tiende a neutralizar las contradicciones que
existen entre el presente y el pasado, incluso el presente y el
futuro.

1
Entre nosotros quizá se niegan esas contradicciones y en otra
guo) en el siglo Xvi, en la región de Turín y en dialecto piamon-
parte se hace alarde de ellas, de manera puramente verbal o por
tés, basándose en el timbre de un villancico, fue recogida en me- 1 conducias eficaces, deliberada o inconscientemente: maneras di-
dia docena de diferentes dialectos italianos, en versión francesa ! versas de vivir juntos la profundidad temporal, criterios posibles
en el Macizo Central y en Quebec, en español ... y ihasta en alba-
de una tipología de las culturas ... y de las poesías. ~~Tradiciones~:
nés! Gentils galonls de France es común a Francia y a España, respuestas múltiples al desafio que nos lanza la fugacidad de todo
aunque bien es verdad que con importantes variantes. El dramáti- !
lo que designa nuestro lenguaje; en el orden de una percepción
co romance deBerna/ Francés, cuyo héroe fue uno de los vencedo- ¡ salvaje de nuestra fragilidad, el equivalente de lo que es el trabajo
res de Granada en 1492, triunfó en todo el mundo hispánico,

i
en el de la transformación del medio natural. El gmpo social,
hasta Argentina y en las comunidades judeo-españolas de Tur-
colectivamente, se refiere al universo como a su término y SU fia-
Lempereur. " Foschi; Davenson, p á ~ 204-206:
. Menéndez Pidal, 1968, 11, pági-
'O Costa Fonles, n.Q 489. i
nas 320-323, 361-362.
" Finnegan. 1977. pig. 135; Clouzet, 1975, págs. M)-61 '' Moreno-Fonseca; Burgelin, pág. 176
" Burke, pigs. 54-55. " Ricard, 1980, pig. 21.
i
!
dar, e interioriza esa referencia con el consentimiento a la norma
l tales, lingüísticas y corporales- de ias que laperformance consti-
así objetivada, relativa a lo que hay que saber y cómo.
Mientras ese esfuerzo permanezca irreflexivo, el pensamiento
i tuye nuestras tradiciones.
Éstas existen menos por ellas mismas cuanto que no se engen-
Y el lenguaje próximos a sus arquetipos se readaptan incesante- dren en la memoria de aquellos que las viven y viven de ellas:
mente, en duración bmta, con plasticidad y sin demasiadas coac- conocimiento acumulativo que el grupo, como gmpo, tiene por sí
cienes. La reflexión abre las puertas de la historia e introduce el mismo y que invierte en lenguaje según unas reglas temáticas o
riesgo unido al estatuto de herederos. Quizá, en nuestros días, formularias. Estas reglas y las modalidades de su empleo difieren
el com~ortamientocultural de una juventud abandonada a sí mis- según los tipos de culturas. Las sociedades arcaicas poseen una
ma manifieste su deseo de volver a cruzar las puertas, si se pudie- capacidad mayor para absorber las aportaciones individuales y
ra. en el otro sentido... fundirlas en costumbres más o menos apremiantes; la expansión
Es entre esa red de percepciones, de costumbres y de ideas en el campo de las comunicaciones, la difusión de la escritura y
donde se desarrollan y perduran las *tradiciones orales. 16. ~a luego el establecimiento de un régimen que le asegura la preemi-
lengua, vinculo de la colectividad, procura la única posibilidad de nencia contribuyen al debilitamiento de las memorias y a la acele-
dar a conocer el nombre y la conducta de los antepasados, así ración de los ritmos de transmisión: contradicción inscrita desde
como la razón de ser del grupo, al día; pero la palabra, interiori- este momento en el lenguaje mismo, y en la relación que mantie-
zación de la historia, no se desarrolla en el tiempo corno 10haría I ne con el cuerpo. De ahí la emergencia de funciones sociales nue-
una secuencia de acontecimientos; se sucede dialécticamente a i vas: el intelectual, el poeta, el .c autor* ...19.
ella misma, en constante reorientación de las elecciones existen- ;
Sin embargo -comparada con los otros elementos que funda-
ciales, afectando, cada vez que resuena, a la totalidad de nuestro mentan la coneiencia de la comunidad-, la poesía oral no depen-
ser-en-el-mundo. Para confirmar o para protestar, la voz que yo de de lo que F. Zonnabend llama la anemona larga.. A exceP-
oigo lanza SU frágil pasarela sonora entre dos voces inexpresadas, ción de las formas míticas, muy ritualizadas, el discurso poético
susurrantes en nosotros, demasiado profundas para penetrar en el oral es mucho menos permanente de lo que se pensaba hasta hace
ágora: la VOZ anterior que hablan en nosotros nuestros padres, y poco tiempo: su dinamismo disimula la fragilidad de sus elemen-
la otra voz que los recusa1'. Es así cómo se nos propulsa y a la tos tingüísticos, vocales y gestuales, condenados a 10 que. en una
vez permanecemos atrapados. obra ya antigua y con relación a los textos medievales, he llama-
Según J. Goody (refutado por J. Vansina ...), de ahí surge un l
do carácter cambiante, designando así la inestabilidad radical del
equilibrio <~homeostático~~ entre una sociedad y sus tradiciones poemaz0.
orales: 10 que en un determinado momento de la trayectoria bis- Pero ésta sólo es concebible y perceptible en performance, del
tórica no corresponde más, en esos discursos, que a una necesi- mismo modo que un discurso sólo lo es en situación. Cuando,
dad actual, se convierte en objeto de una <camnesiaestmctural,, y por gusto, canturreo una de las canciones que tengo en la memo-
sobrevive como forma vacía o desaparece. Si ello resulta de un ria, la asimilo por un instante a mi conciencia de viviente; luego,
traumatismo cultural demasiado fuerte, la sociedad que lo sufre cae de nuevo en el silencio. El oyente apasionado Por el rack O
necesitará varias generaciones para reconstituir la economía gene- por la salsa participa en lo que él siente como tradición (0 como
ral de la palabra ~olectiva'~: por ejemplo, la vieja Europa después moda, lo que viene a ser lo mismo). Pero esa participación se
de Gutenberg, Africa después de la colonización... o nuestro manifiesta por la intensidad del placer asociado a una determi-
.<Occidente* en su confrontación con el ordenador, L~ inestabili- nada. performance, relativamente a una <'determinada. espera
dad Y la ambigüedad funcional son los rasgos.principales de las circunstanciada2'. Sin duda, la tradición no es otra cosa que el
'<imágenes,,, como las llama H. Scheub, fornias Complejas
! 19 certeau,págs. 157, 162-165; Havelock, págs. 93-94; Go'JdY, 1979, pá-
Slattery-Durley. pigr;. 8-9; Biuml-Spielmann. pág. 64; ~ ~ ~ ~ i ~ i ~ . ginas 13-74; Mc Luhan, 1971, págs. 136-139.
20 Finnegan. 1977, phgs. 53: Zumthor, 1972, págs. 68-74.
" Ong. 1967, pág. 176: Rosolato, ~ i g 301. . U H ~ 1973.~ pág. ~5 ; Houis,
~ , 8-9; Burke. pág. 89: Lord, 19719
" G o o d ~ .1968. págs. 27-67: Vansina. 1971. pág. 457: Scheub, 1975.
pág. 22.

262 263

i
condicionamiento, convertido en habitual (por un tiempo más o géneros de poesia oral exigen una estricta memorización del texto
menos largo o breve) de esa espera. Condicionamiento '<abierto. I' y proscriben toda variación: cantos de danza polinesios, poemas
o .cerrado., según el esquema propuesto por M. Houis, de una 1' genealógicos de Ruanda, rituales de la América india y quizá la
espera -pública* o «selectivan a la que se dirigen los portadores I poesía japonesa más antigua. Todos se presentan unidos a una
!
-activos. o mpasivos~~ de una respuesta más o menos desfasada, concepción particular del saber y de su transmisión. Por lo tanto,
i
pero que reconozco. se trata aqui de carácter cambiante cero significativo como talz4.
En efecto, lo que me revela la voz del poeta es -doblemen- En nuestra sociedad, las costumbres contraídas bajo la influencia
te- una identidad. La que aporta la presencia en un lugar común. de la escritura incitan a los organizadores de espectáculos a pro-
donde se intercambian las miradas, y aquella también que resulta gramar exactamente los detalles a lo largo de los ensayos: cual-
de una convergencia de conocimientos y de la evidencia antigua y quiera que sea el último objetivo, esa técnica contribuye a aplas-
universal de los sentidos. Woody Guthrie declaraba que deseaba tar los efectos del <<caráctercambiante.. Éstos, atenuados, no por
ser .el hombre que os dice lo que ya sabéis,,. 1. Lotman demos- ello desaparecen.
tró, antaño, cómo esa *estética de la identidad. -propiade las I
Desde Schlegel, la tradición romántica ha considerado la obra
formas de arte pre-modernas, de la poesia oral y hoy en día de los literaria escrita en su unicidad como el desenlace de una génesis
textos difundidos por los medios- funciona por asimilación de evolutiva. Se podría sostener que sucede lo mismo con la obra
estereotipos, no obstante nunca automatizados, que flota en el oral, pero en su multiplicidad, manifestada por el conjunto de las
medio inestable de la experiencia ~ i v i d a ' ~Las
. voces ordinarias I perfarmances: en esto, jamás terminada: <.contexto sensitivo,>,
de la comunidad tejen en ella y para ella una trama continua, como se expresa D. H ~ m e s La ~ ~escritura
. engendra la ley, ins-
horizontal, sucesiva, de donde surge y se distingue la de los poe- taura con el orden la coacción, en la palabra no menos que en el
tas, una, y que forma (en una dimensión temporal que le es pro- Estado. En el seno de una sociedad saturada de escrito, la poesia
pia) una continuidad vertical. oral (resistiendo mejor a la presión ambiente que nuestros discur-
Como la memoria de los individuos y de los grupos, la poesia sos cotidianos) tiende -por ser oral- a substraerse a la ley y
vocal hace de percepciones dispersas una conciencia homogénea. sólo se pliega a las fórmulas más flexibles: de ahí su .carácter
Los cantos siempre se dan de antemano, decía Blanchot. Menén- cambiante*,
dez Pidal hablaba de *estado latente.. Lo entendía (tratándose de I
De ahí la inexistencia de texto -auténtico.. De una perfor-
epopeya) como el espacio histórico indeterminado en el que el mance a otra, nos deslizamos de matiz en matiz o en brusca mu-
acontecimiento engendra el mito y éste emerge en poesíaz3. Ex- tación; ¿dónde trazar, en esa escala, la línea de demarcación entre
tenderé la noción a esta última, dispuesta en todo momento, lo que es aún la '<obran y lo que ya no lo es? Folcloristas y etnó-
como la voz de mi cuerpo, a volcarse de lo probable a lo mani- I
logos se han interrogado periódicamente. y l o mismo Davenson,
fiesto, de lo esperado a lo actual, al centro del círculo que nos antaño, a propósito de canciones francesas como La Pernelle y
reúne. Ya no es, en esa perspectiva, un pasado que me influencia Mon pere avoit cinq cents moulons. Con frecuencia el mismo intér-
y me informa cuando canto; soy yo el que da forma al pasado ..., prete, sobre todo si es analfabeto, no tiene conciencia de las mo-
lo mismo que, se ha dicho, cada escritor crea sus precursores. dificaciones que aporta a lo que él considera como un objeto de
Cada poema nuevo se proyecta sobre los que le precedieron, reor- uso, inmutable26.La noción de plagio no tendría aqui más senti-
ganiza su conjunto y le confiere otra coherencia. do que la de derecho de autor, ambas fundadoras de la institu-
La performance de una obra poética encuentra así la plenitud 1
de su sentido en la relación que la une a las que la han precedido " Finnegan. 1976, págs. 118, 267; 1977. págs. 156-157, y 1980 Brower-
y a las que la seguirán. En efecto, su poder creador resulta, por Milner, pág. 40. Lapointe. pág. 131.
una parte, del carácter cambiante de la obra. Ciertamente, varios Hay, pág. 228; Finnegan, 1977, págs. 143-151; Hymes. 1973, pág. 3%
Goody, 1979, págs. 12-13.
" Alatorre, 1975, pág. XXlI: Vassal, 1977, pág. 94; Lotman. 1973, pá- I " Davenson, págs. 82-83, 91-94: Menéndez Pidal, 1968, 1, págs. 39-40;
ginas 56-57. 396-399; Gaspar, pág. 116. Lacourciere, págs. 224-225; Derive, págs. 70-71; Chadwick, 1940, pági-
'> Mcnendez Pidal, 1959, págs. 49-73; Campos, págs. 20-22 nas 867-869; Lord, 1954, pág. 241, y 1971, pág. 28; Gossman, pág. 773.
ción literaria. Si entre nuestros cantautores se persigue al primero
y se reivindica al segundo, se debe a una influencia marginal de la l. La mayoría de las canciones infantiles (por lo menos durante
el tiempo en que la escuela no se apoderó de ellas) se mueven en
escritura; ya he señalado en el capítulo XII que ese derecho con- un espacio poético igual de amplio; de una generación a otra
cierne a los únicos *papeles» comprometidos con lo escrito, el del varían el texto y La melodía, y no se podría hablar de ello como
libretista y el del compositor. Para acceder a ese rango el intér- de <aevolución*. En las baladas rumanas, las variaciones forma-
prete debe inscribir su voz en un disco. les de toda clase pueden afectar hasta al 54 por 100 del texto, se-
La tradición, bien comprobad;^, de las baladas inglesas, ha gún A. Fochi. Las canciones investigadas por B. Jackson en las
proporcionado un excelente terreno para el ejercicio de los inves- prisiones tejanas sólo tienen como elementos fijos un título, unes-
tigadores. Así, se ha tratado de evaluar en él unos parámetros de I tribillo y algunas estrofas aisladas; sin embargo, los cantores las
!
variabilidad. Según W. Anden, la importancia de las variaciones # identifican en el seno de una poesía que sigue formándose. Esta
se produciría con arreglo a cuatro factores: el plazo que separa fecundidad textual y musical, intrínseca de la obra vocal particu-
lasperformances, la longitud del texto, la extensión del repertorio lar, puede, en la duración histórica, superar en mucho el período
del intérprete y la familiaridad de este último con la obra de que
se trate. ¿Verdades notorias? Sólo cuenta verdaderamente la pro-
1
!
creador de obras nuevas. Asi, entre los años ochenta del siglo XiX
(cuando F. Child reunió sus cinco volúmenes de baladas inglesas)
babilidad del movimiento. He hecho un breve cálculo sobre 200 y 1904 (fecha de la recopilación de Sargent y Kittredge) se reco-
baladas de la colección Child, utilizando las notas de Sargent- gieron varias versiones de textos ya conocidos, pero ninguna ba-
Kittredge: 6 obras (3 por 100) tienen de 20 a 28 versiones diferen- ! lada nueva 'O.
tes catalogadas; 28 (14 por 100). de 10 a 19; 52 (26 por 100). de
5 a 9 y 85 (42,s por 100), de 2 a 4... Estas cifras sólo tienen un Reagmpo bajo el término de variantes las diferencias de toda
valor indicativo bastante aproximado2'. clase y de cualquier importancia por la que se manifiesta, en la
Más ue el número importa la amplitud. R. Finnegan observa acción de la performance. el carácter cambiante de la obra. Dis-
que en Africa, las canciones de danza y de trabajo tienen una tingo dos tipos (de hecho acumulados en el funcionamiento de la
gran estabilidad; lo mismo que, en general, la poesía oral de obra) según se realicen entre performances debidas a unos intér-
los pueblos en contacto con la escritura, como los swahilis y los pretes diferentes o al mismo intérprete.
hausasZs. Como ejemplo, Davenson elaboró un cuadro compara- El primer tipo supone la intervención de diferencias persona-
tivo verso a verso de las cuatro versiones conocidas de la endecha les, formación, edad, y a veces también coacciones sociales que
francesa de San Nicolás, II étair trois perirs enfants ..., versiones imponen a una determinada clase de individuos cierto estilo o un
que, a decir verdad, descubiertas en diversas épocas (desde el si- tdho particular; por ejemplo, en los mejores años de Ma Rainey y
i
glo xvr al XX) y en diferentes regiones, difieren en la melodía a la de Bessie Smith, entre cantantes femeninos y masculinos de blues,
vez que en la forma estrófica, y la Longitud en los nombres y las y en los comienzos del jazz, entre intérpretes negros y blancos1'.
calificaciones de los personajes (a excepción del santo), en el nú- Las variantes del segundo tipo proceden ya sea de modifíca-
mero y el papel de éstos (hay o no el de la mujer del carnicero) y ciones cualitativas debidasa las circunstancias, ya sea, por el con-
en los instrumentos de su acción. El esquema narrativo común trario, de una voluntad expresa de no repetirse; a veces, de una
permanece explicitamente referido a Nicolás y reducible a algunas intención más sutil: el deseo de modular la respuesta a la espera
<~funciones~~ y .<agentes,, muy reconociblesZ9.Tenemos ahí *una de un determinado auditorio. El tiempo transcurrido desempeña
obra,, propiamente dicha. que existe realmente, a la vez pre-texto ! un papel y aumenta mucho el alcance de esos efectos. A. Gilfer-
de la memoria y multiplicidad de textos concretos que es capaz de ding, que entre 1860 y 1880 recopiló bylines rusos en la región del
engendrar. lago Onega, señaló que jamás un cantor ejecuta dos veces un
I
" Anders. pág. 223: Buchan. págs. 170-171: Coffin, págs. 2-15: Sargeni-
Kiltrcdge. págs. 671-674. '"Jackson, pág. 87: Knorringa. 1980, pAgs. 54-56; Fochi. págs. 104-10%
'O Finnegan. 1976. pág. 106. Sargent-Kittredge, pág. XIII; Roy, 1981. pág. 160.
" Collier, págs. 128-129, 142-145.

267
poema de la misma manera. P. Rybinikov, al recorrer la región lo largo de su historia transita de una a otra; inversamente, un
veinte a treinta años más tarde, comprobó tales diferencias en las texto único y casi estable puede cantarse con varias melodías; de
performances de testigos ya registrados por su predecesor que La belle borbiere (núm. 44 de Davenson) no se han recopilado
dudó de la identidad de varias obras; así, la balada de .Ilya de menos de catorce; del Beau Déon (núm. 6). veintiocho. Parece que
Muron., en las dos versiones proporcionadas por el famoso can- el ritmo del verso se mantiene mejor; por el contrario, la forma
tor Trophime Tyabinine, varía en duración de simple al doble. estrófica, unida en general a la melodía, es apenas menos inesta-
Las baladas rumanas han sido objeto de varios estudios de va- ble que ésta.
riantes. En un excelente y breve libro, R. Knorringa, en particular, Las variantes musicales se acompañan generalmente de va-
al examinar minuciosamente las once versiones conocidas del riantes textuales, menos como consecuencia que en virtud de la
poema Magos Vornicul, llega a rebasar los límites bastante vagos libertad de invención que prevalece en la performance -que en
de la obra y es en el ámbito de la tradición como tal donde define nuestros días, la mecanización de las transmisiones no ha abolido
una intertextualidad específica que la constituye y le confiere su totalmente. Cuando la autoridad del texto (impuesto por un rito
unidad j2. o sobre el modelo de la escritura) prohibe toda modificación, la
1
Se han hecho varias tentativas para clasificar, en una perspecti- interpretación musical ofrece el Único margen de juego posible.
va poética, las diversas especies de variantes. Aquellas de inspira- Los «fans,, de Bob Dylan aseguran que este cantante no ha inter-
ción formalista que se limitan al aparato verbal de la tradición me pretado jamás una canción de la .misma manera y que en cada
parecen aquí de pobre utilidad, como, por ejemplo, la de V. Voigt gira varía sus melodías.
relativa a los dichos proverbiales". Daré preferencia a aquellas Aquellas variantes textuales que afectan al vocabulario o a los
que se fundan en la economía respectiva de las modificaciones
textuales, melódicas y rítmicas; las canciones tradicionales france-
1 encadenamientos sintácticos pueden ser motivadas por diversas
causas:
sas han sido analizadas en varias ocasiones desde ese punto de l - por el deseo de adaptar la obra al contexto particular de la
vista. performance, ya sea suprimiendo lo que podría desentonar o no
Se han señalado unas variaciones autónomas pero correlativas ser comprendido, ya sea, por el contrario, concentrando incon-
del texto por una parte y de la melodía por otra. La segunda se gmencias o provocaciones;
desgasta y se renueva más deprisa que el primero; sus fronteras - por la necesidad de allanar las dificultades semánticas pro-
son aún más inciertas; temas, frases musicales enteras se disocian, ducidas por el texto, sobre todo si es tradicional y de origen anti-
emigran hacia otros contextos, se recomponen en el seno de la guo: palabras arcaicas, ambigüedades debidas a la desaparición
tradición, a la manera de las fórmulas épicas. Se ha podido escri- de contextos culturales anticuados y aparente arbitrariedad de los
b u que la melodía de tradición oral sólo existe por sus variantes. nombres propios; de ahí surge una incesante reinterpretación,
Si por casualidad la obra se transfiere a una región culturalmente 1 rica en contrasentidos;
alejada de su medio de origen, se produce en ella una transforma- - en fin, por las necesidades de la versificación, de la que los
ción más profunda destinada a adaptarla a otro sistema musical, I ritmos o las sonoridades, al alterarse a lo largo del tiempo, exigen
como aquella endecha europea sobre la muerte del aviador Chá- a veces delicados reajustes, sobre todo en las lenguas que utilizan
vez que cantaba un indio del Perú según los grados de su gama la rima.
pentatónica ..., como el hlues, cuya difusión se pagó a un elevado Otras variantes textuales afectan a la disposición de las masas
I
precio musical: el abandono de la ~ b l u e snotes. 14. discursivas y a la ordenación de las partes. Sin duda provienen
O bien la misma melodía produce varias canciones; a veces, a más del dinamismo profundo que anima toda operación de la
- voz: esa elevación de la voz que repele las programaciones pre-
" Finnegan, 1978, pág. 324: Okpewho, pág. 248; Bowra, 1978, pág. 217; vias; impulso que nunca doblega fácilmente cualquier .arte poéti-
Renzi, 1971; Knorringa, 1978, págs. 66-112. co. que sea. Esta tendencia se manifiesta tanto en la distribución
" VoiS. 1978.
" ~ a v e n s o n ,págs. 82-89; Laforte, 1976, págs. 34-35; Burke, pbgi- I de los esquemas micro-textuales, el ritmo de recurrencia de las
nas 121-122; Harcourt, pág. 21; Collier, págs. 123-125. fórmulas, como en la organización de los subconjuntos: introduc-
ción, supresión, intercambio de estribillos o de estrofas. El exa- alusivas del texto. Una determinada balada inglesa, recogida con
men de amplios sectores poéticos, como el de las canciones folcló- veinte años de distancia de labios de una joven convertida en
ricas francesas, inglesas o mejicanas, sugiere que la unidad poética esposa de Pastor, presenta dos versiones narrativamente idénti-
oral (en el ámbito de la cual se reconoce una identidad) reside en cas, pero la segunda difumina los menores detalles relativos a la
la estrofa más que en la canción misma. La inestabilidad consta- comida, la bebida y el amor38.
ría así de dos niveles: el de la unidad estrófica y el del conjunto de Más generalmente, se invocaría aquí la técnica de la deforma-
esas unidades. Esta inestabilidad se proyecta, si el poema es na- ción practicada en toda Europa desde la Edad Media y de la que
rrativo, sobre las estructuras de relato; de ahí los añadidos, elimi- son célebres muchos ejemplos. La secuencia '~Laetabundusndel
naciones, desplazamientos de episodios o de personajes, como tan siglo x i i fue deformada unas cincuenta veces, en todas las lenguas
a menudo se encuentran en la e p ~ p e y a ' ~ . y en todos los registros. La obra número 122 de Davenson
La misma movilidad, los mismos deslizamientos en el estilo y -quizá villancico en su origen, parodiada en una comedia ligera
la composición, las mismas estrofas efímeras, las mismas altera- de 1627 y que en estrofas sucesivas evocaba a Alejandro, Moisés,
ciones tonales durante la existencia oral del bello poema de Jean Gedeón y otros héroes- no solamente conoció diversas variantes
Cuttat Noel d'Ajoie; compuesto en 1960 y grabado en cinta, esta onomásticas, sino que por sustitución de términos o de temas dio
larga romanza fue declamada sin cesar en los cafés y en las re- origen desde el siglo x v r i a canciones báquicas (es bajo esta for-
uniones públicas del Jura suizo a lo largo de quince años de ma como las conocí hacia 1950), a canciones de actualidad (una
luchas politicas, atribuyéndosele poco a poco las funciones de him- de ellas, en 1792, ¡en honor de la guillotina!) y a varios otros
no nacional y de canto de liberación. Un número incierto de ver- villancicos. La número 138, invocada por los aficionados a la
siones circulan aún, aunque el autor haya publicado en 1974 lo <<poesíapura,, en la época del abate Bremond (Orleons, Beau-
que quiere ser el texto definitivo. De uno a otro de esos textos gency ...), aire de carillón de Orleans del siglo XVI, reducido a una
emergen y desaparecen los temas; el tono cambia de lo épico a lo enumeración de topónimos, se rehizo en el siglo XVir para glorifi-
intimista; el tema general se modifica en sentidos que podrían ser car al general de Vendome, en el x v i i l se le añadió una estrofa
divergentes. Finalmente, es la función misma de la obra en el gm- que evocaba la lentitud de las horas nocturnas, y en el XIx, aque-
po social la que se modifica poco o mucho36. lla que .conocemos sobre el Delfin Carlos, lo que relaciona muy
A los temas errantes les corresponden unas estrofas, unos ver- artificialmente ese pequeño texto a la leyenda de Juana de
sos migratorios, con frecuencia restos de canciones olvidadas, dis- Arco ... 19.
ponibles, que aspiran a introducirse de nuevo en nuevas combina- Expuesta así a los azares del tiempo, la obra poética oral flota
ciones: la canción francesa de La Pernette (núm. 3 de Davenson) en la indeterminación de un sentido que no cesa de deshacer y de
no cuenta con menos, en su tradición, de cuatro comienzos y tres recrear. El texto oral requiere una interpretación también inesta-
desenlaces y cada uno de ellos se encuentra en alguna otra can- ble. La energia que le subtiende y amaña las formas recupera, en
ción. La misma mezcla existe en las baladas inglesas, en las cada performunce, la experiencia vivida y la integra a su material.
canciones infantiles y en un canto folclórico italiano donde el pro- Las preguntas que le formula el mundo no cesan de modificarse;
tagonista perdidamente enamorado contempla el mar en una ver- mal que bien, la obra modifica sus respuestas. He oído cantar en
sión, y en otra, la montaña ..., o en los bylines rusos, donde Pedro el Bongui, por la huida de Bokassa, una canción compuesta veinte
Grande, Iván el Terrible e Ilya de Muron se intercambian alegre- años antes por la muerte del presidente Boganda; bastaba con
mente nombres y recuerdos heroicos3'. De ahí surgen, con fre- cambiar unas palabras para hacer de la endecha una burla. Ni
cuencia, modificaciones globales que afectan .a las capacidades siquiera es indispensable la alteración del texto con tal de que
haya cambiado el contexto histórico. Les Brigands de Schiller,
" Buchan, pág. 110; Coffin. págs. 5-7; Alatorre. 1975. pág. XIX; Sargent- señalaba L. Gossman, que Piscator montó en el Berlín revolucio-
Kittredge, pág. XXIX.
36 Conferencia de M. Moser-Verrev en mi seminario. febrero 1980.
" Davenson. pigs. 91-92: Caffin, pág. 6; Charpentreau, págs. 120-121; Buchan, págs. 115-1 16.
Cirese, pág. 39: Burke. pág. 144. l9 Davenson, págs. 530-532, 579-580; Harcourt, pág. 55
nario de 1926 o en el Mannheim muy bien alimentado de 1957, a las ideologías, el folk, frágil. un poco inmaduro.soñaba con otra
no es, funcionalmente, la misma obra. Las canciones rusas de vida y con un reconocimiento unánime en ese canto cuyo secreto
reclutadores, jeran las mismas canciones hacia 1930 y bajo el ré- pensaba haber encontrado de nuevo. Pero he aquí que Bill Haley
gimen zarista, en el que un alistamiento en el ejército duraba vein- lo unía a los blues, lo abría a los ritmos negros y lanzaba hacia
te años?40. Transferida de América a Europa, e incluso conser- 1954 el rock'n roll. Se acabó el idilio; pero súbitamente pareció
vando idéntico su vehículo musical, la canción de nuestros días se que todos los folclores de un mundo caduco resucitaban, irrecono-
vuelve insulsa con frecuencia, tiende a la conmemoración más cibles y seguros de sí mismos, chorreando vida y violencia salva-
que a la exaltación de los valores: efecto de la imitación, sin dora, en ese baño de j u v e n t ~ d ' ~ .
duda, pero más aún de la diferencia de las mentalidades y de las Mediante esa ciega búsqueda de un ilusorio paraíso perdido,
costumbres que atenúan la inmediatez de las connotaciones. el arte contemporáneo de la voz encontró de nuevo, a su manera
Es en esa inestabilidad de la función poética donde se inscri- y en su estilo, lo que fundamenta el valor social de la poesía oral,
ben los .retornos a las fuentes*, en los que la historia de la poe- valor que habían asfixiado los siglos *clásicos. de nuestra Escri-
sía oral desde hace dos siglos es tanto más rica que la de la poesia tura. En el corazón del grupo, esa voz que canta, esa voz tan
escrita..., como si la voz, más naturalmente que la mano, cediera a antigua y profunda significa la Ley de un padre, pero de un padre
esas nostalgias. reconciliado.
Retorno a los temas emotivos, a los lugares comunes y a los
recursos de una poesía <<popular.extraída de un gran crisol ro-
mántico; cantautores campesinos y obreros de finales del si-
glo x i x , como Gaston Couté, o cantautores callejeros de entre las
dos guerras, como un Charles Trenet de los hermosos años... El
mismo Boris Vian de Cueille la vie o de L'école de I'amour volvió
periódicamente, a riesgo de cierta monotonía, para reafirmar su
arte en esa corriente común. Un movimiento paralelo surgió en
Quebec, enfrentando por un tiempo a un Gilles Vigneault, una
Louise Forestier, a los Charlebois de una América desmembrada
y a los sarcasmos del grupo del Ostid'cho de Montrea14'.
Retorno a un folclore sentido como original, matriz infinita-
mente fecunda de los cantos, como dio ejemplo Quebec durante
veinte años con la Mire Bolduc y el cura Gadbois, o Chile, que
hacia 1960 descubría de nuevo los ritmos del cachimbo, o la Ar-
gentina de Atahualpa Yupanqui, o la Italia de Giovanna Mari-
ni ..., que se remontaba, más allá de los siglos de cultura musical, a
los timbres de la palabra y a las inflexiones carnales de la voz. En
los Estados Unidos, donde la música europea culta había crecido
de raíces menos profundas, el .renacimiento folclórico~~ de los
años cuarenta bebió de las riquezas mezcladas de tradiciones po-
pulares anglosajonas, irlandesas, mediterráneas, africanas, verti-
das sobre el continente por las sucesivas inmigraciones. Unido
a las campañas pacifistas del tiempo del Vietnam, pero indiferente

'O
"
Gossman, págs. 774775, 778.
Clouzet, 1966, pág. 8): Millieres, págs. 67-78, 103-106.
" Millieres, págs. 17-38: Clouzet, 1975, pág. 33; Vassal, 1977, pági-
nas 127-130; Hoffmann-Leduc, págs. 14-16, 23-27.

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