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1 INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO Y CONTENIDO DE LA MICROBIOLOGÍA

2 DESARROLLO HISTÓRICO DE LA MICROBIOLOGÍA

2.1 PERIODO PREVIO AL DESCUBRIMIENTO DEL MICROSCOPIO

2.2 EL PERIODO DE LOS PRIMEROS MICROSCOPISTAS

2.3 EL DEBATE SOBRE LA GENERACIÓN ESPONTÁNEA

2.4 EL DEBATE SOBRE LOS FERMENTOS

2.5 LOS AVANCES TÉCNICOS

2.6 EL PAPEL DE LOS MICROORGANISMOS EN LAS ENFERMEDADES

2.7 DESARROLLO DE LA ASEPSIA, QUIMIOTERAPIA Y ANTIBIOTERAPIA

2.8 AUGE DE LA MICROBIOLOGÍA GENERAL

2.9 DESARROLLO DE LA INMUNOLOGÍA

2.10 ORIGEN Y DESARROLLO DE LA VIROLOGÍA

2.11 RELACIONES ENTRE LA MICROBIOLOGÍA Y OTRAS CIENCIAS


BIOLÓGICAS

3 OBJETO DE ESTUDIO DE LA MICROBIOLOGÍA

3.1 OBJETO MATERIAL: LOS MICROORGANISMOS

3.1.1 MICROORGANISMOS CELULARES

3.1.2 VIRUS Y PARTICULAS SUBVIRASICAS

3.2 OBJETO FORMAL

4 IMPORTANCIA DE LA MICROBIOLOGÍA

5. UBICACIÓN DE LOS MICROORGANISMOS EN EL MUNDO VIVO

BIBLIOGRAFÍA
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1 INTRODUCCIÓN AL CONCEPTO Y
CONTENIDO DE LA MICROBIOLOGÍA
La Microbiología se puede definir, sobre la base de su etimología, como la ciencia
que trata de los seres vivos muy pequeños, concretamente de aquellos cuyo tamaño se
encuentra por debajo del poder resolutivo del ojo humano. Esto hace que el objeto de esta
disciplina venga determinado por la metodología apropiada para poner en evidencia, y
poder estudiar, a los microorganismos. Precisamente, el origen tardío de la Microbiología
con relación a otras ciencias biológicas, y el reconocimiento de las múltiples actividades
desplegadas por los microorganismos, hay que atribuirlos a la carencia, durante mucho
tiempo, de los instrumentos y técnicas pertinentes. Con la invención del microscopio en el
siglo XVII comienza el lento despegue de una nueva rama del conocimiento, inexistente
hasta entonces. Durante los siguientes 150 años su progreso se limitó casi a una mera
descripción de tipos morfológicos microbianos, y a los primeros intentos taxonómicos, que
buscaron su encuadramiento en el marco de los “sistemas naturales” de los Reinos Animal
y Vegetal.

El asentamiento de la Microbiología como ciencia está estrechamente ligado a una


serie de controversias seculares (con sus numerosas filtraciones de la filosofía e incluso de
la religión de la época), que se prolongaron hasta finales del siglo XIX. La resolución de
estas polémicas dependió del desarrollo de una serie de estrategias experimentales fiables
(esterilización, cultivos puros, perfeccionamiento de las técnicas microscópicas, etc.), que a
su vez dieron nacimiento a un cuerpo coherente de conocimientos que constitituyó el
núcleo aglutinador de la ciencia microbiológica. El reconocimiento del origen microbiano
de las fermentaciones, el definitivo abandono de la idea de la generación espontánea, y el
triunfo de la teoría germinal de la enfermedad, representan las conquistas definitivas que
dan carta de naturaleza a la joven Microbiología en el cambio de siglo.

Tras la Edad de Oro de la Bacteriología, inaugurada por las grandes figuras de


Pasteur y Koch, la Microbiología quedó durante cierto tiempo como una disciplina
descriptiva y aplicada, estrechamente imbricada con la Medicina, y con un desarrollo
paralelo al de la Química, que le aportaría varios avances metodológicos fundamentales.
Sin embargo, una corriente, en principio minoritaria, dedicada a los estudios básicos
centrados con ciertas bacterias del suelo poseedoras de capacidades metabólicas especiales,
incluyendo el descubrimiento de las que afectan a la nutrición de las plantas, logró hacer
ver la ubicuidad ecológica y la extrema diversidad fisiológica de los microorganismos. De
esta forma, se establecía una cabeza de puente entre la Microbiología y otras ciencias
biológicas, que llegó a su momento decisivo cuando se comprobó la unidad química de
todo el mundo vivo, y se demostró, con material y técnicas microbiológicas que la molécula
de la herencia era el ADN. Con ello se asiste a un íntimo y fértil intercambio entre la
Microbiología, la Genética y la Bioquímica, que se plasma en el nacimiento de la Biología
Molecular, base del espectacular auge de la Biología desde mediados del siglo XX.

Por otro lado, el “programa” inicial de la Microbiología (búsqueda de agentes


infectivos, desentrañamiento y aprovechamiento de los mecanismos de defensa del
hospedador) condujeron a la creación de ciencias subsidiarias (Virología, Inmunología) que
finalmente adquirieron su mayoría de edad y una acentuada autonomía.

Por último, la vertiente aplicada que estuvo en la base de la creación de la


Microbiología, mantuvo su vigencia, enriquecida por continuos aportes de la investigación
básica, y hoy muestra una impresionante “hoja de servicios” y una no menos prometedora
perspectiva de expansión a múltiples campos de la actividad humana, desde el control de
enfermedades infecciosas (higiene, vacunación, quimioterapia, antibioterapia) hasta el
aprovechamiento económico racional de los múltiples procesos en los que se hallan
implicados los microorganismos (biotecnologías).

Así pues, la sencilla definición con la que se abrió este apartado, escondía todo un
cúmulo de contenidos y objetos de indagación, todos emanados de una peculiar manera de
aproximarse a la porción de realidad que la Microbiología tiene encomendada. En las
próximas páginas ampliaremos y concretaremos el concepto al que hemos hecho rápida
referencia. Realizaremos un recorrido por el desarrollo de la Microbiología a lo largo de su
historia, que nos permitirá una visión concreta de algunos de sus característicos modos de
abordar su objeto de estudio; finalmente, estaremos en disposición de definir este último,
desglosado como objeto material y formal.

2 DESARROLLO HISTÓRICO DE LA
MICROBIOLOGÍA.
La Microbiología, considerada como una ciencia especializada, no aparece hasta
finales del siglo XIX, como consecuencia de la confluencia de una serie de progresos
metodológicos que se habían empezado a incubar lentamente en los siglos anteriores, y que
obligaron a una revisión de ideas y prejuicios seculares sobre la dinámica del mundo vivo.

Siguiendo el ya clásico esquema de Collard (l976), podemos distinguir cuatro etapas


o periodos en el desarrollo de la Microbiología:

Primer periodo, eminentemente especulativo, que se extiende desde la antigüedad hasta


llegar a los primeros microscopistas.
Segundo periodo, de lenta acumulación de observaciones (desde l675 aproximadamente
hasta la mitad del siglo XIX), que arranca con el descubrimiento de los microorganismos
por Leeuwenhoek (l675).
Tercer periodo, de cultivo de microorganismos, que llega hasta finales del siglo
XIX, donde las figuras de Pasteur y Koch encabezan el logro de cristalizar a la
Microbiología como ciencia experimental bien asentada.
Cuarto periodo (desde principios del siglo XX hasta nuestros días), en el que los
microorganismos se estudian en toda su complejidad fisiológica, bioquímica, genética,
ecológica, etc., y que supone un extraordinario crecimiento de la Microbiología, el
surgimiento de disciplinas microbiológicas especializadas (Virología, Inmunología, etc),
y la estrecha imbricación de las ciencias microbiológicas en el marco general de las
Ciencias Biológicas. A continuación se realiza un breve recorrido histórico de la
disciplina microbiológica, desglosando los períodos 3º y 4º en varios apartados
temáticos.

2.1 PERIODO PREVIO AL DESCUBRIMIENTO DEL


MICROSCOPIO
Si bien el descubrimiento efectivo de seres vivos no visibles a simple vista debió
aguardar hasta el último tercio del siglo XVII, sus actividades son conocidas por la
humanidad desde muy antiguo, tanto las beneficiosas, representadas por las fermentaciones
implicadas en la producción de bebidas alcohólicas, pan y derivados lácteos, como las
perjudiciales, en forma de enfermedades infecciosas.

Diversas fuentes escritas de la antigüedad griega y romana hablan de gérmenes


invisibles que transmiten enfermedades contagiosas. Lucrecio (96-55 a.C.), en su “De
rerum natura” hace varias alusiones a “semillas de enfermedad”. En el Renacimiento
europeo, Girolamo Frascatorius, en su libro “De contagione et contagionis” (1546) dice
que las enfermedades contagiosas se deben a “gérmenes vivos” que pasan de diversas
maneras de un individuo a otro. Estos inicios de explicación que renunciaban a invocar
causas sobrenaturales fueron probablemente catalizados por la introducción en Europa de la
sífilis, una enfermedad en la que estaba clara la necesidad de contacto para su contagio.
Pero la “cosa” que se transmite en la enfermedad siguió siendo objeto de conjeturas durante
mucho tiempo.

2.2 EL PERIODO DE LOS PRIMEROS


MICROSCOPISTAS.
Ya en el siglo XIV, con la invención de las primeras lentes para corregir la visión,
surgió una cierta curiosidad sobre su capacidad de aumentar el tamaño aparente de los
objetos. En el siglo XVI surgieron algunas ideas sobre aspectos de la física óptica de las
lentes de aumento, pero no encontraron una aplicación inmediata. Se dice que Galileo hizo
algunas observaciones “microscópicas” invirtiendo su telescopio a partir de lentes
montadas en un tubo, pero en cualquier caso está claro que no tuvieron ninguna
repercusión.

La primera referencia segura sobre el microscopio (1621) se debe a Constantijn


Huygens, quien relata que el inglés Cornelis Drebbel tenía en su taller un instrumento
magnificador, que recibió el nombre de microscopium en l625, en la Accademia dei Lincei,
de Roma.
Antonie van Leeuwenhoek

El descubrimiento de los microorganismos fue obra de un comerciante holandés de


tejidos, Antonie van Leeuwenhoek (1632-1723), quien en su pasión por pulir y montar
lentes casi esféricas sobre placas de oro, plata o cobre, casi llegó a descuidar sus negocios.
Fabricó unos cuatrocientos microscopios simples, con los que llegó a obtener aumentos de
casi 300 diámetros. En 1675 descubrió que en una gota de agua de estanque pululaba una
asombrosa variedad de pequeñas criaturas a las que denominó “animálculos”. En 1683
descubre las bacterias, por lo que se considera el “padre de la Microbiología”. Durante
varias décadas Leeuwenhoek fue comunicando sus descubrimientos a la Royal Society de
Londres a través de una serie de cartas que se difundieron, en traducción inglesa, en las
“Philosophical Transactions”. Sus magníficas dotes de observador le llevaron asimismo a
describir protozoos (como Giardia, que encontró en sus propias heces), la estructura
estriada del músculo, la circulación capilar, a descubrir los espermatozoides y los glóbulos
rojos (por lo que también se le considera el fundador de la Histología animal), así como a
detallar diversos aspectos estructurales de las semillas y embriones de plantas.
Leeuwenhoek se percató de la abundancia y ubicuidad de sus animálculos, observándolos
en vinagre, placa dental, etc.

Microscopio simple de Leeuwenhoek Microscopio compuesto de Hooke

Aunque los descubrimientos de Leeuwenhoek despertaron interés al ser


comunicados, pocos intentaron o pudieron reproducirlos seriamente. Además, la fabricación
de lentes sencillas de gran aumento era difícil y el manejo de los microscopios simples,
bastante engorroso.

Simultáneamente el inglés Robert Hooke (1635-1703) usando microscopios


compuestos, describió los hongos filamentosos (1667), y descubrió la estructura celular de
las plantas (Micrographia, 1665), acuñando el término célula. Pero el trabajo con
microscopios compuestos aplicados al estudio de los “animálculos" languideció durante
casi 200 años, debido a sus imperfecciones ópticas, hasta que hacia 1830 se desarrollaron
las lentes acromáticas.

2.3 EL DEBATE SOBRE LA GENERACIÓN


ESPONTÁNEA.
La autoridad intelectual de Aristóteles por un lado, y la autoridad moral
representada por la Biblia, por otro, junto con las opiniones de escritores clásicos como
Galeno, Plinio y Lucrecio, a los que se citaba como referencias incontrovertibles en la
literatura médica en la Edad Media y Renacimiento, dieron carta de naturaleza a la idea de
que algunos seres vivos podían originarse a partir de materia inanimada, o bien a partir del
aire o de materiales en putrefacción. Esta doctrina de la “generatio spontanea” o
abiogénesis, fue puesta en entredicho por los experimentos de Francesco Redi (1621-1697),
quien había acuñado la expresión “Omne vivum ex ovo” (1668), tras comprobar que los
insectos y nematodos procedían de huevos puestos por animales adultos de su misma
especie. Demostró que si un trozo de carne era cubierto con gasa de forma que las moscas
no podían depositar allí sus huevos, no aparecían “gusanos”, que él correctamente
identificó como fases larvarias del insecto. Los descubrimientos de Redi tuvieron el efecto
de desacreditar la teoría de la generación espontánea para los animales y plantas, pero la
reavivaron respecto de los recién descubiertos “animálculos”, de modo que aunque se
aceptó la continuidad de la vida en cuanto a sus formas superiores, no todos estaban
dispuestos a admitir el más amplio “Omne vivum ex vivo” aplicado a los microorganismos.

Hubo que esperar un siglo más hasta que una serie de naturalistas recomenzaran el
ataque a la teoría preformacionista. Lazzaro Spallanzani (1729-1799) sostuvo una disputa
con J.T. Needham (1713-1781) en la que el primero demostró que los “infusorios” no
aparecían en muestras de maceraciones animales o vegetales sometidas durante tiempo
suficiente a ebullición en frascos herméticamente cerrados, pero volvían a aparecer si se
practicaban agujeros en el recipiente. Sin embargo los preformacionistas no se daban por
vencidos; el mismo Needham, recogiendo una idea ya expresada por Huygens, amigo de
Leeuwenhoek, replicó -con argumentos vitalistas muy propios de la época- que el calor
había destruido la “fuerza vegetativa” de las infusiones y había cambiado la “cualidad” del
aire dentro de los frascos.

Durante el primer tercio del siglo XIX la doctrina de la arquegénesis o generación


espontánea recibió un último refuerzo antes de morir, debido por un lado a razones
extracientíficas (el auge del concepto de transmutación producido por la escuela de la
filosofía de la naturaleza), y por otro al descubrimiento del oxígeno y de su importancia
para la vida, de modo que los experimentos de Spallanzani se interpretaron como que al
calentarse las infusiones, el oxígeno del aire se destruía, y por lo tanto desaparecía la
“fuerza vegetativa” que originaba la aparición de microorganismos. Theodor Schwann
(1810-1882) presentó en 1836 un método seguro para refutar la teoría abiogénica: calentó
maceraciones en frascos a los que se había eliminado previamente el aire, pero no continuó
trabajando en esta línea.

Para complicar más las cosas, la publicación de “Sobre el origen de las especies”
por Darwin en 1859, fue utilizada por algunos preformacionistas para apoyar sus
argumentos. El mismo Haeckel, en una fecha tan tardía como 1866, se mostraba escéptico
ante las pruebas aportadas por Pasteur.

Fue, efectivamente Louis Pasteur (1822-1895) el que asestó el golpe


definitivo y zanjó la cuestión a favor de la teoría biogénica. En un informe
a la Académie des Sciences de París, en 1860 (“Expériences rélatives aux
générations dites spontanées”) y en escritos posteriores comunica sus
sencillos y elegantes experimentos: calentó infusiones en matraces de
vidrio a los que estiraba lateralmente el cuello, haciéndolo largo, estrecho
y sinuoso, y dejándolo sin cerrar, de modo que el contenido estuviera en
contacto con el aire; tras esta operación demostró que el líquido no
desarrollaba microorganismos, con lo que eliminó la posibilidad de que un
“aire alterado” fuera la causa de la no aparición de gérmenes. Antes bien,
Pasteur
comprobó que los gérmenes del aire quedaban retenidos a su paso por el
largo cuello sinuoso, en las paredes del tubo, y no alcanzaban el interior
del recipiente donde se encontraba la infusión, quedando ésta estéril
indefinidamente. Sólo si se rompía el cuello lateral o si se inclinaba el
frasco de modo que pasara parte de líquido a la porción de cuello, los
gérmenes podían contaminar la infusión y originar un rápido crecimiento.

Frasco con "cuello de cisne" de Pasteur, con el


que refutó las ideas sobre la generación
espontánea

En 1861 Pasteur publica otro informe en el que explica cómo se pueden capturar los
“cuerpos organizados” del aire con ayuda de un tubo provisto de un tapón de algodón como
filtro, y la manera de recuperarlos para su observación microscópica. De esta forma
quedaba definitivamente aclarado el origen de los microorganismos, y se abría la Edad de
Oro del estudio científico de las formas de vida no observables a simple vista.

Los últimos escépticos quedaron silenciados cuando en 1877 John Tyndall (1820-
1893) aplicó su sistema de esterilización por calentamiento discontinuo (hoy conocida
precisamente como tindalización), que evidenció la existencia de formas microbianas de
reposo muy resistentes al calor, lo cual fue confirmado poco más tarde por Ferdinand Cohn
al descubrir las esporas bacterianas.

2.4 EL DEBATE SOBRE LOS FERMENTOS


Un segundo factor contribuyente al nacimiento de la ciencia microbiológica fue el
establecimiento de la relación que une ciertas transformaciones químicas que se dan en las
infusiones con el crecimiento de los gérmenes en ellas existentes. Cagniard-Latour en 1836,
y Schwann y Kützing en 1837 habían sugerido que las levaduras eran las causantes de la
fermentación alcohólica por la que el azúcar pasa a alcohol etílico y dióxido de carbono,
pero se encontraron con la crítica adversa de los grandes químicos de la época (Berzelius,
Wohler y Liebig). Liebig, hacia 1840, había realizado importantes confirmaciones a la
“teoría mineral” sobre la nutrición de las plantas, enfrentándose a la “teoría del humus”
sostenida por Thaer, asestando un golpe a las ideas vitalistas heredadas de Leibniz. Puesto
que se consideraba a las levaduras como plantas microscópicas, se suponía que los procesos
de fermentación y putrefacción se debían a fenómenos químicos de descomposición y
muerte encuadrables en el marco de la teoría mineral de la fisiología vegetal. Su
convencimiento de que toda actividad vital se podía explicar en términos de química y
física retrasó por algún tiempo la adscripción de estos fenómenos a células vivas.

Fue Pasteur (que, desde sus primeros estudios sobre las propiedades ópticas de los
cristales de tartrato, venía suponiendo que estos compuestos tenían un orígen orgánico)
quien de nuevo intervino en el debate de forma decisiva. En 1857 demostró que los agentes
de la fermentación láctica eran microorganismos, trabajando sobre un problema que había
surgido entre los destiladores de Lille cuando en sus cubas la fermentación alcohólica se
vio sustituida por una indeseable fermentación láctica. Este fue el inicio de una larga serie
de estudios que habría de durar hasta 1876, en los que Pasteur identificó distintos
microorganismos responsables de diferentes clases de procesos fermentativos. Así, en 1860
adscribe inequívocamente la fermentación alcohólica a ciertos tipos de levaduras, y en
1866, en sus Études sur le vin resume sus hallazgos al respecto, inaugurando la
Microbiología Aplicada, una de las primeras derivaciones prácticas no empíricas emanadas
de la Biología. A finales del siglo XIX eminentes biólogos como Hansen, en Copenhague, y
Beijerink, en Delft, desarrollaban su actividad en industrias y destilerías.

Trabajando sobre los agentes de la fermentación butírica, Pasteur descubrió la


presencia de microorganismos que se desarrollaban en ausencia de oxígeno, lo cual
desmentía la creencia de que todas las formas de vida necesitan aire para crecer. Acuñó los
términos aerobiosis y anaerobiosis para denominar, respectivamente, a la vida en presencia
y en ausencia de oxígeno.

Tras el descubrimiento de la anaerobiosis, el mismo Pasteur comprendió las


distintas implicaciones energéticas subyacentes a la utilización de sustratos orgánicos en
presencia y en ausencia de oxígeno, demostrando que, en el segundo caso el rendimiento
(medido como crecimiento microbiano) era siempre menor, al no poder realizarse la
degradación total de las correspondientes sustancias.
Una profundización en los fenómenos de fermentación llegó cuando en 1897
Buchner obtuvo, a partir de levaduras, una preparación enzimática (zimasa) que era capaz
de realizar la misma transformación de “fermentación” que las células vivas. Este
descubrimiento, que evocaba las propuestas de Berzelius y Liebig, supuso en realidad la
confluencia de los enfoques químico y biológico: las fermentaciones eran procesos
químicos catalizados por enzimas presentes dentro de células vivas, que podían ser
estudiados extracelularmente. De esta forma, la Bioquímica, nacida como una rama de la
química fisiológica, que se venía especializando en la enzimología, encontró una alianza
fructífera y duradera con la joven Microbiología.

2.5 LOS AVANCES TÉCNICOS


La doctrina del pleomorfismo, vigente durante buena parte del siglo XIX, mantenía
que los microorganismos adoptaban formas y funciones cambiantes dependiendo de las
condiciones ambientales. A estas ideas se oponían frontalmente investigadores como Koch,
Pasteur y Cohn, que estaban convencidos de la especificidad y constancia morfológica y
fisiológica de cada tipo de microorganismo (monomorfismo). El pleomorfismo había
surgido como una explicación a la gran variedad de formas y actividades que aparecían en
un simple frasco de infusión, pero ya Pasteur, en sus estudios sobre la fermentación, se
había percatado de que los cultivos que aparecían podían considerarse como una sucesión
de distintas poblaciones de microorganismos predominantes, que, a resultas de sus
actividades, condicionaban la ulterior composición de la comunidad microbiana. La
solución definitiva a esta cuestión dependía, de nuevo, de un desarrollo técnico, que a su
vez iba a suministrar una de las herramientas características de la nueva ciencia: los
métodos de cultivo puro.

Los primeros cultivos puros fueron obtenidos por el micólogo Brefeld, quien logró
aislar esporas de hongos y cultivarlas sobre medios sólidos a base de gelatina. Por su menor
tamaño, este método se hacía inviable para las bacterias, por lo que se recurrió a un método
basado en diluciones: Lister, en 1878 realizó diluciones secuenciales de cultivos mixtos,
hasta lograr muestras en las que existía una sola célula. Pero la técnica era larga y tediosa y,
además, normalmente sólo se lograban aislar células del tipo bacteriano más abundante en
el cultivo original; sin embargo, el experimento sirvió para confirmar la naturaleza
“particulada” de los agentes de las fermentaciones.
Por aquella época Koch buscaba con ahínco métodos más
sencillos de cultivo puro, indispensables para proseguir sus
investigaciones sobre bacterias patógenas. Primero (y quizá
de forma un tanto casual) empleó rodajas de patata como
sustrato sólido nutritivo sobre el que se podían desarrollar
colonias macroscópicas de bacterias que presentaban
morfología característica, que Koch interpretó como
resultantes del crecimiento a partir de células individuales.
Pero enseguida recurrió a compactar el típico caldo de cultivo
a base de carne (diseñado por Loeffler) añadiéndole gelatina
(1881). El medio sólido así logrado era transparente, lo que
permitía visualizar fácilmente los rasgos coloniales, y contenía
los nutrientes adecuados para el crecimiento de una amplia
gama de bacterias. Éstas eran inoculadas en la superficie del
medio con un hilo de platino pasado previamente por la llama,
por la técnica de siembra en estría. Sin embargo, la gelatina
presentaba los inconvenientes de ser atacada por
determinados microorganismos, y de tener un bajo punto de
fusión; ambos problemas se solventaron cuando en 1882 el
médico alemán Walter Hesse, siguiendo una sugerencia de
Robert Koch su mujer Fanny, introdujo el agar-agar (polisacárido extraído
de algas rojas) como nuevo agente solidificante. El trabajo de
Koch ya citado tuvo la trascendental consecuencia de derribar
las ideas pleomorfistas, y supuso la primera propuesta del
concepto de especie dentro del mundo bacteriano. En 1887
Petri, un ayudante de Koch, sustituyó las engorrosas
bandejas de vidrio cubiertas con campanas, usadas hasta
entonces para los cultivos sólidos, por un sistema manejable
de placas de cristal planas, que se conoce como cajas de
Petri.

El desarrollo de los medios selectivos y de enriquecimiento fue una consecuencia de


las investigaciones llevadas a cabo por Beijerinck y Winogradsky entre 1888 y los primeros
años del siglo XX, sobre bacterias implicadas en procesos biogeoquímicos y poseedoras de
características fisiológicas distintivas (quimioautótrofas, fijadoras de nitrógeno, etc.). Estos
medios, donde se aplica a pequeña escala el principio de selección natural, se diseñan de
forma que su composición química definida favorezca sólo el crecimiento de ciertos tipos
fisiológicos de microorganismos, únicos capaces de usar ciertos nutrientes del medio.

Otra importante aportación a este “período de cultivo” dentro del desarrollo de la


Microbiología surgió del uso de medios diferenciales, en los que se manifiesta algún rasgo
bioquímico o metabólico, lo que contribuye a la identificación microbiana. Fue Würtz
quien, en 1892, introdujo el uso de indicadores de pH, incorporados en los medios, lo cual
permitía revelar la producción de acidificaciones por fermentación en ciertas bacterias.
Mientras tanto, en la ciudad de Jena se había creado una atmósfera de progreso
donde confluían grandes naturalistas como Haeckel, Strassburger o Abbé interaccionando
con una pujante editorial especializada en Biología y Medicina (Gustav Fischer) y con una
poderosa industria óptica y química. Estas influencias recíprocas se plasmaron en
numerosos proyectos que reflejaban la efervescencia de las ciencias naturales tras la estela
de Darwin (cfr. Jahn et al., 1985). Concretamente, la industria óptica de Abbé y Zeiss, que
se mantenía en conexión con la compañía vidriera Schott, pudo satisfacer la necesidad de
Koch de perfeccionar el microscopio compuesto, introduciendo lentes acromáticas y una
iluminación inferior provista de condensador. El mismo Abbé desarrolló en 1878 el
objetivo de inmersión en aceite. Por otro lado, la industria química BASF, que por aquella
época se encontraba en pleno auge de patentes de nuevos colorantes, sumistró al laboratorio
de Koch una serie de derivados de anilina que teñían las bacterias permitiendo su fácil
visualización al microscopio en frotis de tejidos infectados. En 1875 Carl Weigert tiñó
bacterias con pirocarmín, un colorante que ya venía siendo usado desde hacía unos años en
estudios zoológicos. En años sucesivos se fueron introduciendo el azul de metileno (Koch,
1877), la fuchsina, y el violeta cristal. En 1882-1883 Ziehl y Neelsen desarrollan su método
de ácido-alcohol resistencia para teñir Mycobacterium tuberculosis. En 1884 el patólogo
danés Christian Gram establece una tinción de contraste que permite distinguir dos tipos
bacterianos en función de sus reacción diferencial de tinción y que, como se vería mucho
más tarde, reflejaba la existencia de dos grupos de bacterias con rasgos estructurales
distintivos. En 1890 Loeffler logra visualizar flagelos bacterianos por medio de su técnica
de impregnación argéntica. Como veremos más adelante, la misma industria de colorantes
alemana previa a la primera guerra mundial fue decisiva también para los comienzos de la
quimioterapia.

Iluminación del
microscopio, fruto de
la colaboración entre
Koch y Abbe

Objetivo de
inmersión, fruto de la colaboración entre
Koch y la Industria óptica Carl Zeiss

Estas innovaciones técnicas (métodos de cultivo, microscopía y tinciones) fueron


fundamentales (junto con los sistemas de esterilización abordados en el anterior apartado)
para la consolidación de la Microbiología como ciencia, permitiendo eliminar las grandes
dosis de especulación que hasta entonces habían predominado.
2.6 EL PAPEL DE LOS MICROORGANISMOS EN
LAS ENFERMEDADES.
Durante el siglo XIX la atención de muchos naturalistas se había dirigido hacia las
diversas formas de animales y plantas que vivían como parásitos de otros organismos. Este
interés se redobló tras la publicación de los libros de Darwin, estudiándose las numerosas
adaptaciones evolutivas que los distintos parásitos habían adquirido en su peculiar estilo de
vida. Sin embargo, la adjudicación de propiedades de parásitos a los microorganismos vino
del campo médico y veterinario, al revalorizarse las ideas sobre el origen germinal de las
enfermedades infecciosas.

En 1835 Agostino Bassi (1773-1856) demostró que cierta enfermedad del gusano de
seda (mal di segno), que había hecho su aparición en Lombardía, se debía a un hongo
(Botrytis bassiana). Cuatro años más tarde J.L. Schönlein descubrió la asociación de un
hongo con una enfermedad humana de la piel. En 1840 Henle, de la escuela fisiológica de
Johannes Müller, planteó la teoría de que las enfermedades infecciosas están causadas por
seres vivos invisibles, pero de nuevo la confirmación de estas ideas tuvo que esperar a que
la intervención de Pasteur demostrara la existencia de microorganismos específicos
responsables de enfermedades.

Hacia mediados del siglo XIX otra enfermedad infecciosa (pebrina) comenzó a
diseminarse por los criaderos de gusano de seda de toda Europa, alcanzando finalmente a
China y Japón. A instancias de su maestro Jean Baptiste Dumas, Pasteur aceptó el reto de
viajar a la Provenza para investigar esta enfermedad que estaba dejando en la ruina a los
industriales sederos, a pesar de que nunca hasta entonces se había enfrentado con un
problema de patología. Es más que probable que Pasteur viera aquí la oportunidad de
confirmar si sus estudios previos sobre las fermentaciones podían tener una extensión hacia
los procesos fisiológicos del hombre y de los animales. Es sorprendente que, al principio no
se mostrara dispuesto a aceptar la idea de que la pebrina fuera una enfermedad ocasionada
por un agente extraño, creyendo durante los dos primeros años que se trataba de
alteraciones meramente fisiológicas. Tras una serie de tanteos, y en medio de una intensa
actividad intelectual que le obligaba a repasar continuamente los experimentos y las
conclusiones extraídas, inmerso en el drama personal de la muerte de su padre y de dos de
sus hijas en un corto lapso de tiempo, Pasteur llega finalmente, en 1869, a identificar al
protozoo Nosema bombycis como el responsable de la epidemia, y por medio de una serie
de medidas de control, ésta comienza a remitir de modo espectacular.

La intervención de bacterias como agentes específicos en la producción de


enfermedades fue descubierta a raíz de una serie de investigaciones sobre el carbunco o
ántrax, enfermedad que afecta a ganado y que puede transmitirse al hombre. C. Davaine,
entre 1863 y 1868, encontró que en la sangre de vacas afectadas aparecían grandes
cantidades de microorganismos a los que llamó bacteridios; además, logró inducir la
enfermedad experimentalmente en vacas sanas, inoculándoles muestras de sangre infectada.
En 1872 el médico alemán C.J. Eberth consiguió aislar los bacilos filtrando sangre de
animales carbuncosos. Pero fue Robert Koch (1843-1910), que había sido alumno de
Henle, quien con su reciente técnica de cultivo puro logró, en 1876, el primer aislamiento y
propagación in vitro del bacilo del ántrax (Bacillus anthracis), consiguiendo las primeras
microfotografías sobre preparaciones secas, fijadas y teñidas con azul de metileno. Más
tarde (1881), Koch y sus colaboradores confirmaron que las esporas son formas
diferenciadas a partir de los bacilos, y más resistentes que éstos a una variedad de agentes.
Pero más fundamental fue su demostración de que la enfermedad se podía transmitir
sucesivamente a ratones sanos inoculándoles bacilos en cultivo puro, obtenidos tras varias
transferencias en medios líquidos.

Este tipo de estrategias para demostrar el origen bacteriano de una enfermedad fue
llevado a una ulterior perfección en 1882, con la publicación de “Die Äthiologie der
Tuberkulose”, donde se comunica por primera vez la aplicación de los criterios que Henle
había postulado en 1840. Estos criterios, que hoy van asociados al nombre de Koch, son los
siguientes:

1. El microorganismo debe de estar presente en todos los individuos enfermos.

2. El microorganismo debe poder aislarse del hospedador y ser crecido en cultivo puro.

3. La inoculación del microorganismo crecido en cultivo puro a animales sanos debe


provocar la aparición de síntomas específicos de la enfermedad en cuestión.

4. El microorganismo debe poder ser reaislado del hospedador infectado de forma


experimental.

Fue asimismo Koch quien demostró el principio de especificidad biológica del


agente infeccioso: cada enfermedad infecciosa específica está causada por un tipo de
bacteria diferente. Estos trabajos de Koch abren definitivamente el campo de la
Microbiología Médica sobre firmes bases científicas.

Durante las dos décadas siguientes la Microbiología experimentó una auténtica edad
de oro, en la que se aislaron y caracterizaron muchas bacterias patógenas. La Alemania del
Reich, que a la sazón se había convertido en una potencia política y militar, se decidió a
apoyar la continuidad de los trabajos del equipo de Koch, dada su enorme importancia
social y económica, creando un Instituto de investigación, siendo Koch su director en el
Departamento de Salud. De esta forma, en la Escuela Alemana se aislaron los agentes
productores del cólera asiático (Koch, 1883), de la difteria (Loeffler, 1884), del tétanos
(Nicolaier, 1885 y Kitasato, 1889), de la neumonía (Fraenkel, 1886), de la meningitis
(Weichselbaun, 1887), de la peste (Yersin, 1894), de la sífilis (Schaudinn y Hoffman, 1905),
etc. Igualmente se pudieron desentrañar los ciclos infectivos de agentes de enfermedades
tropicales no bacterianas que la potencia colonial se encontró en ultramar: malaria
(Schaudinn, 1901-1903), enfermedad del sueño (Koch, 1906), peste vacuna africana
(debida al inglés Bruce, 1895-1897), etc.

Por otro lado, la Escuela Francesa, nucleada en el Instituto Pasteur, se concentró en


los estudios sobre los procesos infectivos, la inmunidad del hospedador, y la obtención de
vacunas, sobre todo a raíz de la vacuna antirrábica ensayada por Pasteur (1885),
contribuyendo al nacimiento de la Inmunología (ver apartado 2. 9)
2.7 DESARROLLO DE LA ASEPSIA,
QUIMIOTERAPIA Y ANTIBIOTERAPIA
Los avances de las técnicas quirúrgicas hacia mediados del siglo XIX, impulsados
por la introducción de la anestesia, trajeron consigo una gran incidencia de complicaciones
post-operatorias derivadas de infecciones. Un joven médico británico, Joseph Lister (1827-
1912), que había leído atentamente los trabajos de Pasteur, y que creía que estas infecciones
se debían a gérmenes presentes en el aire, comprobó que la aplicación de compuestos como
el fenol o el bicloruro de mercurio en el lavado del instrumental quirúrgico, de las manos y
de las heridas, disminuía notablemente la frecuencia de infecciones post-quirúrgicas y
puerperales.

Más tarde, Paul Ehrlich (1854-1919), que había venido empleando distintas
sustancias para teñir células y microorganismos, y que conocía bien el efecto de tinción
selectiva de bacterias por ciertos colorantes que dejaban, en cambio, incoloras a células
animales, concibió la posibilidad de que algunos de los compuestos de síntesis que la
industria química estaba produciendo pudieran actuar como “balas mágicas” que fueran
tóxicas para las bacterias pero inocuas para el hospedador. Ehrlich concibió un programa
racional de síntesis de sustancias nuevas seguido de ensayo de éstas en infecciones
experimentales. Trabajando en el laboratorio de Koch, probó sistemáticamente derivados
del atoxilo (un compuesto que ya Thompson, en 1905, había mostrado como eficaz contra
la tripanosomiasis), y en 1909 informó de que el compuesto 606 (salvarsán) era efectivo
contra la sífilis. Aunque el salvarsán presentaba algunos efectos colaterales, fue durante
mucho tiempo el único agente disponible contra enfermedades producidas por espiroquetas,
y sirvió para ilustrar brillantemente la validez del enfoque de la llamada quimioterapia
(término acuñado por el mismo Ehrlich), de modo que encauzó toda la investigación
posterior.

En 1927 Gerhard Domagk, en conexión con la poderosa compañía química I.G.


Farbenindustrie, inició un ambicioso proyecto de búsqueda de nuevos agentes
quimioterápicos, siguiendo el esquema de Ehrlich; en 1932-1935 descubre la acción del
rojo de prontosilo frente a neumococos hemolíticos dentro del hospedador, pero señala que
esta droga es inactiva sobre bacterias creciendo in vitro. La explicación la sumistra el
matrimonio Tréfouël, del Instituto Pasteur, al descubrir que la actividad antibacteriana
depende de la conversión por el hospedador en sulfanilamida. El mecanismo de acción de
las sulfamidas (inhibición competitiva con el ácido para-aminobenzoico) fue dilucidado por
el estadounidense Donald D. Woods. Las investigaciones de éste encaminaron a la industria
farmacéutica hacia la síntesis de análogos de metabolitos esenciales, introduciendo un
enfoque más racional frente a la época anterior, más empírica.

En 1874, el médico inglés W. Roberts había descrito las propiedades antibióticas de


ciertos cultivos de hongos (Penicillium glaucum) contra las bacterias, e introdujo en
Microbiología el concepto de antagonismo. Otros investigadores de finales del siglo XIX
realizaron observaciones similares, pero fue Fleming quien, en 1929, logró expresar ideas
claras sobre el tema, al atribuir a una sustancia química concreta (la penicilina) la acción
inhibidora sobre bacterias producida por el hongo Penicillium notatum. Fleming desarrolló
un ensayo crudo para determinar la potencia de la sustancia en sus filtrados, pudiendo
seguir su producción a lo largo del tiempo de cultivo, y mostrando que no todas las especies
bacterianas eran igualmente sensibles a la penicilina. Las dificultades técnicas para su
extracción, junto al hecho de que el interés de la época aún estaba centrado sobre las
sulfamidas, impidieron una pronta purificación de la penicilina, que no llegó hasta los
trabajos de Chain y Florey (1940), comprobándose entonces su gran efectividad contra
infecciones bacterianas, sobre todo de Gram-positivas, y la ausencia de efectos tóxicos para
el hospedador.

Inmediatamente comenzó una búsqueda sistemática de microorganismos del suelo


que mostraran actividades antibióticas. En 1944 A. Schatz y S. Waksman descubren la
estreptomicina, producida por Streptomyces griseus, siendo el primer ejemplo de
antibiótico de amplio espectro. Los diez años que siquieron al término de la segundad
guerra mundial vieron la descripción de 96 antibióticos distintos producidos por 57 especies
de microorganismos, principalmente Actinomicetos.

En la década de los 60 se abrió una nueva fase en la era de los antibióticos al


obtenerse compuestos semisintéticos por modificación química de antibióticos naturales,
paliándose los problemas de resistencia bacteriana a drogas que habían empezado a
aparecer, disminuyéndose en muchos casos los efectos secundarios, y ampliándose el
espectro de acción.

Aparte de la revolución que supusieron en el campo de la aplicación clínica, los


antibióticos ha permitido notables avances en el desentrañamiento de determinados
aspectos de arquitectura y función moleculares de las células susceptibles (paredes
celulares microbianas, ribosomas, síntesis proteica, etc.).

2.8 AUGE DE LA MICROBIOLOGÍA GENERAL.


Gran parte de los avances en Microbiología descritos hasta ahora se debieron a la
necesidad de resolver problemas prácticos. Pero hacia finales del siglo XIX una serie de
investigadores -algunos de ellos procedentes de áreas más clásicas de la Historia Natural-
desarrollaron importantes estudios básicos que fueron revelando una enorme variedad de
microorganismos y sus actividades metabólicas, así como su papel crucial en ciclos
biogeoquímicos, sus relaciones con procesos de nutrición vegetal, etc. El descubrimiento de
la quimioautotrofía, obra del gran microbiólogo ruso Sergei Winogradsky (1856-1953),
obligó a revisar los conceptos previos, procedentes de la Fisiología Vegetal, de que el
crecimiento autotrófico dependía de la presencia de clorofila. Winogradsky había
comenzado investigando las bacterias del hierro descubiertas por Cohn en 1875,
observando que podían crecer en medios minerales, por lo que supuso que obtenían su
energía de la oxidación de sales ferrosas a férricas (1888). En 1889, combinando técnicas
de observación secuencial de cultivos microscópicos con ensayos microquímicos sobre
bacterias del azufre (Beggiatoa, Thiothrix), infirió que estos microorganismos oxidaban
sulfuro de hidrógeno hasta azufre elemental (acumulando éste como gránulos), y luego
hasta ácido sulfúrico, obteniendo de este modo su energía. Estas observaciones pueden
haber sido el arranque del concepto de litotrofía. Pero el descubrimiento de la
quimioautotrofía llegó cuando al año siguiente Winogradsky y Omeliansky pasaron a
estudiar las bacterias nitrificantes, demostrando de manera clara que la energía obtenida de
la oxidación del amonio o del nitrito era usada para fijar CO2 (1889-1890). Más tarde el
mismo Winogradsky extendió la demostración a cultivos puros en los que el agente
solidificante de los medios era el gel de sílice. La explicación del proceso de oxidación de
los compuestos de azufre no llegó hasta los estudios de Dangeard (1911) y Kiel (1912).
Nuevas capacidades metabólicas fueron reveladas al estudiar los procesos respiratorios de
las bacterias que oxidan hidrógeno o metano (Söhngen, 1906).

El químico Berthelot había señalado (1885) que los microorganismos del suelo
podían incorporar nitrógeno molecular directamente del aire. Fue igualmente Winogradsky
el primero en aislar una bacteria capaz de fijar nitrógeno atmosférico (Clostridium
pasteurianum) y en explicar el ciclo del nitrógeno en la naturaleza (1890), siendo el
holandés Martinus Beijerinck (1851-1931) el descubridor de Azotobacter como bacteria
aerobia fijadora de vida libre (1901). Más tarde Beijerinck demostró por métodos químicos
que, en efecto, Azotobacter incorpora nitrógeno de la atmósfera mientras crece (1908). La
importancia de la fijación de nitrógeno para la nutrición vegetal llegó con los estudios sobre
bacterias formadoras de nódulos en las raíces de las leguminosas. Ya los experimentos
cuantitativos sobre plantas creciendo en recipientes, realizados por Boussingault a
mediados del siglo XIX, habían indicado que las leguminosas asimilaban nitrógeno de la
atmósfera. En 1866 Voronin descubrió las bacterias de los nódulos radicales de esta familia
de plantas. Frank, en 1879, demostró que los nódulos parecían inducirse por las mismas
bacterias albergadas en ellos, y Ward (1887) usó bacterias procedentes de nódulos
machacados para inocular semillas, logrando la producción de nódulos en suelo estéril, y
describiendo en un bello trabajo el proceso de infección, con su producción de “hifas”
(cordón de infección). Tras la introducción del concepto de simbiosis por De Bary, en 1878,
fue Schindler (1884) el primero en describir los nódulos radicales como resultado de una
simbiosis entre planta y bacterias. Los trabajos de Hermann Hellriegel (1831-1895) y de su
colaborador Hermann Willfahrt (1853-1904), que trabajaban en la Estación Experimental
de Bernburg, comunicados en primer lugar en un congreso en Berlín, en 1886, y publicados
en un artículo ejemplar en 1888, asociaron la fertilidad nitrogenada natural de las
leguminosas con la presencia de sus nódulos radicales, señalando que estos nódulos se
inducían por microorganismos específicos; de este modo lograron una brillante síntesis de
las observaciones microbiológicas y químicas. El mismo año de 1888 Beijerinck logró el
cultivo puro in vitro de las bacterias nodulares (a las que bautizó como Bacillus radicicola),
observando que no reducían nitrógeno en vida libre; más tarde (1890) aportó la prueba
definitiva de que las bacterias aisladas eran capaces de nodular específicamente ciertas
especies de leguminosas, adquiriéndose de esta forma la facultad de fijar nitrógeno en su
asociación con la raíz de la planta. Irónicamente el nombre definitivo para las bacterias de
los nódulos de leguminosas (Rhizobium) fue propuesto por Frank, quien durante mucho
tiempo se había negado a reconocer los resultados de Hellriegel y Willfahrt, y que había
oscilado en sus opiniones, desde suponer que la fijación de nitrógeno era un rasgo general
de las plantas, hasta creer que las estructuras intranodulares observadas a microcopio
(bacteroides) eran gránulos de reserva (incluidas las que él mismo observó en plantas no
leguminosas de los géneros Alnus y Eleagnus, originadas por una bacteria bautizada en su
honor -Frankia); incluso cuando se convenció de que los simbiontes eran bacterias (y no
hongos o mixomicetes), pensaba que éstas sólo estimulaban a que las plantas fijaran
nitrógeno en sus hojas; su “conversión” (y aún así incompleta y con reticencias) no llegó
hasta 1892. El aislamiento de los bacteroides intranodulares (Prazmowski, 1890), y la
relación entre su formación y la fijación de nitrógeno (Nobbe y Hiltner, 1893) completó
esta primera oleada de investigación sobre este tema que tanta trascendencia presentaba
para la Agronomía. Estos estudios están en la base de todos los ulteriores trabajos de
Microbiología Agrícola, de modo que esta especiliadad fue incorporada tempranamente a
los laboratorios científicos y estaciones experimentales.

Las obras trascendentales de Winogradsky y Beijerinck abrieron un nuevo horizonte


para el estudio de la diversidad microbiana. La escuela de Beijerinck, en la Universidad
Técnica de Delft, fue continuada por por A.J. Kluyver y C.B. van Niel, siendo este último el
“padre” de la escuela norteamericana desde su establecimiento en California, ya que formó
a figuras tan importantes como R.Y. Stanier, R.E. Hungate o M. Doudoroff. La escuela
holandesa fundada por Beijerinck tuvo asimismo otra fructífera “colonia” en la ciudad
alemana de Konstanz, donde N. Pfennig continuó el trabajo emprendido junto a van Niel en
Delft. Todos estos autores, y sus colaboradores, fueron realizando contribuciones esenciales
sobre una amplia diversidad de bacterias, descubriendo la variedad de las bacterias
fotosintéticas, los tipos de organismos litotróficos, y profundizando en multitud de aspectos
estructurales y fisiológicos de las bacterias recién descubiertas. Como dice T.D. Brock en
una recensión de Kluyver (1961) “los hombres de la escuela de Delft de Microbiología
General fueron pioneros en una época en la que la mayoría de los investigadores estaban
demasiado fascinados por problemas aplicados en medicina, agricultura o industria, como
para preocuparse por microorganismos quimiosintéticos o fotosintéticos, o por aquellos que
muestran fermentaciones inusuales...”. Pero, como en tantas otras ocasiones, este enfoque
de ciencia básica ha sido extraordinariamente fértil, y aparte de la profundización en la
unidad y diversidad de la vida ha dado origen a penetrantes percepciones en multitud de
problemas planteados, tarde o temprano, a las ciencias biológicas.

2.9 DESARROLLO DE LA INMUNOLOGÍA


La inmunología es, en la actualidad, una ciencia autónoma y madura, pero sus orígenes
han estado estrechamente ligados a la Microbiología. Su objeto consiste en el estudio de las
respuestas de defensa que han desarrollado los animales frente a la invasión por
microorganismos o partículas extraños, aunque su interés se ha volcado especialmente
sobre aquellos mecanismos altamente evolucionados e integrados, dotados de especificidad
y de memoria, frente a agentes reconocidos por el cuerpo como no-propios, así como de su
neutralización y degradación.

Como tantas otras ciencias, la Inmumología presenta un prolongado período pre-


científico, de observaciones y aproximaciones meramente empíricas. La resistencia a
ulteriores ataques de una enfermedad infecciosa fue ya recogida en escritos de la
antigüedad; el historiador griego Tucídides (464-404 a.C.) narra que en una epidemia
acaecida durante la guerra del Peloponeso, los enfermos eran atendidos solo por aquellos
que habían sobrevivido previamente a la enfermedad, en la seguridad de que éstos no
volverían a ser contagiados. Igualmente, en la antigua China se había observado que las
personas que en su niñez habían padecido la viruela no la adquirían más adelante en su
vida. Los mismos chinos, en el siglo XI a. C., fueron los primeros en intentar una
aplicación de estas observaciones que indicaban la inducción de un estado protector por
medio de una forma suave de la enfermedad: la inhalación de polvo de escaras de viruela
provocaba un ataque suave que confería resistencia ante infecciones posteriores. Una
modificación fue introducida en Occidente en el siglo XVIII por Pylarini y Timoni, y fue
popularizada en Gran Bretaña por Lady Mary Wortley Montagu, esposa del embajador
inglés en Constantinopla, tras una serie inicicial de pruebas sobre “voluntarios” (sic, en
realidad prisioneros). Sin embargo, este tipo de prácticas no llegaron a arraigar
ampliamente, ya que no estaban exentas de riesgos, entre los cuales figuraba la posibilidad
de transmisión de otras enfermedades.

El primer acercamiento a la inmunización con criterios racionales fue realizado por


el médico inglés Edward Jenner (1749-1823), tras su constatación de que los vaqueros que
habían adquirido la viruela vacunal (una forma benigna de enfermedad que sólo producía
pústulas en las manos) no eran atacados por la grave y deformante viruela humana. En
mayo de 1796 inoculó a un niño fluido procedente de las pústulas vacunales de Sarah
Nelmes; semanas después el niño fue inyectado con pus de una pústula de un enfermo de
viruela, comprobando que no quedaba afectado por la enfermedad. Jenner publicó sus
resultados en 1798 (“An enquiry into the causes and effects of the variolae vaccinae...”),
pronosticando que la aplicación de su método podría llegar a erradicar la viruela. Jenner fue
el primero en recalcar la importancia de realizar estudios clínicos de seguimiento de los
pacientes inmunizados, consciente de la necesidad de contar con controles fiables.

La falta de conocimiento, en aquella época, de las bases microbiológicas de las


enfermedades infecciosas retrasó en casi un siglo la continuación de los estudios de Jenner,
aunque ciertos autores, como Turenne, en su libro “La syphilization” (1878) lograron
articular propuestas teóricas de cierto interés.

El primer abordaje plenamente científico de problemas inmunológicos se debió, de


nuevo, a Pasteur. Estudiando la bacteria responsable del cólera aviar (más tarde conocida
como Pasteurella aviseptica), observó (1880) que la inoculación en gallinas de cultivos
viejos, poco virulentos, las protegía de contraer la enfermedad cuando posteriormente eran
inyectadas con cultivos normales virulentos. De esta forma se obtuvo la primera vacuna a
base de microorganismos atenuados. Fue precisamente Pasteur quien dio carta de
naturaleza al término vacuna, en honor del trabajo pionero de Jenner. En los años siguientes
Pasteur abordó la inmunización artificial para otras enfermedades; concretamente,
estableció de forma clara que cultivos de Bacillus anthracis atenuados por incubación a
45ºC conferían inmunidad a ovejas expuestas a contagio por carbunco. Una famosa
demostración pública de la bondad del método de Pasteur tuvo lugar en Pouilly le Fort, el
dos de junio de 1881, cuando ante un gentío expectante se pudo comprobar la muerte del
grupo control de ovejas y vacas no inoculadas, frente a la supervivencia de los animales
vacunados. Años después, abordaría la inmunización contra la rabia, enfermedad de la que
se desconocía el agente causal. Pasteur observó que éste perdía virulencia cuando se
mantenían al aire durante cierto tiempo extractos medulares de animales infectados, por lo
que dichos extractos se podían emplear eficazmente como vacunas. Realizó la primera
vacunación antirrábica en humanos el 6 de julio de 1885, sobre el niño Joseph Meister, que
había sido mordido gravemente por un perro rabioso. A este caso siguieron otros muchos, lo
que valió a Pasteur reconocimiento universal y supuso el apoyo definitivo a su método de
inmunización, que abría perspectivas prometedoras de profilaxis ante muchas
enfermedades. Estos logros determinaron, en buena medida, la creación del Instituto
Pasteur, que muy pronto reunió a un selecto grupo de científicos, que enfocarían sus
esfuerzos en diversos aspectos de las inmunizaciones y de sus bases biológicas. A su vez,
los norteamericanos Salmon y Smith (1886) perfeccionaron los métodos serológicos de
Pasteur, lo que les permitió producir y conservar más fácilmente sueros tipificados contra la
peste porcina.

caricatura deMetchnikov

A finales del siglo XIX existían dos teorías opuestas sobre los fundamentos
biológicos de las respuestas inmunes. Por un lado, el zoólogo ruso Ilya Ilich Mechnikov
(1845-1916), que había realizado observaciones sobre la fagocitosis en estrellas de mar y
pulgas de agua, estableció, a partir de 1883, su “Teoría de los fagocitos”, tras estudiar
fenómenos de englobamiento de partículas extrañas por los leucocitos de conejo y de
humanos. Informó que existían fenómenos de eliminación de agentes patógenos por medio
de “células devoradoras” (fagocitos) que actuaban en animales vacunados contra el
carbunco, y explicó la inmunización como una “habituación” del huésped a la fagocitosis.
Más tarde, ya integrado en el Instituto Pasteur, propugnó la idea de que los fagocitos
segregan enzimas específicos, análogos a los “fermentos” digestivos (1900). Esta teoría de
los fagocitos constituyó el núcleo de la teoría de la inmunidad celular, de modo que la
fagocitosis se consideraba como la base principal del sistema de defensa inmune del
organismo.

Por otro lado, la escuela alemana de Koch hacía hincapié en la importancia de los
mecanisnos humorales. Emil von Behring (1854-1917) y Shibasaburo Kitasato (1856-
1931), a resultas de sus trabajos sobre las toxinas del tétanos y de la difteria, observaron
que el cuerpo produce “antitoxinas” (más tarde conocidas como anticuerpos) que tendían a
neutralizar las toxinas de forma específica, y evidenciaron que el suero que contiene
antitoxinas es capaz de proteger a animales expuestos a una dosis letal de la toxina
correspondiente (1890). La intervención de Ehrlich permitió obtener sueros de caballo con
niveles de anticuerpos suficientemente altos como para conferir una protección eficaz, e
igualmente se pudo disponer de un ensayo para cuantificar la “antitoxina” presente en
suero. Ehrlich dirigió desde 1896 el Instituto Estatal para la Investigación y Comprobación
de Sueros, en Steglitz, cerca de Berlín, y, a partir de 1899, estuvo al frente del mejor
equipado Instituto de Terapia Experimental, en Frankfurt. Durante este último periodo de su
vida, Ehrlich produce una impresionante obra científica, en la que va ahondando en la
comprensión de la inmunidad humoral. En 1900 da a luz su “Teoría de las cadenas
laterales”, en la que formula una explicación de la formación y especificidad de los
anticuerpos, estableciendo una base química para la interacción de éstos con los antígenos.
Por su lado, R. Kraus visualiza por primera vez, en 1897, una reacción antígeno-anticuerpo,
al observar el enturbiamento de un filtrado bacteriano al mezclarlo con un suero inmune
específico (antisuero). En 1898 Jules Bordet (1870-1961) descubre otro componente sérico
relacionado con la respuesta inmunitaria, al que bautiza como “alexina”, caracterizado,
frente al anticuerpo, por su termolabilidad e inespecificidad. (Más tarde se impondría el
nombre de complemento, propuesto por Ehrlich). El mismo Bordet desarrolló, en 1901, el
primer sistema diagnóstico para la detección de anticuerpos, basado en la fijación del
complemento, y que inició una larga andadura, que llega a nuestros días.

La conciliación de las dos teorías se debió a Almorth Wrigth y Stewart R. Douglas,


quienes en 1904 descubren las opsoninas, anticuerpos presentes en los sueros de animales
inmunizados y que, tras unirse a la superficie bacteriana, incrementan la capacidad
fagocítica de los leucocitos.

El área de la inmunopatología inicia su andadura con la descripción del fenómeno


de anafilaxia producido por introducción en un animal de un suero de una especie distinta
(Portier y Richet, 1902; Arthus, 1903), lo que a su vez abriría la posibilidad de métodos de
serodiagnóstico, con aplicaciones múltiples en Medicina, Zoología, y otras ciencias
biológicas. En 1905 Pirquet sugiere que la enfermedad del suero (un fenómemo de
hipersensibilidad) tiene relación directa con la producción de anticuerpos contra el suero
inyectado, introduciendo el término de alergia para referirse a la reactividad inmunológica
alterada.

La inmunoquímica cobra un gran impulso en las primeras décadas del siglo XX con
los trabajos de Karl Landsteiner (1868-1943). Su primera contribución de importancia
había sido la descripción, mediante reacciones de aglutinación, del sistema de antígenos
naturales (ABC0) de los eritrocitos humanos (1901-1902), completada (en colaboración
con Von Dungern y Hirzfeld), con las subdivisiones del grupo A y el estudio de su
transmsión hereditaria. Estos trabajos sirvieron de estímulo para avanzar en el
desentrañamiento de la especificidad química de los antígenos que determinan la formación
de anticuerpos. Landsteiner estudió sistemáticamente las características de
inmunogenicidad y especificidad de reacción de antígenos con anticuerpos, valiéndose de la
modificación química de antígenos, denominando haptenos a aquellos grupos químicos que
por sí mismos no desencadenan formación de anticuerpos, pero sí lo hacen tras ser
conjugados a proteínas portadoras.

La cuestión de las reacciones antígeno-anticuerpo se convirtió en otra polémica


entre escuelas hasta finales de los años 20. Mientras Ehrlich y sus seguidores mantenían
que estas reacciones tienen una base puramente química, Bordet y sus discípulos las
explicaban como fenómenos físicos de reacciones entre coloides. La resolución del debate
debió aguardar hasta finales de los años 30, al incorporarse avances técnicos como la
electroforesis, la cromatografía en papel, la ultracentrifugación y el microscopio
electrónico. Heidelberg y Kendall (1936) purificaron anticuerpos a partir de sueros por
disociación de precipitados. Tiselius (1939) demostró que los anticuerpos constituyen la
fracción gamma-globulínica del suero. Veinte años después R.R. Porter y G.M. Edelman
establecen la estructura de las inmunoglobulinas. Durante este lapso de tiempo se descubre
que la síntesis de anticuerpos ocurre en las células plasmáticas, aunque éstas no son puestas
en relación aún con los linfocitos; durante muchos años se siguió creyendo que los
linfocitos eran células pasivas, sin función inmune. Por aquella época se describe, también,
la diversidad de inmunoglobulinas, llegándose al establecimiento de una nomenclatura.
Enseguida comienza la era de los múltiples experimentos sobre timectomía en ratones
neonatos y sobre bursectomía en aves, así como los de reconstitución de animales
irradiados, con timocitos y células de la medula ósea, y que permiten afirmar el papel
esencial de los linfocitos, encuadrarlos en tipos funcionales T y B, y relacionarlos con las
respuestas inmunes celular y humoral, respectivamente.

Una importante faceta de la inmunología de la primera mitad del siglo XX fue la


obtención de vacunas. Se lograron toxoides inmunogénicos a partir de toxinas bacterianas,
en muchos casos por tratamiento con formol: toxoide tetánico (Eisler y Lowenstein, 1915)
y toxoide diftérico (Glenny, 1921). En 1922 se desarrolla la vacuna BCG contra la
tuberculosis, haciendo uso de una cepa atenuada de Mycobacterium tuberculosis, el bacilo
de Calmette-Guérin. La utilización de coadyuvantes se inicia en 1916, por LeMoignic y
Piroy.

La inmunogenética nace cuando Bernstein describe en 1921 el modelo de


transmisión hereditaria de los cuatro grupos sanguíneos principales, basándose en el
análisis estadístico de sus proporciones relativas, y con el descubrimiento por Landsteiner y
Levène (1927) de los nuevos sistemas MN y P. Los experimentos de transfusiones
sanguíneas interespecíficas permitieron distinguir la gran complejidad de los antígenos
sanguíneos, explicables según unos 300 alelos múltiples.

Una contribución esencial a las ideas sobre el mecanismo de formación de los


anticuerpos la realizó el australiano Macfarlane Burnet (1899-1985), al establecer su teoría
de la selección clonal; ésta argumenta que cada linfocito B sintetiza un único tipo de
anticuerpo, específico para cada antígeno (determinante antigénico), de modo que la unión
del antígeno causa la proliferación clonal del linfocito B, con la consecuente síntesis
incrementada de anticuerpos específicos. Igualmente, Burnet lanzó una hipótesis sobre el
mecanismo subyacente a la auto-tolerancia inmunológica, que fue confirmada
experimentalmente por Peter Medawar. Más recientemente Niels Jerne ha realizado nuevas
aportaciones y refinamientos a la teoría de la selección clonal, proponiendo un modelo de
regulación inmune conocido como teoría de las redes idiotípicas.

Los avances en Inmunología durante los últimos años han sido espectaculares,
consolidando a ésta como ciencia independiente, con su conjunto propio de paradigmas, ya
relativamente escindida de su tronco originario microbiológico. Entre los hitos recientes
hay que citar la técnica de producción de anticuerpos monoclonales a partir de hibridomas,
desarrollada originalmente por César Milstein y Georges Kohler en 1975, y que presenta
una enorme gama de aplicaciones en biomedicina, o el desentrañamiento de los fenómenos
de reorganización genética responsables de la expresión de los genes de inmunoglobulinas,
por Susumu Tonegawa.

2.10 ORIGEN Y DESARROLLO DE LA VIROLOGÍA


La Virología ha sido la ciencia microbiológica de origen más tardío, habiendo
surgido como resultado del hallazgo de enfermedades infecciosas en las que la
demostración de implicación de microorganismos se demostraba esquiva con los medios
habituales disponibles a finales del siglo XIX. La euforia que se vivía en los ámbitos
científicos y médicos, al socaire de la edad de oro de aislamiento de bacterias patógenas, se
plasmó en el prejuicio de que la incapacidad de hacer crecer los agentes causantes de
ciertas enfermedades se debía a una técnica inapropida o mal aplicada.

El botánico ruso Dimitri Iwanovski había observado (1892) que la enfermedad del
mosaico del tabaco podía ser reproducida experimentalmente usando el fluido que
atravesaba los filtros de porcelana que normalmente retenían a las bacterias, pero siendo
incapaz de aislar y crecer el supuesto microorganismo, abandonó la investigación. Pocos
años más tarde (1898), y probablemente sin tener noticias del trabajo de Iwanovski,
Beijerink realizó experimentos similares con el mismo sistema, y en otro rasgo de su genio,
enfrentándose a los conceptos de la época, avanzó la idea de que el agente filtrable (un
contagium vivum fluidum, según su expresión), debía de incorporarse al protoplasma vivo
del hospedador para lograr su reproducción. Este tipo de agentes infectivos que atravesaban
los filtros de porcelana fueron llamados en principio “virus filtrables”, quedando más tarde
su denominación simplemente como virus. Aquel mismo año de 1898 Loeffler y Frosch
descubren los virus animales al comprobar que un virus filtrable es responsable de la
glosopeda del ganado. En 1901 Reed descubre el primer virus humano, el de la fiebre
amarilla, y en 1909 Landsteiner y Pope detectan el de la poliomielitis. A comienzos de siglo
Copeman desarrolla su técnica de multiplicación de virus animales en embriones de pollo,
con la que P. Rous aisla y cultiva el virus del sarcoma aviar (1911).

Los virus bacterianos fueron descubiertos en 1915 por F.W. Twort, si bien su trabajo
no alcanzó la elegancia y claridad del desarrollado poco más tarde por el canadiense Félix
d'Hérelle (1917); fue éste quien acuñó el término bacteriófago, y supuso correctamente que
el fenómeno de lisis por estos agentes debía de estar ampliamente difundido entre las
bacterias. Aunque su esperanza en la aplicación de los fagos como elementos bactericidas
para uso médico no pudo satisfacerse, la contribución de los virus bacterianos al avance de
la genética y biología moleculares ha sido decisiva: de hecho, los primeros estudios
cuantitativos sobre replicación virásica se realizaron sobre fagos de Escherichia coli, lo que
suministró modelos aplicables a otros virus, incluidos los de animales. En 1925 Bordet y
Bal describen por primera vez el fenómeno de lisogenia, pero las relaciones entre los ciclos
lítico y lisogénico de los fagos no fueron aclaradas hasta los estudios de André Lwoff
(1950).

La primera visualización de un virus se debe a las observaciones a microscopio


ultravioleta del bacteriólogo inglés Barnard (1925), y en 1939 se realiza la primera
fotografía de un virus a microscopio electrónico. Pero los avances más significativos en el
estudio de la composición y estructura de los virus se inician con la purificación y
cristalización, por Wendell M. Stanley, del virus del mosaico del tabaco -TMV- (1935),
aplicando procedimientos típicos de la cristalización de enzimas. Inicialmente Stanley
comprobó que el TMV contenía gran proporción de proteína, pero poco más tarde detecta,
además, la presencia de ácido nucleico. A partir de aquí, la Virología entra en una fase de
ciencia cuantitativa, en la que participan numerosos físicos, bioquímicos y genetistas, en un
esfuerzo interdisciplinar que da origen a la moderna Biología Molecular.

Un importante avance metodológico para el estudio de los virus animales se debió a


Enders, Weller y Robbins (1949), al desarrollar por primera vez un método para la
multiplicación virásica sobre cultivos de tejidos de mamíferos, técnica que fue
perfeccionada más tarde por el equipo de Renato Dulbecco.

Los recientes progresos en las numerosas técnicas de biología molecular han


propiciado una auténtica explosión de descubrimientos sobre la biología de los virus y de
sus células hospedadoras; baste citar la replicación del genomio de ARN de los retrovirus
por reversotranscripción a ADN, los fenómenos de transformación oncogénica virásica y su
aplicación a los estudios generales del cáncer, el diseño de vacunas recombinantes por
manipulación in vitro de genomios virásicos, la próxima aplicación clínica de la primeras
terapias génicas en humanos recurriendo a vectores virásicos, etc. En el terreno de las
necesidades urgentes, la metodología existente ha permitido la rápida identificación y
caracterización del virus de la inmunodeficiencia humana, lo que se está traduciendo en una
intensa y racional búsqueda de procedimientos para prevenir y eliminar la inesperada
epidemia de SIDA.

En años recientes han sido descubiertos dos nuevos tipos de entidades infectivas,
subvirásicas: T.O. Diener describió en 1967 la existencia de ARN desnudos infectivos en
plantas, a los que llamó viroides, y en 1981 Prusiner puso de manifiesto que determinadas
enfermedades de mamíferos se deben a partículas proteicas aparentemente desprovistas de
material genético, a las que bautizó como priones.

2.11 RELACIONES ENTRE LA MICROBIOLOGÍA Y


OTRAS CIENCIAS BIOLÓGICAS.
El auge de la microbiología desde finales del siglo XIX se plasmó, entre otras cosas,
en el aislamiento de gran variedad de cepas silvestres de microorganismos, lo que
suministró un enorme volumen de nuevo material biológico sobre el que trabajar,
aplicándose una serie de enfoques que eran ya habituales en las ciencias naturales más
antiguas; así, había que crear un marco taxonómico (con sus normas de nomenclatura) para
encuadrar a los organismos recién descubiertos, era factible desarrollar trabajos sobre
morfología y fisiología comparadas, sobre variabilidad y herencia, evolución, ecología, etc.
De este modo la joven Microbiología fue objeto, en pocos años, de la utilización, a un ritmo
acelerado, de los métodos taxonómicos y experimentales que habían ido surgiendo y
madurando desde el siglo XVIII en los ámbitos de la “Historia Natural” clásica.

Aunque nos referiremos en otro apartado (véase cap. 2) a los avances de Taxonomía
Microbiana, vale la pena reseñar aquí los esfuerzos tempranos para lograr un clasificación
bacteriana por parte de Cohn (1875) y Migula (1894), que sustentaban su concepto de
especie predominantemente sobre caracteres morfológicos. Pero hacia 1900 era evidente la
arbitrariedad e insuficiencia de este tipo de clasificaciones, de modo que los intentos
posteriores hicieron uso de caracteres bioquímicos (Orma Jensen, 1909), o de una mezcla
de rasgos morfológicos, bioquímicos, patogénicos y de tinción (Buchanan, 1915). El
sistema de taxonomía bacteriana adquirió un nuevo impulso a partir de la 1ª edición del
“Bergey's Manual of Determinative Bacteriology” (1923), y de las propuestas de Kluyver y
van Niel (“Prospects for a natural system of classification of bacteria”, 1936). En cuanto a
la nomenclatura, no fue hasta 1958 en que cuajó un Código Internacional de Nomenclatura
Bacteriológica, aunque ya se venía aplicando desde hacía tiempo el procedimiento
tipológico para los microorganismos, con criterios similares a los de la Zoología y la
Botánica.

El establecimiento de relaciones taxonómicas precisó el recurso a métodos cada vez


más amplios y afinados de análisis genético, estructural o fisiológico. En un apartado
anterior ya vimos las conexiones tempranas entre la Bioquímica y la Microbiología a
propósito del descubrimiento de la base enzimática de las fermentaciones, lo cual abrió el
camino para dilucidar el metabolismo energético microbiano, y para demostrar su similitud
química con rutas metabólicas de organismos superiores. Otro paso importante en la
percepción de la unidad bioquímica del mundo vivo deriva del descubrimiento de las
vitaminas (término acuñado por Funk en 1911), al establecerse que determinados factores
de crecimiento requeridos por algunos microorganismos eran químicamente similares a las
vitaminas necesarias en la dieta de los animales, y que este tipo de compuestos representa
precursores biosintéticos de coenzimas del metabolismo celular. Así pues, este tipo de
investigaciones sentó claramente la idea de la unidad química de los seres vivos,
independientemente de su encuadre taxonómico, y encauzó una buena parte de los trabajos
bioquímicos hacia los microorganismos, dadas sus cualidades de facilidad de manejo y
cultivo en laboratorio.

En cuanto a las conexiones de la Microbiología con la Genética, ya Beijerink, en


1900, tras analizar la teoría de la mutación de De Vries, había predicho que los
microoganismos podrían convertirse en objetos de investigación más adecuados que los
sistemas animales o vegetales. Pero las primeras conexiones entre ambas ciencias arrancan
de la necesidad que hubo, a principios del siglo XX, de determinar la sexualidad de los
hongos con fines taxonómicos. En 1905 Maire demostró la existencia de meiosis en la
formación de ascosporas, y Claussen (1907) evidenció fusión de núcleos en Ascomicetos,
mientras que Kniepp, hacia finales de los años 30 había recogido un gran volumen de
información sobre procesos sexuales en Basidiomicetos. El sueco Lindegren (1936) realiza
las primeras cartografías genéticas en cromosomas de Neurospora, durante su estancia en el
laboratorio californiano de Morgan; este último, propugnador de la “teoría de los genes”
(1926), confiaba desde hacía años en ampliar sus éxitos, logrados en Drosophila, hacia el
estudio de la genética microbiana. En 1941, otros dos discípulos de Morgan, Beadle y
Tatum, aislan mutantes auxotróficos de Neurospora, con lo que se inicia el estudio de la
base bioquímica de la herencia, y convierten a este hongo en una valiosa herramienta de
trabajo en esta línea de investigación.

Las estrategias diseñadas por Beadle y Tatum fueron aplicadas por Luria y Delbrück
(1943) a cultivos bacterianos, investigando la aparición de mutaciones espontáneas
resitentes a fagos o estreptomicina. La conexión de estos experimentos con las
observaciones previas de Griffith (1928) sobre la transformación del neumococo, llevó a
Avery y colaboradores (1944) a demostrar que el “principio transformante” portador de la
información genética es el ADN. En 1949 Erwin Chargaff demuestra bioquímicamente la
transmisión genética mediante ADN en Escherichia coli , y en 1952 Alfred Hershey y
Martha Chase, en experimentos con componentes marcados de fagos, ponen un elegante
colofón a la confirmación de la función del ADN, con lo que se derribaba el antiguo y
asentado “paradigma de las proteínas” que hasta mediados de siglo intentaba explicar la
base de la herencia. De esta forma, la Microbiología experimental se sitúa en pleno centro
del nacimiento de la Genética molecular, de la mano de los avances paralelos en
Bioquímica (análisis por rayos X de la estructura del ADN debido a Maurice Wilkins y
Rosalind Franklin, modelo de Watson y Crick de la doble hélice del ADN, etc.), dando
origen esta confluencia a lo que se ha llamado la “Edad de Oro” de la Biología Molecular.

3 OBJETO DE ESTUDIO DE LA
MICROBIOLOGÍA
El objeto de estudio de una ciencia se puede desglosar en dos apartados: objeto
material y objeto formal.

3.1 OBJETO MATERIAL: LOS


MICROORGANISMOS
La Microbiología es la ciencia que se ocupa del estudio de los microorganismos, es
decir, de aquellos organismos demasiado pequeños para poder ser observados a simple
vista, y cuya visualización requiere el empleo del microscopio. Esta definición implica que
el objeto material de la Microbiología viene delimitado por el tamaño de los seres que
investiga, lo que supone que abarca una enorme heterogeneidad de tipos estructurales,
funcionales y taxonómicos: desde partículas no celulares como los virus, viroides y priones,
hasta organismos celulares tan diferentes como las bacterias, los protozoos y parte de las
algas y de los hongos. De esta manera la Microbiología se distingue de otras disciplinas
organísmicas (como la Zoología y la Botánica) que se centran en grupos de seres vivos
definidos por conceptos biológicos homogéneos, ya que su objeto de indagación se asienta
sobre un criterio artificial que obliga a incluir entidades sin más relación en común que su
pequeño tamaño, y a excluir a diversos organismos macroscópicos muy emparentados con
otros microscópicos.

A pesar de esto (o incluso debido a ello), la Microbiología permanece como una


disciplina perfectamente asentada y diferenciada, que deriva su coherencia interna del tipo
de metodologías ajustadas al estudio de los organismos cuyo tamaño se sitúa por debajo del
límite de resolución del ojo humano, aportando un conjunto específico de conceptos que
han enriquecido la moderna Biología.

Podemos definir, pues, a los microorganismos como seres de tamaño microscópico


dotados de individualidad, con una organización biológica sencilla, bien sea acelular o
celular, y en este último caso pudiendo presentarse como unicelulares, cenocíticos,
coloniales o pluricelulares, pero sin diferencianción en tejidos u órganos, y que necesitan
para su estudio una metodología propia y adecuada a sus pequeñas dimensiones. Bajo esta
denominación se engloban tanto microorganismos celulares como las entidades
subcelulares.

3.1.1 MICROORGANISMOS CELULARES

Comprenden todos los procariotas y los microorganismos eucarióticos (los


protozoos, los mohos mucosos, los hongos y las algas microscópicas). El encuadre de todos
estos grupos heterogéneos será abordado en el próximo capítulo.

3.1.2 VIRUS Y PARTICULAS SUBVIRASICAS

Otro tipo de objetos de estudio de la microbiología son las entidades no celulares,


que a pesar de no poseer ciertos rasgos atribuibles a lo que se entiende por vida, cuentan
con individualidad y entidad biológica, y caen de lleno en el dominio de esta ciencia.

Los virus son entidades no celulares de muy pequeño tamaño (normalmente inferior
al del más pequeño procariota), por lo que debe de recurrirse al microscopio electrónico
para su visualización. Son agentes infectivos de naturaleza obligadamente parasitaria
intracelular, que necesitan su incorporación al protoplasma vivo para que su material
genético sea replicado por medio de su asociación más o menos completa con las
actividades celulares normales, y que pueden transmitirse de una célula a otra. Cada tipo de
virus consta de una sola clase de ácido nucleico (ADN o ARN, nunca ambos), con
capacidad para codificar varias proteínas, algunas de las cuales pueden tener funciones
enzimáticas, mientras que otras son estructurales, disponiéndose éstas en cada partícula
virásica (virión) alrededor del material genético formando una estructura regular (cápsida);
en algunos virus existe, además, una envuelta externa de tipo membranoso, derivada en
parte de la célula en la que se desarrolló el virión (bicapa lipídica procedente de membranas
celulares) y en parte de origen virásico (proteínas).

En su estado extracelular o durmiente, son totalmente inertes, al carecer de la


maquinaria de biosíntesis de proteínas, de replicación de su ácido nucleico y de obtención
de energía. Esto les obliga a un modo de vida (sic) parasitario intracelular estricto o fase
vegetativa, durante la que el virión pierde su integridad, y normalmente queda reducido a su
material genético, que al superponer su información a la de la célula hospedadora, logra ser
expresado y replicado, produciéndose eventualmente la formación de nuevos viriones que
pueden reiniciar el ciclo.

Los viroides son un grupo de nuevas entidades infectivas, subvirásicas, descubiertas


en 1967 por T.O. Diener en plantas. Están constituidos exclusivamente por una pequeña
molécula circular de ARN de una sola hebra, que adopta una peculiar estructura secundaria
alargada debido a un extenso, pero no total, emparejamiento intracatenario de bases por
zonas de homología interna. Carecen de capacidad codificadora y muestran cierta
semejanza con los intrones autocatalíticos de clase I, por lo que podrían representar
secuencias intercaladas que escaparon de sus genes en el transcurso evolutivo. Se
desconocen detalles de su modo de multiplicación, aunque algunos se localizan en el
nucleoplasma, existiendo pruebas de la implicación de la ARN polimerasa II en su
replicación, por un modelo de círculo rodante que genera concatémeros lineares. Esta
replicación parece requerir secuencias conservadas hacia la porción central del viroide. Los
viroides aislados de plantas originan una gran variedad de malformaciones patológicas. El
mecanismo de patogenia no está aclarado, pero se sabe que muchos de ellos se asocian con
el nucleolo, donde quizá podrían interferir; sin embargo, no existen indicios de que alteren
la expresión génica (una de las hipótesis sugeridas); cada molécula de viroide contiene uno
o dos dominios conservados que modulan la virulencia.

En 1986 se descubrió que el agente de la hepatitis delta humana posee un genomio


de ARN de tipo viroide, aunque requiere para su transmisión (pero no para su replicación)
la colaboración del virus de la hepatitis B, empaquetándose en partículas similares a las de
este virus. A diferencia de los viroides vegetales, posee capacidad codificadora de algunas
proteínas.

Los ARNs satélites son pequeñas moléculas de tamaño similar al de los viroides de
plantas (330-400 bases), que son empaquetados en cápsidas de determinadas cepas de virus
(con cuyos genomios no muestran homologías). Se replican sólo en presencia del virus
colaborador específico, modificando (aumentando o disminuyendo) los efectos patógenos
de éste.

Los virusoides constituyen un grupo de ARNs satélites no infectivos, presentes en


el interior de la cápsida de ciertos virus, con semejanzas estructurales con los viroides,
replicándose exclusivamente junto a su virus colaborador.

Los priones son entidades infectivas de un tipo totalmente nuevo y original,


descubiertas por Stanley Prusiner en 1981, responsables de ciertas enfermedades
degenerativas del sistema nervioso central de mamíferos (por ejemplo, el “scrapie” o
prurito de ovejas y cabras), incluyendo los humanos (kuru, síndrome de Gerstmann-
Straüssler, enfermedad de Creutzfeldt-Jakob). Se definen como pequeñas partículas
proteicas infectivas que resisten la inactivación por agentes que modifican ácidos nucleicos,
y que contienen como componente mayoritario (si no único) una isoforma anómala de una
proteina celular. Tanto la versión celular normal (PrPC) como la patógena (PrPSc en el caso
del “scrapie”) son glicoproteínas codificadas por el mismo gen cromosómico, teniendo la
misma secuencia primaria. Se desconoce si las características distintivas de ambas
isoformas estriban en diferencias entre los respectivos oligosacáridos que adquieren por
procesamiento post-traduccional.

A diferencia de los virus, los priones no contienen ácido nucleico y están


codificados por un gen celular. Aunque se multiplican, los priones de nueva síntesis poseen
moléculas de PrP que reflejan el gen del hospedador y no necesariamente la secuencia de la
molécula del PrP que causó la infección previa. Se desconoce su mecanismo de
multiplicación, y para discernir entre las diversas hipótesis propuestas quizá haya que
dilucidar la función del producto normal y su posible conversión a la isoforma patógena
infectiva.
Recientemente se ha comprobado que, al menos algunas de la enfermedades por
priones son simultáneamente infectivas y genéticas, una situación insólita en la Patología
humana, habiéndose demostrado una relación entre un alelo dominante del PrP y la
enfermedad de Creutzfeldt-Jakob. El gen del prión (Prn-p) está ligado genéticamente a un
gen autosómico (Prn-i) que condiciona en parte los largos tiempos de incubación hasta el
desarrollo del síndrome.

3.2 OBJETO FORMAL


Todos los aspectos y enfoques desde los que se pueden estudiar los
microorganismos conforman lo que denominamos objeto formal de la Microbiología:
características estructurales, fisiológicas, bioquímicas, genéticas, taxonómicas, ecológicas,
etc., que conforman el núcleo general o cuerpo básico de conocimientos de esta ciencia. Por
otro lado, la Microbiología también se ocupa de las distintas actividades microbianas en
relación con los intereses humanos, tanto las que pueden acarrear consecuencias
perjudiciales (y en este caso estudia los nichos ecológicos de los correspondientes agentes,
sus modos de transmisión, los diversos aspectos de la microbiota patógena en sus
interacciones con el hospedador, los mecanismos de defensa de éste, así como los métodos
desarrollados para combatirlos y controlarlos), como de las que reportan beneficios
(ocupádose del estudio de los procesos microbianos que suponen la obtención de materias
primas o elaboradas, y de su modificación y mejora racional con vistas a su imbricación en
los flujos productivos de las sociedades).

Finalmente, la Microbiología ha de ocuparse de todas las técnicas y metodologías


destinadas al estudio experimental, manejo y control de los microorganismos, es decir, de
todos los aspectos relacionados con el modo de trabajo de una ciencia empírica.

4 IMPORTANCIA DE LA
MICROBIOLOGÍA
La Microbiología es una ciencia biológica extraordinariamente relevante para la
humanidad, dado que los microorganismos están presentes en todos los hábitats y
ecosistemas de la Tierra y sus actividades presentan una gran incidencia en numerosísimos
ámbitos de interés:

Los microorganismos han sido los primeros en aparecer en la evolución, y constituyen


seguramente la mayor parte de la biomasa de nuestro planeta. Se calcula que sólo hemos
descrito menos del 10% de los microorganismos existentes, por lo que los biólogos
tienen una gran tarea por delante para estudiar esta parte de la biodiversidad.
Las actividades microbianas sustentan los ciclos biogeoquímicos de la Tierra: los ciclos
del carbono, del nitrógeno, del azufre o del fósforo dependen de modo fundamental de
los microorganismos.
Las actividades metabólicas microbianas son excepcionalmente variadas, siendo algunas
de ellas exclusivas del mundo procariótico. La biolología básica tiene aquí un gran
campo de estudio.
El aspecto aplicado y la incidencia económica y social de los microorganismos es
ingente, y aquí daremos unas breves pinceladas:
Aspectos beneficiosos:
Todas las culturas desarrollaron de modo empírico multitud de bebibas y alimentos
derivados de fermentaciones microbianas: vino, cerveza, pan, verduras fermentadas,
etc.
Producción de multitud de productos industriales: alcoholes, ácidos orgánicos,
antibióticos, enzimas, polímeros, etc.
La ingeniería genética empezó con los microorganismos, que siguen desempeñando
un papel fundamental en la nueva generación de medicamentos recombinantes y de
terapias novedosas
En su aspecto perjudicial, la Microbiología dedica una especial atención a los
microorganismos patógenos, sobre todo a los que afectan a la humanidad
Las enfermedades microbianas han sido causa de grandes males a nuestra especie.
Baste recordar que la peste (muerte negra) causó a mediados del siglo XIV la muerte
de la tercera parte de la población europea, y ya en la primera mitad del siglo XV
llegó a afectar a más del 75%. Basta leer la literatura o ver las pinturas de la época
para darse cuenta del impacto terrorífico que supuso, lo que a su vez supuso un factor
esencial en el surgimiento de las ideas del Renacimiento.
Desde la época del descubrimiento de América, las exploraciones han conllevado el
intenso trasiego de agentes patógenos de un lugar a otro. La desaparición de buena
parte de la población indígena se debió en buena parte a no tener defensas frente a la
viruela europea, pero a su vez los descubridores importaron la sífilis a Europa.
No hace falta resaltar el papel que ha tenido la microbiología médica, desde la época
de Pasteur y Koch, en la lucha contra las enfermedades infecciosas (antisepsia,
desinfección, esterilización, quimioterapia). Y aunque ahora tengamos nuevos retos
(SIDA, fiebres hemorrágicas, etc.), no cabe duda de que la Microbiología está
contribuyendo a no perder esta permanente batalla contra los gérmenes patógenos.
Aparte de todas estas actividades de los microorganismos sobre los humanos, hay que
tener en cuenta que existen gérmenes que afectan a animales, plantas, instalaciones
industriales, que afectan a alimentos, etc., representando otras tantas áreas de
atención para la Microbiología.

5 UBICACIÓN DE LOS
MICROORGANISMOS EN EL MUNDO
VIVO
Tras el descubrimiento de los microorganismos, a los naturalistas de la época les
pareció normal intentar encuadralos dentro de los dos grandes reinos de seres vivos
conocidos entonces: animales y plantas. De este modo, a finales del siglo XVIII las algas y
los hongos quedaron en el reino Plantae, mientras que los llamados “infusorios” se
encuadraron en el reino Animalia.

A mediados del siglo XIX se empezó a ver que esa clasificación era demasiado
sencilla, y que el grupo de los infusorios era muy heterogéneo. En 1866 Haeckel, seguidor
de Darwin, propone un famoso árbol filogenético con tres reinos:

Animalia
Plantae
Protista: todos los seres vivos sencillos, sean o no fotosintéticos o móviles. Dentro de él
consideraba los siguientes grupos:
Protozoos
Protozoos
Algas
Hongos
Moneras (=bacterias)

Pero esta clasificación iba a ser puesta en entredicho a mediados del siglo XX,
cuando las técnicas de microscopía electrónica y bioquímicas demuestran la gran diferencia
de las bacterias respecto del resto de organismos. De hecho, ya en los años 60 se reconoce
que esta diferencia representa la mayor discontinuidad evolutiva del mundo vivo. En 1974,
el Manual Bergeys (la biblia “oficiosa” de la clasificación bacteriana) considera que la
clasificación al máximo nivel del mundo vivo debe reconocer la existencia de dos
“Reinos”:

Procaryotae (material genético no rodeado de membrana nuclear)


Eucaryotae (núcleo auténtico)

Pero en los años recientes, la incorporación a la taxonomía de los métodos de biología


molecular, especialmente la secuenciación de ARN ribosómico y la genómica,
estáobligando a nuevos planteamientos. Para resumir, hoy se asume lo siguiente:

Existen dos tipos de organización celular, la procariótica y la eucariótica.


Dentro de los seres vivos con organización procariótica, existen dos grandes “dominios”
o “imperios”: Bacteria (las eubacterias o bacterias “clásicas”) y Archaea (antes llamadas
arqueobacterias)
A su vez, el dominio eucariótico comprende numerosas líneas filogenéticas, muchas de
ellas de microorganismos. Los mismos Protozoos es un grupo muy heterogéneo, que
comprende líneas filogenéticas diversas y a veces muy separadas en el tiempo evolutivo.

El alumno ampliará todo esto cuando comience su estudio de la taxonomía microbiana.

BIBLIOGRAFÍA
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BROCK, T.D. (1961): “Milestones in Microbiology” (reedición de 1975). American


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Cambridge. Existe versión española: “El desarrollo de la Microbiología”, Ed. Reverté.

de KRUIJF, P. : “Cazadores de microbios”. Biblioteca Científica Salvat.

DEBRÉ, P. (1995): “Louis Pasteur”. Barcelona, Círculo de Lectores.

DUBOS, R. “Louis Pasteur”. Biblioteca Salvat de Grandes Biografías.

JAHN, I., R. LÖTHER, K. SENGLAUB (eds.) (1990): “Historia de la Biología”. Labor,


Barcelona. (Original alemán: VEB Gustav Fischer Verlag, Jena 1985).

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STACKEBRANDT, E. (1988): Phylogenetic relationships vs. phenotypic diversity: how to


achieve a phylogenetic classification system of the eubacteria. Can. J. Microbiol. 34: 552-
556.

ÍNDICE

1 CARACTERES DISTINTIVOS DE LOS PROCARIOTAS

2 COMPOSICIÓN QUÍMICA BÁSICA DE LA CÉLULA PROCARIÓTICA

3 ESTRUCTURA GENERAL DE UNA CÉLULA PROCARIÓTICA

1 CARACTERES DISTINTIVOS DE
LOS PROCARIOTAS
Vamos a exponer los rasgos distintivos de los procariotas en forma de tabla
comparativa con los eucariotas, de modo que se aprecien mejor los rasgos distintivos de
cada tipo de organización celular:

Procariotas Eucariotas
Genóforo Un solo cromosoma Nucleoplasma Varios cromosomas
ADN c.d., c.c.c. (cadena doble, ADN c.d. lineal, terminado
circular cerrado en telómeros
covalentemente)
No existe membrana nuclear Existe membrana nuclear
No histonas Histonas
Replicación del material genético: no Replicación del material genético: mitosis
mitosis
Organización del citoplasma Organización del citoplasma
No orgánulos de tipo Orgánulos (mitocondrias,
eucarióticos cloroplastos, retículo
endoplásmico, Golgi,
lisosomas, etc)
No citosqueleto (no corrientes Citosqueleto y corrientes
citoplásmicas) citoplásmicas
Ribosomas 70S Ribosomas 80S

Aparte de estos que acabamos de citar, existen otros rasgos que, aunque no
universales, caracterizan a numerosos procariotas:

Sus membrana plasmáticas carecen de esteroles, salvo los micoplasmas (pero en este
caso los esteroles proceden del hospedador eucariótico al que parasitan), algunas especies
de cianobacterias y de bacterias melitotrofas.
La movilidad no es universal, pero muchas bacterias se mueven en medios acuáticos
debido a unas estructuras llamadas flagelos, que nada tienen que ver con los flagelos
eucarióticos.
Las eubacterias (dominio Bacteria) poseen, salvo los micoplasmas, una pared celular a
base de una peptidoglucano (una macromolécula que no existe en eucariotas). Muchas
arqueas (dominio Archaea) poseen pared celular, diferente a las del dominio Bacteria.

2 COMPOSICIÓN QUÍMICA BÁSICA


DE LA CÉLULA PROCARIÓTICA
El contenido en agua de una célula vegetativa bacteriana típica es de un 70%, mucho menor
que el de los eucariotas (que ronda el 90%).

Una célula de Escherichia coli, creciendo de forma equilibrada en un medio a base


de glucosa y sales minerales, a 371C, tiene la composición:
tipo de componente Porcentaje sobre peso seco

proteína 55.0
ARN 20.5
ADN 3.1
Lípidos 9.1
Lipopolisacárido 3.4
Peptidoglucano 2.5
Glucógeno 2.5
total macromoléculas: 96.1
Pequeñas moléculas orgánicas: 2.9

Iones inorgánicos: 1.0

Obsérvese que:

las macromoléculas constituyen la porción mayoritaria de la masa celular (96%);


las proteínas representan más de la mitad de esta cantidad;
las bacterias poseen una proporción de ARN superior a la de los eucariotas;
la mayor parte de los compuestos son semejantes a los de eucariotas, pero dentro de las
macromoléculas encontramos dos que son exclusivas de los procariotas (concretamente,
de eubacterias, aunque no de todas): lipopolisacárido (exclusivo de Gram-negativas);
peptidoglucano (presente en eubacterias Gram-positivas y Gram-negativas).

3 ESTRUCTURA GENERAL DE UNA


CÉLULA PROCARIÓTICA
Veamos de qué partes principales se compone una célula procariótica (consultar la
figura). Haremos una enumeración desde el exterior al interior celular. Los nombres en
rojo indican los componentes obligatorios de cualquier bacteria, mientras que los demás
son “dispensables” en el sentido de que no son universales, sino que están presentes en
grupos más o menos amplios de procariotas:

cápsula o capa mucilaginosa


capa S paracristalina
vaina
botones de anclaje
pared celular
protoplasto, que a su vez se compone de
membrana citoplásmica (que puede tener o no invaginaciones)
citoplasma, que incluye:
genóforo, constituido por
un cromosoma
en algunas especies, uno o varios plásmidos (elementos genéticos
extracromosómicos)
ribosomas
inclusiones
orgánulos
Pueden existir, además, apéndices filamentosos:
Flagelos
Fimbrias (= pelos)

Imagen "idealizada" de la
estructura de una célula
procariota, con algunos de sus
componentes más característicos.

En los próximos temas abordaremos el estudio de estos componentes de la célula


procariótica, centrándonos en su composición química, estructura y sus funciones o
papeles.

1 TAMAÑO DE LOS PROCARIOTAS

1.1 Consecuencias del pequeño tamaño de las bacterias

2 FORMA

3 AGRUPACIONES BACTERIANAS

4 FENÓMENOS DE MULTICELULARIDAD EN BACTERIAS


1 TAMAÑO DE LOS PROCARIOTAS
El tamaño es un parámetro que está determinado genéticamente, pero los valores
concretos para cada raza o cepa de bacterias vienen influidos por una serie de condiciones
ambientales (nutrientes, sales, temperatura, tensión superficial, etc).

Las bacterias suelen presentar un pequeño tamaño, por lo general menor que el de
una célula eucariótica típica. (Obsérverse en el esquema la comparación entre el tamaño de
una bacteria típica como Escherichia coli (0.5 x 2 m) y el de una célula eucariota).

Sin embargo, existe un amplio rango de tamaños, según las especies:

Una bacteria grande es Beggiatoa gigantea, con un tamaño similar al de muchas células
eucarióticas (40 m).
Sin embargo, los auténtico “gigantes” entre las bacterias se han descubierto hace poco:
En 1993 se desubrió una bacteria que mide 0,5 mm de longitud. Se trata de
Epulopiscium, un comensal del intestino del pez cirujano.
En 1999 se descubrió en un lago de Namibia una bacteria (a la que se bautizó como
Thiomargarita) que alcanza los 700 m.
Bacillus megaterium mide 1.3 x 3 m.
Una bacteria relativamente pequeña es Haemophilus influenzae, que mide 0.25 x 1.2 m.
Los organismos celulares cultivables más pequeños que existen son los micoplasmas,
muchos de los cuales no superan los 0.2 m de diámetro.
Las nanobacterias o ultramicrobacterias miden en torno a 0.05 m, pero la mayoría no se
han podido cultivar, y sólo se pueden estudiar al microscopio.

1.1 Consecuencias del pequeño tamaño de las


bacterias:
Metodológicas:

Se necesita recurrir a microscopios para su visualización, y emplear técnicas especiales


adecuadas al pequeño tamaño;
Para sacar conclusiones sobre muchas características de las bacterias hay que hacer
estudios “promediados”, es decir, obtenidos a partir de una gran población de células, y
no sobre un solo individuo. (El estudio de células bacterianas aisladas es posible, pero es
complicado y no se emplea en la mayor parte de la investigación habitual sobre
procariotas).

Propiedades físicas: se derivan del comportamiento como partículas coloidales:

movimiento browniano (movimiento aleatorio derivado del empuje de moléculas de agua


alrededor de la bacteria);
capacidad de dispersar la luz (el llamado efecto Tyndall). Por esta razón, las suspensiones
acuosas relativamente densas de bacterias tienen una apariencia “turbia” (traslúcida);
aumentan la viscosidad del medio donde van suspendidas.

Por tener carga eléctrica: migran en un campo eléctrico y aglutinan y precipitan a altas
concentraciones de sales.

Propiedades biológicas:
La relación superficie/volumen (S/V) es muy alta. En efecto, supongamos una célula
esférica; en dicha célula, la relación S/V es 3/r, (la superficie de una esfera es 4πr2
mientras que su volumen es 4/3πr3). O sea, cuanto menor sea el radio (r) mayor será esta
relación. Esto significa que el pequeño tamaño de las bacterias condiciona un mayor
contacto directo con el medio ambiente inmediato que las rodea, lo que se traduce en
que reciben las influencias ambientales de forma inmediata.
El pequeño tamaño condiciona una alta tasa de crecimiento. La velocidad de entrada de
nutrientes y la de salida de productos de desecho es inversamente proporcional al tamaño
de la célula, y a su vez, estas tasas de transporte afectan directamente a la tasa
metabólica. Por lo tanto, en general, las bacterias crecen (se multiplican) de forma rápida.

2 FORMA
Los principales tipos de formas bacterianas son:

cocos (células más o menos esféricas);


bacilos (en forma de bastón, alargados),
que a su vez pueden tener varios aspectos:
cilíndricos
fusiformes
en forma de maza, etc.
Atendiendo a los tipos de extremos, éstos pueden ser:
redondeados (lo más frecuente)
cuadrados
biselados
afilados
espirilos: al igual que los bacilos, tienen un eje más largo que otro, pero dicho eje no es
recto, sino que sigue una forma de espiral, con una o más de una vuelta de hélice.
vibrios: proyectada su imagen sobre el plano tienen forma de coma, pero en el espacio
suelen corresponder a una forma espiral con menos de una vuelta de hélice.
Otros tipos de formas
filamentos, ramificados o no
anillos casi cerrados
formas con prolongaciones (con prostecas)

Estos distintos tipos de morfologías celulares deben de haberse originado por


mecanismos evolutivos, a saber, por selección y estabilización adaptativa frente a las
distintas presiones ambientales presentes en diferentes nichos ecológicos.

Relaciones entre tamaño y forma

Difusión citoplásmica: Este aspecto lo ilustraremos con una bacteria típica de forma
bacilar. Una proteína de unos 50 kDa difundiría desde la periferia del citoplasma al eje
longitudinal en menos de medio segundo, mientras que si difundiera desde un polo de la
célula al opuesto, tardaría unos 5 segundos. Como vemos, el tiempo de difusión es muy
breve.
Difusión desde el medio exterior: el entorno inmediato de las bacterias es bastante
peculiar, debido al bajo valor de número de Reynolds que poseen.

El número de Reynolds (R) es un parámetro muy empleado en Ingeniería y


Arquitectura para expresar la tensión o estrés que soporta una estructura
determinada inmersa en el medio local que la sustenta. R equivale a la relación entre
la fuerza de inercia y fuerza de fricción

Teniendo en cuenta la masa y velocidad de movimiento de una bacteria como E.


coli:

m = 10 -12 g

v = 30 m/s

tenemos que el valor R para esta bacteria es de 10-5.

De aquí se deduce que la inercia es irrelevante, mientras que predominan las fuerzas
viscosas. Por lo tanto, las bacterias llevan, en su avance, un entorno local debido a
la resistencia por viscosidad. Este entorno es una fase fluida cuya forma reproduce,
ampliada, la forma de la bacteria en cuestión.

Mejora en las propiedades hidrodinámicas o de flotación: Es posible que la


forma también tenga relación con propiedades hidrodinámicas. Por ejemplo, las
bacterias móviles raramente son esféricas; la forma óptima sería aquí la bacilar. De
hecho, existen pocos casos de cocos flagelados.

Como veremos oportunamente, existe un grupo de bacterias alargadas pero con


morfología espiral y que están muy bien adapatadas a avanzar en medios muy
viscosos. Esta morfología de las espiroquetas ha debido ser seleccionada
evolutivamente precisamente por este factor ecológico.
Por otro lado, las formas con prostecas, prolongaciones, las morfologías en disco
o en lámina parecen estar especializadas en facilitar la flotación.
Las bacterias adoptan formas en las que optimizan la relación S/V, y por
consiguiente su entorno local. Veamos algunos ejemplos de valores S/V:
los menores valores los poseen las bacterias esféricas (cocos), en las que S/V =
5.8. La forma esférica permite una mayor resistencia frente a la desecación;
los bacilos alcanzan valores de S/V de alrededor de 10;
las formas espirales y las bacterias con prolongaciones vivas (prostecas) tienen
valores mayores que los de los bacilos;
la mejor relación S/V conocida (de 16) la posee la curiosa bacteria cuadrada de
Walsby.

3 AGRUPACIONES BACTERIANAS
Las bacterias normalmente se multiplican por fisión transversal binaria. En muchas
especies, las células hijas resultantes de un evento de división por fisión tienden a
dispersarse por separado al medio, debido a la actuación de fuerzas físicas (movimiento
browniano, cizallamiento, corrientes de convección, etc). Esto hace que al observar al
microscopio una población de estas bacterias veamos mayoritariamente células aisladas.
Pero en algunas especies las células hijas pueden permanecer unidas entre sí (al menos
durante un cierto tiempo tras la división de la que proceden) debido a que el tabique sea
incompleto o a la existencia de capas mucosas que retienen juntos los productos de la
división.

Si la tendencia a permanecer unidas es baja, tendremos agrupaciones de dos células,


que dependiendo que sean de morfología esférica o alargada, se denominan como:

diplococos
diplobacilos

Si la tendencia a permanecer unidas es mayor (por más tiempo), nos encontramos


con varias posibilidades, dependiendo del número de planos de división y de la relación
entre ellos:

Si los tabiques son paralelos entre sí (o sea, existe un solo plano de división):
estreptococos (cadenetas arrosariadas de cocos) y estreptobacilos (cadenetas de
bacilos).
Si existe más de un plano de división, en el caso de cocos podemos encontrar tres
posibilidades:
dos planos perpendiculares: tétradas (4 céls. en un plano) o múltiplos;
tres planos ortogonales: sarcinas (paquetes cúbicos);
muchos planos de división: estafilococos (racimos irregulares).

En el caso de bacilos, se pueden dar variantes adicionales, debido a la posibilidad de que se


produzcan movimientos postfisionales (en algunos casos con desgarro):

bacilos en empalizada o en paquetes de cigarrillos (debido a giros de 180o)


dos bacilos en ángulo (en forma de letra V o L)
varios bacilos formando “letras chinas”.

4 FENÓMENOS DE
MULTICELULARIDAD EN BACTERIAS
Ciertos grupos de bacterias exhiben una pluricelularidad incipiente, de modo que se
dan conjuntos de células asociadas permanentemente. En muchos casos, dentro de estos
grupos celulares existen formas celulares diferenciadas y especializadas. Por supuesto, en
ninguna instancia se puede hablar de diferenciación de tejidos (algo exclusivo de
eucariotas).

Mixobacterias. Como estudiaremos oportunamente, se trata de bacterias con dos fases


dentro de su ciclo de vida: una fase a base de enjambres donde todas las células se
mueven coordinadamente, y otra fase a base de cuerpos fructificantes en los que se
aloja un tipo especializado de célula llamado mixospora.
Filamentos (= tricomas) de ciertos grupos de Cianobacterias. En ellos las células
vegetativas individuales están unidas entre sí por puentes citoplasmáticos (permitiendo,
por tanto, comunicación intercelular). Ciertas cianobacterias filamentosas poseen,
además, células especializadas (heteroquistes, aquinetos). Los filamentos no son
exclusivos de cianobacterias, ya que también se dan en ciertas bacterias Gram-negativas
no fotosintéticas.
Cuerpos circulares del género Thermus: unas 14 células se encuentran englobadas por
una pared externa común.
Filamentos cenocíticos ramificados de los Actinomicetos: constituyen las denominadas
“hifas” (por analogía con las de los hongos), que a su vez originan “micelios”.
Cuerpos fructificantes de A)
Myxococcus fulvus; (B)
Stigmatella aurantiaca; y (C)
Chondromyces crocatus. S.
aurantiaca mide unas 150
micras. (De M. Dworkin,
Microbiol Rev, 60:70-102, 1996)

Micrografías electrónicas de
barrido de cuerpos fructificantes
de Myxococcus xanthus. A la
derecha se puede ver detalle
de un cuerpo abierto,
mostrando la disposición de las
mixosporas.

ÍNDICE:

1 CÁPSULA

1.1 CONCEPTOS GENERALES

1.2 MÉTODOS DE OBSERVACION Y ESTUDIO

1.3 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA

1.4 FUNCIONES

1.4.1 PROPIEDADES O PAPELES GENERALES

1.4.2 PROPIEDADES PARTICULARES

2 CAPA “S” (CAPA SUPERFICIAL PARACRISTALINA)

3 VAINAS

4 BOTONES DE ANCLAJE

BIBILIOGRAFÍA
1 CÁPSULA
1.1 CONCEPTOS GENERALES
La cápsula se puede definir como una estructura superficial que presentan muchas
bacterias en sus ambientes naturales, consistente en acumulación de material mucoso o
viscoso, situado externamente respecto de la pared celular (o, en su caso, respecto de la
capa S y de la vaina). Las cápsulas se pueden describir en función de:

su grado de asociación con la superficie celular subyacente (sobre todo pared):0


Integral: íntimamente asociada con la superficie celular, a saber, con la P.C.
Periférica: asociada a la sup. celular sólo en determinadas condiciones, pero
finalmente se dispersa al medio exterior.
su consistencia y sus límites externos:
Rígida: con suficiente consistencia estructural como para evitar la entrada de partículas
como las de tinta china o nigrosina. Suele tener un límite exterior definido.
Flexible: poca consistencia, de modo que no excluye partículas. Además, es
deformable y carente de límites precisos.

Hay una cierta confusión en la nomenclatura de las cápsulas. Nosotros usaremos los
siguientes conceptos:

Cápsulas en sentido estricto son aquellas de tipo rígido e integral.


Capas mucilaginosas son las de tipo flexible y periférico.
Glucocálix es el conjunto de estructuras superficiales bacterianas, exteriores respecto de
la pared celular, y compuestas de polisacárido.

Las cápsulas son estructuras inertes, “no vivas”, carentes de papel activo
(metabólico), pero que confieren a las bacterias importantes propiedades:

Adhesión a células hermanas, generando microcolonias y consorcios.


Adhesión a sustratos inertes o vivos, lo que les permite `la colonización de sus nichos
ecológicos (p. ej., tejidos de organismos superiores)
Protección contra agentes antibacterianos.

1.2 MÉTODOS DE OBSERVACION Y ESTUDIO


Su observación a microscopía óptica en fresco es difícil, ya que su índice de
refracción es similar al del medio. Al ser una estructura muy hidratada (99% de agua), su
observación con las técnicas habituales de microscopía electrónica de transmisión (MET) y
de barrido (MEB) revela una notable contracción de su estructura. Además, los colorantes
habituales tienen poca afinidad hacia ella.

Imagen a microscopía óptica de la cápsula del neumococo


(Streptococcus pneumoniae)

A microscopía óptica: Se recurre a tinción negativa por medio de nigrosina o tinta china
(resaltan como un halo transparente sobre el fondo oscuro del porta).
A microscopía electrónica: Hay que recurrir a la estabilización previa de la estructura
capsular (para evitar su contracción ulterior) por medio de anticuerpos anticapsulares o
de lectinas. Tras esta operación, se procede a la tinción por una ferritina catiónica (p. ej.,
el rojo de rutenio), con afinidad hacia polianiones.

Para investigar más sobre la estructura de la cápsula se recurre igualmente a


difracción de rayos X del polisacárido capsular.

Aislamiento del material capsular:

El material de las capas mucosas (es decir, de las cápsulas flexibles y periféricas) es muy
fácil de aislar, ya que tiende a dispersarse continuamente en el medio de cultivo. Por lo
tanto, se puede aislar directamente de los sobrenadantes resultantes de la centrifugación
del cultivo correspondiente.
El material de las cáspulas rígidas e integrales puede aislarse tratando al cultivo con agua
caliente o con ácidos o álcalis débiles.

1.3 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA


En general, el material capsular se compone de macromoléculas asimétricas que, en
muchos casos constan de una serie de unidades repetitivas: polisacáridos o polipéptidos.

1) cápsulas polisacarídicas

a) Heteropolisacáridos aniónicos, cuyas unidades repetitivas constan de azúcares


(osas), aminoazúcares, ácidos urónicos, polioles (en muchos casos con radicales
fosfato, formiato, succinato, etc.).

b) Homopolisacáridos neutros, como

i) levanos (polímeros de unidades de fructosa unidas por (2 6)


ii) dextranos

iii) celulosa

c) alginatos (p. ej., en Azotobacter, Pseudomonas), consistentes en una alternancia de


distintos tipos de ácidos urónicos.

2) cápsulas polipeptídicas (sólo encontradas en el género Bacillus). Están formadas por


glutamil-polipéptidos. Así p. ej., en B. anthracis el péptido es sólo de D-glutámico.

Las cápsulas y capas mucilaginosas bacterianas constituyen el llamado antígeno K


(capsular). Una misma especie puede constar de distintas razas, cada una de ellas con un
Ag K distintivo, distinguible del de las demás por su composición química y su
inmunorreactividad. Por ejemplo, en Escherichia coli se encuentran unos 70 tipos
diferentes de especificidades de Ag K.

Las cápsulas polisacarídicas están unidas a la superficie subyacente, sobre todo a la


pared celular.

La estructura es a base de una matriz muy hidratada, con una ordenación regular radial, o
a veces, en láminas concéntricas.

1.4 FUNCIONES
En laboratorio, muchas bacterias suelen perder la capacidad de formar cápsulas al
cabo de varios subcultivos. Así pues, la posesión o no de cápsula es algo que no afecta a la
viabilidad de las bacterias. Pero en medios naturales, las cápsulas confieren a las bacterias
una serie de propiedades, que dependen del nicho ecológico particular donde viva cada
bacteria. Estudiaremos una serie de propiedades o papeles generales, comunes a todas las
cápsulas, para concluir con algunos ejemplos de papeles específicos.

1.4.1 PROPIEDADES O PAPELES GENERALES

1) Mejora en las propiedades de difusión de nutrientes hacia la célula. Los polisacáridos


extracelulares aniónicos funcionan como una resina de intercambio.

2) Protección contra la desecación

3) Protección contra la predación por parte de protozoos.

4) Protección contra agentes antibacterianos:

a) contra metales pesados

b) contra bacteriófagos
c) contra células fagocíticas (p. ej., la cápsula del neumococo)

d) contra detergentes

e) contra anticuerpos

5) Adhesión a sustratos:

a) sobre sustratos inertes: propiedad importante, sobre todo en medios acuáticos. La


mayoría de las bacterias acuáticas no son planctónicas, sino que viven en interfases
(superficies, sedimentos), donde los nutrientes difunden mejor. Veamos cómo se
produce el proceso:

i) la bacteria se adhiere por la cápsula al sustrato;

ii) la cápsula supone un aumento de superficie bacteriana, lo que se traduce en una


mejora en la capacidad de absorber nutrientes;

iii) la bacteria se multiplica, formándose una microcolonia donde los individuos


están más protegidos frente a los agentes antibacterianos;

iv) se forman consorcios con otros microorganismos. Ello permite una “alianza” o
colaboración metabólica entre distintas especies, por la que se produce la
degradación concertada de sustratos insolubles.

Esta propiedad tiene una serie de importantes secuelas económicas:

 corrosión y obstrucción de cañerías;

 formación de placa dental y caries;

 formación de biopelículas en catéteres y prótesis quirúrgicas

b) sobre sustratos vivos (tejidos de organismos superiores):

i) En sistemas “normales” (efectos benéficos): La flora (= microbiota) autóctona


que coloniza los epitelios de los animales superiores está englobada en
glucocálix, estando las bacterias adheridas a la superficie tisular. Es decir, las
cápsulas pueden actuar como adhesinas (moléculas para la adhesión). Otro
ejemplo de ello lo da la microflora autóctona de la simbiosis del rumen

ii) En sistemas patológicos: La cápsula es uno de los factores de virulencia, de


los que depende el inicio de muchas infecciones por parte de bacterias
patógenas. Si, además, la flora autóctona del individuo afectado está alterada o
disminuida, esto supone un nicho ecológico vacío o perturbado, que puede ser
colonizado por bacterias patógenas, en parte gracias a su glucocálix, que además
las protege frente a surfactantes, células fagocíticas, anticuerpos, etc. Muchas
cápsulas polisacarídicas no son reconocidas como material extraño por el
sistema inmune, debido a que su estructura “mimetiza” estructuras del propio
hospedador. Otras cápsulas sobrapasan la capacidad de respuesta del sistema
inmune, o bien no activan eficientemente al sistema complemento.

Imagen animada que muestra el modo en que la


cápsula bacteriana evade la acción del complemento
del hospedador mamífero: El componente C3b del
complemento tiende a fijarse sobre la superficie
bacteriana, pero esto es más difícil si la bacteria posee
cápsula. Por otro lado, la célula fagocítica, provista del
receptor para C3b no puede interacionar bien con la
bacteria, de modo que se evita la fagocitosis.

1.4.2 PROPIEDADES PARTICULARES

Entre las propiedades conferidas por las cápsulas a algunas bacterias tenemos:

1) Como receptores para ciertos bacteriófagos.

2) En las bacterias tropicales fijadoras de N2 atmosférico, de los géneros Derxia y


Beijerinckia la gruesa y espesa cápsula actúa como barrera frente a la difusión de O2,
con lo cual evitan la inactivación de la enzima nitrogenasa.

3) En Rhizobium (fijador de N2 en simbiosis con las raíces de leguminosas) el polisacárido


extracelular actúa en la fase de reconocimiento entre la bacteria y la planta específica, a
través de lectinas de esta última.

4) En Acetobacter xylinum la cápsula es a base de fibrillas de celulosa que retienen


burbujas de aire, lo cual hace que la bacteria flote hasta su nivel adecuado.

2 CAPA “S” (CAPA SUPERFICIAL


PARACRISTALINA)
Capa que, en muchas eubacterias (sobre todo Gram-positivas), envuelve a la pared
celular, formada por el ensamblaje regular de subunidades idénticas de proteínas o
glucoproteínas. En Gram negativas la capa S se une a la membrana externa, mientras que el
Gram positivas lo hace al peptidoglucano. En muchas Arqueas es la única capa que rodea al
protoplasto, por lo que en ellas cumple funciones de auténtica pared celular.

Disposición unidades morfológicas


simetría binaria: filas dímeros
oblicuas paralelas
simetría cuadrangular: tetrámeros
simetría hexagonal: hexámeros

La unión entre los monómeros se realiza por enlaces no covalentes:

hidrófobos
iónicos, bien directos, o por mediación de cationes
puentes de hidrógeno

Papel:

En eubacterias provistas de pared celular. la capa S cumple varios papeles


como tamiz molecular protector que impide la entrada de agentes antibacterianos
Parece que en muchos casos también protege frente a fluctuaciones iónicas y de pH,
estrés osmótico, etc.
En algunas bacterias patógenas, puede ser un factor de virulencia, al proteger a la
bacteria frente al ataque del complemento y de los fagocitos.
En Arqueas da forma y rigidez a muchas especies, ejerciendo papeles equivalentes al de
una pared celular.
En arqueas halófilas (p. ej., Halobacterium) la capa S de glucoproteína contiene
glucopéptidos especiales, y está estabilizada por altas concentraciones de sodio,
presentes en su nicho.
En arqueas termoacidófilas (Sulfolobus) existen glucoproteínas en matrices
hexagonales, ricas en aminoácidos polares (Ser, Thr), estando la capa S estabilizada por
los bajos pH del medio.

3 VAINAS
Son estructuras tubulares (ramificadas o no) compuestas de un heteropolímero, a
base de proteína, lípido y polisacárido, que engloban a conjuntos de células bacilares en
cadenetas o filas. La vaina está en contacto con la pared celular subyacente, pero no hay
enlaces entre ambas. En Sphaerotilus y Leptothrix las vainas se recubren de acúmulos de
óxidos e hidróxidos de Fe y Mn. Conforme se dividen por fisión binaria, las células de los
extremos del filamento van sintetizando nuevo material de la vaina que las va rodeando.

Las Arqueas Methanothrix y Methanospirillum poseen vainas proteicas con


subunidades dispuestas en anillos, y son las que confieren la forma.
4 BOTONES DE ANCLAJE
Son acúmulos de mucopolisacáridos ácidos, segregados en puntos concretos de la
célula, a nivel de pared celular, extremos de prostecas y pedúnculos o de tallos inertes en
algún momento del ciclo de vida de ciertas bacterias. Facilitan la unión de las bacterias que
los poseen a sus sustratos. Como ejemplo, los discos adhesivos (“holdfast”) en el extremo
de las prostecas de Caulobacter .

BIBILIOGRAFÍA
BEVERIDGE, J.T. (1988): The bacterial surface: general considerations towards design
and function. Can. J. Microbiol. 34: 363-372.

BEVERIDGE, J.T., L.L. GRAHAM (1991): Surface layers of bacteria. Microbiol. Rev. 55:
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BOULNOIS, G.J., K. JANN (1989): Bacterial polysaccharide capsule synthesis, export and
evolution of structural diversity. Molec. Microbiol. 3: 1819-1823.

COSTERTON, J.W., G.G. GEESEY, K.-J. CHENG (1978): El mecanismo de adherencia en


las bacterias. Inv. y Ciencia (marzo): 66-77.

GOTTESMAN, S., V. STOUT (1991): Regulation of capsular polysaccharide synthesis in


Escherichia coli K12. Molec. Microbiol. 5: 1599-1606.

KOVAL, S.F. (1988): Paracrystalline protein surface arrays on bacteria. Can. J. Microbiol.
34: 407-414.

LECHENER, J., F. WIELAND (1989): Structure and biosynthesis of prokaryotic


glycoproteins. Annu. Rev. Biochem. 58: 173-194.

1 INTRODUCCIÓN

2 PAREDES DE LAS EUBACTERIAS

2.1 EL PEPTIDOGLUCANO: COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA


2.1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA BÁSICAS DEL
PEPTIDOGLUCANO

2.1.2 EL PEPTIDOGLUCANO DE BACTERIAS GRAM-NEGATIVAS

2.1.3 EL PEPTIDOGLUCANO DE BACTERIAS GRAM-POSITIVAS

2.2 RELACIONES ENTRE ESTRUCTURA Y FUNCIÓN EN EL


PEPTIDOGLUCANO

2.3 OTROS COMPONENTES DE LA PARED CELULAR DE BACTERIAS


GRAM-POSITIVAS: LA MATRIZ

2.4 PARED CELULAR DE LAS BACTERIAS ÁCIDO ALCOHOL


RESISTENTES

2.5 LA PARED DE BACTERIAS GRAM-NEGATIVAS

2.5.1 LA MEMBRANA EXTERNA DE BACTERIAS GRAM-NEGATIVAS

2.5.1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA DE LA MEMBRANA


EXTERNA

2.5.1.1.1 Fosfolípidos (FL)

2.5.1.1.2 Lipopolisacárido (LPS)

2.5.1.1.3 La lipoproteína (LPP, lipoproteína de Braun)

2.5.1.1.4 Proteínas de la membrana externa

2.5.1.2 PAPELES Y FUNCIONES DE LA MEMBRANA EXTERNA

2.5.2 EL ESPACIO PERIPLÁSMICO

3 PAREDES DE LAS ARQUEAS

BIBLIOGRAFÍA

1 INTRODUCCIÓN
La mayor parte de los procariotas posee una pared celular (P.C.) rígida rodeando al
protoplasto. Las excepciones son los micoplasmas (dentro del dominio Bacteria) y algunas
arqueas, como Thermoplasma.

Al microscopio electrónico se puede observar como una capa en íntimo contacto


con la membrana citoplásmica, con un espesor que oscila entre 10 y 80 nm (según especies)
-frente a los 8 nm de la membrana celular- , y con una estructura más o menos compleja,
según los tipos bacterianos.

a) Las paredes celulares más frecuentes en eubacterias siguen dos modelos


alternativos que, como veremos comparten un componente común: paredes de tipo
Gram-positivo o de tipo Gram-negativo.

b) Unas pocas eubacterias (como las del gén. Planctomyces) poseen paredes a base de
proteínas.

c) Las Arqueas poseen paredes diferentes a las de eubacterias y se pueden agrupar en


diversos tipos.

El grueso de este capítulo está dedicado al estudio de las paredes Gram-positivas y Gram-
negativas, con sus principales variantes, pero finalizaremos con una alusión a los
principales modelos de paredes arqueanas.

Aunque el alumno realizará en prácticas de labororatorio la tinción de Gram, vamos


a explicarla aquí brevemente. La tinción de Gram es la más importante entre las tinciones
llamadas diferenciales (aquellas que no tiñen de la misma manera a todos los tipos de
bacterias). Resumiendo, esta tinción consta de varios pasos:

1. Imaginemos un frotis en
porta de vidrio con una
muestra de varios tipos de
bacterias, que se han fijado
por calor. En la primera
fase, esta preparación de
trata con un primer
colorante llamado violeta
cristal o violeta de
genciana.
2. A continuación se añade
una solución de lugol
(yodo-ioduro), que actúa
como “mordiente”,
formando una laca
relativamente resistente con
el violeta. En este momento
todas las bacterias están
teñidas de color violeta.
3. Ahora realizamos una
descoloración diferencial
con etanol o una mezcla de
etanol y acetona. Lo que
ocurre es que algunas
bacterias (las que
llamaremos Gram-
negativas) pierden el color
violeta (quedarían
práctimante transparentes al
microscopio), mientras que
otras (las Gram-positivas)
resisten el tratamiento, y
retienen el colorante violeta.
4. Finalmente, tratamos el
porta con un segundo
colorante (colorante de
contraste): se trata de un
colorante de color rojo o
rosa, como la fucsina o la
safranina. Este colorante
tiñe ahora a las bacterias
previamente descoloradas
por el etanol. Por lo tanto, el
resultado en la observación
al microscopio es que las
bacterias Gram-positivas se
ven de color violeta, y las
Gram-negativas de color
rosa o rojo.

Como veremos enseguida, esta diferencia de comportamiento ante la tinción de Gram


refleja el hecho de que ambos tipos de eubacterias poseen dos tipos estructuralmente
diferentes de pared celular, aunque ambas posean en común la posesión de peptidoglucano.
A continuación estudiaremos con cierto detalle la pared celular de eubacterias.

2 PAREDES DE LAS
EUBACTERIAS
Consisten en un esqueleto
macromolecular rígido, llamado
peptidoglucano (=
mucopéptido o mureína), que
en Gram-positivas se
encuentra inmerso en una
matriz aniónica de
polímeros azucarados;
y en Gram-negativas está
rodeada por una membrana
externa, e inmersa en un
espacio periplásmico.

Comenzaremos abordando esa macrolécula tan peculiar llamada peptidoglucano, para


después estudiar globalmente y por separado la pared de Gram-positivas y Gram-negativas,
con algunas variantes que se pueden presentar.

2.1 EL PEPTIDOGLUCANO: COMPOSICIÓN


QUÍMICA Y ESTRUCTURA
En las bacterias Gram-positivas el peptidoglucano representa el componente
mayoritario de la pared celular (50-80% en peso), mientras que en Gram-negativas supone
sólo del 1 al 10%.

2.1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA BÁSICAS DEL


PEPTIDOGLUCANO

Está formado por repeticiones de una unidad disacarídica fundamental unida a su


vez a un tetrapéptido. Distintas cadenas (formadas por el esqueleto de azúcares) se unen
entre sí por determinados enlaces peptídicos entre tetrapétidos de cadenas diferentes.
Veamos todo ello en su concreción química:

La unidad disacarídica repetitiva: consiste en N-acetilglucosamina (NAG) unida por


enlace ß(14) a N-acetilmurámico (NAM). Obsérvese que el NAM es el 3-O-D-lactil-éter
de la NAG (o sea, se deriva de unir el ácido D-láctico con el OH del C-3 de la NAG).

Las distintas unidades disacarídicas se van uniendo entre sí por enlaces ß(14)
entre el NAM de una unidad y la NAG de la siguiente. Este enlace es susceptible a la rotura
catalizada por el enzima lisozima. El número de repeticiones (n) puede oscilar entre 10 y
100.

La cadena tetrapeptídica: Desde el grupo carboxilo de cada ácido NAM, y mediante un


enlace amido, se encuentra unido el tetrapéptido. Un tetrapéptido típico de muchas
bacterias es:
L-alanina---D-glutámico---meso-diaminopimélico---D-alanina

Obsérvese la alternancia de aminoácidos D y L en el tetrapéptido.

La estructura global: Las distintas cadenas polisacarídicas, con sus respectivos


tetrapéptidos, se unen entre sí por medio de puentes o enlaces peptídicos, entre un
aminoácido de una cadena (p. ej., el aminoácido nº3, como el meso-DAP del ejemplo) y
otro aminoácido de una cadena adyacente (la D-ala terminal). De este modo, la estructura
global es una sola macromolécula gigante que envuelve al protoplasto, formando un
sáculo rígido, a modo de tejido continuo, que tiene el volumen y la forma de la bacteria
respectiva.
En bacterias Gram-negativas este sáculo está formado por una sola capa (o unas pocas)
de cadenas de PG.
En Gram-positivas existen varias capas (hay varios niveles de PG).

A continuación describiremos por separado el PG de Gram-positivas y Gram-


negativas, dando indicaciones de sus principales variantes.

2.1.2 EL PEPTIDOGLUCANO DE BACTERIAS GRAM-NEGATIVAS

En la mayor parte de Gram-negativas el peptidoglucano corresponde a la


composición y estructura que acabamos de describir. Sin embargo, en las espiroquetas, el
diaminoácido en posición 3, en vez de ser meso-DAP, está sustituido por la L-ornitina (que
también es un diaminoácido).

El enlace entre cadenas polisacarídicas se realiza normalmente mediante unión


peptídica directa entre el grupo carboxilo de la D-ala terminal y el grupo -amino del
meso-DAP. Ahora bien, en este enlace participan solamente el 50% de los tetrapéptidos.
Los demás péptidos no participan en enlaces, y entre estos últimos se encuentran incluso
dipéptidos y tripéptidos.

El resultado es una capa simple de PG (de 1 nm de espesor), a modo de malla floja, y


con grandes poros (los “huecos” dejados por las zonas donde no hay enlace peptídicos).
Ello explica el comportamiento de las bacterias Gram-negativas en la tinción de Gram: al
añadir el alcohol, se produce una deshidratación que tiende a contraer la estructura del PG,
pero los poros son grandes y por ellos sale el primer colorante (el violeta de genciana). El
ulterior tratamiento de la preparación con el colorante de contraste (fuchsina o safranina)
tiñe a estas bacterias de rojo.
2.1.3 EL PEPTIDOGLUCANO DE BACTERIAS GRAM-POSITIVAS

Es más variado que el de Gram-negativas, sobre todo en función de ciertas


variantes en la composición del tetrapéptido y del tipo de enlaces entre los
tetrapéptidos.

Variantes en composición del tetrapéptido:


En bacterias Corineformes:

el grupo -CO- en  del D-glu (2) puede estar amidado o unido a una glicina (Gly);
el aa (1) puede ser Gly o L-Ser, en lugar de la L-ala;
el hidroxilo en 6 del NAM puede estar acetilado, lo que hace que el PG de estas
bacterias sea resistente a la lisozima.
Muchas bacterias Gram-positivas carecen de meso-DAP (3), y en su lugar puede
existir:
LL-DAP
L-diaminobutírico (DAB)
L-lisina
L-homoserina
L-ornitina
Modalidades de uniones interpeptídicas:
enlace directo entre la D-ala(4) y el -NH2 libre del diaminoácido en (3)
enlace D-ala(4)--X--diaminoácido(3), donde X representa un puente, que puede
consistir en:
un solo aminoácido: L-ala, o D-iso-Asn
un péptido corto:
{L-ala--L-ala}
{L-ala}3
{L-ala}3 -- L-ornitina
{Gly}5
enlace D-ala(4) ---{mismo tetrapéptido}--- diaminoácido (3)
enlace entre D-ala(4) y el D-glu(2) (y no el aa en 3), por medio de un péptido en el
que debe de existir obligatoriamente un diaminoácido (p. ej., D-lys, D-ornitina).

Desde el punto de vista estructural, el PG de Gram-positivas se caracteriza por la


existencia de múltiples capas, existiendo entrecruzamientos tanto entre cadenas adyacentes
en el mismo nivel como entre niveles distintos. El resultado es una red tridimensional
gruesa (hasta 50 capas en algunos Bacillus), y más compacta que en Gram-negativas. De
todas formas, el grado de compacidad varía entre especies, y depende de:

nº de NAM que contengan tetrapétidos que participen en entrecruzamientos;


longitud del puente peptídico
Ello condiciona a su vez la intensidad de la gram-positividad en la tinción de Gram.

2.2 RELACIONES ENTRE ESTRUCTURA Y


FUNCIÓN EN EL PEPTIDOGLUCANO
La arquitectura molecular del sáculo de mureína está aún sujeta a debate. Sin
embargo, uno de los modelos recientes más aceptado se podría resumir de la siguiente
manera:

Los resultados de difracción de rayos X parecen indicar que las unidades disacarídicas de
las cadenas están giradas unas respecto de otras, formando una estructura helicoidal de
orden 4 o 5. A resultas de ello, los péptidos protruyen alternativamente: hacia arriba, a la
izquierda, hacia abajo, a la derecha, y vuelta a empezar, etc. Esta organización permite
que una cadena de PG se pueda unir con cadenas cercanas de su mismo nivel, así como
con cadenas por encima y por debajo de su nivel, formando un perfecto entramado
tridimensional (al menos en las Gram-positivas).
La orientación de las cadenas azucaradas en relación con la superficie celular aún está
debatida. Parece que se disponen casi paralelas a la superficie celular, con una tendencia
a una forma espiral por encima de la membrana citoplásmica. Si consideramos una
bacteria de forma bacilar, esta espiral cerrada se dispone siguiendo el perímetro circular
(y no siguiendo el eje longitudinal). Los grupos tetrapeptídicos salen perpendicularmente
de los NAM, en sentido vertical hacia la membrana. Sin embargo, cuando dos
tetrapétidos de un nivel se unen entre sí, forman un puente casi horizontal, formando
ángulos de unos 90o repecto de los esqueletos carbonados, y siguiendo el eje longitudinal
de la célula.

Esta estructura confiere una serie de importantes propiedades:

1) Gran rigidez, que contrarresta las fuerzas osmóticas a que está sometido el protoplasto
(aguanta presiones de unas 5 a 15 atmósferas). Esta rigidez depende de:

a) el grado de entrecruzamiento;

b) el hecho de que el enlace ß(1 4) es muy compacto. La alternancia regular entre


anillos piranósicos de NAG y de NAM genera uno de los polisacáridos más
estables desde el punto de vista termodinámico, que recuerda en su “estilo” a la
quitina y a la celulosa;

c) la alternancia en el tetrapéptido, de aminoácidos en configuraciones D y L supone


una factor adicional que confiere aún más fuerza estructural, y además permite que
todas las cadenas laterales de estos aminoácidos se dispongan hacia el mismo lado,
facilitando la formación de puentes de H.
2) Pero, al mismo tiempo, la estructura permite una notable flexibilidad. Ello colabora,
junto con su rigidez, a soportar variaciones amplias de la tensión osmótica del
protoplasto.

3) Condiciona la forma celular. Aunque la química del PG, por sí misma, no determina
la forma, es su disposición espacial la responsable principal de esta forma.

2.3 OTROS COMPONENTES DE LA PARED


CELULAR DE BACTERIAS GRAM-POSITIVAS: LA
MATRIZ
Como ya dijimos, el PG de las bacterias Gram-positivas se encuentra inmerso en
una matriz, que puede representar hasta el 50% del peso de la pared celular, y que está
constituida por largos polímeros denominados ácidos teicoicos, pudiendo existir también (o
en su lugar) los ácidos teicurónicos y los lipoteicoicos. Estos componentes llegan a
sobresalir de la superficie celular y suministran especificidad antigénica.

Ácidos teicoicos:

Están presentes en muchas bacterias Gram-positivas, pero no en todas. Son


polímeros de hasta 30 unidades de glicerol-fosfato o ribitol-fosfato, unidas entre sí por
enlaces fosfodiéster, en los que la mayoría de los grupos -OH están sustituidos por -H,
azúcares, aminoazúcares o D-alanina.

Los ácidos teicoicos están unidos covalentemente al peptidoglucano, concretamente


al -OH en posición 6 del NAM, a través de una unidad de enlace, variable según las
especies. (Por ejemplo, en una especie de Micrococcus, el elemento de enlace consiste en
{glicerol-P}3 --NAG-P).
Ácidos teicurónicos:

Ciertas bacterias Gram-positivas, cuando se someten a un régimen de limitación de


fosfato son incapaces de sintetizar ácidos teicoicos, pero en su lugar producen ácidos
teicurónicos. Los teicurónicos consisten en polímeros aniónicos formados por la alternancia
de ácidos urónicos (que tienen grupos -COOH libres) y aminozúcares como la N-acetil-
galactosamina.

Ácidos lipoteicoicos:

Están presentes en todas las bacterias Gram-positivas, aun en condiciones de


carencia de fosfato. Se trata simplemente de ácidos glicerol-teicoicos que se encuentran
unidos a la membrana citoplásmica, concretamente se unen por enlace fosfodiéster con
glucolípidos de membrana, mientras que el otro extremo de la cadena queda expuesto al
exterior.

En Streptococcus pyogenes las cadenas de lipoteicoicos se encuentran asociadas con


la llamada proteína M, originando una microfibrillas que sobresalen notablemente hacia el
exterior celular (observables a microscopio electrónico), y que facilitan la unión a las
células de animales en que parasitan estas bacterias.

Funciones de los polímeros de la matriz:

Parece ser que su papel principal es suministrar una carga neta negativa a la pared
celular, lo que permite captar cationes divalentes (p. ej., Mg++), que a su vez se necesitan
para muchas actividades enzimáticas de la membrana citoplásmica o del espacio
periplásmico, que participan de la morfogénesis y división de la pared celular.
Como ya dijimos, los ácidos teicoicos y teicurónicos son buenos antígenos. Cuando no
están cubiertos por estructuras más externas (como cápsulas), constituyen el antígeno
somático O de las bacterias Gram-positivas.
Finalmente, en algunas bacterias, sumistran, junto con el PG, receptores específicos para
la adsorción de ciertos bacteriófagos.

2.4 PARED CELULAR DE LAS BACTERIAS


ÁCIDO ALCOHOL RESISTENTES
Determinadas bacterias Gram-positivas (corineformes, Nocardia y, en especial
Mycobacterium) presentan una pared celular muy compleja, con abundancia de lípidos
(algo excepcional entre las Gram-positivas).

Estas bacterias no se tiñen con los colorantes normales, pero una vez que se han
teñido con fucsina (forzando mediante calentamiento de la preparación), tienen resistencia a
decolorarse por una mezcla de ácido clorhídrico al 3% en etanol de 96o. Por ello se
denominan como bacterias ácido-alcohol resistentes. Esta propiedad depende
esencialmente de la presencia, en su pared celular de unos lípidos llamados ácidos
micólicos.

Químicamente, esta pared celular consiste en un esqueleto formado por dos tipos de
polímeros, unidos covalentemente entre sí:

un peptidoglucano especial (la diferencia más importante es que en vez de N-acetil


murámico existe N-glucolil-murámico);
un arabinogalactano de gran peso molecular.
Ambos polímeros se encuentran enlazados a través de fosfodiéster entre una unidad de
murámico y una de las arabinosas. Pero a su vez, este esqueleto se une covalentemente a
los ácidos micólicos.

Los ácidos micólicos son ß-hidroxiácidos grasos ramificados en  , cuya longitud de


cadena es grande (desde C78 a C91 en Mycobacterium). Están unidos al esqueleto de la P.C.
de forma uniforme, a través de enlaces con los -OH en 5 de las unidades de arabinosa.

Por lo tanto, el esqueleto de la P.C. de estas bacterias consiste en:

peptidoglucano---arabinogalactano---ácidos micólicos.

Pero aparte de este esqueleto complejo, la P.C. de las bacterias ácido-alcohol resistentes
exhibe una variedad de lípidos:

1) Glucolípidos:

a) Micolatos de trehalosa: dos unidades de trehalosa unidas entre sí por enlace 


(11´), y en donde los grupos 6 y 6´ están unidos con ácidos micólicos.
Constituyen el llamado factor de crecimiento en cuerdas, debido a que son
responsables de la agregación de los individuos bacterianos en forma de “cuerdas”.

b) Sulfolípidos de trehalosa: están localizados en la periferia de la P.C., y parecen ser


impartantes factores de virulencia. En Mycobacterium tuberculosis (el bacilo de la
tuberculosis) estos sulfolípidos de trehalosa funcionan como evasinas, es decir,
facilitan el que la bacteria escape a la acción de los macrófagos inhibiendo la fusión
del fagosoma con el lisosoma, lo cual puede explicar el hecho de que
estosmicroorganismos tengan éxito como parásitos intracelulares.

c) Micósidos: Localizados en la periferia, consisten en la unión por enlace éster entre


ácidos micólicos y azúcares (incluyendo ácidos urónicos, desoxiosas, aminozúcares,
etc.).

2) Ceras: Unión de ácidos micólicos con ftioceroles (alcoholes ramificados de alto peso
molecular: C30 - C34).
El alto contenido en lípidos confiere una serie de propiedades a estas bacterias (aparte de la
ácido-alcohol resistencia ya citada):

aspecto y consistencia cérea de sus colonias;


crecen formando grumos en medios líquidos;
gran impermeabilidad de la P.C., que a su vez condiciona una gran resistencia a la
desecación y gran resistencia a sustancias antibacterianas (detergentes, oxidantes, ácidos,
bases, etc).

2.5 LA PARED DE BACTERIAS GRAM-


NEGATIVAS
La pared de las bacterias Gram-negativas es estructuralmente más compleja que la
de Gram-positivas, cosa que se puede comprobar al observar un corte transversal al
microscopio electrónico: por encima de la membrana citoplásmica y hasta el exterior se
pueden apreciar 5 capas, alternándose las claras (L2, L5) y las oscuras (más densas a los
electrones: L1, L3, L4).

La capa densa L4 corresponde al peptidoglucano (ya estudiado), que se encuentra


inmerso en la capa clara L5, que consiste en un espacio periplásmico, limitado entre la
membrana citoplásmica y una membrana externa. La delgada capa de peptidoglucano no
constituye más del 5-10% de la pared. A continuación estudiaremos la peculiar membrana
externa de las bacterias Gram-negativas y el espacio periplásmico.

2.5.1 LA MEMBRANA EXTERNA DE BACTERIAS GRAM-


NEGATIVAS

Se trata de una estructura de bicapa lipídica exclusiva de las bacterias Gram-


negativas. Como otras bicapas lipídicas, consta de una doble capa de lípidos, junto con
proteínas de matriz (estas últimas atravesando total o parcialmente la bicapa). Por supuesto,
en la bicapa lipídica, los grupos polares quedan hacia afuera, mientras que los hidrófobos
tienden al interior.

Ahora bien, la composición química y la disposición de los elementos de esta


membrana externa son muy distintos a los de una membrana típica:

la bicapa es altamente asimétrica:


en la capa externa existe un 60% de proteínas y un 40% de una macromolécula exclusiva
de esta membrana externa: el lipopolisacárido (LPS);
en la capa interna no hay LPS, existiendo fosfolípidos (FL), lipoproteínas (LPP) y otras
proteínas.

El conjunto es un mosaico fluido que permite el desplazamiento lateral de los fosfolípidos,


del LPS, y de las proteínas, pero no de las lipoproteínas unidas covalentemente al
peptidoglucano. Sin embargo, esta fluidez es menor que la de la membrana citoplásmica.
2.5.1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA Y ESTRUCTURA DE LA MEMBRANA
EXTERNA

La membrana externa se encuentra unida con el peptidoglucano subyacente a través


de distintos componentes y tipos de enlaces:

enlaces iónicos, mediados por cationes divalentes, entre distintas proteínas de la


membrana externa y el PG;
enlaces hidrófobos entre fosfolípidos y proteínas de la capa interior de la membrana
externa con el PG;
enlaces covalentes entre algunas moléculas de lipoproteína y el PG.

Parece ser que la membrana externa está en contacto directo con la plasmática en
numerosos puntos, denominados zonas de adhesión. Puede que se trate de regiones en las
que produzca una auténtica fusión entre estos dos tipos de membrana, facilitando quizá el
transporte de ciertas sustancias desde el exterior al interior celular.

Estudiaremos a continuación los componentes de la membrana externa, aludiendo a su


composición química, estructura y funciones.

2.5.1.1.1 Fosfolípidos (FL)

Se localizan en la lámina interna de la m. ext. La composición en fosfolípidos es


similar a la de la membrana citoplásmica, con un ligero enriquecimiento en fosfatidil-
etanolamina.

2.5.1.1.2 Lipopolisacárido (LPS)

Se trata de una macromolécula exclusiva de la lámina externa de la membrana


externa de bacterias Gram-negativas, responsable de muchas de las propiedades biológicas
de estas bacterias. Se le conoce también con el nombre de endotoxina (toxina termoestable,
no difusible). Se trata de un glucolípido complejo, que podemos considerar compuesto de
tres regiones o dominios:

lípido A, que es la porción más proximal, y de carácter hidrofóbico;


región intermedia, llamada oligosacárido medular;
región distal (cadena lateral específica, polisacarídica) a base de repeticiones de unos
pocos azúcares. Es de carácter hidrofílico y constituye el antígeno somático O de las
6bacterias Gram-negativas.

i) El lípido A: esta región es prácticamente idéntica en todas las bacterias Gram-negativas.


Consiste en un disacárido formado por dos unidades de glucosamina unidas por enlace
ß(16), pero donde todos los grupos -OH (menos uno) y -NH2 están sustituidos (unidos a
otras moléculas): Obsérvese que

existen 5 (a veces 6) ácidos grasos, todos ellos saturados, con predominio de ß-


hidroximirístico (un ácido graso C14).
El -OH original en 4´ está sustituido por arabinosamina-fosfato.
El -OH en 1 está sustituido por fosforil-etanolamina (a veces pirofosforil-etanolamina).

ii) El oligosacárido medular (también llamado corazón o núcleo): se une al lípido A a


través del -OH en 3´. Se pueden considerar dos fracciones:

la fracción del núcleo interno, a base de dos tipos de azúcares exclusivos de Gram-
negativas: 2-ceto-3-desoxioctónico (KDO) y L-glicero-D-manoheptosa (Hep). Alguna de
las Hep y alguno de los KDO pueden a su vez estar unidos a fosforil-etanolamina (o
pirofosforil-etanolamina). Esta región es muy rica en grupos cargados, especialmente
con carga negativa (de los fosfatos y KDO).
La fracción del núcleo externo está constituida a base de hexosas (glucosa, galactosa,
NAG, y a veces algunas hexosas más raras).

iii) Cadena lateral específica: polisacárido repetitivo, que se proyecta hacia el exterior
celular, y que constituye el Ag somático O de bacterias Gram-negativas. Consiste en la
repetición (hasta 40 veces) de unidades tri-, tetra- o pentasacarídicas (en estos dos
últimos casos uno de los azúcares de cada repetición queda lateral respecto del esqueleto
lineal que forman los demás).

De todas estas regiones del LPS la única indispensable para la viabilidad es el


lípido A. Los mutantes incapaces de sintetizar las cadenas laterales o el oligosacárido
medular dan colonias rugosas y están afectados en distintas propiedades biológicas, pero
pueden sobrevivir.

PAPELES Y FUNCIONES DEL LPS

1. Papel estructural: el LPS es el componente esencial de la membrana externa. La


porción hidrofóbica (las cadenas de ácidos grasos del lípido A) se proyectan hacia el
interior de esta membrana. Precisamente es la estructura del lípido A la principal
responsable de la menor fluidez de dicha membrana, y por lo tanto de la mayor
resistencia física. (Obsérvese que, mientras cualquier fosfolípido tiene dos cadenas
de ácido graso, el lípido A posee 5 o 6, todas ellas unidas al mismo disacárido,
generando una molécula más “masiva.”).

2. A su vez, la propiedad anterior hace que sea menos soluble a detergentes y más
resistente a disolventes orgánicos.
3. Es menos permeable a muchas moléculas hidrofóbicas, incluyendo antibióticos,
debido a las largas cadenas laterales hidrofílicas.

4. Se une a cationes divalentes (como Mg++ o Zn++), lo que contribuye a la mayor


estabilidad de la membrana externa. Esta presencia de cationes suministra un
ambiente adecuado para muchas funciones de la P.C. (Si añadimos un agente
quelante como el EDTA, o eliminamos el Mg++ y lo sustituimos por Ca++, se
produce la desorganización de la membrana externa).

5. Como ya dijimos, el LPS constituye la endotoxina de las bacterias Gram-negativas.


La función como endotoxina se debe a la región del lípido A. Sus propiedades como
endotoxina están en el origen de muchos síntomas patológicos propiciados por
patógenos Gram-negativos:

a. pirogenicidad (inducción de fiebre)

b. hipotensión

c. en casos graves, choque letal, por fallo cardíaco

d. actividad necrótica de tejidos.

6. Pero igualmente, tiene efectos beneficiosos: estimula una serie de mecanismos


defensivos del hospedador, incluyendo la activación del complemento, que puede
ocasionar la lisis de la bacteria, mejora las propiedades de los fagocitos, etc. Es
decir, a pesar del nombre de endotoxina, el LPS no es intrínsecamente tóxico, sino
que su efecto depende de la respuesta del hospedador. El macrófago es la célula del
hospedador principal responsable de la mediación de los efectos del LPS, tanto los
positivos como los negativos. El macrófago posee receptores de membrana para
detectar el LPS bacteriano, y en respuesta a él, libera una serie de moléculas
mediadoras (citoquinas) que actúan a su vez sobre diversas partes del sistema
inmunitario. De hecho, los efectos negativos se deben a comportamientos
incontrolados desencadenados en el propio sistema inmunitario.

7. El LPS, y concretamente las cadenas laterales constituyen el antígeno somático O,


cuya especificidad viene determinada por la secuencia repetitiva de azúcares. Esta
porción condiciona la virulencia de las bacterias Gram-negativas patógenas, por lo
que debe de ser esencial en la interacción hospedador-parásito.

2.5.1.1.3 La lipoproteína (LPP, lipoproteína de Braun)

Su porción polipeptídica es una pequeña proteína (7.2 kDa) muy abundante en la


membrana externa, y es la responsable de la unión covalente entre ésta y el peptidoglucano.
La proteína tiene una configuración mayoritaria en -hélice, que atraviesa el espacio
periplásmico, y parece que se agrega formando trímeros. Una de las LPP del trímero (por
término medio) se une covalentemente con el peptidoglucano.
El aminoácido N-terminal es una cisteína cuyo grupo sulfhidrilo está unido por
enlace tioéter a un diglicérido, y cuyo grupo amino se une por enlace amido con un ácido
graso (p. ej., palmítico). De este modo, la porción N-terminal de la LPP está embebida en
la lámina interna de la membrana externa.

El aminoácido C-terminal es una lisina. Una de cada tres moléculas de LPP usa esta
Lys para establecer un enlace peptídico entre su propio grupo -NH2 libre y el -COOH libre
del meso-DAP del PG. Por término medio, por cada diez unidades disacarídicas del PG,
existe un enlace covalente con la LPP.

La principal (y probablemente única) función de la lipopproteína es meramente


estructural: estabilizar el complejo entre peptidoglucano y membrana externa. Esta unión es
tan fuerte que permite aislar la membrana externa y el peptidoglucano como una unidad.

2.5.1.1.4 Proteínas de la membrana externa

Están intercaladas en esta membrana, participando en la estabilización de la


arquitectura tridimensional, interaccionando unas con otras y con los lípidos. Entre ellas,
las más importantes son las porinas.

Las porinas son proteínas de unos 35 kDa, que se agregan formando


trímeros con canales interiores, y que atraviesan la membrana de parte a parte.
Su función es permitir el paso de sustancias a través de dichos canales interiores,
siempre que su peso molecular sea compatible con el tamaño de los canales
(suelen ser moléculas entre 500 y 700 dalton). En las enterobacterias, las porinas
colaboran en la protección contra las sales biliares que existen en el ecosistema
intestinal donde pasan parte de su vida.

Existen otras proteínas minoritarias parecidas a porinas, que actúan como canales
específicos que permiten el paso de ciertas moléculas: vitamina B12, quelatos de Fe,
nucleósidos, maltodextrinas, etc. Algunas de ellas sirven simultáneamente como receptores
de fagos.

2.5.1.2 PAPELES Y FUNCIONES DE LA MEMBRANA EXTERNA

1) Actúa como tamiz molecular, que permite la difusión únicamente de moléculas


relativamente pequeñas. Esto supone una protección frente a muchos agentes
antibacterianos: colorantes, ácidos biliares, antibióticos, enzimas (p. ej., la lisozima,
que podría alcanzar y atacar al PG). Recuérdese que las porinas sólo permiten el paso
de sustancias hidrofílicas por debajo del tamaño especificado por el diámetro de los
canales.

2) Condiciona propiedades de superficie:

a) grado de humedad (humectabilidad)


b) adhesividad

c) carga eléctrica.

3) Es la estructura donde se fijan los componentes del complemento (sistema defensivo


de los animales superiores que conduce a la inserción, en la membrana externa, de una
serie de proteínas llamadas complejo de ataque a la membrana, que agujerea dicha
membrana y ocasiona la lisis de la bacteria).

4) Ciertas proteínas y cadenas laterales del LPS pueden ser lugares de adsorción
(receptores específicos) de fagos y bacteriocinas.

5) Punto de anclaje del anillo externo (“L”) del corpúsculo basal de los flagelos.

2.5.2 EL ESPACIO PERIPLÁSMICO

Entre la membrana externa y la membrana citoplásmica existe un compartimento


acuoso bañando al peptidoglucano, denominado periplasma o espacio periplásmico. El
volumen de este compartimento puede llegar a representar un 20-40% del volumen celular
total. El contenido del periplasma (el “gel periplásmico”) incluye:

RNasa y fosfatasa, que digieren moléculas que por sí mismas no pueden pasar al
citoplasma.
Penicilinasa: degrada penicilina, evitando destrucción de PG
proteínas de transporte de nutrientes (p. ej., de maltosa)
proteínas de transporte de nutrientes (p. ej., de maltosa)
proteínas de unión a estímulos químicos.
En bacterias desnitrificantes y quimiolitoautotrofas, existen proteínas implicadas en el
transporte de electrones.

El periplasma cumple una función de osmorregulación: El periplasma es una


solución densa, con alta concentración de macromoléculas, y que participa en la regulación
de la osmolaridad celular frente a la tonicidad del medio exterior. Para ello, existe en este
espacio periplásmico un oligosacárido derivado de la membrana citoplásmica (ODM, o
según sus iniciales inglesas, MDO), a base de 10 unidades de ß-D-glucosa (unidas entre sí
por enlaces 12) con sustituyentes ácidos.

En medios de alta osmolaridad (por ejemplo, en los fluidos corporales), disminuye la


concentración del oligosacárido.
En ambientes de baja osmolaridad (p. ej., aguas fecales), aumenta mucho la
concentración de dicha molécula. De este modo, la presión de turgor del protoplasto se
transmite contra el peptidoglucano, que como sabemos ya, es la estructura de la pared
celular. que aguanta las variaciones de presión osmótica.

3 PAREDES DE LAS ARQUEAS


Aunque las arqueas pueden comportarse como Gram-positivas o como Gram-
negativas, no se suele aludir a esto en este dominio de procariotas, ya que sus paredes
tienen poco que ver con las de eubacterias. Exceptuando el género Thermoplasma, carente
de pared celular, las demás arqueas poseen, por encima de la membrana citoplásmica, algún
tipo de estructura con funciones de pared celular.

En muchos casos las funciones de pared celular son ejercidas simplemente por una capa
S paracristalina (véase tema 4), a base de disposición regular de subunidades idénticas de
una proteína o glucoproteína (p. ej., Methanococcus, Methanogenium). Recuerde que en
ciertas arqueas de ambientes extremos, esta capa S está estabilizada por factores de esos
ambientes: En el halófilo obligado Halobacterium las subunidades de glucoproteína se
estabilizan por altas concentraciones de ión Na+. En el termoacidófilo Sulfolobus la
estabilidad la confieren los bajísimos pH.
En Methanospirillum y en Methanothrix varias células, cada una con su capa S, se
encuentran englobadas por una vaina común, a base de proteínas y carbohidratos, con
una estructura a base de anillos paralelos.
En Methanosarcina y Halococcus la capa S se encuentra rodeada de metanocondroitina,
un polímero a base de N-acetil-galactosamina, glucurónico, glucosa y manosa. (Esta
metanocondroitina es similar al condroitín sulfato presente en tejido conjuntivo de
animales).
Finalmente, los miembros del orden Methanobacteriales poseen una pared de
pseudomureína, un extraño peptidoglucano no basado en NAM. Consiste en un
esqueleto de unidades repetitivas de NAG unidas por enlace ß(13) con N-acetil-
talosaminourónico (NAT, un azúcar exclusivo de estos organismos). El grupo -NH2 del
NAT va unido a su vez con un tetrapéptido, pero en éste sólo participan aminoácidos de
la serie L. Al igual que en la mureína de las eubacterias, las diversas cadenas se unen
entre sí por enlaces peptídicos entre el aminoácido terminal (4) de un tetrapéptido y el
diaminoácido (3) de otra cadena.

BIBLIOGRAFÍA
ARTÍCULOS DE DIVULGACIÓN

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Opin. Struct. Biol. 1: 539-545.

Actualizado el miércoles, 15 febrero 2006

ÍNDICE:

1 INTRODUCCIÓN

2 BIOSÍNTESIS DEL PEPTIDOGLUCANO DE MUREÍNA

3 CRECIMIENTO DE LA PARED CELULAR

3.1 CRECIMIENTO DE LA PARED EN UNA BACTERIA GRAM-NEGATIVA :


Escherichia coli...............................................................................................................
3.2 CRECIMIENTO Y SEPTACIÓN EN UNA BACTERIA GRAM-POSITIVA:
Enterococcus faecalis

4 PROTOPLASTOS Y ESFEROPLASTOS

5 FORMAS L

BIBLIOGRAFÍA

1 INTRODUCCIÓN
En el capítulo anterior estudiamos la composición química, estructura y funciones
de los principales tipos de paredes celulares procarióticas. En este capítulo trataremos un
aspecto dinámico del tema de las paredes: cómo se sintetiza el peptidoglucano de las
eubacterias, y cómo se produce el proceso general de crecimiento de la pared, incluyendo el
evento particular de formación del septo transversal que marca el “nacimiento” de dos
células hijas. Nos concentraremos en la biosíntesis del peptidoglucano, debido a su interés
intrínseco y aplicado (sobre este proceso actúan diversos antibióticos, algunos de gran
importancia clínica).

Desde el punto de vista topológico, todas las capas de las envueltas bacterianas
(membranas, pared celular) son superficies cerradas sobre sí mismas, físicamente
continuas para mantener la integridad y viabilidad de la célula.
Pero por otro lado, deben de ser susceptibles de expandirse durante el crecimiento por
incorporación de nuevos materiales. Además, todos los constituyentes deben crecer
coordinadamente e incorporarse en los lugares precisos. Por ejemplo, en el caso de las
bacterias Gram-negativas, distintos componentes deben de ir a parar a diferentes
localizaciones: periplasma, PG, membrana externa, e incluso medio exterior.
Durante cada ciclo celular, hay una fase en la que los materiales de las envueltas (y
concretamente, de la pared celular que nos ocupa ahora) deben de facilitar la división de
la célula en una descendencia de dos células hijas.
Finalmente, queda el problema de la energía. Los procesos biosintéticos requieren aporte
de energía química, pero el ATP y compuestos similares no pueden salir del protoplasto.

Precisamente en este capítulo vamos a ver algunas de las estrategias bioquímicas y


moleculares que las bacterias han evolucionado para solventar estos puntos para el caso del
peptidoglucano. Veremos que la estrategia implica varias fases:

Síntesis de precursores en el citoplasma


Ensamblaje parcial en membrana
Transporte a la cara externa externa de la membrana
Ensamblaje final en el exterior, mediante reacciones que no precisan energía
2 BIOSÍNTESIS DEL
PEPTIDOGLUCANO DE MUREÍNA
Consta de 4 etapas:

1. Síntesis de precursores solubles en el citoplasma.

2. Estos precursores son transferidos a un transportador lipídico situado en la membrana


citoplásmica (un poliisoprenol fosfatado llamado undecaprenil-fosfato), donde se
forman las unidades disacarídicas con el pentapéptido.

3. Las unidades disacarídicas se polimerizan en cadenas lineales fuera de la membrana,


pero aún unidas al undecaprenil-fosfato de la membrana.

4. Unión del polímero lineal así formado al peptidoglucano preexistente en la pared


celular, por entrecruzamiento de (al menos) parte de sus péptidos respectivos.

A estas etapas hay que añadir una fase adicional de regeneración del transportador lipídico,
una vez que ha cumplido su misión, para que pueda ser operativo en un nuevo ciclo de
síntesis.

Veamos, pues, en más detalle, cómo ocurre este interesante proceso:


Fase 1:. Los monosacáridos que luego van a constituir la unidad disacarídica repetitiva del
esqueleto del peptidoglucano (NAM y NAG) se activan al unirse a uridín difosfato
(UDP). (En general, los monosacáridos que han de incorporarse a polímeros de pared
celular bacteriana se activan mediante su unión con nucleósidos-fosfato.)

Por lo tanto, en esta fase se sintetizan por separado:

NAG-UDP
NAM-UDP

Luego se va produciendo la adición secuencial y ordenada de los distintos aminoácidos


al NAM (en reacciones que requieren energía e iones Mn++):

1. L-ala

2. D-glu

3. m-DAP (u otro diaminoácido; p. ej. L-lys en Staphylococcus aureus)


4. D-ala-D-ala

Observar que no se produce un tetrapéptido, sino un pentapétido. El último paso de


adición de aminoácidos es la unión del dipéptido D-alanil-D-alanina, que se ha sintetizado
en dos fases:

una racemasa convierte la L-ala a D-ala;


creación de enlace peptídico entre dos D-ala.

Fase 2: El UDP-NAM-pentapéptido se transfiere ahora a un transportador de membrana,


llamado undecaprenil-fosfato (que abreviaremos como Lip-P), en una reacción catalizada
por una translocasa específica.

El undecaprenil-fosfato es un poliisoprenoide de 55 átomos de C (C55, derivado de


la repetición 11 veces de la unidad isoprenoide, con un fosfato terminal). Se le conoce
también con el nombre de bactoprenol, pero hoy se sabe que no es exclusivo de bacterias.
El bactoprenol permite el transporte y ensamblaje de sustancias que, como los azúcares, son
hidrofílicas, y no podrían pasar por sí mismas la barrera hidrofóbica de la membrana.

Una vez que el NAM-pentapétido está unido al undecaprenil (por medio de


pirofosfato), una transferasa transfiere a éste la NAG desde el UDP-NAG. Se genera pues
el enlace ß(14) entre NAG y NAM. Por lo tanto, se obtiene: Lip-P-P-
NAM(pentapéptido)-NAG.

En esta situación es cuando se producen la modificaciones que ya estudiamos en


la estructura básica del PG. Por ejemplo: en Staphylococcus aureus el grupo
-COOH del D-glutámico en posición (2) es amidado (pasa a --CO-NH 2. Por otro
lado, se introducen los puentes peptídicos, que en el caso de esta bacteria
consisten en una pentaglicina, que se une al grupo amino terminal de la L-Lys en
posición (3).

Tanto la traslocasa como la transferasa está localizadas en el lado citoplásmico de


la membrana, de modo que el precursor Lip-P-P-NAM(pentapéptido)-NAG, en este
momento está “colgando” hacia el citoplasma, anclado a la lámina interna de la
membrana a través de bactoprenol.

Fase 3: Polimerización de varias unidades disacarídicas: Ahora el bactoprenol


“se da la vuelta” en la membrana (una especie de flip-flop desde la capa interna
hasta la externa), de modo que logra que el precursor resultante de la fase 2
quede expuesto hacia el medio acuoso exterior a la membrana. Entonces tiene
lugar la polimerización de varias unidades disacarídicas: ello se logra en una
reacción de transglucosidación. Consiste en la unión de cada unidad
disacarídica (con su pentapéptido) unida a su respectivo Lip-P-P, con el extremo
libre (reductor) de una cadena preexistente que a su vez está unida a otra
molécula de Lip-P-P.
En el proceso se libera uno de los Lip-P-P (o sea, el undecaprenil, pero en forma
pirofosforilada). Sobre este Lip-P-P actúa una fosfatasa específica, que elimina el fosfato
terminal, regenerándose el undecaprenil-fosfato, que queda dispuesto para otro ciclo como
el descrito.

Fase 4: El polímero surgido de la fase anterior es una cadena lineal de PG sin entrecruzar, y
unido aún al transportador lipídico de membrana. Ahora este polímero naciente (con sus
pentapéptidos) reacciona, por transpeptidación, con un PG aceptor preexistente. En esta
reacción se ven implicados el grupo C=O de la D-ala (4) del PG naciente y el grupo -NH2
libre del diaminoácido (3) del PG aceptor (o del último aminoácido del puente peptídico).

Esto es lo mismo que decir que el enlace peptídico entre D-ala (4) y D-ala (5) del
PG naciente se ve sustituido por otro enlace peptídico, entre dicha D-ala (4) y el
diaminoácido del PG naciente.

La energía para esta reacción la suministra la hidrólisis concomitante del enlace


peptídico entre las dos D-ala terminales. Es decir, en cada reacción de transpeptidación se
libera una D-ala, correspondiente a la que ocupaba la posición (5).

Ya dijimos en el capítulo anterior que no todos los tetrapéptidos participan en


entrecruzamientos. Las D-ala terminales (en 5) de los péptidos no implicados en tales
entrecruzamientos son eliminadas por una enzima llamada D-D-carboxipeptidasa. Esta
enzima explica no sólo que en el PG maduro existan tetrapéptidos (y no los pentapéptidos
originales), sino también la existencia de tripéptidos.
Muchas bacterias controlan el grado de entrecruzamiento de su PG maduro. Incluso
algunas pueden eliminar totalmente muchos de los péptidos originalmente unidos al NAM,
mediante enzimas conocidas genéricamente con el nombre de autolisinas. Así por ejemplo,
Micrococcus luteus -un coco Gram-positivo- merced a su actividad NAM-L-ala-amidasa,
presenta un PG que no está entrecruzado en un 50-70%.

Antibióticos que actúan a nivel de la biosíntesis de peptidoglucano:

Estos antibióticos tienen un efecto bactericida sobre bacterias en crecimiento. Ello


se debe a que, al inhibir determinados pasos del ciclo de síntesis y ensamblaje del PG,
provocan la acumulación de precursores de dicho PG, lo que a su vez desencadena la
activación de las autolisinas de la bacteria, que degradan el PG y que finalmente provoca
la lisis celular (en medios hipotónicos), por entrada masiva de agua a la célula.

1. Fosfomicina: actúa inhibiendo la formación del 3-O-D-lactil-éter de la NAG (o sea, del


NAM). Parece ser que la base molecular estriba en la semejanza estructural entre el este
antibiótico y el PEP (es decir, la fosfomicina es análogo estructural del PEP, lo que lleva
a la inactivación de la enzima correspondiente a esta reacción).

2. Cicloserina: Se comporta como análogo estructural de la D-alanina, por lo que inhibe


la actuación de la racemasa que convierte la L-ala a D-ala, así como de la reacción de
unión de dos D-ala.

3. Tunicamicina: inhibe la traslocasa que cede el NAM unido hasta entonces al UDP y lo
pasa al bactoprenol (fase 2ª).

4. Vancomicina y ristocetina: inhiben la segunda transglucosidación (fase 3ª), es decir, la


unión de diversas unidades disacarídicas.

5. Bacitracina: se une al undecaprenol-pirofosfato, bloqueando su desfosforilación, e


impidiendo por lo tanto, la regeneración del transportador de membrana.

6. Antibióticos ß-lactámicos (p. ej.: penicilinas, cefalosporinas): inhiben la reacción de


entrecruzamiento por transpeptidación. (Estudiaremos su mecanismo de acción en más
detalle en el capítulo 20 sobre Quimioterápicos y Antibióticos).

3 CRECIMIENTO DE LA PARED
CELULAR
Como ya dijimos al comienzo de este tema, aunque la pared celular es una
estructura cerrada y sin solución de continuidad, debe permitir su expansión (crecimiento),
y esto supone que se han de romper ciertos enlaces si se quiere que el nuevo material se
ensamble con el preexistente mediante nuevas uniones, es decir, debe existir una acción
concertada de mureín-hidrolasas y de mureín-sintasas. Por otro lado, hay que tener en
cuenta que en el crecimiento de la pared celular se producen dos tipos de procesos: la
expansión (aumento de tamaño) de esa pared, y la formación del tabique transversal en el
centro de la célula.

El crecimiento y septación del peptidoglucano están basados en la actividad


controlada y localizada en puntos determinados, de una gama de autolisinas, especialmente
las dotadas de actividad transglucosidasa y/o transpeptidasa. Debido a que estas enzimas
son los sitios de acción de las penicilinas (y otros antibióticos ß-lactámicos), se les conoce
también con el nombre de PBP (de penicillin-binding proteins; véase la tabla 1).

TABLA 1

Propiedades de las PBPs de Escherichia coli

PBP Nº moléculas/ célula Actividad enzimática conocida Posibles funciones


PBP 1ª, 1B 100 cada una Transglucosilasa/transpeptidasa Síntesis de PG durante la elongación
celular

PBP 2 20 Transpeptidasa Crecimiento de la forma bacilar

PBP 3 50 Transglucosidasa/transpeptidasa Síntesis de PG durante la septación


(tabique)
PBP 4 110 D-D-endopeptidasa/ Hidrólisis de los entrecruzamientos
durante la elongación
D-Dcarboxipeptidasa
PBP 5 1800 D-D-carboxipeptidasa Destrucción del pentapéptido no
entrecruzado

3.1 CRECIMIENTO DE LA PARED EN UNA


BACTERIA GRAM-NEGATIVA: Escherichia coli
El crecimiento de la pared en E. coli se puede considerar dividido en dos fases:

1. Crecimiento en longitud (elongación), mientras la célula crece en tamaño.

2. Producción del tabique transversal (septación), que conduce a la formación de dos


células hijas.

Elongación

Las PBPs 1 son las encargadas de la elongación de las cadenas de PG naciente (por
transglucosidación de las unidades disacarídicas) y simultáneamente, por
transpeptidación, logran el entrecruzamiento.
Las cadenas nacientes del PG se intercalan en la parte cilíndrica del sáculo de PG gracias
a que las PBP4 y PBP5 cortan enlaces del PG preexistente. La PBP2 interviene aquí
también para transpeptidación. La cadena de PG se va elongando unidireccionalmente
alrededor de la circunferencia de la célula. Se calcula que existen unos 200 sitios de
inserción de nuevo material en cada célula, dispersos de forma más o menos uniforme
por toda la superficie de la célula. La maquinaria biosintética tarda 8 minutos en
completar cada circunferencia de elongación.

Formación del tabique transversal

La división de la bacteria por fisión binaria simétrica se logra por medio de una
invaginación circular de las envueltas (membrana citoplásmica y peptidoglucano) en mitad
de la célula madre. En el inicio de este proceso tiene un papel esencial la proteína FtsZ, y
más tarde intervienen otras proteínas Fts.

FtsZ es una proteína imprescindible, presente tanto en eubacterias como en arqueas,


que muestra parecido con las tubulinas eucarióticas. Al parecer, al igual que las tubulinas, la
FtsZ se une a GTP, con lo que se promueve su polimerización. Bajo control del ciclo
celular, la FtsZ se ensambla poco antes de la división en el centro de la célula, formando un
“anillo citocinético” en el lado citoplásmico de la membrana celular. Existen indicios
fuertes de que la formación de este anillo de FtsZ señaliza el sitio por donde se producirá la
división y se activará el crecimiento del peptidoglucano del tabique transversal. Una vez
que FtsZ ocupa el lugar del futuro septo, entran en acción otras proteínas Fts, formando un
complejo llamado “divisoma”.

En las fotografías a microscopio electrónico se ve cómo bajo la invaginación de


membrana que constituye la “avanzadilla” del septo, se localizan las moléculas de
FtsZ.

La hipótesis señala que los polímeros de FtsZ se van “contrayendo”, de modo que “tiran”
de las envueltas hacia el interior, provocando la típica invaginación alrededor del centro del
bacilo, y que simultáneamente, la FtsZ provoca la activación de la PBP3 (=FtsI), que es
una transglucosidasa/transpeptidasa específica del tabique transversal.

A microscopio electrónico se observa que este tabique está formado por dos láminas
de PG (densas a los electrones) separadas entre sí por otra transparente. El final de la
división ocurre como consecuencia de la invaginación de la membrana externa entre las dos
láminas de PG.

¿Cómo se ensambla la membrana externa con relación al PG? Parece ser que esta
membrana se ensambla en buena medida por procesos espontáneos guiados por
interacciones entre el LPS y proteínas, sirviendo el PG subyacente como andamio que
facilita el montaje de toda la estructura. Parece ser que las zonas de adhesión (junturas de
Bayer) son importantes para la correcta colocación de LPS y proteínas de la membrana
externa.
3.2 CRECIMIENTO Y SEPTACIÓN EN UNA
BACTERIA GRAM-POSITIVA: Enterococcus
faecalis
A diferencia de lo visto en E. coli, en el enterococo (Enterococcus faecalis) el
crecimiento del PG no es difuso, sino zonal, comenzando en el centro (zona ecuatorial) y
avanzando hacia afuera.

Véase en la figura el experimento de marcado de pared celular con anticuerpos


fluorescentes, con ulterior seguimiento del marcaje al microscopio:

tras unos 15 minutos después del marcado se observa que existe una banda ecuatorial
oscura (no marcada, por lo tanto está constituida por material nuevo recién insertado),
mientras que los polos de las células siguen enteramente marcados.
Tras 30 o 60 minutos observamos células enteramente sin marcar, intercaladas entre
células con uno de sus polos marcados.

El proceso se puede describir así:

1. En la célula adulta antes de la división aparece una banda ecuatorial donde la pared
celular se hace más gruesa.
2. Debajo de esta zona engrosada (hacia el interior del citoplasma) se va depositando
nuevo material, lo que marca el inicio de la formación del tabique transversal.
Enseguida aparece una muesca en la banda ecuatorial.

3. El tabique, con un grosor doble al de la pared celular de la superficie celular, sigue


avanzando, hasta que...

4. ... se completa. Simultáneamente a los pasos 3º y 4º la zona de nueva síntesis de P.C.


superficial alcanza el ecuador de las celúlas hijas nacientes.

5. El tabique completo de doble grosor va siendo escindido en dos mitades desde el


exterior hacia el centro, por acción de autolisinas. De esta forma se le adjudica a cada
célula hija la nueva pared correspondiente a uno de sus polos (el otro procede, intacto,
de la célula madre).

Véase igualmente la figura que muestra en más detalle la formación del tabique. La idea
que se saca del proceso en esta bacteria es que posee una sola zona de crecimiento de PG,
con dos regiones de deposición de nuevo material: la región del tabique transversal
propiamente dicho, y la región adyacente, ya en la superficie celular, responsable de la
expansión de la pared periférica, a ambos lados del tabique.

4 PROTOPLASTOS Y
ESFEROPLASTOS
Mediante procedimientos de laboratario se puede lograr eliminar total o
parcialmente la pared celular bacteriana. Se denominan protoplastos las células bacterianas
a las que se ha desprovisto totalmente de pared celular, mientras que esferoplastos son
aquellas células bacterianas que poseen restos de pared.

Obtención. Existen dos posibles métodos alternativos:

1. Por destrucción del entramado del PG mediante enzimas líticas (lisozima, peptidasas).
En el caso de bacterias Gram-negativas, previamente hay que desorganizar la
membrana externa para hacerla permeable a estas enzimas. Ello se logra usando el
quelante EDTA y/o sometiendo las células a bajas temperaturas.

2. Por inhibición de la formación de nuevo PG en las células en crecimiento, tratándolas


p. ej., con penicilina. Si se parte de un mutante auxotrofo para un componente del PG
basta hacer crecer a la bacteria en un medio carente de dicho componente.

Estos métodos permiten:

en el caso de Gram-positivas, la desorganización total de su pared, por lo que se obtienen


protoplastos;
en el caso de las Gram-negativas, quedan restos de membrana externa y de
peptidoglucano atrapados en ella, por lo que se obtienen esferoplastos.

En ambos casos, protoplastos y esferoplastos pueden revertir a la forma normal eliminando


el tratamiento (retirando la lisozima, o la penicilina).

Los protoplastos
son osmóticamente
sensibles:
En un medio
hipotónico,
estallan (lisis
osmótica)
En un medio iso-
o hipertónico se
mantienen.

Protoplastos y esferoplastos son formas osmóticamente sensibles debido


precisamente a que al no existir o estar desorganizado parcialmente el PG, ya no se pueden
contrarrestar las fuerzas de presión osmótica existentes en los medios hipotónicos en que
normalmente se cultivan o suspenden las bacterias. Por lo tanto, si se quieren obtener
suspensiones estables de estas formas, hay que obtenerlas en medios o soluciones
isotónicos o ligeramente hipertónicos, para evitar su lisis:

soluciones de NaCl 0,25-0,5 M;


sorbitol o sacarosa 0,1-0,5 M;
polietilénglicol (PEG) al 7,5%.

En estos medios los protoplastos y esferoplastos poseen formas esféricas,


independientemente de la forma que tuviera la bacteria con pared de que proceden.

Se emplean en varios aspectos de investigación básica:

método suave para luego obtener extractos libres de células y fracciones subcelulares.
en algunas bacterias, método para hacerlas permeables al ADN, en experimentos de
transformación genética.
para realizar fusión entre protoplastos de diferentes cepas de la misma especie e incluso
entre especies distintas. Se trata de un método de obtención de “recombinantes
somáticos” usado para determinados estudios genéticos en bacterias que no tengan
sistemas naturales de transferencia genética.

5 FORMAS L
Son células bacterianas carentes total o casi totalmente de P.C., con formas
pleomórficas, irregulares y globulares, que se producen de forma espontánea en algunas
especies bacterianas (p. ej., Streptobacillus moniliformis) cuando se cultivan en medios a
base de suero (que son hipertónicos).

Las colonias de las formas L naturales son muy características: en “huevo frito”,
bifásicas.

Se pueden obtener de forma inducida formas L en diversas bacterias Gram-positivas


y Gram-negativas, tratándolas con penicilina en medios hipertónicos.

Las formas L inestables se generan por tratamientos breves, y pueden revertir con
frecuencia a la forma normal con pared. Poseen algo de PG, aunque éste se encuentra
alterado respecto al PG de la célula normal.

Las formas L estables se producen por tratamientos más prolongados, y no suelen


revertir al tipo normal. La mayoría carecen totalmente de peptidoglucano.

Así pues, en las formas L el peptidoglucano ha sido eliminado total o parcialmente,


pero de manera que ya no puede servir de aceptor de nuevo PG.

BIBLIOGRAFÍA
CAPÍTULOS DE LIBROS DE REFERENCIA

VAZQUEZ, D. (1986): Biosíntesis del peptidoglucano: mecanismos de acción y


selectividad de los antibióticos inhibidores. En: Bioquímica y Biología Molecular
(Coordinador: L. Cornudella). Salvat, Barcelona, págs. 133-140.

WHITE, D. (1995): “The physiology and biochemistry of Prokaryotes”. Oxford University


Press, Nueva York y Oxford. Consultar el capítulo 10.

ARTÍCULOS DE REVISIÓN
KENNEDY, E.P. (1996): Membrane-derived oligosaccharides. En: “Escherichia coli and
Salmonella typhimurium. Cellular and molecular biology”, 2ª edición (F.C. Neidhart, ed.).
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LUTKENHAUS, L. (1993): FtsZ ring in bacterial cytokinesis. Mol. Microbiol. 9: 403-409.

LUTKENHAUS, J., A. MUKHEEERJEE (1996): Cell division. En: “Escherichia coli and
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American Society for Microbiology Press. Washington, D.C. (1996), págs. 1615-1625.

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Mol. Microbiol. 5: 791.795.

NANNINGA, N., F.B. WIENTJES, E. MULDER, C.L. WOLDRINGH (1992): Envelope


growth in Escherichia coli. Spatial and temporal organization. En "Prokaryotic structure
and function: a new perspective. Society for General Microbiology & Cambridge
University Press, Cambridge, pp. 185-221.

RAETZ, CH.R.H. (1996) Bacterial lipopolysaccharides: a remarkable family of bioactive


macroamphiphiles. En: “Escherichia coli and Salmonella typhimurium. Cellular and
molecular biology”, 2ª edición (F.C. Neidhart, ed.). American Society for Microbiology
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VAN HEIJENOORT, J. (1996): Murein synthesis. En: “Escherichia coli and Salmonella
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66.

Actualizado el miércoles, 15 febrero 2006

ÍNDICE:

1 MEMBRANA CITOPLÁSMICA

1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA

1.1.1 CARENCIA, EN GENERAL, DE ESTEROLES


1.1.2 LÍPIDOS

1.1.3 PROTEÍNAS

1.2 ESTRUCTURA

1.3 FUNCIONES DE LA MEMBRANA CITOPLASMICA

1.3.1 PARTICIPACIÓN EN PROCESOS BIOENERGÉTICOS

1.3.2 PARTICIPACIÓN EN BIOSÍNTESIS DE POLÍMEROS DE LAS


ENVUETAS

1.3.3 PUNTO DE ANCLAJE DEL CROMOSOMA Y DE ALGUNOS


PLÁSMIDOS

1.3.4 BARRERA SELECTIVA

1.3.5 EXPORTACIÓN DE MOLÉCULAS DE SUPERFICIE

2 TRANSPORTE DE NUTRIENTES

2.1 TRANSPORTE PASIVO INESPECÍFICO O DIFUSIÓN SIMPLE

2.2 TRANSPORTE PASIVO ESPECÍFICO O DIFUSIÓN FACILITADA

2.3 TRANSPORTE ACTIVO

2.3.1 TRANSPORTE ACTIVO LIGADO A SIMPORTE DE PROTONES

2.3.2 TRANSPORTE ACTIVO LIGADO A SIMPORTE DE IONES SODIO

2.3.3 TRANSPORTE ACTIVO DIRIGIDO POR ATP

2.3.4 TRANSPORTE ACOPLADO A TRANSLOCACION DE GRUPOS

2.4 TRANSPORTE DE HIERRO

3 ESTRUCTURAS MEMBRANOSAS INTRACITOPLÁSMICAS

3.1 MESOSOMAS

3.2 CROMATÓFOROS

3.3 OTRAS INVAGINACIONES


3.4 TILACOIDES

BIBLIOGRAFÍA

ENLACES

1 MEMBRANA CITOPLÁSMICA
1.1 COMPOSICIÓN QUÍMICA
La membrana citoplásmica bacteriana es la estructura de tipo bicapa proteo-lipídica
que delimita al protoplasto. Su proporción proteínas: lípidos es superior a la de las
membranas celulares eucarióticas, llegando a alcanzar valores relativos de 80:20.

1.1.1 CARENCIA, EN GENERAL, DE ESTEROLES

Las membranas procarióticas, a diferencia de las de eucariotas, carecen de esteroles


(con las salvedades de Cianobacterias, ciertas bacterias metilotrofas; además, los
micoplasmas presentan colesterol, pero lo “secuestran” de las células eucarióticas a las que
parasitan).

Pero en cambio, en muchas bacterias existe una peculiar clase de compuestos


policíclicos, denominados hopanoides (triterpenoides pentacíclicos) que parecen
condicionar parte de la rigidez de las membranas citoplásmicas. Los hopanoides se
sintetizan a partir del mismo tipo de precursores que los esteroles. (Por cierto, como dato
curioso diremos que los sedimentos de combustibles fósiles como el petróleo presentan
cantidades gigantescas de hopanoides, lo que confirma el papel que tuvieron las bacterias
en su formación).

1.1.2 LÍPIDOS

Abundan sobre todo los fosfolípidos derivados del ácido fosfatídico:

fosfatidiletanolamina
fosfatidilglicerol
cardiolipina (difosfatidilglicerol)

En bacterias Gram-positivas, además se encuentran glucolípidos y glucofosfolípidos.

La composición y proporción concretas de los distintos tipos de lípidos son


variables entre distintas cepas bacterianas, y dentro de cada cepa, en función de las
condiciones de cultivo (temperatura, pH, etc.).
Los ácidos grasos esterificados con el glicerol en los fosfolípidos son principalmente:

1) saturados, como p. ej.:

a) palmítico (16:0)

b) mirístico (14:0)

c) de cadena ramificada (muy frecuentes en muchas bacterias Gram-positivas)

2) monoinsaturados (sobre todo en Gram-negativas), como p. ej.:

a) palmitoleico (cis-9, 16:1)

b) cis-vaccénico (cis-11, 18:1)

A diferencia de eucariotas, no existen ácidos grasos poliinsaturados, con la


excepción de las Cianobacterias. Este grupo de bacterias fotosintéticas tiene, además, la
capacidad de modificar mediante desaturasas el grado de saturación de sus ácidos grasos, lo
que representa un mecanismo adaptativo frente a cambios de temperatura.

Las bacterias pueden modificar la proporción entre ácidos grasos insaturados y


saturados, con objeto de mantener un estado de fluidez adecuado en la membrana, como
adaptación a cambios de temperatura:

a altas temperaturas, aumenta la proporción de ácidos grasos saturados,


a bajas, aumenta la de los insaturados. Las bacterias psicrófilas (amantes del frío)
presentan casi todos sus ácidos grasos de tipo insaturado.

En Arqueas, en lugar de los habituales lípidos a base de ésteres de ácidos grasos con
glicerol, existen lípidos a base de éteres de alcoholes de cadena larga con glicerol (p.
ej., difitanil-glicerol-diéteres). Los alcoholes suelen ser derivados poliisoprenoides. Este
tipo de membranas son más rígidas que las de eubacterias. Incluso existen arqueas con
membranas a partir de tetrafitanil-diglicerol-tetraétereres, que consituyen bicapas
monomoleculares.

Como ya vimos en el tema anterior, la membrana citoplásmica alberga un


transportador lipídico de tipo politerpenoide, llamado undecaprenil-fosfato, presente en
pequeña cantidad (<1%). Igualmente se dan quinonas isoprenoides (como la menaquinona
o la ubiquinona) que, como veremos en otro capítulo, participan en cadenas de transporte
de electrones. En algunas bacterias existen igualmente variedades de pigmentos
carotenoides.

1.1.3 PROTEÍNAS
Constituyen la mayor parte de la membrana bacteriana (hasta el 80% en peso seco).
Existe una gran variedad de tipos de proteínas en una misma bacteria (hasta 200), pero la
composición y proporción concreta varía según las condiciones de cultivo.

Según su localización en la membrana, y su grado de unión con la porción lipídica,


se distingue entre:

proteínas integrales de membrana (=endoproteínas): son proteínas estrechamente


unidas a la membrana, por lo general atravesadas en plena bicapa lipídica. Son difíciles
de extraer, teniéndose que recurrir a detergentes y/o disolventes orgánicos para separarlas
respecto de los lípidos. Las proteínas integrales pueden desplazarse lateralmente en la
bicapa lipídica, pero no son capaces de rotar, por lo que siempre presentan una
determinada orientación o polaridad. Algunas presentan hidratos de carbono que
sobresalen hacia la superficie externa (glucoproteínas).
Proteínas periféricas (= epiproteínas): unidas a la superficie de la membrana, de forma
más débil, por lo que son más fáciles de extraer y purificar. Incluso algunas establecen
contactos sólo transitorios con la membrana.

1.2 ESTRUCTURA
Métodos de observación y estudio

A microscopio óptico, se recurre a la tinción con Azul Victoria. A microscopio


electrónico, en cortes ultrafinos, se observan una estructura de unos 7 nm de grosor, con
dos capas externas densas a los electrones limitando una capa central transparente.

Los estudios mediante difracción de rayos X y de resonancia magnética nuclear


(RMN) demuestran una estructuración básica a base de cadenas de fosfolípidos en una
bicapa, según se describe a continuación.

Estructura

Consiste en una bicapa lipídica, con los grupos polares (hidrófilos) hacia afuera, y
las cadenas hidrofóbicas de ácidos grasos (o, en el caso de Arqueobacterias, de alcoholes)
hacia adentro, ajustándose al modelo de mosaico fluido de Singer y Nicholson. Inmersas en
esta bicapa se encuentran las abundantes proteínas, que pueden moverse lateralmente en el
mosaico de moléculas de lípidos, igualmente dotados de una rápida movilidad. Parece ser
que no existe movilidad de lípidos entre las dos capas.

La membrana citoplásmica es asimétrica (aunque no tanto como la membrana


externa de Gram-negativas). Esto se traduce en el hecho de que muchos de los procesos que
tienen lugar en la membrana sean vectoriales (tengan una dirección determinada).

1.3 FUNCIONES DE LA MEMBRANA


CITOPLASMICA
La membrana citoplásmica de los procariotas es una notable estructura
multifuncional (como uno podría esperar de la constatación del gran número de tipos de
proteínas), siendo el sitio donde se producen muchos procesos metabólicos complejos, en
un grado desconocido en el resto del mundo vivo.

Citemos brevemente las principales funciones de la membrana procariótica (aunque en este


y otros temas las estudiaremos en detalle):

Barrera osmótica (que mantiene constante el medio interno), impidiendo el paso libre
de sales y de compuestos orgánicos polares
Es el límite metabólicamente activo de la célula: establece la frontera entre el
protoplasto y el medio externo, impidiendo la pérdida de metabolitos y macromoléculas
del protoplasto.
Ahora bien, merced a sistemas de transporte, permite selectivamente el paso de
sustancias entre el exterior y el interior (y viceversa).
Interviene, además, en procesos bioenergéticos (fotosíntesis, respiración)
Participa en la biosíntesis de componentes de membrana, de pared y de cápsulas,
En la secreción de proteínas.
Desglosaremos brevemente estos diversos tipos de papeles de la membrana.

1.3.1 PARTICIPACIÓN EN PROCESOS BIOENERGÉTICOS

Contiene todos los componentes requeridos para la transducción de energía y la


producción de ATP, por procesos respiratorios. En el caso de una bacteria quimiotrofa, esto
incluye:

deshidrogenasas
cadenas de transporte de electrones (con quinonas, citocromos, etc.)
ATP-asas (ATP sintasas/hidrolasas)

Algunas bacterias fotosintéticas anaerobias también incluyen este tipo de componentes en


la membrana citoplásmica.

En un capítulo posterior veremos en más detalle cómo explica la teoría


quimiosmótica de Mitchell el acoplamiento entre el funcionamiento de las cadenas de
transporte electrónico (o de la ATP-hidrolasa) y la generación de un gradiente de protones a
través de la membrana (potencial electroquímico o fuerza protón-motriz), el cual a su vez
puede:

generar ATP (desarrollo de un trabajo químico)


promover transporte de ciertos nutrientes (trabajo osmótico)
promover movimiento flagelar (trabajo mecánico).

1.3.2 PARTICIPACIÓN EN BIOSÍNTESIS DE POLÍMEROS DE LAS


ENVUETAS

Como ya hemos visto en temas anteriores, la membrana alberga transportadores


(como el undecaprenil-P) y enzimas relacionados con fases de la biosíntesis de
polisacáridos de la cápsula, peptidoglucano, ácidos teicoicos y teicurónicos y
lipopolisacárido. Igualmente en ella se localizan los enzimas implicados en la síntesis de los
lípidos de la propia membrana.

1.3.3 PUNTO DE ANCLAJE DEL CROMOSOMA Y DE ALGUNOS


PLÁSMIDOS

Como veremos, sigue estando debatido si un tipo de invaginación de la membrana,


llamado mesosoma (ver más adelante, en este capítulo, apartado 3.1) es o no un artefacto,
pero parece fuera de duda que el cromosoma se ancla de alguna manera a la cara interna de
la membrana (sea a los mesosomas, o como proponen otros, a la cara interna de los anillos
perisépticos). En la zona de anclaje parecen residir algunos de los enzimas encargado de la
replicación. La membrana tiene igualmente un papel en la separación (segregación) de las
dos copias del cromosoma replicado a las células hijas.

1.3.4 BARRERA SELECTIVA


Mantiene la constancia del medio interno (impidiendo la salida de iones,
metabolitos y macromoléculas), pero simultáneamente permite o promueve activamente
la entrada de nutrientes y la salida de los productos de desecho o de ciertas moléculas
excretadas. La función de transporte de nutrientes será tratada en detalle más adelante en
este capítulo.

1.3.5 EXPORTACIÓN DE MOLÉCULAS DE SUPERFICIE

Se trata de un sistema por el que ciertas proteínas son trasladadas a su localización


definitiva en la membrana citoplásmica, por la intervención de la proteína YidC, que
interacciona con zonas hidrofóbicas de aquellas. Un ejemplo de proteínas insertadas de este
modo lo constituye la ATP-sintasa de eubacterias. Este sistema, al parecer
filogenéticamente primitivo, aparece en eubacterias, parte de arqueas (euriarqueas) y en
mitocondrias (donde se denomina Oxa1) y cloroplastos (Alb3), pero no en eucariotas.

2) SISTEMA Sec

El sistema Sec es un sistema universal para la secreción de proteínas, es decir, aparece en


los tres dominios de la vida, aunque con variantes en cada uno de ellos. Nosotros vamos a
describir el caso de las eubacterias.

Las proteínas secretadas se sintetizan como pre-proteínas dotadas en el extremo N-


terminal de un péptido señal, de unos 20-30 aminoácidos. Dicha zona consta a su vez de
un extremo N-terminal cargado positivamente, seguida de un trecho hidrofóbico, y
termina con una zona más polar dotada al final del sitio que va a ser roto por la peptidasa
del líder.
Cuando aún está en el citoplasma, la pre-proteína naciente se une a la proteína SecB (una
chaperona específica de esta ruta), la cual impide que la pre-proteína se pliegue
totalmente.
La proteína SecA, que forma un homodímero, reconoce el complejo SecB-preproteína, y
lo traslada al complejo de proteínas de membrana SecYEG, que tiene un canal interior de
unos 20-30 Å. (Al parecer el canal consta de 3-4 complejos SecYEG).
Ahora, la proteína SecA, con gasto de ATP, logra que los primeros 20-30 aminoácidos de
la pre-proteína entren a través del canal Sec, con lo que el péptido señal aparece por el
lado exterior de la membrana.
Una vez que el péptido señal asoma por el otro lado de la membrana, es cortado en el
sitio específico por la peptidasa líder, lo que ayuda a liberar al exterior la parte madura de
la proteína secretada.

3) SISTEMA SRP

El sistema SRP procariótico es mucho más sencillo que el homólogo SRP que se encuentra
en la membrana del retículo endoplásmico de eucariotas. En este sistema, el extremo N-
terminal de la proteína naciente es reconocido por la partícula de reconocimiento de señal,
conocida por sus siglas SRP.

La SRP eubacteriana consta de un pequeño ARN y una proteína (Ffh).


Una vez que la SRP reconoce el extremo N-terminal de la proteína naciente, parece que
provoca la detención momentánea de la traducción, y conduce a esa proteína naciente
hasta el receptor de la partícula SRP (SR), a nivel de membrana citoplásmica.
A su vez esto provoca la interacción del péptido naciente con el complejo Sec, que será el
que logre la secreción o inserción en membrana de la proteína madura.

4) SISTEMA Tat

Este sistema se ha empezado a caracterizar recientemente, y solo se ha descubierto en


procariotas y en cloroplastos, pero no en mitocondrias ni en eucariotas. Se caracteriza por
trasladar al exterior (o al espacio periplásmico de Gram-negativas) proteínas ya en su
configuración nativa, y en su caso, dotadas ya de sus cofactores (grupos FeS,
molibdopterina, cofactores nucleotídicos, etc.). Es decir, a diferencia de los anteriores, las
proteínas se pliegan /y en su caso adquieren los cofactores) antes de ser trasladadas. Este
sistema se llama Tat debido a que reconoce una secuencia señal en la que existen dos
argininas “gemelas” (una a continuación de otra, “twin arginine transport”). Consta de al
menos tres tipos de proteínas de membrana: TatA, TatB y TatC. Varias unidades de TatA
atraviesan la membrana formando una empalizada que deja un gran canal de unos 60 Å.
Cómo se logra el transporte a través de este gran agujero en la membrana sin que se pierda
su capacidad de barrera selectiva es una “hazaña” que se está investigando.

2 TRANSPORTE DE NUTRIENTES
Lo primero que tiene que hacer un microorganismo a la hora de su nutrición es
captar los nutrientes que necesite desde el medio exterior. Debido a que la bicapapa lipídica
actúa como barrera que impide el paso de la mayor parte de las sustancias, esto significa
que deben existir mecanismos específicos para lograr la entrada de los nutrientes. Además,
teniendo en cuenta que las bacterias suelen vivir en medios diluidos, deben realizar un
“trabajo” para trasladar muchos de esos nutrientes en contra del gradiente de concentración.

Tradicionalmente se viene considerando tres métodos principales de transporte de


sustancias a través de la membrana:

transporte pasivo inespecífico (= difusión simple);


transporte pasivo específico (= difusión facilitada);
transporte activo.

Como veremos, los más importantes en procariotas son los sistemas de transporte activo.

2.1 TRANSPORTE PASIVO INESPECÍFICO O


DIFUSIÓN SIMPLE
Este transporte consiste en la difusión pasiva de ciertas sustancias para las que la
membrana es impermeable, debido a la diferencia de concentración (C) a ambos lados de
dicha membrana (la sustancia tiene mayor concentración fuera que dentro de la célula).
Aparte de esta diferencia de concentración, en la difusión pasiva influyen:

la constante de permeabilidad (P), es decir, el grado de permeabilidad de la membrana a


la sustancia en cuestión;
el área o superficie total (A) a través de la que se produce el transporte.

Las membranas citoplásmicas son impermeables en sí mismas a la mayor parte de


las moléculas. Sólo se da en el caso de O2, CO2, NH3, agua y otras pequeñas sustancias
polares no ionizadas.

La difusión simple se produce por el paso de estas sustancias a través de poros


inespecíficos de la membrana citoplásmica.

2.2 TRANSPORTE PASIVO ESPECÍFICO O


DIFUSIÓN FACILITADA
Es un proceso que permite el paso de compuestos por difusión a través de
transportadores estereoespecíficos y (al igual que en el caso anterior) sobre la base de un
gradiente de concentración (en la dirección termodinámicamente favorable).

El transportador suele ser una proteína integral de membrana (permeasa o


facilitador), cuya conformación determina un canal interior, y por el cual un determinado
sustrato puede alcanzar el interior, sin gasto de energía. Se piensa que cuando el soluto se
une a la parte de la permeasa que da al exterior, esta proteína sufre un cambio
conformacional que libera la molécula en el interior. Como al entrar la molécula, enseguida
entra en el metabolismo y desaparece como tal, esto basta para mantener el gradiente de
concentración que permite esta difusión. La difusión facilitada exhibe propiedades
similares a las de las reacciones enzimáticas:

Especificidad de sustrato: cada permeasa transporte un solo tipo de sustratos


químicamente parecidos.
Cinética de saturación de tipo Michaelis-Menten, es decir, la velocidad de transporte
aumenta con la concentración de sustrato, hasta un valor límite (Vmax) por encima del
cual ulteriores aumentos del soluto no aumentan dicha velocidad (debido a que todas las
porinas disponibles están ya totalmente ocupadas):

Velocidad de entrada: Vent = Vmáx · [Sext] /Km + [Sext]

Velocidad de salida: Vsal = Vmáx · [Sint] /Km + [Sint]

Aunque este sistema de transporte es muy común en eucariotas, es muy raro


encontrarlo en bacterias. La explicación evolutiva es que los procariotas suelen vivir en
ambientes con pocas concentraciones de nutrientes, y por lo tanto no es frecuente que se
den gradientes adecuados. Una de las pocas excepciones la constituye el glicerol, que es
transportado por difusión facilitada en una amplia gama de bacterias, tanto Gram-positivas
como Gram-negativas. Conforme el glicerol entra, es rápidamente convertido a glicerol-
fosfato; por lo tanto, la concentración interna de glicerol como tal es prácticamente nula, lo
que facilita esta difusión incluso a bajas concentraciones exteriores de esta sustancia. En
Zymomonas existe un facilitador de membrana que transporta glucosa.

2.3 TRANSPORTE ACTIVO


Consiste en el transporte de sustancias en contra de un gradiente de
concentración, lo que requiere un gasto energético. En la mayor parte de los casos este
transporte activo (que supone un trabajo osmótico) se realiza

a expensas de un gradiente de H+ (potencial electroquímico de protones)


previamente creado a ambos lados de la membrana, por procesos de respiración y
fotosíntesis;
por hidrólisis de ATP.

Los sistemas de transporte activo son los más abundantes entre las bacterias, y se
han seleccionado evolutivamente debido a que en sus medios naturales la mayoría de los
procariotas se encuentran de forma permanente o transitoria con una baja concentración de
nutrientes.
Los sistemas de transporte activo están basados en permeasas específicas e
inducibles. El modo en que se acopla la energía metabólica con el transporte del soluto aún
no está dilucidado, pero en general se maneja la hipótesis de que las permeasas, una vez
captado el sustrato con gran afinidad, experimentan un cambio conformacional dependiente
de energía que les hace perder dicha afinidad, lo que supone la liberación de la sustancia al
interior celular.

Estudiaremos los siguientes tipos de transporte activo:

transporte activo ligado a simporte de protones;


transporte activo ligado a simporte de iones Na+
transporte activo dirigido por ATP
transporte acoplado a translocación de grupos.

2.3.1 TRANSPORTE ACTIVO LIGADO A SIMPORTE DE PROTONES

Como se recordará, el simporte se puede definir como el transporte simultáneo de


dos sustratos en la misma dirección, por un mismo transportador sencillo. En el caso del
transporte activo ligado a simporte de protones, lo que ocurre es que uno de los sustratos
(H+) ha creado previamente un gradiente de concentración, cuya disipación es aprovechada
por el otro sustrato para entrar con él. Este otro sustrato puede ser:

una molécula de carga negativa: en este caso, su simporte ligado a protones tiende a
disipar sólo el gradiente de concentración. Ejemplos: transporte de iones fosfato, de
glutamato, etc.
una molécula neutra: en este caso, su simporte tiende a disipar no sólo el gradiente de
concentración, sino también el gradiente eléctrico. Ejemplo: en Escherichia coli, la
lactosa usa una ß-galactósido-permeasa, que es una de las permeasas bacterianas más
intensamente estudiadas.

Por otro lado, ciertas moléculas catiónicas (iones K+, lisina), son transportadas directamente
a través de permeasas, en ausencia de simporte de protones.

2.3.2 TRANSPORTE ACTIVO LIGADO A SIMPORTE DE IONES


SODIO

Se puede considerar una versión modificada del anterior: algunas sustancias no son
transportadas activamente de forma directa por el potencial electroquímico de protones,
sino indirectamente, a través de un gradiente de Na+ que a su vez se origina a expensas de
dicha fuerza protón-motriz (fpm).

El sustrato entra por una permeasa, junto con iones Na+, pero a su vez este sodio se
recicla por un sistema de antiporte, a expensas de la disipación del potencial de protones.

Ejemplo: el azúcar melibiosa, en el caso de la enterobacteria E. coli.


Estos dos tipos de transporte activo ligados a simporte quedan inhibidos si tratamos las
células con algún agente ionóforo (p. ej., el antibiótico valinomicina), que destruye el
potencial electroquímico de protones.

El transporte activo ligado a simporte de iones (H+, Na+) resulta muy económico, ya
que sólo se gasta un protón por cada molécula transportada, mientras que por cada ATP
sintetizado se suelen gastar 3 protones que se disipan en las ATPasas. Las permeasas que
realizan este transporte suelen ser proteínas integrales de membrana provistas de unos 12
segmentos transmembranosos en configuración de -hélice.

2.3.3 TRANSPORTE ACTIVO DIRIGIDO POR ATP

El tipo paradigmático de este tipo de transporte se denomina de transportadores


ABC o ATPasas de tráfico, y se conocen muchos ejemplos en eubacterias y arqueas.
Vamos a describir el caso de un sistema ABC en enterobacterias (como E. coli). Se trata de
un sistema de varios componentes, en el que existen proteínas periplásmicas que captan el
sustrato con gran afinidad, y lo llevan hasta unas proteínas de membrana, las cuales acoplan
el paso de dicho sustrato hasta el citoplasma (sin alteralo químicamente) con la hidrólisis de
ATP.

La denominación de "transportadores ABC" se debe a que en todos ellos existe una o dos
proteínas periféricas de membrana citoplásmica que poseen un dominio (de unos 200
aminoácidos) conservado evolutivamente, denominado "cassette de unión a ATP" (las iniciales de
ATP-binding cassette generan la sigla "ABC"). Al parecer este dominio ABC conservado es muy
antiguo, y parece que ya existía antes de la divergencia evolutiva entre procariotas y eucariotas.
Existen muchos ejemplos de proteínas ABC, tanto en procariotas como eucariotas (de hecho
constituyen la mayor familia de proteínas filogenéticamente relacionadas de todo el mundo vivo).
Los primeros ejemplos de esta gran familia estaban implicados en transportar sustancias a uno u
otro lado de la membrana. En otro tema veremos ejemplos de transportadores ABC que funcionan
"al revés" de los de este tema: son "exportadores" de proteínas recién sintetizadas que deben
insertarse en las envueltas bacterianas o ser excretadas al medio. Pero se ha descubierto que la
gran familia de proteínas ABC está implicada en otros procesos (regulación genética, reparación de
ADN, patogenicidad, etc).

Elementos de este tipo de sistema:

Porinas u otras proteínas de membrana externa para lograr la difusión del sustrato desde
el medio hasta el espacio periplásmico.
Proteína(s) solubles de espacio periplásmico que se unen al sustrato con gran afinidad.
Un heterodímero formado por dos proteínas integrales de membrana (cada una de ellas
posee 5 o 6 trechos en -hélice que atraviesan la membrana citoplásmica), que son la
permeasa propiamente dicha del sistema (el canal por donde pasa el sustrato).
Dos proteínas periféricas de membrana citoplásmica, adosadas al lado citoplásmico, que
incluyen el módulo conservado ABC que acopla la hidrólisis de ATP con el transporte
unidireccional del sustrato a través de la membrana.

Modelo del mecanismo de este sistema:


1. El sustrato exógeno normalmente entra al periplasma a través de algún canal
inespecífico o porina de membrana externa (por ejemplo, en enterobacterias se pueden
usar las porinas generales conocidas como OmpF y OmpC).

2. La proteína periplásmica específica, antes de su unión al sustrato tiene una determinada


configuración (denominada “abierta”), con dos grandes lóbulos globulares unidos
formando un ángulo (la forma recuerda una almeja a medio abrir). Cuando el sustrato
pasa al periplasma, la correspondiente proteína de unión periplásmica se une a él con
gran afinidad (0.1-1 M), y al unirse cambia de conformación. En esta configuración,
llamada “cerrada”, el sustrato se encuentra “enterrado” entre los dos lóbulos de la
proteína (“almeja cerrada”).

3. Mientras tanto, el dímero de proteínas integrales de membrana (antes de la unión con la


proteína periplásmica) se encuentra en un estado energizado pero incapaz de transportar
sustrato. En esta situación, puede unirse (por la parte que da al periplasma) al complejo
formado por la proteína periplásmica (en configuración “cerrada”) ligada al sustrato. Al
hacer esto, el heterodímero de membrana cambia de conformación, de modo que ahora
muestra mayor afinidad hacia la proteína periplásmica y se abre su canal para dejar
entrar el sustrato.

4. Entonces, el complejo de membrana alcanza su estado de mínima energía, y con ello


descarga el sustrato en el citoplasma y se logra la separación de la proteína periplásmica
(que vuelve a su configuración “abierta”).

5. Finalmente, la hidrólisis de ATP catalizada por las proteínas periféricas ABC (adosadas
a la membrana y asociadas a las proteínas integrales) suministra la energía para que el
heterodímero de membrana vuelva a su estado energizado inicial, preparado así para
otro ciclo de transporte.
El sistema ABC de bacterias Gram-negativas, queda puesto de manifiesto cuando lo
impedimos por algún procedimiento que altere o elimine la membrana externa (conversión a
esferoplastos): Por ejemplo: tratemos E. coli con el quelante EDTA en una solución tamponada
isotónica (con un 20% de sacarosa). Centrifugamos y el sedimento de células lo
resuspendemos en una solución de MgCl2 en frío (0ºC). El resultado es que las proteínas del
periplasma escapan al medio externo. Esto es un caso de tratamiento por choque osmótico
que origina pérdida de contenidos del periplasma. Se comprueba que ciertos sistemas de
transporte quedan inutilizados, debido a que requieren para su funcionamiento, amén de
proteínas de membrana citoplásmica, otras específicas del espacio periplásmico. Por
contra, este sistema no se ve afectado por los agentes ionóforos. Por esta razón, a este
sistema en Gram-negativas se le ha llamado durante mucho tiempo “transporte activo
sensible a choque osmótico”.

Los sistemas ABC de bacterias Gram-positivas están menos estudiados, pero en general se
parecen a los de Gram-negativas, salvo que carecen del transportador libre periplásmico. En
su lugar existe una proteína con funciones equivalentes (captar el nutriente del exterior),
pero que está anclada al lado externo de la membrana citoplásmica, cerca del heterodímero
integral de membrana (la unión es mediante su cisteína N-terminal, que se une a un
fosfolípido).

Existen muchos ejemplos de transportadores procarióticos de tipo ABC, y cada uno


de ellos está especializado en transportar un sustrato específico o varios sustratos parecidos.
Ejemplo de sustratos transportados de esta forma:

Monosacáridos como arabinosa, galactosa, maltosa, ribosa, xilosa, etc.


Oligosacáridos
Iones orgánicos e inorgánicos
Aminoácidos como histidina, glicina, leucina, etc.
Oligopéptidos
Algunas vitaminas y metales.
Sideróforos con hierro

2.3.4 TRANSPORTE ACOPLADO A TRANSLOCACION DE GRUPOS

Es un sistema de transporte que acopla la entrada del sustrato con su modificación


química por unión covalente con un grupo químico. Estrictamente hablando, no es un
transporte activo, porque no funciona en contra de un gradiente de concentración, pero se
considera de hecho como activo, ya que la concentración del sustrato modificado dentro de
la célula supera con creces a la del sustrato sin modificar en el exterior.

Este sistema supone un ahorro de energía metabólica: aunque en el transporte se


gasta un enlace rico en energía, el sustrato queda modificado en su paso a través de la
membrana en la forma que la bacteria emplea como primer intermediario de su ruta
metabólica. Es decir, con un solo proceso se cumplen dos funciones distintas: transporte y
preparación química para la ruta, que de todas formas habría que realizar. No es de extrañar
que este tipo de transporte haya sido seleccionado frecuentemente en la evolución
bacteriana, y que hoy lo encontremos en muchos procariotas, especialmente en bacterias
anaerobias o aerobias facultativas que recurren a fermentaciones (recordar que las
fermentaciones tienen un rendimiento energético menor que los procesos respiratorios; por
lo tanto, es “lógico” que se seleccionen mecanismos ahorradores como el descrito).

El caso mejor estudiado de esta clase de transporte lo constituye el llamado sistema


de fosfotransferasa de azúcares (según las casi inevitables iniciales inglesas: PTS).

En E. coli el sistema PTS permite el transporte de glucosa, manosa, fructosa y los


polioles sorbitol y manitol.

Consta de varios componentes que funcionan como una cadena de transportadores


del grupo fosfato de alta energía del fosfoenolpirúvico (PEP) hasta el azúcar a transportar
en cuestión.

Las dos primeras proteínas son inespecíficas respecto del azúcar (son comunes a los
diversos sustratos a transportar), tienen localización citoplásmica y su síntesis es
constitutiva. Se conocen como
Enzima-I (EI)
HPr (esta última es una pequeña proteína termoestable, rica en histidina).
El otro componente, llamado Enzima II (EII) es específico de cada azúcar, y su síntesis
es inducible por el correspondiente sustrato: Suele estar compuesto por tres
subunidades o dominios:
EIIA (hasta hace poco llamado EIII) es citoplásmico y soluble;
EIIB es un dominio periférico de membrana: aunque es hidrófilo, se liga al lado
citoplásmico de la membrana a través de EIIC.
EIIC es una proteína integral de membrana
Veamos cómo funciona el sistema:

1. Por un lado, el azúcar se une al enzima EIIC específico, pero éste por sí mismo no
puede liberar al azúcar sin modificar en el interior celular.

2. Mientras tanto, la EI cataliza (en presencia de Mg++) la transferencia del fosfato de alta
energía del PEP a la HPr.

3. La HPr fosforilada (HPr-P) transfiere el fosfato al enzima IIA específico del azúcar [p.
ej., la glucosa (EIIAGlc ) o el manitol (EIIAMtl)].

4. La EIIA-P rápidamente, y en presencia de Mg++, transfiere el fosfato a la enzima-IIB


específica con la que se asocia (p. ej., EIIBGlc), que a su vez fosforila el azúcar (en el
caso de la glucosa convirtiéndola en glucosa-6-P): en este momento la EIIC pierde su
afinidad por el azúcar modificado, que de esta forma entra en el citoplasma, preparado
ya para actuar como sustrato de la primera reacción del catabolismo de este azúcar.

Otros ejemplos de transporte acoplado a translocación de grupos:

Entrada de ácidos grasos mediante un sistema de transferencia de Coenzima A, que los


transforma en acil-CoA.
Entrada de purinas y pirimidinas, mediante un sistema de fosforribosil-transferasas:

purina o pirimidina (exterior) + PRPP  NMP (interior) + P

(PRPP = fosforribosil-pirofosfato)

(NMP = nucleósido monofosfato)

En bacterias es frecuente encontrar varios sistemas de transporte para un mismo


nutriente (p. ej., Escherichia coli posee cinco sistemas para transportar la galactosa y tres
sistemas para algunos de los aminoácidos. Los diversos sistemas se diferencian en cuanto a
su requerimiento energético, su afinidad, su regulación, etc. Lógicamente, la evolución ha
debido seleccionar esta redundancia de sistemas de transporte con objeto de permitir que el
microorganismo sobreviva bajo diversas circunstancias ambientales.

2.4 TRANSPORTE DE HIERRO


El hierro es un cofactor de muchas enzimas y citocromos, por lo que las bacterias
necesitan captarlo. La captación de hierro se complica porque el ión férrico (Fe3+) es muy
insoluble. Además, las bacterias que viven dentro de animales superiores tienen un
problema: en los fluidos y tejidos de sus patrones el hierro libre es muy poco abundante (el
hierro suele estar acomplejado con proteínas), por lo que se vuelve vital aprovisionarse con
este elemento de alguna manera.
Muchas bacterias secretan unas moléculas de bajo peso molecular llamadas en
general sideróforos, que son capaces de formar quelatos (complejos) con el hierro férrico.
Por ejemplo, Escherichia coli secreta un sideróforo llamado enterobactina. Cuando la
enterobactina se une al hierro, forma un complejo octaédrico, que luego se engarza con un
receptor específico de la membrana externa, tras lo que el hierro se libera al espacio
periplásmico, desde donde entra al citoplasma por medio de una proteína de unión
periplásmica acoplada a un sistema ABC similar al visto más arriba.

3 ESTRUCTURAS MEMBRANOSAS
INTRACITOPLÁSMICAS
3.1 MESOSOMAS
Son estructuras membranosas intracitoplásmicas que se observan en la mayor parte
de las bacterias, constituidas por invaginaciones de la membrana citoplásmica.

Observación:

A microscopio óptico se pueden detectar con tinción negativa con ácido


fosfotúngstico. A microscopio electrónico se observa que, por lo general, el mesosoma se
ubica en determinadas localizaciones: sitios donde se inicia la división celular; tabiques
transversales en crecimiento (incluyendo los que delimitan el compartimento de la
endospora); zonas cercanas a los nucleoides (cuerpos nucleares). Desde hace mucho tiempo
se viene discutiendo si los mesosomas son en realidad estructuras auténticas de la bacteria,
o como dicen otros, meros artefactos de las técnicas microscópicas empleadas. El debate
aún no está apagado, según algunos destacados microbiólogos.

Estructura y composición:

Los mesosomas más característicos y patentes son los de bacterias Gram-positivas.


Su aspecto al microscopio electrónico es el de repetidas invaginaciones de la membrana:
una invaginación primaria en forma de sáculo irregular, de la que surge una invaginación
secundaria, llamada túbulo mesosómico, que rellena el hueco de la invaginación primaria.
El túbulo mesosómico suele consistir en un conjunto de pequeñas vesículas arrosariadas, o
túbulos, conectados entre sí, a veces con aspecto de cebolla.

Los mesosomas de Gram-negativas son menos conspicuos y menos complejos: se


manifiestan como pequeñas invaginaciones de la membrana, con forma laminar o a base de
tubos dispuestos de forma verticilada.

Funciones:

La porción de membrana del mesosoma correspondiente a la invaginación primaria (pero


no así a la secundaria) posee una composición semejante a la de la membrana
citoplásmica, por lo que se le pueden aplicar los papeles que ya hemos estudiado
(transporte de electrones, síntesis de componentes de las envueltas...).
Probable papel en la síntesis del septo transversal, quizá regulando las autolisinas
implicadas en la división celular (véase tema 5bis).
Puntos de anclaje del cromosoma bacteriano (y quizá de algunos plásmidos), actuando en
la segregación de los cromosomas hijos a las células hermanas (y en el caso de las
bacterias esporuladas, en la segregación de los cromosomas a los compartimentos de la
célula madre (esporangio) y de la preespora.
Zonas de secreción de ciertas exoenzimas (p. ej., penicilinasa en Bacillus).

3.2 CROMATÓFOROS
Son invaginaciones de la membrana citoplásmica de las bacterias purpúreas (un
grupo de bacterias fotosintéticas anoxigénicas) que albergan su aparato fotosintético.
Dependiendo de las especies, pueden adoptar formas variadas:

A modo de vesículas huecas;


capas de repliegues concéntricos, a modo de láminas paralelas, cercanas a la membrana
citoplásmica;
formando túbulos, aislados o en haces.

Los cromatóforos suponen obviamente una adaptación para aumentar la superficie


de membrana útil capaz de realizar las funciones propias de la fotosíntesis.

3.3 OTRAS INVAGINACIONES


En muchas bacterias quimiolitoautrofas (especialmente las nitrificantes) existen
invaginaciones de la membrana (a menudo denominadas citomembranas) que permiten una
mayor superficie para la realización de sus actividades respiratorias. Sus formas y
disposiciones son igualmente muy variadas (véanse fotomicrografías).

En Azotobacter, una bacteria aerobia fijadora de nitrógeno atmosférico, y que


presenta una altísima tasa respiratoria, se pueden detectar también invaginaciones de
membrana que aumentan la superficie disponible para sus intensos procesos de oxidación.

3.4 TILACOIDES
Son sacos membranosos aplastados presentes en las cianobacterias, que no están en
continuidad con la membrana citoplásmica; en su cara externa se disponen filas de
ficobilisomas (véase capítulo 7). El conjunto de membrana tilacoidal + ficobilisomas es el
responsable de la fotosíntesis oxigénica en este grupo de procariotas.

BIBLIOGRAFÍA
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WHITE, D. (1995): “The physiology and biochemistry of Prokaryotes”. Oxford University


Press, Nueva York y Oxford. Consultar el capítulo 15 (transporte de solutos).

Índice:

1 CITOPLASMA BACTERIANO: VISIÓN DE CONJUNTO


2 MATERIAL GENÉTICO: EL NUCLEOIDE

2.1 EL CROMOSOMA PROCARIOTA

2.1.1 MÉTODOS DE OBSERVACIÓN Y ESTUDIO

2.1.2 COMPOSICIÓN QUÍMICA, ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DEL


CROMOSOMA

2.2 PLÁSMIDOS

2.2.1 DEFINICIÓN Y CONCEPTOS GENERALES

2.2.2 FENOTIPOS DETERMINADOS POR LOS PLÁSMIDOS

2.2.3 REPLICACIÓN DE LOS PLÁSMIDOS

2.2.4 REGULACIÓN DEL NÚMERO DE COPIAS

2.2.5 REPARTO DE LAS COPIAS A LAS CÉLULAS HIJAS

2.2.6 INCOMPATIBILIDAD ENTRE PLÁSMIDOS Y GRUPOS DE


INCOMPATIBILIDAD

2.3 ELEMENTOS GENÉTICOS MÓVILES

2..3.1 ELEMENTOS TRANSPONIBLES "CLÁSICOS"

2.3.2 "NUEVOS" ELEMENTOS GENÉTICOS MÓVILES

3 RIBOSOMAS; SÍNTESIS Y PLEGAMIENTO DE PROTEÍNAS

3.1 ESTRUCTURA DEL RIBOSOMA EUBACTERIANO.......................................

3.2 EL MECANISMO DE LA SÍNTESIS DE PROTEÍNAS

3.3 EL PLEGAMIENTO DE LAS PROTEÍNAS: PAPEL DE LAS PROTEÍNAS


CELADORAS (“CHAPERONAS”)

4 INCLUSIONES Y ORGÁNULOS PROCARIOTAS

4.1 INCLUSIONES DE RESERVA

4.1.1 INCLUSIONES POLISACARÍDICAS


4.1.2 GRÁNULOS DE POLI-ß-HIDROXIBUTÍRICO (PHB) Y DE POLI-
HIDROXIALCANOATOS

4.1.3 INCLUSIONES DE HIDROCARBUROS

4.1.4 GRÁNULOS DE CIANOFICINA

4.1.5 GRÁNULOS DE POLIFOSFATOS

4.1.6 GLÓBULOS DE AZUFRE

4.2 OTRAS INCLUSIONES

4.2.1 INCLUSIONES DE SALES MINERALES

4.2.2 FICOBILISOMAS

4.3 ORGÁNULOS PROCARIÓTICOS CITOPLÁSMICOS

4.3.1 CARBOXISOMAS (= CUERPOS POLIÉDRICOS)

4.3.2 VACUOLAS DE GAS

4.3.3 CLOROSOMAS

4.3.4 MAGNETOSOMAS

ENLACES

1 CITOPLASMA BACTERIANO:
VISIÓN DE CONJUNTO
El citoplasma bacteriano es la masa de materia viva delimitada por la membrana
citoplásmica. En su interior se albergan:

cuerpos nucleares (nucleoide);


plásmidos (no en todas las cepas bacterianas);
ribosomas;
inclusiones (no en todas);
orgánulos (no en todas).
Al igual que en los demás seres vivos, el citoplasma es un sistema coloidal cuya fase
dispersante es agua junto con diversas sustancias en solución (citosol), y cuya fase dispersa
está constituida por macromoléculas y conjuntos supramoleculares (partículas
submicroscópicas). La viscosidad es mayor que la del citoplasma eucariótico, estando
desprovisto de corrientes citoplásmicas.

Observación:

A microscopía óptica, obviamente es poco lo que se puede distinguir en él. En las


células jóvenes se suele teñir de modo uniforme, teniendo un carácter basófilo (debido a la
abundancia de ARN). En las células viejas se tiñe irregularmente, debido a la aparición de
inclusiones y a la acumulación de sustancias de desecho.

A microscopía electrónica destaca el carácter granulado, producido por los


numerosos ribosomas (que a los aumentos habituales aparecen como partículas esféricas),
aunque se observa una zona irregular hacia el centro, más transparente a los electrones, que
se debe a los cuerpos nucleares (nucleoide). En los intersticios entre las partículas
granuladas existe una sustancia amorfa en la que no se pueden distinguir más detalles, y
que corresponde a la fase dispersante acuosa de la que hablábamos más arriba.

La nueva visión del citoplasma bacteriano (2005)

Los nuevos métodos citológicos y moleculares nos están dando una nueva visión en
la que el citoplasma bacteriano está más organizado y es más dinámico de lo que
pensábamos hasta hace poco. Resumiremos esta nueva imagen:

en el citoplasma bacteriano hay una clara separación espacial y funcional entre la zona
central, donde se localiza el nucleoide y en la que se da la transcripción, respecto de la
zona periférica rica en ribosomas, en la que se da la síntesis de proteínas.
La maquinaria para la replicación del cromosoma (replisoma) se localiza en un sitio
concreto, hacia el centro de la célula, y muy probablemente ligado a la membrana.
Por el replisoma fijo va pasando el cromosoma para su replicación, empezando por el
origen oriC. Los cromosomas hijos van siendo desplazados hacia los polos
(segregación), de modo que conforme avanza la replicación, cada oriC se sitúa cada vez
más cerca de un polo celular.
La proteína FtsZ es homóloga de la tubulina eucariótica, y al comienzo de la división se
polimeriza formando un anillo por debajo de la membrana en el centro de la célula. Este
anillo parece servir de andamio para el “divisoma”, implicado en la formación del septo
transversal que conduce al nacimiento de las dos células hijas.
Hay una proteína homóloga de la actina, que se polimeriza formando amplias hélices que
recorren la célula de polo a polo, y que junto con el peptidoglucano, determina la forma
celular
Se han descubierto proteínas que oscilan rápida y continuamente de un extremo a otro de
la célula (en cuestión de segundos), y que parecen implicadas en la regulación del ciclo
celular.
En resumidas cuentas, hoy sabemos que el citoplasma procariótico es más dinámico,
estructurado y complejo que lo que creíamos hace unos pocos años.

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En este capítulo nos dedicaremos al estudio de las principales estructuras y


macromoléculas que alberga el citoplasma. Comenzaremos con la organización a gran
escala del material genético bacteriano, seguiremos con una rápida revisión sobre los
ribosomas y la síntesis y plegamiento de las proteínas, y terminaremos con las inclusiones y
orgánulos especiales que presentan algunas bacterias.

2 MATERIAL GENÉTICO: EL
NUCLEOIDE
El ADN es el material genético de los procariotas, al igual que del resto de seres vivos
(celulares). Dicho ADN está contenido en una región concreta del citoplasma, denominada
nucleoide, en la mayoría de los casos sin estar separado por membrana (hay un par de
bacterias en las que se ha descubierto una membrana rodeando al nucleoide). El genoma es
el conjunto de genes y secuencias de ADN de un organismo. En el caso de bacterias, el
elemento obligatorio del genoma es el cromosoma, aunque es frecuente encontrar unidades
de replicación autónomas llamadas plásmidos, que son dispensables (si se pierden, la
bacteria sigue siendo viable).

2.1 EL CROMOSOMA PROCARIOTA


2.1.1 MÉTODOS DE OBSERVACIÓN Y ESTUDIO

A microscopía óptica

En las células en fresco, los nucleoides se pueden poner de manifiesto (usando


microscopio de contraste de fases) ajustando el índice de refracción del medio (haciendo
que dicho índice sea igual al del resto del protoplasma). Se logra más detalle usando los
recientes microscopios confocales de barrido.

Usando tinciones (en preparaciones fijadas previamente): se pueden emplear


colorantes básicos (como los de tipo Feulgen), siempre que previamente se destruya el
ARNr (que podría enmascarar al nucleoide) mediante hidrólisis ácida o enzimática. Otro
buen sistema es emplear el bromuro de etidio, colorante que se intercala en la doble hélice
del ADN y que permite visualizar los nucleoides de color anaranjado con un microscopio
provisto de luz ultravioleta.

A microscopía electrónica de transmisión

Para evitar artefactos de laboratorio, frecuentes en la fase de fijación para la


microscopía electrónica, se recurre a un método de congelación rápida seguida de
criosubsitución. Las imágenes muestran al nucleoide como una región más o menos
delimitada y libre de ribosomas, dentro del citoplasma, no rodeada de membrana, con
muchos lóbulos y un aspecto fibroso. Nuevas técnicas de microscopía electrónica
combinada con análisis computerizado de imágenes acaban de revelar que el nucleoide de
las células en reposo (en fase estacionaria) se empaqueta de un modo muy ordenado,
formando toroides espirales recubiertos de subunidades de una proteína especial.
Métodos de obtención

Para obtener nucleoides “intactos” se recurre a la lisis suave de las células (con
detergentes no iónicos) en altas concentraciones de sales (p ej., NaCl) con posterior
ultracentrifugación en gradientes de densidad de sacarosa. Si el procedimiento se realiza a
25ºC el nucleoide se aisla relativamente libre de restos de membrana, pero si se hace en frío
(4ºC) el nucleoide queda asociado a grandes restos de envueltas.

Estudios moleculares

La biología molecular, especialmente a través de las técnicas de ADN recombinante,


permite la caracterización física detallada de los genomas. Muchos genomas de procariotas
han sido cartografiados mediante mapas de restricción, pero en la actualidad ya contamos
con más de 400 genomas totalmente secuenciados, lo que está permitiendo avances
espectaculares en todos los ámbitos de la genética y bioquímica de estos microorganismos.

2.1.2 COMPOSICIÓN QUÍMICA, ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN


DEL CROMOSOMA

Los cromosomas aislados muestran una composición de un 60% de ADN, 30% de


ARN y 10% de proteínas.

El ADN sigue el modelo clásico de Watson y Crick: dos hebras antiparalelas en


doble hélice de 2 nm de diámetro, paso de rosca de 3,4 nm y 10 pares de nucleótidos por
cada vuelta de la espiral. La mayor parte de este ADN está en conformación B, aunque
existen zonas donde se puede dar la configuración Z.

En la mayor parte de las bacterias este ADN constituye un solo cromosoma


circular, cerrado covalentemente (ADN c.c.c.). Existen algunas excepciones, en el sentido
de que podemos encontrar cromosomas lineares o incluso más de un grupo de ligamiento
(más de un cromosoma):

en el género Borrelia el cromosoma es lineal con los extremos cerrados covalentemente


(es decir, los extremos forman una especie de bucle de horquilla);
bacterias del género Streptomyces también poseen un cromosoma lineal, pero sus
extremos contienen secuencias cortas repetidas y están acomplejados con proteínas, lo
que recuerda de algún modo los telómeros eucariotas;
algunas bacterias parecen poseer dos o más cromosomas:
Rhodobacter sphaeroides, Vibrio, Leptospira y Brucella presentan dos cromosomas
circulares
Sinorhizobium melitoti presenta tres cromosomas circulares
Distintas cepas de Burkholderia cepacia presentan entre 2 y 4 cromosomas
Agrobacterium tumefaciens cuenta con un cromosoma lineal y otro circular.

Las bacterias son organismos haploides: poseen un solo cromosoma. Sin embargo,
cuando las células bacterianas se encuentran en crecimiento activo, y debido al desfase de
la división celular respecto de la replicación, cada individuo puede albergar varias copias de
ese cromosoma. Por ejemplo, E. coli puede llegar a 10 copias. Azotobacter puede llegar
hasta las 100 copias al final de la fase de crecimiento exponencial. Un caso extremo lo
constituye la bacteria gigante Epulopiscium, que aumenta el número de copias en cuatro
órdenes de magnitud (¡unas 10.000 veces!), aunque se desconoce el significado de este
descomunal “exceso”.

Tamaño del cromosoma

Una bacteria típica, como Escherichia coli posee un cromosoma con 4.700 pares de
kilobases (kb). Pero los rangos de tamaño oscilan entre las 700 kb de Mycoplasma
genitalium (una bacteria carente de pared y parásita) y las más de 12 000 kb de ciertas
bacterias capaces de diferenciación celular y fenómenos de multicelularidad
(cianobacterias, actinomicetos).

Organización del cromosoma y de la cromatina bacterianos

Si desplegáramos el cromosoma de E. coli de modo lineal, mediría 1 mm, es decir,


1000 veces más de lo que mide la longitud de la bacteria. Si además tenemos en
consideración que el cromosoma ocupa sólo 10% del volumen celular, nos daremos cuenta
que debe de estar densamente empaquetado. ¿Cómo es la organización a gran escala de este
cromosoma dentro de la célula? Esta es una cuestión que aún desconocemos en todos sus
detalles. A continuación exponemos un resumen de lo que se sabe (o sospecha)
actualmente: La doble hélice está superenrollada negativamente sobre sí misma. Parte de
este superenrollamiento se debe al equilibrio entre la actuación de dos enzimas:

ADN girasa, que es un tipo especial de topoisomerasa-II que tiende a introducir


superhelicidad negativa;
ADN topoisomerasa-I, que tiende a relajar la superhelicidad negativa, cortando cada
vez en una de las dos cadenas de la doble hélice, pasando la cadena intacta por el
hueco, y volviendo a sellar el enlace fosfodiéster que antes rompió.

Aparte de este superenrollamiento producido por “topoenzimas”, el material


genético bacteriano presenta interacciones con una serie de proteínas estructurales. El
conjunto de ADN y proteínas estructurales se denomina “cromatina”, pero, nunca
aparecen histonas. Salvo en algunas arqueas, esta cromatina procariótica tiene menos
densidad de proteínas que la cromatina de eucariotas. Veamos algunas de esas proteínas.

En Escherichia coli, existe la proteína básica HU, un heterodímero (HU-, HU-ß), que
presenta cierto parecido con las histonas auténticas (pero sin guardar homología con
ellas). No forma auténticos nucleosomas con el ADN. En otras bacterias, existen
proteínas homólogas con la HU. En todos los casos se unen débilmente al ADN
“normal”, pero en cambio lo hacen con gran afinidad hacia ADN curvado o que forme
bucles, induciendo mayores curvaturas en ese ADN. La unión de HU no depende del
reconocimiento de ninguna secuencia particular. Parece que su papel no sólo es
estructural, sino que también colaboran con otras proteínas en procesos de recombinación
homóloga, recombinación específica, reparación del ADN y expresión genética.
La IHF (llamada así por las iniciales inglesas de factor de hospedador para la
integración) es una proteína que reconoce un tipo de secuencia de 13 pares de bases, y
que al unirse al surco menor de la doble hélice provoca grandes curvaturas locales en
ella. De esta forma colabora en procesos de recombinación específica (lo veremos en la
sección de Genética) y de expresión de ciertos genes.
Recientemente se ha descubierto un importante tipo de proteína estructural para el
mantenimiento del cromosoma (SMC). Se trata de un homodímero con forma de "V"
en el que cada brazo de la "V" es un monómero. Ambos monómeros interaccionan por la
base de la V. Las dos puntas de esa V contienen dominios de unión e hidrólisis del ATP, e
interactúan a su vez con una serie de proteínas accesorias relacionadas con la
organización y mantenimiento del ADN durante la replicación y segregación de los
cromosomas hijos.

Como se ve, tanto el superenrollamiento como la compactación generada por las


proteínas estructurales tienen una notable influencia sobre las funciones del ADN, ya que
modulan procesos tan importantes como la replicación, transcripción, recombinación y
expresión génica, aunque estamos lejos de conocer exactamente los mecanismos
implicados.

El papel biológico del ARN que se detecta en los nucleoides aislados in vitro
tampoco está claro. Este no es un ARN especial, sino ARN naciente, y parece servir para
mantener “sujetos” los diversos dominios superenrollados.

Ya aludimos antes al descubrimiento reciente de que en la fase estacionaria, cuando


las bacterias carecen de fuente de energía y no pueden seguir creciendo, el nucleoide
experimenta una reorganización radical, en la que el ADN se arrolla de formando toroides
espirales separados entre sí por una capa de subunidades de una proteína especial (Dps), y
dando lugar a una macroestructura co-cristalina muy regular. Probablemente esto suponga
una adaptación para proteger el ADN sin gastar energía.

Finalmente, otro tema largamente debatido es el modo de asociación del cromosoma


con la membrana citoplásmica (¿quizá a través de mesosoma?). Hay indicios de que el
cromosoma, y concretamente su origen de replicación (oriC), se encuentra “anclado” a
determinadas proteínas de la membrana (proteínas que probablemente estén implicadas en
el inicio de la replicación cromosómica). En los cromosomas circulares, la replicación
avanza bidireccionalmente desde el sitio oriC, hasta que las dos horquillas se encuentran a
180º de ese lugar, terminándose la replicación.

2.2 PLÁSMIDOS
2.2.1 DEFINICIÓN Y CONCEPTOS GENERALES

Aunque en general es adecuado decir que el genoma de los procariotas consta de un


solo cromosoma, muchas bacterias poseen, además, uno o varios elementos genéticos
accesorios extracromosómicos, a los que denominamos plásmidos.
Se definen como elementos genéticos extracromosómicos con capacidad de
replicación autónoma (es decir, constituyen replicones propios). Todos los plásmidos
bacterianos estudiados son de ADN de cadena doble. La inmensa mayoría son circulares
cerrados covalentemente (c.c.c.) y superenrollados (aunque en Borrelia y algunos
Actinomicetos existen plásmidos lineares). Algunos plásmidos poseen, además, la
capacidad de integrarse reversiblemente en el cromosoma bacteriano: en esta situación se
replican junto con el cromosoma (bajo el control de éste), y reciben el nombre de
episomas.

En cuanto al tamaño, existe una amplia gama: desde plásmidos muy pequeños (de
unas 2 kb) hasta plásmidos muy grandes (ciertos plásmidos de Pseudomonas tienen 500
kb). Incluso existen “megaplásmidos” en ciertos Rhizobium que llegan a tener 1600 kb. (De
hecho, ciertos “megaplásmidos” se ha visto que son imprescindibles, por lo que se han
recalificado como cromosomas).

Cada tipo de plásmido tiene un número medio de copias por célula característico.
Por regla general, los grandes plásmidos tienen una o dos copias por célula (plásmidos con
control estricto de la replicación), mientras que los pequeños suelen estar presentes como
varias copias (>10), denominándose plásmidos de control relajado.

En función de que los plásmidos sean o no transmisibles de una bacteria a otra por
medio de contactos intercelulares, se pueden distinguir:

plásmidos conjugativos (autotransmisibles), que son aquellos que se transfieren entre


cepas por medio de fenómenos de conjugación. Algunos de estos plásmidos no sólo se
transfieren entre cepas de la misma especie, sino que son capaces de hacerlo entre
especies y géneros muy diversos, recibiendo el muy apropiado nombre de plásmidos
promiscuos o de amplio espectro de hospedadores, permitiendo transferencia
horizontal de información genética entre grupos bacterianos filogenéticamente
alejados.
plásmidos no conjugativos, carentes de esta propiedad de conjugación. Dentro de esta
categoría existe un subgrupo, el de los plásmidos movilizables: son aquellos no
autotransmisibles que pueden ser transferidos por la acción de un plásmido conjugativo
coexistente en la misma bacteria.

(Ampliaremos el estudio de los plásmidos conjugativos en la sección de Genética


bacteriana).

2.2.2 FENOTIPOS DETERMINADOS POR LOS PLÁSMIDOS

Los plásmidos no suelen ser indispensables para la viabilidad de la bacteria, y


muchos de ellos se pierden en ausencia de una presión selectiva. Una bacteria puede ser
“curada” de su(s) plásmido(s), es decir, se le pueden eliminar, bien de forma espontánea,
bien por una serie de tratamientos en el laboratorio (incubando las bacterias a temperaturas
cercanas a la máxima o por agentes químicos como el naranja de acridina, que se insertan
entre las bases del ADN). La razón de esta curación de los plásmidos es que esos
tratamientos interfieren con su replicación sin afectar a la replicación del cromosoma. Esto
hace que en sucesivas divisiones de una bacteria, el plásmido se vaya “diluyendo” en la
población resultante.

Los plásmidos no suelen determinar productos esenciales para el crecimiento (por


eso son dispensables), pero en la naturaleza parece que resultan favorecidas las bacterias
con algún plásmido, quizá porque acarrean ventajas selectivas en determinados ambientes o
en determinadas condiciones. Existe una variedad de fenotipos y funciones determinados
por plásmidos:

Resistencia a antibióticos (plásmidos R; los estudiaremos en la sección de Genética).


Resistencia a metales pesados (por ejemplo, resistencia a mercurio).
Plásmidos de virulencia: producción de toxinas, factores de penetración en tejidos,
adherencia a tejidos del hospedador, etc., en ciertas bacterias patógenas.
Producción de bacteriocinas (proteínas tóxicas producidas por bacterias que matan a
otras de la misma especie).
Producción de sideróforos (quelatos para secuestrar iones Fe3+).
Utilización de determinados azúcares.
Utilización de hidrocarburos, incluyendo algunos cíclicos recalcitrantes (degradación de
tolueno, xileno, alcanfor, etc.) en Pseudomonas.
Inducción de tumores en plantas (plásmido Ti de Agrobacterium tumefaciens).
Interacciones simbióticas y fijación de nitrógeno en ciertos Rhizobium.
etc...

Obsérvese que la mayor parte de estos fenotipos no están directamente relacionados


con el proceso de crecimiento bacteriano, sino que se pueden calificar como funciones para
ocupar nichos ecológicos y resistir circunstancias adversas. Los dos fenotipos de
“utilización de...(fuente alternativa de C)” nos recuerdan que muchas bacterias están
sometidas a períodos alternos de hambrunas y de “festines de comida”: ciertas bacterias,
como Pseudomonas se adaptan a los períodos de hambre de las fuentes habituales de C
recurriendo a fuentes “exóticas”, como hidrocarburos cíclicos. La información para los
enzimas degradativos correspondientes la llevan en plásmidos.

¿Por qué, entonces, si determinadas propiedades conferidas por plásmidos son tan
útiles, no han pasado a lo largo de la evolución a ser codificadas por el cromosoma? No
podemos contestar a ciencia cierta a esa pregunta, pero cabe especular que resulta ventajoso
que algunas poblaciones bacterianas dispongan de ciertos genes en replicones distintos del
cromosoma, de modo que los cromosomas no lleguen a ser demasiado grandes. Cuando no
hay presión selectiva para los rasgos conferidos por un plásmido, éste se puede perder de
parte de la población. Pero cuando existe dicha presión selectiva (p. ej., un antibiótico),
sobreviven y se multiplican preferencialmente las bacterias portadoras del plásmido, de
modo que en poco tiempo, la población contiene mayoritariamente dicho elemento.
Además, como muchos plásmidos son autotransmisibles o movilizables, pueden transferirse
a cepas que originalmente carecían de ellos. En resumen, se logra una gran flexibilidad
adaptativa sin “cargar” demasiado el cromosoma o replicón principal.
Hay plásmidos que, aunque se pueden evidenciar por métodos físicos (p. ej.,
electroforesis), no se ha podido demostrar que determinen ningún rasgo fenotípico: tales
plásmidos se califican como crípticos, constituyendo un ejemplo de “ADN egoísta” (sólo
se mantienen por su capacidad de replicación, sin necesidad de aportar ventaja selectiva
clara a la bacteria que los alberga).

2.2.3 REPLICACIÓN DE LOS PLÁSMIDOS

Como dijimos, los plásmidos son replicones, es decir, unidades de replicación


autónoma, pero ello no significa que codifiquen toda la maquinaria para su propia
replicación. De hecho, la mayoría de los plásmidos sólo codifican unas pocas proteínas para
este fin, y aprovechan la maquinaria de replicación de la bacteria huésped (ADN
polimerasas, ligasas, primasas, etc), que actúa sobre unas secuencias del plásmido
denominadas secuencias oriV, donde tiene lugar el inicio de esa replicación. Cada tipo de
plásmido se replica por uno de dos principales tipos de mecanismos:

1. Modelo de replicación en  (theta): comienza por la separación de las dos cadenas en


el sitio oriV, creando una estructura que se parece a la letra griega  (theta). En algunos
plásmidos, la replicación es unidireccional (sólo hay una horquilla de replicación , que
avanza a lo largo de la molécula, hasta que vuelve al sitio oriV, en el que las dos
moléculas hijas se separan). Otros plásmidos se replican en  por un modelo
bidireccional (dos horquillas de replicación de sentidos opuestos, que se encuentran
cerca de la mitad de la molécula). La replicación en  es frecuente en plásmidos de
bacterias Gram-negativas.

2. Modelo de replicación en  (sigma), o modelo del círculo rodante: una de las dos
cadenas es rota a nivel de oriV, de modo que el extremo 3’ suministra el cebador para la
replicación de la “cadena adelantada”. La cadena desplazada (cadena “menos”)
funciona como cadena retrasada (“lagging”) y debe ser replicada a partir de sitios de
cebado especiales. Este tipo de replicación es frecuente en plásmidos de bacterias
Gram-positivas.

2.2.4 REGULACIÓN DEL NÚMERO DE COPIAS

La regulación del número medio de copias de cada plásmido en cada bacteria es una
propiedad característica dependiente de cómo se controla el inicio de replicación, siendo
diferentes los mecanismos en los plásmidos de alto número de copias (con control relajado)
y en los plásmidos de bajo número de copias (de control estricto).

En general, los plásmidos de control relajado tienen mecanismos que inhiben el inicio de
replicación sólo cuando el número de copias ha llegado a un cierto nivel.
En cambio, los plásmidos de control estricto tienen mecanismos que logran que sólo se
repliquen una vez o un pequeño número de veces en cada ciclo celular.

2.2.5 REPARTO DE LAS COPIAS A LAS CÉLULAS HIJAS


Muchos plásmidos poseen sistemas de reparto (= partición), que tienden a asegurar
que una vez que el plásmido ha sido replicado, cada una de las células hijas va a recibir al
menos una copia. A falta de un tal sistema, y si el reparto fuera aleatorio, de vez en cuando,
las propias fluctuaciones de la segregación aleatoria harían que parte de la progenie no
recibiera una copia, con lo que quedaría curada de ese plásmido.

El reparto de las copias a las células hijas se suele deber a las llamadas funciones
par, que están cerca de los genes rep y de la zona ori. Se trata de cortas secuencias de ADN
que de alguna manera aún no aclarada, debe unirse a alguna zona de la membrana de la
bacteria que se duplica durante la división celular, de modo que cada copia, unida a una de
esas zonas, se segrega a una célula hija.

2.2.6 INCOMPATIBILIDAD ENTRE PLÁSMIDOS Y GRUPOS DE


INCOMPATIBILIDAD

Cada plásmido, dentro de la amplia diversidad de los que se conocen, se suele


clasificar según el grupo de incompatibilidad al que pertenece (los grupos de
incompatibilidad se suelen denominar con las siglas Inc seguidas de una letra mayúscula
(por ejemplo IncP, IncFII, etc.). Se dice que dos plásmidos son incompatibles cuando no
pueden coexistir establemente en la misma bacteria en ausencia de una presión selectiva
permanente. Grupo de incompatibilidad es el conjunto de plásmidos incompatibles entre sí.
La incompatibilidad depende del hecho de que los distintos miembros de un mismo grupo
poseen el mismo tipo de sistema de control del número de copias y de reparto de dichas
copias a las células hijas. En cada célula con dos plásmidos distintos del mismo grupo de
incompatibilidad, el número total de copias nA+nB = N (determinado por el sistema de
control) no varía, pero por fluctuaciones aleatorias en el reparto, algunas células heredan
más copias de uno de los plásmidos que del otro, y tras varias generaciones aparecen
células carentes de uno o del otro plásmido (nA = 0 y nB = N, o viceversa).

2.3 ELEMENTOS GENÉTICOS TRANSPONIBLES


En los años 70 del pasado siglo se descubrieron en bacterias los primeros ejemplos
de ADN “saltarín”, elementos que presentaban la por entonces novedosa propiedad de
moverse de un lado a otro de los genomas, pasando desde plásmidos a cromosomas (o
viceversa) o desde un plásmido a otro de la misma bacteria (para entendernos, los
llamaremos elementos genéticos transponibles “clásicos”, por el simple hecho de que son
los que fueron estudiados en primer lugar). Pero desde hace unos 15 años se están
descubriendo nuevos tipos de elementos genéticos móviles, que no encajan en el modelo de
los clásicos. En conjunto, esta gama de elementos nos están mostrando que en los genomas
procarióticos existe una especie de “pool” de ADN con propiedades especiales de
movilización, que confieren a veces notables rasgos fenotípicos a las cepas que los poseen,.
Además bien por ellos mismos o bien por el hecho de que a veces son transportados entre
cepas de la misma especie o de diferentes especies (mediante plásmidos conjugativos y
fagos), se pueden transferir de unas bacterias a otras, constituyendo un “pool” compartido
de material genético. Y finalmente, estos elementos aportan una notable plasticidad a los
genomas, suministrando una base potente sobre la que actúa la selección y por lo tanto la
evolución de los procariotas.

2.3.1 ELEMENTOS GENÉTICOS TRANSPONIBLES "CLÁSICOS"

Son entidades genéticas discretas que forman parte de cromosomas y de plásmidos,


capaces de moverse de un lugar a otro del genoma (pasando a otros lugares del replicón
original, o a otros replicones presentes en la misma bacteria). Como estudiaremos
oportunamente en la sección de Genética, esta capacidad de transponerse se debe a un tipo
de recombinación específica denominado transposición. Existen varias clases de
mecanismos de transposición, pero muchas de ellas suponen la simultánea replicación del
elemento, de modo que queda una copia en el sitio original y aparece una copia nueva en la
nueva localización.

Los elementos genéticos móviles acarrean una serie de reorganizaciones en los


genomas: inversiones de segmentos genéticos, delecciones, cointegraciones entre dos
replicones, etc. Hay que resaltar que estos elementos no son replicones, es decir, no poseen
la capacidad de replicación autónoma que hemos visto en cromosoma y plásmidos, sino que
son partes integrantes de los genomas de muchas bacterias, confiriendo plasticidad
genética sobre la que pueden actuar mecanismos evolutivos. Esto hace que los genomas
bacterianos, y sobre todo los plásmidos, sean relativamente dinámicos y maleables a escala
evolutiva.
2.3.2 "NUEVOS" ELEMENTOS GENÉTICOS MÓVILES

Como dijimos, en los últimos años se han descrito nuevos tipos de elementos
móviles que no se ajustan a los clásicos. Algunos de ellos poseen funciones
simultáneamente de plásmidos y transposones, otros tienen mezclas de rasgos de fagos y de
plásmidos, etc. Describiremos brevemente algunos de ellos:

Uno de los primeros tipos de “nuevos” elementos son los llamados transposones
conjugativos, que presentan la propiedad de promover su diseminación de una bacteria a
otra por conjugación.
Los transposones movilizables consisten en un transposón que posee un sitio oriT
similar al de ciertos plásmidos conjugativos, y que puede ser transferido “pasivamente” a
otra célula mediante un plásmido conjugativo co-residente (es decir, presente en la
misma célula de origen).
Las islas genómicas son elementos discretos de ADN con tamaños de entre 10 y 500 kb,
presentes en ciertas cepas de una especie pero ausentes en otras, y que confieren notables
ventajas adaptativas (para ocupar nichos ecológicos). Muchas islas genómicas se
asemejan a enormes transposones atípicos, que se insertan preferentemente en o cerca de
ciertos genes cromosómicos (como p. ej., genes de ARNt), que están enmarcados por
secuencias cortas repetidas (similares a las que usan ciertos fagos, como el fago λ), y que
de hecho codifican una enzima de tipo integrasa como la del propio fago λ. Algunas de
estas islas a su vez pueden transferirse activamente a otras células debido a que poseen
también genes parecidos a los de los plásmidos conjugativos. A su vez, las islas
genómicas son de varios tipos en función de la ventaja adaptativa que confieren a las
cepas que las albergan:
Las primeras en descubrirse fueron las llamadas islas de patogenicidad. Tienen la
capacidad de conferir a la cepa notables capacidades patogénicas sobre animales,
debido a que llevan genes de toxinas, adhesinas, sideróforos, etc). Ejemplos:
la “inocente” Escherichia coli se convierte en una bacteria uropatógena cuando
adquiere una cierta “isla”;
el temible bacilo del cólera (Vibrio cholerae) parece proceder de inocuos parientes
que, de vez en cuando adquieren una de esas islas, y que codifica la toxina colérica;
casos similares se han visto en otras bacterias Gram-negativas (Yersinia, Salmonella,
Neisseria) y Gram-positivas (Listeria, Clostridium)
Mientras que los casos anteriores son islas de patogenicidad localizadas en el
cromosoma, se han descubierto también ejemplos de islas situadas en plásmidos. Tal
es el caso del bacilo del carbunco (mal llamado ántrax en español) (Bacillus
anthracis), que produce sus tres toxinas debido a genes de una isla genómica
plasmídica.
Algunas bacterias patógenas de plantas (Xanthomonas, Erwinia) también poseen islas
genómicas.
Algunas bacterias (como ciertos Pseudomonas) poseen en islas catabólicas los genes
que les confieren la propiedad de degradar compuestos contaminantes (xenobióticos).
Algunas especies del grupo de Rhizobium poseen islas Sym (de symbiotic) donde se
localizan genes responsables de la interacción simbiótica con las raíces de ciertas
leguminosas.

En resumidas cuentas: los elementos móviles permiten que los genomas procarióticos sean
relativamente “modulares” y “maleables”, y habida cuenta de que por sí mismos o por el
efecto de plásmidos y fagos se pueden movilizar entre cepas y especies diferentes,
suministran mecanismos rápidos de cambio evolutivo. En el caso de la adquisición de
islas genómicas, observa que el fenotipo de la bacteria cambia espectacularmente (p. ej., de
no patógena a patógena, de no simbiótica a simbiótica, etc), por lo que este fenómeno se ha
calificado como de “evolución por saltos cuánticos”.

_______________________

Antes de terminar esta parte del tema sobre el ADN procariótico, debemos decir que
la mayor parte del genoma bacteriano consta de genes y conjuntos de genes (y a diferencia
de eucariotas, existe poco ADN “no génico” y pocas secuencias cortas repetidas sin función
clara). La mayoría de los genes codifican proteínas, bien sean estructurales o enzimáticas.
La “ruta” de expresión por la que la secuencia de un gen se decodifica hasta proteína consta
de dos fases: transcripción y traducción.

Un concepto muy importante a tener ya en cuenta, y que distingue la organización


genética procariótica de la eucariótica es que los genes bacterianos relacionados con una
misma función genética suelen estar agrupados de forma contigua, formando una unidad de
transcripción y de regulación genética que se denomina operón, bajo el control unitario de
unas secuencias de ADN colocadas en el lado 5’, entre las que siempre existe una llamada
promotor, que es el lugar de entrada de la ARN polimerasa.

3 RIBOSOMAS; SÍNTESIS Y
PLEGAMIENTO DE PROTEÍNAS
3.1 ESTRUCTURA DEL RIBOSOMA
EUBACTERIANO
La ausencia de membrana nuclear en los procariotas hace que la traducción de un
mensaje ocurra mientras ese mensaje aún no ha terminado de formarse: tan pronto como ha
comenzado la transcripción de un operón, los ribosomas se unen al extremo 5' del
mensajero naciente, y da comienzo enseguida la traducción del mensaje. Esto constituye
otro rasgo distintivo de la expresión genética en procariotas: la transcripción y la
traducción están estrechamente acopladas. Igualmente característico de las eubacterias
es el hecho de que el primer aminoácido que se incorpora no es la metionina, sino la N-
formil-metionina.

Como ya vimos, en las micrografías electrónicas de cortes finos de bacterias el


citoplasma aparece muy granulado, correspondiendo estos granos a los 10.000 a 15.000
ribosomas que posee cada célula (dependiendo de la fase de crecimiento).

El ribosoma es probablemente el complejo supramacromolecular más estudiado, a


pesar de lo cual, y debido a su extraordinaria complejidad, aún reserva una buena cantidad
de aspectos no totalmente comprendidos.

Nos referiremos a la composición y estructura del ribosoma eubacteriano


(concretamente, de la especie en que está mejor estudiado: Escherichia coli, por supuesto).

El ribosoma está compuesto de un 63% de ARN (que a su vez representa más del
90% del ARN total de la bacteria) y un 37% de proteínas. El ribosoma eubacteriano posee
un coeficiente de sedimentación de 70S, frente al de 80S de los ribosomas citoplásmicos
eucarióticos. Bajando la concentración de iones Mg++ cada ribosoma se disocia en sus dos
subunidades: la pequeña (30S) y la grande (50S). In vivo esta disociación ocurre cada vez
que se completa la síntesis de una molécula de proteína, para volver a unirse las dos
subunidades al inicio del mensaje de otro gen.

Múltiples técnicas moleculares (algunas relativamente recientes) permiten


desentrañar aspectos de los ribosomas:

difracción de rayos X;
difracción de neutrones;
inmunoelectromicroscopia.

Subunidad pequeña (30S)

Papeles:

Está implicada principalmente en decodificar la información del ARNm.


Contiene los sitios de unión para los ARNt cargados.
Tiene un papel central en el inicio de la traducción.
Composición y estructura:

Contiene un solo tipo de ARN: el ARNr 16S, con una característica estructura secundaria
con zonas de emparejamiento intracatenario (de cadena doble) y bucles.
Posee 21 tipos de proteínas, denominadas S1, S2 ... S21. Las posiciones relativas de
algunas de estas proteínas han podido ser “cartografiadas” en el conjunto de la estructura
de la subunidad 30S por las técnicas citadas arriba.

Subunidad grande (50S)

Papeles:

Interviene principalmente en la formación del enlace peptídico entre el aminoácido


situado en el sitio A (ligado a su ARNt) y el péptido naciente (unido a un ARNt) del sitio
P.

Composición y estructura:

Posee dos tipos de ARN: ARNr 23S y ARNr 5S, cada uno con su correspondiente y
peculiar estructura secundaria (En general, los ARNr presentan abundantes zonas de
emparejamientos intracatenarios y bucles de cadena sencilla).
Contiene 32 tipos de proteínas diferentes, denominadas L1 ... L32. La L7 y la L12 tienen
la misma secuencia, pero la L7 está modificada químicamente en su extremo amino por
unión con un radical acetilo. Con excepción de L7/L12, que están presentes en 4 copias
cada una, las demás aportan una sola molécula cada una a la subunidad grande. Véase en
la figura la localización de algunas de estas moléculas dentro de la estructura global.

La secuencia primaria y la estructura secundaria de los ARNr están muy


conservados evolutivamente: hay pocas diferencias entre bacterias muy alejadas desde el
punto de vista filogenético (¿Podría el alumno explicar el porqué de esta notable
conservación química y estructural?). Parece ser que el papel principal de los ARNr es
suministrar un “núcleo” sobre el que se van ensamblando ordenadamente las proteínas
ribosómicas, interaccionando con sitios específicos de los ARN y con otras proteínas.

Recientemente se están acumulando pruebas de que el ARNr pueda jugar, además,


algún papel funcional, aparte del estructural:

El ARNr 16S, además de unirse por su extremo 3' con la secuencia de Shine-Dalgarno
del extremo 5' del ARNm, parece representar un papel en la terminación de la síntesis de
proteínas.
El ARNr 23S tiene un papel en la elongación, interaccionando con factores EF. Incluso
existe la sospecha de que es una ribozima necesaria para la actividad peptidil-transferasa.

3.2 EL MECANISMO DE LA SÍNTESIS DE


PROTEÍNAS
Aún no tenemos un cuadro completo de cómo coordina el ribosoma la compleja
serie de reacciones que forman parte de la traducción: unión y liberación de los ARNt,
transpeptidación, movimientos coordinados del molde de ARNm y del péptido naciente,
etc. Sin embargo, el intenso estudio al que se están sometiendo el ribosoma y el proceso de
la traducción desde los años 60 ha permitido notables profundizaciones. El alumno de
biológicas puede recurrir a los conocimientos que se imparten en otras asignaturas de la
Licenciatura (Bioquímica, Genética, Biología Molecular) y a alguno de los excelentes
textos modernos.

El sitio de entrada del ribosoma al ARNm es la secuencia de Shine-Dalgarno (S-


D), cerca del extremo 5’ del mensajero, de unas 9 pb, y complementaria de extremo 3’ del
ARNr 16S (de la subunidad pequeña del ribosoma). Esta secuencia de S-D está situada
dentro de una región más amplia de secuencia no aleatoria que abarca desde la base –20 a
la +13. También es importante la distancia entre la S-D y el codón iniciador.

La formación del complejo iniciador con la subunidad ·30 S requiere los factores de
iniciación IF1, IF2 e IF3, el ARNm y un ARNt especial, cargado normalmente con el
aminoácido N-formil-metionina. (El grupo formilo bloquea el grupo amino de ese
aminoácido iniciador, de modo que obliga a que la síntesis proceda sólo en una
dirección).

No siempre el codón de inicio es AUG (met), sino que a veces lo son GUG (Val) y
UUG (Phe).

Entonces se añade la subunidad 50S, formándose el ribosoma 70S, y


liberándose los factores de iniciacion
El ARNt fMet se encuentra en el sitio P del ribosoma. Al lado de él, en el sitio A, ha
entrado el ARNt correspondiente al siguiente codón, cargado con su
aminonácido. En la fase de traslocación, el ribosoma, junto con el factor de
elongación EF-G forma un enlace peptídico entre estos dos aminoácidos,
forzando la liberación del f-Met de su ARNt y moviéndose el ribosoma un codón
adelante. Las dos moléculas de ARNt permanecen unidas al ribosoma, pero
ahora el ARNt descargado se sitúa en el sito E (exit=salida), y el ARNt con la
cadena naciente (por ahora de 2 aminoácidos) queda en el sitio P.
Un nuevo ciclo comienza: entra el tecer ARNt cargado al sitio A, y en presencia
del factor de elongación EF-Tu, libera al ARNt descargado del sitio E.
Y continúan los ciclos de elongación (por traslocación) hasta llegar al codón de
parada. Hay tres codones que no tienen sentido (no equivalen a ningún
aminoácido): UAA; UAG, UGA. Cuando uno de estos codones llega al sitio A, no
hay ARNt que lo traduzca, y la cadena proteica queda liberada del ribosoma.

Como los procariotas suelen tener mensajes policistrónicos, cuando un ribosoma


llega al final de un gen, se puede mover hasta encontrar otro codón iniciador, pero si el
espacio intercistrónico es muy grande, se puede disociar el ribosoma, de modo que las
subunidades deben reensamblarse para continuar la lectura del mensaje.
3.3 EL PLEGAMIENTO DE LAS PROTEÍNAS:
PAPEL DE LAS PROTEÍNAS CELADORAS
(“CHAPERONAS”)
Hasta hace poco se pensaba que el polipéptido naciente adquiría espontáneamente
su configuración funcional al ser sintetizado en el ribosoma. Pero hoy se sabe que tanto el
correcto plegamiento de las proteínas como su adecuado ensamblaje en complejos requiere
el concurso de unas proteínas especiales, conocidas como proteínas celadoras o
“carabinas moleculares”, debido a que su papel es vigilar y eventualmente corregir el
plegamiento. (Se está imponiendo, para denominarlas, la castellanización de su nombre
inglés: chaperonas, procedente de chaperones).

Estas proteínas están presentes en todos los seres vivos. Algunas de ellas se inducen ante determinados estrés
ambientales; de hecho se descubrieron como proteínas inducibles ante un aumento de temperatura, por lo que
se denominaron como proteínas del choque térmico ( con su acrónimo inglés Hsp).

En Escherichia coli se han estudiado especialmente la DnaK, DnaJ, GrpE, GroEL y


GroES. Parece que actúan de un modo secuencial:

1. Cuando el ribosoma aún está sintetizando la proteína y ya ha “asomado” la primera


porción del polipéptido, se une la DnaJ a esa parte del polipéptido aún sin plegar.

2. Enseguida se une la DnaK, que ha formado antes un complejo con el ATP, y se produce
hidrólisis de este ATP (pero quedando el ADP unido a DnaK), lo que aumenta la
afinidad de DnaK por el polipéptido sin plegar.

3. Cuando se ha sintetizado toda la proteína, la GrpE se une al complejo polipéptido-


DnaJ-DnaK-ADP, liberando el ADP.

4. Nuevas moléculas de ATP se unen ahora a DnaK, con lo que se facilita la disociación
de las proteínas DnaK y DnaJ respecto del polipéptido. En este momento, muchos
polipéptidos pueden haber adquirido su configuración final, pero otros necesitan aún un
paso final de “refinamiento”:

5. El polipéptido pasa al canal interior formado por GroEL y GroES, que catalizan (con
gasto de ATP) la correcta isomerización, de modo que la proteína adquiere su
plegamiento nativo biológicamente activo.

4 INCLUSIONES Y ORGÁNULOS
PROCARIOTAS
4.1 INCLUSIONES DE RESERVA
Son acúmulos de sustancias orgánicas o inorgánicas, rodeadas o no de una envuelta
limitante de naturaleza proteínica, que se originan dentro del citoplasma bajo determinadas
condiciones de crecimiento. Constituyen reservas de fuentes de C o N (inclusiones
orgánicas) y de P o S (inclusiones inorgánicas).

Estudiaremos:

1) Inclusiones orgánicas:

a) inclusiones polisacarídicas

b) gránulos de poli-ß-hidroxibutírico (o, en general de poli-ß-hidroxialcanoatos)

c) inclusiones de hidrocarburos

d) gránulos de cianoficina

2) Inclusiones inorgánicas:

a) gránulos de polifosfato

b) glóbulos de azufre

4.1.1 INCLUSIONES POLISACARÍDICAS

Son acumulaciones de (14) glucanos, con ramificaciones en (16),


principalmente almidón o glucógeno (según especies), que se depositan de modo más o
menos uniforme por todo el citoplasma cuando determinadas bacterias crecen en medios
con limitación de fuente de N, pero donde aún sean abundantes las fuentes de C y energía.
En esta situación, se detiene prácticamente la síntesis de proteínas y de ácidos nucleicos, y
la mayor parte del C asimilado se convierte rápidamente en estos materiales de reserva.
Cuando a estas células las pasamos a un medio rico en N, pero carente de fuente de C, estas
inclusiones se usan como fuente interna de C para la síntesis de ácidos nucleicos y
proteínas.

Estas inclusiones actúan, pues, como sistemas de almacenamiento de carbono


osmóticamente inertes (la célula puede albergar grandes cantidades de glucosa que, si
estuvieran como moléculas libres dentro del citoplasma, podrían tener efectos osmóticos
muy negativos).

Para observarlas se recurre a la tinción con una solución de I2 + IK (como el lugol)

glucógeno: aparece de color pardo-rojizo;


almidón (amilopectina): color azul
4.1.2 GRÁNULOS DE POLI-ß-HIDROXIBUTÍRICO (PHB) Y DE POLI-
HIDROXIALCANOATOS

Los gránulos de poli--hidroxibutírico son acúmulos del poliéster del ácido ß-


hidroxibutírico (= 3-hidroxibutírico), rodeados de una envuelta proteínica, y que al igual
que en el caso anterior, se producen en ciertas bacterias como reserva osmóticamente
inerte de C en condiciones de hambre de N. Además de la protección osmótica, estos
gránulos suponen la ventaja de neutralizar un metabolito ácido (el grupo carboxilo de cada
unidad de ß-hidroxibutírico desaparece como tal, al intervenir en el enlace éster con la
siguiente unidad). En las especies de Bacillus constituye la fuente de carbono y energía al
inicio de la esporulación. Una función semejante parece implicada a la hora del
enquistamiento de Azotobacter.

Una célula puede contener de 8 a 12 de estos gránulos, que miden unos 0.2-0.7 m
de diámetro, y que van provistos de una envuelta proteica de unos 3-4 nm de grosor.
Pueden llegar a representar el 80% en peso de la célula.

A diferencia de los acúmulos de polisacáridos, los gránulos de PHB son visibles a


microscopio óptico en fresco, debido a su elevado índice de refringencia. Se tiñen bien
mediante Negro-Sudán.

En los últimos años está quedando patente que los gránulos descritos de PHB son un
ejemplo de una clase más amplia de gránulos de poli-ß-hidroxi-alcanoatos.

Por ejemplo: cuando determinadas especies de Pseudomonas crecen en n-octano como fuente de
carbono, se acumula un polímero de ésteres del ácido ß-hidroxi-octanoico, con una función
metabólica semejante a la del PHB.

Ciertas cepas de Ralstonia eutropha, cuando crecen en glucosa y propiónico producen


copolímeros aleatorios de unidades de -hidroxibutírico y -hidroxivalérico (=3-hidroxipentanoico).

Existen interesantes perspectivas de aprovechamiento económico de estos polímeros, ya que los


PHA se comportan como excelentes termoplásticos biodegradables. Por ejemplo, la empresa
británica ICI tiene patentados procesos industriales para fabricar PHA donde casi el 90% de las
unidades son de hidroxivalérico, que da un polímero flexible comercializado con el nombre de
Biopol ®. Los polímeros a base de 4- o 5-hidroxibutírico y 3-hidroxibutírico son más largos, más
elásticos y más biodegradables (se han empleado en la fabricación de envases)

4.1.3 INCLUSIONES DE HIDROCARBUROS

Son acúmulos de reserva (con envuelta proteinica) de los hidrocarburos que


determinadas bacterias (especialmente Actinomicetos y relacionados) usan como fuente de
C.

4.1.4 GRÁNULOS DE CIANOFICINA

Muchas cianobacterias (Oxifotobacterias) acumulan grandes gránulos refringentes


de reservas nitrogenadas cuando se acercan a la fase estacionaria de crecimiento. Estos
gránulos de cianoficina son acúmulos de un copolímero de arginina y aspártico: consta de
un núcleo de poliaspártico, en el que todos los carboxilos de las cadenas laterales están
unidos con L-arginina. Su síntesis no está basada en el mecanismo habitual en ribosomas,
ya que no se ve inhibida por el cloramfenicol.

4.1.5 GRÁNULOS DE POLIFOSFATOS

Se denominan también gránulos de volutina o metacromáticos. El nombre de


“metacromáticos” alude al efecto metacromático (cambio de color): cuando se tiñen con los
colorantes básicos azul de toluidina o azul de metileno envejecido, se colorean de rojo. A
microscopio electrónico aparecen muy densos a los electrones.

Son acúmulos de polifosfato, polímeros lineales del ortofosfato, de longitud variable


(por término medio, unas 500 unidades), que representan un modo osmóticamente inerte de
almacenar fosfato. Parece ser que la parte central de estos gránulos constituye un núcleo
formado por lípidos y proteínas. En algunos casos pueden constituir una fuente de energía,
en sustitución del ATP (¿se trata en este caso de una especie de “fósil bioquímico?”).

Se acumulan cuando algún otro nutriente distinto del fosfato se hace escaso (sobre
todo cuando va desapareciendo el sulfato). En estas condiciones se detiene la síntesis de los
ácidos nucleicos, y la volutina se acumula a la espera de su utilización para esta síntesis de
nucleicos, cuando aparezca el nutriente originalmente limitante.

4.1.6 GLÓBULOS DE AZUFRE

Las inclusiones de S aparecen en dos grupos de bacterias que usan sulfuro de


hidrógeno (SH2):

las bacterias purpúreas del azufre (que usan el SH2 como donador de electrones para la
fotosíntesis);
bacterias filamentosas no fotosintéticas como Beggiatoa, Thiomargarita o Thiothrix, que
lo usan como donador de electrones para sus oxidaciones.

En ambos casos, el sulfuro de hidrógeno es oxidado a azufre elemental (S0), que en


el citoplasma se acumula como glóbulos muy refringentes y rodeados de envuelta
proteínica. Estos glóbulos son transitorios, ya que el S0 se reutiliza por oxidación hasta
sulfato, cuando en el medio se agota el sulfuro.

4.2 OTRAS INCLUSIONES


4.2.1 INCLUSIONES DE SALES MINERALES

Acúmulos grandes, densos y refringentes de sales insolubles de calcio (sobre todo


carbonatos) que aparecen en algunas bacterias (como Achromatium), cuyo papel parece
consistir en mantenerlas en el fondo de los lagos y ríos.
4.2.2 FICOBILISOMAS

Son estructuras supramacromoleculares, en forma de cilindros o bastones, adosadas


a la superficie de la membrana tilacoidal de las Cianobacterias, confiriendo a ésta un típico
aspecto “granuloso” en las micrografías electrónicas.

Como se puede ver en el esquema, están constituidas por pilas de discos a base de
ficobiliproteínas, cromoproteínas que sirven como “antenas” para la captación de luz en la
fotosíntesis de estos procariotas. Los grupos cromóforos son: ficocianinas, aloficocianinas y
ficoeritrina. Como veremos oportunamente, la disposición ordenada de los distintos
pigmentos tiene un papel central en la “canalización” de la energía de la luz hacia los
centros de reacción (ubicados ya en plena membrana tilacoidal) donde se localizan los
complejos fotosintéticos proteínas-clorofilas.

4.3 ORGÁNULOS PROCARIÓTICOS


CITOPLÁSMICOS
Como ya dijimos, en procariotas no existen por regla general orgánulos
citoplásmicos rodeados por unidad de membrana. Las únicas excepciones están constituidas
por los tilacoides de las Oxifotobacterias, ya estudiados en el capítulo anterior. En algunos
grupos bacterianos se pueden encontrar orgánulos citoplásmicos no rodeados por unidad
de membrana (o sea, sin bicapa lipídica). Muchos de ellos presentan envueltas basadas en
subunidades de proteínas:

carboxisomas
vacuolas de gas
clorosomas
magnetosomas.

4.3.1 CARBOXISOMAS (= CUERPOS POLIÉDRICOS)

Estructuras presentes en bacterias fotoautotrofas (Cianobacterias y ciertas bacterias


purpúreas) y quimioautotrofas (nitrificantes, Thiobacillus), de apariencia poliédrica con
tendencia a esférica. Su diámetro oscila entre 50 y 500 nm, y están rodeadas de envuelta
monocapa proteinica de unos 3,5 nm. El interior tiene aspecto granular, debido a la
acumulación de la enzima ribulosa-bifosfato-carboxilasa (RuBisCo, la carboxidismutasa,
el enzima clave en el ciclo de Calvin de asimilación de CO2). Aunque se pensó que eran los
sitos de fijación del CO2, parece más bien que se trata de reservas de dicha enzima.

4.3.2 VACUOLAS DE GAS

Son orgánulos muy refringentes al microscopio óptico, que al electrónico muestran


una estructura a base de agrupaciones regulares de vesículas de gas. Cada vesícula tiene
una forma de cilindro bicónico (200-1000 nm de longitud y unos 70 nm de diámetro),
rodeado de una monocapa de unidades globulares de proteína ensambladas helicoidalmente
que dan un aspecto a bandas (“costillas”). Esta envuelta es impermeable al agua, pero
permeable a los gases, por lo que la composición y concentración del gas dentro de la
vesícula depende de las que existan en el medio. Conforme se sintetizan y ensamblan las
vesículas, el agua va siendo eliminada del interior.

Las vesículas de gas están constituidas por dos tipos de proteína: la mayoritaria
GvpA es una pequeña proteína rígida y muy hidrófoba. Su rigidez está en la base del hecho
de que las vesículas y vacuolas de gas aguanten presiones externas. La proteína minoritaria
GvpC tiene como función reforzar las vesículas de gas.

La función de estas vacuolas es mantener un grado de flotabilidad óptimo en los


hábitats acuáticos a las bacterias que las poseen, permitiéndoles alcanzar la profundidad
adecuada para su modo de vida (según los casos, para obtener una intensidad adecuada de
luz, concentración óptima de oxígeno o de otros nutrientes).

Las vacuolas de gas son muy frecuentes en eubacterias fototrofas (Cianobacterias y


bacterias fotosintétiocas purpúreas y verdes); también se dan en algunas arqueas
(Halobacterium, algunas metanógenas) y en bacterias prostecadas (Ancalomicrobium,
Prosthecomicrobium).

4.3.3 CLOROSOMAS

Son vesículas oblongas situadas por debajo de la membrana citoplásmica, que


contienen los pigmentos antena de las bacterias fotosintéticas verdes (antigua familia
Chlorobiaceae). Son invisibles a microscopía óptica; miden 100-150 nm de longitud y unos
50 nm de anchura, estando rodeadas de una monocapa de proteínas. Se disponen por debajo
de la membrana citoplásmica, sin estar en continuidad con ella, aunque en muchos casos
aparecen conectadas a través de un pedúnculo de naturaleza no lipídica.

4.3.4 MAGNETOSOMAS

Son orgánulos sensores del campo magnético terrestre, que aparecen en ciertas
bacterias acuáticas flageladas microaerófilas o anaerobias (p. ej., en Aquaspirillum
magnetotacticum). Consisten en cristales homogéneos de magnetita (Fe3O4), de formas
cubo-octaédricas o de prisma hexagonal delimitados por una envuelta proteínica. Los
diversos cristales suelen disponerse en filas paralelas al eje longitudinal de la bacteria, o en
otras agrupaciones regulares de varios unidades, hasta varias decenas.

Fueron descubiertas en 1975, y se sabe que permiten la orientación magnética a las


bacterias que las poseen (bacterias magnetotácticas), determinando la orientación de su
natación. En el hemisferio Norte, el campo magnético está orientado hacia abajo, y en el sur
hacia arriba. Las bacterias magnetotácticas del hemisferio septentrional se orientan al N, y
las del meridional, al S. Por consiguiente, cuando las bacterias son removidas de los fondos
donde viven, por magnetotaxia pueden volver al fondo, que es donde encuentran las
concentraciones de oxígeno adecuadas para su modo de vida.
LA ENDOSPORA BACTERIANA Y LA ESPORULACIÓN

1.1 INTRODUCCIÓN A LA ESPORULACIÓN BACTERIANA

1.2 OBSERVACIÓN DE LAS ESPORAS

1.3 ESTRUCTURA Y COMPOSICION QUIMICA DE LA ENDOSPORA

1.3.1 PROTOPLASTO O NÚCLEO

1.3.2 PARED DE LA ESPORA

1.3.3 CORTEZA O CÓRTEX

1.3.4 CUBIERTAS

1.3.5 EXOSPORIO

1.4 DESENCADENAMIENTO DE LA ESPORULACIÓN

1.5 FASES DE LA ESPORULACIÓN

1.6 GENÉTICA MOLECULAR DE LA ESPORULACIÓN

1.7 CUERPOS PARASPORALES

1.8 PROPIEDADES BIOLÓGICAS DE LAS ESPORAS: SU FUNDAMENTO

1.9 GERMINACIÓN DE LA ENDOSPORA

1.9.1 PREACTIVACIÓN

1.9.2 ACTIVACIÓN

1.9.3 INICIACIÓN O GERMINACIÓN EN SENTIDO ESTRICTO

1.9.4 TERMINACIÓN Y CRECIMIENTO ULTERIOR

2 EXOSPORAS

3 DIFERENCIACIONES EN LOS ACTINOMICETOS


4 QUISTES BACTERIANOS

5 DIFERENCIACIONES EN CIANOBACTERIAS

ENLACES

Hasta ahora hemos abordado la estructura y funciones de las diversas partes de la célula
procariota. Para terminar esta sección del programa, en este capítula vamos a tratar de
algunos casos de diferenciación celular en bacterias, es decir, procesos por los que a partir
de células “normales” (vegetativas) se producen formas celulares especializadas. Algunas
de ellas son formas de reposo, capaces de aguantar mucho tiempo en ausencia de nutrientes
(caso de la endospora). Muchas de ellas pueden resistir circunstancias ambientales adversas
(la endospora es, de hecho, la forma bacteriana más resistente a calor, desecación, luz UV,
etc).

1 LA ENDOSPORA BACTERIANA Y
LA ESPORULACIÓN
1.1 INTRODUCCIÓN A LA ESPORULACIÓN
BACTERIANA
Algunas especies de bacterias Gram positivas (principalmente de los géneros
Bacillus, Clostridium, Sporosarcina y Thermoactinomyces), disponen de una notable
estrategia adaptativa cuando se ven sometidas a privación de nutrientes en su medio
ambiente: si los niveles de fuentes de C, N, o P caen por debajo de un umbral, esto
constituye una señal a la célula de que se avecina un largo período de privación de
nutrientes. Entonces, la célula se implica en una serie de complejos cambios genéticos,
metabólicos, estructurales, etc. (proceso de esporulación o esporogénesis), que conducen a
la diferenciación, en el interior de la célula vegetativa original, de una célula durmiente (la
endospora). La célula-madre (o sea, la célula vegetativa original que generó la endospora)
finalmente se autolisa, liberando la espora, que es capaz de permanecer en estado
criptobiótico, durmiente, varios decenios, -incluso siglos. Las esporas son fácilmente
diseminadas por el aire; cuando caen en medios ricos en nutrientes, se desencadena su
germinación, se reinicia la actividad metabólica, de modo que cada espora genera una
nueva célula vegetativa, capaz de divisón binaria, etc.

O sea, la esporulación se puede considerar como un proceso de supervivencia “en


última instancia”, la “última carta” que se juegan ciertas bacterias Gram positivas cuando se
enfrentan a condiciones severas de hambre de nutrientes.
Significado adaptativo: Estas bacterias suelen vivir en medios nutricionalmente pobres
(suelos, hierba seca, etc.). La esporulación es un proceso muy refinado que ha aparecido
evolutivamente en una línea filogenética de bacterias Gram-positivas, y que les permite
sobrevivir largos períodos de carencia nutricional. (Atención: NO son estrictamente formas
de resistencia).

Las endosporas son formas de reposo (y no formas reproductivas), que representan


una etapa del ciclo de vida de ciertas bacterias, y que se caracterizan por una estructura
peculiar, diferenciada respecto de las células vegetativas, por un estado metabólico
prácticamente detenido, y por una elevada resistencia a agentes agresivos ambientales.

La esporulación bacteriana es un sistema modelo donde se pueden estudiar, con


relativa sencillez, determinados problemas biológicos más generales: ¿qué bases
moleculares y genéticas tiene la diferenciación de un tipo de célula a otro tipo distinto?,
¿cómo se regula el proceso en función del tiempo y del espacio?, ¿cómo se “reparten los
papeles” los tipos celulares implicados?, etc. Por esta razón, presenta un enorme interés
para los biólogos, interesados en escudriñar las bases íntimas de este tipo de importantes
cuestiones, tan frecuentes en los organismos superiores.

1.2 OBSERVACIÓN DE LAS ESPORAS


Al microscopio óptico, en fresco (sin teñir), aparecen como cuerpos esféricos,
ovoides e incluso en algunas especies, cilíndricos, muy refringentes, libres, o aún
incluidos en la célula vegetativa (célula madre).

Esporangio = célula madre + espora

El tamaño relativo de la espora, y su situación en el esporangio, son criterios taxonómicos


importantes en las bacterias esporulantes.

Según que el diámetro de la espora sea o no mayor que el de la célula vegetativa:


Esporas deformantes
Esporas no deformantes
Según la localización de la espora dentro del esporangio:
Terminal
Subterminal
Central
Los esporangios deformantes de Clostridium son característicos:
en forma de cerilla o palillo de tambor (plectridios)
en huso (clostridios)

Tinción:
No se tiñen por los colorantes normales. Hay que forzar por calor y/o mordientes
(por ejemplo, tras teñir reforzadamente con fuchsina, resisten decoloración por alcohol-
ClH). Otra tinción muy empleada es la reforzada con verde de malaquita (que es la que el
alumno realiza en nuestras prácticas de laboratorio).

1.3 ESTRUCTURA Y COMPOSICION QUIMICA DE


LA ENDOSPORA
Partes que comprende la endospora:

Protoplasto o núcleo (“core”, en inglés), con la membrana citoplásmica de la espora


(membrana esporal interna).
Pared de la espora (= Germen de la pared de la futura célula vegetativa).
Corteza o córtex, rodeado externamente de la membrana esporal externa.
Cubiertas
Exosporio (no universal: las esporas de algunas especies carecen de él).

Micrografía electrónica que muestra las


partes principales de una endospora

1.3.1 PROTOPLASTO O NÚCLEO

El citoplasma de la espora está muy deshidratado. Sus componentes están


inmovilizados en una matriz de quelatos de iones Ca++ y ácido dipicolínico.

El citoplasma de la espora contiene altas concentraciones de ion Ca++ (1-3% del


peso seco de la espora), y de ácido dipicolínico (DPA) (10% en peso); ambos están
formando un quelato, llamado dipicolinato cálcico (DPC), una sustancia exclusiva de las
esporas bacterianas.

Papel del DPC: Como veremos, es una “reserva de Ca2+”, que durante la
esporulación secuestra este ión, lo que tendrá un papel importante en la deshidratación del
protoplasto; durante la germinación, la liberación del Ca2+ será fundamental en este
proceso.

El protoplasto contiene un cromosoma completo, condensado, y todos los


componentes indispensables para reiniciar el crecimiento vegetativo cuando la espora
germine, pero carece de muchos componentes típicos de la célula vegetativa:

posee una pequeña dotación de ribosomas, junto con componentes estables de la


maquinaria de síntesis de proteínas (ARNt, cofactores, etc.)
ARN polimerasa.
nucleósidos mono- y difosfatados, pero no NTP (no hay ATP)
carece de componentes inestables: no hay ARNm, ni enzimas biosintéticas, ni
aminoácidos ni bases nitrogenadas libres, ni cofactores reducidos (NADH; CoA)
pero en cambio, existe una gran cantidad de una serie de pequeñas proteínas especiales
(llamadas SASP, del inglés “small acid-soluble proteins”). Cuando se produzca la
germinación, estas proteínas serán hidrolizadas rápidamente, y los aminoácidos
resultantes serán empleados en la síntesis de nuevas proteínas necesarias en la
germinación y crecimiento ulterior. Además, las SASPs están acomplejando al ADN
(induciendo en él un cambio conformacional hacia la rara forma A, en vez de la B
habitual), protegiéndolo del daño por luz UV.
la “moneda energética” de la espora es el 3-fosfoglicerato, otra molécula estable del
protoplasto, que será convertido rápidamente a 2-fosfoglicerato, y de él a PEP (fosfo-
enol-pirúvico) al germinar la espora (el PEP es donador de P para generar ATP).

Rodeando al protoplasto está la membrana citoplásmica (membrana interna de la


espora), una bicapa lipídica carente de fluidez, posiblemente como resultado de su
estructura policristalina.

1.3.2 PARED DE LA ESPORA

Situación: inmediatamente por encima de la membrana interna de la espora (ver


micrografía a microscopio electrónico, o el esquema de la ultraestructura).

Composición: a base de un peptidoglucano (PG) similar al de la célula vegetativa, con sus


característicos enlaces entre los tetrapéptidos.

Funciones: al germinar la espora, dará lugar a la pared celular de la nueva célula


vegetativa, confiriéndole, mientras tanto, resistencia osmótica.

Origen: se sintetiza a partir de la prespora, atravesando los precursores la membrana


interior que hemos citado arriba.
1.3.3 CORTEZA O CÓRTEX

(Obsérvese su aspecto a microscopio electrónico: transparente a los electrones,


relativamente gruesa, a base de láminas concéntricas).

Composición: un peptidoglucano (PG) especial, diferente en composición al PG de la


célula vegetativa:

30% del NAM tiene tetrapéptidos normales, pero el grado de entrecruzamiento es muy
bajo (6%).
15% del NAM tiene solo la L-ala inicial, en lugar de tetrapétido.
55% de una modificación del ácido murámico (lactama del ácido murámico), producida
por condensación del -COOH lactilo con el -NH2, para formar la lactama
correspondiente).

Origen: Se sintetiza a partir de la célula madre, con sus intermediarios ensamblados a nivel
de la membrana externa que rodea a la corteza.

Propiedades de la corteza:

1) Tiene un bajo grado de puentes entre tetrapéptidos (sólo un 6%). Ello condiciona:

a) una estructura más laxa, floja y flexible que el peptidoglucano normal, capaz de
expandirse en ausencia de cationes que neutralicen sus grupos negativos (sobre
todo del mDAP y del glutámico de los tetrapéptidos). Esto es la base de su
apariencia de gel.

b) su rápida autolisis, durante la germinación de la espora.

2) la lactama del murámico condiciona una gran resistencia a la lisozima.

La corteza está limitada por la membrana esporal externa, procedente de invaginación de


la membrana citoplásmica de la célula vegetativa madre. Posee una polaridad opuesta a la
de la membrana esporal interna.

1.3.4 CUBIERTAS

Composición y estructura: la composición depende de las especies, pero en general, a


base de una o varias proteínas de tipo queratina, todas muy ricas en cisteína y en
aminoácidos hidrófobos, y que llegan a constituir el 60% en peso seco de la espora. Buena
parte de la cisteína se añade post-traduccionalmente, por modificación de la proteína
inmadura. A microscopio electrónico se puede comprobar el gran grosor (volumen) de las
cubiertas, y su aspecto relativmante denso a los electrones.
Propiedades: son muy insolubles e impermeables, e impiden la entrada de numerosos
agentes químicos, incluyendo sustancias tóxicas. La abundancia de puentes S-S las hace
muy compactas y muy estables químicamente.

1.3.5 EXOSPORIO

En B. cereus es una estructura membranosa transparente, a modo de saco cerrado,


delgado y flojo, envolviendo al resto de la espora de una forma “suelta”, despegado en
principio respecto de las cubiertas (tras la liberación de la espora, al perderse el contenido
acuoso que había entre exosporio y cubiertas, aquel se pega a éstas).

En B. subtilis y B. megaterium, el exosporio está envolviendo a la espora de una


forma más estrecha, estableciendo algunos contactos físicos con la superfie de las cubiertas.

Composición química: mezcla de proteínas, polisacáridos complejos, y lípidos.

Propiedades: muy resistente a enzimas proteolíticas, lo que sugiere (pero no prueba


directamente) que el exosporio puede representar algún papel como barrera de defensa
externa de la espora.

1.4 DESENCADENAMIENTO DE LA
ESPORULACIÓN
Para que se produzca la esporulación, se necesitan dos condiciones previas:

1) los cultivos bacterianos han de estar en buenas condiciones;

2) cuando cesa el crecimiento exponencial, la mayoría de las células entran en


esporulación, aunque el proceso no es sincrónico (hay desfases entre unas células y
otras), de modo que en un lapso de tiempo relativamente breve (5,5-8 horas en Bacillus
subtilis) casi todo el cultivo aparece en forma de esporas, habiendo desaparecido las
células vegetativas. La división celular típica de la fase de crecimiento exponencial y
la esporulación son procesos mutuamente excluyentes.

¿Qué estímulo es el responsable de desencadenar la esporulación? Lo que detiene el


crecimiento de estas bacterias y dispara la esporulación es un estado de inanición, de
carencia de nutrientes. El nutriente limitante que puede desencadenar la esporulación
puede ser: la fuente de carbono, la fuente de nitrógeno o incluso la carencia de fosfatos.

1.5 FASES DE LA ESPORULACIÓN


Vamos a estudiar la esporulación en Bacillus subtilis o en B. megaterium, dos de las
bacterias esporuladas mejor investigadas, y que completan la esporulación al cabo de unas
7-8 horas de su inicio, a 37ºC. Se pueden distinguir siete fases consecutivas (además de la
fase “0” anterior a la esporulación). Cada fase se denota con un número romano, y su
duración en horas se expresa como subíndice de t, p. ej., t2. Como veremos enseguida, cada
fase se distingue por un(os) evento(s) citológico(s) peculiar(es) y por una serie de cambios
bioquímicos propios:

Fase 0 (célula vegetativa):

Al final del periodo de crecimiento exponencial, la célula vegetativa contiene dos


cromosomas.

Fase I (t0-t1):

El material genético (los dos cromosomas) se condensa constituyendo un filamento axial


ancho, que ocupa el centro de la célula, según su eje longitudinal. Cada nucleoide está
unido a uno de los extremos de la célula.
En vez de iniciarse una división celular simétrica (con septo central), se forman dos
espículas de la pared celular cerca de los polos hacia el interior, rodeadas de la
correspondiente invaginación de la membrana citoplásmica. Cada espícula está señalando
una zona donde se está formando el anillo de FtsZ (proteína contráctil de tipo tubulina:
véase el tema 5)
Se sintetizan y se liberan al medio antibióticos y varias exoenzimas. Una serie de
proteasas se encargan del turnover de proteínas intracelulares, cuyos aminoácidos
constituyentes serán empleados para sintetizar nuevas proteínas específicas de la
esporulación.

Fase II (t1-t2):

Se termina por formar un septo transversal acéntrico, cerca de un polo de la célula, por
invaginación de la membrana citoplásmica, y deposición de nuevo peptidoglucano entre
las dos membranas adyacentes.
Cada nucleoide queda segregado en uno de los dos compartimentos que se han
formado:
un cromosoma va al compartimento pequeño (compartimento de la preespora);
la otra copia del cromosoma va al compartimento grande (célula madre).
En esta fase continúa la síntesis de los antibióticos y de las exoenzimas (serina-proteasas,
metalo-proteasas, ribonucleasas, -amilasa, etc).

Fase III (t2-t3):

Independización del protoplasto de la preespora respecto de la célula madre. Para


ello, lo primero que ocurre es la degradación selectiva del peptidoglucano del septo que
se había depositado en la fase II (esta degradación comienza por el centro, es decir, por
donde se había cerrrado, y sigue hacia la periferia, y en ella intervienen los productos de
varios genes). Entonces, la membrana citoplásmica de la célula madre va creciendo
unidireccionalmente alrededor de la preespora, hasta que ésta queda libre en el
citoplasma del esporangio.
Obsérvese que el citoplasma de la preespora queda rodeado por dos membranas de
polaridad opuesta: la interior tiene la polaridad normal, pero la exterior, derivada del
crecimiento de la membrana de la célula madre, tiene polaridad invertida
A partir de esta fase el turnover (renovación) de proteínas sólo tendrá lugar en la célula
madre, deteniéndose en el compartimento de la preespora.

Fase IV (t3-t4):

Se forma casi por completo la corteza de la espora, por deposición de peptidoglucano


entre las dos membranas. Sin embargo este PG aún no está “maduro” (no tiene todavía
las características que estudiamos en el apartado 1.3.3).
También se deposita el peptidoglucano de la pared celular (que constituye el germen de
la pared celular de la futura célula vegetativa).
Coincidiendo con esto, la preespora adquiere su aspecto refráctil al microscopio óptico
en fresco.
Comienza la síntesis del ácido dipicolínico (DPA), así como la acumulación de Ca2+.
En las bacterias que lo poseen, en esta fase comienza la síntesis del exosporio.

Fase V (t4-t5,5):
Los materiales de las cubiertas (que se habían ido sintetizando durante las fases II y III
en el compartimento de la célula madre), comienzan a depositarse por fuera de la
membrana esporal externa.
Al final de esta fase se adquiere la resistencia al octanol.
Continúa la acumulación de DPA, que sigue secuestrando iones Ca2+ (formación del
quelato de dipicolinato cálcico, DPC).

Fase VI (t5,5-t7):

La preespora madura hasta espora.


Madura la corteza (para generar el característico PG cortical, más laxo, con su bajo
porcentaje de entrecruzamientos -por actuación de endopeptidasas- y la lactama del
NAM).
Maduran las cubiertas.
El citoplasma de la espora se hace más homogéneo y más denso a los electrones.
Por una serie de razones aún no totalmente aclaradas, la espora se hace resistente al
calor y al cloroformo.
Se adquiere resistencia a las radiaciones ultravioleta (UV).
Se adquiere resistencia a la lisozima.

Fase VII (t7-t8):

Liberación de la espora madura por autolisis de la célula madre.


las bacterias que han producido exosporio, cuando la espora sale al exterior, este
exosporio pierde su contenido de citoplasma (procedente de la célula madre), quedando
como un saco vacío y plegado, unido a las cubiertas.
La parte superior de la figura muestra un gráfico de los principales cambios que
acabamos de comentar, expresados en función del tiempo transcurrido desde el inicio de
la esporulación.

1.6 GENÉTICA MOLECULAR DE LA


ESPORULACIÓN
Las células pueden detener el proceso de la esporulación si durante las 4 primeras
fases se les suministra el nutriente que estaba limitando y que fue responsable del
desencadenamiento (efecto de desbloqueo metabólico). Pero a partir de la fase V el aporte
de nutrientes no tiene ya ese efecto inhibidor: el proceso de la esporulación ya es
irreversible, y se dice que la célula está comprometida (= obligada) a esporular.

El proceso de la esporulación es muy ordenado en el tiempo y en el espacio. En


su base genética existe un conjunto de varios operones específicos de la esporulación
(operones spo), sometidos a un finísimo control genético espacial y temporal. El conjunto
de estos operones (que se encuentran en cuatro zonas distintas del cromosoma), se
denomina esporulón, y comprende más de 125 genes. Las principales características de los
operones del esporulón son:
Los operones están inactivos durante el crecimiento vegetativo;
se van activando de modo ordenado y secuencial, para luego ser reprimidos (una vez
han actuado);
están sometidos a interacciones pleiotrópicas unidireccionales;
existe una “comunicación” regulatoria entre el compartimento de la espora y de la célula
madre (interacciones espaciales);
dentro de los mecanismos genéticos implicados en la expresión y regulación de los
distintos operones correspondientes a fases distintas de la esporulación, un papel muy
importante es el jugado por las subunidades sigma () alternativas de la ARN-
polimerasa.

1.7 CUERPOS PARASPORALES


Algunas bacterias esporuladas, como Bacillus thuringiensis, B. popiliae y algunas
especies de Clostridium, forman cristales proteicos en el esporangio simultáneamente a la
formación de la endospora: son los llamados cuerpos parasporales.

Cada célula madre exhibe una sola inclusión, que se puede presentar libre en el
citoplasma, o bien englobada en el exosporio de la espora. Los cuerpos parasporales pueden
ser amorfos, pero los más típicos son pseudocristales octaédricos (bipiramidales). Están
compuestos de la agregación regular de subunidades de una glucoproteína de unos 120
kDa, sintetizada durante la fase IV.

La función de estos cuerpos parasporales en la esporulación es desconocida (e


incluso puede que de hecho, no tenga tal tipo de función). Bajo condiciones alcalinas, se
disuelven y la proteína se convierte en una poderosa toxina para larvas de lepidópteros
y otros insectos, cuando las ingieren vía oral (pero no por vía parenteral). Veamos cómo se
produce el proceso de la toxicidad:

1. La oruga come materia vegetal que lleva bacterias esporuladas. El cuerpo parasporal se
libera junto con la espora, cuando la célula madre se autolisa.

2. Los cuerpos parasporales se disuelven en el tracto digestivo de la oruga (que es


alcalino), la proteína sufre proteolisis, lo que la transforma en una toxina.

3. Esta toxina altera la permeabilidad del epitelio intestinal de la oruga, de modo que
los líquidos alcalinos del intestino pasan a la hemolinfa, que incrementa su pH por
encima de 8, lo cual termina provocando la parálisis rápida del insecto, y finalmente
su muerte.

El significado biológico más probable de este fenómeno es que la producción de


cuerpos parasporales sea una variante de la esporulación que evolucionó durante la
adaptación de estas bacterias a sus nichos ecológicos, como una manera de asegurar la
germinación de las endosporas: la oruga ingiere los cristales junto con las esporas. Los
cristales parasporales matan a la oruga, que se pudre. La oruga muerta y en putrefacción
aseguraría un entorno adecuado en nutrientes para que se alimentaran y multiplicaran las
células vegetativas que surgieran de la germinación de esas esporas.

Desde hace tiempo ciertos grupos de agricultores vienen usando inóculos de


bacterias esporuladas de las especies productoras de cuerpos parasporales para rociar sus
plantas y protegerlas de insectos: estamos ante un auténtico insecticida biológico,
biodegradable, selectivo hacia las plagas e inofensivo para los seres superiores.

La moderna Ingeniería Genética ha logrado insertar y expresar genes codificadores


de las toxinas parasporales de Bacillus thuringiensis en plantas de cultivo. Hoy día existen
millones de hectáreas de cultivo de plantas transgénicas "Bt" (sobre todo algodón, maíz, y
patata) que dependen menos de los insecticidas químicos merced a estos genes bacterianos
(aunque ello no ha evitado las críticas de ciertos grupos ecologistas opuestos por sistema a
todo lo que suene a manipulación genética por técnicas de ADN recombinante).

1.8 PROPIEDADES BIOLÓGICAS DE LAS


ESPORAS: SU FUNDAMENTO
Las endosporas son células en estado de dormancia, con una bajísima tasa
metabólica (hipometabolia, la menor que existe en el mundo vivo), y capaces de conservar
su vitalidad durante larguísimos períodos. Son muy resistentes a la acción de diversos
agentes químicos (octanol, cloroformo) y físicos (altas temperaturas, congelación,
desecación, radiaciones).

1) Hipometabolia: Poseen la más baja tasa respiratoria de todos los seres vivos. Por ello
son capaces de sobrevivir en ausencia de nutrientes durante largos períodos de tiempo.

2) Dormancia: Esta propiedad se refiere al hecho de que la espora tiene una gran inercia a
los sustratos exógenos. Como veremos, la espora sólo perderá la dormancia cuando se
haya activado para la germinación.

3) Resistencia al calor: Las esporas de ciertas especies resisten el calor húmedo de


120oC durante 10 min, lo cual condiciona los parámetros para esterilizar materiales (véase
el capítulo 13 titulado “Acción de agentes físicos sobre las bacterias”). Esta elevada
resistencia a las altas temperaturas es un subproducto de los cambios evolutivos que
condujeron a la deshidratación como medio para lograr la hipometabolia y la dormancia.
Por lo tanto, la deshidratación es la clave de las anteriores propiedades. (En cambio, como
dijimos antes, al menos parte de la resistencia al calor seco, es decir, en ausencia de vapor
de agua, se debe a las proteínas SASP, que protegen al ADN de los daños oxidativos de este
tipo de calor).

4) Deshidratación: El muy bajo contenido en agua de la espora (0.3 g de agua/g de peso


seco frente a los 3-4 g de agua/g de peso seco de la célula vegetativa) hace que la espora
sea muy refráctil al microscopio óptico en fresco. Ello condiciona las propiedades 1, 2 y
3. ¿Cuál es el mecanismo de la deshidratación, base a su vez de tantas propiedades
biológicas de las endosporas? El tema es aún objeto de debate. Vamos a exponer
brevemente una hipótesis (1989), según la cual habría 3 etapas en la consecución de la
espora deshidratada y resistente al calor:

a) En las fases III y IV el ácido dipicolínico va entrando al protoplasto de la prespora.


Simultáneamente el Ca2+ entra desde el exterior a la célula madre por transporte
activo, y de ella al protoplasto de la prespora por difusión facilitada. Se forma el
correspondiente quelato de dipicolinato cálcico (DPC). Este es un proceso con
retroalimentación positiva, ya que conforme el Ca2+ queda “secuestrado” en forma
de quelato (lo que significa que no hay de hecho iones Ca2+ libres en el interior de la
prespora), se facilita más la entrada de mayores cantidades de Ca2+. Parte del Ca2+ y
de otros cationes se acomplejan también con macromoléculas del protoplasto. Todo
ello redunda en que la corteza se queda sin cationes; por lo tanto, no hay
posibilidad de neutralizar las cargas negativas del peptidoglucano cortical  las
cargas negativas de la corteza se repelen  se produce la expansión del
peptidoglucano cortical  en su expansión, la corteza se “topa” con las cubiertas
rígidas, por lo que presiona sobre el protoplasto  sale más agua del
protoplasto.

b) Resultado final: termoestabilización (= termorresistencia) del protoplasto. La


gran pérdida de agua hace que los diversos compuestos del protoplasto se
compacten entre sí, lo que facilita sus interacciones con los cationes. El resultado es
la formación de un gel a base de una matriz constituida por complejos
supramoleculares, macromoléculas y pequeñas moléculas densamente
empaquetados, unidos entre sí e inmovilizados. Parece ser que esta es la base
principal de la enorme resistencia al calor húmedo por parte de la endospora.

5) Resistencia a los rayos UV: Parece que depende de varios componentes:

a) absorción de luz UV por las cubiertas;

b) por el DPC;

c) pero cada vez está más claro que las proteínas SASP tienen un papel central en esta
resistencia a los UV. Como ya dijimos, las SAPS de tipo α/β acomplejan al ADN y
favorecen su configuración de tipo A, lo cual a su vez provoca un cambio en su
fotoquímica (ver apartado siguiente);

d) cambio en la fotoquímica del ADN de la espora: se puede explicar parcialmente


por la misma deshidratación del protoplasto, que impide que se formen dímeros
de pirimidina entre pirimidinas adyacentes de una misma cadena del ADN. Como
veremos en el capítulo 13, estos dímeros de pirimidina constituyen el principal tipo
de fotoproductos generados por rayos UV en el ADN de la célula vegetativa, base
de la mayor parte de los efectos deletéreos de estas radiaciones. Por otro lado, las
SASP de tipo α/β que acomplejan el ADN hacen que en la espora la luz UV
provoque otro tipo de alteración, llamada fotoproducto de la espora (que consiste
en 5-timinil-5,6-dihidrotimina) que se produce en menor cantidad. Aunque la
acumulación de fotoproductos de la espora puede ser igual de letal que la de los
dímeros de pirimidina, cuando germina la espora se pone inmediatamente en
marcha un eficiente sistema de reparación específico de ese fotoproducto.

6) resistencia a agentes químicos: La resistencia de la endospora a agentes como


octanol, cloroformo, etc. se debe a la impermeabilidad de las cubiertas, gracias a
su gran grosor y su peculiar composición a base de proteínas ricas en aminoácidos
hidrófobos y con abundantes puentes disulfuro (cistinas). La resistencia a la
lisozima se debe por un lado a la propia impermeabilidad de las cubiertas, y a la
resistencia de la corteza.

1.9 GERMINACIÓN DE LA ENDOSPORA


La germinación es el proceso por el cual una espora se convierte al estado
vegetativo. Es mucho más rápida que la esporulación (dura unos 90 minutos). Podemos
considerar en ella cuatro etapas, según el modelo de Foster y Johnstone (1990):

1. preactivación

2. activación

3. iniciación (o germinación en sentido estricto)

4. crecimiento ulterior (entrada en fase vegetativa)

1.9.1 PREACTIVACIÓN

Antes de que la espora esté en condiciones de germinar se requiere que sus


cubiertas se alteren. En la naturaleza esto ocurre por erosión por envejecimiento
progresivo. Artificialmente, en laboratorio, se puede recurrir a algún procedimiento para
alterar esas cubiertas:

tratando las esporas a altas temperaturas, pero inferiores a su inactivación (100oC durante
unos minutos);
por radiaciones ionizantes;
por pH bajos;
por tratamiento con sustancias que posean grupos -SH libres (p. ej., mercaptoetanol).

1.9.2 ACTIVACIÓN

La activación es una etapa aún reversible, desencadenada por un agente químico


externo (germinante) presente en el medio. Este agente es variable según las especies:

iones inorgánicos (Mn2+, Mg2+);


L-alanina en B. subtilis;
glucosa u otros azúcares;
adenina u otras bases nitrogenadas.
El germinante es detectado por un receptor alostérico a nivel de la membrana
esporal interna. Una vez que dicho receptor se activa, adquiere una capacidad proteolítica
específica que le permite romper una proenzima que hasta ese momento se encontraba
unida covalentemente al peptidoglucano de la corteza. La enzima resultante reconoce la
lactama del NAM y comienza a hidrolizar el peptidoglucano cortical. La consecuencia es
que comienza a entrar agua al protoplasto de la espora, por lo que la espora pierde su
característica refringencia, y se comienza a perder la resistencia al calor.

Durante toda esta etapa el metabolismo está aún latente.

1.9.3 INICIACIÓN O GERMINACIÓN EN SENTIDO ESTRICTO

En esta etapa la germinación se hace ya irreversible, y se rompe definitivamente


el estado de dormancia, si bien el metabolismo es endógeno (no depende todavía de
sustancias externas). Los principales acontecimientos bioquímicos son:

se pierde DPA, lo que supone pérdida de Ca++;


este Ca++ pasa al córtex, donde neutraliza las cargas negativas  se favorece la
rehidratación del protoplasto y su hinchamiento, favorecido por la concomitante
contracción del córtex, mientras continúa y se completa rápidamente la hidrólisis del PG
cortical;
el 3-fosfoglicérico (3-PG) se convierte en 2-PG, y éste en PEP, que a su vez dona su
fosfato de alta energía para producir ATP;
las pequeñas proteínas SASPs se hidrolizan por una proteasa específica que hasta ese
momento estaba inactiva. De este modo los aminoácidos constituyentes de las SASPs se
reutilizan para la síntesis de nuevas proteínas por parte de la pequeña dotación de
ribosomas y demás moléculas accesorias;
La ARN polimerasa comienza a sintetizar ARN (comienza la transcripción de genes
vegetativos).

1.9.4 TERMINACIÓN Y CRECIMIENTO ULTERIOR

Aparece ya el metabolismo exógeno, de modo que la espora puede tomar nutrientes


del exterior y metabolizarlos. Los eventos bioquímicos y estructurales más notorios son:

se sintetiza ADN;
el protoplasto crece aún más;
la pared de la espora sirve como cebador (germen) para la producción de la pared de la
célula vegetativa naciente;
la célula vegetativa sale por rotura de las cubiertas, que puede ser de tipo polar o
ecuatorial. Hay que aclarar que al salir, esta célula vegetativa se tiñe como Gram-
negativa, y sólo adquirirá su típica grampositividad después de la primera división.
Salida de la
nueva célula
vegetativa al
final de la
germinación
. Observa la
rotura de las
cubiertas

2 EXOSPORAS
Determinadas bacterias (Methylosinum, Rhodomicrobium) forman esporas
reproductivas por gemaciones sucesivas al final de sus prostecas. Estas exosporas
poseen una envuelta a base de pared rodeada de una cápsula o cubierta gruesa.

3 DIFERENCIACIONES EN
ACTINOMICETOS
Los actinomicetos constituyen un grupo amplio y complejo de bacterias Gram
positivas con tendencia a un tipo de crecimiento micelial y un estilo de vida similar a los
hongos. Muchos de los taxones de Actinomicetos y bacterias relacionadas poseen células
diferenciadas de tipo reproductivo, genéricamente conocidas como esporas. Estudiaremos
brevemente la diferenciación en dos géneros típicos.

Género Actinoplanes

Las especies de este género producen micelios vegetativos de sustrato


(subterráneos). Algunos de estos micelios generan hifas verticales que sobresalen a la
superficie. El extremo de cada una de estas hifas se diferencia para constituir un saco
llamado esporangio, que se fragmenta en un conjunto de esporas móviles (flageladas)
llamadas zigosporas o esporangiosporas.

Género Streptomyces
Forma un micelio de sustrato ramificado, interrumpido de vez en cuando por
pared transversal (son por lo tanto organismos cenocíticos, es decir, el segmento de micelio
limitado por dos tabiques sucesivos contienen varios cuerpos nucleares). Cuando hay
limitación de nutrientes se comienza a formar un micelio aéreo a partir de ramificaciones
de las hifas subterráneas. En los extremos de algunas de estas hifas aéreas las células se
diferencian en cadenas de esporas. Durante la formación de estos micelios aéreos y de las
esporas la población de micelios subterráneos sufre una lisis masiva.

Propiedades de las esporas de los estreptomicetos:

la pared celular de la espora es más gruesa que la de la célula vegetativa;


no hay cambio cualitativo en el peptidoglucano;
no hay córtex ni cubiertas;
son muy hidrofóbicas: se resisten a ser suspendidas en agua. Esto parece que se debe a
una vaina que rodea a la pared celular, compuesta a base de túbulos auto-ensamblables.
resisten más al calor y a la desecación en comparación a las células vegetativas, pero
menos que las endosporas.
son metabólicamente durmientes (células en reposo).

4 QUISTES BACTERIANOS
Son células que se producen en algunas especies por engrosamiento de la pared
celular de la célula vegetativa, por deposición de nuevos materiales externamente a la
membrana citoplásmica, al mismo tiempo que se acumulan materiales de reserva en el
citoplasma. Poseen metabolismo endógeno, y resisten al calor, a la desecación y a agentes
químicos más que la correspondiente célula vegetativa (pero menos que las endosporas).

Ejemplos:

Quistes de Azotobacter y Bdellovibrio.


Microquistes de Mixobacterias, llamados mixosporas: sus envueltas constan de una
corteza, rodeada de cubiertas (interna y externa). Estas cubiertas se componen de una
glucoproteína muy rica en polisacáridos.

5 DIFERENCIACIONES EN
CIANOBACTERIAS
En las cianobacterias filamentosas (que forman tricomas) se pueden observar dos
tipos principales de células diferenciadas a partir de las vegetativas: heteroquistes y
acinetos.

Heteroquistes (= heterocistes)
Son células de término, sin función reproductiva, especializadas en la fijación de
nitrógeno molecular (N2), de mayor tamaño que las células vegetativas.

La conexión entre células vegetativas y heteroquistes se establece a través de un


estrangulamiento de los polos de éstas. La unión está atravesada por una serie de finos
canales llamados microplasmodesmos, que reducen al mínimo el intercambio de
sustancias entre ambas células.

Por fuera de la pared celular (que es de tipo Gram-negativo), existen tres cubiertas:

una capa laminada interna a base de glucolípidos exclusivos de cianobacterias;


una capa homogénea central a base de polisacáridos;
una capa fibrosa externa, también polisacarídica, pero menos compactada.

Estas tres capas evitan la difusión del O2 al interior del heteroquiste, lo que representa uno
de los mecanismos para la protección de la nitrogenasa (complejo enzimático que reduce
el N2 a NH4+, y que es muy sensible al oxígeno).

Pero el heteroquiste dispone de más “estrategias” para la protección de la nitrogenasa:

aparte de los microplasmodesmos, en las uniones con las células vegetativas adyacentes
se forman sendos “tapones” de cianoficina;
los tilacoides se disponen como un retículo polar y periférico, y carecen de
ficobilisomas, por lo que no pueden realizar la fase II de la fotosíntesis. Por lo tanto,
los heteroquistes no generan oxígeno, ya que sólo realizan la fotofosforilación cíclica.

Acinetos (=aquinetos)

Son formas de reposo que se originan a partir de células vegetativas, por


acumulación de nuevas capas de materiales polisacarídicos por fuera de la pared celular, y
por formación de acúmulos de reserva en el citoplasma.

Resisten más que las células vegetativas los períodos de desecación y de


congelación, pero no al calor.

Cuando las condiciones ambientales mejoran, se producen sucesivas divisiones


transversales en el acineto, que finalmente se convierte en un filamento más corto y menos
grueso que los tricomas, llamado hormogonio.

ÍNDICE:

1 INTRODUCCIÓN AL CRECIMIENTO BACTERIANO


2 CICLO CELULAR PROCARIÓTICO

2.1 CICLO CELULAR EN FUNCIÓN DEL TIEMPO DE GENERACIÓN

2.2 CONTROL DEL CICLO CELULAR

3 MEDIDA DEL CRECIMIENTO DE POBLACIONES BACTERIANAS

3.1 MEDIDA DE MASA CELULAR

3.1.1 MÉTODOS DIRECTOS

3.1.2 MÉTODOS INDIRECTOS

3.2 MEDIDA DEL NÚMERO DE INDIVIDUOS

3.2.1 MÉTODOS DIRECTOS

3.2.2 MÉTODOS INDIRECTOS

4 CRECIMIENTO BALANCEADO (= EQUILIBRADO)

4.1 EXPRESIÓN MATEMÁTICA DEL CRECIMIENTO BALANCEADO

5 CULTIVO CONTINUO (SISTEMAS ABIERTOS). QUIMIOSTATO

6 CULTIVO EN SISTEMAS CERRADOS

6.1 CURVA DE CRECIMIENTO EN UN SISTEMA CERRADO EN MEDIO


LÍQUIDO

6.2 CRECIMIENTO EN SISTEMAS CERRADOS EN MEDIOS SÓLIDOS

1 INTRODUCCIÓN AL CRECIMIENTO
BACTERIANO
Se suele definir el crecimiento de cualquier sistema biológico como el incremento
ordenado de todos los elementos componentes de ese sistema, lo cual implica un aumento
de la masa celular que eventualmente conduce a la multiplicación celular. En organismos
pluricelulares dicha multiplicación se traduce en un aumento del tamaño del individuo,
mientras que en unicelulares que se dividen por fisión o por gemación, lo que ocurre es un
aumento de la población. En los microorganismos cenocíticos (en los que la duplicación del
genoma no se acompaña de divisón celular) el crecimiento se traduce en aumento de
tamaño de la “colonia” cenocítica. El crecimiento bacteriano podemos estudiarlo desde dos
puntos de vista:

A escala individual
A escala poblacional

Los eventos de crecimiento en el ámbito individual hacen referencia al ciclo


celular, y dentro de éste podemos abordar los siguientes temas:

inicio y transcurso de la replicación cromosómica y de plásmidos (véase tema 7);


segregación de cromosoma y plásmidos a las células hijas;
síntesis de nuevos materiales de las envueltas, sobre todo de pared celular (tema 5);
señales que coordinan la replicación genómica con la división celular.

El estudio del crecimiento a nivel de poblaciones incluye los siguientes tópicos:

cinética del crecimiento;


factores que afectan al tiempo de generación (g);
factores ambientales que limitan el crecimiento.

En el presente capítulo nos dedicaremos al estudio de algunos aspectos del ciclo


celular procariótico, pero sobre todo nos centraremos en el crecimiento de poblaciones (que
es el más frecuentemente empleado al trabajar con microorganismos), con una visión de
algunos métodos para obtener crecimientos balanceados. La influencia de los factores
ambientales sobre el crecimiento son el objeto de los temas 13 (agentes físicos) y 14
(agentes químicos).

2 CICLO CELULAR PROCARIÓTICO


Un ciclo celular es una secuencia de acontecimientos interconectados que comienza
con la formación de una nueva célula y termina cuando dicha célula se divide en otras dos
hijas. Los ciclos celulares se describen generalmente atendiendo a una serie de eventos
identificables que se van produciendo en una secuencia fija, de modo que para que se
produzca cada uno de ellos hace falta que se complete el anterior. Los periodos del ciclo
celular procariótico son:

fase C (equivalente a la S eucariótica): replicación del ADN cromosómico;


fase D (equivalente a G2 + M): se distingue porque su terminación coincide con el final
de división celular;
fase innominada, equivalente a la G1 eucariótica.

Lo característico del ciclo es que las fases C y D son relativamente constantes, y


por lo tanto, cuando disminuye el tiempo de generación (g), lo hace a expensas de la fase
“G1”. Por ejemplo, en Escherichia coli, C = unos 40 min, y D = unos 20 min.
2.1 CICLO CELULAR EN FUNCIÓN DEL TIEMPO
DE GENERACIÓN
Vamos a estudiar con el ejemplo de E. coli qué ocurre con el ciclo celular a distintos
tiempos de generación.

Cuando g>C+D Existe fase "G1" (intervalo que precede a la replicación). En estas
condiciones podemos observar nítidamente periodos diferenciados entre
sí (de síntesis de ADN y de división celular).
Cuando g=C+D Ya no existe G1, y cada ronda de replicación comienza inmediatamente
tras la precedente división celular (es decir, cada célula hija recién
nacida se embarca inmediatamente en replicar el cromosoma, y una vez
que ha terminado de replicarlo, la célula inicia la división celular).
Cuando g<C+D Las rondas de replicación de un ciclo se inician antes de que haya
terminado la división celular del anterior (superposición parcial entre
fases C y D).
Cuando g<C ya no se puede detectar fase D como tal. La síntesis de ADN es
continua durante todo el ciclo. Se inician rondas de replicación
cromosómica antes de que haya terminado la anterior. Esto se traduce en
que los cromosomas muestran un típico patrón de replicación
dicotómica y en que dichos cromosomas pasan a cada célula hija ya
embarcados en una nueva ronda de replicación.

Una característica del ciclo es que, cuanto más rico es un medio, y por lo tanto menor es el
tiempo de generación (g), mayor es el tamaño medio de las células. Es decir, los individuos
de una cepa bacteriana que esté en un medio rico son más grandes que los individuos de esa
misma cepa creciendo en un medio pobre.

2.2 CONTROL DEL CICLO CELULAR


De lo anterior se deduce que debe de existir algún tipo de acoplamiento entre las
ondas de replicación y la división celular. Este es un campo de investigación aún joven, del
que no conocemos todavía todos los detalles.

Las copias de cromosomas recién replicadas se encuentran en principio adyacentes


de la membrana citoplásmica (¿unidas a sendos mesosomas?) probablemente unidas a
través de sus respectivos orígenes de replicación (oriC). No se sabe muy bien cómo esas
copias se van separando de modo que cada una va a parar a una célula hija. Se sabe que en
este reparto o partición de los cromosomas intervienen varias proteínas, entre ellas ParA y
ParB, que en las células a punto de dividirse se sitúan en los dos polos opuestos. Es posible
que exista algún mecanismo “activo” para separar estos cromosomas, pero parece ser que
también intervienen los mecanismos “pasivos” de crecimiento de membrana y pared celular
en el tabique transversal en crecimiento.
También se sabe hoy que existen dos secuencias paralelas e independientes de
acontecimientos que controlan el ciclo celular: un control es sensible a una masa umbral
celular para desencadenar el inicio de la replicación del cromosoma, y el otro responde a
cierta longitud umbral (en el caso de los bacilos) para que ocurra el reparto de los
cromosomas y la formación del tabique.

El comienzo de la replicación del cromosoma se indica mediante la unión de muchas


unidades de la proteína DnaA (unida a ATP) al origen de replicación (oriC). Una vez que
se ha iniciado una ronda de replicación en oriC, esta región queda hemimetilada, pero en
vez de ser metilada inmediatamente, queda secuestrada u ocultada a efectos de la
metilasa Dam y de la maquinaria de replicación. Se sugiere que en este fenómeno está
implicada una proteína (SeqA), que a su vez ayudaría a esconder a oriC en la membrana.
Sólo más tarde (y por factores desconocidos, pero que puede que tengan que ver de
nuevo con la proporción entre sitios de inicio y algún parámetro celular como masa o
volumen), vuelven a quedar las secuencias oriC disponibles para su metalición y uso en
una nueva ronda.

NOTA: La metilasa Dam es una enzima que metila las dos adeninas de la
secuencia GATC/CTAG. El alumno seguramente sabrá ya que esta metilasa
metila las adeninas de esa secuencia a partir de ADN hemimetilado. El ADN
de la célula está totalmente metilado en esas secuencias, pero cuando pasa la
horquilla de replicación, la cadena recién sintetizada carece de esa
modificación, hasta que llega la metilasa Dam, que reconoce la secuencia
hemimetilada y metila la adenina de la cadena no metilada. Un rasgo curioso
de la región oriC para el inicio de la replicación cromosómica es que
contiene una proporción de secuencias GATC/CTAG muy superior a la
media del resto del genoma.

El comienzo de la tabicación parece que requiere dos señales:


por un lado, el cromosoma ha debido terminar su replicación y las copias hijas
deben de estar separadas en extremos opuestos
por otro lado, la célula debe haber alcanzado una longitud umbral

Como ya vimos en el capítulo 5, llegado el momento, la proteína FtsZ (que hasta


entonces estaba diseminada por toda la célula), se concentra ahora en la parte
central, señalando el plano de la tabicación: se forma un “anillo citocinético” o
divisoma, en el que la FtsZ se va “contrayendo” hacia el interior (hidrolizando GTP
hasta GDP). A continuación se van ensamblando en el divisoma varias proteínas Fts,
entre ellas la PBP3, que como vimos es una transglucosidasa-transpeptidasa
específica del tabique, que va produciendo peptidoglucano en el septo transversal.
La terminación del tabique señala el final del ciclo celular.

3 MEDIDA DEL CRECIMIENTO DE


POBLACIONES BACTERIANAS
En la práctica habitual del laboratorio, los experimentos se realizan siempre con
poblaciones bacterianas, a menudo tomando muestras en diversos momentos de su
crecimiento en un medio de cultivo. En el resto del capítulo nos vamos a referir al
crecimiento microbiano a escala de poblaciones. Comenzaremos con algunos métodos
habituales de medir ese crecimiento poblacional, algunos de los cuales serán aprendidos
“en vivo” por el alumno en las prácticas de laboratorio.

El crecimiento de una población o cultivo bacterianos se puede expresar en función de:

aumento de masa del cultivo


aumento del número de células

Ambos tipos de expresiones son equivalentes entre sí en cultivos que estén en crecimiento
balanceado o equilibrado (en el que todos los componentes aumentan una misma
proporción por unidad de tiempo).

3.1 MEDIDA DE MASA CELULAR


3.1.1 MÉTODOS DIRECTOS

En estos métodos se requieren preparaciones limpias, sin partículas extrañas.

1) Determinación del peso húmedo:

se tara un tubo de centrífuga;


se centrifuga el cultivo y se elimina el sobrenadante;
se determina el peso del sedimento.

Inconvenientes: grandes errores, debido al líquido intercelular retenido, cuya cuantía depende a su
vez de la forma y tipo de agrupaciones de la cepa, intensidad del empaquetamiento, etc.

2) Determinación del peso seco: como el anterior, pero el sedimento se seca antes de ser
pesado (105ºC, toda la noche), hasta peso constante. Las medidas de peso seco suelen
representar el 10-15% de los valores de peso húmedo.

Inconvenientes: método tedioso (requiere mucho tiempo) y con bastantes errores: es difícil pesar
menos de 1 mg con exactitud en las balanzas habituales de laboratorio. 1 mg de peso seco
equivale a unas 5x109 bacterias.

3) Determinación del nitrógeno total: técnica de micro-Kjeldahl.

4) Determinación de un componente característico: peptidoglucano, ADN, ARN,


proteínas, ATP, clorofilas en organismos fotosintéticos, etc.

Comentarios: se suele usar en bacterias para las que otros métodos más fáciles dan errores
debido a que forman grumos no dispersables, crecen en filamentos, etc. Se emplean en
determinaciones de crecimientos en ambientes naturales.
3.1.2 MÉTODOS INDIRECTOS

1) Medida de consumo de nutrientes o de producción de algún metabolito por unidad


de tiempo . Ejemplos: consumo de oxígeno (QO2) y consumo de carbónico (QCO2),
determinados por el respirómetro de Warburg. Producción de ácidos.

2) Métodos turbidimétricos (ópticos). Son muy usados en la práctica cotidiana del


laboratorio. La base común de estos métodos consiste en la medición de la cantidad de luz
dispersada o transmitida a través de un cultivo bacteriano.

Recordemos aquí que las suspensiones bacterianas dispersan la luz, al igual que
cualquier partícula pequeña suspendida en agua (efecto Tyndall). La dispersión de
la luz es, dentro de ciertos límites, proporcional a la masa del cultivo.

a) Espectrofotómetro: Este aparato es de uso habitual en cualquier laboratorio de


Microbiología o Bioquímica. Mide la densidad óptica (D.O.), es decir la absorbancia (una
medida de la luz transmitida a través de la supensión).

Por supuesto, hay que realizar una curva estándar para relacionar los valores de A con la
masa bacteriana en una muestra problema.

Comentarios: La cantidad de luz dispersada es proporcional al cociente entre el tamaño de la


partícula y la longitud de onda incidente; la sensibilidad de la técnica aumenta pues a longitudes de
onda () cortas. La proporcionalidad entre A y masa bacteriana sólo es válida para >10 7céls/ml.

b) Nefelómetro: Es un aparato similar al anterior, pero el dispositivo sensor está situado en


ángulo recto respecto de la dirección de la luz incidente, y lo que se mide es pues, la luz
dispersada directamente por la preparación. Posee mayor sensibilidad que el
espectrofotómetro.

3.2 MEDIDA DEL NÚMERO DE INDIVIDUOS


3.2.1 MÉTODOS DIRECTOS

1) Cámara de recuento de Petroff-Hauser: Consiste en un portaobjetos especial con una


graduación en superficie y unas medidas muy concretas:

excavación con 0.02 mm de profundidad;


área de 1 mm2, dividida en un retículo de 25 cuadrados grandes;
cada cuadrado grande está subdividido a su vez en 4x4 = 16 cuadrados pequeños.
O sea, la muestra se distribuye en 16 x 25 = 400 celdillas (cuadros pequeños).

La muestra, una vez dispensada entre el porta y el cubre, se deja reposar sobre la plataforma
del microscopio durante unos minutos, y se cuenta el número de células en varias celdillas
(normalmente en 16, equivalentes a uno de los cuadros grandes). Se anota el número n de
células observadas en esas 16 celdillas. Entonces, la concentración celular es fácil de
establecer:

n x 25 x 50 x 1000 = concentración en células/ml.

Ventajas: es un método muy rápido.

Inconvenientes: sólo sirve para suspensiones relativamente concentradas (>10x10 6 céls./ml). Por
debajo de este valor el número de células vistas en el campo del microscopio es muy pequeño y
poco significativo estadísticamente. En bacterias móviles, hay que inmovilizarlas previamente, con
una mezcla de alcohol y agua.

2) Contadores electrónicos de partículas (tipo Coulter): Se hace pasar una suspensión


microbiana por un tubo capilar, entre los dos polos de una corriente eléctrica. Cada vez que
por un orificio (30 m diámetro) pasa una partícula (p. ej., bacteria) se interrumpe la
corriente, lo cual es recogido por un dispositivo de registro electrónico, que detecta el
número y el tamaño de las partículas que van pasando. (El tamaño detectado es función de
la intensidad del pulso de voltaje al paso de la partícula).

Comentarios: hay que usar suspensiones absolutamente libres de partículas extrañas (las
pequeñas serían contabilizadas erróneamente como bacterias, y las mayores pueden obturar el
orificio del aparato).

3.2.2 MÉTODOS INDIRECTOS

1) Recuento de viables en placa: Los métodos de recuento de número de células que


hemos visto hasta ahora (los directos) no distinguen entre células vivas y muertas. En
muchos casos conviene contar las células vivas, y esto en laboratorio se suele hacer
mediante el recuento de viables. (Una célula se define como viable cuando, colacada en un
medio adecuado, es capaz de dividirse y dar descendencia). El método habitual de lograr
esto es sembrar pequeñas alícuotas de diluciones adecuadas de un cultivo original sobre
placas de Petri con medio sólido (con agar). Cada célula viable dará origen a una colonia
visible después del tiempo adecuado de incubación. Contando las colonias visibles,
teniendo en cuenta la dilución de la que proceden y el volumen de alícuota utilizado, es
fácil deducir el número de células viables en la suspensión original. (Para esto, mira el
ejemplo de la diapositiva, y sobre todo, estate atento a la práctica correspondiente, que se
suele realizar en la 3ª tanda).

Mientras tanto, y para luego repasar esa práctica, puedes realizar un experimento on-line
sobre crecimiento bacteriano

Precauciones:

para minimizar los errores estadísticos de muestreo, se recomienda sembrar 5 placas de cada
dilución;
hay que usar pipetas nuevas en cada dilución;
contar las placas donde existan entre 50 y 300 colonias.
Como no podemos garantizar que cada colonia no proceda de más de un indiviudo (y esto es
especialmente cierto para bacterias que forman agrupaciones de 2 o más células), el recuento
se refiere no a “células viables reales” sino a “unidades formadoras de colonia” (UFC). Por lo
tanto, una UFC corresponde, como mínimo, a una bacteria, pero sobre todo en bacterias con
agrupaciones, la medida por siembr en placa infravalora el número real de individuos, porque
cada UFC puede corresponder a dos o más individuos que estaban juntos al ser sembrados en
la placa.

2) Recuento sobre filtros: Se usa para suspensiones diluidas de bacterias. Se hace pasar un
gran volumen de suspensión a través de una membrana de nitrocelulosa o de nylon estériles
(con un diámetro de poro que retiene las bacterias pero permite el tránsito de sustancias).
Posteriormente, el filtro se deposita sobre la superficie de un medio de cultivo sólido. Las
colonias se forman sobre el filtro a partir de las células retenidas. Dichas colonias se
cuentan, deduciéndose la concentración original de viables en función del volumen de
suspensión que se hizo pasar por el filtro.

4 CRECIMIENTO BALANCEADO (=
EQUILIBRADO)
Una población de bacterias que se encuentre en un medio adecuado en el que se
mantienen constantes todos sus parámetros nutricionales y ambientales, crece de forma tal
que el incremento por unidad de tiempo de masa celular, no de células, ADN, ARN,
proteínas, etc., es un valor constante y similar en cada caso:

M/M = N/N = [ADN]/[ADN] = [proteínas]/[proteínas] = ... = K

Así pues, durante este crecimiento, de tipo exponencial o logarítmico, el cultivo se


comporta como una reacción autocatalítica de primer orden:

velocidad de aumento del componente = K·{cantidad del componente}

También se puede decir que el no de células, la masa celular u otros componentes se


duplican en un mismo lapso de tiempo determinado.

Este tipo de crecimiento se denomina balanceado o equilibrado. Se caracteriza,


pues, por ser el crecimiento en el que

todos los constituyentes celulares se duplican en un mismo tiempo, o dicho de otra


manera:
aquel en el que estos constituyentes aumentan proporcionalmente por un mismo factor en
la unidad de tiempo. Este factor es el coeficiente exponencial de crecimiento (), que es
característico para cada cepa bacteriana en cada medio determinado.

4.1 EXPRESIÓN MATEMÁTICA DEL CRECIMIENTO


BALANCEADO
Para deducirla vamos a aprovechar la definición empírica anterior, atendiendo por
un lado al aumento de la masa celular, y por otro al incremento del número de individuos.

a) En función del aumento de masa celular:

, y por lo tanto, dM = M··dt

Si integramos, resulta: M/M0 = e(t-t0)

Aplicando logaritmos neperianos:

{12.1}

De aquí se puede deducir que el coeficiente  es

{12.2}

b) En función del aumento del número de células. Supongamos que partimos de una
célula. Tras una división (generación celular), tendremos 2, tras dos divisiones tendremos 4,
luego 8, etc: tenemos una serie geométrica. 1, 2, 22, 23, 24, ... 2n (donde n es el número de
generaciones transcurridas). Si en vez de partir de una célula partimos de N0 células
iniciales, tenemos:

N = N0·2n ; por lo tanto:

N/N0 = 2n {12.3}

Por otro lado, el número de generaciones se puede calcular fácilmente teniendo en cuenta el
tiempo transcurrido y conociendo el tiempo medio de generación (g):

Sustituyendo esta expresión en la fórmula {12.3} tenemos:

N/N0 = 2(t-t0)/g

Apliquemos logaritmos neperianos:


{12.4}

Ahora bien, como estamos ante un crecimiento balanceado, las dos expresiones
matemáticas {12.1} y {12.4} que hemos deducido (la de la sección A, basada en masa, y la
de la sección B, basada en número de individuos) son equivalentes:

, y por lo tanto:

 (t-t0) = (t-t0)/g·ln2, de donde se deduce el valor del coeficiente de crecimiento


exponencial:

, expresado en h-1 {12.5}

Esta es la expresión matemática del coeficiente del crecimiento balanceado, en función del
tiempo medio de generación (g).

En un medio ideal, sin limitación de nutrientes, este coeficiente es  = máx, o sea, el


máximo valor posible del coeficiente para esa cepa en ese medio. Es decir, es un
crecimiento balanceado no restringido.

En un medio donde exista algún nutriente limitante (o sea, cuya concentración


está por debajo del límite de eficiencia de las permeasas), el crecimiento balanceado es de
tipo restringido, de modo que el coeficiente real de crecimiento es inferior al máximo,
según la fórmula empírica siguiente (ecuación de Monod):

donde [S] es la concentración del nutriente limitante; KS es la constante


de saturación, equivalente a la concentración de nutriente para la que el coeficiente es
semimáximo. Como se puede ver, la tasa de crecimiento (medida por ) es una función
hiperbólica de la concentración del sustratro (nutriente) limitante (ver gráfico). Este
sustrato puede ser una fuente de C y/o de energía, fuente de N, de P, un factor de
crecimiento, etc.

Ejemplos de KS:

la KS para la glucosa en E. coli es 1·10-6M


la KS para el triptófano en esta bacteria es 2·10--7 M

Estos bajos valores se deben a la alta afinidad de las permeasas de membrana hacia los
sustratos, lo cual es una adaptación evolutivamente adquirida de las bacterias a los medios
muy diluidos en nutrientes en los que normalmente viven. (Por el contrario, los medios de
laboratorio donde se suelen cultivar las bacterias suelen ser más concentrados).
Como veremos en el apartado 6, en la naturaleza, y en los sistemas de cultivo
cerrados que habitualmente se emplean en laboratorio, tarde o temprano el crecimiento
balanceado suele terminar, debido a que se agotan los nutrientes o se acumulan sustancias
de desecho.

5 CULTIVO CONTINUO (SISTEMAS


ABIERTOS). QUIMIOSTATO
El cultivo continuo es un cultivo balanceado mantenido por tiempo indefinido por
un sistema abierto de flujo que se compone de:

una cámara de cultivo de volumen constante,


a la que llega un suministro de nutrientes,
y de la que se eliminan o separan los productos tóxicos de desecho (por un dispositivo de
rebosadero).

Una vez que el sistema alcanza el equilibrio, el número de células y la concentración de


nutrientes en la cámara permanecen constantes, y entonces se dice que el sistema está en
estado estacionario, con las células creciendo exponencialmente.

Los parámetros a tener en cuenta son:

flujo (f), medido en ml/h


volumen de la cámara de cultivo (v, en ml)
densidad celular en la cámara (x)
factor de dilución D = f/v (en h-1).

Existe una pérdida de células por el rebosadero: -dx/dt = x·D

El crecimiento bruto es dx/dt = x·

Por lo tanto, el crecimiento neto es dx/dt = x· - x·D = x·( - D)

Si logramos que el coeficiente de crecimiento () se haga igual al factor de dilución (D),
entonces dx/dt = 0, y por lo tanto la concentración de células se hace constante (x= x). El
cultivo se encuentra entonces en estado dinámico de equilibrio. Las pérdidas de células
por drenaje se compensan con las ganancias por crecimiento.
Una de las maneras de lograr un cultivo continuo es mediante el llamado quimiostato: en
el quimiostato podemos controlar de modo independiente la densidad de la población
celular y la velocidad de crecimiento del cultivo. La densidad celular en el equilibrio se
controla ajustando el factor de dilución (D), mientras que la velocidad de crecimiento se
controla variando la concentración del nutriente limitante en la cámara reservorio (SR).

En un quimiostato, los microorganismos pueden cultivarse a una amplia variedad de


tasas de crecimiento exponencial
El quimiostato permite crecimientos balanceados restringidos debido a que existe un
nutriente o sustrato presente en una concentración suficientemente baja como para limitar
la densidad de población.
Así pues, el quimiostato también permite elegir la densidad de células a la que se quiere
trabajar.
Algunos comentarios sobre el gráfico:

La densidad del cultivo es muy similar en un amplio margen de tasas de dilución (D).
Este margen es el más adecuado para hacer estudios en el quimiostato. En cambio, el
valor de tiempo de generación (g) varía ampliamente. O sea, el quimiostato puede
obtener tasas de crecimiento muy diferentes, sin que se afecte la densidad celular.Sin
embargo, a valores extremos de dilución, se puede ver que el equilibrio se rompe:
A altas tasas de dilución la concentración microbiana cambia rápidamente, y en un
margen estrecho el cultivo puede drenarse totalmente (DC: dilución crítica). Es decir, el
cultivo se “lava” porque su velocidad de crecimiento es inferior a la tasa de dilución.
A muy bajas diluciones (DM) el quimiostato no funciona si el nutriente limitante es la
fuente de energía. Ello se debe a que en esas condiciones, la fuente de energía sólo se usa
para reacciones de mantenimiento de la integridad celular, pero no queda para el
crecimiento. A este valor lo llamamos energía de mantenimiento. Los procesos
relacionados con esta energía de mantenimiento son el potencial de membrana, el
transporte de solutos y la renovación de proteínas.

Aplicaciones del cultivo continuo en quimiostato:

Aportan una fuente continua de células en fase exponencial, lo que se aplica a procesos
industriales de fermentación (producción de bebidas alcohólicas, de antibióticos, de
aminoácidos, etc).
En el quimiostato, el crecimiento a bajas concentraciones de sustrato permite estudiar:
aspectos fisiológicos (por ejemplo, catabolismo del sustrato limitante);
selección de mutantes
estudios ecológicos.

6 CULTIVO EN SISTEMAS
CERRADOS
En los sistemas cerrados (que pueden ser líquidos o sólidos), no existe aporte
continuo de nutrientes, ni drenaje de células ni de sustancias de desecho.

En estos sistemas la fase exponencial de crecimiento balanceado no restringido


dura sólo unas cuantas generaciones, debido al agotamiento de nutrientes y/o a la
acumulación de desechos.

6.1 CURVA DE CRECIMIENTO EN UN SISTEMA


CERRADO EN MEDIO LÍQUIDO

Como se puede constatar en el anterior gráfico, el crecimiento en un sistema cerrado consta


de varias fases, que pasamos a comentar:

1) Fase de retardo (fase “lag”): Es el período de tiempo durante el que el inóculo se


adapta a las condiciones del medio fresco sobre el que se ha sembrado. Se trata de un
período de ajuste metabólico. Su duración depende de varios factores:

tamaño del inóculo;


bondad del inóculo (estado metabólico previo del inóculo):
si el inóculo procede de células en fase estacionaria de un cultivo anterior, la fase lag es
larga. Ello se debe a que los contenidos en coenzimas y otros constituyentes de las
células son bajos, y las células deben reponerlos en el medio fresco.
si las células están dañadas por algún agente, el lag también es largo, ya que necesitan
un tiempo para la reparación de los daños.
si las células del inóculo se tomaron de un cultivo previo en fase logarítmica, el lag es
más corto.
medio del que procede el inóculo:
si el medio es similar al medio fresco, el lag es más corto;
si el medio del inóculo era un medio rico y el medio fresco es más pobre, la fase de
retardo se hace más larga, porque las bacterias necesitan un tiempo adicional para
activar la síntesis de las enzimas biosintéticas que estaban reprimidas en el medio rico.

Pero aun cuando la inoculación se hace desde un cultivo previo en fase logarítmica, cuyo
medio sea idéntico al medio fresco, se observa siempre una fase lag. ¿Por qué?:

necesidad de neutralizar sustancias tóxicas en el medio fresco;


porque se produce dilución de ciertos metabolitos intracelulares al inocular las bacterias
en el medio nuevo; por lo tanto, hasta que no se vuelva a alcanzar una concentración de
esos metabolitos adecuada para el crecimiento, éste no “arranca”.

Ejemplo: Supongamos que inoculamos una bacteria heterotrófica en un medio ligeramente ácido,
sometido a aireación: en un principio, se produce dilución de CO 2, por lo que se retardan
reacciones de carboxilación que requieren este CO2, y se produce un retardo.

2) Fase de transición, de crecimiento acelerado, que conduce a …

3) Fase de crecimiento exponencial (= fase logarítmica). La fase 2 se debe a que cada


célula entra en la fase exponencial con desfase respecto de sus compañeras. Ello demuestra
que las células del inóculo no están todas en las mismas condiciones fisiológicas.

Durante la fase logarítmica se da un crecimiento balanceado no restringido


durante unas pocas generaciones (normalmente menos de 10). El tiempo de generación
(g) es característico para cada especie o cepa, en cada medio concreto:

El valor del tiempo de generación (g) depende de:

composición del medio


temperatura
pH
osmolaridad (tonicidad), etc.

Los microorganismos heterotrofos suelen crecer más rápidamente en los medios


complejos, ricos, que en los medios sintéticos, y dentro de estos últimos, mejor con glucosa
que con otras fuentes de carbono. Algunos microoorganismos tienen, a su temperatura
óptima tiempos de generación muy cortos (15, 20 min), mientras que otros tienen crecen
más lentamente, con tiempos de generación que pueden ser de varias horas o incluso días.

4) Fase de aceleración negativa, de crecimiento desequilibrado, que conduce a…

5) Fase estacionaria: Esta fase se caracteriza porque el coeficiente neto de crecimiento se


hace nulo ( = 0), pero aún existe crecimiento. Lo que ocurre es que el crecimiento bruto
se equilibra con las muertes celulares.

En este período se agotan nutrientes especiales y se acumulan sustancias de


desecho. Incluso el pH del medio empieza a hacerse inadecuado para el crecimiento celular.

Si la bacteria crece en un medio complejo, la fase 4 de transición (de aceleración


negativa) puede ser relativamente larga, debido a que va recurriendo a fuentes alternativas
(p. ej., puede recurrir a aminoácidos como fuente de C una vez agotados los hidratos de
carbono).

En la fase estacionaria aún existen reacciones metabólicas, pero el metabolismo


general es diferente al de la fase logarítmica:

las células son más pequeñas, debido a que existe división celular después de que se
haya detenido el incremento de masa;
suelen ser más resistentes a agentes físicos y químicos;
existe reciclado de ciertos materiales intracelulares;
baja el contenido en ARN.

6) Fase de transición hacia …

7) Fase de muerte exponencial: Se da muerte y lisis masiva, exponencial, del cultivo. Se


debe a agotamiento de reservas de energía. Algunas veces las células aparecen grandes,
hinchadas, distorsionadas (formas “fantasmas”, “ghost”). La pendiente de esta parte de la
curva depende de las especies (por ejemplo, en bacterias entéricas es suave, mientras que en
Bacillus es más acentuada).

Te recuerdo que puedes hacer un experimento "virtual" con la curva de crecimiento de una
bacteria. Que disfrutes.

6.2 CRECIMIENTO EN SISTEMAS CERRADOS EN


MEDIOS SÓLIDOS
Un medio sólido es una solución nutritiva (como el líquido), pero incorporado a un
gel, que le da consistencia.

Los tipos de gelificantes usados para los medios sólidos (más explicaciones en la 2ª tanda
de prácticas):
agar-agar (o simplemente, agar): es el más comúnmente empleado;
gelatina (inconveniente de que se licúa a temperaturas relativamente bajas, y además,
algunos microorganismos lo degradan por gelatinasas);
silicagel (o gel de sílice): tedioso de preparar. Uso casi exclusivo para quimioautotrofos.

Los medios sólidos se suelen inocular mediante asa de siembra o espátula,


diseminando las bacterias sobre su superficie libre, en recipientes adecuados, como las
placas de Petri (ver prácticas). Tras la incubación a la temperatura y condiciones
pertinentes, cada bacteria o agrupación bacteriana que ha quedado en un punto determinado
del medio da origen, por crecimiento, a una acumulación de células, visible a simple vista,
denominada colonia.

La densidad de cada colonia es muy alta (del orden de 107 células para una colonia
de unos 5 mm). Esto se debe a que en el medio sólido, a diferencia del líquido, las bacterias
no pueden dispersarse, y durante mucho tiempo este medio sólido permite un aporte
continuo de nutrientes (por difusión desde el entorno de la colonia, hacia ella), y
eliminación continua de productos de desecho (por difusión desde la colonia hacia fuera).
Por lo tanto, se parece a un cultivo continuo, excepto que no hay drenaje de células.

Como el alumno comprobará en prácticas (2ª tanda), cada especie bacteriana suele
originar colonias de un tipo determinado, en cada medio concreto. Con vistas a la
determinación taxonómica, se suele tomar nota de una serie de características de las
colonias (caracteres culturales):

tamaño (relativo)
forma general
forma de los bordes de la colonia
aspecto de la superficie y elevación sobre el sustrato
color
consistencia, etc.

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