Los nutricionistas sugieren que comer dos o tres manzanas al día puede aumentar la
protección del cuerpo en contra de las enfermedades del corazón, gracias a la increíble
habilidad de esta fruta para reducir la presión arterial y el colesterol malo, tan peligroso
para la salud. De hecho, ellos dicen que entre más alto esté el colesterol, mayores son
los beneficios si se aumenta el consumo de manzanas.
Incluso, mucho más sorprendente fue el hecho que las manzanas aumentaron el
colesterol bueno en la sangre, mientras que redujeron el colesterol malo, que es el
responsable de formar coágulos en las arterias, una condición que puede conllevar a
ataques fatales del corazón o de apoplejía. Una razón de esto podría ser la pectina en la
manzana, esa fibra soluble que usualmente se extrae para hacer jalea. Los investigadores
franceses también descubrieron que la pectina, en conjunción con la vitamina C y otros
químicos naturales en la manzana, forman una especie de fortaleza que sirve como
escudo alrededor del corazón para prevenir las enfermedades cardiovasculares. Por
alguna razón misteriosa, una dieta rica en manzanas disminuye el colesterol más
eficientemente en las mujeres que en los hombres. Las manzanas son una fruta
excelente para los diabéticos y otros que necesitan controlar los niveles de azúcar en la
sangre. Se encuentran entre los mejores alimentos para controlar el azúcar de la sangre.
A pesar de que la manzana es una rica fuente de azúcar natural, algo en su contenido no
causa un rápido y a menudo peligroso aumento en el azúcar de la sangre. También
impide que el cuerpo bombee mucha insulina, la cual, a cambio, ayuda a reducir el
colesterol y la presión sanguínea. Algunas personas incluso sólo tienen que oler las
manzanas para recibir el beneficio. Científicos del Centro de Psicofisiología de la
prestigiosa Universidad Yale, descubrieron que la esencia de aroma de manzana produce
un efecto calmante, el cual ayuda a reducir la presión.
Las manzanas enteras, en oposición al jugo, son buenas para quienes están haciendo
dieta. El aumento en los niveles de glucosa en la sangre que ocurre cuando usted come
una manzana lo hace sentirse lleno. El jugo de manzana también le ayuda a mantenerse
saludable durante el proceso de sanación, especialmente si sufre de resfriado o virus.
Las personas que comen manzanas regularmente sufren de menos resfriados y
problemas respiratorios.
En un estudio que se realizara en el estado de Michigan con 1.300 estudiantes, esos que
comieron regularmente manzanas por más de un período de tres años hicieron un tercio
menos de visitas a los médicos que quienes no comieron manzanas. Los investigadores
notaron que los comedores de manzana sufren de menos enfermedades relacionadas con
la tensión.
Hay también indicación de que las manzanas pueden ayudar a combatir ciertos tipos de
cáncer. La razón parece ser que las manzanas contienen gran cantidad de ácidos
naturales que han bloqueado exitosamente la formación de cáncer en estudios de
laboratorio. Recuerde que para obtener los mejores beneficios de salud, usted tiene que
comer la manzana entera, con cáscara y todo. La cáscara contiene un alto nivel de fibra
de pectina, la cual parece ser la base para el asombroso poder de la fruta para reducir el
colesterol o la presión sanguínea, balancear el contenido de azúcar en la sangre y
combatir el cáncer.
La manzana puede ser también el único alimento curativo capaz de ayudar en dos
problemas opuestos al mismo tiempo: el estreñimiento y la diarrea. Primero, la manzana
o la compota de manzana han sido usadas por siglos, para ayudar a las personas a
retornar a una dieta regular después de haber sufrido ataques de diarrea. La pectina en la
fibra de la manzana aparente es el factor curativo, lo cual explica por qué se encuentra
como componente básico de muchos remedios contra la diarrea. Ésta también es la
misma fibra que los nutricionistas han estado diciendo por décadas que es
absolutamente necesaria para mantener normales las funciones intestinales, libres de
estreñimiento. Finalmente, las manzanas no son sólo un alimento excelente, sino
también una especie de cepillo de dientes natural, ya que pueden ayudar a prevenir las
caries dentales. Las personas de los tiempos bíblicos probablemente lo aprendieron a
través de la experimentación y el error, pero los investigadores modernos han
confirmado este hecho en el laboratorio.
La Biblia está colmada con referencias a la cebada, la cual se encuentra entre los granos
más conocidos en la antigüedad y más nutritivos jamás cultivados. De hecho, algunos
eruditos dicen, que la Fiesta de los Panes sin Levadura era la festividad antigua de la
siega de la cebada que se convirtió en la celebración de la Pascua: “Estas son las fiestas
solemnes del ETERNO, las convocaciones santas, a las cuales convocaréis en sus
tiempos... Y a los quince días de este mes es la fiesta solemne de los panes sin
levadura a Jehová...” (Lv. 23:4, 6).
Expertos en historia bíblica dicen que la cebada no es tan valiosa como el trigo. Pero era
el alimento básico de las multitudes y como tal un rasgo prominente de estos primeros
hebreos. Por consiguiente, el hecho que la cebada se mencione tan a menudo demuestra
que el pueblo del período bíblico consumía grandes cantidades de este grano, el cual
desempeñaba un papel vital en su salud y sanidad, fuera que lo supieran o no.
Por miles de años la cebada ha disfrutado de gran reputación como alimento que
mejora la potencia, el vigor y la fortaleza. A los gladiadores romanos a menudo se
les llamaba «hordearil» que significaba «comedores de cebada», porque este grano se
le añadía a su dieta para aumentarles la energía antes de sus enfrentamientos. Hoy
sabemos por estudios, que la cebada es uno de los tres almidones balanceados, y que
el arroz y la papa son los otros dos. Son ricos en complejos carbohidratos que
alimentan el cuerpo con una corriente constante de energía.
Ese mismo alto contenido de fibra mantiene normales las funciones intestinales, alivia
el estreñimiento y protege contra una amplia variedad de problemas digestivos.
También puede ayudar a bloquear el cáncer. Como cualquiera que ha hecho un
estudio de la Biblia sabe, el pan hecho con cebada u otras harinas de grano entero,
era considerado tan vital para la buena salud y una vida larga, que se le llamaba «el
báculo de la vida». No sorprende que los expertos en medicina moderna, estén haciendo
investigaciones respecto a sus beneficios.
Se ha descubierto que la cebada es efectiva para acabar con la producción del colesterol
malo que hace tanto daño a nuestras arterias, tanto que puede provocar ataques de
apoplejía y al corazón. En un interesante estudio sobre animales, los investigadores del
Departamento de Agricultura de Estados Unidos descubrieron que la producción del
colesterol malo se redujo en un increíble 18% cuando se le añadió a su dieta grandes
cantidades de cebada.
Un increíble 79% de esos pacientes, quienes consumían a diario tres o cuatro productos
hechos a base de cebada, se curaron sin ningún tratamiento médico adicional. Para
asegurarse por completo de los resultados, los médicos entonces le suspendieron la
cebada a los pacientes. A no dudar, casi todos en el grupo de estudio volvieron una vez
más a tener problemas de estreñimiento y al cabo de un mes volvieron a necesitar
atención médica. Algunas variedades de cebada contienen más fibra que otras. Por
eso cuando vaya al supermercado o a las tiendas de remedios naturales, busque por el
término en inglés unpearled. Esto quiere decir que la cebada no ha sido procesada y
que por lo tanto contiene más fibra lo cual ayuda a disminuir la presión sanguínea.
Usted puede encontrar esta cebada sin procesar en la mayoría de las tiendas de
productos naturales. En los supermercados lo más probable es que consiga cebada
procesada la cual tal vez no sea tan efectiva para curar el estreñimiento. Pero tenga en
mente que incluso esa clase todavía contiene suficiente fibra para reducir el colesterol y
para hacer una gran diferencia en su salud. Usted puede sustituir la harina de trigo por la
de cebada en la mayoría de las recetas. A continuación un par de formas de añadirle
cebada a su dieta. Son el equivalente moderno a las comidas a base de cebada que se
consumían en los tiempos bíblicos.
Cebada hervida
• 1 taza de cebada
• 3 tazas de agua
• 1 pizca de sal
Lave la cebada y colóquela en una cacerola con agua y sal. Permita que hierva y
cocínela a fuego lento por una hora. La cebada se expandirá tres veces en su volumen.
Sírvala con mantequilla o salsa en lugar del arroz.
Agua de cebada
• 8 tazas de agua
• 1 taza de cebada
• 1 pizca de sal
Lave la cebada, luego combínela con agua y sal en una tetera grande. Permita que
hierva y cocínela a fuego lento por lo menos por dos horas o hasta 24 horas. Entre
mayor sea el período de cocción, más espesa será el agua de cebada. Añada agua
conforme estime necesario para mantener su nivel a unas cinco tazas. Cuele el agua,
añádale sabor con la miel y sírvala después de enfriarse.
Habas o legumbres
Dice la Escritura: “Y tú toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, millo y avena, y
ponlos en una vasija, y hazte pan de ellos...” (Ez. 4:9a). Esta receta es para
confeccionar lo que eruditos bíblicos llaman «el pan de Ezequiel», el cual preparó el
profeta durante el sitio de Jerusalén. Esta es una de las pocas recetas específicas que
encontramos en la Biblia.
Ni Ezequiel, ni las personas que hacían y comían el pan lo sabían, pero ellos estaban
practicando una poderosa técnica de sanación que los nutricionistas de hoy llaman
«acrecentamiento». Esto simplemente significa que una variedad de granos usados
juntos forman un alimento más potente y con más alta cantidad de proteínas que los
panes hechos de un solo grano. Tal como dice en el segundo libro de Samuel, las habas
o legumbres se encontraban entre los alimentos más nutritivos que le enviaran al
ejército hambriento del rey David para restaurarles las fuerzas: “Trajeron a David y al
pueblo que estaba con él, camas, tazas, vasijas de barro, trigo, cebada, harina, grano
tostado, habas, lentejas, garbanzos tostados, miel manteca, ovejas, y quesos de vaca,
para que comiesen...” (2 S. 17:28, 29a).
Vale la pena hacer notar que las legumbres en general están mencionadas
prominentemente en el pasaje anterior. Sabemos que contienen fibra soluble que ayuda
a reducir el colesterol malo y reduce la presión. Esta misma fibra también ayuda a
mantener estables los niveles de azúcar, quita el hambre, lo cual es una bendición para
cualquiera que está en dieta, y se ha demostrado incluso que reduce los requerimientos
de insulina para personas que sufren de diabetes.
Con todo lo importante que son las legumbres para nosotros hoy, lo fueron más como
un alimento básico en los tiempos bíblicos. Las habas son una fuente maravillosa de
proteínas, algo que escaseaba en las sociedades primitivas, al igual que contiene
vitamina C en abundancia, hierro y fibra para la dieta. En el occidente, la mayoría de
nosotros obtenemos esto por otros alimentos o suplementos.
Los agricultores primitivos podían también cultivar las legumbres con facilidad y las
hacían en puré y potaje, o en tipo de pan granulado cuando las mezclaban con millo.
Otra ventaja era que como las otras leguminosas, las arvejas y lentejas, se podían poner
a secar con facilidad y almacenarlas por largos períodos para los tiempos difíciles. Los
eruditos bíblicos dicen que las habas mencionadas en la Biblia eran habas grandes
porque esa clase se cultivaba extensamente a través de todos los países del oriente del
Mediterráneo durante ese período. También se sabe que era un alimento popular en
Egipto.
Las legumbres también contienen químicos que inhiben el crecimiento del cáncer y
ayudan a controlar la insulina y los niveles de azúcar en la sangre tan vitales para la
buena salud de los diabéticos. En un nivel más rutinario, las judías ayudan a prevenir y
a curar el estreñimiento. Pueden detener las hemorroides, impedir que se desarrollen
otros problemas relacionados con los intestinos y ayudan a curarlos si ya se sufre de
estos padecimientos. En esos tiempos antiguos, las habas o judías y los ajos eran a
menudo hervidos juntos, produciendo con esto una versión primitiva de medicina para
acabar con los resfriados más persistentes.
Usted no tiene que comer las legumbres mañana, tarde y noche para recibir los
beneficios. Una taza al día de judías cocidas puede ser todo lo que se necesita,
especialmente si su dieta incluye ya alimentos similares, productos que mencionemos
en este artículo, los que también sirvan para combatir el colesterol, cáncer y la presión
alta. Incluso, ni siquiera las legumbres enlatadas pierden todo su valor terapéutico como
resultado de su procesamiento. Se ha demostrado que una lata de frijoles con cerdo
disminuye el nivel del colesterol en un 12%. Es necesario advertir que algunas
investigaciones indican que los frijoles enlatados pueden aumentar el nivel del azúcar en
personas diabéticas. Se recomienda que quienes sufren de este padecimiento consulten
primero a su médico por su opinión profesional.
También se debe recordar que la mayoría de los productos enlatados contienen mucha
sal, de tal manera que si necesita una dieta baja o libre de sodio, revise la etiqueta. Si
necesariamente tiene que usar los frijoles enlatados, enjuáguelos con agua para quitarles
la sal. Aquí tenemos un informe detallado del poder de las legumbres:
• Contienen en forma natural altos niveles de proteínas vegetales. Por ejemplo, 17,9
gramos por taza.
Justo una taza provee cerca de 12 gramos de complejos carbohidratos o almidones. Eso
las convierte en una fuente excelente de energía, lo cual es tal vez la razón de por qué lo
necesitaba tanto el ejército hambriento del rey David. Los científicos dicen que durante
el proceso digestivo se liberan ciertos químicos naturales que contienen los frijoles,
judías y otras legumbres. Ellos, en efecto, retrasan la producción del colesterol malo.
Por consiguiente, esos mismos químicos que circulan a través de nuestro sistema
cardiovascular, ayudan a limpiar el colesterol malo que de otra forma podría obstruir las
arterias.
Al menos dos participantes con niveles de colesterol bien alto, quienes cambiaron a una
dieta de legumbres, sorprendieron a todos cuando sus niveles de colesterol descendieron
de 274 a 194 miligramos, una mejoría que aumentó sus posibilidades de prevenir los
ataques de corazón. El mismo proceso digestivo que libera los químicos en las
legumbres que combaten el colesterol, también produce las importantes proteasas
inhibidoras, las cuales son componentes básicos de las legumbres. Las proteasas
inhibidoras parecen ser extremadamente efectivas para bloquear la formación de ciertos
cánceres incluyendo cáncer del colon y del seno, dos de los cánceres más comunes y
mortales que enfrentamos hoy.
Todavía no se han llevado a cabo todos los estudios, pero es posible que esas proteasas
inhibidoras no sean tan efectivas después que se ha desarrollado el cáncer. Sin embargo,
algunos expertos piensan que pueden hacerle un alto a la división de las células antes
que progresen y se conviertan en cáncer. Una razón puede ser que las legumbres
contienen una sustancia que se convierte en una especie de quimioterapia natural que
busca en el cuerpo los indicadores del cáncer y los anula antes que puedan hacer ningún
daño.
Las legumbres también se encuentran en la lista de otros reguladores naturales. No son
una cura rápida y efectiva para el estreñimiento, sino para mantener las funciones
intestinales corrientes, a un ritmo saludable. Aparentemente reducen el riesgo de cáncer
rectal o del colon, desórdenes intestinales y hemorroides. Son importantes para los
diabéticos debido a su habilidad para regular la producción de insulina. Los diabéticos
del grupo uno, esos que requieren una inyección diaria de insulina reducen su necesidad
de insulina hasta en un 38% con una dieta rica en legumbres. Mientras tanto, en el
mismo estudio, la mayoría de los diabéticos del segundo grupo, los adultos que sufren
de ataques de diabetes, pudieron suspender por completo las inyecciones de insulina.
• 4 paquetes de levadura
• 4 tazas de agua
• 1 cucharada de sal
Disuelva la levadura en una taza de agua tibia y una cucharada de miel. Déjela reposar
por diez minutos. Combine los siguientes cinco ingredientes. Mezcle las lentejas, el
aceite, la miel y un poco de agua en una licuadora. Colóquelo en un tazón grande de
mezclar con el resto del agua. Añada y revuelva dos tazas de harina mezclada. Añada la
mezcla de la levadura. Agregue y mezcle la sal y la harina restante. Tome una tabla de
amasar y cúbrala con harina y amase allí la masa hasta que esté suave. Póngala en un
tazón previamente aceitado. Deje reposar la masa hasta que aumente el doble de su
tamaño. Vuelva a amasarla otra vez, córtela y moldéela en la figura de cuatro hogazas.
Colóquelas en un sartén engrasado y déjelas que crezcan.
Comenzando con el huerto del Edén, el higo, con sus maravillosos poderes de sanidad
se encuentra mencionado más de 50 veces en la Biblia. De hecho, el árbol de higuera es
el primero que se menciona específicamente por nombre en la Biblia. Leemos en
Génesis 3:7: “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban
desnudos; entonces cosieron hojas de higueras y se hicieron delantales”.
La higuera tiene gran importancia como una de las siete especies, con las que Dios
bendijo la tierra santa. En términos bíblicos, la higuera es un símbolo de paz,
prosperidad y gran gozo. Y si los hombres que redactaron la Biblia hubieran conocido
las enfermedades modernas en su día, le habrían añadido a las virtudes de la fruta, su
tremendo poder anticancerígeno. Los higos, ya sean frescos o secos, han sido muy
apreciados desde los tiempos antiguos por su dulzura y valor nutritivo. Los atletas
griegos y romanos comían higos para aumentar su vigor y mejorar su ejecución.
La Biblia nos dice que “En aquellos días Ezequías enfermó de muerte. Y vino a él el
profeta Isaías hijo de Amoz, y le dijo: Jehová dice así: Ordena tu casa, porque
morirás y no vivirás... Y había dicho Isaías: Tomen masa de higos, y pónganla en la
llaga y sanará” (Is. 38:1, 21). Algunos eruditos bíblicos creen que esta “llaga” a que se
refiere la Biblia es una forma de cáncer. Según la historia, el tratamiento con higos fue
tan efectivo que Ezequías vivió y gobernó por otros quince años.
Una vez, después de una batalla, los hombres de David encontraron un guerrero egipcio
que había estado sin comer ni beber por tres días y tres noches: “Y hallaron en el
campo a un hombre egipcio, el cual trajeron a David, y le dieron pan, y comió, y le
dieron a beber agua. Le dieron también un pedazo de masa de higos secos y dos
racimos de pasas. Y luego que comió, volvió en él su espíritu; porque no había
comido pan ni bebido agua en tres días y tres noches” (1 S. 30:11, 12).
El valor del higo fue reconocido también en muchos otros lugares del mundo. Por
siglos, otras naciones y culturas lo han considerado como un remedio poderoso para una
increíble variedad de dolencias, incluyendo cáncer, estreñimiento, escorbuto,
hemorroides, gangrena, problemas en el hígado y llagas. Mucho del valor medicinal del
higo se debe a sus altos niveles de fibra, magnesio, potasio, vitamina C y otros
nutrientes. Un estudio descubrió que la fibra en los higos está asociada con la reducción
de la presión sistólica de la sangre. Los higos también contienen vitamina B6, la cual se
ha descubierto que ayuda a las mujeres a hacerle frente a la tensión premenstrual.
Los científicos japoneses dicen que han aislado el componente anticancerígeno del higo,
un químico llamado benzaldehido. Después de una prueba exitosa con animales, los
investigadores japoneses comenzaron a tratar a pacientes con cáncer con derivados del
higo. Aseguran que los resultados son dramáticos. De los 55 pacientes en el grupo de
prueba, siete estaban en completa remisión y 29 en remisión parcial. Los investigadores
añadieron que las sustancias en el higo, «...demostraron ser más efectivas en tumores
malignos en los seres humanos que en tumores en ratones experimentales».
Usted puede comprar higos frescos, secos o enlatados. Los higos frescos varían de
amarillo dorado a morados oscuros. Deben ser fragantes y firmes. Evite esos con áreas
blandas o manchas marrones, porque eso quiere decir que los higos son viejos. Secos o
frescos, se mantienen mejor en el refrigerador. Si compra higos secos, observe qué les
han añadido. Algunas personas son alérgicas a los sulfitos usados a menudo para
preservar los higos secos y otras frutas secas.
Incluso hoy en el Medio Oriente, la compota de frutas secas es un postre popular. Los
higos secos, los albaricoques, y las uvas se ponen a remojar durante la noche, luego se
ponen a hervir a fuego lento con una raja de canela y se sirven fríos con una pizca de
jugo de limón o de naranja.
Pescado
La pesca en el mar de Galilea y en el río Jordán era una industria gigantesca. Durante su
exilio en Egipto, los israelitas aprendieron a valorar el pescado del mar Rojo. Para el
pueblo del Antiguo Testamento había leyes dietéticas precisas para el pescado. Como
dice Levítico 11:9-12: “Esto comeréis de todos los animales que viven en las aguas:
todos los que tienen aletas y escamas en las aguas del mar, y en los ríos, estos
comeréis. Pero todos los que no tienen aletas ni escamas en el mar y en los ríos, así de
todo lo que se mueve como de toda cosa viviente que está en las aguas, los tendréis en
abominación. Os serán, pues, abominación; de su carne no comeréis, y abominaréis
sus cuerpos muertos”.
• Adelgaza la sangre
• Combate la inflamación
La clave de los poderes curativos del pescado se encuentra en los ácidos grasos del
omega tres. Estos se encuentran particularmente concentrados en los peces de agua fría
tal como las anchoas, el pez plateado, arenque, trucha, caballa, pez espada, esturión
blanco, atún, salmón y sardinas. Por más de 200 años se ha prescrito el aceite de bacalao
para un buen número de dolencias, incluyendo reumatismo y artritis, porque se creía
que el aceite lubricaba las articulaciones. Pero no fue hasta 1985 que los doctores que
escriben la publicación New England Journal of Medicine, recomendaron que quienes
padecen de artritis pueden beneficiarse comiendo pescado una o dos veces por semana.
En el caso de la artritis, por ejemplo, los aceites omega tres «sí lubrican» las
articulaciones reduciendo la dolorosa inflamación. El Instituto Nacional de Artritis y de
las Enfermedades de la Piel, Músculo y Esqueleto, dicen que «los aceites
incuestionablemente son agentes antiinflamatorios». La investigación llevada a cabo a
través del Instituto demostró que estos aceites bloqueaban la formación de algo llamado
«leucotrieno B4», el cual desencadena la inflamación. El Instituto reportó que se
descubrió después de prescribir aceites, que existe «...una correlación significativa
entre el descenso del leucotrieno B4 y la disminución en el número de articulaciones
sensibles».
Otro investigador del Albany Medical College de Nueva York, confirmó estos
descubrimientos. El doctor Joel M. Kramer, un profesor asociado de medicina observó
que pacientes que recibieron omega tres en cápsulas diariamente durante catorce
semanas, sufrieron mucho menos dolor que antes del tratamiento con aceite. Su vigor
también mejoró. Las tres cápsulas eran equivalentes a la cantidad de aceite contenida en
una comida promedio con salmón o una lata de sardinas, no obstante el dolor se alivió
significativamente por varios días después que concluyó el período de tratamiento con
omega tres.
El lupus eritematoso sistémico, otra enfermedad inflamatoria que ataca la piel, también
reaccionó positivamente al tratamiento experimental con aceite de pescado, conllevando
a un investigador de la Universidad de Harvard a proclamarlo como «el efecto protector
más impactante jamás visto». El aceite de pescado fue una vez motivo de risa entre
muchos nutricionistas. Nadie se ríe hoy respecto al poder curativo del pescado. La
alimentación a base de pescados o mariscos parece incluso ofrecer protección en contra
de asesinos como las enfermedades del corazón y el cáncer. La razón es que los aceites
naturales que se encuentran en el pescado parecen reducir la producción excesiva en el
cuerpo de un par de sustancias hormonales llamadas prostaglandinas y leucotrienos.
Estudios con el aceite de pescado demuestran que hace maravillas al reducir o eliminar
estos tres riesgos. Las personas que comen grandes cantidades de pescado parecen tener
la sangre más delgada, la cual es menos propensa a coagularse. El aceite de omega tres
también reduce los triglicéridos y el colesterol peligroso, y eso, dicen los expertos,
puede ser porque el pescado es un aliado poderoso en la batalla contra las
enfermedades del corazón.
Como un dato curioso, los esquimales comen diariamente cerca de trece onzas de
pescado y mariscos ricos en omega tres y raras veces sufren de ataques al corazón. Lo
mismo es cierto de los pescadores japoneses y sus familias quienes consumen un
promedio de por lo menos siete onzas de pescado al día. Los científicos noruegos
descubrieron recientemente que una dieta de tres onzas de caballa al día, adelgaza la
sangre en unas seis semanas, reduciendo significativamente el riesgo de coágulos en las
arterias, ataques al corazón y de apoplejía.
En Bretaña, un estudio que involucró a cientos de participantes reveló que esos con una
dieta fuerte en pescado desarrollan altas concentraciones de buen colesterol, más incluso
que las dietas vegetarianas. Lo mejor de todo es que tal vez no se necesite tanto
pescado para combatir las enfermedades del corazón. Investigadores de la Universidad
de Leiden en Holanda, estuvieron monitoreando a los residentes de un pequeño poblado
que comían sólo una onza de pescado a la semana. Los resultados fueron asombrosos.
El riesgo de enfermedades del corazón en el grupo de estudio fue 50% menos que entre
esos que no comieron pescado para nada.
Expertos advierten que la hipertensión o presión alta, es la luz roja que nos advierte que
nuestra vida se encamina hacia un ataque al corazón como un tren desbocado. Ellos
dicen que para hacerle un alto, ¡es necesario controlar la presión sanguínea! El Instituto
Central para Investigación Cardiovascular en Berlín, llevó a cabo un estudio con 24
hombres que tenían la presión ligeramente alta. Por dos semanas, la mitad del grupo se
comió diariamente dos latas de siete onzas de caballa, que en Estados Unidos se conoce
como mackerel, y siguieron con tres latas por semana por los ocho meses siguientes. Se
escogió este pescado por su alto contenido en aceite de omega tres.
¿Y cuál fue el resultado? Entre más altos eran los niveles de los ácidos grasos en la
sangre, más descendió la presión sanguínea. La conclusión: Que un mínimo de sólo tres
onzas de mackerel a la semana disminuyen la presión en un 7% y eliminan la necesidad
de medicamento. Los aceites de pescado parecen ser muy importantes en la lucha
contra el cáncer. El doctor Rashida Karmali de la Universidad Rutgers dice que las
prostaglandinas demasiado activas que pueden causar problemas del corazón, también
están presentes en la mayoría de los cánceres.
Estudios estimulantes realizados en Rutgers y en otros lugares indican que los aceites de
pescado son altamente efectivos para reducir esa producción excesiva. Y una vez se
reduce la alta concentración de estas molestas prostaglandinas, también disminuye el
riesgo de cáncer en el seno, la próstata, pulmones y colon. Las mujeres esquimales y
japonesas, por ejemplo, comen grandes cantidades de pescado y raras veces sufren de
cáncer en el seno.
Un cambio en la dieta en la cual el omega tres reemplazó a las grasas animales, también
disminuyó dramáticamente la tasa de deterioramiento en personas que sufrían de
enfermedades del riñón en su etapa inicial. El aceite de pescado además puede ayudar a
las mujeres que sufren de cólicos premenstruales. Estos se desencadenan aparentemente
por las mismas prostaglandinas demasiado activas que son la causa de tantos otros
problemas.
El asma parece ser otra de esas enfermedades inflamatorias en las cuales los
leucotrienos quedan fuera de control y causan constricción bronquial. El añadirle
aceites de pescado a la dieta ha proporcionado un alivio asombroso en muchos casos,
una vez más por extinguir la producción de los leucotrienos.
En otro estudio, la condición de dos tercios de pacientes con soriasis mejoró después de
comenzar a tomar aceite de omega tres. Los aceites parecen moverse rápidamente en la
sangre y hacia la superficie de la piel. Entre más aceite llega a la epidermis, mayor es la
mejoría. ¿Se acuerda del viejo dicho de que «el pescado le hace más inteligente?»
Aunque los expertos dicen que no es cierto, la realidad es que los ingredientes en el
pescado y en los aceites de pescado le ayudan a aumentar su potencial, especialmente
cuando está fatigado y sus energías mentales han descendido. El secreto en esta
ocasión, no es tanto el aceite en el omega tres, sino un químico natural en el pescado
llamado tirosina.
Ajo
El ajo es una de las comidas curativas más antiguas del mundo. Por siglos, incluso
antes que Moisés guiara al pueblo de Israel fuera de Egipto hacia el desierto, fue usado
como alimento favorito y como medicina. Durante los 40 años que los israelitas
estuvieron errando en el desierto, se lamentaban diciendo: “Nos acordamos del pescado
que comíamos en Egipto de balde, de los pepinos, los melones, los puerros, las
cebollas y los ajos” (Nm. 11:5).
El libro Magia y medicina de las plantas declara que el ajo «...es un buen amigo de la
humanidad. Además de añadirle sabor a la comida, le dio fortaleza a los constructores
de las pirámides, valor a las legiones romanas y un espíritu combativo a los gallos de
pelea ingleses... Los usos medicinales del ajo han sido documentados por siglos.
Siempre fue un remedio popular para resfriados, dolores de garganta y tos, ya sea
crudo o ingerido como jarabe, el cual se hace hirviendo dientes de ajo en agua por
medio día. Los médicos y los expertos en hierbas prescribían el ajo como un diurético
y para desórdenes intestinales y reumatismo...
Los colonizadores que llegaron a América descubrieron que los indígenas conocían los
poderes curativos del ajo y confiaban en la planta para tratar una variedad de
problemas médicos, desde mordeduras de culebra hasta lombrices intestinales. El ajo
puede ayudar a curar muchas enfermedades porque es un antiséptico potente. Fue
usado en ambas guerras mundiales».
El ajo y su prima la cebolla, eran considerados buenos, tanto para la salud como por sus
cualidades curativas en las culturas antiguas. El ajo era uno de los primeros alimentos
que se cultivó deliberadamente, aunque las variedades silvestres crecían en abundancia.
La evidencia de sus poderes curativos se encuentra detallada en 4.000 años de registros
antiguos desde el antiguo reino de Sumeria. Se han descubierto descripciones sobre los
bulbos de ajo en las paredes de las tumbas egipcias que datan del año 3200 A.C., siglos
antes que José y sus hermanos se establecieran en Egipto. Durante ese mismo período,
los registros antiguos revelan que el ajo era el ingrediente principal en muchos remedios
que los curanderos egipcios prescribían como cura para los dolores de cabeza, dolores
de garganta y otras molestias.
La mayoría de estos reclamos eran en su mayoría exagerados, pero los científicos están
descubriendo continuamente que la mayoría de ellos contenían por lo menos una
porción de verdad. Por ejemplo, los investigadores sugieren que el ajo puede servir
como protección contra las enfermedades y ataques del corazón al bajar la presión
sanguínea. Contiene sustancias químicas que neutralizan los carcinógenos. De hecho,
se ha asociado el ajo con las tasas bajas de cáncer en el estómago. El boletín
Enviromental Nutrition publicó evidencia de cinco ensayos llevados a cabo en clínicas
que muestran que la mitad de un diente de ajo por día reduce los niveles de colesterol en
la sangre a un promedio de 9% en personas cuyo colesterol alto está en la línea
fronteriza.
Los científicos interesados en los poderes curativos del ajo han aumentado tanto en las
últimas décadas, que la Biblioteca Nacional de Ciencia ahora tiene en la lista cerca de
150 documentos publicados sobre la habilidad del ajo para mantener la buena salud. En
varios estudios, el polvo de ajo, extracto de ajo y ajo fresco, todos han mostrado efectos
positivos para prevenir el cáncer en animales; mejorar la diabetes; aliviar el
citomegalovirus, que se manifiesta a menudo en personas que sufren de sida; prevenir la
fatiga y aliviar la tensión más efectivamente que los tranquilizantes adictivos, tal como
el Valium. Una de las cosas que todavía no se sabe por seguro es cuánto ajo se necesita
para que sirva como agente curativo. El rango estimado es de un diente de ajo al día
hasta más de diez, lo cual podría curarlo, pero en el proceso dejarlo sin amigos, por eso
se aconseja que después de comer ajo fresco, mastique una o dos ramas de perejil. Su
clorofila reduce el olor del ajo.
Los científicos japoneses han destilado un medicamento antibiótico llamado kyolic del
ajo crudo. Debido a que fue usado comúnmente como un antibiótico por los médicos
rusos durante la II Guerra Mundial, llegó a ser conocido a través de toda Europa como
la “penicilina rusa”. Unas increíbles 500 toneladas de ajo fueron enviadas a Moscú
para combatir una epidemia de influenza en la década de 1950. Los doctores europeos
todavía prescriben ajo para prevenir los resfriados, la neumonía, tos convulsiva y una
amplia variedad de desórdenes intestinales.
Pruebas realizadas con animales en Japón indicaron que el ajo fresco puede ser un arma
efectiva contra una forma de cáncer del seno. Otro descubrimiento del mismo estudio
sugirió que el ajo era probablemente un mejor antioxidante que la vitamina E, uno de
los principales antioxidantes conocidos para retrasar el proceso de envejecimiento.
Mientras la cocción puede destruir o reducir la alicina y debilitar el potencial del ajo, la
mayoría de sus efectos terapéuticos permanecen. El ajo cocido todavía reduce el
colesterol en la sangre y trabaja como un descongestionante y medicina para la tos. Ya
sea cocido, crudo o en extracto, el ajo puede ser uno de los más potentes alimentos
curativos de que disponemos. Los pueblos antiguos de la Biblia sabían ese hecho
básico de la vida. Algunos de nuestros científicos están justamente redescubriéndolo.
Antes del nacimiento de Cristo, los israelitas ya usaban el ajo como uno de los
ingredientes principales en la preparación de sus alimentos, al igual que como
medicina. De hecho, eran tan aficionados al ajo y consumían tanto que en el Misná, una
codificación de la ley oral del Antiguo Testamento y de las leyes políticas y civiles de
los judíos, a ellos orgullosamente se les llama «comedores de ajo».
Uvas
Una taza de uvas crudas, por ejemplo, contiene sólo 58 calorías; unos minúsculos 0,3
gramos de grasa; cero colesterol y vitaminas A, B y C. Las uvas, además del boro,
tienen minerales como calcio, potasio y zinc. Ayudan a combatir las caries dentales, a
detener los virus y son ricas en otros ingredientes que muchos investigadores creen que
ayudan a detener el cáncer.
Los científicos hoy al examinar las uvas han descubierto que contienen unas sustancias
llamadas polifenol y tanina, las cuales son prometedoras como agentes en contra de
virus y tumores. Recientemente un grupo de científicos canadienses informó que en
pruebas de laboratorio realizadas en probeta, se descubrió que las uvas destruyeron
virus causantes de enfermedades. Para probar su potencial, examinaron uvas, jugo de
uvas, uvas pasas y los vinos blanco y rosado. Le añadieron ciertos virus a un extracto
de la uva hecho de pulpa y cáscara; otros virus al jugo de la uva y mezcla de uvas pasas;
y un tercer grupo de virus a los vinos. Las tres sustancias aparentemente combatieron
en forma efectiva los virus. Las uvas fueron especialmente potentes en contra de los
virus que causan la polio y el herpes simple.
Los expertos creen que esto se debe a que las uvas contienen tanina, un agente en contra
de los virus que es absorbido directamente por el tracto intestinal en donde provee el
mayor beneficio. La tanina de las uvas puede sobrevivir a la digestión y circular
rápidamente a través del torrente sanguíneo, tal vez atacando los virus. El jugo de uvas
también mata las bacterias y restringe dramáticamente las caries dentales. Las uvas
contienen niveles extraordinariamente altos de ácido cafeico, el cual ha demostrado ser
una sustancia fuerte en contra del cáncer. Las pasas, que son uvas secas, fueron
asociadas definitivamente con la reducción en la tasa de muerte por cáncer, entre un
grupo de ancianos.
En los tiempos bíblicos, las uvas proveían todos estos beneficios para la salud, aunque
las personas no lo sabían, lo único que comprendieron fue que eran deliciosas y buenas
para comer frescas, secas, en jugos, fermentadas convertidas en vinos o hervidas con
miel y transformadas en jalea. Durante esos primeros tiempos, los antiguos hebreos
hacían melaza de uva, muy similar a nuestras jaleas, pero sin los preservativos
artificiales ni los azúcares procesados que encontramos en muchos de los productos
actuales.
El vino hecho de uvas es uno de los artes más antiguos y ciertamente parece que el vino
era la bebida favorita en los tiempos bíblicos. Según el libro de Génesis, una de las
primeras cosas que hizo Noé después del diluvio fue sembrar uvas para poder hacer
vino: “Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña” (Gn. 9:20). Noé,
sin embargo, ingirió mucho de esta bebida fermentada y se embriagó. Tanto el Antiguo
como el Nuevo Testamentos, nos dan advertencias en contra del exceso de consumo de
vino. Los investigadores ahora han redescubierto lo que los médicos de los tiempos
bíblicos sabían desde hace siglos: que el jugo de uvas tiene un impacto profundo en
nuestra salud.
• “Ya no bebas agua, sino usa de un poco de vino (de jugo de uvas) por causa de tu
estómago y de tus frecuentes enfermedades” (1 Ti. 5:23).
• También dice en otra Escritura: “Dios, pues, te dé del rocío del cielo, y de las
grosuras de la tierra, y abundancia de trigo y de mosto (de zumo exprimido de uvas)”
(Gn. 27:28).
En la Tierra Santa el vino se usaba más que sólo para celebrar. Cuando se mezclaba con
mirra, era una forma primitiva de anestesia que se empleaba en los campos de batalla
para operaciones quirúrgicas y durante los alumbramientos. Los griegos y los romanos
de ese tiempo usaban vino «...para regular la orina, purgar, matar las tenias, aliviar el
insomnio y todas las enfermedades asociadas con el resfriado».
Además de todo eso había unos beneficios aparentemente terapéuticos que se entienden
mejor hoy. El vino destruye rápida y eficientemente los virus y bacterias, y esteriliza el
agua; ayuda a prevenir las enfermedades del corazón al elevar el buen colesterol y
contiene otros ingredientes que sabemos que ayudan a combatir el cáncer. Usted no
tiene que beber mucho jugo de uvas para recibir los beneficios. Muchos investigadores
dicen que un solo vaso de jugo o una porción de vino al día, es suficiente para elevar el
buen colesterol hasta en un 7%, además de ayudar al cuerpo a poner una barrera
significativa en contra del cáncer.
Hace un siglo, los doctores en Francia notaron que durante una epidemia de cólera, las
personas que bebían jugo puro de uvas o vino, parecían menos propensas a contagiarse
de la enfermedad que quienes no lo hacían. Para hacer una prueba en contra del cólera
y la tifoidea se le añadieron gérmenes de estas dos enfermedades a recipientes con agua,
vino tinto o blanco y a una mezcla de vino con agua. De manera increíble, mientras los
gérmenes en el agua, no sufrieron alteración alguna, los que estaban en el vino o en el
vino diluido fueron exterminados en quince minutos. Los gérmenes de tifoidea en el
vino duraron 24 horas antes de morir.
Desde entonces, se han llevado a cabo pruebas similares con los mismos resultados
asombrosos, los gérmenes de cólera se destruyeron en 30 segundos a diez minutos. La
bacteria E-Coli en 24 a 60 minutos y la E-Tifi en cinco minutos a cuatro horas. Para
sorpresa de todos, el alcohol no fue un ingrediente efectivo como se sospechó en un
principio. Resultó que el proceso de fermentación liberó polifenoles, componentes
químicos que atacan la bacteria en la misma forma como lo hace la penicilina. Los
investigadores dijeron que vino rojo diluido en una tasa de uno a cuatro con agua, tiene
la misma potencia después de cinco minutos como cinco unidades de penicilina por
milímetro.
El jugo de uvas puede también ayudar en los problemas del corazón. Un estudio de la
Universidad de Otawa en Canadá concluyó que existe un vínculo claro entre el consumo
de jugo de uvas y las tasas bajas en enfermedades del corazón. Personas que consumen
altas cantidades de jugo de uvas casi no padecen de enfermedades del corazón.
Vale la pena hacer notar que el consumo de vino, de jugo fermentado, puede
convertirse en una espada de dos filos. Para las personas mayores que tienen problemas
al comer los alimentos debidos y así mantener la buena salud, una copa de vino puede
estimularles el apetito, sin embargo, hace lo mismo para personas que están a dieta, así
que si quiere perder peso, no tome vino. Las investigaciones actuales indican que
beneficia la salud ingerir un poco de vino diario, pero todavía se aplica el consejo dado
en la Biblia en Efesios 5:18: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución;
antes bien sed llenos del Espíritu”.
Hiervas
“Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce
hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios”
(He. 6:7). Como todas las personas de su tiempo, los hebreos primitivos estaban muy
familiarizados con las plantas que crecían en sus alrededores, especialmente las hierbas
que se usaban como medicina y alimento. Las personas de los tiempos bíblicos
cultivaban una variedad de hierbas por sus poderes curativos al igual que por el sabor
que le añadían a los alimentos. Las hierbas y las especias eran ingredientes necesarios
en casi cada receta, desafortunadamente sólo se mencionan unas pocas específicamente
en la Escritura.
Culantro
Desde entonces, el culantro, también conocido como «cilantro», ha sido llamado «el
curandero del cielo». El cilantro es una planta anual de la familia de la zanahoria o del
perejil y tiene pequeñas flores blancas o rosadas en ramos. El fruto consiste de semillas
entre grisáceas y blancuzcas. Crecía silvestre a través del territorio de Egipto, Palestina
antigua y otros países en la región. Las semillas tienen un aroma agradable. Son usadas
como especias para pasteles, carnes, dulces, ensaladas, sopas y vinos.
Es muy probable que esa gente de los primeros tiempos no sufriera de indigestión
porque por siglos usó el cilantro como tratamiento para enfermedades menores del
estómago. A diferencia de la mayoría de las medicinas para los problemas digestivos, el
cilantro tiene buen sabor y olor. Se recomienda para la indigestión, flatulencia y
diarrea. Externamente se usa para suavizar los músculos y para el dolor en las
articulaciones. Recientemente los científicos comenzaron a examinar el cilantro como
un tratamiento antiinflamatorio para la artritis. Otras investigaciones han demostrado
que reduce los niveles de azúcar en la sangre lo cual puede ser de ayuda para los
diabéticos.
Hisopo
Comenzando con la celebración del Cordero Pascual en Egipto, el hisopo es
mencionado a menudo en el Antiguo Testamento en conexión con los ritos de la
purificación. David por ejemplo oró para que Dios lo purificara con hisopo:
“Purifícame con hisopo, y seré limpio...” (Sal. 51:7). Algunos eruditos modernos
dicen que el hisopo mencionado en las escrituras hebreas debe ser un tipo de mejorana.
Esta planta es de la familia de la menta y es común en Palestina.
Una variedad del hisopo que crecía abundantemente en Israel y Sinaí en los días
bíblicos todavía la usan allí extensamente muchas personas hoy para darle sabor a la
cocina y como té medicinal. Los romanos llevaron el hisopo de Medio Oriente a
Europa en donde el té de hisopo es una bebida común como remedio casero para aliviar
el reumatismo y los problemas respiratorios.
El vinagre mencionado en este último pasaje, no es el vinagre que conocemos hoy, sino
una forma barata de vino. Dicen los eruditos bíblicos que la mezcla de vinagre con
hisopo se ofrecía compasivamente, especialmente en el caso que el hisopo fuera del
mismo tipo de la planta de mejorana, la cual da una esencia fuerte y refrescante. En los
experimentos modernos, el hisopo ha detenido el crecimiento del virus del herpes
simple, el cual causa úlceras dolorosas y herpes genital. Y para apoyar su antigua
reputación como descongestionante y un remedio para aliviar los síntomas del resfriado
y la influenza, los científicos han descubierto que la hierba contiene varias sustancias
tranquilizantes como el alcanfor las cuales ayudan a aflojar la flema para así expulsarla
más fácilmente. Cuando se hace té de hisopo, las semillas de anís le añaden un sabor
placentero de regaliz que contrarresta el sabor picante del hisopo sin disminuir su
efecto.
Menta
El sabor refrescante de la menta debido a la presencia de aceites esenciales
característicos, es bien conocido por todos nosotros hoy, tal como fuera para los
hebreos, griegos y romanos de los tiempos bíblicos quienes usaban la menta como
medicina, al igual que para el sabor. Algunos expertos en la Biblia dicen que la menta
se encontraba entre las “hierbas amargas” mencionadas en Éxodo 12:8 y Números 9:11,
junto con las hojas de escarola, achicoria, lechuga, berro, acedera y diente de león que
se comía como una ensalada. La menta es una de las “hierbas amargas” de la fiesta de
Pascua de hoy.
La menta también es antiespasmódica. Alivia los músculos del tracto digestivo y del
útero. Pero mientras la hierbabuena puede ser buena para las náuseas, también puede
estimular la menstruación. De tal manera que los doctores les advierten a las mujeres
embarazadas que eviten la hierbabuena como un tratamiento para las náuseas matutinas.
Perejil
Leemos en Cantares 5:13: “Sus mejillas, como una era de especias aromáticas, como
fragantes flores...” Aunque el perejil no está mencionado específicamente en la Biblia,
era muy común en esos días, de tal manera que lo usaban en gran manera. Por miles de
años se ha incluido como parte de la comida de Pascua, como símbolo de un nuevo
principio porque es una de las primeras hierbas que aparecen en primavera.
La publicación The Journal of Allergy and Clinical Inmunology informa que el perejil
bloquea la formación de histamina, el químico que desencadena los ataques alérgicos.
La conclusión: El perejil puede ayudar a las personas que sufren de fiebre del heno y de
brotes de urticaria.
Otros ingredientes en el perejil han demostrado ser efectivos para combatir los linfomas
cutáneos, una forma de cáncer de la piel. Un estudio publicado en el American Journal
of Chinese Medicine dice que la acción diurética del perejil puede ayudar a controlar la
presión alta en la sangre. En Alemania, se prescribe a menudo el té de la semilla de
perejil por la misma razón. Vale la pena hacer notar que el perejil tiende a disminuir el
suministro de potasio del cuerpo, un nutriente esencial. Si usa el perejil como un
diurético, asegúrese de comer alimentos ricos en potasio, tales como vegetales frescos y
bananos.
Miel
“Pero Jonatán no había oído cuando su padre había juramentado al pueblo, y alargó
la punta de una vara que traía en su mano, y la mojó en un panal de miel, y llevó su
mano a la boca; y fueron aclarados sus ojos” (1 S. 14:27). Por muchas razones, pero
especialmente porque sabe tan bien, la miel era uno de los alimentos más populares
entre las personas de los tiempos bíblicos. Se convirtió en un símbolo de abundancia y
de las bendiciones de Dios, de la “...tierra que fluye leche y miel” (Jos. 5:6).
La tradición dice que cuando el rey David hizo su entrada triunfante en Jerusalén con el
arca, uno de los regalos que trajo consigo eran tortas de miel: “Y repartió a todo el
pueblo, y a toda la multitud de Israel, así a hombres como a mujeres, a cada uno un
pan, y un pedazo de carne y una torta de pasas [con miel en el texto hebreo
original]...” (2 S. 6:19). El pueblo de la tierra prometida consumía miel como un
alimento y la usaba, además, para endulzarlo todo. Dios asimismo le dio este consejo al
pueblo de Israel: “Come, hijo mío, de la miel, porque es buena, y el panal es dulce a tu
paladar” (Pr. 24:13).
El propio Hipócrates recomendaba una mezcla de miel, agua y ciertas hierbas para bajar
la fiebre. La miel, ciertamente, no es sólo buena para comer, sino que es uno de los
alimentos más poderosos para curar que tenemos a nuestra disposición. Una sola
porción de miel, aproximadamente una cucharada, contiene 64 calorías y 17 gramos de
carbohidratos. E incluso hasta una porción mínima contiene el impacto de una pequeña
farmacia. La miel que ahora conocemos puede matar las bacterias, desinfectar heridas y
aliviar inflamaciones. Viajeros incontables han descubierto que la miel funciona
cuando nada más lo hace. Generaciones de abuelas han recomendado la miel a sus
nietos para las gargantas doloridas.
La miel parece calmar los nervios, y como la vida está colmada de tensiones nos ayuda
a dormir mejor. Los asmáticos en todas partes aseguran que la miel los ayuda a respirar
mejor, lo cual tal vez se deba a que el polen en la miel desensibiliza y contraataca las
alergias. Un antiguo rollo egipcio desenterrado por los arqueólogos enumeraba cientos
de remedios para enfermedades y heridas. De los 900 tratamientos aproximados, más
de 500 tienen la miel como un ingrediente principal.
Los egipcios, griegos y romanos, todos descubrieron que el frotar miel en las heridas es
una cura rápida y efectiva. En la década de 1970, se hicieron pruebas científicas en
Gran Bretaña de la miel como remedio. Pero... ¿Cuál fue el resultado? Las heridas
quirúrgicas se sanaron más rápido y con menos infecciones secundarias cuando fueron
tratadas con miel, que esas que fueron tratadas con antibióticos.
La miel mata bacterias peligrosas tanto en el interior del cuerpo como en la parte
externa. En el tracto intestinal ataca y acaba las bacterias, especialmente esas que
causan diarrea. En África del Sur los investigadores descubrieron que la miel hizo un
trabajo maravilloso al eliminar enfermedades mortales con síntomas relacionados a la
diarrea, tal como la salmonella, la shigella, e-coli y cólera. El estudio involucraba a dos
grupos de niños que eran tratados para gastroenteritis aguda. Todos sufrieron
terriblemente con la diarrea debido a infección intestinal. A un grupo se le administró
líquidos mezclados con miel; a un segundo grupo, líquidos mezclados con azúcar. Los
niños que recibieron el tratamiento con miel se recuperaron un 40% más rápido que esos
a quienes se les dio azúcar.
Para la garganta dolorida se recomiendan las gárgaras de miel mezclada con jugo de
limón o vinagre. Esto recubre y lubrica los tejidos irritados de la garganta, aliviando las
molestias para tragar. En un nivel más científico, los ingredientes que hacen que sepa
dulce van directo al cerebro y le indican a la glándula pituitaria que empiece a bombear
endorfinas tranquilizantes.
La endorfina tiene una influencia poderosa en nuestro humor, memoria, habilidad para
aprender y percepción del dolor. La endorfina afecta el cerebro en una forma muy
parecida a la morfina y estos calmantes naturales no son adictivos. De tal manera que la
miel para la garganta atenúa el dolor. La ciencia moderna también ha descubierto por
qué la miel ayuda a quienes sufren de asma. Por largo tiempo nadie sabía exactamente
cómo funcionaba. Algunos expertos contendían que el polen que le transferían las
abejas a la miel desensibiliza a las personas alérgicas en la misma forma que hacen las
inyecciones.Los oponentes se mofaban de esto diciendo que era imposible que hubiera
tanto polen en la miel que pudiera ir a nuestro sistema para hacer una diferencia. Sin
embargo, recientemente los investigadores en la Clínica de Niños de la Universidad de
Heidelberg en Alemania emprendieron un estudio para ponerle fin al debate. Setenta
niños que sufrían de problemas alérgicos, tales como fiebre del heno y asma
participaron en la investigación. Durante la temporada más intensa de alergias, se les
suministró cada día soluciones que contenían polen y se les dijo que continuaran con
ese tratamiento tres veces por semana durante la estación de alergias.
Un increíble 84% de los niños sufrió de menos ataques alérgicos. La conjuntivitis y los
síntomas comunes disminuyeron en un 70%. Al igual que se redujo a la mitad el
número de pacientes con secreción nasal y narices irritadas. En 1958, el doctor D. C.
Jarvis incluyó diversos usos para la miel en su libro publicado en inglés Folk Medicine
(Medicina popular). Además de recomendar la miel en tratamientos para malestares
tales como resfriados, cólicos, quemaduras y nariz tupida, Jarvis también sugirió que se
tomara «...una cucharada de miel con la cena...» como una forma de evitar el insomnio.
La miel puede ayudarlo a dormir debido al azúcar natural que contiene. Los científicos
ahora saben que mientras nuestros cuerpos queman azúcar, el cerebro produce una
sustancia química llamada serotonina. El propósito de la serotonina es relajarnos,
aquietar todo el parloteo del cerebro y gradualmente hacernos dormir.
En los tiempos bíblicos se servía miel para honrar a los visitantes, pero como se servía
después de la comida principal al final del día, también tenía un efecto calmante y
tranquilizador que estimulaba el sueño. Vale la pena hacer notar que el Centro para
Control de las Enfermedades dice que no debe dársele miel a niños menores de un año.
La razón es que las esporas de las bacterias del botulismo se adhieren a la miel. En los
adultos, el sistema inmunológico es maduro y lo suficientemente fuerte para resistir
tales ataques, mientras que en los niños no está tan desarrollado para hacerle frente a un
adversario tan poderoso.
Melón y Pepino
Y dice la Escritura: “Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto de balde, de
los pepinos, los melones, los puerros, las cebollas y los ajos; y ahora nuestra alma se
seca; pues nada sino este maná ven nuestros ojos” (Nm. 11:5, 6). Los antiguos
israelitas probablemente adquirieron su afición por el melón y los pepinos durante el
tiempo en que estuvieron esclavizados en Egipto. Los eruditos especulan, basados en la
clase de sembrados que se cultivaban en Egipto durante este período, que el pueblo de
Moisés probablemente recordaba el melón de Castilla, una planta tropical originaria de
África Oriental, similar al pepino moderno. De hecho, el melón de Castilla se cultivaba
y se cultiva ampliamente en Egipto. Un autor le llamó al melón de Castilla «el rey de
los pepinos». Por consiguiente, los melones y los pepinos eran considerados tan
valiosos en la dieta de los pueblos de los tiempos bíblicos que a menudo se construían
cabañas en los melonares para vigilar a los ladrones: “Y queda la hija de Sion como
enramada en viña, y como cabaña en melonar...” (Is. 1:8).
Los pepinos se usaban como tratamiento curativo tanto para el interior como para el
exterior del cuerpo. Eran muy apreciados por sus cualidades refrescantes y limpiadoras
cuando se aplicaban en las quemaduras del sol, inflamación, ojos adoloridos, furúnculos
y barros. Este mismo efecto medicinal también se lograba supuestamente cuando se
añadían pepinos a una sopa espesa de cordero.
La Leche
Dice en Éxodo 3:8a: “Y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y
sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y
miel...” También en Isaías 7:22: “Y a causa de la abundancia de leche que darán,
comerá mantequilla; ciertamente mantequilla y miel comerá el que quede en medio
de la tierra”.
La leche alimentaba el espíritu al igual que los cuerpos de las personas en los tiempos
bíblicos. La miel y la leche juntas simbolizaban buena salud, prosperidad y bendiciones
de Dios. La leche y sus derivados eran una parte importante de la dieta diaria en los
tiempos bíblicos. Pero era difícil, sino imposible, conservar la leche fresca en esos
días. La solución era usar el mismo proceso de fermentación con la leche que el que se
usaba para hacer vino o pan con levadura.
El resultado fue lo que hoy llamamos yogurt, cuajada, queso blando, queso duro o
mantequilla. La mantequilla se usaba muy raras veces para cocinar, en lugar de eso se
empleaba el aceite de oliva. El pueblo escogido confiaba grandemente en la leche, la
consideraba necesaria para la supervivencia, tal vez por miles de años. Ha sido llamada
«la comida perfecta», porque provee los nutrientes que todos necesitamos para crecer,
para combatir todas las enfermedades y mantenernos sanos.
Calorías 157
Carbohidratos 11,9 mg
Calcio 250 mg
Proteínas 8,4 mg
Potasio 406 mg
Vitamina A 15% MD*
Vitamina D 12% MD*
Sodio 26 mg
(*Mínimo diariamente)
Todo esto hace de la leche un elixir de salud increíble, poderoso y versátil, algo que las
personas en los tiempos bíblicos parecían saber instintivamente: “Miel, manteca,
ovejas, y quesos de vaca, para que comiesen; porque decían: El pueblo está
hambriento y cansado y sediento en el desierto” (2 S. 17:29).
Permítame citarle estos descubrimientos recientes respecto a los beneficios que aportan
a la salud la leche y los productos lácteos derivados: • La leche ayuda a fortalecer los
huesos en los niños e influye en la prevención del desarrollo de la osteoporosis en las
mujeres mayores.
Con todo esto, no maravilla que este alimento perfecto fuera tan importante en la vida
de los pueblos bíblicos que tenían que depender de los productos naturales como
medicina. En la guerra contra el cáncer, por ejemplo, se está acumulando evidencia de
que la leche es especialmente efectiva en prevenir el cáncer del colon. En 1985, los
científicos de la Universidad de California, en San Diego, publicaron los resultados de
un estudio de 20 años sobre la leche y el cáncer del colon, involucrando a 2.000
hombres.
Los resultados fueron increíbles. Los hombres que ingerían dos vasos y medio de leche
diariamente, eran menos propensos a padecer de cáncer del colon. De hecho, el riesgo
de ellos de contraer la enfermedad se redujo en un tercio.
Esos químicos contra las infecciones ayudan a acabar con las diarreas en los niños, las
cuales eran especialmente peligrosas en los tiempos antiguos, y las que todavía son a
menudo fatales entre los infantes en los países subdesarrollados del tercer mundo. Un
estudio de la Escuela Pública de Salud de la Universidad de Michigan, descubrió que
los infantes y los niños que recibieron sólo leche de bajas calorías eran cinco veces más
propensos a desarrollar enfermedades intestinales agudas que los niños que bebían leche
sin descremar.
Por otra parte, si usted es un adulto y está considerado como una persona de alto riesgo
para un ataque al corazón, la leche entera no es para usted. Tal vez la leche
descremada. Hay buena evidencia de que la leche descremada de hecho puede
disminuir el mal colesterol y el conteo en el colesterol de la sangre. El doctor George
Mann de la Universidad Vanderbilt ha concluido en su investigación que la leche puede
ser un factor en controlar firmemente la producción del mal colesterol en el hígado, el
cual si no se controla puede desencadenar toda clase de problemas cardiovasculares.
La leche también tiene un efecto benéfico en esos con presión alta o que sufren de
hipertensión moderada. Las razones parecen ser el calcio. Aparentemente las
deficiencias de calcio pueden desencadenar un aumento en la presión de la sangre. Una
adición de calcio contrarresta el aumento de la presión sanguínea, aunque de forma algo
sorprendente, un suplemento de calcio sólo no tiene el mismo efecto. El secreto tal vez
sea que usted necesita recibir el calcio de la leche. Un estudio de más importancia entre
8.000 personas de edad madura conducido por el Instituto Nacional de Corazón,
Pulmón y Sangre, encontró que las personas que no bebían leche estaban más propensas
a sufrir de presión alta que esas que bebían un cuarto de leche diariamente.
La leche y el queso también parecen ayudar a combatir las caries dentales. Los
elementos en la leche y los productos derivados de la leche (calcio, fosfato, caseína y
otros más) se combinan para impedir que los azúcares penetren en los dientes y causen
caries. Expertos de la Universidad de Toronto examinaron este fenómeno y
descubrieron que el queso cheddar o su extracto reduce las caries en un 56%. Sin
embargo, a pesar de todos sus milagrosos beneficios, la leche no es para todo el mundo.
Las personas que sufren de intolerancia a la lactosa tienen que evitarla, pero pueden
tomar yogurt sin problemas. La lactosa es el azúcar que se encuentra en la leche y
puede producir desórdenes intestinales en personas que no la toleran.
Ahora también se cree que la grasa saturada en la leche contribuye a aumentar el riesgo
en las enfermedades del corazón y posiblemente con algunos tipos de cáncer,
incluyendo cáncer del seno, intestino, laringe, vejiga y boca. Ya que la leche en los
tiempos bíblicos no permanecía fresca por mucho tiempo, las personas que vivían
entonces, la convertían en queso o en otros productos derivados que se conservaban por
más tiempo. Consecuentemente, los pueblos de los tiempos bíblicos eran expertos en
hacer queso. Un galón de leche fresca producía cerca de media libra de queso que podía
utilizarse en muchas formas diferentes, mientras que seguía reteniendo los numerosos
beneficios originales para la salud.
Nueces
Dice Cantares 6:11: “Al huerto de los nogales descendí a ver los frutos del valle...”
Los botánicos hoy creen que el huerto de nogales de Salomón mencionado en la
Escritura era un frondoso bosquecillo de nogales. En ese tiempo las nueces eran muy
apreciadas por el aceite que producían, el cual era considerado ligeramente inferior al
aceite de oliva, además, como fruto eran deliciosas y sus árboles proveían una madera
muy apreciada.
El siguiente versículo de Génesis demuestra que las nueces se encontraban entre los
tesoros más preciados que uno podía ofrecer: “Entonces Israel su padre les respondió:
Pues que así es, hacedlo; tomad de lo mejor de la tierra en vuestros sacos, y llevad a
aquel varón un presente, un poco de bálsamo, un poco de miel, aromas y mirras,
nueces y almendras” (Gn. 43:11).
Según Harold y Alma Moldenke, autores del libro Plantas de la Biblia, «muchas
personas poseían huertos de árboles de olivo, pero los reyes también tenían almendras,
nueces y pistachos». En otras culturas, se creía que las almendras eran de buena suerte
y buenas para la salud. Una vez más vemos que no era accidente que las personas en
los tiempos bíblicos, quienes incluían nueces en su dieta, no se vieran afectadas por
tantos de los desórdenes en la salud que parecen plagarnos en estos tiempos modernos.
La tradición de las nueces como un alimento poderoso para la salud continuó hasta la
Edad Media. Las nueces eran consideradas tan poderosas que se las incluía en la
prescripción hasta para prevenir la plaga negra que arrasó a Europa durante la Edad
Media. En 1597, el inglés John Gerard dio este consejo en la obra en inglés The
Herball or General Historie of Plantas: «Las hojas de ruda, junto con los granos de
nuez y los higos triturados, transformados en una masa o pasta, son buenos contra
diversas dolencias, epidemias o plagas». Sabemos que las nueces contienen la mezcla
indicada de ingredientes naturales cuyos beneficios incluyen la prevención en contra del
cáncer, una reducción en las enfermedades del corazón y la diabetes.
Almendras
Calorías 174
Grasa 16 g
Carbohidratos 9,5 g
Potasio 95 mg
Proteína 1,3 g
Calorías 164
Grasa 14 g
Carbohidratos 6 g
Potasio 180 mg
Proteínas 6,6 g
Nueces
Calorías 172
Grasa 17,6 g
Carbohidratos 3,4 g
Magnesio 57,4 mg
Proteínas 6,9 g
Una razón de por qué las nueces son tan nutritivas y tan altamente estimadas entre los
alimentos buenos para la salud es que son ricas en minerales importantes, tales como:
zinc, cobre, hierro, calcio, magnesio y fósforo. Por consiguiente, todas las nueces
contienen altos niveles de una sustancia que los científicos llaman «inhibidores
proteasa», una enzima que actúa como catalizador en la degradación de las proteínas, la
cual dicen los expertos, parece encontrarse entre los bloqueadores de cáncer más
significativos apenas descubiertos.
Las nueces contienen otra sustancia llamada «polifenol» que los investigadores ahora
creen que ayuda a combatir el cáncer antes que comience a propagarse en forma
incontrolable a través de todo el cuerpo. El aceite en las nueces, como es de muchos
vegetales, se le considera saludable porque es una grasa polisaturada y tiende a
disminuir los niveles de colesterol en la sangre.
Las diversas variedades de nueces son muy saludables como un alimento para los
diabéticos, ya que casi no contienen almidón. Las nueces en la actualidad son parte de
una dieta diaria en los países del área del Mediterráneo, tal como fuera en los tiempos
bíblicos cuando Jacob instruyó a Judá para que las incluyera como parte del regalo para
José, quien entonces era gobernador de Egipto.
Esta tradición antigua de obsequiar nueces como una ofrenda de paz y buena voluntad
ha perdurado a lo largo de los siglos. En áreas actuales de la Tierra Santa, los hebreos
se las sirven a sus visitantes junto con los dátiles, higos y uvas.
Olivo
Dice Santiago 5:14: “¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de
la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor”. El árbol de
olivo ciertamente era uno de los más valiosos y versátiles de los tiempos bíblicos. Se le
menciona frecuentemente en la Biblia. Son muchísimos los pasajes que contienen
referencias al árbol de olivo. Probablemente la referencia más famosa sobre su poder
curativo la encontramos en la parábola del buen samaritano, en la cual el samaritano le
presta auxilio a un viajero que habían asaltado y herido y al cual le curó las heridas con
vino y aceite de oliva: “Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y
viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles
aceite y vino...” (Lc. 10:33, 34a).
El aceite de oliva es un alimento altamente energético y una de las grasas más fáciles de
digerir. Los antiguos de los tiempos bíblicos descubrieron formas de incorporarlo casi
en todas las comidas, tanto en la cocina como en la mesa. El aceite de oliva también se
usaba como combustible en las ceremonias religiosas y como cosmético para ofrecerle a
los huéspedes como señal de bienvenida. Además de sus propiedades para sanar como
alimento, el aceite de oliva mezclado con vino se usaba para desinflamar y curar
heridas, tal como en la parábola del buen samaritano.
La “unción con aceite” que era claramente una parte de las tradiciones sagradas entre las
personas de los tiempos bíblicos, ciertamente debía hacerse usando siempre aceite de
oliva. Según una tradición antigua, tan antigua quizá como la propia Biblia, «El aceite
de oliva hace que desaparezcan sus molestias y dolores». Por cientos de años los
beneficios del aceite de oliva en la nutrición, cosmetología y como medicina, han sido
reconocidos por los pueblos del Mediterráneo incluyendo la Tierra Santa.
Se empleaba para mantener la elasticidad de la piel y los músculos, para curar las
quemaduras y para suavizar el efecto de las quemaduras del sol y el viento,
especialmente en las tierras desérticas que fueron el escenario de muchas de las mejores
historias de amor de la Biblia. Las mujeres, en particular, lo usaban para darle brillo y
cuerpo al cabello. Mezclado con especias o hierbas, se tomaba o se usaba externamente
para salud y belleza.
Plinio e Hipócrates, el famoso médico de la antigua Grecia, quien vivió en la era del
Nuevo Testamento, prescribía medicinas que contenían aceite de oliva y hojas de olivo
como cura para desórdenes, tales como: inflamación en las encías, insomnio, náuseas y
furúnculos. Muchos de estos remedios antiguos han llegado a convertirse en parte de
nuestros remedios caseros. Los investigadores confirman que son tan válidos hoy como
lo fueron hace cientos de años.
Tal vez usted haya oído hablar de la «dieta del Mediterráneo». Se le ha dado amplia
publicidad en los últimos cuatro o cinco años porque puede ser una clave importante
para reducir la incidencia de enfermedades del corazón. Ciertamente, las
investigaciones recientes ahora parecen proveer evidencia sustancial de que la clase de
dieta que consumían las personas en los países alrededor del oriente del Mediterráneo,
la cual incluía altos niveles de aceite de oliva, ofrecía protección substancial en contra
de los ataques del corazón.
Un extenso estudio llevado a cabo por la Fundación Americana del Corazón encontró
que en la isla Mediterránea de Creta, la tasa de mortalidad debido a las enfermedades
cardiovasculares es la más baja en todo el mundo. Se compararon las cifras y dietas,
con esas de Finlandia y Estados Unidos que tienen la tasa más alta de muertes por
ataques al corazón. La diferencia estaba en el tipo de grasa en la dieta. En los países
con tasas más altas de enfermedades cardiovasculares, la dieta era alta en grasas
saturadas, las que aumentan los niveles de colesterol. Los ácidos grasos
monoinsaturados no contienen colesterol, y el aceite de oliva contiene del 56 al 83% de
estos ácidos, también llamados ácidos oleicos.
Por ejemplo, el aceite de oliva parece fortalecer las membranas celulares que las hace
más estables y capaces de resistir la invasión de los radicales libres que vagan por y a
través del cuerpo causando tanto daño. Se ha determinado que los radicales libres tal
vez sean la causa principal del cáncer. El aceite de oliva es rico en vitamina E, uno de
los mejores antioxidantes disponibles.
Los expertos creen que esos antioxidantes ayudan a las células humanas a combatir el
cáncer. Al hacer esto, fortifican las células y de esta forma disminuyen el deterioro que
acompaña el proceso de envejecimiento, ya que las células son más saludables y viven
por más tiempo. Increíblemente hay bastante evidencia de que una dieta rica en aceite
de oliva contribuye a la longevidad. Se ha demostrado que el aceite de oliva reduce el
deterioro de la edad en los tejidos del cuerpo y el cerebro. Y puede que haya más
conexión entre el olivo y la longevidad, ¡porque se sabe que los propios árboles de
olivos sobreviven por 3.000 años y hasta más!
Un consejo: El aceite de oliva extra virgen tal vez cueste un poco más, pero contiene
más de esos ingredientes naturales que se estima combaten las enfermedades del
corazón. Un científico aconseja que entre más puro sea el aceite más ayudará a su
corazón. Ya que el aceite de oliva hace maravillas al bloquear la tendencia de los
coágulos sanguíneos, mejorando los niveles del buen colesterol y reduciendo el
peligroso acumulamiento de mal colesterol en las arterias, algunos expertos ahora
recomiendan fuertemente el aceite de oliva como una forma excelente de reducir el
riesgo de ataques del corazón y de embolias.
Los médicos en España les dan a los pacientes, a quienes les practican cirugía del
corazón, de cuatro a cinco cucharadas de aceite de oliva diariamente, como parte de su
proceso de recuperación. En un estudio llevado a cabo con pacientes durante seis
meses, se demostró que ellos eran menos susceptibles a futuros ataques en el corazón y
ataques de embolia, que entre los pacientes a quienes no se les había administrado aceite
de oliva.
Calorías 119
Vitamina E 3-30 mg
Ácidos grasos monoinsaturados, oleicos 56-83%
Poli-insaturados, ácidos no grasos 3,5-20%
Poli-insaturados, ácidos grasos 0-1,5%
Ácidos grasos saturados 8-23,5%
Las grasas, tal como cualquier nutricionista le dirá, vienen en tres grupos: en las grasas
saturadas que se encuentran en las carnes, mantequilla, queso y chocolate, que
aumentan los niveles de colesterol y en las grasas poli-insaturadas y monoinsaturadas de
los vegetales que reducen el colesterol.
Curas caseras
Para cabello brillante: Después de lavarse el cabello frótese con una mezcla de
aceite de oliva, yema de huevo y un poquito de cerveza. Déjelo durante cinco
minutos y enjuáguese.
Para prevenir la caspa: Frótese una mezcla de aceite de oliva y colonia en el
cabello y cuero cabelludo y enjuague.
Para piel seca: Haga una máscara facial con un aguacate y aceite de oliva.
Déjelo por diez minutos y enjuague.
Para suavizar la piel: Mezcle porciones iguales de aceite de oliva y sal.
Aplíquese un buen masaje con la solución y luego enjuáguese con agua fría.
Para uñas débiles: Mezcle partes iguales de aceite de oliva y sal. Luego
aplíquese una pincelada en las uñas con yodo blanco.
Para pies cansados: Masajee sus pies con aceite de oliva.
Para músculos doloridos: Hágase un masaje con una mezcla de aceite de oliva
y romero.
Para el acné: Aplíquese un masaje en el rostro con una mezcla de ocho onzas
de aceite de oliva y diez gotas de aceite de lavanda.
Para prevenir el malestar de la resaca: Tome dos cucharadas de aceite de
oliva antes de comer.
Para la presión alta: Ponga a hervir 24 hojas de olivo en ocho onzas de agua
por quince minutos. Permita que se enfríe. Beba la infusión mañana y noche
por dos semanas.
Vale la pena hacer notar que el aceite de oliva tiene un efecto laxante, de tal manera que
si va a cambiar su dieta con aceite de oliva, asegúrese de hacerlo gradualmente.
Cebollas
Hablando técnicamente las cebollas y los ajos son hierbas. Pero a lo largo de los siglos
se les ha llegado a considerar, no sólo como aderezo, sino como alimentos separados.
De hecho, hoy casi nadie las considera hierbas a pesar de que ciertamente contienen
todos los poderes curativos y mucho más, que están asociados con las hierbas, más
notablemente el ajo.
Cada uno de los alimentos mencionados en el versículo se encuentran entre los más
potentes para sanar que se encuentran en la naturaleza. Nutricionalmente, una taza de
cebolla cruda contiene:
Calorías 27
Sodio 2 mg
Potasio 125 mg
Fibra 0,6 g
Carbohidratos 5,9 g
El historiador griego Herodoto, escribió que las cebollas eran consideradas una fuente
tan importante de energía y resistencia, que los faraones egipcios gastaban nueve
toneladas de oro, una pequeña fortuna, en cebollas para alimentar a los esclavos y
trabajadores, muchos de ellos israelitas, que construían las pirámides. No sabemos si los
judíos adquirieron el hábito de comer cebolla mientras vivieron en Egipto o si ya lo
tenían de antemano, lo cierto es que los judíos la añoraban cuando vagaban con Moisés
en el desierto.
Vemos entonces que por lo menos 3.000 años antes del nacimiento de Cristo, las
cebollas eran atesoradas, no sólo como alimento, sino por su valor terapéutico,
particularmente para el tratamiento de los riñones y problemas de la vejiga. Esta
creencia constante de que las cebollas eran un buen remedio casero continuó a través de
la edad media hasta el día presente. Externamente se han usado como antiséptico y un
calmante del dolor, y tomadas como un tónico, sirven para aliviar los dolores de los
gases intestinales, los síntomas de la hipertensión, y reducir el nivel de azúcar y
colesterol en la sangre.
Incontables investigaciones han demostrado ahora claramente entre otras cosas, que las
cebollas tienen un efecto profundo en el colesterol de la sangre, elevando el buen
colesterol y reduciendo el malo. El doctor Victor Gurewich, un profesor de medicina en
la Universidad Tufts, ha hecho un estudio cuidadoso de las enfermedades
cardiovasculares y las cebollas y simplemente aconseja: «Coma cebollas».
Los componentes terapéuticos en las cebollas también retrasan la coagulación de la
sangre, además de regular el azúcar, aliviar la congestión bronquial y de acuerdo con
nueva investigación contribuyen a prevenir el cáncer. Además, no es necesario que se
atiborre de cebollas para que le proteja el corazón. Algunos doctores dicen que sólo
media cebolla cruda al día, es suficiente. Una sola cucharada de cebollas cocidas,
anulará el efecto de comer una comida particularmente grasosa.
Estos descubrimientos ya han sido comprobados. Según Jean Carper, autora del libro
publicado en ingles y cuyo título en español es: Los alimentos farmacéuticos, «la
cebolla es una de las comidas milagrosas más probadas en los alimentos
farmacéuticos, un bulbo potente y versátil contra una hueste de malestares, tal como
aseguraban los antiguos». En algunos casos los científicos han aislado hasta 150
químicos diferentes en la cebolla, pero todavía se está debatiendo cuáles componentes
hacen exactamente esto o aquello. Las cebollas crudas obran mejor con el colesterol.
Según el doctor Gurewich, en las cebollas cocidas de alguna forma parece reducirse sus
poderes limpiadores, sin embargo, incluso cocidas son mejor que todo.
Tanto crudas como cocidas actúan como un anticoagulante ayudando a prevenir que se
formen los trágicos coágulos sanguíneos en las arterias. Ellas de hecho ayudan a
disolver coágulos que ya se han formado. En un estudio histórico que se llevara a cabo
en India, a las personas que participaron se les dieron comidas ricas en grasa, tal como
mantequilla, crema y huevos, exactamente la clase de dieta que eleva los niveles de
colesterol rápidamente y aumenta el peligro de los coágulos sanguíneos. Después le
añadieron unas dos onzas de cebolla a la dieta y los resultados fueron asombrosos. El
colesterol que se había elevado por las grasas quedó bajo control y se revirtió la
tendencia de los coágulos.
Un segundo estudio confirmó este descubrimiento, que tanto la cebolla cruda como
cocida, ejercen una transformación similar en la sangre. En este segundo estudio, las
personas fueron sometidas a una dieta de 3.000 calorías, rica en grasa, durante quince
días. El colesterol se elevó de un promedio de 219 a 263. Sin embargo, al añadir una
sola cucharada de cebollas, el nivel de colesterol descendió a 237. Entre más cebollas
había en la dieta, mayor fue el descenso en los niveles de colesterol. Aparentemente los
mejores resultados se lograron con tres a cuatro tazas de cebollas crudas o cocidas por
semana, no mucho si se tiene en cuenta el beneficio que se recibe.
Otros científicos están estudiando los químicos en la cebolla como posible ayuda contra
el cáncer. Ellos ya saben que el sulfuro, uno de los 150 químicos en la cebolla, parece
obrar excepcionalmente bien haciéndole un alto a los cambios súbitos en las células que
a menudo causan el cáncer. Las pruebas realizadas en el Instituto de Tumores del
Hospital Anderson en Houston, uno de los principales centros de investigación para
cáncer en el mundo, han identificado una sustancia en la cebolla llamada
«propylsulfide». Los expertos informan que este químico, tritura estas enzimas en el
cuerpo que pueden dejar fuera de control el crecimiento del cáncer.
Los pueblos de los tiempos bíblicos fueron los primeros en tratar resfriados y dolencias
similares con cebollas. Ahora, la tecnología del siglo XXI está confirmando que muchos
de esos remedios de la antigüedad se basan en sólido hecho científico. En el caso de las
cebollas como antibiótico, por ejemplo, ejércitos incontables que marcharon a lo largo
de la historia usaban las cebollas como un bálsamo para las heridas en los campos de
batalla. Pero no fue, sino hasta el siglo XIX que este remedio casero fue realmente
puesto a prueba en el laboratorio, cuando el notable químico francés Louis Pasteur
demostró que la cebolla era antibacteriana.
Las cebollas son efectivas en contra de varias bacterias peligrosas incluyendo la mortal
E-coli y la salmonella. Las cebollas también poseen un fuerte antibiótico que mata una
variedad de bacterias responsables de enfermedades que van desde la diarrea hasta la
tuberculosis. Científicos rusos dicen que de las más de 150 plantas que estudiaron, las
cebollas y los ajos eran las que contenían más ingredientes antibacteriales. Informaron
que masticar una cebolla cruda por cerca de cinco minutos, esterilizaba completamente
la boca y la garganta protegiendo al individuo contra enfermedades causantes de virus y
gérmenes.
Las cebollas aparentemente bloquean los virus que causan los resfriados. Si usted se
come una, el masticarla le ayudará a recobrarse más rápidamente porque los vapores y
químicos en la cebolla actúan como expectorante natural. Las cebollas, los ajos, los ajíes
picantes y otras comidas picantes, estimulan el cuerpo a producir más fluidos, los cuales
a cambio aflojan las mucosidades y hacen que el resfriado se alivie más rápidamente.
El Puerro
Un plato favorito en los tiempos bíblicos y que todavía es popular en los países del
Medio Oriente hoy, era un cocimiento hecho con el bulbo blanco de los puerros, arroz o
granos similares, nueces trituradas y endulzado con miel. En un libro en inglés A
fountain of gardens, la autora Wilma Paterson escribe: «Es apenas sorprendente que los
hebreos añoraran estos tres miembros de la familia de los lirios, puerros, cebollas y
ajos, como alimentos importantes en su dieta, tal como son ahora. Los puerros eran
bien conocidos en el antiguo Egipto y eran apreciados no sólo como alimento, sino
para uso medicinal, los empleaban para tratar quemaduras».
Plinio, el escritor del primer siglo de la era cristiana, describe cómo el emperador Nerón
comía puerros. Los puerros en cantidad eran prescritos para la infertilidad en las
mujeres y se han usado por tradición, externa e internamente para una variedad de
condiciones. El caldo de puerros se prescribe no sólo para la obesidad, sino para
problemas en los riñones, desórdenes intestinales y resfriados.
Trigo
Dice Jeremías 41:8: “...tenemos en el campo tesoros de trigos y cebadas y aceites y
miel...” Para los pueblos de la Biblia, el trigo era uno de los grandes tesoros como
alimento, tal como lo es hoy alrededor del mundo. En ese tiempo, el trigo, o cualquier
producto derivado del trigo, era más valioso que algo simplemente para comer. El trigo
podía representar la diferencia entre la vida y la muerte debido a su valor nutricional y a
la protección que ofrecía contra una hueste de enfermedades incapacitantes y a menudo
mortales.
El trigo verdaderamente era “el báculo de la vida”. Debido a que era una parte
importante en la supervivencia diaria se convirtió en un símbolo religioso tanto para
judíos como para cristianos. Una cosecha abundante era una bendición de Dios, no
sorprende entonces que se considerara a las hambrunas periódicas como señal de su
enojo.
Por lo tanto, no sorprende que las personas de esos tiempos esperaran comer algún plato
con granos en cada comida, incluso aunque fuera sólo un pedazo de pan remojado con
miel. Las personas de los tiempos bíblicos comían sus granos hervidos y secos,
remojados y tostados, y en ocasiones hasta los comían verdes, acabados de arrancar de
la planta. Los molían, los ponían a secar, los trituraban y horneaban en cacerolas, los
hacían cocido con leche y endulzados con miel, sopas, ensaladas y postres, tales como
los budines y flanes.
Estaba por ejemplo, el famoso pan de Ezequiel, el cual contenía casi todos los granos
disponibles en ese tiempo: “Y tú toma para ti trigo, cebada, habas, lentejas, millo y
avena, y ponlos en una vasija, y hazte pan de ellos...” (Ez. 4:9a). Además, los eruditos
bíblicos dicen que el pan de Ezequiel era un alimento para sobrevivir durante los días
duros de la conquista de Babilonia. Los israelitas tenían que depositar su fe en este
alimento hecho de diversos granos para mantener su buena salud y seguir luchando.
Calorías 60
Fibra 12 g
Grasa 1 g
Potasio 410 g
Carbohidratos 18 g
Proteína 5 g
El alto contenido de fibra en el salvado, la cáscara de trigo, es una de las fuentes más
ricas conocidas para la dieta. Nada se compara al valor de esta fibra para hacer que los
deshechos sean expulsados regularmente de nuestro cuerpo. La fibra de trigo es nuestra
mejor protección y cura para el estreñimiento. Previene las infecciones intestinales,
hemorroides, venas varicosas, mientras mejora las funciones intestinales. El trigo
también resguarda contra el cáncer del colon. Los doctores enfatizan que cualquier cosa
que podamos hacer para minimizar los problemas digestivos y del intestino, reducen
profundamente el riesgo de que se desarrolle el fatal cáncer del colon.
Lo que podemos hacer es cambiar la dieta para ayudar a nuestro cuerpo a que elimine
estas sustancias peligrosas tan rápidamente como sea posible, antes de que comiencen a
hacernos daño. Comer buenas cantidades de fibra, particularmente salvado, aumenta el
tamaño de las deposiciones. Este movimiento rápido a lo largo del colon, recolectando
químicos no deseados y expulsándolos rápidamente mejora las posibilidades de evitar el
cáncer.
Docenas de estudio realizados alrededor del mundo ahora, han confirmado que los
productos derivados del trigo y de otros alimentos ricos en fibra, significan menos
incidencia de cáncer en el colon.