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Lectura4 - Los Estados PDF
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Unidad 4
Lectura 4
Población: Está compuesta por los nacionales, sobre los que el Estado
tiene supremacía personal derivada del vínculo de la nacionalidad, aún
cuando éstos no se encuentren en su territorio; y extranjeros, sobre los
Son elementos o que el Estado ejerce su supremacía territorial, sea que residan de
condiciones del Estado: manera permanente o accidental en el territorio del Estado.
Población Territorio: Es el ámbito dentro del cual el Estado ejerce su competencia
de forma general , en cuanto que intenta satisfacer todas las
Territorio necesidades de su población; y exclusiva, en tanto excluye la
competencia de cualquier otro Estado o sujeto internacional.
Gobierno
Gobierno: Sólo interesa para el Derecho Internacional que el gobierno
Soberanía sea efectivo (esto es, que los poderes estatales se ejerzan de forma
efectiva sobre la población y el territorio), sin importar bajo qué forma
de gobierno está constituido el Estado (por ejemplo, monárquica,
republicana, dictadura, democracia, etc.).
Soberanía: El Estado requiere de este atributo para ser persona plena
del Derecho Internacional; existen en este sentido otras entidades con
cierto grado de autonomía pero que sin embargo no son sujetos de
derecho, o bien lo son, pero con una personalidad limitada. Por
ejemplo, las provincias argentinas carecen de personalidad
internacional plena, en cuanto que la misma está restringida por el art.
124 de la CN.
La soberanía, señala Barboza (1999), debe ser tomada no en un sentido
absoluto sino relativo, ya que de lo contrario no se admitiría la
coexistencia entre Estados iguales; la soberanía estatal es por lo tanto
limitada, ya que de lo contrario sólo podría corresponder a un único
Estado. Al respecto, la Corte Permanente de Justicia Internacional ha
señalado que: (a) en relación con el Derecho Internacional, las
limitaciones a la soberanía estatal no se presumen; y (b) en relación con
4.4.1. Concepto.
Señala Barboza (1999) que La cuestión de la inmunidad del Estado surge
cuando se presenta una disputa sobre la cual el tribunal local tiene
jurisdicción ratione materiae, pero no puede ejercerla puesto que una de
las partes es un Estado soberano: se trataría de una excepción ratione
personae.
Tal inmunidad se divide en: inmunidad de jurisdicción, según la cual el
Estado no puede ser llevado a los tribunales de otro Estado; e inmunidad de
ejecución, según la cual se impide a los órganos del Estado territorial
ejecutar la sentencia que eventualmente se hubiere dictado contra aquél ni
aplicarle compulsivamente una decisión administrativa. Esto no significa
que el Estado extranjero esté exento de cumplir con la ley del Estado
territorial, solo que no puede ser sometido a su jurisdicción.
¿Cuáles son los criterios adoptados por las legislaciones para distinguir
entre actos inmunes y actos sujetos a la jurisdicción de otros Estados?
Con relación a los criterios para distinguir entre los actos inmunes y los
sujetos a la jurisdicción de los Estados, las legislaciones han seguido los
siguientes criterios:
Doctrina finalista: Un acto será no comercial (o iure imperii) si
persigue una finalidad pública, aún cuando su naturaleza indique lo
contrario (por ejemplo, la compra de uniformes para las fuerzas
armadas sería un acto comercial con una finalidad pública: proveer a la
defensa del Estado. Los críticos a esta postura sostienen que cualquier
acto del Estado puede vincularse con una finalidad pública, aún los de
mero lucro, en cuanto que persiguen el fortalecimiento de la hacienda
pública.
Doctrina de la naturaleza del acto: El carácter comercial de una
actividad quedará determinado con referencia a la naturaleza del
comportamiento o de la transacción o del acto de que se trata y no con
relación a su objetivo o fin. Así, la Corte de los EEUU concluyó que la
deuda pública de los Estados extranjeros debía ser considerada como
acto comercial (caso Waltover, 1992).
La lista de casos de inmunidad: Las dificultades que trae la aplicación
estricta de los criterios mencionados han llevado a la propuesta de un
tercer criterio, que evita una formulación general a favor de una
enumeración expresa de los casos en que no corresponde la inmunidad
del Estado. Esto puede concretarse de dos modos: a) se asienta un
principio general –el de la inmunidad de jurisdicción de los Estados- y
que considera como excepciones los casos en los que el Estado carece de
ella (es el modelo adoptado por nuestra ley 24.488); o bien b) se
establece que un Estado goza de inmunidad de jurisdicción ante los
tribunales de otro Estado “con arreglo a lo provisto por los siguientes
artículos”, sin establecer la inmunidad como regla y su carencia como
excepciones. Este último es el criterio seguido por la Convención de la
ONU. La diferencia radica en que en el primer caso, toda actividad
estatal que no caiga en alguna de las excepciones enumeradas gozará
necesariamente de inmunidad, ya que la interpretación de las mismas
es siempre restringida.
4.5.1. Concepto.
Se entiende por sucesión de Estados “a la sustitución de un Estado por otro
en la responsabilidad de las relaciones internacionales de un territorio”
(Convenciones de la ONU sobre sucesión de Estados, Art. 2.1.a).
Se trata de supuestos en los que hay un cambio de soberanía sobre un
territorio: tales son los casos de acceso a la independencia de una colonia, la
cesión de una porción de territorio a otro Estado, la unificación, la
separación, o el desmembramiento de Estados. Se entiende que en ninguno
de estos casos la sucesión se opera por el uso o la amenaza de la fuerza (ver
Arts. 6 y 40 de la Convención de 1978 y 3 de la de 1983). Finalmente, con
respecto al cambio revolucionario de gobierno, el mismo no es considerado
por la mayoría de la doctrina como un caso de sucesión de Estados,
preservándose así el principio de la continuidad del Estado.
En el Derecho Internacional, no se reconoce la existencia de una sucesión
universal por la cual el nuevo Estado continúe la personalidad del antecesor
con todo su patrimonio (bienes y deudas). Señala Barboza (1999) que ello es
producto de la característica de la soberanía del Estado, que extiende sobre
el territorio objeto de la sucesión su propia soberanía, que siempre es
original. Hay pues una ruptura en la situación jurídica del territorio, y el
sucesor entra a la vida internacional con una tabula rasa o tabla rasa, esto
es, como si la anterior situación no hubiera existido.
Ahora bien, como normalmente el territorio adquirido por el sucesor es una
colectividad territorial conformada por individuos, la teoría de la tabla
rasa no puede ser absoluta; por ello, el derecho de gentes contempla ciertas
situaciones del nuevo Estado con relación a esos individuos en los que
consagra la continuidad, que sería la tendencia contraria a la de la tabla
rasa en la materia.
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