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Fiscomisional
“Daniel Álvarez Burneo”
TRABAJO DE
INVESTIGACIÓN
CIENCIA Y TECNOLOGÍA
INTEGRANTES:
Diana Flores
Jorge González
CURSO Y PARALELO:
Tercero “F”
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a) Tema:
Realizar una investigación teórica experimental de la primera ley de newton
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b) PROBLEMATIZACIÓN
Para entonces en los años de 1667, ya se había suscitado en conflicto entre los científicos de
renombre; Isaac Newton y Robert Hooke que discutían por la paternidad de la Ley de la
Gravitación Universal. Hooke tuvo la clave para explicar el movimiento de la luna con la
idea de acción a distancia. Este mismo en 1679 le consultó a Isaac Newton todas las teorías
que tenían en mente, siendo así que Hooke le proporcionó las pautas de acción a distancia,
pero que hoy por hoy esta idea es llamada Ley de la Gravitación. Newton publicó las leyes
ya elaboradas en su obra Principios matemáticos de filosofía natural (los Principia) en el año
de 1687. Publicó su obra veinte años después, sin darle crédito a Hooke, por lo que este se
vio ofendido y lo acusó de plagio. Lo que pasó fue que Hooke trazo las líneas básicas para
estas leyes, pero no supo dar solución a la formulación matemática, y este fue el gran mérito
de Newton, este sí consiguió la formulación matemática y por eso pudo decir en justicia que
es el artífice de las leyes de gravitación universal. El retraso de la publicación de su libro
provocó la pérdida de un tiempo muy valioso en donde se hubieran puesto de manifiesto las
Leyes de Newton en la naturaleza principalmente la ley de la inercia, por lo que durante todo
ese tiempo solo se conocían algunos modelos de Inercia por ejemplo el que es propuesto por
Galileo Galilei; la inercia es una tendencia a mantener su estado de movimiento o de reposo.
Es cierto que, por ejemplo, un objeto que desliza sobre una superficie horizontal va perdiendo
velocidad y acaba parándose. Pero ello es debido a que sobre el objeto se ejerce, mientras
desliza, una fuerza contraria a la velocidad, en este caso, la fuerza de rozamiento. Newton se
arriesga en su meticulosa investigación enfrentándose a cualquier crítica ya que, para
comprender este principio se requiere un gran proceso de abstracción, por la sencilla razón
de que no es posible observarlo directamente en la naturaleza. El principio de la inercia no
puede inferirse inmediatamente de la experiencia, sino a través de una especulación que sea
coherente con lo observado. El principio de inercia fue producto de un largo esfuerzo del
pensamiento, que Newton lo pudo lograr gracias a una síntesis profunda que realizó con toda
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la información brindada por sus predecesores Galileo Galilei y Johannes Kepler. Newton
toma el principio de la inercia, ya plenamente establecido en esta época, y se enfrenta al
problema de hallar el sistema referencial en el cual este principio y todas las otras leyes de la
mecánica sean válidas. Llega a la conclusión de que hay un espacio y un tiempo absolutos,
Pero surge la cuestión de qué tanto esos conceptos merecen el término de reales, en el sentido
que usamos en física. Un lugar fijo en el espacio absoluto de Newton no tiene realidad física.
Para llegar a una formulación definida se introduce el concepto de sistema inercial, el cual
es considerado como un sistema de referencia donde vale la ley de la inercia.
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c) JUSTIFICACIÓN
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tener conocimiento ya que la mayoría de los fenómenos que suceden en la naturaleza están
sujetos a esta ley. ¿A quiénes va a beneficiar? Esta investigación nos va a beneficiar a cada
uno de nosotros, ya que nos vamos a profundizar mucho en el tema, para poder hacer análisis
y determinar cada una de la cuestiones a investigar, realizaremos lecturas comprensivas que
nos ayuden a interiorizar sobre la ley de la Inercia. ¿Con qué se va a investigar? Como
primera herramienta nos ayudaremos del internet ya que en la actualidad se encuentra
demasiada información, la cual iremos escogiendo a la que nos sea de gran ayuda, también
como herramienta de trabajo nos será de gran ayuda libros de las bibliotecas que sean aptos
para esta investigación, junto con eso buscaremos publicaciones relacionadas con la Ley de
la Inercia, al igual que las diferentes enciclopedias que podamos encontrar. Todo esto con el
fin de poder apoyarnos para realizar correctamente nuestra investigación.
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d) OBJETIVOS
Objetivo General:
Objetivos Específicos:
- Elaborar un marco teórico con las diferentes teorías que ayudaron a Isaac Newton en
su idea.
- Reproducir en un marco teórico con las teorías y experimentos que Isaac Newton
realizó para establecer su primera teoría y ley que vendría a dar cambios es la ciencia.
- Presentar el trabajo investigativo con su discurso, planteando las conclusiones y
recomendaciones.
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e) MARCO TEÓRICO
CAPÍTULO I:
1. ANTENCEDENTES:
Antes de Galileo y Newton, mucha gente pensaba que los objetos perdían rapidez debido a
que tenían incorporada una tendencia natural para hacerlo. Pero esas personas no estaban
tomando en cuenta las múltiples fuerzas aquí en la Tierra —por ejemplo, la fricción, la
gravedad y la resistencia del aire— que causan que los objetos cambien su velocidad. Si
pudiéramos ver el movimiento de un objeto en el espacio interestelar profundo, seríamos
capaces de observar las tendencias naturales de un objeto que está libre de cualquier
influencia externa. En el espacio interestelar profundo observaríamos que si un objeto tuviera
una velocidad, continuaría moviéndose con esa velocidad hasta que hubiera alguna fuerza
que causara un cambio en su movimiento. Del mismo modo, si un objeto estuviera en reposo
en el espacio interestelar, se mantendría en reposo hasta que hubiera una fuerza que causara
un cambio en su movimiento.
La primera ley de la mecánica es justo la ley de la inercia, llamada también primera ley de
Newton. Las primeras investigaciones las realizo Galileo Galilei.
Aun antes de la invención del telescopio, Galilei ya se había preparado para afrontar este
reto. Para poder asentar los fundamentos de su ley de caída de los cuerpos, estuvo observando
y midiendo cuidadosamente el tiempo que tardaban las bolas en rodar por planos inclinados.
Esos experimentos lo llevaron a una profunda idea que más tarde se conoció como Ley de
Inercia:
Observó que cuando una bola rodaba hacia abajo por un plano inclinado, al subir por otro
con cualquier grado de inclinación alcanzaba una altura igual a la que tenía antes de iniciar
el movimiento. Si el segundo plano tenía menos inclinación que el primero, la bola seguía
rodando hasta alcanzar la misma altura que tenía al empezar a rodar. Cuanta más próxima a
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la horizontal fuera la inclinación del segundo plano, más lejos llegaba, o sea: si el plano era
perfectamente horizontal y de superficie lisa, la bola no de detendría nunca y continuaría
rodando para siempre.
Éste fue el decisivo experimento que Galileo necesitaba para explicar por qué las cosas,
incluyendo a sus críticos, podían mantenerse sobre una superficie dando vueltas. Un cuerpo
en movimiento horizontal tiende a conservar el movimiento que lleva en la superficie de la
Tierra, ya que todas las cosas que están en movimiento horizontal tienen la misma velocidad
que la propia superficie y no hay rozamiento que afecte al movimiento de esos cuerpos
porque todos se mueven juntos. Con tan espectacular concepción, Galilei desechó el antiguo
dogma aristotélico de que “era natural a todos los cuerpos tender al reposo”. Pero, aunque la
idea era muy brillante, no era del todo exacta.
Galileo fue el primero en estudiar la inercia mediante el método científico, uno de sus
experimentos fue en el cual un bola descendía por un plano inclinado y ascendía por otro
hasta llegar a una altura muy parecida a la altura de la cual fue lanzado, es decir, con esto
atribuyó la pequeña diferencia al rozamiento y llegando incluso a afirmar que si no existiese
rozamiento, la altura sería la misma. Además declaró que si se disminuye la inclinación del
plano, la bola recorre una distancia cada vez mayor. Llegó así Galileo a la conclusión de que
todo cuerpo conserva su estado de movimiento, mientras no haya una causa exterior que lo
perturbe.
Haciendo rodar objetos, Galileo se percató de que cada vez que pulía un poco más la
superficie sobre la cual estos se desplazaban, alcanzaban mayor distancia. Fue así como
dedujo que todo objeto que se mueve con velocidad constante y en línea recta, permanecerá
moviéndose a esa velocidad a menos que una fuerza extraña lo cambie, ya sea aumentando
o reduciendo la magnitud de su velocidad o variando su dirección y sentido del movimiento,
puesto que la velocidad es un vector.
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Esta ley implica también que todo objeto que se encuentre en estado de reposo, permanecerá
eterno en reposo mientras una fuerza extraña al objeto no actúe sobre él, poniéndolo en
movimiento.
Las pruebas de Galileo sirvieron a Newton de base para formular esta ley. Si Galileo
introdujo el concepto de inercia, Newton introdujo el concepto de masa y la fórmula para
esto necesita más de la masa que del concepto de inercia, aunque este último es de
importancia conceptual ineludible; la masa explica mejor su formulación matemática.
FORMULACIÓN:
Q = mV
Rene Descartes y Newton encontraron esta fórmula, solo que Descartes la formuló
erróneamente como una cantidad escalar y Newton como una cantidad vectorial (que es lo
correcto).
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principio de la inercia. Pero al mismo tiempo, para comprender este principio se requiere un
gran proceso de abstracción, por la sencilla razón de que no es posible observarlo
directamente en la naturaleza. El principio de la inercia no puede inferirse inmediatamente
de la experiencia, sino a través de una especulación que sea coherente con lo observado. Tal
y como señala A. Koyré, “el principio de la inercia no surgió ya elaborado del pensamiento
de Descartes o de Galileo como Atenea de la cabeza de Zeus”, fue producto de un largo
esfuerzo del pensamiento.
Este principio se encuentra al interior del marco del fenómeno del movimiento, el cual fue
objeto de estudio desde la Antigüedad, y que tenía que ser explicado por cualquier filosofía
que aspirara a ser aceptada. El primer estudio sistemático del movimiento corresponde a
Aristóteles, cuyas ideas al respecto dominaron en su propia época y hasta los primeros siglos
de nuestra era, para después ser recuperadas y remodeladas por Occidente, vía la tradición
árabe, en los finales del siglo xi. Y fue la crítica a las teorías aristotélicas del movimiento,
hecha primero por los escolásticos de la Edad Media y después por los pensadores del
Renacimiento, lo que constituye el telón de fondo de donde parte Galileo para echar las bases
de la nueva ciencia del movimiento, junto con los trabajos de Kepler, Gassendi, Descartes y
Huyghens para llegar así a la gran síntesis newtoniana.
Aristóteles es el fundador de la física como ciencia de las cosas naturales; señala que el
movimiento y el cambio son los fenómenos básicos de la naturaleza, y que quien no los
entienda niega a esta última. Para el filósofo griego, el estudio del movimiento descansa en
las nociones de espacio y tiempo, que para él no son categorías universales, ya que no pueden
existir fuera de las cosas. Es así como los objetos particulares determinarán el espacio y los
sucesos individuales, el “antes” y el “después”, el tiempo.
Para Aristóteles el espacio o lugar “no es aquello donde algo esté, sino que el lugar existe
junto con la cosa, pues junto con lo limitado están los límites”. Teofrasto, su discípulo,
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describe la concepción aristotélica de espacio: “Quizá no sea, pues, el espacio una realidad
en sí, sino que es determinado por la posición y la serie de las cosas conforme a su naturaleza
y a sus funciones naturales”. No existe “lugar” fuera de las cosas, sino sólo como la
determinación geométrica de una cosa que puede padecer movimiento, es decir, el lugar es
la consecuencia en la relación que dos cuerpos tienen entre sí. Por tanto, el espacio vacío
carece de estructura y por ello de cualidades. Aristóteles concluye: “Puesto que hemos
demostrado que no existe el espacio en sí, se sigue de ello que tampoco existe un espacio
vacío”.
El espacio aristotélico posee una estructura determinada por el centro del mundo, y a partir
de ahí define los movimientos naturales en el mundo sublunar como aquellos que se dirigen
a dicho centro. Los cuerpos son pesados o leves, dependiendo de si se acercan al centro o se
alejan de él cuando se les deja libres para moverse, ya que se dirigirán a su lugar natural.
Como conclusión, la permanencia del movimiento es imposible, ya que en algún momento
el cuerpo en movimiento llegará al lugar que por su naturaleza le corresponde y, por lo
mismo, se detendrá. Esto es, que para los movimientos naturales que tienen lugar debajo de
la esfera de la Luna es imposible la permanencia del mismo, pero también lo es para los
movimientos violentos que, dentro de la física aristotélica, requieren un motor para moverse.
Dentro de la física aristotélica el vacío no puede existir, ya que el espacio está totalmente
lleno de materia, divisible hasta lo infinito, hasta entre los cuerpos y las pequeñísimas
partículas que los componen. Aristóteles niega rotundamente su existencia, pues su
aceptación lo conduciría irremediablemente al atomismo. Para que el movimiento pueda
darse –continúa— no es necesario en absoluto la existencia del vacío. Más aún, supone que
el concepto mismo lleva a conclusiones absurdas: cuanto menor es la resistencia del medio,
tanto mayor es la velocidad del cuerpo en movimiento; por consiguiente, en el vacío, donde
la resistencia es nula, la velocidad debe ser infinita, lo cual, según él, es imposible.
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Respecto al cuestionamiento de porqué los proyectiles continúan moviéndose después de
haber abandonado su motor, Aristóteles encontró la solución postulando como motor al aire:
éste se abre ante, por ejemplo, la flecha y se cierra detrás de ella, pues la naturaleza no permite
la formación del vacío, y de esta manera la impulsa hacia adelante.
Otra vez aplica su rechazo al vacío cuando afirma que si éste existiera no habría resistencia
al movimiento y el cuerpo continuaría desplazándose indefinidamente, pero como esto es
imposible, el vacío no puede existir. Es interesante ver cómo llega tan cerca del principio de
la inercia; sin embargo, su aversión al vacío le impide comprender la permanencia del
movimiento.
Las teorías aristotélicas que explicaban el movimiento —en lo que respecta al lanzamiento
de proyectiles— jamás convencieron a sus adversarios, quienes siempre opusieron a ellas el
que el movimiento del proyectil, aun separado del motor, persistiera: la piedra lanzada por la
honda, la flecha disparada por el arco, etcétera.
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En el siglo vi, Juan Filopón realiza una crítica a las teorías de Aristóteles respecto al
movimiento de proyectiles, utilizando el concepto de impetus, tomado del astrónomo
helenístico Hiparco de Rodas, quien vivió en siglo ii a.C.
La teoría del impetus consiste en que en cualquier proyectil que ha sido lanzado se halla
impreso algo que constituye la fuerza motriz de éste. Tal impetus permite al proyectil
continuar su movimiento, una vez que ha dejado de actuar el motor. Es una especie de
cualidad, potencia o virtud que se imprime al móvil, o mejor dicho que se impregna a
consecuencia de su asociación con el motor. Mientras más tiempo esté sometido a la acción
de este último, mayor será la cualidad que adquiera el móvil, por lo mismo, esta cualidad
dejará paulatinamente de “impresionarlo”, y una vez que éste haya abandonado al motor, su
movimiento cesará: el impetus es de naturaleza esencialmente perecedera. Entre los ejemplos
que los partidarios del impetus nombran, está el del sonido que adquiere la campana y cuya
cualidad sonora va perdiendo poco a poco. Así también está el ejemplo del hierro, que al ser
calentado en el fuego, adquiere la cualidad del calor —hablando en términos aristotélicos—
y que al ser retirado de la fuente que le proporciona dicha cualidad, poco a poco la va
perdiendo.
Esta teoría —utilizada en el siglo xvi por Jean Buridan, miembro importante de la escuela
nominalista de París— es ampliada y profundizada por su discípulo, Nicolás de Oresme,
quien critica la refutación que Aristóteles hace de la teoría de Heráclides, la cual explicaba
el movimiento diario de las estrellas mediante la rotación de una Tierra central. Oresme no
cree en la rotación de la Tierra, solamente señala que ningún argumento lógico, físico, o
incluso bíblico, puede refutar la posibilidad de una Tierra en rotación. Aquí tenemos el
principio de la relatividad óptica que jugó un papel importante en las obras de Copérnico y
Galileo.
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Al final del siglo xiv una versión de la teoría del impetus, similar a la expuesta por Buridan,
había reemplazado a la defectuosa explicación aristotélica del lanzamiento de proyectiles en
prácticamente todas las obras científicas medievales. Así se enseñaba en Padua cuando
Copérnico frecuentó esta universidad, y Galileo la aprendió en Pisa de su maestro Bonamico.
También en Inglaterra, en el Merton College de Oxford, con base en la teoría del impetus, se
desarrollaron alternativas para la explicación del movimiento.
Todas las teorías y explicaciones alternativas sobre el movimiento surgieron de los restos del
pensamiento aristotélico, desgarrado por la crítica escolástica, y representaron el marco que
posibilitó el desarrollo conceptual en los siglos xvi y xvii.
Johannes Kepler
En Kepler se reúnen la innovación de Copérnico y una nueva actitud epistemológica ante los
datos observacionales. Ésta la aprendió de Tycho Brahe y lo obligó a ajustar con todo detalle
la teoría con los hechos, teniendo como resultado la formulación de sus tres famosas leyes,
que serían las primeras leyes de la naturaleza en el sentido moderno. Kepler da el salto para
atravesar la frontera entre la especulación metafísica del Medioevo y la ciencia empírica
moderna, y fue su introducción de la causalidad física en la geometría formal de los cielos la
que lo convirtió en el primer constructor de leyes de la naturaleza, lo cual hizo que le resultara
imposible ignorar las pequeñas discrepancias entre los datos de la observación y la teoría.
Mientras que la cosmología estuvo regida por meras reglas geométricas, independientemente
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de las causas físicas, las diferencias entre teoría y datos podían ser superadas al insertar otra
rueda dentro del sistema, sin embargo, en un Universo movido por fuerzas reales, eso ya no
era posible.
Kepler, al estudiar el movimiento de Marte, primero enfrentó el problema por los caminos
tradicionales, pero tras su fracaso empezó a abandonar antiguas creencias sobre la naturaleza
del Universo, para así, poco a poco, construir una nueva ciencia. Hizo varias innovaciones
revolucionarias que lo llevarían a enfrentar el problema; una de éstas fue el cambio del centro
del sistema con relación al Sol.
Los periodos de los planetas se conocían con bastante precisión desde la Antigüedad. En
números redondos, Mercurio tiene un periodo de tres meses, Venus de siete meses y medio,
la Tierra de un año, Marte de dos años, Júpiter de doce y Saturno de treinta. A mayor distancia
del Sol, mayor tiempo se requiere para completar una revolución en torno a él; esto en
términos generales, pero se necesitaba una relación matemática exacta. Así, Saturno se halla
dos veces más lejos del Sol que Júpiter, por tanto requeriría dos veces más tiempo para
recorrer una órbita del doble de longitud que la de Júpiter, esto es, veinticuatro años; no
obstante, requiere treinta años. Lo primero sería cierto si la velocidad del planeta a lo largo
de su órbita fuera siempre la misma e igual a la de todos, pero a medida que el planeta se
aleja del Sol, su movimiento se torna más lento. Antes que Kepler nadie se había hecho la
pregunta del porqué esto era así. La respuesta del astrónomo alemán fue que debía existir una
fuerza que emana del Sol y que es la causa de que los planetas se muevan en sus órbitas. Por
primera vez desde la Antigüedad, se hacía un intento no sólo por describir los movimientos
celestes en términos geométricos, sino de asignarles una causa física.
Recordemos que el centro del sistema de Copérnico no era el Sol, sino el centro de la órbita
de la Tierra, y que Kepler, desde un principio, había objetado tal suposición, considerándola
físicamente absurda; puesto que la fuerza que movía los planetas emanaba del Sol, el
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conjunto del sistema tenía que hallarse en el centro del propio cuerpo de éste. Pero no es así,
el Sol no ocupa el centro exacto de la órbita de la Tierra, sino uno de los focos de la elipse.
Kepler aún no sabía esto último, creía que la órbita era un círculo. En consecuencia formuló
la pregunta de que si la fuerza que mueve los planetas procede del Sol, ¿por qué insisten en
girar en torno al centro de la órbita? A lo que respondió suponiendo que cada planeta estaba
sujeto a dos influencias conflictivas: la fuerza del Sol y una segunda fuerza localizada en el
propio planeta, y esta competencia ocasionaba que unas veces se acercara al Sol y otras se
alejara de él.
Estas dos fuerzas son, como sabemos, la gravedad y la inercia, pero nunca llegó a formular
tales conceptos; sin embargo, preparó el camino para Newton. Kepler mismo acuñó el
término de “inercia”, pero la noción kepleriana aún está lejos del principio de la inercia. Para
él ésta era la tendencia al reposo de todos los cuerpos en movimiento: sigue manteniendo a
este último como un proceso, y al reposo como un estado.
Galileo conocía muy bien la obra aristotélica, y en general la de los clásicos, desde Platón
hasta Benedetti, pasando por Ptolomeo y muy probablemente por los nominalistas parisinos
y mertonianos, dada la difusión de las ideas de estos últimos. En sus primeras obras destaca
su interés por los matemáticos griegos, Euclides y, muy especialmente, Arquímedes, y es a
partir de aquí donde comienza su crítica a la teoría del movimiento de Aristóteles. En su obra
De motu desarrolla esta crítica desde un marco clásico y medieval, desde el punto de vista de
la fuerza impresa o impetus. Sin embargo, este concepto, ¿implica la formulación del
principio de la inercia? Para Galileo el impetus es de carácter esencialmente perecedero, pues
el movimiento eterno es imposible y absurdo, ya que es consecuencia de la fuerza impresa
que se agota al producirlo. Él desarrolla la teoría del impetus y sabe —pues ha leído a
Benedetti— de la necesidad de la detención del movimiento: la física del impetus es
incompatible con el principio de la inercia.
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El fenómeno de la caída de los cuerpos ocupó siempre la atención de los estudiosos del
movimiento. Para Galileo, la caída de un cuerpo se efectúa debido a una fuerza constante: su
peso; por tanto, ésta no puede tener otra velocidad que la constante. La velocidad no está
determinada por algo exterior al cuerpo, sino que es algo inherente y propio del objeto. Así,
a un cuerpo con mayor peso le corresponde una mayor velocidad, y a un cuerpo de menor
peso le corresponde una menor velocidad. De esta manera, señala en De motu, la velocidad
de caída de un cuerpo es proporcional a su peso y de un valor constante para cada uno.
Sin embargo, Galileo estaba obligado a reconocer que una piedra que cae lo hace cada vez
más rápido, y esta aceleración sólo ocurre hasta que el cuerpo adquiere su velocidad
característica; a partir de este momento su movimiento se efectúa con una velocidad
constante. Y esta velocidad está en función del peso, pero no del peso absoluto sino del peso
específico de los cuerpos. Un pedazo de plomo caerá más rápido que uno de madera, y dos
pedazos de plomo caerán con igual velocidad. Más aún, Galileo —siguiendo a Benedetti—
introdujo en su física que no se trata del peso específico absoluto de los cuerpos, sino de su
peso específico relativo.
La velocidad de caída de los cuerpos, entonces, no está definida por su peso absoluto, sino
por el específico y relativo. Estas precisiones permitieron a Galileo trascender el aristotelismo
y la dinámica del impetus, al hacer la sustitución de la contraposición de cualidades (levedad
y gravedad) por una escala cuantitativa, y este método cuantitativo le fue proporcionado por
la hidrostática arquimediana: un trozo de madera, que cae en el aire, se elevará si es colocado
en el fondo del agua. De esta manera, la fuerza (y la velocidad) con la cual desciende o sube
un objeto, está en proporción a la diferencia entre el peso específico del objeto y el peso de
un volumen del medio que es desalojado por el mismo. De lo anterior, concluye que no hay
cuerpos leves, todos son pesados. En la física galileana, el fenómeno de la caída representa
un papel de primer orden.
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A partir de aquí, Galileo comenzó a construir la nueva física, donde el único movimiento
natural que reconoce es el de los cuerpos pesados que son atraídos hacia abajo. La distinción
entre el peso absoluto y relativo, y la repetida afirmación de que la velocidad de caída de un
cuerpo está en función de su peso relativo en un medio determinado (y no de su peso
absoluto), conduce a la inevitable conclusión de que es en el vacío, y sólo en él, donde los
cuerpos tienen un peso absoluto y caen a una velocidad propia. A partir de este momento el
movimiento ya no será un proceso, como en la física de Aristóteles, sino que comienza a ser
algo propio del móvil, y ya no requerirá algo externo para prolongarse. Poco a poco se va
geometrizando el espacio, y la consideración de que la velocidad de un móvil en el vacío no
se hace infinita al desaparecer la resistencia del aire (y en general toda resistencia), parece
“sugerirle” que debe trabajar en un plano absolutamente liso, una esfera totalmente esférica,
etcétera. Y es a estos objetos a los que se les puede aplicar el principio de la inercia, al cual
se llegará solamente hasta que el cosmos sea completamente sustituido por el espacio
euclidiano y los cuerpos físicos por los objetos geométricos. Sólo así el espacio dejará de
tener efecto sobre el movimiento de los cuerpos, de ser un proceso para convertirse en un
estado con el mismo estatus ontológico que el reposo. Y de esta manera no será necesario
buscar una causa que mantenga indefinidamente al movimiento. Mientras que para
Aristóteles el vacío es imposible, para Galileo sí lo es y, además, sólo en el vacío los cuerpos
caen con la misma velocidad.
Galileo realiza otra serie de experimentos en los cuales demuestra que la trayectoria seguida
por un móvil después de abandonar un plano inclinado es una línea semiparabólica. Aquí
considera equivalentes los movimientos de un móvil sobre el plano y el de uno en caída libre,
y encuentra que el componente horizontal de la trayectoria parabólica que sigue el cuerpo,
después de abandonar el plano, se conserva. Además, como buen copernicano, convencido
del movimiento terrestre, intenta dar argumentos en favor de este último con su famoso
experimento de la bala cayendo a lo largo del mástil de un barco en movimiento, con lo cual
establece el principio de las transformaciones galileanas y que más adelante conformarán el
concepto de sistemas inerciales.
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En otros de los experimentos con planos inclinados, hacía rodar esferas sobre un canal, el
cual tenía una primera porción descendente, luego continuaba con una parte horizontal y la
tercera parte volvía a estar hacia arriba. Soltaba las esferas desde la primera y observaba hasta
dónde subían en la tercera porción del canal. A continuación iba disminuyendo gradualmente
la inclinación de esta última parte, y veía que las esferas lanzadas recorrían cada vez una
mayor distancia. Haciendo una genial extrapolación, concluyó que si la tercera porción
estuviera totalmente horizontal, la esfera conservaría su velocidad de manera indefinida.
Sin embargo, en esta revolución no le corresponde a Galileo enunciar (al menos de manera
explícita) el principio de la inercia, pues no pudo deshacerse de la noción de pesantez ni de
la de centro del mundo. Para él, los cuerpos físicos eran, por definición, cuerpos graves, y no
pudo realizar la sustitución completa entre los cuerpos físicos y los objetos geométricos. Si
privaba a los primeros de la cualidad esencial de pesantez, dejaban de existir por ese solo
hecho. Por ello la física galileana es la física de los graves, ya que para Galileo el peso de un
cuerpo era algo similar a lo que la masa es para nosotros en la actualidad.
En su última obra, los Discorsi, que supone al Galileo maduro, vemos cómo siguen
prevaleciendo las ideas de pesantez y de centro del mundo: “Imaginemos un móvil
proyectado sobre un plano horizontal del que se ha quitado el más mínimo roce; sabemos ya
que en tal caso, y según lo hemos expuesto detenidamente en otro lugar, dicho movimiento
se desenvolverá sobre tal plano con un movimiento uniforme y perpetuo, en el supuesto de
que este plano se prolongue hasta el infinito. Si, por el contrario, nos imaginamos un plano
limitado y en declive, el móvil, el cual se supone está dotado de gravedad, una vez que ha
llegado al extremo del plano y continúe su marcha, añadirá al movimiento precedente,
uniforme e inagotable, esa tendencia hacia abajo, debida a su propia gravedad”.
No obstante, su física está tan impregnada del principio de la inercia que sus discípulos
podrán extraerlo sin ninguna dificultad y siempre atribuyéndoselo a su maestro. Pero incluso
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ellos (Cavalieri y Torricelli), a pesar de que lo utilizan de manera natural, jamás lo presentan
como un principio fundamental de la física.
Pierre Gassendi
La obra de Gassendi está fuertemente inspirada por la de Galileo, y aquél comprendió con
profundidad a este último. Siguiendo a Demócrito, a Gilbert y a Kepler, Gassendi logró
deshacerse de los últimos obstáculos de la tradición y del sentido común que habían trabado
el avance del pensamiento galileano, y fue el primero en publicar —si no el primero en
enunciar— una formulación correcta del principio de la inercia.
Aclara ya el efecto de la pesantez como el efecto de una fuerza exterior, como una interacción
con otro cuerpo, como lo es la atracción del imán sobre el hierro, que ya no es una propiedad
intrínseca de los cuerpos, como lo era para Galileo.
En su obra, De motu impresso a motore translato, Gassendi escribe: “Me preguntas lo que
ocurriría a esa piedra que, según he admitido, puede ser concebida en los espacios vacíos si,
sacada del reposo, fuera empujada por una fuerza cualquiera. Respondo que probablemente
se moverá con un movimiento uniforme y sin fin […] En cuanto a la prueba, la saco de la
uniformidad, ya expuesta, del movimiento horizontal; y puesto que éste no parece terminarse
si no es por la admisión del movimiento vertical, se desprende que, puesto que en los espacios
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vacíos no habrá ninguna mezcla del [movimiento] vertical, el movimiento, en cualquier
dirección que se haga, será similar al horizontal, y ni se acelerará ni se retardará y, por tanto,
nunca cesará”.
René Descartes
Pasar de Galileo a Descartes, esto es del Dialogo y los Discorsi al Mundo, es trasladarse a
dos distintos escenarios en la historia de las ideas. En las obras de Galileo está presente la
lucha por el establecimiento de las bases de las nuevas concepciones del mundo en contra de
las tradicionales; son libros de “combate”. En cambio, en la última, ya no se discute en contra
del sistema geocéntrico, el copernicanismo es la única concepción posible del mundo; ya no
se rebaten las ideas tradicionales sobre el movimiento, la física aristotélica está muerta. En
el Mundo, de lo que se trata es de fundar y desarrollar una nueva física, y se procede a
construir a priori un mundo que tiene que obedecer a las leyes de la naturaleza. En el universo
cartesiano el reemplazo del espacio físico por el espacio euclidiano y la sustitución de los
cuerpos reales por los objetos geométricos están plenamente realizados; el universo
cartesiano es espacio y movimiento.
La ley suprema en este universo es la ley de la persistencia. Las dos realidades del universo
cartesiano, espacio y movimiento, una vez creadas, permanecen eternamente; el espacio no
cambia, ni tampoco el movimiento. Más precisamente, la cantidad de movimiento no varía,
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permanece constante. Señala Descartes: “No me detengo a buscar la causa de sus
movimientos: pues me basta pensar que han comenzado a moverse tan pronto como el mundo
ha comenzado a ser. Y siendo así encuentro por mis razones que es imposible que cesen
nunca sus movimientos, e incluso que cambien como no sea de objeto. Es decir, que la virtud
o la potencia de moverse a sí mismo, que se encuentra en un cuerpo, puede perfectamente
pasar toda o parte a otro, y así no estar ya en el primero, pero no puede ya no estar en absoluto
en el mundo […] Y, sin embargo, podéis imaginar, si os parece, como hacen la mayoría de
los doctos, que hay algún primer móvil que, al rodar alrededor del mundo a una velocidad
incomprensible, es el origen y la fuente de todos los demás movimientos que allí se
encuentran”.
Este “primer móvil” en el mundo de Descartes es muy diferente al del mundo aristotélico.
Puede muy bien ser la fuente y el origen de todos los movimientos de este mundo; pero a eso
limita su función, pues una vez producido el movimiento, éste ya no tiene ninguna necesidad
de él. Ahora el movimiento se conserva y se mantiene solo, sin “motor”. Así pues, el
movimiento cartesiano es anterior a todas las otras esencias materiales, incluso a la forma
espacial; y no es en forma alguna un proceso sino una cualidad o estado.
Descartes nos señala que una de las principales reglas con las que actúa la naturaleza es “que
cada parte de la materia, en particular, continúa siempre estando en un mismo estado,
mientras que el encuentro con las otras no le obligue a cambiarlo. Es decir, que si esa parte
tiene cierto grosor jamás se hará más pequeña si las otras no la dividen; si es redonda o
cuadrada jamás cambiará de figura si las otras no la obligan a hacerlo; si está quieta en algún
lugar jamás partirá de allí a menos que las otras la expulsen; y una vez que ha comenzado a
moverse continuará siempre, con igual fuerza, hasta que las otras la detengan o la retarden”.
Como se ve, todo cambio tiene necesidad de una causa, por eso ningún cuerpo puede cambiar
y modificarse por sí mismo.
24
El movimiento es un estado, pero además, es una cantidad. En el mundo existe una cantidad
determinada de movimiento, y cada cuerpo en movimiento posee una cantidad del mismo,
perfectamente determinada. Y cuando algún cuerpo pierde cierta cantidad de su movimiento
mediante algún choque o interacción con otro, este último adquirirá con exactitud la misma
cantidad de movimiento que perdió el primero.
Christian Huyghens
En lo que respecta al principio de la inercia, su enunciado ya está muy cerca del que Newton
hace en los Principia en la primera ley: “Un cuerpo en movimiento tiende a moverse en línea
recta con la misma velocidad en tanto no encuentre un obstáculo”.
Este enunciado carece de la profundidad metafísica del de Descartes, pero es ya muy conciso.
Sin embargo, está todavía a un paso del de Newton, pues faltan las precisiones que éste hace
por medio de las nociones de fuerza impresa y fuerza ínsita (íntimamente inserta en la
naturaleza).
25
En sus estudios sobre colisiones elásticas, se muestra francamente cartesiano y adopta el
principio de conservación de la cantidad de movimiento: “Dos cuerpos iguales que están en
impacto directo uno con el otro y tienen iguales y opuestas velocidades antes del impacto,
rebotarán a velocidades que son, aparte del signo, las mismas”.
26
CAPÍTULO II: ISAAC NEWTON: VIDA Y APORTES
Newton, Sir Isaac (1642-1727), matemático y físico británico, considerado uno de los más
grandes científicos de la historia, que hizo importantes aportaciones en muchos campos de la
ciencia. Sus descubrimientos y teorías sirvieron de base a la mayor parte de los avances
científicos desarrollados desde su época. Newton fue junto al matemático alemán Gottfried
Wilhelm Leibniz uno de los inventores de la rama de las matemáticas denominada cálculo.
También resolvió cuestiones relativas a la luz y la óptica, formuló las leyes del movimiento
y dedujo a partir de ellas la ley de la gravitación universal.
27
Newton recibió su título de bachiller en 1665. Después de una interrupción de casi dos años
provocada por una epidemia de peste, volvió al Trinity College, donde le nombraron becario
en 1667. Recibió el título de profesor en 1668. Durante esta época se dedicó al estudio e
investigación de los últimos avances en matemáticas y a la filosofía natural que consideraba
la naturaleza como un organismo cuyo mecanismo era bastante complejo. Casi
inmediatamente realizó descubrimientos fundamentales que le fueron de gran utilidad en su
carrera científica.
La casa donde nació y vivió hasta su juventud se ubica en el lado oeste del valle del río
Witham, más abajo de la meseta de Kesteven, en dirección a la ciudad de Grantham. Es de
piedra caliza gris, el mismo material que se encuentra en la meseta. Tiene forma de una letra
T gruesa en cuyo trazo más largo se encuentran la cocina y el vestíbulo, y la sala se halla en
la unión de los dos trazos. Su entrada es descentrada y se ubica entre el vestíbulo y la sala, y
se orienta hacia las escaleras que conducen a los dos dormitorios del piso superior.
Sus padres fueron Isaac Newton y Hannah Ayscough, dos campesinos puritanos. No llegó a
conocer a su padre, pues había muerto en octubre de 1642. Cuando su madre volvió a casarse
con Barnabás Smith, este no tenía intención de cargar con un niño ajeno de tres años, lo dejó
a cargo de su abuela, con quien vivió hasta la muerte de su padrastro en 1653. Este fue
posiblemente un hecho traumático para Isaac; constituía la pérdida de la madre no habiendo
conocido al padre. A su abuela nunca le dedicó un recuerdo cariñoso y hasta su muerte pasó
desapercibida. Lo mismo ocurrió con el abuelo, que pareció no existir hasta que se descubrió
que también estaba presente en la casa y correspondió al afecto de Newton de la misma
forma: lo desheredó.
Escribió una lista de sus pecados e incluyó uno en particular: «Amenazar a mi padre y a mi
madre Smith con quemarlos a ellos y a su casa». Lo hizo nueve años después del
fallecimiento del padrastro, lo que comprueba que la escena quedó grabada en el recuerdo de
28
Newton. Las acciones del padrastro, que se negó a llevarlo a vivir con él hasta que cumplió
diez años, podrían motivar este odio.
Otras construcciones de Newton fueron un carro de cuatro ruedas impulsado por una
manivela que él accionaba desde su interior. Otra fue una linterna de papel plegado para
llegar a la escuela en los oscuros días invernales y que además la usaba atada a la cola de una
cometa para asustar a los vecinos durante la noche. Para poder realizar estas invenciones
debía desatender sus tareas escolares, lo cual le valía retroceder en los puestos, y cuando esto
ocurría volvía a estudiar y recuperaba las posiciones perdidas. Muchos de los aparatos que
fabricó los sacó del libro The Mysteries of Nature and Art, de John Bate, del cual tomó nota
en otro cuaderno, en Grantham, que adquirió por el precio de 2,5 peniques en 1659. Allí tomó
notas de ese libro sobre la técnica del dibujo, la captura de pájaros y la fabricación de tintas
de diferentes colores, entre otros temas. El molino de viento también está incluido en este
libro.
En 1693 sufrió una gran crisis psíquica, causante de largos periodos en los que permaneció
aislado, durante los que no comía ni dormía. En esta época sufrió depresión y arranques de
paranoia. Mantuvo correspondencia con su amigo, el filósofo John Locke, en la que además
de contarle su mal estado, lo acusó en varias ocasiones de cosas que nunca hizo. Algunos
historiadores creen que la crisis fue causada por la ruptura de su relación con su discípulo
Nicolás Fatio de Duillier. Sin embargo, tras la publicación en 1979 de un estudio que
demostró una concentración de mercurio (altamente neurotóxico) quince veces mayor que la
normal en el cabello de Newton, la mayoría opina que en esta época Newton sufría
envenenamiento por mercurio al hacer sus experimentos alquímicos, lo que explicaría su
enfermedad y los cambios en su conducta.17Después de escribir los Principia abandonó
Cambridge y se mudó a Londres, donde ocupó diferentes puestos públicos de prestigio,
siendo nombrado Preboste del Rey, magistrado de Charterhouse y director de la Casa de
Moneda.
29
Desde finales de 1664 trabajó intensamente en diferentes problemas matemáticos. Abordó
entonces el teorema del binomio, a partir de los trabajos de John Wallis, y desarrolló un
método propio denominado cálculo de fluxiones. Poco después regresó a la granja familiar a
causa de una epidemia de peste bubónica.
Retirado con su familia entre 1665 y 1666, conoció un período muy intenso de
descubrimientos, entre los que destaca la ley del inverso del cuadrado de la distancia en la
gravitación, su desarrollo de las bases de la mecánica clásica, la formalización del método de
fluxiones y la generalización del teorema del binomio, poniendo además de manifiesto la
naturaleza física de los colores. Sin embargo, guardó silencio durante mucho tiempo sobre
sus descubrimientos ante el temor a las críticas y al robo de sus ideas. En 1667 reanudó sus
estudios en la Universidad de Cambridge.
De 1667 a 1670 emprendió investigaciones sobre óptica y fue elegido fellow del Trinity
College. En 1669, su mentor, Isaac Barrow, renunció a su Cátedra Lucasiana de matemática,
puesto en el que Newton le sucedería hasta 1696. El mismo año envió a John Collins, por
medio de Barrow, su Analysis per aequationes número terminorum infinitos. Para Newton,
este manuscrito representa la introducción a un potente método general, que desarrollaría
más tarde: su cálculo diferencial e integral.
Newton había descubierto los principios de su cálculo diferencial e integral hacia 1665-1666
y, durante el decenio siguiente, elaboró al menos tres enfoques diferentes de su nuevo
análisis.
Newton y Leibniz protagonizaron una agria polémica sobre la autoría del desarrollo de esta
rama de la matemática. Los historiadores de la ciencia consideran que ambos desarrollaron
30
el cálculo independientemente, si bien la notación de Leibniz era mejor y la formulación de
Newton se aplicaba mejor a problemas prácticos. La polémica dividió aún más a los
matemáticos británicos y continentales. Sin embargo esta separación no fue tan profunda
como para que Newton y Leibniz dejaran de intercambiar resultados.
Después de 1666 Newton abandonó sus trabajos matemáticos, y se sintió cada vez más
interesado por el estudio de la naturaleza y la creación de sus Principia.
31
Sus experimentos sobre la naturaleza de la luz le llevaron a formular su teoría general sobre
la misma, que, según él, está formada por corpúsculos y se propaga en línea recta y no por
medio de ondas. El libro en que expuso esta teoría fue severamente criticado por la mayor
parte de sus contemporáneos, entre ellos Hooke (1635-1703) y Huygens, quienes sostenían
ideas diferentes defendiendo una naturaleza ondulatoria. Estas críticas provocaron su recelo
por las publicaciones, por lo que se retiró a la soledad de su estudio en Cambridge.
En 1704, Newton escribió su obra más importante sobre óptica, Opticks, en la que exponía
sus teorías anteriores y la naturaleza corpuscular de la luz, así como un estudio detallado
sobre fenómenos como la refracción, la reflexión y la dispersión de la luz.
Aunque sus ideas acerca de la naturaleza corpuscular de la luz pronto fueron desacreditadas
en favor de la teoría ondulatoria, los científicos actuales han llegado a la conclusión (gracias
a los trabajos de Max Planck y Albert Einstein) de que la luz tiene una naturaleza dual: es
onda y corpúsculo al mismo tiempo. Esta es la base en la cual se apoya toda la mecánica
cuántica.
Bernard Cohen afirma que «El momento culminante de la Revolución científica fue el
descubrimiento realizado por Isaac Newton de la ley de la gravitación universal». Con una
simple ley, Newton dio a entender los fenómenos físicos más importantes del universo
observable, explicando las tres leyes de Kepler.
La ley de gravitación universal nació en 1685 como culminación de una serie de estudios y
trabajos iniciados mucho antes. En 1551, el español Domingo de Soto fue el primero en
establecer que un cuerpo en caída libre sufre una aceleración constante.18 La primera
referencia escrita que tenemos de la idea de la atracción universal es de 1666, en el libro
32
Micrographia, de Robert Hooke.19 En 1679 Robert Hooke introdujo a Newton en el
problema de analizar una trayectoria curva. Cuando Hooke se convirtió en secretario de la
Royal Society quiso entablar una correspondencia filosófica con Newton. En su primera carta
planteó dos cuestiones que interesarían profundamente a Newton. Hasta entonces científicos
y filósofos como Descartes y Huygens analizaban el movimiento curvilíneo con la fuerza
centrífuga. Hooke, sin embargo, proponía "componer los movimientos celestes de los
planetas a partir de un movimiento rectilíneo a lo largo de la tangente y un movimiento
atractivo, hacia el cuerpo central." Sugiere que la fuerza centrípeta hacia el Sol varía en razón
inversa al cuadrado de las distancias. Newton contesta que él nunca había oído hablar de esta
hipótesis.
En otra carta de Hooke, escribe: «Nos queda ahora por conocer las propiedades de una línea
curva... tomándole a todas las distancias en proporción cuadrática inversa». En otras palabras,
Hooke deseaba saber cuál es la curva resultante de un objeto al que se le imprime una fuerza
inversa al cuadrado de la distancia. Hooke termina esa carta diciendo: «No dudo que usted,
con su excelente método, encontrará fácilmente cuál ha de ser esta curva».
En 1684 Newton informó a su amigo Edmund Halley de que había resuelto el problema de
la fuerza inversamente proporcional al cuadrado de la distancia. Newton redactó estos
cálculos en el tratado De Motu y los desarrolló ampliamente en el libro Philosophiae naturalis
principia mathematica. Aunque muchos astrónomos no utilizaban las leyes de Kepler,
Newton intuyó su gran importancia y las engrandeció demostrándolas a partir de su ley de la
gravitación universal.
Sin embargo, la gravitación universal es mucho más que una fuerza dirigida hacia el Sol. Es
también un efecto de los planetas sobre el Sol y sobre todos los objetos del Universo. Newton
intuyó fácilmente a partir de su tercera ley de la dinámica que si un objeto atrae a un segundo
objeto, este segundo también atrae al primero con la misma fuerza. Newton se percató de que
33
el movimiento de los cuerpos celestes no podía ser regular. Afirmó: «los planetas ni se
mueven exactamente en elipses, ni giran dos veces según la misma órbita». Para Newton,
ferviente religioso, la estabilidad de las órbitas de los planetas implicaba reajustes continuos
sobre sus trayectorias impuestas por el poder divino.
Newton obtuvo en el campo de la matemática sus mayores logros. Generalizó los métodos
que se habían utilizado para trazar líneas tangentes a curvas y para calcular el área encerrada
bajo una curva, y descubrió que los dos procedimientos eran operaciones inversas.
Uniéndolos en lo que él llamó el método de las fluxiones, Newton desarrolló en el otoño de
1666 lo que se conoce hoy como cálculo, un método nuevo y poderoso que situó a las
matemáticas modernas por encima del nivel de la geometría griega.
2.6 Óptica
34
La óptica fue otro área por la que Newton demostró interés muy pronto. Al tratar de explicar
la forma en que surgen los colores llegó a la idea de que la luz del Sol es una mezcla
heterogénea de rayos diferentes —representando cada uno de ellos un color distinto— y que
las reflexiones y refracciones hacen que los colores aparezcan al separar la mezcla en sus
componentes. Newton demostró su teoría de los colores haciendo pasar un rayo de luz solar
a través de un prisma, el cual dividió el rayo de luz en colores independientes.
En 1672 Newton envió una breve exposición de su teoría de los colores a la Sociedad Real
de Londres. Su publicación provocó tantas críticas que confirmaron su recelo a las
publicaciones por lo que se retiró a la soledad de su estudio en Cambridge. En 1704, sin
embargo, publicó su obra Óptica, en donde explicaba detalladamente su teoría.
En agosto de 1684 la soledad de Newton se vio interrumpida por la visita de Edmund Halley,
un astrónomo y matemático con el que discutió el problema del movimiento orbital. Newton
había estudiado la ciencia de la mecánica como estudiante universitario y en esa época ya
tenía ciertas nociones básicas sobre la gravitación universal. Como resultado de la visita de
Halley, volvió a interesarse por estos temas.
Durante los dos años y medio siguientes, Newton estableció la ciencia moderna de la
dinámica formulando las tres leyes del movimiento. Aplicó estas leyes a las leyes de Kepler
sobre movimiento orbital —formuladas por el astrónomo alemán Johannes Kepler— y
dedujo la ley de la gravitación universal. Probablemente, Newton es conocido sobre todo por
su descubrimiento de la gravitación universal, que muestra como a todos los cuerpos en el
espacio y en la Tierra les afecta la fuerza llamada gravedad. Publicó su teoría en Principios
matemáticos de la filosofía natural (1687), obra que marcó un punto de inflexión en la historia
35
de la ciencia, y además consiguió que su autor perdiera su temor a la publicación de sus
teorías.
En el mismo año de 1687, Newton apoyó la resistencia de Cambridge contra los esfuerzos
del rey Jacobo II de Inglaterra para convertir la universidad en una institución católica.
Después de la Gloriosa Revolución de 1688, que expulsó a Jacobo de Inglaterra, la
universidad eligió a Newton como uno de sus representantes en una convocatoria especial
del Parlamento británico. Los cuatro años siguientes fueron de gran actividad para Newton,
que animado por el éxito de Principios, trató de compendiar todos sus primeros logros en una
obra escrita. En el verano de 1693 Newton mostró síntomas de una severa enfermedad
emocional. Aunque recuperó la salud, su periodo creativo había llegado a su fin.
Las conexiones de Newton con los dirigentes del nuevo régimen de Inglaterra le llevaron a
su nombramiento como inspector y más tarde director de la Casa de la Moneda en Londres,
donde vivió hasta 1696. En 1703 fue elegido presidente de la Sociedad Real, un cargo que
ocupó hasta el final de su vida. Como presidente, ordenó la inmediata publicación de las
observaciones astronómicas del primer astrónomo real de Inglaterra John Flamsteed. Newton
necesitaba estas observaciones para perfeccionar su teoría lunar; este tema le proporcionó
ciertos conflictos con Flamsteed.
36
Newton también se implicó en una violenta discusión con Leibniz acerca de la prioridad de
la invención del cálculo. Utilizó su cargo de presidente en la Sociedad Real para que se
formara una comisión que investigara el tema y él, en secreto, escribió el informe de la
comisión que hacía a Leibniz responsable del plagio. Newton incluso recopiló la relación de
acusaciones que la sociedad había publicado. Los efectos de la disputa se alargaron casi hasta
su muerte.
Además de su interés por la ciencia, Newton también se sintió atraído por el estudio de la
alquimia, el misticismo y la teología. Muchas páginas de sus notas y escritos —especialmente
en los últimos años de su carrera— están dedicadas a estos temas. Sin embargo, los
historiadores han encontrado poca relación entre estas inquietudes y sus trabajos científicos.
Después de haber sido profesor durante cerca de treinta años, Newton abandonó su puesto
para aceptar la responsabilidad de Director de la Moneda en 1696. Durante este periodo fue
un incansable perseguidor de falsificadores, a los que enviaba a la horca, y propuso por
primera vez el uso del oro como patrón monetario. Durante los últimos treinta años de su
vida, abandonó prácticamente toda actividad científica y se consagró progresivamente a los
estudios religiosos. Fue elegido presidente de la Royal Society en 1703 y reelegido cada año
hasta su muerte. En 1705 fue nombrado caballero por la reina Ana, como recompensa a los
servicios prestados a Inglaterra. Aun perteneciendo al Gobierno y siendo por ello un hombre
37
rico, hacia 1721 acabó perdiendo 20 000 libras debido a la burbuja de los mares del Sur, ante
lo que diría que «puedo predecir el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de
las gentes».
2.9 Teología
Newton fue profundamente religioso toda su vida. Hijo de padres puritanos, dedicó más
tiempo al estudio de la Biblia que al de la ciencia. Un análisis de todo lo que escribió Newton
revela que de unas 3 600 000 palabras solo 1 000 000 se dedicaron a las ciencias, mientras
que 1 400 000 tuvieron que ver con teología.21 Se conoce una lista de cincuenta y ocho
pecados que escribió a los 19 años en la cual se puede leer «Amenazar a mi padre y madre
Smith con quemarlos y a la casa con ellos».
Newton era arrianista y creía en un único Dios, Dios Padre. En cuanto a los trinitarios, creía
que habían cometido un fraude a las Sagradas Escrituras y acusó a la Iglesia católica de ser
la bestia del Apocalipsis. Por estos motivos se entiende por qué eligió firmar sus más secretos
manuscritos alquímicos como Jehová Sanctus Unus. Relacionó sus estudios teológicos con
los alquímicos y creía que Moisés había sido un alquimista. Su ideología antitrinitaria le
causó problemas, ya que estudiaba en el Trinity College, en donde estaba obligado a sostener
la doctrina de la Trinidad. Newton viajó a Londres para pedirle al rey Carlos II que lo
dispensara de tomar las órdenes sagradas y su solicitud le fue concedida.
Cuando regresó a Cambridge, inició su correspondencia con el filósofo John Locke. Newton
tuvo la confianza de confesarle sus opiniones acerca de la Trinidad y Locke le incitó a que
continuara con sus manuscritos teológicos. Entre sus obras teológicas, algunas de las más
conocidas son An Historical Account of Two Notable Corruption of Scriptures, Chronology
of Ancient Kingdoms Atended y Observations upon the Prophecies. Newton realizó varios
cálculos sobre el Día del Juicio Final, llegando a la conclusión de que este no sería antes del
año 2060.
38
Newton publicó sus Principios matemáticos de la filosofía natural en 1687. Editados 22 años
después de la Micrographia de Robert Hooke, describían las leyes del movimiento, entre ellas
la ley de la gravedad; pero lo cierto es que, como indica Allan Chapman, Hooke «había
formulado antes que Newton muchos de los fundamentos de la teoría de la gravitación». La
labor de Hooke también estimuló las investigaciones de Newton sobre la naturaleza de la luz.
Por desgracia, las disputas en materia de óptica y gravitación agriaron las relaciones entre
ambos científicos. Newton llegó al extremo de eliminar de sus Principios matemáticos toda
referencia a Hooke. Un especialista asegura que también intentó borrar de los registros las
contribuciones que Hooke había hecho a la ciencia. Además, los instrumentos de Hooke —
muchos elaborados artesanalmente—, buena parte de sus ensayos y el único retrato auténtico
suyo se esfumaron una vez que Newton se convirtió en presidente de la Royal Society en
1703. A consecuencia de lo anterior, la fama de Hooke cayó en el olvido durante más de dos
siglos, al punto que no se sabe hoy día dónde se halla su tumba.
El primer concepto que maneja Newton es el de masa, que identifica con «cantidad de
materia». Newton asume a continuación que la cantidad de movimiento es el resultado del
producto de la masa por la velocidad. En tercer lugar, precisa la importancia de distinguir
entre lo absoluto y relativo siempre que se hable de tiempo, espacio, lugar o movimiento.
En este sentido, Newton, que entiende el movimiento como una traslación de un cuerpo de
un lugar a otro, para llegar al movimiento absoluto y verdadero de un cuerpo:
39
De acuerdo con este planteamiento, establece que los movimientos aparentes son las
diferencias de los movimientos verdaderos y que las fuerzas son causas y efectos de estos.
Consecuentemente, la fuerza en Newton tiene un carácter absoluto, no relativo.
Las leyes enunciadas por Newton, y consideradas como las más importantes de la mecánica
clásica, son tres: la ley de inercia, la relación entre fuerza y aceleración y la ley de acción y
reacción. Newton planteó que todos los movimientos se atienen a estas tres leyes principales,
formuladas en términos matemáticos. Un concepto es la fuerza, causa del movimiento y otro
es la masa, la medición de la cantidad de materia puesta en movimiento; los dos son
denominados habitualmente por las letras F y m.
40
2.1.1 Principios matemáticos de la filosofía natural
El annus mirabilis de Isaac Newton fue 1666. Su libro “Philosophiæ Naturalis Principia
Mathematica” se publicó en 1687, unos 20 años más tarde. ¿Por qué tan tarde? Algunos
historiadores achacan el retraso a las dificultades de Newton en 1667 para demostrar la
validez de su ley de la gravitación universal. Todo parece indicar que gestó la gravitación
universal alrededor de 1680 y que en 1684 ya la había completado. De hecho, de la
correspondencia que se conserva entre Newton y Hooke entre 1679-1680 se deduce que
Newton no había dado todavía el salto conceptual de concebir la gravedad como una ley
universal, aplicable tanto a la caída de una manzana como a la caída de la luna hacia la tierra.
Se duda de que antes de 1680 Newton hubiera deducido a partir de la tercera ley de Kepler
que la fuerza de la gravedad es proporcional al inverso del cuadrado de la distancia, ni que
hubiera concebido el concepto de fuerza centrípeta. ¿Influyó la correspondencia con Hooke
en las ideas de Newton? Newton siempre afirmó que no, que sus ideas y descubrimientos
eran anteriores a las ideas de Hooke (de 1679), pero no se ha conservado ningún documento
manuscrito que lo atestigue y lo que se ha conservado implica dudas muy serias al respecto.
¿Por qué Newton no publicó sus ideas alrededor de 1680? Parece que Newton mantuvo
ocultos en su escritorio estos trabajos hasta que Halley le pinchó en agosto de 1684. En
octubre de 1684 Newton envió a Halley un resumen de los principios de su teoría de la
gravedad (“De Motu Corporum en Gyrum” o “Sobre el movimiento de los cuerpos en
órbita”). Dicho trabajo enuncia, pero no demuestra, todos los teoremas que presenta. En una
carta que envió a Halley confesó que no demostró los teoremas sobre la gravedad de un
casquete esférico hasta 1685 (que la gravedad fuera de un casquete esférico de cierta masa
es igual a la producida si dicha masa se concentra en su centro). Aunque Newton siempre
41
afirmó que concibió la gravedad universal antes de 1667 y que en dicha época ya había
realizado los cálculos que se publicaron en los Principia, todos los historiadores dudan de
que Newton antes de 1671, cuando el astrónomo francés Jean Picard calculó de forma fiable
el radio de la tierra, hubiera podido calcular que la aceleración de la gravedad en la superficie
de la luna era 1/3600 más pequeña que en la tierra.
Hacia 1680 el problema del sistema planetario, en el sentido de dar una explicación racional
a las leyes, que Kepler había dado empíricamente, estaba, por así decir, en el aire entre los
astrónomos ingleses. Se sabía, en virtud de las leyes de la fuerza centrífuga, que en un
movimiento circular uniforme de un punto, que obedeciera a la tercera ley de Kepler, la
fuerza era inversamente proporcional al cuadrado del radio.
¿Sería válida esta ley en el movimiento de los planetas, cuya órbita no era circular sino
elíptica, y los cuerpos en cuestión no siempre podían asimilarse a puntos? Es a esta pregunta
que Newton contesta afirmativamente en su célebre libro, en latín, Principios matemáticos
de la filosofía natural (es decir de la física), conocido, abreviadamente como los Principia.
La obra se compone de tres libros, el Libro I de los cuales expone los fundamentos de la
mecánica a la manera euclideana con definiciones, axiomas, teoremas y corolarios,
introduciendo en los sistemas, además de la ley de inercia, el concepto de masa y el principio
de acción y reacción. Este libro se ocupa del movimiento en el vacío, comprobándose las
leyes de Kepler en el caso de un movimiento central en el cual la fuerza que actúa sobre el
punto móvil es inversámente proporcional al cuadrado de ia distancia al centro fijo, foco de
la órbita elíptica del móvil.
El Libro II se ocupa, en cambio, del movimiento en un medio resistente, y entre las distintas
cuestiones que trata aparece la primera fórmula teórica que expresa la velocidad del sonido.
42
Los dos primeros libros sientan los principios matemáticos, es decir teóricos, de la ciencia
del movimiento; el Libro III estudiará el movimiento “filosóficamente”, es decir físicamente,
tomando como ejemplo el “sistema del mundo”. Antepone para ello las “Reglas del
razonamiento en filosofía”, es decir las normas que desde entonces constituyen las bases del
método científico en la investigación de los fenómenos naturales; pasando luego al enunciado
del grupo de fenómenos celestes que debe explicar, demostrando que la ley: “Dos cuerpos
gravitan mutuamente en proporción directa de sus masas y en proporción inversa del
cuadrado de sus distancias”, es de validez universal, dando así por primera vez una
demostración matemática que elimina la milenaria distinción entre el mundo celeste y el
mundo sublunar.
En las ediciones sucesivas de los Principia que Newton publicó en vida, introdujo
modificaciones y agregados entre los cuales el célebre “Escolio general”, en el cual el
científico da paso al metafísico o, mejor, al creyente, expresando que “Este muy hermoso
sistema del Sol, los planetas y cometas sólo puede proceder del consejo y dominio de un Ser
inteligente y poderoso… discurrir de Él a partir de las apariencias de las cosas, eso pertenece,
sin duda, a la filosofía natural”.
43
2.1.2 Disputa entre Isaac Newton y Robert Hooke
A principios del siglo XVIII, el matemático y astrónomo alemán Johannes Kepplee había
propuesto tres leyes del movimiento planetario, que describían con precisión como se
mueven los planetas respecto al Sol, pero no conseguía explicar por qué los planetas se
movían como se movían, es decir en órbitas elípticas.
1° Ley de Kepler: Los planetas recorren órbitas elípticas y el Sol ocupa uno de sus focos
Newton se propuso descubrir la causa de que las órbitas de los planetas fueran elípticas.
Aplicando su propia ley de la fuerza centrífuga a la tercera ley de Kepler del movimiento
planetario (la ley de las armonías) dedujo la ley del inverso de los cuadrados, que establece
que la fuerza de la gravedad entre dos objetos cualesquiera es inversamente proporcional al
cuadrado de la distancia entre los centros de los objetos. Newton reconocía así que la
gravitación es universal que una sola fuerza, la misma fuerza, hace que una manzana caiga
al suelo y que la Luna gire alrededor de la Tierra. Entonces se propuso contrastar la relación
del inverso de los cuadrados con los datos conocidos.
Aceptó la estimación de Galileo de que la Luna dista de la Tierra unos sesenta radios
terrestres, pero la imprecisión de su propia estimación del diámetro de la Tierra le impidió
completar esta prueba satisfactoriamente. Irónicamente, fue un intercambio epistolar en 1679
con su antiguo adversario Hooke lo que renovó su interés en este problema. Esta vez dedicó
su atención a la segunda ley de Kepler, la ley de la igualdad de las áreas, Newton pudo
demostrar a partir de la fuerza centrífuga.
44
Hooke, sin embargo, desde 1674 estaba intentando explicar las órbitas planetarias, y había
logrado dar con el problema del movimiento orbital. En un tratado que se publicó aquel
mismo año, descartó la idea de un equilibrio entre las fuerzas que empujaban hacia dentro
las que empujaban hacia afuera para mantener a un objeto como la Luna en su órbita.
Constató que el movimiento orbital resultaba de suma: por una parte, la tendencia de la Luna
a moverse en línea recta y, por otra, una fuerza «única» que la atraía hacia la Tierra.
Mientras tanto el propio Newton, Huygens y todos los demás seguían hablando de «una
tendencia a alejarse del centro», y Newton había llegado al extremo de aceptar vórtices
cartesianos (una vieja teoría de Descartes) como responsables de empujar a los objetos para
que volvieran a situarse en sus órbitas, a pesar de su tendencia desplazarse hacia el exterior.
También se sabe que algunas de las cartas enviadas a Newton sobre este tema resultaron de
particular interés para el científico, pues había despertado una gran idea para aplicar como
teoría en sus investigaciones. En una de sus cartas Hooke escribió a Newton para pedirle su
opinión sobre estas teorías (que ya se habían publicado). Le habló de la ley del cuadrado
inverso, que Newton ya tenía, de la acción a distancia, y de la idea a la que había llegado: no
había fuerza centrífuga ninguna, sino solamente una fuerza centrípeta que apartaba a los
planetas de una trayectoria rectilínea y la curvaba mediante la gravedad.
“Probablemente fue esta carta la que liberó a Newton del asunto de la fuerza centrífuga (que
es una fuerza artificial, simplemente la reacción a la fuerza centrípeta —esta última sí real—
) y lo estimuló para demostrar, en 1680, que una ley de la gravedad con cuadrados inversos
a las distancias exige que los planetas se muevan recorriendo órbitas elípticae implica que
los cometas deben seguir trayectorias elípticas o parabólicas alrededor del Sol. Ésta es la
razón por la que ya tenía la respuesta preparada cuando, en 1684, Halley se apareció en la
puerta de su casa.
45
Porque fue así: aprovechando un viaje, Halley, en agosto de 1684. Visitó a Newton en
Cambridge, donde debatieron sobre las órbitas de los planetas y la ley del cuadrado inverso.
Según contó Newton después, cuando llevaban cierto tiempo reunidos, Halley le preguntó
qué tipo de curva creía él que describirían los planetas, suponiendo que la fuerza de atracción
hacia el Sol fuera inversa al cuadrado de las distancias respectivas de los planetas a dicho
astro.
Newton dijo inmediatamente «una elipse», ante lo cual Halley le preguntó cómo lo sabía.
«Porque la he calculado», respondió Newton de inmediato. Tras esto, Halley le pidió que le
dejara ver los cálculos, pero Newton buscó entre sus papeles y no pudo encontrarlos. Se
comprometió entonces a volver a hacerlos v a enviárselos apenas los tuviera listos.
Ese encuentro entre Halley y Newton y los cálculos que nunca encontro se convertirían en el
puntapié inicial para que nuestro protagonis: se pusiera a escribir los Principia.”
Ya en 1684 Newton publicó un trabajo en el que explicaba la ley de cuadrado inverso, pero
recién en 1687 vio la luz su gran obra épica.
Los tres libros de los Principia de Newton proporcionaron el nexo entre las leyes de Kepler
y el mundo físico. Halley reaccionó con «estupefacción y entusiasmo» ante los
descubrimientos de Newton. Para Halley, el profesor Lucasiano había triunfado donde todos
los demás habían fracasado, y financió personalmente la publicación de la voluminosa obra
como una obra maestra y un regalo a la humanidad.
46
“Los Principia fueron celebrados con moderación al ser publicados, en 1687, la primera
edición sólo constó de unos quinientos ejemplares. Sin embargo, la némesis de Newton,
Robert Hooke, había amenazado con aguar la fiesta que Newton hubiera podido disfrutar.
Cuando apareció el libro segundo, Hooke afirmó públicamente que las cartas que había
escrito en 1679 habían proporcionado las ideas científicas vitales para los descubrimientos
de Newton. Sus pretensiones, aunque dignas de atención, parecieron abominables a Newton,
que juró retrasar o incluso abandonar la publicación del tercero. Al final, cedió y publicó el
último libro de los Principia, no sin antes eliminar cuidadosamente cualquier mención al
nombre de Hooke.
El odio que Newton sentía por Hooke le consumió durante años. En 1693 todavía sufrió otra
crisis nerviosa y abandonó la investigación. Dejó de asistir a la Royal Society hasta la muerte
de Hooke en 1703, y entonces fue elegido presidente y reelegido cacada año hasta su propia
muerte en 1727.”
47
CAPÍTULOIII:
3.1 Sistema de referencia Inercial
Las leyes de Newton constituyeron un éxito intelectual notable que podían explicar una
amplia variedad de sistemas reales. En esos sistemas las fuerzas que ejercen las partículas
entre sí satisfacen dichas leyes. Sin embargo, existen sistemas acelerados o en rotación donde
las leyes de Newton aplicadas a las fuerzas ejercidas por las partículas no se cumplen
estrictamente. Los sistemas de referencia inerciales son aquellos en los que se cumplen las
leyes de Newton usando sólo las fuerzas reales (no ficticias) que ejercen entre sí las partículas
del sistema.
La orientación de los ejes es arbitraria, dado un sistema de referencia inercial, cualquier otro
sistema de referencia con otra orientación distinta del primero, sigue siendo inercial.
48
Por combinación de los tres casos anteriores, tenemos que cualquier sistema de referencia
desplazado respecto a uno inercial, girado y que se mueva a velocidad lineal y constante,
sigue siendo inercial.
Isaac Newton
El genio de Newton realiza la gran síntesis con toda la herencia que recibe de sus
predecesores. Galileo y Kepler estudiaron un conjunto particular de movimientos (caída
libre, lanzamiento de proyectiles, movimiento rectilíneo uniforme y movimientos
planetarios); Newton extendió su estudio a todos los movimientos en la naturaleza. Los
estudios que realizó Galileo son estudios cinéticos, esto es, que se refieren solamente a la
descripción del movimiento. En los estudios de Newton ya aparece la idea de fuerza como
causa de los movimientos, es el inicio de la ciencia de la dinámica.
Newton construye un cuerpo organizado de teorías que nos dan una visión y comprensión
general del Universo. En su obra Principios matemáticos de filosofía natural (los Principia)
aparece una actitud metodológica que podríamos resumir en los siguientes puntos: 1) no
suponer ninguna causa más que las necesarias para explicar los fenómenos; 2) relacionar, tan
completamente como sea posible, efectos análogos a una misma causa; 3) extender a todos
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los cuerpos las propiedades que se encuentran asociadas con aquellos sobre los cuales se
hacen experimentos (esto es lo que le permite enunciar su ley de la gravitación universal); y
4) considerar toda proposición obtenida por inducción a partir de los fenómenos observados
como válida, hasta que nuevos fenómenos ocurran y contradigan la proposición o limiten su
validez.
Probablemente éstas sean las razones que llevaron a Newton a la convicción de que un
sistema de referencia empírico fijado por cuerpos materiales nunca podría ser el fundamento
de una ley que involucrara la idea de inercia. De este modo, llega a la conclusión de que hay
un espacio y un tiempo absolutos. La definición que realiza de espacio absoluto está muy
relacionada con la geometrización del espacio real que ya había comenzado con Galileo y
había sido continuada por Descartes. Las definiciones de espacio y tiempo absolutos aparecen
en los Principia. La de espacio es la siguiente: “El espacio absoluto, por su naturaleza y sin
relación a cualquier cosa externa, siempre permanecerá igual e inmóvil; el relativo es
cualquier cantidad o dimensión variable de este espacio, que se define por nuestros sentidos
según su situación respecto a los cuerpos, espacio que el vulgo toma por el espacio inmóvil
[…] Y así, usamos de los lugares y movimientos relativos en lugar de los absolutos y con
toda tranquilidad en las cosas humanas: para la Filosofía, en cambio, es preciso abstraer de
los sentidos, y considerar las cosas por ellas mismas, lo cual es distinto de lo que son las
medidas sensibles de ellos. Por esto es que puede ser que no haya cuerpo realmente en reposo
al cual los lugares y movimientos de otros puede ser referido”.
50
Newton plantea sus leyes del movimiento al interior de tales conceptos. Y estas leyes se
referirán a los conceptos absolutos de tiempo y espacio, puesto que “las causas por las cuales
los movimientos verdaderos y los relativos deben distinguirse unos de otros, son las fuerzas
que se deben imprimir a los cuerpos para generar movimiento. El movimiento verdadero ni
se genera ni se altera excepto cuando al cuerpo en movimiento se le imprime una fuerza; pero
el movimiento relativo puede ser generado sin que se imprima ninguna fuerza sobre el
cuerpo”. La definición de marco de referencia inercial viene dada con estas palabras en el
concepto de espacio absoluto.
La razón por la cual Newton asume el espacio y el tiempo absolutos, es porque sin ellos la
ley de la inercia carecía de sentido. Pero surge la cuestión de qué tanto esos conceptos
merecen el término de “reales”, en el sentido que usamos en física. Un lugar fijo en el espacio
absoluto de Newton no tiene realidad física. Para llegar a una formulación definida se
introduce el concepto de sistema inercial, el cual es considerado como un sistema de
referencia donde vale la ley de la inercia. Para esto se recurre al principio de relatividad
utilizado por Galileo, el cual señala en esencia que las leyes de la mecánica tienen
exactamente la misma expresión, ya sea desde un sistema de referencia con movimiento
rectilíneo y uniforme o desde uno en reposo en el espacio.
La importancia de este principio radica en el hecho de que está relacionado directamente con
la noción de espacio absoluto planteada por Newton. Si se consideran dos sistemas que se
mueven uno con respecto al otro a velocidad constante, ¿qué sentido tiene preguntar cuál es
el que está en reposo y cuál es el que se mueve? Pero, en cambio, la cuestión es que si en
alguno de ellos “el movimiento verdadero ni se genera ni se altera excepto cuando al cuerpo
en movimiento se le imprime una fuerza”, en el otro ocurrirá lo mismo. Esto es, los dos
sistemas son inerciales y podemos ver que no es necesaria la existencia de un sistema en
reposo absoluto al cual referir todos los movimientos, sino que existe una infinidad de
sistemas inerciales, todos ellos efectuando un movimiento de traslación, uno con respecto al
51
otro, y en los cuales valen las leyes de la mecánica. De esta manera, al caracterizar a los
sistemas inerciales, ya no es necesario el concepto de espacio absoluto.
Es en este contexto de conceptualización donde Newton enuncia sus leyes del movimiento:
las tres leyes de la dinámica y su ley de la gravitación universal. Y es en ellas donde sintetiza
una concepción general del Universo, con lo que culmina una revolución en el pensamiento
que se había iniciado casi ciento cincuenta años atrás.
Primera ley. “Todos los cuerpos continúan en su estado de reposo o de movimiento uniforme
en línea recta excepto en la medida de que sean obligados a cambiar dichos estados por
fuerzas impresas sobre ellos”.
Tercera ley. “Con toda acción ocurre siempre una reacción igual y contraria, o sea, las
acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en direcciones opuestas”.
Las dos primeras leyes establecen las interrelaciones cuantitativas de espacio, tiempo,
materia y movimiento. La tercera ley viene a dar una coherencia definitiva a las dos primeras,
estableciendo la idea de interacciones mutuas de los cuerpos materiales. Establece una unidad
del mundo material al atribuir una acción recíproca entre los cuerpos materiales que provoca
sus diferentes estados de movimiento, desechando la concepción del mundo como una simple
suma de objetos y fenómenos dispersos y desligados entre sí.
52
Esta indica que si un cuerpo dado no está sujeto a la acción de fuerzas, mantendrá sin cambio
su velocidad (en magnitud y dirección). Esta propuesta se le debe originalmente a Galileo,
pero Newton la adoptó como la primera de sus leyes para describir el movimiento de cuerpos.
A primera vista, esta ley parece ser menos compleja que las otras dos, pues carece de una
expresión matemática y para colmo parece un corolario de su segunda ley (F = m a), pues la
aceleración de un objeto es nula (o sea, su velocidad es constante) cuando no hay fuerzas
actuando sobre él. El sentido original de la primera ley de Newton (conocida como Ley de la
inercia), es que no se requieren fuerzas para mantener sin variación el movimiento de los
cuerpos, sino solamente para cambiar la magnitud o la dirección de su velocidad. En otras
palabras, no es necesario que haya una fuerza para que un cuerpo se encuentre en
movimiento, sino únicamente para que cambie el estado del movimiento en sí. Este
enunciado resultó fundamental cuando Galileo y Newton lo propusieron, pues según la
percepción antigua y contradictoria a este principio, sustentada sobre todo un famoso libro
de Aristóteles titulado precisamente Física, se requiere un "agente activo", o sea una fuerza,
para mantener en movimiento un cuerpo, pues su "estado natural" es el de reposo.
La formulación de las leyes del movimiento de Newton fue precedida por innumerables
acontecimientos que forjaron y prepararon el pensamiento para la comprensión y explicación
del comportamiento de la naturaleza. Distintos pensadores contribuyeron de alguna manera
para esclarecer y formalizar los conceptos y principios de lo que denominamos como
dinámica y estática. Aristóteles, con sus ideas sobre el movimiento de los cuerpos terrestres
y celestes, Arquímedes cuyas ideas y explicación de la palanca fundamentaron el concepto
de equilibrio, Filopón, Buridan, Oresme, Stevin, Copérnico, Brahe, Kepler y Galileo, con sus
diferentes aportaciones, prepararían el momento y el pensamiento para una mente brillante
como la de Isaac Newton, quien finalmente lograría la consolidación de los cimientos de la
mecánica.
53
Una de la mayores influencias sobre el pensamiento científico correspondería a la filosofía
de Platón y en especial de su discípulo Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.), los cuales
dominarían el pensamiento durante 20 siglos. Sus ideas determinarían la forma de observar
el mundo, de manera tal que resultaba inaceptable imaginar que la Tierra se movía y que
nuestro sol no giraba en torno a ésta. En la física, los estudios de Aristóteles estaban
dedicados fundamentalmente al análisis de las causas y su relación con el movimiento, siendo
más de carácter intuitivo que experimental. Los principios aristotélicos fueron desarrollados
teniendo en cuenta las siguientes concepciones:
Inexistencia del vacío. La sola idea de un espacio totalmente vacío era inaceptable e
inimaginable dentro del pensamiento aristotélico; resultaba inadmisible pensar en un
movimiento continuo.
54
al suelo, pero no con la misma rapidez que la roca; por tanto Aristóteles afirmaba que los
objetos más pesados deberían caer a rapideces proporcionales a sus pesos; mientras más
pesado era un cuerpo, más rápido debería caer. En general, el movimiento natural debía ser
hacia arriba, hacia la periferia, o directo hacia abajo, hacia el centro, como sucede con todas
las cosas pesadas sobre la Tierra.
Para esta época la concepción del mundo era la de una Tierra inmóvil, como centro del
universo, rodeada por esferas que contenían a los diferentes planetas, siendo este lugar eterno,
inmutable e incorruptible; el cielo era dominado por el movimiento circular, sin principio ni
fin, que se repetía sin desviarse. Aristóteles creía que los cielos se regían con reglas distintas,
asegurando que los cuerpos celestes eran esferas perfectas compuestas por una sustancia
perfecta e inalterable que denominó éter. El movimiento violento era explicado por la acción
permanente de un agente. Debía ser un empuje o tracción: “sin una fuerza impulsora no hay
movimiento”. Si se deja de realizar o ejercer dicha fuerza, el movimiento de progresión cesa,
deteniéndose, siendo el reposo lo más natural. Cuando se arroja una roca o se lanza un dardo,
se puede observar que después de que el objeto deja la mano no se puede apreciar qué o quién
le hace fuerza para que se siga moviendo. Aristóteles imaginaba que el aire separado por el
movimiento del objeto causaba un efecto impulsor, al reagruparse detrás del objeto para
colmar el vacío producido, haciéndolo mover hacia adelante.
55
2.2 GALILEO Y LA CONCEPCIÓN DE UNA NUEVA CIENCIA
Los aportes de Galileo Galilei (1564-1642) en las ciencias han sido importantísimos, tanto
por las contribuciones particulares como por el método que utilizó para obtenerlas. Galileo
puede considerarse uno de los fundadores de lo que denominamos como el “método
científico” y también uno de los fundadores de la física clásica. Utilizando observaciones
experimentales, idealizaciones y deducciones lógicas, logró avanzar sobre la física
aristotélica y cambiar conceptos que estaban firmemente arraigados desde de la antigüedad.
El centro de la Tierra no es el centro del universo, sino sólo el centro de gravedad (sed
tantum gravitatis) y el de la esfera lunar.
Todas las esferas (omnes orbes) giran alrededor del Sol, el cual está en el centro de todo;
por esta razón el Sol es el centro del mundo.
Todo movimiento que aparece en el firmamento no se origina a causa del movimiento del
firmamento mismo, sino a causa del movimiento de la Tierra. Así pues, la Tierra con sus
elementos próximos (los elementos que la rodean) realiza una rotación completa alrededor
de sus polos fijos en un movimiento diario, permaneciendo inmóvil el firmamento y el último
cielo.
56
fue incluido en el índice por la inquisición en siglo XVII, ya que sus ideas iban en contra de
su doctrina aceptada por la iglesia de ese tiempo.
El principal defensor del modelo copernicano fue sin duda Galileo Galilei, quien en carne
propia asumió las dificultades de la época con la iglesia y los defensores del modelo
geocéntrico. Galileo expondría su postura a través de distintos trabajos, pero principalmente
de sus obras Sidereus Nuncius (1610 - Mensajero Sideral) y Diálogos sobre los dos máximos
sistemas del mundo (1632). En el Sidereus Nuncius brindaba un informe sobre sus
observaciones y descubrimientos celestes realizados con su telescopio y atacaba la
concepción aristotélica diáfana, inmaculada y perfecta de la estructura de los cielos. La
segunda obra exponía en forma de diálogo entre tres personajes (Salviati, seguidor de
Copérnico, Sagredo, personaje imparcial y Simplicio, defensor de las ideas aristotélicas).
Salviati, el representante de Galileo, realizaba diversos cuestionamientos a favor del modelo
heliocéntrico, ridiculizando audazmente el sistema geocéntrico y las concepciones
aristotélicas de la época. En el siglo XVII, los argumentos que debía enfrentar Galileo frente
a la inmovilidad de la Tierra correspondían a las ideas de Aristóteles, plenamente aceptadas.
Si la Tierra se moviese, su movimiento debería ser violento, y se observa que todos los
cuerpos cuando caen, vistos desde la Tierra, describen una línea recta, dirigida hacia el centro
de la Tierra. Al ser violento el movimiento de la Tierra, no podía durar eternamente y no
sería congruente con el orden del mundo que debe ser eterno. Además, si la Tierra se moviera,
los objetos que caen, separados de los demás objetos unidos al mundo, se quedarían atrás.
Para explicar y corroborar que la Tierra permanecía inmóvil, Aristóteles consideraba el hecho
de que al lanzar una roca, en forma vertical, muy alto, ésta vuelve a caer en el mismo lugar.
De igual modo, al dejarla caer desde lo alto de un edificio, la roca desciende verticalmente y
cae debajo del sitio desde donde se la soltó. Si la Tierra se moviera en forma violenta o rotase
en su propio eje de occidente a oriente. Para Galileo, esto no era cierto. La roca compartiría
el movimiento de rotación de la Tierra, por lo cual la roca, vista desde la torre, continuaría
moviéndose verticalmente hacia abajo, sin necesidad de que nada le empujase, llegando al
suelo exactamente debajo del sitio desde donde se la había soltado. Para lograr la
comprensión de todos sus contemporáneos, sugirió un ejemplo: ¿cómo debe caer una roca
que se suelta desde lo alto de un mástil de un barco en movimiento a velocidad constante?
57
Galileo establece que pueden existir movimientos reales que, sin embargo, no se perciben al
ser compartidos por todos los objetos de un mismo sistema físico. Un marinero que se
encuentre al interior de la bodega de un barco que se desplaza en forma rectilínea y uniforme
sobre aguas tranquilas, si no llegase a tener posibilidad de observar el exterior, no podrá dar
cuenta de lo que le ocurre al barco (no sabría si está quieto en el puerto o está viajando)
porque todos los objetos a su alrededor compartirán dicho estado; si el barco está en
movimiento, será imperceptible en las condiciones descritas. Por tanto, el marinero no podrá
a ciencia cierta responder al interrogante de si el barco se mueve o está quieto. La situación
anterior fue descrita por el propio Galileo Galilei con bastante ilustración de la siguiente
forma:
“Encerraos con algún amigo en la mayor estancia que esté bajo la cubierta en un gran navío,
y meted en ella moscas, mariposas y animalitos parecidos. Haya también un recipiente grande
de agua con pececillos dentro. Además manténgase en alto un cubo, que gota a gota vaya
dejando caer agua en otro recipiente de boca estrecha, situado debajo. Cuando la nave este
quieta, observad atentamente que los animalitos volantes se mueven en todas direcciones de
la estancia con igual velocidad. Veréis que los peces nadan indistintamente hacia todos los
lados. Las gotas que caen entrarán todas en la vasija situada debajo, (…) Una vez que hayáis
observado diligentemente todas estas cosas…, haced mover la nave con la velocidad que sea.
Veréis que (con tal que el movimiento sea uniforme y no fluctuante hacia aquí y hacia allá)
no observaréis el más mínimo cambio en ninguno de los efectos mencionados y que, a partir
de ellos, no podéis determinar si la nave avanza o esta quieta”.5 Los objetos, en sus
movimientos relativos, se comportan unos con respecto a otros como si el movimiento del
barco no existiese. Al extrapolar estas ideas, Galileo establecería que las leyes de la física
serán independientes de cualquier sistema de referencia. Este enunciado se le reconoce como
el principio de relatividad de Galileo. Puesta en duda la inmovilidad de la Tierra, Galileo
presentaría con la misma habilidad la ley de la persistencia del movimiento. Expondría
argumentos ingeniosos e ilustrativos mediante un experimento imaginario en que se
estudiaba cómo debía ser el movimiento de una esfera sobre una superficie inclinada y sobre
un plano horizontal. Galileo propondría considerar una superficie dura, plana y
perfectamente lisa. La esfera se movería sobre el plano sin interferencia y completamente
libre de cualquier rozamiento con el aire circundante. Al poner en lo alto sobre esta superficie
58
inclinada y soltarla, la esfera no permanecería quieta, sino que rodaría con un movimiento
continuamente acelerado hasta que termine la pendiente. Por el contrario si se empuja la
esfera violentamente para que suba por la misma superficie, su velocidad disminuiría
progresivamente hasta detenerse, dependiendo de la inclinación del plano y de la fuerza
aplicada sobre la esfera. Pero si la esfera rueda y se encuentra con un plano sin inclinación
alguna, completamente horizontal, su velocidad no aumentaría ni disminuiría, sino que
simplemente se mantendría en movimiento perpetuo uniforme. Esta situación estaría en
contradicción con los preceptos aristotélicos del movimiento violento (según Aristóteles, si
no hay fuerza, simplemente no puede haber movimiento). Al considerar que cuando la esfera
rueda por el plano horizontal, sin ningún tipo de obstáculos, ni fricción, el movimiento se
mantiene sin necesidad de una fuerza impulsora, se llegará a la conclusión de que el
movimiento es natural y se conservará indefinidamente con velocidad constante .Esta
persistencia del movimiento horizontal descrita por Galileo es conocida como la ley galileana
de la inercia. Los dos argumentos expuestos por Galileo en su Diálogos (el principio de
inercia y el de relatividad) permitirían comprender de una forma generalizada por qué no
percibimos el movimiento de la Tierra, revalidando el modelo heliocéntrico y dando fin a la
hegemonía del dogma aristotélico. Este cambio de mirada constituyó una verdadera
revolución científica. Los aportes de Galileo serian fundamentales para la concepción de la
nueva ciencia, siendo decisivos unos años más tarde para la comprensión y formulación de
las leyes del movimiento por parte de Isaac Newton, como éste mismo lo expresará: “si he
conseguido ver más lejos es porque me he apoyado en hombros de gigantes”. El trabajo de
Galileo dejaría una huella enorme para la ciencia y consolidaría los esfuerzos de sus
antecesores para dar una explicación matemático-experimental al problema del movimiento
y sus causas.
En el año de 1686, Isaac Newton hace la publicación de su obra más importante e impactante
titulada Philosophiae Naturalis Principia Mathematica, (Principios Matemáticos de la
Filosofía Natural). Esta sería la consolidación definitiva de la mecánica. En esta obra,
Newton formuló y desarrolló una extraordinaria teoría acerca del movimiento, postulando
las fuerzas que actúan sobre un cuerpo como agentes que producen el cambio de movimiento
59
de dicho cuerpo. Esta descripción fue fundamentada en un estricto lenguaje matemático
demostrativo. Su teoría se basó en los principios y definiciones fundamentales que
reconocemos ahora como las tres leyes del movimiento. Con estos principios y su
formulación de la célebre ley de Gravitación Universal, Newton daría cuenta en forma
satisfactoria de una explicación de muchos movimientos, no sólo para los cuerpos sobre la
superficie de la Tierra, sino también para los cuerpos celestes. La validez de las ideas
newtonianas sería universal. En los Principia estas leyes están precedidas por un riguroso
desarrollo paso a paso, en términos de definiciones, leyes y proposiciones. Las siguientes
corresponden al conjunto de definiciones iniciales del libro:
“La fuerza ínsita de la materia es un poder de resistencia a todos los cuerpos, en cuya
virtud perseveran cuanto está en ellos mantenerse en su estado actual, ya sea de reposo o
de movimiento uniforme en línea recta”.
“La fuerza impresa es una acción ejercida sobre un cuerpo para cambiar su estado, bien
sea de reposo o de movimiento uniforme en línea recta”.
“La Fuerza centrípeta es aquella por la cual los cuerpos son arrastrados o impelidos, o
tienden de cualquier modo hacia un punto como hacia un centro”.
60
movimiento absoluto. Sin estas nociones para Newton no sería posible otorgarle una
interpretación y significado a las leyes de movimiento.
Para plantear su primera ley del movimiento, Newton se apoyó en las ideas y el trabajo
de Galileo y René Descartes (1596-1659). Galileo había experimentado con planos
inclinados para establecer el llamado “principio de inercia”, mientras que Descartes
había llegado a él a través de la especulación.
Galileo realizó experimentos sobre un plano inclinado doble en el que una bola
descendía por un extremo y, después de alcanzar la base, ascendía por el otro. La
pregunta que quería responderse era hasta qué altura llegaría en su ascenso.
61
¿Qué distancia recorrería la bola? Galileo concluyó que, en ausencia de fricción,
la bola continuaría su movimiento “uniforme y perpetuo”.
Lo que sucede en estos casos es que la suma de las fuerzas sobre el sistema (la
fuerza resultante) es cero y sus efectos se anulan. En estas condiciones, el
comportamiento del sistema resulta equivalente al del caso en que ninguna fuerza
actúa.
62
cuerpos, las implicaciones de la Primera Ley de Newton se manifiestan por todas
partes. Te has preguntado, por ejemplo, ¿por qué cuando un avión despega los
pasajeros parecen pegarse a sus asientos? O, ¿por qué al lanzar una moneda al aire
en un coche en movimiento te cae de nuevo en la mano?
Para muchos autores, la ciencia moderna realmente comienza con Galileo Galilei
(1564-1642). Esta opinión se basa en los dos avances en metodología científica
generalmente acreditados a Galileo: el uso de experimentos para explorar ideas
específicas, y la matematización de la ciencia. Para nuestro interés particular, que
es (recordemos) la evolución histórica del método científico, Galileo es realmente
importante porque sus numerosos escritos incluyen muchas páginas con sus ideas
y reflexiones sobre cómo se hace la ciencia.
A la vez se abría paso un nuevo sistema del mundo, sobre las ideas de Copérnico
(astrónomo polaco, 1473-1543), que propuso un sistema heliocéntrico, en el que
el Sol ocupaba el centro del universo.
63
Las conclusiones de los estudios de Galileo acerca del movimiento de los graves
diferían también mucho de los textos que sobre el mismo asunto había dejado
Aristóteles.
Éste último pensaba que el movimiento real de un objeto venía determinado por la
tendencia del elemento presente en mayor abundancia. El vapor sube, pues se ha
introducido fuego en el agua que se calienta. Una piedra grande cae más
rápidamente que una pequeña porque tiene más tierra.
Pensaba Galileo que un nuevo modelo para el sistema del mundo exigiría una
nueva manera de abordar el estudio de la naturaleza, una forma diferente a la que
había conducido a resultados erróneos.
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Después de estudiar teología en la universidad de Tubinga, incluyendo astronomía
con un seguidor de Copérnico, enseñó en el seminario protestante de Graz. Kepler
intentó comprender las leyes del movimiento planetario durante la mayor parte de
su vida. En un principio Kepler consideró que el movimiento de los planetas debía
cumplir las leyes pitagóricas de la armonía. Esta teoría es conocida como la música
o la armonía de las esferas celestes. En su visión cosmológica no era casualidad
que el número de planetas conocidos en su época fuera uno más que el número de
poliedros perfectos. Siendo un firme partidario del modelo copernicano, intentó
demostrar que las distancias de los planetas al Sol venían dadas por esferas en el
interior de poliedros perfectos, anidadas sucesivamente unas en el interior de otras.
En la esfera interior estaba Mercurio mientras que los otros cinco planetas (Venus,
Tierra, Marte, Júpiter y Saturno) estarían situados en el interior de los cinco sólidos
platónicos correspondientes también a los cinco elementos clásicos.
Modelo platónico del Sistema Solar presentado por Kepler en su obra Misterium
Cosmographicum (1596).En 1600 acepta la propuesta de colaboración del
astrónomo imperial Tycho Brahe, que a la sazón había montado el mejor centro de
observación astronómica de esa época. Tycho Brahe disponía de los que entonces
eran los mejores datos de obervaciones planetarias pero la relación entre ambos
fue compleja y marcada por la desconfianza. No será hasta 1602, a la muerte de
Tycho, cuando Kepler consiga el acceso a todos los datos recopilados por Tycho,
65
mucho más precisos que los manejados por Copérnico. A la vista de los datos,
especialmente los relativos al movimiento retrógrado de Marte se dio cuenta de
que el movimiento de los planetas no podía ser explicado por su modelo de
poliedros perfectos y armonía de esferas. Kepler, hombre profundamente religioso,
incapaz de aceptar que Dios no hubiera dispuesto que los planetas describieran
figuras geométricas simples, se dedicó con tesón ilimitado a probar con toda suerte
de combinaciones de círculos. Cuando se convenció de la imposibilidad de lograrlo
con círculos, usó óvalos. Al fracasar también con ellos, «sólo me quedó una carreta
de estiércol» y empleó elipses. Con ellas desentrañó sus famosas tres leyes
(publicadas en 1609 en su obra Astronomía Nova) que describen el movimiento de
los planetas. Leyes que asombraron al mundo, le revelaron como el mejor
astrónomo de su época, aunque él no dejó de vivir como un cierto fracaso de su
primigenia intuición de simplicidad (¿por qué elipses, habiendo círculos?). Sin
embargo, tres siglos después, su intuición se vio confirmada cuando Einstein
mostró en su Teoría de la Relatividad general que en la geometría tetradimensional
del espacio-tiempo los cuerpos celestes siguen líneas rectas. Y es que aún había
una figura más simple que el círculo: la recta.
Newton fue el primero en demostrar que las leyes naturales que gobiernan el
movimiento en la Tierra y las que gobiernan el movimiento de los cuerpos celestes
son las mismas. Es, a menudo, calificado como el científico más grande de todos
los tiempos, y su obra como la culminación de la Revolución científica.
66
Entre sus hallazgos científicos se encuentran los siguientes: el descubrimiento de
que el espectro de color que se observa cuando la luz blanca pasa por un prisma es
inherente a esa luz, en lugar de provenir del prisma (como había sido postulado por
Roger Bacon en el siglo XIII); su argumentación sobre la posibilidad de que la luz
estuviera compuesta por partículas; su desarrollo de una ley de conducción térmica,
que describe la tasa de enfriamiento de los objetos expuestos al aire; sus estudios
sobre la velocidad del sonido en el aire; y su propuesta de una teoría sobre el origen
de las estrellas.
Newton comparte con Leibniz el crédito por el desarrollo del cálculo integral y
diferencial, que utilizó para formular sus leyes de la física. También contribuyó en
otras áreas de las matemáticas, desarrollando el teorema del binomio. El
matemático y físico matemático Joseph Louis Lagrange (1736–1813), dijo que
"Newton fue el más grande genio que ha existido y también el más afortunado dado
que sólo se puede encontrar una vez un sistema que rija el mundo."
Isaac Newton:
Primeras contribuciones
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Retirado con su familia durante los años 1665-1666, conoció un período muy
intenso de descubrimientos, entre los que destaca la ley del inverso del cuadrado
de la gravitación, su desarrollo de las bases de la mecánica clásica, la formalización
del método de fluxiones y la generalización del teorema del binomio, poniendo
además de manifiesto la naturaleza física de los colores. Sin embargo, guardaría
silencio durante mucho tiempo sobre sus descubrimientos ante el temor a las
críticas y el robo de sus ideas. En 1667 reanudó sus estudios en Cambridge.
Leyes de la Dinámica.
68
Web grafía:
http://www.monografias.com/trabajos95/primera-ley-newton-ley-inercia/primera-ley-
newton-ley-inercia.shtml#ixzz5F3SOQs14
http://www.revistaciencias.unam.mx/pt/86-revistas/revista-ciencias-67/751-el-principio-de-
la-inercia.html
https://historiaybiografias.com/newton_principias/
https://www.vix.com/es/btg/curiosidades/4553/leyes-de-newton-primera-ley-de-la-
mecanica
http://francis.naukas.com/2010/11/06/por-que-isaac-newton-tardo-20-anos-en-publicar-la-
ley-de-la-gravitacion-universal/
http://ntrzacatecas.com/2016/09/22/galileo-galilei-y-la-ley-de-inercia-parte-1-de-2/
http://www.bdigital.unal.edu.co/6708/1/186392.2012.pdf
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