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Jenner observó que las mujeres que trabajaban ordeñando las vacas contraían una enfermedad
que era conocida como la viruela de las vacas, sin embargo, ésta las hacía inmunes a la viruela
humana. Así, sacó una muestra de leche de vaca de la mano de una de las granjeras y la inyectó en
el brazo de un niño. Éste sufrió los síntomas de la viruela vacuna. Cuarenta y ocho días después,
cuando ya no quedaban rastros de la enfermedad, le inyectó una muestra de la viruela humana y
éste no padeció ningún síntoma del mal.
La vacuna (del latín vaccinus-a-um, 'vacuno'; de vacca-ae, 'vaca') es un preparado de antígenos que
una vez dentro del organismo provoca una respuesta de ataque, denominada anticuerpo. Esta
respuesta genera memoria inmunológica produciendo, en la mayoría de los casos, inmunidad
permanente frente a la enfermedad.
El modo de actuar es, primero, controlando al agente infeccioso antes de que comience a destruir
las células del cuerpo y, luego interceptando y eliminando las células que ya han sido infectadas
por el virus o bacteria. De esta manera es como se desarrolla la inmunidad.
Vacunas toxoides: son hechas por un tratamiento de bacterias o virus que liberan este tipo
de toxinas o venenos, a los cuales se les aplica calor o productos químicos, como formol,
para destruir su capacidad para causar enfermedades. A pesar de que los toxoides no
causan enfermedad, estimulan al cuerpo para producir una inmunidad protectora al igual
que las toxinas de los gérmenes naturales. Por ejemplo, las vacunas del tétanos y
la difteria
Tipos de Vacunas
Las vacunas pueden estar compuestas de bacterias o virus, ya sean vivos o debilitados, que han
sido criados con tal fin. Las vacunas también pueden contener organismos inactivos o productos
purificados provenientes de aquellos primeros. Hay cuatro tipos tradicionales de vacunas:
La vacuna contra la tuberculosis por ejemplo, es la llamada vacuna BCG (Bacilo de Calmette y
Guerin, que debe su nombre a sus descubridores) se fabrica con bacilos vivos atenuados y por
tanto no es contagiosa de esta enfermedad.
Vacunas biosintéticas: Contienen sustancias sintéticas (hechas por el hombre). Por
ejemplo, el Hib (Haemophilus influenzae tipo B) es una vacuna biosintética que contiene
dos antígenos que se combinan para formar una molécula "conjugada" que incita al
sistema inmune a producir anticuerpos efectivos contra esa enfermedad.
Conjugadas: ciertas bacterias tienen capas externas de polisacáridos que son mínimamente
inmunológicos. Poniendo en contacto estas capas externas con proteínas, el sistema inmunitario
puede ser capaz de reconocer el polisacárido como si fuera un antígeno (un antígeno puede ser
una proteína o un polisacárido). Este proceso es usado en la vacuna Haemophilus influenzae del
tipo B (también conocido como bacilo de Pfeiffer).
Vacuna de ADN: vacuna de desarrollo reciente, es creada a partir del ADN de un agente
infeccioso. Funciona al insertar ADN de bacterias o virus dentro de células humanas o animales.
Algunas células del sistema inmunitario reconocen la proteína surgida del ADN extraño y atacan
tanto a la propia proteína como a las células afectadas. Dado que estas células viven largo tiempo,
si el agente patógeno (el que crea la infección) que normalmente produce esas proteínas es
encontrado tras un periodo largo, serán atacadas instantáneamente por el sistema inmunitario.
Una ventaja de las vacunas ADN es que son muy fáciles de producir y almacenar. Aunque en 2006
este tipo de vacuna era aún experimental, presenta resultados esperanzadores.
Es importante aclarar que, mientras la mayoría de las vacunas son creadas usando componentes
inactivados o atenuados de microorganismos, las vacunas sintéticas están compuestas en parte o
completamente de péptidos, carbohidratos o antígenos. Estas sintéticas suelen ser consideradas
más seguras que las primeras.
Vacunas de virus inactivados: Deben ser hechas a partir de virus completamente inactivados pero
que retengan sus propiedades antigénicas. Este proceso es difícil de conseguir, pues hay pocos
procedimientos capaces de inactivar el genoma viral (donde está la fuente infecciosa) sin alterar
las proteínas. El método más eficiente es usar un porcentaje más bajo de formalina, la cual
funciona interactuando con los grupos NH2 en la adenina, guanina y citosina, que a su vez no
participen en los enlaces hidrógeno (los virus ssRNA son fácilmente inactivados, los virus ds de
ácidos nucleícos son resistente). La formalina también reacciona con los grupos amino de las
proteínas y con los enlaces cruzados de las cadenas de los polipéptidos. Lo que puede prevenir
que la formalina llegue a los ácidos nucleicos y de ese modo disminuya su efectividad.
Vacunas de virus vivos atenuados: Se usan los virus atenuados por medio de pases en cultivos
celulares y/o en pases en animales. No se conocen las alteraciones genéticas en los virus
atenuados de éstas vacunas, aunque ya se conocen las secuencias completas de los poliovirus
silvestres y de las cepas usadas en esas vacunas. Por pases repetidos en cultivos celulares ó en
animales se selecciona una población viral con un fenotipo no virulento, pero con el mismo perfil
antigénico.
El mayor problema que se encuentra cuando se usan virus vivos atenuados en las vacunas, es su
potencial de revertir al fenotipo virulento, pues el mecanismo de atenuación es mal conocido. El
Poliovirus III revierte a la virulencia: 1 de cada millón de dosis, resultando en parálisis. Los demás
poliovirus atenuados son mucho más estables, aunque se desconoce la razón. Las demás vacunas
fabricadas con virus atenuados, como el sarampión, las paperas y la rubeola son estables. La
capacidad de revertir ó de que un virus atenuado pueda volver a su estado anterior, es una de las
razones de porqué no se usa el virus atenuado de la rabia, pues la posible mutación a un estado de
virulencia plena puede producir una fatalidad.
Inmunidad pasiva: Consiste en la administración de un suero con títulos muy altos de anticuerpos
antivirales antes de que se produzca la infección (ejemplo: infección por hepatitis A), ó justo
instantes después de que se haya producido la teórica transmisión viral (después de la mordedura
de un perro supuestamente rabioso).
Hepatitis A
Hepatitis B
HIV-1
Rabia
Varicella zoster
Vacunas de la infancia:
2. El Sarampión, las paperas y la rubeola, la vacuna triple, se administra entre los 12-15
meses de vida (todas son vacunas hechas con virus vivos atenuados).
3. La vacuna del Varicella zoster (Varivax) fué aprobada por la FDA y la APP la recomendó
en los EEUU en 1995, se administra a los 15 meses (virus vivos atenuados). Los datos
obtenidos hasta ahora demuestran que la vacuna es muy segura pero no está aprobada
para su uso en personas inmunocomprometidas
4. La vacuna contra la hepatitis B (En España = Engerix-B) se recomienda administrarla en los
primeros 15 meses (en tres dosis). Es una vacuna recombinante (la única que de este tipo
que funciona! ). También se recomienda administrarla en adultos con riesgo de adquirirla
y al personal sanitario
Inmunización pasiva:
La vacunación junto con medidas de higiene como la potabilización del agua, fueron un aporte fundamental en
la prevención y control de las enfermedades infecciosas. Aunque hubo intentos previos de practicar cierta
forma de inoculación, el primer diseño racional de una vacuna fue realizado hacia fines del siglo XVIII por
Edward Jenner. Este médico rural inglés había notado que muchas personas que estaban en contacto con
vacas sufrían una enfermedad propia de estos animales, similar a la viruela humana pero más leve. El dato
más interesante era que las personas que contraían la viruela vacuna luego no se enfermaban de viruela
humana, una enfermedad que causaba la muerte o dejaba a la persona con cicatrices imborrables en su
cuerpo. Entonces Jenner diseñó un experimento que realizó en 1796: extrajo pus de una ampolla de una
ordeñadora que había contraído viruela vacuna, e inoculó a un niño saludable de 8 años. El niño desarrolló
una enfermedad leve, pero sin complicaciones.
Dos meses más tarde Jenner inoculó al niño con material proveniente de viruela humana y, tal como se
esperaba, no contrajo la enfermedad. A este proceso se lo denominó vacunación (proveniente del término
“vaca”).
Sobre el final del siglo XX, el advenimiento de las técnicas de la biología molecular dieron un nuevo impulso a
las vacunas de subunidades, y comenzó a producirse la vacuna contra la hepatitis B mediante el empleo de
levaduras, lo que constituyó la primera vacuna desarrollada mediante técnicas de biología molecular.
Actualmente las técnicas abarcan un rango mucho más amplio, que va desde la atenuación convencional a la
inoculación de ADN, pasando por la producción de antígenos en plantas y bacterias comestibles.
Durante más de un siglo y medio los intentos por obtener preparados similares a la vacuna contra la viruela
fracasaron. Para lograrlo fueron fundamentales los aportes del médico bacteriólogo Robert Koch, quien en
1876 formuló una serie de postulados en los que vinculó la aparición de una enfermedad con un agente
infeccioso. Basado en estos postulados, Luis Pasteur en 1885 describió una metodología que permitía, a
partir de una enfermedad infecciosa, diseñar una vacuna para prevenirla. El método de Pasteur consistió en
calentar los cultivos de bacterias y luego inocularlos a los animales. Así desarrolló vacunas contra el cólera de
las gallinas, el bacilo de carbunclo y la rabia.
En la actualidad existe una gran cantidad de vacunas que otorgan protección contra infecciones bacterianas o
virales, y son preparadas a base del agente infeccioso, pero en un estado no patogénico, es decir que no
causa la enfermedad
Si bien estas vacunas son muy eficaces, presentan algunas dificultades ya que se requieren medidas muy
estrictas para asegurar la completa inactivación o la atenuación adecuada del agente patógeno, y además
implica el manejo en el laboratorio de microorganismos patógenos. Con el correr del tiempo y de las
investigaciones se comprendió que no es necesaria la presencia de los microorganismos enteros para la
inmunización y que alcanza con introducir alguno de sus componentes que desencadene la respuesta
inmune. Esto dio origen a las vacunas de subunidades, que consisten en el uso de sólo una fracción del
microorganismo, en lugar del microorganismo completo. Estas vacunas fueron introducidas en los 1920's,
siendo las primeras la del tétano y la difteria.
Por lo tanto, las vacunas tradicionales pueden estar constituidas por:
El agente causante de la enfermedad vivo pero atenuado (disminuido en su capacidad de
desencadenar la enfermedad).
El agente patógeno entero muerto.
Fracciones del agente patógeno (proteínas llamadas antígenos)
Cualquiera sea el tipo de vacuna utilizada, todas funcionan bajo el mismo principio: cuando se administra la
vacuna se estimula la respuesta inmune. Esto implica un mecanismo complejo en el que intervienen los
linfocitos B y los T (dos tipos de glóbulos blancos de la sangre) capaces de reconocer el agente extraño y
responder a su presencia mediante la síntesis de anticuerpos destinados a eliminarlo. Una vez eliminado el
agente contenido en la vacuna, el organismo conserva células llamadas linfocitos “memoria” que reaccionan
rápida y eficientemente ante la exposición futura al mismo tipo de patógeno en su estado natural, antes de
que la persona pueda contraer la enfermedad. Es decir que las vacunas son un método preventivo.
Si bien el diseño de las vacunas de subunidades representó un gran avance, ya que evita el riesgo de inocular
microorganismos enteros, en un comienzo esta estrategia no solucionaba el inconveniente de cultivar
microorganismos potencialmente patógenos en el laboratorio. Entonces, la posibilidad de manipular los genes
y prescindir de los microorganismos patógenos dio impulso a una nueva generación de vacunas.
Con el estudio de la estructura y función del ADN y el desarrollo de técnicas de biología molecular en la
década de los 80s se comenzaron a desarrollar las vacunas recombinantes y las vacunas de ADN. Para el
diseño de estas vacunas se parte del conocimiento detallado del genoma del patógeno.
Las nuevas vacunas pueden ser de tipo:
Recombinante: se aíslan y se clonan los genes que codifican para las proteínas que provocan la
respuesta inmune (el antígeno) y se introducen mediante técnicas de ingeniería genética en un
huésped alternativo no patógeno (bacterias, levaduras o células de mamíferos) para que lo produzca
en cantidad en el laboratorio. Mediante esta técnica surge en 1986 la primera vacuna recombinante
que consiste en la producción de un antígeno del virus causante de la hepatitis B dentro de
levaduras.
ADN desnudo: se utiliza directamente una porción del ADN purificado que codifique para la proteína
que estimula la respuesta inmune (ver Cuaderno Nº 71). Es decir que no se utiliza un
microorganismo para fabricar el antígeno, sino que el gen se introduce directamente en el individuo y
las propias células del individuo sintetizan el antígeno que desencadena la respuesta inmune.
Atenuada: se eliminan o inactivan selectivamente, mediante técnicas de ingeniería genética, los
genes de virulencia de un agente infeccioso manteniendo la habilidad de provocar una respuesta
inmune.
La vacuna recombinante contiene proteínas (antígenos) del organismo patógeno, que fueron fabricadas en
gran cantidad en el laboratorio, dentro de un organismo no patógeno (levaduras en este caso). Al inyectarla
desencadena la respuesta inmune que eliminará al agente extraño portador de esa proteína extraña. Las
estructuras verdes en forma de Y representan anticuerpos, proteínas específicas contra los antígenos que se
fabrican durante la respuesta inmune.