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La vitamina A, retinol o antixeroftálmica, es una vitamina liposoluble (es decir que es

soluble en cuerpos grasos, aceites y que no se puede liberar en la orina como normalmente lo
hacen las vitaminas hidrosolubles) que se requiere en varios procesos biológicos, tales como
la visión, el desarrollo del sistema inmunitario, la formación y mantenimiento de las células
epiteliales (de la piel y las mucosas), el desarrollo embrionario y el crecimiento.

Las vitaminas del grupo B forman un grupo de 8 vitaminas relacionadas con


el metabolismo celular. Al principio se creía que sólo era una vitamina, pero luego se
descubrió que eran varias, con funciones parecidas. Son hidrosolubles, por lo que se pueden
perder en el agua de cocción y, en caso de tomarse en exceso, se eliminan por la orina (hasta
cierto límite).1
La deficiencia de minerales y algunas vitaminas favorece el daño ocasionado por radiación o
el producido por sustancias químicas en lo que se refiere al daño al ADN. Las vitaminas del
grupo B asociadas al daño en el ADN son el ácido fólico (vitamina B9), vitamina B12, B6 y
niacina (vitamina B3). La insuficiencia de vitaminas B9, B6, y B2 ha sido asociada al riesgo de
cáncer de colon.
La vitamina C, enantiómero L del ácido ascórbico o antiescorbútica, es un nutriente
esencial para el ser humano, los primates, los cobayos y algunos murciélagos, quienes
carecen del mecanismo para su síntesis. El resto de los mamíferos lo sintetiza de forma
natural en el hígado. Las plantas también producen vitamina C, la cual desempeña un rol
importante en su crecimiento y desarrollo. De esta forma, las plantas representan una fuente
importante de esta vitamina en la dieta.

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